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Quién es el Dr. Carvajal, ``Padre`` de la Sintergética?

Nacido en Medellín (Colombia), el Dr. Jorge Iván Carvajal Posada es médico


cirujano por la Universidad de Antioquía y pionero en medicina
bioenergética en Latinoamérica. Sin embargo, es un médico al que no le
gusta que le llamen “doctor”. “Que me llamen por mi nombre de pila es una
forma de mantener un lenguaje y un trato horizontales, más humanos, lo
cual mejora la relación médico-paciente y, con ello, el proceso de curación del
enfermo. Lo primero en Medicina es la cercanía”, explica. Pese a haber
recibido una beca para continuar estudiando en el extranjero, nada más
terminar sus estudios se desplazó a la selva colombiana para trabajar
durante cuatro años al servicio de las comunidades indígenas. Allí fue,
precisamente, donde terminó por abrirse a la complementariedad y a la
síntesis. “Enseguida comprobé que los chamanes tenían excelentes
resultados allí donde nosotros no llegábamos. Así que me puse a estudiar, a
investigar… Me hice amigo de ellos, especialmente del que ahora considero
mi gran maestro, el indio Alfonso. Analicé qué resultados objetivos había y
el mundo terminó por derretírseme: la energía, lo etéreo… ¡también
arrojaban efectos tangibles! Ahí empezó todo”.

Una nueva concepción de Salud


Para entender la sintergética hay que hacer un viaje hacia un nuevo concepto
de salud y de enfermedad. Y es que, cuando en medicina natural decimos que
un trauma al nivel de las emociones puede derivar en una enfermedad, resulta
de lo más comprensible. De hecho, no son pocos los terapeutas que hablan de
cánceres provocados por conflictos emocionales, relacionales… Ahora bien, ¿y
si yo le digo que esas cicatrices energéticas pueden venir incluso de tiempos
pretéritos en los que uno ni siquiera había nacido? Por ejemplo, de un drama
familiar vivido por los padres cuando eran niños o incluso por los abuelos.
Y aún hay más: ¿y si le digo también que esos traumas se inscriben de tal forma
en nuestro ADN que pasan a formar parte de nuestra programación celular? Es
decir, que los llevamos inscritos en nuestra propia genética, por lo que resulta
imposible atajarlos (ni con el mejor de los psicoterapeutas durante años de
tratamiento) si no es precisamente a ese nivel, actuando sobre la programación
celular.

Esto es ni más ni menos lo que propone la sintergética: armonizar nuestra salud


al nivel de la energía y de la información que esta aporta, registrando y
descodificando el código de frecuencias que cada parte del organismo emite.
De ese modo se detectan y se tratan los posibles cortocircuitos o interferencias
que existen en la emisión electromagnética del cuerpo, los cuales podrían
definirse como “‘ruidos’ que alteran la dinámica sutil de las comunicaciones entre
todos los sistemas orgánicos”. Lo mejor es que todo ese proceso, que encontrará
desgranado punto por punto un poco más adelante, se pone en marcha ¡en solo
una sesión! De hecho, creo que eso es precisamente lo más significativo de la
sintergética para el Dr. Jorge Carvajal, quien sentó las bases de este nuevo
paradigma hace ya un par de décadas.

Cuando le pregunté cómo es una sesión en la consulta de un médico


sintergético, hizo hincapié en que es muy importante que el paciente se
involucre en el proceso, comprendiendo en todo momento qué se está haciendo
y por qué. Es decir, que el médico sintergético debe ser claro explicando qué
información arroja el cuerpo y cómo se interactúa con el biocampo para
corregirla en caso necesario. “Es importante que el paciente confíe en la terapia, pues
así se corresponsabiliza en su sanación”, explica.
El Dr. Carvajal, que ha recorrido medio mundo en sus largos años de
trayectoria profesional, está convencido de que la relación médico-
paciente tiene un enorme valor terapéutico en sí misma. Y es que además
muchos pacientes solo necesitan, en buena medida, hablar. Pero ojo porque no
únicamente la relación médico paciente resulta sanadora, sino que todas las
relaciones que establecemos con nuestro entorno -e incluso con nosotros
mismos- pueden convertirse en la mayor fuente de enfermedad o de salud.
Veamos cómo.

