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Magueta: RAG alos tos Tos derechos. De aenetdo slo dipesto en ‘ris, a). del Cétigo Penal, poaean ser eastgndos con penis zien, i ‘en cualquier tipo de soporte sin It percepivasitorzacion, 1 sedicion 1990 eticion 1994 iciones Aka, S.A, 1990 Los Berrocales del Jara Apdo. 400° Torre de Ardoz Tes: 65661193049 1 Depésto Teal MEDD 1994 Iimpreso en Cosmoprng, 8 L, ‘San Sebastian de les Reyes (Madi) JOSE CONTRERAS DOMINGO Departamento de Didéctica y Organizacién Escolar Universidad de Malaga ENSENANZA, CURRICULUM Y PROFESORADO INTRODUCCION CRITICA A LA DIDACTICA «De algiin modo, los criticos de 1a escuela (y en gran medida el presente autor) estan cogidos en wna trampa. Es bastante senci- Mo denigrar tas estructuras “educativas” existentes (al fin y al cabo todo el mundo parece hacerlo}; sin embargo, no es fan senci- Ho ofrecer estructuras alternativas, El individuo que trata de me jorar algunas de las condiciones mas debilisantes corre el riesgo de ayudar en realidad a fortatecer y perpetuar lo que bien podria ser una serie anticuada de disposiciones institucionales. Sin em- bargo, no tratar de mejorar las condiciones en modos a menudo pequelios y vacilantes es despreciar a los seres humanos reales que habitan actuabnente Ia escuela durante [a mayor parte de su vida hasta Hegar a adulios. Por tanto, solemos intentar jugar a ‘menudo en ambos lados de ta batalla, Criticamos tos presupuestos ideotdgicas y econdmicos fundamentales que conforman a las ¢s euelas tal como existen hoy y, al mismo tiempo, paradéjicamente, tratamos de conseguir que esas mismas instituciones sean un poco mas humanas, un poco mas educativas. Bs una posicién ambigua, pero al fin v al cabo es también ambigua nuestra situacién tora. Sin embargo, si la educacién en particular puede ocasionar car bios (y agul deberfamos leer politica y econémicamente), entonces deben efectuarse cambios concretos ahora, mientras se articulan las criticas mas bésicas. Lo uno no es excusa para lo otra.» (M. W. APPLE, Ideologia y currfculo.) sive para poder escribir hay que con vvencerse primeramente de que todos Ios Tibros que se han escrito lo fucton para {que se Tes pidiera cosas prestadas. El arte cconsiste en pagar los préstamos con inte. és, Y esto es mis diffeil de lo que pa (L. DueneLt, ET iro negro.) s#lay algunos que se cansan en saber y averiguer cosas, que después de sabi averiguadas, no import fentendimiens® ni Ia memoria.» (CERVANTES. Don Quijote.) Desile que comenz6 mi trabajo de docencia en Didéctica, siem- se me preocupé lo que yo percibfa como carencia de wna organiza cién a la vez estable y fluida det cuerpo de conocimiento que con: luye esta materia. Si al fin y al cabo una disciplina —sobre todo cuando se piensa en su enseflanza— requiere de fa reconstruccion Iogica de lo que constituye su saber especializado, ne acababa nunca de encontrar un modo de organizacion que permitiers un acerca miento sistemético, pero no necesariamente crédulo, a ta Diddctica La obligada referencia a la literatura extranjera —dada la esca- sa produceisn autéctona de relieve-~ hacia atin mas dificil la clari- ficacién, debido a la falta de equivalencia, no silo en ta organiza- cién disciplinar del saber pedapégico, sino, lo que es quizés mas importante, en Ja estructura educativa y social sobre Ia que se asienta el desarrollo de dicho conocimiente, Esta preacupacién me Hevé a numerosos tanteos con los alum tos y a prolongadas discusiones con compaiieros. Et problema era no ya e6mo organizar un conocimiento, que est claro que forma parte de la Dieictica, de una forma S6gics e inteligitle, Mi proble- mma acabé siendo ef de clarificar qué era realmente 1a Didactica, cual era la naturaleza de esta disciplina, c6mo se constituia como, ‘conocimiente vilide y qué es lo que comunicaba de vator a futuros profesores, qué es lo que les aportaba —o les debia aportar— para su olicio, Precisamente el hecho de dedicarme a la formacién de profesorado hizo que actuara en m{ —al principio de Forma intuiti- va, para posteriormente igse clarifieando y adoptando una posicisn expresa~ cierta obsesién por eacontrarle un valor para la préctica en la misma forma de concebir Ig naturaleza de esta asignatara, pero un valor para la préctica que no supusiera ni una recopilacién de recursos pricticos, ni la pérdida del vigor intelectual. Fl con: ‘vencintiento de que el trabajo del profesor es fundamemtalmente un trabajo intelectual y no sito de capacidad operativa, me animaba a uit en ese empeciaamiente de deseubrie ef valor para la pri ‘en ef propio esfuerz0 intelectual, ast como a entender que la Di: ilscticn debe eargar con la responsabilidad basica de dar cuenta de ese problema, Es probable que todo ello no sea sino wna paradoja: estaba bus: cande resolver académicamente, es decir, por fa via de ta clarifica- cin del saber académico. algo que no puede ser resuelto, en dltima instaneia, por tal via, sino justamente por lo que sustantiviza en verdad!— a fa Didictica: fa reflexién sobre la préctica. Puede ser. Lo cierto es que este libra ¢s el fruto del esfuerzo de ese intento de ahondar ent fa naturaleza del conocimiento didéctico, y de Ia preten- \én por mostrur una organizacién inteligente e inteligible de dicho conacimiento. Pero decir que es el fruto de ese esfuerzo, no quiere docir que sea ef fruto que se pretendia al principio. Fs quizds el tipi- co trabajo que emprendes com una intencin y luego te sale otra cosa Me ta sido necesatio escribirle (y reeseribitlo varias veces) para or= ganizat mis ideas a partir de esa pretensisn primera, pero ahora me parece mids innecesario como Ta buisqueda inicial del esquema asenta do de reconstruceidn légiea, porque su propis redaccidn ha sido un proceso de descubrimiento de Ia debilidad natural sobre ta gue se asienta esta disciplina, Su elaboractén ha sido, al menos paca mi, un proceso de desvelumiento del papel de legitimaciéa de su propia po- sici6n de expertos que suelen jugar Tos pedagogos, consteuyendo un saber que se asicnta en la necesidad de justiticar su existencia (la de 8 4 saber y lade clos mismos) tanto menos como ens necesdad de conocer I eaidad objeto de su estat Pos too cllo, ef