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La estructura de Ia vida cotidiana / v La vida cotidiana es Ia vida de todo hombre. La vive cada cual, sin excepeién alguna, cualquiera que sea fl Tugar que le asigne In divisién del trabajo intelec- tual y fisico, Nadie consigue identificarse con su acti- vided humanoespecifica hasta el punto de poder des- prenderse enteramente de la cotidianidad. Y, vyersa, no hay hombre alguno, por sinsustancial» que tea, que viva sélo la cotidianidad, aunque sin duda ésta le absorberd principalmente. \ "Ia vida cotidiana es la vida del hombre entero, 0) sea; el hombre participa en la vida cotidiana con todos los aspectos de su individualidad, de su personalidad. En ella se «ponen en obra> todos sus sentidos, todas ‘sus eapacidades intelectuales, sus habilidades manips- Iativas, sus sentimientos, pasiones, ideas, ideologtas. La circunstancia de que todas sus capacidades se ponen fn obra determina también, como es natural, el que ninguna de ellas pueda actuarse, ni con mucho, con toda su intensidad. El hombre de la cotidianidad es ac- \\tivo y goza, obra y recibe, es afectivo y racional, pero 3» no tiene ni tiempo ni posibilidad de absorberse entera- mente en ninguno de esos aspectos para poder apu- rrarlo segin toda su intensidad, La vida cotidiana es en gran medida heterogénea, | ¥y ello desde varios puntos de vista, ante todo desde el!) del contenido y Ia significacién 0 importancia de nues- tros tipos de actividad. Son partes orgénicas de la vida cotidiana Ia organizacién del trabajo y de Ia vida pri- vada, las distracciones y el descanso, la actividad so- \ cial sistematizada, ol trifico y la purificacién. Pero la significactn de la vida cotidiana, al igual gue su contenido, no es simplemente heterogénea, sino tambien‘ jerarquica. Lo que ocurre es que, a diferencia del hecho mismo de la heterogeneidad, la forma con- creta de a jerarquia no es etema c inmutable, sino que se modifica de modo especifico segin las diferentes estructuras econémico-sociales, Ast, por ejemplo, en los tiempos prehistéricos el trabajo fue dominante en esa jerarquia, y pare determinadas clases trabajadoras (por ejemplo, para los siervos) esa misma jerarqula se man- ‘tuvo durante mucho tiempo mis; toda Ia vida cotidiana se constituia en tormo de la organizacién del trabajo, aa que se subordinaba cualquier otra forma de acti Vidad. En cambio, para la poblacién bre del Atica del siglo v antes de nuestra era ocupaban el lugar central de la vida cotidiana la actividad social, la contempla- cidn, el entretenimiento (cultivo de las facultades fist- cas y mentales), y las demés formas de actividad se agrupaban en tomo a ésas en una gradacién jerdrquica La heterogensidad y el orden jerdrquico (la condicidn de organicidad) de la vida cotidiana coinciden en posi. bilitar un despliegue «liso» de la produccién y la repro. ducci6a, no sélo en el ecampa de la produccién» en sen tido estricto, sino también en lo que respecta a las formas del tratico, La heterogeneldad es imprescindi. 0 | ble para conseguir exe liso despiegues de la cotidie nidad,y tambien hace falta el rutinaro funcionamiento de la jerarquia espontines para que las esfera hete- rogéneas se mantengan en movimiento simulténeo. "Al hombre nace ya inserio en su Cotidanided, La maduracién del hombre significa en toda sociedad que ¢l individuo se hace con todas las habilidades impres. ‘indibles para la vida cotidlana de la sociedad (capa social) dada. Bs adulto el capag de vivir por sf mismo su cotidianidad, El adulto ha de dominar ante todo la manipulacién de las cosas (de Tas cosas, naturalmente, que son im- preseindibles para la vida de la cotiianidad de que Se trate) Ha de aprender a sostener el vaso y a beber de é, utizar el eachllo y el teedor, por no citar io ejemplos de los ms sencills, ero a ellos ponen en claro que la asimilacion de la manipulacion de las cosas es lo mismo que la asimilacion de la relaiones sociales. (Pues no es adulto el que aprende a comer sélo on la mano, pese a que tambien de ese modo puede Satisfacer sus neceridades vitals) Pero aunque la:ma- nipulacién de las coses sea decisivamente idéntica con Ia asimilacion de las relaciones sociales, de todos mo- dios, sigue conteniendo inevitablemente, de forma sin- rmanente», el dominio espontanco de las leyes de la na- turalera La forma conereta de sometimiento al poder (de la naturaleza) es siempre mediada por las relacio- nes sociales, pero el hecho mismo de la sumision a la naturaleza persste siempre como tal. Si ya la asimilaci de la mantpulacion de las cosas (, €0 ipso, Ia asimilacign del dominio de fa naturaleca ¥y de las mediaciones sociales) es condicién de la «ma daracia del hombre hasta scr adulto en la cotidian! dad, lo mismo se pod deci, y al menos en a misma medida, por lo que hace a la aximilacion inmediaca de 4a Js formas del trfico o comunicaci6n socal. Esta asi rilacén, esa cmaduracién» hasta Ta cotidanidad ex. pieza slempre «por gruposs (hoy, generalmente, en Ia familia, en la escuela, en comunidades menores). Y e= tos grupos face-to-face 0 copresenciales median y tras- ‘miter al individuo las costumbres, las norms, la ética de otras integraciones mayores. El hombre aprende en el grupo los elementos de la eotidianidad (por ejem- plo, que se tene que levantar y actuar por su cuenta; © el modo de saludar, 0 edmo comportarse en deter- rminadas situaciones, etc); pero no ingresa en las filas de los adultos, ni las normas asimiladas cobran «va- lor, sino ewando éstas comunican realmente al indivi dduolos valores de las ntepraciones mayores, cuando el individuo —saliendo del grupo (por ejemplo, de Ia fa milia)— es capaz de sostenerse auténomamente cn el undo de las integraciones mayores, de orientarse en situaciones que ya no tienen la dimensién del grupo hhumano, de maverse en el medio de la sociedad en go- neral y, ademés, de mover por su parte ese medio, 1a vida cotidiana no esta «fuera» de Ia historia sing en el «centro» del acaecer histérico: es la verda- dera eesencia» de la sustancia social. En este sentido Cincinato es un simbolo. Las grandes hazafias no coti- dianas que se resedan en los libros de historia arran- can de Ia vida cotidiana y yuelven a ella. Toda gran hhazaia Histrica conereta so hace particular e histéri- ca precisamente por su posterior efecto en la cotdia- nidad, El que se asimile fa cotidianidad de su época se asimila con ello también el pasado de ia humanidad, ‘aunque no conscientemente, sino «ens. Ta vide cotidiana es la vida del individuo. El indi) viduo es siempre y al mismo tiempo ser particular ser expecifica, Eso