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16/4/23, 1:52 El complejo materno

UNA PERSPECTIVA DEL COMPLEJO MATERNO*.

Bernardo Arensburg.

Hablar del Complejo Materno es en cierta forma retomar un concepto en desuso, Ana
Freud en un artículo publicado en el I. J. P. hace una crítica de la excesiva extensión
de los conceptos y toma como ejemplo la palabra Complejo; “el exceso extensivo de
su uso” con adjetivos diversos lentamente creó una vaguedad conceptual frente a la
cual, como reacción, todo lo que quedó de él fueron los términos “Complejo de
Edipo” para designar las experiencias centradas alrededor de la relación triangular de
la fase fálica, y “Complejo de Castración” para las ansiedades, deseos reprimidos etc.
Concernientes a la pérdida o a la falta de órgano sexual masculino.
En este trabajo expresaré mi desacuerdo con el estrechamiento del C. E. y
extenderé ese desacuerdo a la introducción por Freud de dos conceptos: me refiero a
“preedípico” y al supuesto “naufragio del Complejo de Edipo”.
El “Complejo Materno” y el “Complejo Paterno” que Ana Freud elimina junto con el
“Complejo Familiar” del léxico psicoanalítico son crucialmente importantes de
comprender y de ser comentados. El C.E. es un Complejo “familiar”, se desarrolla en
el seno de las relaciones familiares y trataré de explicar porqué no puede disociarse el
“Complejo Materno” (C.M.), el “Complejo de Castración” (C.C.) y el “Complejo
Paterno” (C.P.) como los tres momentos estructurales que delimitan la totalidad del
“Complejo de Edipo” (C.E.).
Es obvio que si aceptamos el inicio del Complejo de Edipo como transmitido
por la madre desde su C.E., es una tesis que adelanto: la relación con la madre, el
C.M., le quita sentido al planteo de una fase “preedípica”. Freud mismo en el artículo
de 1923 en el cual introduce la fase preedípica, como característica central de la
sexualidad femenina expresa en una frase significativa. “Por una parte podemos
extender el contenido del C.E. para incluir todas....por otra podemos tomar en cuenta
nuestros hallazgos nuevos diciendo que la mujer solo alcanza el Edipo positivo
normal después de haber superado un periodo anterior gobernado por el complejo
negativo.”
El complejo negativo en cuestión es la fijación afectiva en la madre, que la
nena comparte con el varoncito, tal fijación es considerada como homosexual y por lo
tanto un período preedípico negativo en la mujer. No comparto para nada esa
imputación de homosexualidad, podríamos presumir que este estadio en la mujer
podría facilitar una homosexualidad latente por fijación al objeto primario, pero en si

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no podemos definirlo ni como homo ni como heterosexual en la nena o en el varón.


Su lógica obedece a una sexualidad, o mejor dicho a un erotismo que se gesta
básicamente en la indefensión primaria del bebé, la hilflosigkei”, que sólo la madre
puede cubrir, y esa hilflosigkeit que Lacan define como una “falta de ser” coincide
con una “falta de tener” de la madre. Falta fálica según Lacan, el encuentro de estas
dos faltas establece una complementariedad cancelatoria y fuente de fijación para el
nene y la nena.
Quiero agregar que la falta fálica de la madre a la que se refiere Lacan no es
un concepto sencillo ni a ser aceptado textualmente a fardo cerrado. La falta de tener
de la madre sin duda contiene aspectos de falta fálica como lo sostiene igualmente
Freud en sus referencias al C.C. de la mujer, pero el falo de Lacan no es el falo de
Freud, y además creo que las faltas de la madre no tienen poco que ver con la relación
con su propio Complejo Materno y las experiencias carenciales que vive en su curso.
La falta en general es, en un sentido amplio, motor de deseo para el hombre y la
mujer. La introducción, por lo tanto en el artículo de 1931, del término “preedípico”
es una ruptura de las relaciones dialécticas entre esos tres momentos: C.M., C.C. y
C.P. que caracterizan el C.E. como un desarrollo estructural unitario.
Por otra parte es curioso y llamativo que después de este artículo no volverá a
usar jamás el término “preedípico” y que nunca usó el término “post-edípico” a pesar
del supuesto “naufragio” del C.E. que hubiera justificado su uso. Píensese que hasta
1939 hay ocho largos años de creación y revisión de su obra lo que hace aún más
llamativa la omisión: “preedípico” comienza y termina en 1931 para Freud.
¿Tiene este artículo y la eliminación del C.M. con los debates de las analistas
mujeres con y contra Freud alrededor de la femineidad? Es muy probable.
Creo que Freud otorgó a lo paterno una prevalencia fundamental en lo que se
refiere al C.E., por ejemplo en el trabajo sobre Leonardo, que es justamente un trabajo
que muestra avatares que relacionan una evolución del C.M. al C.P. Freud dice “el
complejo paterno-materno”, ¿porqué paterno va primero si cronológicamente es
obvio que es anterior. En El Yo y el Ello hay un curioso desliz; afirma que la primera
identificación es con el padre, para decir acto seguido “más bien con el padre y con la
madre” frase que tiene la clara estructura de un lapsus. ¿Hay en él un paterno-
centrismo ideológico?, habría que revisar los relatos de la correspondencia con Fliess
de los inicios de la conceptualización de lo Edípico para tener una imagen más clara.
Por otra parte, en la época de la vigencia de la teoría de la seducción traumática de los
inicios “el seductor, decía, siempre era el padre”. A lo largo de los años esto cambió
no sólo en el abandono de esa teoría sino también en la importancia que llega a darle
a la madre como primera seductora y erotizadora en sus manipulaciones de los
cuidados del bebé y agregaría que desde sus anhelos fusionales coetáneos con él y su

