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Dokumen - Tips Artemis Fowl El Ultimo Guardian Artemis Fowl 8pdf
Dokumen - Tips Artemis Fowl El Ultimo Guardian Artemis Fowl 8pdf
Para todos los fans de Fowl que viajaron a los Elementos del Subsuelo conmigo. Gra-
cias.
Prólogo
Ériú; Hoy
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Capítulo 1
Una situación del Complejo
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-Aaaah, -Suspiró –Mi cadera me está matando. Honestamente, nada ayuda. Las
personas piensan que conocen el dolor, pero no tienen ni idea.
-Llegas tarde, -Señaló Artemis en Gnómico fluido, su voz carente de simpatía.
Argon suspiró felizmente mientras el caliente almohadón de la silla hacía efe cto en
su cadera.
-Siempre apurado, ¿eh, fangosillo? ¿Por qué no tuviste una bocanada de oxígeno o
meditaste frente a la pared de agua? El Monje Hey-Hey maldice frente a esa cosa.
-No soy un duende pastor, Doctor. Lo que el Monje Hey-Hey hace después del pri-
mer gong me interesa poco ¿Podemos proceder con mi rehabilitación? ¿O prefieres
gastar más de mí tiempo?
Argon resopló un poco e inclinó su cuerpo hacia adelante, abriendo unos expedien-
tes sobre su escritorio.
-¿Por qué entre más sano estás, más antipático te vuelves?
Artemis cruzó las piernas, su lenguaje corporal estaba relajado por primera vez.
-Solamente ira reprimida, Doctor ¿De dónde provendrá?
-Cumplamos con tu disposición ¿Si, Artemis? -Argon agarró una pila de tarjetas del
archivo. –Voy a mostrarte algunas manchas de tinta, y tú me debes decir que figura
te sugieren.
El quejido de Artemis fue extenso y teatral. –Manchas de tinta. Oh, por favor. Mi vi-
da es considerablemente más corta que la suya, Doctor. Prefiero no gastar tiempo
valioso en pruebas inútiles. También debemos leer hojas de té o adivinar el futuro
en las entrañas del pavo.
-La lectura de las manchas de tinta son indicadores confiables de la salud mental, -
Objetó Argon. –Probadas y comprobadas.
-Comprobadas por psiquiátricos para psiquiátricos, -Bufó Artemis.
Argon le dio un manotazo a una de las tarjetas de la mesa.
-¿Qué ves en esta mancha de tinta?
-Veo una mancha de tinta, -Dijo el humano.
-Sí, pero, ¿qué es lo que la mancha te sugiere?
Artemis sonrió de manera altamente molesta.
-Veo la carta quinientos treinta y cuatro.
-¿Perdón?
-Carta quinientos treinta y cuatro, -Repitió el genio. –De una serie de seiscientas
cartas estándares de manchas de tinta. Las memoricé durante nuestra sesión. Ni
siquiera las mezclaste.
Argon chequeó el número en la parte de atrás de la carta: 534. Por supuesto.
-Conocer el número no responde a la pregunta ¿Qué es lo que ves?
Artemis permitió que su labio se tambalease.
–Veo un hacha que chorea sangre. También un niño asustado y un elfo vestido con
la piel de un trol.
-¿De veras? –Ahora Argon estaba interesado.
-No. No es en serio. Veo una construcción segura, tal vez una casa f amiliar, con
cuatro ventanas. Una mascota fiel y un camino que lleva desde la casa hasta la dis-
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tancia. Creo, que si te fijas en tu manual, encontrarás que esta respuesta entra en
los parámetros de salud.
Argon no necesitaba fijarse. El fangoso estaba en lo correcto, como siempre. Tal
vez, con su nueva teoría, podía tomarlo desprevenido. No era parte del programa,
pero podía hacerlo ganar un poco de respeto.
-¿Has escuchado sobre la teoría de relatividad?
Artemis parpadeó. -¿Es una broma? Viajé a través del tiempo, Doctor. Creo que se
un poco sobre relatividad.
-No. No esa teoría; mi teoría de la relatividad propone que todas las cosas mágicas
están relacionadas e influenciadas por antiguos hechizos o puntos calientes mági-
cos.
Artemis tomó su barbilla. -Interesante. Pero pienso que encontraras que tu postula-
ción debería llamarse la teoría de relativinodad.
-Como sea, -dijo Argon, dejando atrás la objeción. –Hice una pequeña investiga-
ción, y parece ser que los Fowl han molestado a la gente mágica varias veces du-
rante miles de años. Docenas de antecesores tuyos intentaron obtener una olla de
oro, a pesar de que has sido el único en tener éxito.
Artemis se enderezó; esto era interesante. –Y nunca supe esto porque le borraron
la memoria a mis antepasados.
-Exactamente, -dijo Argon, excitado por tener la completa atención de su paciente. -
Cuando era joven, tu propio padre maniató a un enano que había sido atraído a su
propiedad. Imagino que todavía sueña con ese momento.
-Bien por mí. –Un pensamiento golpeó a Artemis. -¿Por qué el enano fue atraído a
nuestra mansión?
-Por la magia residual fuera de escala que hay allí. Algo pasó en la finca de los
Fowl. Algo grande, mágicamente hablando.
-Y el poder permanente nos implanta ideas en las cabezas de los Fowl y nos guía
hacia la creencia en magia, -Murmuró Artemis, casi para sí mismo.
-Exacto. Es una situación de goblin-y-huevo ¿Pensaste sobre la magia antes de
encontrarla? ¿O la magia te hizo pensar en buscarla?
Artemis tomó un par de notas en su smartphone.-Y este enorme evento mágico,
¿podrías ser más específico?
Argon se encogió de hombros. –Nuestros registros no llegan tan lejos. Diría que es-
tamos hablando de cuando las hadas vivían en la superficie, más de diez mil años
atrás.
Artemis se levantó y se cernió sobre el gnomo rechoncho. Sentía que le debía algo
al doctor por su teoría de la relativinodad, qué, ciertamente llevaría alguna investi-
gación.
-Dr. Argon, ¿Tuvo pie equinovario de pequeño?
Argon estaba tan sorprendido que respondió honestamente a la pregunta personal,
muy inusual para un psicologo. –Sí, sí tuve.
-¿Y fuiste forzado a usar zapatos correctivos con suelas apiladas?
Argon estaba intrigado. No había pensado en esos horribles zapatos en siglos; de
hecho, los había olvidado hasta el momento.
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-Sólo uno, en mi pie derecho.
Artemis asintió sabiamente, y Argon sintió como si sus roles hubieran sido cambia-
dos, y él fuera el paciente.
-Puedo adivinar que tu pie fue alineado correctamente, pero que tu fémur se torció
levemente en el proceso. Una simple ortesis debería solucionar tu problema. -
Artemis saco una servilleta doblada de su bolso. –Hice un diseño mientras me ten-
ías esperando en estas últimas sesiones. Potrillo debería ser capaz de construírte-
lo. Debo de haber estado unos milímetros afuera de mi estimación de tus dimensio-
nes, así que mejor seas medido. –Apoyó diez dedos en el escritorio. -¿Puedo irme?
¿He cumplido con mi obligación?
El médico asintió sombríamente, pensando que posiblemente omitiría esa sesión
de su libro. Observó a Artemis caminar a través del suelo de la oficina y desapar e-
cer tras el camino de entrada.
Argon estudió el dibujo en la servilleta y supo por instinto que Artemis estaba en lo
correcto sobre su cadera.
―O ese chico es la criatura más sana de la tierra,‖ pensó, ―o está tan de sequilibrado
que nuestras pruebas no pueden siquiera raspar la superficie.‖
Argon agarró un sello de caucho de su escritorio, y, cubriendo el expediente de Ar-
temis, estampó FUNCIONALen grandes letras rojas.
―Eso espero,‖pensó. ―En verdad lo espero.‖
El guardaespaldas de Artemis, Mayordomo, aguardó por su jefe afuera de la oficina
del Dr. Argon, en una gran silla, regalo del centauro Potrillo, consultor técnico de la
Policía de los Elementos del Subsuelo.
-No puedo quedarme parado, viéndote encaramado en un taburete mágico, -Le
había dicho Potrillo. –Ofende mis ojos. Pareces un mono pelando un coco.
-Muy bien, -había respondió Mayordomo con su voz grave. –Acepto el regalo, pero
solo por la preservación de tus ojos.
En verdad había estado feliz de tener una silla cómoda, siendo más de 1,98 metros
de alto en una ciudad de gente de 91 centímetros.
El guardaespaldas se paró y se estiró, aplastando sus palmas contra el techo, que
era el doble de alto que un hada estándar. Gracias a dios, Argon tenía gusto por lo
exagerado, o Mayordomo no podría haberse parado derecho en la clínica. En su
opinión, el edificio, con sus techos abovedados, sus tapices con motas doradas, y
puertas de madera retro, se veía más como un monasterio, donde los monjes ha c-
ían sus votos de riqueza, que un centro médico. Solo la pared con laser, los desin-
fectantes de manos y la ocasional duendecilla enfermera que pasaba, le recordaba
que era en realidad una clínica.
―Estoy tan feliz de que esto esté llegando a su fin‖, Había pensado Mayordomo al
menos una vez cada cinco minutos en las dos últimas semanas. Había estado en
lugares pequeños muchas veces; pero había algo en ser confinado en una ciudad
sujeta al interior de la tierra que lo hacía sentir claustrofóbico por primera vez en su
vida.
Artemis emergió de la oficina de Argon, su sonrisa de autosuficiencia más pronun-
ciada que lo usual. Cuando Mayordomo vio esta expresión, supo que su jefe estaba
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nuevamente al mando de sus facultades, y que el Complejo de Atlantis estaba certi-
ficado como curado.
No más contar palabras. No más miedo irracional por el número cuatro. No más pa-
ranoia e ilusiones. Gracias a dios por eso.
De todas formas preguntó, solo para estar seguro. -Bueno, Artemis, ¿Cómo esta-
mos?
Artemis abotonó el saco de algodón de su traje azul marino. –Estamos bien, Ma-
yordomo. Eso quiere decir que yo, Artemis Fowl Segundo, estoy cien por ciento
funcional, lo que es unas cinco veces más funcional que una persona promedio. O,
poniéndolo de otra manera: uno punto cinco de Mozart. O tres cuartos de da Vinci.
-¿Sólo tres cuartos? Estas siendo modesto.
-Correcto, -dijo Artemis, sonriendo. –Lo estoy.
Los hombros de Mayordomo se hundieron con alivio. Ego inflado, suprema confian-
za en sí mismo. Artemis era, definitivamente, el de antes.
-Muy bien. Recojamos a nuestra escolta y sigamos nuestro camino, ¿podemos?
Quiero sentir el sol en mi cara. El sol real, no esas lámparas de UV que tienen aquí.
Artemis sintió una punzada de simpatía por su guardaespaldas, una em oción que
había estado experimentando más y más seguido en los meses recientes. Era lo
suficientemente difícil para Mayordomo pasar desapercibido entre los humanos; allí
abajo, solo podría haber llamado más la atención usando un traje de payaso y
haciendo malabares con bolas prendidas fuego.
-Muy bien, -Estuvo de acuerdo Artemis. –Pasaremos a buscar a nuestra acompa-
ñante y partiremos ¿Dónde está Holly?
Mayordomo señaló hacía abajo por el corredor. –Donde siempre. Con el clon.
La Capitana Holly Canija de la Policía de los Elementos del Subsuelo de la d ivisión
de Refugio observó la cara de su archi-enemiga y solo pudo sentir pena. Por su-
puesto, si hubiera estado observando a la verdadera Opal Koboi y no a un clon, la
pena no hubiera sido el ultimo sentimiento en su lista, pero definitivamente estaría
muy por debajo de rabiay disgusto intenso, bordeando el odio. Pero este era un
clon, crecido por adelanto para por una duendecilla megalomaniática con un doble
físico, para ser liberada de la custodia en la clínica de J. Argon si la PES hubiera
podido encarcelarla, que hicieron.
Holly sentía lástima por el clon porque era una criatura patética y muda, que nunca
debió de ser creada. El clonamiento había sido censurado por la ciencia por razo-
nes religiosas y por el obvio hecho de que un ser sin fuerza o alma para dar poder
a su sistema, estaba condenado a una vida corta de actividad cerebral negligente y
el fallo de órganos. Este clon había vivido la mayoría de sus días en una incubad o-
ra, luchando por cada respiro desde que había sido retirado del cristal donde había
crecido.
-No por mucho más tiempo, pequeña, -Susurró Holly, tocando la frente sustituta del
clon a través de los guantes esterilizadores construidos en la pared de la incubad o-
ra.
Holly no podía decir con exactitud por qué había empezado a visitar al clon. Tal vez
porque Argon le había dicho que nadie lo hacía.
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Vino de ninguna parte. No tiene amigos.
Ella al menos tenía dos amigos. Artemis había estado uniéndose a sus visitas, y va-
rias veces se sentaba a su lado en silencio, algo inusual en él.
La designación oficial del clon era Experimento desautorizado 14, pero los chisto-
sos de la clínica la habían nombrado Nopal, que era un cruel juego de palabras e n-
tre el nombre Opal y las palabras no pal (N/A: Pal en ingles es Amigos). Malvado o
no, el nombre encajaba; y ahora incluso Holly lo usaba, pensó frágilmente.
Argon le había asegurado que el Experimento Desautorizado 14 no tenía facultades
mentales, pero Holly estaba segura de que a veces, los ojos tímidos de Nopal rea c-
cionaban a sus visitas ¿Podía el clon reconocerla?
Holly miró las delicadas fracciones de Nopal e, irremediablemente, le recordó a
quien donó los genes del clon.
―Esa duendecilla es veneno,‖ pensó amargamente. ―Lo que toca, emblanquece y
muere.‖
Artemis entró a la habitación y se paró al lado de Holly, descansando una m ano en
su hombro.
-Están equivocados sobre Nopal,-dijo Holly. –Ella siente y entiende.
Artemis se inclinó. –Lo sé. Le enseñé algo la semana pasada. Observa.
Posó una mano en el vidrio, golpeando sus dedos lentamente en una secuencia,
construyendo un ritmo. –Es un ejercicio elaborado por un doctor cubano llamado
Parnassus. Lo usa para generar una respuesta de parte de infantes, e incluso de
chimpancés.
Artemis continúo golpeando, y, lentamente, Nopal respondió alzando su mano tra-
bajosamente hacia la del chico y golpeando el cristal con torpeza en un intento de
copiar el ritmo.
-Allí ¿Ves? -dijo Artemis.-Inteligencia.
Holly lo golpeó suavemente, hombro contra hombro, su versión de un abrazo. –
Sabía que, eventualmente, tu cerebro sería útil.
El grupo de bellotas sobre el pecho del traje de la PES de Holly vibraron, y la elfa
tocó su aro tecnológico, aceptando la llamada. Un rápido vistazo a su computadora
de muñeca le dijo que era una llamada del consultor técnico de la PES, Potrillo, y
había sido clasificada como urgente.
-Potrillo ¿Qué pasa? Estoy en la clínica como niñera de Artemis.
La voz del centauro era tan clara como el cristal a través de las conexiones inalám-
bricas de Ciudad Refugio.
-Te necesito de vuelta en la Plaza de Policía, ahora. Trae al fangosillo.
Sonaba dramático, pero Potrillo podía ser la reina del drama si su soufflé de zana-
horia colapsase.
-Así no es como esto funciona, Potrillo. Los consultores no les dan órdenes a los
capitanes.
-Tenemos a una señal de Koboi viniendo de un satélite. Es una señal en vivo, -
Contrarrestó el consultor técnico.
-Estamos de camino, -dijo Holly, cortando la conexión.
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Recogieron a Mayordomo en el corredor. Artemis, Holly, y Mayordomo eran tres
aliados que habían superado campos de batalla, rebeliones, y conspiraciones, to-
das juntas y habían desarrollado sus propias crisis.
El guardaespaldas vio a Holly usando su cara de trabajo.
-¿Situación?
Holly siguió de largo, obligando a los otros a seguirla
-Opal, -dijo en ingles.
La cara de Mayordomo se endureció. -¿Ojos en?
-Transmisión satelital.
-¿Origen? –preguntó el guardaespaldas.
-Desconocido.
Se apuraron por el corredor retro hacia el patio de la clínica. Mayordomo ad elantó
al grupo y mantuvo la puerta vintage abierta, con sus ventanas manchadas que re-
presentaban a un doctor consolando a un lloroso paciente.
-¿Vamos a tomar el Palo? –Preguntó el guardaespaldas, su tono sugería que prefe-
riría no tomarlo.
Holly atravesó la entrada. –Perdón, grandote, hora del Palo.
Artemis nunca había estado en un transporte público antes, humano o mágico, y
por eso preguntó, -¿qué es el Palo?
El Palo era el nombre de una calle que tenía una serie de cintas transportadoras
que corrían en líneas paralelas a través de una red de cuadras de ciudad Refugio.
Era un modo anciano, rápido y seguro de transporte, que operaba con una base de
sube/baja similar a cierto sistema humano de cintas de transporte en los aeropuer-
tos. Eran plataformas a lo largo de la ciudad, y todas las personas debían dar un
paso hacia la correa y aferrarse a un palo de fibra de carbón que brotaba de ella.
Por eso el nombre de Palo.
Por supuesto, Artemis y Mayordomo habían visto el Palo antes, pero el niño nunca
había planeado usar un modo de transporte tan indignante, y, por lo tanto, no se
había molestado en averiguar su nombre. Artemis sabía que, con su famosa falta
de coordinación, cualquier intento de subirse a la cinta hubiera resultado en una
caída humillante. Para Mayordomo, el problema no era el de la coordinación o de
su escasez. Él sabía que con su volumen, sería difícil solamente encajar sus pies
en la anchura de la correa.
-Ah, sí -dijo Artemis. –El Palo. ¿Segura que una cabina verde no sería más rápida?
-Nop, -dijo Holly, presionando hacia Artemis arriba de la rampa hasta la plataforma,
luego golpeándolo en los riñones en el momento exacto para que se parara sobre
la cinta inconscientemente, su mano descansando en un asidero bulboso del palo.
-Hey, -dijo Artemis, tal vez la tercera vez en su vida que había usado una jerga e x-
pletiva. –Lo hice.
-Próxima parada, los Olímpicos,-dijo Holly, que había montado la correa atrás suyo.
-Vamos guardaespaldas,-Llamó a Mayordomo por sobre su hombro. –Tu jefe se
está adentrando en un túnel.
Mayordomo le lanzó a la elfa una Mirada que podría haber intimidado a un t oro.
Holly era una querida amiga, pero sus bromas podían ser crueles. Se puso de pun-
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tillas sobre la cinta, apretando sus enormes pies en una sola sección y doblando las
rodillas para agarrar el pequeño palo. En silueta, se parecía a la bailarina más vo-
luminosa del mundo tratando de arrancar una flor.
Holly podría haber reído si Opal Koboi no hubiera estado en su mente.
La cinta de El Palo llevó a sus pasajeros desde la Clínica de Argon, a través del
borde de una plaza con estilo italiano, hasta un túnel bajo, que había sido cortado
con laser de la roca sólida. Los tenedores llenos de ensalada de las hadas se qu e-
daban congelados a medio camino de sus bocas mientras el extraño trío pasaba.
La vista de un traje de la PES era común en la correa del Palo, pero un niño hum a-
no larguirucho, vestido como un empresario y un hombre-montaña, del tamaño de
un trol, era bastante inusual.
El túnel tenía apenas 90 centímetros de altura, así que Mayordomo fue forzado a
doblarse sobre tres secciones, aplastando muchos asideros en el proceso. Su nariz
estaba a no más de un par de centímetros de la pared del túnel, y notó que estaba
gravada con hermosos pictogramas luminosos, representando episodios de la his-
toria humana.
Así, las hadas jóvenes, podían aprender algo sobre su propia herencia cada vez
que pasaban por allí. ―Que maravilloso‖ Pensó Mayordomo, pero suprimió su admi-
ración para concentrarse en las tareas de guardaespaldas y no gastar neuronas en
estar maravillado mientras estaba bajo tierra. ―Guárdalo para el retiro‖,
pensó―Entonces podrás volver atrás y apreciar el arte.‖
La Plaza de la Policía era una cresta empedrada de forma que la silueta de la i n-
signia en forma de bellota de la Policía de los Elementos del Subsuelo estuviese
cuidadosamente trazada por maestros artesanos. En lo que concernía a lo s oficia-
les de la PES, era una completa pérdida de esfuerzo, puesto que, generalmente, no
eran del tipo que se inclinaba para mirar desde las ventanas del cuarto piso y ma-
ravillarse por como la luz solar artificial enganchaba el ritmo de cada adoquín dora-
do y se arreglaba para centellear.
En este día en particular, parecía que todos en el cuarto piso se habían desl izado
de sus cubículos, como guijarros en una superficie inclinada, para reunirse en la
sala de Situaciones, unida a la oficina/laboratorio de Potrillo.
Holly se abrió paso a codazos por la sección más angosta del extrañamente silen-
cioso grupo. Mayordomo simplemente se aclaró la garganta una vez y la multitud se
apartó como si estuviera magnéticamente repelida del gigante humano. Artemis
tomó este camino hacia dentro de la sala de Situaciones para encontrar al Coman-
dante Camorra Kelp y a Potrillo, parados frente a una pantalla del tamaño de la pa-
red, absortos por los acontecimientos.
Potrillo notó los jadeos que seguían a Mayordomo hacia donde sea que iba en Re-
fugio y miró a su alrededor.
-Que los cuatros te acompañen, -le susurró el centauro a Artemis, su felicita-
ción/broma estándar por los pasados seis meses.
-Estoy curado, como bien tú sabes,-dijo Artemis. -¿Qué está pasando?
Holly se hizo un espacio al lado de Camorra Kelp, que parecía estar transformán-
dose en su jefe formal, el Comandante Julius Remo, mientras pasaban los años. El
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Comandante Kelp rebosaba de una actitud determinada, causa por la que había
adoptado el nombre de Camorra después de su graduación. Una vez había tratado
de arrestar un trol por ensuciar, y resultó en el parche de piel artificial en la punta
de su nariz, que brillaba amarillento desde un cierto ángulo.
-Corte Nuevo, Skipper, -Dijo Holly. –Remolacha tiene uno como ese.
El Comandante Kelp no quitó sus ojos de la pantalla. Holly estaba bromeando por-
que estaba nerviosa y Camorra lo sabía. Ella estaba en lo correcto en estar nervio-
sa. De hecho, sentir por completo miedo hubiera sido más apropiado, dada la s i-
tuación que se emitía frente a ellos.
-Mira el show, Capitana, -dijo entre dientes. –Es bastante explicativo.
Habían tres figuras en la pantalla, un prisionero de rodillas y dos captores; pero
Holly no ubicó a Opal Koboi en seguida porque la buscaba entre los dos seres pa-
rados. Con un salto, se dio cuenta de que Opal era la prisionera.
-Es un truco, -Dijo- Debe de serlo.
El Comandante Kelp se encogió de hombros. Míralo y observa.
Artemis se acercó a la pantalla, escaneando la imagen en busca de información.
-¿Están seguros de que es en vivo?
-Es una señal en vivo, -Dijo Potrillo. –supuse que podían estar enviándonos una
señal pre-grabada.
-¿De dónde proviene?
Potrillo observó el mapa trazado en su propio monitor. La línea de llamada venía de
un satélite mágico desde Sud-África, de allí hacia Miami y luego hacia otro centenar
de lugares, como el garabato de un niño molesto.
-Hackearon un satélite y corrieron la línea a través de una serie de capas. Podría
ser cualquier lugar.
-El sol está alto, -reflexionó Artemis en voz alta. –Puedo adivinar por las sombras
que es temprano por la tarde. Si es actualmente una señal en vivo.
-Eso lo reduce a un cuarto del planeta, -Dijo Potrillo cáusticamente.
El alboroto del cuarto se intensificó mientras, en la pantalla, uno de los dos gnomos
voluminosos parado tras Opal levantó un arma humana automática, que parecía un
cañón en sus dedos mágicos.
Parecía que de pronto la temperatura de la sala de Situaciones había dism inuido.
-Necesito paz, - dijo Artemis. –Saquen a esta gente de aquí.
La mayor parte de los días, Camorra Kelp hubiera discutido con Artemis sobre que
no tenía autoridad para limpiar la habitación, y, probablemente, habría invitado a
más gente a entrar a la estrecha oficina, sólo para probar su punto; pero este no
era ―la mayor parte de los días‖.
-Todos fuera, -Le ladró a los oficiales reunidos -Holly, Potrillo y fangosillo, quéden-
se donde están.
-Creo que también me quedaré,-Dijo Mayordomo, escudando con su mano la parte
de arriba de su cabeza para evitar quemarse con la lámpara.
Nadie objetó.
Usualmente, los oficiales de la PES hubieran protestado con su reticencia de ma-
chos cuando se les ordenaba moverse, pero en esa instancia se apuraron hacia el
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monitor más cercano, ansiosos de no perderse ni un solo fragmento de los eventos
que se estaban desencadenando.
Potrillo trabó la puerta tras ellos con un golpe de su pata, luego oscureció las ven-
tanas para que no hubiera ninguna distracción de afuera. Los otros cuatro form a-
ban un semicírculo frente a la pantalla de la pared, mirando los que parecían ser
los últimos minutos de la vida de Opal Koboi. Una de las Opal Kobois, en cualquier
caso.
En la pantalla habían dos gnomos, ambos usando mascaras paras fiestas anti-UV,
programadas para parecerse a cualquiera. Estas habían sido modeladas a Pip y
Kip, dos gatitos animados populares en la TV, pero las figuras aun eran reconoci-
bles como gnomos por sus torsos fornidos y sus antebrazos rechonchos. Estaban
frente a una mediocre pared gris, cerniéndose sobre el pequeño duende que estaba
de rodillas sobre las marcas de barro de algún vehículo con ruedas, agua cayendo
de las piernas de su traje de diseñador. Las muñecas de Opal estaban atadas y su
boca tapada, y parecía verdaderamente aterrorizada.
El gnomo con la pistola habló a través de la caja de voz de la máscara, disfrazando
su voz como la de Pip el gatito.
-No puedo hacerlo más simple, -chilló, y, de alguna manera, la voz animada lo hizo
parecer más peligroso. –Tenemos una Opal, ustedes tienen la otra. Dejan salir a su
Opal, y nosotros no matamos a ésta. Tenían veinte minutos, ahora tienen quince.
Pip el gato ladeó su arma.
Mayordomo tocó el hombro de Holly.
-¿Acaba de decir...?
-Sí. Quince minutos u Opal muere.
El guardaespaldas puso el aparato traductor en su oído. Pero era tan co nfiable co-
mo su dudosa comprensión de Gnómico.
Camorra Kelp estaba incrédulo,
-¿Qué clase de trato es ese? ¿Danos un terrorista o matamos a un terrorista?
-No podemos dejar que alguien sea asesinado delante de nuestros ojos, -dijo Holly.
-Absolutamente no, -estuvo de acuerdo Potrillo. –No somos humanos.
Artemis carraspeó.
-Perdón, Artemis, -dijo el centauro. –Pero ustedes, los humanos, son una raza se-
dienta de sangre. Seguro que a veces producimos una duendecilla loca por poder,
pero por lo general, las criaturas somos amantes de la paz. Que es probablemente
la razón por la que vivimos aquí abajo en primer lugar.
Camorra Kelp gruñó, uno de sus recursos como líder (Que no mucha gente podía
acarrear, especialmente cuando estaba parado sobre lo que Artemis estaba seguro
que eran botas de más de treinta centímetros.) Pero el gruñido de Camorra era lo
suficientemente convincente como para sofocar la disputa.
-Concéntrense, gente, -Dijo.–Necesito una solución aquí. Bajo ninguna circunstan-
cia podemos liberar a Opal Koboi, pero tampoco podemos quedarnos parados y de-
jar que sea asesinada.
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La computadora había recogido algunas referencias de Koboi en la pantalla, y hab-
ía elegido correr su archivo en una ventana lateral, en cualquier caso, nadie necesi-
taba refrescar su memoria.
Opal Koboi. Duende genio certificada como industrialista e inventora. Organizó el
golpe goblin y su protesta. Clonada a sí misma para escapar de prisión y tratar de
liderar a los humanos a Refugio. Responsable del asesinato del Comandante Julius
Remo. Poseía una glándula pituitaria humana implantada para desarrollar la hor-
mona del crecimiento (removida con posterioridad). La versión más joven de Opal
siguió a la Capitana Canija desde el pasado y se encuentra actualmente en la línea
del tiempo del presente. Está asumido que tratará de liberar a su yo encarcelado y
volver a su propio tiempo. Opal ocupa la posición uno y dos en la lista de los Más
Peligrosos de la PES. Categorizada como altamente inteligente, motivada, y psic ó-
tica.
―Esta es una movida osada, Opal‖, pensó Artemis. ―Y con repercusiones potencial-
mente catastróficas.‖
Sintió a Holly mirando su hombro.
-¿Qué piensas, Artemis?
El niño frunció el seño.
–Mi primera impresión es llamarlo un engaño. Pero los planes de Opal, siempre to-
man en cuenta las primeras impresiones.
-Podría ser una trampa. Tal vez, esos goblins simplemente dispararán en fa lso.
Artemis sacudió la cabeza.
-No. Eso no traería otro desenlace más que un momento de horror para nosotros.
Opal ha planeado esto para ganar, cual sea la ocasión. Si la desencarcelas, enton-
ces ella es libre. Si la Opal más joven muere, entonces... ¿entonces qué?
Mayordomo intervino.
–Puedes hacer toda clase de cosas con los efectos especiales, hoy en día ¿Y si
computarizaron su cabeza para que explote?
Artemis estaba decepcionado por esta teoría, la cual sintió que ya había descarta-
do.
-No, Mayordomo. Piensa. De nuevo, no hay nada que ganar.
Potrillo bufó. –En cualquier punto, si la matan, sabremos muy pronto si todo eso es
real o no.
Artemis rió a medias. –Es verdad. Ciertamente sabremos.
El guardaespaldas gruñó. Este era uno de esos momentos en el cual Artemis y Po-
trillo estaban al tanto de algo científico y asumían que todos los demás en la hab i-
tación también conocían todos los factores. Ocasiones como esta garantizaban vol-
ver a Holly loca.
-¿De qué están hablando? – Gritó. -¿Qué vamos a saber? ¿Cómo sabremos lo que
sea que vaya a ser?
Artemis la miró como si estuviera despertando de un sueño -¿Realmente, Holly?
¿Tienes a dos individuos iguales ocupando la misma corriente del tiempo, y eres
inconsciente de las ramificaciones?
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En la pantalla, los gnomos se pararon como estatuas tras la temblorosa duendeci-
lla. El que estaba armado, Pip, miraba ocasionalmente un reloj de pulsera leva n-
tando su manga con el cañón de la pistola, pero, por lo demás, esperaron pacien-
temente. Opal imploraba con los ojos, mirando la lente de la cámara; gruesas
lágrimas recorrían sus mejillas, brillando por el sol. Su cabello parecía más fino de
lo usual y sucio. Su traje Juicy de alta costura, conseguido sin duda en la sección
infantil de alguna tienda exclusiva, tenía varios lugares rotos, las rasgaduras cubie r-
tas de sangre. La imagen era de súper-alta-definición, y tan clara como si miraras
por una ventana. Si esta era una amenaza falsa, entonces la joven Opal no lo sab-
ía.
Camorra golpeó el escritorio, una afección de Julius Remo que había adoptado.
-¿Cuáles son las ramificaciones? Dime.
-Solo para ser claro, -dijo Artemis, -¿Quieres que te diga lo que la palabra ramifica-
ciones significa? ¿O cuáles son las ramificaciones?
Holly golpeó con el hombro al genio en la cadera, apurándolo.
-Artemis, estamos contrarreloj aquí.
-Muy bien, Holly. Este es el problema…
-Vamos, -Declaró Potrillo. –Déjame explicar. Ésta es mi área, y seré conciso y al
punto, lo prometo.
-Adelante, entonces, -Dijo Camorra, que era conocido por su amor por lo conciso y
al punto.
Holly rió, una simple carcajada áspera. No podía creer que todos siguieran actuan-
do como siempre, cuando una vida estaba en peligro.
Nos hemos vuelto desensibilizados, como los humanos.
Lo que sea que Opal haya hecho, aún era una persona. Hubieron días oscuros en
los que Holly había soñado con cazar a esa pequeña duendecilla y aplicarle un po-
co de justicia al estilo de los Fangosos, pero esos días se habían ido.
Potrillo tiró de su mechón escandalosamente peinado.
-Todos los seres vivos están hechos de energía, -empezó con su típica voz pompo-
sa de impartiendo información importante que usaba en momentos como ese. –
Cuando este ser muere, su energía se disipa lentamente y vuelve a la tierra. –Hizo
una pausa dramáticamente. -¿Pero, qué y si la completa existencia de un ser se
viera negada por una repentina anomalía cuántica?
Camorra alzó los brazos. - !Whoa! Conciso y al punto, ¿Recuerdas?
Potrillo reformuló lo que estaba diciendo. -Okey. Si la Opal joven muere, entonces
la Opal vieja ya no puede continuar existiendo.
Le tomó un segundo, pero al final Camorra lo captó. –Así que, ¿Será como en las
películas? ¿Ella chisporroteará fuera de nuestra existencia, nosotros estaremos un
poco perdidos por un momento, y luego nos olvidaremos de ella?
Potrillo rio disimuladamente. –Esa es una teoría.
-¿Cuál es la otra?
El centauro palideció de repente, y, atípicamente, le cedió la palabra a A rtemis.
-¿Por qué no explicas tú esta parte? -dijo. –Me acabo de imaginar lo que podría
pasar y necesito empezar a hacer llamadas.
14
Artemis asintió secamente. –La otra teoría fue formulada por primera vez por su
propio profesor Bahjee hace cinco siglos. Bahjee creía que si la línea del tiempo
era contaminada por la llegada de una versión más joven de un ser, y, posterio r-
mente, ésta versión joven falleciera, entonces el ser del presente liberaría toda su
energía violenta y espontáneamente. Y no solo eso, todo lo existente gracias a la
joven Opal también haría combustión.
Violentamente y combustión fueron palabras que el Comandante Kelp entendió
bien.
-¿Liberar su energía? ¿Qué tan violentamente?
Artemis se encogió de hombros. –Eso depende del objeto o ser. La materia es
cambiada instantáneamente a energía. Una gran fuerza explosiva sería liberada.
Podríamos hablar incluso de fisión nuclear.
Holly sintió como su corazón se aceleraba. -¿Fisión? ¿Fisión nuclear?
-Básicamente, -dijo Artemis. –para los seres vivos. Los objetos deberían causar un
menor daño.
-¿Cualquier cosa que Opal haya hecho o contribuido a hacer va a explotar?
-No. Solo las cosas que ha influenciado en los pasados cinco años de nuestro
tiempo, entre medio de sus dos edades, a pesar de que, probablemente, habrán
ondas temporales en ambos lados.
-¿Estás hablando de todas las armas de su compañía que todavía están en com i-
sión? -Preguntó Holly.
-Y los satélites, -añadió Camorra.–Todo vehículo secundario de la ciudad.
-Es solo una teoría, -Dijo Artemis. –Hay otra teoría que sugiere que nada va a pa-
sar, a excepción de la muerte de una persona. La física triunfa sobre la física cuán-
tica, y las cosas siguen como es normal.
Holly se encontró a sí misma con la cara roja con furia súbita. –Estás hablando co-
mo si Opal ya estuviera muerta.
Artemis no estaba seguro de que decir. –Estamos contemplando el abismo, Holly.
En poco tiempo, muchos de nosotros podríamos estar muertos. Necesito ser objeti-
vo.
Potrillo alzó la mirada del panel de su computadora. -¿Qué piensas sobre los por-
centajes, fangosillo?
-¿Porcentajes?
-Teoría correcta.
-Oh, ya veo ¿Cómo serían las explosiones?
-Exactamente.
Artemis pensó sobre ello. –Considerando todas las cosas, diría que un noventa por
ciento. Si fuera un hombre de apuestas, y hubiera alguien que aceptara este t ipo de
apuestas, pondría mi última moneda de oro en ello.
Camorra paseaba por la pequeña oficina. –Necesitamos liberar a Opal, inmediata-
mente.
Ahora Holly estaba insegura. –Pensemos sobre esto, Cam.
El comandante se giró hacia ella. –¿No escuchaste lo que dijo el humano? ¡Fisión!
No podemos tener fisión en el subsuelo.
15
-Estoy de acuerdo, pero podría ser un truco.
-La alternativa es demasiado terrible. La soltamos, y la cazamos. Pon a Atla ntis en
la línea. Necesito hablar con el guardián de las profundidades ¿Aún se encuentra
Vinyáya?
Artemis habló tranquilamente, pero con el tono de mando que lo hizo un líder nat u-
ral desde la edad de diez años.
-Es demasiado tarde como para liberar a Opal. Todo lo que podemos hacer es sa l-
var su vida. Eso es lo que ella planeó.
-¿Salvar su vida? –objetó Camorra.–Pero todavía tenemos… -El Comandante Kelp
revisó la cuenta regresiva. –Diez minutos.
Artemis palmeó el hombro de Holly y luego se alejó de ella. –Si la burocracia mági-
ca es en cualquier cosa parecida a la humana, entonces no serán capaces de po-
ner a Opal dentro de una lanzadera en ese tiempo. Lo qué sí podrían hacer es ll e-
varla al núcleo del reactor.
Kelp todavía no había aprendido a callarse y dejar al niño explicar, así que s iguió
haciendo preguntas, alentando en proceso, gastando segundos valiosos.
-¿El núcleo del reactor? ¿Qué núcleo del reactor?
Artemis levantó un dedo. –Una pregunta más, Comandante, y seré forzado a decir-
le a Mayordomo que lo restrinja.
Kelp estaba a un suspiro de echar a Artemis o acusarlo de algo, pero la situación
era crítica y, si había una chance de que este humano pudiera, de alguna forma,
ayudar…
Apretó sus puños hasta que sus dedos crujieron. -Okey. Habla.
-Las Profundidades son alimentadas por un reactor natural de fisión, en una capa
mineral de uranio, posada sobre una cama de granito similar a la de Oklo, Gabón, -
Dijo Artemis, arrancando los hechos de su memoria. –La compañía de poder de las
Criaturas cosechan la energía en pequeñas vainas dentro del uranio. Estos estu-
ches están estructurados con ciencia y magia para resistir una explosión nuclear
moderada. Eso es lo que enseñan en las escuelas aquí ¿Todas las hadas en esta
habitación lo saben, correcto?
Todos asintieron. Técnicamente, estaba en lo correcto, como lo sabían ahora.
-Si podemos poner a Opal dentro de la ranura antes del tiempo límite, entonces la
explosión al menos estaría contenida y, teóricamente, si le echamos suficiente es-
puma anti-radiación, Opal incluso retendrá su integridad física. A pesar de que eso
es algo, no apostaría mi última moneda en ello. Opal, aparentemente, está prepa-
rada para tomar el riesgo.
Camorra estuvo tentado a golpear al humano en el pecho, pero se resistió pruden-
temente. -¿Estás diciendo que todo esto es un elaborado plan de escape?
-Por supuesto, -dijo Artemis. –Y no tan elaborado. Opal nos está forzando a liberar-
la de su celda. La alternativa es la completa destrucción de Atlantis y de cada alma
allí, lo que es impensable para cualquier persona, excepto Opal.
Potrillo ya había obtenido los planos de la prisión. –El núcleo del reactor está a no
más de noventa y dos metros por debajo de la celda de Opal. Ahora estoy co n-
tactándome con el guardia.
16
Holly sabía que Artemis era un genio y que no había nadie más calificado para adi-
vinar las intenciones de los secuestradores. Pero aún así tenían opciones.
Miró las figuras en la pantalla y se enfrió por lo casual que se veían esos gn omos a
la luz de lo que estaban por hacer. Se encorvaban como adolescentes, apenas mi-
rando a su cautiva, arrogantes en sus habilidades y ni una pizca conscientes de sus
mascaras-inteligentes de personajes animados, que ―leían‖ sus caras y proyecta-
ban la emoción apropiada al estilo exagerado de las caricaturas. Esas caretas eran
muy populares entre la multitud de karaoke, quienes entonces podían verse y sonar
como sus ídolos.
―Tal vez ni siquiera saben lo que está en riesgo aquí,‖ Pensó Holly repentinamente.
―Tal vez estén tan despistados como lo estaba yo diez segundos atrás.‖
-¿Pueden escucharnos? –Le preguntó a Potrillo.
-Sí, pero aún no nos han respondido. Solo presiona el botón.
Esta era una vieja forma de hablar; en realidad no había ningún botón, sino un sen-
sor en la pantalla táctil.
-¡Aguarda, Capitana! –ordenó Camorra.
-Soy una negociadora entrenada, señor, -dijo Holly, esperando que el respeto en su
tono le hiciera lograr lo que quería. –Y una vez fui… -Miro culpable a Artemis, ape-
nada por tener que jugar esa carta. –Y una vez fui rehén, así que sé cómo van las
cosas. Déjeme hablarles.
Artemis asintió con coraje, y la elfa supo que había entendido su táctica.
-La Capitana Canija está en lo correcto, Comandante, -dijo. -Holly es un comunica-
dor natural. Incluso se las arregló para hacerme a mí entender.
-Hazlo, -rugió Camorra. -Potrillo, sigue tratando de comunicarte con Atlantis. Y reú-
ne al Concejo; necesitamos empezar a evacuar las dos ciudades ahora.
A pesar de que no podías ver sus caras verdaderas, las expresiones caricaturescas
de los gnomos estaban aburridas. Eso decían la inclinación de sus cabezas y la
curvatura de sus rodillas. Tal vez todo esto no era tan excitante como pensaron que
iba a ser. Después de todo, no podían ver a su audiencia, y nadie había respondido
a sus amenazas. Lo que había empezado como un acto revolucionario, se veía
ahora como dos grandes gnomos metiéndose con una duendecilla.
Pip blandió su arma hacía Kip, y el significado era obvio: ¿Por qué no solo le dispa-
ramos ahora?
Holly activó el micrófono con una sacudida de su mano.
-Hola, ustedes allí. Ésta es la Capitana Holly Canija de la PES ¿Pueden escuchar-
me?
Los gnomos se animaron, y Pip incluso intentó un silbido, que vino a través de la
caja de voz como una vibración.
-Hey, Capitana Canija. Hemos escuchado sobre ti. He visto imágenes. No está mal
Capitana.
Holly reprimió una réplica mordaz. Nunca debes forzar a un secuestrador a demos-
trar su resolución.
-Gracias, Pip ¿Puedo llamarte Pip?
17
-Tú, Holly Canija, puedes llamarme de cualquier manera y en cualquier m omento
que quieras, -chilló Pip, mientras extendía su mano libre para chocar nudillos con
su compañero.
Holly estaba incrédula. Esos dos estaban a punto de incapacitar por completo el
mundo mágico, y bromeaban sobre ello como dos goblins en una fiesta de bolas de
fuego.
-Okay, Pip, -continuó uniformemente. -¿Qué podemos hacer por ustedes?
Pip sacudió la cabeza tristemente hacia Kip. -¿Por qué las más lindas son siempre
las más estúpidas?–Giró hacia la cámara. –Tú sabes lo que puedes hacer por no-
sotros. Ya se lo dijimos. Liberen a Opal Koboi, o su modelo joven va a tomar un lar-
go sueño. Y con eso me refiero a recibir un tiro en la cabeza.
-Necesitan darnos un poco de tiempo para mostrar confianza. Vamos, Pip ¿Una
hora más? ¿Por mi?
Pip rascó su cabeza con el cañón del arma, pretendiendo estar considerándolo. –
Eres linda, Holly. Pero no tan linda. Si te doy otra hora, nos rastrearan de algún
modo y me tirarán un congela-tiempo a la cabeza. No, gracias, Cap. Tienen diez
minutos. Si fuera tú, abriría esa celda o llamaría al director del funeral.
-Este tipo de cosas llevan tiempo, Pip, -persistió Holly, repitiendo el nombre para
forjar un vínculo. –Toma tres días pagar una multa de tránsito.
Pip se encogió de hombros. –No es mi problema, bebe. Y puedes llamarme Pip to-
do el día y no nos hará mejores amigos. No es mi nombre real.
Artemis desactivó el micrófono. –Este es inteligente, Holly. No juegues con él, solo
di la verdad.
La elfa asintió y prendió el aparato. -Okey, cual sea tu nombre. Déjame decírtelo di-
rectamente. Hay una buena chance de que, si le disparan a la Opal joven, aquí
abajo habrá una serie de grandes explosiones. Mucha gente inocente morirá.
Pip blandió su pistola sin cuidado. -Oh si, las leyes cuánticas. Sabemos sobre eso,
¿no, Kip?
-Leyes cuánticas, -Dijo Kip. –Por supuesto que lo hacemos.
-¿Y no les importa que hadas buenas, gnomos que podrían estar emparentados a
ustedes, mueran?
Pip alzó sus cejas para que se juntaran sobre la máscara. –¿Te llevas bien con al-
guien de tu familia, Kip?
-No tengo familia. Soy huérfano.
-¿En serio? Yo también.
Mientras bromeaban, Opal se estremecía en el suelo, tratando de hablar a través
de la cinta. Potrillo obtendría un análisis vocal de los apagados murm ullos después,
si es que había un después, pero no se necesitaba ser un genio para figurarse que
estaba rogando por su vida.
-Debe de haber algo que necesiten,-dijo Holly.
-Hay algo, -respondió Pip.–¿Puedo conseguir tu código-com? Seguro que me en-
cantaría salir por un sim-latte cuando todo esto acabe. Puede que sea en un tiem-
po, por supuesto, en lo que Ciudad Refugio permanece en ruinas.
Potrillo puso un cuadro de texto en la pantalla que decía: Están trasladando a Opal.
18
Holly pestañó para demostrar que había entendido, luego siguió con la negociación.
–Esta es la situación, Pip. Tenemos nueve minutos. No puedes sacar a alguien de
Atlantis en nueve minutos. No es posible. Ellos necesitan ponerse el traje, presuri-
zar, tal vez; ir a través de conductos hacia mar abierto. Nueve minutos no es sufi-
ciente.
