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Luna of Mine
Luna of Mine
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Sinopsis Proverbio Rumano #12
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Cine se face oaie il mãnâncã lupii.
El que hace de sí mismo una oveja, será comido por el lobo.
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Nu haina îl face pe om.
Las ropas no hacen al hombre.
Alina abrió sus ojos. Notó que estaba acostada en la cama de la pequeña
cabaña de sus padres y no en las concurridas calles del mercado mirando un
futuro que nunca podría tener. Se sentó y estiró sus cansados músculos, sus
sueños vívidos habiéndole quitado una buena noche de sueño.
—Pensé que podrías dormir todo el día —la voz de su madre vino desde la
cocina.
Alina caminó por el pequeño espacio y miró mientras Georgeta amasaba 30
una masa expertamente mezclada que sería el pan de su cena. Sus manos eran
fuertes por la cantidad de horas trabajando. Su piel, dura y callosa, todavía
luciendo joven y hermosa pero obviamente pareciendo las manos de alguien que
trabajaba en la tierra. Alina miró las suyas y notó que, aunque aún fueran suaves,
comenzaban a mostrar los efectos del arduo trabajo, aunque fuese un hombre
lobo.
—¿Qué es lo pasa por esa ocupada cabecita tuya? —preguntó su madre.
Alina bajó sus manos y las deslizó en su espalda, sintiéndose como si
hubiera sido atrapada probando un pedazo de pastel antes de la cena.
—Papá dijo que el nuevo Alfa estará visitando la aldea —contestó con
indiferencia. Su madre la conocía mejor que eso, sin mencionar que había notado
la reacción de Alina las pocas veces que había visto a Vasile.
—Has cambiado mucho desde la última vez que lo viste.
—Eso es lo que tu compañero dijo. —Los ojos de Alina brillaron con
humor—. Parece pensar que hay una posibilidad de que Vasile sea mi compañero.
—¿Y qué hay de imposible en eso? Aún eres demasiado joven para que las
señales de acoplamiento aparezcan, estás por cumplir dieciséis, así que no es
increíble que él pueda llegar a ser tu compañero o que los signos comiencen a
aparecer.
—Hay más posibilidades de que sea la compañera de esa vieja yegua que
está en medio del campo a ser la de una persona de la realeza, mucho menos el
Alfa de nuestra manada. Y que los signos aparezcan incluso antes de que cumpla
dieciséis es muy poco probable. —Alina se acercó a la puerta principal. Estaba
abierta, como era habitual durante los meses de verano. A su madre le encantaba
el aire fresco y los sonidos de la naturaleza. Alina sabía que eso clamaba a su
lobo, casi tanto como al de ella misma.
—No es propio de ti ser tan insegura, ni de tu valor, Alina —le reprendió
Georgeta suavemente—. Vasile sería un lobo bendecido si tuviera el honor de ser
tu compañero verdadero.
—Tienes que decirme eso; eres mi madre —suspiró ella.
—Quizás. —Sintió el brazo de su madre sobre sus hombros y llevándola
más cerca, el olor familiar a las especias envolviéndola—. O tal vez soy la mujer
más inteligente en toda la aldea. De todos modos, tengo razón.
Alina rió. 31
—Y la más humilde también.
Las semanas pasaron mientras Alina volvía a su usual rutina. Se acostaba
en sus campos cada tarde observando el cielo, soñando con su futuro, deseando
lo imposible. Con cada día que pasó se tornó cada vez más ansiosa por la llegada
del Alfa. Una parte nerviosa de ella deseaba que no viniera y que los pasara
simplemente. Pero otra parte, específicamente su loba, esperaba reteniendo el
aliento a que él llegara. Incluso pensó una noche que quizás no se había
presentado hasta ahora porque había encontrado a su compañera verdadera en
una de las otras aldeas. Esto había puesto a su lobo hecho una furia que terminó
con ella cambiando, corriendo y cazando hasta que los celos posesivos se
enfriaron finalmente. Cuando Alina volvió a su forma humana, estaba temblando
por los sentimientos tan intensos que su lobo sentía por Vasile, un hombre con el
que ni siquiera había hablado alguna vez. ¿Significaba esto que él de hecho era su
compañero, o solo que tenía una obsesión insana con algo que no podría tener
jamás? Desafortunadamente, no podía hacer otra cosa que esperar.
Un pensamiento la golpeó de repente, justo cuando decidía dejar ir la
preocupación.
―¿Y si realmente soy su compañera? ―dijo en la oscura noche―.
Entonces, ¿qué?
Las palabras de la Gran Luna se reprodujeron en su mente. “Prepárate,
hija. Aquel que tengo para ti viene con mucha oscuridad, mucho equipaje, y él
necesitará tu bondad. Porque sin ti, su oscuridad reinará y destruirá a la raza
Canis Lupus”.
Alina se incorporó de golpe. Su corazón amenazaba con salirse de su pecho
mientras la humedad se acumulaba en su cuello y en las palmas de sus manos.
Vasile estaba obligado a llevar equipaje; perdió a su hermano y ahora a sus padres.
Sabía que los machos de su raza luchaban con la oscuridad que sus bestias traían
consigo, hasta que su verdadera compañera los llenara con su luz.
¿Cuánta oscuridad depositaría las muertes de tres miembros de la familia
en el alma de un hombre que ya se estaba oscureciendo sin nadie para ayudarle a
soportarlo? E incluso una mejor pregunta, ¿estaba lista para ser la compañera de
alguien así?
32
Nu vrea sã audã.
No hay peor sordo que el que no quiere oír.
—Solo nos falta una aldea, Alfa. —La voz de Nicu lo sacó de su recuerdo—
. Es la más alejada del castillo. Si recuerdo correctamente, el más dominante entre
ellos es Petre Sala.
Algo sobre el nombre despertó al lobo de Vasile, aunque estaba seguro de
no haber conocido al hombre. Los hombres que vivían en las aldeas no eran lo
suficientemente dominante para ser parte de los lobos en las posiciones más altas
que eran entrenados como guerreros y patrullaban el territorio cuando fuera
necesario. La violencia que era necesaria para que un guerrero pudiera cumplir
su tarea tenía que ser rápida y sin vacilación, y a menudo era el lobo menos
dominante el que más probablemente vacilaba. Si estos hombres no venían al
castillo, entonces Vasile rara vez los conocía, aunque probablemente su padre lo
hiciera.
36
Vasile tomó una respiración profunda, llenando sus pulmones con el aire
tibio de la noche. De pronto, se sintió ansioso por llegar a esta aldea, y ya había
aprendido hacía mucho tiempo a no discutir con su instinto.
—Cacemos en el camino; no nos quiero hambrientos, ni que terminemos
comiendo todo su alimento tan duramente ganado. —Vasile se transformó sin
molestarse en quitarse su ropa y se fue a toda marcha. Sus patas se estiraron
mientras se ajustaba a su forma de lobo. El viento en su cara, ondulando a través
de su piel, fue refrescante, como despertar de una muy necesaria siesta.
Vio a Ion y Nicu por el rabillo de su ojo a cada lado de sus flancos. A pesar
de que corrían más rápido incluso que sus primos lobos de sangre pura, sus patas
eran ligeras y casi silenciosas a medida que avanzaban a través del bosque. Antes
de llegar al borde de la última aldea, cada uno ya había capturado y devorado su
comida, apaciguando el deseo de sus lobos por cazar para poder continuar.
Todavía faltaban varias horas para el amanecer por lo que Vasile y sus dos lobos
se acurrucaron cerca del hueco de un árbol. Tres hombres humanos
probablemente se resistirían a la idea de dormir tan cerca, pero los lobos eran
diferentes. Ellos cultivaban el contacto, entre compañeros o en manada. Era
necesario. Él se estaba acostumbrando poco a poco al poder que había empezado
a llenarlo después de la muerte de su padre, permitiéndole encubrirlos,
asegurándoles que estarían a salvo mientras dormían.
Los ojos de Vasile se abrieron de golpe y su enorme cabeza se sacudió
cuando la luz del sol de la mañana rompió sobre el horizonte y comenzó a filtrarse
a través de las ramas de los árboles. Pero no había sido la luz que lo había
despertado, fue una voz. Esperó, desesperado por oírla otra vez, a pesar de que
no entendía por qué. Pudo oír los latidos de su corazón y la respiración constante
de sus compañeros de manada. Las hojas crujiendo mientras el viento danzaba a
través de ellas y a los bichos escurriéndose en busca de su desayuno. Aun así
esperó. Su lobo era un cazador paciente y el hombre había aprendido a confiar en
él durante una persecución.
Ahí, gruñó su lobo levantando sus orejas, arrastrando su atención hacía un
suave zumbido apenas audible. Vasile estaba seguro que ni siquiera los ángeles
podían sonar tan hermoso como la melodía tranquila que se deslizó a través de
sus oídos y dentro de su alma. Sus labios se elevaron mientras su lobo sonreía.
Los dos sabían que solo había una persona en la tierra que podía hacer que
respondieran de esa forma. Compañera, retumbó su lobo con un deseo que igualó
al suyo.
37
Alina se levantó las mangas del vestido mientras dejaba caer una de las
camisas de su padre en el entablado de lavado. Recogió la barra de jabón y
comenzó a fregar el material, cubriéndolo con el limpiador.
A medida que empezaba a recorrer la camisa de arriba abajo por el
entablado, empezó a tararear una de sus canciones de cuna favoritas que su madre
le había cantado cuando era una niña. Dejó de tararear para fregar fuertemente
cuatro veces, y luego reanudó el tarareo mientras agitaba la camisa dentro del
agua. Repitió el proceso varias veces antes de finalmente llevar la camisa a la
bomba para enjuagarla. Mechones de su cabello se habían caído de la trenza que
se había tejido en la mañana, y los apartó con su muñeca chorreando agua por su
frente.
Era un hermoso día. Alina sonrió mientras miraba hacia arriba para ver a
las aves dando vueltas en el aire descendiendo y agarrando insectos
desprevenidos. Sus padres se habían ido a la casa de uno de sus vecinos para ver
cómo estaba Drist, uno de los hombres más jóvenes. Se había clavado una espina
venenosa en su pata durante una cacería no hace mucho tiempo, y sin una
sanadora para disipar el veneno, tuvieron que recurrir a formas más mundanas
para tratarlo.
Estaba perdida en sus pensamientos mientras repasaba sus tareas diarias.
Recogió más ropa para lavar y las colgó conforme terminó con cada una. No
escuchó a los lobos aproximarse mientras tarareaba y lavaba la última camisa. La
escurrió después de enjuagarla y se dio la vuelta divertida como si tuviera diez
años de nuevo y no casi dieciséis. Sus pies se congelaron y se quedó sin aliento
cuando sus ojos se posaron en las figuras ante ella.
De repente sintió pensamientos que no eran suyo vertiéndose en su mente
y trató desesperadamente de no revelarlo a los tres lobos, especialmente al más
grande de ojos azules, de quien los que estaba recibiendo.
Lentamente, asumió que para no asustarla, se abrieron paso entre alguna
de la ropa que ya se había secado, y cada lobo tiró abajo con su hocico un
pantalón. Comenzaron a transformarse allí mismo, y Alina jadeó mientras se
giraba, dándoles la espalda. Muchos de los lobos estaban cómodos con
transformarse frente a los demás, pero a Alina nunca le había gustado estar
desnuda delante de nadie, ya sea de la manada o no.
—Estamos decentes. Ya puedes darte la vuelta, mujer. —Su voz rica y
profunda retumbó, haciendo que un escalofrío corriera por su espina dorsal. No
pasó por alto el dejo divertido que reflejó su tono. Alina apretó los dientes. Él 38
pensaba que era gracioso que estuviera avergonzada por su desnudez.
Pudo sentir su intento de comunicarse con ella a través de sus
pensamientos, pero ella lo acalló. No estaba lista para esto. Intentó tranquilizar
el rápido latido de su corazón mientras se daba la vuelta lentamente. Y cuando
sus ojos se posaron en los tres hombres, involuntariamente dio un paso hacia
atrás, no porque estuvieran sin camisa, y estuvieran muy bien constituidos, sino
por quiénes eran. Reconoció al que le había dado ese pañuelo para secarse los
ojos tantos años atrás, y detrás de la actitud severa, todavía podía ver la bondad
que poseía. Un gruñido bajo trajo a su atención de vuelta a la verdadera amenaza.
Finalmente su Alfa estaba aquí. Después de semanas de espera,
preocupación y anhelo, allí estaba él a menos de nueve metros de distancia.
Cuando lo miró a la cara, vio algo que solo había visto en los hombres
emparejados: celos posesivos.
No, pensó para sí misma con severidad. No puede ser.
—Luna. —La voz de Vasile acarició su piel y tuvo que luchar por guardar
el gemido que se levantó en el interior de su silencio. «Mina». Sus ojos se abrieron
de par en par cuando se dio cuenta que eso él no lo había dicho en voz alta.
Ella negó hacia él y comenzó a dar otro paso atrás, pero el que la había
ayudado en el mercado levantó la mano para detenerla.
—Sabes que no es bueno huir de un depredador.
Su advertencia pareció sacarla de su modo huida, y respiró hondo,
estabilizándose. Por ahora continuaría como si solo hubieran aparecido y nada
fuera de lo común se hubiera producido.
—Mis padres están en la casa de un vecino atendiendo a uno de los jóvenes
machos —explicó ella, asegurándose de no mantener la mirada puesta sobre
Vasile durante demasiado tiempo—. Deberían estar de vuelta en breve si ustedes
desean esperar. —Rogó en silencio que no lo hicieran—. O puedo señalarles la
dirección del lugar de reunión.
—Vamos a esperar, Mina. —Vasile sonrió y fue impresionante.
Alina decidió justo entonces que si alguna vez veía otra puesta de sol o un
amanecer en su vida estaría bien siempre y cuando llegara a ver su sonrisa cada
día. La sonrisa que se posó en sus labios le dijo que él había captado sus
pensamientos. Ella trató de cerrar el vínculo que se había abierto de golpe entre
ellos en el momento en que lo había visto, pero él era mucho más fuerte que ella 39
y se negaba a ser bloqueado. Irritada por su petulancia y su propia incapacidad
para actuar a ser inmune a él, se encogió de hombros.
—En todo caso, siéntanse como en casa. —Hizo un gesto hacia su pequeña
cabaña y trató de no temblar ante la idea de que él viera lo humilde que era, una
casa en la que ni siquiera tenía su propia habitación. No guardaba rencor a sus
padres por eso. Ellos estaban haciendo lo mejor que podían y la querían mucho.
El amor compensaba toda una cantidad de deseos que no podían cumplirse—.
Tendrán que perdonarme, debo encontrarme con un amigo en pocos minutos.
Hay pan en la mesa por si tienen hambre. —Se giró para irse, pero tuvo que
detenerse bruscamente para no chocar contra el enorme hombre que había
aparecido de repente frente a ella.
Su cabeza se inclinó hacia atrás y levantó la vista para ver un ceño fruncido
devolviéndole la mirada. Alguien tan hermoso nunca debería fruncir el ceño,
pensó. Y el rostro de él se suavizó de inmediato. Ahora ella estaba frunciendo el
ceño.
—Me gustaría que te quedaras —dijo Vasile suavemente, pero ella no dejó
de notar la orden en esa oración. Mientras lo miraba fijamente, su oscuro cabello
lo suficientemente largo para poder ver la onda sutil en él, sus pómulos altos,
nariz recta y su fuerte mandíbula haciéndolo indescriptiblemente atractivo, se
preguntó si alguien le había dicho que no alguna vez. Si no, siempre había una
primera vez para todo.
—A mí me gustaría irme —respondió ella con dulzura. Escuchó los
quejidos de los otros dos hombres a sus espaldas. Aunque fue difícil, se las arregló
para no poner los ojos en blanco.
—Sabes quién soy —afirmó con firmeza.
—Sí, Alfa —dijo ella a medida que bajaba la mirada e inclinaba la barbilla
dejando al descubierto su cuello, admitiendo su sumisión a pesar de que lo que
realmente quería hacer era pisar su pie tan fuerte como pudiera y luego correr.
Mostrar los puntos vulnerables a un depredador siempre era un riesgo. Él
se lanzó hacia delante y mordió su cuello no lo suficiente para romper su piel pero
lo suficiente como para captar su atención. Ella se quedó muy quieta. Su loba
despertó, oliéndolo, y él la llamó. Alina luchó con su lobo por el control
negándose a permitirle ronronear ante su atención o desplomarse sobre su espalda
mostrando el vientre como una cachorrita enamorada.
Todavía no estaba convencida, a pesar de la conexión de sus mentes, de
que él era su compañero. Era el Alfa, de la realeza, y vivía en un mundo 40
completamente diferente, a pesar de vivir en el mismo territorio que ella. ¿Cómo
podría siquiera estar al mismo nivel de todas las grandes cosas a las que
probablemente él había estado expuesto en toda su vida? ¿Cómo podía
compararse con las lobas que no lavaban su propia ropa sucia sino que
contrataban duendes que habían sido rechazados de su reino para que lo hicieran?
Ellas no tenían la piel seca, o las uñas astilladas, pero ella sí. No podía ser suya;
tenía que haber algún error. Sin importar lo mucho que había deseado
precisamente esto, al verlo aquí en toda su gloria y poder, supo que ella no era su
igual, y los compañeros siempre eran iguales.
Después de varios segundos que parecieron horas, la soltó y dio un paso
atrás pero permaneció más cerca de lo que había estado. No podía mirarlo, no
después de todo lo que estaba segura que él había visto en su mente. A pesar de
que estaba completamente vestida, nunca se había sentido tan desnuda, tan
vulnerable, en toda su vida. La cálida mano de él sobre su mentón levantó su cara
hasta que no tuvo más remedio que mirarlo. Sus ojos brillaban y ella tragó saliva
mientras miraba al lobo de Vasile.
