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Las Escuelas Normales y La Vida Cultural
Las Escuelas Normales y La Vida Cultural
FLAVIA FIORUCCI
“Digging downward in intellectual history calls for new methods and new material,
for grubbing in archives instead of contemplating philosophical treatises”2
E
n 1930 Buenos Aires era el escenario de una renovación cultural que aún si
periférica se manifestaba intensa y vertiginosa.3 Los cambios se daban al com
SiVGHXQDVRFLHGDGWUDQV¿JXUDGDSRUHOFDSLWDOLVPR\ODLQVHUFLyQGHIRUPDV
modernas en la vida cotidiana.4 En ese contexto, la vida cultural se caracterizaba por
la presencia de circuitos y mercados diferenciados para el intercambio de productos
culturales también diversos. Mientras las vanguardias artísticas se abocaban a sus pro
\HFWRVGHH[SHULPHQWDFLyQHVWpWLFD\DSHODEDQDXQS~EOLFRVR¿VWLFDGRSUROLIHUDEDQ
ODVHGLFLRQHVEDUDWDVGHFOiVLFRVSDUDHOD¿FLRQDGRSREUH(QSDUDOHORHOFDPSRLQWH
OHFWXDOVHD¿UPDEDSDXODWLQDPHQWHFRPRXQPLFURFRVPRVUHJLGRSRUOH\HVSURSLDV
Los productos y los escenarios de esta cultura que según Beatriz Sarlo se caracterizó
por la mezcla, han sido estudiados por la literatura en extenso y en sus manifestacio
nes individuales. ¿Pero qué pasaba más allá de Buenos Aires y de las ciudades más
DIHFWDGDV SRU ODV WUDQVIRUPDFLRQHV HFRQyPLFDV \ GHPRJUi¿FDV FRPR 5RVDULR" /D
respuesta es que es muy poco lo que sabemos de la vida cultural en esa zona que toda
vía hoy se conoce como el interior.5 Pensar la vida intelectual y el consumo cultural
1 Quisiera agradecer los comentarios de Paula Laguarda, Laura Ehrlich y Lucía Lionetti a una versión
preliminar de este trabajo.
2 DARTON, Robert “The High Enlightenment and the LowLife of Literature”, en The Literary Under
ground of the Old Regime, Harvard University Press, Cambridge, 1982, p. 1.
3 El centro de irradiación cultural se encontraba en las metrópolis europeas, especialmente en París.
Sobre la forma cómo se organiza la cultura a nivel mundial véase CASANOVA, Pascale La república
mundial de las letras, Anagrama, Barcelona, 2001.
4 Para un análisis de estas transformaciones véase SARLO, Beatriz, Una modernidad periférica: Buenos
Aires 1920 y 1930, Nueva Visión, Buenos Aires, 1988.
(OFRQFHSWRGHLQWHULRU\SHULIHULDVRQXWLOL]DGRVDTXtSDUDGHQRPLQDUDTXHOORVHVSDFLRVJHRJUi¿FRV
que no correspondían a las grandes urbes. No son designados a priori como el lugar de la tradición o
el retardo. Sobre el tema de la relación entre centro y periferia en la producción cultural ver CASTEL
NUOVO, Enrico y GINZBURG, Carlo “Centro e Periferia”, en Storia dell´arte italiana, Parte I, Vol.
132 Intelectuales, cultura y política
9 Los estudios magisteriales se seguían luego de terminados los estudios primarios y estaban regidos
por un programa de cobertura nacional. En un principio (hasta 1887) el plan de estudios estipulaba
un ciclo de cinco años, luego se acortó a tres y en 1904 se volvió a alargar a cuatro. En la práctica la
mayoría de las escuelas se regían por un ciclo de 4 años según lo muestran las memorias enviadas por
sus directores al Ministerio.
10 La aplicación de la ley 1420 no era nacional desde el punto de vista territorial porque sólo tenía apli
cación en las escuelas que dependían de las autoridades nacionales. Véase “Ley 1420”, en CAROU,
Ramón y LOUTON, Enrique –compiladores– Digesto de Instrucción Primaria Leyes Decretos y Reso
luciones Vigentes para las Escuelas y Dependencias del CNE, Consejo Nacional de Educación, Buenos
Aires, 1920, artículo 52. En el caso de las provincias el CNE tenía que competir con el poder de los
Consejos Generales de Educación preexistentes. Sobre la educación en el interior del país véase PUIG
GRÓS, Adriana –directora– La Educación en las Provincias y en los Territorios Nacionales, Galerna,
Buenos Aires, 1993; TEDESCO, Juan Carlos y CARDINI, Alejandra “Educación y sociedad: proyec
tos educativos y perspectivas futuras”, en TORRADO, Susana –compiladora– Población y Bienestar
en la Argentina del Primero al Segundo CentenarioUna Historia social del siglo XX, Edhasa, Buenos
Aires, 2007, pp. 439461. En cuanto a la laicidad es importante aclarar que si bien se interpreta que la
Ley estipulaba una educación laica ésta no prohibía la enseñanza de la religión.
11 La inspección se creó en 1882 y la reglamentación de la inspección se produjo en 1889. Véase BER
TONI, Lilia Ana “Una Burocracia Temprana. El Consejo Nacional de Educación, 18801900”, mimeo.
Los inspectores tenían adjudicadas funciones de control pero también de formación y profesionaliza
ción de la docencia y sus informes pesaban a la hora de asignar recursos.
12 (OLQFUHPHQWRGHHVFXHODVQDFLRQDOHVGHLQMHUHQFLDGLUHFWDGHO&1(IXHPX\VLJQL¿FDWLYROXHJRGHSUR
mulgada la ley Láinez. En 1906 había 291 escuelas de este tipo en el país y en 1933 su número llegaba a
3.272 según datos estadísticos del Ministerio. Véase Cincuentenario de la Ley 1420Memoria sobre el
134 Intelectuales, cultura y política
Desarrollo de las Escuelas Primarias desde 1884 hasta 1934, Consejo Nacional de Educación, Buenos
Aires, 1938, p. 201.
