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EL CALLEJON DEL BESO

Si existe un lugar en México que celebre el amor más que


cualquier cosa es Guanajuato. Este lugar tan emblemático
de la cultura general del país se engalana con un spot que
además de ser hermoso, es el escenario de una historia de
amor tan típica y al mismo tiempo tan única que nos
permite adentrarnos en la historia de esta ciudad y claro,
enamorarnos un poco más del amor. Hablamos del Callejón
del Beso.

Hemos visto miles de fotos en el Callejón del Beso, cuyos


protagonistas suelen ser enamorados que, como marca la
tradición se ponen al frente de él y se dan un romántico
beso que queda para la posteridad. Pero esta tradición no
es gratuita, la leyenda dice que cualquier pareja que pise
dicho callejón debe pararse en el tercer escalón y darse
un romántico beso para vivir siete años de felicidad, o de
los contrario todos esos años serán de desdicha y mala
suerte.

El Callejón del Beso es más bien una calle muy estrecha


compuesta por dos casas pintadas de rojo y naranja, cuyos
balcones se encuentran en las alturas a menos de un
metro de distancia, lo que permite platicar con alguien
de terraza a terraza y que, fue uno de los motivos por los
que nació la historia de amor que lo volvió famoso.

Los visitantes y residentes de Guanajuato le llamaron el


Callejón del Beso, lugar en el que tuvieron sus primeros
encuentros para conmemorar el amor más puro y que, por
tradiciones anticuadas, se terminó de forma violenta.

Así, cada pareja que pase por el callejón debe besarse o


afrontar la mala suerte. Y aunque es muy romántico, suele
ser complicado, ya que se llena de parejas que desean
besarse en él y la realidad es que es muy pequeño, puesto
que mide apenas 69 cm de ancho, mientras que los
balcones, prácticamente, se tocan.
Ubicado en el centro de la ciudad de Guanajuato, el
Callejón del Beso se encuentra en el número 36000. Aí
puedes acceder libremente para tomar una icónica foto o
bien, subir a los balcones. Di no tienes pareja, visítalo
también. Es un lugar icónico, divertido y con una
arquitectura colonial única.

MUSEO DE LAS MOMIAS DE GUANAJUATO


En septiembre de 1853 fue colocada la primera piedra del Panteón Municipal. Ubicado en la
falda del Cerro Trozado, el predio fue donado por "El Güero" Victoriano con la condición
de que el Panteón llevara el nombre de su madre. Sin embargo, el 5 de octubre de ese año
el Párroco de Marfil se opuso ante el Ayuntamiento, por hallarse dentro de su Curato el
terreno donde se ha comenzado a edificar, y manifestándose deferente a que la obra
continúe, siempre que su Parroquia goce de la mitad de los derechos de las inhumaciones.
El 8 de mayo de 1856, por gestiones del propio Ayuntamiento, el Obispo Munguía mandó
modificar los linderos de las Parroquias del centro y de Marfil para que el Panteón quedara
comprendido en el territorio de la primera.

El Panteón Municipal de Santa Paula fue inaugurado el 13 de marzo de 1861. Fue


amurallado y ubicado en la orilla de la ciudad, de acuerdo con la vanguardia parisina de la
época para construcciones funerarias y con el Decreto por el que se declara que cesa toda
intervención del clero en los cementerios y camposantos, emitido el 31 de julio de 1859 por
el Lic. Benito Juárez, entonces Presidente de la República. A finales de diciembre de ese
año, al destruir el antiguo cementerio del Templo de San Roque se encontraron en él una
multitud de osamentas que pertenecieron a las víctimas de la Toma de la Alhóndiga de
Granaditas ocurrida el 28 de septiembre de 1810. Estos restos fueron conducidos al
Panteón, y hubo la circunstancia curiosa de que entre las mandíbulas de una calavera se
encontraron monedas por valor de tres reales y medio (Marmolejo, 1914).

