Está en la página 1de 5
iA LA PLavAL ( PARA HOMBRES SOLOS ) # - Por: Tom&s Carrasquilla Aquel enjambre humano debia presentar 2 vuelo de p&jaro el aspecto de un basurero. Los sombreros mugrientos, los forros encarnados ce las ruanas, los pafiolones oscuros y sebosos, los paraguas apabullados, tan- tos paiuelos y trapajos retumbantes eran el guardarropa de un Rrlequin. Animadisima estaba la feria: ere primer domingo de mes, y el vecindario todo nabla acudido a renovaci6n, Destellaba un s0l de justicia; en lar tasajeras de carne, de esa carne que se acarroiaba al recisterio, bus- cabam las moscas donde incubar las larvas; en los tendidos de cachiva- ches se agrupaban las muchachas compesinas, sudcrosas y sofocadas, atrai- Gas por la baratija, mientras les magnatas sudaban el quilo, a regateo limpio, entre los puestoe de granos, legumbres y panela. Ese olor de gespensa, de carnicerfa, de transpiracién de gentes, de ewifapos sucios, nezclado al olor del polvo y al de tanta plebe y negrerfa, fornsban, sumados, 1a hediondez genuina, paledinemente manifestada, de la humani- dad. Los altercados, los diglogos, las carcajadas, el chillido, la rebe- tifa vertiginosa de la venduta componian, sumados también, ol balandro de la bestia. Llenaba todo el ambito del lugar6n, Son6 1a campana, y c&tate al animal aplacado. Se oy6 el silencio, silencio que parecia un asueto, una frescura, que trafa como réfagan de limpieza ... hasta religioso serfa ese silencio. Rompi6lo el curita con su vod gangosa; contestole la mucheduzbre, y, acabada la prez, res- sud6se agdello. Pero por un instante solamente, porque, de pronto, sine ti6se el danico, y la palabra " jencierro! " vibr6é en el aire como pre- Audio del \juicio final. Encierro era, en toda regia. Los veinte soldados gue inopinedanente acababan de invadir el pueblo, hatlanse repartido por Jas cuatro esquines de la plaza, a bayoneta calada. Fue como un ciclon. Desencajados, trémulos, atandondndolo todo, se dispararon los hozbres, y hasta kenbres también, a los zaguanes, ala iglesia. iPobre gente! todo en vano, porque, como la azada de Iulio, NI EN LA CASA DE DIOS ESTA SEGURA. De allf sacaron unas docenas. Gay6 entre los cazados el caratejo Longes. Lo que no lloré cu sujer, la sefié Rufa, llor6lo a moco tendido Maria Eduvigis, su hija. Fuése este siplicas al alcalde. A buen puerto arrimaba: cabalmente que al care- jo no habia riesgo de largarlo. iFicirense! el mayordomo de Perucho Arcila, el rojo =&s recalcitrante y nis urdemales en cien leguas a le redonéa, un pfcaro, un bandido. antes no era tanto para todo 30 rojo que era el tal arcila. Ya desahuciado y en el cuartel, Ilen6 el caratejo a conferencia a su mujer y a su hija, y habl6 asi: "A lo hecho, pech. Corazén con Dies, 3 peganos del nanto de Marfa Santisina. & yo, lo que es e, nO ne etek, £118 verfn que mi an mal me va, E110 mis bien es maluco dejalas como dos &ninas; pero ai les dejo m&iz pa mucho-tiempo. Pe desgusanar el ganao del patron, y pa mantener esas mangas bien limpias, vusteder lo saben hacer mejor que yo. Sigan con el balance de la gierta y de los esitos, ¥ Bbtanle @ estas placefiias y a les amasadoras los guevos baste las cachas, y all& werén como enredamos le pita. Mira, Pufa: si aguellos muchachos acaban de pagar la condena antes que yo gilelva, no los admitse en la casa de mantenidos, Que se larguen a trabajar, 0 2 jalale a la Vigela y = les décimas si les da la gana. ¥ no stinfusquen por esto ... ulfimadamente, el Gobierno siempre paga ™. 3 su vor selvética, encadenada e grufidos, con inflexiones y finales Gejativos; ese acento caracteristico de lor campesinos de muestra resién oriental, los acompaiiahs el orador con mil visajes y mimicar de convenes mientc, y un aire de socarroneria y unos manoteds y paradas de dedo de une elocuencia verdaderamente selvaje. AyudSbsle el carate. Por aguelia care larga, y por cuanto mostraba de aguel cuerpo langarute y cart: pose, lucia el jaspe, con vetas de carey, con placas. esmerilad rinas. Pintoresco forro el de aquella armazin. w Ensartando y ensartando, dirigiése al fin a la hija, y, con un tono Y un gesto all&, que encerraba