Las respuestas teatrales de Pip se estaban volviendo un poco difíciles de t omar. –
Bien, entonces creo que un montón de gente van a nadar. La fisión puede hacer un
tremendo agujero en el escudo.
Holly se rompió.-¿No se preocupan por nadie? ¿Cuál es el precio por el genocidio?
Pip y Kip rieron.
-Es un horrible sentimiento, ¿no? La impotencia. - dijo Pip. –Pero hay sentimientos
peores. Los Drownings, por ejemplo.
-Y ser aplastado por escombros de edificios, -añadió Kip.
Holly golpeó con sus diminutos puños la consola.
Estos dos son tan exasperantes.
Pip se acercó a la cámara, para que su máscara ocupara toda la pantalla. –Si no
recibo una llamada de Opal Koboi en los próximos minutos diciéndome que está en
una lanzadera camino a la superficie, le voy a disparar a esta duendecilla. Créelo.
Potrillo apoyó la cabeza en sus manos. –Solía adorar ―Pip y Kip‖, -Dijo.
19
Capítulo 2
Matando el Pasado
20
Hubo un momento cuando Opal había sido, simplemente, una despiadada hada de
negocios, con cuestiones de papá; pero, en algún lugar, durante sus años de expe-
rimentos prohibidos, le había permitido a la magia negra alimentarse de su alma y
deformar sus deseos de corazón hasta que su propia ciudad no era suficiente para
concretarlo. Necesitaba al mundo para doblegarlo, y estaba preparada para cual-
quier riesgo y sacrificio para que su deseo se concretara.
Esta vez será diferente porque tendré temibles guerreros unidos a mi voluntad.
Guerreros ancestrales que morirían por mí.
Opal aclaró su mente y mandó una prueba de búsqueda de su otro yo. Todo lo que
volvió fue ruido blanco de terror.
―Ella sabe,‖ Se dio cuenta. ―Pobre cosa.‖
Ese momento de simpatía por su yo más joven no duró mucho, porque la encarce-
lada Opal había aprendido a no vivir en el pasado.
―Simplemente estoy matando una memoria,‖ pensó. ―Eso es todo.‖
El cual era un modo muy conveniente de verlo.
La puerta de su celda cambió de sólido a gas, y Opal no se sorprendió al ver al
Guardián Tarpon Vinyáya, un trabajador maleable que nunca había pasado una no-
che afuera, bajo la luna, inquieto en la puerta, flanqueado por dos enormes duen-
des jumbo.
-Guardián, -Dijo, abandonando su intento de levitación. -¿Ha llegado mi perdón?
Tarpon no tenía tiempo para bromas. –Estamos moviéndote, Koboi. Sin discusión;
sólo ven. -Le hizo un gesto a los guardias. –Envuélvanla, chicos.
Los duendes jumbo entraron rápidamente a la habitación, fijando los brazos de
Opal a sus costados sin decir palabra. Estos seres eran una raza peculiar de Atla n-
tis, donde la rara mezcla del ambiente presurizado y el filtro basado en algas, los
habían hecho aparecer con una regularidad incrementada a lo largo de los años. Lo
que los duendes jumbo ganaban en músculos, generalmente lo sacrificaban en ce-
rebro, y eso los hacía guardias de prisión ideales, sin respeto por nadie más chico
que ellos que no firmara sus cheques.
Antes de que Opal pudiera abrir la boca para objetar, los duendes la ha bían puesto
en un traje rayado anti-radiación, y atado tres cuerdas de bungee alrededor de su
torso.
El guardián suspiró, como si hubiera estado esperando a que Opal, de algún modo,
inhabilitara a sus guardias. Que él tenía.
-Bien, bien, - dijo, secando su frente alta con un pañuelo. –Llévenla al sótano. No
toquen ninguno de los tubos, y traten de evitar respirar si es posible.
Los duendes levantaron a su cautiva como una alfombra enrollada, y salieron de la
celda, atravesaron el estrecho puente que la unía con la prisión principal, y se me-
tieron en el elevador de servicio.
Opal sonrió tras la pesada gasa de su casco.
Este es, ciertamente, el día de Opal Koboi de ser maltratada por chicos fornidos.
Le mandó ese pensamiento a su yo más joven en la superficie.
Lo siento por ti, hermana.
21
El cubo del elevador brilló a través de un centenar de metros de suave arenilla,
hacia una pequeña cámara compuesta enteramente, por material hipertenso, cose-
chado de la corteza de las estrellas de neutrones.
Opal adivinó que habían llegado al lugar y rió al recordar a un estúpido gnomo en la
secundaria que había preguntado de qué estaban hechas las estrellas de neutro-
nes.
Neutrones, chicos,Había espetado el Profesor Leguminous. ¡Neutrones! La clave
está en el nombre.
Esta cámara sostenía el record por ser la habitación más costosa por metro cua-
drado en ser construida en cualquier parte del planeta, a pesar de que se veía c o-
mo una sala de calderas de hormigón. A un lado había una puerta del elevador; al
otro estaba lo que se veían como tubos de misiles; y en el medio había un enano
muy gruñón.
-¿Están bromeando? -Dijo, empujando el vientre hacía afuera desafiante.
Los duendes jumbo dejaron a Opal en el suelo gris.
-Órdenes, camarada, -Dijo uno.–Ponla en el tubo.
El enano sacudió la cabeza obstinadamente. –No voy a poner a nadie en un tubo.
Esas cosas son construidas para barras.
-Creo, -dijo el segundo duende, muy orgulloso de sí mismo por haber recordado la
información que estaba a punto de dar, -que uno de esos lugares del reactor está
agotado, así que el tubo deber estar vacío.
-Eso sonó bastante bien, Jumbo, excepto por el deber al final, -Dijo el enano, cuyo
nombre era Kolin Ozkopy. –Pero, incluso entonces, necesito saber cómo las conse-
cuencias de no poner a una persona en un tubo son peores que no hacerlo.
Una oración tan larga le tomó al enano jumbo varios minutos para digerir; por suer-
te, fueron librados de la vergüenza de ser presionados por una explicación cuando
el teléfono de Kolin sonó.
-Un segundo, -Dijo revisando el ID de la llamada. –Es el Guardián.
Kolin respondió el teléfono con un ademán. -Hola. Ingeniero Ozkopy al habla.
Ozkopy escuchó un largo momento, interponiendo tres uh-huhs y dos D’Arvits antes
de guardar el teléfono.
-Wow, -Dijo, tocando el traje de radiación con la punta de su pie. –Pienso que será
mejor ponerla en el tubo.
Plaza de Policía, Ciudad Refugio, Los Elementos del Subsuelo
Pip agitó su teléfono ante la cámara.
-¿Escucharon algo? Porque yo no. Nadie está llamando a este número, y tengo
cinco barras. Cien por ciento de plena cobertura. Demonios, una vez recibí una ll a-
mada en una nave espacial.
Holly golpeó el sensor del micrófono. –Estamos moviéndonos tan rápido como po-
demos. Opal Koboi se encuentra en el puerto de lanzaderas en este momento. Tan
solo necesitamos otros diez minutos.
Pip adoptó una voz cantarina.
―Never tell a lie, just to get you by.
Never tell a tale, lest you go to jail.‖
22
(―Nunca digas una mentira, solo para salir adelante.
Nunca cuentes una patraña, para no ir a la cárcel‖)
Potrillo se encontró a sí mismo tarareando la canción. Era el tema principal de Pip y
Kip. Holly lo miró.
-Perdón, -Murmuró.
Artemis se impacientó aún más con esa disputa infructuosa. –Esto es inútil y fran-
camente vergonzoso. Ellos no tienen la intensión de liberar a Opal. Debe ríamos
evacuar ahora, al menos al puerto de lanzaderas, que están construidas para resi s-
tir las erupciones de magma.
Potrillo no estuvo de acuerdo. –Estamos seguros aquí. El peligro real es en Atlan-
tis. Allí es donde la otra Opal se encuentra. Tú dijiste, y concuerdo con ello, que las
explosiones serias, explosiones teóricas, solo ocurren con seres vivos.
-Teóricamente, las explosiones son solo teóricas hasta que la teoría es comproba-
da. –contrarrestó Artemis. –Y con tantas… -Se paró a mitad de la oración, lo que no
era de su estilo, ya que él detestaba ambas, la gramática pobre y la mala educ a-
ción. Su tono de piel cambió de pálido a porcelana, y golpeó su frente –Estúpido.
Estúpido. Potrillo, los dos somos unos imbéciles. No espero pensamiento lateral de
parte de la PES, pero de ti…
Holly reconoció su tono. Ella ya lo había oído durante aventuras previas, gen eral-
mente antes de que las cosas salieran catastróficamente mal.
-¿Qué pasa? –Preguntó, asustada de la respuesta, que seguramente sería terrible.
-Sí, -Acordó Potrillo, quien siempre tenía tiempo para sentirse insultado. -¿Por qué
soy un imbécil?
Artemis apuntó diagonalmente con su dedo índice hacía el sudeste, dirección
aproximada de la clínica de J. Argon.
-La cabina de oxígeno pudrió mis sentidos, -Dijo. –El clon. Nopal. Es un ser vivo. Si
ella explota, podría ser nuclear.
Potrillo accedió a los archivos del clon en la página web de Argon, navegando a
una velocidad borrosa para los detalles de la paciente.
-No. Creo que estaremos bien en ese punto. Opal cosechó su propio ADN antes de
que la línea del tiempo se dividiera.
Artemis estaba enojado con sigo mismo por haberse olvidado momentáneamente
del clon.
-Estábamos a minutos de esta crisis antes de que la relevancia del clon se me ocu-
rriera, -Dijo. –Si Nopal fue creada en una fecha tardía, mi razonamiento lento podr-
ía costar vidas.
-Todavía hay muchas vidas en juego, -Dijo Potrillo. –Necesitamos salvar cuantas
podamos.
El centauro abrió una cubierta de Plexiglás en la pared, y presionó el botón r ojo de-
bajo. Al instante, una serie de sirenas Evac empezaron a sonar por la ciudad. El e x-
traño sonido se propagó como el lamento de madres recibiendo las malas noticias
de sus pesadillas.
23
Potrillo se masticó una uña. –No hay tiempo para esperar la aprobación del Conse-
jo. –le dijo a Camorra Kelp. –Muchos deben poder llegar a las lanzaderas. Pero ne-
cesitamos preparar a los equipos de resurrección de emergencia.
Mayordomo estaba menos que feliz con la idea de perder a Artemis. –La muerte de
nadie es inminente.
Su jefe no parecía demasiado preocupado. –Bueno, técnicamente, la muerte de to-
dos es inminente.
-¡Cállate, Artemis! –Espetó Mayordomo, lo que era una gran violación a su propia
ética profesional. –Le prometí a tu madre que cuidaría de ti, e incluso entonces me
pusiste de nuevo en una posición donde mi fuerza muscular y mis habilidades no
cuentan para nada.
-Eso es muy poco justo, -Dijo el niño genio. –Difícilmente pienso que puedo ser
culpado por esta última proeza de Opal.
El rostro de Mayordomo enrojeció unos tonos más de los que Artemis recordaba
haber visto en su vida. –Pienso que sí puedes ser culpado, y te culpo. Apenas pa-
saron las consecuencias de tu última desventura, y aquí estamos, metidos hasta el
cuello en otra.
Artemis parecía más sorprendido por este arranque que por la situación de muerte
inminente.
-Mayordomo, no tenía idea de que estuvieras albergando tanta frustración.
El guardaespaldas frotó su rapada cabeza.
-Ni yo, -Admitió. –Pero en los últimos años ha sido una cosa tras otra. Goblins, via-
je en el tiempo, demonios. Ahora este lugar donde todo es tan... tan... pequeño. –
Tomó una profunda bocanada de aire. -Okey. Lo dije, ya salió. Y ahora estoy bien.
Así que movámonos, ¿podemos? ¿Cuál es el plan?
-Continuar evacuando, -Dijo Artemis. –No seguir empoderando esos secuestrado-
res imbéciles; ellos tienen sus instrucciones. Dejen las puertas blindadas, eso d e-
bería ayudar a absorber un poco las ondas de choque.
-Ya tenemos nuestras estrategias en su lugar, humano, -Dijo Camorra Kelp. –La
población entera puede estar en sus puntos de reunión en cinco minutos.
Artemis caminó, pensando. –Dile a tu gente que tiren sus armas en los agujeros de
magma. Dejen cualquier cosa que podría contener tecnología Koboi. Teléfonos,
juegos, todo.
-Todas las armas Koboi fueron retiradas, -Dijo Holly. –Pero algunos de los Neutri-
nos más viejos deben tener un chip o dos.
Camorra Kelp se veía culpable. –Algunas de las armas Koboi han sido retiradas, -
Dijo. –recortes de presupuesto, tú sabes como es.
Pip interrumpió sus preparativos golpeando los lentes de la cámara.
-Hey, gente de la PES. Me estoy volviendo viejo aquí. Alguien diga algo, lo que sea.
Díganos más mentiras, no nos importa.
Las cejas de Artemis se fruncieron y unieron. Él no apreciaba esa postura tan frívo-
la cuando muchas vidas estaban en juego. Apuntó al micrófono.
-¿Puedo?
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Camorra apenas levantó la vista de sus llamadas de emergencia e hizo un gesto
vago, abierto ante cualquier interpretación. Artemis eligió interpretarlo como afirma-
tivo.
Se acercó a la pantalla. –Escúchenme, ustedes vidas inferiores. Este es Artemis
Fowl. Deben haber escuchado de mí.
Pip sonrió, y su máscara copió la expresión.
-Oooh, Artemis Fowl. Chico maravilla. Si que hemos escuchado de ti, ¿O no, Kip?
Kip asintió, bailando un poco. -Artemis Fowl, el niño Oirlandes que cazó lepre-
chauns. Seguro que todos han escuchado de ese sabelotodo.
―Estos dos son estúpidos,‖ Pensó Artemis. ―Son estúpidos y hablan demasiado, de-
bería ser capaz de explotar esa debilidad.‖
Probó con una treta.
-Pensé que dije que lean sus demandas y no digan nada más.
La cara de Pip era, literalmente, una máscara de confusión. -¿Nos dijiste?
Artemis endureció su voz. –Mis instrucciones, para ustedes dos, idiotas, fueron leer
sus demandas, esperar a que el tiempo se acabara y disparar a la duende. No re-
cuerdo haber dicho nada sobre intercambiar insultos.
La careta de Pip frunció el seño ¿Cómo sabía Artemis Fowl sus instrucciones?
-¿Tus instrucciones? No seguimos órdenes de ti.
-¿Realmente? Explíquenme, entonces, como sé sus instrucciones al pie de la letra.
El software de la máscara de Pip no fue capaz de enfrentarse con su ráp ido cambio
de expresión y se congeló momentáneamente.
-Yo… ah… Yo no…
-Y díganme como se la frecuencia exacta a la que entrar.
-¿No estás en la Plaza de Policía?
-Por supuesto que no, idiota. Estoy en el punto de encuentro esperando a Opal.
Artemis sintió su corazón acelerarse, y esperó un segundo a que su mente cons-
ciente alcanzara a su subconsciente y le dijera lo que había reconocido en la panta-
lla.
Algo en el fondo.
Algo familiar.
El muro detrás de Pip y Kip era de un gris indescifrable, rasgado por un acabado
tosco de yeso. Un acabado común para las paredes de las granjas en todo el mun-
do. Habían paredes como esa alrededor de todo el Estado Fowl.
Ba boom.
Su corazón empezó a latir de nuevo.
Artemis se concentró en la pared. Gris pizarra, excepto por una red de grietas irr e-
gulares que cercaba la yesería.
Un recuerdo lo presentó a sí mismo a los seis años, caminando junto al Estado con
su padre. Mientras pasaban por las paredes del granero en los pastos superiores,
el joven Artemis apuntó a la pared y comentó. -¿Ves, padre? Las grietas forman el
mapa de Croacia, una vez parte de los imperios de los Romanos, Otomanos, y Aus-
traliano ¿Sabías que Croacia declaró su independencia de Yugoslavia en 1991?
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Allí estaba. En la pared detrás de Pip y Kip. Un mapa de Croacia, aunque ahora el
Artemis de quince años veía que la costa de Dalmacia estaba truncada.
―Están en la finca de los Fowl,‖ se dio cuenta.
¿Por qué?
Algo que el Dr. Argon había dicho resurgió.
Por la magia residual fuera de escala que hay allí. Algo pasó en la finca de los
Fowl. Algo grande, mágicamente hablando.
Artemis decidió actuar guiado por una corazonada.
–Estoy en el Estado Fowl, esperando a Opal, -Dijo.
-¿También estas en la mansión Fowl?-espetó Kip, provocando que Pip se girara
rápidamente y le disparara al corazón. El gnomo fue empujado contra la pared, sa-
cando nubes de polvo del yeso. Un estrecho reguero de sangre brotó del hueco en
su pecho, cayendo suavemente por su pechera, tan poco dramáticamente como el
goteo de pintura de un frasco. Su cara de gato animada parecía cómicamente sor-
prendida, y, cuando el calor de su rostro se desvaneció, los pixeles se apagaron,
dejando un signo de interrogación amarillo.
La muerte súbita shockeó a Artemis, pero la oración anterior lo había sorpre ndido
aún más.
Había estado en lo correcto en ambos aspectos: no solo que Opal estaba detrás de
esto, sino que el punto de encuentro era la Mansión Fowl.
¿Por qué? ¿Qué pasó allí?
Pip le gritó a la pantalla. –¿Ves lo que hiciste, humano? Si eres humano. Si eres
Artemis Fowl. No importa lo que sepas, es demasiado tarde.
Pip presionó el aún humeante canon contra la cabeza de Opal, y ella se apartó
cuando el metal le quemó la piel, suplicando a través de la cinta que cubría su b o-
ca. Estaba claro que Pip deseaba apretar el gatillo, pero no podía.
―Él tiene instrucciones,‖pensó Artemis. ―Debe esperar hasta que el tiempo asignado
termine. De otra forma, no podría estar seguro de si Opal estaba en el núcleo del
reactor.
Artemis desactivó el micrófono y estaba yendo hacia la puerta cuando Holly agarró
su brazo.
-No hay tiempo, -Dijo, adivinando correctamente que quería irse a casa.
-Debo tratar de salvar a mi familia del próximo paso del plan de Opal, -Dijo Artemis
lacónicamente. –Todavía quedan cinco minutos. Si logramos alcanzar una erupción
de magma, seremos capaces de rebasar las explosiones a la superficie.
El Comandante Kelp rápidamente sopesó sus opciones. Le podía ordenar a Artemis
a permanecer bajo tierra, pero sería estratégicamente ventajoso tener a alguien pa-
ra seguir a Opal Koboi si, de algún modo, había escapado de Atlantis.
-Ve, -Dijo. –La Capitana Canija los piloteará a ti y a Mayordomo a la superficie.
Estén en contacto si…
No finalizó la oración, pero todos en el cuarto podían adivinar lo que e staba por de-
cir.
Estén en contacto si… hay algo que contactar.
26
Capítulo 3
Fuego y azufre
27
convencida de que había sido ordenada cósmicamente para ser el primer Ser
Cuántico.
La alternativa era demasiado aborrecedora para ser aguantarla por tanto tie mpo:
ella, Opal Koboi, sería forzada a vivir el resto de sus días como una prisionera
común y corriente en las Profundidades, un objeto de burla. La materia de cuentos
morales y proyectos escolares. Un chimpancé en un zoológico para que las hadas
de Atlantis se le quedaran viendo con los ojos bien abiertos. Matarlos a todos y a sí
misma sería definitivamente más preferible. No es que ella fuera a morir. El tubo
contendría su energía; y, con la concentración suficiente, se volvería una versión
nuclear de sí misma.
Una siente su propio destino en la mano. En cualquier minuto, a partir de ahora.
Ciudad Refugio
Artemis, Mayordomo y Holly tomaron el elevador expreso hacia el Puerto de lanza-
deras de la Plaza de Policías, conectada a una corriente de magma del centro de la
tierra, que suministraba mucho del poder de la ciudad a través de cañas geotérm i-
cas. Artemis no les habló a los otros; él simplemente murmuraba para sí mismo y
golpeaba la pared de acero del ascensor con los nudillos.
Holly estaba aliviada al encontrar que no había un patrón en los golpes, a no ser,
por supuesto, que este haya sido demasiado complicado como para que ella lo pe r-
cibiera. No sería la primera vez que el proceso de razonamiento de Artemis estuvie-
ra fuera de su alcance.
El elevador era espacioso para los estandartes de la PES, y le permitió a Mayor-
domo la suficiente altura como para pararse derecho, a pesar de que aún se go l-
peaba la coronilla contra las paredes de la cápsula cada vez que había un bache.
Finalmente Artemis habló: -Si podemos meternos en la lanzadera antes del punto
muerto, entonces tendremos la verdadera oportunidad de llegar a los pozos de
magma.
Él usó las palabras punto muerto, pero sus compañeros sabían que se refería a
asesinato.Pip le dispararía a Opal cuando el tiempo acabara; ninguno de ellos lo
dudaba ahora. Entonces, las consecuencias de este homicidio se desatarían, cua-
lesquiera que sean; y su mejor oportunidad de sobrevivir reposaba dentro de una
cápsula de titanio construida para soportar una inmersión total en una explosión de
magma.
El elevador siseó al detener los pistones automáticos y abrió la puerta para admitir
los ruidos varios del completo caos. El puerto de lanzaderas estaba repleto de
hadas frenéticas luchando por pasar a través de los checkeos de seguridad, igno-
rando los protocolos usuales de rayos-X y saltando las barreras y torniquetes. Las
hadas volaban ilegalmente bajo, ahora, con sus alas rozando el tubo luminoso. Los
gnomos se apiñaron en formaciones de crunchball, intentando hacerse camino a
través de la línea de los oficiales anti-disturbios de la PES.
-Las personas están olvidando sus instrucciones, -Murmuró Holly. –Y el pánico no
va a ayudar a nadie.
28
Artemis miró cabizbajo la multitud. Él ya había visto algo como esto una vez en
elaeropuerto de JFK, cuando una estrella de un reality de la TV había aparecido en
Arribos.
–No podremos hacerlo. No sin lastimar a alguien.
Mayordomo levantó a sus compañeros y los puso a uno en cada hombro. –El infier-
no que no podremos, -Dijo, pasando determinado a través de la multitud.
La actitud de Pip había cambiado desde que le había disparado a su colega. No
más cháchara o posturas; ahora estaba siguiendo sus instrucciones al pie de la le-
tra: esperar a que la alarma del teléfono suene y disparar a la duendecilla.
―Ese niño Fowl. Era una broma ¿Correcto? No puede hacer nada ahora. Probable-
mente ni siquiera era Fowl.‖
Pip decidió que nunca divulgaría lo que había pasado allí hoy. El silencio era segu-
ridad. Las palabras solamente se unirían en una cadena y lo ahorcarían.
Ella no necesita saberlo, nunca.
Pero Pip sabía que lo miraría a los ojos y sabría todo. Por un segundo pensó en c o-
rrer, desprenderse de ese complejo plan maestro y ser un gnomo normal de nuevo.
No puedo hacerlo. Me encontraría. Me encontraría y me haría cosas terribles. Y,
por alguna razón, no deseo ser libre de ella.
No había nada más que seguir las órdenes que todavía no he desobedecido.
Tal vez si la mato me perdonará.
Pip cargó el arma y la presionó contra la parte trasera de la cabeza de Opal.
Atlantis
En el reactor, la cabeza de Opal vibraba con excitación. Debía de ser pronto. Muy
pronto. Había estado contando los segundos, pero el viaje por ascensor lleno de
baches la había desorientado.
―Estoy lista‖Pensó ―Lista para el próximo paso.‖
―¡Jálalo!‖ Transmitió, sabiendo que su yo más joven escucharía el pensamiento y
entraría en pánico. ―Jala el gatillo.‖
Plaza de Policía
Potrillo sintió su jopo caer bajo el peso de la transpiración y trató reco rdar el co-
mentario de adiós que le había dicho a Caballina esa mañana.
Creo que le dije que la amo. Siempre lo hago ¿Pero lo dije esta mañana? ¿Lo hice?
Le parecía muy importante.
Caballina está en los suburbios. Estará fuera de peligro. Bien.
El centauro no podía creer en sus propios pensamientos. Si Opal estaba tras todo
esto, todavía quedaban giros repentinos del plan por ser revelados.
Opal Koboi no hace planes; ella escribe óperas.
Por primera vez en su vida, Potrillo estaba horrorizado de encontrarse a sí mismo
pensando que alguien más podría ser un poco más inteligente que él.
Plaza de Policía, Puerto de lanzaderas
Mayordomo cruzó la multitud, dejando caer sus pies con cuidado. Su aparición en
el Puerto de lanzaderas solo sirvió para intensificar el nivel de pánico, pero eso no
podía ser tratado ahora. Algunas molestias temporales tendrían que ser sufragadas
por ciertas hadas si eso significaba alcanzar sus lanzaderas a tiempo.
29
Los elfos se agruparon al rededor de sus rodillas como peces limpiadores, varios
pinchándolo con porras zumbeantes y un par de ellos rociándolo con espray repe-
lente de feromonas, que Mayordomo descubrió, para su gran disgusto, que redujo
instantáneamente sus pectorales.
Cuando alcanzaron la barrera de seguridad, el enorme guardaespaldas simplemen-
te pasó por encima de ella, dejando a la mayoría de la asustada muchedumbre
acordonándose en el otro lado. Mayordomo tuvo el ánimo suficiente como para em-
bocar a Holly frente del escáner de retina para poder pasar sin activar las medidas
de seguridad de la terminal.
Holly llamó a un hada que reconoció en el escritorio de seguridad.
-Chix ¿Está nuestro pozo abierto?
Chix Verbil había sido una vez compañero de Holly en una aventura y solo conti-
nuaba vivo porque ella había arrastrado su lastimado cuerpo fuera del camino pel i-
groso.
-Uh… si. El Comandante Kelp nos dijo que hiciéramos un hoyo ¿Estás bien, Capi-
tana?
Holly se desmontó del hombro-estante de Mayordomo, aterrizando con chispas de
los tacos de sus botas.
-Sí, bien.
-Un modo de transporte inusual,-Comentó Chix, golpeando nervioso el suelo con un
pie, su reflejo brillando en el acero pulido como un espíritu atrapado en otra dime n-
sión.
-No te preocupes, Chix, -Dijo Holly, palmeando la pierna de Mayordomo. –Es man-
so. A menos que huela miedo.
El guardaespaldas olió el aire, como si allí hubiera una ligera esencia de terror.
Chix se elevó unos centímetros, sus alas eran como la mancha de las de un colibrí.
Apretó la tabla-V en la computadora de su muñeca con sudorosos dedos.
-Okey. Están preparados para salir. El equipo de tierra revisó todos sus sopo rtes de
vida. Y dejamos un fresco cubo de plasma mientras estuvimos allí, así que estarás
bien por unas décadas. Las puertas blindadas se están cerrando en menos de dos
minutos, así que me pondría en marcha si fuera tu, y me llevaría a esos dos Fan-
gosos… ah, humanos… contigo.
Mayordomo decidió que sería más rápido dejar a Artemis sobre su hombro hasta
que estuvieran en la lanzadera, ya que, probablemente, tropezaría con un enano en
el apuro. Partió en un rápido trote hacia abajo del tubo de metal que conectaba el
escritorio de check-in con su puesto de atraque.
Potrillo se las había arreglado para conseguir una orden de remodelación aprobada
para el puerto para que Mayordomo pudiera caminar bajo el dintel con su barbilla
baja. La lanzadera en sí misma era, actualmente, un vehículo fuera-de-camino con-
fiscado por el Departamento Activo de Criminales a un traficante de atún. Su fila
media de asientos había sido removida para que el guardaespaldas pudiera exten-
derse en la parte trasera. Manejar el fuera-de-camino era la parte favorita de Ma-
yordomo en sus visitas al subsuelo.
30
―¡Fuera-de-camino!‖ Había bufado Potrillo. ―Como si hubiera algún lugar en Refugio
que no tuviera caminos. Engullidores de plasma de alto estatus, eso es lo que estos
cacharros son.‖
Eso que no lo había detenido de ordenar con júbilo una reparación para que el
vehículo se pareciera a un Humvee Americano, y pudieras acomodar a dos huma-
nos en la parte trasera. Y porque Artemis era uno de esos humanos, Potrillo no pu-
do evitar presumir un poco, añadiendo más extras dentro del confinado espacio que
las que podrían ser encontradas en el promedio de la sonda de Marte: asientos de
gel, treinta y dos altavoces, Televisión 3-D HD; y, para Holly, oxy-refuerzo, y un cor-
tador laser en el ornamento de la cubierta, un diablillo soplando un cuerno de tallo
largo. Este era el porqué la lanzadera era referida como el Cupido de Plata. Sonaba
un poco romántico para el gusto de Artemis, así que Holly lo llamaba por ese nom-
bre tantas veces como pudiera.
El fuera-del-camino detectó la cercanía de la elfa y le mandó un mensaje a su com-
putadora de muñeca, inquiriendo si debía abrir las puertas y prenderse por sí mi s-
ma. Holly lo confirmó sin perder el paso, y las puertas-alas de murciélago oscilaron
silenciosamente hacia arriba, justo a tiempo para que Mayordomo bajara a Artemis
de su hombro, como un saco de gatitos, en el asiento trasero. Holly se deslizó en el
único asiento delantero, a la nariz de la nave y bloqueó el riel de suministros antes
de que las puertas se sellaran.
Artemis y Mayordomo se inclinaron hacia atrás, dejando que sus cinturones de se-
guridad cayeran sobre sus hombros, tirándolos cómodamente cerca de los rodillos
sensibles a la presión.
Los dedos de Artemis hicieron crujir el material de sus pantalones a la a ltura de su
rodilla. Su progreso por la vía de alimentación parecía desesperantemente lento. Al
final del panel de metal-vestido-de-roca del túnel podían ver la abertura, una brillan-
te media luna creciente bostezando, como la puerta al infierno.
-Holly, -Dijo sin separar sus dientes, -Por favor, un poco de aceleración.
Holly levantó sus manos enguantadas del volante. –Todavía estamos en un carril
alimentador, Artemis. Todo es automático.
La cara de Potrillo apareció en una proyección de cabezas arriba del parabrisas. –
Lo siento, Artemis, -Dijo –En verdad. Nos hemos quedado sin tiempo.
-¡No! –Dijo Artemis, luchando contra su cinturón. –Aún quedan quince segundos.
Doce al menos.
Los ojos de Potrillo cayeron hacia los controles antes que él. –Debemos cerrar las
puertas para asegurar que todos dentro de los túneles sobrevivan. Estoy muy ape-
nado, Artemis.
El fuera-del-camino se sacudió y, luego, cuando el poder fue cortado del riel, se de-
tuvo.
-Podemos hacerlo, -Dijo Artemis, su voz cercana a un resuello de pánico.
Más adelante, la boca del infierno se empezó a cerrar mientras los gigantes engra-
najes forjados por enanos rodaron las persianas de un metro de espesor hacia aba-
jo por el agujero.
Artemis apretó el hombro de su amiga. -¿Holly? Por favor.
31
La elfa rodó los ojos y cambió los controles a modo manual.
-D’Arvit, -Dijo, y apretó el acelerador hasta el suelo.
El fuera-del-camino saltó hacia adelante, sacudiéndose libre de su carril guía, con
sus luces giratorias y sus sirenas de aviso.
En la pantalla, Potrillo se frotó sus párpados con los dedos índices. –Sí, sí. Aquí
vamos. La Capitana Canija va de pícara de nuevo. Levante las manos quien está
sorprendido ¿Nadie?
Holly intentó ignorar al centauro y concentrarse en apretar la lanzadera a través de
la reducida brecha.
―Usualmente dejo este tipo de proezas para el final de una aventura,‖ Pensó. ―Te r-
cer acto de apogeo. Estamos empezando temprano esta vez.‖
La lanzadera rechinó a lo largo del suelo del túnel, la fricción levantaba arcos mell i-
zos de chispas que rebotaban contra la pared. Holly deslizó sus gafas de control
sobre sus ojos y, automáticamente, ajustó su visión al curioso doble enfoque nece-
sario para enviar parpadeos a los comandos que estaban en sus lentes y, actual-
mente, mirar lo que había en frente de ella.
-Cerca, -Dijo. –Va a estar cerca.–Y luego, antes de perder la conexión, agregó –
Buena suerte, Potrillo. Mantente a salvo.
El centauro golpeó la pantalla con dos dedos. –Buena suerte a todos nosotros.
Holly salvo unas pocas pulgadas extra desinflando las almohadillas de suspensión
del Cupido, y el fuera-del-camino pasó por debajo de las puertas blindadas des-
cendientes con medio segundo de sobra, cayendo en picada por la chimenea nat u-
ral. Abajo, el núcleo de la tierra escupió columnas de magma de seis kilómet ros de
ancho, creando corrientes ascendentes de fuego que explotaron contra la parte in-
ferior de la pequeña lanzadera y la mandó en un espiral hacia la superficie.
Holly puso los estabilizadores y dejó que su cabeza y cuello reposar en el re spaldo.
-Sosténganse, -Dijo. –Hay un bravo camino adelante.
Pip saltó cuando la alarma sonó en su teléfono como si no la estuviera esp erando,
como si no hubiera estado contando los segundos. De cualquier forma, parecía
sorprendido ahora que el momento finalmente había llegado. Dispararle a Kip le
había drenado el engreimiento, y su lenguaje corporal era, claramente, el de un
asesino reacio.
Trató de ganar algo de ese viejo espíritu arrogante blandiendo su pistola y m irando
de reojo la cámara; pero era difícil representar el asesinato de una duendecilla pe-
queña como cualquier otra cosa.
-Les advertí, -Le dijo a la cámara. –Esto está en ustedes, no en mí.
En la plaza de Policías, el Comandante Kelp activó el micrófono.
-Te encontraré, -Gruñó. –Incluso aunque me lleve mil años, te encontraré y te daré
prisión de por vida.
Eso actualmente, parecía divertir un poco a Pip. -¿Tú? ¿Encontrarme? Perdón si
eso no me preocupa, poli, pero conozco a alguien que me asusta mucho más que
tú.
Y sin más discusión le disparó, una vez, a Opal en la cabeza.
32
La duendecilla cayó hacia adelante como si la hubieran golpeado con una pala por
detrás. El impacto de la bala la tiró al suelo con algo de fuerza, pero sie mpre hubo
muy poca sangre a excepción de un pequeño goteo desde su oreja, casi como si la
Opal joven hubiera caído de su bicicleta en el patio del colegio.
En la Plaza de Policía, el usualmente bullicioso centro de operaciones se e ncontra-
ba en silencio, mientras todo el personal esperaba las repercusiones del asesinato
que acababan de atestiguar ¿Cuál teoría cuántica sería la correcta? Tal vez nada
pasaría aparte de la muerte de un duende.
-Okey, -Dijo Camorra Kelp, luego de un largo momento. –Todavía estamos operan-
do ¿Cuánto antes de que estemos en la guarida del trol?
Potrillo estaba a punto de hacer correr algunos cálculos en la computadora, cuando
la pantalla de la pared se partió, derramando un gas verde en la habitación.
-Sosténganse a algo, -Advirtió. –El caos se aproxima.
Atlantis
Opal Koboi sintió su propio yo morir, y fue una sensación curiosa, como una ansie-
dad creciendo en sus adentros.
―Con que es así como se siente el trauma‖ pensó. ―Estoy segura de que lo super-
aré‖
La ácida enfermedad fue prontamente reemplazada por un entusiasmo burbujeante
al saborear la noción de en lo que se estaba por convertir.
Finalmente me estoy transformando. Emergiendo de mi crisálida como la criatura
más poderosa del planeta. Nada se parará en mi camino.
Esto era todo muy melodramático, pero Opal decidió que, bajo esas circunstancias,
su eventual biógrafo entendería.
A la duendecilla nunca se le ocurrió que su teoría de la paradoja temporal podía es-
tar completamente mal, y ella podría haber sido arrojada a un agujero en un reactor
nuclear, habiendo matado a su único aliado real.
―Siento un hormigueo‖ Pensó ―Está comenzando.‖
El cosquilleo se volvió una incómoda sensación de quemazón en la base de su
cráneo que rápidamente se extendió por toda su cabeza en una ardiente presión.
Opal ya no podía nutrir los pensamientos de futuras conquistas cuando su completo
ser se convirtió, de pronto, en miedo y dolor.
―He cometido un error‖ Pensó desesperada. ―Ningún premio vale la pena por otro
segundo de esto.‖
Opal se agitó violentamente dentro de su traje anti-radiación, luchando contra las
suaves limitaciones de la espuma que embotaba sus movimientos. El pánico se ex-
tendió a través de su sistema nervioso, incrementando en intensidad desde mera-
mente inaguantable hasta inimaginable. Cualquier hilo de sanidad mental que le
hubiera quedado la había dejado bruscamente, como un velero amarrado en un
huracán.
Opal sintió su magia volver para conquistar el dolor que permanecía en sus term i-
nales nerviosas. La loca y vengativa duendecilla luchó por contener su propia
energía y no ser completamente destruida por su propio poder. Incluso ahora, ser
liberado como electrones desplazaría las orbitas y el núcleo se dividiría espontá-
33
neamente. Su cuerpo fue desplazado por energía dorada, evaporizando el traje de
radiación y quemando los agujeros a través de la disuelta espuma, rebotando con-
tra las paredes de neutrones de la cámara y de nuevo hacia la harapienta concie n-
cia de Opal.
―Ahora,‖ Pensó. ―Ahora el éxtasis comienza, mientras me rehago a mi propia im a-
gen. Soy mi propio dios.‖
Y, con solo el poder en mente, Opal se re ensambló a sí misma. Su apariencia no
cambió, para ella era vano y se creía perfecta. Pero abrió y expandió su mente, de-
jando que los nuevos poderes recubrieran los puentes entre sus células nerviosas,
centrándose en las mantras ancestrales de las artes oscuras, para que su nueva
magia pudiera ser usada para traer de vuelta a sus soldados de su lugar de de s-
canso. Un poder como este era demasiado para un solo cuerpo, y ella debía supr i-
mirlo tan pronto como hubiera escapado, o sus átomos se harían trizas y serían ba-
rridos como luciérnagas por el viento.
―Las uñas son difíciles de re ensamblar,‖ pensó ―Debo sacrificar las mis manos y
pies.‖
El efecto dominó del asesinato de la joven Opal en una esquina del campo, fue más
extensor de lo que Artemis podría imaginar, a pesar de que, en verdad, imaginar
era el verbo incorrecto, ya que Artemis Fowl no tenía el hábito de imaginar nada.
Incluso de pequeño, él nunca había soñado despierto con luchar contra dragones
montado a caballo. Lo que Artemis prefería era visualizar un objetivo realizable y
luego trabajar para cumplir la meta.
Su madre, Angeline, una vez había espiado por sobre el hombro de un Artemis de
ocho años mientras él dibujaba en su diario.
―¡Oh, querido, eso es asombroso!‖ Había exclamado ella, encantada de que su niño
finalmente mostrara algún interés en la creatividad artística, incluso si la pintura p a-
recía un poco violenta. ―Es un robot gigante destruyendo una ciudad.‖
―No, Madre,‖ Había suspirado Artemis, siempre como el teatral genio incomprendi-
do. ―Es un robot constructor haciendo un hábitat lunar.‖
Angeline había revuelto el pelo de su hijo como venganza de su suspiro y se pr e-
guntó si el pequeño Arty debería necesitar hablar con alguien profesional.
Artemis había considerado la extensa devastación que sería causada por la energía
espontanea explotando de toda la materia relativa a Opal, pero ni él estaba con s-
ciente del nivel de saturación de los productos Koboi elaborados en los pasados
años, antes de su encarcelación. Industrias Koboi tenía muchos negocios legítimos,
que manufacturaban todo desde partes de armas, hasta equipamiento médico; pero
Opal también tenía muchas compañías sombra que, ilegalmente, extendieron su in-
fluencia al mundo humano, e incluso al espacio, y el efecto de estos diez mil co m-
ponentes explotando, osciló de inconveniente a justo debajo de catástrofe.
En el depósito de la PES, doscientas armas clasificadas, preparadas para ser reci-
cladas la semana entrante, colapsaron como barras derretidas de chocolate y luego
irradiaron una luz dorada de fuego que frió todos los sistemas locales con circuitos
cerrados antes de explotar con el poder de cien barras de Semtex. No se alcanzó la
fisión, pero los daños fueron considerables. El almacén fue esencialmente evapori-
34
zado, y muchos de los pilares de soporte de carga de la ciudad bajo tierra fueron
derribados como bloques infantiles de construcción.
El Centro de Ciudad Refugio colapsó interiormente, dejando que un millón de ton e-
ladas de la corteza terrestre de roca cayera en la capital mágica, rompiendo el sello
de presión e incrementando las lecturas de atmósfera a casi un mil por ciento.
Cualquier cosa bajo la caída de las rocas fue aplastada instantáneamente. Hubie-
ron ochenta y siete víctimas mortales, y los daños de propiedad fueron absolutos.
El sótano de la Plaza de Policía colapsó, causando que los tres pisos que le segu-
ían se hundieran. Afortunadamente, los pisos superiores estaban sujetos al techo
de la caverna, que los mantuvo firmes y salvó la vida de muchos of iciales que hab-
ían elegido permanecer en sus puestos.
El sesenta y tres por ciento de los automóviles contenían pistones Koboi en sus
engranajes, y volaron simultáneamente, causando una vuelta de vehículos incre í-
blemente sincronizada; parte de la cual fue capturada en una cámara de un esta-
cionamiento que sobrevivió de algún modo a la presión. En los años f uturos se vol-
vería el clip más visto de la Web del Subsuelo.
Los laboratorios sombra de Koboi habían estado vendiendo por años tecnolo gía
mágica obsoleta a las compañías humanas, como parecía ser, a la vanguardia de
sus accionistas. Estos pequeños chips maravilla o sus descendientes se habían ex-
tendido por casi todos los dispositivos controlados por computadora construidos en
los últimos años. Estas fichas dentro de laptops, celulares, televisores, y tostado-
res, aparecieron y silbaron como bolas de soporte cargadas cinéticamente dentro
de latas de hojalata. El ochenta por ciento de la comunicación electrónica del pla-
neta Tierra cesó de inmediato. La humanidad fue devuelta a la edad del papel en
medio segundo.
Los sistemas de soporte vital lanzaron chispas de energía y murieron. Preciados
manuscritos fueron perdidos. Los bancos colapsaron, así como todos los expedien-
tes financieros de los pasados cincuenta años fueron completamente eliminados.
Los aviones cayeron del cielo, la estación espacial Graum II quedó a la deriva en el
cosmos, y los satélites de defensa que se suponía que no existían, dejaron de
hacerlo.
Las personas salieron hacia las calles, gritándole a sus teléfonos muertos, como si
el volumen pudiera reactivarlos. El saqueo se extendió por los continentes como un
virus de computadora, mientras que los virus informáticos reales murieron con sus
huéspedes, y las tarjetas de crédito se volvieron meros rectángulos de plástico. Los
parlamentos fueron asaltados en todo el mundo por los ciudadanos que culpaban al
gobierno por esta serie de catástrofes inexplicables.
Chispas de fuego y el asqueroso olor a azufre surgieron de las grietas en la tierra.
Estas provenían, en su mayoría, de tuberías rotas, pero la gente lo tomó como un
grito del Armagedón. El caos reinó, y los survivalistas* desenvolvieron ansiosos las
cabritillas de sus ballestas.
La primera fase del plan de Opal estaba completa.
* Los Survivalistas son individuos o grupos que se preparan activamente para posi-
35
bles emergencias adquiriendo anticipadamente formación médica de emergencia,
almacenando alimentos y agua, preparándose para una posible defensa y adqu i-
riendo conocimientos de autosuficiencia.
Capítulo 4
El ingeniero Ozkopy tiene la última palabra
36
pared ante la ausencia de una llamarada de magma en pleno derecho. Artemis la
llamó desde la parte trasera, pero ella no podía escucharlo por sobre el rugido del
viento del núcleo.
-Latas, -Articuló, golpeando los audífonos de su propio casco. –Pónganse sus auri-
culares.
Artemis tiró de un par de latas aparatosas desde el clip en el techo, y las ajustó s o-
bre sus orejas.
-¿Tienes alguna clase de reporte sobre los daños preliminares de parte Potrillo? -
Preguntó.
Holly revisó sus controles. –Nada. Todo se vino abajo. Ni siquiera recibo estática.
-Muy bien, así está la situación según como yo la veo. Como nuestras comun ica-
ciones están cortadas, asumo que el asesinato de la joven Opal tiró a todo el mu n-
do dentro del desorden. La violencia alcanzará una escala no vista desde la última
guerra mundial. Nuestra Opal planea, indudablemente, emerger de las cenizas del
mundo en forma de algún fénix mágico ¿Cómo se propone hacerlo? No lo sé; pero
hay una conexión con mi hogar, el Estado Fowl, así que allí debemos dirigirnos
¿Cuánto tiempo tomará el viaje, Holly?
La elfa consideró lo que estaba bajo la capa. –Puedo salvar quince minutos del
tiempo usual, pero aún así tomará un par de horas.
―Dos horas‖ Pensó Artemis.―Ciento veinte minutos para confeccionar una e strategia
que funcione, donde nosotros tres abordemos lo que sea que Opal haya planeado.‖
Mayordomo ajustó el micrófono de sus auriculares. -Artemis. Sé que esto se te ocu-
rrió a ti, porque se me ha ocurrido a mí.
-Predigo, viejo amigo,-Dijo el niño, -que señalarás que estamos corriendo justo
hacia el lugar donde Opal es más fuerte.
-Exacto, Artemis,-Confirmó el guardaespaldas. -O, como solíamos decir en el Delta:
estamos corriendo con los ojos vendados hacia la caja asesina.
La cara de Artemis decayó ¿Caja asesina?
Holly le lanzó una marchita mirada a Mayordomo. Buena forma de ponerlo, grando-
te. La familia de Artemis vive en esa caja asesina.
Ella flexionó sus dedos y los dobló con fuerza sobre los controles. –Tal vez puedo
salvar veinte minutos del tiempo usual, -Dijo, y puso los sensores de la lanzadera a
buscar las corrientes más fuertes para llevarlos hasta lo que sea que la locura de
Opal Koboi había orquestado para el mundo.