13 PUIGGRÓS, Adriana Qué pasó en la educación argentina Breve historia desde la conquista hasta el
presente, Galerna, Buenos Aires, 2002, pp. 7389. Sandra Carli sostiene que la instalación de las escue
las Laínez consistió en una “intervención autoritaria” de la Nación, porque la ley anuló “buena parte de
los logros alcanzados por la acción propia de los vecindarios”. Los alumnos se pasaban a esas escuelas
por el no pago de matrícula o el acceso a útiles escolares, y por el traslado de los propios maestros
que accedían a mejores salarios. CARLI, Sandra Entre Ríos. Escenario Educativo 18831930, Paraná,
Facultad de Ciencias de la Educación, 1995, p. 88.
14 Había además 1.062 escuelas privadas. Véase, Cincuentenario de la Ley..., cit., p. 230.
15 Las escuelas normales no eran una creación local. Este tipo de establecimientos habían aparecido en
masa en Europa en el siglo XIX, al mismo tiempo que se estaban desarrollando y organizando los sis
temas nacionales de educación. Véase ESCOLANO, Benito “Las Escuelas Normales, Siglo y Medio
de Perspectiva Histórica”, Revista de Educación, núm. 269, pp. 5576.
16 A través de la formación normal se buscaba garantizar tanto el acceso a la educación –se precisaba
asegurar la producción constante de docentes si se quería sostener un sistema público de instrucción–
como la homogeneidad de la formación impartida. Esto último se explica por el papel que en esa época
se le adjudicó a la educación en la formación de la nacionalidad. Sobre la relación entre escuela normal
y proyecto homogeneizador en la Argentina véase ALLIAUD, Andrea Los Maestros y Su Historia. Los
Orígenes del Magisterio, Gránica, Buenos Aires, 2007.
17 En términos estrictamente estadísticos el proceso fue exitoso ya que se logró proveer de maestros al
sistema. No obstante, distintas voces cuestionaron la calidad de la enseñanza impartida por las escuelas
normales. Otro tema que fue muy debatido fue la feminización del magisterio. Como es conocido, el
magisterio se convirtió rápidamente en una profesión casi exclusivamente de mujeres y este hecho
generó alarma por los posibles efectos sociales que el sesgo femenino podría traer aparajedo. Sobre las
características que signaron este ciclo fundacional véase FIORUCCI, Flavia “La fundación de escuelas
normales en argentina: apuntes para una historia del normalismo”, mimeo. Sobre los problemas refe
rentes a la feminización véase MORGADE, Graciela “La docencia para las mujeres: una alternativa
contradictoria en el camino hacia los saberes legítimos”, en MORGADE, Graciela –compiladora– Mu
jeres en la educaciónGénero y docencia en la Argentina 18701930, Miño y Dávila, Buenos Aires,
Las escuelas normales y la vida cultural 135
Cuadro 1
Número
Año de Escuelas Características Lugar
fundadas
1869 1 Mixta Paraná
1872 1 Mixta Concepción del Uruguay
1874 2 1 varones 1 de mujeres Capital
1875 2 1 varones y 1 de mujeres Tucumán
1878 3 1 varones y 2 de mujeres Mendoza y Catamarca (mujeres)
1879 2 Mujeres Rosario y San Juan
1880 1 Mujeres Santiago
1881 1 Mujeres Salta
1883 2 Mujeres y 1 varones Catamarca (varones) y Corrientes (muje
res)
1884 4 Mujeres Córdoba, Jujuy, La Rioja y San Luis
1886 8 4 Varones 4 Mixtas Córdoba, Santa Fe, Corrientes y San Juan
(varones) Mixtas: Dolores, Azul, Mercedes
y San Nicolás
1887 3 3 Varones San Luis, La Rioja y Jujuy
1888 4 2 varones y 2 mixtas Santiago, Salta, Río Cuarto y La Plata
1893 1 Varones Rosario
1894 1 Mixta Mercedes (San Luis)
1895 2 1 mixta 1 mujeres Esperanza y Lenguas Vivas
1903 3 Varones Regionales: Corrientes, Catamarca y San
Luis
1905 3 1 mujeres 1 mixta Núm. 3 de Capital (mujeres), Pergamino y
Chivilcoy
1997, pp. 67114; YANNOULAS, C. Silvia Educar: ¿Una profesión de mujeres? La feminización del
normalismo y la docencia (18701930), Kapeluz, Buenos Aires, 1996.
136 Intelectuales, cultura y política
Las escuelas de Varones creadas desde 1875 hasta 1893 fueron anexadas a los colegios nacio
nales y suprimidas luego en 1903.
Fuente: Datos basados en “Cuadro N. 21”, en Memoria Presentada al Ministerio de Justicia e
Instrucción Pública 19211922, Tomo II, Buenos Aires, 1923.
