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Clearie x Chef

“Sweet as Chocolate”
Fukuro_Suika

¡! TW: Uso de malas palabras, insinuaciones sexuales.


Era muy divertida la manera en la que la vida daba vueltas.
A veces para bien, otras para mal.
Pero siempre, te daba una patada donde menos lo esperabas.
Y pasaba para cualquier ser vivo.
Desde humanos hasta animales, incluso demonios; la forma en la que el
destino juntaba a ciertas personas con otras, era algo que jamás se podía
llegar a prever.
Desgraciadamente para Clearie, era algo que llegó a comprender cuando
menos le era deseado.
Claro estaba que, para la sensual súcubo, el haber iniciado un negocio como
Camgirl gracias a la facilidad que el Internet les brindaba a las personas para
prostituirse de una manera legal creyó que llegaría a llevarla a lo más alto
para convertirla en alguien obteniendo dinero sin tener que trabajar
demasiado.
No obstante, con lo que no contaba, era lo que la soberbia causó en su
pequeño —y fraudulento— negocio.
Dejándose guiar por los consejos de Satanás, apuntó a ir al modesto pueblo
de Colorado para amasar una fortuna ahí, además de hacerse con la energía
vital de los hombres y mujeres que se atrevieran a caer en su trampa.
Ahí estaba el principal problema.
Querer más por menos.
Cuando menos lo vio venir, un insignificante niño británico había
descubierto su farsa, exponiéndola como un demonio del cual, deberían
cuidarse.
Por supuesto, esto no hizo más que echar a perder todos sus planes,
obligándola a tener un perfil bajo con el fin de sobrevivir en aquél infeliz
pueblo montañés.
Sin embargo, para su buena suerte, no todo había estado perdido.
Tras meses de buscar trabajo de manera desesperada y haber sido rechazada
un sinfín de veces, encontró su lugar como secretaria en la Escuela Primaria,
haciéndose amiga con facilidad de los docentes.

~1~
Aunque, si era honesta, el hombre que más llamaba su atención, no era más
que el encargado de servir los almuerzos a los pequeños; Jeome McElroy.
O como era conocido por todos los demás “Chef”.
Explicar cómo es que habían pasado de ser una simple relación profesional a
convertirse en amantes, era tan engorroso como cualquier otra historia de
amor.
Por lo cual, a veces, Clearie omitía esa parte.
— Y pensar que han pasado semanas…
Murmuró la joven, apoyando su codo sobre la mesa de la cocina que
compartía con el moreno, mirando la fotografía de ambos pegada en la
pared.
Sonrió, sintiéndose como una tonta enamorada.
En el pasado, había seducido a un montón de personas sin importarle el
después.
Por lo cual, el haber quedado flechada por un hombre tan sencillo, le parecía
una ironía inmensa de la vida.
Pero, no podía evitarlo.
Cuando miraba los ojos de su actual novio, la parte donde —se supone—
estaba su corazón, se aceleraba y sus mejillas se incendiaban de carmesí.
— Eres tan lindo, Jeome…
Balbuceó en voz alta.
A pesar de que amaba con todo su ser al Chef, existían un par de cosas que le
disgustaban de su persona; la primera, era lo entregado que podía llegar a ser
en su trabajo, no importaba si se trataba de algo tan simple como servir
palitos de pescado o sopa. El hombre era muy profesional al respecto.
Y lo segundo, era lo apegado que estaba a cuatro niños en particular.
Por supuesto que no los odiaba; de hecho, eran buenos chicos. No obstante,
era más el —sentir— que acapara darles consejos, aunque estuvieran
ocupados a punto de hacer algo.
Razón por la cual, cansada de esperar a que su novio le pidiera una cita con
el fin de profundizar más su relación, la joven decidió adelantarse.
~2~
La propuesta que le había planteado, era simple.
Y, muy a su pesar, alejada del sexo.
Ellos dos solos, en la casa de Jeome mientras cocinaban un par de pastelillos
de chocolate y, si el tiempo lo permitía, el resto de la noche junto a la sensual
chimenea.
La sola idea de terminar en algo erótico con su pareja, provocaba escalofríos
en su piel.
— Nada mal…
— ¿Qué no está nada mal?
El tono de voz tan grave que poseía el moreno la sacó de sus pensamientos,
tensándola por un segundo y sobresaltándola.
— ¡¿De qué?!
Las manos ajenas se posaron en sus hombros, tanteándola con cuidado.
— Wow, cálmate, cariño — Habló. —. Parece que viste algún alienígena
o algo así, ¿Está todo bien?
Clearie asintió con la cabeza y soltó una risa, girando los ojos.
Se levantó de la silla, quedando frente a su novio.
— No te preocupes, pensaba en cosas — Murmuró, dejando un pequeño
beso sobre la nariz de él.
— ¿Qué cosas, cielo?
La súcubo se limitó a reír y negar con la cabeza.
— Lo averiguaras pronto — Dijo. —. Pero antes, ¿Recuerdas lo que te
propuse ayer?
El moreno asintió.
— Por supuesto, ¿Preparar panecillos de chocolate?
— Así es.
— ¿Y por qué no bolas?
Clearie arqueó una ceja.
— Porque tengo los ingredientes para los panquecillos y no para bolas de
chocolate…

