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Historia:
En julio del 1844 el general Pedro Santana se convirtió, a la fuerza, presidente de la Junta Central
Gubernativa. El día 24 de ese mismo mes, la Junta dictó un decreto, muy similar a una ley electoral
actual, en el cual se convoca a las Asambleas Electorales en cada pueblo a fin de elegir los
representantes de la Asamblea Constituyente, a los cuales se les otorgó el título de diputados, que
habría de redactar la nueva Constitución de la República Dominicana. La Constitución Dominicana
contiene 277 Artículos, la última vez que se modificó fue en el 13 de junio del año 2015.
Las principales obligaciones del Congreso constituyente eran de redactar el Pacto Fundamental de
la República Dominicana y elegir el primer Ejecutivo, para que inicie sus labores el 30 de
septiembre.
Cuando fueron elegidos los diputados constituyentes se decidió, por consejo del cónsul francés
Eustache Juchereau de Saint-Denys, para la ciudad de San Cristóbal, La cuna de la Constitución,
el 21 de septiembre de 1844; El consejo del cónsul se originó a fin de dejar a los diputados «toda la
libertad de opinión, de acción y de sustraerlos a la influencia perniciosa del espíritu»
Manuel María Valencia, diputado por Santo Domingo, fue escogido como presidente del congreso
el 26 del mismo mes y los constituyentes comenzaron a sesionar después del recordado y extenso
discurso de Tomás Bobadilla.
Como representante del organismo que dirigía los destinos de la joven nación, tenía dos principales
objetivos: reconocer y otorga a la Asamblea sus facultades propias de un Congreso Nacional
Ordinario, debido a que el discurso de Bobadilla era prácticamente un informe de las principales
actividades del Poder Ejecutivo desde la declaración de independencia; y el otro, recordarle a los
diputados cuales eran las ideas políticas del momento para que pudiesen sacar sus propias
conclusiones.
El fallido proyecto de empréstito:
Mientras el congreso debatía su reglamento interior y parte del proyecto constitucional, se produjo
la primera decisión legislativa; la Junta había sometido a los constituyentes un proyecto de
empréstito para que, actuando como Congreso ordinario lo conocieran y decidieran su aprobación
o rechazo.
Los arreglos de la operación financiera habían sido hechos entre el súbdito inglés Herman Hendrix,
vecino de la ciudad de Londres, y tres representantes nombrados por la Junta; la cantidad
acordada eran 500 000 libras esterlinas, que se pagarían en un plazo de 30 años al 5 % de interés
anual; el Congreso rechazó inmediatamente dicha propuesta debido a que la consideraban
demasiado usuraria y un daño grave y perjudicial a la economía del joven país.2
El proyecto enviado por la Junta fue vetado por unanimidad. Promovido por Santana, este nunca
pensó en la posibilidad de un rechazo y al saber la decisión del congreso su descontento se
manifestó mediante un decreto de la Junta Central Gubernativa, en el cual se le daba facultades de
enjuiciar a los legisladores por el crimen de “traición a la patria”, los términos les fueron
comunicados a los legisladores, advirtiéndoles que el organismo que ejercía el poder ejecutivo,
La actitud de la Junta y la situación de alarma de los constituyentes llevó al diputado por
Azua, Buenaventura Báez, a plantear una moción la cual recogía una cuestión vital, la inmunidad
legislativa; con la aprobación de la Asamblea, dio origen a una declaración de inviolabilidad de los
miembros del Congreso Constituyente.
De allí en adelante los constituyentes pusieron gran cuidado en redactar una Carta que restringiera
las facultades del Poder Ejecutivo.
Después de la muerte de Trujillo en 1961, la constitución fue enmendada para proporcionar nuevas
elecciones y permitir la transferencia de poder a un Consejo de Estado interno. Aunque
promulgada como un nuevo documento, la constitución de 1962 fue en realidad una continuación
de la constitución de Trujillo, y por lo tanto, fue impopular.
En 1962, el gobierno de Juan Bosch elegido libremente, socialdemócrata redactó una constitución
nueva y mucho más liberal. Separaba a la iglesia del Estado, imponía severos límites a las
actividades políticas de las Fuerzas Armadas de la República Dominicana, establecía una amplia
gama de libertades civiles y restringía los derechos de la propiedad relativa a los derechos
individuales. Estas disposiciones asustaban a los elementos más conservadores de la sociedad
dominicana, que se unieron para expulsar a Bosch y su constitución en septiembre de 1963.
Posteriormente, se restauró la constitución más conservadora de 1962. En nombre del
constitucionalismo, Bosch y sus seguidores lanzaron una revolución en 1965, cuyo objetivo fue la
restauración de la constitución liberal de 1963.
En gran parte como resultado de la intervención militar de los Estados Unidos de abril de 1965, la
guerra civil había cesado en 1966. Con Joaquín Balaguer y su partido en control, los dominicanos
escribieron todavía otra constitución. Ésta tenía la intención de evitar los conflictos y la polarización
del pasado combinando características de las tradiciones tanto liberales como conservadoras. La
Constitución de 1966 incorporó una larga lista de derechos básicos, y preveía una legislatura
fortalecida; sin embargo, también le dio amplios poderes al ejecutivo, incluidos los poderes de
emergencia. De esta manera, el país buscó cerrar la brecha entre sus constituciones democráticas
y sus autoritarias, comprometiendo sus diferencias.
Las constituciones posteriores se promulgaron en 1994 y 2002.
Lenguaje de la Constitución:
El lenguaje de la Constitución ha sido fuertemente criticado por el abogado y lingüista dominicano
Fabio J. Guzmán en su obra El lenguaje de la Constitución dominicana en la que indica que el
ochenta y ocho por ciento de los artículos de la Constitución (245 de 277) contienen incorrecciones
ortográficas o gramaticales.