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Olga Correa
Universidad de Buenos Aires
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Introducción
Los microorganismos del suelo contribuyen a la sustentabilidad de todos los ecosistemas
por ser los principales agentes del ciclado de los nutrientes al regular la dinámica de la Mate-
ria Orgánica del suelo, el secuestro de carbono, la emisión de gases de efecto invernadero, la
estructuración del suelo y la retención de agua, del aumento en la eficiencia de adquisición
de nutrientes por las plantas y del mantenimiento de la salud vegetal.
La mayoría de las especies vegetales en los ecosistemas terrestres establecen relaciones
más o menos estrechas con microorganismos rizosféricos que les permiten acceder a nutrientes
esenciales para su crecimiento. Entre los numerosos microorganismos que habitan la rizosfe-
ra se incluyen las bacterias simbióticas fijadoras de nitrógeno, los hongos de las micorrizas
y las rizobacterias promotoras del crecimiento vegetal. Sin embargo, su rol natural se ha visto
marginalizado debido a modificaciones inducidas por labranzas y el uso excesivo de fer-
tilizantes inorgánicos, herbicidas y pesticidas. Los métodos actuales de producción de culti-
vos han creado una serie de problemas ambientales y de salud humana. Actualmente, el
aumento en la aparición de patógenos y malezas emergentes, pre-emergentes y endémicos
desafían nuestra habilidad para proteger el crecimiento y la sanidad de los cultivos (Miller et
al., 2009). Es por ello que, entre otras razones, existe una demanda creciente de estrategias
más ecológicas en la producción agrícola. La biotecnología vegetal ha contribuido al desarro-
llo de nuevas variedades de cultivo con tolerancia o resistencia a enfermedades, sequía y
salinidad, y de mayor valor nutritivo, pero las interacciones benéficas planta-microorganismos
han sido ignoradas. Existen beneficios directos e indirectos de la adopción de un manejo
microbiano del suelo para una producción sustentable. Ellos son: a) reducción de costos, por
aumentar la eficiencia en el uso de los recursos; y mejora en el crecimiento y rendimiento, b)
protección ambiental, por restauración y recuperación de suelos degradados y contamina-
dos mediante la remediación microbiana, y por reducir el uso de agroquímicos, c) producción
de alimentos más seguros y de mejor calidad a través del control de pestes y enfermedades.
Por todo ello, debería dedicarse una mayor atención al estudio de las interacciones planta-
microorganismos a fin lograr un manejo sustentable de la fertilidad del suelo y la producción
de los cultivos (Garg y Chandel, 2010).
Desde hace unos 150 años se ha demostrado que las bacterias y los hongos tienen una
relación íntima con las plantas, algunos son patógenos, otros resultan neutros, mientras
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que gran parte de ellos resultan benéficos. La rizosfera de las plantas está altamente colo-
nizada por microorganismos. De todos ellos, entre el 1 y el 35% de los cultivables mues-
tran antagonismo contra patógenos, mientras que dos terceras partes promueven el creci-
miento vegetal (Singh et al., 2011). Estos últimos pueden proveer tanto macro como
micronutrientes, liberar fósforo de compuestos orgánicos como fitatos, modificar el pH
del suelo, sobre todo del que rodea a la raíz, aumentando de ese modo la disponibilidad de
fósforo y otros elementos, producir sideróforos que facilitan la captación de hierro, y hasta
mejorar el «flavor» en frutillas (Berg, 2009).
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OLGA S. CORREA Los microorganismos del suelo y su rol indiscutido en la nutrición vegetal
N2 N2
INTERSIEMBRA
ABONO VERDE
Nitrógeno mineral
ROTACIÓN DE CULTIVO
Descomposición
Figura 1. Contribución de las leguminosas a la fertilidad nitrogenada del suelo en diferentes sistemas de manejo: ro-
tación de cultivos, abonos verdes e intersiembra.
Figura 2. Esquema realizado en el año 1679 por Malpighi, cuando se creía que los nódulos eran agallas producidas por
insectos. Fuente: Hirsch, 2009.
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benéficos para la producción agrícola: el uso de inoculantes mixtos. Estos productos están
compuestos por diferentes cepas efectivas de bacterias, hongos, cianobacterias, levaduras,
etc., con un potencial mayor de efectos benéficos diversos y tolerancia a diferentes condi-
ciones ambientales. En otros países, por ejemplo en Brasil, existen esos desarrollos, los
cuales han demostrado una mayor consistencia en los resultados en diferentes ambientes
y años, e incrementos mayores tanto en el crecimiento como en el rendimiento a los ob-
servados cuando se utilizan inoculantes con una o pocas cepas.
a
Suelo
espora
micelio
raíz
espora
b
apresorio
Epidermis
hifa intracelular
Corteza arbúsculo
Endodermis
Periciclo
Xilema
Figura 3. Esquema de raíz micorrizada donde se destacan (a) el micelio extrarradical y las esporas fúngicas, y (b)
germinación de una espora fúngica y secuencias de la colonización de la raíz: formación de apresorio, hifa intraceluar
y arbúsculo.