no le distingse de ningin otro ser 2 vivo si se considera en sentido naturelista. Pero en l caso humana la particularidad expresa no sélo su ser ‘aislados, sino también su ser «individuals, Basta una hoja de un 4rbol para leer en ella las propiedades esen- ciales de todas las hojas pertenecientes a la misma es- ppecie; pero un hombre no puede representar mi ex presar Jamis la esencia de la humanidad. {Qué es lo que caracteriza esa particularidad social (0 Socialmente mediada)? La unicidad, la irrepetibi- lidad son en este punto hechos ontol6gicos fundamen- tales. Pero lo tinico © irrepetible se convierte en un complejo cada ver mas complicado, que se basa en la asimilacién de Is realidad social dada y, al mismo tiem- po, de las capacidades dadas de manipulacién de las cosas; la asimilacién contiene en cada caso (incluso en el del hombre més primitivo) algo de momento «irre- solubles, «iinicos, Las necesidades humanas se hacen siempre cons- cientes en el individuo como necesidades del Yo. El Yor tiene hambre, siente dolores —igual de naturale- za fisica que de naturaleza psiquica—, en el «Yox na- cen los afectos, las pasiones. La dindmica bisica de Ia particularidad humana es la satisfaccién de esas no- cesidades del «Yo», Desde este punto de vista da igual la medida en la cual un tal «Yor se identifique en sf © conscientemente con la representacién dada de lo Jnumano-especifico, y son indiferentes los contenidos de las nevesidades del «Yoo Tode conocimiento del mundo y toda pregunta re ferente al mundo que se motiven directamente por ese «Yor tinico, por sus necesidades y sus pasiones, es una cuestion de la particularidad, «¢Por qué vivo?s, «Qué ‘me destina el Todo?» son preguntas de ese tipo. La te- Teologia de la particularidad se orienta siempre a la particularidad misma, o sea, al individuo. 4 ‘También Io especifico esté «contenido en todo hom- bre, y precisamente en toda actividad que sea especi- fica aunque sus motivos sean particulares. Asi, por ‘ejemplo, el trabajo tiene frecuentemente motivos par- ticulares, pero la actividad del trabajo —-cuanido se tra- ta de trabajo factico (esto es, socialmente necesario)— fs siempre actividad de Ia especie. También es posible considerar humano-specificos en su mayoria ios sen- timientos y las pasiones, pues su existencia y su conte- nnido pueden ser titles para expresar y trasmitir [a sus- tancia humana. ¥ asi la mayor parte de las veces lo particular no es el sentimiento ni la pasién, sino su modo de manifestarse, referido al yo y puesto al ser- vicio de la satisfaccign de las necesidades y la teleologia del individuo. ‘También en cuanto individuo es, pues, el hombre ser | especifico, pues es producto y expresién de sus rela | clones y situaciones sociales, heredero y preservador el desarrollo humano; pero el representante de lo hu- manoespecifico no es nunca un hombre solo, sino slem- ppre Ia integracién (tribu, demos, estamento, clase, na- ‘in, humanidad) —y también a menudo varias inte- sgraciones— cuya parte consciente es el hombre y en la cual se forma su econsciencia del nosotros». No es casual que acentuemos el elemento «cons- clencias, El individuo pertenecia ya a la humanidad —que es la integracién suprema— cuando todavia no se habla formado una humsnidad unitaria, una historia como historia universal. (No podemos profundizar aqui en las diferencias entre la relacién mediada y la rela- cién inmediata a Ja humanidad). Para el hombre de tuna época dada, Io humanoespecifico es siempre re- presentado por la comunidad ea través de la cual pasa el camino, la historia de la humanidad (y esto aun en el caso de que el destino de esa concreta integracién sea 4 | Particularidad cuanto lo especifico que funciona cons | /\ fF Es comin @ toda individualidad la eleccién relativa- e. Me 4s entre 1a comunidad portadora de lo especifico y el in- dividuo mismo, el cual —ya como individuo— dispone de un cierto dmbito de movimiento en el que puede clegie su propia comunidad y su propio modo de vida dentro de las posibilidades dadas. La consecuencia es cierta distancia gracias a la cual el hombre puede cons- truir una relacién con st propia comunidad, as{ como ‘otra con su propia particularidad vivida como «dato» rel ‘Pero tampoco entonces deja de ser esa untdad inidi- vidual mera tendencia, mera posibilidad. En Is vida ‘cotidiana, Ia aplastante mayoria de Ja humanidad no deja nunca de ser, aunque no siempre en la misma me- ida, ni tampoco con la misma extensién, muda unidad vital de particularidad y especifividad. Los dos elemen- 105 funcionan en si y no som Conscientemente cogno’- cibles. El nacer ya proyectado en la cotidianidad sigue significando que los hombres asumen como dadas las funciones de la vida cotidiana y las ejercen paralela- mente. ‘Las colisiones entre particularidad y especificidad no suclen ser conscientes en Ia vida cotidiana; ambas se someten sucesivamente Ia una a Ja otra del aludido ‘modo, «mudamente>, Pero eso no significa que la p: ticularidad se someta a una comunidad natural: en ‘ese punto se expresa unt diferencia de principio entre Ja estructura moderna de la vida cotidiana y el des- pliegue de la estructura que precedié a la individuali- Gad. Pues ya no existen «comunidades naturales». Con fes0 aumentan las posibilidades que tiene la particu. laridad de someter lo especifico y poner las neceside des y los intereses de la integracién social dada al ser- vicio de los afectas, los deseos, el egoismo del indi- viduo Ese aumento de posiblidades —esa oportunidad de 4% victoria espontinea de Ia particularidad— suscit6 la Gtica como necesidad de la comunidad social. Las exi- gencias y las normas de Ia ética componen la intima: ‘ign dirigida por Ia integracién especifica dada (y por la tradicién del desarrollo humano) al individuo, para gue éste someta su perticularidad alo espectfico y con- vierta eza intimacién en motivecisn interior. La ética como motivo (lo que lamamos moral) es algo indi- vidual, pero no una motivacién particular: es indivie dual en el sentido de actitud libremente adoptada (con Wbertad relativa) por nosotros ante Ja vida, Ia socie- dad y los hombres. ‘Una de las funciones de la moral es la inhibicién, el veto. La otra es la trasformacién, la culturizacién de las aspiraciones de la particularidad. Esto no se refic- re solo a la vida del individuo, sino también a la de Ia hhumanidad. Por intenso que sea el esfuerzo etrasfor- mador> y culturizador de la moral, mo se supera su funcion inhibidora, y éta se impone mientras la es- tructura de la vida cotidiana esta bdsicamente carac- teritada por la muda coexistencia