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RATIO]URIS

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Historia catastrófica se han superado y donde podemos ser, al tiempo, beneficiarios, actores y
espectadores privilegiados del triunfo definitivo del hombre sobre la naturaleza y de los valores
"humanizadores" sobre nuestra voluntad, enferma y depredadora. La Historia, sangrante éxodo
hacía la pacificación de la existencia y la libertad, ha alcanzado sus objetivos, y, por ello, se la
invita a desaparecer. Las expectativas de Hegel se han cumplido, y lo racional, en la medida en que
ha llegado a hacerse real, transforma la realidad en racionalidad perfecta, lo que es en lo único que
pudo ser y en lo que debe ser, el hecho en norma y necesidad. La Historia queda, por su victoria,
justificada. Nuestro tiempo se autoproclama medida de todas las cosas. El círculo se cierra, y así,
desde su clausura se dictamina la insensatez (y la inmoralidad) de cualquier trascendencia contrafáctica.
Es el fin de la utopía, el acta de defunción de una imaginación que, proyectada fuera del mundo,
mostraba en sus creaciones la irracionalidad de la experiencia sobre la que se sostenía. Extirpadas
las deficiencias de lo real, no hay lugar para proyecciones. Identificados el ser y la apariencia, se
disuelven dualidades incómodas. La denuncia de lo perfecto pasa a ser ''blasfemia contra el espí-
ritu santo de las cosas". La Utopía se ha cumplido y, por ello, se desvanece en su realización.
Cuando disponemos de todo lo esperable, nada cabe esperar ya.

Una perspectiva así podrá halagarnos, pero es difícil que llegue a convencemos. Descubrimos dema-
siadas grietas en la pétrea estructura de ese Ser parmenídeo con el que, supuestamente, se identifica
la sociedad actual; grietas que el lenguaje del poder presenta como "accidentes subsanables",

* Doctor en filosofia por las Universidades de Salamanca y Pontificia de Salamanca. Profesor en la Universidad Pontificia de
Salamanca (UPSA). Correo electrónico: modestomga@hotmail.com

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"daños colaterales" o, más verazmente, como El pensamiento utópico evalúa la legitimidad un estado de humanización que, posibilitado la contraposición entre las posibilidades reales
"el reverso inevitable del progreso"; pero que política desde fuera de la Historia. Carente de por la estructura social, llevaba parejo el de- para la emancipación de la humanidad, y el uso
nosotros, en ciertos momentos de lucidez, ubi- compromisos, su lugar natural es un espacio va- sarrollo rnáximo de nuestras potencialidades, represivo de los instrumentos que harían facti-
camos en el centro mismo de la poderosa esfe- cío, el punto inextenso en el que se reúnen nues- es decir, significaba la humanización completa, ble el control humanizador de la naturaleza y
ra de mármol, identificamos como podredum- tras posibilidades y del que quedan excluídas la realización de un ideal de humanidad del de la historia.
bre constitutiva, como esencial irracionalidad, totalidades cerradas. N os devuelve el sentido que la historia, en el mejor de los casos, sólo
como el núcleo destructor oculto tras una apa- de la realidad porque posibilita una visión ex- ofrece aproximaciones mutiladas. La utopía Ciertamente, la literatura contrautópica está
riencia apacible. terna del todo social. Esa exterioridad es tam- era, en esencia, una eutopía (el mejor de los emparentada con el género satírico, del que he-
bién oi?Jetividad, más aún, es el grito angustiado mundos -humanos- posibles). reda su despego de las convenciones vigentes
Historiadores, politólogos, economistas y filó- de quienes han quedado presos en las redes de y el uso metódico de la descontextualización de lo
sofos han reciclado la antigua teodicea, con- una sui?Jetividad represora. La Utopía de Moro se inscribía así en una tradi- cotidiano, procedimiento que permite la contem-
servando sus argumentos y modificando su ción f.tlosófica y literaria de siglos. La Politeia plación de lo habitual desde perspectivas in-
objeto. Dios ha sido sustituído por la Sociedad Hoy en día, la libertad del hombre pasa por la de Platón; el "mito de Esparta", que se proyec- éditas, generando así un fuerte sentimiento de
Democrática, el Juicio Final por la Selección liberación de sí mismo. ta desde J enofonte y Plutarco hasta Rousseau absurdo y un desasosiego extremo (en el lector)
Natural del Mercado, el Cielo de los Justos por o el "hombre nuevo" del fascismo; La ciudad que se expresa, y al que encauzan la parodia y
el Bienestar de los Consumidores. De igual 1. UTOPÍA, SÁTIRA. Y del sol de Campanella; la utopía tecnológica de el sentido del ridículo.
modo, el Moloch contemporáneo posee los atri- CONTRAUTOPÍA Bacon, La nueva At/ántida; la "Nueva Icaria"
butos de la antigua divinidad: necesidad de Fourier o Faldeen, de Thoreau, son sólo al- No obstante, la contrautopía presenta rasgos
ontológica, máxima perfección, omnipotencia El abundante curso de la literatura Utópica (en gunos eslabones de una cadena especialmente que la distancian irremediablemente de la sáti-
y justicia infinita. Exige también igual respeto, mayúscula) se divide en dos grandes corrien- sólida, creada con la materia de nuestros sue- ra. Por lo pronto, el ridículo no es su horizonte
temor y reverencia. Frente a él se levanta el tes: la de la construcción utópica en sentido ños a partir del punto de fuga de las pesadillas fundacional, sino uno de sus múltiples ingre-
sentido común, que sonríe cínicamente ante estricto y la de la contrautopía. de nuestra vigilia. dientes, aspecto integrado en un todo al que
una construcción tan portentosa, recordando define, más que la comedia, el drama. Además,
que las mismas deficiencias de la antigua El término "utopía" es un neologismo creado por Junto a estas sociedades perfectas, la imagina- si la sátira es deudora de una realidad parcial
teodicea son achacables a la nueva, y que la Tomás Moro en el siglo XVI, neologismo con el ción creadora también se ha demorado en su sobre la que ejerce la distorsión crítica y
miseria y el mal son el espejo en el que se des- que dio título a su obra más conocida. Literal- reverso, en la construcción de sociedades ideal- cognoscitiva, la contrautopía, por el contrario,
vanecen la bondad y la omnipotencia de todos mente, los dos términos griegos que lo compo- mente impeifectas, en las que la estabilidad social ni se centra en aspectos parciales ni distorsiona
los dioses, el reverso que muestra su verdadera nen significan "no lugar" y subrayan, tal como y política, y la apariencia de un funcionamien- la realidad. Es "realista" en la medida en que el
naturaleza, débil y perversa 1• muestra la otra construcción semántica que Moro to externo impecable se obtienen con el precio escritor, más que ver las cosas "desde fuera",
barajó para encabezar su escrito -"udetopía", es de la alienación, la miseria y la creación de un transformando la perspectiva habitual, las ve
En un mundo global del que, o han desapareci- decir, "ningún lugar"-, el carácter ficticio, ajeno a tipo humano, en el que se concentran los des- "desde un punto de vista intermedio", limitán-
do todas las alternativas, o han quedado redu- cualquier realidad histórica de la sociedad que la perdicios de la historia. Se trata de las cacotopías dose a una discriminación mediante la que des-
cidas a una dualidad, barbarie o civilización que creación literaria describe. (de "kakós", malo) o contrautopías; del diseño echa los rasgos accesorios o "ideológicos", y re-
determina nuestros juicios, la dimensión utó- del peor de los mundos posibles. tiene las líneas estructurales. También es "rea-
pica, en vez de inútil y blasfema, se hace extre- Sin embargo, otro sentido quedó impreso en el lista" porque su bisturí llega hasta la médula,
madamente necesaria. Sólo la imaginación cons- contenido semántico de "utopía" desde el pri- El siglo XX ha sido prolijo en la producción de porque trata de alcanzar el núcleo de la sociedad
tructiva podrá traspasar un velo de ilusiones mer momento. N o se trataba tan sólo de un estas caricaturas de lo utópico, distorsiones en las y, desde allí, rastrea los hilos de la madeja. La
fuerternente entretejido. Sólo la razón crítica mundo inexistente, era, sobre todo, un mundo per- que se. conserva el ideal de sociedad del sociedad es un todo orgánico. N o importan tanto
podrá hacer que recuperemos el sentido de la fecto, una organización en la que tanto el hombre utopismo clásico, pero invirtiendo sus preten- las actitudes o las prácticas aisladas, como las
realidad que la publicidad organizada nos ha considerado individualmente como el conglo- siones humanizadoras. Un mundo feliz, de relaciones jerárquicas de los diferentes aspectos.
arrebatado. Sólo la reflexión trascendente per- merado social al que pertenecía, alcanzaban Aldous Huxley (1931); 1984, de George Orwell
mitirá que nos disociemos de una sociedad com- su plenitud. Se describía una sociedad compac- (1949); y Fahrenheit 451, de Ray Bradbury El punto de vista y el contenido marcan la dis-
pacta y sobrecogedora, donde cualquier disen- ta, funcional y estable. Pero, fundamentalmen- (1953), son los ejemplos más perfectos de un tancia entre ambos géneros. El narrador satí-
sión interna se asimila. te, el libro se refería a una condición humana, a género literario cuyo origen y proliferación han rico se atribuye la perspectiva de los dioses
de explicarse a partir de las peculiares caracte- epicúreos, combinada con la mordacidad de
1
rísticas de la era tecnológica, etapa definida por Diógenes. Se ríe del espectáculo cruel que
Cfr. Sexto Empírico; Esbozos pirrónicos, Gredas, Madrid 1993, p. 234, 235.