Atlantis
Opal se tomó unos momentos para felicitarse a sí misma por estar, otra vez, abs o-
lutamente en lo correcto en su teoría, y luego se mantuvo completamente quieta
para ver si podía sentir el pánico filtrándose de arriba.
―Una siente algo,‖ Concluyó Opal. ―Definitivamente una ola general de miedo con
una pizca de desolación.‖
Hubiera sido lindo simplemente recostarse un rato y generar poder; pero con tanto
por hacer, hubiera sido una indulgencia.
―Trabajo, trabajo, trabajo‖ Pensó, girando su cara a la boca del túnel. ―Debo irme.‖
37
Con apenas un esfuerzo de parte de su mente, Opal emitió una corona de intensa
luz y calor, abrazando la solidificada espuma anti-radiación que la encarcelaba, y
levitó hacia la escotilla del tubo, que apenas la retrasó un poco más que la espuma.
Después de todo, ahora ella tenía el poder para cambiar la estructura molecular de
cualquier cosa en la que se concentrara.
―El poder ya se está desvaneciendo‖ se dio cuenta ―Estoy derramando magia, y mi
cuerpo pronto empezará a desintegrarse.‖
Un enano se paró en la cámara, más allá de la escotilla rota, pareciendo impertur-
bable por las maravillas ante él.
-Este es el día de Fronda,-Proclamó Kolin Ozkopy sacando mentón. –Solo en el día
de Fronda podrían estar pasando todas estas cosas sin sentido. Primero pierdo la
recepción de mi teléfono, así que no tengo idea de quien está ganando el partido
de crunchball, y ahora una duendecilla dorada está flotando en mi sala. Así que te
ruego que me digas, señorita duende, ¿Qué está pasando? ¿Y dónde están tus
uñas?
Opal se sorprendió al sentirse obligada a responder. –Las uñas son difíciles, enano.
Estaba preparada para dejar atrás las uñas para ahorrar tiempo.
-Sip, eso tiene mucho sentido, -Dijo Ozkopy, demostrando muy poco asombro para
el gusto de Opal. -¿Quieres saber qué es difícil? Estar aquí parado siendo marchi-
tado por tu aura, eso lo es. Debería estar cubierto por un SPF-1000.
Para ser justos con Ozkopy, él no estaba psicológicamente inconsciente sobre todo
el asunto. Actualmente, se encontraba en shock y tenía una muy buena idea de
quién era Opal y de que estaba, probablemente, a punto de morir. Solo trataba de
aguantar la situación con insolencia.
La dorada frente de Opal se arrugó frunciendo el seño, como lava ondulada. –Tú,
enano, deberías estar honrado de que la última imagen cauterizada por tus inútiles
retinas es una de mi gloriosa… gloria.
Opal no estaba enteramente contenta con cómo había finalizado la oración; pero,
momentáneamente, el enano estaría muerto, y la pobre construcción de la frase,
olvidada. Ozkopy no estaba íntegramente feliz con el insulto de Opal a sus retinas.
-¡¿Retinas inútiles?!-Balbuceó. –Mi papá me dio estas retinas… no es que se las
arrancó directamente de su propia cabeza, tú entiendes, pero él me las pasó. –Para
su eterno honor cósmico, Ozkopy decidió morir con gracia. –Y, viendo que nos es-
tamos insultando mutuamente, siempre pensé que eras más alta. Además, tus ca-
deras son bamboleantes.
Opal se erizó enojada, lo que resultó en su corona radioactiva expandiéndose por
un radio de casi tres metros, pulverizando totalmente cualquier cosa dentro de la
esfera, incluyendo a Kolin Ozkopy. Pero, incluso a pesar de que el enano se había
ido, el aguijón de su comentario de partida viviría en el cajón de asuntos no termi-
nados de la mente de Opal por el resto de su vida. Si ella admitía tener algún de-
fecto, ese era su tendencia a disponer precipitadamente de quienes la ofendían,
dejándolos fuera del gancho, por así decirlo.
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―No debo dejar que ese enano me desanime,‖ Se dijo a sí misma, ascendiendo con
una velocidad ciega hacia la superficie. ―Y mis caderas, definitivamente, no son
bamboleantes.‖
La ascensión de Opal era cegadora y divina en apariencia, como una supernova
que se dispara contra la superficie del océano, el feroz calor de su magia negra r e-
peliendo las paredes de Atlantis y el choque del océano con igual desenvoltura, re-
organizando la estructura atómica de cualquier cosa que se parara en su camino.
Ella rodó su corona de magia negra hacia adelante y arriba, en dirección al E stado
Fowl. No necesitaba pensar en su destino, porque el candado la llamaba. La cerr a-
dura la convocaba, y ella era la llave.
Capítulo 5
Harmagedón
39
¿Pueden sentir el movimiento? Oro llamó a los espíritus de sus guerreros. Estén
preparados para empujar cuando la puerta sea abierta.
Estamos listos, replicaron sus guerreros. Cuando la luz caiga sobre nosotros, nos
apoderaremos de los cuerpos de perros, tejones y humanos, y los someteremos a
nuestros deseos.
Oro no pudo evitar pensar: ―preferiría habitar un humano que un tejón.‖
Él estaba orgulloso, y ese mismo orgullo le había costado la vida diez mil años
atrás.
Gobdaw, que yacía a su izquierda, envió un pensamiento vibrante, que casi podía
ser una risa.
Si, -Dijo.–Pero mejor un tejón que una rata.
Si el corazón de Oro hubiera sido de carne y sangre, hubiera palpitado con un nu e-
vo orgullo, pero esta vez por sus guerreros.
―Mis soldados están listos para la guerra. Ellos pelearan hasta que sus cue rpos ro-
bados caigan, y entonces, finalmente, ser libres hacia el abrazo de la luz. Nuestro
tiempo está a la mano.‖
Juliet Mayordomo estaba sosteniendo un fuerte, y no solo en el sentido de cuidar
de las cosas mientras los padres de Artemis habían ido a una eco-conferencia en
Londres, actualmente estaba sosteniendo un fuerte.
La fortaleza en cuestión, era una vieja torre Martello que se mantenía de pie como
centinela sobre una colina, vigilando el muelle de Dublín. El fuerte había sido de s-
gastado por los elementos hasta ser una simple protuberancia, y una extraña hie-
dra negra había arrojado zarcillos a lo largo de los muros como tratando de recla-
mar la piedra como parte de la tierra. El seríamos-conquistadores de los hermanos
de Artemis Fowl: el cuatro añero Myles y su mellizo, Beckett. Los chicos se habían
apresurado por la torre muchas veces con espadas de madera pero eran rechaza-
dos por Juliet y enviados, gentilmente, al alto pasto. Beckett chilló entre risas, pero
Juliet podía notar que Myles se estaba frustrando más y más por sus asaltos falli-
dos.
―Tal como Artemis, es ese,‖ Pensó Juliet. ―Otra pequeña mente maestra crim inal.‖
Por los pasados diez minutos, los chicos habían estado susurrando detrás un ar-
busto, planeando su próximo ataque. Juliet podía escuchar risitas apagadas y
órdenes escuetas mientras Myles, indudablemente, le decía una serie de complic a-
das instrucciones tácticas a su hermano.
Juliet sonrió. Podía imaginar el escenario.
Myles diría algo como:
Tú ve por un camino, Beck, y yo iré por el otro. Eso se llama flanquear.
A lo que Beckett respondería algo como: Me gustan las orugas.
Era verdad decir que los hermanos se amaban mutuamente más que a sí mismos,
pero Myles vivía en un estado de frustración constante porque Beckett no podía, o
no quería, seguir las instrucciones más simples.
―En cualquier segundo, Beckett se aburrirá de la reunión táctica,‖ pensó la hermana
menor de Mayordomo, ―y vendrá errante del arbusto blandiendo su espada de ju-
guete.‖
40
Momentos después, Beckett, en efecto, trastabilló desde el matorral, pero no era
una espada lo que blandía.
Juliet osciló su pierna sobre el bajo parapeto y lo llamó suspicaz.
-Beck, ¿Qué tienes allí?
El niño agitó el objeto. –Calzoncillos, -Dijo francamente.
Juliet miró de nuevo para confirmar que el sucio triángulo era, de hecho, ropa inte r-
ior. Por la remera de ―Niño Delgado‖ hasta la rodilla que había usado los pasados
cuarenta y ocho días, era imposible acertar si los calzoncillos eran o no los de Bec-
kett, a pesar de que así parecía, dado a que las piernas del chico estaban desn u-
das.
Beckett era un personaje revoltoso y, en sus pocos meses como niñe-
ra/guardaespaldas, Juliet había visto muchas cosas peores que ropa interior, por
ejemplo, la granja de gusanos que Beckett había construido en el baño inferior, y
que había fertilizado personalmente.
-Okey, Beck, -Lo llamó desde abajo de la torre. –Solo ponte tu ropa interior, pe-
queñín. Te conseguiré un par limpio.
Beckett avanzó firmemente. -Nope. Beckett está enfermo de la estúpida ropa inter-
ior. Estas son para ti. Un presente.
La cara del niño brilló con un inocente entusiasmo, convencido de que sus ca lzonci-
llos eran el mejor regalo que una chica podría obtener, además de un par de sus
calzones con un puñado de escarabajos acunados dentro.
Juliet lo contrarrestó con: -Pero no es mi cumpleaños.
Beckett estaba al pie de la usada torre ahora, sacudiendo los calzoncillos como una
bandera. –Te amo, Jules, toma el presente.
―Me ama,‖ Pensó Juliet. ―Los niños siempre conocen los puntos débiles.‖
Trató con una última táctica desesperada. -¿Pero tú cola no estará congelada?
Beckett tenía una respuesta para eso. -Nope. Ni siquiera siento frio.
Juliet sonrió afectuosamente. Era fácil de creer. El huesudo Beckett despedía tanto
calor que podría hervir un lago. Abrazarlo era como abrazar un radiador inquieto.
En este punto, el único camino de Juliet para evitar tocar los calzones era una me n-
tira inofensiva. –Los Conejos aman la vieja ropa interior, Beck ¿Por qué no la entie-
rras como regalo para Papá Conejo?
-Los conejos no necesitan ropa interior, -Dijo una siniestra vocecilla detrás suyo. –
Son mamíferos de sangre caliente, y su pelaje es suficiente abrigo para nuestro
clima.
Juliet sintió la punta de la espada de madera de Myles en su muslo y se dio cuenta
de que el chico había usado a su hermano como una distracción y luego había ro-
deado los escalones traseros.
―No escuché nada,‖ reflexionó.―Myles está aprendiendo a deslizarse.‖
-Muy bien, Myles,-Dijo. -¿Cómo conseguiste que Beckett siguiera tus instruccio-
nes?
El niño rió con suficiencia, el parecido con Artemis era increíble. –No le di órdenes
de soldado. Le sugerí a Beck que su trasero podía picar.
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―Este niño ni siquiera tiene cinco,‖ Pensó Juliet. ―Espera a que el mundo obtenga al
cargado Myles Fowl.‖
Desde la esquina de su ojo, vio algo triangular navegar por el aire hacia ella e in s-
tintivamente lo asió. No antes de que sus dedos se cerraran en el material, notó lo
que estaba sosteniendo.
―Genial‖ Pensó. ―Embaucada por dos cuatro añeros.‖
-Muy bien, chicos,-Dijo. –Tiempo de ir a la casa por el almuerzo ¿Qué hay en el
menú hoy?
Myles enfundó su espada. –Me gustaría una croqueta, madame, con jugo de uva
frío.
-Bichos, -Dijo Beckett, saltando en un pie. –Bichos en kétchup.
Juliet subió a Myles a su hombro y saltó desde la pared baja de la torre. –Entonces,
muchachos, lo mismo que ayer.
―Memo a mí misma,‖ Pensó.―Lava tus manos.‖
Los niños estaban con el pasto hasta la cintura cuando el lejano caos comenzó.
Beckett le prestó poca atención a la discordancia distante porque su soundtrack in-
terno generalmente iba acompañado de explosiones y gritos, pero Myles sabía que
algo estaba mal.
Él volvió hacia la torre Martello y trepó los escalones de piedra, mostrando una falta
de habilidad recordativa a Artemis, que divertía a Beckett a lo grande, mientras su
grado de pisada segura era tanto como la falta de la de su hermano.
-Armagedón, -Anunció Myles cuando alcanzó el último escalón. –El fin del mundo.
Beckett estaba consternado. -¡No también Disneyland!
Juliet rizó su cabello decolorado por el sol. -No, por supuesto que no Disneyland. -
En su estómago sintió una creciente inquietud ¿De dónde provenían esos sonidos?
Sonaba como si hubiera una zona de Guerra cerca.
Juliet siguió a Myles al suelo de barro compactado en la punta de la torre. Desde
allí tenían una vista clara de lo que pasaba en la ciudad distante. Usualmente, los
únicos sonidos que traía el viento hasta tan al norte eran ocasionales bocinazos de
los autos atascados en la rotonda por el tráfico. Pero hoy, la ruta principal hacia
Dublín parecía más la ruta del infierno. Incluso desde esa distancia, era claro que
las seis líneas de tráfico se habían parado por completo. Muchos motores explota-
ron mientras miraban, y un camión recolector hizo una inesperada vuelta hacia ade-
lante. Más allá, dentro de la ciudad, explosiones más grandes retumbaron detrás de
los edificios, y columnas de humo se elevaron por el cielo de la tarde, un cielo que
tenía sus propios problemas, mientras pequeñas aeronaves caían dentro del esta-
dio de fútbol y un satélite de comunicaciones honesto-a-Dios, cayó del espacio co-
mo un robot muerto sobre el hotel U2.
Beckett subió los escalones y tomó la mano de Juliet.
-Este es el Harma-geddon, -Dijo despacio. –El mundo va a boom.
Juliet acercó a los niños. Lo que sea que estuviera ocurriendo parecía dem asiado
grande como para estar dirigido, específicamente, a la familia Fowl, a pesar de que
había una creciente lista de personas que estarían felices de destruir el país entero
de Dublín solo para llegar a Artemis.
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-No se preocupen, chicos, -Dijo. –Los protegeré.
Buscó dentro de su bolso. En situaciones como estas, cuando las cosas se ponían
violentamente raras, el primer curso de acción siempre fue el mismo: Llamar a Ar-
temis.
Deslizó la lista de conexiones en su teléfono y no estuvo completamente so rprendi-
da de ver que la única disponible era el sistema ZORRO que Artemis había esta-
blecido para llamadas de emergencia seguras.
Me imagino que Artemis es el único adolescente en el mundo que construyó y puso
en marcha su propio satélite.
Estaba a punto de seleccionar el nombre de Artemis de sus contactos cuando un
corpulento antebrazo apareció en un espacio de tres metros frente a ella. Había
una mano al final del brazo, y sostenía un Neutrino mágico.
-Noche-nochosa, Fangosa,-dijo una voz de ninguna parte, y un rayo azul de energ-
ía crepitante salió de la boca del cañón.
Juliet estaba lo suficientemente familiarizada con el armamento mágico como para
saber que sobreviviría al rayo azul, pero que probablemente se sentiría como una
quemadura y despertaría envuelta en dolor.
―Perdón, mis chicos‖Pensó ―Les fallé.‖
Luego, el rayo del arma de Pip la golpeó en el pecho, quemó su chaqueta, y la tiró
de la torre.
Oro de los Berserkers sintió un momento de duda.
―Tal vez, el anticipo de libertad es solamente anhelo,‖ Pensó.
No. Esto era más que su propio deseo. La llave estaba viniendo. Podía sentir la pr i-
sa del poder mientras se acercaba a su tumba.
Reúnanse,les envió a sus guerreros. Cuando la puerta esté abierta, tomen cual-
quier forma que deban. Todo lo que viva, o haya vivido puede ser nuestro.
Oro sintió la tierra sacudirse con el rugir de sus guerreros.
O quizás era mero anhelo.
Capítulo 6
Levántense, mis bellezas
43
do parecido a la carne cruda golpeando contra una pared a gran velocidad, luego
se apagó, dejando a Holly sin más remedio que retroceder al túnel de acceso del
puerto de lanzaderas y rezar porque allí no hubiera ningún personal desautorizado.
El metal se arrugó, el Plexiglas se agrietó, y los cables de fibra óptica se tendieron
como caramelo caliente y se rompieron. La coraza reforzada del Cupido de Plata
tomó el castigo, pero el ornamento del capó salió volando así como su tocayo,
siendo encontrados, tres meses después, por una figura flaca, apenas reconocible,
en el vientre de una máquina de soda.
Holly jaló del freno mientras llovían chispas, picando en el parabrisas. Su arnés de
giro de piloto absorbió la mayor parte del shock que significaba para su cuerpo, pe-
ro Artemis y Mayordomo habían rebotado por todas partes como perlas en un son a-
jero.
-¿Todos vivos? -Los llamó por sobre el hombro, y el surtido de gemidos que le res-
pondieron le confirmó la supervivencia de sus pasajeros, aunque no su superviven-
cia intacta.
Artemis salió de debajo del abrazo protector de Mayordomo y revisó las lect uras de
la lanzadera. Sangre caía de un corte de su frente, pero él pareció no notarlo.
-Necesitas encontrar un modo de salir.
Holly casi ríe. Sacar al Cupido fuera de allí significaría destruir intencionalmente
una instalación entera de la PES. Ella no solo estaría violando el manual; ella esta r-
ía triturando las páginas, luego mezclándolas con estiércol de trol, cociendo la
mezcla, y lanzando las galletas a una fogata.
-Galletas de estiércol,-Farfulló, lo que no tenía ningún sentido si no conocías el tren
de sus pensamientos.
-Debes de estar haciendo galletas de estiércol con el manual, -Dijo Artemis, quien,
aparentemente, podía rastrear ese tren de pensamientos, -Pero Opal debe ser de-
tenida por nuestro bien.
Holly dudó.
Artemis acaudaló su incertidumbre. -Holly. Estas son circunstancias extraordinarias,
-Dijo con urgencia. -¿Recuerdas la frase de Mayordomo? Caja Asesina. Allí es
donde mis hermanos se encuentran en este momento. En esa caja asesina. Y tú
sabes cuánto sacrificaría Juliet para salvarlos.
Mayordomo se inclinó hacia adelante, agarrando una empuñadura curva colgante y
sacándola de su lugar en el proceso.
-Piensa tácticamente,-Dijo, instintivamente sabiendo como agilizar a la capitana
mágica. -Necesitamos proceder asumiendo que nosotros somos la fuerza pequeña
parada en medio de Opal y cualquier forma de dominación mundial que su retorcida
mente haya cocinado en solitario. Y recuerda, ella estaba preparada para sacrifi-
carse a sí misma. Ella lo predijo. Necesitamos ir ¡Ahora, soldado!
Mayordomo estaba en lo correcto, y Holly lo sabía.
-Okey, -Dijo, golpeando los parámetros dentro de la ruta de búsqueda del Cupido. -
Tú lo pediste.
Un hada con una chaqueta de alta visibilidad bajaba volando por el túnel de acce-
so, sus alas golpeando las paredes curvas en su prisa. Los golpes de las alas de
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un hada dañaban los sensores de sensibilidad bio-sonar que tomaban décadas en
sanar, así que el ser debía de estar en algún peligro considerable para volar tan
osadamente.
Holly gimió. -Es Nander Thall. Señor Por-el-Libro.
Thall era paranoico sobre que los humanos contaminarían, de algún modo, Refugio
en su entrada, o que robarían algo en su salida, así que insistió en escaneos com-
pletos cada vez que el Cupido atracaba.
-Sólo vamos, -Le urgió Mayordomo. -No tenemos tiempo para las regulaciones de
Thall.
Nander Thall les gritó a través del megáfono. -Baja el poder Capitana Canija ¿Qué,
en nombre de Fronda, piensas que estás haciendo? Sabía que eras una carta rara,
Canija. Lo sabía. Inestable.
-No hay tiempo, -Dijo Artemis. -No hay tiempo.
Thall flotó a sesenta centímetros del parabrisas. -Leo el futuro en tus ojos, Canija, y
veo caos. Estamos en un encierro aquí abajo. El escudo ha fallado ¿Entiendes
eso? Solo tomaría algún Fangoso con una pala para desenterrar el puerto entero.
Todo está en manos de las protecciones, Canija. Baja el poder. Estoy dándote una
orden directa.
Los ojos de Nander Thall se hincharon en sus cuencas como huevos de gallina, y
sus alas golpearon la pared erráticamente. Ese era un hada nervioso.
-¿Piensas qué si pedimos permiso nos van a dejar irnos a tiempo? -Dijo Artemis.
Holly lo meditó. El túnel de acceso se extendía detrás de Thall, los pasajeros se
apiñaban nerviosamente en las piletas de luz emitidas por las balizas de emergen-
cia. La situación sería lo suficientemente difícil de contener sin llevarla a los niveles
de pánico.
La computadora a bordo pitó, mostrando la ruta de escape óptima en pantalla, y fue
el pitido lo que estimuló Holly.
-Perdón, -Le dijo a Nander Thall. -tenemos que irnos.
Las alas de Thall golpetearon con una rapidez nerviosa. -¡No te atrevas a decirme
Perdón a mí! Y ustedes no tienen que irse a ninguna parte.
Pero Holly estaba apenada y necesitaba irse. Así que se fue. Derecho hacia arriba,
hacia el transportador de equipaje, que generalmente rodaba sobre sus cabezas,
las maletas flotando en un canal de agua inteligente transparente que mostraba la
identidad del dueño a través del Plexiglas. Ahora el canal de transporte estaba es-
tancado, y el equipaje chocaba entre sí como botes abandonados.
Holly empujó la palanca de mando con un pulgar, poniendo al Cupido dentro del
canal, el cual la computadora le había asegurado que era lo suf icientemente grande
como para acomodar el vehículo. Y así era, con apenas un pulgar de espacio entre
el paso de las ruedas.
Increíblemente, Nander Thall fue en su persecución. Se balanceó por el canal, su
jopo de pelo volaba hacia atrás como una media al viento, y gritando en su peque-
ño megáfono.
Holly se encogió de hombros teatralmente. -No puedo escucharte, -Articuló. -
Perdón.
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Y dejó al hada maldiciendo en el túnel de equipaje, que corría en gentiles círculos
inclinados hacia la sala de Arribos.
Holly piloteó el Cupidoa lo largo de las curvas del túnel, guiada por faros mellizos
que rebelaban las paredes de Plexiglas incrustada con miles de circuitos muertos.
Obscuras formas podían ser vistas babeando de las cajas de circuito, arrojando
condensadores humeantes y fusibles.
-Enanos, -Dijo Holly.-Son los mejores electricistas. No se requieren luces, y un bo-
nus de espacios oscuros. Además, comen los componentes muertos.
-¿En serio? -Se preguntó Mayordomo.
-Absolutamente. Mantillo me aseguró que el cobre es muy higiénico.
Artemis no se metió en la conversación. Era trivial, y él se encontraba en un modo
profundo de visualización, pintándose cada escenario que enfrentarían al llegar a la
Mansión Fowl, y planeando como emerger de esos escenarios como el vencedor.
En esto, la metodología de Artemis era similar a la del jugador de ajedrez america-
no, Bobby Fischer, capaz de computar cada posible movimiento que su oponente
podía hacer, para así poder contrarrestarlo. El único problema con esta técnica, era
que habían algunos escenarios que Artemis simplemente no podía enfrentar, y es-
tos debían ser dejados para el final del proceso, haciéndolo defectuoso.
Y entonces planeó, sabiendo que era probablemente fútil, ya que no sabía la m a-
yoría de las constantes en la ecuación, por no mencionar las variables.
Una obscura promesa flotó desde debajo de su lógica.
Si los que amo son heridos, entonces Opal Koboi deberá pagar.
Artemis trató de desvanecer el pensamiento, ya que no tenía un uso útil; pero la
noción de venganza se negaba a irse.
Holly solo tenía unas pocas cientos de horas como piloto registradas en el Cupido,
por mucho, demasiado poco para lo que estaba intentando hacer. Pero entonces,
de nuevo, no habían suficientes horas de piloto en una vida entera para este tipo de
manejo.
El Cupido aceleró a lo largo del canal, sus gruesos neumáticos encajando en el
camino de Plexiglas, el pequeño cohete disfrazado como un tubo de escape, hir-
viendo una estela de corta duración en el agua inteligente. Maletas fueron aplasta-
das bajo sus pisadas o hechas saltar como morteros a lo largo del vertedor de la
cinta, derramando prendas flotantes, cosméticos, y objetos de contrabando huma-
nos. Los guardias de seguridad de turno habían tenido el ánimo para confiscar la
mayoría de esos artefactos, pero nadie nunca pudo figurarse quien había logrado
meter una tarjeta recortada de tamaño real de Gandalf dentro de una valija.
Holly manejó, concentrándose con los ojos entrecerrados y los dientes apret ados.
El canal de equipaje los llevó fuera de la terminal dentro de la roca. Hicieron espira-
les hacia arriba por entre los estratos arqueológicos, pasando huesos de dinosaurio
y tumbas Celtas, a través de asentamientos vikingos y paredes normandas, hasta
que el Cupido emergió en una gran sala de equipaje con un techo transparente qu e
se abría directamente a los elementos, (un supervillano real de James Bond), una
guarida por el tipo de lugar, completado con edificios con arañas metálicas conto-
neándose y un sistema de rieles de lanzaderas.
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Generalmente, la Ventana del Cielo estaría camuflada usando proyectores y escu-
dos; pero estas medidas de seguridad estaban fuera de comisión desde que todas
las partes Koboi podrían haber sido reemplazadas con tecnología que no había e x-
plotado. Esa tarde, magulladas nubes grises Irlandesas erraron a través de los pa-
neles biselados, y la sala de equipaje era completamente visible desde arriba si
cualquier persona se preocupara en fotografiar los manipuladores de equipaje
mágicos o las carretillas elevadoras con agujeros humeantes en sus carrocerías,
como víctimas de un francotirador.
Holly le preguntó a la computadora si había otro camino aparte del sugerido. El
avatar en la pantalla le informó, desapasionadamente, que sí la había, pero a cu a-
trocientos ochenta kilómetros.
-D’Arvit, -murmuró Holly, decidiendo que no iba a preocuparse más por las reglas, o
el daño a la propiedad. Allí había una imagen más grande que considerar, y a nadie
le gustaba un quejica.
A nadie le gusta un quejica.Su padre siempre decía eso.
Podía verlo ahora, pasando cada minuto libre en su precioso jardín, alimentando
con algas sus tubérculos bajo la luz solar sintética.
Tienes que hacer tu parte de las tareas del hogar, Poppy. Tu madre y yo trab aja-
mos largas horas para mantener esta familia funcionando. Él pararía entonces y le
acariciaría el mentón. LosBerserkers hicieron el sacrificio final por las Criaturas
hace mucho tiempo. Nadie te pide que vayas tan lejos pero podrías hacer tus tare-
as con una sonrisa en tu linda cara. Luego se pondría rígido, jugando al sargento
mayor. Así que ve a por ello, Soldado Poppy. A nadie le gusta un quejica.
Holly atrapó su reflejo en el parabrisas. Sus ojos llenos de melancolía. Las hijas
siempre habían llevado el apodo Poppy en su familia. Nadie recordaba porque.
-Holly, -Gritó Artemis. -La seguridad se está cerrando.
Holly se sacudió la culpabilidad y revisó el perímetro. Muchos guardias de s eguri-
dad estaban acercándose al Cupido, tratando de engañarla con sus pistolas Neutri-
no inútiles, usando la humeante mole de una lanzadera volteada como refugio.
Uno de los guardias descargó un par de tiros que tintinearon en el guardabarros de-
lantero.
―Un arma casera,‖ Notó Holly. ―Debe haberla construido él mismo.‖
Los disparos tuvieron poco efecto sobre las placas del Cupido. Pero si el gua rdia se
había tomado la molestia de improvisar su propia pistola de seguridad, tal vez ha b-
ía pensado en atornillar un barril penetrante de armaduras.
Como leyendo su mente, el guardia manoseó su cinturón en busca de un ca rgador
de munición.
―Esa es la diferencia entre tú y yo,‖ Pensó Holly. ―Yo no manoseo.
Le dio todo el poder a los jets y envió al Cupido como un cohete por la Ventana del
Cielo, dejando a los guardias de seguridad pretendiendo disparar armas inútiles
contra ella, un par incluso llegaron a hacer ruidos de bang bang, a pesar de que las
armas mágicas no habían hecho bang bang en siglos.
―La Ventana del Cielo es Plexiglas reforzado,‖ Pensó Holly. ―O se rompe, o el Cupi-
do lo hace. Probablemente un poco de los dos.‖
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A pesar de que nunca lo sabría, su apuesta no merecía la pena. La Ventana del
Cielo estaba construida para soportar el impacto directo de cualquier cosa corta de
un arco de bajo rendimiento nuclear, un hecho que prudentemente había sido
anunciado por los parlantes de la terminal unas cien veces al día, y que Holly se las
había arreglado, de alguna manera, a evitar oír.
Por suerte para la Capitana Canija y sus pasajeros, y de hecho, para el dest ino del
resto del mundo, su potencial ignorancia fatal nunca saldría a la luz, ya que Potrillo
había anticipado una situación donde una nave mágica se acercara a toda veloci-
dad a la Ventana del Cielo, y esta se negara a abrirse. El centauro también adivinó
eso, porque la ley universal de la máxima de desplazamiento de doo-doo establece
que si el anteriormente mencionado doo-doo golpeaba el ventilador, este estaría en
tu mano y apuntaría a alguien importante que podría despedirte, la Ventana del
Cielo probablemente se negaría a abrirse en el tiempo crucial. Por eso había apa-
recido con un pequeño organismo de proximidad que funcionaba con su propia bio-
bateria/corazón, que crecían de las células madre de las alas de hada apropiadas.
El proceso entero era, a lo mejor, dudoso, a lo peor, y por eso Potrillo no se había
molestado en registrar una marca azul y simplemente tenía los sensores instalados
en sus di-eso. El resultado era que un grupo de estos escarabajos de proximidad
se hundieran a través de los bordes del panel de la Ventana del Cielo, y si su p e-
queña antena detectaba un vehículo pasando demasiado cerca de uno de los pane-
les, segregaban un espray de ácido en la ventana y comían rápidamente el panel.
La energía requerida para completar esa fase a tiempo era masiva, y por esto,
cuando los escarabajos terminaban, se enrollaban y morían. Era impresionante; pe-
ro, comparándolo con el hombre de la cabeza que explota, era un truco de una sola
vez.
Cuando los escarabajos detectaron el ascenso del Cupido, se pusieron en a cción
como una compañía de caballería instantánea y devoraron el panel en menos de
cuatro segundos. Cuando su trabajo estuvo hecho, se apagaron y cayeron como
pelotas rodando en el capó del vehículo.
-Eso fue fácil, -Le dijo Holly a su micrófono, mientras el Cupido pasaba por un agu-
jero de su tamaño. -Demasiado para la gran Ventana del Cielo de Potrillo.
La ignorancia, como dicen, es usualmente fatal, pero a veces podía ser buena.
Holly le dio poder al escudo del Cupido, a pesar de que con cada uno de los satél i-
tes humanos fuera de comisión ella realmente no necesitaba haberse m olestado, y
puso curso a la Mansión Fowl.
Lo que nos da unos cinco minutos antes de que Opal nos tenga exactamente donde
nos quiere.
Un pensamiento menos-que-cómodo, que no expresó en voz alta, pero le bastó una
mirada en espejo retrovisor a la expresión de Mayordomo para ver que el guarda-
espaldas estaba pensando más o menos lo mismo.
-Lo sé, -Dijo mirándola a los ojos -¿Pero qué otra opción tenemos?
Espacio aéreo Irlandés
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Opal no podía voltear su cara del sello porque había puesto todo su poder en la ta-
rea. Ella era la llave, y los dos estaban emparentados. Su colisión era tan inevitable
como el paso del tiempo. Opal sintió la piel de su cara extenderse hacia el cand a-
do, y sus brazos fueron tirados hasta que las articulaciones crujieron.
―El hechicero enano era, de hecho, muy poderoso,‖ pensó. ―Incluso después de to-
do este tiempo, su magia aún persiste.‖
Su trayectoria la llevó en un arco regular a la superficie del Atlántico y a través del
cielo hacia Irlanda. Descendió como una bola de fuego en una honda al Estado
Fowl, sin tiempo para preguntarse, preocuparse, o para el caso deleitarse, con la
inminente prueba de su teoría.
―Levantare a la muerte,‖ Había pensado regularmente en su celda. ―Ni siquiera Po-
trillo puede jactarse de eso.‖
Opal golpeó el Estado Fowl como un cometa a la Tierra, directamente en la protu-
berancia desgastada de la torre de Martello, con sus reptantes plantas alienígenas.
Como un perro tras su hueso, su corona de magia destruyó la torre y limpió el
cráter por sí misma, haciendo espirales seis metros hacia abajo, pasando siglos de
depósitos, revelando otra torre más ancestral debajo. La magia resoplando fuera
del techo cerrado, distribuyéndose sobre él como brillantes hombres-de-guerra.
Opal yació boca abajo, flotando, mirando en sueños los eventos desplegarse. Vio
sus dedos aplastarse y contraerse, con corrientes de chispas saliendo disparadas
de las puntas. Vio el hechizo de camuflaje despojado de lo que parecía ser una
simple piedra de metamorfosis, revelando una torre de piedra áspera con complica-
dos grabados en la superficie. El ectoplasma mágico se hundió dentro de las runas
grabadas, electrizándolas, enviando riachuelos hirvientes cursando por las ranuras.
―Ábrete ante mí,‖ pensó Opal, aunque esta era una de las interpretaciones de los
patrones de su cerebro. Otra interpretación podría haber sido Aaaaaaargghhhhhh.
Las runas del sello abundaron de magia, volviéndose animadas, deslizándose co-
mo serpientes en arenas calientes, mordiéndose unas a otras, las gruesas tragando
a las líneas de poca magia, hasta que solo quedo una simple copla en Gnómico:
Here be the lock first of two
See it open and live to rue
(Aquí está el primer candado de dos
Velo abierto y vive para lamentarlo)
Opal tenía la suficiente consciencia para sonreír dentro de su capullo. Poesía mág i-
ca medieval. Típicamente despuntada. Mala gramática, rima obvia, y melodrama
saliendo de sus orejas metafóricas.
―Debo verlo abierto,‖Pensó. ―Y Artemis Fowl vivirá para lamentarse. Pero no por
mucho.‖
Opal se reunió a sí misma, y alojó su mano derecha plana sobre la roca, sus dedos
se extendieron, la magia nublando sus puntas. La mano penetró como luz solar en
la penumbra, las grietas radiando por el contacto.
―Levántense,‖ pensó. ―Levántense, mis bellos guerreros.‖
Los Berserkers fueron expulsados del suelo bandito hacia el aire como el disparo
de un canon. El tirón de la otra vida disminuyó, y los guerreros se sintieron libres
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para completar su misión. La próxima muerte, sabían, sería su última, y finalmente
las puertas a Nimh se abrirían ante ellos. Eso había sido lo prometido; lo anhela-
ban. Es cierto que, aunque la vida se acabara, las almas están hechas para el p a-
raíso y no descansarán hasta alcanzarlo. Esto era algo desconocido para el hechi-
cero enano que había forjado la llave y sello. No sabía que había condenado a sus
guerreros a diez mil años con sus caras ocultas de la luz. Y esconderse de ella por
mucho tiempo podía costarle a una persona el alma.
Pero ahora, todas las promesas que habían sido susurradas en sus orejas mori-
bundas, mientras los curas arrastraban sus pesados y cojos cuerpos a las trinche-
ras, estaban al borde de ser completadas. Todo lo que tenían que hacer era defen-
der el sello con sus cuerpos robados, y su próxima puerta les abriría la entrada al
paraíso. Los Berserkers podrían irse a casa.
Pero no antes de que la sangre humana haya sido derramada.
La tierra chisporroteó y bailó mientras el ectoplasma de cien guerreros mágicos se
abrió paso a través él. Surgieron hacia arriba, impacientes por la luz. Fueron atra í-
dos inexorablemente por la llave que yacía sobre el sello de roca, y pasaron por el
conducto de su magia uno por uno.
Oro fue primero.
―Es un duende,‖ notó no sin poca sorpresa, ya que los duendes eran conocidos por
su falta de habilidad mágica ―¡Y una fémina! Pero, con todo ello, la magia de esta
era poderosa.‖
Mientras cada guerrero pasó por el ser de Opal, ella sintió su dolor y d esespera-
ción, y absorbió sus experiencias antes de expulsarlos hacia el mundo con un co-
mando.
Obedézcanme. Ahora son mis soldados.
Y así estaban Oro y su banda de Berserkers ubicados debajo del geasa, o conexión
mágica, para seguir a Opal a donde sea que ella ordene. Se desparramaron por el
cielo, buscando un cuerpo para habitar dentro del círculo mágico.
Como el líder, Oro tenía derecho a la primera elección de las cifras disponibles, y lo
tuvo; como muchos de sus guerreros, pasó muchas miles de horas considerando
que criatura sería el huésped ideal para sus talentos. Idealmente, elegiría un elfo
con un poco de músculo y un brazo largo para esgrima; pero era inusual que un
espécimen tan fino estuviera fácilmente disponible, e incluso si lo estuviera, sería
una vergüenza tomar un elfo y reemplazarlo con otro. Recientemente, Oro había
colocado a un trol como su vehículo de elección, si llegara a pasar que hubiera uno
merodeando por allí.
Imagínenlo. Un trol con la mente de un elfo ¡Qué guerrero más formidable sería!
Pero allí no habían trols, y el único ser mágico disponible era un gnomo end eble
con runas de protección cruzando su pecho. No podía poseer ese.
Habían humanos, tres de las criaturas odiadas. Dos hombres y una mujer. Le dejar-
ía la mujer a Bellico, una de las dos hadas femeninas en su categoría. Así que eso
dejaba a los hombres.
El alma de Oro hizo círculos sobre los chicos. Dos curiosos pequeños individuos
humanos, que no mostraban la impresión que la situación parecía llamar. Su mun-
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do se había disuelto a un vórtice de magia, por el amor de Danu ¿No deberían e s-
tar temblando en sus botas, burbujeando por la nariz, y rogando por una piedad
que no vendría?
Pero no, sus reacciones eran sorprendentes. El niño pelinegro se había movido
rápidamente hacia la chica caída para comprobar expertamente su pulso. El s e-
gundo, uno rubio, había arrancado una mata de juncos con una fuerza sorprende n-
te para su tamaño, e incluso estaba acosando al estúpido gnomo, obligándolo a re-
troceder hacia una zanja.
―Ese me interesa,‖Pensó Oro. ―Es joven y pequeño, pero su cuerpo desprende po-
der. Lo obtendré.‖
Y era tan simple como eso. Oro lo pensó, y entonces se volvió una obra. Un segun-
do estaba flotando sobre Beckett Fowl, y al siguiente se había convertido él y esta-
ba superando al gnomo con un puñado de cañas alargadas.
Oro rió en voz alta mientras los sentidos asaltaban sus terminales nerviosas. Sintió
el sudor en las puntas de sus dedos, la suavidad brillante de las cañas. Olió al niño,
su joven energía, como a heno y verano. Sintió un corazón lleno de juventud latir
como una batería en su pecho.
-¡Ja! -Dijo exultante, y continuó apaleando al gnomo por pura diversión, pensando:
―El sol es cálido, alabado sea Belenos. Vivo una vez más, pero moriré orgulloso es-
te día por ver humanos en el suelo junto a mí.‖
Porque es cierto que los guerreros mágicos resucitados poseen patrones de pen-
samiento simples y no tienen mucho en el camino del sentido del humor.
-Suficiente de este juego, -Dijo en Gnomico, y su lengua humana manejaron las pa-
labras para que sonaran como un discurso de gruñidos animales. -Debemos reunir-
nos.
Oro miró los cielos, donde sus guerreros plasmáticos se derramaban sobre él como
una serie de criaturas transparentes de aguas profundas. -Esto es lo que hemos
estado esperando, -Los llamó -Encuentren un cuerpo dentro del círculo.
Y se dispersaron en un destello de ozono, recorriendo el Estado Fowl por cuerpos
que se convertirían en sus huéspedes.
Los primeros en ser tomados fueron los humanos que estaban cerca.
Era un día pobre para cazar por cifras en la finca de los Fowl. En un fin de s emana
promedio, la mansión hubiera alojado a, prácticamente, una multitud. Y presidiendo
de todo estarían Artemis Padre y Angeline Fowl, amo y ama de la mansión. Pero en
este fatídico día, la casa estaba prácticamente cerrada por la cercanía de las vaca-
ciones navideñas. Los padres de Artemis estaban en Londres, atendiendo una eco -
conferencia, con un asistente personal y dos criadas de remolque. El resto del pe r-
sonal se había ido temprano, con solo la ocasional visita vacacional para mant ener
la mansión funcionando. Los padres Fowl habían planeado recoger a su hijo en la
pista en el Aeropuerto de Dublín una vez que Artemis haya concluido su terapia, y
luego apuntar la nariz cónica compuesta del Jet Verde hacia Cap Ferrat para pasar
la Navidad en Côte d’Azur.
Hoy, nadie estaba en casa a excepción de Juliet y sus encargados. Ni una pepita
de humanidad para meterse dentro, había mucha frustración en las almas circula n-
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tes que habían estado soñando por este momento por un muy largo tiempo. Así
que las opciones estaban limitadas a una variada fauna, incluyendo ocho cuervos,
dos ciervos, un tejón, y una pareja de pontiers ingleses de caza que Artemis Padre
mantenía en los establos, y cadáveres con algunas chispas en ellos, más abundan-
tes de lo que debes creer. Los cuerpos estaban lejos de ser los huéspedes ideales,
ya que el decaimiento y la desecación hacían que el pensamiento rápido y los mo-
vimientos motrices fueran dificultosos. También, algunas partes podían caerse
cuando más las necesitaras.
Los primeros cuerpos donde fueron estaban bastante bien preservados para su
edad. Artemis Padre tenía, de sus años de gánster, una colección robada de gue-
rreros chinos momificados, a la que todavía le tenía que encontrar una manera s e-
gura de repatriar, y por eso estaba almacenada en un sótano secreto sellado en
seco. Los guerreros estaban más que sorprendidos por encontrar su material cere-
bral reanimada y rehidratada, y su consciencia controlada por guerreros aún más
antiguos que ellos. Salieron a la acción en armaduras oxidadas y rompieron el vi-
drio de muchas vitrinas para reclamar sus espadas y lanzas astadas, con puntas de
acero pulidas hasta un brillo mortal por un pastor amoroso. La puerta del sótano
cedió rápidamente bajo su asalto, y las momias atravesaron el gran salón de la
mansión hacia la luz del sol, pausando un momento para sentir su toque cá lido en
las cejas alzadas antes de avanzar por el pasto hacia su líder, forzándose a sí
mismos a apurarse a pesar de sus sentidos recién despertados, que rogaban parar
y oler cualquier planta viva. Incluso las pilas de composta.
Los siguientes cuerpos en ser reanimados fueron aquellos de un grupo de chicos
ruidosos que habían sido enterrados en un derrumbe en una cueva durante el siglo
dieciocho, mientras enterraban lo saqueado del tesoro valioso de un galeón, que
habían transferido desde el incorrupto casco del Octágono HMS a su propio ber-
gantín*, El Chafarote. El temido pirata, Capitán Eusebius Fowl, y diez de su liger a-
mente menos temida tripulación no habían sido aplastados por la roca sino sellados
en una burbuja hermética que no admitía siquiera el silbido de un pájaro para que
sus pulmones chuparan.
Los cuerpos piratas se sacudieron como si estuvieran electrocutados, se sac aron
los mantos de algas, y se exprimieron por un reciente agujero erosionado en las p a-
redes de su tumba, sin hacerle caso a las articulaciones desaparecidas y las costi-
llas faltantes que el viaje les había costado.
Aparte de este grupo, habían diversos cadáveres encontrados fuera de su lugar de
descanso para convertirse en cómplices de la última lucha por poder de Opal K o-
boi. El espíritu ya había pasado de algunos, pero a aquellos que habían muerto vio-
lentamente o con una tarea sin terminar, les quedaba un fantasma de su esencia,
que no podía hacer más que lamentar el maltrato acumulado en sus cuerpos por
los Berserkers.
Opal Koboi presionó la roca ancestral, y las runas se deslizaron como fieras ser-
pientes para asentarse una vez más, congregándose al rededor de la huella de la
mano de Opal en el centro de la llave mágica.
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―La primer cerradura ha sido abierta,‖ Pensó, sus sentidos retornando en olas nau-
seabundas. ―Solo yo puedo cerrarlo ahora.‖
El gnomo antes referido como Pip, pero cuyo nombre real era Gotter Damm erung,
cojeó hacia el cráter, trepó los antiguos escalones de la torre, y envolvió un manto
brillante al rededor de los hombros de Opal.
-Manto estrellado, señorita Opal, -Dijo. -Como lo requirió.
Opal acarició el material y estuvo satisfecha. Encontró que aún había magia suf i-
ciente en las puntas de sus dedos para calcular la cantidad de hilos.
-Bien hecho, Gunter.
-Es Gotter, señorita Koboi, -Corrigió el gnomo valientemente.
Los dedos acariciantes de Opal se congelaron, luego agarró un puñado de su capa
de seda tan fuerte que salió humo. -Sí, Gotter ¿Le disparaste a mi yo más joven?
Gotter se enderezó. -Sí, señorita, como ordenó. Le di un lindo entierro, como dijo
en el código.
A Opal se le ocurrió que ese hada sería un recordatorio constante del sacrificio de
su yo más joven por poder.
-Es verdad que les ordené matar a la Opal joven, pero ella estaba aterrorizada,
Gotter. Lo sentí.
Gotter estaba perplejo. Ese día no estaba transcurriendo como el gnomo había
imaginado. Él había nutrido imágenes de guerreros enanos pintados, con trenzas
de huesos picudos flotando tras ellos, pero en su lugar estaba rodeado de niños
humanos y vida silvestre agitada.
-No me gustan esos conejos, -Espetó, probablemente la desestimación más mo-
numentalmente ilógica de su vida. -Se ven raros. Mira sus orejas vibrantes.