~3~
— ¿Aunque sean saladas?
Entendiendo el mensaje de doble sentido, rio.
— Hey, esto es serio — Se cruzó de brazos. —. La repostería es un arte de
lo más respetable.
— Yo no dije lo contrario — La tomó de las manos, deshaciendo su pose.
La abrazó, dejando su cabeza sobre el pecho ajeno. —. No te enojes,
bebé.
La demonio giró los ojos y correspondió el abrazo.
Por más que quisiera, le parecía imposible molestarse con Jeome.
Sus bromas, simplemente, eran demasiado buenas.
— Está bien, no me enojaré con una condición.
Tomó distancia de él, sujetándolo de los hombros para mirarlo a los ojos.
— ¿Y es…?
— Tú serás el encargado de mezclarlo todo.
El moreno soltó una carcajada y besó los labios de su amada.
— Me parece algo justo, solo si tú eres la jueza principal de la degustación
de panecillos.
Adoptando una pose exagerada en la que —simulaba— pensar, la súcubo, al
par de segundos, asintió.
— Es un trato entonces, señor Jeome — Contestó, extendiendo su mano.
El menor la tomó, apretándola y agitándola con lentitud.
— Por favor, señorita Clearie — La acercó a su cuerpo de un jalón. —.
Llámeme Chef.
La piel de la mayor se erizó.
McElroy sí que sabía cómo dejarla sin palabras a pesar de llevar semanas
siendo pareja.

---
A pesar de haber sido una cita meramente espontánea, tanto Chef como
Clearie no podían darse el lujo de ser desorganizados.

~4~
De hecho, era más probable que Barba Streisend volviera a atacar la ciudad a
que alguno de los dos llegara a ser sucio en lo que hacía. Especialmente, si
estaba relacionado con la cocina.
Estaba todo preparado; McElroy había dejado sobre la mesa el cacao,
huevos, harina y demás ingredientes para preparar el postre perfecto.
Mientras que la súcubo se había encargado de despejar la cocina y sacar los
utensilios que serían la herramienta con la que llevarían a cabo dicho plan.
— ¿Tienes todo listo, dulzura? — Preguntó el moreno. — Recuerda que,
durante el proceso, no…
— No hay que interrumpir nada. Lo sé, cariño — Lo tomó e los hombros,
acercándose a él para dejar un pequeño beso sobre su nariz. —. Chef,
he cocinado antes. Sé cómo se hace.
El más bajo guardó silencio y asintió con la cabeza.
Pasó a tomarle las manos a su novia, besándole los nudillos.
— Lo sé, pastelito — Habló. —. Pero esta será la primera vez que
cocinamos juntos, y me gustaría que todo sea especial. Sé que es cursi,
pero, contigo quiero hacer las cosas diferentes.
Si Clearie tuviera un corazón, estaba segura de que, en ese momento, habría
salido disparado de su pecho por la inmensa ternura que le había hecho sentir
en ese momento.
No puedo evitar acercarse a él para besarlo en los labios, separándose al par
de segundos.
Lo miró a los ojos, sintiendo cómo la diestra de su pareja acariciaba su
mejilla.
— Entonces eso haremos — Dijo. Caminó hasta la mesa, tomando de las
manos al moreno, quedando frente a los ingredientes. —, ¿Cuál es la
primera orden, Chef?
Jeome soltó una risa y tomó un par de huevos, dejándolos en las manos de su
novia.
— Primero hay que partir esos huevos a la mitad, Clearie — Indicó. —.
Después, echarlos en esa vasija.
La mayor asintió con la cabeza y caminó hasta la olla indicada.