Las escuelas normales y la vida cultural 137
El Cuadro 1 muestra que si bien algunas fundaciones anteceden a la ley 1420 (19 en
total), la creación de escuelas normales fue sostenida y se aceleró luego de 1884.18
En las tres décadas subsiguientes a la sanción de la ley de educación común el estado
argentino fundó 81 escuelas normales en lugares diversos. En ese lapso es posible re
conocer dos épocas particularmente pródigas: en los años posteriores a la aprobación
de la ley 1420, cuando se abrieron establecimientos en las capitales provinciales, y
alrededor del Centenario, momento en que se fundaron escuelas en lugares más remo
tos, en los territorios nacionales, en ciudades pequeñas y en pueblos vinculados a la
campaña rural. Las primeras fundaciones respondían a una ley promulgada en 1875
que se había trazado como objetivo establecer escuelas normales en las capitales de
las 14 provincias existentes al momento. En su mayoría, las escuelas que aparecieron
en el segundo periodo, se asentaban en zonas que habían recibido una proporción
importante de inmigrantes y/o en lugares donde el número de aspirantes al magisterio
era muy grande.19
Las fundaciones de escuelas normales en centros receptores de inmigrantes te
QtDQTXHYHUFRQHOFUHFLPLHQWRGHPRJUi¿FRGHHVDVUHJLRQHVFRQODQHFHVLGDGGH
proveer de maestros al sistema de instrucción pública en el interior, pero también con
las preocupaciones que afectaban a las elites acerca de los efectos que traía aparejada
la ola inmigratoria en la consolidación nacional. A medida que el número de inmi
grantes aumentaba y que estos se mostraban resistentes a la asimilación, los mismos
se convertían en los ojos de muchos de los contemporáneos en “una amenaza” para el
orden político y social.20 Además, en poblaciones remotas era frecuente la presencia
GHHVFXHODV\GRFHQWHVH[WUDQMHURVORTXHIXHLGHQWL¿FDGRFRPRXQSUREOHPDSRUOD
burocracia educativa desde muy temprano. En el primer informe elaborado por el
inspector de territorios Raúl B. Díaz en 1890 éste había advertido alarmado que de los
52 maestros que había en esas jurisdicciones sólo 3 contaban con diploma argentino y
los nativos eran menos de la mitad (23 en total).21
/DDSUHVXUDGDUDPL¿FDFLyQGHOVLVWHPDGHHVFXHODVQRUPDOHVVHGLYLVDFRQPD\RU
claridad si observamos la distribución de estos establecimientos por provincia o terri
WRULRDO¿QDOGHOSHULRGRGHVXPD\RUH[SDQVLyQHQ22
18 Hubo algunos intentos anteriores a 1870 pero esas escuelas no prosperaron. Véase GVIRTZ, Silvina
Nuevas y viejas tendencias en la docencia (19451955), CEAL, Buenos Aires, 1991, p. 28.
19 Son mayoría las que estaban en poblaciones intermedias o chicas, vinculadas a la expansión agrope
cuaria de las últimas décadas del siglo XIX. No es casual que varias de las escuelas se hayan abierto en
las zonas de La Pampa Húmeda y el Litoral, fuertemente afectadas por el proceso inmigratorio.
20 Sobre este tema véase BERTONI, Lilia Ana Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción
GHODQDFLRQDOLGDGDUJHQWLQDD¿QHVGHOVLJOR;,;, FCE, Buenos Aires, 2001; TERÁN, Oscar Vida in
WHOHFWXDOHQHO%XHQRV$LUHV¿QGHVLJOR 'HULYDVGHOD³FXOWXUDFLHQWt¿FD´, FCE, Buenos
Aires, 2000.
21 Citado en Cincuentenario..., cit., p. 146.
22 Este proceso se llevo adelante al mismo tiempo que el estado responsabilizaba a la escuela pública de
transmitir toda una pedagogía cívica que incluía planes, programas y libros con contenidos nacionales
y un énfasis en la enseñanza de la lengua nacional y de la historia patria.
138 Intelectuales, cultura y política
Cuadro 2
Número de Población
Número de
Escuelas total según
Lugar Habitantes
Normales el censo de
Por escuela
en 1930 1914*
Capital Federal 11 1.575.814 143.255,82
Provincia de Buenos Aires 22 2.066.165 93.916,591
Provincia de Santa Fe 6 899.640 149.940
Provincia de Entre Ríos 6 425.373 70.895,5
Provincia de Corrientes 6 347.055 57.842,5
Provincia de Córdoba 6 735.470 122.578,33
Provincia de Tucumán 2 332.933 166.466,5
Provincia de San Luis 4 116.256 29.064
Provincia de Santiago del Estero 2 261.678 130.839
Provincia de Salta 2 140.927 70.148,5
Provincia de Jujuy 2 76.631 38.315,5
Provincia de Catamarca 4 100.391 25.097,75
Provincia de La Rioja 3 79.754 26.584,667
Provincia de San Juan 2 119.252 59.626
Provincia de Mendoza 3 277.535 92.511,667
Territorio de Misiones 1 53.563 53.563
Territorio del Chaco 1 46.274 46.274
Territorio de La Pampa 1 101.338 101.338
Territorio de Rio Negro 1 42.242 42.242
* Se usan los datos de este censo porque no hubo censos en la década de 1930. Luego del censo
de 1913, el siguiente fue el de 1947.
Las escuelas normales y la vida cultural 139
23 Como se puede deducir de la tabla la distribución en relación con el número de habitantes no era pro
porcionalmente equitativa.
24 En 1903 la República fue dividida en tres regiones a las que se dotó de una escuela normal regional.
Estas regiones se dividían de la siguiente forma: Litoral teniendo como centro Corrientes y con gravi
tación en Entre Ríos, Chaco, Santa Fe, Formosa y Misiones; Noroeste, con centro en Catamarca y con
LQÀXHQFLDHQ/D5LRMD6DQWLDJRGHO(VWHUR7XFXPiQ6DOWD\-XMX\]RQD&HQWUDOFRQFHQWURHQ6DQ
Luis, que debía cubrir a San Juan, Mendoza y Córdoba.
25 Como caso extremo podríamos mencionar a Chilecito que desde 1910 contaba con una escuela Normal
y tenía tan solo 3.756 habitantes.
140 Intelectuales, cultura y política
educativas tanta privadas como estatales– permiten conjeturar que su creación tendría
XQLPSDFWRTXHLUtDPiVDOOiGHVXWDUHDHVSHFt¿FDGHIRUPDUGRFHQWHV26 Las institu
ciones de la educación secundaria trasmiten –como resume Fritz Ringer– “aspectos
implícitos y explícitos del patrimonio cultural, inculcan estilos de vida y modos de
comportamiento, junto con formas de percepción y cognición”.27(VWRVLJQL¿FDTXHHQ
Argentina la escuela normal nacionalizaría, pero también facilitaría al acceso a ciertos
dispositivos de la cultura asociados al ideal civilizatorio que la escuela encarnaba:
diseminaría determinados productos culturales, como el libro por ejemplo, inculcaría
hábitos como la lectura y la escritura, y permitiría una sociabilidad en torno a ideales
de cultura y civilidad. La escuela normal estaba llamada a tener esta función no sólo
por la ausencia de otros ámbitos en esas poblaciones sino porque estos objetivos no
eran ajenos al ánimo de quienes alentaban la creación de escuelas normales y ese fue
el mandato con el que llegaron sus primeros directores como veremos más adelante.28
De ahí la necesidad de poner la lupa sobre su accionar si queremos entender la vida
cultural en la periferia.