Es así que, los hongos simbióticos que forman las MA son también un componente clave
de las poblaciones microbianas que influyen en el crecimiento y en la productividad de los
cultivos. La naturaleza de su acción es multifuncional e incluye no solo la disolución y el ci-
clado de nutrientes minerales, sino también la movilización de nutrientes a partir de com-
puestos orgánicos y la atenuación de diferentes estreses ambientales: salinidad, metales
pesados, sequía, acidificación y patógenos. Ellos desempeñan la función de los pelos radi-
cales, actuando como extensión del sistema radical. La colonización de la raíz aumenta la
superficie de absorción, la utilización de nutrientes de baja disponibilidad y la retención de
nutrientes solubles que de lo contrario se perderían por lixiviación o por adsorción en los
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coloides del suelo (Gard y Chandel, 2010). El significado real de los hongos MA es la co-
nexión que establecen en el ecosistema entre los productores primarios, las plantas, con
los nutrientes requeridos para su crecimiento y productividad, los cuales están distribuidos
de manera heterogénea en el suelo.
Los hongos de las MA han sido ampliamente estudiados por su rol en la transferencia de P,
un elemento extremadamente inmóvil en el suelo. Aún cuando se agregue un fertilizante
fosforado soluble al suelo el mismo se inmoviliza rápidamente como P orgánico, fosfatos de
calcio y otras formas fijadas. Incluso se han realizado estudios que demuestran que el P
suministrado por esta simbiosis podría, en ciertos casos, ser la principal vía de adquisición de
P por la planta (Smith et al., 2003). La poca movilidad del P en el suelo y su rápida absorción
crea una zona de falta de este nutriente alrededor de los pelos radicales y una rápida reduc-
ción de la absorción de P en el tiempo. Las hifas del hongo crecen más allá de esa zona, alcan-
zando un nuevo reservorio de P soluble (Fig. 3a), el cual es transportado a la planta a través de
la hifa fúngica. De este modo la planta micorrizada no posee una rizosfera sino que tiene una
micorrizosfera, donde el hongo hace las veces de puente y transportador del P hasta la interfase
de la simbiosis intra-radical. Los hongos MA tienen transportadores de P de alta afinidad,
transportan internamente al P como polifosfatos, para luego realizar la depolimerización y la
liberación del P en la interfase periarbuscular, donde es adquirido a través de trasportadores
de fosfatos de la planta. Además del P, Las hifas extrarradicales de los hongos MA pueden
tomar y transferir a la planta cantidades significativas de N como amonio, nitrato y
aminoácidos, y también realizan la transferencia de nitrógeno entre plantas (Fig. 1), aumen-
tando así la utilización de diferentes formas de nitrógeno. Observaciones experimentales
han demostrado que usualmente se acumula nitrógeno como arginina en las hifas del hongo
durante períodos de abundancia de amonio, lo cual ha llevado a sostener la importancia de
ese aminoácido en la transferencia de nitrógeno entre hongos MA y las plantas. Los mecanis-
mos que participan en el transporte y liberación de N a la planta son de un interés conside-
rable ya que dependiendo de la disponibilidad y movilidad y dada la ubicuidad de esta sim-
biosis, estos procesos podrían representar un gran beneficio para la nutrición de las plan-
tas.
Hongo DSE
Figura 4. Fotografía de una raíz de trigo mostrando en su interior abundante colonización con un hongo DSE. Cortesía
de Spagnoletti F.
Con el objetivo de llegar a un consenso sobre la forma en que estos hongos afectan el
crecimiento y rendimiento de las plantas, Newsham (2011) realizó un meta-análisis utilizan-
do los datos de 18 artículos científicos publicados, en los cuales los DSE habían sido inocula-
dos en plantas creciendo en sustrato estéril. Fueron 19 las especies de plantas utilizadas en
esos trabajos, miembros de las familias Cyperaceae, Poaceae, Asteraceae, Brassicaceae, Erica-
ceae, Orchidaceae, Laureaceae y Pinaceae.
No se observaron efectos negativos de los DSE sobre las plantas inoculadas sino que se
observó un aumento en la biomasa total del 52-138% en plantas que crecieron sin agregado
de nitrógeno inorgánico, o cuando la mayoría del N se había agregado en forma orgánica.
También, al comparar las plantas inoculadas con las no inoculadas, se detectó un mayor
contenido de N y P en los tejidos vegetales de las primeras, con aumentos del 26-103%. La
inoculación con uno de los DSE, Phialocephala fortinii, incrementó la biomasa total y la con-
centración de P en las raíces y de N en parte aérea (44-116%), comparado con el control sin
inocular. No se observaron diferencias en los efectos sobre el crecimiento total entre espe-
cies de monocotiledóneas, dicotiledóneas y gimnospermas. Debido a que hasta el momento
no se han detectado interfaces hongo-planta que participen en la transferencia de nutrientes,
se ha postulado que los efectos positivos podrían atribuirse a la protección contra patógenos
del suelo, la síntesis de fitohormonas o la mineralización de compuestos orgánicos de N en la
rizosfera, tales como proteínas, péptidos y aminoácidos. Se necesitan más estudios, sobre
todo en ambientes naturales, para dilucidar los efectos de los DSE sobre las plantas.
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