~5~
Miró de reojo a su novio quien se acomodaba el gorro que usaba en su
trabajo día a día y esbozó una sonrisa.
Más adorable no podía ser.
Y, a la vez, sensual.

---
Si bien habían pasado solamente un par de minutos desde que comenzaron a
cocinar, las cosas en el ambiente se habían vuelto jodidamente frescas.
Tanto la súcubo como el cocinero estaban disfrutando plenamente de la
actividad en pareja que realizaban; la hermosa Clearie batía la mezcla de
chocolate y Jeome se encargaba de colocar las envolturas sobre los moldes,
mirando con orgullo cómo iba quedando todo.
Alzó su mirada a su alrededor y… No pudo pensar lo mismo.
A pesar de que al principio habían cuidado (y acordado) ser limpios y
organizados, desconocían en qué momento las cosas comenzaron a salirse de
control.
Aunque por supuesto, hacía algo divertido todo el asunto.
Buscando aumentar la amenidad el momento, la mayor, aprovechando que
maniobraba con el cubierto que sería puesto sobre el postre, tomó un poco
con su meñique y se alejó de su puesto, caminando hasta quedar con su
pareja.
Chef se dio cuenta de esto; miró a su pareja.
Tan pronto sus ojos se posaron en ella, tenía la nariz cubierta de chocolate.
— ¿Qué mierda…?
— Oops, se me resbaló — Bromeó ella. —. Creo que solo me queda
limpiarte, amor, ¿No?
El moreno soltó una risa y asintió con la cabeza, alzando las manos.
— Me declaro inocente, tendrás que limpiar al viejo Chef utilizando tus
tácticas antiguas, preciosa.
Clearie no pudo evitar soltar una carcajada y girar los ojos.
Lo tomó de los hombros, se inclinó hasta estar a su altura y lamió la punta de
su nariz, relamiendo sus labios.

~6~
— Nada mal — Murmuró. —. Pero creo que podría saber mejor.
Interesado por las palabras ajenas, el menor la tomó de la cintura,
acercándola a su cuerpo.
— ¿De qué manera?
Clearie omitió las palabras.
En su lugar, optó por besar la boca de Jeome, disfrutando del sabor que
tenían sus labios.
Y, por supuesto, fue correspondida al instante.
Las manos del contrario pasaron a su espalda, acercándola aún más a su
cuerpo, permitiéndose el poder explorar la hermosa espalda que era cubierta
por la blusa que llevaba puesta.
Clearie, molesta por la respiración que su novio debía dar, se separó,
mirándolo a los ojos, hambrienta.
Cada vez que estaban solos de esa manera, era imposible que sus instintos
más bajos no salieran a la luz.
Sobre todo cuando era lo que —más— le gustaba hacer.
Drenar la energía de los demás a través del sexo.
Aunque, debía admitir; con Chef era algo distinto.
— Linda… — El moreno jadeó. — No podemos parar esto.
La súcubo intentó deshacerse del gorro ajeno, siendo detenida en cuanto
McElroy la empujó con cuidado.
— Dejé el horno pre-calentándose — Dijo, caminando hacia el objeto en
cuestión. —. Y la masa se desperdiciará.
Honestamente, le sorprendía la respuesta de Jeome.
Y, a la vez, no.
Giró los ojos y soltó una risa, asintiendo.
— Bueno, pero… — Volvió a tomarlo de la mano, acercándolo para darle
un beso rápido en los labios. — Esto no se quedará así, lo sabes, ¿no?
Jeome correspondió a la muestra de cariño, encantado.