26 Las altas tasas de analfabetismo implican un público lector escaso y disperso y la ausencia de las
LQVWLWXFLRQHV ¿JXUDV \ DJHQWHV TXH VH DVRFLDQ D OD DFWLYLGDG GH OHFWXUD \ OD FXOWXUD FRPR OLEUHUtDV
editoriales y editores, bibliotecas, museos, galerías y artistas.
27 RINGER, Fritz “El campo intelectual, la historia intelectual y la sociología del conocimiento”, en
Prismas. Revista de historia intelectual, núm. 8, 2004, p. 107.
28 En la Argentina de las primeras décadas del siglo el consumo de los bienes culturales propios de la
denominada alta cultura operaba como un ideal y era entendido como un mecanismo de distinción.
Véase GUTIÉRREZ, Leandro y ROMERO, Luis Alberto “Sociedades Barriales, Bibliotecas Populares
y Cultura de los Sectores Populares: Buenos Aires, 19201945”, en Desarrollo Económico, Vol. 29,
núm. 113, abril junio de 1989.
29 PASOLINI, Ricardo La utopía..., cit. p. 18.
30 Al respecto, en su estudio sobre la asociación santiagueña La Brasa, Teresa Martínez ha advertido que
pensar a este agrupamiento y su producción literaria como parte de la vanguardia “implicaría reducirlo
DXQD¿OLDOGHORVJUXSRVSRUWHxRV´0$57Ë1(=$QD7HUHVD³3DUDHVWXGLDUFDPSRVSHULIpULFRV8Q
ensayo sobre las condiciones de utilización fecunda de la teoría de campo de Pierre Bourdieu”, en Tra
bajo y sociedad, núm. 9, Vol. IX, 2007 [en línea] http://www.unse.edu.ar/trabajoysociedad/Martinez.
pdf [consulta: 15 de noviembre de 2011].
Las escuelas normales y la vida cultural 141
31 Es preciso aclarar que para 1930 el número de escuelas normales en el país duplicaba al de los Colegios
Nacionales.
32 MANTOVANI, Juan La Escuela Normal y su Misión de Cultura7DOOHUHV*Ui¿FRVGHOD3HQLWHQFLDUtD
Nacional, Buenos Aires, 1937, p. 10. El subrayado es mío.
33 Hay que resaltar que en la Argentina de principios de siglo el analfabetismo todavía era muy elevado.
142 Intelectuales, cultura y política
La tasa general de analfabetismo era del 35% entre la población mayor de 14 años según el censo de
1914. Además, la deserción escolar era un problema relevante que se agudizaba aún más en la pobla
ción rural.
34 Los programas de estudios del magisterio privilegiaban una formación humanista que exponían a los
estudiantes a una gran cantidad de materias que incluía pedagogía, matemática, idioma nacional y
extranjero. En cuanto al origen social del alumnado es preciso señalar que éste fue mencionado recu
rrentemente por distintos miembros del normalismo –en especial por los directores de escuelas nor
males– como un límite para crear un magisterio de calidad. Retomo muchos de estos testimonios en
FIORUCCI, Flavia “La fundación”, cit.
35 AZURMENDI DE BLANCO, Mirta “El Normalismo en Catamarca”, en BAZÁN, Armado Raúl y
NAVARRO SANTA ANA, Luis Historia y geografía de Catamarca: homenaje bicentenario de Mayo,
Sarquís, Catamarca, 2010, pp. 373385.
36 YRIONDO, Manuel “Discurso pronunciado por el señor Ministro de Justicia e Instrucción Pública de
la Nación Dr Manuel M Yriondo en el vigésimo aniversario de la Escuela Normal de San Justo, 30
de junio 1935”, en Aniversarios Escolares: Discursos pronunciados por el Sr Ministro de Justicia e
Instrucción Pública Manuel M Yriondo, Buenos Aires, 1935, p. 5.
37 MILLÁN, Andrés “Discurso pronunciado por el Ingeniero Andrés Millán, Director de la Escuela”,
en (VFXHOD1RUPDO0L[WD'RPLQJR)DXVWLQR6DUPLHQWR&LQFXHQWHQDULRGHVX)XQGDFLyQ, Imprenta
Las escuelas normales y la vida cultural 143
40 %(5721,$QD /LOLD ³&RQVWUXLU OD QDFLRQDOLGDG KpURHV HVWDWXDV \ ¿HVWDV SDWULDV ´ HQ
Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. E. Ravignani”, Tercera Serie, núm. 5, 1er.
semestre de 1992, pp. 77111.
41 VERA, Sebastián “Informe Sebastián Vera”, en Memoria Presentada al Ministerio de Justicia e Ins
trucción Pública, 1916, Buenos Aires, 1916, Tomo III, p. 365.
42 Un resumen de los egresados más prestigiosos de la Escuela Normal Regional de Catamarca se puede
leer en AZURMENDI DE BLANCO, Mirta “El Normalismo...”, cit., p. 383.
43 LANZILLOTTA, María de los Ángeles Con la pluma y la palabra. Los grupos intelectuales emer
gentes del Territorio Nacional de La Pampa (19101943), Tesis de Maestría en Estudios Sociales y
Culturales, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa, 2011, p. 71.
44 LANZILLOTTA, María de los Ángeles Con la pluma..., cit., p. 155.
45 Es necesario aclarar que la identidad de maestro normalista no siempre fue reivindicada, especialmente
en el caso de aquellos normalistas que tuvieron trayectorias intelectuales más exitosas.
46 (VFXHOD1RUPDO0L[WD'RPLQJR)DXVWLQR6DUPLHQWR..., cit., p. 48.