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describe por dos razones: porque se encuentra es, como decíamos arriba, "intermedia". N o es lo que somos, y saberlo podrá avergonzarnos, excelencia del nuevo género, y éste queda defi-
ajeno al mundo, morando en un "espléndido el narrador omnisciente de la novela clásica pero nunca hacernos cambiar. nido por su historicidad. En dos sentidos: por-
aislamiento" caracterizado por la falta de preocu- pero conserva algunos de sus rasgos; en con-' que, frente a la sátira, se refiere a una historia
pación y por la carencia de empatía, y porque, pese creto, la lucidez desapasionada, la objetividad De este modo, la sátira se mueve entre lama- desm'nculada de la naturaleza, y porque, ocupán-
a ello, conserva cierto interés por el mundo. N o del análisis, el pesimismo de la inteligencia. Se yor concreción y la máxima universalidad. En dose de la contradicción entre lo posible-prác-
se trata, sin embargo, de un interés práctico o trata de un ser escindido, próx:i.tno al drama na- sus formas más cómicas ridiculiza aspectos tico y lo real, su posibilidad como género es
de una conexión sentimental sino más bien rrado por sus emociones, pero distante de él por parciales sin ahondar en las estructuras básicas también histórica, enmarcada en una situación
' ' '
de un interés estético o, incluso, puramente hedo- una neutralidad que le impide encarnarse plena- (causales y sincrónicas) de la comunidad. En que prefigura los mundos que allí se describen.
nista. Los dioses de Epicuro eran el ejemplo mente. En cierto sentido, es un dios hecho hom- las más extremas, alcanza una naturaleza que, La contrautopía es, tanto por su antropología
viviente del ideal del sabio, y, por ello, no sólo bre, un ángel con sentimientos humanos, el trascendiendo a la historia, la sostiene. En to- inherente como por la temática que la constitu-
no les afectaban las preocupaciones mundanas, agregado final de la piedad y del entendimien- das sus variantes, es un género ahistórico cuya ye, un género del siglo veinte. Si el mensaje de la
por su ilimitada riqueza interior, sino que, tam- to. Es mtestra conscimcia crítica. Lo que hace que novedad se encuentra en su pesimismo. La tradi- sátira es universal, el escritor contrautópico ha-
poco, precisaban de un "gran teatro del mun- se ejemplifique preferentemente en aquellos ción hada del hombre una esencia encarnada bla a hombres de su tiempo con un lenguaje de
do" con el que deleitarse. El narrador satírico, personajes, los protagonistas, en los que se pro- "hecha a imagen y semejanza de Dios". La sá- dificil comprensión en otros contextos. Se trata
por el contrario, no es ningún sabio. Todavía duce la mayor disociación entre pensamiento y tira conserva la esencia pero invierte su conte- del universal concreto, de un género que trascien-
demasiado humano, carece de una interioridad creencia, entre consciencia falsa y consciencia nido. El pecado original pasa a ser constitución de el marco establecido, pero que adquiere sen-
desbordante, mejor dicho, su única interioridad objetiva, entre lo vivido y lo revivido. Paradó- natural. La libertad desaparece o, en su defec- tido únicamente con referencia a ese marco.
es la carga enorme del aburrimiento. Similar a jicamente, en el mundo desquiciado de las to, se transforma en lticida referencia a una na-
un Dios holgazán y condenado al tedio, vuelve contrautopías, autenticidad y subjetividad guar- turaleza que podremos comprender, pero no Al final, constatamos la conexión entre el con-
los ojos al mundo, encontrando allí, gracias a dan una relación inversa. trascender. Nuestro ser marca los límites del tenido y el punto de vista en los dos géneros.
su divina indiferencia, un espectáculo cuyo círculo del mal, y la liberación del círculo, im- La sátira, denunciando la naturaleza humana,
dolor él transfigura en risa. También por su contenido se aleja la posible en la práctica, es sólo cuestión de acti- perversa e infranqueable, cierra todas las posi-
contrautopía de la sátira. Los viajes de G1JIIiver, tud veraz. bilidades de reconstrucción del hombre. La
A diferencia del narrador satírico, la perspecti- una de las cimas de la literatura satírica es w1 única liberación es la lucidez descarnada: huir de
va del narrador contrautópico es cercana, hu- ' La contrautopía, por el contrario, es esencialmente nuestra naturaleza, desprendernos de nosotros
museo de la necedad, una galería de retratos
mana y palpitante. La vida de los personqjes le pre- cuyo denominador común es la deformidad histórica. Los males que describe no son natura- mismos, quemar los barcos que nos devolve-
ocupa y concierne. Disociado del escritor anímica. Cortesanos hipócritas, engreídos les, sino sociales. De igual modo, la "naturale- rían a tierras conocidas en exceso. El narrador
demiúrgico que ha dado forma al universo de lilliputienses, arbitristas desaforados, inútiles za humana" es, para sus creadores, una enti- satírico, deshumanizado, no representa tan sólo
la ficción, se encarna en ese nuevo mundo filósofos y yahoos sucios, desvergonzados, agre- dad fantasma. Lo que existe son estados de el sombrero mágico del que, inesperadamente,
deambula en él y, proteico, se oculta entre sus' sivos, desfilan por sus páginas recordándonos la humanización, diferentes formas de hombre de- surge el ridículo; es también el ideal de libertad
múltiples personajes. Es víctima y verdugo, ino- miseria de nuestra naturaleza. Ha bastado un pendientes foto coe!o de la estructura política y que perfilan las nuevas coordenadas. La libera-
cente y culpable, presa y depredador. Carga nuevo contexto para obligar a la costwnbre a económica y de las relaciones de poder y de ción pasa a concebirse como negación pura, y un
s?bre sus hombros el peso excesivo del drama devolver su cetro, para que lo habitual haya ce- producción de un momento dado. Hay tantas dios que todavía sucumbe al aburrimiento, pa-
que se está desarrollando, y así comparte, tan- dido su lugar a lo ridículo. Pero lo verdadera- versiones de hombre como contextos humanos; es rece la encarnación de esa negatividad que tan
to el destino de los personajes como el desaso- mente importante, es el resultado de esa trans- más, no existe diferencia entre lo público y lo ardientemente se está anhelando. "Todo lo hu-
siego de unos lectores que se descubren :refle- formación. Reconociéndonos actores en esa "pa- privado; el hombre no es él y su circunstancia, mano me es ajeno" será el lema de la ética del
jados en la ficción. N o podemos, más que en rada de los monstruos", acabamos compartien- es únicamente esta última. espectador, tabla de valores con la que el cínico
contadas ocasiones, oír su risa. La distancia ha do el pesimismo del organizador del desfile. Si se salva del naufragio de la vida, y que signifi-
desaparecido y el regocijo (olímpico u obsce- nosotros somos "esos", no hay duda de que nues- Una antropología novedosa, cuya piedra angu- ca, en definitiva, el triunfo moral de la estética.
no) que ésta hace posible, se transforma en la tra naturaleza está tonida, de que el1nal se en- lar es la tesis de la plasticidad humana, explica Con lo que ello implica: que esa victoria (si se
desesperación de quien sabe que esa historia cuentra enraizado sustancialmente en nuestras las coordenadas del género. Si lo que somos es trata de una victoria) nunca es definitiva, que
es su historia y que, además, no dispone de re- almas. La sátira es un ácido y desgarrador reco- lo que hacemos, estudiarnos es estudiar la so- el ser ha de barrer una y otra vez esa pequeña
cursos para trascender su tragedia. nocimiento de la materia que nos constituye. ciedad. El pesimismo podrá ser sobrecogedor, isla que tan trabajosamente levanta una volun-
Su moraleja no revierte sobre la historia, alcan- pero no será radical. Las posibilidades (frustradas, tad escindida de sí misma, condenada por la
Sin embargo, el narrador contrautópico tampo- za a la naturaleza, estructura que, organizadora en la contrautopía) se convierten en el tema por inteligencia a querer un no-querer imposible.
co se identifica con los personajes. Su posición de la historia, le otorga su inmutabilidad. Somos

