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COMPENDIO FINAL DE
ECONOMÍA INTERNACIONAL
Martina Pereyra
Cátedra Tellería/De la Vega/Papendieck
3°A
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La inversión:
Es la parte del producto utilizada por las empresas privadas, para asegurar la producción en el futuro.
Son parte de la inversión el acero y los ladrillos usados para construir una fábrica, como también el
pago a un técnico que contribuya a la fabricación de computadoras, o la adquisición de stocks (ya
que estas existencias constituyen otra forma de que las empresas transfieran producción de uso
presente a uso futuro). Es más variable que el consumo.
El gasto público:
Es cualquier gasto en la adquisición de un bien o servicio por parte de la administración central,
regional o local: en defensa nacional, subvenciones estatales, fondos públicos destinados a financiar
el mantenimiento de las autopistas, etcétera. No se incluyen los pagos por transferencia, ya que no se
exige que el gobierno reciba algún bien o servicio a cambio.
La identidad del ingreso nacional de una economía abierta:
En una economía cerrada, cualquier bien o servicio que no sea adquirido por los particulares o el
gobierno debe usarse por las empresas para construir nuevas fábricas, producir bienes de equipo, o
aumentar sus existencias. Si los bienes de consumo no se venden inmediatamente a los consumidores
o al gobierno, las empresas los incorporarán a sus existencias, aumentando su inversión.
Así, hay una identidad fundamental de las economías cerradas: como todo el producto de una
economía cerrada debe ser consumido, invertido o adquirido por el gobierno, podemos decir que:
Y =C + I +G
En cambio, cuando es posible el comercio exterior, parte del producto puede ser adquirida por
agentes económicos no residentes, y parte del gasto se designa a la adquisición de bienes y servicios
producidos en el exterior. Así, solo el gasto que no se materialice en importaciones formará parte del
PNB: el valor de las importaciones debe ser restado del gasto nacional total. Pero, análogamente, las
exportaciones representan una contribución de los extranjeros al producto, quedando la identidad del
ingreso nacional de una economía abierta de la siguiente forma:
Y =C + I +G+ X− M
Cuando las importaciones de un país son superiores a sus exportaciones, éste tendrá un
déficit de cuenta corriente.
Cuando las importaciones de un país son inferiores a sus exportaciones, tendrá un
superávit de cuenta corriente.
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También se incluyen las transferencias unilaterales netas, que ya se han descripto.
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Podemos relacionar los cambios en la balanza por cuenta corriente con las variaciones en el
producto, y, así, con el nivel de empleo. Además, permite medir la magnitud y el sentido del
endeudamiento externo: cuando las importaciones de un país son superiores a sus exportaciones, la
cifra de sus compras al exterior supera la de sus ventas, y, de alguna forma, deberá financiar el
déficit de cuenta corriente.
Como un país, en su conjunto, sólo puede importar más que exportar si se endeuda con el exterior
por el valor de la diferencia, desde el momento en que se registre un déficit en su cuenta corriente, su
deuda exterior neta deberá aumentar en una cifra equivalente a la del déficit.
Por otro lado, si un país registra un superávit por cuenta corriente, quiere decir que está ingresando
por sus exportaciones con una cifra superior a la que paga por sus importaciones. De alguna manera,
este país financiará el déficit comercial de sus socios comerciales prestándoles dinero. La riqueza
exterior de un país con superávit aumenta, porque los no residentes pagan las importaciones no
cubiertas con sus exportaciones mediante préstamos internacionales que, en algún momento,
deberán amortizar.
Como veremos en la ecuación, la balanza por cuenta corriente es también igual a la diferencia entre
el ingreso nacional Y y el gasto de los residentes nacionales C + I + G:
Y − (C + I +G )=CC
Solamente endeudándose con el exterior puede tener un país un déficit por cuenta corriente y
adquirir una mayor cantidad de bienes y servicios de los que está produciendo. En el caso de que
no utilice todo su producto, tiene un superávit de cuenta corriente, prestándole el superávit al
extranjero.
Un país con déficit por cuenta corriente importa consumo presente y exporta consumo
futuro.
Un país con superávit por cuenta corriente exporta consumo presente e importa consumo
futuro.
Por ejemplo, si un país produce $100, pero el valor total de su consumo, inversión y gasto público es
de $110, se produce un déficit de cuenta corriente de $10, equivalente al endeudamiento exterior de
ese país, que deberá
devolver en el futuro.
Una serie de déficits de
cuenta corriente puede
incrementar la deuda
externa. Esto sucede
con Estados Unidos,
que, a partir de los
ochenta, empezó a
registrar de forma
sostenida unos déficits
de cuenta corriente sin
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precedentes en el siglo XX. Para sostenerlos, debió endeudarse continuamente, a tal punto que, en
2009, la deuda externa representaba alrededor del 20% del PNB.
El ahorro y la cuenta corriente:
Debemos definir el concepto de ahorro personal: es la parte del producto que no es consumo ni
gasto público. En una economía cerrada, el ahorro nacional siempre es igual a la inversión, así:
S=Y −C−G
S=I
Aunque en una economía cerrada el ahorro y la inversión siempre deben ser iguales (S = I), en una
economía abierta pueden diferir. Recordando que el ahorro nacional (S) es igual a Y – C – G, y que
CC = X – M, podemos reescribir la identidad del PNB como:
S=I +CC
Esto nos marca una importante diferencia: una economía cerrada sólo puede ahorrar mediante la
acumulación de capital, mientras que una economía abierta puede ahorrar acumulando capital o
adquiriendo riqueza exterior.
Esto nos demuestra que es posible incrementar simultáneamente el nivel de la inversión y el
endeudamiento exterior sin que varíe el nivel de ahorro: si Nueva Zelanda quiere construir una nueva
central eléctrica, puede importar de Estados Unidos todos los materiales y equipos que necesite
solicitando un crédito estadounidense para financiarlos. Esta transacción incrementa la inversión en
Nueva Zelanda, y los materiales importados pasan a formar parte de su stock de capital. La
transacción también incrementa el déficit en cuenta corriente de Nueva Zelanda en una cifra
equivalente al aumento de la inversión. Pero, aún cuando la inversión aumenta, el nivel de ahorro de
Nueva Zelanda no tiene por qué cambiar. Para que esto sea posible, los ciudadanos de Estados
Unidos deben estar dispuestos a ahorrar una mayor cantidad de recursos, para que éstos puedan ser
puestos a disposición de los neozelandeses. Así, Nueva Zelanda importa consumo presente (al
endeudarse) y exporta consumo futuro (cuando tenga que devolver el crédito).
Como los ahorros de un país pueden ser tomados prestados por otro para aumentar su stock de
capital, el superávit de cuenta corriente viene, usualmente, relacionado con la inversión extranjera
neta. Esto, además, aumenta su ingreso futuro, puesto a que el país prestatario eventualmente deberá
devolver el crédito.
Ahorro público y privado:
A diferencia de las decisiones de ahorro privadas, las del gobierno tienden a centrarse en los efectos
sobre los niveles de producción y empleo. Por eso, es necesario desagregar el ahorro nacional en:
1) Ahorro privado: es la parte del ingreso disponible que se ahorra en vez de ser consumida.
Refiere al ingreso nacional, menos los impuestos netos que el gobierno obtiene de los
particulares y las empresas, menos el consumo. Así:
P
S =Y −T −C
2) Ahorro público: se define de forma análoga al ahorro privado. El “ingreso” del gobierno
viene dado por los impuestos netos (T), mientras que su “consumo” son las compras que
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realiza (gastos públicos). Denominamos Sg al ahorro del gobierno, cuya ecuación se expresa
de la siguiente forma:
g
S =T −G
Los dos tipos de ahorro forman el ahorro nacional. Para ver por qué, podemos escribir de nuevo la
definición del ahorro nacional (S) como Y – C – G. Entonces:
P g
S=Y −C−G= (Y −T −C )+ ( T−G )=S + S
Como S = SP + Sg = I + CC,
P g
S =I +CC−S =I +CC −( T −G )=I +CC + ( G−T )
Esto nos relaciona el ahorro privado con la inversión interna, con el superávit de la balanza por
cuenta corriente, y con el ahorro público. Así, el ahorro privado de un país puede adoptar tres
formas: inversión en capital nacional (I), adquisición de riqueza procedente del exterior (CC) y
compra de la nueva deuda emitida por el gobierno (G – T).
Debemos recordar el principio de partida doble: toda transacción internacional se registra dos
veces en la balanza de pagos, una como crédito, y otra como un débito. Veámoslo con ejemplos:
1) Un estadounidense compra una máquina de fax de inyección de tinta de la empresa
italiana Olivetti, y efectúa el pago correspondiente con un cheque de 1.000 dólares. El pago
por la compra de ese bien se registrará en la balanza corriente de Estados Unidos con un
signo negativo, pero el vendedor estadounidense de Olivetti debe hacer algo con su cheque,
como, por ejemplo, depositarlo en una cuenta corriente de Olivetti en el Citibank de Nueva
York. En este caso, Olivetti ha adquirido, y Citibank ha vendido, un activo estadounidense,
con una transacción que se registrará como un crédito de 1.000 dólares en la cuenta financiera
de Estados Unidos. En la balanza de pagos, se hacen dos anotaciones contrapuestas:
2) Supongamos que otro estadounidense adquiere una acción recientemente emitida por la
empresa British Petroleum (BP). Esta transacción es ordenada a un intermediario, Go-for-
Broke, Inc., realizando el correspondiente pago de 95 dólares mediante un cheque extendido
a cargo de su cuenta en la empresa. BP deposita en su cuenta bancaria del Second Bank de
Chicago los 95 dólares que ha pagado el norteamericano. La adquisición de la acción crea un
débito en la cuenta financiera de Estados Unidos, ya que se ha adquirido un activo a un
residente extranjero, BP, mientras que el depósito de BP en su entidad financiera de Chicago
representa el crédito correspondiente en la cuenta de capital (ya que ha incrementado su
Como la suma de las balanzas por cuenta corriente y de capital es la variación total de la riqueza
exterior neta de un país, esa suma debe ser igual a la diferencia entre las importaciones de activos de
un país extranjero y sus exportaciones de activos, es decir, el saldo de la cuenta financiera.
La cuenta corriente, de nuevo:
La balanza de pagos divide las exportaciones e importaciones en tres categorías:
a) Bienes.
b) Servicios: por ejemplo, pagos por asistencia legal o gastos de turistas.
c) Rentas: intereses y dividendos pagados entre países y ganancias repatriadas de empresas que
operan en el extranjero y son propiedad de residentes. También se incluyen los salarios
obtenidos en el extranjero.
La renta de los capitales
invertidos en el exterior
se incluye en la cuenta
corriente porque estas
rentas son una
compensación por los
servicios prestados por
las inversiones
extranjeras: cuando una
empresa estadounidense
instala una fábrica en
Canadá, los servicios
productivos que genera
son considerados, por
parte de Estados Unidos,
como una exportación de
servicios a Canadá,
equivalente en valor a los
beneficios que la fábrica
genera a su propietario
estadounidense.
Antes de calcular la
balanza por cuenta
corriente, debemos incluir otra clase de transacción internacional: las transferencias unilaterales
netas, que son como donaciones internacionales, es decir, pagos que no se corresponden con ninguna
adquisición de bienes, servicios o activos. Las transferencias unilaterales netas son consideradas
parte de la balanza corriente así como de la renta nacional, y la identidad Y = C + I + G + CC puede
cumplirse exactamente si interpretamos a Y como PNB + transferencias netas.
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La tabla muestra que, en 2009, la balanza por cuenta corriente de Estados Unidos fue de 2.159 miles
de millones de dólares – 2.412,5 millones de dólares, - 124,9 millones de dólares = -378,4 miles de
millones de dólares, un déficit. El signo negativo implica que los pagos corrientes fueron superiores a
los ingresos, y que los ciudadanos norteamericanos adquirieron más productos de los que produjeron.
Como las transacciones corrientes fueron pagadas de algún modo, sabemos que ese débito de 378,4
miles de millones de dólares debe ser compensado con una entrega positiva de 378,4 miles de
millones de dólares en otra parte de la balanza de pagos.
La cuenta de capital:
La cuenta de capital de la tabla muestra que, en 2009, Estados Unidos pagó unas transferencias de
activos de capital de aproximadamente 100 millones de dólares, que son un débito de la balanza de
pagos expresado con signo negativo. Cuando los sumamos al déficit de pagos de la cuenta corriente,
vemos que la necesidad de Estados Unidos de cubrir su exceso de pagos a los extranjeros aumenta
ligeramente, de 378,4 a 378,5 miles de millones de dólares.
La cuenta financiera:
Al igual que la cuenta corriente es la diferencia entre las ventas y compras del exterior de bienes y
servicios, la cuenta financiera mide la diferencia entre las adquisiciones de activos de los extranjeros
y la acumulación de pasivos. Cuando Estados Unidos toma prestado un dólar de ciudadanos no
residentes, está vendiendo un activo, una promesa de pago que será amortizada, en el futuro, por el
valor de un dólar más intereses. De la misma manera, cuando Estados Unidos hace un préstamo al
extranjero, adquiere un activo: el derecho de exigir una devolución futura de los extranjeros.
Para cubrir el déficit de la balanza corriente de 2009 de 378,5 miles de millones de dólares, Estados
Unidos debe pedir prestado a los extranjeros (o venderles activos) por un importe neto de 378,5 miles
de millones de dólares.
Según la tabla, en 2009 los activos estadounidenses en el extranjero aumentaron en 140,5 miles de
millones de dólares en términos netos. Ese mismo año, Estados Unidos incurrió en nuevos pasivos
frente a los extranjeros, iguales a 305,7 miles de millones de dólares. El saldo de ventas y compras
estadounidenses de productos financieros derivados ascendió a -50,8 miles de millones de dólares:
Estados Unidos vendió más derechos por derivados a los extranjeros de los que adquirió. El saldo de
la cuenta financiera se calcula como 140,5 – 305,7 – 50,8 = –216 miles de millones de dólares. Esto
significa que, en 2009, Estados Unidos aumentó su pasivo neto entre los extranjeros en 216 miles de
millones de dólares.
Errores y omisiones:
Nuestros flujos financieros netos fueron de –216 miles de millones de dólares, en vez de los –378,5
miles de millones que esperábamos. Así, parece que Estados Unidos encontró menos financiación en
el extranjero que la que necesitaba para financiar su déficit de la cuenta corriente más la de capital .
Esto se debe a que la información sobre la compensación de débitos y créditos asociados a una
transacción dada puede obtenerse a partir de diferentes fuentes, lo que genera una discordancia en
ciertos detalles. Por eso, la balanza de pagos, concordante en la teoría, raras veces lo hace en la
práctica.
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Usualmente, la cuenta financiera es la culpable, por la notoria dificultad de seguir los movimientos
de los complicados intercambios financieros internacionales entre los residentes de diferentes países,
pero también es cierto que no hay forma de saber, con certeza, dónde está el error que genera la
discrepancia entre cuentas.
Las transacciones de reservas internacionales:
Son un tipo de transacciones de capital, referida a la compra y venta de reservas oficiales por
parte de los bancos centrales.
Las reservas oficiales internacionales son activos del exterior en manos de los bancos centrales,
que se utilizan como amortiguador para paliar crisis económicas internas. Hubo un tiempo en el que
eran principalmente oro, pero, actualmente, incluyen una parte importante de activos del exterior,
particularmente los denominados en dólares estadounidenses.
Los bancos centrales suelen comprar y vender reservas en los mercados de activos privados, para
modificar las condiciones macroeconómicas de sus economías. Las transacciones oficiales de este
tipo se llaman intervenciones oficiales en el mercado de divisas.
Otras instituciones oficiales, distintas al banco central, pueden tener reservas oficiales o intervenir
oficialmente en el mercado de divisas. Por ejemplo, el Tesoro de los Estados Unidos gestiona el
Fondo de Estabilización de Tipos de Cambio, que, en algunas ocasiones, desempeña un papel muy
activo en el mercado.
Cuando un banco central compra o vende un activo en el exterior, la transacción figura en la cuenta
financiera de un país, del mismo modo que si fuera hecha por un particular. Una transacción por la
que el Banco de Japón adquiere activos en dólares se traduce en un crédito de, por ejemplo, 20.000
dólares en la cuenta financiera de los Estados Unidos, como contrapartida del débito de 20.000
dólares en la cuenta corriente de Japón.
Las reservas internacionales en manos de Estados Unidos aumentaron en 52.300 millones de dólares
en 2009. En cambio, los bancos centrales extranjeros adquirieron 450.000 millones de dólares para
incrementar sus reservas. El incremento neto de las reservas oficiales estadounidenses menos el
incremento neto de las reservas oficiales de las reservas oficiales de los extranjeros sobre activos de
Estados Unidos constituye el flujo financiero neto del banco central, que, en 2009, fue de -387.000
millones de dólares.
El nivel de flujos financieros netos del banco central se denomina balanza de operaciones oficiales o
balanza de pagos, que es la suma de la balanza por cuenta corriente y la cuenta de capital menos la
parte de la cuenta financiera que no se considera en las reservas, e indica la diferencia a cubrir con
transacciones de reservas exteriores.
Una balanza de pagos deficitaria puede indicar una crisis, ya que significa que el país está
perdiendo sus reservas exteriores o se está endeudando con las autoridades monetarias extranjeras.
La contabilidad nacional:
En un análisis macroeconómico, es fundamental el concepto de Producto Nacional Bruto (PNB) de
un país: el valor de todos los bienes y servicios finales producidos por sus factores de producción y
vendidos en el mercado durante un período de tiempo dado, obtenido al sumar todos los gastos en
productos finales a precios de mercado. Los gastos que lo configuran están estrechamente ligados
con el empleo de factores de producción como el trabajo y el capital.
El PNB se descompone en cuatro posibles usos que se le puede dar al producto de un país:
5) Consumo: cantidad consumida por los residentes privados en el país.
6) Inversión: cantidad acumulada por las empresas para construir nuevas fábricas y adquirir
bienes de equipo para la producción futura.
7) Gasto público.
8) Balanza por cuenta corriente: cuantía de las exportaciones netas de bienes y servicios al
exterior.
¿Por qué esta descomposición es útil? Porque no podemos comprender las causas de una recesión o
expansión económica sin antes saber cómo variaron los principales componentes del gasto, y, si no
podemos hacerlo, tampoco estaremos en condiciones de proponer una política económica sólida.
El Producto Nacional y el Ingreso Nacional:
El PNB obtenido por un país durante un período de tiempo determinado es igual a su Ingreso
Nacional, es decir, los ingresos obtenidos por sus factores de producción durante dicho período . Esto
es así porque cada unidad monetaria utilizada en la adquisición de algún bien o servicio termina,
automáticamente, en el bolsillo de alguien.
Esto también es aplicable al caso de bienes producidos mediante la utilización de muchos factores
productivos: por ejemplo, cuando adquirimos un libro, su precio de compra final pasa a formar parte
del PNB, pero el pago realizado por él pasa a formar parte de los ingresos de los factores productivos
que han contribuido a su elaboración (los autores, los editores, los artistas, los accionistas de la
editorial que publica el libro, los proveedores de papel y de tinta, y los vendedores). Algo a tener en
cuenta siempre es que no se contabilizan las ventas de productos intermedios, como el papel y la
tinta adquiridos por la editorial, y tampoco van al PNB las ventas de material usado, que ya fue
incluido en el momento en que se materializó su primera venta.
La depreciación del capital y las transferencias internacionales:
En la práctica, hay ciertas diferencias entre el PNB y el ingreso nacional:
c) El PNB no tiene en cuenta las pérdidas económicas causadas por la depreciación, es
decir, la tendencia al desgaste de la maquinaria a medida que es utilizada. Pero la
depreciación sí reduce los ingresos de los propietarios de capital. Por eso, para obtener el
ingreso nacional durante un período determinado, debemos restar, del PNB, la depreciación
del capital durante este período.
d) El ingreso de un país puede incluir
Como las diferencias no son tan importantes
las que se conocen como
para el uso macroeconómicos, a lo largo del
transferencias unilaterales, es decir,
resumen se van a expresar como algo
indistinto (Krugman hace lo mismo).
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En cambio, cuando es posible el comercio exterior, parte del producto puede ser adquirida por
agentes económicos no residentes, y parte del gasto se designa a la adquisición de bienes y servicios
producidos en el exterior. Así, solo el gasto que no se materialice en importaciones formará parte del
PNB: el valor de las importaciones debe ser restado del gasto nacional total. Pero, análogamente, las
exportaciones representan una contribución de los extranjeros al producto, quedando la identidad del
ingreso nacional de una economía abierta de la siguiente forma:
Y =C + I +G+ X− M
Cuando las importaciones de un país son superiores a sus exportaciones, éste tendrá un
déficit de cuenta corriente.
Cuando las importaciones de un país son inferiores a sus exportaciones, tendrá un
superávit de cuenta corriente.
Podemos relacionar los cambios en la balanza por cuenta corriente con las variaciones en el
producto, y, así, con el nivel de empleo. Además, permite medir la magnitud y el sentido del
endeudamiento externo: cuando las importaciones de un país son superiores a sus exportaciones, la
cifra de sus compras al exterior supera la de sus ventas, y, de alguna forma, deberá financiar el
déficit de cuenta corriente.
Como un país, en su conjunto, sólo puede importar más que exportar si se endeuda con el exterior
por el valor de la diferencia, desde el momento en que se registre un déficit en su cuenta corriente, su
deuda exterior neta deberá aumentar en una cifra equivalente a la del déficit.
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También se incluyen las transferencias unilaterales netas, que ya se han descripto.
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Por otro lado, si un país registra un superávit por cuenta corriente, quiere decir que está ingresando
por sus exportaciones con una cifra superior a la que paga por sus importaciones. De alguna manera,
este país financiará el déficit comercial de sus socios comerciales prestándoles dinero. La riqueza
exterior de un país con superávit aumenta, porque los no residentes pagan las importaciones no
cubiertas con sus exportaciones mediante préstamos internacionales que, en algún momento,
deberán amortizar.
Como veremos en la ecuación, la balanza por cuenta corriente es también igual a la diferencia entre
el ingreso nacional Y y el gasto de los residentes nacionales C + I + G:
Y − (C + I +G )=CC
Solamente endeudándose con el exterior puede tener un país un déficit por cuenta corriente y
adquirir una mayor cantidad de bienes y servicios de los que está produciendo. En el caso de que
no utilice todo su producto, tiene un superávit de cuenta corriente, prestándole el superávit al
extranjero.
Un país con déficit por cuenta corriente importa consumo presente y exporta consumo
futuro.
Un país con superávit por cuenta corriente exporta consumo presente e importa consumo
futuro.
Por ejemplo, si un país produce $100, pero el valor total de su consumo, inversión y gasto público es
de $110, se produce un déficit de cuenta corriente de $10, equivalente al endeudamiento exterior de
ese país, que deberá
devolver en el futuro.
Una serie de déficits de
cuenta corriente puede
incrementar la deuda
externa. Esto sucede
con Estados Unidos,
que, a partir de los
ochenta, empezó a
registrar de forma
sostenida unos déficits
de cuenta corriente sin
precedentes en el siglo
XX. Para sostenerlos,
debió endeudarse
continuamente, a tal
punto que, en 2009, la
deuda externa
representaba alrededor del 20% del PNB.
El ahorro y la cuenta corriente:
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Debemos definir el concepto de ahorro personal: es la parte del producto que no es consumo ni
gasto público. En una economía cerrada, el ahorro nacional siempre es igual a la inversión, así:
S=Y −C−G
S=I
Aunque en una economía cerrada el ahorro y la inversión siempre deben ser iguales (S = I), en una
economía abierta pueden diferir. Recordando que el ahorro nacional (S) es igual a Y – C – G, y que
CC = X – M, podemos reescribir la identidad del PNB como:
S=I +CC
Esto nos marca una importante diferencia: una economía cerrada sólo puede ahorrar mediante la
acumulación de capital, mientras que una economía abierta puede ahorrar acumulando capital o
adquiriendo riqueza exterior.
Esto nos demuestra que es posible incrementar simultáneamente el nivel de la inversión y el
endeudamiento exterior sin que varíe el nivel de ahorro: si Nueva Zelanda quiere construir una nueva
central eléctrica, puede importar de Estados Unidos todos los materiales y equipos que necesite
solicitando un crédito estadounidense para financiarlos. Esta transacción incrementa la inversión en
Nueva Zelanda, y los materiales importados pasan a formar parte de su stock de capital. La
transacción también incrementa el déficit en cuenta corriente de Nueva Zelanda en una cifra
equivalente al aumento de la inversión. Pero, aún cuando la inversión aumenta, el nivel de ahorro de
Nueva Zelanda no tiene por qué cambiar. Para que esto sea posible, los ciudadanos de Estados
Unidos deben estar dispuestos a ahorrar una mayor cantidad de recursos, para que éstos puedan ser
puestos a disposición de los neozelandeses. Así, Nueva Zelanda importa consumo presente (al
endeudarse) y exporta consumo futuro (cuando tenga que devolver el crédito).
Como los ahorros de un país pueden ser tomados prestados por otro para aumentar su stock de
capital, el superávit de cuenta corriente viene, usualmente, relacionado con la inversión extranjera
neta. Esto, además, aumenta su ingreso futuro, puesto a que el país prestatario eventualmente deberá
devolver el crédito.
Ahorro público y privado:
A diferencia de las decisiones de ahorro privadas, las del gobierno tienden a centrarse en los efectos
sobre los niveles de producción y empleo. Por eso, es necesario desagregar el ahorro nacional en:
3) Ahorro privado: es la parte del ingreso disponible que se ahorra en vez de ser consumida.
Refiere al ingreso nacional, menos los impuestos netos que el gobierno obtiene de los
particulares y las empresas, menos el consumo. Así:
P
S =Y −T −C
4) Ahorro público: se define de forma análoga al ahorro privado. El “ingreso” del gobierno
viene dado por los impuestos netos (T), mientras que su “consumo” son las compras que
realiza (gastos públicos). Denominamos Sg al ahorro del gobierno, cuya ecuación se expresa
de la siguiente forma:
g
S =T −G
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Los dos tipos de ahorro forman el ahorro nacional. Para ver por qué, podemos escribir de nuevo la
definición del ahorro nacional (S) como Y – C – G. Entonces:
P g
S=Y −C−G= (Y −T −C )+ ( T−G )=S + S
Como S = SP + Sg = I + CC,
P g
S =I +CC−S =I +CC −( T −G )=I +CC + ( G−T )
Esto nos relaciona el ahorro privado con la inversión interna, con el superávit de la balanza por
cuenta corriente, y con el ahorro público. Así, el ahorro privado de un país puede adoptar tres
formas: inversión en capital nacional (I), adquisición de riqueza procedente del exterior (CC) y
compra de la nueva deuda emitida por el gobierno (G – T).
5) Supongamos que otro estadounidense adquiere una acción recientemente emitida por la
empresa British Petroleum (BP). Esta transacción es ordenada a un intermediario, Go-for-
Broke, Inc., realizando el correspondiente pago de 95 dólares mediante un cheque extendido
a cargo de su cuenta en la empresa. BP deposita en su cuenta bancaria del Second Bank de
Chicago los 95 dólares que ha pagado el norteamericano. La adquisición de la acción crea un
débito en la cuenta financiera de Estados Unidos, ya que se ha adquirido un activo a un
residente extranjero, BP, mientras que el depósito de BP en su entidad financiera de Chicago
representa el crédito correspondiente en la cuenta de capital (ya que ha incrementado su
Como la suma de las balanzas por cuenta corriente y de capital es la variación total de la riqueza
exterior neta de un país, esa suma debe ser igual a la diferencia entre las importaciones de activos de
un país extranjero y sus exportaciones de activos, es decir, el saldo de la cuenta financiera.
La cuenta corriente, de nuevo:
La balanza de pagos divide las exportaciones e importaciones en tres categorías:
d) Bienes.
e) Servicios: por ejemplo, pagos por asistencia legal o gastos de turistas.
f) Rentas: intereses y dividendos pagados entre países y ganancias repatriadas de empresas que
operan en el extranjero y son propiedad de residentes. También se incluyen los salarios
obtenidos en el extranjero.
La renta de los capitales
invertidos en el exterior
se incluye en la cuenta
corriente porque estas
rentas son una
compensación por los
servicios prestados por
las inversiones
extranjeras: cuando una
empresa estadounidense
instala una fábrica en
Canadá, los servicios
productivos que genera
son considerados, por
parte de Estados Unidos,
como una exportación de
servicios a Canadá,
equivalente en valor a los
beneficios que la fábrica
genera a su propietario
estadounidense.
Antes de calcular la
balanza por cuenta
corriente, debemos incluir otra clase de transacción internacional: las transferencias unilaterales
netas, que son como donaciones internacionales, es decir, pagos que no se corresponden con ninguna
adquisición de bienes, servicios o activos. Las transferencias unilaterales netas son consideradas
parte de la balanza corriente así como de la renta nacional, y la identidad Y = C + I + G + CC puede
cumplirse exactamente si interpretamos a Y como PNB + transferencias netas.
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La tabla muestra que, en 2009, la balanza por cuenta corriente de Estados Unidos fue de 2.159 miles
de millones de dólares – 2.412,5 millones de dólares, - 124,9 millones de dólares = -378,4 miles de
millones de dólares, un déficit. El signo negativo implica que los pagos corrientes fueron superiores a
los ingresos, y que los ciudadanos norteamericanos adquirieron más productos de los que produjeron.
Como las transacciones corrientes fueron pagadas de algún modo, sabemos que ese débito de 378,4
miles de millones de dólares debe ser compensado con una entrega positiva de 378,4 miles de
millones de dólares en otra parte de la balanza de pagos.
La cuenta de capital:
La cuenta de capital de la tabla muestra que, en 2009, Estados Unidos pagó unas transferencias de
activos de capital de aproximadamente 100 millones de dólares, que son un débito de la balanza de
pagos expresado con signo negativo. Cuando los sumamos al déficit de pagos de la cuenta corriente,
vemos que la necesidad de Estados Unidos de cubrir su exceso de pagos a los extranjeros aumenta
ligeramente, de 378,4 a 378,5 miles de millones de dólares.
La cuenta financiera:
Al igual que la cuenta corriente es la diferencia entre las ventas y compras del exterior de bienes y
servicios, la cuenta financiera mide la diferencia entre las adquisiciones de activos de los extranjeros
y la acumulación de pasivos. Cuando Estados Unidos toma prestado un dólar de ciudadanos no
residentes, está vendiendo un activo, una promesa de pago que será amortizada, en el futuro, por el
valor de un dólar más intereses. De la misma manera, cuando Estados Unidos hace un préstamo al
extranjero, adquiere un activo: el derecho de exigir una devolución futura de los extranjeros.
Para cubrir el déficit de la balanza corriente de 2009 de 378,5 miles de millones de dólares, Estados
Unidos debe pedir prestado a los extranjeros (o venderles activos) por un importe neto de 378,5 miles
de millones de dólares.
Según la tabla, en 2009 los activos estadounidenses en el extranjero aumentaron en 140,5 miles de
millones de dólares en términos netos. Ese mismo año, Estados Unidos incurrió en nuevos pasivos
frente a los extranjeros, iguales a 305,7 miles de millones de dólares. El saldo de ventas y compras
estadounidenses de productos financieros derivados ascendió a -50,8 miles de millones de dólares:
Estados Unidos vendió más derechos por derivados a los extranjeros de los que adquirió. El saldo de
la cuenta financiera se calcula como 140,5 – 305,7 – 50,8 = –216 miles de millones de dólares. Esto
significa que, en 2009, Estados Unidos aumentó su pasivo neto entre los extranjeros en 216 miles de
millones de dólares.
Errores y omisiones:
Nuestros flujos financieros netos fueron de –216 miles de millones de dólares, en vez de los –378,5
miles de millones que esperábamos. Así, parece que Estados Unidos encontró menos financiación en
el extranjero que la que necesitaba para financiar su déficit de la cuenta corriente más la de capital .
Esto se debe a que la información sobre la compensación de débitos y créditos asociados a una
transacción dada puede obtenerse a partir de diferentes fuentes, lo que genera una discordancia en
ciertos detalles. Por eso, la balanza de pagos, concordante en la teoría, raras veces lo hace en la
práctica.
21
Usualmente, la cuenta financiera es la culpable, por la notoria dificultad de seguir los movimientos
de los complicados intercambios financieros internacionales entre los residentes de diferentes países,
pero también es cierto que no hay forma de saber, con certeza, dónde está el error que genera la
discrepancia entre cuentas.
Las transacciones de reservas internacionales:
Son un tipo de transacciones de capital, referida a la compra y venta de reservas oficiales por
parte de los bancos centrales.
Las reservas oficiales internacionales son activos del exterior en manos de los bancos centrales,
que se utilizan como amortiguador para paliar crisis económicas internas. Hubo un tiempo en el que
eran principalmente oro, pero, actualmente, incluyen una parte importante de activos del exterior,
particularmente los denominados en dólares estadounidenses.
Los bancos centrales suelen comprar y vender reservas en los mercados de activos privados, para
modificar las condiciones macroeconómicas de sus economías. Las transacciones oficiales de este
tipo se llaman intervenciones oficiales en el mercado de divisas.
Otras instituciones oficiales, distintas al banco central, pueden tener reservas oficiales o intervenir
oficialmente en el mercado de divisas. Por ejemplo, el Tesoro de los Estados Unidos gestiona el
Fondo de Estabilización de Tipos de Cambio, que, en algunas ocasiones, desempeña un papel muy
activo en el mercado.
Cuando un banco central compra o vende un activo en el exterior, la transacción figura en la cuenta
financiera de un país, del mismo modo que si fuera hecha por un particular. Una transacción por la
que el Banco de Japón adquiere activos en dólares se traduce en un crédito de, por ejemplo, 20.000
dólares en la cuenta financiera de los Estados Unidos, como contrapartida del débito de 20.000
dólares en la cuenta corriente de Japón.
Las reservas internacionales en manos de Estados Unidos aumentaron en 52.300 millones de dólares
e n2009. En cambio, los bancos centrales extranjeros adquirieron 450.000 millones de dólares para
incrementar sus reservas. El incremento neto de las reservas oficiales estadounidenses menos el
incremento neto de las reservas oficiales de las reservas oficiales de los extranjeros sobre activos de
Estados Unidos constituye el flujo financiero neto del banco central, que, en 2009, fue de -387.000
millones de dólares.
El nivel de flujos financieros netos del banco central se denomina balanza de operaciones oficiales o
balanza de pagos, que es la suma de la balanza por cuenta corriente y la cuenta de capital menos la
parte de la cuenta financiera que no se considera en las reservas, e indica la diferencia a cubrir con
transacciones de reservas exteriores.
Una balanza de pagos deficitaria puede indicar una crisis, ya que significa que el país está
perdiendo sus reservas exteriores o se está endeudando con las autoridades monetarias extranjeras.
los grupos obreros o los partidos laboristas. Durante el siglo XIX y buena parte del siguiente, la
prioridad que otorgaban los “bancos centrales” a la defensa de los tipos de cambio fijos no tenía
oposición, por lo que los gobiernos tenían libertad para tomar las medidas que consideraran
necesarias para defender sus tipos de cambio.
En el siglo XX, ya no era seguro que, cuando hubiera un conflicto entre la estabilidad cambiaria y el
pleno empleo, las autoridades optaran por la primera: el sufragio universal masculino, así como el
auge del sindicalismo y el laborismo, politizaron la política monetaria y fiscal. Esto se complicó
aún más con la aparición del Estado de Bienestar y el compromiso de mantener el pleno empleo tras
la Segunda Guerra Mundial.
Fue entonces que aparecieron los controles de capitales, que redujeron la relación entre la política
económica interior y la exterior, dando margen a los gobiernos para perseguir otros objetivos, como
el mantenimiento del pleno empleo. Como limitaban los recursos con los que podían presionar los
mercados sobre un tipo de cambio, los controles limitaron las medidas que tenían que tomar los
gobiernos para defenderlo límites a la movilidad del capital.
Con el paso del tiempo, cada vez se hizo más difícil mantener estos controles: como no había nada
que limitara la movilidad del capital y aislara a los gobiernos de las presiones del mercado, cada vez
se hizo más difícil mantener los tipos de cambio fijos, por lo que muchos países optaron por tipos
de cambio libremente fluctuantes, y otros de Europa Occidental intentaron estabilizar
definitivamente sus tipos de cambio, estableciendo una unión monetaria.
Ninguna decisión nacional fue independiente de las demás: la causa de su interdependencia fueron
las externalidades de red, características de los mecanismos monetarios internacionales. Por
ejemplo, si la mayoría de mis compañeros usan una computadora compatible, puedo optar por hacer
lo mismo, para poder programar e intercambiar datos, aún si hay una alternativa tecnológicamente
incompatible, más eficiente al utilizarla sola. Esto influye en los costos y beneficios de nuestra
elección de la tecnología.
Todo esto quiere decir que los mecanismos de unos países influyen en las preferencias de otros:
como la decisión de un país en un momento dado depende de las decisiones que han tomado otros en
períodos anteriores, la historia influye en el primero. Así, hay una especie de path dependence en el
sistema internacional. Por lo tanto, reformar los mecanismos monetarios internacionales es,
necesariamente, una empresa colectiva.
Como la negociación tiene costos, y cada gobierno se siente tentado de ser un free rider que se niega
a llegar a un acuerdo a menos que obtenga concesiones, quienes traten de reforzar el sistema deben
tener la suficiente influencia política como para disuadir al resto de que se comporte así. Es más
probable que lo hagan cuando exista una red de proyectos conjuntos internacionales, que puedan
peligrar si no hay cooperación. Pero, como nunca existieron nexos políticos y económicos tan
amplios, los intentos de las conferencias internacionales de 1870, 1920 y 1970 para llegar a un
acuerdo fracasaron, permitiendo que el sistema monetario internacional siguiera su propio impulso y
evolucionara por sí solo.
Todo esto significa que el desarrollo del sistema monetario internacional es, fundamentalmente,
un proceso histórico. Quienes buscan introducir reformas en un momento dado deben mirar al
24
pasado.
Prehistoria:
Las monedas acuñadas con metales preciosos Datazo: los suecos establecieron patrón
fueron dinero desde tiempos inmemoriales. cobre en 1625. Pero las monedas de cobre
Durante la Edad Media y Moderna, la plata fue pesaban cien veces más que las de plata de
el metal dominante, pues los demás metales idéntico valor. Por eso, el dinero no se podía
robar: porque pesaba demasiado (patrón cobre en el
Conurbano 2k22), pero, para hacer transacciones
eran demasiado pesados (cobre) o demasiado ligeros (oro) cuando se fundían para hacer monedas de
un valor práctico para realizar transacciones.
En el siglo XIV, el oro se utilizaba en toda Europa para realizar grandes transacciones, pero la plata
continuaba predominando en las transacciones diarias. Esta situación recién cambió en los siglos
XVIII y XIX.
La mezcla de monedas de oro, plata y cobre era la base para efectuar los pagos internacionales.
Cuando los residentes de un país compraban en otro más de lo que vendían, o prestaban más de lo
que tomaban en préstamo, saldaban la diferencia con el dinero que fuera aceptable para sus
acreedores, sea oro, plata u otros metales preciosos. El dinero en circulación aumentaba en el país
que tenía superávit, y disminuía en el que tenía déficit.
El patrón oro recién surgió como base de los asuntos monetarios internacionales después de 1870,
ya que, antes de esto, los países no usaban al oro como base de su oferta monetaria, ni establecieron
firmemente tipos de cambio fijos basados en el patrón oro.
habían exportado todas las monedas de oro del país3. Así, la plata terminaba expulsando al oro. En
cambio, si la relación de precios de mercado era inferior a la oficial (como pasó con la fiebre del oro
en 1850), los arbitrajistas podían importar oro y exportar
plata hasta que ésta desapareciera de circulación. Sólo
circulaba tanto oro como plata si la relación de precios de
los dos metales y la del mercado eran suficientemente
parecidas.
“Suficientemente parecidas” no es lo mismo que idénticas:
implica que las pequeñas diferencias entre la relación de precios de mercado y la oficial no ponían en
peligro la circulación simultánea de monedas de oro y plata, en parte porque los gobiernos cobraban
una tasa nominal, llamada braceaje, para acumular lingotes. La diferencia entre la relación de
precios de mercado y la oficial debía ser superior al costo del braceaje para que el arbitraje fuera
rentable. Además, había otros factores contribuyentes a la disminución de los beneficios del arbitraje:
El hecho de que este proceso llevara tiempo, y la discrepancia de precios que lo motivaba
podía desaparecer antes de haber terminado la transacción.
Los costos de transporte y seguro, que podían incrementar los costos hasta un 0,5%.
Todo esto creaba una especie de banda en torno a la relación oficial de precios del oro y la plata,
dentro de la cual no había incentivos para dedicarse al arbitraje.
El hecho de que algunas casas de la moneda estuvieran dispuestas a acuñar ambos metales a un tipo
de cambio fijo contribuyó a mantener la circulación simultánea de los dos: si las existencias
mundiales de plata aumentaban y su precio relativo bajaba, se importaba plata para acuñarla y se
exportaba oro, aumentando la proporción de monedas de plata en circulación en Francia.
Absorbiendo plata y liberando oro, el funcionamiento del sistema bimetálico francés reducía la oferta
del primer metal al resto del mundo y aumentaba la del segundo, manteniendo la circulación de
ambos.
Los agentes comenzaron a actuar en consecuencia: cuando el precio de la plata bajaba tanto que el
arbitraje estaba a punto de ser rentable, dándose cuenta de que el sistema bimetálico estaba a punto
de absorber plata y liberar oro, compraban plata en previsión.
La influencia estabilizadora sólo funcionaba cuando variaban poco las existencias de oro y plata:
cuando variaban mucho, los países bimetálicos podían quedarse sin el metal cuyo precio estaba
subvalorado en la casa de la moneda. Al no quedar más metal, sus sistemas monetarios no permitían
garantizar un precio mínimo de ese metal.
Inglaterra fue un temprano ejemplo de ello: a fines del siglo XVII, el oro estaba sobrevalorado en la
casa de la moneda. Recibió oro brasileño para acuñarlo, lo que provocó la retirada de plata de la
circulación. Para mantener la circulación de ambas, las autoridades inglesas debían:
1) Subir el precio oficial de la plata, o reducir el contenido de plata de las monedas inglesas.
2) Bajar el precio del oro.
3
Este es el resultado de la Ley de Gresham, ver Kindleberger.
27
Optaron por hacer lo segundo, en dos fases. El último ajuste, realizado por Newton en 1717, resultó
demasiado pequeño para mantener la circulación de monedas de plata. El oro seguía llegando de
Brasil, y la plata continuaba estando subvalorada en la casa de la moneda, haciendo que las monedas
de este metal desaparecieran de la circulación. En 1774, Inglaterra hizo que la plata dejara de ser una
moneda de curso legal para las transacciones superiores a 25 libras, y, en 1821, dejó de serlo para las
pequeñas transacciones. Se adoptaba, así, el patrón oro.
En Francia, continuó reinando el bimetalismo, con una elevación de la relación oficial de precios
para fomentar la circulación tanto de oro como de plata. Pero el oro, que inicialmente representaba
cerca de un tercio de la oferta monetaria francesa, comenzó a subir en su precio de mercado, y, al
estar subvalorado en la casa de la moneda, desapareció de la circulación. Estados Unidos y los
Países Bajos subieron sus relaciones de precios del oro y la plata en 1816 y 1834, atrayendo oro y
liberando plata, lo cual redujo aún más el precio de mercado de esta última.
Con los descubrimientos de oro en California (1848) y Australia (1851), la producción mundial de
este metal se multiplicó por diez. Al caer su precio de mercado, se envió a Francia, cuya casa de la
moneda estaba dispuesta a comprarlo por un precio fijo. La plata francesa, que estaba subvalorada,
fluyó hacia el Lejano Oeste.
Cuando se descubrieron yacimientos de plata y nuevas tecnologías para extraerla de mineral de baja
calidad, el metal fluyó en sentido contrario, saliendo oro y entrando plata de Francia. Estas enormes
oscilaciones aumentaron la insatisfacción hacia el patrón bimetálico. Esto fue aún más marcado en
Estados Unidos: durante el primer tercio del siglo XIX, la relación oficial de precios del oro y la
plata fue de 15 a 1, mucho más alejada de la relación de precios de mercado que en Francia, y sólo
circulaba la segunda. En 1834, año en que se elevó a 16 a 1, el oro desplazó a la plata.
Esta teoría puede explicar el entusiasmo por el bimetalismo existente antes de la década de 1820,
pero no el retraso con el que se adoptó posteriormente el oro. Portugal, por sus vínculos comerciales
con Gran Bretaña, adoptó el patrón oro en 1854, mientras que otros esperaron más de cincuenta años:
por ejemplo, si bien la casa de la moneda francesa contaba con prensas de vapor desde 1840, Francia
se aferró al bimetalismo hasta la década de 1870.
Otra explicación apunta que las causas que Uno de los grupos más beneficiados por la
impidieron la desmonetización de la plata inflación eran los agricultores, ya que, si
fueron políticas: su producción había sido bajaba el nivel de precios, se veían
fomentada, generando un ruidoso grupo de perjudicados, al tener créditos hipotecarios y
interés minero en contra de la otras cargas fijadas en términos nominales.
desmonetización. La utilización de oro
complementado con monedas de plata
fraccionarias también prometía aumentar la oferta total de dinero en relación con la que habría si
todo el dinero se basara en el oro, beneficiando a quienes tenían deudas expresadas en cantidades
nominales, como los agricultores.
Pero no existen muchas pruebas de que los agricultores hayan tenido un frente unificado en este
momento, como para poder presionar para mantener la plata. Si bien hubo politiqueo sobre el patrón
monetario, las divisiones eran más complejas de lo que parece.
Entonces… ¿por qué se mantuvo el bimetalismo? Según Eichengreen, por las externalidades de
red. El mantenimiento del mismo sistema monetario internacional que había entre otros países tenía
ventajas: simplificaba el comercio4, facilitaba la obtención de créditos extranjeros (como el caso de
Argentina, que hacía sus pagos internacionales con oro, aunque las transacciones interiores se
realizaban con papel inconvertible), y se reducía la confusión que causaba la circulación interna de
monedas acuñadas en países vecinos.
Por eso, los inconvenientes del sistema vigente debían ser grandes como para que existiera un
incentivo para abandonarlo. Esas perturbaciones llegaron finalmente con la difusión de la
revolución industrial y la rivalidad internacional que culminó en la Guerra Franco-Prusiana.
Un ejemplo concreto (uno nunca sabe lo que le pueden preguntar xdlol) : en 1862, la recientemente unificada
Italia introdujo una reforma monetaria en la que se preveía la emisión de monedas de plata de
pequeña emisión de 0,835 de ley (83,5% de contenido metálico respecto a su valor de curso
legal). Esto incentivaba a los individuos a usar monedas italianas cuando fuera posible,
atesorando las francesas, que eran más valiosas (de 0,9 de ley). Esto hacía que Francia tuviera
el riesgo de ser inundada de dinero italiano, y que su dinero fuera retirado de circulación. Por
eso, en 1864, redujo la ley de sus monedas de pequeña denominación de 0,9 a 0,835.
Conscientes de la interdependencia que tenían, los países afectados celebraron una conferencia
internacional en 1865. Bélgica fue uno de los países que más impulsó la reunión, pues su moneda
casi había desaparecido de la circulación interna. Como resultado, Bélgica, Francia, Italia y Suiza
(luego también Grecia) formaron la Unión Monetaria Latina, comprometiéndose a acuñar todas
monedas de plata de 0,835 de ley.
A esta débil situación se le sumaron más perturbaciones: la Guerra Franco-Prusiana obligó a
Francia, Rusia, Italia y al Imperio Austro-Húngaro a suspender la convertibilidad, haciendo que Gran
Bretaña se quede como una isla de estabilidad monetaria. De repente, ya no era clara la forma que
adoptaría el sistema monetario tras la guerra.
Alemania inclinó la balanza. Como en Austria-Hungría y Rusia circulaba el papel-moneda
inconvertible en lugar de la plata, el patrón plata no tenía ninguna ventaja en el comercio de
Alemania con el este. En todo caso, era el mercado británico, organizado en torno al oro, el que más
rápidamente se había expandido en los dos primeros tercios del siglo XIX. Una proporción
importante del comercio alemán se financiaba en Londres por medio de créditos en libras esterlinas
(y, por ello, estables en relación con el oro). Así, el nuevo imperio terminó aboliendo la acuñación
ilimitada de plata, sin perder reputación por ello.
La indemnización francesa que recibió Alemania como consecuencia de la derrota de Francia en la
Guerra Franco-Prusiana constituyó la base de la nueva unidad monetaria basada en el oro, el marco.
Por el tratado de paz de Frankfurt, Francia se comprometió a pagar una indemnización de 5.000
millones de francos. Alemania usó las cantidades recibidas para acumular oro, utilizado para acuñar
monedas, y, al mismo tiempo, vendió plata a cambio de oro en los mercados mundiales.
Alemania se había convertido en la principal potencia industrial de Europa continental, lo que
impulsó la creación de un patrón oro internacional, volviendo el uso de este metal más atractivo.
Otro suceso a tener en cuenta fue el descubrimiento de plata en Nevada, en 1850, que inundó el
mercado mundial de la plata, creando dificultades a los países que buscaban tener un patrón
bimetálico.
Inmediatamente después del descubrimiento de nuevos yacimientos, la decisión de Alemania produjo
una reacción en cadena: su liquidación de plata redujo aún más el precio de mercado de este metal,
obligando a otros países a admitir las importaciones inflacionistas de plata o a abandonar el
bimetalismo en favor del oro.
En cierta medida, lo que terminó impulsando a los países europeos a adoptar el patrón oro a partir de
1870 fue la revolución industrial: su símbolo, la máquina de vapor, eliminó el obstáculo teórico.
Además, convirtió a Gran Bretaña, país que ya tenía patrón oro, en la principal potencia económica
30
del mundo y fuente de financiación exterior, lo cual animó a otros países que trataban de comerciar
con Gran Bretaña y de importar capital de este país a seguir su ejemplo. Cuando Alemania, segunda
potencia industrial de Europa, lo siguió en 1871, sus incentivos se vieron reforzados.
Se puso en marcha una reacción en cadena, no provocada por la liquidación de plata por parte de
Alemania, sino por el incentivo de todos los países para adoptar el patrón monetario que
compartían sus vecinos comerciales y financieros.
Para fines del siglo XIX, España era el único país europeo que aún seguía teniendo papel
inconvertible. Si bien ni Austria-Hungría ni Italia instituyeron oficialmente la convertibilidad del oro,
desde finales de siglo habían fijado su moneda a la de los países del patrón oro. El sistema llegó a
Asia en los últimos años del siglo XIX, e incluso en Latinoamérica, donde los grupos de interés de
las minas de plata eran poderosos, Argentina, México, Perú y Uruguay instituyeron la convertibilidad
del oro.
Hay autores, como Friedman, que afirman
que el nivel de precios era más estable con
el bimetalismo que con el patrón oro: como
se ve en el gráfico, el nivel de precios
británico descendió un 18% entre 1873 y
1879, y un 19% en 1886, al desmonetizarse
la plata y haber menos dinero a la caza de
más bienes. Consideran, entonces, que si se
hubiera mantenido la libre acuñación de
plata, habría habido más dinero a la caza de
la misma cantidad de bienes, evitando la
deflación.
Ahora… ¿por qué no restablecieron los
países el bimetalismo internacional, cuando se hizo evidente el sesgo deflacionista del oro? Porque
las externalidades de red hubieran planteado problemas. A ningún país le interesaba esta medida, a
menos que otros la tomaran al mismo tiempo: el retorno de un único país al bimetalismo no habría
elevado significativamente la oferta monetaria y el nivel de precios mundiales. Además, cuanto más
pequeño fuera el país, mayores eran los riesgos de que el restablecimiento de la libre acuñación de
plata agotara sus reservas de oro, colocándolo en un patrón plata y haciendo que su tipo de cambio
fluctuara respecto a los países que tenían un patrón oro.
Alemania
Francia Suiza
Estados Unidos
Austria-Hungría
Rusia
Japón
Principalmente Australia
Países Bajos
divisas: Sudáfrica
Escandinavia
e Egipto
Otros dominios británicos
n
Filipinas
f Sólo divisas: India
o Países latinoamericanos
r
a) Sólo cuatro países (Inglaterra, Alemania, Francia y Estados Unidos) mantenían un patrón
oro puro, donde el dinero que circulaba internamente era en monedas de oro, y, en la medida
en que también circulaba papel-moneda y monedas fraccionarias, mantenían oro adicional en
las cajas fuertes de sus bancos centrales o sus tesoros nacionales que podían convertirse por
esos medios de cambio.
Incluso entre estos cuatro países, la adhesión al patrón oro no era total: Francia tenía un
patrón oro renqueante, donde la plata seguía siendo de curso legal, pero ya no podía
acuñarse libremente. Los residentes y extranjeros podían convertir los billetes del Banco de
Francia en monedas de oro o plata, a criterio de las autoridades.
En otros países, como Bélgica, Suiza y los Países Bajos, la convertibilidad por parte de los
residentes también quedaba a la discreción de las autoridades. Además, se usaban
instrumentos como los mecanismos del oro, donde los bancos centrales concedían créditos
libres de intereses a los importadores de oro para fomentar las entradas. Los que tenían
múltiples sucursales, como el Banco de Francia y el alemán, podían conseguir oro
comprándolo en las sucursales situadas cerca de la frontera o de un puerto, reduciendo el
tiempo de tránsito y los costos de transporte. Podían reducir los incentivos para exportar oro
redimiendo sus billetes únicamente en la oficina central.
En Estados Unidos, el patrón oro fue limitado hasta 1900, ya que la legislación obligaba al
Tesoro a comprar plata. Hubo leyes, como la Ley Sherman (1890), que obligaban al Tesoro a
comprar plata y acuñarla en monedas intercambiables por oro a la antigua relación de 16 a 1.
Pero esta obligación de acuñar plata era limitada: en virtud de la Ley Sherman, el Tesoro
debía comprar 4,5 millones de onzas de plata al mes, y emitir una cantidad correspondiente
de billetes del Tesoro de curso legal. Como las compras se realizaban al precio de mercado
del oro y la plata y no al oficial, no se trataba de bimetalismo estrictamente.
Fue recién en 1900, cuando se aprobó la Gold Standard Act, en que se estableció que el
dólar contenía 25,8 gramos de oro de 0,9 de ley, sin prever la compra o acuñación de plata.
b) Países cuyo dinero en circulación era papel, plata y monedas fiduciarias: tenían un
patrón oro, en el sentido de que sus gobiernos estaban dispuestos a convertir su dinero en oro
a un precio fijo a la vista. En caso de que hubiera deudas, el banco central contaba con
reservas en oro para pagarlas. Usualmente, estas entidades eran privadas, y, a cambio del
32
monopolio del derecho a emitir billetes, prestaban servicios al gobierno (por ejemplo, vigilar
el funcionamiento del sistema financiero).
La composición de las reservas internacionales y las leyes por las que se regía su utilización
también diferían:
Como sale mucho oro, circula menos dinero (monedas de oro) dentro del país deficitario,
por lo que sus precios bajan.
Al circular más dinero (monedas de oro) en el extranjero, los precios suben en el país con
superávit.
Por eso, el flujo de oro altera los precios relativos.
Ahora, al encarecerse los bienes importados, los residentes nacionales importan menos.
Mientras tanto, los extranjeros, para los que se abarataron las importaciones, compran más.
Las exportaciones del país deficitario aumentaban y sus importaciones disminuían,
haciendo desaparecer el desequilibrio comercial.
34
A medida que pasó el tiempo y las instituciones y mercados financieros continuaron desarrollándose,
el modelo de Hume perdió poder explicativo, y debió ampliarse, para introducir dos características
del mundo de finales del siglo XIX:
1) Los movimientos internacionales de capitales: los movimientos netos de capitales,
causados por los préstamos exteriores, eran considerablemente mayores que la balanza
comercial. Hume no había dicho nada sobre los determinantes de estos movimientos, como el
nivel de los tipos de interés o las actividades de los bancos comerciales y centrales.
2) La ausencia de movimientos internacionales de oro, en la magnitud precedida por el
modelo: los movimientos descriptos por Hume sólo representaban una mínima parte de los
déficit y superávit comerciales de los países.
Recién al final de la Primera Guerra Mundial el modelo se amplió correctamente, de acuerdo al
informe del Comité Cunliffe, cuya visión era la siguiente: debemos imaginar un mundo en el que
circulara papel en lugar de monedas de oro, o, como en Gran Bretaña, papel y oro. Así, el banco
central estaría dispuesto a convertir las monedas y billetes en oro. Veamos cómo funciona:
a) Si un país (por ejemplo, Gran Bretaña) incurre en un déficit comercial con otro (por
ejemplo, Francia), importando más de lo que exporta, paga el exceso con billetes de libras,
acumuladas en manos de los comerciantes franceses.
b) Al no poder utilizar las monedas y billetes británicos, los comerciantes los presentarían en
el Banco de Inglaterra, para convertirlos en oro.
c) Luego, presentarían el oro en el Banco de Francia, para convertirlo en francos.
d) La oferta monetaria disminuiría en el país deficitario (Gran Bretaña), y aumentaría en el
país que tenía un superávit (Francia).
e) Diferencia con el modelo de Hume: la oferta monetaria que iniciaba el proceso adoptaba la
forma de papel-moneda. El oro, en lugar de dejar de circular en el país deficitario y comenzar
a circular en el país que tenía un superávit, pasaba de un banco central a otro.
Pero tanto la versión de Cunliffe como la de Hume predecían algo que no estaba de acuerdo con la
realidad: que se realizaban importantes transacciones de oro. Así, cuando un país incurría en un
déficit de pagos y comenzaba a perder oro, su banco central podía intervenir para acelerar el ajuste
de la oferta monetaria. Reduciendo la oferta monetaria, la intervención del banco central presionaba
a la baja sobre los precios y aumentaba la competitividad de los bienes interiores, eliminando el
déficit exterior tan eficazmente como una salida de oro. La ampliación del mercado para incluir un
banco central que interviniera para reforzar la influencia de los flujos incipientes de oro en la oferta
monetaria interior podría explicar, entonces, cómo se producía el ajuste externo en ausencia de
considerables movimientos de oro.
Normalmente, se acudía al tipo de descuento: los bancos y otros intermediarios financieros
prestaban dinero a los comerciantes durante sesenta o noventa días. El banco central podía adelantar
al banco ese dinero inmediatamente, a cambio de la letra firmada por el comerciante y del pago de
intereses. El anticipo de dinero se conocía como “descuento de la letra”, y el tipo de interés cobrado,
como tipo de descuento. Cuando el banco subía el tipo vigente y encarecía el descuento, bajaba el
número de intermediarios financieros dispuestos a presentar letras al descuento y obtener dinero en
efectivo del banco central.
35
Así, manipulando el tipo de descuento, el banco central podía influir en el volumen del crédito
interior: podía aumentar o disminuir la disponibilidad del crédito, para restablecer el equilibrio de
la balanza de pagos sin que fuera necesario un movimiento de oro.
Subía su tipo de descuento, cuando predecía que iba a perder oro, reduciendo sus tenencias
de activos interiores portadores de intereses y retirando dinero en efectivo del mercado. Así,
la oferta monetaria disminuía.
Bajaba su tipo de descuento, aumentando el dinero en efectivo del mercado, cuando
predecía que iba a aumentar su cantidad de oro.
Esta conducta llegó a conocerse con el nombre de seguir las reglas de juego, expresión acuñada en
1925 por John Maynard Keynes.
En las decisiones de los bancos centrales de fijar el tipo de cambio en uno u otro nivel, es obvio que
influyeron otros factores distintos de la balanza de pagos, como la rentabilidad, puesto a que
muchos bancos centrales eran de propiedad privada. Si el banco central fijaba un tipo de descuento
superior a los tipos de interés, podía encontrarse sin actividad.
Este fue el problema del Banco de Inglaterra a partir de la década de 1870: el crecimiento que
experimentó la banca privada desde mediados de siglo había reducido la cuota de mercado del
Banco. Cuando sus descuentos disminuyeron, sólo representando una pequeña proporción de los
descuentos de sus competidores, una subida de su tipo de descuento tenía menos repercusión en los
tipos de mercado. La subida del tipo del Banco aumentaba la diferencia entre éste y los tipos de
mercado, privando al Banco de actividad, pero si la diferencia se agrandaba excesivamente, el tipo
del Banco podía dejar de ser “eficaz”, perdiendo influencia en los tipos de mercado.
Otra consideración era que la subida de los tipos de interés para frenar las salidas de oro podía
deprimir la economía, ya que elevaban el coste de financiación de la inversión y reducían los
incentivos para acumular existencias.
Por último, los bancos centrales dudaban en subir los tipos de interés porque, si los subían,
incrementaban el costo que tenía para el Estado el pago de los intereses de su deuda, y ni siquiera
éstas, de carácter privado, eran instituciones inmunes a las presiones estatales. De hecho, por
ejemplo, el Banco de Francia, si bien era de propiedad privada, estaba presidido por un funcionario
público, nombrado por el Ministro de Hacienda.
Por todo esto, el concepto de “reglas del juego” era cada vez más engañoso a medida que pasaba el
tiempo: los bancos centrales, si bien gozaban de cierta discreción sobre las medidas que adoptaban,
nunca estaban completamente aislados, sino que se veían movidos por las presiones políticas.
La piedra angular del patrón oro existente antes de la Primera Guerra Mundial era la prioridad que
daban los gobiernos al mantenimiento de la convertibilidad. En los países del centro del sistema
(Gran Bretaña, Francia y Alemania), no cabía duda de que los responsables harían, en última
instancia, cualquier cosa que fuera necesaria para defender las reservas de oro del banco central y
mantener la convertibilidad de la moneda. Las presiones a las que los gobiernos fueron sometidos en
el siglo XX para subordinar la estabilidad monetaria a otros objetivos no era una característica del
mundo del siglo XIX, sobre todo porque los trabajadores que más perjudicados resultaban en las
épocas difíciles no estaban en una buena posición para hacer oír sus objeciones, ya que el sufragio
continuaba estando restringido.
Así, los trabajadores que tenían problemas cuando el banco central subía el tipo de descuento tenían
pocas oportunidades de hacer oír sus objeciones, y mucho menos de echar al gobierno o las
autoridades responsables de la política económica. Además, como los salarios y precios eran
relativamente flexibles, una perturbación de la balanza de pagos que requiriera una reducción del
gasto interior podía acomodarse con un descenso de los precios y los costos, y no con un aumento del
paro, lo que reducía aún más las presiones.
Como, antes de 1914, el riesgo de devaluación era mínimo, los inversores casi no lo tenían en cuenta.
Cuando las monedas fluctuaban, éstos reaccionaban de forma estabilizadora: por ejemplo, si bajaba
el tipo de cambio, acercándose al punto de exportación del oro (en el que la moneda nacional era
suficientemente barata como para que fuera rentable convertirla en oro, exportar ese oro y usarlo
para conseguir divisas), el banco central comenzaba a perder reservas. Pero entraban fondos del
exterior, previendo los beneficios que obtendrían los inversores en activos interiores una vez que el
banco central tomara medidas para fortalecer el tipo de cambio. Como no había duda alguna sobre el
compromiso de las autoridades de mantener la paridad, entraba capital rápidamente y en grandes
cantidades.
Así, los bancos centrales podían desviarse de las reglas de juego, porque su compromiso con el
mantenimiento de la convertibilidad del oro era creíble. En intervalos largos de tiempo, los activos
interiores y exteriores de los bancos centrales evolucionaban al unísono, sin importar si infringían las
reglas en el corto plazo. Por eso, como sabían que las autoridades acabarían tomando las medidas
necesarias para defender la convertibilidad, los inversores desplazaban capital a los países de moneda
débil, financiado sus déficit incluso cuando sus bancos centrales incumplían temporalmente las
reglas de juego.
La solidaridad internacional:
Las subidas del tipo de descuento de un país, que atraían capital financiero y reservas de oro,
debilitaban las balanzas de pagos de los países de los que procedían el capital y el oro. Por eso, la
subida del tipo de descuento de un banco central podía desencadenar una ronda de subidas.
Asimismo, una reducción del tipo de descuento de un banco central podía permitir que se redujera en
el resto.
Idealmente, alguien asumiría la responsabilidad del nivel común de los tipos de descuento, que
debería ser alto cuando las economías amenazaran con recalentarse, pero bajo cuando se avecinara
una recesión mundial. Por ejemplo, cuando las condiciones crediticias eran excesivamente
restrictivas y era necesario suavizarlas, el ajuste debía ser realizado sistemáticamente por varios
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bancos centrales. La necesidad de realizar el ajuste la indicaban las subidas de los coeficientes de
reservas: al disminuir la actividad económica, se retiraban de la circulación monedas de oro que
entraban en los cofres del banco central, y las reservas aumentaban en relación con los depósitos y
otros pasivos. Por otro lado, también podía marcar la necesidad de ser un ajuste el nivel de los tipos
de interés: altos cuando la economía está en expansión, bajos en recesión.
El problema es que no es tan sencillo predecir los ciclos de la actividad y moderarlos: para que eso
fuera posible, los tipos de los bancos centrales deberían guiar a los tipos de mercado, y no seguirlos.
En cambio, la práctica que comenzó a emplearse fue la de seguir al líder: si un banco bajaba su tipo
de descuento, pero el resto no lo seguía, el primero perdía reservas, y la convertibilidad de su
moneda podía verse en peligro. Así, el Banco de Inglaterra, el más influyente de su época, indicaba
la necesidad de actuar, y su tipo de descuento servía de foco de atención para la armonización de la
moneda.
La armonización de las medidas era más difícil en las épocas borrascosas: para contener una crisis
financiera, podía ser necesario modificar los tipos de descuento de los diferentes bancos centrales en
direcciones opuestas. Por ejemplo: si un país estaba en crisis y sufría una pérdida de reservas, podía
verse obligado a subir su tipo de descuento para atraer oro y capital del extranjero. Para ello, era
necesario que otros países dejaran que fluyera oro hacia el banco central en apuros, sin responder con
la misma medida. Así, no bastaba con el enfoque de seguir al líder. En casos extremos, tal vez era
necesario descontar letras en nombre del país afectado, prestando oro a sus autoridades monetarias.
Un ejemplo fue el caso de la crisis de Baring de 1890, en la que el Banco de Inglaterra debió hacer
frente a la insolvencia de un gran banco mercantil británico, el Baring Brothers, que había concedido
créditos incobrables al gobierno de Argentina. El Banco de Inglaterra solicitó al Banco de Francia un
préstamo de oro por 3 millones de libras, y obtuvo de Rusia monedas de oro por valor de 1,5
millones de libras. Esta medida fue necesaria para reforzar la estabilidad del patrón oro internacional,
así como de su moneda clave, la libra esterlina.
Cuando el Banco de Inglaterra pudo reponer sus reservas de oro, con la ayuda de Francia y Rusia,
pudo suministrar liquidez al mercado londinense, y, junto a otros bancos de Londres, contribuyó a
crear un fondo de garantía para el Baring Brothers, sin agotar las reservas necesarias para cumplir su
promesa de convertir libras esterlinas en oro.
A partir de este momento, la cooperación para preservar el régimen se hizo cada vez más frecuente.
Por ejemplo, en 1893, un consorcio de bancos europeos contribuyó a ayudar al Tesoro de Estados
Unidos a defender el patrón oro, y Alemania recibió ayuda de los bancos de Inglaterra y Francia en
1898. También los países europeos más pequeños, como Bélgica, Noruega y Suecia, recibieron en
préstamo reservas de bancos centrales y gobiernos extranjeros.
Esta cooperación era fundamental en tiempos de crisis, y desmiente la idea de que el patrón oro era
un sistema fragmentario: en cambio, dependía de la colaboración de los bancos centrales y los
gobiernos para subsistir.
fraccionarias, en el que los bancos aceptaban depósitos, pero sólo mantenían una parte de sus
activos en efectivo y títulos líquidos, puso en cuestión el estado de las cosas, planteando la
posibilidad de que una retirada masiva de depósitos podía provocar la quiebra de un banco falto de
liquidez, pero fundamentalmente solvente.
Todo esto llevó a infundir un temor de que una retirada masiva de depósitos hiciera tambalear la
confianza y se extienda contagiosamente a otras instituciones, poniendo en peligro la misma
estabilidad del sistema financiero. Esto justificaba la intervención del banco central, como
prestamista de última instancia, para evitar la extensión de la crisis.
En Inglaterra, el momento decisivo fue la crisis de Overend and Gurney, en 1866. Ésta era una
empresa de reconocido prestigio, que se acababa de constituir en sociedad de responsabilidad
limitada. La quiebra en 1866 de Overend, compañía contratista ferroviaria de Watson, y la quiebra
posterior de la empresa mercantil española Pinto Pérez, con la que se sabía que Overend and Gurney
se había comprometido, obligaron a la empresa a cerrar. El pánico se extendió por todo el sistema
bancario, y los bancos buscaban liquidez descontando letras en el Banco de Inglaterra. Pero,
preocupada por el nivel de sus propias reservas, la institución se había negado a satisfacer la
demanda de descuentos. El pánico fue grave.
Gracias a esto, el Banco de Inglaterra comenzó a tomar más conciencia de sus responsabilidades
como prestamista de última instancia. Pero el problema era que esto podía entrar en conflicto con sus
responsabilidades como supervisor del patrón oro: por ejemplo, si un banco mercantil británico sufría
una retirada masiva de depósitos, porque sus acreedores lo convirtieron en efectivo y luego en oro,
drenando reservas del Banco de Inglaterra; para ayudar al banco en dificultades, el Banco de
Inglaterra podía suministrar liquidez, pero infringiendo las reglas de juego del patrón oro. El banco
central estaría facilitando más crédito al mercado justamente en el mismo momento en el que
disminuían sus reservas de oro. Al temerse que el banco central suspendiera la convertibilidad del
oro y dejara que el tipo de cambio se depreciara en lugar de permitir que la crisis bancaria interior se
extendiera, la retirada de depósitos y efectivo y su conversión en oro podían acelerarse, ya que los
inversores tratarían de evitar las pérdidas de capital que experimentarían los titulares de activos
denominados en moneda nacional si se depreciara la moneda. Ante todo esto, se hacía evidente que,
en ocasiones, la intervención del banco central como prestamista de última instancia podía resultar
hasta contraproducente.
Hasta la Primera Guerra Mundial, la mayoría de los países logró evitar esta situación. En cierto
modo, la idea de que los bancos centrales tenían responsabilidades como prestamistas de último
recurso sólo surgió gradualmente: por ejemplo, en Estados Unidos, aún no existía banco central para
asumir esta obligación (happy Milei noises). Además, la credibilidad del compromiso primordial de los
bancos centrales y los gobiernos de mantener la paridad del patrón oro aún persistía, por lo que los
inversores estaban seguros de que, si un banco central incumplía las “reglas” del patrón oro en su
papel de prestamista de último recurso, el incumplimiento sería temporal. Había varios incentivos
más para mantener el sistema:
Si aún los inversores necesitaban un incentivo más, el banco central podía aumentar los
tipos de interés, elevando la tasa de rendimiento, en lo que se conoce como Regla de
Bagehot: descontar libremente en respuesta a un “drenaje interno” (retirada de depósitos y
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financieras desaparecían cuando surgían dudas sobre la capacidad de los ingresos por
exportación para pagar los intereses de la deuda exterior, y, cuando dejaba de entrar capital,
las exportaciones disminuían como consecuencia de la escasez de crédito.
La especial combinación de factores sociales y políticos que facilitaban el
funcionamiento del patrón oro en Europa no tenía tanto poder en otros países. Por
ejemplo, en Estados Unidos, el sufragio masculino universal aumentó la influencia política
del pequeño agricultor, por lo general crítico con al deflación, y la minería de la plata era un
grupo de presión influyente en la política. A diferencia de los agricultores europeos, que
competían con las importaciones y cuya oposición al patrón oro podía compensarse con
protección arancelaria, la agricultura americana orientada hacia las exportaciones no se
beneficiaba por los aranceles.
En la década de 1890, hubo una crisis: como los precios de los productos eran más bajos por
la deflación, pero la carga de la deuda hipotecaria no disminuía en la misma medida, se
consideraba que la producción mundial estaba creciendo más rápido que las existencias
mundiales de oro. Para frenar el descenso del nivel de precios, era necesario que el gobierno
emita más dinero, idealmente en forma de monedas de plata. Cuando se hizo esto, y el Tesoro
compró plata a cambio de billetes de curso legal, los precios dejaron de bajar, y la plata
sustituyó al oro en circulación. Pero, al aumentar el gasto, la balanza de pagos mostró un
déficit, drenando oro del Tesoro. Ante todo esto, se temía que llegara el momento en que el
Tesoro no tuviera el metal necesario para convertir los dólares en oro.
El mercado se mostraba cada vez más temeroso de que el gobierno demócrata, recién
instalado, continuara emitiendo papel-moneda no respaldado por oro. En abril de 1893, las
reservas de oro del Tesoro eran inferiores a 100 millones de dólares, el mínimo que se
consideraba compatible con la seguridad. Los inversores se llevaron el capital a las monedas
europeas, para evitar las pérdidas que les causarían los activos denominados en dólares si se
suspendía la convertibilidad y se depreciaba el dólar.
En 1893, el presidente Cleveland se declaró a favor del dinero respaldado por oro. Pero el
problema recién se resolvió en las elecciones siguientes, con el triunfo del republicano
McKinley. A sus perspectivas electorales contribuyó el descubrimiento de oro llevado a cabo
en Australia, Sudáfrica y Alaska, que estimuló el crecimiento de la oferta monetaria. El
dinero de los depósitos comenzó a acumularse sobre el oro monetario, como consecuencia del
desarrollo del sistema bancario de reservas fraccionarias. La asociación del oro con la
deflación desapareció, y la posición del dólar se consolidó en 1900.
En otros países, las presiones para que se depreciaran las monedas no se eliminaron tan
fácilmente: Argentina, Brasil, Chile, Italia y Portugal debieron suspender la convertibilidad
del oro, y dejar que se depreciara la moneda. Esta depreciación era vista con agrado por los
terratenientes que tenían hipotecas fijas, y por los exportadores que deseaban aumentar su
competitividad internacional.
Hubo ciertas circunstancias políticas y económicas que permitieron el florecimiento del patrón oro,
sobre todo la singular posición que ocupaba Gran Bretaña en la economía mundial, lo que protegía su
balanza de pagos de las perturbaciones, y permitía que la libra esterlina constituyera el eje del
sistema internacional. Además, los últimos años del siglo XIX fueron de expansión y aumento del
comercio multilateral, lo que contribuyó al funcionamiento del mecanismo de ajuste del patrón oro.
Como los mercados exteriores de las exportaciones británicas de bienes de capital no tenían trabas,
las exportaciones británicas de mercancías compensaban las de capital, estabilizando la balanza de
pagos del país ubicado en el centro del sistema. Por otro lado, los países industriales aceptaban
libremente las exportaciones de bienes de regiones productoras de materias primas, ayudando a éstas
a pagar los intereses de sus deudas exteriores y a adaptarse a las perturbaciones de la balanza de
pagos todo esto apuntalaba al sistema del patrón oro.
Otra cosa a destacar fue que el período 1871-1913 fue un interludio de paz en Europa, lo que facilitó
la cooperación internacional que apoyó al sistema cuando su existencia se vio amenazada. Pero, a
principios de siglo, ya los principios que habían subyacido al mantenimiento del patrón oro
comenzaron a peligrar:
La aceleración del ritmo de crecimiento económico y desarrollo financiero de otros
países minaba el papel de Gran Bretaña.
Los préstamos que retornaban automáticamente a Londres en forma de depósitos
extranjeros eran menores.
Cuando disminuyeron los descubrimientos de oro, resurgió el temor a que las existencias
de oro no fueran suficientes para satisfacer las necesidades de la creciente economía mundial,
y no estaba claro que, complementando el oro con divisas, existiera una base estable para
mantener el ordo monetario internacional.
El crecimiento de las reservas de divisas aumentó el peligro de que las crisis de confianza
que llevaban a liquidar las reservas en el extranjero provocaran, en algún momento, la
liquidación del sistema.
La extensión del derecho al voto y la aparición de partidos políticos laboristas
planteaban la posibilidad de cuestionar la inquebrantable prioridad que concedían las
autoridades monetarias a la convertibilidad, politizando la política económica.
El aumento de las tensiones políticas entre Alemania, Francia y Gran Bretaña por las
colonias socavaron la solidaridad en la que se había basado la cooperación financiera.
Si supusiéramos que cuatro quintos de todo el dinero de Gran Bretaña fueran destruidos en una
noche… ¿cuál sería la consecuencia? Descendería proporcionalmente el precio del trabajo y los
artículos, haciendo que las cosas sean tan baratas que ninguna otra nación pudiera competir en
mercado exterior, navegando o vendiendo manufacturas al precio inglés. Esto haría, a su vez, que, en
un breve lapso de tiempo, se recupere el dinero perdido, volviendo al nivel de todas las naciones
vencidas.
Lo contrario sucedería si fuera a la inversa: imaginando que todo el dinero se multiplicase cinco
veces en una noche, los precios alcanzarían una altura tan exorbitante que ninguna nación podría
comprar los bienes británicos, pues los suyos serían competitivamente tan baratos que harían que
Gran Bretaña descienda a su nivel, perdiendo la gran superioridad de riquezas que la había colocado
en tal desventaja.
De esta forma, en todas las naciones, el dinero se preserva en cantidades proporcionales a su
técnica y laboriosidad. Al igual que cualquier fluido, resulta imposible acumular dinero más allá de
su propio nivel.
Hay que tener en cuenta algo: si la conexión es cortada por alguna clase de impedimento material o
físico, puede darse una enorme desigualdad monetaria. Por eso, la inmensa distancia entre China y
Europa, junto con la obstrucción de las comunicaciones, mantienen en Europa el oro y la plata en
mucha mayor plenitud que en ese reino. Sin embargo, a pesar de este obstáculo, la fuerza de las
causas enumeradas anteriormente:
Supongamos que hay circulando, como dinero, doce millones en papel, mientras que el dinero en
efectivo real es de dieciocho millones. De esta forma, el Estado mantiene unas reservas de 30
millones. Si es capaz de mantenerlas, necesariamente debe haberlas adquirido en oro y plata, sin
obstruir, con esta nueva invención, la entrada de estos metales. Esta suma debe provenir de todos los
reinos del mundo, porque, si se retiran estos doce millones, el dinero en este Estado se encontrará por
debajo de su nivel, comparado con sus vecinos, por lo cual hay que atraerlo de todos ellos, para
encontrarse rebosante y saturado.
En Francia, donde abunda el oro y la plata y no hay bancos, los víveres y el trabajo son más baratos
que en naciones que no son ni la mitad de ricas en metales preciosos.
Si bien es cierto que el crédito y los bancos tienen el defecto de desterrar las monedas y lingotes de
un Estado, poseen varias ventajas:
Su influencia sobre la circulación de monedas y lingotes no causa tantos perjuicios como
para no admitir una compensación, e, incluso, hacer perder el equilibrio a partir del
incremento de la actividad y el crédito, que pueden ser promovidos por el correcto uso del
papel.
El crédito bancario le garantiza, a una persona, una determinada cantidad de dinero,
otorgándole la libertad de retirarlo, en su totalidad o en parte, siempre que lo desee, sólo
debiendo pagar el interés ordinario mientras lo tiene en sus manos.
El crédito bancario permite a los comerciantes convertir en dinero constante sus casas,
artículos y las deudas que otros han contraído con él.
Desde la invención de los créditos, los comerciantes pueden apoyar el crédito de los demás,
lo que constituye una considerable seguridad contra bancarrotas. De esta forma, una persona,
al agotar su crédito bancario, puede dirigirse a cualquiera de sus vecinos en la misma
condición, tomando su dinero y reponiéndolo a su conveniencia.
De la misma forma que los proyectos de papel moneda son casi el único expediente por el que
disminuir el dinero por debajo de su nivel, de igual modo, el exclusivo camino por el que se puede
hacer crecer el dinero es una práctica destructiva. Tampoco resulta beneficioso tomar prácticas que
impidan la acumulación: existe, en el ser humano, un invencible obstáculo para tal inmenso
crecimiento de las riquezas. Por eso, un Estado débil, pero con un enorme tesoro, pronto llegaría a
ser una presa para sus empobrecidos, pero más poderosos, vecinos. Un Estado grande, asimismo,
puede disipar su riqueza en peligrosos y mal concebidos proyectos, destruyendo la laboriosidad y
número de sus miembros. De esta forma, el fluido alcanza una gran altura, estalla, destruye el vaso
que lo contiene, y, mezclándose con el elemento que lo rodea, pronto cae a su poco nivel.
En resumen, todas las naciones de Europa, y ninguna más que Inglaterra, han puesto, sobre el
comercio, una innumerable serie de barreras, obstrucciones e impuestos, motivadas por el deseo de
amasar un dinero que nunca se amontonará más allá de su nivel mientras circule, o por el miedo de
perder sus monedas, que nunca descenderán por debajo de él. De esta forma, se priva a los Estados
del intercambio y la comunicación libre.
Los políticos adoptan el único método de desterrar el dinero (usar el papel moneda), y rechazan el
camino que conduce a amasarlo (el atesoramiento). Así, ni los propios ni los extranjeros pueden
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beneficiarse de lo provisto por el arte y la naturaleza. Pero no todo impuesto sobre mercancías
extranjeras es necesariamente perjudicial o inútil, sino aquellos puramente basados en la envidia.
Todos aquellos Estados y reinos que, en el pasado, fueron ricos y opulentos, pero ahora son pobres y
están arruinados, al perder su comercio, industria y población, no pueden esperar conservar su oro y
plata, pues estos metales preciosos se mantienen en proporción a las ventajas anteriores. El dinero
siempre encuentra su camino de vuelta, a través de cientos de canales, de los que no tenemos
nociones ni sospechas: tiende a volver a las diferentes naciones de dónde vino, y seguir el arte e
industria por los cuales, en principio, fue adquirido.
la balanza de pagos, y son influidos por la contracción o expansión de los flujos monetarios, hay
otros hechos a tener en cuenta:
1) Se encuentra un paralelismo entre las fluctuaciones de las exportaciones e
importaciones de cada país, y en la tendencia general de los movimientos de comercio
exterior de los distintos países que comercian. Entre 1880 y 1960, a todos los ascensos y
descensos significativos de las exportaciones de Europa Occidental les correspondieron
ascensos o descensos paralelos en los once principales países comerciantes del mundo en el
91% de los casos, y ascensos y descensos simultáneos de cada país, tomados en forma
aislada, en el 88% de los casos.
2) Igualmente importante es el total paralelismo de los movimientos de precios entre los
países comerciantes que mantienen un mínimo grado de libertad de comercio e
intercambio en sus transacciones internacionales: si bien hubo grandes diferencias en la
composición de las exportaciones de cada país, los índices de valor unitario de éstas, para los
mismos once países en el período 1870-1960, se movieron en igual dirección en el 89% de las
fluctuaciones observadas.
Las grandes variaciones en los niveles de precios nacionales fueron invariablemente
neutralizadas por fluctuaciones del tipo de cambio, y viceversa. Pero estas fluctuaciones
fueron evitadas por la mayoría de los países industriales del siglo XIX.
3) Los ajustes descendentes de los salarios raras veces alcanzaron gran amplitud, incluso
en el siglo XIX, entre los países que mantuvieron la estabilidad del tipo de cambio. Donde se
desarrolló una importante inflación, la competencia internacional de costos fue casi
invariablemente restaurada por medio de una devaluación, más que a través del reajuste
descendiente de precios y salarios.
Durante los cincuenta años anteriores a la Primera Guerra Mundial, se observa que, en
Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania, hubo sólo cuatro o cinco bajas en
cualquier índice general del nivel de salarios monetarios, generalmente limitadas a pocos
puntos porcentuales. Recién fueron superadas por las bruscas bajas salariales de la recesión
de 1920-1922 (37% en Reino Unido) y los primeros años de la Gran Depresión (22% en
Estados Unidos y Alemania).
4) Las políticas de “neutralización”, consideradas una causa importante de la caída del patrón
oro, no fueron una innovación de posguerra. En general, los bancos centrales no obedecían
las reglas de juego antes de 1914. Muchas veces, además, se entiende como “neutralización”
a cualquier caso en que las fluctuaciones en la cartera interna de un banco central compensan
sólo una fracción (por pequeña que sea) de los cambios en sus activos internacionales. Pero,
en muchos casos, quedaba una relación positiva entre estos últimos y los cambios en las
obligaciones a la vista del banco central. Además, el impacto sobre la oferta monetaria del
país muchas veces era amplificado por las operaciones del sistema bancario privado, por el
sistema habitual de encajes mínimos.
Así, la “neutralización” permitiría un impacto múltiple de los movimientos internacionales
del oro (o divisas) sobre la oferta monetaria, a diferencia del impacto unívoco que hubiera
resultado del sistema puro de circulación monetaria con mercados de oro, supuesto en las
formulaciones más abstractas de la teoría del patrón oro.
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En estas inversiones, el más importante era Reino Unido, seguido por Francia y Alemania. El
Reino Unido había tenido persistentes superávits en cuenta corriente durante más de un siglo,
sin tendencia al equilibrio. Nadie podía intentar explicar este saldo favorable en términos del
mecanismo de ajuste de los costos antes descripto, ya que surgió de las ganancias británicas
por el aumento de su cartera de inversiones extranjeras, y coincidió con grandes y crecientes
déficit en la balanza comercial, compensados, en su mayor parte, por entradas líquidas en la
cuenta de servicios y remesas.
Los superávit en cuenta corriente fueron absorbidos, casi totalmente, por las inversiones
británicas en el extranjero, que superaron los 1.000 millones anuales en los últimos tres años
anteriores a la guerra. Estas inversiones aceleraron el desarrollo económico, y ayudaron a
aliviar las presiones de la balanza de pagos en los países receptores.
7) El patrón cíclico de los movimientos internacionales de capital tuvo un efecto diferente
sobre los países importadores y los exportadores de capital: en los segundos, una simple
disminución de las exportaciones de capital podía aliviar cualquier presión sobre las reservas
del banco central, proveniente de desarrollos desfavorables en otras transacciones de la
balanza de pagos. En cambio, los países prestatarios no podían controlar sus importaciones de
capital, que tendían, en su totalidad, a aumentar en épocas de prosperidad y disminuir en
épocas difíciles. Además, contribuía a la inestabilidad económica, asociada con su frecuente
dependencia de uno o unos pocos productos primarios de exportación, sujetos, a su vez, a
amplias fluctuaciones de cantidad, precios o ambas cosas a la vez.
Así, el conjunto de la balanza de pagos de los países periféricos recibía, a largo plazo, la
asistencia de grandes importaciones de capital, facilitadas por los mercados financieros de
Europa Occidental, pero pagaban por esa dependencia con fluctuaciones perjudiciales
durante el ciclo, en la disponibilidad de ese capital y en los términos de intercambio.
8) Otro importante requisito de la teoría tradicional del ajuste de la balanza de pagos está
relacionado con la regulación temporal internacional de los movimientos de las reservas
y los cambios en la tasa de redescuento: se sugiere que los países deficitarios emprenden
los aumentos de las tasas para aligerar el drenaje de sus reservas hacia los países
superavitarios. Sin embargo, si nos remontamos a los sucesos empíricos, vemos que, al
menos en sus movimientos más amplios, las tasas de redescuento de prácticamente todos
los bancos se mueven juntas, aumentando o disminuyendo. En la mayoría de los países,
además, se ve una correlación positiva (si bien no muy marcada) con las fluctuaciones
cíclicas de los negocios internos, que, también, eran bastante sincrónicas en todos los países.
Reinterpretación y conclusiones:
Los bancos centrales estaban adicionalmente reforzados, ya que una porción importante de la
propia circulación monetaria tenía la forma de dinero mercancía (oro y plata) de carácter total
o parcialmente internacional, más que de dinero fiduciario. Así, las políticas de expansión
crediticia eran acompañadas por una salida de activos en oro y plata de los tesoros de los
bancos centrales, que pasaron a la circulación nacional y a las reservas de los bancos
comerciales, así como a países extranjeros.
Esta dirección era más pronunciada incluso, porque la denominación menor del papel moneda
era, generalmente, demasiado elevada como para ser usada en pagos domésticos y salariales.
Por eso, la expansión crediticia del banco central estaba limitada por las pérdidas internas de
oro y plata, de la misma forma que las expansiones de los créditos y depósitos de los bancos
comerciales están limitados actualmente por el drenaje de sus reservas de papel moneda.
Mientras que esto último puede resolverse por el crédito del banco central, los propios bancos
centrales no podían acceder a “prestamistas de última instancia” de oro y plata.
Así, el ritmo total de la creación de crédito estaba limitada, en la economía internacional
del siglo XIX, por la capacidad del banco de incrementar simultáneamente sus reservas
internacionales.
pronunciada tendencia descendente a largo plazo de los precios mayoristas en todos los países
principales.
En el caso de Estados Unidos, los precios cayeron un 25% de 1814 a 1872, y también un 25% de
1872 a 1913, sumando una baja acumulativa del 44% entre 1814-1913. En el Reino Unido, también
hubo una caída del 44% en el mismo período.
La influencia de las fluctuaciones en la producción del oro sobre estas tendencias de los precios
parece mucho más plausible que la supuesta relación inversa, que va de los precios de las mercancías
hacia la producción del oro. La avalancha de oro desatada con el descubrimiento de nuevos campos
auríferos y el progreso de las técnicas de minería y refinería con posteridad a 1848 y 1888 hicieron
que el stock de oro acumulado se duplique. La tasa anual de crecimiento de los stocks estimados de
oro monetario (deduciendo la cifra correspondiente a atesoramiento y usos industriales y artísticos)
se elevó del 0,7%, en la primera mitad del siglo XIX, al 4,3% durante los años 1849-1872,
declinando precipitadamente al 1,3% en 1873-1888, y volviendo a elevarse al 3,2% en 1889-1913.
Hay varios factores complejos que subyacen al paralelismo entre la producción de oro y las
tendencias a largo plazo en los precios de las mercancías: hubo un agrupamiento y difusión de
descubrimientos e innovaciones tecnológicas, de transporte, etcétera, y vastas migraciones de
antiguas a nuevas áreas de colonización. Además, debemos añadir la preparación, desarrollo y
secuelas de las guerras. También, los desarrollos monetarios y bancarios desempeñaron también un
papel permisivo en la aceleración o retardo de las tendencias de los precios y el crecimiento de la
producción.
Debemos preguntarnos si la estabilidad sin precedentes de las principales monedas del siglo XIX (en
términos de tipo de cambio) no se debió al gran crecimiento del dinero fiduciario, en forma de papel
moneda o depósitos bancarios, más que al “dinero mercancía” en oro y plata. La total dependencia,
previa a este siglo, del sistema monetario con respecto al oro y la plata, que llevó a una casi
exclusión del dinero papel, no impidió grandes excesos inflacionarios, ni fluctuaciones en el tipo de
cambio. Por ejemplo, la libra esterlina perdió tres cuartos de su valor oro, en el lapso comprendido
entre la mitad del siglo XIII y las postrimerías del siglo XVIII.
Según estimaciones de la Liga de las Naciones, el papel moneda y los depósitos, ya en 1913,
constituían más del 85% de la circulación monetaria total del mundo, y el oro, sólo el 10%. Los
billetes de banco y los depósitos a la vista constituían menos de la tercera parte de la oferta total de
dinero a principios del siglo XIX, pero de ocho a nueve décimos alrededor de 1913. Los aumentos
del dinero fiduciario (papel moneda y depósitos a la vista) comprendían, en los países más
desarrollados, dos tercios o más de la expansión monetaria total después de la mitad del siglo, y
alrededor del 95% de 1873 a 1913.
Estos hechos no pueden conciliarse con la supuesta “automaticidad” atribuida por muchos autores al
patrón oro del siglo XIX. La conciliación de altas tasas de crecimiento económico con la estabilidad
del tipo de cambio y el precio del oro fue posibilitada por el rápido aumento y manejo adecuado del
dinero bancario, y hubiera sido prácticamente imposible de alcanzar con el sistema pura o
predominantemente metálico de creación de dinero.
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La vulnerabilidad exterior:
Esta operaba en tres planos independientes:
Nivel de ocupación e ingresos internos:
En el sector agropecuario, los ingresos percibidos por los trabajadores, propietarios y empresarios
rurales estaban directamente condicionados por el valor de las exportaciones: si éstas eran elevadas,
en volumen y en precio, los ingresos de los productores eran consecuentemente elevados. Pero esto
no repercutía sólo sobre este sector: también determinaba el proceso de crecimiento del conjunto de
la economía mediante la movilización del mecanismo multiplicador del ingreso interno (el aumento
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del valor de las exportaciones colocaba mayores ingresos en manos de los trabajadores y de los
empresarios rurales. Estos ingresos se gastaban, en parte, en importar bienes del exterior y el resto en
adquirir bienes de consumo e inversión en el mercado interno. El ingreso gastado dentro del país
generaba ocupación de mano de obra y de capitales en los sectores de actividad destinados a producir
para satisfacer la creciente demanda interna. Esto proporcionaba salarios y ganancias a los
trabajadores y capitales empleados en los sectores productores para el mercado nacional. Estos
ingresos se gastaban en importaciones y en bienes en el mercado interno. Y así sucesivamente.).
La medida del estímulo que el aumento de las exportaciones provocaba en la economía nacional
dependía de la proporción de los ingresos totales gastados en el exterior que, consecuentemente, no
se destinaban al mercado interno. La demanda de bienes y servicios de consumo e inversión se
satisfacía en gran parte con importación (25%). Este flujo de fondos al exterior reducía el efecto
multiplicador que la expansión del ingreso del sector agropecuario exportador pudo ejercer sobre el
desarrollo de la actividad nacional. No obstante, esto no debe ser exagerado: se exportaba para poder
importar y aumentar así la cantidad total de bienes y servicios disponibles para el consumo e
inversión nacional.
En sentido inverso, la contracción de las exportaciones determinaba una disminución de os ingresos
de los productores agropecuarios y la reducción de sus compras tanto en el exterior como en el
interior. Esto provocaba la desocupación de capitales y de mano de obra en los sectores destinados a
producir para el mercado interno y la consecuente reducción de ingresos de éstos. Se agravaba así la
tendencia depresiva inicial.
En cuanto a la incidencia de los servicios del capital extranjero y de las nuevas inversiones en el
nivel de ocupación y de ingresos internos (tomando el efecto como saldo: la diferencia entre las
ganancias y los intereses del capital extranjero menos la entrada neta de nuevos capitales del
exterior), en el período analizado el 70% de las ganancias e intereses del capital extranjero se destinó
a aumentar el monto del capital extranjero radicado en el país equivalente al 30%. Como saldo, hubo
una reducción del ingreso disponible para ser gastado internamente o a importar.
Las utilidades e intereses del capital extranjero y las inversiones netas del exterior se vinculaban con
el ahorro y la inversión y no con el consumo. Las entradas de capital extranjero (inversiones) tenían
tres destinos principales: la financiación de importaciones de maquinaria y equipo para proyectos de
inversión, el pago de gastos locales vinculados con proyectos de inversión y la compra de títulos
públicos que el gobierno a su vez destinaba para financiar gastos corrientes y, mayormente,
inversiones públicas.
Así, la incidencia del saldo entre utilidades e intereses del capital extranjero, por un lado, y las
inversiones netas del exterior, por otro, se reflejaba en la acumulación de capital en el país, y así
ocurrió. Cuando los primeros superaban a los segundos, se debilitaban la acumulación, y viceversa.
La proporción del producto bruto dedicada a la acumulación de capital, o sea el coeficiente de
capitalización, sufrió fuertes fluctuaciones en toda la etapa. Hay dos períodos:
1900-1914: las inversiones netas del exterior superan (en un 10%) las utilidades y los
intereses del capital extranjero existente en el país.
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1915-1929: estas utilidades e intereses son sensiblemente superiores (en un 55%) a las
inversiones netas del exterior.
Como la inversión es un componente de la demanda global, su nivel determina en gran medida el
nivel de ocupación de mano de obra y otros factores productivos. Como determinante básico del
monto de inversiones, el endeudamiento externo jugó un papel muy importante en la determinación
del nivel de ocupación y de ingresos internos.
Balance de pagos:
La disponibilidad de divisas generadas por las exportaciones determinaba el nivel de ingresos y la
demanda de importaciones. La expansión de las exportaciones tendía a incrementar la demanda de
importaciones, y viceversa. Por otra parte, parte de los servicios de capital extranjero invertidos en el
país eran rígidos y no fluctuaban conforme a los cambios en las exportaciones y el nivel interno de
ingresos. Así, los servicios representaban un 25% de las exportaciones cuando éstas aumentaban,
pero cuando se contraían la proporción ascendían hasta el 50%.
Cuando las inversiones netas disminuían, el pago de los servicios del capital extranjero recaía sobre
las reservas de oro y divisas y los ingresos corrientes generados por las exportaciones. Agotadas las
reservas, las soluciones eran:
1) Contraer las importaciones para liberar las divisas con que pagar los servicios del
capital extranjero: implicaba crear problemas, ya que de hacerlo se reducirían drásticamente
los bienes y servicios disponibles para el consumo y la inversión internos. Esto comprimiría
las condiciones de visa y el nivel de ocupación e ingresos.
2) Incumplimiento del pago: creaba dificultades con el exterior, suspensión del arribo de
nuevos capitales y el retiro de los existentes. Salvo en crisis extremas, como la de 1890, no se
llegaba a suspender el pago (spoiler alert).
Finanzas públicas:
El gobierno nacional y varios provinciales recurrieron al crédito externo colocando sus papeles
públicos en los mercados financieros internacionales. Como la deuda pública externa tenía plazos de
amortización y tipos de intereses fijos y estaba expresada en oro, o en divisas vinculadas a él, los
servicios sobre la misma eran totalmente rígidos. El gobierno debía hacer frente a los mismos
independientemente de la evolución de los ingresos fiscales. Cuando éstos eran elevados, los
servicios absorbían el 20% de los ingresos públicos. Si no, el 60%.
En realidad, la contratación de nuevos empréstitos permitía afrontar con más facilidad el pago de los
servicios de la deuda. Sin embargo, cuando se suspendía esta contratación (porque los países
industrializados estaban en una fase depresiva), le pago de los servicios recaía totalmente sobre los
ingresos fiscales corrientes. Esta situación se producida en general cuando los ingresos fiscales
disminuían dada la contracción del comercio exterior y del nivel de actividad económica (también
consecuencia de la depresión). Así, los servicios de la deuda pública externa absorbían proporciones
exorbitantes de los ingresos fiscales corrientes. Las salidas eran:
a) Contracción de los gastos y las inversiones públicos para crear un superávit primario
(exceso de ingresos sobre egresos) que permitiese hacer frente a los servicios de la deuda
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nivel de ocupación y de actividad internas. Los salarios y el nivel general de precios disminuían en
consecuencia y se restablecía el equilibrio del sistema.
Si, en cambio, el impulso que alteraba el equilibrio provenía de un déficit de las transacciones del
país con el exterior, disminuían los medios de pago y se contraía el nivel de ingresos de los
productores agropecuarios y, así, de la ocupación y los ingresos de los sectores productores para el
mercado interno. La desocupación de la mano de obra llevaba los salarios y el nivel de precios hacia
abajo. Las exportaciones y los bienes producidos para el mercado interno se abarataban, lo que
estimulaba la exportación y desalentaba la importación. Esto trae un nuevo equilibrio.
Pero el mecanismo de ajuste bajo este patrón no operaba como dice la teoría, porque el nivel de
exportación no dependía de los precios argentinos sino de la situación de la demanda mundial.
Cuando la exportaciones aumentaban era por su alta demanda. El encarecimiento de las
exportaciones argentinas no disminuía sus posibilidades de colocación en el mundo. Cuando bajaban
los precios de nuestras exportaciones por la deflación interna, se debía a la contracción económica de
los países industrializados. Ellos disminuían la demanda, y los precios internacionales de esos
productos agropecuarios caían. Por más que los precios argentinos de exportación cayeran, no
estimulaban la misma. Respecto a las importaciones, el aumento de los ingresos y del nivel de
precios en nuestro país efectivamente las estimulaba. Este efecto compensador también se producía
cuando la caída de precios e ingresos reducía las importaciones.
Había otra dificultad para el mecanismo de ajuste. El endeudamiento externo del país aumentaba la
repercusión del efecto de los cambios producidos en las exportaciones. Al caer estas, se contraía el
flujo de capitales extranjeros. Así, el impacto del pago de las ganancias y los intereses del capital
extranjero recaía totalmente sobre el oro y las divisas generados por las exportaciones, agravando la
depresión. En cambio, cuando las exportaciones crecían, también el flujo de capitales extranjeros
elevando el efecto expansivo sobre la actividad e ingresos internos. Era un comportamiento pro
cíclico que agravaba las fuerzas desestabilizadoras.
Respecto al comportamiento del sistema bajo el régimen de moneda inconvertible, la cantidad de
medios de pago no estaba condicionada por la existencia de oro y divisas. El papel moneda era
inconvertible en oro y el banco podía emitir contra la entrega de papeles públicos o documentos
comerciales. Así, el nivel de los medios de pago era independiente del saldo de las transacciones con
el exterior. Podía ocurrir que ante una contracción de la entrada de capitales extranjeros se produjese
un déficit en las transacciones externas del país y en la remisión al exterior de oro y divisas
convertibles para cancelar ese saldo. A su vez, los medios de pago podían crecer porque el sistema
bancario estaba entregando dinero al gobierno a cambio de títulos públicos. La cotización del papel
moneda en términos de oro estaba dada por las relaciones entre la oferta y la demanda de oro y de
papel moneda inconvertible.
La inconvertibilidad se caracterizó por la depreciación del peso en términos de oro. Esto traía una
profunda incidencia sobre los precios de los bienes producidos en el país y sobre el nivel de salarios.
Los precios relativos se modificaban sustancialmente.
El mecanismo de ajuste bajo este patrón era: la depreciación del precio abarataba las exportaciones
en términos de oro y de divisas convertibles. Pero esto no estimulaba la exportación, que dependía el
mercado mundial. En cuanto a las importaciones, la expansión de los medios de pago y el crédito
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mantenía elevado el nivel de los ingresos monetarios y esto ejercía una presión sobre el oro y las
divisas disponibles para importar.
De esto, se depreciaba el peso y se encarecían las importaciones. Ello ajustaba la demanda de las
importaciones a la efectiva capacidad de importar del país. Había otros efectos de la depreciación del
papel moneda. Hasta 1893 la mayor parte de los ingresos fiscales estaban fijados en pesos papel. Y
mientras los servicios de la deuda debían pagarse en oro o divisas convertibles, los ingresos fiscales
estaban compuestos por pesos papel depreciados respecto al oro. Esto encarecía el costo de laos
servicios en momentos en que la contracción de las exportaciones, de las importaciones y de la
actividad interna empujaba a la baja los ingresos fiscales. Esto era un nuevo factor de expansión
monetaria, ya que se recurría a institutos emisores para hacerse de pesos contra entrega de títulos
públicos, lo que aumentaba la depreciación del peso. Por otro lado, la valorización del papel moneda,
cuando mejoraban las transacciones, llevaba a la convertibilidad del peso en oro como forma de
detener la apreciación de aquél y sus efectos sobre el ingreso.
Así, el mecanismo de ajuste de un desequilibrio producido por una modificación de las transacciones
dependía, tanto como bajo el patrón oro, de los factores externos. En una economía plenamente
abierta como la argentina (yaki), la evolución de la ocupación y el ingreso interno, tanto como del
balance de pagos y de las finanzas públicas, estaban condicionados por los factores externos.
Si la depreciación del peso (e inflación) elevaba el costo de las importaciones, por un lado, y
aumentaba los márgenes de ganancia de las empresas por la contracción del nivel de salarios, por el
otro, pudo haber estimulado la sustitución de importaciones, para satisfacer con producción interna
una demanda insatisfecha. Pero en la práctica este estímulo fue transitorio, ya que la recuperación de
las entradas de capitales del exterior tendía a valorizar el peso y a abaratar las importaciones. Por otra
parte, la ausencia de una política sistemática de protección al desarrollo industrial impedía la apertura
de oportunidades de inversión permanentes. Se esterilizaba así el potencial efecto industrializador
que pudo haber tenido la depreciación del peso y la inflación.
El patrón oro:
Durante los siglos XIX y primera parte del XX, el patrón empleado fue el patrón oro.
Pero esto tiene varios problemas: que la onza de oro (alrededor de 30 g) es muy cara. Ya un gramo
de oro vale alrededor de $11.000. Y el valor del oro siempre fue muy alto: por ejemplo, el sueldo
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anual de un soldado romano era una moneda de oro de 10 g. De esta forma, en la cotidianeidad, el
oro resultaba poco versátil y útil para transacciones corrientes: por eso, muchos países, como Grecia,
optaron por otros metales para las transacciones, como el cobre.
En un patrón metálico, en rigor, lo que vale es el gramaje de la moneda: una moneda de 2 g de plata,
en teoría, vale el doble de la de 1 g, sin importar quién la haya acuñado. Para el comerciante, para la
transacción, tenía un valor intrínseco: la cantidad de metal que tenía esa moneda.
Para aquellos países que adoptaron el patrón cobre, hacer transacciones más complejas requería una
cantidad enorme de esos recursos: para comprar una casa, era requerida prácticamente una carreta de
monedas de cobre.
Otro inconveniente del oro es que era tan valioso que era tentador falsificar una moneda, limando
polvo de oro, quitándole peso y valor por eso, incluso hoy en día, muchas monedas tienen signos
o ranuras para demostrar que no están falsificadas.
Los metales se acuñan, y el Estado tiene un rol fundamental: es quien dice esta moneda pesa X
gramos. Normalmente, una moneda de oro dice cuántos gramos pesa: está impreso en ellas.
La evolución hace que no nos alcance el metal, ante lo cual aparece el Estado con el oro fiduciario
(fiduciario = fe). Cuando uno tomaba un billete de banco, bajo el patrón de oro, decía esta libra
equivale a tal cosa. Incluso las mismas monedas hacen referencia al peso: peso argentino, libra
esterlina.
El sistema es bastante inflexible, ante lo cual es necesario establecer equivalencias: 1 gramo de oro
equivale a 1 gramo de plata. Con esto, aparece:
a) Paridad legal: el gobierno dice que, en este país (concretamente Francia), la moneda de
curso legal es el Franco en plata y el Franco en oro. Es una definición establecida por el
Estado: 25 a 1, 2 a 1.
El problema es que, una vez que el Estado fija la paridad legal, lo hace de una vez y para
siempre: establece la equivalencia con la pretensión de que dure en el tiempo. Pero, si una
vez establecida la paridad, se descubre una enorme cantidad de minas de oro, la nueva
abundancia haría necesario bajar su valor el oro es valioso, precisamente, porque no es
abundante.
b) Paridad de mercado: más allá de lo fijado por el Estado, como ya se ha dicho, la cantidad de
tal o cual metal (por ejemplo, oro), puede aumentar o reducir. De esta forma, se haría
necesario bajar o subir su valor acordemente, lo que genera tensiones con la paridad legal.
Vamos al patrón oro-plata (bimetálico). Observemos a Francia en el siglo XIX:
a) Paridad legal: 25 gramos de plata = 1 gramo de oro.
b) Paridad de mercado: ahora, imaginemos que se descubrieron minas de oro en California. De
esta manera, el oro debería bajar. Baja la cantidad de plata necesaria para comprar una unidad
de oro: ahora, la paridad sería 20 gramos de plata = 1 gramo de oro.
Con estos datos… ¿cómo hago para enriquecerme? ¿Qué negocio haría? El arbitraje: encuentro la
diferencia entre los valores de cotización de las cosas, que me permiten una ventana de acción para
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alcanzar un beneficio. Hipotéticamente, llevo 1 gramo de oro a Francia, va al banco y lo cambia por
25 monedas de plata (1 moneda = 1 gramo de plata). ¿Qué hace con esas 25? Se toma un barco y se
va a España o Estados Unidos. De esos 25 gramos, con 20 gramos, se compra de nuevo una moneda
de oro, se queda con 5, y vuelve a viajar a Francia. En Francia, vuelve a cambiarlo se generan
excedentes: tensiones entre lo que el Estado dice que vale y lo que vale realmente, según las fuerzas
del mercado.
Estas tensiones siempre estarán latentes, y no serán menores, pues generarán cambios significativos a
lo largo de la historia.
El Estado tenía derecho de señoreaje: si yo iba al Tesoro Francés o al Inglés con un lingote de oro, y
decía que quería que, a cambio de él, me dieran monedas de curso legal para poder transaccionar, me
las iban a otorgar, pero el Estado se iba a quedar con una parte de mi dinero, precisamente por el
señoreaje encarecimiento de la igualdad de mercado.
El derecho de señoreaje era el beneficio que percibía la autoridad de las casas de moneda por
acuñar una pieza cuyo valor intrínseco era menor al nominal.
Todo este esquema implicaba costos de transporte, de seguridad, etcétera. De esta forma, en términos
fácticos, se encarece la igualdad de mercado, acercándola a la paridad legal.
Una persona busca estabilidad: una vez que se define algo, prefiere que se fije para siempre, sin
alteraciones. Lo que sucede
Pero, si se saca una foto de los patrones metálicos en 1910, el mundo tenía patrón oro: todos
tendieron a modificar sus sistemas financieros para regir alrededor del oro.
¿Cómo pasó todo esto?
En algún punto, jugó el azar: definir la paridad legal de una moneda es algo bastante sofisticado,
pues es necesario elaborar un modelo que pueda sostenerse en el tiempo. Inglaterra, con su patrón
bimetálico, necesitaba establecer la paridad legal entre el oro y la plata. El Tesoro Inglés va a
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contratar a la mente más brillante de su tiempo para la tarea: Isaac Newton. Pero Newton se
equivoca, y sobrevalora al oro, alentando al arbitraje.
Este arbitraje desmonetiza de plata a Inglaterra: esta moneda deja de desaparecer, y no circula.
Circulan monedas de níquel o cobre, con sus respectivas equivalencias, pero la plata desaparece.
Poco a poco, Inglaterra se acerca a un sistema basado en el patrón oro.
¿Por qué el resto del mundo adopta el patrón oro? Por las externalidades positivas de hacerlo. A
partir del siglo XIX, hay una especie de catarata de adopción del patrón oro:
Si bien Inglaterra había adoptado el patrón oro antes (durante el siglo XVIII), se emplea como año de
inicio 1816 porque, un año anterior, había sido Waterloo. Durante las Guerras Napoleónicas, se había
suspendido cualquier tipo de patrón o regla cambiaria: lo necesario era ganar la guerra, sí o sí sin
importar si le pagaban en oro o plata, necesitaba colocar sus productos y mercancías, para combatir
el bloqueo que había impuesto Napoleón.
Durante el siglo XIX, Inglaterra se convierte en la gran potencia financiera, económica, militar y
política. Por eso, relacionarse con ella tenía externalidades positivas:
Veamos el caso de Argentina: desde las primeras décadas de 1800, teníamos una deuda con
Inglaterra (Empréstito Baring-Brothers), pendiente de pago. Ahora… si yo quiero pagarle la
deuda a Inglaterra, debo hacerlo en oro, no en toneladas de carne.
Argentina, para el momento: ¿tenía oro? No. Llegar a tenerlo encarecía la transacción: para
poder cancelar las deudas, y generar cualquier pago que tenía que hacerse a Inglaterra, este
país privilegiaba el patrón metálico de su país, el patrón oro.
Cuando Inglaterra se convierte en el centro financiero global, los créditos que otorga a todo el
mundo eran en oro. Por eso, para todo el mundo, financiarse en Inglaterra generaba tensiones
con su patrón metálico: si yo tenía patrón plata, y debía cancelar mis deudas con Inglaterra,
lo tenía que hacer en oro.
En resumen, había incentivos para resolver este problema, convirtiéndose al patrón oro.
Inglaterra es el centro productor de mercancías del mundo, donde el capitalismo había
logrado su fase de desarrollo más avanzado: por eso, es el mayor proveedor de bienes
manufacturados de calidad. Si yo quería comprar algo en Inglaterra, tenía que pagar en oro.
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Ambas externalidades llevan a que los países se vean tentados a adoptar el patrón oro: no hacerlo,
teniendo en cuenta que debían financiarse con Inglaterra y comprarle productos manufacturados,
resultaba costoso.
El tercer país en adoptar el patrón oro fue Alemania, un año después de su unificación. Veamos su
caso en particular: los Estados alemanes tenían un gran vínculo comercial con Oriente (los países
árabes y la misma Rusia). Antes de la unificación, el Marco era de plata.
Tras el triunfo en la Guerra Franco-Prusiana, se hizo necesaria la adopción de una moneda nueva, del
Estado unificado. La Alemania que surge en 1871, ahora la segunda potencia continental, adopta el
patrón oro para otros países, esto aumenta los incentivos de adoptar el patrón oro: la segunda
potencia del mundo, una nueva nación poderosa que había logrado derrotar a Francia, también había
adoptado el patrón oro.
Además, la influencia que tenía Alemania sobre Oriente, en sus vínculos comerciales y coloniales,
expande las externalidades positivas a favor de este patrón. Para este momento, la moneda alemana,
de plata, había inundado el mercado, generando más tensiones en contra de la plata (que se
desvaloriza), y más incentivos para el oro.
Alemania utiliza dos fuentes para obtener oro:
a) Sus reservas de plata, que liquida para conseguir oro.
b) La indemnización que le cobra a Francia por su derrota en la Guerra Franco-Prusiana.
Esto debilitó enormemente a Francia, que tenía que pagar una enorme cantidad de dinero en
indemnizaciones a Alemania. Ya, de base, venía pagando reparaciones por Waterloo. Esto explica
por qué fueron tan virulentos en la Primera Guerra Mundial: venían pagando hacía tanto tiempo que,
en el momento en que les tocó cobrar, se volvieron muy exigentes.
Todo este fenómeno genera una corriente que hace que todo el mundo se oriente al patrón oro,
incluyendo a Argentina. Sorprendentemente, a pesar de sus defectos y poca practicidad, las
externalidades positivas terminaron arrastrando a todos a adoptar un sistema que, a priori, no era
viable.
El liberalismo:
El liberalismo clásico del siglo XIX era mucho más liberal que el del siglo XX, y sobre todo que el
del siglo XXI: el tránsito de mercancías y ciudadanos era muchísimo más libre, sin la fijación de
barreras.
Hay autores que critican a la construcción teórica económica del liberalismo, impulsada en primer
lugar por Adam Smith, porque consideran que es una teoría que consolida la posición de Inglaterra,
que estaba, comparativamente, mejor para producir determinados bienes como Inglaterra era el
más poderoso y eficiente en la industria, y se decía a los países que debían dedicarse a aquellos en
lo que eran eficientes, se estaba perpetuando la ventaja inglesa en la manufactura. Así, la teoría
liberal enmascaraba los intereses de Inglaterra.
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La Riqueza de las Naciones se publica en 1776, año emblemático por dos causas:
1) Revolución Americana.
2) Comienzo del empleo del vapor como fuente de energía.
La obra de Smith es previa a la máquina de vapor: describe una situación con una industria con poco
requerimiento de capital, una manufactura poco tecnificada. Ahora, con la aparición del vapor, era
necesario reformular la obra: no todo el mundo tenía los capitales necesarios para acceder a
máquinas tan grandes y formidables. Si se quería dar el salto, era necesario acceder a un capital
mucho más importante que el necesario para poner una pequeña industria la variable capital
intensivo hace necesario reformular la teoría smithiana.
Carr critica que el ideal del liberalismo perpetúa la hegemonía inglesa. Pero, ya tempranamente,
había críticos de Smith: List, un autor alemán, fue el precursor de una suerte de nacionalismo
económico. Consideraba que, para poder dar el gran salto, era necesario, antes, adoptar una suerte de
políticas proteccionistas: adoptar los principios del liberalismo indiscriminadamente llevaba a
favorecer a Inglaterra y no poder desarrollar económicamente a Alemania.
La relación de equivalencia entre el oro y la plata, en el gráfico de arriba, se ve que se mantiene igual
hasta, aproximadamente, 1880, cuando la mayoría de los países adoptan el patrón oro, lo cual hace
que el gráfico se descalabre.
En Hume, se encuentra la semilla de ese fundamento teórico. La explicación del patrón oro, que se
construirá en estos años, se convertirá en una poderosa fuerza explicativa de cómo funcionan las
cosas, independientemente de cómo funcionan realmente: podemos ver, entonces, cómo ciertas ideas
se transforman en verdad contra lo que la realidad dice, no obstante lo cual prevalece la idea.
Pero el mundo no funciona así: se crea una imagen de algo que debe funcionar, y el mundo asiste,
impávido, a esa definición, sosteniéndola sin cambiarla. Algo interesante a tener en cuenta es que,
cuando termina la Primera Guerra Mundial, la urgencia más grande de Inglaterra era volver,
rápidamente, al patrón oro, a pesar de que, claramente, éste no funcionaba nadie presta atención a
sus inconvenientes: todos lo dan como un hecho.
Esto surge porque se crea un modelo, que nace con Hume, y que se va a sofisticar. Pero va a ser tan
lógico y entendible que se terminará transformando en algo valioso en sí mismo.
En consecuencia, de nuevo de acuerdo a Hume, disminuiría la cantidad de oro del país A, que está
comprando más barriles al país B, porque son más baratos.
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Pero… si disminuye la cantidad de oro en país A, ¿qué efecto tiene eso sobre, por ejemplo, la tasa de
interés? Subirá. ¿Por qué? Porque el precio del dinero es más alto, ya que éste es más escaso -
cantidad de dinero, + tasa de interés.
De esta forma, hablamos de una sofisticación del modelo de Hume, quien no hablaba de tasas de
interés. Es la explicación de los defensores del patrón oro para explicar cuán bueno era el modelo de
ajuste.
Si la tasa de interés subió en país A, ¿qué va a pasar con el nivel de inversión? Va a bajar, porque
cuesta más endeudarse. Las personas, usualmente, no pueden autofinanciarse: cuando invierten, lo
hacen con dinero prestado. Por esto, la expansión de la inversión tiene una relación inversa con el
nivel de la tasa interés.
Yo estoy en un momento en el que estoy fabricando barriles, pero el nivel de precios es alto. Resulta
que ahora quería financiarme, crecer y hacer algo. Pero no me conviene invertir, debido a las
elevadas tasas de interés. ¿Me conviene abrir una nueva fábrica de barriles, o incluso seguir
fabricando más barriles? No, porque mi nivel de precios es tan alto que nadie me va a querer
comprar, y los precios son tan diferenciales que, a la larga, voy a dejar de fabricar barriles.
Si esto sucede, ¿qué pasa con el nivel de empleo? Baja. Si bien los bienes tienen un gran nivel de
capital incluido, también es muy importante la mano de obra. Lo mismo sucede con el nivel de
salarios, que se reduce: como cada vez hay menos empleo, la gente está tan desesperada que necesita
trabajar, por muy bajo que sea el salario. Los salarios bajan, hasta un nivel de subsistencia.
Hacia el siglo XVIII, aparece la cuestión social, con autores que se problematizan sobre ella, porque
ahora es problemática. En los procesos anteriores, donde el hombre no era asalariado, en definitiva
terminaba dependiendo de un señor feudal, que tenía ciertas responsabilidades sobre el campesino.
Esto amortiguaba las diferencias: el campesino trabajaba de sol a sol, pero tenía la garantía de que, si
pasaba algo, podía resguardarse en el castillo.
Con la modernización del sistema, el pacto social se comienza a romper, y el campesinado se hace
más resistente. Cuando aparece el capitalismo y el trabajo asalariado, esto se transforma, y aparece la
cuestión problemática.
Si el nivel de salarios baja, y ya sabemos que una parte importante del precio está compuesto por
salarios, ¿qué sucederá con el nivel de precios? Bajará. Como consecuencia de este nivel de precios
bajo, las exportaciones van a aumentar el sistema se ajustó solo, por una serie de componentes
equilibradores que se ponen en movimiento, reemplazando al déficit inicial por un nuevo superávit.
En país B, sucede todo lo contrario: en un momento inicial, su nivel de precios es más bajo. Esto
hace que aumente la cantidad de oro: la tasa de interés, a su vez, disminuye. ¿Por qué?
Hay más oro como hay más abundancia, el precio del dinero baja.
Quienes hacen préstamos compiten para obtener más clientes, y lo hacen bajando la tasa
de interés.
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En este momento de auge, el mercado comienza a darme señales para invertir: estoy vendiendo
mucho al exterior, mis precios son competitivos, y la tasa de interés está a la baja. Como baja el
precio de hacerlo, se hace imperante hacer mejoras y reformas. De esta forma, el nivel de inversión
va a subir.
Al poner una segunda fábrica, yo voy a fabricar más barriles, demandado más madera, aros para
cerrar los barriles, transporte y trabajo. La demanda de trabajadores aumenta, y también el nivel de
salarios. Incluso en el nivel de pleno empleo, si yo abro una nueva fábrica, para atraer empleados
tengo que ofrecerles salarios más altos la pendiente del salario va en subida.
Al final del día, el nivel de salarios se traslada al nivel de precios, que va a subir. En contracara con
lo que sucedió antes, al subir el nivel de precios, las exportaciones bajarán.
En este modelo, no hay Estado: la dinámica del mercado, el fluir de la economía sin intervención,
hace que todo se ajuste solo. El proceso lleva un tiempo, dependiendo de la intensidad y velocidad
con que aumenta/baja la tasa de interés, el desempleo, etcétera el modelo no me dice que esto
sucederá en X cantidad de años (porque no puede hacerlo), sino que, a la larga, esto se ajusta solo.
Se trata del modelo de flujos y mercancías: lo que se traslada es oro desde un país, y mercancías
desde el otro.
Los partidarios de este modelo creen que, en su nivel, éste se generalizará la lógica de un área se
expande al resto: el aumento de la cantidad de oro no sólo impacta en la producción de barriles de
vino, sino en todos los países.
Este modelo se instala, con fuerza, como la estrategia ideal que se debe tomar para que la situación,
en más o menos tiempo, se ajuste y arregle lo peor que puede hacer el Estado es intervenir:
naturalmente, las cosas se arreglan solas. Se fomenta la construcción de un Estado que no interviene
en la economía, porque ésta se autorregula por sí misma.
La concepción de que, si no se hace nada, el modelo ajusta, acompaña al modelo del patrón oro
incluso hasta nuestros días la economía como una ciencia natural, a pesar de que todos sabemos
que es una ciencia social.
Nos tenemos que preguntar: ¿quién es el que está pagando por el ajuste automático? Tengamos en
cuenta que algo que juega mucho en el ajuste del sistema es el nivel de salarios: quien paga por esto
es el trabajador el trabajador es visto como una mercancía, que hace el ajuste.
Ahora, este modelo se puede explicar o aplicar sólo en el momento histórico 1870-1914, de
capitalismo salvaje. En este momento del siglo XIX, podemos ver:
a) Surgimiento del capitalismo.
b) Marx como inspirador de las Internacionales de trabajadores.
c) Conflicto social intenso, a través de mecanismos como las huelgas de trabajadores.
Pero esta lucha es precaria: los trabajadores aún no están organizados. El movimiento de trabajadores
organizado tardará mucho tiempo en convertirse en un sindicato.
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Con la aparición de las huelgas y la mayor intransigencia de los trabajadores, que dejan de aceptar
una reducción de salarios porque hacen huelga o se manifiestan, ya no es tan sencillo hacer un ajuste
mediante los salarios. Con el tiempo, a lo largo del siglo XX, dos factores favorecen aún más esto:
1) La sindicalización de los trabajadores.
2) El factor democrático: para los candidatos, es necesario tener más votos, por lo cual no se
pueden permitir enemistarse con los obreros esta variable NO sirve en el siglo XIX, donde
una enorme cantidad de personas (incluyendo a los trabajadores y a las mujeres) no tenían
derechos políticos.
Así, el modelo comienza a hacer aguas.
Volvamos a 1870-1914, donde todo esto sí era posible. ¿Qué podía hacer el Estado para garantizar la
subsistencia del modelo de ajuste, con la aparición de trabajadores organizados que podían ponerlo
en peligro?
El nivel de oro se mantiene más o menos igual a lo largo de la historia, excepto acontecimientos
extraordinarios, como el descubrimiento de oro en California. Sin embargo, por ejemplo, entre 1800
y 1880:
a) La cantidad de personas aumentó, por lo cual su demanda de bienes y servicios también lo
hizo.
b) En consecuencia, la cantidad de bienes y servicios también fue al alza.
Si siguiéramos el modelo de Hume, con el aumento de la cantidad de bienes y servicios producidos,
y el mantenimiento de la cantidad de oro, los precios deberían bajar. Pero los precios no bajan: de
esta forma, las reservas que se tienen no sólo están compuestas por oro, sino por modelo fiduciario.
Volvamos a las medidas que podía tomar el Estado para evitar que el modelo se preserve: no podía
tomar medidas tan drásticas, en pleno siglo XIX. Pero sí estaba presente, controlando la cantidad de
dinero, manejando las tasas de interés, y diseñando los primeros lineamientos del Estado de
Bienestar, como los primeros seguros por vejez.
Hasta 1930, la idea del ajuste automático estaba muy presente en la perspectiva de los decisores
económicos.
Pero… el modelo de Hume, ¿se aplicaba en la periferia? En la primera oración del texto, Ferrer
escribe lo siguiente:
convertibilidad y abaratando las importaciones, podía salir muy perjudicado. Por eso, muchos no
optaron por seguir este camino.
Hasta 1914, los procesos de convertibilidad del peso argentino y su devaluación generaron un
proceso fluctuante que hacía imposible la industrialización por sustitución de importaciones.
Además, en general el dinero para poner fábricas estaba en el campo, y los productores agrícolas no
se veían tentados a invertir a nivel industrial si el campo ya era una mina de oro, ¿qué sentido
tenía meterse en otro ámbito?
Si bien hubo algunos productores agrícolas con desborde a la producción industrial, en general, su
capital terminó gastándose en reinversión o en bienes suntuosos.
Incluso en un caso de integración exitoso como en Argentina, el sistema de ajuste automático NO
funcionaba en la periferia.
Momento inicial: equilibrio. Luego, se produce un déficit en quien importa, y un superávit en quien
exporta.
Básicamente, habla del modelo de Hume, subrayando que el movimiento NO debe ser compensado
por las políticas de “neutralización” del Estado (disminución de importaciones, establecimiento de
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una tasa mínima/máxima de interés, aumento de los salarios), que debe dejar que todo fluya. Si el
Estado no interfiere, el proceso se reajustará automáticamente.
Luego del resumen según los libros de texto, hace un resumen histórico:
El modelo de Hume tiene consistencia lógica. De esta forma, atraviesa la primera prueba de un
modelo económico. Pero… ¿puede superar la segunda? Por muy explicativo que sea el modelo, esto
no es suficiente para que sea apto: debe responder igualmente bien a la segunda prueba por la que
debe juzgarse una teoría, es decir, su conformidad con los hechos a explicar la teoría que yo
construí… ¿explica los hechos? Si no lo hace, debe ser desechada.
Triffin no cuestiona la consistencia, sino la aplicabilidad de la teoría: ¿qué tan real es el modelo de
ajuste? Lo que hace, luego de plantear el escenario metodológico, es desmenuzar la construcción
teórica, para evidenciar que no se cumplía, ni siquiera en los países centrales.
Tomemos algunos datos: él habla de 1815 a 1913, tomando ejemplos históricos que comienzan en
1880, pero también algunos de 1960. No es tan riguroso como pretende, sobre todo por sus
intenciones políticas, pero esto no invalida sus críticas.
1815 es muy temprano para hablar de patrón oro, pero podemos aceptar su elección del marco
temporal.
En primera instancia, busca, mediante una serie de puntos, demostrar la ineficiencia del modelo de
ajuste para explicar la realidad:
1. Cambio entre importaciones y exportaciones netas:
En primer lugar, no ve que haya un momento en el que los exportadores netos y los importadores
netos cambien de rol. Lo que evidencia, en la elección de s cifras, es paralelo: entre 1880 y 1960, a
todos los ascensos y descensos significativos en las exportaciones de Europa Occidental les
correspondieron ascensos o descensos paralelos en los once principales países comerciantes del
mundo.
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2. Los precios:
En segundo lugar, el modelo decía que el país pasaba de importador a exportador por el ajuste de
precios, que lo hacía más competitivo. Pero, en realidad, en los países con cierto grado de libertad
económica, no hay grandes diferencias en los niveles de precios: a nivel constante, los precios se
mantuvieron en un nivel de cierta igualdad no hay ajuste de precios, como sostendría el modelo
de Hume. Los precios NO se ajustan: se mantienen, más o menos, relativamente iguales, por lo que
no pueden cambiar el ciclo de ser importador a ser exportador, o viceversa.
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3. Los salarios:
En tercer lugar, habla de los salarios. ¿Por qué bajaban los precios? Porque bajaban los salarios. Pero
no se ven divergencias en los salarios: la amplitud de los ajustes no era tan significativa como para
afectar en gran medida a los precios.
Luego, Triffin habla de las políticas de neutralización, que no fueron una invención de posguerra.
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Triffin se refiere a “políticas de neutralización” como las medidas que toman los bancos para mitigar
la crisis económica. Triffin escribe en un momento muy particular a nivel global, donde los bancos
de todos los países cooperan entre sí ante una potencial desmoderación del oro: los bancos de otros
países acudirán a la ayuda del país en riesgo.
Con el patrón oro, la gente se escapa, fugándose, probablemente, en oro. Si bien la libra era una
moneda fuerte, ante la presencia de una crisis, las personas escapaban del sistema comprando oro. Y,
cuando sucede este tipo de crisis del sistema bancario, donde se corre la bolilla de que el banco va a
quebrar, ¿qué se puede hacer para neutralizarlo, y evitar la profecía autocumplida? Cumpliendo con
el compromiso de entregar el billete a cambio del oro. Cuando la gente ve que el banco entrega, se
calma.
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Inglaterra, en un momento, vio que perdía reservas cuando acudió a la ayuda de Argentina en la
crisis de 1890, por medio de la banca Baring Brothers. Cuando el rumor era que la Baring quebraba,
se temía que muchos actores quebrarían en consecuencia, si Argentina no pagaba su deuda. Esto
generó temor sobre el sistema financiero, la Baring y la libra. ¿Cómo se resuelve esta crisis? Con
préstamos que recibirán del Banco de Francia: reciben oro de los bancos de Francia y de Rusia, que
calman al mercado.
En 1890, los principales bancos (porque aún no había Banco Central) colaboraban entre sí. Este
escenario era impensable veinte o treinta años después: Estados Unidos, de hecho, intentará socavar
la base de poder inglesa para convertirse en el principal centro financiero.
Las políticas de neutralización, fundamentalmente, tienen que ver con el manejo de la tasa de
interés, a través de la tasa de descuento. La tasa que menciona Triffin está asociada al sistema
comercial, al comercio de documentos: cuando se hacían grandes operaciones, éstas se hacían a
través de documentos, una especie de pagaré. Con ese documento, se podía obtener el dinero (porque
así funcionan los pagarés).
Hoy, existe el pagaré, el documento. Ahora… ¿qué pasaba entonces? Había que esperar, para
cobrarlo, a que venza el plazo. Por ejemplo: páguese, al portador, dentro de tres meses, £100.000. El
problema es que el dinero es un activo valioso: no tenerlo es una pérdida. Por eso, yo podía ir al
banco con el documento de la casa X, y éste me entregaba hoy, en efectivo, a cambio de una tasa de
descuento: el porcentaje que me cobraban para darme hoy el dinero que tendría que recibir en tres
meses. Esta tasa subía y bajaba, y esto manejaba la cantidad de circulante de la que se disponía en el
mercado:
Si la tasa era muy alta, había menos circulante: el cobrador esperaba hasta que bajara la tasa.
Si la tasa era muy baja, había más circulante.
Esto es lo que Triffin señala como “reglas del juego”. Si esto funcionara normalmente, cuando un
país tenía un comercio bilateral, y, de repente, uno de ellos tenía una gran cantidad de pagarés,
porque su balanza comercial era superavitaria (por ejemplo, £100.000 de comercio exterior a favor
de Inglaterra y £200.000 a favor de Francia, lo que le daba más documentos a la última). Esto se
regula con la tasa de descuento de estos documentos, que permitirá que, en el mercado, haya más o
menos circulante.
Sin embargo, lo que parece funcionar tan naturalmente, realmente, era manejada de forma arbitraria
por los empresarios y banqueros de cada Estado: la experiencia demuestra que la tasa de descuento
no era meramente el resultado del fluir de la naturaleza económica, sino de la búsqueda de
conveniencia propia.
También, había acciones del gobierno en materia de neutralización, que incidían en la lógica de
ajuste automático. Por ejemplo: si el gobierno inglés ganaba una nueva colonia, esto representaba
una fuerte injerencia del Estado: no la adquiría por las fuerzas del mercado si bien escapa del
mecanismo de ajuste, nos demuestra que el Estado NO era neutral.
5. Los movimientos de capital:
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En la época citada, había un gran volumen de movimientos de capital. El modelo decía que había
abundancia de capital, y que, tras esto, aumentaba la tasa, aumentaban los salarios, los precios, y
disminuían las exportaciones, y el ciclo se reiniciaba. Pero, además del capital, estaba el capital
concreto no financiero, sino productivo, que es independiente de la tasa de interés, pues se mira a
largo plazo: un ferrocarril en Argentina se ponía independientemente de la tasa de interés, pensando
en el rendimiento de la inversión en un plazo determinado.
El capital nuevo neutraliza, introduciendo una variable que desajusta lo que el modelo de ajuste
sostenía.
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Rusia: 27 de julio.
Alemania: 4 de agosto.
Francia: 5 de agosto.
Inglaterra y Estados Unidos mantienen formalmente el patrón por causas simbólicas: no abandono
del todo la convertibilidad, porque soy lo suficientemente poderoso como para abandonar la guerra
y mantener la estabilidad financiera. Pero, cuando decimos “mantenimiento formal”, es porque lo
hacen muy difícil. Antes, el papel era directamente convertible con el oro. Para la guerra, se
establecen restricciones: para poder ir al banco a retirar oro, debía ser por valores superiores a un
número muy alto, de forma tal que solamente podían acceder a la convertibilidad grandes
comerciantes y grandes empresas se mantiene su formalidad, pero para las grandes fortunas.
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De esta forma, vemos una suspensión relativa de la convertibilidad del patrón oro.
¿Por qué la Primera Guerra Mundial cambia el escenario? Porque sus consecuencias, a nivel
financiero, también fueron importantes:
a) Aparece un nuevo actor económicamente relevante: Estados Unidos. De esta forma, la
mirada económica deja de fijarse únicamente en Europa. Para cuando había iniciado la
guerra, Estados Unidos era un país deudor, y sale como el gran acreedor del mundo nuevo
rostro de Estados Unidos.
b) La guerra se había librado, fundamentalmente, en Europa continental.
c) Estados Unidos había entrado tardíamente en la guerra: no en 1914, sino en 1917. Esto le
otorgó varias ventajas, militares y económicas.
d) La población americana no tuvo efectos significativos en términos de muertes, a
diferencia de lo que sucedió en Europa. Lo que perdieron los europeos, con la muerte, eran
personas jóvenes, potenciales masas trabajadoras para la reconstrucción posterior. Pero no
solamente son masas trabajadoras perdidas, sino que también tendrá efectos en la población
civil: hambrunas, falta de acceso a la salud, etcétera.
e) El empleo de armas químicas, como el gas mostaza, devastó los suelos de gran parte del
terreno donde se libró la guerra, lo que afectó la capacidad de producción de la tierra.
f) Con la aparición del tanque, aparecen el combustible, el aceite, el lubricante, etcétera, lo
cual genera perjuicios ecológicos, y temor en la población civil sobre su capacidad de
autoabastecerse.
g) Al mismo tiempo, generará efectos inesperados: cuando termina la guerra, los europeos
intentarán cultivar una cantidad cada vez mayor de alimentos, por un tema de preocupación
doméstica. Esto afectará los precios agropecuarios en años venideros.
La Primera Guerra Mundial tiene ganadores y perdedores económicos:
Ganadores:
Estados Unidos, que se convierte en la gran potencia económica (su capacidad productiva
está intacta) y camino a convertirse en la gran potencia financiera. En principio, la guerra se
financiaba como se podía, lo cual incidirá en el esfuerzo de guerra: muchos países lo
intentaron hacer mediante la emisión monetaria, la toma de créditos y, fundamentalmente, el
aumento de impuestos.
Los países agroexportadores, que inician un proceso de sustitución de importaciones.
Japón, que surge como un gran ganador del proceso porque, para la mirada occidental, no
dejaba de ser un país asiático. No era una colonia, pero sí era percibido como un país de
segundo orden. La señal de que Japón no es un país de segundo orden fue muy temprana: en
1905, con la Guerra Ruso-Japonesa. En este momento, se vio a un país asiático derrotando a
uno europeo, con tecnología de punta para la época, en términos de generación de equipos
sofisticados de movilización de barcos, acero, cañones, química…
Japón tenía un desarrollo industrial importante. La guerra le dio ventaja, pues hizo que los
países centrales, durante y tras ella, relajen su posición en la periferia, que era la zona de
influencia de Japón. De esta forma, el debilitamiento de la presencia de estas potencias en la
zona favorecía al país asiático, lo que generaba efectos económicos de manera indirecta.
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Perdedores:
Europa, que pierde mano de obra, capacidad productiva y el ánimo de la población. La
Europa de la posguerra ya no es la del siglo XIX, la Europa central y poderosa. Levemente, el
centro se va hacia Estados Unidos.
1) Se pasan de 20 a 27 unidades aduaneras ahora, hay que atravesar nuevos países, que
cobran nuevos impuestos, para poder trasladar un producto. Esto añade costos adicionales a la
producción, lo cual, a su vez, baja la competitividad. Los Estados nacientes dependerán de
esas rentas aduaneras para sustentar sus propios gastos.
2) Las fronteras políticas se extendieron 20 mil kilómetros. Esto rompe el sistema de
integración con otros países.
3) La división se hace tan arbitrariamente que, por ejemplo, los ferrocarriles tenían
anchos de vía diferentes. Este ancho de vía se convertirá en un impedimento significativo
para pasar de una vía a la otra con el mismo tren. De esta forma, habrá países atravesados por
numerosas vías férreas, pero sin comunicación entre sí.
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Además de todo lo que le pasó, con relación a la mortandad de obreros, la restricción económica y
los tratados de paz, las nuevas unidades debilitaron económicamente a Europa.
La fragmentación política genera fragmentación económica. Esto hace que no sea sorprendente el
surgimiento de pensamientos nacionalistas, que, más tarde, estallarían en una serie de conflictos.
Económicamente, esto se refleja en la Crisis del 29.
Se pasó de un mundo de una enorme armonía y una paz auspiciada por Inglaterra a uno
fragmentado política y económicamente, en términos de integración. Todo esto será el caldo de
cultivo para cosas que no serán buenas.
El Tratado de Versalles:
El Tratado de Versalles generó un tema que se instaló en la agenda económica internacional. En la
agenda económica internacional de la posguerra, los tres principales temas eran:
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Unidad II:
La Crisis Económica (Kindleberger):
CAPÍTULO II – LA RECUPERACIÓN DESPUÉS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL:
1925 fue un año de transición entre:
Recuperación de la posguerra.
Boom breve que precedió a la depresión.
En este año, se estabilizó la libra esterlina y las otras monedas que la siguieron, hasta alcanzar el
nivel del patrón oro. Además, el marco se había estabilizado un año anterior, además de que se
realizó el Plan Dawes, y en 1926 se alcanzaron los últimos acuerdos sobre las deudas de guerra con
los Estados Unidos, estabilizando, de facto, el franco francés.
Esta recuperación nunca llegó a concluirse por completo, si bien es cierto que, hacia 1925, Europa
dejó de mirar hacia atrás, y comenzó a contemplar el futuro con más confianza. La recuperación, sin
embargo, planteó ciertos problemas, que recién estallarían en 1929:
Alemania y gran parte de Europa debieron permanecer al margen del movimiento, ya que no
contaban con los recursos financieros para participar de él.
Además de la creación de stocks, hubo una especulación precipitada. Pero, después del aumento de
los precios, cuando aumentó la producción y apareció la oferta correspondiente en el mercado, se
produjo una caída. A pesar de ello, la caída producida en 1920 y 1921 mantuvo, finalmente, a los
precios por encima del nivel de 1914.
Hay quienes creen que este pequeño boom fue totalmente inducido por la demanda, y sostenido por
la especulación y expansión del crédito bancario. Pero también reflejaba ciertos costos, como la
adopción de la jornada de ocho horas en Europa tras la guerra: por ejemplo, las horas trabajadas
disminuyeron un 13% en Gran Bretaña en 1919, y Francia adoptó la jornada de ocho horas un año
antes.
Sea que creció por el lado de la demanda o por el de los costos, la burbuja explotó, y los precios y
salarios cayeron. Pero fue la última vez que los salarios pudieron ser rebajados tanto y tan
rápidamente: en Gran Bretaña, los salarios medios disminuyeron en un 38%, y el coste de vida un
50%, entre 1921 y 1922.
Con el tiempo, el sistema económico comenzó a desarrollar una importante asimetría: con la
expansión, a partir del pleno empleo, se podían encontrar aumentos de precios y salarios en el sector
manufacturero; y, con la contracción, una gran resistencia de los precios, los salarios, y, sin embargo,
desempleo.
Pero no eran sólo los salarios los que se resistían a la compresión: el boom de 1919-1920 produjo un
aumento en el precio de los activos de capital, que, a su vez, se añadían a unas cargas fijas. Con
ayudas públicas a compañías privadas y uniones, se vendieron casas, barcos y, especialmente,
participaciones en empresas. Esto significaría, en el futuro, grandes cargas por el servicio de la deuda
a los detentadores de bonos, especialmente los bancos, y afectarían también a los dividendos
normales.
En Gran Bretaña, el boom fue alimentado por la perspectiva de la destrucción de la competencia
alemana en el carbón, acero, textil y construcción naval. Pero la dominación británica duró muy
poco: por ejemplo, en el algodón, la invasión por parte de Japón e India de los mercados coloniales
se manifestó muy pronto.
En Alemania, la inflación de 1922-1923 indujo a un gran número de empresarios a crear grandes
combinaciones de empresas basadas en la deuda, que tuvieron dificultades tras la estabilización del
marco. Otras empresas, que habían podido pagar sus deudas durante la inflación, no tenían capital
circulante, y tras la estabilización debieron pedir créditos sustanciales, a altos tipos de interés.
Reparaciones:
Los vencedores de la Gran Guerra consideraban que Alemania podía cargar, al mismo tiempo, con
los costos de la guerra y la reconstrucción. Si bien esto, en retrospectiva, claramente no tenía sentido,
lo cierto es que se contaba, en ese momento, con amplios precedentes: por ejemplo, Alemania había
obtenido 5.000 millones de marcos en reparaciones en 1871, sin crear una gran dificultad a Francia.
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Francia, tras Waterloo, había pagado 700 millones de francos a los vencedores. Ahora, era su
momento de recibir.
La historia del frustrado intento de la Triple Entente (especialmente Francia) de obtener reparaciones
de Alemania tiene tres períodos:
1) Del Tratado de Versalles al Plan Dawes (1919-1924).
2) Del Plan Dawes al Plan Young (1924-1930).
3) Del Plan Young a la Moratoria Hoover (1930-1931).
A diferencia de las deudas de guerra, de las que Gran Bretaña tuvo que pagar plazos a Estados
Unidos en 1932 y 1933, las reparaciones estaban a punto de morir para junio de 1931. La depresión
acabó con ellas: su historia está ligada a los orígenes de la depresión de tantas formas indirectas, que
debemos recordar sus principales características.
Versalles no había fijado una cantidad para las reparaciones alemanas: lo cierto era que
cualquier cantidad establecida iba a parecer demasiado grande a los alemanes (y también
probablemente a los norteamericanos y británicos), y muy pequeña a los franceses. Por eso, el tratado
se limitó a establecer principios generales para el pago en activos extranjeros, en especie y en
moneda extranjera, creando, a su vez, un Comité de Reparaciones para estudiar las cantidades en
detalle.
El comité terminó decidiendo una cantidad de 132.000 millones de marcos oro, en abril de 1921. Se
calculó que habían sido pagados, hasta entonces, con activos, bancos y entregas de mercancías, 7.900
millones; mientras que los
alemanes sostenían que lo
pagado ascendía a 20.000
millones.
Los alemanes tenían
dificultades para hacer pagos
en especie, especialmente en
carbón. Sin embargo, con la huelga de carbón británica de 1926, las exportaciones de este mineral
crecieron bruscamente. En 1922, los pagos en moneda extranjera y las entregas en especie a Francia
disminuyeron tanto que las tropas francesas y belgas entraron en el Ruhr, en enero de 1923.
Esta ocupación no sirvió de nada, ya que los empresarios y trabajadores alemanes sabotearon la
producción y la distribución, en una masiva exhibición de resistencia pasiva, que incluso llegó a la
violencia. Durante la ocupación, se decía que las molestias eran mayores para las tropas francesas
que para la población alemana. El gobierno germano subvencionó la industria, y descontó
obligaciones a los bancos para mantener la paga de salarios.
En 1922, la inflación dio paso a la hiperinflación. Hay quienes creen que el detonante fue la
invasión franco-belga, mientras que otros consideran que se originó con tres hechos: el rechazo del
gobierno francés a revisar el calendario de reparaciones (1921), el informe de un comité de
banqueros que establecía la imposibilidad de conceder un crédito a Alemania mientras las
reparaciones no disminuyesen (1922) y el asesinato del Ministro de Asuntos Exteriores Walter
Rathenau (1922).
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El tipo de cambio varió, desde 275 marcos el dólar en mayo a 370 en junio. Para junio de 1923, ya
era de 16.667. Esto llevó a una pauperización de la clase media, y una indignación social que terminó
abriendo paso al ascenso del nacionalsocialismo. Por otro lado, en 1930, la hiperinflación tuvo un
efecto retrasado, dificultando la lucha contra la deflación en medio de la depresión: la memoria
colectiva proporcionó, a quienes creían que la economía debía “purificarse” por la deflación,
municiones contra los moderados programas de expansión monetaria o fiscal del gobierno.
En la ocupación del Ruhr, los franceses obtuvieron 128.000 libras en exceso sobre los costos en los
primeros cuatro meses de 1923. Un intento británico de mediar no produjo ningún resultado
inmediato, acelerando la hiperinflación.
Finalmente, en diciembre de 1923, británicos, franceses y alemanes llegaron a un acuerdo,
nombrando dos comisiones:
a) Una, bajo la titularidad de Reginald McKenna, que debía determinar cuánto capital
alemán se había expatriado bajo las narices de los aliados no tenía importancia real.
b) Otra, que debía considerar las formas de equilibrar el presupuesto alemán, estabilizando la
moneda y fijando un nuevo nivel de reparaciones anuales, presidida por Charles G. Dawes,
primer director de la Oficina del Presupuesto de Estados Unidos. Este país ni siquiera había
firmado el Tratado de Versalles o ingresado a la Sociedad de las Naciones, pero quería asistir,
de forma no oficial, al intento de solventar el problema de las reparaciones.
Junto al republicano Dawes, había un abogado demócrata ejecutivo de corporaciones: Owen
D. Young. Los banqueros de J.P. Morgan, que, en última instancia gestionarían el crédito
Dawes, tenían grandes reservas sobre el plan.
Finalmente, el Plan Dawes diseñó un calendario de pagos anuales que comenzaban en la cantidad de
1.000 millones de marcos de oro en el primer año, y se elevaban hasta 2.500 millones en el quinto,
variando, en cierta medida, en relación a los cambios habidos en la prosperidad mundial. Además,
creó una agencia de reparaciones en Berlín, para vigilar la recogida de las cantidades e intervenir
cuando fuera necesario posponer los pagos en caso de grandes dificultades. También, iba a crearse un
crédito de 800 millones de marcos en diversas capitales financieras, en base al colateral de
obligaciones de los ferrocarriles alemanes.
El préstamo fue fatídico, vendiéndose, en Nueva York, 110 millones de dólares del mismo, suscritos
por la banca Morgan. Esto fue la chispa que desató el crédito neoyorkino hacia Alemania,
Latinoamérica y la mayor parte de Europa. Hay antecedentes históricos a este suceso, ya que,
usualmente, los éxitos iniciales de un crédito concedido al extranjero con fines políticos y relativo a
las reparaciones fueron seguidos por un aumento de los créditos al extranjero. Por ejemplo: después
de Waterloo, las reparaciones francesas se pagaron mediante el descuento de las rentes a través de
los Baring Brothers de Londres, estimulando al crédito británico hacia el extranjero en la década de
1820.
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Si bien las reparaciones pueden no haber sido causa directa de la depresión, según Kindleberger,
conjuntamente con las deudas de guerra,
complicó y corrompió la economía
internacional a todo nivel durante la
década del veinte y el treinta. El autor,
en parte, le da la razón a Keynes,
cuando, en su obra Las Consecuencias
Económicas de la Paz, sostiene que
sería útil cancelar las deudas de guerra,
fijar una pequeña cantidad a modo de
reparaciones y eliminar el problema de
la agenda internacional.
Deudas de guerra:
Las reparaciones y las deudas de guerra
iban asociadas en la mentalidad de
franceses, británicos, italianos y belgas,
pero no en la de los norteamericanos:
Estados Unidos rehusaba aceptar
reparaciones de Alemania, pero buscaba
recuperar los créditos de guerra y
adelantos concedidos a la Triple Entente por la asistencia en el período de guerra anterior al
armisticio. Este país se oponía a mezclar cuestiones políticas y económicas, pero concedía créditos
por medio de Wall Street a países que no habían satisfecho ni ratificado sus deudas anteriores con
ellos.
Las obligaciones de guerra entre los aliados europeos involucraban cantidades menores, de las que
era sustancialmente acreedora Gran Bretaña de Francia, Italia y Rusia; Francia de Bélgica,
Yugoslavia, y así sucesivamente.
La sugerencia británica sobre cancelación de deudas de guerra fue adelantada en una serie de
intercambios formales, que finalizaron en las cartas intercambiadas entre Lloyd George y Woodrow
Wilson, y especialmente en la nota de Balfour del 1 de agosto de 1922, dirigida a los otros aliados.
Ésta afirmaba que, mientras Estados Unidos insistiese en obtener el pago de las deudas de guerra, los
británicos no tendrían otra elección que la de conseguir el pago de las deudas que se les debían, pero
que lo exigirían sólo hasta el monto de la deuda británica con los norteamericanos.
Los franceses optaron por “comercializar” las reparaciones: hacer que los alemanes pidieran créditos
en Nueva York, y usaran el dinero para pagar sus obligaciones a Francia. Nadie en Estados Unidos
estaba dispuesto a sustituir un crédito comercial y con riesgos a un país pobre, Alemania, por una
obligación gubernamental de Francia, que, según se afirmaba, podía obtenerse. Este país buscaba
negociar uno en uno, tratando los problemas de forma separada y teniendo en cuenta las capacidades
de pago. Con la legislación aprobada por el Congreso en 1922, Estados Unidos alcanzó acuerdos
sobre liquidación de deudas con trece países en total, incluyendo a Finlandia, Gran Bretaña, Francia
y Yugoslavia.
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El arreglo de Estados Unidos con Gran Bretaña disponía pagos durante 62 años, con un interés del
3% en los primeros diez años y del 3,50% en los restantes. El principal se componía de las
cantidades realmente adelantadas, más un interés del 4,5% hasta la fecha del arreglo, y algunos
ajustes ulteriores. Mientras tanto, con el resto de los países aplicó tasas de interés inferiores, a causa
de su menor capacidad de pago.
Al igual que las reparaciones, las deudas de guerra exacerbaron las relaciones económicas
internacionales durante la década de los veinte y la depresión. Además, se creó un problema de
transferencias, lo que las colocó dentro de la política comercial: debían ser incluidas en los
presupuestos de los deudores, y a veces eran necesarias para equilibrar el de los acreedores. Por eso,
las deudas de guerra distraían la atención de los principales problemas.
En el caso alemán, la escasez original del capital propició unos altos tipos de interés, que
estimularon su afluencia. Con el tiempo, este proceso adquirió su propia dinámica.
En Gran Bretaña, la estabilización de la libra esterlina fue mucho más discutible. Algunos
consideran que fue accidental, por la especulación desestabilizadora de la moneda, que la empujó
lejos de la paridad en 1924, mientras que otros sostienen que fue acto de fuerzas más profundas, que
consideraban el retorno a la paridad como una cuestión de prestigio, o un asunto de amor propio
herido.
Londres quería restablecerse como capital financiera del mundo, y, hasta cierto punto, tuvo éxito en
su empeño. Después de la estabilización, las reservas alemanas fueron conservándose en medida
creciente en libras esterlinas, y los holandeses devolvieron parte de las suyas a Londres desde Nueva
York.
Los británicos querían volver a la paridad, pero la dificultad era ver si esto era posible, y, si así fuese,
cuándo. Desde el cambio de 3,40 dólares a finales de 1920, la libra recobró el nivel de 4,70 dólares
en la primavera de 1923, como resultado de las entradas de capital desde el continente, que huían de
la inflación alemana y la ocupación francesa del Ruhr. El desempleo aumentó un 5%. Como
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consecuencia, ganó las elecciones un gobierno laborista, que buscaba obtener impuestos sobre el
capital, lo que produjo la salida de fondos en la segunda mitad de 1923 y la depreciación hasta 4,30
dólares.
La expansión terminó produciéndose, reduciendo el desempleo sin llegar a necesitar una
depreciación importante. El Banco de Inglaterra aprovechó para presionar al gobierno, para que
nombre un comité de expertos que incluya a la mayoría de los miembros del comité Cunliffe, para
que hicieran recomendaciones sobre la consolidación de la emisión de los bonos del Tesoro y las
acciones a emprender una vez que expirase la Ley de control de la exportación de oro y plata, a
finales de 1925.
Si se abandonaba el embargo de oro, se volvería al patrón oro, fijado con algún tipo
determinado.
Si se mantenía, no se iba a volver al sistema anterior, sin depreciar la libra.
El comité se reunió en 1924, y casi todos, menos Keynes y McKenna, eran optimistas sobre la
capacidad de Gran Bretaña para restaurar la paridad de la libra. Los cálculos sugerían que los precios
británicos estaban sobrevalorados en un 10%, pero muchos creían que esta discrepancia se corregiría
por un aumento de los precios norteamericanos, y una mantención constante de los británicos.
Keynes tenía miedo de que la cancelación del embargo de oro y la depreciación de la libra llevasen a
Gran Bretaña no a la deflación, pero sí a la inflación, al crecer los precios norteamericanos y perder
Estados Unidos oro en favor de Inglaterra. La mayoría de los observadores creían que, si los precios
de Estados Unidos no aumentaban, sería imposible disminuir los precios británicos en otro 10%.
Finalmente, el comité, en un borrador, informó que no existía alternativa práctica al retorno del oro,
pero podía ser bueno esperar hasta que los precios norteamericanos hubiesen aumentado. Pero, en
ese momento, el primer gobierno laborista británico cayó, y el Canciller del Tesoro fue reemplazado
por Winston Churchill.
Las expectativas generales eran que se revaluaría la libra esterlina, y la especulación elevó la moneda
hasta 4,79 ½ dólares, muy cerca de la paridad de 4,86 dólares. En este momento, el comité Bradbury
terminó recomendando el restablecimiento. La decisión se tomó finalmente el 20 de marzo, y fue
anunciada el 28 de abril. La Gold Standard Act de 1925 se convirtió en ley el 14 de mayo de este
año, después de operar de facto a partir de la fecha de su anuncio.
No se consideró el retorno al oro a un tipo diferente: la única elección concebible parecía ser la de ir
o no ir a la paridad de preguerra, e incluso Keynes aceptaba ese tipo de cambio. Todos los países
pequeños querían la estabilización (de hecho, Suecia, cansada de esperar, dio el salto en 1924), y
había una continua presión por parte de Estados Unidos, que buscaba retornar al patrón oro con
rapidez. Se consideraba que era el momento de eliminar el efecto maligno de unos mercados de
divisas distorsionados sobre el comercio mundial, y, en cierto modo:
1) Invertir el flujo de oro hacia Estados Unidos.
2) Participar de la actividad crediticia internacional, como consecuencia de los mayores
tipos de interés de Londres.
En retrospectiva, el retorno al patrón oro a la par puede definirse como un error inevitable. Las
dificultades del comercio de exportación británico no eran consecuencia de un nivel de vida
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demasiado alto, sino de los cambios estructurales habidos con la guerra. Además, la sobrevaloración
de la libra estaba aumentada por una subvaloración del franco y la falta de interés en adoptar
políticas monetarias expansivas en Estados Unidos después de marzo de 1929.
La estabilización del franco tuvo lugar gradualmente en el verano y otoño de 1926, desde un nivel
de subvaloración, que fue beneficioso para Francia, pero desastroso para el mecanismo monetario
internacional.
Para el momento, la política monetaria francesa era un caos. Mientras esperaban el pago de las
reparaciones, los gastos se financiaban con créditos a corto plazo, y ningún ministro de finanzas era
capaz de financiar la deuda a largo plazo de manera que los acreedores accediesen. Cualquier
acontecimiento político provocaba salidas de capital y la depreciación del franco.
Entre 1923 y 1924, tuvo lugar un serio ataque especulativo contra el franco, que logró ser contenido
con la ayuda de un crédito de 100 millones de dólares de J.P. Morgan. Pero el crédito no se renovó
cuando finalizó el plazo original de seis meses, dado a que los banqueros no creían que Francia
hubiese dominado sus finanzas. Dentro de este mismo país, había grandes divisiones sobre la policía
financiera. Con el inicio del Plan Dawes, se sucedieron diez distintos Ministros de Finanzas en el
gobierno, que caían cuando eran incapaces de hacer que el presupuesto fuera aprobado por la Cámara
de Diputados y cuando no se le concedían créditos al Banco de Francia.
Desde 18 francos por dólar y 90 por libra, el franco fue bajando durante 1925 y 1926. En este último
año, desde la mitad de abril a la mitad de mayo, el franco pasó de 145 a 170 por libra, y continuó al
alza a medida que desfilaban nuevos Ministros de Finanzas, llegando hasta 243 el 21 de julio. No
había confianza, y los parisinos amenazaban a los turistas por las calles.
Finalmente, en julio de 1926 asumió como Primer Ministro y Ministro de Finanzas Raymond
Poincaré, el hombre fuerte, que bajó, en lugar de elevar, los impuestos. Esto le ganó al confianza de
las clases propietarias, invirtiendo el flujo de capital: el franco se recuperó, hasta un cambio de 199
por libra el 25 de julio, y de 190 al día siguiente. Luego, aumentó los impuestos.
Desde que Poincaré tomó a su cargo el gobierno, el franco francés recuperó fuerza, y su cotización
subió en la bolsa. En agosto, se autorizó al Banco de Francia a comprar moneda extranjera con
francos franceses, para disminuir la velocidad de revalorización. Con esto, el país renunció a toda
pretensión de restaurar la moneda a su paridad de anteguerra, haciendo un gran avance intelectual en
relación a los británicos.
A finales de octubre, el franco, en aquel momento entre 160 y 170 por libra, comenzó a subir.
Poincaré aún no podía decidir el tipo: era necesario que no fuera demasiado bajo, como para que no
desapareciese la seguridad de las rentas fijas de la clase media con la inflación, pero tampoco podía
subir a un punto tal que generara presiones deflacionarias, arruinando la industria, el comercio y la
agricultura. Finalmente, Poincaré definió la estabilización a 120 francos por libra.
La mayoría de los consejos dados a los franceses se centraban en los problemas franceses, no en el
impacto de la elección del tipo de cambio francés sobre el sistema en su conjunto. La relativa
sobrevaloración de la libra y la subvaloración del franco eran ambas peligrosas para el sistema.
90
Los franceses no tuvieron en consideración el impacto del tipo escogido por Francia sobre el
conjunto del sistema. Se había minusvalorado la importancia de la gran cantidad de capital francés
colocado en el extranjero, que con poca probabilidad sería reinvertido en obligaciones extranjeras
después de las pérdidas con los bonos rusos, y, por lo tanto, volvería a Francia. En estas
circunstancias, un tipo ligeramente subvalorado para estimular la exportación y la industria de
sustitución de importaciones evitaba que el capital volviese, en parte, de la misma forma que salió,
en forma de un excedente de importación. En cambio, un flujo de retorno de capital francés,
combinado con un excedente de exportación, forzaría al sistema, que debería financiarse con
aumento de reservas del Banco de Francia.
Italia también pasó una década difícil en los veinte. Pero, en 1926, después de la vuelta al patrón oro
por parte de la libra y la recuperación del franco francés, Mussolini estaba en condiciones de
estabilizar la lira, que había estado, como el franco, a 25 por libra en 1914, pero se había hundido,
después de la guerra, hasta 150 por libra. Quiso restablecerla a 90. Estados Unidos e Inglaterra
contribuyeron con créditos de sus bancos centrales, de 75 millones de dólares, para ayudar a la
estabilización. Pero el impacto deflacionario de la apreciación de la moneda disminuyó aún más la
cotización de las obligaciones, debilitando aún más a los bancos italianos, que tradicionalmente
mantenían activos industriales en su cartera.
Otro país que había intentado revaluar su moneda en la década de 1920 era España, que revaluó la
peseta, entre 1924 y 1926, desde el 72% de la par hasta el 79%, y, en 1927, hasta el 94%. En este
nivel, los especuladores que habían comprado pesetas rápidamente comenzaron a venderlas. En
1928, la dictadura de Primo de Rivera intentó aguantar el tipo de cambio con un comité de
intervención de cambios dotado de moneda extranjera y oro por valor de 500 millones de pesetas,
pero no tuvo resultado: en 1929, casi todas las reservas de moneda extranjera habían sido gastadas.
El último país que volvió a la paridad de preguerra fue Japón, que había participado en el aumento
inflacionario de precios de 1919 a 1921. El yen comenzó a estabilizarse recién para 1923, año en el
que el problema aumentó con el terremoto de Tokio-Yokohama. En 1924, dejó que el tipo volviese a
quedar expuesto a la influencia de unas finanzas fáciles con la circulación de los “billetes del
terremoto”. La depreciación no fue severa, y, en 1925, fue corregida mediante ventas de oro. Pero,
después de la estabilización de jure del franco en 1928, Japón era el único país grande del mundo sin
oro, lo que hizo que los exportadores e importadores se inquietaran con cualquier grado de
depreciación, y se urgiera por una vuelta al patrón oro (pero con una paridad menor). En 1929, se
anunció una política de restauración del tipo a la par, que finalmente se logró en 1930, cuando ya era
demasiado tarde.
Ya durante la guerra, los gobiernos extranjeros habían pedido créditos en Nueva York y Washington,
primero en J.P. Morgan y Compañía, hasta estar en posición de obtener ayuda de los gobiernos
norteamericanos. Después del conflicto, se desencadenó una ola de créditos a través de bonos
extranjeros en dólares, que adquirieron un volumen importante en 1922. En 1924, ya el nivel
superaba los 900 millones de dólares por año, y continuó creciendo hasta alcanzar los 1.250 millones
en 1927 y 1928. Este tipo de préstamos, fundamentalmente a Europa y América Latina, cesó de
forma súbita, con desagradables consecuencias.
Generalmente, los
préstamos británicos al
extranjero y las
inversiones internas eran
sustitutivos, excepto en
los puntos de inflexión
de los ciclos
económicos, cuando
respondían a variaciones
en el tipo de interés. En
cambio, en los Estados
Unidos de la posguerra,
los préstamos al
extranjero e internos
tenían una correlación
positiva, por la respuesta
a los movimientos
cíclicos de los beneficios
y los tipos de interés.
Los préstamos británicos
seguían un modelo de oferta: una oferta fija de fondos de inversión se asignaba a fines internos y
externos, de acuerdo con la fuerza de las respectivas demandas. En cambio, en Estados Unidos, las
ofertas de fondos de inversión aparecían y desaparecían en el ciclo económico.
a) Gran Bretaña: casi no compartió la expansión, y pasó casi toda la década de los años veinte
en una situación de abatimiento por el desempleo, concentrado, sobre todo, en Gales,
Manchester y el nordeste. Mientras tanto, las nuevas industrias, Londres y el sudeste
funcionaban bien, con un aumento del empleo y el progreso técnico.
A excepción de 1929, cuando hubo un gran aumento en la producción industrial respecto del
año anterior, los años veinte fueron una década perdida para Reino Unido.
b) Japón: sufrió un cierto nivel de depresión relativa, con un crecimiento a la mitad de la tasa
que había alcanzado en la década anterior y en las posteriores, ya que el gobierno y las
autoridades controlaban el crédito, intentando mejorar el valor del yen. En 1923, hubo un
terremoto, que necesitó de un importante programa de reconstrucción y expansión del crédito,
con la consiguiente depreciación del yen. Una crisis bancaria en 1927 hizo disminuir y
peligrar la nueva expansión del crédito: muchos bancos pequeños quebraron, y otros más
grandes se unieron por la posición relativamente aislada de Japón, el evento no tuvo
repercusión en el resto del mundo.
c) Italia: sufrió una caída de la bolsa en 1926, como consecuencia del intento deliberado de
reapreciar la lira. A partir de una serie de dificultades de 1921, la financiación de la industria
tuvo problemas durante toda la década.
Además de estas excepciones, el boom tuvo interrupciones: por ejemplo, en 1927, Estados Unidos
experimentó una recesión en 1927, cuando el índice de producción industrial basado en el período
1923-1925 cayó desde 111 hasta 99. A pesar de ello, este episodio fue reflejo de la decisión de Henry
Ford de detener la producción de automóviles durante seis meses, para cambiar del modelo T al A, y
así competir más efectivamente con Chevrolet. Sin embargo, es necesario señalar que esta recesión
tuvo importancia, ya que contribuyó a que Estados Unidos baje sus tipos de interés, con la idea de
superar el punto muerto financiero europeo.
En Alemania, hubo una importante interrupción en 1928. En diciembre de 1926, se había eliminado
la exención impositiva de las ganancias de capital alemanas a los extranjeros que suscribiesen bonos
alemanes, lo que causó un colapso de los empréstitos extranjeros al año siguiente. Cuando la
exención fue restablecida por este suceso, el movimiento de capital hacia Alemania, a finales de
1927 y principios de 1928, alcanzó el mayor nivel habido nunca en doce meses. La disminución que
siguió en la segunda mitad de 1928 no se debió al aumento de la bolsa de Nueva York, sino al
debilitamiento de las condiciones internas en Alemania, que deterioró el crédito exterior en este
país.
El boom fue pronunciado en Estados Unidos, Australia, Canadá, Francia e Italia. En los países menos
desarrollados, se manifestaron síntomas de problemas venideros en la acumulación de stocks y la
debilitación de los precios de las materias primas. Esto último sucedió incluso en la potencia
norteamericana, donde el colapso del boom de la tierra de Florida en 1925 desencadenó una serie de
crisis bancarias.
El boom estadounidense se vio en el sector del automóvil, no sólo en la manufactura de vehículos
sino también de neumáticos y otros componentes, calles, estaciones de servicio, refinerías, etcétera.
Se introdujo el motor de combustión en el transporte (camiones) y la agricultura (tractores), así
como aparatos eléctricos. La venta de productos más caros fue ayudada por la introducción, durante
93
este período, de sistemas de créditos: hacia 1925, el volumen de créditos de compraventa era de
1.375 millones de dólares, alcanzando más del doble cuatro años después.