un embuchado de cosas, le dice, d&ndole una palmadita en el hombro: " Y vos, no te metas de fil&tica con el pa- tron: ies my abierto! ". iCulebra brava 1a tal Eduvigis! Sazonado por el sol y el viento de la montafia, era aquel cuerpo, en que no intervinieron ni artificio ni deforzacion civilizadores, obra premiada de la naturaleza. Las caderas, el busto bien alto la proclamaban futura madre de le TITANERIA LABORADO- RA, El cabello, negro, de un negror profundo, se le alborotaba, indoma— ble como una pacién; y en esos ojos habla unas promesas, unos rechazos y un misterior que hicieron empalidecer m&e de un rostro masculino, Un toche habria picado aquellos labios como pulpa de guayaba madura; de perro faldero eran los dientes, por entre los cuales asomaba tal cual Yez, una puntita roja y nerviose. Por esteasomo lingi{stico de ingénito coguetisno, 1a regafiaba el cura a cada confesién, pero no le valia. Ast ¥ todo, mostrabase tan brava y retrechera, que un cierto galancete hubo de llevarse, en elguna memorable occasion, un sopapo que ni un trancazo. Fuera de que el caratejo la celaba a su modo. El tenfa su idea. Tanto, gue, apenas separado de la muckacha, se dijo, hatlado y todo y con para~ Go de ded Ver&m céuo el patron le quebranta agora los agallones ". Y pocos dias después partié el caratejo para la guerra. Rufa, que se entreg6 en poco tiempo y por completo al vicio de la separacién, cuando los dos hijos partieron al presidio, bien podria ahora arrostrar esta otra ausencia, por mis que pareciera cosa de viudez. ! Ni las més leves nostalgias conyucales, de temor por 1a vide del marido, mi quebraderos de cabeza porque volara el tiempo y le tornase el bien ausente, ni nada vino a interrumpir aquel viento de cristians filos6fica indolencia. & vela henchida, gellar- da y serenfsina, aba y surcabe por esos rares de leche. Y es0 que en le cose ocurr 0, J aun 2lgos, poraguellcs dfas. Pero no: sus altes atribuciones de vaquera, labradora y mayordona de finca, en que dio rumbo a sus actividades y empleo 2 1a potencia judaica que hervia arécter, no le daban tiempo mi lugar para exbelecos y enredos de iLo_ que es tener oficio! Hentra de cenela e inventora de di- nerds era la tel Rufa Chaverra. Arcile declaréla luego espejo de adminic- tradoras. i¥ tanto como pud ba cuante Ella se iba por es ngas, ¥, 2 gwinchazo limpio, 2 0 yer se la cabeza. Con sapier i oportu- nidad seleba y p ganado, cuyo idiona parecka conc- cer, y a quien hacia los expresivos reclanes, bien fuese colectiva © Andividualmente, ye con sramido bronco - igual que ares mayor, ahora melindrosa, si se tr: con el nombre de pila, sin que Li CHAPOLA se le PANDA, mi EL CAREPERHO con EL MANCORETO. Hasta medio ha m ocasiones. Mano de Engel no: re desgusaner, los untos ¥ s0- baduras, Y gran experieDcia y fortuna en aplicar menjurses por dentro y por fuera. Le vace as descastada y botacrias no se iz jugaba e Rufa, ove ella, juzgando por el volunen y otras Sencias de le proximidad esunte, ponia la teimade en e2 noche, Jy, si elgune vez se necesitaba un poco de cbstetr: ba elle para el caso. Ep unto a echar argolias s los cerdos mas bravios, y de hacer de un verne— ro elgo menos ofensivo, all& se tee habria con cualguier itagiisefo del oficio, Iniciade esteba en los misterios del harex, y, cuando al rebazno del pach& respondfan erbticos relinchos, elle sabic si eran del caso o © no era idilios 2 puerte cerrada, y cull le odalisce que debfe ir al tElamo. Peroue sf 0 7 mo, nunca be de ar al progeni con algo aei: * tata! como no tenfe m&e oficio que jerter, siempre est&s dispuesto pa la vagemunderia ". mn La CACHI- Si ten facultetive y habilidose ere para manejar lo sjeno, cuanto y ne no serie para lo propic, Mi se digs de los cajes con la leche que le correspondia; mi de ios productos del gallinero; mi de esa huerte donde los mafafales alternaban con la achira, los repollos con las pepineras, las vitorias con las auyamas. n Pues result6 que todo estuvo a pigue de perderse. Del huracan que ahora corre, llegaron réfagas haste 1a montafiesa. Supo que unas amigas y comadres mazamorreaban orillas de LA CRISTALINA, riachuelo que