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El asesinato de Julio Cesar

Como todo el mundo sabe, el emperador Julio Cesar fue apuñalado por sus colaboradores y amigos en las
escaleras del Senado romano el año 44 a.C., por lo que parece, le asestaron veintitrés cuchilladas y
seguramente por culpa de que alguna de ellas se le infecto se murió de inmediato, porque si no, no se explica
que por tan poca cosa la diñara.

La mayoría de los historiadores aseguran que la razón de dicho magnicidio es que a Julio se le habían subido
los laureles de la corona más arriba de su coronada cabeza y estaba proyectando abolir la república e
instaurar una monarquía absolutista que claro presidiría él mismo, esto y el al parecer comportamiento tiránico
que tenía en los últimos años, obligo a aquellos pobres senadores, tribunos y lugartenientes a darle matarile.

Pero solo el gran historiador Suetonio se atrevió a dejar escrito cuál fue el verdadero motivo de aquel
sangriento suceso, mucho menos épico que la versión que nos ha llegado, aunque lamentablemente la
historia oficial ha preferido obviar sus escritos y culpar a Julio de haber sido el mismo el que precipito su
muerte por las ya comentadas razones políticas.

Leyendo a Suetonio se puede deducir claramente, que un hombre como Julio Cesar, que había conseguido
expandir el imperio romano hasta casi los confines del mundo conocido, que era idolatrado por su ejército,
temido por sus enemigos y que era un gran orador y mejor escritor, por tener unas ideas distintas a las del
Senado de cómo debía ser el futuro del imperio o por haberse pasado un poquillo en el tema de la tiranía, no
eran razones suficientes para que se creara una confabulación como la que le llevo a la muerte, sin embargo,
los motivos que el cuenta si son mucho más lógicos, como a continuación explicaremos.

Según relata, Julio había sido siempre muy aficionado a los juegos en general, a los deportivos, las carreras,
la lucha, los lanzamientos con arcos y lanzas, los saltos, los gladiadores, etc, pero aun mucho más lo era a
los juegos de salón de la época, al teselo ( juego de dados), a la tabula (parecido al actual backgamon ) al
trunculi (ajedrez romano ) y a algunos más, con los que se pasaba horas distraído jugando y a los que dado
su enorme espíritu competitivo siempre quería ganar fuera como fuera.

Pero sucedió, que en sus campañas por Egipto, conoció a la reina Cleopatra que además de seducirle, le
introdujo en un nuevo juego que había llegado a ella a través de unos comerciantes de Oriente, al parecer
procedente de la lejana China, era un juego apasionante, con el que la muy ladina, le ganaba todas las
noches una buena cantidad de denarios de oro, el juego se llamada poker ludum ( que en el futuro se llamaría
solo póker), que aunque no se introdujo en el mundo hasta el año ochocientos o así, parece que ya entonces
era conocido jugándose más o menos como en la actualidad con unos cartones pintados (ahora cartas) con
cuatro tipos de figuras, organizadas en cuatro grupos diferentes, lanzhou (picas) , corrozanal (corazones)
diamantis (diamantes) y tripoli (tréboles).

Julio se entusiasmo con el juego y en cuanto llego a Roma, mando que se imprimieran barajas semejantes
como las que se utilizaban en Egipto, animando de inmediato o mejor forzando a sus más próximos
colaboradores a jugar con él al importado juego y así una noche y otra también montaba timbas que llegaban
hasta el amanecer y en las que nunca faltaban sus amigotes Cayo Casio y Suetano, sus lugartenientes
Eutropio, Tebronio y Decimo , varios senadores y como no, su hijo ilegitimo Marco Junio Bruto que había
tenido con Servilia una de las más conocidas amantes de Cesar.

