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El Acuífero Guaraní: un tesoro codiciado

No muchos argentinos saben que, a cientos de metros de profundidad, debajo del litoral argentino, se
encuentra el acuífero Guaraní, una de las reservas de agua más grandes del mundo. Ocupa superficie de
Argentina, pero se extiende también ampliamente por las superficies de Brasil, Paraguay y Uruguay.
Las funciones de los acuíferos «son las de almacenar agua dulce, producir agua para el consumo
humano, funciones industrial y agropecuario (función productora), suministrar agua para mantener los cursos
superficiales, alimentar de agua a esteros y otros humedales, evitar inundaciones, absorbiendo el exceso de
agua de las lluvias intensas , almacenar agua como reserva estratégica para épocas de escasez de lluvias y
proveer el agua subterránea como fuente de energía eléctrica o térmica, entre otros aspectos.
Incluso confinado entre las rocas, el acuífero se encuentra bajo amenaza por varios motivos. Además,
hay quienes postulan que podría ser privatizado por países industrializados o monopolizado por organismos
internacionales ¿qué hay de cierto?

Reserva de agua argentina y transfronteriza


No es un gran río o lago subterráneo. El acuífero es un reservorio natural de agua dulce que funciona
como una esponja gigante: el agua ocupa los poros, fisuras y grietas que hay entre las rocas del subsuelo hasta
1.500 metros de profundidad. El proceso de recarga es
lento, pues el agua debe filtrarse por estos intersticios a
razón de apenas milímetros por año. Así, en algunos
sitios el agua del acuífero puede tener hasta 250 mil años
de antigüedad.
Acumula 30 mil kilómetros cúbicos (km³) de
agua, es casi el equivalente al consumo de agua anual de
todos los habitantes del planeta. Es el tercer acuífero más
grande del mundo. Pero solo 2.000 km³ son
aprovechables.
El extremo oeste puede situarse en la laguna Mar
Chiquita en Córdoba. Al este llega hasta la ciudad de Bello
Horizonte, Brasil. De norte a sur va de Brasilia hasta
Buenos Aires. Sobre él hay 1.500 localidades y más de 25
millones de personas.

Sobreexplotación del acuífero Guaraní


Un aspecto que pone en peligro al acuífero
Guaraní es su sobreexplotación para obtener agua. Según
los expertos, a futuro esta tendencia irá en aumento, porque los acuíferos se caracterizan por una capacidad
de recarga muy baja.
“La recarga del Guaraní se realiza en los sectores aflorantes del acuífero de los cuatro países y es de
solo 5 km³ por año”, explica Jorge Santa Cruz, doctor en ciencia naturales y excoordinador técnico del Proyecto
Guaraní 2003-2009, de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
El cambio climático ofrece un presente y futuro con inestabilidad en las fuentes superficiales de agua,
con períodos de sequía más frecuentes e intensos. A la BBC Brasil, Ricardo Hirata, del Centro de Estudios de
Agua Subterráneas de la Universidad de Sao Paulo, asegura que las reservas subterráneas pueden ser muy
útiles en un escenario de gran irregularidad en el suministro de agua.
Las frecuentes crisis hídricas en Brasil han provocado que más ciudades aseguren el recurso con pozos
que extraen agua del acuífero. Según la Agencia Nacional de Agua de Brasil, existen 150 mil pozos en el
acuífero. Solo en el estado de Sao Paulo ya hay 15 millones de personas que se abastecen por esta vía.
Aunque el Aquífero Guaraní está protegido por leyes estrictas, el Banco Mundial y la Organización de
Estados Americanos (OEA) identificaron 2.000 pozos de perforación en 2009 en un estudio conjunto, que
acceden al acuífero. Tres cuartas partes de estas perforaciones abastecen de agua potable a la metrópoli de
São Paulo. Si se vacían velozmente, los depósitos de agua no pueden regenerarse lo suficientemente rápido.
La sobreexplotación del Acuífero Guaraní ya ha causado estragos en algunas zonas.
En São Carlos, un distrito del estado de São Paulo, por ejemplo, durante un período de sequía en 2013
se hizo uso del agua subterránea del acuífero para irrigar cultivos de eucalipto, que consumen mucha agua.
Posteriormente, los científicos determinaron que los niveles de agua en los pozos del embalse habían
disminuido un 50 por ciento, alcanzando el nivel más bajo en una década.

Contaminación del acuífero Guaraní


Los acuíferos tiene zonas de afloramiento, donde el agua esta más a nivel de superficie, que funcionan
como sitios de recarga. Esos sectores son los más vulnerables a la contaminación. “El acuífero es altamente
vulnerable a la contaminación con los productos fitosanitarios (fertilizantes y plaguicidas)”.
En los sectores más profundos el agua del acuífero está muy protegida naturalmente. “La que se halla
a mucha menor profundidad tienen mayor posibilidad de contaminarse. Inciden las actividades contaminantes
en la superficie y las perforaciones no correctamente realizadas”, detalla. Por otra parte, el cambio de uso de
suelo por desmonte puede estar afectando la recarga del acuífero. En la década de 1970 el 42% de la superficie
del acuífero estaba cubierta de bosque. Ahora esa cifra es del 8%.
Los bosques son grandes reguladores hídricos que permiten retener el agua de lluvia para que luego
se infiltre en el subsuelo. Sin vegetación, el agua escurre rápidamente.
En cuanto a la salinización por sobreexplotación, cabe remarcar que en cercanías a las costas
marítimas puede llegar a haber filtración de agua de mar en los acuíferos debido a que existe un equilibrio
entre las aguas subterráneas dulces y saladas, donde estas últimas por ser más pesadas se mantienen
profundas. Pero es dable tener en cuenta que una sobreexplotación de una cantidad excesiva de agua dulce
podría generar que el agua salada ascienda. De este modo los pozos no sólo se tornarían inútiles, sino que
también se reduciría la profundidad del acuífero de agua
dulce del cual se tiene verdadera necesidad. Esto puede
llegar a ser muy problemático ya que demanda bastante
tiempo desalinizar los acuíferos cuyas aguas se han tornado
salobres.
El mayor temor que circula sobre el acuífero Guaraní
es la posibilidad de que países europeos, EE.UU. o China se
apropien de este recurso. Los expertos coinciden en que esto
es legalmente imposible en el marco de las constituciones y
leyes de los cuatro países a los que pertenece el acuífero.
Sin embargo, desde algunos sectores apuntan a
formas más sutiles de privatización. La historiadora Elsa
Bruzzone, en su libro Las Guerras del Agua, asegura que la
presencia de EE.UU. en la triple frontera (incluso con
militares) y el apoyo de organismos internacionales (FMI,
Banco Mundial, CAF) para financiar proyectos vinculados al acuífero esconden en realidad su sed por el recurso
hídrico del subsuelo de América del Sur.

El agua como objeto de los derechos reales comienza a tener una complejidad tal, donde las categorías
dominiales existentes se ponen en crisis, no colaborando éstas con la protección del recurso. La preocupación
hoy día pasa por conservar la calidad de las aguas desde una visión antropocéntrica.
La dominialidad estatal pública de las aguas subterráneas debe pasar a cumplir un papel
preponderantemente protectorio. En tal sentido, y en un corto plazo, el Estado debe desarrollar actividades
en esa dirección, desde sus diferentes áreas ejecutivas. He aquí la confluencia de uno de los problemas más
recurrentes en derecho: los paradigmas legales pueden ser los mejores, pero la falta de voluntad política y
compromiso en su ejecución, frustran los ideales en ellos contenidos.

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