Opal sintió que una persona con su importancia no debería lidiar con coment arios
como ese, y por eso vaporizó al pobre Gotter con un disparo de poder plasmático,
dejando nada más del fiel gnomo que una mancha negruzca de pasto quemado en
el suelo. Un mal uso del plasma, como se vio después, porque Opal ciertamente
podría haber usado un momento para cargar por completo un segundo rayo para li-
diar con la lanzadera blindada que había aparecido de repente sobre el muro de la
frontera. Aunque era verdad que tenía un escudo; pero Opal tenía suf iciente magia
negra como para ver el corazón del resplandor antes que ella. Reaccionó un poco
precipitadamente y envió un débil rayo a toda velocidad por la izquierda, pudiendo
solo sujetar la carcasa del motor y no dañando a la nave entera. La magia errante
voló libre por el viento, golpeando un torreón de la pared de la finca antes de colap-
sar en petardos que salieron zumbando hacia el cielo.
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lanzadera. Sus guerreros estaban cerca detrás suyo, todavía medio drogados por
las nuevas sensaciones, tambaleándose en sus nuevos cuerpos, tratando de for-
mar palabras en sus gargantas no familiarizadas.
Opal miró hacia arriba y vio tres almas yendo hacia la nave humeante, que había
llegado a un extraño descanso aglomerado dentro del sotavento del límite de una
pared.
-Tómenlos, -Llamó a los Berserkers. -Mi regalo para ustedes.
En este punto, casi todos los Berserkers se habían acomodado y estaban estirando
los tendones con gran gusto, o raspando la tierra debajo de sus patas, u oliendo el
almizcle de la noche. Todos se habían proveído ya de huéspedes, a excepción de
estas tres almas rezagadas que se habían resignado a pasar la resurrección, apre-
tados y humillados dentro del cuerpo de patitos, cuando estos nuevos huéspedes
llegaron dentro del círculo.
Dos humanos y un hada. Los espíritus de los Berserkers se elevaron. Literalmente.
Dentro del Cupido, fue Holly quien había salido mejor del choque, a pesar de ser la
más cercana al impacto. Haber salido mejor, de todos modos, era un término relati-
vo, y probablemente no el que Holly hubiera escogido para describir su condición.
Fui la que mejor salí, hubiera probablemente tratado de decir a la prim era oportuni-
dad. Solo tuve un pulmón perforado y la clavícula fracturada. Deberías haber visto
al resto.
Por suerte para Holly, sus amigos ausentes una vez más contribuyeron en no estar
muertos. Justo como los bio-sensores de la Ventana del Cielo de Potrillo evitaron
una colisión calamitosa en el puerto de lanzaderas, su querido amigo, el hechicero
Nº1, la había salvado con su propia marca de magia demoníaca.
¿Y cómo lo había hecho? Había pasado dos días antes en su café sintético seminal
en Stirbox, una empresa a de java a la moda en el Barrio de Jazz. Nº1 había estado
más hiperactivo de lo usual, debido al expreso doble que cursaba a través de su
escuálido cuerpo gris. Las runas en relieve del marco de su armadura enchapada
brillaban con un exceso de energía.
-Se supone que no debo tomar café sintético, -Confesó. -Qwan dice que disturba mi
chi. -El pequeño demonio le guiñó un ojo, momentáneamente ocultando un ojo na-
ranja. -Podría haberle dicho que los demonios no tenemos chi, sino qwa, pero no
creo que esté listo para eso aún.
Qwan era el maestro mágico de Nº1, y tanto afecto le tenía el pequeño dem onio a
su maestro que pretendía no haberlo superado años atrás.
-Y el café es genial para el qwa. Lo hace silbar bien derecho. Probablemente podría
convertir una jirafa en un sapo si quisiera. A pesar de que habría mucho exceso de
piel sobrante. Más que nada piel del cuello.
-Esa es una idea perturbarte,-Dijo Holly. -Si quieres hacer algún tipo de magia rela-
tiva a los anfibios, ¿Por qué no haces algo sobre los sapos groseros?
Los sapos groseros eran el resultado de una broma escolar en la que un grupo de
postgrado había podido imbuir una cepa de sapos con el poder de la palabra. Malas
palabras únicamente. Había sido gracioso por unos cinco minutos, hasta que e m-
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pezaron a multiplicarse a un ritmo feroz, escupiendo epítetos sucios a cualquier co-
sa que se moviera, incluyendo niños mágicos y abuelas.
Nº1 rió suavemente. -Me gustan los sapos groseros, -Dijo. -Tengo dos en casa lla-
mados Bleep y D’Arvit. Son muy rudos conmigo, pero sé que no quieren hacerlo. -
El pequeño demonio tomó otro sorbo de su café. -Así que hablemos de tu problema
mágico, Holly.
-¿Qué problema mágico?-Preguntó la elfa, genuinamente perpleja.
-Veo la magia como otro color en el espectro, y estás desprendiendo m agia como
fugas de queso de pantano apestoso.
Holly miró sus propias manos, como si la evidencia fuera visible. -¿Lo estoy?
-Tu esqueleto es la bacteria que guarda la magia, pero el tuyo ha sido abusado una
vez demasiado ¿Cuántas curaciones has sufrido? ¿Cuántos traumas?
-Uno o dos, -Admitió Holly, refiriéndose a nueve o diez.
-Uno o dos este ciclo, -Se mofó Nº1. -No me mientas, Holly Canija. Tu actividad
electro-dérmica incrementó significativamente. Eso significa que las yemas de tus
dedos están sudando. Puedo ver eso también. -el pequeño demonio gris se enco-
gió de hombros -En realidad, a veces veo cosas que no tengo deseos de ver. Un
duende vino a mi oficina el otro día, y tenía un montón de larvas microscópicas aro -
gusano retorciéndose en su axila ¿Qué está mal con la gente?
Holly no respondió. Era mejor dejar a Nº1 despotricar las cosas fuera de su sist e-
ma.
-Y veo que has estado donando una chispa o dos de tu magia al clon de Opal en la
clínica, tratando de hacerla sentir un poco más cómoda. Estás perdiendo tú tiempo,
Holly. Esta criatura no tiene un espíritu; la magia no sirve.
-Estas mal, Nº1,-Dijo Holly despacio. -Nopal es una persona.
Nº1 tendió sus ásperas palmas. -Dame tus manos, -Dijo.
Holly puso sus dedos en los de él. -¿Vamos a cantar salomas*?
-No, -replicó Nº1.-Pero esto puede doler un poco.
Esto puede doler un poco es el código universal paraesto definitivamente dolerá
mucho, pero antes de que el cerebro de Holly pudiera traducir esto, la runa en la
frente de Nº1 se espiraló, algo que solo hacía cuando estaba necesitando un des-
plazamiento de poder mayor. Se las arregló para decir, -Espera un… -Antes de
sentir como dos anguilas eléctricas se enrollaron alrededor de sus brazos, des-
lizándose hacia arriba y hundiéndose en su pecho. No era una experiencia placen-
tera.
Holly perdió el control de sus miembros, con espasmos recorriéndole el cuerpo c o-
mo una marioneta al final de las cuerdas sonrientes de un titiritero. El episodio no
duró más de cinco segundos, pero cinco segundos de agudo disconfort pueden p a-
recer un largo tiempo.
Holly tosió humo y habló una vez que su mandíbula dejó de temblar. -Supongo que
tienes que hacerlo en una tienda de café.
-Pensé que no nos veríamos por un tiempo, y me preocupo por ti. Eres tan temera-
ria, Holly. Tan ansiosa por ayudar a cualquiera excepto a ti misma.
Holly flexionó los dedos, y era como si sus articulaciones hubieran sido aceit adas
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-Wow, me siento genial ahora que el dolor cegador paró. -De repente, registró el
resto de las palabras de su amigo. -¿Y por qué no nos veremos por un tiempo?
Nº1 se veía de repente serio. -Acepté una invitación a la Estación Espacial. Quieren
que observe algunos microorganismos y vea si puedo extraer memoria de carrera
de sus células.
-Ajá, -Dijo Holly, entendiendo todo de la primera oración pero nada de la segunda,
más que las palabras individuales.-¿Por cuánto tiempo te irás?
-Dos de sus años terrestres.
-Dos años, -Balbuceó Holly.-Vamos, Nº1. Eres mi último amigo soltero. Potrillo se
casó. Camorra Kelp está colado por Lily Frond, a pesar de que no sé lo que le ve a
esa cabeza hueca.
-Ella es linda y cuida de él, pero aparte de eso no tengo idea, -Dijo Nº1 maliciosa-
mente.
-Descubrirá cómo es Fronda realmente cuando lo bote por alguien mayor.
Nº1 pensó que sería diplomático no mencionar las tres citas desastrosas de Holly
con el Comandante Kelp, la última terminó con ambos siendo echados de un part i-
do de crunchball.
-Siempre está Artemis.
Holly asintió. -Sí. Artemis es un buen chico, supongo; pero siempre que nos reuni-
mos, termina en disparos, o viaje en el tiempo, o células cerebrales muriendo.
Quiero un amigo tranquilo, Nº1. Como tú.
Nº1 tomó su mano nuevamente. -Dos años pasarán volando. Quizás obtengas un
pase lunar y vengas a visitarme.
-Tal vez. Ahora, suficiente cambio de tema ¿Qué me acabas de hacer?
Nº1 se aclaró la garganta. -Bien, te di una reconstrucción total mágica. Tus huesos
son menos frágiles, tus articulaciones están lubricadas. Reforcé tu sistema inmu-
nológico, y limpié tus sinapsis, que estaban atascándose un poco con residuos
mágicos. Llené tu tanque con mi marca personal de poder, hice tu cabello un poco
más lustroso de lo que ya es, y reforcé tu runa de protección así nunca serás po-
seída de nuevo. Quiero que estés bien y a salvo hasta que vuelva.
Holly apretó los dedos de su amigo. -No te preocupes por mí. Operaciones de ruti-
na solamente.
―Operaciones de rutina solamente,‖ Pensaba Holly ahora, confundida por el impacto
y también por la magia cruzando su sistema, reparando su clavícula fracturada y
cosiendo el enrejado de cortes en su piel.
A la magia le hubiera gustado dormirla para las reparaciones, pero Holly no podía
permitirse eso. Pateó el paquete de primeros auxilios de su cavidad en su cinturón
y golpeó un parche de adrenalina contra su muñeca, cientos de finas agujas libera-
ron el químico en sus venas. Una dosis de adrenalina la mantendría alerta mientras
dejaba a la magia hacer su trabajo. La cabina del Cupido estaba rota, y solo el duro
exoesqueleto del vehículo había evitado un colapso total que hubiera aplastado a
los pasajeros. Es decir, la lanzadera había volado su última erupción de magma. En
la parte trasera del vehículo, Mayordomo estaba haciéndole caso omiso a una con-
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tusión cerebral que amenazaba con arrastrarlo al olvido, y Artemis yacía metido en
el suelo entre dos asientos como una figura de acción descartada.
―Me agradas, Artemis,‖Pensó Holly. ―Pero necesito a Mayordomo.‖
Y así Mayordomo obtuvo el primer disparo de magia curadora, un rayo que golpeó
al guardaespaldas como un desfibrador cargado, enviándolo entre espasmos por la
ventana trasera hacia el prado.
―Wow,‖ Pensó Holly. ―Linda infusión, Nº1.‖
Fue más cuidadosa con Artemis, dejando caer una gota de magia desde la punta
de su dedo hacia el centro de su frente. Aún así, el contacto fue suf iciente como
para ondular su piel como el agua de un estanque.
Algo estaba viniendo. Holly podía ver imágenes dobles distorsionadas a través del
vidrio roto y su visor rajado. Un montón de algos. Se veían pequeños pero se mov-
ían seguros.
No lo entiendo. Aún no lo entiendo.
La magia de Nº1 completó la etapa de curación a través de su sistema, y, mientras
la sangre se limpiaba de su ojo izquierdo, Holly tomó una buena mirada de lo que
estaba viniendo a su encuentro.
―Un grupo de fieras,‖Pensó. ―Mayordomo puede manejarlo.‖
Pero entonces, la magia de Nº1 le permitió una visión parpadeante de almas flotan-
do como cometas translucidas y hechas jirones en el aire, y recordó las historias
que su padre le había contado tantas veces.
Los más valientes de los valientes. Dejados atrás para proteger el sello.
―Berserkers,‖ Reparó Holly. ―La leyenda es cierta. Si toman a Mayordomo e stamos
acabados.‖
Se arrastró sobre Artemis, a través de la ventana trasera, y rodó dentro del canal
hecho por accidente por el Cupido, tierra recién seccionada desmoronándose sobre
su cabeza. Por un momento, Holly tuvo el miedo irracional a ser enterrada viva, p e-
ro luego la tierra que caía era sacudida de sus extremidades y estaba despejada
nuevamente.
Holly sintió el palpitante postdolor de un descanso en la curación en su ho mbro, pe-
ro estaba físicamente bien.
―Mi vista es aún borrosa,‖ Notó. ―¿Por qué?‖
Pero no era su visión, sino los lentes de su casco, que estaban rotos.
Levantó sus visores y estuvo agradecida por la perspectiva clara como el cristal de
una fuerza de ataque liderada por los hermanos menores de Artemis, que parecía
incluir un batallón de guerreros ancestrales y armados, y varios animales del bos-
que.
Mayordomo estaba apoyado sobre sus rodillas y manos a su espalda, sacudiéndo-
se la fuga de magia como un oso pardo sacudiéndose el agua de río. Holly e n-
contró otro parche de adrenalina en su paquete y lo aplastó en su cuello expuesto.
Perdón, viejo amigo. Te necesito operacional.
Mayordomo saltó de pie como si estuviera electrificado, pero tambaleante, des-
orientado por un momento.
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El surtido de figuras poseídas se detuvo de pronto, acomodados en un sem icírcu-
lo—obviamente queriendo atacar, pero manteniéndose a raya por algún motivo.
El pequeño Beckett Fowl estaba a la vanguardia del variado grupo, pero pare cía
menos un niño ahora, moviéndose con la arrogancia de un guerrero, con un puñado
de sangrientas cañas meciéndose bajo su agarre. Los vestigios de la magia de Nº1
le permitió a Holly visualizar el espíritu de Oro asechando dentro del chico.
-Soy un hada, -Llamó en gnómico. -Estos humanos son mis prisioneros. No necesi-
tan pelear contra nosotros.
La voz de Opal Koboi se elevó por sobre las filas. -¿Prisioneros? El grandote no pa-
rece ser un prisionero.
-Koboi, -Dijo Mayordomo, coherente al fin. Luego el guardaespaldas notó a su her-
mana en el grupo. -¡Juliet! Estás viva.
Juliet dio un paso hacia adelante, pero extrañamente, como si no fuera familiar de
sus propias funciones.
-Rrmannoo, -Dijo, su voz rota y extrañamente acentuada. -Abrashame.
-No, viejo amigo, -le advirtió Holly, viendo el tembloroso guerrero dentro de la her-
mana del guardaespaldas. -Juliet está poseída.
Mayordomo lo entendió inmediatamente. Habían tropezado con posesiones mági-
cas antes, cuando Artemis había sido envuelto por el Complejo de Atlantis.
Los rasgos del guardaespaldas se hundieron, y, en ese momento, sus décadas c o-
mo soldado estaban escritas en su cara.
-Jules ¿Estás allí dentro?
La reina Bellico de los guerreros usó las memorias de Juliet para respo nder, pero
las cuerdas vocales no estaban bajo su completo control. Sus palabras no eran cl a-
ras, se oían como a través de pequeños micrófonos, y el acento era una mezcla in-
usual del grueso escandinavo y el profundo sudamericano.
-Shish, rrmano. Shoysh yo. Zuuuuliet.
Mayordomo vio la verdad. El cuerpo debía ser de su hermana, pero su mente cie r-
tamente no.
Artemis se les unió, apoyando una mano en el hombro de Holly, con una mancha
de sangre en su camisa, donde había tosido. Como siempre, encontró la pregunta
más pertinente para hacer.
-¿Por qué no nos atacan?
Holly se sacudió físicamente.
¿Por qué no? ¿Por supuesto, por qué no?
Mayordomo reiteró.-¿Por qué no están atacando? Tienen ventaja numérica sobre
nosotros y emocionalmente somos un desastre. Esa cosa es mi hermana, por el
amor de dios.
Holly recordó porque permanecían sin ser molestados.
Somos huéspedes dentro del círculo. Nos necesitan.
Las almas aletearon sobre sus cabezas, alzándose para descender.
―Puedo explicar lo que estoy a punto de hacer,‖ Pensó Holly. ―O simplemente
hacerlo.‖
Era más fácil hacerlo y desear que haya una oportunidad de disculparse de spués.
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Expertamente movió la rueda de intensidad de su Neutrino y le disparó a Mayordo-
mo al cuello expuesto y a Artemis a la mano en una sucesión borrosa.
―Ahora no serán poseídos,‖ Pensó. ―Pero, por el otro lado, estos Berserkers proba-
blemente nos matarán.‖
Las almas cayeron sobre sus huéspedes destinados como hojas de polietileno mo-
jado. Holly sintió el ectoplasma atiborrarse en su boca, pero el espíritu no sería c a-
paz de poseerla debido a la runa debajo de su cuello.
―Aguarda,‖ se dijo a sí misma. ―Aguarda.‖
Holly saboreó la arcilla y la bilis. Escuchó los ecos de gritos de hace diez mil años,
y experimentó la Batalla de Taillte como si ella misma hubiera estado en ese plano
donde la sangre corría a través de las fosas con estacas, y olas de humanidad ro-
daban por el prado, ennegreciendo el pasto a su paso.
―Todo pasó justo del modo que mi padre me dijo,‖ Advirtió Holly.
Las almas aullaron con frustración al perder la pelea y fueron repelidas, agitándose
en el aire.
Dos de los espíritus de los Berserker lucharon por entrar en Artemis y Mayo rdomo
pero fueron rechazadas. El guardaespaldas se había desplomado como una secuo-
ya talada cuando Holly le había disparado, y Artemis se agarraba la mano, sor-
prendido porque su amiga hubiera quemado su piel desnuda con los rayos de su
Neutrino.
Artemis había llegado a la rápida y errónea conclusión de que Holly había sido po-
seída por uno de los Danu, algo de lo que sabía por el alma que había intentado
ocuparlo.
Cayó de rodillas y observó a través de sus ojos, estrechos por el dolor, como los
guerreros Berserker avanzaban ¿Era Holly un enemigo o un amigo? No podía estar
seguro. Parecía ella misma y blandía su arma a la horda.
La voz de Opal vino desde detrás de la multitud, protegida por la masa.
-Se han auto-protegido. Mátenlos ahora, mis soldados. Tráiganme sus cabezas.
Artemis tosió. ¿Tráiganme sus cabezas? Opal solía ser un poco más sutil. Era ver-
dad lo que decían: La prisión no rehabilita a las personas. No a los duendes, en
cualquier punto.
Sus propios hermanos bebés avanzaron hacia él con el asesinato en sus ojos. D os
cuatro añeros moviéndose con una gracia y velocidad incrementadas.
¿Son más Fuertes ahora? ¿Podrían Myles y Beckett realmente matarnos?
Y si no lo hacían, tal vez esos piratas lo harían, con sus machetes oxid ados.
-Mayordomo, - Artemis dijo ásperamente. -Retrocede y evalúa.
Era su única opción.
No hay ningún movimiento proactivo abierto a nosotros.
Esta realidad irritó a Artemis, incluso aunque estaba en peligro mortal.
-Retrocede y trata de no dañar a nadie excepto a esos piratas. Las momias de los
guerreros chinos y yo no estaremos enojados si unos pocos animales son dañados.
Después de todo, somos nosotros o ellos.
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Pero Mayordomo no estaba escuchando la nerviosa diatriba* impropia de Artemis,
porque el tiro de Holly había pulsado su nervio vago y lo había dejado fuera de
combate. Un tiro en un millón.
Estaba en Holly defender al grupo. Debería estar todo bien. Todo lo que la Capit a-
na Canija tenía que hacer era establecer su acostumbrado Neutrino en una gran
explosión para ganarles un poco de tiempo.
Entonces la cachiporra de un pirata salió girando de los dedos de una de sus m a-
nos esqueléticas, rompiendo la nariz de Holly y enviándola tambaleante hacia atrás,
sobre el cuerpo de Mayordomo.
Artemis miró a las criaturas poseídas avanzar los últimos pasos hacia él y estuvo
consternado porque todo se resumía al físico.
Siempre pensé que mi intelecto me mantendría con vida, pero ahora seré asesina-
do por mi propio hermano bebé con una piedra. La máxima rivalidad fraternal.
Luego la tierra se abrió debajo de sus pies, tragándose al grupo entero.
Opal Koboi codeó a través de sus acólitos hasta el borde del abismo que había
aparecido repentinamente para chupar a sus némesis de su destino.
-¡No! -Gritó, golpeando el aire con sus diminutos puños. -Quería sus cabezas. En
estacas ¿Ustedes lo hacen todo el tiempo, o no?
-Lo hacemos, -Admitió Oro, a través de la boca de Beckett. -Las extremidades tam-
bién, al alba.
Opal podría haber jurado que, debajo de su pie estampado, la tierra había eruct a-
do.
capitulo 7
Saliva en un santiamén
Artemis cayó y cayó, las rodillas y hombros llamativos contra raíces curvas y esqui-
nas de piedra caliza afiladas que salían de la tierra como libros semienterrados.
Montones de tierra se derrumbaba a su alrededor, y las piedras agitaban su remera
hacia abajo y las paneteras de su pantalón hacia arriba. Su vista se vio obstruida
por el giro de la caída y las capas de suelo, pero la tierra brillaba en lo alto. ¿Y d e-
bajo también? ¿Era eso posible?
60
Me siento como Alicia cayendo dentro del País de las Maravillas.
Ninguna caída puede durar por siempre cuando la gravedad está involucrada, y la
caída de Artemis fue misericordiosamente gradual a medida que el cráter se canal i-
zaba en un cuello de botella, que Mayordomo y Holly habían bloqueado decente-
mente con sus cuerpos y extremidades enredadas antes de caer por el hoyo. Áspe-
ras manos lo agarraron, tirando de él hacia un túnel debajo.
Aterrizó en una pila de cuerpos y sacudió el lodo de sus ojos. Alguien, o algo, pe r-
manecía desnudo ante él, una figura etérea brillando con una luz desde la cabeza a
los pies. Le alcanzó una mano resplandeciente y habló con la voz de la publicidad
de las películas:
-Tira de mi dedo.
Artemis relajó los músculos del cuello que no había notado tensos.
-Mantillo.
-El único e inigualable. Salvando tu ingenioso trasero una vez más. Recuérdame,
¿quién se supone que debería ser el genio aquí?
Mantillo apuntó sus dedos ofrecidos como una pistola. -Aha. Tú mismo te lo estás
repitiendo. Una vez me dijiste que repetirse a sí mismo es un ejercicio e n redun-
dancia. Bien, ¿quién es redundante ahora, Fangoso? ¿Qué bien hizo tu genio co n-
tra esos dementes allí arriba?
-No, porque esos dementes nos pisan los talones. Necesitamos retroceder y re-
agruparnos.
61
La tierra sobre ellos retumbó como nubarrones coronando una montaña baja, y A r-
temis fue tomado por la repentina certeza de que estaban por ser aplastados. Se
corrió hacia adelante y se aplastó contra la sucia y oscura pared lodosa, como si
eso pudiera hacer la diferencia.
Mantillo rodeo con sus dedos el tobillo de Mayordomo y, con un poco de esfuerzo,
arrastró al guardaespaldas inconsciente por el suelo del túnel.
-Tú lleva a Holly. Gentilmente ahora. Por el aspecto de tu mano, alejó a esos espír i-
tus y salvo tu vida. Antes de que yo la salvara. Probablemente justo de spués de
que Mayordomo la salvara ¿Estás viendo un patrón emergiendo, Artemis? ¿Estás
empezando a darte cuenta de quién es la carga aquí?
Artemis miró su mano. Estaba marcado con una runa espiralada donde Holly lo
había quemado. Los últimos globos de ectoplasma de Berserker manchando su ca-
bello y haciéndolo estremecer con la vista.
Holly los había marcado para salvarlos. Y pensar que había dudado de ella.
Artemis recogió a Holly y siguió al enano brillante, tanteando el camino con los
pies.
La vos de Mantillo hizo eco a través del túnel. -Sigue las esferas, Arty. Les di una
capa de saliva de enano extra como abrigo, la solución mágica que puede hacerlo
todo, desde brillar en la oscuridad hasta repeler huéspedes fantasmales. Debería
embotellar esta cosa. Sigue las esferas.
Artemis entrecerró los ojos ante el resplandor retirándose y pudo de hecho di stin-
guir dos globos bamboleantes que brillaban más que el resto.
Una vez que supo que eran las esferas, decidió no seguirlas de tan de cerca. Había
visto esas cosas en acción y aún tenía pesadillas ocasionales.
El túnel se onduló y curvó hasta que la brújula interna de Artemis se rindió al poco
sentido de la dirección que tenía. Caminó penosamente detrás de la parte trasera
brillante de Mantillo, mirando a su amiga inconsciente en sus brazos. Parecía tan
62
pequeña y frágil, a pesar de que Artemis la había visto tomado el control de una
horda de trols para defenderlo.
-La suerte está en nuestra contra, como lo ha estado muchas veces, mi amiga, -
Susurró, tanto para él como para Holly. Corrió unos cálculos aproximados, factor i-
zando las desesperadas situaciones que habían resistido los pasados años, el IQ
relativo de Opal Koboi, y el número aproximado de oponentes que había vislumbra-
do de la tierra. -Estimaría que nuestras chances de sobrevivir son menores al quin-
ce por ciento. Pero, en el lado bueno, hemos sobrevivido, sin decir que fuimos ve n-
cedores, contra grandes obstáculos. Una vez.
Obviamente, los susurros de Artemis fueron llevados por el túnel, y la voz de Manti-
llo flotó hacia él.
La sala era del tamaño de un granero pequeño, con las paredes inclinadas hasta un
vértice. Habían túneles afluentes repartidos a distintas alturas, y manchas de su-
ciedad brillantes pegadas a las rocas expuestas como un sistema de iluminación.
Artemis ya había visto este sistema particular antes.
Este era un buen punto. Artemis no tenía deseos de ser echado de su santu ario.
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-¿Estamos a salvo aquí abajo? ¿No nos seguirán?
-Pueden tratar, -Dijo Mantillo, escupió una bola brillante de saliva encima de un es-
cupidero flojo.-Pero les tomará un par de días con taladros industriales y sonares. E
incluso entonces, podría derrumbar todo esto con una ráfaga bien posicionada de
gas de enano.
Artemis encontró esto difícil de creer. -En serio. ¿Una ráfaga, y esta estructura en-
tera se viene abajo?
Mantillo adoptó una pose heroica, un pie en una roca y las manos en la cadera. -en
mi línea de trabajo, debes estar listo para seguir adelante. Solo alejarte.
Artemis no apreciaba la pose heroica. -Por favor, Mantillo, te lo ruego. Ponte un par
de pantalones.
-Los pantalones los usaré por el bien de Holly, pero esta es mi casa, Artemis. En la
cueva, Mandíbulas se mantiene casual.
Agua caía desde una estalactita dentro de una piscina a punto de hervir. Art emis
metió la mano en ella, y luego posó su palma sobre la frente de Holly. Ella aún e s-
taba inconsciente, siguiendo su segundo trauma físico en varios minutos, y una
simple chispa de magia se estableció en su herida de la cabeza, zumbando como
una trabajadora abeja dorada. La abeja pareció notar la mano de Artemis y saltó
hacia la marca, calmando su piel pero dejando una cicatriz en relieve. Una vez ter-
minado su trabajo, la magia regresó a Holly y se extendió como un bálsamo por su
frente. Su respiración era profunda y regular, y parecía más una persona dormida
que inconsciente.
-No, por el momento estoy simplemente recolectando información. Entre más sé,
más exhaustivamente puedo planear.
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-Sigues diciendo eso sobre el planeamiento exhaustivo, etcetera, y seguimos ter-
minando bien dentro del agujero de un trol sin botas con resortes.
Artemis hace mucho había dejado de pedirle a Mantillo que explique sus metáforas.
Estaba desesperado por cualquier información que pudiera ponerlo al f ilo, algo que
lo ayudara a arrebatar el control de esta desesperada situación.
―Concéntrate,‖ Se dijo a sí mismo. ―Hay mucho en juego aquí. Más que nunca.‖
Artemis se sintió roto. Su pecho hinchado por las recientes curaciones y e sfuerzos.
Extraordinariamente, no sabía qué hacer, aparte de esperar a que sus amigos se
levantaran.
Fue hasta Mayordomo, revisando sus pupilas en busca de daño cerebral. Holly le
había disparado en el cuello, y habían tenido una buena caída. Estuvo tra nquilo al
encontrar sus pupilas del mismo tamaño.
Mantillo se acuclilló detrás de él, brillando como un semidiós rechoncho, lo que era
un poco perturbarte si sabías como era el enano en realidad. Mantillo Mandíbulas
estaba tan lejos del bien como un erizo de la suavidad.
-Es… -Artemis señaló a su alrededor. -Sorprendente. Hiciste este hueco por ti mis-
mo ¿Cuánto tiempo has estado aquí?
El enano se encogió de hombros. -Un par de años. De a ratos, tú sabes. Tengo una
docena de estos pequeños agujeros de escape por todo el lugar. Me cansé de ser
un ciudadano con-la-ley. Así que saqué un sifón con un poco de jugo de tus barras
geotérmicas y pirateé tu cable.
-No vivo vivo aquí. Vengo ocasionalmente. Cuando las cosas se ponen calie ntes.
Acabo de hacer un trabajo bastante grande y necesitaba esconderme un rato.
Artemis miró a su alrededor. -¿Un trabajo bastante grande, dices? ¿Así que dónde
está todo el botín?
Mantillo sacudió un dedo brillante como un palo de fiestas. -Ahora, como mi primo
Nord diría, es cuando mi improvisada mentira cae.
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-¡Estabas aquí para robarme!
-Estás asechando aquí abajo para hacer un túnel a la Mansión Fowl. De nu evo.
-Asechando no es una linda palabra. Me hace sonar como una serpiente marina.
Me gusta pensar que me estaba escondiendo entre las sombras. Genial, como un
gato ladrón.
Mantillo juntó sus manos. -Okey. Lo admito. Puedo haber estado planeando echarle
un vistazo a la bóveda de arte. Pero mira el lado bueno. Robándole a una mente
maestra criminal. Eso es irónico. A ustedes los cerebritos les gusta la ironía, ¿cie r-
to?
Artemis estaba horrorizado. -No puedes mantener arte aquí. Está húmedo y mugro-
so.
Holly, que yacía en el suelo a sus espaldas, abrió los ojos, tosió, y ejecutó un mo-
vimiento que era mucho más difícil de lo que parecía, brincando verticalmente de
donde estaba acostada y aterrizando de pie. Mantillo estaba impresionado hasta
que Holly intentó estrangularlo con su propia barba, llegó el punto en el que él dejó
de estar asombrado y se ocupó en ahogarse.
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-Sí, -Dijo Mantillo, luego tosió algo que chilló y se arrastró lejos. -Si pudieras, por
favor, abandonar la barba—acabo de tener un tratamiento de acondicionamiento de
salón hecho.
-¿En serio?
-Por supuesto que no. Vivo en una caverna. Como suciedad ¿Qué crees?
Los dedos de Holly peinaron la barba de Mantillo un poco, y luego bajaron hasta los
hombros del enano.
-Oh, Santo señor Vortex, -Dijo, trazando el signo sagrado de la panza hinchada so-
bre su estómago para evitar el mal. -¿Que ha hecho Opal ahora?
67
La cara de Holly era severa bajo el brillo de la saliva luminosa. -De hecho, Artemis,
encontrar el Sello de los Berserker es lo peor, porque hay dos cerraduras. La pri-
mera libera a los Berserkers…
Holly abrazó sus rodillas como un niño perdido. -La segunda libera al Armagedón.
Si Opal logra abrirla, cada humano en la superficie de la tierra será asesinado.
Artemis sintió su cabeza girar mientras la sangrienta escala del plan de Opal se
aclaraba.
Mayordomo eligió ese momento para recuperar sus sentidos. -Juliet está en la su-
perficie con los amos Beckett y Myles, así que supongo que no podemos dejar que
eso pase.
-La mayoría de esto ya lo saben por los espíritus que trataron de invadirlos.
Mayordomo frotó su cuello marcado. -Yo no. Estaba fuera de combate. Todo lo que
tengo son imágenes fragmentadas. Cosas muy graves, incluso para mí. Extremida-
des cortadas, personas siendo enterradas vivas ¿Enanos manejando trols en bata-
lla? ¿Pudo haber pasado eso?
-Todo eso pasó,-Confirmó Holly. -Habían cuerpos de enanos que cabalgaban trols.
-Sip, -dijo Mantillo.-Se llamaron a sí mismos los Conductores de Trol ¿Un buen
nombre, no? Había un grupo que solo salía de noche que se hacían llamar Condu c-
tores de Trol Nocturnos.
Holly podría haber llorado de frustración, pero había aprendido durante su breve
período como investigadora privada donde Mantillo le había servido como compa-
ñero, que el enano se callaría únicamente cuando estuviera bien y listo. Artemis,
por el otro lado, debería saberlo mejor.
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-Artemis, -Dijo cortante, -No lo animes. Estamos contrarreloj.
Y así Holly contó su historia, sus rasgos fuertemente iluminados bajo el brillo no
convencional. Mayordomo no pudo evitar recordar las historias de terror que le hab-
ían contado a él y sus compañeros exploradores por el Maestro Prunes en los vi a-
jes semanales a la cueva de Dan-yr-Ogof en Gales. El aspecto de Holly era básico,
pero las circunstancias enviaron un escalofrío a través de su espina.
-Cuando era pequeña, mi padre solía contarme la historia de Taillte casi cada no-
che así nunca olvidaría el sacrificio que hicieron nuestros ancestros. Algunos dieron
sus vidas, pero unos pocos fueron más lejos aún, postergando sus vidas futuras. -
Holly cerró los ojos y trató de contarlo como lo había escuchado. -Diez mil años
atrás, los humanos lucharon por erradicar las familias mágicas de la superficie te-
rrestre. No habían razones para hacerlo. Las hadas son, en su mayoría, gente
amante de la paz, y sus habilidades curativas y conexiones especiales con la tierra
era beneficiosa para todos, pero siempre entre los humanos están esos individuos
que controlan todo lo que ven y son amenazados por lo que no entienden.
Artemis se abstuvo de apuntar el obvio hecho de que era un ser mágico el que e s-
taba, más o menos, intentando destruir el mundo actualmente, pero se lo guardó
para sacarlo a relucir más tarde.
-Y así las Criaturas tomaron refugio en la mística isla de Ériú, la casa de la magia,
donde eran más poderosos. Cavaron sus pozos de curación y congregaron a su
ejército en los Llanos de Taillte para la última batalla.
Los otros permanecían en silencio mientras Holly hablaba, ellos podían ver la e s-
cena en sus propias memorias.
-El combate fue breve, -Dijo Holly con amargura. -Los humanos no mostraron pie-
dad, y estaba claro desde la primera noche que las Criaturas estaban condenadas
a la exterminación. Y por eso el Consejo decidió que se retirarían a las catacumbas
debajo de la tierra desde donde habían llegado antes del amanecer de la edad del
hombre. Todos excepto los demonios, que usaron su magia para elevar su isla fue-
ra del tiempo.
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-Okey, -Dijo Mantillo.-Estaba siguiéndote, pero luego dijiste donde, así que ahora
tengo que ir a la heladera.
Holly frunció el seño brevemente, luego continuó. Todos sabían que comer era co-
mo Mantillo manejaba las malas noticias, y las buenas, y las triviales. Todas las no-
ticias, en realidad.
-Pero el Consejo razonó que incluso su refugio subterráneo estaría en peligro por
los humanos, y entonces construyeron una entrada con un candado encantado. Si
el sello se abriera, las almas de los guerreros Berserker enterradas al rededor de la
puerta, se levantarían y poseerían los cuerpos que pudieran para prevenir que los
humanos adquieran acceso.
Artemis aún podía recordar el hedor enfermizo que había experimentado cuando un
Berserker mágico había intentado ocupar su mente.
-Y si la puerta de los Berserker era abierta por una mano mágica, entonces los gue-
rreros serían esclavos de esa hada para pelear bajo sus órdenes. En este caso,
Opal Koboi.
-Este hechizo fue conjurado para durar al menos un siglo, hasta que las Criaturas
estuvieran a salvo lejos y la locación de la puerta fuera olvidada.
Los labios de Holly se rizaron mientras lo decía, y Artemis hizo una deducción.
Los ojos de Holly centellearon con sorpresa. -¿Cómo…? Si, por supuesto que tú
adivinarías, Artemis. Fuimos traicionados por el hechicero gnomo infame, Shayden
Fruid, alguna vez conocido como Shayden el Audaz, pero desde entonces llamado
Shayden la Vergüenza de Taillte. Hay una estatua invertida de él en la capilla de
Hey-Hey, que no es un cumplido precisamente, créeme.
-Shayden Fruid se escondió en una bruma conjurada hasta que los moribundos
Berserkers fueron enterrados al rededor de la entrada y las Criaturas hayan des-
cendido al submundo, y luego trató de estropear el candado. No solo intentó abrir el
sello para los humanos, sino también liderar los cautivos Berserkers contra su pro-
pia gente.
-Este tipo era una dulzura, -Gritó Mantillo con la cara iluminada por el brillo del re-
frigerador. -La leyenda dice que una vez vendió a su madre rio abajo. Y no estoy
hablando metafóricamente. Realmente puso a su madre en un bote y la cambió en
70
el siguiente pueblo con la corriente. Debería haber habido una bandera roja justo
allí.*
-Sí, porque el escalón secreto del plan llamó a alguien para mantenerse detrás y
colapsar el valle en la cima del sello. Un gran hechicero que pudo mantener la nie-
bla hasta que la entrada fue enterrada, y luego usarla para cubrir su huída. Como
los demonios ya se habían ido, solo el hechicero duendecillo Bruin Fadda, cuyo
odio por la humanidad era legendario, pudo completar la misión, trepando el pico
del valle para conjurar el colapso que había sido preparado por ingenieros enanos.
-¿Solo humanos?
Holly despertó de su ensueño. -Solo humanos. Los odiados opresores. Bruin había
perdido a cada miembro de su familia en el ataque. Estaba más allá de la razón.
Mayordomo se tomó la barbilla. -Cada arma tiene una fecha de vencimiento, Holly.
Han pasado diez mil años ¿No puede este hechizo tener una media efectividad o
algo?
-Es posible. Pero los Berserkers están libres, el primer candado funcionó bien.
Artemis sabía la respuesta. -Es político. Hay un gran pasillo en Refugio que ha es-
tado advocando a máxima escala la guerra por años. Opal sería un héroe para
ellos.
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Holly asintió. -Exacto. Además, Opal está tan ida que en verdad cree que su desti-
no es ser algún tipo de mesías. Vieron lo que estaba preparada a hacer con tal de
solo escapar.
-Hizo secuestrar a su yo más joven, y luego mando una demanda de rescate falsa
para su yo presente, así nosotros la pondríamos dentro de un reactor nuclear, y en
consecuencia ayudándola a generar suficiente magia negra para abrir el primer
candado.
Artemis se cruzó de brazos con gestos exagerados. -Eso no era necesario, Holly.
Soy una víctima aquí tanto como el resto. Incluso esos Berserkers están siendo
usados para pelear una Guerra que terminó hace diez mil años ¿No podríamos d e-
cirles que la guerra ya acabó? Están resguardando una puerta que presumo que ya
no lleva a ninguna parte.
-Es verdad. No hemos usado las conexiones viejas desde hace un milenio.
-No. Están bajo ataduras mágicas. Nada que digamos hará efecto.
-No lo sé, -Admitió Holly. -Mi papá me contó la leyenda como una historia antes de
dormir. Se le fue transmitida por su padre. La cosa entera proviene de la mente de
un hechicero telépata que estaba sincronizado con Bruin Fadda en sus momentos
finales. Todo lo que sabemos es que el segundo sello es complejamente mágico.
La magia negra corre por Opal ahora, pero tiene un precio alto y se acaba rápido.
Querrá abrirlo antes del amanecer, mientras la luna mágica esté aún alta. Sus Ber-
serkers serán jirones desnudos de lo que fueron después de todo ese tiempo, y no
pueden durar mucho más que eso. Algunos se entregarán al llamado de la otra vida
antes que entonces.
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Artemis se giró hacia Mayordomo por una pregunta sobre tácticas. Este era el área
de experiencia de su guardaespaldas. -¿Cómo desplegará sus fuerzas Opal?
Mantillo regresó a la fogata. -Dijeron que cada humano en la superficie sería asesi-
nado. Solamente quería señalar que están bajo tierra. Así que, ustedes saben, solo
quédense aquí.
-Si Opal abre el segundo candado, no solo matará a billones de humanos, sino que
desencadenará una guerra civil sin precedentes entre las Criaturas. Luego de lo
cual Opal Koboi probablemente se declarará emperatriz suprema.
Artemis miró hacia arriba, como si inspiración divina estuviera viniendo, pero todo
lo que podía ver eran las paredes brillantes del refugio subterráneo de Mantillo y la
firme oscuridad de las bocas de los túneles punteada en sus superficies.
73
Capítulo 8
Un grupo variado
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Gruff residía actualmente en una cueva en la isla Dalkey, frente a la costa del Sur
de Dublín, y nadaba hasta la orilla de un varadero privado, sirviéndose a sí mismo
con seres vivos de las granjas cercanas. Había sido algunas veces por el dueño del
varadero, un irlandés excéntrico que ahora le cantaba en las noches a través del
muelle. Gruff sabía que tendría que irse o comer al humano en los próximos días,
pero esa tarde en particular se contentaba con relajar su cabeza en el cuerpo de
una oveja, que le servía como almohada y después como desayuno.
Su sueño fue interrumpido por la activación de su sexto sentido, que habitaba en el
espacio de su cerebro en alguna parte entre el gusto y el olfato. Había actividad
mágica cerca, eso había establecido un cosquilleo en el interior de su cráneo, como
si luciérnagas hubieran incubado allí. Y donde había magia, indudablemente hab r-
ían residuos. Suficiente como para curar el dolor en su espalda y sellar la herida
abierta en su pierna, donde una morsa lo había corneado.
Gruff recogió las salchichas de los despojos de las entrañas de la oveja y se tragó
todas ellas para mantenerlo durante el viaje. Y mientras se adentraba en el mar pa-
ra el corto nado hacia tierra firme, sintió la tentación de la magia ser más fuerte y
su espíritu elevarse.
Gruff suspiró por el dulce néctar de los residuos para curar lo que lo aquejaba. Y
cuando un trol pone su valiente corazón en algo, no hay muchas cosas en la tierra
capaz de bloquear su camino.
Escupiendo el veneno de la mordedura
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Capítulo 9
El Estado Fowl
Opal se paró en el borde del túnel colapsado sintiéndose medio frustrada, pero ni
en lo más mínimo descorazonada. Después de todo, ella era un verdadero dínamo
de magia negra en el presente, y Artemis Fowl estaba enterrado debajo de una to-
nelada de escombros—si es que no estaba muerto, entonces estaría ciertamente
despeinado, lo que fastidiaría al Fangosillo de casi la misma manera.
Ya sea que hubiera o no perecido, el plan seguía siendo el mismo.
Oro se arrodilló y recogió el arma de Holly de la desmenuzada arcilla.
-¿Qué es esto, señorita?
Opal sostuvo la pistola ahuecada en sus pequeñas manos y se comunicó con su
energía hasta que esta accedió transferirse a su persona. No era algo espectacular
de ver—el arma simplemente espiró y se arrugó.
-Debo abrir el segundo candado, -Le dijo a Oro, refrescada por este bocado de po-
der. -Tengo hasta la mañana. Entonces mi magia se evaporará con el rocío del
amanecer, y estaré indefensa.
-¿El segundo candado? -Dijo Oro, las cuerdas vocales de Beckett mutilando el
Gnómico.-¿Está segura, señorita?
-Reina, -corrigió Opal. -Te referirás a mí como Reina Opal. Abriendo la primera ce-
rradura de la Puerta de los Berserker, los até a mí. Pero preferiría que te refirieras
a mí lo menos posible, ya que tu tonta voz humana me irrita. Y para de fruncir el
seño. La expresión se ve ridícula en tu pequeña cara de niño. Mama está tentada a
golpearte.
-¿Pero el segundo candado?- persistió Oro. -Eso liberaría el poder de Danu.
-Primero, ¿qué acabo de decir sobre referirte a mí? Segundo, échale una mirada al
interior del cerebro de tu humano. Una pequeña ola de Danu sería lo mejor para e s-
te planeta.
Oro parecía confundido, pero sus lazos le prohibían discutir, y Opal sabía que i n-
cluso si el Berserker pudiera argumentar, sus puntos estarán presentados en una
prosa turgente de la Edad Media con lógica simplista.
-Déjame hablarle al chico humano, -Dijo, razonando que un niño Fowl, no importa
que tan joven, apreciaría lo que había logrado allí. Además sería divertido ver a un
humano retorcerse.
Oro suspiró, deseando que su viejo amigo Bruin Fadda le hubiera dado un poco de
libertad a las ataduras mágicas, se estremeció dejando su propia conciencia ser
subsumida temporalmente por la de Beckett Fowl.
Los siglos se borraron de la cara de Oro, y Beck emergió brillante y sonriente.
-Estoy soñando, -Dijo. -En mi sueño me parezco a mí mismo pero con más dedos.
Opal extendió sus brazos, dejando a la magia negra impulsarse por líneas naranjas
a través de sus extremidades. -¿No estás aterrorizado, niño?
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Beckett saltó como un mono en su versión de una pose ninja. -Nop. Tú deberías es-
tar aterrorizada.
-¿Yo?-Dijo Opal, riendo. -No puedes dañarme. Las ataduras mágicas lo previenen.
Beckett golpeó a Opal en el estómago, con el hombro como Mayordomo le había
enseñado.
-Oh sí. Soy bastante rápido. Más rápido que tus estúpidas ataduras mágicas. Ma-
yordomo dice que soy un na-tu-ral.
