Está en la página 1de 223

1

2
Sinopsis Proverbio Rumano #12

Proverbio Rumano #0 Proverbio Rumano # 13

Proverbio Rumano #1 Proverbio Rumano #14

Proverbio Rumano #2 Proverbio Rumano #15

Proverbio Rumano #3 Proverbio Rumano #16

Proverbio Rumano #4 Proverbio Rumano #17

Proverbio Rumano #5 Proverbio Rumano #18

Proverbio Rumano #6 Proverbio Rumano #19


3
Proverbio Rumano #7 Proverbio Rumano #20

Proverbio Rumano #8 Proverbio Rumano #21

Proverbio Rumano #9 Epílogo

Proverbio Rumano #10 Spin Of

Proverbio Rumano #11 Biografía del Autor


ada vida deja detrás de sí un legado. Cada historia tiene un
principio y un final. El Alfa de los Lobos Grises Rumanos sabe
esto mejor que la mayoría. También sabe que son las cosas que
acontecen al crear ese legado y las experiencias, triunfos y fracasos
que suceden en el centro de la historia lo que importa.
Su historia comenzó hace un siglo y para ese entonces una tragedia lo guía
a su lugar legítimo como Alfa de la manada Rumana del Este. Antes de guiar a
cientos, tuvo que aprender a guiar a unos cuantos. Antes de sacrificarse por todo,
tuvo que estar dispuesto a sacrificarse por nada. Antes de poder ser el hombre
destinado a salvar a su raza, tuvo que estar dispuesto a servirles. Con el fin de ser
levantado, primero tuvo que ser derribado. Solo había alguien que podía hacer
esto y vivir, solo una persona podía iluminar su camino cuando la oscuridad se
cerraba a su alrededor; su compañera, su Luna. 4
Esta es la edificación de su legado, el centro de su historia. Sus triunfos, sus
fallas y tragedias que un día los haría lo suficientemente fuertes como para
restaurar a una raza destruida por la codicia, la envidia y el miedo.

Octavo Libro de la Saga The Grey Wolves


Prieten adevãrat este acela care te sfãtuieste spre bine, iar
nu acela care îti laudã nebuniile.
No puedo ser tu amigo, y tu adulador también.

Traducido por LizC


Corregido por Nanis

emos convocado un fin de semana solo entre chicas


—anunció Jen mientras se dirigía al comedor de la
mansión de la manada Rumana como si todavía
viviera allí—. He tenido un bebé, Jacque está
embarazada, Sally está a punto de embarcarse en alguna loca persecución salvaje
con Peri, y necesitamos en serio algún tiempo de estrógenos.
Vasile miró de su compañera a Jen y luego de vuelta a su compañera.
5
—¿Ella está realmente pidiendo mi aprobación?
Alina se echó a reír.
—Lo dudo mucho, Alfa. Creo que solo te está informando que me está
secuestrando.
—¿Y deseas ser rescatada? —le preguntó con un brillo malicioso en sus
ojos azules.
Jen bufó.
—Uff, ya quisieras. ¿Tú y qué ejército posiblemente podría rescatarla de
mis garras?
—Jen, baja un poco el tono. Creo que tus hormonas después del embarazo
todavía están metiéndose con tu cabeza —dijo Jacque alegremente, mientras
buscaba un asiento en la mesa.
—¿Fue demasiado? —preguntó Jen con los ojos entrecerrados.
Jacque levantó la mano con los dedos separados por una pequeña franja de
aire.
—Solo un poquito.
—Creo que puedo manejar a las chicas durante un fin de semana —dijo
Alina a su compañero—. Además, creo que es hora de que escuchen nuestra
historia.
—¡Mina! —La voz de Vasile estaba llena de advertencia.
Ella se encogió de hombros inocentemente.
—¿Qué? No te voy a hacer quedar mal.
Él resopló sabiendo que no había manera de hacer que se viera bien. Vasile
recordó su noviazgo como si fuera ayer, a pesar de que había pasado más de dos
siglos desde que asumió a Alina como su compañera. Había madurado mucho
en esos dos siglos, gracias a la Gran Luna por eso.
—¿Así que finalmente vamos a llegar a oír cómo el grande y poderoso
Vasile reclamó a su compañera? ¿O esta es más bien una historia del tipo caída
en desgracia? —preguntó Jen mientras sonreía al Alfa frunciendo el ceño.
—Yo diría que es un poco de ambas cosas —le dijo Alina—. ¿Todas
quieren ir a la casa de campo? —les preguntó. 6
—Si se trata de una zona de cero testosterona, entonces por favor, que sea
la casa de campo —respondió Jacque.
«¿Tan ansiosa de alejarte de mí, Luna?», susurró la voz de Fane en su
mente.
«Te amo, hombre lobo, pero necesito un par de días de chicas, chocolate y
sin compañeros posesivos. Puedes ayudar a Decebel con Thia y practicar un poco
las cosas de papá». Jacque se rió del gruñido que su compañero le dio. Él odiaba
cuando ella estaba lejos de él, sobre todo ahora que estaba llevando a su hijo, pero
también sabía que necesitaba espacio o la asfixiaría, y eso a su vez daría lugar a
que ella lo asfixiara a él… con una almohada, mientras dormía.
«Escuché eso», resopló él.
«Te he dicho que dejes de escuchar a escondidas y así no escucharás cosas
que no te gustan oír. Si no fueras tan cabeza dura aceptarías mi consejo y te
meterías en tus propios asuntos».
«Mantente a salvo, amor, y vuelve a mí rápidamente», le dijo, ignorando
totalmente sus comentarios sarcásticos, como hacía a menudo.
«Te amo», fue su respuesta.
—¿Por cuánto tiempo estarás fuera? —le preguntó Decebel a Jen mientras
ella arrojaba algo de ropa en una maleta.
—Solo por el fin de semana, B. Tienes absolutamente esta cosa de papá
bajo control, y Vasile ayudará si llegas a tener algún problema —dijo Jen con una
sonrisa tranquilizadora.
—No estoy preocupado por el cuidado de Thia; ella es pan comido en
comparación a ti —le dijo con una sonrisa satisfecha.
—Colega, puedo absolutamente permanecer fuera un poco más si piensas
que tienes esto bajo control —lo amenazó mientras se encontraba con su mirada
ámbar.
—No, no podrías —ronroneó mientras daba un paso hacia ella y luego otro
hasta que estuvo de pie justo en frente de ella—. Me echarías mucho de menos.
Jen puso los ojos en blanco.
—Me embarazas y de repente piensas que no puedo mantener mis patas 7
lejos de ti.
—¿Tengo que refrescarte la memoria de la semana pasada?
Jen se sonrojó.
—No hay necesidad de traer a colación las cosas viejas, Dec.
—Oh, definitivamente creo que es necesario. —Su voz pareció caer aún
más profundo.
Jen levantó la mano para mantenerlo a raya.
—No significa no, mi compañero insaciable. Tengo un fin de semana de
pollitas llamándome y tú, mi peludo amor, tienes el equipo incorrecto para venir
a jugar. Te amo. —Se inclinó hacia delante y le dio un beso rápido, y se lanzó
fuera de su alcance antes que pudiera agarrarla. Luego se dirigió hacia la cama de
Thia donde ella dormía y se inclinó y le dio un beso en la frente—. Hazle pasar
todo un infierno, mini yo —le susurró a su hija. Cuando se volvió para mirar a su
compañero vio que él estaba de pie delante de la puerta bloqueando su escape. Él
parecía bastante confiado en su capacidad para evitar que se fuera.
Afortunadamente, ella había planeado todo con anticipación. Le sonrió
dulcemente mientras recogía su maleta y luego hizo una cuenta regresiva en voz
baja—: Cinco, cuatro, tres, dos, uno… cuando quieras.
Peri apareció de pronto a su lado. Ella agarró el brazo de Jen, dio a Decebel
el dedo medio, y entonces las proyectó fuera de la habitación.
Decebel gruñó mientras la risa de Jen llenaba la habitación y luego se había
ido. Se quedó mirando el lugar que ella acababa de ocupar y entonces se echó a
reír.
«Bien jugado, Jennifer, bien jugado. Solo recuerda lo que siempre dices
acerca de la revancha», le envió mentalmente.
«Aquí te espero, cariño», susurró ella en respuesta.

—¿Estás segura de que es una buena idea? —le preguntó Vasile a su


compañera por segunda vez.
Alina entrecerró sus ojos.
8
—Vasile, me uní a ti por el hombre que eras, no por el hombre al que
estabas destinados a ser. Es bueno que los otros puedan ver que no eres perfecto.
Ambos hemos crecido y cambiado con el paso de los siglos; creo que para mejor.
—Entonces, ¿por qué es necesario que compartas con ellas todos nuestros
errores del pasado? —se quejó.
Ella se echó a reír.
—Oh compañero, ya sabes la respuesta a eso. Son nuestros errores los que
nos hacen ser quienes somos. Sin nuestros errores nunca podríamos haber crecido
en carácter, o madurar. Sin nuestros errores no seríamos capaces de decir a
nuestros hijos y nietos que sí van a caer, pero entonces se levantarán, se sacudirán,
y serán más fuertes debido a esa caída. Sabes esto mejor que la mayoría. Déjame
tener este tiempo con las chicas. Permíteme compartir con ellas cómo llegaste a
ser el más poderoso Alfa en nuestra historia, y déjame decirles cómo te ganaste
mi corazón.
Vasile tomó su rostro con suavidad entre sus manos mientras miraba hacia
ella. Su mujer, quien lo había llevado adelante una y otra vez, quien lo había
amado a través de las buenas y malas, quien conocía las partes más feas de su
alma y todavía lo clamaba, lo miró a los ojos.
—Diles lo que piensas que necesitan saber, pero al final lo único que
realmente necesitan saber es que soy el hombre que soy hoy día porque tú me
diste el honor de convertirte en mi verdadera compañera.
La besó profundamente, con toda la pasión de dos siglos de digno amor,
vertiendo en su mente las imágenes y emociones de sus sentimientos hacia ella.
Cuando se retiró, ella estaba sin aliento y sus mejillas sonrojadas al igual
que lo habían hecho tantas veces en el pasado después que él la había amado.
—Diviértete, Mina, y luego regresa a mí.
—Siempre lo hago, Alfa mío —susurró.

9
Cine se face oaie il mãnâncã lupii.
El que hace de sí mismo una oveja, será comido por el lobo.

Traducido por LizC


Corregido por Nanis

ntonces, ¿cómo se tomaron todos sus hombres lo del


fin de semana de chicas? —le preguntó Jacque al grupo
a medida que se instalaban en el salón de la pequeña
casa de campo.
—Bueno, si Peri y yo no hubiéramos planeado que ella me robara, todavía
podría estar en mi habitación con mi Neanderthal compañero —se rió Jen—. De
hecho, estaba de pie frente a la puerta tratando de impedir que me fuera.
10
—Fane odia tanto que no esté a su alcance ahora que hay un bollo en el
horno. Parece pensar que por alguna razón estar embarazada es igual a ser
inválida.
Alina le sonrió a su nuera.
—Desafortunadamente, Jacque, cuanto más avanzado esté, peor serán las
cosas.
—Ella quiere decir, mientras más grande se pone tu trasero más
incompetente te encontrará él, o en mi caso irresistible. —Jen le guiñó un ojo.
—Estás tan perturbada —le dijo Jacque con una risita—. ¿Me pregunto
cuándo se va a aparecer Sally?
—No debería tardar tanto. Ella y Rachel iban a hacer algunas cosas para
Peri y cualquiera que sea esta misión secreta, ella y Costin son parte de ella —
respondió Alina.
—Oh, como si tú no supieras —se burló Jen.
—Podría saber algo, y tú también lo sabrías si alguna vez te presentaras en
las reuniones Alfa —señaló Alina—. Y… —levantó la mano cortando el
argumento de Jen—, no digas que tienes que cuidar de Thia. Tienes una manada
completa de mujeres, por no hablar de las sanadoras y tus mejores amigas que
harían cualquier cosa por arrebatar a esa bebé de tus brazos.
Jen se arrojó sobre uno de los sillones vacíos dramáticamente.
—Sí, pero solo mis chicas producen lo que ella quiere, y es justo en el
momento en que esas sublimes y aburridas reuniones Alfa comienzan, que Thia
siempre tiene hambre. Extraña coincidencia, lo sé.
—Ajá, ¿y desde cuándo los senos masculinos de Decebel comenzaron a
producir leche? —preguntó Jacque desairadamente.
Jen gimió.
—Amiga, eso está muy mal. ¿Por qué incluso dirías eso en voz alta? Quiero
decir, primero que nada, tú has visto su magnífico pecho y sabes que tiene lo más
alejado posible a senos masculinos, segundo…
—Oh cállate, rubiecita. El punto no era insultar el condenado sensual
pecho de tu hombre; era que no puedes pretender tener que amamantar a Thia
durante las reuniones porque vas a pasar un fin de semana entero lejos de ella, y
ella obviamente está hartándose de alguna manera —gruñó Jacque.
11
—Jacque, tú has estado en esas reuniones; sabes lo aburrida que son.
También estarías inventando mentiras sobre lactancia materna para salirte de
ellas —se quejó Jen.
Alina se reía de las dos amigas cuando la puerta de la cabaña se abrió y
entró una Sally de aspecto cansado.
—¿Alguien pidió una sanadora? —dijo mientras sonreía a las tres mujeres.
—Mierda, ya era hora de que te presentaras. Cielos, uno pensaría que
estabas ahí fuera preparándote para salvar al mundo o algo así.
Sally negó con la cabeza.
—Ja, ja, ja, Jennifer, no más negocios, estamos oficialmente fuera de
servicio. No soy una sanadora, tú no eres mamá, Jacque no es una princesa, y
Alina no es una Alfa. Somos simplemente chicas, teniendo un fin de semana entre
chicas.
—Sí, bueno dile eso a mis tetas porque no parecen entender que la fábrica
de leche tiene que cerrar —resopló Jen.
—¿Ha estado quejándose sobre la cosa de la lactancia otra vez? —preguntó
Sally a Alina y Jacque—. Porque pensé que habíamos cortado eso de raíz.
—Es culpa nuestra. Trajimos a colación las reuniones Alfa a las que ella
sigue faltando —explicó Jacque.
Sally hizo un gesto de “ahhh” con la boca.
—Oh, denme un respiro. Tuve una pequeña crisis por toda la experiencia,
y ahora ustedes están actuando como si me quejara de eso todo el tiempo.
Jacque puso sus ojos en blanco.
—Jen, estuviste gritando a todo pulmón que no era justo que tuvieras que
renunciar a tus senos alegres, y que estabas harta de que tus pezones se sintieran
como si hubieran sido atrapados en un sacapuntas mientras que vertían sal en
ellos.
—¿Cómo es que sabes eso? Estaba en el mansión de la manada Serbia
cuando tuve mi momento —gruñó Jen.
—Tu compañero te puso en el altavoz del teléfono —dijo Sally tratando de
no reírse—. En su defensa, estaba en pánico cuando llamó porque tú estabas
volviéndote loca. Cuando le pedí que se explicara él simplemente dijo “escucha
por ti misma”, y luego te puso en altavoz.
12
—Había sido una noche difícil —admitió Jen—. Nadie me preparó para lo
duro que podría ser la maternidad. Mierda, nadie me preparó para lo duro que
podría ser estar acoplada y/o casada.
Las tres chicas asintieron, cada una ponderando sus propias relaciones y
sus propias dificultades. Un carraspeo las trajo de vuelta al presente.
—Por eso he sugerido este fin de semana. —Alina tomó la palabra—.
Ustedes tres han llegado a ser como hijas para mí. Cada una ha sido traída al
mundo de los Canis lupus por diferentes razones, pero el resultado ha sido el
mismo. Ahora están acopladas. No solo están emparejadas sino que están
acopladas a hombres muy dominantes que están acostumbrados a salirse con la
suya.
—Se te olvidó mencionar la edad —soltó Jen por ahí. Hubo un murmullo
de risas.
—Es cierto. —Alina sonrió—. Algunos de ellos son mayores, aunque solo
se vean tan viejos como ustedes, y con eso viene un conjunto totalmente diferente
de cuestiones. Las cosas parecen haberse calmado, al menos por este breve
momento. Así que pensé que podíamos robar este fin de semana y yo podría
compartir con ustedes mi historia, que incluye, naturalmente, la de Vasile. Creo
que podrían encontrarse alentadas al saber que no siempre resolvimos todo
juntos.
—Déjame adivinar. —Sally sonrió—. Vasile no estaba súper contento con
la idea de contarnos la historia de ustedes dos.
Alina se rió y el sonido musical danzó alrededor de la habitación. El brillo
en sus ojos al pensar en su compañero y su reacción traicionó todo el amor que
sentía por él.
—Oh, él definitivamente no estaba muy feliz. Los hombres, especialmente
Alfas, jamás quieren que sus fracasos, o lo que perciben como sus fracasos, sean
aireados ante todos. Lo que él no se da cuenta, y lo que traté de explicarle es que,
es cuando somos débiles que podemos ser fortalecidos. Es cuando nos damos
cuenta que no podemos hacerlo por nosotros mismos que por fin entendemos
realmente el valor de un compañero.
—Por favor, dime que trajeron palomitas de maíz, y por el amor de todas
las cosas carnales, por favor dime que vamos a obtener algunos detalles jugosos
porque es tu trabajo educarnos a nosotras las polluelas —ronroneó Jen.
—Todo lo que tienes que hacer es pedirlo, Alina, y yo usaré un poco de mi 13
magia en ella —dijo Sally sonriendo dulcemente—. La noquearé de inmediato.
—Uh, Sally querida, ¿te recuerdo lo que me preguntaste hace poco? Esa
posición determinada… —preguntó Jen mientras sus ojos se estrechaban.
—No lo harías —le advirtió Sally.
—Me conoces mejor que eso —sonrió Jen—. Definitivamente lo haría.
—Mierda, lo siento Alina, estás por tu cuenta —dijo Sally distraídamente
mientras se recostaba en la silla que había requisado.
—¿Por qué no nos acomodamos para pasar la noche? Vayan a lavarse las
caras, a ducharse si es necesario, y luego nos reunimos de nuevo frente a la
chimenea. A pesar de que no la necesitamos para calentarnos, estoy segura de
que Sally puede conjurar un poco de fuego para simplemente estar en ambiente
—sugirió Alina.
Una vez que las chicas volvieron a reunirse alrededor de la innecesaria,
pero de alguna manera apropiada, chimenea… ¡Sorpresa! Con chocolate caliente
en mano… Alina tomó su lugar en el suelo junto a la chimenea. Se percató de sus
rostros ansiosos y luego dejó que su mente vagara de vuelta a una época hacía
mucho tiempo, un tiempo en que las manadas Canis Lupus todavía se estaban
recuperando de las grandes guerras de hombre lobo. Su magia era cada vez más
débil, porque las Fae se habían retirado a su reino, ya no ofreciendo su ayuda a
los seres sobrenaturales en el reino humano.
Los niños nacidos de su raza eran pocos y distantes entre sí, y la mayoría
no sobrevivían porque no había sanadoras para asegurar que el nacimiento fuera
sin problemas. Fue un momento difícil, un momento de miedo con el futuro de
su raza incierto. La Gran Luna, su Creadora, parecía haberles dado la espalda a
medida que peleaban entre manadas, en lugar de trabajar juntos y construir una
unidad entre ellos. Pero a pesar de que había sido un momento de incertidumbre,
Alina siguió teniendo esperanza para los Canis Lupus. Algo en su interior le decía
que si solo era paciente, no se rendía, ellos algún día pronto verían a su raza
restaurada. Pero no tenía ni idea de lo fundamental que sería su papel en ese
cambio.
—Voy a comenzar con el año en que lo conocí; era 1800 —comenzó—. Yo
vivía en una granja en las colinas de las montañas de Transilvania con mis padres.
Mi aldea se llamaba Solca. Éramos una pobre provincia exterior de la manada
Rumana del Este. Mi padre no era lo suficientemente dominante para estar en el
grupo superior de los Alfas, y solo luchaba cuando se lo solicitaban. El resto del
tiempo era un herrero.
14

—Alina, es hora de dormir. —Alina oyó la cálida voz de su madre desde


donde yacía en el bosque a pocos metros de su casa. Con quince años de edad, su
madre todavía sentía la necesidad de tratarla como a un niño. Ella lo soportaba
porque vivía en su casa, comía su comida, y utilizaba sus cosas, pero estaba más
que lista para encontrar a su compañero de modo que pudiera tener una casa
propia para atender y crías propias para poner en cama. Su madre, por supuesto,
le recordaba constantemente que ella no era mayor de edad, y aunque encontrara
a su compañero, él no podría reclamarla… no aún.
La mayoría de las niñas si encontraban a sus compañeros antes de edad
serían reclamadas a los dieciocho años, pero su padre había dicho que era todavía
demasiado pronto, sobre todo si su compañero era un dominante. Él le dijo que
los veinte era el número mágico. Cuando fuera confiada en quién era como mujer
y pudiera mantenerse firme con un dominante, entonces estaría lista para ser su
verdadera compañera.
La voz de su madre resonó de nuevo. Podría haber predicho hasta el
segundo en que comenzaría a llamar por ella. Pero por alguna razón esa noche se
resistía a volver a casa. Mientras yacía en la vegetación afelpada que tan
fácilmente le daba la bienvenida y miraba hacia la luna brillante en toda su gloria,
sintió un tirón que la obligaba a quedarse en el lugar, a esperar. Sintió un susurro
en el viento a medida que le hacía cosquillas en la piel y acariciaba su cabello. Sus
ojos se abrieron en anticipación porque sabía que algo iba a venir y no solo por
cualquiera, sino por ella. Ya sea que fuera esa noche, u otra, sabía que algo grande
estaba a la espera por ella.
Los amigos de Alina e incluso su propia madre siempre habían dicho que
pasaba demasiado tiempo con la cabeza en las nubes. Su abuela solía bromear
que para una chica pueblerina sus zapatos lucían demasiado limpios.
Solo se reiría de ellos y continuaría en su propio camino, porque no había
manera de explicar a otra persona que sabía que estaba destinada a la grandeza.
Ella no era arrogante, simplemente segura de su futuro, a pesar de no estar segura
de cómo sucedería todo eso. Entendía perfectamente lo arrogante que sonaba,
pero también confiaba en la Gran Luna, su Creadora, y nunca olvidaría el día en
que se mostró a Alina solo unos pocos meses antes.
Alina había vagado más lejos de su casa de lo habitual y terminó en un
campo en el bosque. La gloria de la Gran Luna y su bondad había sido suficiente 15
para conducir a Alina de rodillas, y sin embargo ella la había ayudado a levantarse
del suelo, y con un toque de su mano, su ropa y zapatos estuvieron tan limpios
como si nunca hubieran visto unos minutos dignos de suciedad. Ella había
mirado a Alina a los ojos y dijo: “Prepárate, hija. Aquel que tengo para ti viene
con mucha oscuridad y mucho equipaje, y él necesitará tu bondad. Porque sin ti,
su oscuridad reinará y destruirá a la raza Canis Lupus. Sé fuerte. Nunca te dejaré
ni te abandonaré. Solo tienes que pedir y yo estaré allí. Esta tarea la he dado a ti,
porque tú eres su otra mitad. Tú eres su luz y él es tu gravedad. Él te mantendrá
plantada en el suelo cuando sea necesario, pero también te levantará cuando sea
seguro”.
Alina cerró los ojos ante el recuerdo de la Gran Luna hablándole de su
compañero. Había pensado que significaba que su compañero estaría
apareciendo en cuestión de días, pero ahora, varios meses después, todavía nada.
Trató de no amargarse cuando se enteró de otras encontrando a sus propios
verdaderos compañeros, pero no estaba dispuesta a mentir y fingir que era fácil.
Quería ser una compañera; quería ser algo para su hombre que ningún otro podría
ser. Pero esperar nunca había sido su punto fuerte.
Se quedó allí durante varios minutos más hasta que finalmente oyó los
pasos de su madre y supo que tendría que ir. Se puso de pie, sacudió su vestido y
miró a la luna.
—¿A la misma hora mañana? —No, no esperaba que la luna respondiera,
pero bueno, ella era un hombre lobo, todo era posible.

16
Nu haina îl face pe om.
Las ropas no hacen al hombre.

Traducido por Fanny


Corregido por Nanis

a pasado menos de un siglo desde que perdí a mi


hermano —dijo Vasile mientras se paseaba por la
larga habitación que había sido el salón de reuniones
de su padre—. ¿Cómo voy a lidiar con la pérdida de
mis padres, mi Alfa, tan pronto después de tal tragedia? Y pensar, que tres
hombres de la misma línea de sangre ya no están, en menos de un siglo, y esto
después de que mis padres sobrevivieran las 1712 guerras de los hombres lobo,
sin mencionar la pérdida de nuestra última sanadora gitana. 17
Anghel se adentró aún más en la habitación mientras observaba al hijo de
uno de sus más viejos amigos comenzar el proceso de duelo. Stefan y Daciana
Lupei habían sido dos de los amigos más fieles que había conocido. Ser Alfas de
manadas diferentes nunca había obstaculizado su relación. A pesar de que era el
Alfa de la manada Rumana del Oeste y Vasile ahora el Alfa de la manada
Rumana del Este, no cambió como se sentía por el hijo de su viejo amigo. Sufría
por él. Le dolía como a él y sabía que no había palabras que pudieran curarlo. Tal
vez el tiempo lo curaría pero incluso eso solo sería un bálsamo para la herida, no
una cura.
—Lidiarás con eso porque debes hacerlo —dijo Anghel finalmente, su
profunda voz resonando contra las paredes de piedra—. Ahora eres un Alfa; no
eres un cachorro. Tienes un siglo de edad y sabes lo que significa ser Alfa y no te
recuerdo eso porque me importe poco tu dolor. Te lo recuerdo porque habrá
algunos que verán tu posición como débil. Pensarán en ti como en un blanco fácil,
y cuando eso pase harán alguna tontería.
Vasile gruñó. A pesar de que sabía que era verdad, no quería escucharlo.
En su mayor parte, la manada de su padre era unida, pero siempre había uno o
dos presuntuosos que pensaban que podían manejar mejor las cosas. Siempre
había un par que pensaba que debían ser los líderes, pero no entendían que si
estabas destinado a ser líder no era algo de lo que te quejabas en la noche en un
pub local. Si estabas destinado a ser líder, entonces lo hacías porque el lobo dentro
de ti se negaba a seguir a los demás. Vasile sabía que él era un líder no solo por
derecho de nacimiento, sino por el lobo que vivía dentro de él. Su lobo solo se
inclinaba a su padre, y era solo por respeto. Pudo haber vencido a Stefan en un
reto hace años, pero no le faltaría el respeto a su padre o madre de tal manera. Y
ahora aquí estaba, Alfa de la manada del Este, solo unos cuantos años después.
No tenía que preocuparse si tal vez un día tendría que convencer a su lobo a no
desafiar a su Alfa, porque su Alfa estaba ahora muerto.
—Debes cortar de raíz cualquier brote de un motín, Vasile —argumentó
Anghel—. Debes asegurarle a tu manada que a pesar de que sus Alfas se han ido
para estar con la Gran Luna, la manada Rumana del Este todavía es fuerte y tiene
un nuevo Alfa, igual de poderoso como el último.
—Sé que tienes razón, y confío en ti justo como mi padre lo hacía. Todavía
estoy tratando de hacerme a la idea de que ya no están.
Anghel asintió.
—Fue inesperado por decir lo menos. ¿Puedo preguntar cómo sucedió?
18
Los ojos de Vasile se tensaron. Ésta era la parte que temía. Esto era lo que
no quería que nadie supiera porque no quería que pensaran menos de su padre o
su madre.
—¿Quieres la historia oficial o la que mi padre te hubiera hecho saber por
su amistad? —Cuando Anghel le dio una mirada mordaz, continuó—. ¿Has oído
que los lobos viejos algunas veces se vuelven locos?
Las cejas de Anghel se fruncieron y asintió lentamente.
—Pero eso usualmente sucede a los machos sin pareja, no a los que han
encontrado a sus verdaderas compañeras.
Los ojos de Vasile encontraron los del Alfa de la manada Rumana del
Oeste. Las siguientes palabras fueron unas que no habían sido murmuradas desde
que su padre había hablado con él hace casi ocho años y le dijo que nunca se lo
dijera a nadie.
—Mi madre, Daciana, no era la verdadera compañera de mi padre.
Los ojos de Anghel se estrecharon y su ceño se frunció aún más.
—Estuvieron emparejados por mucho tiempo. ¿Cómo puede ser posible?
¿Y qué hay de las marcas de tu padre? Cambiaron; las vi antes de que fuera
emparejado y después —dijo Anghel mientras sus ojos se agrandaban.
Vasile le hizo señas para que se sentara en la mesa que dominaba el centro
de la habitación. Sacó una silla y se sentó a su lado, inclinando su cuerpo para
estar frente a él.
—Necesito tu palabra de que nunca compartirás esto con nadie.
Anghel asintió una vez.
—Mi padre tuvo la rara fortuna de conocer a su verdadera compañera
cuando eran muy jóvenes, demasiado jóvenes para completar los Ritos de Sangre
o el vínculo. Era un tiempo cuando los humanos eran supersticiosos y los Canis
Lupus tenían que ser muy cuidadosos sobre con quién se hacían amigos fuera de
la manada. La verdadera compañera de mi padre confió en la persona equivocada
y pagó por ello con su vida. Ya que todavía no estaban vinculados, él sobrevivió.
—¿Y qué hay de tu madre? ¿No le preocupaba encontrar a su verdadero
compañero y dejar a tu padre? —preguntó Anghel.
Vasile rió.
19
—¿Por qué crees que mi padre la mantenía tan cerca de su lado y tan cerca
de casa todo el tiempo? Se amaban, no te equivoques sobre eso. Y creo que mi
madre mantuvo cuerdo a mi padre por mucho más tiempo del que hubiera sido
posible, aunque pienso que la culpa de haberla mantenido alejada de su verdadero
compañero lo carcomió con el tiempo y probablemente contribuyó a su locura.
Sabía el destino al que estaba condenando al verdadero compañero de Daciana,
pero la amaba y cuando un lobo decide que algo le pertenece, no lo deja ir
fácilmente.
»En cuanto a sus marcas, sabes que él no anunció su acoplamiento hasta
después del viaje que hizo supuestamente en busca de compañera. Mi madre ya
estaba ahí. El viaje fue solo un pretexto para viajar al océano para encontrarse
con una banda de piratas. Sabía de la costumbre que practicaban llamada tatuar,
una que podía dejar marcas permanentemente sobre la piel. Decidió que para
mantener las apariencias de haber encontrado a su compañera, haría que sus
marcas fueran alteradas artificialmente. Ya que las marcas de la hembra no son
vistas nunca más que solo por su compañero, no era importante que Daciana
obtuviera marcas.
Anghel sacudió su cabeza y cerró los ojos mientras dejaba que las palabras
de Vasile calaran en él.
—Lo que hizo fue prueba de que ya estaba mostrando señales de locura,
¿tomar la compañera de otro como suya, alterar sus marcas innaturalmente, y dar
a luz un hijo con ella?
Vasile asintió.
—Lo sé, pero lideró su manada justamente y nadie podía desafiarlo y
ganar. Para todos los intentos y propósitos, hizo lo que se esperaba de un Alfa.
Guío, amó, cuidó y mantuvo orden sobre su manada. Mi madre lo apoyó lo mejor
que pudo. A pesar de que no era su verdadera compañera, ella era una Alfa en su
propio derecho. Si no hubiera sido una hembra dominante, la farsa nunca se
hubiera mantenido en pie.
—Tu madre no tenía que morir, ¿verdad, Vasile? —preguntó Anghel
innecesariamente. Ya sabía la respuesta, pero sintió que necesitaba decirse en voz
alta.
Los hombros de Vasile se encorvaron hacia delante mientras sentía el peso
de su pérdida. 20
—No, pero quisieron mantener la farsa de su posición. Estuvo dispuesta a
morir para proteger mi lugar como Alfa, y de verdad no quería vivir sin mi padre.
Lo amaba, tal vez no de la manera posible entre verdaderos compañeros, pero a
su propia manera, lo amaba.
—Eso es mucho para la carga de un solo hombre.
Vasile asintió.
—Tal vez, pero es mi carga y una que no puedo compartir con la manada,
nunca. Verían las acciones de mi padre como débiles y su falta de honestidad con
ellos sobre su compañera traidora. Y luego cuestionarían mi integridad y mi
lealtad a la manada. Tal vez lo lleven tan lejos como para decir que los Alfas
deberán mostrar sus marcas, incluso las mujeres, para que toda la manada las vea
como prueba de su acoplamiento, y eso no sería prudente.
Anghel se movió inquietamente en su silla mientras consideraba el dilema
en el que Vasile se encontraba.
—Si vas a ser Alfa, y ser obedecido completamente, debes demandar su
lealtad. Debes ordenar su sumisión y la única manera de hacer eso es estar
presente. Necesitarás salir y visitar las aldeas de los miembros de la manada.
Necesitas darte a conocer, y necesitas silenciar cualquier rumor sobre la muerte
de tus padres y revelar la verdad. —Vasile comenzó a interrumpir pero Anghel
sostuvo sus manos en alto para detenerlo—. No me refiero a la verdad real. Me
refiero a la verdad que le dirás a los cuatro superiores, y a sus compañeras
también. Para ahora, incluso los miembros de la manada más lejana estarán
sintiendo la pérdida de sus Alfas. Necesitarán la seguridad de que la manada está
a salvo e intacta. Necesitarán contactar contigo, el corazón de su manada, y
necesitarán ver confianza en tus ojos. Ahí es donde encontrarán su consuelo y
estabilidad.
Vasile frotó su rostro mientras dejaba escapar un largo suspiro. Las
dificultades de lo que estaba por delante ya le pesaban.
—La manada está dispersa. La influencia de mi padre era lo suficiente
fuerte para mantenerlos unidos incluso mientras buscaban nuevas tierras y
territorios. Como hemos prosperado en la ausencia de guerra, hemos crecido a
través de acoplamientos. Incluso ha habido un par de nacimientos, y sin una
sanadora es un milagro por sí solo. Tomará tiempo llegar a ellos si tengo que
visitar todas las aldeas.
—Los rumores de tu visita se esparcirán rápidamente. Sabes tan bien como 21
yo que los lobos machos son peores chismosos que cualquier hembra.
Los labios de Vasile se alzaron ligeramente con las palabras del lobo más
viejo.
—Eso es muy cierto. Necesito reunirme con los hombres de mi padre… —
se detuvo y luego se corrigió—, con mis mejores hombres. Dejaré a mi segundo,
Alin, aquí a cargo y llevaré a mi tercero y cuarto conmigo.
—Eso es sabio —acordó Anghel—. ¿Has pensado sobre tu compañera?
La cabeza de Vasile se alzó de golpe.
—¿A qué te refieres si he pensado sobre ella? Todavía tengo que
encontrarla. ¿Cómo voy a pensar en ella?
—Me refiero a si has pensado en buscarla, activamente, en vez de solo
esperar que el destino te honre con su favor. Necesitas una compañera. Te hará
más fuerte, sin mencionar que te dará la habilidad de producir un heredero. Sabes
que demostrar virilidad es visto como fuerza entre los hombres. Los hará menos
probables a desafiarte.
—¿Entonces mientras estoy asegurando a la manada quieres que también
esté cazando? —Los ojos de Vasile comenzaron a brillar mientras consideraba la
idea de encontrarla de verdad, a su verdadera compañera. No había estado
diciendo toda la verdad cuando declaró que no era posible que pesara en ella ya
que no la había encontrado. No había un segundo en el día en el que no pensara
en ella. Se preguntaba cómo luciría. ¿Tendría cabello largo o lo mantenía corto?
¿Era alta y esbelta, o bajita y con curvas en los lugares correctos? ¿Sus ojos
brillarían cuando riera? Una y otra vez las preguntas bombardeaban su mente. La
verdad es que estaba desesperado por ella. Quien quiera que fuera, la necesitaba,
la quería, y le rogaba a la Gran Luna que le mostrara piedad y lo guiara a ella.
—Escuché de tu padre que eres el cazador más paciente en tu manada. Dijo
que cuando cazas como lobo, de alguna manera le permites a tu animal más
control sin perderte a ti mismo. ¿Tal vez deberías convocar la paciencia de tu lobo
en tu forma humana?
—Tengo la sensación de que esta caza no provocará el mismo tipo de
paciencia en él como lo hace la de una muerte. Mi lobo está inquieto por su
compañera. La oscuridad dentro de mí gana más terreno cada día, y ahora no
tengo una familia para mantener el lobo a raya. Casi me da pena la hembra que
se quede atrapada conmigo.
22
Nu te juca cu coada ursului.
Nunca molestes a un problema hasta que el problema te moleste
a ti.

Traducido por Fanny


Corregido por Nanis

ue en el calor de la tarde que Alina sintió el dolor, el vacío dejado


por la pérdida. Era como si hubiesen cavado un agujero en su
corazón y un pedazo de él hubiera sido arrancado. Jadeó por el
dolor mientras caía sobre la mesa donde había estado amasando
pasta para la cena. Supo lo que era inmediatamente porque había aprendido desde
niña la solidez del vínculo entre el Alfa y su manada. Sintió las lágrimas en sus
mejillas antes siquiera darse cuenta que estaba llorando. Dolió mucho más de lo 23
que pensaba que dolería.
—¡Alina! —escuchó a su madre llamar desde el exterior. Se apuró hacia la
puerta, aferrándose a lo que pudo para sostenerse.
—Madre, ¿estás bien? —preguntó mientras veía a su mamá doblada en una
posición similar a la que se encontró antes.
—Los Alfas —exhaló—. Se han ido.
Alina se giró ante el sonido de un gruñido bajo justo cuando su padre se
asomaba por la esquina de su pequeña casa. Él había cambiado a su forma de
lobo porque la necesidad de protegerse a sí mismo era mucho mayor a su
habilidad de mantener al hombre en control.
—Madre, ¿se encuentra bien? —preguntó a su mamá, sabiendo que ellos
dos se podían comunicar por su vínculo.
Su madre asintió pero no dijo nada. Seguía respirando con dificultad y las
facciones de su fino rostro testificaban la extrema carga que estaba
experimentando.
—¿Cuánto tiempo durará esto? —inquirió Alina, desesperada por una
remisión.
—El tiempo que lleve a toda la manada enterarse —respondió su madre.
Esa no era la respuesta que Alina había estado buscando. Eran una manada
grande. El líder Alfa y su compañera habían sido buenos gobernantes, fuertes y
justos, y la manada había prosperado gracias a ellos.
Apretó sus dientes en un intento de mantener su dolor bajo control y se
dirigió a ayudar a su madre a levantarse. Su padre estaba mirando el dolor en su
compañera, y Alina supo que él no soportaba verla tirada en el piso, vulnerable.
Tropezaron y tambalearon de camino hacia la casa, y Alina ayudó a su madre a
sentarse en una de las dos sillas que llenaban el lugar. Lo único que podían hacer
era esperar. Alina no era muy buena esperando. Su padre tomó la guardia de la
puerta, dejando escapar pequeños gruñidos ocasionalmente. No se movió; superó
su dolor con calma y silencio mientras protegía a su mujer e hija… de qué, no lo
sabía.
Alina despertó sobresaltada cuando escuchó la puerta principal cerrarse.
Su padre caminaba en dos piernas y lucía más cansado de lo normal. Dio una
respiración profunda y notó que el dolor se había ido. Todavía sentía un dolor
sordo, pero era manejable.
—¿Dónde has estado? —preguntó al hombre mientras lo observaba de
24
cerca para saber su estado de ánimo. Su padre podría haber sido un jugador,
podría haber jugado cualquier juego que requiriese una cara en blanco. Mantenía
sus emociones bajo control mejor que nadie que hubiera conocido.
—Hubo una reunión en la aldea. Todos los hombres fuimos convocados.
Esperó a que dijera más, pero él no continuó. Así que resopló.
—¿Yyyyy…? —dijo lentamente, incentivándolo a que se explicara.
—Hace una hora llegó la noticia de que el Alfa y su compañera murieron
y que Vasile, el hijo de Stefan, será ahora el Alfa. Dicen que va a ir a cada aldea.
—Su tono fue de cansancio mientras rebuscaba por comida.
—¿Por qué va a ir a las aldeas? ¿Eso significa que vendrá aquí? —La voz
de Alina se alzó con cada pregunta—. ¿Ya tiene una verdadera compañera?
—Cállate, niña —le reprendió su padre—. Una mejor pregunta es: ¿por qué
tú te encuentras tan interesada en el nuevo Alfa?
Alina sintió sus mejillas sonrojarse a medida que su padre la escudriñaba.
Ella había conocido, bueno, no conocido exactamente, pero sí visto a Vasile a la
distancia un par de veces en los últimos años. La última vez había sido cuando
tenía trece años. Él era atractivo, realmente hermoso, musculoso, el cabello negro
como la noche, y ojos tan azules que estaba segura que la Gran Luna había
empapado un pincel en el cielo y los pintó para que fueran iguales. Habían pasado
dos años. Desde entonces, ella había madurado mucho, no solo físicamente sino
emocionalmente también. Sabía que generar el vínculo antes de los dieciocho era
extraño, pero se sentía lista a pesar de su edad. Un verdadero vínculo de pareja
era algo quisquilloso. Usualmente, no mostraban signos hasta que la mujer
estuviera en la edad o fuera capaz de concebir. Esto último variaba según las
mujeres. Alina había florecido tarde en ese sentido y no tuvo su primer sangrado
hasta el mes siguiente a su decimoquinto cumpleaños, no es que se quejara.
Aparte de poder vincularse con su compañero y tener hijos, la menstruación no
era su parte favorita de ser una mujer madura.
Así que estaba en secreto enamorada de él, gran cosa. Así que quizás
pensaba en ello días y semanas antes de cada encuentro; no era extraño que eso
sucediera luego de que una chica viera a un chico tan lindo. Y tal vez intentó
combinar su nombre con el apellido de él un par de veces, imaginó el sabor de sus
labios, y fantaseó con tener cachorritos juntos. Bueno, tal vez lo suyo rozaba la
obsesión a estas alturas. Pero, bueno, su padre no tendría por qué saber de eso.
Sonrió y contestó en su lugar. 25
—Es importante para nosotros conocer a nuestro Alfa, ¿no?
Su padre estrechó los ojos, y aunque sabía que no había heredado su
habilidad de poner la cara en blanco como él, podía ser bastante buena en ello
cuando se lo proponía.
—Lo es —concordó él—. También es importante para una mujer encontrar
su verdadero compañero. Y tú ya eres una. Han pasado algunos años desde que
viste a Vasile, ¿cierto? Has madurado mucho desde entonces; quizás tu lobo está
inquieto y siente algo que tú todavía no eres capaz de comprender.
—¿Estás sugiriendo que él podría ser mi compañero? —susurró Alina
como si las paredes tuviesen oídos y pudieran compartir los secretos que estaban
comentando.
—¿Por qué? ¿Acaso es imposible? Eso sí, Alfa o no, él no podrá reclamarte
hasta que cumplas veinte. De hecho, debería decir especialmente dado que es un
Alfa. Necesitas conocerte como mujer, Alina. No quiero que solo encuentres tu
identidad en tu compañero. Quiero que seas segura de ti misma por quién eres,
no por tu compañero.
Alina observó a su madre durmiendo y se acercó a su padre para así no
molestarla. Levantó la mirada y se encontró con sus ojos.
—Cuando me miras, ¿ves algo digno de la realeza? Él es de linaje real,
padre, y yo soy… —se detuvo y contempló su harapiento vestido y sucios
zapatos—. Solo soy esto.
Sintió un dedo sobre su barbilla cuando él levantó su cabeza hasta
encontrarse con su mirada nuevamente. Su padre era atractivo, no como Vasile,
pero atractivo sin embargo.
Apretaba sus labios, sus ojos brillaban levemente y había una profundidad
en su voz que solo surgía cuando el lobo se encontraba cerca de la superficie.
—No te defines por el vestido que usas, los zapatos que llevas o el dinero
que tienes en el bolsillo. Eres definida por las decisiones que tomas, el carácter
que eliges tener y el respeto que te muestras a ti misma y a los demás. Solo porque
él es de la realeza no significa que no sea digno de ti. Es exactamente por esto que
quiero que esperes. No tienes ningún motivo para estar avergonzada. Escúchame,
hija mía. —Posó sus manos en los hombros de ella y los apretó suavemente—.
Eres una mujer de valor. Conozco tu carácter; he visto las decisiones que has
tomado y he sido el mejor receptor de tu respeto. Incluso aunque él sea tu
26
compañero, lo harás trabajar por ello. Cuando un lobo en su estado salvaje
encuentra a una hembra y la quiere como compañera, esa mujer no inclina la
cabeza y mete su cola entre las piernas. Hace al lobo demostrarle su capacidad,
fidelidad y fuerza. Cuando encuentres a tu verdadero compañero, no te atrevas a
meter tu cola entre las piernas y bajar la cabeza. Encuentras su mirada, desafías
su persecución y haces que te lo demuestre.
Alina estaba impresionada ante las palabras de su padre. Él nunca había
hablado con ella sobre encontrar a su verdadero compañero; era su madre la que
siempre hablaba y preguntaba. Honestamente, no podía creer lo que estaba
escuchando, y eso la confundió.
—¿Y qué hay de los signos de acoplamiento? ¿No son pruebas suficientes?
—preguntó.
—Los signos de acoplamiento simplemente revelan los verdaderos
compañeros entre sí. No dan ningún derecho a demandar, o tomar, lo que no se
da libremente.
Esas eran noticias para Alina. Había tenido la impresión que una vez que
el hombre encuentra a su compañera, nada ni nadie podía interferir entre ellos.
De hecho se había preguntado cómo su padre le diría a su verdadero compañero
que no la podría tener hasta cumplir los veinte. Aun así no estaba satisfecha.
—¿Qué hay con los machos dominantes? Pensé que se volvían posesivos
con sus compañeras y no dejaban que nada ni nadie se interponga entre ellos. ¿Y
no será doloroso para ambos si no nos vinculamos?
—No estoy diciendo que nunca te vincularás. Todo lo que digo es que
generalmente todas las cosas de valor vienen con un precio. Tienes que definir
cuál es el tuyo. Eres una mujer dominante, Alina, lo que significa que tu
compañero será extremadamente dominante. Él siempre te estimará, te amará, y
se preocupará por ti. Pero si lo dejas, él será el que esté al mando porque pensará
que es la mejor manera de protegerte, y por encima de todo, la necesidad de
defender a su compañera siempre vendrá primero. Sería sabio de tu parte marcar
el ritmo del acoplamiento dejándole saber a tu futuro compañero que lo respetas,
pero que exigirás lo mismo.
Alina vio a su padre caminar tranquilamente a su pareja y levantarla
dormida como si fuera una niña. La llevó hacia la única habitación de la cabaña
y cerró la puerta, dejando a Alina sola con sus pensamientos.
¿Su precio?, pensó. ¿Qué podría esperar del hombre que estaba hecho para 27
ella? ¿Cómo podía demandar su respeto y esperar que él se aguante a completar
el vínculo con ella solo hasta que estuviera segura que la trataría como su igual?
Su padre la dejó para pensar algunas cosas que nunca había considerado. Por
supuesto, era hombre y sabía más que su madre sobre cómo actuaría su
compañero y la mejor forma que ella tendría que responder a ello.
—Mi precio —susurró al espacio vacío mientras se acostaba en la cama de
la esquina más alejada.
Sus ojos se cerraron y su mente viajó hacia el primer momento en que vio
a Vasile alguna vez. Había estado en uno de los más grandes mercados cerca del
castillo de Stefan y Daciana. Tenía doce y era la primera vez que sus padres la
dejaban acompañarlos. Brincaba ansiosa a la vez que ellos cruzaban a través de
todas las personas. Los nuevos aromas en el aire casi la abrumaron, y las
conversaciones de los vendedores tratando de llamar la atención de todos los
clientes fue como un zumbido de abejas arremolinándose en torno a su cabeza.
Sus ojos no se posaron en nada por mucho tiempo ya que había demasiadas cosas
para ver. Parecía haber un vendedor para cada cosa que podría imaginar:
coloridas telas extendidas en un puesto, productos frescos en otro, joyas,
accesorios para los caballos y herramientas.
Su padre los había llevado directamente a un puesto con toda clase de
herramientas de metal y hasta armas. Siempre pensó que era extraño que los
hombres lobo hicieran armas siendo lo que eran. Su forma en sí ya era un arma,
pero su padre le había dicho que un buen depredador siempre usaba todas las
opciones, y luchar en su forma humana era definitivamente una opción, y a veces
una necesaria.
—Petre. —Un hombre alto con cabello negro enmarañado, ojos marrones
y la sombra de una barba naciente, salió detrás de una cortina—. Georgeta, es
genial verlos a ambos.
El uso del nombre de sus padres le dijo que eran buenos amigos de este
hombre. Alina permaneció parada justo detrás de sus padres, mirando a su
alrededor a todos los tesoros colgando y la mercadería en los estantes. Fue
necesario que su madre se aclarara la garganta para darse cuenta que habían
estado hablando de ella.
—Ella es nuestra hija, Alina. —Su padre le hizo señas para avanzar hacia
delante.
—Es un placer conocerte, señorita Alina —saludó el gran hombre
tendiendo su mano. Ella tomó la mano ofrecida y lo vio inclinarse y, muy
28
ligeramente, depositar un beso en ella. No pasó por alto cuando él tomó una gran
y profunda respiración mientras se inclinaba sobre ella. Era guapo, pero bueno,
la mayoría de los hombres lobo lo eran. Aun así, sin dejar de ser educada, alejó
su mano apresuradamente.
Su madre tuvo que explicarle que cuanto más creciera, más hombres
estarían interesados en descubrir si ella era su compañera, aunque no se
encontrara en edad, incluso esperarían para poder tomarla. Alina le dijo a su
madre en términos inequívocos que si un hombre al azar venía olfateándola y
alegando que ella era suya, le sacaría los ojos. Sus padres se rieron, pensando que
bromeaba, pero estaba siendo completamente seria, y si el hombre ante ella no
dejaba de olfatear alrededor, entonces cumpliría con su amenaza.
—Cezar. —El profundo retumbar de su padre y el sonido del metal
golpeando entre sí en la bolsa que había puesto en el mostrador, hizo al hombre
alejarse finalmente de Alina—. Traje tu pedido. —Cezar se puso a inspeccionar
las herramientas mientras sus padres esperaban pacientemente.
Alina no era tan paciente. Se asomó por la puerta del local para observar
la calle llena de gente. El polvo se levantaba por todos lados debido a los pies que
caminaban alrededor, provocándole un estornudo. Esto hizo que sus ojos
lagrimaran, y el polvo en el aire solo hizo que se irritaran más. Dado que había
estado tratando de limpiarse los ojos con su vestido sin mostrar nada que sería
considerado inadecuado, estaba inclinada y no había notado la persona que se
detuvo a su lado.
—¿Te encuentras bien? —preguntó una suave voz delicada.
Los ojos de Alina de repente se preocuparon un poco cuando se enderezó
para encontrarse con un hombre alto, usando la cresta Alfa en su brazo, de pie
frente a ella. Él le sonrió y ofreció un pañuelo.
—El aire puede ponerse realmente espeso durante la parte del día más
atestada —le dijo.
Ella asintió y tomó el pañuelo para limpiarse rápidamente la humedad que
se había acumulado alrededor de sus ojos. Una vez que pudo mirar sin las
lágrimas emborrando su visión, pudo ver que el hombre ante ella era atractivo y
tenía una sonrisa amable. Escuchó unos pasos arrastrarse detrás de él y vio como
él miró sobre su hombro y asintió. Ella siguió su mirada, y se sorprendió cuando
notó quién se encontraba a lo lejos, aunque lo suficientemente cerca para no tener
problema en reconocerlo.
29
Por la ropa negra, que solo la realeza usaba, y esos profundos ojos celestes
por los cual era conocido, Alina cayó en cuenta que estaba mirando al hijo del
Alfa por primera vez. Él hablaba con una vendedora, una mujer mayor, que al
ser una Canis Lupus, debe haber sido bastante vieja para parecer alrededor de los
treinta y cinco años. El joven le tendió algo de dinero. Cuando ella intentó
regalarle algo de su producto, él negó con la cabeza y besó su mano. El corazón
de Alina se contrajo ante su generosidad y el obvio afecto hacia Vasile en los ojos
de la mujer. Cuando él se volvió en su dirección, ella vio su sonrisa deslumbrante
solo un minuto, para luego volver a lucir la expresión neutral que todo macho
dominante parecía llevar.
—Por favor, quédate con eso. —El hombre frente a ella tocó ligeramente
la mano que sostenía el pañuelo. Alina lo volvió a mirar, y fue un esfuerzo separar
su mirada de Vasile—. No querría que tuvieras que soportar otro disgusto en esta
calle tan llena de gente.
Alina le sonrió.
—Gracias. —Inclinó su cabeza ligeramente, como para mostrar que sabía
que él era dominante sobre ella, pero que no le pertenecía y por lo tanto no
ladearía su cuello completamente. Él la observó un segundo más y entonces se
volvió para caminar hacia Vasile, y, ahora que no se encontraba completamente
enfocada en el joven heredero, notó que él y otro hombre estaban vestidos de una
manera similar. Deben haber sido los lobos más cercanos al Alfa. No los llamaría
guardias porque sería percibido como un signo de debilidad si Vasile caminara a
través del mercado bajo la protección de otros. Él iba al frente, con uno
caminando muy cerca de él y el resto detrás, pareciendo ser acompañantes más
que otra cosa. La forma protectora en la que se movía delante de los hombres
mostraba que era él el que hacía de guardia. No era débil y no necesitaba
esconderse detrás de nadie.

Alina abrió sus ojos. Notó que estaba acostada en la cama de la pequeña
cabaña de sus padres y no en las concurridas calles del mercado mirando un
futuro que nunca podría tener. Se sentó y estiró sus cansados músculos, sus
sueños vívidos habiéndole quitado una buena noche de sueño.
—Pensé que podrías dormir todo el día —la voz de su madre vino desde la
cocina.
Alina caminó por el pequeño espacio y miró mientras Georgeta amasaba 30
una masa expertamente mezclada que sería el pan de su cena. Sus manos eran
fuertes por la cantidad de horas trabajando. Su piel, dura y callosa, todavía
luciendo joven y hermosa pero obviamente pareciendo las manos de alguien que
trabajaba en la tierra. Alina miró las suyas y notó que, aunque aún fueran suaves,
comenzaban a mostrar los efectos del arduo trabajo, aunque fuese un hombre
lobo.
—¿Qué es lo pasa por esa ocupada cabecita tuya? —preguntó su madre.
Alina bajó sus manos y las deslizó en su espalda, sintiéndose como si
hubiera sido atrapada probando un pedazo de pastel antes de la cena.
—Papá dijo que el nuevo Alfa estará visitando la aldea —contestó con
indiferencia. Su madre la conocía mejor que eso, sin mencionar que había notado
la reacción de Alina las pocas veces que había visto a Vasile.
—Has cambiado mucho desde la última vez que lo viste.
—Eso es lo que tu compañero dijo. —Los ojos de Alina brillaron con
humor—. Parece pensar que hay una posibilidad de que Vasile sea mi compañero.
—¿Y qué hay de imposible en eso? Aún eres demasiado joven para que las
señales de acoplamiento aparezcan, estás por cumplir dieciséis, así que no es
increíble que él pueda llegar a ser tu compañero o que los signos comiencen a
aparecer.
—Hay más posibilidades de que sea la compañera de esa vieja yegua que
está en medio del campo a ser la de una persona de la realeza, mucho menos el
Alfa de nuestra manada. Y que los signos aparezcan incluso antes de que cumpla
dieciséis es muy poco probable. —Alina se acercó a la puerta principal. Estaba
abierta, como era habitual durante los meses de verano. A su madre le encantaba
el aire fresco y los sonidos de la naturaleza. Alina sabía que eso clamaba a su
lobo, casi tanto como al de ella misma.
—No es propio de ti ser tan insegura, ni de tu valor, Alina —le reprendió
Georgeta suavemente—. Vasile sería un lobo bendecido si tuviera el honor de ser
tu compañero verdadero.
—Tienes que decirme eso; eres mi madre —suspiró ella.
—Quizás. —Sintió el brazo de su madre sobre sus hombros y llevándola
más cerca, el olor familiar a las especias envolviéndola—. O tal vez soy la mujer
más inteligente en toda la aldea. De todos modos, tengo razón.
Alina rió. 31
—Y la más humilde también.
Las semanas pasaron mientras Alina volvía a su usual rutina. Se acostaba
en sus campos cada tarde observando el cielo, soñando con su futuro, deseando
lo imposible. Con cada día que pasó se tornó cada vez más ansiosa por la llegada
del Alfa. Una parte nerviosa de ella deseaba que no viniera y que los pasara
simplemente. Pero otra parte, específicamente su loba, esperaba reteniendo el
aliento a que él llegara. Incluso pensó una noche que quizás no se había
presentado hasta ahora porque había encontrado a su compañera verdadera en
una de las otras aldeas. Esto había puesto a su lobo hecho una furia que terminó
con ella cambiando, corriendo y cazando hasta que los celos posesivos se
enfriaron finalmente. Cuando Alina volvió a su forma humana, estaba temblando
por los sentimientos tan intensos que su lobo sentía por Vasile, un hombre con el
que ni siquiera había hablado alguna vez. ¿Significaba esto que él de hecho era su
compañero, o solo que tenía una obsesión insana con algo que no podría tener
jamás? Desafortunadamente, no podía hacer otra cosa que esperar.
Un pensamiento la golpeó de repente, justo cuando decidía dejar ir la
preocupación.
―¿Y si realmente soy su compañera? ―dijo en la oscura noche―.
Entonces, ¿qué?
Las palabras de la Gran Luna se reprodujeron en su mente. “Prepárate,
hija. Aquel que tengo para ti viene con mucha oscuridad, mucho equipaje, y él
necesitará tu bondad. Porque sin ti, su oscuridad reinará y destruirá a la raza
Canis Lupus”.
Alina se incorporó de golpe. Su corazón amenazaba con salirse de su pecho
mientras la humedad se acumulaba en su cuello y en las palmas de sus manos.
Vasile estaba obligado a llevar equipaje; perdió a su hermano y ahora a sus padres.
Sabía que los machos de su raza luchaban con la oscuridad que sus bestias traían
consigo, hasta que su verdadera compañera los llenara con su luz.
¿Cuánta oscuridad depositaría las muertes de tres miembros de la familia
en el alma de un hombre que ya se estaba oscureciendo sin nadie para ayudarle a
soportarlo? E incluso una mejor pregunta, ¿estaba lista para ser la compañera de
alguien así?

