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Bahía de Ku2
\(uanó-Chéuifd Miércoles, 1 de
iNaoChaofr.) 5 Ef escenario de la
Mar de la Chiní Diciembre de 1937
tm-cliCü O'Kum'xak^ lucha en China A Ñ O XXVII
l.Fung-Ku
Mmdionar He aquí un mapa de la zona de Chi-
na en qbe en estos días se vienen
N ú m e r o 1.361
H ermosilla, 7 3
A p a r t a d o 571
MADRID
[.Hainan desarrollando v i o l e n t o s combates
entre las tropas japonesas y las fuer-
C.BoJ4 zas chinas que defienden el territorio
;ion contra la invasión '
^OMI9ARIO
POLÍTICO
p Í N el Ejército Popular con que la República hubo de
*"' sustituir, en Julio >de 1936, al que se le sublevó,
la innovación más visible, aunque no fácilmente apre-
ciable en toda su significación, fué el comisaiio político.
Surgió ya cuando todo en el nuevo Ejército era de ger-
minación espontánea, en las primeras Milicias,- en. los
hombres de conducta revolucionaria más decidida y
consecuente y de formación sindical más claramente
delineada en el curso de las luchas obreras, en los que
REPUBLICAT
con aquella misión de excitante de las energías comba-
tivas del pueblo recaían, simultáneamente, las respon-
sabilidades del Mando militar. Después, los cemisarios marcarse trazos diferenciales entre las órdenes, de avapce "los Sindicatos y en los partidos, luchando por el mejo-
siguieron encuadrados en los puestos-de dirección del o de resistencia y las consignas de demótracia o de-revo- ramiento económico de las clases trabajadoras y por el
nuevo Ejército, juftto a las jerarquías militares especí- lución nacional. Pero pronto se comprendió que frente prestigio intelectual de las masas. En cada uno de los
ficas que, todavía procedentes del Ejército en que la a un Ejército organizado regularmente no podían ser revolucionarios activos de antes de la sublevación, aca-
sublevación se produjo, pero indudablemente leales al bastante el arrojo y el valor temerario y la decisión so de antes de la proclamación de la República, latían
régimen republicano, permane- y a fuertemente los postulados y las consignas de- los
cieron al l a d o del Gobierno, mejores comisarios políticos de hoy. Porque sen los
o que, extraídas de las muche- En la parte su- conceptos contra los que todo el sentimiento revolu-,
dumbres populares que toma- perior de la pá- cionario de; España se alzaba los que ahora t r a t a n de
ron las armas frente a la rebe- gina. La insignia imponernos\las armas que cierran los horizontes del t e - '
lión, iban cubriendo con sus del comisario rritorio de la República ante nuestro Ejército.
nombres las páginas de las «es- de Guerra.—En
calillas» de jefes y oficiales. el centro y aba-
jo: Dos tarjetas La misión del Comisaripdb en el nuevo Ejército
de campaña
creadas por el Feliciano Benito explica la misión del ComÍEariado
Los primeros comisarios Comisariodo como una tarea de educador.
políticos españoles —Al lado de los Mandos militares, el comisario, que
La historia de los comisarios tiene en estos momentos la representación de un pue-*
políticos del nuevo Ejército re- blo erguido en la ambición de unas conquistas revolu-
publicano está escrita hora a cionarias, ha de velar por que las armas no se desvíen
hora, minuto a minuto, en la del servicio de la revolución popular. Al principio, con
vida de combatiente de Felicia- todo el Ejército constituido por voluntarios, por los
no Benito, qu¿ desde las pri- • hombres movilizados espontáneamente de los Sindica-
meras centurias confederales ha tos y de las organizaciones políticas del Frente Popular,
ido pasando, a través de diez y apenas si necesitaba explicarse el sentido de la lucha que
seis meses de guerra, hasta uno estamos sosteniendo para levantar la moral de los com-
de los lugares más descollan- batientes. Ahora, con, las movilizaciones forzosas, con
tes del Comisariado. la incori»ración a nuestras filas de hombres que ya nOi
—Al principio—dice Felicia- acuden atraídos por un?, corriente ideal, de hombres-
no Benito—, el comisario era, que si permanecieron alejados de los frentes de guerra
a la vez, el jefe de la fuerza en fué porque no compartían con los defensores espontá-
aquellas Milicias que, sin orga- neos de l a República el sentimiento de aquella necesi-
nización militar, sin Mandos y dad de defensa, o porque consideraban aún que en 1»
sin armas adecuadas a la mag- lucha española podían quedar espacios libres para 1*
nitud de la lucha que se em- neutralidad, la misión del comisariado se hace más in-
prendía, salían a refrenar el dispensable. Hay ^ue inculcar en estos nueves solda-
ataque del ejército sublevado dos—dice Feliciano Benito—los principies de dignidad
con pretensiones de fácil ven- y de justicia en que se afirman los derechos de la causa
c e d p r . E n t o n c e s no podían popular; hay que hacerles comprender lo que significa
cada uno de los dos Ejércitos en pugna en esta guerra.
Pero, además, el Comisaxiado ha de cuidarse también
en el Ejército de la República de elevar el nivel medio de
educación de sus hombres. Que el soldado llegado de co-
Un justo sentido marcas en las que no había penetrado tcdavía la escue-
de la eficacia la, o de zonas sociales desatendidas de instrucción, ad-
práctica y esté- quiera, durante su permanencia en filas, u n mínimo de
tica ha inspira- conocimientos generales suficientes para mantenerse en
do la creación la vida con una categoría humana. El soldado debe saber
de estas tarje- leer, y escribir, y operar con las cuatro reglas fundamen-
tas de campaña
por el Comisa- tales d é l a Aritmética. El soldado debe ser cuidadoso de
riodo de Guerra sus armas, como el obrero cuidadoso de sus herramien-
tas. Y en el orden social, respetuoso con sus semejantes,
p a r a merecer de ellos el respeto.
hasta el sacrificio de unas muchedumbres movili- Feliciano Benito va señalando orgullosamente la la'
zadas solamente por el instinto de su libertad bor de muchos de sus camaradas en el Comisariado.
amenazada. Y empezaron a cubrirse los puestos —Por eso obra de los comisarios son los hogares de»
de mando con los técnicos militares que siguie- combatiente, creados ya en casi todas las brigadas, e"
ron fieles a la República, para que fuesen ellos los que el soldado encuentra lugar para sus tertuliaSi
los que encuadraran aquellas fuerzas nuevas en para sus estudios y'parasu recreo. La biblioteca, al lado
las líneas de un auténtico Ejército moderno, mien- del salón de billar; el bar. junto a la sala de lectura. »
t r a s los coifíisarios asumían, al lado de los Man- obra de los comisarios son las charlas de divulgación ^'^
dos, su misión natural. las que los temas de litteratura alternan con lo§ de hi-
giene o de economía. Y loscarteles de propaganda, y 1"^
folletos, y las tarjetas de campaña ilustradas con aleg"'
Cómo se forma un comisario político rías de nuestra lucha.
Para Feliciano Benito, el comisario t a n t o puede '^
Fué en Octubre de 1936 cuando ya oficialmente hacia el soldado con un volumen de Carlos Marx o "^
quedó reconocido el Comisariado por una disposi- Bakunin como con una pastilla de jabón. Pero siemp'^^
ción del Minesterio de Defensa. E r a n los batallo- con una gran antorcha de,ideal revolucionario en '*
nes los que proponían al ministro los nombres mano.
que deberían ser designados comisaj-ios. Otras
veces, la propuesta llegaba de los partidos polí- —Un ideal que tiene que prender en cada uno de 1^*
ticos o de las organizaciones sindicales. Los comi- soldados por la palabra y jKjr el ejemplo de los coráis*
sarios deberían capacitarse culturalmente en una rios políticos—añade.
escuela, mediante urios cursillos breves de cono- Porqué la Revolución es la preocupación del cojJi>^
cimientos generales y Ciencias sociales y polí- rio en la guerra, como la guerra tiene ,que ser la preo*^^'
ticas. pación del jefe militar en la Revolución. Y a la guerr
y a la Revolución, como Feliciano Benito, sirven t " ^
<:oni5AuiAt)ODE6U —^Peroles comisarios—añade Feliciano Beni-
to—1^ más que m^ediante un preparatorio a t r a -
vés de textos escritos o iiaiwesos, se formaron en
nutvo Ejército de la República los ícmisaiios.
JOSÉ ROMERO CUESTA
-.ffi»^
Histonas de nuestra guerra
A NUESTROS LECTORES VIH
Este número de nuestra revista consta de doce páginas. Siempre que nuestras existencias de
papel nos lo permitan, continuaremos presentando (a misma cantidad de páginas a nues-
tros lectores, a quienes renovamos nuestro deseo de poderles dar cuanto antes números de
mayvr volumen que estos que hoy nos vemos obligados a publicar Hizo lo tiue
Breviario cuadro. Y, en efecto, lo hi-
cimos, ampliándolo. Yo he
él quemas,..
de guerra sentido el deseo de contar
esto, que casi no es una
^ E ha hablado mucho, y con razón, del «milagro de
* ^ Madrid» en aquellos angustiosos días de Noviem-
p?N las trincherast'de v a n - anécdota, como un ejemplo bre. «El pueblo se lanzó a la calle», se dice como razón
^ ^ guardia, de este sector, del efecto de esa gran siem- para explicar lo inexplicable. Pero no se dirá nunca bas-
donde todos los días, a l bra moral que son las pala- tante cómo y en qué condiciones se lanzó. El «milagro
amanecer, tengo instalada bras en el ánimo de los com- de Madrid» fué un complejo de infinitos milagros im-
un. anteojo p a r a observar- batientes. Todos llevamos provisadores. Cada episodio, aun el más pequeño, h e -
los movimiejitos del e n e - algunas de esas palabras en cho ya carne y bronce de Historia, tiene un acento pa-
migo, entablé una. gran, el corazón y en la concien- tético y conmovedor. Se dice: «El pueblo se fué a los
amistad c o n u n muchacho cia. Por eso hay que cuidar parapetos, a las barricadas, a las esquinas de Iqs arra-
de Infantería, a l q u e , p o r mucho, cada vez más, esa bales...» Pero mientras más se ahonda y examina cómo
sir carácter adusto y poco, siembra eq)iritual, y vigilar fué a la lucha cada uno de los componentes del pueblo,