El aliento de Opal la dejó en un bufido, tambaleándose hacia atrás, y go lpeando su
hombro en la tarima elevada de la Puerta de los Berserker. Por suerte para ella, los
lazos mágicos entraron a patadas y Oro reclamó el control del cuerpo; de otro m o-
do, el cuatro añero Beckett Fowl podría haberle puesto un fin al plan de dominación
mundial de Opal justo en ese instante.
Oro se apresuró a ayudar a Opal a levantarse. -Mi reina, ¿se encuentra dañada?
Opal sacudió la mano, incapaz de hablar, y fue forzada a soportar varios segundos
con Oro bombeando su torso hacia arriba y abajo como un fuelle hasta recuperar el
aliento.
Oro hizo lo que le dijeron. -Ese chico es rápido. Venció la unión. No muchos pue-
den hacerlo.
Opal frotó su estómago con una mano mágica, solo por si hubiera un moretón.
-¿Estás seguro que no le diste al niño un poco de ayuda? -Dijo con recelo.
-Por supuesto que no, mi reina, -Dijo Oro. -Los Berserkers no ayudamos a los
humanos ¿Deseas hablar con ese niño de nuevo?
-¡No!-Chilló Opal, luego volvió a ganar la compostura. -Quiero decir… no. El niño ha
servido con su propósito. Debemos seguir adelante con el plan.
Opal estaba preparada para admitir este punto. -Muy bien, elfo aburrido. Envía a tu
astuto teniente con un par de soldados. Asegúrate de incluir al otro niño a la fiesta.
Fowl debería mostrarse reacio a matar a su propio hermano. -Opal sopló por los la-
bios, una pequeña acción que hizo abundantemente claro que ella no dudaría en
asesinar a alguno de los miembros de su familia si estuviera en la posición de Fowl.
De hecho, ella no vio dudas en derribar a su hermana como una falta de compromi-
so con el plan.
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―Después de todo,‖ Pensó, ―¿no mate personalmente a mí otro yo para escapar de
prisión?‖
Pero las hadas eran débiles, y los humanos aún más. Tal vez Fowl se contendría
en el segundo que le tomaría a su hermano pequeño plantar una daga en su costa-
do.
-No gasten mucho tiempo o recursos. Quiero un círculo de Berserker parados a mis
espaldas mientras trabajo en el segundo candado. Hay encantamientos complejos
que debo descifrar.
Oro se paró, cerrando sus ojos por un momento para disfrutar la brisa en su cara.
Desde detrás de las paredes podía escuchar el arder de las enormes llamas, y
cuando abrió los ojos, el crepitar de la destrucción distante besaba las nubes de la
noche.
-Somos apremiantes pero pocos, mi reina ¿Deberían haber más enemigos en el
camino?
Opal hizo un sonido que era casi una risotada. -No hasta la mañana. Mis enemigos
están experimentando ciertas dificultades. Mamá previó eso.
La parte de la mente de Oro que era aún suya y no esclava de una duendecilla na-
ranja pensó: Es impropio que se refiera a sí misma como nuestra madre. Se está
burlando de nosotros.
Pero era tanta la fuerza del geasa mágico, o ataduras, que incluso este pensamie n-
to de rebelión le causó al capitán Berserker dolor físico.
Opal notó su mueca de dolor. -¿Qué está pensando, Captán? Nada sedicioso, es-
pero.
-No, mi reina, -Dijo Oro. -Este escuchimizado cuerpo es incapaz de contener mi sed
de sangre.
Esta mentira le costó otra punzada, pero estaba listo para ella y la sobrellevó sin
reaccionar.
Opal frunció el seño. Ese tenía sus propias ideas, pero no importaba. La energía de
Oro estaba ya decayendo. Los Berserkers apenas pasarían la noche, y para enton-
ces la segunda cerradura estaría abierta y la era Koboi empezaría de verdad.
-Ve, entonces, -Espetó. -Elige un grupo de caza, pero tu tarea es proteger el sello.
He manejado que los humanos estén ocupados por el momento, pero, una vez el
sol salga, vendrán en una ola de destrucción para aniquilar al último de nuestra es-
pecie. -Opal decidió decirlo de forma Gótica, así Oro captaría el punto. -Sin piedad
es sus fríos y despiadados corazones vendrán sobre nosotros.
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Esta forma de hablar pareció penetrar, y Oro se fue en busca de su equipo de caza.
La situación era, y Opal debió admitirlo para ella misma, absolutamente perfecta.
Los Berserkers vigilarían el perímetro, lamentándose en su fallida creencia que esa
gran y lúgubre puerta en realidad llevaba a alguna parte. Y luego simplemente se
evaporarían en la siguiente vida, inconscientes del genocidio innecesario que había
ayudado a cometer.
―Los fantasmas no son testigos fiables en un tribunal,‖ Pensó Opal, rie ndo.
Pero tan agradable como una risa auto-congratulatoria debería ser, realmente hab-
ía trabajo que hacer que requería su intelecto entero. El candado permanecía ce-
rrado, y ella solo podría retener la magia negra por un cierto tiempo antes de que
consuma su cuerpo físico. Ya podía sentir ampollas entre las hojas de sus hom-
bros. La magia la dejaría pronto, pero antes causaría estragos en su sistema.
Su poder sanaba las ampollas tan pronto como se sonrosaban, pero eso le costaba
su magia, y las ampollas se volvían negras de todas formas.
―¿Por qué no puedo resolver este problema matando a alguien?‖ Pensó petula nte,
luego se confortó a sí misma con el mantra que la había hecho seguir adelante en
prisión:
-Pronto todos los humanos estarán muertos, -Dijo monótonamente, la moda consa-
grada de gurús en todas partes. -Y luego Opal será amada.
―E, incluso si no soy querida,‖ Pensó ―Al menos todos los humanos habrán falleci-
do.‖
Oro bajó con sus pequeñas piernas por los viejos escalones que corrían alrededor
de la puerta de los Berserker y por un momento recordó claramente el día en el que
había ayudado a construir esa torre rechoncha. Aunque había habido más magia
involucrada que levantamiento de peso. El viejo Bruin Fadda tuvo a su equipo d e-
rramando cada chispa de poder que podían obtener de sus manos en el sello. Un
gran círculo de hechiceros lanzando rayos luminosos dentro de la piedra.
Quienquiera que abra la puerta obtendrá más de lo que había pensado, les había
prometido Bruin más tarde esa semana, incluso aunque Oro y sus hombres yacían
moribundos. Bruin estaba equivocado. La reina Opal obtuvo exactamente lo que
esperaba.
―¿Cómo lo sabía?‖ Se preguntaba Oro. ―Estaba casi seguro de que el mundo nos
había olvidado.‖
79
Los Berserkers estaban llenos de violencia reprimida y de ansiedad por infligir daño
en la humanidad. Trataban de mantenerse firmes como Oro les había dicho, pero
era todo un desafío, especialmente para los piratas, incapaces de detener el agitar
de sus huesos expuestos.
Oro se paró sobre bulto de un árbol, así el pequeño cuerpo que ocupaba podía ser
visto por todos, y sostuvo su puño en alto pidiendo silencio.
-¡Mis guerreros! -Gritó por sobre las filas. -¡Nuestro día ha llegado finalmente!
Esto fue recibido con un coro de gritos, ladridos y silbidos mientras las variadas
criaturas habitadas por los Berserkers expresaban su aprobación. Oro no pudo
ocultar una mueca de dolor. Estos no eran los guerreros que él recordaba, quienes
habían peleado y sufrido heridas mortales en los Llanos de Taillte, pero ellos eran
lo que eran, y el deseo de pelear estaba allí, aunque no su habilidad. Habían zorros
en sus filas, por el amor de Danu ¿Cómo se suponía que un zorro levantaría una
espada? Aún así, mejor conseguir que la sangre de sus guerreros arda con algo de
retórica. Oro siempre había estado orgulloso de sus discursos.
-¿Qué?-Dijo Oro.
El teniente dentro del cuerpo del segundo Fangoso tenía una expresión confundida
en su pálida cara. A decir verdad, la confusión de cualquier tipo era nueva para
Gobdaw. Usualmente era un hada del tipo no hagas preguntas que hacia lo pedido
con su hacha. Generalmente, Gobdaw amaba un poco de retórica.
-Bien, Oro, -Dijo, pareciendo un poco sorprendido por las palabras saliendo de su
boca,-¿Qué significa eso, exactamente? ¿Escupir el veneno de la mordedura de
nuestra derrota a nuestros enemigos?
80
Gobdaw parecía a punto de llorar. -No lo sé, Capitán. Es mi huésped humano. Es
uno fuerte.
Oro decidió distraer a Gobdaw con trabajo. -Tienes el honor de liderar esta
búsqueda de enemigos. Toma a los perros, a Bellico, y a esos marineros también.
Todo el resto, rodeando la puerta. La reina Opal está trabajando en el sello ¿En-
tendido?
Gobdaw, Bellico, y los perros de caza de los Fowl rodearon el túnel colapsado. Be-
llico se estaba sintiendo bastante bien consigo misma, encerrada como estaba en
el cuerpo de Juliet Butler. Era la mejor huésped con la que jamás hubiera soñado;
un espécimen físico excelente, equipado con la sabiduría de varios estilos ances-
trales de lucha, los cuales, gracias a las memorias de Juliet, sabía cómo ponerlos
en práctica muy bien.
Bellico revisó su reflejo en la hoja del cuchillo de un pirata y estuvo satisfecha con
lo que vio.
No tan fea, para un humano. Es casi una pena que mi fuerza de vida solo se ma n-
tenga una sola noche. Tal vez si hubiéramos sido levantados cincuenta años luego
de yacer en el suelo la magia podría habernos sostenido más tiempo, pero ahora
nuestros espíritus están debilitados por el tiempo. El hechizo no fue construido para
mantenernos unidos a la tierra por tanto tiempo.
La memoria de Bellico contenía imágenes que pintaban un feo cuadro de Opal Ko-
boi, pero había sido advertida de que los puntos de vista humanos del hada no eran
fiables. Tal era el odio de los Fangosos por las Criaturas que sus memorias esta-
ban sesgadas*.
Los piratas estaban menos felices con sus cuerpos heredados, que se desintegra-
ban cada vez que caminaban.
-Me está costando toda mi magia solamente sostener estos sacos de piel de gus a-
nos juntos, -Se quejó el una vez guerrero gigante, Salton Finnacre, que habitaba el
cuerpo de Eusebius Fowl, el pirata absorbe-pulmón.
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-Por lo menos tienes dos piernas, -gruñó su compañero de batalla, J’Heez Nunyon,
quien cojeaba sobre un par de muñones de madera. -¿Cómo puedo hacer mi mo-
vimiento característico en estas cosas? Voy a parecer un enano borracho cayendo.
Era peor para los perros pointers Ingleses, que podían solo formar los sonidos más
rudimentarios con sus cuerdas vocales.
-Buen chico, -Dijo Gobdaw, alcanzándolo para acariciar la cabeza del perro con la
pequeña mano de Myles, acto que al perro no le pareció gracioso y la hubiera mor-
dido si no le perteneciera a su oficial superior.
Nadie preguntó, ¿Y entonces? Todos sabían que se les hacía a los humanos cuan-
do los encontrabas. Porque si no lo hacías, ellos te lo harían a ti, y a tu especie e n-
tera, y probablemente a cualquier especie con la que alguna vez hayas compartido
un jarrón de cerveza.
-Ella hizo su elección, -Dijo Gobdaw. -Si se hace a un lado la dejaremos vivir. Si se
mantiene en su posición entonces se convierte en una Fangosa para nosotros. -El
sudor bajaba por la frente de Gobdaw a pesar de que la noche estaba siendo cada
vez más fría, y habló a través de dientes apretados, tratando de contener la co n-
ciencia de Myles Fowl, que brotaba de su interior como una indigestión mental.
Este intercambio fue cortado cuando los pointers Ingleses se alejaron corriendo de
la boca del túnel colapsado y cruzaron el prado hacia la enorme morada humana
que coronaba la colina.
-Ah,-Dijo Bellico, saliendo después de los perros. -Los humanos están en el templo
de piedra.
Gobdaw trató de detenerse a sí mismo de hablar, pero falló. -Él dice que es llama-
da una mansión. Y que todas las chicas son estúpidas.
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Artemis estuvo horrorizado por la revelación. -¿No sabes que un túnel puede afec-
tar la temperatura de la bodega? ¿Por no mencionar la humedad? Ese vino es una
inversión.
-No te preocupes por el vino, tonto Fangosillo, -Dijo Mantillo en un tono bastante
protector que había desarrollado y practicado solo para molestar a Artemis. -Lo
bebí meses atrás y lo reemplacé. Era la única cosa responsable para hacer. Des-
pués de todo, la integridad de la bóveda ha sido comprometida.
-Sabia decisión, -Dijo Mantillo. -Así que, para continuar. El túnel lleva justo a la par-
te trasera de la bodega, pero la pared está taponada.
-¿Taponada con qué? -Preguntó Artemis, que podía ser un poco lento a pesar de
su genio.
Los dedos del enano se cepillaron la barba. -Repito mi última pregunta: ¿Realmen-
te quieres saber?
-Oh sí, -Dijo Mantillo. -Un hombre tan grande y fuerte como tú. Sin problemas. Lo
haría por ti, pero aparentemente tengo esta otra misión.
Mantillo miró a sus amigos trepar dentro del túnel de la mansión y luego giró t o-
mando el camino por el que habían venido, hacia la lanzadera.
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―No me gusta retroceder en mis pasos,‖ Pensó. ―Porque, generalmente, hay alguien
a mi caza.‖
Así que allí estaban ahora, serpenteando a lo largo de un túnel claustrofóbico con
un pesado olor a tierra en sus narices y el peligro aún presente de incontables to-
neladas cerniéndose sobre ellos como un yunque gigante.
Holly sabía lo que todos estaban pensando. -Este túnel es seguro. Mantillo es el
mejor cavador en el negocio, -Dijo entre gruñidos y suspiros.
El corredor zigzagueó, y su única luz era del celular en la frente de Mayordomo. Ar-
temis tuvo esta repentina visión de los tres atrapados allí por siempre, como roed o-
res en el estómago de una serpiente, siendo digeridos lentamente hasta que no
quedara rastro de ellos.
Este pensamiento era redundante, Artemis lo sabía, porque si no salían del túnel,
en toda posibilidad no habría nadie para preguntarse que había sido de su pequeño
grupo. Y él nunca sabría si había fallado en salvar a sus padres o si habían sido
asesinados de algún modo en Londres.
Avanzó una vez más en la oscuridad y sus dedos escarbadores encontraron la bota
de Mayordomo.
Le siguieron una serie de sonidos que no estarían fuera de lugar en una fábrica de
jalea, y un olor que sería completamente coherente ante una tubería de aguas res i-
duales con una fuga.
Mayordomo tosió varias veces, maldijo la longitud, y dijo una fuerte línea con una
terrible implicación. -Sólo la cáscara lo es.
Se tambalearon a través del agujero sobre una pila de botellas rotas de vino, que
habían sido tiradas por la apurada entrada de Mayordomo. Usualmente hubiera p a-
sado lentamente por el umbral, moviendo el estante poco a poco, pero en este ca-
84
so, la velocidad era más importante que el sigilo, así que simplemente rompió a
través de la tapa de Mantillo y pasó a la bodega más allá. Los otros dos rápidame n-
te lo siguieron, felices de escapar de los confines del túnel.
Artemis olio el líquido amontonado en las curvas cóncavas de los fragmentos rotos
de las botellas. -Esto definitivamente no es Château Margaux 1995, -Comentó.
Holly subió los altos escalones de piedra del siglo diecisiete, luego presionó su ore-
ja contra la puerta.
-No puedo escuchar nada, -Dijo después de un momento. -Viento desde afuera,
eso es todo.
Holly abrió un poco la puerta y se asomó por ella. A medio camino del corredor
había un grupo de piratas con armas automáticas. Se mantenían absolutamente
quietos, probablemente tratando de parar sus traqueteantes huesos.
Mayordomo se deslizó a sus espaldas.
-¿Qué tal estamos? -Preguntó.
Holly mantuvo la respiración mientras cerraba la puerta.
-No genial, -Dijo.
Se acuclillaron detrás del estante de unos California reds de los 90* y hablaron en
susurros apurados.
-¿Qué tenemos? -Preguntó Artemis.
Mayordomo levantó sus puños. -Tengo estos. Eso es todo.
Holly rebuscó en los bolsillos de su entero. -Algunas esposas plásticas. Un par de
bengalas. No un gran inventario.
Artemis tocó la punta de cada dedo contra el acolchado de su pulgar, uno de sus
ejercicios de concentración. -Tenemos algo más, -Dijo. -Tenemos la casa.
85
Capitulo 10
rivalidad entre hermanos.
mansion Fowl
Gobdaw y Bellico siguieron los perros hasta las grandes escaleras de la mansión
Fowl y a lo largo del pasillo hasta el laboratorio de Artemis. Una vez que pasaron
por la puerta, los perros saltaron en la bata blanca de Artemis, que colgaba de un
gancho, con sus dientes y garras cortaron y masticaron todo el materia de la bata
.
Gobdaw tenía la experiencia suficiente sobre el líder para saber un buen plan
cuando lo oyó.
"Muy bien. Los esperamos aquí, pero si no se llega a disparar esta arma antes de
la salida del sol, seré más que decepcionante ". "No te preocupes. Usted
tendrá todas las balas que quiera para el gran ser humano ".
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Bellico agarró a los perros por sus cuellos y les tiró de la chaqueta.
"Ir ahora", dijo Bellico, pateando sus nalgas. "Y encontrar algunos Fangosos."
Gobdaw y Bellico en cuclillas detrás de la encimera, uno con el nocking de una fle-
cha y el otro desacoplando la seguridad en su arma de fuego robada.
"La casa es una fortaleza virtual", explicó Artemis. "Una vez que la fu nción de blo-
queo se ha iniciado en el panel de seguridad, entonces se necesitaría un ejército
para penetrar las defensas, todos los cuales fueron diseñados e instalados antes
de que Opal saltara de su línea de tiempo, por lo que no hay posibilidad alguna de
los componentes hubieran explotado ".
Artemis golpeó su reloj. "Por lo general, puedo acceder a él de forma remota por el
reloj o el teléfono, pero la red de las aves se ha reducido. He actualizado el router
hace poco y tal vez un componente Koboi se hubiera deslizado, por lo que tendriá
que utilizar el panel en mi oficina. "
Mayordomo sabía que era su función de hacer de abogado del diablo. "¿Eso no so-
lo seria encerrarnos aquí con un grupo de piratas?"
-Artemis sonrió. "O encerrarlos aquí con nosotros."
"Recuerda los músculos de los brazos que tenía?", Dijo con nostalgia.
"Ellos eran como troncos de árboles. Ahora mírame. "Movió su
brazo izquierdo para demostrar cómo las solapas de carne colgaban de sus hue-
sos. "Apenas puedo mantener este palo de
fuego."
"No es un palo de fuego", dijo J'Heez. "Se llaman armas. Esa es una palabra lo su-
ficientemente simple para recuordar, ¿no es así? "
Salton miró la pistola automática en sus dedos huesudos. "Supongo. Sólo apuntar y
tirar, ¿no? "
87
"¿Has oído eso, Berserkers?" Salton preguntó a la media docena de piratas abati-
das en el hueco de la escalera detrás de él. "Simplemente apunte y disparen. Y no
se preocupen de acercace a golpear a la personas frente a ti, porque ya estamos
muertos ".
Diez metros más abajo, en la bodega, Mayordomo sopesó dos botellas de whisky
Macallan 1926 Fine and Rare.
"Tu padre no estará contento", dijo a Artemis. "Esto es de treinta mil euros por bote-
llas."
"Bueno, tal vez no todas las circunstancias", dijo Artemis, y abrió la puerta de par
en par.
Mayordomo entró en la brecha y lanzaron las botellas en el techo sobre las cabe-
zas de los piratas. Con las botellas rotas y elliquidocyendo como una ducha sobre
los Berserkers con alto contenido de alcohol. Holly se metió bajo las piernas de
mayordomo y le disparó un solo destello en medio de ellos. En menos de un se-
gundo todo el montón de piratas se vio envuelto en un silbido de llamas azules y
naranjas, que pintó el techo de negro. No parecia molestarle a los piratas dema-
siado, a excepción de el de la pata de palo, que pronto se quedó sin una pierna pa-
ra estar de pie. El resto vivía como esqueletos, llevando sus armas alrededor para
soportar en la puerta de la bodega.
"La casa nos va a salvar?" Preguntó Holly con nerviosismo. "Eso es lo que dijo."
"Tres", dijo Artemis. "Dos ... uno."
Justo en ese momento, el sistema de seguridad contra incendios de la mansión re-
gistró el aumento de la temperatura y dio instrucciones a ocho de sus doscientos
boquillas para sumergir las llamas en espuma de extintor de sub-cero. Los piratas
fueron llevados a por sus rodillas por la fuerza del chorro, y ellos tiraron sus desen-
frenadamente y ciegamente enviando disparos que rebotaban en las paredes y al
bajar las escaleras. Las balas jugaron su energía cinética en las barandillas de ace-
ro y cayeron al suelo, humeando. En el pasillo, la temperatura del hueso de los pi-
ratas cayó más de cien grados en menos de diez segundos, por lo que queadaron
88
tan frágiles como hojas prensadas.
"Mantente en movimiento", Holly gritó desde atrás. "No habrá más de ellos, cuenta
con ello."
Hubia más piratas en la habitación del pánico, sintiéndose muy satisf echos de sí
mismos.
"Esta es la cosa más inteligente que he hecho", dijo Pronk O'Chtayle, comandante
en funciones. "Ellos vienen aquí para esconderse de nosotros, pero ya estámos
aquí." Reunió a su equipo a su alrededor. "Vamos a ir sobre ellos de nuevo. ¿Qué
es la que hacemos cuando los oye? "
Un pequeño pirata que parecía llevar los restos de un barril de pie junto a la pared.
"Si golpeamos en este botón aquí, dejamos caer la puerta de acero así que todos
estaremos atrapados aquí. " " Bueno ", dijo Pronk. "Bueno."
El sonido de los disparos rebotó en los techos abovedados y se hizo eco por el pa-
sillo hasta la habitación del pánico.
"Ya vienen, compañeros", dijo Pronk. "Recuerde que hay matarlos varias veces pa-
ra estar seguro. Detener de atacar cuando los brazos ya se caigan ".
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do cuenta de que la habitación del pánico se puede acceder y aislada del exterior,
de forma remota, o con un programa de activación por voz. Pero incluso si hubiera
sabido, no habría tenido ningún sentido para los seres humanos para bloquear a
salir de su propio paraíso. Eso sería pura locura. Mayordomo, apenas se detuvo en
su camino más allá de la puerta de la habitación de pánico a hablar en el juego de
altavoces pequeños en la estructura de acero.
Una pesada puerta se dejó caer, sellando la habitación del pánico por completo y
bloqueando el vertiginosamente el monton de Berserker piratas dentro. Artemis
tenía apenas un segundo para mirar debajo de la puerta.
"Y eso significa que debo esta en silencio. Oh, lo entiendo ".
Las palabras de Artemis fueron suficientes para provocar una reacción desde el i n-
terior del laboratorio, saliendo una flecha de aluminio que penetró la pared de se-
paración, thunking a través del yeso, el envío de fragmentos revoloteaba .
"Izquierda", dijo mayordomo, y eso era todo lo que tenía que decir. Traducido para
el profano, la expresión significaba que iba a tomar a los hostiles a la izquierda de
la habitación, dejando a la derecha de Holly.
Ellos se movían rápido al entrar, dividiéndose en dos los objetivos mientras cruza-
ban el suelo. Mayordomo tenía la ventaja de estar muy familiarizado con el diseño
del laboratorio, y sabía que el escondite lógico estaría detrás de la mesa de trabajo
de acero inoxidable de larga donde Artemis jugó con lo desconocido y construye
90
sus modelos experimentales.
Siempre me he preguntado qué tan seguro es esta cosa, pensó, antes de cargarlo
como un jugador de fútbol al entrar en un partido de práctica, donde el costo de
perder era la muerte. Oyó un silbido de flecha junto a su oreja un segundo antes
de que su hombro chocara contra el acero inoxidable, el levantamiento de la mesa
de sus cables de alimentación formaron una ráfaga de chispas y un siseo de gas.
Gobdaw estaba encaramado en lo alto de la mesa, y tenía tanto una espada ,corta
y se quemo con un fuego plateado cuando el gas quemador Bunsen saludó al cable
eléctrico. A Sparks y una breve explosión resultaron, dar la vuelta Berserker en las
cortinas de terciopelo.
Mayordomo lo vio marchar. "Yo buscare a Julieta", le gritó a Holly. "Tú sometes
Myles."
Tal vez el niño está inconsciente, pensó Holly, pero esa esperanza se desvaneció
cuando vio a Myles Fowl desenredarse a sí mismo de las cortinas de terciopelo. La
mirada en sus ojos le dijo que todavía había un Berserker en ese cuerpo y que él
no estaba de humor para entregar ese cuerpo . Él sólo estaba armado con una cu-
chilla corta ahora, pero Holly conocía a los Berserkers lucharían hasta la última
gota de sangre, aunque la sangre no era, estrictamente hablando, de los suyos.
"No le hagas daño", dijo Artemis. "Es tan sólo un niño de cuatro años de edad."
Gobdaw sonrió, mostrando una boca llena de dientes de leche, que Myles limpiaba
religiosamente con un cepillo de dientes siguiendo el modelo de la cabeza de Ein s-
tein, las cerdas es marca registrada de punta el pelo de Einstein. "Así es, traidor a .
Gobdaw sólo tiene cuatro años de edad, así que no me hagas daño ".
Holly deseaba que Artemis se hubiera quedado fuera . Este Gobdaw puede pare-
cer inocente, pero tenía mucha más experiencia de combate de lo que alguna vez
ella desearía tener, y, a juzgar por la forma en que hacía girar la cuchilla en la ma-
no, no había perdido ninguna de sus habilidades con el cuchillo.
El gran Problema de Holly era que su corazón no estaba en esta lucha. Aparte del
hecho de que ella estaba luchando contra el hermano menor de Artemis, fue Gob-
daw, por amor de Dios. Gobdaw la leyenda. Gobdaw, que había llevado a la carga
en Taillte. Gobdaw, que había llevado a un compañero herido en un lago helado en
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Bellannon. Gobdaw, quien había sido acorralado por dos lobos en una cueva des-
pués de la redada Cooley y salido de la cueva llevando un abrigo de pieles.
Gobdaw dio tres pasos corriendo y se subió a una silla de salón Regency, a garran-
do una de las dos lanzas cruzadas de reproducción de la pared.
"Sharp es, fangosillo ? Esa es la manera que me gusta tomar mis lanzas.
"El rostro de la guerrero se retorció, aunque en el punto de exhalar, Myles se tras-
puso por un segundo.
"No es una lanza, idiota. Es una pica. Dices que eres un guerrero? "A continuación,
las características más retorcidos y Gobdaw estaba de vuelta. "Cállate, muchacho.
Yo estoy a cargo de este organismo ".
La herida no era grave, pero fue doloroso, y Holly no tenía la magia para una cura
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rápida.
"Por la barba de Danu", dijo Gobdaw. "En primer lugar la sangre a los Berserkers."
Los dos soldados se enfrentaron por segunda vez, pero ahora holly fue atrapada
en la esquina con menos margen de maniobra, y el brazo adormecido de Gobdaw
iba a volver a la vida. El Berserker cogió la pica con las dos manos, lo que aumenta
la velocidad y la firmeza de su barrido. Él se acercó más, dando holly un espacio
para hacer un movimiento.
Eligió el gusano era una referencia al juego de hadas de los gusanos de raíz de
mascar. Un grupo de niños podría desenterrar cinco gusanos, y cada uno elegiría el
que iría a aparezca en su boca. Estadísticamente, por lo menos uno de los gusa-
nos estaría en su ciclo de muerte y han empezado a pudrirse por dentro, así que
uno de los chicos estaría tomando un bocado pútrido. Pero no importaba, porque
las reglas del juego dictadas que tenía que tragar independientemente. Un equiva-
lente humano de esta palabra sería: Usted hizo su cama, por lo que ahora usted
tiene que estar en ella.
Esto se ve mal, pensó Holly. No veo ninguna manera de sacar Gobdaw sin lastimar
a Myles.
Hacia el final de la última frase Gobdaw tomó el control de nuevo, justo a tiempo
para sentir que sus brazos fueron puestos en la espalda y escuchar los sonidos de
los Plasti-puños trinquete sobre sus muñecas.
"Me has engañado", dijo, sin saber exactamente cómo había sido engañado.
"Lo siento, Gobdaw", dijo Holly, levantándolo por el cuello. "El ser humano no
juega limpio." "¿Cuándo los seres humanos siempre jue-
gan limpio?" Murmuró Gobdaw, que en ese momento pensaba que con mucho
gusto desocuparía cabeza del joven Myles Fowl cuando otro anfitrión había estado
disponible. Pero luego se
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se dio cuenta de lo inteligente que Artemis había sido.
Eso no es una mala estrategia, pensó. Tal vez yo pueda mostrar a la mariposa sus
propias alas y gire truco que del humano en su contra.
De repente, los ojos de Myles desbaratan en su cabeza, y cae la comodidad en los
brazos de Holly.
"Creo que Gobdaw se ha ido", dijo Holly. "Artemis, parece que has recuperado a
tu hermano en seguida ".
Realmente me clavaste con eso , Julieta . salió de la nada. ¿Cómo se supone que
su hermano grande y viejo pueda defenderse contra eso?
Los ojos de Bellico brillaron. ¿Cuál fue la gran jugada habla humana?
Hurgó un poco más y encontró un kata cincuenta y cuatro pasos que Julieta ma-
yordomo había desarrollado para sí misma, aunque vagamente basada en las en-
señanzas de Jigoro Kano, el fundador del judo.
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Mayordomo frunció el ceño y se dejó caer en la postura defensiva de un boxeador.
"Hey, ¿qué estás haciendo?"
Bellico no respondió. Había ansiedad en la voz del hombre de barro, y eso fue suf i-
ciente para asegurar Bellico que había elegido el curso de acción correcto. Se Dis-
persó en la oficina como un bailarín, su velocidad aumenta con cada revolución.
Bellico podía ganar, estaba segura de ello. Este anciano no era rival para el pod e-
roso cuerpo joven que habitaba. Cada vez más rápido giró, sus pies apenas toca n-
do el suelo, el aire silbando a través del anillo de jade que celebró su larga cola d e
caballo.
"Te voy a dar una oportunidad más, Juliet, o quien diablos seas. O Entonces voy a
tener que hacerte daño ".
Una vez que el ser humano este desactivado, voy a destruir el cuadro de estado
de sitio, pensó Bellico, ya que estaba celebrando su victoria.
Mayordomo golpeó sus talones con la mano izquierda y señaló con los dedos de la
mano derecha en el Intestino de Bellico, lo suficientemente fuerte como para debili-
tarla lo suficiente , y no hay un guerrero en el planeta que pueda luchar cuando no
se pueden respirar. Bellico cayó como un saco de piedras sobre la alfombra y se
quedó gritando en la posición fetal.
mayordomo, la levantó por el cuello. "Ese día era el cumpleaños de Julieta. La dejé
ganar ".
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noció el patrón al instante.
Pero estaba equivocado. El perro se abalanzó a Bellico, lo que impulsó a los dos
por debajo de la persiana de acero descendente y a través de la ventana de la ofi-
cina, dejando a mayordomo con un pedazo de material en la mano.
Corrió al escritorio de Artemis y activó las cámaras de seguridad, justo a tiempo pa-
ra ver a Julieta y el perro, inactiva fuera de la vista- hacia Opal, supuso.
Y donde había vida, había esperanza. Por un par de horas, por lo menos.
Capitulo 11
Muerte al conejo
Mantillo tenía buenos recuerdos de la primera vez que había fingido su propia
muerte para lanzar policías de su camino.
Mis dioses, que podían ser realmente hace más de doscientos años? El tiempo
vuela más rápido que el viento a través de un colgajo vago, como la abuela solía
decir, Dios la bendiga.
Odio cuando llegan a casa temprano, pensó mantillo. ¿Por qué la gente llega
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cuando hay una muy buena oportunidad de que encontrarán los ladrones en sus
salas?
Corpsing fue la parte más difícil, que Mantillo recordaba . No hay nada más natural
que el mantener los brazos holgados cuando se quiere hacer pinwheeling.
Y así Mantillo Mandíbulas fue declarado muerto por primera vez. Habría doce veces
más oficiales en las que la gente erróneamente cree Mantillo había nuerto al final, y
ahora, a espaldas de él, estaba haciendo un túnel nuevamente donde había muer-
to, Sus instrucciones eran bastante simples. Excavar un túnel paralelo a el que hab-
ía caído recientemente, colarse en el Cupido estrellado, y luego robar las armas
que estaban en el vestuario. Cavar , soplon , y robar. Tres de los cuatro verbos fa-
voritos de rastrojos.
No sé por qué estoy haciendo esto, Mantillo pensó en el túnel. Que debería dirigirse
a la corteza y de encontrarme una buena grieta. Dicen que la ola de la muerte de
Opal sólo matará a los seres humanos, pero ¿por qué tienen esas posibilidades
irresponsables con el gran don de la vida?
Mantillo sabía que ese razonamiento era una olla de empanadas de trolls, pero
descubrió que podía cavar mejor si estaba molesto, incluso si él era el objeto de su
enojo. Y así, el enano echaba humo en silencio mientras se agitaba a través de la
tierra hacia el naufragio de transporte.
Veinte metros de altura y treinta metros hacia el sur, Opal Koboi estaba hundiendo
las manos en los profundos encantamientos algebraicos de la segunda cerradura
Berserker. Símbolos se envolvieron como luciérnagas alrededor de sus dedos y se
rindieron a su poder de uno en uno al descubrir sus secretos. Algunos podrían ser
golpeados hasta la sumisión por la fuerza de su magia negra, pero otros tuvieron
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que ser engatusado con hexágonos astutos o cosquillas mágicas.
Vamos a sobrevivir, pensó cruelmente. Tengo unas botas calientes agradables bien
almacenadas.
El trabajo era difícil, pero manejable, y le dio a Opal cierta satisfacción al saber
que ella era la única hada viva que había hecho suficiente investigación sobre las
complejidades de las magias antiguas para abrir la segunda cerradura. El primero
había sido simple ya que había requerido poco más que una ráfaga de magia ne-
gra, pero para el segundo se necesitaria un conocimiento enciclopédico de hechi-
zo muy trabajoso.
Ese tecno idiota de Potrillo nunca habría logrado esto. Ni en un millón de años.
Opal no era consciente de ello, pero también la satisfacción de ese momento hacia
que ella colocara los hombros e hiciera un ronroneo.
Este plan había sido extraño incluso para sus estándares, pero poco probable o no,
todos los elementos fueron cayendo en su lugar. Su primer movimiento había sido
que sacrificar su yo más joven y utilizar
lo ocurrido para escapar de las profundidades. Entonces se le ocurrió que este po-
der seria desechado casi de inmediato para evitar que acave con su vida-¿por qué
no darle un buen uso?
Una mañana Opal había sido puesta en una profunda en una limpieza y coma-ping!
De pronto oyó una voz en su cabeza, llamando a su hermana y pidiendo ayu da. Se
le había ocurrido brevemente que ella podría ser en realidad era una locura pero,
poco a poco, la información se filtró a través. Una joven Opal había seguido Artemis
Fowl del pasado.
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de su mente.
A menos que la línea de tiempo se hubiera dividido. Entonces todo era posible.
Nada de esto era en absoluto útil Opal atrapada en su prisión. Lo que se necesita-
ba hacer era estar fuera de aquí, lo que transmitio a su yo más joven. Entonces
podriamos ver que las lesiones que tuviera y le enviará a casa.
Pero, ¿cómo lograr esto? Ese maldito centauro Potrillo había encarcelado a ella en
la celda con la tecnología más avanzada en el mundo.
La respuesta era simple: tengo que obligarlos a que me liberen, aunque la alterna-
tiva sería demasiado horrible para contemplar siquiera.
Opal luchó con el problema durante varios minutos antes de que ella aceptara que
la Opal más joven tendría que ser sacrificada, y una vez que la pieza del rompeca-
bezas estuvieran en su lugar, rápidamente se construyó el resto del plan de su al-
rededor.
Pip y Kip dos gnomos que trabajaban en el servicio civil. El Consejo los había en-
viado a hacer una auditoría de una de las cuentas de la fábrica hace unos años, y
Opal les había hipnotizado con runas prohibidas y magia oscura. Sólo hacía falta
una llamada telefónica de la joven Opal para activar su lealtad, incluso a costa de
una o ambas de sus vidas. Ella emitió instrucciones a la jóven Opal, diciéndole
exactamente cómo configurar el falso secuestro y contando su manera de utilizar
los restos de magia negra que aún quedaba en su sistema para encontrar la le-
gendaria puerta Berserker. La puerta era el camino de regreso al pasado, o al me-
nos esa fue la historia que Opal le dijo a la mas joven .
La joven Opal no podía saber, por eso las instrucciones de Pip y Kip eran muy es-
pecíficas por una razón. Escondido dentro de las palabras había un código simple
que Opal había implantado junto con sus bonos de fidelidad. Si la joven Opal había
pensado en escribir todas las letras que corresponden a números primos, se habr-
ían encontrado con un mensaje mucho más siniestro que el que ella creía que es-
taba dandoy cumpliendo con su parte :
99
Mata a los rehenes cuando se acabe el tiempo.
De pronto sintió que su estómago Opal se revolvía como una oleada y las náuse-
as la asaltaron . El primer pensamiento de la duendecilla era que la magia negra
estaba luchando con sus propios anticuerpos, pero luego se dio cuenta de que la
fuente era externa.
Algo ofende mis sentidos mejorados mágicamente , pensó. Algo más allá.
El transbordador siniestrado estaba más allá del círculo de guerreros que montaban
guardia sobre su reina. Por debajo de la lanzadera.
Fue ese enano maldito, que se pega la placa en el culo donde no pertenece, y no
era la primera vez.
Opal frunció el ceño. ¿Cuántas veces tiene que soportar la humillación de un enano
flatulento? Era intolerable.
Opal levantó la mirada quince grados a la hacia la lanzadera Aplastada ahí estab el
Cupido, era su sexto sentido que podía ver un aura de magia que enrollándose al-
rededor del fuselaje como una serpiente gorda. Esta longitud de onda particular, no
ayudaría a abrir la segunda cerradura, pero sin duda podría proporcionar energía
suficiente para una manifestación muy visible de su poder.
Opal retiró la mano de la roca lentamente agitando y formando con los dedos en
forma de garra organizand las moléculas que atraen a toda la energía en el interior
del Cupido. El poder dejo el vehículo en un pantano brillante, reduciendo el Cupido
en un accidente arrugado y flotando en el aire sobre los Berserkers reverente.
"Vean lo que su reina puede lograr!" Exclamó, con los ojos brillantes. Sus pequeños
dedos giraron, la manipulación de la energía en una cuña afilada, que envió es-
100
trellándose a través de la tierra de donde trabajaba el enano. Se oyó un golpe sól i-
do, y una espuma de tierra y rocas chorro hacia el cielo, dejando un cráter quem a-
do a su paso.
"¿Puedes ver al enano?" Preguntó Oro, que estaba mirando por el agujero.
"Veo un pie y un poco de sangre. El pie está trepidando todavía, por lo que aún
está vivo. Voy a llevarlo arriba ".
"No," dijo Opal. "No dejes que los ojos de mama vean eso‖.
Cuando pasó el dolor, levantó dos dedos a los labios para silbar por sus excavad o-
res. Se dio cuenta de que no era una cosa fácil silbar con dedos extraños, y todo
lo que salió de su boca fue un ruido baboso acuoso.
"No sabía que había hecho una señal, jefe", dijo Yezhwi Khan, que había sido una
vez un soldado que utilizaba el hacha y era un gnomo bastante práctico. "¿Eso es
la hora del almuerzo?"
Una docena de conejos saltaron rápidamente a montón a sus pies. Sus pequeños
bigotes temblaban de anticipación de ver por fin algo de acción.
"Busquen a el enano," ordenó Oro. "taringalo de de vuelta y con vida, pero real-
mente no tienen las habilidades para eso ".
"Así que la orden es simple", dijo Oro, con un toque de pesar. "Mátenlo".
101
Oro se estremeció. Él se enfrentaría a un troll cualquier día antes que un grupo de
conejos carnívoros. En el plataforma, Opal sintió una alebosia en su corazón como
otro enemigo sufria.
Pronto será tu turno de sufrir, Potrillo, pensó. Pero la muerte sería demasiado fácil
para ti. Tal ya estes sufriendo. Tal vez su encantadora esposa ya ha abierto el re-
galo mis pequeños gnomos le enviaron a ella.
Capitulo 12
la pandilla idiota
Las cosas estaban tan sombrías como no lo habían estado nunca en la ciudad de
Haven. Incluso los grupos de elfos empático, que podían percibir con claridad las
imágenes residuales de milenios pasados, y que le gusta dar lecciones a las hadas
de la escuela en que la vida era un cubo de chiles dulces en comparación con lo
que solía ser en los días de prospección, tuvieron que admitir que este fue el día
más negro en la historia de Haven.
Los ciudadanos de asilo fueron capeando la noche más oscura, y era aún más os-
curo por la ausencia de alimentación principal, lo que significaba que las únicas lu-
ces eran las lámparas de emergencia alimentados por los antiguos generadores
geotérmicos. El Escupitajo de los enanos se había convertido de repente en un
102
bien muy valioso, y muchos de los parientes que poseían rastrojos podrían ser visto
itinerantes en el campo de refugiados que había surgido en torno a la estatua de la
Fronda, la venta de tarros de saliva luminoso era de un lingote o dos.
Otro diez por ciento de los oficiales estaban deteniendo a los prisioneros que esca-
paron desde el pico de Howler, que habían en su interion, hasta que su campo de
contención se apagó, ubicados en ese lugar estaba la mayoría de los capos goblin
criminales detrás de los sindicatos del crimen organizado de asilo, así como a sus
ejecutores y chantajistas. Estos goblins estaban ahora corriendo alrededor de los
callejones de la ciudad goblin con sus etiquetas subcutáneos que no responden a
las señales que se envían varias veces desde la sede frenéticamente. Unos duen-
des los más recientes fueron etiquetados y con mucha mala suerte de tener el se-
gundo tipo de Etiquetas de esa generación, que explotó dentro de su cuero cabe-
lludo, haciendo agujeros en el cráneo lo suficientemente pequeño como para tapar-
los con un centavo, pero lo suficientemente grande como para ser fatal para los
animales de sangre fría.
muchos de los oficiales estaban entrenados para replegarse en los rescates ma-
sivos , control de multitudes, y la búsqueda de los criminales oportunistas que iban
con una catástrofe de esta magnitud.
Y el resto de las hadas la PES había sido puesto fuera de combate por la explo-
sión de los teléfonos móviles libres que habían ganado recientemente en una com-
petición de los cuales no podían acordarse de el entrar y enviado, sin duda, por los
103
esbirros de opal . De esta forma, la malvada duendecilla había logrado sacar a la
mayor parte del Consejo, efectivamente paralizando el Gobierno Popular en este
momento de emergencia.
"Acaba de obtener el trabajo técnico", dijo, es como atar con una correa en un
cuarto cubierto. "Tan rápido como puedas."
"Usted no entiende!" Objetó Potrillo. la Dificultad es como cortar una tajada de aire
con su mano.
"Yo nunca entiendo. Es por eso que tu y tu pandilla de idiotas lo harán para eso les
pagamos ".
Trouble encontró espacio para otra funda. "¿En serio? Ese tipo lleva una gorrita t e-
jida del bebé a trabajar todos los días. Y su sobrino, Mayne, habla con fluidez el
unicornio ".
"Sólo pon esta ciudad a trabajar de nuevo", dijo Trouble. "Vidas dependen de ello."
El nombre del laboratorio para el último proyecto favorito de Potrillo era aérea
Radiación- Codificada sensible a la luz de Vigilancia Pterygota 2.0, aunque el cen-
104
tauro sabía que tenía demasiadas sílabas para los posibles inversores. La gente ri-
ca le gusta sentirse fresco en situaciones embarazosas ya que pronunciar mal era
un mascada que nunca iba a ayudarle lograr el apoyo , por lo Potrillodebia tener un
apodado mas pequeños, Arcos voltaicos.
Los arcos voltaicos fueron los últimos de una serie de organismos bio-mecanicos
experimentales que Potrillo estaba convencido era el futuro de la tecnología. El
centauro había reunido una considerable resistencia por parte del Consejo, por r a-
zones éticas, porque se iba a enlazar con la tecnología a los seres vivos, a pesar
de que el argumentó y que la mayoría de los oficiales PES ahora tenían pocos
chips implantados en su cerebelo para ayudarles a controlar sus cascos. El Argu-
mento en contra del Consejo fue que los oficiales podían elegir si desea o no tene r
los implantes, mientras que los pequeños experimentos de Potrillo se cultivaron
esa manera.
Y así, a Potrillo no se le había dado el visto bueno en los juicios públicos. Lo cual
no quiere decir que él no había realizado ninguna. Sólo que no había lanzado sus
preciosos arcos voltaicos en público, no en el público de hadas, en todo caso en el
estado Fowl , eso era otra cosa.
Todo el proyecto arco voltaicos estaba contenido en un solo muestra de kit campo
maltratadas y oculta a la vista en la parte superior de un armario en el laboratorio.
Potrillo se alzó sobre sus patas traseras para enganchar y alcanzar la muestra y
ponerla abajo en su estación de trabajo.
Mayne se cruzó de brazos. "Los unicornios son nuestros primos, tío. Debemos res-
petar su lengua ".
Potrillo se acercó más a la muestra por lo que el escáner pudo identificarlo y hacer
estallar las cerraduras.
"Yo respeto los unicornios, Mayne. Pero unicornios reales no pueden hablar. Ese
galimatías que está escupiendo vino de una miniserie ".
105
Potrillo abrió la muestra . "Escucha, sobrino, si quieres ponerte un cuerno en la
frente e ir a las convenciones en los fines de semana, eso esta completamente
bien. Pero hoy te necesito en este universo. Entendido? "
"Entendido," dijo Mayne, de mal humor. Su estado de ánimo mejoró cuando vio lo
que había en la caja.