El único boom realmente frenético fue el de la especulación en bolsa. La presión sobre los recursos
reales era moderada, seguía habiendo desempleo (3,1% en 1929) y los salarios no habían mejorado
mucho (5% entre 1925 y 1929). Los precios de las mercancías disminuyeron casi un 5% entre 1926 y
1929. Vemos, entonces, que el boom no era tan espectacular.
Hay autores, como Murray Rothbard, que sostienen que el boom producido entre 1921 y 1929 era
inflacionario, causado por una política monetaria laxa del Sistema de la Reserva Federal. Si bien los
precios no crecieron, consideraba que existía inflación, puesto a que, por el aumento de
productividad, deberían haber disminuido. Mientras tanto, otros autores europeos consideraban que
Estados Unidos no se había expandido lo suficiente como para elevar los precios, algo que debería
haber sucedido después de adquirir grandes cantidades de oro durante y después de la guerra.
Fuera de las posturas particulares, hay que decir que, si bien no tuvo un alcance excepcional, no
podemos negar la realidad del boom: la producción industrial en 1929 alcanzó un nivel del 75% por
encima de la de 1913 en Estados Unidos, contrastando con un 10% en Alemania y un 9% en Gran
Bretaña.
Por otro lado, alimentado por la subvaloración del franco, el boom francés fue bueno y duradero:
La producción industrial alcanzó su punto álgido en la primera mitad de 1930, y recién
disminuyó su ritmo a finales del año siguiente.
El índice anual de producción pasó de 110 en 1927 a 139,5 en 1929.
El presupuesto francés tuvo grandes superávits.
Se pagó la deuda del gobierno al Banco de Francia.
Los precios de los valores se doblaron después de la estabilización de la moneda.
El rápido gasto del superávit, si bien cambió el signo de la balanza de pagos, ayudó a
mantener la prosperidad francesa durante el difícil año 1930.
El patrón oro:
En 1922, Francia y Gran Bretaña organizaron una conferencia en Génova, sobre la reconstrucción
monetaria internacional. Los británicos estaban preocupados por la adecuación de la oferta de oro
mundial, ya que los precios de preguerra del oro permanecían fijos, pero los costos de su producción
habían aumentado por la inflación de la guerra, y el alto nivel de precios había aumentado la
demanda de reservas de oro por parte de los bancos centrales. Se recomendó que las autoridades
monetarias nacionales apoyaran explícitamente la sustitución del oro por monedas extranjeras en la
cuestión de las reservas bancarias, pero no se dijo a ningún banco central en particular que hiciera
reservas en moneda extranjera, ni qué moneda debía mantenerse.
En la teoría monetaria de una economía cerrada, se distingue entre el dinero externo (un activo, como
el oro, que no conlleva obligación de nadie) y una obligación que nadie espera pagar, como la deuda
gubernamental mantenida en el interior del país. Pero, en la economía internacional, el oro es el
único dinero externo, y, por tanto, era relativamente escaso.
94
La libra esterlina en manos de la Commonwealth británica era vista como dinero externo: nadie
esperaba que se pagase, igual que la deuda gubernamental interna. Sin embargo, en manos de otros
(y especialmente, de los banqueros continentales, que estudiaban la posibilidad de pasarse de ella al
oro o al dólar), era claramente dinero interno, un componente inestable del total.
Había razones específicas por las que quienes dispusiesen de activos quisieran tener divisas
extranjeras antes que oro, y una moneda en particular antes que otra, como la seguridad, las
expectativas o las necesidades de comercio. Además, debemos tener en cuenta que, a igualdad de
condiciones, quienes cuentan con activos los colocan donde puedan obtener el máximo rendimiento:
así, si un país quería evitar que los extranjeros retirasen sus fondos y los convirtiesen en moneda
interna u oro, debían mantener tipos de interés competitivos.
Un banco central no es una institución que busca la maximización de beneficios, y su
responsabilidad en lo que se refiere a la seguridad de sus activos es importante, ya que actúa para el
país en su conjunto. Pero puede elegir pasar del oro a la moneda extranjera, o viceversa, o de una
moneda a otra, como medida de política económica que afecta a la diferencial del tipo de interés
entre su mercado y los extranjeros, en general o particular. Esto puede hacerse por razones
puramente políticas, como la de ayudar a un país extranjero en problemas.
Por ejemplo, Alemania había acumulado originalmente libras esterlinas como contrapartida de la
parte británica del crédito Dawes. Por eso, estaba muy interesada en la estabilización de la libra a la
paridad: un aumento de esta moneda aumentaría el valor de las reservas del banco. Hacia finales de
1926, cuando hubo un exceso de entrada de capital extranjero en Alemania, hubo un dilema: si bien
no deseaba que la entrada continuase, no quería frenarla bajando los tipos de interés internos, que
habían contribuido a la expansión del país. Por eso, se decidió convertir las libras esterlinas en oro,
para ajustar los tipos de interés extranjeros y mantener el capital en Londres.
al igual que el alemán Hjalmar Schacht6, sostenían que los británicos debían elevar los tipos de
interés, para disminuir la entrada de capital en Francia. Los franceses no querían estabilizar, y los
ingleses tampoco estaban en condiciones de elevar los tipos de interés.
Si bien hubo otros intentos de convertir libras esterlinas en oro, los franceses no querían llevarlo
hasta el punto de forzar a Gran Bretaña a quedarse sin oro. Además, los británicos amenazaban con
la solicitud del total de la deuda de guerra.
Finalmente, se alcanzó un compromiso, que incluía a Nueva York. Los franceses acordaron
mantener cierta cantidad de libras, que se consideraba que sería necesario para pagar a los
especuladores extranjeros de francos cuando finalmente desistiesen de sus posiciones. Ésta estaba
entre los 60 y los 80 millones de libras.
De ellos, 30 millones de libras se convertirían inmediatamente en oro, y el Banco de la Reserva
Federal de Nueva York proporcionaría 12 millones en forma de oro de su stock londinense, a cambio
de libras esterlinas. Para completar, el Banco de Francia alteró sus precios de apoyo en el mercado de
divisas, privilegiando la compra de dólares sobre la de libras esterlinas.
Tras una serie de conversaciones, Estados Unidos decidió disminuir el tipo de interés, ayudando a
Londres y Berlín, para hacer que el oro estuviese a disposición de Europa continental al mismo
precio que el de Londres, con la idea de ahorrar el depósito de oro británico, y comprar las libras
esterlinas del Banco de Francia mediante dólares.
Se suponía que el patrón oro funcionaba automáticamente, llevando a los países que lo adoptaban
hacia una expansión y a los que lo perdían, hacia una contracción. Pero, hacia los años veinte, el
automatismo se perdió: se hizo necesaria la cooperación de los bancos centrales, para apoyarlo o
sustituirlo.
En Francia, el oro era tan incómodo como la libra esterlina. Por eso, a partir de agosto de 1927, tras
la entrada de capital en este país, el Banco de Francia intervino en su mercado de divisas, vendiendo
libras esterlinas a cambio de una compra futura, y no francos o activos de francos. La compra futura
de esterlinas (venta de francos) podía hacer atractivo en el mercado de divisas de París el tener libras
spot a cambio de una venta futura. Los fondos privados fueron sustraídos del mercado de París, y
añadidos al británico. En mayo de 1928, los contratos de compra del Banco de Francia eran de 440
millones de dólares, y, en junio de 1928, casi de 600 millones.
Todo esto le confirió a Francia un enorme poder sobre los merados en que tenía títulos. El hecho de
que, en junio de 1928, de un tercio a la mitad de esta cantidad consistía en títulos a futuro,
desconocidos para las autoridades británicas, introdujo más inestabilidad en el sistema.
6
Político y financiero alemán, Ministro de Economía del Tercer Reich.
96
2) Disminuir los efectos de la recesión iniciada en ese mismo año: entre julio y septiembre, el
Sistema de la Reserva Federal compró 200 millones de dólares en el mercado abierto y
disminuyó su tipo de descuento en medio punto, siendo éste de 3,5%.
El problema surgió con que se quiso matar dos pájaros de un tiro: el Sistema de la Reserva Federal
dirigió su política en parte al mercado de valores, y en parte al nivel de actividad. Ambos objetivos
entraban en conflicto: cualquiera de los objetivos hubiera sido mejor que proponerse los dos a la vez.
Desde 1924, el mercado había estado avanzando hacia el clímax de la especulación, habiendo
llegado a negociar, en muchas ocasiones, hasta 3 millones de acciones en un día. Los créditos de los
agentes aumentaron en un 24% en 1927, y las nuevas emisiones experimentaron un boom. Herbert
Hoover, desde su posición de Secretario de Comercio, advirtió de los peligros de la especulación en
la bolsa, pero el presidente Calvin Coolidge no lo escuchó. Para mediados de 1927, no había forma
de prever el nerviosismo y excitabilidad que aparecerían en la bolsa.
Kindleberger estima que los flujos de entrada fueron de 200 millones en los primeros dieciocho
meses, 900 millones en los quince siguientes, y un flujo implícito de salida de 50 millones en los
últimos tres meses de 1929.
Ahora… ¿qué fue lo que afectó a los créditos al extranjero por parte de Estados Unidos en junio de
1928? La respuesta sencilla está en la bolsa:
a) Los inversores se fueron hacia las acciones, y los intermediarios financieros concedieron
créditos en el mercado.
b) En 1928, los tipos de interés se elevaron rápidamente, cuando el Sistema de la Reserva
Federal vendió sus aumentos de cartera en el mercado abierto en 1927 y elevó la tasa de
descuento tres veces. El ritmo de concentración aumentó en la Bolsa de Nueva York, y los
créditos directos fueron desde 4.400 millones de dólares, a finales de 1927, a 6.400 millones,
a finales del año. Los bancos se retiraron, hasta cierto punto, del mercado, pero los otros
agentes tomaron su lugar.
c) Los ferrocarriles y compañías industriales pasaron de la inversión real a los créditos,
que parecían ser más seguros, líquidos y rentables.
Es cierto que el boom del mercado de valores puede estimular la actividad económica, al hacer más
fácil la financiación de la inversión. Pero también tiene consecuencias negativas, sobre todo sobre la
política monetaria, como se puede ver con los intentos del Sistema de la Reserva Federal en la
primera mitad de 1928 para dificultar el crédito, además de desviar el dinero desde la actividad
económica y el gasto de las familias hacia la especulación en bolsa desmejoramiento de las
condiciones de crédito en los sectores industriales y comerciales.
Un elevado interés en la bolsa produce una ampliación de la cantidad de fondos que se mantienen
para su uso inmediato en oportunidades de especulación, y una disminución de los fondos que,
normalmente, se dirigirían a la producción, distribución y consumo de bienes.
En una economía abierta con conexiones financieras con otros mercados, un boom del mercado de
valores puede absorber fondos del extranjero.
Parte positiva: el dinero que se reduce en la circulación financiera o de transacciones en el
extranjero aumenta en la circulación financiera en Estados Unidos.
Parte negativa: puede eliminar el crédito extranjero. Una economía extranjera habría tenido
en cuenta el flujo de dinero de la circulación financiera norteamericana, que llegara a la
circulación de transacciones de dicho país. Como ese flujo se detiene, disminuye
98
Si bien las expectativas, aumentos de riqueza y facilidad del crédito durante el boom estimulan el
gasto y la prosperidad, la absorción de fondos del extranjero del mismo país y de la circulación
dedicada a las transacciones internas tiene un efecto contractivo en el sistema.
El Plan Young:
En 1928, se concluyó que había llegado el momento de sustituir al Plan Dawes por un acuerdo final
en la cuestión de las reparaciones. En realidad, no había muchas razones que avalen esta propuesta:
quien la hizo, el agente general para las reparaciones S. Parker Gilbert, estaba preocupado por el
hecho de que las reparaciones se habían pagado principalmente mediante créditos. Por su parte,
Alemania estaba descontenta con un acuerdo que imponía restricciones a su soberanía, como la
supervisión de su presupuesto por la agencia de reparaciones. Tampoco se había fijado la suma total.
Ante todo esto, en septiembre de ese año se tomó la decisión de convocar a un nuevo comité de
expertos, que se reuniría en París en febrero de 1929, y prepararía un arreglo final y definitivo para
recomendarlo a los gobiernos.
El presidente neutral fue Owen D. Young, de Estados Unidos. Su oferta de negociación, que era un
ultimátum, incluía:
99
en 1927, Reino Unido, en 1928, y Francia, en 1929). La acción se desarrollaba en Nueva York: si
bien tuvo su efecto mundial, pero no a través de movimientos estrechamente paralelos en los precios
de las obligaciones.
En su tiempo, la subida del mercado de valores de Nueva York parecía espectacular. El índice
industrial Dow Jones fue desde un mínimo de 191 a comienzos de 1928, hasta un máximo de 381 en
septiembre de 1929, es decir que se duplicó en dos años. Hubo dos fuertes retrocesos, en diciembre
de 1928 y marzo de 1929: por eso, en octubre de 1929, los especuladores pensaron que el mercado
estaba pasando, simplemente, por otro ajuste.
El movimiento diario pasó de 4 millones de acciones, en marzo de 1928, a 8,2 millones en el mismo
mes del año siguiente. El promedio de acciones vendidas diariamente en 1929 fue de 4.227.000, con
un cambio anual del 119% para las más importantes. Los beneficios eran enormes, y los ratios
precios-ganancias, que subieron a un 20%, y aún más para los favoritos del mercado, parecían
anticipar aumentos continuados de las ganancias y los dividendos.
A pesar de lo que se dice, el peligro planteado por el mercado no estaba tan basado en el nivel de
precios y el volumen de transacciones, como sí en el precario mecanismo de crédito que lo
sustentaba, y la presión que el mismo ejercía sobre el crédito en Estados Unidos y el mundo.
los tipos de interés, temiendo a la presión que ello crearía sobre las reservas de oro de los bancos
centrales de los países europeos.
Desde Europa, Owen D. Young insistía en que el Banco de la Reserva Federal debía tomar el control
del mercado rápida y efectivamente, no sólo por una cuestión de prestigio, sino también para
dominar el tipo de interés del dinero rápido, que amenazaba las reservas de los bancos centrales, que
recientemente habían vuelto al patrón oro. Sin embargo, se le contestó que se había rechazado el
incremento de la tasa, pero que, en última instancia, se consideraría la posibilidad de bajar la tasa de
descuento, para repeler los fondos extranjeros atraídos por el mercado del dinero.
La situación era muy delicada. Se podía:
1) Elegir una tasa más alta, para frenar el mercado de valores.
2) Bajar la tasa, para repeler la atracción del dinero rápido.
Los precios de las acciones eran demasiado altos, y estaban acompañados por un colosal volumen de
préstamos y especulaciones, a un nivel que no tenía relación con los aumentos en los equipos y
propiedades que les seguían, así como el aumento del poder adquisitivo.
Finalmente, se autorizó a subir la tasa de descuento del Banco de la Reserva Federal de Nueva York
al 6% en agosto. El mercado no se vio afectado. El precio de una plaza alcanzó un récord de 625.000
dólares, el cuádruple que en 1926. Los préstamos de los corredores incrementaron en un 10%, y el
mercado continuó subiendo, llegando a un máximo de 216 de promedio mensual, calculado sobre
una base de 100 en 1926.
Europa central. En julio, el Banco de Bélgica subió la tasa. La presión desde Nueva York era
persistente y continua.
La presión fue especialmente aguda en Londres. Con las tasas de Nueva York altas, varios
prestatarios buscaban préstamos en libras esterlinas, cuando realmente querían dólares. Las reservas
del Banco de Inglaterra alcanzaron un máximo del año de 791 millones de dólares al final de mayo,
después de la crisis del Plan Young, y éstas cayeron estrepitosamente en junio. El gobierno laborista
decidió afrontar las pérdidas de oro aumentando las emisiones fiduciarias y liberando el oro de los
pasivos del Banco de Inglaterra. El canciller Snowden se oponía a incrementar la tasa de descuento,
sosteniendo que esto dañaría a las empresas y no ayudaría a la balanza de pagos, solamente sirviendo
para propagar tasas más altas en otros lugares.
El 9 de agosto, el Banco de la Reserva Federal actuó otra vez. La bolsa en expansión pedía tipos de
interés más altos, pero otros signos de debilidad de la economía sugerían lo contrario . Se explicó que
la tasa de descuento aumentaría del 5 al 6%, pero que el banco esperaba comprar acciones con
posterioridad para ayudar al mercado, particularmente cuando la subida de la bolsa se hubiera
detenido.
Sin embargo, el mercado de valores de Nueva York hizo caso omiso de esto, y la presión en Londres
continuó. Cada vez se buscaban más excusas para subir la tasa de redescuento del Banco de
Inglaterra, y sucedió, finalmente, el 20 de septiembre, con el derrumbe del imperio Hatry en Londres,
consistente en una serie de compañías, trusts de inversiones y unidades operativas con intereses en la
producción de máquinas de fotografiar y pequeños préstamos, etcétera. Su dueño había intentado
obtener un préstamo de 8 millones de libras para comprar la United Steel, con el objetivo de usarla
como base para una acción más importante en el acero británico. Intentó usar fraudulentamente la
garantía de sus empresas, se lo descubrió, y fue a la quiebra. Ante la suspensión de la negociación en
bolsa de las acciones de las empresas de Hatry, el Banco de Inglaterra subió la tasa de 5,5% a 6,5%.
La presión se extendió a Escandinavia: Suecia, Dinamarca y Noruega subieron sus tasas. Al final de
septiembre, el stock de oro del Banco de Inglaterra había bajado a 640 millones de dólares. Norman
dijo al Comité del Tesoro que, si no se operaba en cambio, especialmente en Francia y Estados
Unidos, gran parte de Europa se vería forzada a abandonar el patrón oro. En estas circunstancias, el
crack de la Bolsa de Nueva York fue una salvación.
La caída de la actividad:
Durante todo este tiempo, la economía estaba bajando. En todas partes menos en Francia, el dinero
era difícil, el consumo se había nivelado, aparecían los frutos de la nueva capacidad productiva en un
mercado en el que no había ninguna demanda evidente, y los stocks se amontonaban.
Alemania estaba en su peor momento. Los índices económicos se deprimieron por una caída en la
industria del acero, y hubo un período de frío intenso de diciembre a marzo de 1929. El dinero difícil,
debido a las retiradas de fondos de abril y mayo, había cedido a una situación más fluida, pero, en el
verano de 1929, los signos de una depresión eran inequívocos. Los stocks aumentaron antes del crack
del mercado de valores, y el desempleo escaló. En el otoño, se elevó extremadamente el número de
quiebras de empresas y letras protestadas.
La disminución de la actividad en Estados Unidos es atribuida a muchas causas:
103
El crack de la Bolsa:
Septiembre de 1929 marcó el máximo del mercado. El índice empezó a caer el 3 de octubre, siguió
bajando la semana del 14, y dio paso al pánico del jueves negro, el 24 de octubre. Hubo un intento,
por parte de los principales banqueros, para organizar un fondo que frene el colapso. Pero, la
siguiente semana, la caída fue mayor: el nuevo pánico fue el 29 de octubre, martes negro,
16.400.000 acciones vendidas. Hasta final de mes se produjo cierta recuperación, y el 13 de
noviembre se alcanzaron los índices más bajos del año. El índice Dow Jones había caído a 198 desde
el 381 el 3 de septiembre, y acabó el año en 250.
Dos semanas antes de la primera caída, los préstamos de los corredores disminuyeron en 120
millones de dólares, principalmente por retirada de fondos extranjeros. Esto fue el último eslabón de
la cadena que inició con la conversión del oro por parte del Banco de Francia, y el incremento en la
tasa de descuento del Banco de Inglaterra. Una vez que el pánico se estableció, “otros” contribuyeron
al mismo, retirando sus préstamos a los corredores.
Los financieros de Nueva York trataron de mantener los precios del mercado de valores no sólo por
compra directa, sino también recogiendo las demandas marginales y atendiendo a los préstamos
pedidos por gente de fuera de la ciudad. En octubre, sólo los bancos de Nueva York canalizaron
1.000 millones de dólares de estos préstamos.
Para detener el pánico, se adquirieron 160 millones de dólares de activos en la semana del 29 de
octubre, y 370 millones de dólares en total hasta el final de noviembre. Junto con la expansión del
mercado abierto, la tasa de redescuento bajó al 5% el 1 de noviembre, y al 4,5% el 15. La liquidación
de los saldos y préstamos extranjeros continuaba en Nueva York: 450 millones de dólares fueron
retirados desde el 31 de octubre de 1929 hasta el final del primer trimestre de 1930, y otros 100
104
millones de dólares fueron comprados a propietarios privados por los bancos centrales extranjeros.
La mitad de las retiradas fueron hechas por cuenta de Gran Bretaña.
Es importante entender que la caída del mercado de valores no produjo, por sí sola, la Gran
Depresión, ni fue un factor importante en su severidad. Sin importar lo que ocurra en el mercado de
valores, ello no puede llevar a una gran depresión si no es acompañada por un colapso monetario.
El primer impacto del crack
en la escena monetaria
internacional fue el de
suavizarla. El Banco de
Inglaterra bajó su tasa de
descuento tres veces, y lo
mismo hicieron Holanda,
Noruega, Austria, Bélgica,
Dinamarca, Alemania,
Hungría y Suecia. La
propagación de una crisis
financiera de un país a otro
puede producirse a través de
varios canales:
1) La aplicación de un
margen de
beneficios más bajo
a activos y
mercancías
comerciadas
internacionalmente
en mercados
físicamente
separados conectados
por arbitraje.
2) La aplicación de ese
margen, sin que
tenga lugar un
comercio real, porque
los que participan en
un mercado nacional
son afectados por la
psicología de quienes
participan en otros
mercados.
3) Cambios del ingreso
y el gasto que
105
afectan a otros países a través del multiplicador del comercio exterior, reduciendo las
importaciones.
4) Un impacto sobre el lado monetario de la balanza de pagos, por ejemplo, cuando un stock
deflacionario en otros países hace disminuir el oro del exterior y refuerza la contracción
monetaria.
El pánico de la liquidez:
Los capitalistas extranjeros y los bancos y corporaciones estadounidenses de fuera de la ciudad que
retiraron dinero rápido del mercado de Nueva York causaron graves pérdidas a los inversores
individuales. Éstos disminuyeron su gasto, y las empresas que habían contado con un rápido acceso a
la bolsa de Nueva York y los mercados de bonos se unieron a la carrera para liquidar activos y
disminuir su gasto. La producción cayó de forma evidente, y los stocks fueron desapareciendo.
El precio de las viviendas y las nuevas construcciones cayó abruptamente. La velocidad fue
impresionante: la producción industrial cayó desde 110, en octubre, a 105 en noviembre y 100 en
diciembre. Ello se debía, en gran parte, al comportamiento en el sector automotriz, que cayó desde
440.000 unidades en agosto, hasta 92.500 en diciembre.
Más impresionante que el declive industrial fue la caída en los precios de los bienes e
importaciones. El maíz, el algodón y el trigo cayeron, y los productos extranjeros, como el café,
cacao, caucho, seda y estaño se resintieron gravemente.
Muchas importaciones se enviaban a Nueva York a otros puertos en consignación, para ser vendidas,
a su llegada, en los mercados de
bienes. Los compradores
financiaban sus compras en los
bancos. Los bancos de Nueva
York, obligados por la necesidad
a aceptar préstamos a los
corredores de bolsa abandonados
precipitadamente por los bancos
exteriores, cerraron el crédito a
los compradores de mercancías.
Los precios de las exportaciones,
financiadas en el interior del
país, cayeron menos que los
precios de las importaciones.
La caída de los precios de los
bienes en Nueva York se
comunicó al exterior a través de
la disminución de los márgenes a
las mercancías de exportación, el
arbitraje y la infección psicológica. Los precios exteriores cayeron tanto o más que los de los Estados
Unidos.
106
Esta caída se
traspasó, a la vez, al
comercio: las
importaciones, en
Estados Unidos,
cayeron con
asombrosa
velocidad: entre
septiembre y
diciembre, se
redujeron en un
20%. La caída se
reflejó en el
movimiento de los
precios. El resultado
de la rápida caída de
la importación de
Estados Unidos fue
un excedente de
exportación de más
de 100 millones de
dólares entre 1929 y
1920, cuando
comenzó la caída de
las exportaciones.
La deflación se
trasladó desde la
caída en los mercados de valores hasta la caída de la producción y la desaparición de los stocks, y
desde los precios de éstos hasta los de las mercancías y la reducción del valor de las importaciones.
Al final del año, el mercado crediticio se estaba recuperando rápidamente, y acabó el origen de la
presión, pero era demasiado tarde. Se había desarrollado un feedback positivo, que eliminaba
importaciones de los países subdesarrollados, los cuales, a su vez, eliminaban importaciones de los
desarrollados. En el alza, el mercado de valores detuvo los movimientos de capital hacia las naciones
en desarrollo, y, en el declive, se produjo una crisis de liquidez, que llevó a una rápida reducción de
las exportaciones de otros países.
El proceso se retrotrajo a Estados Unidos, cuyas exportaciones cayeron de forma drástica.
✨ Marco contextual: ✨
107
Se trata de un texto publicado en 1925, en el que Keynes expresa su opinión respecto a la vuelta
de Inglaterra al patrón oro.
Variar el cambio en un 10% implica una reducción del 10% de los ingresos en esterlinas de las
industrias de exportación.
Si estas industrias redujeran sus gastos en salarios, transporte, intereses y otros conceptos en un 10%,
podrían permitirse la reducción de sus precios, y no estarían peor que antes. Pero esto no sucede:
como utilizan, y sus empleados consumen, toda clase de artículos producidos en el país, no podrán
reducir sus precios en un 10%, a menos que los salarios y gastos en la generalidad de las industrias
nacionales se hayan reducido en un 10% las industrias de exportación más débiles caen en
bancarrota.
Podemos ver los problemas de la política
tomada por Churchill en el cuadro, que muestra
que, en 1924, el coste de vida y salarios en
Inglaterra, expresados en términos de oro,
estaban de acuerdo con el costo de la vida en
dólares en Estados Unidos. Pero, desde
entonces, el cambio de la libra se elevó en un
10%, mientras no hubo variación apreciable en
el costo de vida o el nivel de salarios,
expresados en esterlinas, comparados con el costo de vida en dólares de Estados Unidos los
108
salarios y el costo de vida británicos son 10% demasiado altos, pues se recibe un 10% menos de
esterlinas por las exportaciones, sin que haya un cambio en los salarios y los gastos.
El efecto ha sido más severo aún, porque, el año anterior, Inglaterra no estaba libre de problemas: sus
salarios y el costo de vida eran demasiado altos comparados con los de algunos países europeos, y
sus industrias de exportación estaban sobredimensionadas de equipo y personal. La elevación del
nivel internacional de la libra elevó, más de lo que mitigó, la disparidad entre los valores interior y
exterior, retrasando la adopción de medidas activas para expansionar el capital interior. Medidos en
oro, los salarios británicos son un 15% más altos que en 1924, y el costo de vida, en oro, es tan alto
que los trabajadores de otros países europeos pueden aceptar un salario en oro un 30% más bajo que
el recibido por los ingleses, sin que eso afecte sus salarios reales.
Las industrias de exportación padecen porque son las primeras a las que se les pide que acepten la
reducción del 10%. Si hubiera un mecanismo para que la reducción sea simultánea, el costo de vida
disminuiría, de manera que el salario monetario más bajo en términos nominales no lo sería en
términos reales. Pero, como no lo hay, elevar a sabiendas el valor de la libra en Inglaterra significa
comprometerse con cada uno de los grupos, sin perspectivas de que el resultado final sea favorable,
ni la garantía de que los grupos más fuertes no exploten a los más débiles.
Los primeros trabajadores en ser atacados se enfrentan con una disminución de su nivel de vida,
porque el costo de vida no descenderá hasta que todos los demás hayan sido atacados con éxito.
Además, tampoco hay forma de garantizarles a las clases sometidas en primer lugar que la reducción
nominal de sus salarios será compensada, más adelante, con una baja correspondiente en el costo de
vida estos grupos se ven obligados a resistir.
población, e incrementa la carga real de la deuda en unos 750 millones de libras. Esto es
inevitable, pero no tendría otras consecuencias negativas si hubiese forma de reducir,
simultáneamente, el 10% en todos los demás pagos monetarios. Una vez terminado el
proceso, cada habitante tendría aproximadamente el mismo ingreso real que antes.
El problema es que los salarios, el costo de vida y los precios de las exportaciones no se ajustaron
por sí mismos a la mejora del cambio que la expectativa del restablecimiento del patrón oro, de
acuerdo con sus repetidas declaraciones, ya había producido: eran aproximadamente un 10% muy
altos. Por eso, si se fijaba el cambio a esta paridad con el oro, había dos alternativas:
1) Arriesgarse a una elevación de los precios oro en el exterior los extranjeros debían
pagar un precio en oro más alto por las exportaciones inglesas.
2) Someterse a una política de reducción obligada de los salarios monetarios y el costo de
vida, en la medida necesaria desocupación y tensiones industriales.
Si esto funcionara bien, al elevarse los precios oro en el exterior, se producirá una gran depresión en
las industrias de exportación, lo que generará una atmósfera favorable a la reducción de salarios, pero
también del costo de vida. Este último no disminuirá lo suficiente, y las industrias de exportación no
podrán reducir suficientemente sus precios hasta que los salarios hayan bajado en las industrias
protegidas. Pero los salarios no bajarán en las industrias protegidas, por la desocupación. Esto se hará
por medio de las restricciones de crédito, intensificando deliberadamente la desocupación hasta el
grado necesario, en que los salarios bajen. Cuando el proceso termine, el costo de vida habrá
disminuido.
Estos métodos pueden ser eficaces durante un lapso de tiempo considerable. Como las nuevas
inversiones exteriores no producen rendimientos inmediatos, pueden reducirse las exportaciones
considerablemente sin riesgo de insolvencia, en tanto y en cuanto se reduzcan las inversiones
exteriores en la misma cantidad. Además, pagándose un tipo de interés suficientemente alto, puede
tenerse un déficit y pedir prestada cualquier cantidad de oro que se necesita.
Pero el embargo sobre la inversión extranjera tiene éxito de manera solamente parcial: no puede
retener todos los tipos de productos extranjeros, ni impedir a los inversores británicos comprar
valores directamente en Nueva York. Aquí actúa el segundo remedio del Banco: manteniendo los
tipos de descuento en Londres con un margen suficiente por encima de los de Nueva York, se puede
inducir al mercado monetario neoyorkino a prestar una cantidad suficiente al británico, para
equilibrar el déficit comercial y las inversiones extranjeras.
Pagar la desocupación pasando de ser un país prestamista a uno prestatario es desastroso. Sólo se
puede ganar tiempo con este sistema, pero se deben efectuar ajustes fundamentales. El único paso
que tiene el Banco dentro de sus posibilidades es restringir el crédito: la balanza comercial indica que
los precios son demasiado altos, por lo que el camino para rebajarlos es el dinero caro y la
restricción del crédito salida: reducir los salarios nominales y, a través de ellos, el costo de vida,
con la idea de que, cuando se haya completado el círculo, los salarios reales serán casi tan altos como
antes.
El problema es… ¿cómo alcanzamos este resultado? Solamente se puede hacer mediante la
intensificación deliberada del desempleo: quitarles a los empleadores, mediante la restricción del
crédito, los medios financieros para contratar trabajo al nivel existente de precios y salarios, hasta un
punto tal en que los trabajadores estén dispuestos a aceptar la reducción necesaria de los salarios
monetarios, bajo la presión de los hechos.
Esta es la política derivada del acto de sostener la esterlina a un valor oro que no posee todavía, y a la
que el Banco de Inglaterra le rehúye, si bien es la más “sana” que se puede tomar dadas las
circunstancias. Sin embargo, la está implementando, pero intentando aplicarle nombres diferentes, a
través de medidas como:
1) Embargo sobre las nuevas rentas, que retrasa el ritmo normal de la circulación monetaria.
2) Elevación del tipo de descuento.
3) Elevación del tipo de mercado a cerca del tipo de descuento.
4) Maniobra con activos y pasivos para reducir la cantidad de tesorería de la que disponen los
bancos de compensación como base para el crédito.
Incluso estas medidas limitadas son responsables de una parte importante de la reciente
intensificación del desempleo. Hay una gran tragedia: que la política de intensificación deliberada
del desempleo para forzar reducciones salariales ya está parcialmente en acción, y, a partir del punto
de vista erróneo que se adoptó oficialmente, esta evolución es teóricamente justificable el Banco
de Inglaterra se ve obligado a reducir el crédito, según todas las reglas del patrón oro.
El problema es que, para restaurar la prosperidad, es necesaria una política de crédito fácil,
animando a los hombres de negocios a entrar en nuevas empresas (básicamente, lo opuesto a lo que
111
se está haciendo). La deflación no reduce los salarios automáticamente, sino que lo hace
produciendo desocupación.
entre las clases. La otra teoría, la teoría del monstruo económico, es que los salarios deben
establecerse por la presión económica, con otras palabras, por los “hechos duros”, y que nuestra
inmensa máquina debe funcionar a tope, atendiendo sólo a su equilibrio como un todo y sin prestar
atención a las consecuencias ocasionales para los grupos individuales.
El patrón oro, con su dependencia de la pura suerte, su fe en los “ajustes automáticos” y su descuido
general de los aspectos sociales, es su símbolo y un ídolo esencial de los que se encuentran en la sala
de mandos de la máquina.
La inflación (1918-1923):
El Tratado de Versalles:
La Alemania de la hiperinflación y posterior recuperación no era la misma que la de preguerra:
Los territorios perdidos por el Tratado de Versalles y el reparto de la Alta Silesia (1921)
eran particularmente ricos en recursos agrícolas y minerales: representaban el 14,6% de
la superficie cultivable de Alemania, el 74,5% de sus minerales de hierro, el 68,1% de sus
minerales de zinc, y el 26% de su producción de carbón.
Perdió el monopolio de la potasa, por la pérdida de las minas alsacianas.
Las industrias textiles alsacianas se convirtieron en uno de sus más peligrosos
competidores, luego de haber sido uno de los factores más poderosos para la prosperidad de
la industria textil alemana.
Se destruyeron algunas de las más importantes interconexiones de los sistemas
industrial y de transportes.
Así, Alemania era bastante más pobre que antes, y la pérdida de sus territorios fue aumentada por las
entregas en especie a las que fue obligada por el armisticio y el tratado de paz, ya que, además del
material de guerra, debía entregar gran parte de sus buques mercantes, una cuarta parte de su flota
pesquera, una quinta parte de su flota fluvial y lacustre, material ferroviario y camiones, todo el
sistema ferrocarrilero de Alsacia-Lorena, todo el material abandonado en zona de guerra y toda la
propiedad pública de los territorios cedidos y las colonias.
Aún más: la coalición ganadora se reservó el derecho de confiscar todo tipo de propiedades privadas
de alemanes, ubicadas en sus propios países o los territorios cedidos. Esta amenaza se cumplió más
adelante.
Las entregas y pérdidas de territorio desnivelaron catastróficamente la balanza de pagos alemana: fue
necesario elevar las importaciones de alimentos, tuvieron que comprarse en el extranjero minerales
que hasta entonces se producían en Alemania, y se redujeron las exportaciones de otros artículos. La
pérdida de su capital invertido en el exterior significó también la de las utilidades e intereses que
recibía de aquellos países.
Por todo esto, aún sin los pagos de las reparaciones, hubiese sido muy duro para Alemania
equilibrar su cambio exterior sin ayuda extranjera.
Reparaciones:
Las reparaciones colocaron a Alemania en una terrible situación durante los próximos años. En
1918, se precisó que tenía la obligación de tomar a su cargo la reparación de los daños causados a la
propiedad privada, excepto la de Rusia. Si el cómputo de esos daños hubiera sido equitativo,
seguramente las obligaciones se hubieran compensado, en gran parte, con todas las entregas antes
mencionadas. Pero, en último término, la forma en que se definieron las reparaciones no las tuvo
tanto en cuenta.
El Tratado de Versalles:
a) Impuso a Alemania la obligación de pagar todos los gastos ocasionados por las tropas de
ocupación aliadas en su territorio, una nueva obligación que no estaba acreditada en la
cuenta de reparaciones.
114
b) Aumentó las reparaciones, para incluir todas las pensiones (capitalizadas) para los
combatientes de la Triple Entente.
c) No fijó el importe total de las reparaciones: sólo indicaba que el gobierno alemán debía
emitir y entregar inmediatamente bonos por la suma de 100.000 millones de marcos oro, de
los cuales 20.000 millones servirían de garantía para los pagos provisionales que debía hacer
hasta 1921. Los intereses y amortizaciones del saldo debían pagarse dentro de los treinta años
siguientes.
d) Encomendó a la Comisión de Reparaciones la tarea de fijar el monto definitivo y la
forma de pago del total de las reparaciones.
Se exigió a Alemania el pago de 20.000 millones de marcos oro antes del 10 de mayo de 1921,
contra el cual se acreditarían las entregas previstas en el mismo. Parte de este pago se hizo en
especie: Alemania quedó obligada a entregar, durante el transcurso de diez años, al menos 38
millones de toneladas de carbón al año, y enormes cantidades de productos químicos y otros
artículos. Estas entregas empezaron incluso antes de que el Tratado de Versalles entrara en vigor.
En 1921, mediante las Resoluciones de París, se formuló un plan de pagos:
2.000 millones de marcos oro anuales durante los primeros dos años.
3.000 millones anuales en los tres siguientes años.
4.000 millones anuales, por los tres siguientes.
5.000 millones anuales, para los otros tres.
6.000 millones, durante los treinta y uno siguientes.
Además, un 26% del producto de las exportaciones alemanas en cada uno de esos
cuarenta y dos años gravamen adicional de las reparaciones, que podía llegar a los 3.000
millones de marcos por año.
Desde entonces, los Aliados intentaron que Alemania aceptara este plan absurdo tomando diversas
medidas. En marzo de 1921, varias ciudades del Rin y de la cuenca del Ruhr fueron ocupadas,
confiscándose los ingresos aduanales de los territorios ocupados.
El plan “final” de reparaciones, llamado ultimátum de Londres, difícilmente se acercaba más a la
realidad que las Resoluciones de París:
1) Se fijó la deuda alemana por las reparaciones en 132.000 millones de marcos oro,
cantidad que, según Keynes, era el triple de la capacidad de pago alemana.
2) La deuda de las reparaciones debía causar un 6% anual de interés y amortización.
3) En un principio, la Comisión de Reparaciones debía emitir bonos sólo por 50.000
millones de marcos oro, que debían amortizarse con los pagos de las reparaciones. Los
82.000 millones restantes no se emitirían hasta que la Comisión se convenciese de la
capacidad alemana de soportar la carga adicional.
4) Las anualidades por reparaciones se fijaron en 2.000 millones más el derecho de
exportación del 26%.
5) Como pago inicial, Alemania debía entregar 1.000 millones de marcos oro en efectivo en los
próximos meses. El producto total de los derechos de exportación alemanes, más el 26%
115
especial de los mismos, y las recaudaciones derivadas de otros impuestos, debían ser garantía
de estos pagos.
6) Se estableció una Comisión de Reparaciones en Berlín, con el derecho de exigir “pagos en
especie” por cualquier parte de aquellas.
7) El gobierno alemán debía permitirle al británico recaudar su parte del 26% del
impuesto de exportación.
Este plan se presentó a Alemania como un ultimátum: si el gobierno alemán no lo aceptaba en seis
días, sería ocupada la cuenca del Ruhr. El Reichstag lo aceptó por escasa mayoría, y, en los
siguientes meses, cumplió puntualmente el plan. Recién en diciembre, el gobierno alemán pidió una
reducción, y en enero de 1922 se convino en eliminar los pagos adicionales ocasionados por los
gastos de los ejércitos de ocupación, y reducir los pagos para ese año a 2.170 millones de marcos. De
ese total, sólo debía pagarse en efectivo 720 millones de marcos, y el resto en especie.
Para julio de 1922, la situación de Alemania era tan grave que el gobierno pidió una moratoria hasta
fines de 1924 para los pagos en efectivo, declarando estar dispuesto a continuar las entregas en
especie. La moratoria no se concretó, pero sí se convino que, además de las entregas en especie, el
gobierno del Reich pagara 270 millones de marcos en certificados de tesorería a seis meses.
La lucha del Ruhr:
El pago de las reparaciones se convirtió, en gran parte, en entregas en especie. El gobierno francés
consideraba que Alemania estaba evadiendo de mala fe el cumplimiento de sus obligaciones, y que la
única forma de cobrar las reparaciones era ir por ellas: así, ocupó, junto con Bélgica, la cuenca del
Ruhr, centro de la producción alemana de carbón y hierro.
Con este motivo, Alemania se rebeló por primera vez contra las potencias: con la ocupación del
Ruhr, suspendió todos los pagos de reparaciones a Francia y Bélgica, y prohibió a los
funcionarios alemanes recibir órdenes de las autoridades de ocupación. Éstos contestaron con la
expulsión de todos los funcionarios alemanes del Ruhr, con la organización de administradores
civiles y ferroviarias propias, la supresión de todas las relaciones económicas del Ruhr con el resto
de Alemania, y el secuestro de los fondos de los bancos y las sucursales del Reichsbank en el Ruhr.
Cuando la resistencia pasiva se extendió entre los trabajadores de las minas e industrias, las
autoridades de ocupación trataron de mantener, por la fuerza, la actividad en las fábricas.
La lucha del Ruhr dejó a Alemania en una situación muy precaria: quedó separada de sus
principales recursos industriales de materias primas, y el gobierno tenía que alimentar a los
trabajadores y funcionarios que habían sido expulsados del territorio del Ruhr, sostener a las familias
de quienes habían sido encarcelados por el enemigo, y compensar a la industria por las pérdidas
sufridas con motivo del conflicto. Por otro lado, había un creciente desorden público como
consecuencia del colapso de la moneda.
116
Las entregas en especie a los aliados (excepto a Francia y Bélgica) continuaron hasta agosto de 1923,
mes en el que dimitió el gobierno Cuno. El nuevo gobierno de coalición, encabezado por Gustav
Stresemann, suspendió la resistencia pasiva, así como los pagos a los trabajadores y funcionarios que
continuaban con esta actitud. En noviembre de 1923, se convino que las empresas pagarían los
impuestos y entregarían los productos directamente a los aliados.
Puede asegurarse que no fue pura casualidad la coincidencia el final de la lucha del Ruhr y el de la
inflación. Era necesaria una completa reconstrucción de las finanzas y de las reconstrucciones con
los aliados, ninguna de las cuales pudo llevarse a cabo separadamente.
Reformas financieras:
Antes del Plan Dawes, hubo múltiples esfuerzos para acabar con los déficits presupuestarios que
amenazaban con traspasar todo límite. Aún antes de las reformas financieras de 1920, habían sido
aumentados algunos impuestos, y se establecieron otros sobre las exportaciones. Por ejemplo, en
1919 se sancionó la Ley de Tributación Obligatoria de Emergencia del Reich, según la cual debía
recaudarse un impuesto que gravaría hasta el 65% de las propiedades más grandes.
Pronto, se hizo evidente el defecto de una política fiscal que fijaba los montos en términos de valores
monetarios nominales, en un período de progresiva depreciación de éstos. Esto reducía la cantidad
calculada, por la depreciación de la moneda: para después de 1921, ya no tenía sentido seguir un
procedimiento coactivo para obtener el cobro de algunos impuestos.
El intento más sistemático para solucionar los problemas financieros fue hecho mediante las
reformas fiscales de Erzberger. La importancia de estas reformas implicó la transición de
Alemania de un grupo federalista de Estados a un Estado centralizado, investido con la suprema
soberanía fiscal. En la Alemania de Bismarck, el Reich sólo podía disponer las pocas fuentes de
tributación no reclamadas por los estados, pero, luego de aquellas reformas, los estados sólo podían
cobrar los impuestos no reclamados por el Reich.
Las medidas de Erzberger fracasaron, al igual que todas las políticas financieras tomadas antes, bajo
el peso de la progresiva depreciación de la moneda. Por eso, en 1922, se reanudó la lucha política en
torno a otro fuerte impuesto sobre el capital en gran escala: se quería gravar todos los títulos de
propiedad que no habían sido afectados inmediatamente por la inflación, como las fábricas,
mercancías en existencia y propiedad raíz. Finalmente, los partidos socialistas y los “burgueses”
llegaron a un compromiso: un empréstito obligatorio de 1.000 millones de marcos oro, sin intereses
durante los primeros tres años, y, después, del 4 al 5%. La inflación fue tal que, para el momento de
su imposición, el sistema quedó reducido a un mero proyecto.
A pesar del aumento de los impuestos, los ingresos tributarios bajaron a cifras verdaderamente
insignificantes con la depreciación de la moneda. El déficit era cubierto por “deudas flotantes”, es
decir, mediante la imprenta.
La vorágine de las divisas:
Entre mayo de 1919 y febrero de 1920, la cotización del dólar (paridad de 4,20 marcos) se elevó de
13,5 a 99 marcos. Después de que el motín de Kapp fue aplastado en marzo de 1920, el dólar decayó
rápidamente a 40 marcos, y osciló entre 60 y 70 marcos durante todo un año. Fue un período de
117
apaciguamiento interior, caracterizado por efectos deflacionistas y una tregua en la lucha de las
reparaciones.
Pero el ultimátum de Londres y la división de la Alta Silesia
en 1921, que sumieron a la economía alemana en una
profunda depresión, hicieron elevarse la cotización del dólar
hasta 270 marcos. Siguió un corto período de receso en las
cotizaciones, cuando el gobierno alemán obtuvo una
moratoria parcial para el pago de las reparaciones, pero
después de junio de 1922 las cotizaciones siguieron su
movimiento ascendente, luego de los grandes pagos en
efectivo por las reparaciones y el asesinato de Rathenau7.
El marco se desplomó a menos del 1% de su valor de
preguerra, y, cuando se comprendió que la política de
Poincaré sobre las reparaciones se dirigía hacia la
ocupación del Ruhr, su baja se volvió catastrófica: la
cotización del dólar, en enero de 1922, llegó a los 18.000
marcos. Después de mayo de ese año, las consecuencias económicas de la resistencia del Ruhr fueron
tan desastrosas para Alemania que debieron abandonarse todos los apoyos dados al marco, y el
desenfreno en las cotizaciones volvió.
Elevación de precios y circulación lenta:
Durante el primer período de inflación, los
precios de los artículos se elevaron mucho más
lentamente que el cambio exterior. Ya en la
devaluación incontenible, los precios se
adaptaron más rápidamente, y cada vez más de
cerca, a las cotizaciones de las divisas. El ajuste
se hizo progresivamente automático en 1922,
cuando toda la nación comenzó a comprender la
relación entre las cotizaciones de las divisas y
los movimientos de los precios.
Por ello, la economía alemana se dolarizó: la
moneda americana se convirtió en el factor
decisivo para fijar los precios. Ya era costumbre cerrar los negocios a medio día, para abrir a la tarde
con nuevos precios tras conocer la cotización del dólar.
El ritmo de la depreciación fue tan rápido que el volumen de dinero en circulación empezó a
rezagarse respecto de la depreciación exterior del marco. Así, el incremento de la circulación de
billetes aumentaba a tal velocidad que las prensas no podían mantener el ritmo de producción
requerido: en los últimos meses anteriores al colapso, trabajaban a toda capacidad más de 300
fábricas para entregar papel para los billetes del Reichsbank. Como el dinero en efectivo estaba
7
Ministro de Economía de la República de Weimar
118
Terminada la inflación, todas las deudas monetarias a largo plazo fueron “revaluadas” por ley a
cierto porcentaje de su valor original en oro. Por ejemplo, las hipotecas se revaluaron a un 25%. Pero
esta ley no pudo salvar el distanciamiento entre la joven república y la clase rentista.
En las primeras fases de la inflación, la industria y el comercio se habían beneficiado mucho más con
los períodos de auge que traía consigo cada elevación de los precios que lo que se habían perjudicado
con sus efectos desfavorables. Como el nivel predominante de los precios interiores estaba muy por
debajo de los internacionales, había un buen incentivo para comerciar con otros países. Esto llevó a
un período de aparente auge industrial, que ni siquiera fue interrumpido por la depresión mundial de
1921.
Pero la gran “barata” resultó no ser sino poco más que una gran liquidación. Los artículos eran
arrebatados de las manos de los comerciantes, pero, como los costes de re-producción terminaban
superando los precios de venta, las existencias empezaron a faltar, y las fábricas fueron cerrando.
Todo el mundo comprendió gradualmente que el auge industrial se alimentaba, sobre todo, a costa de
la riqueza del país: la única manera de mantener buenas condiciones era aceptando salarios reales
decrecientes, pero los sindicatos inventaban procedimientos cada vez más ingeniosos para adaptar los
salarios rápidamente a los precios ascendentes. Pero la ventaja de los precios sobre los salarios se
hizo cada vez mayor.
El desastre de la depreciación terminó alcanzando a todos y a todo: como la moneda ya no servía,
algunos recurrieron a métodos económicos primitivos, como el trueque. La moneda extranjera entró
a la circulación interior, y los trastornos en todas las piezas del mecanismo económico habían
adquirido tal gravedad que el desempleo en las industrias se hizo sentir.
Estabilización:
Había varios obstáculos para estabilizar la moneda en 1923. Los principales eran los siguientes:
Ò En ninguna otra época, ni en otro país, se había minado tan completamente la moneda y
la confianza en su funcionamiento como en este caso. Pero, sin una “confianza inicial”, era
imposible crear una moneda nueva, porque también podría acelerarse su circulación,
generando una nueva depreciación.
Ò No había esperanza de conseguir un empréstito exterior, el principal instrumento para
obtener una estabilización cuando las reservas de oro de un país se habían agotado.
Ò ¿Cómo se podrían procurar los recursos para iniciar una nueva moneda? ¿De qué
manera podía conseguirse el suficiente capital circulante, mientras empezaran a fluir
normalmente los ingresos, sobre todo si era imposible colocar un empréstito exterior o
interior?
Ò Cuanto menos, toda posible reforma monetaria exigía un armisticio en la lucha sobre
las reparaciones y un respiro en sus pagos. Era imposible pensar en la estabilización
mientras continuara la lucha del Ruhr.
En las últimas fases de la inflación, el valor en oro del efectivo en manos del público se había
disminuido a una cantidad infinitesimal. Podía suponerse que esas reservas en efectivo resumirían las
proporciones normales desde el momento en que se convenciera al público de que no había un
inminente peligro de nuevas depreciaciones. Así, un aumento de la circulación hasta el punto de
120
saturación del efectivo en manos del público no tendría efectos inflacionistas, sino que podía evitar
una presión deflacionista sobre los precios.
El “milagro del Rentenmark”:
Para llevar a la práctica esta solución, era necesario convencer al público de que la nueva moneda era
inmune a los peligros de la inflación. El encaje del Rentenmark, la nueva moneda, se basaba en
deudas sobre la propiedad raíz de la población agraria y de títulos análogos de las empresas
industriales. El encaje era ficticio, ya que no podía utilizarse en el extranjero como reserva para
regular los cambios exteriores ni liquidarse en el interior. Pero esto brindó un apoyo psicológico a la
estabilización de la moneda.
El 15 de octubre de 1913, fue publicado el decreto que creaba el Rentenbank. El 15 de noviembre,
entró en vigor el nuevo sistema monetario. La moneda se estabilizó al tipo de un millón de millones
de marcos papel por un marco oro o un Rentenmark.
La moneda alemana se reconstruyó de la siguiente forma:
a) El Reichsbank conservó todas sus funciones como banco de emisión, pero se le prohibió
seguir redescontando certificados de tesorería del Reich.
b) Se creó un segundo banco de emisión, bajo el nombre de Deutsche Rentenbank, con un
“capital” normal de 3.200 millones de Rentenmarks, que consistía exclusivamente en “deudas
agrícolas sobre la tierra” y obligaciones análogas de empresas industriales. Estas obligaciones
producían un interés al Rentenbank, con el cual éste debía adquirir gradualmente un capital
propio. Los créditos del Rentenbank sobre la agricultura y la industria sirvieron como
“colateral” hasta un máximo de 2.400 millones de Rentenmarks que este banco podía emitir
como ”billetes” Rentenmark, que fueron de curso forzoso paralelamente a los billetes del
Reichsbank.
c) La mitad de los billetes Reintenbank debía emitirse mediante créditos al gobierno del
Reich, y la otra mitad, a través de crédito a los negocios por conducto del Reichsbank.
El primer problema era convencer al público de la estabilidad del valor de la moneda. Esto pudo
realizarse porque se demostró que el plan podía llevarse a cabo integralmente de acuerdo con un
esquema previo. Los Rentenmarks empezaron a llenar el vacío creado por la disminución del
efectivo en manos de la población, y el gobierno del Reich recibió su crédito por 1.200 millones de
Rentenmarks para ayudar a financiar, durante el período transitorio previo, a las recaudaciones
normales de impuestos.
El plan fue aceptado por la Comisión de Reparaciones, e inmediatamente después por el gobierno
alemán. En agosto de 1924, todos los gobiernos interesados aceptaron el plan, que se puso en vigor el
1 de septiembre de 1924. Tuvo dos grandes méritos:
Sustituyó las fantásticas anualidades de los primeros planes por cantidades que parecían
soportables cuando menos durante los primeros años, garantizando un buen período de
relaciones pacíficas entre Alemania y los Aliados.
Reconoció que Alemania necesitaba un lapso de tiempo para recuperarse: se consideró
necesario dar un respiro a la economía alemana, para que produjese los excedentes necesarios
de mercancías para su entrega en el exterior. Este respiro debía dividirse en dos períodos:
i. Primer período (septiembre de 1924-agosto de 1925): se esperaba que Alemania
movilizara sólo 200 millones de marcos de sus propios recursos. Al mismo tiempo,
debía flotarse, con Alemania como deudor, un empréstito internacional conocido
como Empréstito Dawes, que tenía como objetivo proporcionar los medios
necesarios para continuar los medios necesarios para continuar de las áreas devastadas
por la guerra a Francia y Bélgica, y el pago de intereses a Estados Unidos.
El servicio de este empréstito debía ser deducido y no sumado a los pagos anuales
regulares de las reparaciones.
ii. Segundo período: además, se propuso que los pagos alemanes fueran aumentando de
año en año, desde una cantidad de 1.220 millones de marcos en 1925-1926 a 1.500
millones en 1926-1927, y alcanzarse la “anualidad normal” de 2.500 millones en
1928-1929.
El plan establecía que los aliados debían contribuir al incremento de los negocios alemanes, según un
complicado “índice de prosperidad”. Se creó todo un sistema de garantías: las fuentes de las que
debían derivarse los pagos de las reparaciones y la suma que debía tomarse de cada fuente se
determinaron minuciosamente. Parte de los pagos debía proceder de fuentes presupuestales, y se
estableció un impuesto sobre los transportes como fuente especial de ingresos. Luego, se emitieron
bonos garantizados por primera hipoteca sobre todas las grandes empresas industriales alemanas, o
los ferrocarriles propiedad del Reich. Los deudores hipotecarios debían pagar intereses del 5%, y una
amortización del 1%.
Se creó un puesto de Agente General de las Reparaciones, con oficina matriz en Berlín, para
supervisar el cumplimiento de las obligaciones derivadas de las reparaciones, y a informar sobre la
situación económica y financiera de Alemania, así como la de los bienes hipotecados.
El Plan Dawes funcionó correctamente durante cinco años: todos los pagos fueron hechos puntual y
exactamente en los días fijados, por las cantidades estipuladas, y todas las fuentes de ingresos
produjeron los pagos esperados. El que haya sido reemplazado a principios de 1930 por el Plan
Young no fue por la incapacidad alemana para cumplir las obligaciones del primero, sino porque era
necesario reemplazar al Plan Dawes, “provisional”, por un plan de reparaciones “final”.
Cuando finalmente Alemania y los Aliados convinieron en la necesidad de formular un plan final
para el pago de las reparaciones, la situación política del mundo había cambiado mucho:
122
Prosperidad:
123
El Plan Dawes dio lugar a un período de recuperación sin paralelo en su alcance e intensidad. Se
caracterizó por un proceso usualmente designado en Alemania como racionalización: en esa época,
el país se orientaba decididamente a su política económica y tecnológica sobre patrones
norteamericanos.
Después de haber estado prácticamente desligada de la competencia en los mercados mundiales, e
incluso del conocimiento de los adelantos extranjeros por la guerra y la inflación, Alemania
descubrió que, mientras tanto, el mundo no había permanecido estancado, y que Norteamérica en
particular había logrado medios de producción muy superiores que los conocidos en Alemania.
El país aprendió mucho durante los seis o siete pacíficos años que siguieron a las catástrofes de la
guerra y la inflación: sus industrias se adelantaron enormemente, y recuperaron posiciones
principalísimas en aquellas ramas en las que había tenido la primacía antes de la guerra (como las
industrias química, eléctrica, óptica, textil y de ingeniería).
En estos siete años, se construyó una nueva Alemania: la construcción urbana, estimulada por
subsidios estatales, experimentó una expansión sin paralelo. Las líneas de transmisión de energía
eléctrica se extendieron por todo el país, y se modernizaron las calles. La flota mercante que se había
cedido a los Aliados fue reemplazada casi por completo: a finales de 1930, casi había recuperado la
magnitud de 1914. Por otro lado, en 1926, las exportaciones alemanas habían ya recuperado el nivel
de antes de la guerra de más de 10.000 millones de marcos, y en 1929 excedían las cifras de 1913 en
un 34%.
Durante el período de inflación, las reparaciones pagadas por Alemania salieron efectivamente de sus
propios recursos, sin el apoyo del capital extranjero. Así, se destruyeron su moneda y sus finanzas.
En el período que le siguió, aquellos pagos no afectaron a su moneda, pero porque casi ni un céntimo
de ellos provenía de los recursos propios de Alemania: al país, había entrado una continua corriente
de capital extranjero, mucho mayor de lo que salía en forma de pagos de reparaciones.
De este modo, en la “era de prosperidad” de 1924 a 1930, Alemania no sólo pudo financiar sus pagos
de reparaciones, sino también su reconstrucción financiera y agrícola, así como la expansión de los
cimientos de su economía. La mayor parte de estos créditos provenía de Estados Unidos, y había sido
motivado por el simple hecho de que había agencias vigilando las finanzas alemanas y,
especialmente, la estabilidad del marco, lo que inspiró al mundo capitalista de una enorme confianza,
haciendo que el país se convierta en la principal meta de los movimientos de capital de la época.
Había quienes señalaban que toda la estructura de reparaciones y entrada de capital era un castillo de
naipes, ya que no eran los alemanes, sino los acreedores extranjeros, quienes pagaban las
reparaciones. Por eso, Alemania estaba constantemente endeudada con intereses, a una alta tasa,
que tampoco pagaba, ya que éstos simplemente se sumaban al total de los créditos exteriores. En el
momento en el que estos créditos se detuvieran, se vendría abajo todo el castillo de naipes, y
entonces sería muy dudosa la capacidad de Alemania de pagar los intereses de su deuda y el principal
de los pagos de reparaciones.
Derrumbamiento:
124
8
La antigua nobleza terrateniente, que había tenido una gran importancia en la Alemania imperial.
125
La crisis bancaria:
Las crisis industrial y bancaria fueron de muchas mayores consecuencias en sus efectos económicos.
La segunda tiene dos causas:
1) La banca alemana desarrolló el tipo mixto de bancos de depósito e inversión, sumamente
vulnerable a las crisis, ya que estaba incomparablemente más expuesto a las fluctuaciones del
mercado que los bancos comerciales.
Con la inflación, los bancos perdieron casi todo su capital, una circunstancia que demostró
ser fatal, ya que, en el siguiente período de recuperación y auge, los bancos no pudieron usar
una parte adecuada del capital que inmigraba para fortalecer sus cimientos. Así, en vez de
arriesgar sólo sus propios recursos, invirtieron el dinero de sus depositantes en empresas
industriales y comerciales aventurados.
La relación de los fondos que constituían el capital se mantenían con respecto a los depósitos
de los bancos en una relación de 1 a 3 o 1 a 4 antes de la guerra, pero, al iniciar la crisis,
habían llegado de 1 a 15 o de 1 a 20. Así, con una pérdida de un 5 a un 10% de su activo
total, el capital de los bancos podía desaparecer.
2) Los créditos adquirieron un carácter muy especial en el período posterior a la inflación:
la mitad de los créditos del exterior que inmigraron a Alemania hasta 1931 eran créditos a
corto plazo, que no fueron consolidados. De ellos, una gran parte se concentró en los
grandes bancos de Berlín, cuyos depósitos estaban formados hasta en un 50% por moneda
extranjera.
En vísperas del crack bursátil, las condiciones del sistema bancario alemán eran tales que la
mayor parte de las inversiones de la “era de racionalización” estaban financiadas mediante
depósitos bancarios a corto plazo, muchos de los cuales estaban hechos por acreedores
extranjeros, listos para repatriarse ante la primera amenaza de peligro.
En Alemania, como el Reichsbank no tenía el poder para aplicar su punto de vista, muchos
banqueros actuaban de forma irresponsable: no había regulaciones legales para los bancos, por lo que
no había reglas para, por ejemplo, el monto del capital desembolsado o la relación necesaria de las
reservas en efectivo.
Hubo dos sucesos que llevaron a la crisis bancaria a su clímax:
a) El éxito del Partido Nacionalsocialista en las elecciones para el Reichstag de septiembre de
1930, que causó el pánico entre los acreedores extranjeros. A pesar de ello, éste disminuyó
cuando el gobierno demostró poder resistir la embestida nacionalsocialista.
b) La crisis bancaria austríaca que culminó en mayo de 1931, con la quiebra del Creditanstalt
austríaco, uno de los bancos internacionales más grandes y viejos de Europa central. El
asedio general a los bancos fue tan rápido que no pudo ser dominado.
Las dos formas de combatir esto eran pedir una moratoria en los pagos de reparaciones y
conceder créditos directos. El primero era complicado, por la conexión entre los pagos de las
reparaciones y las deudas de guerra interaliadas. Debieron establecerse complicadas negociaciones
entre los Aliados, Estados Unidos y Alemania, antes de que la Moratoria Hoover, que posponía
todos los pagos por reparaciones (excepto el servicio de los empréstitos Dawes y Young) y los pagos
de las deudas interaliadas del 1 de julio de 1931 al 30 de junio de 1932, se pudiera establecer. Esto
126
significó el fin de los pagos de reparaciones y las deudas interaliadas: el final de la moratoria nunca
se hizo efectivo. Después del 1 de julio de 1931, los pagos alemanes de reparaciones se redujeron a
cubrir el servicio de los dos empréstitos por reparaciones.
La segunda forma de ayuda sí pudo realizarse más rápidamente: el Reichsbank, cuyas reservas de oro
y divisas se habían agotado rápidamente desde mayo por el retiro de depósitos extranjeros, recibió en
1931, de los bancos centrales de Inglaterra, Francia y Estados Unidos, y del Banco de Pagos
Internacionales, un crédito de 420 millones de marcos, para sobrellevar sus dificultades hasta la
fecha de los pagos, que era el 30 de junio del mismo año. Este crédito se renovó varias veces, hasta
ser pagado durante el régimen de Hitler.
Los agentes de cambio prestaban a sus clientes, tomando como garantía los propios títulos
comprados. Mientras que, entre 1923 y 1924, el volumen de los préstamos a corto plazo era de 1.000
a 1.500 millones de dólares, a la víspera del crack de octubre de 1929 éstos escalaban a más de 7.000
millones. El problema era que la situación de escalada obviamente iba a llevar a un estallido, pero las
autoridades monetarias no sabían cómo frenarla.
El desastre de la Bolsa llegó por etapas: ya desde principios de octubre, se manifestaban signos
precursores de la baja. Pero habría que esperar hasta el jueves 24 de octubre para ver estallar el
pánico, con una oferta de venta de 12.894.650 acciones, y una demanda casi nula. Los precios se
hundían. Los bancos intervinieron para parar la caída, y consiguieron restablecer la confianza de
forma momentánea.
El lunes 28 de octubre comenzó el desastre, sin que fuera posible frenar la caída de las
cotizaciones: se ofrecen en venta 9.250.000 acciones. El índice de las cotizaciones de las acciones,
que ya había bajado entre 12 y 25 enteros la semana anterior, baja 49 enteros. Los banqueros dejan
de comprar más acciones.
El martes 29 de octubre, martes negro, se ofrecieron a la venta 33.000.000 títulos, y las cotizaciones
sufren una nueva caída, tan grande como la del día anterior. De septiembre de 1929 a enero de 1933,
30 acciones bajaron de una media de $364,9 a $62,7 por acción, los 20 títulos de la deuda del Estado
pasaron de $141,9 a $28, y 20 acciones de compañías de ferrocarriles de $180 a $28,1. El valor total
del capital negociado en bolsa disminuyó en unos 74.000 millones de dólares, y, para 1933, el
ingreso nacional americano no alcanzó los 40.000 millones de dólares.
débil durante el período de recuperación: en 1937, era inferior casi en un tercio al nivel de la
inversión de 1929.
5.096 bancos suspendieron sus pagos entre 1929 y 1932, y la estructura bancaria
fragmentada fue una de las razones de las quiebras en cadenas: existían, para ese momento,
24.000 pequeños bancos independientes que operaban sobre un territorio muy limitado, y
cuyo éxito o fracaso dependía de las condiciones de la actividad económica en la región en la
que estaban enclavados.
La actividad agrícola fue seriamente perjudicada, con el hundimiento de los precios y las
dificultades financieras de los agricultores, que, al no poder devolver los préstamos bancarios,
llevaron a la bancarrota a un gran número de pequeños bancos.
Hay que tener en cuenta que los
precios agrícolas venían cayendo
desde mucho antes de 1929,
como podemos verlo en el
cuadro: los precios de los
productos agrícolas
disminuyeron más rápidamente
que el costo de vida y los de
producción. De 1925 a 1929,
cayeron en un 9%, mientras que
el coste de vida sólo en un 6%, y
los costos de producción se
mantenían inalterados. De 1929
a 1933, la caída de los precios agrícolas es del 55%, mientras que el coste de vida se reduce
en un 31%, y el precio de los productos necesarios para la producción disminuyó en un 26%.
La producción agrícola no bajó durante la depresión: en cambio, los precios reflejan la caída
de la demanda interior y extranjera.
En octubre, había más de 4.600.000 parados
en los Estados Unidos. Esta cifra fue en
ascenso, hasta llegar a más de 13.000.000 en
1933: alrededor del 27% de la PEA estaba
en paro.
Hasta la víspera de la Segunda Guerra
Mundial, y a pesar de la recuperación de 1933
a 1937, Estados Unidos no alcanzó ni el pleno
empleo ni el nivel de producción logrado en
1927. El año 1937 fue una nueva cumbre, y,
en 1938, hubo una nueva depresión.
Los aspectos internacionales de la
depresión:
La depresión de los años treinta se extendió al mundo entero, a través de los intercambios
internacionales y a causa del peso de la economía americana en el mundo, que, para 1929,
129
En 1933, tuvo lugar en Londres una Conferencia Económica Mundial, que representó el fracaso
definitivo de las tentativas de cooperación, y el punto de partida de las devaluaciones y las medidas
bilaterales y proteccionistas, que se extenderían hasta finales de la Segunda Guerra Mundial.
Francia, Estados Unidos e Inglaterra hicieron un esfuerzo en el Acuerdo Tripartito de 1936, donde
acordaron prestarse mutuamente ayuda para salvaguardar la libertad de los cambios y el equilibrio
internacional, y afirmaron poner fin, gradualmente, a todas las medidas restrictivas. Poco a poco,
algunos países disminuyeron sus derechos arancelarios, pero este retorno a la normalidad fue
arrastrado al fracaso por la recesión de 1938 y la Segunda Guerra Mundial.
fundamentales. Así, las demás causas del movimiento especulativo se deben a factores
estructurales y a factores psicosociológicos:
a) La estructura bancaria americana extraordinariamente fragmentada era un punto flaco
de la economía americana: era muy favorable a la financiación de la especulación que podía
alimentarse con préstamos a muy corto plazo. El tipo de interés dependía de la especulación
en bolsa, y, por esta razón, en un período de boom podía elevarse hasta el 12 y el 15% sin
frenar la demanda.
b) La estructura de los negocios era favorable a los abusos: el desarrollo de los investment
trusts y las holding companies fueron una causa profunda de insensata especulación, ya que,
al poseer paquetes de acciones y obligaciones, estaban interesados en hacer subir las
cotizaciones.
También, es necesario señalar que hubo fraudes a gran escala: hubo grandes nombres de las
finanzas, la industria y la política que fomentaron, mediante sus declaraciones, el boom
especulativo. El público, por su lado, se volvía cada vez más fácil de engañar: nadie
consideraba como una posibilidad que se cometa un error grave.
c) El gran público, por sus condiciones sociopsicológicas, fue vulnerable a las estafas de gran
escala.
d) Las autoridades monetarias, que se mostraron incapaces de actuar para prevenir la crisis: en
esa época, toda intervención directa del banco central o el gobierno parecía contraria a los
principios del capitalismo liberal.
Las causas de la depresión:
Jamás la coyuntura económica había sido tan mala como cuando surgió la Gran Depresión. Los
factores psicológicos jugaron a favor de ella. Veamos las principales causas:
1) Inadecuación del pensamiento y la política económica a la realidad de la crisis: con la Gran
Depresión, fue la primera vez, desde la Revolución Industrial, que se puso en duda la capacidad
del sistema capitalista para volver a conseguir el equilibrio. Al mismo tiempo, el socialismo se
presentaba como una alternativa cada vez más deseable frente a la constante extensión del paro y
la miseria. Por eso, las clases dirigentes buscaban tomar las medidas necesarias para volver a
lanzar la economía.
2) Errores de la ortodoxia liberal: los economías liberales explican la profundidad de la crisis por
las medidas de intervención gubernamental adoptadas con el fin de lanzar la actividad económica
y socorrer a los parados. El capitalismo funciona mal, porque se le impide que funcione: si
buscamos ponerle fin a la depresión, sólo la prolongaremos, ya que estamos introduciendo
rigideces en los mecanismos de ajuste automático del mercado.
Los liberales tienen algunas tolerancias respecto a los medios de acción presupuestarios y
monetarios, a condición de que se trate de restablecer el equilibrio: esto exige siempre una
moneda sana y un presupuesto equilibrado, aún a costa de una elevación de los impuestos y una
reducción de los gastos públicos en plena depresión.
A partir de noviembre de 1929, Hoover decidió reducir los impuestos y pedir a las empresas que
no bajen los salarios y mantengan sus grados de inversión. Los dos principales partidos políticos
exigieron el equilibrio presupuestario con fuerza: a pesar de la depresión, los economistas
132
relativa de los productor exportados, y ciertos sectores, como los productos químicos, vieron
cómo crecían sus exportaciones, mientras que otros, como los textiles o el carbón, vieron
desaparecer sus salidas tradicionales al exterior. El paro coyuntural vino acompañado por un
paro estructural, resultado de estas transformaciones.
La caída del comercio exterior fue acentuada por las medidas proteccionistas: como cada
país quería exportar sin tener que importar, se llegó a una parálisis de los intercambios. Fue
significativo ver cómo Gran Bretaña y los países de la Commonwealth pudieron menguar la
depresión, fomentando sus intercambios por el sistema de la “preferencia imperial”.
El hundimiento del sistema monetario internacional no fue favorable al comercio exterior.
El abandono del patrón oro cambio afectó a las instituciones monetarias y los medios de pago
internacionales: como la liquidez internacional se vio amenazada, la financiación de los
intercambios se vio comprometida, y, en consecuencia, también la actividad económica
nacional orientada a la exportación.
No fue una forma de socialismo, ni tampoco un intento de planificación, ya que su finalidad última
fue la de salvar al sistema capitalista, si bien mediante una serie de medidas de intervención
gubernamental en la economía.
El primer objetivo era la reflación: lanzar los precios al alza, devolviendo la confianza a los
inversores y distribuyendo poder de compra a los consumidores. Algunas de las medidas principales
fueron:
1) Dinero y crédito:
a. Emergency Banking Act (1933): prohibición del atesoramiento y exportaciones de
oro.
b. Agricultural Adjustement Act (1933): da al presidente una serie de poderes, como el
de pedir a los bancos de la Reserva Federal aumentar los créditos y la emisión
monetaria sin contrapartida en oro hasta los 3.000 millones de dólares, devaluar el
dólar hasta el 50% de su valor oro, y autorizar la acuñación de monedas de plata en
cantidades ilimitadas puede crear tanta inflación como desee.
c. Banking Act (1933): busca proteger a los depositantes mediante la creación de un
seguro sobre los depósitos bancarios. Además, modifica ciertas prácticas bancarias,
para impedir la distribución de créditos que pudiesen servir para financiar la
especulación bursátil.
Utilizando sus poderes, Roosevelt anunció que la Tesorería ya no compraría el oro a $20,67
la onza, sino a $31,36. Con esta devaluación del dólar, se buscaba:
► Fomentar las exportaciones.
134
presas, realizar trabajos de irrigación, repoblación, etcétera. Así, era un gran programa
de trabajos públicos.
Este proyecto recibió numerosos ataques, pero la Corte Suprema aprobó la T.V.A.
Roosevelt pidió al Congreso, en 1937, la creación de otros organismos públicos del
mismo tipo, con el fin de mejorar la situación económica de determinadas regiones,
pero no obtuvo ninguno.
Los resultados del New Deal fueron modestos. A pesar de la recuperación, el paro no fue totalmente
eliminado, y la inversión continuó siendo extraordinariamente débil. Incluso puede decirse que el
New Deal desalentó la inversión privada, por la oposición del mundo de los negocios a la política de
Roosevelt. La inversión pública podía difícilmente compensar la extraordinaria caída de la inversión
privada, y la profundidad de la depresión era demasiado grande como para que una política basada en
el déficit del presupuesto pudiese “cebar la bomba”.
Lo cierto, de igual forma, es que el conjunto de las medidas contribuía a aumentar la demanda global
o frenar su caída, y, si el gasto público no hubiese sustituido al privado, la depresión hubiese sido
todavía más grave.
En el terreno social, la política del New Deal fue beneficiosa por ser humanitaria: la ayuda a los
parados, defendiendo el poder de compra, contribuyó al mantenimiento de la actividad económica.
Desde mayo de 1933, la Emergency Relief Act creó la Federal Emergency Relief Administration,
dotada con 500 millones de dólares para la ayuda a los parados. Por su parte, la NIRA organizó la
Public Works Administration, que gastó 13.000 millones de dólares para crear puestos de trabajo en
las obras públicas: en 1938, empleó al tercio de los parados de este año.
La política económica del Reino Unido:
Mientras que Estados Unidos vio crecer su influencia mundial, el Reino Unido siguió una evolución
inversa, perdiendo terreno en los intercambios internacionales. La participación de las
exportaciones en la producción nacional pasó del 33% en 1907 al 15% en 1938, y una parte del
desempleo en Inglaterra tenía causas estructurales, y no podía ser reabsorbido a corto plazo.
El gobierno decidió ayudar a las regiones más afectadas en la Development and Improvement Act de
1934: las minas de carbón del sur de Gales, Durham y el sudeste de Escocia. Las regiones afectadas
tenían una población activa en paro que oscilaba entre el 30% y el 60% del total, mientras que estas
proporciones no eran más que del 5 al 8%.
El Ministerio de Trabajo ayudó al desplazamiento y redistribución de la mano de obra, y los parados
que permanecían en sus hogares reciben una ayuda del gobierno. A partir de 1937, las empresas que
se instalaban en estas regiones empobrecidas comenzaron a recibir ayudas del Estado. Además, el
gobierno desarrolló un sistema mediante el que se permitía a las empresas alquilar al Estado terrenos
y edificios destinados a convertirse en fábricas.
Mientras tanto, el principal instrumento monetario eran los bajos tipos de interés, con el fin de
facilitar la inversión. Pero no bastaba con que el crédito sea barato para que los empresarios recurran
a él: además, era necesario que hubiera ocasiones de inversión y confianza por parte de los
inversores.
136
A nivel internacional, el gobierno británico intentó alentar los intercambios entre los países de la
Commonwealth, mediante la “preferencia imperial” y los acuerdos de préstamos condicionados. La
devaluación de la libra en 1931 no fue igual que la del dólar, deliberadamente decidida por el
gobierno americano, con el fin de aumentar los precios interiores y favorecer las exportaciones.
La política económica de Alemania:
Tras esta devaluación de la libra, de efectos beneficiosos para el comercio británico, Alemania
permaneció entre los países del bloque-oro que se mantuvieron fieles a los tipos de cambio estables.
Frente a la baja de los precios mundiales, para conseguir el equilibrio tenía una única solución: la
deflación, es decir, la baja de los precios interiores. Incluso antes de la depreciación de la libra,
Alemania instauró el control de cambios en julio de 1931, para evitar el éxodo de capitales.
En diciembre de 1931, se decidió la deflación: el gobierno decretó que los salarios debían bajar entre
un 10 y un 15%, y los precios debían ser reducidos en un 10%. En un período de depresión, una
política de este tipo es extraordinariamente riesgosa: aumenta el peligro de acentuar la tendencia a
mantenerse a la expectativa de los consumidores e inversores, y siembra el desconcierto entre las
masas populares.
En el plano internacional, esta baja del 10% tuvo poco efecto frente a la devaluación del 30% de la
libra. Los precios británicos tenían un 20% de ventaja respecto a los alemanes, en términos de divisas
extranjeras. Por eso, en 1934, las exportaciones inglesas representaban el 70% de su volumen de
1929, mientras que las exportaciones alemanas no alcanzaban más que la mitad de su volumen. Para
absorber ese desequilibrio, el gobierno comenzó a exigir licencias de importación, controlar las
salidas de capitales y firmar acuerdos bilaterales.
A partir de 1933, el nazismo aplicó una política de reflación y lucha contra el paro, disminuyendo
casi tres veces el número de parados entre ese año y el siguiente. La ayuda del Estado a las empresas,
bajo la forma de subvenciones, fue considerable. La política de reactivación se completó con el
esfuerzo de rearme y la movilización de la economía nacional con vistas a la guerra.
La política económica de Francia:
Francia no sufrió demasiado la crisis de 1929. Recién fue con la devaluación de la libra que los
precios franceses resultaron relativamente demasiado altos, y se presentaron dos alternativas:
devaluar o deflacionar. Fiel al patrón oro y el tipo de cambio fijo, Francia eligió la deflación,
rápidamente perdiendo las ventajas adquiridas durante la devaluación de 1926. Esta experiencia
continuaría hasta 1936.
La ampliación del paro acompañó la baja de precios, los beneficios disminuyeron, los costes de
producción disminuyeron menos rápidamente que los salarios, y el descontento se generalizó. Los
agricultores fueron los principales afectados por la baja de precios.
La depresión mundial y la política deflacionista pusieron en problemas a algunas sociedades
crediticias. Las quiebras se multiplicaron, y los ahorradores perdieron sus depósitos. La desconfianza
hacia el régimen es creciente, y los crecientes riesgos de devaluación aceleran la huida de capitales y
las salidas de oro.
137
A partir de abril de 1936, toma posesión del cargo de presidente del Consejo Léon Blum, quien tomó
dos grandes decisiones:
1) Frente a las huelgas y ocupación de las fábricas por los obreros, convocó a los
representantes obreros y patronales a una conferencia, de la que salieron los llamados
Acuerdos Matignon, cuyo contenido satisface las reivindicaciones esenciales. Se
aumentaron los salarios desde un 7 a un 15%, la semana laboral pasó de 48 a 40 horas, y se
establecieron 15 días de vacaciones pagas al año. Por otro lado, se establecieron
obligatoriamente condiciones de trabajo mínimas mediante convenios colectivos.
Si bien esta medida buscaba reducir el paro, se llegó muy pronto a una disminución de la
producción, al no poderse obtener rápidamente un aumento de la productividad. El aumento
de los costos de producción se trasladó inmediatamente a los precios, y el alza del costo de
vida superó los aumentos de salarios.
2) Por ley del 1° de octubre de 1936, el franco se desvinculó del oro, precisando que su nueva
definición no sería inferior a los 43 mg ni superior a los 49. Al ser mantenida la libertad de
los cambios, la ley creó un Fondo de Estabilización de los Cambios dotado de 10.000
millones de francos en oro y divisas, cuya función es la de compensar los movimientos
espontáneos de las ofertas y las demandas, y mantener el curso del franco entre sus límites
letales. El franco se devaluó cuatro veces, hasta el año 1938.
Si bien en 1937 el pleno empleo estaba prácticamente logrado, la producción nacional alcanzaba
sólo el 82% de su nivel de 1929. Esto puede explicarse por varias razones, como el estancamiento
demográfico, la vuelta al campo de una parte de la población activa industrial y la semana de 40
horas.
El problema es que el patrón oro dependía del Banco de Inglaterra, y funcionaba de manera
satisfactoria cuando Londres era el centro financiero más poderoso del mundo. La pugna entre
Francia y sus aliados no arregló nada.
Para comprender la actitud del Banco de Francia respecto al Banco de Inglaterra de 1928 a 1931, hay
que tener presente el problema de las deudas de guerra. Francia no admitió la actitud
angloamericana sobre la cuestión de las reparaciones.
La que cita que la vuelta al patrón al oro requeriría de una importante deflación, y, por
lo tanto, debería efectuarse progresivamente y con una gran prudencia.
La que propone la creación de una organización internacional del crédito, de una parte,
y de una clearing house, de otra: se consideraba que era necesario fundar un organismo
internacional a disposición de los Estados que quisieran recurrir al crédito para pagar sus
importaciones esenciales. Los Estados debían depositar los activos ofrecidos en garantía del
préstamo, y acordar con el organismo internacional las condiciones de gestión de los activos.
El núcleo del mensaje de la Conferencia de 1920 era necesidad de una vuelta al oro y una serie de
visiones prospectivas a muy largo plazo. En los seis meses siguientes, las monedas de Polonia y
Austria se hundieron, y el marco alemán se hallaba en camino de la catástrofe. En parte, la
Conferencia de Génova se reunió para enfrentarse a estos problemas.
La idea del sistema era economizar el oro, cuyas existencias mundiales no habían aumentado al
mismo ritmo que los precios. Por eso, se buscaba evitar los efectos deflacionistas que una vuelta
general al patrón oro podría haber producido. Se recomendó excluir las monedas de oro de las
circulaciones monetarias interiores con el fin de economizar oro y reservas para las transacciones
internacionales. La convertibilidad de las monedas podía garantizarse exclusivamente en lingotes.
Los gobiernos podían autorizar a los bancos centrales a incluir divisas convertibles en oro en su
reserva legal de cobertura de la emisión de billetes.
La consecuencia inmediata de este sistema fue la institucionalización de la diferencia entre:
Divisas clave, de los países que se habían convertido en centros de oro dólar y libra.
Divisas periféricas, indirectamente convertibles en oro.
Gran Bretaña estaba interesada en adoptar un sistema que le permitiera economizar oro, pero, al
mismo tiempo, atraerlo más fácilmente hacia Londres, ya que tenía vocación de financiar los
intercambios internacionales. Esta política era imperativa, ya que era necesario devolver de nuevo a
la libra la convertibilidad directa en oro.
El Banco de Inglaterra intervino durante varias veces durante los años veinte, para inducir a algunos
países a no adoptar el patrón oro puro y simple. La idea británica era volver más fácilmente a la
paridad de la preguerra, sin los ajustes interiores indispensables de costos y precios, y también para
conservar sus reservas de oro.
más mínimo del volumen de la deuda exterior a corto plazo del conjunto de los bancos y sociedades
financieras, se comenzó a exigir conocer el saldo exterior de Gran Bretaña, para que el total de la
deuda líquida y convertible en oro no superase el volumen de los activos en oro.
Antes, no había problema, debido a que Inglaterra no tenía competidor: a la libra no se le ofrecía otra
alternativa, o casi ninguna otra, que detentar liquidez en forma de oro, puesto a que la capacidad de
préstamo británica era, con mucho, la más fuerte. Pero, a partir de los años veinte, los capitales
líquidos depositados en Londres partieron. La confianza de los depositantes podía conmoverse
aumentando el tipo de descuento, haciendo que los capitales londinenses escapen a Nueva York o
París, dejando a Gran Bretaña con menor cantidad de oro. La confianza y la cooperación eran las
condiciones de funcionamiento del nuevo sistema: era necesario saber durante cuánto tiempo los
bancos centrales que adoptaban el patrón de cabio oro se abstendrían de convertir en oro sus activos
en divisas.
El fracaso monetario de 1931 no se explica por no haber vuelto al patrón oro del siglo XIX, sino
que se hayan transformado las estructuras económicas y financieras del mundo, aceleradas bajo
la influencia de la Primera Guerra Mundial.
Con el fin de hacer frente a la competencia inglesa, los banqueros de Nueva York ofrecieron
condiciones más ventajosas, y reglas más relajadas, para así aumentar el volumen de sus operaciones
con Alemania y Europa central. Los bancos y las sociedades de la City, para no perder terreno frente
a los norteamericanos, hicieron lo mismo duopolio del mercado financiero internacional.
Nueva York pudo aumentar la oferta de capitales a corto plazo, lo que podía explicar que se
hincharan los préstamos concedidos a países de Europa Central, Alemania y Austria. Por otro lado,
los bancos comerciales británicos se lanzaron por primera vez a las operaciones de aceptación a
partir de 1919.
Esta estructura de mercado
completamente nueva
aumentó la deuda a corto
plazo de los polos monetarios,
aumentando la liquidez
internacional en un momento
en el que su movilidad era muy grande. Esto llevó a un excesivo endeudamiento, cuyas
consecuencias tuvo que pagar Gran Bretaña en septiembre de 1931. No fue la consecuencia del
patrón oro-cambio, sino el resultado de la competencia entre ambos polos principales.
Competencia en los préstamos exteriores a largo plazo:
En el terreno de las operaciones de bolsa y la inversión a largo plazo, Londres salía golpeado y
Nueva York favorecido. Hasta antes de la guerra, el stock exchange de Londres realizaba más
transacciones con valores americanos que la Bolsa de Nueva York, pero, a partir de 1915, Nueva
York se convirtió en el único centro que ofrecía una completa libertad, mientras que la Bolsa de
Londres era estrechamente controlada. Por primera vez, prestatarios británicos debieron dirigirse a
Nueva York.
Estados Unidos se convirtió en el primer acreedor del mundo. El gobierno americano desarrollaba
el papel de consejero oficial de los bancos de Nueva York, y el Ministerio de Asuntos Exteriores
daba su opinión favorable o desfavorable sobre todas las peticiones extranjeras de préstamo. El dólar
era un medio de acción de la diplomacia americana, si bien no uvo demasiado éxito.
Había cinco categorías de préstamos desaconsejados por el gobierno americano:
a) Aquellos a gobiernos que no podían equilibrar su presupuesto por una insuficiente
presión fiscal.
b) Los préstamos con fines militares.
c) Los que habrían podido ayudar a monopolios extranjeros.
d) Los hechos a gobiernos no reconocidos por el gobierno americano.
e) Aquellos a gobiernos que no reembolsaron sus deudas al gobierno americano.
Solamente las condiciones cuarta y quinta pudieron ser aplicadas sin demasiadas dificultades. Pero la
prohibición terminó siendo derogada en 1929.
La competencia entre Londres y Nueva York se hizo patente en repetidas ocasiones, como se pudo
ver en 1925, cuando el Instituto del Café del Brasil quiso solicitar un préstamo de Nueva York para
142
crear instalaciones para almacenar café, y, como se trataba de construir almacenes que permitiesen
retirar una parte de la producción cafetalera del mercado mundial para evitar una baja de precio, el
Departamento de Estado desaconsejó el préstamo que habría favorecido una maniobra
monopolística. Finalmente, Londres terminó proporcionando los fondos necesarios.
La vuelta de la libra al patrón oro en 1925:
Una medida que mostró claramente el deseo de Gran Bretaña de contrarrestar la influencia americana
en las operaciones financieras internacionales de los años veinte fue la vuelta al patrón oro, a la
paridad existente en la preguerra, decidida en 1925. Londres volvía a ser, oficialmente, un centro de
oro. Si bien es cierto que la libra inconvertible jugaba un papel tradicional de moneda internacional
para muchos países al terminar la guerra, con el fin de frenar el poder de atracción del dólar, siempre
convertible en oro, era necesario que la esterlina ofreciese la misma ventaja.
A principios de 1925, el gobernador del Banco de Inglaterra hizo una visita a Estados Unidos, con el
fin de obtener un préstamo para sostener la libra después de su vuelta al oro. El 13 de mayo de 1925,
la Gold Standard Act restableció la convertibilidad de la libra en oro, pero no la libre acuñación de
las monedas de oro. Además, estableció que el Banco de Inglaterra no podía vender más que lingotes
de un peso determinado. Todo esto fue con el objetivo de economizar el metal precioso.
En términos de tipo de cambio, esto significaba revalorizar la libra, que se había devaluado en el
mercado de cambios. Esta revalorización afectó al comercio exterior británico, puesto a que se
aumentaron automáticamente los precios de las exportaciones. El índice del precio medio de las
exportaciones, con base 100 en 1913, alcanzó, durante el período 1927-1929, el valor de 162 para
Reino Unido, 149 para Suiza, 123 para Italia y 101 para Francia. Mientras tanto, el índice del valor
medio de las importaciones, sobre la misma base y el mismo período, era de 147 para Francia, y
apenas de 85 para el Reino Unido.
Otra serie de factores contribuyeron a frenar las exportaciones tradicionales. La industria británica
del algodón debió enfrentarse a nuevos competidores, y la producción de fibras artificiales invadía la
industria textil. Además, había competencia por parte del carbón polaco y alemán. Inglaterra no se
benefició de la prosperidad general de los años 1928-1929, y el número de parados permaneció por
encima del millón. Ya en 1926, hubo una primera huelga general.
El nivel de
estabilización de la libra
era excesivamente
elevado en relación con
los precios y costes
interiores, por lo que,
para mantener su papel
de polo monetario
internacional, Inglaterra se vio obligada a practicar una política deflacionista. Al haber perdido
Londres su posición preminente, la política monetaria británica carecía de la eficacia de la preguerra,
y la debilidad de las reservas de oro comenzó a constituir un verdadero peligro.
143
Mientras que la deuda exterior a corto plazo de Gran Bretaña se mantuvo entre los 250 y los 300
millones de libras entre 1927 y 1931, las reservas de oro del Banco de Inglaterra eran inferiores a los
150 millones de libras. Una parte de los activos extranjeros en poder de Londres estaban constituidos
por las reservas monetarias de un gran número de países que utilizaban la libra como medio de pago
y reserva, y daban más importancia a sus
vínculos con Londres que con el oro, pero
ciertos activos extranjeros eran capitales
especulativos, que podían ser convertidos
en oro en cualquier momento.
Los capitales a corto plazo eran un
peligro grande, ya que facilitaban las
operaciones de préstamo a largo plazo de
Gran Bretaña.
Otro índice del excesivo endeudamiento aparece al comparar el saldo de la balanza de pagos
exteriores con el total de los capitales a largo plazo prestados al extranjero durante el mismo año .
Entre 1924 y 1928, el volumen de las emisiones de títulos extranjeros en el mercado de Londres fue
netamente mayor que el saldo acreedor de los pagos corrientes.
En esta situación, el Banco de
Inglaterra siguió una política
deflacionista, que reforzó la
tendencia al estancamiento
económico. De 1925 a 1929, la tasa
de descuento nunca estuvo por
debajo del 5%, cuando más del 10%
de la población activa se hallaba en
paro. Mientras tanto, la especulación bursátil y la subida de la Bolsa de Nueva York atraían los
capitales, y por lo tanto el oro, hacia Estados Unidos, mientras que París también veía afluir el oro a
raíz de la estabilización.
Desde 1921, el sistema bancario central americano había “neutralizado” la afluencia de oro para
evitar la presión inflacionista, que no había dejado de producirse, por el crecimiento correlativo de la
masa monetaria.
Mientras tanto, el Banco de Inglaterra buscaba aumentar su tipo de descuento, restringiendo el
crédito, mientras que un gran número de factores y monetarios frenaban la actividad económica.
Mientras que Estados Unidos, país excedentario y acreedor, defendía su equilibrio interior a costa
del exterior, Gran Bretaña sacrificaba su equilibrio interior a favor del exterior. A través de estas
políticas contradictorias, ambos buscaban lo mismo: defender el papel internacional de su
moneda.
Las consecuencias de la vuelta al patrón oro en la paridad de antes de la guerra fueron más
perjudiciales para Gran Bretaña porque Francia había devaluado el franco, reduciendo su
definición en oro a la quinta parte de la que estaba vigente previamente.
En 1914, se había decretado la inconvertibilidad del franco. Al terminar la guerra, la depreciación
del franco en el mercado de cambios fue catastrófica: frente a los tipos de cambio de antes de 1914,
de 5,18 F por 1 USD, y de 25,22 F por 1 ₤, habían pasado a ser de 49,22 F por dólar y 240,25 F por
libra en 1925. El gobierno cayó, y, el 26 de julio de ese año, Raymond Poincaré se hizo cargo de la
presidencia del Consejo.
El franco Poincaré:
El 7 de agosto de 1926, Francia se comprometió a un régimen de patrón de cambio-oro, sosteniendo
la necesidad de devolver a la banca la posibilidad de fortalecer su encaje, mediante compras de oro y
divisas que le sirvan de cobertura.
Los capitales especulativos volvieron a París, y el franco tuvo una espectacular alza en el mercado de
cambios: para diciembre, el dólar valía 25,16 F y la libra 122,25 F. En esa fecha, el gobierno pidió al
Banco de Francia que comprase y vendiese la libra a este valor. Esto aumentó aún más la
especulación al alza del franco: estimando que estaba subvaluado, y jugando con la posibilidad de
una revaluación, los poseedores de capitales compraron esta moneda, llevando divisas y oro al Banco
de Francia. Para 1928, las reservas de divisas de la banca eran de 1.287 millones de dólares, y las de
oro, 1.254 millones de dólares.
La ley de junio de 1928 hizo entrar al franco en régimen de patrón oro, pero sólo se garantizó la
convertibilidad en lingotes. Se precisó que el Banco de Francia debía conservar un encaje en lingotes
y monedas de oro igual, como mínimo, al 35% del total acumulado de billetes en circulación y las
cuentas corrientes acreedoras.
Cuando el presidente del Consejo declaró, en 1928, que el Banco de Francia intentaría convertir sus
divisas en oro, comenzaron las diferencias con Londres: París se convertía en centro de oro, y el
Banco de Francia se veía obligado a convertir en oro las divisas que tenía acumuladas. De 1.287
millones de dólares en 1928, las reservas de divisas cayeron a 176 millones de dólares, mientras que
las reservas de oro, que llegaban a 1.254 millones de dólares en 1928, siguieron la tendencia
contraria, alcanzando 3.257 millones de dólares en 1932.
En 1930, Francia poseía la cuarta parte de las existencias de oro para fines monetarios. Esto aumentó
las dificultades de Londres, y contribuyó al fracaso del patrón de cambios oro.
El conflicto franco-libra:
A pesar de la ausencia de datos muy precisos, se sabe que una parte importante de las divisas
acumuladas por Francia entre 1926 y 1928 eran libras. Así, fue el oro del Banco de Inglaterra el que
vino a aumentar las reservas francesas.
Los ingleses querían que los franceses disminuyeran el tipo de descuento, y los franceses, que los
británicos hicieran lo opuesto. Pero, para ayudar a Londres, en 1927, Francia decidió comprar oro en
Nueva York, con la condición de que el banco de Inglaterra comprase, para ella, todo el oro que se
presentase en el mercado libre de Londres.
145
Uno de los mayores puntos de fricción entre ambos países se refería a la política financiera frente a
Alemania: los franceses estimaban que Gran Bretaña sólo debía repatriar sus activos alemanes para
compensar las entregas de oro al Banco de Francia.
1931, y el desempleo pasó del 10,3% al 22,4% entre los mismos años. La balanza de pagos corrientes
pasó de superavitaria a deficitaria, y las exportaciones disminuyeron en un 46% en valor y un 33%
en volumen. El déficit de la balanza comercial aumentó en 27 millones de libras. Sin embargo, las
relaciones reales de intercambio mejoraron, ya que los precios de las importaciones bajaron más que
los de las exportaciones.
El gobierno británico vio caer sus ingresos fiscales, al tener que pagar indemnizaciones por paro. El
Banco de Inglaterra redujo su tipo de descuento hasta el 2,5% en mayo de 1931, cuando las reservas
de oro no eran más que de 148 millones de libras. La falta de confianza en la libra, y la consiguiente
huida de ella, fueron, en gran medida, consecuencia de las dificultades nacidas de la depresión.
El 19 de junio, hubo un pánico financiero en Alemania, y al día siguiente el presidente Hoover
propuso una moratoria de un año sobre todas las deudas intergubernamentales y las reparaciones, lo
que causó un cierto descontento en Francia. Se acordó conceder un crédito de 100 millones de
dólares por 15 días al Reichsbank, a través del Banco de Pagos internacionales. Pero esto no evitó las
catástrofes: todos los bancos alemanes cerraron sus ventanillas en julio de 1931, bloqueando activos
británicos a corto plazo por el valor de 70 millones de libras.
La publicación en julio de 1931 del Informe Macmillan, que revelaba la magnitud de la deuda
exterior a corto plazo de Gran Bretaña, puso en marcha un proceso acumulativo de desconfianza.
Entre el 15 y el 29 de julio, el Banco de Inglaterra perdió 32 millones de libras. El tipo de descuento
pasó del 2,5 al 4,5%.
A pesar de los nuevos créditos concedidos por Francia y Estados Unidos, Gran Bretaña abandonó
el patrón oro el 21 de septiembre de 1931: acababa, así, el patrón cambio-oro.
Se estableció, para la libra, un tipo de cambio fluctuante, que llevó a la baja. La baja del tipo de
cambio de la divisa clave generaba una pérdida, por lo que la inestabilidad de los cambios aumentó
el abandono de las divisas como reservas de liquidez internacional. Entre 1931 y 1932, las
existencias de oro para fines monetarios del Reino Unido bajaron 135 millones de dólares, y las de
Estados Unidos, también en 180 millones de dólares. Mientras tanto, Francia, Bélgica, Italia, Países
Bajos, Suecia y Suiza experimentaron un aumento de 1.929 millones de dólares, ya que habían
acumulado divisas convertibles.
Debemos recordar que, entre 1920 y 1930, Nueva York y Londres habían concedido créditos a corto
plazo a muchos países. Las reservas de dólares y libras de esos países representaban una deuda,
frente a los centros de oro que exigían el reembolso.
La disminución de las reservas de divisas frenaba la actividad económica de los países deudores, que
estaban siendo muy duramente afectados por la baja de los precios mundiales de las materias primas.
Cuando más necesitaban de capitales, los países más débiles debieron devolver los préstamos
concedidos, reforzando las tendencias deflacionarias.
Así, el fin del patrón oro-cambio fue un nuevo factor de depresión, ya que privó a los países
deudores de medios de pago, precisamente cuando los ingresos bajaban rápidamente bajo el efecto de
la baja de precios.
El fracaso de la Conferencia de Londres (1933):
147
Se recomendó que los presupuestos del Estado, empresas públicas y entes locales
estuvieran equilibrados.
Se sostuvo que era necesario crear condiciones sanas en los mercados monetarios y de
capitales, para evitar una mayor emisión monetaria para cubrir un déficit gubernamental, y su
consiguiente inflación.
Se llamó a Gran Bretaña a restablecer el patrón oro, por su influencia beneficiosa en los
demás países.
Se apuntó que, si se quería llegar al fin del estado de guerra económica, era necesario
dejar de lado la competencia entre las economías nacionales, y concretar medidas de acción
monetaria y financiera.
Desde el comienzo de la Conferencia, hubo conversaciones entre los representantes de Gran Bretaña,
Francia y Estados Unidos, para buscar una estabilización de facto, que interesaba sobre todo al dólar,
puesto a que Francia mantenía el patrón oro, y la libra ya se había logrado estabilizar en el mercado
de cambios.
148
Como efecto inmediato de estas discusiones, hubo una alza del dólar en el mercado de cambios, lo
que los artífices del New Deal consideraron como perjudicial para la economía norteamericana:
habían devaluado el dólar para lanzar la economía americana y aumentar los precios interiores, por lo
que cualquier factor que pudiera apreciar el dólar era considerado indeseable.
Finalmente, cuando los rumores de la estabilización del dólar generaron la caída de los precios en la
Bolsa de Nueva York y la ligera baja de los precios de las materias primas, Roosevelt ordenó que la
delegación americana cesase en las discusiones en este punto, considerando que el primer objetivo
del gobierno debía ser elevar los precios internos.
Así, Estados Unidos y Gran Bretaña se encontraban en el mismo lado: preferían el equilibrio interior
al exterior, entendido en términos del nivel de precios, de empleo y del ritmo de la actividad
productiva.
Mientras tanto, los países del bloque oro quedaron relegados: la confianza se había desplazado, y los
capitales salían de Francia y el resto de los países que se habían mantenido fieles al oro para dirigirse
a Londres o Nueva York. A su vez, el franco comenzó a considerarse una moneda sobrevalorada.
De fines de 1932 a fines de 1936, el encaje oro del Banco de Francia había caído de 4.910 t a 2.950 t.
En julio de 1933, Roosevelt rechazó toda tentativa de vuelta al oro, sosteniendo que la solidez del
sistema económico nacional era más importante para su bienestar que el precio de su moneda en
otros países. Esta declaración oficial fue la primera hecha contra el patrón oro, y concretaba un
completo giro en la política monetaria de Estados Unidos. Además, expresaba la oposición entre
estabilidad interna y estabilidad de los tipos de cambio.
Esta postura llevó a un endurecimiento de la actitud de los partidarios del oro, y tal vez contribuyó a
reforzar la cohesión del grupo de la libra: el Reino Unido y los demás países de la Commonwealth, a
través de los Tratados de Ottawa, reforzaron sus relaciones a través de la preferencia imperial. La
mejor manera de poner fin a la depresión era desarrollando los intercambios internacionales, no
restringiéndolos.
Durante los tres años siguientes a la Conferencia, el bloque oro se hundió bajo la depresión
económica: Italia y Polonia abandonaron el patrón oro instaurando el control de cambios, y Bélgica
devaluó en marzo de 1935. Francia, por su lado, suspendió la convertibilidad del franco en oro y lo
devaluó. Se precisó que éste sería, posteriormente, estabilizado entre dos límites: uno inferior, en
$25,19, y uno superior, en un $34,95. Además, creó un Fondo de Estabilización de los Cambios,
encargado de regularizar las relaciones entre el franco y las divisas extranjeras.
Francia, Inglaterra y Estados Unidos terminaron firmando un acuerdo, el 25 de septiembre de 1936,
por el que se establecía la convertibilidad de los billetes en oro, pero limitando el privilegio a los
bancos centrales. Bélgica, Suiza y Holanda se unieron al acuerdo en noviembre. Se tendía a un
sistema en el que el oro se empleaba exclusivamente como moneda internacional.
Cuando Estados Unidos devaluó el dólar a 35 dólares la onza, no se trató de una vuelta al patrón oro:
el Sistema de la Reserva Federal solamente aseguraba la convertibilidad externa del dólar en oro y
divisas, retirando de la circulación las monedas de oro y haciendo que todas las operaciones en oro
pasaran a ser controladas por el Ministerio de Hacienda el oro sólo se vendía para hacer pagos al
extranjero.
149
Para mantener al dólar en un tipo de cambio fijo, se creó el Fondo de Estabilización de los Cambios,
encargado de efectuar las operaciones de compra y venta de divisas y de oro no monetario en el
mercado de cambios. Así, el precio del oro estaba sostenido oficialmente de la misma manera, por
ejemplo, que el precio del trigo, si bien con diferencias: el precio sostén de los productos agrícolas se
pagaba únicamente a los productores nacionales, mientras que el precio del oro se pagaba tanto a los
productores extranjeros como a los nacionales.
La cooperación entre los países del bloque de la libra fue un éxito para Gran Bretaña. Este país
perseguía un triple objetivo:
cambio, los demás países de la zona no se veían alcanzados por las ventajas de la preferencia
imperial.
En 1932 y 1933, se firmaron acuerdos bilaterales con Noruega, Suecia, Dinamarca y Argentina. A
raíz de estos acuerdos bilaterales, surgieron algunas propuestas por parte de los dominios, afirmando
que habían sido violados los Acuerdos de Ottawa.
La política de los préstamos condicionados:
La política de préstamos exteriores completó y reforzó el efecto de los acuerdos comerciales. A
partir de 1931, el Tesoro volvió a asumir el control estricto de la emisión de títulos extranjeros en el
mercado de Londres: los títulos de los dominios no se consideraban como extranjeros, y escapaban,
por lo tanto, al control. Esto perjudicaba al resto de los países miembros del bloque de la libra, por lo
que el Tesoro termino concediéndoles las autorizaciones de préstamos que podían solicitar, sobre
todo porque se trataba de préstamos condicionados, que ayudaban las exportaciones británicas. Los
dos objetivos que marcaban la concesión de los préstamos eran favorables a Gran Bretaña:
a) Sostener la industria británica.
b) Ayudar a los países prestatarios a mantener un tipo de cambio estable en relación con la
libra, para evitar que se vieran obligados a abandonarla.
El gobierno británico alentó la creación de bancos centrales en los Dominios, y el Banco de
Inglaterra proporcionó, en cada caso, los consejos y los expertos, visto lo cual no era sorprendente
que se haya convertido en el superbanco central de los jóvenes bancos centrales. Esto reforzó la
cohesión monetaria de los países de la Commonwealth.
El fracaso de la Conferencia de Londres terminó abriendo las puertas a las devaluaciones en serie.
Cuando éstas se mostraron incapaces de frenar el éxodo de capitales, se recurrió al control cambiario.
El control de cambios:
La devaluación reforzaba la huida de capitales. Por eso, muchos países terminaron optando por el
control de cambios. La reducción del comercio exterior fue muy importante, sobre todo en Francia y
Alemania, como se puede ver en el cuadro.
Con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el control de cambios se generalizó, ya que los
gobiernos se enfrentaron con la necesidad de movilizar completamente los recursos en medios de
pagos exteriores. Se tendió al
proteccionismo: era necesario el
control directo de la asignación de
recursos para mantener en pie la
economía de guerra, por lo que se
bloquearon los movimientos de
capital.
La zona de la libra pudo resguardar un sistema de intercambios y pagos multilaterales, cuando el
gobierno británico, en 1939, organizó el control de cambios, pero dejando plena libertad a los pagos
y movimientos de capitales entre el Reino Unido y los demás países miembros de la zona de la libra.
desempeñaba en puestos de trabajo creados por el gobierno federal. Muchos de ellos trabajaban
menos horas. Tampoco había seguro de desempleo, como para suavizar el golpe.
La intensidad de la Gran Depresión fue agónica, y trajo consigo frustración y desesperación (sensação de
desespero). La depresión de 1920-1921 había
Una serie de golpes devastadores, que convirtieron una recesión en la Gran Depresión, fueron los
que terminaron acabando con la economía estadounidense.
Pero el presidente Hoover y los oficiales de la Reserva Federal se preocupaban por la excesiva
especulación, y el peligro de un crack. En agosto, se elevó la tasa de descuento (es decir, a la que
hacía préstamos a otros bancos) a un 6%, intentando bajar el flujo de créditos al mercado accionista.
El Banco de Inglaterra y otros bancos centrales tomaron acciones similares, por las mismas razones.
Pero los precios de las acciones continuaron aumentando.
Ya en septiembre, asesores financieros advertían que se acercaba una caída, y los precios
comenzaron a bajar, pero no había señales de pánico aún. Luego, una fuerte caída se produjo entre el
23 y 24 de octubre, cuando un récord de 13 millones de acciones fueron intercambiadas. La compra
masiva organizada por parte de bancos y casas de inversiones evitaron el desastre total, pero el 28 y
29 de octubre el pánico volvió. La baja continuó hasta mediados de noviembre, para cuando los
precios de las acciones habían caído a cerca de la mitad de lo que fueron en agosto.
En 1930, los precios de las acciones se ubicaban por encima de los niveles alcanzados en 1926. Si
todo lo que hubiera sido involucrado fuera la pérdida de las ganancias extraordinarias de capital por
parte de los inversores de bolsa en 1927 y 1928, sería difícil echarle la culpa de la depresión a la
caída del mercado de valores. Pero el trauma psicológico había sido mucho más significativo que los
efectos directos de la pérdida de riquezas: cuando el mercado cayó, lo mismo sucedió con la visión
optimista del futuro y el “progreso ilimitado”. Del día a la noche, la incertidumbre y el pesimismo
sobre el porvenir se apoderó del público. Las compras de bienes durables, que dependían de la
confianza del consumidor sobre el futuro, declinaron drásticamente.
La crisis bancaria:
El devastador impacto del colapso de la bolsa de valores apareció en las primeras etapas de la
depresión. Los ánimos podrían haberse recuperado, si no hubiera sido por la crisis bancaria.
En los principios de la década del treinta, la economía fue repetidamente golpeada por olas de
fracasos bancarios. El primero de ellos comenzó en octubre de 1930, con el cierre de entidades en el
sur y el centro-oeste. Si bien las pérdidas eran importantes, estos eventos no generaron demasiada
atención por parte de la Reserva Federal o los medios nacionales, tal vez porque eran parecidos a los
que habían sucedido a principios de 1920.
Pero, el 11 de diciembre, el Banco de Estados Unidos en Nueva York cayó, en la mayor quiebra,
medida por depósitos, de la historia del país hasta ese momento. Si bien era un banco ordinario, su
nombre llevó a que algunas personas creyeran que un banco asociado cercanamente con el gobierno
había caído. Además, su ubicación en Nueva York produjo miedos de que el corazón del sistema
financiero de la nación estaba en peligro.
Para muchos economistas, la Reserva Federal debería haber actuado como prestamista de última
instancia, para ayudar a romper el ciclo de miedo que estaba minando el funcionamiento del sistema
bancario. Usualmente, hay consenso al pensar que, en los pánicos financieros, los bancos centrales
deben prestar libremente, a altas tasas.
El problema es que la Reserva Federal consideraba que los bancos que estaban cayendo sólo lo
hacían por un mal manejo, y debían ser eliminados para hacer que el sistema sea más eficiente. A
veces, el rumor de que un banco estaba en problemas hacía que la gente vaya a intentar sacar su
dinero antes de que éste cerrara sus puertas, clásica señal de pánico. Más generalmente, el miedo a
154
los bancos llevó a la gente a convertir sus depósitos a circulante, retirando las reservas de los
bancos. Para mantenerlas, éstos debieron negarse a ofrecer nuevos préstamos, o renovarlos. Como
resultado, bajó el nivel de depósitos y créditos bancarios disponibles. La Reserva Federal aún no se
daba cuenta del problema.
Por un par de meses, las cosas parecieron calmarse. Pero una nueva crisis, más intensa, comenzó en
marzo de 1931, siguiendo a lo largo de todo el verano. En mayo de ese año, un gran banco en
Austria, el Kreditanstalt, cerró. Como el oro era la base de la oferta monetaria en la mayoría de los
países industrializados, esto convenció a la gente de que era hora de convertir al papel en oro.
Para julio, el pánico ya se había extendido por toda Europa, y el gobierno alemán se vio obligado a
cerrar los bancos. En septiembre de 1931, Gran Bretaña, símbolo de rectitud económica, dejó el
patrón oro: ahora, la libra esterlina ya no sería libremente convertible en oro. Esto incrementó la
presión sobre el dólar, aún convertible.
La última oleada de pánico comenzó en 1933. Entre 1930 y 1932, más de 5.000 bancos, conteniendo
más de 3.000 millones de dólares en depósitos, suspendieron sus operaciones. En 1933, otros 4.000
cerrarían. Su condición debilitada luego de años de deflación, la incertidumbre frente a la nueva
administración de Roosevelt, y la atmósfera general de desconfianza, contribuyeron a generar esta
crisis. Para el momento en que el flamante presidente tomó su cargo, el sistema financiero había
dejado de funcionar.
Una de las primeras medidas de Roosevelt fue anunciar un feriado bancario a nivel nacional, a
partir del 6 de marzo de 1933. Así, los bancos de todo el país fueron cerrados por una semana. Al
público, se le dijo que, durante este período, los bancos serían inspeccionados, y sólo aquellos que
tuvieran una base sólida podrían reabrir. El pánico se apagó.
escala
Feriado bancario declarado por el
Marzo de 1933 Pánico bancario de 1933
presidente Roosevelt el 6 de marzo
Además del feriado bancario, el gobierno federal tomó un gran número de medidas adicionales, que
ayudaron a restaurar la confianza en el sistema financiero. El acaparamiento de oro llegó a su fin, por
la medida gubernamental de requerir que todos entreguen su oro monetario a la Reserva Federal, a
cambio de alguna otra reserva. Se estableció una Corporación de Seguros de Depósitos Federales
a partir de 1934, y, en seis meses, casi todos los bancos comerciales de la nación estaban cubiertos
por ella.
Ahora, el aseguramiento de los depósitos cambiaba los incentivos: ahora, el rumor de una falla ya no
causaba que la gente corriera en manada hacia el banco para retirar todo. Sabían que, en cualquier
caso, eventualmente se les devolverían sus depósitos.
Ambas políticas disminuyeron drásticamente el número de cierres bancarios: pasó de 4.000, en 1933,
a 61, en 1934. Si bien la Gran Depresión se arrastraría por el resto de la década, la crisis bancaria
fue domada.
Creciente desigualdad de ingresos:
El porcentaje de ingresos nacionales dirigidos al 1% superior de la sociedad pasó de 14,5%, en 1920,
a 18,4%, en 1929. Hay quienes sostienen que, si la distribución del ingreso hubiera sido más
igualitaria mediante impuestos progresivos, los shocks de principios de los treinta hubieran sido
menos devastadores. Pero no se ha hallado correlación entre el aumento de la desigualdad y las
posibilidades de una crisis financiera.
Las distorsiones económicas de los años veinte – Hayek y la escuela austríaca:
Para explicar la crisis, la escuela austríaca de economía enfatiza en las distorsiones que se
construyeron en la economía de los años veinte, particularmente los booms de bienes raíces y el
mercado bursátil. Para ésta, la Reserva Federal tiene gran parte de la culpa de estas distorsiones, por
haber permitido un modelo de “dinero fácil” que generó inflación. La inflación no se manifestó en
los precios de los bienes, sino en los de activos como las acciones y las propiedades. Según la visión
austríaca, una vez que la economía se distorsiona, una enorme corrección, expresada como una
depresión, era inevitable.
Los aranceles Smoot-Hawley:
Se suele considerar, como una gran causa de la Gran Depresión, a los aranceles Smoot-Hawley,
producto de una ley aprobada en junio de 1930. Aumentó los aranceles en un gran número de bienes,
especialmente los productos agrícolas. Esto disminuyó las importaciones, y despertó desconfianza,
ya que se creía que un arancel elevado podría generar retaliaciones por parte de otros países, que ya
no comprarían las exportaciones norteamericanas.
De hecho, los países elevaron sus aranceles, como Gran Bretaña en 1932. Pero no podemos decir que
esto fuera causa de la Ley Smoot-Hawley: no hay forma de saberlo con certeza.
156
Hay que tener en cuenta que, en ese momento, el comercio era menos importante para la economía
que hoy. Por eso, el impacto de estos aranceles fue marginal: las exportaciones representaban sólo un
6% y las importaciones un 4,9%, del PNB en 1930,
difícil que las firmas, particularmente las más pequeñas, pudieran acceder al crédito que necesitaban
para permanecer operativas.
Esta interpretación acentúa el problema de la información asimétrica: cuando un prestador y un
prestatario negocian, su acceso a información clave difiere. El primero no puede prevenir las
intenciones del segundo de repagar. Normalmente, este problema puede superarse estableciendo
relaciones a largo plazo entre ambos. Pero, cuando un banco cae, sus relaciones a largo plazo con los
prestatarios son mutiladas.
Por otro lado, la deflación incrementaba el peso de la deuda de los negocios y consumidores,
reduciendo sus capacidades de calificar para el crédito. Lo mismo sucedía con la caída en el valor de
las acciones y las tierras, ya que los negocios e individuos no tenían activos que ofrecer como
“colaterales”.
Estados Unidos había experimentado muchas crisis financieras antes de 1929. Pero, en esas
ocasiones, la recuperación había sido rápida. En cambio, la depresión de 1930 parecía extenderse
eternamente. ¿Por qué? Esta es la pregunta más controversial. Parte de la respuesta es cuánto había
caído la economía: si uno cae a un pozo muy profundo, por muy rápido que trepe, le va a tomar
mucho tiempo salir. Además, la recesión dentro de la depresión redujo la recuperación final muchos
años. Pero algo más parece haber estado haciendo efecto.
¿Efectos perversos del New Deal?
Varios economistas sostienen que un factor fue que el nivel de inversión privada se mantuvo bajo, y
culpan al clima político creado por el New Deal de desalentarla. Es cierto que la retórica de este
programa era, a veces, antiempresarial. Muchos resentían la legislación tributaria de 1935 y 1936,
dirigida a prevenir la evasión de impuestos y hacer que la estructura impositiva sea más progresiva.
Además, se gravaron las propiedades y los regalos, así como los ingresos de las grandes
corporaciones.
Otras políticas del New Deal, como la NIRA y la National Labor Relations Act, también fueron muy
criticadas: su intento era restablecer el pleno empleo, eliminando el espiral descendiente de salarios y
precios, incluso con el costo de permitir que ciertas empresas mantengan los precios altos, algo que
estaba prohibido por las leyes antitrust como la Ley Sherman.
Política fiscal y monetaria:
Los keynesianos sostienen que la política fiscal del New Deal no fue lo suficientemente fuerte como
para llevar a la economía al pleno empleo. Para la teoría keynesiana, el rol del gasto gubernamental
es balancear el decrecimiento del gasto privado en inversiones y consumo. Era claro que la caída de
la inversión privada, de $7,1 billones entre 1929 y 1938, fue mucho mayor que el aumento en gasto y
déficit federal. De hecho, el mismo déficit federal era balanceado por superávits a nivel estadual y
local.
En resumen, para los economistas keynesianos, lo que era necesario era hacer grandes inyecciones de
gasto federal, del nivel que finalmente se haría en la Segunda Guerra Mundial.
Mientras tanto, los monetaristas consideran que la culpa de la extensión de la depresión fue el fracaso
de la Reserva Federal de usar el instrumento monetario con el vigor suficiente: si hubiera aumentado
la oferta monetaria rápida y firmemente, la depresión nunca hubiera alcanzado las proporciones a las
que llegó. En última instancia, fue curada por las enormes inyecciones de dinero que ocurrieron a
finales de la década del treinta y con la Segunda Guerra Mundial.
2) Segundo New Deal (1935-1941): fue marcado por un giro más consciente hacia la izquierda.
Aunque los esfuerzos para la recuperación continuaron, ahora la administración empujaba
hacia reformas que, creía, protegerían permanente y mejorarían el estándar de vida de la clase
trabajadora.
Alivio:
El principal problema de la nueva administración era brindar alivio a las familias desahuciadas. Por
eso, una de las primeras medidas fue crear la Agencia Federal de Alivio de Emergencia. A través
de ésta, el gobierno federal inyectó medio billón de dólares para ayudar a paliar las bancarrotas a
nivel estadual y local.
En 1935, el gobierno federal creó la Works Progress Administration (luego Works Projects
Administration), que empleó a millones en construcción de calles, control de inundaciones, y
programas similares. El principal énfasis de esta agencia era crear empleo, y la contribución de estos
proyectos a la infraestructura de la economía era visto como algo secundario.
Otra conocida agencia, con un propósito similar, fue la de Cuerpos de Conservación Civil, que
empleó a 500.000 hombres en la construcción de instalaciones, limpieza, plantación de árboles y
protección de parques nacionales.
La idea del gobierno no sólo era brindar una compensación monetaria a los desempleados: Además,
buscaba ayudarlos a mantener su dignidad, y mantener y construir habilidades que podrían utilizar en
el sector privado, cuando nuevos empleos estuvieran disponibles.
La Administración de Trabajos Públicos tomó grandes proyectos de construcción, gastando más
de 6 billones de dólares en represas, casas, aeropuertos, buques de guerra, y otros proyectos. El más
ambicioso y
controversial de
todos fue la
Tennessee Valley
Authority, un
proyecto
multifacético
destinado a
promover el
desarrollo
económico en una
gran región, que
había sido azotada
por la pobreza por
décadas. La TVA
construyó represas
en un área
compuesta por siete
estados, suplió de
poder eléctrico a
162
graneros, controló las inundaciones, creó rutas de navegación terrestres, y promovió la educación de
los granjeros.
En 1933, el primer año del New Deal, los programas de trabajo de emergencia a nivel federal,
estadual y local emplearon a más de 2 millones de trabajadores. El año pico fue 1936, cuando 3,7
millones de personas (7% de la fuerza laboral) fueron empleadas.
Recuperación:
Uno de los avances más dramáticos en intervención gubernamental vino con la Ley de
Recuperación Industrial Nacional (NIRA). Sus objetivos eran aumentar los precios y salarios,
repartir el trabajo reduciendo las horas, y prevenir el recorte de precios de los competidores,
intentando mantener el volumen. La National Recovery Administration supervisó la creación de un
código de prácticas justas para cada industria. Hubo acuerdos entre vendedores para fijar precios
mínimos, horas máximas de trabajo y salarios mínimos. En julio de 1933, el presidente aprobó un
código sábana, cuyos firmantes acordaban aumentar los salarios, acortar la semana laboral máxima,
y abstenerse de recortar precios. En retorno, podían evitar ser boicoteados por no hacer su parte.
Para 1935, se aprobaron 557 códigos básicos. En la práctica, los representantes obreros participaron
en la construcción de menos de un 10% de éstos, y la representación de los consumidores fue
mínima. En cambio, dominaron los representantes empresariales, y los precios se fijaron para
maximizar las ganancias.
Finalmente, este programa fue declarado inconstitucional en 1935 por la Suprema Corte, quien
sostuvo que el Congreso había delegado ilegalmente los poderes legislativos al presidente.
tuvo un costo a largo plazo: los depositantes ya no tenían los incentivos para regular el sistema
bancario, quitando fondos de los bancos más riesgosos.
Hubo otras reformas al sistema bancario que fueron importantes:
La Ley Glass-Steagall, que separó la banca comercial (que tomaba depósitos del público y
hacía préstamos a corto plazo) de la banca de inversión (que vendía y compraba valores). Los
bancos podrían hacer uno o el otro, pero no los dos: se creía que combinar ambas actividades
había minado el sistema bancario a finales de
los veinte, ya que los ahorros de los Ambas medidas fueron revocadas con
depositantes habían sido usados para los años, ya que se consideraba que
financiar préstamos a especuladores de la inhibían la competencia y castigaban a
bolsa. los consumidores de los bancos.
La prohibición del pago de intereses en
depósitos bancarios: se consideraba que, en los veinte, la competencia de pagar altas tasas
de interés sobre los depósitos había llevado a los bancos a hacer préstamos desmedidos.
Mayor regulación de los mercados de valores:
El colapso del mercado de valores dejó a muchos inversores con la sospecha de que habían sido
estafados por Wall Street. Una investigación del Congreso proveyó evidencia de que hubo un fraude
generalizado. Como resultado, se estableció la Comisión de Valores y Cambio, en 1934, a la que se
le concedieron amplios poderes para supervisar el mercado de acciones y sus prácticas.
El mercado de hipotecas:
Uno de los aspectos más terribles de la Gran Depresión fue el aumento de las ejecuciones
hipotecarias: muchas personas perdieron sus casas, quedando marcadas de por vida.
Para ese momento, las hipotecas eran a corto plazo, “sólo intereses”, o a veces se conocían como
“hipotecas globo”. Por ejemplo, el prestatario podía acordar pagar, por ejemplo, un 5% de interés por
cinco años, y luego repagar el monto principal del préstamo. Muchas veces, se encontraba
incapacitado de pagar para el momento en el que la hipoteca vencía, y el banco renovaría los
préstamos. Así, una familia podía vivir en una casa durante años sin acumular capital.
Cuando la depresión golpeó, y el prestatario quedaba atrás en los pagos de la hipoteca, ésta sería
ejecutada, dejándolo sin casa. La Administración Roosevelt abordó este problema estableciendo la
Corporación de Préstamos a Propietarios de Casas, que compraba hipotecas en problemas de
instituciones financieras, y elaboraba nuevas hipotecas a los prestatarios, sustituyendo las hipotecas a
corto plazo por planes a largo plazo y amortizados, mediante los cuales se pagaba una parte del
monto principal cada año.
Esta corporación fue creada como una medida de alivio. Para el largo plazo, el gobierno creó la
Asociación Federal de Hipotecas Nacionales en 1938. Al comprar estos préstamos, se proveía a los
prestatarios con nuevos fondos con los que hacer nuevos préstamos. Esta agencia favorecía
préstamos a largo plazo, con tasas fijas y amortizados, como una forma de crear estabilidad
financiera a largo plazo y seguridad para el prestatario.
El fin del compromiso americano con el patrón oro:
164
El 5 de abril de 1933, una orden ejecutiva del presidente requirió que todos los tenedores de monedas
de oro entreguen su oro a la Reserva Federal, a cambio de Letras de la Reserva Federal. El
compromiso americano con el patrón oro había llegado a su fin, por dos razones:
1) Se pensaba que el intento de convertir activos en oro estaba minando el sistema
bancario.
2) Al romper el tipo de cambio fijo con otras divisas que estaban en el patrón oro, Estados
Unidos podía devaluar el dólar, para hacer más atractivas sus exportaciones.
La centralización del poder monetario en la Agencia de la Reserva Federal:
El Sistema de la Reserva Federal no había podido frenar la oleada de cierres bancarios. Ante esto, la
Administración Roosevelt respondió centralizando el poder en Washington. Al centralizar la
autoridad y colocar a sus propios aliados a cargo, el gobierno creía que podía asegurarse una acción
más vigorosa por parte de la Reserva Federal.
En 1935, la Agencia de la Reserva Federal se convirtió en la Agencia de Gobernadores, cuyos
miembros eran nombrados por el presidente. Se le otorgó el control de la herramienta más poderosa
del sistema: la capacidad de comprar o vender títulos en el mercado abierto. Como resultado, la
Reserva Federal aumentó su rol como prestamista de última instancia: ahora, el sistema financiero
norteamericano tenía un departamento de bomberos, que podía prevenir que los incendios
individuales se convirtieran en enormes conflagraciones.
Los granjeros habían presionado al gobierno durante mucho tiempo para mantener precios “justos”
para sus productos, pero sus demandas fueron frustradas por la oposición a realizar importantes
gastos. Las cosas comenzaron a cambiar a partir de la Ley de Comercio Agrícola de 1929, que
comprometía al gobierno a una política de estabilización de los precios agrícolas, y estableció la
Federal Farm Board para alentar la formación de asociaciones de mercado cooperativas. Además, se
le otorgó un fondo de $500 millones para operaciones de sostén de precios.
La Administración Roosevelt buscó ir mucho más lejos, pero, inicialmente, no tenía la disposición de
hacer los enormes desembolsos requeridos para elevar los precios al incrementar la demanda
mediante compras gubernamentales. En mayo de 1933, la Ley de Ajuste Agrícola creó la
Administración de Ajuste Agrícola (AAA), con la responsabilidad de elevar los precios agrícolas al
restringir la oferta. Ésta determinaría una determinada superficie en acras para plantar ciertos
cultivos en la estación venidera, que luego se subdividiría en totales estaduales, los cuales, a su vez,
serían loteados a granjas individuales. Para asegurar la cooperación del granjero individual, se hizo
un “pago de ajuste”, financiado por impuestos pagados por el primer procesador de cada producto.
El esquema original tuvo un obstáculo en 1936, cuando la Suprema Corte declaró inconstitucional a
la Ley de Ajuste Agrícola, ya que intentaba regular la producción agrícola, un poder perteneciente a
los estados. Pero, rápidamente, la administración pudo ajustar la decisión, basando el loteo en la
necesidad de conservación del suelo.
La severa sequía de 1936 proveyó la razón perfecta: las tormentas de polvo eran tan severas que
mucha gente se vio obligada a abandonar sus hogares. Esto generó la atención del público, que
buscaba tomar medidas como la conservación del suelo, para tratar con estos problemas. Como
resultado, se pudo aprobar la Ley de Conservación del Suelo y Asignación Doméstica. Bajo ésta,
el secretario de agricultura podía ofrecer beneficios a los granjeros que reduzcan su superficie
plantada con cultivos intensivos.
La producción agrícola era muy alta en 1937, y había presiones para suplementar la reducción de la
superficie cultivada con medidas más vigorosas para subir los precios. En 1938, la Ley de Ajuste
Agrícola definió precios de “paridad” para el maíz, trigo y algodón, buscando que tengan el mismo
poder adquisitivo que los de 1910-1914, época en la que los precios agrícolas, en relación con otros,
eran excepcionalmente altos.
Los pasos más concretos tomados por el gobierno para aumentar los ingresos de las granjas durante
los años treinta fueron los controles de producción. Pero fue un error restringir la producción en la
agricultura y aumentar los precios de la comida y las fibras cuando los mayores problemas
nacionales eran el masivo desempleo y el hambre.
del gobierno federal debía ser asegurarse que quienes pudieran trabajar pudieran encontrara
empleo, con condiciones y salarios decentes.
Un nuevo marco institucional para los mercados laborales:
El establecimiento de programas de alivio por parte del gobierno y los nuevos poderes concedidos a
los sindicatos crearon un fuerte lazo entre el trabajo organizado y el New Deal. El nuevo gobierno
alentó la sindicalización, y cambió su actitud hacia estas organizaciones.
Especialmente exitosos fueron los líderes de los sindicatos industriales que habían evolucionado
dentro de la Federación de Trabajo Americana (AFL), como el minero John L. Lewis y el textil
Sidney Hillman. A finales de los años treinta, se sindicalizó la industria automotriz, un gran éxito
para los trabajadores. Ésta ganó reconocimiento de General Motors y Chrysler en 1937, tras una serie
de huelgas. Pero el conflicto con Ford fue especialmente amargo: finalmente, la United Auto
Workers ganó reconocimiento en 1941.
El éxito de las nuevas agrupaciones industriales fue acompañado por un conflicto considerable
dentro del movimiento sindical, fundamentalmente entre los sindicatos artesanos más antiguos y los
industriales, más nuevos. Era inevitable que las nuevas industrias de producción masiva se
organicen, pero los sindicatos antiguos intentaron sabotearlo e impedirlo. En 1935, ocho sindicatos
industriales formaron el Comité para la Organización Industrial dentro de la AFL. En 1936, éstos
fueron suspendidos de la federación; y, tres años después, formaron una entidad autónoma, el
Congreso de Organizaciones Industriales. Las relaciones entre ambas federaciones eran amargas.
La actitud del gobierno jugó un rol muy importante: entre 1930 y 1939, la sindicalización incrementó
del 6,8 al 15,8% de la fuerza laboral. Eventualmente, la grieta en el movimiento sindical disminuyó,
cuando, en 1955, la AFL y el CIO se unificaron.
La Ley Norris-LaGuardia de 1932 fue el primer paso del Congreso para retirar las barreras a la
libre organización, quitándole validez a los “yellow-dog contract”, contratos de empleo en los cuales
el trabajador acordaba no sindicalizarse. Les garantizó a los trabajadores la oportunidad de
organizarse, pero no intervino para asegurar que pudieran conservar los beneficios de las
negociaciones colectivas.
Dos años más tarde, cuando la NIRA fue declarada anticonstitucional, el Congreso elaboró la Ley
Nacional de Relaciones Laborales, que establecía el principio de negociaciones colectivas como la
punta de lanza de todas las relaciones industriales, y señalaba que era obligación de la gerencia el
reconocer y tratar con una organización laboral fundada en buena fe. Esto les garantizaba a los
trabajadores el derecho a formar y unirse a un sindicato, hacer negociaciones colectivas, elegir a sus
representantes, y actuar de manera concertada.
Esta ley fue más que una mera declaración de principios: estableció una Junta Nacional de
Relaciones Laborales, con poderes de enforcement. Cuando fue declarada constitucional por la
Suprema Corte en 1937, ya no hubo barreras legales a la rápida organización del trabajo.
La Ley de Estándares Laborales Justos, de 1938, reemplazó y extendió las provisiones de la
NIRA, y fue el inicio de la regulación federal del lugar de trabajo. Entre otras cosas, estableció un
salario mínimo de $0,25 por hora, una semana laboral máxima de 44 horas con una paga adicional
167
por horas extra, y prohibió el empleo de niños menores a 16 años. Para hacerla cumplir, se creó la
División de Salarios y Horarios Laborales del Departamento de Trabajo. La agricultura fue exenta.
La lucha congresional sobre el primer salario mínimo nacional no fue una simple pelea entre
políticos que apoyaban el trabajo (y por tanto las leyes de salario mínimo) y políticos que apoyaban
los negocios (y por tanto se oponían a las leyes de salario mínimo). Muchos demócratas sureños, que
habían apoyado otros aspectos del New Deal, se opusieron a la Ley de Estándares Laborales Justos.
De igual forma, a pesar de la oposición, la legislación fue aprobada.
¿Por qué el desempleo fue tan alto durante tanto tiempo?
A pesar de toda la legislación diseñada para ayudar al trabajador, el New Deal no consiguió lo que
más se necesitaba: la restauración del pleno empleo. No sólo el desempleo subió a niveles inauditos
después de 1930, sino que también persistió a altas tasas a lo largo de toda la década.
Sin embargo, los niveles
de salarios se mantuvieron
al nivel de 1929 a lo largo
de la década del treinta, a
pesar del desempleo sin
precedentes. Un modelo
básico de oferta sugeriría
que, cuando el desempleo
es alto, los salarios reales caerán, incrementando la demanda y reduciendo la oferta hasta que el
desempleo sea eliminado. Pero el mecanismo de ajuste no funcionó.
Parte de la explicación de por qué no funcionó fue la política gubernamental: en los primeros años
de la depresión, la Administración Hoover presionó exitosamente a las grandes corporaciones a
mantener los salarios. La NIRA, durante el gobierno de Roosevelt, continuó con esta política. En
adición, había fuerzas económicas que estaban trabajando para mantener altos los salarios reales: los
desempleados no iban a bajar tan fácil su “salario de reserva”, es decir, el mínimo que estaban
dispuestos a aceptar.
Los economistas keynesianos creen que recortar los salarios simplemente hubieran llevado a una
espiral descendiente de expectativas, inversión, ingreso nacional y empleo. Para Keynes, sólo un
gasto gubernamental a gran escala podría curar la depresión, y esto no sucedió hasta la Segunda
Guerra Mundial. Sin embargo, otros economistas sostienen que las políticas del New Deal, que
promovían altos salarios reales, inhibían el ajuste del mercado laboral, prolongando las altas tasas de
desempleo.
Embriagado por su rotunda victoria en 1936, Roosevelt quiso cambiar la dirección de la Corte,
proponiendo aumentar el número de jueces. Pero la oposición a esta medida fue inmediata, y sufrió
una de sus pocas derrotas políticas.
Al final, el presidente logró lo que se propuso: los jueces moderados de la Corte giraron a la
izquierda, y, en los años siguientes, se retiraron muchos jueces conservadores, lo que le permitió a
Roosevelt nombrar a funcionarios liberales. Ahora, el camino legal para incrementar la regulación
gubernamental había sido despejado.
En su asunción de mando, Roosevelt clamó que la nación necesitaba acción ahora mismo, y solicitó
al Congreso poderes amplios, para poder luchar en la emergencia. Luego, lanzó el primer New
Deal, que no fue un plan armónicamente diseñado, sino una respuesta improvisada a un problema
sobre el que no existía un marco teórico claro que permitiera pensar su resolución.
El modelo clásico, imperante en la época, no había dado respuesta, pero el keynesianismo, al
contrario de lo que usualmente se cree, no era una opción económica clara (el libro Teoría General
de la Ocupación, el Interés y el Dinero, de Keynes, recién se publicó en 1936). Además, Keynes aún
no era visto con simpatía: era quien había abandonado los acuerdos de Versalles en medio de un
escándalo, además de haber cuestionado duramente sus resultados.
Roosevelt armó una metodología política que guardaba para sí mismo la última palabra respecto de
cualquier decisión, sea social, política o económica. Así, nombraba en los cargos jerárquicos (por
ejemplo, ministro y viceministro) a hombres enfrentados política, personal o ideológicamente entre
sí, otorgándoles a cada uno amplios márgenes de maniobra, para que quien terminara dirimiendo
todo fuera el mismo Roosevelt.
La sumatoria de todos los planteos lanzados al principio de su gobierno es conocida como los
primeros 100 días: se asume que lo que un presidente hace en
los primeros 100 días es el basamento clave de su gobierno, ya
que se trata del momento en el que la oposición no está aún
Primer New Deal
organizada, y se cuenta con el apoyo de la mayoría del público. 1933-1935
Muchos economistas coinciden en señalar que hubo dos New
Deal:
1) El Primer New Deal, entre 1933 y 1935. Segundo New Deal
2) El Segundo New Deal, a partir de 1935 y hasta 1937. 1935-1937
Nigra sostiene la existencia de un Tercer New Deal, iniciado a
comienzos de la Segunda Guerra Mundial (1941) 10 y finalizado
en los años en que se origina la Guerra Fría (alrededor de 1947, Tercer New Deal
cuando se lanza el Plan Marshall).
1941-1947
Los primeros cien días:
Roosevelt asumió como presidente el 5 de marzo de 1933. Unos días antes, los bancos de 38 estados
habían cerrado sus puertas, y 9 millones de depositantes perdieron alrededor de 2.500 millones de
dólares. La situación era de pánico bancario, y amenazaba con destruir todo el sistema. Por eso, el
presidente tomó una decisión insólita:
a) Declaró un feriado bancario hasta el 9 de marzo, para investigar la solvencia de cada
entidad.
b) Suspendió la posibilidad de realizar cualquier transacción en oro, para impedir la fuga de
oro y evitar, así, una reducción aún mayor de la base monetaria.
10
Sí, la Segunda Guerra Mundial arrancó en 1939, pero Estados Unidos recién se metió en 1941.
170
En 7 horas, el Congreso aprobó la nueva ley bancaria, llamada Ley de Auxilio Bancario de
Emergencia, que validaba los poderes del presidente sobre los bancos, y le permitía la reapertura de
los que fueran solventes en base a una regulación apropiada.
El 12 de marzo, en la
primera charla junto al
fuego que dio, Roosevelt
le aseguró a la gente que
la situación estaba
controlada, y ahora los
bancos se encontraban
respaldados por el
gobierno. Por eso, el 13
de marzo, cuando los
bancos reabrieron sus
puertas, la cantidad de
dinero depositado superó
a la del retirado.
Desde el 19 de marzo y hasta el 16 de junio, fecha en que el Congreso cerró sus puertas, el presidente
envió 15 propuestas de ley, todas aprobadas en su totalidad. Estas iniciativas intentaban atacar los
problemas en términos sectoriales, buscando dar soluciones a cada caso en particular. Sin embargo,
muchas de ellas resultaron deflacionarias.
Las primeras disposiciones forzaron una nueva ley para junio, que en principio puede suponerse
como conservadora y a favor del mantenimiento del sistema bancario, dado a que logró su
fortalecimiento en manos de los antiguos administradores, y no su nacionalización. En ese mismo
mes, se dictó la Ley Glass-Steagall, tras revelarse las condiciones “escandalosas” del sistema
bancario, que establecía:
1) Estados Unidos abandonó el patrón oro en 1933, para buscar una nueva relación de
intercambio.
2) A pesar de que el gobierno trató de elevar el nivel de precios, para lo cual efectuó
sistemáticas compras del metal y generalizó la compra de plata a un valor superior al del
mercado mundial, los artículos no modificaron su valor.
La falta de demanda real no pudo ser modificada El objetivo de la devaluación fue modificar
por variaciones del tipo de cambio, y, para enero el nivel de precios, a través de una
de 1934, la devaluación fue un hecho: se pasó de variación del tipo de cambio real. Se
un precio de 20,67 dólares por onza al clásico 35 buscaba generar una política inflacionaria
dólares por onza 41% de devaluación. para evitar la continua espiral contractiva.
El índice de precios, que en 1929 era igual a 100,
pasó a 75 en 1933, y a 83 en 1937. Pero la expansión monetaria en el mismo período no logró la
movilización económica deseada.
Esto implicó una importante transformación en el uso del déficit presupuestario, que intentó
estimular niveles crecientes de inversión y consumo a fin de contraatacar la espiral deflacionaria de
la depresión. Entre 1932 y 1936, se pasó de un déficit fiscal de 2.700 millones a uno de 4.400
millones. Para 1937, se intentó detener el faltante en las finanzas, pero la deflación generada motivó
un incremento del presupuesto aprobado, que pasó de un equilibrio de 5.000 millones a uno
deficitario, de 10.000 millones. En 1939, el déficit, nuevamente, alcanzaba los casi 4.000 millones de
dólares.
Pese al aparente desorden de estas medidas, se buscó avanzar en alguna dirección que otorgara
respuestas específicas, aprobando leyes y disposiciones sectoriales para lograr esta transformación.
Veamos algunas:
172
El consumidor pagaba mayores precios e impuestos por los productos de origen primario,
pero se limitaba la quiebra del sector y la concentración de la propiedad de la tierra.
Por otro lado, la década de 1930 fue la peor en la historia climatológica del país: una
importante sequía vino acompañada por fuertes y permanentes tormentas de viento, llamadas
black blizzards, que arrastraron toneladas de tierra por todo el territorio. Para combatir los
efectos negativos de todo esto, el gobierno federal debió desarrollar una enorme variedad de
programas de asistencia, como créditos y ayuda para la aplicación de técnicas de
conservación del suelo.
Otra serie de programas permitieron la asignación de créditos baratos a los granjeros,
otorgados por la Corporación de Crédito de Bienes. Además, se autorizaron cuotas
mercantiles obligatorias para el tabaco y el algodón. Por la reducción de las cosechas, los
pagos del gobierno y la devaluación del dólar, el ingreso de las granjas aumentó de 5.562
millones de dólares, en 1932, a 8.688, en 1935.
Para poner a producir tierras marginales y ayudar a granjeros en problemas, se creó una
Administración Recolonizadora.
Si bien los granjeros
no alcanzaron a
recuperar la
magnificencia de 1920,
perdida a partir de la
crisis de 1921, su
condición mejoró
notoriamente entre
1933 y 1935. Se debe señalar el incremento continuo del proceso de maquinización agrícola.
En 1936, la Suprema Corte, en el fallo United States vs. Butler, decidió que el impuesto
creado para financiar el programa de la A.A.A. era inconstitucional, pues invadía el derecho
concedido constitucionalmente a los estados. Por eso, el gobierno debió desarrollar una nueva
norma, la Ley de Conservación de Tierras y Asignaciones Internas, dictada en ese mismo
año, que determinó:
173
11
¿Es un dato significativo, mínimamente UN POCO importante? No, pero me causó gracia.
174
El Estado en la economía:
El impulso no se agotó en estos sectores, sino que también avanzó en lo social. Por ejemplo, en
marzo de 1933 se crearon los Cuerpos Civiles de Conservación (CCC), que reclutaron a unos dos
millones y medio de jóvenes de entre 18 y 25 años de edad, para enviarlos a campamentos
construidos pro el Departamento de Guerra para construir represas, estanques, puentes, caminos,
limpieza de playas, etcétera.
Otra norma creada con el fin de enviar recursos a los estados fue la Ley Federal de Auxilio de
Emergencia, por la cual se autorizó la distribución de 500 millones de dólares a los municipios,
condados y estados, para que los hicieran llegar a los indigentes. Asimismo, se creó la
Administración Federal de Auxilio de Emergencia (FERA), que dispuso de cuatro mil millones de
dólares para ayuda, de los cuales las tres cuartas partes provenían de fondos federales y una cuarta de
fondos locales, la que no pudo dar ayuda a los millones de hambrientos.
A fines de 1934, la Administración de Obras Civiles (CWA) puso a trabajar a unas 4 millones de
personas en el mantenimiento de caminos, escuelas, aeropuertos, etcétera. Pero la presión del sector
privado logró que el presidente suspendiera el proyecto, manteniendo la idea de que los subsidios
federales eran el mecanismo para socorrer a los desocupados. Para 1934, una de cada seis personas
estaba recibiendo ayuda pública (ja, novatos).
175
Economy Act: redujo los salarios de los empleados federales y recortó las asignaciones y
prestaciones de los veteranos de guerra.
Beer-Wine Revenue Act: legalizó estas bebidas, les estableció un impuesto y abrogó la Ley
Seca para fines de 1933.
Ley Nacional de Vivienda: aprobó la concesión de fondos para la construcción y reparación
de casas.
Esfuerzos sobre el valle del Río Tennessee: fue la que mayor resistencia generó. La zona
del valle del Río Tennessee había sido duramente castigada por la erosión de los suelos, lo
que había empobrecido a una amplia zona que comprendía los estados de Kentucky, Carolina
del Norte, Virginia, Alabama, Mississippi, Tennessee y Georgia.
Roosevelt pidió al Poder Legislativo que se creara la Autoridad del Valle de Tennessee
(TVA), que debía planear el uso, conservación y desarrollo adecuados de los recursos
naturales de la zona. Se intentó, así, demostrar que la planificación estatal era viable, y
recuperar una zona de más de 16 mil hectáreas de tierras inutilizables. A tal fin, la TVA tenía
la facultad de construir represas y administrar las tierras para brindar electricidad a una
amplia zona y controlar los desbordes del río.
La TVA construyó cerca de 25 represas para el control de inundaciones, la producción de
nitrato y la generación de energía eléctrica, y una serie de plantas generadores de corriente.
Además, se construyeron cerca de 8 mil kilómetros de líneas de transmisión eléctrica, y el
gobierno vendió los excedentes a las producciones cercanas, a precios inferiores a los del
mercado.
La Administración promovió la relocalización de los granjeros marginados, alentó el
desarrollo industrial local y buscó extender los servicios de salud. La industria volvió a la
zona, y millones de hectáreas abandonadas fueron puestas a trabajar.
En relación al sector secundario, el “ala izquierda” del New Deal avanzó contra las facilidades
corporativas de las grandes empresas. Mientras tanto, seguía habiendo 10 millones de desempleados,
y la Suprema Corte había comenzado a dar señales en contra de la dirección que llevaba el gobierno,
ambos indicadores de que la crisis persistía.
En lo que hace al suministro de electricidad, se creó la Administración de Electrificación Rural,
que proveyó de electricidad a ocho de cada nueve granjas. Además, se avanzó en la construcción de
represas.
En 1935, y respecto a la modificación de la Administración de Obras Civiles (FERA), el presidente
Roosevelt propuso establecer una distinción entre quiénes podían ser empleables y quiénes no. A los
primeros se les pagaría mejor, mientras que los segundos serían sostenidos por los gobiernos
estaduales. El Congreso asignó más de cinco mil millones de dólares, que fueron canalizados a través
de una nueva institución: la Administración del Progreso de Obras. Para cuando ésta culminó sus
actividades, en 1943, había dado trabajo a más de ocho millones de desempleados.
Por otro lado, se puso en marcha un programa destinado a financiar el trabajo de artistas: el Proyecto
Federal de las Artes, que otorgaba dinero a artistas en programas específicos. Éste posibilitó que
muchos pintores y escultores sin trabajo decoraran edificios públicos y enseñaran su arte, y se
reunieron talentosas filarmónicas, que llegaron a ser las orquestas de referencia de sus comunidades.
Roosevelt recibió numerosas críticas de los sectores conservadores, que lo tildaban de comunista,
sobre todo por su avance respecto a una importante reforma impositiva, que creó impuestos sobre
las herencias, los regalos, los ingresos de las grandes empresas y el que establecía la progresividad
del ingreso.
Para Nigra, fueron la clase obrera y la pequeña burguesía quienes permitieron la salida de la crisis,
reduciendo el consumo de bienes necesarios para transferir el ahorro a una inversión masiva en
bienes durables, que serían rápidamente destruidos (tanques, aviones, barcos, etcétera). Por su parte,
178
el Estado se apropió de recursos a través de impuestos, bonos y emisión monetaria, que absorbieron
recursos de las familias y fueron utilizados para el capital.
¿Por qué se pudo hacer esto? Por la justificación ideológica prestada por el conflicto, que hacía que
no fuera necesario explicar que la abundancia de recursos apropiada por el Estado sería utilizada para
resolver la crisis de acumulación de capital desatada años atrás. El incremento real del producto
bruto en esta época no fue resultado de la mágica aparición de una guerra y su gasto en armas, sino
de que hubo menos consumo y más inversión.
El producto y la guerra:
Para 1939, había alrededor de nueve millones de desempleados, los cuales fueron absorbidos por el
fuerte impulso productivo de la guerra, que, además, por la necesidad de mano de obra que generó,
permitió el ingreso de una enorme cantidad de gente que antes no tenía pensado entrar al mercado
laboral.
El presupuesto de Estados Unidos ya se había incrementado antes de su ingreso a la guerra, unos
años antes, cuando le garantizó a su aliada histórica, Gran Bretaña, el abastecimiento
imprescindible. Esto se hizo posible a partir de 1939, cuando el Congreso derogó la ley que había
dispuesto el embargo a la venta de armamentos. A partir de este momento, se implementó el sistema
que pasaría a ser conocido como Cash and Carry (pague y lleve), si bien, en términos formales,
Estados Unidos mantenía su neutralidad.
Este sistema produjo fuertes resistencias: se temía que, si Estados Unidos prestaba la ayuda
solicitada, y Gran Bretaña se rendía, el país quedaba vulnerable ante una eventual invasión por parte
de Alemania. Finalmente, Roosevelt, desoyendo los consejos de sus asesores, anunció un acuerdo
gracias al cual se le transferían a su aliada 50 destructores de la Primera Guerra Mundial, por los
cuales recibiría a cambio una serie de concesiones de bases aéreas y navales.
Con todo esto, la aprobación hacia la guerra y la conscripción comenzó a aumentar, y, en septiembre
de 1939, el Congreso pudo aprobar una ley que reglamentó el reclutamiento de hombres de entre 21
y 35 años.
Pero el crédito de Gran Bretaña se acabó relativamente más rápido, y, a medida que las libras
esterlinas en oro (reserva del Banco de Inglaterra, que habían sido remitidas en custodia a Estados
Unidos al inicio del conflicto) se gastaban muy rápido, las necesidades de armas y logística se
incrementaban. Por ello, se produjo una modificación clave en la fórmula de abastecimiento de los
ingleses: en 1941, se dispuso la norma del Lend and Lease (préstamo y arriendo), gracias a la que se
autorizaba al presidente a vender, transferir, intercambiar o prestar cualquier artículo de defensa al
gobierno de cualquier país cuya defensa considere vital para la defensa de Estados Unidos.
Entre 1941 y 1945, el valor
total de las exportaciones de
Estados Unidos dentro de este
programa alcanzó un total de
13.842 millones de dólares, y la
179
suma total de la ayuda brindada por su intermedio a la Unión Soviética, los 32.515 millones de
dólares.
Mientras tanto, el PNB pasó de unos
193 mil millones de dólares, en 1938,
a 361 mil millones, en 1944.
Particularmente importante fue la
evolución del producto generado por la
demanda de tipo militar.
Al inicio de la guerra, la industria
aeronáutica empleaba a unas 47 mil
personas, y producía menos de 6 mil
aviones. Para el momento de mayor
producción, llegó a emplear a más de
2.102.000 trabajadores, y producir más de 300 mil aparatos.
La evolución nos indica que, en principio, si se elimina del total el gasto militar, el producto
norteamericano no se modificó significativamente. Entre 1938 y 1945, el producto real se mantuvo
alrededor de los 200 mil millones de dólares, es decir que el impulso productivo no se logró de
inmediato. Recién con la finalización de la guerra, el producto comenzó a desprenderse de las
necesidades militares.
Si bien el consumo aumentó, lo hizo lentamente y en términos relativos, fundamentalmente por parte
del gobierno, ya que el sector civil contuvo su consumo para “contribuir” al esfuerzo de guerra. El
consumo de bienes durables se redujo, ya que hubo una reconversión económica, mientras que el de
bienes de consumo no durables aumentó. Como resultado, se incrementó el ahorro, que se tradujo en
inversión.
Como consecuencia, debemos
estudiar la evolución de la
inversión, tanto pública como
privada, si bien es necesario decir
que, en tiempos de guerra, el
esfuerzo conjunto de los sectores
público y privado condujo a un
inusual incremento del output
industrial. En dólares de 1958, el
Estado invirtió para la guerra 45
mil millones de dólares, lo que,
para el mundo de los negocios,
permitió la salida de la crisis.
El Estado financió alrededor del
66% de la expansión de la industria del acero, el 88% de la expansión de la construcción de aviones,
la mitad de la expansión de la producción de aluminio, y la totalidad de la expansión del caucho
180
sintético. Para 1945, el stock bruto de capital del sector privado 12, en dólares de 1958, alcanzó los
911 mil millones.
Por más contrafáctico que parezca, podemos decir que se produjo una enorme transferencia de
recursos desde el Estado al capital privado. ¿Por qué? Porque los recursos de los que se apropió el
Estado para costear las inversiones consideradas necesarias para llevar adelante el esfuerzo de guerra
fueron transferidos sin costo alguno al sector privado una vez terminada la guerra: miles de millones
de dólares tomados del consumo fueron transferidos gratuitamente a los diferentes empresarios
individuales una vez finalizados los combates.
Según Milward, la expansión de la producción obedeció a la conjunción de tres elementos:
a) Utilización más intensa de los recursos disponibles: para 1944, había 18,7 millones de
personas más empleadas que en 1939, y la semana laboral de las plantas había pasado de 40 a
90 horas.
b) Reorientación de otros sectores de la economía hacia la producción de guerra: parte del
incremento de la fuerza laboral se obtuvo de restarle trabajadores al agro y la ganadería, y
otra parte, de hacer ingresar al mercado laboral a las amas de casa y personal doméstico.
c) Incremento de la productividad: el Consejo para la Producción de Guerra estimó que,
durante el conflicto, el aumento de la productividad fue de alrededor del 25%. Parte de esto
se explica por la mejora en la asignación de recursos, el desarrollo de economías de escala y
una mejor tecnología.
El gobierno lanzó masivas campañas para pedirle al pueblo norteamericano su contribución al
esfuerzo, con aquellas cosas que, para un particular, tal vez no tuvieran un uso imprescindible (por
ejemplo: 230 viejas medias de nylon contienen bastante material como para hacer un paracaídas). El
patriotismo fue el punto de apoyo del programa de recuperación.
12
Por las dudas: el stock bruto de capital es el volumen de capital utilizado en el proceso productivo en un momento del
tiempo.
181
Office of Production Management, en 1941. Fue duramente criticada desde la prensa, con el
argumento de que en una situación de guerra era necesario un jefe con el poder suficiente
como para tomar decisiones difíciles.
Office of Price Administration and Civilian Supply, también en 1941, pero a la que se le
quitaron las obligaciones de abastecimiento de bienes a civiles, que fueron transferidas a la
Office of Production Management, que luego se convirtió en la Office of Price
Administration.
Así, la estructura final dispuso que habría una oficina encargada de los precios, y otra de las
cantidades. Pero no se dispuso ningún mecanismo para tratar de coordinar las decisiones de cada una
de ellas, y la falta de coordinación llevó a postular ciertas paradojas.
Recién en octubre de 1942 hubo un mayor grado de coordinación interagencial, con la creación de
la ya mencionada Office of Economic Stabilization. Así, se creó un mecanismo para resolver las
disputas entre la Office of Production Management y sus agencias hermanas, con responsabilidades
específicas sobre los precios. Se conformaron dos conjuntos de agencias vinculados a los precios:
1) Las que buscaban mantenerlos lo más bajos posible.
2) Las que intentaban lograr el mayor output de bienes.
A lo largo de la guerra, los precios estuvieron marcados por tres grandes lineamientos políticos:
a) Etapa de controles selectivos (abril de 1941-mayo de 1942).
b) Regulación de Precios Máximos Generales (mayo de 1942-abril de 1943).
c) “Sostener la línea” (abril de 1943-junio de 1946).
Entre el inicio de la guerra y la política de congelamiento general, los precios evolucionaron un 30%.
Entre 1938 y 1948, la diferencia fue de más del 80%. Finalmente, los precios pudieron ser
controlados con políticas de tipo monetario, fiscal y regulatorio: se aumentaron los impuestos, se
vendieron bonos de guerra y se fijaron precios máximos. Además, se racionaron la carne, la nafta y
los neumáticos.
Los empresarios se resistieron, por ejemplo, bajando la calidad de los bienes ofertados. También,
surgió un mercado negro para ciertos bienes, como cortes de carne o pollo. Por otro lado, fabricaron
diferentes versiones de los productos: una línea de alta calidad y altos precios (para los consumidores
con mayores ingresos) y otra de menor calidad y precio (para la mayoría de la gente).
Los pequeños y medianos productores no participaron totalmente de los beneficios de la guerra. Por
las restricciones en el abastecimiento de insumos, muchos no podían mantener su producción usual.
Ahora, fijémonos en los impuestos, particularmente en uno: el Impuesto al Exceso de Beneficios,
una tributación clásica dentro de la lógica fiscal, característica de las épocas de guerra, que buscaba
tomar parte de los sobrebeneficios que obtenían las empresas por las particulares condiciones que se
generaban para los negocios, debido a la situación excepcional. La recaudación en dólares corrientes
pasó de 405 millones de dólares, en 1940, a 6.612 millones, en 1945.
Por otro lado, el promedio de impuesto a las rentas pagado por cada norteamericano pasó de 99
dólares corrientes por año en 1940 a 343 en 1945, lo que demuestra que el ciudadano común debió
ajustar sus gastos más de tres veces, y no necesariamente como producto de los incrementos
182
salariales, que se encontraban muy por debajo de la inflación. En 1940, los impuestos a los ingresos
individuales representaban un 20% de los ingresos, y, para 1945, esta cifra se elevó al 45%.
Se ha estimado que el 46% del costo de guerra se financió con impuestos, y el resto vía bonos de
guerra. La inversión para la guerra alcanzó los 45 mil millones de dólares, a través de agencias y
oficinas como la Defense Plant Corporation, por lo que plantas y equipos fueron ofrecidos a las
empresas privadas a precios bajísimos una vez concluidas las acciones militares.
Entre 1941 y 1942, el gasto se equilibró con un 25% de impuestos, un 35% con emisión monetaria, y
el 40% restante con bonos. Para el ejercicio 1942-1943, la balanza comenzó a alterarse, al elevarse lo
obtenido por impuestos a más del 50%, los bonos a menos del 20%, y el 30% restante con moneda.
Entre 1943 y 1944, el financiamiento con impuestos fue del 130%.
El déficit fiscal creció en
consonancia con las
necesidades de la guerra, no
sólo en términos absolutos, sino
también en su evolución per
cápita. Hacia 1945, el stock de
deuda del gobierno federal era
de 278.700 millones de dólares
corrientes, y los poseedores de
los títulos de esta deuda fueron
los inversores privados (49%), los bancos comerciales (32,6%) y los individuos (23%).
Una vez finalizada la guerra, con el Plan Marshall en marcha y el avance anti-New Deal, el déficit se
convirtió en superávit, por la baja de la tasa de interés, el aumento del nivel de reservas, y la menor
presencia del Estado en la actividad privada.
De 1939 a 1948, el ingreso per cápita aumentó un 27%. Debe tenerse en cuenta que el que menos
ganaba alcanzaba a recibir un poco más de 62 dólares por mes, mientras que quienes estaban en la
cima de la pirámide, un poco más de 745 dólares. Si relacionamos el incremento salarial con el de los
precios de los alimentos, debemos ver que el saldo es desfavorable para los asalariados.
Mientras tanto, se produjo y justificó ideológicamente una gran transferencia de recursos de los
sectores desposeídos hacia el capital.
Para el final de la guerra, el desempleo se había reducido enormemente. La ocupación de mujeres y
afroamericanos en puestos de trabajo en los que previamente habían predominado los varones
adultos blancos constituye sólo una parte de la explicación.
El aumento del output industrial norteamericano se basó en el incremento del ritmo del trabajo y las
horas laborales. Entre 1940 y 1944, se pasó de una semana laboral de 43,9 horas a una de 47. Otro
efecto importante a tener en cuenta es la migración interna, mayoritariamente del Sur hacia el
Norte.
Durante la guerra, se redujo el
personal ocupado en la minería
y la construcción, sin perjuicio
del incremento del output
creciente en ambos sectores.
Mientras tanto, se observa un
fuerte aumento en tres sectores vinculados a la producción material concreta: manufactura, transporte
y servicios.
si la demanda es efectiva o no, cuánto va a ser el excedente, y qué parte de éste se dedicará a la
inversión.
Así, lo importante es el gasto, limitado solamente por la cantidad de capital líquido disponible para
ser tomado como crédito productivo. El límite es determinado por los capitalistas, que deciden
cuánto invertir. A ello se le debe agregar el comercio exterior como potenciador del excedente, que
se le suma, y aparece como complemento del gasto en consumo e inversión.
La demanda va a ser determinado por el nivel de ingreso, su distribución y la propensión al consumo.
El nivel de ingreso agregado define el nivel de consumo agregado. Según esta lógica, cuanto más
crezca el ingreso, se produce una relación real, que implica que se consuma menos de lo que aumenta
este mismo ingreso, por lo que el excedente se destina al ahorro cuando el ingreso crece, el
consumo crece en menor proporción. Por eso, un incremento del ingreso usualmente se acompaña
por uno del ahorro.
Con la lógica clásica, los capitalistas actúan a favor del ciclo: cuando la economía ingresa en una
recesión, como sus expectativas de ganancias decrecen, reducirán la inversión para protegerse de la
disminución de la demanda y el riesgo de almacenar stocks invendibles. Además, reducirán la
cantidad de obreros en funciones, lo que, en general, lleva a profundizar la recesión.
Para evitar esto, Keynes considera que hay que tomar medidas anticíclicas, lo que, básicamente, se
traduce en la necesidad de generar demanda. La alternativa, entonces, es que aparezca una demanda
autónoma de las expectativas prevalecientes y el ingreso en caída.
¿Qué es una política activa del Estado en esta materia? El aumento del gasto: debe generar las
condiciones para que los capitalistas no actúen procíclicamente. Por ejemplo, si para el capitalista es
más útil depositar su dinero en un plazo fijo que comprar nuevas máquinas, esto es actuar
procíclicamente, por lo que el Estado debe intentar reducir la tasa de interés del sistema financiero,
para que no sea más atractivo especular que producir.
Asimismo, el Estado debe generar las condiciones para que el gasto total de la economía aumente,
momento en que entran en juego las obras públicas.
La política keynesiana considera que sólo una activa intervención estatal orientada a lograr pleno
empleo podía llevar a una estabilidad socialmente justificada en el seno de una economía de libre
mercado. Además, establece mecanismos a través de los cuales el Estado podía estructurar la
distribución del ingreso y la política fiscal en términos de una política presupuestaria anticíclica.
Todo esto daría origen a las políticas conocidas como de stop-and-go: cuando la economía de un país
comienza a dar signos de “recalentamiento” (inflación), las autoridades económicas deben establecer
frenos a la expansión fiscal o monetaria, pudiendo sobrellevar una recesión, que será útil para
equilibrar nuevamente las cantidades ofrecidas y/o demandadas y a los precios. A partir de este
momento, comienza el go, la expansión monetaria, para recrear condiciones atractivas para los
inversores.
En el fondo, se terminó comprobando que la inversión acabó con el desempleo. Pero esto se produjo
gracias a una creciente restricción de las condiciones materiales de vida de los sectores asalariados,
quienes, convencidos de que la guerra era justificada, resignaron sus ingresos y satisfacciones, y
aumentaron las horas de trabajo. Los controles no lograron detener el avance de los precios.
La apropiación por parte del gran capital de esta enorme masa de recursos fue posible porque éstos se
retiraron del consumo de los sectores subordinados. Esto fue el costo que pagó el ciudadano medio
para acabar con el terror de la crisis y el desempleo.
Desde 1925 hasta principios de 1929, la tasa de descuento del Banco de Inglaterra era de
alrededor del 4,5%, y en este año se subió a un 6,5%. Inmediatamente después de la caída de
la Bolsa, se redujo a un 6%, y gradualmente fue disminuida hasta llegar al 2,5% en mayo de
1931.
Francia, que se encontraba en una posición económica muy cómoda, lanzó un generoso
programa de gasto público unas semanas después de la caída de la bolsa. Nadie pensaba en la
posibilidad de una crisis.
Alemania estaba encaminándose a la bancarrota, pero esto no guardaba relación con los
sucesos en América. El gobierno estaba presionado para bajar los impuestos, pero, al mismo
tiempo, ya no podía colocar bonos a largo plazo, por lo que dependía del crédito a corto
plazo. En este contexto, la baja de la tasa de descuento después del crash fue muy bienvenido
por el gobierno.
Podemos decir, entonces, que el crack bursátil de 1929 no marcó el inicio de la depresión en
Europa: el proceso de transmisión fue mucho más complejo que eso.
Gran Bretaña:
Gran Bretaña estuvo en crisis permanente desde 1920, a causa de un conflicto de intereses entre tres
grandes grupos:
a) La City londinense, como centro financiero mundial.
b) La industria británica.
c) El trabajo.
187
La City había alcanzado su objetivo de volver al patrón oro, pero el retorno a los valores de la
preguerra en 1925 fue un grave error: para poder apoyar la sobrevalorada libra, era necesario aplicar
una política deflacionaria. Esto afectó la industria británica, tanto respecto a sus exportaciones como
con el acceso al crédito.
Pronto, los competidores alemanes y belgas capturaron partes importantes de los tradicionales
mercados de exportación británicos, y las altas tasas de interés previnieron que haya nuevas
inversiones para restaurar el capital depreciado. Mientras tanto, Londres no se preocupaba demasiado
por el problema crediticio: estaba ocupado con las transacciones internacionales.
El trabajo había pedido salarios más altos, y los consiguió. Esto llevó a constantes quejas de los
industrialistas, que decían que estos salarios aumentaban el costo de producción y reducían la
competitividad internacional de los productos británicos. De lo mismo se quejaban los alemanes.
Los salarios más altos podían explicarse si aumentaba la productividad, pero no había una clara
relación entre ambos en el caso británico. Cuando el desempleo creció, en un ambiente de inversión
recortada y altos salarios, el gobierno debió indemnizar a una gran cantidad de trabajadores, lo que
sólo podía financiarse aumentando los impuestos, lo que deprimió la inversión aún más. Incluso
antes de la Depresión, los británicos se encontraban en este círculo vicioso.
Cuando el Banco de Inglaterra no subió su tasa de descuento, en un momento de intensa
especulación americana, la tensión incrementó. La baja de esta tasa tras el crack no cambió
inmediatamente la situación, especialmente por el triunfo laborista de 1929, que incrementó el
pesimismo industrial. El gobierno temía a una política inflacionaria, que redujera los salarios reales
de los trabajadores: bajo las condiciones del momento, consideraban más seguro y deseable proteger
los salarios reales del trabajo, y la ayuda a los desempleados.
En 1930, no había aún signos definitivos de una próxima depresión: todos confiaban que las cosas
iban a seguir como siempre. En ese momento, incrementaron las transacciones financieras, algo que
parecía ser muy rentable, pero que, en realidad, aumentó la vulnerabilidad financiera de Gran
Bretaña. Éstas estaban causadas por la finalización de los intentos de Estados Unidos de garantizar
créditos a los países europeos. Los banqueros británicos intentaron capturar este mercado, ofreciendo
hacer depósitos a corto plazo y prestando dinero a altas tasas de interés.
