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Había una vez un piloto que mientras volaba solo en su avión por encima del
desierto del Sahara, tuvo una avería en el motor de su avión y tubo que realizar un
aterrizaje de emergencia. Mientras trataba de reparar su avión, conoció a un niño
pequeño que apareció de la nada. El niño se presentó como "El Principito" y le
pidió al piloto que le dibujara un cordero para él.
Un día, el Principito decidió que era hora de volver a su planeta y visitar a su rosa.
A pesar de la tristeza del piloto por la partida de su nuevo amigo, ayudó al
Principito a reparar su nave, y juntos observaron cómo despegaba y se alejaba en
el cielo. El piloto nunca olvidó al Principito y sus lecciones sobre la amistad, la
importancia de cuidar lo que amamos y el valor de ver el mundo con ojos de niño.
Aunque el piloto nunca volvió a ver al Principito, llevó consigo las lecciones que
aprendió de su amigo en su corazón durante el resto de su vida, recordando la
magia de ese encuentro en el desierto del Sahara.