presente trabajo aspra a oftecer una panord- nica de la Didetea, pero asumiendo elaramente una pororecnoe Asumir una perspectiva no supone nevesariamente optay for parcitidad. Antes bien, supone asumi que no existe Jn sanjerea lidad», que no existe la'«no perspectiva», y ya que no existe, es major que I elijamos bien, que lo hagamos consclemeniete Ofrecer una panordtica honest de una diseipina, requiere dove, tar as posiiones desde ls ques sta ol punto de vista Pore oto nos uo cjeticio de palparte Ins ropasy miamee a epefe anes de entrar al ruedo. De lo que se tata e6 de que Ta pogia eke cig de lo gue se mira no dsponga de camuflajes wi de egos oe tos, etal manera que al anostrar el pasaje peda ser vistsbry do con claridad el hugar desde donde se ote, {Lo importante en este caso estiba en que se pretende defender aue in perspectivaadecuada desde la que debe eabraree el cone Cimento didtico es inearpordudose cino tl diseplin ala scaly dad estadina, de modo aie cuando la Didéchca drige va mirada al campo de trabajo que Te es propio, una de ly east con fas qe se encuentra en ese campo es consigo misma teabajande ene), No incnta esto ser un juego de espejos qu, com eh los laerintes de feria, Je impiden uno saber dine est, eudl de todos la toes ducciones es uno mismo y por donde se encucnta ta salida Legos se procuraes no ocultat cl papel que desempena la pricticn seat, Ini en la configracion de a relidadsobie lage sseatentane La Didctca necesita verse ast misma cuando ests la one- Banca, parave constituye un factor de determinacin ode leva inde is prctcasescolres. No nos podenos plantar sole aoe es la ensenanza el cariulum, sino tambien ebare las conconcon tgs sobre ln enseanza y el curriculum se han relacionade oo Ta prictca de ensenanza ¥ sobre todo, ebin le Diastica ha dese, peliado una funci6n ideologizaora,y slempre torre el peline de desemipetars, porque reitica, cosifica la propia enseanea, Ia fija en unas formas detesminaas y Ins aperteclona, Cuando se habla de qe la escuela se halla inset en maico Social. Ia sociedad selina sponer et marcos, Por ct contin tio, se enela dentro del aul, y Ho hace de varias formas, Cushyie plantcamieno didetico no pede huir de To que In escucla vrda, derammente es, por qué existe, para qué y pate quien Tamporo auiere decir que e tenga que quedar ah, pero toda propuesis di, dictica o todo conocimiente eapecalizado en cna mutes tiene ue imteractune con esa realidad. Por eso convicne «vers Iu ences 9 fhanza desde fuera y no sélo desde dentro, con objeto de entender las relaciones estructurales que juega en {a sociedad y cudl es Ia funcion que el conocimiento educative cumple ca esa trama. Por fortuna, contamos hoy dia con numerosss aportaciones, en nuestro pats y fuera de él, que nes ayudan a entender 1a profundidad, suti- lezas, persistencia y limites de estas relaciones. Como dije anies. la eseasex de produccién de conocimiento pedagégico que sea verdaderamente relevante, nos obliga a echar mano continuamente de la literatura de otros paises. Esto no es nuevo, pero no por ello menos preocupante y delicado. Corremos Siempre el peligro de desarrottar una conceptualizacién y una apli cacidn desarraigadas del contexto, caracteristicas y necesidades de la escuela espariola, Estos transplantes se convierten rapidamente, ‘4 poco que nos descuidemos, en puramente academicistas, porque ho se refieren ni remiten a casos propies. Es lo que ocurte, por ejemplo, con mucha de Ia literatura sobre innovacion, que suele r Fiejar descripeiones y elaboraciones posteriores de procesos de in- ovacién que poco tienen que ver con las formas de innovacién ‘que se han seguido en nuestro medio. Ast y todo, tenemos que aprender lo que puede aportamos esa produccién, pero tenemos que ser precisamente mas vigilantes y aprender sobre todo cuales hhan sido sus limitaciones, cuél la intrumentalizacién con intereses de dominacién de la produccién académica y cosmo ciettos sectores se han enfrentado de manera radiea y critica al control social, y por dénde y cémo inician caminos para la emancipacién y para ta justicia. Es esto lo que principalmente tenemos que aprender, y no el destumbramiento academicista que s6lo sirva para reforzar nues- tro estatus de expertos, nuestro lustre académico, nuestra posicién privilegiada en ef sistema educativo y nuestra dispasicién a cola borar —desde nuestra «saber neutral y cientifico»— en el mante- himicnto y ajuste de ta ensesanza escolar a las necesidades inter- nas de nuestro orden econ6mico y social A todo esto es a lo que me refiero cuando digo que la Didée- tica tiene que verse a si misma, y en este sentido quiere set critica Esto supone una vision problematica de la disciplina, es decir, una visisn que se reconoce inserta en una perspectiva, deudora de una posicin, y por consiguiente, abierta a Ja discusién externa tanto ‘como al sutoanslisis. Por eso mismo, no le importarfa a este traba jo resullar polémico, excl convencimiento de que es Ia discusién y Ia eritica lo que hace avanzar el conocimiento. En este sentido también quiere sor una introduccién critica a ta Didéctica. Pero lambién quiere serla, porque en nuestro momento puede ser clave, ‘ritico, eatar de contrabalancear las posiciones psicologicistas que 10 predominan en nuestro campo, y que tan fécilmente encubren fa raiz politics de los problemas educatives, con una visign més en: ccuadrada en el andlisis social. En fin, en la medida en que se pretende una introduccién a, y tuna revisién de una diseiplina, es éste un libro que esta hecho & base de pedirle mucho prestado a otros. No dirfa yo que es un libro ‘ede autor, pero que si espera haber devuelto el préstamo, aunque solo sea consiguiendo que las discusiones y argumentos aqui pre~ sentados imporien por lo menos «an ardite» al entendimiento. Por distintas razones en cada caso, no sélo estoy en deuda con otros libros. Son muchos los amigos que han tenido bastante que ver con el proceso de claboracién, y gracias al empenio de muchos de ellos he Hegado a terminarlo, Las infinitas (por lo mumerosas y por Io interminables) conversaciones con mi gran amigo Félix Angulo Rasco han sido bisicas no s6lo en Ia clarificacion de mis ideas, sino también en