32
Nu vrea sã audã.
No hay peor sordo que el que no quiere oír.

Traducido por Jessy y Kristel98


Corregido por Nanis

u hospitalidad es muy apreciada, Louis —agradeció


Vasile a la familia una vez más por permitirle quedarse
con ellos durante la visita a su aldea.
Salió hacia el aire fresco de la tarde y se estiró. Su tercero, Ion, y su cuarto,
Nicu, lo estaban esperando cerca del límite de la aldea. Había decidido viajar de
noche por un par de días para que así pudieran cazar. El único inconveniente de
esta decisión era que a veces tenían que pedir ropa en las aldeas a las que llegaban.
No es que alguno de ellos protestara por tener que dar su ropa a su Alfa, pero era 33
irritante para él ser una imposición a las personas.
—Eso salió bien —dijo Ion justo cuando Vasile los alcanzó.
—Hasta ahora no ha habido ningún intento a desafiarme, lo que hace por
el momento mi vida un poco más fácil de llevar —concordó Vasile—. Estoy
sorprendido de ver el estado de las cosas en algunas de estas aldeas —confesó—.
Temo que no he sido diligente al monitorear nuestras tierras, incluso cuando mi
padre todavía estaba vivo. No sabía que las partes más alejadas de la manada
estuvieran sufriendo así. Supongo que es la forma en que la locura de mi padre
comenzó a mostrar su incapacidad para cuidar de su manada y protegerlos. —Se
pellizcó el puente de la nariz al comprender claramente cuánto daño había hecho
su padre a la manada—. Cuando lleguemos a la próxima aldea, Nicu, envía a uno
de los más jóvenes de vuelta al castillo. Pídele que diga a Alin que envíe ayuda
financiera, alimentos, ropa y todo lo necesario a las últimas cuatro aldeas que
visitamos. Probablemente también vamos a tener que hacer lo mismo con la aldea
que estamos a punto de ver.
Nicu asintió y Vasile pudo ver el alivio en los ojos del lobo. Él también era
un dominante y le era natural querer proteger a aquellos en su manada.
Habían estado viajando alrededor de su territorio durante más de cuatro
semanas para ahora, permaneciendo durante varios días en cada aldea. Anghel
había tenido razón. Su manada necesitaba la seguridad de que aún estaban
intactos y que no habría anarquía o un centenar de desafíos entre los hombres
compitiendo por la posición del Alfa.
Por mucho que Vasile odiara mentir a su manada, fue necesario. Por
desgracia, con cada relato, la historia se volvió más y más fácil para sus labios.
Había repetido la historia tantas veces ahora que él mismo estaba empezando a
creérsela. Anghel y él habían elaborado la historia más simple posible. Vasile
sabía que cuanto más compleja fuera la mentira, más difícil sería mantenerla
correctamente.
Explicó que su padre había estado vigilando las fronteras del territorio igual
que siempre. Cuando no regresó al castillo a la medianoche, Vasile fue a buscarlo.
Lo encontró a cinco kilómetros de distancia, con la garganta desgarrada y la
arteria cortada. Se había desangrado demasiado rápido para curarse a sí mismo.
Vasile había captado el aroma de un oso, o tal vez dos. Había sostenido a su padre
por un rato antes que cualquiera de los otros lobos apareciera haciendo que su
aroma disimulara el de los asesinos. Los lobos y los osos eran enemigos naturales,
y aunque era horrible perder a su Alfa, no tomarían venganza contra
34
depredadores víctimas de sus instintos naturales.
Lo que él no dijo fue que su padre se había estado tornando cada vez más
inquieto, por lo cual había estado vigilando las fronteras de su territorio. Cuando
Vasile lo encontró, su garganta no había sido desgarrada por un animal mortal.
Fue una cuchilla Fae, que todavía estaba en su mano, lo que había utilizado para
cortar su propia garganta. Vasile no tenía idea de cómo su padre había dado con
un tesoro como tal, pero imaginó que las Fae no tenían idea de que estaba en su
posesión. Cuando su padre no había vuelto a casa para la medianoche, Darciana
le había pedido que fuera a buscar a su padre. Ella sabía que si algo iba mal no
querría que los demás lo encontraran primero ya que se preguntarían por qué ella
no estaría sufriendo también el mismo destino.
Vasile había encontrado a su padre a cinco kilómetros del castillo de la
manada. Después de haber superado el shock inicial, se había apresurado a
regresar con su madre y darle la devastadora noticia. Lágrimas corrieron por sus
mejillas, pero no lloró como él hubiera esperado que lo hiciera. En lugar de eso,
ella revolvió un cajón de su buró. Él se giró para gruñirle, pero el gruñido se
congeló en su garganta. Ella sostenía en su mano un vial con un líquido
transparente. Lo miró y las lágrimas en sus ojos fueron en parte tristeza y en parte
arrepentimiento. Había un millón de cosas que quería decirle, él pudo verlo, pero
no lo hizo.
—Tu padre y yo nos preparamos para esto. Sabíamos que tarde o
temprano, un día, alguno de los dos pasaría a la otra vida. Tengo que morir con
él, Vasile —le dijo—. Si la manada descubre que los engañó, habrá dominantes
arrastrándose por todo este castillo para desafiarte. No voy a hacerte eso, no
cuando en primer lugar, es nuestra culpa. —Ella abrió el vial y se quedó mirando
el contenido. La expresión en su rostro no era de miedo, sino de resolución—. Te
quiero, hijo. Tu padre te amaba. Independientemente de nuestro vínculo, fuiste
el resultado de nuestro amor y eso enmienda cualquier carencia.
—¡Espera! —Se abalanzó sobre ella, comprendiendo totalmente cuál era
su intención. Pero fue demasiado tarde. Ella había volcado la pequeña botella y
tragado su contenido antes de que pudiera alcanzarla.
Vasile había sostenido en sus brazos el cuerpo de su madre y llorado por
los dos. Era una tragedia, pero una por la que no se atrevía a culparlos ya que era
debido a Daciana que su padre había vivido más tiempo, y él había sido creado
gracias a ese amor. ¿Cómo podría culparlos?
Había regresado hacia el cuerpo de su padre antes del amanecer,
35
permitiendo así que su madre fuera encontrada. Él sabía que en cuanto
descubrieran el cuerpo de su madre, los tres lobos más cercano a Stefan estarían
a la caza de su fallecido Alfa. Sabía que antes que llegaran tenía que hacer que la
muerte de su padre pareciera un terrible accidente, una pelea entre depredadores
y en la cual Stefan había perdido. Vasile hizo la cosa más difícil que jamás hubiera
hecho en su vida. Para proteger el legado de su padre y la virtud de su madre hizo
lo necesario para que el cuerpo luciera como si hubiera sido atacado. Aún podía
saborear en su boca la sangre de Stefan de donde había desgarrado su garganta.
Tuvo que encubrir la evidencia de la hendidura, y la única manera de hacerlo era
desgarrarla. Así que se había transformado y había dejado que su lobo se hiciera
cargo para que entonces su historia pareciera convincente.
Cuando finalmente los encontraron, Vasile estaba sosteniendo
apretadamente a su padre contra él, sin tener que fingir estar destrozado. Lloró
abiertamente y con sinceridad. Lloró por la locura y el sufrimiento de su padre, y
lloró por el sacrificio de su madre. Alin, Ion y Nicu se lamentaron con él. Sus
aullidos llenaron el aire de la mañana. Mientras llevaban el cuerpo de su padre de
vuelta al castillo para preparar el entierro junto con su madre, Vasile se preguntó
si sería capaz de llenar el agujero que sus padres habían dejado.
Incluso con su locura, Stefan había sido un buen Alfa. Por lo tanto, Vasile
no estaba seguro de ser capaz de estar a la altura del legado que su padre había
dejado.

—Solo nos falta una aldea, Alfa. —La voz de Nicu lo sacó de su recuerdo—
. Es la más alejada del castillo. Si recuerdo correctamente, el más dominante entre
ellos es Petre Sala.
Algo sobre el nombre despertó al lobo de Vasile, aunque estaba seguro de
no haber conocido al hombre. Los hombres que vivían en las aldeas no eran lo
suficientemente dominante para ser parte de los lobos en las posiciones más altas
que eran entrenados como guerreros y patrullaban el territorio cuando fuera
necesario. La violencia que era necesaria para que un guerrero pudiera cumplir
su tarea tenía que ser rápida y sin vacilación, y a menudo era el lobo menos
dominante el que más probablemente vacilaba. Si estos hombres no venían al
castillo, entonces Vasile rara vez los conocía, aunque probablemente su padre lo
hiciera.
36
Vasile tomó una respiración profunda, llenando sus pulmones con el aire
tibio de la noche. De pronto, se sintió ansioso por llegar a esta aldea, y ya había
aprendido hacía mucho tiempo a no discutir con su instinto.
—Cacemos en el camino; no nos quiero hambrientos, ni que terminemos
comiendo todo su alimento tan duramente ganado. —Vasile se transformó sin
molestarse en quitarse su ropa y se fue a toda marcha. Sus patas se estiraron
mientras se ajustaba a su forma de lobo. El viento en su cara, ondulando a través
de su piel, fue refrescante, como despertar de una muy necesaria siesta.
Vio a Ion y Nicu por el rabillo de su ojo a cada lado de sus flancos. A pesar
de que corrían más rápido incluso que sus primos lobos de sangre pura, sus patas
eran ligeras y casi silenciosas a medida que avanzaban a través del bosque. Antes
de llegar al borde de la última aldea, cada uno ya había capturado y devorado su
comida, apaciguando el deseo de sus lobos por cazar para poder continuar.
Todavía faltaban varias horas para el amanecer por lo que Vasile y sus dos lobos
se acurrucaron cerca del hueco de un árbol. Tres hombres humanos
probablemente se resistirían a la idea de dormir tan cerca, pero los lobos eran
diferentes. Ellos cultivaban el contacto, entre compañeros o en manada. Era
necesario. Él se estaba acostumbrando poco a poco al poder que había empezado
a llenarlo después de la muerte de su padre, permitiéndole encubrirlos,
asegurándoles que estarían a salvo mientras dormían.
Los ojos de Vasile se abrieron de golpe y su enorme cabeza se sacudió
cuando la luz del sol de la mañana rompió sobre el horizonte y comenzó a filtrarse
a través de las ramas de los árboles. Pero no había sido la luz que lo había
despertado, fue una voz. Esperó, desesperado por oírla otra vez, a pesar de que
no entendía por qué. Pudo oír los latidos de su corazón y la respiración constante
de sus compañeros de manada. Las hojas crujiendo mientras el viento danzaba a
través de ellas y a los bichos escurriéndose en busca de su desayuno. Aun así
esperó. Su lobo era un cazador paciente y el hombre había aprendido a confiar en
él durante una persecución.
Ahí, gruñó su lobo levantando sus orejas, arrastrando su atención hacía un
suave zumbido apenas audible. Vasile estaba seguro que ni siquiera los ángeles
podían sonar tan hermoso como la melodía tranquila que se deslizó a través de
sus oídos y dentro de su alma. Sus labios se elevaron mientras su lobo sonreía.
Los dos sabían que solo había una persona en la tierra que podía hacer que
respondieran de esa forma. Compañera, retumbó su lobo con un deseo que igualó
al suyo.

37
Alina se levantó las mangas del vestido mientras dejaba caer una de las
camisas de su padre en el entablado de lavado. Recogió la barra de jabón y
comenzó a fregar el material, cubriéndolo con el limpiador.
A medida que empezaba a recorrer la camisa de arriba abajo por el
entablado, empezó a tararear una de sus canciones de cuna favoritas que su madre
le había cantado cuando era una niña. Dejó de tararear para fregar fuertemente
cuatro veces, y luego reanudó el tarareo mientras agitaba la camisa dentro del
agua. Repitió el proceso varias veces antes de finalmente llevar la camisa a la
bomba para enjuagarla. Mechones de su cabello se habían caído de la trenza que
se había tejido en la mañana, y los apartó con su muñeca chorreando agua por su
frente.
Era un hermoso día. Alina sonrió mientras miraba hacia arriba para ver a
las aves dando vueltas en el aire descendiendo y agarrando insectos
desprevenidos. Sus padres se habían ido a la casa de uno de sus vecinos para ver
cómo estaba Drist, uno de los hombres más jóvenes. Se había clavado una espina
venenosa en su pata durante una cacería no hace mucho tiempo, y sin una
sanadora para disipar el veneno, tuvieron que recurrir a formas más mundanas
para tratarlo.
Estaba perdida en sus pensamientos mientras repasaba sus tareas diarias.
Recogió más ropa para lavar y las colgó conforme terminó con cada una. No
escuchó a los lobos aproximarse mientras tarareaba y lavaba la última camisa. La
escurrió después de enjuagarla y se dio la vuelta divertida como si tuviera diez
años de nuevo y no casi dieciséis. Sus pies se congelaron y se quedó sin aliento
cuando sus ojos se posaron en las figuras ante ella.
De repente sintió pensamientos que no eran suyo vertiéndose en su mente
y trató desesperadamente de no revelarlo a los tres lobos, especialmente al más
grande de ojos azules, de quien los que estaba recibiendo.
Lentamente, asumió que para no asustarla, se abrieron paso entre alguna
de la ropa que ya se había secado, y cada lobo tiró abajo con su hocico un
pantalón. Comenzaron a transformarse allí mismo, y Alina jadeó mientras se
giraba, dándoles la espalda. Muchos de los lobos estaban cómodos con
transformarse frente a los demás, pero a Alina nunca le había gustado estar
desnuda delante de nadie, ya sea de la manada o no.
—Estamos decentes. Ya puedes darte la vuelta, mujer. —Su voz rica y
profunda retumbó, haciendo que un escalofrío corriera por su espina dorsal. No
pasó por alto el dejo divertido que reflejó su tono. Alina apretó los dientes. Él 38
pensaba que era gracioso que estuviera avergonzada por su desnudez.
Pudo sentir su intento de comunicarse con ella a través de sus
pensamientos, pero ella lo acalló. No estaba lista para esto. Intentó tranquilizar
el rápido latido de su corazón mientras se daba la vuelta lentamente. Y cuando
sus ojos se posaron en los tres hombres, involuntariamente dio un paso hacia
atrás, no porque estuvieran sin camisa, y estuvieran muy bien constituidos, sino
por quiénes eran. Reconoció al que le había dado ese pañuelo para secarse los
ojos tantos años atrás, y detrás de la actitud severa, todavía podía ver la bondad
que poseía. Un gruñido bajo trajo a su atención de vuelta a la verdadera amenaza.
Finalmente su Alfa estaba aquí. Después de semanas de espera,
preocupación y anhelo, allí estaba él a menos de nueve metros de distancia.
Cuando lo miró a la cara, vio algo que solo había visto en los hombres
emparejados: celos posesivos.
No, pensó para sí misma con severidad. No puede ser.
—Luna. —La voz de Vasile acarició su piel y tuvo que luchar por guardar
el gemido que se levantó en el interior de su silencio. «Mina». Sus ojos se abrieron
de par en par cuando se dio cuenta que eso él no lo había dicho en voz alta.
Ella negó hacia él y comenzó a dar otro paso atrás, pero el que la había
ayudado en el mercado levantó la mano para detenerla.
—Sabes que no es bueno huir de un depredador.
Su advertencia pareció sacarla de su modo huida, y respiró hondo,
estabilizándose. Por ahora continuaría como si solo hubieran aparecido y nada
fuera de lo común se hubiera producido.
—Mis padres están en la casa de un vecino atendiendo a uno de los jóvenes
machos —explicó ella, asegurándose de no mantener la mirada puesta sobre
Vasile durante demasiado tiempo—. Deberían estar de vuelta en breve si ustedes
desean esperar. —Rogó en silencio que no lo hicieran—. O puedo señalarles la
dirección del lugar de reunión.
—Vamos a esperar, Mina. —Vasile sonrió y fue impresionante.
Alina decidió justo entonces que si alguna vez veía otra puesta de sol o un
amanecer en su vida estaría bien siempre y cuando llegara a ver su sonrisa cada
día. La sonrisa que se posó en sus labios le dijo que él había captado sus
pensamientos. Ella trató de cerrar el vínculo que se había abierto de golpe entre
ellos en el momento en que lo había visto, pero él era mucho más fuerte que ella 39
y se negaba a ser bloqueado. Irritada por su petulancia y su propia incapacidad
para actuar a ser inmune a él, se encogió de hombros.
—En todo caso, siéntanse como en casa. —Hizo un gesto hacia su pequeña
cabaña y trató de no temblar ante la idea de que él viera lo humilde que era, una
casa en la que ni siquiera tenía su propia habitación. No guardaba rencor a sus
padres por eso. Ellos estaban haciendo lo mejor que podían y la querían mucho.
El amor compensaba toda una cantidad de deseos que no podían cumplirse—.
Tendrán que perdonarme, debo encontrarme con un amigo en pocos minutos.
Hay pan en la mesa por si tienen hambre. —Se giró para irse, pero tuvo que
detenerse bruscamente para no chocar contra el enorme hombre que había
aparecido de repente frente a ella.
Su cabeza se inclinó hacia atrás y levantó la vista para ver un ceño fruncido
devolviéndole la mirada. Alguien tan hermoso nunca debería fruncir el ceño,
pensó. Y el rostro de él se suavizó de inmediato. Ahora ella estaba frunciendo el
ceño.
—Me gustaría que te quedaras —dijo Vasile suavemente, pero ella no dejó
de notar la orden en esa oración. Mientras lo miraba fijamente, su oscuro cabello
lo suficientemente largo para poder ver la onda sutil en él, sus pómulos altos,
nariz recta y su fuerte mandíbula haciéndolo indescriptiblemente atractivo, se
preguntó si alguien le había dicho que no alguna vez. Si no, siempre había una
primera vez para todo.
—A mí me gustaría irme —respondió ella con dulzura. Escuchó los
quejidos de los otros dos hombres a sus espaldas. Aunque fue difícil, se las arregló
para no poner los ojos en blanco.
—Sabes quién soy —afirmó con firmeza.
—Sí, Alfa —dijo ella a medida que bajaba la mirada e inclinaba la barbilla
dejando al descubierto su cuello, admitiendo su sumisión a pesar de que lo que
realmente quería hacer era pisar su pie tan fuerte como pudiera y luego correr.
Mostrar los puntos vulnerables a un depredador siempre era un riesgo. Él
se lanzó hacia delante y mordió su cuello no lo suficiente para romper su piel pero
lo suficiente como para captar su atención. Ella se quedó muy quieta. Su loba
despertó, oliéndolo, y él la llamó. Alina luchó con su lobo por el control
negándose a permitirle ronronear ante su atención o desplomarse sobre su espalda
mostrando el vientre como una cachorrita enamorada.
Todavía no estaba convencida, a pesar de la conexión de sus mentes, de
que él era su compañero. Era el Alfa, de la realeza, y vivía en un mundo 40
completamente diferente, a pesar de vivir en el mismo territorio que ella. ¿Cómo
podría siquiera estar al mismo nivel de todas las grandes cosas a las que
probablemente él había estado expuesto en toda su vida? ¿Cómo podía
compararse con las lobas que no lavaban su propia ropa sucia sino que
contrataban duendes que habían sido rechazados de su reino para que lo hicieran?
Ellas no tenían la piel seca, o las uñas astilladas, pero ella sí. No podía ser suya;
tenía que haber algún error. Sin importar lo mucho que había deseado
precisamente esto, al verlo aquí en toda su gloria y poder, supo que ella no era su
igual, y los compañeros siempre eran iguales.
Después de varios segundos que parecieron horas, la soltó y dio un paso
atrás pero permaneció más cerca de lo que había estado. No podía mirarlo, no
después de todo lo que estaba segura que él había visto en su mente. A pesar de
que estaba completamente vestida, nunca se había sentido tan desnuda, tan
vulnerable, en toda su vida. La cálida mano de él sobre su mentón levantó su cara
hasta que no tuvo más remedio que mirarlo. Sus ojos brillaban y ella tragó saliva
mientras miraba al lobo de Vasile.
—Sí —gruñó—. Soy el Alfa, pero soy más que eso para ti, Alina. —Su
cabeza se inclinó ligeramente hacia un lado—. ¿Cuántos años tienes? —Sus ojos
parecieron viajar por todo su cuerpo y la evidente intimidad en su mirada calentó
las mejillas de Alina.
Sacudió la cabeza tanto como pudo con él sosteniendo su barbilla.
—Tengo casi dieciséis. Así que ya ves, ha habido un error. No hay manera
de que pueda ser lo que estás insinuando; no soy mayor de edad.
Su experiencia con los hombres de su raza le había enseñado que cuando
comenzaban a gruñir, rugir y golpear las cosas alrededor, era mejor dejarlos
hacerlo. Los dominantes vivían especialmente al borde de la violencia en todo
momento mientras la bestia dentro de él anhelaba hacerse cargo. Pero cuando vio
al hombre delante de ella quedarse muy, muy quieto, se dio cuenta que había algo
peor que ver a un hombre perder el control. Sabía sin ninguna duda que la rabia
cuidadosamente contenida que tenía delante de ella era mucho más peligrosa que
cualquier gruñido o rugido que él pudiera hacer.
—Vasile —llamó uno de los hombres—. Estás asustándola. ¿Eso es lo que
quieres?
Supuso que él debió haberse acercado más porque su voz sonó más fuerte
aunque no la había elevado. Cuando la cabeza de Vasile se levantó rápidamente 41
para inmovilizar al lobo con su mirada, Alina casi gimió. Sin duda, este macho
conocía mejor a su Alfa. Seguramente, él entendía que cuando el lobo estaba
asomándose en la cara del hombre normalmente no era una invitación a tener
una conversación razonable.
—Nicu, no te le acerques —dijo Vasile fríamente, sin levantar su voz, ni
chasquear sus dientes, pero con la ira completamente serena que prometía tomar
represalias si no obedecía al instante.
Nicu debe haber obedecido porque la atención del Alfa estuvo una vez más
en ella. Fabuloso, pensó.
—No me negarás, Mina. He esperado un siglo por ti. Eres joven, pero no
tan joven como para no saber lo que está sucediendo. ¿Dieciséis? Muchas mujeres
humanas están casadas y con un bebé en camino a esa edad. —Sus ojos se
abrieron con sorpresa ante su brusquedad—. Sin embargo, no somos humanos,
¿verdad? Somos Canis Lupus; tenemos una verdadera compañera designada
exclusivamente para nosotros. Algunos de nosotros esperan cientos de años antes
de encontrar a su compañera. Puedo esperar un poco más si es necesario. No uses
tu edad como una excusa para evitar lo que es. Eres mía. Algo me dice que no
eres una tonta, pero si crees que voy a dejarte ir, entonces te has convertido en
una.
—Desde luego sabes cómo hacer que una mujer se sienta venerada —
espetó Alina. El tono de su voz lo sorprendió, y eso le dio la oportunidad de
apartar su mano y dar un paso lejos de su alcance.
Él se dirigió hacia ella pero se detuvo cuando la voz de su padre retumbó a
través del aire.
—¡Alfa! Bienvenido. —Petre y su esposa se acercaron hasta donde estaban
Alina y Vasile. Ambos descubrieron sus cuellos hacia él y luego tuvieron cuidado
de mantener sus ojos en cualquier parte excepto en los suyos—. Veo que has
conocido a nuestra hija, Alina. —Cuando Vasile no respondió, su padre dio una
mirada al rostro de él, palideció y rápidamente desvió la mirada—. Quizás,
podemos llevar adentro a tus guerreros y les daremos de beber.
Alina empezó a llamar a su padre, pero su madre atrapó su mirada y negó
con la cabeza una vez. La mirada severa y los labios apretados le dijeron que su
madre hablaba en serio. Mientras miraba a su única esperanza de librarse del lobo
en la puerta, por así decirlo, moviéndose cada vez más lejos, se mordió los labios
tratando de pensar en una excusa para no seguirlos. Sus pensamientos fueron
interrumpidos cuando una mano grande y cálida envolvió la suya. Miró hacia
abajo y vio sus dedos entrelazados con los de Vasile, y eso se sintió tan bien, tan 42
correcto. La atrajo hacia un banco donde ella y su madre solía sentarse a hablar
después que el trabajo del día estaba hecho. Él se sentó y asintió hacia ella para
que se sentara a su lado. Así que lo hizo; ¿qué otra cosa podía hacer?
—Dime por qué no me quieres —dijo él sin rodeos.
Su ceño se frunció cuando lo miró.
—Nunca dije que no te quería. Simplemente soy joven.
—Esa no es una razón suficiente para alejarte de tu compañero. Dime la
verdadera razón por la que me niegas.
Apartó la mirada, sin querer que él viera la vergüenza en su rostro. Deseaba
desesperadamente no estar allí.
—No somos iguales —admitió finalmente.
—Esperaría que no —se rió entre dientes—. Me gustan mucho nuestras
diferencias y espero poder disfrutar más de ellas en el futuro.
Ella se sonrojó ante su insinuación. Era tan inapropiado como atrevido.
—No es impropio que yo quiera a mi verdadera compañera —le dijo al
escuchar sus pensamientos—. Atrevido, tal vez, pero no inapropiado.
—No deberías decirme esas cosas.
—Te aseguro que es mejor que en este momento te diga tales cosas en vez
de hacer semejantes cosas—dijo Vasile en voz baja.
—¿Eres siempre tan descarado con las mujeres? —Lo fulminó con la
mirada intentando utilizar su ira para ocultar la vergüenza de tener a tal Adonis
de hombre interesado en ella.
—¿Te pondrías celosa si así fuera? —Sonrió lobunamente hacia ella.
Quiso gritar que sí. Quiso decirle que si alguna vez miraba a otra mujer de
nuevo ella…
—¿Qué harías? —ronroneó.
De alguna manera se había movido sin que ella se diera cuenta. Se
inclinaba más cerca de su rostro con sus labios a escasos centímetros de los suyos.
Él estaba leyendo sus pensamientos, de nuevo.
—¿Qué le harías a una loba, si yo mirara a otra mujer?
Los ojos de Alina cayeron a sus carnosos y sensuales labios, y mantuvo los
suyos presionados entre sí para evitar inclinarse hacia delante y ver si los de él 43
eran tan suaves como parecían. Apartó la mirada rápidamente hacia el bosque
donde no había un deseable hombre devolviéndole la mirada. Se aclaró la
garganta antes de contestar.
—Nada, no haría nada. Eres libre de mirar a quien tú quieras. No tienes
marcas de compañeros sobre ti.

Vasile contempló la hermosa belleza con mirada de acero sentada a su


lado. Ella no lo sabía, pero él la había visto antes en el mercado hace
aproximadamente un año. Se había sentido atraído por ella y se había dado
cuenta que era una belleza excepcional. Ella había estado discutiendo con un
comerciante, sus feroces ojos brillando mientras exigía al comerciante dar un
precio justo a la mujer mayor que había estado tratando de comprar una fruta.
Podía decir que aún era lo bastante joven como para permitirse fijarse en ella
demasiado. Ahora, un año más tarde, había madurado un poco. Era perfecta con
su brillante cabello marrón, finos rasgos delicados y una boca que lo llamaba
como una sirena llamaba a su próxima víctima.
Quería envolver sus brazos alrededor de ella y llevársela a su guarida,
acostarse con ella y hacerla suya, en sangre, cuerpo y alma. Su lobo se paseaba
dentro de él gruñéndole que la reclamara, ella estaba justo allí, simplemente para
reclamarla. Al lobo no le importaba la edad; siempre y cuando pudiera decir que
ya no era una niña. Una niña no podía tener hijos, una niña no despertaría al
hombre en su interior, y ella definitivamente no actuaba como una niña. Lo único
que le impedía tomarla en ese momento era la mirada en sus ojos. Era una de
anhelo, pero también de duda.
Ella realmente no creía que fuera su compañera, y él no creía que tuviera
algo que ver con su edad. A pesar del vínculo mental, ella continuaba negándolo.
Él soltó su mano y no perdió de vista la ligera caída de sus hombros que le reveló
su decepción. No tenía de qué preocuparse. Él extendió su mano y le apartó el
cabello sobre su hombro revelando la elegante línea de su cuello. A medida que
se acercaba más, Alina se quedó inmóvil; incluso su respiración se detuvo. Sus
labios se detuvieron a solo centímetros de su oreja y ahí tomó una respiración
profunda. Su olor lo golpeó como un vagón fuera de control, su mano se deslizó
bajo su cabello y se envolvió alrededor de la parte posterior de su cuello. El
contacto de piel con piel lo estabilizó y lo ancló a la tierra, impidiéndole hacer
algo imprudente, como hundir sus dientes en ella. 44
—Respira, Mina —susurró cuando se dio cuenta que aún no había
respirado. Ella lo hizo, respiró hondo y entonces empezó a respirar normalmente,
pero un poco insegura. Aún no tiene dieciséis, Vasile, gruñó para sus adentros. El
recordatorio lo ayudó a bajar el tono de su influencia sobre ella. Estar cerca de su
verdadera compañera por primera vez, especialmente una tan dominante como
él, podía ser abrumador—. ¿Sabes que una mujer tiene un aroma que solo su
verdadero compañero puede oler? —le preguntó en voz baja.
Ella asintió.
—¿Te gustaría saber cómo hueles para mí? —Ella sacudió la cabeza
haciéndole sonreír por su obstinación—. Lo bueno es que no suelo hacer lo que
me dicen —murmuró mientras respiraba sobre ella otra vez—. Hueles al tranquilo
aire de la mañana cuando el rocío aún descansa en las hojas y hierba, pura y sin
tocar como el amanecer, antes de que algo haya despertado para contaminarlo.
Vasile distraídamente frotó su pulgar justo debajo de su oreja con la mano
que aún se aferraba a ella. Sintió que ella se inclinó hacia su toque y el movimiento
inundó sus sentidos con otro olor, uno de deseo y necesidad. Su lobo gruñó
victoriosamente, pero el hombre supo que era hora de retroceder. Se puso de pie
bruscamente, para poner un poco de espacio entre ellos. Mientras miraba hacia
los vulnerables ojos de ella, supo que no podría tenerla, no todavía.
Era un cazador paciente tanto lobo como hombre. La reacción inicial a su
negación fue una rabia posesiva. La deseaba, la necesitaba, y la tendría. Mira a
dónde lo había llevado. Ahora que se había calmado, no había duda que su piel
en la suya y su aroma invadiéndolo como una cascada de felicidad, era la razón
por la que ya podía pensar un poco más claro. Ella era suya, de eso no tenía
ninguna duda, pero necesitaría tiempo para crecer y madurar y convertirse en la
mujer que tenía que ser.
Los dieciocho no estaban tan lejos, dos años y podría tenerla. Hasta
entonces, tendría que cortejarla y de alguna manera mantener a su lobo bajo
control. Esto último parecía imposible, pero en ese caso, para tener a Alina,
movería montañas, destruiría flotas o aplastaría naciones, siempre y cuando ella
terminara a su lado.
Le daría un poco de espacio y tiempo, aunque su lobo estaba gruñéndole a
todo pulmón dentro de sí por eso. Tenía trabajo que hacer en la aldea de todos
modos, así que no estaría muy lejos. Eso le daría tiempo para considerar qué
decirle a su padre. Ella todavía estaba bajo el cuidado de él y Vasile tendría que 45
tener su permiso para pasar tiempo con ella, ya sea Alfa o no, compañero o no.
Se preguntó si el vínculo funcionaría igual con ellos como lo hacía con las parejas
que se encontraban entre sí una vez que eran completamente adultos. ¿Sería
doloroso estar separados? ¿El dolor al estar cerca de ella llegaría a ser debilitante?
¿Y qué hay de ella? ¿Le dolería? Ese era un pensamiento que no le gustó. Él nunca
querría ser la causa del sufrimiento de su compañera.
Sintiéndose mejor acerca de la situación, más controlado, y no al borde de
marcarla allí mismo en plena luz del día, la ayudó a ponerse de pie y apretó sus
labios contra su frente. No suficiente para el lobo, pero sí para apaciguar al
hombre. Ella contuvo el aliento mientras su pulso aumentaba, haciendo que el
suyo también se acelerara. Ahora era él quien necesitaba espacio porque si no, la
iba a tomar y a huir.
La envolvió en sus brazos y ella fue de buena gana, como si necesitara su
toque tanto como él lo necesitaba. Quería sentirla contra él, pero más que eso, la
quería saturada de su olor. Hasta que estuviera marcada con su mordida, la única
manera de que otros hombres supieran que ella le pertenecía a alguien sería por
su olor sobre ella. Cuando por fin la soltó y dio un paso hacia atrás, sonrió ante
sus mejillas sonrosadas.
—Tengo asuntos que atender con la manada aquí. Sé que esto es una
sorpresa para ti, como también lo es para mí. Por eso voy a darte un poco de
espacio, un poco de espacio para respirar si quieres. —Sus ojos se abrieron con
sorpresa y dejó escapar un pequeño suspiro de alivio. Él se tragó el gruñido ante
su evidente deseo de estar lejos de él. Por eso, agregó—: Si huyes de mí, te
perseguiré. Sin importar a dónde vayas, te encontraré y no pararé hasta hacerlo.
—Presionó sus labios en la frente de ella una vez más, postergando el dejarla por
unos pocos segundos más—. Piensa en eso antes de hacer algo tonto.

46
Sãrãcia nu-i rusine.
La pobreza no es una desgracia.

Traducido por Magdys83


Corregido por Jane.

enía la boca seca, y su mano tembló cuando la levantó para tocar


el lugar en su cuello donde Vasile, el Alfa de su manada, hace
algunos momentos la había acariciado suavemente con su pulgar.
Algo tan insignificante, y sin embargo, era el toque más preciado
que había recibido alguna vez. Él ya se había ido, había continuado con sus dos
guerreros y su padre. Las mujeres podían asistir a las reuniones, pero en realidad
no tenía sentido. Los hombres estarían muy ocupados tratando de proteger a su
compañera si estuvieran ahí, y entonces no conseguirían llegar a ningún acuerdo. 47
No se había movido del lugar donde la había dejado. Sus zapatos de
repente llenos de plomo muy pesado para levantarlos. Sus ojos permanecieron
mirando fijamente, sin ver nada frente a ella en realidad mientras su mente corría,
y luchaba con su voluntad. Quería huir, esconderse del hombre que tanto la había
afectado. También quería arrojarse en sus brazos y hacerle prometer que nunca
la dejaría de nuevo. Pero en lugar de hacer tal cosa, solo se quedó ahí congelada
con indecisión, duda, y, para su sorpresa, curiosidad. Mientras él había estado
junto a ella, se había sentido como si pudiera volar, pero ahora su cuerpo se sentía
pesado y torpe.
—Alina —llamó su madre pero todavía no podía moverse. Escuchó sus
pasos acercándose más y supo que su madre querría saber qué estaba mal, y por
primera vez, tuvo miedo de decirle… miedo de que insistiera en empacar y dejarla
enseguida con él y asustada de que no lo hiciera.
—Él es el indicado, ¿no? —preguntó.
De alguna manera Alina logró mover la cabeza para hacer un asentimiento
inestable. Sus ojos finalmente se movieron para ver a su madre.
—¿Cómo lo podrías saber?
Los labios de Georgeta se fruncieron.
—Cielos, niña, reconozco a un macho de cacería cuando veo a uno. Él te
estaba mirando como si fueras la fruta más madura arrancada de la cosecha que
se dejó caer en su regazo. Podría incluso haberlo visto salivando un poco.
Eso hizo que Alina por fin se moviera mientras se reía de su madre. El
pensamiento de cualquier hombre salivando por ella, especialmente uno como
Vasile, era de verdad ridículo. Ella no era una gran belleza, sabía eso, y
generalmente no le importaba.
—No debes haberlo visto claramente, madre. Si hubieras visto su expresión
desde una posición más directa, habrías visto el ceño plasmado en su hermoso
rostro mientras él me fulminaba con la mirada.
—Es bastante atractivo, ¿verdad? —Su madre le sonrió abiertamente.
Alina se cruzó de brazos frente a ella y entrecerró los ojos.
—Difícilmente creo que tu compañero apreciaría que dijeras eso.
—¿Te diste cuenta de lo alto que era? Y ese cabello era tan oscuro y espeso
—continuó su madre ignorándola completamente—. Sus labios definitivamente 48
merecen un segundo vistazo.
Alina pateó el suelo, infantil, pero inevitable.
—¡Suficiente! ¿Cómo puedes hablar así?
—¿Sintiéndote un poco posesiva, querida? —Los astutos ojos de su madre
centellearon.
Alina se giró y caminó hacia la casa necesitando sentarse en la sombra por
algunos minutos mientras reunía sus pensamientos.
Su madre tomó la silla mientras ella se sentó al borde de la cama. Miró
alrededor de su casa pequeña, tan sencilla, pero satisfaciendo sus necesidades. Así
que, ¿por qué estaba avergonzada?
—Él vive en un castillo. Su armario probablemente es del tamaño de
nuestra casa entera. Yo solo… yo no —tropezó con sus palabras mientras pasaba
las manos reiteradamente sobre sus muslos.
—Bueno —exhaló su madre—. Nunca creí que vería el día que una cara
bonita y una bolsa llena harían a mi hija meter el rabo entre las piernas y correr.
Los ojos de Alina volaron a ella. No podía creer que su madre acabara de
decirle eso, pero incluso en su estado herido, sabía que tenía razón.
—No me siento como yo misma —admitió—. Desde que lo vi ahí de pie,
seguro, hermoso, y sin parecer necesitar nada de nadie, simplemente me sentí
insuficiente. ¿Qué podría posiblemente tener para ofrecerle?
—Quizás necesitas llegar a conocerlo antes de emitir un juicio por
cualquiera de los dos. Sé que vas a tener dieciséis en menos de un mes, pero aún
eres joven en muchos sentidos. Dale tiempo para que te muestre el hombre que
es antes de decidir lo que no es.
Un golpe en la puerta las hizo voltear, y antes de que Alina pudiera ver
quién era, su estómago cayó con anticipación pero rápidamente se recuperó
cuando Sisily, su mejor amiga, entró.
—Cuando no apareciste me preocupé por ti —dijo ella mordiendo su labio
de la forma habitual cuando estaba insegura de sí misma.
—Lo siento tanto, Sis. —Alina se levantó rápidamente y fue con su
amiga—. No lo olvidé; solo me demoraron.
—Pero lo que realmente quería era ser retenida —murmuró su madre
49
cuando pasó frente a las dos chicas hacia la cocina.
—¡Madre! —La cara de Alina enrojeció cuando miró amenazadoramente
a Georgeta.
Sisily sonreía de oreja a oreja mientras veía de un lado a otro entre madre
e hija. Georgeta se encogió de hombros.
—Yo, a diferencia de ti, no veo ningún motivo para no celebrar y disfrutar
el inicio de la unión entre compañeros verdaderos, llevando esperanza a esos que
siguen esperando —dijo y miró directamente a Sisily.
Ella estaba rebotando en la punta de sus pies, demasiado enfocada en Alina
para darse cuenta de la mirada.
—¿Has encontrado a tu compañero verdadero? ¿Quién es? ¿Es de otra
manada? ¿Es guapo? ¿Él…?
—Alto, Sisily —interrumpió Alina a su amiga eufórica. Miró a su madre
quien ahora llevaba una sonrisa petulante—. ¿Qué tal si vamos a nuestro punto
de encuentro habitual y hablamos? —sugirió.
Sisily se despidió felizmente de Georgeta mientras corría detrás de Alina.
—¿Tienes prisa?
Alina desaceleró inmediatamente, dándose cuenta que estaba dejando que
sus emociones se apoderaran de ella y descargándose en lo más parecido que tenía
a una hermana.
Se sentaron en la orilla del río, recogiendo hierba y tirando las ramas en el
agua. Alina sabía que Sisily no comenzaría a hablar hasta que ella empezara
primero. Ya había superado el shock inicial y ahora estaba dispuesta a ser
paciente. Y era una buena oyente.
—Vasile, el nuevo Alfa está aquí —dijo por fin. Sisily asintió pero no hizo
comentarios—. Él vino a nuestra casa más temprano esta mañana y tenía a dos
guerreros con él. —Hizo una pausa exhalando una respiración temblorosa—. Lo
sentí en mi mente. El impulso a ir con él era… era… fuerte, como si no hubiera
sentido o bebido una gota de líquido en años y él fuera la lluvia. Quise correr
hacia él, ser cubierta por él, y empaparme en su esencia mientras él limpiaba todo
lo que vino antes que él.
—¿Cuál de ellos? —exhaló Sisily mientras se abanicaba.
Alina casi rió al ver a su amiga nerviosa y sin aliento. La sonrisa 50
desapareció cuando apartó la mirada de vuelta a la corriente de agua lenta.
—Vasile.
Hubo silencio por varios minutos; solo el gorjeo de las aves y el ruido de la
ondulación del río atravesaron el silencio.
—Es muy, muy guapo —canturreó Sisily finalmente.
Alina botó la rama con la que había estado jugando.
—¿Por qué todos siguen diciendo eso?
Sisily escuchó la irritación en la voz de Alina y frunció el ceño.
—Espera, ¿no estás contenta de finalmente haberlo conocido? Quiero
decir, Alina, tienes un compañero verdadero, y solo esperaste dieciséis años antes
de que él te encontrara. Cualquier otra hembra en esta aldea estaría bailando
como una tonta y cantando a pleno pulmón.
—Muy, muy en el fondo, lo estoy. Realmente estoy feliz. Mi lobo se está
pavoneando como la tonta que describiste, y si me transformara, ella
probablemente agitaría su cola descaradamente hacia él. —Esto trajo una risita a
su amiga—. Pero aún no soy mayor de edad. Mi padre ya me dijo que él no me
va a liberar al cuidado de mi compañero verdadero hasta que tenga veinte. Esa es
una larga espera para él. Y, soy consciente de cuán superficial suena esto de mí,
pero no me siento adecuada para él. No siento que sea su igual. No sé nada de
dirigir una manada. No he sido criada con cosas refinadas, y mi piel no es suave
y delicada como la de las mujeres que seguramente viven en su castillo. No soy
atractiva ni fea, pero parada junto a él soy tan aburrida como una joya en bruto
dejada en la tierra donde se creó.
Sisily jadeó.
—¿Cómo puedes decir tales cosas?
—Uh, ¿porque son verdad?
—Alina, nunca te has visto con claridad. Primero que todo, aprenderás a
cómo ser una hembra Alfa; eso vendrá con el tiempo y la experiencia. Eres
inteligente y madura por encima de tu edad. ¿Cuántas veces los demás no se han
confundido diciendo que tienes dieciocho años, o más, simplemente por la forma
en que te desenvuelves? Hay hombres en esta aldea que caminan por tu casa cada
día con la esperanza de que las señales de acoplamiento aparezcan a pesar de no
haber tenido esa suerte en todos los años en que te han conocido. Ninguno de
ellos se ha preocupado de que no seas mayor de edad.
51
Alina levantó la trenza de su cuello tratando de encontrar algo de alivio del
aire al final de la mañana.
—Ahora solo estás haciendo el tonto.
—Y tú humildad y total inconsciencia de todas esas cosas acerca de ti, solo
te hace más atractiva para los demás —continuó Sisily—. Eres una mujer
virtuosa, pura, buena, honesta y hermosa más allá de las palabras. Nuestro Alfa
no podría haber sido bendecido por la Gran Luna con una compañera más digna
que tú. Y la mejor parte acerca de los compañeros verdaderos es que a pesar de
que tengas que esperar dos años, o cuatro años antes de que seas vinculada, él no
va a ir a ninguna parte. No tienes que preocuparte de que él encontrará a alguien
más, Alina. Y si incluso pudiera, nunca encontraría a nadie que se compare
contigo.
Alina sintió las lágrimas acumulándose en sus ojos por la evaluación de su
amiga. Sisily tenía razón; así no era como se veía en absoluto. Era muy consciente
de su virtud porque tener relaciones íntimas con cualquiera que no sea tu
compañero verdadero era deshonroso. No tenía duda de que muchos machos
podrían terminar matando a quienquiera que fuera a la cama con su hembra. Pero
tenía dudas de las otras cualidades.
—Dale una oportunidad, Ali —imploró Sisily—. Incluso podrías descubrir
que le gustas. —Sonrió.
—Tal vez, pero es bastante posesivo y autoritario. Esas son cosas que
rápidamente podrían sacarme de quicio.
—Entonces tal vez deberías esperar y ver si un macho más sumiso llega a
la cima de tu fantasía —se burló Sisily—. Sabes cómo son los dominantes y Vasile
es tan dominante como todos.
Alina pensó en la idea de tener un macho sumiso como compañero, y
aunque sabía que había hembras que preferían a ese tipo de hombres, a ella no le
atraían. Ella quería un hombre que pudiera protegerla a ella y a sus hijos si algún
día fuera tan bendecida. Quería un hombre que pudiera proveer para ella y
defenderla, no es que un lobo más sumiso no pudiera. Pero los machos
dominantes se veían obligados a hacer tales cosas no solo por sus compañeras
sino por cualquiera en necesidad de su protección.
—Supongo que si voy a tener el tipo de hombre por el que me siento
atraída, tendré que aceptar que él va a tener algunas tendencias a ponerme los
pelos de punta. Después de todo, no puedo esperar que sea perfecto.
52
Sisily asintió y se apoyó en los codos volteando la cara hacia el sol.
—Acoplada —canturreó—. Estoy tan feliz por ti, Ali. Él será bueno para
ti, y no hay duda de que serás muy buena para él.
Alina se unió a su amiga recostándose en la hierba gruesa y cerró los ojos.
Esperaba que Sisily tuviera razón. Esperaba poder ser la compañera que él
siempre había deseado. Y esperaba que él pudiera amarla completamente como
ella imaginó que un día lo amaría a él. Más que nada, solo esperaba que él
estuviera dispuesto a esperarla.
—Sabes que esto va a romper el corazón de mi hermano —dijo Sisily
interrumpiendo sus pensamientos—. Él estaba convencido de que tú tenías que
ser su compañera verdadera o él no se sentirá tan atraído por ti. Incluso hizo una
investigación en los archivos públicos de la manada por las señales de
acoplamiento tardías.
El aliento de Alina se congeló en sus pulmones. Había olvidado
completamente a Serghei. Él había estado enamorado de ella desde siempre como
podía recordar, pero nunca le había correspondido y él nunca presionó el tema.
Siempre le llevaba todos sus zurcidos, asegurando que las hembras en su casa
eran costureras de mala calidad. A ella no le importaba coser su ropa y su padre
nunca le había dicho que no lo hiciera. Había habido solo una vez cuando él
sobrepasó los límites. Había pasado un par de meses atrás; él la estaba
acompañando a casa después de una reunión en la aldea. Ellos estaban riendo y
bromeando como siempre lo hacían. Se llevaban muy bien, y lo consideraba un
amigo muy querido. Cuando habían llegado a la puerta, la atmósfera cambió
abruptamente.
—Gracias por acompañarme a casa —le dijo ella. Generalmente él sonreía,
asintiendo, diciendo algo encantador, y luego seguiría su camino. Sin embargo,
esa noche él no se alejó, se acercó.
—Alina —susurró su nombre como una plegaria—. Tengo que saber.
—¿Saber qué? —preguntó ella, aunque estaba muy segura de tener una idea
de lo que estaba hablando.
Él no le dio una respuesta o tiempo para rechazarlo. Como la mayoría de
los hombres lobo, sus movimientos fueron rápidos e impecables. Estuvo en sus
brazos presionada fuertemente contra él y sus labios estaban sobre los suyos.
Nunca antes la habían besado, pero incluso en su ignorancia estaba bastante
segura que debería sentir más que solo una gran incomodidad ante la presión de
sus labios. Ella no le devolvió el beso sino que solamente se quedó inmóvil. No
53
sabía si su lobo estaba en control o el hombre, y no quería provocarlo. Así que
esperó, permaneciendo rígida e incómoda, hasta que finalmente él retrocedió y la
liberó.
—¿Sentiste algo? —preguntó él.
—Serghei, eres mi amigo y te quiero como un amigo. Pero más allá de eso,
no hay nada. —Su voz fue dulce pero por el estremecimiento en sus ojos, sintió
como si lo hubiera abofeteado.
—No entiendo cómo puedo sentir lo que siento por ti si no fueras mi
compañera verdadera. No intentaré besarte de nuevo hasta que las señales se
muestren pero tampoco me mantendré al margen.
Tuvo que darle crédito, él no era nada más que persistente.
—No te estoy pidiendo que te mantengas al margen. Como dije, eres mi
amigo y eso siempre será verdad.
Él asintió pero la mirada intensa en sus ojos no disminuyó. Ella le deseó
buenas noches y se giró para entrar. Justo cuando entró, vio la blusa que Sisily le
había pedido prestada. Alina le había pedido a su madre que la arreglara por ella.
La agarró rápidamente y se apresuró a salir por la puerta.
—Serghei —gritó. Él ya había llegado a la vuelta del camino que lo llevaría
a su casa. Ella levantó la blusa y la agitó—. ¿Podrías por favor darle esto a tu
hermana?
Él corrió de nuevo hacia ella y la aceptó con la sonrisa que estaba
acostumbrada a ver.
—Voy asegurarme que la tenga.
—¡Gracias! —gritó de nuevo cuando se volvió hacia su casa.

—¿Sisily? —Alina se sentó abruptamente mientas sus pensamientos


empezaban a convertirse en ideas… ideas que esperaba no fueran ciertas.
—Hmm —respondió su amiga.
—¿Qué hiciste con la blusa que te presté?
—¿Qué blusa? —Sisily se sentó junto a ella—. Nunca me la diste. Pero no
importa. Imaginé que lo olvidaste. Mi madre tenía una que sirvió absolutamente 54
bien para la próxima vez que fuimos al mercado.
—¡Gâscă! —gruñó Alina.
Sisily jadeó porque las mujeres jóvenes normalmente no maldecían,
especialmente Alina.
—¿Qué sucede?
Alina se levantó y se sacudió, después agarró la mano de Sisily y la ayudó
a pararse.
—Lo que sucede es que le di la blusa a tu hermano hace un par de meses y
le dije que te la entregara. Si él no te la dio, entonces, ¿qué crees que ha hecho
con ella?
Los ojos de Sisily se ampliaron cuando se dio cuenta de lo que estaba
insinuando Alina.
—Seguramente no la conservaría —razonó. Sus ojos se lanzaron de un
lado a otro como si en cualquier momento alguien fuera a saltar y gritar: ¡Te
atrapé!—. ¡Oh, oh no! —Sisily agarró el brazo de Alina para que dejara de
caminar—. ¿Y si está en su habitación? Él no haría algo tan impropio, ¿verdad?
—Cuando Alina no respondió ella la sacudió—. ¿¡Verdad!?
—Él me besó —admitió Alina finalmente. No le había contado a su amiga
por respeto a Serghei. Sabía que los machos podían ser delicados acerca de sus
egos, y ella no quería que su hermana pensara menos de él, no es que lo hiciera.
—¿ÉL, QUÉ? —gritó.
Está bien, así que quizá pensaría menos de él.
—Solo fue otro intento para ver si tal vez aparecían las señales —dijo Alina
rápidamente y luego empezó a caminar de nuevo. No estaba segura de a dónde
iba hasta que sus pies se movieron en dirección al punto de encuentro, donde
esperaba que los machos permanecieran reunidos. Si no lo estaban, entonces eso
quería decir que Vasile probablemente estaba haciendo sus rondas por las casas
para saludar y presentarse a sí mismo y a sus guerreros.
—¿Tú le devolviste el beso?
Alina negó con la cabeza y después resopló.
—Por supuesto que no. No siento nada más por él que cariño de hermanos.
Él simplemente está encaprichado conmigo.
—Robar tu ropa y esconderla no es solo encaprichamiento —argumentó 55
Sisily—. Sabes por qué la tomó. Es, quiero decir, cómo —tropezó con las palabras
mientras su cara se ponía más y más roja—. ¡Él quería tu aroma, Alina! Tu aroma
está en su habitación, probablemente en su cama porque es más que previsible
dónde la escondió el pequeño pervertido.
—No lo llames así. Solo está confundido.
—Será mejor que dejes de defenderlo, Alina. Si Vasile captura tu aroma en
la cama de otro hombre, lo peor que podrías hacer es defender a ese hombre de
tu compañero. Si quieres que mi hermano muera de una muerte dolorosa
explícale a Vasile que no le llame todas las cosas que tú sabes que hará.
Alina no estaba preocupada por Vasile gritando nombres obscenos a
Serghei; estaba preocupada de que no gritara en absoluto. Ella había visto en sus
ojos que su silencio era mucho más mortal de lo que cualquier gruñido podría ser.
Aceleró el ritmo mientras pensaba en el pobre, aunque estúpido, Serghei
confrontando a alguien como Vasile. Cuando alcanzaron el área cubierta donde
se sostenían las reuniones más grandes, sus pies se detuvieron de repente. No
había nadie ahí.
—Gâscă. —Fue Sisily quien maldijo esta vez y Alina no lo pensó dos veces.
Estaba demasiado ocupada levantando su vestido para que así pudiera correr.
Llamó al poder de su lobo y sintió sus músculos moverse inhumanamente rápidos
mientras Sisily le pisaba los talones.
Finalmente alcanzaron el sendero polvoriento que las llevaría hacia la casa
de Sisily. Alina supo inmediatamente que ya era demasiado tarde.
—¿Por qué está tan tranquilo? —preguntó Sisily en un susurro sintiendo
que si hablaba más alto, de alguna manera provocaría que se desatara el infierno.
—Porque alguien está a punto de morir—contestó Alina con sobriedad.