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deseo oral, formulado como “te comería” - decir nada infrecuente y a veces
acompañados por una abundante salivación refleja.
Se puede pensar que Tótem y tabú es una obra clave para la comprensión del
C.E. y que efectivamente la estructura de la reflexión freudiana remite a una dinámica
edípica que instaura, desde el aposteriori del asesinato del padre, y culpa mediante,
una eficacia normativa, legislante del padre muerto, para prohibir el incesto y la
repetición del asesinato del padre que son en el fondo la solución del C.E. en su polo
paterno. Tótem y tabú otorga a la imago paterna todo el peso de la legalidad edípica.
Esa solución deja sin embargo residuos añorantes como lo prueban las ulterioridades,
la erección del tótem como sustituto y persistencia de la interdicción desplazada del
padre asesinado y la comida totémica.
Pero por cierto no puede reducirse el Complejo de Edipo a un código anti-
incesto y de sometimiento a la autoridad y la falicidad del padre. La historia
comienza con el deseo, el deseo de lo no tenido, el buscar lo faltante, a saber las
hembras del padre, madres de la fratría y tal vez madre real de más de alguno de sus
cortejantes.
En resumen hasta ahora he hablado del estrechamiento del C.E. en lo que se
refiere a sus inicios maternos, vale decir de sus estrechamientos hacia atrás, hacia el
inicio.
Pero el concepto de “Naufragio del Complejo de Edipo” es a su vez un
estrechamiento hacia delante, hacia sus proyecciones más allá de la pubertad y la
adultez.
El “naufragio” o “sepultamiento” del C.E. es en alemán Untergang, se trata de
un vocablo de rica polisemia pero todos sus múltiples usos apuntan a un final radical
de algo, su ya no ser. Preguntaría si alguien ha visto alguna vez, dentro o fuera de su
práctica analítica, un ser caracterizado por un no ser de su C.E. o de sus residuos más
o menos notorios.
No hay naufragio que no deje restos, aunque sea en el oculto fondo marino,
comparable al de la represión que como sabemos no pierde su eficacia en cuanto a
efectos. La clínica y la existencia muestran que las secuelas del complejo de Edipo y
Castración son, para bien o para mal, una afectación de todo el decurso de la vida
incluyendo la aceptación de la maternidad y la paternidad por el hombre y la mujer.
Antes de entrar en la exposición nuclear, debo hacer una afirmación que
probablemente ustedes me han escuchado más de una vez: No existe en el campo de
las teorías psicoanalíticas, ninguna que sea más específica ni más comprehensiva
que la teorización del complejo de Edipo y si se piensa en el artículo de 1931 y en
el naufragio, esa virtud magna del complejo de Edipo se diluye; Freud mismo lo dice
(pag.226-vol.21) en un reconocimiento paradojal y que, de hecho, si se lee la frase