Las escuelas normales y la vida cultural 145
Los directores
Los directores de escuelas normales jugaron un rol central en la conformación de esa
sociabilidad cultural que señalamos antes. Mucho del dinamismo de la escuela normal
dependía de ellos lo que nos obliga a preguntarnos quiénes fueron los directivos de
HVDVHVFXHODVGHOLQWHULRU\TXpWLSRGHELRJUDItDVSRGHPRVDVRFLDUDHVWDV¿JXUDV/D
recuperación de 24 legajos de directores y directoras en actividad en ciudades de pro
vincia y capitales de territorio entre 1905 y 1920 nos permiten empezar a esbozar un
SULPHUSHU¿OGHHVRVGLUHFWRUHV47 El dato más obvio es la supremacía numérica de va
rones en el puesto: de las 24 autoridades escolares 15 son varones. Para ese entonces
el porcentaje de mujeres en la docencia era mayor que el de varones. Esto indica, que
si bien se empieza a notar una tendencia de apertura en la burocracia educativa hacia
el sexo femenino, el estado todavía reservaba los cargos de mayor responsabilidad
y ascendencia social para los varones. En cuanto a su formación, directores y direc
toras de escuelas normales conformaban un conjunto bastante homogéneo. De esos
24 directores, 18 (es decir, un 75%) de ellos tenían título de profesor normal, lo que
indicaba que habían tenido una instrucción más larga que la mayoría de los docentes
normalistas (de 6 años en lugar de 4, ó 2 si habían asistido a una normal rural). El
diploma que poseían los habilitaba para docencia en escuelas medias. Los otros seis
contaban con el título de maestro, aunque uno de ellos era también abogado. Llegaban
a ese puesto luego de un promedio de 15 años de experiencia en el sistema educativo,
como maestros primero y luego como directores de escuelas primarias. De los 18, 11
provenían de la Escuela Normal de Paraná, y 5 de la Escuela Normal de Profesores
Mariano Acosta y 1 de las directoras del Normal núm. 1 de Capital Federal. Este dato
implicaba que en su mayoría los directores escogidos por el estado para la tarea de
dirigir las escuelas normales en el interior del país habían cursado sus estudios en
las instituciones que se consideraban de formación de la elite normalista, imbuidas
de toda una ética y una tradición.48 Estas escuelas eran de las más antiguas del país y
gozaban de amplia reputación.
La escuela de Paraná, fundada por Sarmiento en 1869, fue concebida como un
“modelo de escuela”.49 Sus alumnos fueron educados en un ambiente riguroso que
exaltaba la disciplina, el patriotismo, valores como la autoridad y la mística del deber
de servir. A sus estudiantes se les había inculcado que del prestigio del establecimien
to derivaba el ascendiente moral de sus egresados, quienes estaban llamados a cumplir
47 /DPXHVWUDHVVLJQL¿FDWLYDWHQLHQGRHQFXHQWDTXHSDUDHO¿QDOGHHVHSHULRGRKDEtDDOUHGHGRUGHXQ
centenar de escuelas normales. Ninguno actuaba en la Capital Federal y 20 de ellos ejercían fuera de
las ciudades capitales de provincia.
48 Ilustrativo del prestigio de esas instituciones es la advertencia del inspector de escuelas normales Celso
Latorre quien aconsejó no abrir más establecimientos formadores de profesores normales porque estos
no alcanzaban el nivel que tenían los primeros centros educativos. Véase LATORRE, Celso “Informe
del Inspector Celso Latorre”, en Memoria Presentada al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública,
1916, Buenos Aires, 1916, Tomo III, p. 35.
49 Véase CARLI, Sandra Entre Ríos..., cit.
146 Intelectuales, cultura y política
una misión patriótica: educar para la civilidad. Para el periodo que nos ocupa, la repre
sentación de los egresados de la escuela de Paraná como miembros de una elite estaba
PX\D¿DQ]DGD(QDDxRVGHVXIXQGDFLyQHOGLUHFWRUGHOHVWDEOHFLPLHQWRVH
refería a la institución como la que había cumplido con mayor amplitud los objetivos
GHOJRELHUQRGHODQDFLyQD¿UPDQGRTXHHQVXKLVWRULDQRKDEtDGHVHUWRUHVGHOPD
gisterio. La Escuela Normal de la Capital Federal tenía una historia semejante a la de
Paraná. Abierta en 1874 también se convirtió en una institución insigne en el campo
educativo.50 Al celebrarse su centenario el diario La Nación, la describió como acree
dora de “una merecida fama” por ser un “instituto de alto nivel pedagógico, formador
de maestros y centro distinguido en el conjunto de la escuela media”.51 Uno dato que
da cuenta de su temprano prestigio es la atracción que ejerció entre los jóvenes del
interior.52 El egresado del Mariano Acosta, al igual que el de la Escuela de Paraná,
también había sido educado en toda una mística y un “deber ser”.53
La docencia ha sido considerada por la literatura como una “semi profesión”.
Entre otras cosas porque el título exige una formación más corta que la que caracte
riza a profesiones más encumbradas como la del médico. Asimismo goza de menos
autonomía que otras actividades. Los profesores son parte de una burocracia, y en ella
ocupan el lugar de empleados asalariados sujetos al control de la autoridad estatal.54
A esto debemos agregar que es una ocupación que muy tempranamente fue poblada
por mujeres, lo que como se sabe incidió negativamente en la profesionalización.55
50 En 1881 la escuela pasó a la jurisdicción nacional. Véase ASTOLFI, Juan Carlos Historia de la Escuela
Normal de Profesores Mariano Acosta, Buenos Aires, 1974.
51 La Nación, 11 de junio de 1974, citado en ASOCIACIÓN DE EX ALUMNOS DE LA ESCUELA
NORMAL DE PROFESORES MARIANO ACOSTA Crónica del Centenario. La Escuela Normal de
Profesores Mariano Acosta, Buenos Aires, 1974, p. 11.
52 Algunos arribaban luego de haber obtenido el título de maestro en una escuela provincial. Tal es el caso
de Juan Wenceslao Gez, unos de los directores que forman parte de la muestra que utilizamos y que
provenía de San Luis. Sobre la biografía de Juan W. Gez véase TELLO CORNEJO, Edmundo “Juan
W. Gez” [en línea] http://www.biblioteca.sanluis.gov.ar/%5CPublicaciones%5CJUAN%20WENCES
LAO%20GEZ%20Hijo%20Dilecto%20de%20San%20Luis.pdf [consulta: 18 de julio de 2011].