comunicativa, le habían d a - mucho a los imprudentes más inexplicable, más raro y prodigioso resulta el mi-
do en llamar el Silencioio. que esparcen al aire alguna lagro de la defensa de Madrid.
Ifei o b s t a n t e , conmigo, y mala semilla.— J O S É SÁN- E r a una multitud, ciertamente. Pero h a y que expli-
por Tina, de esas inexplica- CHEZ ALFOCÉA.» car, espigando en los recuerdos, cómo se componía esa
bles razones qae. engendran, multitud. La mayoría de los hombres, sin preparación
l a simpatía, t a l vez porque, ni conocimiento militar alguno, y sólo con el arma de
mi carácter es contrario a l
suyo„ el Silendeso buscaba,
Los «rusos» su ilusión, de su desesperación. E n aquellas horas dra-
máticas fueron muchos los combatientes que se impro-
mi compañía, y pronto e n - «En las últimas operacio- visaron; muchos también los que fueron, con las m a -
lazamos u n a verdadera, nes de nuestro Ejército en nos vacías, a las avanzadas, a formar sólo con sus pe-
amistad, qne llegó a h a - este sector del Centro ocu- chos una barrera viva.
cerse íntima. rrió este episodio, que, aun- El Madrid de aquellos primeros días de Noviembre
Un día. estábamos h a - que insignificante en sí, de- tenía un patetismo, una vibración inolvidables. E l eco
bíando tranquilamente, y muestra hasta dónde llega de las derrotas próximas palpitaba en la ciudad.
él, como sí se decidiera des- el engaño en que viven, en Gritaban sus consignas polícromas los carteles en la
pués de m.ucho pensarlo, cuanto a la significación y fachada estimulando al alistamiento. H o m b r e s ' m a d u -
me dijo: A desarrollo de nnestra gue- ros y «chavales» engrosaban con entusiasmo las filas mili-
—Voy a enseñarte u n a
cosa, q u e representa para,
mí algo parecido a. u n libro
de esos q u e usan los reli-
cmiumj. rra, las pobres gentes cam-
pesinas, las masas desgra-
ciadamente incultas, some-
tidas a la tiranía de los in-
cianas: trajes de americana, blusas y «monos» proletarios
se fundían en ellas. E r a conmovedora la ingenuidad la
torpeza de aquellos pelotones de hombres que hacía u n a
hora todavía estaban en «1 taller o en la oficina. De vez
giosos p a r a fortalecer sus vasores fascistas. .» en cuando, en los paseos y explanadas, la formación se
Creencias en momentos d e
crisis.
Y abriendo su , maleta,
/pothsj^^^^ Nosotros, los que estamos
en las trincheras, nos reí-
mos mucho cuando la pro-
dispersaba. Las escuadrillas de aviones negros bordo-
neaban en el cielo de Madrid.
El menos pesimista pensaba tristemente que poco
podía esperarse de aquellos voluntarios, soldados de
sacó del fondo u n cuadro, paganda fascista, unas ve-
en el que había colocadas, ccn mucho gusto y artística- ces con altavoces o radios y otrjis con prospectos, in- unas horas, siii armas, sin técnica, que la guerra saca-
mente, por cierto, ocho fotografías de los hombres más tentan convencernos de que estamos entregados al ex- ba de sus hogares, de sus ocupaciones sedentarias. Y
destacados de nuestro Frente Popular. Al pie de cada tremismo extranjero, que los «rusos» nos dirigen, que ellos, los^torpes, los ingenuos, los improvisado^, lo hi- •
Una de las figuras se leían unas palabras entresacadas somos una secuela del Ejército Rojo de Moscú y otros cieron todo. ¿Cómo? Ved nn ejemplo que puede servir
de sus discursos, y en lasque reflejaban su fe inquebran- tantos disparates. Pero es que nosotros vemos por nos- de pauta a miles de ejemplos de aquellos días.
table en nuestra victoria. otros mismos la verdad, y podemos búrlame^ de esos El 8 de Noviembre, a una de las improvisadas t r i n -
Mostrándomelo con cierto arrobamiento, ccn éxtasis «bulos» enemigos. Sin embargo, esa propaganda cala cheras llegó un pequeño improvisado batallón. De aque-
más bien, continuó diciéndome: mucho en el otro campo, y el engaño tiene preso a los llos que dos días antes habían empezado a aprender l a
—Yo pienso algunas veces en la posibilidad de desapa- campesinos, de cuya ignorancia abusan los invasores. instrucción en el paseo de Rosales. Casi todos los com-
recer, y hasta estoy casi seguro de que eso ocurrirá. ¿Crees Llevábamos varios días de ataque continuado, y ha- ponentes del batallón eran hombres de la clase media
que efó me importa? ¡Nada absolutamente^ Pero, sin bíamos reconquistado bastante terreno; tuvimos que empleados de comercio y de oficinas.
embargo, a veces siento que me asaltan^-dúdas que me tomar," luchando cuerpo a cuerípo, unas trincheras, y Se hicieron fuertes en la trinchera, y á poco empezó
atormentan horriblemente. Cuando estqy de puesto por como y a se hacía de noche, se detuvo el avance para for- el combate: ¡los primeros tiros que habían disparado en
la noche o solo en mi chavola empiezo a pensE^r si será tificarnos en las nuevas pcsicicnes. su vida los bisónos!
fecunda la sangre vertida, si serán fructíferos todos los En ello, y ya en plena obscuridad, estábamos traba- Entre los comba^tientes, por su ánimo resuelta,, p o r
esfuerzos heroicos, si t a n t a inmolación de vidas será jando cuando vimos u n bulto que avanzaba con gran- sus frases de aliento a los compañeros, destacaba uno
recompensada con un porvenir mejor... des precauciones. Le dimos el ¡alto!, y contestó: «¡No vestido con un traje elegante y camisa con impecable
Y entonces, cuando estas dudas me corroen, me agarro tirar, que soy rojo! cuello de brillo. Estaba asomado a una tronera. Aso-
a ini cuadro y leo estas palabras: «... Y de lo que se t r a t a Le dejamos llegar hasta nosotrcs. E r a un campesino. maba por ella de vez en cuando, y con precaución la
aquí, con la victoria y la paz y el ensanchamiento de la Lo primero que hizo fué interrogarnos: cabeza; gritaba animando a los compañeros, pero no
República y el engrandecimieiíto de la sociedad espa- —¿Sois rusos? hacía un solo disparo.
ñola, es de poner t a n alto el nombre de España que. Me hizo gracia la pregunta, y le respondí: Miraba con asombro a uno y otro lado, como si bus-
Cuando salgamos al mundo, el apellido de españoles sea —No; somos españoles. Yo, niadrileño. cara la explicación de algo raro que le extrañaba.
ün honor difícil de alcanzar, perqué entcsces el espa- Pero el hombre no se convencía. —¿Qué te pasa? ¿Por qué no tiras?—le preguntó un
ftol podría salir de su tierra y, sin cólera, pero con alti- —^Me queréis engañar—decía—. Sois rusos. Sos oí compañero.
vez, arrojarle en la cara a los demás su papeleta: «Ahí esta tarde, cuando el cómbate, gritar y hablar en una El vacilaba en contestar, como cohibido; pero, al fin
tenéis la libertad y la justicia, que nosotros hemcs con- forma que no sos entendía. ¡Sois rusos! dijo:
quistado para todos.» Entonces caí en la cuenta —Es que..., mira, compañero: han caído cuatro balas
Cuando leo esto—siguió di- del error del pobre hombre. detrás de mí y a mi lado, y no me ha tocado ninguna.
ciéndome mi camarada—, es ¿Qué has visto, soldado del pueblo? ¿Qué su- Con nosotros habían ataca- No sé de dónde me tiran. Porque de enfrente no es!
.Como si me bañara una lluvia ceso de la guerra que haces te ha impresionado do aquella tarde los nuevos Pese a los-momentos dramáticos, u n a carcajada aco-
íe optimismo, y siento entpn- más? Cuéntanoslo para nuestro público. No se te reclutas: muchachos catala- gió la respuesta. Lo que él llamaba balas eran ¡las vai-
iCes la alegría de vivir en esta piden sutilems de expresi&n ni primores litera- nes y valencianos, en su ma- nas que había expulsado de su fusil el compañero que
^poca de sacrificio, y m e sien- rios. Cuéntanoslo como tú sepas, como tú hablas, yoría, que, hablándose, ani- estaba al lado!
to orgulloso y cobro nue- como tú escribes a tu madre, a tu novia o a tu mándose unos a otros en sus Entonces el camarada del cuello de brillo confesó su
*'os bríos p a r a seguir lu- her^nano, que de nuestra cuenta corre el disimu- respectivos dialectos, habían cuita: no había servido en el Ejército, no había cogido
chando. lar cualquier posible incorrección retórica. Nada arinado aquel galimatías que nunca en sus manos un fusil, ni sabía cómo se disparaba.
Unos días después vi a mi de literatura, a ser posible, y, desde luego, nada el campesino no entendiera. Le dieron una rápida lección, que repitió en seguida!
ompañero furioso y triste, al de política de partido. Sencillamente. Y breve- Trabajo nos costó hacerle Ya sabía. Radiante de contento, volvió a la tronera.
¡lismo tiemjw. Una explosión mente también. Que el papel, como a to(k>s, no comprender que aquellos «ru- Iba a disparar por primera vez. No pudo. Una bala
\ había destruido la cbavo- nos sobra, y no podemos dedicar a nada mucho sos» eran sus compatriotas. traidora le alcanzó en la garganta. Su cuello impecable
'i y, con ella, su maleta y su espacio. Advertencia importante: nos interesa la ¡Cuántos millares de "her- se tiñó de sangre.
"¡üadro. anécdota, el hecHt>, y no el sitio, que no debe manos nuestros estarán cie- Le cogieron los camaradas. Tenía una sonrisa triste.
Frenético, casi con lágri- darse a la publicidad, para evitar posibUs im- gos por el mismo engaño, Dijo:
"^^as en los ojos, juraba que prudencias. Semanalmente MUNDO GRÁFICO obra de la propaganda t r a i - ¡Mala suerte! Ahora que ya iba a poder hacer algo.
'c los habían de pagar. Me recogerá los motivos destacados de esos relatos de dora! — E N R I Q U E SÁENZ, te- Sin saber «hacer nada», hizo lo que el que más; mo-
•íé difícil consolarle, dicién- los combatientes. niente de la I2.'>- Brigada In- rir. Eisponerse generosamente a eso fué el «milagro»
M e que y a haríamos otro ternacional.^ del Madrid de aquellos días.—JUAN F E R R A G U T .
B A R CE L O N A
En el salón deS actos
del Tribunal de Casa-
ción se celebró la toma
de posesión del nue-
vo mcal de Barcelona,
don Francisco Serra-
no Pacheco. He aquí
un momento del acto,
que fué presidido por
el presidente de la
Audiencia