~7~
— Lo sé, dulzura — Murmuró. —. Pero también entiende que la cocina
es algo muy importante para mí.
Clearie dio un par de palmaditas sobre la mejilla ajena y se limitó a darse
media vuelta para continuar con la mezcla.
— Eso lo sé, por eso me gustas mucho… — Habló. — A pesar de que yo
amo el sexo y es uno de mis talentos, no me ves como un juguete
sexual... Como otros…
Antes de que continuara hablando, las manos del menor rodearon su cintura.
Si bien la diferencia de alturas no era notoria, no restaba lo conmovedora de
la escena.
Más cuando era abrazada por detrás.
Se sentía, de alguna manera, expuesta.
— No te vería así porque me pareces una mujer de lo más interesante —
Habló. —. Me parece que eres más centrada que cualquier chica con la
que he salido en este pueblo de mierda.
La súcubo guardó silencio y cerró los ojos, dejando que el dulce aroma
natural de su novio invadiera sus fosas nasales.
La tranquilidad que le traía ese hombre a su vida era tan inmensa que jamás
terminaría de explicarla.
— Jeome, eres muy lindo… — Suspiró. — A veces no termino de creer
que estamos saliendo, como… En serio.
Chef dejó un beso sobre su espalda.
Esto provocó escalofríos en la mujer.
— Será mejor que lo creas, porque no pienso alejarme — Susurró. —.
Eres la mejor chica que he conocido… E irónicamente, la más
humana.
Clearie rio y abrió los ojos.
Giró su cabeza un par de grados para mirarlo.
— Eres todo un caballero — Habló. —, ¿Alguna ves te lo habían dicho?
— Si te digo la verdad, ¿Me matarías?
La demonio volvió a reír.
Se dio una media vuelta y quedó frente a su pareja.
~8~
— Tal vez — Bromeó, dejando sus brazos sobre los hombros ajenos. —.
Pero te perdonaría si me das un beso…
Jeome la tomó de las muñecas, jalándola hacia él para besarla en los labios y
frotar su nariz contra la de ella.
— ¿Estamos a mano?
Ruborizada por aquella melosa acción, la mujer asintió, desviando la mirada.
— Lo estamos…
---
Después de la muestra de cariño tan inocente por parte de un hombre que la
había hecho gritar en más de una ocasión en la cama, Clearie había pasado a
sentirse como una depravada.
No porque la mayor parte del tiempo buscara sexo con Chef.
Sino porque, al parecer, tendía a ver las cosas de manera morbosa.
Sin importar cómo fuera el contexto en realidad.
Afortunadamente, al parecer, esto no pasaba de ser más una simple
observación por parte de Jeome.
— Dulzura, los panquecillos estarán listos en cualquier momento —
Habló el moreno, palmeando la espalda ajena. —, ¿Lista con los
guantes?
Había estado tan ensimismada en sus pensamientos que apenas si se dio
cuenta de que el horno ya estaba trabajando en el postre.
Con una pequeña risa nerviosa, asintió.
— C-Claro, no te preocupes — Dijo, acercándose a la estufa. — . Yo
estoy al tanto.
Jeome se cruzó de brazos y miró a los ojos a su novia.
— Dime la verdad, cariño.
— ¿Qué pasa?
McElroy se acercó a ella, tomándola de las manos para separarse un poco de
la cocina.
— ¿De verdad querías hornear?
~9~
Clearie guardó silencio un par de segundos.
Al mirarlo a los ojos, supo que no podía mentirle del todo.
— En… Realidad quería hacer otras cosas — Murmuró. —. Pero creí que
hacer otro tipo de actividades menos… Sucias juntos, podrían unirnos
más.
Bajó la mirada.
Se sentía avergonzada.
Sin embargo, las manos de su pareja la levantaron, mirándola.
— No tienes por qué hacer algo que no te guste, Clearie — Dijo. —.
Entiendo que tengas necesidades distintas a las mías. A mí también me
encanta hacer el amor contigo. Si quieres hacer eso…
— No, por favor, escúchame — Lo interrumpió. —. Jeome, en serio te
amo, no quiero que pienses que solo te estoy utilizando como…
McElroy besó los labios de la mujer.
— Jamás pensaría eso porque sé que me quieres de verdad — Sus manos
seguían sujetadas a las de ella. —. No me has dado motivos para
pensar lo contrario.
Conmovida por las palabras de su pareja, volvió a acercarse a su cara,
tomándolo de las mejillas para mirarlo a la nariz, rozando su nariz contra la
de él.
— Me siento demasiado afortunada de tenerte.
El hombre correspondió al beso esquimal y se separó, mirando de reojo el
horno.
— Cariño, creo que los panquecitos están listos — Caminó hasta la
estufa, colocándose los guantes para apagarla y abrirla. —, ¿Quieres
decorarlos conmigo?
Con una sonrisa en el rostro, Clearie asintió y se acercó a él.
— Por supuesto.
---