—Sí —gruñó—. Soy el Alfa, pero soy más que eso para ti, Alina. —Su
cabeza se inclinó ligeramente hacia un lado—. ¿Cuántos años tienes? —Sus ojos
parecieron viajar por todo su cuerpo y la evidente intimidad en su mirada calentó
las mejillas de Alina.
Sacudió la cabeza tanto como pudo con él sosteniendo su barbilla.
—Tengo casi dieciséis. Así que ya ves, ha habido un error. No hay manera
de que pueda ser lo que estás insinuando; no soy mayor de edad.
Su experiencia con los hombres de su raza le había enseñado que cuando
comenzaban a gruñir, rugir y golpear las cosas alrededor, era mejor dejarlos
hacerlo. Los dominantes vivían especialmente al borde de la violencia en todo
momento mientras la bestia dentro de él anhelaba hacerse cargo. Pero cuando vio
al hombre delante de ella quedarse muy, muy quieto, se dio cuenta que había algo
peor que ver a un hombre perder el control. Sabía sin ninguna duda que la rabia
cuidadosamente contenida que tenía delante de ella era mucho más peligrosa que
cualquier gruñido o rugido que él pudiera hacer.
—Vasile —llamó uno de los hombres—. Estás asustándola. ¿Eso es lo que
quieres?
Supuso que él debió haberse acercado más porque su voz sonó más fuerte
aunque no la había elevado. Cuando la cabeza de Vasile se levantó rápidamente 41
para inmovilizar al lobo con su mirada, Alina casi gimió. Sin duda, este macho
conocía mejor a su Alfa. Seguramente, él entendía que cuando el lobo estaba
asomándose en la cara del hombre normalmente no era una invitación a tener
una conversación razonable.
—Nicu, no te le acerques —dijo Vasile fríamente, sin levantar su voz, ni
chasquear sus dientes, pero con la ira completamente serena que prometía tomar
represalias si no obedecía al instante.
Nicu debe haber obedecido porque la atención del Alfa estuvo una vez más
en ella. Fabuloso, pensó.
—No me negarás, Mina. He esperado un siglo por ti. Eres joven, pero no
tan joven como para no saber lo que está sucediendo. ¿Dieciséis? Muchas mujeres
humanas están casadas y con un bebé en camino a esa edad. —Sus ojos se
abrieron con sorpresa ante su brusquedad—. Sin embargo, no somos humanos,
¿verdad? Somos Canis Lupus; tenemos una verdadera compañera designada
exclusivamente para nosotros. Algunos de nosotros esperan cientos de años antes
de encontrar a su compañera. Puedo esperar un poco más si es necesario. No uses
tu edad como una excusa para evitar lo que es. Eres mía. Algo me dice que no
eres una tonta, pero si crees que voy a dejarte ir, entonces te has convertido en
una.
—Desde luego sabes cómo hacer que una mujer se sienta venerada —
espetó Alina. El tono de su voz lo sorprendió, y eso le dio la oportunidad de
apartar su mano y dar un paso lejos de su alcance.
Él se dirigió hacia ella pero se detuvo cuando la voz de su padre retumbó a
través del aire.
—¡Alfa! Bienvenido. —Petre y su esposa se acercaron hasta donde estaban
Alina y Vasile. Ambos descubrieron sus cuellos hacia él y luego tuvieron cuidado
de mantener sus ojos en cualquier parte excepto en los suyos—. Veo que has
conocido a nuestra hija, Alina. —Cuando Vasile no respondió, su padre dio una
mirada al rostro de él, palideció y rápidamente desvió la mirada—. Quizás,
podemos llevar adentro a tus guerreros y les daremos de beber.
Alina empezó a llamar a su padre, pero su madre atrapó su mirada y negó
con la cabeza una vez. La mirada severa y los labios apretados le dijeron que su
madre hablaba en serio. Mientras miraba a su única esperanza de librarse del lobo
en la puerta, por así decirlo, moviéndose cada vez más lejos, se mordió los labios
tratando de pensar en una excusa para no seguirlos. Sus pensamientos fueron
interrumpidos cuando una mano grande y cálida envolvió la suya. Miró hacia
abajo y vio sus dedos entrelazados con los de Vasile, y eso se sintió tan bien, tan 42
correcto. La atrajo hacia un banco donde ella y su madre solía sentarse a hablar
después que el trabajo del día estaba hecho. Él se sentó y asintió hacia ella para
que se sentara a su lado. Así que lo hizo; ¿qué otra cosa podía hacer?
—Dime por qué no me quieres —dijo él sin rodeos.
Su ceño se frunció cuando lo miró.
—Nunca dije que no te quería. Simplemente soy joven.
—Esa no es una razón suficiente para alejarte de tu compañero. Dime la
verdadera razón por la que me niegas.
Apartó la mirada, sin querer que él viera la vergüenza en su rostro. Deseaba
desesperadamente no estar allí.
—No somos iguales —admitió finalmente.
—Esperaría que no —se rió entre dientes—. Me gustan mucho nuestras
diferencias y espero poder disfrutar más de ellas en el futuro.
Ella se sonrojó ante su insinuación. Era tan inapropiado como atrevido.
—No es impropio que yo quiera a mi verdadera compañera —le dijo al
escuchar sus pensamientos—. Atrevido, tal vez, pero no inapropiado.
—No deberías decirme esas cosas.
—Te aseguro que es mejor que en este momento te diga tales cosas en vez
de hacer semejantes cosas—dijo Vasile en voz baja.
—¿Eres siempre tan descarado con las mujeres? —Lo fulminó con la
mirada intentando utilizar su ira para ocultar la vergüenza de tener a tal Adonis
de hombre interesado en ella.
—¿Te pondrías celosa si así fuera? —Sonrió lobunamente hacia ella.
Quiso gritar que sí. Quiso decirle que si alguna vez miraba a otra mujer de
nuevo ella…
—¿Qué harías? —ronroneó.
De alguna manera se había movido sin que ella se diera cuenta. Se
inclinaba más cerca de su rostro con sus labios a escasos centímetros de los suyos.
Él estaba leyendo sus pensamientos, de nuevo.
—¿Qué le harías a una loba, si yo mirara a otra mujer?
Los ojos de Alina cayeron a sus carnosos y sensuales labios, y mantuvo los
suyos presionados entre sí para evitar inclinarse hacia delante y ver si los de él 43
eran tan suaves como parecían. Apartó la mirada rápidamente hacia el bosque
donde no había un deseable hombre devolviéndole la mirada. Se aclaró la
garganta antes de contestar.
—Nada, no haría nada. Eres libre de mirar a quien tú quieras. No tienes
marcas de compañeros sobre ti.
46
Sãrãcia nu-i rusine.
La pobreza no es una desgracia.
56
Orice pãcat poate fi iertat.
Hay piedad para todos.
Vasile no pudo contener el sonido que rasgó su pecho cuando sintió que su
vínculo fue roto. Ella había roto su vínculo, literalmente lo había sacado de su
mente. Empezó a ir detrás de ella pero unos fuertes brazos estuvieron de repente
reteniéndolo en su lugar. Eran unos tontos por intentar tal cosa, pero captó el olor
de Ion y Nicu, y supo que no eran el enemigo.
—Déjala, hijo —le decía Petre gentilmente—. Deja que se calme.
—Usó una maldición vinculante —le dijo Vasile mientras miraba al padre
de su compañera—. Me ha prohibido estar en su mente para compartir el vínculo
con ella.
Petre asintió y la mirada en sus ojos le dijo que había estado allí antes.
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—Ni será la última vez que lo haga. Bienvenido al mundo de tener una
verdadera compañera.
—Ella es mi compañera —gruñó—. ¿Qué derecho tiene de evitarme?
—Supongo que el mismo derecho que tenemos al tratar de planificar su
vida en lugar de discutirlo con ella. —La voz de Petre estaba llena de vergüenza.
Vasile sabía que también debería sentirse avergonzado, pero estaba demasiado
enojado en ese momento para sentir algo más.
—Necesito hablar con ella. —Empezó a dirigirse hacia la cabaña de nuevo
solo para ser interceptado por Georgeta.
—Déjalo por esta noche, Alfa —le dijo la mujer suavemente—. Ella
necesita espacio y tú necesitas tiempo para calmarte.
Se quedó mirando más allá de ella, al lugar donde Alina se había retirado.
Ya, a solo unos minutos apartado de ella, el dolor estaba comenzando. Su lobo
estaba tan cerca de la superficie que le preocupó que fuera hacer algo que pondría
a Alina fuera de su alcance para siempre.
—Vamos a dormir aquí afuera —cedió—. Pero mañana voy a hablar con
ella.
La mamá de Alina sonrió dulcemente.
—Lo que digas, Alfa.
Vasile tuvo la impresión de que lo que ella decía en realidad era: Cree lo
que quieras, lobo tonto. Cuando la tarde se convirtió en noche, él y sus dos
guerreros se sentaron alrededor de una fogata comiendo la comida que Georgeta
había hecho. Vasile le había dicho que no era necesario, pero ella insistió y no
estuvo dispuesto a hacer enojar a otra mujer ese día.
Vasile intentó concentrarse en las necesidades de su manada, en lugar de
dejar que su mente se mortificara por cierta loba. Pensó en las mentiras que había
tenido que idear con el fin de proteger el legado de sus padres y la traición que
sentiría su manada si alguna vez se enteraban. Pensó en el joven macho que había
enviado de regreso al castillo para informar a Alin, su segundo, de sus órdenes.
Pensó en todos los miembros de la manada que habían estado sufriendo
innecesariamente durante tanto tiempo debido a la negligencia de su padre. Todo
ese tiempo y ni siquiera se dio cuenta porque estaba demasiado enfocado en la
defectuosa mente de su padre.
Incluso con todas estas preocupaciones no pudo evitar que el rostro de ella
estallara en su mente o que el recuerdo de su aroma llenara sus pulmones. Ni
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siquiera pudo luchar contra el deseo… no, la necesidad, de saber si ella llevaba
sus marcas. Con cada respiración y con cada exhalación ella lo mantenía cautivo.
No podía llegar a ella a través de su vínculo ni sentir su luz y bondad, y sin
embargo, estaba tan presente en su mente como antes.
A medida que el grupo se acostaba a pasar la noche, Vasile decidió
permanecer en su forma humana con la esperanza de poder ser capaz de atraparla
cuando se despertara a la mañana siguiente y comenzara su día. No podía irse
con su vínculo desconectado. Estar lejos de ella iba a ser una forma de tortura en
sí misma, no podía lidiar también con la separación de sus mentes.
—¿Estás seguro que estás haciendo lo correcto? —le preguntó Georgeta por
lo que debía haber sido la décima vez.
Petre envolvió su brazo alrededor de su compañera mientras se
encontraban acostados en su cama y la llevó más fuerte contra él. Habían
dormido de esta forma desde la primera noche en que se unieron, y sin importar
lo molesta que ella estuviera con él, aun así, no permitiría que hubiera algún
espacio entre ellos.
—No, honestamente no lo sé —admitió él en la oscura habitación—. Parte
de mí piensa que debería dejar la decisión en las manos de Alina y Vasile con
respecto a cuándo irse con él, parte de mí cree que tal vez los dieciocho años son
suficiente para estar acoplada, y parte de mí piensa que ambos tienen que madurar
mucho más antes de completar su vínculo.
—¿Crees que él la dejará aquí?
—Es un hombre íntegro —le dijo—. Solo por lo que nos dijo hoy en lo que
respecta a los cambios que se harán y la ayuda que enviará, me muestra su
carácter. No irá en contra de mis deseos, pero bueno, podría ser lo
suficientemente terco como para trasladar la sede de la manada a nuestra pequeña
aldea hasta que pueda reclamarla.
—Una cosa sí sé con certeza, mi amor —dijo Georgeta a través de un
bostezo—. Él no se irá hasta que ella abra su vínculo de nuevo.
Petre rió entre dientes.
—No creo que alguna vez haya visto a nuestra Alina tan enojada como
hoy. Realmente fue algo digno de contemplar. Si hubiera estado sosteniendo un
látigo en su mano, creo que habría destrozado su piel con eso.
—Por lo que entiendo, los dos merecían ser azotados.
—Podríamos haber sido un poquito desconsiderados con sus deseos —
comenzó a decir, pero fue interrumpido por su compañera.
—¿Un poquito desconsiderados? Eso es como decir que cuando te 80
conviertes en lobo eres un poquito peludo. Compañero, te aconsejaría que no uses
esas palabras cuando te disculpes con tu hija por ser un poquito desconsiderado.
Tengo la ligera sospecha de que si lo haces, entonces ella te dará un poquito de
su propia mente.
—Teníamos buenas intenciones, Georgeta —argumentó Petre.
—Las buenas intenciones son tan inútiles como las tetas de un toro. Están
allí colgando en toda su gloria sin la habilidad de producir nada.
Ce naste din pisicã soareci mãnâncã.
Debe ser un diamante lo que corte un diamante.
Alina estaba luchando por mantenerse alejada de él. Cada vez que lo veía,
aunque solo fuera por el rabillo del ojo, discutía con su lobo para no correr a él y
decirle que lamentaba haber cerrado su vínculo. Ella no había hecho nada malo,
y sin embargo, se sentía como si fuera la que estaba siendo castigada. Intentó
simplemente proseguir con sus tareas diarias, aunque a veces alteraba su ruta para
evitar verlo. El día anterior, se había encontrado con Sisily en su lugar habitual
en el río y le explicó todo lo que había sucedido. Eso la había hecho enojar de
nuevo hasta que Sisily se echó a reír por el rugido de león que Vasile había dejado
escapar. Ella le dijo a Alina que en realidad lo oyeron en su propia casa, lo que a
su vez hizo reír a Alina. Fue un muy necesario momento de humor después de
varios días emocionales.
Esa mañana tuvo un leve ataque de pánico cuando vio a los dos guerreros
que habían estado con Vasile yéndose en sus formas de lobo en dirección al
pueblo principal y el castillo. Desde el lado de la casa, había buscado
desesperadamente una señal de Vasile con la pareja de lobos, pero luego lo vio de
pie junto a su padre en el borde más lejano del bosque. Fue entonces cuando se
dio cuenta que no había manera de que pudiera dejarle irse sin abrir su vínculo
de nuevo. La separación ya era como un cuchillo en su pecho con cada
respiración. No podía seguir así, e incluso si quisiera, su lobo no iba a aguantar
mucho más tiempo. Ella quería la conexión con su compañero, y estaba lista para
hacer que su mitad humana se sometiera para conseguirlo. Era la primera vez que
Alina podría recordar a su lobo tratando de tomar el control. Por lo general, era
al revés. 83
—¿Cómo te va? —preguntó su madre cuando se le unió para descolgar la
ropa seca del tendedero.
Casi rió por la sincronización de la pregunta. Justo cuando estaba a punto
de ceder, su madre viene a preguntar cómo lo está soportando. Georgeta había
estado de acuerdo con Alina y le dijo que tenía que establecer un precedente
ahora, que no iba a ser dictada y pisoteada. Los Alfas eran conocidos por ser más
protectores, especialmente de sus compañeras. Su madre le había explicado que
no era que tuvieran la intención de ser irrespetuosos o irreflexivos, realmente
pensaban que lo que fuera que estuvieran haciendo con el fin de proteger a su
compañera era lo correcto, independientemente de cómo se sentía su mujer.
—¿Honestamente? —preguntó Alina.
—No, querida, preferiría que me mientas —replicó su madre.
Alina sonrió.
—Tal vez deberías pasar tiempo con Vasile para que él pueda ver de dónde
saqué mi actitud.
—Oh, créeme, creo que él es muy consciente.
—Está bien, bueno si soy honesta, entonces estoy aproximadamente a dos
segundos de cambiar a mi forma de lobo y frotarme por sus piernas. —El rostro
de Alina se calentó con la calidez de su sonrojo mientras decía las palabras.
Sonaron mucho peor en voz alta de lo que hicieron en su cabeza. Georgeta no
rió, lo que ayudó a disminuir la vergüenza.
—A decir verdad… —Ella dejó de plegar la camisa en su mano y se
encontró con los ojos de Alina—, si no te sintieras de esa manera, estaría
preocupada de que algo anduviera mal. Los verdaderos compañeros no pueden
soportar la separación de ningún tipo por mucho tiempo, ya sea por el vínculo
mental o la separación física. Son dos mitades de una sola alma y anhelan esa
cercanía.
Alina se sintió un poco mejor, pero independientemente de cómo la
separación estaba haciéndole daño, su orgullo le impedía admitirlo ante él.
Su madre debe haber visto algo en su cara, porque, añadió:
—Cuando algo que comienza como una acción necesaria se prolonga
durante demasiado tiempo, se convierte en una prisión no solo para aquel a quien
la acción está dirigida, sino también para quien la instigó en primer lugar.
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—Así que estás diciendo que debería hablar con él —dijo Alina con un
suspiro exagerado.
—Deja de actuar como si te estuviera diciendo que te cortes los dedos y los
cocines en un pastel —resopló Georgeta—. Él es solo un hombre, cariño. Ellos
cometen errores como tú y yo.
—¿Estás admitiendo que has cometido errores, madre? —bromeó Alina.
—No tengo ni idea de lo que estás hablando, hija. Ahora ve a buscar a ese
compañero arrogante tuyo y mételo en cintura.
Alina se echó a reír.
—¿Puedo decirle que dijiste eso?
—Creo que vas a encontrarlo en tu lugar de siempre —respondió su madre
antes de dejarla de pie junto al tendedero.
Alina observó a su madre escabullirse, luciendo muy satisfecha de sí
misma. Fue cuando consideró las palabras de su madre, “encontrarlo en tu lugar
de siempre”, que se dio cuenta que Georgeta había jugado con ella como el
Flautista de Hamelín. Negó con la cabeza mientras colgaba de nuevo la camisa
que había descolgado. La sonrisa que había amenazado con estallar a través de
sus labios finalmente apareció cuando se imaginó a Vasile yendo a buscar a su
madre por ayuda. Eso debe haber sido algo digno de ver.
