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Así pues, desde hace más de 150 años, vivos y muertos de múltiples generaciones y de
todos los extractos sociales de Guanajuato han transitado por el gran cancel de hierro
fundido (que alude a la transparencia entre la vida y la muerte) en la entrada del Panteón
Municipal de Santa Paula, para entregarle, cual ofrenda, cuerpos áridos traídos por sus
deudos. Los jarrones de piedra en la fachada han alumbrado estas procesiones,
y alumbrarán eternamente la espiritualidad y misticismo del inseparable matrimonio
entre la vida y la muerte, para el despertar de los vivos y la honra de los muertos.
La palabra momia desciende del persa mum (cera), mummia (algo impregnado de cera), y
luego del árabe mumiya (sustancia usada para embalsamar). Momia se denomina a los
cadáveres de seres humanos, o de animales, que por circunstancias naturales o mediante
embalsamamiento se han mantenido en aceptable estado de conservación mucho tiempo
después de la muerte. Existen regiones y lugares que por sus características de sequedad
extrema, frialdad, alcalinidad, aislamiento de la intemperie o de los microorganismos,
causan que un cadáver se momifique en lugar de que se degrade por completo, como
sucede normalmente en casi cualquier parte de la biósfera terrestre.
Sin embargo, la noción de momia más reconocida por el público, es la de un cadáver
embalsamado o preparado con la intención específica de conservarlo el mayor tiempo
posible, usualmente por razones religiosas. No es una coincidencia que sea así, pues los
cadáveres muy rara vez se mantienen incorruptos por sí solos, debido a que las condiciones
para su conservación natural son fortuitas y escasas. Las momias de Guanajuato son
naturales, ya que no pasaron por un proceso de conservación o embalsamiento y su estado
de momificación se explica por la inexistencia de intercambio de oxígeno y humedad con el
exterior de las gavetas.
LA ALHONDIGA DE GRANADITAS
Dentro de la historia de México podemos encontrar una gran variedad de
eventos que han dejado una huella indeleble para todos los mexicanos, ejemplo
de esto es la lucha por la Independencia a principios del siglo XIX y la famosa
leyenda de “El Pípila” en la Alhóndiga de Granaditas, acontecimiento del cual se
desprende la historia de éste edificio.
Se trata del minero Juan José de los Reyes Martínez Amaro, mejor conocido
como “El Pípila”, quien en la noche del 28 de septiembre de 1810 incendió la
puerta principal de la Alhóndiga protegiéndose con una losa en la espalda, de
esta forma se pudo concretar la toma de Guanajuato y dar rienda suelta a la
lucha independentista.
Debido a su importancia histórica, desde 1958 es el Museo Regional de
Guanajuato “Alhóndiga de Granaditas” donde se encuentra un acervo de más
de 9,200 objetos con valor histórico, artístico y cultural, además de una serie
de murales alusivos a la Independencia, realizados en 1955 y 1966 por el
artista guanajuatense José Chávez Morado.
Aunque pocos lo saben, Guanajuato está lleno de caminos, túneles, callejones y pasadizos secretos.
Y es que en esta urbe cada esquina tiene una leyenda y una multitud de arterias empedradas plagadas
de bifurcaciones y misteriosos recovecos que se hicieron en otro momento de la historia. Estos
caminos inadvertidos (que casi siempre están debajo de nuestros pies) hacen que la ciudad sea
perfecta para perderse y entender una parte esencial de lo que es México.
No cabe duda que Guanajuato se hizo para caminar; para recorrer sus estrechas calles, para entrar a
sus callejones y conocer sus monumentos y edificios emblemáticos. También se hizo para que las
personas puedan perderse en su enorme laberinto colonial. Un conjunto de caminos sinuosos que
existen gracias a la red de túneles que yacen en su interior.
Túneles de Guanajuato
Hace algunos siglos el cauce del Río Guanajuato pasaba por debajo de la ciudad, lo que propiciaba
que durante épocas de lluvias las vías sufrieran constantes inundaciones. Para evitar esto surgieron los
primeros canales de agua; un conjunto de adecuaciones arquitectónicas que con el paso del tiempo se
transformarían en ocho kilómetros de túneles y calles profundas, una red subterránea que
actualmente es la más grande del mundo.
Cada pasadizo tiene su propia historia e incluso un nombre propio. Entre los más conocidos están los
túneles El Pípila, El Minero, La Galereña, así como la calle El Padre Belauzarán. Sin embargo todo
empezó en 1823 con El Cuajín, que fue el primer canal de desagüe de la ciudad, ya que iba de la
Hacienda San Agustín (ahora el Mercado Embajadoras) hasta la Presa de los Pozuelos.
Por otro lado, a pesar de que no fue la primera, la calle subterránea emblemática en Guanajuato
es la Miguel Hidalgo. La avenida, que en un inicio estaba destinada a ser un desagüe, fue uno de los
proyectos más ambiciosos de 1883. Fue construida sobre el Río Guanajuato y ahora es uno de los
laberintos más transitados.