Así pues, desde hace más de 150 años, vivos y muertos de múltiples generaciones y de
todos los extractos sociales de Guanajuato han transitado por el gran cancel de hierro
fundido (que alude a la transparencia entre la vida y la muerte) en la entrada del Panteón
Municipal de Santa Paula, para entregarle, cual ofrenda, cuerpos áridos traídos por sus
deudos. Los jarrones de piedra en la fachada han alumbrado estas procesiones,
y alumbrarán eternamente la espiritualidad y misticismo del inseparable matrimonio
entre la vida y la muerte, para el despertar de los vivos y la honra de los muertos.
La palabra momia desciende del persa mum (cera), mummia (algo impregnado de cera), y
luego del árabe mumiya (sustancia usada para embalsamar). Momia se denomina a los
cadáveres de seres humanos, o de animales, que por circunstancias naturales o mediante
embalsamamiento se han mantenido en aceptable estado de conservación mucho tiempo
después de la muerte. Existen regiones y lugares que por sus características de sequedad
extrema, frialdad, alcalinidad, aislamiento de la intemperie o de los microorganismos,
causan que un cadáver se momifique en lugar de que se degrade por completo, como
sucede normalmente en casi cualquier parte de la biósfera terrestre.
Sin embargo, la noción de momia más reconocida por el público, es la de un cadáver
embalsamado o preparado con la intención específica de conservarlo el mayor tiempo
posible, usualmente por razones religiosas. No es una coincidencia que sea así, pues los
cadáveres muy rara vez se mantienen incorruptos por sí solos, debido a que las condiciones
para su conservación natural son fortuitas y escasas. Las momias de Guanajuato son
naturales, ya que no pasaron por un proceso de conservación o embalsamiento y su estado
de momificación se explica por la inexistencia de intercambio de oxígeno y humedad con el
exterior de las gavetas.
LA ALHONDIGA DE GRANADITAS
Dentro de la historia de México podemos encontrar una gran variedad de
eventos que han dejado una huella indeleble para todos los mexicanos, ejemplo
de esto es la lucha por la Independencia a principios del siglo XIX y la famosa
leyenda de “El Pípila” en la Alhóndiga de Granaditas, acontecimiento del cual se
desprende la historia de éste edificio.

El virrey Miguel de la Grúa Talamanca de Carini y Branciforte la mandó


construir a finales del siglo XVIII, otorgando el diseño al arquitecto José del
Mazo y Avilés, quien a su vez comisionó la construcción a los maestros Juan de
Dios Trinidad Pérez y Francisco Ortiz de Castro, que terminaron la obra en 1809.
El objetivo principal era almacenar, comprar y vender distintos tipos de grano
como trigo y maíz.

Con un estilo neoclásico y sin ornamentación, el edificio abarca un área de


5,100 metros cuadrados en el centro de Guanajuato. Fue construido con piedra
local en colores verde y rojizo la Alhóndiga es un inmueble sobrio, monumental
y prácticamente cerrado, gracias a las pequeñas ventanas que se encuentran en
todas las fachadas. Así mismo, de acuerdo con la topografía de la ciudad, del
lado noroeste esta flanqueada por una gran plaza escalonada.

La Alhóndiga cobró gran importancia durante la lucha de Independencia al ser


el escenario principal de la toma de la ciudad de Guanajuato por parte
de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y Mariano Abasolo. En este lugar se
refugiaron del ejército de Hidalgo, las tropas realistas y varias familias
peninsulares; sin embargo, es más conocida gracias a la hazaña de una sola
persona. El 16 de septiembre, México celebra la independencia de España con
diferentes símbolos y festividades y este monumento no deja de ser importante
para estas fechas.

Se trata del minero Juan José de los Reyes Martínez Amaro, mejor conocido
como “El Pípila”, quien en la noche del 28 de septiembre de 1810 incendió la
puerta principal de la Alhóndiga protegiéndose con una losa en la espalda, de
esta forma se pudo concretar la toma de Guanajuato y dar rienda suelta a la
lucha independentista.
Debido a su importancia histórica, desde 1958 es el Museo Regional de
Guanajuato “Alhóndiga de Granaditas” donde se encuentra un acervo de más
de 9,200 objetos con valor histórico, artístico y cultural, además de una serie
de murales alusivos a la Independencia, realizados en 1955 y 1966 por el
artista guanajuatense José Chávez Morado.