Ha muerto el
el gran dibu-
jante Sirio
Sirio, el admirable dibujonte cubano,
radicado en 'Madrid desde hace va-
rios años, ha muerto en nuestra ciu-
dad. Sirio—cuyo firmo figuró muchas
veces en los publicaciones de Prenso
Grófico—era un verdadero maestro-
de lo caricaturo. Los hombres de. lo
política, del teatro, del periodismo, de
todjs los actividades sociales, fueron
vistos por él en sus dibujos con un
magnínico ocierto. Sirio ho muerto en
pleno juventud, cuando de su tctenro
podía esperarse todavía uno gran la-
bor. Descanse en paz el admirable
Se ha celebrado un homenaje a los voluntarios españoles que artista
murieron en la Gran Guerra, rueron depositadas muchas coronas
de flores al pie de la estatua erigida en la Ciudadelqen recuerdo
de los caídos
fascista en la capital de Cataluña a él se debe. Luego,
Aragón: tierras arrancadas a la dominación facciosa
J—£i alíf'ct.ai^a ej.etné'zileá^ Jie mmXj w m t^ mmm mi3 m%W^ para ensanchar el suelo de la República. Creador de una
disciplina férrea, sus hombres le seguían con fe ciega,
animados por su ejemplo. Luego, Madrid. Su llegada 3, la
capital de la República en los momentos de máximo
NOMBRES H E R O I C O S , C O N
4
peligro, cuando en las entradas de la población se per-
filaban ya las siluetas gritadoras de los rífenos, al olor
del botín prometido. Yo he recotdado en otro lugar una