56
Orice pãcat poate fi iertat.
Hay piedad para todos.

Traducido por MaEx y HeythereDelilah1007


Corregido por Jane.

odemos empezar en casa de Sain —le dijo Petre a Vasile


mientras salían de la sala de reuniones. Las cosas
habían ido de nuevo bien. Hubo una gran sensación de
alivio cuando Vasile les explicó que él no tenía
conocimiento de la situación de muchas de las aldeas, y que lo solucionaría de
inmediato. Les hizo saber que sabía cuál era su trabajo como Alfa y que se
aseguraría de que las cosas nunca llegarían a ser así de nuevo. Muchos le habían
ofrecido sus condolencias y le dieron la bienvenida como su Alfa. Todos los 57
hombres se habían sometido a él cuando llegó la hora de preguntar por cualquier
desafío. Fue una buena cosa que no hubiera nadie porque estaba nervioso. Estar
lejos de Alina, sin compromisos de ella, estaba poniendo a su lobo muy agitado.
Y sabiendo que ella era demasiado joven para reclamarla, tampoco estaba
haciendo mucho por su control. No era completamente inaudito para los
verdaderos compañeros encontrarse el uno al otro antes de que fueran maduros,
y a decir verdad, siempre y cuando la mujer fuese capaz de tener hijos y los padres
fueran amables, entonces podría ser reclamada. Pero Vasile sabía que no sería
justo para Alina pedirle convertirse en Alfa y ser pareja de uno tan dominante
como él a la tierna edad de dieciséis años. Incluso él no era tan egoísta. Al menos
esperaba que no lo fuera.
—Alfa, soy Sain. —Un hombre más pequeño que Vasile, aunque casi tan
ancho, le tendió la mano. Vasile la tomó sacudiéndola una vez—. Es un honor
tenerte en nuestra casa. Mi compañera, Theris, ha hecho algunas sorpresas
especiales para la ocasión.
—No tenía que haberlo —dijo Vasile amablemente.
Sain rió entre dientes.
—Sí, bueno Alfa, una vez que tengas compañera verás que cuando ponen
su mente en algo, no hay mucho que puedas hacer para evitarlo.
Vasile frunció el ceño ante las palabras del hombre. No le gustó pensar que
Alina no escucharía su consejo. Seguramente, ella sabría que él siempre tendría
su mejor interés presente.
Cuando llegaron a una casa un poco más grande que las otras, se dio cuenta
de la carretera que corría junto a ella, girando alrededor de la casa de Alina. Tomó
cada pedacito de su fuerza de voluntad no seguir caminando hasta estar allí con
ella, abrazándola, oliéndola. Entró en la casa, agachándose bajo el marco de la
puerta como a menudo tenía que hacer. Por un momento, se sorprendió de cuán
aguda se había tornado su imaginación porque juró que podía olerla, como si
estuviera aquí en la casa con él.
Lo acompañaron a una mesa en la cocina. Notó una puerta justo a la
derecha de la cocina que llevaba a un dormitorio, y después a varios metros a la
derecha, vio otra puerta. Cuando se sentó, un hombre joven salió de la puerta
más cercana a la cocina.
—Alfa, este es mi hijo, Serghei —dijo Sain.
58
Serghei dio un paso hacia él tendiéndole la mano. Vasile se puso de pie y
el joven tuvo que levantar un poco la vista para poder mirarlo a la cara. Vasile era
de un metro con noventa y tres centímetros de alto, por lo que supuso que Serghei
estaría alrededor de un metro ochenta y dos apenas. Dio un paso más cerca de
modo que la mano del chico estuvo casi tocando su estómago. Cuando Vasile
tomó la mano, vio a Serghei estremecerse. Habría aflojado su agarre, se habría
preocupado de estar haciéndole daño.
—¿Podrías, por favor, explicarme por qué apestas al aroma de mi
compañera? —Las palabras de Vasile fueron lentas y medidas. Serghei trató de
dar un paso atrás pero el agarre de Vasile era demasiado apretado para moverse.
—Yo, eh, no sé quién es su compañera, Alfa —farfulló el joven mientras
trataba de no mirar a los ojos de Vasile.
Vasile cerró los ojos e inclinó la cabeza en dirección a la habitación de la
que Serghei acababa de salir. Ni siquiera tuvo que respirar hondo para atraparlo.
Empujó al chico contra el agarre de Ion.
—No lo dejes ir.
Ion asintió y se apoderó de su carga por los brazos.
—Vasile —dijo Sain—. Por favor, dime de qué se trata. Debe haber algún
malentendido.
Vasile ignoró al hombre a medida que entraba en la habitación. No era una
habitación grande y no había ninguna ventana para la luz. Solo la llama de una
lámpara de gas perforaba la oscuridad. Cuanto más entró en la habitación, más
fuerte se hizo su olor. Y cuando se detuvo al lado de la cama, lo abrumó. Se
agachó y tiró la almohada fuera del camino, y un mortal gruñido retumbó bajo
en su pecho mientras recogía un pedazo de ropa que, obviamente, era para una
mujer. Se la llevó a la cara, y cuando captó el olor de otro hombre mezclado con
el de Alina, casi enloqueció. La rabia cuidadosamente controlada que guardaba
bajo su firme mandato tiró y empujó las restricciones en su interior. Vasile no se
permitió gruñir y rugir como muchos hombres hacían cuando estaban enojados.
Él no tenía ese lujo. Sabía que si él liberaba su ira, muchas, muchísimas personas
morirían. Los lobos que lo conocían bien habían aprendido muy rápidamente que
mientras más tranquilo estaba, más mortífera sería su furia.
Una vez que estuvo seguro que no iba a matar a todos en la otra habitación,
se permitió salir. Varios de los hombres de la reunión lo habían seguido, por lo
que el salón y la cocina estaban llenos. Todos los ojos estaban puestos en él.
Cuando levantó la blusa, el jadeo de los hombres fue colectivo, seguido de
59
gruñidos. Sabían que el cachorro no estaba emparejado y, por lo tanto, no tenía
excusa para tener ninguna pertenencia femenina en su poder, por no hablar en su
cama.
La única persona que no estaba gruñendo era Theris, la esposa de Sain.
Ella pasó junto a Vasile y en el espacio de su hijo. Sus ojos estaban entrecerrados
y su mandíbula apretada con tanta fuerza que era un milagro que no se rompiera
los dientes.
—¿Qué has hecho? —gruñó ella, como solo una mujer podía. Como un
látigo golpeando su piel, sus palabras golpearon al hombre haciéndolo retroceder.
—No hice nada. Lo juro, yo no la t-t-toqué —declaró, primero mirando a
su madre y luego a Vasile.
Fue el tartamudeo lo que le había delatado.
—Si me mientes de nuevo, voy a forzarte a cambiar y despellejarte.
Serghei palideció y tragó saliva.
—La besé. Eso es todo.
Vasile dio un paso atrás y se apoyó contra la pared detrás de él. El
pensamiento de Alina en brazos del cachorro, en esa cama, besándose, tocándose,
y haciendo otras cosas, fue casi demasiado. La blusa seguía agarrada con fuerza
en su mano, y luchó por no empujarla sobre la garganta del joven. Tal vez estaba
exagerando. Encontré la blusa de mi compañera en la cama de otro hombre,
pensó para sí mismo. No, definitivamente no estoy exagerando. Había una parte
de él que sabía… sabía que Alina no había estado en la cama de Serghei. Sabía
que no había comprometido su virtud, pero a la bestia celosa en él no le
importaba. Quería sangre.
—Vasile. —La voz de ella cortó el espeso silencio, penetrando en la bruma
de furia que había comenzado a consumir su mente de todo pensamiento lógico.
Sus ojos se abrieron lentamente y la vio de pie en la puerta abierta. El grupo
se había separado dejando un camino abierto hasta ella. Pero no se movió. Solo
le devolvió la mirada y la sostuvo. Él gruñó. Ahora no era el momento para que
ella lo desafiara.
—Alina, por favor —comenzó Serghei, pero el poder de Vasile se precipitó
a través de la habitación dejando caer a todos en sus rodillas.
—No estás autorizado a hablar, sobre todo, no a ella. —No tuvo que mirar
60
al hombre para saber a quién le estaba hablando. Sus ojos estaban todavía en
Alina, quien era la única que seguía en pie. Él se dio cuenta que la fuerza de su
autoridad estaba pesando sobre ella, pero era su igual y por lo tanto la única que
nunca tendría que arrodillarse ante él.
Esperó, esperó a ver si vendría hasta él, esperó a ver si defendería al hombre
como a un amante, y esperó a ver si ella misma le arrancaría el corazón del pecho.
Dio un paso hacia él, y luego otro, y otro, hasta que pudo sentir su aliento
en la piel de sus brazos que estaban plegados contra su pecho. Sus ojos no
vacilaron mientras mantenía los hombros echados hacia atrás llevando la
confianza de una mujer con el doble de edad. Levantó la mano y la puso
suavemente en el brazo de él mientras sus ojos le imploraban.
—¿Podemos salir, por favor?
Quiso darle lo que ella quería. Quiso levantarla en sus brazos y llevarla lo
más lejos posible de la habitación llena de hombres. En su lugar, negó con la
cabeza.
—Explícame esto. —Levantó la blusa ahora arrugada.
—Se la di a él para que se la diera a su hermana. Ella me la había pedido
prestada.
—¿Dónde estaba su hermana en ese momento?
—Todavía estaba en la reunión de la manada. Serghei…
Vasile gruñó. No le gustó el nombre de Serghei en sus labios.
Ella se detuvo deliberadamente como diciendo: ¿Has terminado?
Él levantó una ceja.
—Él me acompañó a casa para asegurarse que llegara bien.
—¿Estuviste a solas con él?
—¿Tenemos que hacer esto aquí? —preguntó ella mientras se frotaba la
frente y apartaba mechones de cabello de su rostro.
—No vamos a dejar esta casa hasta que determine si debo o no matar a este
cachorro.
Sus ojos se abrieron de par en par.
61
—¿ Lo matarías?
—Te besó. —Los ojos de Vasile se estrecharon peligrosamente—. ¿Te tocó?
—A menos que puedas decirme una manera de besar sin tocar, entonces
sí, él me tocó y me besó.
Se estaba irritando con él, y en diferentes circunstancias, habría pensado
que era lindo.
—¿Puso sus manos en tu cuerpo? —reformuló sin rodeos.
—No.
—¿Por qué te besó si no eras su compañera?
—Él estaba convencido de eso por la forma en que se siente por mí, dijo
que teníamos que ser verdaderos compañeros, y que tal vez las señales no se
habían aparecido.
—¿Te sientes igual? —No estaba muy seguro de si quería saber la respuesta
a eso, y estaba a propósito permaneciendo fuera de su mente porque si veía el
recuerdo de ese beso mataría a Serghei allí mismo, en ese momento, sin ni
siquiera parpadear.
—No, le dije que pensaba en él como un hermano. Él era mi amigo… nada
más.
Las siguientes preguntas hicieron que Vasile casi cambiara. Sabía que sus
ojos estaban brillando de un azul intenso por la prometida violencia.
—¿Alguna vez has estado en su cama?
—¿¡Qué!? —Su cabeza giró alrededor para mirar al hombre en cuestión, de
rodillas.
—No lo mires —retumbó Vasile.
—¿Por qué me preguntarías si he estado en su cama? —Estaba enojada
ahora. Ella lo miró ferozmente, e hizo a su lobo querer jadear a sus pies.
—Debido a que tu blusa estaba en su cama. —Vasile habló
deliberadamente lento y observó cómo su expresión se transformó en una de
absoluta conmoción y vergüenza. Ella no había sabido de la blusa; y por eso él
pudo respirar un poco más fácil.
Cuando volvió a mirar hacia él, sus entrañas se tensaron ante las lágrimas
en sus ojos gris acero. 62
—¿Podemos irnos, por favor? Realmente tengo que irme. —Su voz tembló
ligeramente con la necesidad de llorar.
Él alargó la mano hacia ella y para su alivio, fue voluntariamente a sus
brazos. Miró a Ion y Nicu entonces.
—Hagan que quiten las sábanas y las queme, y quemen la blusa junto a
ellas. —Luego miró a Theris—. Las reemplazaré. Pero no puedo tener a otro
hombre revolcándose sobre el olor de mi compañera.
—Por supuesto que no, Alfa. —Theris sonrió pero la ira latente estaba justo
debajo de la superficie.
Vasile bajó la vista hacia Serghei, quien seguía arrodillado y con la cabeza
baja. Forzó al joven a subir la cabeza usando solamente su voluntad, y sostuvo su
mirada.
—Está sobreentendido en nuestra raza que los machos sin pareja no deben
tocar a las mujeres que no son de su familia. Si ella no es tu mujer, entonces es la
de alguien más, ¿y qué derecho tienes tú de irrespetar a su compañero de tal
forma? No voy a matarte, aunque tengo todo el derecho de hacerlo. Por el bien
de mi compañera, voy a mostrar piedad porque creo que la lastimaría si acabara
con tu vida. Pero si escucho que tocas a alguna otra mujer que no sea la tuya, voy
a cortarte las manos. —Se encaminó hacia la puerta con Alina refugiada bajo su
brazo, pero se detuvo y miró por encima de su hombro—. Sain y Theris, gracias
por su hospitalidad. Lo aprecio mucho. —Su voz fue fresca y tranquila, como si
no acabara de amenazar con quitarles las extremidades a su joven cachorro.
Una vez que se encontraron fuera, él le dio la vuelta y presionó su cara en
el cuello de ella. Suya. Ella era suya y solamente él tenía permitido sumergirse en
su esencia intoxicante.
—Vasile —dijo ella tentativamente—. ¿Estás bien?
Sacudió su cabeza y respondió con honestidad.
—No estoy seguro en estos momentos. —Se quedaron parados ahí unos
minutos más antes de que él la liberara y tomara su mano—. A lo mejor
deberíamos hablar.
Alina todavía podía sentir la tensión en sus manos mientras sujetaba las de
ella. Sabía que su lobo estaba muy cerca de la superficie, pero por el momento no
había nada que ella pudiera hacer para apaciguarlo. Estaba mortificada. Su
compañero había encontrado sus ropas en la cama de otro hombre. Podía 63
entender su enojo. Su estómago se retorció ante la idea de las ropas de Vasile en
la cama de otra hembra.
La mirada en su cara cuando le había preguntado por la blusa no había
sido solo una de rabia, sino una mirada increíblemente herida también. Ella no
quería ver nunca más esa mirada en su rostro, y sobre todo, no quería ser la causa
de ella.
Lo guio hasta el sitio que ella y Sisily habían reclamado como suyo muchos
años antes. Vasile se sentó frente a un árbol y la jaló de modo que ella también se
sentara, de tal manera que su espalda estuviera presionada contra el pecho de él.
Sus brazos se envolvieron alrededor de la cintura de ella, empujándola
firmemente contra él. Era terriblemente impropio, pero a ella no le importó.
Necesitaba ser sostenida, pero no por cualquiera. Necesitaba ser sostenida por él.
Inclinó su cabeza hacia atrás en el hombro de él, de modo que su boca
estuviera cerca de su cuello. Se estremeció cuando su aliento acarició su piel
mientras él hablaba.
—Casi lo maté cuando encontré tu blusa en su cama —confesó él—. Nunca
había querido despedazar a un hombre en jirones, tanto como en ese momento.
—Lo siento —empezó ella.
—No es tu culpa —la interrumpió él, presionando sus manos contra su
estómago, apretándola para reasegurar lo que había dicho. Besó el costado de su
cuello, y cuando se alejó rápidamente, ella notó que estaba tratando de
contenerse, y supo que era por su edad. Porque tenía que encontrarme antes de
que fuera mayor de edad, pensó ella.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —Su voz sonó más inestable de lo que
esperaba.
—La que quieras —susurró él.
—¿Cómo es que no pierdes el control? Siempre te ves tan calmado, aunque
puedo sentir tu rabia contenida.
Él rió entre dientes.
—Tengo la sensación de que mi control va a ser puesto a prueba una y otra
vez en lo que a ti respecta. —Él dejó ir su mano y la estiró para alcanzar la trenza
que ella había hecho en su cabello. Ella se mordió el labio inferior para evitar
gemir mientras él pasaba los dedos por su cabello, y luego lo movía fuera del
camino por encima de su hombro—. Si no mantengo un fuerte control sobre mi
lobo, sobre su rabia, sería algo muy malo para un montón de gente. Si lo dejara 64
libre alguna vez, no creo que sea capaz de volver a ganar el control sobre él. Y
ahora, contigo, su rabia ha alcanzado todo un nuevo nivel. Él te desea, ahora.
Quiere tomarte y hacerte nuestra, para que así no puedas dejarnos nunca.
—¿Y tú?
—Estoy de acuerdo con él, pero soy un poco menos barbárico. Y también
comprendo que tu edad está fuera del límite.
Ella sonrió ante eso, principalmente porque él era bastante barbárico para
ella.
—¿Qué hay de ti? —Las palabras de Vasile salieron dubitativamente, como
si estuviera inseguro de sí mismo.
—¿Yo?
—¿Cómo te sientes, y tu loba, acerca de nosotros?
—Asustada, insegura, emocionada, inadecuada, confundida, esperanzada,
aterrorizada… ¿debería seguir?
—Si te ayuda a sentirte mejor y a sacarlo todo, entonces sí. Puedo sentir
todas esas cosas en ti a través de nuestro vínculo, pero algunas veces las palabras
son necesarias. —Se detuvo y pareció estar pensando en algo—. ¿Por qué estas
asustada y aterrorizada? —preguntó finalmente.
Ella intentó cerrar su mente, intentó pensar en algo… lo que fuera que
evitase que él viera las respuestas a esas preguntas. Éste era el tema que ella
esperaba que no surgiera tan pronto. Pero sabía que su primer pensamiento sería
el de protegerla, por lo tanto si había algo que la asustaba, él querría saber que era
para poder matarlo. Desafortunadamente, lo único que eliminaría este miedo
sería el tiempo.
—No hagas eso, Mina, no me dejes fuera. —Su voz fue baja e hipnótica.
Se preguntó si él estaba usando algo de su poder para influenciarla, pero no
pensaba que él realmente fuera capaz de hacer algo para quitarle su libertad.
—Se nos enseña sobre nuestros verdaderos compañeros desde que somos
pequeños, todo el tiempo hasta que nos volvemos mayores de edad —comenzó
ella—. Te lo explican de mil maneras diferentes, y sin embargo, incluso con todo
eso, no te preparan para lo que es en verdad cuando conoces a tu verdadero
compañero. Mi lobo te reconoce, siente que eres nuestra otra mitad. La mujer en
mí siente que no debería quererte tan desesperadamente, tan rápidamente, como
si pensara que me estoy perdiendo a mí misma en ti. 65
—No quiero que te sientas así —la interrumpió él rápidamente—. Es
diferente para un hombre. Mi alma está envuelta en oscuridad. Ésta devora su
camino cada vez más en mi interior, y cada día me pregunto cuánto tiempo podré
aguantar antes de rendirme ante ello. Para nosotros, encontrar a nuestra
verdadera compañera es como un rayo de luz que se filtra a través de la negrura
de la noche, prometiendo un día brillante y lleno de esperanza. No existe duda
alguna, o vacilación, y tal vez sea por eso que nuestros lobos tienen más control
sobre nosotros del que tienen sobre ustedes.
Gentilmente la tomó por los hombros, y la giró hasta que estuvo sentada
frente a él. Ella ajustó su vestido y dobló sus manos sobre su regazo. Alina sabía
que podía mirarlo a los ojos, pero a pesar de su capacidad de hacerlo, no lo hacía
más fácil para ella.
—Entiendo lo que me estás diciendo, Alina, y es importante para mí, pero
todavía no me has dicho por qué estás asustada.
Ella sintió sus dedos bajo su mentón mientras levantaba su cabeza para
mirarlo. Gruñó en frustración ante su comportamiento cobarde. Todo lo que
hacía era confirmar lo que su padre le había dicho. No estaba lista para ser
acoplada con un hombre así de dominante.
—Sé que no puedo ir contigo cuando dejes nuestra aldea y vuelvas a tu
castillo. Sé que no puedes quedarte aquí porque eres el Alfa, y tienes que cuidar
de toda la manada. Entiendo las razones por las que no puedo estar contigo, sé
que son válidas, pero eso no hace más fácil la realidad que es no estar contigo. A
pesar de mis dudas, o mi confusión, sé que somos verdaderos compañeros. Por
primera vez en mi vida, tengo miedo de perder a alguien que me importa. Tengo
miedo que te des cuenta que no soy tu igual, y que te encuentres deseando a una
de las mujeres que han sido criadas en una clase más similar a la tuya. —Una vez
hubo sacado esas palabras, pudo volver a respirar. Mientras había estado
hablando, las barreras que había tratado de levantar en su mente fueron cayendo
lentamente. Estaba al descubierto ante él, y eso era aterrorizante.
Él no dijo nada, simplemente la miró fijamente, y eso empezó a
preocuparla. ¿Acaso sus inseguridades habían bastado para probar otra vez lo
inmadura que todavía era? ¿Acaso sus palabras lo habían hecho darse cuenta
finalmente que era imposible que ella fuese lo que él necesitaba?
—Para —dijo él firmemente, pero no sin ser amable—. Entiendo tus
miedos y eso no te hace inmadura. Sí, Mina, eres joven, pero estás lejos de ser
una niña. Sin embargo, estás en lo correcto, no puedo reclamarte todavía. No eres
mayor de edad y sería egoísta de mi parte esperar que asumas las
66
responsabilidades y retos de no solo estar emparejada, sino estar emparejada con
un Alfa. Dices que pronto cumplirás los dieciséis, lo cual significa que los
dieciocho están a solo dos años de distancia. Dos años son solo un parpadeo en
nuestras largas vidas.
Los ojos de Alina saltaron lejos de los suyos en el momento en que dijo
dieciocho. Él no sabía que dos años no serían todo lo que le tocaría esperar, pero
estaba a punto.
Los ojos de Vasile se centraron en los de su compañera en el momento en
que ella se cerró de nuevo. Miraba a todos lados menos a él. No pasaría mucho
hasta que él tuviese su respuesta. Se movió suavemente a través de los
pensamientos de ella, y luego se hubo ido cuando ella intentó ocultarlos.
—¿Él quiere que espere hasta que tengas veinte para vincularme contigo?
—Una vez más sintió su ira alzándose. Estaba empezando a afectarle el poco
control que tenía con respecto a ella. Solo podía imaginar lo que debía ser para
ella.
—Sí. —Ella no dijo nada más. Qué podía decir, pensó él. A este punto no
era su decisión. Todavía estaba bajo el cuidado de sus padres, y no era mayor de
edad, esencialmente no tenía nada que decir con respecto a su futuro, aún no.
Él empezó a levantarse, tragándose el gruñido que había empezado a surgir
dentro de su pecho.
—Necesito tener una discusión con tu padre, ahora. —La mano de ella en
su pierna lo detuvo en su lugar. Él tenía la sensación de que su toque estaría
haciéndole eso un montón.
—Tal vez deberías calmarte un poco antes de ir a él estando en modo Alfa
—sugirió ella tratando de hacerlo sentar.
—No quiero calmarme. Quiero que tu padre sepa que voy a reclamarte al
segundo que cumplas dieciocho años. —Se levantó por completo, sacudiendo sus
pantalones y luego ayudó a Alina a pararse.
—¿Se te ha pasado por la cabeza que tal vez tratar de razonar con él puede
llevarte más lejos que solo ordenarle?
—No. —Él agarró su mano y empezó a caminar en largos y resueltos
pasos.
—¿No quieres ver su lado del asunto, para que así puedas formular un
argumento convincente del por qué quieres reclamarme a los dieciocho?
67
—No.
—¿Podrías caminar más rápido? Porque realmente prefiero que me
arrastren por el brazo en lugar de usar mis propios pies.
Vasile se detuvo inmediatamente y bajó la vista hacia ella. Estaba sin
aliento por tratar de seguirle el ritmo y su cara estaba roja. Qué compañero tan
considerado estaba resultando ser. Tal vez no era solamente Alina quien no
estaba lista para ser acoplada. A lo mejor él también tenía algunas cosas por
aprender. Lo consideró por varias respiraciones. No, estoy listo, se dijo a sí
mismo. Simplemente estaba bajo un montón de estrés en ese momento, y sus
emociones estaban corriendo sobrecargadas. Eso era todo. Si se la pudiese llevar
a casa con él, sabiendo que estaba a salvo, y sabiendo que estaba marcada como
suya, entonces estaría más calmado, y sería menos insolente.
—No estoy acostumbrado a preguntar. Ordeno, y las cosas pasan. Es a lo
que estoy acostumbrado. Y en lo que se refiere a ti, no siento que debería
preguntar. Aunque debería poner más atención en cómo te afecta mi enojo —
admitió él.
—Estoy bien —respondió ella secamente y empezó a caminar otra vez.
Vasile la jaló suavemente para que se detuviera, y tiró de su brazo para
lograr que ella lo mirara.
—Lo siento. Debería ser más cuidadoso contigo.
—No soy frágil, Vasile.
Él se acercó a ella y tomó su cara gentilmente en su mano, teniendo
cuidado de no inclinarse demasiado cerca porque sabía que la besaría.
—No tienes que ser frágil para poder salir herida. —Se miraron fijamente
el uno al otro, perdidos en la conexión que solamente ellos compartían. Él podría
haberse quedado ahí parado todo el día solamente para poder tocarla, estar cerca
de ella, y tener su completa atención. Pero se obligó a sí mismo a retroceder y a
dejar caer la mano. Dándose la vuelta en dirección a la casa de ella una vez más,
le dijo—: Estoy más calmado. Ahora, hablaré con tu padre.
—¿Vas a escuchar lo que tenga que decir?
Vasile resopló.
—No. Que esté más calmado no significa que sea más tolerante.
68
Va rãsãri soarele si pe ulita noastrã.
A cada cosa le llega su hora.

Traducido por Nelshia y Apolineah17


Corregido por Jane.

o has sido el mismo desde que regresaste a casa —dijo


Eveline a su compañero, Anghel, mientras se
sentaban en la biblioteca del castillo de la manada
Rumana del Oeste.
Anghel sabía tarde o temprano ella iba a decir algo acerca de su conducta
retraída y las áreas cerradas de su vínculo. Se respetaban lo suficiente como para
permitir la privacidad del otro hasta que estuvieran listos para hablar de ello, por
eso sabía que ella no tenía idea de lo que le estaba molestando. 69
—Stefan y Daciana han fallecido. —No hubo emoción en su voz, no
porque no le doliera, sino porque sabía que ella lo necesitaría para ser fuerte. A
medida que las lágrimas de su compañera comenzaron a caer por la pareja, y
sobre todo por la mujer que había sido una amiga muy querida, él la llevó al
refugio de sus brazos y la dejó llorar. No había palabras que le dieran consuelo,
así que en su lugar le ofreció su fuerza y amor.
Pasó mucho tiempo hasta que por fin ella fue capaz de recobrarse de la
conmoción de la noticia. Se secó las lágrimas y respiró hondo varias veces.
Anghel esperó a las preguntas que sabía que vendrían, pero que no estaba seguro
de cómo iba a responder. Él y Eveline habían estado juntos por un largo tiempo,
y nunca se habían ocultado secretos. Estaba bastante seguro que no podría
empezar ahora.
—¿Cómo? —preguntó con la voz ronca de tanto llorar.
—Se me pidió que no te dijera la verdad —comenzó él, y sus ojos se alzaron
de golpe para encontrar los suyos—. Sin embargo, nunca hemos guardado
secretos ya que tenemos plena confianza en el otro. Lo que voy a decirte nunca
debe salir de esta habitación. Si esta información llegara a caer en las manos
equivocadas, podría provocar un levantamiento en la manada del Este y un
desafío a la capacidad de Vasile para ser Alfa.
—Eran mis amigos, Anghel. Nunca haría nada que los dañara en vida o
muerte.
—Lo sé, mi amor. Simplemente necesito que sepas que yo soy el único con
el que puedes hablar de esto si necesitas asimilarlo. —Anghel procedió a contar a
su compañera todo lo que Vasile le dijo. No dejó nada fuera y no escatimó en
detalles porque ella lo vería en su mente de todos modos.
—¿No eran compañeros verdaderos? ¿Cómo? ¿Qué? —exhaló ella después
que él hubo terminado, tratando de procesar el hecho de que una de sus más
antiguas amigas había logrado ocultar algo tan significativo durante tanto tiempo.
Su rostro estaba lleno de compasión cuando encontró los ojos de su compañero—
. Daciana debe haber estado tan sola. A pesar de que ella amaba a Stefan y él la
amaba, siempre habría habido un agujero en su interior que nunca fue capaz de
ser llenado. Desearía que ella me hubiera dejado estar ahí para ella.
Anghel le acarició la mejilla suavemente. Su compañera era una Alfa, por
eso era tan empática hacia los que amaba y reclamaba como suyos. Para ella,
Daciana había sido como una hermana, y Eveline sentía la pérdida como si fuera
70
una de su propia manada.
—Me alegra habértelo dicho —admitió él—. Es una carga que no podría
haber llevado por mi cuenta.
—Es por eso que nos tenemos el uno al otro. —Ella le sonrió a través de
ojos llenos de lágrimas—. Como Alfa hay algunas cosas que no puedes compartir
con la manada… para mantenerlos a salvo y para mantener a otros a salvo. Otros
podrían no entender eso, pero yo sí. E incluso si no estuviera de acuerdo contigo,
siempre voy a escogerte.
—Gracias, Luna. Me honras. Tal vez, puedes honrar a nuestros viejos
amigos también y visitar a Vasile. Estoy seguro que daría la bienvenida a tu
presencia. Él ha estado visitando a su manada, asegurándose que se sientan
seguros y que no hay nadie que quiera retarlo. Pero debería estar en casa pronto.
—¿Qué les ha estado diciendo?
—Una variación de la verdad, pero muy diluida. Somos las únicas otras
personas que conocen este secreto y por eso él debería estar bien. Ellos no tienen
ninguna razón para cuestionar su liderazgo por el motivo de las muertes de sus
padres.
—Y se quedará de esa manera —acordó ella.

Emilian, Beta de la manada Rumana del Oeste, permanecía a varios metros


de distancia lejos de la puerta de la biblioteca, donde sus Alfas discutían una
noticia muy interesante. Él acaba de sobre escuchar la conversación, por suerte
para él, y ahora por fin tenía la munición que necesitaba para llevar a la manada
Rumana del Este bajo un nuevo liderazgo. Los Lupei habían tenido el control
durante demasiado tiempo y él había sido pasado por alto en su propia manada
por más años de los que podía contar. Nunca sería capaz de hacerse cargo de su
propia manada. Eran demasiado leales a Anghel. Y hasta esta información nunca
habría sido capaz de tomar la manada del Este, debido a su lealtad a Stefan.
Había habido unos pocos que habían empezado a preguntarse por la
cordura de Stefan. Era un lobo muy viejo y, a veces, con verdadera compañera o
no, los lobos viejos empezaban a decaer. Hubo murmuraciones sobre el estado de
las aldeas exteriores sin recibir la misma ayuda financiera que las más cercanas al
castillo. En una manada es el trabajo del Alfa asegurarse que todo el mundo esté
recibiendo lo que necesitan y que ninguno sea pasado por alto. Los lobos 71
hambrientos, los lobos desesperados, o los lobos sin control son peligrosos para
todos.
Sonrió para sí mientras considerara su buena fortuna. Él no era ningún
tonto. Sabía que no podría vencer a Vasile en un desafío, pero con esta
información no tendría que hacerlo. La manada de Vasile se levantaría contra él
con los machos desafiándolo no solo a diario, sino a cada hora. Ningún lobo, sin
importar cuán poderoso fuera, podría resistir un ataque de ese tipo. Una vez que
Vasile estuviera desgastado y casi destruido, Emilian acabaría con él y la manada
sería suya.

Era temprano en la tarde para el momento en que Alina y Vasile llegaron


a su casa. Ella sabía que mientras Vasile y ella habían estado sentados junto al
río, su padre habría llegado a casa para comprobar a Georgeta. Como la mayoría
de los hombres, él no dejaba sola a su compañera por mucho tiempo.
Estaba al borde, sobre todo porque Vasile estaba al borde, y eso fluía a
través de su vínculo dentro de ella. Sabía que tenía que mantener la calma. Si sus
emociones se salían de control, solo alimentaría el estado ya volátil de Vasile.
Tomó respiraciones lentas a medida que caminaban hasta la puerta de su casa y
entró.
—Padre —lo llamó Alina. Petre salió de la única habitación en la cabaña.
Él sonrió cuando la vio, pero desapareció de tajo cuando sus ojos saltaron a
Vasile—. A Vasile le gustaría hablar contigo.
Petre hizo un gesto hacia la puerta detrás de ellos.
—¿Podemos tomar asiento afuera? Mi compañera está acostada; ha estado
trabajando hasta el agotamiento y necesita descansar.
Vasile asintió.
—Eso va a ser remediado —le recordó a Petre.
—Por supuesto, Alfa, y apreciamos su deseo de ver a nuestra manada
prosperar.
Una vez fuera, tomaron asiento en algunos de los grandes tocones que su
padre había dispuesto en un círculo para que ellos y otros de la manada pudieran
venir y pasar tiempo juntos. A veces, encendían una fogata si la conversación se
prolongaba hasta la noche. Alina tenía tantos buenos recuerdos de su círculo de 72
tocones, y sin embargo, mientras se sentaba ahora, esos recuerdos fueron las cosas
más alejada en su mente. Se había dirigido a su lugar de siempre, el cual estaba a
la izquierda de su padre, por puro hábito, pero Vasile había atrapado su muñeca
y la tiró a un tocón junto al que él eligió. Estaba justo enfrente de donde su padre
ahora se sentaba.
—Obviamente, a partir de los acontecimientos en la casa de Sain y Theris
sabes que Alina es mi compañera verdadera —comenzó Vasile.
Su padre asintió pero no agregó nada. Ella conocía bien sus tácticas. Él
dejaría a la persona sincerarse y luego hacerlos esperar mientras él lo procesaba.
Mientras tanto, éstos se retorcerían bajo su mirada escrutadora. Esto hacía al que
estaba esperando a que él responda, pensar que tal vez lo que había dicho no tenía
sentido, o tal vez que se equivocaban. Poco a poco ellos mismos empezaban a
tener dudas, y si su padre tenía un punto de vista diferente, para el momento en
que él hablaba ya habían comenzado a estar de acuerdo con él.
—Alina y yo hemos estado discutiendo la singularidad de nuestra
situación, ya que no es mayor de edad. Es inusual, aunque no imposible, que el
vínculo aparezca entre compañeros verdaderos cuando uno o ambos de ellos son
bastante jóvenes. La dificultad de la situación, obviamente, viene cuando el
hombre es maduro y está listo para tomar a su compañera, pero la mujer no lo
está. —Él la miró y sus ojos fueron un poco demasiado brillantes para su gusto.
Ella se estiró y tomó su mano con la esperanza de que su toque lo ayudara a
calmarse. Cuando él volvió a mirar a su padre, ella no retiró los ojos de él, como
si su mirada pudiera mantenerlo en su lugar y mantener a su lobo controlado.
—Se considera que los dieciocho años es la edad adulta para nuestras
mujeres. Han reclamado algunas incluso a los diecisiete, pero las circunstancias
eran diferentes. No creo que Alina esté lista para ser acoplada a un hombre tan
dominante como yo. No quiero entorpecer a la mujer que está por convertirse.
No quiero ahogar su espíritu o evitar que descubra quién es sin su compañero.
Creo que tiene que tener confianza en sí misma, en lugar de buscar mi aprobación
para su validación. Ella debería buscar mi aprobación porque realmente quiere
que yo sea feliz; asimismo, yo quiero su aprobación porque quiero que sea feliz.
Estoy dispuesto a dejarla a tu cuidado, sin marcar, y sin acoplar hasta el minuto
en que cumpla los dieciocho años, y luego vendré por ella. Es mi derecho como
su compañero verdadero, así como lo es el suyo a reclamarme.
Alina miró a su padre y vio como su mandíbula se tensaba y apretaba sus
manos hasta que sus nudillos estuvieron blancos. Entonces, de repente, se relajó.
—Estoy muy feliz de que Alina haya encontrado a su compañero 73
verdadero tan pronto en su vida. Nunca habría querido que tuviera que esperar
años, décadas, o siglos para encontrarlo. También estoy feliz de saber que su
compañero es dominante porque ella es muy dominante. No respetaría a un
hombre que le permitiera caminar sobre él. Aunque, estoy de acuerdo en que no
está lista para ser tu compañera. En lo que no estoy de acuerdo es en la edad en
la que deseas reclamarla. —Petre levantó las manos en un gesto de paz cuando
Vasile comenzó a gruñir—. Escúchame, Alfa —le imploró—. Creo que sería
tonto de nosotros como sociedad el decir que cada mujer está lista a los dieciocho
años para acoplarse porque hemos decidido que es la mayoría de edad para ella.
Cada uno de nosotros es un individuo único creado por la Gran Luna para fines
particulares. Debido a eso, las decisiones trascendentales deben basarse en cada
individuo, no en el grupo en su conjunto.
»Conozco a mi hija, Vasile. Ella es muy madura en muchos sentidos, y
luego hay muchas formas en las que necesita madurar. Si fueras menos
dominante, si tú no fueras un Alfa, consideraría los dieciocho años como la edad
aceptable, pero eres el lobo más dominante que he encontrado en un tiempo muy,
muy largo. Eres un Alfa, y me atrevería a decir que eres uno como el que muchos
de los Canis Lupus nunca han visto antes. Tu vida acaba de ser desarraigada. Tú
y nuestra manada están en necesidad de sanar. Sanar toma tiempo. Quiero que
ella esté lista para ser tu compañera, pero más que eso lo que necesito saber es
que tú estás listo para ser el de ella.
»Mi instinto me dice que los dieciocho años no es la edad para que la
reclames. Estoy pidiendo que consideres sus necesidades por encima de las tuyas,
no sus deseos sino sus necesidades, y lo que es mejor para ella. No tengo ninguna
duda que si le pidieras que fuera contigo ahora mismo ella iría. Pero los dos
sabemos que eso no es lo mejor para ella.
Alina contuvo la respiración mientras esperaba que Vasile responda. Pudo
sentir su ira, pero también pudo sentir respeto. Él admiraba a su padre por querer
protegerla, y lo respetaba por estar dispuesto a enfrentarse incluso a su Alfa para
hacerlo.
«Respira, Mina, no voy a lastimar a tu padre», susurró en su mente.
«No estoy preocupada de que lo lastimes; tengo más fe en ti que eso».
Su pulgar acarició la parte superior de su mano en movimientos lentos, y
no estuvo del todo segura de sí era para tranquilizarla a ella o era para que él se
calmara.
«Ambas», respondió él a su pensamiento tácito. 74
«¿Podrías, por favor, concentrarte en lo que vas a decirle a mi padre y
quedarte fuera de mi cabeza?»
«Deja de distraerme, mujer. Estoy discutiendo asuntos importantes sobre
tu futuro». Su voz fue seria, pero ella sintió su diversión con ella y eso le ayudó a
aliviar sus nervios mejor que cualquier palabra.
—Propongo un compromiso, Petre —dijo Vasile finalmente—. Cuando
Alina cumpla dieciocho años vendré a verla y hablar contigo y tu pareja. En ese
momento podemos evaluar cómo ha madurado y decidir si está lista para ser
acoplada. Si no lo está, entonces accederé a esperar otro año. Luego a los
diecinueve años haremos lo mismo, y si ella no está lista tampoco, entonces voy
a esperar hasta que tenga veinte.
El nivel de irritación de Alina aumentó lentamente a medida que los dos
hombres se sentaban allí y discutían su vida como si ella no tuviera nada que decir
del asunto.
—Voy a admitir —su padre asintió hacia Vasile—, que es un compromiso
justo. Sin embargo, te pediría que consideraras el hecho de que tus marcas no han
cambiado. No dudo que son compañeros verdaderos, pero tal vez el que tus
marcas no hayan cambiado es una señal de que tomar las cosas con calma es el
camino correcto.
Ella sintió a Vasile tensarse a su lado y su mano se apretó alrededor de la
de ella. Obviamente, él no apreció que su padre señalara que sus marcas fueran
las mismas que había tenido antes de conocerla. Alina ni siquiera había pensado
acerca de si las marcas que se suponía iban a aparecer en su cuerpo, las cuales
coincidirían a las de él como una pieza de rompecabezas, habían aparecido. Y
por un segundo estuvo curiosa, hasta que su compañero abrió la boca.
—Alina, por favor ponte de pie delante de mí con tu espalda hacia mí. —
Su voz fue ronca por la frustración y sus ojos estaban brillando.
—¿Disculpa? —dijo ella lentamente habiendo decidido después de ese
último comentario que su compañero era realmente un idiota y que ella
necesitaba tratarlo como tal.
—Estoy seguro que no has tenido tiempo de comprobar cualquier tipo de
marcas, y por lo general se encuentran en la espalda de la mujer. Lo comprobaré
por ti —lo dijo con total naturalidad, tan seguro de que ella simplemente se
pondría de pie y lo dejaría desvestirle la espalda frente a su padre, la luna, las
estrellas, la Gran Luna y quién sabía qué más. Si no hubiera estado tan furiosa
75
podría haber reído, pero como estaba la situación, tenía la seguridad que si vertía
su sangre en un recipiente seguramente herviría.
Miró de su compañero a su padre, quien al menos tuvo el buen sentido de
parecer incómodo por siquiera haber sacado a colación el tema de las marcas de
vinculación, y entonces volteó de nuevo a su compañero quien, con su aire
dominante, obviamente no tenía el sentido común que Dios le dio a un mosquito
porque todavía estaba esperando expectante.
Su mente se dirigió a la conversación que acababan de tener justo frente a
ella, discutiendo de su vida como si ella no estuviera allí sentada. ¿Quiénes eran
ellos para decidir por ella cuál era su nivel de madurez? ¿Quién de ellos iba a
decirle cuándo estaría lista para ser acoplada a su verdadero compañero? ¿Y quién
en los siete infiernos pensó Vasile que era para decirle que se quitara la ropa?
«Simplemente quiero ver tu espalda, Mina. No te estoy pidiendo que te
desnudes completamente. Te aseguro que cuando ese día llegue no vamos a estar
en ninguna parte cerca de tus padres».
«No cuando llegue, Vasile, si… si es que ese día alguna vez llega», le gruñó
ella mientras se ponía de pie arrebatando su mano de la suya. Sintió su sangre
hirviendo, calentando su rostro. Su loba se irguió cuando sintió que la mujer
dentro de ella comenzaba a tornarse cada vez más y más agitada. Había
terminado y les diría en dónde podían meterse sus opiniones y determinaciones.
Ambos hombres se pusieron también de pie, sus ojos abriéndose con sorpresa ante
su evidente enojo.
—Primero que nada, tú —señaló un dedo en dirección a Vasile—, tendrás
suerte si alguna vez te dejo ver más que la piel de mi cara, mucho menos mis
marcas de acoplamiento. En segundo lugar, es evidente que no hay necesidad de
que esté aquí ya que ustedes dos, Neandertales, tienen mi vida completamente
planificada. Si pudieran por favor simplemente hacerme saber cuándo aceptar a
Vasile como mi compañero, cuándo presentarme para los Ritos de Sangre,
cuándo me quieres en tu cama, donde estaré complemente vestida si no te
importa, y mientras estás en ello, también puedes decirme cuándo preñarme de
tu hijo. Hasta que haya llegado el momento para algunas de esas cosas, he
terminado con ustedes dos. —Se giró una última vez hacia su compañero y miró
sus ojos con un bajo gruñido—. Me gustaría decir que fue un placer conocerte,
pero ahora mismo, preferiría poner mi mano sobre brasas calientes en repetidas
ocasiones antes que permitirte creer que he disfrutado de este tiempo contigo. Ten
un buen viaje de regreso al castillo y ya que amablemente le informaste a mi padre
que no soy lo suficientemente madura para ser tu compañera, y que podría no 76
serlo hasta que tenga veinte, lo cual fue determinado por ustedes dos, seré igual
de amable contigo. La próxima vez que te vea, lo cual si eres sabio y sé que es
una exageración para ti, será en mucho, mucho tiempo. Si la próxima vez que te
veo escucho las palabras: determinar, madurez, crecer, evaluar o decidir, salir de
tu boca voy a cerrarla con un alambre de púas. —Con una última mirada furiosa
hacia ambos hombres, se dio la vuelta y atravesó a grandes zancadas el patio.
«¿Qué era lo que decías sobre la madurez, compañera?», gruñó Vasile a
través de su vínculo, y ella pudo sentir la incredulidad ante sus palabras. Pareció
especialmente preocupado cuando le había dicho que le informara cuándo
debería estar en su cama… completamente vestida.
«Ve a saltar en un lago, Vasile. Estoy cansada de tus demandas».
«Solo queremos lo mejor para ti».
«No me importa lo que quieren porque obviamente a ti no te importa lo
que yo quiero. He terminado. No te quiero en mi mente. Ya no eres más
bienvenido». No había tenido la intención de crear una maldición vinculante
entre ellos, pero en su dolor y enojo las palabras simplemente salieron de repente.
Hubo una formalidad en ellas que le hizo saber que Vasile no sería capaz de negar
su decreto. La magia de la manada estaba actuando y supuso que siendo la
compañera de un Alfa tenía algo que ver con eso. Sintió las paredes levantándose
entre ellos y estaba cerrando de golpe la puerta de la habitación de sus padres
cuando oyó el rugido de Vasile. Era la primera vez que lo había oído perder el
control. Era la primera vez que realmente había tenido miedo de él.

Vasile no pudo contener el sonido que rasgó su pecho cuando sintió que su
vínculo fue roto. Ella había roto su vínculo, literalmente lo había sacado de su
mente. Empezó a ir detrás de ella pero unos fuertes brazos estuvieron de repente
reteniéndolo en su lugar. Eran unos tontos por intentar tal cosa, pero captó el olor
de Ion y Nicu, y supo que no eran el enemigo.
—Déjala, hijo —le decía Petre gentilmente—. Deja que se calme.
—Usó una maldición vinculante —le dijo Vasile mientras miraba al padre
de su compañera—. Me ha prohibido estar en su mente para compartir el vínculo
con ella.
Petre asintió y la mirada en sus ojos le dijo que había estado allí antes.
77
—Ni será la última vez que lo haga. Bienvenido al mundo de tener una
verdadera compañera.
—Ella es mi compañera —gruñó—. ¿Qué derecho tiene de evitarme?
—Supongo que el mismo derecho que tenemos al tratar de planificar su
vida en lugar de discutirlo con ella. —La voz de Petre estaba llena de vergüenza.
Vasile sabía que también debería sentirse avergonzado, pero estaba demasiado
enojado en ese momento para sentir algo más.
—Necesito hablar con ella. —Empezó a dirigirse hacia la cabaña de nuevo
solo para ser interceptado por Georgeta.
—Déjalo por esta noche, Alfa —le dijo la mujer suavemente—. Ella
necesita espacio y tú necesitas tiempo para calmarte.
Se quedó mirando más allá de ella, al lugar donde Alina se había retirado.
Ya, a solo unos minutos apartado de ella, el dolor estaba comenzando. Su lobo
estaba tan cerca de la superficie que le preocupó que fuera hacer algo que pondría
a Alina fuera de su alcance para siempre.
—Vamos a dormir aquí afuera —cedió—. Pero mañana voy a hablar con
ella.
La mamá de Alina sonrió dulcemente.
—Lo que digas, Alfa.
Vasile tuvo la impresión de que lo que ella decía en realidad era: Cree lo
que quieras, lobo tonto. Cuando la tarde se convirtió en noche, él y sus dos
guerreros se sentaron alrededor de una fogata comiendo la comida que Georgeta
había hecho. Vasile le había dicho que no era necesario, pero ella insistió y no
estuvo dispuesto a hacer enojar a otra mujer ese día.
Vasile intentó concentrarse en las necesidades de su manada, en lugar de
dejar que su mente se mortificara por cierta loba. Pensó en las mentiras que había
tenido que idear con el fin de proteger el legado de sus padres y la traición que
sentiría su manada si alguna vez se enteraban. Pensó en el joven macho que había
enviado de regreso al castillo para informar a Alin, su segundo, de sus órdenes.
Pensó en todos los miembros de la manada que habían estado sufriendo
innecesariamente durante tanto tiempo debido a la negligencia de su padre. Todo
ese tiempo y ni siquiera se dio cuenta porque estaba demasiado enfocado en la
defectuosa mente de su padre.
Incluso con todas estas preocupaciones no pudo evitar que el rostro de ella
estallara en su mente o que el recuerdo de su aroma llenara sus pulmones. Ni
78
siquiera pudo luchar contra el deseo… no, la necesidad, de saber si ella llevaba
sus marcas. Con cada respiración y con cada exhalación ella lo mantenía cautivo.
No podía llegar a ella a través de su vínculo ni sentir su luz y bondad, y sin
embargo, estaba tan presente en su mente como antes.
A medida que el grupo se acostaba a pasar la noche, Vasile decidió
permanecer en su forma humana con la esperanza de poder ser capaz de atraparla
cuando se despertara a la mañana siguiente y comenzara su día. No podía irse
con su vínculo desconectado. Estar lejos de ella iba a ser una forma de tortura en
sí misma, no podía lidiar también con la separación de sus mentes.

Alina yacía en su cama mirando el techo de la cabaña que siempre había


llamado su hogar. Encontró una cierta comodidad en los olores y sonidos
familiares, comodidad que realmente necesitaba. Su vida había dado un vuelco
en un solo día. Había encontrado a su verdadero compañero, o más bien, él la
había encontrado. Y lo que debería haber sido un momento de gozo y emoción,
se había convertido en un frustrante y decepcionante desastre.
Había permanecido en la habitación de sus padres toda la tarde y parte de
la noche hasta que ellos finalmente la echaron, pero no antes de que su madre
revisara su espalda, sin marcas… todavía. Había llorado, pero luego se había
enojado de nuevo, y entonces había llorado un poco más, pero ahora simplemente
se sentía agotada. Su vínculo solo había estado abierto por cuestión de horas y,
sin embargo, ahora que lo había cerrado, sentía como si se hubiera sacado su
propio corazón.
¿Cómo algo que apenas había comenzado podía tener tanta influencia
sobre ella?
Una vez más la intensidad del vínculo de compañeros demostraba ser
completamente inexplicable. Era algo que solo aquellos que lo experimentaban
podían entender, lo que significaba que no había manera de prepararse para ello.
Su madre le había dicho que simplemente tomara un día a la vez. Pero al
contemplar el período de cuatro años separada de Vasile, un día a la vez no estaba
haciendo nada por aliviar su dolor. En lugar de eso se concentró en tomar una
sola respiración a la vez. Cuando finalmente comenzó a quedarse dormida, casi
había logrado convencerse que ese día solo había sido un sueño. Se levantaría por
la mañana para encontrar que Vasile y sus hombres ni siquiera habían aparecido
todavía. No sentiría el enorme agujero en forma de Vasile, y no tendría que
79
preguntarse cómo pasaría los próximos años venideros. Solo sería otro día
normal. Y si resultaba estar equivocada, bueno, simplemente se quedaría en casa
de sus padres para siempre, o hasta que finalmente la obligaran a irse.

—¿Estás seguro que estás haciendo lo correcto? —le preguntó Georgeta por
lo que debía haber sido la décima vez.
Petre envolvió su brazo alrededor de su compañera mientras se
encontraban acostados en su cama y la llevó más fuerte contra él. Habían
dormido de esta forma desde la primera noche en que se unieron, y sin importar
lo molesta que ella estuviera con él, aun así, no permitiría que hubiera algún
espacio entre ellos.
—No, honestamente no lo sé —admitió él en la oscura habitación—. Parte
de mí piensa que debería dejar la decisión en las manos de Alina y Vasile con
respecto a cuándo irse con él, parte de mí cree que tal vez los dieciocho años son
suficiente para estar acoplada, y parte de mí piensa que ambos tienen que madurar
mucho más antes de completar su vínculo.
—¿Crees que él la dejará aquí?
—Es un hombre íntegro —le dijo—. Solo por lo que nos dijo hoy en lo que
respecta a los cambios que se harán y la ayuda que enviará, me muestra su
carácter. No irá en contra de mis deseos, pero bueno, podría ser lo
suficientemente terco como para trasladar la sede de la manada a nuestra pequeña
aldea hasta que pueda reclamarla.
—Una cosa sí sé con certeza, mi amor —dijo Georgeta a través de un
bostezo—. Él no se irá hasta que ella abra su vínculo de nuevo.
Petre rió entre dientes.
—No creo que alguna vez haya visto a nuestra Alina tan enojada como
hoy. Realmente fue algo digno de contemplar. Si hubiera estado sosteniendo un
látigo en su mano, creo que habría destrozado su piel con eso.
—Por lo que entiendo, los dos merecían ser azotados.
—Podríamos haber sido un poquito desconsiderados con sus deseos —
comenzó a decir, pero fue interrumpido por su compañera.
—¿Un poquito desconsiderados? Eso es como decir que cuando te 80
conviertes en lobo eres un poquito peludo. Compañero, te aconsejaría que no uses
esas palabras cuando te disculpes con tu hija por ser un poquito desconsiderado.
Tengo la ligera sospecha de que si lo haces, entonces ella te dará un poquito de
su propia mente.
—Teníamos buenas intenciones, Georgeta —argumentó Petre.
—Las buenas intenciones son tan inútiles como las tetas de un toro. Están
allí colgando en toda su gloria sin la habilidad de producir nada.
Ce naste din pisicã soareci mãnâncã.
Debe ser un diamante lo que corte un diamante.

Traducido por Mari NC, Helen1 (SOS) y Magdys83 (SOS)


Corregido por LizC

lfa, no es por ofender —dijo Ion desde su posición


sentada en el leño—, pero han pasado tres días desde
que su mujer cerró el vínculo, y todavía no ha hablado
con usted. Tal vez debería considerar en darle un poco
de espacio.
Vasile se tragó la réplica que quería lanzar a su tercero. No tenía derecho a
reprender a uno de los suyos por ser honesto con él. Era cierto. Alina se negaba a
hablar con él, no solo eso, sino que se negaba incluso a mirarlo. Eso, por supuesto, 81
era cuando siquiera podía encontrarla. Era muy buena en deslizarse por delante
de él cuando su atención estaba en otra parte. Ion también tenía razón en alentarlo
a volver a casa. Había muchas cosas con las que necesitaba lidiar ahora que había
hablado con los miembros de la manada, y no podía posponerlo por más tiempo.
—Los envío a ti y a Nicu devuelta —les dijo. Hizo un gesto con la mano
cuando empezaron a discutir—. Los necesito para ser mis ojos y oídos mientras
estoy ausente. A pesar de que hemos tenido una buena respuesta de la manada,
eso no quiere decir que no haya ninguno que no esté contento. Con el cambio de
guardia, por así decirlo, siempre habrá algunos pocos que podrían intentar
aprovechar la conmoción que tal cambio trae. Tengo que ser capaz de sofocar
cualquier posible levantamientos antes de que suceda, y no puedo hacerlo si no
sé acerca de ello.
—¿Cuánto tiempo más va a esperar hasta seguirnos? —preguntó Nicu.
Vasile se pasó la mano por la cara y mentalmente tomó nota que tenía que
afeitarse. Trató de pensar en la última vez en que había tomado un baño en el río
y decidió que la razón de que Alina lo estuviera evitando era debido a su falta de
higiene en los últimos días. Esa razón era más tolerable que la verdad.
—Unos días más y voy a volver —respondió finalmente.
Observó cómo los dos guerreros cambiaron e inmediatamente se dirigieron
a casa. Una parte de él realmente deseó irse con ellos, pero no sin su compañera.
Gruñó sabiendo que en pocos días eso era exactamente lo que iba a hacer. Pero
antes, tenía que arreglar lo que había dañado. Desafortunadamente, no tenía
mucha, o ninguna, experiencia en el trato con mujeres enfadadas.
—¿Ella todavía no te habla? —preguntó Petre mientras se acercaba a la
linde del bosque donde se situaba Vasile.
—Realmente no la culpo. No consideré sus sentimientos cuando empecé a
hablar de su futuro contigo. Estaba tan preocupado en que escucharas lo que tenía
que decirte y que te sometieras a mí, que no me molesté en escuchar lo que ella
tenía que decir.
Petre le palmeó la espalda en un gesto paternal, y Vasile se tragó el dolor
ante el recuerdo de la muerte de su propio padre.
—No será la primera vez que olvides considerarla cuando quieras tanto
protegerla y mantenerla contigo. Los hombres de nuestra raza tienden a tener una
visión cerrada cuando se trata de nuestras compañeras.
—¿Tienes algún consejo? —le preguntó Vasile con una desesperación que 82
normalmente no habría demostrado a otro hombre, pero que no pudo ocultar, no
en este momento. La risa que provino del otro hombre no incitó un montón de
confianza.
—Sinceramente, lo único que puedes hacer es pedir disculpas. Asegúrate
de que ella sabe que eres sincero. Siempre saben cuándo solo estás tras sus faldas.
—Anotado —dijo Vasile con una leve sonrisa. A medida que el padre de
Alina se alejaba dejándole con sus pensamientos, comenzó a formular un plan.
Era un acto completamente desesperado. Y si alguna vez algunos de sus
compañeros de manada le preguntaba si era verdad que fue arrastrándose a su
futura suegra para pedirle ayuda y volver a congraciarse con su compañera, él lo
negaría hasta su tumba. Probablemente era una posibilidad remota de todos
modos. Tenía la sensación de que Alina heredó su terquedad no solo de su padre.