La salud emocional, clave de supervivencia


Los traumas -anteriores o no a nuestra propia existencia, como ya hemos visto-
importan además de por el momento clave en el que se viven (lo que en
sintergética se denomina “punto nodal” de la historia de vida), por el cómo se
viven. Y es que la forma en que afrontamos cada una de las cosas que nos
suceden, en particular las más dramáticas, deja una impronta en nuestro
cuerpo físico a través de una huella energética.
Así, la diferencia entre desarrollar una enfermedad grave o no hacerlo tras un
evento traumático que nos haya marcado puede residir en algo aparentemente
tan “simple” como el sentirse acompañado y escuchado en el proceso de
recuperación. Es decir, en vivir esa situación con confianza y esperanza o, por
el contrario, sentirse abandonado y en peligro.
Ese es el motivo por el que en sintergética se acostumbra a preguntar a los
pacientes cuál es el evento más duro al que se han enfrentado y cómo lo han
vivido. “Aunque en medicina convencional no se suele preguntar por ellas,
esas cicatrices emocionales y energéticas cuentan mucho a la hora de
desarrollar una enfermedad”, explica el Dr. Carvajal. Y en efecto muchos
autores coinciden en que hasta un 70% de las enfermedades crónicas pueden
asociarse a conflictos emocionales no resueltos. Por tanto, puede decirse que las
“radiaciones humanas” son un capítulo relativamente desconocido pero
importante para la comprensión de las enfermedades crónicas. Según Carvajal,
de hecho, constituyen la peor contaminación, pues las emociones negativas
dañan a los demás, a uno mismo… y encima lo hacen a través de un
bombardeo continuo del que mucha gente no logra escapar. “Se habla mucho de
los tóxicos, de los conservantes, de los ultraprocesados… Y por supuesto hay que
evitarlos. Pero también vemos polución emocional en muchas enfermedades.
Ambientes de intolerancia, de violencia, de maltrato… Insistimos mucho en la dieta,
pero la principal nutrición del cuerpo es cómo nos relacionamos a nivel emocional, lo
cual afecta a nuestro biocampo electromagnético”.

“La principal nutrición del cuerpo es cómo nos relacionamos emocionalmente,


también con nosotros mismos”

Información energética capaz de sanar


Acabamos de ver que las relaciones y las emociones influyen en nuestro campo
electromagnético, y lo cierto es que lo hacen de una forma perfectamente
medible a través de las prácticas y las tecnologías apropiadas, como por
ejemplo las que utiliza la sintergética. Pero es que además de ello esta terapia
propone influir directamente en el biocampo a través de estímulos en
resonancia con sus propias emisiones. El objetivo último en este caso es
desactivar las informaciones fallidas que se han instalado en nuestra
programación celular y que afectan a nuestra fisiología y a nuestra salud.
En realidad, la consideración de la energía como agente patológico es un punto
común con numerosas terapias y técnicas ancestrales como la acupuntura, la
quiropráctica, la reflexoterapia, la auriculoterapia… Lo que hace la sintergética
es ir un paso más allá descodificando aquella información que es errónea e
intercambiándola al momento por los mensajes correctos, lo que permite
reprogramar el organismo a nivel celular. Por hacer un símil, es como si un
informático accediese al disco duro de un ordenador -en este caso las células
del organismo- y lo resetease casi de cero.
Por supuesto, para materializar esta técnica en algo tan “sencillo” de explicar se
han necesitado “muchos años de investigación clínica del campo bioplásmico [un
plasma electrónico activado que nos penetra y nos rodea] y de su integración con
campos de información y de conciencia, lo que en su conjunto conforma el ‘campo
relacional’ o ‘campo R’”. Este es, ni más ni menos, el nivel en el que toda la
información confluye y se interrelaciona, pudiendo influirse y modificarse.

Pero ¿cómo opera la Sintergética exactamente?

Las técnicas y herramientas de las que se vale la sintergética están inspiradas,


por supuesto, en las disciplinas y ciencias de las que ha bebido. Por ejemplo, se
usan los puntos de acupuntura pero no sus agujas, ya que su estimulación se
realiza con pulsos específicos de luz y de láser. Se tienen en cuenta conceptos
de la terapia neural como el del campo interferente, pero en lugar de las
infiltraciones se usan filtros y campos electromagnéticos pulsados. Se extraen
ideas o nociones de la cibernética, pero no sus sofisticados elementos
electrónicos ni sus computadores…
En realidad, lo que se usan son elementos de alto poder energético pero tan
sencillos como los imanes, los colores, la luz, las manos, etc. Y es que algo tan
básico como un haz de luz -con la intensidad y la frecuencia adecuadas- puede
servir para establecer un diálogo con el campo de energía de un organismo.
Solo hay que saber hacerlo de la forma correcta, condensando el vasto
conocimiento de las distintas disciplinas terapéuticas.
Eso sí, por simples que sean, algunos de los equipos de los que se vale la
sintergética han sido creados o modificados ex profeso para ella. Es el caso de los
filtros, principal herramienta de esta disciplina. Se trata de unos dispositivos
desarrollados inicialmente por Paul Nogier, padre de
la “auriculomedicina” (quizá la fuente de inspiración más importante de la
sintergética), y que contienen muestras de sustancias -como por ejemplo
moléculas de enzimas y hormonas- que permiten reconocer e interpretar la
respuesta del organismo a su aplicación sobre el biocampo.
Más de cuatro décadas de exploración con sustancias, filtros, rangos
cromáticos, luz láser, imanes y sonidos a distintas frecuencias han permitido la
sistematización de técnicas utilizadas hoy en muchos países por centenares de
médicos y terapeutas. ¿Cómo lo hacen? Pues en realidad, cualquiera que sea la
herramienta empleada, el método de detección es en esencia el mismo.