UN D E N O M I N A D O R C O M Ú N arlécdota del héroe confederal, peco conocida. Esta:


El día antes de su muerte, alguiep se acercó a Durruti
y le dijo: «Debías"esquivar un poco el peligro. No es con-
veniente que estés siempre en primera línea.» Y Durruti,
R L mes de Noviembre tiene ya para Madrid, para Es- muerte pudo poner un punto final a su acción combativa.
mirando a sus hombres, contestó sin poses algareras:
" ^ paña y para el mundo, luz propia y categoría de Ccmbatiendo cayó. Cara al enemigo, con su estrelladís
«¿No están ellos? ¿Por qué no voy a estar yo donde
símbolo. Noviembire cogió'entre sus dedos de horas fe- t c m a c d á n i e h o t r a d a por el baño rojo d e su sangre de-
ellos estén?»
briles la antorcha de la Libertad, que ningún viento rramada generosamente. Señalando con su muerte al
estímulo de sus c amaradas el camino a recorrer. Poco antes había dicho: «Nosotros renunciamos a
fascista ha podido apagar ni arrebatarle de las manos.
• * *. todo, excepto a la victoria.»
Noviembre es ya el punto de referencia para el estímu-
Durruti. Un símbolo. Un caudillo con una visión cer- La victoria final, como la defensa de Barcelona,
lo heroico de los defensores de la Democracia. Un pun-
tera del momento. Un conductor eficaz de hombres se deberá en gran parte a él.
t o de referencia escoltado por cuatro hites señeros; cua- • * •
tro nombres grabados con trazos indelebles en la ad- esforzados por el camino de la victoria. Las noches dra -
mátioas de Julio, en Barcelona, iluminadas con las r ú - Antonio Coll, Emiliano Barral, J u a n Antonio Heredia
miración y el recuerdo de todos los antifascistas: An-
bricas reiteradas de les disparos en la calle, le vieron y Buenaventura Durruti. Cuatro riombres de héroes con
tonio Coll, Emiliano Barral, Juan Antonio Heredia y
Buenaventura Durruti. Un republicano, un socialista, de un lado a otro, por las zonas más peligrosas, prepa- un denominador común: UNIDAD.
un comunista y. un confederal. Cuatro sises en la bara- rando la defensa de la ciudad. Gran parte de la derrota ANTONIO O T E R O SECO
ja de los. héroes de nuestra guerra. Cuatro nombres cla-
ros, cuatro engarces fuertes en el bloque indestructible
d ; la unidad de todas las fuerzas antifascistas.
* * •
Antonio Coll fué nuestro primer «marino de Crcns-
tadt», la flecha certera, disparada a impulso propio
hacia un objetivo que parecía hasta entonces indestruc-
tible, hacia una meta aparentemente inasequible. Por
los siglos de los siglos quedará su gesto y su gesta en
el archivo cerebral de las generaciones: la silueta airo-
sa, llena de gracia deportiva y de ardor combativo del
discóbolo que lanza su mensaje de muerte a los tan-
ques enemigos. Los pies bien firmes en la tierra, el pul-
so sereno, la cabeza alta y el corazón, sin ritmos anor-
males, más alto aún que la cabeza. Sin irreverencia, y
en gracia a la plasticidad de la expresión, Antonio Coll
quedará para siempre vivo en la memoria de todos, con
el gesto gallardo del matador temerario que acaba de
ver derrumbarse a sus pies el toro más difícil y peli-
groso de la tarde.
Antonio Coll: en las horas amargas y heroicas de los
primeros días de Noviembre, fué el ejemplo, el símbolo
y el estímulo". Como el Cid, siguió ganando batallas des-
pués de muerto. El abrió con su brazo fuerte la puerta •
a la derrota de los tanques enemigos. Todos los que ca-
yeron después—¡admirables Cornejos y Carrasco!—
mordían el polvo de la derrota junto a la sombra, he-
cha motor y palanca, de nuestro primer «marino de
Cronstadt».
* • *