de particularidad y especificidad. La vida cotidiana esté cargada de slternativas, de lecciones. Esas elecciones pueden ser del todo indi ferentes desde el punto de vista moral (por ejemplo, la eleccién entre tomar un tranvia leno o esperar el si gulente); pero también pueden estar motivadas mo- ralmente (por ejemplo, ceder 0 no ceder el asiento a una mujer de edad). Cuanto mayor es la importancia de la moralidad, el compromiso personal, la individuar edad y el riesgo (que siempre van juntos) en la decision sobre una alternativa dada, ranto mds fécilmente se yergue ésta por encima de la cotidianidad y tanto me- nos es posible hablar de una decisién cotidiana. Cuan- to més intensa es la motivacion del hombre por la a ‘moral, esto es, por lo espectfico, tanto més fécilmente se alzaré su particularidad (por obra de-la moral) a Ja esfera de la especificidad. En este punto termina la muda coexistencia de particularidad y especificidad, Hace falta el conccimiento del propio Yo, el ys sivciv, el conocimiento y Ia apasionada asuncién de Jas intimaciones humanoespecificas para que el hom- bre sea capaz de decidir elevandose por encima de la cotidianidad, Kant ha buscada en el imperativo categ’= eo el criterio formal de ese comportamiento, Ningin hhombre es en realidad capaz de obrar de tal modo que su acto se convierta en ejemplo universal, porque todo hombre actda siempre como individuo concreto y en ‘una situacién conereta. Pero el caracter paradigmati- co existe a pesar de todo en la medida en la cual se produce aquella elevacién hacia lo especificamente shumano. Pero aqu hemos de introducir dos restricciones. [Por una parte, [a elevacién a lo especifico: no signi fica nunca abolicién de Ia particularidad. Como es sa- bbido, las pasiones y los seutimientos orientados al Yo (al Yo particular) no desaparecen, sino que se «li mitans a dirigirse hacia afuera, se convierten en motor | de la realizacion de lo especifico, 0 bien quedan en sus- | penso —en la medida en que inhiben la accién moral- mente motivada— mientras duran las acciones corres: pondientes. Por otra parte, una decisién moral en el | sentido tan afilado que estamos contemplando se debe cconsiderar siempre como tendencia. No es posible dis. tinguir tajante e inequivocamente de las cotidiezas las ccisiones y las acciones moralmente inotivadas, La mayoria de las acciones y elecciones tlene motivacién heterogénea; las motivaciones particulares y las espe- cificomorales se encuentran y unen, de modo que la elevacion por encima de lo particular no se produce 48 nunca completamente ni nunca deja de exist del todo, sino que ocurre generalmente ex mayor 0 menor me. dida. No hay «Muralla China» entre las esferas de la cotidianidad y la moral. Solo los moralistas utilizan ‘motivaciones morales «puras»,¢ incluso ellos lo hacen ‘mas en la teorfa que en la realidad. 'No es posible hablar de «Muralla Chinas ya por el hhecho de que la herencia moral del pasado de la huma- nidad y Ia exigencia moral de la época se revelan al hombre incluso en los usos y las normas consuetudi- narlas de la cotidianidad, cuya asimilacion se puede producir de modo enteramente esponténeo, sin motiva- ign moral alguna. Pero aunque estas normas contu- vvieran motives morales, Ia elevacién por encima de la particulsridad © su suspensién no anularia el movi miento mismo, ni su presencia estaria en contradiccién gon aquella «muda copresencia», Los conflictos extremos y puramente morales se producen en los casos en gue la motivacién moral sehace dererminante y su impulso, su fnalidad y su ob- jeto se han de entender como servicio a la eievacion hasta lo especifico, Ei caso tipico de este comportamien- ‘to —aunque no el nico —es el servicio ala comunidad. Pero el motivo moral se manifiesta también cuando ‘con muestro comportamiento personal representarnos cl comportamiento «justo» del género humano (por ejemplo, en la actitud del estoico respecto de la muerte ‘~\, | natural). La via de ese comportamiento es la eleccién (la decisién), Ia concentracién de todas nuestras fuer- 2as en torno a la ejecucisn de la eleccidn (o decisién), y la vinewlacién consciente a la vista de la situacién | que se ha elegido, y, ante todo, de sus consecuencias. Numerosas estaciones del «camino» esbozado son tam bign earacteristicas de las decisiones medio cotidianas en las cuales se realiza slo parcialmente, 0 ni siquiera ry pparcialmente, la elevacién a lo especitico, la suspen- |) sin de la particularidad. La eleccién y la aceptacién |” de las consecuencias, por ejemplo, van de la mano. Pero) cn Ia cotidianidad no es posible concentrar todas las | ‘energlas en cada decisién. Un comportamiento ast es-) taria en contradiccion con la estructura basica de Ia cotidianidad. También seria absurdo por nuestra parte asumir conscientemente las consecuencias de una elec- ign no practicada por el individuo entero. La easun- cidn> o aceptacién es aqui més 0 menos pasiva y se compadece bien con la pregunta caracteristica de la particularidad: «e¥ por qué ha de paserme esto pre samente a mi?» El héroe de la eleceién moral es su pro- pio destino, y lo que le ocurre no Je puede ocurrir sino 2G. La cima de la elevacion moral por encima de la cotidianidad es la catarsis. En la eatarsis el hombre se hace consciante de lo humanoespecitico de su indivi dualidad. ‘En ninguna esfera dela actividad humana, y no sélo en el caso de la cleccién moral, es posible trazar una linea divisoria tajante y rigida entre el comportamien- to cotidiano y el no cotidiano, (Cuando se trata, natu- ralmente, de comportamientos en los que sea posible tuna elevacién consciente a Jo especifico.) Baste con considerar la esfera politica, Tampoco son cotidianidad las elecciones y decisiones del eamour passione, 2 causa de la intensidad de Ja eleccin y de la pasién; pero una ‘ver convertido en costumbre, y acaso hecho ya rutina, el amor puede de nuevo ehundirses en cotidianidad Las formas de elevacién por encima de la vida co tidiana que producen objetivaciones duraderas son el arte y la ciencia. En este contexto nos remitimos al nh EL amepl de, hundileto natn, au sentido pesoae Gonidad y's bocotantiad 50 profundo andlisis realizado por Georg Lukics en el ‘capitulo introductorio de su estética*, Segtin ese andl sis el reflejo artistico y el reflefo cientiico rompen con Ja tendencia espontdnea del pensarniento cotidiano, ten- dencia orientada al Yo particular. El arte lo hace por {que por su esencia es la autoconsciencia y la memoria dela humanidad; la ciencia de Ia sociedad consigue esa rruptura por su efecto contraria al antropocentrismo (si