corre obra de dos millas de 1a casa de Arcila. Lo mismo fue saber que embele— carse. So pretexto de buscar un cerdo que diz que se le habla remontado, fuese a las lavadoras de oro, y con la labia y €1 disimulo del mundo les sousacé todas las mafias y particularidades del oficio. Ese mismo dia se hizo aia batea, y vierals a le rolliza campesina, con las sayas anuda- das a guiea de bragas, zambullida hasta el muslo, garridamente repechs— da, haciéndole bailar a la batea la danza del oro con 1a sinfestra mano, mientras que con la diestra ita chorreando el agua sobre la fina arena, donde asomaban los ruedos oscuros de la jagua. Al domingo siguiente cam- bié el oro, y cual se le ensancharfa el cuajo cuando tuvo amarrados a pico de pafuelo 36 reales de un boleo. Dada a la mineria pasara la vida entera, a nO ser por un célico que la retuvo en cama varios dias, y que le repitié m&s violento al Yolver al oficio, Mas no cedié en su propési- to: mand6 entonces a la Eduvigis, a quien le sentaron muy bien las aguas de La CRISTALINA. Mientras la hija pasaba de sol a 501 en la mazamorre- ria, la madre cargaba con todo el brete de la finca ... iY tan campantes y satisfechas!. n M&s rastro deja en un espejo 1a gota de agua, que en el 4nimo de Rafa las noticias sobre la guerra, que ofa en el pueblo los domingos y los @ias de semana en que iba a sus ventas. Lo que fue del caratejo, no lle- g6 a preocuparse hasta el grado de indagar por el lugar ée su paradero. Bien confirmaba esta esposa que las ternuras y blandicics de alma son gades Ge los blancos de la ciudad, y un lujo superfiuo para el campesino, _Envueltos en 1a nietla, arrebujados y borrosos mostrabanse riscos y praderas; la casa de 1a finca senejaba un esbozo de paisaje a dos tintas; 2 trechos se percibian los vallados y chambas de la huerta, 1as arietas Gel techo, el alto andamio del gallinero; s6lo alcanzaban a destacarse con alguna precisi6n los cuernos del ganado, rigidos y oscuros, rompicn- do esas vaguedades, cual la nocién del diablo 1a bruma de una mente i: fantil. A la quejumbrosa meZodia de los recentales, acorralados y ate: dos, contestaban desde afuera los bajos profundos y carifiosos de las me- Gres, mientras que Rufa y Eduvigis renegaban ei Dios tenia qué en lee bregas y afenes del oficio, 4% Béuvigis, en cuclillas, remangada hasta las axilas, cublerta la cabe- Za con enorme pafivelo de pintajos, hacia saltar de una ubre al cuenco amarillento de la cuyatra el chorro humeante y cadencioso. Un h&lito de vida, de salud, se exhalaba de aquel fondo espunoso. Casi coluaba 22 va~ sija cuando un grito agudo, prolongado adrede, rasgé la densidad de ese atu6sfera. La moze se suspence; el grito se repite m&s agudo todavia. “ima taita! ", exclana la Bduvigis, y sin pensar en leches y en ordeiios corre ale brestada chamba abajo. nu No Se engafiaba, BUEN AMIGO, que sf lo era en efecto, descolgbse a sal- tos, lengua afuera, la cola en alboroto. Impasible, 1a sefié Rufa perme- necié en su puesto. A poco llegbse e) caratejo con el perro, que queria encaramfrsele a los hombros. Marido y mujer ge aVistaron. Nada de culto externo mi de perrerias en aguel saludo. Dijérase que acababan de seps- rarse. —-_2¥ qué es 1o que hay pal viejo? ---dice Longas por toda efusi6n. ¥ Rufa, planificada, totuma en mano, con soberano desentimiento, dice: ~-+_é¥ es0 qué contiene, pues? ---Pues que anoche liegamos al sitio, y que el Fefe me dio licencia pa venir a Velas, porque mafiana go esta tarde seguimos pa ls villa. " Facha peregrina la de este hijo de Marte. El sombrero hiperbOlico de w 2 2 cafia abigarrada, el vestido mugriento de coleta, los golpes rojos y destefiides del cuello y de los pufios, los pantalones holgados y caidos por las posas y que més parecian de seminarista, dignos eran de cubrir aguel cuerpo largo y desgavilado. Ni las escaseces, ni las intemperies, ni las fatigas de campafia, habfan elterado en lo minimo al mayordomo de Arcila. Tan feo volvia y tan caratejo como se fue. Por morral lievaba una S4quera algo m&s que prefiada; por faja una chuspa oculta, y no vacia. Rufa sigue ordefiando. Toma Longas la palabra. Pues, pa que 10 