Un socialista: Barral. Un hombre surgido del pueblo
y al servicio del pueblo. En su cara, surcada de arru-
gas prematuras, estaba la huella de muchos dolores físi-
cos y morales. Dolor físico de la casa pobre, de la in-
fancia llena de adversidades y de renunciaciones junto
al padre, hecho a su diálogo diario de buen cantero cas-
tellano con las piedras doradas de Segovia; dolor de una
juventud que se quemaba en vivas^llamas d e ansias
artísticas en la vieja ciudad levítica envuelta en balan-
dranes pardos de iglesias, murmuraciones a media voz
y toques constantes de campanas.
Cuando Segovia cayó en poder de los militares suble-
vados, los segovianos residentes en Madrid formaran
un batallón de Milicias para vengar los crímene,s que el
fascismo estaba perpetrando en la vieja ciudad cas-
tellana.
Barral fué el primero en acudir. No era hora de seguir
en su estudio de escultor, encerrado en un limbo de
creaciones artísticas, mientras sobre la tierra parda de
Castilla caían para siempre sus hermanos en defensa de
la independencia y de la integridad de España. Su puesto
estaba allí, en los parapetos, donde, al morir, se nacía
a la gloria del heroísmo. Y allí se fué. Murió sobre la
tierra castellana, con un sueño de libertad en los ojos
claros, hechos al barrenar de las piedras duras en busca
de la forma escueta. Con el gesto con que mueren los
héroes auténticos. Convertido ya en una estatua, que
el tiempo no podrá limar. En la estatua del heroísmo.
* » *
• J u a n Antonio Heredia era el 19 de Noviembre, cuan-
do encontró la niuerte de cara al enemigo, comandante
de una de las Irrigadas que luchaban en la Ciudad Uni-
versitaria, frente al edificio del Hospital Clínico. Un
viejo militante del Partido Comunista, que, en plena
juventud, conocía ya ampliamente el'sabor amargo de
las persecuciohes d^ la reacción. Ni'la cárcel, ni los ma-
los tratos de los esbirros al servicio de los que se ftuto-
llamaban «hombres de orden», consiguieron hacerle
flaqjuear. Cada martirio, cada persecución avivaba su
fe y acrecentaba su ardor en la lucha por las reivindi-
caciones del proletariado.
El 18 de Julio se puso- en pie de combate. Sólo la
QUIERES Desde la poderosa Norteaméríca
LA P A Z . . . a Holanda, la pacífica

Los cañones d e uno Los soldados ingleses U n a intervención de '.


' en combinación c o n de los mayores acora- realizando p r á c t i c a s los t a n q u e s durante '
los aviones, realizan ma- zados d e la e s c u a d r a ^ ,de artillería a n t i - unas maniobras militares
niobras sobre el Atlántico norteamericana en los Estados Unidos

J A vieja frase es, una vez más, del día. El mundo, in- se ante el'caso de una invasión, por razones estratégi- ficado en la situación militar europea, durante aquel con ub total de 1.083.000 toneladas; Inglaterra 28^
dudablemente, quiere la paz. Habla de ella a cada cas no abandonarla el territorio sin^ haberlo defendido mismo período de tiempo. con 1.216.000 toneladas; el Japón. 200 buques, con
momento, la busca, la persigue. Eero, al mismo tiem> tenazmente. 745.000 toneladas. Sin embargo, en la estadística hav
po, se prepara para la guerra. Á las bellas pala- un factor en contra de la Marina norteamericana; ésta
bras acompañan |las intenciones turbias. A las frases Diez y seis mil millones para atenciones milita- cuenta sólo con 113 buques que 110 hayan alcanzado
La protección de las fronteras suizas res el límite de edad—que no hajran envejecido— contra
cordiales, los propósitos obscuros. El mundo quiere la
paz, pero se prepara para la guerra. i Esta otra noticia es de Berna. Y, según ella, el Con- También en la Cámara francesa se han escuchado, 181 Inglaterra y 171 el Japón. ' ^
Llegan las señales de ello todos los días, qesde to- sejo Federal de Suiza ha elevado de seis a doce meses hace unos días, unas palabras confirmadoras de esa El Gobierno norteamericano ha firmado un contra-
das partes. Conferencias, acuerdos y Parlamentos ha- el tiempo de servicio de las tropas destinadas a la pro- avant 'guerre que vive hoy Europa. Las dijo Bonnet, el tó para la construcción de dos nuevos acorazados
blan de paz. Sin embargo, hay cada vez más prepara- tección délas fronteras del país. ministro de Hacienda, ál exponer eíi un discurso la si- Mr. Swanson quiere pedir al Congreso los créditos ne^
tivos, anuncios y amenazas de lucha. Apenas existe nn tuación financiera y al hablar de los cambios, del cré- cesarlos para la construcción de otros dos nuevos bu"
país ante el que la guerra no se alce como un fan- Un buque más de guerra dito público y de la balanza comercial. «El año próxi- ques que sustituyan a dos que deben ser ya retirados"
tasma sombrío. mo—dijo—^se gastarán diez y seis mil millones de fran- El informe del secretario de Estado para la Mari»
Escoged, de entre estos días, uno cualquiera, uno La potente flota de Norteamérica cuenta, desde hace cos en armamentos piilitares». Y a continuación de ex- dice que la política naval norteamericana ha de co
nada más. Y le veréis lleno de hechos y de signos unos días, con im barco más: el crucero Wichita, de poner esta cifra extraordinaria, añadió que si conti- sistir, en el porvenir inmediato, en lá construcción de
anunciadores de esa preparación colectiva de la gue- diez mü toneladas. Ha sido ahora b o t ^ o al agua, y es nuaban los impuestos con el ritmo que desde hace destructores y submarinos, sin abandonar la de los gran
rra. La gran amenaza nos llega a todas horas, desde el último de la serie de diez y ocho construidos por ocho años signen, ni la Hacienda ni la moneda podrían des cruceros. (Todo éUo dentro de las condiciona ane
todas partes. Fijémonos simplemente en alguno de los Estados Unidos, en virtud del Tratado' de Lon- resistirlo. imponen los Tratados de Washington y Londres). En
aquellos signos conocidos en un solo día. dres. - sus palabras finales, el informe asegura que Norteamé-
rica no acelerará el ritmo de sus construcciones nava"
«... A no ser que el mundo se incendie,..» t'^es «a no ser que el mundo se incendie».
Palabras de guerra en un país de paz Palabros en la Cámara de Francia
Como es sabido, Inglaterra es la primera potencia
Holanda, por ejemplo. El ministro holandés de la En París. En este París vibrante de emoción polí- naval del mundo. Pero los Estados Unidos—la segun- Una visita oficial a una línea defensiva
Defensa Nacional ha hablado en la Alta Cámara sobre tica, lleno del latido y de la tensión de la hora. Ante da—quieren también aumentar la cantidad de su mar>
los problemas de su departamento. la Comisión parlamentaria de Armamento^ habla siu na de guerra. Claro es que este aumento no podrá Y en esta hora tensa, eléctricamente cargada, ekmi-
Y ha dicho que la seguridad colectiva, aunque es presidente, Guy Lacbambre. Los diputados escuchan colocar a Norteamérica en situación de ventaja sobre nistro francés de Defensa, Daladier. marcha en visita
un ideal muy bello, no existe prácticamente; por lo atentamente aquellas palabras, en las que se exponen Inglaterra por el programa de reanpe ¿aval que ésta de inspección a la famosa línea Maginot. Le acompaña
tanto, las circunstancias internacionales exigen la ad- las principales medidas que durante las vacaciones par- viene realizando. Estados Unidos construyen ahora se- el general Gamelin, jefe del Estado Mayor del Ejército.
quisición de material de guerra en el menor tiempo po- lamentarias se han adoptado en materia de organiza- tenta y un barcos. Sobre todos los aspectos de este pro-
sible. • « ción del Ejército. Y a continuación, el presidente de blema ha sido entregado kl presidente RooseveK un in-
Desmintió luego el ministro los rumores de que el esta Comisión parlamentaria francesa da a conocer a forme por el secretario de Estado para la Marina. Sí. efectivamente: d mundo debe querer la paz
pobierno proyectase un ensayo de nMvilización gene- sus compañeros del grupo las características principa- Mr. Swanson. A este informe acompañan unas estadísti- pero se prepara para la guerra: Al fin y al cabo, cum-
ral. Y afirmó, finalmente, que el Gobierno, si se vie- les de las diferentes modificaciones que se han veri- cas, según las cuales Norteamérica posee 325 barcos. ple el precepto clásico: Si vis pacem...
Una perspectiva de la Conce- Una avenida de Siionghai
sión internacional de Shongliai ¡unto al puerto