Alina se tomó su tiempo mientras caminaba hacia su lugar favorito por el
río. Sus pensamientos iban a cien kilómetros por hora mientras pensaba una y
otra vez en lo que quería decir y cómo decirlo. Pero al momento en que ella lo
vio allí de pie, sus anchos hombros de espalda y su estrecha cintura estrechándose
hacia sus poderosas piernas, todos los pensamientos coherentes se fueron.
El viento soplaba a través de su cabello mientras miraba el agua corriendo.
Tenía los brazos cruzados sobre su ancho pecho, y su hermoso rostro se
estrechaba en un ceño fruncido. La fastidiaba que incluso con el ceño fruncido
era la criatura más hermosa que había visto nunca. Esperó pasar desapercibida
para que así pudiera simplemente verlo, pero a los hombres lobo no era fácil
acercárseles sigilosamente. La increíble audición mantenía una gran cantidad de
daño a raya en su mundo.
—No sabía si vendrías. —Su voz profunda llegó hasta ella por encima del
sonido de la ondulación del agua y el viento susurrante. No se volvió para mirarla,
solo siguió mirando el río.
—No estoy segura de por qué lo hice —admitió ella—. Todavía estoy
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enojada y herida.
Se volvió entonces a mirarla. Sus rasgos se habían suavizado y el ceño
fruncido había desaparecido, reemplazado por una ternura que la hizo contener
el aliento.
—Preferiría cortarme mi propio brazo y alimentar a los perros con él que
hacerte daño. Esa nunca fue mi intención, Mina. —Su voz sonó con sinceridad.
Ella asintió.
—No creo que estuvieras tratando de hacerme daño, y sé que mi padre
nunca me heriría intencionalmente tampoco. Independientemente de cualquiera
de sus intenciones, sus palabras y acciones son lo que importa, no sus intenciones.
—Estoy de acuerdo contigo y es por eso que estoy pidiendo tu perdón.
Las palabras de Vasile fueron seguidas por una acción que sorprendió a
Alina. Se arrodilló sobre una rodilla ante ella. Su boca se abrió, no por la misma
razón que una mujer humana pensaría. Ella sabía que no estaba proponiéndole
matrimonio. Esa no era su costumbre. Su boca se abrió debido a que un Alfa, un
dominante, estaba de rodillas ante ella. Él estaba sometiéndose a ella, algo que
los Alfas nunca hacían con nadie.
Se quedó sin habla. Lo único que pudo hacer fue mirar al hombre que tenía
delante de rodillas mirándola con tal devoción que pensó que su corazón iba a
estallar.
—¿Me puedes perdonar, Alina? —preguntó de nuevo.
—Ya lo he hecho —admitió.
Su cabeza se inclinó levemente y ella vio el destello de su lobo detrás de sus
ojos.
—Entonces, ¿por qué nuestro vínculo sigue cerrado?
Ella comenzó a dar un paso atrás, pero él puso sus manos a cada lado de
sus caderas y la mantuvo en su lugar. El calor de sus palmas la penetró a través
del material de su ropa, y quiso hundirse en él y dejarle calentar todos los lugares
fríos dentro de ella.
—Mina —murmuró atrayendo su atención lejos de su toque.
—Quería abrirlo de nuevo. Ayer por la noche todo en lo que podía pensar
era en cómo vas a irte pronto, y sabía que no había manera de que pudiera dejar
que te fueras antes de abrirlo. Pero… —Hizo una pausa. 86
—¿Pero qué? —exhaló él.
—Ahora me pregunto si sería menos doloroso si no tenemos ningún
contacto en absoluto mientras estamos separados y tú estás lejos siendo un Alfa,
y yo estoy atrapada aquí siendo yo. Tal vez…
—NO. —Su voz fue firme cuando él la interrumpió y se puso rápidamente
de pie—. No sería menos doloroso, Alina. ¿Ha sido indoloro para ti estos últimos
días? ¿Incluso con nosotros solo a metros distancia, has estado sin dolor?
—No —admitió ella.
—Ha sido un infierno —gruñó mientras se alejaba de ella. Comenzó a
caminar de un lado a otro y ella se imaginó que si hubiera estado en su forma de
lobo la piel en la parte posterior de su cuello habría estado de punta—. Incluso
ahora, de pie tan cerca de ti, con el vínculo cerrado siento como si estuviéramos
a kilómetros de distancia.
—No entiendo por qué importa tener el vínculo abierto cuando no
podemos ni siquiera tocarnos. ¿Cómo es que va a evitar la tortura de estar
separado el uno del otro? —le espetó—. Tal vez no quiero hablar contigo si no
puedo verte. Tal vez no poder tocarte será más fácil si tampoco te oigo.
—Abre el vínculo, Alina —retumbó Vasile hacia ella. Sus palabras fueron
lentas y sonaron tranquilas, pero ella sabía mejor.
Simplemente se le quedó mirando. A medida que sus ojos comenzaron a
brillar, se dio cuenta que mirar fijamente a un Alfa ya molesto tal vez no era la
cosa más sabia que había hecho jamás.
Él apretó la mandíbula pero no levantó la voz.
—Por favor, ábrelo.
Fue el por favor y la forma en que lo dijo, lo que finalmente la hizo ceder.
Mentalmente vio las paredes desplomarse al abrir el vínculo de compañeros entre
ellos. Lo oyó jadear y sintió su propio jadeo cuando sus emociones chocaron unas
con otras. Volátiles sería decir poco. Sintió todo lo que él había estado sintiendo:
ira, sufrimiento, miedo, preocupación y dolor. Todo ello rodó a través de ella,
mezclándose con sus propias emociones. Pero incluso en medio del caos, era lo
correcto.
«¿Qué sientes?» La voz de Vasile rozó a través de su mente.
Su primer impulso fue hacer una lista de todas las emociones, pero
entonces sintió algo completamente distinto. Sus ojos se agrandaron cuando miró
87
a donde él se encontraba al menos a tres metros de ella, y sin embargo, pudo sentir
su mano sobre su rostro. Pudo sentir su aliento en su cuello y el calor de su cuerpo
como si estuviera de pie a pocos centímetros de ella.
—¿Cómo? —murmuró ella sin aliento al sentir la yema de sus dedos rozar
en su nuca.
«Preguntaste qué bien haría ser capaz de escucharme, pero no sentirme. Te
estoy mostrando que el vínculo es más que solo ser capaz de hablar el uno al otro
a través de una tubería mental. Es una conexión, una conexión muy importante.
Nuestros lobos ansían tocar, se anhelan entre sí, y cuando estamos separados, es
una forma para el lobo soportar la distancia».
Alina estaba tratando de escucharlo, pero su tacto y esencia estaban
alrededor de ella, y era consumida por ello. Sus ojos se cerraron mientras se abría
a sí misma a ello. Durante tres días no se había permitido estar cerca de él, no se
había permitido la comodidad de su presencia, y ahora estaba empapada en él.
Su lobo quería reír de alegría bajo la atención de su compañero. Quería rodar y
jugar y nunca separarse de él otra vez. Alina quería lo mismo.
«Estoy siempre contigo, Mina, como siempre estás conmigo».
«No es lo mismo». Lo que le iba a decir a continuación se cortó cuando
sintió que sus brazos se envolvieron alrededor de ella. Sus ojos se abrieron de
golpe y se dio cuenta que esta vez realmente era él. La llevó con fuerza contra él,
su mano acariciando su cabello. Sus labios estaban cerca de su oído, y ella pudo
oírlo susurrarle palabras de amor y comprensión.
—Sé que no es lo mismo. Ojalá pudiera darte lo que quieres, lo que yo
quiero, pero vamos a tener que ser pacientes. —Él se echó hacia atrás para
mirarla. Sus pulgares acariciaron suavemente sus mejillas, secándole las lágrimas
que ella no se había dado cuenta que había derramado—. Me rompe el corazón
verte triste —le dijo suavemente.
—Me rompe el corazón saber que vas a irte, así que estamos a mano. —
Los labios de Alina temblaron cuando él rió de su petulancia. Sus brazos se
apretaron ligeramente y la piel de ella ardió cuando se dio cuenta que estaban
solos y siendo muy cariñosos. Era extremadamente impropio, y si su padre los
encontraba así, sabía que iba a morir de vergüenza.
—Mina, eso no se aplica de la misma manera para nosotros como lo hace
para un hombre o mujer soltero —le dijo, obviamente, capturando sus
pensamientos. 88
—Somos solteros —señaló ella.
Él negó con la cabeza.
—No, no lo somos —dijo enfáticamente—. Somos compañeros; solo que
aún no nos hemos vinculado. Mientras que yo no robe tu virtud, estoy en mi
derecho a abrazarte y tal vez incluso robarte un beso. Lo impropio sucede cuando
un macho y hembra que no están destinados a estar juntos fraternizan. Eso mi
amor, sería extremadamente impropio.
Antes que pudiera detenerlo, su mente saltó a la noche en la que Serghei la
había besado. Vasile dejó caer los brazos inmediatamente y se alejó de ella. El
rechazo dolió, pero ella no podía culparlo. Ella tampoco querría ver a otra mujer
besándolo.
—No te estoy rechazando, Mina. —El gruñido profundo de su garganta y
los ojos brillantes le mostraron lo cerca que su lobo estaba de la superficie—.
Tenía miedo de hacerte daño. Al parecer, mi lobo y yo estamos de acuerdo que
escuchar sobre el beso y verlo son dos cosas muy diferentes. Es una buena cosa
que no vi en tus pensamientos mientras estaba al lado del cachorro. Lo habría
lastimado. Eso sería tan irrespetuoso como él poniendo su boca sobre la tuya. —
Su gruñido fue amenazante y Alina se encontró dando un paso atrás.
Ella lo observó durante varios minutos mientras recuperaba su control y
luego un pensamiento se le ocurrió.
—¿Por qué no me has besado? —Sintió una oleada de deseo golpeándola,
que la hizo tropezar, y sus ojos se abrieron cuando se encontró con su mirada aún
brillando intensamente.
—Debido a que no tienes la edad, mi amor, y un beso no es todo lo que
querría. Dejémoslo así por ahora. —Se dio cuenta que él estaba avergonzado, lo
cual era una cosa extraña de ver ya que Vasile siempre era tan seguro de sí mismo.
Pero si él no quería hablar de eso, entonces ella no lo empujaría.
—Quiero preguntarte algo, pero no quiero incitar tu ira —dijo él,
cambiando de tema.
—Entonces supongo que deberías elegir tus palabras sabiamente. —Alina
frunció el ceño mientras lo miraba, y le gustó ver la expresión de asombro en su
rostro ante su audacia.
Él se aclaró la garganta antes de finalmente preguntarle.
—¿Sobre tus marcas? —Hizo una pausa, obviamente esperando a ver si iba
a gruñirle como lo había hecho la otra noche. Ella simplemente se le quedó
89
mirando de la forma en que su padre había hecho tantas veces con ella cuando le
hacía preguntas difíciles—. Nunca debí haberte pedido verlas delante de tu padre,
o cualquier persona para el caso. Son un asunto muy privado entre una mujer y
su compañero. Te falté el respeto, y por eso te debo disculpas. ¿Qué puedo hacer
para demostrar mi arrepentimiento por faltarte el respeto así, mi compañera?
Alina sintió su boca caer abierta y la cerró rápidamente. No había esperado
sus palabras. En un principio, tan pronto como él dijo la palabra marcas, ella
asumió que iba a preguntarle si habían aparecido. Pero una vez más Vasile Lupei
la sorprendió. Miró fijamente a sus ojos azules mientras consideraba su petición
y sintió que su corazón se aceleró al darse cuenta de lo que quería que hiciera.
—Un beso —exhaló antes de perder el valor—. Quiero un beso de mi
compañero por faltarme el respeto. —Se dio cuenta que él no había estado
esperando su respuesta. Al parecer, ambos eran buenos para sorprenderse
mutuamente.
Sus ojos no se apartaron de ella mientras tomaba pasos lentos y medidos
hasta situarse a centímetros de ella. Alina inclinó la cabeza hacia atrás para
mirarlo a los ojos y trató de mantener su respiración nivelada. Cuando sus brazos
llegaron a su alrededor, una mano agarrando su nuca, mientras que la otra se
envolvía alrededor de su pequeña cintura acercándola contra él. Él inclinó su
cabeza hacia atrás aún más, y cuando su cabeza bajó, los ojos de ella se cerraron.
Sus labios se separaron ligeramente mientras esperaba saborearlo. El beso nunca
llegó. Su cabeza siguió bajando hasta que sus labios estuvieron al lado de su oreja,
con su aliento cálido soplando las hebras de su cabello alrededor y calentando su
piel.
—Todo en mí quiere darte lo que quieres —susurró él con su voz profunda
y grave, y ella sabía que estaba diciendo la verdad. Incluso con su falta de
experiencia, podía oír el deseo en su voz, y más que eso podía sentirlo a través de
su vínculo—. Pero esto no puedo, no aún. —Presionó los labios contra su cuello,
justo debajo de la oreja de Alina. Antes de apartarse, él mordisqueó su piel lo
suficiente como para picar pero no sacar sangre—. Mía —susurró y luego besó el
punto sensible calmando el lugar donde sus dientes acababan de haber estado.
Alina se contentó que él la sostuviera por unos pocos momentos más
porque estaba segura que si se hubiera alejado inmediatamente después del beso
en su cuello se habría caído sin ninguna gracia al suelo. Su cuerpo entero se sentía
caliente y hormigueaba, incluso en lugares que nunca antes hormiguearon. Ese
pensamiento la hizo reír con nerviosismo, y no estaba segura si era porque estaba
de alguna manera borracha en su aroma o porque en su mente las palabras
90
sonaban ridículas.
—Creo que es tiempo de llevarte a casa, mi amor —le dijo suavemente
mientras se alejaba, pero no la dejó ir hasta que estuvo seguro que no se
derrumbaría.
—¿También estás sintiendo el hormigueo? —preguntó ella inocentemente.
La mandíbula de Vasile se apretó y sus ojos se entrecerraron cuando ella le
sonrió impertinentemente.
—No eres nada más que problemas, Mina —murmuró mientras tomaba su
mano y empezaba a dirigirla hacia su casa.
Después de algunos momentos de silencio, mientras caminaban, ella hizo
la única pregunta de la que en realidad no quería la respuesta.
—¿Cuándo te vas?
—En tres días —respondió él. Sintió su mirada sobre ella pero mantuvo la
suya en línea recta. Quería ser fuerte. Si iba a ser la compañera de un Alfa, tenía
que ser fuerte, así que contuvo las lágrimas y subió sus labios en una sonrisa hasta
que finalmente se encontró con su mirada.
—¿Qué haremos hasta entonces?
Él rió entre dientes mientras se acercaba a ella y tomaba una de sus manos
entre las suyas.
—Hasta entonces voy a pasar contigo cada minuto del día con la intención
de hacerte caer irremediablemente enamorada de mí.
Ella le sonrió.
—Quizás serás tú el que se va a enamorar irremediablemente de mí.
Su sonrisa desapareció cuando la jaló más cerca de él.
—Ese destino estaba sellado antes de que alguna vez me conocieras. Te he
amado desde el primer minuto en que puse mis ojos en ti.
—¿Cuándo fue eso? —Su voz sonó jadeante pero estaba más allá de
sentirse avergonzada por su reacción hacia él.
—En el mercado hace más de un año. Estabas defendiendo a una mujer de
uno de los comerciantes. Fuiste tan feroz, tan segura de ti misma. Tuve que
arrancar mi mirada de ti por temor de que alguien pensara que era un depravado
por mirar fijamente a alguien tan joven. Estaba confundido por mi reacción hacia 91
ti. Eras joven y no tan joven al mismo tiempo. Eras hermosa y desde entonces ha
habido muchas noches en las que he tenido que apartar tu rostro de mis
pensamientos. Simplemente eras demasiado joven.
—Dijiste que era hermosa —lo incitó.
Él asintió.
—Sí, lo eras.
—¿Qué soy ahora si era hermosa?
Él pasó un dedo por debajo de la línea de su mandíbula y su cuello.
—Ahora Mina, eres impresionante. Hermosa es un término demasiado
mundano para ti. Es una buena cosa que no te he visto en el mercado
recientemente.
—¿Por qué? —Sus palabras fueron apenas un susurro.
—Porque te habría raptado y llevado a mi guarida y, si eso sucedía, no creo
que hubiera sido capaz de dejarte ir a pesar del hecho de que todavía tienes un
año hasta que estés en edad.
—Increíble.
Él rió entre dientes.
—No, amor, increíble ni siquiera empieza a cubrirlo.
94
Cine n-a gustat amarul, nu stie ce e zaharul.
Si no hubiera nubes, no disfrutaríamos del sol.
100
Vasile desaceleró a un trote una vez que se encontró a dos kilómetros de su
hogar. Necesitaba tomar el control de sus emociones antes de que alguien lo viera.
Los Alfas no tenían el lujo de estar fuera de control. Era visto como débil, y la
debilidad era algo que no podía permitirse. Su instinto le decía que algo se
aproximaba, y no creía que fuera una buena cosa. Cuando el castillo de la manada
apareció a la vista, por primera vez en su vida, no fue una vista agradable, no
porque él no lo amara, sino porque su compañera no estaba ahí esperándolo. En
su lugar, ella se encontraba a ciento sesenta kilómetros en la dirección opuesta
sintiendo el mismo dolor que crecía en él con cada kilómetro que se movía más y
más lejos. Se detuvo bruscamente y echó su cabeza hacia atrás cuando un
profundo aullido lastimero salió de él. Decir que su lobo era infeliz era como decir
que el océano era solo un estanque. Apenas podía contenerlo, y realmente no
sabía cuánto tiempo sería capaz de evitar que la bestia fuera tras su compañera.
Honestamente, la cosa estaba entre quién perdería el control primero: el hombre
o el lobo.
A medida que su aullido murió, escuchó los aullidos en respuesta de su
manada. Trató de evitar que sus emociones se filtraran en ella, pero los lobos más
cercanos a él sintieron algo, aunque solo fuera una pequeña cantidad de su dolor.