Alina estaba luchando por mantenerse alejada de él. Cada vez que lo veía,
aunque solo fuera por el rabillo del ojo, discutía con su lobo para no correr a él y
decirle que lamentaba haber cerrado su vínculo. Ella no había hecho nada malo,
y sin embargo, se sentía como si fuera la que estaba siendo castigada. Intentó
simplemente proseguir con sus tareas diarias, aunque a veces alteraba su ruta para
evitar verlo. El día anterior, se había encontrado con Sisily en su lugar habitual
en el río y le explicó todo lo que había sucedido. Eso la había hecho enojar de
nuevo hasta que Sisily se echó a reír por el rugido de león que Vasile había dejado
escapar. Ella le dijo a Alina que en realidad lo oyeron en su propia casa, lo que a
su vez hizo reír a Alina. Fue un muy necesario momento de humor después de
varios días emocionales.
Esa mañana tuvo un leve ataque de pánico cuando vio a los dos guerreros
que habían estado con Vasile yéndose en sus formas de lobo en dirección al
pueblo principal y el castillo. Desde el lado de la casa, había buscado
desesperadamente una señal de Vasile con la pareja de lobos, pero luego lo vio de
pie junto a su padre en el borde más lejano del bosque. Fue entonces cuando se
dio cuenta que no había manera de que pudiera dejarle irse sin abrir su vínculo
de nuevo. La separación ya era como un cuchillo en su pecho con cada
respiración. No podía seguir así, e incluso si quisiera, su lobo no iba a aguantar
mucho más tiempo. Ella quería la conexión con su compañero, y estaba lista para
hacer que su mitad humana se sometiera para conseguirlo. Era la primera vez que
Alina podría recordar a su lobo tratando de tomar el control. Por lo general, era
al revés. 83
—¿Cómo te va? —preguntó su madre cuando se le unió para descolgar la
ropa seca del tendedero.
Casi rió por la sincronización de la pregunta. Justo cuando estaba a punto
de ceder, su madre viene a preguntar cómo lo está soportando. Georgeta había
estado de acuerdo con Alina y le dijo que tenía que establecer un precedente
ahora, que no iba a ser dictada y pisoteada. Los Alfas eran conocidos por ser más
protectores, especialmente de sus compañeras. Su madre le había explicado que
no era que tuvieran la intención de ser irrespetuosos o irreflexivos, realmente
pensaban que lo que fuera que estuvieran haciendo con el fin de proteger a su
compañera era lo correcto, independientemente de cómo se sentía su mujer.
—¿Honestamente? —preguntó Alina.
—No, querida, preferiría que me mientas —replicó su madre.
Alina sonrió.
—Tal vez deberías pasar tiempo con Vasile para que él pueda ver de dónde
saqué mi actitud.
—Oh, créeme, creo que él es muy consciente.
—Está bien, bueno si soy honesta, entonces estoy aproximadamente a dos
segundos de cambiar a mi forma de lobo y frotarme por sus piernas. —El rostro
de Alina se calentó con la calidez de su sonrojo mientras decía las palabras.
Sonaron mucho peor en voz alta de lo que hicieron en su cabeza. Georgeta no
rió, lo que ayudó a disminuir la vergüenza.
—A decir verdad… —Ella dejó de plegar la camisa en su mano y se
encontró con los ojos de Alina—, si no te sintieras de esa manera, estaría
preocupada de que algo anduviera mal. Los verdaderos compañeros no pueden
soportar la separación de ningún tipo por mucho tiempo, ya sea por el vínculo
mental o la separación física. Son dos mitades de una sola alma y anhelan esa
cercanía.
Alina se sintió un poco mejor, pero independientemente de cómo la
separación estaba haciéndole daño, su orgullo le impedía admitirlo ante él.
Su madre debe haber visto algo en su cara, porque, añadió:
—Cuando algo que comienza como una acción necesaria se prolonga
durante demasiado tiempo, se convierte en una prisión no solo para aquel a quien
la acción está dirigida, sino también para quien la instigó en primer lugar.
84
—Así que estás diciendo que debería hablar con él —dijo Alina con un
suspiro exagerado.
—Deja de actuar como si te estuviera diciendo que te cortes los dedos y los
cocines en un pastel —resopló Georgeta—. Él es solo un hombre, cariño. Ellos
cometen errores como tú y yo.
—¿Estás admitiendo que has cometido errores, madre? —bromeó Alina.
—No tengo ni idea de lo que estás hablando, hija. Ahora ve a buscar a ese
compañero arrogante tuyo y mételo en cintura.
Alina se echó a reír.
—¿Puedo decirle que dijiste eso?
—Creo que vas a encontrarlo en tu lugar de siempre —respondió su madre
antes de dejarla de pie junto al tendedero.
Alina observó a su madre escabullirse, luciendo muy satisfecha de sí
misma. Fue cuando consideró las palabras de su madre, “encontrarlo en tu lugar
de siempre”, que se dio cuenta que Georgeta había jugado con ella como el
Flautista de Hamelín. Negó con la cabeza mientras colgaba de nuevo la camisa
que había descolgado. La sonrisa que había amenazado con estallar a través de
sus labios finalmente apareció cuando se imaginó a Vasile yendo a buscar a su
madre por ayuda. Eso debe haber sido algo digno de ver.
Alina se tomó su tiempo mientras caminaba hacia su lugar favorito por el
río. Sus pensamientos iban a cien kilómetros por hora mientras pensaba una y
otra vez en lo que quería decir y cómo decirlo. Pero al momento en que ella lo
vio allí de pie, sus anchos hombros de espalda y su estrecha cintura estrechándose
hacia sus poderosas piernas, todos los pensamientos coherentes se fueron.
El viento soplaba a través de su cabello mientras miraba el agua corriendo.
Tenía los brazos cruzados sobre su ancho pecho, y su hermoso rostro se
estrechaba en un ceño fruncido. La fastidiaba que incluso con el ceño fruncido
era la criatura más hermosa que había visto nunca. Esperó pasar desapercibida
para que así pudiera simplemente verlo, pero a los hombres lobo no era fácil
acercárseles sigilosamente. La increíble audición mantenía una gran cantidad de
daño a raya en su mundo.
—No sabía si vendrías. —Su voz profunda llegó hasta ella por encima del
sonido de la ondulación del agua y el viento susurrante. No se volvió para mirarla,
solo siguió mirando el río.
—No estoy segura de por qué lo hice —admitió ella—. Todavía estoy
85
enojada y herida.
Se volvió entonces a mirarla. Sus rasgos se habían suavizado y el ceño
fruncido había desaparecido, reemplazado por una ternura que la hizo contener
el aliento.
—Preferiría cortarme mi propio brazo y alimentar a los perros con él que
hacerte daño. Esa nunca fue mi intención, Mina. —Su voz sonó con sinceridad.
Ella asintió.
—No creo que estuvieras tratando de hacerme daño, y sé que mi padre
nunca me heriría intencionalmente tampoco. Independientemente de cualquiera
de sus intenciones, sus palabras y acciones son lo que importa, no sus intenciones.
—Estoy de acuerdo contigo y es por eso que estoy pidiendo tu perdón.
Las palabras de Vasile fueron seguidas por una acción que sorprendió a
Alina. Se arrodilló sobre una rodilla ante ella. Su boca se abrió, no por la misma
razón que una mujer humana pensaría. Ella sabía que no estaba proponiéndole
matrimonio. Esa no era su costumbre. Su boca se abrió debido a que un Alfa, un
dominante, estaba de rodillas ante ella. Él estaba sometiéndose a ella, algo que
los Alfas nunca hacían con nadie.
Se quedó sin habla. Lo único que pudo hacer fue mirar al hombre que tenía
delante de rodillas mirándola con tal devoción que pensó que su corazón iba a
estallar.
—¿Me puedes perdonar, Alina? —preguntó de nuevo.
—Ya lo he hecho —admitió.
Su cabeza se inclinó levemente y ella vio el destello de su lobo detrás de sus
ojos.
—Entonces, ¿por qué nuestro vínculo sigue cerrado?
Ella comenzó a dar un paso atrás, pero él puso sus manos a cada lado de
sus caderas y la mantuvo en su lugar. El calor de sus palmas la penetró a través
del material de su ropa, y quiso hundirse en él y dejarle calentar todos los lugares
fríos dentro de ella.
—Mina —murmuró atrayendo su atención lejos de su toque.
—Quería abrirlo de nuevo. Ayer por la noche todo en lo que podía pensar
era en cómo vas a irte pronto, y sabía que no había manera de que pudiera dejar
que te fueras antes de abrirlo. Pero… —Hizo una pausa. 86
—¿Pero qué? —exhaló él.
—Ahora me pregunto si sería menos doloroso si no tenemos ningún
contacto en absoluto mientras estamos separados y tú estás lejos siendo un Alfa,
y yo estoy atrapada aquí siendo yo. Tal vez…
—NO. —Su voz fue firme cuando él la interrumpió y se puso rápidamente
de pie—. No sería menos doloroso, Alina. ¿Ha sido indoloro para ti estos últimos
días? ¿Incluso con nosotros solo a metros distancia, has estado sin dolor?
—No —admitió ella.
—Ha sido un infierno —gruñó mientras se alejaba de ella. Comenzó a
caminar de un lado a otro y ella se imaginó que si hubiera estado en su forma de
lobo la piel en la parte posterior de su cuello habría estado de punta—. Incluso
ahora, de pie tan cerca de ti, con el vínculo cerrado siento como si estuviéramos
a kilómetros de distancia.
—No entiendo por qué importa tener el vínculo abierto cuando no
podemos ni siquiera tocarnos. ¿Cómo es que va a evitar la tortura de estar
separado el uno del otro? —le espetó—. Tal vez no quiero hablar contigo si no
puedo verte. Tal vez no poder tocarte será más fácil si tampoco te oigo.
—Abre el vínculo, Alina —retumbó Vasile hacia ella. Sus palabras fueron
lentas y sonaron tranquilas, pero ella sabía mejor.
Simplemente se le quedó mirando. A medida que sus ojos comenzaron a
brillar, se dio cuenta que mirar fijamente a un Alfa ya molesto tal vez no era la
cosa más sabia que había hecho jamás.
Él apretó la mandíbula pero no levantó la voz.
—Por favor, ábrelo.
Fue el por favor y la forma en que lo dijo, lo que finalmente la hizo ceder.
Mentalmente vio las paredes desplomarse al abrir el vínculo de compañeros entre
ellos. Lo oyó jadear y sintió su propio jadeo cuando sus emociones chocaron unas
con otras. Volátiles sería decir poco. Sintió todo lo que él había estado sintiendo:
ira, sufrimiento, miedo, preocupación y dolor. Todo ello rodó a través de ella,
mezclándose con sus propias emociones. Pero incluso en medio del caos, era lo
correcto.
«¿Qué sientes?» La voz de Vasile rozó a través de su mente.
Su primer impulso fue hacer una lista de todas las emociones, pero
entonces sintió algo completamente distinto. Sus ojos se agrandaron cuando miró
87
a donde él se encontraba al menos a tres metros de ella, y sin embargo, pudo sentir
su mano sobre su rostro. Pudo sentir su aliento en su cuello y el calor de su cuerpo
como si estuviera de pie a pocos centímetros de ella.
—¿Cómo? —murmuró ella sin aliento al sentir la yema de sus dedos rozar
en su nuca.
«Preguntaste qué bien haría ser capaz de escucharme, pero no sentirme. Te
estoy mostrando que el vínculo es más que solo ser capaz de hablar el uno al otro
a través de una tubería mental. Es una conexión, una conexión muy importante.
Nuestros lobos ansían tocar, se anhelan entre sí, y cuando estamos separados, es
una forma para el lobo soportar la distancia».
Alina estaba tratando de escucharlo, pero su tacto y esencia estaban
alrededor de ella, y era consumida por ello. Sus ojos se cerraron mientras se abría
a sí misma a ello. Durante tres días no se había permitido estar cerca de él, no se
había permitido la comodidad de su presencia, y ahora estaba empapada en él.
Su lobo quería reír de alegría bajo la atención de su compañero. Quería rodar y
jugar y nunca separarse de él otra vez. Alina quería lo mismo.
«Estoy siempre contigo, Mina, como siempre estás conmigo».
«No es lo mismo». Lo que le iba a decir a continuación se cortó cuando
sintió que sus brazos se envolvieron alrededor de ella. Sus ojos se abrieron de
golpe y se dio cuenta que esta vez realmente era él. La llevó con fuerza contra él,
su mano acariciando su cabello. Sus labios estaban cerca de su oído, y ella pudo
oírlo susurrarle palabras de amor y comprensión.
—Sé que no es lo mismo. Ojalá pudiera darte lo que quieres, lo que yo
quiero, pero vamos a tener que ser pacientes. —Él se echó hacia atrás para
mirarla. Sus pulgares acariciaron suavemente sus mejillas, secándole las lágrimas
que ella no se había dado cuenta que había derramado—. Me rompe el corazón
verte triste —le dijo suavemente.
—Me rompe el corazón saber que vas a irte, así que estamos a mano. —
Los labios de Alina temblaron cuando él rió de su petulancia. Sus brazos se
apretaron ligeramente y la piel de ella ardió cuando se dio cuenta que estaban
solos y siendo muy cariñosos. Era extremadamente impropio, y si su padre los
encontraba así, sabía que iba a morir de vergüenza.
—Mina, eso no se aplica de la misma manera para nosotros como lo hace
para un hombre o mujer soltero —le dijo, obviamente, capturando sus
pensamientos. 88
—Somos solteros —señaló ella.
Él negó con la cabeza.
—No, no lo somos —dijo enfáticamente—. Somos compañeros; solo que
aún no nos hemos vinculado. Mientras que yo no robe tu virtud, estoy en mi
derecho a abrazarte y tal vez incluso robarte un beso. Lo impropio sucede cuando
un macho y hembra que no están destinados a estar juntos fraternizan. Eso mi
amor, sería extremadamente impropio.
Antes que pudiera detenerlo, su mente saltó a la noche en la que Serghei la
había besado. Vasile dejó caer los brazos inmediatamente y se alejó de ella. El
rechazo dolió, pero ella no podía culparlo. Ella tampoco querría ver a otra mujer
besándolo.
—No te estoy rechazando, Mina. —El gruñido profundo de su garganta y
los ojos brillantes le mostraron lo cerca que su lobo estaba de la superficie—.
Tenía miedo de hacerte daño. Al parecer, mi lobo y yo estamos de acuerdo que
escuchar sobre el beso y verlo son dos cosas muy diferentes. Es una buena cosa
que no vi en tus pensamientos mientras estaba al lado del cachorro. Lo habría
lastimado. Eso sería tan irrespetuoso como él poniendo su boca sobre la tuya. —
Su gruñido fue amenazante y Alina se encontró dando un paso atrás.
Ella lo observó durante varios minutos mientras recuperaba su control y
luego un pensamiento se le ocurrió.
—¿Por qué no me has besado? —Sintió una oleada de deseo golpeándola,
que la hizo tropezar, y sus ojos se abrieron cuando se encontró con su mirada aún
brillando intensamente.
—Debido a que no tienes la edad, mi amor, y un beso no es todo lo que
querría. Dejémoslo así por ahora. —Se dio cuenta que él estaba avergonzado, lo
cual era una cosa extraña de ver ya que Vasile siempre era tan seguro de sí mismo.
Pero si él no quería hablar de eso, entonces ella no lo empujaría.
—Quiero preguntarte algo, pero no quiero incitar tu ira —dijo él,
cambiando de tema.
—Entonces supongo que deberías elegir tus palabras sabiamente. —Alina
frunció el ceño mientras lo miraba, y le gustó ver la expresión de asombro en su
rostro ante su audacia.
Él se aclaró la garganta antes de finalmente preguntarle.
—¿Sobre tus marcas? —Hizo una pausa, obviamente esperando a ver si iba
a gruñirle como lo había hecho la otra noche. Ella simplemente se le quedó
89
mirando de la forma en que su padre había hecho tantas veces con ella cuando le
hacía preguntas difíciles—. Nunca debí haberte pedido verlas delante de tu padre,
o cualquier persona para el caso. Son un asunto muy privado entre una mujer y
su compañero. Te falté el respeto, y por eso te debo disculpas. ¿Qué puedo hacer
para demostrar mi arrepentimiento por faltarte el respeto así, mi compañera?
Alina sintió su boca caer abierta y la cerró rápidamente. No había esperado
sus palabras. En un principio, tan pronto como él dijo la palabra marcas, ella
asumió que iba a preguntarle si habían aparecido. Pero una vez más Vasile Lupei
la sorprendió. Miró fijamente a sus ojos azules mientras consideraba su petición
y sintió que su corazón se aceleró al darse cuenta de lo que quería que hiciera.
—Un beso —exhaló antes de perder el valor—. Quiero un beso de mi
compañero por faltarme el respeto. —Se dio cuenta que él no había estado
esperando su respuesta. Al parecer, ambos eran buenos para sorprenderse
mutuamente.
Sus ojos no se apartaron de ella mientras tomaba pasos lentos y medidos
hasta situarse a centímetros de ella. Alina inclinó la cabeza hacia atrás para
mirarlo a los ojos y trató de mantener su respiración nivelada. Cuando sus brazos
llegaron a su alrededor, una mano agarrando su nuca, mientras que la otra se
envolvía alrededor de su pequeña cintura acercándola contra él. Él inclinó su
cabeza hacia atrás aún más, y cuando su cabeza bajó, los ojos de ella se cerraron.
Sus labios se separaron ligeramente mientras esperaba saborearlo. El beso nunca
llegó. Su cabeza siguió bajando hasta que sus labios estuvieron al lado de su oreja,
con su aliento cálido soplando las hebras de su cabello alrededor y calentando su
piel.
—Todo en mí quiere darte lo que quieres —susurró él con su voz profunda
y grave, y ella sabía que estaba diciendo la verdad. Incluso con su falta de
experiencia, podía oír el deseo en su voz, y más que eso podía sentirlo a través de
su vínculo—. Pero esto no puedo, no aún. —Presionó los labios contra su cuello,
justo debajo de la oreja de Alina. Antes de apartarse, él mordisqueó su piel lo
suficiente como para picar pero no sacar sangre—. Mía —susurró y luego besó el
punto sensible calmando el lugar donde sus dientes acababan de haber estado.
Alina se contentó que él la sostuviera por unos pocos momentos más
porque estaba segura que si se hubiera alejado inmediatamente después del beso
en su cuello se habría caído sin ninguna gracia al suelo. Su cuerpo entero se sentía
caliente y hormigueaba, incluso en lugares que nunca antes hormiguearon. Ese
pensamiento la hizo reír con nerviosismo, y no estaba segura si era porque estaba
de alguna manera borracha en su aroma o porque en su mente las palabras
90
sonaban ridículas.
—Creo que es tiempo de llevarte a casa, mi amor —le dijo suavemente
mientras se alejaba, pero no la dejó ir hasta que estuvo seguro que no se
derrumbaría.
—¿También estás sintiendo el hormigueo? —preguntó ella inocentemente.
La mandíbula de Vasile se apretó y sus ojos se entrecerraron cuando ella le
sonrió impertinentemente.
—No eres nada más que problemas, Mina —murmuró mientras tomaba su
mano y empezaba a dirigirla hacia su casa.
Después de algunos momentos de silencio, mientras caminaban, ella hizo
la única pregunta de la que en realidad no quería la respuesta.
—¿Cuándo te vas?
—En tres días —respondió él. Sintió su mirada sobre ella pero mantuvo la
suya en línea recta. Quería ser fuerte. Si iba a ser la compañera de un Alfa, tenía
que ser fuerte, así que contuvo las lágrimas y subió sus labios en una sonrisa hasta
que finalmente se encontró con su mirada.
—¿Qué haremos hasta entonces?
Él rió entre dientes mientras se acercaba a ella y tomaba una de sus manos
entre las suyas.
—Hasta entonces voy a pasar contigo cada minuto del día con la intención
de hacerte caer irremediablemente enamorada de mí.
Ella le sonrió.
—Quizás serás tú el que se va a enamorar irremediablemente de mí.
Su sonrisa desapareció cuando la jaló más cerca de él.
—Ese destino estaba sellado antes de que alguna vez me conocieras. Te he
amado desde el primer minuto en que puse mis ojos en ti.
—¿Cuándo fue eso? —Su voz sonó jadeante pero estaba más allá de
sentirse avergonzada por su reacción hacia él.
—En el mercado hace más de un año. Estabas defendiendo a una mujer de
uno de los comerciantes. Fuiste tan feroz, tan segura de ti misma. Tuve que
arrancar mi mirada de ti por temor de que alguien pensara que era un depravado
por mirar fijamente a alguien tan joven. Estaba confundido por mi reacción hacia 91
ti. Eras joven y no tan joven al mismo tiempo. Eras hermosa y desde entonces ha
habido muchas noches en las que he tenido que apartar tu rostro de mis
pensamientos. Simplemente eras demasiado joven.
—Dijiste que era hermosa —lo incitó.
Él asintió.
—Sí, lo eras.
—¿Qué soy ahora si era hermosa?
Él pasó un dedo por debajo de la línea de su mandíbula y su cuello.
—Ahora Mina, eres impresionante. Hermosa es un término demasiado
mundano para ti. Es una buena cosa que no te he visto en el mercado
recientemente.
—¿Por qué? —Sus palabras fueron apenas un susurro.
—Porque te habría raptado y llevado a mi guarida y, si eso sucedía, no creo
que hubiera sido capaz de dejarte ir a pesar del hecho de que todavía tienes un
año hasta que estés en edad.
—Increíble.
Él rió entre dientes.
—No, amor, increíble ni siquiera empieza a cubrirlo.

—¿Estás seguro de que nadie te siguió? —preguntó Ivan a Emilian cuando


el pequeño grupo de conspiradores de las dos manadas estaban de pie en una
choza abandonada. Once en total, ocho hombres y tres mujeres de las manadas
del Este y Oeste acordaron reunirse cuando Emilian les informó que tenía la
prueba de que Vasile no tenía que ser el Alfa de la manada del Este.
—Creo que soy capaz de ser discreto cuando es necesario —respondió
Emilian mientras veía por encima del grupo. Estaba esperando a más. Pero quizás
era algo bueno que pocos se hubieran presentado. Más lobos significaban más
oportunidades de que su secreto fuera expuesto. Él no quería que nada fuera
revelado hasta que el momento fuera el adecuado, y estuviera seguro que Vasile
pudiera ser eliminado. Ahí estaban siete en total de la manada del Este: Anton y
su compañera Mara, Aurel, Calin y su compañera Lizuca, Drin y Costel. 92
Anton, quien era el más dominante del grupo, le había informado que
había otros que se presentarían una vez que tuvieran la prueba definitiva para
alzarse contra su Alfa.
—Así que, ¿cuáles son las noticias importantes que estabas tan decidido a
compartir con nosotros? —preguntó Anton.
Emilian sonrió.
—Oí por casualidad a mi Alfa y su compañera hablando anoche y me
encontré con algunas noticias muy inquietantes que pensé que tu manada debería
tener en cuenta, especialmente dado que se refiere a tu nuevo Alfa.
—Va a tener que ser muy condenatorio para que la mayoría de la manada
se alce contra él. Es muy querido —dijo Costel sin reservas.
—Todo el mundo tiene esqueletos ocultos. —Los ojos de Emilian
destellaron peligrosamente—. Vasile no es diferente que el resto de nosotros y
debería responder por sus secretos ya que él es el líder. Debería mantener unas
normas más estrictas que el resto de nosotros por eso.
—¿Por qué estás tan preocupado por el bienestar de nuestra manada? —
preguntó Drin con sus ojos entrecerrados.
—Solo hay una manera para ascender de nivel en una manada; sabes eso.
Aurel frunció el ceño.
—¿Piensas tomar el lugar de Vasile?
—¿Qué hay de su segundo? —comentó Mara, la compañera de Anton.
Emilian cruzó los brazos sobre su pecho y se irguió en su metro ochenta y
cinco de estatura.
—Yo voy a asumir el lugar de Vasile si llegamos a eso, así como cualquier
otro tiene el derecho a desafiarlo. Los fuertes son los que deberían liderar. Su
segundo no puede hacerse cargo si su Alfa es superado en un desafío, solo puede
hacerlo si Vasile muriera de causa natural como por el ataque de un animal o una
enfermedad.
—¿Y si uno de nosotros quiere desafiarlo? —preguntó Anton.
Emilian abrió sus manos frente a él como si dijera adelante.
—Entonces, ¿cuáles son las noticias que tienes? —preguntó Marian, una
de las compañeras de su manada, sonando impaciente.
93
—Por lo que oí de casualidad de mis Alfas, Stefan y su compañera
Daciana, no eran compañeros verdaderos.
La habitación se quedó en silencio, ni siquiera el sonido de una respiración
penetró la quietud. Emilian observó con satisfacción mientras la manada de lobos
de Vasile digería la información con evidente dificultad. Ellos no querían creerlo,
pero también sabían lo cerca que habían sido Anghel y Stefan.
—¿Tu Alfa lo supo todo el tiempo? —preguntó Aurel.
Emilian negó con la cabeza.
—No, Vasile fue el que le dijo. Anghel y su compañera estaban
conmocionados.
—Si ellos no eran compañeros verdaderos, entonces, ¿por qué ella murió
cuando él lo hizo? —preguntó Lizuca, la compañera de Calin, con escepticismo
escrito por todo su rostro como duendecillo.
—Ella se envenenó —respondió sin titubear.
—Entonces no hay una manera de demostrarlo —señaló Drin.
Emilian rió entre dientes.
—Es evidente que nunca han intentado un golpe de estado. Tienen que
pensar, mirarlo por todos los ángulos. No tenemos que saber cómo murió. Hay
otras formas de saber si eran compañeros verdaderos.
Los ojos de Mara se ampliaron cuando una serie de ideas la alcanzaron.
—Sus marcas.
Emilian aplaudió con una sonrisa malvada.
—Exactamente, loba.
—¿Cómo exactamente vamos a revisar sus marcas? —Costel frunció el
ceño.
Emilian se encogió de hombros como si estuvieran hablando del clima.
—Vamos a exhumar sus cuerpos.

94
Cine n-a gustat amarul, nu stie ce e zaharul.
Si no hubiera nubes, no disfrutaríamos del sol.

Traducido por Jadasa Youngblood y Liebemale


Corregido por LizC

e vas mañana —murmuró Alina mientras se sentaba


sobre el suelo junto al río con la cabeza de Vasile en su
regazo. Pasó sus dedos a través de su cabello, amando
la manera en que las hebras cosquillearon su piel y
amando aún más que solo ella tuviera el derecho de tener sus dedos en su cabello
espeso y oscuro.
—Hmm —respondió él.
95
Ella sonrió. Sus ojos se encontraban cerrados y estaba casi ronroneando
bajo sus cuidados. Tres días habían pasado volando. Habían sido inseparables,
excepto por la noche, cuando eran obligados a dormir separados, e incluso
entonces, él había dormido en el lado opuesto a ella con solo la pared de la cabaña
entre ellos. Cada noche se quedaba dormida con el sonido de su profunda voz
contándole relatos de su vida, el poco tiempo que recordaba con su hermano, y
los años que había tenido con sus padres. Era obvio que él amaba mucho a su
familia y ella sufría por su pérdida. Estaba solo, dejado atrás con una manada que
había estado cayéndose a pedazos a su alrededor sin darse cuenta. Le contó cómo
la mente de su padre había comenzado a fallar, y que por eso no había estado
prestando atención a la manada. Pudo sentir su culpa y eso también rompió su
corazón.
—¿En qué estás pensando tan profundamente? —le preguntó en voz baja.
Miró hacia abajo y vio que había abierto sus ojos y estaba observándola.
Se sonrojó bajo su mirada. Estaba muy segura que nunca superaría que alguien
tan guapo le prestaba atención, ya sean compañeros o no.
—Estoy triste por ti. Tienes tanto sobre tus hombros y nadie con quien
compartirlo.
—Te tengo a ti —le dijo mientras extendía su mano y pasaba sus dedos por
su mejilla.
—Pero no puedo estar contigo, no realmente.
—Mina, simplemente saber que estás aquí, esperando por mí, por ahora es
suficiente.
Mientras lo miraba, sintió que abrió aún más su vínculo para que así
pudiera ver sus recuerdos. Sonrió ante el recuerdo de la primera vez que la había
visto. Para él, ella era de una belleza indescriptible. La veía en una manera en la
que nunca se había imaginado a sí misma, y le cautivó saber que se encontraba
tan atraído por ella. Vio su dolor en los recuerdos de su padre, y antes de que él
pudiera detectarlo, ella vio a su madre con algo en su mano y sintió el dolor de
Vasile.
—¿Qué fue eso? —preguntó ella sin aliento por el intenso ataque de
emociones emanando de él.
Él se incorporó bruscamente y pasó sus manos por su cara. Podía decir que
no quería hablar de ello, y sin embargo, quería que ella lo supiera porque quería
que lo supiera todo de él. 96
—Mis padres no fueron lo que parecían ser —comenzó.
Vasile dejó escapar un profundo suspiro cuando comenzó a contarle a su
verdadera compañera sobre sus padres. Estaba avergonzado y sin embargo, sabía
que si le decía, no lo juzgaría. Su Alina era un alma amable y comprensiva, y si
alguien podía entender por lo que pasaba, sería ella.
Lo escuchó sin interrumpirlo, pareciendo entender que necesitaba sacarlo
todo. Al igual que una presa rompiéndose al abrirse, la historia salió de él con
todos los detalles sangrientos. Y a pesar que fue cruel revivirlo, cuando finalmente
terminó, se sintió como si un millar de kilos, que ni siquiera se había dado cuenta
que había estado llevando, se levantó de su pecho. Su corazón aún estaba latiendo
fuertemente en su pecho por los recuerdos de encontrar a su padre en un desastre
sangriento hecho por su propia mano. Nunca había querido borrar tanto sus
recuerdos como esas imágenes, no podía recordarlo. Finalmente se giró hacia ella
y de inmediato la tomó entre sus brazos.
Ella estaba llorando en silencio, su pequeña Luna, devastada por él. No se
molestó en bloquearle sus emociones y las sintió todas a la vez: ira contra sus
padres por ponerlo en esa posición, admiración por su madre al haber amado a
un hombre que no era su verdadero compañero durante tanto tiempo, y dolor por
su padre, por lentamente enloquecer. Sin importar el amor que le tenía su
compañera, no era suficiente.
—No malgastes tus preciosas lágrimas por mí, amor —le susurró—. Es una
historia triste, pero fueron sus elecciones y solo ellos son los responsables.
—Puede ser —dijo ella con sollozos silenciosos—. Pero ellos… te
dejaron… para lidiar con las consecuencias. —Sus palabras salieron
interrumpidas por las rápidas respiraciones causadas por sus lágrimas.
Cuando comenzó a temblar, la llevó firmemente contra él como si sus
brazos serían suficientes para mantenerla unida. Odiaba que contárselo le hubiera
causado tanto dolor, pero entonces sabía que esa era la manera entre los
compañeros verdaderos. Sentían profundamente el uno al otro, y cuando uno
sufría, ambos sufrían. Cuando uno se alegraba, ambos se alegraban. Sabía que a
pesar de que habría momentos cuando la verdad sería difícil para ella, él no le
ocultaría las cosas. Era su compañera, su igual, su amada, y solo ella merecía
saberlo todo… incluso sus secretos más oscuros y dolorosos.
—Vasile, nadie debe saberlo —dijo de repente, su voz insistente a medida
que se apartaba para así poder mirarlo—, ni siquiera mis padres. Si algún lobo
inadvertido en la manada tuviera esa información… —Sus palabras se
97
desvanecieron mientras sus ojos se abrían de par en par ante la comprensión de
lo malo que sería.
—Lo sé, Alina. Solo otro sabe la verdad, y no hablará de ello.
—¿Estás seguro?
Asintió.
—Anghel era uno de los mejores amigos de mi padre, sin importar el hecho
de que fueran Alfas de manadas diferentes. Se respetaban mutuamente y ese
respeto continuará más allá de la tumba. —Se puso de pie entonces, aún
sosteniéndola en sus brazos, y comenzó a caminar hacia su casa. Era de noche y
tiempo de llevarla a su hogar—. Es tarde y necesitas descansar. Seguramente te
he agotado con mis sórdidos secretos familiares.
Sacudió su cabeza contra él.
—Ninguno de nosotros es perfecto, Vasile. Todos tenemos cosas oscuras
escondidas en nosotros que preferiríamos que nunca vean la luz del día.
Su lobo se animó ante su admisión.
—Oh, Mina, por favor dime, ¿qué cosas oscuras tienes escondidas? —Bajó
el tono esperando que sugestivamente escuchara la diversión en el mismo y el
deseo de conocerla aún más.
Ella se echó a reír.
—Creo que esperaré hasta llevar tus marcas y tu mordida, antes de ir más
profundo en mis detalles más específicos.
—No hay nada que jamás podrías decirme que me aparte de ti. —La dejó
gentilmente en la puerta de su casa y levantó su mentón para mirarla—. Estás
atrapada conmigo Luna mía, para siempre.
Ella sonrió y su corazón casi se detuvo, al saber que eso era para él y solo
él.
—En un par de siglos, cuando estés gruñéndome enfadado, te recordaré tus
palabras de esta noche, Alfa. —Entonces, para su sorpresa y absoluto placer se
estiró de puntillas y presionó un rápido beso en su barbilla antes de meterse
rápidamente en la cabaña cerrando la puerta tras ella.
Se rió de su audacia mientras vagaba hasta su lugar habitual para dormir.
Se quitó sus ropas, doblándolas para la mañana, y luego cambió a su forma de
98
lobo. Se acomodó contra el costado de la cabaña y esperó.
«Buenas noches, Vasile», su voz rozó su mente.
Su lobo retumbó de satisfacción.
«Buenas noches, Mina».
Los ojos de Alina revolotearon abriéndose cuando sintió algo rozando sus
labios. Parpadeó varias veces para ver el atractivo rostro de Vasile entrar en su
visión. No pudo detener la sonrisa que se extendió por su cara.

—Es hora de que me vaya.


Y solo así, la sonrisa de la noche anterior se había ido. Sus palabras fueron
como un trozo irregular de vidrio cortando a través de su pecho hasta que su
corazón se encontraba expuesto a los duros elementos, sin la protección ni la
seguridad de su cuidado. Asintió mientras se sentaba y apartaba el cabello de su
cara. Alina sabía que debía importarle que él estuviera viéndola en ese estado,
pero se encontraba llena de demasiada tristeza para que le importe.
Él se puso de pie para darle espacio y ella lo siguió mientras enérgicamente
trenzaba su cabello bajando su espalda y enderezaba sus ropas. Había estado tan
cansada la noche anterior, que ni siquiera se había molestado en cambiarse la
ropa para dormir.
—¿Puedo caminar contigo? —le preguntó ella formando la sonrisa más
valiente que pudo reunir.
—Me gustaría eso —respondió él con su propio dolor entrelazando sus
palabras.
Caminaron de la mano en silencio hasta el borde del bosque donde sus dos
guerreros habían partido hace solo unos días, pero para Alina se sentía como
meses. Durante tres días, había vivido en una burbuja rodeada de Vasile. Había
pensado tontamente que no iba a llegar a su fin, sin embargo, aquí se encontraba
de pie a punto de decirle adiós. Por cuánto tiempo no tenía ni idea. Estaba
asustada de darse la vuelta y mirarlo, aterrorizada de que vea la desesperación
que sentía, avergonzada por su necesidad.
—Te necesito incluso más —le dijo en voz baja mientras le daba la vuelta
hacia él a pesar de su deseo de evitar que la vea—. No tienes necesidad de sentirte
avergonzada, Mina. Puedes mirar en mi interior y ver lo desesperado que estoy
99
por llevarte conmigo. Temo que si ves cuán fuertemente nos sentimos mi lobo y
yo por ti, huirás.
Cuando lo miró, se sorprendió al ver el brillo de humedad en sus ojos. Las
lágrimas nunca cayeron, pero la angustia de lo que sentía estaba claramente ahí.
Necesitaba ser fuerte por los dos porque él no exageraba. Dejó ir su propio dolor
el tiempo suficiente para mirar a su compañero y contuvo el aliento al darse
cuenta de lo cerca que estaba de llevarla con él, sin importar las consecuencias.
—Podemos hacer esto —dijo ella con una pequeña sonrisa mientras
levantaba su mano hasta su mejilla permitiéndole a su piel tocarlo. Él giró su cara
en la palma de ella, tomando una respiración profunda y luego presionando un
suave beso en la misma—. No voy a ninguna parte. Estaré aquí, esperando por ti
en dos años. Haz lo que necesites con el fin de ayudar a nuestra manada a sanar,
y cuando llegue el momento, terminaremos esto.
La sonrisa maliciosa que se extendió por su deliciosa boca hizo que se le
aceleraran los latidos de su corazón.
—Ciertamente terminaremos esto, amor, y será más pronto que tarde.
Estaba segura que la besaría, esperaba más allá de la razón que la acercara
aún más a él y presionara sus cálidos labios en los de ella, pero no lo hizo. En
lugar de eso, los presionó contra su frente y luego la sostuvo fuertemente contra
él por varios minutos. No dijo nada, no en voz alta, pero la abrumó con su amor
a través del vínculo haciendo que su vientre se contrajera contra el asalto. Cuando
finalmente se apartó, la miró a los ojos por última vez y luego se dio la vuelta para
salir corriendo a toda velocidad y cambiando de forma mientras lo hacía. Había
sentido la determinación que tomó en él apartarse de ella y lo profundo que le
dolió el dejarla ir, y se preguntó si alguno de ellos sanaría del dolor que estar
separados por tanto tiempo seguramente les causaría.
Pudo sentirlo restringiendo el vínculo, intentando evitarle soportar su
angustia. Por ahora se lo permitiría, pero no por mucho tiempo. Él era de ella, y
de ahora en adelante no lo dejaría soportar solo el dolor.
—Nunca más mi amor —le dijo al pequeño punto en que se había
convertido su compañero contra el gran bosque extendiéndose ante ella—. Nunca
más sufrirás solo.

100
Vasile desaceleró a un trote una vez que se encontró a dos kilómetros de su
hogar. Necesitaba tomar el control de sus emociones antes de que alguien lo viera.
Los Alfas no tenían el lujo de estar fuera de control. Era visto como débil, y la
debilidad era algo que no podía permitirse. Su instinto le decía que algo se
aproximaba, y no creía que fuera una buena cosa. Cuando el castillo de la manada
apareció a la vista, por primera vez en su vida, no fue una vista agradable, no
porque él no lo amara, sino porque su compañera no estaba ahí esperándolo. En
su lugar, ella se encontraba a ciento sesenta kilómetros en la dirección opuesta
sintiendo el mismo dolor que crecía en él con cada kilómetro que se movía más y
más lejos. Se detuvo bruscamente y echó su cabeza hacia atrás cuando un
profundo aullido lastimero salió de él. Decir que su lobo era infeliz era como decir
que el océano era solo un estanque. Apenas podía contenerlo, y realmente no
sabía cuánto tiempo sería capaz de evitar que la bestia fuera tras su compañera.
Honestamente, la cosa estaba entre quién perdería el control primero: el hombre
o el lobo.
A medida que su aullido murió, escuchó los aullidos en respuesta de su
manada. Trató de evitar que sus emociones se filtraran en ella, pero los lobos más
cercanos a él sintieron algo, aunque solo fuera una pequeña cantidad de su dolor.
Era probable que pensaran que todavía era por la muerte de sus padres. No tenían
ni idea de que acababa de dejar atrás a su compañera, sin vincularse y sin marcar.
Y algo le decía que necesitaba mantener en secreto el hecho de que la había
encontrado. Por lo menos, su padre le enseñó a escuchar su intuición. A menudo,
el lobo comprendía cosas antes de que el hombre lo hiciera y por eso lo escuchó.
También se aseguraría de que Nicu e Ion no dijeran ni una palabra a nadie. Estaba
muy seguro que no hablarían de ello hasta que él se los permitiera, pero era mejor
ser claro al respecto en lugar de hacer suposiciones.
Cuando entró en el castillo de nuevo en su forma humana y se vistió con
ropas que habían dejado en la entrada trasera para los lobos que las necesitaran,
se fue directo al estudio de su padre. Mi estudio, se recordó. Sus primeros tres se
encontraban ahí, esperando por él. Hizo un gesto a Ion de cerrar la puerta y luego
se dio la vuelta para enfrentarlos. De inmediato, los tres dejaron caer sus miradas.
Al parecer, no estaba tan bajo control como pensaba.
—Alin, ¿qué sabes? —le preguntó a su segundo.
Alin levantó su mirada, pero se aseguró de evitar que sus ojos encontraran
los de Vasile.
—Ion y Nicu me pusieron al día sobre cómo están las cosas en las aldeas.
Envié la ayuda que solicitaste y he estado esperando para ver qué más te gustaría
101
hacer.
Vasile miró a Ion y a Nicu deliberadamente.
Ion fue quien habló primero.
—Nos imaginamos que si querías que los demás sepan otra cosa, les dirías
tú mismo.
Vasile asintió.
—Gracias por su discreción. —Comenzó a pasearse mientras consideraba
a sus tres primeros lobos. Por lo que sabía, su padre había confiado explícitamente
en ellos. Pero una vez más, sintió a su lobo instándole a actuar con cautela.
—Tuve un pequeño problema con el que tuve que lidiar en la aldea más
alejada. Uno de los lobos más jóvenes se estaba extralimitando con las mujeres
debido a que estaba decidido a encontrar a su verdadera compañera. Su familia
es leal y no quiero que su nombre sea manchado, ni quiero el nombre del cachorro
propagándose por toda la manada ensuciando su reputación. Me encargué de él
y entiende las consecuencias si comete el error de nuevo. —Vasile miró hacia Alin
mientras hablaba. Lo que decía era verdad hasta cierto punto, y era factible que
un incidente de este tipo necesitaría mantenerse en silencio. Solo esperaba que
Alin lo aceptara como la información que Ion implicó que habían retenido.
Alin asintió.
—Es difícil esperar por nuestras verdaderas compañeras. —Sus palabras
implicaron empatía hacia el joven lobo que estaba desesperado, pero sus ojos
carecían de emoción.
Vasile los despidió y tan pronto como la puerta se cerró llegó hasta ella.
«¿Estás bien, Mina?» Trató de mantener el dolor que estaba sintiendo por
la distancia lejos de su voz, pero sabía que no iba a ser capaz de ocultarlo todo.
Él sintió su sorpresa al oírle, y eso trajo una sonrisa a su cara mientras se
imaginaba sus ojos brillando con su sonrisa pícara.
«Lo estoy, ¿y tú?» Su voz fue como una lluvia de verano después de meses
de días calurosos y secos. Fluyó sobre él y a través de él, templando los lugares
ya marchitos en su interior.
«No han pasado más de un par de horas desde la última vez que te vi, y me
encuentro luchando para no correr directamente hacia ti», admitió sin vergüenza.
«¿Cómo voy a sobrevivir a esto, Alina?» 102

Alina podía sentir su confusión como si fuera la suya propia. La frustración


que entrelazaba sus palabras excavó profundamente en su alma añadiendo más a
su propio tormento. No era tan simple echar de menos al que amabas. Era una
desesperación nacida de no poder respirar sin él cerca, como si tus pulmones no
funcionaran debido a la ausencia de su amor. Se apoyó en la puerta de su cabaña
a la que había estado a punto de entrar al oír su voz. Le temblaban las manos y el
corazón le latía con tanta fuerza que estaba segura que dejaría un moretón en la
parte exterior de su pecho. No sabía qué decirle o cómo consolarlo cuando ella
misma sufría con el dolor del agujero en su interior.
«Vas a sobrevivir, porque tienes que hacerlo», le dijo ella en lo que esperaba
fuera una voz severa. Lo único que se le ocurrió hacer en ese momento fue apelar
al dominante en él, para atraer el sentido de obligación que un Alfa siente hacia
su manada y ocuparse de eso en lugar de la agonía de su separación. «Los dos
tenemos cosas por hacer; concéntrate en esas cosas, Vasile. Tienes que ser un Alfa
en estos momentos. Tienes que restaurar nuestra manada para que podamos
prosperar. Yo no voy a ninguna parte. Estaré en el mismo lugar donde me dejaste
cuando sea el momento en que vengas por mí». Las siguientes palabras que
salieron de su mente destrozaron su ya roto corazón, pero era lo único que se le
ocurrió hacer para mantenerlos a ambos cuerdo. Si continuaban alimentando su
lamento y dolor, con el tiempo ninguno de los dos sería capaz de funcionar.
«Entiendo completamente cómo te sientes, mí Alfa; necesito que escuches eso.
Ni siquiera la mitad de un día ha pasado, y estoy siendo incapacitada por las
oleadas de emociones que no solo están fluyendo de mi propia alma, sino de la
tuya también. No puedo vivir así, Vasile, no durante dos años. Necesito un poco
de espacio. No estoy abandonándote», añadió rápidamente cuando sintió su
temperamento estallar. «Te estoy pidiendo que me ayudes a soportar esto al
restringir un poco el vínculo, de modo que gran parte de nuestras emociones no
inunden la mente del otro. Sé que no vas a admitirlo, pero tú también necesitas el
espacio».
«¿Por cuánto tiempo?», espetó él.
«Hasta que seamos capaces de controlar nuestras propias emociones,
tenemos que aceptar la situación, y nuestros lobos tienen que aceptar la situación
antes de que seamos capaces de tolerar el dolor». Ella esperó su respuesta
apretando los dientes para no rogarle que regrese por ella.
103
«¿Esto es realmente lo que quieres?»
Su mente gritó: ¡No!
«Sí», respondió ignorando el lobo gruñendo dentro de sí misma. «Quiero
lo mejor para nosotros, y creo que por ahora esto es lo mejor». Sabía que estaba
usando sus propias palabras en su contra, pero estaba desesperada para que
aceptara la situación de modo que ella pudiera cerrar el vínculo lo suficiente para
que él no la sintiera caer al suelo en un charco de lágrimas.
«Qué así sea». Su voz fue fría, como si él hubiera eliminado las emociones
de la ecuación y fuera ahora simplemente un observador. «Te amo, Mina, e iré
por ti tarde o temprano». A pesar de las palabras que acababa de confesar, no se
sintió reconfortada por él. Sintió que él se apartó del vínculo, sintió las paredes
elevarse, y entonces estaba sola. Había hecho lo que le había propuesto hacer, y
mientras se deslizaba hasta el suelo, mordiéndose el labio inferior para no gritar,
se preguntó si acababa de cometer un error que podría ser irreversible así como
irreparable.
Vasile imaginó las paredes elevándose en su cabeza mientras cerraba el
vínculo entre ellos. Ni siquiera un día, infiernos, ni siquiera la mitad de un día y
ya un abismo se había abierto entre ellos. Algo había sucedido en su interior
cuando su compañera le dijo que quería espacio. Toda la oscuridad que ella había
ahuyentado había regresado como un maremoto y en lugar de luchar contra ella,
la abrazó. La acercó más a él y apartó el dolor, la desesperación y necesidad de
su verdadera compañera, y en su lugar aceptó la única cosa que aún no lo había
abandonado.
Su hermano lo había dejado, sus padres lo habían abandonado, y ahora la
única persona que necesitaba más que cualquiera de ellos le había dicho que
restringiera el vínculo. Resopló con disgusto ante sus palabras tranquilizadoras,
restringir el vínculo, como si ella no estuviera diciendo “cierra la maldita cosa
porque no puedo hacer frente a tu angustia”. Era joven, y él probablemente no
estaba siendo justo con ella, pero en ese momento lo único que sabía era que ella
tenía que dejarlo ir porque dolía demasiado tratar con él.
Quería espacio, bien; entonces él le daría todo el espacio en el mundo; y
cuando tuviera dieciocho años, le seguiría dando espacio; diecinueve, más
espacio. Y cuando el número mágico veinte llegara, él la reclamaría, la vincularía
a él, y luego una vez que consolidara el vínculo entre ellos, él le diría que
104
necesitaba un poco de maldito espacio. Le haría sentir lo que acababa de hacerle
a él. Dejaría que ella se pregunte si realmente la deseaba. Le recordaría el día que
ella rechazó su alma, ya que era más de lo que podía manejar.
Se sentó en la silla que una vez fue de su padre. Su respiración surgiendo
forzada con la rabia que estaba empezando a enrollarse alrededor de su corazón
exprimiendo la poca compasión que le quedaba. Un golpe en la puerta llamó su
atención, y levantó la mirada para ver a Ion de pie justo en la oficina.
—¿Sí? —Su voz, calmada y suave, era una completa contradicción con la
feroz tormenta dentro de él.
—Supongo que no confías en Alin, ya que no le dijiste sobre tu compañera
—dijo mientras observaba a Vasile cuidadosamente. Ion sabía todo sobre su vida
y lo conocía bastante bien. Sería difícil ocultar la oscuridad de él, pero no
imposible; después de todo, nació de dos embaucadores que fueron maestros en
su oficio.
—Los únicos que están al tanto de que ella es mi compañera, además de ti
y Nicu, están en la aldea de Alina, y hablé con su padre para asegurarme que
ninguno de ellos hable al respecto. A partir de ahora no hay compañera. —Vio la
sorpresa y luego sospecha en los ojos de su tercero y agregó—: Por su seguridad,
por supuesto. Hasta que estemos seguros que todos en la manada vean atendidas
sus necesidades y una vez más se sientan significativos, no les daremos nada que
puedan usar en mi contra.
—Si eso es lo que crees que es mejor para ella —dijo Ion lentamente.
Vasile estaba empezando a detestar absolutamente esas palabras, lo que es
mejor para ella. ¿Qué hay de lo que era mejor para él?
—La compañera de Nicu tiene previsto realizar una ceremonia para honrar
a tus padres. Ahora que has visitado a todos y te has dado a conocer, es el
momento de dejarlos descansar. Se celebrará en cinco días… —Hizo una pausa
antes de continuar mordazmente—, se invitará a la manada entera y estarán
esperando atender.
Vasile no hizo comentarios sobre la información. Él simplemente observó
a Ion rascar su cuello y luego irse cerrando la puerta tras él. Ella estaría allí y él
sería incapaz de sostenerla o pedirle que lo sostenga mientras se lamentaba por
sus padres, sus Alfas.
En una multitud de más de cientos y su compañera presente, estaría solo.
Su pecho retumbó mientras abrazaba el dolor y dejaba que alimentara al demonio 105
en su interior. Era un Alfa ahora; tenía que hacer lo que fuera necesario para
cuidar de su manada. Tendría que sacrificar sus propias necesidades y deseos para
ser capaz de mantener el control, y con una manada tan grande como la suya,
con tantos dominantes como había, controlarlos era de suma importancia. Él no
tenía lugar para la debilidad ni tiempo para alguien que, sin duda, requería su
atención y energía cuando había tanto por hacer.
Tal vez ella tenía razón, tal vez, el espacio era de hecho lo que necesitaban
para poder hacer lo que era necesario por el bien de los demás. Había sobrevivido
sin ella durante un siglo, y sobreviviría sin ella durante otro si eso es lo que se
necesitaba de él.

—No ha comido en cuatro días, Petre. —Alina oyó el miedo en la voz de


su madre mientras una vez más confesaba su preocupación a su compañero.
Deseó poder tranquilizar a su madre al decirle que estaría bien, pero no le
mentiría.
—¿Qué esperabas de ella, querida? Él la ha excluido. Ella es responsable
de eso y ello hace que el daño sea doble. —Su padre nunca había sido de los que
endulzan la verdad. Temprano esa mañana, la habían oído pronunciar el nombre
de Vasile, una y otra vez, pidiéndole que la oyera, que la dejara entrar. Ella
incluso no se había dado cuenta que sus pensamientos se habían empezado a
derramar de su boca. Había estado tratando de llegar a él unos pocos minutos
después que él cerró el vínculo, pero fue en vano. Se negó a responderle.
Sus padres la habían obligado a decirles lo que estaba mal. Le habían
asegurado que ellos entendían por qué ella le había pedido a Vasile que le diera
su espacio y que todo iba a funcionar por sí solo. Pero aun así se sentía
avergonzada de su debilidad. Él la había necesitado, la había buscado, y en lugar
de darle comprensión y empatía, básicamente lo había rechazado.
—Ella cometió un error. Estaba tratando de ayudarlo a hacer frente a la
separación —gruñó su madre—, por no hablar de hacerle frente por sí misma.
Apenas tiene dieciséis años; acaba de descubrir que está acoplada al hombre más
dominante del mundo y al parecer el más imbécil. ¿Eso no cuenta para nada? ¿No
merece un poco de simpatía?
Si el corazón de Alina no hubiera estado hecha trizas, podría haber
encontrado las sucias palabras de su madre divertidas. Pero no había risa en ella.
Sin la presencia de Vasile con ella, era como si todo hubiera sido repentinamente 106
silenciado. La voz de su padre atrajo su atención de la soledad.
—Dale un poco de tiempo, Georgeta. Él está herido; los hombres son
estúpidos cuando están heridos. Mañana es la ceremonia de sus padres; él verá a
Alina en la ceremonia y se dará cuenta de lo mucho que la echa de menos y que
su dolor lo ha hecho actuar precipitadamente.
Su madre se echó a reír, pero no hubo ni una pizca de humor en ello.
—¿Es eso lo que realmente crees, compañero? —escupió la última
palabra—. Crees que después de cuatro días de ignorar sus súplicas, sus lágrimas,
sus disculpas, sus… ruegos —rugió ella con rabia antes de decir las próximas
palabras—. Ella le rogó, por el amor de Dios. Y sin embargo, después de todo
eso, ¿él simplemente contemplará su hermoso rostro y, puff, caerá a sus pies
declarando su amor? —Su madre no le dio tiempo para responder cuando salió
furiosa del dormitorio.
—No importa, madre —dijo Alina suavemente—. No voy a la ceremonia.
Su padre salió a la cocina; con el rostro enrojecido por la ira.
—Todo el mundo en la manada debe ir.
Ella negó con la cabeza.
—Aunque no parece querer reconocerlo en este momento, eso no cambia
el hecho que yo soy su verdadera compañera y por lo tanto su igual. No tengo
que obedecerle.
—Estoy de acuerdo —dijo su madre con los dientes apretados y los labios
tensos.
—Alina, ¿realmente crees que es sabio? —le preguntó su padre.
—Déjala en paz, Petre. ¿No puedes ver que la niña está enferma, santo
cielo? Ha trabajado duro los últimos días y su cuerpo está agotado. En
consecuencia, se ha venido abajo con la fiebre. Soy su madre y simplemente voy
a insistir en que se quede en casa y descanse. —Miró a Alina y le indicó que se
acueste—. Métete bajo las sábanas, querida. Parece que tienes frío.
Los labios de Alina se alzaron muy ligeramente ante el suspiro exasperado
de su padre. Sabía que había sido derrotado. Cuando Georgeta Sala ponía su pie
en el suelo, no había nada ni nadie que la moviera contra viento y marea, y que
la Gran Luna ayudara a cualquiera que se pusiera en su contra.
—Pones a prueba mi paciencia, mujer —gruñó su padre.
—Si solo vas a estar allí y gruñir como un perro sarnoso, por favor, vete al
107
patio. De lo contrario, haz algo útil y calienta un poco de agua en la hoguera para
hacerle un caldo a tu hija enferma.
Alina escuchó murmurar a su padre en voz baja a medida que cumplía las
órdenes de su compañera. Ella miró a su madre, quien la estaba arropando como
si fuera un niño y estuviera realmente enferma.
—No quiero provocar conflictos entre ustedes dos también. He dañado
suficientes vínculos durante una semana.
Su madre descartó sus palabras como si ensuciaran el aire a su alrededor.
—No eres responsable de ninguna discordia, Alina. Eso descansa sobre los
hombros de tu padre.
Alina sacudió la cabeza ante la terquedad de su madre.
—¿Y tú no juegas ningún papel en este desacuerdo?
Los ojos de Georgeta se estrecharon.
—Regla número uno sobre tu compañero: él está completamente
equivocado hasta que tú decidas lo contrario.
—¿Y cuándo de repente decides lo contrario?
—Cuando por fin decida tragarme mi orgullo —dijo con total naturalidad.
—Así de fácil, ¿eh? —Alina sonrió con cansancio.
—No hay nada fácil acerca de estar acoplado, querida; y ambos van a
cometer errores. Por desgracia, sin importar cuánto fuerces a tu compañero a ver
las cosas a tu manera, solo puedes ser responsable de tus propias acciones. Solo
puedes controlar lo que haces. —Ella se inclinó y besó a Alina en la cabeza y le
dio unas palmaditas en la mejilla como lo había hecho cuando era más joven—.
Él no puede vivir sin ti, Alina. Con el tiempo, tendrá que responderte.
No sabía qué decir a eso. Ella quería creer a su madre, pero no podía. Su
alma continuaba clamando por su compañero, su lobo aullaba en desesperación
para que él le respondiera, y aun así no lo hizo. Su silencio hablaba mucho más
fuerte que su madre, y le decía que él podía vivir sin ella, que iba a vivir sin ella.

108
Nu întinde ata cã se rupe.
Un arco demasiado tenso se romperá.

Traducido por Selene1987 y Veroonoel


Corregido por LizC

ebería haber venido —se quejó Petre ni por primera ni


por última vez. Georgeta se mantuvo cerca de su
compañero mientras se unían al resto de la manada en
el gran salón del castillo para honrar a la pareja de
Alfas fallecidos. Ella seguía empujándole hacia delante, queriendo estar tan cerca
del frente como fuera posible—. No vas a hablar con él —murmuró a su
compañera bajo su aliento—. Nuestra aldea sabe que no debe decir nada en
cuanto a Alina, y ya oíste lo que dijo Ion cuando llegamos: quieren proteger a 109
Alina hasta que cualquier inquietud se formalice en la manada. No quieren que
nadie en el castillo sepa que él tiene compañera.
—¿Por qué eso significa que no puedo hablar con mi Alfa? —preguntó ella
inocentemente—. Simplemente quiero darle mis condolencias por su pérdida.
Petre bufó.
—¿Eso es todo lo que deseas darle, compañera?
—Petre, no puedo creer que dudes de mi sinceridad.
Él se detuvo y se giró para mirarla.
—Créeme, Georgeta, no dudo de tu sinceridad. Pero no creo que estés
hablando de la pérdida de sus padres. Eres una loba cuyo cachorro ha sido
despreciado por el hombre que ama. Tendrá suerte si queda algo cuando hayas
terminado de masticarlo.
—Siempre supe que eras un hombre inteligente. —Ella le sonrió pero la ira
que había estado en sus ojos durante cinco días no había desaparecido en
absoluto.
—Intenta recordar que tu hija lo ama —le dijo mientras tomaba su mano
y continuaban acercándose al frente de la sala.
—No lo olvidaré, mi amor. Es la única razón por la cual no voy a
despellejarlo.

Vasile miró hacia la atestada sala. Toda la manada Rumana del Este estaba
reunida, todos para honrar a sus padres fallecidos. Había varios con lágrimas en
los ojos al recordar los siglos que sus padres habían liderado la manada. Era obvio
que sus padres fueron queridos y que les echarían de menos. También debería
estar llorándoles. Tendría que estar sufriendo, y lo estaba, pero el dolor que había
en su corazón no era por la pérdida de sus padres. Había aceptado que su tiempo
había terminado. Todo el mundo muere, aunque podría tomar más tiempo a los
de su raza encontrar la muerte.
Mientras sus ojos vagaron sin descanso sobre las caras y ojos que se
posaron en los suyos solo brevemente, se preguntó qué pensarían de él. ¿Se veía
triste? ¿Su rostro mostraba la pérdida que todos estaban experimentando o era el 110
enfado que casi igualaba al dolor lo que se revelaba en su expresión? Debería
importarle, pero lo único en lo que podía pensar era en ella. Se dijo a sí mismo
que no la buscaría, y su lobo había dejado claro que no toleraría esa decisión.
Nunca había estado tan en desacuerdo con su lobo, y eso le estaba dejando
desequilibrado y con malas pulgas.
Sabía que la bestia no entendía por qué el hombre estaba tan enfadado. Su
lobo solamente entendía que su compañera no estaba con ellos, física o
emocionalmente, y eso no era inaceptable. No estaba enfadado con ella como el
hombre. Simplemente la quería; quería saber que estaba a salvo, saludable, y con
él donde pertenecía.
Sus ojos finalmente se posaron sobre los padres de Alina, y su corazón se
aceleró cuando miró a su alrededor, esperando verla. No estaba con ellos. Sintió
un gruñido retumbar en su pecho a medida que continuaba buscando en el área
alrededor de su familia porque sabía que su padre no la dejaría apartarse mucho
de ellos. Sin importar lo que mucho que intentó buscarla, no la encontró. La idea
de ella no estando allí dolió aún más que verla y no poder ir a por ella. Saber que
había elegido permanecer lejos de él solo hizo que la oscuridad ganara terreno.
Mira cómo no te echa de menos así como tú a ella, le susurró a su alma. Una
parte de él sabía que era mentira, pero no estaba escuchando a la razón en ese
momento.
Permaneció de pie con sus cuatro lobos más cercanos al frente del salón en
una plataforma elevada. A su derecha, Anghel y su compañera estaban de pie y,
como muchos otros, la pena llenaba sus ojos. Quería que esto se acabara. En
silencio pidió a su padre perdón por la prisa mientras daba un paso adelante
atrayendo la atención de toda la multitud. Las antorchas en las paredes que
iluminaban el gran salón parpadearon, haciendo que las sombras danzaran a
través de los rostros que ahora miraban hacia él. Tomó una respiración profunda
y convocó el control por el que era conocido, pero que ya no sentía en su interior.
—Gracias, a todos ustedes, por venir a honrar y despedirse de su pareja de
Alfas mientras viajan al otro lado. Tuve el privilegio de ser el hijo de un hombre
que amó, con todo su corazón, a cualquiera que considerara parte de su manada.
Tuve la bendición de nacer de una mujer que se sacrificaría por cualquier persona
necesitada y lo hizo frecuentemente. Esta manada, todos nosotros, somos
mejores porque ellos lideraron, cuidaron, quisieron, enseñaron, sacrificaron y
sirvieron. Serán extrañados pero no olvidados. —Su voz se elevó hasta el rincón
más lejano del salón, y mientras desaparecía echó su cabeza hacia atrás y dejó
que su lobo saliera lo suficiente para liberar un triste aullido. El aire se llenó con
los aullidos de la manada a medida que se despedían de su antiguo Alfa.
Después que se completaron las formalidades, Vasile liberó a la manada
111
para ir a la primera cacería en muchos años. Esperó mientras la gente
gradualmente salía de la sala. Una vez que solamente quedaron unos cuantos,
notó que Georgeta y Petre aún estaban en el mismo lugar que habían ocupado
mientras él se había dirigido a la multitud. Podía ver la frustración en la cara de
Petre y el enfado en la de Georgeta, y supo que sería imposible evitar una
confrontación. Saltó de la plataforma y se acercó a ellos, con sus hombros
echados hacia atrás y la cabeza en alto. No actuaría avergonzado. Era un Alfa y
solo había hecho lo que su compañera le había pedido; ¿cómo podían estar
enfadados con él?
—Alfa. —Petre desnudó el cuello cuando se dirigió a él y Georgeta hizo lo
mismo aunque no se dirigió a él verbalmente. Sin embargo, lo que sí hizo, es
seguir mirándolo furiosamente, teniendo cuidado de no encontrarse con sus ojos.
—Aprecio que hayan venido hasta aquí para honrar a mis padres —les dijo
Vasile cordialmente. La falta de emoción en su voz no pasó desapercibida por la
enfadada madre de su compañera.
—¿Ni siquiera vas a preguntar por ella? —le dijo finalmente.
La mandíbula de Vasile se tensó ante la acusación en su voz.
—¿Cómo está Alina?
—No está bien. No ha comido en cinco días; apenas puedo hacer que beba
agua. Tiene pesadillas cuando duerme, si es que duerme. Es una sombra de la
mujer que era hace solo una semana —terminó, jadeante por toda su diatriba.
Describir la condición de su compañera no hizo nada para calmarla.
—¿Es una enfermedad? —preguntó de nuevo con voz monótona.
Esta vez, para su sorpresa, Petre dejó escapar un gruñido bajo. Vasile no
quitó los ojos de su mayor amenaza: la mujer que estaba a punto de matarlo.
—¿De verdad eres tan estúpido o estás actuando como un niño malcriado?
—le gruñó ella—. Sabes lo que la distancia, la separación sin el vínculo que la
conecte a ti, le está haciendo. Tú que se supone que eres su protector… —Sus
palabras estaban cargadas de acusaciones mientras su mirada afilada lo
observaba—. ¿Qué clase de hombre permite que su compañera sufra cuando
puede hacer algo al respecto?
—Ella eligió esto —gruñó Vasile, su cuidado control derrumbándose muy
ligeramente.
—Cometió un error —argumentó Georgetta—. Es joven sin importar lo
112
madura que sea. Las emociones que vienen con un verdadero compañero son
abrumadoras para aquellos que tienen siglos, y ella apenas tiene dieciséis veranos.
¿No puedes entender cómo podría haberla asustado sentir tanto, tan
rápidamente? ¿Te has parado a pensar que quizás estaba preocupada que tú no
pudieras hacer lo que debes hacer si tuvieras que lidiar con su dolor? No estamos
de acuerdo con su petición de poner espacio, como ella lo llamó, entre ustedes
pero entendemos por qué lo hizo. Pensaría que un hombre con tu carácter no
juzgaría tan rápidamente. —Hizo una pausa y se frotó la cara. La prueba del
estrés de ver a su hija tan agitada estaba escrita a lo largo de su ceño—. ¿Alguna
vez has cometido un error y has hecho daño a alguien que te importaba? —Esta
vez sus ojos se encontraron con los de él, y para su sorpresa mantuvo la mirada
aunque sabía por cómo temblaba que le estaba costando un gran esfuerzo—. Si
así es cómo vas a tratarla cuando flaquee, entonces no te la mereces.
Vasile se quedó ahí de pie, sin palabras, mientras observaba a la madre de
su compañera salir enfadada de la sala. Petre le dio una última mirada que dejó
muy claro que estaba de acuerdo con su compañera y luego se giró para seguirla.
—¿Quiero saber de qué iba eso? —preguntó Anghel a unos pasos tras él.
Vasile había olvidado que el Alfa de la manada Rumana del Oeste y su
compañera aún estaban allí. Había estado muy concentrado en la mujer iracunda
que lo había estado poniendo merecidamente en su lugar.
—No es algo de lo que quiera hablar ahora mismo. —Miró por encima de
su hombro a la pareja y les dio una sonrisa tan convincente como pudo—.
Necesito correr con la manada. Son bienvenidos a unirse, pero no me ofenderé si
no lo hacen.
—Deberíamos regresar —dijo Anghel aunque su mirada firme dejó en
claro que no olvidaría la escena que acababa de ver—. No fingiré que sé lo que
está pasando. Sin embargo, ya que amaba profundamente a tu padre y no quiero
que soportes lo mismo que él, compartiré un consejo que puedes elegir aceptar o
no. No es inteligente ignorar tu destino. Has visto de primera mano lo fácil que
nuestras supuestas largas vidas pueden acabar. ¿Por qué desperdiciar cualquier
momento lejos de la persona que te hace ser completo? No dejes que el orgullo
alimente la oscuridad en ti. Sí hay un punto sin retorno. Sí hay un lugar que ni
siquiera ella puede alcanzar.