Shandhaí
La cuarta ciudad del mundo chino. Y esos cientos de millones de seres han de co- fabulosas cantidades, algodones, tés, sedas. Pero se
meri y han de vestirse, y han de vivir. Por todo esto, venden también drogas, opio, armas. Se hacen silen-
^HANGHAi es hoy la cuarta ciudad del mundo. Hace quien controle Shanghai es dueñp del mercado chino. ciosamente negocios que producen millones. E l contra-
tinos cuantos siglos era una zona pantanosa—ca- bando es una inagotable fuente de oro.
lor, mosquitos, fuciedad—, en que vivían miserable- La ciudad de las tres ciudades Las drogas y las armas tienen su cortejo inevitable:
mente marinos y pescadores. Ahora, Shanghai com- . Tres ciudades componen, administrativamente. Shan" luchas, estafas, secuestros, asesinatos, venganzas,
prende en su inmenso recinto varias ciudades, con un ghai: la Concesión Francesa, la Concesión Internacional!' sangre.
total de cuatro millones y medio de habitantes. Ras- la ciudad china. Las dos primeras, en la margen izquier- ' Cada una de las t r e s ciudades tiene "un Estatuto ju-
cacielos, avenidas lujosas, fiebre del comercio y del da, y la tercera, en la margen derecha del Wuang-Poo. rídico distinto, suyo. Ningún europeo puede ser dete-
oro. Más de las dos terceras partes del comercio de la De un modo práctico, la Concesión Internacional es in- nido sin la autorización de su cónsul. Todos los chinos
inmensa China se concentran allí> en la ciudad enor- glesa. Y en toda la inmensa ciudad tripartita viven, t r a - se'parecen, y como, ademíis, no tienen nombres deter-
me y febril. f icaü, luchan, se odian y se espían treinta mil europeos, minados... Así se suceden los ataques a mano armada,
Todas las miradas y ambiciones del mundo se h a n treinta mil japoneses y más de cuatro millones de chinos. los robos, los crímenes.
concentrado sobre Shanghai por su extraordinario va- La Concesión Francesa protege a trescientos mil seres. ' E n este fondo de intriga- entran también los affaires
lor económico. La ciudad está en la desembocadura del Pero de ellos, solamente dos mil son franceses. Podría de espionaje, las negociaciones más extrañas, las com-
Wuang-Poo, el afluente del Yang-Tsé. Es éste 'uno de esto, a primera vista, parecer una tentación para los • binaciones más maquiavélicas, las alianzas más raras e
los ríos más considerables del mundo: es navegable en otros vecinos extranjeros. Pero no hay cuidado. Bu- imposibles. Sabido es que en Europa existe el proble-
una extensión de dos mil quinientos kilómetros, y rie- ques franceses de guerra están constantemente ancla- ma de los agentes dobles, que sirven a u n mismo tiem-
ga y vivifica toda la China del Norte. Es la única vía dos en el Wuang-Poo. A poca distancia está acuartela- po a dos países, a dos intereses distintos y a veces ri-
práctica de penetración hacia el corazón del inmenso do u n reigimiento. Y existe una Policía francesa. vales. Pues bien: en Shanghai los agentes son quín-
país. tuples.
Esta razón geográfica y la enorme población china De tas drogas al espionaje
—cientos de millones de habitantes—dan a Shanghai La tarifa del asesinato
toda su extraordinaria importancia económica y co- El hampa internacional—el gran hampa—^tiene en. Una de las «industrias».4ípic3,s de la-ciudad china es
mercial. De cada cuatro hombres del mundo, uno es Shanghai su capital. Sabido es que allí se venden, en la del «asesinato profesional». AUI se m a t a con arreglo
a tarifa. El precio habitual es de cien dólares por ase-
sinato, la mitad pagados por adelantado, y la o t r a m i t a d ,
después del crimen.
Hace un año aproximadamente apareció en un ca-
llejón de Shanghai el cadáver de un chino adinerado.
Era u n comerciante d e Nankín, que había ido á pasar
unos días a aquella otra ciudad. Se hicieron algunas
pequisas, y sólo se p u d o ^ b e r que el robo no había sido
el móvil del asesinato. '
Poco después fué detenido un chino, Li, por haber
cometido otro crimen. El asesino confesó, y después del
interrogatorio, mientras fumaba tranquilamente un ci-
garrillo, dijo:
—^Yo maté también al comerciante de Nankín. FWé'
por equivocación. Me habían adelantado cincuenta "dó-
lares para que surprimiera a un tal Pao TserL;. Y "coii-,
fundí a éste con el comerciante, poxque, segvinlas Se-
ñas^ personales que me habían-dado, se parecían m u c h o !
—¿Y no devolviste el dinero?
—¿Para qué? Tres días más t a r d e asesiné al otro,'al
verdadero Pao Tsen. . -
« * •
Este es Shanghai. Venganza, crimen, oro, ambición,
drogas, contrabando. Y ahora, bajo la guerra; luto-y'
sangre, bombardeos y ambulancias.
La DÍda, el amor y la muerte de

"En nombre del pueblo francés..."

