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Existen estructuras mentales que crean enfermedades y otras que crean salud, de manera
que la diferencia entre estar sano o enfermo está en nuestra manera de pensar.
La cabeza representa cómo nos sentimos con nosotros mismos. Tener dolor de cabeza
significa ira reprimida por no respetarse a uno mismo.
El pelo es la fuerza que se ha perdido debido al estrés, que señala debilidad y puede
afectar el cuero cabelludo.
Las dificultades visuales nos están revelando que hay cosas que no queremos ver del
pasado, presente o futuro.
Las irritaciones nasales significan sentirse sofocado o irritado por alguien próximo, y el
dolor de cuello señala falta de flexibilidad con nosotros mismos y con los demás,
obstinación y dificultad para ver otro punto de vista.
Las manos son las que expresan cómo nos manejamos con las personas y con las cosas;
si nos aferramos, si las rechazamos o si les tenemos miedo.
Los trastornos en los pechos revelan que se está exagerando el rol de madres y
sofocando a los hijos; y el cáncer de pecho indica resentimiento, culpa y miedo.
El corazón es el órgano del amor y la sangre es la alegría. El amor hace que la alegría
circule, y si no hay amor ni alegría el corazón se marchita, se enferma y muere.
Los genitales nos molestan cuando no nos hacen sentir cómodos nuestra condición ya
sea de hombre o de mujer y cuando rechazamos el cuerpo por creer que sus apetencias
son sucias o pecaminosas.
La frigidez tiene su origen en la creencia de que no está bien disfrutar del cuerpo y del
auto rechazo.
El síndrome pre menstrual tiene que ver con los hábitos de limpieza y el hecho de no
aceptar la menstruación.
Las várices son expresión de falta de alegría y de sentirse atrapado en un ambiente que
enferma.
Los accidentes, desde esta perspectiva, son deliberados, nosotros los creamos cuando
sentimos ira, rebeldía o frustración.
Cualquier dolor es culpa que necesita ser castigada y un dolor crónico es culpa crónica.
Fuente: “Usted puede sanar su vida”, Louise L. Hay, Ed. Urano, 1992