En primer lugar, se mide la reacción al pulso tras la exposición al estímulo en la


zona del cuerpo que se quiere evaluar. Cuando se consigue lo que se denomina
una “señal autónoma vascular” (es decir, cuando el pulso varía en respuesta a
ese estímulo), se identifica una anomalía o “ruido” (en sí mismo un indicador
patológico o respuesta de estrés frente a la información codificada en el
estímulo) y, justo a continuación, se desencadena un intercambio de
información a la velocidad de la luz entre el estímulo externo y la propia
emisión del organismo. Este intercambio permite al tejido alterado restaurar su
programa original o “memoria de salud”, recuperando lo que se considera una
frecuencia normal o “fisiológica”.

“El principal equipo de medida es el propio organismo”, explica el Dr.


Carvajal. “Se exploran tejidos, órganos y sistemas con estímulos reconocidos y
precisos y se mide la respuesta individual de cada organismo. Y, aunque frente
al mismo tipo de estímulos y el mismo diagnóstico existe una gran
variabilidad en los patrones de respuesta, la sintergética es capaz de
identificar y corregir, de un modo personalizado, esos patrones de información
anómala que, al igual que un ruido, están interfiriendo en el programa de la
salud”. Es decir, que como usted mismo ya habrá podido deducir el
tratamiento comienza en el momento mismo del diagnóstico.

El tratamiento Sintergético, paso a paso


Una sesión con un médico sintergético puede durar alrededor de una hora,
siendo lo primero que se aborda la historia clínica del paciente. Eso implica una
escucha activa por parte del médico, pero también un amplio
interrogatorio. “Se hacen preguntas que uno jamás pensaría que oiría de boca de un
médico”, ríe Carvajal. Por ejemplo, ¿cómo fue su nacimiento?, ¿cómo vivió su
madre el embarazo? o ¿qué tragedias familiares le han precedido? Es de ese
modo que se abordan los puntos nodales de la historia del paciente; es decir,
aquellos conflictos o cismas energéticos que, incluso si uno no es consciente de
ello, se han inscrito en su organismo y su salud dejando una profunda huella
fisiológica y epigenética.

Solo una vez se ha entendido por completo el contexto de la persona, se pasa a


hacer el diagnóstico/ tratamiento. Y es que, como acabamos de ver, en
sintergética las herramientas que permiten identificar los desarreglos de
frecuencia también los corrigen sobre la marcha, en concreto en un proceso que
se denomina “balance energético”. De ahí que sea capaz de poner a un
paciente en el camino de la curación ¡en solo 60 minutos!
Y no solo eso: por sorprendente que parezca, esa misma información correctora
es trasladada a través de un pequeño complejo de microtúbulos hasta un bote
con semillas en el que esos datos quedan retenidos. Después, de la mano del
agua que se añade al frasco (no olvidemos que el líquido elemento es capaz de
memorizar y transmitir frecuencias) dará lugar a un tratamiento que el
paciente deberá tomar en los meses siguientes, por lo general a razón de una
gota al día, ya en su casa.
De ese modo el paciente se expone cada día a un “recordatorio” de la
información correctora que ya recibió en la consulta. Y es que, una vez acabado
el balance energético, ha terminado la primera fase del tratamiento sintergético
y puede que ya no necesite regresar para tratar la misma dolencia. En efecto,
muchas personas solo regresan meses o años después para lo que es más
importante: promover y recrear su salud.