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RAJIO]URIS HISTORIA Y UTOPÍA: LA FUNCIÓN POUTICA DEL MITO

El cínico es un asceta violento. Su punto de vista, un punto arquimédico que otorga volumen y ob- inglés; las contrautopías del siglo XX respon- no acaba, como sucede en la concepción esté-
el trágico resultado de una naturaleza conde- jetivos a la negatividad. Al ser una trascenden- den a la aceleración del proceso de tecnificación tica de Schopenhauer, revirtiendo sobre sí mis-
nada y que, pese a ello, se resiste a desaparecer. cia parcia/ dispondremos de un hilo que unifi- de la naturaleza y de la política, y a la pérdida mo. Su sentido es la realización, su meta la prácti-
En él hablan al tiempo la inteligencia y la hu- que la consciencia falsa y la objetiva, y que, al de referentes colectivos en un mundo en el que ca. Es un saber que no apacigua el espíritu, sino
manidad. Y, por eso, su risa acaba siendo una mismo tiempo, evite una escisión cuyas partes gfobalización y descontextualización del individuo que, exigiendo cumplimiento, proclama una
blasfemia contra sí mismo. Es la naturaleza la que son el ser y la nada. De este modo, podremos se interrelacionan. estética activa, donde el disfrute se encuentra,
impulsa su proyecto de desnaturalización. Que- conservar la trascendencia sin renunciar a la no en la contemplación de la ficción ("cons-
da prendido de sus propias redes, y así, en el {~aturaleza'12 , y ello porque "trascendencia" deja (2) Literariamente, ambos son géneros de de- ciencia mejor", de acuerdo con la terminología
contemplador se oculta un pathos. Ese pathos de entenderse como término exclusivamente nuncia, ejemplos de ficción comprometida. Sus de Schopenhauer3 ), más bien, en la recreación
se llama "Fracaso", y ese fracaso consiste en la antitético y pasa a concebirse (en relación con autores construyen mundos imaginarios, pero dentro del mundo público de una creación que,
contradicción de su ideal, que, opuesto a la el mundo de los hechos) dia/écticamente: como ni se refugian en ellos, ni son (esos mundos) el mientras la comparta el pensamiento pasivo, será
naturaleza, la contiene tanto en su génesis como liberación y purificación de lo ya existente. La li- simple artificio de un arte que, o únicamente sólo una nueva carga para quienes, siendo es-
en su concepto. E/ ser se enmascara en su negación. bertad es perfección de la "naturaleza". Lo pretende entretemr ("domingo del espíritu", se- clavos, también saben que lo son.
Hemos quernado los barcos, pero aquello de lo monstruoso no es lo que somos, sino lo que gún la conocida expresión de Hegel), o se pre-
que queríamos escapar lo hemos traído con hemos devenido. Por tanto, ya no es imposible que senta como valor en sí, como fin último. Esos (3) Utopías y contra utopías son también experi-
nosotros. lleguemos a ser aquello a lo que aspiramos. mundos ficticios son, por el contrario, como los mentos socia/es realizados en el medio diáfano de
Porque no aspiramos a eliminar una esencia, espejos de la calle del Gato de Valle-Inclán: la imaginación, es decir, "espacios experimenta-
También el narrador contrautópico es el porque sólo pretendemos corregir un acciden- deformaciones conscientes, exageraciones que les"4 en los que el autor, análogamente a lo que
correlato (exigido) de la narración. También su te; la contrautopía hace factible lo que la sátira idealizan la realidad y que, de este modo, nos hace el científico en su laboratorio, diseña unas
perspectiva se identifica con la liberación o, al había transformado en imposible, en contradic- devuelven nuestra imagen ampliada, retorcida, coordenadas motrices (condicionamientos operan-
menos, con la condición de posibilidad de la ción angustiosa entre el deseo y todas las for- caricaturizada. Su función es arrancar las tela- tes) y describe, desde un punto de vista
libertad. Sin embargo, contrariamente a lo que mas de realidad. rañas de nuestra consciencia, despertar el espí- antropológico, las consecuencias necesarias de la
sucede con el narrador satírico, se trata de un ritu. La grandeza de las utopías incuba la ten- aplicación de tales parámetros. La función
punto de vista sin dualidades traumáticas, de El narrador satírico, escindido, personificaba la tación de lo imposible y nos hace presente nues- gnoseológica del género es, así, doble: referida
una liberación posible, en la que, porque no he- contradicción de un ideal de libertad irrealiza- tra actual miseria. La iniquidad de los univer- al lector, a quien se pretende abrir una perspecti-
mos de renunciar a una naturaleza irrenuncia- ble por antinatura/ista. sos contrautópicos nos obliga a prestar aten- va trascendente de la realidad humana, una ven-
ble, no encontraremos contradicción alguna ción al presente, preñado de un futuro que con- tana objetiva a su situación; y pura, esto es,
entre el ser y una trascendencia que sólo lo exclu- 2. IDENTIDADES Y DIFERENCIAS templamos (con horror) en la novela. La su- como juego intelectual de causas y efectos, de cir-
ye volitivamente. La narración contrautópica DE LOS GÉNEROS UTÓPICO Y puesta "deformación" de la realidad que insti- cunstancias y de respuestas de adaptación al
denuncia un mal histórico, por consiguiente, la CONTRAUTÓPICO tuye la narración, acaba reconociéndose como marco creado. Este rasgo explica algunas de las
negación que propone es también histórica: eli- "verdadera realidad", y la hipotética "realidad características más relevantes del utopismo:
minación de una versión humana; disolución de Utopía y contrautopía se presentan como el histórica" pierde el poder de sugestión que le clausura espacial o temporal del universo utópi-
las capas móviles de nuestra personalidad; prio- anverso y el reverso de la misma moneda, como otorgaba la costumbre. Se produce una inver- co; prioridad de/ medio (social y natural) en la
ridad y liberación de algo (la racionalidad) que, las dos especies de un género común. Compar- sión de fa perspectiva: lo ilusorio, lo aparente, la explicación de las creencias, valores y conduc-
decisivo y presente, ocultan las mareas cam- ten algunas características básicas: caricatura, es el mundo "real", universo ideo- ta del individuo; determinismo socia/ estricto; rele-
biantes de la socialización. La libertad se reali- lógico que la manipulación levanta de la tum- vancia de la ciencia en la transformación de los
za aquí en la consciencia despierta, pero ésta (1) Genéticamente, se originan en contextos ba y de la nada. Lo posible se autoproclama modelos humanos y, fmalmente, un optimismo
no es una consciencia deshumanizada. Así, se evi- sociales en crisis. La República platónica expresa juez de lo real, y así, la acción, objetivo último racionalista que no está reñido con el más pro-
tan los escollos de la libertad cínica. Al no tra- e intenta paliar el desmoronamiento de la pofis de la contemplación, puede desarrollarse. N os fundo desencanto, el que origina el contraste en-
tarse de una negación absoluta, contaremos con griega; la Utopía de Moro refleja (denunciándo- encontramos, en fin, ante un arte gnoseo/ógico. tre lo que podemos hacer con nosotros y lo que,
una plataforma para proyecciones futuras, con los) los primeros pasos del capitalismo agrario Pero el conocimiento que se nos proporciona probablemente, acabemos construyendo una

2
Empleo el entrecomillado porque esta naturaleza no ha de entenderse en el sentido fuerte del esencialismo: como una 3
SCHOPENHAUER, A. Escritos inéditos de juventud. Sentenciasy aforismos JI. VALENCIA, Pretextos, 1999, p. 32.
constante de todas las versiones humanas, como una estructura que deftne lo que el hombre es, que determina lo que debe
5
ser y que limita sus posibilidades. SKINNER B. F. Más allá de la libertady la dignidad. Barcelona: Martinez Roca, 1986, p. 168.