113
Alina abrió la puerta de la cabaña de sus padres para encontrar a Sisily allí
de pie. El rostro de Sisily dibujó una sonrisa cautelosa, pero cuando sus ojos se
fijaron en la chica frente a ella desapareció.
—Estás empeorando —dijo a medida que rápidamente entraba en la
habitación y cerraba la puerta tras ella.
Alina se giró y se sentó en uno de los dos asientos del pequeño salón que
servía de dormitorio para ella. Cerró los ojos mientras dejaba caer la cabeza hacia
atrás sobre la silla y dejó escapar un gran suspiro.
—Es mi culpa; ¿por qué no debería sufrir? ¿Por qué no debería castigarme
por hacerle daño?
Sisily fingió toser airadamente.
—¿Lo dices en serio? La chica que he conocido durante toda mi vida jamás
creería algo tan horrible. Tu compañero jamás debería castigarte, Alina. Si Vasile
te está ignorando porque quiere hacerte daño, entonces espero que vayas hasta su
castillo y lo azotes como a un pollo muerto.
Los labios de Alina se retorcieron ante el escenario ridículo que plasmó su
amiga.
—Estoy segura que me encontraría muy madura si lo azotara como a un
pollo muerto.
—La madurez está sobrevalorada —murmuró Sisily petulantemente.
—Estoy empezando a creer que toda la magnificencia de encontrar a tu
verdadero compañero también está sobrevalorada. Si todo eso va de esto,
entonces no quiero formar parte. —Alina se frotó el pecho intentando hacer
desaparecer el dolor. Por lo que parecía ser la milésima vez, se preguntó cómo
sobreviviría si él seguía manteniendo el vínculo cerrado. Había pensado
tontamente que ella quería que el vínculo estuviera cerrado y Vasile había tenido
razón en decirle que no. Ahora se enfrentaba a sus miedos: perderlo porque no
había sido suficiente.

Las semanas pasaron y aún no recibió respuesta de su compañero. Dejó de


llamarlo durante el día. Solo en las noches cuando descansaba. La oscuridad se
envolvía a su alrededor recordándole cuán oscura se había convertido su vida…
era solo en esos momentos que lo buscaría. Para cuando se quedaba dormida, su 114
almohada estaba llena de lágrimas y sus pulmones dolían por la desesperación en
busca de aire que no la satisfacía. Su lobo languidecía por su compañero. Se
negaba a cazar, y Alina tenía miedo de transformarse por temor a que su lobo no
la dejara regresar a su forma humana. Considerándolo todo, era un completo y
absoluto desastre. Había perdido peso y su ropa colgaba de su cuerpo. No se
examinaba muy de cerca cuando se bañaba, enferma por los huesos que
sobresalían de sus caderas, hombros y costillas.
Fue después de pasar tres meses desde el día de la ceremonia para los Alfas
fallecidos, que sus padres ya no pudieron seguir viéndola consumirse. Vio la
mirada en los ojos de su madre que conocía demasiado bien. Era la mirada que
significaba que estaba mucho más allá de harta. Era la mirada que declaraba que
su voluntad sería cumplida viniera el cielo o el infierno, y nadie se interpondría
en su camino.
—Si ese terco y necio hombre no solucionará esto, entonces yo lo haré —
oyó la tensa voz de su madre a través de la oscuridad de la cabaña—. Lo voy a
hacer, Petre, y puedes apoyarme o no, pero lo voy a hacer. No voy a seguir
esperando y verla sufrir. He terminado. —Su madre arrasó a través de la cabaña
abriendo la puerta y cerrándola de golpe tras de sí, dejando un silencio
ensordecedor.
—Padre —llamó Alina.
Él salió de su habitación, el resplandor de la luz de una vela detrás de él
esbozó su gran figura.
—¿Necesitas algo, amor? —preguntó en la misma voz suave que habían
estado usando con ella estos últimos meses.
—¿A dónde va?
Comenzó a responder pero ella lo detuvo con su mano.
—No me mientas, no después de todo lo que he pasado. Necesito la
verdad.
Hizo un gesto de resignación antes de responder.
—Una madre siente cada gramo de dolor que su hijo siente. Con cada
lágrima que lloras, ella llora cien. Con cada grieta que tu corazón aguanta, el de
ella se hace añicos repetidamente. No hay nada que no haría para tomar tu
sufrimiento, nada que no canjearía, nada que no aguantaría, y nada que no
revelaría incluso hasta su propia humillación para eliminar la angustia que has
resistido. 115
—¿A dónde va? —preguntó de nuevo con los dientes apretados.
—A las Fae.

Dos horas más tarde Georgeta se encontraba delante del velo invisible que
dividía su reino del reino de las Fae.
A pesar de que habían pasado años desde que había estado allí, aún sabía
dónde encontrar la entrada al reino de las Fae. También sabía el riesgo que estaba
tomando al venir aquí. Cuando la última sanadora cayó, las Fae dejaron el reino
humano, cansadas de las peleas entre los otros sobrenaturales. Pocas Fae eran
aún vista en el reino humano, pero su poderosa reputación prevalecía, su mística
incluso aumentando en los años de ausencia.
Una en particular, que había sido embajadora de su manada no estuvo
totalmente de acuerdo con abandonar el reino humano, pero había perdido en las
votaciones. Era a esta Fae a quien Georgeta apelaría en nombre de su hija. Petre
no estaba de acuerdo pero Alina se estaba poniendo más enferma cada día y ella
se negaba a ver a su hija consumiéndose a nada porque un hombre testarudo no
se tragaría su orgullo y se haría cargo de su compañera. Ya que Alina no era
mayor de edad, aún estaba bajo su autoridad. Por lo tanto, técnicamente Georgeta
tenía el derecho de buscar ayuda en su nombre.
Respiró antes de llamar a gritos contra la barrera invisible delante de ella.
—Perizada de las Fae, busco su consejo.
A pesar de que vino de tan lejos, viajando en su forma de lobo, llevando la
ropa en su boca y corriendo lo más fuerte que pudo para llegar al velo
rápidamente, no tenía garantía de que la Fae siquiera contestaría, mucho menos
conceder su petición. Pero había una oportunidad. Era posible que Perizada
acordaría ayudar, y sin importar lo pequeña que fuera esa posibilidad, Georgeta
tenía que intentarlo.
Pasaron varios minutos antes de que el velo comenzara a brillar. La fuerza
invisible situada entre los dos árboles enormes onduló como el agua y de ella salió
una mujer alta y esbelta, con el cabello blanco largo hasta la cintura que brillaba
como si pequeñas luces estuvieran adjuntadas en cada mechón sedoso. Sus ojos
eran grandes y de un verde pálido, sus labios de rojo rubí, y sus mejillas realzadas
con un rubor natural. Parecía tener alrededor de veinticinco veranos, pero el brillo
primitivo en sus ojos contaba una historia diferente que el joven rostro y
116
resplandor juvenil. Era un ser antiguo, con miles de años, y uno poderoso. Si
alguien podía ayudar a Alina, sería ella.
—Ha pasado un largo tiempo desde que he tenido el privilegio de la
compañía de una loba. —Su voz era sensual, seductora, con una calidad
ligeramente musical—. Georgeta Sala, compañera de Petre Sala, madre de Alina
Sala, y miembro de la manada Rumana del Este, yo te nombro. ¿Para qué me
buscas?
El nombramiento oficial no sorprendió a Georgeta. Sabía que era la
manera de la Fae para asegurarse que no pudiera decir una mentira. Solo un tonto
trataría de mentir a las Fae, especialmente a la de pie frente a ella.
—Busco ayuda en nombre de mi hija Alina. Tiene dieciséis veranos y
recientemente encontró a su compañero verdadero. Es el nuevo Alfa de nuestra
manada.
Peri contuvo el aliento.
—¿Stefan y Daciana han perecido? —La emoción que fue evidente en su
voz dejó en claro que aún se preocupaba por la pareja de Alfas.
—Hace unos meses atrás —respondió Georgeta.
—Volveremos a esa información una vez que hayas declarado tu propósito.
Prosigue. —Hizo un gesto para que continuara.
—Vasile es mucho mayor que Alina. Es el macho más dominante que
hemos visto en mucho tiempo, y Petre siente que deberían esperar para
vincularse. Vasile acordó esperar dos años. Regresó al castillo y el dolor de su
separación fue intenso. Alina me dijo que el dolor viniendo de su lado del vínculo
estaba volviendo loca a su loba. Estaba luchando para no irse a buscarlo en contra
de los deseos de su padre. Así que ella le pidió espacio, para ayudarlos a ambos a
hacer frente a su dolor sin tener que soportar el del otro también.
Una sonrisa se extendió por el rostro de la Fae.
—Déjame adivinar; ¿el nuevo Alfa no manejó dicha solicitud con mucha
gracia?
—Eso es ponerlo suavemente —gruñó Georgeta—. Ha cerrado el vínculo
completamente. Alina sabe que cometió un error al pedirle espacio, pero es joven
y estaba asustada. Ha suspirado por él durante tres meses, buscó su vínculo
tratando de que la escuchara, y le rogó, pero todavía la ignora. Ella está enferma.
Ha perdido una gran cantidad de peso. Temo… —Se detuvo, tratando de
contener las lágrimas y el llanto que luchaban por romperse a través de sus
117
palabras—. Temo por su vida. Su vínculo era intenso y fuerte desde el momento
que se conocieron. No sé cuánto más pueda soportar.
Los ojos de Peri se estrecharon mientras cruzaba sus brazos delante de ella.
—Aunque no soy madre, lo siento por ti. Pero, ¿cómo me concierne a mí
esta situación?
—Deseo que rompas su vínculo completamente, como si todavía tuvieran
que conocerse. Ambos necesitan sanar y madurar. Vasile tiene mucho con que
lidiar como el nuevo Alfa. La manada no ha estado tan fuerte como se le hizo
creer. Su padre no estuvo bien por un tiempo antes de su muerte y la manada
sufrió por ello. Vasile tiene que hacer lo correcto.
—¿No crees que necesita a su compañera para poder ser lo que la manada
necesita? ¿Los machos no son más estables con sus compañeras verdaderas, por
no mencionar más fuertes? —contrarrestó Peri.
—Cuando no están siendo asnos insufribles, sí que es verdad.
Peri rió entre dientes.
—Cómo los he echado de menos, lobos —hizo una pausa—. Pero si repites
eso, te inmovilizaré la lengua.
Georgeta hizo un gesto despreocupado ante las palabras de la Fae.
—¿Puedes ayudarla?
—Podría hacer lo que pides, pero no lo haré. —Las palabras de Peri no
fueron bruscas pero fueron firmes.
—¿Me dirás por qué? —preguntó Georgeta mientras toda esperanza que
había puesto en la ayuda de Peri se escabullía.
—No estés tan triste, loba. Vasile puede ser un cabeza dura, pero no es
tonto. No permitirá que ningún verdadero daño pase a su compañera. Sí, habrá
consecuencias por su terquedad pero no al precio de la vida de tu hija. La razón
por la que no interferiré es porque a veces el dolor es necesario para que un gran
cambio tenga lugar. Se necesita un gran cambio en la manada Rumana del Este,
y éste llevará a Vasile a ser el lobo y el hombre que la Gran Luna ha creado para
ser, para provocar ese gran cambio a su vez. Él no puede hacer lo que es necesario,
ni puede tu hija, si cada obstáculo es quitado de su camino.
—Entiendo —dijo Georgeta mientras asentía y las lágrimas comenzaban a
118
rodar por sus mejillas; sus ojos inyectados en sangre perforando un agujero en la
Fae—. No me gusta, pero lo entiendo.
—Ten fe en tu Creadora, Georgeta. Creó a Alina justo como a Vasile y los
creó el uno para el otro. ¿Tal vez ella tiene un plan? —Peri le sonrió suavemente.
—Gracias por tu tiempo, Perizada. Trata de no alejarte demasiado tiempo,
¿de acuerdo?
Peri asintió.
—Te aseguro que voy a vigilar. Esta noticia ha capturado mi atención, e
imagino que tendré que darle una visita a Vasile en poco tiempo.

—¿Cuántos en la manada de Vasile les han expresado su preocupación


respecto a la muerte de la pareja de Alfas? —preguntó Emilian al grupo que se
sentaba frente a él. Había enviado a sus compañeros de manada más confiables
que estaban de acuerdo en que la manada Rumana del Este necesitaba nueva
sangre, así como un nuevo liderazgo. Estaban cansados de ser los lobos del menor
rango en su propia manada, y estaban dispuesto a hacer lo que fuera necesario
para asegurarse de avanzar en su mundo.
—Hasta ahora tenemos alrededor de siete a diez lobos por aldea que están
dispuestos a expresar su opinión en voz alta —respondió Ivan—. Tengo la
sensación de que hay más que creen que las muertes fueron sospechosas pero no
quieren decir nada en contra del Alfa.
Emilian asintió.
—Los lobos más sumisos no hablarán. Debemos buscar a los más
dominantes.
—¿Cómo va la búsqueda de los cuerpos? —preguntó Marian.
El Beta de la manada Rumana del Oeste gruñó.
—Demasiado lenta para mi gusto. No tengo idea de dónde enterró a sus
padres ese mestizo.
—¿Debemos tener los cuerpos? —preguntó Izabela, la compañera de Ivan.
—No podemos ir por ahí acusando al Alfa de la manada Rumana del Este
de algo tan grotesco como esto sin pruebas —dijo Emilian mientras pellizcaba el 119
puente de su nariz.
—¿Crees que la manada nos escuchará después de haber profanado las
tumbas de su amado Alfa y compañera? —La frente de Izabela se frunció—.
Habrá muchos que no les importará lo que encuentres ya que estarán tan cegados
por su ira sobre la atrocidad que estuviste dispuesto a cometer.
—Una vez que superen el shock, se darán cuenta que la mayor atrocidad
es que fueron engañados por su Alfa durante siglos, y su hijo ha continuado ese
engaño. El mayor mal triunfará. Se espera traición de mi parte; la traición de uno
de los suyos será suficiente para borrar lo que hice.
—¿Y si no? —Sus ojos se estrecharon sobre él.
—Entonces supongo que será mejor que mate a Vasile rápidamente para
que así no importe la ira de los demás. Aquel que vence a un Alfa toma su lugar.
No me importa cómo lleguemos al resultado, siempre y cuando sea el mismo: la
dinastía Lupei desmoronándose alrededor del último heredero de su linaje. —
Emilian juntó sus manos mientras se ponía de pie incitando a los demás a hacerlo
también—. Ahora el tiempo para hablar se ha terminado. Esta noche vamos a
cazar y no nos detendremos hasta tener los cuerpos de los Alfas fallecidos.
Pui migdale în nasul porcului si el spune cã e o ghindã.
La miel no es para los tontos.

Traducido por MaEx


Corregido por LizC

uedo hablar contigo?


Vasile levantó la vista de su escritorio para
ver a su tercero en la puerta de su oficina. Hizo
un gesto a Ion para entrar. Era la primera persona que había visto en más de una
semana, no porque no lo buscasen, sino porque había ordenado que nadie lo
moleste. Hace nueve días había despertado en medio de la noche jadeando por
aliento y sudando como si hubiera estado corriendo a través de las profundidades
del infierno mientras un sentimiento de pérdida lo envolvía. Su primera reacción 120
había sido llegar a ella, pero ella quería espacio y él quería dárselo. La había
sentido buscarlo a través del vínculo, y varias veces casi había respondido, pero
la parte egoísta en él, la parte que estaba herida por sus palabras, le impidieron
hacerlo. Cada vez más había buscado la soledad, necesitando el tiempo
imperturbablemente tranquilo para considerar todas las cosas que debía hacer
para ayudar a restaurar su manada a una próspera y saludable. Y aún con todo
ese tiempo, todavía era incapaz de concentrarse el tiempo suficiente para llegar a
un plan que no incluyera correr de nuevo hacia su compañera y tomarla como
suya. Ni que decir que, mientras su tercero entraba, no fue recibido con una cálida
bienvenida.
—Hay rumores de que alguien en la manada del Oeste está provocando
problemas en las aldeas —comenzó Ion sin preámbulos. No era uno de muchas
palabras, y eso era algo que Vasile siempre había apreciado en él.
—¿Qué tipo de problemas? —preguntó Vasile.
—Están cuestionando los acontecimientos de las muertes de los Alfas.
Ellos piensan que algo está mal.
Vasile lanzó sobre el escritorio el pergamino que había estado mirando por
encima y se levantó de su silla. Se frotó los ojos y luego se pellizcó el puente de
su nariz tratando de alejar el dolor de cabeza que había estado latiendo en el
interior de su cráneo como un incesante tambor. Cuando por fin volvió a mirar a
Ion, su frente se fruncía mientras veía la mirada de preocupación en su rostro.
—¿Estás bien, Alfa? —le preguntó Ion.
—Aparte de lidiar con la muerte de mis padres y el desorden que mi padre
dejó en la manada, estoy tan bien como se puede esperar.
Ion tomó una profunda respiración pareciendo considerar si debía o no
hacer las siguientes preguntas.
—¿Qué hay de tu compañera? ¿Cómo estás manejando la separación?
—¿Mi compañera? —Vasile entornó los ojos—. Ella está bien. ¿Por qué,
has oído algo? —De repente estuvo mucho más alerta mientras consideraba la
idea de que algo le había ocurrido. Estaba seguro que habría sentido su pánico, y
justo cuando empezó a abrir el vínculo, Ion respondió.
—No, no ha pasado nada. Pero estar separado de tu compañera es difícil,
sobre todo cuando no has completado la ceremonia de vinculación.
Vasile dejó escapar un suspiro de resignación. Sabía por la mirada en los 121
ojos de Ion que no iba a dejarlo ir.
—Estoy teniendo problemas para concentrarme.
—Tal vez, deberías ir a visitarla —sugirió.
Vasile negó con la cabeza.
—Tengo cosas que necesitan ser atendidas aquí y ella está con su familia.
Está a salvo.
—Puede estar a salvo, Alfa, pero estar a salvo y estar bien no son la misma
cosa.
Antes que Vasile pudiera responder, la puerta de su oficina se abrió de
golpe, el sonido de la madera maciza rebotando en la pared de piedra resonó en
toda la sala mientras Nicu y Alin entraban. Los ojos de ambos guerreros estaban
abiertos de par en par, y un poco salvajes.
—¿Qué está ocurriendo? —preguntó Vasile. Fue entonces cuando oyó el
creciente murmullo descontento de una multitud y luego gritos más allá de su
ventana. Se volvió para ir y mirar hacia fuera, pero se detuvo al oír el sonido de
la voz de Nicu.
—No mires, Alfa.
La angustia en la voz del guerrero retuvo la atención de Vasile.
—¿Por qué no?
Alin estaba mirando a todos sitios excepto su rostro, y la mandíbula de
Nicu estaba apretada tan fuerte que Vasile estaba seguro que se rompería en
cualquier momento.
—¡Respondan! —gruñó.
Fue Ion quien habló con los dientes apretados, su voz profunda y áspera.
—Tienen los cuerpos de tus padres. —Ion había hecho su camino hacia la
ventana mientras Vasile había estado interrogando a Nicu y estaba mirando hacia
fuera ante la escena descrita.
La cabeza de Vasile giró bruscamente y se trasladó, usando la velocidad de
su lobo, a la ventana. Su corazón dejó de latir cuando sus ojos se fijaron en la
multitud, y en medio, situados en los ataúdes en los que habían sido enterrados,
estaban sus padres.
La temperatura de la habitación pareció caer varios grados mientras la voz 122
de Vasile canturreaba con la calmada furia contenida por la que era conocido.
—Cualquiera que haya estado en lo más mínimo involucrado en esto, está
condenado a muerte.

Alina saltó cuando la puerta de la pequeña cabaña se abrió de golpe y se


estrelló contra la pared. Su padre irrumpió, gruñendo y murmurando en voz baja
acerca de los hombres estúpidos y bramantes.
—¿Está todo bien? —le preguntó ella mientras se levantaba de la silla
donde había estado remendando una camisa de Serghei.
Los ojos de Petre volaron a encontrarse con los suyos y se abrieron un poco
al darse cuenta que tenía una audiencia. Alina dio un paso hacia él y pudo oler la
ira, el miedo y la preocupación fluyendo fuera de él.
—¿Qué ha sucedido? —preguntó ella, e incluso mientras la cuestión
abandonaba sus labios, sintió una punzada de ansiedad. Pero cuando trató de
llegar al origen, se disipó como la niebla elevándose a medida que el aire caliente
de la mañana se tornaba fresco.
—No es algo por lo que tienes que preocuparte —le dijo en ese tono
irritantemente apaciguador que le hizo apretar los dientes al borde.
—No soy un niña, padre; no tienes que protegerme de todas las cosas malas
en este mundo —espetó.
—Sé que ya no eres una niña, Alina, pero siempre voy a hacer todo lo que
esté en mi poder para protegerte. Eso es lo que un padre hace. —Cuando vio que
ella no iba a ser persuadida, dejó escapar un profundo suspiro—. Hay algunos
hombres de nuestra aldea que se están uniendo con otros hombres de otras aldeas
en nuestra manada para ir a escuchar algunas mentiras con respecto a las muertes
de los anteriores Alfas. Emilian, el Beta de la manada Rumana del Oeste,
supuestamente tiene pruebas de que Stefan había estado mintiendo a nuestra
manada durante siglos.
Sus pensamientos saltaron inmediatamente a Vasile y a las cosas que había
compartido con ella sobre sus padres. Si lo que su padre decía era cierto, entonces
definitivamente había necesidad de preocuparse. ¿Estaba él a salvo? ¿Iban a
hacerle algo? Quería preguntarle, pero había renunciado a llegar a él. Había
aceptado que, por ahora, al menos, él quería el espacio que ella había pedido tan
tontamente. 123
—¿Qué tipo de prueba? ¿Y por qué? ¿Por qué iban acusar a alguien que ya
está muerto y enterrado?
—No lo sé. Serghei no lo diría. En cuanto a por qué… bueno, la ambición
hace que un hombre haga muchas cosas. Si Emilian es el único que está detrás de
esto, entonces significa que está tratando de ser Alfa. Si tienen pruebas de que los
padres de Vasile no fueron honestos con la manada, entonces la manada no
confiará en él para liderarlos.
Los ojos de Alina se estrecharon peligrosamente.
—¿Serghei es parte de estos tontos? ¿Por qué demonios iba a querer a Vasile
derrocado?

Petre miró a su hija de cerca por cualquier reacción ante el nombre de


Vasile, pero ella no se inmutó.
No había hablado sobre él desde hacía meses ahora, y podría decir por la
mirada cansada en sus ojos que aún mantenía el vínculo cerrado herméticamente.
Habían pasado nueve días desde que Georgeta pidió ayuda a la Fae, y a pesar de
ver a su hija sufriendo, estuvo de acuerdo con la decisión de Perizada. No era
prudente interferir con el destino, y Vasile y Alina estaban destinados el uno al
otro. Por mucho que él no quisiera que su hija sufra, quería que creciera y
madurara. Desafortunadamente, la mayoría de las veces, el dolor era una parte
de ese proceso.
Vio cómo su ceño se frunció aún más bajo, y pudo notar que ella sabía algo
que no estaba compartiendo. Odiaba ver el peso de tanto en sus hombros y
extrañaba la habitual sonrisa fácil que inmediatamente solía darle. Pero Alina iba
a tener que aprender a ser dura si iba a estar acoplada a alguien como Vasile… un
lobo que tenía tanta dominación, poder y fuerza. Tal vez esta experiencia podría
prepararla para las muchas pruebas que ella, estaba seguro, afrontaría como
hembra Alfa.
—Serghei es joven y fácilmente influenciable por la emoción —razonó él.
—Suena como si estuvieras describiendo a un cachorro en lugar de a un
hombre adulto —replicó ella.
Él quiso detener el tiempo en ese momento, mantenerlo inmóvil, para así
poder atesorar el destello de ira en su tormentosos ojos grises, y el endurecimiento
de sus labios que traicionaba la emoción que nunca parecía mostrarse en su
124
hermoso rostro últimamente. Había odiado ver su dolor cuando Vasile había
cerrado su vínculo, y eso le había hecho apreciar su espíritu que, a la vez,
encontraba completamente inagotable.
—Cualquiera que sea la prueba que este Beta dice tener es probablemente
una farsa, y todos aquellos que optaron por seguirlo se darán cuenta que fueron
engañados.
Ella asintió, la cual era su forma habitual de comunicación. Petre la vio
caminar hacia la puerta luchando para pensar en algo más para mantenerla
ocupada. Ella abrió la puerta y lo miró por encima del hombro.
—Voy a reunirme con Sisily en el río por un rato. Estaré de vuelta para la
cena. —Entonces se había ido junto con su fugaz momento de reconexión.

Alina salió por el costado de la cabaña hacia el abrigo de sombras y el


bosque. Apoyó la espalda contra la áspera corteza de un árbol y cerró los ojos
mientras los últimos rayos del sol poco a poco comenzaban a desvanecerse. El
calor persistente no hizo nada para descongelar el interior frío de ella. Se imaginó
que podía pararse sin ninguna distancia del sol y nunca sentirse caliente. Vasile
le había explicado las cosas peligrosas que podrían pasar si la manada se enteraba
que sus padres no habían sido compañeros verdaderos. La confianza que había
estado dañada tan severamente en la última década de Stefan o más como Alfa
estaba tambaleando ahora en el reinado de Vasile.
Si alguien realmente había descubierto que los padres de Vasile no eran
verdaderos compañeros, las cosas estaban a punto de ponerse mucho peor. Deseó
poder estar allí para él… deseó poder prestarle su fuerza y ánimo. Tal vez él no la
necesitaba. Tal vez ella solo servía para ser una distracción en un momento en el
que él necesitaría todo su ingenio. Estaba segura que sus principales lobos lo
protegerían, no que él aceptaría jamás la protección de otro. Era un dominante
entre los dominantes después de todo, pero aun así tenía la sensación que esos
lobos darían la vida por él, ya sea que lo quisiera o no.
Cuando abrió los ojos, trató de llamar a su loba con la esperanza de que el
animal finalmente respondiera a ella, pero al igual que con sus anteriores intentos,
su loba no le hizo caso, era como si estuviera durmiendo y se negara a despertar.
Su loba estaba enfadada ya que ellas no habían perseguido a su compañero. Era
como si Alina estuviera renunciando. Pero, en realidad, Alina estaba justo en el
lugar donde ella estaba, queriendo desesperadamente que Vasile vuelva a ella.
125
Quería que él la eligiera sin que ella tenga que mendigar por él. Era la primera
vez que podía recordar a su loba negándose ayudarla. Comenzó a soltar un
suspiro de exasperación, pero fue interrumpido por la gran mano que cubrió su
boca.

Sergehi sintió el calor del aliento de ella en su mano mientras tapaba su


boca. Él la apartó del árbol más adentro en el bosque. Mientras la atraía hacia su
pecho abrazándola con fuerza a él, tomó una respiración profunda y casi se pierde
a sí mismo en su familiar aroma. Ella estaba empezando a luchar pero se detuvo
tan pronto oyó su voz y, sin duda, capturó su propia esencia.
—Alina —murmuró en su cuello mientras continuaba inhalándola. Ella
murmuró algo contra su mano, y él sonrió al imaginar su afilada lengua
reprendiéndolo por haberla asustado.
—No puedes gritar o correr, ¿de acuerdo? —preguntó en voz baja. Ella
asintió y él descubrió lentamente su boca y soltó sus brazos de su alrededor. Ella
se volvió rápidamente y él vio la ira que bailaba como el fuego en sus ojos cuando
lo miró furiosamente. Solo duró un segundo y luego se fue.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó ella, sin siquiera mencionar que
acababa de arrimársele.
—¿Qué quieres decir?
—Mi padre me dijo que estabas de camino con un grupo de la manada para
acusar a los Alfas muertos de mentir. —Su voz sonó fría, carente de cualquier
calidez a la que él estaba acostumbrado.
—Es por eso que vine a hablar contigo —dijo él mientras trataba de
contener la emoción. Sabía que Alina no podía estar destinada a Vasile; sabía que
ella era de él y siempre lo había sido. Cuando Emilian había venido pidiendo
voluntarios para ayudar a encontrar algunos cuerpos, y luego les informó que esos
cuerpos servirían de prueba de que Vasile no estaba en condiciones de ser el Alfa
de la manada del Este, Sergehi apenas había sido capaz de contener su grito de
“cuenta conmigo”. Poco a poco, durante los días de búsqueda en las montañas,
se hizo evidente de cuáles miembros de la manada querían verdaderamente a
Vasile fuera.
Solo entonces Emilian comenzó a revelar más detalles de a quiénes estaban
buscando y por qué. Serghei podía admitir que se sintió un poco mal cuando el
Beta les dijo que iban a desenterrar los cuerpos de sus antiguos Alfas, pero cuando
126
él les contó lo que encontrarían, ningún recelo surgió. Cuando la manada se
enteró que sus antiguos Alfas no eran verdaderos compañeros y que habían
mentido sobre ello durante siglos, no habría manera alguna que nadie creyera que
Alina y Vasile fueran compañeros, no sin ver las marcas de acoplamiento por sí
mismos. Dado que Serghei no había oído los rumores acerca de las marcas en
Vasile cambiando, entonces él sabía que las marcas no podrían haber aparecido
aún en Alina.
—¿No podías simplemente llamar a la puerta como una persona normal?
—Quería hablar contigo sin tu padre respirando en mi cuello —explicó.
Ella pareció tomar esa explicación satisfactoriamente porque hizo un gesto para
que él continuara.
—Esta noche Emilian va a revelar la verdad sobre nuestros antiguos Alfas.
Entonces quedará claro para todos que Vasile no está en condiciones de liderar a
nuestra manada. —Rebotaba sobre las puntas de sus pies mientras la adrenalina
corría por su cuerpo. Lo más probable es que sangre sería derramada esta noche,
y su lobo estaba anhelando una pelea después de haber sido humillado por Vasile.
—¿Y qué verdad es la que este Beta va a revelar? —preguntó ella con una
ceja levantada.
—Stefan y Daciana nunca fueron verdaderos compañeros. Mintieron.
Durante todos esos años, nos mintieron.
Él pudo verla luchando con la noticia como todos ellos lo hicieron cuando
lo escucharon por primera vez. Era incomprensible que una pareja de Alfas
traicionaría a su manada de tal manera.
—¿Cómo puede Emilian posiblemente probar eso? Están muertos; no
pueden argumentarse en contra de sus acusaciones —argumentó ella.
—Tal vez no sean capaces de argumentar con sus bocas, pero sus cuerpos
no mienten. —Él podría haber dicho esto un poco demasiado petulante, porque
a medida que los ojos de ella se abrían con sorpresa, al instante temió responder
a la siguiente pregunta que ella estaba obligada a hacer.
—¿Qué pasa con sus cuerpos, Serghei? ¿Cómo podría saber nada acerca de
sus cuerpos cuando han sido puestos a descansar? —preguntó ella con los ojos
entrecerrados, la fría indiferencia escapándose un poco.
—Los desenterramos —respondió él, erizándose ante su tono agudo.
—¡Hicieron qué! —Su voz atravesó la noche tranquila, rebotando en los
árboles y a través del aire.
127
Él llevó una mano sobre su boca para impedirle gritar de nuevo y ella se
volvió rápidamente de modo que su espalda quedó presionada contra su pecho
una vez más y ella era sometida lo suficiente. Estaba tan cerca de tener lo que
quería; que no podía dejar que ella lo arruinase.
—Hemos tenido que desenterrar sus cuerpos para demostrar que no eran
compañeros. Es cierto, Alina. Daciana no tenía marcas de acoplamiento,
ninguna, en ninguna parte de su cuerpo. Ella no perteneció a Stefan, al igual que
tú no perteneces a Vasile.

Las palabras de Serghei fueron como un jarro de agua fría siendo salpicado
en su piel demasiado caliente. Despertó algo dentro de ella que había estado
dormido durante meses. La conmoción de lo que habían hecho, hasta dónde
estuvieron dispuestos a llegar para ver a Vasile entrar en vereda, había despertado
a su loba durmiendo. Tuvo que tragar la bilis que amenazó con precipitarse hasta
su garganta mientras repetía sus palabras una y otra vez: Los desenterramos; no
hay marcas de acoplamiento, ninguna, en ninguna parte de su cuerpo. No
perteneces a Vasile. ¿Había perdido su jodida cordura? ¿Qué estaba mal con estas
personas que iban por ahí desenterrando y luego deshonrando el cuerpo de una
persona que no había hecho nada, excepto cuidarlos, sacrificarse por ellos y
liderarlos? Oh Gran Luna, pensó, él había mirado sobre el cuerpo de su hembra
Alfa, como si tuviera el derecho de hacer tal cosa, ya sea que ese cuerpo tuviera
vida en él o no.
Su aliento en el cuello de ella la distrajo de los pensamientos corriendo por
su mente. Su mano estaba sofocando su boca, y aunque sabía que podía respirar
bien por la nariz, tener la boca cubierta con tanta fuerza, la hizo sentir como si no
pudiera obtener suficiente aire. ¿Qué estaba planeando hacer con ella? ¿Cómo
siquiera encajaba ella en el retorcido esquema de él y los otros lobos?
—¿Prometes no gritar? —le preguntó deliberadamente, como si estuviera
hablando con un niño. Ella luchó contra el impulso de morderle la mano y
simplemente asintió en su lugar.
Quitó la mano lentamente, obviamente, preocupado de que ella no
mantuviera su palabra, pero cuando siguió en silencio, dio un paso atrás
permitiéndole un poco de espacio. Ella se volvió hacia él y trató de ocultar el
pánico de su rostro que estaba hirviendo en su sangre. Tenía que mantener la
calma. Si se enfadaba, solo provocaría al lobo de él, y eso era lo último que 128
necesitaba en ese momento.
—¿Qué quieres decir con que no pertenezco a Vasile? —le preguntó ante la
única cuestión que realmente le molestaba. ¿Vasile había estado negando que ella
era su compañera? Y si fuera así, ¿con qué fin?
La frente de Serghei se frunció mientras entrecerraba los ojos en ella.
—Quiero decir que no eres su compañera, como él afirmó que eras. ¿De
verdad vas a hacerte la tonta conmigo, Alina? No llevas sus marcas. Él está
haciendo exactamente lo que hizo su padre, reclamando a alguien que no le
pertenece. Y tuvo el descaro de amenazarme a mí por decir que creía que éramos
compañeros verdaderos. Hay toda una gran posibilidad de que seas mía así como
de él.
—No me estoy haciendo la tonta, Serghei, y no soy un pedazo de
propiedad. No pertenezco a nadie —le espetó a pesar de su anterior decisión de
mantener la calma—. Tal vez, no tengo las marcas todavía porque… —De
repente dejó de hablar cuando se le ocurrió un pensamiento. Quizás Vasile no
quería que nadie supiera que había encontrado a su compañera. ¿Qué pasa si él
pensaba que ella estaba en peligro porque no llevaba sus marcas todavía? Ahora
que las mentiras de sus padres habían salido a la luz, los miembros de la manada
seguramente dudarían de la verdad de su derecho sobre ella. Serghei esperó a que
terminara su pensamiento. Ella sacudió la cabeza como para despejarla y luego
terminó con—: Todavía no soy mayor de edad. Obviamente, mi futuro no ha
quedado claro todavía, y no debería tener que dar explicaciones a nadie.
Él negó con la cabeza después de unos momentos y dejó escapar un suspiro
rápido.
—De todos modos, necesito que vengas conmigo. Necesito que veas por ti
misma para que así entiendas hasta qué punto van los Lupei para protegerse a sí
mismos en lugar de a su manada. —Él tomó su mano, pero ella la sacudió de
vuelta, esquivándolo cuando habría intentado acercarse a ella.
—No voy a ningún lado contigo, Serghei. Mis padres serán los únicos que
decidirán cuándo y si tengo que saber lo que está pasando, si hay algo de hecho
pasando con el Alfa y sus padres. —Trató de sonar confiada e inapelable. Cuando
se volvió para dirigirse hacia su casa, pensó que lo podía haber logrado hasta que,
una vez más, una mano estaba cubriendo su boca y su cuerpo estaba siendo
arrastrado contra su voluntad más adentro en el bosque.
—Lamento que te sientas así. Me habría gustado que hubieras venido
conmigo de buena gana, pero si la única manera que puedo conseguir que veas
129
que perteneces a mí es por la fuerza, entonces lo haré. —Antes de que pudiera
bloquear completamente su cuerpo contra el suyo, su loba se hizo cargo. Ella
entró en fase a medio salto y corrió hacia la casa de sus padres. No lo escuchó
perseguirla y asumió que preferiría correr como el cobarde que era antes de
enfrentar la ira de su padre ante su atrevimiento.

Serghei retrocedió aún más en la oscuridad mientras observaba a Alina


huir. Ella sin duda informaría a sus padres de todo lo que él había dicho, y ahora
no habría forma en que lo dejaran acercarse a ella. Eso estaba bien por ahora,
siempre y cuando Vasile no pudiera llegar a ninguna parte cerca de ella tampoco,
y la manada se aseguraría de ello. No había manera alguna que le permitieran a
él reclamarla hasta que ella luciera sus marcas, y ella tendría que probar que
estaban allí, mostrándolas a alguien.
Se dio la vuelta en dirección opuesta, se quitó la ropa, entró en fase y salió
a la carrera hacia el castillo de la manada. Quería confrontar a Vasile. Quería
agitar aún más las dudas en la mente de sus compañeros de manada para
asegurarse que ya no pudieran confiar en Vasile. Un Alfa que no tenía la
confianza de su manada no sería capaz de controlarlos, no a menos que fuera un
líder increíblemente dominante y fuerte.
Serghei no veía cómo alguien sería capaz de mantener el control una vez
que vieran los cuerpos desenterrados de sus padres. Apretó el paso mientras
imaginaba la expresión del rostro de Vasile cuando Emilian, fundamentalmente,
lo destronara. Serghei tendría que ocultar a Alina antes que eso sucediera. No
podía correr el riesgo de que Vasile la volviera a ver. Aunque Serghei no creía que
Vasile era el verdadero compañero de Alina, no era tan estúpido como para tentar
a la suerte. Si ella era, de hecho, su verdadera compañera y se les permitiera
completar el vínculo, eso solo lo fortalecería a él. Si Serghei podía asegurar la
muerte de Vasile antes de que ellos se vincularan, entonces Alina sería libre para
ser suya.
El joven lobo sonrió a medida que pensaba que no solo necesitaba que
Vasile fuera destronado, también tenía que ser sacado de esta vida para siempre.

130
Adevãrul înainte de toate!
Habla con la verdad y avergüenza al diablo.

Traducido por HeythereDelilah1007 y Nelshia


Corregido por LizC

milian estaba de pie en el patio real del castillo de la manada


Rumana del Este rodeado por aquellos que querían una
explicación. Algunos le estaban gritando, y algunos otros estaban
gritando para que su Alfa se mostrara y hablara.
Se giró para enfrentar a la multitud, y sostuvo sus manos en alto haciendo
un gesto de calma.
—Sus compañeros de manada los han llamado aquí para que puedan 131
remover la venda que ha sido puesta sobre sus ojos. —Su voz retumbó por toda
el área, atrapando la atención de todos los presentes—. Sus antiguos Alfas no
fueron honestos con ustedes. Vivieron una mentira, y por esa mentira todos
ustedes tuvieron que pagar las consecuencias. Aunque los cambios en sus aldeas
fueron graduales, sus efectos no dejaron de ser menos devastadores que un
tornado. Stefan los dejó para defenderse solos mientras él lidiaba con la locura de
vivir sin su verdadera compañera. —Susurros empezaron a aumentar dentro del
grupo ante sus palabras, pero él continuó hablando—. Escuché de la boca de mi
Alfa, quien lo escuchó de la boca de Vasile Lupei en persona, ¡que Stefan y
Daciana Lupei no eran verdaderos compañeros! Estos Alfas hicieron grandes
esfuerzos para mantener en secreto sus mentiras. Stefan llegó tan lejos como para
tatuar su propia piel y así simular las marcas de compañeros. Y ambos planearon
sus propios suicidios en caso de que el otro muriera, lo cual es exactamente lo que
sucedió… ¡Daciana prefirió tomar su propia vida en lugar de permitir que su
engaño fuera descubierto!
Ante esto, toda la gente reunida empezó a murmurar como una sola
persona. Gritos de “¡Mentirosos!” vinieron desde todas partes a lo largo de la
multitud.
—Pero por favor, no confíen en mis palabras solamente, compañeros
lobos. No soy de su manada. Soy el Beta de la manada del Oeste. ¿Por qué me
creerían? Acérquense y vean el fraude con sus propios ojos.
Emilian hizo una seña para que Ivan y Marian removieran la tapa de las
dos cajas de madera que había puesto estratégicamente detrás de él, cada una
flanqueándolo. Dentro de las cajas estaban los dos ataúdes, cuyas tapas Ivan y
Marian removieron prontamente, arrojándolas a un lado dramáticamente con su
fuerza sobrenatural. Emilian se acercó e intentó no sonreír a medida que los lobos
a su alrededor sostenían su aliento colectivamente, inclinándose más cerca e
intentando ver lo que había dentro.
La mayoría seguía esperando contra toda probabilidad que los ataúdes
estuvieran vacíos, o que contuvieran a alguien más que a sus amados Alfas. Pero
un sentimiento de hundimiento se estaba abriendo paso entre la multitud, como
una plaga cuando ataca a una aldea: imparable, incontrolable, esparciéndose de
lobo a lobo. Ellos sabían que la terrible verdad estaba a punto de enfrentarlos.
—Contemplen a sus amados Alfas —dijo Emilian compasivamente, sus
cejas alzadas como si les estuviera hablando a un montón de niños de seis años.
Se apartó y pasó sus manos por encima de los ataúdes—. Pueden ver que quienes 132
están dentro son de hecho Daciana y Stefan. Hemos desenterrado a la pareja real
y esto no es ningún tipo de farsa. Noten que ella no tiene ninguna marca sobre su
cuerpo. Ella nunca estuvo realmente acoplada. —Hubo jadeos y la multitud se
apiñó más cerca empujándose mutuamente para obtener una mejor vista.
—¡Es cierto! —escuchó que uno decía. Había furia en contra de Stefan por
sus acciones, pero también había dolor por aquellos que se comprometieron a
protegerlos.
—¡Queremos escucharlo de Vasile! ¡Queremos saber lo que nuestro Alfa
tiene que decir! —Un grito sonó por encima de la creciente marea de murmullos
de la multitud.
Y así comienza, pensó Emilian mientras una sonrisa maliciosa atravesaba
su rostro.

—¿Simplemente vas a precipitarte hasta allá fuera desplegando los


colmillos y sacando tus garras? —preguntó Alin antes de que Vasile pudiera
alcanzar la puerta y salir al pasillo—. Tal vez sería más sabio dejar que uno de
nosotros primero evalúe la situación.
—Los cuerpos de mis padres han sido sacados de su lugar de descanso y
ahora yacen a la intemperie, ante la Gran Luna y el resto del mundo, con la
espalda desnuda de mi madre expuesta. Así que, sí, voy a salir corriendo hasta
allá fuera con mis colmillos desplegados listos para despedazar al perro callejero
capaz de hacer algo así. ¿Qué parte de la situación, exactamente, crees que
necesitas evaluar? —La voz de Vasile fue lenta y pausada, y la amenaza
subyacente a ella dejó claro que era mejor que la respuesta de Alin fuera del
agrado de su Alfa.
—No dudo de tu habilidad para defenderte a ti mismo, Alfa —empezó Alin
con cuidado—. Pero, muchas veces escuché decir, y no solo de ti, también de tu
padre, que solo los tontos se apresuran. Te imploro ahora que contengas a tu lobo
hasta que sepas quiénes son todos los jugadores y qué es lo que los impulsa.
—Estoy de acuerdo con él, Vasile —dijo Ion, y Nicu también asintió en
aprobación.
A Vasile no le gustaba considerarse a sí mismo un tonto, y sabía que si tres
de sus lobos le estaban diciendo que se tranquilizara, entonces lo mejor que podía
hacer era escuchar. Su lobo quería arrasar con el castillo, ir directo hasta el patio
real y empezar a desgarrar la carne del hueso, pero había una razón para que la 133
Gran Luna uniera la fuerza del lobo con la sabiduría del hombre. Se dio la vuelta
desde la puerta y miró a los tres lobos que estaban parados ahí esperando por su
decisión y órdenes.
—Bien, voy a esperar, pero antes de que vayan allá fuera, hay algo que
todos ustedes deben saber. —Tomó una respiración profunda mientras el peso del
mundo, y algo más que eso, se instalaba sobre sus hombros. De repente se sintió
cansado, desgastado y vacío, como si todo dentro de él hubiera sido vertido al
exterior justo ahí, en el piso, y ahora solo quedaba la cascara.
Les dijo todo lo que había dicho a Anghel… sobre su padre perdiendo a su
verdadera compañera, sobre él enamorándose de su madre a pesar de que no era
su verdadera compañera, y sobre cómo lo mantuvieron en secreto todos estos
años. Les contó sobre los tatuajes y sobre el plan para cuando fuera necesario que
uno de ellos se quitara la vida si el otro llegaba a morir. Les contó sobre su amor
mutuo, y sobre cómo no había sido suficiente para salvar a su padre de la
oscuridad. Pensó que estaría susceptible al tener que contar la historia otra vez,
pero por alguna razón no hubo nada, ni tristeza, ni pena, ni rabia… simplemente
nada.
—Vasile —dijo Nicu—. ¿Estás bien, Alfa?
Vasile frotó su frente pensando que de alguna manera así podría eliminar
el dolor de cabeza que había empezado a palpitar detrás de sus ojos, y asintió
lentamente.
—Estoy bien. He lidiado con sus fallas, y no puedo culparlos por escoger
una vida juntos. Hasta hace una década, o algo así, mi padre era un buen Alfa.
No era perfecto, pero amaba a esta manada, y continuó amándola. Simplemente
no pudo demostrarlo de la forma que era necesaria.
—Nosotros no estamos resentidos con tus padres —pronunció Alin por los
tres y los otros murmuraron estando de acuerdo.
—Alguien descubrió que mis padres no eran verdaderos compañeros. —
Vasile hizo un gesto hacia la ventana—. Y ahora están avisándole a la manada
sobre la traición de sus Alfas. No me querrán como su Alfa, independientemente
de mi situación con ellos; me verán como el producto de una mentira, y no
confiarán en mí.
—No todos —lo contradijo Ion.
—La mayoría lo hará, y eso es todo lo que necesita un Alfa para perder el
control sobre su manada. 134
—¿Quién más sabía esta información, aparte de ti? —preguntó Alin.
—Solamente le dije a Anghel, apenas unos días después de la muerte de
mis padres. Y le dije a mi compañera.
—¿Podría él…? —empezó Alin, pero fue interrumpido.
—No. Tampoco Alina —dijo Vasile y sacudió la cabeza inflexiblemente—
. Él no le diría a nadie a excepción de su compañera, pero los considero a ambos
como un solo ser, de modo que cuando le dije a él, sabía que le diría a ella. Si
hubiese estado preocupado de ella siendo incapaz de mantener el secreto para sí
misma, no se lo habría dicho a Anghel en primer lugar.
Ion otra vez se encontraba junto a la ventana. Sus ojos aterrizaron sobre la
multitud de abajo. Su mandíbula se tensó cuando finalmente fue capaz de
descubrir quién era el que dirigía la turba.
—Emilian. —El nombre retumbó en su pecho.
—¿El Beta de Anghel? —Vasile miró hacia Ion—. ¿Está ahí fuera?
—Él es el traidor —dijo Ion mientras miraba hacia el hombre del cual sabía
que era lo suficientemente ambicioso como para desenterrar el cuerpo de alguien,
incluso el de un amado Alfa, con tal de obtener lo que quisiera. Emilian se dirigía
a la multitud. Alentándolos para que su agitación creciera.
Los ojos de Vasile se entrecerraron.
—Anghel no le diría a Emilian. La única razón por la que Emilian es Beta
es porque nadie le ha ganado al retarlo, pero Anghel no confía en él.
—¿Por qué no lo ha matado entonces? —gruñó Nicu.
—Porque sin una causa justa es considerado asesinato, Nicu —contestó
Alin por Vasile.
—Solo si te atrapan —murmuró Nicu.
—¿Qué quieres que hagamos, Alfa? —preguntó Ion, ignorando la
discusión entre Alin y Nicu. Aunque le hablaba a Vasile, sus ojos seguían sobre
la multitud.
La respuesta inicial de Vasile había sido la de salir y declarar la guerra. Ver
los cuerpos de sus padres, sin vida y mostrando los inicios de la decadencia, lo
había enfurecido. Pero ahora, después de haberle dicho a sus tres principales
lobos; lobos que habían servido a su padre por tanto tiempo, sobre las mentiras 135
que les habían dicho, él simplemente no podía justificar una guerra. La manada
necesitaba un Alfa fuerte en estos tiempos turbulentos. Él no retrocedería. Sabía
lo que costaba mantener a una manada unida, entendía lo fuerte que tenía que ser
un Alfa para hacerlo, y se rehusaba a dejar que su manada fuera controlada por
alguien que no supiera cómo mantener el control.
—Pelearemos contigo —dijo Alin, dando un paso más cerca de él.
Vasile no se había dado cuenta que había hablado en voz alta. Miró a los
rostros de cada uno de los hombres que ahora estaban parados ante él con los ojos
casi brillando.
—Podrían morir.
—¿Por qué somos guerreros si no es por tales tiempos como estos? —
preguntó Nicu.
Los ojos de Vasile brillaron del color azul intenso de su lobo mientras lo
veía fijamente.
—Bastante cierto, y guerreros es lo que somos. No vamos a irnos sin
luchar. Aunque entiendo la rabia que tiene la manada contra mis padres, no
puedo permitir que tomen decisiones tontas basadas en sus emociones.
—Entonces, déjanos luchar —dijo Ion—. Debemos ser fuertes para
mantener a la manada unida.
—Sí —dijeron tanto Alin como Nicu al mismo tiempo, estando de acuerdo
con el guerrero.
—Qué así sea —dijo Vasile seriamente. Tenía un mal presentimiento
acerca de esto, y sin embargo no podía retractarse.
Los Alfas no se mantenían como Alfas por apartarse cuando las cosas se
ponían difíciles. Merecían ser Alfas porque eran capaces de hacer lo necesario
incluso en las situaciones más desafiantes. Se mantenían firmes, aguantaban hasta
que ya no pudieran soportar nada más, e incluso entonces, no cedían. Solamente
si era para proteger a otros retrocedían alguna vez, porque proteger a los suyos
era la única cosa más importante que mantener el control sobre la manada, lo
cual podría ser puesto en peligro solo si un Alfa era visto retrocediendo de un
desafío.
—Espero poder vivir una vida digna de su lealtad —les dijo mientras les
hacía señas para levantarse y luego una vez más se volvió a dirigir hacia la
puerta—. Sabemos quién es nuestro enemigo. Sabemos lo que quiere. No lo
dejemos esperando más tiempo.
136
Ion siguió detrás a Vasile mirando a su Alfa de cerca, buscando alguna
señal de si el estar lejos de su compañera interferiría con su habilidad para luchar,
porque definitivamente habría una pelea esperándolos. Y más que
probablemente, muchas vidas estaban a punto de perderse.
Vasile empujó las puertas del castillo que daban al patio real. Las voces que
habían estado alzándose, gritando y rugiendo, se detuvieron repentinamente, y el
área completa se hundió en silencio. Solo se podía escuchar el sonido del viento
susurrando contra las hojas y el ocasional chirrido de las aves. Se encaminó hasta
el escalón más alto que le permitió ver a todo el mundo y escaneó la multitud
lentamente hasta que sus ojos aterrizaron en Emilian.
El Beta estaba parado directamente frente a los dos ataúdes donde los
cuerpos de sus padres yacían. Sus hombros relajados, su postura suelta, y la
mueca ladeada de sus labios le decía a Vasile que el Beta sabía que no había nada
que él pudiera decir para salvar la situación. Entonces, el Beta cambió de posición
y Vasile pudo ver la espalda de su madre, desnuda ante todos, y completamente
libre de cualquier marca. Todo sentimiento de calma se desvaneció. ¿Cómo se
atrevía este hombre a pensar que podía violar el lugar de descanso de su madre,
sin importar cuál fuera su razón? ¿Cómo se atrevía a pensar en avergonzarlo,
como si no sintiera ya la vergüenza suficiente sin que alguien le estuviera
restregando en la cara la decisión que sus padres habían tomado… correcta o
incorrecta?
Nicu, Ion y Alin deben haber sentido el cambio en sus emociones porque
estuvieron de repente de pie preparados junto a él.
—¿Qué tienes…? —Esas fueron las dos únicas palabras que Emilian
consiguió decir antes que Vasile se abalanzara. Su puño conectó en la cara de
Emilian con un crujido satisfactorio.
No lo soltó por completo; no podía. Estaba bastante seguro que si alguna
vez dejaba libre a su lobo, sobre todo después de haber estado separado tanto
tiempo de Alina, nunca recuperaría el control sobre él. Oyó los gritos y gruñidos
alrededor de él, y sin embargo, continuó golpeando a Emilian en la cara. El Beta
pareció recomponerse después de la sorpresa de ser atacado y luego comenzó su
propio asalto a Vasile. El primer golpe que encontró su mejilla picó, pero solo
sirvió para enfurecer aún más a su lobo y al hombre en sí. Sintió al lobo en su
interior agitándose, empujando para hacerse cargo cada vez más de la lucha. Su
enfoque estaba tan centrado en el Beta que apenas se dio cuenta de los combates
desatándose a su alrededor. 137
Estimó una rápida mirada y vio a Ion y Nicu moverse más allá de él, cada
uno luchando con otros lobos que no reconoció de inmediato en ese momento.
Sabía que podían sostener su posición por su cuenta, y así continuó en mantener
toda su atención en su oponente. No supo cuánto tiempo lucharon. Sintió la
sangre derramándose de varias laceraciones en su rostro y sintió el cansancio en
sus músculos, pero aun así siguió respondiendo a Emilian golpe por golpe. No
fue hasta que hubo un fuerte silbido que Vasile finalmente cedió y dio un paso
atrás justo cuando Emilian lo hizo también.
La sonrisa que todavía estaba en el rostro del Beta le dijo a Vasile que de
alguna manera él había tramado algo. Vasile miró a los rostros a su alrededor y
vio la conmoción, el miedo y la preocupación en los rostros de sus compañeros
de manada. Entonces se dio cuenta que había al menos siete mujeres sin pareja,
algunas todavía menores de edad, rodeadas por los hombres de Emilian.
—No quiero tener que hacer esto, pero bueno, sabía que no te alejarías en
silencio, sin importar lo que quisiera tu manada. Vete de buena gana y voy a dejar
que estas mujeres vivan —dijo e hizo un gesto hacia donde las mujeres estaban—
. Sigue luchando y las verás morir… poco a poco.
Vasile gruñó a medida que encontraba la mirada del Beta. Emilian no pudo
sostener la mirada por más de unos pocos segundos antes de apartarla a otro lado.
Vasile entonces se volvió hacia la multitud.
—¿Esto es lo que quieren? —Hizo una seña hacia a Emilian y luego a sus
hombres—. Este es el tipo de líder que quieren, ¿un tirano? ¿Uno que se preocupa
solo por su propio pellejo?
—Queremos uno honesto —gritó una mujer.
Vasile negó con la cabeza y volvió a mirar a Emilian.
—Tienes suerte que no te mate por la falta de respeto que has mostrado a
mis padres, especialmente a mi madre. Voy a dimitir porque no voy a tener las
muertes de esas mujeres en mis manos, pero te advierto que esto no ha terminado.
No vas a poder resguardar esta manada; no eres capaz —gruñó Vasile.
—Tal vez —dijo Emilian mientras escupía sangre por la boca—. Pero
bueno, fui lo suficientemente capaz para tomarla de ti. ¿Cierto? Hay mucho que
decir por el ingenio, Vasile. Esa es una lección que todavía tienes que aprender.
—¿Tu Alfa sabe lo que has hecho? —preguntó al Beta, sin tener que alzar
su voz por el silencio sofocante—. ¿Sabe que tomaste información que no era para
138
ti y luego la utilizaste para tu propio beneficio? ¿Sabe que lo traicionaste?
—El fuerte sobrevive, Vasile Lupei. Simplemente estoy haciendo lo que se
necesita para sobrevivir y para asegurar que esta manada sobreviva. La traición
de tu padre ha dejado en ruinas esta manada. Hice lo que era necesario.
Vasile asintió lentamente.
—Tal vez, estás en lo correcto, pero solo un tonto piensa que la forma en
que obtiene su victoria no importa.
—¡TUS PADRES MINTIERON SOBRE SU VÍNCULO! —gruñó
Emilian de repente, interrumpiendo al Alfa, y haciendo que los que estaban a su
alrededor saltaran—. ¿Qué importa cómo me convierto en el nuevo Alfa? Lo que
importa es que la traición que ha salido a la luz de tu linaje ha llegado a su fin.
Ves, las mentiras no siempre terminan con aquellos que las iniciaron, a veces
siguen a todos en su linaje. —Emilian hizo una pausa y se volvió para mirar a la
multitud—. ¿Es cierto, Vasile Lupei, que has encontrado a tu verdadera
compañera? ¿Que la encontraste en una aldea en las afueras más lejanas de tu
territorio, y sin embargo, fallaste en decirle a nadie en tu manada? —Hubo jadeos
de asombro en todas las direcciones desde los miembros de su manada mientras
miraban hacia él en estado de shock.
Un gruñido bajo se inició en el pecho de Vasile.
—No tengo compañera. —A Vasile le dolió negar a Alina, pero si eso la
mantenía a salvo, entonces él la negaría hasta su último aliento—. Si tuviera una
compañera lo hubiera gritado a todo pulmón, la hubiera reconocido por la
bendición que es, y estaría a mi lado justo ahora. ¿Quién te dio esa información?
—Te fuiste y visitaste todas las aldeas en tu territorio.
Vasile asintió, esperando a que continuara.
—En la última aldea, Solca, aquella que supervisa Petre Sala, ¿no
reclamaste a su hija como tu verdadera compañera? ¿No amenazaste a un hombre
que supuestamente la había besado, diciéndole que le cortarías las manos si
alguna vez tocaba a otra mujer?
La rabia de Vasile aumentó a medida que comenzaba a poner las piezas
del rompecabezas en su lugar. Serghei había estado en la conspiración ante él. Le
había dicho a Emilian lo que sabía, y muy tristemente, era un plan brillante por
parte del joven macho. Alina no cargaba ninguna marca ni tampoco las de Vasile
habían cambiado. No había manera que la manada creyera que ella le pertenecía.
—No —respondió finalmente—. La información que recibiste ha sido…
139
distorsionada.
—Así que ahora niegas que ella es tu verdadera compañera —gritó una
nueva voz desde el fondo de la multitud que fue separándose permitiendo al
hombre pasar.
Vasile reconoció al joven macho, siendo ningún otro que Serghei. Apenas
se contuvo para no arrancar la cabeza del hombre.
—Hasta que deje este castillo por última vez, o sea asesinado donde estoy,
soy tu Alfa. —Él encontró la mirada del macho y Serghei bajó los ojos
inmediatamente—. Me hablarás con respeto o te voy a mostrar por qué soy el
Alfa y tú no.
—Perdóname, Alfa —escupió el hombre mientras desnudaba su cuello—.
Me gustaría saber, ¿por qué estás ahora negando que reclamaste a Alina Sala
como tu compañera cuando tan rotundamente afirmaste que ella pertenecía a ti
mientras estuviste en nuestra aldea?
Vasile sintió que algo dentro de él se retorció con el sonido de su nombre.
La echaba de menos, la echaba de menos como extrañaría a su propio corazón si
este fuera arrancado de su pecho. Tener que hablar de ella como si fuera solo una
mujer sin importancia para él, ni bajo su protección por más tiempo, estaba
haciendo que su lobo se paseara nerviosamente.
—Es obvio por la ira en tu voz que tienes sentimientos por esta mujer —
comenzó Vasile, su voz sonó nivelada a pesar de la agitación en su interior—. ¿Es
tu verdadera compañera? —Por alguna razón, preguntarle a Serghei si Alina Sala
era de él, hizo que Vasile quisiera arrancarle la cabeza al joven macho. Pero el
espectáculo tenía que ser convincente. Vasile tenía que mostrarle a todos los
presentes que él realmente no creía que Alina era suya.
Emilian sabía que Vasile sería más fuerte con su verdadera compañera. Si
Emilian pensaba por un segundo que Alina en realidad era su compañera, él la
perseguiría y mataría solo para impedirle a Vasile unirse a ella, negando a Vasile
su fuerza. La necesidad palpitante en su interior de desgarrar a Serghei miembro
a miembro lo sorprendió en su furia. Tal vez la locura de estar sin su verdadera
compañera ya lo estaba alcanzando. A pesar que tenía solo un siglo de edad, tal
vez todas las pérdidas que había sufrido había hecho que la oscuridad en él se
mueva más rápido que en otros machos.
—Ella todavía no es mayor de edad y, por lo tanto, las marcas de
acoplamiento no han aparecido —esquivó Serghei. 140
—¿Te ama? —Vasile no supo lo que le impulsó a hacer esa pregunta, pero
se sintió enfermo ante incluso la posibilidad remota de su Mina amando a ese
perro callejero.
Sergehi se irguió, levantando la cabeza, pero no mirando a Vasile en los
ojos.
—Lo hará.
—¿Qué diferencia hace eso? —gruñó Emilian. La atención de Vasile fue
atraída del joven macho de vuelta a la amenaza más grande—. Vasile, ¿estás
reclamando a alguien, al igual que tu padre hizo, que no pertenece a ti? —Hubo
gruñidos en acuerdo a través de la multitud y asentimientos con ellos, pero aun
así, nadie se atrevió a encontrar su mirada.
—¡Mi padre ha muerto y sus acciones murieron con él! —gritó Vasile de
repente. Dio un paso atrás para así poder ver a su manada, poder mirar a cada
uno de ellos y evaluar sus reacciones—. Yo no soy mi padre. Cometeré errores
pero no van a ser los mismos que los suyos. Les estoy diciendo que esta mujer es
libre y sin ataduras a mí. No voy a tomar a ninguna mujer como mía que no tenga
mis marcas. Jamás le faltaría el respeto a una mujer de tal manera, o a su futuro
compañero.
—¿Puedes probar que ella es tu compañera? —preguntó Louis, uno de los
hombres con los que se había quedado cuando visitó las aldeas, haciendo caso
omiso de todo lo que Vasile acababa de decir.
—¿Por qué tengo que probarlo si no estoy reclamándola? —respondió él.
—¿Estarías dispuesto a permitir que un grupo selecto de miembros de la
manada, elegidos por la manada, vea las marcas de tu compañera una vez que la
encuentres? —preguntó otro hombre, Anton.
—¿Realmente le pedirías tal cosa a tu Alfa? —gruñó Ion al hombre.
Vasile levantó una mano para evitar que su tercero dijera más.
—Nunca permitiría que otro vea las marcas de mi compañera, al igual que
ningún hombre aquí permitiría tal cosa.
Louis dio un paso adelante. Él no sostenía ninguna amenaza en su rostro,
pero tampoco desnudó su garganta en sumisión.
—Confiamos en tu padre y madre. Los amamos como nuestra pareja de
Alfas, y por un tiempo muy largo interpretaron su papel como tal. Pero esto es
demasiado, Vasile. Incluso tú debes ver lo difícil que es para nuestra manada 141
aceptarlo. Mentir sobre algo tan vital para nuestra raza… ¿cómo conseguimos
superar eso? ¿Cómo hacemos para confiar en ti?
Vasile negó.
—No lo sé. —Su respuesta fue tan honesta como él sabía ser. En realidad
no sabía cómo seguir adelante. Durante la mayor parte de su vida se había sentido
seguro de las cosas, y ahora todo incluido él mismo, parecía roto más allá de
reparación.
—Entonces tal vez es hora de dejar que otro lidere. —Las palabras de Louis
no fueron dichas con ira u odio. Vasile pudo ver que el hombre en verdad quería
lo mejor para la manada. Vasile podía respetar eso, pero no estaba de acuerdo
con ello.
—¿Todos a favor de que dimita? —Esperó a ver cuántas manos se
elevarían. Poco a poco, uno a uno, llenaron el aire con sus manos, no todo el
mundo pero si un buen número.
—¿Y quién los liderará? —preguntó Alin a la manada, no queriendo
dejarlos asumir que Emilian debía hacerse cargo, pero sí queriendo ver si el Beta
en realidad lo reclamaría como su lugar.
Emilian dio un paso adelante, con los hombros echados hacia atrás y la
cabeza en alto, aunque aún no vería directamente a Vasile en los ojos.
—Creo que esto se consideraría igual a un desafío. Yo saqué a la luz la
traición. Estás dimitiendo debido a ello, por lo tanto, voy a tomar tu lugar como
Alfa.
—¿Esto es lo que quieres? —preguntó Vasile mirando a Louis quien parecía
haber tomado el lugar como portavoz de la manada.
Louis hizo un gesto a Vasile de hacerse a un lado y luego inclinó la cabeza
más cerca para que él escuche.
—La mayor parte de la manada ni siquiera sabe todavía, Vasile. Ellos van
a necesitar la seguridad que las cosas van a cambiar. Tal vez la mejor manera de
lograr esto es hacerte a un lado por un tiempo. No para siempre —continuó
rápidamente—. No creo que Emilian sea la respuesta, pero creo que la manada
necesita tiempo para sanar, y tú eres simplemente un recordatorio de lo que causó
la herida.
Vasile le indicó a Ion, Alin y Nicu dar marcha atrás, y lo hicieron a
regañadientes. 142
—Te daré una hora para reunir lo que necesites y partir. —Emilian se
acercó a Vasile, inclinándose y hablando muy bajo—. Entonces voy a darte un
día de ventaja antes de empezar a perseguirte. —Los ojos de Emilian se
estrecharon—. Podría haber dicho que iba a dejar que las hembras vivan, pero
nunca dije que perdonaría tu vida. No puedo dejarte vivir, Vasile.
Vasile en realidad rió entre dientes.
—Tu traición no conoce límites, Emilian. Por supuesto que no puedes
dejarme vivir. Nunca serás capaz de resguardar esta manada mientras aún respire,
y hasta que muera, estarás constantemente mirando por encima del hombro
preguntándote cuándo vendré a por ti. Vas a estar durmiendo con un ojo abierto,
y la paz te aludirá para siempre porque sabes en lo profundo de tu alma que tu
vida ya está perdida. La perdiste al minuto que amenazaste la vida de estas
preciadas mujeres.
Vasile miró una vez más a su manada, la manada que su padre había
amado a pesar de sus defectos, y la manada que Vasile todavía amaba a pesar de
su decisión ahora.
—Las cosas van a empeorar antes de mejorar. Estoy dando un paso atrás
ahora para protegerlos, pero no me iré muy lejos. Aún soy y siempre seré su Alfa
hasta que el aliento sea arrancado de mi cuerpo por última vez.
Hizo un gesto a sus primeros tres para seguirlo y se dirigió de nuevo al
castillo por última vez en cuánto tiempo, no sabía. Siempre había creído que
había un tiempo para todo. Un tiempo para la guerra, un tiempo para la paz, un
tiempo para ponerse de pie y hablar, y un tiempo para dar un paso atrás y esperar.
Él daría un paso atrás, pero no iba a esperar de brazos cruzados. Todavía
quedaba trabajo por hacer y aún cosas de las que podía encargarse hasta que el
momento fuera adecuado para él atacar y recuperar lo que era suyo.