Era probable que pensaran que todavía era por la muerte de sus padres. No tenían
ni idea de que acababa de dejar atrás a su compañera, sin vincularse y sin marcar.
Y algo le decía que necesitaba mantener en secreto el hecho de que la había
encontrado. Por lo menos, su padre le enseñó a escuchar su intuición. A menudo,
el lobo comprendía cosas antes de que el hombre lo hiciera y por eso lo escuchó.
También se aseguraría de que Nicu e Ion no dijeran ni una palabra a nadie. Estaba
muy seguro que no hablarían de ello hasta que él se los permitiera, pero era mejor
ser claro al respecto en lugar de hacer suposiciones.
Cuando entró en el castillo de nuevo en su forma humana y se vistió con
ropas que habían dejado en la entrada trasera para los lobos que las necesitaran,
se fue directo al estudio de su padre. Mi estudio, se recordó. Sus primeros tres se
encontraban ahí, esperando por él. Hizo un gesto a Ion de cerrar la puerta y luego
se dio la vuelta para enfrentarlos. De inmediato, los tres dejaron caer sus miradas.
Al parecer, no estaba tan bajo control como pensaba.
—Alin, ¿qué sabes? —le preguntó a su segundo.
Alin levantó su mirada, pero se aseguró de evitar que sus ojos encontraran
los de Vasile.
—Ion y Nicu me pusieron al día sobre cómo están las cosas en las aldeas.
Envié la ayuda que solicitaste y he estado esperando para ver qué más te gustaría
101
hacer.
Vasile miró a Ion y a Nicu deliberadamente.
Ion fue quien habló primero.
—Nos imaginamos que si querías que los demás sepan otra cosa, les dirías
tú mismo.
Vasile asintió.
—Gracias por su discreción. —Comenzó a pasearse mientras consideraba
a sus tres primeros lobos. Por lo que sabía, su padre había confiado explícitamente
en ellos. Pero una vez más, sintió a su lobo instándole a actuar con cautela.
—Tuve un pequeño problema con el que tuve que lidiar en la aldea más
alejada. Uno de los lobos más jóvenes se estaba extralimitando con las mujeres
debido a que estaba decidido a encontrar a su verdadera compañera. Su familia
es leal y no quiero que su nombre sea manchado, ni quiero el nombre del cachorro
propagándose por toda la manada ensuciando su reputación. Me encargué de él
y entiende las consecuencias si comete el error de nuevo. —Vasile miró hacia Alin
mientras hablaba. Lo que decía era verdad hasta cierto punto, y era factible que
un incidente de este tipo necesitaría mantenerse en silencio. Solo esperaba que
Alin lo aceptara como la información que Ion implicó que habían retenido.
Alin asintió.
—Es difícil esperar por nuestras verdaderas compañeras. —Sus palabras
implicaron empatía hacia el joven lobo que estaba desesperado, pero sus ojos
carecían de emoción.
Vasile los despidió y tan pronto como la puerta se cerró llegó hasta ella.
«¿Estás bien, Mina?» Trató de mantener el dolor que estaba sintiendo por
la distancia lejos de su voz, pero sabía que no iba a ser capaz de ocultarlo todo.
Él sintió su sorpresa al oírle, y eso trajo una sonrisa a su cara mientras se
imaginaba sus ojos brillando con su sonrisa pícara.
«Lo estoy, ¿y tú?» Su voz fue como una lluvia de verano después de meses
de días calurosos y secos. Fluyó sobre él y a través de él, templando los lugares
ya marchitos en su interior.
«No han pasado más de un par de horas desde la última vez que te vi, y me
encuentro luchando para no correr directamente hacia ti», admitió sin vergüenza.
«¿Cómo voy a sobrevivir a esto, Alina?» 102
108
Nu întinde ata cã se rupe.
Un arco demasiado tenso se romperá.
Vasile miró hacia la atestada sala. Toda la manada Rumana del Este estaba
reunida, todos para honrar a sus padres fallecidos. Había varios con lágrimas en
los ojos al recordar los siglos que sus padres habían liderado la manada. Era obvio
que sus padres fueron queridos y que les echarían de menos. También debería
estar llorándoles. Tendría que estar sufriendo, y lo estaba, pero el dolor que había
en su corazón no era por la pérdida de sus padres. Había aceptado que su tiempo
había terminado. Todo el mundo muere, aunque podría tomar más tiempo a los
de su raza encontrar la muerte.
Mientras sus ojos vagaron sin descanso sobre las caras y ojos que se
posaron en los suyos solo brevemente, se preguntó qué pensarían de él. ¿Se veía
triste? ¿Su rostro mostraba la pérdida que todos estaban experimentando o era el 110
enfado que casi igualaba al dolor lo que se revelaba en su expresión? Debería
importarle, pero lo único en lo que podía pensar era en ella. Se dijo a sí mismo
que no la buscaría, y su lobo había dejado claro que no toleraría esa decisión.
Nunca había estado tan en desacuerdo con su lobo, y eso le estaba dejando
desequilibrado y con malas pulgas.
Sabía que la bestia no entendía por qué el hombre estaba tan enfadado. Su
lobo solamente entendía que su compañera no estaba con ellos, física o
emocionalmente, y eso no era inaceptable. No estaba enfadado con ella como el
hombre. Simplemente la quería; quería saber que estaba a salvo, saludable, y con
él donde pertenecía.
Sus ojos finalmente se posaron sobre los padres de Alina, y su corazón se
aceleró cuando miró a su alrededor, esperando verla. No estaba con ellos. Sintió
un gruñido retumbar en su pecho a medida que continuaba buscando en el área
alrededor de su familia porque sabía que su padre no la dejaría apartarse mucho
de ellos. Sin importar lo que mucho que intentó buscarla, no la encontró. La idea
de ella no estando allí dolió aún más que verla y no poder ir a por ella. Saber que
había elegido permanecer lejos de él solo hizo que la oscuridad ganara terreno.
Mira cómo no te echa de menos así como tú a ella, le susurró a su alma. Una
parte de él sabía que era mentira, pero no estaba escuchando a la razón en ese
momento.
Permaneció de pie con sus cuatro lobos más cercanos al frente del salón en
una plataforma elevada. A su derecha, Anghel y su compañera estaban de pie y,
como muchos otros, la pena llenaba sus ojos. Quería que esto se acabara. En
silencio pidió a su padre perdón por la prisa mientras daba un paso adelante
atrayendo la atención de toda la multitud. Las antorchas en las paredes que
iluminaban el gran salón parpadearon, haciendo que las sombras danzaran a
través de los rostros que ahora miraban hacia él. Tomó una respiración profunda
y convocó el control por el que era conocido, pero que ya no sentía en su interior.
—Gracias, a todos ustedes, por venir a honrar y despedirse de su pareja de
Alfas mientras viajan al otro lado. Tuve el privilegio de ser el hijo de un hombre
que amó, con todo su corazón, a cualquiera que considerara parte de su manada.
Tuve la bendición de nacer de una mujer que se sacrificaría por cualquier persona
necesitada y lo hizo frecuentemente. Esta manada, todos nosotros, somos
mejores porque ellos lideraron, cuidaron, quisieron, enseñaron, sacrificaron y
sirvieron. Serán extrañados pero no olvidados. —Su voz se elevó hasta el rincón
más lejano del salón, y mientras desaparecía echó su cabeza hacia atrás y dejó
que su lobo saliera lo suficiente para liberar un triste aullido. El aire se llenó con
los aullidos de la manada a medida que se despedían de su antiguo Alfa.
Después que se completaron las formalidades, Vasile liberó a la manada
111
para ir a la primera cacería en muchos años. Esperó mientras la gente
gradualmente salía de la sala. Una vez que solamente quedaron unos cuantos,
notó que Georgeta y Petre aún estaban en el mismo lugar que habían ocupado
mientras él se había dirigido a la multitud. Podía ver la frustración en la cara de
Petre y el enfado en la de Georgeta, y supo que sería imposible evitar una
confrontación. Saltó de la plataforma y se acercó a ellos, con sus hombros
echados hacia atrás y la cabeza en alto. No actuaría avergonzado. Era un Alfa y
solo había hecho lo que su compañera le había pedido; ¿cómo podían estar
enfadados con él?
—Alfa. —Petre desnudó el cuello cuando se dirigió a él y Georgeta hizo lo
mismo aunque no se dirigió a él verbalmente. Sin embargo, lo que sí hizo, es
seguir mirándolo furiosamente, teniendo cuidado de no encontrarse con sus ojos.
—Aprecio que hayan venido hasta aquí para honrar a mis padres —les dijo
Vasile cordialmente. La falta de emoción en su voz no pasó desapercibida por la
enfadada madre de su compañera.
—¿Ni siquiera vas a preguntar por ella? —le dijo finalmente.
La mandíbula de Vasile se tensó ante la acusación en su voz.
—¿Cómo está Alina?
—No está bien. No ha comido en cinco días; apenas puedo hacer que beba
agua. Tiene pesadillas cuando duerme, si es que duerme. Es una sombra de la
mujer que era hace solo una semana —terminó, jadeante por toda su diatriba.
Describir la condición de su compañera no hizo nada para calmarla.
—¿Es una enfermedad? —preguntó de nuevo con voz monótona.
Esta vez, para su sorpresa, Petre dejó escapar un gruñido bajo. Vasile no
quitó los ojos de su mayor amenaza: la mujer que estaba a punto de matarlo.
—¿De verdad eres tan estúpido o estás actuando como un niño malcriado?
—le gruñó ella—. Sabes lo que la distancia, la separación sin el vínculo que la
conecte a ti, le está haciendo. Tú que se supone que eres su protector… —Sus
palabras estaban cargadas de acusaciones mientras su mirada afilada lo
observaba—. ¿Qué clase de hombre permite que su compañera sufra cuando
puede hacer algo al respecto?
—Ella eligió esto —gruñó Vasile, su cuidado control derrumbándose muy
ligeramente.
—Cometió un error —argumentó Georgetta—. Es joven sin importar lo
112
madura que sea. Las emociones que vienen con un verdadero compañero son
abrumadoras para aquellos que tienen siglos, y ella apenas tiene dieciséis veranos.
¿No puedes entender cómo podría haberla asustado sentir tanto, tan
rápidamente? ¿Te has parado a pensar que quizás estaba preocupada que tú no
pudieras hacer lo que debes hacer si tuvieras que lidiar con su dolor? No estamos
de acuerdo con su petición de poner espacio, como ella lo llamó, entre ustedes
pero entendemos por qué lo hizo. Pensaría que un hombre con tu carácter no
juzgaría tan rápidamente. —Hizo una pausa y se frotó la cara. La prueba del
estrés de ver a su hija tan agitada estaba escrita a lo largo de su ceño—. ¿Alguna
vez has cometido un error y has hecho daño a alguien que te importaba? —Esta
vez sus ojos se encontraron con los de él, y para su sorpresa mantuvo la mirada
aunque sabía por cómo temblaba que le estaba costando un gran esfuerzo—. Si
así es cómo vas a tratarla cuando flaquee, entonces no te la mereces.
Vasile se quedó ahí de pie, sin palabras, mientras observaba a la madre de
su compañera salir enfadada de la sala. Petre le dio una última mirada que dejó
muy claro que estaba de acuerdo con su compañera y luego se giró para seguirla.
—¿Quiero saber de qué iba eso? —preguntó Anghel a unos pasos tras él.
Vasile había olvidado que el Alfa de la manada Rumana del Oeste y su
compañera aún estaban allí. Había estado muy concentrado en la mujer iracunda
que lo había estado poniendo merecidamente en su lugar.
—No es algo de lo que quiera hablar ahora mismo. —Miró por encima de
su hombro a la pareja y les dio una sonrisa tan convincente como pudo—.
Necesito correr con la manada. Son bienvenidos a unirse, pero no me ofenderé si
no lo hacen.
—Deberíamos regresar —dijo Anghel aunque su mirada firme dejó en
claro que no olvidaría la escena que acababa de ver—. No fingiré que sé lo que
está pasando. Sin embargo, ya que amaba profundamente a tu padre y no quiero
que soportes lo mismo que él, compartiré un consejo que puedes elegir aceptar o
no. No es inteligente ignorar tu destino. Has visto de primera mano lo fácil que
nuestras supuestas largas vidas pueden acabar. ¿Por qué desperdiciar cualquier
momento lejos de la persona que te hace ser completo? No dejes que el orgullo
alimente la oscuridad en ti. Sí hay un punto sin retorno. Sí hay un lugar que ni
siquiera ella puede alcanzar.
113
Alina abrió la puerta de la cabaña de sus padres para encontrar a Sisily allí
de pie. El rostro de Sisily dibujó una sonrisa cautelosa, pero cuando sus ojos se
fijaron en la chica frente a ella desapareció.
—Estás empeorando —dijo a medida que rápidamente entraba en la
habitación y cerraba la puerta tras ella.
Alina se giró y se sentó en uno de los dos asientos del pequeño salón que
servía de dormitorio para ella. Cerró los ojos mientras dejaba caer la cabeza hacia
atrás sobre la silla y dejó escapar un gran suspiro.
—Es mi culpa; ¿por qué no debería sufrir? ¿Por qué no debería castigarme
por hacerle daño?
Sisily fingió toser airadamente.
—¿Lo dices en serio? La chica que he conocido durante toda mi vida jamás
creería algo tan horrible. Tu compañero jamás debería castigarte, Alina. Si Vasile
te está ignorando porque quiere hacerte daño, entonces espero que vayas hasta su
castillo y lo azotes como a un pollo muerto.
Los labios de Alina se retorcieron ante el escenario ridículo que plasmó su
amiga.
—Estoy segura que me encontraría muy madura si lo azotara como a un
pollo muerto.
—La madurez está sobrevalorada —murmuró Sisily petulantemente.
—Estoy empezando a creer que toda la magnificencia de encontrar a tu
verdadero compañero también está sobrevalorada. Si todo eso va de esto,
entonces no quiero formar parte. —Alina se frotó el pecho intentando hacer
desaparecer el dolor. Por lo que parecía ser la milésima vez, se preguntó cómo
sobreviviría si él seguía manteniendo el vínculo cerrado. Había pensado
tontamente que ella quería que el vínculo estuviera cerrado y Vasile había tenido
razón en decirle que no. Ahora se enfrentaba a sus miedos: perderlo porque no
había sido suficiente.
Dos horas más tarde Georgeta se encontraba delante del velo invisible que
dividía su reino del reino de las Fae.
A pesar de que habían pasado años desde que había estado allí, aún sabía
dónde encontrar la entrada al reino de las Fae. También sabía el riesgo que estaba
tomando al venir aquí. Cuando la última sanadora cayó, las Fae dejaron el reino
humano, cansadas de las peleas entre los otros sobrenaturales. Pocas Fae eran
aún vista en el reino humano, pero su poderosa reputación prevalecía, su mística
incluso aumentando en los años de ausencia.
Una en particular, que había sido embajadora de su manada no estuvo
totalmente de acuerdo con abandonar el reino humano, pero había perdido en las
votaciones. Era a esta Fae a quien Georgeta apelaría en nombre de su hija. Petre
no estaba de acuerdo pero Alina se estaba poniendo más enferma cada día y ella
se negaba a ver a su hija consumiéndose a nada porque un hombre testarudo no
se tragaría su orgullo y se haría cargo de su compañera. Ya que Alina no era
mayor de edad, aún estaba bajo su autoridad. Por lo tanto, técnicamente Georgeta
tenía el derecho de buscar ayuda en su nombre.
Respiró antes de llamar a gritos contra la barrera invisible delante de ella.
—Perizada de las Fae, busco su consejo.
A pesar de que vino de tan lejos, viajando en su forma de lobo, llevando la
ropa en su boca y corriendo lo más fuerte que pudo para llegar al velo
rápidamente, no tenía garantía de que la Fae siquiera contestaría, mucho menos
conceder su petición. Pero había una oportunidad. Era posible que Perizada
acordaría ayudar, y sin importar lo pequeña que fuera esa posibilidad, Georgeta
tenía que intentarlo.
Pasaron varios minutos antes de que el velo comenzara a brillar. La fuerza
invisible situada entre los dos árboles enormes onduló como el agua y de ella salió
una mujer alta y esbelta, con el cabello blanco largo hasta la cintura que brillaba
como si pequeñas luces estuvieran adjuntadas en cada mechón sedoso. Sus ojos
eran grandes y de un verde pálido, sus labios de rojo rubí, y sus mejillas realzadas
con un rubor natural. Parecía tener alrededor de veinticinco veranos, pero el brillo
primitivo en sus ojos contaba una historia diferente que el joven rostro y
116
resplandor juvenil. Era un ser antiguo, con miles de años, y uno poderoso. Si
alguien podía ayudar a Alina, sería ella.
—Ha pasado un largo tiempo desde que he tenido el privilegio de la
compañía de una loba. —Su voz era sensual, seductora, con una calidad
ligeramente musical—. Georgeta Sala, compañera de Petre Sala, madre de Alina
Sala, y miembro de la manada Rumana del Este, yo te nombro. ¿Para qué me
buscas?
El nombramiento oficial no sorprendió a Georgeta. Sabía que era la
manera de la Fae para asegurarse que no pudiera decir una mentira. Solo un tonto
trataría de mentir a las Fae, especialmente a la de pie frente a ella.
—Busco ayuda en nombre de mi hija Alina. Tiene dieciséis veranos y
recientemente encontró a su compañero verdadero. Es el nuevo Alfa de nuestra
manada.
Peri contuvo el aliento.
—¿Stefan y Daciana han perecido? —La emoción que fue evidente en su
voz dejó en claro que aún se preocupaba por la pareja de Alfas.
—Hace unos meses atrás —respondió Georgeta.
—Volveremos a esa información una vez que hayas declarado tu propósito.
Prosigue. —Hizo un gesto para que continuara.