El sistema funcionó bien en tanto y en cuanto el dinero a corto plazo llegaba hacia Londres, y la
confianza en los bancos británicos se mantenía firme. Con una mínima pérdida de confianza, el
edificio se derrumbaría, y los depósitos serían retirados, mientras que los banqueros no podrían
recuperar el dinero que habían prestado por tiempos más largos afuera.
Cuando, en 1931, hubo numerosas quiebras bancarias en Europa, el Banco de Inglaterra no pudo
servir de prestamista de última instancia. Montagu Norman, gobernador del Banco de Francia,
intentó evitarlo, pero no pudo, ya que no tenía idea de la real magnitud de las transacciones de los
bancos británicos, y, por tanto, no sabía sobre el enorme boomerang que estaba por golpear a
Londres.
El problema empezó con la bancarrota del Creditanstalt de Viena. Los franceses no intentaron ayudar
a evitarla, y criticaron a Norman por dar un crédito de emergencia del Banco de Inglaterra para
188
lograrlo: como querían sabotear el plan de una unión aduanera entre Austria y Alemania, la
intervención inglesa resultó perjudicial.
Al mismo tiempo, Norman se ató de pies y manos al ayudar al Creditanstalt: cuando el Reichsbank
alemán cayó, no tenía medios para proveer otro crédito de emergencia. Todo lo que pudo hacer es
llegar a un acuerdo con los acreedores extranjeros, mediante el cual éstos no retirarían dinero de
Alemania durante un tiempo. El gobierno alemán introdujo controles de cambios, no dirigidos a los
acreedores extranjeros sino a los alemanes que habían transferido mucho dinero afuera, porque no
confiaban más en su economía.
La combinación de este acuerdo y los controles de cambio alemanes llevaron a una corrida de los
acreedores extranjeros de Londres: temían que su liquidez iba a ser perjudicada, y retiraron el
dinero de Londres mientras pudieron. Como los bancos británicos no podían retirar su dinero de
Alemania, pronto ya no podían más, y recurrieron al Banco de Inglaterra como prestamista de última
instancia. Si bien Norman organizó préstamos americanos y británicos a esta institución, el dinero
desapareció tan rápido como llegó. En este momento, lo único que podía hacerse era elevar la tasa de
descuento del Banco de Londres, pero fue imposible, por razones políticas.
Gran Bretaña abandonó el patrón oro en 1931, fundamentalmente por presiones de Norman 13,
quien consultó con asesores del J.P. Morgan, principal acreedor del Banco de Inglaterra. Finalmente,
el Banco de Inglaterra pagó todas sus deudas a los gobiernos extranjeros en oro, pero dejó a Morgan
con bonos en libras esterlinas, que ahora valían mucho menos que antes.
Liberado de las presiones del patrón oro, Norman se embarcó en una política monetaria nacional,
más que una internacional. Descontó la tasa de descuento escalonadamente, hasta que quedó en un
2%, lo que se mantuvo hasta la Segunda Guerra Mundial. De hecho, la tasa de descuento dejó de ser
relevante, luego de que el gobierno creara un nuevo instrumento: la Cuenta de Ecualización del
Intercambio, lo que preveía un gran alcance para operaciones de mercado abierto. Esta cuenta
contaba con reservas de divisas extranjeras. Así, se podía comprar y vender una gran cantidad de
bonos del gobierno, determinando la oferta monetaria y el tipo de cambio de la libra, que era flotante
y se había depreciado alrededor de un 30%.
Luego de bajar la tasa de descuento, Norman pudo convertir la deuda nacional de guerra: los bonos
de guerra tenían una tasa de interés del 5%, pero los acreedores de éstos fueron persuadidos a
cambiarlos por unos nuevos, con 3,5% de interés, pero a más largo plazo. Al Tesoro, esta conversión
le sirvió mucho: la deuda de la guerra era de alrededor de dos billones de libras, y salvar un 1,5% de
interés significaba aliviar el presupuesto en treinta millones de libras.
No fue sólo el inteligente manejo de Norman lo que mejoró la política monetaria británica: también,
hubo un enorme flujo de oro proveniente de India, que se utilizó para incrementar las reservas de
Gran Bretaña y reflacionar la moneda. El circulante aumentó un 25% entre 1929 y 1936. Esto
estimuló la inversión y la construcción privada, que fue la contribución más importante para la salida
de la crisis británica.
13
A pesar de haber sido quien más impulsó el patrón oro, cuando volvió a Inglaterra de Estados Unidos, Norman se hizo
el desentendido y pretendió estar disgustado con la decisión.
189
Los bancos sobrellevaron bastante bien la situación: si bien sus ganancias reales disminuyeron,
pudieron transferir algunas de sus reservas ocultas, lo que mantuvo a los acreedores contentos. La
capacidad de supervivencia de los bancos británicos ya se había reforzado con las fusiones anteriores
a la depresión: los grandes clearing banks14 se habían unido a los exchange banks. Entre 1931 y
1934, las ganancias reales de los bancos británicos aumentaron, y, después de 1933, superaron las
ganancias publicadas.
La devaluación y la reflación hubieran sido suficientes para superar la depresión, pero Gran Bretaña,
además, optó por el proteccionismo en 1931. Esto fue así, en parte, por el aumento de las presiones:
muchas industrias que se habían quedado afuera del mercado internacional ahora querían asegurarse
el control del mercado interno. Las industrias exportadoras y el Partido Laborista estaban a favor del
libre comercio, pero este último había poder en manos del Partido Conservador, con sus intereses
proteccionistas.
Es cierto que el proteccionismo era una tendencia mundial, iniciada por Estados Unidos: cuando
Roosevelt devaluó el dólar y el impacto de la devaluación de la libra fue reducido, los proteccionistas
triunfaron.
La Conferencia de Ottawa, de 1932, sirvió para construir una unidad mercantil con el Imperio
Británico. Su principio básico fue el bilateralismo múltiple, en el que Gran Bretaña declaró qué
bienes de cada dominio específico iba a admitir sin aranceles, y cuáles mercancías suyas tendrían que
ser recibidas bajo las mismas condiciones.
Alemania:
Hubo muchas similitudes entre la situación británica y la alemana en la posguerra, con una
excepción: Alemania sufrió un proceso hiperinflacionario en 1923. Este evento tuvo varias
consecuencias:
Entre las negativas, todos los ahorros fueron perdidos, lo que creó una seria injusticia social.
Por el lado positivo, las deudas privadas y la deuda interna del gobierno fueron eliminadas
de esta forma, lo que abrió el paso a nuevas inversiones.
El problema es que las reparaciones pedidas por la Triple Entente no podían ser barridas con la
hiperinflación: continuaron siendo un problema permanente, ante el cual el gobierno germano adoptó
una actitud ambivalente:
El Plan Dawes había abierto las puertas al crédito americano para Alemania. Bajo este plan, un
representante americano asentado en Alemania debía monitorear el correcto pago de las
reparaciones. Como el elegido, Parker Gilbert, se tomaba su trabajo muy en serio, se convirtió en un
aliado natural de los franceses, mientras que los alemanes querían ganarse su simpatía, para
demostrarle que no podían pagar las reparaciones. Pronto, los políticos de este país comenzaron a
temer que el juicio negativo de Gilbert hacia sus políticas cierre el flujo de crédito americano.
14
Instituciones financieras cuyo fin es facilitar el intercambio (clearance) de transacciones, seguridades y pagos. Su
propósito es evitar que, en un intercambio, una de las partes incumpla las condiciones.
190
Las reparaciones podían ser pagadas en mejor forma cuando se adoptaba una política deflacionaria,
reduciendo la demanda de importaciones y dejando a Alemania con un superávit comercial, que
podía usarse para pagar reparaciones. Pero la contracción monetaria causó el desempleo, que, en
1926, aumentó a un 22%. Por eso, ningún gobierno alemán, que debía sostenerse por el apoyo
parlamentario, podía aplicar una política así durante mucho tiempo.
Las reparaciones y deudas de guerra habían causado un círculo vicioso: si Gran Bretaña y Francia
hubieran podido gastar las reparaciones recibidas en comprar bienes alemanes, esto podría haber
estimulado la economía germana, pero no podían, ya que había que pagarle intereses por las deudas
de la guerra a Estados Unidos.
Ante esto, Gilbert hizo una propuesta: que Alemania pague el interés de las deudas de guerra de los
aliados, y que éstos cancelen sus pedidos de reparaciones. Además, esperaba que Estados Unidos
reduzca el período en el que estas deudas debían pagarse, que era mayor a 62 años. Los franceses no
estaban demasiado interesados, puesto a que los hacía perder el poder político que le proveían las
reparaciones.
El Plan Young, que reemplazó al Plan Dawes en 1929, tampoco resolvió el problema: sólo redujo
los pagos de reparaciones, manteniendo las deudas de guerra como estaban. Finalmente, en 1932
Alemania defaulteó las reparaciones, y, en 1934, los aliados hicieron lo propio con las deudas de
guerra.
El tema es que, cuando la depresión golpeó en Alemania, aún el asunto de las reparaciones no se
había zanjado. Se optó por el camino de la deflación, con elevados niveles de desempleo, para
demostrar que el país no podía pagar las reparaciones sin optar por políticas masoquistas. Esto
aumentó el impacto de la depresión, y preparó el camino para el ascenso de Hitler.
La República de Weimar había intentado mostrarse como un Estado de Bienestar moderno, y, al
hacerlo, aumentó mucho el gasto público, que llevó a subir los impuestos y endeudarse. Cuando, en
1928, se detuvo el flujo crediticio norteamericano e incrementó el desempleo, los industriales
comenzaron a pedir un recorte impositivo. Pero, al mismo tiempo, la deuda había llegado a punto tal
que ningún gobierno podía continuar pidiendo bonos, y el sistema político estaba herido de muerte.
Los grupos de presión intensificaron sus reclamos a medida que la economía se encogía, y la torta
que debía compartirse era cada vez más chica. Como no tenían posibilidades de avanzar en sus
pedidos, se volvieron impotentes. Mientras tanto, el canciller alemán continuaba con una política
ortodoxa, de equilibrio presupuestario: su política monetaria era deflacionaria. Intentaba mostrar que
la República de Weimar era una buena deudora, y pagar las reparaciones para llegar a un acuerdo.
Cuando Gran Bretaña devaluó la libra, en 1931, se impusieron estrictos controles de cambios, lo que
permitía que Alemania continuara en el patrón oro: como los germanos eran muy sensibles a
cualquier síntoma de inflación, el patrón oro se veía como la única alternativa para preservar la
estabilidad económica. Además, el sistema de control de cambios permitía manejar a los grupos de
presión: por ejemplo, el gobierno podía complacer a los exportadores otorgándoles subsidios y
permitiéndoles usar sus ganancias para importaciones, y, al mismo tiempo, darles licencias
específicas a los importadores.
191
Se hicieron múltiples acuerdos bilaterales con otros países, estableciendo que debían comprarle tanto
a Alemania como Alemania a ellos. Esta política, que comenzó bajo el canciller Brüning, luego fue
continuada bajo el nazismo: para finales de la década de 1930, el 80% del comercio exterior británico
se hacía de esta forma, y la Unión Soviética se había convertido en un importante aliado en los años
de la depresión.
El régimen mercantilista al que evolucionó Alemania para solucionar los problemas de la depresión
estaba muy bien organizado, pero no era el único: Gran Bretaña también había tomado pasos en esta
dirección con la Conferencia de Ottawa, si bien desprendiéndose del patrón oro, lo que la colocaba
en una posición mucho más cómoda.
Cuando ascendió al poder, Hitler pudo agrupar a todos los grupos de presión insatisfechos de la
sociedad, proveyéndoles un vago común denominador a sus aspiraciones. Había logrado su cometido
de la mano del presidente Paul von Hindenburg: éste había sido reelegido en las elecciones de 1932,
y Hitler, que era su rival, había sido derrotado por un gran margen. Finalmente, Hindenburg terminó
pidiéndole a Hitler formar un gobierno, ya que lo consideraba una herramienta útil para controlar a
las masas y proteger los intereses de los capitalistas alemanes. La herramienta terminó
convirtiéndose en un dictador, y, cuando Hindenburg murió en 1934, Hitler tomó su puesto.
Los capitalistas alemanes progresaron bajo la gestión de Hitler: su Ministro de Economía, Hjalmar
Schacht, era un conocido banquero conservador, en quien podían confiar. Lentamente, la economía
se reflacionó, y Hitler saltó a la fama como el hombre que superó la depresión en Alemania.
Francia:
En Francia, el impacto de la crisis fue muy distinto que en Alemania y Gran Bretaña, por varias
causas:
1) El impacto fue mucho más tardío, ya que el franco estaba subvaluado, y había retornado al
patrón oro a una paridad muy baja en 1928. Como tenía muchas reservas a su haber, estaba en
una posición muy cómoda, permitiéndole hacer extensivos programas de gasto público.
2) Los precios agrícolas continuaron altos por las medidas proteccionistas.
3) La producción industrial no retrocedió hasta 1931, y el nivel de desempleo era marginal.
4) La repatriación de capitales franceses incrementó el flujo de oro, por lo que las reservas
sumaron mucho más que el 35% requerido por el banco.
Así, mientras Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania estaban en el medio de la deflación, Francia
vivía una estimulante tendencia inflacionaria, y era considerada un bastión de estabilidad, al que se
veían atraídos los capitales extranjeros.
Pero las devaluaciones británica y americana de 1931 y 1933 cancelaron la ventaja otorgada por un
franco subvaluado, y la depresión golpeó Francia en 1934. Al mismo tiempo, el proteccionismo
había causado una sobreproducción interna de productos agrícolas, lo que hizo caer los precios.
Esperando la inevitable devaluación del franco, los capitalistas movieron su capital al exterior.
El gobierno francés dudó en tomar este paso, temiendo arruinar la reputación del país, que había
servido para estabilizar la economía en un mundo inestable. Para apoyar al franco, se siguió una
política ortodoxa: la deflación.
192
Fue recién en septiembre de 1936 cuando Francia llegó a un Acuerdo Tripartito con Estados
Unidos y Gran Bretaña, lo que llevó a una devaluación del franco de alrededor de un 30%. En 1938,
el capital francés fue repatriado, y hubo un retorno a la prosperidad, si bien fue en el medio de
bruscos cambios de gobiernos y debates sobre el rearme.
Casi en todos lados, la depresión golpeó más a los pobres que a los ricos: hubo hambrunas, y los
deudores se enfrentaban con el servicio de la deuda a valores constantes. Los únicos beneficiarios
eran los únicos que recibían salarios fijos, ya que podían disfrutar de comida barata y una baja de los
precios en la mayoría de los bienes de consumo.
Los especuladores, bancarios y capitalistas monopólicos fueron culpados por la depresión, e incluso
se hicieron acusaciones contra la gente en Wall Street y los judíos. En muchos países, esto dio lugar
al auge del populismo: los políticos se presentaban como los protectores del pueblo contra estas
fuerzas siniestras.
Los líderes populistas tendieron a agrandar el aparato estatal, e introdujeron todo tipo de controles y
programas públicos para evitar el desempleo. La escala varió, desde el New Deal de Roosevelt hasta
los totalitarismos fascistas, dependiendo de las precondiciones históricas de cada país: en los
sistemas políticos estables, como el británico, el populismo no tenía muchas posibilidades. Pero, en
muchos países, como los latinoamericanos y los de Europa Central y del Sur, emergieron nuevos
regímenes políticos.
En la depresión, había graves problemas a afrontarse, y la gente esperaba un approach resolutivo por
parte de sus líderes. Como el populismo se presenta a sí mismo como una fórmula resuelve-
problemas, emergió en todos lados en estos años.
En las colonias africanas y asiáticas, el populismo asumió la forma de movimientos de liberación
antiimperialistas. Los países colonizadores fueron culpados por todo: si bien habían sido golpeados
por la depresión, esto no les interesaba a los nacionalistas asiáticos y africanos. El fascismo no era
una opción para las colonias, ya que aún no podían determinar su destino político, pero los
movimientos de liberación podían evocar simpatías hacia los fascistas, que eran enemigos de los
líderes coloniales.
Los nacionalistas organizaron movimientos no violentos, o se alzaron en rebeliones esporádicas, que
fueron fuertemente reprimidas por los líderes coloniales.
El fascismo en Europa:
El fascismo en Europa no debe su origen a la depresión, sino que emergió después de la Primera
Guerra Mundial. La ruina del mundo de preguerra había dejado a muchas personas sin brújula y con
un fuerte deseo por alcanzar un nuevo orden. El fascismo enfatizaba en la solidaridad nacional, y se
presentaba como un protector externo de la nación, frente a los enemigos internos e internos.
Así, se convirtió en un polo de atracción para quienes no se sentían representados por los partidos
políticos tradicionales, y desacreditaban al sistema existente, considerando que debía ser
reemplazado por algo diferente.
Benito Mussolini llegó al poder mucho antes de la depresión, y pudo reforzar su impacto mediante
medidas dictatoriales. Desafió a Francia y Gran Bretaña conquistando Abisinia, y, al demostrar que
los aliados occidentales estaban inermes ante este tipo de acciones, alentó a Hitler a tomar medidas
mucho más peligrosas contra ellos.
En contraste con el socialismo y el comunismo, el fascismo no tenía un político económico claro: tal
vez, su única postura firme era el anticomunismo. Pero había algunos elementos de corporativismo y
194
autarquía nacional en el pensamiento fascista, que combinaba con la idea de una economía nacional
cerrada, como la postulada por Keynes.
También, se encontraban ciertos carices de neomercantilismo en su pensamiento, porque Mussolini
se sentía atraído hacia el pleno empleo.
Por su parte, el Ministro de Economía de Hitler, Schacht, respondió que el potencial de trabajo de los
alemanes era el respaldo de la moneda alemana. Se trataba de un populismo económico, y
funcionaba: como no había una ideología vinculada con una doctrina económica explícita, el
fascismo contaba con una gran flexibilidad en ese campo. Los tecnócratas y financieros como
Schacht tenían mano libre en el régimen hitleriano.
Con su culto al líder y desprecio por la democracia, el fascismo fue mucho más primitivo que las
monarquías italiana y alemana de preguerra. Además, destruyó las “coaliciones distribucionales” de
las uniones comerciales, unificándolas aplastando las diferencias. Así, las fricciones sociales se
detuvieron, los salarios se mantuvieron bajos, la producción aumentó y el pleno empleo se alcanzó
rápidamente.
Pero Hitler no concebía a su régimen como un mero medio para superar la depresión, como sí lo
hacía Schacht. En cambio, tenía “fines más altos”, y la tecnocracia le era útil en tanto y en cuanto lo
asegure a sostener su régimen. El poder que había adquirido a partir de 1933 sólo era un medio para
un fin, y ese fin era la hegemonía global. De esta forma, el fascismo superaba el vago populismo de
otros dictadores: generalmente, los populistas se conformaban con medidas limitadas de mejoría,
mientras que los fascistas hablaban de una ‘revaluación de todos los valores’, atrayendo, incluso, a
los intelectuales. Después de la Primera Guerra Mundial, Alemania buscaba un nuevo profeta, y
Hitler se aprovechó de eso.
Fue recién después de la Segunda Guerra Mundial que la Argentina experimentó el populismo: el
peronismo, que surgió como una reacción secundaria a la negligencia hacia los intereses nacionales
durante los años de la depresión. La base social más importante de Perón eran los trabajadores
urbanos y los sindicatos, que miraban a la década anterior como “infame”: sostenían que los
acreedores británicos, junto con la oligarquía agraria, habían evitado el aumento de una política
económica nacional.
Brasil tenía precondiciones históricas diferentes. También había una oligarquía orientada a las
exportaciones que se presentaba como “liberal”, pero, como el precio del café (su principal producto
de exportación) había sido sostenido por intervención estatal, se había vuelto dependiente del
gobierno. La depresión alteró las ecuaciones políticas, y emergió Getúlio Vargas como un líder
populista, que se mantuvo en el poder hasta 1945. Aplastó un movimiento cuasi-fascista, luego de
simpatizar con ellos por un tiempo. Si bien cultivó buenas relaciones con la Alemania nazi, él no era
un fascista: apoyaba un populismo vago, pero nunca encabezó un poderoso movimiento propio, sino
que prefirió dividir y reinar, balanceando varios intereses y evitando ser muy cercanamente
identificado con cualquier grupo político.
Otro ejemplo paradigmático fue Perú: el carismático Víctor Raúl Haya de la Torre había fundado
la Alianza Popular Revolucionaria Americana en 1924. Cuando el impopular dictador Leguía fue
depuesto en 1930, el joven Haya de la Torre podría haber emergido como líder, pero su partido fue
proscripto entre 1930 y 1957, y, cuando finalmente ganó la mayoría de las votos en la elección
presidencial de 1962, tampoco alcanzó el mando. Recién fue en 1965 que su partido pudo participar
en formar un gobierno en Perú. El problema era que el país estaba subdividido en muchas economías
regionales aisladas, y, bajo esas circunstancias, era muy difícil ganar el poder necesario. Se
mantuvieron marginales al proceso político, una alternativa permanente, sin posibilidades de llegar al
poder.
Un populismo exitoso fue el colombiano, de la mano del Partido Liberal de Colombia, que tenía un
programa social definido, que intentó implementar paso a paso. Desafortunadamente, encontró su
final por esta misma razón. Los liberales habían sido oposición durante cuarenta y cinco años,
cuando la depresión les dio la posibilidad de derrotar a la oligarquía conservadora y orientada a las
exportaciones en 1930. El primer presidente no dejó demasiado legado, pero su sucesor, Alfonso
López Purmarejo, implementó el programa del partido introduciendo reformas agrarias y un
sistema impositivo progresivo. Además, dio más poder a los sindicatos, y cambió la Constitución
para obligar al Estado a hacer una distribución de ingresos más equitativa. La oligarquía agraria y los
nuevos capitalistas industriales se oponían al gobierno, y la expansión de la base social de los
liberales fue muy resentida por el Partido Conservador.
Un líder liberal, que había encabezado las reformas agrarias iniciadas en 1934, fue asesinado por sus
enemigos políticos. Luego de esto, estalló una guerra civil, que culminó con la imposición de un
golpe militar.
Mejor suerte tuvo Lázaro Cárdenas (1934-1940) en México, donde las luchas contra los intentos de
reforma ya habían sucedido casi treinta años antes. Con la destitución del dictador Porfirio Díaz, se
produjo una nueva Constitución en 1917, bajo la cual se alcanzaron las reformas agrarias y la
196
expropiación de latifundios extranjeros, mientras que el petróleo y otros recursos naturales habían
sido declarados propiedad nacional.
Cárdenas partió de esa base para completar la reforma agraria, expropiar compañías petroleras
extranjeras y armar la compañía estatal Petróleos Mexicanos. Además, reorganizó su partido,
nombrándolo Partido Revolucionario Institucional (PRI). Fue una inteligente retórica populista:
sugería que los logros de la revolución ahora estaban institucionalizados, y, por tanto, preservados en
los años venideros. El presidente se afrontó a la oposición de Estados Unidos y Gran Bretaña, pero
esto lo ayudó a alcanzar la solidaridad nacional.
puestos en la administración colonial que no eran desempeñados por los británicos usualmente
estaban ocupados por indios. No había ninguna organización política a la que apelar para escuchar
los problemas del pueblo birmano. Por eso, el levantamiento guiado por Saya San fue sólo un evento
esporádico, aislado de la corriente central del nacionalismo. Luego de su ejecución, en 1932, los
plebeyos birmanos se quedaron sin líder.
Recién en 1936 se adoptó un curso más radical, por un grupo de estudiantes universitarios conocidos
como “thakins”. Intentaron combinar nacionalismo y socialismo de la misma forma que el Partido
Socialista del Congreso de India, que se había establecido en 1934 por seguidores de Jawaharlal
Nehru.
Por otro lado, en Vietnam, no hubo grandes manifestaciones en esta época: Ho Chi Minh, quien
luego emergería como el principal líder del movimiento de liberación vietnamita, ni siquiera estaba
en el país: pasó el período 1931-1933 en una prisión británica en Hong Kong.
Una figura representativa emergió en Indonesia: Sukarno, quien fundó su partido nacionalista en
1927, el cual fue perseguido. Su movimiento, conocido como marhaenismo, era un típico ejemplo
del populismo en los movimientos anticoloniales: se suponía que era un socialismo no marxista y
radical, devoto a mejorar las condiciones de vida de los pobres. Tomaba el destino de un individuo
como representación de las condiciones generales del pueblo, para generar solidaridad nacional.
de Yugoslavia tendría tantos trenes y locomotoras como había en la guerra. Era algo azaroso y poco
planificado.
La situación de Alemania:
Un gran perjudicado de todo esto será Alemania, que emerge de la Primera Guerra Mundial
perdiendo:
Esto genera una tensión innecesaria. Por otra parte, las reparaciones NO se definen en Versalles:
aquí, se designa una Comisión de Reparaciones que va a designar cómo se realizarán. Aún no estaba
claro qué debía pagar Alemania, y el debate era aún muy intenso, con participación de figuras como
Keynes.
Cuando termina la guerra, para empeorar la situación, se dio la pandemia de la Gripe Española, que
mató más gente en todo el mundo más de las causalidades que hubo en la guerra. Su impacto fue
muy importante, sobre todo porque Europa tenía un sistema de salud muy debilitado.
Los países europeos debían reconstruirse, y tenían, en Alemania, un pagador. Por eso, cuando
termina la guerra, Alemania pagaba a cuenta de reparaciones aún no establecidas, con pago en
especie: por ejemplo, enviaba hierro y carbón para recuperar los ferrocarriles. Esto generará un
enorme problema, porque… ¿cuánto vale eso? ¿Cuál es el valor de una vía de tren?
Se dio una fuerte controversia: los recursos alemanes eran infravalorados en su valor por el resto de
Europa, y sobrevalorado por los germanos. Lo cierto es que los materiales eran enviados.
En 1921, la Comisión de Reparaciones establece el monto de pago de reparaciones. La cifra
establecida fue de unos 132.000 millones de marcos alemanes, algo así como unos 20.000 millones
de dólares de la época. Si ya es exorbitante a día de hoy, más aún lo era en esa época. Además,
199
obligaba a pagos anuales durante treinta años, con intereses. Por otra parte, se debía pagar el 26% de
las exportaciones alemanas por cuarenta y dos años.
Francia estaba muy interesada en someter a Alemania a una carga financiera tan grande, que alivie la
presión armamentista. Pero, además, había un segundo tema importante: el de las deudas. El
siguiente gráfico es una especie de resumen de la situación de las deudas:
Inicialmente, Gran Bretaña financiaba la guerra. Por eso tenía una cierta centralidad al principio.
Pero, a medida que se prolonga la guerra, Estados Unidos aparece como el gran prestamista, y tiene
intereses en cobrarse esas deudas. Francia e Inglaterra intentaban saldar la deuda con los
norteamericanos a través de las reparaciones alemanas, pero Estados Unidos se mantenía inflexible: a
Alemania, en Versalles, habían decidido destruirla en términos económicos. Despojándosela de
tantos recursos, ¿qué garantía habría de que Alemania estuviera en condiciones de pagar las deudas?
Esto también explica la voracidad en cobrar reparaciones, porque los países que debían pagar sus
deudas, y que habían quedado perjudicados por el conflicto, se dan vuelta
y ven que Estados Unidos les estaba pidiendo que paguen sus deudas. Si
Alemania no les pagaba, asimismo, reparaciones, se encontrarían en un Alemania
contexto aún más perjudicial aumenta la presión sobre las deudas
Reparación
alemanas, para que los países europeos no deban hacer todo el esfuerzo de
reconstrucción y pago de deudas sin recibir las reparaciones alemanas.
País
europeo
Estados
Unidos
200
Cuando Alemania recibe la noticia del exorbitante monto, se despierta una situación de crisis social y
tensión: si no las aceptaban, caerían en riesgo de volver a una guerra. De esta forma, no le quedó más
Deuda
remedio que aceptar.
Al principio, Alemania podía pagar, porque lo hacía con recursos: eventualmente, no habría tanto
carbón para el invierno para la población, o disponibilidad de madera para el consumo doméstico,
pero no corría riesgos monetarios. A medida que pasa el tiempo, se empieza a requerir el pago en
oro, y ahí es un problema: ¿de dónde podría sacar Alemania el oro?
1) Endeudamiento: ¿qué inversor le prestaría a una Alemania debilitada y destruida? No había
capital financiero para prestar, menos a un país del que no había garantías de devolución.
2) Aumento de impuestos: resultaba imposible aumentar la presión impositiva sobre una
sociedad destruida.
3) Comercio exterior exitoso: se podría alcanzar un superávit comercial, aumentando las
reservas de oro. Pero, con la pérdida de todas sus colonias y su flota mercante, a Alemania le
resultaba imposible comerciar. Además, no tenía un excedente para comerciar con el exterior.
La presión sobre Alemania era agobiante: en enero de 1921, la cuenta de reparaciones llegó, y lo
primero que hizo fue intentar renegociar el pago en metálico, porque no podía. El más agresivo fue
Francia, mientras que Inglaterra tenía una posición más moderada. Finalmente, Alemania no pudo
evitar someterse, pues triunfó la tesitura francesa.
La situación se hizo tan tensa que, en enero de 1923, Alemania no pudo pagar, y se dio el proceso de
invasión al Ruhr por Francia y Bélgica. Se da un fenómeno de resistencia pasiva: invaden una zona
con el objetivo de obtener recursos financieros de ella, van a los bancos para intentar sacar las
reservas, y hay una especie de mandato de no colaborar con el invasor. Las tropas francesas y belgas
querían obligar a la población. El Estado Alemán entregó dinero para sostener a los trabajadores en
la zona del Ruhr, para que no se presentaran a trabajar en las minas ocupadas, y así enarbolar una
resistencia pasiva.
Para hacerlo, el Estado debió emitir, algo que ya venía haciendo. Esto desencadenó en un desborde
hiperinflacionario. El fenómeno de hiperinflación no fue solamente alemán: las hiperinflaciones de
posguerra estuvieron en casi todos los países nuevos, que no tenían una estructura de recaudación,
por lo cual se financiaban con emisión monetaria. Desde 1914 hasta 1923, el nivel de precios se
multiplicó:
a) 14.000 veces, en Austria.
b) 23.000 veces, en Hungría.
c) 2.5 millones de veces, en Polonia.
d) 1 billón de veces, en Alemania.
Esto despertó una gran preocupación. El
mundo nunca había afrontado una
situación de un aumento de precios de tal
magnitud, y no se sabía qué hacer. No
había medidas claras a tomar:
simplemente, se seguía emitiendo.
201
¿Quiénes fueron los grandes perdedores? Quienes tenían una renta fija: por ejemplo, quienes, en
1920, fijaron un contrato de alquiler para rentar su casa por 5 años, con un monto fijo. Los
beneficiarios fueron quienes podían tomar el ingreso y convertirlo a un activo que preserve valor.
Pero esto era algo bastante sofisticado: en esa época, no había dólares en el mercado. Por eso, lo que
se hacía era comprar cosas desenfrenadamente, porque lo que se podía adquirir el día de hoy no
podía comprarse al día siguiente.
Todo este proceso forzó a renegociar el pago de reparaciones. Se dio origen al Plan Dawes.
Dawes fue una figura política importante norteamericana, enviada por su país con el fin de mediar:
Estados Unidos estaba muy interesado en meterse en la cuestión internacional, porque quería evitar
que le afecte, de alguna manera, el pago de sus propias deudas en términos económicos, durante
los años veinte, Estados Unidos no estaba aislado, sino presente.
Dawes negocia las nuevas condiciones, que implicarían:
1) Que no le va a reconocer a Alemania una reducción del pago de reparaciones: la carga
sigue estando.
2) La flexibilización del pago de intereses, y la reducción del pago por año no se cambia
la carga de la deuda, pero sí se aliviana y hace más pagable.
3) La instalación de un Comité de Deuda en Alemania, que monitorearía las cuentas
públicas, de forma tal de tener información certera sobre la capacidad de pago alemana
fuerte intromisión, que es percibida como ofensiva e intrusiva para Alemania, generando
ciertas controversias.
4) Crédito brindado por Estados Unidos, para ayudar a paliar la hiperinflación. Hay un
cambio de moneda: todas las monedas en circulación dejan de existir, surge una nueva
moneda, de la cual se asegurará tener reservas, y se controlará la emisión.
El gobierno alemán decía que había pagado tres veces el monto de pago establecido por el Comité de
Reparaciones. La mayor diferencia entre lo sostenido por Alemania y el Comité se dio antes del Plan
Dawes, hasta 1921, cuando Alemania no hacía pago en metálico, sino en especie, por lo cual no
había una unificación respecto a cómo cuantificar estos bienes, que Alemania sobreestimó, y el
Comité subestimó casi el 70% del pago de las reparaciones fueron hechas en especie o con
préstamos de capital norteamericano.
203
La situación norteamericana:
Los préstamos de Estados Unidos a Alemania nos demuestran la falacia que es decir que Estados
Unidos estuvo aislado del mundo en los años veinte. Si bien lo estuvo en términos políticos y
militares, no fue así en lo económico, fundamentalmente por la prestación de créditos.
Entre 1924-1929, como veremos en el siguiente gráfico, se da una situación de:
Expansión americana.
Caída de Gran Bretaña, que era la gran potencia financiera hasta 1914.
siquiera se sabía cuánto debía pagar Alemania de reparaciones. No se llevó adelante, pero
tuvo una frase célebre: la vuelta al patrón oro o su establecimiento requeriría, en numerosos
casos, una deflación, básicamente por la apreciación de las monedas nacionales durante la
Guerra.
El problema era… ¿cómo podríamos poner de acuerdo a diferentes países a bajar su NGP, y,
así, poder declarar la convertibilidad en oro? Esto era un problema ligado al patrón oro
estricto.
Otra parte importante de la Conferencia fue la propuesta de una Clearing House mundial. La
Clearing House es un sistema que aún existe en la actualidad: cuando yo deposito un cheque
en el banco A, y me pagan con uno emitido en el banco B, me acreditan el dinero porque ese
cheque va a una Clearing House, que intermedia entre ambos bancos, efectuando un
movimiento de control que termina en que a mí me den el dinero.
b) Conferencia de Génova (1922): su primer dato importante es que, en ella, el patrón oro
cambia. Ya no hablamos más de patrón oro, sino de Gold Exchange Standard, patrón cambio
oro, que parece similar, pero no es lo mismo. Este sistema será intensamente impulsado por
Gran Bretaña, que observa que Estados Unidos empieza a surgir en el mundo como una
potencia económica, desplazando a la libra como moneda central del sistema financiero y
reemplazándola por el dólar. Lo que intentaban los británicos era que la libra superara estos
embates.
Volvamos al Gold Exchange Standard, que, en términos nominales, no es lo mismo que el
patrón oro: el mantenimiento del valor oro de una moneda debe estar asegurado por una
reserva adecuada de activos, no necesariamente en forma de oro. Se establece una especie de
convertibilidad del oro indirecto: la libra podría ser demandada como reserva de valor del
sistema financiero, porque es convertible en oro intento de dar valor de la libra,
capitalizando su presencia y tradición. Se quería decirle a los países: acumulá en libras, que
es lo mismo que acumules en oro.
Con esto, se genera una reserva de billetes convertibles. Va a haber algunos países cuya
emisión monetaria va a ser demandada por el resto, para guardar como reservas equivalentes
al oro.
El efecto del cambio en el patrón oro se puede ver en la evolución de las reservas de oro en los
principales “bancos centrales” de los países. En el siguiente cuadro, se expresan en millones de
dólares:
Texto de Keynes:
A medida que pasaba el tiempo, en la posguerra, comienzan a resolverse los problemas del sistema
financiero. En la agenda, quedaba pendiente la vuelta a la convertibilidad, a la normalidad.
Rápidamente, se intenta resolver esta situación, convocando a un grupo de expertos, entre el que
estaba Keynes, a dar su opinión.
En Inglaterra, como Secretario del Tesoro, estaba Winston Churchill, quien tenía que tomar la
decisión de la vuelta de la convertibilidad a la libra. Su idea fue volver a la convertibilidad en oro,
pero con el mismo tipo de cambio de la anteguerra: 1 libra = 1 gramo de oro. En parte, esto se hace
porque creían poder sostenerlo, y, en otra, por prestigio: que se había vuelto a la poderosa libra de
antaño, transmitiendo una posición de poderío político británico.
Antes de la guerra, una libra valía un gramo de oro. Entre 1914-1918, se había abandonado el patrón
oro. Con Churchill, se intentó volver al tipo de cambio previo. ¿Pero cuál era el problema de
devaluar en un 10%? Que los precios y los salarios no se habían devaluado: la producción inglesa era
más cara en oro, porque no se daba lugar al cambio generado por la inflación. La pretensión política
de fortalecer a la libra generaba consecuencias domésticas: ahora, era mucho más caro, y se
sobrevaluaba la libra.
A Inglaterra, se le hace cada vez más difícil exportar: encima que ya venía compitiendo con ciertas
dificultades con otros países, se había encarecido, liquidando esta posibilidad.
206
El artículo es del año 1925, año en que Churchill había tomado la decisión de volver al tipo de
cambio de la anteguerra. De esta forma, Keynes se anticipaba a lo que podía llegar a suceder.
207
¿Por qué Churchill toma esta decisión, que tan perjudicial podía llegar a ser? Keynes considera que,
al sobrevaluar la moneda, Churchill apostaba a que sucedieran dos cosas:
1) Arriesgarse a una elevación de precios oro en el exterior, llevando a que las exportaciones
sean competitivas.
2) Reducir los salarios y el costo de vida en términos monetarios.
Entonces, las alternativas son esperar la suba de precios, o bajar los precios yo.
¿Por qué Keynes podría pensar que Churchill decía que la suba de los precios en el exterior
neutralizaría el impacto de su medida? El gran competidor del que hablaba Churchill cuando
apostaba a que la revaluación de la libra generaría una elevación de precios oro en el exterior era
Estados Unidos: se apostaba a que los precios aumentarían en este país porque estaba en una
situación novedosa, de estar cobrando el pago de las deudas. La expectativa era que esa gran
cantidad de dinero que empezaría a recibir Estados Unidos, con cierta fluidez, tendría un efecto de
aumento en su NGP, que neutralizaría el aumento de ingresos de Inglaterra por la sobrevaloración de
la libra.
La inflación inglesa generó un aumento de precios. Se volvió al patrón oro, haciendo que valga lo
mismo que antes de la guerra, pero los precios siguen iguales: de esta forma, aumenta, en oro, la
bolsa de carbón. Pero, para Churchill, en Estados Unidos los precios iban a subir, por el efecto de la
mayor cantidad de dinero proveniente de las deudas de los países europeos en su NGP, generando
inflación. Lo que no ve es que Estados Unidos estaba en expansión: cualquier capital que recibía
Estados Unidos generaba mayor productividad y expansión de la industria, no es dinero que se queda
en el sistema y aumenta la inflación todo el beneficio y prestigio del aumento de la libra, pero sin
costos.
Esto no sucede. Como la economía exterior no había ajustado los precios, ahora, el ajuste se debía
hacer desde adentro, con desempleo, baja de salarios y costo social. Churchill estaba obligado a dos
cosas:
Bajar salarios.
208
Bajar el costo de vida, para compensar el malestar que generaría la baja de salarios.
Pero esto último no es fácil: es inevitable que se produzca desocupación y tensiones industriales.
Para peor, los salarios eran demasiado altos para el año anterior, con lo cual la baja debía ser incluso
mayor.
Incluso si esto funcionara bien:
Al elevarse los precios oro en el exterior, se producirá una gran depresión en las industrias de
exportación, lo que generará una atmósfera favorable a la reducción de salarios, pero también del
costo de vida. Este último no disminuirá lo suficiente, y las industrias de exportación no podrán
reducir suficientemente sus precios hasta que los salarios hayan bajado en las industrias
protegidas. Pero los salarios no bajarán en las industrias protegidas, por la desocupación. Esto se
hará por medio de las restricciones de crédito, intensificando deliberadamente la desocupación
hasta el grado necesario, en que los salarios bajen. Cuando el proceso termine, el costo de vida
habrá disminuido.
El caso francés:
Al igual que Inglaterra, Francia también debía tomar la decisión de volver al modelo de
convertibilidad. Pero su situación doméstica era mucho más problemática e inestable: hay muchos
gabinetes que entran y salen, el Plan Dawes y la financiación a Alemania son vistos con malos ojos,
etcétera. Eso hace que la vuelta a la convertibilidad se postergue durante un tiempo.
Cuando toca el momento de volver a la convertibilidad, Francia opta por seguir la medida inversa de
Inglaterra: infravalorar el valor del franco, entrando con un tipo de cambio mucho más competitivo.
Para el período 1927-1929, el índice del precio medio de las exportaciones (base 100 en 1913), fue:
a) Reino Unido: 162. c) Italia: 123.
b) Suiza: 149. d) Francia: 101.
Ahora, el índice del volumen medio de las exportaciones (misma base y período fue):
b) Italia: 136.
c) Suiza: 101.
d) Reino Unido: 85 mucho menos que en 1913.
210
Lo que vemos es que la pendiente, en Inglaterra, es declinante siempre. En Francia, sucede la inversa
desde 1926, cuando vuelve a la convertibilidad: se convierte en un gran poseedor de reservas
monetarias en oro. Esto generará una enorme tensión entre Francia y Gran Bretaña próxima clase:
¿qué pasa entre Gran Bretaña y Francia con la acumulación de reservas en oro?
No podía bajar la tasa de interés, porque ésta significaba que los países se estaban
endeudando, retirando reservas de Inglaterra.
¿Podía subir la tasa de interés? Subir la tasa de la deuda para atraer capitales empeoraría la
situación doméstica todavía más.
La decisión de Francia dejaba a Inglaterra acorralada contra su propia decisión. Sorprendentemente,
la cuestión se solucionará, por acción de Estados Unidos, que terminó terciando entre ambos países.
¿Qué va a hacer para solucionar la crisis? Inglaterra tenía problemas de reservas, porque Francia
quería cambiar sus libras por oro. En 1927, hay una reunión que intenta dar estabilidad al desorden
financiero global de los aliados. Estados Unidos sale de garante de Inglaterra, sosteniendo la
convertibilidad de la libra: entrega su oro a cambio de las libras inglesas, dándole un respiro a los
británicos. Todos salen ganando: Francia aumenta sus reservas, Inglaterra mantiene la
convertibilidad, y Estados Unidos es el garante (win-win-win, como diría Michael Scott).
Pero aquí surge un problema: si el embate de Francia pasó en un año, esta discusión volvería a surgir
al año siguiente. Se había resuelto la urgencia, pero, ahora, se trataba de resolver cuestiones de
211
fondo. Había que buscar una solución a largo plazo, que neutralizara la tensión. Por ello, Estados
Unidos accionará bajando la tasa de interés,
¿Qué ocasiona esta baja de la tasa de interés? Genera incentivos a que, si alguien quiere colocar
dinero en Inglaterra, la tasa sea más atractiva que la americana, lo que debería compensar, de alguna
manera, el flujo de oro que se necesitaba para suplir la sobrevaloración de la libra.
Estados Unidos hace esto porque tenía un interés a nivel doméstico: para esos años, había entrado en
una pequeña recesión. 1926/1927 coincidía con que la compañía Ford había hecho un parate de la
producción, para cambiar del modelo del Ford T al Ford A. Ese cambio obligó a reconvertir sus
fábricas, sus proveedores y su organización. La baja de la tasa de interés de Estados Unidos fue
favorable a esta recesión, con lo cual todo se alineaba: a Estados Unidos le convenía bajar la tasa,
ayudaba a Inglaterra a resolver su problema de reservas, y Francia acumulaba reservas en oro.
Pero esto generaría efectos imprevistos: la baja de la tasa de interés en Estados Unidos alimentará el
endeudamiento, que se va a dirigir a la bolsa de valores. Había un proceso de suba de la Bolsa, lo
que generaba la expectativa de “es más barato endeudarse ahora, e invertir en la Bolsa”.
Indirectamente, esta ecuación compleja de sobrevaloración de la libra y la política de Francia tuvo un
efecto dominó, aumentando, con mucha intensidad, la inversión bursátil especulativa. Se empezaba a
andar el camino de la Crisis del 29.
Estados Unidos se da cuenta de que esto estaba pasando, intenta corregirlo subiendo la tasa (lo cual
genera problemas domésticos), pero, para este momento, ya era demasiado tarde: la euforia bursátil
se había desatado. De esta forma, se inicia un proceso que conduciría al Crack de Wall Street, de
1929.
También, habrá otras raíces del crack bursátil: dentro del cóctel de razones que nos llevan a la Crisis
del 29, tenemos una de índole económico-financiero, pero también otras asociadas a la psicología:
¿por qué la gente se mete en la Bolsa? Por su afán de lucro. No todo el mundo invertía en la Bolsa
(algo que hay que aclarar): hay grandes sectores de la sociedad americana que no estaban en una
buena situación económica, como el campo. El sector agropecuario, en Estados Unidos y en el
mundo, atravesaban un muy mal momento la Crisis del 29 NO fue causada exclusivamente por
la caída de la Bolsa de Wall Street. Obviamente fue un factor contribuyente, pero la depresión no
estuvo causada exclusivamente por ello. Hubo otras variables importantes.
El sector agropecuario, hacía mucho, estaba muy mal, porque los países europeos estaban
alentando abiertamente la producción agropecuaria, con niveles de producción mayores que en el
pasado, y el progreso tecnológico también expandía la producción. Sin embargo, la cantidad de gente
que había muerto en la guerra había disminuido la demanda de alimentos + producción, -
demanda.
Esto genera una destrucción del precio del sector agropecuario, a partir del fin de la Primera Guerra
Mundial. El campo se endeudaba para sostenerse, no podía pagar la deuda, y terminaba quedándose
con la parcela familiar. No había un sistema bancario centralizado: si quebraba el banco, se llevaba la
plata ahorrada por las familias.
212
Ya sabemos que el sector agropecuario no invertía en la Bolsa, porque no tenía los recursos para
hacerlo. Entonces… ¿quiénes invertían? Los habitantes de las ciudades, que tenían un empleo,
excedentes y ahorros.
Las ganancias de la Bolsa eran tan altas que la especulación alienta a las empresas a colocar activos
en la especulación, en lugar de producir. Esto se ve reforzado por un tema social: a medida que la
gente empieza a invertir, y la inversión crece, se produce un efecto dominó, de aliento a la inversión.
Se generaliza tanto que todos los habitantes de la ciudad se meten en la Bolsa.
La Bolsa:
La primera pregunta para analizar el crack es ¿para qué sirve la Bolsa?, ¿cuál es su función?
Imaginemos que una empresa necesita hacer un emprendimiento nuevo, como ampliar su fábrica. El
dueño va y le dice al gerente que precisa fondos para hacerlos. ¿Qué opciones tiene, suponiendo que
no tiene el dinero?
a) Pedir un préstamo al banco: va a pedir una garantía, y las tasas de interés son bastante altas.
b) Transformar a la empresa en una Sociedad Anónima, y esas acciones ponerlas en la
Bolsa. De esta forma, se dan obligaciones negociables en forma de un bono, una especie de
título de deuda que tiene una ventaja: que son dos quienes deciden. Si yo voy al mercado y
digo que la empresa X necesita tanta plata (por ejemplo, $100.000), y voy a emitir el título
por el equivalente a esa plata, voy a lanzar 100.000 obligaciones negociables de $1 cada una,
que va a pagar una tasa de interés baja, y voy a devolver el capital en cuotas durante cinco
años.
Si pongo un título a un plazo determinado, puedo decidir cuándo devolver el capital. A
diferencia de lo que sucede con el préstamo, yo lo manejo: la tasa de interés, cuándo pago el
capital y cuándo los intereses, etcétera.
213
¿Y quién va a la Bolsa? Todos los inversores con deseo de obtener una renta financiera. Alguien que
tiene capital puede sacar una cuenta en un agente de Bolsa, colocar el dinero ahí y decirle que haga
lo que quiera.
Ahora, surge un problema: supongamos que la tasa de interés del banco sea del 20% anual (tasa
activa). Entonces, yo prefiero optar por el segundo camino, estableciendo una tasa de interés del
10%. ¿Qué chance tengo de que la gente se sienta atraída por una rentabilidad menor a la que le
ofrece el banco, por poner el dinero en un plazo fijo, con una tasa pasiva del 15%? De esta forma, es
necesario que, al menos, la tasa de interés de las obligaciones negociables se aproxime a la de la tasa
pasiva, para que sean miradas con más interés.
La otra opción que yo tengo es vender acciones. Imaginemos que tengo un capital, y me convierto en
una sociedad que cotiza en Bolsa, vendiendo 100 acciones. Entonces, voy al mercado y les digo que
estoy dispuesto a venderles un porcentaje de mis acciones. Eso implica que la empresa ya se somete
a un control externo: vendiendo acciones, estoy entregando parte de mi propiedad.
Supongamos que vendo el 10% de mis acciones. A cambio de ello, ¿qué voy a cobrar? La venta de
estas acciones iniciales, pues, cuando lanzo las acciones, el mercado va a tomar la decisión del valor
que vayan a tener éstas (si bien yo inicio colocando un valor estimativo). Como resultado final,
imaginemos que la venta cierra a $100.000, que era el monto que yo precisaba. Entonces, recibí
$15.000, que era lo que yo quería tener en principio.
La acción es una financiación: yo pido dinero prestado del mercado, para que confíe en que mi
empresa vaya a funcionar. Lo negativo es que pierdo propiedad de la empresa. Ahora, si yo me
quedo con 90 acciones, y resulta que después de todo este proceso, mi empresa vale más (porque el
mercado le asigna un valor, que antes no tenía).
Actualmente, en nuestro país, el Estado es dueño de una enorme cantidad de empresas privadas,
como Telecom. ¿Por qué sucedió esto? Durante el menemismo, estaba el sistema de las AFJP: la
gente, en lugar de aportar al ANSES, pagaba su jubilación a un administrador de la AFJP. Se suponía
que, en el largo plazo, las AFJP cobraban esa jubilación, y yo acumulaba capital, como una especie
de ahorro forzoso personal, que es mío y me servirá en el retiro. Esto existe en el mundo.
Las AFJP debían tomar ese capital, y generar algún tipo de rentabilidad. Su idea original era generar
un gran mercado de capital argentino, nacional. Había una enorme cantidad de dinero para financiar
emprendimientos que estuvieran creando productividad. La inversión, a lo largo del tiempo, daba
lugar a ese gran capital.
Pero… ¿quién perdió dinero? El Estado, que dejó de recibir dinero del ANSES. Entonces, se dio
cuenta de que las AFJP acumulaban una enorme cantidad de capital, que era dinero que no tenía el
Estado, que debía seguir pagando jubilaciones. Por eso, optó por estatizar las AFJP.
Lo que va a hacer el Estado es apropiarse de esto, en primer lugar de forma voluntaria: abre la
ventana para que, quienes quisiera, se sumaran al ANSES. Luego, lo hizo en forma compulsiva:
todos debieron volver al Estado. De esta manera, todo el dinero de las AFJP pasó al Estado, lo cual
era cuestionable: a mí todos los meses me sacaban $100, mi expectativa era que, cuando me retire,
iba a tener $1.000.000; pero también podía optar por depositar todos los meses $10.000, por fuera del
sistema. Ahora, cuando esto se estatizó, perdí.
214
Cuando el Estado se hizo cargo de las AFJP, éstas habían invertido, en parte, en bonos del Estado
(obligadas por Cavallo durante el gobierno de De la Rúa), pero también en acciones de empresas. Por
eso, cuando adquiere las AFJP y se lleva su capital, lo que está llevando es:
Así, el Estado era titular de acciones de empresas privadas, que cotizaban en bolsa. Esos fondos le
daban una renta.
En la Bolsa, yo tengo la opción de cobrar las acciones, y de cumplir mi plan original, el de expandir
la fábricas. La Bolsa me ayuda a financiarme: es un lugar donde se juntan el que tiene capital con el
que lo necesita.
¿Cómo funciona hoy el sistema?
Cuando yo compro opciones en la Bolsa, estoy “comprando un futuro”.
Imaginemos a un panadero, que necesita comprar trigo. Sabe que va a necesitar, dentro de seis
meses, una tonelada de trigo; pero no cuánto va a valer. Como no quiere tener dudas sobre el tema,
sino resolverlo, va a ir a un señor que tiene harina, y le va a preguntar cuánto vale hoy la tonelada:
$100. Entonces, le pide comprarle esa harina en seis meses, poniendo un precio estimativo y
alcanzando un acuerdo. Quien tiene la harina le dice “yo te la vendo a $150, en seis meses”, y el
panadero acepta la propuesta. Le paga por adelantado, y va a buscar la tonelada de harina a los seis
meses.
Ahora… ¿qué pasa si, dentro de seis meses, la tonelada sube a $200? Pierde el vendedor, porque el
acuerdo ya estaba hecho; o, si baja el precio, y vale menos de $150, pierde el comprador.
Esto es un futuro. Si yo voy hoy a la Bolsa, hay “futuros” de todo: precio del arroz a 3 meses, 6
meses, 12 meses. La gente que compra futuros, está comprando la expectativa de que el precio del
futuro mañana valga algo distinto.
Lo que sucede es que este precio varía día a día: hoy, el trigo vale esto ($150), pero resulta que llegó
un huracán a la zona agropecuaria de Estados Unidos, nadie lo preveía y destruyó toda la cosecha de
trigo. Esto hace que la expectativa de futuro aumente el precio día a día, cambia el precio, porque
el mercado va a tomando diversas decisiones de acuerdo al contexto y a las expectativas.
Esto implica mucho riesgo de base, pero se sofistica más con la aparición de las opciones.
Volvamos al caso del panadero, que necesita la tonelada de harina en seis meses. Va al vendedor, y
le dice “hoy vale $100, pero te la vendo a $150”. Hasta ahora, todo igual. Pero resulta que el
panadero le dice que no puede comprometerse a esto, pero sí a lo siguiente: tener el derecho de
comprar la tonelada de trigo, pero sin la obligación a hacerlo. Para tener este derecho, está dispuesto
a comprar la tonelada de trigo a ese precio, pero también pagarle un precio de reserva a eso.
La regla sería: te pago por el derecho $15, y adquiero el derecho de comprarte una tonelada a $150
en seis meses. El vendedor, hoy, dice: lo que estoy ganando es $15, y me comprometo a entregar el
215
trigo a $150 en el futuro. Esto es una opción: compré la opción de comprarte a vos el trigo a $150
mañana, pagando, por eso, un precio.
A los seis meses, llega el día y resulta que el trigo vale $130. ¿Qué pasa acá? El panadero le dice al
vendedor que no va a ejercer su derecho de comprarle la tonelada de harina, porque, si lo hiciera, le
saldría $165 lo que le costaría $130. Prefiere sacrificar esos $15, antes que perder $20.
Pero el vendedor de harina también sale ganando: siendo que va a tener que venderles a todos a
$130, de igual manera ganó $145, porque recibió los $15 de la opción del panadero, y puede
continuar vendiendo sus productos a $130.
Si el trigo aumenta, y sale $200 la tonelada, el vendedor sigue estando obligado a darle la tonelada a
$150 al panadero.
Así funciona la opción. ¿Qué sucede, entonces? Hay una enorme cantidad de opciones en el
mercado, sobre la cual se están pagando productos que nunca se van a comprar. El negocio es
comprar y vender opciones: yo compro hoy la opción de a 6 meses trigo que vale $10. El precio va
variando, y ahora está $15: la vendo, y, sin hacer nada, obtengo $5 de más. En ningún momento
compré el trigo.
Esto genera un mercado financiero gigantesco, porque se compra y vende más trigo de lo que trigo
hay en el mundo. El negocio no es el trigo, sino la tasa de interés, la diferencia entre el valor de $10
(la opción que yo compré) y el valor al que lo venderé. Esta tasa es extremadamente volátil, y cambia
muchísimo en un día: yo puedo ganar o perder un 70% en una operación en un día.
El sistema bursátil se ha generalizado en el mundo. Antes, era más difícil ser un actor en el mercado
bursátil. Hoy, hay una enorme cantidad de sistemas de asesoramiento, democratizando mucho el
sistema.
Las acciones siguen subiendo, y están $10: tengo $1500 en acciones. Ahora, de nuevo viene el de la
casa de inversión, y me dice: “ahora tenés $1500. Sé que te presté $200, pero ahora te puedo prestar
$1000, usando tus acciones como garantía”. Con esos $1000, sigo comprando acciones. El proceso
se repite.
Esto genera una demanda creciente de compra de acciones en la Bolsa, pero crece con deuda: yo me
endeudo para invertir y especular. Ahora, cuando cayó la Bolsa (imaginando que tenía 250 acciones,
que valen $10 cada una), y colapsaron las acciones a $2 cada una (encima, iban cayendo de poco,
fomentando la especulación de que la caída iba a ser sólo transitoria), tengo 250 acciones (que era lo
que compré), con un valor de $2 cada una.
En este punto, teniendo en cuenta mi inversión inicial de $100 (con las acciones a $1 cada una), sigo
ganando, porque las acciones salen el doble. Pero hay un factor que hay que señalar: la deuda. Yo
me había endeudado por $1200 con el de la casa de inversión, y ahora sólo tenía $500, incluyendo
los $100 de mi inversión inicial.
Esto genera una estampida de ventas: todo el mundo sale a liquidar acciones lo antes posible, para
tratar de acotar la pérdida. Eso potencia la baja creciente de la Bolsa: nadie puede frenar la caída de
los precios, todos huyen, dando origen a una pendiente muy inclinada.
todo esto es la deuda: la gente se endeuda, compra acciones, y así sucesivamente la Bolsa se infla
con deuda.
La inversión se inflará hasta un punto en que sea difícil que se incorporen más inversionistas, o se
produzcan dudas sobre la tendencia al endeudamiento. En este momento, el precio cae.
No es lo mismo que suba una acción a que suba la Bolsa. Cuando sube la Bolsa, es porque sube una
enorme cantidad de acciones. ¿Y cómo lo medimos? Por índices, que contienen un paquete de varias
acciones adentro. Un ejemplo de índice es el Merval: yo no puedo comprar el Merval, sino el paquete
de acciones correspondiente que me dice el Merval. Las acciones se mueven, y eso me da la
variación del Merval, que es un índice, pero no un activo. En Estados Unidos, hay varios índices,
como el Dow Jones (de empresas industriales), el Standard & Poor’s (las 500 empresas más
importantes), etcétera.
En la Bolsa de Wall Street, la demanda de acciones estaba aumentando, y su peso se estaba inflando.
Pero nunca se sabe ni cuándo caen ni cuándo suben las acciones: existe el análisis técnico, cuando
uno mira gráficos de cómo evoluciona la acción en el tiempo, pero, más que nada, sigue siendo una
expectativa.
Cuando el precio toca fondo, toca el piso, como sucedió en el Crack de Wall Street, ¿qué pasa?
Volvamos al ejemplo: las acciones de Ford, que antes estaban en $5, ahora bajan a $1. Tengo un
problema: vuelvo a la situación inicial, pero estoy endeudada, y no solamente eso, sino que, además,
al banco le había ofrecido mis acciones como garantía. Yo tengo $26.500 (porque tengo 26.500
acciones a $1, y, dentro de este monto, tengo los $10.000 iniciales míos), pero debo pagarle $70.000
al banco.
Por eso, la gente comienza a vender las acciones de la forma más apresurada posible: la Bolsa se
convierte en una estampida de salida, todos quieren retirarse para proteger sus ahorros. Empiezan a
llover las órdenes de vender a todo costo.
En el Crack de Wall Street, se combinaron varias cosas:
1) Una sensación de euforia, amparada por el éxito inicial: la Bolsa crecía, con lo cual las
personas no veían desincentivos para invertir si, durante mucho tiempo, crece, voy a tener
expectativas positivas.
2) Señales del establishment político de que no había que preocuparse, las bajas eran
transitorias y había que confiar. Los referentes políticos, económicos y financieros intentaban
relajar a la población, incentivándolos a quedarse en la Bolsa el mercado normalmente
hubiera desconfiado, pero los mensajes confusos le generan falsa confianza a la gente.
Después de la Crisis de Wall Street, en Estados Unidos se dictaron normativas que hicieron que el
banco de inversión no pudiera tomar ahorros de los particulares, regla que se sacó recientemente. El
argumento era que, si el cliente decidía tomar una decisión de inversión, debía tomarse el trabajo de
ir a otro banco, transportar el dinero y transferirlo, para que el banco que tomara el dinero no tuviera
incentivos en meter al cliente en la Bolsa.
En su mensaje al Congreso, de diciembre de 1928, el presidente Calvin Coolidge dijo lo siguiente:
218
Ninguno de los Congresos de los Estados Unidos hasta ahora reunidos para examinar el Estado
de la Unión tuvo, ante sí, una perspectiva tan favorable como la que se nos ofrece en los actuales
momentos. Por lo que respecta a los asuntos internos, hay tranquilidad y satisfacción… y el más
largo período de prosperidad. En el exterior hay paz, y esa sinceridad promovida por la
cooperación mutua.
La pendiente entre 1919 y 1933 fue descendiente. Para este último año, los precios agrícolas estaban
a 63 (la caída de los precios también afectó al sector agropecuario argentino), y, si bien el costo de
vida se redujo casi a la mitad, antes la relación entre precios y costo de vida era casi uno a uno; ahora
la disparidad era notable: producir no generaba un ingreso, y los agricultores debían endeudarse. Era
muy difícil producir, para ganar muy poco y sostener un costo de vida que no cayó tanto.
A partir de 1921, comenzamos a notar la profundización de la caída en el sector: por eso, para la
década de los treinta, la situación era extremadamente desfavorable, lo que tenía mucho peso en un
país tan agricultor como Estados Unidos, donde 1/3 de la población se dedicaba al sector
agropecuario.
¿qué plan alternativo había? Si no se hacía, los países quedaban fuera del mercado, en un contexto
de depresión, sobreabundancia de recursos y dificultad de transporte.
Cuando Estados Unidos cae, tiene un efecto cascada sobre el resto de los países: éste representaba un
12,5% de las importaciones del mundo. La depresión económica se generaliza, y lo que hacen los
países es adoptar políticas nacionalistas y proteccionistas. Estados Unidos emite la Ley Hawley-
Smoot, en 1930, que despertó fuertísimas resistencias. Imponía barreras arancelarias a los productos
que ingresaban al país. El resto del mundo reaccionó aplicando sus propias políticas proteccionistas.
Lo que vemos es una “política de empobrecimiento del vecino”. Todos los países habían
abandonado el patrón oro, y devaluaban la moneda para ser lo más competitivos posibles y
comprarle lo menos posible al vecino. Se fijaron cuotas de importación y exportación en función de
acuerdos. Es la época del acuerdo bilateral, de acuerdos comerciales entre países que buscan
proteger sus mercados, tratando de vender mucho y no comprar mucho exportar el desempleo: si
yo logro venderte todo, y no comprarte nada, te exporto el desempleo, haciendo que tu sector
productivo sea menos competitivo, porque yo devalué.
Esta tensión económica justificaría, en términos políticos, el surgimiento de posturas
extremadamente nacionalistas, como el nacionalsocialismo en Alemania.
Los años treinta inauguraron un período totalmente distinto al anterior: de la armonía del patrón
oro a la angustia y rivalidad de la depresión.
221
Lo que vemos es cómo el comercio mundial se achica cada vez más, en un proceso crecientemente
contractivo. Había una gran tensión latente entre los países.
Las conclusiones son bastante objetables, y no demasiado sólidas. Sin embargo, se popularizaron.
Esto impulsará el dictado de normas renovadas año a año: las Leyes de Neutralidad, del año 1935,
que establecerían que Estados Unidos no podía ni prestar dinero, ni venderle armamentos, a ningún
país en guerra. El gobierno debía tomar medidas para asegurarse que su sector financiero y su sector
armamentista no participen de ningún tipo de actividad con un país que estuviera en guerra. El
problema era que, muchas veces, Estados Unidos no pudo ayudar al actor que más simpatía le
generaba, por aplicar las Leyes de Neutralidad:
Así, generan una situación de inmovilidad en caso de conflictos internacionales. Pero Roosevelt,
pronto, se da cuenta de que no está actuando de acuerdo a los intereses de política exterior
norteamericanos.
✨ Artículo 2: No desean que se efectúe ningún cambio territorial que no esté de acuerdo con los
deseos francamente expresados del pueblo de que se trate.
Inglaterra está pensando en que, cuando termine la guerra, se va a reconstruir en base a los mismos
principios que tenía hasta ahora: la preferencia imperial, es decir, la obligación que querían
preservar: el tener un mercado cautivo reconstruirse, usando como mercado cautivo, la demanda
del Commonwealth.
algún momento se encontraba peleando sola, necesitaba del apoyo de Estados Unidos: incluso si no
peleara a su lado, requería de sus armamentos.
Por eso, habrá una gran presión por parte de Roosevelt en cambiar las Leyes de Neutralidad; pero
gran parte de la sociedad norteamericana era muy sensible respecto a la neutralidad. Las noticias que
llegaban de la guerra hacían cada vez más difícil, tanto para Roosevelt como para parte de la
población, mantener la neutralidad. Ya durante la Primera Guerra Mundial, declararle la guerra a
Alemania había sido un tema fuertemente sensible: había una colectividad alemana muy importante,
radicada en Estados Unidos, que estaba en contra de que éste fuera a la guerra con su país natal.
En la Segunda Guerra Mundial, esto cambió:
a) La Alemania nazi restringió la salida de alemanes fuera del país durante bastante
tiempo: los considerados “indeseables” podrían salir durante los primeros años, pero no así el
resto de la población, considerada alemana pura sólo unos pocos podían escapar.
b) Quienes se escapaban de Alemania hacia Estados Unidos llegaban con el mensaje de lo
que estaba pasando en ese país: persecuciones, matanzas, totalitarismo, racismo y
antisemitismo.
Esto inclinaba la balanza contra Alemania. Sin embargo, aún gran parte de la población consideraba
a la Segunda Guerra Mundial como un conflicto entre las potencias imperialistas, en la que a Estados
Unidos no le convenía participar. Roosevelt y gran parte de la clase política tenían en claro que esa
guerra no era indiferente para el país: ahora, había que convencer a la población de cambiar su
opinión.
Utilizaría las charlas junto al fuego, como en el New Deal, para cambiar la opinión pública, pero
tendrá grandes dificultades. Sí lograría una modificación de las Leyes de Neutralidad, para
flexibilizarlas un poco: de una prohibición absoluta a lo que se llamarían las Leyes de Cash & Carry
(Efectivo y Transporte). Éstas decían que Estados Unidos, cumpliendo las leyes de neutralidad, no
financiaría a ningún país; pero podía brindar ayuda a los países en guerra, vendiéndoles armamentos.
La excusa sería que, como es Carry (es decir, ellos debían pagar el transporte), si hundían un barco,
iba a ser inglés, y no norteamericano.
Pero… ¿cuál es el limitante? Los recursos estatales para pagar esto se extinguieron muy rápidamente.
No había reservas. Inglaterra, en un momento de la guerra, movió su Tesoro a Canadá, para
preservar sus reservas, y parte de ellas se utilizarían para el Cash. Pero estas reservas no eran
suficientes para sostener el esfuerzo de guerra.
Roosevelt continuaría intentando cambiar las leyes de neutralidad, pero fracasará. Lo único que
lograría cambiarlas definitivamente sería Pearl Harbor. Ahí, la población americana dio un vuelco,
liberando el camino para dictar nuevas leyes, que serían muy importantes para el futuro de la guerra:
las Leyes de Lend & Lease (Préstamo y Arriendo), que permitirían que Estados Unidos contribuya
al esfuerzo de guerra. Podía entregar tanques, aviones, combustibles, o lo que considerara necesario,
a los países en guerra.
224
¿Qué implicaba Lend & Lease? Que Estados Unidos le entregaba a Inglaterra un tanque. Ahora, si lo
destruían en la guerra, ésta no debía pagárselo ni recuperárselo. Es una especie de donación, que
ayudó enormemente a los Estados en el marco de la guerra, incluyendo a la Unión Soviética, que se
vio muy beneficiada. Una gran parte de la mecanización agraria de la U.R.S.S. fue producto de los
camiones Ford otorgados por Estados Unidos en el marco del Lend & Lease.
Similitudes:
Ambos pensaban en que, en el pasado, si un país debía endeudarse, debía pedirle a un
país o al mercado financiero. La novedad es que los dos llegan a una conclusión
parecida: que debía haber una entidad que preste a los países, integrada por todos los
países del mundo así, ningún Estado deudor tenía que convertirse en un esclavo o atarse a
su acreedor.
De esta forma, no se le debería a ningún país en particular, sino a la entidad. Esto era
novedoso: un invento que, hasta ahora, la humanidad no había enfrentado, y evidenciaba la
construcción de un nuevo orden global.
Ambos estaban de acuerdo en que la Sociedad de las Naciones (que seguía funcionando
durante la guerra) no estaba operando de manera deseada. En su Consejo, una especie de
órgano ejecutivo, los integrantes eran únicamente las potencias ganadoras, dejando afuera a
Alemania y a otros países que habían perdido la guerra. Además, había otro órgano, una
Asamblea. En ella, todos los países eran iguales: un país, un voto.
Tanto White como Keynes consideraban que el nuevo organismo de financiación no debía ser
igualitario. El voto de cada país debía igualarse a su contribución al fondo: ambos pensaban
en un organismo internacional no igualitario, sino en función de los recursos que debía
atribuir cada uno.
225
Así, vemos un cierto giro ortodoxo en Estados Unidos, que quiere establecer una
política económica ordenada, sin grandes déficits fiscales ni desviaciones del orden
económico además de una cuestión económica, hay una política, de alentar un
cierto orden global de posguerra.
Nombre preliminar del organismo:
Plan White: planteaba el nombre Fondo de Estabilización Monetaria para las
Naciones Unidas y Asociada.
Plan Keynes: buscaba que se llame Unión Compensadora Internacional. Su idea era
que los países tengan grados importantes de libertad para manejar su política
doméstica: que pudieran acceder a ese organismo, sin que éste se entrometa
demasiado en la definición de políticas domésticas una especie de fondo que presta
a tasas de interés bajas, sin otra promesa que devolverlo.
La moneda internacional:
Keynes ya sabía que, en el mundo de la posguerra, habría una gran preminencia de
Estados Unidos y el dólar. Por eso, buscaba neutralizar el poder económico que el
dólar le brindaría a la potencia norteamericana, proponiendo la creación de una
moneda internacional, llamada Bancor, que cotice en oro.
Inicialmente, White aceptó la creación de esta moneda internacional , a la que llamó
Unitas, pero con la condición de que cotice en oro y en dólar. Sin embargo, a medida
que avance el tiempo y se vaya saliendo de la guerra, propondría un modelo sin
moneda internacional.
226
Ambos planes convergerían en 1944, en Bretton Woods. Lo que se ofrecería, en este momento, fue
el resultado de la negociación entre Keynes y White (que, en realidad, tendría mucho más del
segundo que del primero).
En el proyecto original del Plan White, éste prevé lo que se llama Plan de las Ganancias
Extraordinarias de la Guerra, hablando de países que tuvieron ganancias extraordinarias en el
conflicto, incluyendo a nuestro país, que tenía una gran cantidad de libras acuñadas a nombre de
Inglaterra.
Finalmente, prevalece la versión americana (con algunos aportes de Keynes). ¿Y qué establece el
nuevo plan?
1) Tipo de cambio fijo en relación al dólar.
2) Precio invariable del dólar respecto al oro: 35 dólares la onza.
3) Patrón de cambio oro.
4) Fluctuación permitida a los tipos de cambio: 1% hacia arriba o hacia abajo rango de
explotación general: 2%.
5) En este régimen, Estados Unidos:
a. Es el responsable de mantener el valor fijo del valor dólar-oro.
b. Nunca cambia tipo de cambio con otras monedas.
c. Emite la moneda de reserva más convertible y aceptada.
como al desarrollo de los recursos productivos de todos los miembros como objetivos
fundamentales de política económica.
c) Promover la estabilidad de los cambios, mantener acuerdos uniformes sobre cambios entre
los miembros, y evitar la depreciación competitiva de los cambios.
d) Cooperar en el establecimiento de un sistema multilateral de pagos, con referencia a las
transacciones corrientes entre los miembros, y en la eliminación de las restricciones sobre
cambios extranjeros, que traban el crecimiento del comercio mundial.
e) Infundir confianza a los miembros, poniendo a su alcance los recursos disponibles del
Fondo, bajo garantías adecuadas, dándoles así oportunidad de corregir los desajustes de sus
balances de pagos, sin recurrir a medidas destructivas de la prosperidad nacional o
internacional.
f) Abreviar la duración y aminorar el grado de desequilibrio en los balances de pago
internacionales de los países miembros.
En el acuerdo original, firmado en julio de 1944 (es decir, antes del final de la guerra), se establece
que:
El valor par de la moneda de cada miembro se expresará en términos del oro, como común
denominador, o en términos del dólar de los Estados Unidos de América, del peso y ley
vigentes al 1 de julio de 1944 (35 dólares la onza) establecimiento del patrón oro-dólar.
Todos los cómputos relativos a las monedas, para la aplicación de las disposiciones del
presente Artículo, se harán sobre la base de sus valores pares los cómputos de las
monedas pivotearán alrededor del metro-patrón, el oro-dólar.
La sede principal del Fondo se hallará en el territorio del miembro que tenga asignada la
mayor cuota, pudiendo establecerse agencias o sucursales en los territorios de otros
miembros evidentemente, refiere a Estados Unidos, sin decir explícitamente “Estados
Unidos”.
En el período de transición de posguerra, los miembros podrán, no obstante las
disposiciones de cualquiera otros artículos del presente Acuerdo, mantener y adaptar a las
circunstancias cambiantes las restricciones sobre pagos y transferencias en concepto de
transacciones internacionales. Sin embargo, en sus políticas en materia de cambios
extranjeros, los miembros tendrán continuamente presente el propósito del Fondo, y, tan
pronto lo permitan las condiciones, tomarán todas las medidas posibles para desarrollar
con otros miembros acuerdos comerciales y financieros, que tiendan a facilitar los pagos
internacionales y la conservación de la estabilidad monetaria.
Se reconocen las obligaciones establecidas por el estatuto, pero también que no será fácil
lograrlo al año uno. Por eso, se habla de la existencia de un período de transición, en el que,
reconociendo que habrá cambios y ajustes, las políticas de los países deberán ir orientándose
en base a la consecución del objetivo final establecido en el estatuto durante un tiempo, se
flexibiliza la forma en que el Fondo interpreta los pedidos de otros países, pese a que no estén
cumpliendo con lo establecido en el estatuto.
En sus relaciones con los miembros, el Fondo reconocerá que el período de transición de
posguerra será de cambios y de ajustes, y el tomar resoluciones sobre peticiones vinculadas
228
El sistema que se planteó después de la Segunda Guerra Mundial, de libre comercio mundial y un
sistema monetario multilateral basado en monedas convertibles en oro con el dólar como divisa
rectora y tipos de cambio fijos, no pudo llevarse a la práctica, debido a que no se ajustaba a la
compleja economía mundial, sumida en un proceso de rápida expansión. Todo culminó el 15 de
229
agosto de 1971, cuando Nixon declaró la no convertibilidad del dólar en oro, acabando con el
Sistema de Bretton Woods.
a) Bloque de la libra: fue el más importante, mediante el cual los países vinculaban sus
monedas nacionales a la libra esterlina, y mantenían sus reservas de divisas en esta moneda.
b) Bloque del dólar: en enero de 1934, Roosevelt firmó la Gold Reserve Act, por la cual el
dólar volvía a ser convertible en oro sobre la base de 35 dólares la onza. Muchos países
americanos se asociaron al bloque del dólar. La nueva relación fija del dólar con el oro
generó una gran confianza, sobre todo cuando se incrementó la inseguridad política en
Europa, y, hasta la Segunda Guerra Mundial, afluyeron grandes cantidades de oro a Estados
Unidos.
c) Bloque del oro: Bélgica, Italia, Suiza, Holanda y Luxemburgo constituyeron este bloque,
buscando garantizar conjuntamente y de manera duradera la convertibilidad del oro y las
paridades fijas de los años veinte. Pero su política deflacionista llevó a un fuerte desempleo y
al peligro de una crisis bancaria. Cuando, en marzo de 1935, Bélgica devaluó el franco en un
28%, el bloque inició su descomposición.
En el medio de este contexto, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia se declararon dispuestos, en
virtud del acuerdo tripartito de septiembre de 1936, a gestionar sus mercados nacionales de divisas
de acuerdo con una regulación aceptada por todos ellos. Estos acuerdos dieron, por primera vez,
carácter oficial a la acción mancomunada de los bancos centrales, preparando el terreno para la
posterior cooperación internacional en la política monetaria.
Plan White y Plan Keynes:
La Segunda Guerra Mundial modificó mucho el sistema monetario internacional, que se alejó más
que nunca de las reglas liberales ortodoxas. Los gobiernos asumieron la concepción keynesiana
según la cual las finanzas públicas debían servir a las necesidades reales de la economía, y
controlaron los mercados nacionales de dinero y capitales. El dólar apareció como la moneda de
reserva más fuerte del mundo, y la zona de la libra perdió a todos sus asociados.
En este contexto, Gran Bretaña y Estados Unidos comenzaron a elaborar propuestas para un nuevo
sistema monetario internacional, a concretarse después de la guerra. Keynes y White realizaron sus
respectivas propuestas, y, en el verano de 1942, los gobiernos británico y norteamericano
examinaron ambos planes, de lo que se derivó la constatación de que había puntos en común:
1) Era necesaria una mayor estabilidad interna de la economía, a la que había de contribuir
la política monetaria del Estado.
2) La atención a la propia economía, que implicaba una economía mundial menos abierta.
3) Es cierto que, para lograr el control internacional, era necesario abandonar una pequeña
parte de la soberanía nacional sobre la moneda. Pero ninguno de los dos autores quería que
esa soberanía internacional fuera transferida a un país determinado: proponían la cooperación
internacional en el marco de una organización supraestatal.
Keynes temía una nueva época de desempleo tras la guerra, y pretendía conferir a cada país un
amplio margen de independencia en la planeación y ejecución de su política económica, que debía
tender al pleno empleo. Si Gran Bretaña se insertaba en una economía mundial abierta, sería poco
conveniente para el logro de este objetivo, que estaría mejor servido con una zona de la libra. Pero,
durante la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña se predispuso más a integrarse a un orden
económico multilateral: había perdido todos sus activos extranjeros, por lo que la importación de
231
alimentos y materias primas una vez terminada la guerra debía pagarse exclusivamente con las
exportaciones británicas. Era esencial el acceso a un mercado mundial lo más grande posible.
Las deudas británicas de guerra aumentaron, sobre todo con Estados Unidos, lo que implicaba una
gran dependencia económica hacia este país. Todo s los países dependían de Norteamérica, y, en
estas circunstancias, cualquier política expansionista podría generar problemas de la balanza de
pagos. Una depresión en Estados Unidos trascendería inmediatamente al resto del mundo. Por todo
esto, Keynes consideraba esencial que, después de la guerra, la economía mundial sea vigilada por
una organización internacional, que proporcionaría automáticamente créditos flexibles, dándoles a
los gobiernos europeos los medios para proseguir su política de expansión a pesar de los déficits de
la balanza de pagos. Mientras tanto, los países superavitarios serían presionados para conseguir un
ajuste, a través de la liberalización de las importaciones o de una política inflacionaria.
Por su parte, White se inspiró mucho en el New Deal, dándole una gran importancia a la planeación
y el control económico. Esto significaba la creación de:
a) Un Fondo Internacional de Estabilización: debería proporcionar créditos a países con
balanza pasiva, teniendo, para hacerlo, una suma de 5.000 millones de dólares.
b) Un Banco Mundial: había que asignarle, a partir de su capital propio, procedente de
empréstitos y emisión monetaria, un volumen de crédito mayor, para elevar la liquidez
internacional y el bienestar mundial.
Ambas organizaciones debían ejercer un amplio control sobre la política monetaria interna de los
Estados miembros, sobre todo respecto a las modificaciones de los tipos de cambio y los
movimientos internacionales de capital.
En otros puntos, White y Keynes no coincidían. Veamos algunas diferencias:
Keynes seguía atribuyendo primacía a los objetivos nacionales sobre los internacionales,
y White hacía lo contrario.
White se apartó de sus propuestas primeras para convencer al Departamento de Estado
y al Congreso de su plan, haciendo que el Fondo de Estabilización tomara una posición
central, y el Banco Mundial se convirtiera en una sociedad de inversiones extranjeras muy
ortodoxa.
Keynes buscaba la creación de una nueva moneda internacional, el bancor, cuyo valor
debería fijarse en relación al oro. Éste sería regulado por una organización internacional de
compensación, integrada por los bancos centrales, y sustituiría, como reserva internacional, la
tenencia de otras monedas nacionales.
Mientras tanto, a White le parecía superflua la idea de una moneda artificial internacional de
estas características: un grupo de monedas nacionales ajustadas al oro, y el oro mismo,
podrían servir como reserva monetaria internacional.
El Plan Keynes contemplaba la concesión automática de créditos a países con déficit en
su balanza de pagos: así, ellos no deberían ser obligados a sanear sus balanzas de pagos a
través de una política deflacionaria. El Plan White, en cambio, estipulaba, para la concesión
de un crédito internacional, las condiciones comerciales habituales: todos los países
232
El 4 de abril de 1944, se resolvió crear un Fondo Monetario Internacional. A finales de junio del
mismo año, se llevó a cabo la Conferencia de Bretton Woods, que se celebró en julio, con la
presencia de representantes de 44 países. El plan conjunto anglo-americano, que en realidad era una
versión ligeramente modificada del Plan White, se presentó como un hecho consumado.
El Acuerdo de Bretton Woods:
El Acuerdo de Bretton Woods, concluido en 1944, dio origen al Fondo Monetario Internacional
(FMI), organismo que inició sus actividades en marzo de 1947. Unos meses antes de entrar en
funcionamiento el FMI, se creó un instituto internacional de inversiones, el Banco Mundial. Se
buscaba representar un compromiso entre el rígido patrón oro del siglo XIX y los inseguros tipos de
cambio flexibles de los años treinta:
1) En el siglo XIX, se priorizaba el equilibrio externo, a través de medidas económicas de
carácter interno.
2) En los años treinta, los gobiernos se habían preocupado esencialmente del equilibrio
económico interno, mediante barreras al comercio, controles de divisas, manipulaciones de
los tipos de cambio, etcétera.
233
Bretton Woods reconocía la importancia de los objetivos económicos internos, como el pleno empleo
y el crecimiento del ingreso, pero rechazaba las manipulaciones autónomas del tipo de cambio como
instrumento principal: por eso, se determinaron tipos de cambio fijos en principio, pero que podrían
ser ajustados de vez en cuando.
Las paridades se expresaban en una cantidad fija de oro, y, en las transacciones exteriores, debían
ser convertibles en oro de acuerdo con esas paridades. Pero los gobiernos podían fijar, llegado el
caso, las cotizaciones de sus monedas nacionales en relación con una moneda convertible en oro,
volviendo a su moneda, así, convertible por vía indirecta. Muchos Estados hicieron esto último: los
países de la zona de la libra estabilizaron su moneda en relación a esta divisa, y lo mismo hicieron
los de la zona del euro.
En las transacciones monetarias constantes, se podía admitir una fluctuación de la paridad en una
banda del 2% (1% por encima y por debajo de la paridad fijada). Por fuera de ello, sólo se aceptaban
cambios en las paridades en el caso de que la balanza del país en cuestión estuviese en una situación
de desequilibrio fundamental. Si, cumpliéndose con esa condición, el ajuste era inferior al 10%, el
FMI podía autorizar automáticamente la propuesta de modificación. Si superaba este porcentaje,
debía hacerse una investigación previa.
Todo esto trajo una dificultad: la expresión fundamental era muy vaga y necesitaba de interpretación,
y el FMI no tenía ningún mecanismo para forzar a los gobiernos nacionales a superar un
desequilibrio de la balanza de pagos a través de una adecuada política coyuntural. Sólo cuando la
situación había adquirido la gravedad de una crisis podía autorizar una devaluación o una
revaluación.
Otra pauta del sistema creado en Bretton Woods era la necesidad de garantizar un marco de libre
comercio multilateral, sin limitaciones a los pagos internacionales en las transacciones corrientes.
Así, se prohibía equilibrar una balanza de pagos deficitaria mediante limitaciones indirectas al tráfico
de divisas. Pero esto no podía aplicarse de manera inmediata, por lo que fue matizado a partir de
algunas cláusulas transitorias, estableciendo un período de gracia de cinco años para que los países
pudieran realizar los ajustes necesarios.
Además, se permitía el control nacional de los movimientos internacionales de capital. Los países
superavitarios podían ser requeridos para reducir sus superávits: si el excedente de un Estado
miembro se hacía tan grande que el FMI ya no podía hacer frente a la demanda de su moneda, debía
declararla moneda escasa, y permitirle a los otros Estados miembros limitar sus pagos en la moneda
escasa y reducir, a través de medidas discriminatorias, las exportaciones del país excedentario.
Para evitar las perturbaciones en las balanzas de pagos, se previó la concesión de créditos-puente a
corto y medio plazo: los países que tuviesen dificultades temporales podían usar las reservas de oro
y divisas internacionales disponibles en la cuenta general del FMI, y provenientes de las cuotas
pagadas por los países miembros.
A cada país se le asignaba una cuota, que dependía de su producto social bruto y su participación en
el comercio internacional. Ésta debía pagarse un 25% en oro o divisas convertibles y el 75% restante
en la moneda nacional. La cuota de ingreso era determinante para el derecho de voto de los Estados
234
miembros, generando un sistema asimétrico en el que Estados Unidos y Gran Bretaña ejercían un
derecho de veto. En un plazo de cinco años, las cuotas podían ser nuevamente fijadas.
Volvamos: un país con un déficit en su balanza de pagos podía pedir adquirir una determinada
cantidad de divisas de la reserva del FMI contra el pago en su propia moneda. El acceso al crédito no
era automático, y la concesión de los créditos (que debían devolverse en un plazo de cinco años)
estaba bajo el control del Fondo, quien decidía la cantidad de divisas que podía obtener el país. En el
lapso de un año, un país podía retirar del Fondo una cantidad de divisas de hasta el 25% de su cuota,
y, en total, sólo podía obtener cinco libranzas consecutivas, equivalentes cada una de ellas al 25% de
su cuota.
El FMI retenía, de una determinada moneda nacional, una cantidad equivalente, como máximo, al
200% de la cuota del país en cuestión.
La relativa limitación inicial de las reservas del FMI y el procedimiento ideado para el ejercicio del
derecho a obtener créditos de éste fueron establecidos a propósito por sus creadores, como obstáculos
para forzar a los Estados miembros a usar todas sus posibilidades económicas internas para luchar
contra un déficit en su balanza de pagos antes de acudir al Fondo. Por eso, el sistema de Bretton
Woods tenía una contradicción inherente: la muy menguada flexibilidad de los tipos de cambio
requería el contrapeso de mayores medios procedentes del exterior para afrontar los déficits en las
balanzas de pagos, y esto fue severamente limitado.
Como el FMI no logró ejercer en plenitud sus funciones en una economía mundial que no era libre
todavía, intentó, inicialmente, hacerse cargo de las funciones de la frustrada Organización del
Comercio Internacional. Sólo cuando, en una fase posterior, se liberalizó en medida suficiente el
comercio mundial, pudo el FMI cumplir su principal tarea de orden monetario y financiero.
existentes, lo único que pudo hacer Gran Bretaña fue enviar a Keynes a Washington para negociar un
importante crédito. Había dos posturas marcadas entre los británicos:
a) Los círculos bancaros de la City querían que la libra volviera a jugar un papel activo en el
sistema financiero mundial.
b) Otros conservadores querían limitar el papel internacional de la libra a una zona cerrada en
el marco del Imperio Británico. El Partido Laborista rechazaba el fortalecimiento de la libra
de forma aún más enérgica: en su labor gubernamental a partir de junio de 1945,
subordinaron la política monetaria al pleno empleo y a la expansión del Estado de Bienestar.
Los laboristas británicos se vieron obligados a hacer amplias concesiones: en diciembre de 1945, se
negoció el protocolo del crédito anglo-norteamericano, que prescindía del período transitorio de
cinco años, tras la entrada en vigor del FMI, para suprimir la discriminación en los pagos
internacionales corrientes. Gran Bretaña acordó restablecer la convertibilidad de los saldos corrientes
en libras esterlinas a partir del 15 de julio de 1947. Para asegurar el éxito de la convertibilidad, se
imponía la cancelación de los muchos reembolsos en libras aún pendientes, lo que resultaba una
operación muy difícil, ya que los mayores acreedores (India, Egipto y Argentina) eran países en
desarrollo. En el texto, el gobierno inglés formuló su intención de cancelar la tercera parte de los
saldos pendientes de pago, previo acuerdo con los países concernidos, y transformar el 90% de la
parte restante en deuda a largo plazo.
Como Estados Unidos no quería establecer concesiones en sus aranceles a la importación, Gran
Bretaña pudo mantener su sistema de preferencias para los países de la Commonwealth. El crédito
estadounidense alcanzó un importe de 5.000 millones de dólares.
Para hacer una transición a la convertibilidad de la libra sin tantos problemas, los británicos
dividieron al mundo en cuatro categorías:
1) Zona de la libra.
2) Países con libras en cuenta americana.
3) Países con cuentas transferibles.
4) Resto del mundo.
Todos los pagos corrientes en libras al ámbito de cuenta americana, por parte de la zona de la libra o
de países con cuentas transferibles, debían hacerse, si así se pedía, en dólares o en oro. El gobierno
británico intentó de que los países con cuentas transferibles no utilizasen en seguida sus tenencias de
libras en pagos al ámbito de cuenta americana, sino que mantuviesen la mayor cantidad posible de
moneda británica como reserva. Éstos, además, debían estar siempre dispuestos a aceptar libras
esterlinas en los pagos corrientes de otros países, pero reteniéndolas para la financiación de sus
propias importaciones de la zona de la libra. Respecto al resto de la deuda, que ascendía aún
aproximadamente a 10.000 millones de dólares, no se encontró ninguna solución a largo plazo: sólo
se pudo bloquear la mitad a corto plazo a través de acuerdos especiales.
Todo salió mal: el 15 de julio de 1947, la convertibilidad de la libar generó un enorme movimiento
de pagos en libras del ámbito de países con cuentas transferibles al de cuenta americana, para
cambiar esas libras por oro o dólares. Por eso, el gobierno británico debió suspender la
convertibilidad una vez más el 20 de agosto de 1947. La zona de la libra volvió a limitar severamente
236
A corto plazo, esto funcionaba, puesto a que se abarataban las importaciones provenientes
del exterior, de productos necesarios para la reconstrucción de las capacidades industriales.
Por otro lado, el nivel de los precios de exportación no tenía un papel importante, ya que, en
los primeros años después de la guerra, apenas había competencia.
En última instancia, cada gobierno estaba convencido de que su economía se iba a recuperar
lo suficiente en algunos años, como para elevar en la medida suficiente la oferta de bienes. La
caída de los precios haría que la sobrevaloración de la moneda desaparezca por sí sola.
En la realidad, el plan demostró sus fallas: hasta 1949, pudo sostenerse la estabilidad
relativa de los tipos de cambio, pero mediante estrictas limitaciones de las divisas. No todos
los países pudieron combatir la inflación de posguerra, y no todos llegaron a la reactivación
económica al mismo tiempo y de la misma manera. A partir de 1948, las diferencias de
capacidad adquisitiva de los países influyeron en los precios relativos de las exportaciones.
La situación se hizo más aguda cuando algunos países, como Alemania Occidental y Japón, hicieron
reformas monetarias completas; mientras que otros estabilizaron sus monedas mediante
devaluaciones o revaluaciones en relación al dólar americano. Todo esto generaba efectos
secundarios en el mercado internacional de divisas. Cuando Francia e Italia decidieron el
establecimiento de, además del cambio oficial, un cambio libre (el verdadero dólar blue), aparecieron
cotizaciones cruzadas contradictorias: por ejemplo, el cambio oficial libra-dólar era de 1 a 4, pero, en
el mercado libre de divisas de Italia, expresado en lira-libra y lira-dólar, el cambio cruzado se situaba
en 1 libra = 2,60 dólares, por lo que las exportaciones de la zona de la libra a Estados Unidos no se
enviaban directamente, sino pasando por Italia.
Todo el desajuste monetario convenció al gobierno norteamericano de que el Plan Marshall iba a
lograr su objetivo si una adaptación general de las paridades ponía fin a la subvaloración del dólar y
del franco suizo, y acababa con los desequilibrios entre las demás monedas. El FMI sólo reaccionó
cuando, a comienzos de 1949, el gobierno norteamericano presionó para discutir con los países
europeos el problema de los tipos de cambio, y constituir una comisión de intervención inmediata.
Finalmente, el Fondo terminó autorizando lo que sus miembros decidieron bajo la presión de Estados
Unidos.
238
julio de 1949 y junio de 1950, estuvo en vigor un segundo acuerdo, que tampoco tuvo los resultados
deseados.
El Tesoro Norteamericano creía que las paridades más realistas, establecidas posteriormente a la
devaluación de la libra en 1949, era una condición suficiente para la multilateralización de los pagos
internacionales. La Administración para la Cooperación Económica (ECA), organismo de
Washington responsable de la ejecución del Plan Marshall, consideraba que este sistema era una
condición necesaria, pero no suficiente: la limitada ayuda norteamericana no podía hacer a la
economía europea igual a la de Estados Unidos.
Una economía mundial basada en el multilateralismo, se creía, sólo podía lograrse a partir de
regiones económicas de entidad equivalente, para acabar, naturalmente, con la enorme escasez de
dólares. La ECA veía en una mejor cooperación y la integración económica el único medio adecuado
para recuperar la competitividad de Europa frente a Estados Unidos. Pero esta integración requeriría
de una cooperación monetaria mucho más intensa que antes, y el tránsito completo de los pagos
bilaterales al sistema multilateral en el interior de Europa sustitución de los acuerdos limitados de
pagos de 1947 a 1949.
El gobierno británico temía que un tránsito acelerado a un sistema de pagos basado en el
multilateralismo estimularía las transformaciones de los requerimientos europeos de libras en
requerimientos de dólares, debilitando su moneda. Además, consideraba que la cooperación
monetaria con Europa era incompatible con su responsabilidad en la zona de la libra. Mientras tanto,
el Tesoro Norteamericano temía al efecto inflacionario de una unión de compensación.
La agudización de la Guerra Fría generó las premisas políticas necesarias para una más estrecha
colaboración entre Estados Unidos y Europa Occidental. El rearme europeo dependería de los
armamentos norteamericanos, la seguridad europea del paraguas nuclear de Estados Unidos.
Simultáneamente, la ayuda norteamericana al rearme europeo contribuyó a suprimir la escasez de
dólares que pudiese reaparecer tras la conclusión del Plan Marshall.
A instancias del gobierno norteamericano, los países de la OECE firmaron el Acuerdo Europeo de
Pagos en septiembre de 1950, dando un gran paso hacia un sistema multilateral de pagos en Europa.
Cada mes, la UEP anotaba todos los activos y pasivos bilaterales de sus miembros. La suma mensual
de todos los activos bilaterales menos la suma de todos los pasivos bilaterales de un país era
apuntada por el Banco para la Compensación Internacional de Pagos, agente de la UEP, como
posición neta del país en cuestión para ese mes. Todas las posiciones se expresaban en la unidad de
cuenta de la UEP, cuyo valor era igual al del dólar norteamericano. Al final de cada mes, los Estados
miembros debían compensar al final de cada mes su posición neta acumulada frente a la UEP,
mediante pagos en oro o en dólares, o también mediante créditos. En el caso de una posición
acreedora, la UEP transfería dólares u oro del país en cuestión. La relación entre los pagos en dólares
y oro y los créditos se calculaba según una fórmula que resultaba de la posición acumulativa de un
país y la cuota que se le asignaba.
La UEP fue la base institucional y el motor del plan norteamericano que buscaba la transformación
de la estructura bilateral de los pagos intraeuropeos en un sistema multilateral de compensación y
crédito. Así, los pagos occidentales evolucionaron en dos ámbitos:
240
Pero la discriminación derivada de la UEP era muy limitada: en realidad, fue sólo una institución
instrumental, que buscaba la consecución gradual de un mecanismo multilateral para el comercio
mundial. En agosto de 1955, se firmó el Acuerdo Monetario Europeo, que regulaba la disolución
de la UEP y la cooperación monetaria seguida cuando se regresase oficialmente a la convertibilidad.
Desde 1953, bancos autorizados de ocho países de la UEP pudieron establecer su propio arbitraje en
operaciones al contado y a crédito relativas a transacciones en divisas realizadas entre ellos mismos ,
pudiendo eludir la más cara compensación multilateral a través de la UEP. Además, la
transferibilidad de la libra se había ampliado consideradamente.
El 27 de diciembre de 1958, ocho países europeos decidieron disolver la UEP y poner en vigor el
Acuerdo Monetario Europeo de 1955. Otros seis países apoyaron de inmediato esta resolución. Así,
se flexibilizaron los controles de divisas aún existentes para los pagos internacionales corrientes.
Los dos grandes bloques monetarios (zona del dólar y el ámbito europeo) se disolvieron en un único
espacio, caracterizado por los pagos multilaterales, el libre comercio de bienes, y la convertibilidad
general sobre tipos de cambio fijos.
La convertibilidad bajo el signo del patrón oro dólar:
El FMI no ayudó a establecer la convertibilidad general. Es cierto que en 1952 se había acordado,
por el pronto término de las ayudas del Plan Marshall, la concesión de ayudas puente financieras,
por las cuales los países que estuviesen en dificultades temporales podrían recurrir, hasta
determinada cuantía, al FMI, sin que contase su posición deudora. Pero estos créditos se
condicionaron al examen de cada caso particular.
Sólo a raíz de la Crisis de Suez de 1956, se concedieron importantes créditos de apoyo a Francia y
Gran Bretaña. Estados Unidos se había pronunciado a favor de la vuelta a la convertibilidad general,
y, para establecer una economía mundial abierta y estable dirigida por él, necesitaba mantener bajo
un firme control la liquidez internacional. Por eso, buscó reducir la capacidad crediticia del FMI, e
introducir el patrón oro.
El déficit comercial de los países de la OECE frente a la zona del dólar no siguió aumentando a lo
largo de los años cincuenta, e incluso empezó a disminuir ligeramente. Las importaciones invisibles
y los gastos en armamento de los norteamericanos se materializaron, para los países de la OECE, en
superávit de sus balanzas de pagos, que supusieron, para ellos, un flujo creciente de oro y dólares.
Las reservas de oro y divisas de Europa Occidental y Japón casi se duplicaron entre 1952 y 1959.
Esta paulatina redistribución de las reservas internacionales de oro y divisas-oro fue determinante
para la implantación de la convertibilidad general, en diciembre de 1958. Al equilibrio también
contribuyó la importante devaluación del franco francés, en torno al 17,55%, que coincidió con una
deflación interna muy positiva en términos económicos.
La balanza de pagos norteamericana evolucionaba desfavorablemente, pero el mundo seguía
creyendo en la permanencia de la escasez de dólares. Este déficit era considerado el principal
problema para la permanencia del mecanismo multilateral en la economía mundial. A la vista de la
gran confianza mundial en el dólar y la hegemonía americana, el patrón oro se convirtió, en realidad,
en un patrón oro-dólar. Así, las paridades monetarias fijas se definieron todas en relación con el
dólar, convertible en oro: el dólar era, indiscutiblemente, una moneda de reserva.
242
Con el crecimiento del comercio mundial, las reservas de dólares alcanzaban una importancia cada
vez mayor en lo tocante a la liquidez internacional global. Cuando la cobertura oro de las reservas de
oro se hizo decreciente, desapareció la confianza en el dólar, poniendo en entredicho la propia
convertibilidad.
Si se tomaba una política deflacionista para reducir de manera importante los pasivos del resto del
mundo en dólares, la relación oro/dólar podría haberse desplazado en el conjunto de las reservas en
favor del oro, restableciendo la confianza en el dólar. Pero esto habría desencadenado una peligrosa
crisis de la economía mundial, y, con el tiempo, el abandono del comercio multilateral. El gobierno
norteamericano buscaba realizar acuerdos con otros Estados, para evitar o minimizar el cambio de
dólares por oro. Pero, si disminuía la cobertura oro, era lógico que la confianza en el patrón oro-
dólar desapareciese paulatinamente.
El volumen de la formación de reservas en dólares no estaba dado por las necesidades auténticas de
liquidez internacional, sino por el cambio en la balanza de pagos norteamericana. Con el
deslizamiento a un patrón dólar, Estados Unidos pudo eludir, sin penalización, la disciplina del
equilibrio de su balanza de pago, mientras que el resto del mundo debía someterse a ella.
Expresando su disgusto por la asimétrica distribución del poder económico, De Gaulle exigió, en
1965, el cambio de las reservas francesas de dólares por oro. Esto ahondó más la desconfianza hacia
el oro. Triffin comenzó a plantear una amplia reforma del sistema monetario internacional:
contempló la creación de un banco central supranacional, en el cual los diferentes bancos centrales
nacionales debían depositar en él todas sus reservas monetarias, y él, a su vez, les proporcionaría
dinero emitido bajo su autoridad. El nuevo banco debía crear su propia moneda internacional, con la
función de moneda oficial de reserva para todo el mundo. De esta manera, se acabaría con la frágil y
arbitraria relación entre el oro y los dólares de reserva, por un lado, y la liquidez internacional, por el
otro.
La creación de reservas internacionales podría, así, realizarse en función de las necesidades reales de
liquidez en el mundo. El plan de Triffin coincidía tanto con algunas ideas desarrolladas por Keynes
durante la guerra, como con los principios de la Unión Europea de Pagos. Pero no recibió el apoyo
de los políticos.
Medidas monetarias inmediatas de Estados Unidos:
La introducción de un patrón oro-dólar general a finales de 1958 puso en un primer plano la
perturbada balanza de pagos estadounidense. Su empeoramiento en los años 1958 y 1959, y la
consiguiente pérdida importante de oro, fue objeto de un amplio debate académico. Hasta 1967, la
balanza experimentó mejoras, pero la pérdida de oro fue permanente. Eran necesarias constantes
intervenciones para mantener la cotización del dólar frente a las monedas mundiales más
significativas dentro de la banda admitida.
La política norteamericana tendiente a lograr una economía mundial abierta bajo el liderazgo de
Estados Unidos implicaba déficits fiscales permanentes causados por los gastos estatales, sobre
todo por los gastos militares en el extranjero y la ayuda al desarrollo. En el pasado, una balanza
comercial positiva había compensado esos déficits en la balanza general, pero ahora la posición de
Estados Unidos en el mundo estaba siendo gradualmente socavada por Europa y Japón. Grandes
244
movimientos de capital estaban reforzando este proceso: la formación de un bloque europeo inducía
a los norteamericanos a establecer sociedades filiales en Europa, y esto mismo sucedió en los países
en desarrollo, por los bajos salarios. La sobrevaloración del dólar impulsó aún más este proceso.
Para contrarrestar la disminución de la confianza en el dólar, el gobierno de JFK tomó numerosas
medidas ad hoc, orientadas a:
1) Reforzar el patrón oro-dólar: en 1960, se fundó el pool del oro. La demanda de oro había
aumentado, a finales de los años cincuenta, en los países en los que las reservas oficiales de
oro habían crecido mucho. Los especuladores privados, esperando la devaluación del dólar,
demandaban aún más oro.
Para 1960, el precio libre del oro había alcanzado el valor récord de 40 dólares la onza en el
mercado del oro londinense. Para evitar futuras crisis especulativas, Estados Unidos y otros
siete países empezaron a intervenir sistemáticamente por mediación del Banco de Inglaterra
en el mercado del oro de Londres. Esto tuvo tanto éxito que, entre finales de 1960 y finales de
1967, el precio libre del oro nunca superó los 35,35 dólares por onza.
Otras medidas para reforzar el patrón oro-dólar fueron la amortización anticipada de
empréstitos de guerra, la emisión de los bonos Roosa (títulos de deuda no negociables del
gobierno norteamericano, vendidos a bancos centrales europeos expresados en la moneda del
país europeo que se tratase) y los créditos swaps.
La presión especulativa sobre el dólar movió al gobierno norteamericano a servirse de las
líneas de crédito a corto plazo y recíproco abiertas en los bancos centrales extranjeros. Se
usaban los créditos swap, operaciones a corto plazo con garantías de paridad monetaria para
la parte que otorgaba el crédito, para intervenciones oficiales en el mercado internacional de
divisas, con la finalidad de contrarrestar corrientes especulativas de dinero caliente.
El gran acuerdo de los acuerdos swap estuvo relacionado con el renacimiento del Banco de
Pagos Internacionales de Basilea (BPI), que fue fundado en 1930 para la regulación de los
pagos alemanes por reparaciones de guerra, obedeciendo a una exigencia del Plan Young. De
las reuniones mensuales de los presidentes de bancos centrales surgieron la red swap y los
acuerdos de Basilea, en cuya virtud se decidió, por ejemplo, el apoyo a la libra esterlina.
2) Insertar al FMI en la estrategia norteamericana: aún cuando el gobierno norteamericano
postulaba todavía en 1960 que Estados Unidos, por su papel dirigente, debía ser banquero del
mundo libre, llegó el momento en que empezó a darse cuenta que recurrir a los créditos del
FMI era perfectamente compatible con la posición de primacía estadounidense, y resultaba
hasta necesario. Así, se le reconocieron mayores atribuciones al FMI en el terreno
crediticio, aumentando los medios financieros de los que podía disponer.
Para ello, se aumentaron las cuotas de los países miembros, a tal punto que la cuota general
pasó de 9.200 millones de dólares, en 1958, a 21.300 millones, en 1970. Además, el FMI
obtuvo nuevas posibilidades en el campo de la concesión de créditos, que fueron aprobadas
antes de que finalizase el año. Según lo acordado, el Grupo de los Diez, los países más ricos
del mundo, se comprometía a poner a disposición del FMI, en caso de necesidad, medios
adicionales por 6.000 millones de dólares.
En diciembre de 1964, se procedió por primera vez a la solicitud de un enorme crédito por
parte de Gran Bretaña. También las conficiones más flexibles de liquidación ampliaron el
margen de maniobra del FMI. Con el tiempo, las iniciales condiciones crediticias (que los
245
En junio de 1964, se emitieron las recomendaciones: a los ministros y presidentes de los bancos
centrales de estos diez países, se les pidió la implementación de ciertas medidas concretas y la
realización de dos estudios:
246
Los estadounidenses defendían, desde 1966, la conveniencia de establecer una nueva unidad
de reserva internacional, que antes consideraba superflua.
Los franceses terminaron rechazando la creación de una nueva unidad de reserva universal,
que, con el tiempo, pudiera asumir el rol del oro. Ahora, pedían por una vuelta al patrón oro
clásico, a través de un aumento general del precio del oro.
El sistema prefigurado en Río de Janeiro en 1967 experimentó algunas modificaciones importantes
bajo la presión europea, y sobre todo francesa:
a) Se cambió la denominación de “derechos de giro” a Derechos Especiales de Giro.
247
b) Éstos serían otorgados como créditos con recomposición obligatoria, aún cuando ésta era
contemplada como muy flexible y prolongada.
c) Para la concesión de los DEG, se requeriría una mayoría favorable del 85%.
El Mayo Francés y la posterior retirada de De Gaulle debilitaron la continuación de la oposición por
parte de los franceses. En 1969, el Fondo reformó su reglamento, el que dictaba que, además de
sobre la administración de la cuenta general, tenía competencia sobre la de una nueva cuenta de
derechos especiales, los DEG, que constituían una nueva unidad de reserva.
Así, al lado de sus funciones crediticias tradicionales, el FMI obtuvo la atribución de crear nuevas
reservas monetarias internacionales, lo que impulsó su marco de acción como órgano supraestatal
del sistema monetario internacional. El Consejo de Gobernadores debía determinar, en principio cada
cinco años, el volumen de DEG que se pondrían en circulación, basándose en la demanda de liquidez
internacional y el aumento o disminución de otras reservas internacionales.
En 1969, se resolvió la provisión de un primer paquete de DEG, por 9.500 millones de dólares,
distribuidos en tres años y con validez a partir de 1970. Los DEG suponían, para un país, una
capacidad limitada de usar medios de pago internacionales de un país tercero, y se distribuían a los
Estados interesados en función de sus cuotas. Si tenían balanzas de pago deficitarias, los países
participantes podían hacer uso de los DEG que les correspondiesen, sin necesidad de consultas
previas: los transferían directamente al banco central de otro miembro, y obtenían a cambio monedas
convertibles, o solicitaban al FMI que les facilitase divisas. El Fondo establecía, entonces, el país que
debía aceptar DEG a cambio de moneda convertible.
La unidad de valor del DEG estaba vinculada al oro, y equivalía a 1/35 de una onza de oro. Ningún
participante del acuerdo estaba obligado a aceptar DEG de países terceros a cambio de moneda
nacional convertible, por un valor tres veces mayor al importe de DEG a él asignado. Además, todo
país partícipe debía mantener, durante cinco años, una media mínima del 30% de los derechos
especiales a él atribuidos.
El momento para la primera emisión de DEG no estuvo bien elegido, y la reforma fracasó al poco
tiempo por la suspensión de la convertibilidad del dólar, la inflación y la crisis del petróleo: en estas
condiciones, el problema del mundo no era poca, sino mucha, liquidez. Incluso fuera de las
cuestiones coyunturales, era dudoso que los DEG ofreciesen una solución satisfactoria a los
problemas monetarios: nunca se debatió la cuestión realmente importante de la política monetaria,
los tipos de cambio fijos.
Otra reforma de trascendencia internacional fue la fundación de la Unión Monetaria Europea. En
1957, se firmó el Tratado de Roma, que apenas había entrado en los aspectos monetarios de la
unión europea. Durante unos años, la visión de la política monetaria en el marco europeo fue muy
superficial. Pero, con el éxito de la cooperación europea y la creciente tensión en el sistema
internacional de monedas convertibles con tipo de cambio fijos, la unificación monetaria de Europa
pasó a un plano más destacado.
En la Conferencia Cumbre de La Haya, en diciembre de 1969, se decidió, a nivel oficial, la
creación de la Unión Económica y Monetaria Europea. Mediante el llamado Informe Wiener, se
defendía la convertibilidad recíproca y la paridad fija de las monedas, y se estimaba que la banda de
248
variación de los tipos de cambio debía reducirse gradualmente a cero. Como alternativa, se
contemplaba el establecimiento de una moneda común. Además, se recomendaba adoptar un
sistema bancario central común, así como crear un mercado europeo de dinero y capitales.
La primera fase de la unión monetaria fue desde 1971 hasta 1973. Se elaboró un proyecto de sistema
de ayuda financiera a mediano plazo, y se señaló 1972 como año de fundación de un Fondo
Europeo para la Cooperación Monetaria. Se les solicitó a los bancos centrales que intentaran
mantener las fluctuaciones de los tipos de cambio entre las diferentes monedas europeas en límites
más reducidos que la banda para las fluctuaciones entre éstas y el dólar.
El estallido generado por la Crisis del Petróleo, en 1973, hizo que estas medidas no sirvieran para
nada, y fueran reemplazadas por aquellas medidas inmediatas que buscaran superar la crisis.
La adaptación del mercado: los eurodólares:
El mercado del eurodinero es un mercado del sistema bancario internacional especializado en
operaciones con monedas extranjeras. Como la mayor parte de este mercado estaba en Europa, y la
mayoría de las transacciones se hacían en dólares, se acuñó la denominación de mercado de
eurodólares.
Los bancos y empresas norteamericanas que buscaban inversiones extranjeras de capital a través de
los mercados intermedios europeos usaban el mercado de los eurodólares cuando las operaciones de
capital en monedas nacionales eran limitadas por el Estado.
En 1958, la mayoría de los países europeos restableció la convertibilidad exterior, flexibilizado las
inversiones extranjeras de capital en Europa. Ahora, todos los bancos europeos podían comprar y
vender libremente dólares, e invertirlos donde y como quisieran. A lo largo de los años sesenta,
aumentó la competitividad de los bancos europeos, sobre todo los londinenses, frente a los de Nueva
York.
El mercado londinense de eurodólares estaba libre de las limitaciones que imponía en Estados
Unidos el sistema bancario central, como la prohibición de pagar intereses a los depósitos a la vista y
la limitación de los tipos de interés aplicables a los depósitos a plazo. El mercado londinense de
eurodólares concedía grandes créditos, incluso sin cobertura, a clientes de confianza. Los costos
bancarios eran mínimos, y permitían pagar intereses mayores y aplicar tipos más bajos a los créditos
concedidos.
Los déficits de la balanza de pagos norteamericana y la limitación gubernamental a la exportación de
capitales en los sesenta mejoraron aún más la posición del mercado de eurodólares a Nueva York. El
gobierno estadounidense había establecido una limitación voluntaria a la exportación de capital en
1965, pero, con los años, la aplicó cada vez con más rigor, volviéndola obligatoria en 1968.
Como los créditos bancarios norteamericanos a extranjeros sólo se autorizaban hasta cierto monto,
los interesados cada vez se iban más al mercado londinense de eurodólares. Las empresas
multinacionales norteamericanas que querían invertir en el extranjero buscaban capital en Londres.
Los mismos bancos norteamericanos establecieron en Londres sus propias filiales, y transfirieron allí
sus bancos de negocios internacionales. Las filiales europeas de los bancos norteamericanos tuvieron
249
una gran actividad cuando, en 1968 y 1969, Estados Unidos introdujo una política monetaria
restrictiva.
En la década de los setenta, el mercado de los eurodólares londinense continuó expandiéndose, pero
cambió la estructura de la financiación internacional: el predominio del dólar dio paso a algunas
monedas europeas, como el marco alemán y el franco suizo. Aparecieron otros centros financieros
fuera de Europa, como las Bahamas, Singapur, Panamá y Beirut. Junto al dólar o las monedas
europeas, se operaba en ellos con monedas como el yen japonés. El mercado de eurodinero se
convirtió en el mercado de mundidivisas.
Londres se mantuvo como centro principal, y el mercado de eurodinero, como la estructura
dominante. Libre de controles, era altamente competitivo y registraba grandes transacciones. Para sus
inversiones externas, se servía de los créditos bancarios sindicados a mediano plazo.
Todo esto impulsó el movimiento internacional de capitales: la economía mundial, hasta entonces
dirigista, empezó a tolerar la existencia de transacciones libres de capital a escala internacional. La
primacía de las empresas norteamericanas fue reduciéndose en beneficio de otros inversores de
Europa, Japón, y los países productores de petróleo. Así, la vida económica se internacionalizaba, a
punto tal que los controles nacionales de divisas y capitales estaban condenados al fracaso. Las
medidas oficiales perdían efectividad por dos causas:
1) El rápido crecimiento del mercado de eurodólares, que acrecentaba y simplificaba los
movimientos especulativos de capital, llevando a una sustitución de importaciones de
servicios financieros por parte europea. Además, los simples y extensos movimientos de
eurodinero y capital elevaron a tal punto la eficacia de las reservas internacionales
disponibles, que las crisis de la balanza de pagos pudieron superarse fácilmente en los años
setenta.
2) Contribuían a aumentar el déficit de la balanza de pagos.
El punto culminante de la crisis:
La devaluación de la libra en 1967 y la disolución del pool del oro al año siguiente fueron las
primeras señales de un aumento de los desequilibrios. Ya desde 1964, la libra había soportado fuertes
presiones: las deudas de guerra, la delicada posición de una moneda de reserva, y el cambio
estructural en la economía internacional llevaron a su sobrevaloración. Para ayudar a Gran Bretaña
a mantener su paridad fija, el gobierno americano organizó una amplia acción crediticia
internacional, apoyada por el FMI. Pero no se pudieron hacer los ajustes internos a tiempo, y la
sobrevaloración de la moneda prosiguió.
En 1967, la Guerra de los Seis Días, el cierre del Canal de Suez, el anunciado abandono árabe de la
libra y el enorme déficit comercial desencadenaron tal pánico que, en noviembre, el gobierno
británico devaluó la libra en un 14,3%.
En el balance final, las desventajas de la devaluación de la libra superaron a los beneficios:
La persistencia prolongada en la paridad anterior fue demasiado cara para el Tesoro
Británico, y demostró lo intensos y peligrosos que podían ser los movimientos de capitales.
250
Los países que tenían una moneda de reserva inserta en el sistema de patrón oro-dólar
aparecieron como extremadamente vulnerables, y comenzó a cuestionarse la viabilidad
futura del sistema.
La política francesa contribuyó: la desautorización pública del patrón oro-dólar por De
Gaulle en 1965, el cambio de las reservas francesas de dólares por oro, y su retirada del pool
del oro en 1967, eran elementos que daban a entender que el dólar y la libra perdían
influencia como monedas de reserva.
Estados Unidos hizo todo lo posible por aferrarse al pool del oro, que buscaba mantener una estrecha
correlación entre el precio libre del oro y el oficial. Si el precio libre subía mucho respecto al oficial,
los bancos centrales hubieran vendido caro su oro en el mercado libre, y comprado barato en el
banco central norteamericano. Esto hubiera socavado el compromiso de convertibilidad del dólar en
oro.
El problema era que, una vez devaluada la libra, era insostenible la actividad del pool del oro en el
mercado libre del oro londinense. Para hacer frente a la presión especulativa, vendió, entre
noviembre de 1967 y marzo de 1968, oro por valor de 3.000 millones de dólares. Los países del pool
del oro perdieron, en esta crisis, aproximadamente la octava parte del total de sus reservas de oro.
Esto implicaba no sólo una disminución de las reservas bancarias totales, sino también una peligrosa
alteración de su composición. El precio fijo de 35 dólares la onza impedía un eventual movimiento a
la baja del precio del oro.
El 15 de marzo de 1968, se clausuró temporalmente el mercado libre del oro de Londres. En los dos
días siguientes, se disolvió el pool del oro y se instauró un mercado separado del oro. De acuerdo
con esta idea, los Estados debían dejar de vender oro en el mercado, usando sus reservas para
transacciones monetarias entre sí. Además, debía funcionar un mercado libre del oro, sin
intervención de los bancos centrales. Los bancos centrales, por su parte, aseguraron que iban a
limitar, en gran medida, sus peticiones de oro.
Inicialmente, el sistema tuvo éxito: tras un aumento a 43 dólares la onza a principios de 1969, el
precio libre del mercado de oro se redujo a 35 dólares. Esta calma coincidió con el superávit de la
balanza de pagos norteamericana. El malestar social y político de Europa Occidental contribuyó a
descargar la presión ejercida sobre el dólar, sobre todo en Francia, donde, después del Mayo Francés,
las reservas del Banco de Francia pasasen de 6.900 millones a menos de 4.000. Hubo algunos ajustes
en las monedas europeas:
a) El franco se devaluó un 11,1% en relación al dólar en 1969.
b) El gobierno alemán, en 1969, decidió la libre frotación del marco. En octubre de ese mismo
año, volvió a articularse con el dólar, pero revaluado en un 9,3%.
Apenas pudieron ajustarse los tipos de cambio, la balanza de pagos norteamericana empeoró: los
superávits de 1968/9 no eran una mejora real, sino que representaban la entrada masiva de capitales
procedentes de los créditos que los bancos filiales americanos habían tomado en el mercado de
eurodólares de Londres. Al mismo tiempo, la balanza comercial también cayó, por la política
presupuestaria expansiva inaugurada por Kennedy y proseguida por LBJ para financiar la Guerra de
Vietnam y los nuevos programas sociales inflación, llevando a la creciente sobrevaloración de la
moneda norteamericana.
251
Cada vez más personas hablaban de que el patrón oro-dólar había fallado, y era necesario instaurar la
flotación de las monedas. Los europeos seguían encaprichados con el mantenimiento de un tipo de
cambio fijo, buscando crear un bloque para ejercer una mayor influencia sobre Estados Unidos, para
que equilibre su balanza de pagos. Pero esta lealtad a los principios monetarios estaba desfasada,
algo que quedó claro entre 1970 y 1971.
Como Estados Unidos redujo sus tipos de interés para equilibrar su economía, y los europeos los
elevaron para defenderse de la inflación proveniente del Nuevo Continente, se amortizaron
masivamente los créditos norteamericanos en el mercado de los eurodólares, situación que empeoró
con el creciente déficit comercial de Estados Unidos. Además, los bancos centrales europeos
depositaban cada vez más sus crecientes reservas de dólares en el BPI, que colocaba una porción
cada vez mayor de los mismos en el mercado de eurodólares. Todos estos dólares, prestados a otros
países y no a Estados Unidos, hacían crecer la liquidez internacional y la especulación contra la
moneda norteamericana.
En mayo de 1971, los alemanes se negaron a seguir interviniendo oficialmente para mantener la
vigente paridad del dólar. Francia se negó a cualquier revaluación del franco frente a la moneda
norteamericana, y Alemania y Holanda declararon la flotación de sus monedas. El empeoramiento
de la balanza comercial norteamericana en el segundo semestre de 1971 aumentó la especulación: se
hablaba de un desequilibrio fundamental, que solamente podía ser superado a través de drásticas
modificaciones de los tipos de cambio. El precio de mercado del oro se elevó a 44 dólares la onza, y
la marea del alejamiento de esta divisa era imparable.
El 15 de agosto de 1971, Nixon suspendió la convertibilidad del dólar en oro, además de otras
medidas:
1) Gravamen temporal a las importaciones de un 10%.
2) Pedido al FMI de propuestas concretas para establecer un nuevo sistema monetario
internacional.
3) Congelamiento de precios y salarios durante 90 días.
4) Creación de una agencia dedicada a analizar la evolución del costo de vida.
Esta supresión unilateral del patrón oro-dólar por parte de Estados Unidos, sin consulta con el resto
del mundo, fue vista como un abuso arrogante del predominio norteamericano. Pero era cierto que el
patrón oro-dólar ya no se ajustaba a la situación existente en la economía. Ya un solo país no podía
aspirar a ejercer duraderamente el liderazgo económico, y el gobierno norteamericano no podía
pedirle a los países con superávit que realizasen ajustes económicos internos.
haciendo un préstamo de 3.750 millones a Gran Bretaña. Se hicieron préstamos a Europa y el Lejano
Oriente a través del Eximbank, y se ayudó a Grecia y Turquía, así como a Francia, Italia y Austria
total de ayuda prestada de manera fragmentaria: 16.000 millones de dólares, mitad en donaciones y
mitad en préstamos.
Marshall, el Secretario de Estado, insinuó que Estados Unidos apoyaría un programa de
reconstrucción coordinado por los países europeos. En esta tesitura, los representantes de dieciséis
país se reunieron en París en julio de 1947, y crearon el Comité Europeo de Cooperación
Económica. Redactaron un informe, presentado a Estados Unidos, que consideraba la superación de
los niveles de producción industrial y agraria antes de la guerra, y el logro de un equilibrio en la
balanza de pagos en cuatro años. Para lograr estos objetivos, sería necesario liberalizar el comercio
dentro de Europa y conseguir un excedente de importaciones, para así lograr los objetivos de
producción. Se estimaba que, solamente con Estados Unidos, el déficit en la balanza de pagos
acumulado a lo largo de cuatro años sería de 16.500 millones de dólares.
El Plan Marshall se puso en marcha con la Ley de Ayuda Extranjera de 1948, que establecía la
Administración para la Cooperación Económica (ECA), quien debería llevar a cabo el programa
de ayuda. En junio, se estableció una ley de asignaciones. En abril de ese mismo año, los diecisiete
países europeos firmaron la Convención Europea de Cooperación Económica, prometiendo
trabajar en conjunto por la recuperación y el crecimiento, relajando las restricciones comerciales y de
pagos y manteniendo una estabilidad financiera interior y exterior. Además, se creó la Organización
Europea de Cooperación Económica, que distribuiría la ayuda americana.
Inicialmente, se estimó que el programa duraría cuatro años, hasta mediados de 1952. El Poder
Ejecutivo de Estados Unidos había estimado que costaría 17 o 18.000 millones de dólares, pero el
Congreso acabó votando algo más de 13.000 millones. El estallido de la Guerra de Corea, en 1950,
cambió los planes: el énfasis pasó de la ayuda americana de la recuperación económica al
rearmamiento. En 1951, se creó la Agencia de Seguridad Mutua, que absorbió las funciones de la
ECA. La ayuda del programa ascendió, fundamentalmente por medio de donaciones.
El programa de ayuda proporcionó, a la mayoría de los países receptores, bienes y servicios
adicionales sólo por valor de aproximadamente el 3 o 4% de su propia producción total. La ayuda
americana no ascendió a más del 5 o 10% de la propia producción de Europa. Pero, en comparación
con las importaciones, la ayuda fue mayor: supuso un 25% del total de las importaciones de Europa
de bienes y servicios durante el período 1947-1950, y casi un 66% de sus importaciones de bienes
procedentes del área del dólar.
Para Yeager, sólo si creemos que las necesidades de importación eran urgentes e irreducibles, y
que las capacidades de exportación no se podían aumentar, podemos considerar a la ayuda como
grande e importante.
La mayor parte de la ayuda tenía que venir de los europeos, si bien la ayuda americana pudo
financiar las necesidades de importaciones esenciales, acelerar la inversión y reconstrucción, y
permitir niveles de consumo tolerables. Tal vez por proporcionar garantías psicológicas, el programa
permitió a los consumidores europeos tolerar que se asignara a la inversión casi un 20% del PNB,
respecto del 6,6% previo a la guerra.
253
Durante el primer año del Plan Marshall, los alimentos, piensos y fertilizantes representaron más de
la mitad de los envíos de ayuda. Más tarde, a medida que se enfatizó más en la reconstrucción
industrial, la mayor parte de los envíos pasó a estar compuesta por materias primas, productos
semiacabados y maquinarias.
Estos bienes no fueron regalos gratis: los europeos pagaban moneda local a su propio gobierno por
los bienes de ayuda, lo que permitía cumplir con el requisito americano de que se apartaran fondos
locales cuyo valor fuera igual al de las donaciones recibidas. Surgió el concepto de fondos de
contrapartida, de los cuales un 5% se lo reservaba Estados Unidos para costear los gastos de
administración del programa y comprar materiales, y el 95% restante podía usarse, según lo acordado
entre el gobierno receptor y los americanos, para financiar proyectos de inversión pública, o formas
que cancelaran el dinero, y evitaran la inflación.
De la ayuda proporcionada por el Plan Marshall hasta 1951, cinco países (Reino Unido, Francia,
Italia, Alemania y los Países Bajos) recibieron casi el 75%. Cerca de una cuarta parte del total fue
para el Reino Unido solamente, y alrededor de una quinta parte para Francia. Esto fue así por
consideraciones políticas: a la hora de decidir el nivel de inversión en cada país, se tomaban en
cuenta cosas como el papel que la propia recuperación económica de éste podía jugar en la
recuperación general de Europa, el grado de amenaza comunista de los diferentes países, y la
posición prevista de la balanza de pagos de cada país, especialmente con Estados Unidos.
Inicialmente, la OECE intentó determinar la asignación de la ayuda a cualquier país determinado
respecto a la cuantía futura de su déficit con el área del dólar. El tema es que esto incentivaba a
comportarse de manera incorrecta: a mayor déficit, más ayuda. Finalmente, se aceptó como guía
básica para el futuro el reparto establecido en la segunda asignación anual, y esta fórmula casi
congelada dio a los países más incentivos para remediar sus déficit de balanza de pagos.
controlados, los precios relativos estaban distorsionados: un sombrero salía lo mismo que varias
toneladas de trigo. El efecto negativo de este sistema era doble:
Los trabajadores no tenían incentivos para permanecer diligentes en sus puestos de
trabajo ganando dinero, ya que éste no era el medio de obtener bienes y servicios.
Los trabajadores tenían razones para faltar y viajar por las zonas rurales en busca de
comida, que se podía obtener haciendo trueques con los agricultores.
La frecuencia del absentismo y los viajes para hacer trueques enfatiza el nivel de debilitamiento de
los canales normales del comercio interior. La inflación reprimida había minado la coordinación
por medio de los precios, dejando rezagado al comercio interior y a la producción: en 1946, la
producción industrial en las zonas de ocupación británica y americana sólo era una tercera parte del
nivel de 1936.
A partir del 20 de junio de 1948, todo cambió repentinamente. Entre el segundo y el cuarto
trimestre de este año:
La producción industrial total aumentó un 45%.
La producción de bienes de consumo aumentó un 53%.
El índice medio anual de producción industrial aumentó un 53% entre 1947 y 1948, un
44% entre 1948 y 1949, y un 25% entre 1949 y 1950.
El consumo privado real de Alemania, entre 1950 y 1957, subió a un ritmo casi igual al
doble del promedio de todos los países de la OECE.
Hubo varias causas importantes en esta recuperación: la ayuda económica americana, la gran
capacidad de trabajo de los alemanes, la entrada de trabajadores competentes, profesionales y
hombres de negocios provenientes de la zona soviética, y la moderación de las demandas salariales
de los sindicatos. Pero el acontecimiento más notable fue la reforma monetaria del 20 de junio de
1948.
Reformas monetarias:
Hay dos formas de acabar con la inflación reprimida:
1) Permitir que se convierta en una inflación abierta, aflojando o suprimiendo los controles,
y permitiendo que los precios y salarios suban de acuerdo con la oferta monetaria.
2) Bajar el nivel de precios de “equilibrio” hasta ajustarlo, más o menos, al nivel controlado
existente, mediante una reducción radical de la cantidad de dinero.
Alemania optó por la segunda opción. Se suprimió la vieja moneda, el Reichsmark, y se creó una
nueva, el Deustchemark. Al principio, los individuos podían cambiar 600 marcos antiguos por 60
nuevos, y las empresas podían cambiar 600 por 60 por empleado. Los Reichsmarks restantes en
circulación y en cuentas bancarias se bloquearon, para luego dejarlos libres y cambiarlos por la
nueva moneda, en términos de 100 viejos por 6,5 nuevos. Las deudas contraídas en marcos antiguos
quedaron reducidas a una décima parte de su cantidad nominal en marcos nuevos.
Esta reforma fue acompañada de una supresión casi completa de los controles de precios y el
racionamiento. Para impedir que los precios subieran, se reduciría la oferta monetaria, en lugar de
aplicar controles. Así, el dinero volvió a representar el poder adquisitivo, y había bienes para
255
cualquiera que lo tuviera. Los hombres de negocios se vieron incentivados a producir los bienes cuya
demanda fuera mayor, en lugar de producir, como antes, sólo los que tenían controles de precios
relativamente laxos, por ser considerados no esenciales por las autoridades.
La reforma monetaria en Alemania no fue la única en la Europa de la posguerra. Podemos hablar de
tres categorías de reforma:
a) Convertir el dinero antiguo en cantidades menores de nuevo, sin bloquear los fondos
Europa Oriental.
b) Bloquear los fondos en cuentas bancarias especiales para liberarlos después, sin
conversión alguna Austria, Bélgica, Países Bajos.
c) Una mezcla de las dos anteriores RFA, RDA, Rumania y Yugoslavia.
Ambos bandos tuvieron posiciones de poder dentro del gobierno norteamericano de tiempos de
guerra: el gobierno de Roosevelt tenía una base política muy compleja, sobre todo durante la
contienda, basada en una coalición de dos conjuntos de intereses diferentes:
a) Los centros tradicionales de poder del Partido Demócrata: el Sur, primordialmente
agrícola, las maquinarias políticas urbanas, y los representantes de los intereses empresariales
y financieros dominantes.
b) Los sindicatos industriales y los representantes del progresismo agrario del Medio Oeste
el poder de los sindicatos fue en aumento durante la Segunda Guerra Mundial, y aún no
habían sido domados en términos políticos.
Así, existían verdaderas diferencias sobre problemas fundamentales de las políticas económicas
internas y externas.
En estas circunstancias, adquirió una gran importancia la idea de un superávit comercial: si Estados
Unidos podía exportar al mundo bienes cuyo valor excediera al de las importaciones por una
cantidad entre 5.000 y 10.000 millones de dólares (LITERALMENTE el PBI de Togo), se estimularía la economía
interna, con una equivalencia aproximada a la misma cantidad de inversión empresarial o gastos de
gobierno. Este superávit podría hacer innecesaria una cantidad equivalente de gasto gubernamental,
achicando el Estado, y permitiendo mantener altos los niveles de empleo. Además, un alto nivel de
las exportaciones podría evitar una dolorosa reorganización para los sectores de la economía que se
habían expandido excesivamente durante la guerra, como la de las maquinarias.
Pero mantener un considerable superávit de exportaciones planteaba muchas dificultades:
Ò El pago de los préstamos concedidos para financiar un superávit de exportación haría
inevitable, eventualmente, el mantenimiento de un superávit de importación. A pesar de
ello, se sostenía que Estados Unidos podría mantener un superávit de exportación durante
diez o veinte años, un período que podía permitir la reorganización de la economía de tal
modo que pudiera mantenerse el pleno empleo, aún con un superávit de importación.
Ò Era necesario financiar el superávit año tras año: se esperaba que la inversión extranjera
directa de los Estados Unidos se hiciera cargo de una pequeña parte del flujo, pero era
necesario aumentar la inversión en valores, y no estaba claro si los inversionistas privados
estaban dispuestos a invertir su dinero en bonos extranjeros para el financiamiento del
superávit de exportación.
Ò ¿Cómo podían asegurarse los mercados extranjeros a escala suficiente como para
permitir este superávit comercial?
Todo esto hacía que fuera necesaria una economía mundial abierta, en la que todos los países, de
todos los lugares del mundo, estuvieran abiertos a los flujos de comercio e inversión provenientes de
otras partes, eliminando las prácticas discriminatorias de comercio y la preferencia imperial. Así, el
comercio y el capital podrían fluir de un país a otro respondiendo solamente a la ley de la oferta y la
demanda, sin una interferencia política que favoreciera a un país u otro. Cualquiera sea su país de
origen, triunfaría el productor más barato.
Además, el multilateralismo eliminaría la necesidad de balancear las cuentas internacionales con
países o regiones particulares: ahora, si Estados Unidos tenía un déficit con países productores de
materias primas, podría compensarlo con un superávit frente a otros países industrializados. Esto
crearía los mercados y oportunidades de inversión necesarios para asegurarse un gran superávit
comercial y un crecimiento continuo de los bancos y empresas industriales más grandes de Estados
Unidos.
Los keynesianos, en cambio, solían estar a favor de un sistema mundial integrado por capitalismos
nacionales, que priorizaran el pleno empleo. El mantenimiento de niveles altos de empleo y el
desarrollo de la planeación nacional debían preceder a la apertura de las economías al libre flujo de
la inversión y el comercio. No confiaban en la inversión privada extranjera, y estaban interesados en
que los demás países se libraran del sesgo deflacionario del patrón oro.
Si bien entendían que la enorme capacidad productiva de Estados Unidos le garantizaba un papel
central en la economía mundial, esperaban que sus recursos fueran empleados en la promoción de la
reforma económica y social del mundo. Creían que era necesaria la expansión internacional del New
258
Deal: Estados Unidos debía bajar sus aranceles para que otros países pudieran vender mayor
cantidad de sus productos allí, y debían crearse instituciones internacionales hacia las áreas
subdesarrolladas, sin las ataduras del capital privado.
Lo irónico de este internacionalismo idealista de los keynesianos es que, finalmente, sirvió para
fortalecer a los internacionalistas empresariales, prestando un marco retórico de legitimidad para el
poderío mundial de Estados Unidos. Esto se reflejó, sobre todo, en el Fondo Monetario Internacional:
inicialmente concebido para facilitar las políticas económicas internas expansivas, terminó
convertiéndose en un medio más para imponer la disciplina deflacionaria del patrón oro.
Los partidarios de la planeación económica tenían una falla estructural en su pensamiento: creían que
el gasto gubernamental en servicios e infraestructuras sociales podía mantener la demanda a niveles
suficientemente elevados como para sostener el pleno empleo, cuando, en realidad, el gasto
gubernamental en estas áreas servía para aumentar enormemente la productividad en el resto de la
economía, haciendo que, para mantener el pleno empleo, fuera necesario un gasto público cada vez
mayor, con el fin de absorber el flujo siempre creciente de bienes y servicios.
wilsoniano, que buscaba la reducción de las barreras comerciales como una estrategia que, según su
opinión, llevaría a la paz mundial. Si bien no todos los miembros del Departamento compartían el
mismo fervor, estaban de acuerdo con él en cuanto a la necesidad de reducir las barreras extranjeras
al comercio y la inversión de los Estados Unidos.
Los funcionarios del Departamento de Estado compartían en sus opiniones sobre el papel futuro de
muchos países, entre ellos:
Unión Soviética: eran muy suspicaces de ella, sobre todo porque su extensión en Europa
Oriental amenazaba con cerrar esas áreas al comercio y la inversión norteamericanos.
Alemania: se consideraba conveniente el restablecimiento de un poder industrial, para que
Europa Occidental pudiera retornar al comercio multilateral, y, además, hubiera una
oposición fuerte a la expansión de la Unión Soviética hacia el resto de Europa en el
Departamento del Tesoro, el odio que Morgenthau le tenía al nazismo lo llevaba a proponer
el cambio de este país a un sistema agraria, y White lo ayudó a formular un plan. Ninguno de
los dos veía la necesidad de una Alemania fuerte para contrarrestar el poderío soviético:
creían que el mejor procedimiento para afrontar a la Unión Soviética era desarrollando fuertes
lazos económicos con ella.
Gran Bretaña: se consideraba necesario obligarla a aceptar el multilateralismo durante la
posguerra, abriendo el Imperio Británico al comercio y la inversión norteamericanos los
funcionarios del Departamento del Tesoro compartían esta visión: buscaban aumentar la
influencia norteamericana sobre Gran Bretaña, pero su interés no era el acceso al Imperio
Británico.
a) Los británicos, especialmente Keynes, a través de la introducción de un plan rival, que dio
pie a una serie de negociaciones en las que Keynes era el principal representante británico.
b) El Congreso: era necesario que apruebe el plan. Los conservadores hicieron que White se
vea obligado a hacer varias modificaciones, impidiendo que el Fondo cumpliera el papel que
había soñado.
Un borrador de 1942 incluía propuestas específicas de un banco y un fondo de estabilización
internacionales, siendo el primero el más fuerte. La idea era que aporte el volumen de capital que se
necesitaría para la reconstrucción, ayuda y recuperación económica; así como que elimine las
fluctuaciones mundiales de origen financiero y baje la probabilidad de las depresiones mundiales.
Tendría facultades para comprar y vender oro y valores de los gobiernos participantes, emitir
documentos de deuda, y hacer préstamos a largo plazo a tasas de interés muy bajas.
En suma, se trataba de un banco central internacional, con facultades para alcanzar el pleno empleo
mundial, complementado por un fondo de estabilización que proveería de créditos a los países con
dificultades en sus balanzas de pagos: en lugar de reducir sus economías, los países podrían recurrir
a este Fondo para superar sus dificultades mientras mejoraban sus balanzas de pago.
La idea de White era claramente heterodoxa, sobre todo respecto al rol del banco, que no sólo
contaría con 10.000 millones de dólares de capital social, sino también con las facultades de crear
crédito, emitir préstamos, y vender documentos de deuda en los mercados de capital nacionales para
obtener fondos adicionales. Se calcula que el banco y el fondo, en su conjunto, podrían haber
añadido cerca de 60.000 millones de dólares a la liquidez internacional.
El economista pretendía que estas instituciones impidieran el retorno de la depresión internacional, y
minimizaran la necesidad de ajustes perturbadores en las balanzas de pagos. Su idea era seguir un
modelo en el que los países pudieran seguir, sistemáticamente, las políticas del pleno empleo, sin por
ello agotar sus reservas internacionales. Para evitar las devaluaciones competitivas, el plan de White
hacía difíciles las modificaciones de las tasas de cambio: en condiciones normales, el ajuste de la
balanza de pagos se haría mediante políticas antiinflacionarias muy moderadas en los países
deficitarios, expansivas en los superavitarios, y cambios en el nivel de los préstamos internacionales.
En la visión original del plan, ambas instituciones tendrían una gran influencia sobre las políticas
económicas internas, para así presionar a los países miembros a implantar políticas compatibles con
el pleno empleo mundial (lo que disminuiría la soberanía económica de los gobiernos). Por ejemplo,
el Fondo podía impedir las modificaciones de las tasas de cambio. Pero, en otros sentidos, buscaba
fortalecer el poder de los gobiernos nacionales, mejorando su capacidad para controlar las
exportaciones de capital inconvenientes. Así, se evitaría lo sucedido en el período de entreguerras,
cuando los gobiernos eran víctimas de las masivas salidas de capital por parte de sus propios
ciudadanos, que buscaban protegerse de la intranquilidad social y las políticas reformistas del
gobierno.
White ponía dos condiciones para entrar al Fondo:
1) No permitir depósitos o inversiones de ninguno de los países miembros, excepto con el
permiso del gobierno de ese país.
261
2) Poner a disposición del gobierno de cualquier miembro, cuando se le solicite, todas las
propiedades de los ciudadanos de ese país en forma de depósitos, inversiones o valores.
Así, se reducía la posibilidad de los habitantes de otros países que tenían la riqueza o los ingresos
para guardarlos en el extranjero. Se estipulaba, además, que el Fondo podía negar el uso de sus
recursos a los países que se negaran a reducir a la mitad las salidas “ilegítimas” de capital.
Al mismo tiempo que White sostenía que el Fondo debía alentar la reducción de las barreras
comerciales, se oponía al retorno del laissez-faire, diciendo que éste ignoraba la medida en que un
país podía elevarse por sí solo desde un nivel de vida bajo hasta otro alto. Además, sostenía que era
conveniente incorporar al Fondo a los países socialistas.
su posición de pagos, repondrían sus reservas y restaurarían su posición en el Fondo. Así, los
recursos del organismo se repondrían constantemente, estando disponibles para otros países.
5) Los países con déficit crónico agotarían, eventualmente, su derecho a girar sobre el
Fondo, que podría imponer condiciones para el acceso a sus recursos. Mientras tanto, las
monedas de los países con superávits crónicos podían ser declaradas escasas, haciendo que
éstos queden sujetos a la discriminación de los demás países miembros.
El Fondo fracasó por su incapacidad para resolver los problemas del período de transición de la
posguerra: no tendría recursos para prestar a los países para que éstos aceleraran su abandono de los
controles de cambios, y, hasta que otros países abandonaran sus controles, el dólar sería la única
moneda del Fondo que se utilizaría.
El mayor opositor al Fondo fue John Williams, quien proponía la alternativa del Plan de la Moneda
Clave: por un cuantioso préstamo de Estados Unidos a Gran Bretaña, se apoyaría el papel
internacional de la libra. Impulsada por el préstamo, Gran Bretaña implantaría políticas de comercio
multilateral, restablecería a Londres como un mercado de capital internacional, y cooperaría con
Estados Unidos en la administración conjunta del orden monetario internacional. El restablecimiento
de Londres como mercado de capital internacional ayudaría a proveer el financiamiento requerido
por el comercio dentro de Europa Occidental, y entre ésta y el Área de la Libra Esterlina. Además,
podría proveer una alternativa a los arreglos comerciales bilaterales y otras prácticas del capitalismo
nacional, y reconocía que la inevitable escasez de dólares en la posguerra haría imposible el
financiamiento de ese comercio con créditos en dólares.
El plan de Williams representaba los intereses de los banqueros internacionales, que consideraban
que la insistencia keynesiana en la expansión económica sería inflacionaria, y temían que el acceso a
los recursos del Fondo destruyera la disciplina impuesta por el patrón oro para siempre. Temían,
además, que la extensa intervención gubernamental (nacional o internacional), eliminara el papel
histórico de los bancos internacionales privados.
Bajo el patrón oro, los países no imponían ningún control al comercio o a las transacciones de capital
internacionales. Si un gobierno en particular implantaba políticas inflacionarias o programas de
reforma social, podría afrontar un gran déficit de pagos, a medida que los extranjeros y ciudadanos
retiraran capital del país. Para resolverlo, tendría que tomar medidas, generalmente deflacionarias,
para recuperar la confianza de la comunidad bancaria internacional, y así obtener préstamos para
financiar el déficit y lograr el retorno del capital que había salido. Mientras este mecanismo de ajuste
funcionara, los individuos y empresas podían invertir en otros países, confiando en que el valor de
sus inversiones no sería destruido por la inflación.
Los banqueros internacionales percibían que el Fondo destruiría este mecanismo de control, al tolerar
los controles de capital, que permitirían que los países miembros se aislaran de la amenaza de
retiros de capital. Además, el acceso fácil a sus recursos proveía una fuente alternativa de fondos a
corto plazo, haciendo que los gobiernos ya no se vean obligados a pedir prestado a los banqueros
privados bajo sus condiciones, haciendo que las inversiones internacional ya no sean seguras
cualquier gobierno podría implantar políticas inflacionarias con controles de capital, de forma tal que
los inversionistas internacionales no puedan retirar sus fondos.
265
Finalmente, el cabildeo de este grupo obtuvo una concesión importante: el Departamento del Tesoro
de los Estados Unidos aceptó una enmienda a la Ley del Acuerdo de Bretton Woods, introduciendo
un Consejo Nacional de Asesoría sobre Problemas Monetarios y Financieros Internacionales,
que tendría facultades para decidir acerca del empleo del voto de los Estados Unidos en el Fondo,
contrarrestando y minimizando el poder del Departamento del Tesoro ante el Fondo.
El préstamo británico:
Aún antes del inicio del debate sobre el FMI en el Congreso, ocurrieron ciertos sucesos que
destruirían las ambiciones de White y Morgenthau sobre la configuración del mundo de la posguerra,
sobre todo la muerte de Roosevelt y posterior asunción de Harry Truman en abril de 1945, lo que
produjo, casi de inmediato, la salida de Morgenthau de Washington.
Truman sustituyó a Morgenthau por Fred Vinson, un demócrata sureño conservador y ortodoxo.
White permaneció en el Departamento del Tesoro, pero su influencia se fue a pique. Por otro lado, la
política exterior norteamericana giraba en contra de la dirección que los dos habían favorecido, ya
que las concepciones de política exterior del Departamento de Estado triunfaron.
El Departamento de Estado y el del Tesoro habían divergido ampliamente sobre las políticas a
seguir con Alemania y la Unión Soviética. Morgenthau buscaba un tratamiento punitivo para la
derrotada Alemania, pero el Departamento de Estado había logrado frenar estas iniciativas. Con la
muerte de Roosevelt, los defensores de la reconstrucción alemana pasaron a la ofensiva.
La resurrección alemana y el deterioro de las relaciones norteamericano-soviéticas estaban
estrechamente conectados: como los rusos habían sufrido el peso del poderío industrial de Alemania
en dos guerras mundiales, respondían con hostilidad a todos los intentos de reconstruir este país. Así,
avanzar en esta dirección implicaba un inevitable deterioro de las relaciones norteamericano-
soviéticas. La idea de White de asegurar una amistad norteamericano-soviética mediante un préstamo
masivo se apagó gradualmente, y el gobierno de Truman se puso duro (that’s what she said) con los rusos.
El cambio de política también se evidenció a nivel monetario: los planeadores del Departamento de
Estado no estaban contentos con el FMI por alejarse del patrón oro, y porque los acuerdos de Bretton
Woods habían favorecido mucho a Gran Bretaña, permitiéndole mantener controles sobre sus
transacciones corrientes durante, por lo menos, cinco años. En opinión del Departamento de Estado,
esto era desastroso para asegurar un superávit comercial americano: era necesario que Gran Bretaña
avanzara mucho más rápidamente hacia el abandono de los controles para realizar las metas
internacionales de los Estados Unidos. Por ello, decidieron olvidarse de que Bretton Woods había
existido, y aplicar la alternativa del Plan de la Moneda Clave de John Williams, otorgándole un
importante préstamo a Gran Bretaña a cambio de que coopere para restablecer una economía
mundial abierta.
El Departamento de Estado perseguía dos fines:
a) Que Gran Bretaña elimine políticas y estructuras como el sistema de preferencia
imperial y los aspectos discriminatorios del bloque de la libra esterlina. Así, se buscaba
abrir el Imperio Británico para que concediese acceso igual al empresario norteamericano,
aboliendo los aranceles preferenciales y el sistema de concentración de dólares entre los
países del Área Esterlina, que colocaban todos los dólares que ganaban en una reserva
266
central, y luego éstos eran redistribuidos entre sus miembros de acuerdo a ciertos criterios de
necesidad. Por eso, todos los países del bloque trataban de reducir sus gastos en dólares,
discriminando a los productores norteamericanos.
b) Que los británicos desempeñen un papel positivo en la construcción de una economía
mundial multilateral: si Gran Bretaña rechazaba la alternativa de un bloque cerrado de la
libra esterlina, ésta podría desempeñar un papel constructivo en el comercio internacional
durante algún tiempo. Los norteamericanos sabían que iba a haber escasez de dólares en el
mundo de los primeros años de la posguerra, y que los dólares que no fuesen a parar a manos
extranjeras iban a emplearse en la compra de sus productos (porque la demanda europea
superaba a su oferta). Esto significaba que el dólar sería de escasa utilidad a corto plazo para
financiar el comercio dentro de Europa, o entre ésta y el Área Esterlina.
Sólo si la libra esterlina fuese convertible, y la City de Londres recuperaba su papel de centro
financiero, podría financiarse el comercio a través del mercado. Se buscaba eliminar el
comercio bilateral dentro de Europa, pensando que, mientras más se prolongara su existencia,
más difícil sería su eliminación. Era necesaria una libra fuerte para empezar a eliminar el
sistema de controles comerciales y de cambios.
El tema era que resultaba difícil conciliar una libra fuerte con la acumulación de enormes saldos de
esterlinas realizada por los países del Área Esterlina durante la guerra. La acumulación de esos
saldos había sido una de las técnicas principales del financiamiento del esfuerzo bélico británico:
cuando éstos compraban bienes en los países del Área Esterlina, o pagaban a las tropas allí
establecidas, las autoridades convenían en no emplear las libras obtenidas de estas transacciones en
la compra de productos provenientes de Gran Bretaña, sino, simplemente, en añadirlas a sus reservas.
Era una especie de préstamo, en el que Gran Bretaña pagaba los bienes y servicios con dinero real,
que luego se le prestaba al invertir los ingresos en distintos valores londinenses.
Estos saldos superaban enormemente las reservas británicas de oro y dólares, y sus exportaciones
anuales de bienes. Así, al final de la guerra, el país debía encontrar la forma de impedir que los
tenedores de estos saldos los redujeran con mucha rapidez, porque, de otra forma, iba a perder sus
escasas reservas de oro y dólares. Pero, si obstruía el acceso a éstos, la utilidad de la libra como
moneda internacional podía deteriorarse.
Estados Unidos necesitaba de la ayuda de Gran Bretaña para que el FMI pudiera desalentar el
comercio estatal, las prácticas comerciales discriminatorias, y las restricciones a las importaciones. Si
contaba con ese apoyo, podría convencer más fácilmente a otros países de que siguieran políticas
multilaterales.
En general, Gran Bretaña era vista como un puente entre Estados Unidos y el resto del mundo: así, si
este último contaba con los recursos económicos, políticos y militares de la primera para perseguir
sus objetivos mundiales, sería mucho más fácil obtener el acuerdo de otros países. No se quería que
Gran Bretaña fuera demasiado fuerte (a tal punto que fuera difícil obligarla a actuar de acuerdo a los
deseos americanos), ni demasiado débil (porque, si su posición de pagos fuese desesperada, ayudaría
poco a financiar el comercio europeo y eliminar los controles comerciales y de cambios). Se
planteaba todo un dilema: había que buscar la forma de mantenerla débil y dependiente, pero no
tanto.
267
La razón principal de que fuese tan necesario mantener la influencia financiera sobre Gran Bretaña
venía de las contradicciones de la política comercial norteamericana: era necesario hacer concesiones
para que los británicos removieran sus mecanismos comerciales discriminatorios, entre ellos que
Estados Unidos reduzca su nivel arancelario, asegurando el acceso a su enorme mercado. El tema es
que había pocas posibilidades de que el Congreso, donde predominaban aún los intereses
proteccionistas, aprobara grandes reducciones arancelarias. Lo máximo que se pudo hacer fue
proponer una estrategia de avance gradual: a medida que se expandía el papel de Estados Unidos en
el comercio internacional, más aumentaría el poder de los intereses internacionalistas en el Congreso,
haciendo nuevas reducciones arancelarias. Pero esta promesa de concesiones arancelarias en el futuro
tenía poco valor para los británicos, que necesitaban, urgente, una gran expansión de sus
exportaciones.
Al final de la guerra, los americanos habían asumido, optimistamente, que el camino hacia la
recuperación europea podía ser pavimentado por préstamos bilaterales limitados, estabilización de la
271
moneda a través del FMI, y la reconstrucción financiada fundamentalmente por Estados Unidos
mediante el Banco Internacional para la Reconstrucción y Desarrollo, y la Administración de las
Naciones Unidas para la Recuperación (UNRRA). Además, hicieron un préstamo de 3.750 millones
de dólares a Gran Bretaña. El Plan Morgenthau buscaba reemplazar a Alemania como el centro
industrial de la nueva economía europea con las nuevas áreas liberalizadas.
Pero, alarmados por el desorden económico y social en las zonas ocupadas y el lento ritmo de
recuperación en el resto de los lugares, el esfuerzo por revivir la economía alemana aumentó. Si bien
aún contaban con la transferencia de sus recursos para asegurar la seguridad y promover la
recuperación en otras áreas de Europa, y preveían un tratado cuadrilateral para garantizar su desarme
y desmilitarización, todo esto era con un objetivo a largo plazo: poder movilizar a los poderes
victoriosos hacia nuevos esfuerzos para revivir y unificar a Alemania.
En teoría, un plan de 1946 buscaba proveer a los países liberados con las reparaciones que
necesitaban para soportar su propia recuperación, y, a la vez, dejar a Alemania con el suficiente
equipamiento de planta y capital para mantener un estándar de vida igual, pero no más alto, que el de
sus vecinos. Se buscaba, entonces, una revivida balanceada de las economías alemana y europea:
pondría al primer país en una base de autoapoyo, sin amenazar los requisitos económicos y de
seguridad militar de sus ex víctimas, y, por tanto, allanaría el camino hacia la estabilidad en el
continente.
Para 1947, era evidente que ninguna de las estrategias americanas para promover la recuperación
europea estaba funcionando. Estados Unidos ya había gastado 9.000 millones de dólares en una
variedad de programas de ayuda en el continente, pero la producción industrial y agrícola de Europa
aún no superaba los niveles de preguerra. El equipo de capital y las facilidades de planta aún eran
demasiado obsoletos, o requerían de reparaciones por los daños de la guerra. La escasez de recursos
humanos y otros como el carbón y el hierro, restringió la producción. Mientras tanto, la falta de
comida y la erosión de los salarios por la inflación desmoralizaba a la fuerza productiva. Como no
había reservas en oro y dólares, era difícil importar bienes esenciales, haciendo muy difícil que los
europeos puedan formar parte del sistema de comercio multilateral planteado por Estados Unidos.
Para peor, el severo invierno de 1946-7 había agravado el desabastecimiento existente, restringiendo
más la producción. La producción agrícola en Europa Occidental era de alrededor de un 83%
respecto a su volumen de 1938, la industrial 88%, y las exportaciones, 59%.
Claramente, los líderes americanos no habían tenido en cuenta la extensión de la disrupción
económica en Europa, por lo que mucho no podía esperarse de sus estrategias de estabilización. La
UNRRA culminó en 1947, y los británicos extraían los recursos del Préstamo Anglo-Americano, que
se esperaba que durara hasta 1951, a un ritmo que hubiera llevado a su agotamiento a principios de
1948. Ni el Banco Mundial ni el Eximbank tenían el capital o la autorización como para financiar un
programa de recuperación amplio.
Si bien el plan americano de 1946 buscaba dejar a Alemania en una posición de autosustentación,
incrementando su contribución a la recuperación a lo largo del continente, las condiciones
económicas europeas eran cada vez peores. Los Aliados, por otro lado, tampoco terminaban de
acordar los términos de la unificación y administración central alemanas. Muchos oficiales se
quejaban constantemente que las transferencias de reparaciones, exportaciones de carbón y
272
plagado los años de entreguerras. Mientras tanto, en Francia e Italia, las malas condiciones
económicas traídas por la crisis del invierno estaban minando la autoridad gubernamental y
fortaleciendo los partidos comunistas. Todo esto llamaba a un cambio de paradigma de la política
norteamericana.
El Departamento de Guerra lanzó el Reporte Hoover, hecho por el ex presidente Herbert Hoover,
que recomendaba levantar las restricciones impuestas a la industria, y permitir que el Ruhr y Renania
continuaran siendo parte de Alemania. Para él, estas revisiones dejarían a Alemania con los recursos
necesarios para incrementar su producción, y ahorrarles a los contribuyentes americanos el oneroso
gasto de apoyar a la población alemana. Además, le permitiría a este país contribuir a la
estabilización política de Europa en su conjunto.
El reporte le asignó una clara prioridad a revivir la industria alemana, como un motor que llevaría a
la recuperación a través del continente. Al hacer eso, desafió la postura del Departamento de Estado,
que buscaba una estrategia de recuperación equilibrada. En una reunión en marzo, Hoover ganó el
apoyo del Secretario de Comercio, el Secretario de la Marina, y el Director del Presupuesto. Mientras
tanto, los oficiales del Departamento de Estado elaboraron un informe atacando el reporte,
enfatizando nuevamente en la necesidad de balancear la recuperación alemana con los requisitos
económicos y de seguridad de sus miembros.
Pese al rechazo que despertó en ciertos sectores, el Reporte Hoover hizo que los líderes americanos
llegaran a la conclusión de que casi cualquier acción sería una mejora en la política actual. Incluso
el Departamento de Estado admitió que sus iniciativas habían fallado, y emprendió la búsqueda de
una nueva estrategia para reconciliar las rivalidades nacionales en Europa y los conflictos
burocráticos en Washington.
Esta nueva estrategia intentaría mezclar las soberanías económicas en un sistema unificado y
supranacional, lo suficientemente grande como para controlar a los alemanes. Además, traería
ganancias en utilización de recursos, especialización y economías de escala. Esta recuperación
permitiría que los europeos balanceen sus cuentas con Occidente, y se unan a la campaña por el
multilateralismo. Estas consideraciones fueron el fundamento del Plan Marshall, y de la estrategia
integracionista que representaba. Pero no se originaron dentro de los oficiales mayores del
Departamento de Estado, sino en discusiones entre oficiales menores, que luego llegaron a los
policymakers, republicanos, periodistas y congresistas.
El pensamiento de estos oficiales había sido influenciado por el planeamiento regional de la
economía europea llevada adelante por agencias de la Organización de las Naciones Unidas, como
el Comité de Emergencia Económica Europea, la Organización Europea del Carbón, y la
Organización Central de Transporte Interior Europeo. Para mediados de 1946, éstas habían
tenido un éxito razonable en la distribución de recursos escasos y la eliminación de cuellos de botella
económicos. Aprovechándose de este éxito, el Consejo Económico y Social de las Naciones
Unidas (ECOSOC) había nombrado una subcomisión especial para la reconstrucción económica en
las áreas devastadas, que concluyó, en su reporte, que una estabilización a largo plazo requeriría de
un manejo económico coordinado a nivel regional. Debería existir una comisión económica
permanente, con el rol de facilitar la acción concertada para la reconstrucción económica de Europa
274
Gobiernos Extranjeros, los agentes de la SWNCC condujeron una extensiva reseña sobre los
problemas económicos europeos, dentro de la cual se comprendía una posible consideración de
trascendencia de las soberanías nacionales.
Para abril, se elaboró un reporte del SWNCC que, entre otras cosas, alentaba vigorosamente la
integración económica y la incorporación de Alemania como rasgos esenciales de cualquier
estrategia de estabilización. Se insistió en que los programas económicos en las áreas ocupadas,
incluyendo Alemania, debían ser partes coordinadas de un plan de recuperación extensivo, que
busque construir un sistema de comercio y producción “regional” que permitiría que los países
receptores se volvieran autosuficientes.
Todos parecían reforzar la idea de trascender el nacionalismo y desarrollar un ideal supranacional de
unidad europea, algo que los Estados Unidos debía hacer aprovechando su poderío económico. Esto
debía comenzar con los siguientes pasos:
a) Promoción de la convertibilidad de las monedas.
b) Aliento a la inmediata disminución de las barreras arancelarias.
c) Utilización de la Comisión Económica para Europa como una agencia de programación
conjunta.
d) Intento de asegurarse el nivel de participación soviética suficiente como para poder sentar
las bases de un acuerdo europeo conjunto.
Kennan se apoyó enormemente en el reporte del SWNCC para elaborar sus propios estudios de
recuperación europea. En estos documentos, sostuvo una serie de principios que debían gobernar
cualquier esfuerzo para evitar el “desajuste económico” que pudiera llevar a Europa a volverse
vulnerable al comunismo:
resucitar la economía alemana (para balancear el poder en la zona) y hacer un masivo programa de
recuperación.
En el Departamento de Estado, se veía a la integración como un mecanismo para unir a Alemania y
Europa Occidental como un contrapeso viable contra el bloque soviético. Así, el plan de
recuperación era visto como un vehículo para la estabilidad de Europa Occidental contra la
subversión comunista y la expansión soviética. Por eso, se concentraban en un plan de alcance a
Europa Occidental, y no a todo el continente en su conjunto, y sin necesariamente contar con el
apoyo de todos los anteriores aliados de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Luego del discurso de Harvard, los líderes americanos elaboraron los principios que guiarían el
planeamiento de la recuperación económica europea. Estos lineamientos estarían incluidos en las
instrucciones que guiarían las charlas de Clayton con los británicos, que, se esperaba, serían los
agentes de bolsa del plan americano. Cualquier programa de recuperación, insistían los americanos,
debía trascender los límites nacionales y estar fundado en la acción colectiva, la máxima utilización
de los materiales europeos, la unión de información y recursos, y la reintegración de Alemania. Estos
principios serían claves para colocar a Europa Occidental en un papel de autosuficiencia, que pudiera
liberar el camino para un sistema multilateral de comercio internacional.
Se hizo claro que los británicos no compartían muchos de estos principios. Muchos británicos
estaban pensando en un sistema de seguridad europeo guiado por Gran Bretaña, que frenara la
agresión alemana o soviética y les diera a los británicos una profunda defensa continental. Otra línea
consideraba una cercana colaboración económica anglofrancesa, como punta de lanza de una
asociación económica mucho más amplia entre los Estados de Europa Occidental.
En 1947, surgió la idea de una unión aduanera anglo-europea, que había producido importantes
divisiones dentro del gobierno laborista. Había quienes consideraban que este camino, que llevaba a
la remoción de tarifas entre los países participantes, disrumpiría la economía nacional, y reduciría la
capacidad del Tesoro de regular los pagos extranjeros, además de comprometer la red de comercio
preferencial que vinculaba a Gran Bretaña con los países de la Commonwealth y el Área de la
Esterlina.
Para finales de ese año, el diputado y ex Ministro de Trabajo y Servicio Nacional Ernest Bevin,
operando por su enorme desconfianza hacia la Unión Soviética, sostuvo su convicción de que la
seguridad de Gran Bretaña dependía de una cercana cooperación con Estados Unidos y Europa
Occidental. Pero las propuestas que tenía en mente representaban una vía intermedia entre las
recomendaciones de una unión anglo-europea que contrapese a Estados Unidos, y las propuestas que
estaban siendo consideradas en Washington. Específicamente, pensaba en una asociación occidental
que funcione no como un rival de Estados Unidos, sino como un vehículo para hacer que Gran
Bretaña conserve su estatus de gran poder.
La idea de Bevin era formar un grupo lo suficientemente fuerte como para proteger sus intereses
económicos y de seguridad si los americanos se retiraran de Europa eventualmente, lo
suficientemente cohesivo como para controlar a los alemanes, e independiente como para convertir a
Gran Bretaña en un par, y no un subordinado, de Estados Unidos. Sobre todas las cosas, un acuerdo
de este tipo requeriría que los británicos reconcilien su membresía a un grupo europeo occidental con
sus vínculos con la Commonwealth y el Área de la Esterlina, ambos de los cuales formaban la base
278
de la posición en el mundo de Gran Bretaña. Buscaba el apoyo americano para esta posición, e
incluso su financiamiento para convertir a Gran Bretaña en el banquero del Área Esterlina y un
apoyo diplomático para su continente.
Las diferencias entre americanos y británicos se hicieron claras durante las conversaciones entre
Clayton y Bevin a finales de junio. Para este momento, los británicos estaban en medio de una gran
crisis financiera, causada por el drenaje de sus reservas en dólares y oro, que sólo empeoraría el mes
siguiente, cuando los términos del Acuerdo Anglo-Americano requerían que el Tesoro Británico
volviera a la libra complemente convertible en dólares. Bajo estas circunstancias, los británicos
encontraban muy difícil avanzar en dirección del tipo de multilateralismo que los americanos estaban
apoyando, o poder costear los compromisos financieros con el Área Esterlina y otras áreas en el
mundo. Eran los líderes de la oposición contra las demandas americanas de una remoción rápida de
las barreras preferenciales de comercio. Bevin afirmaba que era necesaria una asistencia especial de
Estados Unidos, por fuera del marco del propuesto plan de recuperación europea: sin ella, los
británicos no podrían estabilizar su economía, apoyar los planes americanos de multilateralismo, o
mantener sus compromisos en Alemania.
Otro punto de cuestionamiento era el hecho de que el énfasis americano en la “integración
estructural” no tenía en cuenta la posición británica en otras áreas del mundo: Gran Bretaña no era
solamente “otro país europeo”: tenía un imperio propio, llevaba adelante un importante comercio con
países no europeos, y contaba con una importante carga financiera en Alemania. A través de sus
reservas, podría contribuir a la recuperación europea. Por esas razones, Bevin y sus compañeros
pensaban que era inapropiado “unir” a Gran Bretaña con los otros países europeos, y reducirla a una
relación con los Estados Unidos similar a la de la U.R.S.S. y Yugoslavia. En cambio, pensaban en
que debía haber una asociación financiera, con un requisito especial de ayuda por parte de Estados
Unidos.
Pero Clayton estaba determinado en tratar a Gran Bretaña como cualquier otro país europeo. Asumía
que carecía de la capacidad económica para ser independiente. Tenía una aversión sobre el Área de la
Esterlina y el sistema de preferencia imperial, y consideraba que estos acuerdos no distinguían la
posición británica de la del resto de los países continentales. Impulsaba la idea de un programa de
ayuda mediante el que la ayuda americana consistiera, en gran medida, en asistencia de productos
básicos más que en préstamos de modernización a largo plazo, y que se esperaría, por parte de los
europeos, que liberalicen el comercio, combatan la inflación, y desarrollen planes conjuntos para el
uso eficiente de recursos básicos. Estas condiciones se manifestarían en acuerdos entre Estados
Unidos y cada uno de los gobiernos involucrados.
El problema del Ruhr era uno de los mayores conflictos en las relaciones anglo-americanas: era
cierto que los británicos estaban en contra de los planes franceses de separar al Ruhr del resto de
Alemania, y también querían reducir los costos de ocupación en la Bizona, incrementar la
producción de carbón, e imponer algún tipo de supervisión internacional para controlar a los
alemanes. Pero, en su visión, la supervisión internacional no era un paso hacia la integración
estructural, sino a vincular a Europa Occidental a la Commonwealth y el Área de la Esterlina.