~ 10 ~
A pesar de que la idea de preparar un postre no podía llegar a ser la
propuesta más romántica de todas, sin duda alguna, estaba siendo
jodidamente divertido para ambos.
Y, si podían elegir su parte favorita, sería la decorativa.
Con crema batida por todo su rostro y Jeome riendo mientras sostenía una
manga pastelera, la súcubo se limpiaba con los dedos, lamiendo la deliciosa
mezcla.
— ¡Oye! ¡Eso fue demasiado rudo de tu parte! — Exclamó. — ¡Me
tomaste desprevenida!
El moreno negó y continuó riendo.
— No lo hice, tú estaba distraída, cielo, ¡No me eches la culpa de eso!
Clearie continuó limpiando la crema de su rostro, acercando un poco a los
labios de su novio, observando su reacción al probarla.
— Hmm… — Nada mal — Dijo él. —, ¿Con qué la hiciste?
La demonio se acercó a él, rodeando su cuello con ambos brazos.
— Si me besas, quizá te dé el ingrediente secreto.
Intrigado por la propuesta de su amada, Jeome arqueó una ceja y sonrió.
— Entonces, creo que correré el riesgo, preciosa.
Sin más que agregar, se acercó a ella, atrapándola en sus labios para besarla
con suavidad, que poco a poco, escaló hasta convertirse en una pasión de lo
más erótica.
Ignorando por completo el hecho de que sus manos seguían manchadas con
crema batida, Clearie las bajó hasta la espalda ajena, acariciándola a la par
que disfrutaba plenamente de cómo Chef movía su lengua dentro de ella.
No era la primera vez que se besaban de una manera tan sensual.
Sin embargo, a la mayor jamás dejaría de impresionarle lo bueno que era su
novio en el arte de amar.
Fastidiados por tener que respirar, McElroy se separó de ella, mirándola.
— ¿Quieres seguir con …?
Clearie negó y volvió a besarlo nuevamente.