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anterior que le da todo su sentido al complejo materno, resulta un sin sentido. La


frase es: “Debemos retractar la universalidad de la tesis de que el complejo de Edipo
es el núcleo de las neurosis”.
El C.E. en su abordaje total permite comprender las subteorías, pulsiones,
fijación, regresión, represión, mecanismos de defensa, formación del inconsciente,
etc. pero ninguna de ellas individualmente es capaz de dar cuenta del C.E.
Estas reflexiones me han llevado tal vez, a una posición radical y extrema que
seguramente me hace vulnerable a serias críticas

Haré un breve resumen de esta posición:


1º) En la experiencia Edípica de la madre dejan huellas las tres etapas del
esquema, tal como en el varón, en ellas se apoya y se origina el “Deseo Materno” y
este inicia, con la concepción, una transmisión o si se quiere una puesta en juego
intergeneracional del inicio de una ontogenia edípica en el bebé. Freud ha puesto en
el centro del deseo materno la compensación del C.C. y el anhelo de un bebé del
padre, no negaría la vigencia de estos factores pero pienso que el C.M. vivido por ella
con su madre y otros muchos factores configuran y alimentan el Deseo Materno.
2º) Los eventos modeladores del infante y del niño a lo largo del C.M. son
múltiples y variables en su calidad y en sus efectos: No me adentraré íntimamente en
ellos pero enuncio algunos de gran primacía con la seguridad de no llenar la lista:
a) El anhelo de apego, la formación de un objeto fin, el corolario de ambos en
un autismo primario normal (Mahler), un vínculo simbiótico (idem).
La inscripción de la pulsión de muerte y la emergencia de un narcisismo
Absoluto, experiencias de dolor y la vivencia de lo que Lacan llama “cuerpo
fragmentado”,
b)El pecho como objeto (Freud, Klein), la emergencia del estadío del espejo y
del narcisismo primario, la vivencia omnipotente de His majesty the Baby, la ausencia
de la madre y la presencia del extraño como paradigma de lo “no-madre”, la opción
de la madre como objeto y las carencias y pérdidas como fuente de autoerotismo. Los
celos y la emergencia de la escena primaria. Las teorías sexuales infantiles
incluyendo a la madre fálica.
c) El pasaje a la fase fálica, la masturbación con fantasías maternas o
sustitutivas. El concepto de falo de la fase fálica.
d) Los inicios de la angustia de castración relacionados con la falicidad o no
falicidad de la madre.
En este proceso el C.C. marca un límite al Complejo materno y a la seducción
materna, impone una condena al goce fálico-genital, condena que creo que la
represión no logra nunca resolver radicalmente porque reprime al objeto, madre, pero

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no logra lo mismo con la concupiscencia fálica que persiste, resiste y retorna en toda
su potencia en la pubertad; e incluso como lo hipotetiza Freud mismo con un retorno
del Complejo ¿supuestamente resuelto con el naufragio? Se gestan además en su
curso angustias y modificación del Yo
4º) El Complejo Paterno no es un tema que tenga la intención de desarrollar
hoy sin embargo, no se puede soslayar el sentido dialéctico que lo caracteriza; es en
cierta forma la antítesis y el intento de síntesis de lo que en una buena parte del
Complejo Materno ha estructurado en el sujeto, establece un corte en las modalidades
vinculares con la madre, una ley.
5º) Las ulterioridades del Complejo Paterno: no es una novedad el sostener
que en el desarrollo del devenir del sujeto no hay soluciones radicales, ni disolución
radical de la historia en una rehistorificación que deje al sujetoadulto limpio de su
pasado. Conceptos como el retorno de lo reprimido, la compulsión de repetición, el
uso extensivo y no sólo patológico de la desmentida, los momentos de retorno de la
omnipotencia, de la dependencia, la ambivalencia, los celos y la envidia, apuntan
hacia lo insoluble de lo infantil en el adulto. Quien se atreva a negar la vigencia de
estos fenómenos en su vida o no tener conciencia de ello no puede menos que
calificarse de “normópata” o del que se miente a sí mismo desde lo que Hegel
llamó “Belle âme” y que Lacan retomó inteligentemente y en cierta medida también
Melanie Klein en el concepto de Identificación Proyectiva, e incluso Freud en su
vejez, en el concepto de “la roca viva”, a ser considerados no solamente como
obstáculos a la cura sino como residuos de la historia edípica de cada uno, eficaces
en mayor o menor grado pero omnipresentes en la especie humana a fuer de tal. Me
anticipo a la posible acusación de un radical pesimismo, creo que no sólo el histérico
sufre de reminiscencias sino el género humano en general pero que dentro de esa
universal afectación cabe múltiples fuentes de placer y de plenitud vital, garantizadas
no solamente por la sublimación o la capacidad de reparación y autoreparación, sino
también y tal vez, sobretodo por la flexibilidad y la riqueza de las capacidades de
desplazamiento que permiten encontrar recursos de satisfacciones de las cuales diría
que más que simbólicas e intelectuales son corpóreas, concretas y si no, por lo menos
imaginativas, hijas de una alianza entre el Yo y la fantasía creativa que se alimenta de
modificaciones de lo éllico en el Preconsciente.
A esta altura de mi escrito se me hace evidente la imposibilidad de exponer
detalladamente y de un modo sistemático el Complejo Materno en su completud.
Me limitaré a abordar lo que considero su momento inicial, el Deseo Materno
desde diversos enfoques de su dinámica y sus efectos.
Antes que nada quiero desmitificar aspectos idealizantes con que
frecuentemente se revisten sus bondades y altruismos para decir que, como la mayor