Bevin estaba convencido de que el control efectivo de los alemanes requería de la propiedad pública
de las industrias del Ruhr. Pero los americanos eran devotos al principio de la empresa privada, y
279
consideraban que la administración británica del Ruhr había disminuido la producción de carbón,
algo desesperadamente necesario para motorizar la recuperación en Alemania y cualquier otro lugar,
y los planes británicos de nacionalizar las minas convertirían una mala situación en algo peor.
Finalmente, los británicos elaboraron un paper en el que reconocían que el Plan Marshall cubriría las
necesidades de corto plazo de Europa, mas no los requerimientos a largo plazo, que deberían ser
financiados a través del Banco Mundial. Estas necesidades debían ser arregladas por los europeos
con un esquema de recuperación colectivo, que también describa la situación económica actual en el
continente, y comprometa a los gobiernos participantes en los principios de la autoayuda, la
solidaridad y la programación conjunta.
Después de algunas discusiones, Clayton aceptó este paper, que sería utilizado como una “guía” para
discutir la propuesta de Marshall frente a los franceses y los soviéticos.
La conferencia tripartita se abrió en París el 27 de junio, y rápidamente se despertó el descontento
frente a las demandas americanas, particularmente las de integración europea y reintegración
alemana. Los soviéticos, temiendo que los británicos y los franceses estaban conspirando, junto a los
americanos, en su contra, objetaron la participación alemana en el plan de recuperación si no había
un acuerdo entre los cuatro poderes sobre un tratado de paz para Alemania.
Los soviéticos no querían soltar el control sobre el manejo de su economía. Para ellos, el Plan
Marshall violaría las soberanías nacionales, y permitiría que Estados Unidos influencie los asuntos
internos de otras naciones. Representados por Molotov, sostenían que los europeos debían elaborar
planes de recuperación nacional, y negociar los términos para la ayuda americana sólo después de
que Estados Unidos anuncien sus condiciones y garanticen que el financiamiento sea próximo. Así,
era, básicamente, pedirle un cheque en blanco a los Estados Unidos.
Esta propuesta no fue aceptada, y Molotov se retiró de la conferencia, advirtiendo que la política
americana iba a dividir, más que unificar, el continente. Ninguno de los otros tres miembros se
decepcionó con la partida: los británicos y los franceses deseaban que Molotov se oponga a cooperar.
Cuando el deseo se cumplió, intentaron todo lo posible para echar toda la culpa a los soviéticos.
Mientras tanto, los americanos sabían que los soviéticos tenían poco que ganar con el acuerdo: no
tenían una escasez de dólares, comidas, fibras o mercancías básicas que los hiciera elegibles para
créditos a corto plazo o ayuda de Estados Unidos, y, también, tenían en claro que el Congreso no iba
a ser generoso con las cifras si esta ayuda se producía.
La idea del Plan Marshall era fortalecer a Europa Occidental, como un contrapeso al poder soviético
en un continente dividido. Pero otros objetivos también gobernaban la política americana: los
principios que Molotov había rechazado, como la información y los recursos compartidos, formaban
parte esencial del plan americano para promover la productividad y la abundancia a través de una
integración económica europea.
Para el momento de la conferencia de los tres poderes en París, el Departamento de Estado no tenía
un plan concreto para estabilizar Europa: en su lugar, había emergido un énfasis en la iniciativa
280
europea para elaborar este proyecto, y una determinación de proveerlos con una limitada “ayuda
amistosa” y una serie de principios en este proceso. Los líderes americanos hablaban de maximizar la
autoayuda, la asistencia mutua y el intercambio de recursos, así como de liberalizar el comercio
intraeuropeo, volviendo convertibles a sus monedas y usando instituciones centralizadas para
coordinar políticas nacionales. Para Estados Unidos, un plan de recuperación basado en estos
conceptos borraría los tradicionales límites territoriales, aboliendo los viejos hábitos de bilateralismo
y restricciones, así como las preocupaciones por la autosuficiencia y autonomía nacionales. Estos
atributos se veían como frenos a la productividad máxima, que debían dar paso a una economía
grande e integrada orgánicamente, como la estadounidense.
Junto con las instituciones supranacionales de coordinación y control, la integración económica
podría ayudar a construir un balance de poder viable en Europa Occidental contra la Unión Soviética.
Además, crearía una unidad lo suficientemente cohesiva como para aprovechar la fortaleza industrial
germana, sin por ello restaurar su dominio de la preguerra. Así, la integración era vista como un
concepto económico, pero también estratégico.
Pero los europeos se mantenían escépticos frente a una estrategia de recuperación que signifique una
trascendencia de la soberanía, y la subordinación de los intereses nacionales frente a las necesidades
del continente en su conjunto. En cambio, tendían más a un plan que recree la segmentada economía
de preguerra, un desarrollo que eventualmente forzó a los decisores americanos a modificar su
énfasis en la responsabilidad europea, y jugar un mayor rol del esperado en la creación del programa
final. Dentro de Estados Unidos, se terminó concluyendo en que la mejor estrategia combinaría las
fuerzas del mercado y los mecanismos administrativos.
Siguiendo a la retirada de Molotov de la Conferencia de París, los líderes occidentales especularon
sobre las motivaciones detrás de la política soviética, así como el significado de esta decisión para el
futuro europeo. Como la propuesta de Marshall era popular, el retiro de Molotov aislaba a los
comunistas. Además, ahora el continente se dividía en dos bloques hostiles: los decisores de ambos
lados del Atlántico, ahora, esperaban que la Unión Soviética y sus seguidores comunistas en
Occidente hagan todo lo posible para sabotear el Plan Marshall.
Todo esto despertó nuevas urgencias sobre el plazo de realización del plan. Truman ya había
asignado tres comités para investigar los recursos disponibles para un programa de ayuda, y el
impacto de éste en la economía americana. La idea era que éstos, vinculados con el Departamento de
Estado, ayuden a disipar las dudas del público sobre la capacidad de Estados Unidos de sostener un
plan de ayuda de tal magnitud, y a granjearse el apoyo congresional al Plan Marshall.
Mientras tanto, en el Departamento de Estado se buscaba la mejor forma de alcanzar los objetivos de
integrar las economías y colocar a Europa Occidental en una situación de autoabastecimiento en un
período de tres o cuatro años, pero, al mismo tiempo, limitar la carga financiera en los contribuyentes
norteamericanos. Finalmente, se resolvió que Estados Unidos debía ocuparse de la provisión de
productos básicos a corto plazo, dejando que el Banco Mundial se haga responsable de los créditos
de modernización a largo plazo. Por otro lado, se enfatizó en la necesidad de negociar acuerdos
bilaterales, que aten a cada uno de los participantes a los principios de la autoayuda y la
programación conjunta.
281
Más allá de estos puntos de acuerdo, había importantes disputas entre defensores del libre comercio
y planificadores sobre la mejor forma de incrementar la producción y favorecer la integración:
a) Los defensores del libre comercio querían convertir el patrón de monedas no-convertibles y
acuerdos comerciales bilaterales en un esquema de convertibilidad de divisas y una unión
aduanera. Estas reformas liberarían a la empresa de las presiones de una economía
segmentada, permitiendo que los mecanismos del mercado generen un patrón racional en la
producción y comercio europeos.
b) Los keynesianos consideraban que no sería práctico proceder a una unión aduanera o a la
convertibilidad de las monedas hasta el momento en que se haya revivido la producción. Si
se negociaban ahora, se podrían despertar controversias sobre las reformas financieras
internas y los ajustes nacionales de tarifas, que podrían desestabilizar aún más las políticas de
Europa Occidental en favor de los comunistas.
Consideraban que, para evitar estos peligros, había que concentrarse en recuperar las
industrias existentes, incrementar la producción en áreas “cuello de botella”, reducir las
restricciones más flagrantes al comercio intra-Europa, y construir coordinadores
supranacionales, para poder lograr una integración funcional de las economías europeas.
Finalmente, ambos llegaron a un compromiso más favorable a la postura de los segundos, que
buscara el planeamiento transnacional y los incentivos del mercado para integrar las economías y
aumentar la producción. Si bien Estados Unidos apoyaría una unión aduanera europea y la
convertibilidad de sus monedas, se trataba de reformas a largo plazo, que sólo podrían alcanzarse
cuando se removieran los obstáculos presentes al comercio y la producción. Así, en el corto plazo, se
insistiría en una autoridad planeadora supranacional, con el poder de ubicar recursos, fijar
objetivos de producción y proveer garantías básicas para bienes esenciales y equipamiento de capital
que genere inmediatas ganancias en la producción.
Hubo un acuerdo de que Gran Bretaña debía ocupar una posición especial en el programa de
recuperación, por su gran dependencia del comercio extra-europeo y porque sería difícil reconciliar
el sistema de preferencia imperial con los diseños americanos de integración para Europa. Además,
si faltaba ayuda extranjera, el país terminaría acudiendo a políticas comerciales que retrasen la
recuperación, destrozando los esfuerzos de Estados Unidos por construir un sistema multilateral de
comercio global.
La resolución fue incorporar a los británicos al programa de recuperación europea del Plan Marshall,
pero permitir una ayuda especial en caso de que la ayuda no fuera suficiente como para resolver el
problema de la balanza de pagos británica.
Se acentuó en la necesidad de tomar medidas para fortalecer a Alemania, reviviendo su producción y
volviéndola autosuficiente. Pero Estados Unidos debía equilibrar la recuperación allí con la del
resto del continente, ajustando su producción y comercio a los requisitos del programa de
recuperación europea. En línea con esta postura, se lanzaron dos importantes iniciativas en el frente
germánico durante la segunda mitad de 1947:
1) La persuasión a los británicos de suspender temporariamente sus planes de socializar
las minas de carbón del Ruhr, colocándolas, en cambio, bajo un manejo privado de los
alemanes.
282
Las únicas concesiones dadas a los franceses fueron las de integrar los recursos de Alemania en un
programa de recuperación europeo, y “considerar” (xd) un plan para la supervisión internacional de las
industrias de carbón y acero del Ruhr. Finalmente, se optó por una estrategia americana, que se
apoyaba en la integración internacional y la regulación supranacional para limar las asperezas franco-
alemanas y construir un marco de cooperación de Europa Occidental lo suficientemente grande como
para producir abundancia y contener a los soviéticos.
El prospecto de futuras concesiones en el Ruhr fue suficiente como para acabar con el
obstruccionismo francés, y el CEEC comenzó a utilizar el plan alemán para calcular la tasa de
recuperación de la Bizona, y el papel que jugarían los recursos alemanes en un esquema general.
Pero los franceses aún demandaban un programa de recuperación que hiciera énfasis en la
reconstrucción industrial y la modernización.
Desde el comienzo de la reunión de la CEEC, los delegados de Benelux, con apoyo de los
escandinavos y los italianos, se habían quejado de que la política francesa buscaba asistencia
americana para esquemas de estabilización de alcance nacional. Ofrecía poco a los países que
necesitaban aumentar sus lazos comerciales con Alemania, los que habían escapado de los daños de
la guerra, o los que ya habían alcanzado un determinado grado de recuperación. Como una
alternativa al plan francés, los delegados de Benelux querían usar la ayuda americana para propósitos
más en línea con sus intereses nacionales. Sus propuestas revivirían a Alemania como un mercado
para sus exportaciones, y pospondrían el día en el que la industria francesa podría desafiar el
liderazgo del que Bélgica gozaba en el comercio intraeuropeo.
Los holandeses estaban interesados en recuperar sus mercados de preguerra en Alemania, y los
belgas buscaban aflojar la red de acuerdos de pagos bilaterales y restricciones cuantitativas a las
importaciones que caracterizaba al comercio entre los países participantes. Estos desarrollos
amenazaban el superávit intraeuropeo que había conquistado Bélgica, y le había servido para
financiar su recuperación. Por eso, querían usar los dólares del Plan Marshall para ampliar los
márgenes de crédito bilaterales, y hacer que éstos sean transferibles de un deudor a otro. Estas
iniciativas ayudarían a reducir las restricciones a las importaciones cuantitativas, y multilateralizarían
los pagos intraeuropeos, motorizando el proceso de recuperación económica todo esto terminó
con una promesa de designar un grupo especial del CEEC que se ocupara de esto, que nunca se llevó
a la práctica.
Los franceses eran los más férreos opositores de las propuestas de Benelux. No miraban con buenos
ojos desviar ayuda del Plan Marshall a la recuperación de la producción y comercio alemanes.
Francia estaba segura de que era necesario una unión económica para apoyar su economía y paliar la
fuerza alemana: de esa forma, podrían acceder a materias primas y recursos laborales requeridos para
modernizar la industria, y se buscaba, como un objetivo estratégico, una cercana colaboración
económica con Gran Bretaña. Algunos políticos franceses llegaron a tal punto que propusieron un
bloque anglo-europeo como una “tercera fuerza” independiente en los asuntos mundiales, igual en
poder a Estados Unidos y la Unión Soviética.
Los británicos tenían sus reservas: por las diferencias que guardaban con los franceses sobre cómo
tratar a los alemanes, además de sus preocupaciones por la inestabilidad política en Francia y la
284
preservación de las conexiones con la Commonwealth y Estados Unidos, eran más cautelosos hacia
el tipo de integración propuesta por Francia.
En los primeros días del encuentro del CEEC, los franceses urgieron la formación de una unión
aduanera europea, que tomaría años en concretarse. Pero pidieron a los convocados que se
comprometan a ese objetivo, y comiencen las negociaciones orientadas a la armonización de los
aranceles nacionales. Una unión aduanera, según ellos, iría en línea con la propuesta integracionista
de Estados Unidos. A través de ella, Francia podría reducir los aranceles alemanes, pero aún retener
las restricciones cuantitativas en las importaciones competitivas provenientes de este país.
La reacción del resto de los europeos terminó sugiriendo las dificultades que surgirían, y que
finalmente impedirían este propósito en los años venideros. Los italianos querían negociar una unión
aduanera con los franceses, considerando que sería una solución parcial a sus problemas económicos
y podría reasimilar a Italia con la comunidad occidental. Aunque los belgas preferían su propio plan
para liberalizar los pagos y eliminar las restricciones cuantitativas a las importaciones, su decisión
terminó dependiendo de los holandeses, que sólo se unirían a una unión aduanera si ésta incluía a
Gran Bretaña y Alemania Occidental, para poder reconstituir su comercio de preguerra y prevenir
que Francia domine el grupo tanto para Francia como para los Países Bajos, la membresía
británica era una condición sine qua non de cualquier unión, y la llave para un balance viable en
Occidente.
Los británicos estaban ambivalentes: muchos señalaban que esta política probablemente exacerbe las
dificultades existentes, más que resolverlas. La veían tendiente a una coordinación económica
transnacional, que prevendría mantener la autonomía económica a nivel nacional. Particularmente,
era preocupante la capacidad del gobierno de proteger al trabajo y la industria británicos de las
fuerzas competitivas del mercado. Esto ya había llevado a los decisores británicos a rechazar las
propuestas provenientes de la CEEC de la coordinación de producción nacional, y proporcionaba
lúgubres predicciones sobre lo que podía suceder si las tarifas nacionales eran disminuidas, y las
industrias enfrentaran la competencia de los productores continentales, más competitivos.
La prioridad de Gran Bretaña era la Commonwealth, con quien comerciaba dos veces más que con
Europa Occidental. Formar parte de una unión aduanera europea decrecería el comercio con la
Commonwealth, sin compensar esta pérdida con ganancias en el continente, donde los exportadores
británicos se enfrentaban a productores más competitivos. Y esta situación tampoco podía evitarse
incorporando a la Commonwealth a esta unión: esta opción significaría tirar abajo la red de acuerdos
comerciales y cambiarios que ataban a esta área, convirtiéndola en un gran mercado multilateral
donde los comerciantes británicos tenían ventajas, y los pagos estaban hechos en esterlinas, más que
en dólares. Por todo esto, ni Bevin ni la delegación británica apoyaron la propuesta francesa.
Todo esto colocó a la delegación británica bajo fuertes presiones de los franceses, que aún veían a la
integración europea como una forma de asegurarse los favores de Washington y atar la economía de
Alemania a la causa de la hegemonía francesa. Los británicos atacaron, diciendo que los franceses
estaban estableciendo las prioridades equivocadas: había que concentrarse en el aumento de la
producción y el control de la inflación antes de poder avanzar hacia una unión aduanera.
Intentaron, por otro lado, alejar al CEEC de la propuesta francesa, acercándose al Benelux. Sin
embargo, consideraban que el plan de Benelux debía ser guiado por la cantidad de ayuda americana
285
existente, la estabilidad de las estructuras nacionales de precios, y lo que cada país podría importar
sin descuidar su economía o arriesgar sus reservas en oro o dólares. Propusieron eliminar las cuotas
de importación gradualmente, iniciando con los bienes no competitivos, y alcanzar la convertibilidad
a través de una serie de estadios, que no culminarían hasta 1955.
Las reservas iniciales se hicieron cada vez más duras a medida que la economía británica se
deterioraba, en la segunda mitad de 1947. La escasez mundial de dólares, el desabastecimiento de
combustible y granos y el creciente costo de las importaciones norteamericanas se combinaron para
relentecer el ritmo de la recuperación británica, y confrontar al Tesoro Británico con una gran crisis
de dólares.
El mayor agravante fue que Gran Bretaña debió hacer que la libra esterlina fuera convertible en
dólares. Para principios de agosto, las reservas se vaciaban a un ritmo de $176 millones por semana,
lo que agotaría el balance del préstamo americano en octubre, forzando al Tesoro a liquidar sus
últimas reservas. En estas circunstancias, la delegación británica en París se volvió más suspicaz que
nunca de las propuestas de Benelux: no era el momento de multilateralizar el comercio intraeuropeo
y la estructura de pagos, en un momento en el que su propio gobierno estaba considerando nuevos
acuerdos comerciales bilaterales y acuerdos de control de cambio para revertir el déficit comercial
británico, y proteger sus menguantes reservas.
Para mediados de agosto, el CEEC estaba en un deadlock: los miembros no podían acordar un
programa comprensivo, que incorporara los principios norteamericanos de máxima autoayuda, apoyo
mutuo e intercambio de recursos. Nadie estaba dispuesto a subordinar sus intereses a las necesidades
de Europa en su conjunto. Se compilaban numerosas listas de requisitos nacionales separados y
descoordinados, que no tenían en cuenta los recursos disponibles.
Debido a esto, se comenzó a urgir al Departamento de Estado que adopte una posición más agresiva
en la CEEC. Finalmente, se logró un compromiso que pudo sentar las bases para esfuerzos más
vigorosos de alinear el trabajo del CEEC con las expectativas norteamericanas.
Como ya dijimos, la idea norteamericana era proveer bienes esenciales y equipamiento de capital a
Europa para restaurar sus industrias existentes. Pero dependería de ésta buscar préstamos de
modernización a largo plazo del Banco Mundial, y desarrollar programas de producción, equilibrar
sus presupuestos, y abolir los controles al comercio y a los cambios. Además, debían desarrollar una
especie de federación europea, que comience acordando eliminar todos los aranceles en el período de
diez años.
Dentro de Washington, comenzaron a dividirse las posturas frente al tema:
a) Había quienes enfatizaban en el planeamiento supranacional como la forma de lograr la
unidad europea.
b) Otro grupo, encabezado por Clayton, consideraba que esta medida podía usar para revivir
los cárteles de preguerra y extender el control estatista. En cambio, los europeos debían
abandonar los programas sociales más costosos, estabilizar su dinero, arreglar tipos de
cambio adecuados, y acordar, inicialmente, reducir y eventualmente eliminar todas las
barreras tarifarias y al comercio.
286
Los líderes europeos parecían incapaces de trascender la soberanía, haciendo los ajustes necesarios
para incrementar la producción y el comercio, e integrar sus economías. Por ello, Clayton
consideraba que el Departamento de Estado debía dejar de lado su compromiso con al iniciativa
europea y hacer una lista de reformas esperadas, que se convertirían en el quid pro quo de la ayuda
americana.
El grupo más orientado a la planificación consideraba que el CEEC no debía caer en un deadlock por
cuestiones tan complicadas como una unión aduanera: estos temas debían ser considerados
eventualmente, pero su potencial para exacerbar las divisiones políticas hacía que fuera mejor
empezar por un incremento de la producción en áreas conflictivas, una reforma financiera, la lucha
contra la inflación, y la reducción de barreras bilaterales al comercio intraeuropeo. Por otro lado,
eran más sensibles a las restricciones políticas internas a la iniciativa americana: buscaban preservar
la apariencia de la responsabilidad europea, y evitar cualquier impresión de decirle qué hacer al
CEEC.
Clayton viajó a Europa para ver si podían resolverse las diferencias, pero los resultados fueron
decepcionantes: los americanos insistieron en que su ayuda estaba condicionada a la toma de
medidas para reducir las tarifas, y los europeos se negaban a trascender las soberanías nacionales.
Para mediados de agosto, los países del CEEC estaban pensando en una ayuda de 29.000 millones de
dólares, y, según sus propios estimadores, ni siquiera esta suma podría haber hecho que Europa sea
autosuficiente después del final del Plan Marshall.
Fue esto lo que motivó un cambio de estrategia en el Departamento de Estado: la suma era
demasiado alta como para ser aprobada por el Congreso. Clayton urgió a los países del CEEC a
reducir sus importaciones en alimentos, incluso si hacerlo reduciría su estándar de vida, y mostrar un
mayor progreso hacia la viabilidad europea al final del período de recuperación. Se buscó un
consenso que hiciera camino a una forzosa presentación de los requisitos americanos al CEEC:
Los europeos debían enumerar propósitos concretos para la ayuda mutua, arreglar metas
de producción nacionales, y establecer vigorosos procedimientos para correlacionar los
requisitos individuales de cada país en un área mayor.
Los europeos debían, además, establecer una organización supranacional para revisar
este trabajo, y para coordinar, dirigir y modificar sus planes durante el período de
recuperación.
La posición de Clayton terminó perdiendo terreno: prevaleció quienes consideraban que las reformas
en este tipo de temas debían esperar a que la producción se recupere, y que cualquier reforma que no
se base en una producción incrementada podría retrasar la recuperación, y hacerle el juego al
comunismo. Así, la primera prioridad era la producción.
La idea era alcanzar una recuperación de la producción y, luego, una estabilización de las finanzas,
una reducción de las barreras monetarias, y una mayor liberalización del comercio. A través de la
fijación de objetivos de producción, los europeos podrían reducir sus requisitos para la asistencia
extranjera, convertir a sus economías en autosuficientes, y liberar el camino para proyectos de
modernización a corto plazo, y esquemas como una unión aduanera.
287
Estos puntos fueron comunicados al Comité Ejecutivo del CEEC el 30 de agosto. Esperar 29.000
millones de dólares de ayuda americana y continuar el déficit al final del período del plan reflejaba
tanto una ausencia de un plan concertado de autoayuda como ideas irreales sobre al disponibilidad de
recursos en Estados Unidos. Cualquier cosa que vaya en contra de esas “recomendaciones”
perjudicaría el éxito del Plan Marshall.
Los europeos aún seguían reluctantes de tomar medidas que trasciendan la soberanía nacional o
reduzca los estándares de vida. Así, para los americanos se hacía cada vez más obvio que seguir
apoyándose en la iniciativa europea no iba a producir los fines deseados: los miembros del CEEC no
contaban con la fuerza política o la claridad como para armar un nuevo diseño para Europa. Así,
Estados Unidos debería decidir unilateralmente lo que fuera mejor para los europeos.
Como la idea era que las delegaciones parisinas estaban incapacitadas por las instrucciones
restrictivas de sus respectivas oficinas exteriores, el Departamento de Estado apeló directamente a
los gobiernos domésticos, urgiéndolos a aceptar los “esenciales” americanos e instruir a sus
delegados a hacer lo mismo. Además, se les permitió continuar con la conferencia el tiempo
suficiente como para alinear el reporte general con el pensamiento americano, y transmitir los
resultados a un “documento preliminar”, sujeto a enmiendas y correcciones de expertos económicos
en Washington y París.
Este nuevo procedimiento les daría a los europeos la oportunidad de corregir sus errores, y permitirle
al Departamento de Estado calificar al informe como “preliminar” en su forma, culpándole sus
deficiencias a la falta de tiempo, y clamar que las revisiones volverían al documento final aceptable.
Se decidió someter el plan industrial alemán a una examinación crítica del CEEC. El Departamento
de Estado se había decepcionado cuando las autoridades de ocupación no habían ajustado los planes
de recuperación alemana a las necesidades de Europa en su conjunto, ni permitido a los delegados
del CEEC alterar sus requisitos, y ahora proponía una forma de enmendar el error, sometiendo el
plan a consideración del CEEC.
La oposición de las propuestas americanas vino, predominantemente, de los británicos, que dijeron
que Alemania ya había sido tratada en las conferencias como un país más de Europa, y que someter
este asunto a consideración nuevamente podría generar conflictos. Bevin no tenía interés alguno en
permitir que el CEEC determine el nivel al que la industria alemana fuera reactivada, y no estaba
dispuesto a establecer un precedente que requiera que los británicos subordinen sus intereses
nacionales a las demandas americanas Gran Bretaña buscaba beneficiarse plenamente de un
programa europeo, sin mantener, a su vez, la posición de ser un país más de Europa.
A pesar de la presión americana, los británicos se negaron a tratar el tema de Alemania, lo que hizo
que el Departamento de Estado se concentrara en otra misión: la de extender la Conferencia de París,
y revisar su reporte general. Pero Bevin se opuso a esto también: dijo que prolongar la conferencia
sería admitir su fracaso, y que ni Gran Bretaña ni los otros países participantes podrían hacer
sacrificios adicionales para satisfacer las demandas americanas. Una mayor presión de Estados
Unidos, sostenía, cooptaría la soberanía nacional. A esta posición se sumaron todos los países
participantes.
288
Los americanos terminaron menguando sus demandas iniciales a puntos más moderados, y le
pidieron a los europeos continuar su trabajo en la conferencia, etiquetando el reporte como un
documento preliminar en el que los países participantes se comprometían a formar una organización
continua, buscar préstamos del Banco Mundial para la modernización, alcanzar los objetivos de
producción establecidos, y tomar pasos para liberalizar el comercio y estabilizar las finanzas.
Inicialmente, parecía que los europeos no iban a ceder. Pero Francia revirtió su curso: preocupado de
que el Congreso rechazara el Plan Marshall, su delegado, Bidault, urgió a la conferencia a continuar
por otro mes, y cumplir todos los esenciales iniciales para el reporte final. Los británicos, holandeses
y noruegos continuaron oponiéndose, pero terminaron siendo coaccionados a formar un compromiso
que los americanos, luego, aceptaron. Bajo este compromiso, el comité se comprometía a:
1) Prolongar la conferencia otra semana más.
2) Modificar el reporte, para reflejar los puntos pedidos por Estados Unidos15.
3) Etiquetar a los resultados como un “reporte provisional”.
4) Rever el reporte provisional con los oficiales en Washington, y, si fuera necesario, llamar
a una nueva conferencia que reconsiderara el reporte a la luz de lo tratado.
Los británicos estaban decepcionados: si bien aceptaron, lo hicieron luego de denunciar la
intervención americana y advertir contra la “presión externa”.
Durante los últimos días de la reunión del CEEC, los oficiales americanos trabajaron como
participantes plenos en las deliberaciones, trabajando con sus contrapartes europeas para corregir
detalles en los reportes técnicos. Con la amenaza de la desaprobación congresional colgando como
una nube en las negociaciones, los europeos ahora se doblegaban ante los requisitos americanos.
Acordaron revisar el preámbulo del reporte, incluir en él los principios americanos de autoayuda,
apoyo mutuo y programación conjunta, y usarlos para proclamar “una nueva era de cooperación
económica europea”. Además, acordaron reducir sus estimativos de déficits comerciales durante el
período de la ayuda, y financiar los planes de modernización con préstamos a largo plazo del Banco
Mundial y otros canales comerciales privados.
La mayor dificultad provino de la demanda de algunos estadounidenses de una organización
supranacional: muchos no querían que una autoridad supranacional dictara sus políticas de
comercio y producción, violando la soberanía nacional. El grupo de Clayton señaló que los países
europeos no iban a consentir nunca a una organización continua que tuviera el poder de localizar la
ayuda y diseñar un nuevo patrón industrial europeo, sin respetar los límites nacionales.
Todo esto llevó al Departamento de Estado a abandonar su idea inicial, e instar a los participantes del
CEEC a formar una organización conjunta una vez que el programa de recuperación fuera lanzada,
pero sin poderes supranacionales, sino encargada de evaluar el progreso del programa de
recuperación y armar reportes.
El 22 de septiembre, el CEEC finalizó su trabajo, y envió su informe provisional al Departamento de
Estado. Se había llegado a un compromiso sobre la cuestión Alemania: su recuperación fue declarada
esencial para el progreso europeo, pero debía ser cuidadosamente controlada, para proteger los
intereses económicos y de seguridad de sus vecinos. Además, acordaron en el desarrollo cooperativo
15
Los que se habían modificado hacía poco, no los iniciales.
289
Gran Bretaña estaba en crisis para mediados de 1947, y era imperativo renegociar los términos del
Acuerdo Anglo-Americano, que la obligaban a asegurar la convertibilidad de la libra en dólares para
ese año. Los americanos sabían que era necesario mantener a una Gran Bretaña fuerte para
contrabalancear a la Unión Soviética en Europa, pero suspender la convertibilidad avergonzaría a la
Administración Truman en el Congreso, donde ambos partidos eran críticos de las condiciones del
préstamo, y dudaban de prestar más ayuda a Europa. Finalmente, se terminó llegando a un acuerdo:
se suspendieron tanto las obligaciones como los beneficios del acuerdo de 1946. Así, Gran Bretaña
pospondría los retiros de fondos del crédito americano, y protegería sus reservas, suspendiendo la
convertibilidad y negociando acuerdos de control de cambios.
Si bien esto permitió que Gran Bretaña se recuperara de sus dificultades con el balance de pagos, la
situación en Francia e Italia era más severa, y no podía manejarse sin apelar al Congreso. Ambos
países afrontaban inflaciones crónicas, elevado desempleo, desabastecimiento de granos, y severos
déficits comerciales. Esta situación podría llevar incluso al colapso de sus gobiernos y la emergencia
de regímenes comunistas, un desarrollo que destruiría el Plan Marshall.
El Plan Marshall ofrecía una solución, pero, como no podía comenzar hasta la primavera de 1948, el
único curso de acción parecía ser un programa especial interino, conocido como Marshall Gap, que
había estado bajo consideración del Departamento de Estado durante bastante tiempo. Truman estaba
decidido a otorgar esta ayuda como un primer paso en un programa de recuperación comprensivo y
según los principios americanos.
El problema era que, para superar la oposición del Congreso a una mayor extensión de la asistencia,
era necesario presentarle un plan europeo cercano a las guías de acción americanas. Esto explica por
qué el Departamento de Estado actuó como vimos en el CEEC, aumentando su presión y decidiendo
revisar su reporte.
Las conversaciones en Washington nuevamente trajeron el conflicto entre los ideales integracionistas
de Estados Unidos y las preocupaciones por la soberanía de la diplomacia europea. Los delegados
290
del CEEC buscaron garantías de que los fondos de contrapartida acumulados a través de su venta de
bienes provistos por Estados Unidos no serían controlados por este país para impedir el derecho
soberano de los gobiernos de manejar sus economías. Además, urgieron a los americanos a aceptar
una organización europea con autoridad consultiva más que ejecutiva, garantizar ayuda suficiente
como para paliar sus déficits con Estados Unidos, y hacerlo en forma de dólares, y no bienes, sin
restricciones para el uso de los países participantes.
Los americanos no cedieron: dijeron que la ayuda provendría principalmente de bienes, y las
compras por fuera de Estados Unidos estarían limitadas. Además, las restricciones en la contraparte
en moneda local de la ayuda americana estarían determinadas mutuamente por Estados Unidos y
cada país participante. Por último, dejaron en claro que era necesario crear una organización fuerte
durante el período de recuperación.
En suma a una organización fuerte, los americanos querían objetivos de producción realistas, la
inclusión de los planes de recuperación nacional dentro de un patrón de producción e intercambio
europeo, y compromisos con la reforma fiscal, la convertibilidad de la moneda, y la eliminación de
restricciones cuantitativas a las importaciones y reducción de tarifas intra-europeas.
Las conversaciones de Washington terminaron sin un acuerdo europeo-americano en temas tan
básicos como el uso de los fondos, las funciones de la organización continua, los detalles de la
política de comercio y pagos, y el tamaño de la reforma fiscal y monetaria. Éstos recién serían
considerados cuando el Congreso actuó, aprobando el Plan Marshall.
evidente que la Administración Truman quería hacer más que recuperar la economía europea:
buscaban reconstruir los componentes de un balance de poder en el continente. Se veía, así, al Plan
Marshall como a un instrumento de contención. El ERP podría reconstruir Europa Occidental, y, de
esa forma, llenar el vacío de poder que, de otra forma, podría ser cubierto por la expansión del poder
soviético. Así, crearía el equilibrio político y económico requerido para mantener la paz.
La idea era reconstruir a Europa Occidental a imagen de Estados Unidos: se los urgía a seguir el
modelo americano, abandonando las soberanías económicas separadas, y organizar una unión
económica federal. El mismo George Marshall (Secretario de Estado) apuntaba que la integración
económica europea era una de las consideraciones más importantes en el programa de recuperación.
Pocos querían condicionar la ayuda americana al desarrollo de una unión política o económica, pero
el consenso parecía ser que esta ayuda debía jugar una parte importante en la promoción de la
unidad económica de Europa. Estados Unidos debía continuar insistiendo en la máxima autoayuda y
auxilio mutuo de los países participantes, en la creación de una organización cooperativa, y en la
realización de reformas comerciales y financieras favorables al multilateralismo.
En teoría, la integración podría crear un contrabalanceo al sistema soviético, en parte por su
establecimiento de controles supranacionales sobre los disputados recursos del Ruhr. Estos controles
apagarían el espíritu nacionalista que había hecho de Europa Central y Occidental la madre de
muchas guerras. También, podrían resucitar la economía alemana, pero no su amenaza a la seguridad
continental, y reintegrar al ex Reich en un “frente sólido”.
Los efectos positivos de la supranacionalidad era que se podrían corregir los defectos estructurales
del sistema europeo: su división en una multiplicidad de soberanías económicas, las cuales podrían
ser reducidas a un gran mercado interno, sin barreras al comercio. Así, los europeos ya no deberían
acudir a los soviéticos para buscar una solución a sus problemas, ni tampoco apelar a políticas
económicas bilaterales.
Había una convicción general de que la estabilización europea podría proteger la iniciativa y empresa
privada, tanto en el continente como en Estados Unidos: en Europa, podría aliviar la riesgosa
situación económica que alimentaba experimentos con propiedad pública y controles
gubernamentales típicos del comunismo. En Estados Unidos, podía prevenir la regimentación
económica y política que resultaría, inevitablemente, si Europa colapsaba y la potencia americana
quedaba aislada. Si la economía europea no era próspera, las democracias se entregarían a una
coalición de regímenes totalitarios atados a la Unión Soviética, comprometidos al comercio estatal y
con el control de los mayores mercados y fuentes de recursos.
Si Estados Unidos se quedaba sin estas fuentes de bienes y socios económicos, políticos y
comerciales, se temía que cayera en un aislamiento que llevara a una militarización de la sociedad
americana, incrementando el gasto de defensa y cayendo en una economía de guerra permanente, con
una medida de control gubernamental que podría poner en peligro la empresa privada, e incluso
tendiente al totalitarismo.
Otras limitaciones proveerían del colapso del multilateralismo: se predecía que una pérdida de
mercados transatlánticos haría que Estados Unidos haga grandes ajustes en su sistema de producción
y distribución agrícola. Se consideraba que el “monopolio gubernamental” en Europa requeriría una
292
Los recursos americanos eran adecuados para soportar un programa masivo de ayuda
extranjera, sin imponer daños importantes a sus mismos habitantes.
El programa de recuperación agravaría la escasez de ciertos bienes, y la situación podría
llevar a una “cadena de reacciones inflacionarias” a través de toda la economía. Para prevenir
la inflación, sería necesario ajustar los controles gubernamentales en el consumo doméstico y
la asignación de recursos en el corto plazo, pero estos controles no serían los mecanismos
primarios para mantener bajos los precios y regular la economía.
Era necesario el uso de licencias de exportación, medidas voluntarias de conservación, y
un manejo fiscal que reduzca la necesidad de métodos más directos de intervención.
El programa de recuperación debería ser financiado en el marco de un presupuesto
balanceado, sin aumentar el gasto gubernamental, que expandiría el crédito bancario. Esto
inspiraría a los europeos a seguir el ejemplo americano, bajando la inflación y disminuyendo
la necesidad de controles directos, pero sin que ello repercuta en una carga impositiva mayor
para el pueblo americano se preveía un superávit presupuestario lo suficientemente grande
como para absorber el costo del programa de recuperación y, al mismo tiempo, reducir la
deuda nacional o recortar impuestos.
295
Así, se emplearían el manejo fiscal y las fuerzas del libre mercado para garantizar la estabilidad en
Estados Unidos y Europa Occidental, combinándolos con la planeación supranacional y una
administración eficiente de expertos públicos y privados cooperando entre sí.
En Estados Unidos, los primeros debates sobre la estrategia administrativa giraban alrededor de los
méritos relativos de confiarle el programa de recuperación a una corporación gubernamental
independiente, o a una agencia separada del Departamento de Estado.
Había quienes buscaban que lo conduzca una corporación, que le quitaría al Departamento de Estado
de responsabilidades operativas para las que carecía de experiencia y personal, y contara con grandes
márgenes de acción, símil a una empresa. Pero, para algunos, esta agencia disminuiría la autoridad
presidencial en el área de relaciones exteriores, y prevendría la unidad de mando necesaria para la
ejecución de una política exterior coherente. Así, buscaban la construcción de una nueva unidad
administrativa dentro del Departamento de Estado, específicamente dedicada a programas de ayuda
exterior.
Para decidir estas diferencias, se convocó a un comité especial, con el objetivo de elaborar un nuevo
plan de administración del programa de recuperación: el reporte del comité llamaba a la creación de
una nueva agencia, la Administración de Cooperación Económica (ECA), con el rol de manejar
las responsabilidades operativas a nivel interno y externo, bajo la dirección de un único
administrador en Washington, un representante especial (con rango de embajador) en Europa, y un
equipo de expertos en cada país participante. El rol de la ECA estaría muy circunscripto: los
Departamentos de Comercio y Agricultura aún controlarían la distribución de exportaciones, y, junto
al Departamento de Estado, ejercerían un veto sobre programas específicos, división de la ayuda, y
finalización de la asistencia. Adicionalmente, sería el Departamento de Estado, y no la ECA, el que
tomaría todas las decisiones relativas a política exterior.
En las audiencias para la Ley de Asistencia Extranjera, los expositores de la Administración Truman
distinguieron entre decisiones operativas y políticas: la ECA se encargaría de las primeras, al estilo
de una empresa, y estaría manejado por miembros del sector privado, libre de una intervención
política no deseada. Pero debía estar bajo la dirección y control del Departamento de Estado en los
asuntos de política exterior. Si bien Marshall insistió en que ese control no se extendería a los
aspectos de negocios del programa, ni él ni sus compañeros pudieron explicar dónde terminaban los
negocios y dónde comenzaba la política exterior.
Fue esto lo que despertó la preocupación del Congreso. Temían que Marshall reduzca al
administrador de la ECA a un “secretario asistente” de otros oficiales ejecutivos, impidiéndole la
autonomía a la agencia, y, peor, subyugando decisiones esencialmente empresariales al control
político del Departamento de Estado, que ya había demostrado su incapacidad en manejar programas
de ayuda previos y era muy sensible a las consideraciones políticas y las maquinaciones de los
gobiernos extranjeros.
Todos estaban de acuerdo en que era imperante reducir el comunismo, pero muchos congresistas
consideraban que alcanzarlo requería de estabilizar las monedas y los tipos de cambio, revitalizar la
industria y liberalizar el comercio, algo para lo que sería necesaria una administración experta, con
hombres de conocimientos prácticos y sin interferencia del Departamento de Estado.
296
Hubo varios aportes sobre cómo mejorar el modelo de cooperación público-privada: una agencia
compuesta por oficiales gubernamentales y representantes de grupos económicos privados, la guía a
los políticos por parte de comités de asesoramiento privados, etcétera.
La propuesta más sólida provino de la Brookings Institution; reconocía el “carácter especial de la
tarea” de recomponer a Europa, que requería de responsabilidades económicas y empresariales que el
Departamento de Estado no estaba preparado para asumir. Era necesaria una agencia nueva y
separada, encabezada por un único administrador con rango de ministro, acceso directo al presidente,
y responsabilidad primaria para la formulación de políticas y programas. Además, la agencia debería
estar exenta de varias regulaciones federales, particularmente aquellas que limitasen los salarios, para
atraer a los talentos del sector privado. Adicionalmente, sería necesario que los comités de consulta
públicos y privados mantengan consultas regulares entre su administrador y representantes de la
industria, el trabajo, la agricultura, etcétera. Pero, como el ERP no era un plan puramente
empresarial, la nueva agencia no debía tomar roles correspondientes a organismos gubernamentales
los Departamentos de Comercio y Agricultura aún retendrían su autoridad sobre la distribución de
las exportaciones, el Departamento de Estado debía negociar acuerdos bilaterales de ayuda con los
países participantes, y el Comité Nacional Asesor de Problemas Monetarios y Financieros
Internacionales determinaría políticas financieras específicas.
Todas estas recomendaciones, eventualmente, hicieron su camino a la Ley de Cooperación
Económica de 1948, que incluyó provisiones sobre la ECA como:
1) Su definición como una agencia independiente con un único administrador, con estatus
de ministro y acceso directo al presidente.
2) Ese administrador debería cooperar con otros ministros, comités asesores privados y
públicos para formular políticas y tomar decisiones operativas.
3) El permiso para establecer sus propias misiones en el exterior, y hacer tanto a los jefes de
las misiones como al representante especial directamente responsables al administrador.
4) El administrador sería un oficial público, nombrado por el presidente con el acuerdo del
Congreso, pero debía ser reclutado desde el sector privado.
A través de esto, se buscaba preservar su autonomía política, sustituyendo el control político del
Departamento de Estado por una asociación pública-privada en la que los líderes privados tomarían
las decisiones operativas, y colaborarían con sus contrapartes públicas en la formulación de la
política.
Finalmente, fue elegido como administrador de la ECA a Paul G. Hoffman, presidente de la
Corporación Strudebaker y uno de los representantes industriales del Comité Harriman.
En Europa, las diferencias políticas eran mucho más profundas respecto a los objetivos del programa
de recuperación. Podemos verlo en las diferencias que había entre la posición británica y la
norteamericana:
gubernamentales sobre la
economía
Una organización grande e Un mecanismo de cooperación
Alcance de la organización
importante, que trascienda las intergubernamental más
europea:
soberanías convencional
Europa Occidental como un
“reino intermedio”,
Bipolar, con un bloque
Imagen del mundo: encabezado por Gran Bretaña,
soviético y uno americano
alternativo al liderazgo
soviético o americano
En Gran Bretaña, la idea de la unión aduanera anglo-europea fue rápidamente abandonada. Se había
concluido que una unión aduanera europea inevitablemente llevaría a una unión económica general,
bajo la dirección central de una autoridad supranacional. Esto llevaría a racionalizar la industria,
expandir el comercio y fortalecer al continente políticamente, pero no se podrían solucionar los
problemas económicos británicos, que serían exacerbados por las dislocaciones internas
“sustanciales” que acompañarían a la eliminación de tarifas entre los miembros de la unión.
Si Gran Bretaña se mantenía aparte de una unión europea, no se podrían evitar problemas
importantes, ni tampoco si participaba en uniones de Europa y la Commonwealth por separado (o
unía a ambas en una).
A finales de 1947, quedó definido el enfoque británico hacia la integración económica europea. Las
divisiones en el Gabinete habían hecho imposible lograr una plena cooperación, y los ministros
estaban convencidos de que el apoyo americano a una unión aduanera estaba decreciendo: estaban en
lo correcto.
Bajo estas circunstancias, la delegación británica logró apoyo para realizar una comprensiva
investigación de las implicancias prácticas y teóricas de estandarizar las políticas europeas. Hacia
enero de 1948, hubo una nueva síntesis política que cambió la perspectiva: se consideró que una
unión aduanera anglo-europea prometía muchos más beneficios a largo plazo que costos, si bien su
membresía afectaría a la economía británica en el corto plazo, debilitaría la conexión con la
Commonwealth, e involucraría la pérdida de soberanía hacia una agencia supranacional.
Esto trajo ciertas dudas por parte del Ministerio de Economía, pero emocionó a los políticos del
Foreign Office, que consideraban que la unificación anglo-occidental incrementaría la productividad,
aumentaría los estándares de vida, y traería impresionantes ventajas políticas, como la contención de
la expansión soviética y la amenaza alemana. Gran Bretaña debería abandonar su política histórica de
hacer que los poderes europeos compitan entre sí, pero dominaría la unión europea, y esta posición
aumentaría el poder del Imperio Británico, en un momento en el que estaba en peligro.
Todo esto favorecería la posición de Europa como un “reino intermedio”, capaz de jugar un
importante rol en los asuntos mundiales y restablecer un equilibrio mundial. Además, Europa
Occidental dejaría de ser un mero pigmeo entre dos gigantes, dependiente de uno para protegerse del
otro.
298
La idea era construir un sistema de seguridad de Europa Occidental, soportado por un sistema
económico integrado capaz de unir a los países participantes y acabar su dependencia financiera de
los Estados Unidos. Rechazaba una visión que se apoyara únicamente en el multilateralismo para
liberalizar el comercio y los pagos: se buscaba un sistema que incluya una unión aduanera y
eventualmente una unión a gran escala entre Francia, Alemania Occidental, Italia, Benelux y el
Reino Unido. Construir esto implicaría un sacrificio: bajar las barreras arancelarias, disrumpir las
preferencias imperiales, y reducir la capacidad del gobierno de regular la competencia externa en el
mercado interno.
Bevin pensaba en que era necesario un balance de poder que incorporara a una Europa unida y
autosuficiente. Pero la unión debía tener poderes supranacionales: sólo esto podría unir a Europa
Occidental y convertirla en un “reino intermedio”. En el Gabinete, la idea de las instituciones
supranacionales y las políticas de liberalización del mercado despertaron suspicacias.
El Gabinete ya había decidido apoyar alguna especie de unión occidental, más que nada por
consideraciones económicas, relacionadas con la convicción de que la ayuda del plan Marshall no
sería suficiente para corregir el déficit de la balanza de pagos europea. El continente sólo podría
volverse autosuficiente a través de una modificación de su estructura industrial y agrícola, y Gran
Bretaña debía dar el salto al vacío, acomodando su estructura económica para encajar en un patrón
general europeo, y aceptar un grado de sacrificio a la soberanía nacional en favor del planeamiento y
coordinación transnacionales.
Pero muchos de sus miembros rechazaban la idea de un banco central europeo o una moneda común,
considerando que las reservas de oro y dólares no eran suficientes como para sustentarlos, y se
oponían a planes como una unión aduanera, que expondría a la industria británica a las fuerzas del
libre mercado. En resumen, buscaban moverse hacia el objetivo de Bevin de una unión occidental,
pero a través de un camino que permitiera un mayor control del que sería posible a través de un
marco en el que las fuerzas del mercado y las regulaciones supranacionales puedan comprometer los
intereses británicos.
En marzo, se llegó a un compromiso, que establecía que:
a) Se haría una organización para la recuperación europea, que dirigiera todos sus esfuerzos
a resolver el déficit del continente con el Hemisferio Occidental.
b) El equilibrio podría alcanzarse incrementando la producción en los países participantes
y sus territorios de ultramar, liberalizando el comercio y mejorando los acuerdos de pagos,
e integrando las líneas de producción agrícola e industrial. Este último método sería
compatible con el sistema británico de preferencia imperial, imponiendo menos restricciones
a la libertad de acción al gobierno que una “política automática de cooperación europea” a
través de una unión aduanera.
c) La organización continua operaría como una agencia de planeamiento, pero el control
final estaría en mano de las delegaciones nacionales.
d) Se llamaba a una “economía europea modificada”, una entidad económica única que
reemplace las numerosas economías descoordinadas del momento. Esto involucraría revertir
la diplomacia británica tradicional respecto al continente: ahora, debían vincular su destino a
un grupo europeo occidental, y tomar todos los riesgos económicos y políticos que esto
299
implicaba. Pero tomar este camino se veía como la única alternativa a convertirse en
“prisioneros permanentes” de Estados Unidos.
Para la primavera de 1948, los gobiernos británico y americano habían puesto sobre la mesa
compromisos políticos que parecían apropiados a sus respectivos intereses y aspiraciones nacionales.
Para Washington, el Área Esterlina era vista como una manifestación del mal, una barrera a la unión
anglo-europea. Pero, en Londres, ésta era vista como la “base económica” de un vasto sistema de
comercio multilateral, cuya disolución podría acabar con el estatus del Reino Unido como un poder
mundial. Por eso, los británicos hablaban de una integración que pudiera reconciliar sus
compromisos al Área Esterlina y la Commonwealth con sus intereses en Europa Occidental. Bevin
estaba convencido de que Europa Occidental no podía sobrevivir sin el apoyo americano, y, por lo
tanto, sentó las bases para una negociación que culminaría, en 1949, con el Tratado del Atlántico
Norte.
Siguiendo al aplazamiento del CEEC en septiembre de 1947, había señales de esperanza para el
avance de una integración económica europea. Los países de Benelux negociaron una unión de
tarifas, Francia e Italia establecieron una comisión de estudio de una unión aduanera, y los franceses
sugirieron una mezcla entre el grupo Benelux y la propuesta Unión Franco-Italiana. Al mismo
tiempo, se hicieron planes para estandarizar tarifas, y se escribió el borrador del Primer Acuerdo
sobre Compensación Monetaria Multilateral, firmado en 1947 por Francia, Italia y el Benelux,
junto a otros ocho países, adheridos en condición de “miembros ocasionales”. Era el primer paso
para eliminar la red de acuerdos bilaterales que impedían la expansión del comercio intra-europeo.
Ni los americanos ni los europeos pudieron hacer que estas iniciativas tengan éxito. El progreso
hacia una completa unión económica entre los países del Benelux continuó generando problemas
para alinear precios, salarios y costos. Los franceses y los italianos firmaron un protocolo de unión
aduanera, pero los primeros parecían menos que entusiastas sobre el acuerdo, mientras que los
gobiernos del Benelux intentaban evitar cualquier mezcla entre la unión propuesta y su grupo.
Lo mismo pasó respecto al ajuste de tipos de cambios: en enero de 1948, la devaluación del franco
generó una controversia. Los británicos estaban en contra, fundamentalmente porque sus
exportadores quedaban en desventaja en los mercados mundiales y se incrementaban los incentivos
para una devaluación competitiva de la libra esterlina. Por la misma razón, se quejaron del
establecimiento de un tipo de cambio flexible por parte de Francia, que incrementaría sus ganancias
de monedas duras. El Departamento de Estado americano estuvo a favor de la decisión, pero el
Consejo Asesor Nacional y el FMI denunciaron al sistema como discriminatorio, y un ejemplo de la
competencia que retardaba la recuperación económica europea y su integración.
Aunque el comercio europeo se estaba enredando en una red de controles de cambio, los americanos
no estaban en posición de ayudar: no podían apoyar un sistema de reservas monetarias, ni hacer que
los dólares del ERP estuvieran directamente disponibles para una agencia europea de clearing. Estas
propuestas no serían autorizadas por el Congreso. Incluso si lo fueran, en última instancia
terminarían dependiendo de que los británicos avanzaran activamente hacia la colaboración con los
europeos, y, de acuerdo a lo que se había visto hasta el momento, esto no parecía ser así.
300
Hasta marzo de 1948, las divisiones en el Gabinete habían prevenido a los políticos ingleses de
avanzar con los planes de Bevin para hacer una unión económica anglo-europea, ni de adoptar una
política positiva respecto al comercio intraeuropeo. En este mes, se logró un acuerdo que apuntaba a
la “consolidación” de Europa Occidental. Pero esta consolidación debía hacerse en una forma que
dejaba muy poco lugar a las fuerzas del mercado y los coordinadores transnacionales, ambos
considerados esenciales para los americanos. Esto colocó a los británicos en conflicto con
Washington y los países del ERP que, en menor o mayor medida, coincidían con el diseño americano
de Europa.
En el marco del Tratado de Bruselas, firmado en 1948 por Francia, el Reino Unido, Bélgica, Países
Bajos y Luxemburgo, se tomó la decisión de establecer un consejo consultivo de embajadores, sin el
poder de actuar independientemente. Esta decisión no proveía de una organización separada, para
vigilar los acuerdos económicos, que eran organizados de forma ad hoc a través de los canales
diplomáticos regulares y reuniones periódicas.
Los franceses tampoco pudieron armar una organización de recuperación europea permanente. Las
negociaciones sobre su naturaleza comenzaron en enero de 1948, mayoritariamente por la presión
americana. Los franceses querían centralizar la autoridad en una organización fuerte, que trascienda
las soberanías. Pero la diplomacia británica se oponía: buscaba favorecer una estructura
descentralizada, compuesta por una asamblea, subcomités especializados, y una secretaría con
funciones puramente administrativas. Su plan buscaba darle una máxima autoridad en materia
política a las delegaciones nacionales, protegiendo la soberanía de los países participantes.
El pensamiento en Washington era favorable a la posición francesa: el Departamento de Estado
imaginaba una organización europea vigorosa, con un activo secretariado bajo el liderazgo de un
hombre fuerte y con el poder de organizar comités técnicos, mediar disputas entre países
participantes, revisar los requerimientos nacionales, y desarrollar un “acuerdo conjunto” para Europa
Occidental como un todo. Esta organización también mantendría un contacto continuo con el
Representante Especial en Europa de Estados Unidos esta idea había ganado el apoyo del
Congreso a través de la Ley de Cooperación Económica de 1948, que condicionaba la ayuda
americana al establecimiento de una organización continua fuerte en Europa.
Mientras tanto, en Londres se había aprobado un paper que llamaba a una organización continua,
pero que esencialmente funcionaría como una agencia de planeamiento, sin autoridad ejecutiva.
Cuando el CEEC volvió a reunirse en París, los británicos reinstauraron su oposición a la demanda
francesa de una organización fuerte, diciendo que los británicos debían armonizar su deseo de
alcanzar las necesidades de Europa con sus compromisos especiales con la Commonwealth. Lograrlo
dependía de la formación de una organización en la que las decisiones se tomen a través de un
acuerdo mutuo, con el verdadero control centrado en los gobiernos domésticos.
Hubo dos factores que fortalecieron la posición británica:
1) Habían ganado fuerza al acordar localizar la nueva organización en París antes que en
Londres.
2) Los franceses no tenían aliados entre las otras delegaciones del CEEC.
301
Los británicos usaron toda su artillería en la necesidad vital de delegaciones nacionales fuertes y la
necesidad de limitar el rol del Secretario General. Se diseñó un cuerpo compuesto por una asamblea
general, un comité ejecutivo y un secretariado, pero en el cual la autoridad derivaría de la asamblea,
y el secretariado estuviera limitado a responsabilidades administrativas. Todas las decisiones
deberían alcanzarse a través de un acuerdo mutuo.
La responsabilidad administrativa residiría en un comité ejecutivo, y la autoridad final, en un consejo
de representantes nacionales actuando a través del acuerdo mutuo. La nueva organización podría
“considerar” o “recomendar”, pero no actuar independientemente a los gobiernos nacionales.
Esto no iba de acuerdo a los intereses americanos. Los europeos habían bosquejado un acuerdo
multilateral, que llamaba a una mayor integración en el continente y a los esfuerzos para desarrollar
la producción y modernizar el equipamiento, multilateralizar los pagos, y eventualmente eliminar
todas las restricciones anormales. Pero no había nada que obligara a los participantes a una acción
cooperativa plena si pensaban que ésta se oponía a sus intereses, que claramente era el caso de los
británicos, quienes preferían mantener sus reservas en oro y dólares y mantener sus lazos con la
Commonwealth.
Pero los americanos estaban determinados en hacer a la nueva organización un punto focal, para
construir la cohesión económica de Europa Occidental. A mediados de abril, se aprobó la
Organización para la Cooperación Económica Europea (OEEC), y los americanos urgieron a los
países participantes a nombrar miembros de rango ministerial para el nuevo cuerpo. Esto convertiría
a la OEEC en una institución fuerte e independiente, pero los británicos aplastaron las esperanzas
norteamericanas: el único europeo de rango ministerial en ocupar una posición ejecutiva en la nueva
organización fue el Primer Ministro belga.
Derrotados en este tema, los estadounidenses tuvieron más éxito cuando se trató del problema de
Alemania durante los Acuerdos de Londres: su recuperación debía ser adecuada a las causas de la
recuperación europea y la contención soviética, sin por ello restablecer su hegemonía de preguerra o
revigorizar la autarquía económica que ya dos veces llevó a la guerra mundial.
La solución a este problema aún se encontraba en el esquema de integración económica europea. Los
líderes británicos y americanos unieron esfuerzos para crear los rudimentos de un gobierno de
Alemania Occidental, introducir una nueva moneda, e incrementar el nivel de producción industrial
alemana. Quienes más se resistieron fueron los franceses.
Incorporar a Alemania Occidental a la estructura asociativa de un orden económico europeo
unificado había sido un objetivo americano desde las negociaciones del CEEC, en el verano de 1947.
Con este objetivo en mente, el Departamento de Estado había intentado integrar los recursos
bizonales al programa de recuperación económica europea, y acordó, en principio, considerar un
mecanismo para supervisar las industrias de carbón y acuerdo del Ruhr. Si bien los franceses no
permitirían que los líderes alemanes se unan a los ministros que firmaron el Protocolo de la OEEC en
1948, bajo la presión norteamericana incorporaron al acuerdo multilateral una provisión inspirada
por Estados Unidos, colocando al comercio alemán en una base de nación-más-favorecida,
abandonando los intentos de condicionar su membresía a nuevos acuerdos sobre su industria, y
acordando una representación trizonal en la organización.
302
La delegación americana había amenazado con retener ayuda del ERP para ganar el acuerdo de
Francia en una negociación que pondría el comercio externo de su zona bajo el control de la Agencia
Conjunta de Exportaciones e Importaciones, y también demandó el pronto establecimiento de una
administración alemana provisional, así como un rápido progreso hacia la formación de un gobierno
permanente. Todas estas demandas chocaban con una política francesa que se oponía a la formación
de un régimen provisional, a la centralización política en Alemania, y al abandono de los controles
de ocupación Aliados. Pero de este conflicto emergió un compromiso aceptable para ambas partes:
los americanos retiraron sus demandas por un régimen provisional, los franceses adelantaron el
calendario para la formación de un gobierno alemán permanente, y se marcaron los principios que
guiarían el proceso de dictado de una Constitución en Alemania, que se convencería en septiembre.
En deferencia a Francia, se enumeraron los poderes reservados por los Aliados Occidentales luego de
la formación de un nuevo gobierno alemán, incluyendo dar su acuerdo a la nueva Constitución y
numerosos tratados sobre el Ruhr, la desmilitarización, y el nivel de la industria.
Respecto al Ruhr, la delegación norteamericana propuso una autoridad internacional, que ayudaría
a los oficiales de ocupación en políticas económicas en la región, armonizadas con el programa de la
OEEC para la recuperación europea. Se mantuvieron tropas alemanas en el país, hasta alcanzar un
acuerdo de paz final, y con el compromiso de retirarlas únicamente tras consultarlo con Francia y el
resto de los Aliados Occidentales.
Otro acuerdo permitió que los Aliados puedan listar las prohibiciones y limitaciones a la industria
alemana, y prevenir su remilitarización.
Los oficiales americanos se negaron a delegar el poder ejecutivo sobre Alemania en la OEEC.
Además, establecieron acuerdos especiales, mediante los cuales las autoridades de ocupación, y no la
ECA, administrarían el programa de recuperación en la Bizona, incluso cuando éstas se habían
resistido constantemente a la estrategia del Departamento de Estado de balancear la recuperación
económica alemana con la seguridad de Francia.
Lucius Clay, la autoridad gobernante sobre Alemania, parecía determinado a tratar este territorio
como un enclave americano. Se opuso a la autoridad del Ruhr y a la larga lista de poderes
reservados, argumentando que reducían su autonomía y les permitía a los franceses buscar nuevas
oportunidades para retardar la recuperación alemana. También, demandó dólares para las
exportaciones alemanas, se negó a pagarlos para sus exportaciones, y bloqueó los esfuerzos por
reestablecer el comercio exterior alemán por los puertos de Antwerp y Rotterdam.
planes prácticos para una integración funcional, en líneas económicas y militares. Continuaron
buscando un neocapitalismo europeo, lanzando nuevas iniciativas para liberalizar los pagos
intraeuropeos y reformar las finanzas. Urgieron a los europeos a unificar sus sistemas de defensa a
través de la estandarización, integración y coordinación de producción y oferta, y luego intentaron
incorporar los resultados a una comunidad defensiva del Atlántico Norte.
El Plan Marshall quería formar líneas de cooperación entre los grupos económicos privados y los
estatales, para así poder construir una alianza transnacional detrás del ERP, equipando a los países
participantes con las habilidades productivas americanas y maximizando las chances de una
integración económica y la paz social en el continente.
Una vez aprobada la Ley de Asistencia Extranjera, la ECA y otras agencias involucradas actuaron
rápidamente para establecer lo que se convertiría en un extensivo sistema de colaboración
corporativa con grupos económicos en el sector privado. Se reunieron con los bancos comerciales
más importantes para acordar facilidades de crédito, e hicieron conferencias con grupos industriales
y granjeros para preparar programas para el envío de bienes a Europa.
La ECA formó una amplia red de influencias, y, durante el primer año de su operación, fue dominada
por “lobos de Wall Street”. Si bien muchos puestos importantes eran ocupados por profesionales y
funcionarios públicos de carrera, hombres con experiencia en negocios eran más numerosos en el
liderazgo de la agencia. La representación empresaria era particularmente fuerte en las divisiones
industriales de la ECA. Los líderes de negocios también encabezaron la mayoría de las misiones
transatlánticas de la ECA en 1948.
En adición a los líderes de negocios, se intentó incorporar a otros grupos económicos a los esquemas
de colaboración corporativa: los sindicatos fueron importantes en persuadir a los trabajadores
europeos a trabajar más duro, desviar consumo presente con el fin de la inversión, aceptar el
desempleo temporario, y hacer los sacrificios necesarios para incrementar la producción y alcanzar
“la efectiva colaboración e integración económica europea”. Era necesario angostar las diferencias de
precios y salarios entre los países, reducir las barreras a la migración laboral, y reemplazar el antiguo
sistema de autosuficiencia por una producción más eficiente.
Los sindicatos americanos ensalzaron el ERP en declaraciones públicas, que enfatizaban la
importancia de aumentar la producción en Europa Occidental. Alentaron a los trabajadores a unirse
al manejo del plan de recuperación, y organizaron una Oficina de Asuntos Laborales Internacionales
y un Comité Asesor de Agrupaciones Comerciales.
Hoffman, el administrador de la ECA, intentó construir una red transnacional de cooperación
público-privada en Europa Occidental, que reflejara su fe en la capacidad de la movilización de los
intereses privados detrás de los objetivos interrelacionados de la integración económica y la mayor
productividad. A finales de 1948, se elaboró un plan con el objetivo de estimular la eficiencia en la
producción industrial europea, a través de la introducción de técnicas de producción y estilos
organizativos americanos, utilizando como vehículos para alcanzar este objetivo una variedad de
proyectos de asistencia técnica, esquemas de ingeniería y encuestas de productividad que fueron
lanzados en Europa con la ayuda de expertos americanos.
304
Las divisiones industriales de la ECA crearon los llamados equipos de productividad, trabajando
cercanamente con los europeos. Para finales de 1948, la ECA había distribuido aproximadamente 1,5
millones de dólares en asistencia técnica, sobre todo en Grecia, donde los expertos americanos
estaban preparando programas para expandir las facilidades eléctricas e incrementar la producción
industrial y agrícola.
El programa de asistencia técnica continuaría creciendo, eventualmente tomando los atributos de una
cruzada cultural a favor del “American Way” en Europa Occidental. Los proyectos técnicos y los
equipos de productividad se convirtieron en símbolos de la convicción americana de que Europa sólo
podría volverse autosuficiente a través de un proceso de reforma económica y cultural. Para hacerlo,
era necesario descartar los hábitos laborales arcaicos, abandonar las viejas tradiciones de conflicto de
clases, y “emular” el ejemplo americano.
De naturaleza similar fue el Consejo Anglo-Americano de Productividad, un cuerpo no
gubernamental de representantes industriales y sindicales americanos y británicos, con el objetivo de
aumentar la productividad para subir los estándares de vida, en un momento en el que el trabajo
británico estaba plenamente empleado. Estaba compuesto por veinte miembros, que investigarían los
problemas de plantas de capital y “cuellos de botella” en Gran Bretaña, y determinar cómo el trabajo
y manejo americano podría ayudar a los británicos a incrementar su productividad.
Rápidamente se formaron comités para estudiar la organización de la industria, las tendencias de
inversión de capital, y los cuellos de botella en la producción. Los miembros americanos
consideraron que la mayor barrera al aumento de la producción eran las frecuentemente
complacientes actitudes de las fuerzas laborales británicas hacia procedimientos de producción
científicos y prácticas de negocios restrictivas. Por ello, se acordó un programa de “educación
industrial” en todos los niveles de la industria británica, así como acuerdos bajo los cuales equipos de
directivos y técnicos británicos estudiarían los métodos de producción de Estados Unidos.
La ECA también quería expandir la marca americana de cooperación público-privada a los gobiernos
europeos, y usarla para cosechar el tipo correcto de recuperación económica. En muchos de los
países participantes, los sindicatos y otros grupos privados ya participaban, a través de una variedad
de burós económicos y agencias de planificación, en la formulación de políticas nacionales.
La idea era que, si se quería que fueran útiles a la política americana, todos estos sistemas debían ser
reformados: los líderes europeos debían aprender la fe de los americanos en el poder sanador de la
mayor productividad, la eliminación de las políticas restrictivas, y la extensión de la red de
colaboración entre el trabajo y la dirección. Los americanos también presionaron a los franceses a
tomar más medidas para restringir la inflación, urgieron a los británicos a desviar recursos nacionales
de programas de bienestar a industrias orientadas a explotar el mercado del dólar, y alentaron a los
italianos y alemanes a relajar los esfuerzos para equilibrar sus presupuestos y estabilizar sus
monedas.
Además de estas reformas, la ECA buscaba que los grupos económicos privados jugaran un rol más
importante en el ERP y la OEEC. La consulta era fácilmente arreglada en el caso de los negocios,
pero menos en el laboral. Desde la entreguerra, los comunistas dominaban el movimiento obrero
europeo, lo que significaba que debían abandonarse los patrones tradicionales de solidaridad sindical
si se decidía que los líderes sindicales “libres” tomaran parte activa en el planeamiento del ERP. Por
305
ello, se montó un concertado esfuerzo para romper la Federación Mundial de Uniones Comerciales
(WTFU), dominada por los comunistas, y organizar una unión internacional que podría participar de
programas para incrementar la producción y promover la integración.
Este esfuerzo contó con el pleno apoyo de los sindicalistas americanos, que actuaban como
“embajadores laborales” de la política de recuperación europea. En marzo de 1948, hubo una
conferencia sindical en Londres, con el objetivo de elaborar una organización por fuera del marco del
WTFU. Fue el primer paso hacia la disrupción de la solidaridad laboral en Europa Occidental, y la
formación de una Internacional no-comunista, devota a los objetivos americanos. Los asistentes
apoyaron el Plan Marshall, y urgieron al trabajo organizado a colaborar en programas
gubernamentales para administrar el ERP y alcanzar los objetivos nacionales de producción. Se creó
el Comité Asesor Sindical del Plan de Recuperación Europea (TUAC), instruyéndole mantener
un cercano contacto con la autoridad de recuperación europea en París.
Los americanos buscaban una campaña propagandística activa por parte del TUAC, apoyando al
Plan Marshall. Además, planificaron un fuerte secretariado, que esperaban controlar, y un nivel de
representación sindical en las agencias de recuperación europeas comparable con el papel americano
en la ECA. En su visión, el TUAC debía convertirse en la autoridad de políticas laborales en
relación al ERP, y efectivizar su autoridad estableciendo vínculos con los gobiernos participantes y
mudando su sede de Londres a Paris, donde podría trabajar de manera más cercana con la
organización de recuperación europea permanente.
Pero había aspectos del ERP donde los intereses del sector laboral americano y el europeo no
coincidían. Esto era particularmente importante con los líderes sindicales americanos y británicos,
cuyas diferencias, generalmente, paralelaban las de sus gobiernos. Los británicos no veían necesidad
de establecer un mecanismo especial de consulta en Londres, ni apoyaban una relación entre el
TUAC y la OEEC conforme con los imperativos organizacionales de Estados Unidos. Decían que la
representación laboral en el ERP debía estar concentrada a nivel nacional, y la relación del TUAC
con la OEEC debería ser informal y manejarse a través de acuerdos ad hoc.
Los sindicalistas británicos no estaban tan dispuestos a abandonar el sueño de la solidaridad laboral,
y tomar acciones que formalmente rompan con la WFTU. Querían que los comunistas fueran
responsables de cualquier quiebre, y que la razón sea una cuestión sindical más que el Plan Marshall.
Tampoco estaban dispuestos a hacer los sacrificios que la ECA probablemente demandaría en el
nombre de una mayor productividad, o abandonar la línea del gobierno laborista en los aspectos
generales de la política de recuperación. Se negaron a apoyar el plan americano de un secretariado
del TUAC más fuerte y con vínculos formales con la OEEC, posponiendo su decisión en estas
resoluciones hasta que la conferencia aceptara compromisos, a medio camino entre lo pedido por los
británicos y lo pedido por los americanos. Estos compromisos no elaboraron propuestas concretas:
Si bien llamaban a un comité asesor sindical a asistir a la OEEC, no dijeron nada sobre el
mecanismo de consulta, ni de cambiar la sede del TUAC de Londres a París.
Se establecía un sistema de representación laboral descentralizado, alcanzado mediante
vínculos con los representantes sindicales de la Agencia Asesora Pública de la ECA, las
misiones de la ECA, y los planificadores de recuperación de los gobiernos participantes.
306
La decisión del TUAC de establecer vínculos más cercanos con la ECA y los gobiernos participantes
fue una especie de triunfo para Estados Unidos, que continuó presionando vigorosamente para
cumplir sus objetivos en los meses siguientes. Ayudaron a organizar otra reunión del TUAC,
buscando reiterar la “parte importante” que debían tener en el programa de recuperación el trabajo
organizado y otros grupos no gubernamentales. Urgieron al TUAC y a la OEEC a establecer vínculos
entre sí. Para finales de 1948, sus esfuerzos tuvieron éxito:
El TUAC acordó establecer vínculos con los Secretarios de Comercio Internacional, que
representaban a los trabajadores de ciertas industrias a través del continente. Esta nueva
conexión ampliaba las posibilidades para la cooperación transnacional.
La OEEC decidió, en diciembre, reconocer al TUAC como el representante oficial del
trabajo organizado. Esto despejó el camino para que ambos cuerpos comenzaran a formar
planes para el nombramiento de asesores sindicales, que consultarían con los comités técnicos
de la OEEC en París.
Si bien los británicos temían que una relación formal ampliara el tamaño y autoridad internacional de
la OEEC, se vieron vencidos por la persistente presión generada por los americanos a través del
TUAC, y el rol sustancial que los sindicatos americanos tenían en la administración de la ECA. Por
eso, para finales de mayo, la delegación británica en París elaboró una resolución de la OEEC
permitiendo una cercana consulta con el TUAC. Estos acuerdos, si bien fueron ad hoc e informales,
le dieron al TUAC la sustancia de lo que buscaba.
Los británicos, también, jugaron un papel importante en ganar el apoyo para la resolución de
diciembre de 1948, que reconocía formalmente al TUAC como la agencia sindical internacional con
la que la OEEC consultaría. La resolución aplacaba a los trabajadores y a los americanos, pero, al
mismo tiempo, satisfacía a los británicos: los acuerdos de consulta quedaron en la base ad hoc
previamente establecida en mayo y junio.
Todos los pasos que se tomaron fueron importantes en el camino hacia la integración laboral
transnacional, y la formación de una Internacional no comunista devota a la ideología del manejo
burocrático y la mayor productividad. Estas iniciativas buscaban recrear en Europa una organización
corporativa similar a la de Estados Unidos.
Los planes de producción eran el corazón del programa. En verano de 1948, los planeadores de la
ECA cambiaron su énfasis del socorro al tipo de reconstrucción que el Congreso esperaba. Para ese
momento, los incrementos en la producción carbonífera y los prospectos de una abundante cosecha
habían hecho posible dar más consideración a la inversión de capital. Por eso, se decía que los
europeos debían comenzar a planear decisiones estratégicas que guiaran a su recuperación en la
dirección correcta, dándole a la OEEC y la ECA una vara para medir el progreso y garantizando las
ganancias en productividad, que pondrían a Europa Occidental en una situación de autosuficiencia.
Para alentar la producción, la ECA urgió a los gobiernos participantes a enfatizar en la inversión en
capital, y cambiar sus compras financiadas por los Estados Unidos, de bienes de socorro a bienes de
307
capital. Además, propuso usar el control que compartía con los gobiernos participantes sobre los
fondos de contrapartida de los subsidios americanos.
Una línea de esta política llamaba al ajuste presupuestario y de los tipos de cambio, y la toma de
medidas para crear un ambiente financiero deseable. Estas prescripciones conservadoras eran
atemperadas por los keynesianos, quienes llamaban a usar los fondos de contrapartida 16 para
suplementar formación de capital, frenar los impactos inflacionarios, y educar a los gobiernos
participantes en la estrategia macroeconómica americana.
Los fondos de contrapartida del ERP terminaron siendo empleados para restringir la inflación y
asegurar inversión de capital. Por ejemplo, en Gran Bretaña, se emplearon para reducir la deuda a
corto plazo del gobierno, y en Italia, para una variedad de proyectos agrícolas e industriales, así
como un empleo de trabajo público para absorber parte del superávit laboral que había. ¿Por qué se
permitió la realización de esta política de planeamiento? Porque el riguroso programa italiano de
estabilización monetaria, implementado a finales de 1947, se había ido más allá de lo deseable: había
frenado la inflación, pero dejado altas las tasas de intereses, negado a la industria los créditos que
necesitaba para expandirse, aumentado el desempleo, e imposibilitado el gasto social.
Para los demás países participantes, la inflación era la mayor amenaza a la estabilidad económica, y
controlarla requería de un cierto nivel de restricción fiscal. La idea era evitar la inflación, sin por ello
recortar la producción, aumentar el desempleo, y profundizar la ya existente crisis social y política.
Este problema era particularmente imperante en Francia, donde una rápida expansión del crédito
bancario, crecientes déficits presupuestarios, y un nivel excesivo de préstamos gubernamentales, se
combinaron con desabastecimiento, una demanda reprimida, y los salarios en aumento, todos los
cuales alimentaban una violenta inflación. Además, el franco se erosionaba en valor, bajando las
exportaciones francesas y haciendo difícil que el gobierno pueda tomar medidas para revitalizar la
industria. La deflación era políticamente inaceptable, y un mayor financiamiento del déficit
significaba hacer más retiros del banco central, lo que agravaría la inflación.
La mejor estrategia para salir del cenagal era apoyarse en la ayuda y guía americanas. Fue la
estrategia que intentó implementar la ECA cuando usó fondos de contrapartida para suscribir al Plan
Monnet. Hacerlo aliviaba la carga de la inversión en el presupuesto francés, reduciendo el déficit
fiscal sin restringir la producción. Los objetivos finales eran un aumento de impuestos y un
presupuesto equilibrado, pero, como éstos no podían alcanzarse en este contexto, los pragmáticos
planificadores de la ECA estaban listos para conformarse con concesiones menos significativas, pero
aún importantes: les pidieron a los franceses controlar el crédito privado, restringir los salarios y
precios, reducir los préstamos gubernamentales, y colocar a las empresas estatales en una base de
autoapoyo. A través de estas medidas, buscaban superar la inflación sin herir la producción y
aumentar el desempleo.
La política de contrapartidas de la ECA buscaba hacer más que incrementar la producción y
salvaguardar al centro político en Francia y otros países. Se proponía integrar las economías,
liberando el camino para una mayor especialización, un uso más eficiente de los recursos, y el
16
Fondo generado por la venta de productos o de divisas proporcionados por programas de ayuda bilateral, con el que se
financian actividades de desarrollo especificadas conjuntamente por el gobierno donante y por el receptor, bajo el control
de ambos
308
desarrollo de economías de escala. La utilización de estos fondos para reducir los déficits nacionales
y estabilizar las monedas era una forma de eliminar las barreras monetarias al comercio intraeuropeo
y su integración económica. Además, la ECA usó estos fondos para adherir a un plan de la OEEC
para liberalizar el pago y el comercio a través del área del ERP. Se buscó desalentar a los países a
usar los fondos para proyectos de inversión nacional que no contribuyeran a la recuperación europea,
y se le dio una “consideración especial” a los que involucraran la participación de varios países.
Avanzando aún más, los estadounidenses se quejaron del “bajo nivel” de representación en los
encuentros del Consejo de la OEEC, y de que el secretariado era una organización meramente
administrativa. El programa de recuperación, insistían, requería de una atención concertada de los
“mejores cerebros”. Advirtieron que el Congreso esperaría al menos un determinado nivel de
cooperación de Europa, cuando llegara el momento de rever el programa de recuperación en 1949.
Además de un mayor calibre de representación nacional, los americanos pensaban que el Comité
Ejecutivo y el Consejo debían reunirse a nivel ministerial de forma regular. Querían darle poder al
Secretariado para lanzar investigaciones y hacer recomendaciones, así como crear una nueva oficina
del director general, comandada por un europeo de importancia política que tuviera la autorización
para dirigir las actividades de la organización idea de una figura internacional, que representara
no a un país en particular y sus intereses, sino a Europa como un todo, para así aumentar la
integración.
Obviamente, la delegación británica fue la que más se opuso. Para los americanos, Bevin nunca
cooperaría para hacer que la OCEC fuera completamente efectiva: los británicos siempre se
opondrían a una agencia que dejara de lado las políticas nacionales y funcionara como un
instrumento de diplomacia americana.
Harriman se sentía ultrajado por el trato que había recibido como representante especial de Estados
Unidos en Europa: su intención era ser tratado como un oficial de rango ministerial, y se sintió
ofendido cuando los países participantes nombraron a cabezas de delegaciones que carecían de su
estatura diplomática y política. Para peor, algunas delegaciones parecían reluctantes de admitirlo en
las reuniones del Comité Ejecutivo y del Consejo. Se llevaba particularmente mal con Edmund
Hall-Patch, presidente del Comité Ejecutivo de la OCEC, a quien culpaba de todos los errores que
había tenido la organización. Por su parte, el británico consideraba que Harriman se metía,
arrogantemente, en decisiones correspondientes a la diplomacia de Gran Bretaña. Bevin agregaba
que la ayuda del Plan Marshall no les daba a los americanos el poder de interferir con la forma de
hacer las cosas de los británicos.
Ni Hall-Patch ni sus superiores en Londres estaban dispuestos a hacer los cambios estructurales
demandados por Harriman. Elaboraron una contrapropuesta que indicaba reuniones ministeriales en
el Comité Ejecutivo, para tratar con problemas particulares de forma ad hoc. Como Hall-Patch era el
director del Comité Ejecutivo, él establecería la fecha, arreglaría la agenda, y generalmente
“controlaría el resultado” de cada encuentro.
Esto llevó a una competencia entre ambos planes para ver quién conseguía más adhesión. Para
principios de septiembre, los británicos estaban teniendo problemas para mantener su posición contra
una presión cada vez más grande: Harriman había lanzado una estridente campaña de prensa en
París, denunciando a los británicos por no querer cooperar en medidas fortalecedoras de la OEEC y
309
unificadoras de las economías europeas. Cuando la campaña llegó a Washington, los británicos se
dieron cuenta de que debían hacer concesiones para evitar que el Congreso les quite fondos al año
siguiente. El problema era: ¿cómo se podía apaciguar a los americanos, sin causar dificultades en
otros lados?
El Foreign Office terminó proponiendo el nombramiento de una figura política de alto nivel, que
presidiría los encuentros regulares del Consejo. Éste sería de una importancia suficiente como para
ser aceptable por Harrison, pero su nombramiento no llevaría a la renuncia de Robert Marjolin
(Secretario General de la OEEC), ni ampliaría la autoridad de la OEEC a expensas de los gobiernos
nacionales.
Los americanos no estaban impresionados ante esta propuesta: consideraban que el nuevo miembro
sería un simple oficial, y no un director general, como buscaban. Harriman ganó el apoyo para llamar
a una reunión especial del Consejo, para considerar cambios organizacionales. Los británicos
atrasaron estos encuentros y objetaron a la participación de Harrison.
Cuando el Consejo se reunió, se terminó estableciendo un comité ministerial especial, conocido
como el Comité de los Nueve, para estudiar cuestiones organizacionales y hacer recomendaciones
para el año siguiente. Esta decisión representó una victoria parcial para los británicos, pero los
americanos tenían sus propias razones para estar contentos: quien había sido nombrado para
encabezar el comité ministerial, el belga Paul-Henri Spaak, era un defensor de la unificación
europea, lo que les brindaba esperanzas de que, bajo su dirección, el nuevo grupo reconocería la
necesidad de una dirección de la OEEC dinámica y de alto nivel.
En el mismo encuentro, el Consejo aprobó un nuevo plan de pagos intraeuropeo, y la primera
división anual de la ayuda americana. Al tomar estas decisiones, la OEEC asumía importantes
responsabilidades, y las negociaciones bilaterales se disminuían a un mínimo: ahora, los europeos
negociarían a través de su organización conjunta fueron los primeros indicadores concretos de un
avance en la integración europea, si bien, en la práctica, resultaron difíciles de alcanzar e hicieron
menos de lo esperado.
La responsabilidad de dividir la ayuda americana había sido un problema desde abril, cuando la
OEEC pidió la asistencia de Estados Unidos en la programación de fondos para el primer año del
programa de recuperación. También, insistió en que era necesario recomendar una división de ayuda,
que elaborara recomendaciones basadas en un análisis cuidadoso de los requisitos individuales de
cada país y una consolidación de éstos en un plan comprensivo. Específicamente, la OEEC debería
bosquejar un plan de cuatro años y programas anuales sucesivos, comenzando con el del año fiscal
iniciado en julio de 1948. Al hacerlo, se debían rever los objetivos de producción, los planes de
inversión, y los requisitos de importaciones y exportaciones de cada país participante, que debían ser
ajustados para crear un patrón europeo occidental de producción e intercambio.
Esto le otorgaba a la OEEC responsabilidades normalmente atribuibles a los gobiernos soberanos, lo
que despertó resistencias en Europa, sobre todo por parte de los británicos, que buscaban limitar la
autoridad del organismo. No querían que sus requisitos sean discutidos en un foro colectivo, o
310
subordinados a las necesidades de Europa como un todo. En cambio, querían que Estados Unidos
distribuya los recursos basándose en acuerdos bilaterales.
Por las presiones americanas, el Consejo transmitió una directiva llamando a la preparación de
programas para los Estados miembros, y apuntó a un comité de cuatro personas para rever los aportes
de cada país, armar un plan consolidado, y proponer la división de la ayuda. Este comité, conocido
como los Cuatro Hombres Sabios, comenzó asumiendo que el consumo se sostendría a los niveles
de 1947. La programación cubriría las importaciones totales de los países participantes, y un nuevo
plan de pagos intraeuropeo que liberalice el comercio entre los miembros del grupo, limitando sus
importaciones del área del dólar.
Había casi $5.000 millones para repartir en el primer año fiscal del ERP. Los resultados del trabajo
del comité fueron bien recibidos por los americanos, pero no por los europeos: muchos de los países
participantes pensaron que su parte de la ayuda del ERP era muy pequeña. Algunos apelaron ante el
Consejo, y otros reservaron su posición respecto a negociaciones para un plan de pagos intraeuropeo.
La respuesta fue más vigorosa en Alemania Occidental: el General Lucius Clay había pedido $446
millones en ayuda americana directa, y $102 millones en forma de retiros en monedas europeas bajo
el plan de pagos. Esto incrementaría las importaciones y exportaciones alemanas, y podría implicar
una revisión del acuerdo del nivel de industria alemán de 1947. Pero los Cuatro Hombres Sabios
redujeron esta suma a $364 millones, lo que despertó la resistencia de Clay y la Armada, que los
acusaron de reducir deliberadamente los recursos que irían a Alemania para agrandar la cantidad de
ayuda americana dirigida a otros países. Llamaban a los británicos y a los americanos a unirse para
protestar este cambio, e intervenir en París.
Los británicos se negaron, diciendo que “reabrir la discusión sobre la división de ayuda minaría la
integridad y utilidad de la OEEC”. La ECA abrió una nueva ronda de negociaciones con los líderes
de la OEEC en París, y con el Departamento de la Armada en Washington. Buscaba un compromiso,
antes de que el Consejo apruebe formalmente la división de la ayuda, y para poder evitar un veto
americano que pudiera debilitar severamente la OEEC. Las negociaciones tuvieron éxito: se
aumentaron los recursos destinados a Alemania en $414 millones, y se convirtió a Alemania en un
acreedor en la cuenta intra-europea, sujeto a $80 millones en giros sobre su moneda por parte de
otros países europeos.
El Consejo aprobó formalmente la división de la ayuda a finales de octubre. Al hacerlo, se establecía
un plan de pagos capaz de remover los impedimentos al comercio intraeuropeo, un objetivo
americano desde los orígenes del Plan Marshall, en 1947. Junto con la reducción de los aranceles y la
eliminación de cuotas a la importación, la liberalización de los pagos intraeuropeos había sido visto
como una forma de llegar hacia un mercado interno lo suficientemente grande como para optimizar
la producción, colocar a los países participantes en una situación de autoabastecimiento, y preparar el
camino para un sistema mundial basado en la convertibilidad y el comercio multilateral todo
esto terminó en la formación, en dos años, de la Unión Europea de Pagos.
En abril de 1948, se tomaron las primeras medidas para corregir las restricciones al comercio
intraeuropeo, generadas por los grandes déficits de ciertos países con sus vecinos. Los Ministros de
Finanzas y banqueros centrales de los poderes del Pacto de Bruselas se reunieron para discutir los
problemas de pagos, y, de este encuentro, salió el llamado Plan Ansiaux, bajo el cual los acreedores
311
a nivel intraeuropeo utilizarían la contrapartida en moneda local del Plan Marshall como base de
nuevos créditos a sus deudores. Los créditos serían nominados en la moneda del acreedor, pero
respaldados por garantías en dólares que el acreedor podría usar para financiar las importaciones del
Hemisferio Occidental.
La idea terminó no llevándose a la práctica, e intentó modificarse, pero sin éxito: se propuso que los
nuevos créditos intraeuropeos sean financiados en parte por el permiso a los acreedores a retirar una
cantidad equivalente de dólares del FMI. Pero algunos de los países de la ECA no eran miembros,
otros eran inelegibles para retirar de sus reservas, y otros habían agotado sus retiros. Además, la ECA
sostenía que los europeos debían hacer más para utilizar sus propios recursos, antes de acudir al FMI.
El Departamento de Estado y la ECA reconocieron la necesidad de usar los dólares del ERP para
sostener el comercio intra-europeo, incluso si los acuerdos de 1948 no permitían la convertibilidad
total. Estaban de acuerdo con cualquier esquema permanente que redujera la dependencia europea
del dólar, y constituyera un “primer paso” hacia un sistema multilateral de comercio y de pagos.
Insistieron en que los europeos debían tomar una absoluta responsabilidad en la elaboración de este
esquema, y entender que los americanos estaban más preocupados por mejorar la estructura
comercial que por elaborar un mecanismo de pagos.
Para junio de 1948, se crearon un conjunto de principios que guiarían a Europa en la dirección
correcta. Se buscaba que los países:
a) Establecieran un nuevo mecanismo de compensación, y lo usaran para cubrir sus créditos
y débitos bilaterales. La ECA cubriría los balances residuales de dos maneras:
i. Mediante las adquisiciones extraterritoriales: los deudores tendrían dólares
adicionales para financiar las importaciones de sus acreedores Método Marget.
ii. Subvenciones de dólares condicionales: los acreedores debían usar la contraparte en
moneda local de estas subvenciones para extender nuevos créditos a sus deudores. La
ECA retendría el control sobre estas garantías, y los acreedores y deudores deberían
mantener un nivel mínimo de comercio. La cantidad de ayuda proporcionada
dependería del nivel de comercio Método Tomlinson.
Se terminó optando por el segundo método, pero los británicos, como deudores, consideraban
que los países acreedores debían financiar cualquier diferencia razonable entre sus
subvenciones condicionales y su superávit en la cuenta europea. Para facilitar nuevos
créditos, querían que los países participantes contribuyan a un fondo de moneda europea, del
cual los deudores podrían extraer lo que necesiten, una vez que los créditos bilaterales
existentes se hayan agotado, para equilibrar sus finanzas.
Los belgas, acreedores, sabían que este sistema pondría la carga de la autoayuda en los
acreedores, que querían que sus responsabilidades de crédito se limiten al valor de sus
subvenciones condicionales.
Se había logrado un apoyo lo suficientemente grande a la postura belga, hasta que los
británicos usaron su derecho de veto. Esto llevó a un deadlock, que sería resuelto recién por
la intervención de la ECA.
La ECA urgió a las delegaciones de la OEEC a acordar los principios de un esquema de pagos, y
dejar los detalles para una posterior deliberación. Esto fue particularmente importante, porque, en
312
este momento, el Comité de los Cuatro estaba por comenzar sus deliberaciones sobre la división de la
ayuda americana, y su trabajo no podría continuar si no había garantías de que algunas de las
barreras del comercio intraeuropeo iban a ser removidas. Los países de la OEEC aceptaron.
El próximo paso era incorporar los nuevos principios a un esquema concreto. El Comité de Pagos se
puso a trabajar, y estableció subcomités para estimar los balances bilaterales entre cada país
participante durante el primer año del programa de recuperación, y diseñar un mecanismo para pagos
multilaterales. Para septiembre, llegó a un plan, que llamaba a la compensación multilateral de los
débitos y créditos europeos, acordada por el Banco de Acuerdos Internacionales de manera
mensual.
La compensación automática sería limitada a compensaciones de primera categoría, es decir,
aquellas que llevaran a la cancelación de débitos y créditos de igual valor. Las compensaciones de
segunda categoría aún requerirían el consentimiento de las partes. Pero el principio de automaticidad
se aplicaría a todas las partes (excepto a Portugal y Suiza), y los dólares del ERP serían usados para
reducir algunas de las limitaciones previamente inherentes en los acuerdos de segunda categoría.
Una parte de la ayuda americana iría a los acreedores europeos, como subsidios condicionales
iguales a sus balances residuales luego de las compensaciones de primera categoría. Los acreedores
crearían una contraparte en moneda local de estos subsidios, haciéndolos disponibles bajo la forma
de “derechos de giro”, que los deudores podrían usar para cubrir sus déficits en transacciones
corrientes.
Los británicos siguieron oponiéndose, preocupados por sus reservas monetarias y lazos al Área
Esterlina. La idea era que Gran Bretaña era el custodio de las reservas del Área Esterlina, y cualquier
esquema que pudiera hacerles perder oro o dólares no podría ser aceptado.
Un problema similar involucraba al “resto del Área Esterlina” (RSA): aquellos países del área que no
habían sido incluidos en el ERP. El problema era el conflicto entre el compromiso británico con el
área esterlina y el compromiso americano con una Europa integrada. Los británicos estaban
atrapados entre las demandas de los países de la OEEC para créditos en esterlinas necesarios para
cubrir importaciones esenciales del Bloque de la Libra, y las demandas de los países del RSA de
dólares necesarios para financiar compras en el Hemisferio Occidental. Sin poder reconciliar ambas
demandas, los británicos propusieron compensar su déficit comercial con el RSA por su superávit en
cuenta corriente con las Colonias. Pero usar parte de la ayuda americana, que debía emplearse en el
comercio intraeuropeo, para cubrir el déficit del RSA, representaba un uso no autorizado de la ayuda
del Plan Marshall.
Desde este punto de vista, la elección parecía ser entre políticas que desmantelaran el Área Esterlina
o que sacrificaran la unidad europea en el altar del Imperio Británico. Para Hall-Patch, los
americanos consideraban que Gran Bretaña había sobreestimado el valor económico de la
Commonwealth y el Área Esterlina, y que debían integrarse, de una vez, con Europa. Por eso, la
ECA sería generosa en ayudar a los británicos a convertirse en los líderes de Europa, pero sólo si no
usaban la ayuda americana para mejorar la estructura del Área de la Esterlina.
En Washington, las cosas eran un poco más complejas: aunque los americanos estaban convencidos
de que el acuerdo de la libra impedía que Gran Bretaña coopere completamente con Europa, no
313
querían disrumpir este acuerdo si eso ralentizaba el ritmo de recuperación del continente y creaba
“vacíos de poder” en otros lugares: después de todo, el Área Esterlina era el sistema de comercio
multilateral más grande del mundo. Negarle el acceso al dólar podría impedir el flujo de bienes
vitales de los países del RSA a Europa. Por esta razón, todos los países participantes estaban
dispuestos a reducir su parte de la ayuda, con el fin de incluir la totalidad del déficit de dólares
británico en los planes de la OEEC por dividir la asistencia americana.
A ambos lados del Atlántico, se buscaba satisfacer tanto las necesidades europeas como los
requisitos del Área Esterlina. Pero, por la historia legislativa del ERP, esto no podía hacerse por
subsidios directos en dólares, ni por compensar el déficit de Gran Bretaña con el RSA con el
superávit con las colonias.
Se hacía necesaria una fórmula que reconciliara la integración británica con Europa con el liderazgo
del Área Esterlina. El primer paso fue en julio, con una propuesta de la ECA: bajo esta propuesta, la
parte británica de la ayuda americana sería reducida a una suma igual a su déficit con el RSA.
Estados Unidos compensaría la diferencia con un subsidio condicional en dólares del mismo valor,
que sería utilizado para cubrir los requisitos de los dólares del RSA. La contraparte en esterlinas sería
utilizable como créditos para los países del Plan Marshall en Europa. Como contrapartida, los
americanos querían que los países del RSA, especialmente Australia, hicieran sus propias
contribuciones al ERP: disminuir sus importaciones no esenciales del Hemisferio Occidental, retirar
dólares del FMI y no del Banco de Inglaterra, y financiar sus balances acumulados en esterlinas en
Londres, así como extender préstamos para ayudar a la recuperación británica.
Para septiembre, cuando las negociaciones comenzaron, Australia había otorgado $32 millones a
Gran Bretaña, y Nueva Zelanda estaba considerando algo similar. Esto fue un paso importante, que
hizo posible que los negociadores americanos y británicos resolvieran el problema del RSA en las
líneas sugeridas por la ECA a finales de julio.
Respecto a la transferibilidad, en octubre se llegó a un acuerdo, aceptado por la OEEC, mediante el
cual los deudores deberían gastar todas las posibilidades de usar sus derechos de giro en el país
otorgándolos. Sólo en este punto y con el consentimiento de la OEEC (una organización en la que la
regla de la unanimidad permitía a los británicos una especie de “veto”), se permitirían las
transferencias. Se prometía, además, que los países participantes avanzarían hacia un sistema
totalmente automático de compensación multilateral, y un entendimiento de que los derechos de giro
no usados podrían reducir la ayuda condicional de un acreedor.
El primer plan de compensación europeo comenzó en octubre, pero los resultados no cubrieron las
expectativas americanas: fue difícil pronosticar los superávits y déficits bilaterales, o llevar a los
deudores a hacer mayores esfuerzos para la autoayuda, quienes sabían que ganaban derechos de giro
de sus acreedores. Las restricciones en la transferencia de derechos de giro también reforzaron estos
patrones de comercio bilateral, alentando a los acreedores a exportarles a sus deudores y quitándoles
el incentivo de competir en el área del dólar. A pesar de ello, los oficiales del ECA consideraron que
este plan fue un logro importante.
Otros problemas se presentaron al intentar coordinar la inversión y decisiones de producción
nacionales alrededor del área del ERP. Éstos provenían, en parte, de la reluctancia de los países
participantes de confiar decisiones de este tipo a una autoridad supranacional, en parte por las
314
En la primera sesión de la Conferencia de Londres sobre Alemania, finalizada en junio, los líderes
Aliados acordaron la formación de una Autoridad Internacional para el Ruhr, y de un estatuto de
ocupación aliado y una agencia de seguridad militar, que ayudaría a garantizar el continuo desarme y
desmilitarización de Alemania, así como a asentar los poderes reservados a los Aliados tras la
formación de un gobierno de Alemania Occidental.
Todo dependía de la cooperación de los oficiales franceses y la Armada Americana. Los requisitos
alemanes debían balancearse contra los franceses, lo que era difícil de lograr por la devoción a la
causa alemana por parte del General Clay. El rápido progreso económico de Alemania tras la
reforma monetaria de junio despertó nuevos miedos en París, de que la política americana colocaba
la recuperación alemana por sobre la del resto de Europa.
Un reporte de julio llamó a la retención, en Alemania, de más de trescientas plantas que
originalmente iban a removerse como parte de las reparaciones. El Departamento de Estado se negó
a esta recomendación, diciendo que esto podría llevar a un aflojamiento de las limitaciones
industriales de Alemania, y a una mayor controversia con los británicos y los franceses.
Para preservar el balance entre los europeos y los alemanes, se creó el Comité Humphrey. Pero los
franceses y los británicos ya habían permitido que el comité técnico reviera el programa de
reparaciones, en base a la promesa por parte del Departamento de Estado de que los resultados no
alterarían significativamente sus operaciones de desmantelamiento. No querían suspender estas
operaciones para otra revisión que, para ellos, atrasaría el progreso en la lista de industrias prohibidas
y restringidas y fortalecería la oposición de Alemania al programa de reparaciones.
A finales de diciembre, se presentó un nuevo plan, que hablaba de la retención de 167 plantas
previamente planificadas para removerse como reparaciones. Esto despertó suspicacias en los
Aliados, que consideraban que los alemanes quedarían con una capacidad industrial excesiva. La
parte más controversial era una provisión que permitía a los alemanes el derecho a decidir la cuestión
de la propiedad futura: las fuerzas de ocupación habían considerado esencial ganar el apoyo de los
alemanes en programas designados para maximizar la producción del carbón y acero del Ruhr, pero,
para los franceses, una decisión de este tipo podría perjudicar su posición en cuanto a la propiedad
internacional.
La publicación de la provisión fue una bomba que casi acaba con las posibilidades de llegar a un
acuerdo en la Conferencia de Londres. Los franceses denunciaron el plan de reorganización y el
trabajo del Comité Humphrey, diciendo que estaba ignorando sus derechos. Además, reafirmaron su
apoyo por la internacionalización del Ruhr, pidieron una voz en la supervisión de sus industrias de
acero y carbón, y buscaron ampliar los poderes de las agencias que controlaban la producción del
área.
315
a menos que se vincule con Estados Unidos en una comunidad del Atlántico Norte, y estaba seguro
de que la Commonwealth y el Área Esterlina, y no Europa Occidental, eran la base más durable para
la recuperación británica.
Bevin ya había abandonado sus ideas de que Europa podía conformar un “tercer bloque” entre
Estados Unidos y la Unión Soviética, pero se conformaba con que Gran Bretaña se convierta en el
pivote de un sistema occidental de áreas interconectadas, incluyendo al Commonwealth y al Área
Esterlina, los países del Pacto de Bruselas y la OEEC, y una reordenada Alemania Occidental.
Los compromisos británicos con el continente debían ser reconciliados con sus intereses en otros
lugares, incluyendo su rol como nexo de una alianza del Atlántico Norte.
El movimiento para la unión política europea comenzó su auge con el Congreso de Europa, reunido
en La Haya, en mayo de 1948. La mayoría de los trece países estaban conectados con la causa de la
unidad europea, así como sus delegados, incluyendo a figuras prominentes como Winston Churchill.
El Congreso sentó las bases para una organización internacional que promueva la unidad de Europa:
el llamado Movimiento Europeo. Además, declaró que era el momento adecuado para unir las
soberanías nacionales. Estas resoluciones contaron con el apoyo del delegado británico, pero no del
Partido Laborista: se consideraba que este tipo de artilugios servirían más para debilitar que para
reforzar a Europa Occidental.
Los gobiernos continentales intentaban atraer a la opinión pública con nuevas propuestas de
integración económica y política. En preparación para un encuentro del Consejo Consultivo del
Pacto de Bruselas, los holandeses elaboraron una resolución pidiendo el nombramiento de un comité
económico, para armonizar las políticas de los cinco poderes, una “línea en común” en la división de
la ayuda del Plan Marshall y otras cuestiones relativas al ERP. Los británicos se opusieron,
reforzando su preferencia de acuerdos ad hoc.
Pero la resolución holandesa ganó el apoyo de las delegaciones francesas y belgas: se buscaba la
creación de un comité permanente, que coordine las políticas económicas y financieras por fuera del
alcance de la OEEC. Se veía a esto como la forma de alcanzar una resolución pacífica de la cuestión
británica, que debía ser tomada junto con la formación de una asamblea política europea,
representando los Parlamentos nacionales de los Estados participantes.
Bevin fue perdiendo cada vez más apoyo a su causa. Para el momento en que el Consejo Consultivo
se reunió en octubre, el movimiento para la unificación política había ganado más impulso. Los
europeos remarcaban la necesidad de tomar una acción rápida, que plazca a los políticos en Estados
Unidos, gane el apoyo de la opinión pública, y cree un marco para resolver el problema alemán. Los
británicos fueron atacados por impedir la unificación de Europa.
El británico intentó crear una nueva propuesta: en lugar de una Asamblea Europea elegida por
Parlamentos, llamó a un Consejo de Ministros, que se reuniría anualmente para considerar
problemas europeos y hacer recomendaciones a los gobiernos partícipes, pero aún dejándoles a estos
últimos libertad de decisión y respetando sus soberanías.
La sugerencia de Bevin terminó en un compromiso aceptable para todos: el Consejo Consultivo
estableció un comité preparatorio, consistente de todos los representantes nombrados por los
317
gobiernos, que se reuniría en privado y dictaría sus recomendaciones para la acción de los gobiernos
involucrados. Esta acción se llevaría a cabo en enero.
El Comité de Londres consideraba que el “programa general” propuesto por la OEEC para liberalizar
los pagos y coordinar la producción en el área del ERP no podía llevar a un patrón racional de
comercio y producción, sin ajustes internos dolorosos en los países participantes. Pero al menos este
“planeamiento” les daría a los gobiernos un mayor lugar para regular los procesos de integración.
Para finales de 1948, la presión de Benelux y Francia había hecho que los británicos queden en una
posición incómoda. Se buscaba la formación inmediata de una unión aduanera, sea completa
(postura de Benelux) o limitada a un número pequeño de bienes (postura de Francia). Pero los
británicos intentaron hacer todo lo posible para retrasar esta decisión, y consiguieron apoyo en el
Grupo de Estudio para medidas que transferían gran parte del trabajo a la OEEC. En parte, el éxito
provenía de que los belgas, los holandeses y los franceses eran los únicos que apoyaban
entusiastamente una unión aduanera.
El enfoque británico generó conflictos con los franceses, que querían anclar su seguridad a un
sistema supranacional, y con los americanos, que querían usar las fuerzas del libre mercado y la
coordinación supranacional para integrar las economías. Los líderes británicos y americanos se
peleaban en casi cada tema: los primeros se opusieron a las demandas de encuentros ministeriales en
la OEEC y el nombramiento de un director general, y también objetaron el plan de pagos
intraeuropeos, y el acuerdo de ayuda bilateral propuesto por el Departamento de Estado.
Las diferencias explotaron en la segunda mitad de 1948, cuando Bevin se quejó de que Gran Bretaña
estaba siendo tratada como un pequeño poder y amenazada con la pérdida de ayuda americana.
Pensaba que su gobierno requería de reconocimiento por hacer todo lo que podía en Europa, y no
reproches. Del otro lado del Atlántico, se cuestionaba la falta de compromiso de Gran Bretaña al
trabajo de la OEEC, y su oposición a cada una de las propuestas de Estados Unidos.
Las diferencias angloamericanas eran un problema, pero no toda la culpa era de los británicos: los
mismos líderes americanos admitían usar un tono condescendiente con los británicos, y no tratarlos
como compañeros en una empresa común. Tampoco estaban muy dispuestos a reconocer las
contribuciones que los británicos habían hecho al ERP, o a confrontar las dificultades que la
conexión con la Commonwealth representaba para la integración británica en Europa.
Para finales de 1948, los líderes americanos tomaron grandes medidas en la dirección del
neocapitalismo europeo, intentando fortalecer la OEEC, lanzar un nuevo plan de pagos, y formar
redes transnacionales de colaboración corporativa y compartimiento de poder. También, alentaron la
unificación política de Europa Occidental, y abrieron las negociaciones para una alianza militar del
Atlántico Norte que llevaría a la integración de los sistemas defensivos europeos.
Pero había un problema: ninguna de estas políticas estaban lo suficientemente coordinadas, y ni
siquiera habían definido lo que entendían como “integración”.
adverso, en cuenta corriente, con el país cuya moneda es solicitada; o las existencias en
moneda del prestatario no excedan el 200% de su cuota.
Si las existencias netas en el Fondo de cualquier moneda local exceden la cuota de ese país,
éste debe depositar en el Fondo una reserva especial. Por otro lado, si se considera que la
cuota se está agotando más rápidamente que lo justificable, el Consejo puede imponer a las
ventas adicionales de cambio extranjero para ese país ciertas condiciones. Además, si las
existencias de la moneda de un país miembro exceden su cuota, el Fondo puede revenderle el
exceso por oro o cambio extranjero aceptable.
4) El Fondo puede venderle a un país miembro cambio extranjero con su divisa local, para
hacer frente a un balance de pagos adverso en cuenta corriente, pero únicamente hasta el
monto de su propia cuota.
5) En circunstancias excepcionales, con la aprobación del 80% de los miembros del
Consejo, el Fondo puede vender cambio extranjero a un miembro para facilitar transferencias
de capital, o el pago o arreglo de deuda exterior.
6) Cuando la existencia de una determinada divisa caiga debajo del 15% de la cuota de ese
país, el Fondo tiene el deber de enviar, al país, un informe que explique las causas de la
disminución de sus existencias en esa moneda, y recomendaciones para aumentar sus
existencias. Los países miembros deben dar minuciosa e inmediata atención a las
recomendaciones hechas por el Fondo.
7) Cuando una moneda escasee, el Consejo de Directores debe informar a los miembros de la
posible provisión de esa moneda, y del método propuesto para su distribución equitativa.
Para aumentar la provisión de esa moneda escasa, el Fondo hará esfuerzos adquiriéndola de
los saldos internacionales de los países miembros, o haciendo arreglos especiales con los
países para obtener una provisión de emergencia.
Cuando la provisión de una moneda esté por agotarse, el Fondo puede limitar el acceso de
los países miembros a ésta, siguiendo el principio de satisfacer las necesidades más urgentes,
y tomando en cuenta las necesidades y recursos especiales de los países que la soliciten.
8) Para estimular el uso eficaz de los recursos en cambio extranjero, los países miembros se
comprometen a ofrecerle al Fondo, a cambio de su moneda, o de monedas extranjeras que
necesiten, todo cambio extranjero y oro que adquieran en exceso sobre la cantidad
inmediatamente posterior que tenía al incorporarse al Fondo. Además, se comprometen a
dificultar la innecesaria acumulación de cambio extranjero dentro de su país.
9) El Fondo debe comprar, de los gobiernos de sus miembros, saldos anormales de guerra
reservados en otros países, siempre que:
► Éstos estén presentes en los países en la fecha de su incorporación al Fondo.
► El país que los venda acepte transferir esos saldos al Fondo y readquirir el 40% de
ellos, con oro o monedas libres que éste acepte, a razón del 2% de los saldos
transferidos, por año, durante 20 años.
► El país en el que se encuentren los saldos anormales de guerra acepte que se
transfieran al Fondo estos saldos, y se readquiera un 40% de ellos.
► Si el país que vende al Fondo saldos anormales de guerra solicita cambio extranjero
en lugar de manera local, esto no será concedido, a menos que lo necesite para
320
Unidades monetarias:
La unidad monetaria del Fondo es la Unitas, equivalente a 10 USD o 137 1/7 granos de oro fino. Sus
cuentas serán llevadas y publicadas en esos términos. El valor de la moneda de cada país miembro
será establecido por el Fondo en términos de oro o Unitas, y no podrá modificarse sin la aprobación
del 80% de los votos de los miembros del Consejo.
321
El Fondo aceptará depósitos en términos de Unitas contra la entrega de oro, los que serán
transferibles y redimibles en oro o la moneda de cualquier miembro. Por otro lado, la reserva del
Fondo será 100% en oro, equivalente a todos los depósitos en Unitas.
No puede alterarse el valor en oro o Unitas de los bienes del Fondo: si un país debe devaluar su
moneda, éste deberá entregarle al Fondo, cuando se le solicite, una suma de su moneda local, igual al
valor depreciado de ella en poder del Fondo. Lo mismo sucede si la divisa de un país aumenta de
valor: el Fondo deberá devolverle una suma a ese país, en su moneda, igual al aumento resultante en
el valor del oro o las Unitas.
Autoridades:
La administración del Fondo estará a cargo de un Consejo de Directores, designado por cada
gobierno, que prestarán servicios por tres años, y pueden ser reelegidos. La distribución del poder de
votación depende de las cuotas de los países miembros: cada país tendrá 100 votos, más uno por cada
100.000 Unitas de su cuota. De igual forma, y sin importar el total de su cuota, ningún país podrá
emitir más de un cuarto del total de las cuotas.
El Consejo de Directores elegirá a un Director General del Fondo y a una serie de asistentes. Éste
será miembro nato del Consejo, y jefe del personal del Fondo. Actuarán dos años, y serán
reelegibles, pero también pueden ser removidos libremente (si hay causa).
El Consejo de Directores elegirá un Comité Ejecutivo de no menos de 11 miembros, presidido por el
Presidente del Consejo. El Director General del Fondo también será miembro de este Comité. El
Comité realizará la actividad que le haya sido conferida por el Consejo.
Funcionamiento:
Si un país no cumple sus obligaciones, puede ser suspendido por la mayoría de los votos. Éste no
podrá ejercer los derechos de miembro, pero deberá cumplir las obligaciones de cualquier otro país
miembro. Al cabo de dos años, si no recibe la mayoría de los votos del Consejo a su favor, será
automáticamente destituido como miembro.
Si un país quiere retirarse del Fondo, puede hacerlo con aviso previo. Su retiro será efectivo dos años
después de la fecha del aviso, y, en el interín, estará sujeto a las mismas obligaciones que cualquier
otro miembro.
A los países excluidos o retirados se les devolverá, en su propia moneda, una suma igual a su cuota,
más otras obligaciones que el Fondo tenga con ese país, menos lo que le deba al Fondo. Habrá un
período de cinco años para que el organismo liquide sus obligaciones con dicho país.
Las utilidades líquidas ganadas por el Fondo se distribuyen de la siguiente forma:
a) El 50% se destina a reservas.
b) El 50% se dividirá, anualmente, entre los miembros, en proporción a sus cuotas. Se
pagarán en la moneda de cada país o en Unitas, según lo prefiera el Fondo.
Mantener las tasas de cambio establecidas por el Fondo para la moneda de otros países,
y no alterarlas, a menos que tenga el consentimiento del Fondo, y sólo en la extensión y
manera aprobadas por éste. Las tarifas de cambio pueden fluctuar dentro de una cantidad
especificada.
Abandonar, tan pronto se pueda, toda restricción y control sobre transacciones de
cambio extranjero (excepto las de transferencia de capital), y no imponer restricciones
adicionales sin aprobación del Fondo.
Cooperar con otros miembros cuando éstos adopten o mantengan controles, para poder
regularizar los movimientos internacionales de capital. Entre ello, se exige no aceptar la
adquisición de depósitos, papeles de crédito o inversiones, por ciudadanos de cualquier país
que imponga restricciones en la exportación del capital, excepto con permiso del gobierno de
ese país y del Fondo; y poner a disposición del Fondo o del gobierno de cualquier miembro la
información más completa sobre toda propiedad del país.
No participar en ningún nuevo arreglo bilateral de liquidación de cambio extranjero, ni
comprometerse en múltiples trabas monetarias.
Tomar en cuenta los puntos de vista del Fondo sobre cualquier política monetaria o
económica, existente o propuesta, que pueda causar un desequilibrio en el balance de pagos
de otros países.
Suministrar al Fondo toda la información que necesite, en tiempo y forma.
Adoptar la legislación adecuada para cumplir sus compromisos con el Fondo.
PLAN KEYNES:
Para Keynes, un sistema económico internacional debe cumplir con ciertas condiciones para ser
duradero:
1) Que haya la menor interferencia posible con la política interna de las diversas naciones,
sin apartarse del terreno internacional. La autoridad del Directorio de esta institución,
conocida por el autor como Unión Compensadora Internacional, debe limitarse únicamente
a recomendaciones.
2) La técnica del plan debe poder aplicarse sin importar el tipo y principios de gobierno, ni
la política económica que tomen los futuros Estados miembros.
3) El manejo de la institución debe ser realmente internacional, sin poder preponderante de
voto de ningún país o grupo. Así, se podrán respetar los derechos de los países menores.
4) Limitar el derecho de actuar a voluntad, mediante algún acuerdo o tratado entre naciones,
pero permitiendo anularlos previo aviso, para darles más estímulos a los Estados para
aceptarlo.
5) El plan debe operar para el bienestar general, pero también para el bienestar individual
de cada uno de los participantes, sin requerir un sacrificio especial o económico de
determinados países.
La idea de la Unión Compensadora no es hacer préstamos a largo plazo (porque esta tarea es propia
de otras instituciones), pero sí impedir que los países acreedores retengan, inmovilizados, grandes
saldos líquidos, que deberían destinarse a otra cosa. Los saldos acreedores excesivos crean,
necesariamente, saldos deudores excesivos para otra parte.
323
Para evitar la acumulación de saldos deudores y acreedores, habría que adoptar medidas. La idea es
generalizar el principio esencial de las operaciones bancarias de igualdad de créditos y débitos.
Como ningún crédito puede salir del sistema, pero sí ser transferido dentro del mismo, la Unión
siempre podrá hacer frente a los cheques girados sobre ella, haciendo todos los anticipos que desee a
cualquier miembro, ya que sabe que el anticipo será transferido, únicamente, a la cuenta liquidadora
de otro.
podrá alterar este valor posteriormente, si bien se dará una especie de “período de gracia” de cinco
años.
El valor del Bancor en términos de oro será fijado por el Directorio, y los miembros no podrán
comprar o vender oro, directa o indirectamente, a un precio, en términos de sus monedas nacionales,
que exceda de la paridad correspondiente al valor de sus monedas en término del Bancor, y el valor
del Bancor en oro.
Cada miembro tendrá asignada una cuota, que determinará la medida de su responsabilidad en el
manejo de la Unión, y su derecho a utilizar las facilidades de crédito. Las cuotas iniciales pueden
fijarse en relación al valor del total de las exportaciones e importaciones de cada país, según el
promedio de los tres años anteriores de la guerra, y pueden ser el 75% de esa suma. En caso de que la
fórmula resultara inadecuada, puede ser sustituida por una determinación especial.
Después del período de transición, las cuotas serán revisadas anualmente. La determinación de la
cuota de un país en relación al valor de su comercio exterior parece ser el criterio más objetivo para
diseñar un sistema relacionado con el equilibrio del comercio internacional.
Los países miembros aceptarán el pago de saldos debidos por otros miembros mediante una
transferencia de Bancors a su crédito, y estarán igualmente habilitados para hacer transferencias de
Bancors a otros miembros, siempre que el máximo del saldo deudor así creado no exceda el monto
de sus cuotas.
Cada miembro debe pagar al Fondo de Reserva de la Unión una tasa del 1% anual sobre la suma del
promedio de su saldo en Bancors, sea deudor o acreedor, que exceda de un cuarto de su cuota, y una
tasa adicional del 1% sobre la suma del promedio de su saldo, sea acreedor o deudor, que exceda la
mitad de su cuota. Así, sólo escaparía a la contribución el país que se mantenga lo más cerca posible
del equilibrio. Las tasas, así, sirven para estimular el equilibrio.
Cualquier miembro deudor puede, después de consultar al Directorio, solicitar préstamos en Bancor
de los saldos de cualquier miembro acreedor, en las condiciones que acuerden mutuamente. El
Directorio podrá, discrecionalmente, rebajar las tasas pagadas por los saldos acreedores, y aumentar,
en proporción, las de los deudores.
Países deudores:
Un miembro no puede, sin el consentimiento del Directorio, aumentar su saldo deudor dentro del año
por más de un 25% de su cuota. Si, en el promedio de al menos dos años, el saldo deudor ha
excedido un 25% de su cuota, podrá reducir el valor de su moneda en hasta un 5% respecto al
Bancor, pero no podrá repetir ese procedimiento a menos de que el Directorio lo considere
apropiado.
Si un miembro tiene un saldo deudor mayor al 50% de su cuota, se le podrá pedir un depósito
colateral adecuado contra su saldo deudor, consistente en oro, moneda extranjera, local o títulos de
gobierno. Como condición para permitir al país miembro un aumento de su saldo deudor hasta una
cantidad que exceda el 50% de su cuota, el Directorio podrá requerir:
1) Una determinada reducción en el valor de la moneda del país miembro.
2) El control de transacciones exteriores de capital.
325
Países acreedores:
Si el saldo acreedor de un miembro excede la mitad de su cuota, deberá discutir con el Directorio
medidas apropiadas para restablecer el equilibrio de su saldo internacional, entre ellas:
Un país miembro tiene el derecho de obtener un saldo acreedor en términos de Bancor, mediante un
pago en oro, a la Unión Compensadora, para el crédito de su cuenta. Pero ninguno puede exigir oro
de la Unión contra un saldo en Bancor: éste sirve, exclusivamente, para transferir a otra cuenta
compensadora.
Autoridades:
El Directorio no debe estar compuesto por más de quince personas, y será designado por los
gobiernos de los países miembros. Quienes tengan cuotas mayores, podrán nombrar a un miembro
individualmente. Los de cuotas menores, nombrarán agrupándose política o geográficamente. Cada
representante en el Directorio tendrá un voto en proporción a las cuotas del país/países que lo
nombraron, excepto de que se trate del aumento de una cuota en particular, en cuyo caso el poder de
votación de los representantes se medirá por las cuotas de los países que los nombraron, aumentado
por su saldo acreedor o disminuido por su saldo deudor.
Todo país que no esté representado individualmente tendrá el derecho de elegir un delegado
permanente ante la Unión, que tendrá derecho de estar presente cuando el Directorio considere
asuntos del país que represente.
En caso de que sea necesario corregir un exceso de poder de compra mundial, el Directorio podrá
reducir las cuotas de los miembros, todos en una misma proporción. Si, luego, desease corregir una
posible deficiencia en el poder de compra mundial, tendrá el derecho de restablecer el nivel general
de las cuotas, hasta su nivel original.
Funcionamiento:
326
Los miembros podrán retirarse de la Unión previo aviso de un año y la ejecución de arreglos
satisfactorios para el descargo de cualquier saldo deudor. No podrán emplear saldo acreedor alguno,
excepto por transferencia a las cuentas compensadoras de otros bancos centrales. Por otro lado, si un
miembro incumple los acuerdos con la Unión, el Directorio puede pedirle que se retire.
Los bancos centrales de los no miembros pueden tener cuentas acreedoras con la Unión, pero no
tendrán derecho a girar en descubierto ni voz en su administración.
El Directorio emitirá un informe anual, convocando a una Asamblea anual en la que cada miembro
estará representado. Al cabo de cinco años de funcionamiento, los principios y reglas vigentes de la
Unión pueden ser reconsiderados, con el voto de la mayoría.
excedan los saldos activos normales, excepto que se trate de bancos que pertenezcan realmente al
grupo de la esterlina o el dólar.
El oro:
La idea de la Unión es suplantar al oro como factor gubernativo, pero no renunciar a él . El Bancor se
define en términos de peso de oro, y, dado a que las monedas de los países miembros tienen un
cambio definitivo en términos de Bancor, se deduce que cada una de ellas debe tener un contenido
definitivo de oro, que sería su precio oficial en la compra del oro. Los países miembros tienen
derecho a obtener crédito en Bancors mediante el pago de oro efectivo, favoreciendo su posición. Por
otro lado, los bancos centrales de cada país pueden intercambiar oro por embarque, acuñarlo y
ponerlo en circulación, o hacer lo que quieran con éste.
Ningún país tendrá el derecho de exigir oro de la Unión contra su saldo en Bancor, pues éste
sólo será usado para ser transferido a otra cuenta liquidadora. Así, hay una convertibilidad
unilateral entre el oro y el bancor. En caso de que la Unión se encuentre en posesión de una
existencia de oro, el Directorio puede distribuir el exceso entre los que posean saldos acreedores en
Bancor en proporción a esos saldos.
El valor del Bancor en términos de oro es fijo, pero no inalterable: el poder de variar ese valor
tendría que ejercerse si las existencias de oro concedidas a la Unión fueran excesivas.
Control de capitales:
Se considera que el control de capitales, interno y externo, debe ser una característica permanente
del sistema de posguerra. Pero el establecimiento universal de un control de los movimientos de
capital no puede considerarse esencial para el funcionamiento de la Unión: el método y grado de éste
debe dejarse a la decisión de cada miembro.
Esto no quiere decir que la era de las inversiones internacionales haya terminado: en cambio, se debe
facilitar la restauración de los préstamos internacionales y créditos para propósitos legítimos. Lo que
sí se hace necesario es tener un medio de:
a) Distinción de los préstamos a largo plazo hechos por países acreedores, que ayuden a
mantener el equilibrio y desarrollen los recursos mundiales, de los movimientos de fondos de
países deudores carentes de medios para financiarlos.
b) Control de los movimientos especulativos a corto plazo.
El propósito de los descubiertos en Bancor no es el de facilitar los créditos de larga o mediana
duración a países deudores, sino el de darles tiempo y facilidades para hacer ajustes y promediar
unos períodos con otros. El mecanismo y organización de los préstamos a medio y largo plazo debe
depender de otra institución.
La existencia de la Unión facilitará a los países miembros que contraen acuerdos comerciales el
empleo de sus situaciones de deudor y acreedor con la Unión. Así, las partes contratantes pueden
agregar que el acuerdo quede sujeto a determinadas cuestiones, cuando el estado de sus respectivas
cuentas compensadoras fuera de una forma dada. Por ejemplo: se podría establecer que, en el caso de
que uno de los contratantes tuviese un saldo deudor con la Unión que exceda una determinada
proporción de su cuota, en el promedio de un lapso, quedaría en libertad de reglamentar sus
importaciones o elevar los derechos sobre éstas, disposiciones que, según el acuerdo, no podrían ser
adoptadas en circunstancias normales.
locales en más del 1%, y, en el caso de otras transacciones de cambio, en más de lo que el Fondo
considere razonable.
Es necesario promover la estabilidad de los cambios e impedir la devaluación competitiva. Todos los
miembros deben disponer lo necesario para permitir, dentro de su territorio, transacciones de cambio
entre su moneda y las de otros miembros.
A menos que se trate de corregir un desequilibrio fundamental, un miembro no puede proponer
cambios del valor par de su moneda. Éste se hará sólo a propuesta del miembro y luego de
consultarlo con el Fondo, que analizará lo siguiente:
a) Si el cambio no excede el 10% del valor par inicial, el Fondo puede no objetar.
b) Si no excede en un 10% el valor par inicial, podrá manifestar su consentimiento u objeción,
pero deberá pronunciarse dentro de las setenta y dos horas.
c) Si lo excede, el Fondo podrá consentir u objetar, pero tendrá derecho a pronunciarse en un
plazo mayor.
Un miembro puede modificar el valor par de su moneda sin la intervención del Fondo, si ésta no
afecta las transacciones internacionales de sus miembros.
Ahora, si se procede a una modificación a pesar de la objeción del Fondo, en los casos en los que
éste está autorizado a formular su objeción, el miembro no podrá usar los recursos del Fondo, a
menos que éste determine lo contrario. Si pasa un plazo razonable y no se resuelve, el asunto queda
dispuesto a lo establecido en el Artículo 15.
Por una mayoría de la totalidad de los votos, el Fondo puede efectuar modificaciones proporcionales
uniformes de los valores pares de las monedas de todos los miembros, siempre que cada
modificación sea aprobada por los miembros que reúnan más del 10% de las cuotas. Pero no se
modificará el valor par de la moneda de un miembro si, dentro de las 72 horas de resuelta la actitud
del Fondo, le informa que no desea que se modifique el valor par de su moneda.
Siempre que se reduzca el valor par de una moneda, o, en opinión del FMI, se haya depreciado su
valor en cambio extranjero de la moneda de un miembro, éste le pagará al Fondo una cantidad de su
propia moneda igual a la disminución, en valor oro, de su moneda en poder del organismo. Sucederá
a la inversa cuando aumente el valor par de una moneda.
En el Artículo 5, se establecen las instituciones que negociarán con el Fondo: cada país lo hará
únicamente a través de su Tesorería, banco central, fondo de estabilización, u otras reparticiones
fiscales similares. Por otro lado, las operaciones por cuenta del Fondo se limitan a las transacciones
destinadas a proveer a un miembro, a iniciativa de éste, la moneda de otro miembro, a cambio de oro
o la moneda propia. Para ello, se debe cumplir que:
1) El Fondo no haya hecho saber que sus disponibilidades de la moneda han llegado a ser
escasas.
2) La compra propuesta no aumente las disponibilidades del Fondo, de la moneda del
miembro comprador, en más del 25% de su cuota durante el período de doce meces que
termina en la fecha de la compra.
332
3) El Fondo no haya declarado con anterioridad que el miembro que desea efectuar la
compra no es elegible para utilizar los recursos del Fondo.
Un miembro no estará autorizado a emplear sin permiso los recursos del Fondo para adquirir moneda
destinada a reserva contra transacciones en cambios a término.
Se pueden hacer excepciones a estas condiciones, en el caso de países que no utilicen amplia y
continuamente los recursos del FMI. Además, se puede permitir la otorgación de garantías
colaterales para un préstamo, como oro, plata, títulos u otros valores aceptables.
Cuando el Fondo considere que un miembro está usando sus recursos de manera inadecuada, podrá
presentarle un informe: una vez presentado, podrá limitar el uso de sus recursos por el miembro. Si
no recibe una contestación dentro de un determinado plazo, o si la respuesta no es satisfactoria, el
Fondo podrá continuar limitando el uso de sus recursos o declarar al miembro como no elegible para
la utilización de sus recursos.
Cualquier miembro que quiera obtener la moneda de otro, a cambio de oro, lo hará mediante la venta
de oro al Fondo. Además, un miembro puede hacer una readquisición de la moneda en poder del
Fondo, que le venderá, a cambio de oro, cualquier parte de las disponibilidades de su moneda que
exceda su cuota.
Los miembros que compren del Fondo la moneda de otro miembro a cambio de la propia pagarán
una comisión de servicio de 0,75%, agregada al precio de paridad. El Fondo podrá, a su discreción,
aumentar esta comisión a no más de 1% y no menos de 0,5%. Además, podrá exigir comisiones a
quienes le compren o vendan oro.
El Fondo exigirá comisiones, uniformes para todos los miembros, pagaderas por cualquier miembro
sobre los saldos diarios medios de su moneda en poder del Fondo, en exceso de su cuota, usualmente
de un 0,5% adicional por cada 25% de exceso.
Siempre que las disponibilidades del Fondo, en moneda de un miembro, sean tales que la comisión
aplicable a cualquier grupo por cualquier período ha alcanzado el 4% anual, el Fondo y el miembro
estudiarán los medios por los cuales puedan reducirse sus disponibilidades de la moneda en cuestión.
Todas las comisiones se pagarán en oro, pero, si las reservas monetarias del miembro son inferiores a
la mitad de su cuota, pagará en oro sólo la proporción de las comisiones que lleve a tales reservas a la
mitad de su cuota, pagando el saldo en su propia moneda.
El Artículo 6, que trata sobre transferencias de capital, señala que un miembro no podrá utilizar los
recursos del Fondo para afrontar un drenaje de capitales grande o sostenido. Si lo hace, el FMI puede
considerarlo no elegible para el uso de sus recursos. Esto no impide que se utilicen recursos para
transacciones de capital de montos razonables, necesarias, por ejemplo, para expandir las
exportaciones.
Si las disponibilidades del Fondo de la moneda de un miembro han permanecido por debajo del 75%
de su cuota, por un período de no menos de seis meses, éste, si no ha sido declarado no elegible para
la utilización de los recursos del Fondo, podrá comprarle a éste la moneda de otro miembro con su
propia moneda, para cualquier propósito, incluso transferencias de capitales. Pero no se permitirán
compras para transferencias de capitales que lleven a las disponibilidades del Fondo, de la moneda
333
del miembro que desea efectuar la compra, a más del 75% de su cuota, ni de reducir la cantidad de la
moneda deseada a menos del 75% de la cuota.
Según el Artículo 8, si el Fondo observa que se desarrolla una escasez general de una determinada
moneda, podrá elaborar un informe señalando las causas de tal escasez y haciendo las
recomendaciones pertinentes para acabar con esta situación. Además, podrá:
En caso de que la demanda de la moneda de un miembro amenace seriamente la capacidad del Fondo
para proveerla, éste podrá declarar formalmente su escasez, racionando su provisión existente y
acumulativa, teniendo en cuenta las necesidades de los miembros y la situación económica
internacional general. También, se puede autorizar a cualquier miembro para imponer
temporariamente limitaciones a la libertad para efectuar operaciones de cambio con la moneda
escasa. Éstas no pueden ser más restrictivas de lo estrictamente necesario para limitar la demanda de
la moneda escasa.
Ningún miembro puede imponer, sin la aprobación del Fondo, restricciones a la realización de pagos
y transferencias por transacciones internacionales corrientes. Siempre que las medidas y regulaciones
estén en consonancia con lo estipulado por el FMI, varios miembros pueden cooperar entre sí en el
cumplimiento de medidas tendientes a dar mayor eficacia a las regulaciones sobre control de
cambios de cualquier miembro.
Cada miembro puede comprar saldos de su moneda en poder de cualquier otro miembro, si su
conversión es necesaria para hacer pagos por transferencias correctas. Tendrá la opción de pagar en
la moneda del miembro que formule el requerimiento o en oro.
El Fondo puede requerir de los miembros que le den la información que considere necesaria para sus
operaciones, incluyendo datos sobre las disponibilidades oficiales y de bancos e instituciones
financieras no oficiales, en el interior y exterior, de oro y divisas extranjeras; exportaciones e
importaciones de oro, por países de destino y origen; exportaciones e importaciones netas de bienes,
en valores de la moneda nacional; balanza de pagos, posición en materia de inversiones
internacionales, índices de precios, control de cambios, etcétera.
La información debe estar de la forma más detallada y exacta posible, evitando meras
escatimaciones, pero, al mismo tiempo, cuidando los negocios de los individuos y corporaciones. El
Fondo actuará como centro para la recopilación e intercambio de información sobre problemas
monetarios y financieros, facilitando la preparación de estudios que busquen cooperar con los
miembros en el desarrollo de políticas destinadas a fomentar sus propósitos.
Según el Artículo 9, el Fondo posee personería jurídica, y la capacidad de contratar, adquirir y
disponer de propiedades, y establecer procedimientos legales. Goza de inmunidad judicial, y sus
bienes, de inmunidad de investigación, confiscación y expropiación. Además, sus bienes tienen
inmunidad respecto a toda imposición y todo derecho aduanero, y el Fondo goza de inmunidad en
materia de obligación de cobro o pago de cualquier impuesto o derecho.
334
En el Artículo 11, se establece que cada país tomará las medidas pertinentes para:
a) No permitir que ninguna de sus instituciones oficiales efectúe transacciones con un país
no miembro (o personas radicadas en él) que vayan en contra a los principios del Fondo.
b) No cooperar con países no miembros en prácticas contrarias a las disposiciones del
Acuerdo.
Nada de lo dispuesto en el Acuerdo afecta el derecho de cualquier miembro a imponer restricciones
en las transacciones en cambios con países no miembros, a menos que el Fondo considere que éstas
perjudican los intereses de los miembros y son contrarios a sus propósitos.
Según el Artículo 12, el Fondo se organiza en:
1) Consejo de Gobernadores: compuesto por un gobernador y un gobernador suplente
designado por cada miembro. Cada uno está en funciones por cinco años, sujeto al
beneplácito del miembro que lo designe, pudiendo ser nombrado nuevamente. A menos que
estén en ausencia de su superior, los suplentes no votan. El Consejo elegirá a un gobernador
para el cargo de Presidente.
Puede delegar en los Directores Ejecutivos su autoridad para ejercer casi todas sus funciones,
excepto la admisión de nuevos miembros, la aprobación de revisiones de cuotas o
modificaciones uniformes del valor par de las monedas de todos los miembros, los arreglos
de cooperación con otros organismos internacionales, la solicitud de retiro a un miembro, o la
resolución de la liquidación del Fondo.
Tienen una reunión anual, y otras dispuestas por el Consejo o convocadas por los Directores
Ejecutivos. Se convocará al Consejo cuando lo exijan cinco miembros, o miembros que
reúnan una cuarta parte del total de los votos.
Anualmente, determinan qué parte del ingreso neto del Fondo deberá pasarse a reserva, y qué
parte distribuirse. En caso de hacerse una distribución, se repartirá primero un pago del 2%
no acumulativo a cada miembro sobre la cantidad en que el 75% de su cuota haya excedido
las tenencias medias del Fondo de su moneda durante el año en cuestión. Los pagos se hacen
a cada miembro en su moneda, y se hacen a cada uno de ellos en proporción a su cuota.
2) Directores Ejecutivos: son los responsables de la dirección de las operaciones generales del
fondo, y ejercen todas las facultades delegadas por el Consejo de Gobernadores. Son al
menos doce, de los cuales:
► Cinco son designados por los cinco miembros con mayores cuotas.
► No más de dos son designados por los dos miembros cuyas monedas en poder del
Fondo hayan quedado reducidas, como promedio de los dos años precedentes, a
menos de sus cuotas, por las cantidades absolutas máximas en términos de oro como
común denominador.
► Cinco son elegidos por los miembros no facultados para designar directores , que no
sean las Repúblicas Americanas.
► Dos serán elegidos por las Repúblicas Americanas no facultadas para elegir
directores.
Las elecciones de los directores serán realizadas a intervalos de dos años. El Consejo de
Gobernadores puede aumentar el número de directores a elegir.
335
Cada director tiene un suplente, con plena facultad para actuar en su nombre cuando esté
ausente. Los directores permanecerán en su cargo hasta tanto se haya designado a sus
sucesores, y, si el cargo de un director elegido resulta vacante con más de noventa días de
anterioridad a la fecha de expiración de su mandato, se elegirá a otro director por el resto del
período.
Los Directores Ejecutivos están en funciones continuamente, en la sede principal del Fondo,
y se reúnen siempre que sea necesario. Además, pueden designar los comités que consideren
convenientes. Para ser miembro de éstos, no es necesario ser gobernador, director o suplente.
3) Director General: es elegido por los Directores Ejecutivos, sin ser uno de ellos ni un
gobernador. Es el Presidente de los Directores Ejecutivos, pero no tiene voto, excepto el de
desempate. Puede participar de las reuniones del Consejo de Gobernadores, pero,
nuevamente, sin voto.
Es el jefe del personal del Fondo, y conduce, bajo la dirección y control de los Directores
Ejecutivos, los asuntos corrientes del Fondo.
4) Funcionarios: nombrados y removidos por el Director General, son enteramente
responsables ante el Fondo, y ante ninguna otra autoridad. Es necesario que sean reclutados
de la base geográfica más amplia posible.
Cada uno de los miembros con poder de voto tiene 250 votos, más un voto adicional por cada parte
de su cuota (100.000 USD). Además, este voto se ve afectado por:
En caso de que se decida liquidar el Fondo, éste se abstendrá de toda actividad, salvo la relacionada
con la cobranza y liquidación de sus activos y la cancelación de sus compromisos, y todas las
obligaciones contraídas por los miembros en virtud del Acuerdo cesarán.
Según el Artículo 17, que trata sobre las enmiendas, cualquier proposición que busque introducirlas
debe ser propuesta al Consejo de Gobernadores. Si es aprobada por éste, el Fondo consultará por
carta o telegrama circular a todos los miembros. Si tres quintos de los miembros, que reúnan cuatro
quintos de la totalidad de los votos, aceptan la enmienda, ésta será introducida.
Se requerirá la aceptación de todos los miembros en el caso de cualquier enmienda que modifique:
1944, en la Conferencia de Bretton Woods, fue creado el Fondo Monetario Internacional, con
tres tipos de responsabilidades:
1) Ser depositario de las reglas mutuamente aceptadas por los Estados miembros.
2) Ayudar financieramente a sus ajustes macroeconómicos.
3) Promover debates sobre cuestiones monetarias.
Desde el principio, el FMI estuvo asociado al liderazgo americano. El problema es que no pudo
lograr, en la resolución de los conflictos monetarios internacionales, la instancia central de mediación
y cooperación que sus fundadores esperaban haber construido al final de la conferencia de Bretton
Woods. Apenas se restablecieron las condiciones normales de funcionamiento del sistema, sus
contradicciones comenzaron a manifestarse: las reglas cambiarias adoptadas en Bretton Woods
terminaron desapareciendo.
El cambio de un sistema regido por los gobiernos, gracias a reglas comúnmente aceptadas, a un
sistema gestionado por los mercados transformó radicalmente las funciones de liquidez y ajuste. El
endeudamiento externo en los mercados de capitales, por una parte, y los cambios flexibles, por otra,
cambiaron la naturaleza de las tensiones de la balanza de pagos. En cambio, el Fondo adquirió un
papel bisagra entre los países en desarrollo y los mercados internacionales de capitales,
particularmente en períodos de crisis.
Departamento de Estado entablar negociaciones con el gobierno británico, si bien las posturas
iniciales estaban muy enfrentadas.
Obviamente, la posguerra iba a comenzar con Estados Unidos con una capacidad de exportación
mucho mayor a la del resto del mundo. Pero éstos permanecían fieles a dos principios
fundamentales: la no discriminación de los intercambios y la convertibilidad de las monedas,
pilares de la concepción de la competencia y el libre mercado. Ya durante los años treinta, habían
denunciado constantemente la preferencia imperial establecida por el Reino Unido.
Para Keynes, en las condiciones de la posguerra, el Reino Unido sólo podía pagar sus importaciones
a través de sus exportaciones. Lo primero a cubrir eran las importaciones imprescindibles de materias
primas y productos alimenticios. Además, por muy grande que fuese la necesidad de productos
americanos, era necesario racionarla a través de acuerdos bilaterales, estableciendo discriminaciones
respecto a las mercancías americanas. Bien entendido, esto implicaba un riguroso control de
cambios.
En diciembre de 1941, de manera independiente y sin conocer los trabajos británicos, el Secretario de
Estado del Tesoro Americano Henry Morgenthau pidió a Harry White que reflexionara sobre un
plan para reconstruir el sistema monetario internacional, para evitar volver a la escasez de oro y las
fluctuaciones de los cambios del período de entreguerras.
Se sabía que no había forma de restablecer el patrón oro después de la guerra, cuando las tres cuartas
partes del stock del oro monetario mundial estaban en Estados Unidos. Pero, por esa misma razón,
este país no quería eliminar al oro del sistema monetario internacional, puesto a que éste reforzaba
la primacía del dólar. Mientras tanto, el Reino Unido, que había llevado el peso de la guerra, quería
permanecer dueño de su destino, sin alienar su soberanía monetaria al oro.
Abandonar el patrón oro era rechazar un orden monetario internacional totalmente definido por
reglas que determinaban ajustes simétricos y automáticos. Para construir un nuevo orden, era
necesario concebir un sistema que pudiera satisfacer dos condiciones:
Definir el reparto entre los países de las obligaciones de ajustar sus políticas económicas
a las restricciones de sus intercambios mutuos, haciendo que el reparto sea aceptable para
todos.
Concebir un principio de acción colectiva que pudiera mantener los cambios fijos.
El reparto de la obligación de ajuste dependía del grado de simetría entre los países. Si un país era
hegemónico, podía ejecutar su política económica sólo en función de sus propios objetivos
nacionales, mientras que el resto debía ajustar sus posibilidades respecto a las obligaciones
externas: así, se arriesgaban a perder margen de maniobra para alcanzar sus objetivos internos
primordiales, lo que podía llevarlos a denunciar la hegemonía o separarse del sistema. Por eso, es
necesario que el hegemón inscriba en el sistema internacional un principio de autolimitación de su
poder.
Dos concepciones rivales del orden monetario:
Las visiones de White y Keynes estaban inspiradas por las situaciones opuestas de sus países, pero
también expresaban filosofías diferentes sobre los ajustes de mercado, el equilibrio entre las
341
Por otro lado, se buscaba retirar al oro del sistema monetario internacional. Pero, como era muy
difícil obtener apoyo atacándolo directamente, se planeó que el bancor, medido como unidad de
cuenta internacional, estuviera ligado al oro en una relación fija, estando las monedas nacionales
definidas por paridades fijas, pero ajustables en bancor. Pero Keynes quería que la convertibilidad
entre el bancor y el oro fuera unilateral: los países podían obtener crédito del banco internacional a
cambio de oro, pero no podían pedirle oro como contrapartida de créditos en bancor.
El Plan White:
A diferencia de Keynes, White no quería construir un sistema monetario totalmente nuevo, sino
corregir los defectos de los desequilibrios monetarios de entreguerras y de impulsar la
preponderancia del dólar, que sería abrumadora cuando el comercio internacional se recuperara.
White se basaba en ciertos principios fundamentales:
1) Reestablecer el multilateralismo de los intercambios, pero prohibiendo las
discriminaciones contra las exportaciones americanas. Para eso, buscaba restablecer la
convertibilidad de las monedas, y establecer cambios fijos pero ajustables después de una
concertación colectiva, para evitar las devaluaciones competitivas.
2) Eliminar las trabas a la exportación de capital, proponiendo una reducción progresiva de
los controles de cambios. Se preveía la convertibilidad de las operaciones corrientes y los
movimientos de capitales no especulativos, sólo controlando los capitales más volátiles.
3) La creación de dos instituciones internacionales: un Fondo de Estabilización entre
aliados, encargado de estabilizar los cambios, y una banca interaliada, que proporcionara el
capital necesario para la reconstrucción y el crédito necesario para el crecimiento del
comercio internacional, cuando las fuentes de financiación se debilitaran inicio del Fondo
Monetario Internacional (FMI) y del Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo
(BIRD), más conocido como Banco Mundial.
Esta propuesta nacía del categórico rechazo de los americanos a crear un banco central
mundial, que era, de hecho, lo que Keynes disimulaba con el nombre de institución
internacional de compensación. White rechazaba enérgicamente que un organismo que
escapara de la soberanía monetaria de los Estados pueda crear moneda. Pero, como el orden
monetario dependía del buen funcionamiento del mecanismo de cambio, y se había
demostrado que los mercados eran incapaces de asegurar por sí mismos la marcha del
mecanismo, era necesario crear un Fondo Internacional de Estabilización, que unificara y
generalizara la experiencia de cooperación entre los Fondos Nacionales de Estabilización.
Además, la necesidad de capitales necesarios para reconstruir los países dañados por la guerra
era de tal magnitud que amenazaba con superar las posibilidades de los intermediarios
financieros privados. Así, se tenía que crear una agencia internacional para dirigir e impulsar
las aportaciones del ahorro americano para la reconstrucción de los países.
La idea de White era que el Fondo de Estabilización tratara solamente con instituciones oficiales, y
tenga un capital constituido por oro, divisas convertibles y títulos públicos de los países
participantes. El control debía ejercerse conjuntamente por los representantes de los gobiernos, con
derecho de veto de Estados Unidos.
343
Respecto a Estados Unidos, su posición especial estaba reforzada por el lugar reservado a las otras
divisas: los países miembros podrían cambiar su moneda por cualquier otra moneda excepto por el
dólar. Para obtener dólares, era necesaria la autorización del Fondo y, por lo tanto, del gobierno de
los Estados Unidos. Esto elevaba al dólar al rango de moneda internacional de pagos oficiales: no
podía comprarse al Fondo para aumentar las reservas exteriores de los países, sino, únicamente, para
hacer pagos internacionales.
Para ser miembro del nuevo Fondo, los tipos de cambio no podían modificarse más que con su
consentimiento, y debían eliminarse los controles de cambio, salvo para los movimientos de capitales
a corto plazo. Además, se rechazaban los acuerdos bilaterales, y los derechos de aduana tenían que
reducirse progresivamente. Las políticas inflacionarias tenían que prohibirse.
La búsqueda del compromiso:
El plan de Keynes se convirtió en el plan del Tesoro Británico, y fue oficialmente presentado al
gobierno el 11 de febrero de 1942. Por su parte, White presentó su propuesta a Morgenthau el 8 de
mayo de 1942. Ambas posiciones estaban muy alejadas, pero se buscaba que Estados Unidos y Gran
Bretaña establezcan una carta común y lancen el sistema de manera conjunta. El Tesoro Americano
sabía que, para que se aceptase un acuerdo monetario internacional en el Congreso, era necesario
afirmar la primacía del dólar ante el mundo entero.
Las negociaciones bilaterales:
A partir de octubre de 1942, comenzó un proceso lento y tedioso de negociación. Había que limar las
diferencias de principio, las exigencias políticas mínimas de cada parte, las cuestiones técnicas y
jurídicas, y encontrar puntos de acuerdo y desacuerdo.
En el espíritu de Keynes, la nueva institución a crear era un banco central internacional. Las cuotas
eran derechos de giro contra una cuenta de crédito internacional, abierta a cada banco central
nacional en los libros del Banco Internacional de Compensación. Estos derechos se facilitaban,
inicialmente, con un crédito con creación de moneda internacional.
Mientras tanto, el Fondo de Estabilización determinaba las cuotas iniciales por una suscripción de los
países miembros al capital del Fondo: las cuotas representaban derechos para obtener depósitos de
otros miembros.
Teniendo en cuenta los desequilibrios previsibles en los pagos de la posguerra, y los saldos en
esterlinas que se habían acumulado por los pagos de compras a sus dominios durante la guerra, el
Tesoro Británico no quería la convertibilidad de la libra. Al concebir la Unión de Pagos según el
principio de un sistema bancario jerarquizado, Keynes quería que las transacciones de cambio entre
países quedaran permanentemente centralizadas. El principio de pago era por cesión de activos de
reserva, y no en los mercados cambiarios. Así, se podía suprimir el margen de fluctuación entre
monedas. Como desaparecía todo riesgo de cambio, los agentes privados pagaban y cobraban en su
moneda, y la conversión entre las monedas pasaba por los bancos centrales y el Banco Internacional
de Compensación.
Como Keynes creía que los tipos de cambio flotantes no siempre podían encontrar posiciones de
equilibrio económicamente satisfactorias, defendía un control permanente de todas las
344
transacciones de capital. En cambio, White creía que los flujos de capitales podían ayudar a la
estabilización de los cambios, dándole preferencia al régimen de libertad, ajustando las paridades a
los márgenes de fluctuación.
Otra diferencia entre ambos radicaba en los principios de ajuste. Keynes le tenía miedo al sesgo
deflacionista de un mecanismo que haga recaer toda la carga del ajuste en los países deudores, por lo
que buscaba una posición simétrica entre acreedores y deudores en las obligaciones de ajuste. El
ajuste podía tomar la forma de variaciones en el tipo de cambio, incluida la apreciación de las
monedas de países con superávit. En cambio, White estaba a favor de un sistema asimétrico, con
Estados Unidos como hegemón y único acreedor importante a considerar. Como el dólar sería la
única moneda convertible cuando se pusiera en práctica el sistema y durante bastante tiempo,
Estados Unidos no iba a aceptar ninguna restricción internacional de ese tipo.
White apuntó que había condiciones que eran innegociables:
Mientras tanto, Keynes sabía que, en la negociación, iba a haber algunas exigencias mínimas a
aceptar, propuestas por Londres:
clave. El mismo Churchill se oponía a los dos puntos fundamentales, el patrón oro y la renuncia a la
preferencia imperial.
A medida que resurgían intereses nacionales en ambos países, se agravaban los desacuerdos
principales entre los negociadores:
a) Keynes consideraba que los poderes discrecionales de la nueva institución debían ser
limitados estrictamente, mientras que los americanos buscaban un Fondo con una fuerte
autoridad, a la que podrían dominar por su derecho de veto, que le permitiría utilizar su
financiación para influir en los países deudores.
b) Los británicos querían dar un tratamiento específico al tema de la reconstrucción y la
transición de posguerra como una condición para aceptar el Fondo Monetario.
Buscaban que se pusiera en marcha de forma progresiva, ocupándose, en primer lugar, de
supervisar los ajustes cambiarios. White reaccionó muy negativamente, complicando la
negociación. El Gabinete británico las retiró, pero se pronunció a favor de una declaración
conjunta sin comprometerse sobre el contenido del comunidad.
Finalmente, el comunicado se publicó el 22 de abril de 1944.
Del comunicado sobre los principios a los Acuerdos de Bretton Woods:
El comunicado sobre los principios resolvió muchas cuestiones que habían quedado pendientes:
1) Fijó la cantidad de oro que cada país miembro debía aportar al Fondo en un 25% de su
cuota o el 10% de sus tenencias oficiales netas en oro y divisas convertibles en oro.
Como el dólar era la única divisa convertible importante, se oficializaba su supremacía, sin
por ello dejar al oro fuera del sistema monetario internacional.
2) Los países debían hacer sus declaraciones de paridad de acuerdo con el Fondo y
expresarlas en oro. Quedaba descartada la idea de la Unitas.
3) Los cambios de paridad se propondrían solamente para corregir desequilibrios
fundamentales, y las variaciones sin la aprobación del Fondo no deberían sobrepasar el 10%
en relación a la paridad inicial.
4) Se inventó una cláusula conocida como “de la moneda escasa”, que establece que una
divisa puede declararse como tal cuando los activos del Fondo en ésta amenacen con
agotarse, y, en este caso, se podría restringir las operaciones de cambio en esa divisa.
5) Todos los miembros del Fondo participarían en su instancia suprema, el Consejo de
Gobernadores. Además, se crearía un Comité Ejecutivo, compuesto por al menos nueve
miembros, de los cuales cinco pertenecerían a los países con las cuotas más altas.
6) Se invitaría a los gobiernos de los países miembros a no comprar ni vender oro a un
precio diferente de su paridad, no cambiar divisas entre instituciones oficiales a tipos de
cambio por fuera de los márgenes establecidos en las paridades, no recurrir a los tipos de
cambio múltiples sin el aval del Fondo, y no restringir las condiciones corrientes por un
período transitorio de tres años, las obligaciones quedarían suspendidas.
La conferencia se convocó para el 1 de julio de 1944, en Bretton Woods. Keynes asumiría la
presidencia de la comisión del Banco en la conferencia, y White presidiría los trabajos dedicados al
Fondo. Los americanos habían decidido dominar totalmente la conferencia, y White quería que
346
estuvieran preparados y hubieran discutido en detalle las enmiendas que el Tesoro Americano
buscaba introducir.
Morgenthau, quien había motivado todo el proyecto de reorganización de las relaciones monetarias
internacionales, tenía dos objetivos:
a) Desplazar el centro financiero del mundo desde los bancos de Londres y Nueva York
hacia el Tesoro Americano. Parte de darle el protagonismo que White pensaba que se
merecía a Estados Unidos tenía que ver con el establecimiento de la sede del Fondo: los
británicos querían que la decisión fuera dejada a los gobernadores del FMI en su primera
reunión, pero la posición americana, de que el Fondo se sitúe en el país miembro cuya cuota
sea mayor, terminó prevaleciendo.
b) Situar al dólar en el centro del sistema monetario internacional: mientras tanto, Keynes
se oponía a un status especial del dólar, razón por la que abogó, durante mucho tiempo, por la
creación de una moneda internacional. Finalmente, la redacción americana se aprobó sin
discusión, que estipulaba que cada país debía declarar su paridad en oro o en una divisa
convertible al oro (guiño guiño codo codo) al peso y ley en vigor el 1 de julio de 1944.
La fórmula “…o en una divisa convertible en oro” volvía al dólar, de facto, en la unidad de
cuenta internacional. Desprovistos de oro, el resto de los países iban a declarar sus paridades
en dólar. Estados Unidos, que poseía el 75% del stock de oro monetario mundial, se declaró
dispuesto a comprar o vender oro a las instituciones al precio de 35 dólares la onza.
Ahora, Estados Unidos se convertía en el suministrador al resto del mundo de liquidez
internacional, lo que necesariamente implicaba un déficit acumulado del saldo monetario
de la balanza de pagos.
¿Cuál terminaría siendo el problema? Lo que se conoce como dilema de Triffin: una
cantidad creciente de dólares es necesaria para sostener la creciente cantidad de pagos
internacionales, pero la creación de dólares debilita la posición financiera de la Reserva
Federal, porque no es capaz de respaldar adecuadamente la emisión de sus dólares.
Claramente, el mundo necesita dólares, para que la economía mundial funcione
correctamente. Pero, al mismo tiempo, como proveedor internacional de esta divisa, Estados
Unidos es quien debe aumentar la emisión de dólares, cayendo en déficits crónicos.
Este defecto congénito del sistema de Bretton Woods no podía ser anticipado en esa época.
La adopción de los artículos referidos a la convertibilidad desencadenó, inmediatamente después del
final de la conferencia, un nuevo período de controversia angloamericana sobre las obligaciones
ligadas a la convertibilidad de las transacciones corrientes. Los británicos buscaban conservar una
libertad de maniobra sobre el derecho a modificar unilateralmente la paridad (incluso sabiendo que
esto les impediría utilizar los recursos del Fondo) y el poder discrecional de restringir la
convertibilidad en caso de dificultades cambiarias.
Esto llevó a Keynes a interpretar la convertibilidad del tratado como si se refiriera únicamente a los
créditos oficiales, y no a la obligación de los países miembros a defender sus paridades a través de
las intervenciones en los mercados de cambio.
Otro tema de conflicto fue el de las cuotas: los soviéticos querían una cuota superior a la de los
británicos, a lo que éstos se oponían frontalmente. Los americanos exigían que el peso de su voto
347
superara al de la Commonwealth, y China pedía el cuarto puesto. Fue necesaria una gran cantidad de
encuentros bilaterales entre las delegaciones, y, para adoptar los arbitrajes definitivos, White nombró
un Comité de Cuotas, que concluyó su actuación el 14 de julio. El total de cuotas se elevó a 8.800
millones de dólares.
Bretton Woods tuvo éxito porque dos países, diferentes en sus intereses económicos y financieros
inmediatos, tenían una filosofía común sobre los principios fundamentales:
Estos países, además, estaban en posición de proponer un compromiso elaborado en una larga
negociación bilateral, que ningún otro Estado estaba en posición de bloquear.
podía admitirse en el período transitorio dado a los Estados miembros antes de la vuelta a la
convertibilidad, o en el caso de que una moneda sea declarada como escasa.
3) Aprovisionador de liquidez internacional, gracias a los recursos otorgados por cada Estado
miembro al suscribirse. Se buscaba establecer un sistema de asistencia mutua en el caso de
déficit temporal de la balanza corriente, facilitando las intervenciones estabilizadoras de los
bancos centrales.
En el momento de su adhesión, a cada Estado miembro se le atribuyó una cuota,
representativa de su contribución financiera a los recursos del Fondo, los giros que podía
hacer con éstos y los derechos de voto de los que disponía en las decisiones.
Respecto a la forma de acceso a los recursos del Fondo, Keynes prefería un derecho de giro
automático con el límite de la cuota, considerando que ésta formaba parte de las reservas
propias del país, mientras que White era favorable a que la nueva institución controlara el
derecho del uso de los miembros a sus recursos. Finalmente, se optó por una solución
ambigua: se afirmó el “derecho” de un Estado a comprar al Fondo su propia moneda con la
de otro Estado miembro, pero justificando la necesidad de esta compra por necesidades
temporales de la balanza de pagos.
En 1952, se terminaron fijando los principios que están vigentes hoy: los giros en el “tramo-
oro” (la fracción de la contribución aportada en oro) se declararon incondicionales, y, a partir
de ahí, estaban sometidos a la condicionalidad del Fondo, y eventualmente enmarcados en un
“acuerdo de confirmación”, por medio del cual el Fondo se comprometía a poner una cierta
cantidad de recursos a disposición del Estado miembro en el transcurso de tiempo cubierto
por el acuerdo. Así, éste recibirá las divisas que necesite. En contrapartida, debe aceptar una
“carta de intención”: ciertos compromisos relativos a su política económica, para restablecer
el equilibrio de su balanza de pagos. El respeto a estos criterios condicionaba la circulación
de los giros, y aseguraban al Fondo de que sus recursos no se utilizarían para compensar
déficits sistemáticos.
4) Función de concertación: encarna el principio de responsabilidad colectiva para la gestión
del orden monetario internación. Sus estructuras decisionales estaban concebidas para
supervisar la aplicación de las reglas mutuamente aceptadas por los gobiernos, más que para
ser un foro de negociación.
El poder de cada país en el Fondo depende de su peso económico, ya que el monto de las
cuotas está asociado a criterios como el ingreso nacional, los intercambios exteriores y las
reservas. En 1947, el sistema aseguraba el 31,46% de los votos a Estados Unidos, y el
15,02% a Gran Bretaña. Con el aumento del número de los países miembros, estas
proporciones disminuyeron. Sin embargo, todavía hoy, Estados Unidos, con el 17,4% de los
votos, domina ampliamente al resto de los países (Japón, el segundo, tiene únicamente el
6,24%).
El voto ponderado y un sistema de mayoría calificada le permite mantener el derecho de veto
sobre ciertas decisiones fundamentales, y neutralizar el efecto de la llegada de nuevos
Estados en el reparto de poderes de la organización. Además, por la preponderancia de los
países occidentales industrializados, el Fondo ha expresado siempre un cierto consenso sobre
el diagnóstico y las recetas económicas.
349
En principio, todos los poderes los tiene el Consejo de Gobernadores, en el cual cada Estado
miembro está representado por un gobernador y un suplente (usualmente, el Ministro de Finanzas y
el gobernador del banco central nacional). Normalmente, sólo se reúne una vez al año en asamblea
general, conjuntamente con el Banco Mundial. El Consejo delega la mayoría de las decisiones al
Consejo de Administración, el órgano de decisión permanente del FMI.
Los administradores, doce en un principio, se reúnen varias veces a la semana, bajo la presidencia del
Director General. Cada administrador tiene los derechos de voto correspondientes a la cuota del país
o países que representa.
El sistema de Bretton Woods instauró una solución original al problema de la coordinación
monetaria. El “teorema de la imposibilidad de Mundell” determina que el mejor de los mundos
posibles, desde el punto de vista de las preferencias nacionales, es inalcanzable en un mundo de
monedas múltiples y separadas. Este óptimo combinaría la autonomía de las políticas monetarias
nacionales (que reflejan las elecciones democráticas de los ciudadanos), el carácter fijo de los tipos
de cambio (para eliminar estructuralmente el riesgo monetario en las transacciones internacionales) y
la total libertad de los movimientos de capitales (para optimizar la eficacia de la asignación
internacional del ahorro).
La solución de Bretton Woods fue comprometerse con los dos primeros, pero renunciar a la
libertad de los movimientos de capitales. Si bien las reglas internacionales de paridad no dejaban a
los gobiernos una completa libertad, el sistema instituido tampoco los llevaba a ajustes automáticos,
como el patrón oro clásico. Estaba la posibilidad de reajuste del cambio, con acuerdo previo del FMI,
y el apoyo financiero internacional. Pero estos dispositivos sólo podían funcionar en un entorno
financiero controlado y fragmentado, que limitase la movilidad de los capitales.
El sistema monetario internacional, durante el período iniciado tras los acuerdos de Bretton
Woods, no funcionó según estas intenciones fundacionales:
El orden monetario internacional, del que el FMI debía ser la pieza clave, tardó mucho más
tiempo de lo previsto para ponerse en marcha.
Hasta mediados de los cincuenta, estuvo prácticamente alejado de los problemas
monetarios internacionales, porque no podía proporcionar los medios de pago necesarios para
la reconstrucción de los países beligerantes ni el funcionamiento de un verdadero sistema
multilateral de pagos.
Desde finales de los cincuenta hasta comienzos de los setenta, el Fondo se enfrentó al
desarrollo de los movimientos de los capitales, pero con un sistema de paridades cada vez
más rígido, sin reforzar la coordinación de las políticas económicas. Finalmente, se terminaría
estableciendo un nuevo modo de funcionamiento del sistema monetario internacional,
renunciando al tipo de cambio fijo.
En principio, la UEP chocó con la hostilidad del Tesoro Americano, ya que adoptaba los principios
del Plan Keynes. Sin embargo, el Congreso terminó aceptando fortalecer su capital con los créditos
Marshall.
Una débil autoridad sobre los Estados miembros:
En sus primeros años del funcionamiento, el FMI estuvo ampliamente sustituido por otros
dispositivos, como el Plan Marshall y la UEP. Además, su autoridad sobre los Estados miembros era
muy tenue: la mayoría incumplía los estatutos en los diferentes ámbitos relativos a la supervisión del
Fondo (como los cambios múltiples, excluidos salvo autorización expresa, que aún eran utilizados,
en 1956, por 12 de los 60 miembros), y tenía una débil influencia en los cambios de paridad. Los
controles de cambio en las operaciones corrientes se pasaron bastante del período de transición
inicialmente previsto, y el FMI apenas influyó en el ritmo del establecimiento de la libertad de pagos.
Usualmente, al Fondo se lo colocaba ante el hecho consumado, y en pocas ocasiones negó la
concesión de su autorización.
Tampoco pudo consolidar plenamente su papel en materia de fijación de las paridades. La
infracción más grande fue la flotación del dólar canadiense a partir de 1950: estaba establecido que
los miembros se comprometían a mantener su moneda dentro de un margen definido (± 1% alrededor
de la paridad), y la decisión unilateral de Canadá de dejar flotar su moneda era muy embarazosa para
el Fondo, que no sabía si ocasionar un conflicto o aprobar una decisión que violaba claramente sus
estatutos. Finalmente, la flotación del dólar canadiense duró hasta 1962, con algunas advertencias
pero sin ninguna sanción particular. El caso permaneció aislado: ninguna gran divisa siguió su
ejemplo.
Mientras tanto, las diversas experiencias de devaluación manifestaban la incapacidad del Fondo de
imponer su punto de vista contra el de un gran país, como se vio con las devaluaciones en cadena de
la libra esterlina y otras monedas europeas en 1949. El Reino Unido había retrasado el cambio de
paridad a pesar de los consejos del FMI, y la cuantía de la devaluación se negoció en Washington
entre las autoridades americanas y el Ministro de Finanzas británico. La devaluación, de 30,5%, sólo
se le notificó al Fondo con 24 horas de antelación. Esto abrió el camino para que 23 países
modificaran su paridad en proporciones similares, sin consultar con el Fondo, que tenía pocos
medios de presión: aprobar la decisión, o arriesgarse a quedar expuesto si la rechazaba y su veto no
se tenía en cuenta.
A finales de 1950 y después de una década de transición, las dos iniciativas principales de Estados
Unidos (Plan Marshall y las devaluaciones recién vistas), así como el establecimiento de la UEP,
dieron su fruto: las monedas de Europa Occidental eran de nuevo convertibles, y, en general, sus
balanzas corrientes eran superavitarias. Pero poco había tenido que ver el sistema de Bretton Woods
con esto.
Del restablecimiento de la convertibilidad a la caída del sistema de Bretton Woods (1958-1971):
Con el retorno de la convertibilidad, ahora parecía que el Fondo podía jugar plenamente su papel. A
partir de 1956-1957, la utilización de sus recursos se había acelerado, de una media de 135 millones
de dólares anuales entre 1947 y 1956 a una de 1,7 mil millones de dólares, a partir de ese último año.
352
Por otro lado, el Fondo comenzó a intervenir por las presiones sobre las reservas exteriores que
provenían de salidas de capitales a largo plazo, independientemente de cualquier desequilibrio de la
balanza corriente. Así, entró en la escena internacional con un papel diferente al asignado.
El restablecimiento de la convertibilidad, el fuerte crecimiento y el desarrollo de los intercambios
internacionales favorecieron la internacionalización de las finanzas. La abundancia de liquidez en
dólares en el extranjero había sucedido, a comienzos de los sesenta, a la escasez que reinaba diez
años antes. Así, los controles de capitales ya no eran tan eficaces, al no poder impedir que las
grandes empresas desarrollen una actividad financiera significativa a través del sesgo de los créditos
comerciales y las condiciones de pago.
Las inversiones directas de Estados Unidos en Europa comenzaron a crecer rápidamente: los bancos
americanos asumieron el papel de intermediario financiero multilateral, pidiendo préstamos en
dólares a corto plazo en el extranjero para dar créditos a las multinacionales americanas. Los activos
en dólares comenzaron a acumularse en el extranjero, originando el mercado de los eurodólares,
mercados interbancarios menos regulados y con mayor liquidez, que atrajeron la especulación. Los
flujos de capitales privados comenzaron a presionar sobre las monedas de los principales países
industrializados, intentando explotar las ganancias de capital resultantes de las devaluaciones en un
sistema de cambios fijos pero ajustables.
La presión de los mercados tuvo dos efectos:
a) El sistema de paridades entre monedas convertibles evolucionó hacia una mayor
rigidez.
b) La convertibilidad del dólar en oro era cada vez más frágil.
Un sistema de paridades más rígido:
El sistema de paridades ajustables buscaba combinar las ventajas de las paridades fijas con las de
los tipos de cambio flexibles. Aparte de breves períodos de ajuste deliberado y concertado, los
intercambios internacionales debían disfrutar de un marco monetario estable, sin devaluaciones
competitivas.
La regulación del sistema se regía por una distinción entre:
1) Desequilibrio temporal de la balanza de pagos: un deterioro de la balanza corriente
proveniente no de un aumento excesivo de los costos de producción, sino de un exceso de
demanda interna. No exigía de una devaluación, sino que debía tratarse con una política
interna de restricción de la demanda, acompañada, eventualmente, de un giro sobre los
recursos del FMI.
2) Desequilibrio fundamental de la balanza de pagos: desajuste persistente entre los ingresos,
costos y precios de un país frente a los de sus socios comerciales. En estas circunstancias,
vistas como excepcionales, era necesario un cambio de la paridad.
En la práctica, la distinción fue compleja. Autorizando los cambios de paridad únicamente en caso de
desequilibrio fundamental, el sistema inducía a las autoridades monetarias a retrasar el ajuste hasta
que fuera inevitable. Sólo los Estados tenían la iniciativa de un cambio de paridad, y, en general, la
naturaleza del desequilibrio aparecía a posteriori. Durante este tiempo, los especuladores podían
353
jugar contra la paridad, asegurándose que, en el peor de los casos, sólo perderían los intereses de los
capitales comprometidos. Los ajustes, aplazados durante mucho tiempo y escasos, eran más
bruscos que bajo un régimen de cambios flexible, e incluso cuando no se producía ningún cambio
de paridad, la incertidumbre podía traer consigo movimientos de capitales desestabilizadores.
