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Hacia la Nueva Organización

Por Peter Drucker

Durante más de un siglo, a partir de la década de 1860, la tendencia mundial se encaminó


hacia una sociedad compuesta por empleados de grandes organizaciones. Esta tendencia
parecía inexorable e irreversible. El best-seller mundial de 1965 fue un libro escrito por un
político y periodista francés, Jean-Jacques Servan-Schreiber, titulado Le Défi américain (El
desafío americano). Servan-Schreiber predijo que, hacia 1990, las cuatro quintas partes de
las manufacturas del mundo se encontrarían en manos de, como mucho, 15 empresas
multinacionales norteamericanas, cada una de las cuales emplearía a cientos de miles de
personas a nivel mundial.
Pero en el momento preciso en el que este libro vendía miles de ejemplares, la ola cambió.
La producción y las ventas de la economía mundial se han triplicado en los 30 años
transcurridos desde esa fecha. Pero, desde mediados de los '60, la mayor parte de las
grandes empresas de ese momento –norteamericanas, británicas, alemanas, francesas,
suizas e incluso japonesas– han perdido participación en el mercado en el mundo entero.
Teniendo en cuenta los ajustes por inflación, muy pocas han crecido, excepto a través de las
fusiones o adquisiciones.
Un ejemplo: en los últimos años, las exportaciones norteamericanas de manufacturas
prácticamente se han duplicado. Entre 80% y 90% de ese crecimiento provino de pequeñas
y medianas empresas [[son las proveedoras de servicios formalmente independiente???}}}.
De hecho, antes solíamos hablar de economías de escala y hoy hablamos cada vez más de
deseconomías de escala.

Sociedad de empleados
En 1914, antes del estallido de la Primera Guerra, la mayor parte de los integrantes de la
fuerza laboral de todos los países desarrollados eran empleados, pero no trabajaban para
una organización; prestaban servicios a un amo como mano de obra contratada o aparceros,
como empleados domésticos, o como aprendices y oficiales en tiendas de artesanos. Sólo
los obreros de las fábricas trabajaban para una organización y, de todos formas,
representaban una pequeña minoría –no superaban 10% de la fuerza laboral, incluso en los
países más industrializados–.
Para 1965, por lo menos cuatro quintas partes de esa fuerza laboral del mundo desarrollado
se habían convertido en empleados de empresas. De hecho, los programas de la Great
Society del presidente Lyndon B. Johnson, tales como Medicare –el programa de salud para
la población en general administrado por el gobierno–, suponían que para 1990 o 1995, casi
todos los integrantes de la fuerza laboral norteamericana habrían de convertirse en
empleados de una gran organización (y, de esta forma, contarían con un seguro de salud
pagado por el empleador y con una jubilación también aportada por él).
Pero justo cuando todos habían aceptado ya este pronóstico, la corriente cambió de
dirección. Es cierto que la gran mayoría de las fuerzas laborales de los países altamente
desarrollados trabaja para –o al menos con– una empresa. Pero cada vez con mayor
frecuencia, se desempeñan no como empleados de una organización sino como trabajadores
temporarios, para un contratista que ofrece servicios de tercerización, como expertos que
brindan servicios especializados, etc.
Sociedad de redes
Nos dirigimos hacia una sociedad de redes más que una sociedad de empleados. Durante
más de un siglo, desde las décadas de 1860 y 1870, las organizaciones se basaron en la
propiedad. Una empresa típica era dueña de aquello que consideraba su negocio, o al menos
lo controlaba. Existían los proveedores y distribuidores independientes, pero ellos estaban
afuera. La organización se basaba en el comando y el control, y estaba anclada en la
propiedad. Esta sigue siendo la estructura de las empresas tradicionales pero cada vez con
más frecuencia el comando y el control está siendo reemplazado por todo tipo de
relaciones, tales como alianzas, joint ventures, participaciones minoritarias, sociedades y
acuerdos de marketing, relaciones todas en las que nadie controla y nadie ejerce el mando
{{{permite a la cabeza de la red la máxima flexibilidad para moverse; sin que tenga que
soportar grandes costos fijos o inversiones en capital constante (maquinas, equipos, etc.)
porque de eso se ocupan las terciarizadas y empresas proveedoras de servicios. Se mueve a
aquellas actividades con mayor rentabilidad y focalizando su esfuerzo en obtener las
ganancias. Quien tiene esta capacidad sino el capital financiero transnacional con su pata
en los grandes bancos??? entonces SI existe un corazón de esta red: el capital financiero
con su capacidad de máxima movilidad para reposicionarse y mínimo riesgo,
extendiéndose a escala global. Su forma óptima es el dinero listo para ser invertido, es un
“proyecto”. Por eso necesita controlar el mercado de dinero. }}}.
Estas relaciones deben basarse en un entendimiento común de objetivos, políticas y
estrategias, en el trabajo en equipo y en la persuasión porque, de lo contrario, no funcionan.
Y mientras la antigua organización basada en la propiedad, que se caracterizaba por el
comando y el control apuntaba a ser permanente, muchas de las nuevas relaciones son
temporarias o ad hoc.
Progresivamente, las empresas, incluso las más pequeñas, deben ser dirigidas como si se
tratara de transnacionales. Su mercado puede seguir siendo local o regional, pero la
competencia que enfrentan es global. Su estrategia también debe ser global en términos de
tecnología y finanzas, productos y mercados, información y personas.

