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HORAS AL TÉ

Francisco A. Roldán
a Ana Elena, compañera en mi propio viaje
al empeño de los hijos
a la familia…

2
“No he soltado a mi ángel mucho tiempo,
y se me ha vuelto pobre entre los brazos,
se hizo pequeño, y yo me hacía grande:
de repente yo fui la compasión;
y él, solamente un ruego tembloroso…”

Rainier M. Rilke (Canciones de los ángeles)

3
Una Mirada Celeste

4
Horas al té

como luces apenas encendidas, mis caricias viajan hacia tu orilla


secretamente unida en mis plegarias.

pero el mundo
es otra inquieta percepción de estos instantes, y de su olvido...

5
Un mantra para Moebius

durante la noche, tus movimientos se perciben como pequeñas


plegarias
pronunciadas bajo el acoso de las estrellas.

mis ojos en cambio, invaden tranquilos esa atadura perfecta

precaria

increíblemente fugaz...

6
El libro y el té

un rayo luminoso, imperceptible, se acomoda finísimamente


entre las hebras del té recién mojadas:

y nos dan vida…

7
La casa y la lluvia

la lluvia, como un conteo infructuoso, mientras molíamos esa


caricia con cara de incipiente milagro...

todo lo que deshaces te escucha celosamente entre lo que


desdices: caminamos sobre luciérnagas fugitivas..?

caminamos, intermitentes y constantes

detrás del aleteo incesante…

8
Mirada Celeste

el capullo quemado por la helada, presume gotas de apretado


rocío:

durante las tardes en las que los ángeles caen ondulantes, ellas
perforan nuestra inmarcesible mirada celeste

sobre el borde ardido por la muerte…

9
Ángeles

10
Fallen angel

un ángel ciego moja sus patitas callosas, humedeciendo el borde


de una taza de té.

y se secan súbitamente...

11
El imperio de las luces

cortan, queman
como el fuego fractal de las estrellas, ardiendo sobre el túmulo
certero de nuestras pupilas acaso vencidas por la noche o su
proximidad.

dónde se dirige la mirada cuando el imperio de esas luces se


satura, impidiendo a veces -azarosamente- el devenir…?

el paso del tiempo a través de los violetas, los lilas y los ocres en
el cuello de los patos, circula dormitando sobre la laguna
salvaje y se estaciona rodeando el bordecito filoso de las tazas
de té.

12
Fallen angel 2

algo endebles
o abrumadas por una forma casi impropia, las manitos del ángel
intentaban en vano retener el vidrioso curso de los recuerdos.

"no amaré, a no ser que sea divino..."


repetía, mientras lloraba -sediento, asediado- sobre otra taza de
té.

13
Pequeño ángel enfermo…

un ángel ausente escapó como copiándose tras ésta


humareda púrpura.

llora o lagrimea
a pesar de su mirada exquisitamente corpórea…?

no lo vi llegar así, envuelto en llamas…


Pero al anochecer, su velo rasante había tocado ya los
techos y los roces, y la paciente exhalación del rocío

alguna vez soñé con un mandala en el que me leías:

“el beso de un venado te marcaba para siempre como


un rayo: están buscándote en tu casa; estás soñando
con palabras…”

14
El fulgor en la impaciencia

“Como es arriba es abajo…”

pero a veces no era sexo lo que nos daba ese aspecto casi,
casi opalescente

“como es el río, así es nuestro atajo”, dije asolado mientras


las piedras contenían la parábola del flujo y su curiosa
manera de influir sobre un inmenso desierto

pero la impaciencia de mi ángel se dispone a desposarte


olorosamente ante la mirada atónita de un Buda, quizás
buscando el relámpago o su sonoridad de pájaro profundo

quién de aquellos forjará la curva milagrosa del


arroyo…?

flotábamos hacia las partes más sensibles de la evidencia


del ser, plenos de miedo, cobardía o egoísmo… y era eso
lo que nos componía en apacibles y pequeños pedazos que
buscaban su reunión, su apropiado punto de encuentro

de repente, una forma de mi devoción cobra un respiro


como de pequeña navaja, y nos protege a todo trance en tu
camino de semilla huidiza:

a veces tiemblo, cuando una lágrima baja impaciente sobre


la humedad de la llovizna…

15
La muerte del ángel

el revuelo de sus alas llevaba a veces el sonido de un ´jataka´1


inmaduro, limpio ya de toda exacta duración, de toda resistencia
hacia la luz…

“como es arriba es abajo”, decía.


pero ante mis lámparas humeantes, el sosiego lo oscurece
lentamente sobre sí, sobre su costado más tierno

partirá bajo la forma de un venado...?

una suave ventisca presagiaba el aleteo de la vanidad frente a la


inflorescencia del alma, como un extraño sentimiento de
abandono, de ligereza o de desprotección ante su partida.
Sin embargo, una oquedad como de acero, se inclinó
pacíficamente sobre sus manos casi casi inertes, hasta llevarse
consigo una forma parecida a esta memoria que nos seca

irremediablemente

“descansa del polvo y de su hierba incipiente, le dije.


no recuerdes, no regreses
ni siquiera en esta noche…”