La especulación se desarrollaba al margen del control de cambios, principalmente jugando con las
condiciones de pago de las transacciones corrientes. Por todo eso, el riesgo de las devaluaciones
desleales era menor que el de la rigidez excesiva de tipos de cambio mantenidos a niveles poco
realistas.
Entre las dos devaluaciones de la libra (1949-1967), los principales países industrializados
conocieron muy pocos cambios de paridades. Pero, a partir de la segunda mitad de los años
cincuenta, con la crisis del Canal de Suez, se desarrollaron presiones especulativas contra la libra,
cuya posición, siempre amenazada, llevó a planes de salvación por parte del FMI o los bancos
centrales a través del Banco de Pagos Internacionales. Las políticas expansionistas del gobierno
llevaban al deterioro de los pagos corrientes, la disminución de las reservas exteriores, y la
reanudación de la especulación contra la libra.
En noviembre de 1967, hubo un ataque especulativo contra la libra. La debilidad de las reservas
oficiales británicas, por otra parte, hacía que la posición de la libra fuese vulnerable a cualquier
cambio de los plazos de pago de las importaciones y exportaciones. Finalmente, se optó por devaluar
la moneda en un 14,3%.
Se trató de una devaluación concertada, donde el Fondo ayudó a los británicos a decidir la
devaluación, determinando su amplitud y concediendo créditos para apoyar la estabilización
macroeconómica. Sin embargo, fue el reconocimiento unánime de un fracaso: no se podía preservar
el estatus de moneda internacional de la libra.
El FMI nunca pudo expresar claramente los criterios de un desequilibrio fundamental sujeto a un
ajuste cambiario, no tenía la iniciativa para cambiar de paridad, y no estuvo en posición de imponer a
los grandes países obligaciones duraderas en materia de política económica interior. A partir de los
años setenta, se intentaría rever la situación.
La convertibilidad en oro del dólar, puesta en tela de juicio:
La contradicción más seria del sistema de Bretton Woods fue el creciente déficit de la balanza de
capitales a largo plazo de
Estados Unidos, acompañado
por una reducción de su
excedente corriente. Así,
Estados Unidos comenzó a
depender de las entradas de
capital a corto plazo, bajo la
forma de créditos de los bancos
centrales extranjeros. Cuando la
cuantía de estos créditos superó
las reservas de oro, la
354
convertibilidad oficial del dólar pasó a ser vulnerable ante las demandas de conversión
autorizadas por las reglas del sistema.
La exportación de capitales privados por parte de las empresas americanas comenzó a llamar la
atención desde finales de los años cincuenta, cuando, en 1958, hubo una coyuntural desaparición del
excedente corriente. Finalmente, las ganancias de productividad obtenidas bajo la Administración
Kennedy supusieron una espectacular recuperación de la balanza corriente, pero las salidas de
capitales privados se aceleraron cada vez más.
En 1959, el stock de oro
americano aún era igual al
total de los compromisos
adquiridos en dólares, pero
éste tenía que descender. En
la década siguiente, el déficit
acumulado en su balanza
básica aumentó los
movimientos de oro hacia los
bancos centrales europeos, y
cada vez aumentaba más el
peligro de no poder hacer
frente a una demanda de
conversión de dólares en oro. Como el precio oficial del oro era intangible, la especulación en ese
mercado era una apuesta segura. Por otro lado, ya no había la misma confianza en el dólar que
antes.
La razón de todas estas dificultades se basaba en el carácter jerárquico del sistema de Bretton
Woods: el anclaje nominal del sistema no estaba basado en una moneda mercancía universal como
sucedía en el patrón oro, sino, en gran medida, en la política monetaria de Estados Unidos, que, al
mismo tiempo, estaba libre de cualquier restricción de coherencia respecto al sistema internacional y
las necesidades de liquidez. Se planteaba un dilema:
internacional de los objetivos internos de Estados Unidos, y planteaba urgentemente la cuestión del
peso del ajuste.
Los países europeos estaban cada vez menos dispuestos a absorber dólares adicionales o a revaluar
su propia moneda. Los franceses, encabezados por De Gaulle, rechazaban el “privilegio excesivo” de
Estados Unidos, que financiaba, a través de sus déficits, una polémica política exterior, tanto desde el
punto de vista político (Guerra de Vietnam) como económico (inversiones directas en el extranjero).
Por otro lado, para los alemanes, el aumento del déficit exterior americano era una forma de exportar
inflación a los países excedentarios. Las reservas en dólares iban cada vez más en aumento, y, al ser
cada vez más difíciles de esterilizar, corrían el riesgo de traducirse en un crecimiento incontrolado de
la masa monetaria y un aumento de la inflación.
La principal presión sobre Estados Unidos era la demanda de conversión en oro de los dólares
acumulados por los bancos centrales europeos. La mayoría de los gobiernos consideró que no le
interesaba acentuar la desconfianza hacia el dólar, y arriesgarse a una nueva crisis del sistema
monetario internacional.
El FMI observaba impotente el crecimiento del déficit de la balanza de pagos americana, sin poder
imponer un ajuste. Los norteamericanos solicitaron varias veces los recursos del FMI durante los
sesenta, para poder comprar dólares, pero nunca comenzaron los trámites para efectivizarlo, con lo
que no debieron someterse a un programa de ajuste.
La situación estaba bloqueada: el FMI no podía alcanzar un compromiso entre Estados Unidos y los
países superavitarios sobre un reajuste de la paridad, para apoyar la propuesta de una devaluación del
dólar respecto a las otras monedas, o de revisión de la paridad de las monedas de todos los Estados
miembros de acuerdo a un porcentaje uniformes. Estados Unidos no quería devaluar, lo que se habría
traducido, inevitablemente, en un aumento del precio del oro.
…Pero muy activo en lo referente a la liquidez:
Desde comienzos de los años sesenta, parecía que el Fondo podía quedar paralizado si los principales
países con moneda de reserva atravesaban dificultades de balanza de pagos. Gran Bretaña hacía giros
constantemente, y el empeoramiento del déficit de la balanza de pagos americana hacía posible la
realización de importantes giros por parte de este país. Así, se planteaba un doble problema:
1) La compra al FMI por un tercer país y la venta en el mercado de cambios de una moneda
debilitada, como la libra y el dólar, corrían el riesgo de debilitarla aún más.
2) Los giros a gran escala de ambos países amenazaban con quitar esta posibilidad al
resto.
Se excluía la posibilidad de
compensar esta falta de liquidez
con el aumento de las cuotas:
Estados Unidos y el Reino
Unido habrían asumido más de
un tercio de este aumento, lo que
hubiera incrementado aún más
sus derechos de giro.
357
Finalmente, en 1962 se llegó a los Acuerdos Generales de Préstamo (AGP), mediante los cuales
once de los principales países industrializados se comprometían a prestar su moneda al Fondo la
necesitaba para financiar los giros de alguno de ellos. Estos acuerdos comprometieron una cifra de 6
mil millones de dólares, lo que representó un crecimiento considerable de los recursos utilizables.
Así, los AGP aumentaron los recursos útiles del Fondo, sin abrir nuevos derechos de giro.
Los AGP fueron soluciones limitadas para los países industrializados, que escapaban, total o
parcialmente, al control del FMI. El Grupo de los Diez, nacido con ocasión de los AGP, fue el
primero de una serie de foros de discusión restringidos que competían con el Consejo de
Administración, pero dentro del seno de las instituciones internacionales existentes, el FMI y el BPI.
Con la creación del G10, una parte del poder monetario pasó de los órganos del Fondo hacia un
colectivo más reducido, que reunía a países con economías similares y equilibraba el peso de Estados
Unidos. Tenía algunas reglas de decisión, que ponían de manifiesto la voluntad de compartir más
equitativamente el poder monetario entre los principales países industrializados. Además, estas reglas
derogaban la ponderación de los votos en función de las cuotas.
Por otro lado, el G10 de los años sesenta podía verse como un comité en el seno del Fondo, que hacía
discusiones preliminares de los problemas tratados por el FMI. Los ministros de los países del G10
solían encontrarse antes de la reunión anual del FMI. Por eso, el grupo se conoció como un pequeño
grupo de países privilegiados, que llevaban a cabo sus tareas de manera informal en el seno del FMI.
Los AGP no pudieron solventar la contradicción de un sistema monetario alimentado por una oferta
exógena de liquidez que provenía del déficit de la balanza de pagos americana, mientras que el dólar
aseguraba el anclaje del sistema a través de su convertibilidad en oro. En 1965, se elaboró el informe
Ossola, que propuso la creación de un instrumento de reserva creado entre los miembros del grupo.
Pero las presiones de los países en desarrollo desembocaron en un acuerdo según el cual cualquier
nuevo activo de reserva no sólo se crearía en el seno del Fondo, sino que también sería permitido
para el conjunto de sus miembros.
En 1967, en Río de Janeiro, se oficializó la creación de los Derechos Especiales de Giro (DEG). La
primera asignación tuvo lugar en 1970, y no tuvo influencia en la crisis monetaria que existía desde
el abandono del pool del oro.
La tentativa de reforma del sistema monetario internacional (1971-1976):
A comienzos de 1971, la balanza corriente de Estados Unidos empeoró rápidamente, y la baja de
las tasas de interés decidida por la Reserva Federal para sacar al país de la recesión provocó la salida
de capitales a largo plazo. El aumento de las reservas en dólares de los bancos centrales europeos fue
explosivo, y las autoridades francesas y británicas amenazaron con pedir la conversión en oro de sus
reservas.
Nixon suspendió la convertibilidad del dólar el 15 de agosto de 1971, violando unilateralmente una
regla fundamental del sistema de Bretton Woods. Esta decisión vino acompañada de un recargo del
10% en los impuestos a las exportaciones. Estados Unidos parecía querer obligar a sus socios a
aceptar un ajuste monetario generalizado, sin tener que tomar él mismo la decisión de devaluar el
dólar. El FMI era totalmente impotente ante el conflicto.
358
En primer lugar, fue completamente excluido de las negociaciones sobre el ajuste de los tipos de
cambio y el reparto del poder del ajuste. Las negociaciones comenzaron en diciembre de 1971, entre
los presidentes francés y americano, que consiguieron un consenso sobre la amplitud de la
devaluación del dólar respecto al oro. Éstas continuaron en el seno del G10.
Estados Unidos no restableció la convertibilidad dólar-oro, y este último se convirtió, esencialmente,
en un numerario. Por descuido, se había roto cualquier unión con el oro, y se abría una nueva era de
reforma del sistema monetario internacional. Era necesario crear reglas que permitieran el
funcionamiento eficiente de un sistema cambiario entre monedas puramente fiduciarias, y el futuro
del FMI estaba también en juego.
En un contexto en el que sus estatutos estaban siendo claramente violados, el FMI estaba intentando
que no se lo dejara de lado. Se encontraba en la paradójica situación de tener que transformar un
sistema cuya institución central era el mismo Fondo, con estructuras institucionales ya existentes,
que aparecían más bien como un factor de bloqueo de cualquier reforma profunda.
Los trabajos inacabados del Comité de los Veinte:
Estados Unidos fue el primer país en defender una reforma del aparato de decisión del FMI. Los
administradores no ocupaban un rango suficientemente alto en la jerarquía de sus gobiernos, y, al
residir en Washington, ya no estaban cercanos a ellos como para avalar los compromisos necesarios
para un acuerdo. Además, se sospechaba que estaban demasiado cercanos a los servicios del Fondo,
y, por tanto, querían favorecer las propuestas que reforzaran su papel y bloquearan al resto. Pero, al
mismo tiempo, el Consejo de Administración ofrecía un papel de representación a los Países en Vías
de Desarrollo (PVD), hostiles al “club de los ricos” que era el G10.
Como compromiso, se llegó al Comité de los Veinte, compuesto por expertos y representantes
políticos de alto nivel de los Estados miembros, y dotado de un secretariado distinto de los servicios
del Fondo. Trabajó dos años, entre 1972 y 1974, esbozando el esquema de una reforma. Finalmente,
se puso más en evidencia la amplitud del desacuerdo sobre los principales problemas entre tres
grandes grupos: Estados Unidos, los europeos, y los países en vías de desarrollo.
En lo referente al ajuste, el objetivo de la reforma era construir un sistema simétrico, con paridades
fijas pero ajustables. Esto implicaba elaborar reglas aceptables para todos, para atajar los
desequilibrios y darle una autoridad efectiva al FMI para prevenir los conflictos, antes de que
desembocaran en una acumulación de reservas que convierta a los acreedores en rehenes de sus
deudores. Los americanos proponían convertir las reservas en indicadores obligatorios para decidir
las modificaciones del tipo de cambio, que obligaran a los países deficitarios y superavitarios a
modificar sus paridades hacia arriba o hacia abajo de un cierto nivel de reservas. La diferencia entre
europeos y americanos radicaba en la asimetría que se trataba corregir:
a) Para los americanos, la asimetría inaceptable provenía de los excedentes de países como
Alemania o Japón, que obligaba a los países deficitarios a ajustar sus activos de reserva a los
déficits imputables a la política de estos países. Además, les permitía mantener la
competitividad de sus exportaciones, gracias a una moneda infravalorada. La idea era que los
países acreedores estimulen su demanda interior cuando acumulaban reservas exteriores.
359
b) Para los europeos, la asimetría del sistema se debía al status de moneda reserva del dólar, lo
que permitía a Estados Unidos solucionar automáticamente sus déficits, evitando cualquier
restricción al ajuste. Esto se acentuaba aún más por el cierre de la ventanilla del oro, que
significaba el rechazo de los americanos a responder a sus obligaciones en activos de reserva
primarios. Para ellos, la inflación mundial creciente demostraba que los desequilibrios no
debían tratarse de forma simétrica, y rechazaban poner sus objetivos internos de gestión de la
inflación en base de una política dirigida a eliminar los desequilibrios nacidos de la gestión
imprudente de los países deficitarios.
Por este desacuerdo fundamental, los países no encontraban un terreno de entendimiento.
Sobre la cuestión de la liquidez internacional, el acuerdo para hacer del DEG el principal activo de
reserva del sistema tenía muchas dificultades:
Ante el boom de los fondos en dólares a principios de los setenta, nadie quería un aumento
del saldo vivo de los créditos en DEG, ya que el éxito de éstos como principal activo primario
dependía de la posibilidad de reemplazar a los activos existentes en dólares.
Muchos países preferían el dólar, y la mayoría de los miembros deseaba conservar la
gestión de sus propias reservas.
Los países en vías de desarrollo temían que no sólo se los forzara a aceptar los DEG,
escasamente remunerados, a cambio de sus dólares, sino también a perder toda oportunidad
de beneficiarse de una transferencia de recursos por las asignaciones adicionales de DEG.
El papel del oro era objeto de un desacuerdo profundo entre países que querían que
conservara un lugar importante (Francia y África del Sur) y los que deseaban eliminarlo
(Estados Unidos).
El tercer terreno de debate correspondía a los movimientos de capitales: los americanos
consideraban que no tenía sentido la distinción hecha entre las restricciones a los pagos corrientes
(prohibidas) y los controles a los movimientos de capitales (autorizados). Veían, en la preferencia
europea por los controles de capitales, un medio para mantener tipos de cambio inadecuados.
Mientras tanto, los europeos buscaban limitar los movimientos de capitales “desestabilizadores”.
La reforma del sistema se basó en la idea de que era imposible conciliar tipos de cambio fijos,
autonomía de las políticas económicas y libertad de movimientos de capitales. Bretton Woods había
elegido los controles, lo que limitaba los desequilibrios a las consecuencias del ciclo económico
sobre la balanza corriente. Pero, mientras que el desarrollo de los mercados de capitales alimentaba
un boom inflacionista de la liquidez en el mundo, el papel particular del dólar y la falta de un
principio de acción colectiva eficaz plantearon a los socios de Estados Unidos el dilema entre la
sumisión a una disciplina de ajuste, o la resignación a dejar que los desarrollos se acumularan.
360
Finalmente, la presión de los mercados obligaría a las autoridades monetarias a seguir una línea de
mínima resistencia, conducente a un tipo de cambio flexible. La renovación de las paridades fijas,
conseguida por los acuerdos del Smithsonian, duró poco: después del abandono sucesivo de
diferentes monedas, como el de la libra esterlina en mayo de 1972, se produjo un boom de las ventas
de dólares en los mercados de cambio de 1973, a tal punto que, en marzo, fue necesario cerrar los
mercados por una semana. Cuando los volvieron a abrir, el dólar frotaba.
La Crisis del Petróleo trajo nuevos temores, relacionados con el aumento de los déficits exteriores
de los países desarrollados importadores de petróleo, y el reciclaje de sus excedentes. La flotación se
prolongaba, y la crisis alejaba cada vez más la perspectiva de una vuelta a las paridades estables.
El G20 buscó orientar a sus trabajos hacia medidas susceptibles de aplicación inmediata: sostenían
que las tasas de inflación elevadas y muy divergentes entre los países desarrollados no permitirían
una salida inmediata de la flotación. Así, era necesario fijar un marco provisional que permitiera el
Fondo continuar con sus actividades. Finalmente, se propuso hacer una segunda enmienda al
acuerdo, iniciando una serie de tratados que concluyeron en 1976, con el Acuerdo de Jamaica.
El Acuerdo de Jamaica:
Estados Unidos estaba empeñado en demostrar la superioridad de la flotación, mientras que Francia,
si bien se oponía a la flotación, sabía que, con la inflación del momento, era ilusorio volver al tipo de
cambio fijo. Finalmente, la redacción del acuerdo logró ocultar estas divergencias, llevando la marca
del carácter claramente irreconocible de las posiciones de los dos principales protagonistas.
Los términos del compromiso:
Francia rechazó mencionar explícitamente la flotación en los estatutos del FMI. Las partes no
consiguieron caracterizar al sistema internacional de otro modo que siendo “de la naturaleza del que
existía el 1 de enero de 1976”.
El texto ratificaba la gran diversidad de regímenes cambiarios aplicados en ese momento, dejando a
cada país la libertad de adoptar a su elección el régimen, siempre que se le notificara al FMI. En
junio de 1975, sólo 11 países dejaron flotar su moneda (pero representaban casi la mitad de los
intercambios comerciales de los miembros del Fondo), siete unieron sus paridades al marco de la
serpiente monetaria europea18, y el resto ligaba su moneda al dólar (54) o a otras divisas, el DEG, o
una cesta compuesta.
Mientras tanto, se le dejó al FMI la tarea de definir y adoptar los “principios específicos” que debían
guiar a los Estados en la aplicación de las políticas cambiarias de los Estados miembros.
Paradójicamente, se le daba al Fondo una función de vigilancia, mientras que las naciones aún no se
habían puesto de acuerdo sobre el respeto a ninguna regla, ni había criterio alguno de
comportamiento que no fuera sometido a controversia. Así, el FMI ya no era el guardián de las reglas
internacionales, sino el vigilante de las políticas discrecionales de los Estados.
Todo esto aumentaba el peso político del ejecutivo del Fondo. De hecho, la segunda enmienda
preveía la creación de un Colegio, que hubiera llenado el vacío institucional entre el Consejo de
18
Mecanismo de cooperación monetaria que establecen los Estados miembros de la Comunidad Económica Europea,
fijando unos márgenes de fluctuación de las distintas monedas en el planeta respecto al dólar estadounidense
361
que el comercio internacional, y con mayor motivo, que los crecientes desequilibrios de
pagos.
Por eso, no tenía formas de limitar el acceso a la financiación de los países deficitarios.
Además, con tal de que un país fuera considerado solvente, no tendría ningún límite a su
financiación externa (siempre que pudiera pagar el tipo de interés exigido).
El acceso a estas fuentes de financiación de las balanzas de pagos podía llevar a que los
países retrasen las políticas de ajuste que se les imponían, y los mercados que regulaban la
concesión de créditos eran incapaces de evaluar correctamente la solvencia de los prestatarios
soberanos, provocando ciclos en los que al exceso de endeudamiento le sigue un
agotamiento total de los créditos, interrumpiendo repentinamente la financiación externa de
algunas economías. Esto generaba una gran disparidad entre los países industrializados (con
amplio acceso a los mercados internacionales de capitales), y los otros (para quienes este
acceso era restringido o intermitente).
Ambas disfunciones crearon nuevos campos de acción del FMI. Aunque el Fondo no ha podido
imponerse en el control de la inestabilidad de los tipos de cambio, sí se convirtió en el gestor
privilegiado de las situaciones de endeudamiento excesivo.
Supervisión de las políticas cambiarias y prevención de la crisis:
El Artículo 4 de los estatutos revisados establece el principio de la firme vigilancia del FMI en las
políticas cambiarias de los Estados miembros enuncia las informaciones que éstos deben
comunicarle para el buen ejercicio de su misión y prevé un procedimiento de consulta anual,
habitualmente conocido como consulta del artículo IV. Se decidió que ésta tuviera lugar, al menos,
una vez al año, con cada uno de los países miembros, y reflejarse en una decisión del Consejo de
Administración, dando lugar a elogios y censuras.
Los nuevos fundamentos de la supervisión:
La supervisión, ahora, se basaba en nuevos fundamentos: especialmente, se censuraba la devaluación
competitiva, o el mantenimiento artificial de un tipo de cambio devaluado mediante intervenciones
en los mercados, controles de cambios y prácticas comerciales restrictivas. No se trataba de que el
Fondo determinara, como antes, el “buen” tipo de cambio de una moneda: a lo sumo, podía constatar
que un tipo de cambio era “malo” por la persistencia de las intervenciones en un único sentido en el
mercado de cambios.
Estas manipulaciones de los tipos de cambio pasaron a ser meros indicadores, susceptibles de incitar
al Fondo a entablar conversaciones con un Estado miembro, y no de criterios decisivos, que pongan
de manifiesto que una política cambiaria no era adecuada. En 1977, se estableció que, para
determinar si un país manipulaba su tipo de cambio, el Fondo estaría atento a:
364
Este énfasis en el control de capitales terminó contribuyendo a la eliminación (deseada por Estados
Unidos) de la distinción entre las restricciones cambiarias en las transacciones corrientes y los
movimientos de capitales.
Por otro lado, se enunciaba la necesidad de que un miembro evite fluctuaciones perturbadoras a
corto plazo de su moneda, independientemente del nivel del tipo de cambio. Si llegara el caso, el
Estado miembro debía intervenir en los mercados cambiarios para poner fin al desequilibrio. De
igual forma, esta definición de “fluctuación errática” terminó siendo una tautología.
La supervisión y la imposible estabilización del sistema monetario internacional:
La variabilidad de los tipos de cambio fue uno de los factores más perturbadores del entorno y las
relaciones económicas internacionales durante los años ochenta. Resultó que los principios definidos
en la decisión de 1977 no eran suficientes para establecer las condiciones de una estabilización de los
tipos de cambio. Los principios sobre los que los Estados miembros se habían puesto de acuerdo no
alcanzaban, por sí mismos, para estabilizar las paridades, ya que no suponían ningún compromiso
sobre las políticas económicas.
De hecho, la ausencia de manipulación no es una condición suficiente para que surja un tipo de
cambio satisfactorio: la manipulación de los tipos de cambio no fueron un problema serio, pero las
fuerzas del mercado no conducen, necesariamente, a un tipo de cambio adecuado. La estabilidad de
los precios tampoco es condición suficiente para restaurar la estabilidad en la cotización de las
monedas.
El FMI ha desarrollado una supervisión multilateral, que toma la forma de un informe semestral
conocido como Perspectivas sobre la Economía Mundial, el cual ofrece un conjunto de análisis y
previsiones sobre la evolución de la economía mundial, sin incluir recomendaciones de política
económica a los grandes países industrializados.
Las instancias de decisión del FMI apenas han tenido influencia en la gestión de los tipos de
cambio de los países desarrollados, ya que éste ha perdido sus medios de presión financiera sobre
estos países. Se limita su examen sobre las políticas macroeconómicas adoptadas “con objetivos de la
balanza de pagos”.
El Fondo, sin poder influir en los ajustes entre los grandes países industrializados, vio disminuir su
responsabilidad en la gestión global del sistema monetario internacional. Cuando los grandes países
se pusieron de acuerdo para restringir las fluctuaciones más importantes entre sus monedas, lo
hicieron mediante otros procedimientos de coordinación, como el G7 o el G3, donde se reunían, lejos
de las miradas indiscretas del mundo.
A pesar de todo esto, la supervisión bilateral se amplió progresivamente, más allá de su definición
inicial. Se reforzaron los papeles del Consejo y la asistencia técnica, y el análisis de los servicios del
Fondo sobrepasó el ámbito de las políticas macroeconómicas que influyen de manera decisiva en el
tipo de cambio. La supervisión se extendió a dominios más estructurales, como política industrial,
social o medioambiental. Más recientemente, ha aparecido otra tendencia: la del respeto a las nuevas
reglas internacionales, bajo la forma de normas prudenciales y códigos de buenas conductas en
materia de política económica.
365
Toda esta extensión del campo de supervisión se determinó por el fortalecimiento del papel del
FMI en los países en desarrollo, sobre todo a partir de la crisis de la deuda de los años ochenta.
Paradójicamente, cuando se apartó al Fondo de la regulación global del sistema de cambios, marginó
en materia de financiación de la balanza de pagos, y privó de cualquier medio para prevenir el
estallido de la crisis, se lo puso en un papel central en la gestión de la misma.
Gestión de las crisis y condicionalidad:
En los años setenta, la parte del Fondo dedicada a la financiación de los PVD se redujo hasta
representar apenas un 3%. ¿Por qué? Porque la mayoría de los prestamistas preferían apartarse de las
reglas de condicionalidad dictadas por el Fondo e ir a los bancos comerciales cuando disminuían las
diferencias entre el tipo prestatario y el prestamista, y se alargaban los plazos medios, pero con
condiciones e intereses idénticos.
El Fondo no tenía influencia sobre el escenario global, en el que la relación real de intercambio de
los países en desarrollo no productores de petróleo se estaba degradando constantemente desde 1978,
y los precios de los productos primarios habían descendido respecto a los de los bienes
manufacturados. La inversión de la jerarquía entre tipo de interés real y tasa de crecimiento fue un
motivo esencial del empeoramiento de los déficits corrientes de estos países. La apreciación del dólar
y la espectacular subida de los tipos de interés americanos en 1980-1981, por una carencia absoluta
de cooperación monetaria internacional, precipitó un aumento fatal de la deuda.
Después de 1979-1980, el déficit corriente agregado de los PVD importadores de petróleo subió
hasta un 25% de las exportaciones en 1981, y el peso del servicio de la deuda al 19% de las
exportaciones. Pero los bancos continuaron prestándoles masivamente hasta 1982, sin aumentar
apenas su prima de riesgo. Los bancos no pudieron disciplinar el flujo de endeudamiento, ni evaluar
correctamente el riesgo del crédito, que es particularmente difícil de percibir y determinar cuando el
deudor es un Estado soberano, ya que no se puede embargar sus activos en caso de quiebra.
El incremento de los créditos bancarios fue sostenido por la llegada de nuevos bancos, por lo que
ninguno de ellos podía evaluar, individualmente, los riesgos en los que incurría controlando
simplemente su propia financiación. Las deudas de los PVD usualmente correspondían a préstamos
otorgados por bancos débilmente capitalizados. En un contexto muy competitivo, los bancos
encontraban su beneficio en los grandes volúmenes de préstamos.
La suspensión de los pagos de la deuda mexicana en agosto de 1982 amenazó la salud de los
países deudores, de golpe privados de financiación, sino también la del sistema financiero
internacional. Estados Unidos proporcionó la ayuda de urgencia, y, unas semanas más tarde, el BPI
dio una línea de crédito a corto plazo. El Fondo se convirtió en el intermediario entre los bancos
internacionales y los países endeudados, con apoyo del gobierno norteamericano:
Negoció con México un acuerdo clásico sobre el restablecimiento del equilibrio de los
pagos, recomendándole devaluar para obtener un tipo de cambio real competitivo, sanear el
presupuesto público, y limitar estrictamente el crecimiento del crédito interno.
Entró en contacto con los acreedores para que aceptaran reprogramar sus préstamos,
mantener sus créditos comerciales, y renovar los créditos que llegaban a su vencimiento para
evitar la suspensión en el pago de intereses.
366
Así, el FMI se convirtió en un sustituto y catalizador de los capitales privados. Sus créditos netos,
casi insignificantes a finales de los años setenta, alcanzaron casi un quinto de las aportaciones
financieras a los PVD en 1983.
Ante todo, asumía un papel inédito, de gestor de crisis financieras, a través de dos instrumentos:
a) Financiación concertada: permitía evitar movimientos de retirada masiva de capitales, que
habrían tenido efectos desastrosos para la comunidad financiera.
b) Condicionalidad ligada a su ayuda financiera: era el incentivo esencial de la financiación
concertada. Desde los años sesenta, los acreedores públicos y privados habían comenzado a
asociar sus préstamos a los desembolsos del Fondo en el marco de los acuerdos adquiridos
con los países deudores. Pero, a partir de la crisis de 1982, la disciplina impuesta por el
Fondo se convirtió, para muchos países, en la condición sine qua non para volver a obtener
financiación exterior y reforzar la confianza de los acreedores.
Ahora, al FMI se le pedía resolver los problemas de financiación de los países cuyo acceso a los
mercados de capitales era errático o inexistente. A partir de comienzos de los ochenta, su ayuda
financiera benefició exclusivamente a los países en desarrollo, mientras que los países
industrializados eran sus principales accionistas. Tenía un mandato implícito de gestor de crisis y
garante de la disciplina de los países endeudados, siendo un mediador entre los países en
dificultades, los gobiernos de los países ricos que participaban en la financiación multilateral pública,
y los grandes bancos internacionales, que asumían un papel primordial en la financiación de las
balanzas de pagos de los PVD.
Inglaterra. No se exigía que el deudor realizase ningún tipo de ajuste con el acreedor: la
suma de todos los superávit bilaterales de un país con otros miembros durante ese mes,
menos todos sus déficit bilaterales, sería recogida por el BIP como “posición neta” de ese
mes.
2) Las disposiciones netas mensuales de cada miembro fueron recogidas por el BIP, con el
signo correspondiente, y acumuladas. Así, al final de cada mes, cada miembro tenía una
posición acumulada con la Unión. Como, en el cálculo de la posición neta acumulada de
cada miembro, todos sus déficit bilaterales mensuales hasta la fecha se compensaban con sus
superávit bilaterales, todos los déficit compensables y los recíprocos entre miembros eran
cancelados.
3) Al final de cada mes, el cambio en la posición neta acumulada en relación con la del mes
anterior debía saldarse entre el miembro y la Unión.
4) Para saldar cualquier cambio en la posición neta acumulada de un miembro, no
importaba por qué era ese cambio. Se proporcionaba un mecanismo de ajuste totalmente
multilateral entre los miembros.
5) Los principales medios de
ajuste eran el oro (o los
dólares norteamericanos) y
los “créditos”, que eran
créditos medidos en la
moneda del prestatario que el
prestamista se comprometía a
acumular hasta cierto límite.
Cuando la Unión daba crédito
a un miembro, acumulaba
créditos en términos de su moneda, y, cuando un miembro concedía crédito a la Unión,
acumulaba créditos expresados en la “unidad de cuenta” de la Unión.
En la UEP, los miembros no hacían ninguna contribución inicial de sus monedas a un pool
común, como en el FMI: en cambio, pagaban en sus monedas (o promesas de ellas) lo que
fuera necesario cuando tenían déficit con la Unión. Como no existía un pool común, la Unión
tampoco podía saldar con un miembro excedentario en su propia moneda, así que surgió la
necesidad de proporcionarle su unidad de cuenta como medio de ajuste nuevo.
6) La “unidad de cuenta” de la Unión servía como unidad de cuenta en la que se recogían
las posiciones netas acumuladas de los miembros. Para este propósito, la unidad de cuenta
tenía el mismo valor en oro que el dólar de Estados Unidos.
368
7) La fórmula para
establecer al
proporción entre oro (o
dólares) y créditos en
un ajuste mensual
determinado dependía,
antes de julio de 1954,
de la “cuota” asignada a
cada miembro, y de una
fórmula que relacionaba
la proporción oro-crédito
con el déficit o superávit
neto acumulado de un
miembro, expresado
como porcentaje de su
cuota. Podemos verlo en
el cuadro, junto con las
correcciones menores
que se hicieron a partir
de 1953.
Entre mediados de 1954
y agosto de 1955, la
relación oro-crédito permaneció invariable en el 50:50, y, posteriormente, en el 75:25, hasta
la desaparición de la Unión a finales de 1958.
Para evitar que los ingresos de la Unión en oro y dólares fueran menores que sus pagos, la ACE
contribuyó con un aporte inicial de 350 millones de dólares.
Podemos ver la diferencia del principio en el que se basaban las fórmulas de la UEP para los pagos
en oro contrastándolo con el principio por el que se exigían previamente pagos en oro según los
acuerdos bilaterales: por ejemplo, según su acuerdo bilateral con Bélgica, Inglaterra perdería oro si
su déficit bilateral con este país alcanzase el límite de crédito acordado, y el oro nunca volvería a
Inglaterra, a menos que posteriormente tuviera un superávit lo suficientemente grande y persistente
para acabar con su déficit acumulado y crear un superávit acumulado en exceso del límite del crédito
acordado las pérdidas de oro no solían volver, si lo hacían, hasta después de un largo período.
En cambio, las pérdidas de oro de la UEP volverían en cuanto un miembro tuviese un superávit
corriente en un determinado mes: no era necesario eliminar su déficit acumulado, ni crear un
superávit acumulado, para obtener devoluciones del oro.
Los ajustes de la posición neta acumulada de un miembro con la Unión por el uso de recursos
existentes, posiciones iniciales o recursos especiales, se conocían como ajustes antecuota, y lo que
quedaba de la posición neta acumulada de un miembro después de los ajustes antecuota se conocía
como su posición acumulada contable. Era ésta la que decidía, en cada mes, la proporción en la que
debían mezclarse el oro (o dólares) y los créditos en la realización de los ajustes.
369
Ejemplo estadístico:
Si vemos el cuadro,
observamos cómo se
realizaban, en la práctica,
los ajustes de la UEP.
En la tercera columna,
vemos la posición
acumulada neta de cada
miembro (déficit, marcado
con -, o superávit, marcado
con +) de cada país
miembro con todos los
demás miembros tomados
en conjunto. El total de los
superávit globales es
necesariamente el mismo
que el de los déficit
globales.
La columna 4 marca la
cantidad de recursos
existentes que los países deficitarios deciden usar para saldar con la UEP (marcada con -) y la
cantidad y “nacionalidad” de las monedas adquiridas por la UEP de ese modo (marcada con +). El
exceso de la columna 3 sobre la 4 se usaba para cancelar una cantidad equivalente de la posición
acreedora inicial de un país deficitario (marcada con -) o la posición deudora inicial de un país
excedentario (marcada con +), si se habían creado estas posiciones iniciales. Si las posiciones
iniciales no se creaban, o se hacían de forma equivocada, si la cantidad fuese insuficiente para hacer
frente al exceso de la columna 3 sobre la 4, quedaba un saldo en la sexta columna, correspondiente al
superávit contable acumulado del miembro (+) o al déficit contable acumulado de un miembro (-),
que debía saldarse por un crédito (columna 7) o en oro y dólares (columna 8).
Además del total de 310.000.000 dólares de déficit (y superávit) globales que recoge el cuadro, en
estos tres meses hubo un total adicional de cerca de trescientos millones de déficit recíprocos y
déficit compensables. Éstos se saldaron automáticamente, por cancelación mutua.
discriminación. Pero esta disposición exigía del consentimiento unánime de los países
miembros, incluyendo al miembro al que se quería discriminar.
e) En los estatutos de la UEP, había una disposición opuesta para un país con una posición
deudora excesiva: en esta situación, un país podía suspender temporalmente medidas que
hubiese tomado para liberar el comercio.
El éxito de la liberalización del comercio dentro de la OECE fue enormemente facilitado por la
existencia de la UEP, con sus acuerdos multilaterales que permitían ajustes relativamente
“suaves”.
Disolución de la UEP:
La aceptabilidad del crédito de la UEP por parte de un país excedentario provenía enteramente de su
valor como un medio:
1) Para saldar futuros déficit.
2) Para obtener una parte de los activos de la Unión cuando el país se retirase de ella, o
ésta fuese disuelta.
Así, las disposiciones referentes a la disolución de los estatutos originarios de la UEP debían ser
suficientemente generosas con los acreedores de la Unión para lograr la adhesión de países que
buscaran tener una posición de superávit global, pero sin imponer, al mismo tiempo, sobre los
deudores de la Unión, una carga tan pesada que los probables deudores tuvieran reparos para unirse.
Por eso, las disposiciones refrentes a la disolución tenían como objetivo:
a) Conceder a los acreedores de la Unión, en caso de liquidación, un derecho sobre el oro y
dólares de la Unión, y el derecho a que la mayor parte de su saldo acreedor sea pagado por
los países más grandes y estables.
372
b) Dar a los miembros deudores, en caso de liquidación, el derecho de saldar sus deudas con
la Unión en moneda de otros miembros y no en dólares, y a extender una parte importante de
sus devoluciones varios años.
Cuando, en diciembre de 1958, la UEP se vio superada por el Acuerdo Monetario Europeo (AME),
el procedimiento de liquidación adoptado en realidad se conformó muy estrechamente con los
términos de las disposiciones del acuerdo original.
El activo y pasivo final de la Unión fue igualado
por la transferencia del superávit a un fondo
creado en el AME, y se liquidaron de la siguiente
forma:
Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, se empiezan a revisar algunas cosas: el Fondo siempre
tuvo sus críticas, provenientes del sector bancario que efectuaba préstamos, y que entraba en crisis.
También, hubo voces muy fuertes provenientes de Estados Unidos, que sostenían que, después de
tantos esfuerzos de guerra, que conllevaron el sufrimiento de la población, al racionamiento
económico y a la angustia, el país debía preocuparse por él: dejar la carga de la preocupación
internacional, de mirar a Europa, y comenzar a mirar hacia adentro.
Entonces, el FMI representaba un mayor involucramiento de Estados Unidos en el mundo, en contra
del sector más aislacionista, que consideraba que ya hicieron su parte, y, ahora, había que volver a
casa. El sistema fue aprobado, con cierta resistencia, pero fue aprobado al fin.
Otra preocupación era: si la guerra había sido el Tercer New Deal… ¿qué pasaba, ahora que había
terminado? La existencia de años de gracia para que los países se adaptaran al sistema del Fondo
Monetario Internacional despertaba ciertas reticencias, porque, durante esta época, la economía de
Estados Unidos no podría funcionar en su totalidad, por las restricciones al comercio impuestas
desde estos Estados.
En esta época, se sucederá una enorme cantidad de hechos: Estados Unidos se planteaba una
dicotomía, ¿cómo podía hacer para aprovechar al máximo el sistema del Fondo Monetario
Internacional, si bien le presentaba ciertas dificultades en estos primeros años de gracia, sabiendo
que no las podía cambiar? Hagamos una línea de tiempo: en 1944, se firma Bretton Woods.
Recordemos que, durante la guerra, Estados Unidos colaboraba con los Aliados bajo el sistema de
préstamos y arriendos. Teóricamente, lo que se había acordado entre Roosevelt y Churchill era que
el sistema no se iba a suspender inmediatamente con el fin de la guerra, sino que se iba a preservar
un poco de tiempo más. La expectativa era que la derrota a Alemania sería inminente, pero que
Japón, por la experiencia que se estaba teniendo en el frente del Pacífico, continuaría prestando
resistencia: los japoneses no se rendirían.
Lo que se veía, ante este panorama, era que la derrota de Japón no iba a ser tan sencilla: si costaba
tanto conquistar los islotes que NO estaban en el territorio de Japón, sino en sus cercanías, para
conquistar Japón se especulaba que debía hacerse un desembarco como el de Normandía, pero con
más dificultades. En Normandía, los franceses estaban a favor de los Aliados; en cambio, en Japón,
la población estaba fanatizada por la guerra, y era profundamente hostil al bando aliado. Por eso,
hacia 1944, se esperaba que la guerra terminara en Europa, pero continuaría en Japón, donde debían
gastarse todos los esfuerzos para derrotar al país asiático Japón sería derrotado, pero con un
costo muy alto.
Se especulaba que, en 1944, la guerra se habría relajado en Europa, pero la continuación del conflicto
en el frente del Pacífico le permitiría a Roosevelt seguir ayudando a los europeos bajo el paraguas del
sistema de préstamos y arriendos mayores beneficiarios del sistema: Inglaterra y la Unión
Soviética.
Pero nada salió como fue planificado:
a) Alemania se rindió recién en 1945.
375
El problema se resuelve con la urgencia: Inglaterra debía pedir el préstamo, porque no le quedaba
otra. Se envió a John M. Keynes para negociarlo. Estados Unidos estableció una serie de
condiciones, fundamentalmente la de establecer la convertibilidad de la libra implícitamente, se
rompe con la preferencia imperial, sin esperar los cinco años estipulados por Bretton Woods para
declarar la convertibilidad. Asfixiando financieramente a Inglaterra, la potencia europea más
importante, se la obligaba a acelerar la convertibilidad, todo esto sin modificar el estatuto de Bretton
Woods.
Keynes se ve en una situación bastante compleja: el laborismo se mostraba reticente, pero debía
negociarlo, no había remedio. Lo único que logra es postergar el compromiso de la convertibilidad
por un año. El préstamo se aprobó en julio de 1946, con lo cual se le daba plazo a Inglaterra hasta
julio de 1947 para declarar la convertibilidad.
En el medio de todo esto, hay otro evento: con el fin de la guerra, el compromiso era poner en
funcionamiento las instituciones de Bretton Woods, pues se había estipulado que éstas
376
comenzarían a funcionar cuando termine el conflicto. A comienzos de 1946, hay una primera
reunión del FMI, muy importante, pues aquí debían establecerse una serie de reglamentaciones y
prácticas que marcarían a fuego el desenvolvimiento del organismo. Fue en Savannah, Estados
Unidos; e Inglaterra envió a Keynes, nuevamente, pues fue quien negoció el organismo, con White
(cuya figura se desvaneció con la salida de Morgenthau, tras la muerte de Roosevelt).
Keynes era consciente de que debía ir a salvar lo que podía de lo que él creía que debía ser el
organismo internacional, moderando la hegemonía americana, que parecía indetenible. Va a
Savannah con algunos objetivos:
1) Lograr que White sea nombrado Director General del FMI, lo que le daría al Fondo la
impronta de quien negoció con él, y con quien, eventualmente, podría discutir alguna
desviación de los principios de la organización conocía la letra chica de la negociación y
los intereses en juego.
2) Que la sede del Fondo, como la de la ONU, estuviera en Nueva York, como una forma de
darle un aspecto internacionalista a la organización sabiendo que la sede iba a estar,
inexorablemente, en Estados Unidos, buscaba que no estuviera establecida en Washington, su
capital política, para que quede, simbólicamente, como un apéndice de poder del país.
3) Que el staff del FMI no fuera de planta permanente, que genere una burocracia
dependiente de autoridades norteamericanas. En cambio, proponía la existencia de
funcionarios con cierta movilidad, expertos que no tuvieran una sede definitiva, sino que
fueran consultados en determinados casos.
Pero fracasó en todos sus objetivos:
Ò White no fue nombrado Director General del Fondo, primeramente porque su figura había
sido diluida; y, además, porque se pensaba que el BM necesitaría de fondos, los cuales
probablemente recurran a préstamos del sistema financiero de Wall Street. Debían encauzarse
algunos recursos financieros de Estados Unidos al Banco Mundial, por lo que se consideraba
que el director del BM debía ser alguien proveniente del sector financiero. Para no
desbalancearlo, se pensaba que, como el BM estaba dirigido por un norteamericano, el FMI
debía ser encabezado por un europeo. Por eso, se designó como Director General a un ex
Ministro de Economía belga, profundamente ortodoxo este postulado se ha mantenido,
casi incólume, hasta la actualidad: el BM, históricamente, tuvo directores norteamericanos; y,
el FMI, europeos.
Ò La sede se estableció en Washington.
Ò El staff del FMI fue de planta permanente.
Volviendo del viaje, Keynes tuvo un ataque cardíaco, y murió seis meses después.
¿Qué pasó tras la muerte de Keynes? Inglaterra honró el compromiso que había tenido con Estados
Unidos, y, en 1947, declaró la convertibilidad de la libra. Sin embargo, tres semanas después, la
suspendió, porque se le estaban escapando de entre los dedos el oro y los dólares que tenía
acumulados: todo el mundo quería sacarse de encima las libras. La desconfianza contra la libra era
manifiesta, y las reservas eran extremadamente exiguas todo el plan de Truman se derrumba,
porque el mercado no tiene confianza en la libra.
377
En agosto de 1947, entonces, el escenario cambia: Estados Unidos debió reflexionar sobre si era
viable el camino de acelerar el proceso para lograr la convertibilidad de las monedas, el libre cambio
y el multilateralismo si Inglaterra, la principal potencia europea y con mayor desarrollo
económico, no pudo sostener este escenario… ¿qué pasaría con el resto de los países?
Un elemento importante fue que, a comienzos de 1947, había surgido la Doctrina Truman, que le dio
un nuevo condimento al escenario, y que explicó por qué Estados Unidos aceptó dócilmente la
suspensión de la convertibilidad de Inglaterra el país, ahora, tenía otras preocupaciones: la
guerra contra el comunismo.
La Doctrina Truman:
Estábamos en una época donde, se suponía, los acuerdos de posguerra generaban zonas de influencia
a las potencias ganadoras, incluyendo a la Unión Soviética. Pero había cierta reticencia de las tropas
soviéticas, en su avance expansionista, de retroceder a los límites acordados esto se hizo cada vez
más evidente a medida que pasaba el tiempo, y eclosionaría a comienzos de 1947, cuando Inglaterra,
que desde 1925 venía en una situación de inestabilidad y problemas económicos que no podía
resolver de forma consistente, tenía una esfera de influencia que no estaba en condiciones de
mantener. Le era muy costoso y difícil, con lo cual su posibilidad de cumplir el compromiso se veía
bastante perjudicada.
Grecia y Turquía eran dos zonas establecidas de influencia británica. Sin embargo, la Unión
Soviética presionaba en ambos países:
378
A eso se suma que la resistencia, en los países occidentales, a la guerrilla partisana (en general, de
izquierda y con apoyo comunista), era bastante mal vista, pues los partisanos eran vistos como
héroes, que estaban dispuestos a entregar su vida por la causa. La guerrilla era vista como un acto
individual y heroico. Así, la izquierda emerge con un gran prestigio político, y todo lo que fuera de
derecha era sospechado.
Ni el capitalismo ni la derecha estaban bien vistos tras la Segunda Guerra Mundial, y, en muchos
casos, eran considerados hasta cómplices, que se habían enriquecido durante el conflicto.
Consecuentemente, las elecciones que se dan en la inmediata posguerra tienen un componente de
izquierda en su conformación, por la cantidad de votos que habían logrado colectar: en Inglaterra,
gana el laborismo; lo que se replica en Francia y en Italia.
El Plan Marshall serviría, en gran parte, como un disciplinador, que les indicaba a los países
europeos que debían comportarse de cierta forma para obtener los beneficios.
La Doctrina Truman tuvo, como puntapié inicial, un discurso que dio Truman en marzo de 1947
sobre el retiro de Inglaterra de algunas de sus zonas de influencia, por su incapacidad económica.
Expresa que el gobierno británico ya no podía enviar ayuda económica ni financiera a Turquía.
Como en el caso de Grecia, si debía contar con el auxilio que requería, Estados Unidos iba a
brindarlo: era el único país con la capacidad de hacerlo.
Expresa el maniqueísmo que subyacía detrás de la Guerra Fría: o eras bueno o eras malo, sin zona
intermedia. Lo podemos ver en esta frase:
Cada nación debe elegir entre dos formas de vidas alternativas: régimen democrático o terror
comunista. La democracia, la vigencia de las instituciones republicanas, el imperio de la voluntad
mayoritaria, el gobierno representativo, las elecciones libres, la garantía de la libertad individual,
el respeto de la comunidad internacional bajo los principios de la ONU, o la voluntad impuesta
bajo el terror de una minoría, el poder de opresión del círculo gobernante, la violación de los
derechos humanos fundamentales, las elecciones manipuladas para la designación de dirigentes,
prensa y radio controladas, total supresión de las libertades personales.
Creo que la política de los Estados Unidos debe ayudar a los pueblos que luchan contra las
minorías armadas o contra las presiones exteriores que intentan sojuzgarlos. Creo que debemos
379
ayudar a los pueblos libres a cumplir sus propios destinos de la forma que ellos mismos decidan.
Creo que nuestra ayuda debe ser principalmente económica y financiera, que es esencial para la
estabilidad económica y política.
Ahora, se plantea un dilema: si había que mantener una política de dólar escaso, ¿cómo se podía
brindar esa ayuda? Ahí, entró el Plan Marshall.
Que Europa requería de cubrir sus necesidades, pero no tenía los medios para hacerlo.
Que Estados Unidos era el único país capaz de ayudarlos.
Que la Unión Soviética estaba buscando aumentar su poderío y prestigio amenaza
soviética.
Que, si se quería que hubiera paz, había que lograr que los pueblos europeos se inclinen
a favor de Estados Unidos ¿por qué hablaba de paz? Porque, pese a que la Segunda
Guerra Mundial había concluido, la amenaza soviética estaba en el horizonte.
Lo podemos ver en el siguiente fragmento:
¡No necesito decirles, señores, que la situación del mundo es muy grave!, toda persona inteligente
tiene que sentirlo así. Creo que una dificultad estriba en que, por ser el problema de tan gran
complejidad, la misma masa de los hechos presentados al público por la prensa y la radio hace
extremadamente difícil que el hombre de la calle pueda enjuiciar con claridad la situación.
Además, las gentes de este país están lejos de las zonas de perturbación de la tierra y no pueden
380
fácilmente percibir ni la apurada situación y las lógicas reacciones de unos pueblos que han
sufrido durante largo tiempo, ni el efecto de esas reacciones sobre sus Gobiernos, en lo que atañe
a nuestros esfuerzos para instaurar la paz en el mundo.
Al considerar las exigencias que impone la rehabilitación de Europa se estimaron correctamente
las pérdidas en vidas humanas y la visible destrucción de ciudades, fábricas, minas y ferrocarriles,
pero durante los últimos meses se ha puesto de manifiesto que esta destinación visible es,
probablemente, menos grave que la dislocación de la entera armazón económica europea.
Durante los diez últimos años, las condiciones reinantes han sido sumamente anormales.
Los febriles preparativos de guerra y el aún más febril mantenimiento del esfuerzo bélico,
consumieron por entero las economías de las naciones. La maquinaria o se encuentra en estado
irreparable o ha quedado completamente anticuada. Bajo la arbitraria y destructora dominación
nazi, prácticamente todas las empresas viables quedaron incorporadas al engranaje de la máquina
de guerra alemana. Antiguos lazos comerciales, instituciones privadas, bancos, compañías de
seguros y empresas de navegación desaparecieron por perder su capital, por ser nacionalizadas o,
simplemente, por destrucción. En muchos países, la confianza en la moneda nacional ha quedado
muy quebrantada. El hundimiento de la estructura mercantil en Europa durante la Guerra fue
completo. El hecho de no haberse llegado todavía, a los dos años de cesar las hostilidades, a un
tratado de paz con Alemania y Austria, ha retardado considerablemente la recuperación. Pero,
aun en el caso de una más rápida solución de estos difíciles problemas, la rehabilitación de la
estructura económica de Europa requerirá, es seguro, un período mucho más largo y un esfuerzo
mucho mayor de lo que estaña previsto.
Aparte de su efecto desmoralizador sobre el mundo entero y de los desórdenes que pueden surgir
de la desesperación de los pueblos afectados, las consecuencias de esta situación para la economía
norteamericana han de ser obvias para todos. Es lógico que los Estados Unidos hagan cuanto esté
en su mano pava contribuir al retorno del mundo a un estado normal de salud económica, sin el
cual no puede haber estabilidad política ni puede asegurarse la paz. ¡Nuestra política no se dirige
contra ningún país o doctrina, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos!
Su propósito debe ser el restablecimiento de una economía mundial en plena marcha que permita
el resurgir de las condiciones políticas y sociales bajo las cuales pueden existir instituciones libres.
Tal ayuda, estoy convencido de ello, no puede concederse fragmentariamente, conforme vayan
surgiendo las crisis. Cualquier ayuda que este Gobierno conceda en el futuro debe procurar una
curación, y no un simple paliativo. Todo Gobierno deseoso de ayudar en la tarea de la
recuperación encontrará, estoy seguro, la más completa cooperación con el de los Estados
Unidos.
Ningún Gobierno que maniobre para bloquear la recuperación de otras naciones puede esperar
nuestra ayuda. Aún más: aquellos gobiernos, partidos políticos o grupos que busquen la
perpetuación de la miseria mundial, con el objeto de sacar ventajas políticas o de cualquier otra
clase, se enfrentarán con la oposición de los Estados Unidos.
381
Cuando se recibió este discurso del otro lado del Atlántico, los europeos se lo tomaron como que
Estados Unidos estaba diciendo que los iba a ayudar. Los norteamericanos confirmaron que los
ayudarían, pero les pusieron una condición: que debían armar un requerimiento con lo que
necesitarían exactamente, es decir, la magnitud de la calidad de la ayuda que se necesitaba. Además,
tenían un período de tiempo limitado para hacerlo: como debía ser debatido en el Congreso, el
requerimiento tendría que ser presentado antes de que ése entre en receso.
Inglaterra y Francia convocaron a una reunión en la que participaría una enorme cantidad de países
europeos, incluyendo a la Unión Soviética. Los requerimientos debían ser negociados por todos los
países en consenso, lo que les planteó un problema a los europeos: el ponerse de acuerdo. En
principio, todos querían obtener las mayores ventajas relativas individuales. Pero el tiempo pasaba, y
no se resolvía nada.
Por otro lado, la Unión Soviética ve al Plan como un desembarco del capitalismo norteamericano
sobre su zona de influencia. Por eso, al principio da la orden a los países soviéticos que participen de
las reuniones, pero que las obstaculicen, para que la ayuda no llegue a tiempo. Sin embargo, como
sus intenciones eran evidentes, esto generó bastante impopularidad, por lo que los Estados satélites
terminaron retirándose de las negociaciones, a excepción de Yugoslavia, que tenía la intención de
mantener la autonomía. Pero fue obligado por la Unión Soviética a retirarse.
A cambio, la Unión Soviética lanzó el Plan Molotov (Molotov era el Canciller soviético), con la
intención de que los países de Europa Oriental no vieran que estaban perdiendo sus beneficios, y que
la Unión Soviética iba a aportar su parte. Pero el intento no prosperó demasiado, y no logró
contrabalancear el Plan Marshall.
¿Por qué el Plan Marshall se llamaba Plan Marshall, y no Plan Truman? Porque la figura de Truman,
en un período de elecciones, despertaba afinidades y disensos partidarios en el Congreso. En cambio,
la figura de Marshall era aglutinadora para todo el pueblo norteamericano se quería que el Plan
fuera aprobado por el Congreso, y, si se hablaba de Truman, probablemente los republicanos se
negarían solamente por una cuestión partidaria.
El Plan Marshall en Argentina:
El Plan Marshall decía que, para que Europa saliera de sus problemas, eran necesarios algunos
recursos como los alimenticios. Por eso, en nuestro país se despertó la esperanza de que pudiéramos
ser proveedores de recursos para Europa. Hubo conversaciones (no documentos), en los proyectos
iniciales, de que los europeos se suplirían con recursos alimentarios de otros países, entre los cuales
Argentina entraba. Se dice que la embajada norteamericana interrogó a funcionarios argentinos sobre
si estaban en condiciones de brindar estos alimentos a Europa.
Por eso, el panorama económico era visto como muy favorable en nuestro país, fundamentalmente
porque se veía que la ayuda a Europa por medio del Plan Marshall nos ayudaría a dar el salto en la
industrialización, fundamentalmente para lograr la autonomía en materia pesada. Para hacerlo, era
necesario financiamiento en dólares, para comprar los insumos necesarios, y el único que podría
brindarlos era Estados Unidos: Europa estaba en reconstrucción.
382
Argentina estaba en un dilema: si se podía sacar de encima el contexto de escasez de dólares, podría,
finalmente, dar el salto. Esto explica muchas de las medidas del gobierno de Perón: una de sus
primeras medidas fue cancelar completamente la deuda externa, quedándose con pocas reservas de
oro. ¿Por qué lo hizo? Porque consideraba que la bonanza que se avecinaba era enorme: todos los
países europeos iban a estar deseosos de abastecerse con los recursos agrícolas argentinos.
Pero Perón se enfrenta con el escenario de dólares escasos: no hay dólares en el mercado. Por eso,
cuando cancela la deuda y busca venderles a los países europeos sus recursos, éstos no podían
pagarles con dólares. El momento inicial de bonanza se desdibuja, y, en ese contexto (tras vaciarse
de dólares), el peronismo no tiene más remedio que negociar convenios bilaterales con los países.
Por ejemplo: yo le vendo a España comida a cambio de acero o hierro español ¿era el más
conveniente? Tal vez no, pero sí lo único que se podía conseguir.
Para peor, no se pudo resolver la cuestión de las libras acumuladas: por eso, se terminaron
comprando los ferrocarriles.
Cuando inician los debates por el Plan Marshall, surge la duda de si Argentina estaba en posición de
proveer. Desde nuestro país, se pensaba que el escenario iba a ser de tanta bonanza que corríamos el
peligro de incumplir con los convenios bilaterales previamente firmados.
Lo cierto es que, cuando se lanza el Plan Marshall, Argentina queda excluido de esta ayuda, por una
combinación de circunstancias:
1) Cuestiones políticas: México recibió una gran cantidad de dinero en alimentos para proveer
a Europa por parte del Plan Marshall, cuando Argentina no, si bien éramos mayores
exportadores y más competitivos que este país.
2) Estados Unidos mejora su cosecha: en los años del Plan Marshall, sus cosechas fueron
extraordinarias. Además, la tecnología y mecanización agrícola era muy superior a la nuestra,
lo que les permitía producir más y a costos menores. La productividad norteamericana era
altísima, y más después de la guerra Estados Unidos estaba en condiciones de abastecer a
Europa, prescindiendo de Argentina.
Cronología del Plan Marshall:
Finalmente, se logra hacer el pedido de ayuda a Estados Unidos por parte de Europa (recordemos que
los países soviéticos habían salido de las negociaciones).
Algo interesante de la Foreign Assistance Act era condicionar al presidente, año a año, de ir a
negociar el monto disponible para la ayuda extranjera. No aprobó un monto fijo: lo obligó a
negociar. Esa norma establecía el procedimiento de la organización.
El Bloqueo de Berlín surge como consecuencia de esto: Stalin intenta lograr que Estados Unidos
rediscutiera la presencia en Berlín.
Hay un claro intento de disciplinamiento político mediante el Plan Marshall. La idea era que los
socialistas no tuvieran peso en el Parlamento. Por ejemplo, en el caso de Francia, donde la presencia
de la izquierda era poderosa, hubo eventos que hicieron que la población comience a cambiar su
opinión: el Partido Comunista adoptó medidas muy violentas, como una serie de atentados, que
llegarían al extremo de poner una bomba para frenar un tren que llevaba policías y soldados a una
zona en la que había disturbios, pero, como hubo un error de cálculo, el tren al que volaron llevaba
civiles adentro.
Los socialistas pierden su hegemonía o presencia incipiente a nivel parlamentaria, favoreciendo a
Estados Unidos.
¿Cómo funcionaba el Plan Marshall?
Recordemos que el Plan Marshall estaba encuadrado en una política de dólares escasos. Lo que se
dice es que los países europeos debían definir sus necesidades. ¿Dónde se decidía esto? Había una
organización, que se llamaba Organización Europea de Cooperación Económica, que, con los
años, se transformaría en la actual OCDE raíz de la OCDE: Plan Marshall.
En la OCDE, se definían las necesidades de producto para cada país, en función de sus
circunstancias. Lo que hacía la organización, entonces, era comunicarse con la agencia
estadounidense de manejar el Plan Marshall: la ECA. Asimismo, la ECA le pedía al proveedor
americano el bien que se necesitara (por ejemplo, una tonelada de clavos para Italia).
Al país europeo, no llegaba ningún dólar. En cambio, éste iba dirigido al proveedor norteamericano.
Europa recibe el producto, sin pagar por él (porque era una donación). Estados Unidos le paga al
proveedor con sus dólares, reactivando la industria y el empleo, y manteniendo los objetivos de:
a) Dólar escaso.
b) Crecimiento de la economía americana.
c) Acercamiento de Europa a Estados Unidos.
Conciliando los dos primeros objetivos, no se ponía en riesgo ninguno de los dos, y se obtenía, como
ventaja, el tercero.
Ahora… ¿esto era gratis? Parcialmente. Los países europeos se comprometían a lo siguiente: ellos
recibirían una cantidad de productos, con un determinado valor. Lo que debían hacer no era pagarlos,
pero sí guardar, en una cuenta, el equivalente, en la moneda local, del monto donado. ¿Y por qué se
hacía eso? Con una función disciplinadora: Estados Unidos temía que los países europeos se
384
arrojaran a la emisión monetaria. Con todas las donaciones del Plan Marshall, se buscaba evitar la
tentación de que se lancen a emitir, y organizar una economía más ortodoxa, no tan liberada de todo
compromiso.
Al establecer esta cuenta, se sacaba, del circulante, una gran cantidad del dinero, que está congelada.
¿Y qué se hace con ese dinero? Estados Unidos participaría con el gobierno de ese país, autorizando
el desembolso de ese monto con fines de recuperación. Con los fondos acumulados equivalentes al
bien que enviaba Estados Unidos, el país le podía pagar a los obreros para que hicieran obra pública
esfuerzo de las economías europeas en su propia reconstrucción.
Esto también servía como elemento de disciplinamiento: Estados Unidos liberaría o restringiría
fondos en consonancia con la conducta política de cada país, demostrando su asentimiento (o no)
siendo más o menos generoso.
Destino de la ayuda:
Los casi 13 mil millones de dólares se usaron en:
Casi el 80% de los recursos se destinaban a alimentos y materia prima. Los 500 millones de dólares
en ayuda financiera para UEP fueron dólares que fueron a una nueva organización, la Unión Europea
de Pagos, hacia el final de la guerra.
Por país, la ayuda se distribuía de la siguiente forma:
Quien quedó afuera, de Europa Occidental, fue España, que aún se encontraba bajo un régimen
fascista.
Resultados con respecto a los niveles de preguerra:
De todas formas, no se estaba logrando cumplir con la meta de Bretton Woods. Al final del Plan
Marshall, se da una ayuda financiera de 500 millones de dólares. ¿Qué fue esto? Desde Estados
Unidos, se empezó a pensar que Europa debía reconstruirse y ser autónoma, sin depender
permanentemente de la ayuda norteamericana crecimiento económico propio, natural, sin ayuda
extranjera.
Entonces, lo que van a empezar a pensar es cómo hacer para que se cree una zona de libre comercio
europeo, para que los países europeos puedan intercambiar entre sí sin necesidad de acceder a
dólares. Surge, entonces, la idea de la Unión Europea de Pagos, para la que Estados Unidos
desembolsaría 500 millones.
386
La Unión Europea de Pagos generó una especie de bloque económico comercial europeo. Significaba
lo siguiente: se creó un mecanismo según el cual había un Banco de la UEP, una entidad central.
Imaginemos que todos los países europeos comercian entre sí. Ahora, si lo hago, mi interés es que
me paguen en dólares u oro. Pero, como el dólar era escaso, se desincentivaba el comercio. Incluso
en el caso de superar ese desincentivo, hay un movimiento de dinero entre los dos países que
comercian: si A comercia con B y gana $1000, y B con A y gana $500, A tiene un superávit de $500.
Pero esto NO quiere decir que solamente se hayan movido esos $500: la balanza comercial
solamente es la foto final, del saldo que queda.
Entonces, se planea armar la Unión Europea de Pagos, para la que se depositan 500 millones de
dólares provenientes del Plan Marshall. Su novedad es que sería una entidad intermediaria entre el
intercambio de bienes y servicios europeos, que tomaría los registros de las transacciones
comerciales entre todos los países. Veámoslo en números:
Tenemos a los siguientes actores: Italia,
Alemania e Inglaterra. Los dos primeros
Inglaterra
comercian entre sí: Italia tiene que
pagarle a Alemania por lo que compra,
y cobrarle por lo que le vende. Esto deja
un saldo comercial. Lo mismo sucede
entre Italia e Inglaterra, y entre
Alemania e Inglaterra.
Lo que va a hacer la UEP es lo
UEP
siguiente: decirle a cada país que debe
registrar cada una de sus transacciones, Italia Alemania
así como su volumen comercial. En
base a esto, combinaba todo el comercio
bilateral, concluyendo cuál sería el saldo
final del país en su comercio con todos
los países europeos. Por ejemplo, calculaba todo el comercio que hizo Italia con todos los países, y
llegaba al resultado de que era de -200 millones de dólares.
Italia debía pagarle esos 200 millones de dólares a la UEP. Ahora, podemos ver que Alemania tenía
un saldo de +200 millones de dólares. Lo que hacía la UEP era, con los 200 millones de dólares de
Italia, pagarle su saldo superavitario a Alemania.
La UEP, por todo lo que el país ganaba o perdía, le daba un saldo final. Les cobraba a aquellos con
un saldo comercial deficitario, en moneda dura, y se los depositaba a los países superavitarios ya
el dólar no es necesario para realizar todas las transacciones, sino solamente para cubrir los saldos
de los países deudores. Por eso, se revitaliza el comercio entre los países europeos, haciendo que
éstos crezcan apoyándose uno en el otro.
Al principio, la UEP aceptaba la cancelación de deudas, en un porcentaje, en moneda local. Por
ejemplo, siguiendo con el caso de que Italia era deficitaria, le decía que podía pagar parte de esos
200 millones que debía en dólares, y otra en dólares.
387
A medida que el sistema va creciendo, los criterios se hacen más estrictos, y la moneda local es
reemplazada por el dólar o el oro, aproximándose a algo más “normal”. Los países europeos, con el
tiempo, acuerdan que están en condiciones de sostener mejor el movimiento económico, y, poco a
poco, Europa sale y se empieza a fortalecer.
Durante bastante tiempo, la UEP hizo que Europa terminara de reconstruirse, facilitando condiciones
comerciales entre los propios europeos. Lejos estábamos de lo que se decía en 1944 y los cinco años
de plazo para adaptarse.
Finalmente, los países europeos tomaron la decisión de firmar un convenio por el cual se
comprometían a declarar la convertibilidad de la moneda, algo que sucedería recién a fines de 1958
(la UEP comenzó sus operaciones entre 1950 y 1951). Llevó mucho más tiempo cumplir el objetivo
de Bretton Woods: ahora, el sistema SÍ estaba funcionando.
Ahora, quedaba claro que la planificación original de Bretton Woods resultó ingenua: no se pudo
cumplir con el objetivo inicial de moneda convertible, libre comercio y circulación entre países,
etcétera.
Cuando lo logran hacer en 1958, el FMI comienza a trabajar con más eficacia y dar préstamos a los
países europeos. Sin embargo, en la Crisis del Canal de Suez, dos años antes, Francia e Inglaterra
estaban en una situación económica bastante débil, y pidieron un crédito al FMI, que se los concedió.
El problema es el siguiente: en 1958, el mundo era muy distinto respecto a 1944. La distribución del
poder económico había cambiado: si bien Estados Unidos continuaba siendo la gran potencia,
aparecían, en el horizonte, grandes y exitosos países exportadores, como Alemania y Japón, que se
convertirían en potencias para los años sesenta. Vendían productos de alta calidad, eran competitivos
y exitosos. Por eso, hubo una especie de revalorización del Marco sobre el Franco, o del Yen sobre
la Lira italiana. Pero los tipos de cambio estaban fijos y congelados.
Así, apenas nace la convertibilidad, se enfrenta con este problema: el mercado estaba dando
señales diferentes, de mayor confianza hacia el Marco Alemán. Ya no quería operar con la
ponderación elaborada catorce años antes: nadie quería operar con el tipo de cambio fijo establecido
hacía tanto tiempo. Empieza a presionarse para devaluar la moneda.
Una de las monedas más cuestionadas era la Libra Esterlina, que sentía la presión del mercado por
sacársela de encima. Veamos los siguientes datos:
que se había diseñado en 1944 era extremadamente diferente al de los años sesenta, que, al declarar
la convertibilidad, recibió un estatuto que había quedado obsoleto, y que no tardó en generar
tensiones.
Ahora, se empieza a cuestionar Bretton Woods: ¿era conveniente tener a 35 dólares la onza?,
¿Alemania estaría dispuesta a hacerse cargo de la emisión irrefrenable de Estados Unidos? Toda esta
cuestión socava al sistema: después del enorme esfuerzo para hacerlo cumplir, Bretton Woods se
convirtió en un lastre.
europeos, una avalancha de dólares inundaba sus bancos centrales. Estos dólares líquidos eran
colocados en reservas oficiales internacionales en títulos del mercado monetario estadounidense.
Así, el sistema monetario pasó de ser un sistema patrón dólar oro a un sistema patrón dólar puro:
la salida de los dólares de Estados Unidos aumentaba la masa monetaria del resto del mundo, a través
del alza de las reservas de los bancos centrales extranjeros. Pero la entrada de reservas en el sistema
financiero estadounidense volvía a poner los dólares a disposición de sus residentes. La masa
monetaria de Estados Unidos era inmune a la salida de la liquidez en dólares. Como los tipos de
cambio eran fijos, la masa monetaria mundial era enteramente determinada por Estados Unidos.
Esto es lo que se conoce como Dilema de Triffin:
O Estados Unidos luchaba contra sus déficits de pagos amenazando convertir en oro las
reservas internacionales poseídas por los bancos centrales extranjeros, llevando a una escasez
del dólar que crearía presiones deflacionistas en la economía mundial.
O toleraba ese déficit, persiguiendo sus objetivos internos y el financiamiento de sus gastos
internacionales para promover su hegemonía política y militar, socavando, eventualmente, la
confianza en la paridad oro del dólar.
Así, no había ningún proceso para equilibrar la balanza de pagos de Estados Unidos y adaptarlo a las
necesidades de dólares de los no residentes.
A partir de 1960, el aumento de la liquidez mundial en dólares se reflejó en el alza de los mercados
privados del oro, que subieron a 40 dólares la onza. El gobierno de Estados Unidos no tenía
responsabilidad respecto de la cotización privada del oro, pero la especulación sobre esta metal era
síntoma de la inquietud frente al rol pivote del dólar en las reglas de Bretton Woods.
En la segunda mitad de los años sesenta, las reservas de oro se volvieron inferiores no sólo a los
compromisos exteriores de los Estados Unidos, sino a los exteriores directos de las autoridades
monetarias mismas. Si no se cambiaban las reglas, Bretton Woods no tendría futuro.
norteamericano sólo tenía una posibilidad: una dura iniciativa unilateral, forzando a los países con
superávit a un ajuste.
Esto no era compartido por los europeos, que consideraban que la potencia norteamericana había
abusado, durante años, de su papel hegemónico. Veían en la suspensión de la convertibilidad del
dólar la culminación del abuso de poder por parte de los norteamericanos, ya que, así, el gobierno se
libraba del saneamiento económico interno, traspasando al extranjero la carga del ajuste.
A pesar de todo esto, había un denominador común: todos los países compartían que el sistema
patrón oro-dólar tenía insuficiencias fundamentales, y que los mecanismos de ajuste no funcionaban
ante un desequilibrio económico interno. El sistema planteado por Bretton Woods se había
convertido en un pesado sistema de tipos de cambio fundamentalmente fijos, que sólo
excepcionalmente toleraba ajustes de paridad. Y estos tipos de cambio fijos eran incompatibles con
la política nacional de pleno empleo de la época de posguerra, además de muy favorables a la
especulación, ya que, con paridades fijas y ajustes sólo excepcionalmente tolerados, el especulador
nunca puede perder.
En cuanto a la liquidez internacional, el mundo era cada vez más dependiente de la balanza de pagos
norteamericana:
El incremento de las reservas monetarias mundiales también debía ser dirigido por el
FMI, a través de la creación de nuevos DEG.
El Plan Barber, así, apuntaba a un sistema monetario mundial más controlable, en el que el FMI
llegue a ser una organización muy efectiva, independiente y supranacional. Pero los norteamericanos
no lo aceptaron, y recién el sucesor de Connally a partir de mayo de 1976, el economista George
Schultz, mantendría una actitud de mayor apertura hacia la idea de una reordenación fundamental
del sistema de Bretton Woods.
El FMI aceptó inmediatamente la sugerencia, y ya en 1972 promovió la creación de la Comisión de
los Veinte, integrada por Ministros de Hacienda y presidentes de bancos centrales, encargada de
preparar la reforma del sistema monetario internacional. Al mismo tiempo, el FMI formó un comité
especial, para formular propuestas concretas, encabezado por el presidente del Banco de Inglaterra,
Morse. En el curso de las conversaciones, hubo tres grandes corrientes:
a) La norteamericana, expresada en el Plan Volcker, el cual se ajustaba, a grandes rasgos, al
Plan Barber: defendía la existencia de tipos de cambio en principio fijos, pero susceptibles de
un manejo más flexible, con bandas de fluctuación mayores. Como alternativa, se proponía la
flotación controlada. Se restablecería la convertibilidad del dólar (en determinadas
condiciones) cuando la posición de la balanza de pagos de Estados Unidos fuera lo
suficientemente fuerte, pero esta convertibilidad debía ser muy limitada, sólo pudiendo
cambiarse por DEG y con niveles máximos de cambio para cada país.
Los DEG eran la base del nuevo orden monetario mundial, y debían ampliar en gran medida,
reemplazando al oro, su función de reserva.
Las cargas del ajuste debían repartirse más equitativamente entre los países con déficit y los
superavitarios. Para eso, se planteaban indicadores objetivos de las reservas monetarias
existentes: para cada país, se fijaría un nivel básico de tenencia de reservas internacionales.
Estar por encima o por debajo de estos umbrales, desencadenaría automáticamente
procedimientos de ajustes.
Se planteaba, además, un sistema de intervención basado en varias monedas, que
reemplazaría la anterior intervención basada exclusivamente en el dólar. Un país con
superávit, cuyo tipo de cambio respecto a la moneda de un país deficitario estuviese en el
límite superior de la banda aceptada, estaría obligado a comprar moneda del país deficitario.
Podría retener esas divisas, o cambiarlas por DEG.
Se conferiría una cuota adicional de autoridad al FMI, pero éste debía ejercerla de manera
menos discriminatoria, y articulando su trabajo con el GATT.
b) La europea, claramente liderada por Francia: los países europeos querían basar la reforma
más en el equilibrio entre los intereses de los Estados cuya moneda fuera de reserva
internacional y los demás países, que en una distribución más equilibrada de las cargas entre
países deficitarios y superavitarios.
Había un gran temor de que la propuesta norteamericana hiciese demasiado flexible al
sistema monetario, ya que los países europeos estaban a favor de los tipos de cambio fijos.
Además, se oponían al mantenimiento del dólar como moneda internacional significativa de
reserva: se temía que, a través de esto, todo déficit de la balanza de pagos norteamericana
hiciese aumentar la liquidez internacional, alimentando, así, la inflación mundial. Por eso,
392
muchos europeos (sobre todo la RFA) exigían la convertibilidad ilimitada del dólar en DEG,
y Francia incluso seguía insistiendo en su obligatoria convertibilidad en oro.
También objetaban al mecanismo automático de ajuste sobre la base de indicadores objetivos
de reservas monetarias: los grandes exportadores (RFA y Japón) temían que les tocase
terminar pagando el ajuste con la revaluación de sus monedas, mientras que los países
deficitarios podrían seguir en una posición pasiva. Esto estimularía la inflación mundial y los
movimientos especulativos de capital.
Para acabar con el exceso de dólares existente en el mundo, Italia propuso una consolidación
sobre base voluntaria. A través de una cuenta de sustitución en el FMI, se crearían, para ello,
DEG.
c) La de los países en desarrollo: desconfiaban de cualquier sistema basado en una moneda
rectora, ya que siempre podría usarse como medio de poder para realizar una política
hegemonista. Por eso, proponían que la reserva monetaria internacional estuviese constituida
por DEG. Además, buscaban un mejor acceso a las nuevas reservas internacionales, y
demandaban, para ello, cambios institucionales:
► La capacidad de decisión en el FMI ya no debía estar determinada exclusivamente por
la dimensión de las cuotas.
► Los nuevos DEG debían vincularse con la ayuda al desarrollo entregarse tomando
como criterio principal las necesidades del desarrollo.
► Adquirir un acceso privilegiado a los mercados de capitales mundiales , y facultades
crediticias por parte del FMI para financiar los déficits en sus balanzas de pagos.
El Tercer Mundo criticaba el sistema vigente, en el que los DEG se distribuían
proporcionalmente a las cuotas aportadas al Fondo, ya que pagaban cuotas muy reducidas:
para conseguir reservas adicionales de moneda mundial, se habrían visto obligados a contar,
previamente, con superávits en su balanza de pagos.
Estos puntos de vista dieron lugar a debates sin términos. En la asamblea anual de septiembre de
1973, celebrada en Nairobi, la Comisión de los Veinte aceptó un proyecto de reforma que sólo sirvió
para constatar las discordancias, haciendo una propuesta de compromiso entre los distintos
sistemas, para lograr un mejor ajuste y una mejor convertibilidad.
En 1974, se decidió, en principio, que los DEG debían asumir, en una medida creciente, al función
de reserva internacional. No debían sustituir a las monedas nacionales de reserva, como el dólar, sino
actuar como sustitutos del oro. Por otro lado, no fueron vinculados con la ayuda al desarrollo: se
temía que eso diera mayor impulso a la inflación mundial en curso. Tampoco cambiaron los criterios
en los que se basaba el poder de decisión del FMI muy pocas concesiones a los países en
desarrollo.
En junio del mismo año, se publicó el texto definitivo del programa de reforma, pero la Crisis del
Petróleo y el caos monetario que llevó hicieron que el texto no se implementara. Había otros errores
más profundos, que hacían que el intento estuviera condenado al fracaso.
En última instancia, los planes de reforma de Barber, Volcker y las reformas propuestas por los
europeos, eran una versión revisada del Plan Keynes, rechazado por Estados Unidos en la
preparación del Acuerdo de Bretton Woods: los DEG equivalían al bancor, el FMI se asemejaba con
393
El Grupo de los Diez deliberó en septiembre de 1971 sobre cómo matizar estas exigencias: se temía
que sanear la balanza comercial y de servicios norteamericana afectara a las economías y el
desarrollo de Europa y Japón. Por eso, se buscaron otras medidas, como la supresión de los controles
norteamericanos sobre los movimientos de capital.
En octubre y noviembre de 1971, tuvieron lugar en Roma y París muchas conversaciones
multilaterales acerca del comercio mundial, buscando fijar la revaluación de las diferentes monedas
en relación con el dólar. El Acuerdo del Smithsonian (Acuerdo Monetario de Washington),
alcanzado por el Grupo de los Diez el 18 de diciembre, estableció lo siguiente:
a) Eliminación del impuesto especial del 10% sobre las importaciones establecido por
Estados Unidos.
b) Elaboración de un proyecto de reforma global y multilateral de las paridades
monetarias.
c) Revaluación de las monedas de los países industriales más importantes frente al dólar, y
vinculación de manera firme a éste.
d) Establecimiento de una banda de flotación de hasta el 2,25% por arriba o por debajo de
los tipos de cambio establecidos, dándole al sistema una mayor flexibilidad, sin por ello
eliminar las paridades fijas.
e) Elevación del precio oficial del oro de 35 a 38 dólares por onza no tuvo sentido
práctico: no se restableció la convertibilidad del dólar en oro.
Así, este acuerdo sancionó la implantación del patrón dólar: las monedas más importantes se
ajustaron al dólar de manera oficial, y restablecieron su convertibilidad. Como el volumen de los
DEG no era o suficientemente grande como para poder desempeñar una función de reserva
monetaria mundial, el dólar retornó, de facto, al papel de única moneda central de reserva.
En principio, los americanos creyeron que no habían impuesto sus intereses, y que las revaluaciones
frente al dólar habían sido demasiado reducidas. Tampoco hubo un regreso de capital al país, lo que
contribuyó a incrementar la inseguridad general. Mientras tanto, los otros países del Grupo de los
Diez estaban muy satisfechos con el acuerdo: la revaluación se había limitado a una tasa aceptable.
Con el tiempo, se evidenció que el gobierno americano había ensanchado mucho su margen de
maniobra: apoyándose en el consenso general sobre la abolición de la convertibilidad del dólar en
oro, y con el derecho de veto sobre la creación de nuevos DEG, pudo poner en práctica una política
monetaria muy laxa. Sólo el exceso de dólares existente en el mundo bastaría para promover un
ajuste automático en beneficio de Estados Unidos.
Países participantes:
Italia
Francia
RFA
Bélgica
Holanda
Luxemburgo
Gran Bretaña19
Irlanda
395
Dinamarca
Las posiciones se invirtieron, y los europeos comenzaron a percibirse impotentes. Por eso, buscaron
impulsar la unión monetaria, en los términos del Plan Werner de 1970. Se originó la llamada
serpiente europea: en 1972, los seis miembros iniciales del Mercado Común redujeron la banda de
fluctuación de sus tipos de cambio a la mitad de la establecida en el Acuerdo Monetario de
Washington (1,125% por encima o debajo de los tipos bilaterales básicos). Para poder mantener esta
banda, se estableció un sistema especial, que contemplaba intervenciones de los bancos centrales en
monedas europeas. La liquidación se efectuaría mensualmente, a través de un grupo de monedas
internacionales de reserva (sin incluir al dólar). El grupo de monedas se redefiniría en lapsos
periódicos de tiempo.
Se daba origen, así, a la Unión Monetaria Europea. Hubo varias consideraciones técnicas decisivas
en su formación, sobre todo el caos monetario y la inflación de los últimos meses, que habían
aumentado considerablemente las fluctuaciones entre los diferentes tipos de cambio europeos
perturbaciones en el Mercado Común.
Los países del Mercado Común nadaban contra la corriente con su sistema de tipos de cambio más
fijos entre sus monedas, y su cohesión política era demasiado débil como para hacer frente a las
corrientes fundamentales de política monetaria en el mundo, tendientes más al ajuste a través de una
mayor flexibilidad.
Como los países europeos no aplicaban las mismas normas para la inflación, el control de la oferta
monetaria y el gasto público, ya que no evolucionaban de manera sincronizada, se presentaron
tensiones. Ya en junio de 1972, Gran Bretaña, Irlanda y Dinamarca abandonaron la serpiente
monetaria europea. Italia lo hizo en 1973, y Francia al año siguiente. Por otro lado, se adhirieron dos
países que no eran miembros del Mercado Común: Noruega y Suecia. Dinamarca reingresó en
octubre de 1972.
En la práctica, la serpiente evolucionó hasta convertirse en una zona del marco alemán.
19
Todos los países que están en celeste recién se incorporaron a la CEE en mayo de 1972. Los demás son los miembros
originales del Tratado de Roma
396
Esta decisión británica quebró el entramado de los tipos de cambio fijos: se desató una
intensa especulación contra el dólar. Una vez que la débil libra se había retirado de la
serpiente monetaria europea, la devaluación del dólar frente a las monedas de la serpiente,
ahora más fuertes, pareció inevitable.
Hubo otros factores: el gobierno estadounidense estaba muy disconforme con los ajustes de
Washington, y, como los bancos centrales de Japón y Europa Occidental no iban a seguir
acumulando ilimitadamente reservas en dólares, era esperable que, ante un déficit de la
balanza comercial norteamericana más fuerte de lo previsto, se produjesen nuevos ajustes de
los tipos de cambio.
Un segundo asalto especulativo al dólar se dio en enero y febrero de 1973, cuando Suiza declaró la
libre flotación de su moneda. El 10 de febrero, Japón clausuró el mercado de divisas y desvinculó al
yen del dólar. Dos días después, se juntaron representantes de Estados Unidos, Gran Bretaña,
Francia, la RFA e Italia en París, y decidieron una nueva devaluación del dólar respecto al oro: de 38
a 42,2 dólares la onza. Como la paridad oro oficial de las otras monedas se mantuvo constante, con
esta medida se configuraron algunos tipos de cambio básicos fijos, revaluando estas monedas frente
al dólar.
En los casos de la libra británica, la lira italiana, el franco francés, el yen japonés y el dólar
canadiense, no había nuevos tipos de cambio básicos fijos: su cotización era libre.
La nueva regulación no puso fin a los movimientos especulativos contra el dólar, que llegaron a su
punto álgido a finales de febrero de 1973. Los países del Mercado Común que aún pertenecían a la
serpiente monetaria (RFA, Francia, Benelux y Dinamarca) decidieron, en marzo, mantener los tipos
de cambio fijos vigentes entre ellos, pero abandonar los tipos de cambio básicos frente al dólar y las
otras monedas importantes. Se establecía la flotación en bloque: la serpiente persistía, pero el túnel
definido en el Acuerdo de Washington desapareció.
Ahora, todas las monedas del mundo tenían tipos de cambio flexibles. Si bien, oficialmente, el
patrón dólar debería haber llegado a su fin, en realidad se mantuvo, e incrementó su influencia:
las reservas mundiales estaban cada vez más integradas en dólares, y esta divisa siguió siendo
importante como moneda de intervención. En la práctica, la mayoría de los países manipulaba sus
monedas, ahora flotantes, en función de la evolución el dólar. Para 1979, tres cuartas partes de
las transacciones de capital se realizaron en dólares.
entre los países cuya moneda se depreciaba, se temía que esta inflación se difundiese a todo el
mundo.
Los países productores de petróleo tenían problemas: como los precios se fijaban en dólares, sus
ingresos disminuían al mismo tiempo que la depreciación del dólar. Además, aumentaron los precios
de los productos alimenticios y los bienes industriales, empeorando la relación de intercambio a la
que se enfrentaban los países productores de petróleo. Por todos estos factores puede llegar a
entenderse el hecho de que la OPEP cuadriplicase el precio del petróleo en noviembre de 1973.
Esta elevación tuvo varias consecuencias para la economía mundial:
Mientras que los depósitos más importantes del eurodinero eran a corto plazo, quienes acudían a él
deseaban, mayoritariamente, créditos a medio o largo plazo. Para sortear este desequilibrio, se
transformaban créditos a corto plazo en créditos a largo plazo (renovables): formalmente, eran
otorgados sólo a medio plazo, pero podían ser renovados por el mismo plazo durante tres, cinco o
diez años. Estos créditos eran financiados mediante depósitos a la vista o cuasi a la vista, y, por ello,
se desencadenó una seria crisis bancaria en 1974, que terminó con la quiebra del Herstatt Bank
alemán.
Algunos importantes prestatarios eran muy débiles: las deudas de los países en vías de desarrollo
con los Estados industriales alcanzaron niveles muy altos, pasando, entre 1970 y 1977, de 74.000 a
264.000 millones de dólares.
La situación empeoró con la nueva subida del precio del petróleo, entre 1978 y 1979: los países en
desarrollo acudían cada vez más al mercado del eurodinero, pidiendo créditos adicionales. La
proporción de estos créditos llegó al 38,5% del total de la deuda mundial, y siguió aumentando
posteriormente.
Un segundo grupo de importantes e inseguros deudores eran los países del bloque oriental. Su
deuda conjunta con los países de la OCDE aumentó considerablemente en el curso de los años
setenta, llegando, a finales de 1978, a casi 60.000 millones de dólares. También, acudió al mercado
del eurodinero.
Para evitar el recalentamiento del mercado del eurodinero, se introdujeron diversas medidas
cautelares: se empezaron a exigir severas garantías de solvencia para poder intervenir en las
operaciones interbancarias, y se sometieron a un control más estricto por parte del Banco de Pagos
Internacionales, de Basilea. En 1979, éste elaboró normas integradas en un sistema de reservas
mínimas, al que debían ajustarse los eurobancos. Por otro lado, los eurobancos intentaron colaborar
más estrechamente con los organismos internacionales.
del mundo occidental: el dólar, el marco alemán, el yen japonés, el franco francés y la libra
esterlina.
Tras la emisión en 1970, 1971 y 1972 de DEG por un volumen total de 9.300 millones de
dólares, en un principio no se accedió a nuevas emisiones, e incluso se señaló, en Kingston
(1976), que la creación de nuevos DEG estaría cada vez más limitada. Recién en 1978 se
autorizó una nueva emisión anual de 4.000 millones de dólares entre 1979 y 1981. Así, los
DEG completarían la liquidez internacional existente, pero sin sustituir al dólar.
Junto a la voluntad de excluir posibles rivales del dólar, los norteamericanos buscaron obtener tipos
de cambio flexibles, para así poder imponer ajustes cambiarios según sus propios deseos, y a costa
del resto del mundo. En 1975, durante la cumbre de Rambouillet, se llegó a un compromiso franco-
norteamericano (porque los franceses se oponían a esto). En esta cumbre, participó el Grupo de los
Cinco junto con otro miembro, Italia. Se decidió que:
Ya en 1973, en la reunión de bancos centrales del Grupo de los Diez, se decidió transformar el
sistema de tipo de cambio flexible a uno de flotación controlada. Por eso, los bancos centrales de
Europa Occidental y Japón intervinieron frecuentemente, para prevenir las fuertes oscilaciones y
frenar la depreciación del dólar. Pero Estados Unidos no hizo nada, dejando que el dólar
continuara su movimiento ondulante y descendente.
En 1974, el FMI propuso a los bancos centrales que evitaran una intervención agresiva y
discriminatoria (por ejemplo, una devaluación exagerada de la moneda nacional), pero sí
intervinieran cuando se contribuyera a una evolución ordenada del mercado de divisas, y a la
eliminación de oscilaciones y desviaciones de los tipos de cambio a largo plazo.
Hasta noviembre de 1978, Estados Unidos se demostró pasivo ante la depreciación del dólar,
quedando siempre la iniciativa en manos de otros países. Pero, en este mes, la Administración Carter
empezó a cooperar con Suiza, la RFA y Japón para lograr tipos de cambio más estables. El gobierno
estaba convencido de que los tipos de cambio flexibles tenían efectos inflacionistas, y el dólar no
debía seguir bajando. En cambio, debía mantenerlo al nivel que había alcanzado. Se tomaron
medidas al respecto:
a) Aumento histórico del tipo de descuento, de entre un 8,5 y un 9,5%.
b) Disposición de un nuevo fondo de intervención, por un importe de 30.000 millones de
dólares, susceptible de utilizarse en todo momento para apoyar a la divisa norteamericana.
Éste provenía de los importes duplicados de los acuerdos swap con RFA, Japón y Suiza; la
emisión de bonos del Tesoro transformada en las monedas de estos tres países, un crédito del
FMI y la venta de DEG.
Esta operación fue exitosa, y el dólar se mantuvo estable entre 1979 y 1980. Estados Unidos había
abandonado el principio de la flotación pura, y practicaba con otros países una flotación controlada.
Pero esto no duró mucho tiempo: de común acuerdo con las autoridades monetarias, el sucesor de
Carter, Ronald Reagan, asumido en 1981, puso mucho más énfasis en la lucha contra la inflación
interna. Así, se aumentaron las tasas de interés a un nivel sin precedentes, y se aplicaron medidas
deflacionistas.
Con todo esto, la cotización del dólar entró en movimiento, pero el sistema bancario central no tomó
ninguna iniciativa para mantener su estabilidad. Por eso, las cotizaciones del dólar empezaron a
aumentar desde mediados de 1981 en todo el mundo. Ahora, el patrón dólar ya no era una base
segura para la estabilidad monetaria, lo que despertaba la desconfianza de Europa, que temía que la
inestable convertibilidad entre el dólar y las otras monedas fomentase una amplia especulación.
Francia y Gran Bretaña temían a la aproximación de Estados Unidos a la RFA: consideraban que el
marco podría transformarse en una especie de satélite del dólar, elevándose al estatuto de moneda de
reservas. Para prevenir esto, y darle lugar a la idea de un bloque europeo fuerte y autónomo, el
presidente de la Comisión Europea propuso un nuevo modelo para la unificación monetaria europea:
el Sistema Monetario Europeo (SME) fue discutido en 1978, y entró en vigor para 1979.
Los objetivos del SME eran dos:
1) Mayor estabilidad de la política monetaria y mayor solidaridad entre los países europeos.
2) Mecanismos más sencillos para el ajuste de sus tipos de cambio recíprocos.
402
El SME se proponía hacer que los países con monedas fuertes ayudasen más a los que tenían
monedas débiles, reforzando el apoyo inmediato de los bancos centrales, ampliando las facilidades
crediticias que podían ser otorgadas a largo plazo, y flexibilizando los plazos de reintegro. Parte de
las reservas de los bancos centrales nacionales (un 20% de éstas, en dólares u oro) se colocaron en
una institución supranacional, el Fondo Europeo de Cooperación Monetaria. Incluso se acordó
que, posteriormente, podría ingresarse moneda nacional a cambio de ECU.
Como segunda medida, se establecieron mecanismos simplificados para el ajuste de los tipos de
cambio europeos: las paridades quedarían fijas, pero se tolerarían fluctuaciones dentro de una banda
limitada (2,25% por encima o debajo del tipo de cambio básico). Si había fuertes desviaciones de los
tipos de cambio reales, el país afectado debía tomar medidas precautorias. Si persistía la devaluación,
deberían ajustarse los tipos de cambio recíprocos.
Después de su entrada en vigor, surgieron dificultades:
Gran Bretaña se negó a ingresar al nuevo sistema.
Italia se sumó a él, pero la lira podía oscilar en una banda del 6% por encima o debajo de la
paridad básica.
La valoración del ECU fue complicada, y su valor mismo resultó inestable. Por eso, se
limitó a cumplir la función de unidad internacional de cuenta, moneda de reserva para los
bancos centrales, y medio de pago en las transacciones entre ellos. No podía servir como
moneda de intervención en los mercados internacionales de divisas y no era, por tanto,
equivalente a las otras monedas de reserva.
El SME no sirvió mucho para la unión monetaria de Europa. En cambio, empezaron a usarse cada
vez más el marco alemán, el yen japonés y el franco suizo como monedas de reserva. Estas tres
divisas también adquirieron un peso creciente en el mercado de eurodinero.
Un futuro incierto:
Las fuertes alteraciones de los tipos de cambio entre las monedas de los grandes Estados industriales
a partir de 1978, y el descenso del dólar y su pronunciada alza, dieron a entender que el sistema de
tipos de cambio flexibles no constituía, por sí solo, una base apropiada para un nuevo sistema
monetario internacional. Las fluctuaciones de los tipos de cambio incidían mucho en las cuentas de
pérdidas y ganancias de las empresas, y los contables no tenían un punto de referencia firma para
establecer los resultados reales de sus empresas.
Por otro lado, el sistema constituía un importante estímulo para la inflación, haciendo al mercado de
divisas aún más inseguro y determinando una oscilación más fuerte de los precios de las
importaciones, haciendo subir los costos de las transacciones y reforzando la inflación. Con tipos de
cambio flexibles, los gobiernos nacionales tenían más margen de maniobra para luchar contra la
403
inflación, lo que hacía que las tasas de inflación de los distintos países evolucionaran de forma
dispar.
Finalmente, fue de aceptación general la idea de que había que luchar contra la inflación también
con instrumentos monetarios. Esto hizo renacer la idea de una reforma del sistema monetario
internacional. En este sentido, se situaron en un primer plano los problemas de los tipos de cambio,
las reservas monetarias internacionales, y los movimientos de capital. Para prevenir fluctuaciones
fuertes de los tipos de cambio, muchos consideraban aconsejable construir un sistema de flotación
controlada, en el que los bancos centrales intervengan cada vez más intensamente en los mercados
internacionales de divisas, en cooperación con los otros gobiernos.
Esta intervención debía basarse en criterios objetivos, que pudieran distinguir fluctuaciones casuales
y fundamentales. Pero sólo podría concertarse una política de intervención cooperativa si se
desarrollaba un centro de poder, con la suficiente autoridad supranacional como para ajustar los
movimientos fundamentales de balance de los diferentes países. La idea era que el FMI, cuyas
competencias habían sido ampliadas por la segunda reforma de sus estatutos, asumiera estas nuevas
tareas.
También era necesario resolver, de manera duradera, el problema de las reservas monetarias
mundiales, saneando el funcionamiento del patrón dólar: era necesario absorber las enormes
tendencias de dólares existentes, cambiándolas por DEG u otras monedas, que pasarían a convertirse
en monedas de reserva. En el fondo, este cambio sólo atrasaría los problemas: otras monedas de
reserva también podrían generar desconfianza. Además, con esta solución se reimplantaría un
sistema de varias monedas de reserva convertibles entre sí, dando origen a movimientos
especulativos.
Otro problema era que las reservas exteriores de dólares sólo podían absorberse a través de un
importante incremento de las exportaciones norteamericanas, lo que era bastante problemático en el
contexto mundial. Las reservas frente al patrón dólar en funcionamiento, y el malestar causado por la
difícil liquidación de las reservas de dólares, estaban en profunda contradicción. Era imposible
solucionar ambos problemas al mismo tiempo.
Entre 1978 y 1990, el gobierno americano prestó mucho apoyo a las ideas de ampliar la autoridad y
funciones del FMI, tal como había propuesto Keynes. Esto permitiría ajustar de manera planificada
el volumen de la liquidez internacional a las necesidades reales, y, como unidad de compensación, el
FMI Podría organizar la distribución de la liquidez posible. Estados Unidos, para ello, asintió a la
creación de nuevos DEG, y propuso volver a elevar al 50% las cuotas del FMI y ampliar sus
atribuciones de control. Pero, aún reforzado, el FMI no podía solucionar, al corto plazo, el problema
del exceso de dólares y el funcionamiento de hecho del patrón dólar.
Además de los tipos de cambio y las reservas monetarias mundiales, debía controlarse los
movimientos de capital. Las balanzas de pagos sólo podían ajustarse entre sí cuando no sólo se
controlaran los intercambios de bienes y servicios, sino también las transferencias internacionales de
capital.
Tras la segunda reforma de los estatutos del FMI, en 1978, su poder creció visiblemente. A partir de
1979, se volvieron a emitir DEG, y sus depositarios empezaron a obtener intereses reales por éstos a
404
partir de 1981. El deber de devolución se eliminó por completo: así, los DEG se convirtieron en una
importante moneda de reserva internacional. El FMI podía consentir a determinadas organizaciones
su tenencia, y, a finales de 1980, importantes organismos usaron esta posibilidad, como el Fondo
Monetario Árabe y el BIP. Además, los DEG se introdujeron como unidad de cuenta en diferentes
acuerdos internacionales, tanto por el FMI como por el Banco Mundial.
Después de 1978, el FMI desempeñó sus controles sobre los movimientos de los tipos de cambio
bajo una óptica pragmática, realizando más consultas confidenciales con los diferentes países. Así,
aumentó su influencia en la política monetaria del mundo.
La transformación del FMI en un organismo dotado de una plena autoridad de control a nivel
supranacional, capaz de servir como base para la elaboración y aplicación de un nuevo orden
monetario mundial, es la finalidad lógica del proceso iniciado después de la Segunda Guerra
Mundial. Pero hay dos objeciones a esta teoría:
Objeción teórica: una autoridad monetaria supranacional puede administrar el crecimiento
de la economía mundial desde principios racionales y de responsabilidad social. Pero un
mayor crecimiento hace a las economías más complejas y fuertemente interdependientes.
Esto refuerza la autoridad supranacional: el orden monetario penetra más profundamente en
todos los sectores de la economía, la gestión de la política monetaria se burocratiza, y tanto la
libertad de los ámbitos parciales como la creatividad de los individuos se reducen. Así, la
rigidez burocrática detendrá el avance hacia una mayor racionalidad y una mejor distribución.
Objeción práctica: las economías de escala a nivel mundial han dado fuerza a la convicción
de que una política de autarquía nacional ya no supone ninguna solución realista para
restablecer la estabilidad y la seguridad monetarias. Pero, entre la autarquía nacional y una
fuerte autoridad supranacional, se interpone la realidad de los grandes bloques de poder
económico y político: Estados Unidos y Canadá, el Mercado Común, Japón y su zona de
influencia, etcétera. Estos grupos de poder son lo suficientemente grandes como para poder
resistirse a ceder parte de su poder a este organismo. Esto implica el riesgo de que el mundo
se divida en unas cuantas zonas económicas grandes y poderosas.
Otra forma de lograr la cooperación es otorgarles derecho de veto a todos los bloques sobre
todas las decisiones relevantes del FMI: así, éste sólo podría ejercer su autoridad cuando
fuese aceptada por los diferentes grupos de poder.
1967, la producción industrial volvió a aumentar, y el desempleo bajó: la demanda laboral era
intensa. En estas circunstancias, se aceleraron los salarios, aumentando un 10% entre 1965 y 1967.
El índice de precios de productos industriales, que había sido estable entre 1959 y 1965, aumentó
casi un 11,5% en los siguientes cinco años, superando a Europa y Japón. Los precios al consumidor
también incrementaron un 18% entre 1964 y 1969.
El Presupuesto de 1967 llamaba a un recargo del 6% en impuestos individuales y a las empresas, que
harían efecto más tarde. La idea era aliviar la presión en la industria de las viviendas. En agosto de
1967, con los estimativos de los gastos en defensa subiendo, el presidente pidió que el Congreso
aumente el recargo a un 10%. Pero la acción legislativa, fundamental para evitar la disparada de la
inflación, tardó en llegar.
El incremento impositivo recién se volvió ley en junio de 1968, con el 10% de recargo retroactivo al
1 de abril, para los individuos, y el 1 de enero, para las empresas. Fue combinado con un techo a los
gastos federales, por primera vez en la historia de Estados Unidos. Esto puede entenderse por la
devaluación de la libra y la fuerte presión sobre el dólar desde principios de 1968.
La política monetaria se aflojó en la primera mitad de 1967, y las tasas de interés declinaron.
Consecuentemente, el excepcionalmente bajo flujo de capitales de 1966 dio lugar a flujos mucho más
altos en 1967, y los préstamos exteriores de los bancos americanos declinaron. El superávit en
transacciones corrientes decreció en 1967. Los gastos militares en el exterior incrementaron 800
millones en 1966, y 600 millones más en 1967, siendo los responsables de la mitad de la reducción
en el superávit de bienes, servicios y transferencias privadas entre 1965 y 1967.
Como resultado de todo esto, Estados Unidos tuvo un déficit general de 3.400 millones de dólares en
1967, luego de un superávit de 200 millones en 1966. Este déficit fue hinchado, en 500 millones, por
la venta de seguridades privadas americanas por parte del Tesoro Británico.
Las ventas de oro estadounidenses en 1967 se dieron, principalmente, para apoyar las operaciones
del pool del oro, diseñado para mantener bajos los precios del oro, sobre todo después de la
devaluación de la esterlina en noviembre de ese mismo año. Mientras tanto, el Tesoro adoptó la
cuestionable política de persuadir a algunas autoridades monetarias extranjeras de colocar una parte
de sus dólares en activos estadounidenses a más de doce meses. Si bien estos activos no fueron
grabados como “líquidos”, la política sirvió para reducir el “déficit de liquidez de Estados Unidos”.
Entre 1967 y 1968, estos “activos no líquidos” aumentaron en 2.250 millones de dólares, pero el
balance oficial no fue afectado por esta práctica.
temían a lo que podía pasar con la balanza de pagos una vez que se relaje la política monetaria, y los
dólares prestados retornen a Europa.
Por ello, a mediados de 1969, la Reserva Federal anunció su intención de establecer un requisito de
reserva sobre los aumentos en los préstamos bancarios de las sucursales extranjeras, así como uno en
los préstamos de los bancos extranjeros. Este requisito, de un 10%, sirvió para desalentar más
entradas. La naturaleza marginal de este requisito servía para desalentar un repago muy rápido de
estos préstamos en el futuro.
La economía continuó expandiéndose, si bien menos rápido, hasta el otoño de 1969. Pero las
políticas fiscales y monetarias comenzaron a tener un efecto significativo en la demanda agregada:
los gastos del gobierno federal virtualmente dejaron de crecer a finales de 1968, y cayeron en un 7%
entre este año y 1969. Esto, junto al incremento en las tasas impositivas, generaron un superávit
presupuestario de 11.700 millones en 1969. El gasto en consumo bajó, a medida que los individuos
sentían los efectos del aumento impositivo. La producción llegó a un pico en el tercer cuarto de 1969,
y luego cayó en una leve recesión.
El desempleo, que era de un 3,5% en 1969, aumentó a un 5% el año siguiente. A lo largo de 1971,
fluctuó entre un 6,3 y un 6,6%, mientras que la producción real trepaba lentamente, bajo la política
de gradualismo de la Administración Nixon. Pero el aumento de los precios y los salarios continuó,
a pesar de la situación económica y la alta tasa de desempleo. Los precios subieron alrededor de un
6% en 1970 y más de un 4% en 1971, mientras que los salarios aumentaron 4,6% y 7,2%,
respectivamente, en los mismos años.
Durante este período, Arthur Burns, de la Agencia de la Reserva Federal, comenzó a pedir
públicamente una política de precios y salarios: según su argumento, el alto desempleo no bajaría la
tasa de precios ni salarios.
La política fiscal restrictiva iniciada en 1968 se aflojó, cuando el 10% de recargo impositivo expiró
en la primera mitad de 1970. Mientras tanto, la política monetaria cambió su curso: las tasas de
interés a corto plazo bajaron gradualmente en la primera mitad de 1970, y más rápidamente en la
segunda, cuando fueron acompañadas por las tasas a largo plazo. La presión en las reservas
monetarias disminuyó, poniendo a los bancos en la posición de poder repagar sus deudas.
Al mismo tiempo, la actividad económica estaba aumentando en Europa y Japón, y sus tasas de
interés crecían, sobre todo en Alemania. En estas circunstancias, los bancos americanos repagaron
sus préstamos de sus sucursales extranjeras, a pesar del desincentivo representado por el requisito
marginal de reservas. La Reserva Federal, viendo cómo los fondos iban en retirada, intentó
desincentivar esta acción, ofreciendo una compensación a los bancos que se aferren a sus
compromisos con sus sucursales en el exterior. Pero estas medidas no fueron demasiado exitosas.
El superávit en transacciones corrientes incrementó un poco en 1970, pero se trató de un fenómeno
temporario, asociado con la recesión. Hacia fines de ese año, el superávit comenzó a caer
nuevamente.
En 1970, la balanza de pagos general estaba en déficit por 9.800 millones de dólares, sobre todo por
los repagos de los bancos estadounidenses. Así, el velo que se había puesto para ocultar el deterioro
del superávit de las exportaciones en 1968-9 se había levantado, revelando la verdad. El año 1971
409
vio una continuación de esas tendencias: el superávit comercial desapareció entre 1970-1, y lo mismo
hizo el de las transacciones corrientes. Para este momento, se habían desarrollado fuertes presiones
especulativas contra el dólar.
Como contraparte, las reservas de Alemania incrementaron rápidamente en estos años, a pesar de la
toma de varias medidas, como la reducción en la tasa de descuento, para desincentivar la entrada de
capitales. En mayo de 1971, las autoridades alemanas decidieron abandonar la paridad y dejar flotar
al marco. Países Bajos hizo lo mismo. Pero la mayoría del resto de los países europeos y Japón se
mantuvieron en la paridad, y la salida de dólares se volvió una hemorragia.
La noche del 15 de agosto de 1971, Nixon anunció tres medidas:
1) Suspensión de la convertibilidad del dólar en oro para las autoridades monetarias
extranjeras.
2) 10% de impuesto a las importaciones.
3) Congelamiento de precios y salarios.
Una nueva Ley de Crecimiento Económico y Estabilización, de junio de 1967, dio más lugar al
uso de una política presupuestaria anticíclica. Al mismo tiempo, el Ministro de Economía Schiller
ayudó a que la opinión pública alemana sea más receptiva al uso activo de la política fiscal para
propósitos de estabilización económica.
La producción industrial incrementó más de un 11% entre 1967 y 1968, pero el superávit comercial
no se disminuyó. El volumen de importaciones incrementó con la recuperación del gasto interno,
pero las exportaciones también subieron cuando Francia, Italia y Estados Unidos incrementaron sus
importaciones.
Así, en 1968, Alemania se vio confrontada con un dilema fundamental: ¿cómo podía reconciliar una
próspera economía doméstica, con un fuerte balance de pagos? La producción avanzaba
rápidamente, el desempleo caía, y los trabajadores extranjeros regresaban. Si bien los precios eran
estables, la amenaza del exceso de la demanda estaba presente, y cualquier acción para frenar el
boom podría incrementar el ya enorme superávit de bienes y servicios. Un fortalecimiento de la
política monetaria enlentecería el flujo de capital que financiaba el superávit de exportaciones. Se
empezó a esperar la revaluación del marco.
Fue en este marco que el gobierno alemán se comprometió, en 1967, a no comprar oro del Tesoro
Americano, aumentando, por consiguiente, las reservas de dólares de Alemania.
La emergencia del superávit japonés:
La explosiva tasa de crecimiento de la economía japonesa, iniciada en 1950, continuó en la década
siguiente con interrupciones menores.
En los años sesenta, Japón no sólo absorbía avances tecnológicos del exterior, sino que estaba
comenzando a producir innovaciones tecnológicas y de diseño Made in Japan, que se mostraban en
las exportaciones de equipamientos electrónicos, cámaras, relojes, barcos y automóviles.
Con una tasa de crecimiento económico al menos dos veces mayor que la de otros países
industrializados, Japón estaba achicando la diferencia entre los estándares de vida de sus ciudadanos
y los de Europa y Norteamérica. Se unió a la OCDE en 1964, y, en 1970, reemplazó a India como
uno de los cinco miembros más grandes del FMI, junto con Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania
y Francia.
El crecimiento japonés era fenomenal, y lograba mantener baja su tasa de inflación. Los precios de
las exportaciones no aumentaron, y lo mismo sucedía con los de las manufacturas. Los precios de los
bienes de consumo aumentaban anualmente sólo un 2% (igual que Argentina). Esto proveía la base para una
excelente performance exportadora, la que era alentada por políticas y actitudes gubernamentales,
como el financiamiento a las exportaciones y los incentivos fiscales.
En volumen, las exportaciones japonesas se cuadruplicaron entre 1959 y 1969, y luego
incrementaron un tercio más en los siguientes dos años: casi un 450% de aumento, contra el 250% de
aumento de Alemania.
Si bien las importaciones también incrementaban, comenzaron a ser superadas por las exportaciones
en la segunda mitad de los sesenta. Particularmente a partir de 1968, Japón pareció verse beneficiado
por un marcado incremento en su posición competitiva: sus exportaciones aumentaron un 25%,
411
frente a un 15% en sus importaciones. Este crecimiento era balanceado por la pérdida de cuotas de
mercado de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. Para 1970, el superávit comercial de Japón era
de 4.000 millones de dólares.
Esta actuación en las exportaciones llevó a la duplicación de la cuota de Japón en las importaciones
del resto del mundo entre 1960 y 1970: para este último año, un 15,5% de las importaciones
norteamericanas provenían de Japón. Su volumen de exportaciones a Europa Occidental, sin
embargo, se mantuvo relativamente bajo.
Para 1968, la situación de Japón, con una próspera economía y un creciente superávit de
exportaciones, había comenzado a parecerse a la de Alemania. Sus reservas de oro y divisas
extranjeras, que se habían mantenido estables en 1.600 millones de dólares en 1967, se duplicaron en
los siguientes tres años. La magnitud de su superávit y la tasa de crecimiento de sus reservas eran
claramente insostenibles: no eran compatibles con los objetivos de balanza de pagos de otros países.
Las políticas restrictivas internas ralentizaron la expansión de la economía japonesa, a partir de
finales de 1970. Las importaciones se redujeron, y el superávit comercial pasó de 4.000 millones en
1970 a 8.000 millones, al año siguiente. Mientras Japón experimentaba una entrada masiva de
capitales, la mayoría de ellos especulativos, se hacía cada vez más necesario revaluar el yen. Las
reservas totales aumentaron en 3.000 millones en la primera mitad de 1971, año en el que Japón
lanzó un programa de ocho puntos, con el objetivo de reducir su superávit y revaluar el yen.
El problema era el siguiente: el deterioro de la posición comercial de Estados Unidos entre 1960 y
1971 se debía al incremento de los superávits comerciales de Japón y Alemania. Pero no era cierto
que, para recuperar la posición comercial de Estados Unidos, sólo se necesitaba que Japón y
Alemania tomaran acciones para reducir sus superávits comerciales: si los efectos de las
revaluaciones de ambos países serían reflejadas en una mejora de la posición de Estados Unidos,
sería necesario que otros países eleven sus tipos de cambio con el yen y el marco, porque, de otra
forma, se estarían devaluando junto al dólar, y gran parte de la reducción de los excedentes de
Alemania y Japón les correspondería a ellos.
En un principio, muchos creían que la acción de la OPEP traería efectos catastróficos. Muchos
economistas (incluyendo a Solomon) creían que la crisis sería manejable. Lo sucedido entre 1974 y
1978, cuando los superávits de los países de la OPEP pasaron de más de 60.000 millones a 5.000
millones, demostraron que estos últimos tenían razón.
Luego, cuando el superávit de la OPEP virtualmente desapareció en 1978, la revolución en Irán llevó
a un gran decrecimiento en su producción petrolífera, que representaba cerca de un 10% de la
producción mundial. Como resultado, se produjo una gran desesperación por buscar fuentes de
412
petróleo disponibles, formando stocks para anticiparse a los precios más altos y las futuras
disrupciones en el abastecimiento.
Ante esto, los países de la OPEP subieron los precios para acompañar los precios spot del mercado,
pero luego continuaron saltando a los precios oficiales. Irónicamente, la producción total de petróleo
de la OPEP no disminuyó en 1979, ya que Arabia Saudita y otros países incrementaron su
producción a un nivel más alto que la caída de la producción iraní. Pero el incremento en la
producción sólo llegó cuando los precios subieron.
A mediados de 1980, cuando se confió en que había reservas de petróleo en todo el mundo, la
subida de precios llegó a su fin. Para este momento, el precio promedio de los países de la OPEP era
de casi $32 por barril, comparado con menos de $13 por barril en 1978. El precio había aumentado
en un 150%. La explosión de la guerra entre Irán e Irak en 1980 creó nuevamente incertidumbre: los
precios spot aumentaron nuevamente, y la OPEP respondió con otro aumento de los precios oficiales.
El mundo experimentó un segundo “shock petrolero” en 1979-80, y, esta vez, no se debía al aumento
orquestado de precios por parte de la OPEP, sino a las medidas precautorias de acumulación de
stocks en países importadores de petróleo, que empujó a los precios al alza.
Debemos hablar de varios períodos de elevación de precios del petróleo por parte de la OPEP:
1) 1973-1974: el precio del crudo pasó de $3,22 por barril a $10,49. Esto incrementó el
superávit de las naciones de la OPEP de 9.000 millones a 62.000 millones.
2) 1977-1978: el precio aumentó a $12,86, y el superávit pasó de 5.000 millones a 120.000
millones.
3) 1980-1981: el precio pasó a $32 por barril.
Como un porcentaje del PNB del mundo extra-OPEP, el incremento en el superávit de la OPEP fue
de 1,1% en 1974, y de un 1,4% en 1979-80.
Había aumentado el uso de petróleo, casi representando la mitad del uso total de energía en
1971.
En Europa, la producción de carbón y otros combustibles sólidos cayó en términos
absolutos, al igual que su demanda.
Para principios de 1970, Estados Unidos debía apoyarse mucho en las importaciones para
cubrir sus necesidades de petróleo. En 1973, la dependencia de las importaciones se había
incrementado a un 36%.
Los países industrializados se habían vuelto fuertemente dependientes del petróleo
importado de los 13 países de la OPEP.
El consumo del petróleo se había ampliado más allá de su uso como combustible: en
Estados Unidos, en el año 1970, un 10% del petróleo se usaba para lubricantes, materia prima
para la petroquímica, y la base del asfalto.
413
Así, el superávit de los países de la OPEP fueron los medios para su propio financiamiento, y el de
los déficits de los países importadores de países. Este proceso fue llamado de reciclaje.
Para entenderlo, supongamos que el mundo está compuesto por sólo dos países: PEC (productor de
petróleo, sin mercados financieros desarrollados) y PIC (un país autosuficiente en todo, menos en el
petróleo, con sofisticados mercados financieros y de capital). En este mundo, PEC vende petróleo a
PIC, y le compra comida y bienes manufacturados. Cuando los líderes y residentes adinerados de
PEC necesitan ayuda médica o recreación, viajan a PIC. Los campos petroleros de PEC han sido
desarrollados por enormes corporaciones de PIC, pero PEC comenzó a comprarlas, continuando su
dependencia en estas facilidades para distribuir petróleo en PIC.
Ahora, PEC decide cuadruplicar el precio del petróleo. PEC tuvo un superávit de 3.000 millones con
PIC, y acumuló, todos los años, 3.000 millones en depósitos bancarios en PIC. Digamos que el
superávit de PEC (y, por tanto, el déficit de PIC) salta a 60.000 millones. Ahora, sabemos que PIC
debe pagar casi 60.000 millones más a PEC de lo que hacía anteriormente. Pero PEC tiene casi
60.000 millones para invertir en depósitos bancarios en PIC. Por eso, PIC simplemente toma
prestados esos 60.000 millones anuales de PEC.
A medida que pasa el tiempo, la deuda de PIC con PEC aumenta. ¿Pero qué puede hacer PEC con su
creciente riqueza? Puede adquirir propiedades y fábricas en PIC, pero sus líderes son cautos con sus
políticas de inversión. Habiendo nacionalizado las filiales de las compañías petroleras de PIC, los
líderes de PEC son sensibles sobre adquirir propiedades en PIC. Por eso, la mayoría del crecimiento
de PEC se refleja en activos líquidos o seguridades en PIC, que no pueden ser fácilmente
identificables como pertenecientes a su gobierno o sus habitantes.
Con el tiempo, las importaciones de PEC aumentan, y, por el alto costo del petróleo, PIC usa menos,
y desarrolla sustitutos para, el aceite de PEC. Así, decrece el superávit de PEC (y, por tanto, el déficit
de PIC). Pero hay un importante desacuerdo entre los expertos de PIC respecto a cuán rápido esto
sucederá.
Mientras tanto, PEC no tiene opción alguna sobre qué hacer con los beneficios financieros de su
superávit. Sólo puede prestar o invertir en PIC, y este proceso le da a PIC los medios para financiar
su déficit con PEC. Mientras que PEC coloque su superávit en PIC, el gobierno u otras entidades de
este país podrán tomar prestado de los bancos para pagarle a PEC su petróleo. Si PEC prefiere
comprar títulos en PIC, las entidades de allí pueden otorgar títulos adicionales, y los procedimientos
pueden usarse para pagarle a PEC por petróleo.
Aunque PIC se está endeudando, mientras que PEC acumula derechos financieros en PIC, el balance
de pagos se está financiando sin problemas. Los bancos en PIC pueden ponerse nerviosos, ya que los
depósitos de PEC pueden retirarse con pronto aviso, mientras que los préstamos que le hacen a sus
propios residentes son a más largo plazo, y comienzan a parecer más grandes respecto al ingreso de
los prestatarios y el capital de los bancos. Pero se sabe que no hay forma de que PEC reduzca su total
de depósitos y otros si no los usa para comprar bienes de PIC.
En última instancia, cuando el superávit de PEC (y, por tanto, el déficit de PIC), se haya revertido,
PEC comenzará a usar sus activos financieros acumulados para financiar su déficit con PIC. De esta
forma, PIC podrá repagar sus deudas con PEC. De hecho, no hay otra manera de repagar las deudas,
417
excepto como causa de un déficit en el balance de pagos de PEC: no hay forma de que PIC repague
sus deudas, hasta que PEC esté en una condición en la que pueda recibir repagos, es decir, cuando
sus importaciones superen sus exportaciones.
Obviamente, en la realidad no todo es tan así, porque “PEC” y “PIC” están representados por una
gran cantidad de países diferentes. Pero, si cada uno de los países de la OPEP tienen un superávit, y
cada uno de los países importadores de petróleo tiene un déficit (déficit agregado = superávit
agregado), y si los países de la OPEP prestan o invierten en cada uno de los países importadores de
petróleo, en una suma igual al déficit de éstos últimos, se funcionará como el modelo recién escrito.
Los problemas surgen porque hay algunos países importadores de petróleos que son acreedores más
atractivos que otros. Algunos de ellos reciben pasivamente una cuota del superávit de la OPEP más
grande que su déficit, y, por lo tanto, otros deben tomar prestado para financiar sus déficits. Por eso,
se produce una reorganización de fondos entre los países importadores de petróleo.
Reciclaje en 1974-1978:
Los países en desarrollo no productores de petróleo cargaron la mayor parte de la contraparte de
déficit del superávit de la OPEP en 1974-1978. La recesión de 1975 en los países desarrollados
amplió mucho los déficits de cuenta corriente y las necesidades de financiamiento de los países en
desarrollo. Éstos declinaron en 1976-7, como resultado de la recuperación de los países
industrializados, y de medidas en los países en desarrollo para reducir las importaciones.
Las medidas tomadas por algunos países en desarrollo fueron tomadas como consecuencia de una
preocupación por su solvencia, expresada en 1975-6. Esta preocupación fue disipada en 1978,
cuando cayó la cantidad de préstamos a países en desarrollo. En 1978, los países en desarrollo no
productores de petróleo no sólo financiaron un déficit 11.000 millones más alto que en 1977, sino
que también acumularon 13.000 millones en reservas.
Para ver cómo hicieron estos países para financiar sus déficits, debemos utilizar datos del FMI, que
muestra un déficit de cuenta corriente acumulado de 180.000 millones entre 1974 y 1978 para los
países en desarrollo no productores de petróleo. Más de un tercio de este déficit fue cubierto por
medios que no creaban endeudamiento, como préstamos e IED. Otros 57.000 millones se financiaron
con préstamos de fuentes oficiales. Los préstamos de bancos alcanzaron 96.000 millones.
De esta forma, la mayor parte de
la discusión sobre el reciclado
nos remite al flujo de préstamos
bancarios de países en
desarrollo. Éste fue el más
precario, ya que dependía de la
idea de los bancos comerciales
sobre la solvencia de
determinados países. Para 1978,
Argentina, Brasil, Chile, México, Perú, Filipinas, Corea del Sur y Tailandia representaban un 61% de
la deuda total de todos los países en desarrollo no productores de petróleo. Esta concentración de la
418
deuda no es sorprendente: se trata de los mismos países que tenían casi la mitad del déficit agregado
de cuenta corriente entre los países en desarrollo.
En términos absolutos, la deuda de los ocho países aumentó 82.000 millones entre 1974 y 1978. Para
todos ellos (menos Corea del Sur), la deuda aumentó más rápido que el PNB. El peso de la deuda en
relación con las exportaciones también aumentó.
Debemos medir el concepto de carga de la deuda como:
Pago de intereses anual
Carga de la deuda=
Exportaciones anuales de bienes y servicios
Así, podemos ver que, excepto en Corea del Sur, la carga de la deuda aumentó en todos los países
entre 1974 y 1978.
En los países industriales y los países en desarrollo avanzados, el reciclaje tuvo bastante éxito en
1974-8. El problema fue manejable. Pero, en el resto de los países en desarrollo, no fue tan fácil. De
igual manera, debemos señalar que instituciones multilaterales de préstamo, como el Banco Mundial
y los bancos regionales de desarrollo, aumentaron sus contribuciones después de 1973. Entre ese año
y 1979, la asistencia incrementó de 11.500 millones a casi 25.000 millones.
La preocupación en 1981 fue la suba de las tasas de interés nominales y reales, hasta que, en
agosto, bajaron, cuando la economía norteamericana cayó en una recesión. Estas tasas de interés
recargaban mucho los pagos de servicio de la deuda para los países en desarrollo, además de
amenazar la inversión de capital y el crecimiento económico.
En estas circunstancias, el FMI jugaría un rol mucho más grande en apoyar al proceso de
reciclaje.
Todo ello explicaría, después, la nula reacción que la escalada de los precios del petróleo iba a
producir en las superpotencias, ya que tales subidas eran imprescindibles para financiar el plan. En
noviembre de 1973 Israel y Egipto aceptan el alto al fuego, y la guerra termina.
El primer hecho fundamental con el que se encontraron los pioneros de la industria del petróleo fue
el de las increíbles fluctuaciones a que daba lugar.
Rockefeller creó el gigantesco monopolio de la Standard Oil, y, a fines del siglo, controlaba el 90%
del refino en los EEUU. Su estrategia para el control del mercado era una reducción selectiva,
financiada con aumentos en otros lugares donde tenía el monopolio.
El gran competidor de la Standard Oil fue un grupo europeo, la DutchShell, que buscó asegurar sus
fuentes de suministro dispersas a través del mundo. También, competía otra compañía británica, con
el nombre de Anglo-Iranian Oil Company. En Estados Unidos, nuevos descubrimientos crearon
Gulf y Texaco.
Para el año 1921, el presidente Herbert Hoover organizó un grupo con siete de las mayores
compañías norteamericanas, para el reparto de Oriente Medio.
Sólo como consecuencia de los acontecimientos en los setenta, Venezuela y el resto de los países
productores recuperaron el control de su propia riqueza. El único país que no se había dejado
controlar era México, donde los recursos del subsuelo eran propiedad estatal.
423
La decisión de bajar precios sin consultar a los países productores conduciría a la creación de la
OPEP.
Trasfondo de la crisis:
A principios de los setenta, una serie de países en desarrollo aparecieron como Países
Recientemente Industrializados (PRI), o Economías en Vías de Industrialización (EVI), por
cambiar su producción, con una mayor proporción de productos industrializados y un mayor nivel de
inversión aumento de los déficit en cuenta corriente.
a) Aumento de los déficits externos, al igual que casi todos los países importadores de
petróleo, porque tuvieron que aumentar su endeudamiento externo.
b) Superávit de cuenta corriente de los países de la OPEP, que no concedieron créditos en
gran escala directamente a los países en desarrollo. Sabían que no eran los inversores más
populares de la época, y querían activos financieros tan líquidos e inmunes a las represalias
políticas como fuese posible. Por eso, invirtieron la contraparte en dólares de su acumulación
de reservas, principalmente, en depósitos en bancos comerciales occidentales.
Los bancos buscaban lugares rentables donde prestar sus depósitos inflados, incluyendo a los países
en desarrollo prometedores. Este proceso recibió el nombre de reciclado: se prestaban los superávit
de la OPEP a los países importadores de petróleo, para que éstos compraran crudo a aquéllos. El
proceso se desarrollaba relativamente sin tropiezos: entre 1974 y 1978, el déficit acumulado en
cuenta corriente de todos los países en desarrollo no petroleros fue superior a 180.000 millones de
dólares.
Pero ese déficit no sólo se financió con capitales extranjeros oficiales y privados, sino que los
deudores pudieron sumar 39.000 millones a sus reservas de moneda extranjera, los cuales
incrementaban su inversión interna como porcentaje del PBI. Sin embargo, algunos deudores
sufrieron fugas de capitales, cuando los habitantes buscaban la seguridad financiera comprando
activos en moneda extranjera.
Gran parte del flujo de capital privado tomó la forma de préstamos concedidos por consorcios de
bancos, alentando a las pequeñas instituciones financieras, muchas sin experiencia internacional, a
participar. Estos préstamos generalmente eran en dólares, y sus tasas de interés estaban sujetas a la
tasa a seis meses de Londres llamada Libor. Los bancos buscaban activamente a quién prestar, e
incluso competían por los prestatarios: había una agresividad de la oferta. Los gerentes de
préstamos de los bancos recorrían América Latina y otras regiones, buscando posibilidades para
prestar. Los préstamos vencidos eran refinanciados.
Los bancos parecían no entender los riesgos en los que incurrían, considerando que los países no
quiebran: confiaban en las garantías implícitas de sus gobiernos.
Así, se acumuló la deuda: para 1980, la deuda bancaria a largo plazo de todos los países en
desarrollo sumaba 135.000 millones de dólares, comparado con menos de 4.000 millones en 1970.
Brasil y México, los mayores deudores, comprendían el 37% del total.
425
se tomaron medidas moderadas para ajustar el presupuesto. Pero esto no alcanzó para frenar la fuga
de capitales.
La crisis de la deuda se agudizaba cada vez más, y el nuevo gabinete económico de México se dirigió
a Estados Unidos para pedir consejos sobre cómo proceder. Éstos respondieron que debían pedir un
préstamo al FMI y reducir el déficit presupuestario (12% del PBI). Pero los mexicanos rechazaron el
consejo. Para ganar tiempo, y ayudar a México a soportar la tormenta hasta el cambio de gobierno, la
Reserva Federal lo ayudó a “adornar” sus reservas, con préstamos de un día a su banco central.
Cuando empezaron a disminuir los préstamos bancarios, se autorizó al Banco de México a retirar 700
millones de dólares de los fondos de swaps recíprocos que tenía con la Reserva Federal desde hacía
algunos años.
Los 700 millones duraron pocos: la fuga de capitales se acentuó, y la Guerra de las Malvinas hizo
que la mayoría de los bancos se mostraran menos dispuestos a dar préstamos a la mayoría de los
países latinoamericanos. Las reservas mexicanas se agotaban. El 20 de agosto, el Ministro de
Economía de México anunció:
Una suspensión por tres meses de los pagos de capital sobre la deuda con los bancos.
Un pedido de crédito al FMI.
La suspensión de los pagos de capital (NO de intereses) de la deuda mexicana precipitó la crisis, que
tuvo dos aspectos:
1) Brusco recorte de los préstamos bancarios a los países deudores del mundo en
desarrollo: esto generó graves dificultades para que éstos financiaran sus balanzas de pagos.
Los desembolsos de préstamos a los diecisiete mayores deudores pasaron de 53.700 millones
de dólares, en 1981, a 22.500 millones en 1983, y 19.000 millones en 1985. Los países se
vieron obligados a reducir sus importaciones e inversiones, produciendo una grave
desaceleración económica: entre 1981 y 1984, su PBI conjunto cayó un 15%.
2) Posibilidad del incumplimiento por parte de los deudores: los bancos acreedores ahora
temían volverse insolventes, generando una crisis bancaria. Muchos bancos estadounidenses
(los principales prestamistas a Latinoamérica) eran sumamente vulnerables: sus préstamos
impagos a los países más endeudados equivalían al 130% de su capital a fines de 1982. Las
instituciones británicas y francesas también eran más vulnerables. Las alemanas, no tanto.
Si los grandes clientes empezaban a retirar sus depósitos, o se negaban a renovar sus
certificados de depósito, había riesgo de una corrida bancaria.
Pero el problema que se intentaba resolver fue agravado por el discurso del presidente López
Portillo, del 1 de septiembre, quien anunció:
a) Nacionalización de los bancos, a los que acusó de alentar la fuga de capitales.
b) Control de cambios.
c) Fuertes críticas al FMI.
Como resultado, las fugas de capitales fueron incluso mayores, a tal punto que el monto total de esa
fuga superó el monto neto de deuda contraída en el exterior.
En la reunión anual del FMI y el BM, celebrada cinco días después en Toronto, el tema principal de
conversación fue esta crisis. Había que encontrar la solución a un problema apremiante de pagos, ya
que se exigía a las sucursales extranjeras de los bancos mexicanos que devolvieran los depósitos.
Esta corrida se resolvió mediante préstamos puente de bancos centrales, y el ejercicio de cierta
presión moral sobre los bancos acreedores.
Por otro lado, se elaboró un memorándum en el cual se exponían los principios de un programa de
ajuste que México debía aplicar si quería un préstamo del FMI. Dispuso que la concesión de un
préstamo a este país dependería de que los bancos reunieran una “masa crítica” de créditos nuevos
para el país. Estas condiciones serían impuestas en créditos posteriores.
Mientras tanto, con la aprobación de Reagan, Volcker empezó una estrategia internacional para
afrontar la crisis de la deuda en general, incluyendo nueva financiación de los bancos, préstamos
puente de los bancos centrales y el BAI, programas de ajuste y créditos del FMI, y un aumento de los
recursos de este organismo.
Todos los bancos comprendían la importancia de prevenir los incumplimientos por parte de los
grandes deudores. Cada uno estaba dispuesto a prestar sólo si los otros lo hacían: se construyó un
interés común. Fue más difícil lograr la participación de los bancos menores, menos dependientes
de la solvencia de los deudores.
cubrían sólo la cuarta parte de los pagos de intereses de los grandes deudores. De ahí, surgió un
nuevo concepto: las transferencias netas:
Transferencias netas=Nuevos préstamos netos−Pagos de intereses
En 1976, las transferencias netas fueron de más de 12.800 millones de dólares para los diecisiete
países. En 1980, fueron de casi cero: los préstamos netos recibidos fueron apenas suficientes para
cubrir los pagos de intereses de la deuda. Para 1985, la cifra era negativa en 36.700 millones de
dólares.
La mayoría de estos países debió reducir drásticamente sus importaciones y deprimir sus economías,
para poder usar los ingresos por exportaciones para pagar los intereses de sus deudas. Por eso, en
1985, el PBI de México estaba un 26% por debajo del nivel de 1981.
El problema de la financiación de la balanza de pagos se agravaba con la fuga de capitales de una
serie de países deudoras, por varias motivaciones: evasión impositiva, miedo a la inestabilidad
política, expectativas de inflación y depreciación monetaria. El fenómeno de la fuga de capitales,
definido como dinero que huye de riesgos anormales, es difícil de medir por todas las formas que
toma: compras de moneda extranjera (frecuentemente mal notificadas), subfacturación de
exportaciones y sobrefacturación de importaciones. Las estimaciones del BM para 1980-88 indican
fugas de capitales por 64.000 millones de dólares en México, 35.600 millones en Brasil, y 39.500
millones en Argentina.
Hay varias respuestas a la pregunta de: en estas condiciones… ¿por qué los deudores no
suspendieron sus pagos de intereses?
Algunos sostienen que los jefes de gobierno de los deudores más grandes (Argentina,
Brasil, México y Venezuela), y probablemente algunos más, no querían desconectar sus
economías del sistema financiero mundial ni arriesgarse a una ruptura de política exterior con
Estados Unidos, que representaría una amenaza no sólo financiera, sino también comercial y
militar.
La dependencia de los bancos comerciales para los créditos a corto plazo, que les
permiten financiar su comercio. Sin estos créditos, podrían perjudicarse las transacciones de
importación y exportación.
El miedo a las reacciones negativas por parte de inversores locales, incluida la fuga de
capitales.
La motivación del deseo de considerarse confiables, con la expectativa de que, en el futuro,
se reanuden los ingresos de capitales de forma significativa.
Por la difícil situación de los países deudores, el Secretario del Tesoro americano James Baker, en
la reunión anual del FMI/BM de Seúl en 1985, propuso un plan para acelerar su crecimiento:
1) Préstamos de los bancos comerciales por 20.000 millones de dólares durante los tres
años siguientes, que serían igualados por otros préstamos a cargo de los bancos
multilaterales del desarrollo (BM y otros bancos regionales).
429
Washington: las políticas propugnadas por el FMI, el Banco Mundial, la presidencia de Estados
Unidos, la Reserva Federal y los institutos de investigaciones. Este consenso se refería a diez
instrumentos de política económica:
Chile fue uno de los primeros países en emprender este camino, a partir de los años setenta: durante
el pinochetismo, se privatizaron empresas estatales, se sustituyeron las restricciones cuantitativas a
las importaciones por una tarifa única del 10%, se hizo una reforma impositiva, y se aplicaron
políticas fiscales y monetarias efectivas. A fines de los 70, este país tenía un crecimiento superior al
8% anual, pero sus tasas de inflación promedio eran del 36%.
La inflación fue de dos o tres dígitos en los países más endeudados hasta fines de los 80. ¿Por qué?
Porque era necesario comprimir las importaciones y los déficit en cuenta corriente, pero la demanda
interna no bajaba en la misma medida, a pesar de que el consumo per cápita crecía más lentamente o
decrecía.
En México, el gobierno de Miguel de la Madrid intentó adoptar reformas estructurales, reduciendo
a la mitad el déficit fiscal entre 1982 y 1984 (el cual luego volvería a aumentar). Fue necesario
ajustarse a los shocks de un terremoto en septiembre de 1985 y la caída de los precios del petróleo en
1986. Ese año, el gobierno pensó en suspender los pagos, pero lo disuadió un nuevo crédito del FMI
y un préstamo de 6.000 millones de dólares de los bancos comerciales. Junto a la renegociación de la
deuda, se impulsó una profundidad en estas reformas estructurales: en 1987, se anunció, mediante el
Pacto de Solidaridad Económica, el objetivo de reducir el déficit fiscal, tomar políticas monetarias
austeras, liberar el comercio y desarrollar una política de ingresos.
En 1986, México ingresó al GATT. Además, revisó el sistema tributario, bajó la tasa de inflación,
desreguló la industria, efectuó una serie de privatizaciones y promovió las IED, así como la
desregulación financiera. En términos generales, descartó tres elementos que habían afectado su
filosofía económica durante muchos años: a) El miedo a ser dominado por Estados Unidos; b) Un
enorme sector público, con funciones reguladoras; y c) La sustitución de las importaciones en lugar
del libre comercio.
grandes deudores, y que el peso de la deuda reprimía sus economías. Los bancos dejaban de prestar.
Muchos deudores tenían importantes superávit comerciales, y, a la vez, déficit en cuenta corriente,
por la cantidad de intereses que debían pagar al resto del mundo. La fuga de capitales no se detenía.
El 10 de marzo de 1989, el Secretario del Tesoro, Nicholas Brady, propuso una reducción de la
deuda y servicios, y nuevos préstamos bancarios. Su plan ofrecía tres opciones a los bancos:
1) Reducir una parte de la deuda.
2) Reducir las tasas de interés sobre ésta.
3) Ofrecer nuevos préstamos.
Las opciones recibirían respaldos “mejorados”, bajo la forma de una línea de créditos de 30.000
millones de dólares del FMI, el BM y el Eximbank de Japón, como garantía de bonos para ser
cambiados por préstamos bancarios con un descuento o tasas de interés más bajas.
El primer beneficiario del Plan Brady fue México. A los bancos, se les dio a elegir entre tres
opciones:
Una reducción del 35% del capital de su deuda a treinta años, con una tasa de interés de
mercado.
Un bono a treinta años, a la par del valor nominal de los préstamos bancarios, con una
tasa de interés del 6,25%.
El otorgamiento de préstamos nuevos, equivalentes a la cuarta parte de sus acreencias. Así,
México pediría préstamos, y emplearía parte de sus reservas, para adquirir bonos del Tesoro
sin cupón, como garantía de los títulos nuevos que entregaría a los bancos.
En definitiva, los bancos optaron por cambiar el 41% de sus acreencias por bonos descontados, y el
47% por bonos a la par. El 12% restante fue en préstamos nuevos.
Hechas las cuentas, la deuda neta de México no se redujo: recibía fondos nuevos, al tiempo que
reducía el valor de la deuda vieja. Pero la reducción de sus pagos de interés fue de 1.500 millones de
dólares anuales, y recibió préstamos nuevos de 700 millones anuales durante tres años. Con ello,
redujo la transferencia neta en unos 2.000 millones de dólares por año, número que disminuyó aún
más cuando bajaron las tasas de interés en los noventa.
El acuerdo tuvo un efecto catalizador: combinado con las reformas económicas de los ochenta,
provocó el ingreso de grandes capitales, ya que los mexicanos traían de vuelta su dinero, los
inversores extranjeros se sentían atraídos, y nuevos bonos aparecían en los mercados internacionales.
Así, México pudo aumentar la inversión interna, y su tasa de crecimiento pasó del 1,4% en 1988 al
3,9% en 1990. Sus reservas de moneda extranjera aumentaron de 4.900 millones de dólares, en 1988,
a 17.100 millones en 1991, y siguieron creciendo.
1997, estábamos en deuda con el Fondo en más de 4.350 millones de DEG, el triple del monto de
nuestra contribución.
La Crisis del Tequila fue un primer cuestionamiento a la posición del FMI. Pero sería recién la
crisis asiática la que produciría un replanteamiento más profundo.
La mayoría de los países asiáticos víctimas de las crisis habían efectuado sus últimos giros contra el
Fondo al menos diez años antes, excepto por Filipinas, que había llegado a un acuerdo ampliado de
tres años en 1994, si bien no realizó ningún giro después del primer año. El Fondo subrayaba el éxito
ejemplar de estos países, incluso algunos meses antes de la crisis.
Todos los riesgos estaban ocultos detrás de excelentes indicadores macroeconómicos: fuerte
crecimiento, tasa de ahorro elevada e importantes excedentes presupuestarias. Pero se acumulaban
según un esquema que luego se volvería identificable:
En Asia, donde tradicionalmente había estrechas relaciones entre los bancos, los grupos industriales
y el Estado, los bancos tenían más vocación de promoción industrial que de optimización financiera.
Además, la gestión de las instituciones financieras se caracterizaba por la falta de rigor en el control
interno y la evaluación de los riesgos. La supervisión era muy laxa, y se creía que el Estado no
permitiría la quiebra de los bancos. Así, los agentes económicos, bancos y empresas se habían vuelto
demasiado indiferentes al riesgo, sobre todo el riesgo cambiario, y, estimulados por la afluencia de
capitales exteriores, se endeudaron en divisas, a muy corto plazo y sin cobertura. Los préstamos
eran muy imprudentes, y se generaron burbujas especulativas, garantizando las deudas con un
capital sobrevaluado.
Los bancos locales asumieron un triple riesgo:
1) Riesgo crediticio, por una acumulación de créditos dudosos en las balanzas de estas
instituciones.
2) Riesgo cambiario, ya que una gran parte de las deudas del sector privado se había contraído
en monedea extranjera y sin cobertura.
3) Riesgo de vencimiento, porque el endeudamiento a corto plazo se usó para financiar
proyectos a largo plazo.
En 1996, en Tailandia, la deuda del sector privado era de un tercio del PBI al tipo de cambio
entonces en vigor, de la que un 29,2% tenía un vencimiento inferior a un año.
La liberalización financiera y del crédito no había venido acompañada de un mecanismo de
supervisión eficaz en los sistemas financieros, destruyendo la coherencia anterior de unas finanzas
reguladas, donde las garantías públicas y la orientación de la financiación según las prioridades
políticas complementaban al control centralizado del crédito. Ahora, los agentes locales se
encontraban frente a riesgos para los que no tenía medios para enfrentar. Liberados del control del
Estado, estos agentes situaron a los prestamistas internacionales ante un crecimiento masivo de
asimetrías de la información, aumentando el riesgo de crédito.
Gestión cambiaria:
Los sistemas financieros eran vulnerables a los ataques especulativos, porque se alimentaban de
flujos de capitales a corto plazo en divisas extranjeras. La referencia al dólar tomó la forma de una
flotación gestionada, y no de una paridad anunciada, pero las monedas asiáticas eran muy estables
respecto al dólar (igualitas al peso argentino!!). Mientras el compromiso de los gobiernos con esta estabilidad
fuera creíble, el costo del crédito en divisas sin cobertura cambiaria beneficiaría a los prestatarios y a
los prestamistas.
La apreciación del dólar en 1996-7 generó una degradación de la competitividad de estos países,
sobre todo respecto a China y Japón. Otro contribuyente a la ralentización de las exportaciones fue la
caída de la demanda mundial de ciertos productos, como los semiconductores.
436
Así, desde 1996, se notaron las presiones a la baja para las monedas del Sudeste Asiático. El primer
país en caer fue Tailandia: las presiones respecto al baht tailandés habían comenzado cuando el yen
perdió cerca del 35% de su valor respecto al dólar. Japón era el principal socio comercial de
Tailandia, por lo que la apreciación del dólar (y, por tanto, del baht) respecto al yen contribuyó a
degradar aún más la posición competitiva del país. Cuando esta degradación fue percibida por los
mercados, los especuladores
extranjeros y nacionales
comenzaron a vender baht,
mientras el gobierno los
compraba en secreto para
sostener la cotización de la
moneda. En el momento en que
el gobierno ya no pudo
controlar la paridad, era
demasiado tarde para
controlar la devaluación.
Después de Tailandia, los
ataques se trasladaron a las
monedas de otras economías
del ASEAN (Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático), competidoras y estrechamente
complementarias. El efecto contagio fue brutal respecto a los movimientos de capitales: los flujos
netos respecto a Tailandia, Corea, Indonesia, Malasia y Filipinas cayeron a -12 mil millones de
dólares en 1997.
El FMI no había percibido, nuevamente, la magnitud de esta caída: por ejemplo, si bien percibió la
fragilidad de la posición comercial de Tailandia, e intentó persuadirla (sin éxito) de ajustar su tipo de
cambio, menos de dos meses antes del estallido, había anunciado un crecimiento de un 6,8% para
Tailandia en el año en curso (1997).
Respecto a los otros países, no había reconocido la vulnerabilidad de sus sistemas financieros: no
reaccionó a los colosales préstamos de los bancos coreanos al extranjero, con períodos de
vencimiento muy cortos, ni examinó a tiempo el problema del sistema bancario de Indonesia.
Tampoco vio venir el efecto contagio de la crisis.
Una nueva generación de crisis:
El fallo de la anticipación de la crisis financiera en Asia y la inadecuación de las respuestas
provinieron de la doctrina construida a partir de las experiencias latinoamericanas, y se
fundamentaba en el postulado de que las crisis de los países eran específicas:
a) Provenían de malas políticas, que causaban el deterioro macroeconómico.
b) Las crisis recurrentes de los bancos y mercados de activos de la liberalización financiera
de los países desarrollados no aplicaban a los países emergentes.
Lo segundo era especialmente grave, porque la transformación de los sistemas financieros es una
fuente de fragilidad autónoma a las evoluciones macroeconómicas. Por eso, puede producirse
incluso en un contexto de buenos resultados macroeconómicos.
437
Las crisis de los años setenta y ochenta provenían de déficits de pagos corrientes en proporción al
PBI: cuando los bancos internacionales se inquietaban por el ritmo de crecimiento de la deuda
externa respecto a la capacidad del país para obtener divisas con sus exportaciones, los nuevos flujos
de crédito eran insuficientes para cubrir las necesidades adicionales de financiación, y las reservas
exteriores debían bajar para defender la paridad de la moneda. Cuando, con un tipo de cambio
flotante, el tipo de cambio previsto por los acreedores era inferior a la paridad defendida, se
desencadenaba un ataque especulativo, que agotaba las reservas de divisas del país, depreciando el
tipo de cambio. Ante esto, se apelaba a la financiación del FMI y programas de ajuste, para evitar
que los países atacados no fueran excluidos de los intercambios internacionales. Los deudores eran
públicos, y los acreedores exteriores, gobiernos y bancos. Esto permitió la formación del Club de
París y el Club de Londres, para gestionar el aplazamiento de las deudas. Eran crisis de primera
generación, y los agentes económicos implicados reconocían a los determinantes del proceso.
Con la globalización financiera, aparecieron las crisis de segunda y tercera generación. El primer
ejemplo fue la crisis del Sistema Monetario Europeo (SME), en 1992-3. En ellas, no había un
crecimiento desenfrenado del crédito interno, ni una amenaza inflacionista, ni inquietudes sobre el
monto de las reservas exteriores. Tampoco había déficits corrientes insostenibles. Pero las
intenciones de los gobiernos y las interpretaciones de los especuladores diferían mucho entre sí,
haciendo que los mercados cambiarios pudieran alcanzar equilibrios múltiples y que las crisis se
vuelvan imprevisibles. Cuando se piensa que el gobierno no va a defender el precio del régimen
cambiario en caso de un ataque, pueden efectuarse problemas con las monedas, incluso si las
condiciones económicas del país fueran compatibles con el mantenimiento de la regulación
cambiaria crisis de segunda generación.
El cambio de doctrina en los años noventa, que incitaba a los países emergentes a adoptar
regímenes cambiarios fijos, aumentó su vulnerabilidad frente a las crisis de la globalización
financiera, ya que no podían ajustar su tipo de cambio para defenderse, o estaba mal visto.
El efecto contagio es mayor, ya que el diagnóstico de estallido probable de una crisis no es seguro:
los fondos que se comprometen pueden ser enormes, y deben estar disponibles con una rapidez no
compatible con los procedimientos de negociación del FMI.
Desde julio de 1997, hubo una coexistencia de crisis de las tres categorías, con una fuerte intensidad
de propagación internacional.
La gestión de la crisis asiática:
Tailandia, Corea del Sur e Indonesia debieron recurrir al FMI, a pesar de sus reticencias. Después del
hundimiento del baht, los países asiáticos habían intentado una solución regional, sin éxito por la
hostilidad del gobierno estadounidense y la comunidad financiera occidental.
El baht continuaba hundiéndose, y Estados Unidos recomendó recurrir al FMI. En agosto, Tailandia
arregló un acuerdo con el Fondo por 34 meses. Indonesia fue obligada a dejar flotar la rupia el 14 de
agosto, pero recién en octubre pidió ayuda al Fondo. Filipinas fue el primero en hacerlo: en julio,
concluyó una prolongación y extensión de su acuerdo ampliado. Después del desencadenamiento de
un ataque especulativo a Hong Kong el 20 de octubre, el won se depreció un 20%, y, tras un mes de
caída libre, en noviembre las autoridades coreanas le pidieron ayuda al Fondo.
Este plan de salvación internacional comprometió fondos sin precedentes: la contribución del
FMI, de 35 mil millones de dólares, superó, por lejos, sus desembolsos en crisis anteriores.
Estas crisis le presentaban un nuevo desafío al Fondo, que debía, a la vez, resolver en caliente las
crisis de liquidez del mercado y reestructurar los sistemas financieros después de la crisis. Estas dos
funciones eran radicalmente diferentes la una de la otra:
los mercados más que en el país. Si se hacía una aportación pública de fondos récord, a los bancos
internacionales se les transmitiría la señal de que las deudas privadas de los bancos coreanos estaban
nacionalizadas, y, por tanto, debían desligarse.
El acuerdo entre el FMI y Corea no pudo acabar inmediatamente con el movimiento de pánico: los
capitales extranjeros continuaron en retirada, lo que hundió más el tipo de cambio. Los residentes
compraron dólares masivamente, y los inversores no residentes querían liquidar sus activos en Corea.
El won perdió 45% de su valor en el transcurso del mes de diciembre de 1997, y, al ritmo que
descendían las reservas exteriores (mil millones de dólares al día), se perfilaba un incumplimiento en
el pago de los vencimientos de los primeros meses de 1998.
Así, se hacía imperante restablecer la confianza de los acreedores, para detener la salida de capitales
e impedir la suspensión de pagos. Una vez que se consigue la colaboración de los bancos, la
inyección de liquidez necesaria es una cuestión meramente técnica. Pero esta colaboración depende
de las instituciones de supervisión que deben comprometer a los bancos en una actuación colectiva.
A nivel internacional, el club de los bancos centrales era el tutor de los bancos internacionales más
comprometidos en el crédito a los países en crisis. Su líder era el emisor último de la moneda
demandada en el mercado en crisis de liquidez: el Tesoro y la Reserva Federal de Estados Unidos, en
este caso.
La iniciativa, así, pasó a estas instituciones. A fines de diciembre, una solución provisional garantizó
el mantenimiento de la situación a corto plazo de los bancos acreedores, antes de firmar, en enero, un
acuerdo para el aplazamiento voluntario de la deuda externa.
El FMI no podía hacer esto: persuadir a los bancos es una combinación de palo y zanahoria que sólo
las instituciones que tienen poder sobre ellos pueden ejercer. Además, debía establecerse una red de
comunicación entre el banco central local, los supervisores y los bancos centrales en los países de
origen de los bancos internacionales implicados, bajo la batuta de la Reserva Federal. En este
sentido, el FMI sólo podía ser una ayuda técnica.
Las medidas macroeconómicas:
La primera reacción del FMI fue aplicar los mismos remedios que en México dos años antes. Pero
las crisis en Asia no eran el resultado de desviaciones presupuestarias o inflacionistas: no eran crisis
de consumo excesivo, sino de sobreinversión, en las que el sector privado jugaba un rol muy
importante. Por eso, los programas impusieron una austeridad injustificada, proporcionando
señales negativas a los mercados y agravando la recesión. Corea fue el ejemplo más significativo: se
subieron los tipos de interés de los préstamos en won a más de un 30%, mientras que la inflación era
de un 5%, y se impuso una restricción presupuestaria a un país con superávit fiscal.
El FMI se encontraba en un dilema con los tipos de interés:
Pero el aumento de los tipos de interés extendió el racionamiento masivo del crédito, y aumentó el
peso de las deudas. Si bien una bajada adicional del won (producida por bajas tasas de interés) habría
aumentado los riesgos de bancarrota para las empresas muy endeudadas en dólares, habría causado
menores daños que un aumento de los tipos de interés, que afectaban a todas las empresas coreanas.
Debemos admitir, de cualquier forma, que la importancia de las obligaciones en divisas de la
mayoría de las empresas pudo moderar esta crítica sobre las recomendaciones del Fondo.
La reducción presupuestaria fue aún más controversial, porque estos países estaban equilibrados. En
1996, Corea registraba un superávit de un 0,6% del PBI, y la tasa de ahorro de las familias era
superior al 17% del PBI. El descenso de la inversión y el aumento del ahorro privado por la recesión
contribuyeron a reducir el déficit corriente, que sólo representaba un 1,8% del PBI en 1997, antes de
que el país volviera a ser excedentario el año siguiente.
El gobierno coreano aumentó la carga fiscal a alrededor de un 2% del PBI, aumentando la base
imponible del impuesto de sociedades, el impuesto sobre la renta y el IVA. Esta austeridad
presupuestaria y una política monetaria restrictiva contrajeron la actividad, y, en febrero de 1998,
el PBI retrocedió cerca de 7 puntos. La recesión aumentó la fragilidad del sector bancario.
Con el agravamiento de la crisis, la primera revisión trimestral del programa permitió flexibilizar el
plan presupuestario: se revisó el objetivo a un déficit de un 0,8% del PBI, y, en agosto, mientras las
previsiones de crecimiento continuaban empeorando, el criterio del déficit presupuestario fue
nuevamente revisado a un 4% del PBI. Esta distensión ayudó a atenuar los costos sociales del ajuste,
pero la amplitud de la recesión pesó mucho en el costo de la reestructuración del sector bancario.
Las reformas estructurales:
Las reformas estructurales estuvieron en el centro de las medidas recomendadas por el Fondo. Esto
afectó enormemente al sector financiero, cuya fragilidad tuvo un papel central en la crisis, pero
tuvieron un alcance mucho más amplio. Se previó una amplia transformación de las estructuras
del sector, incluyendo medidas como:
1) Independencia del banco central.
2) Privatización de instituciones en manos del Estado.
3) Refuerzo de la supervisión del sistema financiero.
4) Aplicación de normas prudenciales, con un incremento de los castigos.
5) Abolición inmediata de los obstáculos a la apertura de filiales de bancos extranjeros.
6) Eliminación de las restricciones sobre las participaciones extranjeras en los bancos
nacionales.
La influencia del FMI se extendió incluso a medidas tradicionalmente propias del prestamista
nacional en última instancia, como las operaciones de salvación destinadas a proporcionar liquidez
en divisas a los bancos comerciales y la intervención en las decisiones de cierre de instituciones no
viables.
En la aplicación de esta estrategia, se cometieron varios errores. Uno de estos puntos débiles fue la
sincronización entre las medidas macroeconómicas y la reestructuración del sistema financiero.
El FMI fue criticado por intentar atacar estos dos problemas al mismo tiempo, agravando las
441
dificultades sufridas por los bancos, que no habían tenido el tiempo suficiente como para amortiguar
el shock.
Más allá del sistema bancario propiamente dicho, el FMI estuvo en el origen de transformaciones
estructurales más amplias, entrometiéndose en la política económica interna de los países, incluso
cuando la crisis no era el resultado de desequilibrios macroeconómicos. Por ejemplo, en Corea, el
FMI hizo que el gobierno se desligara del sector bancario, renunciando a intervenir en la gestión de
las instituciones financieras y la asignación de los créditos. Además, las autoridades coreanas
debieron liberalizar el mercado financiero de las empresas, aumentando el límite máximo de
participación extranjera en las empresas coreanas que cotizan, de un 26 a un 50%.
En el ámbito comercial, se instó al gobierno a eliminar las restricciones a la importación sobre 113
bienes y servicios incluidos en el marco de los acuerdos de la OMC. Esto planteó la cuestión sobre
las fronteras de las competencias del Fondo. Algunos de los puntos del programa retomaban medidas
que Japón y Estados Unidos exigían, desde hacía mucho tiempo, a Corea, como la disminución de las
barreras aduaneras a ciertos productos japoneses y la apertura de los mercados de capitales para
permitir a los inversores extranjeros tomar el control de empresas coreanas presiones para aplicar,
bajo el manto de la condicionalidad del Fondo, medidas que servían a las grandes potencias.
Los programas aplicados por el FMI iniciaron un cambio histórico en el modelo de desarrollo del
Sudeste Asiático, hasta entonces caracterizado por un capitalismo intervencionista.
La crisis asiática manifestó el carácter especialmente crucial de la apropiación política de los
programas negociados con el FMI por parte de las autoridades nacionales. Este factor fue decisivo en
la recuperación espectacular de algunos países (Corea) y las persistentes dificultades de otros
(Indonesia).
En Rusia y en Brasil, la apropiación política y la credibilidad de los programas del Fondo
fracasaron. Poniendo de relieve las reformas estructurales necesarias para garantizar el vigor
presupuestario, el Fondo aplicó primero reformas de larga duración como respuesta a una situación
de urgencia, mientras que la credibilidad de las autoridades nacionales no alcanzaba para modificar
las previsiones de los mercados. Las crisis eran demasiado inminentes como para ser evitadas con
promesas de reformas de larga duración y políticamente delicadas.
La crisis rusa de 1998, que implicó un montante de activos financieros ínfimo respecto a la crisis
asiática, puso a las finanzas mundiales al borde del colapso, mientras que esta última benefició a
los mercados financieros occidentales.
Una crisis general de valoración de los precios de los activos financieros barrió a los mercados a
partir de finales de agosto de 1998, y provocó la operación de salvación del hedge fund LTCM,
preparada por la Reserva Federal en septiembre de 1998.
20
Bonos gubernamentales a corto plazo emitidos por el Banco de Rusia.
443
Por este gesto, Estados Unidos recibió el relevo de Inglaterra en su papel de superpotencia
garante del hasta entonces indiscutido predominio anglosajón. Ya el Reino Unido no tenía la
fuerza económica y militar para costear los gastos de preservar su hegemonía.
La amplia presencia británica, construida a lo largo de los siglos XVIII y XIX, comenzaba a
resquebrajarse, por las reivindicaciones nacionalistas y las implicaciones económicas. Entre 1946 y
1948, se independizaron Birmania, India, Pakistán y Ceilán. En el Oriente Medio, el nacionalismo
árabe se despertaba con el nacimiento del Estado de Israel, creado en 1948.
Mientras todo esto sucedía, Estados Unidos se mantenía en una actitud más bien expectante, con
muchas fuerzas políticas favorables al aislacionismo, una tesis que cada vez era más difícil de
sostener. El cambio en esta actitud fue casi súbito, una de las más grandes mutaciones geopolíticas
de la historia. Finalmente, los americanos se decidieron a asumir las funciones imperiales que venían
eludiendo desde 1918.
Como contraparte del protagonismo imperial norteamericano, se encontraba la Unión Soviética,
cuyo objetivo era lograr la hegemonía en todo Europa. La muerte inesperada de Roosevelt pareció
ser un catalizador para que Stalin se convenza de que la posguerra podría ser, para la expansión
soviética, más ventajosa que la dura guerra con Alemania.
La Doctrina Truman:
Con la decisión británica de no apoyar más a Grecia y Turquía, la situación para las posiciones
anglosajonas era grave: En Grecia, las guerrillas procomunistas presionaban, en el norte del país,
445
Para salir de sus dificultades, Europa necesitaba de una transfusión norteamericana de no menos
de 5.000 millones de dólares anuales, durante varios años consecutivos.
Entre 1945 y 1947, los que Triffin llamó los años del bilateralismo triunfante, se firmaron más de
doscientos acuerdos bilaterales de pagos o de clearing en Europa, que llegaron a cubrir una parte
muy importante del comercio intraeuropeo y mundial. En 1948, la OECE señaló que los pagos
realizados a través de convenios bilaterales cubrían el 61% del valor total del comercio exterior de
Europa Occidental.
En estas circunstancias, había dos salidas para Europa Occidental:
La integración sería la formación de un único y gran mercado, dentro del cual desaparecerían las
restricciones cuantitativas a la circulación de mercancías y las barreras monetarias a los pagos, y,
eventualmente, todos los aranceles.
La propuesta tuvo un gran impacto. Los norteamericanos se dieron cuenta de que cualquier clase de
ayuda no sería suficientemente eficaz, si no se evolucionaba del mosaico de mercados separados de
Europa hacia una mayor libertad de tráfico entre sus múltiples componentes.
La creación de la OECE permitió realizaciones tan importantes como la Unión Europea de Pagos, así
como la liberación del tráfico de bienes y servicios. Además, el Plan Marshall fue lo que permitió
que funcionaran el Fondo Monetario Internacional y el Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT). Sin los dólares que libró la ayuda, no hubiera habido liquidez
para activar el comercio mundial, ni hacer posible el juego de los dispositivos al FMI.
La ayuda Marshall también tuvo consecuencias muy importantes en la posterior conformación
económica de Europa. El verdadero comienzo de cooperación europea fue resultado de las
condiciones impuestas por Estados Unidos en el momento de conceder su ayuda.
1975 fue un año dramático para los países industriales del Norte. Con la victoria de Vietnam del Sur,
Estados Unidos fue, por primera vez en su historia, una nación derrotada. Además, en este año, se
apreciaban los efectos del primer shock petrolero, y la consiguiente necesidad de coordinar las
políticas económicas de forma más operativa que en el marco de la excesivamente multitudinaria
OCDE.
Como reacción a ello, en este año surgieron dos instituciones económicas de importancia, con las que
se buscaba sanar las heridas del orden económico de Bretton Woods de 1944, simbolizadas por la
inconvertibilidad oro del dólar (1971) y su doble devaluación (1971-1973), que habían llevado a
la adopción de tipos de cambio flotantes:
1) Trilateral: entidad privada de las grandes multinacionales de Estados Unidos, Japón y
Europa Occidental.
2) G7: plataforma de gran poder económico, con una actuación Países del G7:
muy informal, sobre todo de cara a la opinión pública, a Estados Unidos
través de las cumbres de los “Siete Grandes”. Al finalizar la Canadá
primavera o empezar el verano, los jefes de Estado y Alemania
Gobierno de estos países se reúnen rotativamente, para Reino Unido
discutir informalmente las cuestiones globales que les Italia
preocupan. Hubo varias cumbres importantes, entre ellas: Japón
► Rambouillet (1975): formas de amortiguar la Crisis Comisión Europea
del Petróleo.
► Londres (1977): políticas de ahorro de hidrocarburos y lucha contra la inflación.
► Tokio (1979): aires de optimismo por la puesta en marcha del Sistema Monetario
Europeo (SME), con bandas de fluctuación prestablecidas y la moneda cesta del ECU.
► Venecia (1980): retorno del pesimismo por el segundo shock petrolero.
► Versalles (1982): primeras preocupaciones serias por las alzas del dólar y los elevados
tipos de interés. Dudas sobre la generalización del efecto mexicano, de moratoria en el
pago de la deuda externa.
► Tokio (1986): constatación, tras el Acuerdo del Plaza, de septiembre de 1985, de la
necesidad de sostener la cotización del dólar, debilitado por los excesos de las
Reaganomics.
► Venecia (1987): continúa la inestabilidad del dólar, y la RFA y Japón se resisten a
sostener su tipo de cambio con la intervención concertada de sus bancos centrales. La
tensión internacional se afloja a partir del encuentro entre Reagan y Gorbachov.
► Toronto (1988): distensión. Apoyo a la perestroika de Gorbachov y condonación de la
deuda externa africana.
► Londres (1991): consolidación del G7 como directorio económico mundial. Los
acuerdos a los que llegaron se presentaron como un decálogo sobre la ONU, Irak,
Israel, Europa Oriental, la Unión Soviética y el terrorismo. Gorbachov se hizo
presente en la cumbre.
► Tokio (1993): anuncio del acuerdo, dentro del marco de la Ronda Uruguay del GATT,
de reducir aranceles en ocho sectores industriales y de eliminarlos en diez, para
impulsar el comercio mundial.
450
► Lyon (1996): posible ingreso de Rusia en el grupo, para convertirlo en G8. Apoyo a la
minorización de la deuda de 41 PMDs propuesta por el FMI y el BM. Condena a las
sanciones a Cuba de Estados Unidos, por ser contrarias a las reglas de la OMC.
► Denver (1997): fue la primera denominada oficialmente G8, por la participación
(todavía no plena) de Rusia. Se trataron temas preocupantes, como el aumento del
paro en Europa, la indispensable reducción del déficit comercial de Estados Unidos
con Japón, y la crisis asiática.
Por el estallido de las crisis económicas de los años noventa, el G7/8 se reunió en Londres en el año
1998, donde se establecieron las bases para aumentar la disponibilidad de recursos del FMI, a través
de la aportación de cuotas pendientes, la emisión de DEGs, y nuevos acuerdos de préstamo. La idea
era atender las necesidades más inmediatas, y evitar el contagio de países clave en la estructura
financiera internacional.
Estados Unidos puede emitir. Va a tratar de evitarlo, pero el control no va a ser absoluto: va
a emitir desenfrenadamente.
Las reservas norteamericanas habían bajado, pero el patrón se mantenía a 35 dólares la
onza.
Esto genera problemas, que dan origen a un cuestionamiento de Bretton Woods:
Ò Con el crecimiento europeo, sobre todo de Alemania Occidental, el mercado comenzó a
dar señales de confianza en su moneda y economía. Pero resulta que yo tenía, en mi mano,
un fajo de dólares, y tengo la posibilidad de elegir. Si ya sé que Estados Unidos, en la década
del sesenta, está en la Guerra de Vietnam, la carrera armamentista de la U.R.S.S., los
impuestos a la población no aumentan; también tengo en claro que todo este gasto debe
financiarse, con una particularidad: Estados Unidos puede emitir.
Si yo, siendo el mercado, sé eso… ¿confío absolutamente en el dólar, en esta paridad? No.
Por eso, tengo varias opciones sobre qué hacer con mis dólares:
a. Convertirlos: por ejemplo, voy al Banco de Alemania a cambiar mis dólares por oro.
Quien pierde reservas, para sostener la convertibilidad del oro, es Alemania
Estados Unidos emite moneda, y el resto del mundo debe mantener la emisión con sus
propias reservas.
452
El sistema global que se formó, que le dio a Estados Unidos una primacía, empieza a
tener un déficit que se compensa con niveles de emisión, los cuales aparecen como un
problema. A medida que pasa el tiempo, se evidencia que la gente desconfía de esta
situación, e intenta sacarse de encima a la “moneda mala”. Si bien el dólar no
colapsa, sí se da un movimiento que deja en evidencia que Occidente, con sus
reservas en oro, sostiene la convertibilidad del modelo norteamericano; y Estados
Unidos se apoya en el resto del mundo para sostener su moneda el mundo es
garante del oro.
b. Cambiarlos por la moneda local: imaginemos que, nuevamente, estoy en Alemania.