53 Los balances retrospectivos de estudiantes y profesores dan cuenta de cuan difundida estaba la convic
ción que la institución brindaba una preparación y un posicionamiento particular. Véanse los discursos
citados en Crónica del Centenario de la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta, p. 41. Según
Juan Gez, el egresado del Mariano Acosta había “propagado y realizado el ensueño de la cultura” por
todo el país. Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta Selección de Fragmentos de miembros
prestigiosos del profesorado argentino en Adhesión a su centenario, p. 3.
54 Ver ETZIONI, Amitai The SemiProfessions and Their Organization Teachers, Nurses, Social Work
ers7KH)UHVV3UHVV1XHYD<RUN(VGHGHVWDFDUWDPELpQTXHODIDOWDGHDXWRQRPtDQRVHUtDXQ
rasgo privativo de la docencia. En los últimos años la teoría social ha subrayado el papel del estado
en la institucionalización de las profesiones. Para el caso argentino véase FREDERIC Sabina; GRA
CIANO, Osvaldo y SOPRANO, Germán “Profesión, Estado y política. Estudios sobre formación aca
GpPLFD\FRQ¿JXUDFLyQSURIHVLRQDOHQOD$UJHQWLQD´HQ)5('(5,&6DELQD*5$&,$122VYDOGR
y SOPRANO, Germán –coordinadores– El Estado argentino y las profesiones liberales, académicas y
armadas, Prohistoria, Rosario, 2010, pp. 1348.
55 Sobre los límites en la profesionalización del docente normalista en Argentina véase LIONETTI, Lucía
Las escuelas normales y la vida cultural 147
No es casual, por lo tanto, que en el periodo del que nos ocupamos al mismo tiempo
que se les demandara a los normalistas “extender la civilización” abundaran las re
presentaciones negativas sobre ellos.56 En los diagnósticos más agoreros la profesión
de maestro convocaba como dijimos arriba a un estudiantado pobre, desprovisto de
capital simbólico y material. Este tipo de imágenes nos obligarían a poner dudas sobre
la ascendencia social de los normalistas. Pero es necesario subrayar que cuando habla
mos de los primeros directores de escuelas normales nos situamos frente a un grupo
de docentes que pertenecía a una suerte de minoría selecta. Estos eran egresados de
las escuelas más reconocidas del país imbuidas de toda una ética lo que les permitía
presentarse frente a la sociedad como un colectivo diferenciado, dotado de un man
dato y una legitimidad particular. Además, los objetivos macro de la escuela normal
daban pie para que ésta no se ciñera a lo meramente educativo. En el imaginario de la
época la escuela normal, no sólo era una instancia para adquirir contenidos y un título,
sino, como apuntó Beatriz Sarlo, un lugar donde obtener “un inventario de materiales
culturales en el sentido más estricto y elemental del término”.57 Se iba para aprender
a enseñar pero también para asimilar modales de urbanidad y conducta. Estos últimos
incluían la adquisición de determinados hábitos y consumos culturales.58 De ahí que
fuera parte del proyecto institucional posibilitar ese tipo de conductas. El director de
la Escuela de Bahía Blanca expresaba este ideal con elocuencia en la memoria de
1911:
“La Escuela Normal, como es de todos sabido, no es una institu
ción meramente profesional, donde los estudiantes, tras una tarea
marcada por los planes de estudio, y llenada más o menos en forma
satisfactoria, han de llegar a la obtención del diploma que les habilita
para ejercer sus funciones en la primera enseñanza. Concebimos la
Escuela Normal, dentro de su acción educativa, no solo como un
exponente de los progresos de todo orden realizados por la cultura
general, sino como la institución que directa o indirectamente tiene
TXHLQÀXLUHQHOPHGLR´59
La misión política de la escuela pública, Miño y Dávila, Buenos Aires, 2007, pp. 132141.
56 Los directores ventilaron en sus intervenciones públicas representaciones sumamente negativas del
alumnado que ingresaba a las escuelas normales. Paradójicamente, esas imágenes convivían con una
alta valoración de la tarea docente. Véase FIORUCCI, Flavia “La fundación...”, cit.
57 SARLO, Beatriz La máquina cultural: maestras, traductoras y vanguardistas, Ariel, Buenos Aires,
1998, p. 65.
58 El conocido pedagogo Víctor Mercante relata en sus memorias cómo la experiencia en la escuela nor
mal fue decisiva en la adquisición de hábitos y gustos culturales. Por ejemplo, fue ésta la que le permi
tió conocer la ópera. Ver LIONETTI, Lucía “La presentación pública de Víctor Mercante: normalista,
pedagogo y escritor”, mimeo.
59 ROBLE DE MADARIAGA, Isauro “Informe de la Dirección de la Escuela Normal de Bahía Blan
ca”, en Memoria Presentada al Congreso Nacional por el Ministro de Justicia e Instrucción Pública
$QH[RVGH,QVWUXFFLyQ3~EOLFD, Buenos Aires, p. 546.