su desarrollo y hasta en su misma expre- sin, Nunea sin él hubiera visto término este trabajo. Angel Pérez ‘Gémez. ha deseimpefiado un papel muy especial por su confianza y ssa apoyo ineondicional a mi trabajo, y por mostrarme los limites ‘de mi pensamiento, Ambos aspectos han supuesto un estimulo muy ‘especial para mi, Javier Barquin Ruiz y su sentido de Io practico, asf como su capacidad de trabajo, ha significado siempre un refe- rente acerca de 1a manera adecuads de plantear las cosas. Miguel Angel Santos Guerra, con su don especial de la oportunidad, sup darme énimos, mache més generosos porque no se los pedi, en tunos momentos claves durante el proceso de redaccién inicial Maria de la Rosa Ramirez, con su estimulo y su afecio, me demos- 116 una forma de compatierismo que no esta reiido con la sinceri- dad. Julién Martinez Aramendia, siempre dispuesto a la ayuda a los amigos, por inoportuno que sea el momento, tiene mucho que ver con la forma, por stt especial interés en convertir cualquier labor de mecanografiado en un problema estético, y con el fondo, por lo que de calidad humana se pueda respirar en estas paginas, A todas ellos, mi mas profundo agradecimiento, Al Jeet el titulo, Ensefianza, Curriculum y Profesorado, al- guien puede pensar que dénde quedan los alumnos en todo este. Pues bien, hay que pensar que en beneficio de ellas se plantean todos estos temas y a ellos va dedicado lo que de beneficioso pueda encontrarse aqui ‘Métaga, abril de 1989 capiTuLo 1 LA DIDACTICA Y LOS PROCESOS DE ENSENANZA-APRENDIZAJE, «Como préctica, Ia educacién no puede terminae en un andisis, no importa Io 126 amente elegane que éste sea, Tiene un interés consttutiva en la accién emancipa- ova (Amu 1985) {QUE ES LA Dive La investigacién ciemtifica y el desastollo teGrico de una discipli- nna no es algo siempre coherente y organizado, sino que suele consti- {wir un torrente desperdigado de producciones especiticas que van aportanta eoncepras, experimentns y datas, aislados a estmetarados sectorinimente, Sélo de vez en cuando, algiin especialista emprene cl esfuerzo de organizar y sistematizar ese cdimulo de aportaciones, intentando engarzar el conocimiento disponible en una visién de con: junto que reconstruya, de forma inteligente, todo fo que hasta ef mo: mento se sabe de ese campo de conocimiento, asf como las conexi nies internas que se establecen entre esas aportaciones. Como es nat ral, el especialista, al someterse « esa tarea de sistematicacién de stu isciplina, necesita previamente haber decidide qué conocimiento del producide por I comunidad ciemtifica cortesponde a su disciplina y ‘cus no. Es decir, necesita definir, detimitar, su disciplina. En algu- nas ciencias ésta €s una tarea relativamente facil. Hay ciencias en las ‘que hay un gran acuerdo en la comunidad de especialistas acerea de las fronteras materiale’ y caracteristicas formales de su disciplina ‘Tal os el caso, en general, de las ciencias fisicas. B no obstante, otros campos del saber, como es el caso, en general, de Jas ciencias sociales, en los que esa delimitacion es Inds arriesgada, Ea ocasiones, este riesgo ha estado motivado por- {que la propia definicién del campo saponia una apeidn es la forma de entender la realidad material objeto de estudio, para la que no existia un gran consenso entre los especialistas. Asi ha ocurrido, por ejemplo. con la Psicologia, que viene manteniendo, simultinen- mente, como es bien sabido, distintas concepeiones de su objeto de estudio, desde «la conducta del organismo humano en tanto que observables, hasta «los acontecimientos mentales inconscientes que subyacen a la mente consciente», pasando por «la conducta humana en cuanto que significativay, 0 «la conciencia en fanto que expresada en la conducta» (Tizén, 1978; Piaget, 1976; Taylor y col., 1988). ‘Como tendeemos oportunidad de ver més adel de los problemas con Jos que se enfrenta la definicién de Ix Diddctica: le dificultad para aclarar y pera acordar su ambito de referencia, el objeto de estudio, Teniendo sobre toda en cuenta que rio es ésta una cvestion banal, ya que supone definirse por una forma de entender Ia naturaleza de Ia realidad que nos ocupa, ast coma Ia motivacisn para aproximarnos a esa realidad (zexplicar- n?, geonstruirla’, gtranstormatla?) En ocasiones, los especialistas de disciplinas con problemas similares al nuestro ban aptado por una solucién ce compromise, ‘ue les permite seguir avanzando sin necesidad de resolver el pro Ihlema de la definieién de In disciplina. Para ello han apetado bien a una especie de intuicién comdn a todos los especialistas que les permite entender que, pese a los desacuerdos, se trata del mfismo campo de conacimiento, o bien a ta conciencin de pertenencia tuna misma comunidad cientifica. Para continuar con ef mismo cjemplo, si no podemos establecer una coincidenc Psicologia, se dice, si podemos estudiar 16 que lracen tos psicélo: gos. «Se han propuesto definiciones de 1a psicologia que no sélo se oponen entre sf, sino que también son demasiado generales y Dscuras como para resultar esclarecedoras, Para saber lo que es le a, Io mejor es ver lo que haces (Taylor er en lo que es Is psicologia contemporéi al, 1984, p. 12). Sin embargo, en Didactica, esta posibilidad choca con otro problema poco usual: el de su eiscunscripcién, en cuanto que dis ciplina académies, a determinado smbito internacional. La catego~ rizacién de Ia Diddetica como una diseiptina dentro de tas Ciencias de la Educacién se corresponde con [a tradicién académica de la Europa continental (en especial de fa Europa central y mediterns~ 4 nea), aungue no con Ja configuracién de las disciplinas pedagég cas en los paises anglosajones (fundamentalmente, Estados Unidos y Gran Bretafa) y en sus areas de influencia, Pero hay que tener en ‘euenta que Ia produccién cientitica de estos paises es de fas m: importantes en nuestro campo, Por elto es necesario delimitar conceptualmente, a pesar de fas dificultades, La Didsetiea, porque asf podremos reconacer las apostaciones para nuestra disciplina aunque no aparezean configuradas como tales, No obstante, conviene tener cuidado con un intento de delim tacidn rigorista que, en vez de darnos profundidad