Cambio mis dólares por marcos alemanes, porque veo que es una moneda muy fuerte.
Pero aquí, surge otro problema: Alemania debe asegurar el acceso a estos marcos, es
decir, tener la cantidad de moneda suficiente para cubrir la demanda de sus
acreedores. Por eso, muchas veces debe acudir a la emisión, con un problema: el tipo
de cambio permanece fijo.
Primero va a aparecer en el escenario algo que, si bien estaba en el centro del sistema, se encontraba
un poco postergado: el Fondo Monetario Internacional. A pesar de ser el organismo de Bretton
Woods, lo más importante era su accesorio: el sistema monetario que giraba alrededor del sistema de
Bretton Woods. Para este momento, si bien el FMI prestaba cada tanto, estaba desdibujado.
En la década del sesenta, se revive al Fondo Monetario Internacional. Se buscaban mecanismos
para flexibilizar el acceso de los países al dinero. Si yo soy Inglaterra, y tengo una presión en mi
mercado a favor de sacarse de encima las libras y cambiarlas por marcos alemanes, ¿cómo podía
hacer para resolver esa situación? Acudir al Fondo, que me podía proveer de marcos que yo, con mi
proceso económico, no podía generar endeudamiento para cubrir el déficit.
1959 50%
1956 25%
1979 30%
Así, se saca circulante del mercado para otorgarle más plata al Fondo, que podría prestar más.
La capacidad del organismo pasó de 9.500 millones de dólares a 21.300 millones, entre 1959
y 1970.
2) Se enuncia, pero no se llega a implementar, también en el marco del FMI, la creación de una
moneda internacional. La idea era tener una mayor capacidad de generación de créditos y
préstamos, liberándose de la situación de la bolsa de dinero que se estaba creando. Va a
terminar constituyéndose, en los borradores, lo que se llamó Derecho Especial de Giro (en
adelante, DEG), que se redistribuirían en el resto de los países.
Esto es una creación sui géneris de dinero: éste se crea por el organismo internacional, les
entrega a los países los DEG, que estarían autorizados, mediante ellos, a cambiarlos por
billetes de otro país ✨momento mágico✨ de la economía: se crea dinero de la nada.
El DEG era una moneda que todos los países reconocían como válida. Por eso, todos estaban
obligados a recibirlos, hasta cierto porcentaje. Yo no podía negarme a recibir DEG, si otro
país me los quería entregar a cambio de mi moneda (hasta cierto porcentaje) todos
aceptamos la moneda, y todos nos comprometemos a recibir.
Pero a Estados Unidos no le gustaba la idea del DEG: temía que se convierta en un adversario
del dólar, y terminar en la posición de lidiar con una moneda que opacara la preminencia del
dólar no quiere competencia. Sin embargo, como los temores estaban más diluidos que
antes, Estados Unidos termina aceptando.
454
Para que el DEG no supere al dólar, establecen que 1 DEG = 1/35 de onza de oro. Recordemos
que el patrón era 1 onza = 35 dólares. De esta forma, se estableció, indirectamente, que el
DEG era asimilable, al menos nominalmente, al dólar.
Así, no conforme con otorgarle mayor capacidad de préstamo al FMI, se empiezan a crear los DEG,
con la idea de oxigenar a las economías y que tengan un acceso rápido, veloz y sencillo a las
reservas.
2. Acuerdos Generales de Préstamos:
Ponen a disposición una cantidad de dinero entre los principales países del FMI, por ejemplo, 20 mil
millones de dólares. En caso de necesidad, podían prestarse entre ellos esos 20 mil millones de
dólares que estaban en los fondos. Si bien se negocia en el marco del Fondo, le excede.
Podríamos decir que fue un precursor del actual G10 (primero G5, luego G7). El G10 es una especie
de órgano deliberativo global entre los países, que marca lineamientos sobre hacia dónde ir.
Con los AGP y los Acuerdos Swap, nacen las reuniones informales entre los líderes económicos de
cada país, que empiezan a reunirse con cierta periodicidad.
3. Pool del Oro:
Estaba destinado a proveerle reservas de oro a los países, en caso de corridas del oro. Se pone, a
disposición de los demás, las reservas de oro, para que los otros países puedan acudir a ellos.
Los países acudían al pool, que les restituirían una parte en caso de pérdida de sus reservas, y que,
cuando mejoren su situación, debían devolver.
4. Acuerdo Swap:
Son acuerdos de corto plazo (3 a 6 meses), con garantía de tipo de cambio. ¿Qué quiere decir esto?
Yo te presto un Acuerdo Swap un acuerdo de 1 millón de libras, por seis meses. Pase lo que pase en
el mercado, me debés a mí el equivalente, en tu moneda, al valor que tenía cuando se contrajo el
acuerdo, en los términos inicialmente negociados.
Ninguna de estas medidas existía hasta ahora: surge con la necesidad de contrarrestar los
temores ocasionados por la falla de Bretton Woods, a causa de la distribución del poder
económico y las reservas de oro.
Pero, pese a intentar poner estos parches, el problema de fondo no se resolvió. Era evidente que todo
estaba por romperse en cualquier momento. Veamos lo sucedido con el Pool del Oro, que había sido
creado en 1965. En 1968, Francia, que había sido uno de los más críticos del modelo, abandona el
Pool del Oro, y esa noticia se mantiene en secreto, porque se veía a la medida como rupturista, el
pistoletazo de salida de una desconfianza más grande acuerdo: Francia se va, pero se va en
silencio.
455
Estados Unidos también sufre el coletazo: tiene una recesión, que agrava su situación.
La presión era tan grande que, en 1971, Alemania liberó la convertibilidad, liberando el marco (una
moneda muy fuerte, que estaba subvaluada por Bretton Woods), ajustándolo al valor del mercado y
cerrándolo de nuevo.
De repente, sucede algo inesperado: en agosto de 1971, sin que nadie lo supiera ni esperara,
sorpresivamente, Richard Nixon, presidente de Estados Unidos, convoca a una conferencia de prensa
y anuncia que abandona la convertibilidad en oro del dólar. El país estaba bajo una gran presión: el
dólar estaba siendo atacado por todos lados. Por eso, terminó abandonándose la convertibilidad, en
1971.
Hay una frase, emblemática, del entonces Secretario del Tesoro de Estados Unidos cuando se
anuncia esto. Todos los países europeos tenían, entre sus reservas, cantidades significativas de oro y
dólares. Cuando Estados Unidos abandona la convertibilidad, ahora tenían papeles, una gran
cantidad de billetes de Estados Unidos cuyo valor desconocían. La frase, dirigida hacia los europeos,
es el dólar es nuestra moneda, pero, ahora, es su problema.
Para algunos, en agosto de 1971, muere Bretton Woods. Por eso, podemos decir que:
a) Al sistema le llevó una enorme cantidad de tiempo funcionar.
b) Una vez que funcionó, fracasó.
Ahora, empezó un nuevo mundo, que conduciría a lo que conocemos hoy. Entramos en la
transición hacia un mundo financiero donde el mercado comienza a cobrar mucha importancia.
La balanza comercial era deficitaria, porque importaba mucho más de lo que exportaba.
Las monedas extranjeras le resultaban baratas a comparación del dólar, razón por la cual,
también, se exportaba menos.
Los europeos, mientras tanto, ya no soportaban emitir y perder reservas para sostener una
convertibilidad favorable al dólar. Entonces, nadie estaba feliz con el sistema. Pero, cuando Estados
Unidos pateó el tablero, esto fue una sorpresa para todos, que debieron encontrar una nueva solución.
Una cuestión a destacar es la aparición de un bloque de países europeos, que empiezan a caminar en
forma coordinada, iniciando su camino en 1957. Había una visión de futuro, pero la letra chica (es
decir, por ejemplo, la política monetaria conjunta) no estaba fijada.
En 1970, en Europa, habrá un evento que será una especie de jalón o hito en el proceso de
unificación, asociado a la unificación monetaria europea. Se va a pedir, a un belga, que elabore un
proceso de unificación financiera europeo, dando como consecuencia el llamado Informe Berna.
Éste propondría que los países europeos debían coordinar sus políticas macroeconómicas. No es
tajante, pero, sin perder las monedas de cada país ni hablar de una moneda única, lentamente, abre
las puertas de lo que sería el camino a la unificación.
Cuando Estados Unidos patea el tablero en 1971, urgentemente, hay que volver a negociar los
patrones del orden económico internacional. Empieza a caminarse, entonces, el sendero de política
económica actual, ya no de tipo de cambio fijo, sino determinada por el mercado.
Al mundo le cuesta mucho sacarse de encima el ensayo del tipo de cambio único. De hecho, al
principio piensan en reformular el patrón fijo, estableciendo un patrón oro fijo. Se hará, entonces, el
Acuerdo de Washington o Smithsoniano. Una vez que el dólar se sacó de encima el título con el
oro, eso no quería decir que no tuviera valor: solamente, éste se había disparado, buscando un nuevo
techo y equilibrándose por sí mismo, alrededor de los 42 dólares la onza.
La idea era que, una vez acomodado todo, había que constituir un nuevo Bretton Woods. Cada
moneda establecería un tipo de cambio, haciendo que, una vez ajustados los valores, haya ciertos
márgenes. Por ejemplo, de abajo para arriba, sería de 2,25%: el país definió su tipo de cambio de
referencia, y, siendo el sistema mucho más flexible que en Bretton Woods (que era de 1%), podría
ajustarlo hasta un 2,25%.
Pero el problema era el tipo de cambio fijo: los Estados ya no eran tan poderosos como en 1944, para
definir y mantener su tipo de cambio. Ahora, aparecen nuevos actores, como empresas y particulares.
Sin embargo, continúan aferrándose a un patrón fijo.
Los europeos, que ya habían iniciado su unificación más intensa, dijeron que buscaban una
integración más alta, y un mayor alineamiento. Por eso, definen que, entre ellos, tomarán el Acuerdo
Smithsoniano, pero resumiendo el margen de explotación entre ellos: por ejemplo, de 2,25% a 1,5%
firman el Smithsoniano, pero hablando de una “serpiente en el túnel Smithsoniano”, acotando más
la cosa entre sí. ¿Por qué? Porque pensaban que había que lograr una unificación más intensa en
materia monetaria.
Pero, en el Informe Berna, todavía estaban sólo los seis fundadores iniciales de la UE: Inglaterra no
estaba. Para 1972, se hace la primera apertura del proceso de unificación europeo, con una
457
primera ampliación, que coincide con la ampliación de la “serpiente europea”. Se suman Inglaterra,
Dinamarca e Irlanda.
En el pasado, Inglaterra ya había querido ingresar a lo que luego sería la Unión Europea, pero no
pudo porque Francia no la dejó: De Gaulle consideraba que el ingreso de Inglaterra en el proceso de
unificación sería darle lugar al portavoz de Estados Unidos en Europa, perjudicando los intereses
continentales.
Estos tres países se comprometen a cumplir el Acuerdo Smithsoniano, pero también el Acuerdo
Berna y la “serpiente europea”. El tema es que tantas imposiciones se convirtieron en un lastre,
llevando a un cuestionamiento del sistema de tipo de cambio fijo.
Si bien Inglaterra ingresó a lo que luego sería la Unión Europea, no tardó en abandonar el modelo,
siendo seguido por Francia, Italia y otros países. El sistema era visto como inviable, pero la pregunta
era… ¿por qué podía reemplazárselo? Ya se había fracasado con el sistema oro-dólar, y no se sabía
si, en cambio, había que avanzar a un modelo oro puro.
Estados Unidos, claramente, estaba opuesto a esta idea, por lo que intentará sacarse de encima a los
potenciales adversarios para su moneda. Como moneda financiera global, las amenazas para el dólar
podían ser:
a) Proponer otra moneda: ya se sabía que la fortaleza de esa moneda dependía del poderío del
país. Entonces, debíamos preguntarnos, ¿había economías, en el mundo, que estuvieran a la
altura de la norteamericana en ese momento? No. Desde la Segunda Guerra Mundial, e
incluso hasta la actualidad, ningún país ha logrado superar a Estados Unidos en PBI. Por eso,
era muy difícil que una moneda extranjera pudiera superar al dólar en su hegemonía idea
rechazada.
b) El mismo oro.
c) Los Derechos Especiales de Giro, que habían sido creados en los sesenta, en el marco del
FMI. Se temía que los DEG se conviertan en una medida para valuar la economía
internacional. Si bien se habían creado para hacer sobrevivir Bretton Woods, se habían vuelto
una amenaza.
La jugada norteamericana es bastante audaz: respecto al oro, Estados Unidos había abandonado la
convertibilidad, pero el Estatuto del FMI continuaba estableciendo un tipo de cambio fijo, a 35
dólares la onza. Había que cambiar el estatuto, para que represente la nueva realidad. En este sentido,
se trataba de negociar lo que sucedería con el oro y los DEG.
Uno de los países más reacios a sacar el oro del medio fue Francia, que buscaba, en la década del
setenta, volver a un patrón oro estricto. Por eso, Estados Unidos debió negociar enérgicamente, con
el objetivo de destrabar este punto. Se llevará a cabo una reunión en Francia, en Rambouillet, donde
Francia aceptaría sacar al oro del sistema financiero, del Estatuto del FMI. Pero, a cambio,
pretenderá establecer una modificación en el Estatuto, que, hasta hoy, sigue vigente: asignarle al
Fondo una función de monitoreo de las economías.
Esto era novedoso: antes, el FMI sólo tenía la función de ser un prestamista de última instancia. En
1975/6, a partir de Rambouillet, el FMI se convierte en una especie de auditor de la economía de
cada uno de los países, comprometiéndose a emitir un informe anual sobre el desempeño de éstos.
458
✨ Dato de color ✨
Francia esperaba que, con esta función de monitoreo, el FMI condicione, de alguna manera, a las
economías, encauzándolas y quitándoles libertad. Evidentemente, entre estas economías se
encontraba Estados Unidos: se buscaba quitarle un margen de abitrariedad en sus decisiones.
Así, aparece un FMI distinto: hasta este momento, era un personaje importante, pero de segundo
orden. A partir de 1975, su importancia se hace creciente. Entre sus funciones, podíamos encontrar:
1) Préstamo de dinero, de acuerdo a una serie de condiciones: yo te presto sujeto a que hagas
X, Y y Z. Hay metas:
a. Cualitativas: por ejemplo, mejorar la competitividad de la economía.
b. Cuantitativas.
Una vez que se estipulan esas metas, se verá si el país las cumplió o no, y, en base a eso, se
efectuarán más o menos desembolsos, para que el país se financie.
2) Monitoreo.
La pregunta, ahora, era: ¿qué hacemos con el oro acumulado en el Fondo, al que los países habían
contribuido con sus cuotas? Si el oro ya no era convertible a moneda, por más que sea valioso, no
podía usarse con fines comerciales.
Otro conflicto era el tema de los DEG, que eran equivalentes a 1/35 onza de oro. Por eso, si quería
volver a colocar al oro y al DEG, tenía que resolver este tema.
La próxima clase, ver qué pasó con el oro del FMI y los DEG.
Pero, antes, hay que tener en cuenta algo: en el Fondo, había una reserva de oro que estaba en la
bolsa en la que contribuían todos los países, que representaba una amenaza para Estados Unidos. Lo
mismo sucedía con los Derechos Especiales de Giro, que aún valían 1/35 onza de oro. Para llegar
bien a Jamaica, era necesario liquidar esta amenaza, y precisamente eso hizo Estados Unidos a lo
largo de la década del setenta.
Los Derechos Especiales de Giro:
Con los DEG, se establecería que éstos, que hasta ese momento eran equivalentes a X gramos de oro,
ahora pasarían a ser equivalentes a una canasta de monedas. Es decir: un porcentaje estaría dado por
el dólar, la libra, los francos, las liras y otras monedas. Entonces, el valor del DEG bajaría cuando
algunas de estas monedas se deprecien. Originalmente, en la canasta estaban incluidas catorce o
quince monedas, pero, luego, pasaron a ser cinco, con preminencia del dólar el DEG terminó
atado al dólar.
Hoy, el DEG sigue existiendo en estos términos. Desde el 2015, la composición del DEG es de cinco
monedas:
Podemos ver la evolución del precio del barril de petróleo en el siguiente gráfico:
El petróleo no es uniforme. De acuerdo a cómo esté compuesto, tiene distintas calidades. Esto es
establecido por un organismo norteamericano. Del petróleo de más baja calidad, se puede elaborar
asfalto o kerosén. Del de más alta calidad, combustible para misiles.
Desde 1946 hasta la crisis de 1973, el petróleo no tuvo aumentos significativos, a diferencia de
cualquier otra materia prima (trigo, maíz, hierro). Estábamos en los “veinticinco años gloriosos del
consumo keynesiano”, donde la demanda agregada y el crecimiento de las expectativas era alto.
Entonces… ¿cómo es que no aumentó el precio? ¿Cómo es posible que haya estado tan planchado?
Pareciera que, en el petróleo, hay una semejanza exacta entre la demanda y la oferta, haciendo que el
precio no varíe para nada. Pero no es así: había otra cuestión en juego. No era azaroso que eso así
fuera.
Los productores más importantes de petróleo eran los países árabes (además de Venezuela, México o
Ecuador). Pero… ¿quiénes explotaban ese petróleo? Un puñado de empresas, que lo hacían por
medio de concesiones en períodos largos, y manteniendo el precio planchado. Había Estados débiles,
que debían entregar sus recursos a empresas muy poderosas, y que muchas veces manejaban los
precios, en detrimento de estos países.
Si bien la Guerra de Yom Kippur fue el momento de sacarse de encima todos estos inconvenientes,
este tema ya estaba en la mesa de discusión durante mucho tiempo. Tengamos en cuenta que la
OPEP había sido creada en 1960, impulsada, en gran parte, por Venezuela. Hubo una toma de
conciencia de que el petróleo era un recurso valioso, y que mantener el precio planchado era en
detrimento de los países productores.
Las dos grandes crisis del petróleo fueron las de 1973/4 y 1979. Pero la primera fue la que sacudió a
Occidente: dio origen a un fenómeno antes muy extraño, que es la significativa inflación por costos.
Hay precios que suben porque tenían un importante componente petrolífero: el salto del precio del
petróleo se traslada a todos los precios, y genera una inflación muy difícil de manejar, porque viene
desde afuera.
461
En este caso, hace agua la postura keynesiana, que consideraba que un cierto nivel moderado de
inflación era tolerable. La gente hace paro por bajas de salario, pero no por aumento de inflación. A
niveles moderados de inflación, se permitiría hacer ajustes moderados.
Pero esta inflación ya no era controlable: era una variable exógena, dependiente del precio del
petróleo. Por eso, se socava el modelo de explicación keynesiano, dándole mayor hegemonía a los
autores ortodoxos. Los monetaristas ya venían escribiendo desde la década del treinta, pero habían
sido opacados por el pensamiento keynesiano.
Consecuencias de la crisis:
Hubo varias:
a) Los países que no tenían reservas de petróleo, como Japón y Europa, se vieron
extremadamente perjudicados (interdependencia de vulnerabilidad). En cambio, Estados
Unidos tenía una interdependencia de sensibilidad: si bien se vio afectado, tenía reservas
propias que podía explotar.
b) Lugares que, anteriormente, no eran rentables para explotar petróleo, ahora sí lo eran
se expande la cantidad de lugares donde se produce petróleo, como el Mar del Norte. Se
sabía que había petróleo ahí, pero se dudaba si no era demasiado costoso hacer la inversión
para perforar la plataforma marina. Esto oxigena un poco más a los países europeos, que
ahora, acceden a un petróleo que antes era impensable.
c) Mayor autonomía en la toma de decisión y gestión de su recurso para los grandes
exportadores de petróleo. Además, su renta petrolera fue multiplicada, por el dinero que
generó el aumento del precio del petróleo:
Tenemos una situación en la que, si bien la producción económica va a caer, el aumento del precio
de petróleo hizo que toda la cantidad de billetes, que antes estaban amenazando peligrosamente a la
economía, sean necesarios. Los precios habían aumentado, no por la emisión, sino porque aumentó el
petróleo. Veamos algunos datos:
Esto dio lugar a una situación de estanflación: estancamiento económico + inflación, un fenómeno
económico que nadie sabía cómo resolver. Veamos la variación de los IPC:
Y… ¿dónde fue a parar toda la renta petrolera? No fue a mejorar la calidad de vida de la población.
Ese dinero fue guardado en bancos, pero, para encontrar el banco, había que ser selectivo:
El problema es que, al insertar tanto dinero de golpe en el sistema bancario, ahora tiene mucha más
capacidad de préstamo, lo que disminuiría la tasa de interés abundancia de dinero, inflación alta y
abundancia de crédito.
Los bancos debían pagarles la remuneración conveniente a los países árabes, estipulada por el
interés. Pero, con el resto del dinero, y teniendo en cuenta que su capacidad de préstamo había
aumentado ¿qué hacían? Lo prestaban a los países en desarrollo, con deuda externa. Inicialmente, la
primera parte de la deuda de América Latina era por el préstamo otorgado por bancos privados. El
argumento era que los países no quebraban.
La crisis de la deuda en América Latina surge por la expansión del volumen del dinero, disparado
por el aumento del precio del petróleo, que genera dinero que debe ser colocado en algún lugar
con abundancia de dinero y a bajas tasas, endeudarse era barata.
463
Pero esto dura poco. La inflación no cesaba: seguía creciendo, y, para peor, hubo una segunda crisis
del petróleo (aumentando aún más la renta petrolera). Ahora: ¿con qué herramienta se podía luchar
contra la inflación? Con el aumento de las tasas de interés, sacando dinero del mercado. El dinero
no circula, y, por tanto, no genera inflación.
A todo esto, hubo un giro que llevó a la primacía de una posición más ortodoxa. En 1979, asumió
Margaret Thatcher en Gran Bretaña, y, al año siguiente, Ronald Reagan en Estados Unidos. Ambos
asumieron posiciones ortodoxas, entre las cuales se predicaba el aumento de la tasa de interés.
Veamos lo que pasa con la tasa de la Reserva Federal:
Desde el Banco Central, hay un mecanismo para generar dinero: la tasa de descuento, es decir, la tasa
que se cobra a los bancos privados para que pidan un préstamo. Si yo tengo que pagarle al Banco
Central 5% por el préstamo, ¿le puedo cobrar una tasa del 4% a quien le presto? No, porque voy a
estar perdiendo dinero. La tasa de descuento se convierte en el piso del sistema monetario: subirla es
subir el piso de la tasa de interés que se pide en el mercado.
A través de la Reserva Federal, Estados Unidos sube esta tasa de descuento, lo que genera que ahora,
la deuda externa que se tenía con los bancos privados tuviera que pagar una tasa de interés mayor,
para que Estados Unidos pudiera combatir la inflación. Imaginemos que, en 1974, Argentina pedía
un préstamo a tasas muy bajas. Pero la tasa de interés no queda fija: es variable, va cambiando. Las
medidas de política doméstica de Estados Unidos terminan repercutiendo en lo que se paga de tasa
de interés: para combatir la inflación, este país sube las tasas de interés, lo que, indirectamente,
aumenta el volumen de la deuda en América Latina. Por eso, en 1982 fue la crisis de la deuda a
nivel regional.
Los países que se endeudaban, a medida que aumentaba la tasa de interés, entraban en una lógica
cada vez más compleja: tenían que endeudarse para pagar los intereses de la deuda, que cada vez
eran mayores. Muchos no le veían salida a esta situación: ¿cómo podía salirse, si no se tenía la
posibilidad de generar el excedente necesario para salir de la premura financiera?
¿Qué tiene que hacer América Latina? El primero en patear el tablero y declarar que no podía pagar
la deuda fue México, en 1982. El país era productor de petróleo, y podía participar de la renta
petrolera, haciendo que su situación fuera mejor que la de los otros países. Pero, con la caída del
precio del petróleo tras 1982, ya no estaba en condiciones de pagar su deuda, y declaró el default.
464
Además, la Guerra de Malvinas suspendió la llegada de capital fresco nuevo: todos los préstamos a
América Latina habían sido suspendidos por el contexto, cuando más necesaria era la llegada de
capital.
Se empieza a hablar de la necesidad de hacer reformas estructurales, para salir de la depresión
económica que había conducido al endeudamiento, del cual no se podía salir.
Si la década del setenta fue crisis del patrón oro y abandono de la convertibilidad, la del ochenta
estuvo signada por la crisis de la deuda y el planteo de reformas estructurales, pero, además, por la
difícil situación en los países desarrollados, cuyo escenario contribuyó a generar procesos que nacen
en esa década y se quedan en el tiempo. Había dos escenarios diferentes:
1) Países desarrollados: en esta década, surge el G5, que, en principio, era conocido como El
Encuentro de la Biblioteca, donde los Ministros de Economía y Finanzas de los cinco países
se encontraban en la Biblioteca del Tesoro, en secreto, y hacían acuerdos confidenciales para
mantener la estabilidad.
En esta década, se da un giro hacia la derecha en materia económica, y una preminencia (o el
intento de una preminencia) de las fuerzas del mercado. Hasta ahora, los Estados habían
participado muy activamente para resolver los problemas económicos y financieros. En la
década del ochenta, Estados Unidos toma una postura que favorece la no intervención estatal,
y la aparición del mercado como una fuerza propia, adoptando una política de negligencia
benigna.
La negligencia benigna apuntaba al dejar ser. El país no interviene en la economía: deja que
las cotizaciones fluyan, dando origen a un proceso de revalorización sistemática del dólar. A
lo largo de la década del ochenta, su valor y cotización crecen. Esto empieza a transformarse
en un problema: el tipo de cambio alto abarata las importaciones, pero, a su vez, encarece las
exportaciones, que bajan, generando un déficit comercial. Comprar es más barato que
producir, dando lugar a una crisis de empleo.
Esta negligencia benigna lleva a que se empiece a cuestionar la revalorización del dólar. Ya
habíamos abandonado Bretton Woods y el control estatal, y parecía que el mercado estaba
definiendo, por su cuenta, el valor de las monedas.
Se genera un acuerdo intergubernamental emblemático, el Acuerdo del Hotel Plaza. En el
mundo del librecambio y libremercado, los Estados acuerdan el rumbo que debían tomar las
monedas. Como decir que se iba a devaluar el dólar era políticamente incorrecto, en el
acuerdo se dice que se iban a revaluar todas las monedas, excepto el dólar.
Próxima clase: ver los gráficos del Acuerdo del Plaza.
intenta que los países logren superar este desorden mediante acuerdos, que ya no son como el
estatuto del FMI, sino unos de carácter informal. Entonces, el mundo desembarca en ese nuevo
escenario, que, desde hacía muchos años, no era lo habitual.
En el Plaza, nace lo que llamamos el G5. Inicialmente, estos acuerdos van a ser reuniones entre
presidentes de los Bancos Centrales y Ministros de Finanzas de los países de manera informal, en las
cuales se empezarían a tomar decisiones para adoptar nuevas medidas. Con el Plaza, cambia la
política económica en términos de moneda.
Antes, la idea era la de la negligencia benigna: dejar que el mercado defina. Pero, cuando se deja que
el mercado defina, en un contexto donde se está luchando la inflación subiendo la tasa de interés, la
tasa de interés sirve como un encarecedor de la moneda, revalorizando el dólar. Se estaba luchando
contra un problema doméstico: el de la estanflación. La valorización, con la negligencia benigna, fue
tanta que el resto de los países que no la habían aplicado trataron de intervenir en el mercado,
guiando un poco la evolución del tipo de cambio, mientras que Estados Unidos se apartaba.
En el Plaza, Estados Unidos terminaría decidiendo devaluar, con la fórmula “políticamente correcta”
de revaluar todo menos el dólar. Los países desarrollados inauguran una política de acuerdos
recurrentes, con sucesivas reuniones gestionadas a través del G5: Alemania, Francia, Inglaterra,
Japón y Estados Unidos. Italia y Canadá serán las primeras incorporaciones, convirtiendo al G5 en el
G7 se forma una especie de “comité ejecutivo mundial” en términos económicos.
¿cómo hacemos para…? ¿qué tienen que hacer los países endeudados para salir del sistema de
endeudamiento?
La consigna era que la situación que habían generado los había llevado a la foto que había en ese
momento: sus condiciones internas los había llevado a endeudarse, pero el aumento de las tasas de
interés generaba que debiera pagarse mucha más deuda, por lo que los países debían endeudarse
nuevamente para pagar intereses los países debían mucho más de lo que habían contraído
inicialmente.
✨ Nota al pie: ✨
En Argentina, hubo un juicio por la deuda. Alejandro Olmos sostuvo que la deuda que querían
cobrar era ilegítima. Esto despertó una gran discusión: no había documentación que avalara
cierto tipo de deuda, el desorden era bastante grande, y había una parte de la deuda bastante
cuestionable, que terminó siendo legitimada mediante un sistema de bonos cuando se cerró la
negociación.
El fallo terminó diciendo que Olmos tenía razón: que había una enorme cantidad de deuda
ilegítima, pero que era un tema más político que judicial, y tenía que intervenir el Congreso (que no
hizo un orto).
Ante todo esto, Estados Unidos se dio cuenta de que era necesario plantear soluciones al problema.
Estábamos en el año 1985, tres años después de la primera crisis de la deuda. Estados Unidos lanza
un plan para tratar de ayudar a los países que están endeudados, que se llamará Plan Baker. Baker
era el Secretario del Tesoro en esos años si bien fracasó, fue el primer intento de resolver el
problema de la deuda.
El Plan Baker argumentaba que los países, para pagar la deuda, tenían las siguientes alternativas:
Recortar el gasto público: era complejo, sobre todo en el contexto de los años ochenta. El
ajuste no era viable.
Aumentar los impuestos.
Emitir: no era posible, pues no se podía financiar deuda con emisión.
Finalmente, la salida fue buscar inversiones. Pero… ¿quién iba a invertir en un país en desarrollo,
con la inestabilidad económica que los caracterizaba? La expectativa del Plan Baker era que las
economías endeudadas crecieran, para poder tener las capacidades de pago. ¿Y cómo podían crecer?
Un dato importante es que el Plan Baker implicaba no aceptar ningún recorte de deuda: si el país
debía $1000, $1000 iba a seguir debiendo. Pero se iba a dar un esquema de financiamiento, para que
éste pudiera sacarse de encima la presión de renegociar un acuerdo cada seis meses con los
acreedores, desenvolviendo una cantidad de crédito determinada para sostener ese endeudamiento,
normalizar la economía, crecer, y, a partir de un determinado momento, poder repagar la deuda
no te bajo la deuda, pero te financio lo que no podés pagar.
¿Por qué fracasa el Plan Baker? Porque preveía que el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial financien a las economías endeudadas, pero con participación de los bancos privados
467
comerciales que habían entregado deuda. Con ese paquete, el esquema era: “yo te financio, vos
normalizás la economía, crecés y te sacás de encima la presión de negociar constantemente con los
acreedores, durante un tiempo determinado”. Pero, los bancos privados… ¿qué interés tenían en que
el gobierno les dijera que pusieran dinero en determinados países?
El Plan Baker estaba pensado de forma tal que preveía una solidaridad que no iba a existir. El tiro
de gracia vendría dos años después de su elaboración, en 1987, cuando Brasil hizo un default de la
deuda (suspensión del pago de intereses) en el medio del Plan, éste entró en crisis. Baker saldría de la
función pública, siendo reemplazado por otro Secretario del Tesoro: Nicholas Brady.
Brady propuso un nuevo plan, conocido como Plan Brady. Mediante éste, propuso un juego en el
cual la deuda de los países se vendiera en títulos al mercado. Ahora, la pregunta era: ¿cuán dispuesto
estaba alguien a comprar un título a 100 dólares de un país que no estaba en condiciones de pagar
sus intereses?
El Plan Brady permitiría canjear títulos de deuda, dando origen a un recorte del capital. El país podía
tener la opción de cambiar títulos por nuevos títulos, donde comenzó a jugar la lógica del descuento
de títulos. Por ejemplo, yo tenía un título de 100 dólares, que pagaba, durante cinco años, 30% anual
(título original), pero podía cambiarlo por un Título Brady, que me modificaba la tasa, el año y la
composición del capital (por ejemplo, un título de 90 dólares, que vencería en seis años, con un 28%
anual) sustitución de títulos, que sirve como una especie de reperfilación de la deuda.
Los Títulos Brady se lanzan al mercado. Ahora, éste empieza a ocupar un lugar importante en la
tenencia de los títulos: de a poco, los bancos empiezan a salir de la negociación, sacándose de encima
la carga de la deuda, que ahora la tenía un conjunto impreciso de tenedores de deuda.
Hoy, los bancos ya no están más comprometidos con la deuda. Durante el Plan Baker, la deuda
argentina, en un 33% estaba en manos de bancos americanos, y el 16% en manos de bancos ingleses.
Luego, había una cantidad importante de bancos de otros países. Con esto, se diluye la
responsabilidad de los bancos: los bancos se corren, y entra en escena el particular que invierte el
problema ya no es tan grave.
La necesidad de crecimiento económico que subyacía a todo esto no sucede: las economías de
América Latina, en la década de ochenta, ingresan en la década perdida, coincidente con la
democratización de la región. Se va a intentar, como un argumento para mejorar la situación, la idea
de que “los hermanos mayores desarrollados debían ayudar a las incipientes democracias”, siendo
más flexibles con la deuda.
El problema de la deuda, en América Latina, terminó siendo de larga duración: en Argentina, la
carga de la deuda recién sería cancelada con Néstor Kirchner.
La idea que surge, en la época, es la de reformas estructurales: los países no desarrollados debían
realizar cambios significativos en su economía, sociedad y política, para poder convertirse en
economías viables. Esto despierta una discusión: ¿qué significa ser viable?, ¿qué significa “reforma
estructural”?
1. Déficits fiscales:
Washington cree en la disciplina fiscal y la importancia de restaurar un equilibrio presupuestario.
El propio FMI pone la restauración de esta disciplina como un elemento central para los programas
de altas condicionalidades que negocia con quienes deciden pedir un préstamo. Los keynesianos de
izquierda, que creen que hay que estimular la economía mediante déficits presupuestarios, ya están
casi extintos (no Willliamson, los tenemos a todos acá en Argentina, ur welcome).
Hay diferencias respecto a si la disciplina fiscal implica necesariamente un presupuesto equilibrado:
hay quienes creen que un déficit es aceptable, en tanto y en cuanto no resulte en el aumento del radio
PNB-deuda. Otra visión, que para Williamson es persuasiva si bien gran parte de Washington la
considera demasiado keynesiana, es que un presupuesto balanceado debe ser una norma a cumplir a
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mediano plazo, pero que los déficits o superávits en el corto plazo deben ser bienvenidos, en tanto y
en cuanto contribuyan a la estabilización macroeconómica.
El déficit presupuestario ha sido tradicionalmente medido en términos nominales, como el exceso de
gasto fiscal sobre impuestos. Pero esta forma de medir el déficit es muy engañosa en un país con
inflación, donde la mayor parte de los pagos de intereses nominales en la deuda gubernamental son
una aceleración de la amortización del principal. Por eso, es necesario tener en cuenta el déficit
operativo, que incluye en el gasto sólo el componente real de interés pagado en la deuda
gubernamental.
El FMI, en muchas ocasiones, utiliza como instrumento de medición el déficit primario, que
excluye todos los pagos de intereses del déficit, considerando que debe incluir sólo factores
directamente controlables por las autoridades. Williamson ya lo considera algo exagerado, y
prefiere usar el déficit operacional.
La exageración de los déficits presupuestarios al incluir el componente inflacionario del interés en la
deuda no permite comprender correctamente otros componentes, como, por ejemplo:
Los procedimientos de la privatización suelen ser grabados como ganancias, más que
como formas de financiar un déficit fiscal.
La construcción de pasivos futuros del sistema de seguridad social no se incluye en los
presupuestos.
Pese a las diferencias en la interpretación de “disciplina fiscal”, hay un gran acuerdo en Washington
de que déficits fiscales grandes y sostenidos son una fuente primaria de dislocación
macroeconómica, generando inflación, déficits de pagos, y huida de capitales. No surgen de un
cálculo racional de beneficios económicos, sino de una falta de coraje y honestidad política, para
igualar los gastos públicos con los ingresos disponibles para financiarlos. A menos que el excedente
se esté usando para financiar una inversión en infraestructura productiva, un déficit operacional de
alrededor del 1 o 2% del PNB es una evidencia prima facie del fracaso político.
d) La salud y la educación son objetos que necesariamente deben estar sujetos al gasto
gubernamental: son una inversión en capital humano, y tienden a ayudar a los más
vulnerables. El mismo Director del FMI, Michel Camdessus, sostuvo que este organismo se
preocupa por el impacto de estos programas en los pobres.
¿Cuánta ayuda se debe brindar a los más desafortunados? Depende de su composición y su
nivel: la educación primaria es mucho más relevante que la universitaria, y la salud primaria
(especialmente el tratamiento preventivo) es más beneficial que hospitales en la ciudad
capital, llenos de instrumentos médicos de alto nivel. Esto no quiere decir que las
universidades o los hospitales no sean necesarios, sino que, al menos en un primer momento,
los gastos deben redirigirse hacia la salud y la educación de forma tal que salgan más
beneficiados los más pobres.
e) Los gastos en infraestructura pública: el gasto en este tipo de bienes debe ser grande, y una
industria no debe ser privada de inversiones sólo por estar dentro del sector público.
Una reforma política del gasto público debe consistir en cambiar el gasto desde los subsidios hacia
la salud y la educación, especialmente para beneficiar a los menos afortunados, y también hacia el
gasto en infraestructura. La hostilidad hacia los subsidios, para Williamson, es muy general: el
problema son los subsidios indiscriminados, mientras que aquellos específicamente dirigidos pueden
ser un instrumento útil.
3. Reforma impositiva:
Es necesario incrementar los ingresos tributarios para remediar un déficit fiscal, pero, para gran parte
del Washington político, se trata de una mala alternativa. Mientras tanto, el Washington tecnócrata
considera que esta aversión a los impuestos es irresponsable e incomprensible.
El principio es que la base impositiva debe ser amplia, y las tasas impositivas marginales,
moderadas. Un problema particular en Latinoamérica es si debe incluirse dentro de la base
impositiva los activos mantenidos en el exterior: sería un paso interesante intentar hacerlo, realizando
esfuerzos conjuntos.
4. Tasas de interés:
Hay dos principios generales sobre el nivel de la tasa de interés que tienen considerable apoyo en
Washington:
Deben determinarse por el mercado, para evitar la mala localización de recursos que
resulta de los burócratas racionando el crédito de acuerdo a criterios arbitrarios.
Las tasas de interés reales deben ser positivas, para desalentar la fuga de capitales e
incrementar el ahorro para Williamson deben ser positivas, pero moderadas, para evitar la
amenaza de una explosión en la deuda gubernamental.
En condiciones normales, ambos criterios están en consonancia entre sí. Pero, bajo las condiciones
que Latinoamérica ha experimentado durante gran parte de los ochenta, es muy posible pensar que
las tasas de interés determinadas por el mercado deben ser extremadamente altas.
5. El tipo de cambio:
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Los tipos de cambio deben ser determinados por las fuerzas del mercado, o su propiedad debe ser
juzgada de acuerdo a los objetivos macroeconómicos del país. Muchos consideran que el primer
principio es más importante, pero la visión dominante es que es más importante tener una tasa
competitiva que el hecho de cómo este tipo se determina.
Hay poco apoyo a la idea de que la liberalización de los flujos de capital es un objetivo primario para
un país que deba ser un importador de capital, reteniendo sus propios ahorros para la inversión
doméstica.
Para un país en vías de desarrollo, la tasa de cambio real debe ser lo suficientemente competitiva
como para promover un nivel de exportaciones que le permita a la economía crecer a su máxima
capacidad, pero manteniendo el déficit de cuenta corriente a un nivel tal que pueda ser financiado
sosteniblemente. La tasa de cambio no debe ser más competitiva que eso, porque, de otra forma, se
generarían presiones inflacionarias inadecuadas, y limitarían los recursos disponibles para la
inversión doméstica.
El crecimiento de exportaciones no tradicionales depende no sólo de una tasa de cambio competitiva
en un momento determinado del tiempo, sino también de la confianza del sector privado de que esta
tasa seguirá siendo lo suficientemente competitiva en el futuro como para justificar la inversión en
estos sectores fundamental: garantizar la sustentabilidad del tipo de cambio real, junto con su
nivel.
Un tipo de cambio competitivo es el primer elemento esencial de una política económica “orientada
hacia afuera”, donde la restricción del balance de pagos se supera por el crecimiento de las
exportaciones, más que por la sustitución de importaciones. Esto es necesario para que
Latinoamérica crezca.
Es fundamental, para una economía “hacia afuera”, liberalizar las importaciones, sin proteger a las
industrias nacionales contra la competencia externa, lo cual crea costosas distorsiones, que terminan
penalizando las exportaciones y empobreciendo la economía nacional. La peor forma de protección
es la licencia a la importación, que tiene un importante potencial de crear oportunidades para la
corrupción. Si debe haber protección, que sea por aranceles, para que al menos el sector público
obtenga los ingresos. La dispersión de las tarifas debe ser limitada, y deben eximirse de aranceles los
bienes intermedios, necesarios para producir exportaciones.
El ideal de libre comercio está generalmente sujeto a dos cualificaciones:
1) Las industrias nacientes pueden llegar a ameritar un nivel de protección substancial,
pero temporaria: un arancel general moderado, de entre 10 y 20%, puede ser aceptado como
un mecanismo para diferenciar la base industrial, sin generar costos muy serios.
2) Una economía muy protegida no puede desmantelar toda su protección de un día al
otro.
6. IED:
La liberalización de los flujos financieros no es una prioridad fundamental, pero tomar una actitud
restrictiva y limitar la entrada de IED es estúpido, ya que esta inversión puede traer capital,
472
habilidades y bienes necesarios para la economía nacional. La mayor motivación para evitar la IED
es el nacionalismo económico, mal visto por Washington.
La IED puede promoverse mediante canjes de deuda por capital. El Tesoro Americano está muy
interesado en facilitar este tipo de mecanismos, para promover la inversión y reducir la deuda. Otros
organismos, como el FMI, son escépticos: se cuestionan si la IED debe subsidiarse, y también las
implicancias inflacionarias de añadir a una expansión monetaria interior.
7. Privatización:
Los canjes de deuda por capital no involucran presión monetaria cuando el capital es comprado por
un inversor directo al gobierno, mediante la privatización de una empresa. La privatización puede
aliviar las presiones presupuestarias del gobierno, tanto a corto plazo (por las ganancias producidas
por la venta de la empresa) como a largo plazo (porque su inversión ya no necesita ser financiada por
el gobierno).
La razón fundamental para impulsar la privatización es la idea de que la industria privada es
manejada más eficientemente que la estatal, por la existencia de incentivos más directos para la
dirección. Como mínimo, la amenaza de la bancarrota impide que las empresas se comporten de
manera ineficiencia, y éstas tampoco recibirán un acceso ilimitado a los subsidios. El FMI y el BM
también alientan esta política.
Para Williamson, la privatización puede ser muy útil cuando incrementa la competencia y libera
las presiones fiscales, pero no siempre el servicio público es inferior al privado: bajo ciertas
circunstancias, como cuando los costos marginales son inferiores a los medios (por ejemplo, el
transporte público), o la presencia de externalidades es demasiado compleja para ser compensada por
una regulación, es útil la aparición del sector público.
8. Desregulación:
Otra forma de promover la competencia es mediante la desregulación: eliminación de controles en
el establecimiento de empresas, de los controles de precios, las barreras a la importación,
localización discriminatoria de precios, etcétera. Esto genera una gran tendencia a la corrupción, que
debe ser eliminada.
La actividad productiva es ser regulada por la legislación y una toma de decisión caso-por-caso. En
el caso latinoamericano, esto genera una gran incertidumbre, dando margen a la corrupción y
discriminando contra los pequeños y medianos negocios, que no tienen acceso a los altos niveles de
la burocracia.
9. Derechos de propiedad:
En Estados Unidos, los derechos de la propiedad están muy enraizados, por lo que su importancia
para una operación satisfactoria del sistema capitalista suele ser ignorada. Pero, cuando Washington
piense en este tema, habrá aceptación en el hecho de que estos derechos importan, y están siendo
muy vulnerados en Latinoamérica.
La práctica de Washington:
473
No siempre Washington hace lo que dice. Pero no es tan importante tener en cuenta los escándalos
morales en la práctica (que los hay): en cambio, el consejo de Washington intenta avanzar el
autointerés de los países a los cuales es dirigido. El hecho de que Estados Unidos sufra de fraude y
corrupción no significa que estas prácticas sean menos dañinas en Latinoamérica: de hecho, muchas
veces, la afectación es mayor.
Por otro lado, las imperfecciones de Washington también se muestran en otras áreas, como la de su
incapacidad de controlar el déficit fiscal, que resulta de mantener altas tasas de interés reales y un
déficit de cuenta corriente increíblemente grande, con los consecuentes efectos en los deudores,
desaliento a la inversión y generación de pensamientos proteccionistas.
Conclusiones:
Podemos sumarizar las políticas que Washington urge al resto del mundo en tres puntos:
a) Políticas macroeconómicas prudentes.
b) Orientación hacia afuera de la economía.
c) Capitalismo de libre mercado.
En la práctica, Estados Unidos se apoya más en el último, mientras que le cuesta sostener los dos
primeros puntos. Pero esto no quiere decir que no sean importantes: no seguirlos genera importantes
daños al sistema económico.
Evidentemente, el Consenso de Washington no puede ser suficiente para resolver todos los
problemas latinoamericanos. Para poder saber qué políticas adicionales serán necesarias para limitar
los costos transicionales de la estabilización, recuperar el crecimiento y revertir la huida de
capitales, debemos preguntarnos:
⁇ ¿Es compartido el Consenso en América Latina?
⁇ ¿Han sido aplicadas las políticas recomendadas en esta región?
⁇ ¿Qué resultados han alcanzado las que, efectivamente, fueron aplicadas?
Contexto:
Todo nació con un paper llamado “A lo que se refiere Washington con ‘reforma política’” (sí, exactamente,
el que está resumido arriba xd) , y se envió a diez autores que querían estudiar a diversos países, para ver cómo
emplear términos como “monetarismo”, “economía de la oferta” o “gobierno mínimo” sería acudir a
modas imprácticas e indeseables.
Primeras reacciones:
Las primeras respuestas al paper fueron positivas, si bien algunos economistas señalaron ciertas áreas
sobre las cuales aún pervivían importantes desacuerdos: gasto en medioambiente y defensa, una
necesidad de reforma financiera más profunda que no sólo refiera a liberalizar las tasas de interés,
etcétera. Como autocrítica, Williamson sostiene que, efectivamente, se refirió muy laxamente a la
liberalización financiera.
En los meses siguientes, Williamson no sólo argumentó que las políticas incluidas en sus diez puntos
estaban siendo adoptadas en Latinoamérica, sino que también era algo bueno, y los países que
habían quedado atrás debían ponerse a punto. Pero hay dos puntos en la lista original que parecen
menos adecuadas como un resumen del pensamiento convencional:
a) Liberalización financiera: debe ir más allá de las tasas de interés, para incluir la
liberalización de los flujos crediticios, y también es necesario que sea supervisada
prudencialmente, para evitar el estallido de crisis financieras.
b) Política cambiaria.
475
Respecto a los países asiáticos, que habían crecido “milagrosamente” durante los años setenta y
ochenta sin seguir totalmente los lineamentos del Consenso, sino con una activa intervención
gubernamental, para Williamson este crecimiento no se debe inequívocamente a su separación de
las políticas liberales. Después de todo, hay Estados como Hong Kong, donde el Estado jugó un rol
mucho más pequeño, y que aplicaron el modelo más cercano al laissez-faire de la historia. Por eso, es
más natural atribuirle el crecimiento de los países asiáticos a los factores que tienen en común
(prudencia fiscal, altas tasas de ahorro, ética laboral y tipos de cambio competitivo) que a lo que
hicieron diferente.
La mayoría de los países que no pudieron crecer rápidamente fueron menos liberales. Así, es un error
tomar a los países del Este Asiático como evidencia para rechazar la liberalización microeconómica.
Interpretaciones variadas:
La mayoría de quienes atacaron al Consenso de Washington no han leído a lo que Williamson se
refería por éste: lo interpretaron como un ataque al Estado, un nuevo imperialismo y la creación de
una economía global de laissez-faire, donde lo único que importa es el crecimiento del PNB. Es
difícil encontrar algo que implique este tipo de visiones en los diez puntos antes mencionados.
Muchos latinoamericanos echan la culpa de la crisis de Argentina en el 2001 al Consenso de
Washington. Esto no es así, porque el país se alejó de los dos preceptos más básicos: adoptó un tipo
de cambio fijo que se convirtió en crónicamente sobrevaluado, y no usó los años de expansión para
bajar el radio deuda/PNB. Ninguna de las reformas tomadas por Argentina siguiendo las líneas del
Consenso de Washington (liberalización comercial y financiera, privatización, etcétera) tuvo la culpa
de la crisis.
Debemos concluir que el término se ha usado para referirse a cosas muy diferentes para personas
muy diversas. De hecho, hay dos interpretaciones principales:
La referente a las políticas de las instituciones de Bretton Woods hacia sus países
“clientes”, que se aproximan hacia la llamada doctrina bipolar, la que postula que los países
deben decidir entre dos opciones: dejar flotar “libremente” su tipo de cambio, o fijarlo
firmemente con instrumentos como una currency board.
Esto está directamente en contra de la idea original del Consenso, que pide un tipo de
cambio competitivo, lo que necesariamente implica un régimen intermedio entre ambos:
tanto los cambios fijos como los flotantes pueden sobrevaluarse muy rápidamente.
Por otro lado, el FMI, a partir de los noventa, urgió a los países a liberalizar sus cuentas
capitales, mientras que la versión de Williamson deliberadamente se limitaba a mencionar la
liberalización de flujos de capital en IED. Esta desviación del sentido original del Consenso
de Washington fue extremadamente grave, pues empujó a los países asiáticos a su crisis en
1997.
La que lo trata como sinónimo de neoliberalismo o fundamentalismo de mercado: es una
perversión objetable del sentido original. El Consenso de Washington sólo se refiere a un
conjunto de políticas que generaron un consenso en partes importantes de Washington, no a
la defensa de medidas neoliberales como las tomadas por Reagan.
El futuro:
476
No es correcto que el Consenso de Washington se tome como una agenda comprensiva para la
reforma económica. Ya lo era en 1989, y más aún en la actualidad, donde han surgido otros
problemas que deben formar parte de la agenda.
El Consenso de Washington está dirigido específicamente a América Latina y en un momento
particular de la historia: no es, como muchos críticos sostienen, un documento para todos los países
en todos los momentos. Hay tres tópicos a tenerse en cuenta el día de hoy:
1) La política de estabilización: es necesario tomar políticas más proactivas para mantener a la
economía en equilibrio, sobre todo por el horrible precio que han pagado muchas economías
emergentes por las crisis a las que fueron expuestas. Es necesario conquistar la inflación,
pero también usar la política fiscal como una herramienta contracíclica, fortaleciendo los
estabilizadores automáticos y dejándolos operar. Muchos países han intentado mantener
felices a los mercados en tiempos de crisis, aplicando políticas deflacionarias, pero esto no es
deseable.
Hay otras herramientas no fiscales para ayudar a minimizar las posibilidades de crisis, entre
ellas la política cambiaria, ya que muchas de las crisis de los mercados emergentes de los
últimos años se originaron en el intento de defender un tipo de cambio más o menos fijo. Por
esta razón, muchos países han abandonado el uso de tipos de cambio fijos, cambiándolos por
alguna versión de flotación para Williamson, un gobierno debe permitir libremente la
depreciación para evitar o limitar el daño de una crisis, pero debe ser proactivo para limitar la
apreciación en tiempos prósperos, cuando los inversores están trayendo dinero.
La política monetaria también es muy pertinente como herramienta anticíclica: muchos
países les han dicho a sus bancos centrales que usen un marco basado en la inflación para
guiar su política monetaria. La severidad de una crisis muchas veces es magnificada cuando
un país tiene grandes volúmenes de deuda en moneda extranjera, ya que la depreciación de la
moneda, que sucede en momentos de crisis, incrementa el valor real de las deudas en moneda
extranjera.
Es una amenaza directa a la solvencia de los bancos el tomar prestado en moneda extranjera y
prestar en moneda propia. Si buscan evitar este riesgo tomando représtamos en moneda
extranjera, también se arriesgarán a minar la posición financiera de sus deudores, y terminar
con una gran cantidad de “malos préstamos”.
Si el gobierno contrae deuda en divisas extranjeras, el efecto de una depreciación de la
moneda incrementará la deuda del sector público, y minará la confianza en momentos
críticos. La solución es evitar los préstamos en divisas extranjeras: fácilmente, el gobierno
puede decir que no cuando decide la composición de sus propios préstamos en moneda local.
La supervisión bancaria puede utilizarse para desalentar los préstamos bancarios en moneda
extranjera. El problema más difícil es el préstamo en moneda extranjera de las empresas, pero
puede corregirse con una política impositiva que dé menos alivio a los pagos de intereses en
moneda extranjera.
2) Extensión de las reformas de liberación a áreas como el mercado laboral, donde la
performance económica se ve afectada por una excesiva rigidez. Es necesario adoptar una
política más liberal en muchos países en desarrollo, como India.
3) Combatir la negligencia a la equidad que tuvo el Consenso de Washington: es importante
que los gobiernos busquen mejorar la distribución de ingresos de la misma forma que buscan
477
una mayor tasa de crecimiento. Siempre es necesario tener en cuenta el costo potencial en
términos de eficiencia de las acciones destinadas a mejorar la distribución de los ingresos,
pero en una región muy desigual, como Latinoamérica, las oportunidades de mejorar la
distribución con un costo relativamente bajo de eficiencia deben ser explotadas.
Para redistribuir los ingresos, pueden utilizarse los impuestos progresivos. La mayoría de las
reformas impositivas latinoamericanas han sido altamente regresivas: es necesario cambiar el
proceso, pasando de una imposición indirecta a una directa. Hay tres posibilidades atractivas:
a. Desarrollar impuestos a la propiedad, como una mayor fuente de recursos.
b. Eliminar los huecos impositivos, para incrementar la recaudación y simplificar las
obligaciones impositivas.
c. Mejorar la recolección impositiva, particularmente de los ingresos destinados al
exterior.
Estos ingresos deben usarse para incrementar el gasto en servicios sociales básicos, como una
red de seguridad social, salud y educación, para poder reducir la inigualdad, particularmente
expandiendo las oportunidades para los pobres.
No es necesario abolir la economía de mercado, sino darle a los pobres activos para permitirles hacer
y vender cosas que otros pagarán para comprar. Esto significa:
a) Educación: no hay esperanzas, a menos que los pobres obtengan más capital humano que
antes.
b) Programas de titulación, para otorgar derechos de propiedad al sector informal.
c) Reforma agraria, permitiéndoles a los campesinos comprar tierra de los latifundistas, que no
sentirán que sus intereses vitales sean amenazados.
d) Microcréditos: es necesario reducir la tasa de interés del mercado con el tiempo, lo que
facilitaría la expansión de estos instrumentos de crédito.
Estas ideas han sido consideradas ortodoxas, y suele haber un “apartheid global” que clama que los
países en desarrollo vienen de un universo diferente, que les permite beneficiarse de la inflación, un
rol principal del Estado en la industrialización, y la ISI. El Consenso de Washington dice que esta era
de apartheid ha terminado.
Siendo que los países latinoamericanos han adoptado las políticas del Consenso de Washington con
resultados muy decepcionantes, ¿debemos concluir que el Consenso ha fracasado?
Respecto al análisis de los resultados, Williamson no incluye a Argentina, que hizo buenas
reformas, pero también cometió dos errores fatales:
Fijó su moneda a un currency board que llevó a una tasa de cambio enormemente poco
competitiva.
No pudo seguir las estrictas políticas fiscales requeridas para que el Consenso funcione.
Por eso, sería equivocado echarle la culpa al Consenso de Washington de los errores de política
interna argentina.
Respecto al resto de los países, el factor que más ha dañado el crecimiento económico fue la serie de
crisis sufrida por los mercados emergentes, comenzando por la de México a finales de 1994. Y es
cierto que el Consenso de Washington no enfatizó en qué hacer para evitar las crisis: no se les
advirtió que tomar el Consenso como una panacea y abrir prematuramente la cuenta de capital,
dejando que el dinero inunde el país y sobrevalúe la moneda, o usar la tasa de cambio como un ancla
nominal, era un error. Estos no eran los problemas urgentes a finales de los ochenta, por lo que
advertir sobre ellos no fue una prioridad a la hora de escribir el Consenso de Washington.
Podemos extraer dos conclusiones:
1) Los países no deberían haber adoptado el Consenso como una ideología: siempre habrá
otras cosas importantes más allá de un set de lineamientos políticos, y que un político piense
que puede dejar de pensar y sólo seguir instrucciones que otras personas han escrito es
irresponsable.
2) Cualquiera que ofrezca un nuevo lineamiento de política económica a partir del año
2002 tiene el deber de incluir sugerencias para evitar las crisis.
Otra cosa a tener en cuenta es que, en los países latinoamericanos, algunas de las reformas de
primera generación (respecto al mercado laboral y la reforma fiscal) fueron ignoradas, ni tampoco
se tomaron reformas de segunda generación para fortalecer las instituciones, necesarias para
disfrutar plenamente las ventajas de las primeras.
Por otro lado, el objetivo subyacente en el Consenso de Washington era excesivamente estrecho: sólo
consistía en acelerar el crecimiento sin empeorar la distribución de recursos. Si uno trata a la pobreza
como una violación a la dignidad humana, no debe preocuparse solamente por el nivel de
crecimiento e ingreso, sino también por su distribución.
Pero nada de esto significa que el Consenso de Washington deba ser abandonado: no podemos volver
a las altas tasas de inflación, ni darle otra oportunidad al socialismo. Si bien la política industrial no
es una idea promisoria, puede volver a intentarse, con una adecuada participación estatal. Lo mismo
479
con los controles de cambios. Tampoco sería adecuado volcarse nuevamente a la ISI: en cambio, los
países deben enfocarse en promover las exportaciones.
FMI
Multilaterales:
Oficiales: BMI
Bilaterales: Club de París
Bancarios: Club de Londres
Privados:
Tenedores de bonos
Según el BM, cuanto mayor es la adaptación de la política económica de un país a las circunstancias
coyunturales, los coeficientes elevados del servicio de la deuda deben preocupar menos. Es peor una
economía poco flexible, con un coeficiente de servicio de la deuda moderado, que una con
coeficiente alto, pero más flexible en su toma de decisión.
Otra cuestión que entra en juego es la inflación: si los tipos de interés no son variables dependiendo
de la inflación, el préstamo real se amortiza a más corto plazo. Por otro lado, un déficit
presupuestario elevado, o un tipo de cambio sobrevalorado, son síntomas de que los fondos en
préstamo se están usando para aplazar el ajuste, y no facilitarlo.
Para valorar la magnitud del fenómeno de la deuda en términos globales, el Banco Mundial publica,
desde 1956, el Debtor Reporting System, donde se recogen los datos sobre la deuda externa a largo
plazo contraída por el sector público de sus países miembros, señalando la naturaleza y domicilio del
acreedor, el tipo de deudor, la modalidad de préstamo, y su composición en divisas. Partiendo de esta
base, y añadiendo datos suministrados por el BPI, la OCDE y el FMI, se publican las World Debt
Tables.
Préstamos oficiales.
481
Créditos para el comercio a corto plazo, concedidos por los exportadores extranjeros.
Inversiones directas.
Con las primeras dificultades de algunos prestatarios individuales para afrontar sus compromisos, los
países e instituciones crediticias internacionales fundaron el Club de París en 1956, marco para
renegociar las deudas aplazadas a los acreedores oficiales.
El primer momento crítico de la deuda inició con la Crisis del Petróleo de 1973, que desencadenó
una oleada de préstamos por parte de bancos comerciales privados a países en vías de desarrollo .
¿Por qué? Porque el enorme superávit de cuenta corriente de los países de la OPEP, que siguió al
aumento de los precios del petróleo, debía ser “reciclado”, y se destinó a financiar el déficit por
cuenta corriente del resto del mundo (petrodólares). Los productores de petróleo no prestaban
directamente, sino que colocaron la parte de sus ingresos que no podían gastar en bancos de
países desarrollados, que, a su vez, los canalizaban hacia quienes los necesitaban.
Durante la recesión de 1974-5, muchos países en desarrollo adoptaron políticas expansionistas, que
estimularon la inversión y ayudaron a mantener el crecimiento consecuencia: aumento del déficit
fiscal, que debió financiarse con deuda externa, a tipos de interés bajos (e incluso negativos en
términos reales).
La Segunda Crisis del Petróleo volvió a incrementar los superávit por cuenta corriente de los
principales exportadores, empeorando los déficit de muchos otros países. Los préstamos continuaron
multiplicándose: los bancos implantaban los contratos flexibles, con tipos de interés variable, para
protegerse. ¿Qué implicaba un endeudamiento con tipos variables? Que el aumento de los intereses
incrementaría la carga pendiente.
Muchos países creyeron que, si mantenían la demanda nacional hasta que mejorara la coyuntura
internacional, podrían pagar sus préstamos. Pero los tipos no bajaron: a medida que la economía
mundial entraba en recesión en 1981, los países en vías de desarrollo tuvieron que soportar una
carga sin precedentes de su deuda externa. Gran parte del endeudamiento a corto plazo estaba por
vencer, y debía ser devuelto o refinanciado a precios más altos crecientes dificultades para los
deudores.
En el caso mexicano, la situación fue particularmente grave: aunque el peso se había devaluado en
febrero de 1982, no había conseguido reducir el déficit público, ni frenar el gasto que permitiera
controlar el déficit por cuenta corriente. La devaluación generó más inflación interior, con pocas
ventajas para la balanza de pagos o el empleo.
El 12 de agosto de 1982, México notificó a los organismos financieros internacionales que había
agotado sus reservas, y no podía satisfacer los compromisos de su deuda externa. Solicitó una
moratoria a los bancos comerciales, una renegociación del capital de la deuda que estaba por
vencer, y un préstamo con un plan de estabilización macroeconómico al FMI.
La suspensión de pagos de Brasil en febrero de 1987, cuatro años después de la de México, abrió un
nuevo período de incertidumbre, sobre todo porque los dos países mencionados representaban más
del 50% del total de la deuda acumulada por Iberoamérica. Pero el clima de incertidumbre pudo
mejorar gracias a varios eventos:
482
En África Subsahariana, la situación tenía ciertos caracteres en común con los países americanos,
respecto al peso de la deuda total frente al PBI, y otras con los asiáticos, considerando el peso de la
deuda por habitante.
Las enormes diferencias en las condiciones económicas y las disparidades en las preferencias
nacionales hacen diferente hacer un análisis generalizado de la situación:
Cinco de los países de mayor ingreso (Nigeria, Sudán, Costa de Marfil, Zaire y Kenia)
concentraban más de la mitad del total de la deuda.
A medida que aumentaba el nivel de ingresos, también aumentaba el porcentaje de créditos
públicos.
En 1985, la deuda superaba los 45.000 millones de dólares, tres cuartas partes del PNB de la región y
tres veces y media sus exportaciones. El agravamiento de los problemas económicos de la zona
impidió la llegada de capitales privados: por eso, los países afectados debieron poner en práctica
nuevos ajustes, amparados en programas de asistencia técnica y financiera del FMI y el BM.
La salida parecía imposible: los países africanos contaban con una estructura productiva muy
orientada al comercio, pero con un número muy reducido de naciones (herencia colonial). Por la
débil demanda interna, la falta de inversiones y la escasez de divisas, no era posible potenciar las
capacidades para conseguir un cierto despegue industrial. Además, no había recursos humanos con
capacidad técnica, administrativa y empresarial, y el alto índice de crecimiento demográfico y la
enorme fragilidad política tampoco ayudaban.
Países socialistas:
En plena crisis de la deuda, había distintos niveles de afectación por países:
Levemente afectados: Bulgaria, Checoslovaquia, U.R.S.S.
Moderadamente afectados: RDA, Hungría, Rumania.
Gravemente afectados: Polonia (qué raro Polonia sufriendo!!!!).
Asia:
Entre los países asiáticos, había un grupo muy endeudado (India, Indonesia, Corea y Filipinas),
seguido de otro con un monto algo inferior (Pakistán, Malasia y Tailandia). Pakistán tenía una
relación deuda/PNB baja, mientras que otros países, con una base exportadora más grande (Corea,
Malasia y Tailandia), tenían una débil relación deuda/exportación. Otros países de ingresos bajos,
como India y Sri Lanka, tenían la ventaja de recibir capitales en forma de préstamos con tasas de
interés bajas y plazos de vencimiento largos.
Desde 1956, la renegociación de la deuda oficial se realiza a través del Club de París, quien busca
llegar a acuerdos sobre el reescalonamiento de obligaciones sobre créditos acordados o
garantizados por organismos oficiales.
484
El Club de París tiene una ventaja: en él, se reúne un grupo reducido de países. En cambio, cuando
hay que conversar con la banca privada, es más difícil, ya que las partes que negocian se
multiplican enormemente.
Mientras tanto, el FMI es otro foro de negociación de la deuda, por el carácter mediador conferido
por los bancos internacionales, los gobiernos, y algunas instituciones internacionales. Cada vez
ocupa más un lugar privilegiado entre los países que piden préstamos.
Además de los programas de ayuda y canalización de fondos, el FMI supervisa los programas
económicos que financia, haciendo recomendaciones para conseguir niveles de demanda agregada
compatibles con el equilibrio de la balanza por cuenta corriente.
En 1984, el Consenso de Cartagena fue un gran avance en la búsqueda de una salida al problema de
la deuda y su renegociación. Los once países firmantes21 ratificaron su decisión de afrontar
individualmente sus obligaciones financieras y ordenar sus economías, pero mediante un diálogo con
los acreedores, para encontrar soluciones realistas. Se establecían los siguientes puntos:
1)
Reducción de los tipos de interés en los mercados internacionales.
2)
Utilización de tasas de referencia en la concesión de nuevos créditos y la renegociación.
3)
Mejora de los plazos y períodos de gracia.
4)
No compromiso, en la renegociación de la deuda, de los ingresos provenientes por las
exportaciones (más allá de un determinado porcentaje).
5) Ampliación de recursos del FMI, BM y BID.
6) Nueva asignación de DEG y revisión de los criterios de condicionalidad del Fondo.
Los Planes Baker y Brady:
En 1985, sobre las soluciones de la deuda, el Secretario del Tesoro de Estados Unidos James A.
Baker propuso una política de continuar tirando, manteniendo los flujos de ayuda con la expectativa
de que, al final, se pagaran totalmente había que seguir ayudando, no abandonar, a los deudores.
Pero, en 1989, esta alternativa se agotó y se lanzó la iniciativa del Plan Brady, que reconocía que el
pago total ya no era una meta razonable: en cambio, había que presionar a los bancos para
proporcionar algún alivio y expandir las transacciones en el mercado secundario, buscando reducir la
deuda.
Volvamos al Plan Baker: éste distinguía entre dos grupos de países:
a) Los quince principales deudores: debían amortizar los préstamos recibidos, sobre todo de
los bancos de desarrollo multilateral y el FMI, en condiciones más favorables que los precios
de mercado. Como solución, se buscaba establecer un fondo en el FMI y el BM, que
refinanciara el principal y los intereses.
Tras un período de cuatro años de austeridad, se proporcionaría una inyección de nuevos
recursos destinados a estos quince países, que recibirían, en los tres años siguientes, 20.000
millones de dólares de la banca privada, y 9.000 millones del FMI y el BM.
b) Los más pobres.
21
Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela
485
Así, se buscaba recuperar las tasas de crecimiento de los países deudores, para que, así, pudieran
hacer frente a la deuda. Los dos pilares fundamentales del programa eran:
Entre 1989 y 1995, dieciséis países obtuvieron un alivio de la deuda al amparo del Plan Brady. En
1989, este plan reconoció que eran necesarias tanto las condonaciones, como nueva financiación
ligada a un programa de ajuste estructural supervisable por el FMI y el BIRD.
La reducción de la deuda a través del mercado se produjo por el cambio de bonos antiguos por los
denominados “bonos Brady”.
Inicialmente, el Plan preveía acuerdos internacionales entre el país deudor y los bancos acreedores
para la reducción de la deuda, a través de diferentes acciones:
1) Recompra: el deudor podía adquirir una parte de la deuda con un descuento acordado.
2) Canje de bonos con descuento: cambio de la deuda por bonos con una rebaja acordada
reducción del capital.
3) Canje de bonos a su valor nominal por otros que devengan un interés menor
reducción del servicio de la deuda.
4) Conversión por bonos, combinada con moneda nueva: canje de los préstamos por bonos a
la par y con interés de mercado, pero donde los bancos provean nuevos fondos en una
proporción del monto convertido.
La mayoría de los bancos optó por la reestructuración de la deuda a tipos de interés menos, o la
reducción. Se criticaba a la condonación, porque la medida, por sí sola, no bastaba: los beneficiarios
debían comprometerse con más disciplina fiscal.
El Club de París:
Los principales deudores del mundo con problemas de pagos se reúnen con sus acreedores en el Club
de París, acordando refinanciaciones o reducciones multilaterales de la deuda externa. En sus
conversaciones, el Club se apoya en los diagnósticos del FMI sobre la situación económica del país,
y diseña un plan de medidas económicas en el que se consideran las obligaciones de pago y sus
posibilidades para afrontarlas. Si estas medidas son aceptadas, el país puede acceder a nueva
financiación del FMI.
Dependiendo de la situación, el Club de París ha ido desde el simple aplazamiento de los
vencimientos de la deuda, hasta la condonación de gran parte del pasivo consolidado, teniendo en
cuenta factores como los ingresos, el endeudamiento, y el grado de cumplimiento previo de las
obligaciones financieras asumidas.
Hay dos tipos de deuda:
a) Deuda AOD (Ayuda Oficial al Desarrollo): cada Estado puede ofrecer el tratamiento que
considere oportuno.
b) Deuda comercial/no AOD: siempre debe aplicarse lo acordado en el Club de París. Está
sujeta a acuerdos multilaterales.
Las oportunidades de conversión de deuda por inversión privada o social dan más lugar a la
acción bilateral, sobre todo con la AOD. En esta conversión, parte o la totalidad de los recursos
liberados deben ser usados por el deudor en sectores específicos, previamente acordados con el
acreedor. La deuda puede convertirse por inversión privada o por inversión pública. En esta
última, los recursos liberados se destinan a financiar proyectos de desarrollo social.
487
Tratamiento de la deuda:
La financiación sostenible de la deuda es fundamental para poder movilizar recursos para el
crecimiento. Durante los noventa, para reestructurar la deuda oficial y aliviar los pagos, se elaboraron
varios planes en el Club de París:
1) Plan Clásico/Plan de Houston (1990), para países de ingreso medio-bajo muy endeudado.
Éstos podían acogerse a las condiciones establecidas en la Cumbre de Houston, de 1990,
que establecían, para los créditos de ayuda oficial, un repago en veinte años con diez de
gracia, y, para los créditos de exportación consolidados y oficiales no concesionales, quince
años de plazo, con ocho de gracia. Podría convertirse o canjearse la deuda concesional en un
100%, y en un 10% la no concesional.
2) Toronto (1988): el país acreedor puede elegir entre tres opciones:
a. Condonar una tercera parte de la deuda sujeta a reestructuración y reprogramar el
saldo a catorce años con ocho de gracia.
b. Reprogramar la deuda reestructurable a veinticinco años de plazo con catorce de
gracia.
c. Reducir el interés en 3,5 puntos o un 50%, eligiendo el menor, y reprogramar la deuda
a catorce años con ocho de gracia.
Esto sólo aplica a los países de ingresos más bajos.
3) Toronto ampliado (1991): se ofrecen tres opciones:
a. Reducción del 50% de las obligaciones y una reprogramación del saldo a lo largo de
un período de veintitrés años, con seis de gracia.
b. Reducción de la tasa de interés que dé un alivio equivalente a la primera opción, y una
reprogramación de las obligaciones en un período de veintitrés años, sin período de
gracia.
c. Reprogramación a veintitrés años, con seis de gracia , con una tasa de interés inferior a
la del mercado y una capitalización sin costo de los pagos de intereses durante el
período de gracia.
4) Nápoles (1994): permitía una reducción de la deuda bilateral del 67% a países cuyo ingreso
por habitante fuera menor de 500 dólares anuales, o cuya relación deuda/exportaciones
superara el 350%. El resto de los países elegibles para los préstamos concesionales podían
disminuir su deuda en un 50%.
5) Lyon (1996): condonación de hasta el 80% de la deuda bilateral de los países endeudados
más pobres, para los créditos no concesionales (es decir, no originados en AOD).
6) Colonia (1999): ampliación del grado de condonación hasta el 90%.
En los últimos años, se está instrumentando la iniciativa HIPC, un apoyo internacional para la
reducción de la deuda externa a niveles sostenibles. Se busca que la sustentabilidad se obtenga en dos
instancias:
a) Primera fase: reestructuración de la deuda en los términos de Nápoles, con un tratamiento
análogo a los otros acreedores bilaterales y comerciales. Los organismos multilaterales deben
apoyar a los programas de ajustes.
b) Segunda fase: si esto no alcanzara para lograr la sustentabilidad, la reducción llegaría hasta
el 80%, y los organismos multilaterales aumentarían el apoyo.
488
El BM estableció un Fondo Fiduciario HIPC, asignando 500 millones de dólares como contribución
inicial a esta iniciativa. En principio, a esta iniciativa podían acceder cuarenta y un países.
Alivio de la deuda para los países más pobres:
La preocupación internacional se centró en los países más pobres, buscando elaborar esquemas de
condonación más amplios. Por eso, en 1996, para los Países Pobres Altamente Endeudados (PPAE),
el BM y el FMI establecieron la Iniciativa para el Alivio de la Deuda (PPME), que contemplaba la
participación de todos los acreedores para reducir la deuda hasta niveles sustentables primera vez
que se acepta la necesidad de que los organismos multilaterales también condonen deuda.
Como los criterios eran muy restrictivos, después de casi tres años de vigencia del esquema, apenas
siete países estaban calificados para el programa. Por eso, en septiembre de 1999 hubo que revisarlo,
para proporcionar “alivio más profundo, amplio y rápido”.
El FMI y el endeudamiento:
El FMI actuó activamente sobre los problemas de la deuda, a través de sus consejos de política
económica y su respaldo financiero. Como los países muy pobres no tenían posibilidades de atraer
financiación privada (al menos en condiciones adecuadas), se concentraron en la financiación oficial.
Pero, para que la situación mejorase, era necesario reducir la deuda frente a los acreedores bilaterales
oficiales y los privados.
Para las operaciones con los bancos comerciales, en enero de 1994 el FMI modificó sus
normas sobre el uso de sus recursos en las operaciones de reducción de deuda y de servicio
con los bancos comerciales, eliminando las restricciones sobre la segmentación, según los
cuales los recursos obtenidos a través de acuerdos de derecho de giro o ampliados para las
operaciones de reducción de la deuda y su servicio debían usarse para reducir el principal,
mientras que los recursos adicionales sólo podrían destinarse al pago de intereses.
Con los acreedores oficiales, desde diciembre de 1991 el FMI colaboró en la
reprogramación de la deuda del Club de París.
Si bien las cantidades prestadas por el Fondo no eran muy grandes, su intervención fue determinante
para informar a los bancos que los deudores estaban tomando medidas para mejorar su condición
crediticia. Sus préstamos y programas de estabilización eran vistos por los bancos como algo crucial
para determinar la solvencia del deudor de igual forma, esto no duró mucho tiempo: cuando se
hizo evidente que la salida de la crisis de la deuda no iba a ser inmediata, los bancos comenzaron a
frenarse cada vez más a la hora de prestar dinero.
Que el país haya llevado a cabo una política económica virtuosa y fijado su tipo de
cambio de acuerdo a una moneda reserva.
Que dicha cotización de su moneda sea creíble.
Esto hace atractivo al país, que comienza a recibir capitales, aumentando las reservas en el banco
central y permitiendo una expansión del crédito. Si el banco central no interviene, esterilizando estas
entradas, aumenta la base monetaria, pudiendo generar inflación. ¿Por qué?
a) Las reservas de divisas son compradas con emisión de moneda local.
b) Los bancos aumentan sus créditos con esta liquidez mayor, presionando al alza los precios
de los activos reales y financieros, así como el consumo.
La mayor inflación resultante aumenta la apreciación real del tipo de cambio: el tipo nominal se
mantiene fijo, y esto, unido al aumento de la demanda interna, aumenta el déficit por cuenta corriente
de la balanza de pagos, que es consecuencia del superávit en la cuenta de capital.
Cuando comienzan los ataques especulativos, la reacción es aumentar los tipos de interés. Cuando
el país se ve forzado a devaluar, los primeros en sufrir son los bancos: sus clientes nacionales se han
endeudado mucho en moneda extranjera, sin haber asegurado el tipo de cambio en la cuantía de la
devaluación. Como consecuencia, aumentan la morosidad y los fallidos.
Al mismo tiempo, los precios de los activos financieros e inmobiliarios y los de la Bolsa se
desmoronan, llevando a una gran crisis bancaria, que puede afectar a la de otros países con los que
hay líneas interbancarias, créditos, avales, etcétera. Por eso, se hace necesaria la actuación
coordinada de las autoridades financieras monetarias nacionales e internacionales, a fin de evitar el
efecto contagio.
490
A partir de la crisis generalizada de la deuda iniciada en México en 1982 y extendida hasta 1994,
se hizo evidente que las relaciones económicas que se estaban tejiendo en el mundo obligaban a
aplicar medidas globales, porque sus consecuencias estaban afectando a todos los países.
En las crisis, los agentes suelen exagerar sus reacciones, buscando proteger sus intereses
en un contexto de mala información.
Los mercados y sus operadores tienen que actuar con poca información, o información
engañosa.
La “transparencia” no es una panacea: por mucho que se intente avanzar en este sentido,
seguirá habiendo crisis originadas por reacciones exageradas de los operadores en el mundo.
La globalización y la interconexión de los mercados:
En las crisis actuales, se reconoce la mayor complejidad en el origen y rapidez en la trasmisión y
contagio, a causa de:
1) Gran incremento en las entradas de capitales en los momentos previos.
2) Elevada exposición a riesgos de tipo de cambio y de tipo de interés.
3) Debilidad de los sistemas financieros y de supervisión nacionales.
4) Desequilibrios en sectores clave.
Desde 1999, el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea trabaja en el desarrollo de un nuevo
Acuerdo de Capitales, conocido como Basilea II. Su objetivo es aumentar la sensibilidad al riesgo a
la hora de calcular los recursos propios mínimos exigidos a las entidades bancarias, manteniendo las
exigencias actuales. Como crítica, se dice que, en momentos desfavorables, se aumentarían las
exigencias, endureciendo las condiciones crediticias.
Por otro lado, hagamos un repaso histórico de las mayores formas en que apareció el capital privado
en las economías nacionales:
Las inversiones de cartera, predominantes a partir de los noventa, son esencialmente líquidas, y
reaccionan rápidamente a cualquier perturbación de mercado que pueda afectar el valor de la
colocación.
En estas nueva realidades, no es suficiente con ser estable uno mismo para salvarse de las
turbulencias: cuando el riesgo se eleva, los inversionistas intentan reducir su exposición la mismo,
penalizando las inversiones más líquidas, aunque no sean las afectadas directamente por los
problemas macroeconómicos fundamentales incluso aunque los fundamentos macro de un país
parezcan buenos, los mercados pueden correr contra la deuda pública y los activos financieros de un
país.
millones de dólares, conformando un mercado de gran liquidez y tamaño. Los países que entraron a
este plan firmaron acuerdos con el FMI, quien gestionaría su instrumentación y supervisaría su
cumplimiento a través de programas de reforma promercado: privatizaciones, desregulaciones
apertura comercial y financiera, y recorte del gasto público.
Luego del Brady, la venta de bonos en los mercados se convirtió en la principal fuente de
financiamiento de los países periféricos. Como resultado de esto, sus economías quedaban
sometidas a los movimientos especulativos de los mercados financieros internacionales.
Las crisis monetarias, financieras y cambiarias de México, el Sudeste Asiático, Rusia, Brasil,
Turquía y Argentina tienen importantes rasgos en común:
1) Implementación de una serie de reformas que incluyeron la liberalización de la cuenta
de capitales y la desregulación financiera.
2) A una etapa inicial de euforia le siguió la fuga de capitales, la caída de la producción y el
empleo, y la concentración de los ingresos.
3) En una primera etapa, se
Pérdida de
produjo una apreciación Apreciación de la Déficits competitividad de
cambiaria, que luego fue moneda nacional comerciales la producción
interna
seguida de la generación
de déficits comerciales y
de servicios, la pérdida de
competitividad de la Endeudamiento en
moneda extranjera
Fuga de divisas Devaluación
producción doméstica, el
endeudamiento público y
privado en moneda
extranjera, y, finalmente,
Recesión
la abrupta fuga de divisas
y la devaluación, llevando
consigo quiebras, desempleo y recesión.
La crisis mexicana:
A fines de 1994, un año después de suscribir el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados
Unidos, México sufrió una de las crisis económicas más profundas de su historia. Hasta ese
momento, su economía era considerada un modelo a seguir: siendo el primer firmante del Plan Brady
en 1989-90, había ganado la reputación de mercado emergente de altos rendimientos.
Pero también había contraído una importante deuda externa a partir de los años setenta, si bien, a
finales de la misma, se convirtió en un gran exportador de petróleo. Condicionado por la
renegociación de la deuda, este país implementó en los ochenta un programa económico ortodoxo,
orientado a obtener superávits fiscales y de divisas para poder cumplir con sus compromisos
externos.
Las reformas estructurales profundizaron la apertura comercial, privatizaron las empresas públicas,
desregularon las actividades económicas, eliminaron los controles de precios, comprimieron la
demanda interna y redujeron el papel y tamaño del Estado, en el marco de sucesivos acuerdos con el
494
FMI y organismos multilaterales, los bancos acreedores y el Club de París. La caída de los precios
del petróleo (principal ingreso exportador del país) en 1986 endureció la estrategia económica para
1988, que acentuó los aspectos ortodoxos del plan, triplicando el tipo de cambio.
En 1989, el gobierno transformó en bonos la deuda atrasada que tenía con los bancos comerciales
transnacionales, y, simultáneamente, de acuerdo con las condiciones pactadas para ingresar al Brady,
profundizó la apertura financiera, liberó las tasas de interés, eliminó las restricciones a los
movimientos de capitales, y comenzó a financiar sus déficits fiscales a través de bonos colocados en
los mercados financieros, con devaluaciones pautadas de su tipo de cambio inferiores a la tasa de
interés. A partir de 1991, se derogó el control de cambios, y se estableció un régimen de bandas
cambiarias con desliz controlado.
Si bien el crecimiento se reanudó, sus bases eran inconsistentes, y los desequilibrios finalmente
estallaron en 1994. En este lapso:
En los países periféricos, la cuenta capital depende mucho de la situación de la cuenta corriente: los
capitales se fugarán cuando sospechen que los déficits corrientes tienen una magnitud tal que, tarde
o temprano, se producirá una devaluación. Ni siquiera la dolarización (riesgo devaluatorio nulo)
puede impedir la crisis a la que lleva una moneda apreciada: ésta estallará por otro lado, el fiscal.
Las autoridades mexicanas atribuyeron el desencadenamiento de la crisis a muchos factores, pero no
al atraso cambiario: esto hubiera significado asumir la responsabilidad de los desequilibrios
acumulados. Consideraron como causas la elevación de las tasas de interés de la Fed, los
levantamientos en la región de Chiapas, y el asesinato del candidato del PRI a las elecciones
presidenciales.
Los problemas políticos tuvieron su correlato en el plano financiero: por temor a la devaluación, la
estructura de la deuda mexicana se dolarizó, a partir del masivo pasaje de las tenencias de los no
residentes de pagarés del tesoro (nominados en pesos) a los Tesobonos (en dólares). Como resultado
de este proceso, el Banco Central de México perdió, entre marzo y abril de 1994, un tercio de sus
reservas de divisas. Los vencimientos previstos para los primeros meses de 1995 colocaron al
gobierno en una posición difícil.
El atraso cambiario indujo grandes déficits en la cuenta corriente del balance de pagos: en 1994, el
saldo de la balanza comercial fue de -18,5 mil millones de dólares, y los pagos al exterior por
intereses y utilidades ascendieron a 15 mil millones. Los ingresos de capital externo habían
solventado los déficits corrientes, pero el proceso no podía prolongarse al infinito: su límite era la
capacidad del gobierno de atender su creciente deuda, o renovar vencimientos y pagos de intereses.
495
En diciembre de 1994, se anunció el aumento del techo de la banda de flotación del peso mexicano.
En la práctica, esto implicaba una devaluación del 15%. En los dos días siguientes, las reservas
cayeron en 5.000 millones de dólares. El 22 de diciembre, las autoridades decidieron dejar flotar
totalmente el peso mexicano. Las ventas masivas de acciones y bonos denominados en pesos, y la
compra de dólares, aumentaron la sangría de las reservas y la presión devaluatoria.
Entre esa fecha y febrero de 1995, el peso mexicano se devaluó un 40% respecto al dólar, y las tasas
de interés domésticas a corto plazo superaron el 80%. Esto deprimió la actividad económica,
agudizando el desempleo y la pobreza: en 1995, el PBI de México, en un contexto de rebrote
inflacionario y aguda crisis bancaria, cayó un 6,2%. El gobierno inició una costosa operación de
rescate y apoyo al sistema bancario, bajo la cobertura operativa del Fondo Bancario de Protección
al Ahorro (FOBAPROA), un organismo creado en 1990 y administrado por el Banco Central de
México. Entre 1995 y 1997, se intervinieron doce bancos, que representaban el 17% de los activos
totales del sistema bancario.
El gobierno de Estados Unidos consideraba muy grave la crisis mexicana, por varios factores:
a) La proximidad geográfica y el temor a un aumento de la presión sobre la frontera.
b) La fuerte presencia de inversores institucionales estadounidenses en los mercados
financieros mexicanos.
c) El posible deterioro o fracaso del TLC.
d) El temor a la repetición de la crisis de la deuda de 1982, esta vez en una economía que
Estados Unidos había considerado “ejemplar” en las políticas que implementaba.
En este contexto, el 2 de enero de 1995 los americanos anunciaron un paquete de ayuda de 18.000
millones de dólares para afrontar la situación. El Tesoro apoyó esta financiación, y también
intervinieron el Banco de la Reserva Federal de Nueva York y diversos gobiernos europeos a través
del BPI.
El anuncio no fue suficiente:
el peso continuó
depreciándose, mientras que
la Bolsa de Valores sufría
grandes pérdidas. Las
reservas del Banco Central
mexicano iban en
disminución, y los más de
26.000 millones de dólares de
los Tesobonos que vencían a
fines de 1995 generaban
mucha preocupación.
Finalmente, el 31 de enero
Bill Clinton anunció que
utilizaría sus atribuciones especiales para proporcionar 20.000 millones de dólares a México, y
negoció con el FMI para que éste ofreciera 17.800 millones de dólares.
496
El rescate financiero total fue de casi 50 mil millones de dólares. Respaldado con este paquete, el
gobierno mexicano evitó declarar la moratoria de los pagos de la deuda externa. Pero, en la práctica,
la crisis del sistema bancario mexicano duró hasta el año 2000, y aumentó la participación de bancos
internacionales en este sistema.
La economía mexicana comenzó a recuperarse de la crisis en 1996, pero con un crecimiento muy
lento y dependiente de la evolución de Estados Unidos, hasta el estallido de 2008. Por esta razón, la
recesión estadounidense en 2009 contrajo al PBI mexicano en un 6,7%.
La crisis del Sudeste Asiático:
El 2 de julio de 1997, un día después de que se efectivizara el traspaso de Hong Kong a China,
estalló la crisis del Sudeste Asiático (Corea del Sur, Indonesia, Tailandia, Filipinas, Hong Kong,
Singapur, Taiwán y Malasia), cuando el gobierno tailandés dejó flotar el baht, en medio de un
creciente deterioro económico y financiero.
Los países de esta región habían crecido tan aceleradamente en las décadas de 1970 y 1980, que este
milagro era el ejemplo más citado en una asignación de recursos orientada al crecimiento. Pero,
durante muchos años, según Stiglitz, los organismos financieros internacionales evitaron estudiar el
“milagro asiático”, porque el éxito de estos países fue impulsado por políticas gubernamentales
enfocadas en la inversión, la educación pública y el desarrollo industrial.
Si bien la elevada tasa de ahorro de estos países los liberaba de la necesidad de fondos adicionales,
entre fines de los ochenta y principios de los noventa liberalizaron los flujos internacionales de
capitales, presionados por Estados Unidos y el FMI, con el argumento de que la apertura financiera
los llevaría a la estabilidad. Ocurrió exactamente lo contrario.
El patrón de las crisis de la región fue el siguiente:
1) Las tasas de interés elevadas atrajeron capitales.
2) Las monedas domésticas se apreciaron.
3) La apertura comercial basada en el aumento de las importaciones y la remuneración de los
capitales generó déficits de cuenta corriente y un incremento del endeudamiento externo de
empresas y gobiernos.
4) Los fondos excedentes crearon burbujas especulativas en el sector inmobiliario, sobre
todo en Tailandia.
5) Cuando los déficits externos se acumularon, y la capacidad de sostener el tipo de cambio y
repagar las deudas se dificultó, los bancos centrales aumentaron aún más las tasas de interés
para evitar la salida de capitales y retrasar la inevitable devaluación.
6) Cayó la demanda doméstica, se restringió el crédito, y hubo un riesgo de default masivo.
7) Las devaluaciones de las monedas terminaron de encender la crisis, por el descalce de los
pasivos y activos denominados en dólares, la inflación cambiaria, las salidas masivas de
capitales y las quiebras de empresas, bancos y particulares.
8) Las obligaciones en moneda extranjera de los deudores aumentaban, mientras que los
bancos cortaban el crédito y reintegraban depósitos en divisas inexistentes, generadas durante
el proceso de creación secundaria de dinero., que funciona en base a la confianza.
497
Para el FMI, esta crisis fue totalmente inesperada: todos los países (excepto Tailandia) estaban
creciendo, la inflación era relativamente baja, y existía un buen nivel de inversión y flujos de
capitales. Si bien en 1996 se observaba un aumento del déficit de cuenta corriente de algunos países,
no preveía una crisis, sino un pequeño descenso en el ritmo de crecimiento y una posible ligera
devaluación.
El optimismo era tal que, en junio de 1997, a las puertas de la debacle, la media de proyecciones
sobre el crecimiento económico de la región era de alrededor de un 7%. Un mes más tarde, estos
pronósticos se modificaron, por ejemplo, de un 8% a un -15% para Tailandia, y un -3% para Corea
del Sur.
Luego de la devaluación tailandesa, comenzaron los problemas en Malasia, Indonesia y Filipinas.
Posteriormente, la onda llegó a Corea del Sur. Finalmente, Taiwán, Singapur y Hong Kong, aunque
en un menor nivel, también fueron víctimas de ataques especulativos y caídas bursátiles.
El sistema financiero de Tailandia funcionaba, desde 1993, como un centro financiero internacional
off-shore, pero no contaba con regulaciones prudenciales. En junio de 1997, en un contexto de
creciente deterioro de las carteras bancarias, el Banco de Tailandia suspendió las operaciones de 16
compañías financieras por treinta días, basándose en su falta de capital y sus enormes necesidades de
liquidez. El 2 de julio, el gobierno anunció que el baht abandonaba su vinculación con el dólar, y
flotaría libremente. La devaluación agravó más la situación de las entidades financieras,
mayoritariamente endeudadas en dólares.
La delegación del FMI que visitó Tailandia estimó que casi todas las compañías financieras
existentes eran insolventes, mientras que, en el caso de los bancos, los de mayor tamaño carecían de
capital pero podían seguir adelante, y los más pequeños estaban en quiebra técnica. Esto despertó una
ola de desconfianza en los depositantes, que retiraron sus depósitos en masa. Los prestamistas
externos cerraron las líneas y no las renovaron: las necesidades de liquidez aumentaron, y el Banco
Central debió enfrentar una grave crisis bancaria.
En menos de dos meses, la crisis tailandesa se convirtió en la crisis del Sudeste Asiático: los ataques
especulativos sistemáticos contra las monedas obligaron a los bancos centrales a retirar la defensa de
los tipos de cambio mantenidos antes de la crisis. Intentando resistirse a la flotación, subieron sus
tasas de interés, agravando los problemas de los frágiles sistemas bancarios, que consumieron
enormes volúmenes de sus reservas sin poder evitar las devaluaciones. En 1998, la situación se
aplacó, y los tipos de cambio se estabilizaron.
La única moneda que resistió
los ataques fue el dólar de
Hong Kong, que aguantó las
fuertes presiones mediante
medidas enérgicas de control
de mercado y fuertes subidas
de los tipos de interés.
Además, al ser el segundo
mercado asiático de capitales,
tenía un excepcional volumen
498
de reservas. El rango de la depreciación del resto de las divisas respecto al dólar estadounidense fue
desde el 15% del dólar de singapur hasta el 83% de la rupia indonesia.
Las economías de estos países se vieron muy deterioradas: se redujo su crecimiento, aumentó el
desempleo, muchas empresas cerraron y hubo quiebras bancarias. En algunos casos, como el de
Indonesia, la crisis fue acompañada por protestas sociales y caída del gobierno. El PBI de Corea del
Sur cayó un 5,8% en 1998, y la tasa de desempleo aumentó de un 2% a un 8,1% para 1999. En
Tailandia, el PBI se redujo un 10% en 1998, y, en Indonesia, un 13,7%.
Malasia y China se negaron a adoptar programas del FMI para enfrentar la crisis, y su recesión fue
menos profunda y la recuperación, más rápida:
a) Malasia tenía regulaciones que limitaban el endeudamiento externo de empresas y bancos, e
impedían el desfase de activos y pasivos (por ejemplo, tomar depósitos en moneda extranjera
y prestar en moneda doméstica, o viceversa). Además, impuso controles sobre los
movimientos de capitales y bajó las tasas de interés. Su estabilidad en medio de la tormenta
atrajo nuevos capitales productivos.
b) China, que siempre mantuvo el control de capitales, ante la recesión generalizada aumentó
la inversión pública como medida anticíclica, con lo que no sólo creció casi al 8% (mientras
sus vecinos se empequeñecían), sino que aceleró su tasa de expansión de largo plazo.
La apertura financiera
de Corea del Sur
había sido resultado de
las presiones de
Estados Unidos para
reducir sus déficits
comerciales con este
país: el gobierno
surcoreano estaba
aterrorizado, porque
sabía la inestabilidad
que acarreaba tal
medida, pero abrió las
puertas a los capitales
especulativos por
temor a las represalias
económicas de los
norteamericanos.
Rápidamente, se formó una burbuja inmobiliaria y se generó una gran deuda externa.
La crisis se desató cuando los bancos extranjeros se negaron a renovar sus préstamos de corto plazo,
porque dudaban de la capacidad de repago de las empresas surcoreanas. Pero el gobierno desoyó los
consejos del FMI, y, en lugar de cerrar los bancos, recapitalizó sus dos mayores entidades y cumplió
un papel activo en la reestructuración empresarial que siguió a la crisis. Además, para mantener la
competitividad de sus exportaciones y limitar las importaciones, evitó la apreciación del won. No
499
cerró sus industrias, sino que esperó la recuperación de la demanda mundial. Por todo esto, pudo
reanudar su crecimiento relativamente rápido.
La crisis rusa:
La crisis rusa se desenvolvió en tres etapas:
1) Primera etapa (1989-1992): se llevaron a cabo reformas económicas de libre mercado bajo
el asesoramiento del FMI, adoptadas por la gran influencia que ejercieron los países
desarrollados y los organismos financieros internacionales. Las reformas se pusieron en
marcha el 1° de enero de 1992.
2) Segunda etapa (1992-1995): el objetivo fue lograr la estabilidad financiera, para acceder a
créditos internacionales y de ayuda externa.
3) Tercera etapa (1995-1998): para el FMI, entre 1995 y 1997 Rusia logró el objetivo de la
estabilidad financiera, pero los modelos ortodoxos aplicados junto con la liberalización de
precios, privatizaciones y apertura comercial súbita terminaron destruyendo el sector real
de la economía, mientras que el financiero resultó fortalecido.
Durante estos años, surgieron cerca de 2.400 bancos comerciales, que rápidamente
obtuvieron importantes créditos externos, que se invirtieron en la compra de obligaciones
gubernamentales. La viabilidad de este esquema requería de un tipo de cambio estable: entre
julio de 1995 y agosto de 1998, se introdujo una estrecha banda de flotación cambiaria, y la
combinación de otros factores convirtieron a Rusia en un mercado muy atractivo para los
inversores extranjeros en portafolio:
a. Tipo de cambio cuasi fijo.
b. Alto rendimiento de los instrumentos financieros.
c. Reducción significativa de la inflación.
d. Dura política monetaria y crediticia.
A partir de 1995, el flujo de inversiones extranjeras hacia Rusia se quintuplicó. En total,
durante la vigencia de la banda de flotación, la inversión externa ascendió a 70.000 millones
de dólares (51.400 millones de deuda pública, 16.900 millones al sector bancario, y 1.700
millones al mercado de valores).
El incremento de las inversiones financieras se ve en el aumento de las operaciones en el
mercado de valores: en 1995, éstas equivalían al 18,9% del PBI, pero, en 1997, la cifra se
elevó a 55,5%. El 96% de estas operaciones se llevaban a cabo en el mercado de las
obligaciones del gobierno.
El sostenido aumento de los préstamos exteriores incrementó la diferencia entre los activos y
pasivos en divisas del Banco Central, mientras que la fuga de capitales disminuía las
reservas internacionales.
500
El 17 de agosto de 1998,
el gobierno amplió la
brecha de la banda de
flotación, rechazó
unilateralmente el pago
de las obligaciones
gubernamentales, y
anunció una moratoria de
noventa días al pago de
las deudas con el exterior
por parte de empresas y
bancos rusos. El rublo se
devaluó un 26,7%, y el
índice bursátil cayó un 55%. El sistema de pagos quedó paralizado, hubo una importante
caída del sector real de la economía, aumentó el desempleo, y el nivel de vida de la población
se hundió.
La crisis brasileña:
A principios de los años noventa, Brasil estaba en problemas:
Casi una década de nulo o escaso crecimiento económico.
Hiperinflación.
Grandes dificultades para atender su deuda externa, que cuadruplicaba a sus
exportaciones.
Crecimiento explosivo de la deuda interna oficial.
En junio de 1993, el presidente Itamar Franco lanzó un programa de estabilización, llamado el Plan
Real, que vino acompañado de algunas reformas estructurales a implementar en tres etapas:
a) Ajuste fiscal.
b) Creación de la Unidad Real de Valor, una nueva unidad monetaria.
c) Emisión del real.
En sus primeros tramos, el Plan Real apuntó a reducir el gasto público y recuperar los ingresos
tributarios fiscales, mediante un plan de austeridad fiscal, que incluía consolidar la deuda de los
estados y municipios con la Unión, controlar y sanear la banca pública estatal y federal, y
perfeccionar el programa de privatizaciones. En 1994, se alcanzó un superávit primario, y el
equilibrio presupuestario vino al año siguiente. En esta etapa, también se separaron claramente las
cuentas del Tesoro y las del Banco Central, que llevaría a la independencia de esta última
institución.
El segundo tramo del plan, lanzado en diciembre de 1993, creó la Unidad Real de Valor (URV) y
previó su posterior transformación en el real, nuevo signo monetario brasilero. La URV se introdujo
al sistema monetario nacional como un patrón de valor: le Banco Central de Brasil fijaba diariamente
su cotización en base a la pérdida de poder adquisitivo del cruzeiro. Se tomó como unidad de cuenta
para denominar contratos y demás obligaciones, y para refinanciar precios, salarios y tarifas públicas.
501
La URV se utilizó cada vez más como referencia de precios y contratos, contribuyendo a borrar la
memoria inflacionaria de los operadores. Las instituciones financieras comenzaron a efectuar
operaciones activas, pasivas y de futuro en URV.
En junio de 1994, se aprobó una ley que puso en circulación el real a partir del 1 de julio de 1995,
estableciendo las condiciones de emisión y respaldo de la nueva moneda, de forma de garantizar su
estabilidad. Se fijó la paridad máxima en 1 real = 1 dólar, pero la oferta creciente de divisas redujo
la paridad de mercado en 0,83 reales = 1 dólar. Se elaboró una programación trimestral de evolución
de la base monetaria, estimando la variación de los agregados monetarios compatible con objetivos
de inflación, que fue bastante laxa en los primeros tiempos del real, cuando el Banco Central auxilió
a entidades financieras en proceso de ajuste.
En 1994, Brasil renegoció, a través del Plan Brady, su deuda externa soberana con bancos, y emitió
bonos por 51 mil millones de dólares, el monto más elevado de todos los países que entraron a este
plan. Los capitales no tardaron de llegar, en forma de IED, deuda de los bancos, y deuda soberana en
bonos y flujos de corto plazo, que financiaron el creciente desequilibrio en cuenta corriente,
mientras las reservas monetarias aumentaban y la moneda brasileña se depreciaba.
Entre 1991 y 1995, se privatizaron empresas industriales, pero los programas de privatización y
desregulación de otros sectores de la economía se aprobaron recién en la segunda mitad de la década.
El Plan Real eliminó el financiamiento del gasto público vía expansión monetaria: declaró la
independencia del Banco Central, y le prohibió expresamente auxiliar al Tesoro. Su objetivo era el
equilibrio (o el superávit) fiscal, y se realizaron fuertes ajustes del gasto público. Los déficits
públicos debían financiarse a través de la emisión de bonos, en el mercado interno e internacional.
La apertura comercial se profundizó, a través de la eliminación progresiva de tarifas para la
mayoría de productos intra-Mercosur y la reducción para los de origen extra-Mercosur. Se adhirió a
las normas de la OMC, pero no aceptó modificar su legislación de propiedad industrial, para proteger
el desarrollo del sector informático y evitar incrementos en el precio de los productos farmacéuticos.
Luego de la Crisis del Tequila, el Banco Central de Brasil instauró un sistema de bandas
cambiarias, que permitía a la moneda fluctuar entre límites estrechos, sujetos a modificaciones
periódicas. También, incrementó la tasa nominal de interés, que, entre diciembre de 1994 y marzo
de 1995, pasó del 56,4% anual al 65%. Así, pudo recuperar las reservas perdidas, pero a costa del
crecimiento económico.
Si bien la inflación fue cediendo desde 1995, el PBI de Brasil comenzó a languidecer, con una
variación promedio entre 1996 y 2000 incluso menor a la de los años ochenta, la década perdida. Las
tasas de interés astronómicas habían reducido la formación de capital, acrecentado el componente
financiero del gasto público (y, por tanto, la deuda), y debilitado el dinamismo de la economía.
La conjunción de elevadas tasas de interés, abundancia de capitales, estabilización de la moneda
local e incremento de la deuda pública lograron controlar la inflación, pero también acentuaron la
dependencia y vulnerabilidad de la economía brasileña, y agravaron los desequilibrios externos. El
déficit de cuenta corriente se elevó al 4,5% del PBI, y la balanza comercial pasó de un superávit de
11.900 millones de dólares (1992) a un déficit de 16.700 millones de dólares (1998).
502
En el tercer trimestre de 1998, los ataques especulativos contra el real se intensificaron, y las
reservas internacionales decrecieron. El gobierno no quiso devaluar: en cambio, recortó más el gasto
público e incrementó la tasa de interés del Banco Central. La Bolsa de Valores de San Pablo cerró el
año con una caída del 40%, y los títulos públicos brasileños en el exterior cayeron un 20%. Para
peor, en 1998, un 70% de la deuda contraída era a tasas flotantes, y un 21% se corregía según el tipo
de cambio.
Entonces, el gobierno brasileño firmó un acuerdo con el FMI, mediante el cual accedió a 41,5 mil
millones de dólares, comprometiéndose a adoptar políticas fiscales y monetarias de austeridad, y
liberalizar aún más el mercado financiero y las importaciones. La actividad económica se desplomó,
y el desempleo fue de alrededor del 15%.
Pese al paquete de
asistencia, los
ataques contra el
real continuaron.
A partir de enero
de 1999, la
declaración de una
moratoria por
parte de Minas
Gerais despertó
una ola de pánico
entre los
inversores
internacionales, e
hizo caer
bruscamente las
reservas internacionales. El Banco Central devaluó el real en un 8,9%, pero fue insuficiente: la Bolsa
de San Pablo, el principal mercado bursátil de América Latina, se desplomó, arrastrando consigo a
todas las demás Bolsas del mundo.
El Banco Central decidió abandonar la defensa del real, inaugurando el sistema de libre flotación.
Al principio, el tipo de cambio saltó abruptamente (de 1,2 reales = 1 dólar a 2,1 reales = 1 dólar) y la
inflación se disparó, pero posteriormente se estabilizó.
La crisis turca:
Turquía, usualmente adherida a un enfoque cuasi estatal de la economía, en la década de los ochenta
emprendió una serie de reformas dirigidas a implantar un esquema más apoyado en el sector
privado, lo que impulsó un fuerte crecimiento de la economía hasta la crisis de 1994.
En ese entonces, Turquía adoptó programas de estabilización del FMI por dos años, y luego continuó
sin ayuda externa por dos años más. En 1998, el FMI asumió la supervisión de su economía, y, en
diciembre de 1999, tras un grave terremoto, y en un contexto de 100% de inflación anual, el gobierno
recibió un préstamo de 4.000 millones de dólares, e inició un programa de estabilización basado
en el tipo de cambio, para bajar la inflación y renegociar la deuda pública.
503
La privatización de empresas públicas para cancelar deuda externa hizo que muchas ellas se
malvendieran por actos de corrupción, restando activos valiosos a la economía nacional y sin aliviar
el problema del endeudamiento. Se transfirieron ingresos del sector público al privado, con la
privatización de los aportes de la seguridad social a través de las AFJP, acrecentando el déficit fiscal.
Para compensar esto, el sector público debió hacer un ajuste mayor, disminuyendo todos los rubros
de gastos excepto el pago de intereses de la deuda.
La combinación de medidas como la apertura comercial, la eliminación del control sobre los
movimientos de capitales, la desregulación de la economía nacional y un tipo de cambio fijo y
crecientemente sobrevaluado provocó importantes transformaciones en la estructura productiva
argentina, profundizando el proceso de desindustrialización, acentuando el predominio del capital
financiero, y extranjerizando la producción interna. Esto se tradujo en una mayor dependencia de
los flujos externos.
La IED se destinó, en gran parte, a la adquisición de firmas locales ya existentes, y el endeudamiento
con el exterior sirvió para financiar los abultados déficits de cuenta corriente, motorizados por el
sesgo importador y el pago de dividendos e intereses vinculados con estos mismos flujos. Así, el
financiamiento cumplió el poder de proveer de divisas necesarias para sostener la convertibilidad y
el esquema de precios relativos, pero no el capital productivo.
El efecto de los shocks externos fue decisivo para dejar expuesta la fragilidad del sistema: la Crisis
del Tequila se pudo superar pese a la caída del PBI, pero, a partir de 1997, el estallido de nuevas
crisis financieras en los países emergentes golpeó fuertemente a la economía argentina. A partir de
1998, se revirtió el flujo de capitales, volviendo inevitable la recesión. En 1999, hubo más shocks
que repercutieron en el frente externo: la devaluación del real y la apreciación del dólar (y, por tanto,
del peso) frente al resto de las principales monedas mundiales, que agravaron el retraso cambiario y
el déficit en el comercio exterior.
La demanda agregada estaba deprimida, la sobrevaluación cambiaria inhibía el crecimiento de las
exportaciones y la producción doméstica, y el desempleo elevado limitaba el consumo. Mientras
tanto, la crisis del endeudamiento amenazaba al régimen de convertibilidad.
El desequilibrio externo era una característica estructural desde los inicios del modelo: era
fundamental un sostenido incremento del nivel de reservas para el crecimiento de la economía, ya
que de él dependía el comportamiento de la oferta monetaria y del crédito. Pero el drenaje de las
mismas, en el marco del régimen de convertibilidad, contraía la base monetaria. Evitar una
agudización de la iliquidez dependía de que el gobierno proveyera de más divisas, endeudándose.
Esto se agravaba porque los ingresos externos gestionados por el Estado, incluyendo los del FMI,
daban lugar a maniobras especulativas o eran rápidamente retirados del país por el sector privado.
Durante el gobierno de De la Rúa, profundizar el ajuste se convirtió en la única alternativa para tratar
de mantener el control de la economía. La destrucción del aparato productivo y su correlato con el
aumento de la desocupación y la pobreza implicaron un deterioro del nivel de vida a niveles nunca
antes vistos: en octubre del 2001, el desempleo estaba cerca del 20%, la pobreza era del 36%, y la
indigencia del 12%.
505
Cavallo, que había vuelto como Ministro de Economía, proclamó el déficit cero, que contrajo aún
más el nivel de actividad económica y los ingresos fiscales, e hizo un megacanje de títulos
soberanos,
incrementando el
endeudamiento.
Las provincias, que no
podían financiarse
mientras el gobierno
central les reclamaba
compromisos para
eliminar sus déficits,
comenzaron a emitir
bonos cuasi monedas,
que les permitieron
incrementar la liquidez
pese a la escasez de
dólares. El régimen de
convertibilidad, de facto, había llegado a su fin.
Con el agravamiento de la recesión y las crecientes expectativas de devaluación, se hizo un fuerte
drenaje de depósitos bancarios: éstos eran convertidos en dólares y atesorados o enviados al
exterior, provocando una mayor caída de las reservas del BCRA. Esto obligó al gobierno a sancionar
primero una ley de intangibilidad de los depósitos y luego el corralito, poniendo restricciones al
retiro de fondos de los bancos (máximo de $150 semanales) y las transferencias al exterior (tope de
1.000 dólares). Al mismo tiempo, se ofreció la dolarización de los depósitos en pesos.
La crisis económica vino acompañada por una crisis política y un estallido social que obligó a De la
Rúa a renunciar. A este episodio le siguió la declaración del default de la deuda externa, y,
finalmente, en enero de 2002, la devaluación del peso y el retorno a un tipo de cambio flexible.
Las secuencias de las crisis en la periferia:
Las crisis en la periferia presentan una secuencia recurrente, a lo largo de tres etapas:
1) Primera etapa: mayor endeudamiento externo de los agentes económicos nacionales. El
gobierno aumenta la emisión de títulos de deuda en moneda nacional y en divisas, mientras
que los bancos y empresas reciben préstamos extranjeros. Para facilitar el acceso a los
recursos externos, las autoridades liberalizan los movimientos de capitales. Bajo los auspicios
del FMI, se implementan programas basados en la restricción de la emisión monetaria y el
financiamiento del déficit fiscal en el mercado de capitales. Además, se aplica un régimen
cambiario con tipos nominales fijos o de flotación por bandas, que da lugar a una apreciación
real de la moneda nacional.
2) Segunda etapa: se acentúa el sobreendeudamiento externo por diversos factores, como la
aceleración de las importaciones por encima de las ventas externas, la remuneración de los
capitales ingresados, y las obligaciones de pago derivadas del aumento de las deudas en
divisas. El gobierno sigue emitiendo deuda pública, y recurre a mayores préstamos externos,
506
promoviendo la entrada creciente de capital a corto plazo, lo que presiona sobre la tasa de
cambio, obligando al Banco Central a defender la estabilidad nominal de la moneda.
3) Tercera etapa: crisis financiera. Salida de capitales, por temor a la devaluación y a la
insolvencia. Mayores dificultades del Banco Central para mantener la paridad o la
depreciación suave de la moneda. Importante reducción de las reservas de divisas. Masiva
salida de capitales extranjeros y de inversores nacionales, que liquidan sus posiciones en los
mercados financieros del país, provocando un ataque especulativo contra la moneda nacional.
Para tratar de frenar la salida de los capitales, el Banco Central aumenta la tasa de interés. El
desempleo y la actividad económica empeoran, la recaudación fiscal y las ganancias de las
empresas caen, y, por ende, se deteriora la solvencia pública y privada para atender las
deudas. La devaluación se traslada a los precios de los bienes y servicios, acelerando la
inflación y encareciendo la deuda externa.
En los años noventa, las crisis tuvieron mucho que ver con cuestiones vinculadas al funcionamiento
del mercado de capitales globales y nacionales, y a sus efectos en las políticas domésticas. Por eso,
las crisis de México, Asia Oriental, Rusia, Brasil, Turquía y Argentina, si bien recogen elementos
vinculados a crisis cambiarias tradicionales de los modelos de primera generación, presentan factores
estrictamente vinculados con la naturaleza de los mercados y las distorsiones que genera el mal uso
de recursos externos abundantes, tanto por el destino que se dé a estos recursos, como por sus
condiciones de tasa de interés y plazo.
¿De qué forma funcionan los mercados de capital? Su función básica es la de conectar a los
ahorristas (con excedentes de capital) con quienes necesitan capital para sus decisiones de inversión.
Esto implica un correcto funcionamiento del sistema de precios, es decir, la tasa de interés. En un
mercado eficiente, los precios incorporan toda la información económica necesaria, y hay una buena
508
activos de otros países que están en el mismo fondo, provocando una caída en los
precios, una suba en la tasa de interés, y una mayor prima de riesgo en distintos países
emergentes.
Lo mismo puede suceder cuando un país vecino devalúa, como fue el caso de la crisis
asiática y en Argentina, por los efectos de la devaluación de Brasil.
c. Fallas en los mercados de capitales : en la teoría, los mercados de capitales se
consideran mercados de competencia perfecta, donde se supone que la información es
perfecta y pública, los inversores son muy numerosos e independientes, y ningún
inversor o grupo pequeño puede influencias más que otros en los precios. Además,
postula que los operadores son racionales y sólo piensan en maximizar los beneficios
a largo plazo.
Esto no es tan así en la práctica, como podemos ver en las diversas crisis ocurridas en
la década de los noventa:
Ò Hay múltiples problemas de información: la información relevante suele ser
costosa, y, por tanto, de acceso asimétrico entre los distintos inversores.
Ò La existencia de grandes inversores, que en general influyen con su
comportamiento sobre los precios, particularmente en mercados relativamente
pequeños, genera un típico comportamiento de rebaño, por el cual los más
grandes y prestigiosos influyen sobre el resto.
Ò La conducta de los inversores privilegia el corto plazo, y puede actuar de
manera irracional, valorando subjetivamente y con distinto criterio indicadores
similares, en distintos momentos del tiempo oleadas de euforia (se
minimizan todos los riesgos) o de pánico (se exageran todos los factores
negativos).
2) Factores endógenos: en general, están vinculados con la adopción rápida e imprudente de la
liberalización comercial y financiera, impulsada por los organismos internacionales y las
doctrinas económicas de mayor peso mediático.
a. Deficiencias en políticas macroeconómicas (fiscales, monetarias y externas): la
imprudencia en las políticas públicas suele ser un factor que, en el mediano plazo,
despierta una crisis. En general, la fuente de estas deficiencias suele ser la
disponibilidad de capitales internacionales abundantes o alta liquidez en oleadas de
euforia, y recién pueden verse de manifiesto en los períodos de restricciones de la
liquidez internacional.
La responsabilidad es compartida tanto por los gobiernos y empresarios de los países
receptores, como así por los acreedores y los propios organismos internacionales, que
alabaron las bondades del reciclaje internacional de capitales, sobre todo en la época
de exceso de liquidez por abundancia de petrodólares. Se veía a la nueva abundancia
como un regalo divino que estaría disponible siempre, y no como un préstamo a
interés o inversiones a plazo, en busca de retornos.
b. Fortaleza del sistema financiero y del mercado de capitales : los sistemas financieros
de muchos países receptores no estaban preparados para intermediar eficientemente
grandes flujos de capital, y los organismos públicos encargados de la supervisión
financiera no contaban ni con legislación ni regulaciones eficientes, como así tampoco
510
Podemos decir que las crisis de los noventa tienen causas sistémicas, y están íntimamente
relacionadas con la globalización financiera, por su persistencia, frecuencia y alcance geográfico.
Comencemos con la recurrencia. Las crisis en mercados emergentes estuvieron presentes desde
1994, comenzando con la Crisis del Tequila, Sudeste Asiático (1997), Este Asiático (1997), Rusia
(1998), Brasil (1998-1999), Turquía (2000-2001) y Argentina (2001).
Respecto a la extensión temporal, suceden en menores intervalos de tiempo, y son de mayor
duración: el tequila duró entre cuatro y seis meses, la de Asia alrededor de nueve, la de Rusia se
encadenó con la de Brasil (durando cerca de dos años), y la de Argentina también duró unos dos
años.
En cuanto a la globalidad de las crisis, cada una de ellas generó mayor contagio: la de México afectó
a nueve economías en los seis meses posteriores al inicio, la de Asia a diez, y la de Rusia a trece. En
cada crisis se sucedió una contracción de movimientos de capitales hacia países emergentes, cada vez
mayor. Cada vez había más aversión al riesgo de los inversores institucionales, con una fuga hacia la
calidad de sus carteras.
Las crisis suelen medirse por:
La suba en los diferenciales del país afectado respecto a un título semejante del Tesoro de
los Estados Unidos, el riesgo país.
Es más sencillo que entendamos los motivos por las cuales las crisis afectan más a unas economías
que a otras cuando estudiamos las variables de forma conjunta, y no aislada. En general, podemos
observar que los shocks globales o las inconsistentes políticas macroeconómicas son las que gatillan
las crisis. Para advertir el peligro de la crisis y su evolución, podemos tener en cuenta varios
indicadores:
Por la esterilización del ingreso de capitales (absorción estatal del ingreso de capital, mediante la
colocación de bonos), que provocaba una suba en las tasas de interés, el gobierno mexicano expandió
fuertemente el crédito interno, sobre todo a través de los bancos oficiales. Asimismo, ante la
inminencia de la campaña presidencial, aumentaron los gastos y el déficit fiscal. Se especulaba que
el fenómeno de altas tasas de interés fuera transitorio, considerando que el shock causado por los
efectos de la nueva política monetaria de Estados Unidos.
Durante 1994, por el aumento de la prima de riesgo para colocar títulos en pesos mexicanos a largo
plazo, se apeló a una voluminosa colocación de letras en dólares a corto plazo, concentrando los
vencimientos a corto plazo en deuda dolarizada, principalmente a manos de fondos de inversión del
exterior.
Las reservas se iban reduciendo rápidamente, lo que obligó a una devaluación tardía de la moneda
en diciembre de 1994: el peso mexicano quedó flotando, y se depreció más de un 50% en tres meses.
Por eso, los inversores decidieron salir de los fondos mutuos que invertían en activos mexicanos,
produciendo una caída mayor de los precios que agravó la crisis. La suba de las tasas de interés
para retener los capitales golpeó al sistema bancario, que tenía sus activos en papeles de deuda
mexicana, y empezó a ver crecer la incobrabilidad de muchos préstamos.
El Estado asumió una gran parte de las pérdidas, traspasando los créditos malos a una agencia
pública, e incluso estatizando los bonos privados en problemas.
Efecto contagio de la crisis mexicana en los países emergentes:
La crisis mexicana provocó una crisis de confianza, que se expandió al conjunto de países
emergentes y a las economías de Europa del Este, pero también provocó tensiones cambiarias y caída
en los precios de los activos financieros en los países nórdicos y de Europa Meridional.
Las consecuencias variaron respecto a la proporción del ahorro externo en el ahorro total, el nivel de
capitales de mayor volatilidad (inversiones de cartera) sobre el total, la fortaleza de los sistemas
financieros nacionales, etcétera. Los mercados de capitales percibían que los países que habían
logrado disponer de una masa importante de ahorro interno, a pesar de mantener altos déficits de
pagos externos, pero con un alto crecimiento de la inversión, estaban relativamente inmunizados.
Se observó una disminución en la distribución global de inversiones en América Latina a favor de los
países asiáticos, y, dentro de América Latina, hacia Chile y Brasil.
Los países desarrollados, especialmente Estados Unidos, y los organismos internacionales, temiendo
el riesgo de contagio, actuaron rápidamente, canalizando fondos para ayudar a la estabilización en las
condiciones financieras de México, aplicando un paquete financiero por 40 mil millones de dólares,
aprobado a fines de enero de 1995 el mayor impulsor fue Estados Unidos, que veía cómo la crisis
incidía en su área de influencia y también a nivel doméstico.
En los primeros momentos de la crisis, ésta se contagió al conjunto de los mercados, por el efecto
manada. Con el tiempo, los inversores fueron diferenciando el grado de vulnerabilidad de los
distintos países: ya en febrero de 1995, los mercados financieros de Asia habían recuperado las
pérdidas acumuladas en los dos meses previos, mientras que los mercados bursátiles de México,
Argentina y Brasil cayeron un 65%, 13% y 40%.
513
Asia, 1997-1998:
En México (y en menor medida, en el mismo año, en Argentina), había habido ataques
especulativos, por el bajo nivel de ahorro interno y el hecho de que los ingresos de capitales se
usaban a financiar el consumo, y no a aumentar sostenidamente la tasa de inversión para generar el
repago en el largo plazo. Pero esto no era el caso de los países de Asia, de alta tasa de ahorro interno
y muy alto uso del capital externo para inversión.
En Asia, el sobreendeudamiento no era público, sino privado. Sus países tenían una posición fiscal
equilibrada, incluso hasta superavitaria. Además, tradicionalmente los ingresos de capital a países
asiáticos habían sido restringidos a préstamos bancarios para el desarrollo de actividades productivas,
con fuerte énfasis en sectores destinados a la exportación.
Hasta mediados de la década del noventa, el ingreso de capital predominante de la región era la IED.
A partir de 1995, gran parte del ingreso de capitales tendió a canalizarse principalmente hacia
inversiones financieras o inmobiliarias, provocando una euforia especulativa que multiplicó los
valores de las propiedades y activos financieros.
Tailandia, el país donde explotó la crisis, tuvo que levantar las regulaciones que limitaban el crédito
bancario a operaciones considerada especulativas por las presiones de los organismos internacionales
y entidades financieras occidentales. El uso indiscriminado del crédito inmobiliario y bursátil llevó a
una enorme crisis, con violentas caídas de los precios de los activos inmobiliarios y financieros,
cuando los inversores se dieron cuenta de que las proyecciones de ganancias ya no se correspondían
con el costo y magnitud de las inversiones efectuadas.
La combinación de estabilidad cambiaria y mayores tasas de interés respecto a los países centrales
eran un atractivo para los inversores externos: como las tasas de interés eran menores que las locales
para los deudores domésticos asiáticos, esto provocó un fuerte incentivo al sector privado para
sobreendeudarse en divisas. El ingreso de capitales acumulado entre 1989 y 1996 representó el
55% del PBI en Tailandia. Este ingreso de capital amplió enormemente el crédito al sector privado,
y generó una fuerte apreciación cambiaria, que retroalimentó el ingreso de fondos, que obtenían
ganancias extraordinarias, por las altas tasas y la revalorización de la moneda local.
En algún momento, el ciclo se revirtió: se produjo una salida de capitales, que desembocó en
bruscas devaluaciones de las monedas domésticas.
En varios países asiáticos (Tailandia, Malasia, Indonesia, Corea) ocurrieron dos tipos de crisis:
cambiaria y financiera. Empezaban por una corrida cambiaria, que generaba una fuerte presión
sobre las reservas y terminaba en una fuerte devaluación de la moneda.
Las devaluaciones inician cuando los inversores especulativos desconfían de la sustentabilidad de las
monedas asiáticas, y prevén que la apreciación cambiaria está llegando a su punto límite. Se produce,
así, una profecía autocumplida. Inicialmente, la salida de capitales es resistida con pérdidas de
reservas, hasta que el gobierno se ve obligado a dejar flotar la moneda nacional.
Otra fuente de ingreso de capital en los países asiáticos era el propio sistema financiero local, que
se endeudaba en moneda extranjera y prestaba, a su vez, en moneda local a un interés más alto, sin
cubrir el riesgo cambiario por la estabilidad de estos países. Cuando se producen las devaluaciones y
514
hay retiros de depósitos, los sistemas financieros se quedan con activos devaluados y pasivos en
dólares, produciéndose el derrumbe del sistema.
Un agravante de la crisis asiática respecto de la de México fue que, en la primera, su socio principal,
Estados Unidos, estaba en un momento de fuerte crecimiento. En cambio, en la crisis asiática, Japón,
la principal economía de la región, estaba en plena recesión.
La crisis de Hong Kong agravó el contagio global que se había producido con las devaluaciones y
fuertes caídas de las bolsas del sur de Asia. Esto motivó un aumento de la aversión al riesgo y una
fuga hacia valores más seguros.
La excepción fue China: su fuerte posición de reservas, junto con sus controles de capital y el
crecimiento de sus exportaciones, le permitieron aislarse de la crisis regional.
En la crisis asiática, se puso en juego un factor importante: el riesgo moral, asociado con la
corrupción y el compadrazgo que puede producirse por problemas vinculados con escasa
transparencia en el gobierno de las empresas, conflictos de intereses por los estrechos vínculos entre
gobierno, empresas y bancos, etcétera. Esto puede generar situaciones de sobreendeudamiento y
mala asignación del crédito por falta de valoración objetiva de los riesgos.
Rusia, 1998:
Desde la disolución de la Unión Soviética, el gobierno ruso comenzó a aplicar una serie de reformas
para convertirse, rápidamente, en una economía de mercado. Se efectuaron una amplia desregulación
del sistema de precios y un amplio programa de privatizaciones, donde unos pocos ex jerarcas del
régimen anterior concentraron el control de los principales bancos y empresas. En este mismo
sentido, de impulsó la generación de un mercado de capitales, pero en un marco complejo:
Ò Poca cultura de la inversión.
Ò Falta de regulaciones.
Ò Inexistencia de supervisión sistémica.
Ò Múltiples fallas jurídicas e institucionales.
La situación macroeconómica, inicialmente estable por los ingresos de las privatizaciones que
compensaban la fuerte debilidad fiscal, en un marco de corrupción y alta evasión, se fue deteriorando
progresivamente, generando una dinámica de endeudamiento con organismos internacionales y
bancos y fondos especulativos globales, mediante la emisión de títulos de deuda pública de corto
plazo, a tasas crecientes, claramente insostenibles en el largo plazo.
En el interín, el gobierno ruso convirtió la deuda en rublos a dólares, buscando reducir el servicio de
intereses, pero a costa de agravar la situación fiscal, ya que el rublo cada vez se devaluaba más.
Cuando los inversores globales decidieron salir masivamente de los activos rusos, al advertir los
grandes riesgos implícitos que implicaba la dinámica de endeudamiento creciente y pérdida de
reservas, se produjo la eclosión. El rublo se vio forzado a la flotación, y se hizo una moratoria sobre
la deuda externa e interna en julio de 1998, a pesar de los fuertes desembolsos de organismos
internacionales en las semanas previas.
El impacto de la crisis rusa fue el más significativo, por la fuerte exposición de los inversores
globales y los bancos de los países centrales en activos rusos, en un contexto donde el mercado aún
515
no se recuperaba de la crisis asiática. Esto obligó a la Reserva Federal de los Estados Unidos a bajar
las tasas de interés, política acompañada por los bancos centrales de Europa, para evitar una crisis
sistémica.
Brasil, 1998-1999:
Brasil había atravesado relativamente bien la crisis asiática, por la confianza que inspiraba su nivel
de crecimiento en el marco del Plan Real de estabilización, iniciado en 1994, a pesar de su fuerte
déficit de cuenta corriente y fiscal. Pero, en 1998, con un menor nivel de crecimiento, y ante la
situación global de la poscrisis rusa, empezó a haber dudas sobre la factibilidad de que Brasil pudiera
mantener la política cambiaria.
Aumentó la prima de riesgo por la caída de los bonos de la deuda brasileña y las fuertes salidas de
capital por parte de empresas y bancos extranjeros radicados en Brasil, así como de inversores
brasileros. Esto puso una fuerte presión sobre el tipo de cambio real-dólar.
La salida de capitales y la pérdida de reservas obligó al Banco Central de Brasil a endurecer su
política monetaria, subiendo la tasa de interés para revertir el flujo de capitales hacia el exterior.
Esto afectó aún más la economía brasileña, particularmente la confianza y el nivel de actividad
económico interno, generó mayores dudas sobre la posibilidad de sostener la política cambiaria y
produjo una salida de capitales aún mayor. Esto terminó por erosionar las reservas del Banco Central,
obligando a devaluar y dejar el tipo de cambio flotante en enero de 1999.
La situación que desembocó en la flotación del real fue la más anunciada de la década, por el
absoluto convencimiento de los inversores de no seguir apostando a países con una gran dependencia
de flujos de capital, desequilibrios fiscal y externos y escasas reservas. Por eso, el efecto contagio de
la crisis de Brasil estuvo mucho más limitado.
Argentina, 2001-forever and ever:
Las distintas crisis impactaron de distinta manera a la economía argentina:
La crisis argentina pasó de sucesivas crisis de liquidez a una crisis de solvencia: cada vez era más
evidente que se trataba de una economía estructuralmente incapaz de resolver los fuertes
desequilibrios internos y externos, incluyendo sus compromisos de pagos.
A esto se llegó por la aplicación exante del Consenso de Washington:
a) Rápida e indiscriminada liberalización comercial y financiera.
b) Reducción del tamaño y facultades del Estado.
c) Privatizaciones.
d) Desregulación de los mercados.
Ya en la década de los noventa, el carácter absolutamente procíclico del régimen de convertibilidad,
el despilfarro del ahorro externo, la apertura importadora irracional, y la apreciación del peso
respecto al dólar, fueron destruyendo una parte importante del aparato productivo local se hace
cada vez más difícil generar recursos en el largo plazo, llevando a una situación de insolvencia.
Veamos el carácter procíclico de las políticas: en momentos de auge del ingreso de capitales y
recursos por privatizaciones, es fundamental ahorrar recursos, para poder compensar con políticas
monetarias y fiscales más expansivas en momentos depresivos. Salir de la crisis requiere de una
fuerte reducción en el servicio de la deuda, pero, también, de una estrategia racional y nacional de
desarrollo de largo plazo, con un fuerte apoyo político y dotada de consenso. Éste es un requisito
fundamental para que una nación sea viable.
Hopenhayn sugiere, para salir de la crisis:
1) Reconstruir la legitimidad de los tres poderes.
2) Que surja una nueva clase dirigente.
517
se observa en la figura. Si
bien pueden observarse
grandes variaciones en
las economías
518
representadas gráficamente, en general, los países en desarrollo no han alcanzado a los industriales
desde 1960: más del 70% de estos países ha crecido más lento que el promedio de los pertenecientes
a la OCDE. De hecho, en 13 naciones, el desarrollo del ingreso per cápita disminuyó.
Los ocho países plantean una situación diferente: sus tasas de crecimiento son superiores al promedio
de las que pertenecen a la OCDE, y, a diferencia de la mayoría de los países en desarrollo, han
venido alcanzando a las economías industriales.
Otros países en
desarrollo
crecieron
rápidamente
durante unos años,
especialmente
antes de 1980,
pero pocos han
podido mantener
estas tasas de
crecimiento
durante tres
decenios. Como
puede verse en la
figura, los once
países que lograron un rápido crecimiento en los períodos 1960-70 y 1970-85 se encuentran en el
extremo superior derecho de la figura, y, de ellos, cinco son países de Asia Oriental que han tenido
éxito: Corea, Hong Kong,
Japón, Singapur y
Taiwán). Los otros tres
(Indonesia, Malasia y
Tailandia) muestran un
crecimiento acelerado,
con tasas más altas en el
segundo período que en
el primero.
Los niveles bajos y en
disminución de la
desigualdad en los ocho
países también son una
excepción. En la figura,
se ve la asociación
positiva entre crecimiento
y mejoramiento de la
equidad en los ocho
países y el contraste con
519
las otras economías. En el extremo superior izquierdo de la figura se encuentran los países de
crecimiento alto (PBI per cápita superior al 4%) y de desigualdad relativamente baja (la relación
entre la parte del ingreso del quintil superior y la del inferior es menor a diez). Todos los países de
alto crecimiento y baja desigualdad están en Asia Oriental, y siete de ellos (menos Malasia, que tiene
un índice de desigualdad superior a 15) son países de gran crecimiento económico.
Como resultado del rápido crecimiento compartido, el bienestar humano ha aumentado mucho: en
los ocho países, la proporción de las personas que viven en la pobreza disminuyó marcadamente (por
ejemplo, en Indonesia, la pobreza pasó del 58% en 1972 al 17% en 1982). Mientras que en otros
países en desarrollo, la pobreza absoluta también se redujo desde principios del decenio de 1970, esto
se hizo en forma mucho menos pronunciada (por ejemplo: en Brasil, en el mismo período, de 54% a
43%).
La inversión privada nacional, junto con los recursos humanos en rápido crecimiento,
son los motores principales del crecimiento.
El nivel elevado de ahorro financiero interno permite mantener un alto nivel de inversión.
La agricultura experimentó un rápido crecimiento.
Las exportaciones de manufacturas aumentaron, facilitando la absorción de tecnología
extranjera.
Las tasas de crecimiento de la población disminuyeron más rápidamente que en otros
países en desarrollo aumento más acelerado del consumo per cápita y mayor superávit
destinado a reinversiones.
Mejor funcionamiento en la asignación de recursos para actividades con alto
rendimiento.
Crecimiento extraordinariamente alto de la productividad.
Gran parte del éxito de estos países es el resultado de su aplicación de los principios básicos
macroeconómicos, generando un ambiente estable que es un requisito esencial para la inversión
privada. Las políticas orientadas a aumentar la integridad del sistema bancario y hacerlo más
accesible a los ahorristas no tradicionales aumentaron los niveles de ahorro financiero, y las políticas
educacionales centradas en la educación primaria y secundaria generaron rápidos aumentos de la
capacidad de la fuerza laboral. Los gobiernos alentaron la planificación familiar. Por último, las
distorsiones de precios se mantuvieron dentro de límites razonables.
Estas políticas fundamentales no lo explican todo: además, el gobierno intervino para fomentar el
desarrollo, generalmente de forma sistemática y multicanal ejemplos: créditos subvencionados a
industrias seleccionadas, bajos tipos de interés sobre los depósitos, protección de los sustitutos
internos de las exportaciones, subsidios a las industrias en decadencia, inversiones públicas en
investigaciones aplicadas.
520
La cercanía geográfica también facilitó las corrientes de capital, cuando los fabricantes de
manufacturas de exportación de uso intensivo de mano de obra del Nordeste Asiático trasladaron sus
fábricas al sur, para beneficiarse de los salarios más bajos. Oleadas de inversiones japonesas,
coreanas, hongkonesas, singapures y taiwanesas han llegado a Indonesia, Malasia y Tailandia.
La valoración del yen japonés y las restricciones de Estados Unidos a las importaciones japonesas
crearon oportunidades importantes para que otros productores asiáticos ingresaran en los mercados
internacionales: fabricantes de prendas de vestir, calzado, televisores, automóviles y otros productos,
primero en Corea y Taiwán y luego en el Sudeste Asiático, aprovecharon la oportunidad.
521
Las corrientes de capital fueron alentadas por el trato liberal a la inversión extranjera, que permite
la movilidad de recursos casi sin restricciones.
Hay que tener algo en cuenta: hay países que son parte de la misma matriz geográfica, cultural e
histórica que los ocho en cuestión, pero siguen aplicando políticas económicas diferentes (como el
caso de Corea del Norte y Filipinas), por lo que aún no pueden compartir el Milagro Asiático. Esto
nos sugiere que son las políticas, más que las circunstancias, los factores decisivos del éxito.
Esta perspectiva, que armoniza con el mercado, capta importantes aspectos del éxito de Asia
Oriental: su estabilidad macroeconómica, la elevada parte del PBI que representa su comercio
internacional, las grandes inversiones en recursos humanos, y la competencia entre las empresas.
Pero falla en ver que hay más instrumentos de política que los citados, mediante los cuales, en
ocasiones, los gobiernos tienen participación en la orientación de las asignaciones de recursos del
sector privado.
Acumulación.
Asignación eficiente.
Rápido alcance tecnológico.
Esto se puede lograr mediante combinaciones variables de políticas: desde las orientadas al mercado,
a las inducidas por el Estado.
En la figura que veremos a continuación, se ve un panorama esquemático del enfoque funcional para
entender el éxito de Asia Oriental. Las opciones de política se clasifican en dos grandes grupos:
1) Políticas fundamentales:
a. Estabilidad macroeconómica.
b. Elevadas inversiones en recursos humanos.
c. Estabilidad y seguridad de los sistemas financieros.
d. Limitación de las distorsiones de los precios.
e. Apertura a la tecnología extranjera.
2) Intervenciones selectivas:
a. Represión financiera moderada: mantenimiento de tipos de interés positivos, pero
bajos.
b. Crédito dirigido.
c. Fomento industrial selectivo.
d. Políticas comerciales de fomento de las exportaciones.
Para que tengan éxito, deben abordar una o más fallas del mercado: si éstas no existen, los
mercados, por definición, desempeñarían la función de asignación en forma más eficiente que
cualquier intervención. Los problemas de coordinación, como la falta de información o los
mercados de riesgos, son causa frecuente de fallas del mercado, especialmente en las
primeras etapas del desarrollo en Asia Oriental, algunas de las intervenciones más exitosas
han sido para buscar hacer frente a estos problemas.
Mientras tanto, la disciplina competitiva es fundamental para una inversión eficiente. La mayoría de
los países sólo usa la competencia basada en el mercado. Algunos de los ocho países han avanzado
un poco más, creando concursos donde la competencia se combina con los beneficios de la
cooperación entre las empresas y el gobierno y el sector privado. Éstos van desde normas sencillas de
asignación de recursos no basadas en el mercado (como el acceso al crédito racionado para los
exportadores), hasta una coordinación muy compleja de la inversión privada, en los consejos de
523
deliberación (Corea y Japón) el gobierno distribuye las recompensas sobre la base de los
resultados que son supervisados por éste y las empresas rivales.
El esquema que se verá en la figura busca ordenar e interpretar la información, si bien ningún
gobierno se propuso lograr las metas relativas a las funciones del crecimiento. En cambio, usaron
instrumentos múltiples y variables, buscando objetivos económicos más inmediatos.
desarrollistas, con poderosas burocracias tecnocráticas, protegidas de las presiones políticas, que
ponen en práctica intervenciones perfectamente ajustadas. Pero, al hacerlo, pasan por alto la función
fundamental que desempeña la colaboración entre el gobierno y el sector privado: a pesar de que
muchos de los gobiernos de los ocho países han tendido a ser paternalistas, también estuvieron
dispuestos a dar oportunidades a una élite tecnocrática y a elementos claves del sector privado
fomento a la cooperación.
El principio del crecimiento compartido:
Para establecer su legitimidad, los gobernantes de la región establecieron el principio del
crecimiento compartido, prometiendo que, a medida que la economía se expandiera, todos los
grupos resultarían beneficiados. Pero la participación en el crecimiento planteaba problemas de
coordinación:
Era necesario persuadir a las élites económicas de apoyar a las políticas favorables al
crecimiento.
Luego, debía convencerlas para que compartieran los beneficios de ese crecimiento con
la clase media y los pobres.
Por último, para obtener la cooperación, debía demostrar a estos grupos que realmente
saldrían beneficiados con el crecimiento futuro.
Para demostrar la decisión de que todos compartirían la riqueza futura, Corea y Taiwán llevaron a
cabo reformas agrarias, Malasia aplicó programas de participación en la riqueza en beneficio del
marginado grupo étnico malasio, y Hong Kong y Singapur emprendieron programas de vivienda
pública de gran escala. Además, la mayoría de los gobiernos de los ocho países establecieron
programas de estímulo a las empresas pequeñas y medianas.
El fomento de una burocracia eficaz:
El primer paso para asegurar a los grupos en pugna que cada uno se beneficiaría con el crecimiento
fue contratar tecnócratas idóneos y honrados, aislándolos de los afanes políticos cotidianos. El grado
de poder de estas tecnocracias ha variado considerablemente, siendo particularmente fuerte en Corea,
Japón, Singapur y Taiwán en todos los casos, ayudaron a las autoridades a elaborar estrategias
económicas viables.
Además de aprovechar el prestigio que tradicionalmente tenían los empleados públicos, los
gobiernos usaron muchos mecanismos para aumentar el interés en seguir una carrera en la
administración pública. Entre ellos, se aumentó la remuneración total para ser competitiva con el
sector privado, se hizo que la contratación y los ascensos se basaran en los méritos, y se previó que,
quienes llegaran al escalafón máximo, fueran generosamente remunerados.
En general, mientras más favorable resulte la comparación entre las remuneraciones totales del sector
público y las del privado, mejor será la calidad de la burocracia. Singapur, el país que tiene a la
burocracia más competente y eficiente de la región, es quien más remunera a sus burócratas con
estas remuneraciones, se convence a las personas talentosas a sacrificar los mayores ingresos que
percibirían en el sector privado, otorgándoles una posición de prestigio, con métodos de contratación
y ascenso sumamente competitivos y basados en los méritos.
526
técnicos en mayor medida que en otros países de ingreso medianos. Algunos de ellos han contratado
profesores del exterior, y enviado un gran número de estudiantes al extranjero.
El aumento del ahorro y la inversión:
El ahorro aumentó por dos causas:
a) Al evitar la inflación, se impidió la inestabilidad de los tipos de interés reales sobre los
depósitos, asegurando que éstos serían, en gran medida, positivos.
b) Los gobiernos de los ocho países garantizaron la seguridad de los bancos, haciéndolos
más accesibles a los ahorradores pequeños y rurales. Como principales instrumentos, se
emplearon la considerable reglamentación y supervisión, los límites a la competencia, y las
reformas institucionales rápido aumento de los depósitos en las instituciones financieras.
Algunos gobiernos usaron instrumentos más intervencionistas para aumentar el ahorro: por ejemplo,
el ahorro del sector público era elevado en Singapur y Taiwán, mientras que Malasia y Singapur
garantizaron altas tasas de ahorro mínimo privado mediante la obligación de hacer aportaciones a los
fondos de previsión.
Es difícil saber si estas medidas mejoraron el bienestar: por un lado, obligar a los consumidores a
ahorrar cuando, de otro modo, no lo harían, implica un costo social. Por otro, como las tasas de
rendimiento de las inversiones fueron uniformemente elevadas, en todas las economías se registró un
alto rendimiento del ahorro, fuera o no obligatorio.
Los ocho países estimularon la inversión por diversos medios:
1) Crearon una infraestructura complementaria de la inversión privada.
2) Crearon un ambiente propicio para las inversiones, combinando políticas tributarias
favorables a la inversión y políticas que mantenían bajos los precios relativos de los bienes de
capital no hay efectos de aranceles privados sobre los bienes de capital importados.
3) La mayoría de los gobiernos de estos países controlaron los tipos de interés sobre los
depósitos y los préstamos a niveles inferiores que los del equilibrio del mercado
represión financiera.
Centrémonos un poco en el tercer punto: se trata de una medida controvertida, porque el aumento de
los tipos de interés desde valores negativos a cero, o a tipos reales ligeramente positivos, y la
prevención de las fluctuaciones, estimularon el ahorro financiero. Pero, como el ahorro no es muy
sensible a los tipos de interés reales marginalmente más altos, los gobiernos lograron reprimir
moderadamente los tipos de interés sobre los depósitos, con mínimas consecuencias para el ahorro, y
traspasar las tasas más bajas a los prestatarios finales, subvencionando a las empresas. Se trata de una
transferencia de ingresos de las familias a las empresas.
La represión financiera requiere un racionamiento del crédito, con los consiguientes riesgos de una
desacertada asignación del capital. Por eso, hay una compensación entre el posible aumento del
ahorro y la inversión, y el riesgo de que el mayor capital se invierta desaceleradamente.
Algunos gobiernos, sobre todo los del Nordeste de Asia, traspasaron los riesgos de la inversión
privada al público. En algunos países, el gobierno era dueño de las instituciones que proporcionaban
fondos de inversión o las controlaba, y, en otros, ofrecía garantías explícitas al crédito. Por la
528
relación existente entre los bancos y otros tipos de empresas de una variedad de instituciones
bancarias públicas y privadas en algunos de estos países, el sector bancario participaba en la gestión
de empresas con dificultades.
Han estado menos expuestos a las demandas del sindicalismo organizado, de legislar
sobre salarios mínimos.
Han podido centrar sus esfuerzos en la generación de empleo, promoviendo eficazmente
la demanda de mano de obra primero se elevan los niveles de empleo, luego los niveles de
salarios, inducidos por el mercado y la productividad.
Como los salarios
muestran una
flexibilidad
descendente respecto
a las variaciones de
la demanda de mano
de obra, el ajuste a las
conmociones
macroeconómicas ha
sido más rápido y
menos difícil.
La elevada
productividad y el
aumento de los
ingresos del sector agrícola contribuyeron a la flexibilidad del mercado laboral, ayudando a
mantener los salarios del sector urbano de Asia Oriental en un nivel cercano al precio de
529
oferta de la mano de obra no hay disparidad salarial entre los trabajadores urbanos y los
rurales.
Los aumentos salariales más rápidos
de Asia Oriental son el resultado de
un más lento crecimiento de la
oferta, y un más rápido aumento de
la demanda de mano de obra. El
crecimiento más lento de la oferta se
debe, en gran parte, a la disminución
de las tasas de fecundidad a niveles
cercanos de los de los países de alto
ingreso. Estas transiciones
demográficas reducen la tasa de
crecimiento de quienes ingresan a la fuerza laboral, como puede verse en el cuadro.
Mientras tanto, la demanda de trabajo ha aumentado más rápidamente. En el período 1960-90, las
tasas de crecimiento del empleo asalariado en los sectores de manufactura, construcción y servicios
han tendido a ser más elevadas en Asia Oriental que en otras regiones en desarrollo . Además, a
medida que aumentaba la demanda de mano de obra, se volvía más y más intensiva respecto a
conocimientos. Esto permite orientar la producción a bienes tecnológicamente complejos.
Los mercados de capital y la asignación de créditos:
Los ocho países influyeron en la asignación de crédito de tres maneras:
a) Aplicación de reglamentos para mejorar la selección de proyectos de los bancos privados.
b) Creación de instituciones financieras, especialmente bancos de crédito a largo plazo.
c) Dirección del crédito a sectores y empresas específicos, mediante los bancos del sector
público y privado.
Las relaciones del gobierno con los bancos han sido muy diferentes en cada caso. Por ejemplo,
mientras que en Hong Kong los bancos son privados y están regulados fundamentalmente para
asegurar su solvencia, en otros países, como Corea, Indonesia y Taiwán, los bancos están sujetos a
control estatal directo o estrictas normas respecto a la asignación del crédito.
Cada uno de los ocho países ha intentado dirigir el crédito hacia actividades prioritarias: por ejemplo,
todos los países de Asia Oriental (excepto Hong Kong) dan acceso automático al crédito para la
exportación, mientras que Indonesia, Malasia y Tailandia le otorgan prioridad a la agricultura y
empresas de pequeña y mediana escala. Japón y Corea utilizan el crédito como instrumento de
política industrial.
El subsidio implícito de los programas de crédito dirigido en los ocho países es, generalmente, de
pequeña escala, sobre todo a comparación con otros países en desarrollo, pero es importante el
acceso al crédito y la señal de apoyo del gobierno a determinados sectores o empresas favorecidas.
Aunque los programas de crédito dirigido de Asia Oriental estaban planificados para lograr objetivos
de política, incluían estrictos criterios sobre el desempeño: por ejemplo, en Japón, los gerentes de
los bancos públicos elegían los proyectos conforme a criterios económicos básicos, y aplicaba
530
rigurosas evaluaciones crediticias para elegir entre los solicitantes que pertenecían a los sectores
específicamente elegidos por el gobierno. En Corea, el gobierno supervisaba a cada uno de los
grandes conglomerados, utilizando criterios de mercado como las exportaciones y la rentabilidad. Si
una empresa no podía cumplir con estas pruebas, era forzada a la quiebra. Los mecanismos de
crédito en estos dos países han tenido efectos positivos:
Aumento de la inversión.
Fomento de nuevas actividades y prestatarios.
Orientación a empresas con grandes posibilidades de tener efectos secundarios de
carácter tecnológico.
Mientras tanto, en otros países asiáticos, los programas de crédito dirigido no han contado con
mecanismos eficientes de asignación y supervisión basados en el desempeño, no pudiendo tener
éxito.
Las políticas comerciales y los regímenes de protección:
Como ya dijimos, la mayoría de los ocho países empezaron su etapa de industrialización con una
orientación proteccionista, luego avanzando hacia un comercio cada vez más libre. En el camino,
fueron modificando sus políticas: en principio, concedían importaciones de capital y bienes
intermedios exentos de derechos a los exportadores, pero continuaban protegiendo los bienes de
consumo. Los precios de exportación se fijaban en el mercado internacional, y con frecuencia eran
inferiores al costo marginal. Las utilidades en los mercados internos protegidos compensaban las
pérdidas de exportación, y la competencia en el mercado internacional impulsaba a las empresas a
elevar la eficiencia al máximo.
A pesar de la protección de las manufacturas nacionales, los precios internos en las economías de los
ocho países están más estrechamente alineados con los precios internacionales que en otras regiones
en desarrollo. ¿Por qué?
1) Las barreras arancelarias nominales ajustadas en función de las barreras no
arancelarias son más bajas en los ocho países que en la mayoría de los países en desarrollo
se favorece la ISI, pero en un nivel menor que en otras regiones.
2) Las comparaciones del PNB real en todos los países indican que los precios relativos
internos de los bienes comerciables en los ocho países están más acordes con los precios
internacionales que en otras regiones.
Los ocho países están más orientados hacia el exterior que otras regiones, y sus precios relativos se
acercan más a los precios internacionales, y están más sistemáticamente relacionados con ellos. Los
beneficios de la orientación al exterior han sido elevados al máximo por el empeño de estos países en
obtener tecnología extranjera: han acogido favorablemente las transferencias tecnológicas mediante
licencias, importaciones de bienes de capital, y capacitación en el extranjero. Esto ha acelerado la
adquisición de tecnología en Hong Kong, Malasia, Singapur, Indonesia y Tailandia.
Podemos ver las diferencias analizando a otros países de ingreso bajo y mediano, como India y
Argentina (sí, el BM nos pone de ejemplo sobre qué NO hacer, somos la mascota boba del mundo) , que no sólo están menos orientados
hacia el exterior, sino que adoptaron políticas que obstaculizaron la adquisición de conocimientos
extranjeros, restringiendo la IED e intentando establecer prematuramente sectores de manufactura de
maquinarias, privándose de los conocimientos de los equipos importados.
531
conlleva un costo, por lo que deben realizarse dentro de límites bien definidos de éstos, sean
implícitos o explícitos. En el caso de Asia Oriental, hubo distorsiones de precios, pero no
fueron excesivas: por ejemplo, los controles de los tipos de interés en general tenían como
referencia a los tipos de interés internacionales, y los subsidios explícitos se mantenían dentro
de límites determinados.
El fomento de industrias específicas no suele dar resultados, ofreciendo pocas
posibilidades para otros países en desarrollo. El crédito dirigido ha dado buenos resultados,
pero conlleva elevados riesgos. Hasta ahora, la estrategia más exitosa ha sido la de fomento
de las exportaciones.
Es difícil imitar las estrategias cuando no existen instituciones sólidas. Además, muchas
intervenciones conllevan elevados riesgos, por lo que es difícil adaptarlas a otras regiones,
donde la participación en la economía de gobiernos activistas, con frecuencia, ha fracasado.
Hay que tener cuidado con los tipos de interés reales fuertemente negativos, los grandes
subsidios a los prestatarios, y el crédito dirigido sin supervisión adecuada. Los países que
quieran emular el éxito de Asia Oriental no deben resistirse a las reformas orientadas al
mercado.
Volviendo al fomento de las exportaciones, ésta parece ser la estrategia más esperanzadora.
Las exportaciones son un buen mecanismo para adquirir y dominar tecnología extranjera, y
las medidas más importantes de fomento de las exportaciones siguen siendo viables en la
economía mundial, aún dentro del marco del GATT. Hay que abstenerse de medidas
intervencionistas focalizadas, como los subsidios a las exportaciones y los créditos dirigidos
vinculados a las exportaciones.
Los mismos países asiáticos están continuamente reformándose y adoptando nuevos
instrumentos para lograr los objetivos del crecimiento sostenido con equidad. La disposición
a experimentar y adaptar políticas frente a circunstancias cambiantes es un elemento clave del
éxito económico.
El malestar de la globalización (Stiglitz):
CAPÍTULO IV – LA CRISIS DEL ESTE ASIÁTICO:
El 2 de julio de 1997, cuando el baht tailandés se devaluó un 25%, inició una crisis económica que
fue la más grave desde la Gran Depresión, extendiéndose hacia Rusia y América Latina, y
amenazando al resto del mundo. La especulación en divisas se difundió, y alcanzó a Malasia, Corea,
Filipinas e Indonesia. A finales de año, lo que había empezado como un desastre cambiario
amenazaba con llevarse por delante la economía entera.
Las políticas del FMI para paliar estos momentos empeoraron la situación, y el hecho de que fallara
llevó a un profundo replanteamiento de su papel, e incluso de la misma existencia de la institución.
Según Stiglitz:
Las políticas del FMI exacerbaron la recesión, pero también, en parte, fueron las responsables de
que sucediera: la liberalización financiera y de los mercados de capitales excesivamente rápida
fue, probablemente, la causa más importante de la crisis.
533
Casi nadie pudo ver venir la crisis: no mucho antes, el propio FMI había pronosticado un fuerte
crecimiento. Como se vio en el texto del BM, el Este Asiático había crecido más y reducido más la
pobreza que ninguna otra región del mundo, y,
además, había sido más estable, a tal punto que Datazo que Stiglitz no va a dejar de
se hablaba de un “milagro”. Cuando estalló la mencionar en todo el resto del texto, así
crisis, hubo un giro de 180°: tanto Estados que lo dejo acá: él trabajó, durante muchos
Unidos como el FMI acusaban a las instituciones años, como especialista en esta región,
de estos países de estar podridas, sus gobiernos encargado por el BM de estudiar el milagro
corrompidos, y predicaban la necesidad urgente del Sudeste Asiático.
de una reforma.
Si las instituciones del país estaban arruinadas… ¿cómo pudieron funcionar durante tanto tiempo? La
diferencia de enfoque entre la realidad de la región y las alegaciones del FMI y el Tesoro no
encajaba. Durante años, el FMI y el BM evitaron el estudio de la región, aunque, dado su éxito,
deberían haberlo hecho, para poder extraer lecciones y aplicarlas en otras regiones. Sólo por la
presión japonesa el BM emprendió el estudio del crecimiento económico en el Este de Asia, y
financiado por el propio Japón. ¿Cuál era la razón?
Los países del Sudeste Asiático no sólo habían tenido éxito a pesar de no haber seguido los
dictados del Consenso de Washington, sino porque no lo habían hecho: el Estado había
desempeñado papeles importantes, lejos del Estado mínimo que se postulaba como ideal.
Ningún otro grupo de países había podido ahorrar a tales tasas y, además, invertir bien sus fondos.
Las políticas gubernamentales cumplieron un rol fundamental, permitiéndole a estas naciones
conseguir ambas cosas simultáneamente. Por eso, cuando explotó la crisis, muchos de los críticos de
la región parecían contentos: sus ideas habían sido vindicadas.
Los aumentos en los ingresos y las reducciones en la pobreza del Este Asiático a partir de 1970 no
tuvieron precedentes. La combinación de altas tasas de ahorro, inversiones públicas en educación y
política industrial dirigida por el Estado, convirtió a la zona en una central de energía económica.
Los beneficios del crecimiento fueron ampliamente compartidos. A pesar de ciertos problemas, en
líneas generales, los gobiernos diseñaron una estrategia que funcionó, y que lo hizo sólo
compartiendo una cosa con el Consenso de Washington: la importancia de la estabilidad macro.
Veamos las diferencias:
gana, que sus empresas se endeuden en el exterior. Al hacerlo, se vieron condenados a los
caprichos del mercado internacional.
A fines de 1997, comenzaron a correr los rumores en Wall Street de que Corea tenía
problemas, carecía de reservas y no iba a poder refinanciar los préstamos de pronto
vencimiento con bancos occidentales. Rápidamente, los mismos bancos que antes estaban
deseosos de prestar, decidieron no renovar los créditos profecía autocumplida.
b) Tailandia: el culpable fue un ataque especulativo, así como un elevado endeudamiento a
corto plazo. Cuando los especuladores anticipan que una moneda se va a devaluar, la
abandonan y compran dólares, si hay libre convertibilidad. Pero, a medida que los operadores
venden una moneda, su valor cae, confirmando la profecía.
Usualmente, el gobierno intenta sostener su divisa: vende dólares de sus reservas, y compra la
moneda local para sostener su valor. Pero, eventualmente, se queda sin divisas fuertes, y ya
no hay más dólares para vender. La moneda se hunde, y los especuladores quedan
satisfechos: han apostado bien.
Las respuestas del FMI también tenían patrones familiares: inyectó grandes sumas de dinero para
que los países sostuvieran sus tipos de cambio. Pensó que, si el mercado creía que había suficiente
dinero en las arcas, vería que no tendría sentido atacar las monedas. Por otro lado, el dinero permitió
a los países entregar dólares a las empresas que se habían endeudado con los banqueros occidentales
para devolver sus préstamos rescate a los prestamistas, que no debieron afrontar las consecuencias
de haber concedido malos préstamos.
En los países donde se usó el dinero del FMI para sostener el tipo de cambio a un nivel insostenible,
hubo otra consecuencia: los ricos del país convirtieron su dinero en dólares a un tipo de cambio
favorable, y lo sacaron al exterior.
El FMI combinaba el dinero con condiciones, en un paquete que, se suponía, iba a mejorar los
problemas causantes de la crisis, convenciendo a los mercados para renovar los préstamos y a los
especuladores de irse a buscar ganancias a otros lugares. Entre los ingredientes de estas condiciones,
se hallaban:
1) Elevación de los tipos de interés.
2) Recortes en el gasto público.
3) Subidas de impuestos.
4) Reformas estructurales: refiere a los cambios en la estructura de la economía que, para
muchos, causaban las dificultades del país. Por ejemplo, en el Este Asiático se pidió una
mayor apertura y transparencia, y mejoría en las regulaciones del mercado financiero.
El FMI aportaba miles de millones de dólares, y consideraba que tenía la responsabilidad de
garantizar no sólo que fueran devueltos, sino que los países hicieran lo “correcto” para restaurar su
salud económica. La amplitud de las condiciones significaba que los países que aceptaban la ayuda
renunciaban a una parte considerable de su soberanía económica. En la práctica, algunas de las
condiciones no tenían nada que ver con el problema en cuestión.
Los programas fracasaron: no impidieron el derrumbe en los tipos de cambio, y el FMI optó por
acusar a cada país de no tomarse en serio las reformas, y anunciar al mundo que había problemas
fundamentales a resolverse antes de poder realizar una recuperación genuina. Esto potenció aún más
la huida de los inversores: en lugar de restaurar la confianza que llevaría a una entrada de capitales al
536
país, estas críticas exacerbaban la estampida del capital hacia el exterior percepción generalizada:
el FMI se había vuelto parte del problema, no ya de la solución.
A medida que las crisis avanzaban, el paro subía, el PBI se desplomaba y los bancos cerraban. La
tasa de paro se cuadruplicó en Corea, y se multiplicó por diez en Indonesia. En Corea del Sur, la
pobreza urbana prácticamente se triplicó: casi una cuarta parte de la población cayó en la pobreza. En
algunos países, como Tailandia, los desocupados de las ciudades escapaban a sus hogares en el
campo. En 1998, el PBI cayó un 13,1% en Indonesia, 6,7% en Corea y 10,8% en Tailandia.
En algunos casos, el desenlace no fue tan grave: en Tailandia, la comunidad trabajó para asegurar
que la educación no se viera interrumpida, y que todos tuvieran comida suficiente, haciendo que la
desnutrición no aumente. En Indonesia, un programa del BM pudo impedir los efectos adversos
sobre la educación.
La deteriorada situación de un país contagiaba a los vecinos, y la desaceleración de la región tuvo
efectos globales. El crecimiento económico global se redujo, y, con él, los precios de las materias
primas, haciendo que los países emergentes que dependían de éstas quedaran en una situación muy
precaria.
Por otro lado, los inversores que se habían arriesgado en esos países vieron hundirse su patrimonio, y
sus banqueros pedían el reembolso de sus créditos, por lo que se recortaron las inversiones en otros
mercados emergentes. El país más afectado por esto fue Brasil, que no comerciaba con los países en
crisis, pero se vio sumido en la crisis financiera global por el miedo generalizado de los inversores
extranjeros y la reducción de sus préstamos.
De cómo las políticas del FMI y el Tesoro de Estados Unidos condujeron a la crisis:
Tras el final de la Guerra Fría, la atención internacional se había centrado en los nuevos mercados
emergentes: desde el Este Asiático hasta América Latina. Los inversores veían a estos países como
paraísos de muchos beneficios, y con bajos riesgos.
En siete años, el flujo de capital desde los países desarrollados a los subdesarrollados se
multiplicó por siete, y la ayuda externa se mantuvo igual.
Había una convicción de que se estaba empezando una nueva era. El FMI y el Tesoro de Estados
Unidos consideraban que la plena liberalización de la cuenta de capital ayudaría al más veloz
crecimiento de la región. Por sus altas tasas de ahorro, los países del Este Asiático no necesitaban
capital adicional, pero de igual modo se los presionó para liberar su cuenta capital.
Esta liberalización fue el factor individual más importante que condujo a la crisis: liberalizar la
cuenta de capital, muchas veces, comporta riesgos sin beneficios, incluso cuando se trata de un país
con bancos sólidos y un mercado bursátil maduro.
Ningún país podría haber soportado el cambio abrupto en la percepción de los inversores: la inmensa
entrada de capitales se convirtió en una inmensa salida, cuando los inversores colocaron sus fondos
en otros lugares. Esto, inevitablemente, iba a llevar a una crisis o una recesión, que, en el caso de
Tailandia, fue del 12,3% del PBI en 1998. Además, si la capacidad de los países en desarrollo para
537
aguantar la reversión era débil, también lo era su capacidad para afrontar las consecuencias de un
cambio desfavorable en la coyuntura.
La queja contra el FMI es más profunda: no sólo fueron sus políticas las que condujeron a la crisis,
sino también que las impulsaron sabiendo que había escasas pruebas de que estas políticas
fomentarían el crecimiento. En octubre de 1997, al despuntar la crisis, el FMI recomendaba la
expansión, precisamente, de las políticas que subyacían a la creciente frecuencia de las crisis.
Reconociendo que el Este Asiático apenas necesitaba capital adicional, los partidarios de la
liberalización de los mercados de capitales plantearon un argumento hasta contradictorio: que la
estabilidad económica de los países se alcanzaría al permitir una mayor diversificación de las fuentes
de financiamiento.
El problema de los flujos de capital es que son procíclicos: salen del país en una recesión,
precisamente cuando éste más los necesita, y afluyen durante una expansión, exacerbando las
presiones inflacionarias. Justo cuando los países necesitaban los fondos del exterior, los banqueros
reclamaban la devolución de su dinero.
Liberalizando a los mercados de capitales, los países en desarrollo se vieron expuestos a los
caprichos racionales e irracionales de la comunidad inversora. Ya Keynes sabía la irracionalidad de
los estados de ánimo de los inversores, que en ningún lugar se hizo tan evidente como en el Este
Asiático: poco antes de la crisis, los bonos tailandeses pagaban 0,85% más de interés que los bonos
más seguros del mundo, es decir que eran considerados extremadamente seguros. Poco después, su
prima de riesgo explotó.
Para los defensores de la liberalización de capitales, los controles en el mercado de capitales impiden
la eficiencia económica. Pero Tailandia es un ejemplo de que esto es falso: antes de la liberalización,
limitaba severamente los préstamos de la banca para especulaciones inmobiliarias, porque era un país
pobre que quería crecer y creía que invertir el escaso capital del país en la industria generaría
empleo, animando el crecimiento. También, sabía que los créditos inmobiliarios especulativos eran
una gran fuente de inestabilidad económica, generando burbujas23, que siempre explotan, y, cuando
lo hacen, la economía quiebra.
El FMI adujo que las restricciones de esta clase impuestas por Tailandia interferían en la asignación
eficiente de los recursos en el mercado. Si el mercado dice que hay que construir edificios de
oficinas, la construcción debe ser la actividad más rentable, porque el mercado nunca se equivoca.
Aunque Tailandia necesitaba desesperadamente de inversión pública para consolidar sus
infraestructuras y sus sistemas educativos, miles de millones fueron gastados en el mercado
inmobiliario, en edificios que, hasta el día de hoy, siguen vacíos.
El Tesoro Americano, como accionista mayoritario del FMI y el único con poder de veto, cumplió un
papel fundamental en la determinación de sus políticas: no sólo propiciaba la liberalización a través
de este organismo, sino también de forma independiente.
23
Just in case: una burbuja económica es una situación en la que se produce un incremento desmedido y descontrolado
del precio de un bien, separándose de su valor razonable. Se registran altos precios, que luego explotan cuando se pierde
la confianza.
538
Durante tres décadas, Corea creció sin una inversión internacional importante: el crecimiento se
basaba en los ahorros propios del país, con sus propias empresas, administradas por sus ciudadanos.
No necesitaba del capital occidental, y había planteado una ruta alternativa para importar
tecnología moderna y acceder a los mercados. Gracias a buenos productos y una agresiva
comercialización, las empresas surcoreanas vendieron sus productos en todo el mundo.
Corea del Sur sabía que era necesario liberalizar o desregular los mercados para sostener el
crecimiento e integrarse en los mercados globales. Pero también tenía en claro que una desregulación
irresponsable generaba altos riesgos. Por eso, diseñó un camino propio hacia la liberalización, al cual
Estados Unidos se opuso por considerarlo demasiado lento. El Tesoro fue el opositor más enérgico,
considerando que una rápida liberalización de Corea del Sur era un tema de interés nacional.
Cuando estalló la crisis, la región estaba prácticamente en equilibrio macroeconómico, con baja
inflación y presupuestos públicos equilibrados o superavitarios. Esto tenía dos consecuencias:
1) El colapso de los mercados cambiarios y bursátiles y la explosión de la burbuja
inmobiliaria, generando una caída de la inversión y el consumo, precipitarían una recesión.
2) El colapso económico derivaría en un colapso recaudatorio, con la consiguiente brecha
presupuestaria el último de cometer el error de querer concentrarse en el déficit actual más
que en el estructural (el que operaría si la economía está en pleno empleo) fue Herbert
Hoover, pero esto fue impulsado por el FMI.
Hoy, el FMI admite que impulsó una política presupuestaria excesivamente austera, que agravó aún
más la recesión. No tiene sentido exigir, en estas condiciones, un equilibrio presupuestario, pero fue
justamente eso lo que pidió el Fondo. Ante una recesión, la política fiscal debe ser un puntal para
ayudar a la recuperación de la economía: es sabido que, cuando se produce algo así, la recaudación
fiscal cae, y buscar mantener un presupuesto equilibrado requeriría que el gobierno o baje los gastos
o aumente los impuestos, deprimiendo aún más a la economía, e impidiendo mantener el pleno
empleo.