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parte de los fenómenos humanos, sus contenidos mentales manifiestos no se condicen


con los contenidos latentes inconscientes. Nos encontramos aquí, como en lo demás,
frente a dos discursos paralelos y no necesariamente concordantes.
No olvidemos que el primer modelo del deseo apunta hacia la identidad de
percepción y que persigue, no sólo una satisfacción ya perdida sino que además
inalcanzable fuera de lo imaginario. No pocos elementos, pensamientos, fantasías del
deseo materno escapan a esta caracterización o están ignorados en el transfondo de su
estructura inconsciente.
He dicho en otro contexto que el Deseo materno es el “elan vital” sin el cual el
bebé perecería, como lo ha mostrado antes un novelista citado por Freud, Daudet en
“El Narbad” y en la pionera investigación científica de Spitz que muestran el aspecto
dañino e incluso mortal de la ausencia del deseo materno, a esta altura del saber
pediátrico y psicoanalítico esto es cosa sabida y sin embargo se cometen errores en el
manejo hospitalario de los bebés de efectos graves por falta de conciencia, recursos,
descuidos, etc.
Creo haberle oído decir a Bion en Buenos Aires algo así como “más vale un
mal pecho presente que un buen pecho ausente, lo que sería una metáfora pertinente
que acepto a pesar de mis dudas respecto a los enfoques “mamario-céntricos”. Pero
en todo caso cabe suponer que en general, una presencia mala es en la práctica o no
benéfica, o si breve inquietante y ansiógena; el carácter no benéfico, incluso maléfico
puede observarse, y personalmente lo he observado por lo menos en dos casos y
presumiblemente en un tercero con no tanta certeza. Se trataba de madres, o abuelas
que las sustituían, ambas en duelo, dedicadas a una crianza pasiva, sin estímulos,
muda verbalmente, sin sacar de la cuna, sin canciones de cuna, ni arrumacos, sin
mecer en los brazos. Estas personas sobrevivieron, crecieron, cumplieron seria y
contraidamente con destinos profesionales buenos e incluso exitosos, pero sus vidas
amorosas estaban marcadas por fracasos reiterados, sus dudas respecto al valor de su
identidad eran múltiples, con escasa investidura narcisista de la imagen del Self.
En otros casos el deseo materno pasa muy precozmente de una a otra hermana
o hermano con muy escasa diferencia de edad, la mínima absoluta, el resultado es una
anorexia y una adicción grave en una, un carácter violento, conflictivo, antisexual en
otra y los residuos de una depresión anaclítica y una caracteropatía depresiva-
obsesiva en un tercero.
Vale decir que la ausencia del deseo materno, su patologización depresiva u
otra, su labilidad, término que enfatizo, trae desgracias, patología y en los extremos
muerte biológica, de origen psicógeno. El trabajo de Green sobre el Complejo de la
madre muerta, remite a un discurso patógeno semejante; sus “agujeros”, el

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ausentamiento de aspectos esenciales de la estructura humana y de la vigencia del