"Son esos Critters?"
"No," dijo Potrillo. "Critters son microorganismos. Estos son arcos voltaicos. La
nueva generación ".
Mayne recordó algo. "Se les negó el permiso para los ensayos con ellos, ¿no?"
Una vez que el código fue golpeado en la muestra y sincronizado con la pantalla
de la pared del laboratorio, dividiéndolo en una docena de cuadros en blanco. Esto
no era nada especial, yno habría absolutamente nadie aplaudiendo y diciendo
Ooooh.
¿Qué hubiera gente aplaudiendo y efusivos fue el enjambre de libélulas modifica-
das genéticamente en miniatura despertando dentro de la caja. Los insectos nega-
ron con la cabeza somnolienta y establecen sus alas zumbando, y luego despega-
ron en formación perfecta y sincronizada para flotar en el nivel de los ojos del Po-
trillo.
106
mas de información sobre la tasas de Potrillo cardíaca, la presión arterial, el pulso,
y las emisiones de gases.
"Estas pequeñas bellezas pueden ir a cualquier parte y ver todo. Se puede obtener
información de cada microbio. Y lo único que se puede ver es un enjambre de lib é-
lulas. Mis pequeños arcos voltaicos podían volar a través de los rayos X en un ae-
ropuerto, y nadie podía decir que están rellenos de bio-tecnología. Ellos van donde
ellos, y espiar mando de quién les digo que ".
Potrillo carraspeó. "Hice una prueba en la mansión Fowl. Y de alguna manera Ar-
temis detecto lo prácticamente indetectable. Me imagino que mis bellezas están
muriendo en trozos con un microscopio electrónico en el laboratorio ".
"No Me olvidé de mencionar. Ese juicio no fue exactamente un éxito rotundo, pero
éste lo será. "
Los dedos de Potrillo se difumina haciendo clic en el teclado. "Una vez que el pro-
grama este en los parámetros de la misión, entonces mis arcos voltaicos tendrán la
vigilancia en toda la ciudad restaurado todo en cuestión de minutos." Potrillo ins-
truyó uno solo que estaba en su dedo índice.
"Tú, mi pequeño amigo, eres especial, porque te vas a ir a mi casa, sólo para ase-
gurarse de que mi amada Caballina está bien."
Potrillo movió un dedo, y el insecto voló, serpenteando hacia los lados a través de
una rejilla de ventilación.
"Yo puedo hacer lo que me gusta. Incluso se codifican a mi voz. Mira. "Potrillo se
reclinó en su silla y se aclaró la garganta. "Arcos voltaicos activación código alfa
alfa uno. Soy Potrillo.
Potrillo es mi nombre. Implementación inmediata del centro de New Haven. Esce-
nario tres. Todas las secciones. Desastre en toda la ciudad. Vuela, mis preciosas
vuelen ".
Los arcos voltaicos se movían como un banco de peces de plata a través del agua,
deslizándose por el aire en vuelo perfecto sincronizados, formando entonces en un
cilindro apretado y disparar a través de la rejilla de ventilación. Sus alas se desliza-
ron contra la pared canaleta, dando los datos de cada pulgadas cubiertas.
107
La teatralidad apeló a la sensibilidad gráfica novela amorosa de Mayne.
Potrillo se inició el análisis de los datos que ya se inundan desde sus a rcos voltai-
cos.
Los arcos voltaicos podrían ser dirigidos de forma manual, o bien, si esa función
era fuera de línea, ellos vuelan a lugares irradiados predestinados en el techo de la
caverna. Los pequeños insectos bio-tecnología funcionaron a la perfección, y en
pocos minutos Potrillo tenía una red en marcha suspendida sobre asilo que podrían
ser manipulados con una palabra o un gesto.
"Ahora, Mayne," le dijo a su sobrino. "Quiero que te hagas cargo aquí y provee de
información al comandante Kelp sobre lo que esta sucediendo por radio. Me voy a
tomar un minuto para comprobar a su tía Caballine este bien ".
"Mak dak jiball, tío", dijo Mayne, saludando. Algo más de los unicornios reales no
podrían hacer.
Los seres humanos tienen un dicho que la belleza está en el ojo del que mira, lo
que significa, básicamente, si ellos piensa que es hermosa, entonces es bello. La
versión en elfo de este dicho fue compuesta por el gran poeta BO Selecta, quien
dijo: Incluso el más llano de la llanura se digne reinado, que los críticos siempre
han pensado era un poco rhymey. La versión enana de la máxima es: Si no apesta,
casarse con ella, que es un poco menos romántico, pero la idea general es la mi s-
ma.
Potrillo no tiene necesidad de esas cosas, porque en su mente la belleza fue per-
sonificada por su esposa, Caballine. Si alguien alguna vez le había pedido una de-
finición de la belleza, él simplemente se habría dirigido su mirada a su muñeca, y
luego activar el cristal holograma integrado en su ordenador de su esposa con la
proyección de una representación rotativa CG de su esposa en el aire.
108
pasó por la cabeza, que fue varias veces por hora. En lo que se refiere a los ce n-
tauros es que había encontrado a su alma gemela.
El amor había llegado a Potrillo relativamente tarde en la vida. Cuando todos los
otros centauros habían galopaban por el esos pastos, pateando el suelo los men-
sajes de texto a las potrancas, y el envío de sus elegidas zanahorias confitadas,
Potrillo había estado hasta las axilas en equipos de laboratorio, tratando de que
sus inventos radicales de salieran de su cabeza a el mundo real. En el momento
en que se dio cuenta de que el amor ya había pasado para el , y que había des-
aparecido en el horizonte. Así que el centauro se convenció de que no necesitaba
compañía y se contentaba con vivir de su trabajo y amigos del trabajo.
Por el momento todo el lío se remonta a un error de software, Caballine había sido
confinado a una celda de gel por más de tres horas. Se había perdido la fiesta de
cumpleaños de su madre y estaba muy ansiosa de estrangular a la persona res-
ponsable de la confusión. Potrillo le dijo al Comandante Kelp en términos muy cla-
ros que quería bajar a los calabozos y asumir la responsabilidad de su lío.
Potrillo caminaba por allí, listo para un diuscurso, uno con una docena de excusas
de acuerdo a lanorma, todo lo cual se evaporó cuando se encontró cara a cara con
Caballine, en la suite de la hospitalidad Potrillo no cumplía como muchos centau-
ros, y ciertamente nunca pensó en tropezarce con alguien tan hermoso como Ca-
balline, con sus ojos castaños, nariz ancha, fuerte y brillante pelo hasta la cintura.
Caballine, e estaba muy enogada lo único que quería era rasgar a tiras la piel del
imbécil que hubiera sido el ser responsable de su encarcelamiento, aunque fuera
solo metafóricas y tal vez lo haría en realidad de la rabia que tenia , pero la reac-
ción de Potrillo la hizo detenerse, y ella decidió darle una oportunidad para que ca-
vara su propia tumba.
"Lo que es típico de mi suerte?", pensó , con respecto a él, francamente, necesita-
ba tener una respuesta muy inteligente y mejor que sea una muy buena .
109
Potrillo sabía que la presión era mucha y así pensó cuidadosamente antes de res-
ponder.
"Es típico de mi suerte", dijo finalmente, "que por fin me encuentro con alguien tan
hermosa como tú, y todo lo que quiero hacer es matarme."
Esta fue una muy buena línea y, a juzgar por la miseria en los ojos de Potrillo, tam-
bién hubo más que un grano de verdad en ella.
Caballine decidió apiadarse del centauros abatido delante de ella y llamar por su
contradicción de algunas muescas, pero que era demasiado pronto para que Potri-
llo sehubiera librado por completo.
"¿Y por qué no iba a querer matarte? ¿Crees que me veo como un criminal ".
"¿En serio? Debido a que el algoritmo que me identifica como un duende ladrón de
bancos se basa en sus patrones de pensamiento. "
"Es cierto", dijo. "Pero me imagino que eran factores secundarios involucrados."
"¿Por ejemplo?"
Potrillo decidió ir a por todas. Sentía una atracción hacia este centauro que fue un
corto circuito en su cerebro. Lo más cerca que puede llegar a describir la sensación
fue una descarga eléctrica continua de bajo nivel, como las que se infligía a los vo-
luntarios en sus experimentos de privación del sueño.
"¿Cuál es?"
110
"Sí. Por supuesto. Voy a tener que desmontar inmediatamente y volverlo a montar
como una tostadora ".
"Eso es un comienzo. Pero usted todavía tiene un largo camino por recorrer antes
de que hayamos terminado aquí ".
La última cosa que nunca haría es que te maten. Todo lo contrario ".
Potrillo miró a los ojos por primera vez. "Mantenerte feliz y viva para siempre."
"Tengo un boleto de estacionamiento que yo pagué, pero que sus máquinas pare-
cen tenerlo en mi lugar, y juro que lo hice. Puedes echar un vistazo a eso. "
"No hay problema", dijo Potrillo. "Dalo por hecho, pr esa máquina compacta."
"Voy a decirle a todos mis amigos sobre esto", dijo Caballine, ya al salir de la
habitación, Cuando los vea en la Galería Hoovre este fin de semana. ¿Te gusta el
arte, señor Potrillo? "
Potrillo se quedó allí durante un minuto después de que ella se hubiera ido, miran-
do el lugar donde la cabeza de Caballine había estado cuando ella habló por última
vez. Más tarde, tuvo que rebobinar imágenes de vigilancia de la suite para asegu-
rarse Caballine tuviera clase de más o menos, para pedirle una una cita.
111
de la talla de la que nunca antes había sido visita en la metrópoli subterránea, él
no dudó en tomar un momento para ver a su hermosa esposa, que probableme nte
sería en este momento la que mas se preocuparia por él.
Pero eso era todo lo que sabía. Podría estar herida, atrapada, angustiada, o en pe-
ligro. Potrillo no lo sabía. Y él tenía la necesidad de saberlo.
El arcos voltaico que Potrillo había enviado para comprobar que Caballine estaba
bien, había sido construido especialmente para ese fin, y sabía exactamente a
dónde ir. Potrillo hacia meses que había pintado una esquina del techo de la coci-
na con un láser que atraen el insecto de cientos de kilómetros de distancia para
cuando fuera necesario.
Potrillo habia relegado las otras alimentaciones de Arcos voltaicos a la sala princi-
pal situación en la que Mayne podía supervisar, y luego se concentró en el insecto
de Caballine.
Mayne puede manejar esto durante cinco minutos, pensó Potrillo. Yo voy, por Ca-
balline.
los Arco voltaico zumbaban más allá de la plaza central del barrio del sur, que ten-
ía más de un ambiente rural. Árboles genéticamente modificados donde había cre-
cido un pequeños bosquetes, e incluso hubo cantidades de criaturas del bosque
que fueron monitoreados y en el bosque liberado para ser controladas cuidado-
samente se multiplicaban a niveles molestos. Las viviendas aquíerna modestas,
menos modernas en su arquitectura, y estaba fuera de la zona de evacuación. Po-
trillo y Caballine vivían en un pequeño desnivel, con paredes de adobe y ventanas
curvadas. La combinación de colores era otoño en todo, y la decoración siempre ha
112
sido un poco volver a la naturaleza para el gusto de Potrillo, aunque nunca se le
hubiera ocurrido mencionarlo.
Potrillo sacó el teclado virtual a bordo hacia él donde controlaba como un expertos
al pequeño insecto con coordenadas numéricas, aunque habría sido más fácil usar
un joystick, o incluso el control de voz. Era irónico que alguien que fue responsable
de muchos avances tecnológicos aún prefiera utilizar un antiguo teclado virtual que
se había hecho de un marco de la ventana cuando estaba en la universidad.
Hay una pequeña libélula que vela por ti, dice el texto. Caballine leyó y levantó la
cara, buscando el insecto. Potrillo debe fijar los ojos en el verde brillantes que en-
vie para ayudarla. La esposa de Potrillo levantó la mano, y el insecto se abalanzó a
la sobre esu dedo.
"Mi marido inteligente," dijo ella, sonriendo. "¿Qué está pasando con nuestra ci u-
dad?"
Potrillo enviado otro mensaje, e hizo una nota mental para agregar una caja de voz
para la próxima versión de los arcos voltaicos.
Estás a salvo en casa. Hemos tenido algunas explosiones grandes, pero todo está
bajo control.
113
No lo se. Perdimos contacto, pero si alguien puede cuidarse de sí misma, es Holly
Canija.
Caballine levantó el dedo y la libélula que revoloteaba ante su rostro. "tu tambien
tienes que cuidarte, señor Consultor Técnico ".
Caballine tomó una caja encintada de la mesa baja. "Mientras yo te estoy esperan-
do , voy a abrir este hermoso regalo que alguien me envió, mi centauro románti-
co."
Pero Caballine no tenía necesidad de abrir la caja, ya que estaba a la vez el tiem-
po y el ADN codificado, y tan pronto como la tocó, la omni-sensor que estaba en el
lado escaneando su dedo para establecer el mecanismo de apertura un zumbido
y La tapa de ping salto lejos de la caja, refutando a golpear el muro, y dentro había
... nada. Literalmente nada. Una ausencia negro que parecía repeler a la luz am-
biental.
¿Qué fue lo único que Potrillo pudo oír, porque la oscuridad o lo que fuera corto el
arco voltaico, dejando a Potrillo ignorantes en cuanto a la suerte que había corrido
su esposa. "¡No!" Le espetó. "N o No "
Algo estaba sucediendo. Algo siniestro. Opal había decidido en orientarlo hacia
Caballine específicamente para torturarlo. Estaba seguro de ello. Algún Cómplice
de la duendecilla, quienquiera que fuese, había enviado a su esposa esta caja
aparentemente inofensivo, pero estaba lejos de ser inofensiva; Potrillo apostaría
todo en eso.
¿Qué ha hecho?
El centauro agonizó sobre la cuestión durante unos cinco segundos, hasta que
Mayne asomó la cabeza en la habitación.
114
"Tenemos algo de los arcos voltaicos. Creo que debería everlo a través de las pan-
tallas.
"Potrillo estampo una pezuña. "Ahora no, caballo estúpido. Caballine está en peli-
gro ".
Las pantallas volvieron de inmediato a la vida con disparos desde arriba de refugio
de decenas de ángulos. Cada disparo era en blanco y negro a excepción de los
grupos de puntos rojos.
"Los puntos son el duende durmiente,caidos por los chips de opal / o los que se
han escapado ", explicó Mayne.
"Los arcos voltaicos pueden detectar las firmas de radiación, pero no los activan."
"Pero esta es una buena noticia", dijo Potrillo irritado. "Enviar las coordenadas de
los agentes que estén en terreno ".
"Se movían al azar, pero hace segundos todos ellos cambiaron de dirección, exac-
tamente al mismo tiempo."
Potrillo sabía entonces lo que Opal había hecho, como su arma había llegado más
allá de la mensajería de análisis de seguridad. Había usado una bomba sonix.
Mayne tragó saliva . "Exactamente. Y lo más rápido que puede correr. El primer
grupo llegará en menos de cinco minutos. "
En este punto Mayne estaba hablando a la nada, ya que Potrillo había galopado a
través de la puerta lateral
Capitulo 13
suerte dip
Mansión Fowl
115
afirmó que fue hecha a la medida, pero en realidad el presente vino de Elf Aralto,
la famosa tienda de diseño que se especializa en el hermoso y práctico mobiliario
para los elfos.
"Esta es mi bebida favorita," dijo, secándose la comisura de la boca con una servi-
lleta con monograma con el lema Fowl, Aurum potestas est "Lo sé porque yo soy yo
de nuevo y no un guerrero de las hadas."
"Sí, por supuesto", dijo Myles. "Porque eso es lo que soy. ¿No me creen?"
" Por supuesto que sí, hombrecito. Es el rostro de mi hermano cuando lo veo ".
Myles jugo con el pie de la copa de martini.
"Tengo que hablar contigo a solas, Arty. No se puede quedar Mayordomo espe-
rando a fuera por unos momentos? Es un tema para discutir sobre de la familia. "
"mayordomo ha visto todo desde antes. No tenemos secretos para él. "
Mayordomo se quedó en silencio detrás de Artemis con los brazos cruzados de una
manera agresiva, lo que no es difícil de hacer con los antebrazos del tamaño de
jamones cocidos y mangas que crujen como las sillas antiguas.
Artemis se reclinó en su silla. "¿Qué pasó con el Berserker dentro de ti, Myles?"
Con los cuatro años de edad este se encogió de hombros.
116
Myles puso los ojos hacia arriba, revisando su propio cerebro. "Eh ... Señor Gob-
daw, creo ".
Artemis asintió con la cabeza como si alguien con una gran cantidad de conoc i-
mientos sobre el tema de este usuario Gobdaw haría.
"Ah sí, Gobdaw. He oído todo sobre Gobdaw de nuestros amigos las hadas ".
"Estoy seguro de que le gustaría que pienses eso." "Porque es la verdad", dijo My-
les, con una ligera tensión en torno a la boca.
"No," continuó Artemis. "Lo que escuchamos de nuestras fuentes de hadas es que
este Gobdaw era una persona muy para la broma, para ser franco ".
Los dedos de Myles chirriaron en el cuello de su vaso. "Broma? ¿Quién dice eso? "
" Todo el mundo ", dijo Artemis, abriendo su ordenador portátil y el control de la
pantalla.
"Está en todos los libros de historia de las hadas. Aquí está, mira. Gobdaw el
crédulo, asi ellos le llaman, que es agradable a causa de la aliteración. Hay otro
artículo que se refiere a su amigo Berserker como Gobdaw la Stinkworm, que creo
que es un término usado para describir una persona que se culpa de todo. Noso-
tros, los humanos lo llamarían un chivo expiatorio o cabeza de turco ".
" Una puerta mágica ", dijo Myles. "Eso fue para proteger los elementos de las
hadas."
"Eso es lo que se les dijo, pero en realidad la puerta no era más que un montón de
piedras. Un desvío que conduce a ninguna parte. Los Berserkers gastadon diez mil
años cuidando solo rocas ".
117
Myles sus ojos se entrecerraron . "No Eso no es ... no. Yo lo vi, en los recuerdos
de Gobdaw. La puerta es real ".
Artemis rió suavemente. "Gobdaw el crédulos. Es un poco cruel. Hay una canción,
ya sabes ".
"Una rima?" Myles con voz áspera y ronca muy inusual para sus cuatro años de
edad.
"Gobdaw, Gobdaw,
Enterrado en el suelo,
No se encuentra. "
Artemis escondió una sonrisa detrás de su mano. "Los niños pueden ser tan cruel."
"Muerte a los humanos!" Le gritó en gnomico, saltando sobre la mesa y corrió hacia
Artemis.
118
Lo que realmente sucedió fue un poco diferente. Mayordomo se acercó y cogió
Gobdaw del aire a mediados de salto, tomo el tallo del vaso de las manos, y luego
lo envolvió firmemente en sus brazos carnosos que eran como en una prisión.
Gobdaw luchó con furia, pero había sido neutralizado por completo. En su desespe-
ración, trató de utilizar la Hipnosis de hadas.
Artemis le hizo gracia. "Lo dudo", dijo. "posees apenas suficiente magia para man-
tener Myles bajo control."
"Sólo me matame, entonces, puede hacerlo con el conmigo ", dijo Gobdaw sin el
menor temblor en su voz.
―así que tengo que salir de su cuerpo sin hacerle daño." se burló Gobdaw.
"Eso no es posible, humano. Para mí, hay que matar al chico ".
"tu está mal informado", dijo Artemis. "Hay una manera de exorcizar su alma lu-
chadora sin perjudicar Myles."
"Me gustaría ver que lo intentes", dijo Gobdaw, tal vez con un atisbo de duda en su
ojos.
"Tus deseos son órdenes para mí y así sucesivamente y así sucesivamente", dijo
Artemis, al presionar un botón en el escritorio de intercomunicación.
"No me gusta esto, Artemis," dijo ella, jugando al buen policía, tal como lo habían
planeado.
"Esto es algo desagradable. El alma de una persona nunca podría entrar en la otra
vida atrapado en esta porquería ".
119
"Elfa traidora", dijo Gobdaw, pateando sus pequeños pies.
"tu estas codo a codo con los seres humanos."
"Yo aliado con los fangosos", dijo, mirando a los ojos de Gobdaw.
"tu has estado en la tierra durante diez mil años, guerrero. Las cosas han cambia-
do ".
"¿Ves también una nave espacial que dispara burbujas cuando se pone en mar-
cha? "
Gobdaw tenía una Mirada rápida en el cerebro de Myles. "Sí. Sí, lo veo . Está
hecho de oro, ¿no es así? "
"Este es uno de los proyectos con los que ha soñado Myles," dijo Artemis lenta-
mente.
"Sólo un sueño. El chorro de burbujas. Si profundizas en la imaginación de mi her-
mano, se encuentra un pony robótico que hace los deberes, y un mono que se le ha
enseñado a hablar. El chico que estas habitando es muy inteligente, Gobdaw, pero
no tienemas que cuatro. A esa edad existe una línea muy fina entre la realidad y la
imaginación ".
"Yo quiero que veas solamente que has sido engañado. Opal Koboi no es la salva-
dora que pretende ser. Ella es una asesina convictaque ha escapado de la cárcel.
Que deshiso diez mil años de paz ".
"¡Paz!" Dijo Gobdaw, luego soltó una carcajada. "Seres humanos pacíf icos? Incluso
enterrado bajo el suelo hemos sentimos la violencia.
"Él se retorcía en los brazos de mayordomo, un mini Artemis con el pelo negro y un
traje oscuro. "¿Llamas a esto la paz?"
120
"No, y pido disculpas por el trato, pero necesito a mi hermano." Artemis asintió ma-
yordomo, quepuso Gobdaw sobre el barril abierto. El pequeño Berserker rió.
"Durante miles de años estuve en la tierra. ¿Crees que yo Gobdaw teme a una
prisión en el barril? "
" oh!, tu no va a ser encarcelado. Solo un rápido chapuzón es todo lo que será ne-
cesario ".
Gobdaw miró entre sus pies colgando. El cilindro estaba lleno con un líquido visco-
so, de color blanquecino con la parte congelada en su superficie.
Holly le dio la espalda. "No me importa ver esto. Yo sé lo que se siente. "
"Esto es un regalo de Opal", dijo Artemis. "Hace unos años había robado un demo-
nio brujo y que utilizopara matenerlo ahi.
Lo Guardé en el sótano, porque nunca se sabe, ¿no? "
" ¿Qué es? "Repitió Gobdaw.
"Uno de los dos inhibidores de la magia natural", explicó Artemis. "Las grasas ani-
males fundidas Cosas disgusta , lo admito. Y yo siento meter a mi hermano en él,
ya sabes porque él ama a los zapatos. Te sumergimos hacia abajo, y las trampas
de grasa extraeran tu alma. Y la Myles sale intacta, y te quedaras en lado del lim-
bo por toda la eternidad. No es exactamente la recompensa que esperaba para tu
sacrificio ".
"Oh, ese es el segundo inhibidor de la magia natural. Como veras mi amigo elena-
no escupió en el barril sólo para darle esa chispa extra ".
Artemis alogia un poco a Gobdaw para que se deje caer suavemente en la tina.
"Lo sé. Myles me dira todo en un momento. Siento tener que hacer esto en contra
tuya Gobdaw. Fuiste un valiente guerrero ".
"No", admitió Artemis. "Esa fue una ficción para forzarte a revelarte a ti mismo.
121
Tenía que estar seguro. "
Holly le dio un codazo Artemis para dejarlo fuera del camino. "Berserker, escú-
chame. Sé que estás unido a Opal y no puedes traicionarla, pero este niño va a ir
en el barril de una manera u otra. Así que abandona su cuerpo y pasar a la otra vi-
da. No hay nada más que hacer aquí. Esto no es un final apropiado para un pod e-
roso Berserker ".
Gobdaw se desplomó en los brazos del mayordomo. "Diez mil años. Tantas vidas
".
holly tocó la mejilla de Gobdaw. "tu ha hecho todo lo pedido hacia ustedes. Para
que descanses no hay traición ".
"Tal vez el ser humano está jugando conmigo. Esto es un engaño ".
holly se estremeció. "en el barril no hay engaño. Opal me encarceló en uno una
vez. Era como si mi alma se enfermase . Sálvate a ti mismo, te lo ruego. "
Artemis asintió hacia mayordomo . "Muy bien, sin más retrasos. Dejale caer "
Para los observadores, era imposible mirar ese rostro fantasmal y no sentir un poco
de envidia.
122
Myles empezó en ese momento a patear con pies con fuerza, enviando hiladillos
de grasa por todos lados.
"Artemis! ¡Sácame de aquí! ", Ordenó. "Estos son mis mocasines favoritos!"
"Él es muy precoz, n'est-ce pas?" Artemis susurró desde el lado de la boca.
"Mira quien habla, plume de ma tante," mayordomo susurró de vuelta a él.
Artemis levantó a Myles y lo sentó en el borde de la mesa. "Muy bien, hombrecito.
Necesito que me digas todo lo que recuerda de tu posesión. Los recuerdos pronto
comenzarán a disiparse. Eso significa ... "
"Yo sé lo que se lo que significa que empezaran a disiparce , Arty. No tengo tres,
por amor de Dios ".
Holly sabía por experiencia que gritarles a Myles y Artemis no harian que se di-
eran prisa, pero también sabía que iba a hacer que se sientiera mucho mejor. Y en
minuto se sintió triste y sucia después de la forma en la cual trataron a uno de los
guerreros más ilustres del Pueblo.
Gritar a los muchachos podría ser justo la cosa que necesitaba para animarla un
poco.
Myles saludó con la mano. "Hola, hada Suenas divertida. ¿Has estado chupando
helio? El helio es un gas monoatómico inerte, por cierto. "
Artemis asintió. "Muy bien, Holly. Estoy trabajando en ello. Myles, ¿qué recuerdas
de la visita de Gobdaw? "
"Me acuerdo de todo", respondió Myles orgullo. "¿Te gustaría conocer el plan de
Opal para destruir a la humanidad, o lo que planea abrir la segunda cerradura?"
Artemis tomó la mano de su hermano. "Necesito saber todo, Myles. Empieza por el
123
principio. "
"Voy a empezar por el principio, antes de que los recuerdos comiencen a disipar-
se."
Myles les dijo todo en un lenguaje que era diez años más allá de sus años. Él no se
desvíava de lo importante o se confundía , y en ningún momento parecía preocu-
pado por su futuro.
Esto se debía a que Artemis le había dicho muchas veces a su hermano pequeño
que la inteligencia siempre va a ganar al final, y no había nadie más inteligente que
Artemis.
124
Capitulo14
Nueve palos
Potrillo no tenía mucho de un plan en su mente mientras corría. Lo único que sabía
era que tenía que llegar a donde estaba Caballine no importa cómo lo lograría . No
importase lo que cueste.
Esto es lo que hace el amor, se dio cuenta, y en ese momento comprendió por qué
Artemis había secuestrado a un hada para conseguir el dinero para encontrar a su
padre.
Incluso con el mundo desplomándose alrededor de las orejas, Potrillo solo podía
pensar en la difícil situación que estaba viviendo caballine.
Opal sabia que, como consultor de la PES, Potrillo requeriría que todas las entre-
gas a su casa debían ser escanear como una cuestión de rutina. Así que ella le
había enviado una caja de regalo adornada que aparecería en blanco para los
escáneres. En la actualidad, sin embargo, ninguna caja esta siempre de verdad
vacía. Ésta se llena de microorganismos que los hacen vibrar a una frecuencia al-
ta, produciendo un silbido ultrasónico que noquearía a la vigilancia y al equipo de
goblins que andaba suelto los volveria totalmente loco, hasta el punto de quien
iban a hacer nada para detenerlos.
Los Goblins no eran criaturas brillantes en el mejor de los casos. Hubo sólo un
ejemplo de un duende de que nunca ganarán un premio de la ciencia, y resultó ser
un experimento genético que había entrado a sí mismo en la competencia.
Esta bomba sonix se trataría en despojar las funciones cerebrales superiores y vol-
tee a los goblins en merodeadores lagartos que escupen fuego. Potrillo sabía todo
esto porque le habían creado una mini-versión de la bomba sonix a la PES como
125
disuasivos para delito, pero el Consejo se negó a subvencionar ya que al equipo
de usuario les dio hemorragias nasales.
la plaza policial era un ochenta por ciento de escombros ahora, sólo con la parte
historia principal de la izquierda que se aferrarba al techo de roca como una lapa
plana. Los pisos inferiores se habían derrumbado en las plazas de aparcamiento
reservadas , formando una pirámide de escombros en bruto que se cuece al vapor
y se desató. Por suerte, el puente cubierto que conducía al estacionamiento conti-
guo esta aún relativamente intacto.
Potrillo cruzó corriendo el puente, tratando de no ver los huecos en el suelo, donde
un casco podría deslizarse a través de ellos , tratando de no escuchar el grito tortu-
rado de puntales metálicos, ya que se tuercen bajo el peso de su sobrecarga.
Como corrió Potrillo, el puente se derrumbó en las secciones detrás de él, hasta
que se sintió como en las teclas de un piano tiro informal que caen en el abismo. La
puerta automática en el otro lado se ha quedado atascado en un pliegue de la ba-
randilla, y de un lado a otro, dejando apenas espacio suficiente para que Potrillo
pudiera pasar a través de el gran colapso, jadeando, al cuarto pisos.
Esto es tan melodramático, pensó. ¿Así es como están las cosas para Holly todos
los días? Alentado por el accidente de la albañilería y el hedor de los coches en
llamas, Potrillo cruzó corriendo
el lote a su furgoneta, que estaba aparcado en un lugar privilegiado, ce rca de la
pasarela. La furgoneta era una antigua vasija de barro que fácilmente podría haber
sido confundido con un vehículo abandonado en lugar del medio de transporte ele-
gido por el hada responsable de la mayoría de los avances tecnológicos de la ciu-
dad.
Si una persona fuese a saber quien la camioneta pertenecía, entonces esa perso-
na podría suponer que Potrillo había ocultado el exterior para desalentar posibles
asaltantes. Pero no, la furgoneta era simplemente un montón de ácaros del moho y
que debería haber sido reemplazado hace décadas. De la misma manera que mu-
chos decoradores nunca pintaron sus propias casas, Potrillo, un experto en los
avances de automóviles, no le importaba lo que él mismo conducía. Esta era una
desventaja diaria, ya que los ruidos de que salida emitidos del centaurmobile eran
varios decibelios por encima de la regulación y hacia que sonaran periódicamente
las alarmas sonoras de toda la ciudad. Hoy, sin embargo, la antigüedad de la fu r-
goneta era una gran ventaja, ya que era uno de los pocos vehículos que podría
funcionar de forma independiente del sistema ferroviario magnético automatizado
de refugio y en realidad era totalmente
funcional.Potrillo al abrir las puertas de carga frontal haciendola sonar bastante
había una copia de seguridad de la cabina, esperando que el arnés extensible no
embromara a su extremidad para poner el soporte de su torso equino. El arnés es-
126
taba ceñido en torno a él, sonando todo el tiempo, luego se levantó el centauro
hacia atrás en la cabina.
Una vez que las puertas del ala de escarabajo se habían abatido, los sensores de
la camioneta detectaran la proximidad de Potrillo y comenzaron la marcha de sus
motores. Se tomó unos segundos para levantarse y ponerse en marcha en este
vehículo, pero tomaría mucho más tiempo para tratar de subir en el automóvil con
seis extremidades y una cola, que algunos consideran equinologists séptimo miem-
bro, o por lo menos un apéndice.
"casa " gritó Potrillo en el bot sistema de navegación suspendida en una cuerda gel
antes de su rostro.
"La ruta habitual, guapo?", Dijo el bot sistema, haciendo un guiño con cariño a Po-
trillo.
Si el robot había tenido las manos, se les habría frotado. "He estado esperando
mucho tiempo para escuchar eso," dijo, y asumió el control del vehículo.
Ella abrió la caja lejos de ella, pero no antes de que la pequeña nube de tormenta
fluyese desde el recipiente y cubriera la mano. La caja rodó debajo de la mesa
donde había una seta gigante café petrificada que holly una vez había llamado asi
por el estereotipo que le daban ganas de gritar, se quedó allí la caja o el emisor
de lo que fuera que había logrado poner en el borde los nervios de Caballine
"¿Qué pasa, cariño?" Se volvió a preguntar el pequeño arco voltaico y este yacía
127
muerto en el suelo, y una pequeña columna de humo que salía de su cabeza.
La caja hizo eso, supuso. Sea lo que fuese, no había venido de Potrillo, porque se
sentía tan mal de algún modo. Y ahora la maldad estaba en su casa . Caballine de
ningún modo alguno era un centauro asustadiza, pero sintió una premonición de
peligro que casi le doblaron las piernas.
Algo malo está a punto de suceder. Incluso peor que todas las cosas m alas que
han sucedido hoy.
128
"Tómalo con calma", dijo, golpeando el nav-bot. "No voy a ser de mucha utilidad pa-
ra Caballine si llego muerto."
"Tranquilo, viejo amigo," dijo el pequeño robot-cabeza. "No es como que vallas a
ser de mucha utilidad de todos modos. Caballine sabe elarte de los Nueve palos.
¿Qué vas a hacer? Lanzar un teclado? "
Viejo amigo? pensó Potrillo, esperando que nunca le hubiese dado al bot un chip
de personalidad experimental, desperando que el chip no tuviera su propia perso-
nalidad. Pero el robot estaba en lo cierto. ¿Qué iba a hacer? Sería un trágico
hecho si Caballine muriera tratando
de salvarlo a el . De repente Potrillo sentido como un salvavidas aguafovico. ¿Se
estaba llevando algo de utilidad para esta situación?
El nav-bot pareció leer su mente, que era imposible, pero Potrillo decidió patentar si
acaso había inventado accidentalmente un robot telepático.
"Cuidado con la cabeza, amigo," dijo el bot alegremente, un segundo antes de que
pasara a toda velocidad en un puente jorobado que fuera un centro de cuidado
dental pixie construido en forma de un molar gigante.
Ese chip de personalidad debe estar dañado, pensó Potrillo. Yo nunca sería tan
imprudente, y Sin duda no llamar a nadie "amigo".
Cuando explotó la puerta principal, la reacción de Caballine era solo furia. En pri-
mer lugar porque la puerta principal de la casa era antigua de un color palo de rosa
y había sido traída de procedencia de Brasileña, y en segundo lugar porque la
puerta ya había sido abierta y sólo un tonto podría sentir la necesidad de hacer es-
tallar algo que ya estaba entreabierto. Ahora la puerta tendría que reconstituirse, y
nunca sería la misma, aun cuando pudieran encontrar todos los fragmentos.
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Caballine irrumpió en el vestíbulo para encontrar un duende enloquecido deslizá n-
dose en la casa a cuatro patas, el humo se escapaba de sus narices planas, el la-
garto recibió una paliza cabeza de lado a lado como si hubiera una avispa en su
cráneo.
Bueno, eso fue molesto, pensó, creyendo que el asalto se había acabado, cuando
un segundo duende apareció en la puerta ennegrecida, entrando de la misma ma-
nera desconcertante que elprimero,pero Dos más comenzaron a patear las venta-
nas, y algo también comenzó a escarbar dentro de la disposición de la basura.
Caballine dio la espalda al duende en la puerta y le asestó una patada de dos ca-
ñones con sus patas traseras que asolaron una bocanada de humo de su boca
abierta y lo envió volando hacia atrás sobre el muro de la frontera como si lo tirara
por una cuerda elástica.
Hizo dos perforaciones simultáneamente en la ventana con dos golpes de rayos
de su bambú, desalojando a los duendes de una ventana que acababa de ser pin-
tada A través del panel agrietado vio docenas de goblins que venían hacia la pro-
piedad y de pronto empezó a sentír algo cercano al pánico real.
Espero que Potrillo no venga hacia la casa, pensó, doblando las rodillas en la po-
sición de un luchador. Yo no creo que pueda rescatar a los dos.
Incluso si pudiera pedir ayuda, pensó, todo el mundo está hasta el cuello en un de-
sastre u otra coas . Todo depende de mí.
La furgoneta era una mezcla de desorden, las estanterías repletas de cajas de ro-
bots, tarros de muestras, incubadoras, fuentes de energía, y partes del cuerpo bió-
nicas.
130
"Ha habido suerte?", Preguntó el nav-bot de un altavoz gel adherido a un panel de
pared.
"Todavía no," dijo Potrillo. "¿Cuánto falta para llegar?" "Dos minutos", contestó el
bot.
"¿No puedes disminuir un minuto de ese tiempo?"
Potrillo lo considero. "N o Mejor no. ¿No había un cañón de plasma de volteando
por aquí en alguna parte? "
Potrillo no podía perder el tiempo preguntándose por qué habría donado un cañón
de plasma a un orfanato, sino que siguio excavando a través de la basura en la fur-
goneta.
Si tuviera una hora pudiera armar algo, pero dos minutos? La fibra óptica. Inside-
outers. Maniquíes del vudú. Cámaras. Nada útil.
En la parte de atrás de la furgoneta encontró Potrillo una vieja batería de litio-ion
magia obsoleta que se debería haber agotado hace años. Acarició el gran cilindro
con cariño.
Él podría desatar una parada de tiempo , y todo el mundo dentro de ahí se quedar-
ía pegado hasta que la batería se agotase .
"Veo que miras a la batería de la magia", dijo el nav-bot. "No está pensando en la
creación parada de tiempo, ¿verdad, amigo? Necesitas una docena de permisos
antes de poder hacer eso ".
131
"No," dijo. "No voy a establecer fuera. Usted queda ".
la Piel de Caballine estaba quemada pero no había marcas de mordidas en sus pa-
tas traseras, pero no se permitiría renunciar. Más de una docena de goblins la ro-
deaban ahora, el gruñir en el aire, sus ojos tenian ese movimiento circular violento,
enloquecido por algo. Había más en el techo,debía digerirlo a su manera, y a través
de todas las ventanas y la puerta era una masa de cuerpos retorciéndose.
Nunca pude decirle adiós, penso Caballine, decidió acabar con el mayor número
de estos lagartos como fuera posible antes de que la enterraran con su gran nume-
ro.
"Bueno," dijo Potrillo, acomodándose en el arnés del asiento del pasajero. "Debido
a lo que iba a hacer él."
"Te quiero, tío", dijo el robot, una lágrima rodando por su gelatinosa mejilla.
"Hola, cariño", dijo Potrillo, en un intento de gallardía que fue desmentida por el su-
dor nervioso en su frente.
"Mi casa", dijo Caballine en el asiento acolchado, como piedra thunked contra las
132
puertas y las chispas se desinfló en el parabrisas.
Los goblins estaban desconcertados por un momento, luego sus sentidos tortura-
dos pobres recogieron la firma sonora odiada en la mano de Caballine, y sus cabe-
zas se volvieron hacia la parte delantera de la camioneta. Había tantos duendes en
la casa ahora que se parecía a una gigantesca criatura, de escamas verdes. Cada
goblin infla el pecho para lanzar una bola de fuego.
"bonito rescate. Es una pena que no fue un éxito ", dijo Caballine. "Pero aprecio el
gesto."
Antes de que una sola bola de fuego podría ser lanzado, una descarga de magia
azul irrumpió a través de la parte trasera de la camioneta, dispararon seis metros
hacia arriba y luego multiplicado en un hemisferio de ectoplasma gelatinosa que
cayó limpiamente sobre la residencia Potrillo.
"No te preocupes", dijo Potrillo. "Su mano se estaba volviendo locos, pero sofocó la
señal. Ahora estamos a salvo ".
Caballine protegido a su marido con su propio cuerpo como los duendes deambu-
laban, aturdido, de las ruinas de su casa. "Siguen siendo criminales, Potrillo."
"Han hecho su tiempo", dijo Potrillo. "Ese fue un tiempo de parada de concentrado.
Casi el cien por ciento puro. Cinco segundos para nosotros era de cinco años para
ellos. "
133
Potrillo abrió paso alrededor de los fuegos pequeños y pilas de escombros que
eran todo lo que quedaba de su casa familiar.
"Como rehabilitado ya que pueda llegar a ser", dijo, guiando goblins co nfusos hacia
los emplazados restantes de su puerta principal. "Vete a casa", les dijo. "Vayan a
sus familias."
Potrillo sonrió y acarició una caja coms. "Lo hicimos bien", dijo, y luego añadió:
"Amigo".
Capitulo 15
grillo alerta
Artemis sintió que debía oponerse. "Puedo pelear si es necesario", dijo, ni siquiera
se convenció a sí mismo.
134
"A pesar de que tiene una forma de hacer trampa espectacularmente a la muerte."
"¿Cuál es nuestro objetivo, en concreto", preguntó Holly. Esta pregunta fue dirigida
a Artemis, el planificador.
holly palmeó sus bolsillos. "Bueno, ¿lo sabes? Me parece que he dejado mi super-
láser en otro bolsillo. "
"En el establo donde armaremos el gimnasio? ¿Dónde se supone que es para prac-
ticar sus rutinas de auto-defensa? "
"Así que trabajó en su avión solar en lugar de mantener su promesa hacia mí?"
"Las células son tan eficientes que no había zumo de sobra, así que en mi tiempo
libre he diseñado un super ligero-laser y le he construido desde cero ".
135
"Por favor, chicas," dijo Holly. "Vamos a poner la lucha BFF en espera para más
tarde, ¿de acuerdo? Artemis, que tan poderoso es este láser? "
"Oh, casi tan poderoso como una llamarada solar," dijo Artemis.
"En su forma más concentrada que debe tener la fuerza suficiente para hacer un
agujero en la puerta, sin herir a nadie en el terreno."
"Por supuesto, si quieres quedarse aquí y dejar que me vaya, entonces tu y Myles
puede relajarse en sus mocasines favoritos."
Mayordomo le puso un chaleco antibalas muy pesado sobre los hombros delgados
de Artemis.
"Está bien. Si tiene que salir, entonces es mi trabajo mantenere a salvo. Por lo tan-
to, vamos a hacer un trato: Si no dices muchos comentarios fulminantes sobre el
peso o la inutilidad de esta chaqueta que sin duda iran girando en ese gran cere-
bro tuyo, entonces no voy a mencionar el episodio del súper láser de nuevo. ¿De
136
acuerdo? "
Esta chaqueta es en realidad de corte en los hombros, pensó Artemis. Y es tan pe-
sada que no podría correr más rápido que una bala.
Una vez que el sistema de seguridad de Artemis les aseguró que su perímetro es-
taba despejado , el grupo se coló en la fila de la oficina en la cocina, a través del
patio, y se metió en el callejón entre los establos.
"La puerta es su prioridad, y ella tiene que tener tantos Berserkers como sea posi-
ble para protegerla . en estos mometos Somos secundarios para ella".
"Esa será su perdición," jadeó Artemis, que ya sufria bajo el peso de la chaqueta
antibalas. "Artemis Fowl nunca será secundario."
Cruzaron la finca con una velocidad prudente, cuidadosos de todas las bestias que
se cruzaran en su camino. Tal vez los Berserkers habitaban las mismas lombrices
en la tierra, o en los grillos de gran tamaño que florecieron en los terrenos Fowl y al
flotar sus alas a la luz de la luna, que sonaba como una orquesta de pequeños
carpinteros.
"No pisen a los grillos", dijo Artemis. "Madre está orgullosa de su canción."
Los grillos, que habían sido apodado por los entomólogos Jiminies Dublín, se ob-
servavan durante todo el año, sólo en la finca Fowl, y que podrían crecer hasta el
tamaño de los ratones. Artemis ya adivinó que era un efecto de la radiación que se
filtra a través de la mágica tierra.
137
Lo que pudo Iser la iniciación del formulario
Pero lo no hubiera imaginado era que la magia había infectado los sistemas ner-
viosos de los grillos con un grado de simpatía por los Berserkers. Esto no se mani-
fiesta en manojos de grillos que se sientan en círculos alrededor de las hogueras
en miniatura que cuentan historias de guerreros enanos valientes, pero si en una
agresión hacia lo que amenazara a los Berserkers. O, simplemente era que : Si a
Opal no le gustaba, entonces los grillos no se preocupan mucho del resto de la
gente.
Mayordomo dejó caer su pie lentamente hacia un grupo de grillos, esperando que
se muevieran fuera de su camino. No lo hicieron.
Debo aplastar a estos pequeños individuos, pensó. No tengo tiempo para jugar bien
con los insectos.
"Artemis", dijo por encima del hombro, "estos Jiminies están teniendo una mala ac-
titud .
" Artemis se puso de rodillas, fascinado. "Mira, no muestran prudencia natural, en
absoluto. Es casi como si estos grillos no less gustaramos . Realmente debería rea-
lizar un estudio en el laboratorio ".
El mayor insecto del grupo abrió sus mandíbulas como un foco de ancho, salto alto,
y se poso en la rodilla de Artemis. A pesar de que los dientes de los insectos no
penetraron los pantalones de combate gruesos, Artemis cayó hacia atrás en estado
de shock y habría aterrizado de seco sobre su espalda si mayordomo no lo hubiera
tomado y salir rápidamente corriendo con su protegido bajo el brazo.
Los grillos seguían flexionando sus poderosas patas traseras para lanzarse a sí
mismos en el aire. Saltaron como una onda verde animado que refleja la trayectoria
de mayordomo exactamente. Cada vez son más los grillos que se unieron a la pan-
dilla, que brotaban del paisaje y los agujeros de la tierra. La ola crujió al moverse,
con tanta fuerza eran los grillos a la cargar.
Artemis se encontró con ventaja y corrió sobre sus propios pies, moviéndose fuera
de las manos de mayordomo. El gran grillo seguía anclado en su rodilla, su ppreo-
cupación era la técnica de combate que utilizaria. Artemis lo golpeó con su mano, y
se sentío como golpear un coche de juguete. Pero El grillo seguía allí, y ahora su
mano estaba adolorida.
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Era difícil incluso para Artemis pensar en estas circunstancias, o más bien era difícil
tener una idea sensata de la maraña zinging que tenia en su cabeza.
Mayordomo adivinó lo que estaba haciendo Artemis. "Está todo sucediendo, está
bien. No te preocupes, no estás imaginando nada . "
"Esto es serio", gritó por encima del ruido de su corazón latiendo en sus oídos.
"Tenemos que llegar al lago", dijo Holly.
"Los grillos no nadan tan bien."