K^^P^

El informe del defensor A la izquierda: M- M e t -


simy, ex (ninlstro de la
« Guerra en Francia, fué
I A vista del proceso contra Mata-Han dura dos días: —se dijo entonces—uno
"-^ el 24 y el 25 de Julio. De los largos inteirogatorios de los amantes de «Ma-
va desprendiéndose una impresión pesimista y sombría. to-Har¡>
Las preguntas de los jueces van, tenaces, en busca de la AA. Poincaré era
culpabilidad. Se la acusa de haber estado en contacto M. Malvy, político francés, vio Presidente de la
también mezclado tu nombre República france-
con el Servicio Alemán de Información. Se la acusa de al proceso de espionoje de
haber determinado la muerte de varios miles de solda- sa en lo» días del
«Mata-Hari» proceso de «Mata-
dos, de Francia en una cierta operación, conccida pre- Han»' y denegó el
viamente por el enemigo merced a los informes de la indulto de ésta, so-
bailarina. - . ció de angustia. E l ruido menor tiene en estos instantes
licitado por varias
Al final del Consejo, la bailarina está ya perdida. un eco de inquietud. personalidades
" De nada valen las palabras de algún testigo, que de- Se reanuda la sesión. El presidente del Consejo de desde países neu-
clara a su favoi". De nada valen las palabras del buen Guerra pronuncia la palabra de ritual: trales
Eduardo Clunet, su defensor. El viejo abogado,'ar- —¡Atención!...
La voz del secretario se oye limpiamente en el si-
dientemente enamorado, de Maia-Hari, pronuncia un El seoretafio del Tribunal se dispone a leer la sen- lencio profundo de la sala.
informe patético, en el que, desesperadamente, se es- tencia. — . . . D e haber, en Francia y en el Extranjero, pro-
fuerza por salvar a la muijer querida. Todos se han puesto en pie. Mata-Hari se ha alzado curado a esta potencia informaciones capaces de entor-
La bailarina escucha—muy abiertos los ojos, el cora- también, y erguida, hierática, se dispone a escuchar, pecer laB operaciones de nuestro Ejército...
zón tenso—las palabras de su defensor. E s .ya la última entre las dos filas de soldados que forman la guardia
parte del proceso. Clunet pronuncia ún discurso admi- Mata-Hari, altiva e impasible, escucha sin pestañear
del Consejo y que rinden honores a 1^ Justicia. las palabras que están gprfilando su inuerte.
rable, en el que se funden argumentos y pasión, razones La voz del sécretaxio empieza a escucharse, lenta y
jurídicas y fervor sentimental. Sostiene que todas las —... De haber mautenido en el Extranjero inteligen-
acusaciones*se basaban en referencias e informes de los grave, entre el gran silencio de todos. . cias con agentes diplomáticos edemanes, con objeto de
3—En nombre del pueblo francés... favorecet las empresas de n u c i r o s enemigos, comuni-
agentes del Contraespionaje, sin una comprobación cándoles secretos relativos a nuestra política interior v
rigurosa y definitiva. Dice que todas esas referencias Ante la evocación del pueblo en armas, del pueblo
que se está defendiendo a sangre y fuego, el oficial que a la ofensiva de la^primavera de 1916...
no han sido, debidamente presentadas al 1 ribunal que
ahora juzga. manda el grupo de soldados grita: A medida q.ue se acerca» las palabras finales de la
-—¡Presenten armas!... A ^T • sentencia, el silencio en la sala se hace más agudo, m á s
—... Lo más que se ha hecho—dice—es leer y admitir delgado. Un silencio que se escMcha, paradójicamente
ciertas actas.de la información policíaca... Pero no se ba ' Y los fusiles saludan, mientras el secretario del t r i - de tan hondo.
dado ocasión al examen pericial de esas actas... bunal sigue leyendo la sentencia acordada por unani-
— . . . E n nombre del pueblo francés, el Consejo de
E n las palabras finales deí informe, el defensor, con midad contra Mata-Hari. • Guerra declara a Margarita Zelle culpable del delito de
un acento emocionado, pide la absolución de Mata-Hari. «Margarita Zetie, culpable de...» espionaje y la condena a ser pasada por las armas...
La sentencia —...Margarita Zelle, culpable «de haberse introdu-
cido, en 1916, en el campo atrincherado de Piarís, a t m Un grito de «Matá-Harl»
El Tribunal se retira a deliberar. A los diez minutos de prc curarse infctmacifioes que iítóresáhan a tina
Y de pronto, ante estas palabras, se oye, desgarrado
aparece de'nuevo en la sala, sobre la que pesa un silen- potencia enemiga... y vibrante sobre aquel aflencio á e ¿ m e i t e , el grito d e 1«
condenada: /
—¡Eso es imposible!... ¡Ego es imposible!...
Pero es sólo un segundo. Inmediatamente, Mata-Hari
se recobra, y otra vez vuelve a ella la altivez, el orgullo
la impasibilidad. Su actitud es de nuevo desdeñosa!
irte y firme. Nada delaí* e n . * » que acaba de ser conde^
naáa a muerte.
Muy cerca de ella, sin embargo. Clunet, su defensor
siente que algo le oprime la gaj^anta y le angustia ei
ánimo. Aquella mujer que él quiso siempre h a sido con-
denada a morir. Un temblor de lágrimas pugna por aso-
marse a los ojos del buen viejo^ que no h a podido sal-
varla de la muerte.
Con paso firme y expresión serena, Mata-Hari aban-
dona la sala del Consejo. Vuelve a la prisión, de la que
sólo saldrá para jmorir.
En el próximo número.-
XIV
Esta es la celda de los úon
denados a muerte, ocupada
en lo prisión de San Lózaro HACIA LA MUERTE
por «Mata-Hori>
zación, en la construcción de refugios que ahora se
EGOÍSTAS, NEUTROS Y PARÁSITOS inicia... Así harían algo por Madrid los que en el Madrid
todavía cordial e ingenuo a los diez y seis meses d e gue-
r r a han encontrado cobijo y comodidad.