143
Nu încap două sabii într-o teacã.
Cuando dos montan en un caballo, uno debe sentarse atrás.

Traducido por Mari NC y Apolineah17


Corregido por LizC

reo que Serghei ha perdido el juicio —dijo Alina a sus


padres mientras se sentaba en su pequeña sala de estar
con una taza de té que su madre le había preparado—
. Él insistía en mostrarme que Vasile era un mentiroso,
y trató de llevarme con él… por la fuerza.
—Serghei ha dejado que sus sentimientos por ti le quiten su buen juicio. Es
demasiado joven para ser un hombre que ha luchado a través de los años contra
la oscuridad y está cada vez más desesperado por una compañera, pero así es 144
exactamente cómo se está comportando. —La frente de su padre se frunció a
medida que consideraba la acción del joven macho.
—¿Qué hay de los padres de Vasile? —preguntó Alina—. ¿Realmente
importa si en verdad le mintieron a la manada sobre ser verdaderos compañeros?
Su madre dejó escapar un largo suspiro y se recostó en la silla que ocupaba.
—No debería. Por desgracia, los pecados de los padres a menudo acechan
al hijo o hijos que queda atrás. Habrá algunos que querrán ver a Vasile soportar
el castigo por el engaño de ellos ya que Stefan y Daciana no pueden.
—Eso es ridículo —resopló Alina.
—Si bien estamos de acuerdo contigo, lo más probable es que la mayoría
no se sienta como nosotros —explicó Petre.
—¿Qué pasará con Vasile? —Alina no trató de ocultar la preocupación y
el miedo que hervía en su interior. Él era de ella, y aquí estaba atrapada e incapaz
de ayudar… incapaz de asegurarse que se encontraba bien.
—Podría ser desafiado por otros machos para la posición de Alfa, o podría
ser usurpado por el Beta que trajo todo esto a la luz. Si la mayoría está de acuerdo
con el Beta, Vasile tendría que dimitir.
—Él nunca haría eso. —Alina sacudió la cabeza inflexiblemente.
—No, tengo la sensación que la única manera en que Vasile estaría
dispuesto a dimitir es si hay vidas en peligro. Él no va a sacrificar a otros en su
lugar.
Cuando cayó la noche y los padres de Alina se retiraron a su habitación,
siguió sentada donde habían pasado la mayor parte del día pensando en lo que
estaba sucediendo en su manada. Una sola vela ardía lanzando sombras suaves
que saltaban alrededor de la habitación en las paredes. Vio las imágenes que
bailaban sin verlas realmente. Su mente estaba centrada exclusivamente en su
compañero. Su mente estaba tan abierta como posiblemente podría estarlo, con
la esperanza de que él la buscaría. Y como si la hubiera oído, de repente, él estaba
allí.
«Mina». Su voz sonó áspera con mucha emoción, y ella pudo notar lo duro
que estaba luchando para mantenerlas bajo control.
145
«¿Estás bien?», le preguntó ella, pero lo que quería decir era lo mucho que
lo había echado de menos, cuánto lo sentía, y que no había entendido lo que le
había pedido.
«Estoy mucho mejor ahora que escucho tu voz y te siento en mi mente».
Esperó porque sabía que él quería decir algo más, y no quería
interrumpirlo.
«No sé si alguna vez me puedas perdonar por cómo me he comportado.
Dejé que mi orgullo me cegara y en lugar de pensar en cómo te sentías y lo que
necesitabas, solo pensé en mí. Lo siento mucho, amor».
El corazón de Alina latía con tanta fuerza que podía oírlo. Las lágrimas
corrían por sus mejillas mientras dejaba que el amor que él empujaba a través de
su vínculo se envolviera alrededor de ella y le reaseguraba que la deseaba, que la
echaba de menos, y cuando miró más profundamente en su mente, pudo ver cuán
devastado estaba realmente por sus propias acciones. Tal vez debía haber estado
enojada después de los meses de silencio, pero no quería perder ni un segundo
estando molesta por algo que no se podía cambiar. No sería el último error que
cometería él o ella en su relación; no veía el punto de profundizar en ello.
«Te perdono, Vasile. Siempre te perdonaré porque mi amor por ti es
incondicional». El alivio fluyó a través del vínculo. Él había temido haber ido
demasiado lejos, que la había perdido. «No puedes perderme. Pertenezco a ti y
por eso no puedo pertenecer a ningún otro lugar».
«No te merezco, Mina, pero alabo a la Gran Luna que te entregara a mí».
Sintió los dedos de él en su rostro, y sus ojos se cerraron bajo el asalto a sus
sentidos. Si tan solo estuviera allí, realmente tocándola, finalmente se sentiría
completa.
«Va a pasar un rato antes de que esto suceda», le dijo, obviamente,
captando sus pensamientos.
Sus ojos se abrieron de golpe; su toque olvidado al recordar el temor y la
preocupación del día. «¿Por qué? ¿Qué está pasando? ¿Estás bien?»
«Estoy bien, amor. Eres tú la que me preocupa».
Durante la siguiente media hora él le contó todo lo que había sucedido.
Cómo Emilian había traído los cuerpos de sus padres al patio real, descubierto las
marcas de su madre para que todos las vieran, y utilizó lo que Stefan y Daciana
habían hecho como un medio para conseguir que la manada cuestionara la 146
honestidad y la capacidad para dirigir de Vasile.
«No dimitiría; no me iría si no hubieran vidas en juego». Sonó como si
estuviera tratando de convencerse a sí mismo tanto como a ella.
«¿A dónde vas a ir?»
«Por el momento voy a darle a los cazadores de Emilian una cacería que
no olvidarán pronto. Él ha declarado que no puedo vivir; soy demasiada amenaza
para él. Y puesto que la muerte no está en mi agenda en este momento, tengo que
asegurarme que no tenga éxito. Después voy a tener que trabajar en secreto para
encontrar a aquellos de la manada que todavía me apoyan como Alfa. Con
números detrás de mí, mis posibilidades de victoria aumentarán».
«¿No podrías derrotarlo en un desafío?», preguntó Alina.
«Podría derrotarlo; de eso no tengo ninguna duda. Pero no soy tan tonto
como para creer que él lucharía justo. Los vulnerables en la manada todavía
necesitan protección. Al igual que lo hizo en el castillo, tratará de controlarme a
través de otros».
Ella entendía sus razones, pero eso no hacía más fácil aceptar que no solo
tendría que irse, sino que también correría por su vida.
«No correr, Mina, simplemente evadir», bromeó. Cómo había extrañado
sus bromas. Pero al instante siguiente, su despreocupación se hubo ido, y sintió
algo mucho más pesado viniendo a través del vínculo.
«Debemos tener mucho cuidado ahora. Hasta que lleves mis marcas,
aquellos que apoyan a Emilian no creerán que eres mi verdadera compañera. Y
si te reclamo ahora, estarás en gran peligro. No puedo dejarlos creer que eres más
para mí que otra mujer en la manada. Por eso tengo que estar lejos de ti. Por
favor, no te enojes. Mi lobo está aullando de rabia ante la idea de dejarte atrás,
pero sinceramente creo que es la mejor manera de protegerte en este momento».
«¿Mantendrás el vínculo abierto?» Esperó que él no oyera el miedo en su
voz cuando pensó en perder el contacto con él de nuevo.
«Nunca más voy a cerrar el vínculo, Luna. Todo lo que soy es tuyo. Voy a
necesitar tu fuerza, y voy a tener que saber que estás a salvo. No sé cuánto tiempo
va a tomar, pero por favor, quiero que estés segura que voy a volver. Siempre voy
a ir por ti».
«Te creo. Por favor, ten cuidado. Sé que eres Alfa, y tu campaña para
proteger a aquellos bajo tu cuidado es primordial, pero por favor, considera cómo
me sentiré si tomas decisiones imprudentes y eres apartado de mí para siempre. 147
Te amo. No estoy lista para perderte otra vez».
Ella sintió sus labios sobre su frente, y luego sintió sus palabras grabándose
en su corazón.
«No hay ningún otro antes que tú, Luna Mía. Siempre serás lo primero.
Cuando considero mis palabras, mis acciones, mis emociones o mi salud, tú estás
siempre a la vanguardia de mi mente. Quiero una vida contigo, Alina. Quiero
completar los Ritos de Sangre. Quiero compartir contigo todas las alegrías y
placeres que vienen con ser compañeros verdaderos vinculados. Quiero verte
brillando con el resplandor de estar embarazada de mi hijo, y luego quiero ver a
nuestro hijo crecer contigo a mi lado. No tienes nada que temer porque no voy a
dejar que nadie ni nada se interponga entre mí y la vida que quiero contigo. Te
adoro, Mina. Guardo como un tesoro el regalo que eres, y te amo con cada fibra
de mi ser».
«Gracias», fue todo lo que ella pudo responder debido a las emociones
abrumándola.
«Descansa un poco, amor. Voy a estar aquí al otro lado de nuestro vínculo,
y nunca voy a dejar de responder a tu llamado».
Alina se acostó, sintiendo un poco de paz que no había sentido en meses.
Todavía había miedo, pero era por una razón diferente. Temía por su manada y
lo que el futuro podría albergar con alguien que no fuera Vasile como Alfa. Temía
por Vasile, que Emilian tuviera éxito en tomar la vida de su compañero. Sabía
que iba a tener que tomar todo su miedo y almacenarlo profundamente dentro de
ella. Si un día iba a ser de hecho la hembra Alfa de su manada, entonces tendría
que aprender a soportar las cosas difíciles con gracia, dignidad y confianza.
Podría tener solo dieciséis años, pero no era inútil. Podía luchar; era rápida,
sobre todo en su forma de lobo, y cuando se trataba de proteger a aquellos que
amaba, estaba encontrando rápidamente que podía ser tan despiadada como tenía
que ser.

Vasile mantuvo su mente abierta y su vínculo firme en su lugar mientras


sentía a su compañera ir a la deriva en su sueño. Su lobo estaba prácticamente
arañando para salir, correr a ella, y envolverse alrededor de ella y nunca dejarla
ir. No se había dado cuenta de lo mucho que el lobo, al igual que el hombre, la
había extrañado. Pero el hombre sabía que ir a ella solo la pondría en peligro. Por 148
ahora tendría que mantenerse alejado.
Él, Ion, Nicu y Alin estuvieron en sus formas de lobo corriendo, poniendo
la mayor distancia entre ellos y el territorio de la manada Rumana como
pudieron. Tras el enfrentamiento en el patio real, todos habían reunido el mínimo
de sus pertenencias. Llevaban una mochila de una pieza apretada en sus
poderosas mandíbulas con un solo conjunto de ropa para vestirse una vez que
regresaran a sus formas humanas.
Antes de irse, Vasile había apartado a Louis y le pidió asegurarse que los
cuerpos de sus padres fueran devueltos a su lugar de descanso. Él hubiera
preferido quedarse y encargarse de esta tarea el mismo, pero con la vida de las
mujeres en las manos de Emilian, dejaría de lado el apego emocional que tenía
por lo que quedaba de sus padres. Sus cuerpos habían sido simplemente un
recipiente para sus almas. Sin eso, eran cáscaras vacías. Pensar en ellos de esa
manera era la única forma en que había sido capaz de alejarse de ellos.
Vasile había decidido que la mejor manera de frustrar a los lobos de
Emilian sería ir a un lugar que no les permitiría la entrada incluso si podían
encontrarla. Se necesitarían varios días para llegar al más lejano velo a Farie que
conocía y eso era si no se detenían a dormir, lo cual no hicieron.
Cazaron cuando tuvieron hambre, se detuvieron a beber de cualquier
fuente de agua que encontraron, y luego siguieron corriendo. Sabía que
probablemente estaba empujando a los demás demasiado duro con la velocidad
a la que exigió que fueran, pero su lobo fue implacable con la necesidad de poner
a los tres hombres que se habían comprometido con él en un lugar seguro.
La noche había caído en el tercer día de su viaje cuando por fin llegaron al
velo, enclavado en la montaña justo detrás de una cascada que se vertía a un lado
del acantilado. El velo solo podía ser localizado por aquellos que sabían que
estaba allí. Ojos no entrenados verían a través de él, incluso mirando
directamente. Vasile cambió y se vistió rápidamente. Esperó a que los demás
hicieran lo mismo y una vez que estuvieron vestidos caminó hacia la cascada.
Vasile se detuvo en la orilla del pequeño río en el que la caída del agua se
estrellaba. Entrecerró los ojos y miró de cerca hasta que vio la ligera perturbación
en el aire que le dijo que el velo estaba de hecho presente.
—Perizada, Fae superior, miembro del Consejo, embajadora y protectora
de las sanadoras gitanas, busco una audiencia contigo —llamó Vasile, su
profunda voz rebotando en los grandes troncos de los árboles que los rodeaban.
Se sorprendió cuando no tuvieron que esperar mucho tiempo para una respuesta.
149
La Fae que había llamado atravesó el velo en su reino, y aunque había
pasado mucho tiempo desde que la había visto, se veía exactamente igual. Era
hermosa, elegante y cautivadora de la manera que solo una Fae podía ser. Y sin
embargo, para él, no era comparación para su compañera.
—He estado esperándote, Vasile, Alfa de la manada Rumana del Este,
compañero de Alina Sala, y por lo que entiendo, tan dominante y estúpido como
siempre.
Los labios de Vasile se crisparon con las ganas de sonreír. Siempre le había
gustado esta Fae, aunque tendía a ser abrasiva y a veces bastante desagradable.
—Tan fascinante como estoy seguro que es la historia detrás de esa
declaración, estaría muy agradecido si nos permitirías la entrada en tu reino antes
de hablar. Es una cuestión de vida o muerte, mi muerte en particular.
Ella cruzó los brazos frente a su pecho y se aclaró la garganta.
—Muy bien, ya que estoy bastante intrigada sobre los muchos
acontecimientos que parecen estar azotando tu territorio, les permitiré cruzar el
velo. A partir de ahí no hago ninguna promesa, solo que voy a escuchar tu
historia.
Vasile asintió.
—Me parece bien. —Él la siguió cuando ella se volvió y se dirigió de nuevo
hacia el velo. Aunque caminó sobre el agua absolutamente sin mojarse, Vasile y
sus lobos terminaron empapados de los muslos hacia abajo a medida que
vadearon a través de la cascada. Sin embargo, cuando entraron en ella y
emergieron por el otro lado en un campo arbolado, estaban completamente secos.
—Ahora, aunque nos podría transportar a mi casa, me gustaría mucho
caminar. Así que, empieza por el principio, el cual asumiría tiene algo que ver
con la muerte de tus padres. Que tengo que admitir me apena enormemente ya
que no sentía nada sino el máximo respeto por ellos. Bien, comienza y mantenlo
interesante; soy vieja y ya muy poco me parece interesante.

—Pensé que le ibas a dar un día entero antes de perseguirlo —dijo Ivan.
Emilian miraba por la ventana de la oficina que había sido de Vasile.
Observaba el exterior, hacia el patio donde hace solo unas horas había cambiado
el curso de su futuro. Ya no era un Beta. Nunca sería el segundo otra vez. Hoy se 150
había convertido en Alfa y había destronado al último en la línea de la dinastía
Lupei. Ahora solo tenía que remover a Vasile de la imagen una vez por todas.
—Mentí —respondió simplemente.
—¿Qué vas a hacer con él una vez que lo atrapes? —preguntó Marion.
Apartándose de la ventana, miró fijamente a los dos hombres que serían su
Beta y su tercero.
—Voy a hacer lo que cualquier dominante inteligente haría y eliminaré la
amenaza. Mientras Vasile esté vivo, podría intentar recuperar el control de la
manada. No voy a permitir que ese perro tome lo que ahora es mío. —Dejó
escapar un suspiro, calmando la ira que de repente brotó ante el pensamiento de
Vasile—. Ahora, necesito que ustedes dos vayan y propaguen el mensaje de una
reunión de manada mañana a medio día. Todos tienen que asistir. Quiero que
todos sepan quién soy, y que soy su nuevo Alfa. En base a las reacciones del
anuncio, debería ser capaz de ver quién sigue siendo leal a Vasile. Será sobre
aquellos miembros en los que tendremos que mantener una estrecha vigilancia.
Los lobos se fueron para cumplir sus órdenes y se quedó finalmente solo.
Ha sido demasiado fácil, pensó. Finalmente tenía lo que quería y, sin embargo,
no podía evitar tener la sensación de que debería haber sido más difícil quitarle la
manada a Vasile.
Vasile era un lobo extremadamente dominante y los lobos dominantes no
dejaban ir aquellas cosas que consideraban suyas. Así que, ¿por qué se había dado
por vencido tan fácilmente? Por supuesto que Emilian había amenazado la vida
de las mujeres sin pareja, pero, ¿qué significaban esas pocas vidas en comparación
al poder de una manada entera?
—¿Qué estás tramando, Vasile? —murmuró en voz baja en la habitación
vacía. Sea lo que sea, Emilian estaría preparado.

Por el número de personas reunidas en el patio real al día siguiente,


Emilian estimaba que casi la totalidad de la manada Rumana del Este estaba de
hecho presente. Dio un paso adelante hacia los escalones frente al castillo y miró
por encima a la multitud. A medida que más y más personas comenzaron a darse
cuenta de su presencia, el murmullo de las voces comenzó a disminuir, cada vez
menos hasta que todo quedó completamente en silencio. El aire estaba lleno de 151
anticipación mientras esperaban a que él hablara. Por un momento, Emilian
simplemente lo disfrutó. Absorbió la energía que tener poder sobre otros pareció
darle.
—Hoy es su primera reunión bajo el reinado de un nuevo Alfa. —
Inmediatamente hubo susurros que se propagaron a través de la multitud—. Me
presento ante ustedes como uno que no fue criado por una pareja que le mintió a
su manada durante siglos. Me presento ante ustedes como uno que estuvo
dispuesto a hacer lo necesario, sin importar lo difícil que fuera, por el bien de
todos. De aquí en adelante vamos a empezar a recuperarnos de los daños que su
anterior pareja de Alfas ocasionó, y nos levantaremos de las cenizas como el ave
fénix, más fuertes que antes. —Los rostros comenzaron a levantar la mirada hacia
él. Algunos estaban en shock, algunos asintieron en señal de aprobación y otros
más entrecerraron los ojos con desconfianza, pero todos seguían de pie.
Había enviado una oleada de poder pero no los había puesto de rodillas de
la forma en que Anghel era capaz de hacer con su manada. Así que Emilian hizo
lo único en lo que pudo pensar para probar que era lo suficientemente fuerte para
liderar. Sabía que no iba a durar mucho porque tan pronto como Anghel se diera
cuenta de lo que estaba haciendo, el vínculo entre Beta y Alfa se rompería. Atrajo
el poder del Alfa de la manada Rumana del Oeste, algo que los compañeros
podían hacer y por lo general también los Betas. Lo sintió llenándolo y tan rápido
como lo aceptó, lo liberó sobre el patio real llenándolo con sus intenciones y
obligando a toda la manada delante de él a ponerse de rodillas.
En cuestión de segundos, el poder se había ido y para ocultar su
incapacidad para mantenerlos así, dijo:
—No voy a obligarlos a estar de rodillas ante mí. Eso es algo que quiero
que me den voluntariamente. Pero necesitaba que supieran que soy lo
suficientemente poderoso para hacerlo si soy obligado. —Emilian tenía que
demostrar este poder con el fin de disuadir a los otros machos a retarlo. Si
mostraba algún signo de debilidad, o incapacidad para controlar a los lobos
dominantes, entonces sería desafiado.
Tenía la esperanza de que al demostrar tanto poder, los lobos dominantes
ni siquiera intentarían acercarse a él. Podía manejar a uno o dos de ellos, pero
sabía que no era el lobo más dominante del grupo, y con el fin de evitar que los
más dominantes se dieran cuenta, tendría que mantener su atención apartada de
él.
—Ivan, mi Beta, y Marion, mi tercero, les ayudarán a conseguir los
recursos para las aldeas que han carecido de ellos debido a la falta de atención de
Stefan. Sé que todo esto es una gran sorpresa y que necesitarán tiempo para
152
adaptarse. Seré paciente y les pido que ustedes también lo sean.
Despidió al grupo y afirmó que tenía asuntos urgentes que requerían su
atención, dejando a Ivan y Marion lidiar con cualquier tipo de preguntas
inconvenientes.
Estaba hecho. Él era el nuevo Alfa y ahora todos lo sabían, incluyendo su
anterior Alfa que sin duda sintió el intento de poder que emanó de él. Sus pasos
resonaron en el suelo de piedra del castillo a medida que caminaba hacia su
oficina en su castillo y hacia un futuro que prometía poder. Y era un poder que
iba a alcanzar y agarrar con ambas manos. Su régimen estaba empezando y
mientras más alto aumentaba la adrenalina ante la realización de su destino
finalmente siendo alcanzado, supo que haría cualquier cosa para mantener ese
régimen.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Alina caminando junto a sus padres a


medida que regresaban de la reunión de manada que acababa de cambiar su
mundo entero. Por primera vez en mucho tiempo alguien fuera de su manada se
había convertido en Alfa.
—Vasile te dijo que por ahora tenía que mantener un perfil bajo, ¿cierto?
—preguntó su padre.
Alina asintió. Se había despertado esa mañana después de haber escuchado
a Vasile y les había dicho todo a sus padres.
—Entonces vamos a hacer lo mismo. Seguiremos adelante con nuestras
vidas. Dijiste que a Vasile le preocupa que Emilian podría acosarte si piensa que
eres la compañera de Vasile. Así que para asegurarnos que él no tenga ninguna
razón para creer tal cosa, tienes que parecer tan desinteresada en los cambios
como puedas. Nos levantamos, trabajamos, nos vamos a dormir y luego hacemos
todo eso de nuevo.
—¿Por cuánto tiempo? —preguntó temiendo ya saber la respuesta.
—Durante el tiempo que sea necesario —respondió Petre.
«¿Vasile?» Se acercó a él necesitando oír su voz y su respuesta fue
instantánea.
«Estoy aquí».
«Emilian reunió hoy a toda la manada para informarle que él era el nuevo 153
Alfa y para asegurarse que todos sepan de tus padres».
«¿Cómo respondieron?», preguntó él.
«Nadie habló contra él ni lo desafió, pero eso no significa que todos estén
de acuerdo con lo que ha sucedido». Alina imaginó la reunión en su mente para
que así Vasile pudiera ver exactamente lo que había ocurrido. «Mi padre dice que
solo tenemos que continuar con nuestras vidas como si nada ha cambiado».
«Él tiene razón, amor; esa es la mejor manera de no llamar la atención
hacia ustedes».
«Eso fue lo que él dijo», respondió de alguna manera contrariada. Escuchó
la risa de él y sintió la diversión ante su irritación.
«Sé que quieres hacer algo, Mina. Esa es la dominante en ti… la necesidad
de tomar acciones cuando algo malo ha sido cometido. Eso es lo que te hará una
increíble hembra Alfa algún día».
Él tenía razón; quería hacer algo. Sentarse mientras su compañero tenía
que luchar por su vida y su manada estaba siendo tomada por un tirano, no le
sentaba bien ni a ella ni a su loba. Pero entendía que a veces la falta de acción era
la mejor manera de actuar.
«¿Estás a salvo?», preguntó finalmente, no queriendo hablar de ello pero
sin poder evitarlo por más tiempo.
«Estamos a salvo, pero no quiero decirte en dónde estoy. Será mejor por si
acaso alguna vez te preguntan si conoces mi paradero, así serás capaz de decir la
verdad y decirles que no. Te amo; por favor mantente a salvo».
«Lo haré», le dijo sabiendo que él necesitaba escucharlo. «También te
amo». No dijo nada más porque sabía que él podía ver en su mente todo lo que
quería decirle pero no podía. Sabía que sus emociones fluían libremente como un
río embravecido directamente hacia él; las palabras no eran necesarias.
A la mañana siguiente Alina despertó, se vistió y se puso a hacer sus tareas
diarias como si su corazón no se estuviera rompiendo por la separación o la
preocupación por su compañero. Habló con sus vecinos, se reunió con Sisily en
su lugar de siempre junto al río, y se sentó alrededor del fuego al atardecer con
sus padres. Más tarde en la noche mientras yacía en su cama, habló con Vasile a
través de su vínculo. Él le aseguró que estaba a salvo y ella le contó sobre su día.
Él escuchó como si lo que decía fuera la cosa más fascinante que había escuchado
en la vida, y antes de darle las buenas noches, él le preguntó si alguno de los lobos
de Emilian había ido a la aldea. 154
Hizo lo mismo al día siguiente y el día después de ese. Así sería su vida de
ahora en adelante. Día a día pegaba una sonrisa en su rostro cuando todo lo que
realmente quería hacer era luchar. Quería luchar por su compañero y quería
pelear por aquellos en su aldea que no lucharían por sí mismos. Algunos días lo
único que le impedía hacer precisamente eso, era Vasile asegurándole que su
momento iba a llegar, que el mal no ganaría y que él no se rendiría. Y debido a
que estaba determinada a ser su igual, a ser una compañera de la que él estuviera
orgulloso de llamar suya, sería paciente y no se rendiría. Confiaba en que él
mantendría su palabra. Él volvería, y cuando lo hiciera, nada sería capaz de
proteger a aquellos que habían tomado lo que era suyo de la ira que desataría.

—Tu mundo está cambiando —le dijo Perizada a Vasile mientras estaban
de pie mirando hacia el bosque en el reino humano más allá del velo. Habían
pasado varias semanas desde que habían solicitado su ayuda para esconderse de
sus enemigos. Sintió que su declaración fue demasiado benévola. Su mundo había
sido volteado al revés y luego había sido volteado de nuevo.
—Así es —concordó él—. Sabes tan bien como yo, que solo hay una cosa
que puedo hacer.
Ella asintió.
—Adaptarse o morir.
—No puedo quedarme aquí más tiempo. Los hombres de Emilian no se
darán por vencidos hasta que esté muerto o yo los mate. No deseo pedir ayuda
porque no quiero arrastrar a nadie más dentro de una batalla que podría volverse
mortal para cualquiera de los involucrados.
—Sabes que te ofrecería más ayuda si pudiera, pero el Concejo sigue firme
en mantenernos fuera del ámbito humano. Están cansados de los
enfrentamientos. —Los labios de Peri se fruncieron mientras habló—. No estoy
de acuerdo con su decisión, pero por ahora debo tolerarla. Tengo el
presentimiento de que algún día va a llegar el momento en que tenga que
desafiarlos. Pero por ahora, tendrás que manejar esto por tu cuenta.
—Voy a salir victorioso, Perizada de las Fae. Tengo que hacerlo, porque la
alternativa es demasiado terrible para siquiera imaginarla. —Sentía el pesado
peso de la tarea delante de él sobre sus hombros. El tiempo de paz había 155
terminado. Los efectos de la locura de su padre eran peores de lo que podría haber
imaginado, y aun así, al haber encontrado a su verdadera compañera, entendía
por qué su padre había hecho lo que hizo.
Después de perder a su verdadera compañera tan joven, todo lo que Stefan
podía ver era un futuro lleno de oscuridad y soledad. Vasile nunca había
entendido lo aterrador que era hasta que había puesto sus ojos en Alina. La luz
que ella trajo a su vida era algo que nunca había experimentado. Sabía que si la
perdía, nunca volvería a ver la luz de nuevo.
Sí, saldría victorioso. Recuperaría su manada y los ayudaría a sanar.
Reclamaría a su compañera y la vincularía a él. Aseguraría un futuro lleno de
esperanza para todos ellos. Tenía que creer que la Gran Luna no lo había creado
para ser un Alfa solo para fallar antes de comenzar a serlo realmente. Tenía que
tener esperanza porque la ausencia de esperanza significaba que su enemigo ya
había ganado.
—Quiero que recuerdes algo, Alfa. —Peri interrumpió sus pensamientos—
. En las noches más oscuras, cuando no puedas ver las estrellas o la luna, cuando
no sientas a tu Creadora, cuando los enemigos se estén acercando y su victoria
parezca inminente, y estés seguro que has perdido a todos los que amas, recuerda
que la verdadera derrota solo viene cuando aquellos que son capaces de actuar,
permanecen de brazos cruzados mientras que aquellos más necesitados son
derrotados por el mal. No olvides eso. Si lo haces, vendré y te patearé en la cabeza
hasta que lo recuerdes.
Vasile dejó escapar un resoplido de risa.
—Había olvidado lo elocuente que eras con las palabras.
—Me esfuerzo con la sinceridad; la elocuencia es para los mentirosos y
ladrones. A los cuales no tolero; recuerda eso también.
—¿Algo más que te gustaría que recuerde, oh gran Fae?
Ella inclinó la cabeza ligeramente mientras lo miraba, una ligera diversión
brilló en sus pálidos ojos verdes.
—En realidad sí, si fracasas y todos aquellos que no necesitan morir
terminan muriendo debido a tu fracaso, te informo que voy a arrastrarte de
regreso de la tumba para así poder torturarte en persona. Porque probablemente
voy a ser la que tendrá que limpiar el caos y el desastre que resultará de tu derrota.
Moraleja de la historia, Alfa: no mueras.
156
Nu e trandafir fãrã spini.
No hay rosa sin espina.

Traducido por Rihano


Corregido por LizC

Un año más tarde.

ina», dijo Vasile mirando hacia el cielo nocturno


mientras alcanzaba a su compañera. Habían pasado
dos días desde que había sido capaz de hablar de
verdad con ella a través de su vínculo. Estaba
constantemente batallando con los lobos de Emilian y cuando uno caía otro
157
ocupaba su lugar. Y no era el único siendo distraído por Emilian. Alina le había
informado que éste se estaba volviendo cada vez más paranoico por su
incapacidad para matar a Vasile. Estaba constantemente enviando guerreros a las
aldeas, interrogando a los miembros de la manada, convencido de que alguien
estaba ayudando a Vasile.
También estaba empezando a dar peso a la posibilidad en la afirmación de
Serghei, de que Vasile no estando acoplado era una mentira. Un lobo acoplado
era más fuerte que un macho sin pareja, y Emilian no podía creer que Vasile fuera
aún más poderoso que él puesto que ya no era el Alfa. La única forma en que
podría serlo era si en verdad tenía una compañera.
«Vives otro día, Alfa mío», bromeó Alina cuando le respondió.
En el pasado año su compañera ya había comenzado acercarse a él por su
cuenta. Su confianza había crecido; podía oírlo en su voz y sentido en sus bromas
y coqueteos ocasionales. Las circunstancias habían desempeñado un papel
fundamental en la rapidez con la que ella había tenido que crecer, refinando su
ya de por sí confiada naturaleza. Ella tenía un alma vieja, una llena con la
necesidad de cuidar a los demás. Cuando había tantos que necesitaban de su
cuidado, no había nada que ella pudiera hacer sino responder a esas necesidades.
Él sabía que no la ayudaba en su carga porque la necesitaba a ella en su
mayor parte, y ella se daba a sí misma libremente a él. Su corazón siempre estaba
lleno de amor por él, y su mente era un libro abierto de modo que podía ver lo
mucho que lo extrañaba, lo necesitaba y lo deseaba. Vasile estaba aprendiendo
rápidamente que saber que era necesitado, querido y deseado por la mujer que
amaba lo hacía sentir como si pudiera mover montañas.
«Así es, y es una buena cosa ya que hoy es uno en el que no podría morir
sin tener la oportunidad de decirte feliz cumpleaños».
«¿Lo recordaste?»
Él oyó la sorpresa en su voz, y deseó tan profundamente poder estar con
ella para mirarla a los ojos de modo que pudiera ver en su alma y saber que no
había nada en ella que él alguna vez podría olvidar.
«¿Cómo podría olvidar el mejor día de mi vida?»
Ella se echó a reír.
«Tú ni siquiera estabas allí cuando nací».
«Tal vez no, pero el día en que naciste fue el día en que me fue garantizado 158
que sería amado por la mujer más increíble que he tenido el privilegio de
conocer». Y él quiso decir esas palabras con cada fibra de su ser.
«Gracias, mi amor. Quizás, el año que viene vas a ser capaz de decirme
esas palabras mientras me sostienes en tus brazos».
El corazón de Vasile se apretó en su pecho como si un puño se hubiera
envuelto alrededor de este y apretó sobre él. Cuánto quería eso.
«Si pudiera estar contigo ahora mismo, si fuera seguro, estaría a tu lado
antes del amanecer».
Mâta blândã zgârie rãu.
Los perros mudos son peligrosos.

Traducido por Rihano


Corregido por Mari NC

Dos años después del exilio.

lina vio como otros dos machos se desgarraban el uno al otro por
algo tan simple como quién llevaría el mensaje a Emilian después
que su aldea hubiera pasado la inspección de esta semana. Las
peleas entre los hombres más dominantes se estaban volviendo
más y más frecuentes. No solo eso sino que la violencia detrás de ellas estaba
159
también aumentando. Era solo cuestión de tiempo antes que alguien matara a
uno de sus propios compañeros de manada. El acoso constante de su Alfa,
buscando en sus hogares y preguntándoles semanalmente sobre el paradero de
Vasile y los guerreros que se habían ido con él, estaba agitando a los miembros
de la manada. A los lobos no les gustaba que su lealtad se cuestionara. Un Alfa
dominante, uno más dominante que todos los hombres de la manada, sería capaz
de interrogar a sus lobos y mantenerlos bajo control. Ser capaz de mantener la
violencia de las bestias dentro de los machos bajo firme control, era parte del por
qué tener a un poderoso Alfa era tan importante.
El padre de Alina estaba poniéndose más preocupado cada mes que
Emilian no era tan dominante como les había hecho creer al comienzo. De alguna
manera había engañado a los machos más dominantes al punto de creer que
desafiarlo sería una tontería. Cuando la verdad era que había una posibilidad muy
grande de que uno de los machos de la manada podía derrotarlo. Si eso era cierto,
entonces estaban en más problemas de lo que habían pensado en un principio.
Estaban a dos años de su régimen como Alfa y la salud de la manada no había
mejorado. En su lugar, se estaba deteriorando lentamente.
Encima de todo este caos estaba el dolor continuo y la agitación emocional
con la que Alina trataba debido a su separación de Vasile. Su vínculo solo se había
hecho más fuerte en el tiempo que habían estado separados. Le resultaba cada
vez más difícil ocultar las emociones rabiando dentro de ella y se preocupaba aún
más al respecto ahora que Emilian estaba tratando de determinar si Vasile
realmente tenía una compañera. Obviamente, ella era la número uno en la lista
de sospechosas del Alfa. Se encontró anhelando el caer de la noche, cuando podía
tumbarse en la quietud de su cama y escuchar el sonido de su voz mientras se
hablaban a través de su vínculo.
Podía notar que la lucha constante de los guerreros que Emilian enviaba
detrás de él, los asesinatos repetidos, estaban haciendo mella en él. Vasile era
dominante, un Alfa natural, y eso significaba que mataría para proteger. Pero eso
no quería decir que él lo disfrutara, y ella tenía la sensación de que lo único que
evitaba que su lobo lo disfrutara eran esas conversaciones mentales nocturnas…
la conexión que eran capaces de tener y el equilibrio que ella le traía.
«¿Puedes hacer algo por mí, Alina?» La voz de Vasile resonó en su mente
enviando escalofríos por su cuerpo, como lo hacía cada vez que hablaba con ella.
«No voy a prometerlo hasta que haya escuchado tu petición», respondió
ella con una leve sonrisa en su rostro. Sabía bien que no debía acceder a cualquier
cosa que su compañero dijera antes de saber lo que era, menos si terminaba 160
prometiendo vivir en los árboles en una selva remota en algún lugar para estar a
salvo.
«¿Puedes salir?»
Su corazón se aceleró ante la solicitud. Ella ya estaba levantándose y
moviéndose hacia la puerta antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo.
¿Estaba allí fuera? ¿Finalmente había regresado?
«Oh, amor, no hay nada que quiera más, pero no es el momento».
Se sintió desinflarse como si todo el aire de sus pulmones hubiera sido
forzado a salir. Sabía bien que no debía emocionarse porque eso solo llevaba a la
decepción, y sabía que esos sentimientos solo se derivaban de su dolor por estar
con su compañero.
«Estoy afuera».
«¿Ves la luna llena?»
Ella levantó la vista hacia el cielo nocturno, y sus ojos se encontraron con
una gran luna llena que parecía estar tan cercana que si extendía la mano, la
tocaría. La luz radiando fuera de ésta iluminó la oscuridad y envolvió al bosque
en un suave resplandor que brillaba desde las hojas de los árboles y las plantas.
«Es hermosa», respondió ella.
«Saber que estás ahí fuera, mirando arriba a la mismísima luna que yo estoy
viendo, me hace sentir cerca de ti. Estaba esperando que hiciera lo mismo por ti.
Por este breve momento, el mundo no parece tan grande, y el abismo que nos ha
mantenido separados no parece tan amplio».
La luna se tornó borrosa ante ella mientras las lágrimas llenaban sus ojos.
Corrieron por sus mejillas, primero unas pocas, hasta que estuvieron fluyendo
libremente.
«Temo que el abismo solo siga creciendo antes de que encuentres el camino
de vuelta al otro lado», admitió ella mientras lloraba en silencio. «Lo siento, no
quería tomar algo que para ti significa algo bueno y convertirlo en algo…»
«Silencio, Mina», la interrumpió él. «Soy tu compañero. ¿A quién acudes
cuando sufres si no es a mí? ¿Quién más atesora cada una de las lágrimas como
el regalo especial que es? Porque aunque no quiero que llores, cada gota es un
consuelo para mí, de que tú me anhelas tanto como yo a ti. Soy al que tú vienes
y ante el cual te desmoronas, porque voy a estar siempre ahí para atraparte. Jamás
te disculpes conmigo por cómo te sientes, amor, porque yo también lo siento.
Estás dentro de mí, en cada célula que conforma mi cuerpo, en cada hueso que 161
sostiene mi cuerpo, en cada músculo que me otorga fuerza, en cada respiración
que llena mis pulmones, y en cada latido de mi corazón que me otorga vida, tú
estás allí».
Sus palabras rompieron el muro dentro de ella que había estado
conteniendo sus emociones, y de repente terminó de rodillas. Envolviendo sus
propios brazos alrededor de su abdomen como si eso de alguna manera la
mantendría unida.
«Te echo de menos. Te extraño tanto que a veces me pregunto si voy a ser
capaz de tomar otro aliento». Alina sintió que los brazos de él la envolvieron,
sintió sus labios sobre su cuello, y su aliento en su piel, y aunque solo era en su
mente, se aferró a ello como el salvavidas que era. Él rara vez usaba el vínculo
para tocarla porque todavía sentía que era demasiado joven, pero debe haber visto
cuánta agonía estaba sintiendo y supo lo que necesitaba.
«Cuando no puedas respirar, yo respiraré por los dos».
Sabía que, lo que él en realidad estaba diciendo era que, si su fe y esperanza
menguaban, entonces él tendría suficiente para los dos. Por esa noche, eso es lo
que ella necesitaba, que él fuera su Alfa y compañero, para protegerla no solo de
los enemigos externos, sino también de sí misma.
No sería la última vez que tendría que protegerla, porque por toda la fuerza
que ella poseía, tenía la misma cantidad de amor y compasión. Aunque esas cosas
podían ser algo bueno, también podían despojar a una persona hasta que cada
debilidad quedara al desnudo. Así que, se envolvería en su cuidado y seguridad,
ya que por ahora no veía al abismo tornarse cada vez más pequeño. No veía a sus
enemigos colapsando bajo su fuerza, todavía no.

162
Omul întelept face ce poate, un ce vrea.
Si no podemos hacer lo que queremos, debemos hacer lo que
podamos.

Traducido por Rihano


Corregido por LizC

Tres años después del exilio.

lla está cumpliendo diecinueve hoy, pensó Vasile. Otro


cumpleaños en el que no podía abrazarla, otro año ido, perdido
debido a la codicia de un hombre. Durante tres años él y sus 163
guerreros habían estado frustrando, luchando y matando a los
lobos y a veces a otras criaturas a las que Emilian les pagó para perseguirlos. Él
no había buscado la ayuda de Anghel o cualquier otro, porque esta era su lucha,
no una batalla de toda la raza. Vasile estaba cansado de correr. Había terminado
con estar separado de su compañera y su lobo apenas estaba bajo su control. Era
el momento. Empezaría a buscar a aquellos en su manada que no fueran leales a
Emilian, y luego comenzaría a explotar la debilitante paranoia del Alfa.
Sabía que tendrían que ser cautelosos porque Emilian ya no tenía ningún
control sobre los machos más dominantes en la manada, y éstos estaban
empezando a darse cuenta de cuánta libertad tenían sus bestias. También tendrían
que tener cuidado de quién se acercaba para unirse a él en la lucha debido a esos
mismos dominantes. Su creciente impulso de gobernar podría hacerlos revelar a
Vasile y a sus guerreros antes de tiempo.
Se detuvo en lo alto de una montaña con vistas hacia el territorio donde
yacían las aldeas de su manada. Se imaginó que podía ver a Alina haciendo el
lavado, hablando con Sisily, riendo con su madre.
Sus ojos se cerraron a medida que imaginaba su rostro cuando ella se
volviera ante el sonido de su voz. Su cara iluminada mientras corría hacia él,
arrojándose en sus brazos, y finalmente sosteniéndolo. El calor filtrado hacia él
desde su cuerpo, calentando su sangre que se había vuelto tan fría en los últimos
años. Su toque, y solo el suyo, ahuyentaba la oscuridad, llenándolo en su interior
con paz y amor.
Una rama crujiendo detrás de él lo sacó de su ensueño y sus ojos se
abrieron. Pronto, amor, pero no lo suficientemente pronto, pensó mientras se
alejaba de las aldeas y veía a sus guerreros esperando por él.
—No sé ustedes tres, pero estoy cansado de dormir en el suelo, comiendo
conejos crudos, y estar mirando constantemente por encima de mi hombro. —
Sus ojos se estrecharon y sabía que estaban brillando con los de su lobo—. Quiero
recuperar lo que es mío.
—Finalmente —murmuró Ion sacando una sonrisa de los demás.
—¿Ahora sí podemos matarlo? —preguntó Nicu mientras sus garras
emergían de sus manos muy humanas.
Vasile esbozó una sonrisa lobuna.
—¿Te sientes sediento de sangre?
El guerrero se encogió de hombros y luego se rascó la cabeza con sus largas 164
y afiladas garras.
—No sé qué pudo darte esa idea.
—Seguro no podrían ser los ojos brillantes o las uñas afiladas —dijo Alin
tajantemente.
—Si han concluido —dijo Vasile mientras hacía un gesto hacia el lado de
la montaña por el que habían subido—. Vamos a terminar con esto.
Pui migdale în nasul porcului si el spune cã e o ghindã.
La miel no es para los tontos.

