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13 - 11 - 23, 21 - 36 Microsoft Lens
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Introducción al tratado
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INTRODUCCIÓN AL TRATADO 19
1 STh 1 1,7: «Todas las cosas se tratan en la doctrina sagrada desde el punt de
vista de Dios, sea porque se trata del mismo Dios, sea porque se ordena hacia
Dios como al principio y al fin. De donde se sigue que Dios es ver deramente
el objeto de esta ciencia. Lo cual se pone de manifiesto a partir los principios de
esta ciencia, que son los artículos de la fe que Viene de Dio
2 Igualmente la "regla de la verdad" o "regla de fe" presentada por los
antiguos escritores; Cf. p. ej. Ireneo, Adv. Haer. 1 10,1 (SCh 264,154-
156); Tertuliano, Adv. Prax. 2,2 (Scarpat, 144-146); de Praescr. haer. 13,1-6
(CCL 1,197-198); Justino, API. 1, 61,10-13 (Warte11e,182-184).
20 EL DIOS VIVO Y VERDADERO
bres ha sido enviado por el Padre «para que habitara entre ellos
y les revelara los secretos de Dios» (DV 4) 10
La teología tiene como objeto a Dios en cuanto es el fin
del hombre, porque también la revelaciÓn que en Jesús
alcanza su cumplimiento no tiene otro objeto más que Dios y
las verdades de nuestra salvaciÓn. A Jesús tenemos que mirar
por tanto para conocer a Dios Padre. Revelándonos a Dios
como Padre se nos da a conocer él mismo como el Hijo.
Podemos acceder a este misterio en el Espíritu de Dios,
«porque nadie puede decir Jesús es Señor si no es en el
Espíritu Santo» (1 Cor 12,3).
La revelaciÓn de Dios como Padre de Jesús, que
comporta la de Jesús como Hijo de Dios y Dios también
como el Padre, y la del Espíritu Santo, don del Padre y de Jesús que
introduce en la intimidad de su vida, es la revelación del Dios uno y
trino. La doctrina de la unidad divina en la trinidad y la trinidad en la
unidad que la Iglesia ha desarrollado es la consecuencia directa del
Dios que Jesús nos ha dado a conocer. No estamos ante un apéndice
o cuestiÓn secundaria de la teología o de la fe, sino ante su nÚcleo
más profundo, porque nos enfrentamos con el misterio de Dios que
se da a conocer como el único fin al que el hombre tiende y en el
que puede alcanzar su plenitud.
14
Juan Pablo II, en la audiencia del 25-9-95; Cf. Insegnamenti di
Giovanni Paolo 118,2 (1985), ,764.
15
H.U. von Balthasar, Teodramática 3, Las personas del drama: el hombre
en Cristo, Madrid 1993, 486: «Un Dios puramente trascendente (en caso
que pudiera existir semejante Dios) sería un misterio abstracto, puramente
negativo. Pero un Dios que en su trascendencia pudiera ser también
inmanente, es un misterio concreto y positivo: en la medida en que se nos
acerca, empeza mos a reconocer cuán elevado está sobre nosotros, y en la
medida en que se nos revela en verdad comenzamos a comprender lo
incomprensible que es».
16 K. Rahner, Sobre el concepto de misterio en lu teología catÓlica, en
Escritos de Teología IV, Madrid 1964, 53-101, 83, En la tradición cristiana
ha acen tuado mucho este aspecto Gregorio de Nisa, De vitu Mos, II 162;
163 (SCh Ibis,210): «En esto consiste el conocimiento verdadero de lo que
buscamos, en el ver en el no ver»; II 233 (266): «En esto consiste la
verdadera visión de Dios: en ue as en su deseo de ver»; igual 235; 239
amor. El misterio de Dios que su revelaciÓn pone ante
nosotros es, ante todo, el misterio de su infinito amor. Este
amor es el que la doctrina trinitaria de la Iglesia trata de
profundizar. por ello nada tiene de particular que el
misterio de Dios en sí mismo en su trinidad sea central en
la fe y en la vida cristiana. Esta constataciÓn nos lleva
como de la mano a nuestro siguiente objeto de reflexiÓn.
28
Según la antigua fÓrmula del concilio de Hipona del 393: «cum
altar adsistitur semper ad Patrem dirigatur oratio». Cf. B. Neunhauser,
«Cum al tari adsistitur semper ad Patrem dirigatur oratio». Der Kanon 21
des Konzil von Hipo 393. Seine Bcdeutung und Nachwirkung: Aug 25
(1985) 105-119. C tambien el CEC, 1076-1077, que titula la primera
secciÓn del primer art culo sobre la liturgia «Pater, liturgiae fons et
finis».
29
Cf, Basilio de Cesarea, De Spiritu Sancto, 1 3 (SCh 17bis, 256).
Amb fórmulas son correctas según el obispo de Cesarea.
Cipriano de Cartago, De orate dom. 23 (PL 4,553); Agustín, Sermo 7
20,33 (PL 38,463s); Juan Damasceno, Adv. iconocl. 12 (PG 96, 1358).
Cf, Silanes, La Iglesia de la Trini
INTRODUCCIÓN AL TRATADO
31
esta salvaciÓn, que tantas veces es caracterizada como
participación en la vida divina? Cuestiones todas ellas de no
escaso relieve, y que no pueden responderse sin una adecuada
visión del misterio del Dios uno y trino. Llegamos al misterio
de Dios a través de la historia de la salvaciÓn, pero a la vez la
exigencia de confrontarnos con este mister10 en sí mismo viene
de la propia historia de la salvaciÓn, que quedaría sin
fundamento sin esta consideraciÓn de lo que es Dios en SI
mismo.
EL «OLVIDO» DE LA TRINIDAD
IN 0 Ale 43