se prescinde de la teleologia referente « cada indivi x0), y la clencia de la naturaleza por st efecto desan- twopomorfizador. La ciencia misma y el arte no estan separados de Ia vida y el pensamiento cotidianos por limites rigidas, como se puede epreciar desde varios puntos de vista. Por de pronto, el mismo cientifico 0 artista tiene vida cotidiana: los problemas mismos a los que responde con sus objetivaciones y sus obras le son planteados entre otros (sélo entre otros, natural mente) por la vida, Artista y cientifico tienen su par’) tcularidad en cuanto hombres de la cotidianidad; esa particularidad puede quedar en suspenso durante la produccion cientifiea o artistica, pero interviene en Ja misma objetivacién a través de determinadas medis- ciones (en el arte y en las ciencias sociales, por la me- diacién de la individualidad). Por ultimo, toda obra ‘esencial vuelve a Ja cotidianidad, y su efecto pervive / cn la cotidianidad de otros, EI medio de la aboliciénsuperacién parcial o total de la particularidad, de su arrangue de Ia cotidianidad y st ascenso a lo especifico, es la homogenizactén. Sahemos que la vida cotidiana es heterogenea, que re- | eaba todas nuestras capacidades en varias direccio- nes, pero ninguna capacidad con particular intensidad. 2 Grams Lunes, Werke, Band 1, stat 1, Halbband 1, New wind y Bein Euchechan, pape 38098 (Obras Barsona, Grae Bored. RR, Bsc Ih eer page 348). st \ Dicho con las palabras de Georg Lukécs: es el shomt- bre entero» el que interviene en fa cotidianidad. Qué significa homogenizacién? Significe, por una parte, que concentramos toda nuestra atencion sobre una sola GBs ¥ «suspendemos» evalquier otra actividad du- vant a saisfccén dela anterior taren; por otra 1, ue aplicamos nuestra entera individualidad hu- tra layesccion deer tare, Uilleetos de nuevo una expresién de Georg Lukécs: nos trasformamos hombre enteramente» *. Y significa, por iltimo, que ‘ese prOceso no s pilede realizar arbitrariamente, sino de tal modo que nuestra particularidad se disipe en Ia actividad humanoespecifica que elegimos consciente ¥y auténomamente, esto es, como individuos. ‘Sélo cuando se dan juntos los tres factores podemos hablar de una homogenizacién que se levanta totalmen- te de la cotidianidad para penetrar en Ja esfera de lo ‘specific. El tipo de homogenizacién al que no se puede atribuir més que el primer factor, la concen tracién en tomo a una tarea tinica, se compadece atin perfectamente con la cotidianidad, es parte orgénica suya, Cuando hemos de asimilar un nuevo movimi to en el trabajo, por ejemplo, no podemos «pensar en ‘tra cosas mientras trabajamos, como ocurre, en cam bio, en el ejercicio de movimientos ya asimilados, que se han hecho mecanicos; en Ie hipotesis considerada sspendemos pues, cualquier otra actividad. Y cuando ‘examinamos @ una persona para calficarla en algin ‘campo profesional homogenizamos también esponté- neamente, pues hacemos abstraccisn de las demas pro- 1st oxpresions tombre ete’, ombre enetamente te. ‘ES spr in dures or Stenton a fa dei ea teal ya Sherer’ ni rudacelsn Go buhdee publieada por este mare ‘lice idea 14° Barstns, 1968/6 ‘he wiliaado eee ses eminos. (8 det) 52 piedades de Ia persona que tenemos delante y la con- templamos sélo desde el punto de vista su adecuacién 0 inadecuacién para la practica de un trabajo determi- nado, Pero en este caso la concentracién, Ia homogeni- | zacién momenténea, no tiene consecuencias posterlores | para nosotros. | Es obvio que en ese tipo de homogenizacién no ac- tué toda nuestra entera individualidad, y que la con- centracion no implicaba una suspension de nuestra par ticuaridad. Pero los actos de deisién pueden tambien ocurtir en un plano superior» que rébose en mayor © menor medida la cotdianidad, Por ejemplo: cua do un campesino empicea a trabajar en una fbrica y'leasimilacion de los movimientos del trabajo decide de sies adeeuado para trabajo fabri, s podré aban- donar para siempre Is aldes, se train de ana. procha cuyos efectos afectaran ya a toda la vida; Curante el txamen a que se le someta podrian,consipientemente, producise conflictos, inchiso conflictos morales, En | Eaton as el Yo entra ya bastante enact ya dein | esenmayor medida funcion de I incivduatidad, Del | Siones de este tipo trasforman ya en menor o mayor | medida al hombre entero, tienen efecto porterior: atm | que todavia sin imponerse, se manifistaya la homowe | mlzacign que abre camino a lo expecicor aqui comienen | Inesalidas dela cotidianidad, sin llegar a consuarse. 1 La mayor parte de las decisiones de nuestra vida —la rayor parte de las decisiones fécticas se realizan en ce plano. / La homogenizacién en el sentido de lo especifico, Ja suspension completa de la particularidad, a tras- _ formacion en chombre enteramentes es del todo excep” | cional en la mayoria de los seres humanos. Ni siqaira | em épocas ticas en grandes conmociones sociales hay |iuchor puntos critcos asi en la vida del hombee me. 53 dio, La vida de muchos hombres termina sin que se haya producido ni wn solo punto critico semejante, La hhomogenizacién abjerta a io especifico no deja de ser excepeional, puntual, mas que en aquellos individuos cuya pasién principal se orienta a lo especifico, si es (que tienen, ademds, la capacidad de realizar esa pasion, Tales son los grandes moralistas ejemplarés, los esta: distas (revoluc‘onarios), artistas y cientificos. A propé- sito del gran estadista, del revolucionario profesional, del gran artista, del gran cientifico, hay que devir, ade- és, que no solo su pasién principal, sino también su trabajo principal, su actividad bdsiea prommueve la ele- vacion a lo especifico y la acarrea consigo. Por eso para esas personas la homogenizacién en «hombre enters: mente» es elemento necesario de su esencia, de Ia acti vidad basica de Ta vida Desde luego que el artista el cientifico, el estadista no viven constantemente en esa tensign. Tienen tam- bign, como los demés, una vida cotidiana, y la parti culatidad se manifiesta en ellos igual que en Tos demas hombres. Sélo se suspende durante las fases producti vas, y entonces dichos individuos se convierten, por mediacién de su individualidad, en representantes del aénero humano y aparecen como protagonistas en cl Proceso historico global. El estadista, que tiene que™ Eonvencer a su medio, a muchedumbre, y arastratla onsigo a Ia acién,o gue ene que infu en Tos so aos para que uendan a un determinade objetivo, 0 resolier complicadassitaciones previendo sos cons Cutencias, se levania por encima de st mismo, se hace Iievar, a ast puede decrse, por uns fuereasinisblee aque