Se divide en 9 salas: Recinto de los Héroes, donde se encuentra una llama


votiva que conmemora la vida de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Ignacio
Allende, Vicente Guerrero, entre otros personajes importantes de la lucha de
Independencia; Artes y Costumbres de Guanajuato, con objetos y artesanía
tradicionales del estado (textiles, hojalatería, alfarería, cerámica, etc.)

La Alhóndiga de Granaditas se ubica en el Centro Histórico de la ciudad de


Guanajuato, en la esquina de las calles 28 de septiembre y Mendizábal, a unos
pasos de la Parroquia y Convento de Belén, del famoso Mercado Hidalgo, obra
de Antonio Rivas Mercado y Ernesto Brunel, y de la Plaza del Músico.

RED DE TUNELES SUBTERRANEOS

Aunque pocos lo saben, Guanajuato está lleno de caminos, túneles, callejones y pasadizos secretos.
Y es que en esta urbe cada esquina tiene una leyenda y una multitud de arterias empedradas plagadas
de bifurcaciones y misteriosos recovecos que se hicieron en otro momento de la historia. Estos
caminos inadvertidos (que casi siempre están debajo de nuestros pies) hacen que la ciudad sea
perfecta para perderse y entender una parte esencial de lo que es México.
No cabe duda que Guanajuato se hizo para caminar; para recorrer sus estrechas calles, para entrar a
sus callejones y conocer sus monumentos y edificios emblemáticos. También se hizo para que las
personas puedan perderse en su enorme laberinto colonial. Un conjunto de caminos sinuosos que
existen gracias a la red de túneles que yacen en su interior.

Túneles de Guanajuato
Hace algunos siglos el cauce del Río Guanajuato pasaba por debajo de la ciudad, lo que propiciaba
que durante épocas de lluvias las vías sufrieran constantes inundaciones. Para evitar esto surgieron los
primeros canales de agua; un conjunto de adecuaciones arquitectónicas que con el paso del tiempo se
transformarían en ocho kilómetros de túneles y calles profundas, una red subterránea que
actualmente es la más grande del mundo.
Cada pasadizo tiene su propia historia e incluso un nombre propio. Entre los más conocidos están los
túneles El Pípila, El Minero, La Galereña, así como la calle El Padre Belauzarán. Sin embargo todo
empezó en 1823 con El Cuajín, que fue el primer canal de desagüe de la ciudad, ya que iba de la
Hacienda San Agustín (ahora el Mercado Embajadoras) hasta la Presa de los Pozuelos.
Por otro lado, a pesar de que no fue la primera, la calle subterránea emblemática en Guanajuato
es la Miguel Hidalgo. La avenida, que en un inicio estaba destinada a ser un desagüe, fue uno de los
proyectos más ambiciosos de 1883. Fue construida sobre el Río Guanajuato y ahora es uno de los
laberintos más transitados.

Los misterios y leyendas de la ciudad


Sin duda todo ha cambiado y en el presente estos sorprendentes túneles de cantera y piedra de estilo
colonial ya no contienen agua, sólo automóviles y una gran cantidad de caminantes que circulan de
aquí para allá. No obstante, las leyendas que se crearon a partir de estos espacios siguen vivas y
explican de una manera espectacular la importancia del subsuelo en Guanajuato y por qué son uno de
los sitios más visitados del país. Una de las historias más populares es que en estas calle
subterráneas se escuchan los lamentos de la Llorona. Asimismo, otros locales aseguran que tras las
campanadas de las dos de la mañana aparecen dos monjes franciscanos en busca de las ruinas de
su monasterio.
Esto es un dato que no está oficialmente comprobado, pero se dice que, justo como la ciudad
de Guanajuato está construida en dos niveles y alberga misteriosos túneles llenos de
historia, Irapuato cuenta también con calles subterráneas que no han sido exploradas todavía. Se dice
que los han buscado sin éxito, pero que presuntamente recorren desde la Presidencia Municipal hasta
los Templos y la Antigua Casa de la Santa Inquisición.

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