en ta compren- sign del campo, nos acabe shogando en las exigencias a las que las palabras nos comprometieron en un momento dado, por exceso de academicismo. Vamos a ver cémo nuestia disciplina se encuentra sometida a dificultades muy especiales y probablemente le conven: 2a una cierta soltura, més alld de tas definictones de diccionario, con respecto a qué es o deja de ser como campo de especializa~ cidn. Quizas no importe tanto disponer de una definiciéu formalis- ta como poder entender de qué se ocupa y qué es Io que le preocu: pa a la Didactica, qué caracteristicas y consecuencias tienen esas (preJocupaciones y en qué circunstancias y con qué compromises tiene que desarrollar su trabajo. ‘A pesar de lo dicho, para tranquilidad de todos y para que no se entienda que lo que trato de defender es una postura ambigua para la Didactics, propondré una definieién formal de la misma, Lo tinico que quiero decir con todo Io anterior es qué no hay que ddejarse engafiar con ese tipo de aproximaciones formales a Ia nata~ raleza de las disciplinas sociales, porque al amparo ce In exactitud ¥ el rigor se puede estar defendiendo una forma de entender la dis iplina que se nicga a hacerse problema de sf misma, Creo que es preferible entender cualquier definici6n de este tipo como aproxi~ macisn provisional al problema de cuél es realmente el objeto de estudio de nuestra disciplina y cud} es Ia forma adecuada de estu- diarlo, No creo que la definicién de la Didéetica sea una cuestion axiomética: se estipula y punto. Hay razones de peso para defender {gue ta Didactica deba ser una cosa y no otra, para que entienda su ‘Sinbito de trabajo de una manera y no de otta, para que ctea que su trabajo debe ser de un tipo y no de otto Ciertamente, se podria decir, sin necesidad de dar mas vueltas, que la Diddetica es «la ciencia de la ensehanza». Pero, cieriamen- te también, seria poca y confusa la informacién que abtendriamos de esa definicidn. Las propias caracteristicas de los fenémenos de seflanza ¥ el peso pasitivista con el que solemos recibir la pala- bra sciencia», nos requieren una mayor claridad si queremos una Is definicién informativa, ademés de formal, Intenten sar algo més la definicién, Lo que si esti elaro es que la Didictica se ocupa de Ia ense- fianza, o mds precisamente, de los procesos de enseNaniza~ apren- dizaje. Independieatemente de fo que mas adelante divemos con respecto a ellos, con objeto de poder profundizar en el sentido de ta disciplina es necesatio destacar ahiora dos de sus caracteristicas En primer lugar, la ensefianza es una practica humana que compro: ‘mete moralmente a quien Ia realiza 0 a quien tiene iniciativas con respecto a ella (Tom, 1984). En segundo lugar, lt ensefianza es un prictiva social, es decir, responde a necesidades, funciones y de- tetminaciones que estin mas alld de las intenciones y previsiones individuales de los actores directos en 1a misma, necesitando ten: der a fas estructuras sociales y a su funtcionamiento para poder comprender su sentido total Con respecto a la primera caracteristica, la enseflanza es una actividad humana en Ia que unas personas ejercen influencias sobre otras (Lobrot, 1974; Pérez Gémez, 1983b), Fstas influencias, como ha destacado Tom (1984), se ejercen, de una parte, en rela~ cién de desigaaldad de poder y autoridad entre profesor y alum ios, ¥ de otra, responden a una intencionalidad edueativa, es decis, se llevan a cabo actividades que se justifican en sui valor cou res pecto a fines deseables, Por estas razones, I enseftavza compro- mete moralmente af que Ia realiza. No se puede ser indiferente ante el tipo de interaccign que se establece cutre profesor y alum- nos, ni ante lo que se les pretende ensefiar y como. Pues bien, ta Didéctica no sélo se preocupa por comprender 0 desvelar este hecho. También se encuentra atrapada en este compromise mors En la medida en que una disciplina se ocupa det estudio de wna in- tervencién humana —por tanto, siempre en construccién— que compromete moralmente a los que la realizan, serfa inmoral que justo quien se sitéa en In perspectiva del anélisis, comprensién y fexplicacién de cémo se producen esos ferémenos, se limitara a considerarlos como definitives y naturates y negara Ia posicién privilegiada de su conocimiento y su perspective pars reconstruir dichos ferémenos de una forma mis adecuada a las finalidades educativas que se pretenden. No es posible, ademds, un conoci- miento sobre fendmenos morales que no se site a su ver moral- mente, Como ha sefialado Apple (1986, p. 164), cualquier aproxi- maciéu te6ries a lo educative supone una eleccién de la forma adecuaada en que estos fenémenos deben ser entendidos, y no pode mos interpretar plenamente las practicas educativas, que como vemos sou précticas morales, sin adoptar una rébrica ética. Es im- 6 posible, pues, para la Diddctiea, mirar impasible la realidad educa tiva; tiene que intervenir, Pero no es solo que tenga que intervenit como un aspeeto suplementario & su quehacer teérieo, para tran- guilizar so conciencia. Es que es su compromiso con Ja practica educativa lo que le da sentido a su desarrollo como diseiplina, de Ja misma manera que Ia preocupscién por Ia salud es To que da sentido a la préctica cientifica de ln Medicina, En relacidn a la segunda caracterfstica, ésta supone, de algdn modo, un contrapunte 4 1a que acabamos de mencionar. Si, como hhomos visto, la enscfanza es una actividad intencional que obliga, ‘moralmente 2 sus responsables, también es una prietica social que excede a su comprensin como producto de decisiones in- dividuales, generando ana dinémica que s6lo puede comprenilerse en el marco del funcionamiento general de Ia estructura social de la que forma parte, Lo que ocurre en las aulas no depend s6to de lo que desean sus protagonistas; esté en relacién con fa estructura organizativa y administrativa de ta institucidn y con Tos recursos fsicos y sovtales disponibles. «Ni siquiera los profesores som li bres para definir fa situacisn det aula del modo que ellos elijan» (Apple, 1986, p. 74), Y esto puede ser percibide y comprendido o to por los participantes. Lo que ocurte en clase no depende, pues, sélo de las categorias de