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Es una de ocasiones en que la estrella internacional de la canción

Taylor Swift se ha visto más devastada. Y no es para menos.


Durante su multitudinario primer concierto en Río de Janeiro, una
joven de 23 años murió por el intenso calor que azota a Brasil y
países vecinos. Por duelo, aplazó su segunda presentación. En el
lugar donde actuaba la cantante, la temperatura era de 59 grados.
Los organizadores del evento, Time For Fun, no permitieron a los
miles de asistentes llevar botellas de agua. Ante lo ocurrido, el
Ministerio de Salud de Brasil ordenó que, de ahora en adelante, se
permita a los conciertos llevar dicho líquido y comida. Y, además,
en los de Taylor Swift los organizadores de sus dos últimas
presentaciones fueron obligados a ofrecer agua potable gratis al
público. Pero no los sancionaron por la muerte de la joven.

Lo que sucede ahora en el centro de Brasi, con temperaturas de


hasta 60 grados, es otra muestra de que el calentamiento global va
al alza. También en Siberia, en el cuerno de África y Europa, donde
los termómetros marcaron temperarturas máximas. “España se
seca”, afirman los expertos, y en Barcelona se raciona el agua para
consumo humano. México no es la excepción con una sequía que
afecta a 71 por ciento del territorio nacional, lo cual redujo
drásticamente las cosechas de maíz y frijol, productos básicos en
la dieta de 90 por ciento de la población. A la par, muere de sed el
ganado en los estados del norte. Además, están al mínimo las 251
presas más importantes que abastecen de líquido a las
poblaciones, como sucede con el sistema Cutzamala que surte a
la Ciudad de México y su área metropolitana, donde viven 25
millones de habitantes.

Tres días después de la muerte de la joven en Río de Janeiro, un


nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA) advirtió que el mundo se encamina en lo que
resta de este siglo a calentarse entre 2.5 y 2.9 grados Celsius. El
informe se conoce poco antes de que comience en Dubái la cumbre
sobre el clima COP 28. En ella se reafirmará seguramente la
necesidad de tomar medidas urgentes, drásticas, para evitar que
esta proyección se cumpla. Para lograrlo es necesario reducir en lo
que resta de esta década en 28 por ciento la generación de gases
de efecto invernadero en el mundo, a fin de no rebasar los dos
grados Celsius; y en 42 por ciento para lograr un límite de 1.5
grados.

El informe del PNUMA es muy claro: si nada cambia en los


próximos seis años, en 2030 las emisiones superarán en 22
gigatoneladas el límite de 1.5 grados Celsius, declaró el secretario
general de la ONU, António Guterres. Dicha cantidad es
aproximadamente la que emiten anualmente Estados Unidos, China
y los países que integran la Unión Europea. El PNUMA agrega otros
datos que respaldan lo anterior y los extiende al resto del planeta: el
año pasado las emisiones de gases de efecto invernadero
alcanzaron máximos históricos al aumentar 1.2 por ciento.
Además, el último octubre se registraron temperaturas medias
superiores a 1.5 grados Celsius por encima de los niveles
preindustriales. Y septiembre fue el mes más caluroso jamás
registrado, con temperaturas medias mundiales de 1.8° por encima
de los niveles preindustriales.

Y otra pésima noticia: según datos del Servicio de Cambio


Climático Copernicus de la Unión Europea, hace dos semanas las
temperaturas medias mundiales superaron el umbral crítico de 2°
por encima de los niveles preindustriales. Si estas temperaturas se
mantienen un mayor tiempo, quedarán sin cumplir los límites que
se establecieron hace ocho años en el Acuerdo de París.

Y es en este ambiente como se inicia el jueves proximo en Dubái la


Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático,
mejor conocida como COP28. En la anterior, celebrada el año
pasado en Egipto, apenas hubo consenso en cuanto a “pérdidas y
daños” para los países vulnerables y cierto progreso en el área de la
financiación climática. Nada indica que habrá avances en el tema
de la transición energética. Cuando debía ser al contrario pues la
COP28 se celebra en la región que es el centro geográfico de la
industria mundial de los hidrocarburos cuyo uso ocasiona en gran
medida el calentamiento global.

¿Y en México? Apostando más a los hidrocarburos que a las


energías verdes.

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