La auténtica revolución de la Sintergética


El Dr. Carvajal habla de la sintergética como de una terapia revolucionaria,
contundente y de muy bajo coste. “No se ve al paciente cada semana o cada 15 días,
como suele ser habitual, a no ser que tenga una enfermedad muy grave”. De hecho,
suele darse una única cita para una revisión, ya sea medio año o un año más
tarde. “Frente a otras terapias costosas y muy largas, aquí la gente se libera de la
dependencia del médico. Yo mismo tengo muchos pacientes que no vuelven nunca
porque no lo necesitan”, relata.
Pero ¿cómo se puede poner en marcha un proceso curativo de tal magnitud en
tan solo 60 minutos? Esa es la pregunta que muchos se estarán haciendo a estas
alturas. Pues porque la sintergética actúa, como ya hemos visto, en el nivel
global de la información, lo que abarca desde el espectro denso de las
moléculas, las células y los sistemas orgánicos hasta los espectros más sutiles
de los campos energéticos, emocionales y mentales. “La vida es información y esta
ocupa todo un campo de conciencia cuyas alteraciones pueden tener sus raíces en el
mismo desarrollo fetal y transpersonal, algo a lo que las terapias convencionales no
pueden llegar”.
Lo mejor de todo, en cualquier caso, es que no solo sirve para curar, sino que
también pone en marcha lo que se conoce como “salutogénesis” (es decir,
convertir a una persona en “generadora de salud”). Por supuesto, todo ello
pasa porque el paciente se involucre desde el primer minuto. Y de ahí que sea
tan importante que entienda qué sucede en la consulta y cómo se llega a su
diagnóstico, además de que se acepte como pieza clave de la recuperación.
También por ello, además del mencionado medicamento que tomará a diario,
gota a gota, y que el paciente recibe nada más acabar la consulta, se le ofrecen
pautas específicas e individualizadas para mejorar su salud. De ese modo se le
aconseja una dieta personalizada, restauración de hábitos y ritmos saludables,
meditación, ejercicios… Y también dejar atrás el pasado, perdonarse y amar se.
¡Todo un programa para ayudarle a asumir su responsabilidad como “creador
de salud”!
Responsabilidad, culpa y victimismo
Llegados a este punto, me resulta inevitable preguntar al Dr. Carvajal sobre el
concepto de “culpa”. Y es que es complicado, cuando uno se hace responsable
de su salud, tener presente que, como en todo en la vida, también en este
campo somos aprendices y tenemos derecho a equivocarnos. Asimismo, ya
hemos visto la gran cantidad de factores que afectan a nuestra salud y bienestar
sin que seamos siquiera conscientes de ellos. ¡Son tantas las circunstancias que
suman a la hora de hacernos enfermar…!
De lo que sí somos responsables únicos, en cambio, es del papel que
adoptamos, de nuestra actitud ante la adversidad. Y en este sentido adoptar
una perspectiva de víctima, algo muy común en nuestros días, solo sirve para
contaminarse emocionalmente con energía negativa. “Esa es precisamente la
razón por la que ponemos en manos del paciente su propia curación desde la primera
sesión [con pautas, complementos nutricionales, dieta, un plan de
ejercicios…]. Solo así pasa a tomar un papel activo y a mejorar lo que está a su
alcance.
La vida es un proceso de expansión de la conciencia desde el reino mineral, pero en el
ser humano alcanzamos la conciencia de la conciencia, es decir, la conciencia
reflexiva. Esa es la clave de nuestra ‘responsabilidad’. Pero esta no debe ser entendida
como una carga sino como la posibilidad de corresponder al mundo, de cumplir nuestro
papel para con la propia vida”.

El inapelable futuro de la medicina

Pese a que defiende un concepto totalmente rompedor y que podría poner los
pelos de punta a los médicos ortodoxos más acérrimos, el Dr. Carvajal se
muestra optimista respecto al futuro de la medicina integrativa y de la
Sintergética en particular. De hecho, defiende que desde hace unos años la
medicina convencional traza un camino cada vez más marcado hacia la
personalización y la integración. “Es algo observable en muchas especialidades,
como por ejemplo la oncología. Ya no se trata solo un tumor, sino un paciente con
cáncer teniendo en cuenta la variedad de la mutación genética sufrida, su perfil
histológico, sus componentes moleculares…
Hay una tendencia irreversible hacia una medicina más precisa e individualizada, así
como a poner sobre la mesa temas sobre los que no se habla en la facultad. De hecho,
buena parte de los médicos convencionales ya mezclan lo que saben de la carrera con
algunos preceptos extraídos de lo que se conoce como ‘terapias alternativas’”, asegura.
Y ojo: algunos lo hacen incluso si jamás lo reconocerían en público. “Yo incluso
tengo médicos que vienen como pacientes a consulta, pero que jamás lo contarían.
¡Como si eso fuera una vergüenza!”, bromea.
Ojalá sea cierto, como él afirma, que las fronteras se estén disolviendo. “La
ciencia es una maravilla, pero el cientifismo es una barbarie de la peor especie. Una
mente reduccionista, discriminatoria y cerrada no es una mente científica. Y lo peor:
conduce a la usurpación del nombre de la ciencia para hacer de ella una inquisición.
Hay que abandonar el discurso de ‘buenos y malos’. La solución solo está en la
integración y por suerte vamos hacia ella. Eso es precisamente la esencia de la
sintergética”, concluye.

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