Principio del Placer se hacen evidentes por esa patología del deseo materno.
Respecto a la negatividad de la presencia no faltaría tampoco que decir, la
persistencia del deseo materno, cuando tiene éxito y no es revulsivamente rechazada,
logra alienar al sujeto en una adicción materna, le impide atravesar las líneas
normalizantes del C.C. y el C.P.
Me visita un señor entre los 50 y los 60, su analista de otra ciudad ha
enfermado y no podrá seguir atendiéndolo, busca desesperadamente a alguien a lo
largo y a lo ancho de la geografía peninsular y mi impresión es que no lo encontrará,
como no lo encontró en el analista anterior, analista que lo atendió fielmente durante
8 años a cinco sesiones semanales y excepcionalmente a seis. ¿Cuál es su motivo de
consulta? No se define bien, no es una impotencia eréctil, pero sin embargo no puede
penetrar a una mujer, en los ocho años el síntoma no ha experimentado cambio
alguno. Frecuenta cotidianamente lugares de Streap Tease y tiene relaciones
exclusivamente con las streapsers, especialmente rusas, con las cuales es una especie
de protector, padre, madre, guardián de sus niños y de sus madres, con una de las
cuales la hija quiso inducirlo a que formara pareja, obviamente sin éxito. La madre
del paciente, ya mayor, cautela los bienes heredados de éste (del padre) y lo llena de
todo el dinero que necesita; es mucho pero su parquedad en el vestir, su apariencia de
pobre, etc. revelan que sus gustos más importantes son el análisis y las streapsers. Su
padre murío joven, su única hermana ayuda a la madre y él vive episódicamente con
ellas. Lo vi dos veces, me tomó aparentemente una gran simpatía pero no se quedó a
tratarse porque la streapser rusa se iba de Valencia y era su única amistad y además su
madre lo requería. No he vuelto a verlo.
No he hablado aún de las patologías del deseo materno que se ligan a la
escisión del deseo materno y que pueden traer efectos patógenos en el niño.
Trazo un gráfico de la situación inicial y su estructura:

La madre del Deseo materno no busca solo el bebé que colma su falta, es un
ser mundano y una buena parte de su falización gira alrededor de lo mundano, su
belleza y seducción, el deseo conyugal, su creatividad intelectual, sus habilidades
laborales, su capacidad de hacer dinero y muchos etceteras[1].

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El hecho es que cuando las fuentes narcisistas falizantes para la madre se


cargan del lado a-c. en exceso, el lado a-b. del deseo materno se puede empobrecer
tan patogénicamente, como cuando se sobrecarga excesivamente a-b en desmendro de
a-c. A juicio de muchos autores franceses y con resultados en investigaciones serias y
metodológicamente impecables, la patología psicosomática precoz e infantil temprana
se alimentaría de lo que llamo el empobrecimiento de a-b.
Por lo demás, por déficit o exceso de a-c, por cualquier exceso o falta
cuantitativa de tensión en los otros dos lados del triángulo implica dolor, vivencia del
propio cuerpo como desamparo, algo ajeno, etc. es en resumen un arresto al placer
precoz y como dice Freud en “la negación” incrementa lo expulsivo de la vivencia
inasimilable de no-yo y crea un externo realidad que no podemos menos que
considerar esquizoparanoide-persecutorio en su evocación, escindido; en este punto
expreso uno de mis escasos acuerdos con el pensamiento de Klein, ella por lo demás
reconoce que su concepción de la Identificación Proyectiva se inspiró en este trabajo
de Freud.
¿Cuál es la vía de equilibrio, de salida de los impases del deseo materno?
Diría que hay uno fundamental, por parte de la madre, la reconducción de su
fantasía edípica en un momento adecuado fuera del deseo materno extremo hacia un
equilibrio de su vida conyugal, de su mundaneidad y de su amor materno. Lacan,
refiriendose a lo que llama el segundo tiempo del Complejo de Edipo, dice: “la madre
le significa al niño que el Falo está en otra parte, en el Padre”, frase que como todo lo
que dice Lacan no debe asumirse al pie de la letra, pero que implica que la trayectoria
edípica debe cumplirse, es decir para le nena y el nene investir al padre, no sólo de
afecto o incluso de una cierta valencia erótica en la nena, sino también como
representante, yo no diría del “cabeza de familia”, o el Falo, o la ley, sino como una
investidura que da un sello de integridad, de no escisión, de no discordia irracional a
la estructura familiar, que es tal vez la forma como el “complejo paterno” se hace
llevadero, como diferente del ejercicio del poder como lo señala I. Berenstein, y lo
sostendría cualquier ser no machista y con tres dedos de frente. Entre paréntesis
cuando digo machista no me refiero sólo a los hombres; más de una prospectiva o
real paciente analítica me ha dicho, “jamás me analizaría con una mujer”, ciertamente
ella hace ahí un enunciado fálico, que puede devenir grave obstáculo para el análisis,
el enunciado implícito es “lo tengo, el falo, porque te tengo” y no lo necesito de quien
carece de él como lo supongo desde una identificación proyectiva.
Terminaré por resumir, si alcanzo las conclusiones teóricas que he derivado de
Freud especialmente y de una pesquisa informática en el “P.E.P. versión 3” (CD rom),
colección informatizada de las 10 más importantes revistas anglosajonas,
prevalentemente americanas pero de un curioso cosmopolitismo de autores en que las