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vez que cobremos consciencia de nuestro po- Por eso señaló Skinner que la simplificación de los residuos de la historia, por fin apartados, no se explica en términos de libre arbitrio, sino,
der sin limites. los escritos utópicos "no es ni más ni menos que la no obstruyan la impetuosa corriente del nuevo por el contrario, de acuerdo con un modelo de
simplificación característica de la ciencia" 5• Es decir, hombre. socialización defectuosa. Bemard, protagonista de
El "l:lniverso utópico garantiza su verosimilitud que el recurso del escritor a la estrategia de ais- Un mundo ftli~ es el resultado de un error en la
(como hecho y como experimento) mediante lamiento, es similar a la creación de condiciones El prometeísmo utópico puede hacer del hom- máquina de montaje biológico, en la que se
la estrategia del aislamiento. El autor construye ideales en el laboratorio por parte del psicólogo, bre señor y víctima de sus acciones, porque determinan las capacidades de las futuras cas-
un mundo cerrado, desvinculado del universo del biólogo o del químico; y que, consecuente- subvierte las coordenadas de la antropología tas. Montag, el rebelde de Fahrenhcit 451, no ha
real por barreras geogrcificas infranqueables (la mente, la valoración de sus proyectos será más tradicional. No hay "naturaleza humana"; por sido reforzado positivamente. En consecuen-
Atlántida de Timeo; la isla de Utopía; el "país "veritativa" que estilística. Los universos utópi- consiguiente, nada limita las posibilidades de cia, el rasgo que mejor lo define es el miedo al
de los ciegos" que Wells, adaptando pasajes del cos se miden por su valor de verdad, determinable un ser que podrá transformarse en cualquier sistema, miedo que, previsiblemente, se trans-
Cándido, ubicó en un valle inaccesible de los a posteriori en la realización de comunidades utó- cosa y que, sin embargo, nunca será ninguna. forma en aversión, cristalizando por último en
Andes), o, en su defecto, y cuando la cartogra- picas, o a priori, mediante la evaluación de los No hay esencias fijas; por tanto, se rompe la rebelión abierta. Montag es lo contrario al hé-
fía terrestre es tan conocida que no posibilita principios de acción que los sostienen, y de la conexión aparentemente inmutable entre lo que roe libertador clásico. Su ambigüedad moral,
sorpresas, trasladado, o a otro planeta (función conexión lógica y la concordancia entre los re- somos, lo que podemos y lo que debemos ser. producto de la mezcla insensata de terror y res-
de Marte en las Crónicas marcianas de Ray sultados descritos y esos principios. U na utopía Se abre así un nuevo espacio para la crítica, un peto, es una constante en toda la obra. De igual
Bradbury), o a un futuro indeterminado, cuyos vín- podrá ser falsa, o bien por incoherencia, o bien por punto en el que realidad y valor se escinden, y forma, Winston Smith, héroe anónimo, disiden-
culos con el presente sean oscuros o esquemá- la falsedad de sus cimientos, ilusiones de la cons- en el que la identificación conservadora de lo te solitario, hombre al que aterrorizan hasta sus
ticos. Todas estas tácticas comparten objetivos: ciencia aplicables a criaturas que únicamente son actual y lo deseable (la tiranía ética y metafísica propias ideas, no disiente en virtud de la fuerza
se trata de alqar la ficción de la realidad con el humanas en apariencia. Al final, la utopía juzga de la realidad) queda en entredicho. N o hay "li- de su libertad innata. Educado en el viejo mun-
fin de garantizar la trascendencia, de subrayar la realidad, pero ésta, en sus estratos más bási- bertad de arbitrio", sino maleabilidad; por lo que do, comparte la doble vida (que es un
la naturaleza posible del universo construído; se cos, es la que otorga verdad y sentido al universo los conceptos de "culpa" y de "mérito" dejan doblepensar, doublethink) de todos aquellos que
trata también de hacer de la sociedad narrada de la ficción, universo que sólo es verdadero en de ser predicaciones del individuo, y, o bien se han sufrido una educación contradictoria, en
un espacio autárquico, en el que intervengan con el caso de ser significativo. trasladan al todo social (y a sus artífices), o bien, la que los nuevos valores han tratado de reem-
verosimilitud, no un cúmulo indeterminable de de modo más coherente, desaparecen. En fin, plazar (inútilmente) a los antiguos. Su escisión
contingencias, sino unos pocos principios bási- (4) En consecuencia, la literatura utópica con- se repudia el absolutismo del instinto y s~ rele- es, más que personal, social. El hilo que guía
cos. El mundo ficticio no puede competir en com- siste fundamentalmente en el diseño de mta cul- vancia causal en los procesos históricos; así, su disidencia, una historia pasada en la que se
plrg'idad con el real; consecuentemente, parece- tura. Filósofos y pensadores, utopistas y sociología y psicología social se desprenden del apoya y de la que se nutre, incluso, la protesta
rá tanto más real cuanto su simplicidad logre, o contrautopistas, proclaman su vocación deicida, lastre del darwinismo y de sus exclusiones na- biológica de su piel y de su estómago7 •
pasar desapercibida gracias a la riqueza lingüís- su voluntad de sustituir a Dios y de crear u:n. turalistas, aplicando a las sociedades y a su gé-
tica de la narración, o quedar justificada en vir- mundo ordenado, previsible y proporcional. El nesis modelos lamarckianos. Las contrautopías son, ciertamente, un lamen-
tud de su aislamiento. utopismo creó el "mito de Frankenstein", lan- to. Pero no por la planificación, sino por la mala
zó un reto a las fuerzas ciegas de la historia y Incluso las contrautopías, caracterizadas por su planificación. N o critican el control; denuncian
Pero no nos confundamos. Ni el narrador utó- puso en manos de los hombres la forja de su recusación de ciertas políticas de planificación, la dirección, la finalidad, los objetivos y los resulta-
pico es un demiurgo lingüístico, cuyo propósi- destino. Blasfemó también, pues el origen de comparten estos principios. La descripción de dos de ciertas aplicaciones de ese control.
to sea la creación de ilusiones sostenibles, ni ese su acto fue la constatación del mal, de la in- la peor de las versiones humanas posible, no
alejamiento de la realidad persigue su olvido. coherencia entre una divinidad bondadosa y pretende pasar por lamentación elegíaca de la (5) La posibilidad de creación del hombre genera
Todo se encuentra en función de la simplifica- providente, y un mundo cuyas heridas mues- libertad humana, por denuncia de la supuesta el problema de fondo al que ha de enfrentarse
ción, pero ésta trasciende el contexto de la crea- tran, o el silencio de Dios o su naturaleza, irra- abolición del hombre o por aclamación literaria de el utopismo: el del abuso de la ciencia por parte
ción literaria, alcanzando la realidad. El objeti- cional, arbitraria, cruel. Literatura de rebelión lo que Ryle llamó "el mito de Descartes"; es de un poder deshumanizador, cuya finalidad sea,
vo es comprender lo actual seleccionando sus metafísica, ficción prometeica que devuelve a la decir, de la metáfora psicofísica tradicional del más que la construcción de seres libres, la restric-
materiales, creando un puñado de condiciones humanidad un papel activo en su propia historia; fantasma en la máquincf . N o pertenecen a la "li- ción de cualquier posibilidad, el diseño de escla-
cuyas consecuencias puedan determinarse. El el utopismo ejemplifica lo que Nietzsche de- teratura de la libertad", entre otras cosas, por- vos sumisos y, además, satisfechos de su con-
juego es, así, más gnoseológico que literario. nominó "moral de cría y doma". Pues de eso se que la rebelión dentro de un sistema cerrado dición. La plasticidad de la naturaleza humana
trata, de construir una nueva especie, en la que
6 Cfr. G. Ryle. The Conceptof Mind, Penguin, Harmondsworth, 1990, p. 13-25.
5 Ibid., p. 144. 7 Cfr. G. Orwell, 1984, Penguin, Harmondsworth 1989,. 62, 63.