viais. Ya lo ves que nada me sucedié. Los que no murie- ron de bala, se templaron de tanta plaga y de tanta mortecina de cristia~ HO, y yO ai con mi carate: ila c&scara guarda el palo! Y agui sigié un relato bélico autobiogr&fico, con algo m4s de largas que de cortas, como es Usanza en tales casos. Rufa parecia un tanto cohibida y preocupada. —--2Y ont 1a Duvigis? —--dice de pronto el marido, cotando le narracién. Pes ella +s. poai cogié chamba abajo, izque porque vos la vas a matar. A natala? ¢ Y por qué gracia ? Pes ... ella... 2 no sali6, pues, con un exbeleco de muchacho ? De muchacho? prorruzpe el conscripto, abriendo tamafios ojos, ojos donde parecié asomar un fulgor de triunfo --, éConque, muchacho? é¥ pueso se esconde esa pendeja? 2¥ ont& el muchacho? zai no est&, pues, en la maca? Ang& llanime a esa boba. Y tirando corredor adestro, se col6 al cuartucho. Debajo de la cama, pendiente de unos rejos, oscilaba la batea. Envuel- to en pingajos de colores verdosos y alterados, dorm{a el| angelito. No pudo resistir el amclo ale fuerza de la sangre, ni menos al expuje de un orgullo repentino que le borbot6 en las entrafias. Sacé de 1a bates 1a criatura, quien el despertar y ver aguella cara tan fea y| ten extrafia, puso el grito en el cielo. Era José Dolores Longas un rollete de manteca, zofletudo y cariacontecido; las manos, unas manoplas; las mufhecas, como estranguladas con cuerda, a modo de morcille; la piernas, tronchas y exu- berantes, més huevos de arracacha que carne humana: una figura eclesiasti- ca, casi episcopal, Iba a quebrarse con los berridos que lanzaba: icuidado si habia palmones! El soldado 1o cogié en sus brazos, haciéndole zaran— Geos, por via de arrulio. Abrazaba su fortuna: en aguel vastago vela el caratejo horizontes azules y rosados de dicha y prosperidad. El predio Cercand, su sueho dorado, era suyo; suyas unes decenas de vacas; suyo el par de nuletos y los aparejos de 1s arrieria; y é quién sabe si la casa, eea casa tan auplia y especiosa, no seria suya pasado corto tiempo? iF patron era tan abierto! itan abierto! Calmése un tanto el monigote. Escrut6lo el caratejo de una ojeada, y se dijo: ™ iZgualite al taita! ". Entretanto, Rufa gritaba desde 1a manga: " iQue vengis a tu taita que no est& nada bravol iQue no sias caraja! iSub{, Duvigis, que siempre lo habis de ver! ¥. La muchacha, m&s muerta que viva, a pesar de la promesa, subla por la chambe minutos después. Pélida por el susto, parecia més hermosa y escul- tural. Levant6 la mirada hacia la casa, y vio a su padre en el corredor con el nino en brazos. A paso receloso llégase a 61; arrodillasele a las plentas y murmur: isacranento del alter, taita! ¥ con la diestra carateja, le ray6 la bendici6n el padre, no sin sus miajas de unci6n y de sclemnidad. Mandéle Iuego 1a madre a la cocina a preparar el agasajo pare el viajero, y Rufa, que ya en ese momento habla terminado sus faenas perentorias, tomé al nieto en su regazo, y se preparé al inte- rrogatorio que se le venta encima. —--Bueno —- principia el marido ---, y el patron siempre le habré dejado 2 la muchacha ... por lo menos sus tres vacas, y le habr& dao mucha plata pa to los gastos? —-iEh! —— replice Rufe ——. Ust& por qué ha determinao que fue don Perv- cho? ——2Qué no fue el patr6n? -—- salta el caratejo desfiguréndose. Si fue Simplicio, el hijo de la dijunta Jerénima. * B u --iEse tuntuniento! ... -—vocifera el deshonrado padre ——-. iUn muer- todihambre que no tiene un cristo en qué morir! ¢ ¥ vos, so alndrtaga, pa oué consentites esos enredos 7 La cara se le desencajé, le temblaban los labios como si tuviera tercianas. "Yo mato a esa arrastrada, a esa sinvergienza! ". T, atontado y fren&tico, se lanza a la cocina, agerra una astilla de lefia, y a cada golpe escupe sobre la hija un insulto, una desvergienza, una bajeza. Cuando le infeliz yacia por tierra, convuisa y sollozante, arriméle Lon ges formidable puntapiés, y exclamé tartajoso: " iTe largas ... ahora mismo .., con tu muchacho ... que yo no voy a mantener agui vagemundes! ". ¥ sali6 disparado, camino del pueblo, como huyendo de su propia des- honra.

También podría gustarte