a menido se Iams insprscion, pero que no es Sino la fuerza elevadora de la decsidn humano-espe- cies, El artista parece guiado por una mano simi bes, de tal modo que praduce en su obra algo diferen 54 te de lo que se proponta produce; le arastra la fuerza de ln objetividad, que extrpa de su creecién todo To aque en su intencicn era ain particular ‘No podemos estudiar aqui detalladamente la eetruc tura dela vide cotidians. Nos imitaremos a aludit & algunos momentos de esa estructura que tendrin int portancia para el posterior desarrollo. las caracterstica dominante de ln vida cotidiana es 4a espontaneidad. Desde luego que no toda actividad \ sotlana es esponténea al mismo nivel, gual que una | misma actividad tampoco es idénticamente esponténea | en situaciones diversas, en diversos estadios de aprendi- zaje. Pero, de todos modos, la espontaneidad es la ten-" dtencia de toda Forma de ativiead cotidiana. La espon- taneidad caracteviza tanto los motives partculres () las partiulares formas de actividad) cuanto las act vidades humanoespecfies, El ritmo fio, i epet ciga, la rigurosa reguaridad de la covidianidad (rtos fa cuanto que se produce el ascenso desde In caida pidad) no estan en modo alguno en contradicidn con esa espontancidad, sino ave, por el contrari, lo une implica lo oto. Yala asimiactn del comportamiente, consuetudinario, de fas exgencias sociales las modes ue es en la mayoris de fos casos una asiilacén no > tematizada— exige para su explicacion la espontanet, dad, Pues si nos dispusiéramos a reflexiona sabre el contenido de verdad material o formal de coda una de ruestras formas de actividad, ao podviamos realicar fi siquiera una fracsion de as actividades cotidianas Simprescindibles y se imposbilierian la producing a feproduccion de la vide dela sociedad humana, Pero Ia espontancidad no se expresa solamente en fa asia, clon del eomportamiento consuetudinasio y dl ritmo de Ia vida, sino tambien nel hecho de qut esa asim Tacidn va acompaada por motivaciones efimeres eh 3s constante alteracién, en constante aparicién y desapar cién. En Ja mayoria de las formas de actividad de la idianidad los motivos del hombre no llegan a ser tipicos, esto es, los cambiantes motivos estan muy lejos de expresar la totalidad, la esencia del individuo. Lo mismo se puede decir de la mayoria de los motivos ex- plicitamente formulados, aunque no tanto como en 77 dl caso de los motivos «mudose ML) {[_niusida cotdian hombre at sobre base de a proabidad ent plano dea postal eee /| Sts atidadesy ia snaconcais Ue eas hay ued | Bsn bjt dott Nea pose cat Gul con seguridad cient a consciencia pose | denn accion Ni ampeco faba tempo par hae to en la mutiple iquera de as setides cone, ero ampoco es necsrios ee aso doa ace se puede dterminar medionteestnaconcs proba Tatas de modo seme para ata realient la meta pericgld, Los soncoptor de eso medion 9 de tepurlda scenes tenon en ese contrtla misma importance uno que cor, El primero apa a eco de gus som percents poles cso en for uals facasen as cosderanes probably, Ey Estos envoy podesion babar de atsofer do fave Cotta. Corsdracones probabliaris wtleamon, por ejemplo, al erurar nelle: jis elulamos con fraciud masta velcady ldo veil Nunca hasta ef momento anon do a paar debs den vehi, aungue ello puede scr pero a ante de Sruza decideratos rear cele cletfenmete ‘fetes, no legerianos a moveror unc, Tablen &l concepts de ssfelencan indie tm fener dy ce, Signin queen conadpoemes eee mente orenarnos y obra con ayia de etn: clones probabitars,minteas Que por dbajo de ese 56 linea, en la esfera de la mera posibilidad, no podemos todavia conseguirlo, y no lo necesitames ya por encima de Ja correspondiente frontera superior, en la esfe- ra de la seguridad cientifica. Como es natural, esa situa- ‘ign implica el riesgo de la accién basada en Ia proba- bilidad; pero no se trata de un riesgo auténomamente asumido, sino de un riesgo imprescindible y necesario para la vida, Precisamente eso le diferencia de los iesgos de Ia individualidad, los cuales son riesgos ‘morales. Ya la accion realizada sobre Ia base de Ia probabi- lidad indica el economicismo de la vida cotidiana, Toda categoria de la accién y del pensamiento se ma. nifiesta y funciona exclusivamente en la medida en que |\\ es imprescindible para la simple continuacién de la cotidianidad; no se manifiesta normalmente con par- ticular profundidad, amplitud o intensidad, pues eso | arruinaria el rigido «orden» de la cotidianidad. Y cuan: to efectivamente se manifiesta con intensidad mayor disuelve ese orden indefectiblemente, igual si tiende hacia «arribas, levantindonos a lo espectfico, cosa que no puede nunca caracterizar toda nuestra vida, que si tiende hacia abajo» hasta el punto de incapacitar- ‘nos, como a Oblomov, para la vida, El pensamiento cotidiano se orienta a la realizacion’ de actividades cotidianas, y en esa medida es posible hablar de unidad inmedfata del pensamiento y Ja accion on la cotidianidad. Las ideas necesarias de la cotidia- nidad no se levantan nunca hasta el plano de la teoria, y la actividad cotidiana no constituye la préctica. La actividad practica del individuo no se eleva hasta el plano de la practica mas que si es actividad especifica consciente; en la unidad viva y muda de particularidad y especificidad, o sea, en la cotidianidad, Ia actividad individual no es mas que parte de Ia practica, de Ia ac- 3 a \e 6 5 i ‘ fs n ‘ i i c x ( ‘ ‘ « fi tividad total de la humanidad que, construyendo sobre Jo dado, produce algo nuevo sin trasformar en nueve lo ya dado, La unidad inmediata de pensamiento y actividad Jmplica la inexistencia de una diferencia entre «acier tor y everdads en Ia cotidianidad: lo acertado es sin ms everdadero». Consiguientemente, Ia actitud de la diana es absolutamente pragmética. Pero hay que aclarar y complementar esa afirma- ciga de que Io acertado es sin més verdadero en la vida cotidiana. El pensamiento cotidiano abunda en pensa- mientos fragmentarios, material cognoscitive y hasta juicios que no tienen nada que ver con la manipulacion {e las cosas ni con nuestras objetivaciones césicas, sino que se refieren exclusivamente @ nuestra orientacion social. En la manipulacién de las cosas 0 de nuestras objetivaciones césicas la identificacién espontinea de weertado» y everdadero» es aproblematica (por lo “menos, en el plano de la vida-cotidiana : aqui no habla- mos de la clencia). Pero esa aproblematicidad se ter- mina en cuanto que el «acierto» nos abre la posibilidad de movernos en tn medio dado y de mover ese mismo medio dado. En esta hipétesis el acierto es una verdad sélo