La verdad es que así contado el asunto tampoco tenía mucha importancia y aunque eso si al amanecer casi
todos habían bebido mucho mas de la cuenta y necesitaban dormitar hasta el mediodía o más , tampoco
aquello era muy diferente de las típicas fiestas y orgias romanas de patricios, lo peor era que Julio siempre
quería ganar a toda costa y cuando no le tocaban buenas cartas, no tenia rubor en hacer trampas, que si un
as que se guardaba bajo la toga, que si se daba una carta de mas para utilizarla si le venía bien, que si
disimuladamente miraba las cartas del vecino, que si marcaba algunas de ellas y diez mil trucos más que
utilizaba con toda desfachatez y sin ningún rubor.

Al principio los otros jugadores, por respeto y sobre todo por miedo, no decían nada, era el emperador, el
hombre más temido de Roma, pero poco a poco se fueron envalentonando y comenzaron a insinuarle, que
les parecía mucha suerte el que siempre tuviera escalera de color o que con tanta frecuencia tuviera póker e
incluso repoker, pero eso si siempre muy tímidamente pues en cuanto se descuidaban, Julio se elevaba en
toda su altura que no era poca y a voz en grito increpaba al osado que se hubiera atrevido a insinuar que
hacia trampas, amenazándole con crucificarle, que era uno de sus castigos preferidos y claro todos se
achantaban y no discutían mas.

Y así pasaban los días y las semanas y seguían jugando y jugando sin poder nunca retirarse, aunque todos
estaban cada vez mas hartos de su emperador sobre todo cuando a la mayoría les había desplumado, uno
había perdido una noche su cuadriga ganadora en la carrera del año anterior valorada en un montón de
sestercios, otro una villa en el Adriático, un tercero su colección de joyas etruscas que se había jugado en un
momento de obcecación y así todos, pero seguían aguantando sin atreverse a rechistar en su presencia, pero
sí que lo hacían cuando él no estaba, convirtiéndose el asunto en el único motivo de conversación y queja
entre sus amigos, familia, compañeros, generales e incluso en el Senado los días en que Julio no asistía se
trataba el tema, empezando poco a poco un movimiento de sedición que avanzaba día a día y crecía muy
rápidamente.

Toda la corte era consciente de lo que estaba ocurriendo y todos pensaban que era urgente encontrar una
solución al abuso a que el emperador les obligaba a soportar y era urgente antes de que los arruinara del
todo, incluso su esposa Calpurnia, le dijo una noche después de cenar y antes de que se fuera a jugar.

“Julio, tú no te das cuenta pero esa jodia de Cleopatra (así la llamaba siempre) te va a traer y nos va a traer la
ruina, no solo te contentas con haberte liado con ese pendón desorejado (así la llamaba otras veces) y haber
tenido con ella otro hijo ilegitimo mas, sino que además ahora esta disgustando a todos con ese dichoso
juego que te ha enseñado y sobre todo con tu manía de hacer trampas”
Pero Julio ni la oyó o si la oyó no le hizo ni caso y siguió con su afición comportándose como un verdadero
tahúr del aun no descubierto oeste americano.

Y por desgracia para él, su esposa no hablaba en balde, todos estaban ya hasta el gorro, le habían perdido el
respeto y lo que es mas estaban dispuestos a terminar con el abuso a que se veían sometidos fuera como
fuera y ya se sabe lo que siempre encierra una frase así.

Lo demás, ya si coincide con la historia oficial, se pusieron de acuerdo todos los esquilmados por el
emperador, más de sesenta decidiendo que la solución era coserle a puñaladas, cosa que hicieron una
mañana cuando iba hacia el Senado, la primera puñalada se la asesto un tal Casca, que parece le tenía
ganas desde hacía mucho tiempo, pero la más importante y la única que ha pasado a la historia fue la última,
la de Bruto que fue la que le llevo a decir.

“Pero tú también Bruto, hijo mío” y se derrumbo.

Y lamentablemente las crónicas no recogieron la contestación de Bruto, que hubieran aclarado mucho el tema
ya que con todo el desparpajo del mundo le contesto.

“Pues claro papa, pero es que te has pasado mogollón, llevas casi dos años haciéndonos trampas y eso no
es de caballeros y mucho menos de emperadores”

Y se murió y le echaron muchos de menos y estallo después una guerra civil, pero bueno esa es otra historia.

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