1
-Relatos o fábulas sobre encarnaciones de Buda (antes de su aparición en la tierra)
bajo la forma o aspecto de animales.
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Ángel visitador

todo anuncio es despedida... decir por ejemplo: "cerraré


los ojos como cuando era niño y desapare ceré ante la
mirada bulliciosa de mi abuela ..."

se hace tarde

pero es la hora en la que los ángeles bajan hacia la meseta


del recuerdo, donde olvidan lúcidamente los mandalas que
anteanoche se les representaban furiosamente en sueños...

si me tocara, desaparecería o simplemente atravesaría ese


mundo ante la sola fuerza de mi espontaneidad…?

hoy he cambiado de compañía, pero también de


secreto…

17
Untitled

tres figuras y un secreto, entre las idas y venidas de las


luciérnagas

cómo sería entonces, descifrar de a poco esas palabras en


el aceite propio de sus cosas, en los vestigios de esta
habitación en llamas…?

“amigo mío: ayúdame a poner mis manos sobre esta


pequeña tormenta
llévame con ella o ciégame de ella…”, decías.

todo ángel es secreto cuando lo vemos parir.

18
Familia de ángeles

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Ángel de la mañana
para Martina

una curiosa manera de no estar, y reflejarse al mismo


tiempo como una brisa finísima.

pero había otra pureza, otra potencia, que rubricaba


acuerdos extensísimos con las hojas de los olmos

quién nada, quién busca y quién ama…?

ciertos ángeles con carita de mujer madura se aparecen


temerosos en tu insomnio

respiran, hasta acercarte sana y salva, a la jalea de la


mañana
y te devuelven -resignados y rosáceos - inexorablemente a
la vida

una vez me lo dijiste:

la locura de una fecha imperfecta es capaz de


improvisar en las historias más tersas…

20
Como una rama blanca…
para Facundo

nos conocimos tanteándonos entre el vaho y la neblina de


la mañana.

luego, liberados del sentido, bogamos hacia las pequeñas


superficies del alma, tras una poca de serenidad y
desfallecimiento

y las chispas del rocío blanqueadas en lo imperfecto de


nuestra respiración, nos bordaron un recuerdo entrecortado
de aquella realidad, de la precaria alegoría que hoy
llamamos ´realidad´.

leíste Octavio Paz..?:


ambos somos esa rama blanca arrebatada por la
noche.

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Ángel que llega por las noches y se va por
las mañanas
para Ana Elena

me gusta el campo por las noches


me gusta el reflejo de sus noches, contempladas al costado
de los maizales de Octubre

mientras tanto, en la soledad del alambrado reciente, el


duraznillo crece incesante

otra y otra vez


tanteando la cosecha azarosa de los seres más pequeños

terneros, escarabajos…
como fantasmas oídos en el cono de sombra de los deseos

pero…
quién avivará el siseo cuando la noche se haga punto, y las
líneas sobre el plano ya no alcancen aquella intensidad
como de lirios…?

la ternura nos recuerda a una centella atravesando -de


súbito- la naturaleza de las almas

“cuando regresas, todo lo cercano me parece posible:


allí, la llegada de la noche no es más que una pequeña
criatura vacía…”

22
Las noches del demiurgo
para Felipe

a veces no bastaba con salir al campo y recorrerlo y


recorrerlo
a veces también había que olvidarlo y recordarlo en su
inquietud de enredadera perfecta…

la noche aún sigue tibia, remedando aquellas muecas de


voluptuosidad y desfallecimiento tras la ofrenda perdida,
a lo Rilke

pero… quiénes somos en este espasmo nocturno, en esta


infranqueable fuga de tu voz tras la queja temblorosa,
sostenida…?

el origen diminuto, lo ´cercanamente posible´

eso somos

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Nota

cierta vez, hurgando entre las probabilidades estadísticas


que acechan a la literatura de Juanele Ortiz, advertí lo
recursivo del significante ´angel´ a lo largo de toda su
obra.
al parecer, dicho significante no sólo venía a constatar los
límites de su propio hábitat, sino que se planteaba como
una forma diminuta de la Naturaleza (lo inefable, o ´dios´)
tal como solía representarse en la acendrada iconografía
cristiana: como mundo intermedio, a mitad de camino
entre el silencio de la divinidad y el fragor de los mundos
circulados.
como se sabe, cuando un significante es parte de un
sistema que se repite a si mismo, es que probablemente
está tratando de decirnos algo… Pero cómo leer esta
magnifica clave, este incipiente traspié iconográfico, sino
como un complejo pleno de vacilaciones, de pavorosas
dudas acerca de si mismo en su preciado status de
divinidad parlante…?

horas al té se me plantea como un librito que explora


celosamente ese teatro, esa hendidura en la que un ángel
cansado, molido, amado, se transforma irremediablemente
en una máquina repleta de perplejidades.

hay un momento de la tarde -muy cercano a la hora del


te- en el que los ángeles bajan resueltos a
representarnos, a ser de alguna u otra manera
´nosotros mismos´. Pero al filo de la noche, con el caer
de las plegarias, regresan casi siempre en la apariencia
que solemos asignarle.

Francisco A. Roldán.
Rosario, marzo 11 de 2006

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