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referencias a las escuelas inglesas y francesas incluyendo a Lacan no faltan. Son 10


revistas, desde el nº1 de I.J.P., 1922 si no me equivoco, hasta 1999 inclusive. Sin
faltar un solo número o artículo.
Resumo las principales actitudes relevadas de 14 artículos, que van desde
1933 hasta 1999, situándose la mayoría entre mediados de los 80 hasta fines de los
90.
Las actitudes solidarias con las tesis freudianas postulan que el Deseo
Materno surge del C.C. y el anhelo de un bebé del padre.
Las actitudes que van con Lacan, que hacen mayoría.
El deseo materno se alimenta de la falta fálica en la mujer y pretende colocar
al bebé en el lugar del falo no habido, constituirlo imaginariamente como tal, de algún
modo se hace intervenir el Falo simbólico lo que a mi me impresiona más bien, si de
esa sustitución se trata como una estructura imaginaria.
Un artículo brillante y de difícil lectura se apoya en un Lacan tardío y suena
mucho más plausible. En el deseo materno coexiste la internalización del falo
simbólico como aceptación de la filiación y algo específicamente femenino que sería
algo así como una función Matriz, apoyada en un objeto faltante “a” por ende pero
transformado por la eficacia simbólica y al encuentro de los sexos en la subjetividad.
Una posición de crítica a Lacan y a Freud gestionada.
Un solo artículo kleiniano, que no creo haber entendido bien, donde el deseo
materno surge del hallazgo del pecho bueno y su internalización, lo demás del
artículo es un asalto al pensamiento de Freud y Lacan.
Un caso de alienación en el deseo de la madre.
Un artículo a mi juicio muy bueno que apela al pensamiento de Kristeva, de
Chaseget Smirgel y Joyce Mc.Dougall. y que define el Deseo materno como un efecto
de triangulación.
Finalmente en el plano personal pienso que el Deseo materno se liga
efectivamente a la falta, a una necesidad inalcanzable de completarse, esa vivencia se
gesta tanto en la condición de acreedor como de deudor del C.E. tanto en el polo
Materno como Paterno. Deseo materno puede considerarse como el cumplimiento de
una deuda de filiación del cual el padre es el principal acreedor y el bebé es un don
para ambos abuelos.
Por otro lado hay una condición acreedora de la hija con respecto a la madre y
desea, desde esa deuda que reivindica, que desea ser la madre que hubiese querido
tener y tener el bebé que hubiese deseado ser para esa madre.
En lo que se refiere a la triangulación y al falo, evidentemente el Deseo
materno puede darse como un anhelo intersubjetivo, en que la mujer recibe el falo no

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para cubrir una carencia fálica sino para intentar la creación de un vínculo de tres.
Más allá de toda idealización a este trío siempre le faltará algo, como a todo deseo.
Mi deseo en la gestación de esta conferencia, no puede tampoco liberarse de
ese destino de falta, les ruego por lo tanto ser benévolos y espero no haberles
aburrido.

Valencia, Noviembre de 2002.

Transcripción informática: Isabel Hurtado Serrano

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* Conferencia pronunciada en el Centro Psicoanalítico Valenciano (A.P.M.) el 19 de Noviembre de


2002.
[1] Ver al respecto el concepto de “falo fantasma” en S. Rado y los comentarios, mucho más ricos, de
W.Baranger.

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