~ 11 ~
Aprovechando que aún seguían en la cocina, Jeome la tomó de la cintura y
la cargó, dejándola sobre la mesa para continuar besándola, degustando el
sabor de su boca.
La súcubo alentó a su pareja a continuar, acercándolo a su cuerpo, dejando
que sus piernas abrazaran su espalda.
— Mmgh…
Las manos de la azabache subieron hasta su cabeza, dejando a un lado su
sombrero para acariciar su cabello, disfrutando de la suavidad del mismo.
Chef volvió a separarse, apuntando a su pecho, besándola y acariciando su
espalda.
— No puedo evitarlo — Murmuró entre caricias. —. No puedo evitar
amar tener sexo contigo, Clearie.
Escuchar aquellas palabras para la mujer, sin duda alguna, había sido un
alivio. Pues, por un momento, llegó a imaginar que terminaría hartando a su
amado con aquella actividad para la cual —prácticamente— había sido
hecha.
— Siendo así… — Susurró. — ¿Por qué no hacemos lo que mejor
sabemos?
Mostrando una sonrisa en sus labios, el mayor dio por respondida la
pregunta, atacando el cuello ajeno con su boca, lamiéndolo y chupándolo
como si fuese el delicioso postre que tardaron tanto en hacer.
— Mmmh…— Gimoteó ella. — ¿Por qué tan cohibido, cariño?
Jeome dejó salir una risa y giró los ojos.
La miró.
— Porque quiero disfrutar esta tarde contigo — Contestó entre besos. —.
Y no quiero apresurar nada…
Clearie cerró los ojos tan pronto la boca de su novio llegó hasta sus
clavículas, provocándole un escalofrío; la verdad era, que aunado a la
respiración caliente que chocaba contra su pecho más las manos morenas
que acariciaban su cintura, se sentía por completo a su merced.
Por más experiencia que ella tuviera en la sexualidad, cuando se trataba de
Chef, le era imposible no sentirse completamente vulnerable.
~ 12 ~
En cuanto el hombre se separó de ella para besarla en la boca, lo tomó de la
mejilla.
— Cariño, yo…
— No hay que decir nada — La interrumpió, lamiendo los labios ajenos.
— Es momento de que tú y yo…
¡Ding-dong!
Ambos miraron hacia la puerta que estaba cerca de la cocina y se encogieron
de hombros.
— ¿En qué estábamos…?
Clearie intentó volver a acercarse a él, escuchando con disgusto cómo sonaba
la puerta nuevamente.
¡Ding-Dong!
Fastidiada, la mujer giró los ojos y frunció el ceño.
Chef rio y dejó un beso sobre su mejilla, retirándose.
— Debe ser importante — Dijo. —. Ya vuelvo, muñeca.
La azabache asintió y se quedó sentada en la mesa, aburrida.
Vio a su novio salir del lugar para recibir a la visita.
— ¡Chef, Chef! — Exclamaba una voz infantil. — ¡Tenemos algo que
mostrarle! ¡Es el nuevo episodio de Terrance y Philip!
Abrió los ojos de par en par y, tomando los panquecitos recién decorados,
salió de la cocina, encontrándose a los pequeños amigos de su novio.
Le fue imposible no sonreír.
A pesar de haber interrumpido su día especial con él, quería a esos niños.
— ¡Chicos! — Saludó, ofreciendo la bandeja de postres. — Qué bueno
que vinieron, Chef y yo hicimos estos pastelitos, ¿Quieren?
— Oh, gracias, pero…
— ¡Yo sí, gracias, Clearie!
Observó al niño regordete tomar un par y comérselos.
Rio.
— ¡Eres un culón!
— ¡No me digas así, judío de mierda!
~ 13 ~
Encantada por la inusual relación de los chiquillos, dejó la bandeja en la
mesita de noche, tomando de la mano a Jeome para guiarlo al sofá y sentarse
junto a él, mirándolos.
— Es como si fueran tus hijos, Chef.
Ante el comentario, el moreno rio.
— Los amo, pero son una pesadilla — Miró a su novia, acariciando su
brazo. — Pero, agradezco que los toleres.
Clearie recargó su cabeza sobre el hombro de él.
— No los tolero, los quiero — Corrigió. —. Y es porque tú me enseñaste
a hacerlo.
McElroy besó la cabeza de su novia y sonrió, cerrando los ojos.
Estaba infinitamente agradecido de tener a alguien como Clearie en su vida.
— ¡Eres un pendejo!
— ¡Ya cállense, vinimos a enseñarle el capítulo a Chef!
— ¡Mphphmp!
— ¡Cállate, Kenny!
Y a sus cuatro chicos, por supuesto.

~ 14 ~

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