en Ia medida en que con su ayuda podemos conti nuar a cotidianidad con las menores fricciones po- | sibles. Lo cual no significa nada respecto del contenido vveritativo objetivo del juicio o el pensamiento dados, ‘con independencia de nuestra actividad individual, (Po. ‘eas veces, desde luego, es completamente individual en teste contexto la actividad individual: generalmente es proyeccién de Ine aspiraciones y los intereses de una ‘capa o clase social.) Hasta los juicios y los pensamien- tos objetivamente menos verdaderos pusden resultar acertados en la actividad social cuando representan los intereses de la capa o clase a la que pertenece el 58 individuo y facilitan asfa éste la orlentacién ola accién correspondiente a las exigencias cotidianas de la clase capa dadas. Cierto que una acciéa correspondiente a los intereses de una elase o de na eapa se puede elevar hasta el plano de Ia prictica, pero en ese caso rebasara el de la cotidianidad; la teoria de la cotidianidad se convierte entonces en ideologta, la cual se independiza relativamente de la prictica cotidiana, cobra vida pro- pia y se pone, consiguientemente, en relacién principal no con la actividad cotidiana, sino con la préctica, Y aqui habremos de repetir de nuevo que no hay nin- ‘guna «Muralla China» entre la actividad cotidiana y Ia préctica nocetidiana o el pensamiento nocotidiano, sino que existen infinitos tipos de transicién Se desprende de lo dicho que la fe y la confianza desempefian en la vida cotidiana una funcién mucho ‘més Importante que en las demés esferas de la vida. Eso no quiere decir en modo alguno que la fe y la confianza sean en ella mds intensas que en otros cam pos: la fe religiosa suele ser més intensa y mis condicional, y la confianza tiene significacién més intensa y emocionalmente més grande en la ética o en la actividad politica; pero sf quiere decir que esos dos sentimientos «ocupan més espacio» en Ia cotidia- nidad, que se necesita su funcién mediadora en mayor nlimero de situaciones. Los hombres no pueden domni- nar el codo con la mirada en ningin aspecto de la rea- lidad: por eso el conocimiento de Ios eontornos bi os de la verdad requlere confianza (confianza en nues- tro método cientifico, en la cognoscibilidad de la rea-/ lidad, en los resultados cientificas de otras personas, etcétera). En la cotidianidad el conocimiento se limi ta al aspecto de Ia actividad, y por eso el «espacio» de Ja confianga y la fe es muy diferente, Al astronomo no” Je basta con la fe en que la Tierra gira alrededor del i 29 Sol, pero esa fe basta plenamente en la vida cotidiana; ni basta al médico con creer en Ia accidn terapéutica de un medicamento, mientras que esa fe hasta para el enfermo (y precisamente sobre la base de una simple fe puesta en el médico y en la ciencia médica, con mayor o menor fundamento empirica). Estos ejemplos bastan ya para indicar que no se trata aqui de contra- dicciones irreconciliables, sino de modos de comports- ‘miento «relacionados entre s(», Cuando el médico actiia sobre la base de la confianza (cosa que ocurre no rara vvez), esta actuando en el marco de Ja estructura de la cotidianidad, Y, a la inverss, cuando, en un momento eualguiera de la vida cotidiana, un individuo empieza a reflexionar acerca de una supersticidn que compart, © de una tesis de su integracién que antes se habla asi- milado, y piensa que ni una ni otra son aceptables por- que contradicen a la experiencia, y pasa luego a exami- nar el objeto puesto en duda contrasténdolo con Ia realidad, para acabar rechazéndolo, ese individuo se eleva por encima del curso sélito del pensamiento co- tidiano, aunque sélo sea en ese momento, Hasta ahora hemos hablado de fe (0 creencia) y confianza globalmente. No podemos analizar aqui Ia ccuestién de Ia diferencia entre esos afectos, pese a sit frecuente comunidad de funcién; nos limitaremos a pre- cisar que fa confianza es un afecto del individuo entero, mis accesible, por fo tanto, ala experiencia, a la moral yaa teoria que la fe, la cual arraiga siempre en la par- ‘eularidad. Puesto que el pensamiento cotidiano es pragmatico, fas una de nuestras actividades cotidianas va acom- pafada por slguna fe o alguna confianza. No hay lugar para la fe cuando se expresa el eaciertox de la manipu- Tacién o de Ia objetivacion césica; basta en principio la experiencia para practicar las correcciones necesae 0 | | rias. Depende de la totalidad, de Ia individualidad det hombre y de la sitacién social dada que afecto es fun- damental en el movimiento en el medio social, en el cual aparece de forma més problemética la unidad del acierto y la verdad. Pues Jo caracteristico del pensamiento cotidiano es la-idtrageneralicacion, > iva, ya en foimas «tradicionalese, ya Como consecuencia de la ex- periencia individual. Los juicios ultrageneralizadores ‘son todos juicios provisionales que la prictica confirma 0, por lo menos, no refuta, mientras, basados en ellos, podemos obrar y orientarnos. Si el afecto confianza se adhiere 2 un juicio provisional, no representa ningin sperjuicio» el tener «meramente» juicios provisionales ultrageneralizados; como hemos visto, ni siquiera es posible exigir ni al comienzo ni durante la accién jak ‘ios més precisos, porque con esa exigencia se perderia la capacidad de accion. Pero cuando no se trata ya de la corientacién en la vida cotidians, sino de nuestra en- tera individualidad, de nuestra integridad moral y su superior desarrollo, de modo que s6lo a riesgo de eso podemos operar con juicios provisionales, hemos de ser capaces de abandonarlos o de modificarlos, ¥ lo pode- ‘mos hacer cuando el juicio se apoya en la confianza, pero no cuando le sostiene la fe. Los juicios provisions. Jes que arraigan en la particularidad y se basan, consi- guientemente, en la fe son prejuiciok® Los juicios provisionales (y los prejuicios) son me- ros ejemplos particulares de ultrageneralizaciéa. Pues es caracteristico de la vida cotidiana en general el ma- nejo grosero de lo asingulars, Siempre reaccionamos a Situaciones singulares, respondemos a estimulos sin- a 9 praia pablea tn pagar or a Earl Academies Ge Budapest (Tariana nerep es, Akadtmiat Kiso, Budapest 198) 61 | lip agulares y resolvemos problemas singulares. Para poder reaccionar hemos de subsumir Jo singular, del modo mis répido posible. Bajo alguna generalidad, hemos de inordinarlo en nuestra actividad cotidiana, en el conjunto de nuestra actividad vital: en suma, hemos de resolver el asunto. Pero no tenemos tiempo para exa- minar todos los aspectos del caso singular, ni siquiera los decisivos: hemos de situarlo lo mas répidamente