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Diego Alejandro Valdivia

Mi evento canónico
Llegué una tarde noche a Guanajuato Capital algo apresurado y derrotado por los
camiones que me ponían a prueba mi equilibrio al tener una mano ocupa y otra
sosteniéndome para no caerme. Al llegar mi destino, me recibió una persona que
me haría un giro de trama que nunca pensé. Mientras esperábamos a que se
hiciera más noche, fumamos mota atrás de su trabajo, poniéndonos muy
pachecos. Ya después guardamos todo, cerramos y nos fuimos a los túneles para
pistear y echar desmadre. Empezamos algo temprano, entre las 8 y 9, pero no
bastó mucho para que nos pusiéramos muy pedos. Ya llevábamos tres litros de
azulitos en nuestro cuerpo y cada uno empezaba a ser menos consciente de
nuestro alrededor.

Terminamos por donde empezamos, ahí había varios puestos de algunos bares
y/o antros de la ciudad y gente bailando y echando desmadre. Ella no quería bailar
y yo si, por lo que me fui a una pequeña zona donde había un concierto y gente
bailando: me quedé ahí un buen rato, hasta se me olvidó que iba con ella, bailé y
hablé con un extranjero y no sé cómo me salió tan bien el inglés por mi estado de
ebriedad.

Al ser consciente de que venía con esa chica, fui de inmediato a buscarla y ver
qué íbamos a hacer o qué onda. Cuando llego, veo que estaba hablando con dos
tipos del cervantino, yo me acerqué a uno de ellos y empecé a hablar con el.
Después de un rato, tanto él como volteamos para verlos y me llevé una sorpresa,
la chica se estaba besando con el otro tipo, al instante, el vato con el que estaba
hablando y yo nos miramos y dimos la vuelta. Tuvimos un momento demasiado
incómodo y lo peor es que duró un buen tiempo. Ya ni sabíamos que decirnos.
Tuve una montaña rusa de reacciones sobre lo que estaba pasando, pero algo era
seguro, eso era un verdadero evento canónico.

Cuando por fin acabaron, pude verla un poco mejor y también entendí algo, no
estaba bien, estaba perdida. No era consciente de lo que pasaba y hacía. Ellos
querían ir a una casa, pero agarré a mi amiga y les dije que teníamos que irnos.
Cuando salimos del túnel, miré mi reloj y vi que eran antes de la medianoche,
sorprendiéndome de todo lo que pasó ahí.

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