coniprensién que éstos poseen, sino tam: bién de «ta estructura de organizacién del aula, 1a cual debe enten- derse en relacién a una serie de presiones tanto extrs-aula como. intra-aula, las cuales pueden ser o no apreciadas por ef profesor 0 Jos aluranos. Es importante intentar comprender la estructura so: cial del aula a fa vez como el producto del contexto simbslico y de las circunstaneias materiales» (Sharp y Green, 1975, p. 6) En este sentisi, Ia ensefianea cxcapa a tas proseripeiones de los cespecialistas, En la medida en que ne desarrolla una dindmica so cial autGnoma, sino que forma parte de una mas extensa, no acta movida s6lo por Ias decisiones de expertos. A diferencia de la prictica médicz, que en gran medida ejecuta las prescripciones cientificas de la Medicina, la enseiianza no es una préctica orienta dda por la Didaetica, Participa, mis bien de Mujo de acciones pol ticas, administrativas, econdmicas y culturales, entreverada por fas formas de conciencia vigentes y por las condiciones materiales de cexistencia (Sharp y Green, 1975; Kall6s y Lundgren, 1977; Apple. 1986). Esto, en primer lugar, eesulta por lo menos paradéjico: la Didéetica es una disciplina que encuentra su razdn de ser en te in tervencién en la ensefianza, en su compromiso con ta prictica edu- caliva, y sin embargo la ensenanza como priietica social no se n mnveve guiada por la Didéctica. Peto. por otra parte, es normal focurra asi, Al ser [a ensefianza un componente hiisico de 1a rej Guecién social, la relacién ensehanza-Didactica no se puede enten det como una disciplina que guia w orienta una préctica profesio: thal —aunguc en parte sea asi, 0 10 pretenda—, como si los modos ide Feproduccién social fueran producto de una planificacion racio- nal guiada por especialistas que se sitian al margen de Jos propios modlos de reproduccidn, Mas bien habra que entender que Ta propia Diddctica forma parte de la dindmica social de Ia que participa ta ‘ensefianza, siendo esta disciplina un clemento que @ veces acta Como legitimador de la prdetica escolar 0 entra en conflicto con fella, pero en cualquier caso esta demiro de la préctiea social de la Escuela, y no fuera —como a veces se nos puede hacer crecr— mnitindola de forma abjetiva y cnunciando juicios y propuestas descontaminadas y neutrales (Apple, 1986; Popkewitz, 1986). Visto asi, sf podremas hablar de que el discurso cientifico sobre Ia enschanza afecta © influye a la propia ensenanza, porque al ser parte de ella, esta contribuyendo a generar ideas y perspectivas para la misma, sosteniendo 0 reckazando un tipo de practica eseo: far w otra. Pero en ningiin momento podremos afirmar que la ene lanza es ol producto de Ia ejecucisn de especificaciones téenicas formuladas por espectalistas. ‘La consccuencia de esta compleja caracteristica es doble, En primer lugar, si amteriormente qued6 clara [a opeién ptéctica de ta Didéctica, su necesidad de implicarse en Ja intervencisn, to que ahora podemos concluir es que es necesatio entender cual es el funcionamiento real de la ensenanza, su funtcién social, sis im= plicaciones estructurates, si no queremos favorecer una posicisn Fngenua en cuanto a Ia relacidn que existe entre Ta enseftanza real ¥ fa vineulacién comprometida que Ia Didéctica quiere establecer con ella, En segundo lugar, la Didctica tiene que desarrotlar tam bién una funcién reflexiva, tiene que mirarse a si misma como parte del fenémeno que estudia, porque la Diddctica es parte det fentramiado de fa ensefianza y na wna perspectiva externa que ana: liza » propane practicas escolares. «El discurso de Ia eiencia no es simplemente un instrumento para deseribir eventos sino que es en si mismo una parte del evento, ayudando a crear creencias sobre I aturaleza, causas, consecuencias y remedios de las politicas ed cativas» Popkewitz,1986, p, 215n). Esta necesidad nutorreflexiva de nuestra disciplina queda acentuada asin més desde su compro~ miso moral, ya que tienle que estudiar si la forma en que se relacio- hha con la practiea social de fn ensefianza refuerza o debilita la rea lizacién de los valores que pretende. 18 Como vemos, desde esa idea inicial de Ja Didéctica como ciencia de In ensefianza, la discusion de las caractertsticas tsicas de Ia ensentanza nos ha Tevado a plantearnos con mayor precisién las exigencias de una disciplina que centra sw trabajo en torno a ella. El compromiso moral con Tas finalidades edueativas, y por consiguiente con su realizacién, nos ha obligado a acent tide prescriptivo, contra cualquier concepeidn puramente especula tiva o contemplativa en la que muchas veces et use del término ciencia pudiera hacemos caer (sin que esto signifique un rechazo de In ciemlifividad de Ja Diddctica, como ya veremos en el capitulo 4; tan s6lo se trata de una precaucién contra posibles malinterpre= aciones). Pero también hemos visto que no podemos olvidarnos, contra una posible concepcién piramente pragmética, de ta com prensién de la préctica real de 1a ensefanza, de la naturaleza de ta isina, de sus determinantes, de sus limites y de sus posibitidades de transformacidin. Quizas sea ya el momento de aventurar wna definicisn La Didéetica es ta disciplina que explica los procesos de ense- nanca-aprendizoje para proponer su realizaciéu eonsecuente con Mas finatidades educativas Si bien iré explicande mas detattadamente én su momento todos los elementos de Ia definicién, no quisiera caltar ahora atgo- nas ideas sobee Ia misma, En primer lugar, quisiera insistis en Ia naturafeza de las earac- teristicas formales de Ia Didctiea. Coma se puede vet, hay presen~ tes en nuestra disciplina tanto una dimension explicativa como una dimension proyectiva, pero no son dos dimensiones auténomas sino que tienen establecide un nexo de dependencia. Son dos com ponentes, 0 dos prdcticas disciplinares que se requieren y se ilumi han mutuamente, de tal manera que se puede decir que el progteso cientifico de 1a Diddctica se fundamenta en ta relacién dialéctica, tn la inicraccién y penetracién mutuas de estas dos dimensiones, Pero ademas, fa justificacion y el sentide de la dependencia de esta relacién viene matizada por una expresion que denota el caricter rnormativo de la misma: explicar