posible desde el punto de vista de la tarea planteada. ‘Yeso no es posible mis que con la ayuda de las varias formas de ultrageneralizacién. Asi, por ejemplo, ee re ccurre a la\analogia: Mediante ella funciona principal. mente nuestro conocimiento cotidiano del hombre, sin el cual no podriamos siquiera orientarnos: clasificamos | en algin tipo ya conocido por experiencia al hombre que queremos conocer en algin respecto importante para nosotros, y esa clasificacién por tipos nos permalte orientamos. Sélo a posteriori se pone «de manifiesto» en la préctica que podemos disolver aquella analogia y ‘conocer el fendmeno singular —en este caso, el hor bre de que se trate— en su concreta toralidad, estimarlo y comprenderlo, Desde Iuego que el juicio provisional, e analogia puede eristalizar en prejuicio: puede oot rir que no atendamos ya a ningsin hecho posterior que contradiga abiertamente a nuestro juicio provisional: hasta ese punto podemos quedar sometidos al poder de nuestras propias tipificaciones, de nuestros pre- Julcios. EI juicio provisional analégico es, pues, inevi- table en el conocimiento cotidiano de los hombres, pero sti expuesto al peligro de la cristalizacion (fosiliza- ‘ign, y mientras que al principio el tratamiento grose- ro de lo singular no es perjudicial, puede convertirse en un dafo irreparable si se mantiene una ver eumplida su funcion. Se puede tratar de un error moral, caso en el cual no se «perturbaris la orientacién en la vida coti- a diana; pero también puede ser un error que acatree tuna de las catéstrofes de la vida cotidiana, ‘Cosa parecida ocurre com el uso de los precedents, El precedente tiene més importancia para el conock | miento de la situacién que para el de las personas. | Es un sindicsdor» «til para nuestro comportamiento, para nuestra actitud. («Otros obraron en mi situacién de tal 0 cual modo, ya habia ejemplos de eso», etc.) Sin esta actitud nos ocurriria a menudo lo que al asno de Buridan. Por eso no se trata de un fenémeno emalo= en principio. Esta actitud tiene efectos negetivos, y has- ta destructivos, cuando muestra percepcion del precs- dente nos impide captar lo nuevo, irrepetible y tnico de una situacién, ‘No hay vida cotidiana sin imitactén. En la asimila- ‘i6n del sistema consuetudinario no procedemos mam ca meramente «sein preceptos», sino que imitamos a otros; ni el trabajo ni el wéfica Social serfan posibles sin mimesis. La cuestién estriba, como siempre, en si somos capaces de producir un campo de libertad indiv- dual de movimiento dentro de lz mimesis 0, en el caso ‘extremo, de deponer completamente las costumbres mi- miéticas y configurar nuevas actitudes. Hay, natural ‘mente, ea Ia vida cotidiana sectores en los cuales no es recesaria la individualizacién de la mimesis, y épocas cen las cuales se hace superflua; por lo demas, los tipos y los grados de individualizacién son por necesidad ‘iversos en las varias esferas vitales, épocas y situa La entonacién tiene una importancia apreciable en la vida cotidiana, tanto en Ja configuracién de nuestro tipo de actividad y pensamiento evanto en Ja estima cidn de otros, en la comunicacién, ete. La aparicién de / lun individeo en un medio dado wentona» al sujeto de que se trate, produce una atmésfera tonal especifica 6 en tomo suyo que luego le sigue rodeando, La persona que no produce esa extonacién carece de individual dad, y la persona incapsz de percibirla es insensible para un aspecto importantisimo de las vinculaciones Jhumanas. Pero quedar preso en esa realidad tonal seria otra clase de ultrageneralizacin, en este caso en el te- rreno emocional mas que en el de los juicios. Tal vez podriamos aplicar a este fenémeno el término «pre: juicio emocionals. El fenémeno se presenta frecuente- ‘mente junto con el prejuicio basado en ultrageners- Iizacién, Todos esos momentos caracterfsticos del comporta- miento ¥ el pensamiento cotidianos constituyen una co- nexidn necesaria, a pesar del cardcter aparentemente casual de la eseleccién» en que aqui se presentan. ‘Todos tienen en comin el ser necesarios para que el hombre sea capaz de vivir en la cotidianidad. No hay vida cotidiana sin espontaneidad, pragmatismo, econo- micismo, analogia, precedentes, juicio provisional, ul- trageneralizacion, mimesis y entonacién. Pero las for- ‘mas necesarias de la estructura y el pensamiento de la vida cotidiana no deben cristalizar en absolutos, sino due tienen que dejar al individuo un margen de movi- miento y posibilidades de desarrollo. (Esto es impor- tante para lo que sigue). Si esas formas se absolutizan y dejan de posibilitar un margen de movimiento, nos encontremos con la extrafacién de la vida cotidiana, Extrafacion es, desde luego, siempre extranacién respecto de algo, y precisamente respecto de las posi- bilidades concretas det desarrollo especifico de ta hu manidad. La mimesis de un mismo tipo, general en la época en que atin no se habia desarroliado el individuo ‘moderno, pero formalmente presente también hoy dia, en la misma medida, se tiene que entender como pro ducto de la extrafiacion solo en este Ultimo caso, pues 64 AS las posibilidades configuradas desde entonces en la hhumanidad exigen una orientacién ampliamente indi vidual. La vida cotidiana es, de todas las esferas de la ( realidad, la que mas se presta a la extraacion. Por ‘causa de la copresencis «muda», ens{, de particular | dad y especificidad, Ia actividad cotidiana puede ser ac. | tividad especifica no-consciente, aunque sus motivos | sean, como normalmente lo son, efimeros y paricule- res. En la cotidianidad parece «natural» la. disgrega- cién, Ia separacién de ser y esencia. En la copresencia ¥ sucesiGn heterogéneas de las actividades cotidianas no tiene por qué revelarse ninguna individualidad uni- \ taria; el hombre agotado por y en sus «roles» puede \ orientarse en la cotidianidad con solo cumplir adecua- “Gamento con ellos. La asimilacién esponténea de las normas consuetudinarias dominantes puede converti- se por si misma en conformismo cuando el que las asi- mila es un individuo sin ecolumna vertebrale; y Ia par- ticularidad que aspira a una «buena vida» sin conflictos refuerza atin ese conformismo con su fe Pero la estructura de la vida cotidiana, aunque sin duda constituye un terreno propicio para la extrafia- cidn, no es en modo alguno extratada por necesidad. Subrayemos una vez més que las formas de pensa- miento y comportamiento producidas en esa estructi- tra pueden dejar perfectamente al individuo un margen de movimiento y posibilidades de desarrollo, posibili- tarle —en cuanto unidad consciente de lo especifico ¥ lo