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ARTÍCULO DE OPINIÓN

En los últimos años, son muchas las publicaciones, artículos periodísticos, trabajos de
base, e incluso programas de televisión, que han ido sensibilizando a la sociedad en torno
a los problemas ambientales y a la riqueza natural de nuestro país.
Sin embargo, cuando un pescador en Tumbes extrae conchas de abanico para ganar el pan
de su hogar, o una madre de familia en Iquitos obtiene el sustento diario vendiendo en la
calle frutos de aguaje, o un joven cuzqueño se desempeña como guía turístico en el
camino inca, o una madre de familia en Oxapampa abre el caño para recoger agua y
preparar los alimentos, o una persona en Lima tiene energía eléctrica para prender la
radio y escuchar las noticias, pocas veces se está reconociendo que cada una de estas
actividades tiene un estrecho vínculo con la diversidad biológica.
Lo cual demuestra que la sociedad aún no ha interiorizado el hecho de que la diversidad
biológica suministra un conjunto de bienes y servicios ambientales que son fuente para el
desarrollo de actividades que sustentan la vida, pero que también sustentan la economía
local, regional y nacional.
Necesitamos, entonces, pasar de la sensibilización a la concientización, y para ello se
requiere mostrar a la población, a los responsables de las decisiones políticas, a las
autoridades y a los actores vinculados al tema que conservar la diversidad biológica es la
mejor inversión que podemos hacer los peruanos, ya que, por ahora, al menos el 50% de
nuestra economía y más del 80% de nuestras exportaciones dependen de ella. Además,
esperamos que, en el futuro, no solo sea una ventaja comparativa sino también una de las
fuentes de ventaja competitiva nacional.

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