para proponer los procesos de en sefhanza-aprendizaje. Quiere esto decir que la razsn de ser. 1a just ficacisn ditirns de Ia profundizacién en la comprensisn de la ense- fanz ntra en generar nuevas propuestas de ensefanza No por ello hay que pensar en un pragmatism ciego, sino que re tende mas bien evitar un teoricismo erritico © no guindo por un compromiso ético, educativo. Igualmente, quiere esto decir tam bien que la dimensisn proyectiva debe poner el pic firme en la comprensisn profunda de ta realidad para la que proyecta ta inter 19 vencidin, Lo que pretende, en definitiva, indicar ta expresis plicar para proponer» es fa relacién de dependencia del componen- te explicativo respecto del compromiiso con la prictica. En segundo lugar, derivado de ta justificacton ditima de ta Didéctiea de «proponer» les procesos de ensefianza-aprendizaje, surge st componente teleoldgico: Ia dimensién proycctiva tiene sus miras en la realizacién de fos procesos de ensefianza-aprendi- zaje de ua nianers consecuente con las finalidades educativas. Cuiites seam esas finalidades educativas es una cuestiéa que creo que hay que dejar abierta (al menos por ahora; mas adetante tabla ems algo sobre el tena). A mi juicio, tratar de detimitar en Ia de~ finicidn de la Didéetica custes dehen ser las finalidades educativas part fa enseftanza sera no s6lo pretencioso, sino probablemente también contraproducente, Correriamos el peligro, o bien de sim- plificar algo extremadamente complejo que se prestaria a interpre: faciones sesgadas, 0 bien de caer, aun com las mejores intenciones. en los tGpicos hrabitwales que actian més como esléganes vactos de contenido real y profande que como verdaderas definiciones de Tos valores educativos a los que se aspita, De otra parte, soy de la opi nidn de que tas finalidades no eben ser sespuestas cetradas y pre vias sin més a fas eealizaciones educativas. Como tendremos oca: sidn de analizar detenidamente cuando tratemos la teotfa del cust culum, Ja definicién y profundizacién de los valores educativos puede ser patte del proceso de construceién de las précticas educa {ivas. La propia bésqueda de las realizaciones adecuadas es una biisqueda también de Los valores adecuados (Schwab, 1978b; Eisner, 1979, p. 154; Elliott, 1983b; Tom, 1984, p. 147). No obstante, lo que si deja claro la definicién que estamos mumojands es que las finalidades, y por 6 mnie las propues- tas de realizacién de los procesos de enseanrza-aptendizaje, tienen {que justficarse por su valor educativo, Bllo quiere decir que et de bate sobre los valores no es algo que quede al margen del conoci- iento didactic, Antes bien, ¢9 un elemento constitutive esencial del mismo. A qué esferas de la prictica educativa debetes dedi- ccarle atencidn, qué se considera importante y qué no, son ya op- ciones de valor. Si ya justificamos anteriotmente el compromise moral de Ja Didsetica, tal compromise no se puede mantener de. jando al margen la propia discusion de su moralidad, esto es de la justificacion valorativa de su quehacer. Es éste también un punto esenicial para poder ejercer esa funcisn autorreflexiva que le enco- mendabamos anteriormente, ya que s6lo puede analizarse a si misma la Didictica en relacién a su coherencia con los valores que pretende para le enseiianza, y en qué medida su Forma de relacio- 20 se con ella y su discurso cientifico se acerean o se alejan de la realizacién de esos valores, Ademas, al proponer la realizacién de Jn ensefianza de forma consecuente con las finalidades educativas, se esti sefialando tanto que el vineulo fuerte de {a propuesta es com respecto a las opciones valorativas, y no una normatividad tee woldgien derivads de Ia dimension explicativa, como que la exi gencia de valor no se limita al logro de «fines» (entendidos como ino a ta adecuacisn y coherencia de la propues: ta y realizacién de la enseiianza con respecto a las pretensiones educativas. Proponer la realizacién de los procesos de ensefianza- aprendizaje de forma consecuente con las finalidades educativas es hacer exigencias de valor para toda {a ensefianza y no s6lo para sus pretendides o supuestos resultados. Y por tiltimo, lo que quizés era to primero: a realidad objeto de nuestro andlisis, el referente de la Didactica es lo que hemos dado en lamar procesos de ensenianza-aprendizaje © ensenanza secas. Aunque ya hemos sefiatado algunas de sus caracteristicas, ya va siendo hora de que nos detenigamos algo mas en su ca racterizacién y problemas fundamentales, pues, como es Iégico, su ‘comprensi6n es To que nos da Ia clave de nuestra teabajo. EL. BINOMIO ENSERANZA-APRENDIZAJE Viene siendo habitual en Ia bibliografia especializada refe- rirse a la ensefianza como las situaciones, fenémenos @ procesos de «enseflanza-aprendizajes, destacando asi Ia relacién exis tente entre Ia ensefanza y el aprendizaje. Por ello es convenien- te en este somero anilisis atender tanto a Ia relacidin entre estos dos conceptos como a Ia caracterizacién del referente de la Di déctica qnehomas acordade en llamar procesos de enseiianza aprendizaje or supaesto, esté claro para todos que fa ensefianza tiene que yer eon el aprendizaje. Tom (1984, p. 81) piensa que hay bastante acy *> Ja entender que «la enseflanza es una actividad intencio: nial, disetads para dar lugar al aprendizaje de los alumnos». Pero Haar los conceptos de ensefiar y aprender es una manera de mani- festar que Ia situaciéin que nos interesa es algo mas que la relaei de acciones instructivas por parte del profesor y Ia relacién de efectos de aprendizaje en los alumnos. Nos interesa mas bien el entramade de acciones y efectos recsprocos que se generan en las situaciones instructivas” Pero ;eusl es la retacion que existe entre In ensefianza y el aprendizaje? 2 Fenstermacher (1986) ha seftalado que normalmente hemos su: puesto [a existencia, que él considera discutible, de una relacién Causal entre la ensefianza y el aprendizaje. Desde esa posicién, sélo cabrfa hablar de la existencia de enseftanza en Ia medida en aque se obinviera una reaccién de aprendizaje. CY normalmente, se ha entendido que s6lo se refesfa a aquellos aprendizajes sobre los que ya existia una expectativa normativa y que estén en relacién Girecta con la conducta intencional de! profesor. Ver Fritzell, 1981, 1. 