—Vasile es mucho mayor que Alina. Es el macho más dominante que
hemos visto en mucho tiempo, y Petre siente que deberían esperar para
vincularse. Vasile acordó esperar dos años. Regresó al castillo y el dolor de su
separación fue intenso. Alina me dijo que el dolor viniendo de su lado del vínculo
estaba volviendo loca a su loba. Estaba luchando para no irse a buscarlo en contra
de los deseos de su padre. Así que ella le pidió espacio, para ayudarlos a ambos a
hacer frente a su dolor sin tener que soportar el del otro también.
Una sonrisa se extendió por el rostro de la Fae.
—Déjame adivinar; ¿el nuevo Alfa no manejó dicha solicitud con mucha
gracia?
—Eso es ponerlo suavemente —gruñó Georgeta—. Ha cerrado el vínculo
completamente. Alina sabe que cometió un error al pedirle espacio, pero es joven
y estaba asustada. Ha suspirado por él durante tres meses, buscó su vínculo
tratando de que la escuchara, y le rogó, pero todavía la ignora. Ella está enferma.
Ha perdido una gran cantidad de peso. Temo… —Se detuvo, tratando de
contener las lágrimas y el llanto que luchaban por romperse a través de sus
117
palabras—. Temo por su vida. Su vínculo era intenso y fuerte desde el momento
que se conocieron. No sé cuánto más pueda soportar.
Los ojos de Peri se estrecharon mientras cruzaba sus brazos delante de ella.
—Aunque no soy madre, lo siento por ti. Pero, ¿cómo me concierne a mí
esta situación?
—Deseo que rompas su vínculo completamente, como si todavía tuvieran
que conocerse. Ambos necesitan sanar y madurar. Vasile tiene mucho con que
lidiar como el nuevo Alfa. La manada no ha estado tan fuerte como se le hizo
creer. Su padre no estuvo bien por un tiempo antes de su muerte y la manada
sufrió por ello. Vasile tiene que hacer lo correcto.
—¿No crees que necesita a su compañera para poder ser lo que la manada
necesita? ¿Los machos no son más estables con sus compañeras verdaderas, por
no mencionar más fuertes? —contrarrestó Peri.
—Cuando no están siendo asnos insufribles, sí que es verdad.
Peri rió entre dientes.
—Cómo los he echado de menos, lobos —hizo una pausa—. Pero si repites
eso, te inmovilizaré la lengua.
Georgeta hizo un gesto despreocupado ante las palabras de la Fae.
—¿Puedes ayudarla?
—Podría hacer lo que pides, pero no lo haré. —Las palabras de Peri no
fueron bruscas pero fueron firmes.
—¿Me dirás por qué? —preguntó Georgeta mientras toda esperanza que
había puesto en la ayuda de Peri se escabullía.
—No estés tan triste, loba. Vasile puede ser un cabeza dura, pero no es
tonto. No permitirá que ningún verdadero daño pase a su compañera. Sí, habrá
consecuencias por su terquedad pero no al precio de la vida de tu hija. La razón
por la que no interferiré es porque a veces el dolor es necesario para que un gran
cambio tenga lugar. Se necesita un gran cambio en la manada Rumana del Este,
y éste llevará a Vasile a ser el lobo y el hombre que la Gran Luna ha creado para
ser, para provocar ese gran cambio a su vez. Él no puede hacer lo que es necesario,
ni puede tu hija, si cada obstáculo es quitado de su camino.
—Entiendo —dijo Georgeta mientras asentía y las lágrimas comenzaban a
118
rodar por sus mejillas; sus ojos inyectados en sangre perforando un agujero en la
Fae—. No me gusta, pero lo entiendo.
—Ten fe en tu Creadora, Georgeta. Creó a Alina justo como a Vasile y los
creó el uno para el otro. ¿Tal vez ella tiene un plan? —Peri le sonrió suavemente.
—Gracias por tu tiempo, Perizada. Trata de no alejarte demasiado tiempo,
¿de acuerdo?
Peri asintió.
—Te aseguro que voy a vigilar. Esta noticia ha capturado mi atención, e
imagino que tendré que darle una visita a Vasile en poco tiempo.
Las palabras de Serghei fueron como un jarro de agua fría siendo salpicado
en su piel demasiado caliente. Despertó algo dentro de ella que había estado
dormido durante meses. La conmoción de lo que habían hecho, hasta dónde
estuvieron dispuestos a llegar para ver a Vasile entrar en vereda, había despertado
a su loba durmiendo. Tuvo que tragar la bilis que amenazó con precipitarse hasta
su garganta mientras repetía sus palabras una y otra vez: Los desenterramos; no
hay marcas de acoplamiento, ninguna, en ninguna parte de su cuerpo. No
perteneces a Vasile. ¿Había perdido su jodida cordura? ¿Qué estaba mal con estas
personas que iban por ahí desenterrando y luego deshonrando el cuerpo de una
persona que no había hecho nada, excepto cuidarlos, sacrificarse por ellos y
liderarlos? Oh Gran Luna, pensó, él había mirado sobre el cuerpo de su hembra
Alfa, como si tuviera el derecho de hacer tal cosa, ya sea que ese cuerpo tuviera
vida en él o no.
Su aliento en el cuello de ella la distrajo de los pensamientos corriendo por
su mente. Su mano estaba sofocando su boca, y aunque sabía que podía respirar
bien por la nariz, tener la boca cubierta con tanta fuerza, la hizo sentir como si no
pudiera obtener suficiente aire. ¿Qué estaba planeando hacer con ella? ¿Cómo
siquiera encajaba ella en el retorcido esquema de él y los otros lobos?
—¿Prometes no gritar? —le preguntó deliberadamente, como si estuviera
hablando con un niño. Ella luchó contra el impulso de morderle la mano y
simplemente asintió en su lugar.
Quitó la mano lentamente, obviamente, preocupado de que ella no
mantuviera su palabra, pero cuando siguió en silencio, dio un paso atrás
permitiéndole un poco de espacio. Ella se volvió hacia él y trató de ocultar el
pánico de su rostro que estaba hirviendo en su sangre. Tenía que mantener la
calma. Si se enfadaba, solo provocaría al lobo de él, y eso era lo último que 128
necesitaba en ese momento.
—¿Qué quieres decir con que no pertenezco a Vasile? —le preguntó ante la
única cuestión que realmente le molestaba. ¿Vasile había estado negando que ella
era su compañera? Y si fuera así, ¿con qué fin?
La frente de Serghei se frunció mientras entrecerraba los ojos en ella.
—Quiero decir que no eres su compañera, como él afirmó que eras. ¿De
verdad vas a hacerte la tonta conmigo, Alina? No llevas sus marcas. Él está
haciendo exactamente lo que hizo su padre, reclamando a alguien que no le
pertenece. Y tuvo el descaro de amenazarme a mí por decir que creía que éramos
compañeros verdaderos. Hay toda una gran posibilidad de que seas mía así como
de él.
—No me estoy haciendo la tonta, Serghei, y no soy un pedazo de
propiedad. No pertenezco a nadie —le espetó a pesar de su anterior decisión de
mantener la calma—. Tal vez, no tengo las marcas todavía porque… —De
repente dejó de hablar cuando se le ocurrió un pensamiento. Quizás Vasile no
quería que nadie supiera que había encontrado a su compañera. ¿Qué pasa si él
pensaba que ella estaba en peligro porque no llevaba sus marcas todavía? Ahora
que las mentiras de sus padres habían salido a la luz, los miembros de la manada
seguramente dudarían de la verdad de su derecho sobre ella. Serghei esperó a que
terminara su pensamiento. Ella sacudió la cabeza como para despejarla y luego
terminó con—: Todavía no soy mayor de edad. Obviamente, mi futuro no ha
quedado claro todavía, y no debería tener que dar explicaciones a nadie.
Él negó con la cabeza después de unos momentos y dejó escapar un suspiro
rápido.
—De todos modos, necesito que vengas conmigo. Necesito que veas por ti
misma para que así entiendas hasta qué punto van los Lupei para protegerse a sí
mismos en lugar de a su manada. —Él tomó su mano, pero ella la sacudió de
vuelta, esquivándolo cuando habría intentado acercarse a ella.
—No voy a ningún lado contigo, Serghei. Mis padres serán los únicos que
decidirán cuándo y si tengo que saber lo que está pasando, si hay algo de hecho
pasando con el Alfa y sus padres. —Trató de sonar confiada e inapelable. Cuando
se volvió para dirigirse hacia su casa, pensó que lo podía haber logrado hasta que,
una vez más, una mano estaba cubriendo su boca y su cuerpo estaba siendo
arrastrado contra su voluntad más adentro en el bosque.
—Lamento que te sientas así. Me habría gustado que hubieras venido
conmigo de buena gana, pero si la única manera que puedo conseguir que veas
129
que perteneces a mí es por la fuerza, entonces lo haré. —Antes de que pudiera
bloquear completamente su cuerpo contra el suyo, su loba se hizo cargo. Ella
entró en fase a medio salto y corrió hacia la casa de sus padres. No lo escuchó
perseguirla y asumió que preferiría correr como el cobarde que era antes de
enfrentar la ira de su padre ante su atrevimiento.
130
Adevãrul înainte de toate!
Habla con la verdad y avergüenza al diablo.
143
Nu încap două sabii într-o teacã.
Cuando dos montan en un caballo, uno debe sentarse atrás.
—Pensé que le ibas a dar un día entero antes de perseguirlo —dijo Ivan.
Emilian miraba por la ventana de la oficina que había sido de Vasile.
Observaba el exterior, hacia el patio donde hace solo unas horas había cambiado
el curso de su futuro. Ya no era un Beta. Nunca sería el segundo otra vez. Hoy se 150
había convertido en Alfa y había destronado al último en la línea de la dinastía
Lupei. Ahora solo tenía que remover a Vasile de la imagen una vez por todas.
—Mentí —respondió simplemente.
—¿Qué vas a hacer con él una vez que lo atrapes? —preguntó Marion.
Apartándose de la ventana, miró fijamente a los dos hombres que serían su
Beta y su tercero.
—Voy a hacer lo que cualquier dominante inteligente haría y eliminaré la
amenaza. Mientras Vasile esté vivo, podría intentar recuperar el control de la
manada. No voy a permitir que ese perro tome lo que ahora es mío. —Dejó
escapar un suspiro, calmando la ira que de repente brotó ante el pensamiento de
Vasile—. Ahora, necesito que ustedes dos vayan y propaguen el mensaje de una
reunión de manada mañana a medio día. Todos tienen que asistir. Quiero que
todos sepan quién soy, y que soy su nuevo Alfa. En base a las reacciones del
anuncio, debería ser capaz de ver quién sigue siendo leal a Vasile. Será sobre
aquellos miembros en los que tendremos que mantener una estrecha vigilancia.
Los lobos se fueron para cumplir sus órdenes y se quedó finalmente solo.
Ha sido demasiado fácil, pensó. Finalmente tenía lo que quería y, sin embargo,
no podía evitar tener la sensación de que debería haber sido más difícil quitarle la
manada a Vasile.
Vasile era un lobo extremadamente dominante y los lobos dominantes no
dejaban ir aquellas cosas que consideraban suyas. Así que, ¿por qué se había dado
por vencido tan fácilmente? Por supuesto que Emilian había amenazado la vida
de las mujeres sin pareja, pero, ¿qué significaban esas pocas vidas en comparación
al poder de una manada entera?
—¿Qué estás tramando, Vasile? —murmuró en voz baja en la habitación
vacía. Sea lo que sea, Emilian estaría preparado.
—Tu mundo está cambiando —le dijo Perizada a Vasile mientras estaban
de pie mirando hacia el bosque en el reino humano más allá del velo. Habían
pasado varias semanas desde que habían solicitado su ayuda para esconderse de
sus enemigos. Sintió que su declaración fue demasiado benévola. Su mundo había
sido volteado al revés y luego había sido volteado de nuevo.
—Así es —concordó él—. Sabes tan bien como yo, que solo hay una cosa
que puedo hacer.
Ella asintió.
—Adaptarse o morir.
—No puedo quedarme aquí más tiempo. Los hombres de Emilian no se
darán por vencidos hasta que esté muerto o yo los mate. No deseo pedir ayuda
porque no quiero arrastrar a nadie más dentro de una batalla que podría volverse
mortal para cualquiera de los involucrados.
—Sabes que te ofrecería más ayuda si pudiera, pero el Concejo sigue firme
en mantenernos fuera del ámbito humano. Están cansados de los
enfrentamientos. —Los labios de Peri se fruncieron mientras habló—. No estoy
de acuerdo con su decisión, pero por ahora debo tolerarla. Tengo el
presentimiento de que algún día va a llegar el momento en que tenga que
desafiarlos. Pero por ahora, tendrás que manejar esto por tu cuenta.
—Voy a salir victorioso, Perizada de las Fae. Tengo que hacerlo, porque la
alternativa es demasiado terrible para siquiera imaginarla. —Sentía el pesado
peso de la tarea delante de él sobre sus hombros. El tiempo de paz había 155
terminado. Los efectos de la locura de su padre eran peores de lo que podría haber
imaginado, y aun así, al haber encontrado a su verdadera compañera, entendía
por qué su padre había hecho lo que hizo.
Después de perder a su verdadera compañera tan joven, todo lo que Stefan
podía ver era un futuro lleno de oscuridad y soledad. Vasile nunca había
entendido lo aterrador que era hasta que había puesto sus ojos en Alina. La luz
que ella trajo a su vida era algo que nunca había experimentado. Sabía que si la
perdía, nunca volvería a ver la luz de nuevo.
Sí, saldría victorioso. Recuperaría su manada y los ayudaría a sanar.
Reclamaría a su compañera y la vincularía a él. Aseguraría un futuro lleno de
esperanza para todos ellos. Tenía que creer que la Gran Luna no lo había creado
para ser un Alfa solo para fallar antes de comenzar a serlo realmente. Tenía que
tener esperanza porque la ausencia de esperanza significaba que su enemigo ya
había ganado.
—Quiero que recuerdes algo, Alfa. —Peri interrumpió sus pensamientos—
. En las noches más oscuras, cuando no puedas ver las estrellas o la luna, cuando
no sientas a tu Creadora, cuando los enemigos se estén acercando y su victoria
parezca inminente, y estés seguro que has perdido a todos los que amas, recuerda
que la verdadera derrota solo viene cuando aquellos que son capaces de actuar,
permanecen de brazos cruzados mientras que aquellos más necesitados son
derrotados por el mal. No olvides eso. Si lo haces, vendré y te patearé en la cabeza
hasta que lo recuerdes.
Vasile dejó escapar un resoplido de risa.
—Había olvidado lo elocuente que eras con las palabras.
—Me esfuerzo con la sinceridad; la elocuencia es para los mentirosos y
ladrones. A los cuales no tolero; recuerda eso también.
—¿Algo más que te gustaría que recuerde, oh gran Fae?
Ella inclinó la cabeza ligeramente mientras lo miraba, una ligera diversión
brilló en sus pálidos ojos verdes.
—En realidad sí, si fracasas y todos aquellos que no necesitan morir
terminan muriendo debido a tu fracaso, te informo que voy a arrastrarte de
regreso de la tumba para así poder torturarte en persona. Porque probablemente
voy a ser la que tendrá que limpiar el caos y el desastre que resultará de tu derrota.
Moraleja de la historia, Alfa: no mueras.
156
Nu e trandafir fãrã spini.
No hay rosa sin espina.
lina vio como otros dos machos se desgarraban el uno al otro por
algo tan simple como quién llevaría el mensaje a Emilian después
que su aldea hubiera pasado la inspección de esta semana. Las
peleas entre los hombres más dominantes se estaban volviendo
más y más frecuentes. No solo eso sino que la violencia detrás de ellas estaba
159
también aumentando. Era solo cuestión de tiempo antes que alguien matara a
uno de sus propios compañeros de manada. El acoso constante de su Alfa,
buscando en sus hogares y preguntándoles semanalmente sobre el paradero de
Vasile y los guerreros que se habían ido con él, estaba agitando a los miembros
de la manada. A los lobos no les gustaba que su lealtad se cuestionara. Un Alfa
dominante, uno más dominante que todos los hombres de la manada, sería capaz
de interrogar a sus lobos y mantenerlos bajo control. Ser capaz de mantener la
violencia de las bestias dentro de los machos bajo firme control, era parte del por
qué tener a un poderoso Alfa era tan importante.
El padre de Alina estaba poniéndose más preocupado cada mes que
Emilian no era tan dominante como les había hecho creer al comienzo. De alguna
manera había engañado a los machos más dominantes al punto de creer que
desafiarlo sería una tontería. Cuando la verdad era que había una posibilidad muy
grande de que uno de los machos de la manada podía derrotarlo. Si eso era cierto,
entonces estaban en más problemas de lo que habían pensado en un principio.
Estaban a dos años de su régimen como Alfa y la salud de la manada no había
mejorado. En su lugar, se estaba deteriorando lentamente.
Encima de todo este caos estaba el dolor continuo y la agitación emocional
con la que Alina trataba debido a su separación de Vasile. Su vínculo solo se había
hecho más fuerte en el tiempo que habían estado separados. Le resultaba cada
vez más difícil ocultar las emociones rabiando dentro de ella y se preocupaba aún
más al respecto ahora que Emilian estaba tratando de determinar si Vasile
realmente tenía una compañera. Obviamente, ella era la número uno en la lista
de sospechosas del Alfa. Se encontró anhelando el caer de la noche, cuando podía
tumbarse en la quietud de su cama y escuchar el sonido de su voz mientras se
hablaban a través de su vínculo.
Podía notar que la lucha constante de los guerreros que Emilian enviaba
detrás de él, los asesinatos repetidos, estaban haciendo mella en él. Vasile era
dominante, un Alfa natural, y eso significaba que mataría para proteger. Pero eso
no quería decir que él lo disfrutara, y ella tenía la sensación de que lo único que
evitaba que su lobo lo disfrutara eran esas conversaciones mentales nocturnas…
la conexión que eran capaces de tener y el equilibrio que ella le traía.