148 Intelectuales, cultura y política
Esta cuestión se cruzaba con la convicción de que la escuela normal precisaba vincu
larse con la comunidad para reforzar su labor lo cual implicaba luchar con un medio
que no siempre acompañaba su acción. El director de la escuela de Azul, en el informe
presentado al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública en 1908 recogía las palabras
que el ministro de Educación había proferido en el acto de inauguración del nuevo
HGL¿FLRSDUDVXEUD\DUTXHODDFFLyQGHODHVFXHODQDGDYDOtDVLQ³HOSUHVWLJLRGHXQD
opinión pública, organizada e inteligente [...] sin la acción popular actuando sobre
ella”. Alocución que concluía con un argumento que puede rastrearse en numerosos
WHVWLPRQLRVGHODpSRFD¿QDOPHQWHHUDOD³YLQFXODFLyQGHODHVFXHODFRQHODOXPQR
con el maestro y con el pueblo, [la] que constituye su alma, infundiéndole vida y per
mitiéndole amplitudes educativas cuyo dinamismo determina y consolida la grandeza
de las naciones”.60
La combinación de posicionamiento social, ideario institucional y profesional
junto con la exhibición de un título prestigioso posibilitó a los directores instalar a
la escuela normal en la topografía de las culturas locales. No obstante, es preciso
señalar que el tipo de trayectorias que detentaban los directores eran muy disímiles,
aún si estos tenían una formación semejante. Por lo tanto, los modos de inserción en
la vida cultural local variaban. En su extremo estaban aquellos que se convirtieron en
verdaderos protagonistas de la vida intelectual local ocupando puestos destacados en
las más diversas esferas, que incluían la política y la ciencia. Un ejemplo liminar es el
de Juan Wenceslao Gez. Éste se recibió de maestro en el Normal Anexo del Colegio
Nacional de San Luis. Luego se trasladó a Buenos Aires con una beca para proseguir
los estudios de profesor en la escuela Mariano Acosta. Ya graduado, en 1888, volvió a
San Luis para prestar servicios en la Escuela Normal de Maestras como profesor y vi
cedirector posteriormente. Allí comenzó una promisoria carrera en el campo educati
vo. En 1896 fue nombrado director de la Escuela Normal Mixta de Dolores, provincia
de Buenos Aires, cargo que ejerció durante doce años. En 1908 fue trasladado también
como director a la Escuela Regional de Corrientes, tarea que llevó adelante hasta que
se jubiló en 1918. A lo largo de su carrera, y en los diferentes lugares en que vivió,
*H]DOWHUQyVXVWDUHDVGRFHQWHVFRQHOSHULRGLVPRODVLQYHVWLJDFLRQHVFLHQWt¿FDVH
KLVWyULFDV\ODIXQFLyQS~EOLFD(QWUHODVREUDVGHFDUiFWHUFLHQWt¿FR*H]SXEOLFyXQD
minuciosa geografía de San Luis en tres tomos editada por ley del Congreso de la Na
ción en 1939; numerosos artículos sobre geografía, zoología y arqueología además de
una gran cantidad de biografías. También escribió para distintos periódicos y revistas.
En San Luis publicó en La Propaganda, periódico del que fue fundador y director, El
Comercio, La Reforma, El Oasis, La Opinión y la revista/D¿QXUAsimismo redactó
notas para los diarios de Buenos Aires La Nación y La Prensa. Durante su estadía en
60 GIL NAVARRO, José “Informe de la Dirección de la Escuela Normal Mixta de Azul”, en Memoria
3UHVHQWDGDDO&RQJUHVR1DFLRQDOSRUHO0LQLVWURGH-XVWLFLDH,QVWUXFFLyQ3~EOLFD$QH[RVGH,QVWUXF
ción Pública 19089, p. 442. José Gil dirigió una de las primeras revistas culturales de Azul denomina
da Bernardino Rivadavia.
Las escuelas normales y la vida cultural 149
61 La obra fue reeditada en fascículos por El diario de la República en el año 1996 [en línea] http://
www.biblioteca.sanluis.gov.ar/Publicaciones/Historia_de_la_Provincia_de_San_Luis_W_1_._Gez.
pdf [consulta: 15 de mayo de 2011].
62 GEZ, Juan W. “Informe de la Dirección de la Escuela de Dolores”, en Memoria Presentada al Congre
VR1DFLRQDOSRUHO0LQLVWURGH-XVWLFLDH,QVWUXFFLyQ3~EOLFD$QH[RVGH,QVWUXFFLyQ3~EOLFD, p.
40.
63 Otro de los objetivos que se puso Gez en sus primeros días en la Escuela de Corrientes fue vigilar la
conducta de su alumnos para que ésta se correspondiese con las condiciones “morales e intelectuales”
de un maestro normal. Gez les prohibió asistir a “los clubes políticos, billares, casas de juego y otros
lugares que pudiesen ser considerados perniciosos para la juventud”. Ver GEZ, Juan W. “Informe de la
Escuela Normal Regional de Corrientes”, en Memoria Presentada al Honorable Congreso Nacional
correspondiente a los años 19081909 por el Ministro de Justicia e Instrucción Pública, p. 398.
64 ZARRABETEITIA, Cesar Héctor Regional Escuela Mía, Mógila Ediciones, Corrientes, 2007, p. 47;
ANTONIO, José Bodas de Diamante de la Escuela Normal de Corrientes, Buenos Aires, 1963, p. 18.
150 Intelectuales, cultura y política
65 Esto no quiere decir que los directores no se enfrentaran a veces con la resistencia local. Las memorias
GHODVHVFXHODVQRUPDOHVGDQFXHQWDGHFRQÀLFWRV6RQFRQRFLGRVDGHPiVORVUHVTXHPRUHVTXHODHGX
cación normalista producía en la sensibilidad de los sectores católicos. Para observar un caso puntual
en una escuela del interior se puede leer BRACAMONTE, Lucía “Catolicismo y trabajo femenino a
principios del siglo XX: Representaciones de género sobre el magisterio en la prensa Bahiense” [en
línea] http://www.historia.fcs.ucr.ac.cr/articulos/2011/v12n1/html%20mujeres/05Mujeres.htm [con
sulta: 17 de julio de 2011].
66 (Q HVWH FRQWH[WR OD ¿JXUD GHO SROtJUDIR SHUGtD YLJHQFLD \ HO WtWXOR XQLYHUVLWDULR VH FRQYHUWtD SDXOD
tinamente en requisito de legitimidad para intervenir en la producción de conocimiento social. Sin
embargo, como muestran ORVWUDEDMRVUHXQLGRVSRU0DULDQR3ORWNLQ\)HGHULFR1HLEXUJODFRQVWUXF
ción de campos de producción de conocimiento diferenciados con criterios de validación propios no
siguió una cronología lineal ni tuvo sólo que ver con el desarrollo universitario. NEIBURG, Federico y
PLOTKIN, Mariano ,QWHOHFWXDOHV\H[SHUWRV/DFRQVWLWXFLyQGHOFRQRFLPLHQWRVRFLDOHQOD$UJHQWLQD,
Paidós, Buenos Aires, 2004, pp. 1530.