La política fiscal expansiva es una de las únicas formas de salir de la recesión, pero el Tesoro y el
FMI buscaron forzar a los países del Este Asiático a equilibrar su presupuesto.
Aumentar las exportaciones, algo no muy fácil en un contexto de crisis, cuando las
economías de los principales socios comerciales del país son débiles.
Disminuir las importaciones, induciendo una aguda recesión: esta fue la opción elegida.
540
Esto produjo un frenazo económico masivo, rebajando los ingresos, lo que redujo las importaciones
y dio lugar a grandes superávits comerciales, con los cuales los países obtuvieron los recursos para
pagarles a los acreedores foráneos.
Así, las importaciones de cada país fueron recortadas. Desde la perspectiva de los vecinos, esto
disminuía sus ventas al exterior. La recesión se exportó por toda la zona, pero, esta vez, ni siquiera
había la gracia salvadora de que la economía local se fortaleciese cuando la recesión fuera exportada:
en vez de esto, la fase recesiva se difundió a todo el mundo.
En lugar de restaurar la confianza, el FMI creó profundas recesiones, con bancarrotas masivas, y
acusó a los mercados emergentes de tener problemas de base. Al concentrarse en la protección de
los inversores, perdió de vista la economía real.
Otra defensa del Fondo era que, si los tipos de interés no subían mucho, el tipo de cambio
colapsaría, devastando a la economía, porque quienes tenían deudas denominadas en dólares no las
podrían pagar. Pero la subida de los tipos de interés no estabilizó las monedas. En Tailandia, por
ejemplo, las empresas del sector inmobiliario quebradas y las que les habían prestado dinero eran las
más endeudadas en moneda extranjera. Las devaluaciones habrían podido perjudicar a los acreedores
extranjeros, pero no a empresas que ya estaban muertas.
Como tantas empresas estaban apalancadas, muchas se vieron arrastradas a la quiebra: en Indonesia,
el 75% de las empresas se encontraron en apuros, y, en Tailandia, el 50% de los préstamos bancarios
fueron impagados. Es mucho más fácil destruir una empresa que crear una nueva: la reducción de los
tipos de interés no puede “desquebrar” a una empresa que ha sido forzada a la bancarrota.
En 1997, Japón ofreció 100.000 millones de dólares para ayudar a crear un Fondo Monetario
Asiático para financiar las medidas de estímulo necesarias. Pero el Tesoro y el FMI aplastaron la
idea: este último era un férreo adversario de la competencia en su propio terreno. Además, en tanto
que único accionista del FMI con poder de veto, Estados Unidos gozaba de un peso considerable en
la determinación de sus políticas. Era sabido que Japón estaba en desacuerdo con las acciones de
éste, y, siendo este país y China los potenciales principales contribuyentes al Fondo Monetario
Asiático, sus voces predominarían, desafiando al liderazgo americano.
Finalmente, nadie pudo seguir ignorando la depresión: Japón volvió a formular una generosa oferta
de ayuda, bajo la Iniciativa Miyazawa, rebajada a 30.000 millones de dólares. Ésta fue aceptada,
pero incluso entonces Estados Unidos argumentó que el dinero no debía gastarse en estimular la
economía a través de la expansión fiscal. El ahogamiento del Fondo Monetario Asiático aún es
motivo de resentimiento en Asia: actualmente, se está desarrollando una versión más modesta, bajo
el nombre de Iniciativa Chang Mai.
muchísimas dificultades para acceder al crédito, y, sin crédito, no podían recuperarse. Con la
devaluación de la moneda, las exportaciones debían aumentar, porque los bienes de la región se
habían abaratado más de un 30%. Pero los volúmenes exportados no aumentaron tanto como se
esperaba, porque, para expandir la exportación, las empresas debían tener capital circulante para
producir más. Siendo que los bancos cerraban y recortaban sus préstamos, este capital no estaba a
disposición.
Esta política fue particularmente irresponsable en Indonesia, donde unos dieciséis bancos privados
fueron cerrados, y los depositantes quedaron librados a sí mismos. Esto generó una carrera hacia los
bancos privados que aún estaban abiertos, y los depósitos fueron transferidos a los bancos estatales.
Los efectos sobre el sistema bancario y la economía de Indonesia fueron terribles. La depresión se
volvió inevitable.
Reestructuración empresarial:
Los problemas en el sector financiero no podrían resolverse si antes no se abordaban los del sector
empresarial. El sector corporativo estaba paralizado: no se sabía si las empresas en quiebra eran de
sus propietarios actuales o de sus acreedores, y esto generaba la tentación de los gestores y los
antiguos propietarios de liquidar los activos se hacía urgente que las quiebras y los problemas
empresariales se resolvieran rápidamente, antes de la liquidación de activos. Pero el FMI lo impidió.
Su estrategia para la reestructuración corporativa no tuvo más éxito que la de restaurar los bancos.
Confundió la reestructuración financiera (aclarar quién es el propietario de la empresa y pagar o
convertir en capital la deuda) con la reestructuración real (ver lo que la firma debe producir, cómo
debe hacerlo, etcétera). Cuando hay unas pocas empresas en quiebra en una economía, esta demora
tiene un costo social reducido. Pero, cuando son muchas, el costo social puede ser enorme, porque
prolonga la recesión.
El gobierno debería haber intervenido activamente en la promoción de la reestructuración financiera,
garantizando que hubiera propietarios reales, para que luego los nuevos dueños pudieran embarcarse
en las decisiones sobre la reestructuración real. Pero el FMI alegó que el gobierno no debía
intervenir activamente en la reestructuración financiera, sino en la real.
Tras los tumultos, los subsidios alimentarios fueron repuestos. Pero, igual que una empresa quebrada
por los altos tipos de interés no puede ser “desquebrada” cuando éstos bajan, una sociedad
despedazada por el aumento de los precios de los alimentos, justo cuando se está hundiendo en una
depresión, no se recompone cuando los subsidios son restaurados. De hecho, el resentimiento
aumenta.
Malasia y China:
Los efectos negativos de las políticas del FMI resaltan cuando comparamos lo que sucedió en
Malasia y China, dos países que prefirieron no tener programas del FMI, con el resto del Este
Asiático, donde sí se aplicaron.
Malasia era reticente a aceptar el programa del FMI, sobre todo por una cuestión de desconfianza. A
comienzos de la crisis de 1997, el jefe del FMI anunció que la posición de los bancos malasios era
545
delicada, y un equipo del BM/FMI fue rápidamente enviado a evaluar este sistema. Si bien había un
15% de préstamos incobrables, el banco central de Malasia había impuesto estrictas regulaciones, por
las cuales los bancos se aprovisionaron para estas pérdidas. Además, los bancos estaban protegidos
de las volatilidades de los tipos de cambio, y el endeudamiento exterior de las compañías a las que
estos bancos prestaban también se redujo.
Para defenderse contra la crisis, hubo varias disputas sobre qué política tomar. Se propuso “un
programa del FMI sin el FMI”, subiendo los tipos de interés y reduciendo el gasto. Pero, al final, se
optó por hacer otra cosa:
1) En septiembre de 1998, se fijó el ringgit a 3,80 por dólar, se bajaron los tipos de interés, y
se decretó que todos los ringgits off-shore o fuera del país se repatriasen para finales de mes.
2) Se restringieron las transferencias al exterior de los capitales de los residentes de
Malasia.
3) Se congeló, durante doce meses, la repatriación de las inversiones exteriores de cartera.
Estas medidas se definieron como “de corto plazo”, para demostrar que Malasia no se oponía a la
inversión extranjera a largo plazo. Quienes habían invertido en el país y obtenido beneficios pudieron
llevárselos. Algunos economistas preveían que controlar los capitales de esta forma generaría un
desastre, porque los inversores extranjeros se quedarían afuera por miedo. Esperaban que la Bolsa y
la inversión extranjera se hundieran, y que apareciera un mercado negro de ringgits los controles
bloquearían las entradas de capitales, pero no podrían hacer lo mismo con las salidas.
Pero el desenlace fue muy distinto. Como los rápidos flujos de capitales provocan grandes
perturbaciones, generan grandes externalidades. Los economistas suelen pensar que las
intervenciones basadas en el mercado, como los impuestos, son más efectivas y tienen menos
efectos colaterales que los controles directos. Por eso, el BM instruyó a Malasia eliminar los
controles directos e imponer un impuesto a la salida, que podría ir reduciendo gradualmente.
Así se hizo: el impuesto se suprimió un año después, y Malasia pudo reestructurar sus bancos y
empresas, demostrando que los críticos, que afirmaban que sólo con la disciplina derivada de los
mercados libres de capitales los gobiernos se toman las cosas en serio, se habían equivocado.
Los controles de capital malayos le permitieron recuperarse antes, con una recesión menos
profunda, y con una herencia mucho menor de deuda pública.
Los controles permitieron tener tipos de interés menores, los que supusieron que menos empresas se
fueran a la quiebra, disminuyendo la magnitud de la financiación pública de los rescates. Además, la
recuperación pudo ponerse en marcha con menor dependencia de la política fiscal, y, por ende, con
menos endeudamiento público. Por otro lado, como a los inversores les preocupa la estabilidad
económica, y como Malasia la había podido mantener, las inversiones aumentaron.
Otro país que emprendió un rumbo independiente fue China, también mediante controles de
capitales. Mientras que los países que liberalizaron sus mercados de capitales vieron caer sus
ingresos, China creció casi al 8%. Esto es aún más importante por la desaceleración generalizada en
el crecimiento de la economía, y particularmente en el comercio. China respetó las prescripciones de
la ortodoxia económica, siguiendo las recetas estándares que los economistas enseñaron durante
mucho tiempo, con el lema:
546
Ante un giro negativo en la actividad económica, es necesario responder con una política
macroeconómica expansiva.
El FMI no ha intentado desarrollar un marco intelectual alternativo. Esto implica que, en crisis
futuras, puede volver a incurrir en las mismas equivocaciones. A nadie le gusta admitir que está
equivocado: el FMI y el Tesoro de Estados Unidos se encasillaron en sus posiciones, a pesar de las
evidencias abrumadoras de su fracaso.
El FMI no aprendió de sus errores en Asia, y, con pequeñas variantes, emprendió reiteradamente
la gran estrategia de rescate en Rusia, Brasil y Argentina, sin éxito.
Las instituciones sociales también son importantes: en la U.R.S.S., no había paro, por lo que no era
necesario un seguro de desempleo. La empresa les facilitaba a los trabajadores la vivienda y la
jubilación. Pero, si iba a existir un mercado laboral, las personas debían poder moverse de una
empresa a otra y conseguir su propia vivienda. Esto haría necesaria la existencia de un mercado de
viviendas. Por otro lado, debería construirse una red de seguridad social para los trabajadores.
Ninguna de estas dos cosas existía en la Rusia de 1989.
Así, la lista de tareas de las ex naciones comunistas era larga:
Las opciones más difíciles tenían que ver con la velocidad de la reforma: había quienes temían que
no hacerlo rápidamente generaría una reversión al comunismo, mientras que a otros les preocupaba ir
demasiado rápido, porque, en tal caso, las reformas serían un desastre.
En la mayoría de los países, quienes predominaban eran los partidarios de la terapia de choque, con
el apoyo del FMI y el Tesoro Americano. Los gradualistas, en cambio, creían que la transición a
una economía de mercado sería mejor manejada si los ritmos eran razonables, y el orden, adecuado.
No era necesario tener instituciones perfectas, pero sí funcionales. Para Stiglitz, los segundos tienen
razón: no sólo predijeron las fallas de los partidarios de la terapia de choque, sino también las
razones por las que no funcionarían.
Los desafíos de la transición eran grandes, pero también lo eran las oportunidades: Rusia era un país
rico, con un alto nivel educativo, especialmente en las áreas técnicas.
La teoría económica que explicaba el fracaso del comunismo era clara: la planificación centralizada
estaba condenada al fracaso, porque ningún organismo del Estado podría recoger y procesar toda la
información relevante que una economía necesita para funcionar bien. Sin propiedad ni el motor del
beneficio, no habría incentivos. El régimen comercial restringido, los elevados subsidios y los
precios artificialmente estipulados hacían que el sistema estuviera totalmente distorsionado.
La idea era reemplazar la planificación centralizada por un mercado descentralizado, y la propiedad
pública por la privada. Además, debían reducirse las distorsiones a través de la liberalización del
comercio. El recorte en los gastos militares abría un margen aún mayor para incrementar los niveles
de vida.
La historia de la “reforma”:
Los primeros errores datan del inicio de la transición. En 1992, los precios fueron liberados de
golpe, disparando la inflación que liquidó todos los ahorros. Era difícil transicionar exitosamente en
el medio de una hiperinflación. Por eso, la primera ronda de la terapia de choque demandó una
segunda: reducción de la inflación, a través de la suba de los tipos de interés.
550
Pero es fácil privatizar velozmente si no se presta atención a cómo se hace, entregando valiosa
propiedad estatal a los amigos propios.
Los destellos de recuperación de 1997 fueron fugaces, y los errores cometidos por el FMI en Asía se
hicieron presentes en 1998. La crisis asiática llevó a un recelo generalizado a la hora de invertir en
los mercados emergentes, y los inversores demandaban mayores rendimientos para compensarlos por
llevar capital a esos países. El Estado ruso estaba muy endeudado: presionado por Estados Unidos, el
FMI y el BM, el gobierno había entregado sus activos estatales a cambio de poca cosa, antes de
establecer un sistema fiscal efectivo. Como consecuencia, se generó una poderosa clase de
empresarios, que pagaba impuestos mucho más bajos de lo que debían.
En el momento de la crisis asiática, Rusia estaba en una posición particular: contaba con muchos
recursos naturales, pero su administración era pobre. El gobierno estaba prácticamente regalando sus
valiosos activos públicos, pero no podía pagar subsidios o pensiones. El gobierno pedía miles de
millones al FMI y se endeudaba más, mientras que los empresarios fugaban capitales, luego de que
Rusia aceptara el consejo de abrir sus cuentas de capital y permitir el flujo libre de fondos.
La crisis de 1998:
Con el país fuertemente endeudado, los elevados tipos de interés provocados por la crisis asiática
añadieron una enorme presión. Cuando los precios del petróleo cayeron, el edificio se vino abajo: su
demanda no sólo no aumentó como se esperaba, sino que se contrajo. Los precios del crudo bajaron
más de un 40% en el primer semestre de 1998. Para este año, los precios estaban a punto de caer
incluso por debajo del coste ruso de extracción y transporte. La devaluación se hacía inevitable.
Estaba claro que el rubro estaba sobrevalorado. Rusia estaba inundada de importaciones, y los
productores locales no podían competir. Se había supuesto que pasar a una economía de mercado y
abandonar los gastos militares iba a permitir la reasignación de los recursos para producir más bienes
de consumo, pero la inversión se había interrumpido, y el país no estaba produciendo bienes de
consumo. El desempleo oculto era masivo. Los gerentes de muchas empresas se negaban a despedir
trabajadores, por la ausencia de una adecuada red de seguridad. Los salarios se derrumbaron.
La sobrevaluación del rublo fue una bendición para la nueva clase de empresarios, y para quienes
buscaban sacar su dinero fuera del país: obtenían más dólares por sus rublos, cuando transferían sus
beneficios en cuentas bancarias del extranjero.
Los asesores del FMI temían una devaluación que desatara otra ronda de hiperinflación. Se
resistieron a modificar el tipo de cambio, derramando en el país miles de millones de dólares . Ya a
partir de mayo de 1998, era evidente que Rusia iba a requerir de ayuda exterior para mantener su tipo
de cambio:
1) La confianza en la moneda se debilitó.
2) Al creer que la devaluación era inevitable, los tipos de interés explotaron.
3) Más dinero huyó del país: los ciudadanos convertían sus rublos en dólares.
Por el temor a tener rublos y la falta de confianza en la capacidad del Estado para pagar sus deudas,
en junio de 1998 el Estado debía pagar hasta un 60% de interés sobre su deuda en rublos. En pocas
semanas, esta cifra aumentó al 150%. Incluso cuando el gobierno se comprometió a repagar su
552
deuda en dólares, debió ofrecer altos tipos de interés. El mercado pensaba que existía altas
posibilidades de cesación de pagos, y acertó.
Los especuladores veían las reservas que quedaban, y, a medida que éstas se reducían, la apuesta por
la devaluación cada vez se hizo más segura. El FMI acudió con un rescate de 4.800 millones de
dólares en julio de 1998.
En las semanas anteriores a la crisis, el FMI propició políticas que hicieron que la crisis, al
estallar, fuera incluso peor. Permitió que Rusia se endeude más en divisas, y menos en rublos. ¿Por
qué? Porque el tipo de interés en rublos era muy superior al tipo de interés en dólares. Si se
endeudaba en dólares, el gobierno podría ahorrar dinero. Había un fallo garrafal en este
razonamiento: la diferencia en los tipos de interés de los bonos en dólares y en rublos refleja la
expectativa de una devaluación debe igualarse el tipo de interés con el riesgo.
La opinión de los burócratas del FMI no sólo era equivocada, sino que expuso al país a un enorme
riesgo: si el rublo efectivamente se devaluaba, a Rusia le iba a costar mucho más pagar los créditos
denominados en dólares. Al inducir un mayor endeudamiento externo, al volver aún más insostenible
la posición de Rusia tras la devaluación, el FMI fue en parte responsable de la suspensión del pago
de las deudas rusas.
Rescate:
Cuando la crisis estalló, el FMI lideró los esfuerzos del rescate, pero quería que el BM aportase
6.000 millones de dólares al paquete. El paquete llegaría a 22.600 millones de dólares, puestos entre
el FMI, el BM, y el gobierno de Japón.
En el Banco Mundial, este asunto fue muy debatido: muchos cuestionaron, desde un principio, que se
prestara dinero a Rusia. ¿Realmente se justificaban estos préstamos por los futuros beneficios de un
posible crecimiento futuro? Para muchos, el FMI estaba pateando para adelante reformas
significativas que tenían que realizar las autoridades rusas. Rusia era uno de los países más corruptos
del mundo, y Occidente sabía que buena parte de esos miles de millones sería desviada de sus
objetivos hacia las familias y los socios de los funcionarios corruptos.
Se suponía que el dinero del salvamento del FMI iba a ser utilizado para sostener el tipo de cambio…
pero, si la moneda de un país está sobrevaluada, y esto daña su economía, ¿qué sentido tiene
mantener el tipo de cambio? Si esto funcionaba, el país padecería. Y, si no funcionaba, el dinero
sería desperdiciado, y el país se hundiría más en el endeudamiento. Salvo que un milagro redujera
drásticamente los tipos de interés, con la llegada del otoño, Rusia estaría nuevamente en crisis.
Por otro lado, Rusia era un país rico en recursos naturales. Si hacía lo que había que hacer, no
necesitaba dinero del exterior; y, si no lo hacía, no estaba claro que ningún dinero extranjero fuera a
servir para mucho.
El BM, a pesar de la oposición de su propio personal, se vio sometido a una enorme presión política
de Estados Unidos para prestarle dinero a Rusia. Se decidió establecer un préstamo muy abultado,
pero por tramos: se entregaron 300 millones de dólares de inmediato, y el resto estaría disponible
más tarde, a medida que se viesen progresos en las reformas rusas.
553
Mientras tanto, el FMI, que pasó por alto la corrupción, creyó que sostener el tipo de cambio a un
nivel sobrevaluado era bueno, y que el dinero le permitiría hacerlo durante más que un par de meses.
Entregó al país miles de millones de dólares.
Fracaso:
Tres semanas después del préstamo, Rusia anunció una suspensión unilateral de pagos, y la
devaluación del rublo. La moneda se hundió: en enero de 1999, el rublo había caído en términos
reales efectivos más de un 45% desde su nivel de julio.
Los anuncios del 17 de agosto desataron una crisis financiera global:
Los tipos de interés para los mercados emergentes subieron aún más de lo que habían
subido en el pico de la crisis asiática.
Hasta los países en desarrollo que habían aplicado políticas económicas serias no
pudieron obtener financiación: la recesión de Brasil se agudizó, y finalmente, allí también
hubo una crisis monetaria.
Las naciones latinoamericanas, como Argentina, que recién se estaban recuperando de
crisis anteriores, fueron empujadas otra vez al borde del precipicio.
En Estados Unidos, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York tuvo que activar un
rescate privado de uno de los mayores fondos de cobertura del país, porque se temía que su
bancarrota precipitara una crisis financiera global.
Cuando el FMI vio que los miles de millones de dólares que había prestado a Rusia aparecían en
cuentas bancarias de Chipre y Suiza pocos días después del préstamo, alegó que esos dólares no eran
suyos. El FMI prestó dólares a Rusia, y ésta, a su vez, entregó dólares a los oligarcas para que los
sacaran del país.
Al prestarle dinero a Rusia para una causa perdida, las políticas del FMI arrastraron al país a un
endeudamiento mayor, a cambio de nada. El costo del error no fue soportado por los funcionarios del
FMI, ni por Estados Unidos, sino por el contribuyente ruso.
Lo positivo de la crisis fue que la devaluación permitió que los bienes producidos en Rusia
obtuvieran una saludable cuota del mercado local. Esta consecuencia dio lugar al largamente
esperado crecimiento de la economía real.
porque hay quienes dicen que, por el creciente y crucial sector informal, los datos sobreestiman el
declive.
De cualquier manera, el consenso es que la gran parte de las personas ha experimentado un
marcado deterioro en sus condiciones básicas de vida, que se refleja en una variedad de indicadores
sociales: baja de las esperanzas de vida, disminución de los niveles de vida, etcétera.
Rusia logró el peor de los mundos posibles: una enorme caída en la actividad, acompañada de
una enorme alza en la desigualdad.
Las políticas monetarias rigurosas también contribuyeron al uso del trueque. Por la escasez de
dinero, se pagaba a los trabajadores en especie, con lo que fuera que la fábrica produjera.
Privatización:
El FMI le dijo a Rusia que privatizara a toda velocidad, sin importar la forma. De hecho, buena
parte del fracaso ruso puede asociarse directamente con este error: la privatización, en ausencia de
infraestructura institucional, no ejerció efecto positivo alguno sobre el crecimiento.
En Rusia y otros países soviéticos, la falta de leyes que garantizaran el buen gobierno corporativo
implicaba que quienes accedían al control de una empresa tenían un incentivo para robar activos a
los accionistas minoritarios, y los directivos tenían los mismos incentivos. ¿Para qué gastarse en
crear riqueza, cuando era mucho más fácil robarla? (Argentina in a nutshell).
También, se supuso que la privatización iba a eliminar el papel del Estado en la economía, pero no
fue así. Si bien efectivamente redujo el poder del gobierno local, la devolución otorgó a los
gobiernos locales y regionales una discreción mucho mayor. Cualquier ciudad podía usar un abanico
de medidas reguladoras y fiscales para extraer “rentas” de las empresas que operaban en sus
jurisdicciones no hay un Estado de Derecho que impida el abuso de los poderes locales y
estatales.
En los países avanzados, la competencia entre las comunidades hace que cada una intente ser más
atractiva para los inversores. Pero, en un mundo donde los altos tipos de interés y la depresión
generalizada hacían a esas inversiones improbables, los gobiernos locales no usaban su tiempo para
crear entornos atractivos para la inversión: en cambio, pasaban a buscar formas de extraer lo más
posible de las empresas existentes.
Si un gobierno privatiza empresas pero deja los bancos en manos del Estado, o sin regulación
efectiva, no crea las estrictas restricciones presupuestarias que llevan a la eficiencia, sino una forma
alternativa de subsidiar las empresas. Esto sucedió en República Checa.
Tal como fue practicada en Rusia, la privatización no contribuyó al éxito del país, y, encima, socavó
la confianza en el Estado, la democracia y la reforma. Se regalaron sus ricos recursos naturales antes
de establecer un sistema para recaudar impuestos sobre ellos, haciendo que un puñado de amigos y
socios del gobierno de turno se vuelva millonario.
El esquema de préstamos a cambio de acciones se convirtió en el estadio final para el
enriquecimiento de la oligarquía, que llegó a dominar no sólo la vida económica del país, sino
también su vida política. En un momento dado, reivindicaban el control del 50% de la riqueza de
Rusia. Robaban activos y los liquidaban, dejando al país mucho más pobre y abandonando a las
empresas al borde de la quiebra.
El contexto social:
Los funcionarios que aplicaron las políticas del Consenso de Washington no tuvieron en cuenta el
contexto social de las economías en transición.
Las economías de mercado comprenden una variedad de relaciones económicas: los intercambios,
muchos de los cuales involucran cuestiones de confianza. Yo le presto a alguien, porque confío en
556
que me lo va a devolver. Lo que subyace a esa confianza es el sistema legal: si esa persona no me
devuelve lo que me debe, puedo llevarla a los tribunales.
En los ex países soviéticos, esto no sucedía. Había una gran erosión del capital social, una guerra
del todos contra todos. Uno no se enriquecía trabajando duro o invirtiendo, sino empleando sus
contactos políticos para conseguir propiedad estatal barata mediante las privatizaciones. El contrato
social que unía a los ciudadanos y su gobierno se rompió cuando los pensionistas vieron que este
último regalaba valiosos activos públicos, pero afirmaba que no tenía dinero para pagar sus
pensiones.
Haciendo énfasis en la macroeconomía, el FMI dejó de lado los problemas de la pobreza, la
desigualdad y el capital social. Al desdeñar los efectos de sus políticas sobre los pobres y el capital
social, el FMI conspiró contra el éxito macroeconómico. La erosión del capital social generó un
ambiente poco propicio para la inversión.
La mayor parte de los escritos sobre China en el campo de las Relaciones Internacionales es
excesivamente realista y estatista, sin poder analizar los problemas analíticos de separar el contexto
interno del externo, y separar la economía de la política.
pensadores chinos, las concepciones realistas de las RR.II. no podían terminar de explicar la
relación entre las dinámicas políticas y económicas, y entre lo internacional y la nacional.
d) El ambiente político ha cambiado: ahora, los académicos tienen mucha más libertad que
antes. Esta libertad aún no es completa, y sigue habiendo límites sobre lo que se puede decir y
escribir. A veces, también, las nuevas libertades han sido retiradas: por ejemplo, en el otoño
de 2005, los académicos fueron colocados bajo el severo escrutinio gubernamental, con la
petición de “repensar algunas de sus ideas”.
En términos de las ideas y las RR.II. en China, la entrada a la OMC en 2001 dio lugar a los críticos
del neoliberalismo. Hay quienes dicen que no se criticaba la organización en sí, ni tampoco los
postulados básicos del neoliberalismo, sino que se cuestionaba si estaría en los intereses nacionales
de China unirse, y en qué términos. Algunos intelectuales sí desafiaron toda la premisa subyacente,
argumentando que China necesita de una nueva economía política, que rechace el liberalismo y el
libre comercio, y siga el fuerte modelo estatista del “sistema nacional de política económica”.
¿Una IPE china?
Hay nuevos enfoques sobre la IPE que están ganando atención en China. Cada vez hay más
preocupaciones sobre la seguridad económica, tanto a nivel energético como en los potenciales
beneficios de una cooperación económica regional. Por otra parte, los enfoques constructivistas han
tenido el mayor impacto en cambiar la naturaleza del pensamiento de las RR.II. en China.
Incluso dentro de estos enfoques, sigue habiendo un fuerte foco en el Estado-Nación como unidad de
análisis en las RR.II., con el Estado como principal actor. Hay quienes creen que correr el foco de la
IPE a actores no estatales es problemático, a causa de las divisiones que separan a las disciplinas e
instituciones en este país.
La IPE china es fuertemente estatista, y muy inspirada en la teoría de la estabilidad hegemónica
estadounidense. Por otro lado, acepta que los problemas globales, no ya bilaterales, son un área de
preocupación. La emergencia de estos problemas globales es vista como la expansión de la arena
diplomática. Si bien los problemas que enfrentan los gobiernos son cada vez más transnacionales, la
solución sigue siendo el diálogo intergubernamental.
En este sentido, los problemas económicos siguen siendo ignorados, como una esfera separada o una
parte de la política que puede ser tratada en relaciones diplomáticas interestatales, prestándole poca
atención al rol de los actores no estatales.
Mientras que quienes estudian el impacto de China en otros países y la economía global en
general ven una imagen, los especialistas en la situación interna ven otra situación, viéndose
atraídos a los problemas sociales, económicos y políticos que existen dentro de ese país.
Los segundos no ignoran la dimensión internacional, sino que la consideran respecto a su impacto en
la reconfiguración de la economía política doméstica, la manera en que los discursos internacionales
nacionalistas se usan como una herramienta de legitimidad interna y control social.
Estudios de área y la elección racional:
A pesar de las diferencias, los debates recientes sobre al relación entre estudios de área y la disciplina
giran en torno a la noción de que la economía, y los enfoques inspirados por ella de la teoría de la
elección racional, se han vuelto hegemónicos en los discursos académicos.
Dentro de las instituciones financieras internacionales, los enfoques economicistas han dominado
gran parte de la investigación, y también tienen una influencia desproporcionada en la metodología
de la elaboración de políticas.
El surgimiento de los estudios de área, discriminados en gran parte por las posturas economicistas,
debe gran parte de sus condiciones a la Guerra Fría. Buscaban entender qué sucedía en los
“ambientes cerrados” de los Estados de partido comunistas, inspirando la creación de carreras
universitarias y becas para estudiar su lenguaje y cultura.
Tanto los estudios de área como las RR.II. chinas deben aprender a lidiar con el cambiante ambiente
geoestratégico en el que funcionan. La demarcación entre los estudios de área y las RR.II. ha
desaparecido: el ambiente geoestratégico sigue siendo importante, pero también lo es el ambiente
geoeconómico, basado en una mayor interdependencia económica, por los mayores flujos de
comercio e inversión. Esto significa que los límites entre lo nacional y lo internacional se borran, y
se hace necesario comprender ambos para estudiar a un determinado país.
Para no establecer nuevamente diferencias, es necesario partir de la premisa de que la modernidad
está generando una cosmovisión comprensiva, que comprende a todos los lugares y grupos que
interactúan entre sí.
562
Así, si nos corremos de un foco en la elección racional, podemos encontrar maneras en las que todas
las disciplinas se unen para alcanzar un entendimiento más amplio, reconociendo que hay una serie
de problemas internacionalizados que la mayoría de los Estados enfrentan actualmente, los cuales
pueden caer bajo el paraguas de la globalización. Al mismo tiempo, hay que entender que estamos en
un contexto de diversidad, y comenzar desde la comprensión de que los contextos domésticos de
cada Estado individual llevan a la divergencia y a diferentes resultados en diversos escenarios.
El estudio del capitalismo se enfoca en aquellos casos en los que el capitalismo ha emergido en
democracias industrializadas avanzadas, donde hay una distinción público-privado. En cambio, en
aquellos sistemas donde esta distinción es más difusa, no parece haber un entendimiento, y se
analizan como casos que se “apartan de lo normal”.
El problema se magnifica cuando vemos a Estados como China: cuando se trataba de una economía
planificada, era relativamente fácil de analizar. Sabíamos que era “diferente”, y la tratábamos como
tal. Pero, a medida que este país se ha reformado y alejado del socialismo, es cada vez más difícil
meterlo en una caja.
Tratar con lo diferente aún es relativamente fácil. El problema radica cuando tenemos que tratar
con algo que nos resulta similar.
La globalización económica no ocurre por su propia cuenta, sin decisiones políticas. Es cierto que los
avances tecnológicos han facilitado que la producción se desarrolle a escala global, y también que el
cambio en los modos de producción introduce un significativo elemento de “poder” en las decisiones
de actores económicos no estatales. Pero los mercados no se liberan por sí solos, y el dinero sólo
puede ser libremente intercambiado si los gobiernos lo permiten. La integración de las economías a
nivel mundial no vino por la ley de la naturaleza, sino por políticas activas y deliberadas.
China se integró en la economía global, porque decisores claves decidieron que esto servía a
intereses políticos específicos. El PCCh formó parte del proceso, si bien, evidentemente, no lo
controló en su totalidad: de hecho, las decisiones de inversión de actores no estatales han sido
grandemente significativas, incluso llevando al replanteo de la política china.
La participación en la economía global depende de un cambio ideológico, pero también lo genera:
una vez que el proceso de integración ha comenzado, la lógica de la integración continúa, y tanto la
política como las ideas se ven afectadas por la necesidad de mantener el crecimiento de la inversión y
el acceso a los mercados extranjeros.
China y la globalización:
La globalización incorpora más actores al proceso político, e incrementa el poder de los actores
eternos sobre la política estatal. Además, engendra la recomposición y renegociación de las
relaciones entre actores estatales.
Es necesario investigar el impacto de la globalización en el balance de poder institucional dentro de
las estructuras gubernamentales de China. Éste va cambiando, dándole más poder a ciertas agencias
financieras en detrimento de otras. También, es necesario considerar la distribución de poder entre
las agencias nacionales y las locales: por ejemplo, hay quienes creen que el gobierno central no tiene
mucho poder para intervenir en la localización de cada proyecto de IED. En cambio, ésta es materia
de discusión entre los inversores externos y los gobiernos a nivel provincial y local.
La búsqueda de un cambio político en China no debe restringirse a visiones que equiparan al cambio
político con la democratización, o teorías que conciben que la reforma económica inevitablemente
lleva a la democratización. Si bien abandonar la planificación estatal en favor de las fuerzas del
mercado y la propiedad privada claramente no es una decisión apolítica, buscar por la
democratización y la liberalización, al menos en este estadio de la transición de China, no nos
permite entender la naturaleza del cambio político. En cambio, debemos centrarnos en la
reformulación de las alianzas y estrategias políticas, dentro de las élites políticas de China, las nuevas
élites económicos, los grupos transnacionales, y otros actores sociales.
Los sistemas y estructuras económicos no surgen por sí mismos, sino que se construyen para
servir a fines específicos.
b) La segunda vez, tras la muerte de Mao, en un sistema internacional no creado por China, y
cuyas reglas las élites no aceptaban.
Hay muchas diferencias entre ambas eras: fundamentalmente, mientras que la segunda sospechaba de
las normas dominantes en el sistema internacional, y era reluctante de aceptarlas, comprometerse con
la economía global era cuestión de una decisión deliberada de las élites chinas. Pero elegir participar
en la economía global NO es lo mismo que poder controlar la forma en que esta participación
sucede.
La relación con la economía global evolucionó, desde una posición de aislamiento relativo a la
lógica liberal que acompañó la entrada a la OMC. Al hacerlo, el gobierno chino persiguió una
estrategia simple y lógica: el comercio y las inversiones serían alentados donde fueran
beneficiosos, y resistidos en los lugares en que amenacen con perjudicar a los productores chinos.
China se unió a la OMC porque buscaba tener voz en cómo la organización evolucionara en el
futuro, además de garantizar el acceso a mercados externos clave. Por otro lado, la entrada a la OMC
fue una manifestación de un cambio en las percepciones respecto a la relación entre los intereses
internos y la economía global.
Abriendo a China:
Hay una tendencia a describir a la China maoísta como una economía cerrada, exagerando el nivel
de aislamiento, generalmente como producto de equiparar al mundo capitalista con la economía
internacional. Pero, en realidad, si bien China buscó autoabastecerse en lo posible respecto a su
desarrollo económico, el comercio exterior también operó como un “sector de equilibrio” en la
economía china.
A pesar de que el comercio incrementó después de 1949, es justo decir que China no era un jugador
importante en la economía global durante la era maoísta. Tras su quiebre con la Unión Soviética y el
programa gradual de relacionamiento con Occidente en los setenta, el comercio sí incrementó, pero
su volumen permaneció relativamente bajo. En 1978, incluso después de quintuplicarse respecto a la
década anterior, el comercio sólo representaba 20.600 millones de dólares.
1978 fue un parteaguas en la política china: en este año, iniciaron las reformas moderadas, que sólo
otorgaban un limitado rol a la interacción económica internacional, y la reintegración de China a la
economía global fue un proceso lento y gradual. De hecho, en muchos aspectos, su revinculación con
la economía global recién se produjo en los noventa. Si bien fue bastante modesta, esta apertura
política marcó un cambio ideológico fundamental, prerrequisito de todos los que seguirían.
Podemos dividir a la apertura de China en cuatro estadios.
1. Abriendo la puerta (1978-1986):
La primera fase, desde 1978 hasta 1986, marcó la gradual apertura de ciertas partes de China a la
economía global. La interacción con la economía global era considerada una parte importante para
el deseo de modernización del PCCh. Pero, debido a que el liderazgo comunista se había
pronunciado durante treinta años en contra de los males de la economía capitalista mundial, había
que proceder con cuidado.
566
China abrió cuatro Zonas Económicas Especiales24 en 1978, y al año siguiente, el Congreso aprobó
una ley que proveía una base legal para la existencia de empresas conjuntas e inversión extranjera.
Las ZEE permitieron que crezcan los contactos económicos internacionales, pero limitados a ciertas
áreas, para evitar las quejas de los sectores más conservadoras.
Estas ZEE eran muy similares a las Zonas Francas de Exportación que habían sido establecidas en
otros Estados, buscando atraer inversiones para producir exportaciones. Esta estrategia fue
perseguida por varios países, como India y Corea del Sur.
Hay contextos muy diferentes en los experimentos de crear estas zonas por parte de China y otros
países. La política de la Guerra Fría se aseguraba de que los regímenes anticomunistas en Asia
Oriental obtengan acceso preferencial a los beneficios de la economía global, fundamentalmente a
través de relaciones comerciales preferenciales con Estados Unidos. Esto les permitía beneficiarse de
las estrategias de exportación, sin estar sujetos al impacto recíproco de la economía global en los
productores locales, debido a que podían mantener las barreras a la importación para proteger las
industrias emergentes en la región.
En el caso chino, la idea de abrir un poco su economía no vino de un planteo ideológico, sino de que
las ZEE habían tenido éxito en atraer inversiones y facilitar la rápida acumulación del capital. Varias
autoridades de otras zonas hicieron lobby para obtener los mismos beneficios: en 1984, el gobierno
decidió abrir al comercio a cinco ciudades más, pero, por la presión de los líderes locales, un total de
catorce ciudades terminó siendo “abierto”, todas ellas sobre la costa de China un común
denominador de la apertura comercial de China es su distribución geográfica desigual, con una
mayoría de la inversión y el comercio concentrados en las regiones costeras.
2. De permitir a facilitar (1986-1992):
Mientras que el período anterior implicaba las políticas de desarrollo del gobierno para permitir el
contacto económico internacional, en esta nueva fase se aprobaron las famosas veintidós
regulaciones, que crearon un entorno más benéfico para los inversores extranjeros, incluyendo
menores salarios, beneficios tributarios para exportadores, y la posibilidad de que las compañías
extranjeras convirtieran sus ganancias en divisas extranjeras, para poder repatriarlas. Además, se
extendieron los contratos de empresas conjuntas más allá del límite original de cincuenta años.
Todo esto incrementó el atractivo de invertir en China: generar exportaciones, para vender en otros
mercados. Mientras que las empresas de inversión extranjera solo representaban un 2% de las
exportaciones y un 6% de las importaciones antes de 1986, la cifra aumentó a un 48% y un 52%,
respectivamente, para 2000. Desde ese momento, la inversión en las exportaciones ha dominado las
inversiones en China, y también ha sido un gran motorizador del crecimiento en sus exportaciones.
3. Acelerando la apertura (1992-1999):
El tercer cambio clave vino con el nanxum de 1992. Fue sólo allí que China comenzó a emerger
como un poder comercial global: desde 1993, las exportaciones crecieron un 60% en dos años, y se
doblaron en el lapso de cinco años. En el proceso, un déficit de 12.200 millones de dólares se
transformó en un superávit de 5.400 millones de dólares, generando un inicio de períodos de
superávits, que politizarían las relaciones económicas internacionales de China. 1993 también marcó
24
Se denomina zona económica especial a una región geográfica que posee leyes especiales que se orientan en mayor
medida a una economía de libre mercado, en contraposición a las leyes típicas de un país o nación.
567
la emergencia de China como un gran recipiente de IED, lo que se concebía como el mejor medio
para proveer los nuevos trabajos requeridos para permitir la reforma interna, y proceder sin
demasiado impacto en el empleo urbano.
Una economía dual:
En teoría, los beneficios del compromiso deberían haber sido balanceados por el impacto de la
competencia internacional en los sectores internos vulnerables e ineficientes. Pero, de alguna forma,
se logró satisfacer a ambos sectores.
Donde los actores extranjeros no competían con los internos, se los alentó a venir a China, alentando
la IED para producir exportaciones para los mercados externos. Así, en este sector, China construyó
un régimen de exportaciones liberal e internacionalizado: la inversión se simplificó, y se usaban
sus componentes para las industrias de exportación. Cuando China se unió a la OMC, un 60% de
todas las importaciones entraron sin aranceles.
Pero este régimen de exportaciones liberal convivía con un régimen interno de comercio protegido
y relativamente cerrado, parcialmente diseñado para proteger a los productores nacionales de la
competencia, mantener la producción, las ganancias y el empleo. Así, se permitía que los productores
ineficientes perdieran frente a su competencia extranjera, y se aseguraban ingresos estables para los
productores agrícolas.
Desde 1995, este enfoque dual se ha manifestado en la forma del Catálogo de Guía de la Inversión
Extranjera en la Industria, producido en conjunto por varias agencias estatales. Éste estipula tres
tipos de sectores:
1) Prohibidos para la inversión.
2) Permitidos, pero con restricciones y condiciones específicas.
3) Permitidos y alentados, incluyendo aquellos donde no había actores internos significativos y
se hacía necesaria una inversión de capital de manera urgente y también las industrias
exportadoras.
Presión externa para la reforma:
Las autoridades nacionales y locales usaron al sistema financiero para apoyar a los exportadores y
proteger a las empresas internas de la competencia internacional. Además, facilitaron el acceso al
capital de inversión, otorgando préstamos a través de la creación de bancos especialistas, así como
excepciones impositivas y otros incentivos a los exportadores.
Al mismo tiempo, para proteger a las industrias nacionales, el gobierno ha utilizado planes de
importación, licencias y cuotas, y retenido algunos de los aranceles a las importaciones más altos del
mundo.
Un reporte del año 1995, realizado por el gobierno estadounidense, señala las áreas en las que se
consideraba que China estaba protegiendo a sus productores de manera “injusta”, y pidiendo una
serie de reformas. Se criticaba, por ejemplo, la convertibilidad parcial de su moneda, que resultaba en
un acceso restringido a las divisas extranjeras, y la imposibilidad de repatriar las ganancias, así como
la falta de transparencia en las políticas chinas, el monopolio estatal de la información económica, y
la aplicación diferencial del sistema tributario.
568
Para los estadounidenses, la falta de una reforma de precios completa también actuaba como un
subsidio estatal oculto para los productores chinos en el sector estatal, o las empresas privadas con
vínculos con el gobierno comunista. Pagaban baratos precios fijados por el gobierno, mientras que
los actores externos se veían forzados a pagar una tasa más alta, la del mercado. Además, las
empresas chinas eran sostenidas por masivos subsidios, que muchas veces tomaban la forma de
“préstamos” gubernamentales o bancarios, que nunca eran repagados.
La manipulación de las tasas de cambio también eran un área de preocupación. El yuan no era
totalmente convertible en los mercados internacionales, y las tasas de cambio aún están bajo el
control del gobierno central actualmente. A principios de los años noventa, una especie de tasa del
mercado apareció cuando el gobierno relajó las regulaciones en los tipos de cambio. Para facilitar el
aumento en los contactos económicos internacionales, se establecieron swap shops, donde los
individuos podían cambiar yuanes por divisas extranjeras.
Aunque la tasa de cambio oficial era 1 dólar = 5,7 yuanes, la tasa de cambio del mercado swap era
influenciada por la oferta y la demanda, y estaba más cerca a 1 dólar = 9 yuanes. En 1994, el
gobierno “unificó” ambas tasas, moviendo la oficial a la tasa del mercado swap. El nuevo tipo de
cambio de 1 dólar = 8,7 yuanes parecía representar una devaluación del 50%, pero, en realidad, la
mayoría de las compañías estaban usando este valor para la mayoría de sus intercambios en moneda
extranjera.
Mantener enclavijadas a las tasas de cambio les permitía a las autoridades jugar con las tasas de
interés, bajándolas para impulsar el crecimiento sin sufrir ningún impacto en las tasas de cambio.
Después de 1994, producir en China se volvió cada vez más atractivo. Cuando el yen se devaluó
respecto al dólar una vez más en 2003-4, se despertaron quejas de que el control de cambios actuaba
como una injusta protección gubernamental a la economía china.
En sus propios términos, esta política fue un éxito: los productos nacionales fueron protegidos de la
competencia, los exportadores domésticos pudieron mejorar su competitividad, y la inversión para
producir exportaciones incrementó. De hecho, China pudo escapar de la crisis asiática relativamente
ilesa.
En estos años, el ejemplo chino pareció ser paradigmático sobre cómo aprovechar los beneficios
del mercado global, sin por ello caer ante los peligros de la globalización.
Otros estaban menos preocupados por la lucha de clases, y se concentraban en la relación entre los
beneficios económicos de una integración económica incrementada, de un lado, y los potenciales
problemas de estar sujetos a la economía capitalista, dominada por los enemigos de China, del otro.
Los actores más importantes podían usar sus facilidades económicas para presionar a China a
reformar su economía interna, y obligarla a actuar de acuerdo a los intereses norteamericanos.
La población general también discutía sobre cuán sabio era unirse a la OMC. Muchos pensaban que
los trabajos e ingresos chinos estaban en peligro, y que el país sería sometido a la hegemonía
estadounidense. Se oponían al momento y las condiciones específicas de la membresía, y el impacto
que esto podría tener en la sociedad y la estabilidad del país. Una mayor liberalización puede ser
buena en el largo plazo, pero… ¿qué pasaría con el impacto de un cambio rápido en los ingresos
rurales, o el desempleo?
El cambio en la postura negociadora de China:
A partir de 1986, la posición china fue bastante pragmática, construyéndose alrededor de la búsqueda
de oportunidades que permitan que el país tenga un acceso más grande y estable a los mercados
externos. No había un lugar para China designado en las organizaciones internacionales: si el
gobierno quería buscarlas, debía negociar un acuerdo con los miembros existentes. Esto planteaba un
conflicto importante. Los negociadores chinos hicieron mucho énfasis en ser aceptados como un
“país en desarrollo”, ya que les permitiría proteger a sectores nacionales importantes, subsidiar
parcialmente a los exportadores, y tener un período de gracia más largo que los países desarrollados.
Pero lo que no tenían en cuenta era que este estatus de tratamiento preferencial había disminuido
bastante cuando el GATT se convirtió en la OMC en 1995.
El tratamiento especial para los países en desarrollo no era obligatorio, y la definición de la
membresía de la OMC es muy vaga. No hay definiciones sobre lo que constituye un país en
desarrollo en las reglas de la OMC: un país puede decidir clasificarse como un país en desarrollo,
pero este estatus puede ser desafiado por cualquier otro miembro. Además, al decidir el tratamiento
preferencial a otros miembros a través del Sistema Generalizado de Preferencias, depende de los
países desarrollados decidir quiénes califican: incluso si China se llamaba a sí misma un “país en
desarrollo”, dependía de Estados Unidos y Gran Bretaña decidir aceptarlo o no.
Por otro lado, no hay procedimientos en absoluto para regular la entrada de un miembro a la OMC:
esto se decide caso por caso. La OMC establece un comité especial para negociar y establecer
consultas con otras partes interesadas. Pero éste no actúa en representación de los miembros con el
poder de hacer un acuerdo. Cualquier miembro puede demandar una negociación bilateral, y puede
bloquear la entrada de otra parte. Por eso, la insistencia de que China fuera aceptada como un país en
desarrollo no tenía sentido: los términos de su ingreso serían determinados por negociaciones
individuales con los miembros, lo que éstos querían de China, y lo que estaban preparados para
ofrecerle.
Por otro lado, todas estas negociaciones bilaterales se realizaban individualmente, sin una consulta
plena entre los miembros existentes. Por ejemplo, había varios conflictos en la negociación de la
entrada de China entre la UE y los negociadores de Estados Unidos: el último consideraba que un
acuerdo que había alcanzado con China fue deshecho por un acuerdo posterior, negociado entre la
UE y China.
570
Simplemente, China era considerada muy grande y muy potencialmente importante para permitirle
entrar en sus propios términos, incluso si ya se había liberalizado tanto como los demás países en
desarrollo, e incluso más que Japón y Corea del Sur. E intentar negociar condiciones de entrada que
permitieran una protección residual considerable no tendría éxito en tanto y en cuanto China tuviera
superávits masivos con la UE y Estados Unidos, y mientras muchos estadounidenses siguieran
pensando que China podría convertirse en una potencial amenaza al orden global.
Frente a las presiones de los miembros de que China aceptara condiciones más profundas para lograr
la membresía, los negociadores cedieron, incluso cuando antes se habían empecinado en buscar su
entrada en sus propios términos, y cuando la economía china no estaba exactamente en una situación
de crisis que sólo podría resolverse por una membresía a la OMC. Hay varias explicaciones para ello:
El deseo de tener una voz en los cambios futuros del sistema de comercio global: para
influenciar en una organización, es necesario convertirse en miembro de ésta, y, para ser un
miembro, hay que aceptar sus reglas y normas existentes.
Había preocupación sobre el hecho de que, en la Ronda de Doha de 2001, la OMC
podría imponer nuevas agendas, que requieran una mayor liberalización para los nuevos
miembros. Era mejor entrar ahora, antes de que se vuelva más difícil.
La política detrás de las relaciones sino-americanas:
Había una gran preocupación por la incertidumbre generada por el voto anual del Congreso de los
Estados Unidos sobre si se le extendería el estatus de Nación Más Favorecida a China. Este era el
factor crucial en las relaciones sino-americanas: el involucramiento del Congreso las politizaba aún
más, y, si China podía entrar en la OMC, la politización entre sus relaciones y otros países no sería
tan grande.
La enmienda Jackson-Vanik a la Ley Comercial de Estados Unidos buscaba proveer de medios
económicos para castigar Estados autoritarios. La idea era bloquearle un acceso normal al mercado
estadounidense a los Estados que, se consideraba, prevenían injustamente la emigración. Así, estas
relaciones podían ser negadas a cualquier economía no-de mercado, que se involucre en prácticas
que prohíban o restrinjan la libertad de movimiento de sus ciudadanos.
Inicialmente, fue creada para discriminar a la Unión Soviética y los Estados de Europa del Este por
prevenir la emigración de judíos, y no para tratar con China. De hecho, se decidió no discriminarla
porque, a pesar de su pobre registro respecto a los DD.HH., la extensión de las relaciones
económicas sería la mejor forma de, en última instancia, generar un cambio político y social en este
país. Pero no todos estaban convencidos: la propuesta presidencial anual para renovar las cláusulas
NMF siempre resultaban en una lluvia de críticas sobre la situación de los derechos humanos en
China, su tratamiento del Tíbet, sus prácticas injustas de comercio, etcétera.
Más allá de las voces que pedían imponer sanciones comerciales a China, también había quienes
pedían una separación de los DD.HH. con las relaciones comerciales, particularmente durante la
Administración Clinton. Incluso dentro del gobierno, había divisiones internas: de un lado, estaban
quienes querían subsumir la relación con China a cuestiones políticas, usando el discurso de la
protección a los DD.HH. como justificativo. Del otro, había agencias que tenían relaciones
primordiales con China, como el Departamento del Tesoro, que estaban interesadas en preservarlas.
Incluso, el Departamento de Comercio había nombrado a China como uno de los Diez Grandes
571
Mercados Emergentes, que podrían dominar cada vez más las relaciones económicas de Estados
Unidos.
Todos los presidentes renovaron la política NMF con China, incluso cuando siempre eran críticos
con la política de este país durante la campaña. El retiro de la cláusula NMF nunca fue una
posibilidad realista, pero las autoridades chinas no sabían eso, y la importancia de las exportaciones
como un motor de crecimiento económico significaría garantizar el acceso al mercado
estadounidense en particular, y a los del mundo desarrollado en general. La mejor forma de
alcanzarlo sería a través de la entrada a la OMC, despolitizando los problemas de acceso al
mercado, y dejando de lado las relaciones de comercio bilaterales.
Para realmente entender la importancia de los mercados de exportación para el crecimiento chino, es
esencial considerar la relación entre el crecimiento de las exportaciones y el crecimiento
“doméstico”. El deseo de China de entrar a la OMC tuvo su auge en dos ocasiones: en 1989, y a
finales de los noventa. En ambos casos, había una situación interna de deflación, dejando al
crecimiento mediante exportaciones como la única forma de generar desarrollo. En 1989, había un
miedo adicional: que la UE y el NAFTA se convirtieran en fortalezas económicas, imposibles de
penetrar por los países en desarrollo por fuera de la OMC.
A finales de los noventa, el crecimiento de las exportaciones permitía el espacio requerido para
atacar la inflación, y bajar la proporción de las pérdidas causadas por las empresas estatales.
Abandonado el compromiso socialista:
Para finales de los años noventa, los líderes chinos más importantes habían llegado a creer que el
sistema debía ser modificado, no simplemente reformado. Los elementos residuales del sistema
viejo, que eran protegidos de la competencia internacional, ya no eran percibidos como los pilares
sagrados de la economía china, sino como obstáculos que impedían la transición a un nuevo
paradigma económico.
A pesar del apoyo de los líderes chinos, la entrada a la OMC no logró la adhesión de muchos otros
agentes, que se resistían a una mayor liberalización: este rechazo provenía tanto de las agencias
burocráticas centrales como de las autoridades locales en áreas agrícolas. Incluso las élites políticas
chinas creían que las concesiones habían llegado demasiado lejos, y sin ningún tipo de consulta.
En 1999, Zhu Rongji, Primer Ministro del Consejo de Estado, fue rechazado por los estadounidenses
en su intento de hacer una serie de concesiones para entrar a la OMC. Ante esto, su figura fue puesta
en cuestionamiento, sobre todo después de que su política antiinflacionaria, perseguida desde 1994,
había llevado a una deflación. No dejándose vencer por la primera negativa, acudió a las autoridades
norteamericanas nuevamente, esta vez llegando a un acuerdo que llevó a China un paso más
adelante en su intento de entrar a la OMC.
Los términos del acuerdo:
El protocolo de acceso de China implicaba concesiones mucho mayores a las obligaciones de previos
miembros clasificados como “países en desarrollo”. Por ejemplo:
a) Reducción de los subsidios agrícolas a un 8,5% del valor de la producción, y no al 10%,
como otros países.
572
Las observaciones externas iniciales de China han sido relativamente positivas: si bien se ha llamado
al país a hacer más, sus medidas se ven con bastante optimismo. Pero hubo un gran cambio a partir
de 2003, cuando el Secretario de Comercio estadounidense, Donald Evans, se quejó de la lenta
reducción en las barreras al comercio y los subsidios gubernamentales.
Asegurar el acceso a los mercados:
Podemos ver que la entrada a la OMC de China no ha garantizado, definitivamente, el acceso a los
mercados más importantes. De hecho, el continuo crecimiento de las exportaciones chinas después
de su entrada a este organismo ha resultado en más conflictos comerciales, no menos. Por ejemplo,
en 2005, se impusieron medidas antidumping por 8.900 millones de dólares en exportaciones.
También, hubo disputas con la UE sobre la cuota de las importaciones textiles, la importación de
alimentos “inseguros”, etcétera.
Los conflictos más importantes, para sorpresa de absolutamente nadie, fueron con Estados Unidos: a
pesar de la entrada a la OMC, las relaciones sino-americanas no han sido despolitizadas. De hecho,
se han politizado más que antes: las expectativas que no son alcanzadas despiertan más quejas, y el
crecimiento en la relación comercial entre ambos países ha generado que Estados Unidos se focalice
cada vez más en China. Pero la politización es de otro tipo que antes: el problema fundamental ya no
es la política china (como los abusos a los DD.HH.), sino la estadounidense, y la presión que genera
para el liderazgo americano hacer algo sobre los trabajos que, se argumenta, están siendo perdidos en
Estados Unidos y relocalizados injustamente en China.
Los productores norteamericanos cada vez firman más quejas al gobierno norteamericano, pidiéndole
una protección de emergencia frente a las importaciones de China en muchas áreas, que son
constantemente rechazadas. Además, se rechazó una petición de la Federación Americana de Trabajo
a imponer sanciones a la represión laboral de China. Se argumenta que, si el abuso laboral fuera
menguado en China, el precio de sus bienes manufacturados subiría entre un 12 y un 77%, perdiendo
la ventaja frente a los productos norteamericanos.
Presiones externas para la liberalización:
Se sigue presionando a las autoridades chinas a liberalizar más. Esto es más fácil que antes, porque
los mecanismos de resolución de conflictos de la OMC crean un marco formal y legalizado para que
otros países impulsen esta reforma.
La fuente de mayores presiones de reforma ha sido la política cambiaria de China. De 1994 a 2005,
el yuan estuvo vinculado al dólar, y, a partir de 2005, a una canasta que adicionaban el yen y el won
al dólar. El nuevo sistema le permitía al yuan fluctuar un máximo de 0,3% de su valor todos los días,
y, durante el primer año del nuevo sistema, el yuan se apreció un 3,8% respecto al dólar. Hay varias
estimaciones sobre cuál debería ser la tasa de cambio real, y el gobierno estadounidense echa la culpa
a la resistencia a apreciar el yuan de su déficit fiscal.
China se ha convertido en un gran mercado de importaciones estadounidenses, europeas y japonesas,
particularmente después del ingreso a la OMC. Entre 2000 y 2003, las exportaciones de Estados
Unidos decrecieron un 9%, pero, con China, éstas incrementaron un 76%. Pero el tamaño del
superávit comercial de China respecto a los poderes más importantes en la economía global, el deseo
574
de ganar más acceso a su mercado, y la frustración sobre el lento ritmo de liberalización de este país
se combinan para asegurar una mayor presión sobre el gobierno chino en el futuro.
Hay que señalar que la relación entre significatividad y poder no es totalmente unívoca: desde un
punto de vista chino, es difícil ver dónde el poder reside. Es cierto que China puede tener la
capacidad de incrementar los precios mundiales, pero los importadores de este país también deben
pagar estos precios más altos… raramente sería beneficioso tener este poder, si es que es un “poder”
de base. Mirándola desde adentro, China no es poderosa, sino, como mucho, vulnerable, incluso
débil.
Para los observadores externos, la velocidad a la que las compañías chinas están comprando el
control de los suministros energéticos alrededor del mundo puede amenazar la capacidad de otros
Estados de garantizar su propia seguridad energética en el futuro. El hecho de que la Corporación
Nacional China de Petróleo Offshore intentara comprar la compañía de gas y petróleo Unocal, de
origen americano, en el año 2005, generó muchísima inestabilidad. Surgió la idea de que el libre
mercado está siendo distorsionado por una compañía estatal, con acceso a créditos baratos provistos
por razones políticas.
No sólo hay preocupación por las implicancias económicas, sino también por las políticas. La
preocupación dominante en el corto y medio plazo es la posición de China respecto a Asia, y el
impacto de su crecimiento económico en el orden regional. Pero, además, hay inquietudes de que la
búsqueda de energía y otras fuentes de abastecimiento proveerán de medios adicionales para que los
intereses chinos dominen la agenda global, poniendo en peligro las iniciativas globales de Estados
Unidos. Ya no sólo importan las relaciones comerciales de China con Medio Oriente y los estados de
la ex U.R.S.S., sino también los nuevos consensos y alianzas que podrían emerger, alterando el
balance de poder existente.
Este desafío al orden político existente es incluso más evidente en el nuevo énfasis en construir
relaciones con Estados africanos y latinoamericanos. Los intereses comerciales están guiando este
proceso: por ejemplo, un 60% del total del petróleo importado por China proviene de África. Las
importaciones chinas podrían entrar a los mercados internos, haciendo quebrar a los productores
locales por su mayor competitividad. Pero, además, están ganando contactos gubernamentales en
estas regiones, que también se han convertido en importantes destinos de inversiones extranjeras
chinas.
Cuando los chinos intentan establecer lazos económicos con los países africanos y latinoamericanos,
no traen consigo condicionalidades políticas a las relaciones económicas. Esta nueva “diplomacia
de los recursos” ofrece un socio económico alternativo, sin implicancias políticas, para Estados
marginalizados como Zimbabwe.
Poder de mercado:
577
Muchos autores consideran que el gobierno estadounidense usa el poder estructural del tamaño de su
mercado para forzar el cambio en otros países, sin ser recíproco con una liberalización de su propia
economía. Ahora… ¿tiene el mercado de China un poder estructural de la misma forma?
A lo largo de las últimas décadas, las autoridades chinas han podido racionar el acceso al mercado de
este país, como una herramienta de negociación con compañías y países. Incluso después de la
entrada de China a la OMC, muchas compañías extranjeras aún encuentran que sus ambiciones en
este país están amenazadas por las intervenciones gubernamentales, a nivel nacional y local.
El crecimiento de la economía nacional china ha sido importante al asegurar nuevos mercados y
ganancias para algunas compañías. Pero es el potencial de lo que ésta puede llegar a ser, lo que
domina muchas consideraciones comerciales.
En el caso de Estados Unidos, esto manejó la constante renovación del trato de NMF a China: si no
se hacía, las compañías americanas no serían elegibles para créditos de exportación, ni garantías de
inversión del gobierno. Para compañías como Boeing y General Motors, estas garantías eran
esenciales para desarrollar las crecientes relaciones con China.
Hay consenso sobre que la nacionalidad de una compañía extranjera puede influencias el acceso al
mercado, dependiendo de las percepciones de las autoridades chinas sobre las relaciones del país de
origen con China. Si las relaciones entre este país y otro gobierno nacional son cercanas, los intereses
comerciales privados asociados con ese país podrían ser beneficiados.
A este respecto, el mercado chino parece tener poder estructural: la política diplomática hacia
China es influenciada por decisiones comerciales, basadas en la necesidad de asegurarse el acceso a
un mercado competitivo. No es por el mercado chino per se, sino por la idea de lo que éste puede
llegar a ser.
Finanzas y producción:
Se considera que China tiene el poder de distorsionar las finanzas globales. Por ejemplo, a finales
de 2005, contaba con casi 8.2 billones de dólares en reservas de divisas extranjeras. Lo que hace
China con estas reservas es aún más significativo: al comprar Bonos del Tesoro Americano, ayuda a
financiar la deuda norteamericano. Por eso, se despierta el miedo de que las autoridades chinas
puedan tener el futuro de Estados Unidos en sus manos. Si, de golpe, deciden vender todos estos
bonos, Estados Unidos debería aumentar sus tasas de interés, generando un desastre en su plan
económico.
Pero, mientras que es cierto que China tiene la capacidad de causar un colapso, una caída en Estados
Unidos tendría un efecto devastador en el crecimiento económico chino. Siendo que las
exportaciones son el medio principal de crecimiento, el aumento de las tasas de interés y la
realineación de los tipos de cambio en el mundo industrializado tendrían desastrosas consecuencias
en la economía de China.
El gobierno chino tiene la capacidad de desviar recursos financieros de otros Estados en desarrollo.
La cantidad de IED que ha ingresado a China, para algunos, no es una señal de fortaleza, sino de
debilidad, reflejando la incapacidad de las instituciones internas de racionalizar y distribuir las
finanzas.
578
No podemos sacar conclusiones políticas de inversiones y comercio bilaterales. Estas cifras no nos
dicen nada sobre las realidades de las complejas cadenas de relaciones que caracterizan a la
producción hoy en día. Las perspectivas a nivel nacional tampoco pueden ver quiénes ganan
realmente. La competencia china está resultando en una pérdida de empleos en Estados Unidos, pero
son las compañías de este país las que cosechan las recompensas del crecimiento chino a través de
costos más bajos.
China no es un motor de crecimiento en Asia Oriental: es una plataforma de producción, mientras
que los motores reales están en otro lado. La inversión y el comercio con China están movidas por la
demanda de Japón, Europa y Estados Unidos.
Producción globalizada, Estados y mercados:
En muchos aspectos, el poder económico está a manos de actores no estatales, en redes de
producción trasnacionales y desterritorializadas. Pero no actúan aisladas de autoridades políticas: los
actores estatales chinas claramente tuvieron un rol crucial en la creación de un ambiente económico
atractivo para las inversiones, a veces a expensas de otras economías regionales.
Si pensamos en términos del Estado como un actor unitario, persiguiendo racionalmente sus intereses
nacionales en un juego de competencia mercantilista, es difícil reconciliarlo con nociones de poder
localizadas en redes de producción trasnacionales. Pero, si pensamos en el Estado como
representante de un subgrupo de intereses en la esfera doméstica, la conexión es mucho más fácil de
hacer.
Los gobiernos nacionales y locales alrededor del mundo han implementado numerosas iniciativas
políticas para facilitar un incremento en las relaciones económicas transnacionales, que crearon un
ambiente en el que las autoridades no estatales puedan maniobrar.
El origen de las fuerzas del mercado fue facilitado por ciertas acciones estatales. En el caso de China,
los grupos de poder consideraban deseable insertarse al sistema económico mundial con la idea de
asegurar una rápida acumulación de capital y del crecimiento económico.
La devaluación volvía tan atractivas a las exportaciones de China, que la producción intensiva se
mudó a este país, haciendo que los Estados del ASEAN perdieran los mercados de exportación de
Estados Unidos y Japón.
580
China no causó la crisis, pero sus acciones crearon un cambio en el ambiente económico, al que
otros Estados debieron reaccionar. En términos del poder chino, la consecuencia más inmediata fue
la reconfiguración de la economía regional, permitiéndole ganar importancia y convertirse en un
centro de inversión que deja de lado a sus vecinos menos competitivos división del comercio y las
inversiones, que perjudican al resto de los países del Sudeste Asiático.
No sólo se trata de lo que China ha hecho, sino también de lo que podría hacer. Su entrada a la OMC
puede haber sido recibida con optimismo para quienes buscaban acceder al mercado chino, pero
despertó preocupaciones en la región de que se incremente más la división de inversiones del Sudeste
Asiático a China.
El impacto de China en la región varía según el país y el tipo de actividad económica que se
desarrolle. Quienes están en lugares más altos en la cadena de producción en términos tecnológicos,
las finanzas y los servicios, han sido los mayores beneficiarios del ascenso de China. En cambio,
cuanto más se acerque el perfil de exportaciones al chino, más negativo será el impacto del
crecimiento de China, sobre todo por su ventaja en términos de precios. El desafío es profundamente
severo en Filipinas e Indonesia.
Otros Estados han comenzado a cambiar la estructura económica doméstica, convirtiéndose en un
proveedor de China y no sólo en un competidor. Por ejemplo, Tailandia, que exporta productos de
tecnología intensiva utilizados en las industrias de exportación de China. Malasia hace lo mismo,
pero con componentes eléctricos y petróleo.
El impacto del crecimiento chino no sólo depende del país, sino también del sector: por ejemplo, las
pérdidas de trabajos en Japón, Hong Kong y Corea del Sur, a medida que las compañías movieron
sus centros de producción a China, fueron importantes, si bien en otros sectores de los mismos países
la crisis no se sintió tanto.
El hecho de que las compañías en la parte desarrollada de Asia estén generando ganancias al
producir en China no altera el hecho de que la economía interna se ha visto “vaciada”, contribuyendo
a una recesión y al aumento del desempleo.
convertirse en una alternativa emergente, promoviendo una serie de valores impuestos por China,
como líder. Además, el involucramiento de China podría neutralizar el liderazgo regional japonés.
Como resultado de la rápida depreciación de muchas monedas nacionales, las exportaciones chinas
perdieron una parte de sus ventajas de precios, que habían obtenido a partir de la devaluación del
yuan en 1994. El hecho de que China eligió no devaluar hizo que las economías asiáticas no se
sumieran, aún más, en una espiral descendiente, y fue vista como una elección respetable y
responsable por sus vecinos.
Para un diplomático chino, la cada vez mayor disposición del país de promover cuerpos regionales
refleja su transición hacia ser un “Estado normal”, que persigue sus intereses a través del diálogo y la
cooperación basados en normas aceptadas, y no mediante acciones unilaterales.
Si bien hay desacuerdos respecto a por qué se está desarrollando la relación, hay consenso sobre que
una relación más cercana con China era un componente inevitable del futuro del ASEAN. La
organización ASEAN Más Tres (APT) han creado un proceso formal mediante el que China, Japón y
Corea del Sur pueden dialogar y hacer consultas con los miembros de la organización.
Al mismo tiempo, ha habido propuestas para crear un Área de Libre Comercio ASEAN-China a
partir de 1999. Tres años después, se firmó el Marco Acuerdo de la Cooperación Económica
ASEAN-China, considerado como un proceso dual, con una reducción arancelaria inicial, a
completar en 2006, y un ALC plena en 2013, para incrementar las inversiones interregionales e
incrementar el acceso al mercado chino de los productores del ASEAN.
intuir lo que significaban algunas palabras, porque NO ENTRABAN EN EL SCAN. Gracias y buenas noches 😊
autoridad por el rechazo de la opinión pública. Estalló el pánico: se temía que Europa estuviera al
borde del abismo.
La creación del euro había desafiado la máxima de Keynes de que quien controlaba la moneda
controlaba al gobierno. El impulso político de la Eurozona fue tan grande que nadie prestó atención
a los problemas que podían presentarse cuando los miembros se vieran en grandes dificultades
económicas. Hubo un terrible error de cálculo: el pensar que habría una convergencia creciente
entre los Estados miembros se ignoró una importante lección de la historia: que las uniones
monetarias entre países colapsan, tarde o temprano.
Durante sus primeros años, el euro se
apreció respecto al dólar, alcanzando
un máximo de 1,2185 dólares en
junio de 2004. La tendencia se
mantuvo hasta julio de 2008, cuando
se alcanzaron los 1,6038 dólares, y
Estados Unidos quedó enredado en la
recesión. Pero los problemas de
deuda de la Eurozona afectaron
negativamente el valor del euro, y
sólo la fortaleza de la economía
alemana y otros miembros del norte
de Europa impidió un declive
catastrófico. A finales de 2011, el
euro se negociaba a mínimos históricos frente al dólar y el yen japonés.
Los mayores defensores del proyecto de moneda única fueron los franceses, y los alemanes, quienes
tuvieron más reservas: siempre prudentes, fueron los únicos que retuvieron sus antiguos billetes y
monedas como precaución. El Bundesbank insistió en que el BCE no podía actuar como prestamista
de último recurso. El atractivo de una moneda única, para Berlín, era:
Superar el problema de un marco alemán demasiado fuerte, y permitir que los
exportadores alemanes vendieran sus productos a precios artificialmente bajos.
Que sus competidores, dentro de la zona del euro, no podrían devaluar sus monedas para
restablecer la competitividad.
Finalmente, los alemanes se engañaron a sí mismos: una vez que los participantes cruzaron el
umbral, todas las restricciones financieras se tiraron por la ventana, sobre todo porque no había un
mecanismo de salida para los miembros descarriados. Los economistas estadounidenses y británicos
que criticaron el proyecto advirtieron que un solo banco central y una sola moneda, sin un Estado
unificado, no funcionarían.
¿Por qué la reserva era tal? Porque, para sostener el sistema, sería necesaria una armonización de
políticas, en los programas de fiscalidad, empleo y bienestar. Tampoco se prestó atención a la
necesidad de una vigilancia constante por parte del Consejo de Ministros, para asegurar que los
Estados miembros cumplieran con los criterios de convergencia económica.
583
El euro fue diseñado para evitar que los mercados financieros distinguieran entre países a partir de
los tipos de cambio, pero, en su lugar, los mercados discriminaron a partir de las tasas de los bonos,
y muchos inversores privados se vieron tentados por las tasas más atractivas de los miembros
periféricos.
Las bajas tasas de interés de las exigentes economías centrales, encabezadas por Alemania,
alentaron préstamos irresponsables de los gobiernos e instituciones financieras a los miembros
mediterráneos e Irlanda. Los países del norte habían tenido un mejor rendimiento en el marco de la
nueva moneda, mientras que las economías periféricas del sur se esforzaban y asumían cada vez más
deuda, creando una bomba que pronto explotaría.
La tentación de los préstamos baratos resultó demasiado grande: muchos países cayeron en ella,
mientras que Alemania se resistió. Como consecuencia, en Alemania no se produjo ni burbuja
crediticia, ni explosión de los salarios, y los precios de las propiedades se mantuvieron estables.
Mientras tanto, el gobierno se mantuvo fiscalmente prudente. Los bancos alemanes fueron una
excepción: entraron en el mercado americano de hipotecas de alto riesgo, fondos de cobertura,
coberturas por incumplimiento crediticio, etcétera. Lamentarían esta decisión.
Algunos economistas sugirieron dejar entre un 2 y un 3% del PBI para enfrentarse a los choques
asimétricos de la Eurozona, pero el eje franco-alemán se negó. En junio de 1997, el Pacto de
Estabilidad y Crecimiento, una iniciativa alemana, buscó impedir que los miembros de la unión
monetaria permitiesen que sus déficits se escapasen del control, poniendo un tope del 3% del PBI. La
justificación era que un déficit crónico sería problemático, ya que podrían dar lugar a problemas de
sostenibilidad de la deuda que harían que el banco central debiese proporcionar un rescate de la
deuda inflacionaria. Pero los países más grandes no permitieron ser limitados, rechazando todos los
intentos de imponer una disciplina colectiva.
Los primeros en violar las normas fueron los alemanes, en 2003, seguidos de Francia. Una mayoría
de los Ministros de Economía votó en contra de multarlos, estableciendo un precedente que alentaba
delitos adicionales. La peor infractora fue Italia: admitida en la Eurozona sin cumplir con los
requisitos establecidos, siempre se mostró susceptible de crear dificultades. Pero, por razones
políticas (al ser miembro fundador de la CEE), no podía quedar afuera: teniendo en cuenta la
propensión italiana a la devaluación, insistió en unirlos a la Eurozona. Además, Francia estaba
ansiosa por incorporar a países del sur como Italia, por miedo a que, si éstos quedaban afuera, sus
exportadores tendrían una ventaja competitiva.
Ya no era necesario, entonces, que los participantes tuvieran una deuda nacional por debajo del 60%
de su PBI: bastaba con demostrar que ésa era su tendencia, algo que Roma podía hacer. En 2005, los
Ministros de Economía de la UE decidieron no castigar a Italia por permitir que su déficit
presupuestario alcanzase el 5% del PBI, y que su deuda total se aproximara el 108% del PBI. Le
dieron a Roma dos años para reducirlo.
El eslabón más débil de la Eurozona siempre fue Grecia: no cumplió con los requisitos para entrar
en el euro en su primer intento, cuando su deuda pública era del 106% del PBI, pero lo consiguió al
segundo intento, en 2001, usando estadísticas fraudulentas, creando la ilusión de un descenso de la
deuda nacional, ya que, mediante una permuta financiera de divisas, Grecia pudo ocultar mil
584
millones de euros de su deuda y castrar el gasto militar. Nunca su economía estuvo dentro de la meta
del 3% del déficit.
En octubre de 2011, la disparidad en el comportamiento económico entre los miembros más fuertes
y los más débiles se reflejaba en el hecho de que Alemania podía emitir bonos a diez años, con un
rendimiento del 1,74%, mientras que, para Grecia, se situaba en un 23,89%. Ya había un precedente
histórico negativo para los helenos: Grecia es el país que más incumple con sus acreedores dentro de
Europa, y quien posee el récord de amortizaciones perdidas. Ha sido llamada el país más rico del
mundo en no hacer nada: su economía depende del turismo, la agricultura y la marina mrecante para
generar ingresos.
Grecia fue admitida en la CEE en 1981 por razones políticas: la esperanza era que, con el tiempo, la
productividad de su economía mejorara. Pero ninguna transformación fundamental tuvo lugar.
Cuando los griegos celebraron su entrada en la Eurozona, su Primer Ministro prometió una mayor
estabilidad y nuevos horizontes. Pero, con los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004, las autoridades
griegas no escatimaron en gastos: el costo de la celebración, de doce mil millones de euros,
incrementó el déficit, e inició un espiral de descontrol. Al mismo tiempo, no se realizó ninguna
transformación estructural de la economía griega.
Los sucesivos gobiernos socialistas siguieron ampliando el ineficiente sector público, para crear
puestos de trabajo y conseguir votos (Grecia? More like Argentina). Además, gran parte de sus industrias fueron
exterminadas por la fortaleza del euro, y el turismo también sufrió, porque los turistas cambiaron su
preferencia de Grecia por otros destinos más baratos del Mediterráneo.
Las debilidades estructurales griegas se agravaron por la evasión fiscal a gran escala. Buena parte
de la economía griega tenía lugar en negro, sin dejar registro. Se creó una cultura de la subvención:
los miembros del Parlamento cobraban 16 mensualidades al año, muchas empresas estatales
premiaban a sus trabajadores con cinco días libres todos los años en un hotel de lujo a elección, y, en
el metro, los conductores recibían 60.000 euros de sueldo, mientras que a los pasajeros se les daba la
opción de pagar o no. Incluso los inspectores de hacienda eran corruptos, y aceptaban sobornos.
La endémica corrupción política entre la élite griega había generado una actitud entre la población,
especialmente las clases profesionales, a favor de la evasión fiscal, ya que se percibía que los
impuestos recaudados eran desperdiciados. Según el FMI, el 75% del gasto público griego se
consumía en salarios del sector público y pensiones25.
25
El actor habla en presente y el texto es del 2012, así que asumo que habla de ese año.
585
En la primavera de 2010, Papandreu pedía unas tasas de interés asequibles, solicitando el apoyo
europeo para poder pedir prestado dinero en condiciones razonables. Una cumbre de la UE, de marzo
del 2010, consideró el caso griego. Se acordó un rescate de 110.000 millones de euros en mayo de
2010, con una contribución de la UE de 80.000 millones y el resto a cargo del FMI. La idea era
prevenir el impago de la deuda griega, y dependía de la aplicación de medidas de austeridad.
Alemania fue la más reacia a asistir a los griegos, y vio al rescate condicional como una advertencia
a otros miembros en peligro de la Eurozona para evitar el mismo destino.
En un corto período, a Grecia se le sumaron Portugal, Irlanda y España. En mayo de 2011, se
acordaba un nuevo rescate para Portugal de 78.000 millones de euros, encargándole reducir su déficit
presupuestario del 9,1 al 3% del PBI para 2013. Pero, tras el acuerdo, el gobierno portugués cayó,
después de que el Parlamento rechazara las medidas de austeridad propuestas.
Portugal era el país con menor tasa de crecimiento de la Eurozona: sus industrias se enfrentaron con
precios fuera del mercado, por la mayor competencia de Asia y Europa del Este. A pesar de disponer
de un programa de privatización en curso, éste no fue vigoroso: muchas veces, en lugar de entregarse
a empresarios dinámicos las empresas, se daban a antiguos políticos. Las rígidas leyes laborales,
como la prestación por desempleo, contribuyeron a las dificultades crecientes del país.
Volvamos a Grecia: era imposible que las medidas impuestas pudieran resolver su problema. De
hecho, el problema de austeridad impuesto a este país sólo empeoró la recesión: la economía se
contrajo un 10% entre 2009 y mediados de 2011, el desempleo permaneció alto, y los ingresos
fiscales se redujeron aún más. La intervención externa no fue bien recibida: la UE, el BCE y el FMI
fueron denunciados.
El gobierno de Papandreu intentó combatir la corrupción, pero se enfrentaba a una dura batalla
contra un electorado indiferente. Anunció una reforma del régimen de pensiones del Estado, que
permitía a algunos griegos jubilarse a los 40 años, y decretó que todos los beneficiarios de pensiones
debían ir una vez al año hasta un banco para corroborar que todavía estaban vivos. Se buscó reforzar
la recaudación de los impuestos adeudados al Estado.
Pero no se produjo ningún cambio, ni en la actitud de los evasores de impuestos, ni en la del
gobierno: en la fachada, se asumían los requisitos de autoridad, pero se evitaba administrar las
recetas más dolorosas. La promesa gubernamental de conseguir 50.000 millones de euros a través de
la privatización de activos estatales fue falsa. Para el momento del segundo rescate, no se había
producido ninguna privatización.
El gobierno del PASOK, con su precaria mayoría, no hizo ningún movimiento para instigar reformas
del sistema político, enfureciendo a la gente de a pie, que se negaba a pagar las facturas de servicios
públicos. Uno de cada seis griegos, según Transparencia Internacional, sobornó al gobierno. En
2011, de cinco millones de contribuyentes, sólo 33 admitieron tener ingresos superiores a los
750.000 euros.
a) España había protagonizado una de las historias de éxito de la Eurozona, con la creación de
más de la mitad de los nuevos puestos de trabajo de la UE entre 2000 y 2005, y un retorno a
un nivel de crecimiento de más del 3% entre 1997 y 2007. El problema era que gran parte de
esto dependía de la burbuja inmobiliaria iniciada en 1997 y finalizada en 2007, durante la
cual el número de hogares aumentó en una cuarta parte: la obsesión por la propiedad
inmobiliaria generó el 16% del PBI y el 12% del empleo en su pleno apogeo.
Los precios se dispararon durante este período, lo que obligó a los propietarios de casas
nuevas a asumir excesivos niveles de deuda, justo cuando los bancos españoles ofrecían
préstamos baratos. En 2008, estalló la burbuja inmobiliaria, y el desempleo llegó a un 20,33%
dos años después.
En enero de 2010, España comenzó a introducir medidas de austeridad, intensificadas cuatro
meses después. La frágil economía española logró mantenerse a flote gracias a sus bancos,
que, en septiembre de 2011, poseían 142.000 millones de euro en bonos españoles.
b) Italia tampoco dependía de los inversores extranjeros para colocar sus bonos (la mayoría se
adquirían dentro del país), pero se enfrentaba a deudas de casi 1,9 billones de euros,
equivalente al 120% de su PBI. Desde 1980, los gobiernos italianos mantuvieron gastos
excesivos sin control: la norma fue la de un gran déficit público. Al mismo tiempo, la brecha
norte-sur persistió, la corrupción era corrosiva, y se prestó una atención insuficiente al
desarrollo de infraestructuras, las reformas del mercado, y la inversión en investigación.
Como tercer mayor miembro de la Eurozona, Italia fue considerada demasiado grande para
ser rescatada, y su posición no fue ayudada por su tendencia a anunciar medidas de
austeridad draconianas para aplacar a los mercados, sólo para luego retirarlos. Se temía que la
austeridad acelerase la desaceleración económica, ya que se necesitaban medidas de
liberalización, que amenazaban las posiciones privilegiadas de las grandes corporaciones y
las clases profesionales.
Un momento clave se vivió en octubre
de 2010, cuando los líderes europeos
decretaron que los tenedores de bonos
debían asumir las pérdidas como una
parte integral de los futuros rescates.
Así, se inyectaba riesgo crediticio en el
mercado de deuda soberana de la
Eurozona, y los inversores empezaron
a vender a la baja sus bonos.
Para las autoridades, había que
mantener con vida a Grecia por dos
razones:
1) Cancelar toda la deuda griega
sentaría un peligroso precedente, que los otros países de la Eurozona también podrían
exigir.
2) Los bancos europeos expuestos a la deuda griega quedarían gravemente debilitados, e
incluso en peligro de colapso: si uno caía, se corría el riesgo de crear un efecto cascada. Lo
peor sería la quiebra de un país de la Eurozona, lo que dispararía una pérdida de confianza en
587
la deuda de las otras naciones por parte de los mercados, retirando masivamente la liquidez
de los bancos del sector privado, cuya supervivencia estaría en duda.
En el verano de 2011, era evidente que el rescate de Grecia no daría los resultados previstos. Sin un
segundo paquete de rescate, se dirigía hacia la quiebra. Por eso, se buscó quitarla del apuro a corto
plazo, evitando que el contagio afectase a otros miembros de la eurozona, buscando restaurar la
confianza en los mercados. El plan tuvo tres patas:
Era evidente que los desequilibrios fiscales de las economías más pequeñas de la Eurozona eran
controlables, y había recursos suficientes (y la voluntad política) para rescatarlos. Pero, si el
contagio se extendía hasta llegar a Italia y España, la crisis resultante podría llegar a ser
inmanejable, y el futuro del propio euro estaba en juego.
588
Mientras que Grecia sólo constituía el 2% del PBI de la Eurozona, España e Italia combinadas
representaban el 24%: eran demasiado grandes para ser rescatadas sin que fracase el proyecto del
euro.
La decisión británica de conservar la libra esterlina y mantenerse fuera de la Eurozona terminó
quedando justificada: la exposición de los bancos británicos a la deuda griega era sólo de 2.000
millones de euros, una cuarta parte respecto de sus homólogos franceses y alemanes. Pero, al mismo
tiempo, Gran Bretaña no podía desvincularse de la suerte de la moneda única: la mitad de sus
exportaciones se destinaban a la UE, y la mayor parte de la actividad financiera de la Eurozona se
daba en Londres. Para 2011, este país había asumido obligaciones por 12.500 millones de libras para
ayudar a Grecia, Irlanda y Portugal.
Grecia era vista como el extremo que debía evitarse por el resto de los países. Hay quienes piensan
que Gran Bretaña tiene riesgo de convertirse en una nueva Grecia, pero esto no tiene sentido. Por
ejemplo:
Muchos analistas predijeron que Grecia se vería obligada a quebrar en algún momento. En el otoño
de 2011, el gobierno de Atenas admitió que no sería capaz de cumplir con sus objetivos de déficit
para el año. La troika (UE/BCE/FMI) consideró que esto no era el efecto de la profunda recesión,
sino de que las autoridades no habían hecho lo necesario para reducir el endeudamiento. El enfoque
hacia Grecia se endureció. Mientras tanto, el gobierno griego deseaba evitar mayores medidas de
austeridad.
El continuo fracaso en la recaudación de ingresos fiscales era una importante preocupación: para
junio del 2011, el gobierno sólo había generado el 56,8% de los ingresos fiscales netos previstos para
todo el año, mientras que el gasto público se movía por delante del presupuesto. Finalmente, decidió
imponer un impuesto sobre la propiedad, gestionado a través de las facturas eléctricas, que
comportaría el corte del suministro en caso de impago. Este impuesto debía ser aplicado a todos los
propietarios, sin importar sus circunstancias. La medida convenció a los Ministros de Economía
europeos de liberar el último tramo de la ayuda del primer rescate a finales de noviembre de 2011,
pero, pronto, el gobierno cambió su postura: anunció que no cortaría la electricidad a los morosos sin
antes revisar su situación, cedió ante los sindicalistas, etcétera. Para finales del año, el gobierno del
PASOK cayó.
En Italia, también se produjo un cambio en la jefatura del gobierno, cuando Mario Monti se
convirtió en Primer Ministro en noviembre de 2011. Era un tecnócrata sin lazos políticos, que podría
promover medidas de austeridad. Su programa de austeridad de emergencia preveía el aumento de
impuestos, la reforma de las pensiones y medidas para combatir la evasión fiscal. Otras reformas,
esta vez dirigidas al mercado laboral, se dieron a conocer a principios del 2012, como el
otorgamiento de mayores facilitaciones para contratar y despedir a los trabajadores.
Las medidas de Monti tuvieron repercusiones públicas, y algunas debieron moderarse para conseguir
la aprobación parlamentaria. Los sindicatos también se mantuvieron profundamente reticentes a las
medidas de austeridad. En su informe de 2012 sobre la economía italiana, la CEE criticó el
desempeño del gobierno de Monti, considerando que sus esfuerzos para identificar y recuperar los
impuestos impagados eran todavía insuficientes. En mayo de 2012, el Primer Ministro promovió una
revisión de los gastos para recortar 4.200 millones de euros. La OCDE se mostró crítica, prediciendo
que la economía italiana podría alcanzar un promedio de crecimiento anual de sólo el 0,5% entre
2012 y 2017, la tasa más mediocre de los 41 países encuestados.
El sector bancario europeo, el más grande del mundo, se hallaba peligrosamente expuesto a una
moratoria griega. Ya en octubre de 2011, el grupo bancario belga Dexia (el mayor de su país) se
tambaleaba hacia la quiebra, por su exposición a la deuda soberana de los miembros de la Eurozona
con problemas. Tras ser rescatado en 2008, cuando los gobiernos francés y belga se convirtieron en
sus mayores accionistas, Dexia se acercaba de nuevo a la quiebra, dependiendo extremadamente de
los préstamos a corto plazo, cuando la mayoría eran a largo plazo. Los bancos comerciales dejaron
de prestar a Dexia, y, tras una caída del 42% de sus acciones, éstas fueron paralizadas. El 9 de
octubre de 2011, se anunció un paquete de rescate, por el que el banco era nacionalizado.
La cuestión en juego era más amplia: ¿cómo se podía apuntalar a los bancos vulnerables, en
previsión de un mayor deterioro del entorno económico? Los franceses querían utilizar el FEEF para
590
apoyar a sus bancos, mientras que los alemanes querían que los Estados miembros primero agotasen
sus propios recursos.
El 8 de diciembre de 2011, el BCE tomó el camino del rescate, anunciando que pondría fondos a
disponibilidad de los bancos comerciales a su principal tipo de interés en dos subastas. En la segunda
subasta, se puso en evidencia a los bancos españoles e italianos, que sumaron el 60% de la demanda
y usaron el dinero para comprar bonos del gobierno. En el verano de 2012, el Mecanismo Europeo
de Estabilidad (MEDE), un fondo de rescate permanente creado en 2011, reemplazó al FEEF.
También, se planteó la idea de que el BCE prestase dinero al FMI, para que éste, a su vez, se lo
prestase a los miembros de la Eurozona con dificultades. Estas medidas permitieron comprar tiempo
y evitar una crisis crediticia generalizada, y sirvieron para que los inversores clave dejaran de vender
bonos gubernamentales periféricos, y comenzaran a comprar nuevamente.
Las agencias americanas de calificación de crédito, después de la crisis del 2008, pasaron a ser más
proactivas y críticas ante la crisis de la Eurozona. Las calificaciones negativas aumentaron el riesgo
percibido, y, por lo tanto, el costo del endeudamiento en el mercado de bonos. Portugal y Chipre
pasaron a la categoría de bono-basura, mientras que Francia y Austria perdieron la codiciada
calificación AAA, dejando a Alemania como la única economía importante en la Eurozona que
mantenía una alta valoración. Con esto, la financiación del rescate se hizo mucho más cara. A
medida que avanzaba el tiempo, cada vez más países de la Eurozona caían en calificaciones más
bajas.
El problema griego se negaba a desaparecer. Berlín exigía garantías de que las medidas de
autoridad requeridas se cumpliesen, mientras que el pueblo griego se negaba a doblegarse a
Alemania. En febrero de 2012, el Parlamento griego aprobó una serie de recortes exigidos por la
troika para liberar el dinero del segundo fondo de rescate. Si esto no se hacía, Grecia quebraba. Las
medidas aprobadas, con más de 80.000 manifestantes fuera del edificio, incluían:
a) Una reducción del 22% del salario mínimo.
b) Recorte de 1.100 millones de euros en sanidad, y de 600 millones tanto en defensa como en
pensiones.
c) 150.000 despidos en el sector público para el año siguiente.
La expectativa de la troika de que las medidas de austeridad por sí solas, que hasta ahora habían
golpeado con mayor dureza al sector privado, podrían conducir a Grecia a una situación en que
pudiese pagar por sus propios medios, fue ilusoria. La incertidumbre sobre su futuro desincentivaba
a los inversionistas externos.
Mientras que la troika siguiera rescatando indefinidamente a los griegos, los crecientes problemas
políticos y las dificultades económicas en otros lugares creaban demandas que competían por unos
recursos finitos, y hacían plausible que, más pronto o más tarde, se produjera una quiebra controlada.
En febrero de 2012, tras tortuosas negociaciones, los líderes de la Eurozona aprobaron el segundo
rescate financiero para Grecia, por un valor de 130.000 millones de euros. El acuerdo achicaba la
deuda griega en un 30%, al pedir a los bancos, fondos de pensiones, compañías de seguros y diversos
acreedores privados “aceptar” un recorte del 53,5% en 206.000 millones de euros en bonos, lo que
representaba un 74% de rebaja dada la prolongación de los vencimientos. En marzo de 2012, los
griegos aceptaron la mayor reestructuración de deuda de la historia, con la participación del 83%
de las obligaciones, la que posteriormente se elevó a el 95,7%, después de que el gobierno griego,
592
con permiso de la eurozona, invocase “cláusulas de acción colectiva” retrospectivas, para obligar a
cumplir a los disidentes.
La mayoría de los inversores privados aceptó esta propuesta, ya que la alternativa era no recibir nada.
Superado este obstáculo, la troika accedió a liberar los fondos necesarios para evitar una quiebra
griega.
En teoría, el paquete reduciría la deuda griega al 120% del PBI, y Atenas podría volver a los
mercados financieros en 2015. Pero las dudas no tardaron en surgir: para cumplir este objetivo, se
exigiría a Grecia años de austeridad y contracción, para así lograr una devaluación interna. La
historia reciente sugiere que estas medidas requieren algo más que ser enunciadas, y es difícil
ponerlas en marcha ante un electorado hostil.
Un documento filtrado de la UE concluía que, incluso en el escenario más optimista, las medidas de
austeridad expondrían a Grecia a una recesión tan profunda que sería incapaz salir del agujero de la
deuda. Bajo un escenario alternativo, la economía griega fracasaría, dejando una insostenible deuda
del 160% del PBI en 2020, elevando la perspectiva de necesitar más rescates (el apoyo a ellos
resultaba dudoso).
Los principales indicadores de Grecia les dan la razón a los pesimistas: a fines de 2011, el PBI cayó
un 7%. El desempleo, en un país de 11 millones de personas, aumentó en 126.000 en noviembre de
2011, y empeorará a medida que el gobierno reduzca el sector público.
Como efecto de estas medidas, se desplazó la responsabilidad sobre la odiosa deuda pública al BCE,
que se convirtió en el mayor tenedor de bonos griegos. Esta compra hizo caer en desgracia ante los
alemanes a su máximo responsable, el italiano Mario Draghi, y probablemente resultará
insostenible.
¿Hacia un Grexit?
La posible salida griega de la Eurozona aumento exponencialmente desde las elecciones generales
en mayo del 2012, que generó una parálisis política, puesto a que ningún partido logró la mayoría
absoluta. Los líderes europeos se vieron alarmados por el surgimiento de un partido de izquierda, que
se comprometió a combatir contra las condiciones de austeridad. Este partido, Syriza, quedó segundo
tras Nueva Democracia, un partido de centroderecha, pero los sondeos sugieren que Syriza podría
ganar directamente la primera vez, despertando el fantasma de que Grecia se convierta en el primer
país en salir de la Eurozona. Su carismático líder se propuso deshacerse de las medidas de austeridad,
pero conservando el euro.
La directora-gerente del FMI, Christine Lagarde, avisó públicamente a Grecia que las condiciones
asociadas al rescate no eran negociables, advirtiendo que los nuevos tramos de financiación no
llegarían, y se forzaría a Grecia a la quiebra de su enorme deuda. Para subrayar lo que estaba en
juego, la troika retuvo 1.000 millones de los 5.400 millones de euros del tramo a pagar en mayo. Las
encuestas de opinión demostraban que una clara mayoría de los griegos quería mantener el euro
como moneda, pero muchos no querían pagar el precio impuesto por la troika. Al fin, Nueva
Democracia ganó por un estrecho margen las elecciones de julio.
593
Nueva Democracia quería una ampliación de dos años, hasta 2016 en lugar de 2014, para cumplir
con el requisito de lograr un superávit fiscal (excluyéndolos costos del servicio de la deuda) de 4,5%
del PBI, dando vuelta a un déficit del 5% del PBI en 2011.
Cuando Sarkozy fue reemplazado por el socialista François Hollande, quien insistía que las medidas
de crecimiento debían tener prioridad sobre la austeridad, la inviolabilidad del segundo rescate
griego se puso en cuestión. Hollande viajó a Berlín esperanzado, pero llegó deteriorado, y Merkel se
negó a cambiar sus bases.
El FMI emitió oscuras predicciones sobre el gobierno de Hollande: estimó que el déficit
presupuestario de este país alcanzaría el 3,9% del PBI en 2013, frustrando las proyecciones de
Hollande de que era posible reducirlo al 3%. De hecho, un informe económico de la CEE
consideraba al déficit francés demasiado alto. En este contexto, la competitividad francesa cayó: sus
exportaciones disminuyeron en un 20%.
Para agravar el problema griego, se estaba desarrollando la crisis española, derivada del derrumbe
de su sector inmobiliario, fomentando el mayor desempleo del mundo. En total, los hogares,
empresas y gobierno españoles acumularon deudas externas de cerca de 1 billón de euros, más del
90% del PBI. El gobierno y el sector bancario se esforzaron mucho por pedir prestado. El
rendimiento a diez años de los bonos soberanos alcanzó un 6,6% en mayo de 2012, casi el punto de
inflexión que obligó a Grecia, Irlanda y Portugal a pedir el rescate. Rajoy buscaba evitar caer en esto,
pero los mercados se mantenían muy escépticos. Bankia, una amenazada caja de ahorros y el cuarto
mayor prestamista, fue nacionalizada, pero para ello el gobierno necesitaba 19.000 millones de euros,
que no tenía.
La mayoría de los esfuerzos del gobierno se orientaron a la reducción del déficit presupuestario del
8,9% del PBI, en 2011, al 3% en 2013. La CEE reconoció, en 2013, que le estaba pidiendo a España
que haga demasiado rápido el ajuste, dándole un período de gracia de un año, siempre y cuando el
gobierno abordase la crisis bancaria, mantuviera la responsabilidad presupuestaria, y extendiera la
disciplina a las zonas problemáticas.
En 2012, se le pidió al gobierno español solicitar hasta 100.000 millones de euros para apuntalar a
sus bancos. Como España ya estaba aplicando medidas de austeridad, no se adjuntaron nuevas
condiciones fiscales, permitiendo a Mariano Rajoy presentarlo como una “línea de crédito”. El
rescate estaba limitado al sector bancario. Los mercados mostraron su descontento al ver a este
movimiento como la admisión de que España podría pronto ser excluida de los mercados de bonos, y
a la expectativa de si el dinero tomado podría resultar insostenible sin ayuda financiera exterior.
La parálisis política en torno a la crisis llevo a un frustrado Mario Draghi, presidente del BCE, a
advertir, en mayo de 2012, que su institución no podía llenar el vacío creado por la falta de una
acción decisiva por parte de los Estados miembros, que habían convertido la Eurozona en
“insostenible”.
Chipre, por su gran exposición a Grecia, fue absorbido por la vorágine. Tras haber superado los dos
últimos años gracias a la ayuda rusa, ésta ya no era suficiente, por los crecientes incumplimientos de
Grecia. Su sistema bancario era nueve veces el tamaño de su PIB, con un patrimonio de 157.000
594
millones de euros. Si Rusia no lo rescataba, también era probable que necesite un rescate en un
futuro próximo.
La magnitud con la que las economías de la Eurozona habían divergido en lugar de converger se
puso de manifiesto a partir de los rendimientos de los bonos. Alemania emitía bonos a dos años con
interés cero, mientras que los rendimientos de sus bonos a diez años también estaban en un mínimo
histórico. En cambio, Grecia, el miembro más débil de la Eurozona, fue excluido de los mercados de
bonos, mientras que Irlanda, Portugal, España e Italia tenían dificultades para encontrar compradores
para sus bonos, a pesar de contar con rendimientos más atractivos, porque los inversores no estaban
convencidos de que su dinero estuviera a salvo y fuera abonado al final del plazo. Se llegaba al fin de
los optimistas años de la Eurozona, cuando los bonos soberanos de cualquier país se consideraban
una apuesta segura.
Lo que ningún paquete de rescate puede ofrecer es una solución a las vulnerabilidades estructurales
subyacentes en la UME: la falta de disciplina financiera, los malos niveles de productividad y la falta
de competitividad en algunos Estados de la Eurozona aún persisten, y, aunque los rescates
financieros pongan parches, sólo es una forma de patear el problema para más adelante.
La cumbre del G20 de 2012 puso de relieve la disputa entre los líderes mundiales sobre el delicado
equilibrio de la economía mundial: incluso China e India experimentaron un crecimiento más lento
durante la primera mitad de este año. Mientras tanto, los líderes europeos, sobre todo Merkel, fueron
objeto de intensas presiones para frenar la creciente crisis de la Eurozona. España e Italia estaban en
peligro: sus costos de endeudamiento estaban cerca de ser insostenibles.
Como consecuencia, se acordó que el FEEF y el MEDE podrían comprar sus bonos directamente en
los mercados financieros, sin tener que acompañar los rescates de condiciones adjuntas. La idea era
que, a través de la demostración de la Eurozona de asistir a sus miembros, el coste del
endeudamiento bajaría. Esto fue visto como un paso hacia unos eurobonos a bajo interés, y también
hubo indicios de la concreción de un sistema bancario europeo más integrado, que garantizaría los
depósitos en caso de quiebra de los bancos.
En términos generales, los líderes de la UE querían que el FMI aumentase sus fondos de emergencia
a 456.000 millones de dólares. Mientras las principales economías emergentes se mostraron
dispuestas a compartir, Estados Unidos se negó: creía que los europeos tenían los recursos necesarios
para resolver la situación, pero debían agarrar el toro por las astas.
En junio de 2013, tuvo lugar la Decimonovena Cumbre Europea sobre la Crisis de la Eurozona,
en Bruselas. El clima era pesimista, pero el resultado fue más relevante de lo habitual: Italia y
España, con el apoyo francés, presionaron a Alemania para que hiciera concesiones y generara una
estabilización de la situación actual. Se concretó una serie de avances: ahora, los fondos de rescate de
la Eurozona podían inyectar dinero directamente para recapitalizar los bancos en problemas y
comprar bonos soberanos. Esto se usó para rescatar a los bancos españoles, sin necesidad de
incrementar la deuda nacional de España. Posteriormente, se compraron bonos italianos, para aliviar
los costos de endeudamiento de Roma.
Pese a todo esto, la crisis estaba muy lejos de terminar. Merkel exigió y obtuvo un acuerdo para la
supervisión de los bancos por el BCE, como un paso más hacia una unión bancaria completa, y
595
rechazó vehementemente a los eurobonos. Insistió que el acuerdo representaba compromiso, y que
no habría recompensa sin rendimiento.
El mayor problema es que, económicamente, las soluciones a la crisis de la Eurozonas son obvias,
pero ha faltado la voluntad política para asumirlas, ya que los Estados miembros anteponen sus
intereses nacionales.
596
Las economía europeas y Estados Unidos reflejan la incertidumbre sobre el futuro económico
inmediato, malogrado por una deuda pendiente contraída, en gran medida, durante un período de
optimismo embriagador, que generó grandes riesgos, que se volvieron en contra de sus responsables.
a la de los años treinta. Pero hoy, luego de una intervención gubernamental sin precedentes, el
optimismo ha vuelto.
Un fenómeno complejo, como una crisis económica, es causado por un gran número de factores y
circunstancias. Hay lugar para múltiples explicaciones, que no son necesariamente excluyentes o
contradictorias. Sin embargo, los economistas suelen buscar explicaciones monocausales,
desechando a los otros factores o tomándolos como dato de la realidad, porque no cambian ni pueden
ser explicados.
Más allá de las diferencias en la identificación de la causa remota de la crisis, hay un consenso
respecto a su causa inmediata: el colapso en el valor de las hipotecas subprime, y una variedad de
productos estructurados sobre su base. Este colapso fue provocado por el estallido de la burbuja
inmobiliaria a mediados de 2006, es decir, el comienzo de una tendencia declinante en los precios
de las propiedades. Ahora, ¿qué factor/es causaron la burbuja inmobiliaria? Hay varias posturas:
1) Teoría psicológica: desarrollada por Robert J. Shiller. Para él, la burbuja inmobiliaria fue
sólo la manifestación de una burbuja especulativa de larga data, que tuvo su origen en 1982,
con la era Reagan, y que, a su vez, fue reflejo de un profundo cambio cultural en la
sociedad norteamericana, que promovió el exitismo, la pérdida de valores morales, un
materialismo creciente, y el endeudamiento excesivo de los consumidores.
Para Shiller, la burbuja inició en 1998, y tuvo su pico en el segundo trimestre de 2006. A
comparación de otros booms inmobiliarios, el de 1998-2006 tuvo dos características únicas:
a. Nacional: históricamente, los booms inmobiliarios en Estados Unidos se concentraban
en ciertas regiones, como California o Florida. En esta ocasión, se extendió
prácticamente por todo el país.
b. Global: el boom se manifestó en Australia, Canadá, China, Francia, India, Irlanda,
Italia, Corea del Sur, Rusia, España y Reino Unido.
En Estados Unidos, el boom apareció en escena en 199, cuando hubo aumentos superiores al
10% anual en términos reales en la Costa Oeste. El fenómeno se extendió al año siguiente
hasta el centro del país y la Costa Este, con aumentos similares en Boston y Denver. A partir
de 2001, se sumaron Miami, Minneapolis, Nueva York y Washington. Con los años, el boom
se extendió prácticamente a todas las grandes ciudades del país entre el cuarto trimestre de
1996 y el primer trimestre de 2006, a nivel nacional, el precio de las propiedades aumentó
86% en términos
reales.
Para Shiller, este
aumento no tenía
fundamento
económico: ni el
rendimiento de los
alquileres, ni el
598
Ahora… ¿por qué esta sobreinversión se ubicó en el mercado inmobiliario? Para estos
autores, por la intervención gubernamental.
3) Teoría minskyana: toma las ideas del fallecido economista Hyman Minsky. Uno de sus
discípulos es el ya mencionado Roubini, que predijo la crisis mejor que nadie.
Para Minsky, incluso en la ausencia de shocks exógenos, la economía capitalista es
inherentemente inestable, e inevitablemente desemboca en una crisis. El exceso de crédito es
el mecanismo que empuja a la economía en esa dirección. En ese proceso, los bancos y la
innovación financiera juegan un papel fundamental.
Durante la fase de expansión, los inversores son más optimistas respecto al futuro, y
proyectan rentabilidades por una variedad de proyectos de inversión. Los banqueros son más
adeptos a tomar riesgos, y los subestiman: por eso, son más proclives a financiar proyectos
que antes consideraban demasiado riesgosos.
La tendencia al crédito a expandirse más rápidamente que la economía en su fase de
expansión, y contraerse en la fase de contracción, genera inestabilidad, eventualmente
provocando una crisis financiera. La serie de eventos que llevan a una crisis comienza con un
shock exógeno a la economía, que cambia las expectativas de rentabilidad de uno de sus
sectores. Frente a este desplazamiento, los empresarios se endeudan para aprovechar estas
oportunidades. La tasa de crecimiento de la economía se celera, y el proceso se retroalimenta.
Para Minsky, en una economía hay tres tipos de unidades financieras, según su estructura
de capital:
a. Unidades neutras: pueden cumplir con todas sus obligaciones contractuales con sus
flujos de fondos normales.
b. Unidades especulativas: pueden hacer frente a los intereses de sus deudas con sus
ingresos recurrentes, pero, para pagar el capital, necesitan refinanciar sus deudas y
vender activos.
c. Unidades Ponzi: no generan fondos suficientes para hacer frente a los intereses, y
necesitan vender activos o endeudarse para cumplir con sus obligaciones. Con el
tiempo, su patrimonio tiende a cero.
Según este autor, mientras que predominen las unidades neutras, la economía será estable.
Cuando las unidades especulativas y Ponzi aumentan su peso relativo, mayor será la
probabilidad de que la economía sea inestable. El modelo de Minsky dice que, en un período
de prosperidad prolongada, la economía pasa de un régimen estable a uno inestable, ya que,
en años de vacas gordas, la estructura financiera del sistema capitalista tiende a ser dominada
por los dos últimos tipos de unidades.
Shocks exógenos, como la reducción no anticipada de la tasa Fed Funds de 2001 a 2004, o el
reciclaje de reservas de países
emergentes en el mercado de
bonos, pueden acelerar esta
transición. Cuando las unidades
especulativas y Ponzi dominan la
estructura financiera, cualquier
aumento en las tasas de interés
producirá un colapso. Las unidades
especulativas se convierten en
600
Ponzi, y las Ponzi quiebran. Frente a situaciones de iliquidez, ambos tipos de unidades tienen
que vender activos, lo que provoca una caída en el precio de esos activos, que se
retroalimenta generando una crisis severa.
Estas teorías son difíciles de verificar empíricamente, y no son muy populares entre los académicos.
Hoy, el gran debate entre los macroeconomistas respecto al origen de la crisis es entre dos teorías,
que coinciden en que un exceso de liquidez provocó la caída de las tasas de interés, lo que, a su vez,
promovió el crecimiento de las hipotecas, que alimentó la compra de propiedades y la suba de sus
precios.
La Reserva Federal debe aumentar la Fed Funds Rate cuando el PBI real y la tasa de inflación
exceden su nivel deseado, y reducirla cuando la inflación y el PBI real caen por debajo de ese
nivel.
Pero los parámetros deben ajustarse econométricamente: si la tasa de inflación se incrementara 1%,
la respuesta de la Fed debería ser subir la tasa 1,5%, y, si el PBI cayera 1% debajo de su nivel
potencial, debería reducirla 0,5%.
Desde el año 2000, la Fed redujo la Fed Funds agresivamente: desde un nivel de 6,50%, a principios
de 2001, a 1%, a mediados de 2003. No sólo la bajó, sino que, desde mediados de 2003 hasta
mediados de 2004, la mantuvo en 1%, su nivel más bajo en cuarenta y cinco años. A partir de
entonces, comenzó a aumentarla gradualmente, hasta llegar a un poco más del 5% a principios de
601
2006. De esta manera, la Fed Funds se mantuvo por debajo de lo que hubiera sugerido la Regla de
Taylor. No se trató de una desviación menor, sino de la más grande desde la década de los ochenta.
Pero la Fed Funds es una tasa
de interés de corto plazo, y las
hipotecas son préstamos a largo
plazo. ¿Cuál es la conexión?
En una economía como la de
Estados Unidos, donde los
intermediarios financieros son
tan importantes, la tasa a corto
plazo es un determinante clave
del nivel de liquidez del
mercado de capitales. Además,
la Fed Funds determina la tasa
LIBOR (a la cual los bancos se
prestan entre sí), que, a su vez, era la tasa de referencia para las hipotecas con tasa de interés
ajustable, que, en 2006, representaban cerca del 80% de las hipotecas del segmento subprime, que
fue el que más creció durante el período de acceso monetario.
Para Taylor, la política monetaria seguida por la Fed a finales de 2001 no sólo afectó las tasas de
interés de corto plazo, sino también su estructura temporal. Las tasas de largo plazo dependen de la
trayectoria esperada de las tasas a corto plazo, que son determinadas por el Banco Central como
respuesta a la evolución de la economía. Durante los años ochenta y noventa, cuando la Fed subía la
Fed Funds, las tasas de largo plazo aumentaban de manera casi proporcional, pero esto no sucedió a
partir de 2004:
Como consecuencia de que la Fed Funds había estado muy por debajo del nivel establecido por la
Fed sobre la base de la experiencia histórica, teniendo en cuenta la evolución esperada de la
inflación y el crecimiento, el mercado interpretó que la Fed Funds sería menos sensible a cambios
de la inflación futura, y, por ende, también lo serían las tasas de largo plazo.
El aumento más grande de la tasa de interés a largo plazo hubiera podido mitigar el boom de las
propiedades, aún con la trayectoria seguida por la tasa Fed Funds.
¿Qué había motivado a la Fed a seguir esta política monetaria expansiva? Según Taylor, el miedo a
que la economía, post crash tecnológico y ataques del 11 de septiembre, entrara en deflación. El
exceso monetario aceleró la formación de la burbuja inmobiliaria. Para este economista, si la Fed
hubiera aplicado su regla, no habría habido una burbuja inmobiliaria, y, por ende, tampoco hubiese
ocurrido la crisis. Además, la política monetaria afectó directamente la subestimación de riesgos por
parte del mercado.
602
A partir de 1991, el déficit de cuenta corriente de Estados Unidos entró en una trayectoria
ascendente, que llegó a su punto máximo a fines de 2005, cuando representó el 6,4% del PBI.
Durante quince años, la economía norteamericana consumió más de lo que producía. El déficit fue
inicialmente financiado por Europa y Japón, pero, a partir de 1997, por China, otros países
emergentes de Asia y los grandes productores de commodities. Para buscar el origen de ese déficit,
debemos buscar su origen fuera de Estados Unidos, en un desequilibrio entre el ahorro y la inversión
a nivel global.
El déficit de cuenta corriente de Estados Unidos era el reflejo del superávit de China: a partir de fines
de los noventa, se generó una relación simbiótica entre ambos países: China facilitó la
irresponsabilidad fiscal de Estados Unidos, e infló la burbuja inmobiliaria.
¿Cómo sucedió esto?
Desde fines de los
noventa, China
experimentó un influjo
masivo de capitales y
superávits crecientes
en su balanza
comercial. Este influjo
debería haber
provocado una
revaluación de su
moneda, el yuan. Pero
el gobierno chino
nunca permitió que el mercado cambiario funcionara libremente, e invirtió sus reservas en bonos de
Estados Unidos. Esto contribuyó a la caída de las tasas de interés de largo plazo, a pesar de que el
déficit fiscal norteamericano aumentaba. Las bajas tasas de interés, a su vez, inflaban la burbuja
inmobiliaria, que no sólo llevó a un crecimiento en el sector de la construcción, sino, también, a una
expansión del consumo: los consumidores extraían en efectivo el aumento del precio de las
propiedades.
Supongamos que una persona había comprado una propiedad en 1999 a $200.000, pagando $40.000
y financiando el 80% restante con una hipoteca de $160.000. Supongamos que, cinco años más tarde,
el valor de mercado de la propiedad aumentaba a $250.000: el propietario podría refinanciar la
hipoteca original con ora por el 80% del nuevo valor de la propiedad, es decir, $200.000. Esta
refinanciación generaba $40.000 en efectivo, que se trasladaba a bienes de consumo, muchos de los
cuales eran producidos en China. Entre 2002 y 2006, el 60% de las nuevas hipotecas otorgadas
fueron utilizadas para refinanciar existentes. En ese período, anualmente, los consumidores
“extrajeron” efectivo por $771.000 millones del valor de sus propiedades. Alrededor de un tercio de
esta suma fue volcada directamente al consumo, bienes importados, muchas veces, de China caída
de la tasa de ahorro en Estados Unidos + superávit comercial.
Una interpretación diferente, pero en la misma línea, es que el rápido crecimiento de China y otros
países emergentes a partir de fines de los noventa, y el aumento del precio de los commodities a
partir de 2003, provocó una reorientación de los flujos de capital desde esos países hacia los
604
Estados Unidos, a causa de la falta de desarrollo relativo de su sistema financiero. Estos países
debían invertir su creciente riqueza en instrumentos financieros líquidos y de bajo riesgo,
denominados en dólares. Optaron, para ello, por los bonos del Tesoro de Estados Unidos.
A esto hay que agregarle las compras de los países exportadores de petróleo. Las tenencias de bonos
norteamericanos por parte de extranjeros aumentaron significativamente a partir de 1998,
duplicándose entre 2002 y 2007. En particular, las tenencias de China se quintuplicaron.
Como consecuencia directa de este influjo de ahorros en los mercados de capitales globales, cayó la
tasa real de interés, lo que generó un boom en los mercados de activos de Estados Unidos y otros
países, especialmente en el sector inmobiliario: como las tasas de interés eran bajas, los inversores
norteamericanos fueron alentados a tomar más riesgo inmobiliario, lo que alimentó la demanda de
títulos garantizados con hipotecas subprime. Esto redujo aún más el costo de financiamiento de estas
hipotecas.
A mediados de 2005, Greenspan negaba que existiera una burbuja inmobiliaria a nivel nacional, y
creía que la economía automáticamente corregiría sus desequilibrios. De igual forma, aún si hubiera
aceptado que existía una burbuja inmobiliaria, probablemente no habría cambiado la política
monetaria, ya que el principio de la Fed bajo su liderazgo era no pinchar burbujas especulativas: lo
único que debía hacer el banco central era contener la inflación. Eran los inversores quienes sabrían
mejor si el precio de un activo financiero estaba inflado o no.
Según Taylor, el problema con la teoría de Greenspan es que la evidencia empírica la contradice:
Durante la primera década del milenio, la tasa de ahorro global fue más baja que en los
setenta y los ochenta.
Sí hubo un exceso de ahorro en los países emergentes, pero éste fue compensado por un
desahorro en Estados Unidos y el resto de los países industrializados nulifica su impacto
sobre la tasa de interés a largo plazo.
El ex titular de la Fed coincide en que
las bajas tasas de interés alimentaron la
euforia especulativa, pero considera que
la tasa de interés relevante no es la Fed
Funds Rate, sino la tasa de interés fija
de las hipotecas de largo plazo, y,
aunque históricamente la correlación
entre ambas tasas había sido muy alta,
entre 2002 y 2005 llegó a ser
insignificante.
Por la desconexión entre ambas tasas, Greenspan argumenta que, aunque hubiera aumentado la Fed
Funds Rate de manera más agresiva a partir
de 2003, no podría haber evitado la
creación de una burbuja inmobiliaria. Para
Ocampo, este argumento tiene fallas: la
supuesta desconexión entre la Fed Funds y
605
la tasa de las hipotecas quizá se dio en el sector prime, pero no en el subprime, que fue el que más
creció durante la burbuja: entre 2004 y 2007, entre el 70% y el 80% de las hipotecas subprime
tenían tasa de interés ajustable, basada sobre la tasa LIBOR, que, a su vez, estaba altamente
correlacionada con la Fed Funds.
Mientras que los académicos debaten si la
crisis fue causada por el exceso de ahorro Factores
global o la política de la Fed, el consenso del previos
mercado es que ambos factores operaron
simultáneamente: había ciertos factores, que
datan de hace décadas, que contribuyeron a
Burbuja
provocar la crisis. Pero es indudable,
inmobiliaria
también, que la Reserva Federal tuvo un rol
Política
fundamental, por dos cosas: monetaria
de la Fed
a) Su impacto sobre las tasas de
interés y la liquidez del sistema
financiero.
b) La falta de regulación sobre las expectativas del mercado.
Todo indica que la política monetaria de Greenspan, a partir de fines del 2001, actuó como un
agente catalizador, que potenció las consecuencias adversas de la interacción de muchos factores,
que, por sí solos, no podrían haber provocado una burbuja.
generalmente debe pagar en efectivo el 20% del valor de la propiedad a ser adquirida. Esto le
da cierto margen de seguridad a la hipoteca, que financia el 80% restante el precio de las
propiedades debe caer más de un 20% para que los deudores tengan un incentivo para dejar
de pagar sus hipotecas.
Tradicionalmente, cuando un banco o compañía de ahorro o préstamo otorgaba una hipoteca,
ésta quedaba en su cartera hasta su vencimiento. Esto comenzó a cambiar en los años setenta:
el aumento de las tasas de interés nominales puso en problemas a las entidades que otorgaban
las hipotecas, que tenían que financiar activos a treinta años, a tasas bajas, con depósitos a
corto plazo, a los que tenían que pagar tasas de interés más altas primera crisis
hipotecaria.
3) ¿Quiénes financiaban las hipotecas? En una primera etapa, quienes adquirieron este rol
fueron dos entidades cuasipúblicas:
► Federal Home Loan Mortgage Corporation , o Freddie Mac, creada por Roosevelt en
1938.
► Federal National Mortgage Association, o Fannie Mae, establecida por el Congreso
para 1968.
Ambas entidades cotizaban en Bolsa, pero cumplían una misión pública, por lo que eran
consideradas entidades patrocinadas por el gobierno: buscaban promover la liquidez, la
estabilidad y el acceso al mercado hipotecario. Para eso, contaban con una exención
impositiva y una garantía implícita del gobierno federal, que, como les permitía
financiarse a tasas de interés más bajas, esto equivalía a un importante subsidio anual.
Fannie Mae y Freddie Mac funcionaban como entidades financieras de segundo piso: no
otorgaban hipotecas directamente, sino que las compraban en el mercado secundario a
bancos, cooperativas de crédito, compañías de ahorro y préstamos, etcétera.
Para desarrollar el mercado secundario de hipotecas, Fannie y Freddie comenzaron a titulizar
de manera primitiva las hipotecas que mantenían en cartera: transformaban un activo ilíquido
en un título líquido, es decir, un instrumento financiero que podía ser comprado y vendido
fácilmente en el mercado de capitales. La titulización consistió en la creación de
fideicomisos, que emitían bonos garantizados por miles de hipotecas individuales.
Estos bonos eran los títulos garantizados por hipotecas, o MBS. El término MBS define
tanto al fideicomiso que emite los bonos, como a los bonos mismos. Lo usamos para
referirnos a cualquier título respaldado por una cartera de hipotecas.
Aunque su riesgo crediticio era prácticamente nulo (porque las hipotecas estaban garantizadas
implícitamente por el gobierno), los MBS primitivos tenían otro riesgo: la probabilidad de
que uno o más deudores refinanciaran sus hipotecas antes de su vencimiento, por ejemplo,
mudándose o vendiendo la propiedad.
El escenario que más preocupaba a los inversores era el de la caída de las tasas de interés: si
la tasa original de la hipoteca era 10%, y tres años después las tasas de interés caían a 6%,
era posible que fuera refinanciada, es decir, que el deudor la cancelara sacando una nueva
hipoteca a una tasa más baja. Para el inversor, éste es el peor escenario: justo cuando bajan
las tasas, recibe todo el capital. Además, lo recibe cuando es más difícil conseguir un buen
rendimiento para sus inversiones.
607
Sigamos con el último tema: los bonos, especialmente aquellos sin riesgo crediticio, son los
instrumentos financieros más fáciles de valuar: su precio se calcula descontando sus flujos futuros
(intereses y capital), a una tasa de descuento que refleje su riesgo. Cuando aumenta la tasa, cae el
precio, y viceversa.
Esto no sucedía con los MBS, porque las hipotecas subyacentes tienen una opción call incorporada:
le otorga a su comprador el derecho, pero no la obligación, de comprar un activo a un precio y fechas
determinadas. Así, el deudor puede recomprar (cancelar) su hipoteca cuando quiera, algo que hará
en ciertas circunstancias, como si vendía la propiedad, o podía obtener una nueva hipoteca a tasas
más bajas.
El mercado de hipotecas, que inicialmente no tuvo mucha aceptación, tuvo una transformación
radical a mediados de 1983, cuando dos innovaciones financieras transformaron la economía y los
mercados financieros de Estados Unidos. Sus promotores fueron Michael Milken, el creador de los
llamados “bonos basura”, que permitieron financiar las megaadquisiciones de la década de los
ochenta, y el otro fue Lewis Ranieri, quien transformó los MBS primitivos en bonos atractivos
para los inversores, a los cuales bautizó con el nombre de obligaciones hipotecarias garantizadas
(CMO).
Los MBS de Ranieri fueron una de las innovaciones financieras más exitosas de la historia, que, en
dos décadas, se convirtieron en el segmento más importante del mercado de crédito de Estados
Unidos. El primer CMO fue lanzado al mercado en 1983, y tuvo éxito por haberse hecho en el
momento y el lugar adecuado: el advenimiento de Reagan a la presidencia de Estados Unidos
coincidió con la caída de las tasas nominales de interés y la expansión de la economía
norteamericana. En gran medida gracias a Ranieri, el sector de la construcción fue uno de los más
beneficiados de la expansión.
Mientras que los MBS primitivos distribuían de manera prorrata los flujos de intereses y capital de la
cartera de hipotecas que los garantizaban, los CMOs transformaron estos flujos en bonos con tasa,
plazo y estructura de amortización diferentes: los flujos de fondos generados por una cartera de
hipotecas son incorporados a un fideicomiso, y luego asignados por tramos o clases con cupones,
prioridad de repago y perfil de riesgo diferentes.
En la versión original, había cuatro clases: la superior tenía un cupón fijo y prioridad sobre las
amortizaciones de capital: cualquier flujo originado por la refinanciación de las hipotecas
subyacentes era aplicado a esta clase. Las clases inferiores también tenían un cupón fijo, pero no
recibían flujos de capital hasta que la clase inmediatamente superior no fuese completamente
repagada. La última clase, conocida como bono Z, sólo recibía flujos luego de que las clases
superiores hubieran sido completamente repagadas. Estos tramos luego eran vendidos a distintos
tipos de inversores, como bonos individuales.
608
Los CMO
transformaron una
cartera de hipotecas
con un vencimiento
incierto en una serie de
bonos individuales,
con un vencimiento
acotado con un alto
grado de probabilidad.
Por ejemplo, en un
CMO con tres clases,
la primera se
amortizaba
completamente entre cinco y siete años, la segunda entre siete y quince, y la tercera, entre quince y
treinta. Por todo esto, se popularizaron rápidamente, sobre todo tras una reforma impositiva en
1986.
La complejidad de los CMO atrajo a Wall Street a docenas de académicos en economía y ciencias
exactas. Su misión era desarrollar modelos cuantitativos para valuar correctamente los MBS, y
contribuir a que sus empleadores ganaran enormes cantidades de dinero haciendo arbitrajes.
Al darle más liquidez al mercado de hipotecas, la titularización permitió a los bancos pasar de un
modelo de originar y guardar hipotecas a uno de originar y venderlas. Así, podían liberar capital
para originar nuevas hipotecas. Hay quienes dicen que esto causó la crisis: el banco que origina la
hipoteca no es el que la termina financiando, y, por lo tanto, no tiene los incentivos para poder
asegurarse que el deudor la vaya a repagar. Podemos decir dos cosas al respecto:
1) La titulización existe hace casi tres décadas, por lo que, por sí sola, no puede explicar la
crisis. Pero es cierto que la titulización de hipotecas subprime es un fenómeno reciente, y la
evidencia sugiere que la relativa facilidad con que se realizó contribuyó a una caída en su
calidad crediticia.
2) Muchos de los bancos que originaban hipotecas subprime eran los mismos que después
las titulizaban, lo que mitiga el problema antes descripto. Incluso las hipotecas suprime de
menor calidad crediticia fueron originadas por estas instituciones.
Con el paso del tiempo,
la titulización se
aceleró y expansió a
otros tipos de
préstamos al consumo,
creando un mercado
gigantesco de títulos
garantizados con
activos o ABS. En
2005, el 68% de las
hipotecas originadas en
609
Estados Unidos fueron titulizadas, y aproximadamente un 40% de ellas fueron titulizadas por Fannie
Mae y Freddie Mac, y el resto por bancos del sector privado.
A las hipotecas subprime también les llegó el turno de la titularización. Para entender esto, primero
hay que entender qué es una hipoteca subprime. En el mercado de hipotecas de Estados Unidos, hay
una distinción entre:
a) Prime: representan casi el 75% del ¿Qué es el riesgo crediticio? Un indicador
mercado de hipotecas. Tiene que se mide por una serie de variables como
prácticamente cero riesgo crediticio, e el nivel de documentación, el puntaje FICO,
incluye las hipotecas convencionales, la relación entre el monto de la hipoteca y el
que conforman con los criterios de valor de la propiedad, y los ingresos del
originación de Fannie y Freddie. deudor.
b) No prime: incluye a las Alt-A y a las
subprime:
► En las primeras, aunque el deudor podría clasificar como prime por su nivel de
ingreso, existen otros factores de riesgo, como que la propiedad hipotecada no sea
ocupada por su dueño.
► Las subprime son otorgadas a individuos con mala historia crediticia, y su monto
representa un porcentaje alto del valor de la propiedad y los ingresos del deudor.
A partir del año 2000, el volumen
de hipotecas aumentó
vertiginosamente, triplicándose
entre 2001 y 2003, y luego
manteniéndose constante entre
2004 y 2006. Pero lo
verdaderamente novedoso fue el
crecimiento de los sectores Alt-A y
subprime, especialmente de esta
última categoría, que, hasta
entonces, no había representado
más del 5% del volumen total de
hipotecas, pero ahora alcanzaba el
20% del total.
Se estima que, a mediados del 2008, entre el 12 y el 14% de todas las hipotecas originadas en
Estados Unidos eran subprime, es decir, entre $1.200 y $1.500 millones. Entre 2000 y 2006, este tipo
de hipotecas financiaron la compra de entre 5 y 6 millones de propiedades (un 10% del total de
propiedades hipotecadas en Estados Unidos).
A pesar de esto, continuaban siendo un segmento relativamente insignificante del mercado: el
volumen de hipotecas subprime sólo representaba el 3% del total de la deuda privada en Estados
Unidos. Esto nos lleva a preguntarnos, nuevamente: ¿cómo su colapso provocó una debacle
financiera a nivel mundial?
EL FENÓMENO SUBPRIME:
610
El estallido de la burbuja de Internet no provocó una crisis sistémica, por dos causas:
La crisis fue una tormenta perfecta: todas estas circunstancias confluyeron entre sí, cuando, por sí
solas, tendrían menos impacto. Todos estos factores ocurrieron de manera casi simultánea,
retroalimentándose mutuamente.
Empecemos con la intervención gubernamental: la politización del sector de las hipotecas es
considerable en Estados Unidos. La ampliación del número de propietarios se convirtió en un
objetivo explícito de varios gobiernos, incluyendo al de Bush (hijo), cuyo objetivo declarado era que,
para fin de la década, más de cinco millones de norteamericanos se convirtieran en propietarios.
Esto se hizo tangible con
varios subsidios: el más
obvio fue el que los
intereses de las hipotecas
sean deducibles del
impuesto a las ganancias.
Estos beneficios impositivos
explican, en parte, por qué
Estados Unidos tiene uno de
los niveles más altos de
hipotecas en relación al
PBI. Pero el problema es que, también, incentivan la compra de propiedades por motivos
especulativos, y una masiva sobreinversión en el sector inmobiliario, que no tiene demasiados
efectos sobre la productividad de la economía.
Estos subsidios existen hace décadas, y, además, son menos relevantes para los deudores de menos
ingresos. Por eso, no permiten explicar el crecimiento de las hipotecas subprime a partir del milenio.
Otra influencia del gobierno, más indirecta, tuvo mayor impacto: a partir de 1992, el Congreso
presionó a Fannie Mae y Freddie Mac para aumentar la proporción de hipotecas subprime en sus
carteras.
612
a 8,6%, en 2007, con su punto mínimo en 2004 (7,3%) el mercado no parecía percibir el aumento
del riesgo de las hipotecas.
Por otro lado, la mayoría de las hipotecas subprime y Alt-A otorgadas a partir del año 2000 tenían
una estructura de amortización híbrida (a diferencia de lo que sucedía en el segmento prime,
donde la mayoría de las hipotecas tenían tasa fija). Estas hipotecas tenían una tasa inicial
artificialmente baja, que, después de 2 o 3 años, se ajustaba de acuerdo a una tasa de referencia
(generalmente relacionada con la tasa LIBOR). Como en el período 2001-2005 las tasas de interés
fueron las más bajas desde la década del setenta, la tasa inicial de estos préstamos también fue
históricamente baja.
Una estructura híbrida muy utilizada entre 2001 y 2006 en el segmento subprime fue la estructura de
sólo interés: los préstamos no amortizaban el capital por los primeros tres o cinco años, lo cual
bajaba significativamente la cuota mensual. Pero, después de este período, la cuota aumentaba
considerablemente, para amortizar el capital en los años restantes. En 2005, el 27% de las hipotecas
subprime y el 39% de las Alt-A tenían una estructura similar aumento significativo de la cuota
mensual luego de un período inicial.
Si la tasa LIBOR permanecía constante, una hipoteca interest-only por $225.000 generada en 2006
tendría un aumento de la cuota de un 18% al cabo de dos años, y 14% a los dos años y medio, al
momento de fijar la tasa para dos años restantes. Para un deudor subprime, si no eran acompañados
por un aumento de sus ingresos, ajustes de esta magnitud podían ser significativos, dificultando el
pago de la cuota mensual.
Esto era un incentivo para que el deudor refinanciara su hipoteca antes del ajuste de la tasa, pero,
en el segmento subprime, casi el 80% de las hipotecas tenían una cláusula que penalizaba su
refinanciación, representando alrededor del 4 o el 6% del saldo de la hipoteca para los deudores
subprime. Teniendo en cuenta que la hipoteca subprime promedio era de alrededor de $200.000, esta
penalidad significaba unos $10.000, una suma muy importante para una persona de bajos ingresos.
En cambio, a los deudores prime no se los penalizaba.
En una hipoteca prime, el deudor tiene dos opciones:
1) Put: si el valor de la propiedad cae por debajo del monto de la hipoteca, el deudor puede
entregar la propiedad al banco para cancelar su deuda.
2) Call: puede refinanciar su hipoteca, si consigue mejores condiciones.
En el caso de las hipotecas subprime, esta opción se transfiere del deudor al banco: es este último
quien decide si quiere refinanciar o no. Por eso, las hipotecas subprime eran mucho más sensibles a
los movimientos en los precios de las propiedades. Al diseñar las hipotecas subprime de esta manera,
los banqueros acortaron su plazo: lo que era una financiación a treinta años, pasó a ser una a dos o
tres años esto nunca tiene éxito, sobre todo cuando suben las tasas de interés, porque, en algún
momento, el rendimiento de los activos a largo plazo no alcanza a compensar el costo de financiarlos
a corto plazo.
Muchos individuos que contraían hipotecas subprime ignoraban que se exponían a un riesgo de tasa
de interés, y, aunque lo hubieran sabido, no les importaba verdaderamente ese riesgo: después de
614
todo, las propiedades aumentaban de precio todos los años (lo habían hecho desde 1991 hasta 2006,
incluso durante la recesión de 2001).
El origen de la irresponsabilidad de los bancos proviene de los máximos niveles de la Administración
Bush: la premisa fundamental detrás de las hipotecas era que los precios de las propiedades
seguirían aumentando, y que tanto deudores como acreedores se beneficiarían de esa suba. La
valorización de las propiedades fue la base para refinanciar las hipotecas cada dos o tres años. Entre
1998 y 2006, el esquema funcionó sin problemas: los precios de las propiedades aumentaban, y casi
el 50% de las hipotecas subprime fueron refinanciadas dentro de los primeros cinco años.
Pero había un problema: las hipotecas subprime y los instrumentos que resultaron de su titulización
eran unidades Ponzi: sólo podían repagar sus obligaciones vendiendo activos. Y, como vimos,
según Minsky, cuanto mayor la proporción de estas unidades en el sistema, mayor será la
inestabilidad financiera.
enorme influencia, regula y supervisa actividades que controlan menos de un tercio de todos los
activos financieros del sistema.
El marco regulatorio de la actividad financiera en Estados Unidos estaba totalmente fragmentado:
existen diez agencias a nivel federal, y casi cien a nivel estadual, que regulan distinto tipo de
entidades. Es decir, a diferencia de lo que sucede en la mayoría de los países, no existe un único
regulador, y, además, las agencias reguladoras compiten entre sí: las entidades financieras pueden
elegir a su regulador al elegir su forma de incorporación.
Este marco regulatorio provenía del fuerte sesgo cultural en contra del poder del gobierno central que
existe en Estados Unidos. Supuestamente, el marco regulatorio se rige por el concepto de regulación
funcional: la misma actividad es regulada de manera similar independientemente de la agencia
regulatoria que tenga jurisdicción sobre la entidad que la lleva a cabo. Supuestamente, las agencias
coordinan sus actividades y comparten información. Pero esto no sucede en la práctica.
Para Greenspan, un regulador único tendería a suprimir la toma de riesgo, mientras que un sistema
con múltiples supervisores impone límites sobre esta propensión. Obviamente, las entidades
financieras también preferían este sistema: les da la posibilidad de optar entre diferentes agencias
reguladoras, según lo que les convenga.
Los bancos comerciales nacionales eran regulados por:
a) La Reserva Federal (Fed): fundada en 1913, es un organismo autárquico e independiente,
cuya misión es mantener la estabilidad financiera y contener la inflación.
b) La Federal Deposit Insurance Commission (FDIC): creada en 1933 por la Ley Glass-
Steagall, es una agencia independiente del gobierno federal, que garantiza los depósitos de los
bancos
c) La Office of the Comptroller of the Currency (OCC): es una agencia del Departamento del
Tesoro, creada en 1863, que autoriza a la incorporación de los nuevos bancos nacionales, y
regula y supervisa su actividad, así como la de las sucursales de los bancos extranjeros.
Como en Estados Unidos hay un sistema de incorporación dual, si un banco comercial se incorpora
a nivel estadual, y casi el 70% de los bancos eligen esta opción, el principal organismo de
supervisión y regulación no es la OCC, sino la autoridad regulatoria del estado de incorporación. Así,
las entidades pueden evitar una intervención regulatoria federal.
A su vez, las compañías de ahorro y préstamos a nivel nacional, que originaron la mayoría de las
hipotecas subprime, eran reguladas por la Office of Thrift Supervision (OTS), una agencia federal
dependiente del Departamento del Tesoro; mientras que los bancos de inversión, los agentes
bursátiles y las Bolsas de Valores eran controlados y supervisados por la Securities and Exchange
Commission (SEC).
Supuestamente, Fannie Mae y Freddie Mac eran controladas por la Office of Federal Housing
Enterprise Oversight (OFHEO), una agencia perteneciente al Departamento de Vivienda y
Desarrollo Urbano, cuya misión era promover la propiedad de la vivienda. El nivel de supervisión
era bastante deficiente, y la agencia no seguía los mismos criterios que la Fed y la OCC.
A nivel estadual, las empresas aseguradoras eran reguladas por Comisionados de Seguros Estatales,
pero no tenían supervisión a nivel federal. Los mercados de acciones y bonos estaban bajo la órbita
616
de la SEC, mientras que los de derivados listados en una Bolsa de Valores estaban bajo la
jurisdicción de la Commodities Futures Trading Commission (CFTC).
Un importante sector del sistema financiero no tenía supervisión o regulación alguna: os
derivados que cotizaban fuera de la Bolsa de Valores no tenían regulación, ni tampoco los hedge
funds, que, a fines de 2006, controlaban casi el 30% del total de los activos del sistema bancario.
También estaban exentas de regulación federal las empresas aseguradoras de riesgo, que eran
reguladas por el comisionado estadual de seguros. El negocio de estas empresas era vender pólizas
de seguro de crédito, es decir, garantizar el pago en tiempo y forma del capital e intereses de bonos.
Al comenzar la crisis, estas
compañías garantizaban activos
por más de 3 trillones, con sólo
25.000 millones de capital.
Así, había un sistema financiero
paralelo, que controlaba un nivel
de activos financieros incluso
superior en tamaño al del sistema
bancario regulado por la Fed, pero
que operaba con más
endeudamiento y menos
regulaciones. Por su alta exposición al mercado de las hipotecas, su alto apalancamiento y su
dependencia de financiamiento a corto plazo, el impacto de la crisis sobre el sistema financiero
paralelo fue aún más devastador.
Fuera de la pasividad de la Fed, hubo otras fallas gubernamentales entre 2001 y 2006 que ayudaron a
generar la crisis:
La actitud permisiva de la OTS, que no intervino las entidades que otorgaban hipotecas
subprime.
La pobre supervisión de Freddie Mac y Fannie Mae.
La desregulación del mercado de los derivados que cotizaban fuera de la Bolsa de
Valores (OTC).
La decisión de la SEC
de permitir que los
grandes bancos de Wall
Street se endeudaran
excesivamente.
La falta de control
sobre las agencias
calificadoras de riesgo.
Veamos el primer fallo
regulatorio: en 2002, cuando
comenzó a acelerarse el
crecimiento de las hipotecas
subprime, casi el 70% del
617
volumen estaba dominado por instituciones bancarias supervisadas por la Fed y la OCC. Esto cambió
al año siguiente, con la ampliación de la participación de las compañías de ahorro y préstamo y los
originadores independientes.
Con la aceleración de la burbuja, la estructura de la industria de originación fue cambiando: en 2006,
de los veinticinco mayores originadores de hipotecas subprime y Alt-A, casi el 80% eran entidades
sujetas a regulaciones laxas: entidades afiliadas a bancos comerciales o de inversión que no estaban
sujetas al mismo nivel de regulación que sus compañías holding, y compañías de ahorro y préstamo u
originadores independientes, que tenían a la OTS como principal regulador.
Bajo la dirección de James
Gilleran, la OTS adoptó una
actitud cada vez menos Un tipo de estructura híbrida de amortización muy
intervencionista sobre las utilizada era el 2/28: dos años de tasas de interés
entidades que debía controlar. fijas, a niveles bajos, que se ajustarían al finalizar el
Mientras las compañías de segundo año, a niveles mucho más altos de la tasa de
ahorro expandían sus hipotecas interés del mercado, que se pagarían en los
subprime con estructuras veintiocho años siguientes.
impagables, aún cuando las
irregularidades eran evidentes, la
OTS no intervino. Una de las
innovaciones aprobadas por Gilleran era la introducción de la estructura de amortización híbrida. En
2004, cuando el crecimiento de este tipo de hipotecas estalló, Gilleran declaró que su objetivo era
permitir que las compañías de ahorro y préstamo operen con un amplio grado de libertad de la
intrusión regulatoria. Cuando el mercado comenzó a caer, en 2006, las reservas de las entidades
reguladas por la OTS llegaron a sus niveles mínimos de las últimas dos décadas.
Para las compañías de ahorro supervisadas por la OTS, las estructuras híbridas de amortización
habían sido el combustible que alimentó su crecimiento y sus ganancias durante el período de
euforia. En 2006, el pico de la burbuja inmobiliaria, estas entidades otorgaron 255.000 millones de
dólares en hipotecas con este tipo de estructuras. Un importante número de las hipotecas conferidas
se entregaban sin siquiera verificar que los deudores pudieran pagar la cuota mensual.
A finales de 2005, la OCC finalmente advirtió sobre los riesgos de este tipo de hipotecas, y presionó
a otras agencias reguladoras para establecer en conjunto ciertos criterios, para asegurarse de que los
deudores tuvieran suficientes ingresos para pagarlas. Para ese entonces, Gilleran había renunciado a
su cargo, pero la OTS resistió esta iniciativa: su nuevo director, John M. Reich, advirtió contra los
peligros de una intervención excesiva. Otras agencias reguladoras también se opusieron. La Fed
adoptó una postura neutra: para Greenspan, la función de los reguladores era asegurarse de que los
bancos manejaran adecuadamente sus riesgos, y no intervenir directamente en las operaciones.
Sólo la intervención del Congreso, en septiembre de 2006, logró que los criterios propuestos por la
OCC fueran adoptados por el resto de las agencias reguladoras. Pero ya era demasiado tarde: una de
las compañías de préstamo y ahorro más activas anunció públicamente que, de haber adoptado estos
criterios, habría rechazado un 89% de las solicitudes de hipotecas de 2006, y 83% de las de 2005.
618
La débil supervisión y control de las entidades que originaban hipotecas subprime también facilitó el
fraude. En muchos casos, las entidades financieras fueron víctimas: cometían errores en el análisis
crediticio, o no aplicaban correctamente criterios elementales para otorgar un crédito hipotecario. Por
eso, las estructuras de amortización agresivas fueron usadas fraudulentamente por algunos deudores.
Pero también hubo fraude a nivel de los bancos, facilitado por la poco estricta supervisión de la OTS.
La culpa no fue exclusivamente de la OTS: a fines de 2007, entre los diez primeros originadores de
hipotecas subprime se encontraban entidades reguladas por la Fed, la SEC y la OCC. Ninguna de
estas agencias intervino para moderar el explosivo crecimiento de su negocio de hipotecas subprime.
Estas innovaciones (los ABS, los CDOs y los CDS) contribuirían a acelerar y profundizar la crisis
desatada en 2008. En interacción con otros factores, hicieron que la conexión entre el estallido de
la burbuja inmobiliaria y la crisis sistémica fuera inexorable.
619
A partir del milenio, la titulización de MBS comenzó a depender cada vez más de las hipotecas
subprime y Alt-A: entre 2001 y 2006, el volumen de MBS subprime se cuadruplicó, y la proporción
de hipotecas subprime titulizadas aumentó de menos de 50% a casi 80%. ¿Por qué? Porque, a igual
rating crediticio, las MBS subprime tenían un rendimiento significativamente mayor que otros
bonos.
Pero la estructura de las MBS subprime era muy diferente que los tradicionales, ya que tenían un
riesgo crediticio considerable. Ahora, la titulización se usaba para modificar y transformar el riesgo
crediticio. Veámoslo con un ejemplo:
Ejemplo:
Un banco tiene dos hipotecas de $100 en su cartera, una otorgada a Juan y otra a Pedro. La
posibilidad de no pago de cada una de estas hipotecas es del 10%, y la quiebra no está perfectamente
correlacionada. El valor esperado de cada uno de los préstamos es de 90.
Supongamos que el banco quiere poner ambas hipotecas en un MBS subprime, que, a su vez, emite
dos tramos:
El tramo júnior, que cubre los primeros $100 de pérdida de la cartera paga $100 si los dos
deudores pagan, y 0 si no lo hace cualquiera.
El tramo sénior, que paga $100 excepto que ambas hipotecas entran en mora, en cuyo caso paga
0.
La combinación de ambas hipotecas en una cartera y la asignación de sus flujos de fondos a tramos
con distinto grado de subordinación (o prioridad en el cobro de los flujos) permite crear un nuevo
instrumento, cuya probabilidad de no pago es menor a la de no pago individual de ambas hipotecas.
En el ejemplo anterior, aunque la probabilidad de no pago de cada hipoteca individual es igual al
10%, para el tramo sénior es sólo del 1%. Mientras tanto, el tramo júnior absorbe gran parte del
riesgo de la estructura: su probabilidad de no pago es de 19%.
Los tramos inferiores son los primeros en absorber las pérdidas generadas por el no pago de las
hipotecas subyacentes. El tramo de mayor riesgo es el residual, que generalmente representa entre el
1 y el 5% del capital. Es la diferencia entre el mondo de hipotecas en cartera y los bonos emitidos por
el MBS. Una vez agotado este tramo, los tramos intermedios, que generalmente representan entre el
15 y el 20% de la estructura, absorben las pérdidas.
La cartera de hipotecas subyacentes tiene que sufrir pérdidas de entre el 15 y el 20% de su valor para
comenzar a afectar los tramos superiores del MBS, y, además de la subordinación, existe una
620
prioridad de repago: las amortizaciones de capital son asignadas a los tramos superiores o sénior,
hasta que son completamente repagados, y así sucesivamente hasta llegar al tramo residual.
Como, históricamente, la tasa de no pago individual de las hipotecas era de entre 12 y 15%, esta
estructura permitía a los bancos transformar una hipoteca de alto riesgo crediticio en un bono cuya
probabilidad de no pago era, supuestamente, casi nula.
Como las hipotecas subprime estaban diseñadas para ser refinanciadas al cabo de 2 o 3 años, se
generaba un flujo importante de fondos en un plazo relativamente corto. El exceso de fondos que
generaba el refinanciamiento de las hipotecas subprime era utilizado para reforzar la solidez
crediticia y la capacidad de repago del MBS resultante, y lograr una mayor proporción de deuda con
rating AAA en su estructura de capital. A mayor proporción de esta deuda, menor tasa de interés, y
mayor la ganancia para el estructurador del MBS.
El problema era que la generación del exceso de fondos era consecuencia de la refinanciación, y
ésta, a su vez, dependía del aumento del precio de las propiedades. Si esto no ocurría, el valor del
MBS se desplomaría.
Mediante la titulización, los bancos transformaban un activo de alto riesgo y rendimiento (hipotecas
subprime) en activos de “bajo riesgo y alto rendimiento” (tramos sénior de los MBS). Estos
instrumentos tenían dos características distintivas, que los separaban de los MBS convencionales:
a) Como el riesgo de repago de las hipotecas subprime era muy sensible al aumento de
precio de las propiedades, los MBS resultantes también lo eran. No habría problemas, en
tanto y en cuanto los precios siguieran aumentando. Si esto no sucedía, aumentaría la mora y
la correlación de no pago entre las distintas hipotecas.
b) Los MBS subprime eran instrumentos financieros a mediano plazo, es decir, 2 o 3 años.
Aunque no era su negocio tradicional, los bancos de Wall Street pronto se convirtieron en los
principales intermediarios del negocio subprime: a partir de 2004, originaron más del 40% de todos
los MBS subprime.
Entre 2002 y 2006, la originación y colocación de MBS subprime se convirtió en la principal fuente
de ingresos para Bear Stearns y Lehman Brothers. Algunos bancos incluso se integraron
verticalmente, adquiriendo originadores de hipotecas subprime independientes, para no perder
propuestas de compra.
Así, se iban uniendo los eslabones de una cadena tóxica:
Los deudores subprime compraban casas que no podían pagar, con hipotecas originadas
en bancos que ni siquiera intentaban verificar sus ingresos.
Estas hipotecas eran vendidas a Wall Street, que, a su vez, las titulizaba y vendía al
mercado como MBS.
Las compañías de seguros y fondos de pensión eran los principales compradores de los
tramos sénior de los MBS subprime, sobre todo por su rendimiento en relación a su rating
AAA.
Este no era el último eslabón: con la ayuda de los quants, muchos banqueros que
compraban los MBS subprime los incorporaban a productos estructurados aún más
621
tiene rating. La proporción de cada uno de estos tramos se determina con un modelo matemático de
manera de asegurar el rating deseado.
Si los mercados de capitales fueran perfectos, no existirían los CDO: su existencia viola uno de los
principios fundamentales sobre el cual se edificó la moderna teoría de las finanzas, el teorema de
Miller-Modigliani (M-M). Éste dice que el valor de los pasivos de una empresa (o un fideicomiso)
es determinado por el valor y el rendimiento de sus activos, y no por la forma en que éstos son
estructurados. El valor de la pizza no puede ser afectado por la forma en que se dividen sus
porciones. Pero, en la práctica, las porciones de pizza vendidas individualmente valen más que la
pizza entera, y los CDO existen porque resuelven varias imperfecciones del mercado relacionadas
con la liquidez.
El sentido detrás de la complejidad de los CDOs es que supuestamente se podía ganar mucho dinero:
los bancos los estructuraron para arbitrar la diferencia entre el rendimiento de la cartera de activos
subyacentes y la tasa de interés que pagaban sus tramos de deuda. El banco compra la cartera de
activos, arma el fideicomiso, y luego vende los tramos en el mercado para financiar su compra. En el
proceso, los activos permanecían relativamente poco tiempo en el balance del banco. La diferencia
entre el rendimiento de los activos que respaldan el CDO y la tasa de interés de los tramos emitidos
representa la ganancia.
En 1997, el mercado de los CDOs estaba en un punto de inflexión: hasta entonces, había sido un
mercado marginal, con un bajo volumen de emisión anual. Los bonos de grado especulativo (rating
menor a BBB) eran el principal instrumento utilizado como garantía en los fideicomisos. A partir de
ese año, la importancia de los préstamos dentro de los CDO fue en aumento, porque los bancos
comenzaron a utilizarlos más activamente para manejar su balance y capital mínimo.
En este año, J.P. Morgan creó el primer CDO sintético, utilizando un credit default swap (CDS)
como ingrediente de un CDO. El CDS es una póliza de seguro que toma un inversor para cubrirse del
riesgo de no pago de un bono, préstamo, o cualquier otro instrumento crediticio. Es un contrato
privado, en el que, a cambio de una prima o comisión, una de las partes se obliga a compensar a la
otra en caso de que ocurra un evento de crédito en relación a un emisor, o una obligación de deuda
específica.
El costo de la protección del CDS debe ser igual a la prima de riesgo crediticio del bono de
referencia, que se mide como la diferencia entre su rendimiento y el rendimiento de un bono con cero
riesgo (un bono del Tesoro, a cinco años de plazo). Si la prima del CDS es de 100 puntos básicos,
623
eso significa que los bonos de GM deben rendir 1% por encima del rendimiento de un bono del
Tesoro a 5 años.
Muchas veces, los bonos emitidos por una empresa no tienen mucha liquidez. La prima de iliquidez
más los costos de transacción pueden hacer que la prima de un CDS sea mayor que la prima de
riesgo del bono de referencia. El problema es que, para que un CDS funcione, quien lo vende debe
tener menor riesgo crediticio que el emisor del bono que debe ser asegurado.
Hasta la innovación de Morgan, para crear un CDO un banco debía traspasar sus préstamos a un
fideicomiso, y luego vender los tramos en el mercado. Pero, al crear un CDO sintético, se ahorraban
el primer paso. Esto le dio un gran impulso al mercado de CDOs: en 1998, su emisión global
ascendió 140.000 millones de dólares.
El problema de los CDO y los CDS es que se trataba de derivados de uno de los mercados
financieros más grandes, menos transparentes y menos regulados: el mercado de derivados over-the-
counter (OTC), que se negociaban fuera de la Bolsa, de manera privada.
Los reguladores miraban con alerta el crecimiento del mercado de derivados OTC. Como no
cotizaban en Bolsa, no había un sistema centralizado de clearing donde se depositaran garantías o
cauciones que permitieran liquidar operaciones fallidas, ni había un registro de quiénes compraban y
vendían esos instrumentos. Esto se veía como un riesgo para la estabilidad del sistema financiero,
pero Greenspan consideraba que imponer cualquier tipo de regulación sobre los derivados OTC
frenaría su desarrollo y quitaría competitividad a los mercados de capitales de Estados Unidos. Esta
preocupación era compartida en Wall Street.
En 1998, el colapso de LTCM, cuyas posiciones en derivados OTC excedían un billón de dólares,
confirmaron los peores temores. Se comenzó a presionar por una rápida y efectiva respuesta
regulatoria Como el mercado no estaba regulado, y sus participantes no estaban obligados a reportar
información sobre sus posiciones, no se sabía si la situación de otros hedge funds o grandes bancos
presentaba un peligro para la economía. El riesgo era alto, por varias cuestiones:
1) Ninguna agencia reguladora tenía información exacta sobre las posiciones de los bancos
en derivados OTC, ya que los participantes de ese mercado no estaban obligados a reportar a
ninguna agencia reguladora, y los hedge funds no estaban regulados.
2) En los mercados de derivados OTC no había transparencia de precios, lo que podía
agravar los problemas en situaciones de alta volatilidad, ya que los participantes del mercado
no podrían saber valuar sus posiciones.
3) El excesivo apalancamiento: mientras en los mercados de derivados listados los
participantes tenían la obligación de depositar garantías, y los contratos se ajustaban
diariamente a precios de mercado, en los mercados de derivados OTC estos requerimientos
no existían. Por eso, LCTM había tenido una exposición nocional en derivados OTC
equivalente a 1.300 veces su patrimonio. Había una capacidad ilimitada de endeudamiento.
Estos argumentos no encontraron eco en el Congreso. El ímpetu desregulatorio se multiplicó a partir
de 1999, cuando muchos especialistas sugirieron a Clinton no poner a los derivados OTC bajo la
supervisión y control de la CFTC. En diciembre del mismo año, el Congreso aprobó la Ley Gramm-
Leach-Bliley (GLBA), que eliminó las barreras entre banca de inversión y banca comercial, y
autorizó a los bancos a entrar en el negocio asegurador.
624
La fórmula de Li llegó en el momento justo para resolver un problema serio para Wall Street: su
fórmula fue refinada y adaptada rápidamente por bancos comerciales, bancos de inversión, hedge
funds, calificadoras de riesgo y reguladores. Sin este modelo, los mercados de CDOs y CDS
probablemente no habrían tenido un desarrollo tan expansivo: la dificultad en valuar estos
instrumentos habría limitado su demanda. La cópula gaussiana le dio al mercado una falsa ilusión
de conocimiento.
Gracias a la inyección de liquidez de la Fed, el mercado de CDOs revivió en 2002-3. Pero su
principal ingrediente ya no eran ni préstamos ni empresas de alto riesgo, sino MBS, sobre todo
subprime. Cuando no hubo suficientes MBS subprime para titulizar, los credit default swaps o CDS
permitieron la creación de CDO sintéticos, que ni siquiera incluían bonos o MBS en su cartera, sino
que vendían protección sobre estos instrumentos.
EL CASO AIG:
A finales de 1997, cuando J.P. Morgan estaba diseñando la estructura de su primer CDO sintético, le
propuso al gigante asegurador AIG que asegurara el riesgo crediticio de la cartera de préstamos
subyacentes. En principio, declinó participar, pero luego su subsidiaria, AIGFP, se convertiría en el
principal vendedor de CDS del mercado, es decir, el principal asegurador de riesgo crediticio.
AIG se había convertido en un gigante del negocio asegurador a nivel global. Una rentabilidad
creciente basada en operaciones diversificadas en todo el mundo le había permitido entrar en el
exclusivo club de las empresas con rating AAA. La decisión de entrar al incipiente negocio de CDS
y CDO fue la causa por la cual, una década más tarde, AIG terminó siendo rescatada de la bancarrota
por el gobierno de Estados Unidos.
En enero de 1987, dos traders de bonos y un quant de un banco de inversión se pusieron de acuerdo
con AIG para fundar una empresa que desarrollara el negocio de derivados de tasas de interés a largo
plazo. AIG se llevaría el 62% de las ganancias, y los socios fundadores, el 38% restante. Así nació
AIGFP. En su primer año de operaciones, generó 60 millones de dólares de ganancias.
El negocio de AIGFP se expandió rápidamente para incluir derivados sobre acciones, monedas y
bonos municipales. Pero este crecimiento espectacular generó tensiones entre Greenberg y los
fundadores de AIGFP, que finalmente explotaron a mediados de 1993. Luego de difíciles
negociaciones, las partes llegaron a un acuerdo: los socios fundadores se retiraron del negocio, y
AIGFP pasó a ser 100% controlada por AIG. De 1995 a 1998, las ganancias de las empresas se
duplicaron, llegando a 323 millones de dólares.
AIG tenía una enorme ventaja comparativa sobre los bancos en el negocio de derivados de crédito:
era una de las pocas instituciones financieras del mundo con un rating AAA. La otra era Berkshire
Hathaway, quien consideraba que los instrumentos derivados eran armas financieras de destrucción
masiva. Además de AIG y Berkshire, sólo una media docena de empresas en Estados Unidos tenían
este rating. En la nomenclatura de las agencias calificadoras, un rating AAA significaba que la
probabilidad de quiebra es prácticamente insignificante.
Los contratos de CDS especificaban el monto que el vendedor debía dejar en garantía, que variaba en
relación directa al rating. En el caso de AIGFP, por su rating AAA, no necesitaba dejar garantías.
626
Hasta fines de los noventa, los CDO eran esencialmente carteras de bonos y préstamos de empresas,
no incluían MBS (y menos aún subprime). Los modelos cuantitativos de AIGFP sugerían que sólo
una recesión severa o una depresión como la de los años treinta podría provocar la quiebra
simultánea de todos los instrumentos que garantizaban un CDO.
La venta de CDS pronto se convirtió en uno de los negocios más lucrativos de AIFGP, llegando a
representar casi el 30% de sus ingresos operativos en 2005. Vendían protección sobre los tramos
senior y super senior de los CDOs que Wall Street emitía con cada vez más frecuencia. Estos CDOs
tenían un componente importante de riesgo subprime.
A principios de 2005, AIG recibió un duro golpe: tres años antes, AIGFP había realizado una serie de
transacciones de dudosa legalidad, que habían llamado la atención del DoJ. Luego de una
investigación, se impuso una multa de 140 millones de dólares a la compañía, que no era importante
para AIG, pero sí las repercusiones del caso. En abril de 2005, el rating de AIG se redujo a AA+. Las
consecuencias pronto se harían sentir en el AIGFP. Hasta entonces, no había tenido que dejar margen
de garantía en el mercado de CDS. La caída del rating desató una cadena de eventos, que, dos años
más tarde, profundizarían la crisis.
A partir de 1998 y hasta marzo de 2008, AIG “protegió”, a través de la venta de CDS, $622.000
millones de valor nocional de tramos super senior de CDOs. De esta suma, aproximadamente 83.000
millones estaban expuestos al segmento subprime. La exposición al resto del sector inmobiliario en
Estados Unidos y Europa era un múltiplo de esta cifra. Las contrapartes de AIG eran, básicamente,
los bancos, que de esta manera “cubrían” el riesgo subprime de sus posiciones, pudiendo reservar
menos capital si la
economía mundial
entraba en una fuerte
recesión, la empresa
enfrentaría pérdidas que
excederían ampliamente
su capital.
Las pérdidas sufridas por
AIG en 2008 fueron
superiores a todas las
ganancias generadas por
la empresa desde 1999.
Como los derivados OTC no se transan en un mercado de valores, el riesgo de contraparte es
asumido, de manera bilateral, entre las partes contratantes. Éste es el riesgo de que una de ellas no
cumpla con las obligaciones del contrato: como no hay un registro público sobre las contrapartes, ni
un mecanismo transparente y abierto que permitiera evaluar la magnitud de las pérdidas, la
incertidumbre aumentaba con el aumento de las transacciones. La falta de transparencia era el talón
de Aquiles del mercado de derivados OTC: en ausencia de un sistema de clearing transparente, el
verdadero riesgo de contraparte es difícil de medir, lo que se amplifica por un efecto transitivo de
cadena:
627
Al no poder observar o medir el riesgo de contraparte, las agencias reguladoras no pueden controlar
el riesgo individual de cada institución, o el riesgo agregado del sistema. Además, como el riesgo de
contraparte de los contratos de derivados OTC es considerable para los bancos más grandes, su
opacidad agravaba el riesgo sistémico.
En mayo de 2005, se produjo otro accidente, cuando se le bajó el rating a Ford y General Motors una
categoría entera. Ambas compañías estaban entre los principales emisores de bonos del sector
privado, que habían sido titulizados en una gran cantidad de CDOs. Un sector del mercado
particularmente afectado fue el de CDO sintéticos, que, desde la introducción de la fórmula de Li,
había explotado en volumen: representaban, en 2005, casi el 40% del mercado total de bonos
privados en Estados Unidos.
Los CDOs se construyen con CDS, es decir, que los bancos pueden crearlos sin tomarse el trabajo de
comprar bonos. El fideicomiso se fondea con la emisión de tramos, y compra bonos de un emisor
AAA y vende CDS sobre una cartera de bonos. Estos índices, a su vez, incluyen CDS sobre los
principales emisores de bonos del sector privado.
Muchos hedge funds aseguraban los tramos más riesgosos de un CDO sintético, y compraban
protección sobre una cantidad mayor del tramo sénior. Pero esto suponía que el precio de todos los
CDS dentro del índice se movieran en la misma dirección. Esto no sucedió cuando las perspectivas
de GM y Ford empeoraron, como consecuencia de la reducción de su rating: con ello, subió
abruptamente la prima de los CDS de ambas compañías. El costo de proteger el tramo de equity del
CDO sintético se disparó. Al mismo tiempo, muchos fondos que habían seguido una estrategia de
vender las acciones de GM y comprar sus fondos también perdieron dinero.
La minicrisis de mayo de 2005 frenó, por algunos meses, la emisión de CDOs, y llamó la atención de
los reguladores una vez más. El presidente de la Reserva Federal de Nueva York advirtió de los
peligros de los derivados OTC. Pero no se tomó ninguna medida concreta. Ya en marzo de 2006, el
presidente de la Reserva Federal de Nueva York advirtió que el sistema financiero de Estados Unidos
estaba evolucionando más rápido que la habilidad de los inversores, financistas y reguladores para
manejar sus riesgos, y que había que reevaluar el marco regulatorio y de supervisión, para incorporar
los riesgos potenciales que presentaban los hedge funds y los derivados de crédito.
Era demasiado tarde: en sólo un
año, el valor nocional de los
derivados de crédito había
crecido 55%, y ascendía a 9
billones de dólares. El volumen
de emisión de los CDOs se había
duplicado, llegando a 550.000
millones de dólares.
UN CASTILLO DE NAIPES:
628
High grade CDOs: construidos sobre la base de MBS con ratings A a AAA.
Mezzanine CDOs: construidos sobre la base de MBS con rating BBB.
Desde enero de 2005 hasta septiembre de 2007, se emitieron 230.000 millones de high grade CDOs y
107.000 millones de mezzanine CDOs. En los segundos, los MBS subprime representaban más del
70% de la cartera.
Los CDOs sintéticos representaron casi 25% del volumen emitido: hubo una combinación de
hipotecas subprime apalancadas, titulizadas primero como MBS y luego como CDOs. A ello, se
agregó riesgo subprime, creado artificialmente con instrumentos derivados.
Para construir estos CDOs, los bancos, en muchos casos, compraban los MBS en los mercados. En la
fase inicial, se adquirían MBS en el mercado por cuenta y orden de un administrador, que quedaban
en una cuenta de inventario hasta ser titulizadas en un CDO. Durante todo este tiempo, estaban
expuestas a un riesgo de mercado. Una vez terminado el proceso, todas las posiciones eran
transferidas al fideicomiso del CDO, cuyos tramos luego se colocaban en el mercado.
La demanda creciente del MBS subprime fue alimentada por el crecimiento explosivo de los
Mezzanine CDOs. A tal punto que, en 2005 y 2006, la emisión de MBS suprime no alcanzó a cubrir
su demanda. Esto llevó a los bancos a crear riesgo subprime sintéticamente, a través de CDS. Esto
introdujo un considerable riesgo de contraparte, pero, como el mercado de derivados OTC era
privado, nadie estaba en condiciones de evaluar correctamente su magnitud.
El tema es que los MBS subprime tienen una estructura de subordinación, por la cual sus tramos
de deuda tienen una prioridad predeterminada de repago. Sus tramos inferiores son sólo repagados
cuando ya lo han sido sus tramos superiores. Si no hay inversores interesados en comprar los tramos
629
inferiores, los tramos superiores no se pueden colocar. Como los tramos mezzanine representaban
entre el 10 y el 20% de la estructura, el apalancamiento de la estructura del MBS era entre 5 y 10
veces: cada dólar de un tramo mezzanine soportaba entre 5 y 10 de los tramos superiores. Al fondear
los tramos mezzanine de los MBS, el mercado de CDO agregó liquidez al mercado de MBS de una
manera apalancada. Si los precios de las propiedades seguían subiendo, y los dueños seguían
pagando las hipotecas, no habría problema.
Los bancos tenían muchas razones para crear Mezzanine CDOs:
a) Su estructuración generaba comisiones de entre 1,25 y 1,50% de su valor nocional, a
comparación del 0,3 y 0,5% de los High Grade CDOs.
b) A más apalancamiento, mayor retorno, si bien tenía un costo: a mayor proporción de
tramos BBB de MBS en el activo, menos la proporción de tramos AAA en el pasivo.
A diferencia de lo que se creía, los CDOs y los CDS no transfirieron los riesgos fuera del sistema
financiero, ni los bancos y calificadoras de riesgo evaluaban correctamente los riesgos que asumían.
Los riesgos no sólo no se transfirieron, sino que se concentraron en el sistema financiero: parte de
los CDOs permaneció en las carteras de los bancos, otra parte se transfirió a entidades financieras no
bancarias en Estados Unidos y el resto del mundo (como fondos de pensión), y otra parte importante
fue adquirida por el sistema financiero paralelo, con financiación de muy corto plazo. Así, el sistema
paralelo hizo una apuesta apalancada sobre el sector inmobiliario de Estados Unidos. Sólo si los
precios de las propiedades seguían aumentando, y los deudores subprime pagaban sus hipotecas, la
apuesta sería exitosa.
Según algunas estimaciones:
1) Los tramos senior y super senior quedaron en manos de los bancos, directamente o a
través de vehículos estructurados.
2) Los tramos mezzanine, con rating BBB, fueron comprados por empresas de seguros, fondos
de pensión, hedge funds, bancos en Estados Unidos, Europa y Asia, y otros CDOs, para crear
CDOs al cuadrado.
3) El tramo equity quedó en mano de los patrocinadores y administradores.