«¿Puedes hacer algo por mí, Alina?» La voz de Vasile resonó en su mente
enviando escalofríos por su cuerpo, como lo hacía cada vez que hablaba con ella.
«No voy a prometerlo hasta que haya escuchado tu petición», respondió
ella con una leve sonrisa en su rostro. Sabía bien que no debía acceder a cualquier
cosa que su compañero dijera antes de saber lo que era, menos si terminaba 160
prometiendo vivir en los árboles en una selva remota en algún lugar para estar a
salvo.
«¿Puedes salir?»
Su corazón se aceleró ante la solicitud. Ella ya estaba levantándose y
moviéndose hacia la puerta antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo.
¿Estaba allí fuera? ¿Finalmente había regresado?
«Oh, amor, no hay nada que quiera más, pero no es el momento».
Se sintió desinflarse como si todo el aire de sus pulmones hubiera sido
forzado a salir. Sabía bien que no debía emocionarse porque eso solo llevaba a la
decepción, y sabía que esos sentimientos solo se derivaban de su dolor por estar
con su compañero.
«Estoy afuera».
«¿Ves la luna llena?»
Ella levantó la vista hacia el cielo nocturno, y sus ojos se encontraron con
una gran luna llena que parecía estar tan cercana que si extendía la mano, la
tocaría. La luz radiando fuera de ésta iluminó la oscuridad y envolvió al bosque
en un suave resplandor que brillaba desde las hojas de los árboles y las plantas.
«Es hermosa», respondió ella.
«Saber que estás ahí fuera, mirando arriba a la mismísima luna que yo estoy
viendo, me hace sentir cerca de ti. Estaba esperando que hiciera lo mismo por ti.
Por este breve momento, el mundo no parece tan grande, y el abismo que nos ha
mantenido separados no parece tan amplio».
La luna se tornó borrosa ante ella mientras las lágrimas llenaban sus ojos.
Corrieron por sus mejillas, primero unas pocas, hasta que estuvieron fluyendo
libremente.
«Temo que el abismo solo siga creciendo antes de que encuentres el camino
de vuelta al otro lado», admitió ella mientras lloraba en silencio. «Lo siento, no
quería tomar algo que para ti significa algo bueno y convertirlo en algo…»
«Silencio, Mina», la interrumpió él. «Soy tu compañero. ¿A quién acudes
cuando sufres si no es a mí? ¿Quién más atesora cada una de las lágrimas como
el regalo especial que es? Porque aunque no quiero que llores, cada gota es un
consuelo para mí, de que tú me anhelas tanto como yo a ti. Soy al que tú vienes
y ante el cual te desmoronas, porque voy a estar siempre ahí para atraparte. Jamás
te disculpes conmigo por cómo te sientes, amor, porque yo también lo siento.
Estás dentro de mí, en cada célula que conforma mi cuerpo, en cada hueso que 161
sostiene mi cuerpo, en cada músculo que me otorga fuerza, en cada respiración
que llena mis pulmones, y en cada latido de mi corazón que me otorga vida, tú
estás allí».
Sus palabras rompieron el muro dentro de ella que había estado
conteniendo sus emociones, y de repente terminó de rodillas. Envolviendo sus
propios brazos alrededor de su abdomen como si eso de alguna manera la
mantendría unida.
«Te echo de menos. Te extraño tanto que a veces me pregunto si voy a ser
capaz de tomar otro aliento». Alina sintió que los brazos de él la envolvieron,
sintió sus labios sobre su cuello, y su aliento en su piel, y aunque solo era en su
mente, se aferró a ello como el salvavidas que era. Él rara vez usaba el vínculo
para tocarla porque todavía sentía que era demasiado joven, pero debe haber visto
cuánta agonía estaba sintiendo y supo lo que necesitaba.
«Cuando no puedas respirar, yo respiraré por los dos».
Sabía que, lo que él en realidad estaba diciendo era que, si su fe y esperanza
menguaban, entonces él tendría suficiente para los dos. Por esa noche, eso es lo
que ella necesitaba, que él fuera su Alfa y compañero, para protegerla no solo de
los enemigos externos, sino también de sí misma.
No sería la última vez que tendría que protegerla, porque por toda la fuerza
que ella poseía, tenía la misma cantidad de amor y compasión. Aunque esas cosas
podían ser algo bueno, también podían despojar a una persona hasta que cada
debilidad quedara al desnudo. Así que, se envolvería en su cuidado y seguridad,
ya que por ahora no veía al abismo tornarse cada vez más pequeño. No veía a sus
enemigos colapsando bajo su fuerza, todavía no.
162
Omul întelept face ce poate, un ce vrea.
Si no podemos hacer lo que queremos, debemos hacer lo que
podamos.
—Algo ha pasado —dijo Vasile entre dientes mientras se alejaba del grupo
de machos con los que había estado entrenando.
—¿Qué pasa? —preguntó Ion.
—Alina, todo lo que sé es que está sintiendo dolor. Cerró el maldito vínculo 170
lo suficiente para no poder escuchar sus pensamientos. Tenemos que ir ahora
mismo.
—No tenemos planeado infiltrarnos hasta dentro de dos días más —señaló
Nicu.
—Los planes cambian —gruñó Vasile mientras se giraba en dirección a la
aldea de su compañera. No le importaba si alguno de los guerreros lo siguiera.
No le importaba si alguien lo veía. Todo lo que le importaba era llegar a su
compañera y descubrir qué o quién le estaba causando dolor y luego matarlo.
Corrió en su forma humana, tomando prestada la velocidad de su lobo.
Los árboles pasaban a su lado y sus pies se movían tan rápido que apenas
perturbaban el piso bajo sus pies. Su lobo lo urgió a ir más rápido. Obviamente
estaba captando algo del vínculo que Vasile no. Empujó sus piernas aún más
duro, de alguna manera sabiendo que si no llegaba a ella muy, muy rápido, la
perdería.
La aldea quedó a la vista y pudo escuchar gritos y gruñidos. Pasó la sala de
reuniones, ignorando los jadeos y miradas, y se dirigió directo a la casa de Alina.
El olor lo golpeó antes de poder ver la pequeña cabaña… sangre, y mucha.
Mientras rodeaba la esquina, vio una gran multitud reunida en el patio sellando
la puerta de su vista. Empujó hacia delante y gruñó:
—¡Quítense del camino!
La multitud se dividió al instante mientras su poder llenaba el aire y como
uno, cayeron de rodillas. Pero su atención no estaba en la manada, estaba en la
espantosa escena delante de él mientras entraba al pequeño hogar donde había
crecido su compañera. El piso de madera estaba resbaloso con sangre, tanta
sangre. El cuerpo de Petre yacía justo a la derecha de la puerta, su cabeza torcida
en un extraño ángulo y su garganta arrancada.
El cuerpo de Georgeta estaba directamente frente al de su compañero.
Yacía en una piscina de sangre que seguía saliendo de un enorme hoyo en su
abdomen donde sus intestinos se habían derramado. Entonces sus ojos la
encontraron. En un solo paso cruzo la cabaña y se arrodilló a su lado. Había tanta
sangre y lucía tan frágil que no sabía dónde tocar para no hacer que se hiciera
pedazos. Se inclinó cerca de su boca y escuchó una respiración silbante; ere débil,
pero estaba viva.
Estaba sobre su costado, sus ojos cerrados como si simplemente estuviera
durmiendo. Su cuello tenía una enorme marca de mordida que estaba
171
comenzando a sanar lentamente. Pero eso no sería suficiente. Ella necesitaba
sangre, y no la de cualquiera. Necesitaba el poder curativo que estaba dentro de
la sangre de su compañero si iba a tener alguna oportunidad de sobrevivir. Vasile
desgarró su propia muñeca con sus afilados caninos sin siquiera parpadear por el
dolor. La rodó gentilmente a su espalda, y luego levantó su cabeza mientras, al
mismo tiempo, presionaba la sangrante muñeca en sus labios. La sangre se
derramó en su boca pero ella no intentó succionar la herida. Él se inclinó cerca
de su oído y la besó gentilmente.
—Por favor, Mina, bebe. No puedes dejarme. No puedo hacer esto sin ti.
—Se acercó a su vínculo, llamando al lobo de Alina para que luchara por su mitad
humana, para darle la fuerza que necesitaba y tomara su sangre de modo que su
cuerpo comenzara a sanar y remplazar lo que había perdido. Después de varios
momentos desgarradores, sintió que sus labios se aferraron a él.
Succionó con avidez de él y su lobo, quien ahora, después de tantos años
de inquietud, comenzó a calmarse solo un poco ya que se le estaba permitiendo
proveer a su compañera. El lobo estaba cuidando de su otra mitad, lo cual es para
lo que fue creado.
—Toma lo que necesitas, amor, te es dado a buen grado —le dijo mientras
cepillaba gentilmente el cabello de su cuello. Debería esperar, debería hacerlo
especial y tratarla como la preciosa joya que era, pero no había ninguna
oportunidad de que ella dejara este mundo sin él. La mordió justo debajo de su
oreja y solo lo suficiente profundo para tener un trago de sangre y dejar su marca.
Se alejó rápidamente y lamió la herida para limpiarla. Ella ni siquiera lo notó a
medida que continuaba bebiendo de él. Se sintió tornarse débil pero no le negaría
la sangre. Podía escuchar voces diciéndole que la detuviera, que estaba tomando
demasiado. Cuando estuvo seguro que quizás lo dejaría seco, ella se detuvo y
lamió la muñeca de Vasile justo antes de desmayarse de nuevo.
Él se sentó ahí, sosteniendo la cabeza de Alina en su regazo, mirando a su
hermosa compañera. Su cuello fue desgarrado salvajemente. Su ropa había sido
arrancada, y podía sentir la piel sobre su espalda debajo del brazo con el que la
sostenía. Olía a sangre, ira y miedo. Pero había un olor que triunfaba por encima
de todo, uno que había reconocido desde la primera vez que lo había olido y que
nunca olvidaría: Serghei. La cabaña lo evidenciaba, su ira y sus celos. Él había
atacado a Alina. Vasile no sabía si había tratado de violarla o si simplemente
quería ver las marcas. La mordida fue hecha de pura malicia; ningún macho que
simplemente quisiera marcar a su hembra lo hubiera hecho con tal brutalidad. 172
Los padres de Alina deben haberlo atrapado en el acto y deben haber intentado
intervenir, pero no habrían sido rival para un lobo salvaje, y eso era exactamente
en lo que Serghei se había convertido.
—Alfa, por favor —habló una voz suave desde su costado. Ella fue
inteligente como para no estar a su espalda, sorprender a un lobo enojado no era
una maniobra inteligente—. Ella no necesita despertarse aquí. Por favor, llévala
a mi casa y permíteme ayudarte a cuidar de ella.
Vasile se dio la vuelta para mirar a la pequeña mujer que se arrodillaba a
su lado, su cabeza inclinada ligeramente hacia un costado dejando al descubierto
su cuello.
—¿Tu nombre? —gruñó él.
—Soy Auriel. Mis padres murieron en las guerras de los hombres lobo y
soy una hembra sin compañero. Vivo en su casa a solo dos cabañas de aquí. —
Hizo un gesto con su mano hacia la dirección de la que estaba hablando.
—¿Eres leal a Emilian? No mientas. —Sus ojos se estrecharon
peligrosamente.
—Tus padres fueron mis Alfas, y cuando murieron, tú te convertiste en mi
Alfa y eso no ha cambiado. —Sus hombros se enderezaron, y su espalda se
encontraba recta mientras hablaba con verdadera convicción.
Vasile recogió a su compañera en sus brazos y se levantó.
—Entonces lidera el camino. —Hizo contacto visual con sus primeros tres
e hizo un gesto hacia el interior de la casa. Sabían lo que les pedía sin el uso de
palabras. Limpiarían la cabaña y tendrían los cuerpos aseados y preparados para
el entierro de modo que Alina pudiera despedirse apropiadamente.
Auriel abrió la puerta de su pequeña casa y entró sin esperar a ver si él la
seguía. Él tuvo que agachar su cabeza mientras entraba por la puerta principal y
dar la vuelta ligeramente para conseguir meter sus anchos hombros.
—Puede recostarla ahí —dijo la mujer mientras hacía un gesto hacia un
pequeño dormitorio.
Vasile la acostó en la pequeña cama. Apartó de su cara su largo cabello, y
suavemente pasó un dedo por su mejilla pálida. Mentalmente le suplicó que abra
sus ojos, que le sonriera, o gruñera, cualquier cosa para demostrarle que estaría
bien. Pero el único movimiento era la superficial subida y bajada de su pecho. 173
Auriel entró y se extendió en busca del zapato de Alina del pie más cercano
a ella, pero su mano nunca hizo contacto. Vasile agarró su muñeca, tan pronto
como vio su intención.
—Nadie va a tocarla, excepto yo —dijo firmemente.
—Pero, ustedes aún no completaron la ceremonia de vinculación; no sería
correcto —tropezó con sus palabras mientras su cuerpo temblaba de miedo.
—Mi compañera fue violada por un hombre en su manada, ¿eso fue
correcto? ¿Fue apropiado? —Su voz fue fría y dura.
Una lágrima resbaló por la mejilla de la mujer mientras sacudía su cabeza.
—Solo estoy tratando de protegerla.
Vasile sacudió su cabeza.
—Soy el único del que nunca necesitará protección. —La soltó y retrocedió
un paso—. Por favor, consígueme las cosas que necesitaré para limpiarla y
vestirla. No confiaré en nadie para que la toque, no cuando hay tantos traidores
en esta manada.
Esta vez, Auriel no discutió. Simplemente se escabulló de la habitación y
no volvió hasta que tuvo todo lo que Vasile le había pedido. Cerró la puerta detrás
de ella después de haber colocado todo en el pequeño tocador frente a la cama.
Incluso le trajo una cubeta de agua tibia.
Vasile tomó la manta al final de la cama y la estiró hasta el mentón de
Alina. Protegería su modestia tanto como fuera posible. Le quitó sus zapatos y
medias. Entonces, aún con la manta cubriéndola, se extendió por debajo de ella
y detrás para desabotonar el botón en la parte de atrás de su falda. La sacó sin
tener que quitarle la manta y la tiró al suelo. Tendría que quemarla porque si
podía evitarlo, nunca olería a otro macho en la ropa de su compañera. Después
comenzó a levantar su blusa, pero después de pensarlo por un momento, decidió
que sería más fácil romperla. Tuvo cuidado de ir despacio y mantenerla cubierta.
Finalmente, se encontraba completamente desnuda así que comenzó a limpiarla.
Limpió sus brazos y piernas, luego suavemente limpió su cara y entonces su
cuello. Gruñó en voz baja mientras limpiaba la sangre de la herida ahora ya
sanada donde Serghei había perforado su hermosa piel. Quería darle la vuelta
para así poder lavar su espalda y conseguir sacarle el olor de ese macho, pero
decidió esperar hasta que despierte.
Metió la manta alrededor de ella, para mantenerla caliente y luego empujó
174
la única silla de la habitación al lado de la cama. Se sentó y se inclinó hacia
delante hasta que su cabeza se encontró con la de ella, y cerró sus ojos mientras
respiraba su olor. Lo tranquilizó como ninguna otra cosa podría. Se extendió, sin
abrir sus ojos, y tomó su mano entre las suyas entrelazando sus dedos.
Sabía que necesitaba comprobar a sus guerreros y averiguar si alguien había
escapado para contarle a Emilian de su llegada, pero no se atrevía a irse de su
lado. Necesitaba oír su voz, necesitaba ver sus ojos abiertos y llenos de vida. Así
que, se sentó con su cabeza junto a la de ella, oliéndola, permitiendo que su lobo
tomara consuelo al sentir su piel sobre la suya. Por ahora, empujó la rabia a un
lado, y simplemente se centró en ella.
«Luna, regresa a mí», susurró en la mente de ella a través del vínculo que
se había hecho más fuerte desde que completó los Ritos de Sangre. «Tenemos
mucho por lo que vivir, amor, y tantas cosas por ver y experimentar. Aún incluso
tengo que saborear tus labios y finalmente tienes la edad apropiada para que lo
haga. Tienes que volver a mí; te necesito. Tienes que volver para que podamos
construir una vida juntos, sanar a nuestra manada, y ver qué aventuras la Gran
Luna tiene reservadas para nosotros. Por favor, Mina, escucha mi voz y
obedéceme. Regresa». Podía sentir su espíritu escapándose no hacia la muerte,
sino a un lugar donde no había dolor, ni miedo. Su mente y cuerpo trataban de
protegerla al mantenerla inconsciente, y él no podía permitir eso. Reunió su
poder, clamando a su manada, aquellos que eran leales a él, para compartir su
poder con él, y luego lo empujó hacia su compañera. Ella lo escucharía y le
respondería ya que cualquier otro resultado no era aceptable. No lo dejaría
aunque tuviera que ver su cuerpo a medida que su mente permanecía cerrada lejos
de él. Ella era de él y como él le dio cada pedacito de sí mismo, exigiría lo mismo
de ella.
Esta vez cuando le habló, se dirigió a su loba.
«Compañera lobo», retumbó en su mente y usó el poder del Alfa que le fue
concedido para atraerla hacia él. Sintió a su loba buscándolo, pudo sentir su
urgente necesidad de llegar a él, pero ella también se encontraba encerrada en la
mente rota de Alina. «Eres fuerte, y a veces es necesario que el lobo tome el
liderazgo. Ella te necesita, necesita tu fuerza, despiértala, compañera. Hazla
volver desde el lugar tranquilo». Probablemente no tenía que empujar el comando
en su tono, pero a los lobos les gusta saber quién está a cargo; les hace sentir
seguros y les permite saber su orden en la manada. La loba de Alina respondería
a su dominio y encontraría seguridad en su capacidad de tomar el control.
«Lucha contra mí», le respondió su loba en voz baja. Era la primera vez 175
que le escuchaba hablar a la loba de Alina. El uso de las palabras parecía ajeno a
ella, y sabía que estaba usando lo que aprendió escuchando a Alina hablar. «Su
espíritu humano está cansado. Sufrió mucho del perro. Luchamos, pero él era tan
fuerte. No pude salvarla. Lo intenté, compañero. Traté de salvarla».