69), Fs ciesto que hablar de ensefianza requiere hablar de apren- izaje, pero en el mismo sentido en que una carrera requiere ef ganar, 0 buscar requicre de encontrar, Ex decit, en los tres casos, el primer término requiere del segundo, pero ello no significa que pata poder hablar de enseianza tenga que ocurrir necesariamente El aprendizaje, lo misma que puedo participar en una carrera ¥ 00 ganar, 0 no encontrar algo y realmente haberlo buscado. Existe, por tanto, una relacién de dependecin entre ensesanza y aprendi- raje, pero no es del tipo de relacién que supone que no puede haber cnsefianza sin aprendizaje. Es decir, existe una relacién, pero no es causal, site de dependencia ontoldgica Sin embargo, sigue Fenstermacher, como normalmente el ie se da después de la enseftanza y como tarmbién se ob tienen relaciones empiricas que muestran c6ino las variaciones en Ta enseftanza suelen venir sepuidas de variaciones en el aprendiza~ je. es facil caer en el ertor de suponer que existe una relacién de causa-efecto entre una y otra. Debido a que el tétmino aprendizaje vale tonto para expresar una tarea como el resultado de Ja misma, ts ficil mezelarlos y decir que la tarea de In ensefianza es lograr el fesultado del aprendizaje, cuando en realidad tiene mas sentido feeir que «la tarea central de 1a ensehaner es pusibilitar que el alamno seabice las tareas del aprendizaje» (p. 39). De este modo, las cortelaciones empiricas que existen entre ka censefianza y el aprendizaje pueden explicarse como resultado de fque el profesor modifica las habilidades det alvmno para actuar ‘como tal, es decir, para realizar las tareas de alumno. El aprendiza je, por consiguiente, es resultado de asumit y desempenar et papel Ue alumno, no un efecto que se sigue de le cnsefianza como canst. Conviene tener en cuenta que en el actual sistema de enseitan- za, desempehar las tateas de alumno es algo més que realizar las faves de aprendizaje, puesto que exige también saber desenvol ver be en los aspectos no actdémicos de la vida escolar, De igual ma- neta, las tareas de ensefianza tienen que ver, ms que con la trans tisién de contenides, cop proporcionar insirucciones al alumno Sobre como sealizer las tareas de aprendizaje. De este modo, con: aprendi seguimos, dé una parte, reconocer el papel active de tos alumnos cn el aprendizaje ¥, por consiguiente, st papel mediador en Tas si- Inaciones de enseflanza, Pero, por otra parte, estamos abriendo pase al reconocimiento de que ta enseftanza no es un fenémens de provacacién de aptendizajes, sino una situacién social que como fal se encuentra sometida a las variaciones de fas imteracciones nite los participantes, asf como a las presiones exteriores y a las definiciones institucionales de los roles. Habiar de asumir y de- sempefiar el papel del alumna es reconocer wn marco institucional ¥. por tattio, una estructura organizativa, dentro de ta cual se pre= iende que ef aluinno Heve a cabo las tareas para el aprondizaie. Podemos resumir fo anterior diciendo que en vez de una relacién ceausa-efecto entre ensellanza y aprendizaje, lo que existe es wna rela~ cidn de dependencia ontoldgica entre las tareas de ensefianza y las reas de aprendizaje, mediada por el flujo de tareas que establece el contexto institucional y dentro del cual se descubre el modo de reali Zacidn de las tareas de aprendizaje. Son estas vltimas las que pueden ‘dar logar a aprendizajes. La comprensidin de Jas mediaciones entre testos dos conceptos. de la dependencia, pero a ta vez desigualdad y corte entre ambos, justifiea el uso de un conceplo més complejo que cl de ensehianza para expresar el referente de la Didactics, como es Ia cexpresién «procesos de ensefianza-aprendizaje» Pero 10s praceses de ensefianza-aprendizaje son simultinea— mente un fendmeno que se vive y se crea desde dentro, esto es, procesos de interaccisn ¢ intercambio regidos por determina i tenciones —fundamentalmente por parte de quien se halla en una posicisn de poder @ autoridad para definir el régimen bisico de ac- ftuaciones y disposiciones (Tom, 1984, p. 82}—, en principio dest padas a hacsr posible el aprendizaje; y a Ia ver as un proceso deter. minado desde fuera, en cuanto que forma parte de la estructura de instinuciones sociales entre las cuales desemperia funciones que se cxplican no desde las intenciones y actuaciones individuates. sino desde el papel que jucga en In estructura social, sus necesidades & intereses. Tal y como lo expresa Apple (1987, p. 29), «uno puede observar las escuelas y nuestro trabajo en ellas desde dos angulos tuno, como forma de mejorar y teplantear los problemas, a través de la cual ayudamos a Jos estudiantes individualmente para que sal gan adelante; y dos, a escala mucho mayor, para ver los tipos de personas que logran salir y los efectos sutiles de ta institucion Entenderemos, pues, por procesos de ensenianza-aprendizaie el sistema de comuicacién intencional que se produce en wn marco institucional y en el que se generan estrategins encamina das a provocar el aprendizaie. Con esta definicién pretend resaltar fos tres aspectos que me- jor earactesizan Ia realidad de Ja ensenanza y a los que dedicare ros mayor atencién: a) Los procesos de ensefianza-aprendizaje ocurren en un con: texto institucional, transmitiéndole asi unas caracterfsticas que transcienden a Ja signifieacidn interna de fos procesas, al conferir- le un sentido social b) Los procesos de ensefianza-aprendizaje pueden interpretar- se bajo las claves de los sistemas de comuicaciéa humana, te tniendo en cuenta las peculiaridades especificas de aquéllos, una de es es su cardecter de comunicacisn imtencional, La intencio- nalidad wos remite tanto a su fuacionalidad social como a su pre- tensidn de hacer posible ef apremdizae. ©) Fi sentido interno de os procesos de ensenanza-aprendiza- je esti en hacer posible of aprendizaje. No lay por qué entender que Ja expresign «hacer posible el aprendizajes significa atender & determinados logros de aprendizaje. Como se ha visto, aprendizaje puede entenderse como el proceso de aprender y como el resultado de dicho proceso. Quizis, para