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En México, la generación de energía alcanza unos 80 mil megavatios (MW), considerablemente por

encima de la demanda de aproximadamente 30 mil MW. La matriz energética mexicana se caracteriza


por su diversificación, abarcando tanto fuentes renovables como no renovables. Entre las fuentes
renovables, se destacan las minihidroeléctricas, cuyo potencial se encuentra principalmente en el sur del
país, aunque su contribución a fines públicos es limitada.

La energía eólica, obtenida mediante turbinas que convierten la energía cinética del viento en
electricidad, se concentra en áreas con alto potencial, como el Istmo de Tehuantepec, noroeste de
Quintana Roo, centro-sur de Zacatecas y límite noroeste del Valle de México. La energía solar,
aprovechada mediante sistemas fototérmicos y fotovoltaicos, tiene un amplio potencial en todo el
territorio mexicano debido a su ubicación geográfica y características climatológicas.

La biomasa, obtenida de diversos recursos como vegetación, residuos agrícolas y urbanos, se utiliza
mediante la combustión directa o procesos biológicos. En México, se observa un creciente interés en
aprovechar residuos urbanos para la generación de energía. Además, el país cuenta con centrales
nucleares que utilizan la fisión nuclear para convertir el calor en electricidad, generando 2.1 Tera vatios
sin emitir gases de efecto invernadero.

En el caso específico de Baja California, el 25% de la electricidad proviene de fuentes limpias,


destacando la planta geotérmica en Cerro Prieto, que contribuye con más del 20%. Sin embargo, el 75%
restante se genera mediante combustibles fósiles, principalmente gas y diesel, provenientes de
termoeléctricas en Rosarito y Mexicali.

A pesar de los avances en fuentes renovables, la dependencia de combustibles fósiles sigue siendo
significativa en ciertas regiones, subrayando la importancia de continuar optimizando la matriz
energética para reducir costos y minimizar la huella de carbono.

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