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R4TIOJURIS HISTORIA Y UTOPÍA: LA FUNGÓN POUTICA DEL MITO

hace posible que de la misma materia inerte mentos que las hacen posibles. La irracionali- Enfrentados a esta paradoja, los pensadores peso de la amenaza de desintegración de la polis,
puedan surgir santos o criminales, monstruos dad del totalitarismo contrautópico no se en- clásicos han optado, en general, por recurrir al vuelve la vista atrás, añorando un colectivis-
o héroes. Una vez que la ciencia carece de limi- cuentra en la tiratúa, sino en el contraste entre elitismo representado por la metáfora platónica mo con nombre propio: Esparta. Cualquier tiem-
taciones técnicas, el universo del discurso ad- lo actualmente posible y lo real. Tal como ha su- del rry-:filósofo. ¿Quién liberará a los hombres de po pasado jtte mr;jor, parece ser su lema. Roman-
quiere una tonalidad ética: ¿qué rumbo hemos de brayado Marcuse: la caverna? quien se encuentre ya liberado. Y, ticismo y retorno al pasado: la Utopía se asien-
dar a fa tecnología de la conducta? ¿qué versión huma- La continuidad se preserva a través de la ruptu- ¿quién es ése? El hombre excepcional, el genio, el ta en la historia y, así, la sociedad ideal, tejida
na sati.ifaría nuestras aspiraciones? ¿qué hacer para ra: el desarrollo cuantitativo se convierte en cam- espíritu libre; aquél que, independiente de las de acuerdo con el patrón de una sociedad real,
que mister Hyde no acabe siendo el producto final de bio cualitativo si alcanza la estructura misma de cosas y de los hombres, posea "suficiente caló- aunque idealizada, adquiere la nitidez propia de
los e.ifuerzos del doctor Jeckyll? un sistema establecido; la racionalidad estableci- rico propio" 10 como para ser un dios epicúreo lo revivido, el detallismo de un lienzo flamenco,
da se hace irracio11al cuando, en el curso de su o un sabio estoico. Más allá de la historia, ese una minuciosidad ta~ que sólo puede ser expli-
La respuesta no es un "retorno al romanticis- desarrollo interno, las posibilidades del sistema pedagogo que se ha educado a sí mismo podrá cada por la presencia del modelo, al menos
mo", definido por la demonización de la tec- superan a sus instituciones. 8 volver a un mundo que desconoce cargado de con~o reminiscencia colectiva en el orden de
nología y la sumisión reverente y fanática a las dones. La segunda cuestión que señalábamos los valores.
fuerzas, irracionales e incontrolables, de la na- (6) Relacionadas con el problema del uso de la parece, así, surgir naturalmente de la respuesta
turaleza y de la historia. Evitar el abuso de la ciencia, se desarrollan dos cuestiones, ineludi- tradicional a la paradoja del educador; el elitismo, Por contraste, en la literatura contrautópica
ciencia no puede significar renunciar a la razón bles dentro de un género con fuertes pretensio- constitutivo de la literatura utópica, tiene su buscaremos en vano respuestas para nuestro futu-
científica, desandar un camino traumático re- nes pedagógicas y constitutivas del ámbito de re- origen en la otra gran característica de este gé- ro, descripciones de la vida social ideal, recetas
tomando al seno de la incertidumbre, del azar flexión utópico: la paradqja del educador y la de- nero: su reformismo. pormenorizadas para la constitución de repú-
o de una religión que, para aplacar a sus dioses, terminación de las élites político-científicas. blicas. N o son cuadros realistas. En el mejor de
no duda en sacrificar a sus fieles. Sólo la razón Sin embargo, esta solución, frecuente hasta el los casos, podríamos calificarlas, respecto de
podrá liberarnos de las cadenas de la necesi- La paradoja presenta dos versiones complemen- punto de ser convencional, no es satisfactoria. lo posible, de lienzos abstractos en los que man-
dad, afirma el sentido común utópico. Pero la tarias: (a) ¿Quién educa al planificador cultu- Por dos razones: porque introduce el dualismo chas de colores y formas geométricas reempla-
razón es valorativamente neutra, un instrumento ral, es decir, quién planifica a quien tiene la ta- en un horizonte discursivo que lo recusa explí- zan a las figuras. El pasado no es un modelo, por
cuyo uso no está determinado de antemano. Así, rea de educar a otros? (b) ¿Cómo puede el cien- citamente; y porque desemboca en una ética tanto, no puede servirnos de inspiración. El pre-
el pensamiento utópico se sitúa ante una encru- tífico conductista que experimenta con sus con- aristocrática cuya consecuencia previsible será el sente es caótico, pero contiene instrumentos que,
cjjada en la que se originan dos vías inéditas en ciudadanos diseñar valores que, ex hypothesi, y culto al poder ciego y la mitificación de la voluntad bien empleados, abren posibilidades inéditas en
la, hasta ahora, caótica historia de la humani- porque se trata de crear una nueva cultura, son todopoderosa. La idolatrización del carisma es la las sociedades pretecnológicas, sociedades don-
dad: un camino de perfección, que conduce a un efectos que no se encuentran en la causa? tentación del utopismo; evitarla significará de el imperio de la naturaleza y la tiranía del azar,
hombre pleno, capaz de dominar la oposición replantearse (cosa que abordaremos en el apar- no pueden identificarse, ni con el reino de la li-
de la naturaleza y de humanizarla; y un camino de Al fin y al cabo, el experimentador social no es tado siguiente) las nociones tradicionales de bertad, ni con el espacio propicio para la
servidumbre, por el que el hombre sea doblemen- un dios, forma parte de la experiencia con dos educación, malestar e individualización. humanización. El futuro, en fin, está todavía
te esclavo, de una minoría y de sí mismo. La roles, como sujeto y como objeto del experi- abierto: sin referencias que lo determinen es un
primera senda es explorada por el utopismo; la mento. De este modo, el científico es otra pie- Baste para finalizar este punto, conque señale- cuadro que espera todavía que emprendamos su
segunda, por el ámbito de reflexión de la za del tablero, un eslabón más en la cadena de mos que las literaturas utópica y contrautópica, realización. En las contrautopías no se despre-
contrautopía. Ambas se complementan, pues la historia y de la socialización. Pertenece al pese a todas sus similitudes, presentan algunos cian los logros del presente, se alerta sobre su
comparten un mismo origen: como ya hemos mundo y, en consecuencia, comparte con sus rasgos específicos. El más significativo: el con- abuso. Y ello porque, subrayémoslo, el contexto
señalado, la descripción del peor de los mun- conciudadanos la situación previa al inicio de la traste entre el conservadurismo de los grandes de ambos tipos de literatura difiere. Las utopías
dos posibles es elegíaca en la medida en que experiencia. ¿Cómo puede, entonces, ésta ini- utopistas y el reformismo de las contrautopías. se originan, al igual que las contrautopías, en
muestra el contraste entre las posibilidades de ciarse siquiera? ¿cómo podrá haber trascenden- Moro, ante las nuevas relaciones sociales de la tiempos de crisis; pero su lugar natural es la tem-
las que disponemos, y el abuso de los instru- cia en un marco aparentemente fijo? 9 Inglaterra protocapitalista, no duda en idealizar pestad, el punto exacto en el que, encontrándose
el organicisrno medieval transformándolo en el el mundo antiguo y el nuevo, valores, símbolos
mejor de los mundos posibles. Platón, bajo el y marcos de referencia colisionan, provocando que,

8
H. "MARCUSE. El hombre Ullidimensional. Seix Barral, Barcelona, 1968, p. 249.
9
"Entonces debe plantearse una vez más la pregunta: ¿cómo pueden los individuos administrados -cuya mutilación está
10
inscrita en sus propias libertades y satisfacciones y así es reproducida en una escala ampliada-liberarse al mismo tiempo de A. SCHOPENHAUER. Eudemonología (Afonsmos sobre la sabiduría de la vida seguidos de Pmsamimtos escogidos), Madrid:
sí mismos y de sus amos? ¿Cómo es posible pensar siquiera que pueda romperse el círculo vicioso?" Ibid., p. 279,280. Ediciones Ibéricas, 1961, p. 482.