Traducido por Fanny (SOS) y Jadasa Younblood


Corregido por LizC

Cuatro largos años después del exilio.

uándo fue la última vez que escuchaste de tu


hermano? —le preguntó Alina a Sisily mientras
se sentaban con sus pies colgando en el río en el
lugar de siempre. El agua estaba fría,
trayéndoles alivio del caluroso día de verano.
165
—Ha pasado más de un mes —admitió Sisily.
—Lo mismo para mí también, lo que es extraño ya que usualmente él es
quien ayuda con el interrogatorio semanal y, por supuesto, va a mi casa para
comprobar y ver cómo estoy —dijo Alina mientras ponía sus ojos en blanco—.
Todo lo que en realidad está haciendo, es tratando de ver si puede notar si estoy
acoplada con Vasile.
—Tal vez está tratando de olerlo en ti. Tal vez piensa que estás viendo en
secreto a Vasile —dijo Sisily en una voz soñadora, sus nociones románticas de
peligro e intriga sacando lo mejor de ella.
—Ojalá —suspiró Alina.
—Se está haciendo más doloroso, ¿verdad? —preguntó Sisily.
Alina asintió pero no miró a su amiga.
—¿Hay algo más aparte de que extrañas a Vasile?
Alina nunca fue buena en esconder cosas, sobre todo no de su amiga más
cercana. Se inclinó aún más, tan cerca que su boca rozó la oreja de Sisily, y
susurró tan suave como pudo—. Tengo mis marcas.
Alina estaba lista para la reacción de Sisily y puso una mano sobre su boca,
jalándola cerca de ella.
—Tienes que actuar normal —susurró rápidamente—. Si Emilian se
entera, estoy muerta.
Sisily asintió y Alina la soltó. Miró a su amiga y pudo ver la emoción
apenas controlada. Dejó escapar una risa baja mientras arrancaba un pedazo de
hierba y comenzaba a jugar con ella.
—Descubrí este salpullido ayer —comenzó ella, esperando que Sisily
entendiera a lo que en verdad se estaba refiriendo.
—Oh, ¿entonces es un salpullido relativamente nuevo? —preguntó Sisily.
—Correcto.
—¿Has discutido el salpullido con alguien?
Alina asintió.
—Con mi madre, por supuesto. Pareció pensar que no era nada de lo que
preocuparse. Solo me dijo que me asegurara de mantenerlo oculto de los
elementos. —Alina podía ver que su amiga quería preguntar más sobre las marcas 166
y verlas. Pero si había alguien viendo o escuchando, no se atrevería a levantar su
camisa para enseñarle su espalda al aire libre.
—Así que vas a cumplir veinte años en dos días. —Sisily sonrió pero no
llegó a sus ojos.
El estómago de Alina se hundió con el pensamiento de lo que este
cumpleaños debería significar. Iba a ser cuando finalmente Vasile se vincularía a
ella y completarían los Ritos de Sangre, pero en vez de eso, sería otra noche en la
que hablarían a través de su vínculo, y por el cuarto año consecutivo, le desearía
un feliz cumpleaños desde el otro lado del abismo de su exilio.
No estaba enojada con él. Estaba enojada con la situación y, por supuesto,
con el que había causado todo esto, Emilian. Solo el nombre la ponía enferma y
hacía que su lobo arañara por salir. De hecho, estaba sorprendida, al igual que
sus padres, de que el lobo aguantara todo este tiempo. Con tantos machos
dominantes fuera de control, perdiendo la compostura a su antojo, y metiéndose
en peleas como perros maniáticos, era una maravilla que ninguno de ellos hubiera
desafiado a Emilian todavía. Y debido a la falta de control que sentía sobre su
propia loba, estaba comenzando a pensar que tal vez ella podría ser más
dominante que Emilian. Cuán escandaloso sería eso, pensó.
Habían pasado dos días después de su tiempo con Sisily en el río cuando
la calma antes de la tormenta que pareció estarse construyéndose durante cuatro
años finalmente estalló.
Comenzó como cualquier otro día. Alina había despertado con el
constante dolor en su cuerpo, la creciente necesidad de ver a Vasile se estaba
poniendo peor, pero aun así se las arreglaba para sonreír y hablar en los
momentos correctos. Su mente estaba preocupada con la conversación que había
tenido con Vasile la noche anterior. Sabía que había estado cerca del territorio,
intentando ganar miembros de la manada para estar a su lado. Era como un
fantasma, y a pesar de que hubo rumores de que él había estado ahí, nadie pudo
atraparlo, y nadie admitió verlo. Ella se encontró buscándolo en el bosque, sus
ojos por todas partes, esperando con todo su ser poder ver aunque fuera un poco
de él. Había atrapado sus pensamientos varias veces y la había regañado, aunque
no duramente, señalando que se vería bastante sospechoso si ella solamente se
paraba ahí inmóvil mirando los árboles. Eso no detuvo su esperanza.
Hacía más calor de lo usual esa mañana en particular, así que su madre la 167
hizo hacer las tareas dentro para mantenerla alejada del calor. Ya que estaba
dentro y no fuera donde los machos la verían, solo había usado una camiseta
delgada con una falda sobre ella de modo que sus brazos y hombros estaban al
desnudo, al igual que la parte de atrás de su cuello. Su cabello estaba en alto y
amarrado en un moño, permitiendo que el aire llegara a su espalda. Ya que no
tenía planes de salir y su madre ya las había visto, no había pensado más en las
marcas.
Había enterrado el pensamiento de ellas profundamente en su mente, lejos
de Vasile, porque sabía que definitivamente iba a perder el control una vez que
supiera sobre ellas. El miedo más grande de Vasile era que Emilian supiera que
él y Alina eran compañeros verdaderos. Sin las marcas, sería casi imposible para
Emilian probar su acoplamiento con Vasile. Pero ahora no habría como negarlo.
Se había preguntado por qué Vasile no había mencionado que sus propias
marcas habían cambiado, como había pensado que las marcas del macho y la
hembra cambiaban al mismo tiempo. Pero luego pensó que tal vez debido a que
él estaba viviendo en el bosque, no tenía un espejo para ver su reflejo. Por otro
lado, seguramente uno de sus guerreros habría notado el cambio y le había dicho.
Pero esa mañana, ya que era su cumpleaños y sus padres estaban tratando
muy fuerte de hacer un buen día, alejó las preocupaciones de las marcas. Intentó
con todas sus fuerzas ignorar el dolor de estar separada de su compañero y
simplemente disfrutó el hecho de tener dos padres que la amaban, un hogar
seguro, un techo sobre su cabeza y comida para comer. Error número uno, se
olvidó de sí misma… olvidó el peligro de su situación.
Estaba tarareando, una melodía un tanto tenue mientras barría el piso con
su espalda hacía la única puerta de la cabaña. No notó la figura que llenó la
entrada hasta que el bajo gruñido llegó a sus oídos. Se enderezó, dándose la vuelta
rápidamente, soltando la escoba y agarrando la blusa que descansaba a través de
la parte trasera de la silla. Poniéndosela rápidamente y abotonándola, miró a un
muy enojado Serghei, quien aún gruñía. Sus ojos estaban brillando, y ella pudo
notar, por la manera que mantenía su boca ligeramente abierta, que sus caninos
estaban alargándose.
—¿Hace cuánto? —gruñó él.
—¿Hace cuánto qué? —preguntó ella, encogiéndose. Si él pensaba por un
segundo que estaba a punto de confesar todo, incluso aunque debió haber visto
un poco las marcas sobre su espalda, entonces era un tonto.
—No juegues conmigo, mujer. —Sus palabras salieron entrecortadas,
como si hubieran sido sacadas a la fuerza de él.
168
—No estoy jugando contigo, y no aprecio que vengas a mi hogar sin
invitación y sin previo aviso. —La ira de Alina aumentó con cada respiración y
cada segundo que él permaneció ahí de pie mirándola como si le hubiera hecho
algo malo. Sabía que si no se calmaba, Vasile captaría su angustia, así que
comenzó a cerrar el vínculo, no todo, pero sí lo suficiente… error número dos.
—Tal vez, no deberías dejar la puerta abierta donde cualquiera puede
entrar. Recuerdas que tenemos fugitivos aún a la fuga que desean lastimar a
nuestro Alfa, ¿verdad?
Su tono condescendiente irritó a su loba; se sintió como si su pelaje
estuviera siendo frotado hacia la dirección opuesta. Cuando él dio un paso más
cerca, se tuvo que forzar a no retroceder. No se convertiría en presa de este
macho.
—Quiero que te vayas, ahora. —La voz de Alina fue áspera junto al
gruñido de su loba que estaba cerca de la superficie, lista para pelear, ansiando
sangre, más que nada la de Emilian, pero la sangre de aquel que deseaba lastimar
a su compañero y que intentaba reclamarla contra su voluntad, sería lo mismo.
—No recibo órdenes de ti. —Dio otro paso—. Date la vuelta, Alina. —
Escuchó el comando en sus palabras y sintió el poder que Emilian debió haberle
permitido a Serghei usar. Afortunadamente para ella, ningún macho era más
dominante que ella.
—Qué coincidencia, Serghei —dijo ella en su tono más burlón—. Yo
tampoco recibo órdenes de ti.
—Pero lo haces de nuestro Alfa, y él ha demandado que cualquier hembra
con nuevas marcas sea llevada ante él. Date. La. Vuelta —ordenó de nuevo.
—¡NO!
Él se movió más rápido de lo que Alina esperó, agarrando su muñeca y
girándola bruscamente. La empujó hacia delante hasta que su pecho y rostro
estuvieron presionados contra la pared de la cabaña. Él era fuerte y su ira lo estaba
haciendo más fuerte. Ella empujó contra él, sacudiendo la cabeza de lado a lado,
pero él se las arregló para llegar a la parte de atrás de la blusa y jalarla. Ella
escuchó el desgarre y sintió el aire caliente sobre su piel desde el cuello hasta su
espalda baja. No estaba asustada, estaba furiosa. ¿Cómo se atrevía a tocarla?
¿Cómo se atrevía a desnudar su piel para sus ojos indignos?
169
Pudo sentir la ira de Serghei aumentar, la furia en él haciendo que su agarre
se apretara alrededor de la muñeca de ella mientras su cuerpo la presionaba más
fuerte en la pared.
—¡QUÍTATE DE ENCIMA! —gritó ella.
—Se suponía que fueras mía —sus palabras susurradas contra su oreja le
dieron más escalofríos de lo que un rugido hubiera hecho.
—Nunca podría amarte. Un hombre capaz de poner sus manos
violentamente sobre una mujer no merece un tesoro tal como una verdadera
compañera. —Error número tres… molestar a un lobo ya enfurecido. Lo sintió
tensarse incluso más antes de atacar. Los dientes de Serghei se enterraron
profundamente en la piel de Alina arrancando un alarido desgarrador de ella. Se
resistió violentamente, tratando frenéticamente de alejarlo, de quitar su vil boca
de su carne.
Estaba tomando lo que no era de él, y por eso se sintió nauseabunda, sobre
todo al sentirlo tragar su sangre. Continuó bebiendo y cuando ella peleó más
fuerte, sus dientes de enterraron más profundo. La sangre pareció fluir más rápido
y supo que había perforado la yugular. La enorme vena conectando directamente
con su corazón bombeó su sangre rápido y duro a la boca de él. Se estaba
tornando más débil a cada segundo. Mientras él continuaba drenándola, se dio
cuenta que no tenía intención de marcarla, sino de matarla. Si él no podría
tenerla, entonces nadie la tendría.
Ella escuchó otra voz profunda y la reconoció vagamente, pero su mente
ya estaba nublada por la pérdida de sangre y no pudo ubicarla. De repente, los
dientes de Serghei se habían ido y ella estaba colapsando en el piso. Sonidos de
violencia llenaron sus oídos, gruñidos, piel desgarrándose, aullidos de dolor
resonaron en el aire. Y sin embargo no pudo ayudar, no podía moverse, sus
miembros no le harían caso sin importar cuánto les gritara. La última cosa que
recuerda antes de que la oscuridad la devorara, es la sangre empapando el suelo
a su alrededor, mucha sangre para ser solo de ella.

—Algo ha pasado —dijo Vasile entre dientes mientras se alejaba del grupo
de machos con los que había estado entrenando.
—¿Qué pasa? —preguntó Ion.
—Alina, todo lo que sé es que está sintiendo dolor. Cerró el maldito vínculo 170
lo suficiente para no poder escuchar sus pensamientos. Tenemos que ir ahora
mismo.
—No tenemos planeado infiltrarnos hasta dentro de dos días más —señaló
Nicu.
—Los planes cambian —gruñó Vasile mientras se giraba en dirección a la
aldea de su compañera. No le importaba si alguno de los guerreros lo siguiera.
No le importaba si alguien lo veía. Todo lo que le importaba era llegar a su
compañera y descubrir qué o quién le estaba causando dolor y luego matarlo.
Corrió en su forma humana, tomando prestada la velocidad de su lobo.
Los árboles pasaban a su lado y sus pies se movían tan rápido que apenas
perturbaban el piso bajo sus pies. Su lobo lo urgió a ir más rápido. Obviamente
estaba captando algo del vínculo que Vasile no. Empujó sus piernas aún más
duro, de alguna manera sabiendo que si no llegaba a ella muy, muy rápido, la
perdería.
La aldea quedó a la vista y pudo escuchar gritos y gruñidos. Pasó la sala de
reuniones, ignorando los jadeos y miradas, y se dirigió directo a la casa de Alina.
El olor lo golpeó antes de poder ver la pequeña cabaña… sangre, y mucha.
Mientras rodeaba la esquina, vio una gran multitud reunida en el patio sellando
la puerta de su vista. Empujó hacia delante y gruñó:
—¡Quítense del camino!
La multitud se dividió al instante mientras su poder llenaba el aire y como
uno, cayeron de rodillas. Pero su atención no estaba en la manada, estaba en la
espantosa escena delante de él mientras entraba al pequeño hogar donde había
crecido su compañera. El piso de madera estaba resbaloso con sangre, tanta
sangre. El cuerpo de Petre yacía justo a la derecha de la puerta, su cabeza torcida
en un extraño ángulo y su garganta arrancada.
El cuerpo de Georgeta estaba directamente frente al de su compañero.
Yacía en una piscina de sangre que seguía saliendo de un enorme hoyo en su
abdomen donde sus intestinos se habían derramado. Entonces sus ojos la
encontraron. En un solo paso cruzo la cabaña y se arrodilló a su lado. Había tanta
sangre y lucía tan frágil que no sabía dónde tocar para no hacer que se hiciera
pedazos. Se inclinó cerca de su boca y escuchó una respiración silbante; ere débil,
pero estaba viva.
Estaba sobre su costado, sus ojos cerrados como si simplemente estuviera
durmiendo. Su cuello tenía una enorme marca de mordida que estaba
171
comenzando a sanar lentamente. Pero eso no sería suficiente. Ella necesitaba
sangre, y no la de cualquiera. Necesitaba el poder curativo que estaba dentro de
la sangre de su compañero si iba a tener alguna oportunidad de sobrevivir. Vasile
desgarró su propia muñeca con sus afilados caninos sin siquiera parpadear por el
dolor. La rodó gentilmente a su espalda, y luego levantó su cabeza mientras, al
mismo tiempo, presionaba la sangrante muñeca en sus labios. La sangre se
derramó en su boca pero ella no intentó succionar la herida. Él se inclinó cerca
de su oído y la besó gentilmente.
—Por favor, Mina, bebe. No puedes dejarme. No puedo hacer esto sin ti.
—Se acercó a su vínculo, llamando al lobo de Alina para que luchara por su mitad
humana, para darle la fuerza que necesitaba y tomara su sangre de modo que su
cuerpo comenzara a sanar y remplazar lo que había perdido. Después de varios
momentos desgarradores, sintió que sus labios se aferraron a él.
Succionó con avidez de él y su lobo, quien ahora, después de tantos años
de inquietud, comenzó a calmarse solo un poco ya que se le estaba permitiendo
proveer a su compañera. El lobo estaba cuidando de su otra mitad, lo cual es para
lo que fue creado.
—Toma lo que necesitas, amor, te es dado a buen grado —le dijo mientras
cepillaba gentilmente el cabello de su cuello. Debería esperar, debería hacerlo
especial y tratarla como la preciosa joya que era, pero no había ninguna
oportunidad de que ella dejara este mundo sin él. La mordió justo debajo de su
oreja y solo lo suficiente profundo para tener un trago de sangre y dejar su marca.
Se alejó rápidamente y lamió la herida para limpiarla. Ella ni siquiera lo notó a
medida que continuaba bebiendo de él. Se sintió tornarse débil pero no le negaría
la sangre. Podía escuchar voces diciéndole que la detuviera, que estaba tomando
demasiado. Cuando estuvo seguro que quizás lo dejaría seco, ella se detuvo y
lamió la muñeca de Vasile justo antes de desmayarse de nuevo.
Él se sentó ahí, sosteniendo la cabeza de Alina en su regazo, mirando a su
hermosa compañera. Su cuello fue desgarrado salvajemente. Su ropa había sido
arrancada, y podía sentir la piel sobre su espalda debajo del brazo con el que la
sostenía. Olía a sangre, ira y miedo. Pero había un olor que triunfaba por encima
de todo, uno que había reconocido desde la primera vez que lo había olido y que
nunca olvidaría: Serghei. La cabaña lo evidenciaba, su ira y sus celos. Él había
atacado a Alina. Vasile no sabía si había tratado de violarla o si simplemente
quería ver las marcas. La mordida fue hecha de pura malicia; ningún macho que
simplemente quisiera marcar a su hembra lo hubiera hecho con tal brutalidad. 172
Los padres de Alina deben haberlo atrapado en el acto y deben haber intentado
intervenir, pero no habrían sido rival para un lobo salvaje, y eso era exactamente
en lo que Serghei se había convertido.
—Alfa, por favor —habló una voz suave desde su costado. Ella fue
inteligente como para no estar a su espalda, sorprender a un lobo enojado no era
una maniobra inteligente—. Ella no necesita despertarse aquí. Por favor, llévala
a mi casa y permíteme ayudarte a cuidar de ella.
Vasile se dio la vuelta para mirar a la pequeña mujer que se arrodillaba a
su lado, su cabeza inclinada ligeramente hacia un costado dejando al descubierto
su cuello.
—¿Tu nombre? —gruñó él.
—Soy Auriel. Mis padres murieron en las guerras de los hombres lobo y
soy una hembra sin compañero. Vivo en su casa a solo dos cabañas de aquí. —
Hizo un gesto con su mano hacia la dirección de la que estaba hablando.
—¿Eres leal a Emilian? No mientas. —Sus ojos se estrecharon
peligrosamente.
—Tus padres fueron mis Alfas, y cuando murieron, tú te convertiste en mi
Alfa y eso no ha cambiado. —Sus hombros se enderezaron, y su espalda se
encontraba recta mientras hablaba con verdadera convicción.
Vasile recogió a su compañera en sus brazos y se levantó.
—Entonces lidera el camino. —Hizo contacto visual con sus primeros tres
e hizo un gesto hacia el interior de la casa. Sabían lo que les pedía sin el uso de
palabras. Limpiarían la cabaña y tendrían los cuerpos aseados y preparados para
el entierro de modo que Alina pudiera despedirse apropiadamente.
Auriel abrió la puerta de su pequeña casa y entró sin esperar a ver si él la
seguía. Él tuvo que agachar su cabeza mientras entraba por la puerta principal y
dar la vuelta ligeramente para conseguir meter sus anchos hombros.
—Puede recostarla ahí —dijo la mujer mientras hacía un gesto hacia un
pequeño dormitorio.
Vasile la acostó en la pequeña cama. Apartó de su cara su largo cabello, y
suavemente pasó un dedo por su mejilla pálida. Mentalmente le suplicó que abra
sus ojos, que le sonriera, o gruñera, cualquier cosa para demostrarle que estaría
bien. Pero el único movimiento era la superficial subida y bajada de su pecho. 173
Auriel entró y se extendió en busca del zapato de Alina del pie más cercano
a ella, pero su mano nunca hizo contacto. Vasile agarró su muñeca, tan pronto
como vio su intención.
—Nadie va a tocarla, excepto yo —dijo firmemente.
—Pero, ustedes aún no completaron la ceremonia de vinculación; no sería
correcto —tropezó con sus palabras mientras su cuerpo temblaba de miedo.
—Mi compañera fue violada por un hombre en su manada, ¿eso fue
correcto? ¿Fue apropiado? —Su voz fue fría y dura.
Una lágrima resbaló por la mejilla de la mujer mientras sacudía su cabeza.
—Solo estoy tratando de protegerla.
Vasile sacudió su cabeza.
—Soy el único del que nunca necesitará protección. —La soltó y retrocedió
un paso—. Por favor, consígueme las cosas que necesitaré para limpiarla y
vestirla. No confiaré en nadie para que la toque, no cuando hay tantos traidores
en esta manada.
Esta vez, Auriel no discutió. Simplemente se escabulló de la habitación y
no volvió hasta que tuvo todo lo que Vasile le había pedido. Cerró la puerta detrás
de ella después de haber colocado todo en el pequeño tocador frente a la cama.
Incluso le trajo una cubeta de agua tibia.
Vasile tomó la manta al final de la cama y la estiró hasta el mentón de
Alina. Protegería su modestia tanto como fuera posible. Le quitó sus zapatos y
medias. Entonces, aún con la manta cubriéndola, se extendió por debajo de ella
y detrás para desabotonar el botón en la parte de atrás de su falda. La sacó sin
tener que quitarle la manta y la tiró al suelo. Tendría que quemarla porque si
podía evitarlo, nunca olería a otro macho en la ropa de su compañera. Después
comenzó a levantar su blusa, pero después de pensarlo por un momento, decidió
que sería más fácil romperla. Tuvo cuidado de ir despacio y mantenerla cubierta.
Finalmente, se encontraba completamente desnuda así que comenzó a limpiarla.
Limpió sus brazos y piernas, luego suavemente limpió su cara y entonces su
cuello. Gruñó en voz baja mientras limpiaba la sangre de la herida ahora ya
sanada donde Serghei había perforado su hermosa piel. Quería darle la vuelta
para así poder lavar su espalda y conseguir sacarle el olor de ese macho, pero
decidió esperar hasta que despierte.
Metió la manta alrededor de ella, para mantenerla caliente y luego empujó
174
la única silla de la habitación al lado de la cama. Se sentó y se inclinó hacia
delante hasta que su cabeza se encontró con la de ella, y cerró sus ojos mientras
respiraba su olor. Lo tranquilizó como ninguna otra cosa podría. Se extendió, sin
abrir sus ojos, y tomó su mano entre las suyas entrelazando sus dedos.
Sabía que necesitaba comprobar a sus guerreros y averiguar si alguien había
escapado para contarle a Emilian de su llegada, pero no se atrevía a irse de su
lado. Necesitaba oír su voz, necesitaba ver sus ojos abiertos y llenos de vida. Así
que, se sentó con su cabeza junto a la de ella, oliéndola, permitiendo que su lobo
tomara consuelo al sentir su piel sobre la suya. Por ahora, empujó la rabia a un
lado, y simplemente se centró en ella.
«Luna, regresa a mí», susurró en la mente de ella a través del vínculo que
se había hecho más fuerte desde que completó los Ritos de Sangre. «Tenemos
mucho por lo que vivir, amor, y tantas cosas por ver y experimentar. Aún incluso
tengo que saborear tus labios y finalmente tienes la edad apropiada para que lo
haga. Tienes que volver a mí; te necesito. Tienes que volver para que podamos
construir una vida juntos, sanar a nuestra manada, y ver qué aventuras la Gran
Luna tiene reservadas para nosotros. Por favor, Mina, escucha mi voz y
obedéceme. Regresa». Podía sentir su espíritu escapándose no hacia la muerte,
sino a un lugar donde no había dolor, ni miedo. Su mente y cuerpo trataban de
protegerla al mantenerla inconsciente, y él no podía permitir eso. Reunió su
poder, clamando a su manada, aquellos que eran leales a él, para compartir su
poder con él, y luego lo empujó hacia su compañera. Ella lo escucharía y le
respondería ya que cualquier otro resultado no era aceptable. No lo dejaría
aunque tuviera que ver su cuerpo a medida que su mente permanecía cerrada lejos
de él. Ella era de él y como él le dio cada pedacito de sí mismo, exigiría lo mismo
de ella.
Esta vez cuando le habló, se dirigió a su loba.
«Compañera lobo», retumbó en su mente y usó el poder del Alfa que le fue
concedido para atraerla hacia él. Sintió a su loba buscándolo, pudo sentir su
urgente necesidad de llegar a él, pero ella también se encontraba encerrada en la
mente rota de Alina. «Eres fuerte, y a veces es necesario que el lobo tome el
liderazgo. Ella te necesita, necesita tu fuerza, despiértala, compañera. Hazla
volver desde el lugar tranquilo». Probablemente no tenía que empujar el comando
en su tono, pero a los lobos les gusta saber quién está a cargo; les hace sentir
seguros y les permite saber su orden en la manada. La loba de Alina respondería
a su dominio y encontraría seguridad en su capacidad de tomar el control.
«Lucha contra mí», le respondió su loba en voz baja. Era la primera vez 175
que le escuchaba hablar a la loba de Alina. El uso de las palabras parecía ajeno a
ella, y sabía que estaba usando lo que aprendió escuchando a Alina hablar. «Su
espíritu humano está cansado. Sufrió mucho del perro. Luchamos, pero él era tan
fuerte. No pude salvarla. Lo intenté, compañero. Traté de salvarla».
«Calla», ronroneó mientras sentía la frustración de su compañera lobo al
no haber podido proteger su mitad humana, y se sorprendió cuando sintió
también su preocupación al haberlo decepcionado. «Ambas nos pertenecen, a mi
lobo y a mí. No tienes nada de qué preocuparte. Hiciste lo que pudiste, y es por
ti que ambas aún están vivas».
«Anhelo estar en mi piel de lobo, para estar cerca de ti en tu piel de lobo,
para irnos de este lugar por un tiempo y encontrar una guarida para compartir,
lejos del dolor, lejos del engaño y de esos que nos lastimarían».
Estaba mostrándose honesta ante él, reconociéndolo como su compañero,
sometiéndose a él, y eso lo dejó sin aliento. Nunca antes le había sido entregado
algo tan precioso. La loba de Alina confiaba en él y en su lobo para cuidarlas,
para proveerlas, para protegerlas y amarlas. Su propio lobo se encontró
emocionado ante los deseos y necesidades de su compañera. Él también quería
estar afuera, cubierto de su pelaje, y libre de las trampas humanas. Deseaba a su
lado a su compañera, quería jugar con ella, cazar con ella, y acurrucar su gran
cuerpo alrededor del suyo pequeño, envolviéndola con su olor.
«Entonces despiértala para que podamos hacer todas esas cosas que
quieres».
Vasile pudo sentir al lobo de Alina empujando en su mente, tratando de
tomar el control, darle fuerza a su cuerpo roto. Se sentó a esperar pacientemente
con su mano aún entrelazada con la de ella, y su cabeza aún sobre la almohada.
No tenía idea de cuánto tiempo esperó hasta que finalmente la sintió moverse.
Primero apretó la mano de él y ese pequeño movimiento le hizo enderezarse de
golpe. Miró su mano en la suya y luego a su rostro. Los ojos de ella revolotearon
como si estuviera luchando contra su deseo de abrirlos.
—Abre tus ojos, Alina —le ordenó—. No esperaré más; abre tus ojos.
—¿Alguien te ha dicho alguna vez que eres un poco prepotente? —Su voz
rasposa golpeó sus oídos y fue el sonido más hermoso que escuchó en su vida.
—No vivió para contarlo —dijo él, y sonrió cuando sus pálidos ojos grises
se abrieron y se encontraron con los suyos—. Aquí estás —susurró.
176

Alina se quedó mirando al hombre que tenía delante, tratando


desesperadamente de captar cada detalle de su increíblemente atractivo rostro.
Era más hermoso de lo que recordaba. Cuando se dio cuenta que su mano estaba
envuelta alrededor de la de ella, la llevó hacia su cara y apretó la palma de su
mano en su mejilla. El calor de su piel en la de ella estuvo a punto de hacerla
gemir. Cómo había anhelado su toque, lo necesitó, y a veces incluso lo ansió.
Tantas noches que había yacido despierta imaginando lo que sería tener sus
brazos envueltos a su alrededor, sus labios sobre su piel, sus dientes… y solo así
la fantasía se derrumbó al recordar simplemente los brazos, piel y dientes de quién
habían estado sobre ella.
Giró alejándose de Vasile echando su cabeza hacia el costado de la cama
mientras vomitaba. Su estómago protestó violentamente a medida que su mente
evocaba los recuerdos de lo que había ocurrido en la cabaña de sus padres. Las
lágrimas corrieron por su cara y jadeó en busca de aire en medio de las arcadas.
Sintió una toalla fría sobre su cuello y una mano suave en su espalda frotando
pequeños círculos suaves sobre su piel. Podía oler a Vasile, su olor mezclándose
con el olor del vómito, y se sintió avergonzada que la estuviera viendo de esta
manera. Pero entonces, qué importaba, porque seguramente había visto la marca
de la mordedura de Serghei. No era posible que ahora la deseara.
—Siempre te desearé —susurró mientras alejaba su cabello de su piel,
permitiendo que el aire fresco entre en contacto con su cuerpo acalorado. Fue
entonces cuando se dio cuenta que por debajo de la manta se encontraba
completamente desnuda. Debería importarle, pero no se atrevió.
—Lo que hizo —comenzó ella, pero tuvo que detenerse mientras las
lágrimas regresaban.
—Morirá por tocarte. Pero por marcarte, tomando algo que se supone que
es hermoso y apasionado, y convertirlo en el equivalente a una violación, por eso
sufrirá enormemente antes de concederle el regalo de morir, porque eso es lo que
será… un regalo.
Finalmente sintió como si hubiera terminado de vomitar, y se empujó en
alto junto con la manta contra su pecho, cuidando mantenerse cubierta. Vasile
ignoró sus manos golpeando con fuerza las suyas cuando la ayudó a enderezarse
y la sentó contra la cabecera. No podía mirarlo ahora que recordaba. Solo podía
imaginar lo que debía pensar.
177
—¿Cómo supiste que debías venir por mí? ¿Dónde están mis padres? ¿Están
bien? —preguntó mientras jugueteaba con la manta. Lo escucho removerse, pero
aun así no se atrevió a mirarlo, no hasta que habló.
—Quizás, deberíamos conseguir vestirte antes de tener esta conversación.
Creo que te sentirás más cómoda con la ropa puesta.
Lo miró entonces poniéndose de pie sosteniendo una muda de ropa para
ella. Se extendió para agarrarla, pero él sacudió su cabeza.
—Levántate.
Sus ojos se abrieron de par en par.
—Vasile eso, nosotros. No —dejó escapar finalmente después de varios
intentos.
Él le sonrió suavemente, sus ojos llenos de compasión y comprensión.
—Mantén la manta a tu alrededor. Pasaré la tela por encima de tu cabeza
y empujaré cada brazo de uno a la vez mientras sostienes la manta, y luego bajarás
la manta mientras bajo la ropa. Ninguna parte de tu piel será vista.
Sus ojos encontraron con los de él, azul brillante, y podía decir que él no
iba a ceder. Soltó un bufido y se puso de pie bruscamente, extendiendo su mano
hacia la cama para mantener el equilibrio. Una vez que estuvo de pie sin
apariencia de tambalearse, Vasile comenzó como dijo que lo haría.
Trabajaron en silencio mientras él la ayudaba a entrar en un camisón
estirando la fina tela de la ropa. Sabía que se estaba sonrojando desde los dedos
de sus pies hasta la punta de sus orejas, pero no podía evitarlo. Era el perfecto
caballero, pero de vez en cuando rozaría un poquito de su piel. Las puntas de sus
dedos rozaron su nuca mientras abrochaba el vestido. Su cálida mano tocó su
tobillo mientras estiraba el material hasta abajo cubriéndola completamente. Él
sabía lo que estaba haciendo; ella podía verlo en la pequeña sonrisa en sus labios
carnosos y en el brillo travieso en sus ojos. Lo que ella no entendía era, ¿por qué?
Cómo podía él aún desearla de esa manera cuando otro la había marcado? ¿Cómo
podía querer estar en cualquier lugar cerca de su piel cuando ni siquiera ella quería
estar cerca de sí misma?
Sus manos se posaron sobre su cara, forzando su cabeza a reclinarse hacia
atrás de modo que tuviera que mirarlo, alejando su mente de los pensamientos
confusos.
178
—Si pensara que estás lista, en este mismo momento te mostraría hasta qué
punto aún te deseo. —Su voz fue baja e hipnótica mientras las puntas de sus dedos
trazaban su rostro—. Si no oliera el miedo en ti, viera el dolor en tus ojos, ni
escuchará los pensamientos que están bombardeando tu mente, completaría el
vínculo contigo. Saldría de esta habitación, le pediría a Auriel que se fuera, y
luego te mostraría con mis manos, mis labios, mi aliento y mi cuerpo, lo mucho
que deseo estar cerca de ti sin nada entre nosotros. Estoy enojado con Serghei por
lastimarte y tomar un pedazo de tu inocencia.
Ella se encogió ante sus palabras, pero él siguió adelante.
—Mina, no por la razón que piensas. Odio que tomara tu inocencia porque
quería que tus primeras experiencias sean increíbles. Estuve tan enojado por el
beso porque quería que tu primer beso te quite el aliento. La primera vez que
fueran trazadas tus marcas, quería que sean mis dedos los que vagaran a través
de tu piel, porque sabía que si era yo entonces te habrías estremecido de placer,
no de repulsión. Tu cuerpo se habría calentado con deseo, no de ira. La primera
boca y dientes que saborearían tu piel no deberían haber sido con el deseo de
hacer daño, sino por una necesidad indescriptible y reverencia a reclamarte,
probarte, y darte placer. Mi amor, estoy triste no porque no he tenido estas cosas
primero, sino porque no llegaste a experimentarlas por primera vez de la forma
que lo mereces.
Alina no sabía qué decir. ¿Cómo se responde a una declaración tan cruda
y llena de emoción y amor? La salvó al empujarla entre sus brazos y apretando
su cara suavemente contra su pecho, justo sobre su corazón. Sus brazos eran tan
fuertes, tan seguros. En ese momento, ella deseó nunca tener que salir de su
abrazo, poder simplemente vivir envuelta en la seguridad de su fornido cuerpo
donde nadie jamás podría tocarla de nuevo.
«Jamás permitiré que ningún daño te pase de nuevo. Eres mía y no me
separaré de ti otra vez».
Finalmente, la obligó a regresar a la cama, mandándola a dormir. Mientras
derivaba a la inconsciencia se dio cuenta que, en su estado emocional, en su
necesidad de estar segura que Vasile todavía la deseaba, habían fallado en hablar
de sus padres. Pero cuanto más pensó en ello, más sintió que no es que habían
fallado, tanto como Vasile había evitado el tema por completo. Le habría
preguntado sobre ello si hubiera sido capaz de mantener sus ojos abiertos y su
cerebro despierto, pero era inútil contra la necesidad de descanso de su cuerpo.
Así que se entregó, esperando que la razón por la que temía que Vasile no le había 179
contestado, no era la correcta.
Fereste-mã, Doamne de prieteni, cã de dusmani mã feresc
singur.
Dios defiéndeme de mis amigos, de mis enemigos, y yo me
defenderé a mí mismo.

Traducido por Roxywonderland


Corregido por Mari NC

odrías por favor sentarte junto a la puerta


mientras voy afuera para hablar con mis lobos?
—preguntó Vasile a Auriel con lo que él esperaba
fuera con sincera cortesía.
—Por supuesto, Alfa. La vigilaré; la protegeré con mi vida. 180
Vasile quedó ligeramente sorprendido por la apasionada respuesta, pero
simplemente asintió y luego con una última vacilación salió de la cabaña.
Nicu, Ion y Alin estaban esperando a varios pasos lejos de la puerta frontal.
Las miradas sombrías en sus caras no inspiraban ningún tipo de confianza de
estar más cerca de encontrar a Serghei de lo que habían estado cuando llegaron.
—¿Cómo está tu compañera? —preguntó Ion, con genuina preocupación
invadiendo sus ojos.
La mandíbula de Vasile se tensó con el pensamiento de la reacción de Alina
a sus recuerdos.
—Está a salvo, viva y a mi cuidado donde pertenece. Eso es suficiente por
el momento. —Obviamente, el hombre al darse cuenta de su deseo de no hablar
de su compañera, no le preguntó nada más.
—Sus padres están en el salón de reuniones. Los miembros de esta aldea
ayudaron a cuidar de ellos y prepararlos para su lugar de descanso. Su hogar ha
sido limpiado.
—El hogar de sus padres —interrumpió Vasile—. Su hogar está conmigo.
—Él estaba al borde. Se estaba sintiendo extremadamente posesivo y necesitaba
ponerse en control—. Continúa —dijo finalmente dejando salir una larga
exhalación.
Nicu lo retomó donde Ion lo había dejado.
—Hemos estado interrogando a los miembros de la manada y todos ellos
nos han estado diciendo las mismas cosas. La aldea estaba siendo revisada
semanalmente por señales de alguien ayudándonos. El hogar de Alina parecía ser
especialmente el favorito para los guerreros de Emilian, particularmente Serghei.
Nadie lo había visto siendo brusco con ella, ninguno de ellos aparentemente
habían tenido algún tipo de conversación discordante. Hoy fue la primera vez que
ellos alguna vez habían visto a Serghei volverse violento.
—¿Qué cambió? —preguntó Alin. Sus cejas fruncidas mientras
consideraba su propia pregunta—. Algo cambió que lo descolocó.
—Las marcas de Alina han aparecido —respondió Vasile calmadamente.
Los tres pares de ojos se dirigieron a su cuello.
—También las tuyas —exhaló Ion—. Pero no estaban así más temprano
esta mañana.
Vasile se apretó el puente de su nariz y gruñó entre dientes.
181
—Completé los Ritos de Sangre. Es probablemente por eso que mis marcas
finalmente cambiaron.
—¿Tu qué? —dijo Nicu entrecortado.
—Tuve que hacerlo —se defendió Vasile—. No sabía si ella iba a vivir y no
iba a seguir viviendo sin ella.
—¿Qué hay de tu manada? ¿Qué hay de nosotros? —preguntó Nicu.
—Amo a esta manada. Ustedes tres se han convertido casi como hermanos
para mí, pero mi compañera siempre, sin ninguna duda, vendrá primero.
Además, sin ella, sin mi compañera verdadera, no sería capaz de realmente
liderar la manada como debería. Mi padre probó eso.
Ellos asintieron en reconocimiento y él pudo ver entendimiento en sus ojos,
aunque también pudo ver que lo iban a extrañar si él moría. Eso no era algo que
hubiera esperado.
—¿Qué deberíamos hacer ahora? —preguntó Alin.
—Ion y Alin, necesito que junten cualquier macho dispuesto a pelear.
Emilian deberá saber que estamos aquí muy pronto si no es que ya lo sabe. Él no
me retará porque sabe que no podrá ganar.
—Peleará sucio —concordó Ion.
—Nicu, quiero que tú vayas al castillo y lo explores. Trae devuelta
cualquier información que pueda ayudarnos. Necesitamos saber si tiene un plan
o si se ha escabullido por ahí tratando de prepararse porque nunca pensó que yo
volvería. Si no está preparado necesitamos atacar ahora mismo. Si está listo para
la batalla, entonces encontraremos una manera de ganarle la primera mano. Alina
está sanando pero no son sus heridas físicas las que me preocupan.
—Tú cuida de tu compañera, Vasile —le dijo Ion—. Nosotros tendremos
todo listo.
—Confío que lo harán. Gracias —les dijo y ellos se dispusieron a
marcharse. Los observó siendo tragados por la noche. Sabiendo que podía confiar
en sus guerreros para hacer lo que necesitaba ser hecho, comenzó a respirar un
poco más fácil hasta que un grito desgarrador atravesó la oscuridad directamente
hasta su alma.
182
Se giró y corrió hasta la habitación de Alina. Auriel estaba golpeando la
puerta intentado abrirla pero no cedía. Él pudo oír a su compañera llorando de
dolor, y eso lo estaba volviendo loco, pero fue el olor de carne quemada lo que le
costó su control. Él arremetió con su hombro contra la puerta mientras rugía:
—¡ALINA, ABRE LA PUERTA!
Temía usar su poder y básicamente derribar la puerta porque no sabía en
qué parte de la habitación estaba ella. Si estaba cerca de la puerta, podía resultar
herida, así que liberó la fuerza de su lobo. Ella gritó de nuevo y él golpeó la puerta
tan fuerte como pudo.
Vio que una pequeña parte se agrietó a medida que comenzaba a ceder bajo
su fuerza. Alentado por el progreso golpeó una y otra vez, mientras una y otra
vez ella gimió, gruñó, y lanzó gritos de dolor. Finalmente arremetió tan fuerte
como pudo, y la puerta, y el armario que había estado presionado contra la
puerta, cedieron. Estuvo en la habitación medio segundo después, y su corazón
golpeó contra sus costillas fuertemente cuando vio a su compañera.
Estaba en el suelo, su ropa de noche estaba desgarrada de manera que caía
desde su cuello y hombro. Su mano estaba envuelta alrededor de la vela que él
había dejado encendida en la mesa de noche, y la piel donde la mordida de
Serghei había estado se encontraba chamuscada más allá del reconocimiento. Él
se dio cuenta mientras se apresuraba a su lado, sus ojos fijos en la herida, que ella
se había estado quemando a sí misma por más tiempo del que había estado
gritando.
—Mina, ¿por qué? —Sus palabras fueron una súplica susurrada a medida
que tomaba la vela de su mano temblorosa.
Ella alzó la vista hacía él y la mirada de total desesperación desgarró su
alma. Todo dentro de él clamó por violencia, para mutilar, matar y destruir a
aquel que había provocado esa mirada en su hermoso rostro.
—Me sentía sucia y deshonrada. Solo quería que se fuera —le dijo a través
de las lágrimas que se deslizaban por su rostro—. Prefiero mi piel con cicatrices y
desfigurada que llevar la marca de otro. —Sus hombros se estremecieron cuando
sollozó.
Él la acomodó en su regazo, envolviéndola alrededor de sus brazos y
sosteniéndola fuertemente contra sí mismo.
—Yo no quiero que atravieses por más dolor. El escucharte gritar y no ser
capaz de alejarlo es una completa agonía. Si pudiera erradicar todo horrible 183
recuerdo, cada cicatriz que te recuerda la pesadilla que atravesaste, entonces lo
haría.
Después de sentarse allí en silencio por bastante tiempo, Vasile se levantó
con ella en sus brazos y la acostó devuelta en la cama. Auriel estuvo allí sin que
él ni siquiera le pidiera un paño para limpiar la herida. Se curaría pero quedaría
una cicatriz.
Vasile limpió la herida tan gentilmente como pudo. Ella nunca hizo ningún
sonido, simplemente se sentó mirándolo a él.
—No iré a ninguna parte, Mina —trató de razonar con ella. Para su
sorpresa y completo alivio ella levantó la mano y lo agarró del brazo. Lo jaló
hasta que estuvo sentado en la cama junto a ella. Una pequeña mano se alzó y
acunó su rostro, y él naturalmente se apoyó en su palma como si lo hubiera hecho
miles de veces antes.
—Te amo, Vasile Lupei —susurró ella, nunca alejando sus ojos grises de
él.
—Dilo de nuevo —rogó.
—Te. Amo. Mi Alfa, mi compañero.
Sus palabras y la pasión con las que ella las dijo lo hicieron querer
arrodillarse frente a ella, honrándola en la manera que no volvería a otorgar a
nadie.
—Tan pronto como estés lista quiero completar el vínculo. Necesito saber
que eres mía de todas las formas. Necesito… —Se ahogó con sus palabras
mientras trataba de expresarle lo urgentemente que la quería.
—Lo sé, y entiendo. Solo desearía que no tuvieras que vincularte a alguien
tan destrozado —admitió ella.
—El tiempo y el amor lo curan todo. Deja que mi amor te cure… en cuerpo
y alma. Déjame cubrirte con mi adoración. Tú eres todo lo que necesito. Tanto
como yo soy todo lo que necesitas para así sobreponernos a esto. Creo en ello
hasta la médula de mis huesos, pero no puedo hacerlo sin ti.
Ella dejó caer su mano desde su rostro y tomó su mano entre las de ella.
—No iré a ninguna parte. —Ella le repitió sus palabras. Tomó un profundo
respiro y se mordió el labio inferior para que dejara de temblar. Y finalmente le
preguntó—: Vasile, ¿dónde están mis padres?
184

Alina intentó prepararse para lo que él diría, pero sin importar cuánto
intentara prepararse para las noticias, aún se sintió como si alguien la hubiera
golpeado en el estómago.
—Lamento tanto no haber llegado allí más rápido. —Su voz estaba
apretada con la ira—. Se han ido al otro lado. Te lo habría dicho antes pero no
quería causarte más angustia. Sus cuerpos han sido cuidados y están listos para
ser sepultados. No quería que tuvieras que lidiar con eso después de todo lo que
ha sucedido.
—Fue Serghei. —No estaba preguntando. Ella sabía quién lo había hecho
pero necesitaba escucharlo.
—Sí —respondió él de todos modos.
Alina apretó la mano de su compañero que aún tenía sujeta. Lo agarró
como a una cuerda salvavidas, como si el mar de confusión y desesperación
amenazara con ahogarla. Quería afligirse por sus padres, pero sabía que por ahora
tendría que dejar de lado su dolor. Ellos tenían una manada que reclamar, un
tirano que remover, y un asesino para ser llevado a la justicia. Por ahora, tenía
que ser la compañera de Vasile, la hembra Alfa de su manada, y una vez que todo
estuviera hecho, luego podría ser la hija apenada.
—Por favor, no te sientas responsable, Vasile. Cerré el vínculo porque no
quería exponerte a ellos. No pensé que Serghei llegaría tan lejos. Gracias por venir
por mí. Gracias por cuidar de mis padres cuando yo no pude.
—Es un honor para mí cuidarte. Esta noche descansaremos. Seré
completamente inapropiado y yaceré en la misma cama contigo acunándote entre
mis brazos porque no voy a poder manejar ninguna distancia entre nosotros en
estos momentos. —Su honestidad y audacia no la sorprendieron, ya no. Ella
conocía a su compañero. Cuando él quería algo, cuando se planteaba algo en su
mente, no habría nada que lo hiciera titubear. Y si ella fuera completamente
honesta, no le importaba cuán inapropiado era, quería estar entre sus brazos.
Lo observó mientras él removía su camisa pero dejaba sus pantalones
puestos. Sus músculos se flexionaron con cada movimiento, dejándola
embelesada por la belleza y perfección de su silueta. La restante luz que provenía
desde la lámpara de gas titiló y envió un suave brillo alrededor de él, haciendo su
piel parecer tan suave como la seda. Anhelaba tocarlo, sentir la calidez de su carne
contra la suya. Él dejó la luz encendida y se metió en la pequeña cama bajo las 185
sábanas con ella. Casi tuvo que acostarse sobre él para que ambos entraran en la
cama por lo alto que era.
Vasile la empujó con fuerza contra él y su mejilla terminó presionada
contra su pecho desnudo. Olía increíble, masculino y musgoso como el bosque.
Alina presionó un suave beso sobre su corazón y lo escuchó contener el aliento.
Le gustaba saber que lo afectaba tanto como él a ella.
—Nunca más dormiremos separados —susurró él contra su cabello y
presionó un beso allí. «Amo la manera en que te sientes contra mí, la manera en
que tu aroma me cubre. Nunca ni en un millón de años podría haber imaginado
la alegría de tener una compañera verdadera, pero no cualquiera sino tú, mi
preciosa Alina». Él usó el vínculo y ella sabía que lo hacía porque era una forma
íntima de comunicación. Era únicamente para ellos. Su vínculo los exponía el
uno al otro, revelando todas sus emociones y lo profundo que las contenían entre
ellos.
«Piel sobre piel, Vasile», susurró ella con audacia. Sabía que él quería que
fuera honesta con él acerca de lo que necesitaba, así que ella lo sería. En ese
momento necesitaba el poder curativo de su toque, que solo podía proveer su
compañero. Lo sintió desabotonando la espalda de su bata y luego deslizar su
mano debajo del vestido. Su aliento quedó atrapado en su garganta cuando su
larga palma se apretó contra su espalda. Él frotó suavemente, enviando temblores
a través de su cuerpo, y cuando ella sintió cambiar su toque a pasar la punta de
los dedos trazando sus marcas que subían por su columna, no pudo retener el
suave gemido.
—Tus marcas son hermosas. —Su suave aliento sopló a través del cabello
y rostro de Alina mientras él hablaba—. Las vi cuando estabas inclinada sobre la
cama, y desearía poder decir que te concedí la modestia necesaria y aparté la
mirada, pero no te mentiré. Capturaron mi atención al segundo que las vi, y si no
hubieras estado enferma las hubiera tocado en ese entonces.
Ella sintió el calor de su rubor, y solo la curiosidad que tenía sobre sus
marcas la hizo no enterrar la cabeza en su pecho para evitar mirarlo a la cara. En
su lugar, ella se alejó y se apoyó en el codo para mirarlo. Alina gentilmente inclinó
la cabeza de él hacia un lado dejando al descubierto su cuello, algo que él jamás
hubiera permitido a nadie más, y dio una mirada hacía las hermosas marcas que
ahora viajaban desde su cuello, bajando por su brazo y a través del lado derecho
de su pecho todo el camino hacia abajo hasta su cintura. Eran verdaderamente
increíbles. Cuando ella volvió la mirada a su cuello, sintió a su loba animarse, y
Alina supo que sus ojos habían comenzado a brillar. Su loba quería morderlo,
probarlo y marcarlo. Aunque la mordida se desvanecería, solo saber que había
186
estado allí era suficiente.
—Bebiste mi sangre —le dijo Vasile repentinamente—. Estabas tirada allí
tan quieta, y sabía que lo único que ayudaría era mi sangre, así que te la di. Pero
mientras te sostenía, inseguro de si sobrevivirías o no, supe que no podría vivir
sin ti. Debería disculparme pero no lo haré porque lo haría todo de nuevo otra
vez.
—¿Completaste el vínculo? —preguntó ella, aunque estaba bastante segura
que lo sabía desde antes. Había sentido cuán fuerte se había vuelto su conexión,
algo que solo sería provocado al compartir sangre o cuerpos.
Él asintió mientras la mano que no estaba en su espalda se levantó y trazó
algo en su cuello.
—Te mordí aquí —dijo gentilmente mientras daba un golpecito en su
cuello—. Solo tomé un poco de sangre porque ya habías perdido mucha, pero fue
suficiente. —Tomó una pausa y agregó silenciosamente: «Tu sabor es increíble».
Esta vez Alina enterró su cara en su pecho y él rió de su modestia.
—Duerme, mi amor —le dijo—. Cuando todo esto termine entonces habrá
tiempo suficiente para saborearnos el uno al otro. Tu loba tendrá que tener un
poco más de paciencia —bromeó él.
Ella pellizcó su costado cosa que solo lo hizo reír más. Se metió a sí misma
dentro, lo más cerca que pudo sin llegar a en realidad meterse en su piel. Allí,
protegida en el refugio de sus brazos, se deslizó rápidamente hacia el sueño.

Las oscuras sombras de la noche camuflaron la presencia de Nicu mientras


se movía silenciosamente alrededor del exterior del castillo. Sus orejas estaban
alertas, convocando la audición de su lobo, escuchando por cualquier sonido de
conversación. Cuando se acercó girando la esquina justo debajo de donde sabía
estaba la biblioteca, escuchó voces. Se detuvo y miró hacia el pequeño balcón que
se extendía desde la habitación. Las cortinas estaban cerradas de modo que no
podía ver hacia el interior, lo que a su vez significaba que ellos no podían ver
hacia fuera. Nicu saltó sin esfuerzo a la cornisa y se empujó hasta quedar sobre el
balcón, sin hacer ningún sonido más que un susurro.
187
—Así que, ¿mataste a sus padres, y quizás la has matado a ella también?
—La enfurecida voz de Emilian se coló a través de las puertas del balcón.
—Tenía sus marcas, y ya que ningún macho en la aldea la había reclamado,
había solo una explicación. Vasile era en realidad su compañero verdadero. Pensé
que no querías que su vínculo se completara porque lo haría más fuerte. —La voz
de Serghei hizo que Nicu reprimiera un gruñido.
—La podríamos haber usado como carnada para atraerlo, imbécil. —
Emilian se detuvo—. ¿Sabes si él fue por ella?
—La dejé tan pronto como sus padres estuvieron muertos.
—Ya sea que esté viva o muerta no tiene ninguna consecuencia ahora.
Vasile es inteligente, pero su ira lo hará actuar rápidamente. Lleva cuatro lobos
contigo devuelta a la aldea. No dejes que te noten, y ve qué puedes encontrar. No
hables con él de ninguna manera si lo ves —le advirtió el Alfa. El bajo y gutural
gruñido dejó claro que habría duras consecuencias si Serghei desobedecía.
Nicu no esperó alrededor para escuchar más. Tenía que volver a la aldea y
advertir a Vasile. Se lanzó de nuevo al suelo y volvió a la cubierta del bosque.
Dejó que su lobo tomara el control y corrió tan fuerte como pudo, sabiendo que
necesitaba ser más rápido que Serghei y los otros lobos. No se detendría hasta que
estuviera de pie frente a su Alfa.

Emilian se paseaba por la biblioteca, finalmente solo después de lidiar con


el cachorro idiota que había sido tan estúpido como para dejar atrás a la
compañera de Vasile. Ella habría sido la carnada perfecta. Pero no podía pensar
en ello ahora; otros planes tendrían que ser hechos para hacer frente al antiguo
Alfa. El problema era que muchos de los lobos dominantes estaban fuera de
control, de modo que hacer que lucharan por él podría resultar difícil.
Rebuscó en su mente por posibles soluciones. Finalmente, como la ruptura
del amanecer, una llegó a primer plano. Quizás podría funcionar, pensó para sí
mismo. Anunciaría un torneo de manada, no letal por supuesto. Ya que tantos
lobos jóvenes estaban compitiendo por puestos más altos en la manada, los
dominantes acudirían a la competencia, incluyendo a Serghei. Luego él podría
invitar abiertamente al ganador a retarlo por el título de Alfa, removiendo todas
las dudas sobre quién debía liderar la manada. Debido a la dominancia de Vasile,
cada lobo presente querría desafiarlo. No creía que incluso alguien como Vasile 188
podría continuamente vencer a cada lobo en la manada. Quienquiera que siguiera
en pie tendría que pelear contra él inmediatamente por el título de Alfa o
arriesgarse a ser etiquetado inferiormente para siempre por sus compañeros de
manada.
Sin importar quién quedara de pie, no tendrían la fuerza restante suficiente
como para derrotarlo a él, sobre todo cuando él no planeaba luchar justamente.
Vorba dulce mult aduce.
Las buenas palabras no cuestan nada y valen mucho.

Traducido por Selene1987


Corregido por Mari NC

o me esconderé —dijo Vasile calmadamente después


de oír las noticias que había traído Nicu. Había
dejado de esconderse. Miró los rostros del grupo de
hombres que se habían reunido con él en la sala de
reuniones. Más se habían unido a su número, y había unos treinta lobos
dispuestos a luchar a su lado.
Alin entró en la sala con aspecto sombrío.
189
—Bueno, es demasiado tarde para intentar ocultarnos de todas maneras;
Serghei está aquí.
Vasile asintió.
—Entonces no lo dejemos esperando. —Caminó entre los hombres que se
echaron a un lado haciendo un camino hacia la puerta.
—Eres valiente o incluso más estúpido de lo que había pensado la primera
vez que te vi al traer tu cara por aquí —dijo Vasile al salir. El amanecer se
desplegaba entre la oscuridad de la noche y el cielo cada vez estaba más claro.
—No más estúpido que tú, Vasile. —Serghei prácticamente escupió su
nombre—. Emilian no es el único lobo que te quiere muerto.
—No temo a la muerte, ya no —dijo con una confianza que hizo que
Serghei diera un paso atrás.
—Si tan solo pudiera luchar contigo justo aquí, justo ahora —gruñó el
joven lobo.
—¿Qué te detiene…? —Vasile fue interrumpido por otro pequeño grupo de
lobos. Salieron del bosque y se dirigieron hacia Vasile y Serghei.
—Tendrás tu oportunidad, Serghei —le dijo el líder del grupo y luego miró
al resto de lobos presentes. Sus ojos no permanecieron mucho tiempo en Vasile
ni se encontró con su rostro—. Emilian nos ha pedido que difundamos la palabra.
Habrá un desafío de dominación en el castillo. Cualquier macho puede entrar,
ustedes dos incluso. El ganador será el Alfa indiscutible de la manada Rumana
del Este. El desafío estará comenzando mañana al mediodía. El formato será “rey
de la montaña”. Tres rondas empezarán simultáneamente. Los primeros seis
lobos que sigan adelante serán emparejados y lucharán entre sí. El ganador de
cada reto entonces tendrá que aceptar al siguiente lobo que desee luchar, y así
continuará hasta que solamente queden tres, entonces dos y luego uno. No habrá
descansos, ni siquiera para dormir. No es solo un desafío de destrezas, sino
también de fortaleza.
—No me gusta esto. Emilian jamás comprometería su posición por propia
voluntad. Está tramando algo —dijo Vasile.
El lobo sonrió con superioridad.
—¿Temes no poder competir?
—¿Dónde está el honor en ganar una pelea con engaños? —desafió él.
190
—El honor está simplemente en ganar, no la manera en que lo hagas.
Vasile negó con su cabeza. Una pequeña risa de disgusto salió de su pecho.
—Está bien, si así es cómo Emilian va a hacer esto, que así sea. Estoy
seguro que quiere saber si estaré ahí. Puedes asegurarle que mi cara será lo último
que vea en esta tierra.
—Tendrás que pasar por encima de todos nosotros, incluido yo —habló
Serghei.
Vasile miró al lobo que había lastimado a su compañera.
—No eres más que una mosca irritante, y lo único que hará falta para
detener tu zumbido es un simple golpe. Si esperas que te tenga miedo, entonces
eres un iluso. —Se alejó, dándole la espalda al grupo, dejando perfectamente claro
que no los consideraba a ninguno de ellos una amenaza.

Alina se derritió en los brazos que la envolvieron desde atrás. El gran pecho
de Vasile se presionaba firmemente sobre su espalda. Presionó los labios en su
cabello, y su pecho retumbó con satisfacción mientras la olía.
—¿Cómo estás? —preguntó mientras ella miraba el agua del río. La había
llevado hasta su lugar de siempre después de lidiar con los hombres, y mientras
caminaban le explicó lo que iba a pasar. A ella no le gustó, pero tenía que
aceptarlo. Su compañero era un dominante, y un Alfa, y luchar sería siempre
parte de su vida.
—Sobreviviendo —dijo ella honestamente.
—¿Te sientes lo suficientemente bien para dar un corto paseo?
Su interés se animó ante la esperanza en la voz de él. Alina giró su cabeza
y lo miró.
—Iré a cualquier sitio contigo.
Sus labios se ensancharon en una gran sonrisa, y deseó con cada célula de
su cuerpo poder besarla. Pero no lo hizo. La liberó y tomó su mano, llevándola
por el río hacia los árboles.
Caminaron en silencio; los sonidos del mundo alrededor de ellos siendo
simplemente sonidos. Al menos quince minutos más tarde, los árboles
desaparecieron y llegaron a un claro donde se había construido un pequeño
granero. Miró a Vasile con curiosidad pero él simplemente sonrió y siguió
191
adelante. Una vez que llegaron a las puertas se detuvo y giró hacia ella.
—Mientras estuvimos separados, no hubo ni un segundo que no pensara
en ti. Anhelaba el día en que nos vincularíamos para la eternidad. En ese tiempo
pensé mucho en nuestra ceremonia de vinculación, nuestros Ritos de Sangre, y
las cosas que quería decirte y darte. Me crucé con esta hermosa criatura durante
mi exilio, e inmediatamente supe que estaba hecha para ti. Éste es mi regalo para
ti, para mostrarte lo que puedo proveerte. Te protegeré y me esforzaré para traer
alegría a tu vida. —Abrió la puerta antes de que ella pudiera responder y allí de
pie justo en el otro lado había una yegua hermosa con una melena y cola color
chocolate. Era muy hermosa y sin ninguna duda costaba una fortuna. Alina jamás
había tenido un caballo; nunca habían podido permitirse uno. Sintió lágrimas
saliendo de sus ojos mientras alcanzaba y acariciaba la suave nariz del animal a
lo que el caballo respondió acercándose a Alina y bajando su cabeza.
—Es magnífica, Vasile —dijo aún mirando al caballo—. Gracias, la
cuidaré.
—Me alegra que te guste. ¿Cómo la llamarás? —preguntó.
Alina sonrió.
—Cosmina, porque es una belleza.
Él tomó su mano entonces, atrayendo su atención de Cosmina.
—Tengo otra cosa para ti.
Miró hacia abajo y vio que sostenía su anillo grabado, aquel que lo
identificaba como de la realeza y como miembro de una larga línea de Alfas.
—Es tuyo porque perteneces a mi lado. Eres la mujer que llevará el
próximo niño que continuará este linaje. Para mí, eres más que de la realeza, eres
mi Luna. Tu influencia sobre mí es completa y absoluta. Nadie irá tras de ti. Me
has capturado, a mi corazón, cuerpo, mente y espíritu; soy tuyo. —Tomó su
mano y lo deslizó sobre su dedo y de alguna manera encajó perfectamente. Él
sintió su curiosidad y sonrió—. Hice que una Fae cascarrabias pusiera algo de
magia en él para que encajara —explicó.
Alina levantó su mano para examinar el anillo más de cerca. Sus ojos se
entrecerraron mientras miraban cada detalle. Tenía una superficie ovalada y en
esa superficie había una cuadrícula de cuatro diamantes. En cada diamante había
un símbolo. El de arriba a la izquierda era una corona; el de arriba a la derecha
era un lobo; el de abajo a la izquierda, una espada; y el de abajo a la derecha, una 192
luna llena.
Vasile colocó una mano en su cintura acercándola más mientras ella seguía
mirando el hermoso regalo.
—La corona representa el linaje real, el lobo por supuesto hace honor al
regalo que la Gran Luna nos otorgó, la espada es para testificar que como la
familia Alfa somos la espada de la justicia manteniendo la disciplina entre la
manada, y la luna es para reconocer la importancia de las mujeres en la manada.
Tú, Luna mía, como la luna, puedes cambiar la marea. La paz y la luz que me
das como Alfa pueden alterar cómo podría responder ante una situación. Para
resumir, me haces ser mejor. —Su aliento fue como un suave soplo en su cara
cuando habló de nuevo—. Mírame, Mina.
Lo hizo y entonces se estremeció con los ojos brillantes que la miraban de
vuelta. Su humor había cambiado de gentil a cariñoso, a apasionado, y
necesitado. Alina sintió su deseo en ella a través del vínculo y jadeó ante la fuerza
de él. Su mano se alzó y tomó la cara de Alina. Fue sorprendentemente gentil
teniendo en cuenta la intensidad de sus emociones.
—No puedo esperar más —murmuró él.
—¿Para qué? —Su voz salió como un gemido.
—Para probar tus labios.
Bajó su cabeza y el corazón de Alina se aceleró mientras se daba cuenta
que por fin, finalmente, iba a besarla. Luchó contra el deseo de agarrar su cabeza
y juntar sus bocas de una vez. Era una batalla que iba a perder si él no se
apresuraba. Se detuvo justo cuando sus labios se estaban tocando. Pudo sentir su
aliento caluroso y dulce fluyendo de sus pulmones, y ella lo absorbió, queriendo
cada parte de él que pudiera tener. Él dudó, su cuerpo presionado al suyo, su
mano sobre su espalda apretándola fuertemente mientras la otra acariciaba su
mejilla dulcemente con su pulgar. Alina quería gruñirle que lo hiciera de una vez.
No podía esperar más.
«Por favor, Vasile».
«¿Qué, Mina? ¿Qué necesitas?» Su rica voz profunda acarició cada nervio
de su cuerpo y el roce de sus cuerpos fue demasiado.
«A ti, te necesito a ti. Por favor, bésame».
Una sonrisa recorrió el rostro de él mientras bajaba su cabeza, finalmente
capturando su boca con la suya. «Te dije que un día me rogarías», susurró él
mientras abría la boca de Alina y acariciaba su lengua con la suya propia, 193
probando, saboreando.
Ella estaba demasiado borracha de deseo para irritarse por su arrogancia.
Mientras no dejara de besarla, estaba a salvo de su ira. Dejó que sus manos
subieran por su estómago hacia su pecho firme y deteniéndose en su cuello
apretándolo más en su contra. El gruñido que salió de sus pulmones le dijo que
aprobaba su movimiento audaz. La mano que él había estado sosteniendo contra
su cara ahora estaba en su espalda mientras ambos brazos la abrazaban. Mordió
sus labios juguetonamente mientras alcanzaba su cabello por detrás y le quitaba
el pasador. Éste cayó sobre sus hombros y espalda, y Vasile inmediatamente
hundió los dedos entre las hebras oscuras.
Su boca dejó la de ella mientras dejaba un rastro de besos suaves sobre su
mejilla y cuello. Ella había echado hacia atrás la cabeza sin ponerle obstáculos.
Jadeó cuando su lengua recorrió su cuello y sus dientes tocaron su piel lo
suficiente para hacer que quisiera rogarle de nuevo, solo que esta vez por su
mordida. Sus labios empezaron a viajar más lentamente, pasando a un lado del
cuello de su blusa. Pero de repente se detuvo. El pecho de Alina subía y bajaba
rápidamente, sin respiración por la pasión. Vasile no se movió; su boca aún
presionaba su piel justo debajo del cuello pero ya no la estaba besando ni
mordiendo.
—¿Pasa algo? —susurró ella.
Él dejó escapar un suspiro tembloroso mientras sus manos caían sobre su
cintura y la agarraba fuertemente.
—Si no nos detenemos ahora, la blusa tendrá que irse, luego la falda, y así
sucesivamente. Mi lobo estaba empezando a apoderarse de mí. Está cansado de
esperar. Estaba intentando seducirte.
Alina dejó escapar un suspiro lento mientras intentaba recuperar el sentido
común. Las cosas sin duda habían empezado a salirse de control. Cuando Vasile
se alejó de ella, sus ojos cayeron sobre su pecho no en su cara, y parecieron
hambrientos. Ella miró hacia abajo y vio que dos de los botones de su blusa se
habían desabrochado en la euforia. Se sonrojó y rápidamente los abrochó
ganándose un gruñido de su compañero.
—Tú dijiste que teníamos que parar —le recordó.
—Me refería a que tenía que dejar de hacerte el amor con mi boca. No dije
que tuviera que dejar de admirar tu increíble silueta.
—Eres un sinvergüenza —lo regañó mientras se deshacía de su abrazo.
194
—No lo negaré, mi amor, y tengo el presentimiento que una vez que
estemos vinculados empezarás a ver lo desvergonzado que es tu compañero. —
Vasile rió mientras la boca y los ojos de ella se abrían.
Ella había echado de menos su coqueteo, pero también había olvidado lo
increíblemente tentador que era.
—Te gustan tus regalos —preguntó él mientras levantaba la mirada y metía
un mechón de su cabello detrás de la oreja.
Alina sintió una gran calidez extenderse a través de ella, y le sonrió.
—Muchísimo.
—Bien, ahora a menos que quieras que todo el mundo sepa que te he
profanado, quizás quieras arreglarte un poco.
Le puso los ojos en blanco mientras se estiraba la falda, la blusa y luego
rápidamente se peinó el cabello. Sus labios estaban hinchados por la pasión del
beso pero no había nada que pudiera hacer al respecto.
—Mejor no podrá estar —declaró ella mientras lo miraba. Él sonreía como
un tonto—. Todos sabrán lo que hemos estado haciendo a pesar de cómo me
arregle si no quitas esa sonrisa ridícula de tu cara.
Él se encogió de hombros.
—Entonces supongo que tendrán que saberlo porque la sonrisa se queda.
—Salieron y cerró el granero asegurándose que Cosmina estuviera bien, ya que
tenía a un miembro de la manada cuidando de ella.
A regañadientes, ella lo dejó guiarla, pero solo porque él había prometido
que en cuanto hubiera destruido a su enemigo y regresaran al castillo, haría que
Cosmina tuviera un establo propio en los terrenos. Así Alina podría ir a verla cada
vez que quisiera.
La noche estaba llena de tensión mientras los miembros de la manada de
la aldea se reunían en la sala de reuniones para comer todos juntos. Alina
encontró un poco de paz entre el horror de todo lo que había pasado y pasaría
una vez que se reunieran de nuevo. Quizás todos no, pero era un comienzo.
Antes que todos se separaran al partir en direcciones diferentes, Vasile se
dirigió a ellos.
—Esta noche mientras estén acostados en sus camas, envíen una oración a
la Gran Luna para que nos dé fuerza, unidad y victoria, y que esté de nuestro lado
porque tenemos honor y no dejaremos que nuestros deseos egoístas reinen 195
nuestras acciones. Den también las gracias, por todo lo que tenemos, por cada
miembro de nuestra manada, por sus compañeros y futuros compañeros. Y
cuando cierren los ojos y dejen que el sueño venga a ustedes, descansen con la
seguridad de que nuestra Creadora ha escuchado nuestra oración conjunta, que
nos ama y nos protegerá.