«Calla», ronroneó mientras sentía la frustración de su compañera lobo al
no haber podido proteger su mitad humana, y se sorprendió cuando sintió
también su preocupación al haberlo decepcionado. «Ambas nos pertenecen, a mi
lobo y a mí. No tienes nada de qué preocuparte. Hiciste lo que pudiste, y es por
ti que ambas aún están vivas».
«Anhelo estar en mi piel de lobo, para estar cerca de ti en tu piel de lobo,
para irnos de este lugar por un tiempo y encontrar una guarida para compartir,
lejos del dolor, lejos del engaño y de esos que nos lastimarían».
Estaba mostrándose honesta ante él, reconociéndolo como su compañero,
sometiéndose a él, y eso lo dejó sin aliento. Nunca antes le había sido entregado
algo tan precioso. La loba de Alina confiaba en él y en su lobo para cuidarlas,
para proveerlas, para protegerlas y amarlas. Su propio lobo se encontró
emocionado ante los deseos y necesidades de su compañera. Él también quería
estar afuera, cubierto de su pelaje, y libre de las trampas humanas. Deseaba a su
lado a su compañera, quería jugar con ella, cazar con ella, y acurrucar su gran
cuerpo alrededor del suyo pequeño, envolviéndola con su olor.
«Entonces despiértala para que podamos hacer todas esas cosas que
quieres».
Vasile pudo sentir al lobo de Alina empujando en su mente, tratando de
tomar el control, darle fuerza a su cuerpo roto. Se sentó a esperar pacientemente
con su mano aún entrelazada con la de ella, y su cabeza aún sobre la almohada.
No tenía idea de cuánto tiempo esperó hasta que finalmente la sintió moverse.
Primero apretó la mano de él y ese pequeño movimiento le hizo enderezarse de
golpe. Miró su mano en la suya y luego a su rostro. Los ojos de ella revolotearon
como si estuviera luchando contra su deseo de abrirlos.
—Abre tus ojos, Alina —le ordenó—. No esperaré más; abre tus ojos.
—¿Alguien te ha dicho alguna vez que eres un poco prepotente? —Su voz
rasposa golpeó sus oídos y fue el sonido más hermoso que escuchó en su vida.
—No vivió para contarlo —dijo él, y sonrió cuando sus pálidos ojos grises
se abrieron y se encontraron con los suyos—. Aquí estás —susurró.
176
Alina intentó prepararse para lo que él diría, pero sin importar cuánto
intentara prepararse para las noticias, aún se sintió como si alguien la hubiera
golpeado en el estómago.
—Lamento tanto no haber llegado allí más rápido. —Su voz estaba
apretada con la ira—. Se han ido al otro lado. Te lo habría dicho antes pero no
quería causarte más angustia. Sus cuerpos han sido cuidados y están listos para
ser sepultados. No quería que tuvieras que lidiar con eso después de todo lo que
ha sucedido.
—Fue Serghei. —No estaba preguntando. Ella sabía quién lo había hecho
pero necesitaba escucharlo.
—Sí —respondió él de todos modos.
Alina apretó la mano de su compañero que aún tenía sujeta. Lo agarró
como a una cuerda salvavidas, como si el mar de confusión y desesperación
amenazara con ahogarla. Quería afligirse por sus padres, pero sabía que por ahora
tendría que dejar de lado su dolor. Ellos tenían una manada que reclamar, un
tirano que remover, y un asesino para ser llevado a la justicia. Por ahora, tenía
que ser la compañera de Vasile, la hembra Alfa de su manada, y una vez que todo
estuviera hecho, luego podría ser la hija apenada.
—Por favor, no te sientas responsable, Vasile. Cerré el vínculo porque no
quería exponerte a ellos. No pensé que Serghei llegaría tan lejos. Gracias por venir
por mí. Gracias por cuidar de mis padres cuando yo no pude.
—Es un honor para mí cuidarte. Esta noche descansaremos. Seré
completamente inapropiado y yaceré en la misma cama contigo acunándote entre
mis brazos porque no voy a poder manejar ninguna distancia entre nosotros en
estos momentos. —Su honestidad y audacia no la sorprendieron, ya no. Ella
conocía a su compañero. Cuando él quería algo, cuando se planteaba algo en su
mente, no habría nada que lo hiciera titubear. Y si ella fuera completamente
honesta, no le importaba cuán inapropiado era, quería estar entre sus brazos.
Lo observó mientras él removía su camisa pero dejaba sus pantalones
puestos. Sus músculos se flexionaron con cada movimiento, dejándola
embelesada por la belleza y perfección de su silueta. La restante luz que provenía
desde la lámpara de gas titiló y envió un suave brillo alrededor de él, haciendo su
piel parecer tan suave como la seda. Anhelaba tocarlo, sentir la calidez de su carne
contra la suya. Él dejó la luz encendida y se metió en la pequeña cama bajo las 185
sábanas con ella. Casi tuvo que acostarse sobre él para que ambos entraran en la
cama por lo alto que era.
Vasile la empujó con fuerza contra él y su mejilla terminó presionada
contra su pecho desnudo. Olía increíble, masculino y musgoso como el bosque.
Alina presionó un suave beso sobre su corazón y lo escuchó contener el aliento.
Le gustaba saber que lo afectaba tanto como él a ella.
—Nunca más dormiremos separados —susurró él contra su cabello y
presionó un beso allí. «Amo la manera en que te sientes contra mí, la manera en
que tu aroma me cubre. Nunca ni en un millón de años podría haber imaginado
la alegría de tener una compañera verdadera, pero no cualquiera sino tú, mi
preciosa Alina». Él usó el vínculo y ella sabía que lo hacía porque era una forma
íntima de comunicación. Era únicamente para ellos. Su vínculo los exponía el
uno al otro, revelando todas sus emociones y lo profundo que las contenían entre
ellos.
«Piel sobre piel, Vasile», susurró ella con audacia. Sabía que él quería que
fuera honesta con él acerca de lo que necesitaba, así que ella lo sería. En ese
momento necesitaba el poder curativo de su toque, que solo podía proveer su
compañero. Lo sintió desabotonando la espalda de su bata y luego deslizar su
mano debajo del vestido. Su aliento quedó atrapado en su garganta cuando su
larga palma se apretó contra su espalda. Él frotó suavemente, enviando temblores
a través de su cuerpo, y cuando ella sintió cambiar su toque a pasar la punta de
los dedos trazando sus marcas que subían por su columna, no pudo retener el
suave gemido.
—Tus marcas son hermosas. —Su suave aliento sopló a través del cabello
y rostro de Alina mientras él hablaba—. Las vi cuando estabas inclinada sobre la
cama, y desearía poder decir que te concedí la modestia necesaria y aparté la
mirada, pero no te mentiré. Capturaron mi atención al segundo que las vi, y si no
hubieras estado enferma las hubiera tocado en ese entonces.
Ella sintió el calor de su rubor, y solo la curiosidad que tenía sobre sus
marcas la hizo no enterrar la cabeza en su pecho para evitar mirarlo a la cara. En
su lugar, ella se alejó y se apoyó en el codo para mirarlo. Alina gentilmente inclinó
la cabeza de él hacia un lado dejando al descubierto su cuello, algo que él jamás
hubiera permitido a nadie más, y dio una mirada hacía las hermosas marcas que
ahora viajaban desde su cuello, bajando por su brazo y a través del lado derecho
de su pecho todo el camino hacia abajo hasta su cintura. Eran verdaderamente
increíbles. Cuando ella volvió la mirada a su cuello, sintió a su loba animarse, y
Alina supo que sus ojos habían comenzado a brillar. Su loba quería morderlo,
probarlo y marcarlo. Aunque la mordida se desvanecería, solo saber que había
186
estado allí era suficiente.
—Bebiste mi sangre —le dijo Vasile repentinamente—. Estabas tirada allí
tan quieta, y sabía que lo único que ayudaría era mi sangre, así que te la di. Pero
mientras te sostenía, inseguro de si sobrevivirías o no, supe que no podría vivir
sin ti. Debería disculparme pero no lo haré porque lo haría todo de nuevo otra
vez.
—¿Completaste el vínculo? —preguntó ella, aunque estaba bastante segura
que lo sabía desde antes. Había sentido cuán fuerte se había vuelto su conexión,
algo que solo sería provocado al compartir sangre o cuerpos.
Él asintió mientras la mano que no estaba en su espalda se levantó y trazó
algo en su cuello.
—Te mordí aquí —dijo gentilmente mientras daba un golpecito en su
cuello—. Solo tomé un poco de sangre porque ya habías perdido mucha, pero fue
suficiente. —Tomó una pausa y agregó silenciosamente: «Tu sabor es increíble».
Esta vez Alina enterró su cara en su pecho y él rió de su modestia.
—Duerme, mi amor —le dijo—. Cuando todo esto termine entonces habrá
tiempo suficiente para saborearnos el uno al otro. Tu loba tendrá que tener un
poco más de paciencia —bromeó él.
Ella pellizcó su costado cosa que solo lo hizo reír más. Se metió a sí misma
dentro, lo más cerca que pudo sin llegar a en realidad meterse en su piel. Allí,
protegida en el refugio de sus brazos, se deslizó rápidamente hacia el sueño.
Alina se derritió en los brazos que la envolvieron desde atrás. El gran pecho
de Vasile se presionaba firmemente sobre su espalda. Presionó los labios en su
cabello, y su pecho retumbó con satisfacción mientras la olía.
—¿Cómo estás? —preguntó mientras ella miraba el agua del río. La había
llevado hasta su lugar de siempre después de lidiar con los hombres, y mientras
caminaban le explicó lo que iba a pasar. A ella no le gustó, pero tenía que
aceptarlo. Su compañero era un dominante, y un Alfa, y luchar sería siempre
parte de su vida.
—Sobreviviendo —dijo ella honestamente.
—¿Te sientes lo suficientemente bien para dar un corto paseo?
Su interés se animó ante la esperanza en la voz de él. Alina giró su cabeza
y lo miró.
—Iré a cualquier sitio contigo.
Sus labios se ensancharon en una gran sonrisa, y deseó con cada célula de
su cuerpo poder besarla. Pero no lo hizo. La liberó y tomó su mano, llevándola
por el río hacia los árboles.
Caminaron en silencio; los sonidos del mundo alrededor de ellos siendo
simplemente sonidos. Al menos quince minutos más tarde, los árboles
desaparecieron y llegaron a un claro donde se había construido un pequeño
granero. Miró a Vasile con curiosidad pero él simplemente sonrió y siguió
191
adelante. Una vez que llegaron a las puertas se detuvo y giró hacia ella.
—Mientras estuvimos separados, no hubo ni un segundo que no pensara
en ti. Anhelaba el día en que nos vincularíamos para la eternidad. En ese tiempo
pensé mucho en nuestra ceremonia de vinculación, nuestros Ritos de Sangre, y
las cosas que quería decirte y darte. Me crucé con esta hermosa criatura durante
mi exilio, e inmediatamente supe que estaba hecha para ti. Éste es mi regalo para
ti, para mostrarte lo que puedo proveerte. Te protegeré y me esforzaré para traer
alegría a tu vida. —Abrió la puerta antes de que ella pudiera responder y allí de
pie justo en el otro lado había una yegua hermosa con una melena y cola color
chocolate. Era muy hermosa y sin ninguna duda costaba una fortuna. Alina jamás
había tenido un caballo; nunca habían podido permitirse uno. Sintió lágrimas
saliendo de sus ojos mientras alcanzaba y acariciaba la suave nariz del animal a
lo que el caballo respondió acercándose a Alina y bajando su cabeza.
—Es magnífica, Vasile —dijo aún mirando al caballo—. Gracias, la
cuidaré.
—Me alegra que te guste. ¿Cómo la llamarás? —preguntó.
Alina sonrió.
—Cosmina, porque es una belleza.
Él tomó su mano entonces, atrayendo su atención de Cosmina.
—Tengo otra cosa para ti.
Miró hacia abajo y vio que sostenía su anillo grabado, aquel que lo
identificaba como de la realeza y como miembro de una larga línea de Alfas.
—Es tuyo porque perteneces a mi lado. Eres la mujer que llevará el
próximo niño que continuará este linaje. Para mí, eres más que de la realeza, eres
mi Luna. Tu influencia sobre mí es completa y absoluta. Nadie irá tras de ti. Me
has capturado, a mi corazón, cuerpo, mente y espíritu; soy tuyo. —Tomó su
mano y lo deslizó sobre su dedo y de alguna manera encajó perfectamente. Él
sintió su curiosidad y sonrió—. Hice que una Fae cascarrabias pusiera algo de
magia en él para que encajara —explicó.
Alina levantó su mano para examinar el anillo más de cerca. Sus ojos se
entrecerraron mientras miraban cada detalle. Tenía una superficie ovalada y en
esa superficie había una cuadrícula de cuatro diamantes. En cada diamante había
un símbolo. El de arriba a la izquierda era una corona; el de arriba a la derecha
era un lobo; el de abajo a la izquierda, una espada; y el de abajo a la derecha, una 192
luna llena.
Vasile colocó una mano en su cintura acercándola más mientras ella seguía
mirando el hermoso regalo.
—La corona representa el linaje real, el lobo por supuesto hace honor al
regalo que la Gran Luna nos otorgó, la espada es para testificar que como la
familia Alfa somos la espada de la justicia manteniendo la disciplina entre la
manada, y la luna es para reconocer la importancia de las mujeres en la manada.
Tú, Luna mía, como la luna, puedes cambiar la marea. La paz y la luz que me
das como Alfa pueden alterar cómo podría responder ante una situación. Para
resumir, me haces ser mejor. —Su aliento fue como un suave soplo en su cara
cuando habló de nuevo—. Mírame, Mina.
Lo hizo y entonces se estremeció con los ojos brillantes que la miraban de
vuelta. Su humor había cambiado de gentil a cariñoso, a apasionado, y
necesitado. Alina sintió su deseo en ella a través del vínculo y jadeó ante la fuerza
de él. Su mano se alzó y tomó la cara de Alina. Fue sorprendentemente gentil
teniendo en cuenta la intensidad de sus emociones.
—No puedo esperar más —murmuró él.
—¿Para qué? —Su voz salió como un gemido.
—Para probar tus labios.
Bajó su cabeza y el corazón de Alina se aceleró mientras se daba cuenta
que por fin, finalmente, iba a besarla. Luchó contra el deseo de agarrar su cabeza
y juntar sus bocas de una vez. Era una batalla que iba a perder si él no se
apresuraba. Se detuvo justo cuando sus labios se estaban tocando. Pudo sentir su
aliento caluroso y dulce fluyendo de sus pulmones, y ella lo absorbió, queriendo
cada parte de él que pudiera tener. Él dudó, su cuerpo presionado al suyo, su
mano sobre su espalda apretándola fuertemente mientras la otra acariciaba su
mejilla dulcemente con su pulgar. Alina quería gruñirle que lo hiciera de una vez.
No podía esperar más.
«Por favor, Vasile».
«¿Qué, Mina? ¿Qué necesitas?» Su rica voz profunda acarició cada nervio
de su cuerpo y el roce de sus cuerpos fue demasiado.
«A ti, te necesito a ti. Por favor, bésame».
Una sonrisa recorrió el rostro de él mientras bajaba su cabeza, finalmente
capturando su boca con la suya. «Te dije que un día me rogarías», susurró él
mientras abría la boca de Alina y acariciaba su lengua con la suya propia, 193
probando, saboreando.
Ella estaba demasiado borracha de deseo para irritarse por su arrogancia.
Mientras no dejara de besarla, estaba a salvo de su ira. Dejó que sus manos
subieran por su estómago hacia su pecho firme y deteniéndose en su cuello
apretándolo más en su contra. El gruñido que salió de sus pulmones le dijo que
aprobaba su movimiento audaz. La mano que él había estado sosteniendo contra
su cara ahora estaba en su espalda mientras ambos brazos la abrazaban. Mordió
sus labios juguetonamente mientras alcanzaba su cabello por detrás y le quitaba
el pasador. Éste cayó sobre sus hombros y espalda, y Vasile inmediatamente
hundió los dedos entre las hebras oscuras.
Su boca dejó la de ella mientras dejaba un rastro de besos suaves sobre su
mejilla y cuello. Ella había echado hacia atrás la cabeza sin ponerle obstáculos.
Jadeó cuando su lengua recorrió su cuello y sus dientes tocaron su piel lo
suficiente para hacer que quisiera rogarle de nuevo, solo que esta vez por su
mordida. Sus labios empezaron a viajar más lentamente, pasando a un lado del
cuello de su blusa. Pero de repente se detuvo. El pecho de Alina subía y bajaba
rápidamente, sin respiración por la pasión. Vasile no se movió; su boca aún
presionaba su piel justo debajo del cuello pero ya no la estaba besando ni
mordiendo.
—¿Pasa algo? —susurró ella.
Él dejó escapar un suspiro tembloroso mientras sus manos caían sobre su
cintura y la agarraba fuertemente.
—Si no nos detenemos ahora, la blusa tendrá que irse, luego la falda, y así
sucesivamente. Mi lobo estaba empezando a apoderarse de mí. Está cansado de
esperar. Estaba intentando seducirte.
Alina dejó escapar un suspiro lento mientras intentaba recuperar el sentido
común. Las cosas sin duda habían empezado a salirse de control. Cuando Vasile
se alejó de ella, sus ojos cayeron sobre su pecho no en su cara, y parecieron
hambrientos. Ella miró hacia abajo y vio que dos de los botones de su blusa se
habían desabrochado en la euforia. Se sonrojó y rápidamente los abrochó
ganándose un gruñido de su compañero.
—Tú dijiste que teníamos que parar —le recordó.
—Me refería a que tenía que dejar de hacerte el amor con mi boca. No dije
que tuviera que dejar de admirar tu increíble silueta.