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R-4TIO ]URIS HISTORIA Y UTOPÍA: LA FUNOÓN POLÍIICA DEL MITO

ante la novedad, desconocida, muchos se re- 3. HISTORIA, UTOPÍA Y to por una exterioridad represora, más bien, la exterioridad inmovilizadora. Y, fmalmente, el
fugien en lo pretérito. Por el contrario, las NATURALEZA. prolongación de la voluntad soberana del indivi- pesimismo de uno se convierte en el otro en
contrautopías, además de ser propias de la era duo, libre creador de restricciones y coaccio- culto a la libertad, a la subjetividad y a la hipo-
tecnológica, suponen algo así como el canto de Es significativo que todos los utopistas recu- nes que revertían positivamente sobre él, o bien tética "bondad natural" de los individuos. El
cisne de los nuevos tiempos, pertenecen al sen la historia, pero todavía lo es más su discre- garantizando su vida (Hobbes), o posibilitan- mito del "buen salvaje" es la otra cara de la
momento en el que los nuevos valores, domi- pancia respecto del mqor de los mundos posibles. Lu- do la realización de sus derechos naturales recusación de una historia que, supuestamen-
nantes y perfectamente asimilados, comienzan chan en el mismo frente contra un enemigo (Locke). De este modo, la historia, inaugurada te, y con la excusa del orden y la salvaguarda
a llevarse a la práctica. El problema es la apli- común: la realidad; pero en vano buscaremos por el contrato mediante el que se constituía la de su finalidad altruísta, no habría hecho más
cación, no una forma mentís que el escritor, no idénticos motivos para su lucha, como también primera sociedad, era, por el hecho de tratarse que vampirizar al sujeto, despojándole, tanto
pudiendo contrastar, tampoco pone, en sus ras- en vano intentaríamos evitar una cruentísima de un límite, un triunfo. Sólo podíamos ser libres de su "fuerza vital" como de su "moral natu-
gos básicos, en entredicho. Crisis en ambos ca- guerra civil en el supuesto de su victoria colec- en comunidad (coercitiva y legal). La libertad ral"L"
. a rece t"dl
a e anarqutsmo. es e1ara: supe-
sos, pero crisis de distinto orden: de cosmovisiones tiva. Sólo la historia une al utopismo; lo de- de la naturaleza (de nuestra naturaleza) signifi- ditándolo todo al valor de la libertad, confía en
para Platón; de modelos de reaiización para más, es decir, antropología, valores, horizon- caba la tiranía de las pasiones, el triunfo del un hombre sin ataduras, recomendándonos
Orwell, Bradbury y Huxley. tes o concepción del proceso de individualiza- caos y de la imprudencia, la apuesta por la volver a ser lo que somos (y lo que siempre
ción, no hace otra cosa que ahondar el abismo autodestrucción. El pesimismo antropológico, hemos sido) y obligándonos a no restringir las
Tengamos, sin .embargo, en cuenta que en es- que separa a los miembros de un conjunto de- secularizando la "obsesión por el mal" de las fuentes últimas de nuestro placer y de nuestra
tas literaturas el contexto es sólo ocasión, ni cau- finido, más que por propiedades positivas, por teologías reformistas, pasaba a ser la clave de voluntad.
sa, ni, mucho menos, finalidad u obstáculo. Con la pura negatividad. todo el edificio sistemático, el gozne imprescin-
pretensiones de universalidad, lo que allí se de- dible que unía naturaleza y sociedad, y que ra- Naturalismo, hedonismo, optimismo
nuncia no es, ni un período concreto, ni una De entre los muchos criterios posibles para cla- cionalizaba el "salto" a la historia, el abandono antropológico: las características del individua-
sociedad determinada. Si algo define a los dos sificar a los individuos de esta familia mal ave- de una libertad absoluta que, precisatnente por lismo anarquista subrayan un utopismo en este
géneros es la recusación de la historia como totali- nida, escogeré tres íntimamente relacionados: ilimitada, había pasado a ser insostenible. De caso equivalente a irrealizabilidad, arbitrismo y
dad. La Utopía se diseña a partir de sociedades desde un punto de vista axiológico, la contra- acuerdo con esta concepción, el proceso de desenfreno lógico y político. Como cierto personaje
excepcionales, pero su desarrollo pleno es posición entre libertad y reconocimiento; desde una socialización carecía de rasgos morales: en so- de Quevedo 12 , el anarquista distingue lo impo-
ahistórico: no sólo porque pretende ser válido perspectiva ontológica, entre naturaleza y socia- ciedad no dejábamos de ser quienes éramos en sible de lo que no se puede hacer, proponiendo
para todos los hombres, sobre todo porque as- lización; en virtud de un criterio moral (y políti- naturaleza, únicamente carecíamos de las posi- algo que su lógica impide, pero que sus prédi-
pirando a detener la historia se ubica fuera de ella. co), entre suijetividad (democrática) y forma de vida bilidades de un "estado" sin policía y sin ley11 • cas recomiendan. Incapacitado por su optimis-
La Contrautopía, a su vez, constata las defi- aristocrática. mo para explicar el paso de la naturaleza a la
ciencias del mundo contemporáneo, pero, al El co11servadurismo del contractualismo, que se- historia, el acto insensato de una voluntad bue-
mismo tiempo, las enraíza en un proceso histó- La primera tríada (libertad-naturaleza-subjeti- ñala que siempre es mejor cualquier estado que na e incorruptible que, repentinamente, no sólo
rico de socialización defectuosa y las critica en vidad) es propia del individualismo anarquista, ninguno, es desbordado en el utopismo anarquis- deJea el mal, sino que, abandonando el paraíso
la medida en que su significado profundo es la corriente cuyas raíces, hundiéndose en el ta por su individualismo. Con un punto de parti- natural, se complace en proyectar su aniquila-
asimetría entre las posibilidades y las realiza- contractualismo clásico, se nutren de sus premisas da idéntico, la primacía lógica, ontológica y ción; el anarquismo ha de introducir el mal en
dones. Usar los logros de la técnica para, así, evitando sus conclusiones. axiológica del individuo, contractualismo y anar- la naturaleza y, consecuentemente, se ve obli-
ponerfin a la historia; crear el reino de la libertad quismo acaban en posicionamientos opuestos. gado, por mor de la libertad, a la
Las dos versiones arquetípicas del Lo que para uno es condición de posibilidad de desentronizadón de la libertad ilimitada, y por
en la medida en que la historia, territorio de la
contractualismo, la hob besiana y la lockeana, la libertad, para el otro significa su eliminación. mor de la posibilidad misma de la historia, que
necesidad, lo ha posibilitado: una vocación de tras-
pese a todas sus diferencias, compartían un Lo que el primero interpreta como proyección rechaza pero no niega, a la contaminación de una
cendencia que es también anhelo de peifección,
suelo común: individualismo y optimismo histórico. racional del yo, el segundo lo entiende como naturaleza (humana y externa) que únican1ente
subyace a los universos contrautópicos.
El yo era, en ambos casos, previo a la socie-
No lo olvidemos: la sociedad perfecta es un dad. Se trataba, en varios sentidos, del motor 11 Schopenhauer proporciona un excelente resumen de los fundamentos individualistas y, al mismo tiempo, conservadores
objetivo, pero, fundamentalmente, se trata de de la historia: en la medida en que, abandona- del contractualismo. Escribe: "El estado está llamado únicamettte a realizar este egoísmoy ha sido creado en atención a la imposibilidad de
do a sí mismo y a su naturaleza, era incapaz de una moralpura, es decir, de una conducta basada en ptincipios morales, pues de ser posible esta conducta resultar/a supeiflua. El estado ha
un final; de un sueño de plenitud cuyo origen sido itutituído, no contra el egoísmo, .rino contra las desastrosas consecuencias que resultan para todos de la multiplicidad de los egoísmos
habrá de buscarse en el malestar del hombre ante sobrevivir; y en tanto que aquello (sociedad y
individuales que turban el bienestar comúny afin de asegurar este mismo bienestar." A. SCH OPENHAUER. El mundo como Voluntad
su imagen. estado) que necesariamente debía obstaculizar su y Represmtació11. México, Porrúa, 1992, p. 268.
libre desarrollo, no era un impedimento impues- 12 Cfr. F. de Quevedo, Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos, Orbis, Barcelona 1999, p. 54-56.
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RATIOJURIS HISTORIA Y UJDPÍA: LA FUNCIÓN POUTICA DEL MITO