El t r a b a j o , obligatorio H a y que ir rápidamente a la implantación de esa


medida que, nacida del derecho al trabajo, trae por con-
secuencia «la obligación» de trabajar.
Y no sólo como medida de guerra contra los indolen-
f A mejor conquista, quizá, de la revolución rusa El hombre que se considera como un islote, como un tes, cucos y emboscados que todavía existen, sino como
" ^ está expresada en el artículo de su Constitución compartimento estanco, merece, en épocas • normales, imperativo de profilaxis social.
que reconoce a todos los hombres elJ«derecho al trabajo», que se le deje mcrir sumerigido én esa atmósfera esté- El egoísta es, por constituQión, el enemigo de todos,
y que tiene como consecuencia esté postulado: «el que ril de su' egoísmo. sean cualesquiera sus ideas. El egoísta no es ni siquiera
no trabaja, no come»^ '' Pero cuando una guerra pone en tensión las energías la tierra esquiva, dura, hostil al laboreo. La tierra, por
Naturalmente, como no se crea derecho justo sin que de todo un pueblo y cientos de millares de hombres se muy seca y terca que sea, puede, en fuerza d e trabajo,
se engendre un deber, el derecho al trabajo t r a e implí- sacrifican en el mismo afán, no puede permitirse, n i a de riego, de abono, dar alguna vez flor y fruto. El t r a -
cita la «obligación» de trabajar. Y , , p o r consecuencia, título d e respeto a la libertad individual, que exista bajo del hombre en ella puede estar iluminado por al-
la extirpación de la ociosidad, del parasitismo social. una sola persona que se considere desligada, ajena a los guna esperanza. Al cabo, la tierra se rendirá al esfuerzo
En la Espaüa republicana aun no se h a calado con trabajos y las angustias de los que le rodean. fecundo, al laboreo tenaz.
bastante decisión y hondura en las entrañas ide este Contra ese concepto individualista y ególatra de la Pero el egoísta es la piedra: inútil el riego y la siem-
problema. Todavía, a los diez y seis meses de guerra, libertad, está el más alto concepto de la justicia, que, bra; su materia, sorda y torpe, no germinará jamás.
hay muchas gentes que no trabajan en nada bueno. para serlo, ha de ser equitativa. Únicamente el pico acerado y el cincel cortante la harán
O, lo que es peor: siguen permitiéndose el lujo de vivir El hombre no es nada si su existencia no representa útil, convertida en pilar, en columna o en lápida.
a costa del trabajo ajeno, o que tienen por única tarea un valor útil para los demás hombres. Una vida no im- Pero h a de ser así, a la fuerza, a golpes, con violencia,
estacionarse en una industria o una oficina inactivas porta sino por el valor espiritual que representa. Y la entre pirotecnia de chispas quemantes.
y cobrar un sueldo por no trabajar. * más alta gradación,de ese valor se traduce en solidaridad. Que el trabajo, como una obligación inflexible, arran-
¿No es llegada la hora de hacer el trabajo efectivo, Tan eficaz, pues, como la acción de guerra contra el que luces y haga aprovechable ese bloque inerte del
obligatorio, ineludible, acabando con el egoísmo como- enemigo dinámico de enfrente es la lucha contra el egoísmo que todavía es peso y estorbo en nuestra reta-
dón de los ociosos y persiguiendo su camouflage t r a s un enemigo sedentario, pasivo e inerte, que anida en nues- ^ardia.
ficticio certificado de actividad? t r a retaguardia. T a n peligroso como el combatiente J.F.
Que todos trabajen y trabajen en ayuda y beneficio adversario' que empuña un fusil es este enemigo que
de la guerra. E s lo menos que se les puede exigir a los entre nosotros se cruza extáticamente de brazos.
que mientras España se desangra, en una lucha trágica, Sea más duro el castigo para el inepto voluntario, para
han adoptado la postura egoísta del que no se entera, el falso neutral que pensando en su comodidad «no se
haciéndose indiferente a los dolores ajenos. mete en nada», ni «se significa», y lo que quiere es «que
No es sólo en las circunstancias dramáticas de la gue- esto se acabe», que p a r a el enemigo declarado, sobre el
rra cuando se calibra el influjo pernicioso del parasitis- que sabe a qué atenerse. Angina de peoho, Velez pramatnra y demás enfermedkiles |
mo social. H a llegado el momento de dar la batalla a fondo a originadas por la Ari«rio«aolera*ls e Hlpertaoaiün
La vagancia es siempre matriz de delincuencia. esa especie de egoísta. I r a la implantación inapelable Stcarii de UD modo perfecto v radical y se «viíaa por completo toiaaodo
Pero tendría que no ser así, que no ser el ocioso materia
predi^uesta paradójicamente para t e d a s las activida-
del trabajo obligatorio para todos. Con su secuela justa:
«el que no trabaja, no come». E n la España nuestra que-
12. U O L
Los slDtomas precursores de estas enfermedades: dolores ét ca-
des lesivas, y sólo el hecho de que cuando un gran dolor d a n todavía muchos ejemplares de esa fauna embos- besa, rampa o calambres, zumbidos de oídos, falla de laclo. Hormi-
gneós, vahídos idesmaf/osj. modorra, ganas frementes de dormir,
colectivo embarga a u n pueblo exista un solo ser que cada, comodona, manca y sorda, de la peor sordera, pérdida de la memoria, irritabilidad de carácter, congestiones, he-
permanezca aislado, indiferente, abroquelado en su que es la que no quiere oír. La aplicación! severa del txa,- mojrragias, varices, dolorefen la espalda, debilidad, etc., desapa-
recen COD rapidez usando Bnol Es recomenOado por emlneocias
egoísmo, es y a una excepción repelente. bajo obligatorio haría d e trompeta bíblica para los que médicas de varios países, saprime el peligro de ser victima de uno
, El individuo, fatalmente, se debe a sus "semejantes aun «no se han enterado de la guerra». Que son más de muerte repentina; no perjudica nunca por prolongado que sea su uso-,
sus resultados prodigiosos se uanifiestaD a las primeras dosis, con-
por un imperativo indeclinable de solidaridad de raza, los que se cree. Sólo en Madrid podrían aún hacerse tinuando la mejoria hasta el total restablecimiento y lográndose con
de intereses y, en último término, por una- afinidad m u y buenas redadas de brazos ociosos, que estarían el misma uoa cxiatencú larga.con una salud envidiable.
VENTA Madrid. F Gayase, Arenal. 2, Barcelona, Sagali Rbla
instintiva de especie. magníficament* empleados en los trabajos de higieni- Plores, U. y priocípales farmacias de España. Portugal y América

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V i

RECORDAD.

CEREBPINO
MANDRl
EFICAZ
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IHOFEHSIYO
GENIAL CD&ACICÍN D&

WARNER B R
con
ANN LORING

Talleres de Prensa firáfica, S. i , Hermosllla, 73, Madtíd


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P«EBtOii,CAMFOi
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kí»:* . i e i w / ' • » * ; • MÍE?


f»TEJ*A FRAnC£$A

Un croquis de Shanghai, la ciudad escenario de sangrientas batallas recientes entre las tropas
SHANGHAI, chinas y las tropas del Japón. En el plano están marcadas la Concesión Internacional, la Conce-
sión Francesa y la ciudad propiamente china: Nantao. Están marcados también los sitios en
C A M P O DE que cayeron las bombas chinas sobre la Concesión Internacional. Estas bombas estaban destina-
dasat buque japonés «Izumo», anclado, ante el Consulado japonés, en el río Wuong-Poo; por error
en la precisión del objetivo, coyeron sobre aquella Concesión, ocasionando numerosas víctimas.
BATALLA Comoes sabido, después delaocupacfón de Shanghai, lastropas ¡aponesassedírigen haciaNankín
lyéase en el interior ddl número una información sobre Shanghai]

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