El granero fue construido sobre una colina con vistas a un lago conocido como el
grupo Red por la forma en que brillaba al atardecer, visto desde mirador del salón
de la mansión. El efecto fue espectacular, como si las llamas del infierno acech a-
ban debajo del agua dulce. Durante el día, un parque infantil para los patos, pero
de noche, la puerta de entrada al infierno. La idea de que una masa de agua podría
tener una identidad secreta siempre había divertido a Artemis, y fue uno de los po-
cos temas en los que él le permitió que su imaginación tuviera rienda suelta. Aho-
ra el lago simplemente parecía un refugio seguro.
Probablemente voy a ser arrastrado hacia abajo por el peso de este chaleco antiba-
las.
Holly lo empujaba por detrás, dándole unos codazo en varias ocasiones en la ca-
dera.
Artemis recogió sus pies, tratando de correr rápido como si hubiera visto a Beckett ,
no era tan a menudo era solo un capricho eso si , aunque parecía como si se eje-
cuta por medio día no tomó ningún esfuerzo particular.
Atravesaron una serie de parcelas que habían sido clausuradas con vallas improvi-
sadas de arbustos y postes. Mayordomo irrumpió a través de lo que sea que blo-
queara su camino. Con sus botas daba patadas mas patatas para , abrir un camino
139
para Artemis y Holly. Los grillos no tuvieron impedidos hacias las barreras, sólo
eran murmullos- cortantes que fluyen por los alrededores sin pérdida apreciable
de ritmo. Su ruido era denso y siniestro, una cacofonía de murmullos. Insectos
Scheming.
Los grillos pesados mordisquearon las botas de Holly, para agarrarse a sus tobillos,
golpear sus mandíbulas insecos |conflictivos. El Instinto de Holly le dijo que se de-
tuviera y sacara a los insectos, pero su sentido de soldado le dijo que corriera ra-
pido y soportar los pellizcos. Pero detenerse ahora seguramente sería un error fa-
tal. Sintió que se acumulan alrededor de sus tobillos, sintió que sus caparazones
se agrietaban y rezuman bajo sus botas. Era como correr en pelotas de ping pong.
Corrieron por los jardines y hacia abajo de la colina estaba el borde del agua. La
luna se reflejaba en la superficie como el blanco de los ojos de un dios, y en el otro
lado era la suave subida pistas de esquí de Artemis. Los grillos estaban sobre ellos
ahora, en la parta alta la cintura de Holly. Ellos fueron como un hervidero saliendo
de todos los rincones de la finca.
Nunca tuvimos un problema grillos, pensó Artemis. Cuando sucedio todos esto y de
donde salen ellos?
holly bajó primero, luego Artemis, pensaba que esto sin duda debía de ser la peor
manera posible morir. Artemis había dejado de luchar cuando una mano se exten-
dió a lo largo de un zumbido eléctrico y lo arrastró libre de la barrizal.
En la luz de la luna vio un grillo sujeto a su nariz, y él levantó la mano para aplas-
tar con los dedos. El cuerpo crujió en su puño, y por primera vez Artemis sintió la
adrenalina del combate. Tenía ganas de aplastar todos estos grillos.
Por supuesto que era mayordomo el que le habían rescatado, y mientras colgaba
de las manos del guardaespaldas, vio a holly que colgaba del otro lado de mayor-
domo.
140
"Respiren profundo", dijo mayordomo, y los arrojó a ambos en el lago.
Cinco minutos más tarde, Artemis llegó jadeando al otro lado sin un chaleco anti-
balas, de lo que seguro tendría algo que decirle mayordomo, pero que había tenido
que elegir entre sacarse la chaqueta o se ahogaba, y no había mucho sentido ser a
prueba de balas en la parte inferior de un lago.
Se sintió aliviado al descubrir que estaba rodeado por Holly y mayordomo , que pa-
recía estar mucho menos sin aliento lo que él mismo .
"Perdimos los grillos", dijo. "pero Aún no se puede hacer fuertes ruidos."
le Parecía a Artemis que la ropa y las botas debían de haber absorbido la mitad del
lago, a juzgar por su peso mientras se arrastraba penosamente desde el agua. Se
nota a menudoen los actores en anuncios de televisión que salen de las piscinas
con gracia, surgiendo del agua a la tierra junto a la piscina, pero el propio Artemis
siempre se había visto obligado a salir en la parte menos profunda o para ejecutar
una especie de doble fracaso que lo dejó boca abajo al lado de la piscina . Su sali-
da del lago era mucho menos elegante, un combinado shimmy-meneo que recor-
daría a los espectadores de los movimientos de un sello torpe. Finalmente mayor-
domo le puso fin a su sufrimiento con una mano debajo de un codo.
Artemis se levantó con gratitud, había láminas agua deslizandose de los pantalones
de combate en la noche fría.
Artemis había dejado desde hace mucho tiempo a ser sorprendido por la capacidad
de su guardia de fraccionar sus emociones.
Pero el estado de los tres debería haber sido un total estado de shock después de
lo que habían pasado, pero mayordomo siempre había sido capaz de doblar to dos
los trauma en un cajón los cuales se tratariá más adelante, cuando el mundo no es-
tubiera en peligro inminente del final. De pie junto a su hombro le dio fuerza Arte-
mis.
141
"¿Qué estamos esperando?" Preguntó Artemis, y se puso en camino hacia la coli-
na.
El se sentía chillido de los grillos a lo lejos detrás de ellos hasta que se fusionó con
el viento en los pinos, y hubo otros adversarios animales quefueron encontrados en
el breve inclinadura del desplazamiento hacia arriba de la pista. Ellos coronaron la
colina para encontrar el granero sin vigilancia. ¿Y por qué no lo estaría? Después
de todo, ¿qué tipo de estratega abandona una plaza fuerte para esconderse en un
granero altamente combustible?
Por último, un toque de suerte, pensó Artemis. A veces, ser desviado del plan vale
la pena.
"No eres el único con secretos en el granero", dijo a Artemis, sonriendo mientras
revisaba la carga y de la acción del arma.
"Eso es genial", dijo Holly con sequedad. "Ahora podemos disparar una docena de
langostas".
"Grillos", corrigió Artemis. "Pero vamos en este avión por el cielo y disparamos un
gran agujero en el lugar de los planes de Opal. "
El Cuerpo y las alas de la avioneta fueron recubiertas con una lámina solar que
alimenta el motor durante el despegue. Una vez en el aire, el avión se cambia entre
vuelo a motor y vuelo sin motor, en función de las instrucciones del ordenador. Si
un piloto se contentaban con tomar el camino más largo y montar las térmicas, a
continuación, es posible acoplar el motor sólo para el despegue, y algunos viajes
realmente podría crear una huella de carbono cero.
"El avión de allí", dijo mayordomo. "Más allá del saco de arena sin utilizar y las re-
luciente pesas con su poco gastado de manipulacion ".
Artemis gimió. "Sí, ese avión. Ahora, ¿puedes olvidarte de los pesos y sacar los
bloques de las ruedas mientras lo inició? ", Dijo, dando a mayordomo algo que
hacer.
"Vamos a dejar la puerta cerrada hasta que estemos listos para el despegue."
142
Corrió a través del granero, dejando huellas de barro en su estela, y abrió la puerta
trasera del avión.
El avión, que Artemis había nombrado después de que el faraón Khufu para quien
una barcaza solar fue construido por los antiguos egipcios, era un avión deportivo
ligero que se había modificado radicalmente por Artemis en su intento de diseñar
un vehículo práctico acompañante verde. Los laterales fueron el cincuenta por cien-
to más de lo que habían sido, con puntales micro-finos reticulados arriba y abajo.
Cada superficie, incluyendo los tapacubos, se revistió en papel de aluminio solar,
que recargaba la batería en el aire. Un cable de alimentación de la toma corrió la
cola de Keops a la ladera orientada al sur de la granja en el techo, de modo que la
nave deveria tener la carga suficiente para despegar cuando Artemis lo necesitara
para hacer un vuelo de prueba.
Se arrodilló entre los asientos de los pasajeros, tirando abierta una escotilla de me-
tal para revelar un compartimento debajo. Cables gruesos atestaron la caja, y no
había un espacio rectangular en el medio en el que algo en forma de caja debería
haber estado |.
Artemis bajó la trampilla, lo que le permite cierre metalico. El ruido no importaba ya.
143
"Por lo tanto, es una trampa. Parece que Juliet estaba vigilando más de cerca que
de lo que pensábamos.
"Sacó la Sig Sauer de su cintura. "De acuerdo, Artemis, quédate aquí. Es hora de
que los soldados se hagan cargo ".
las Facciones de mayordomo que luego se extendíeron en una expresión de sor-
presa y dolor como una descarga de magia crepitaban en el granero del exterior,
que le envuelve la cabeza y el torso del guardaespaldas, el derretimiento de forma
permanente de todos los folículos del pelo en la cabeza, y le sacudio en la parte
trasera del avión, donde cayo inmóvil.
Capitulo 16
Un disparo de advertencia
144
Principio del formulario
Mantillo Mandíbulas no estaba muerto, sino que habían descubierto los límites de
sus capacidades digestivas: que era posible comer demasiados conejos. Se tumbó
de espaldas en el túnel medio derruido, con el estómago tenso como la piel de un
melocotón maduro.
"Uuuugh," gimió, liberando un estallido de gas que lo llevó tres metros más allá a lo
largo del túnel. "Eso esta un poco mejor."
le costó mucho tener a mantillo una fuente de alimento, pero después de esta
última se harto de desollar conejos, y que no creía que él sería capaz de mirar a
uno por lo menos durante una semana.
Los conejos empezaron a llegar y después siguieron llegando, por lo que el ruido
de siseo era espeluznante, se lanzában por su garganta como si no podían espe-
rar a que el les mordíera los cráneo. ¿Por qué no todos los conejos podrían ser
tan imprudente? Haría caza mucho más fácil.
No fueron los propios conejos que lo hacían sentirse mareado se dio cuenta Man-
tillo. Fue el Berserkers en su interior.
Para Las almas de los guerreros Berserker no podría haber sido muy cómodo estra
dentro de su estómago. Por un lado, sus brazos estaban cubiertos de tatuajes rúni-
cos, ya que los enanos tenían un miedo fanático de posesión. Y, por otro, la flema
de enano se había utilizado para alejar a los espíritus desde tiempos inmemoriales.
Por lo tanto, tan pronto como sus anfitriones conejos muerto, y los espíritus de los
guerreros en transición a la otra vida con inusitada rapidez. No se movieron con
calma hacia la luz para llegar al cielo. Ectoplasma y brilló se derramó en el interior
del intestino Mantillo, dándole un mal caso de acidez estomacal y la pintura de una
quemadura ácida en la curva de campana inferior de su abdomen.
Debo salir de aquí, pensó. Lejos, muy lejos de la superficie antes de Opal libera el
poder de Danu, si hay incluso una cosa tal.
Mantillo sabía que si estaba en cualquier lugar en las inmediaciones de que cuando
sucedia algo terrible, La PES le trataría de echarle la culpa de la terrible suceso.
145
Casocerrado, Su Señoría.
Bueno, tal vez no volvería a ocurrir exactamente así, pero Mantillo sabía que siem-
pre que lo acusaban había dedos para señalar, que siempre parecía todo giraría
en torno a su dirección y, como su abogado había dicho una vez de, tres o cuatro
por ciento del tiempo mi cliente no estaba en el 100 por ciento en el lugar donde lo
responsabilizan del delito en particular que estaba siendo acusado de, lo que quie-
re decir que hay un número significativo de incidentes en los que la participación
del señor Mandíbulas en dicho incidente fue insignificante aunque técnicamente
podría haber estado involucrado en el delito junto a la escena del crimen en una f e-
cha ligeramente diferente a la especificada en la orden de la PES . Esta sola decla-
ración rompió tres unidades centrales de análisis y tenía los expertos atados en
uniones por una semana.
"Ah, bueno," dijo a los gusanos retorciéndose en la pared del túnel. "Es hora de ir-
nos."
Adiós, viejos amigos. Le dimos nuestro mejor intento, pero no se puede ganar
siempre. La cobardía es la clave para la supervivencia, Holly. Nunca entendiste
eso.
Mantillo suspiro largo y duro, con un enganche eructar al final, porque sabía que
estaba engañando a sí mismo.
No puedo huir.
Porque no había más en juego que su propia vida. No era la vida misma. Si no
muchos de ellos, a punto de ser sofocada por un duende loco.
El estómago de mantillo rozó el suelo del túnel mientras se movía, y todavía esta-
ba hinchado y rugia como un animal.
No tengo suficiente energía, solo para unos seis metros de túnel, se dio cuenta. No
146
más, o las paredes de mi estómago se dividirian.
Al final resultó que, Mantillo no tuvo que tragar un solo bocado de la arcilla del
túnel. Cuando levantó la vista, vio un par de ojos rojos mirándolo. Había c olmillos
afilados que sobresalían de la oscuridad debajo de los ojos nocturnos era muy pe-
ludo, había una cabeza de rastas montados a su alrededor.
"Esta es mi casa, duende!", Gritó, saliendo hacia adelante. "Aquí es donde yo vivo.
¿Crees que puedes tener un enano? En un túnel? "
Gruff, efectivamente, el aumento su ritmo, y a pesar de que las paredes del túnel le
hacia que fuera mas restringido su paso natural.
Es mucho más grande que un conejo, pensó Mantillo, y luego los dos chocaron en
una mancha de marfil, carne y grasa, el sonido fue exactamente lo que se esperar
logra oír cuando una máquina de matar magra realiza un corpulento gas de enano.
Ellos encorvados en la parte posterior del avión solar de Artemis, esperando bási-
camente que los Berserkers lanzaran su ataque. Mayordomo yacía inconsciente
en el asiento trasero con el humo, literalmente, saliendo de sus oídos, un síntoma
que nunca había sido diagnosticado profesionalmente como algo bueno.
"Está bien", jadeó. "Pero eso perno detuvo su corazón durante un tiempo. Si no
hubiera sido porel Kevlar en su pecho ... "
Holly no terminó la frase, pero Artemis sabía que su guardaespaldas había escapa-
do de la muerte por un pelo por enésima vez, era incontables era el límite absoluto
de la cantidad de vidas adicionales entregados por el universo a una sola persona.
147
"Su corazón nunca será el mismo, Artemis. No más travesuras. Él va a estar fuera
durante horas ", dijo Holly, comprobando a ojo de buey del fuselaje. "Y los Berser-
kers se están preparando para hacer su movimiento. ¿Cuál es el plan, Arty? "
holly le sacudió el hombro fuertemente , y Artemis sabía que su siguiente paso ser-
ía la de darle una bofetada en la cara. "Vamos, fangosillo. Sal de esto. Habrá un
montón de tiempo para las dudas más tarde. "
Holly puso los ojos en blanco y habló con claridad, y lo que dijo fue: Un disparo de
advertencia? Podría haber pensado eso yo, genio.
Esta arma es tan grande y difícil de manejar, pensó. asi que no puedo ser culpada
si accidentalmente golpeó algo.
No tan rápido, pensó Holly, y disparó un solo tiro desde la Sig, que golpeó al perro
como un martillazo en loalto de su hombro, que lo envio a caer al exterior con sus
compañeros.
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Holly se sintió un poco culpable por el perro, pero tenia que hacer el tiro, a lo me-
jor alguno de ellos sobrevivieron. "Oh, ya están advertidos, de acuerdo. Asi que
tienes tu minuto para pensar ".
El perro salió del granero mucho más rápido de lo que había llegado pulg Bellico y
su círculo mágico se pusieron un poco celoso al ver como el alma del cuerpo cani-
no salía a la deriva , sonreía brevemente y luego desaparecia en un destello azul,
en su camino hacia el mundo siguiente.
"No necesitamos entrar", dijo el pirata Salton, deslizándose por la puerta del esta-
blo cerrado. "Todo lo que tenemos que hacer es que tengan que salir."
Opal había sido muy específica cuando Bellico le había presentado a ella con la in-
formación sobre el Khufu.
"Mi anfitrión es la que protege a los niños de los Fowl ", Bellico había dicho.
" Myles es un niño muy inquisitivo y una vez seguio Artemis a su taller de la colina.
Y Así Juliet siguió al muchacho, Hay un avión allí, impulsado por el sol. Tal vez es
un arma de algún tipo ".
Opal se había detenido su lanzamiento del hechizos. "Artemis no tiene más reme-
dio que ir por el arma. Toma un equipo y retira la batería de la nave, y luego espe-
rar a que entren en el taller.
"Opal sujetando el antebrazo de Bellico y apretando hasta que enterro sus uñas
en la carne. Una babosa de poder se arrastró desde el corazón de Opal, a lo largo
de su brazo y llego a Bellico. Bellico sintió náuseas y supo al instante que la magia
era veneno.
Bellico alabó su propia mano frente a su rostro, viendo la bobina de magia alrede-
dor de sus dedos. Un rayo, pensó. Lo suficiente como para acabar con el grande.
holly rondaba ansiosamente alrededor de Artemis. Él estaba en su trance de pen-
sar y odiaba ser interrumpido, pero no estaba muy comoda bajo la puerta del esta-
blo con las sombras que cruzan bajo la luna, y su sentido de soldado le dijo que su
refugio estaba a punto de ser violado.
149
"Artemis", dijo ella con urgencia. "Artemis, ¿tienes algo?"
"Nada. No existe un plan racional que salvará ni siquiera a uno de nosotros si Opal
logra abrir la segunda cerradura ".
Los guerreros chinos no podían hablar, estaban sellados ya que sus restos momifi-
cados fueron encantados adentro de sus sepulcros arcilla, pero asintieron con rigi-
dez y sacaron sus arcos masivos.
El momento sonó la violencia inminente. holly podía sentir a los Berserkers psicoló-
gicamente a sí mismos.
150
"Subimos hasta la bandera. Y Tal vez tendrán los Berserkers se demoraran mas
tiempo para encontrarnos.el cual se puede pasar a la planificación.
"Artemis miró por encima del hombro, a través del ojo de buey.
"Demasiado tarde", dijo.
La puerta del establo se empezó a abrir, rodaba sobre las ruedas aceitadas y seis
implacables guerreros chino de arcilla estaba rodeando en forma de un rectángu-
lo que era iluminado por la luna.
Artemis parecía aturdido por el colapso total de sus planes. Había actu ado predeci-
ble. Cuando él se había vuelto tan predecible?
Como ahora.
holly se arrojó hacia Artemis, para prenderse a su torso y lo dejó en el piso del pa-
sillo estrecho. Un segundo más tarde, oyó la orden desde el exterior.
"¡Fuego!"
Flechas de cuatro pies de largo perforaron a través del fuselaje, meciendo el plano
de su equipo e incrustándose profundamente en la tapicería de los asientos. Uno
de ellos estaba tan cerca de holly que en realidad paso por su hombrera, sujetán-
dola al asiento.
151
naron el aire.
Pero no eran aves. Fue una segunda descarga. Cada flecha golpeando la aerona-
ve, la destrucción de los paneles solares, incluso se pasaron limpia a través de dos
ojos de buey. La nave fue impulsada hacia un lado, y la inclinaron hacia el ala de
estribor.
Y una vez más llegó la orden. "¡Fuego!" Pero no se oye ningún ruido silbante en
este momento. En su lugar había un crujido agudo.
Ella hizo una antorcha de una madeja de heno y encendió la punta con un encen-
dedor humano tomado del bolsillo de la muchacha.
Una antorcha de paja no se quema por mucho tiempo, pero lo suficiente como para
encender las flechas de sus guerreros. Caminó a lo largo de las filas, tocando br e-
vemente las puntas de las flecha que se había empapado en combustible gasolina.
Bellico estaba a punto de preguntarle al perro lo que le pasaba, pero ella también lo
sentía.
Me temo, se dio cuenta. ¿Por qué debería tener miedo de nada, cuando que espe-
ran la muerte?
Bellico dejó caer la antorcha, ya que se estaba quemando los dedos, pero, en el
segundo antes de que ella se estuviera quemando, le pareció ver algo familiar salto
a través del campo al este. Una forma tambaleante inconfundible.
152
No, pensó. Eso no es posible.
El perro logró envolver sus cuerdas vocales en torno a una sola sílaba que no est a-
ba demasiado lejos de su gama perrito. "Troll" que aullaba. "Trooooollll."
Mantillo Mandíbulas se sujetaba a la parte posterior de la cabeza del troll con una
madeja de dreadlocks en cada mano. Debajo de él los músculos del hombro del
duende agrupados y puestos en libertad, ya que trotaba por el campo hacia el gra-
nero.
Llado es tal vez la palabra adecuada, ya que implica una cierta incomod idad lento,
pero mientras el duende parecía andar arrastrando los pies, lo hizo a una velocidad
increíble. Esta fue una de las muchas armas en considerable arsenal de un troll. Si
la presa destinada notó un troll que viene de muy lejos, al parecer torpe a lo largo,
se pensó a sí misma: Bueno, sí veo un troll, pero es como un millón de millas de
distancia, así que voy a terminar de masticar la hoja , entonces BAM-el troll estaba
mordiendo la pierna trasera de la presa.
El ejército de terracota crujió mientras se movían, arena roja tamizado de sus art i-
culaciones. Eran lento, muy lento.
Ellos no van a hacerlo, Bellico se dio cuenta, y luego tuvo un momento de agarre-
de-paja. Quizá el troll y su jinete están de nuestro lado.
153
nos tenían la fuerza para hacer polvo de piedras pequeñas y cabezudos.
Mantillo tiró de los dreadlocks del troll, instintivamente resucita una técnica de cu-
rricán de dirección antigua. Su abuelo le había dicho a menudo historias alrededor
de escupitajo-fuego de los grandes pilotos del duende que había arrasaron por el
campo haciendo lo que les dio la gana, y nadie podía siquiera ponerse a discutir.
Los buenos viejos tiempos, su abuelo solía decir los enanos estábamos como re-
yes. También los demonios se escaparían cuando ven un comin enano montado
'sobre una colina encima de un sudoroso troll humeante.
Esto no se siente como un buen día, pensó mantillo. Esto se siente como el fin del
mundo.
Pero el troll estaba sobre ellos, rompiendo a los guerreros de terracota con segados
golpes de sus enormes brazos, golpeándolos como soldados de juguete. El troll pa-
teó al perro en la atmósfera inferior y rozóa Bellico como a un barril de agua. En
cuestión de segundos, varios piratas fueron reducidos a la cena de un perro, y aun-
que Salton Finnacre logró un pinchazo con la espada en el muslo de Gruff, el troll-
sigio sobre, aparentemente sin ningún obstáculos por la longitud del acero que
sobresale de la pierna.
Los dedos de Mantillo encuentraban los grupos de nerviosos entre las costillas de
Gruff, y los utilizaba para dirigir el trollen en el granero.
Soy un piloto duende, el enano se dio cuenta con un tornillo de orgullo. Nací para
hacer esto, y robar cosas, y comer un montón.
Mantillo decidió encontrar una manera de combinar estas tres actividades, si lo hizo
a través de la noche.
En el interior del granero, el avión estaba en equilibrio sobre una rueda y la punta
del ala, con flechas atravesando su cuerpo. La cara de Holly estaba presionado al
vidrio, con la boca abierta aun incrédula.
154
Mantillo oyó el clamor de volver a formar filas detrás de él, y él sabía que era sólo
cuestión de tiempo antes de que los arqueros lanzaron una descarga en contra el
troll.
su montura era tan grande pero el también caería con media docena de flechas
pinchando sus signos vitales.
No había tiempo para abrir la puerta del planeador y recoge sus tres pasajeros, por
lo que Mantillo tiró de los dreadlocks, y cavó en sus dedos de los pies, y le susurró
al oído del duende, con la esperanza de que su mensaje estaba haciendo pasar.
En el interior del avión solar, Holly utilizó los pocos momentos antes de que todo el
infierno seguramente se desatará a ver a Artemis que estaba aturdido en el asien-
to del piloto. Ella se ato a si misma en su lado.
"Voy a volar", preguntó Artemis.
holly movio y agito sus pies. "No puedo llegar a los pedales."
"Ya veo", dijo Artemis.
Fue una conversación banal, pero necesaria, ya que las habilidades de pilotaje de
Artemisa no tardaron en ser puestas en uso.
Gruff asumido el plano vertical, a continuación, puso todo su peso detrás de él, lan-
zando la nave hacia la puerta abierta. El avión cojeando hacia adelante con el en-
granaje dañado, dando tumbos con cada rotación.
"No previ ninguno de estos eventos," dijo Artemis con los dientes apretados, más
para sí que para su copiloto. holly colocó ambas manos sobre el tablero, para pre-
pararse a sí misma frente a un impacto hacia el que rodaban a toda velocidad.
"Wow," dijo Holly, mirando como las flechas caian de golpe seco en la nariz y las
alas. "tu no previste un enano en un gnomo a caballo empujando tu avión por la
pista. debes estar perdiendo su toque, Artemis. "
155
te de su cinturón de seguridad. La flecha perforó el parabrisas, haciendo un so r-
prendentemente pequeño agujero, y thunked en el apoyo para la cabeza exacta-
mente donde la cara vacía de Artemis habría estado.
"Puedo iniciar el avión en el aire ", dijo, moviendo los interruptores en el tablero.
"Si conseguimos estar sin tocar tierra ."
Bellico reunió a sus tropas y salió en su persecución, pero ninguno pudo igualar el
ritmo del troll, excepto el perro, que se aferró a la espalda de mantillo, tratando de
desalojarlo.
Mantillo fue insultado de que un perro podría interferir en lo que fue, p osiblemente,
el intento de rescate más valiente que nunca haya echo , por lo que bloqueo su
cabeza en el hueco de un codo y le gritó en la cara al animal.
"Give it up, Fido! Soy invencible hoy. Mírame, montando a un troll, por el amor de
Dios. ¿Con qué frecuencia lo has visto? ¡Nunca! Así es como a menudo. Ahora,
tienes dos segundos para salir de aquí de, o me lo voy a tener que comerte ".
después , más adelante le dijo a sus compañeros enanos fugitivos Barnet Adivi-
nanzas, propietario del bar del loro sozzled de Miami, una terrible pérdida escupir la
mitad de un perro, pero es difícil ver lo heroico con las partes traseras de un perro
callejero que cuelga de la boca yer.
Segundos después de que el perro vivo que estaba en desacuerdo con el acolcha-
do en la cara, después el perro muerto no estuvo de acuerdo con su estómago.
Puede haber sido el alma del Berserker que causó la aparición de la indigestión, o
puede haber sido algo que el perro se comió antes de que algo se comiera él, en
156
cualquier caso, las entrañas de mantilloj de repente se manejan mediante un puño
gigante que llevaba un guante de cota de malla.
El avión solar aceleró mientras corría por la rampa de barro con los Be rserkers en
la búsqueda rápida.
"Nosotros no vamos a hacer eso", dijo Artemis, la comprobación de los instrume n-
tos. "El equipo se disparó." El final de la pista curvada delante de ellos era como el
final de un salto de esquí suave. Si el avión se
apagara con la velocidad suficiente, sería simplemente caer en picado en hacia el
lago, y serian patos junto a los patos reales, que probablemente fueron habitados
por los Berserkers y que ellos los picotear hasta la muerte. Artemis estaba casi re-
conciliado con el hecho de que iba a morir en el futuro inmediato, pero que en re a-
lidad no quería que su cráneo se fracturara por el proyecto de ley de un pato real
poseído. De hecho, la muerte por agresión de un ave acuática estaba quedando en
el número uno en las maneras que menos le gustaría morir a Artemis, rompiendo a
la dominadora que sin precedentes era la de muerte por gas de enano, que había
acosado sus sueños durante años.
"No los patos", dijo. "Por favor, no patos. Que iban a ganar el Premio Nobel ".
Podían oír tumulto por debajo del fuselaje: animales gruñendo y arqueo de metal.
Si el avión no despegaba pronto, iba a ser sacudido en pedazos. Esta no era una
nave sólida, había sido despojado de algunas cosas que era para aumentar la pro-
porción necesaria para el vuelo sostenible de potencia-peso.
Fuera del avión solar, todo el cuerpo de Mantillo estaba torcido en una maraña de
estrecho de dolor. Él sabía lo que iba a suceder. Su cuerpo estaba a punto de re-
accionar a una combinación de estrés, la mala alimentación, y la acumulación de
gas que seria instantáneamente vaciado de forma rápido con lo cual perdería un
tercio de su propio peso corporal.
Algunos yoguis enanos más disciplinados pueden invocar este procedimiento a vo-
luntad y se refieren a ella como la vez, una desintoxicación de Período, pero para
los enanos ordinarios se le conoce con el nombre de recortar el peso. Y nadie no
quiere estar en la línea de fuego cuando se recorta el peso.
157
Aterrizaje en el agua, pensó Artemis. Muerte por los patos.
¿Cómo sucede esto? Artemis se preguntó, mirando confundido a los mandos, hasta
que Holy golpeó el hombro por segunda vez en pocos minutos.
El avión solar tenía un pequeño motor para conseguir que la nave estuviera fuera
de la tierra, y después funcionaria con los paneles solares de una patada , pero sin
la batería del motor ni siquiera podía hacerlo, a menos que Artemis golpeara el
acelerador en el momento adecuado, antes de que comenzara el avión a perder
impulso. Esto podría comprar suficiente tiempo para tomar una térmica durante un
par de cientos de metros, lo suficiente para salir del area del lago y salir de la mira-
da de las flechas.
Artemis esperó hasta que sintió que el avión estaba en la cúspide de su ascenso,
luego abrió el acelerador al máximo.
Bellico y sus tropas restantes corrieron lo mas rapido por la pista, lanzando todos
los misil en su arsenal después de que el avión despegara . Era una situación ex-
traña en ni dy mas estar involucrado, siquiera por un espíritu resucitado que ocupa
un cuerpo humano.
Estoy persiguiendo un avión que está impulsado por una pista creada por un ena-
no en un gnomo a caballo, pensó. Increíble.
Esta cosa vuela sin poder, una vez que está en el aire. Mi anfitrión ha visto esto
con sus propio
158
Su sentido común le decía que debía parar y permitir que el avión se estrellara en
el lago. Si los pasajeros no se ahogan, luego sus arqueros podían escoger de los
nadadores a quien disparar. Pero el sentido común era de poco uso en una noche
como ésta, cuando los guerreros fantasmas vagaban por la tierra y los enanos ca-
balgaron una vez más sobre las espaldas de los trolls, por lo que Bellico decidió
que tenía que hacer lo que pudiera para detener el avión salga de la tierra.
Ella aceleró el paso, superando a los otros Berserkers, con sus largas piernas
humanas para su propio beneficio, y se lanzó en la zona intermedia del duende,
tomando mechones de pelo gris con una mano y la espada del pirata con el otro.
Estoy atacando a un troll, pensó. Yo nunca haría esto con mi propio cuerpo.
Bellico miró hacia arriba a través de la maraña de ramas y vio toda la luna, brillando
arriba. Debajo de eso, ella vio a un enano en una incomodidad considerable, cam-
biando de mano para sostener al cuerpo del avión, aplastándose al fuselaje.
arriba , Mantillo no podía mantenerlo por más tiempo. Asi que Soltó una corriente
de chorro de grasa líquida, el viento y alimentos a medio digerir que le dio al avión
solar unos metros extra de ascensor, lo suficiente para enviarlo volando sobre el
lago.
Bellico apareció justo a tiempo para ser golpeado con algo en la frente lo que
podría haber sido un el cráneo de perro.
Artemis bombeó el acelerador por segunda vez, y el motor del avión y La única
hélice de la nariz resoplando, se sacudió, y luego giro más y más rápido hasta que
sus hojas forman un círculo transparente continuo.
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"¿Qué pasó?" Artemis se preguntó en voz alta.
"¿Qué fue ese ruido?"
"Me preguntas después", dijo Holly, "y vuela el avión ahora."
Esta fue una buena idea, ya que no estaban de ninguna manera fuera de peligro
todavía. El motor estaba en marcha, era cierto, pero no había electricidad en la ba-
tería solar, y sólo podría deslizarse por un tiempo limitado a esta altitud.
Las carreteras en Dublín fueron iluminados por los fuegos de motor alimentado por
los depósitos de combustible y de materiales combustibles. Dublín en sí estaba a
oscuras, excepto por manchas de luz naranja cuando los generadores habían sido
reparados o habían fogatas encendidas. Artemis vio a dos grandes barcos que hab-
ían chocado en el puerto, y el otro como una ballena varada en la cadena. Había
demasiados incendios para contar en la propia ciudad, y el humo se levantaban y
se reunian como una nube de tormenta.
Opal planea heredar esta tierra nueva, pensó Artemis. No voy a dejarla.
Y fue esta idea que ayudo a la mente de Artemis y he hizo despertar de nuevo su
ingenio el cual lo puso en tramar un plan que podría derrotar a Opal Koboi por
última vez.
Volaron sobre el lago, pero no fue graciosa la huida, de hecho, era más como una
prolongada caída. Artemis luchó con los controles que parecían luchar mientras lu-
chaba por mantener su descenso lo más gradual posible.
Opal fue rodeada por un anillo de Berserkers. No eran piratas, guerreros de arcilla
y otros seres surtidos en el ring. Las paredes raíces allá fueron patrulladas por más
Berserkers. No eran en su mayoría los animales en las paredes y dos zorros, e i n-
cluso algunos ciervos, arrastrarlas a lo largo de la piedra, olfateando el aire.
160
Había pasado demasiado tiempo en su celda obsesionado con cada detalle.
No podemos confiar en los elementos. Si el plan de Opal ,tenemos que hacer que
falle.
Para implementar esta stealth torpedo, Artemis tendría que confiar a dos personas
para ser verdad sus propios defectos de personalidad.
Potrillo tendría que ser tan paranoico como lo había sido siempre.
Y el narcisismo rampante de Opal Koboi tendría que haber corrido tan salvaje que
no lo haría ser capaz de destruir a la humanidad sin que sus enemigos a la mano
para presenciar su gloria.
Finalmente Holly no podía sentarse y ver los torpes intentos de Artemis en la avia-
ción por más tiempo.
"Dame el mando ", dijo. "Give it flaps cuando nos tiramos al suelo. Ellos van a estar
con nosotros muy rápidamente ".
Artemis renunció al control sin objeciones. Este no era el momento para el argu-
mento machista. Holly estaba innegablemente diez veces mas alla de el piloto al-
guna vez podría ser, y también varias veces más macho que él. Artemis había vis-
to una vez a holly entrar en una pelea con otro elfo que dijo que su cabello se ve
suficiente, porque pensaba que estaba siendo sarcástico, mientras lucía un corte
fresco de tripulación en ese día en particular.
holly empujó el mando con la palma de la mano, alineando el avión con la casa
del camino de gravilla.
Holly se arrodilló en el asiento para una mejor visión. "No te preocupes. El tren de
aterrizaje probablemente se derrumbará por completo del impacto de todas formas
161
".
La boca de Artemis se retorció en lo que podría haber sido una sonrisa irónica o
una mueca de terror.
"Gracias a Dios por eso. Pensé que estábamos en problemas reales ".
Artemis miró a Holly y entonces sentío un tremendo afecto por ella. Deseó que pod-
ía circular los últimos diez segundos y estudiarlo en un momento menos estresante
para poder apreciar correctamente la forma feroz y hermosa de su mejor amigo.
holly nunca pareció tan vital como cuando tenia que mantener el equilibrio sobre la
delgada línea entre la vida y la muerte. Sus ojos brillaban y su ingenio era fuerte.
Mientras que otros se vendrián abajo o retirarse , Holly atacó la situación con un vi-
gor que le hizo brillar.
Ella es realmente mágica, pensó Artemis. Tal vez sus cualidades son más obvio pa-
ra mí ahora que he decidido sacrificarme.
Entonces se dio cuenta de algo. No puedo revelar mis planes a ella . Si holly sabía,
ella trataría de detenerme.
Le dolía Artemis que su última conversación con Holly sería por necesidad salpica-
da de desorientación y la mentira.
Artemis Fowl, el hombre que una vez había mentido como una cuestión de rutina,
se sorprendió al encontrar que en este caso, la mentira por el bien no lo hizo sentir
mejor sobre ella.
"Aquí vamos", gritó por encima del aullido de holly causada por la cizalladura del
viento. "suspensión de arranque."
ni una milésima de segundo antes de tiempo. El suelo parecía correr a su encu en-
tro, llenando su visión, bloqueando el cielo. Luego, con un tremendo estruendo, que
cayeron, siendo bañado por las piedras movidas. Flores de tallo largo cayeron en
ramos funerarios a través del parabrisas, y la hélice se doblaron con un grito e n-
sordecedor. Artemis sintió que una mordedura del cinturón de seguridad en los dos
162
hombros, detener su inclinación hacia la izquierda, que fue mejor así, porque su
cabeza habría caído naturalmente y exactamente donde una cuchilla prop había
thunked en el resto del asiento.
Mantillo literalmente arrastrándose por las escaleras señoriales, desesp erado por
comida para reemplazar su grasa desechada.
"¿Puedes creer que las supermodelos lo hacen que cada mes", se quejó.
Se quedaron Artemis y Holly ya que tenían que cargar a mayordomo con la longi-
tud de sus pasos, y cojeaban y lo arrastraban por el estado de inconsciencia del
guardaespaldas era tan fácil como cargar un saco de yunques.
Artemis dejó caer el brazo de mayordomo . "Eso fue rápido," dijo. "El ego de Opal
,no perdió el tiempo."
Por supuesto holly quizo leer la nota, y sus mejillas brillaba más brillante con cada
palabra.
"Opal solicita al placer de nuestra presencia para la gran limpieza. Si nos conver-
163
timos sólo tú y yo, entonces va a dejar que sus hermanos vivan y .También se
compromete a apresar a Potrillo, cuando sea declarada la emperatriz ".
Holly cerró la nota y lo arrojó a la cabeza del petirrojo. "Ve y dile a Opal que no hay
trato."
El pájaro silbó agresivo y agitó las alas de una manera que parecía insultante.
"¿Quieres que me lleve adelante, Berserker?" Dijo Holly a la pequeña ave. "Debido
he salido de un accidente aéreo, pero todavía puedo patear sus plumas de la cola."
El petirrojo se fue, su canto de pájaros por detrás de él fue como una risita burlona
mientras volaba de vuelta a su amante.
"Será mejor que vueles, Tweety" Holly gritó, dejándose ver un arrebato poco profe-
sional, pero la hizo sentir un poco mejor. Una vez que el pájaro había desapareci-
do en la línea de árboles, volvió a su tarea.
"Tenemos que darnos prisa", dijo ella, enganchando su brazo debajo del de ma-
yordomo. "Este es un truco. Opal debe tener más Berserkers en la retaguardia .
Probablemente estamos siendo observados por los gusanos ... en este momento ".
"Por supuesto. Opal está jugando con nuestras emociones para su propia gratific a-
ción. Nada más. Ella desea colocarse a sí misma en una posición de poder, emo-
cionalmente. "
Los pasos fueron recubiertos con cristales de hielo estacionales, que brillaban co-
mo película helada de la luna. Finalmente Artemis y Holly lograron rodar a mayor-
domo al umbral en una alfombra, que arrastraron por debajo de las escaleras, por
lo que el guardaespaldas fuera lo más cómodo posible con algunos de los cojines
que Angeline Fowl le gustaba esparcir casualmente en cada silla.
Holly mi espalda hace clic mientras se enderezaba. "Está bien. La Muerte engaña-
da una vez más. ¿Qué sigue, cerebrito? "
las Palabras de Holly eran simplistas, pero sus ojos eran más anchos de lo habi-
tual, con la desesperación en los blancos. Estaban tan cerca del desastre inimagi-
164
nable que parecía aún Artemis, con su habilidad de sacar conejos milagrosas de
última hora de la chistera, no podría salvar a la humanidad.
"Tengo que pensar", dijo Artemis simplemente, rápido de la carrera por las escal e-
ras. "Si tienes algo que comer y tal vez tomar una siesta. Esto se llevará noventa
minutos por lo menos. "
holly trepó tras él, luchando por los escalones de tamaño humano.
"¡Espera! Sólo tiene que esperar ", gritó, superando a Artemis y mirándolo a los
ojos de un paso hacia arriba. "Te conozco, Artemis. Te gusta jugar tu tarjeta de ge-
nio cerca de tu pecho hasta la gran revelación. Y eso ha funcionado para nosotros
hasta ahora. Pero esta vez tienes que dejarme entrar puedo ayudar. Así que, dime
la verdad, ¿tiene un plan? "
Artemis miró a su amiga y le mintió en la cara. "No," dijo. "No hay un plan."
165
Capitulo 17
ultima luz
Cuando Potrillo finalmente regresó a su despacho, miró hacia abajo en las calles
del asilo desde el cuarto piso del edificio Plaza de Policía, y se le ocurrió que su
amada ciudad le recordaba a aquella estación de metro de Orlando. Totalmente
destrozado, casi irreconocible.
Potrillo apretó la frente contra el frío cristal y observo como los servicios de emer-
gencia trabajan con su magia.
166
Paramédico brujos tratado a los heridos en explosiones rápidas de la magia de sus
guantes con aislamiento. Firegnomes cortando vigas con buzz-láser, despejando
los caminos para las ambulancias, y los ingenieros estructurales rappel con unos
ganchos de rock, tapando las fisuras con flexi-espuma.
Es curioso, pensó Potrillo. Siempre he pensado que los seres humanos nos de s-
truirían.
El centauro puso sus dedos en el cristal. No. Nos nos destruimos. Nos Vamos a re-
construir.
Toda nueva tecnología había explotado, pero había un montón de cosas anticuadas
que no habían sido recicladas debido a los recortes presupuestarios. La mayoría de
los vehículos del cuerpo de bomberos estaban en funcionamiento, y ninguno de los
generadores de emergencia se habían reinstalado en los últimos cinco años. El
Comandante Kelp estaba
supervisando una operación de limpieza en una escala nunca antes vista en el re-
fugio de Atlantis había sido golpeado tan mal, si no peor.
Por lo menos la cúpula fue apuntalada. Si eso hubiera hecho implosión, el número
de muertos habría sido enorme. No es humano enorme, pero bastante grande de
todos modos.
Una gran cantidad de familias que perdieron a alguien hoy. ¿Cuántas son las hadas
enferma de preocupación en este momento?
Potrillo no tenía forma de saberlo. Todas sus comunicaciones a larga distancia es-
taban fuera, ya que la mayor parte se superpone en los satélites humanos que ha b-
ían sido ya reducidos a basura espacial.
Potrillo trató de consolarse con la idea de que Artemis y Mayordomo estaban con
sus amigos.
Y luego pensó, impedirá? Estoy usando palabras como frustrar ahora a Opal le en-
167
cantaría eso. La hace sonar como un supervillano.
"Mak dak jiball, tío. Tenemos algo en sus pantallas de laboratorio ".
El sobrino de Potrillo tenía dificultad para hablar Unicornio, pero el chico tenía cier-
ta dificultad llegando a cualquier punto.
"Son grandes pantallas, Mayne. Por lo general, hay algo en ellas ".
Mayne raspó su pezuna delantera "Ya lo sé, pero esto es algo interesante."
"¿En serio. Un montón de cosas interesantes han sucediendo hoy, Mayne. Puedes
Specificate? "
Mayne frunció el ceño. "Specificate, es el medios para identificar las especies de
una criatura. Es eso lo que significa eso? "
" ¿De qué especie? " Potrillo raspó una pezuña, raspando los azulejos.
"Dime qué es tan interesante en la pantalla. Estamos todos ocupados hoy, Mayne . "
Mayne retrocedió unos pasos, luego se recompuso y se preguntó por qué la gente
siempre reaccionaban asi hacia él de esta manera.
"Claro que me acuerdo. Están todos muertos. Me los envío, yo los mando y Artemis
los encuentra. Es un juego que jugamos ".
Mayne señaló con el pulgar por encima del hombro, hacia la pantalla, donde el
cuadrado blanco que solía sestar sin señal.
"Bueno, uno de esos tontos acaba de volver a la vida. Eso es lo que he estado tra-
tando de decirte ".
Potrillo le dio una patada a Mayne, pero el joven ya había sacado a calcular el ran-
go y se movio.
168
Mansión Fowl
Una vez que estubo satisfecho y que estaban bloqueados, Artemis abrió un cajón
codificado en su escritorio y sacó una pequeña caja de plomo. Golpeó la tapa con
un clavo y se conformó con escuchar en el interior que algo se deslizánba .
Inclinándose cerca, Artemis comenzó a hablar en voz baja para que no pudiera p o-
siblemente ser escuchado por el enemigo , a pesar de sus propios sensores le ase-
guraron que el suyo era el único cuerpo caliente de masa significativa dentro de
unos seis metros.
169
en la segunda cerradura. Si tiene éxito, una ola de magia que esta tierra codificada
tiene concentrada será lanzada para destruir a la humanidad por completo. Esto,
en mi opinión, es una mala cosa. Para detener este desastre ocurre que necesito
que me envíe un par de cosas en uno de los huevos de minería con aviones no tri-
pulados. No hay tiempo para los permisos y comisiones, Potrillo. Estos artículos
deben estar en la mansión Fowl en
menos de dos horas, o será demasiado tarde. Debes Conseguir lo que necesito,
Potrillo. "
Artemis se inclinó aún más cerca de la cámara de esta pequeña y susurró con ur-
gencia.
Esto era catastrófico, aunque había muchas hadas en asilo que bailaban en las ca-
lles para celebrar la erradicación total de la humanidad, pero no era racional.
Dos artículos.
Hay cuestiones jurídicas y cuestiones morales. Sin siquiera mencionar lo del Con-
sejo, que seguramente les gustaría formar un grupo de trabajo y un subcomité.
170
do. Por lo tanto, el límite de tiempo de Artemis no debería ser un problema.
¿Confío en Artemis?
Potrillo oyó respirar a alguien detrás de él y se dio cuenta de que Mayne estaba en
la habitación.
Mayne resopló. "En esta lista? ¿Crees que las hadas alfa van a pasar el rato idiota
en la central cuando hay una gran crisis de tiempo aquí abajo? Nadie ha estado
aquí, y nadie ha visto este video. Excepto yo ".
Potrillo se paseó por la longitud de su oficina. "Está bien. Mayne, mi joven amigo,
¿esto es cómo como un trabajo de tiempo completo? "
Mayne hizo una copia del video de Artemis en caso de que se estaba implicado en
algún tipo de traición.
