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Resumen, tema y comentario del siguiente texto.

Es necesario también indicar el tipo de texto según su modo


de elocución y su género.

Creo que la literatura es la enseñanza más formativa que puede recibir el hombre. Es necesario explicar lo
que entiendo aquí por «enseñanza» y por «literatura». Mi concepto, ahora, de literatura es enormemente
amplio, tanto que haría torcer el gesto (quizá con razón) a críticos algo exigentes. Tiene sus orillas en los
géneros más populares, desdeñados en los círculos literarios selectos; llega a toda la información de los
periódicos (aun la meramente noticiosa); pero su centro está en ese prodigioso ámbito espiritual donde son
lumbreras fijas Homero, Virgilio, Dante, Shakespeare, Cervantes, etc. No sé qué extensión se ha querido dar
a la voz «literatura» en la pregunta que se me ha hecho. Lo más frecuente es que la reduzca a ese centro
intensamente selecto y a sus aledaños. El crítico, o el teorizador convendrá muchas veces que así lo haga.
Pero, como lector, debo confesar que no siento una diferencia esencial: «yo soy aficionado a leer aunque
sean los papeles rotos de las calles».
La lectura modifica al hombre en su inteligencia, en sus afectos y en su voluntad: toda la esfera
moral de nuestro ser. Toda lectura, y en grado más intenso, la lectura de esa porción nuclear o centro de lo
que he llamado «literatura». El hombre interpreta el mundo, y se encuentra a sí mismo, por medio del
lenguaje, que le proporciona las primeras nociones inmediatas de su posición y su significación en el
universo. La experiencia vital las profundiza por reiteración y las amplía. Una segunda comprensión más
profunda se gana por la literatura, verso y prosa: toda al niño ya, en rimas y juegos infantiles; hasta el adulto
analfabeto llega en canciones y coplas (maravilloso hermanaje del ritmo literario y el musical), y en refranes
y cuentos. […] No nos damos cuenta de cómo aun las zonas de la literatura consideradas como menos
valiosas están operando, constantes, sobre millones de cerebros: el mundo es una sucesión y un
entrecruzamiento infinitos, de nexos, de mutuas relaciones, y esa maraña se simplifica, se aclara y precisa
por el lenguaje; pero la literatura, aun la más popular, añade a cada instante nuevos elementos idiomáticos
para la explicación de lo que nos rodea y de nosotros mismos; llegan a nuestro cerebro, gracias a la literatura,
conceptos que nos eran desconocidos y, al mismo tiempo, las fórmulas idiomáticas precisas para expresarlos.
[…]
No estoy hablando hasta aquí acerca de afectos, sino de conceptos (impresión y expresión); y pienso
especialmente ahora en el aumento de exactitud con que nuestra mente campea en el mundo cuando ha
bebido largamente en el núcleo de la Weltliteratur.
Dámaso Alonso, en AA.VV, Literatura y educación (1974)

Oraciones para analizar sintácticamente:


No estoy hablando hasta aquí acerca de afectos, sino de conceptos.
La lectura modifica al hombre en su inteligencia, en sus afectos y en su voluntad.
Tiene sus orillas en los géneros más populares; llega a toda la información de los periódicos; pero su centro
está en ese prodigioso ámbito espiritual donde son lumbreras fijas Homero, Virgilio, Dante, Shakespeare,
Cervantes.

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