por su impureza puede superarse. Así, acaba posibilidades, sino sus logros en referencia y, la totalidad. El sujeto cobra peso ontológico Aquí, socialización y moralización son lo mismo; y
contradiciéndose: obligado por el mismo indi- sobre todo, a la vista de los demás. Si, por últi- una vez que un juez externo, por el reproche y lo histórico, en vez de ser recusado por su opo-
vidualismo que le servía para ju:(gar y trascender mo, la absolutización de la voluntad libre con- la alabanza, prolonga sus acciones desde el pa- sición a lo natural, es salvaguardado en pro-
la historia a volver a ella, su intento de utopía ducía a un ideal humano del que responsabili- sado más remoto hasta el incierto futuro. Pero porción directa a su artificialidad. Sucumbir o no
finaliza irremediablemente en conservadurismo, dad y sufrimiento morales quedaban elimina- esa nueva dimensión, cobrada por la conviven- sucumbir ante nosotros mismos: cuando ya no se
esto es, en una apología de la sociedad y de la dos, el ideal russoniano de humanidad exige cia, se proyecta sobre ella como unidad de con- puede distinguir entre historia y naturaleza,
historia como medios que el individuo diseña tanto la tensión extrema de la voluntad como la ducta, en forma de restricción de la subjetividad na- entre humanidad e instL11to, entre razón y pa-
para preservar su individualidad, amenazada constante presencia de obstáculos en un pro- tural y de sustitución de sus valores sión, la utopía nos hace conscientes de aquello
por los otros, pero, sobre todo, por su propia ceso que podría muy bien definirse como de (individualistas) por los valores sociales (aque- que sostiene a la historia y que sólo una histo-
naturaleza. Su replanteamiento de la explica- dolorosísima construcción del sujeto. Ciudadanía llos que beneficien al mayor número). No es de ria fraudulenta pudo reducir a simple posibili-
ción fuerza, a su vez, una nueva axiología; y el significa desnaturalización, y ésta conlleva la vic- extrañar que el abandono de la lucha por el reco- dad, desvincular de aquello a lo que nutre y
anarquista queda emplazado entre un toria sobre uno mismo, el encauzamiento, do- nocimiento sea síntoma de pérdida de sustantivi- que fundamenta.
inmoralismo libertario ("vuelta a la na turale- minación y entrenamiento de los instintos, la dad: al fin y al cabo, quien no se preocupa por
za" como liberación de los instintos y, por tan- transfiguración de la propia persona en un proce- la alabanza tampoco tendrá en cuenta el repro- Las virtualidades de la filosofía política de
to, como apología de la barbarie) de corte hedo- dimiento de creación y recreación constantes, che y, por consiguiente, y porque no tratará ni Rousseau son infmitas. Desde la perspectiva
nista y de resultados autodestructivos y un de corrección y de constitución de autenticidad de evitar una cosa ni de lograr la otra, vivirá a utopista, su inserción de la gramática utópica en
moralismo necesariamente heterónomo que convier- dentro del marco de tmso ascetismo que define a merced del viento inconstante que vaya mar- la gramática histórica permite evitar los dualismos
te a la coacción (super-ego, conciencia moral) la moral aristocrática y que, por definición, no cando su "libertad" natural. de otras corrientes revolucionarias, tanto como
en el supuesto fundacional de la libertad y de podrá descansar en la victoria definitiva, ésta la tentación de identificar lo utópico con lo
la supervivencia. última verdadera contradicción en los térmi- La historia ha sido un fracaso, pero la utopía, irrealizable, o de abogar por un voluntarismo
nos. más que su negación, supone el desarrollo y carismático excluído por la universalidad de las
La segunda tríada (.reconocimiento-socializa- consolidación de sus condiciones y posibilidades. reglas de la dinámica social y de los valores que
ción-moral aristocrática) define un modelo de El territorio descubierto por Rousseau es in- La lógica de la convivencia, pórtico de la histo- el estado post-natural origina. Desde el punto
utopismo que, opuesto al individualismo y a la menso. Recalcando la distinción entre convivir y ria, ha sido negada por ésta. La sociedad ha de vista histórico, la vinculación dialéctica de
idolatrización del retorno a la naturaleza, tiene vivir, separa lo que la tradición contractualista devenido en naturaleza, y así, una doble lógica, individuo y grupo, proporciona, tanto un mode-
en la obra de Rousseau su referente más im- se había empeñado inútilmente en unir, natu- que también es doble mora~ ha pasado a consti- lo general de hermenéutica histórica, como un
portante. raleza e historia, y diferencia dos territorios con tuir una estructura híbrida que se corresponde con instrumento eficaz de evaluación del devenir
lógicas y objetos irreductibles. Vinculando yo la esquizrfrenia individual. Vivimos y convivimos. histórico real o de los rasgos determinantes de
También ahora el tribunal de la razón condena y colectividad, logra trascender reduccionismos Adoramos, según nos convenga, al dios del pla- momentos específicos. En este sentido, el Discurso
a la historia. Lo que cambian son sus argumen- de distinta índole, establece una reciprocidad dia- cer o al de la caridad. Seguimos indistintamente sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad
tos. Si el anarquista alegaba la ruptura (y la con- léctica consistente en la relación proporcional la tabla de valores del reconocimiento o el códi- entre los hombres13 y Del contrato socia1 4 , no son, a
siguiente perversión) con lo natural, Rousseau entre el reconocimiento del individuo y su uti- go de vía estrecha de la voluntad momentánea. diferencia de lo que se suele decir, obras con
subraya exactamente lo contrario: la presencia lidad pública e, inaugurando la psicología so- Valoramos el sacrificio, pero estamos dispues- lógica y objetos opuestos, una, descriptiva, cen-
excesiva de la naturaleza ( identificada como lo cial, deduce un vínculo coimplicativo entre la tos a deslizarnos por la suave pendiente de la trada en la historia y en su dinámica racional;
subjetivo-empírico, lo autónomo y lo egoísta) desestructuración del sujeto y la descomposi- pereza. La obra de Rousseau, apasionada denun- la otra, normativa, preocupada por diseñar unas
en la sociedad, esto es, la socialización deficiente ción del organismo al que pertenece. Despla- cia de sí mismo y de su fragilidad, es el adelanto condiciones de legitimidad política que rehúsan
de un individuo que, conviviendo, todavía es zando a la socialización el despertar de la sub- de una utopía lógicamente posible en la que cohe- ejemplificarse.· Al contrario, se trata de aplica-
más hombre que ciudadano y menos hombre que ani- jetividad, obtiene una dúplice desnaturalización del rencia, unidad de propósito y autenticidad, son la ciones complementarias del mismo principio gene-
mal. Si en el individualismo primaba la libertad ciudadano, como unidad inintercambiable con sus condensación de un ideal egregio que nos sal- ral, en un caso, con el fin de racionalizar la his-
sin obstáculos, Rousseau subraya la importan- partes, es decir, como yo que trasciende el haz va por el hecho de rescatar del naufragio de la toria a partir de la dinámica (contenida como
cia (en sociedad) del reconocimiento, mostrando de sus inclinaciones, intereses y sentimientos, y como naturaleza el mundo que nos rodea. oposición necesaria en la ética aristocrática de la
así cómo ni el yo es previo a la comunidad (co- órgano político abierto a la alteridad, gracias a su
bramos consciencia de nosotros mismos en vir- recién descubierta unidad.
tud de la existencia de otros de los que podamos
RO USSEAU, Juan Jacobo. Discurso sobre el origeny losfundamentos de la desigualdad entre los hombres (y otros escritos). Tecnos,
13
diferenciarnos y que, a su vez, nos diferencien), ni En Rousseau se hermanan el hecho y la tras-
Madrid, 2001.
la medida de sus valores es la amplitud de sus cendencia, la utopía y la historia, el individuo y 14
___ Del contrato social. Alianza Editorial, Madrid, 2000.

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RATIO]URIS HISTORIA Y UTOPÍA: LA FUNGÓN POLiTICA DEL MITO

alteridad) del resentimiento; en el otro, con el obje- dadanos, como de aquellos que los reemplacen La sociedad, proteica, puede presentarse ante Ahora bien, en el hecho de que el ideal ascético
to de mostrar una historia posible concordante con y sobrevivan. el individuo de diversos modos, como obstá- ht!J!a significado tantas cosas para el hombre se
el modelo universal de socialización. Historia con culo y como entidad represora, como espectá- expresa la realidad fundamental de la voluntad
caída, tratándose de los hechos; historia sin caída Cuando nos emplazan ante el futuro, nos tien- culo y como totalidad proveedora de bienes de humana, su horror vacui: esa voluntad necesita
(pero historia), refiriéndonos a la utopía. ta el "donjuanismo", tirania del presente que consumo; pero también puede ser un horizonte una meta --y prf!fiere querer la nada a no que-
dicta como respuesta el conocido "Largo me lo de sentido, el punto de partida imprescindible rer.15
Pese a todas sus virtudes, el modelo russoniano fiáis". Sin embargo, sólo lo "largo" acaba im- para que de la matriz regeneradora del dolor el Cuando la sociedad deserta de su tarea
presenta una limitación que se extiende a los portándonos, y ello porque una vez que hemos hombre se desprenda de sí mismo y logre aque- moralizadora firma, tanto su aniquilación como
ámbitos limitrofes de la historia y de la utopía, traspasado el umbral de nuestra pequeña es- llas metas que su bestialidad solitaria y la de sus componentes, nos deja huérfanos y a
de lo real y de lo deseable. El proceso paralelo tancia, la anchura del mundo nos devuelve el solipsista hacía imposibles. De esta forma, lo la intemperie, condenados, o a la tarea
de moralización y constitución del sujeto es sentido de las proporciones y nuestro universo realmente importante en el proceso de sociali- sobrecogedora de levantarnos solos de entre
descrito en términos utilitarios y de actualidad, hedonista acaba pareciéndonos ridículo, as- zación no se encuentra tanto en los contenidos a nuestras cenizas, o al dramático espectáculo de
es decir, como la relación presente entre un indi- fixiante y polvoriento: sólo una buena tumba plasmar en el mundo, proyectos cuyas determina- ser espectadores de nuestra descomposición a
viduo que trabaja por su comunidad, y un gru- para quien desee pudrirse en vida. En su "Me- ciones específicas varían de un tiempo y de un la vez individual y moral. U na deserción: las so-
po que se encarga de reforzar, recompensándo- tafísica del amor sexual", Schopenhauer, con territorio a otros, y cuya universalidad o con- ciedades neutrales y libertarias del primer mundo
lo, ese esfuerzo. Con ello, se olvida lo que posi- un recurso muy similar al de la conocida "astu- creción son, en cierto modo, accidentales, sino han sucumbido al Moloch del subjetivismo; re-
blemente sea el rasgo más sobrecogedor de la cia de la razón" hegeliana, defendía que el im- en el éxito de un grupo en alentar su realización nunciando a encauzar formas de vida unitarias,
convivencia: la prqyección por parte del individuo pulso sexual era el señuelo con el que la espe- y en poner en movimiento la maquinaria de la reinstauran en la historia la primacía de la na-
socialy socializado hacia un futuro que no conocerá de cie lograba que el individuo, creyendo trabajar voluntad. El placer privado se obtiene pronto turaleza; justificándose bajo el rótulo patético
sus tareasy de sus oijetivos; esto es, la inmolación para su propio placer, se transformaba en asa- y, por ello, también se apaga pronto la volun- de "fin de la historia" anulan el futuro y así,
(y subsiguiente resurección) del individuo, no lariado de la humanidad; instancia que, de este tad a la que había activado. Su logro produce, por el desbordamiento de su presente, se con-
en el altar de sus contemporáneos, sino en la modo, y mediante un engaño (ilusión) en el que sin duda, un apaciguamiento; pero llamar "felici- denan a ser únicamente pasado.
pila funeraria de las generaciones que aún es- recompensas escasas aparentan ser portento- dad" a esa abulia que pronto desespera de sí
tán por venir. sos beneficios, y cargas insoportables simple- misma condenándose a la forma más prolon- La trascendencia histórica, la utopía entendida
mente pasan desapercibidas, se prolongaba inú- gada de humillación y muerte, el tedio, es un sar- como el mito de una sociedad mtjor que reivindica
La sociedad se presenta, más que como unidad tilmente. Pues bien, en el caso de la sociedad, casmo. Aunque su reverso sea el dolor, feliz es todos nuestros esfuerzos, se presentan ahora como
actual, como unidad de destino; como cadena que puede (y debe) suceder exactamente lo inverso. En la actividad, y reposo no es la satisfacción de la motor y fundamento de la historia. Sólo los recios
vincula a sus miembros, no a través de un pa- vez de encontrarnos con individuos que, bus- tarea concluída, sino la esperanza de su concluJión hombros del futuro son capaces de sostener el
sado compartido o de un presente convivido, cando desesperadamente su placer, rentabilizan en el momento álgido de su realización. La convi- presente. Sólo lo que está fuera del mundo puede
sino de un prqyecto dirigido hacia la oscuridad en dolor sus aspiraciones, podremos hallar ciu- vencia, en este sentido, no nos compensa tanto otorgarle significado. Lo por venir comparte con la
de lo todavía posible, y cuya conclusión y disfru- dadanos que, condenándose conscientemente por sus beneficios materiales, como por sus ficción su poder transfigurador. Animado por él,
te no están reservados para quienes se esforza- a una vida de p1ivaciones y martirio, cuyo esfuer- exigencias espirituales: si la sociedad crea a un yo el individuo emprende un camino que en otras
ron en él; de un proyecto que es capaz de ilu- zo no garantiza, en un universo del que las re- que se hipertrofia y extiende, genera también circunstancias no hubiese iniciado siquiera y,
sionar en virtud de su desproporción y que, para- tribuciones metafísicas quedan excluídas, nin- metas a la medida de esa nueva entidad, objeti- recorriéndolo, contempla los hechos familiares
dójicamente, es tanto más atrayente cuanto más gún cumplimiento, obtienen, pese a ello, una vos que puedan ocuparlo y preocuparlo el ma- bajo una nueva luz. Todo se reanima. E histo-
exige, cuanto más prolonga el esfuerzo, apar- felicidad en la miseria, un sentido en el e.ifuerzo de su yor tiempo posible más allá de sí mismo y que, de ria y naturaleza acogen en su seno una voluntad
tando de nosotros la recompensa. Esta proyec- voluntad, que quien vive en el placer, aunque no esta forma, prolongando su actividad, lo alejen de sentido que, al fin, las despierta y justifica.
ción introduce a la historia en el drama de nues- comprende, misteriosamente envidia. La socie- del espectáculo aterrador de su propio vacío.
tra existencia, convierte a nuestros herederos dad ilusiona a sus miembros proponiéndoles la Pues la raíz de la unidad social es la misma raíz 4. UN MUNDO INFELIZ
en nuestros contemporáneos; y, de esta forma, senda del sacrificio. Aquí no hay engaños, sino res- del arte, la ciencia o los ideales ascéticos. Res-
multiplicando sus espectadores, multiplica tam- ponsabilidad; no hay apacibilidad, sino tragedia. pecto de estos, escribía NietZsche algo que vale Lo más dañino de nuestra sociedad, pétrea y
bién las expectativas de nuestra vida, vivida aho- Lo significativo es, no tanto la relevancia prácti- para el caso que nos ocupa: desapasionada, es su esfuerzo consciente por
ra, por primera vez, traspasada por el prisma ca de esta opción, sino su deseabílidad, un carácter la aniquilación de la voluntad, objetivo que pasa
de la tjemplaridad: como r:Jemp!o posible, como normativo que se acentúa en aquellas épocas en
modelo de existencia, como obra de arte cuya justi- las que el placer ha sustituído al heroísmo y, por
ficación no depende tanto de nuestros conciu- ello, lo efímero reemplaza a lo constante. 15 Nietzsche, Federico. La genealogía de la moral. Alianza Editorial, Madrid, 1995, p. 113,114.
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RATIO]URIS HISTORIA Y U1DPÍA: LA FUNCIÓN POLÍTICA DEL MITO