Organización necesaria
Al observar todos estos cambios y toda esta confusión, muchos hablan del "fin de las
organizaciones". Sin embargo, ésta es una de las cosas que podemos afirmar con certeza
que no van a ocurrir. Sin duda, y en teoría, la anarquía –la ausencia de la organización– es
la teoría más coherente y persuasiva. El único defecto que tiene es que no funciona.
Las organizaciones serán aún más necesarias que antes. Precisamente porque tendremos
tanta ambigüedad, tanta flexibilidad y tantas variaciones, se requerirá una mayor claridad
con relación a la misión, los valores y la estrategia, para equilibrar las metas de corto y
largo plazo, para definir los resultados.
Por sobre todas las cosas, se necesitará absoluta claridad con respecto a quién debe tomar
las decisiones finales y quién estará al mando en los momentos de crisis.
El significado de la palabra organización está sufriendo grandes cambios. La primera
definición de organización –podríamos decir la primera teoría de la organización– proviene
de la manera en la cual Federico el Grande, rey de Prusia, definió a mediados del siglo
XVIII, su invento del ejército moderno. "Un ejército", dijo, "está compuesto por tres partes:
la infantería, que camina; la caballería, que cabalga, y la artillería, que es arrastrada."
En otras palabras, a la organización se la define según la forma en la que se realizan los
diferentes trabajos. Este concepto fue la base de todas las organizaciones militares de la
Segunda Guerra Mundial. Pero también fue el concepto que sustentó el primer intento por
definir a las organizaciones empresarias: la teoría de la empresa manufacturera,
desarrollada en tiempos de la Primera Guerra Mundial por un ejecutivo francés, Henri
Fayol, el número uno de lo que era en ese entonces la compañía de explotación de carbón
más importante de Europa.
El objetivo de la organización es que el trabajo se realice. Esto requiere una estructura que
coloca a los trabajos similares, como la ingeniería, la fabricación y las ventas, en
departamentos.
Después de la Primera Guerra Mundial y de la reorganización de General Motors
Corporation por parte de Alfred Sloan (y que culminó en la década de los '50 con la
descentralización de la American General Electric Company), superpusimos al modelo de
Fayol una estructura denominada "unidad de negocios". Esta estructura intenta equilibrar la
preocupación interna por realizar el trabajo con la preocupación externa por atender al
mercado. Sigue siendo el enfoque más aceptado y sirve de sustento al debate actual sobre el
equilibrio de las "capacidades centrales" y el "enfoque hacia el mercado", y también atiende
a la preocupación por la reingeniería. {{La gran empresa integrada refleja la necesidad del
capital financiero en su fase de multinacionalización de controlar las distintas ramas de
producción en los países dependientes, por eso la gran ola de IED. Esto se da después de
la segunda guerra en la lucha de las grandes líneas de capital (Aliados-Inglaterra vs. Eje-
Alemania) por el reparto de áreas de influencia.}}}.

El costado social
Acaba de emerger un enfoque totalmente nuevo que no reemplaza a los antiguos, sino que
se superpone a ellos y que dice que el objetivo de las organizaciones consiste en obtener
resultados afuera, es decir, lograr un buen desempeño en el mercado.
Sin embargo, la organización es algo más que una máquina, como plantea la estructura de
Fayol. La organización va más allá de lo económico, definido por los resultados obtenidos
en el mercado. La organización es, por sobre todas las cosas, social. Está compuesta por
personas. Por lo tanto, su propósito debe ser poner en marcha las fortalezas de la gente y
hacer irrelevantes sus debilidades. En verdad, ésa es una de las cosas que sólo puede hacer
la organización –y la razón por la cual la tenemos y necesitamos tenerla–.
Pero aunque estos cambios que afectan a la estructura de la organización pueden ser
importantes, como también lo son los cambios resultantes que experimenta su estructura,
más importante aún es el hecho de que nos alejamos rápidamente de la creencia de que
debe haber una teoría de la organización y una estructura ideal, creencia que sirvió de base
a la definición de ejército de Federico el Grande, a la "empresa de fabricación típica" de
Fayol y a las unidades de negocios de General Motors con Alfred Sloan y General Electric
con Jack Welch.
Progresivamente, las organizaciones irán adoptando un enfoque diferente: con distintos
propósitos, distintos tipos de trabajo, distintas personas y diferentes culturas. La
organización no es sólo una herramienta. Revela valores. Revela la personalidad de una
empresa, de una institución sin fines de lucro o de un organismo gubernamental. Define y,
al mismo tiempo, es definida por los resultados de un esfuerzo determinado. El hecho más
novedoso es que nos movemos rápidamente hacia una pluralidad y un pluralismo de
organizaciones. Nos estamos acercando rápidamente a las nuevas organizaciones. {{Esto
que describe casi en forma de poema es el proceso de transnacionalización del capital
financiero, que se llama así porque se independiza de lo que es la producción real, solo
organiza y enlaza las distintas empresas productoras pero no se hace cargo de las
pérdidas. Entonces las pequeñas empresas independientes deben mantenerse dentro de la
competencia por si solas, innovando y estando al día. }}.

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