67 Lionetti señala la presencia de un grupo de normalistas pedagogos entre los que estaban Carlos Verga
ra, Benjamín Zubiaur, Rosario Vera Peñaloza, y el mismo Mercante, que “realizaron un esfuerzo inte
lectual por conseguir la conformación de un campo pedagógico con relativa autonomía de las políticas
públicas”. LIONETTI, Lucía La función política..., cit., p. 106.
68 LIONETTI, Lucía “Víctor Mercante, agente intelectual y político del campo educativo en la Argentina
de principios del siglo XX”, en Prohistoria, Vol. 10, 2007, pp. 91131.
Las escuelas normales y la vida cultural 151
virtió en el director de la Escuela Normal de Santa Rosa de Toay, cargo que ejerció
hasta jubilarse en 1926. Al igual que Mercante, Andrada, oriundo de Catamarca, había
estudiado en la prestigiosa Escuela Normal de Paraná. La particularidad es que luego
pVWHVHKDEtDUHFLELGRFRPRGRFWRUHQ¿ORVRItD\OHWUDVGHOD8QLYHUVLGDGGH%XHQRV
Aires. A pesar de ser unos de los pocos directores con formación universitaria, Andra
da no se destacó en ninguno de los ámbitos en que sí lo hicieron Gez y Mercante. No
hay registros de que haya tenido una obra, al menos se desconocen publicaciones. Sin
HPEDUJRODVDXVHQFLDVHQHOFXUUtFXOXPGH$QGUDGDQRORGHVFDOL¿FDQFRPR¿JXUD
relevante porque tuvo un impacto evidente en la vida cultural de Santa Rosa. No sólo
logró institucionalizar el accionar de la escuela normal (fue su primer director), sino
que a poco tiempo de haber llegado al puesto organizó la Asociación Sarmiento que
tuvo un importante desempeño tanto en el plano gremial como cultural. Reunió y
articuló las demandas del magisterio, a la vez que puso en marcha diversas iniciativas
culturales. De esta asociación surgió la revista cultural AtlántidaEducación ciencia y
arte que difundía la producción de egresados y alumnos.69 Es decir, que si bien Andra
da tuvo una actuación más acotada en lo individual, fue un animador clave de la vida
intelectual de esta ciudad chica del interior a principios del siglo XX.
A modo de conclusión
La escuela normal fue pensada por sus gestores como un instrumento para incorpo
rar el interior a la modernidad y ésta fue la obra que se les impuso a sus primeros
directores de escuelas normales.70 En consonancia con ese proyecto dicho tipo de
establecimiento educativo que se diseminó, como se demostró aquí, muy rápidamen
te en las primeras décadas del siglo por pueblos y ciudades chicas y medianas del
interior, articuló en torno suyo un número importante de iniciativas culturales, las
cuales superaban ampliamente el objetivo más inmediato de formar maestros. Por
otro lado, para sus estudiantes, provenientes en su mayoría de hogares de escaso nivel
HGXFDWLYRODH[SRVLFLyQDOFXUULFXOXP\DODVDFWLYLGDGHVH[WUDFXUULFXODUHVVLJQL¿Fy
la adquisición de todo un repertorio de consumos y prácticas culturales. Esto último
abrevó en la gestación de espacios y proyectos que podemos asociar a “lo intelectual”
y “lo cultural”. Es por esta razón que creemos preciso recuperar los años iniciales de la
institución normalista y a sus primeros directivos si se quiere reconstruir la vida inte
lectual y cultural en la periferia. La mirada sobre esta institución nos permite hilvanar
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nacional. El ejercicio revela cómo la vocación centralizadora del proyecto educativo
estatal y el accionar de un grupo de actores, cuyas orientaciones estaban fuertemente
afectadas por el objetivo de consolidar el estado, abrevó en la conformación de espa
cios de participación autónomos en la esfera pública a nivel local. Es decir, que si la
69 Véase CORREA LÓPEZ DE CARRIZO, Hilda O. La Escuela Normal de Santa RosaLa Pampa,
Editorial Extra, Santa Rosa, 1999, p. 23.
70 CARLI, Sandra Entre Ríos..., cit., p. 50.
152 Intelectuales, cultura y política
vida cultural nace en el interior al compás del auspicio estatal, es al mismo tiempo este
auspicio el puntapié para proyectos de mayor autonomía. Esto también muestra cómo
ese proyecto uniformador –la escuela normal es asociada en la literatura a la homo
geneidad y al centralismo, según Andrea Alliaud el sistema estaba estructurado “para
que todo fuera uniforme en las escuelas normales del país”– fue usina de proyectos e
itinerarios singulares.71
/D¿JXUDGHORVGLUHFWRUHVHVGHSDUWLFXODULPSRUWDQFLDSRUTXHFRPRKHPRVYLVWR
estos fueron en gran medida los animadores de esa sociabilidad en torno a ideales
de cultural y civilidad. Si bien no todos tuvieron el mismo desempeño, ni la misma
inserción, sus itinerarios ponen en evidencia que el título de normalista habilitaba
para intervenir en la esfera pública en temas que sobrepasaban el ámbito educativo.
Incluso esto es así para las trayectorias a priori más deslucidas. Claramente muchos
de los directores no pueden ser descriptos como intelectuales si nos atenemos a las
GH¿QLFLRQHVPiVFRQRFLGDVSHURVtHQWUDUtDQHQHVDFDWHJRUtDOD[DSHURDODYH]PX\
SURGXFWLYDTXH5D\PRQG:LOOLDPVGH¿QLyFRPR³SURGXFWRUHVFXOWXUDOHV´¿JXUDVHV
tablecidas en instituciones políticas, económicas, sociales y religiosas, que estuvieron
IXHUWHPHQWHLPSOLFDGRVHQHVDV]RQDVJHRJUi¿FDV³HQODSURGXFFLyQ\UHSURGXFFLyQ
del orden social y cultural general”.72 Junto con esto, el ejercicio de recuperar la es
cuela normal para la historia cultural, nos permite analizar ciertos objetos culturales,–
SRUHMHPSORGHWHUPLQDGDVUHYLVWDV\JUXSRV±GHLQÀXHQFLDPX\DFRWDGDFRPRSDUWHV
de una trama más amplia.