por la exclusividad de lo fáctico y por la reduc- disolución en Jo indiferenciado (y, por eso mismo, indi- pazperpetua, nos aniquila, pero también, por su muerte de acuerdo con los epicúreos: cuando
ción drástica de la fantasía. Trivializarlo todo es ftrenteY6. Una teleología inmanente ha transforma- presencia destructiva, nos eleva. l'-Ji ángeles ni ella está nosotros ya no somos, cuando noso-
el mejor modo de evitar sorpresas y de apartar do lo real, y una ética finalmente natural ju~a demonios, sólo nuestras acciones son, verda- tros estamos ella no es. Si alguna vez lográse-
cuestiones incómodas. El nihilismo, apático y todo en relación con un fin que sólo puede ser ho- deramente, derrotas o victorias. Libres en la me- mos un mundo perfecto no tendríamos otra
desmoralizador, triunfa en cuanto el objeto de rizonte de sentido en la medida en que, bus- dida en que no nos anegamos en la naturaleza, opción que desmoronarlo con el propósito de
deseo se restringe a lo personal y a lo posible, y la cando el peifeccionamiento de la realidad, exige el abismo y la necesidad acechan cada uno de preservar nuestra humanidad: su paz nos ani-
mediación entre el querer y el obtener se reduce para ello su aniquilación. La moral heroica ne- nuestros pasos. quilaría, su carencia de obstáculos nos naturali-
radicalmente. Una sociedad sin futuro puede con- cesita pruebas, y, para obtenerlas, no duda en
zaría, su moralidad universal nos desmoraliza-
trolarse con facilidad, pero lo que ahí se gana en idealizar el mundo para que éste, transforma- N o estamos hechos para la utopía, aunque sólo ría.
control se pierde en esencia socializadora, es do en obstáculo, intervenga en una reconstruc- podemos hacernos en vistas a ella. Ideal
decir, en adhesión. Difícilmente el ganado se re- ción del sujeto, paralela a las reconstrucciones heurístico, su presencia invisible pone en mo- La perfección es buena mientras no se alcanza;
vuelve contra su pastor; pero éste tendrá que de la historia y de la sociedad. vimiento una historia que, lográndola u olvi- pues, parafraseando a Holderlin, las olas del co-
arreglárselas solo cuando los problemas arrecien. dándola, se disuelve en pura naturaleza. Pasa razón no se convertirían en espíritu si no cho-
Pero no nos engañemos: esa idealización no es con lo utópico lo mismo que le sucedía a la caran con la roca muda del destino.
Obstáculos, eso es lo que precisa un arte sano, una falsificación, al menos, no una falsificación
una filosofía sana, una ciencia sana, un indivi- mayor que la de la "realidad" cotidiana. Tipos
duo sano, una sociedad sana. Sin la tensión por distintos de hombre erigen formas diferentes
lo peifecto, la obra artística es únicamente publi- de universo. Lo anodino genera un mundo sin
cidad. Sin la constante acechanza del error, la sobresaltos; lo heroico, una existencia en con-
verdad filosófica es dogmatismo. Sin la tensión tinuo crecimiento. Su unidad de medida no es
por superarse, la individualidad se resquebraja la verdad, sino el valor y la expectativa actuales.
en los momentos que la componen. Sin oposi- Tendremos que escoger entre hacer de la natu-
ción, sin voluntad de oposición, sin voluntad de ven- raleza una meta o transformarla en un obstáculo,
cer esa oposición, el tejido social enferma y, hun- entre la disolución y la ampliación, entre el re-
didas por el peso de su opulencia, se desmoro- signado cansancio o la lucha titánica contra
nan las civilizaciones. nosotros mismos. Y, aunque los resultados pue-
dan ser indiferentes desde un punto de vista
U na voluntad que se extiende es dura, consigo absoluto, desde una perspectiva vita4 no cabrá
misma y con los demás. No puede permitirse el comparar al hombre que se opone a su destino
lujo de relajar su tensión, de claudicar ante el y que amenaza con su puño a las fuerzas oscu-
poder sordo de la pasividad. En la medida en ras de la naturaleza, retando en su silencio a
que vive, ju~a, y, haciéndolo, también condena. Dios; y a aquél que, renunciando a su humanidad,
Opuesta a lo actual, cuya perpetuación obsta- apostando por su extinción, negándose a
culiza su meta, no se deja tentar por el canto rescatarse de su presente, sucumbe bajo el peso
de sirenas de la inactividad represora, por la de sus pasiones. Trivializar el mundo es
fuerza desmoralizante de la tolerancia absoluta. deshumanizarnos, perder aquello, la ligereza, el
N o entiende de compasión, pues la piedad, justi- espíritu, la visión de futuro, que nos definía. Por
ficándolo todo, bendiciéndolo todo, exoneran- eso lo mismo que nos atrae nos aterra: el pla-
do a todos, perpetúa el maly conduce a la apacible cer, que nos embruja con la seducción de una

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La reciente película de Lars von Trier, Dogville, desarrolla este tema magistralmente. Una joven escapa de unos gangsters y
se refugia en un pueblo de montaña aparentemente idilico. La acogida de los vecinos pronto exige un precio, y la ''bondad
natural" que ejemplificaban en un principio se transforma pronto en el sadismo del verdugo que, impunemente, puede
abusar de una víctima desvalida. La joven acepta las humillaciones más extremas y, arrebatada por la piedad, encuentra para
todas ellas una justificación. Por fin, se da cuenta de la necesidad éticay óntica del e'!iuiciamiento y, en un acto catártico que
simboliza su regreso a la vida, castiga las ofensas que había sufrido.

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RATIO]URIS

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