Mientras Vasile sostenía a Alina en sus brazos nuevamente en la pequeña


cama, hizo lo que le había dicho a su manada, envió una oración a su Creadora.
Cuando su compañera se dio la vuelta a su lado él miró hacia abajo, soplando
gentilmente en su cara y permitiendo que su aroma llenara sus sentidos. Ella se
calmó y se acercó más a él. Su mente vagó de nuevo a más temprano ese día
cuando finalmente la había besado. Nada podía haberlo preparado para lo
extraordinario que sería. Sus labios fueron tan suaves como la seda, su sabor más
dulce que la mejor ambrosía, y su respuesta hacia él casi le había hecho llegar al
punto sin retorno. Su lobo había estado exigiendo que completaran el vínculo.
No le importaba que no hubiera una cama de lujo o delicadas velas. Lo único que
quería, lo único que necesitaba, era a su compañera, sin florituras. Pero con suerte
la mitad humana pudo razonar con el lobo sobre por qué no sería inteligente
desnudarse, así como a su compañera, al aire libre en un campo, sobre todo no
en su primera experiencia juntos.
Había decidido darle sus regalos de vinculación antes de los desafíos
porque quería que supiera cuánto la adoraba. No había planeado besarla, pero
estaban solos. Por fin tenía la edad, y no pudo detenerse. Una sonrisa se dibujó
en sus labios al recordar la indignación de ella ante el coqueteo. Poco sabía ella
que estaba siendo serio, porque para él no había nada más hermoso que ella, cada
seductora parte de ella. Finalmente empezó a dormirse, poco dispuesto a pensar
en las luchas que vendrían. En lugar de eso pensó en cuán adorable se sonrojaría
su compañera cuando finalmente no hubiera barreras entre ellos.

El amanecer llegó demasiado pronto. Alina, como todos los demás, parecía
estar pérdida en sus pensamientos mientras se vestía y preparaba para la travesía
hacia el castillo. Deseó poder viajar en el tiempo para poder pasar de toda la lucha
y muertes, y finalmente tener una manada unida de nuevo. Y aun así sabía, no
solo por las palabras de su padre, sino también por su experiencia que, cuando
estás en un suplicio, con todas las dificultades de la vida sobre ti, experimentas 196
un cambio y maduras. Lo alto de la montaña era precioso, pero si el único lugar
donde había vivido era en lo alto de la montaña, entonces, ¿cómo iba a aprender
a querer a través del dolor, o reír con el corazón roto, o sobrevivir para poder
ayudar a otra persona que podría algún día experimentar lo mismo que ella?
Necesitaban los momentos difíciles para poder apreciar de verdad los buenos,
pero también, para ser mejores de lo que fueran antes.
—Tenemos que irnos. —La voz de Vasile la distrajo de sus pensamientos.
Ella se dio la vuelta y vio que tenía la mano extendida hacia ella. La aceptó sin
vacilación y dejó que la llevara a su lado. Caminaron en silencio, uniéndose a los
otros miembros de la manada en la caravana sombría mientras se dirigían a lo
que era un baño sangriento con seguridad.
«Estás muy callada esta mañana», le dijo Vasile a través del vínculo
mientras acariciaba la mano que sostenía con su pulgar.
«No quiero verlo y a la vez quiero arrancarle el corazón de su pecho». No
quería sentirse así por Serghei. Había sido un amigo durante mucho tiempo, pero
luego la había traicionado, violado, y asesinado a sus padres. Era una persona
misericordiosa, pero tenía que trazar los límites en algún momento.
«No vivirá mucho más, mi amor. No lo permitiré».
«No creo que te desafíe al principio. Esperará a que hayas estado luchando
un tiempo, pensando que tendrá más oportunidad si estás cansado».
Vasile miró hacia abajo y le sonrió.
—Quizás debería hacerte líder de mis guerreros. Piensas como una
guerrera.
«¿Estarás bien?» Alina no quiso hacer la pregunta en voz alta. Jamás
cuestionaría las habilidades de su compañero frente a los miembros de la manada;
lo haría parecer débil. «Sin dormir, sin descansar, ¿cuánto puede durar alguien
así, Vasile? No tengo dudas en tu habilidad para destruir a cada hombre ahí fuera,
pero tener que hacerlo uno tras otro sin darle tiempo a tu cuerpo a que se cure
será difícil, e incluso tú no eres invisible».
«He luchado en batallas que duraron días. No es fácil, pero cuando hay
tanto en riesgo te sorprenderías de lo que eres capaz». Llevó su mano hacia la
boca y besó su muñeca dulcemente. «Ten fe en mí; no fallaré».
«Lo sé, pero soy tu compañera y estoy en mi derecho a preocuparme por
ti». Una sonrisa se cruzó en los labios de él. «¿Qué es tan gracioso?», resopló ella.
«No es que crea que ha sido gracioso, Mina. Simplemente te encuentro 197
bastante atractiva cuando me gruñes».
Ella puso los ojos en blanco y gruñó por dentro.
«En un momento como éste, ¿en eso es en lo que estás pensando?»
«Amor, aprenderás que no hay ningún momento en el que un compañero
macho no esté pensando en su compañera así».
—Quizás deberíamos repasar los detalles otra vez —dijo ella de repente en
voz alta. Esto atrajo una risa en su compañero que hizo que todos se giraran a
verlos. Alina lo ignoró y se dirigió a Ion—. Tú y Nicu estarán conmigo, ¿verdad?
Ion asintió.
—No nos iremos de tu lado.
—Los otros hombres estarán bajo el mando de Alin mientras yo esté
luchando —añadió Vasile—. Quiero que todas las peleas sean vigiladas y quiero
ojos en Emilian y Serghei todo el tiempo.
Alina lo miró de nuevo, luego una idea le vino a la cabeza.
—¿Por qué no he visto a Sisily? —Había pensado en eso hace dos días, pero
ahora le sorprendía que Sisily no la hubiera buscado ni siquiera una vez.
—La envié a ella junto a sus padres a Anghel. Están avergonzados y
abochornados por las acciones de su hijo, y no quería que sintieran que estaban
bajo escrutinio. Cuando las cosas se arreglen regresarán.
Alina entendió por qué lo había hecho, e incluso comprendió por qué no
lo había mencionado. Había estado intentando con todas sus fuerzas evitar
cualquier tema que trajera consigo a Serghei. No podía decidir si era más a su
beneficio porque no quería que ella pensara en él, o por el de él, ya que no podría
controlarse si se enfrentara a ello.
«Ambos», respondió a sus pensamientos.
La ceja de ella se alzó mientras le dirigía una mirada.
—¿No tengo privacidad?
Una sonrisa lobuna se extendió por su cara.
—Me aseguraré que tengas mucha privacidad, Mina, pero no de mí.
Decidió entonces que no era momento de discutir por eso. Tenían toda una 198
vida para lidiar con sus diferencias. Solo un poco más tarde empezó a escuchar el
murmullo de las voces entrecruzadas con gruñidos y rugidos. Estaban a menos
de un kilómetro del castillo y Alina de repente se sintió muy enferma. Vasile hizo
que el grupo se detuviera y los miró a cada uno.
—Hay dominantes que no tienen control sobre sus lobos. Cuatro años bajo
el liderazgo de un lobo que no les permitió someterse ha dejado que sus lobos
corran libres y salvajes. Intentarán provocarlos para tener una pelea. No dejen
que pase. —Envió su poder sobre ellos, comandando sobre la sumisión de sus
lobos y su obediencia, y cada miembro de la manada presente descubrió su cuello
hacia él.
—Vasile. —Sevren, uno de los machos más jóvenes, se dirigió a él—. Es
un honor llamarte Alfa y un honor apoyarte mientras luchas. Te damos las
gracias, porque sabemos que estás luchando por nosotros.
El corazón de Alina se engrandeció cuando todos los lobos asintieron y
mostraron su acuerdo. Lo supieran o no, su compañero necesitaba oír eso.
Tendría que recordar agradecerle al joven lobo por ser lo suficientemente valiente
como para hablar. Reanudaron la marcha nuevamente con Vasile y Alina frente
al grupo. Nicu, Alin e Ion los seguían muy de cerca y el resto detrás de ellos.
Ella se aferró fuertemente a la mano de Vasile mientras entraban en los
terrenos del castillo y vio el caos que los rodeó. Alina sabía que los dominantes
estaban fuera de control, pero no se había dado cuenta que era tan malo. Había
lobos que ni siquiera podían mantener la forma humana completamente. Sus
manos eran garras, y sus caras estaban parcialmente en fase. Algunos tenían
colas; otros tenían forma humana pero estaban cubiertos de pelaje. La
testosterona se sentía espesa en el aire junto con el olor a rabia, envidia e incluso
miedo. Miró hacia Vasile para ver su reacción y no se sorprendió al ver el enfado,
pero en el fondo había melancolía. La mayoría de estos machos habían sido sus
compañeros de manada. Le habían jurado lealtad, confiando en él para mantener
a sus bestias a raya.
«Muchos tendrán que morir hoy, todo porque a Emilian no le importó que
no pudieran someterse a él. Los dejó a su propia suerte y los abandonó a la bestia
que, sin un compañero o Alfa, los destruirá y a todos a su alrededor». La voz de
Vasile surgió con calma, el tono de voz que muchos habrían malinterpretado
como pasividad. Aquellos que habían cometido ese error pagaron el precio por su
estupidez. Aquellos que lo conocían como Alfa entendían que cuando Vasile
estaba calmado, la sangre correría, y no habría piedad.
199
Ce ti-e scris în frunte ti-e pus!
El que nace para flotar nunca se ahogará.

Traducido por Selene


Corregido por LizC

asile le indicó a Ion y a Nicu dar un paso adelante y luego miró a


su compañera.
—No te apartes por ningún motivo de su lado.
Prométemelo. No seré capaz de concentrarme en mi pelea si estoy preocupado
por ti.
—Te doy mi palabra —respondió ella. Él pudo ver en sus ojos sus ansias
desesperadas por quedarse con él, pero no podía correr el riego de ser distraído o 200
de darle a Emilian y a Serghei la oportunidad de utilizarla en su contra. No tenía
ninguna duda en las habilidades de Ion y Nicu para protegerla. Los dos eran más
dominantes que cualquier otro macho presente además de él. Vasile se inclinó y
le dio un beso firme en los labios. Decidió que si esa era la última cosa que
saborearía en esta tierra entonces podría morir como un hombre feliz.
—Te amo —susurró ella contra su boca.
—Y soy tan indigno de ese amor, pero lo aceptaré y apreciaré por siempre.
—Con un último beso le habló a través del vínculo. «Te amo».
Vasile se alejó dejando a Alin tomar el relevo. Ya era hora de enfocarse
totalmente en lo que vendría. Su lobo estaba ansioso por la batalla que se acercaba
y no estaba en absoluto intimidado por cualquiera de los machos presentes. No
estaba seguro si su lobo era demasiado confiado o si realmente era tan dominante.
Se dirigió hacia la parte delantera del castillo donde había una gran reunión de
hombres. Al acercarse vio que Emilian estaba de hecho ayudando a los
contendientes al indicarles en dónde debían estar. Cuando el Alfa levantó la vista
y se encontró con los ojos de Vasile, rápidamente miró hacia otro lado, se dio
cuenta entonces que Emilian no estaba ayudando solo por ayudar. Él
simplemente había estado esperando para ver a Vasile al momento que llegara.
Serghei dio un paso al lado de Emilian y levantó las manos para llamar la
atención de los hombres.
—Los tres primeros desafíos ya están decididos. Aquellos que quieran
desafiar a los ganadores tendrán que ir y estar al lado del círculo de lucha de su
elección. Pierden un desafío, ya sea por sumisión o muerte. La sumisión será
permitida hasta los últimos tres desafíos. Desde ese momento, la victoria la tendrá
quien mate al lobo derrotado.
Vasile echó un último vistazo a Emilian y luego se marchó a los terrenos
donde los combates estaban ocurriendo. No fue difícil de localizar. Los gritos y
gruñidos lo llevaron directamente al lado sur del castillo, donde tres grandes áreas
de aproximadamente seis metros de distancia entre sí habían sido marcadas en
torno a las áreas designadas de lucha. Dos de las peleas ya estaban en curso y la
tercera apenas comenzaba.
Caminó lentamente alrededor de los tres círculos, observando a cada
hombre luchando por pasar a la siguiente ronda. Estaban en sus formas humanas
aunque podrían cambiar en cualquier momento; dependía de ellos. Observó la
forma en que se movían y cómo sus ojos cambiaban justo antes de atacar. Tomó
nota de los detalles que la mayoría de los guerreros ni siquiera sabían que tenían. 201
Algunos apretaban los dientes justo antes de una estocada o golpe mientras que
otros flexionaban un músculo en el pecho o el cuello. Por lo general era algo que
ellos pasaban desapercibido, y sin embargo, lo hacían cada vez que comenzaban
su ataque. Esta sería la única ronda donde llegaría a estudiar a sus oponentes
porque una vez que entrara en un desafío permanecería allí hasta perder, el cual
era un resultado inaceptable.
Cada una de las rondas terminó rápidamente y todas por sumisión. Eso le
dijo a Vasile que al menos algunos todavía estaban bajo control. Los lobos
derrotados salieron rápidamente de los círculos, mientras que los vencedores
llamaban a su próximo rival. Fue entonces cuando escuchó su nombre.
—¡Llamo a Vasile Lupei!
Vasile se volvió en dirección al grito y vio a un hombre alto de pie en el
círculo más alejado de él. Asintió hacia el lobo para reconocer su aceptación al
reto y se dirigió hasta él. Se detuvo justo fuera del círculo porque sabía que una
vez que cruzara la línea la batalla comenzaría.
—Me gustaría saber el nombre del hombre que me desafía —le dijo al lobo
que no reconoció.
—Soy Ivan, Beta de Emilian.
Vasile se sorprendió al saber que Emilian permitiría que su Beta luchara
contra el lobo que quería muerto. Supuso que Emilian querría matarlo con sus
propias manos. Sin decir una palabra Vasile entró en el círculo y hacia el destino
de su vida con Alina y su manada. Las próximas horas o días determinarían si él
era realmente capaz de ser su Alfa. Se revelaría si era digno de tal honor. Había
tantas cosas de las que no estaba seguro, pero una muy cierta era que su corazón
latía, su sangre fluía y sus pulmones respiraban por dos razones: para amar a su
compañera y para liderar a su manada. Él estaba destinado a ser el Alfa y no
cualquier Alfa, sino uno que con el tiempo vería a toda su raza reunida. Si le
preguntaban cómo sabía tal cosa, no tendría una respuesta.
Cuando la primera acometida sucedió, Vasile se hizo a un lado de su rival
y se volvió a una velocidad increíblemente rápida llevando su codo hacia abajo
sobre el cuello del lobo justo cuando éste pasaba a su lado. Vasile oyó el crujido
de los huesos. Había roto el cuello del hombre, aunque no fuera un golpe mortal.
Miró hacia Ivan quien desnudó su cuello ante él.
—¿Te sometes? —le preguntó.
El hombre habría asentido si hubiera sido capaz, pero no importaba, Vasile
ya había visto la derrota en sus ojos. Vasile levantó la mirada y le indicó a algunos 202
de sus lobos que habían estado observando que ayudaran al hombre herido a salir
del círculo. Se dio la vuelta en un círculo lento, fijándose en la gente a su
alrededor, esperando a ver quién lo llamaría. Él solo llamaría a dos hombres, pero
el protocolo exigía que todos deben ser desafiados de acuerdo a su rango. Pasaría
un buen rato hasta que pudiera decir en voz alta los nombres de Serghei y
Emilian.
Finalmente el próximo lobo dio un paso adelante. Vasile conocía a este
hombre y odió tener que luchar contra él, y todo porque su lobo estaba fuera de
control. Qué así sea, pensó mientras el hombre lo atacaba.
Uno tras otro, Vasile derrotó a sus rivales. Cada uno de ellos sometiéndose
una vez que los hubiera incapacitado. Él no había estado llevando la cuenta de
cuántos habían sido, pero parecía que estaban ahora cada vez menos dispuesto a
desafiarlo. La noche empezaba a caer y seguía esperando al próximo lobo que
diera un paso adelante.
«Estás luchando bien, Alfa mío». La voz de su compañera fue como una
lluvia purificadora mientras su amor se vertía en sus pensamientos. Ella no dijo
más y sabía que era porque no quería distraerlo pero solo tener esa pequeña
conexión renovó su fuerza. Esa era la razón por la cual tener una compañera
hacia a un hombre más fuerte. Su luz, su amor le daba algo que los hombres sin
compañeras no tenían: la capacidad de controlar a su lobo y enfocar su ira mortal.
La rabia concentrada era mucho más poderosa que un caos controlado.
Los desafíos continuaron. Más lobos dieron un paso adelante y cada uno
cayó a sus pies. La noche los envolvió, lluvia cayó sobre ellos, y aun así siguieron
luchando. Vasile y su lobo se fusionaron como uno utilizando las fortalezas del
otro, trabajando en armonía de una manera como nunca antes lo hicieron. Estaba
cansado, pero estaba lejos de estar débil o agotado de ninguna manera. Por
primera vez desde la muerte de sus padres, él realmente se sentía como el Alfa
que había nacido para ser.
Fue bien entrado al segundo día, que se dio cuenta que solo seis lobos
quedaban para desafiarlo. Por supuesto, estos eran los más dominantes entre los
lobos traidores, dos de los cuales eran Serghei y Emilian. De aquí en adelante, los
desafíos terminarían ya sean por sumisión o muerte. Vasile luchaba en un círculo
mientras que Serghei y su oponente ocupaban el siguiente, y junto a ellos en el
círculo más alejado, Emilian se dedicaba a su oponente.
Vasile pudo notar una marcada diferencia entre el lobo al que se enfrentaba
ahora en comparación a los lobos con los que había luchado antes. Las
habilidades de este lobo eran mucho más pulidas y rápidas. De todos modos, 203
seguían sin ser rival para el Alfa. En menos de quince minutos, el lobo estuvo
sobre su espalda rindiéndose.
Los músculos de Vasile temblaban de cansancio y el sudor recubría su piel.
Su respiración era más rápida que de costumbre, pero todavía no estaba sin
aliento. Solo tenía unos rasguños de menor importancia en su piel, la mayoría de
los cuales se estaban curando. Aparte de estar cansado, estaba más que listo para
asumir a su próximo rival. El zumbido de la voz de Serghei en su cabeza le hizo
sonreír. La espera había terminado, y la justicia estaba a punto de ser servida.

El estómago de Alina se retorció cuando oyó la voz que realmente no


quería volver a oír de nuevo.
—Vasile Lupei, yo te desafío.
Ella miró por encima de donde sus dos guardias y ella estaban de pie. Ion
había logrado reunir algunas cajas para asegurarse que pudiera ver, ya que no
estaban dispuestos a dejar que se acercara más. Serghei se situó en el borde del
círculo que Vasile ocupaba. Él parecía cansado, y la sangre corría por sus brazos
y piernas de las heridas que otros habían logrado infligirle. Su compañero, por el
contrario, parecía como si pudiera luchar otro día y noche sin parar para
descansar. Era realmente impresionante.
Ella vio como Vasile levantó la mano para detener a Serghei antes de entrar
en el círculo, y luego su voz retumbó fuerte y poderosa.
—Serghei, hijo de Sain y Theris, hermano de Sisily, te sentencio a muerte.
Te informo que ya sea que entres o no en este círculo, vas a morir por mi mano.
Por el asesinato de los padres de mi compañera y por la violación que infligiste
en su cuerpo y mente, voy a desgarrarte miembro a miembro. —Él levantó su
mano y le indicó al lobo que entre, que acepte su destino.
—¿Y si yo te mato? —preguntó Serghei, aún en el exterior del círculo.
—Entonces el infierno se habrá congelado.
Los labios de Alina se alzaron ante la respuesta de su compañero, pero la
sonrisa se desvaneció tan pronto como Serghei avanzó. Vasile lo golpeó duro y
rápido. Saltó a través del círculo cerrando la distancia entre ellos y pasó sus garras
por el rostro de Serghei. De sus profundas heridas de inmediato comenzaron a
brotar sangre, y una fracción de su ojo izquierdo, dejándolo inútil. Serghei se
tambaleó pero rápidamente se recuperó y se lanzó hacia Vasile intentando usar 204
sus propias garras contra el abdomen del lobo. Alina se sorprendió de lo rápido
que era Serghei. Ambos hombres estaban utilizando los beneficios de sus lobos
sin abandonarse completamente; sus golpes y patadas eran mucho más rápidas y
más potentes que las de un humano. Se rodearon el uno al otro y Serghei logró
aterrizar un par de golpes en la cara de Vasile y uno en su estómago, pero ninguno
pareció enlentecer a Vasile. Cuanto más larga se volvió la pelea, más centrado
estuvo. Mientras tanto Serghei pareció tornarse descuidado con cada golpe que
intercambiaban. Sus movimientos fueron espasmódicos e inexactos.
Fue durante uno de esos golpes descoordinados que Vasile hizo su
movimiento. Él agarró el brazo de Serghei y lo giró rápidamente detrás del lobo
aún sosteniéndolo. Hubo un estallido audible y luego un grito de dolor del
hombre que estaba siendo sujetado en las mortales manos de Vasile. La rabia en
los ojos de Vasile habría hecho que cualquier lobo inteligente retrocediera, y el
poder emanando de él en grandes oleadas estaba haciendo para cualquiera de los
presentes muy difícil respirar. Con un fuerte gruñido, Vasile tiró del brazo de
Serghei y lo arrancó del cuerpo del lobo.
—No deberías ver esto, Luna —la instó Ion.
Ella negó con la cabeza.
—Tengo que hacerlo. Él es mi compañero y mirar hacia otro lado cuando
ha obtenido una victoria mostraría debilidad de mi parte y podría interpretarse
como si no aprobara sus acciones. No voy a dar esa impresión en nuestra manada.
Ambos lobos la miraron y sintió su admiración. Pero no pudo responderles
porque tenía los ojos clavados en su compañero quien estaba haciendo
exactamente lo que prometió. Había arrancado el otro brazo de Serghei y el lobo
ya no estaba luchando, solo gritaba. La sangre fluyó de su cuerpo como un río, y
ella supo que él estaría muerto en cuestión de segundos. Pero su loba no había
terminado.
Vasile tomó la cabeza de Serghei entre sus manos levantando su cuerpo
desde el suelo como si no pesara nada. Y entonces los ojos de él se encontraron
con los suyos y sintió a su loba respondiendo. Ella estaba asombrada por su
compañero, en sus habilidades, su poder y confianza. Él se detuvo frente a ellas
con su presa a su merced, aún esperando su aprobación. Alina miró al hombre
que había matado a sus padres, que la tocó de una manera que ningún hombre
excepto su compañero tenía derecho, incluso la mordió, robando su sangre y
dejando su piel estropeada de por vida. Luego volvió a mirar a Vasile y supo que
cualquier cosa que eligiera él se lo concedería. Incluso en su ira se mantenía bajo
control.
205
Pensó en las consecuencias para ambos: si él arrancaba la cabeza de
Serghei o si simplemente le rompía el cuello. Algunos podrían encontrar esto
último como una muestra de debilidad. Los Canis Lupus consideran a sus
hembras como un tesoro preciado, y tocar a la verdadera compañera de otro era
una acción a la cual no se le concedía misericordia. Alina sabía que con el fin de
liderar a los machos dominantes, con el fin de controlar a sus bestias, era
imperativo que le tuvieran un temor saludable a su Alfa. Ese temor les permitiría
mantener a su lobo bajo control, especialmente a los que no tenían compañeras.
Les daría seguridad y paz, ambas siendo necesarias para una manada próspera.
Decisión tomada; ella asintió.
No había terminado de arrancar la cabeza del lobo, cuando Alina vio un
destello de plata en movimiento detrás de su compañero. Gritó a través de su
vínculo como en voz alta para que éste se moviera, pero ya era demasiado tarde.
Emilian ya había clavado un puñal en la espalda de Vasile.
Vasile escuchó el desgarrador grito de Alina justo antes de sentir que dejaba
de respirar y el dolor del frío acero clavándose profundamente en su espalda. Su
lobo aulló, enfurecido por la acción cobarde de su enemigo.
Vasile no podría haber evitado que su lobo asumiera el control a estas
alturas aunque hubiera querido. Él cambió, saltando fuera del alcance de su
oponente al mismo tiempo, y aunque el cuchillo había salido expulsado por su
propio poder, la herida seguía sangrando lo suficiente para que le tomara algún
tiempo sanar.
Mientras agazapaba su cuerpo, su hocico se retrajo en un gruñido
revelando sus mortales colmillos de más de dos centímetros de longitud,
encontrando la mirada de Emilian. Él también había cambiado a su lobo. Creía
tontamente que tenía una oportunidad ahora que había herido al gran Alfa. Vasile
sabía mejor. Voló hacia el cobarde lobo con una rabia desconocida para él,
corriendo directamente hacia el otro Alfa y golpeando su cabeza entre las costillas
de éste. Las garras de Emilian se clavaron en el suelo, tratando de mantenerse
firme de modo que no terminara de costado con su vulnerable estómago expuesto.
Se las arregló para mantenerse de pie e inclinó la cabeza para sujetar sus
poderosas mandíbulas sobre el hombro de Vasile. Pero Vasile se agachó y rodó
inmediatamente. El movimiento inesperado hizo que Emilian lo liberara.
206
Terminaron rodeándose el uno al otro, ahora ambos plenamente conscientes de
la fuerza del otro.
Vasile vio como Emilian avanzó lentamente hacia la derecha, con las
orejas bajas y casi pegadas a su cabeza, su pelaje erizado para hacerlo ver más
grande. Pudo notar que el traidor estaba cansado y probablemente no sería capaz
de luchar por más tiempo. Y cuando Emilian se lanzó hacia delante rápido y
feroz, Vasile supo que el plan del otro Alfa era atacar lo más fuerte que pudiera y
lanzar movimientos rápidos con la esperanza de que Vasile de alguna manera
cometiera un error. Él esquivó su mandíbula y se dio la vuelta justo a tiempo para
recibir las garras de Emilian en su flanco en lugar de sus costillas. Tan pronto
como Vasile se agazapó en el suelo, el usurpador se acercó a él una vez más. Esta
vez cuando Emilian se abalanzó, Vasile estaba preparado. Con la velocidad de
un rayo, Vasile saltó por encima de las mandíbulas abiertas de Emilian y clavó
las garras en una de sus patas delanteras, el hueso rompiéndose de inmediato. Lo
soltó rápidamente y saltó fuera del alcance del hocico de Emilian.
El Alfa traidor se tambaleó al tratar de poner su peso sobre la otra pata y
rápidamente recuperó su posición. El lobo de Vasile sintió la victoria a medida
que su presa se debilitaba. Ya era hora que le mostrara a Emilian por qué él era
el legítimo Alfa de la manada Rumana del Este. Él atrajo el poder de los lobos
que le habían jurado lealtad, algo que solo un Alfa con una manada leal podía
hacer. Éste avivó su propia magia y fuerza. Y entonces sintió algo que nunca
había sentido, la magia y el poder de su compañera fluyendo hacia él. Era cálido,
luminoso y bondadoso. Se imaginó que si pudiera ver dentro de él, este parecería
como si el sol brillara con fuerza, ahuyentando la oscuridad.
Emilian percibió el cambio y Vasile vio la cobardía en los ojos del otro lobo
justo antes que Emilian diera la vuelta y echara a correr. Dio dos pasos antes de
que Vasile aterrizara sobre su espalda, aplastando la columna vertebral del lobo.
Emilian se derrumbó y Vasile se aferró a su cuello y con un suave movimiento
saltó fuera de él girándolo al mismo tiempo para exponer su estómago. Se
encontró con los ojos del lobo y tan pronto como Emilian bajó la mirada, Vasile
enterró sus dientes en su cuello y desgarró su garganta. Esperó para ver si su presa
ya estaba muerta, y luego echó la cabeza hacia atrás y aulló.

Alina cayó de rodillas junto a todos los lobos presentes mientras su


compañero declaraba la victoria sobre su enemigo. El aullido que bramó en el
silencio los llamó a cada uno de ellos. Se unieron a él al unísono mientras aullaban 207
todos juntos. A medida que el aullido terminó, ella observó a Vasile girar en un
círculo lento observando a su manada, cada uno desplegando su cuello en señal
de sumisión. Por fin estaba en el lugar que le correspondía. Él estaba donde tenía
que estar con el fin de ayudar a su raza a prosperar, para convertirlos en los
poderosos lobos que la Gran Luna deseaba que fueran. La miró a los ojos al final
y únicamente ella, entre todos, pudo sostenerle la mirada.
«Ven a mí». Su voz sonó ronca, el lobo todavía estando en control.
Ella obedeció, poniéndose de pie y caminando a través de la multitud.
Mientras avanzaba, escuchó los murmullos de su manada a medida que se
dirigían a ella, y la aceptaban.
—Luna. —Una y otra vez repitieron hasta que llegó al lado de Vasile. Él
la miró, y vio la adoración arder en sus ojos.
«Debes dirigirte a nuestra a manada ahora, Luna mía».
Ella se volvió y los miró. Algunos los conocía muy bien, a otros los tenía
que conocer todavía, pero para cada uno de ellos albergaba amor en su corazón.
—Vasile ha recuperado lo que era suyo por derecho. Él es nuestro Alfa. Yo
soy su compañera y su Luna. Hoy nos comprometemos con ustedes como su
pareja de Alfas. Nunca más vivirán con miedo. Nunca más van a estar sin
protección. Aquellos de ustedes que son dominantes, nunca más tendrán que
luchar con sus lobos. Su Alfa es lo suficientemente fuerte para controlar la furiosa
bestia dentro de ustedes. Somos una manada; vamos a amarnos unos a otros,
apoyarnos unos a otros, sacrificarnos por los que nos necesiten, y vamos a
permanecer unidos. Declaren su lealtad a su Alfa y vamos a prosperar una vez
más bajo su cuidado.
Vasile los liberó de su poder y los aullidos y aplausos fueron
ensordecedores a medida que se regocijaban.
A partir de aquí podrían empezar a sanar, crecer, y hacer frente a un futuro
como una manada unida con un Alfa listo y dispuesto a hacer lo que fuera
necesario para verlos prosperar.

208
Începutul e anevoie, urma vid de la sinusoidal.
Un buen comienzo alcanza un buen final.

Traducido por Rivery


Corregido por LizC

ntiendo por qué no querías mi ayuda —le dijo Anghel


a Vasile mientras estaban en la biblioteca del castillo
de la manada Rumana del Este. Apenas habían pasado
veinticuatro horas desde que Vasile había retomado su
manada y sin embargo ya parecía haber pasado toda una vida.
—No podía probarme a mí mismo como alguien calificado y fuerte si
hubiera necesitado tener tu ayuda, no para reclamar el título de Alfa.
209
—Cierto, pero me siento responsable por lo que ha pasado, y lamento todo
lo que tu manada ha sufrido en los últimos años.
Vasile palmeó al Alfa y viejo amigo de la familia en el hombro.
—Tú no eres responsable por las acciones de otro. Lo sabes. Emilian habría
encontrado otra manera. Estaba decidido a dirigir una manada, pensando que la
posición por sí sola le daría poder. Lo que no entendía era que el poder debe venir
de su interior. Para mantener a una manada unida, ser capaz de asegurar que los
dominantes obedecen y que todo el mundo está protegido, requiere una auténtica
fuerza otorgada por la Gran Luna. Intentar hacerlo, sin esa fuerza, es como tratar
de cortar un fuerte roble con un cuchillo de mantequilla.
Anghel sonrió.
—Tu padre estaría orgulloso.
—Eso espero —confesó Vasile.
—He oído que mañana tienes un evento bastante importante, algunos
incluso podrían decir algo transcendental —bromeó el Alfa.
Vasile no intentó detener la sonrisa que se dibujaba en su cara cada vez que
alguien mencionaba a su compañera.
—Podría cambiar un poco las cosas.
—Valórala, Vasile. —El tono de Anghel se había vuelto serio—. Las cosas
no siempre serán fáciles, pero qué alegría te traerá. Y qué increíble oportunidad
tienes para vivir sacrificadamente por una mujer cuyo corazón late solo para ti.

Esa noche Vasile yacía en su cama solo, no por propia elección y,


definitivamente, no contento con eso. Su lobo estaba aún más disgustado, pero
era lo que Alina quería ya que mañana estarían unidos como uno. Ella había
tratado de razonar con él, y cuando eso no funcionó, simplemente le dijo que
podía quejarse todo lo que quisiera, pero su cama estaría ocupada por uno solo
por última vez esa noche.
—Será bueno para nosotros pasar la última noche sin estar vinculados
separados, así recordaremos lo vacíos que estamos sin el otro. —Sus palabras
resonaron en su mente mientras gruñía en la habitación vacía. No era tan
satisfactorio quejarse de algo cuando allí no había nadie para escucharlo.
—No necesito que me lo recuerden, Mina. Te aseguro que los cuatro años 210
sin ti están completamente grabados en mi memoria. Dormirás conmigo. —
Pensó que sería el final del asunto. Supuso que ahora, le estaban enseñando una
lección muy importante mientras comenzaba su vida con su compañera: ella no
era uno de sus lobos para obedecer sus mandatos o someterse a él sin cuestionarlo.
Ella era su igual, quizá no en fuerza o velocidad, pero sí de todas las formas en
que importaba, y eso le daba el derecho a cuestionarlo, discutir con él, y tal vez
de vez en cuando ponerlo en su lugar.
A medida que se deslizó en su mente, sonrió para sus adentros. Pensó que
era justo que ella también aprendiera una lección. No le gustaba ser negado, sobre
todo por ella, y un lobo inteligente era un cazador paciente. Se sabía que a
menudo el mejor momento para atraer a tu presa era cuando no se lo esperaban.
«Como el compañero responsable que soy, quería asegurarme que no
estuvieras sola». Dejó caer su voz hasta un ronroneo profundo y sintió su reacción
inmediata. La imaginó en su mente, imaginó sus dedos acariciando su mejilla,
sus labios presionados contra su cuello, y su aliento sobre su piel sonrojada. «Sería
descuidado en mis responsabilidades si no me ocupara de cualquier necesidad
que pudieras tener». Hizo una pausa, escuchando su respiración tornarse más
rápida, sintiendo crecer su deseo por él. «¿Hay… hay algo que necesites, amor?»
«Vasile». Su nombre fue una súplica en sus labios y eso lo tocó en el alma.
«¿Sí, Mina?»
«Necesito… ¿podrías…?» Le encantó haberla afectado tanto y le encantó
aún más que lo necesitara lo suficiente para pedirlo. Se quedó callada por un
momento y pensó que su corazón podría salírsele del pecho mientras esperaba a
que le pidiera que fuera hasta ella, la abrazara, y aliviara el dolor que sabía ambos
sentían. Finalmente continuó.
«¿Podrías ir a ver a Cosmina? No le di granos esta tarde. Y mientras estás
levantado, ¿podrías asegurarte que las lámparas del salón tienen queroseno de
sobra para que no se consuman durante el banquete de mañana? Ah, y una cosa
más, te amo, y no puedo esperar para ser completamente tuya».
Estaba gruñendo y arañando las sábanas hasta esa última parte. ¿Cómo
podía permanecer irritado con ella cuando dijo algo tan dulce y algo que sabía
que él necesitaba oír? Dejó escapar un profundo suspiro y finalmente se resignó a
una última noche de soltería.

Mientras esperaba a que su compañera llegara, Vasile le agradeció a 211


Perizada por venir. Estaban de pie junto al río que había sido el lugar favorito de
Alina. Por fin estaba pasando. Hoy estaría vinculado a ella y nada los separaría
nunca más.
—Es un honor, Vasile —dijo ella con respeto, pero fiel a su naturaleza
pomposa, añadió—: Aunque la principal razón por la que estoy aquí es para
asegurarme que tu compañera sabe que no debe tolerar el autoritario, muchas
veces odioso, y casi siempre ridículo comportamiento de los machos de tu raza.
En particular: Tú.
—Creo que tu consejo no será necesario. Mi mujer es lo bastante franca sin
el apoyo de nadie —se quejó al recordar su noche en una cama muy falta de su
compañera.
—Aun así —dijo ella y sonrió con picardía—. Ahh, finalmente —agregó
mirando por encima del pasto.
Vasile se quedó inmóvil, sin siquiera ser capaz de respirar mientras miraba
a la impresionante criatura viniendo hacia él. Ella era suya, pensó con asombro.
Cómo diantres podría ser alguna vez digno de ella, no lo sabía. Pero sabía que iba
a vivir cada minuto intentando serlo.
Alina se detuvo un momento y disfrutó de la mirada en el rostro de su
compañero cuando la vio por primera vez aquel día. Había sido toda una hazaña
conseguir que aceptara esperar hasta la ceremonia de vinculación para verla. Y
ahora, en base a la expresión de asombro en su rostro, supo que había valido la
pena.
Había pasado la mañana siendo lavada, perfumada, adornada y vestida por
Sisily y Auriel quienes se habían convertido en buenas amigas. Unas cuantas
lágrimas se habían derramado por la pérdida de sus padres, pero los había dejado
descansar, y aunque seguían vivos en su corazón, sabía que ellos no querrían que
los llorase por siempre.
El vestido que llevaba era simple pero acentuaba sus curvas en todos los
lugares correctos. Era un vestido ajustado de seda del color de las velas, ceñido
un poco en la cintura, y con una parte delantera escotada y atrevida con un encaje
bordado asomando en la parte superior. Las mangas eran largas y le llegaban
hasta la mano. Era lo suficientemente largo para cubrirle los pies cuando
caminaba. 212
Después de saborearlo un momento más, sus anchos hombros y sus brazos
fuertes cubiertos con una camisa de vestir gris oscuro con pantalones negros y
botas negras, decidió que se veía peligroso y sexy.
«Escuché eso», susurró él en su mente y una sonrisa torcida apareció en su
apuesto rostro.
Ella negó con la cabeza y siguió adelante, caminando hacia un futuro del
que no hace mucho tiempo estaba insegura que sucedería alguna vez.
No había nadie presente aparte de Alina, Vasile y Perizada. Por lo general,
a los amigos cercanos o familiares se les permitía asistir a una ceremonia de
vinculación, pero Vasile le había dicho que la quería toda para él. Ella lo entendió.
Había tardado tanto tiempo, y habían pasado por muchas cosas para llegar a este
momento. Entendía por qué debía ser privado.
Cuando llegó hasta él, tomó sus manos entre las suyas y la miró con
absoluta adoración. «Te ves increíble».
Ella le sonrió. «Tú también».
—Lamento interrumpir su silenciosa aunque sin duda asquerosamente
dulce conversación, pero creo que los dos han esperado lo suficiente y están
totalmente preparados para terminar esto. —Peri los miró mordazmente y Alina
trató de no reírse.
Cuando ninguno de los dos respondió, ella asintió con aprobación y luego
comenzó.
—Yo, Perizada de las Fae Superior, embajadora de los lobos, maestra de
las sanadoras, por la presente reconozco este vínculo entre compañeros
verdaderos, creado solamente del uno al otro por la Gran Luna. Qué nada en la
vida o en la muerte los separe. —Luego miró a Vasile—. Vasile Lupei, Alfa de la
manada Rumana del Este, hijo, hermano y ahora compañero, has encontrado a
tu verdadera compañera y ella ha aceptado tu reclamo. Muéstrale lo que significa
ser amada, apreciada y honrada por un Alfa, un lobo y un compañero. Sírvele en
la más humilde de las formas al lavarle los pies; al hacerlo, te rebajas en sumisión,
te haces vulnerable a un ataque y le das el precioso regalo de la confianza, algo
que la mayoría de los Alfas nunca dan a nadie. —Entonces sus ojos se posaron
en Alina y se suavizaron un poco—. Alina, responderás con las palabras de unión
de la hembra que despiertan la magia de la manada. Una vez hecho esto te dejaré
terminar con las palabras que solo deberán ser compartidas con el otro.
Vasile tomó la mano de Alina y la llevó hasta el borde del río. Dos toallas 213
y paños habían sido extendidos y una silla estaba colocada al lado de ellos. Él la
ayudó a sentarse y luego se arrodilló ante ella. Alina se mordió el labio para
contener las lágrimas cuando observó al hombre que había aniquilado sin piedad
hacía tan solo un día. Vio sus manos levantar su vestido con delicadeza, manos
que habían arrancado las extremidades de un hombre. Lo vio tomar el paño y
sumergirlo en el río y luego tomó un pie en su mano. Ella se estremeció ante el
contacto y el agua fría que cayó sobre su piel.
Entonces la miró, sus ojos azules brillando con pasión mientras hablaba.
—En este día me arrodillo ante ti, como un sirviente de mi compañera,
para preguntarte si me completarás. ¿Te entregarás a mí? ¿Calmando finalmente
a la bestia en mi interior, poniendo orden en el caos, llevando luz a donde solo
ha habido oscuridad? ¿Vincularás tu vida a la mía, tu destino al mío, y tu alma a
la mía y, al hacerlo, completar el vínculo de acoplamiento?
Las lágrimas ya no pudieron ser contenidas cuando asintió y entonces
añadió las palabras que completarían la magia que unía a los compañeros
verdaderos:
—Vincularé mi vida a la tuya, mi destino al tuyo, y mi alma a la tuya y
completaré nuestro vínculo de acoplamiento. Te tomaré como mío, mi
compañero y mi Alfa.
La deslumbrante sonrisa de él hizo que su pecho se tensara con fuerza
alrededor del corazón que él había reclamado. Era suya y no había otro lugar en
el que ella preferiría estar que a su lado.
Él terminó de lavar y secarle los pies. Y cuando los dos se pusieron de pie,
se inclinó y la besó suavemente en los labios.
—Te amo.
Nunca se cansaba de escucharlo decir esas palabras. Alina no se dio cuenta
que la Fae se marchó, su atención era solo para su compañero.
—Soy tuyo, Mina, y tú eres mía, y estoy muy honrado de ser el que te
reclame y de ser reclamado por ti. Prometo que voy a intentar ser un compañero
digno de ti. No lo haré bien todo el tiempo, pero cuando me equivoque haré todo
lo que esté en mi poder para arreglarlo. No quiero volver a separarme de ti otra
vez. Quiero despertar contigo a mi lado. Quiero acostarme contigo en mis brazos.
Quiero compartir cada experiencia, buena o mala, contigo y solo contigo. 214
Alina temblaba de emoción. ¿Cómo podría no hacerlo cuando el hombre
al que ama declara tal devoción hacia ella? Dejó escapar un profundo suspiro
intentando recomponerse para poder decir sus votos.
—Estaba aterrorizada de ser tu compañera. Estaba convencida que de
ninguna manera podría ser alguna vez suficiente para ti. Pero entonces la vida
nos hizo pedazos y me di cuenta que siempre serías lo que yo necesitaba, lo que
solo podía querer decir que yo siempre sería lo que tú necesitabas. Me di cuenta
de lo incompleta que estoy sin ti. Cuando estás conmigo todo se esclarece, e
incluso cuando las cosas son un desastre, puedo soportarlo porque estamos
juntos. Te amo, mi loba te adora, y mi alma suspira por ti y solo por ti.
Esa noche en la tranquilidad del castillo tras las puertas de su habitación,
Vasile envolvió su amor alrededor de ella. Vertió cada onza de energía que tenía
para asegurarse que se sintiera hermosa, deseable, placentera y completa. Cada
toque no fue solo para seducirla sino para unirla con más fuerza a él. Cada beso,
cada sabor, cada palabra de devoción y pasión susurrada fue para asegurar que
recordara lo mucho que siempre la desearía y necesitaría.
—Pensé que esta noche no llegaría nunca —admitió él mientras sus dedos
acariciaban su hombro desnudo. No podía dejar de tocarla. Ya fuera con su mano
en su cabello o deslizándola por su pierna o trazando las marcas en su espalda,
tenía que tocarla.
—¿Valió la pena la espera? —preguntó ella y luego se mordió el labio
inferior, todavía un poco avergonzada, incluso después de hacer el amor.
—Esperaría una eternidad por una noche como esta noche contigo —le
dijo con sinceridad—. Realmente ha sido la mejor noche de mi vida.
Otra mirada tímida apareció en su hermoso rostro.
—La noche no ha terminado todavía, amante.
Ése fue todo el estímulo que necesitó para empujarla sobre su espalda y
cubrir su suave cuerpo con el suyo. A Vasile le encantó que fuera tan tímida de
modo que su piel se sonrojara con un hermoso rojo. Le encantó aún más la forma
en que se abrió poco a poco a él, confiando en él con su vulnerabilidad. Y luego
cuando ganó seguridad en sí misma de sus atenciones, se volvió más atrevida en
su respuesta a él.
Fue una noche de comienzos, de primicias, de recuerdos y amor.
Entrelazados el uno con el otro, completamente sumergidos en las atenciones de
cada uno, comenzaron su viaje juntos, una pareja Alfa que había sufrido tanto y
215
crecido hasta convertirse en dos personas capaces de amarse y amar a su manada.
Su amor desinteresado e incondicional por el otro sería un ejemplo para los lobos
bajo su cuidado. Ellos les mostrarían que con el fin de liderar primero debes
aprender a servir. Para ser grande, para lograr cosas que cambiarían el mundo
para mejor, entonces primero tenías que aprender a serle fiel a la única persona
que merecía que les otorgaras tu grandeza: tu compañero.
Traducido por Rihano
Corregido por LizC

rees que nuestras vidas serán más fáciles a partir


de ahora? —preguntó Alina a su compañero
mientras se encontraban en la cama horas más
tarde, agotados y, sin embargo, completamente
satisfechos. La suave luz de las pocas velas aún ardiendo traía un brillo cálido a
la recámara de otro modo oscura.
—Sería un tonto por pensar tal cosa, amor.
—¿Crees que vamos a tener muchas aventuras? —Ella le sonrió con la
barbilla apoyada en su pecho. Su rostro aún enrojecido y viéndose completamente
amada.
216
Él rió entre dientes y pasó los dedos por su cabello revuelto.
—Espero que lo hagamos. Espero que seamos una fuerza para el bien en
este mundo. Espero que lideremos una manada que siempre vaya a defender lo
que es correcto y nunca retroceda cuando los demás no vayan a luchar.
—Lo haremos —dijo Alina con confianza.
—¿Tan segura? —Él sonrió.
—Algo me dice que nunca vamos a ser los únicos que se sientan de esa
manera. Estaremos rodeados por manadas de hermanos, hermanas, y niños que
serán valientes ante la cara del mal.
—Si mi Luna lo dice, entonces así será.

En la actualidad.
La habitación se quedó en silencio a medida que Alina cerraba el libro que
contaba la historia del comienzo del reinado de Vasile. Ella miró los rostros
alrededor de la habitación. A las jóvenes mujeres hermosas a quienes consideraba
sus propias hijas. Del mismo modo que si hubiera dado a luz a cada una de ellas,
le pertenecían. Había querido compartir su historia, ansiado que ellas vieran que
Vasile y ella no siempre habían estado en control y habían estado unidos. Y quería
que supieran que independientemente de cómo comenzaron sus viajes con sus
respectivos compañeros, y sin importar cuán imposibles parecían ser las cosas,
ellos iban a sobrevivir, crecer y aprender juntos.
—¿Por qué no compartiste esto con nosotras antes? —Jacque finalmente
rompió el silencio. Alina supuso que ella sin duda estaba pensando en la similitud
de sus situaciones… ella atacada por Lucas y Alina atacada por Serghei, ambas
marcadas por hombres que nunca debían haberlas tocado.
—Simplemente el momento no era el correcto —le dijo suavemente,
esperando que entendiera que Alina no había querido hacerle daño al no
compartir su propia experiencia—. Quería que cada una fuera capaz de
comprender plenamente la dinámica de la relación entre un hombre Canis Lupus
y su verdadera compañera, y no creí que fuera posible hasta que cada una tuviera
a su propio compañero.
217
—Estoy de acuerdo contigo —dijo Jen—. No creo que haya ninguna
manera de entender algo tan profundo sin haberlo experimentado.
Alina asintió y sonrió.
—Definitivamente tú tienes que lidiar con tu parte justa en cuanto a la
actitud de un macho Alfa.
Todas se rieron de su eufemismo.
Jen se sentó con sus piernas balanceándose en el borde del sofá y su espalda
apoyada contra el brazo. Y dejó escapar un suspiro melancólico.
—Bueno, todo lo que puedo decir es que espero que cuando Decebel
crezca, sea como Vasile.
Esta vez la risa hizo que Sally y Jacque se arrojaran entre sí y Alina negara
con la cabeza a la joven hembra Alfa.
—Alina —dijo Sally después que la risa se hubo calmado—. ¿Qué pasó con
todos esos miembros de la manada? Quiero decir, sé que todavía hay algunos aquí
que han estado con ustedes desde entonces, pero Ion, Alin… y Nicu, ¿qué pasó
con ellos?
Los labios de Alina se tensaron brevemente al recordar el dolor de algunas
de esas historias.
—Ion encontró a su verdadera compañera, pero ella estaba en otra
manada. Él optó por ir con ella. Nicu también. Alin pereció en una pelea de
dominio no demasiado tiempo después que Vasile regresó como Alfa. Sisily
conoció a su compañero verdadero en la manada Rumana del Oeste, pero varios
años después que se unieron, él fue atacado por un oso. No lo logró, de modo
que, naturalmente tampoco Sisily. Sus padres solicitaron unirse a una manada
diferente porque sentían demasiada vergüenza por lo de Serghei. Tratamos de
conseguir que se quedaran, pero ellos se negaron. Por lo que sé, todavía están
vivos, pero no abandonan el territorio de su manada. Muchos otros comparten
historias similares.
—Lo siento —dijo Sally—. Sé que debe haber sido muy difícil… perder a
aquellos que ayudaron a restaurar tu manada.
—El tiempo lo cura todo, sanadora, sabes eso. —Alina sonrió.
—Bueno, como de costumbre, Alina —dijo Jacque a medida que se
sentaba para estirarse después de haber estado en una misma posición tanto
tiempo—. Tenías razón. Tú y Vasile han tenido muchas, muchísimas aventuras.
218
—Y han salvado al mundo, como dos veces o algo así —soltó Jen—. En
serio eres merecedora de unas mini-vacaciones.
—Bueno, hijas mías, con un nuevo cachorro en la manada y uno en
camino, tengo la sensación de que no habrá tiempo para unas mini-vacaciones,
como tú las llamaste. La Gran Luna tiene planes para sus lobos ahora que por fin
hemos empezado a trabajar juntos. Y cada vez que hay un cambio significativo
en las manadas, entonces debemos estar en guardia o más vigilantes. Algo me
dice que los cachorros nacidos en esta manada representarán un cambio muy
significativo.
—Realmente no me gusta cuando dices una mierda como esa, porque por
lo general significa que algo malo, o feo, o malvado más allá de toda imaginación
va a aparecer en nuestra puerta —resopló Jen y echó la cabeza hacia atrás
dramáticamente.
—Así que, para fines de aclaración —dijo Jacque mientras fruncía los
labios—. Lo que te escuché decir es, que no hay descanso para los peludos,
¿correcto?
Alina asintió mientras se echaba a reír.
—Muy correcto.
—Deberíamos poner eso en una camiseta, definitivamente. —Sally sonrió.
—Estoy de acuerdo, señora sanadora —dijo Jen.
—Solo la usaré si conseguimos que los hombres tengan cada uno la suya…
en color rosa —agregó Jen.
—Tú simplemente eres diabólica, Thelma. —Jacque chocando su puño
con el de ella.
—Bien, entonces, hemos escuchado la historia de amor, y todavía tenemos
una noche solo de chicas antes de tener que volver a ser mujeres responsables. —
Jen se puso de pie, dirigiéndose a la cocina con su taza de chocolate caliente vacía.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó Alina y, en base a los gemidos a su
alrededor, supo que era una de esas preguntas que nunca se le debían plantear a
Jen.
La amplia sonrisa que se extendió por el rostro de Jen y el breve resplandor
de sus ojos fue suficiente para saber que no era un buen augurio para ellas.
—Me encanta que lo preguntes. 219
Into the Fae
on la paz finalmente descendiendo sobre el Lobos Grises Rumano,
a la Fae embajadora de los lobos desde hace mucho tiempo,
Perizada, se le ha dado una nueva misión por parte de la Gran
Luna. Pero el deseo de venganza de Peri contra su hermana,
Lorelle, arde ferozmente en su corazón.
Para complicar aún más las cosas, el gran lobo blanco, Lucian Lupei, ha
regresado a la manada después de siglos atrapado en el Bosque Oscuro, y al
parecer está destinado a estar con Peri. ¿Puede ella dejar de lado sus pensamientos
de venganza lo suficiente como para aceptar el amor de Lucian y completar su
nueva misión?
Gypsy Healers #1
220
Quinn Loftis es una autora premiada que vive en el hermoso Arkansas
Occidental con su marido, hijo, Nora el Doberman, y Phoebe la gata (quien cree
que es una ninja disfrazada). Es autora de muchas novelas en la actualidad,
incluyendo el best-seller de USA Today: Fate and Fury. Quinn está más allá de
agradecida por haber sido bendecida para ser capaz de escribir a tiempo completo,
y espera que los lectores sepan lo mucho que todo su apoyo significa para ella.
Algunas de sus aficiones son leer, hacer ejercicio, crochet, y pasar tiempo con la
familia y amigos. Ella le da todo el crédito de su éxito a Dios, porque él le dio el
espíritu creativo y la imaginación que se necesita para escribir.

Serie The Grey Wolves:


1. Prince of Wolves
2. Blood Rites 221
3. Just One Drop
4. Out of the Dark
5. Beyond the Veil
6. Fate and Fury
7. Sacrifice of Love
8. Luna of Mine
9. Título sin revelar
Staff de Traducción
Moderadoras
Fanny LizC

Traductores
Apolineah17 LizC Rivery
Fanny MaEx Roxywonderland
Helen1 Magdys83 Selene
HeythereDelilah1007 Mari NC Selene1987
Jadasa Youngblood Nelshia Veroonoel
222
Liebemale Rihano

Staff de Corrección
Correctores
Jane. Mari NC
LizC Nanis

Recopilación y Revisión
LizC

Diseño
Francatemartu
223

También podría gustarte