particular— una condensacién eprisméticas, por last decirlo, de la experiencia de la cotidianidad, de tal modo que ésta pueda manifestarse como esencia unita- ria de las heterogéneas formas de actividad de la coti- dianidad y objetivarse en ellas. El ser y Ja esencia no quedan separados y las formas de actividad de la co- 6s tidianidad no son formas extrafiadas en la medida en que todo eso es posible para los individuos de una épo- cca dada y en el plano maximo de individualidad —3 consiguientemente, de desarrollo de lo especifico— ca racteristico de dicka época. Cuanto mayor es la extra facién producida por la estructura econémica de una sociedad dada, tanto mas irradia Ja vida cotidiana su propia extrafiacién sobre las demas esferas. Hay extrafacion desde que existe un el desarrollo humanoespecifica y las pr desarrollo de los individuos humanos, entre la produc- cién humano-specifica y la participacién consciente del individuo en ella. Ese abismo no ha tenido la misma profundidad en todas las épocas ni para todas las cs pas sociales; asf, por ejemplo, se cerré casi completa- ‘mente en las épocas de florecimlento de la polis atica y del Renacimiento italiano; pero en el capitalismo mo- {erno se ahond6 mas alla de toda medida, Por lo demés, jamés fue enteramente insalvable ese abismo para el in dividuo sislado: en toda época ha habido un nimero ‘mayor © menor de personas que, con ayuda de st ta lento, de su situacidn, de las grandes constelaciones his {Gricas, consiguieron el salto. Pero para la masa, para los numerosos otros, subsistié el abismo igual cuando ‘era muy profundo que cuando era mas superficial. Como queda dicho, el moderno desarrollo capitalis- ta ha exacerbado hasta el extremo esta contradiceién. Por eso la estructura de la cotidianidad extrafiada em- pexé a expansionarse y a penetrar en esferas en las que ‘ho es necesaria ni constituye una condicisn previa de la orientaciéa, sino que es incluso obstaculo para esta ‘ultima, No se trata de que las categorias de la cotidianidad sean ajenas alas esferas nocotidianas. Baste con aludir a la funcién que tienen fos precedentes en la actividad 66 politica, a la de la analogia en la comparacién cient. fica y artistia, a la de la mimesis o la entonacién en cl arte. Pero esta limitada comunidad o generalidad de las categorias no significé nunca una identidad estruc- tural con —ni una asimilacién por— las formas de ac. tividad y los contenidos de Ia cotidianidad. En cambio la ciencia moderna, al ponerse sobre unos fundamentos ragmaticos, eabsorbes, asimila Ia estructura cotidia- ha; y cuando el arte moderno se decide a elegit por tema las efimeras motivaciones y a hacer abstraccién de la esencia de la vida humana, de la constante osci- Jacion, de la interaccién entre la cotidianidad y lo que no lo es, la cotidianidad absorbe incluso al arte, La estructura en cuestin, que en la cotidianidad no puede ser un fendmeno de extrafiacién, es necesariamente fenémeno de extrafiacién en el arte, en la ciencia, en las decisiones morales y politicas. Ahora bien, es evi dente que la continuidad no empieza 2 expansionar- se shacia arriba» sino cuando ya ella misma es ex wafada Repetimos: Ja vida cotidiana no es extrafiada por necesidad, a consecuencia de su estructura, sino sélo cen determinadas circunstancias sociales. En toda época ha habido personalidades representativas que han vie vido en una cotidianidad no-extrafiada; y puesto que la estructura clentifica de la sociedad posibiita el final de la extrafacién, esa posibilidad se encuentra abierta a todo ser humano. Pero eso no significa en modo alguno que Ia vida de cualquier hombre se haga especifica en su activi dad principal, en el trabajo y en las objetivaciones, Humanizacién de la vida cotidiana no quiere decir que los hombres vayan a recibir el don de la inteligen- cia de Planck, la mano de Menuhin o las capacidades politicas de Lenin, Se trata de algo que se puede expre- o sar con palabras de Goethe: todo hombre puede ser ‘completo, incluso en la cotidianidad. Pero gesmo? Sabemos que la vida cotidiana tiene slempre una Jerarquia esponténea determinada por la época (por la roduccion, por la sociedad, por el lugar del individuo fen ésta). Esa jerarquia espontinea otorga a Ia individualidad jun margen de movimiento diferente en cada caso. En la época que empezé con el despliegue de la sociedad Dbrrguesa ese marco se ensanchd, en principio al menos, ‘Siempre fue posible; pero desde que la relacién de un hombre con st clase se ha hecho «casual» (Mara), ha aumentado para todo hombre la posibitidad de cons- truirse una jerarquia consciente, dictada por su propia personalidad, dentro de ta jerarquia espontdnea. Mas las mismas relaciones y situaciones sociales que crea- on esa nueva posibilidad han impedida st desarrollo en Jo esencial; en el momento de la elevacién de toda la sociedad, 0 sea, con el final de Ia extrafiacion, se podré contar con el despliegue maximo de aquella posi- bilided. Podemos llamar, también con palabras de Goe- the, eregimiento de la vida» a la construccién de esa jerarquia de la cotidianidad afirmada por Ia individua- liad consciente «Regimiento de la vida» no significa, pues, abolicién de Ia jerarquia espontinea de Ia cotidianidad, sino s6lo gue la «muda» copresencia de la particularidad y es- pecificidad queda sustituida por la relacién consciente Gel indivicuo con lo especifico, y que esta actitud —gue es al mismo tiempo wn wengagement» moral, de com- epeisn del mundo, y aspiracién a autorrealizacién 1 autogoce de fa personalidad— «ordena» las varias y heterogéneas actividedes de In vida, El regimiento de fa vida supone pera cada cual una vida propia, aun ‘manteniendo la estructura de la cotidianidad : cada cual 68 hha de apropiarse a su modo la realidad e imponerle el sello de st individualidad. Desde luego que el regimien- to de la vida no es nunca sino una tendencia de reali- zacién mds o menos perfecta. Y es regimiento de la vida porque su perfeccién es funcién de le individua- lidad del hombre, y no de un talento particular o de una capacidad especial. ‘Como hemos visto, el regimiento de la vida no puede convertirse en posibilidad social universal més que una vez abolida y superada Ia extrafacién, Pero no es im- posible trabajar en el regimiento de la vida mientras las condiciones generales econémico-sociales favorecen adn Ta extrafiacién. En este caso el regimiento de Ia vida se hace representativo, significa un roto ala deshu- ‘manizacidn, tal como ocurrié en el estoicismo y el epi- ccureismo. En este caso le

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