—Eres un sinvergüenza —lo regañó mientras se deshacía de su abrazo.
194
—No lo negaré, mi amor, y tengo el presentimiento que una vez que
estemos vinculados empezarás a ver lo desvergonzado que es tu compañero. —
Vasile rió mientras la boca y los ojos de ella se abrían.
Ella había echado de menos su coqueteo, pero también había olvidado lo
increíblemente tentador que era.
—Te gustan tus regalos —preguntó él mientras levantaba la mirada y metía
un mechón de su cabello detrás de la oreja.
Alina sintió una gran calidez extenderse a través de ella, y le sonrió.
—Muchísimo.
—Bien, ahora a menos que quieras que todo el mundo sepa que te he
profanado, quizás quieras arreglarte un poco.
Le puso los ojos en blanco mientras se estiraba la falda, la blusa y luego
rápidamente se peinó el cabello. Sus labios estaban hinchados por la pasión del
beso pero no había nada que pudiera hacer al respecto.
—Mejor no podrá estar —declaró ella mientras lo miraba. Él sonreía como
un tonto—. Todos sabrán lo que hemos estado haciendo a pesar de cómo me
arregle si no quitas esa sonrisa ridícula de tu cara.
Él se encogió de hombros.
—Entonces supongo que tendrán que saberlo porque la sonrisa se queda.
—Salieron y cerró el granero asegurándose que Cosmina estuviera bien, ya que
tenía a un miembro de la manada cuidando de ella.
A regañadientes, ella lo dejó guiarla, pero solo porque él había prometido
que en cuanto hubiera destruido a su enemigo y regresaran al castillo, haría que
Cosmina tuviera un establo propio en los terrenos. Así Alina podría ir a verla cada
vez que quisiera.
La noche estaba llena de tensión mientras los miembros de la manada de
la aldea se reunían en la sala de reuniones para comer todos juntos. Alina
encontró un poco de paz entre el horror de todo lo que había pasado y pasaría
una vez que se reunieran de nuevo. Quizás todos no, pero era un comienzo.
Antes que todos se separaran al partir en direcciones diferentes, Vasile se
dirigió a ellos.
—Esta noche mientras estén acostados en sus camas, envíen una oración a
la Gran Luna para que nos dé fuerza, unidad y victoria, y que esté de nuestro lado
porque tenemos honor y no dejaremos que nuestros deseos egoístas reinen 195
nuestras acciones. Den también las gracias, por todo lo que tenemos, por cada
miembro de nuestra manada, por sus compañeros y futuros compañeros. Y
cuando cierren los ojos y dejen que el sueño venga a ustedes, descansen con la
seguridad de que nuestra Creadora ha escuchado nuestra oración conjunta, que
nos ama y nos protegerá.
El amanecer llegó demasiado pronto. Alina, como todos los demás, parecía
estar pérdida en sus pensamientos mientras se vestía y preparaba para la travesía
hacia el castillo. Deseó poder viajar en el tiempo para poder pasar de toda la lucha
y muertes, y finalmente tener una manada unida de nuevo. Y aun así sabía, no
solo por las palabras de su padre, sino también por su experiencia que, cuando
estás en un suplicio, con todas las dificultades de la vida sobre ti, experimentas 196
un cambio y maduras. Lo alto de la montaña era precioso, pero si el único lugar
donde había vivido era en lo alto de la montaña, entonces, ¿cómo iba a aprender
a querer a través del dolor, o reír con el corazón roto, o sobrevivir para poder
ayudar a otra persona que podría algún día experimentar lo mismo que ella?
Necesitaban los momentos difíciles para poder apreciar de verdad los buenos,
pero también, para ser mejores de lo que fueran antes.
—Tenemos que irnos. —La voz de Vasile la distrajo de sus pensamientos.
Ella se dio la vuelta y vio que tenía la mano extendida hacia ella. La aceptó sin
vacilación y dejó que la llevara a su lado. Caminaron en silencio, uniéndose a los
otros miembros de la manada en la caravana sombría mientras se dirigían a lo
que era un baño sangriento con seguridad.
«Estás muy callada esta mañana», le dijo Vasile a través del vínculo
mientras acariciaba la mano que sostenía con su pulgar.
«No quiero verlo y a la vez quiero arrancarle el corazón de su pecho». No
quería sentirse así por Serghei. Había sido un amigo durante mucho tiempo, pero
luego la había traicionado, violado, y asesinado a sus padres. Era una persona
misericordiosa, pero tenía que trazar los límites en algún momento.
«No vivirá mucho más, mi amor. No lo permitiré».
«No creo que te desafíe al principio. Esperará a que hayas estado luchando
un tiempo, pensando que tendrá más oportunidad si estás cansado».
Vasile miró hacia abajo y le sonrió.
—Quizás debería hacerte líder de mis guerreros. Piensas como una
guerrera.
«¿Estarás bien?» Alina no quiso hacer la pregunta en voz alta. Jamás
cuestionaría las habilidades de su compañero frente a los miembros de la manada;
lo haría parecer débil. «Sin dormir, sin descansar, ¿cuánto puede durar alguien
así, Vasile? No tengo dudas en tu habilidad para destruir a cada hombre ahí fuera,
pero tener que hacerlo uno tras otro sin darle tiempo a tu cuerpo a que se cure
será difícil, e incluso tú no eres invisible».
«He luchado en batallas que duraron días. No es fácil, pero cuando hay
tanto en riesgo te sorprenderías de lo que eres capaz». Llevó su mano hacia la
boca y besó su muñeca dulcemente. «Ten fe en mí; no fallaré».
«Lo sé, pero soy tu compañera y estoy en mi derecho a preocuparme por
ti». Una sonrisa se cruzó en los labios de él. «¿Qué es tan gracioso?», resopló ella.
«No es que crea que ha sido gracioso, Mina. Simplemente te encuentro 197
bastante atractiva cuando me gruñes».
Ella puso los ojos en blanco y gruñó por dentro.
«En un momento como éste, ¿en eso es en lo que estás pensando?»
«Amor, aprenderás que no hay ningún momento en el que un compañero
macho no esté pensando en su compañera así».
—Quizás deberíamos repasar los detalles otra vez —dijo ella de repente en
voz alta. Esto atrajo una risa en su compañero que hizo que todos se giraran a
verlos. Alina lo ignoró y se dirigió a Ion—. Tú y Nicu estarán conmigo, ¿verdad?
Ion asintió.
—No nos iremos de tu lado.
—Los otros hombres estarán bajo el mando de Alin mientras yo esté
luchando —añadió Vasile—. Quiero que todas las peleas sean vigiladas y quiero
ojos en Emilian y Serghei todo el tiempo.
Alina lo miró de nuevo, luego una idea le vino a la cabeza.
—¿Por qué no he visto a Sisily? —Había pensado en eso hace dos días, pero
ahora le sorprendía que Sisily no la hubiera buscado ni siquiera una vez.
—La envié a ella junto a sus padres a Anghel. Están avergonzados y
abochornados por las acciones de su hijo, y no quería que sintieran que estaban
bajo escrutinio. Cuando las cosas se arreglen regresarán.
Alina entendió por qué lo había hecho, e incluso comprendió por qué no
lo había mencionado. Había estado intentando con todas sus fuerzas evitar
cualquier tema que trajera consigo a Serghei. No podía decidir si era más a su
beneficio porque no quería que ella pensara en él, o por el de él, ya que no podría
controlarse si se enfrentara a ello.
«Ambos», respondió a sus pensamientos.
La ceja de ella se alzó mientras le dirigía una mirada.
—¿No tengo privacidad?
Una sonrisa lobuna se extendió por su cara.
—Me aseguraré que tengas mucha privacidad, Mina, pero no de mí.
Decidió entonces que no era momento de discutir por eso. Tenían toda una 198
vida para lidiar con sus diferencias. Solo un poco más tarde empezó a escuchar el
murmullo de las voces entrecruzadas con gruñidos y rugidos. Estaban a menos
de un kilómetro del castillo y Alina de repente se sintió muy enferma. Vasile hizo
que el grupo se detuviera y los miró a cada uno.
—Hay dominantes que no tienen control sobre sus lobos. Cuatro años bajo
el liderazgo de un lobo que no les permitió someterse ha dejado que sus lobos
corran libres y salvajes. Intentarán provocarlos para tener una pelea. No dejen
que pase. —Envió su poder sobre ellos, comandando sobre la sumisión de sus
lobos y su obediencia, y cada miembro de la manada presente descubrió su cuello
hacia él.
—Vasile. —Sevren, uno de los machos más jóvenes, se dirigió a él—. Es
un honor llamarte Alfa y un honor apoyarte mientras luchas. Te damos las
gracias, porque sabemos que estás luchando por nosotros.
El corazón de Alina se engrandeció cuando todos los lobos asintieron y
mostraron su acuerdo. Lo supieran o no, su compañero necesitaba oír eso.
Tendría que recordar agradecerle al joven lobo por ser lo suficientemente valiente
como para hablar. Reanudaron la marcha nuevamente con Vasile y Alina frente
al grupo. Nicu, Alin e Ion los seguían muy de cerca y el resto detrás de ellos.
Ella se aferró fuertemente a la mano de Vasile mientras entraban en los
terrenos del castillo y vio el caos que los rodeó. Alina sabía que los dominantes
estaban fuera de control, pero no se había dado cuenta que era tan malo. Había
lobos que ni siquiera podían mantener la forma humana completamente. Sus
manos eran garras, y sus caras estaban parcialmente en fase. Algunos tenían
colas; otros tenían forma humana pero estaban cubiertos de pelaje. La
testosterona se sentía espesa en el aire junto con el olor a rabia, envidia e incluso
miedo. Miró hacia Vasile para ver su reacción y no se sorprendió al ver el enfado,
pero en el fondo había melancolía. La mayoría de estos machos habían sido sus
compañeros de manada. Le habían jurado lealtad, confiando en él para mantener
a sus bestias a raya.
«Muchos tendrán que morir hoy, todo porque a Emilian no le importó que
no pudieran someterse a él. Los dejó a su propia suerte y los abandonó a la bestia
que, sin un compañero o Alfa, los destruirá y a todos a su alrededor». La voz de
Vasile surgió con calma, el tono de voz que muchos habrían malinterpretado
como pasividad. Aquellos que habían cometido ese error pagaron el precio por su
estupidez. Aquellos que lo conocían como Alfa entendían que cuando Vasile
estaba calmado, la sangre correría, y no habría piedad.
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Ce ti-e scris în frunte ti-e pus!
El que nace para flotar nunca se ahogará.
208
Începutul e anevoie, urma vid de la sinusoidal.
Un buen comienzo alcanza un buen final.
En la actualidad.
La habitación se quedó en silencio a medida que Alina cerraba el libro que
contaba la historia del comienzo del reinado de Vasile. Ella miró los rostros
alrededor de la habitación. A las jóvenes mujeres hermosas a quienes consideraba
sus propias hijas. Del mismo modo que si hubiera dado a luz a cada una de ellas,
le pertenecían. Había querido compartir su historia, ansiado que ellas vieran que
Vasile y ella no siempre habían estado en control y habían estado unidos. Y quería
que supieran que independientemente de cómo comenzaron sus viajes con sus
respectivos compañeros, y sin importar cuán imposibles parecían ser las cosas,
ellos iban a sobrevivir, crecer y aprender juntos.
—¿Por qué no compartiste esto con nosotras antes? —Jacque finalmente
rompió el silencio. Alina supuso que ella sin duda estaba pensando en la similitud
de sus situaciones… ella atacada por Lucas y Alina atacada por Serghei, ambas
marcadas por hombres que nunca debían haberlas tocado.
—Simplemente el momento no era el correcto —le dijo suavemente,
esperando que entendiera que Alina no había querido hacerle daño al no
compartir su propia experiencia—. Quería que cada una fuera capaz de
comprender plenamente la dinámica de la relación entre un hombre Canis Lupus
y su verdadera compañera, y no creí que fuera posible hasta que cada una tuviera
a su propio compañero.
217
—Estoy de acuerdo contigo —dijo Jen—. No creo que haya ninguna
manera de entender algo tan profundo sin haberlo experimentado.
Alina asintió y sonrió.
—Definitivamente tú tienes que lidiar con tu parte justa en cuanto a la
actitud de un macho Alfa.
Todas se rieron de su eufemismo.
Jen se sentó con sus piernas balanceándose en el borde del sofá y su espalda
apoyada contra el brazo. Y dejó escapar un suspiro melancólico.
—Bueno, todo lo que puedo decir es que espero que cuando Decebel
crezca, sea como Vasile.
Esta vez la risa hizo que Sally y Jacque se arrojaran entre sí y Alina negara
con la cabeza a la joven hembra Alfa.
—Alina —dijo Sally después que la risa se hubo calmado—. ¿Qué pasó con
todos esos miembros de la manada? Quiero decir, sé que todavía hay algunos aquí
que han estado con ustedes desde entonces, pero Ion, Alin… y Nicu, ¿qué pasó
con ellos?
Los labios de Alina se tensaron brevemente al recordar el dolor de algunas
de esas historias.
—Ion encontró a su verdadera compañera, pero ella estaba en otra
manada. Él optó por ir con ella. Nicu también. Alin pereció en una pelea de
dominio no demasiado tiempo después que Vasile regresó como Alfa. Sisily
conoció a su compañero verdadero en la manada Rumana del Oeste, pero varios
años después que se unieron, él fue atacado por un oso. No lo logró, de modo
que, naturalmente tampoco Sisily. Sus padres solicitaron unirse a una manada
diferente porque sentían demasiada vergüenza por lo de Serghei. Tratamos de
conseguir que se quedaran, pero ellos se negaron. Por lo que sé, todavía están
vivos, pero no abandonan el territorio de su manada. Muchos otros comparten
historias similares.
—Lo siento —dijo Sally—. Sé que debe haber sido muy difícil… perder a
aquellos que ayudaron a restaurar tu manada.
—El tiempo lo cura todo, sanadora, sabes eso. —Alina sonrió.
—Bueno, como de costumbre, Alina —dijo Jacque a medida que se
sentaba para estirarse después de haber estado en una misma posición tanto
tiempo—. Tenías razón. Tú y Vasile han tenido muchas, muchísimas aventuras.
218
—Y han salvado al mundo, como dos veces o algo así —soltó Jen—. En
serio eres merecedora de unas mini-vacaciones.
—Bueno, hijas mías, con un nuevo cachorro en la manada y uno en
camino, tengo la sensación de que no habrá tiempo para unas mini-vacaciones,
como tú las llamaste. La Gran Luna tiene planes para sus lobos ahora que por fin
hemos empezado a trabajar juntos. Y cada vez que hay un cambio significativo
en las manadas, entonces debemos estar en guardia o más vigilantes. Algo me
dice que los cachorros nacidos en esta manada representarán un cambio muy
significativo.
—Realmente no me gusta cuando dices una mierda como esa, porque por
lo general significa que algo malo, o feo, o malvado más allá de toda imaginación
va a aparecer en nuestra puerta —resopló Jen y echó la cabeza hacia atrás
dramáticamente.
—Así que, para fines de aclaración —dijo Jacque mientras fruncía los
labios—. Lo que te escuché decir es, que no hay descanso para los peludos,
¿correcto?
Alina asintió mientras se echaba a reír.
—Muy correcto.
—Deberíamos poner eso en una camiseta, definitivamente. —Sally sonrió.
—Estoy de acuerdo, señora sanadora —dijo Jen.
—Solo la usaré si conseguimos que los hombres tengan cada uno la suya…
en color rosa —agregó Jen.
—Tú simplemente eres diabólica, Thelma. —Jacque chocando su puño
con el de ella.
—Bien, entonces, hemos escuchado la historia de amor, y todavía tenemos
una noche solo de chicas antes de tener que volver a ser mujeres responsables. —
Jen se puso de pie, dirigiéndose a la cocina con su taza de chocolate caliente vacía.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó Alina y, en base a los gemidos a su
alrededor, supo que era una de esas preguntas que nunca se le debían plantear a
Jen.
La amplia sonrisa que se extendió por el rostro de Jen y el breve resplandor
de sus ojos fue suficiente para saber que no era un buen augurio para ellas.
—Me encanta que lo preguntes. 219
Into the Fae
on la paz finalmente descendiendo sobre el Lobos Grises Rumano,
a la Fae embajadora de los lobos desde hace mucho tiempo,
Perizada, se le ha dado una nueva misión por parte de la Gran
Luna. Pero el deseo de venganza de Peri contra su hermana,
Lorelle, arde ferozmente en su corazón.
Para complicar aún más las cosas, el gran lobo blanco, Lucian Lupei, ha
regresado a la manada después de siglos atrapado en el Bosque Oscuro, y al
parecer está destinado a estar con Peri. ¿Puede ella dejar de lado sus pensamientos
de venganza lo suficiente como para aceptar el amor de Lucian y completar su
nueva misión?
Gypsy Healers #1
220
Quinn Loftis es una autora premiada que vive en el hermoso Arkansas
Occidental con su marido, hijo, Nora el Doberman, y Phoebe la gata (quien cree
que es una ninja disfrazada). Es autora de muchas novelas en la actualidad,
incluyendo el best-seller de USA Today: Fate and Fury. Quinn está más allá de
agradecida por haber sido bendecida para ser capaz de escribir a tiempo completo,
y espera que los lectores sepan lo mucho que todo su apoyo significa para ella.
Algunas de sus aficiones son leer, hacer ejercicio, crochet, y pasar tiempo con la
familia y amigos. Ella le da todo el crédito de su éxito a Dios, porque él le dio el
espíritu creativo y la imaginación que se necesita para escribir.
Traductores
Apolineah17 LizC Rivery
Fanny MaEx Roxywonderland
Helen1 Magdys83 Selene
HeythereDelilah1007 Mari NC Selene1987
Jadasa Youngblood Nelshia Veroonoel
222
Liebemale Rihano
Staff de Corrección
Correctores
Jane. Mari NC
LizC Nanis
Recopilación y Revisión
LizC
Diseño
Francatemartu
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