171
Capitulo 18
Almas supervivientes
Después de tantas aventuras, Artemis sintió que debería haber sabido que las co-
sas no saldrían exactamente como estaba previsto, pero aún así se sintió sorpren-
dido por la firmeza de este paso el cual se veía obligado a tomar, y también que
estaba dispuesto a considerar siquiera tomarlo.
El niño que secuestró a Holly Canija hace todos esos años nunca habría acariciado
172
la idea de sacrificarse a sí mismopor nadie .
Pero ya no era ese chico. Sus padres fueron reintegrados a él, y él tenía hermanos.
Y, queridos amigos.
Todo ese tiempo se paso acumulando riqueza, pensó Artemis. Qué desperdicio.
Entonces: vaya ahora. Simplemente se estaba siendo sensiblera. Pero si te en-
canta el oro tanto como a mantillo Mandíbulas ama el pollo. Y, dada la oportuni-
dad, probablemente volveria a hacer lo mismo otra vez.
Era cierto. Artemis no creía en las conversiones en el lecho de muerte. Eran dema-
siado oportunista. Un hombre debe ser lo que es y tomar las decisiones necesarias
a la cara.
Si hay un San Pedro, no voy a discutir con él en las puertas del cielo, le prometió a
su subconsciente, aunque Artemis sabía que, si su teoría era correcta, que podría
quedar atrapado en este plano como un espíritu, así como los Berserkers habían
quedado en ese circulo magico .
Esta idea dio Artemis comodidad y le hizo sonreír. Se dio cuenta de que no tenia
nada de miedo, era como si lo que estaba a punto de intentar fuera una simulación
en un juego de rol en lugar de un verdadero curso de acción.
Y entonces el temor cayó sobre él como una tonelada de peso, fijándolo a la silla
de la oficina. Sintió que un bloque de plomo se le solidifico en el estómago, y de
repente sus piernas parecía estar superficialmente como injertadas dentro y fuera
de su control.
Artemis respiró hondo varias veces sólo para tratar de no vomitar, y poco a poco la
173
calma regresó.
Yo siempre había pensado que no habría tiempo para las despedidas. Un momento
para las palabras significativas con las personas que amo.
No había tiempo. No hay tiempo para nada más que la acción. El miedo había pa-
sado, y Artemis seguía puesto en su camino.
Artemis empujó su silla oxblood nuevamente sobre sus ruedas, se golpeó las rodi-
llas una vez, y se levantó para enfrentarse a su terrible experiencia.
Artemis suspiró. "Holly, lo siento se suponía que Mantillo no debería de saber de-
bería ocultarlo ".
" Por si no recuerdas mantillo es mi amigo también, y yo le dije que trataría de ave-
riguar algo. El Estaba cavando a sí mismo un túnel de escape en el último minuto
cuando el huevo apareció en el piloto automático. Mantillo resume que es el algo
que estás tratando de tirar ".
"Parece radical, lo sé," dijo Artemis. "Pero es la única manera. Tengo que hacer e s-
to ".
"Tienes que hacerlo!", Dijo Holly, indignado. "Artemis Fowl tiene opciones para to-
dos los gustos, como siempre."
"Tal vez, pero esta vez estoy justificado por las circunstancias."
holly realmente sacó su arma. "No Olvídalo, Artemis. No es algo que pueda suce-
der ".
174
"Tiene que suceder. Quizá con el tiempo, los recursos, podría desarrollar una estra-
tegia alternativa.... "
Artemis suspiró. Le dolía dejar mayordomo inconsciente, ignorante del plan, sobre
todo porque sabía que su fiel guardaespaldas sería para el esto siempre conside-
rarse a sí mismo un fracaso.
holly interrumpió con un gesto de la pistola. "tu No puedes dar órdenes tu eres un
simple civil, aquí Yo soy el oficial a cargo. Y estoy categóricamente dispuesta a ve-
tar esta táctica ".
"Holly, tenemos treinta minutos antes de la salida del sol, entonces voy a morir de
todos modos. Mayordomo muere, Julieta.y Mi familia. Casi todos los que amo
habran ido . Todo lo que estamos haciendo es asegurarse de que Opal no gana.
No se limita a nadie ".
holly estaba junto a él en ese momento , y le dio un tque ligero en el hombro. Ar-
temis se dio cuenta de repente que los elfos tenían un olor una firma propia .
"Sé que no te gusta, Holly, mi amiga , pero es un buen plan." Los Dedos de Holly
viajaban hacia el cuello de Artemis, y sentía un ligero cosquilleo.
"No me gusta, Arty," dijo ella. "Pero es un buen plan."
Las almohadilla tranquilizante solo le tomaron unos segundos para trabajar, y lue-
go Artemis se vio desplomarse sobre la alfombra afgana, la nariz separaba las fi-
bras de un adorno del árbol de la vida. El medicamento insensibilizara tu mente, y
él no podía entender exactamente lo que estaba pasando.
175
"No me odies para siempre, Arty," susurró Holly. "No podía soportarlo."
Le tomó la mano y se la apretó con fuerza. "Aquí Yo soy el soldado, Artemis, y este
es definitivamente un trabajo para un soldado."
"tienes un buen punto, Holly," dijo Artemis, con claridad. "Pero este es mi plan y,
con todo el debido respeto, yo soy el único en el que se puede confiar para ejecu-
tarlo. "
Holly estaba confundida. Hace apenas un momento, Artemis había estado al borde
de la inconsciencia, y ahora estaba dando una conferencia a ella en su camino
arrogante habitual.
¿Cómo?
Holly retiró su mano y vio una pequeña ampolla de adhesivo en su palma. Me has
drogado! se dio cuenta. Eso el Fangosillo astuto me drogó.
Artemis se levantó y llevó a Holly al sofá de cuero, al cual le puso abajo los coji-
nes.
"Pensé que podría ser delatado por Potrillo, así que tomé una inyección de adre-
nalina para contrarrestar el sedante."
Holly luchó contra la niebla nublando su mente.
"¿Cómo pudiste ...? ¿Cómo? "
Las lágrimas llenaron los ojos de Holly, derramándose por sus mejillas mientras la
verdad se oia hacia a ella desde lejos de distancia, al otro lado de un abismo bru-
moso.
"Por favor, Arty," murmuró. "Déjame ...", pero no dijo nada yaque sus labios se
habían convertido engoma floja.
Artemis casi se rompió, ella podía verlo en sus ojos desiguales, un ser humano, un
cuento de hadas, pero luego se apartó de la cama y respiró profundamente.
"No Tengo que ser yo, Holly. Si se abre la segunda cerradura, entonces voy a m o-
rir, pero si mi plan tiene éxito, entonces todas las almas de las hadas dentro de la
176
corona mágica se sentirán atraídos por el más allá. Almas de hadas solamente y
Mi alma es un la de un ser humano, Holly, ¿no lo ves? No tengo intención de morir,
y hay posibilidad de que yo pueda sobrevivir. Una pequeña posibilidad, de acue r-
do. Pero la oportunidad no obstante. "Artemis se frotó los ojos con los nudillos.
"Como plan, está lejos de ser perfecto, pero no hay otra alternativa."
Artemis dejo a Holly comoda en los cojines. "Quiero que sepas, mi querida amiga,
que sin ti yo no sería la persona que soy hoy en día.
" Él se inclinó y le susurró: "Yo era un niño roto, y tu me arreglaste . Gracias ".
Holly estaba consciente de que estaba llorando porque su visión era borrosa, pero
no podía sentir las lágrimas en su rostro.
"Opal ella me espera", oyó decir a Artemis. "Y eso es exactamente lo que será‖
¡Es una trampa! Holly quería gritar. Tu está caminando hacia una trampa.
Pero incluso si Artemis podía oír sus pensamientos, Holly sabía que no había m a-
nera de volverse de su camino. Justo cuando pensó que Artemis había salido de la
habitación, reapareció en su campo de visión, una mirada pensativa en su cara.
"Sé que todavía me puede oír, Holly," dijo. "Así que te pido un último favor. Si Opal
me burla y no logró salir de ese cráter, quiero que le digas a Potrillo que encienda
la crisálida. "Se inclinó y besó la frente de Holly. "Y dale eso de mí."
Opal sabía que las filas de sus guerreros se habían agotado, pero no importaba:
había llegado el nivel final del segundo cierre de la puerta de Berserker. Satisfac-
ción se drenaba a través de su sistema en un zumbido de chispas que saltaban de
la punta de sus orejas.
"Necesito paz", gritó a todo lo Berserker que estaba cuidando su flanco. "Si alguien
se acerca, los matan "Ella se apresuró a modificar esta orden a:". Excepto el
humano Fowl, y su mascota de la PES la capitán. ¿Me entienden? "
Oro, que estaba en el cuerpo de Beckett, lo entiendia bastante bien, pero deseó
que las ataduras que tenia con la duendecilla le dieran un margen de maniobra
para sugerirle a su líder olvidar su venganza personal. Sin embargo, las reglas de
Bruin Fadda eran explícitas: la obediencia total a la hada que abre la puerta.
Debemos darles caza, que quería decir. Si podemos capturar estos últimos seres
humanos, entonces no hay necesidad de abrir la segunda cerradura.
177
Opal se volvió y gritó la cara, votando saliva. "Yo que dije, ¿me entiendes?"
"Lo hago", dijo Oro. "Matar a cualquier persona, excepto a Fowl y la hembra."
Opal se tocó su linda nariz como un botón botón. "Sí, exactamente. Mamá se arre-
piente de levantar la voz. Mamá les hizo hincapié en no creer. Ustedes no cree
cuantas células del cerebro de mamá está gastando en esto ".
Diga mamá una vez más, pensó Oro y sus ataduras u obligaciones no ...
Lo único que Oro podría hacer contra la reprimenda de la atadora fue fruncir el ce-
ño ligeramente y soportae los calambres en el estómago, pero el ceño fruncido no
tuvo ningún efecto, Ya que Opal ya había vuelto a su tarea, y una corona de la ma-
gia negra brillaba sobre sus hombros.
El paso del final del bloqueo encantado de Bruin Fadda era el propio brujo. Bruin
había enterrado su propia alma en la roca, de la misma manera espiritual como los
Berserkers habían sido preservados en el suelo.
Como Opal pasó los dedos por la superficie de la roca, el rostro del dru ida apareció
en la piedra, alrededor del grabado pero reconocible como un enano.
Oh, por favor, piensa Opal. ¿Quién me llama desde el borde de la eternidad? ¿Es
este el tipo de estiércol duende que me voy a tener que soportar sólo para acabar
con la humanidad?
"Soy yo, Opal Koboi," dijo ella, tocando. "Desde la casa de Koboi. Gran Reina de
las familias de hadas ".
"Saludos, Opal Koboi", dijo Bruin. "Es bueno ver la cara de otro duende . Por lo tan-
to, aún no se han extinguido ".
"Todavía no, poderoso brujo, pero incluso en estos momentos, los seres humanos
se acercan a las puertas de refugio amenazado. Debemos abrir la segunda cerra-
dura ".
se noto en la planta de roca como Bruin frunció el ceño. "El segundo bloqueo? Esto
es de hecho una solicitud trascendental. Podrías tener que llevar la culpa de esta
acción? "
178
Opal utilizo la cara penitente que había desarrollado para actuar para sus audien-
cias de libertad condicional. "Puedo soportarlo, por el pueblo."
"En verdad eres valiente, reina Opal. Los duendes han sido siempre noble, a pe-
sar de su estatura ".
El ceño del brujo se profundizó. "Tengo que consultar algo . están mis Berserkers
a tu lado? "
Este era pregunta imprevista. "Sí. Capitán Oro está como mi mano derecha . Él
está en total acuerdo con todo.
Este personaje Bruin estaba realmente presionando los botones de ira de Opal .
Hace un segundo todo era reina Opal, y ahora quería consultar la ayuda?
"Me gustaría hablar con él!" Tronó Bruin, y los surcos marcados de su rostro res-
plandecíeron con un poder que sacudió a Opal hasta la médula.
"Un alma que ansía ser liberado, Bruin. La luz nos llama a todos nosotros. Algunos
de mis guerreros han perdido su ingenio, o ya están cerca de ella. Nunca estuvimos
destinados a estar tanto tiempo en la tierra ".
"Si lo se pero el tiempo de la liberación está cerca, mi amigo. Nuestro trabajo está
casi hecho. Así que, dime, son las personas todavía una amenaza para las criatu-
179
ras? "
Los hombros de Oro se desplomaron, y parecía como si cada uno de sus años se
escribió en El rostro de Beckett.
"Los seres humanos tienen armas ahora", dijo Oro, y fue extraño ver las palabras
que vienen de una boca llena de dientes de leche. "Parece milagroso para mí ver
en la memoria de este joven y he visto que, a nosotros nos pueden dar cazar
fácilmente, se matan entre ellos por millones y . Destruyen la tierra y han aniquilado
a varias tipos de especies ".
Oro se frotó los ojos. "Esto no lo puedo responder por ti. Es cierto que la reina Opal
ha saboteado sus esfuerzos, pero ya que hay una gran masa en contra de noso-
tros. La puerta ha sido embestido ya dos veces, con dos de los nuestros ecomo los
atacantes. Un elfo y un enano, ambos adversarios astutos ".
La cara de piedra suspiró, y la luz blanca brotó de su boca. "Siempre han habido
traidores."
"No podemos aguantar mucho más tiempo", admitió Oro. "Algunos de mis guerreros
ya han sido llamados al lado de Danu. El mundo es un caos y, si los humanos ata-
can a la mañana la puerta, no habrá nadie para defenderla. Con sus nuevas ar-
mas, tal vez van a encontrar una manera de desmantelar el segundo bloqueo ".
Opal quedo en silencio encantada, y si ella podría haber aplaudido sus pequeñas
manos sin parecer una reina lo habría hecho. Oro pudo convencer a este idiota
mejor de lo que jamás podría haberlo hecho ella.
"nuestra gente se marchitan y mueren sin la luz del sol", añadió con una cara de
seriedad.
180
"Pronto vamos a desaparecer por completo. El sufrimiento es nuestro ritual diario.
Debemos ascender.
"Oro sólo podía estar de acuerdo con esto. "Sí. Hay que ascender ".
Bruin reflexionó durante un largo rato y sus rasgos pétreos desgastado como él
pensaba.
"Muy bien", dijo, por fin. "Voy a abrir la cerradura, tuya es la elección f inal, la reina
Opal. Cuando el final está a la vista, entonces tu debe elegir. Tu alma soportara
las consecuencias, como la mía ya lo hace ahora ".
Sí, sí, sí, pensó Opal, apenas ocultando su impaciencia estaba encantada.
Ahora que el clímax llegó en realidad, Opal se detuvo un momento emocionante pa-
ra saborearlo.
"Esta vez es imposible para mí perder", le dijo a Oro. "Mamá va a pulsar el botón
grande".
Oro hubiera presionado el botón de sí mismo sólo para Opal dejara de referirse a
sí misma como Mami, pero por desgracia, sólo el hada que abrió la puerta podría
activar el segundo cierre.
Opal movió los dedos. "Aquí vamos. Mamá está lista ".
181
"El ser humano se rinde a sí mismo. Y lleva el duende ".
Hasta ese instante, Opal no se había dado cuenta de que este momento no era del
todo perfecto. Pero ahora lo seria .
Artemis Fowl arrastró una figura encapuchada por el suelo, sus tacones excavaban
surcos en la tierra. Cuando llegaron al cráter que había sido construido por la llega-
da de Opal, uno de los piratas le dio a Artemis un codazo y este se fue rodando
por la pendiente, sintió una abofetear a la cara de tierra con cada revolución. La
segunda figura se deslizó a su lado, y parecía casi coordinado cuando rodó hasta el
pie de la Puerta de los Berserker. Hicieron un desaliñado, par batido.
La segunda figura cayó boca arriba. Era Holly canija. Era evidente que la elfa no
había venido de muy buen grado.
"Oh, si," dijo Opal, riendo detrás de su puño. "Pobrecitos. Qué patéticos. "Opal se
sintió orgullosa de sí misma ya que todavía tenía alguna simpatía en ella para los
demás. Realmente me siento mal por estas personas, se dio cuenta. Esto es Bue-
no para mí.
Entonces Opal lo recordó como Artemis Fowl y Holly canija habían sido responsa-
bles de sus años en máximo confinamiento de seguridad, y lo que se había visto
obligada a hacer para asegurarse su propia liberación, y la sensación para ellos
se evaporó como rocío de la mañana.
"Ayuda a levantarlos," Oro ordenó a Juliet, que estaba en cuclillas a un lado, co-
miendo un conejo sangriento.
"¡No!", Dijo Opal estridente. "Busca en el Fangosillo si lleva algun armas y enton-
ces que se arrasten a mis pies. Deje que el niño ruege por la humanidad. Quiero
que éste con sangre en sus rodillas y lágrimas de desesperación en su cara ".
Los espíritus de las hadas sentían que el final ya estaba cerca y pronto sus almas
finalmente serían liberados de sus funciones y se les otorgaría paz. Así que se re-
unieron en la base de la puerta de Berserker en sus cuerpos ajenos, formando el
círculo mágico sellado. Vieron cómo Artemis levantó a Holly dolorosamente por las
escaleras, con la espalda encorvada por el esfuerzo.
Ojalá pudiera ver su rostro, pensó Opal. Y vieras lo que esto e está costando.
el cuerpo de holly estaba flojo y por eso se tropezaba con ella , y una pierna colga-
ba fuera del borde de la torre. Ella parecía pequeña y frágil, y su respiración era en-
trecortada. Opal se permitió imaginar lo que Fowl todo lo que había tenido infligir
para obligadarla a la elfa con el fin de someterla.
182
Yo los hice cambiar sobre sus propias convicciones , pensó. La victoria final. Y lo
hicieron a cambio de nada, los tontos.
Artemis llegó a la meseta y dejo care a holly como saco de carnicero. Se volvió
hacia Opal, con un gran odio escrito en sus facciones normalmente impasibles.
"Y estoy muy contenta de verte, Artemis. Así es muy contenta. Esto hace que todo
sea simplemente perfecto ".
Artemis apoyó los codos en las rodillas, jadeando para recuperar el alie nto, y la
sangre que gotea de la nariz.
"holly dijo que tu nunca mantienes tu palabra, pero tratare de asegurarte que
había una posibilidad por lo menos, y siempre que había una posibilidad no había o
tenía opción. Ella no estuvo de acuerdo, y por lo que se vio obligado a sedar a su
mejor amiga.
"Artemis hizo contacto visual con la duendecilla. "¿Existe la posibilidad, Opal?"
Opal se rió estridentemente. "Una oportunidad? Oh dioses, no. Nunca hubo una
oportunidad. Me gustas, Artemis. Eres muy gracioso.
"Ella movió los dedos y las chispas danzaban.
El color desapareció del rostro de Artemis, y las manos le temblaban por el esfue r-
zo y la ira. "¿No te importa la vida que estas tomando?"
"Yo no quiero matar a todos. Pero uno tiene que irse los seres humanos o las
hadas, para que puedan trasladarse los demás. Me decidí por un grupo porque ya
tengo un buen montón de apoyo bajo el suelo. Hay un sitio Web en secreto, y te
sorprendería de algunos de los nombres registrados ".
Los demás Berserkers miraban hacia arriba desde el cráter, balanceándose ligera-
mente, murmurando oraciones a la diosa Danu. Dos piratas de repente cayeron,
ruidosamente al suelo con un sonajero de huesos.
183
en su rostro, ella era simplemente era incapaz de tomar cualquier otro curso de ac-
ción.
"Absolutamente no", dijo Opal. "Yo quiero que lo vea. Quiero que sienta la horrible
desesperación ".
Artemis se puso de rodillas. "Los seres humanos no somos una amenaza para ti ,
Opal. La mayoría de nosotros ni siquiera sabemos que existen las hadas ".
"Oh, lo hacen ahora pero. Nuestros puertos de trasportes están muy abiertos y sin
sus escudos. Tengo que revelar nuestra existencia a los fangosos, por lo que aho-
ra no hay más remedio que eliminarlos. Es simple lógica ".
Juliet puso un pie sobre la espalda de Artemis, aplastándolo con la tierra. "Es peli-
groso, mi reina. Y si la traidora de la elfa se despierta, ella podría hacerle daño. "
Opal señaló a los guerreros de terracota. "tu frenas a la elfa, y estas estas esta-
tuas en un movimiento para deterner al muchacho. Mamá quiere hacer un poco de
grandilocuencia. Es un cliché, lo sé, pero después de esto probablemente tiene que
ser real y desinteresada en público ".
Juliet levantó a holly por la piel del cuello, fácilmente levantando su cuerpo . Dos
guerreros chinos inmovilizaron entre ellos a Artemis, la celebración de su poder en
sus garras de barro cocido, con sólo sus manos y pies que se podían mover .
"Traelo aquí," ordenó. "Quiero a los dos para que puedan verme limpiar el plane-
ta." Artemis luchó inútilmente, pero la cabeza de Holly colgaba en la manta, que era
un poco molesto para Opal, como hubiera deseado ver a la elfa despierta y aterro-
rizada.
Opal se colocó en el estrado, golpeando con los dedos sobre la piedra como un
concertista de piano. Ella trabajó en la Puerta de Berserker mientras hablaba, s u-
mergiendo las manos en la roca, que se fundia donde tocaba.
"Los seres humanos tenían magia una vez," dijo ella. Tal vez debería decir algo el
inteligente de Artemis en caso de querias contaminar m exelente excelente estado
de ánimo, con algunas de sus observaciones sarcásticas. A pesar de la mirada va c-
ía en la caradel fangosillo , la parte sarcástica había sido golpeado fuera de él.
"Eso es correcto. Los seres humanos ejercían magia casi tan bien como los dem o-
184
nios. Por eso Bruin Fadda puso tantos hexágonos en este bloqueo. Su razona-
miento era que si cualquier ser humano hubiera crecido lo suficientemente poten-
te como para descifrar los encantamientos, entonces Bruin no tuvo más remedio
que dar rienda suelta a la potencia de Danu, por el bien de las criaturas.
"Opal sonrió con cariño a la Puerta de Berserker. "Parece simple ahora, como el j u-
guete de un niño", dijo. "Sólo dos huellas de manos en una mesa de piedra. Sin
embargo, los cálculos que tenía que hacer le dieron un gran ejercicio. Potrillo nunca
lo podría haber logrado, puedo decirte. Eso centauro ridículo no tiene ni idea lo que
se necesitaba para resolver este puzzle: runas encantadas en varias dimensiones,
la física cuántica, matemáticas magia. Dudo que haya cuatro personas en el mun-
do que podría haber traído ese viejo tonto de Bruin a la vida. Y tuve que hacerlo to-
do mentalmente. Sin pantallas o papel. Parte de ello telepáticamente, a través de
mi yo más joven. tu sabe, que yo ni siquiera he perdido mis recuerdos de cuando
ella murió, y yo pensé que lo haría. Extraño, ¿no es así? "
"Así que asi es cómo funciona", dijo Opal brillantemente, como si explicar un pro-
blema de matemáticas a su grupo de jardín de infantes.
"Si elijo la primera huella de la mano, y luego cierro la puerta para siempre y todos
almas de las hadas dentro del círculo se liberan, excepto la mía, por supuesto, co-
mo yo estoy protegida por la magia negra. Pero si elijo la mano roja de miedo, en-
tonces el poder de Danu se desata, pero sólo en los seres humanos. Es una lást i-
ma que no veremos mucho desde aquí, pero al menos puedo verte morir e imaginar
el efecto de la magia en todo el mundo ".
Por supuesto, no pasó nada, aparte de que Opal tuviera aullidos de risa.
Artemis tenía una sola que le quedaba por hacer y era desafíar a opal .
185
"Yo podía cerrarla," gruñó. "Teniendo unos minutos."
Opal se quedó perpleja. "Podrías ... podrías cerrarla? ¿No estabas escuchando?
¿No te dije era lo suficientemente simple? Nadie puede cerrar más que yo. "
Artemis parecía impresionado. "Yo podría hacerlo en Una hora más, a diez minutos
incluso. Holly es un hada, ella tiene magia. Podría haber usado la mano y el cere-
bro. Sé que puedo . ¿Qué tan difícil podría ser si tu te las arreglaste ? Ni siquiera
eres tan inteligente como Potrillo ".
"Potrillo" gritó Opal. "Potrillo es un bufón. Jugando con sus aparatos cuando hay
dimensiones enteras que dejas sin explorar ".
Opal se puso furiosa. Rodeó a los guerreros chinos y Juliet se quedó sosteniendo
a Holly, que tenía la cabeza colgando.
"ella es la capitana Holly Canija policía de los elementos de del subseuelo," dijo
Artemis. "Muestra un poco de respeto. Ella te ha golpeó antes. "
"Este no es el antes", dijo Opal con énfasis. "Esto es el ahora. El fin de los días de
la humanidad.
"Ella tomó la mano de Holly y la puso vagamente en el área de la huella de la ma-
no en la puerta de Berserker.
"Oh, mira eso. La puerta no se cierra. Holly Canija no tiene ningún poder aquí. "
Opal se rió cruelmente. "Oh, pobre, Holly. Imagínate , si únicamente la mano pu-
diera activaría la puerta, entonces su sufrimiento podría terminar en este momento
".
"Podemos hacerlo", murmuró Artemis, pero sus ojos estaban cerrando, y parecía
como si hubiera perdido la fe en sí mismo. Su mano libre tocó un ritmo distraído en
la piedra. La mente del ser humano por fin se había roto.
"Ridículo", dijo Opal, calmándose. "Y aquí estoy, obteniendo nervios por su recla-
maciones. Me VEZ, Artemis, yo voy a ser feliz cuando estás muerto. "
Dos cosas sucedieron mientras Opal estaba despotricando contra Holly. Lo prime-
ro fue que Opal tuvo una serie de pensamientos:
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La mano de Holly parece muy pequeña.
Opal se dio cuenta de que no había examinado de cerca de la elfa desde que hab-
ía aparecido en el borde del cráter. Ya que ella había estado acostada o Artemis
la había protegido su cuerpo con el suyo.
La segunda cosa que sucedia es que la pequeña mano en cuestión, que todavía
descansaba en la puerta de Berserker, comenzó a moverse espasmódicamente
hacia la huella de la mano, sintiendo su camino con la punta de los dedos.
Opal le retiró la capucha a holly para tener una mejor visión y vio que la cara le
crujió un poco en una inspección cercana.
Una máscara. Máscara de proyección de un niño. Al igual que la fue utilizada por
Pip ...
Ella metió la mano bajo la barbilla de Holly y arrancó la máscara, y por supuesto
que no era Holly la que estaba Debajo, Opal vio su propio rostro clonado bajo la
máscara, y se sintió instantáneamente traumatizada, como si la sorpresa le diera
un golpe enorme.
"Soy yo!" Suspiró ella, y luego se rió histéricamente. "Y sólo yo puedo cerrar la
puerta."
Dos segundos de inactividad aturdido seguidos de Opal, que permitieron que los
dedos de nopal se organizaran ellos mismos a la perfección en la huella de la ma-
no. La impresión se puso en verde e irradiaba una luz cálida. El olor del verano
emanaba de la piedra, y había pájaros.
Artemis sonrió, mostrando sus dientes con sangre con una gran sonrisa. "Me ima-
gino que estás muy irritada ahora ".
Opal envió un pulso mágico vicioso directamente en el torso del clon, doblegandola
de las manos de Julieta y la cual la mandara a rodando lejos de la puerta, pero lo
único que logro con su brutalidad era dejar que la luz que estaba creando una
inundación etérea mucho mas rápida. Los rayos esmeralda en espiral hacia arriba
en un apretada bobina, y luego se desplegaron para formar un hemisferio en el
círculo mágico. Los Berserkers suspiraron y se bañaban sus rostros vueltos hacia
arriba en el prado resplandor verdoso.
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"Por fin ha terminado, Opal", dijo Artemis. "tu plan ha fracasado. Ha terminado ".
Había gente en la luz, sonriendo y haciendo señas. Hubo escenas de tiempos pa-
sados. Hadas de la agricultura en este mismo valle.
Opal golpeó a Oro muy duro para distraerlo de la luz. "Asegúrate de que el clon es-
te muerto", le ordenó.
"La magia no se puede tomar de las criatura sin alma. Acaba con ella si sea nece-
sario. Hazlo ahora! "
"¿Qué me importa?"
"Haz lo que digo, esclavo. Puede ser su último acto antes de ascender. Entonces
he terminado ya contigo. "
Oro sacó la daga, que parecía tan grande como una espada en la mano.
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Durante todo este tiempo. Toda esta lucha y nadie gano. Qué tragedia.
Por fin, él pudo haber dicho, sin embargo Artemis no podía estar seguro. A cada la-
do de él, los guerreros de arcilla se desintegraron como los espíritus Berserker
ellos desocuparon el inmueble, y Artemis callo a la tierra, para encontrarse cara a
cara con Nopal.
El clon yacía con los ojos extrañamente brillantes y lo que podría haber sido una
sonrisa en su rostro. Ella parecía centrarse en Artemis por un momento, entonces
la luz murió en sus ojos y ella se había ido. Era un tranquilo al final y a diferencia
de las otras hadas, ninguna alma se separó de su cuerpo.
Nunca estubo destinada a ser, se dio cuenta de Artemis, y entonces sus pensa-
mientos se volvieron a su propia seguridad. Tengo que escapar de la magia lo más
rápido posible.
Las probabilidades estaban a su favor, él lo sabía, pero eso no era garantía. Había
sobrevivido a pesar de todo lo que muchas veces en los últimos años aunque sabia
que en estos últimos años los porcentajes no había servido de nada.
Se le ocurrió a Artemis que, como el eraun ser humano, simplemente deberia ser
capaz de lanzarse a través de las paredes de este continente mágico y so brevivir.
Con toda la genialida en mi cabeza, me voy a salvar por un simple salto de altura.
Se puso de pie y corrió hacia el borde de la puerta de la torre. Era no más de tres
metros. Difícil, pero no imposible, desde una altura.
A través del líquido verde Artemis vio a Holly y mayordomo arriba en la colina, co-
rriendo hacia el cráter.
Y él saltó de su vida. Artemis se alegró de que mayordomo estubiera allí para ser
testigo de su esfuerzo, ya que era casi atlético. Desde esta altura, Artemis sentía
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como si estuviera volando.
holly estaba corriendo por la ladera, mayordomo la dejo atras por una vez. Artemis
pudo ver por la forma de su boca que gritaba su nombre.
Funcionó. Todo será diferente ahora. Un nuevo mundo de los humanos y las hadas
viven juntos. Podría ser un embajador.
"No te acerques!" Artemis gritó, y su voz era un poco fuera de sincronización con
los labios. "El hechizo te va a matar."
Holly no ldisminuyo su paso , y Artemis pudo ver que tenía la intención de intentar
un rescate. Ella no entiende, pensó.
"Mayordomo" llamo Artemis . "sujeta ."
" mayordomo, por favor. Esto no está bien. Se suponía que iba a ser yo ".
holly dejó de luchar. "La magia no debe afectar a un ser humano, Artemis. ¿Por
qué no te ha liberado todavía? "
"Tengo algo de hada uno de tus ojos, ¿recuerdas?" Dijo Artemis, señalando el iris
marrón.
"Yo pensaba que mis genes humanos puedian superar eso, pero esto es magia
sensible. Es el poder inteligente "
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." Voy por el desfibrilador ", dijo mayordomo . "Tal vez habrá alguna chispa des-
pués a la izquierda."
"No," dijo Artemis. "ya Va a ser muy tarde."
los Ojos de Holly eran rendijas ahora, y una palidez se extendió por su piel como
pintura blanca. Se sentía enferma y rota.
"Tú los sabías. ¿Por qué, Artemis? ¿Por qué has hecho esto? "
Artemis no respondió a esta pregunta. Holly lo sabía muy bien a estas a lturas de
desentrañaría sus motivos después. Tenía segundos por jugarse, y había cosas
más urgentes que decir.
Una vez más, Artemis no respondió a la pregunta. De una forma u otra, mayordomo
se enteraría.
Ya no había tiempo para preguntas. La niebla verde fue succionado todo hacia
atrás, hacia la Puerta de Berserker como sifuera tirado por un vacío. Por un mo-
mento, Artemis se quedó de pie, sano y salvo, y mayordomo solto a holly para que
corriera a su lado . Entonces el ojo de hada de Artemis comenzó a brillar verde, y
Mayordomo solo pudo atrapo al niño que cai en sus brazos, era el cuerpo de Arte-
mis Fowl ya sin vida .
holly se dejó caer de rodillas y vio el cuerpo retorcido de Opal Koboi por el blo-
queo. Los restos de la magia negra se había comido la piel en varios lugares, de-
jando al descubierto el brillo de marfil de la calavera.
a holly no le afectó ni un poco en ese momento, aunque los ojos desorbitados del
duendecillo le perseguiría en los sueños de Holly para el resto de su vida.
Capitulo 19
las rosas
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Seis meses después
El mundo era resistente nuevamente y así poco a poco se empezaraon a dar cuen-
ta . Una vez que la huelga del bullicio inicial y la devastación había pasado, hubo
una ola de oportunismo y de como un cierto tipo de personas, es decir, la mayoría,
trató de tomar ventaja de lo que había sucedido.
Las personas que se habían burlado de los nuevo eco-hippies de esta era estaban
siendo aclamados como salvadores de la humanidad por los mismos, ya que la
gente se dio cuenta que de sus métodos tradicionales de caza y la agricultura pod-
ían mantener a las familias alimentadas durante el el invierno. Curanderos, evan-
gelistas y hechiceros sacudieron sus puños alrededor de fogatas y su continuamen-
te progresaron.
tenían que pasar un millón de cosas para que la humanidad cambie la forma en la
vivía en la tierra, pero, posiblemente, los dos eventos más importantes después de
la Gran Techno-Crash eran la constatación de que las cosas podrían ser seguras ,
y que existían las criaturas magicas.
El problema era que toda la maquinaria al autodestruirse, hizo que las hadas / ex-
tranjeros se detuviernan inexplicablemente y desapareciendo en las siguientes
semanas. La humanidad sabía que no estaba sola en el planeta, pero no sabía
dónde encontrar a estas extrañas criaturas. Y teniendo en cuenta que la humanidad
ni siquiera había logrado explorar los océanos del planeta, pasarían varios cientos
de años antes de que desarrollaran la capacidad de sondear por debajo de la cor-
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teza terrestre.
Así que las historias eran exageradas hasta que ya nadie las creeyera, y el vídeo
que sobrevivió no era un medio tan convincente como se mostraban los sábados
por la mañana los niños.
La gente sabía lo que habían visto, y esa gente iba a creer en ello hasta el día de
su muerte, pero pronto los psiquiatras empezaron a asignar los avistamientos de
hadas a la traumática scrapheap o alucinación colectiva que ya estaba amontonada
junto con los dinosaurios, superhéroes y monstruos de Lago Ness.
La propiedad Fowl
Irlanda se convirtió en una verdadera isla una vez más. Las Comunidades se reti-
raron a sí mismos y comenzaron a sembrar su propia comida en ves de consumir
productos congelados con aditivos hechos mecanicamente y también comenzaron
a embarcar a otros continentes. Muchos terratenientes acaudalados donaron volun-
tariamente sus tierras desocupadas a personas descontentas de los productos afi-
liados y con hambre .
Los padres de Artemis habían logrado realizar su camino a casa desde Londres,
donde habían estado en el momento que el mundo se vino abajo, y poco después
de la ceremonia fúnebre de Artemis, la finca Fowl se convirtió en más de quinientas
parcelas separadas donde la gente podía cultivar cualquier fruta y hortalizas, que el
clima de Irlanda les permitiera.
La ceremonia fue sencilla y privada, y sólo los Fowl y la familia mayordomo estuvie-
ron presentes. El cuerpo de Artemis fue enterrado en el alto prado donde había p a-
sado gran parte de su tiempo dándole los retoques a su avión solar. Mayordomo
no asistió, porque él se negó rotundamente a creer en la evidencia presentada
aunque lo había visto con sus propios ojos .
Artemis no se ha ido, afirmó, una y otra vez. Este no es el final del juego.
¿Cuál era la razón por la guardia no mostró ni una pizca de sorpresa cuando la Ca-
pitana holly Canija apareció en la puerta de su casa de campo una mañana en la
madrugada.
"Bueno, ya era hora," dijo él, tomando su chaqueta del perchero. "Artemis dejo ins-
trucciones, y ustedes necesitaron la mitad de un año para aparecer.
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Holly corrió tras él. "las Instrucciones de Artemis no eran precisamente fáciles de
seguir. Y, por lo general, eran totalmente ilegal ".
"¿Cuál crees que parece menos sospechoso", preguntó Mayordomo. "Una nave ex-
traterrestre flotando en el patio de una casa de campo, o una puerta flotante con un
centauro de pie en ella? "
Potrillo paso por la pasarela, remolcando un carro flotante detrás de él. Luego la
puerta de enlace se cerrado y se apagó del espectro visible.
"¿Podemos seguir con esto, por favor?", preguntó. "Todo lo que estamos haciendo
aquí es contra la ley de hadas y posiblemente inmoral. Caballine piensa que estoy
en la ceremonia de mantillo. El Consejo le ha dado una medalla. No me gusta
mentirle a mi esposa. Si me paro a pensar en esto por más de diez segundos, yo
podría cambiar de opinión ".
Holly tomó el control del carro estacionario. "tu no vas a cambiar de opinión.
Hemos llegado demasiado lejos para ir a casa sin ningún resultado. "
" Hey, "dijo Potrillo. "Sólo estaba diciendo."
Los Ojos de Holly eran duros con una determinación que no toleraría ningún argu-
mento. Ella había estado usando esa expresión todos los días durante seis meses,
desde que había regresado a casa desde el incidente de la Puerta Berserker. Lo
primero que había hecho había sido ir en buscar a Potrillo en la plaza policial.
Tengo un mensaje para ti de Artemis, le había dicho, una vez que Potrillo la había
soltado de un asfixiante abrazo.
Potrillo tomó los hombros de Holly y la colocó en una silla de laboratorio. ¿Por qué
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le interesa Artemis? Nuestro amigo está muerto, Holly. Tal vez deberíamos dejar
que se vaya?
Así Potrillo le dijo, y las semillas de la idea de Artemis se hizo evidente, pero más
información se necesitaba.
¿Había algo más? -preguntó el centauro. ¿algo, Artemis dijo o hizo cualquier otra
cosa?
Holly negó con la cabeza tristemente. No. Él se puso un poco sentimental, lo cual
era muy inusual para él, pero comprensible. Me dijo que te bese.
No, dijo Holly, pensándolo bien . Me besó, y le dijo: Dale eso de mí.
"La crisálida es lo que Opal utilizo para cultivar un clon de sí misma. Fue entregada
a Potrillo, por que se suponía que iba a destruirlo ".
"N o Y Artemis sabía que a partir de que piratiaba en los registros la PES eso se
fua al reciclaje ".
"Por lo tanto, Artemis quería que Potrillo hiciera crecer un clon? Incluso un viejo
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soldado como yo sabe que tienes la necesidad de tener ADN para que ... "
"Un genio hasta el final", dijo Mayordomo. Y frunció el ceño. "Pero no son clones
pobres criaturas tontas? Nopal apenas podía mantenerse con vida. "
Mayordomo, casi tropezó con sus propios pies. "¿Estás diciendo que Artemis es un
fantasma?" Se dio la vuelta hacia Holly como para una respuesta directa. "¿Está
diciendo realmente que Artemis es un fantasma?"
Holly dirigió el vaivén del carro por la pendiente."Los Berserkers eran fantasmas de
diez mil años. Así es como el hechizo funcionó. Si duran tanto tiempo, es posible
que Artemisa se mantuviera durante seis meses. "
Potrillo señaló a un lugar cerca de la torre. "Posible es ser optimista. Yo diría que
apenas es concebible sería una mejor apuesta ".
Holly deshizo los broches del contenedor refrigerado en la parte superior del carro
vuelo estacionario. "Sí, así es, apenas concebible esa es la especialidad de Arte-
mis Fowl ".
"Tuve que jugar con el hothousing (vivienda caliente)" dijo Potrillo, desenganche el
clon de sus sistemas de soporte vital.
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"Y yo no tenía acceso a mi propio laboratorio, por lo que tiene seis dedos en el pie
izquierdo ahora, pero es lo adecuadamente cerca para un trabajo de callejón. Nun-
ca pensé que diría eso, pero Opal Koboi hizo una buena tecnología ".
Potrillo se escondió detrás de una vuelta de tuerca de las tuberías de nutrientes pa-
ra ocultar su rostro.
"En realidad, el tiempo se me ha escapado un poco, así que es un poco mayor. Pe-
ro no te preocupes, le di un cambio de imagen total. Piel retráctil, raspar huesos,
inyecciones-I médula incluso he lubricado su cerebro. Créame, su madre no sería
capaz de notar la diferencia. "
Se frotó las manos y cambió de tema. "Ahora, a trabajar. Muéstrame dónde Artemis
murió ".
Había estado a punto de decir torre, pero el aliento quedo atrapado en su garganta
al ver ls increíbles rosas que crecían en las bandas curvas gruesas, que emana
desde el punto exacto en el que Artemis se había derrumbado.
Las rosas Raíces Fowl eran una especie de sensación, que florecieron como lo
hicieron en una espiral perfecta a los pies de la torre redonda, donde se habían
plantado las rosas. Sus pétalos anaranjados pulidos inusuales se hicieron visibles
hacia los otros huertos, y Juliet le habían asignado la tarea de asegurar que ningu-
no de los habitantes del pueblo se llevaran para ellos mismos ni un solo tallo.
Debido a los últimos rumores de gente pequeña, los trabajadores de los jardines les
habían dado el monbre de las a flores rosas de hadas, que era un buen nombre
queisa el mejor para ellas aunque nisiquiera sospechaban en lo cierto que esta-
ban.
Mayordomo llevaba el clon cerrado en sus brazos, y él de repente recordó una no-
che, hace años, cuando se había llevado a otra persona a través de un campo, mi-
rando la hierba alta de estela de Artemis.
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había espinas a perforarla.
holly se arrodilló para abrir la cremallera de la tienda. Sacó las alas separadas, y
en su interior yacía Artemis en su nuevo cuerpo en una bata de hospital, su respi-
ración era entrecortada, enia sudor en la frente.
"Estas rosas", dijo, "son una señal. Hay residuos mágico aquí. Yo apostaría que es-
ta formación es más o menos la misma forma de la runa original de Bruin Fadda. "
" tu está fijando tus esperanzas en un relleno de flores que han brotando en el pra-
do? "
"No, por supuesto que no, Mayordomo. La magia de Bruin Fadda era poderoso, y
alguien con la Voluntad de Artemis podría durar fácilmente unos meses ".
"El clon puede sobrevivir por unos quince minutos desde que se quito el apoyo a la
vida."
Mayordomo sabía que el tiempo para las objeciones había pasado. Él haría lo que
fuera necesario para dar a este plan una oportunidad de tener éxito.
holly en cuclillas a un metro del clon , los dedos envueltos alrededor de los tallos
de rosa, ajena a las espinas que perforan su piel.
"Todo se forma ahora. O bien aparece, o lo hemos perdido para siempre ".
Creo que habremos perdido algo de nosotros mismos, también, pensó mayordomo.
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ces. Aunque le preocupaba, la mirada del mayordomo se quedó mirando la cara
del clon y recordó tiempos pasados que pasa con su encargado.
Nunca hubo nadie como Artemis Fowl, pensó. A pesar de que no hizo mi trabajo
más fácil con todos sus chanchullos. Mayordomo sonrió. Artemis siempre tuvo mi
espalda, a pesar de que apenas podía llegar a él.
Luego el viento cambió, y de repente mayordomo podía oler las rosas. Holly se
tambaleó sobre sus pies.
La brisa recogió unos pétalos de rosa de las flores y los envió a girar hacia el cielo.
Más y más pétalos rompieron libre como el viento parecía una curva a lo largo de la
espiral de naranja, se despetalizaron rápidamente cada flor. Los pétalos de rosa
como mariposas, revoloteando y brillantes, llenando el cielo, bloqueando el sol.
Holly avanzó lentamente, como si aprendendiera a usar sus piernas, luego se dejó
caer sobre sus rodillas, juntando las manos del clon.
Se arrodilló sobre el clon pálido y, con la mano, buscó un latido del corazón. No
había ninguno. Mayordomo inclinó la cabeza del clon de espalda, pellizcó la nariz y
le dio respiración boca a boca que lleno de aire sus pulmones. Se sentía un latido
débil bajo su mano.
Mayordomo cayó hacia atrás. "Holly. Creo ... creo que funcionó ".
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"Artemis", dijo ella con urgencia. "Artemis, vuelve a nosotros."
Dos respiraciones más pasaron, y luego varios más rápidos y bruscas, a continua-
ción, se abrieron los ojos de Artemis. De un azul Tanto sorprendente. Los ojos ini-
cialmente se abrieron con sorpresa, luego revoloteó como las alas de una mariposa
escurridisa
Artemis frunció el ceño, tratando de concentrarse. Estaba claro que sus facultades
no habían vuelto totalmente, y todavía no se acordaba de las personas que se in-
clinan sobre él.
holly le tomó la mano. "Lo que sabemos es que eres Artemis. Y nos conoces. Trata
de recordar ".
Artemis quizo probar, concentrándose hasta que alguna de las nubes se disiparan
.
Holly lloró de puro alivio. "Sí," dijo ella. "Somos tus amigos. Ahora tenemos que
llevarte al interior, antes de que la gente llegue a ver el heredero recientemente fa-
llecido siendo escoltado por las hadas ".
"Oh, vamos, entonces," dijo Potrillo, ofreciendo su amplia espalda. "Sólo por esta
vez."
Mayordomo levantó a Artemis y lo puso sobre el lomo del centauro y le sujetó con
una mano enorme.
"Me tenías preocupado, Arty," dijo. "Y sus padres están devastados. Espere hasta
que lo vean ".
Mientras caminaban por el campo, Holly señaló las áreas de experiencia comparti-
da, con la esperanza de refrescar la memoria del adolescente.
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verano. hacía un calor sofocante para los estándares de cualquiera. Ni que decir
para , Artemis Fowl no hubiera estado dispuesto a soportar tales molestias si algo
muy importante no hubiese estado en juego. Importante para el plan .... "
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