evitar posibles confusiones convenga decir que el sentido interno de los procesos de enseRanza-aprendi- zaje esta en hacer posible determinados provesos de aprendizaje, 0 en proporcionat oportunidades apropiadas para el aprendizaje (Grundy, 1987. pp. 63 y 69). EL MARCO INSTITUCIONAL DELOS rROCESOS OF ENSERANZA-APRENDIZAIE La nevesidad de ta ensemtansa La cultura supone pars la especie humana el mecinismo de adaplacidn al media que permite su supervivencia. Nos proporcio- na un especteo de posibilidades seguin las cuales comprender el indo, sentirlo y actuar en él. «La eultura, con sti base de conoci- icenalo, compartido, valivo y legitimo, constituye la forma de vida aceptada por un grupo, Se considera que el aprendi- zaje y la imernalizacién por parte de cada individuo de, por lo menus, los elementos esenciales de la cultura, eonstituyen el pre div indispensable para el logro de una idemtidad adulta reconoci da» (Eggleston, 1980, p. 12). El nito no se desarrolla de forma aistada, como si taviera uns experien 1 directa con el mundo natural. E] nifio nace en wn um ‘mundo que se le presenta ya organizade culturalmente. No sélo porque desde que nace vive entre wlensilios de nuestra cultura, no porque cualquier intercambio que hace con el medio social y natural esté conformado por la cultura. «E! ser humano en proceso de desatrojlo se interrelaciona no séle con un ambiente natural de- tcrminade, sino también con un arden cultural y social especifica mediatizado para é1 por los otros significantes a cuyo cargo se halla.» (Berger y Luckmann, 1979) En su intercambio espontaneo con el mundo social y cultural en el que vive y del que participa, va aprendiendo el nifo el bagaje ‘cultural de su comunidad. Pero este proceso de asimitaciin de Ia cultura no se realiza de forma esponténea en su totalidad, Si bien vel aino absorbe su cultura de las incontables experiencias de ta vida diatia, tal asimilucion informal no puede garantizar que asi mile precisammente aquellos elementos de Ta eultura que la sociedad cree que sus micmbros han de poser para set capaces de perpe- tuatla y renovarla. Todas las sociedades, por lo tanto, supervisan 1a educacisn de sus miembros. En algtin momento de la nifiez. todos son educados de un modo formal, aunque no necesariamente en luna escucla» (Kneller, 1974, p. 26). Bn palabras de Eggleston (1980, p. 13), «todas lus sociedades cuentan con medios, no sola- mente para ascgurar el almacenaje y fa transmisién del conoci- miento, sino para tener la certeza de que su definicién es internali- zada por los j6venes» Segiin Berger y Luckmann, la divisién del trabajo genera uaa istribucién social det conocimienta, requiriéndese de procesos institucionalizados para atender de forma expresa a sw transmisién, Las formas institucionales primarias se muestran insuficientes para atender a estas formas de socializacisn. partie de las soviedades industriales, con el mayor desarrollo del conocimiento especializa- do y una mayor division social del trabajo, se requiere elaramente una organizavidn de Ia trausmisisu cultural. Conforme la sociedat diferencia tas formas de participacién en Ja vida productiva, em- piezan a desarrollarse formas especifieas de conocimiento asociadas esos mods productivos para los cuales es necesatie un momento especifico de transmisién. Del misme mode, hist6ricamente, a me ddida que se produjo un superavit econdmico, se hizo posible que existicran individuos dedicados a actividades que no estaban diree- lamente vinculadas con 1a subsistencia, dando lugar a la produc cidn de un conocimiente que no se cransmitfa en los momentos de sociatizacion en las instituciones productivas. Es decir, st transi: sign requeria de procesos institucionales especificas (ver Berger y Luckmann, 1979, pp. 104-20 y 174-185), Bs esto fo que justifica la necesidad de disponer de formas or- ganizadas de ttansmisién cultural, de espacios y modos en los que ‘se puedan gavantizar a las sucesivas genetaciones la adguisicién del capital intelectual emocional y técnico» (Stenhouse, 1984, p. 31) ide ta sociedad en la que viven. Esta necesidad de formas institn cionales de ensenanza, en nuestra sociedad se ha materializado principalmente en ta escuela ero el reconocimiento de la necesiclad de la transmisién cultural os Heva a plantearnos ta forma en que ésta se ha cumplida, ast como lo que supone Ia fijacién de una estructura social organizada en Ja que tal transmisién ocurte, Es decir, debemos atender al proceso con side institucionslizacién, a su significado y a sus eonsecuencias. Caracterfsticas de la institucionatizacion Seatin Berger y Luckmann (1979), «la institucionalizacién apa~ rece cada ver quie se da una tipificacién recfproca de acciones ha bitualizedas por tipos de actores» (p- 76), es decir, es una forma de. interaceién social estabilizads y objetivada en fa que existen roles stablecidos. Los procesos de institucionalizacién son consustan- jales al hecho social y tienen una serie de caracterfsticas notables, centre las que destacaremos las siguientes: En primer tugar, las instituciones implican historécidad, siem. pre son deudoras de una historia. «is imposible comprender ade~ enadamente qué es una institucién, sino se comprende ¢] proceso histérico en gue s¢ produjo» (bid.). En segundo lugar, este carie- ler historico hace que las sucesivas generaciones que participan en sllas, las vivan como abjerivas. esto es, como realidad dad scomo si poseyeran una realidad propia, que se presenta al indivi- duo como un hecho externo y coereitives (p, 80). En tereer lugar, por el hecho mismo de exist, 1as instituciones controtan el com portamiento humano, estableciendo, como producto de 1a tipifica- Gién de fas acciones, pautas definidas de antemano que lo canali- “aan on une direccisn determinada, de tal forma que «cuanto mas se institucionaliza el comportamiento, més previsible y, por ende, nds controlado se vuelve» (p. 85). «Las institeiones, en cuanto facticidades histéricas y objetivas, se enfrentan al individuo como: hechos innegables. Las instituciones estin aif... Resisten a todo intento de cambio 0 de evasién; ejercen sobre ét un poder de coac~

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