Volvamos a los primeros tramos: éstos representaban entre 70 y 80% de la estructura de capital de un
CDO, es decir que generaron entre el 70 y el 80% del problema. Entre 2000 y 2007, se colocaron
450.000 millones de CDOs construidos sobre la base de MBS, incluyendo tanto High Grade CDOs
como Mezzanine CDOs. Es decir, se emitieron 360.000 millones de estos tramos.
La exposición al riesgo podía ser directa, a través de la compra de los tramos senior y super senior, o
indirecta, a través de derivados que “protegían” las pérdidas de esos instrumentos. En un escenario
de tasas de interés muy bajas, las aseguradoras y fondos de pensión estaban desesperadas por
instrumentos de alto rendimiento y bajo riesgo crediticio, para poder cumplir con sus obligaciones,
por lo que acudieron a la compra de estos tramos, cuyo rendimiento era superior al de los bonos de
las empresas AAA. Pero había millones de CDOs AAA con alguna exposición al segmento
subprime: la exposición indirecta era muy importante.
Otros importantes tenedores de tramos senior y super senior eran:
630
Fondos de money market: como sólo podían invertir en papeles de corto plazo, los bancos
transformaron CDOs de largo plazo con una opción put a corto plazo. En realidad, no
asumían el riesgo crediticio de estos instrumentos: quienes lo hacían eran las contrapartes de
esos puts, que en su mayoría eran los propios bancos y AIG.
Los vehículos fuera de balance creados por los bancos, que se financiaban a muy corto
plazo en el mercado de papel comercial (ABCP) garantizado con activos.
Los SIVs, o vehículos de inversión estructurada: fueron inventados por Citibank a fines de
los ochenta para “albergar” préstamos fuera del balance del banco. Un SIV es un fideicomiso
que compra carteras de préstamos a un banco, y se financia emitiendo deuda en el mercado.
A partir de 2001-2, comenzaron a comprar activamente tramos AAA de MBS y CDO.
En el mercado de ABCP, los CDOs explotaban un arbitraje entre las tasas de corto y largo
plazo. Para el éxito de ambos, era crucial obtener un rating AAA de las agencias
calificadoras, ya que los fondos de money market eran uno de los inversores más importantes
del mercado ABCP, y tenían restricciones a la compra de instrumentos de menos rating.
Las agencias calificadoras de riesgo imponían ciertos requisitos para otorgar un rating AAA a
un SIV: por ejemplo, que los ratings de los activos subyacentes en garantía tuvieran ese
rating, y que tuvieran acceso a liquidez, si no podían renovar su financiamiento en el mercado
ABCP.
Los banqueros idearon un vehículo conocido como LSSC, leveraged super-senior conduits, que
apalancaban los tramos super senior de los CDOs de 10 a 15 veces en el mercado ABCP. Éstos
tenían una línea de crédito de un banco, que era lo que les permitía financiarse en el ABCP a tasas de
interés atractivas.
Los grandes bancos también compraron tramos senior y super senior de los CDOs. Inicialmente, una
vez completada la titulación de un CDO, el banco colocaba todos sus tramos en el mercado. Pero, al
poco tiempo, retenía los tramos super senior en su balance. El banco suizo UBS y Citigroup, a fines
de 2007, llegaron a tener en sus balances más del 25% de todos los tramos senior de CDOs emitidos.
Estos bancos cubrían el riesgo de estas posiciones a través de CDS o con estrategias de cobertura,
como la compra de tramos AAA de un CDO, y la venta de los tramos mezzanine. Pero, teniendo en
cuenta la estructura típica de un CDO, los tramos mezzanine no superaban el 20%.
Uno de los mayores vendedores de protección de tramos senior y super senior de CDOs fue AIG. A
mediados de 2007, su exposición al riesgo de estos instrumentos ascendía a 64.000 millones, lo cual
representaba casi el 20% del volumen emitido entre 2000 y 2007. Otros importantes vendedores de
protección fueron las compañías aseguradoras de riesgo crediticio, o monolines. Éstas surgieron
para asegurar el riesgo crediticio de las emisiones de bonos: si se les pagaba una prima, un rating A
podía pasar a AAA.
Con un billón de dólares, las monolines tenían la exposición más importante a tramos senior y super
senior de los CDOs. Éstas no compraban los tramos, sino que los aseguraban contra la posibilidad de
no pago: vendían protección a través de CDS. Supuestamente, sólo sufrirían pérdidas si los tramos
inferiores eran completamente eliminados.
Los principales compradores de la protección eran los grandes bancos, que reducían su riesgo
subprime, pero asumían un riesgo de contraparte considerable: a mediados de 2007, la deuda
631
asegurada por las monolines ascendía a 3,3 billones de dólares, mientras que su capital era 34.000
millones de dólares. Para ese entonces, aún eran considerados un riesgo AAA.
Respecto a los tramos BBB, éstos también volvieron al sistema. Algunos bancos utilizaron estos
tramos para estructurar los “CDO al cuadrado”, dándole un grado mayor de complejidad a la
titulación de las hipotecas subprime. Esto bajó el costo de financiamiento, alimentando la demanda
de hipotecas subprime.
Mediante la titulización de las hipotecas subprime, Wall Street fue construyendo un esquema de
financiamiento del sector inmobiliario cada vez más opaco y complejo, que, supuestamente, servía
para fraccionar y distribuir los riesgos inherentes de esta actividad a muchísimas instituciones
bancarias y no bancarias en todo el mundo. Esto no ocurrió: aproximadamente el 50% del riesgo
subprime quedó en los balances de bancos comerciales, bancos de inversión, hedge funds, Fannie
Mae, Freddie Mac, y compañías de ahorro y préstamo.
Una parte importante de este riesgo fue incorporada a productos transaccionales de alta
complejidad, que se transaban en mercados poco transparentes y ligeramente regulados. Cuanto
mayor el apalancamiento, mayor también sería el impacto de las pérdidas que pudieran generar las
hipotecas subprime y Alt-A, los MBS y los CDOs en todas sus variables.
El colapso de las hipotecas subprime y Alt-A afectó al corazón del sistema financiero, porque allí
se concentraba el 50% del riesgo. Los reguladores no tenían idea de esto, porque habían elegido
desregular esta actividad, y porque la complejidad de los productos estructurados sobre la base de
estas hipotecas escondía su riesgo.
632
La complejidad de los MBS, CDOs y CDS, junto a la falta de transparencia en los mercados en los
que se transaban, amplificó la magnitud del problema: quienes compraban los tramos de los CDOs
no tenían manera de determinar la magnitud del riesgo subprime subyacente: para hacerlo, debían
examinar detalladamente los activos de la cartera subyacente, incluyendo MBS subprime, otros
cientos de MBS, y hasta tramos de otros CDOs. La cadena de riesgos de contraparte en los CDS que
protegían estos instrumentos también era desconocida.
Ahora… si los bancos, habiendo estructurado toda esta gran concatenación de elementos, conocían
sus riesgos y limitaciones, ¿por qué los compraron en grandes cantidades, con apalancamiento
excesivo y de corto plazo? Para responder a esta pregunta, hay que tener en cuenta tres factores:
a) La importancia fundamental de los ratings en el sistema financiero global.
b) Los incentivos perversos a nivel micro y macroeconómico, que llevaron a los ejecutivos de
los bancos a tomar riesgos imprudentes.
c) La pasividad de los reguladores.
PUNTO DE INFLEXIÓN:
La reducción de las tasas de interés de la Fed llegó a su fin a mediados del 2004: a partir de allí, y
hasta mediados de 2006, la tasa Fed Funds aumentó de 1 a 5,25%. El efecto pronto se sintió en el
mercado inmobiliario: la mayor parte de las hipotecas no prime tenían una estructura de amortización
híbrida, y ajustaban sus tasas de interés después de dos o tres años, sobre LIBOR. Esta tasa se movía
en tándem con la Fed Funds. Entre marzo de 2004 y junio de 2006, la LIBOR aumentó de 1,11% a
5,51%, lo que agregó cuatro puntos porcentuales al costo de las hipotecas que comenzaron a ajustar a
mediados de 2006. Por otro lado, el aumento de la tasa Fed Funds le restó liquidez al sistema, pero
no frenó el ritmo de las titulizaciones de CDOs sobre la base de productos estructurados.
El impacto se sintió en el sector inmobiliario: en agosto de 2006, por primera vez en diez años, cayó
el índice Shiller-Case, que mide el precio de las propiedades en las 10 ciudades más importantes de
Estados Unidos. Si bien la magnitud de la caída fue, en principio, insignificante, la tendencia
negativa se acentuó en los meses siguientes, de forma ininterrumpida.
Esta tendencia en los precios de las
propiedades presagiaba problemas
en el sector de hipotecas subprime y
Alt-A. La capacidad de repago de
quienes habían tomado esas
hipotecas estaba directamente
relacionada con el aumento de esos
precios: si éstos no aumentaban,
estas hipotecas no podrían ser
repagadas, y el castillo de naipes
colapsaría.
La razón principal por la que la crisis parecía inevitable era que el mercado de MBS subprime (y de
CDOs construidos sobre la base de éstos). Su única referencia objetiva era el índice ABX.HE
633
introducido al mercado en enero de 2006, que tiene algunas características particulares que lo
distinguen de otros índices comúnmente utilizados:
1) Incluye información con cada uno de los tramos con rating de grado de inversión (BBB-
a AAA) de 20 MBS subprime emitidos en los últimos seis meses, que cumplen con ciertas
características predefinidas.
2) Cada seis meses, surge un índice nuevo, mientras que los anteriores siguen cotizando.
3) No refleja los precios de los MBS, sino de los CDS sobre estos instrumentos, que tienen más
liquidez que los instrumentos subyacentes.
La introducción del ABX.HE permitió que los inversores transaran de manera transparente los
riesgos del mercado subprime, y que algunos inversores se cubrieran de estos riesgos de manera
eficiente.
Las primeras señales de problemas en el sector subprime se manifestaron en octubre del 2006,
cuando el mercado se enteró que, en agosto, los precios de las propiedades habían caído. Por esa
época, las agencias calificadoras comenzaron a lanzar advertencias sobre el deterioro en la calidad
crediticia de las hipotecas. El índice ABX.HE BBB- 2006-02 comenzó una tendencia declinante, de
la que no se recuperaría jamás. En febrero de 2007, cerró a 69,39, comparado con 90 a principios de
mes. En cuestión de dos meses, el costo de proteger el riesgo de un MBS subprime con rating BBB-
aumentó prácticamente 1300%. El pánico comenzaba: a fines del mismo mes, Freddie Mac anunció
que ya no compraría más hipotecas o MBS subprime.
En febrero, S&P redujo el rating de 66% de los CDOs con títulos originados con activos (ABS)
emitidos desde el primer trimestre de 2005 hasta el tercer trimestre de 2007. La caída del índice
ABX.HE para los tramos BBB- y BBB se acentuó, pero los tramos AA y AAA seguían cotizando
cerca de 100.
Los bancos intentaban convencer a sus inversores de que su exposición al segmento subprime era
mínima, y que no había razones para preocuparse. A principios de abril, New Century Financial
Corporation, uno de los originadores más importantes de hipotecas subprime, se declaró en
bancarrota. En mayo, Dillon Road Capital Management, un hedge fund de UBS, fue liquidado luego
de haber perdido 125 millones de dólares en MBS suprime. La agencia calificadora Moody’s anunció
que revisaría el rating de 62 tramos de 21 MBS con hipotecas subprime: cayó nuevamente el índice
ABX.HE, ya no sólo de los tramos mezzanine, sino también de los tramos con rating A . La situación
empeoró cuando Standard & Poor’s y Fitch, las otras dos agencias calificadoras, también anunciaron
reducciones en los ratings de MBS subprime.
¿Cuál fue la razón detrás de este ajuste? El aumento de la mora de las hipotecas subprime a partir de
2005, por varios factores:
a) Los deudores subprime no eran solventes, y, en algunos casos, el monto de su deuda
excedía el valor de las hipotecas. Históricamente, quien tomaba una hipoteca debía pagar en
efectivo el 20% del valor de la propiedad, pero, entre 2005 y 2006, la estructura de hipoteca
típica que ofrecían los bancos en el segmento subprime les permitía financiar el 100% del
precio de compra, dividido en dos hipotecas: la primera, que cubría el 80% del valor de la
propiedad, y la segunda, que cubría el saldo restante. Una caída de los precios restaría los
634
incentivos a los deudores para seguir pagando en tiempo y forma las cuotas mensuales de sus
hipotecas.
b) En 2005 y 2006, la hipoteca subprime típica ajustaba la tasa de interés a los 2 o 3 años.
A partir de mediados de 2004, la Fed había comenzado a aumentar la tasa Fed Funds,
determinante de la tasa LIBOR, referencia sobre la cual se ajustaban las hipotecas subprime.
Por eso, el precio de los servicios de las hipotecas aumentó considerablemente, poniendo a
muchos deudores subprime en una situación insostenible.
c) Muchos deudores subprime eran especuladores, que esperaban vender sus propiedades
rápidamente y realizar una ganancia. Pero, a partir de 2006, los precios de las propiedades
comenzaron a caer, y seguir pagando las hipotecas no tenía sentido.
La posibilidad de una crisis financiera recién se percibió unas semanas más tarde, cuando el riesgo
implícito de invertir en bonos del sector privado se disparó en los mercados globales, tras las
pérdidas sufridas por los dos hedge funds de Bear Stearns, que controlaban cerca de 30.000 millones
de dólares en posiciones en CDOs, y eran los principales consumidores de estos papeles.
Ambos fondos llegaron a estar apalancados 60 veces, cuando éste, teóricamente, no podía ser
superior a 28,5. Sus directores engañaron descaradamente al mercado reportando ganancias ficticias,
tanto a sus inversores como a los bancos que financiaban sus posiciones. Cuando los precios
comenzaron a caer, los bancos que les prestaban dinero comenzaron a exigir mayores márgenes en
garantía, y el efecto sobre los fondos fue brutal.
Imaginemos que el apalancamiento era de 30 veces. Esto significaba que el margen promedio era de
aproximadamente 3%: si se duplicaba, el fondo debía vender la mitad de sus activos, y, en un
mercado poco líquido como el de los CDOs, la venta masiva de estos papeles podía causar una
severa corrección en los precios. El problema fue aún más serio, ya que muchos instrumentos ni
siquiera tenían compradores. Algunos acreedores buscaron liquidar títulos en garantía en el mercado,
pero sólo pudieron vender una muy pequeña parte. Ante la enorme presión de sus acreedores, Bear
Stearns debió garantizar la deuda de los fondos, y compensar las pérdidas sufridas por sus inversores.
Este episodio reveló algunos graves defectos de Wall Street:
El apalancamiento excesivo.
Esquemas de compensación con incentivos perversos.
Concentración de riesgos.
Falta de atención por parte de los reguladores.
Pero la mayoría de los analistas seguían siendo extrañamente optimistas: creían que la crisis
subprime difícilmente podría amenazar la estabilidad del sector financiero, y que, a lo sumo, podría
cerrar una docena de hedge funds, lo que serviría para “limpiar” el mercado de su componente más
especulativo.
Durante las primeras semanas de julio, hubo una cascada de malas noticias: los índices de la
construcción de nuevas viviendas mostraron una caída del 6,6% respecto al año anterior, y una de las
empresas líderes del sector reportó pérdidas importantes. La caída de los índices ABX.HE se aceleró
notablemente durante el mes de julio. Comenzaba el efecto dominó.
Los mercados más vulnerables eran los de corto plazo, donde se financiaban las posiciones en MBS
subprime y CDOs. Rápidamente, la incertidumbre se trasladó al mercado ABCP, donde se
635
financiaban los SIVs y los LSSC, vehículos estructurados por los bancos para arbitrar diferenciales
de las tasas de interés y requerimientos de capital mínimo. Por su enorme exposición al sistema
financiero no regulado, se hizo evidente que los SIVs tendrían problemas al renovar su deuda de
corto plazo en el mercado ABCP, lo que implicaría, o bien su liquidación, o su rescate por los bancos
que los habían creado. Éstos deberían traspasar los activos subyacentes a sus carteras, lo que, a su
vez, “infectaría” su propia capacidad de financiarse en el mercado. Se sintieron coletazos en Canadá
y Gran Bretaña.
Todo se desvirtuó a partir del 9 de agosto:
1) Se produjo una recesión en el sector inmobiliario.
2) La contracción del crédito hipotecario se extendió al sector prime y otros segmentos de
crédito al consumo.
3) Los bancos sufrieron pérdidas masivas de por lo menos 100.000 millones.
4) Aumentó la prima de riesgo en los mercados de crédito globales.
5) Hubo una importante crisis de liquidez.
Dos días antes del estallido, Reserva Federal no consideraba que esta situación mereciera una
reducción de la tasa Fed Funds: su nivel se mantuvo en 5,25%.
PÁNICO:
El 9 de agosto de 2007, BNP Paribas anunció que cerraría tres hedge funds, porque los problemas del
mercado hipotecario de Estados Unidos hacían imposible valuar sus activos. Con esto, los mercados
mundiales de crédito entraron en pánico: la prima de la tasa bancaria se disparó. Ese día, la crisis
hizo su presentación en sociedad.
La evolución de la
prima de riesgo TED,
que mide el riesgo
crediticio en el
mercado
interbancario, muestra
esta situación. En
tiempos de
incertidumbre y
volatilidad, los bancos
cobran una tasa más
alta por préstamos sin
garantía (LIBOR).
Además, para los
préstamos con garantía, exigen en garantía los instrumentos de menor riesgo crediticio (notas a corto
plazo del Tesoro de Estados Unidos, o US T-bills).
A partir del 9 de agosto, los bancos dejaron de aceptar MBS y CDOs como garantía, ya que, en caso
de quiebra o insolvencia, deberían vender esos títulos en un mercado ilíquido, donde no había
636
precios. La Fed y el BCE inyectaron más de $150.000 millones al sistema, pero estos esfuerzos
fueron en vano: la tasa bancaria siguió aumentando después de estas medidas.
La corrida sobre el mercado de ABCP se acentuó, trasladándose a otros mercados de crédito de corto
plazo. La incertidumbre sobre los tenedores de MBS y CDOs con riesgo subprime y la evaporación
de la liquidez causaron estragos.
Se produjo una corrida contra el sistema financiero paralelo: inicialmente, quienes más sufrieron
fueron las entidades más débiles de este sistema, como los hedge funds más apalancados y los SIVs.
Pero los problemas se extendieron a los bancos: excepto la Fed Funds, la tasa de interés en todos
estos mercados aumentó considerablemente. Esto fue producto del aumento del riesgo de
contraparte, intensificado por el temor a que los problemas del sector subprime se contagien al resto
del sistema.
Quienes habían comprado MBS, CDO, CDO 2, SIVs, etcétera, no entendían suficientemente bien sus
riesgos, ni podían juzgar hasta qué punto estaban “infectados” de riesgo subprime. Dependían
necesariamente de los ratings, que no reflejaban fielmente el deterioro de la calidad crediticia de
estos instrumentos, por varias causas:
Las agencias tratan de establecer ratings a largo plazo, y son renuentes a modificarlos
frente a cambios que pueden ser transitorios.
Tanto Moody’s como S&P sabían perfectamente que bajar los ratings de estos
instrumentos frenaría de golpe un negocio que les daba enormes ganancias.
Las agencias no querían admitir su error.
No habían incorporado en su análisis el riesgo de iliquidez, que aumenta la brecha entre el
precio de compra y venta de esos títulos.
A partir del 9 de agosto, se disparó el riesgo de contraparte: en este mercado, la financiación no
tiene garantía. El aumento del riesgo de contraparte se reflejó en la prima de riesgo entre la tasa
LIBOR y la Fed Funds, que pasó de 11 puntos básicos a 34.
El talón de Aquiles del sistema fue el mercado de repos, que eran la principal fuente de
financiamiento del sistema financiero paralelo que operaba con alto apalancamiento y poca
supervisión regulatoria. En caso de incumplimiento, el banco que financiaba la operación debía
apoderarse de los instrumentos en garantía, pero… ¿qué pasaba si esos bonos no podían ser
vendidos, porque no había liquidez en el mercado? El aumento del aforo para financiar MBS y CDO
en el mercado de repos aumentó drásticamente, y estos instrumentos dejaron de ser transados: si un
papel no es financiable con repos, desaparece su liquidez, y la única manera de venderlo es a precios
extremadamente bajos. Se produjo un desapalancamiento masivo.
El 17 de agosto, la Fed bajó su tasa de descuento al 5,75%. Aunque no tan importante como la Fed
Funds, su reducción causó cierto alivio.
El 4 de septiembre, la tasa LIBOR para préstamos overnight llegó a un pico: 6,7975%. Días después,
un SIV controlado por un hedge fund londinense se declaró en quiebra, y Moody’s anunció que
pondría todo el sector SIV bajo evaluación. Por otro lado, se produjo una corrida contra Northern
Rock, uno de los principales originadores de hipotecas de Inglaterra: el 15 de septiembre, las
637
autoridades debieron intervenir para evitar su caída. A los pocos días, la Fed anunció que reduciría la
Fed Funds a 4,75%.
Una regla contable conocida como FASB 157 busca reflejar el verdadero valor de los activos en los
balances de los bancos, clasificando a los activos financieros en tres categorías distintas, según la
facilidad con la que podía estimarse su valor:
1) Nivel 1: incluía aquellos activos cuyos precios eran observables en el mercado.
2) Nivel 2: activos cuyos precios no eran directamente observables en el mercado, pero que
podían estimarse sobre la base de precios observables de otros activos.
3) Nivel 3: activos cuyos precios de mercado no eran observables ni directa ni indirectamente, y
sólo podían valuarse con algún modelo cuantitativo.
Todos los balances de los bancos tenían algo en común: un aumento significativo de los activos de
Nivel 3, que representaban una porción cada vez más significativa de su capital. El rápido
crecimiento de estos activos justo después de que estallara la crisis subprime provocó una enorme
desconfianza en los mercados: los inversores comenzaron a dudar de la calidad de los resultados de
los bancos, e incluso de su solvencia, sobre todo de aquellos en los que esos activos excedían su
capital tangible. Para esos bancos, caídas adicionales en el valor de los activos Nivel 3 podrían borrar
de un plumazo una parte importante de ese capital: en noviembre de 2007, estos activos
representaban casi el 140% del capital de los principales bancos.
Lo que reflejaban los balances de los bancos hasta noviembre era simplemente la punta del iceberg,
ya que solamente representaban las pérdidas sufridas hasta agosto. Era evidente que la situación
empeoraría, por dos causas:
a) El deterioro en los mercados desde entonces.
b) Una parte importante de las hipotecas subprime, que garantizaban casi 800.000 millones
de dólares en MBS y CDOs, comenzarían a ajustar su tasa de interés.
Pese a que todas las señales sugerían una intervención más activa del gobierno, esto no sucedió: se
mantuvo una actitud pasiva y distante respecto a la crisis, ya que se consideraba que el mercado
debía resolver sus problemas por sí solo. A finales de octubre, la Fed redujo la tasa Fed Funds
nuevamente, a 4,5%.
La situación de los SIVs se hizo cada vez más crítica, y Moody’s continuó reduciendo sus ratings.
HSBC anunció que absorbería $41.000 millones de activos de sus SIVs, lo que produjo una reacción
en cadena: en Europa, West LB y HSH Nordbank tuvieron que rescatar sus SIVs a un costo de
$15.000 millones. Citigroup hizo lo mismo unos meses después. Esta industria llegaba a su fin.
El panorama era igualmente crítico en el mercado de los CDOs: las pérdidas de valor de estos
instrumentos superaron a los de los MBS subprime que los respaldaban, ya que, entre 2005 y 2007,
los CDOs utilizaron más riesgo subprime de lo ofrecido por el mercado, cubriendo el exceso de
demanda con CDS. Además, las agencias calificadoras reconocieron su error, y comenzaron a
incorporar supuestos más realistas a sus modelos.
Estos problemas reflejaban los que enfrentaban los bancos: su problema era de insuficiencia de
capital, si bien aún quedaban algunos inversores valientes, que creían que los temores del mercado
eran exagerados. Había dos firmas en el ojo de la tormenta: Bear Stearns y Lehman Brothers.
638
El 11 de diciembre, la Fed redujo nuevamente la tasa Fed Funds, a 4,25%. Al día siguiente, anunció
la creación de un programa para inyectar liquidez adicional al sistema bancario. Pocos días después,
Lehman Brothers anunció los resultados del cuarto trimestre: no reportó pérdidas, pero la caída de
sus ganancias y el aumento de los activos Nivel 3 fueron significativos. Este aumento no reflejaba un
aumento en el precio de estos activos, sino la recalificación de activos Nivel 2.
A fines de 2007, colapsó el sistema financiero paralelo, que había crecido durante casi quince años
gracias al apalancamiento y la ausencia de un marco regulatorio adecuado. Este sistema incluía a los
cinco bancos de inversión de Wall Street, AIG, Fannie Mae y Freddie Mac, los originadores de
hipotecas subprime, los SIVs, los monolines y los hedge funds con estrategias de apalancamiento en
los mercados de crédito. Los balances de estas entidades poseían la mayor parte del riesgo subprime.
Además, también colapsaron instituciones bancarias que operaban dentro del sistema regulatorio,
como Citigroup y UBS.
Hay varios aspectos cruciales a tener en cuenta:
1) La lentitud con que se desarrolló la crisis.
2) Cómo se produjo el mecanismo de desapalancamiento, a través del cual la turbulencia
originada en el segmento subprime generó el colapso del sistema.
3) El efecto de las medidas tomadas por el gobierno para moderar las crisis.
Empecemos con el primero: una de las características más notables de la crisis es que se produjo en
cámara lenta: pasaron catorce meses para que se sintiera plenamente el impacto en el sistema
financiero. En contraste, en 1998 transcurrió poco más de un mes desde que Rusia se declaró en
cesación de pagos y se produjo el colapso de LCTM.
Recién a partir de noviembre de 2007 se comenzaron a sentir los primeros síntomas de problemas
sistémicos a nivel global, y aún entonces el impacto sobre los bonos de mercados emergentes fue
relativamente menor. Los
síntomas se acentuaron
en enero de 2008, cuando
la crisis se aceleró. El
gráfico muestra el “efecto
contagio” de la crisis
medido por la volatilidad
en los distintos mercados:
a medida que se oscurece,
aumenta la volatilidad.
Basándonos en la
volatilidad de sus
acciones, las principales
instituciones financieras
de Estados Unidos y
Europa estaban en el ojo
de la tormenta desde
julio de 2007, pero nadie
639
tenía en claro cuál sería el verdadero efecto de la crisis subprime. El FMI, los reguladores, los
propios bancos y la mayoría de los inversores subestimaron el impacto que tendría la crisis subprime
en el sector financiero.
Parte de la razón es la complejidad de los productos estructurados sobre la base de hipotecas
subprime, y la falta de transparencia y ausencia de regulación en los mercados donde se transaban .
Era difícil estimar cuán “infectados” de riesgo subprime estaban los CDOs, y tampoco se sabía qué
instituciones habían acumulado grandes posiciones de estos instrumentos en sus balances.
Otro factor que contribuyó a retrasar el impacto pleno de la crisis fue la relativa lentitud con la que
se desarrolló el proceso de desapalancamiento del sector financiero. Para entender cómo
funciona, debemos distinguir entre:
a) Liquidez de fondeo: describe la facilidad con la que los bancos, hedge funds y otras
entidades financieras pueden obtener financiamiento en el mercado de repos, uno de los
principales canales a través de los cuales funcionaba la política monetaria expansiva de la
Fed.
Imaginemos que un hedge fund quiere comprar 10 millones de dólares en bonos de IBM, con
un margen de 2%: eso significa que puede conseguir financiamiento por 9,8 millones. Cuanto
mayor sea el riesgo de la contraparte a financiar, mayor es el margen.
Debido a que el mercado de repos es de muy corto plazo, las instituciones financieras que
dependen de él están constantemente expuestas a un riesgo de liquidez de fondeo, a través
de tres formas:
► Que las contrapartes aumenten el margen de las posiciones a financiar.
► Que las contrapartes no quieran renovar su financiamiento, incluso a mayor tasa.
► Que sus inversiones retiren su capital o depósitos en el caso de un banco comercial.
b) Liquidez de mercado: describe la facilidad con que se puede vender un activo financiero. Si
la liquidez es baja, la venta deprime su precio.
(Esto lo voy a copiar del texto porque no entendí nada)
Supongamos que un banco tiene activos por 100 millones, repos por 90 millones, y un
patrimonio de 10 millones: su apalancamiento es igual a 10. Si el valor de sus activos se
reduce a 95 millones, su patrimonio se reduce a 5 millones, y su apalancamiento aumenta a
19. Como está obligado a mantener un margen mínimo de garantía (supongamos que el 10%
de los activos), enfrenta dos opciones:
i. Conseguir 5 millones de capital adicional.
ii. Reducir su posición a 50 millones, es decir, vender activos por 45 millones y cancelar
deuda por igual monto.
En el caso del 2007, la primera alternativa es difícil de implementar, pero la segunda puede
desatar un espiral descendente de precios: supongamos que la venta de 45 millones en activos
provoca una caída del 5% en su precio de mercado. Por ello, el banco se queda con activos
por 47,5 millones y 45 millones de deuda. Su patrimonio vuelve a caer un 50% (de 5 millones
a 2,5). Ante esta situación, nuevamente se ve forzado a vender activos. Si la liquidez del
mercado sigue siendo baja, este proceso de desapalancamiento iterativo genera una espiral de
pérdidas que culmina con la quiebra del banco.
640
Este proceso puede acelerarse si, junto con la caída de los precios de los activos, aumentan los
márgenes de garantía para financiarlos. Supongamos que los precios de los activos caen 5% y el
mercado de repos exige el doble de margen para financiar una posición, es decir, 20%: ahora, el
banco deberá reducir su posición en $75 millones. Como consecuencia, se produce una violenta
espiral de desapalancamiento para toda compañía que tuviera posiciones grandes en CDO y MBS y
estuvieran fuertemente apalancadas.
En el año siguiente a la crisis, más de sesenta y dos hedge funds cerraron. Para los bancos de
inversión, mientras tanto, el proceso no fue tan abrupto: a fines de 2007, sus balances no mostraban
aún el impacto del desapalancamiento.
Para muchos productos estructurados, como los MBS subprime y los CDOs en todas sus variantes, el
mercado era muy ilíquido, y no había precios observables (eran activos Nivel 3). Su valor podía ser
estimado por los bancos con bastante discreción, ya que dependían de sus propios modelos
cuantitativos. Durante un tiempo, hasta fines de 2007, a pesar de que era evidente que el precio del
riesgo subprime había sufrido una corrección, los bancos pudieron mantener valuaciones
relativamente altas de sus activos Nivel 3, ya que sus modelos aún no reflejaban su valor de mercado.
Mientras los instrumentos no transaran, tampoco habría precios observables. Los bancos no tenían
ningún interés en vender algún activo a un precio inferior al valor contable, lo que establecería un
precio del mercado y los forzaría a ajustar el valor del resto de su cartera.
COLAPSO:
Los bancos de inversión mantuvieron oscura su situación hasta enero de 2008. A partir de mediados
de enero, deberían reportar sus resultados anuales, incorporando el impacto de la crisis desde
septiembre hasta noviembre. Otros dos factores contribuyeron a aclarar el panorama:
1) La ficción de los ratings de grado de inversión de los MBS y los CDOs llegó a su fin: las
agencias calificadoras rápidamente aceleraron la reducción de estos ratings, incluyendo a los
instrumentos de nivel AAA.
2) Esta baja de los ratings también se extendió a los monolines, que entraron en crisis. Los
mercados financieros cayeron en pánico: reducir el rating significaba que casi 3 billones de
dólares de bonos municipales y productos estructurados también perderían su rating AAA.
Esto implicaría una venta masiva de estos títulos, por parte de los fondos de money market.
Las Bolsas del resto del mundo cayeron estrepitosamente, por la liquidación abrupta de posiciones
por parte de Société Générale. La Fed anunció que reduciría la tasa Fed Funds a 3,5%, y una semana
después la redujo otros 50 puntos básicos.
Ya habían caído los hedge funds, los SIVs y los vehículos estructurados financiados en el mercado
de ABCP, así como los originadores de hipotecas subprime. Ahora, le llegaba el turno a Wall Street.
El primer banco de inversión en reportar sus resultados anuales fue Bear Stearns, que anunció
pérdidas de 854 millones de dólares. Su presidente se vio obligado a renunciar. El resto de los
bancos también anunciaron importantes pérdidas en el último trimestre de 2007. Los máximos
ejecutivos intentaban calmar a los mercados, afirmando que lo peor ya había pasado. Pero no
tuvieron éxito: era evidente que los problemas que enfrentaban los bancos de Wall Street eran mucho
más profundos.
641
A partir de enero del 2008, se emprendieron políticas gubernamentales más proactivas. Por ejemplo,
el presidente Bush anunció un programa de estímulo a la economía, que no tuvo gran efecto sobre los
mercados. La Fed Funds Rate se redujo en tres ocasiones, y la tasa de redescuento en dos, llegando
de 6,25 a 5%. Además, la Fed ofreció financiamiento directamente a los bancos con plazos de hasta
28 días, y contra una variedad de instrumentos como garantía, para rebajar la prima de riesgo de los
mercados interbancarios. Si bien la prima de riesgo en el mercado cayó considerablemente durante
diciembre de 2007/enero de 2008, en febrero y marzo volvió a alcanzar los niveles existentes previos
a la implementación del programa.
La reducción de la Fed Funds a partir de agosto de 2007 tuvo efectos no deseados: provocó la caída
del dólar, y alimentó una burbuja en el precio del petróleo. El precio del crudo aumentó
prácticamente un 50%, afectando especialmente a la economía norteamericana, ya que el precio de la
nafta se disparó, los consumidores retrajeron su consumo, y la venta de automóviles se frenó casi
completamente.
Aunque la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos había estallado, el exceso de demanda de activos
financieros que la había generado no desapareció. El exceso de demanda era consecuencia del
subdesarrollo financiero de los países emergentes, especialmente China, que seguían buscando
oportunidades de inversión en Estados Unidos.
En marzo, la Fed anunció otra batería de medidas para inyectar más liquidez al sistema, pero ya era
demasiado tarde: para algunas entidades, el problema ya no era de liquidez, sino de solvencia. El 11
de marzo, estableció un programa especial de financiamiento de $200.000 millones, mediante el cual
los bancos de inversión podrían canjear bonos y MBS de las GSEs 26 por Bonos del Tesoro de
Estados Unidos por hasta 28 días. El mercado interpretó esto como una señal de que la Fed sabía que
algún banco de inversión iba a caer, y la desconfianza hacia Bear Stearns se multiplicó: era conocido
que tenía sólo 1 dólar de capital por cada 40 dólares en activos.
Durante el 12 de marzo, Bear sufrió una masiva corrida institucional: no pudo renovar sus repos, y
los hedge funds retiraron los fondos que tenían en custodia. Al día siguiente, tenía sólo 4.800
millones de dólares para enfrentar renovaciones de repos de entre 60.000 y 100.000 millones la
semana siguiente.
La Fed, si bien funcionalmente no regulaba a Bear, debió intervenir, orquestando un rescate en el que
J.P. Morgan jugaría el rol de salvador, facilitándole crédito para financiar los activos “tóxicos” de
Bear. Después de negociaciones frenéticas, Morgan ofreció comprar Bear.
El lunes 17 de marzo, la acción de Lehman Brothers se desplomó. Pero se anunció al mercado que el
DoJ y la Fed actuarían como “prestamistas de última instancia” si cualquier otro banco tenía
problemas de liquidez, lo que restableció un poco la confianza, y, al día siguiente, Lehman anunció
los resultados del primer trimestre de 2008: sus ganancias habían excedido los pronósticos. Esto, así
como el anuncio de otra reducción de la Fed Funds a 3,25%, impulsó a una suba del 20% en las
acciones de Lehman, que comenzó a bajar el perfil de riesgo de la firma y reforzar su posesión de
capital.
26
Fannie y Freddie
642
Quedaba claro que la Reserva Federal sería prestamista de última instancia para cualquier
institución que fuera demasiado grande para caer, lo que tranquilizó a Lehman. Pero, en realidad, su
situación era mucho peor de lo que parecía: tenía una enorme exposición al sector inmobiliario, que
hacía meses había entrado en picada. Muchos de sus activos eran Nivel 3, y, como la determinación
del precio de esos activos era relativamente subjetiva, se sospechaba que la firma estaba “dibujando”
los números.
Mientras tanto, los datos de la economía real mostraban que la economía americana estaba entrando
en recesión. La Fed Funds Rate se bajó a un 2%, su nivel más bajo desde noviembre de 2004. Los
mercados de acciones experimentaron una violenta recuperación durante el mes de abril, pero
Roubini declaró que esta recuperación no sería sostenible: las pérdidas del sector financiero y el
debilitamiento de la economía, inevitablemente, empujarían los índices bursátiles a la baja
El proceso de desapalancamiento todavía no había llegado a su fin, y, en un escenario de recesión,
tocar fondo llevaría un tiempo. Según el FMI, las pérdidas de los bancos por la crisis alcanzarían casi
1 billón de dólares. Roubini afirmaba que esta cifra era solamente un piso, y que las pérdidas podrían
exceder los 2 billones de dólares: si esto sucedía, el sector bancario de Estados Unidos caería en
bancarrota.
El colapso de Lehman parecía inevitable: a mediados de junio, S&P redujo el rating de AMBAC y
MBIA de AAA a AA. A medida que aumentaba la mora de las hipotecas subprime, se deterioró la
situación financiera de las compañías de ahorro y préstamo que las habían originado. En julio, el
gobierno debió intervenir uno de los principales originadores de hipotecas del país.
El apalancamiento era particularmente difícil en Fannie Mae y Freddie Mac, y su exposición al
sector inmobiliario era mayor que en el caso de los bancos de inversión. El problema ya no eran las
hipotecas subprime, sino todo el sector hipotecario. La Fed debió extender crédito a ambas entidades,
y el Departamento del Tesoro aprobó líneas de crédito adicionales, y una autorización transitoria para
comprar acciones de ambas instituciones. Pero la prima de riesgo de los bonos de Fannie y Freddie
volvió a dispararse.
Para mediados de 2008, ninguna entidad financiera estaba a salvo: la globalización de la crisis era
completa, y estaba en plena fase de aceleración. El mercado de repos dejó de financiar CDOs de
productos estructurados, y para el resto de los activos financieros los márgenes de garantía se
duplicaron. Ya se ha visto el efecto de desapalancamiento que esto puede producir.
Se estableció un nuevo precio de mercado para los productos estructurados, extremadamente bajo.
Esto dejaba menos flexibilidad al resto de los bancos para valuar sus activos Nivel 3. Quien más
sintió el impacto fue Lehman: su situación se deterioraba rápidamente. El sistema financiero
norteamericano avanzaba, inexorablemente, a un colapso.
El 7 de septiembre, el Tesoro anunció que tomaría el control de Fannie Mae y Freddie Mac: para
entonces, la mitad de la deuda hipotecaria de Estados Unidos estaba directa o indirectamente en los
balances de ambas entidades. No mucho tiempo después, se multiplicaron los rumores sobre la
inminente bancarrota de Lehman, y los especuladores lanzaron un ataque especulativo sobre el
banco: vendían las acciones de Lehman y compraban protección contra su bancarrota en el mercado
de CDS, lo que contribuyó a que la acción se desplomara y aumentara la prima de riesgo de Lehman
643
en el mercado. Las agencias calificadoras de riesgo, viendo que sus opciones de financiamiento
quedaban seriamente limitadas, redujeron el rating del banco.
Al igual que Bear,
Lehman comenzó a sufrir
una corrida. Como se ve
en el cuadro, desde el
inicio de la crisis a
mediados de 2007,
Lehman había intentado
reducir tanto su
apalancamiento como su
dependencia de
financiamiento a corto
plazo, pero ya era
demasiado tarde. A pesar de que, a diferencia de Bear, tenía acceso a los redescuentos de la Fed, no
podía renovar su financiamiento en el mercado de papel comercial y el de repos: cualquier producto
estructurado que “oliera” a subprime o al sector inmobiliario no era financiable.
Finalmente, Lehman quebró, produciendo un terremoto en los mercados. El primer impacto lo
sufrieron los fondos de money market, que se vieron obligados a suspender los retiros de sus
inversores por una semana, generando pánico en el mercado. A los pocos días, se anunció que el
gobierno garantizaría los fondos de money market, pero el daño ya estaba hecho.
Casi tan increíble como la quiebra de Lehman fue el rescate de AIG al día siguiente, con un préstamo
extraordinario de la Fed de 85.000 millones de dólares. Mientras tanto, al negarse a rescatar a
Lehman, se había jugado a la ruleta rusa con el sistema financiero de Estados Unidos.
El colapso de Lehman hizo que la crisis financiera mundial, que ya era severa, empeorase mucho
más.
La Fed había rescatado a Bear y a AIG, cuyos activos eran incluso más tóxicos que los de Lehman.
Hay quienes creen que no fue la decisión de dejar caer a Lehman per se, sino la falta de claridad
respecto a cómo y en qué condiciones el gobierno rescataría a entidades financieras en problemas, lo
que agudizó la crisis. La Fed diagnosticó mal el problema, y respondió de manera inapropiada: se
enfocó en la liquidez, cuando el problema era la solvencia.
En los meses siguientes, los contribuyentes norteamericanos siguieron rescatando instituciones
financieras. Para el FMI, en abril de 2009 las pérdidas generadas por la crisis subprime eran de más
de 2,7 billones, en Estados Unidos, y 4 billones, a nivel global. El sector bancario norteamericano,
según estas estimaciones, es insolvente.
Sin embargo, una parte positiva es que la intervención de los gobiernos de Estados Unidos y Europa
ha conseguido reducir considerablemente la probabilidad de caer en una recesión severa, similar a la
de los años treinta. El total de recursos financieros comprometidos por el gobierno norteamericano
para sostener el sistema financiero representó un 90% del PBI de Estados Unidos.
644
Washington es un mínimo de puntos de acuerdo. Por ejemplo, al Departamento de Estado tal vez le
interese la lucha contra el narcotráfico, pero no es un tema que competa al FMI o al BM.
Muchos critican al Consenso por no tener en cuenta la protección de los Derechos Humanos, o de la
democracia en la región. Pero, lo cierto, es que estas medidas no estaban en la agenda del Consenso.
Es una errónea lectura, en la que se le pide a Williamson algo que Williamson nunca quiso escribir:
él solo se refería a lo económico, no a lo político.
libre de cambio. Por ejemplo, en Argentina, tenemos dos tipos de cambio: el oficial y el blue.
Para exportar algo al exterior, se paga al dólar oficial (más barato), no al blue.
6) Liberalización del comercio internacional: en nuestro país, hubo medidas “para-aduaneras”
o paraarancelarias para evitar la importación de algunos productos. Por ejemplo, había
medidas que buscaban que, aquella empresa que pedía un permiso de importación por
US$1000, debía generar una exportación o una contracara del mismo valor. Pero hay
empresas netamente importadoras y netamente exportadoras. Esto llevó a casos ridículos,
como lo que sucedía con las empresas de telecomunicaciones que, con tal de importar los
equipos necesarios, se vieron forzados a exportar azúcar.
7) Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas: las IED, muchas veces,
eran mal vistas, como una entrega de soberanía. Mediante este punto del decálogo, se buscaba
dejar de lado esta mirada.
8) Privatización: se le busca sacar al Estado funciones que el particular podía cumplir. Por
ejemplo, ¿por qué el Estado, en la década del setenta, brindaba teléfonos o producía
aluminio?
9) Desregulación: les crea condiciones favorables a los privados para instalar, en el país, una
determinada industria contracara de la privatización.
10) Derechos de propiedad.
Para simplificar, podemos orientar estas diez medidas en tres categorías:
a) Reducción del déficit fiscal: disciplina fiscal, reordenamiento de las prioridades del gasto
público, reforma impositivo.
b) Medidas promercado: liberalización de las tasas de interés, tasa de cambio competitiva,
liberalización del comercio internacional, liberalización de la entrada de IED, privatización,
desregulación.
c) Derechos de propiedad: es una medida que parece exógena, apartada. Piensa en los intereses
en derechos de propiedad en materia de, por ejemplo, patentes: que se respeten los derechos
de propiedad de los inversores que desarrollan algún proceso o producto, los cuales, en
América Latina, no parecían ser respetados parece algo bastante fuera de eje respecto a lo
que se estaba tratando.
Las medidas parecen de una típica ortodoxia (de hecho, por eso fueron tan criticadas), que busca
generar o imponer una posición que algunos podrían llamar “neoliberal”. Pero, en realidad, la
perspectiva neoliberal se modera un poco.
Durante los años noventa, Argentina apareció como el principal cumplidor del Consenso. Con la
crisis del 2001, todo el mundo señaló a Williamson, diciéndole hete aquí el resultado de tu consenso:
el alumno estelar del Consenso, el abanderado, terminó en un proceso de hambrunas, saqueos,
cuasimonedas en el mercado, protestas callejeras, etcétera.
Williamson responde, diciendo que Argentina estuvo lejos de cumplir el Consenso de Washington.
No cumplió con muchos de los puntos fundamentales:
Disciplina fiscal: tuvo déficit fiscal desde 1995.
Competitividad del tipo de cambio.
647
Esto después se va a extrapolar a otras regiones: muchos dicen que se aplicó el Consenso de
Washington a los países asiáticos. Pero, fácticamente, el Consenso de Washington únicamente iba
apuntado a América Latina. Sería incorrecto aplicar algo que estuvo pensado exclusivamente para
esta región a otros lugares.
La enorme ampliación del mercado, las veinticuatro horas y los siete días de la semana, hace que
casi todo cotice en todos lados. Se genera un circuito de evolución y cotización, y de movimientos de
la economía.
Pero… ¿qué genera esto? Una enorme masa de dinero disponible para invertir: ya no es simplemente
un sector particular de la sociedad, sino un gran volumen de dinero, en un gran porcentaje de
individuos que participan las 24 horas del mercado, y en todos lugares del mundo. Así, se vuelve
algo inmanejable, lo que preocupa a los Estados: tanto volumen de dinero puede ser desestabilizador
para ciertas economías. De repente, un país mediano o chico puede sufrir embates de la corrida
contra su divisa, sus títulos o su moneda a través de este mercado, que es tan difícil de controlar, e
imposibilita la negociación.
Todo esto obligó a repensar el concepto de crisis económica.
a) Crisis de primera generación: es muy probable que las causas tengan fuerte fundamento en
el desarrollo económico doméstico. Por ejemplo: gasto público excesivo, poca prudencia en
el empleo de los recursos, baja carga impositiva respecto a los gastos, financiación a través de
la emisión, endeudamiento y cuello de botella externo por el pago de intereses.
b) Crisis de segunda generación: con la globalización financiera, las explicaciones pasan a ser
insuficientes. Empieza a discutirse si no hay que ampliar el concepto de “crisis económica”,
para agregar los embates de la globalización. No se dejan de lado las causas anteriores, pero
aparecen otras, como, por ejemplo, el comportamiento de manada y el efecto contagio.
¿Por qué se produce el fenómeno del “contagio”? ¿Cómo se contagia una crisis, con el fenómeno
globalizado? Cuando un país cae, ¿por qué nos vemos afectados nosotros, así como otros países?
¿Por qué, si hay una crisis en Corea, Argentina tiene una corrida? Hay varios datos importantes:
1) Una de las cuestiones que supone la economía, en general, es que el sujeto económico es
racional y busca la maximización del beneficio. Ahora, con el efecto contagio, vemos que
no es tan racional el sujeto: ¿qué análisis racional ha hecho el sujeto al abandonar Argentina
porque hubo una crisis en Tailandia, si, en Argentina en sí, no ha cambiado nada? nuevo
cuestionamiento a la racionalidad del sujeto.
2) Institucionalmente, hay mecanismos que fomentan la irracionalidad del sujeto. Cuando
se invierte en un Fondo Común de Inversión, se invierte en una cuota de algo, que incluye un
“paquete de cosas”. Supongamos que es el FCE Alpha (no existe, es un ejemplo), donde, si se compra,
tiene:
► 10% de Brasil. ► 20% de Tailandia.
► 20% de Argentina ► 10% de Corea del Sur.
► 30% de México. ► 10% de Malasia.
Cuando yo compro, adquiero una cuota parte del FCE. No compro “solamente” títulos
públicos o acciones de empresas de Tailandia, sino que también adquiero fondos del resto de
los países.
Ahora, si yo un día me despierto y me dicen que Tailandia va a devaluar, voy a buscar vender
todo lo que tengo. Lo mismo van a hacer los inversores, generando una estampida de venta,
649
donde las acciones salen a malvenderse por la desconfianza ¿qué hizo el resto de países
para generar esto? Nada.
Lo que le pasa a Argentina, por ejemplo, es que sus títulos públicos caen en su cotización, o
no hay capitales para invertir. No hizo algo mal en concreto, sino que sufrió los efectos de la
globalización financiera.
Esto es novedoso: ahora, yo puedo tener una crisis financiera derivada de este fenómeno. Puede
pasar que todo el mundo salga a vender las acciones argentinas y busque, en contraposición, los
dólares correspondientes. ¿Qué genera esto? Una corrida contra el peso. Hay una enorme cantidad
de gente que está demandando dólares para cubrir esa pérdida, y el país debe cubrir, con sus reservas,
una demanda inesperada que proviene de un efecto contagio.
El efecto contagio se combina con otro comportamiento: la conducta de manada, que es la de
seguir al líder. Se actúa en función de la conducta del otro sujeto.
Entonces, lo que está pasando en el mundo globalizado es un fenómeno relativamente nuevo: hasta
ahora, no veíamos, en la historia, que estas conductas fueran tan significativas. Sin embargo, con el
tiempo, adquieren significancia, y los Estados deben plantearse cómo regularlas, pues generan una
incertidumbre respecto a la forma de encarar estas corridas o situaciones.
Hay países que establecen que, por ejemplo, fondos externos no pueden irse inmediatamente: si se
deposita dinero en él para invertir, el inversor está obligado a quedarse por un determinado tiempo.
La idea es contener el capital tan volátil y especulativo. La contracara de medidas contra la
volatilidad es la disminución de la capacidad de financiarse: poniendo este lapso, se desincentiva
la inversión, sobre todo en países tan riesgosos como el nuestro ¿cuántas personas están
dispuestas a quedarse seis meses en Argentina, teniendo en cuenta todo lo que puede pasar en este
interín?
En resumen, hay que hacer un cálculo costo-beneficio.
Costos: Beneficios:
Se desincentiva la inversión, específicamente en El Estado puede regular las corridas a causa del
países con economías volátiles y riesgosas efecto contagio, al menos hasta cierto punto
Los derivados son instrumentos financieros que derivan de otros: yo no compro trigo, compro futuro
de trigo. No compro maíz, compro el derecho a tenerlo en un futuro. Con el futuro, se tiene un
mercado de futuro y un mercado de activos. Se amplía mucho más el dinero: es gente que compra y
vende cosas abstractas, derechos. No compra trigo o acero, sino el derecho de adquirirlos en un
futuro. Se genera un gran volumen de mercado y compraventa de cosas que no son reales.
Todos los mecanismos para paliar este problema fracasaron, incluyendo la Tasa Tobin, que buscaba
establecer una tasa global a los futuros, como una especie de impuesto que iría a una bolsa en común.
La idea era que el mundo se ponga de acuerdo para evitar la volatilidad. ¿Por qué? Porque quien
tieen que invertir no va a ser tan volátil para hacerlo, sobre todo teniendo en cuenta que se le pone un
costo. Si todo el mundo se pone de acuerdo en que la tasa será de, por ejemplo, el 3%, se le saca
incentivos al mercado para tanta volatilidad: la gente no se va a ir (ni va a entrar) por un cambio del
650
0,01%. Tampoco desincentiva la inversión, porque es la misma tasa para todo el mundo se intenta
ordenar la inmanejable volatilidad.
Los años noventa son de crisis recurrentes. Vamos a tener:
¿Cuál es el común de todas estas crisis? Que todas son en la periferia, y tienen efectos recíprocos
sobre todos lo demás países, salvo la nuestra, que no hizo efecto contagio.
A partir de 2008, con la Crisis de las Hipotecas, las crisis se trasladan al centro: la periferia no
sufrió la Crisis de las Hipotecas, ni la posterior, que se expandió por Europa esto no pasaba antes.
Pero, como el capital se mueve de un lugar a otro, se genera esta nueva situación.
Se genera un nuevo problema: ¿quién es el que asesora a todos los países en materia financiera? El
Fondo Monetario Internacional, que no sólo fue cuestionado alrededor del mundo, sino que, además,
hizo una especie de mea culpa, preguntándose ¿cuántos países lograron salir de la situación de crisis
gracias a lo que el FMI había dictado?
En parte para sacarse la culpa de las crisis de ambos países, terminó dictaminando que éstos
terminaron en esta situación porque no siguieron, al pie de la letra, sus recomendaciones.
Hoy, producto de esa revisión de conciencia, el Fondo parece considerar las cuestiones sociales con
más intensidad que en el pasado, y quizás sea la consecuencia de la evolución de esta situación
reciente: de ver que, efectivamente, ningún país sale de la crisis, o sale por otros motivos. Por
ejemplo: Argentina sale de la Crisis del 2001 porque la soja subió, y México porque hubo una gran
inyección de capital de Estados Unidos el rigor macroeconómico no resolvió el tema.
Hay un dictamen del Fondo sobre el caso argentino, al que le va a responder Lavagna (en ese
momento Ministro de Economía). En la mesa, queda el cuestionamiento al Fondo, que empieza
desde muy temprano: ya en 1997, hay una voz que se alza, la de Joseph Stiglitz, que señala que
siempre están las mismas recetas, sin que se considerara la situación particular de cada país. De
hecho, si no se hubiera seguido el dictamen del Fondo, probablemente la crisis del Sudeste Asiático
hubiera sido diferente.
La crisis de Argentina sigue esta misma lógica, con la diferencia de que su causa no fue por un
evento en particular (por ejemplo, la caída del valor de un producto X), sino por causas estructurales.
Desde el momento en que el país inició la convertibilidad, la economía argentina no terminó de
acomodarse a las circunstancias, y quedó anclada en una esperanza vana de que la convertibilidad era
la salida de todos los problemas.
Tenemos ciertas frases que reflejan un poco lo que la sociedad esperaba que sucediera, o a la que ella
se aferraba:
“En la próxima Reunión Anual, sin duda, estaremos hablando de lo acertadas que fueron estas
políticas conjuntas”.
Intervención de Menem ante las Juntas de Gobernadores del FMI y del Grupo del Banco Mundial.
Washington, DC, octubre de 1998.
“Como parte del esfuerzo para consolidar la estabilidad, la Alianza está resuelta a mantener la
convertibilidad”.
Punto 11, Carta a los Argentinos, Alianza UCR-Frepaso.
Como la tasa del dólar tenía una cierta vinculación con el interés, la tasa de interés en dólares de
Argentina era ligeramente superior a la de otros países, pero, en pesos, era enormemente más alta. En
términos de endeudamiento, pasaba lo mismo: si yo me endeudaba en pesos, la tasa de interés que
debía pagar por eso era muchísimo más alta que si me endeudaba en dólares.
Cuando termina la convertibilidad, muchas personas se quedan con la deuda en dólares, con un dólar
devaluado. Pero, mientras esto no colapsaba, las señales eran positivas para la sociedad con respecto
al dólar y al peso. Es emblemática la frase de la Carta a los Argentinos, del año 1999: no había crítica
alguna a la convertibilidad, que colapsaría dos años después.
El candidato del oficialismo frente a la Alianza, Eduardo Duhalde, cuando ve que la elección estaba
perdida, cerca de octubre de 1999, empieza a cuestionar la convertibilidad. Dentro del paquete de su
lógica nacionalista e industrialista, la crítica a la convertibilidad apareció, pero de forma tibia y
tardía, y tal vez motivada por la idea de sumar votos con una idea diferente.
La sociedad clamaba por el mantenimiento de la convertibilidad contra todo pronóstico. Si bien tenía
información que demostraba que el modelo estaba agotado, la sociedad prefirió ignorar las señales y
votar por la convertibilidad. La crisis estaba largamente anunciada: fue tan largo el proceso de
decadencia, que nuestro país, a diferencia de otros países, no tuvo efecto contagio. Por eso, también,
652
caímos con tanta facilidad: no tuvo consecuencias en el resto del mundo, y nadie hizo nada para
sostenernos.
Causas de la crisis:
Contexto internacional:
El primer dato mundial es la situación entre
1999 y 2001 a nivel global, el panorama. En el
informe del FMI, se ve que la economía
mundial no crece significativamente, y las
economías avanzadas, por debajo de la
economía mundial. Estados Unidos crece un
1%, una cifra menor al crecimiento de la
población (baja el PBI per cápita) la
economía crece, pero a tasas muy bajas.
En América Latina, el crecimiento en todo el
período es muy bajo, salvo en el 2000: estaba
muy por debajo del crecimiento del paquete.
Argentina, de todos los países de América, era
el que peor estaba. Con una economía basada
en la exportación de productos agrícolas, el
bajo crecimiento de las economías
desarrolladas hacía que nuestras exportaciones se vieran afectadas.
Evolución del valor del peso:
Al atar su moneda al dólar, Argentina ataba su moneda a las decisiones de política monetaria de
Estados Unidos. Si éste devaluaba o sobrevaluaba el dólar, los costos argentinos (que estaban
dolarizados) seguirían el mismo recorrido, devaluándose o revaluándose.
El BCRA hace un informe sobre la evolución del valor del peso en términos reales. Indica tres fases
de la evolución del dólar (o del peso, porque ambos estaban atados):
1) Con el “superdólar”, era el momento de auge de importar, porque se tenía un peso que
era poderoso frente al dólar.
653
2) Con la apreciación del dólar (y, por consiguiente, el peso), las exportaciones argentinas
resultaban más caras en el resto de los países. Por eso, se vieron afectadas y disminuyeron.
Ambos convergieron en una balanza comercial deficitaria.
Derrumbamiento de los precios:
Tomando el estudio de la CEPAL, se puede ver el valor, en base año 1995 (100) en dólares de los
principales productos básicos exportados por América Latina:
A excepción del tabaco, el resto de los productos se ven muy afectados en sus precios. En 2001, el
peor momento de la crisis, podemos ver los bajísimos valores de las materias primas. Mientras los
precios caían, Argentina continuaba siendo demasiado caro. Era una bomba que estaba a punto de
estallar.
654
La situación de Brasil:
En 1999, Brasil tuvo una crisis, que agravó la
situación de Argentina, al ser uno de sus principales
socios comerciales y comprador estrella. El patrón
es recurrente: fuga de divisas y problemas del tipo
de cambio. En el lapso de unos meses, de abril de
1998 a noviembre de 1998, se fueron casi la mitad
de las reservas internacionales. Se dio una
estampida, lo que implicó pérdida de reservas,
pérdida de monedas y salida de dólares de la
economía.
¿Cómo resuelve Brasil la fuga de divisas?
Devalúa. En enero de 1999, pasa de un tipo de
cambio más o menos estable, sobre el cual había
una especie de control, a uno de aproximadamente
1,8 reales/dólar.
Como Brasil devaluó, mientras el dólar se
estaba revaluando, el comercio con nuestro
principal socio se vio obstaculizado: a ellos,
nuestras exportaciones les resultaban demasiado
caras.
La evolución de la tasa de la Reserva Federal de Estados Unidos:
Se dio un proceso donde la tasa de interés de Estados
Unidos estaba subiendo (lo cual explica, en parte, por
qué se revalúa el dólar). Esto afecta al problema de
la deuda en Argentina: parte del endeudamiento
sufrirá el aumento de la tasa de interés.
655
El aumento de la tasa implica otro problema adicional: si Argentina necesita financiamiento (que lo
requería), y alguien debía elegir invertir en Estados Unidos o en Argentina, ¿en quién iba elegir
invertir?
Ahora, Estados Unidos paga más tasa de interés por cualquier cosa o activo que se quisiera adquirir
allí. Por esto, si yo tengo plata para prestarle a un país, y tengo en la mesa a Argentina o a Estados
Unidos, le voy a prestar a Estados Unidos.
Para seducir al inversor, y que no use su dinero en Estados Unidos y opte por Argentina, se eleva la
tasa de interés. Esto es el riesgo país: el diferencial de tasa de interés que debe pagar un país
respecto a uno similar de Estados Unidos. Con el aumento de la tasa de interés en Estados Unidos, el
piso se corre: Argentina no puede mantener una tasa de interés inferior a la de Estados Unidos, y, al
ser mucho menos confiable, debe aumentar la suya por sobre la de Estados Unidos para que alguien
invierta en el país.
Veamos la evolución del riesgo país: en Argentina, en enero de 1999, debía pagar una tasa del 6%
superior (riesgo país de 600, pues se expresa en centenas), y Brasil de 1800.
El EMBI es el principal indicador de riesgo país y está calculado por JP Morgan Chase. Es la
diferencia de tasa de interés que pagan los bonos denominados en dólares, emitidos por países
subdesarrollados, y los Bonos del Tesoro de Estados Unidos, que se consideran "libres" de riesgo.
Hacia agosto/septiembre de 2000, el spread de todos los países empieza a converger. En noviembre
del 2000, alcanza un cierto pico, pero aún dentro del promedio: no estaba lejos de Brasil.
Pero… ¿qué nos va a pasar? La Alianza sube en el cuatro trimestre de 1999, y nuestra economía no
estaba muy bien:
a) Ya desde el cuarto trimestre de 1998, el PBI venía cayendo. Por eso, el gobierno de la
Alianza asume en el contexto de una economía que estaba cayéndose. En el cuatro trimestre
de 1999, hay un pequeño crecimiento, producto de la euforia electoral. Tampoco es cierto que
la Argentina, a principios de 1998 (y en años anteriores), había empezado a solucionar sus
656
Octubre: la meta del déficit pasó de US$ 4.700 millones a US$ 5.300 millones.
Diciembre: se acuerda una nueva meta, de US$ 6.500 millones.
A pesar de los esfuerzos, Argentina no podía resolver el problema del déficit.
658
Terminado el año 2000, la balanza comercial era 8.824 millones de dólares deficitaria. En algún
punto, el déficit de cuenta corriente era casi tan grande como el de los intereses de la deuda externa.
En el primer trimestre de 2001, el FMI vino a revisar las metas. Las metas comprometidas eran de
2.100 millones de déficit. Pero, como podemos ver en el cuadro, Argentina incumplió su
compromiso en un 50%: en lugar de incurrir en un déficit de 2.100 millones, tenía un déficit de
3.049 millones de dólares para el primer trimestre de 2001.
Esto generó una nueva estampida de desconfianza, y la sensación de un caos inminente en la
población. Machinea, el Ministro de Economía, presentó su renuncia, y asumió Ricardo López
Murphy, que duró dos semanas en el cargo. Estuvo trabajando en un plan la mayor parte de la
gestión, lo anunció un viernes (cuando De la Rúa estaba viajando al exterior), y renunció el lunes (el
político más consistente). Su plan era muy ortodoxo, lo que despertó una ola de movilizaciones callejeras
La Alianza tuvo una gran crisis política, ya desde el principio de su gestión. La salida del Chacho
Álvarez en el primer año de la gestión hizo que la pata más progresista de la Alianza se corra, y
quedan solamente los radicales: ya no había tanto apoyo del Frepaso. La medida de López Murphy
hace que muchos miembros del gabinete renuncien: hay toda una pata radical que da un portazo con
esta política.
Con la renuncia de López Murphy, quien lo reemplazó fue Domingo Cavallo. Con esto, se retiró
todo el radicalismo progresista de la Alianza: para este momento, la Alianza estaba compuesta
solamente por delarruistas. De la Rúa se rodeaba de propios, porque el resto ya se había ido.
En el momento de crisis, la Argentina recibió una significativa ayuda nominal, que se desembolsaría
en función del cumplimiento de metas, en lo que se conoció como blindaje. Sin embargo, estos
fondos nunca llegarían en su totalidad. Teníamos un acuerdo abierto por una cantidad X de dinero,
que recibiríamos solamente si hacíamos lo que ellos nos pedían desembolsos parciales, sujetos al
cumplimiento de metas.
En el año 2001, se presentó un nuevo evento: la renovación de las Cámaras. Ya el año, entonces,
venía enrarecido, por:
a) Tensión fiscal.
b) Sociedad dividida por la campaña electoral.
La cuenta corriente fue siempre deficitaria. Los números de 2001 subieron no porque estuviéramos
mejorando, sino porque la economía se estaba ajustando tanto que ya no se importaba. El PBI cayó, y
subió el desempleo: no era una balanza comercial superavitaria virtuosa, sino una que surgió como
resultado de una situación de crisis.
Las metas ya comenzaron a incumplirse en el primer trimestre de 2001. Esto llevó al desplazamiento
de Machinea por López Murphy, quien duró solamente tres días en su cargo. En este momento,
apareció con fuerza la figura de Cavallo como el hombre fuerte, quien había dado origen a la
Convertibilidad y llevado adelante un proceso de reestructuración de la economía argentina. Tras la
renuncia de López Murphy, fue Cavallo quien lo reemplazó.
El tema era que el fondo de la cuestión era: ¿cómo alentamos el crecimiento de determinados
sectores, y así los exportamos? ¿Cómo podíamos acceder a los dólares necesarios para honrar mis
compromisos de deuda? No se podía bajar la deuda, porque siempre se estaba corriendo detrás del
pago de intereses, y no se lograba generar excedentes.
Los planes no tuvieron gran éxito, pero fueron medidas de política pública que resultaron llamativas
en su momento.
Uno de los grandes defectos que tenemos respecto a nuestras políticas públicas es que éstas nunca se
evalúan. ¿Funcionó o no X o Y medida? La Auditoría General de la Nación mira, más que nada, el
tema de la erogación de fondos: en qué se usó, cuánto se gastó, etcétera. Pero, si yo tomo una política
pública, es para resolver un determinado problema, y nadie parece preguntarse: la política pública
tomada, ¿mejoró el problema o no? en general, cualquier política pública que se lleva adelante
debería tener resultados.
Aquí llegan impuestos que siguen estando hoy, como el impuesto a los débitos y cuentas corrientes.
El Estado busca ampliarse y financiarse: a la reforma impositiva de Machinea, Cavallo le agrega más
impuestos. El costo para las empresas era muy grande: cualquier empresa que se financie lo hace por
medio de cheques, y éstos ahora tenían un sobrecosto adicional, que era el impuesto que se debía
pagar al Estado, sin ninguna contraprestación.
Como “padre de la criatura”, Cavallo intentó ampliar la convertibilidad. También es cierto que era
el único que podría haber generado este tipo de modificaciones sin con ello llevar a un estallido
social: era la única figura respetada. Por eso, elabora una canasta de monedas. En esta época, estaba
pronto a salir el euro, por eso, propone que la canasta fuera:
De esta forma, si el dólar se sobrevaloraba, el euro podía compensar, o viceversa; para aminorar el
impacto sobre la moneda nacional. Pero nada de esto pudo implementarse.
La baja de la tasa de interés por parte de Estados Unidos (que estaría en poco más del
0%) bajaría los intereses.
El boom del precio de las
commodities.
Esto abrió la oportunidad, para
Argentina, de hacer las cosas bien (spoiler: no
lo hizo). Pudimos pagar la deuda con el
En Estados Unidos, calcular el valor de la propiedad es muy complejo. Por eso, se emplea un índice
de valor de la propiedad, que incluye el valor de las propiedades de veinte ciudades. De esta forma,
podemos analizar el avance del valor de las propiedades sin calcular tanto, empleando este índice
como referencia. Esto no quiere decir que el precio fluctúe de la misma forma en Estados Unidos.
El índice es de base 100 en el año 2000: lo que vemos es que el precio de la propiedad subió
sistemáticamente en Estados Unidos. Lo que marca el espacio en gris es la recesión en Estados
Unidos: entre 2001-2002, Estados Unidos entró en recesión, es decir, tres trimestres consecutivos de
caída del PBI. La salida es lo mismo, pero a la inversa: tres trimestres consecutivos de aumento del
PBI.
Lo que vemos es un crecimiento sistemático del aumento de precios de la propiedad. Pero, ¿por qué
aumenta el precio? Porque aumenta la demanda de propiedades. Junto con el aumento del metro
cuadrado, crece su construcción, y, por tanto, la demanda de propiedades.
Uno de los elementos claves para entender por qué hubo un boom inmobiliario es porque la tasa de
interés resultaba atractiva. En estos años, bajó la tasa de interés. Pero… ¿cómo llegamos a una tasa
de interés tan baja?
1) Para algunos, el responsable fue China, que bajó la tasa de interés.
2) El gasto público norteamericano.
3) La baja de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal.
En última instancia, la tasa de interés bajó, lo que alentó al endeudamiento hipotecario. Para
muchos, el capital necesario para comprar una casa, si no se tenía, era más conveniente invertirlo en
otros activos que permitan adquirir un ingreso determinado, que permita la libertad de mudarse,
manteniendo el capital. Se consideraba que las hipotecas no eran del todo favorables: podría invertir
mi capital en otras cosas y no en un préstamo a largo plazo, y, además, con una hipoteca me veo
obligado a vivir siempre en la misma casa.
Con la baja de la tasa de interés, aparecen otros fenómenos a tener en cuenta:
Imaginemos que una persona estaba pagando su crédito sin inconvenientes, a partir del año 2000.
Pero se da cuenta, en el año 2004, que su propiedad había aumentado casi un 50%. La deuda era por
$75.000, y se siguen pagando las cuotas y los intereses. Pero, en ese momento, me doy cuenta de que
la casa vale más. El banco va y dice lo siguiente: “Tu casa, ahora, vale $155.000, y calculo que un
día va a valer $160.000. Te propongo lo siguiente: darte una segunda hipoteca sobre tu casa”.
Pero… ¿cuál es la lógica detrás de esto?
El banco va a darle a esta persona un crédito inferior a lo que valdría la casa (para
resguardarse): si vale $155.000, le dará $120.000, para que cancele la deuda de la hipoteca
anterior. Y… ¿cuál es su ganancia? $50.000 que le quedan en el bolsillo. Se está endeudando
por esos $50.000, pero con un crédito a la tasa más baja del mercado.
Mucha gente tomó este excedente entre la primera y la segunda hipoteca y adquirió bienes
suntuarios. Financiaba su propio consumo doméstico, y no a una tasa como la de la tarjeta
de crédito o la de un préstamo, sino la de la hipoteca, que es la tasa más baja de las que
ofrecía el banco. Entonces, se financia consumo con una tasa extremadamente atractiva.
665
a) Si el banco sale a vender estos activos, su beneficio inmediato va a ser recibir el capital
prestado rápidamente. Si le ofrece ese título al mercado (y suponiendo que todas las hipotecas
suman un millón de dólares), lo lanza ofreciéndoles el título de hipotecas que tiene, atrás,
hipotecas por un valor de un millón de dólares, pero se los vende a US$ 900.000. Se intenta
generar una seducción o atractivo para que compren. Si el banco tiene éxito, en lugar de
esperar diez o veinte años para recuperar el millón de dólares, obtiene los 900.000 hoy.
b) Para quien invierte, se estaba pagando 90 por algo que vale 100. Si espera todo el proceso,
terminará cobrando 100, cuando le devuelvan todo el capital. Mientras tanto, irá percibiendo
lo proveniente de los intereses.
Esto hace que comprar títulos de hipotecas resulte atractivo. Por eso, el mercado de hipotecas se
inunda, no sólo porque es atractivo, sino porque el valor de la propiedad sigue subiendo: no hay
riesgos. Al final del día, si algo pasara, tengo atrás un activo que lo sostiene que vale mucho.
Al mismo tiempo, hace que el banco tenga ya el dinero. Con este dinero, sale a renovar las hipotecas.
Por eso, tiene una ganancia de la hipoteca 1, que ve reducida, pero que, en última instancia, le
permite ofrecer una hipoteca 2, que titulariza, y así sucesivamente. Comienza a crecer una gran
burbuja, producto del fenómeno de la titularización de las hipotecas.
Se expande la demanda de propiedades, porque todo el mundo sale a ofrecer préstamos para sacar
una hipoteca y comprar una casa.
La inversión tenía un respaldo legal, pero mucha gente no se ponía a leer la letra chica de cada
folleto legal. Aparecen, entonces, las calificadoras de riesgos, una especie de grandes agencias de
consultoría. Éstas se encargaban de leer la letra chica de los folletos del título de hipotecas de un
banco, y las califican en una escala, de mayor a menor riesgo. Con esto, se le envía al mercado la
señal de que puede invertir tranquilo.
Entonces, todo el mundo sigue invirtiendo en hipotecas. El gerente financiero de la empresa recibe
dinero por, entre otras cosas, maximizar el beneficio del recurso financiero que tenga esta empresa:
le pagarán un mayor bono cuanto más dinero logre hacer con las inversiones. Se incentiva, de esta
manera, a colocar parte de las ganancias financieras de las empresas en estos títulos: ya no son sólo
los particulares, sino también las empresas, quienes invierten en los títulos de propiedades, que no
paran de salir.
El banco continúa recibiendo capital, y lo vuelve a prestar. Ahora, en Estados Unidos, el sistema
bancario está hecho para incentivar la colocación de hipotecas. El nivel de endeudamiento de su
población es muy importante, que, muchas veces, financia su consumo con deuda. Por eso las deudas
de las tarjetas de crédito son tan altas: su uso se ha generalizado a cualquier cosa. Hay quienes hasta
compran cigarrillos en el kiosco con tarjeta de crédito. Esto genera un gran margen de
endeudamiento de la población.
El historial crediticio es muy importante en Estados Unidos, pues abre las puertas a más o menos
consumo. Las personas, según su historial crediticio, se clasifican en:
a) Los Prime son aquellas personas que tienen altos ingresos, buen historial crediticio, que
nunca tuvieron un problema, etcétera: a ellos se apunta, pues otorga una gran cantidad de
garantías.
667
b) Los Alt-T son individuos que no son malos pagadores, pero que tienen inconvenientes para
informar algún ingreso, o que, alguna vez, se atrasaron con deudas. Si piden un crédito,
tendrán que pagar más intereses que un Prime.
c) Los Subprime eran quienes tenían un historial crediticio muy malo. Eran conocidos como
NINJA: No Income, No Jobs or Assets. No eran confiables.
Ahora, el sistema empieza a favorecer a esta tercera clase de sujetos: producto de la expansión del
sistema financiero por la recuperación de los títulos, se empieza a prestarles. ¿Por qué? Porque se
relativizaba el riesgo de que la persona no me pagara: si él no me pagaba, en última instancia, le
quitaba la propiedad (que tenía un valor cada vez más alta), y hasta terminaba obteniendo más
ganancias.
Entonces, el aumento del precio de la propiedad genera incentivos que licúan el temor, el riesgo del
no pago. Es algo casi benéfico: se logra el acceso de la propiedad, incluso a aquellos que tuvieran
dificultades para adquirirlo.
Pronto, empiezan a aparecer problemas:
1) Las calificadoras de riesgo, como dijimos, habían calificado positivamente algunos
títulos. Pero aparece una zona gris, difícil: la calificadora gastaba una enorme cantidad de
dinero para hacer un análisis. Estudiar la letra chica de cada libro requería un gran trabajo, de
una múltiple cantidad de expertos.
Entonces, a las calificadoras les resultaba rentable calificar como “triple A” (la calificación
más alta) un determinado título: cuanto más lo hacía, más incentivaba a que llegaran más
personas a que califiquen sus títulos. Si a alguien no le daba la calificación que quería, tenía
todos los incentivos para ir a otra calificadora, que le diera los resultados que esperaba.
De esta forma, se
genera una especie de
contradicción: ¿hasta
dónde se compromete
el prestigio de la
calificadora, y hasta
dónde su afán de
lucro? Surge una
tensión, no del todo
resuelta.
2) Como todo boom
inmobiliario, en
algún momento, cae:
llega al techo, se
estabiliza, y luego alcanza una profunda caída en el valor del metro cuadrado. Ya no hay más
gente dispuesta a pagar esa cantidad de dinero por ese metro cuadrado. Aparecen varias
cuestiones interesantes:
a. Imaginemos que una persona está pagando un crédito de $200.000 dólares (con los
intereses asociados) de algo que, ahora, vale $160.000. Tiene una deuda enorme, por
algo que no lo vale: está pagando intereses por $200.000 por algo que, ahora, vale
$40.000 dólares. Lo que más le conviene es dejar de pagar, y que el banco se quede
668
con la propiedad. Cuando esto se generaliza, y todo el mundo empieza a cancelar sus
hipotecas entregándolas para no seguir pagando una tasa de interés cada vez más alta,
se derrumba el precio de la propiedad aún más, porque el banco, que no quiere
quedarse con propiedades, sale a rematarse.
b. Los más sensibles
a la caída del
precio eran los
subprime. Estaban
pagando mucho
dinero por algo que
no lo valía, con el
agravante de que
no tenían muchos
ingresos de base.
Cuando el precio
empieza a caer, lo
mismo sucede con la morosidad. Esto genera una avalancha de caída de precios de la
propiedad.
c. En un momento, la estampida es tal que el título de hipotecas pasa a valer cero. Se
convierte en un activo tóxico: no vale nada, pero no sólo eso. Las empresas de
Estados Unidos, que habían invertido en ellos, también ven comprometida su
situación financiera, porque tienen comprometida su cartera con estos títulos.
d. El contagio se va a dar porque todo el mundo ve comprometido su capital, y la idea es
que, si se puede vender algo, mejor es que se venda ya.
Muchas personas habían invertido sus fondos de retiro en títulos de hipotecas. Sin embargo, con la
caída, vieron comprometido su futuro, y no pudieron dejar de trabajar, porque debían financiar esos
gastos que habían perdido. De esta forma, se genera una tensión social, producto de la caída de los
ahorros acumulados: los jóvenes buscan trabajo, pero no lo encuentran, porque los mayores de edad
no pueden jubilarse.
La crisis repercutió fuertemente en los países desarrollados, pero no en los subdesarrollados, pues no
había llegado aún, a estas regiones, la inversión en estos títulos. En cambio, en el resto de los países
desarrollados, como la inversión estaba más sofisticada, los títulos se licuaron y generaron una crisis.
La salida de la crisis fue un gigantesco paquete de ayuda del gobierno norteamericano, que fue un
objeto de crítica: ¿por qué se salió a ayudar a personas que, en última instancia, habían especulado?
Al mismo tiempo, cae mucho el prestigio de las calificadoras de riesgo: ¿cómo habían calificado
como Triple A un título que, pocos meses después, terminaron desplomándose?
Pero, al tiempo… ¿qué podía hacer el gobierno, si no rescataba a estas empresas? Si no las sostenían,
terminarían quebrando, perdiendo aún más el ahorro acumulado. Esta discusión sigue en pie, incluso
actualmente.
Para determinar el
precio mundial y la
cantidad
intercambiada,
debemos definir la
curva de demanda
de importaciones de
nuestro país y la
curva de oferta de
exportaciones del
extranjero. La
demanda de
importaciones de
nuestro país es el
exceso de lo que los consumidores nacionales demandan sobre lo que los productores ofrecen, y la
oferta de exportaciones del extranjero es el exceso de lo que los productores extranjeros ofrecen
sobre lo que los consumidores extranjeros demandan.
La curva de demanda de importaciones tiene pendiente negativa, ya que, a medida que aumenta el
precio, la cantidad demandada de importaciones disminuye. Mientras tanto, la curva de oferta de
exportaciones del extranjero tiene pendiente positiva, porque la oferta de bienes disponibles aumenta
a medida que suben los precios.
El equilibrio mundial se produce cuando la demanda de importaciones de nuestro país equivale a la
oferta extranjera de exportaciones. Así, la oferta mundial igual a la demanda mundial:
Demanda Nacional−Oferta Nacional=Oferta Extranjera−Demanda extranjera
Demanda Nacional+ Demanda Extranjera=Oferta Nacional+Oferta extranjera
Demanda Mundial=Oferta Mundial
Efectos de un arancel:
El arancel es una especie de costo de transporte: si nuestro país impone un impuesto de dos dólares a
cada tonelada de trigo importado, los comerciantes no transportarán el trigo, a menos que la
diferencia de precios entre los dos mercados sea de, al menos, dos dólares.
Podemos ver, en la figura, los efectos de un arancel fijo de t dólares por unidad de trigo. Cuando no
hay aranceles, el precio del trigo es igual a P M en nuestro país y en el extranjero. Pero, con el arancel,
los comerciantes no transportarán el trigo del extranjero a nuestro país, a menos que sus precios
excedan a los extranjeros en, al menos, t dólares. Pero, si no se envía trigo, va a haber un exceso de
demanda de trigo en
nuestro país, y un
exceso de oferta en el
671
extranjero. Así, el precio en nuestro país aumenta y en el extranjero cae, hasta que la diferencia sea
de t dólares.
Así, la introducción de un arancel produce una diferencia del precio en los dos mercados,
elevando el precio en nuestro país hasta P T y reduciéndolo en el extranjero hasta P T-t. En nuestro país,
los productores ofrecerán más a un precio más elevado, mientras que los consumidores demandan
menos, por lo que se demandan menos importaciones. En el extranjero, el menor precio conduce a
una reducción de la oferta y a un aumento de la demanda, disminuyendo la oferta de exportaciones.
El volumen de trigo intercambiado se reduce de Q M, el volumen del libre comercio, a Q T, el volumen
con un arancel. A este volumen, la demanda de importaciones de nuestro país iguala a la oferta
cuando PT – P*T = t.
El incremento del precio en nuestro país, de P M a PT, es menor que la cuantía del arancel, porque
parte de éste se refleja en la reducción del precio de las exportaciones del extranjero, sin trasladarse a
los consumidores nacionales. Usualmente, no sucede lo mismo cuando quien impone el arancel es un
país pequeño: su cuota de mercado mundial del bien que importa es más pequeña, por lo que la
reducción de sus importaciones tiene un efecto muy pequeño sobre el precio de exportación del
extranjero.
Así, su un país pequeño aumenta sus
aranceles, lo que sucede es que
aumenta el precio del bien
importado en la cantidad total del
arancel, de PM a PM+t. La producción
aumenta de S1 a S2, y el consumo se
reduce de D1 a D2. La consecuencia
del arancel, entonces, es que las
importaciones disminuyen en el país
que lo impone.
Magnitud de la protección:
No todos los aranceles protegen de la misma forma. Distintos tipos de aranceles pueden tener efectos
muy diferentes sobre las fases de producción de un bien, como lo puede mostrar este ejemplo:
Un auto se vende en el mercado mundial por 8.000 dólares, y los componentes de los que está hecho,
por 6.000 dólares. Hay dos países: A, que quiere desarrollar una industria de ensamblaje automotriz,
y B, que ya tiene una industria de ensamblaje, y busca desarrollar una de componentes:
✨ Para fomentar una industria nacional del automóvil, A establece un arancel del 25% a los
autos importados, permitiendo a los ensambladores nacionales fijar un precio de 10.000 dólares
en vez de 8.000. Pero esto no significa que los ensambladores reciben sólo un 25% de
protección, ya que, antes del arancel, la industria de ensamblaje nacional sólo podía desarrollarse
si se pudiera ensamblar por 2.000 dólares (la diferencia entre el precio del automóvil completo,
8.000 dólares, y el costo de los componentes, 6.000 dólares) o menos; ahora, funcionará incluso
si cuesta 4.000 dólares (la diferencia entre el precio de 10.000 dólares y el costo de los
672
componentes). El tipo arancelario del 25%, entonces, protege a los ensambladores con una tasa
de protección efectiva del 100%.
✨ País B, con la idea de fomentar la producción nacional de componentes, impone un arancel
del 10% a la importación de componentes, aumentando el costo de los componentes para los
ensambladores nacionales de 6.000 a 6.600 dólares. Esta política termina haciendo menos
ventajoso el ensamblaje nacional: antes del arancel, habría resultado ventajoso ensamblar un
coche en el país si se podía hacer por 2.000 dólares (8.000 dólares – 6.000 dólares), pero, después
del arancel, el ensamblaje local sólo tiene lugar si puede ser realizado por 1.400 dólares (8.000
dólares – 6.660 dólares). Si bien el arancel proporciona protección positiva a los fabricantes de
componentes, perjudica en un -30% a los ensambladores.
El excedente del consumidor se calcula restando P veces Q del área debajo de la curva de demanda
hasta Q. Cuanto más suba el precio, más disminuyen la cantidad demandada y el excedente del
consumidor (lo vemos en la figura, cuando P1 sube a P2, el excedente pasa de b a a).
Mientras tanto, el excedente del productor es su análogo. Un productor que puede vender por $2
pero vende a $5 un determinado
bien gana un excedente del
productor de $3. El excedente
del productor es P veces Q,
menos el área bajo la curva de
oferta hasta Q. Cuanto más
aumente el precio de un bien,
más aumenta el excedente del
productor (como lo vemos en la
figura: cuando P1 sube a P2, el
excedente pasa de c a d).
Medición de los costos y beneficios:
Como ya dijimos, el arancel aumenta el precio nacional de P M a PT, pero disminuye el de los
exportadores extranjeros de PM a P*T. La producción nacional aumenta de S 1 a S2, pero el consumo se
reduce de D1 a D2. Los costos y beneficios de los distintos grupos pueden expresarse como la suma
de las áreas de a, b, c, d y e:
1) Productores nacionales: reciben un precio mayor, aumentando su excedente del productor.
Antes del arancel, el excedente del
productor era igual al área por debajo de
PM pero por encima de la curva de oferta.
Ahora, cuando el precio aumenta a P T, el
excedente aumenta en la cuantía mostrada
por el área a ganan.
2) Consumidores nacionales: deben pagar
un precio más elevado, empeorando su
situación. Como el precio aumenta de PM a
PT, el excedente del consumidor se reduce
en el área indicada por a + b + c + d
pierden.
3) Estado: gana recaudando el ingreso del
arancel, igual al tipo arancelario t
multiplicado por el volumen de
importaciones QT. Como t = PT + P*T, el
ingreso del Estado es igual a la suma de las
áreas c y e gana.
Es decir, hay dos “triángulos”, cuyas áreas miden pérdidas para el conjunto del país (b y d), y un
“rectángulo”, cuya área mide una ganancia compensatoria (e). Los triángulos representan la
pérdida de eficiencia, causada por la distorsión a los incentivos a consumir y producir, y el
rectángulo, la ganancia de la relación de intercambio, al reducir los precios de exportación
extranjeros. Esta última depende de la capacidad del país que impone el arancel para provocar una
reducción del precio de exportación extranjero: si no puede afectar a los precios mundiales, la región
e desaparece (porque el precio del extranjero no pasa de P M a P*T), y está claro que el arancel reduce
el bienestar.
Veamos cada parte:
Otros instrumentos de la
política comercial:
Los subsidios a la exportación:
Un subsidio a la exportación es un
pago realizado a una empresa o
individuo que vende un bien en el
extranjero, y, como los aranceles,
puede ser fijo o ad valorem. Cuando
el Estado ofrece un subsidio a la
exportación, los vendedores
675
exportarán el bien hasta el punto en que los precios nacionales excedan a los extranjeros en la
cantidad del subsidio.
Los efectos sobre los precios de un subsidio a la exportación son exactamente opuestos a los de un
arancel: el precio en el país exportador aumenta de P M a PS, pero, como el precio del país importador
se reduce de PM a P*S, el incremento del precio es menor que el subsidio. En el país exportador:
El subsidio del Estado es el área b + c + d + e + f + g. Por eso, la pérdida neta de bienestar es la suma
de b + d + e + f + g. Como ya vimos, b y d representan las pérdidas por las distorsiones de la
producción y el consumo. Pero, además, el subsidio a la exportación empeora la relación de
intercambio del país, reduciendo el precio de las exportaciones en el mercado exterior de P M a P*S.
Esto genera pérdidas adicionales: e + f + g.
Por todo esto, el subsidio a la exportación es mucho más perjudicial que beneficioso.
Cuotas de importación:
Una cuota de importación es una restricción directa de la cantidad que se puede importar de
algún bien, normalmente mediante la concesión de licencias a algún grupo de individuos o
empresas. Hay que tener en cuenta lo siguiente: al contrario de lo que se cree, una cuota de
importación SIEMPRE aumenta el precio nacional del bien importado.
¿Por qué esto es así? Porque cada vez que se limitan las importaciones, la demanda del bien excede a
la oferta nacional más las importaciones. Esto causa un alza de precios, hasta que se equilibre el
mercado. Así, finalmente, una cuota de importación aumentará los precios nacionales en la misma
cantidad que un arancel que limite las importaciones hasta el mismo nivel.
La diferencia entre
una cuota y un
arancel es que, con la
cuota, el Estado no
recibe ingresos: la
cantidad de dinero
que aparecería como
ingresos del Estado
con un arancel es
recaudada por quien
reciba las licencias
de importación. Los
poseedores de
licencias de
importación pueden
comprar productos
676
importados y volver a venderlos, a un precio más elevado, en el mercado nacional. Los beneficios
obtenidos se conocen como las rentas de la cuota.
Restricciones voluntarias de la exportación:
Las restricciones voluntarias de la exportación (RVE) son una variante de la cuota de importación:
consisten en una cuota al comercio, impuesta por parte del país exportador en vez del país
importador.
Suelen imponerse por exigencia del importador, y aceptarse por el exportador para evitar otras
restricciones comerciales. Muchas veces, son los instrumentos preferidos de la política comercial.
Pero, desde un punto de vista económico, una RVE es exactamente como una cuota de importación
en la que las licencias son asignadas a los gobiernos extranjeros, y, por lo tanto, es muy cara para el
país importador.
El grueso del costo representa más una transferencia de ingreso que de eficiencia, ya que es una
pérdida muy importante para el país importador, debido a que el exportador se abstiene a comprar
sus bienes. Pero también es cierto que, desde el punto de vista nacional, las RVE son mucho más
costosas que los aranceles.
La exigencia de contenido local:
La exigencia de contenido local es una regulación que exige que una fracción específica de un
producto final sea producida dentro del país. Ha sido aplicada ampliamente por los países en vías
de desarrollo que buscan transformar su base manufacturera desde el ensamblaje hacia los bienes
intermedios.
Para los productores nacionales de componentes, una regulación del contenido local proporciona
protección de la misma forma que una cuota. Pero, desde el punto de vista de las empresas que deben
comprar localmente, el efecto es distinto: no se les impone un estricto límite de importaciones, sino
que se dice que, si quieren importar más, deben comprar más en el interior. Así, el precio efectivo de
sus factores productivos es un promedio de los precios de los bienes importados y los producidos en
el país.
Imaginemos que se le exige a la empresa de un país utilizar un 50% de componentes nacionales para
ensamblar un auto. El costo de los componentes importados es de 6.000 dólares, mientras que los
nacionales salen 10.000 dólares. El costo medio de los componentes sería de 8.000 dólares (0,5 x
6000 + 0,5 x 10000), lo que se reflejaría en el precio final del coche.
Un requisito de contenido local no produce ingresos para el Estado, ni rentas de cuotas de
importación: en cambio, la diferencia entre el precio de los bienes importados y los nacionales se
incluye en el precio final, trasladándose a los consumidores.
b) Compras estatales: las compras del Estado o las empresas fuertemente reguladas pueden ser
dirigidas hacia bienes producidos en el país, aún cuando sus precios sean más altos que los de
los importados.
c) Barreras administrativas: a veces, un gobierno quiere restringir las importaciones sin
hacerlo formalmente. Para ello, puede acudir a una complicación de los procedimientos
sanitarios, de seguridad y aduaneros normales, para así establecer sustanciales obstáculos al
comercio.
Economía Internacional:
DEFINICIONES BÁSICAS:
Economía Internacional:
Estudio de la realidad económica en su conjunto, a través de los instrumentos que aplican los
países que integran la comunidad internacional.
Comercio:
Actividad económica que consiste en la transferencia e intercambio de bienes y servicios entre los
sujetos económicos.
Comercio Internacional:
Análisis de las corrientes de intercambio de bienes, servicios y movilidad de inversiones.
Bien/Mercancía:
Todo bien susceptible de ser comercializado, que puede ser tangible o intangible (servicio). Si,
además, el bien es transable, significa que se comercia internacionalmente.
678
Commodities:
Bienes básicos y semielaborados, que sirven como una base para procesos industriales más
complejos, y se transan internacionalmente. No se diferencian por su marca, porque, la mayoría
de las veces, los productos no generan un valor agregado al cliente. Se trata de un mismo
producto, sin importar quién lo provea.
Se dice que un producto sufrió una commoditización cuando pierde diferenciación entre su base de
proveedores, por lo que pierde su ventaja comparativa y deja de ser altamente rentable.
Normativa internacional:
Se trata de las prácticas, los tratados comerciales, los contratos modelo, las leyes modelo, las leyes
comerciales regionales, etcétera, aplicadas a nivel internacional respecto al comercio. Pueden ser:
a) Vinculantes: la OMC.
b) No vinculantes: los INCOTERMS, o International Commercial Terms, modelos de contrato
de compra-venta internacional de aceptación voluntaria, que determinan cómo se asignan los
costos y riesgos entre las partes.
El comercio:
Puede ser preferencial, en el cual se aplican ventajas arancelarias (por ejemplo, la “preferencia
imperial” de la Commonwealth durante los años treinta) o no preferencial, donde estas ventajas no
están presentes. Una nueva modalidad de comercio es el E-Commerce, donde las partes
transaccionan mediante una interacción electrónica.
Cuando dos países (o más) acuerdan otorgarse recíprocamente determinadas cantidades de bienes
para el intercambio de los mismos, hablamos de comercio recíproco. Una definición más clara de
este término podría ser medidas y acciones realizadas por el Estado para controlar o influir en las
exportaciones, y regular los precios internos.
Como se puede insinuar, hay una gran cantidad de restricciones al comercio, es decir, las trabas
susceptibles de reducir o atenuar las corrientes comerciales, que pueden ser:
1) Arancelarias: impuestos.
2) No arancelarias: pueden ser:
a. Cualitativas: licencias de importación, licencia automática/no automática previa de
importación, DD.JJ. Anticipada de Importación, exigencias fitosanitarias,
cumplimientos de calidad, etcétera.
b. Cuantitativas: contingentes, cupos, cuotas.
En la medida en que las restricciones no arancelarias sean explícitas, generarán certidumbre
y previsibilidad en el comercio.
En el marco de ciertos acuerdos económicos y comerciales, puede establecerse el beneficio
arancelario de la preferencia porcentual: la disminución del arancel de importación, en forma de
porcentajes preferenciales calculados en base al arancel correspondiente para cada caso concreto.
¿Cómo calculamos lo que realmente se paga de aranceles? Vamos a un ejemplo: Argentina importa
palmitos de Uruguay, y su arancel de importación vigente es del 14% sobre el valor declarado en la
679
Aduana. Si ambos países hacen un acuerdo, y Argentina le otorga a Uruguay, para el ítem palmitos,
una preferencia arancelaria porcentual del 88%, para calcular lo que efectivamente pagará Uruguay
de aranceles, primero tenemos que calcular el 88% de 14. El resultado es 12,32%. Después, tenemos
que restarle al 14% el 12,32%: veremos que el arancel que tiene que pagar Uruguay es de un 1,68%
del valor declarado en la Aduana.
Todo bien que, en el marco de un acuerdo, reciba un tratamiento preferencial o arancelario más
beneficioso, se conocerá como bien negociado. En el caso anterior, serían los palmitos. Si se negocia
un conjunto de bienes, y no solamente uno, ya hablamos de universo negociado.
Cuando los países acuerdan un tratamiento arancelario preferencial, no sólo hay una lista de
productos que son exentos, y que forman parte de la lista positiva: también, existe la llamada lista
negativa, compuesta por las excepciones, es decir, los productos excluidos del tratamiento
arancelario preferencial.
Algunas definiciones a tener presentes:
Condiciones de origen:
Criterios que determinan el lugar de fabricación y proceso productivo de un determinado bien a
ser exportado.
Nomenclatura arancelaria:
Consiste en una lista o enumeración de mercancías ordenadas sistemáticamente en grupos en función
de determinados criterios. Se utiliza para múltiples propósitos, como:
c) Partidas: cada capítulo se divide en una cantidad variable de partidas, identificadas con un
código numérico de cuatro dígitos, donde los dos primeros representan el capítulo en el que la
partida está comprendida.
d) Subpartidas: cada partida se divide en una cantidad variable de subpartidas, que se
identifican con un código numérico de seis dígitos, agregando dos a los cuatro de las partidas.
Hay subpartidas de primer nivel y de segundo nivel (las de segundo nivel son resultado del
desdoblamiento de las de primer nivel).
Para clasificar una
mercancía, debemos
determinar en qué
subpartida está
comprendida,
teniendo en cuenta
que cada bien ÚNICAMENTE puede clasificarse en una subpartida (o ítem). Por eso, primero
debemos identificar la sección correspondiente, luego el capítulo, tercero la partida y cuarto la
subpartida. En caso de que se realice en una nomenclatura nacional o regional, también debemos
identificar el ítem dentro de la subpartida.
Algo a tener en cuenta: no sólo el SA comprende alrededor de 8.000 posiciones arancelarias, sino
que también sus capítulos están ordenados según el valor agregado que se va incorporando en el
proceso productivo de los bienes, de menor a mayor: así, el Capítulo 1 es animales vivos, y el
Capítulo 97, objetos de arte y colección o antigüedades.
Recordemos que el SA sólo comprende hasta los primeros seis dígitos: los últimos dos dígitos de la
posición son fijados por cada Estado. De acuerdo a sus necesidades (estadísticas, fiscales, de
protección o apertura comercial), el Poder Ejecutivo puede realizar aperturas arancelarias, pero sólo
puede modificar los dos últimos dígitos.
La Estructura Arancelaria puede ser:
1) Uniforme: todos los productos tienen el mismo tratamiento arancelario.
2) Dispersa: cada producto o sector tiene su propio arancel.
Derechos de importación:
Refiere al impuesto medido en porcentuales que se aplica sobre el precio de un bien tangible
importado. Puede ser:
a) Específico: se aplica en términos de cobros monetarios específicos por unidad o cantidad de
mercancía importada. Por ejemplo, $100 por tonelada de tela.
682
Término: Definición:
Un arancel que se impone en términos de porcentaje sobre el valor de
Arancel ad valorem: la mercancía. Por ejemplo, 5% de arancel, significa que el arancel de
importación es 5% del valor de la mercancía en cuestión.
Arancel que se impone en términos de cargas o cobros monetarios
Arancel específico: específicos por unidad o cantidad de mercancía importada. Por
ejemplo, $100 por tonelada métrica de la mercancía.
Arancel mixto: Un arancel que combina aranceles ad valorem y específicos.
Medidas no arancelarias que tienen un impacto proteccionista. Por
Barreras no arancelarias: ejemplo: cuotas, contingentes arancelarios, regímenes que requieren
licencias, bandas de precios.
Sistema de protección comercial mediante el cual un arancel más bajo
es impuesto sobre la importación de cantidades específicas de una
Contingente arancelario / mercancía dada y un arancel mayor se impone a las importaciones que
Arancel-cuota: exceden esas cantidades. El tamaño de la cuota es normalmente
definido por el gobierno sobre una base periódica, por ejemplo,
anualmente.
Cuando un arancel es fijado en términos específicos o mixtos,
generalmente un “equivalente ad valorem” de la porción no ad
valorem del derecho es calculada con propósitos referenciales. Hay
Equivalente ad valorem:
varias fórmulas para estimar los AVEs. Un enfoque muy común se
basa en la división de aranceles NMF recolectados por el valor de
Aduana.
Procedimientos administrativos que requieren la presentación de una
aplicación u otra documentación (que no son los requeridos con
Licencias de importación: propósitos aduaneros) al órgano administrativo pertinente como una
condición previa para la importación de bienes. Acuerdo de la OMC
sobre Procedimientos de Licencias de Importación.
Licencias que no caen bajo la definición de licencias automáticas de
importación. Las licencias no automáticas son usadas para administrar
Licencias no automáticas: restricciones comerciales tales como restricciones cuantitativas
cuando han sido justificadas en el marco legal aplicable al comercio
internacional.
Toda medida impuesta sobre los flujos de comercio que no sea una
Medidas no arancelarias: medida arancelaria. Algunas de estas medidas pueden constituirse en
barreras no arancelarias.
683
Un conjunto de países, como el Mercosur, puede aplicar un Arancel Externo Común (AEC), un
arancel regional que se estructura para regir dentro de un espacio económico denominado,
generalmente, Unión Aduanera, respecto a los bienes de terceros países.
El Mercosur tiene un régimen de adecuación, mediante el cual aplica a su estructura arancelaria
derechos de importación diferenciales, denominados “excepciones”, que pueden ser:
Ascendentes: elevar sus aranceles a los estipulados por el AEC. Por ejemplo, pasar de 2 a
10%.
Descendentes: disminuir sus aranceles a los estipulados por el AEC. Por ejemplo, pasar de
20 a 10%.
685
Sin importar del tipo que sean estos tratamientos arancelarios, cada país debe comprometerse, en un
plazo determinado, a que la excepción alcance el porcentual acordado previamente en el AEC.
De la misma forma que hay derechos sobre las importaciones, también hay derechos de
exportación, es decir, los impuestos aplicados sobre el precio de un bien exportado, que también
pueden ser Específicos o Ad Valorem.
Aduanas:
Un Territorio General Aduanero, según la Ley 22.415, es el territorio en el que se aplica una
misma estructura arancelaria y un mismo régimen de prohibiciones al comercio. Debemos saber
distinguir entre:
1) Zonas Aduaneras:
a. Zona Primaria Aduanera (ZPA): es aquella parte del territorio aduanero habilitada
para la ejecución de operaciones aduaneras o afectada al control de las mismas, en la
que rigen normas especiales para la circulación de personas y el movimiento y
disposición de la mercadería depósitos, locales, puertos, y otros lugares
determinados por la reglamentación.
b. Zona Secundaria Aduanera (ZSA): es la parte del territorio aduanero nacional que no
comprende la zona primaria aduanera. Es decir, que aquellos lugares no habilitados
por la autoridad aduanera para la recepción, almacenamiento, movilización, cargue y
descargue de mercancías objeto de comercio internacional.
2) Territorio Jurídico:
a. Territorio Jurídico Aduanero: es el territorio en el cual las disposiciones de la
legislación aduanera de un Estado son plenamente aplicables.
b. Territorio Jurídico Político: refiere a todo el territorio nacional, parte del cual no está
subordinado a la legislación aduanera del Estado.
Todo bien introducido en el territorio general aduanero es una importación, y todo aquel que salga
de él, una exportación. Para observar cómo evolucionan relativamente los precios de las
exportaciones y las importaciones del país, hablamos de términos de intercambio: éstos se ven
deteriorados cuando los precios relativos de las importaciones superan a los de las exportaciones, y
se ven mejorados cuando sucede la inversa.
Para observar el efecto de las importaciones y exportaciones sumadas en relación al PBI, calculamos
el coeficiente de apertura de la economía cuanto más alto sea el coeficiente, más abierta está la
economía.
Aranceles:
Es fundamental el concepto de protección efectiva de un arancel: se refiere al desvío del valor
agregado a precios domésticos respecto al valor agregado a precios internacionales, expresado como
proporción de éste último, resultante de la estructura arancelaria adoptada. Cuando el arancel se
coloca sobre el producto final, la protección efectiva es positiva. Cuando se coloca sobre los
insumos, es negativa.
686
¿Por qué esto es así? Un arancel permite aumentar los precios de las actividades cuya producción
compite con las importaciones, incrementando nominalmente la remuneración de los factores
productivos respectivos. Pero, si estas actividades adquieren insumos a precios superiores a los de las
importaciones, el aumento en la remuneración factorial es menor. Hay un fuerte sesgo
antiexportador en pedirles a los productores que se abastezcan de insumos a precios bajo protección
superiores a los internacionales, y, en ausencia de mecanismos de devolución de estos impuestos
para neutralizar los mayores costos, el resultado será una menor protección efectiva para estas
exportaciones.
Competencia desleal:
La competencia desleal se define como:
Situación generada por la aplicación de ciertos instrumentos por parte de Estados o de actores
económicos, que distorsiona las corrientes de comercio.
Podemos hablar de varios casos de desigualdades entre Estados, si bien no todos se corresponden a la
competencia desleal. Entre ellos, tenemos:
1) Dumping: se denomina "dumping" a la práctica del comercio internacional que consiste en
que un producto sea introducido en el mercado de otro país a un precio inferior en un 4% o
más a su valor de venta en el país de origen (valor normal). Por ejemplo, habrá dumping si un
productor de medias en China que vende cada par de su producto a USD 1 en su país de
origen comercializa ese mismo producto a un precio de USD 0,95 al exportarlo.
¿Por qué suele realizarse dumping?
► Discriminación internacional de precios: fijación de precios distintos en función de
decisiones de acciones en diferentes mercados.
► Políticas de promoción de precios, a fin de ganar un mercado a través del incentivo
para que los consumidores adopten el producto.
► Políticas de precios predatorios, es decir, la práctica de vender a pérdida durante un
tiempo a fin de desplazar del mercado a los competidores.
La sola existencia de dumping no es suficiente para poder aplicar medidas, sino que se
requiere que se determine la existencia de un daño a la producción nacional y que ese daño
sea causado por las importaciones objeto de dumping.
Se entiende por daño a una producción nacional tanto un daño importante existente o una
amenaza de daño importante real e inminente, como también un retraso sensible en la
creación de una rama de la producción nacional. La determinación de la existencia de daño
debe estar basada en pruebas positivas y no en alegaciones, conjeturas o posibilidades
remotas.
2) Subvención o subsidio: ayuda económica o financiera que realiza el Estado con el objeto de
dotar de mayor competitividad a un determinado sector o empresa.
3) Distorsión: se da en una corriente de intercambio cuando se alteran los precios o las
cantidades de un bien ofrecido en el mercado.
4) Asimetría: diferencias cualitativas o cuantitativas que influyen en un sector o país,
haciéndolo más o menos competitivo.
687
Para buscar atenuar los perjuicios a un sector víctima de la competencia leal, se aplican las llamadas
salvaguardias o medidas de excepción.
Los actos de competencia desleal están reglados por el Decreto 247/2019 del P.E.N., e incluyen:
Engaño.
Confusión.
Omisiones engañosas.
Prácticas agresivas, como coacción, acoso o uso de la fuerza.
Actos denigrantes.
Actos de comparación.
Actos de imitación.
Explotación de la reputación ajena.
Violación de secretos o de las normas.
Venta a pérdida.
Publicidad ilícita.
Mientras que los actos de competencia leal (como el dumping) pueden combatirse con salvaguardias,
para hacer frente a las prácticas comerciales prohibidas podemos realizar varios tipos de acciones:
a) Declarativa: permite que una práctica sea considerada desleal.
b) De cesación/prohibición: interrumpe o previene la práctica desleal.
c) De remoción: destruye los efectos de la competencia desleal.
d) De rectificación: corrige información falsa.
e) De resarcimiento de daños: indemnizaciones sobre los daños sufridos.
f) De enriquecimiento injusto: recupera el dinero que ingresó el infractor con sus actos.
EL COMERCIO Y LA COMPETENCIA INTERNACIONAL:
Las economías interactúan constantemente entre sí, creando flujos de intercambio. A lo largo de la
historia, ha habido varios sistemas económicos, siendo los dos principales:
1) Librecambismo: los intercambios no se ven sujetos a ningún tipo de trabas o restricciones.
2) Proteccionismo: aplicación de diferentes medidas y prácticas restrictivas al comercio, sean
restricciones arancelarias o no arancelarias, que distorsionan o degradan la libre competencia.
Sin embargo, el sistema económico puede condicionar los intercambios, pero nunca eliminarlos.
Actualmente, nos encontramos en un proceso de internacionalización de la economía, con
mercados globalizados, regionalizados e interdependientes, y en un contexto donde los instrumentos
comerciales, como la OMC, son cada vez más importantes.
¿Por qué suele justificarse el intercambio internacional? Por la distinta dotación de factores
productivos en diversos lugares del mundo, así como la existencia de economías de escala: el
comercio internacional es el instrumento idóneo para resolver los excedentes generados por la
especialización. Además, se dice que el comercio estimula la competencia.
Históricamente, los países se aproximaron comercialmente por necesidad, reconociendo que no
podrían alcanzar la autosuficiencia. El comercio amplía el horizonte, al permitir que la población
consuma bienes que no produce su mercado.
688
Es un mecanismo de la economía de mercado, que permite que los precios reflejen la relación entre
la oferta y la demanda. Competir proviene del latín cum petere, “acumular juntos”.
Podemos hablar de dos tipos de ventajas:
a) Ventajas comparativas: son ventajas heredadas por los países, como la calidad del suelo, el
clima o los recursos naturales.
b) Ventajas competitivas: son creadas por el hombre, fruto de la investigación, la inversión y el
desarrollo tecnológico.
La competitividad no se hereda, se crea: Argentina es un país dotado de una enorme cantidad de
recursos naturales, pero que no cuenta con la capacidad de motorizarlos para el crecimiento. En
cambio, Israel, que carece de los primeros, cuenta, y de sobra, con la segunda. No podemos importar
la competitividad: ésta se crea.
Hay dos importantes teorías de la ventaja:
1) David Ricardo y la ventaja comparativa: establece que cada país se especializará en la
producción y exportación de los bienes que pueda producir con un costo relativamente bajo
(en los cuales es más eficiente), e importará los que produzca con un costo relativamente
elevado. La palabra clave es relativa: no hablamos de ventajas absolutas, sino de costos de
oportunidad.
La existencia de diferencias en los costos relativos de producir dos bienes en dos países
distintos es suficiente para que sea beneficioso para ambos especializarse en la producción de
aquel bien en el cual tienen una ventaja comparativa, y comerciar entre sí. Así, los países se
especializan en la producción de los bienes que pueden fabricar a un costo relativamente
menor.
2) Adam Smith y la ventaja absoluta: un país con los mismos recursos puede producir más
cantidad de un bien determinado. Cada país debe especializarse en el bien en el que posee
ventajas absolutas, e intercambiar los excedentes de este bien por los que no produce
forma de reforzar el dominio manufacturero de Gran Bretaña, que experimentaba los frutos
de la Revolución Industrial.
689
Lo que determina la mayor o menor necesidad de especialización es el tamaño del mercado. Por
otro lado, el valor real de un bien se mide por el trabajo que se necesita para su producción: nadie
fabricará un bien si no cree que vale la pena hacerlo.
¿Por qué el mercado libre beneficia a todos? Porque la competencia lleva a la reducción del precio,
y cada uno puede satisfacer sus necesidades pagando el menor precio posible. Es lo mismo que dice
David Ricardo con la ventaja comparativa: la especialización internacional beneficia a los países.
¿Cuándo se hace el intercambio? Cuando las condiciones sean favorables entre ambos países.
Así como hay ventajas del comercio internacional, también hay desventajas, resaltadas por los
críticos a la posición de los clásicos:
Predice un grado de especialización extremo, que no se da en la realidad.
No siempre los países en su conjunto ganan con el comercio.
En la práctica, el comercio puede tener efectos negativos sobre la distribución del ingreso.
La economía no es un proceso lineal: avanza y retrocede.
En períodos de perturbación económica (disminución de la producción y aumento del
desempleo), los países intervienen reduciendo las corrientes del intercambio.
La lógica del sistema capitalista hace que los operadores quieran maximizar a toda
costa sus beneficios, lo que hace necesaria la intervención del Estado.
No siempre se alcanza un equilibrio a través del intercambio, por cuestiones como
desigualdades en la dotación de factores o asimetrías.
Actualmente, hay que ampliar la perspectiva, ya que se ha ampliado el horizonte en el que
se efectúan los intercambios: la frontera entre políticas nacionales y asuntos globales se ha
desdibujado.
La competencia puede ser un negocio de suma cero: las ganancias de uno son las pérdidas
del otro.
Si los intercambios fuesen equilibrados y beneficiosos para todos, no habría necesidad de
combatir las prácticas desleales de comercio.
El comercio puede reflejar un sentimiento cultural, permitiendo diferenciar a los países según la
capacidad que tengan de adaptarse a los nuevos cambios globales. Pero debemos tener en cuenta
algo: no todos los países tienen igual acceso a los diferentes recursos.
En el comercio, el Estado no es un sujeto pasivo: penetra en el mercado externo, crea condiciones de
competencia o protección, etcétera.
Aquel mediante el cual dos o más países proceden a la abolición, gradual o inmediata, de las
barreras arancelarias discriminatorias existentes entre ellos, con el objetivo de establecer un solo
espacio económico.
Como lo dice la definición, un proceso de integración es aquel mediante el cual dos o más países, a
través de la aplicación de determinados instrumentos económicos y comerciales, profundizan su
690
relación. Se clasifican según su grado de complejidad: cuanto más se profundiza el proceso, más
complejos son los instrumentos aplicados al mismo:
a) Área de Preferencias Económicas: dos o más países deciden profundizar una corriente de
intercambio, aplicando beneficios arancelarios a una determinada cantidad de productos.
b) Zona de Libre Comercio: los
países integrantes de un bloque
En años recientes, se ha afirmado que el desarrollo
deciden eliminar los aranceles de
de los países más pobres dependía del aislamiento
importación intrazona, para la
del mercado mundial, así como de su confianza
totalidad del universo arancelario.
exclusiva en las propias fuerzas. La historia
Cada país continúa aplicando su
reciente ha puesto de manifiesto que los países que
propia política comercial.
se han marginado han experimentado un
c) Unión Aduanera: además de
estancamiento y retroceso; en cambio, han
eliminar los aranceles intrazona, los
experimentado un desarrollo los países que han
integrantes del bloque aplican, al
logrado introducirse en la interrelación general de
comercio extrarregional, una
las actividades económicas a nivel internacional
estructura arancelaria común
misma política comercial. Juan Pablo II, Centesimus Annus
ZLC UA MC UE IET
Eliminación de las barreras de comercio entre los
países miembros
Arancel Externo Común para el comercio con el
resto del mundo
Supresión de restricciones al movimiento de los
factores de producción entre los países miembros
Armonización entre políticas macroeconómicas
de sus miembros
Autoridad supranacional
Este tipo de proceso implica relaciones económicas más estrechas entre las áreas a las que concierne
la libre circulación de los bienes y los factores productivos, y la coordinación de las políticas
económicas, con el objetivo de favorecer la igualación de los productos y los servicios. Se suprimen
todos los obstáculos artificiales al funcionamiento óptimo y la introducción deliberada de todos los
elementos deseables de la coordinación y la unificación.
Mediante estas operaciones, se busca hacer converger cada vez más los proyectos económicos de
cada país integrado, hacia un óptimo para el conjunto, y establecer un único espacio económico, a
691
La Ronda de Doha es la ronda de negociaciones comerciales más recientes entre los miembros de la
OMC, iniciada en 2001. También se denomina Programa de Doha para el Desarrollo, ya que uno
de sus objetivos fundamentales es mejorar las perspectivas comerciales de los países en desarrollo.
Busca establecer medidas encaminadas a reducir los obstáculos al comercio y las normas comerciales
revisadas.
Ha sido extremadamente difícil concordar políticas entre los distintos países, y el final de la Ronda
fue pospuesto en tres ocasiones: 2004, 2005 y 2008, porque los negociadores no pudieron ponerse de
acuerdo. En el caso de la Ronda de Doha, es extremadamente difícil alcanzar el progreso, ya que las
decisiones se toman por consenso.
Los acuerdos regionales pueden ser la forma más sencilla de ingresar en un mercado, y otorgan la
posibilidad de la negociación simétrica: negociar con terceros países u organismos desde una mejor
posición. También, disminuyen los márgenes de discrecionalidad en el manejo de la política
económica.
Los acuerdos producen dos efectos, según Jacob Viner:
1) Creación: una fuente de producción nacional ineficiente (es decir, que produce a mayor
costo) es reemplazada por otra regional más eficiente.
2) Desvío de comercio: una fuente de producción extrarregional eficiente es reemplazada por
una fuente regional menos eficiente.
Otras características de los procesos de integración:
Deben ser compatibles con un comercio internacional más libre.
Para no ser un juego de suma cero, los procesos deben tener costos y beneficios
equitativos.
Pueden movilizarse distintas fuerzas y actores económicos.
Son flexibles, adaptándose a las necesidades de los actores y al objetivo buscado durante la
negociación.
No hay un orden de prelación.
Tal cual lo conocemos hoy, es un fenómeno relativamente nuevo.
Son parte del sistema normativo conocido como “Derecho de la Integración”, que es algo
dinámico, frente al Derecho Internacional, que es un orden estático y respetuoso del statu
quo, representado por las soberanías existentes.
Permiten ampliar el mercado interno (incentivos a atraer inversiones) y modificar las
estructuras productivas, con proyectos como empresas binacionales y joint-ventures.
Evitan que el comercio quede librado a las fluctuaciones internas de sus partes.
Ayudan a sustituir las diferencias nacionales por una mayor comunidad de intereses, sin
privilegiar la agenda interna.
Son más ventajosos que la apertura unilateral, ya que son más equilibrados, y sirven como
un puente entre el libre comercio y el multilateralismo.
Cuanto más oscuras son las perspectivas del multilateralismo, mayor relevancia pueden
adoptar los procesos de integración.
693
El GATT se concibió como un instrumento provisional que permitía poner en vigor las
disposiciones de política comercial de la OIC. En noviembre de 1947, las delegaciones de 56 países
se reunieron en La Habana, Cuba, a fin de considerar el proyecto de Carta de la OIC en su conjunto.
En marzo de 1948, después de unas largas y difíciles negociaciones, 53 países firmaron el Acta Final
por la que se autenticaba el texto de la Carta de La Habana. Sin embargo, los gobiernos no se
comprometieron a ratificarlas, y finalmente, la OIC no vio la luz, con lo cual el Acuerdo General
quedo como único instrumento internacional que reglamenta el desarrollo del comercio mundial.
Hubo varias rondas de negociaciones en el marco del GATT:
1) Ronda de La Habana, entre 1947 y 1948.
2) Ronda de Annecy, entre abril y agosto de 1949: las partes contratantes intercambiaron
alrededor de 5.000 concesiones arancelarias. También, se adhirieron otros diez países.
3) Ronda de Torquay, entre 1950 y 1951: se intercambiaron unas 8.700 concesiones
arancelarias, que significaron reducciones arancelarias de un 25 por ciento aproximadamente
con relación a las obtenidas en 1948. Cuatro países más se adhirieron al Acuerdo General.
4) Ronda de Ginebra, de 1956: concluyó en mayo y en ella se lograron reducciones
arancelarias por valor de 2.500 millones de dólares. A comienzos de ese año, se inauguró el
curso de política comercial del GATT para funcionarios de los países en desarrollo. Se
establecieron tres comités dentro del Acuerdo:
i. Comité I: convocaría una nueva conferencia de negociaciones arancelarias.
ii. Comité II: examinaría las políticas agrícolas de los países miembros.
iii. Comité III: se ocuparía de los problemas centrales de los PVD.
5) Ronda Dillon, en 1962: en la primera fase, los países miembros de la CEE hicieron
negociaciones destinadas a elaborar una sola lista de concesiones para la Comunidad. La
segunda consistió en una nueva ronda de negociaciones arancelarias. Esta ronda tuvo como
resultado unas 4.400 concesiones arancelarias que representaban intercambios comerciales
por valor de 4.900 millones de dólares.
6) Ronda Kennedy, en 1967: en junio, unos 50 países participantes, que en conjunto realizaban
el 75% del comercio mundial, firmaron el Acta Final de la Ronda. En estas negociaciones, se
dejó de lado por primera vez el método que consistía en negociar producto por producto y
que había sido utilizado en las rondas anteriores, y se adoptó un método general o lineal para
la reducción de los aranceles aplicables a los productos industriales. Se alcanzó, en
numerosas esferas, el objetivo previsto de lograr reducciones del 50% de los niveles
arancelarios. Se concluyeron acuerdos separados sobre cereales, los productos químicos, y se
negoció un Código Antidumping.
7) Ronda de Tokio (1973): un total de 99 países participaron en la séptima ronda de
negociaciones realizadas en Tokio. Al concluir la ronda, en noviembre de 1979, los
participantes habían intercambiado reducciones y consolidaciones arancelarias que
representaban intercambios comerciales de un valor superior a 300.000 millones de dólares.
Como consecuencia de estas reducciones, el arancel medio ponderado aplicable a los
productos manufacturados en los nueve principales mercados industriales del mundo
disminuyo del 7 al 4,7%. Se concluyeron acuerdos en esferas como las subvenciones y
medidas compensatorias, los obstáculos técnicos al comercio, las compras del sector público,
valoraciones en aduanas, un Código Antidumping Revisado, etcétera. El primer resultado
696
concreto de la ronda fue la reducción, por los países industrializados, de los derechos de
importación y otros obstáculos al comercio de los productos tropicales exportados por los
países en desarrollo.
8) Ronda Uruguay (1986-1994): la Declaración de Punta del Este, si bien representaba un
compromiso político único, se dividía en dos secciones:
a. La primera se refirió a las negociaciones sobre el comercio de mercancías.
b. La segunda inició las negociaciones sobre el comercio de servicios.
Respecto al comercio de mercancías, los miembros se comprometieron a mantener en statu
quo las medidas incompatibles con sus obligaciones en el GATT, y a un programa de
"desmantelamiento" tendiente a suprimir de manera gradual las actuales medidas
incompatibles.
Las negociaciones, con una duración prevista de cuatro años, comenzaron a principios de
1987 con el tratamiento de las siguientes agendas: aranceles, medidas no arancelarias,
productos tropicales, productos obtenidos de la explotación de recursos naturales, textiles y
vestidos, agricultura, subvenciones, medidas de salvaguardias, aspecto de los derechos de
propiedad intelectual relacionados con el comercio, incluido en comercio de mercancías
falsificadas, y medidas en materia de inversiones relacionadas con el comercio.
Simultáneamente, se efectúo una revisión de los artículos del Acuerdo General, además del
procedimiento de solución de diferencias del GATT, los acuerdos concertados en la Ronda de
Tokio y el funcionamiento del sistema del GATT, en su conjunto.
Hay que tener en cuenta que, a partir de 1965, se incorporaron al GATT numerosos países en
desarrollo, fundamentalmente Estados africanos recién independizados. Por eso, se adoptó el texto de
la Parte IV, sobre comercio y desarrollo, que requería que los países desarrollados concedieran gran
prioridad a la reducción de los obstáculos al comercio de los productos de los países en desarrollo. Se
creó, además, un Comité de Comercio y Desarrollo encargado de supervisar el funcionamiento de
las nuevas disposiciones del Acuerdo General. En 1964, el GATT creó el Centro de Comercio
Internacional (CCI), a fin de ayudar a los países en desarrollo a promover sus intercambios
comerciales e identificar mercados potenciales. Desde 1968, el GATT y la UNCTAD administran
conjuntamente el CCI.
La conclusión de la Ronda Uruguay, en 1994, dio origen a la Organización Mundial del Comercio.
El acuerdo por lo que se establece la OMC prevé un marco institucional común que abarcara el
Acuerdo General, modificado por la Ronda Uruguay, todos los acuerdos e instrumentos concluidos
bajo sus auspicios y los resultados integrales de la ronda.
devastadas. Poco tiempo después, los países europeos comenzaron a reordenar sus economías y a
impulsar la recuperación de sus sectores agrícola e industrial. Esta nueva realidad incidió
negativamente en las exportaciones latinoamericanas.
Los gobiernos latinoamericanos, en su propósito de encontrar medidas de corrección e impulsados
por las exigencias de crear fuentes alternativas de empleo para una población con una de las tasas
más altas de crecimiento (2,6%), iniciaron planes de industrialización para atender las necesidades de
abastecimiento en bienes de consumo duradero y bienes de capital. Este objetivo, unido al interés de
captar mayores inversiones destinadas al desarrollo del parque industrial, obligaba a que los
pequeños mercados se ampliaran, de manera que la producción masiva bajara costos y elevara el
rendimiento, permitiendo mejores posibilidades de competencia.
Así, en 1960 se logró un acuerdo inicial entre siete países: Argentina, Brasil, Chile, México,
Paraguay, Perú y Uruguay, que perseguía alcanzar una mayor integración económica, a través de la
ampliación del tamaño de sus mercados y de la expansión de su comercio recíproco. Con
posterioridad se unieron a la ALALC Colombia, Ecuador, Bolivia y Venezuela.
En 1980, los gobiernos de estos once países decidieron modificar el viejo tratado, reafirmando la
voluntad política de fortalecer el proceso de integración y hacer su aplicación más flexible. El
resultado fue la suscripción del Tratado de Montevideo de 1980, al que adhirieron, posteriormente,
Cuba, el 26 de agosto de 1999, y Panamá, el 10 de mayo de 2012.
El Tratado de Montevideo, de 1980, reemplazó al Tratado de 1960, adoptando las resoluciones
adoptadas en la Reunión del Consejo de Ministros de la Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio, celebrada en agosto de ese mismo año. Se daba nacimiento a una nueva estructura: la
Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).
Durante fines de la década de los setenta y los ochenta, se había producido un proceso de
renegociación del patrimonio histórico: por eso, se renegociaron todas las concesiones de todos los
acuerdos existentes, para adaptarlas a los nuevos instrumentos creados por el Tratado de 1980.
Podemos decir que, como proceso, la integración a nivel regional arrancó a partir de 1960. Pero,
a partir de 1980, se produjo una nueva etapa, que se mantuvo ininterrumpidamente hasta el día
de hoy.
La Resolución I tiene que ver con la revisión del patrimonio histórico, siendo la pieza clave en la
metamorfosis de la ALALC a la ALADI.
Artículo 1:
Las partes contratantes prosiguen el proceso de integración encaminado a promover el desarrollo
económico-social integrado de la región.
Dicho proceso tendrá como objetivo, a largo plazo, el establecimiento gradual y progresivo de un
“mercado común latinoamericano”.
Como se puede ver, el primer artículo establece el objetivo final de establecer un mercado común
latinoamericano, si bien no establece una fecha.
698
Artículo 3:
Los países miembros tomarán en cuenta los siguientes principios:
Pluralismo, sustentado en la voluntad de los países miembros para su integración, por encima de
la diversidad que en materia política y económica pudiera existir en la región.
Flexibilidad: capacidad para permitir acuerdos en función del establecimiento del mercado
común latinoamericano.
Convergencia: multilateralización progresiva de los acuerdos mediante negociaciones periódicas
en función de dicho objetivo.
Tratamientos diferenciales: establecidos en la forma que en cada caso se determine, tanto en los
mecanismos de alcance regional como en los de alcance parcial, sobre la base de tres categorías
de países, que se integrarán tomando en cuenta sus características económico-estructurales.
Dichos tratamientos serán aplicados en una determinada magnitud a los países de desarrollo
intermedio y de manera más favorable a los países de menor desarrollo económico relativo.
Múltiple: para posibilitar distintas formas de concertación entre los países miembros, en armonía
con los objetivos y funciones del proceso de integración, utilizando todos los instrumentos que
sean capaces de dinamizar y ampliar los mercados a nivel regional.
Los tratamientos diferenciales se aplican en los acuerdos que se determinen sobre la base de tres
categorías de países, según sus características económico-estructurales:
Artículos 6 y 7:
Artículo 6: Los acuerdos de alcance regional son aquéllos en los que participan todos los países
miembros. Se celebrarán en el marco de los objetivos y disposiciones del presente Tratado, y
podrán referirse a las materias y comprender los instrumentos previstos para los acuerdos de
alcance parcial establecidos en la sección tercera del presente capítulo.
Artículo 7: Los acuerdos de alcance parcial son aquéllos en cuya celebración no participa la
totalidad de los países miembros, y propenderán a crear las condiciones necesarias para
profundizar el proceso de integración regional mediante su progresiva multilateralización.
699
Los derechos y obligaciones que se establezcan en los acuerdos de alcance parcial regirán
exclusivamente para los países miembros que los suscriban o que a ellos adhieran.
Establece la existencia de acuerdos regionales (todos los países miembros de la ALADI) y
acuerdos parciales (en su celebración no participan todos los países miembros, sino algunos, a los
cuales aplican derechos y obligaciones establecidos particularmente en estos acuerdos).
Sigamos con los acuerdos de alcance parcial:
Artículo 9:
Los acuerdos de alcance parcial se regirán por las siguientes normas generales:
a) Deberán estar abiertos a la adhesión, previa negociación, de los demás países miembros;
b) Deberán contener cláusulas que propicien la convergencia a fin de que sus beneficios alcancen a
todos los países miembros;
c) Podrán contener cláusulas que propicien la convergencia con otros países latinoamericanos, de
conformidad con los mecanismos establecidos en el presente Tratado;
d) Contendrán tratamientos diferenciales en función de las tres categorías de países reconocidas por
el presente Tratado, cuyas formas de aplicación se determinarán en cada acuerdo, así como
procedimientos de negociación para su revisión periódica a solicitud de cualquier país miembro
que se considere perjudicado;
e) La desgravación podrá efectuarse para los mismos productos o subpartidas arancelarias y sobre la
base de una rebaja porcentual respecto de los gravámenes aplicados a la importación originaria
de los países no participantes;
f) Deberán tener un plazo mínimo de un año de duración; y
g) Podrán contener, entre otras, normas específicas en materia de origen, cláusulas de salvaguardia,
restricciones no arancelarias, retiro de concesiones, renegociación de concesiones, denuncia,
coordinación y armonización de políticas. En el caso de que tales normas específicas no se
hubieran adoptado, se tendrán en cuenta las disposiciones que establezcan los países miembros
en las respectivas materias, con alcance general.
Respecto a los países de menos desarrollo económico relativo, los artículos 15 a 17 se refieren a este
tema:
Artículos 15 a 17:
Artículo 15: Los países miembros establecerán condiciones favorables para la participación de
los países de menor desarrollo económico relativo en el proceso de integración económica,
basándose en los principios de la no reciprocidad y de la cooperación comunitaria.
Artículo 16: Con el propósito de asegurarles un tratamiento preferencial efectivo, los países
miembros establecerán la apertura de los mercados, así como concertarán programas y otras
modalidades específicas de cooperación.
Artículo 17: Las acciones en favor de los países de menor desarrollo económico relativo se
concretarán a través de acuerdos de alcance regional y acuerdos de alcance parcial. A fin de
asegurar la eficacia de tales acuerdos, los países miembros deberán formalizar normas negociadas
vinculadas con la preservación de las preferencias, la eliminación de la restricciones no
arancelarias y la aplicación de cláusulas de salvaguardia en casos justificados.
700
Para poder facilitar la cooperación con los países menos desarrollados, se aprobarán nóminas de
productos (preferentemente industriales) originarios de éstos, para los cuales se acordará sin
reciprocidad, la eliminación total de gravámenes aduaneros y demás restricciones por parte de todos
los demás países de la Asociación. Al mismo tiempo, se compensará a los países de menor desarrollo
mediterráneos por los efectos negativos a su comercio intrarregional.
Los países miembros pueden establecer programas y acciones de cooperación en las áreas de
preinversión, financiamiento y tecnología, destinados fundamentalmente a prestar apoyo a los países
de menor desarrollo económico relativo y, entre ellos, especialmente a los países mediterráneos, para
facilitar el aprovechamiento de las desgravaciones arancelarias.
En lo tocante a la cooperación con otras áreas de integración económica:
Artículo 24:
Los países miembros podrán establecer regímenes de asociación o de vinculación multilateral, que
propicien la convergencia con otros países y áreas de integración económica de América Latina,
incluyendo la posibilidad de convenir con dichos países o áreas el establecimiento de una preferencia
arancelaria latinoamericana.
Los países miembros reglamentarán oportunamente las características que deberán tener dichos
regímenes.
Artículo 25:
Asimismo, los países miembros podrán concertar acuerdos de alcance parcial con otros países y áreas
de integración económica de América Latina, de acuerdo con las diversas modalidades previstas en
la sección tercera del capítulo II del presente Tratado, y en los términos de las respectivas
disposiciones reglamentarias.
Sin perjuicio de lo anterior, estos acuerdos se sujetarán a las siguientes normas:
1) Las concesiones que otorguen los países miembros participantes, no se harán extensivas a los
demás, salvo a los países de menor desarrollo económico relativo;
2) Cuando un país miembro incluya productos ya negociados en acuerdos parciales con otros países
miembros, las concesiones que otorgue podrán ser superiores a las convenidas con aquéllos, en
cuyo caso se realizarán consultas con los países miembros afectados con el fin de encontrar
soluciones mutuamente satisfactorias, salvo que en los acuerdos parciales respectivos se hayan
pactado cláusulas de extensión automática o de renuncia a las preferencias incluidas en los
acuerdos parciales a que se refiere el presente artículo; y
3) Deberán ser apreciados multilateralmente por los países miembros en el seno del Comité a
efectos de conocer el alcance de los acuerdos pactados y facilitar la participación de otros países
miembros en los mismos.
Así, se permite formar asociaciones multilaterales con otras áreas de vinculación de América
Latina. Pero deben considerarse ciertas cuestiones:
701
Las concesiones de los países miembros participantes no se harán extensivas a los demás
países no participantes, salvo a los de menor desarrollo económico.
Si las concesiones que otorga un país miembro en estas asociaciones son mayores a las
ya negociadas en acuerdos parciales con otros países miembros, será necesario realizar
consultas previas.
Debe haber información sobre el alcance de los acuerdos pactados, para permitir la
participación de otros países miembros.
Artículo 26:
Los países miembros realizarán las acciones necesarias para establecer y desarrollar vínculos de
solidaridad y cooperación con otras áreas de integración fuera de América Latina, mediante la
participación de la Asociación en los programas que se realicen a nivel internacional en materia de
cooperación horizontal, en ejecución de los principios normativos y compromisos asumidos en el
contexto de la Declaración y Plan de Acción para la obtención de un Nuevo Orden Económico
Internacional y de la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados. El Comité dictará
las medidas adecuadas para facilitar el cumplimiento de los objetivos señalados.
También se busca integrarse con otras áreas fuera de América Latina, pero las condiciones son más
estrictas: por ejemplo, cuando se incluyen productos ya negociados con otros países miembros en
acuerdos de alcance parcial, las concesiones que se otorguen no podrán ser superiores a las
convenidas con aquéllos, y si lo fueran se extenderán automáticamente a esos países.
El Capítulo VI, sobre organización institucional, nos dice que:
Artículo 28:
Los órganos políticos de la Asociación son:
a) El Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores (denominado en este Tratado “Consejo”);
b) La Conferencia de Evaluación y Convergencia (denominada en este Tratado “Conferencia”); y
c) El Comité de Representantes (denominado en este Tratado “Comité”).
Por otro lado, el órgano técnico, según el Artículo 29, es la Secretaría General. Veamos un poco
qué hace cada uno:
1) Consejo: es el órgano supremo, que adopta las decisiones correspondientes a la conducción
política superior del proceso de integración económica. Dicta normas generales, examina el
resultado de las tareas de la Asociación, establece directivas, acepta la adhesión de nuevos
países miembros, etcétera. Está constituido por los Ministros de Relaciones Exteriores de los
países miembros.
El Consejo sesiona y toma decisiones con la presencia de la totalidad de los países miembros.
Se reúne por convocatoria del Comité.
2) Conferencia: está encargada de examinar el avance del proceso de integración y la
convergencia de los acuerdos de alcance parcial. Promueve acciones de mayor alcance en la
integración económica, revisa periódicamente la realización de los tratamientos
preferenciales, evalúa los resultados del sistema de apoyo a los países de menor desarrollo
económico relativo, y adopta medidas para su aplicación más efectiva. Realiza las
702
Artículo 44:
Las ventajas, favores, franquicias, inmunidades y privilegios que los países miembros apliquen a
productos originarios de o destinados a cualquier otro país miembro o no miembro, por decisiones o
acuerdos que no estén previstos en el presente Tratado o el Acuerdo de Cartagena, serán inmediata e
incondicionalmente extendidos a los restantes países miembros.
Artículo 46:
En materia de impuestos, tasas y otros gravámenes internos, los productos originarios del territorio
de un país miembro gozarán en el territorio de los demás países miembros de un tratamiento no
menos favorable al que se aplique a productos similares nacionales. Los países miembros adoptarán
las providencias que, de conformidad con sus respectivas Constituciones Nacionales, sean necesarias
para dar cumplimiento a la disposición precedente.
703
El trato nacional refiere al igual trato a bienes nacionales y extranjeros. Lo mismo debe ocurrir en el
caso de los servicios extranjeros y los nacionales, y en el de las marcas de fábrica o de comercio, los
derechos de autor y las patentes extranjeros y nacionales.
⚠ A TENER EN CUENTA ⚠:
El trato nacional sólo se aplica una vez que el producto, el servicio o la obra de propiedad intelectual
ha entrado en el mercado. Por lo tanto, la aplicación de derechos de aduana a las importaciones no
constituye una transgresión del trato nacional, aunque a los productos fabricados en el país no se les
aplique un impuesto equivalente.
Artículo 48:
Los capitales procedentes de los países miembros de la Asociación gozarán en el territorio de los
otros países miembros de un tratamiento no menos favorable que aquel que se concede a los capitales
provenientes de cualquier otro país no miembro, sin perjuicio de las previsiones de los acuerdos que
puedan celebrar en esta materia los países miembros, en los términos del presente Tratado.
¿Qué pasa con las medidas complementarias que pueden establecer los Estados miembros?
Artículo 49:
Los países miembros podrán establecer normas complementarias de política comercial que regulen,
entre otras materias, la aplicación de restricciones no arancelarias, el régimen de origen, la adopción
de cláusulas de salvaguardia, los regímenes de fomento a las exportaciones y el tráfico fronterizo.
Se da a entender, así, que las normas establecidas en el Tratado no excluyen la aplicación eventual de
otras reglamentaciones sobre temas como el régimen de origen o las cláusulas de salvaguardia.
Según el Artículo 50, no puede impedirse la toma de medidas con destinos como la protección de la
moralidad pública, o la seguridad:
Artículo 50:
Ninguna disposición del presente Tratado será interpretada como impedimento para la adopción y el
cumplimiento de medidas destinadas a la:
a) Protección de la moralidad pública;
b) Aplicación de leyes y reglamentos de seguridad;
c) Regulación de las importaciones o exportaciones de armas, municiones y otros materiales de
guerra y, en circunstancias excepcionales, de todos los demás artículos militares;
d) Protección de la vida y salud de las personas, los animales y los vegetales;
e) Importación y exportación de oro y plata metálicos;
f) Protección del patrimonio nacional de valor artístico, histórico o arqueológico; y
g) Exportación, utilización y consumo de materiales nucleares, productos radiactivos o cualquier
otro material utilizable en el desarrollo o aprovechamiento de la energía nuclear.
704
Artículo 51:
Los productos importados o exportados por un país miembro gozarán de libertad de tránsito dentro
del territorio de los demás países miembros y estarán sujetos exclusivamente al pago de las tasas
normalmente aplicables a las prestaciones de servicios.
En último lugar, volvamos sobre las disposiciones que tratan de la personalidad jurídica de la
ALADI:
Artículos 54 y 62:
1) Artículo 54: La personalidad jurídica de la ALALC (1960), continuará para todos sus efectos, en
la ALADI (1980).
2) Artículo 62: El presente Tratado tendrá duración indefinida.
Conclusiones:
Argentina
Brasil
Paraguay
Miembros del Mercosur
Venezuela Suspendida
En proceso de
Bolivia
adhesión
Chile
Colombia
705
Venezuela (fue suspendida en todos sus derechos y obligaciones) y Bolivia (sigue en proceso de
adhesión).
Desde su creación en 1991, el objetivo del Mercosur ha sido promover un espacio común que
generara oportunidades comerciales y de inversiones, a través de una integración competitiva de
sus economías al mercado mundial.
Conforme lo estipulado en el Tratado de Asunción, los objetivos del Mercado Común del Sur son:
1) La libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países, a través,
entre otros, de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a la
circulación de mercaderías y de cualquier otra medida equivalente.
2) El establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política comercial
común con relación a terceros Estados o agrupaciones de Estados y la coordinación de
posiciones en foros económicos-comerciales regionales e internacionales.
3) La coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Estados Partes: de
comercio exterior, agrícola, industrial, fiscal, monetaria, cambiaria y de capitales, de
servicios, aduanera, de transportes y comunicaciones y otras que se acuerden, a fin de
asegurar condiciones adecuadas de competencia entre los Estados Partes.
4) El compromiso de los Estados Partes de armonizar sus legislaciones en las áreas
pertinentes, para lograr el fortalecimiento del proceso de integración.
Antecedentes del Tratado de Asunción:
Artículo 1:
Los Estados Partes deciden constituir un Mercado Común, que debe estar conformado al 31 de
diciembre de 1994. Implica:
a) Libre circulación de bienes, servicios y factores.
b) Eliminación de aranceles y restricciones.
c) Establecimiento de un Arancel Externo Común.
d) Coordinar de políticas macroeconómicas y sectoriales.
e) Compromiso de armonizar sus legislaciones.
Artículos 2 y 3:
Artículo 2: El Mercado Común estará fundado en la reciprocidad de derechos y obligaciones
entre los Estados Partes.
Artículo 3: El período de transición se extenderá desde la entrada en vigor del presente Tratado
hasta el 31 de diciembre de 1994.
El principio de reciprocidad implica que los Estados van a asumir derechos y deberes sobre la base
de un trato recíproco. No se trata sólo de un reconocimiento formal, sino que exige que sea seguido
de un comportamiento y que en base a ese comportamiento se reconozcan los derechos de otro
Estado por reciprocidad.
Por otro lado, algo importante a tener en cuenta, particular del Tratado de Asunción (un error que no
se repetiría en el Tratado de Ouro Preto), es que se pone una fecha de vencimiento al período de
transición: el 31 de diciembre de 1994. El período de transición es el plazo entre la firma del
Tratado y la concreción del objetivo de crear un Mercado Común.
Durante la vigencia de ese período, funcionó el Programa de Liberación Comercial, mediante
desgravaciones lineales, progresivas y automáticas y que arribó a un arancel 0 en la fecha prevista .
Al mismo tiempo, y para garantizar condiciones de igualdad en el mercado ampliado, el Tratado
previó la coordinación de políticas macroeconómicas, que debía realizarse «gradualmente y en
707
Artículo 6:
Los Estados Partes reconocen diferencias puntuales de ritmo para la República del Paraguay y la
República Oriental del Uruguay.
Se establecen consideraciones especiales para Uruguay y, especialmente, para Paraguay, que era la
economía más débil del grupo en el momento de establecerse el Tratado de Asunción.
Al igual que la ALADI, el Mercosur establece el trato nacional en su Artículo 7:
Artículo 7:
En materia de impuestos, tasas y otros gravámenes internos, los productos originarios del territorio
de un Estado Parte gozarán, en los otros Estados Partes, del mismo tratamiento que se aplique al
producto nacional.
Artículo 8:
708
Los Estados Partes se comprometen a preservar los compromisos asumidos hasta la fecha de la
celebración del presente Tratado, inclusive los acuerdos firmados en el ámbito de la ALADI, y
coordinar sus posiciones que emprendan durante el período de transición.
(…) Extenderán automáticamente a los demás Estados Partes cualquier ventaja, favor, franquicia,
inmunidad o privilegio que concedan a un producto originario a terceros países no miembros de la
ALADI.
Como vemos, este artículo trata el tema de la nación más favorecida. Por otro lado, es clave que los
Estados miembros del Mercosur eviten perjudicar los intereses de sus contrapartes al hacer acuerdos
con otras naciones. Siempre que se negocien esquemas amplios de desgravación arancelaria para
formar ZLC con otros países de la ALADI, deberán consultarlo con los otros miembros.
Veamos la estructura orgánica del Mercosur:
Artículo 9:
La administración y ejecución del presente Tratado y de los acuerdos específicos y decisiones que se
adopten en el marco jurídico que el mismo establece durante el período de transición, estará a cargo
de los siguientes órganos:
a) Consejo del Mercado Común.
b) Grupo Mercado Común.
Como se ve en este artículo, se enuncian dos instituciones del Mercosur:
1) Consejo del Mercado Común: es el órgano superior del Mercosur. Está integrado por los
Ministros de Economía y de Relaciones Exteriores de los países miembros, y se encarga de la
conducción política y la toma de decisiones para asegurar el cumplimiento de los objetivos de
la constitución del Mercado Común.
Se reúne cuando lo considere oportuno, y al menos una vez al año con la participación de los
presidentes de los Estados Partes. La Presidencia del Consejo se ejerce por rotación y en
orden alfabético.
2) Grupo Mercado Común: es el órgano ejecutivo del Mercosur. Es coordinado por los
Ministros de Relaciones Exteriores, y es quien posee la facultad de iniciativa. Vela por el
cumplimiento del Tratado, propone medidas concretas respecto al Programa de Liberación
Comercial y la coordinación de políticas macroeconómicas, y fija programas de trabajo.
Se integra por cuatro miembros titulares y cuatro alternos por país, que representen al
Ministerio de Relaciones Exteriores, al Ministerio de Economía, y al Banco Central. Tiene,
también, una Secretaría Administrativa, encargada de guardar documentos y comunicar sus
actividades, con sede en Montevideo.
3) Subgrupos de trabajo: si bien no están establecidos en el Artículo 9, el GMC tiene la
facultad de crear tantos subgrupos de trabajo como considere necesarios. Según el Anexo V,
inicialmente, los subgrupos de trabajo existentes serán: Asuntos Comerciales, Asuntos
Aduaneros, Normas Técnicas, Políticas Fiscal y Monetaria Relacionadas con el Comercio,
Transporte Terrestre, Transporte Marítimo, Política Industrial y Tecnológica, Política
Agrícola, Política Energética y Coordinación de Políticas Macroeconómicas.
709
Todas las decisiones del CMC y del GMC se toman por consenso y con la presencia de todos los
Estados Partes.
Respecto a la adhesión de otros países:
Artículo 20:
El presente Tratado estará abierto a la adhesión, mediante negociación, de los demás países
miembros de la ALADI, cuyas solicitudes podrán ser consideradas después de cinco años de vigencia
de este Tratado.
No obstante, podrán ser consideradas antes del referido plazo las solicitudes presentadas por países
miembros que no formen parte de esquemas de integración subregional.
Este artículo tiene una intención oculta: la de incluir a Chile en el Mercosur. Esto se puede ver en el
segundo párrafo: sólo este país era miembro de la ALADI y no formaba parte de otros esquemas de
integración subregional, ya que, luego del golpe militar, se había retirado como miembro del Pacto
Andino.
¿Por qué se quería incluir a Chile? Porque había realizado reformas económicas que le habían
otorgado confiabilidad a nivel internacional, lo que lo volvía un socio atractivo para el Mercosur,
que buscaba mejorar su competitividad a nivel global.
Anexos:
El Anexo I establece el Programa de Liberación Comercial. Veamos algunas partes
fundamentales:
Anexo I:
Los Estados Partes acuerdan eliminar, a más tardar el 31 de diciembre de 1994, los gravámenes y
demás restricciones aplicadas en su comercio recíproco (…) En lo referente a las listas de
excepciones presentadas por Paraguay y Uruguay, el plazo para su eliminación se extenderá hasta el
31 de diciembre de 1995 (…)
En este programa, hay excepciones: según el Artículo 6 del inciso, quedan excluidos los productos
comprendidos en las Listas de Excepciones presentadas por cada Estado Parte:
Para determinar estos requisitos específicos de origen, los Estados Parte toman como base
elementos como los materiales e insumos de producción, el proceso de transformación utilizado, la
proporción máxima del valor de los materiales importados de terceros países respecto al valor del
bien, etcétera.
Generalmente, un producto puede optar por un requisito general, es decir, por aquel que se ajuste a
su proceso productivo. Pero cuando, en el marco de un acuerdo, a un producto se le exige cumplir
con un requisito específico, debe cumplir obligatoriamente con éste.
Si hay un caso excepcional en el que no pueda cumplirse un requisito específico por problemas
circunstanciales de abastecimiento, podrán utilizarse materiales no originarios de los Estados Parte.
Por otro lado, el Artículo 7 introduce el criterio acumulativo:
711
En criollo, el criterio acumulativo significa que, si Argentina usa insumos provenientes de Uruguay
para fabricar un auto, estos insumos, al ser Uruguay parte del Mercosur, serán considerados
originarios de Argentina.
7) Recurso de revisión: cualquiera de las partes puede presentar un recurso ante el Tribunal
Permanente de Revisión, contra el laudo del TAH, en un plazo no superior a 15 días a partir
de la notificación. El TPR deberá pronunciarse sobre el recurso en un plazo de 30 días.
8) Decisión del TPR: puede confirmar, modificar o revocar las decisiones del TAH.
9) Los laudos del TPR son obligatorios e inapelables, y tendrán, para las partes, fuerza de
cosa juzgada.
10) Medidas compensatorias: si un Estado no cumple el laudo, la otra parte podrá, durante un
año, aplicar medidas compensatorias temporales.
11) Reclamos de particulares: efectuados por personas jurídicas por motivo de la sanción o
aplicación, por parte de cualquiera de los miembros, de medidas legales o administrativas de
efecto restrictivo, discriminatorias o de competencia leal.
Para entender mejor sobre el proceso de solución de diferencias, veamos qué hacen los dos tribunales
recién mencionados:
El TPR fue una de las principales innovaciones del PO. Se puso en funcionamiento en 2004, y tiene
su sede en Asunción. Está formado por cinco Árbitros, que permanecen en el cargo, según el caso,
dos o tres años. Cuenta con una Secretaría.
Mientras tanto, el TAH se forma a partir de las Listas de Árbitros depositadas por cada Estado Parte
en la Secretaría del Mercosur.
Si bien los países con mayor complejidad en la relación son quienes tienen más cantidad de laudos
arbitrales, es cierto que, desde 1991, los Estados Parte han demostrado poco interés en recurrir al
Protocolo de Solución de Controversias. Han optado, en cambio, por otras medidas, como la
reciprocidad, las medidas de retaliación, la diplomacia presidencial, etcétera.
713
La determinación del daño o la amenaza de daño grave es analizada por cada Estado, teniendo en
cuenta aspectos como el nivel de producción y capacidad utilizada, el nivel de empleo, la
participación en el mercado, el nivel de comercio entre las partes involucradas, etcétera.
El país importador negociará una cuota para la importación del producto objeto de la salvaguardia,
sin interrumpir la corriente de comercio. La cláusula tendrá una vigencia de un año, y podrá ser
prorrogada por un nuevo período anual y consecutivo.
Artículo 1:
La estructura institucional del Mercosur estará compuesta por:
a) Consejo del Mercado Común (CMC).
b) Grupo Mercado Común (GMC).
c) Comisión de Comercio del Mercosur (CCM).
d) Comisión Parlamentaria Conjunta (CPC).
e) Foro Consultivo Económico y Social (FCES).
f) Secretaría Administrativa del Mercosur (SAM).
Los órganos con capacidad decisoria intergubernamental son los tres primeros: el CMC, el GMC
y la CCM. Veamos cada uno de ellos:
1) Consejo del Mercado Común: es el órgano superior, al cual incumbe la conducción política
del proceso de integración y la toma de decisiones para asegurar el cumplimiento de los
objetivos establecidos por el Tratado de Asunción, y alcanzar la constitución final del
mercado común.
Sus objetivos son:
a. Velar por el cumplimiento del Tratado y sus Protocolos.
b. Formular políticas para la conformación del Mercado Común.
c. Ejercer la titularidad de la personalidad jurídica del Mercosur.
d. Negociar y firmar acuerdos con países, organismos, etcétera.
e. Crear los órganos que considere pertinentes.
2) Grupo del Mercado Común: es quien propone proyectos de decisiones al CMC. Crea,
modifica y suprime órganos y subgrupos de trabajo, y negocia con la participación de
representantes de todos los Estados Partes. Adopta resoluciones, y homologa los reglamentos
internos de la CCM y del FCES.
714
3) Comisión de Comercio del Mercosur (CCM): vela por la aplicación de los instrumentos
comunes de política comercial intra-Mercosur, con terceros países, y acuerdos de comercio.
Sigue temas comerciales comunes, y revisa las alícuotas arancelarias de ítems específicos del
AEC. Establece los comités técnicos necesarios, y trata los reclamos presentados por las
Secciones Nacionales.
4) Comisión Parlamentaria Conjunta (CPC): representa a los Parlamentos de los Estados
Partes, acelera los procedimientos internos de éstos para la entrada en vigor de las normas, y
armoniza las legislaciones tal como lo requiera el avance del proceso de integración.
5) Foro Consultivo Económico y Social (FCES): órgano de representación de los sectores
económicos y sociales de cada Estado Parte. Como su nombre lo indica, tiene funciones
consultivas.
6) Secretaría Administrativa del Mercosur (SAM): es el archivo oficial de la documentación
del Mercado Común. Publica y difunde las normas, edita el Boletín Oficial del Mercosur, e
informa a cada Estado Parte sobre las medidas implementadas por cada país, para incorporar
en su ordenamiento jurídico las normas de los órganos del Mercosur.
Las normas vinculantes emitidas por cada cuerpo son:
CMC: Decisiones
GMC: Resoluciones
CCM: Directivas
CPC y FCES: Recomendaciones no vinculantes
Artículo 34:
El Mercosur tendrá personalidad jurídica de Derecho Internacional.
Artículo 37:
Las decisiones de los órganos del Mercosur serán tomadas por consenso y con la presencia de todos
los Estados Partes.
Artículo 38:
Los Estados Partes se comprometen a adoptar todas las medidas para asegurar, en sus respectivos
territorios, el cumplimiento de las normas emanadas de los órganos del Mercosur.
La SAM debe ser informada por los Estados Partes de las medidas tomadas a ese fin.
Artículo 40:
715
Con la finalidad de garantizar la vigencia simultánea en los Estados Partes de las normas emanadas
de los órganos del Mercosur previstos en el Artículo 2 de este Protocolo deberá seguirse el siguiente
procedimiento:
a) Una vez aprobada la norma los Estados Partes adoptarán las medidas necesarias para su
incorporación al ordenamiento jurídico nacional y comunicarán las mismas a la Secretaría
Administrativa del Mercosur.
b) Cuando todos los Estados Partes hubieren informado la incorporación a sus respectivos
ordenamientos jurídicos internos la Secretaría Administrativa del Mercosur comunicará el hecho
a cada Estado Parte.
c) Las normas entrarán en vigor simultáneamente en los Estados Partes 30 días después de la fecha
de comunicación efectuada por la Secretaría Administrativa del Mercosur en los términos del
literal anterior. Con ese objetivo los Estados Partes dentro del plazo mencionado darán
publicidad del inicio de la vigencia de las referidas normas por intermedio de sus respectivos
diarios oficiales.
Según el Artículo 41, las fuentes jurídicas del Mercosur son:
Artículo 41:
Las fuentes jurídicas del Mercosur son:
El Tratado de Asunción, sus protocolos y los instrumentos adicionales.
Los acuerdos celebrados en el marco del Tratado de Asunción.
Las Decisiones, Resoluciones y Directivas, adoptadas desde la entrada en vigor del Tratado de
Asunción.
El Artículo 43 establece que el mecanismo de solución de problemas será el establecido por el
Protocolo de Brasilia de 1991, pero, como ya vimos, éste fue reemplazado por el Protocolo de Olivos
en el año 2002.
Para corregir la falencia del Tratado de Asunción, el Artículo 48 del POP establece que:
Artículo 48:
El presente Protocolo, parte integrante del Tratado de Asunción, tendrá duración indefinida.
Y que:
Artículo 53:
Quedan derogadas todas las disposiciones del Tratado de Asunción que estén en conflicto con los
términos del presente Protocolo, y con el contenido de las Decisiones aprobadas por el CMC durante
el período de transición.
Reclamaciones a la CCM:
La CCM debe incorporar el reclamo de las personas jurídicas o físicas en la agenda de su próxima
reunión. Si no se adopta ninguna decisión, remitirá el tema al correspondiente Comité Técnico, que
deberá elevar un dictamen sobre la materia a la CCM en un lapso de 30 días.
716
Si no hay resolución, la CCM elevará la cuestión al GMC, que deberá expedirse en 30 días. Si hay
consenso acerca de la procedencia del reclamo, el Estado Parte reclamado deberá adoptar las
medidas adoptadas por la CCM o el GMC.
En caso de que el Estado no cumpla por lo dispuesto en la decisión adoptada, podrá recurrir al
mecanismo previsto en el Protocolo de Brasilia.
Decisiones:
Total de decisiones: 331
Necesitan ser incorporadas: 228
Decisiones incorporadas: 102
Pendientes de incorporación: 126
No necesitan ser incorporados: 103
Resoluciones:
Total de resoluciones: 1023
Necesitan ser incorporadas: 811
Resoluciones incorporadas: 383
Pendientes de incorporación: 428
No necesitan ser incorporados: 212
Directivas:
Total de directivas: 140
Necesitan ser incorporadas: 113
Directivas: incorporadas: 73
Pendientes de incorporación: 40
No necesitan ser incorporados: 27
b) La neutralización de las distorsiones que puedan resultar de las asimetrías entre las
políticas nacionales para el sector azucarero.
A partir del 1 de enero de 1995 y hasta la aprobación definitiva del régimen para el sector azucarero,
los Estados Partes podrán aplicar sus protecciones nominales plenas al comercio intra-Mercosur y a
las importaciones desde terceros países, de los productos de este sector. En ningún caso, las
protecciones nominales totales aplicadas al comercio intra-Mercosur (incluyendo el arancel ad
valorem y otros derechos arancelarios o paraarancelarios) podrán exceder la protección nominal total
aplicada a las importaciones de terceros países.
¿Cuál era la razón de esto? Brasil, mayor productor mundial de azúcar (14 millones de toneladas),
subsidiaba la producción de caña de azúcar para obtener alcohol carburante. Mientras tanto,
Argentina sólo producía 1,6 millones de toneladas, y se trataba de una actividad de alto grado de
sensibilidad para el NOA.
Este compromiso nunca llegó a concretarse: el régimen de protección nunca fue desmontado, lo que
generó una traba en el camino a la construcción de un Mercado Común.
En 1997 y 2000, la excepcionalidad del sector del azúcar en el bloque regional se mantuvo por leyes
sancionadas por el Congreso (24.822 y 25.715). A partir de allí, a pesar de que en la teoría la ley
tendría vigencia hasta 2005, la realidad es que ese supuesto plazo no figura en su articulado, sino que
se mantendrá hasta que “una ley del Congreso disponga lo contrario”.
El no fijar un plazo fue el mecanismo por medio del cual las provincias productoras se aseguraron la
excepcionalidad, retrasaron la integración al bloque, y dejaron en manos del Legislativo una posible
modificación de la situación actual.
Las condiciones actuales del sector son muy similares a las del inicio del bloque: el azúcar argentino
continúa sin poder competir con el proveniente de Brasil. Hay quienes sostienen que este hecho se
debe a la falta de políticas por parte del Estado, otros que consideran que se debe a la falta de
compromiso y responsabilidad del sector, y por último están los que adjudican la baja rentabilidad de
la actividad a una mezcla de ambos.
Decisión 29/94 (Sector automotriz):
Establece que el Comité Técnico N°9 debe preparar una propuesta sectorial para enero del 2000, la
cual considere:
1) Liberalización del comercio intrazona.
2) Eliminación de incentivos distorsivos.
3) AEC para los bienes del sector.
4) Régimen de importación de partes y piezas.
5) Contenido nacional.
¿Por qué se producen asimetrías en ambos sectores? No sólo por las estructuras productivas, sino
también por las diferencias en las políticas públicas:
Actualmente, sigue habiendo problemas por este tema: la industria automotriz argentina depende de
Brasil, y en junio del 2021 la producción nacional de vehículos alcanzó las 40.035 unidades, 14,5%
más que mayo y 155% por encima del volumen de junio 2020. Las automotrices exportaron 22.737
vehículos, es decir, un 14% por encima de mayo, y creció 230% con respecto al volumen que se
registró en junio del año pasado. En el acumulado de los primeros seis meses del año, las terminales
automotrices exportaron 107.877 unidades, un 102 más respecto de las 53.222 unidades que se
enviaron a diversos mercados entre enero y junio del año pasado.
En 2020, en plena crisis por la pandemia, el sector automotriz fue el tercer complejo exportador de la
Argentina, detrás de la soja y el maíz. Hizo envíos al exterior por US$4309 millones, un 39% menos
que en 2019. Los principales mercados fueron Brasil, donde exportó por US$2882 millones; y en un
lejano segundo y tercer lugar Perú y Chile.
Hay un régimen especial del sector automotriz entre Argentina y Brasil, extra-Mercosur: el Acuerdo
de Complementación Económica (ACE14), a diferencia de lo que sucede en el Mercosur, que se rige
por el ACE18. El ACE14 es un acuerdo sobre la política automotriz común entre Brasil y la
Argentina que rige hasta el 30 de junio de 2029.
En el período del 1° de julio de 2020 hasta el 30 de junio de 2023, el valor de las importaciones y
exportaciones entre las partes, de los productos administrados, deberá observar un coeficiente de
desvío sobre las exportaciones del período (flex) no superior a 1,8: por cada dólar que le vende la
Argentina a Brasil, el país vecino podrá a su vez venderle no más de 1,8. Este coeficiente de desvío
crecerá paulatinamente hasta alcanzar los tres puntos en 2029.
Por otro lado, mientras que la Argentina y Brasil comercian con un arancel del 0%, el Arancel
Externo Común para los vehículos es del 35%. Es una protección bastante fuerte y ha sido un éxito,
porque se ha desarrollado fuertemente a la industria desde los 90 en adelante.
Es favorable para la Argentina, pero Brasil viene bregando por aumentar ese coeficiente e incluso ir
hacia el libre comercio, lo que puede suceder en 2029. La Argentina se opone al libre comercio. El
mantenimiento del coeficiente ha permitido el desarrollo de la industria ya que la estrategia de las
terminales automotrices es tener producción para los dos países.
Decisión 8/94 (Zonas Francas en el Mercosur):
Todas las mercaderías originarias de zonas francas que ingresen al territorio aduanero del Mercosur
deben tributar el AEC, a excepción de las preferencias negociadas entre las zonas de Manaos y
Tierra del Fuego, que continuarán vigentes hasta el año 2013.
La idea es que el CAM reemplace los Códigos Aduaneros Nacionales de los Estados Partes.
Artículo 1:
719
(…) La legislación aduanera del MERCOSUR se aplicará a la totalidad del territorio de los Estados
Partes y a los enclaves concedidos a su favor y regulará el tráfico internacional de los Estados Partes
del MERCOSUR con terceros países o bloques de países.
(…) Las legislaciones aduaneras de cada Estado Parte serán aplicables supletoriamente dentro de sus
respectivas jurisdicciones en aquellos aspectos no regulados específicamente por este Código, sus
normas reglamentarias y complementarias.
Mantendrán su validez, en cuanto no se opongan a las disposiciones de este Código, las normas
dictadas en el ámbito del MERCOSUR en materia aduanera.
Mantendrán su validez los tratados internacionales que se encuentren vigentes en cada Estado Parte a
la fecha de entrada en vigor de este Código.
Así, se permite la aplicación supletoria del Código Aduanero de cada Estado en aspectos no
regulados específicamente por este Código y sus normas complementarias. Mantendrán su validez
las normas dictadas en el ámbito del Mercosur en materia aduanera, y los tratados internacionales
vigentes en cada Estado Parte.
El organismo competente para aplicar la legislación aduanera es la Administración Aduanera,
quien, entre otras cosas, se ocupa de:
a) Ejercer el control y fiscalización sobre la importación y la exportación de mercaderías,
los destinos y las operaciones aduaneros.
b) Dictar normas o resoluciones para la aplicación de la legislación aduanera de
conformidad con la legislación de cada Estado Parte.
c) Aplicar las normas emanadas de los órganos competentes, en materia de prohibiciones o
restricciones a la importación y exportación de mercaderías.
d) Autorizar, registrar y controlar el ejercicio de la actividad de las personas habilitadas
para intervenir en destinos y operaciones aduaneros.
e) Participar en todas las instancias negociadoras internacionales referidas a la actividad
aduanera.
En las zonas primarias, no necesitan de autorización judicial para ejercer sus funciones. Pero, en las
zonas secundarias, será necesario pedir una autorización de los Estados Partes.
La mercadería, los medios de transporte y unidades de carga ingresados al territorio aduanero quedan
sujetos al control, vigilancia y fiscalización por parte de la Administración Aduanera, conforme lo
establecido en este Código y en sus normas reglamentarias. Las mercaderías, medios de transporte y
unidades de carga que atraviesen el territorio de uno de los Estados Partes con destino a otro Estado
Parte o al exterior podrán ser objeto de fiscalización aduanera con base en análisis de riesgo o
indicios de infracción a la legislación aduanera.
El ingreso de mercaderías, medios de transporte y unidades de carga al territorio aduanero, solamente
podrá efectuarse por las rutas, lugares y en los horarios habilitados por la Administración Aduanera.
La permanencia, circulación y salida de mercancías quedan sujetas a los requisitos del CAM.
Yendo un poco más adelante, respecto a los tributos aduaneros:
720
Artículo 157:
El presente Código Aduanero regula los siguientes tributos aduaneros:
a) El impuesto o derecho de importación, cuyo hecho generador es la importación definitiva de
mercadería al territorio aduanero; y
b) Las tasas, cuyo hecho generador es la actividad o el servicio realizados o puestos a disposición
por la Administración Aduanera, con motivo de una importación o de una exportación.
Se consideran también de naturaleza tributaria las obligaciones pecuniarias que surgen por el
incumplimiento de la obligación tributaria aduanera.
A los fines de este Código el concepto de impuesto de importación es equivalente al concepto de
derecho de importación.
El presente Código Aduanero no trata sobre derechos de exportación y, por lo tanto, la legislación de
los Estados Partes será aplicable en su territorio aduanero preexistente a la sanción de este Código,
respetando los derechos de los Estados Partes.
Decisión 2/2002:
Perfecciona la incorporación de normas al ordenamiento jurídico de los Estados Miembros, buscando
establecer mayor rigurosidad y cumplimiento estableciendo plazos para la incorporación de normas.
Decisión 32/03:
Trata sobre regímenes especiales de importación, y autoriza a Paraguay a extender su régimen de
importación de materias primas hasta el 31/12/10, con una alícuota del 2%, y prorroga la
posibilidad de utilizar dos regímenes para el comercio intrazona:
1) Drawback: es el régimen por el cual se restituyen, total o parcialmente los importes que se
hubieran pagado en concepto de tributos que gravaron la importación para consumo, siempre
que la mercadería fuere exportada para consumo, luego de un proceso de transformación o
acondicionamiento en el Territorio Aduanero.
2) Admisión temporaria: introducción a plaza, exenta de tributos, de mercaderías extranjeras
procedentes del exterior del territorio aduanero nacional con un fin determinado, ajeno al
consumo, para ser reexpedidas, dentro del plazo que fije la reglamentación, sea en el estado
en que fueron introducidas o después de haber sido objeto de una transformación,
elaboración, reparación o agregación de valor determinadas, con efectiva ocupación de mano
de obra.
Decisión 58/10:
Establece las Listas Nacionales de Excepciones al AEC. Cada Estado podrá mantener sus Listas de
Excepciones:
Resolución 39/11:
Establece el procedimiento para la protocolización, en el ámbito de la ALADI, de las normas
emanadas de los órganos del Mercosur, relacionadas con el ACE-18.
Decisión 27/12 – Adhesión de Venezuela:
En la Cumbre de Mendoza, de julio de 2012, se aprobó la Declaración sobre la Incorporación de la
República Bolivariana de Venezuela al Mercosur. Esta aprobación se hizo sobre la base de
Venezuela como un miembro pleno, con todos los derechos y obligaciones correspondientes. Sin
embargo, no duró mucho: desde septiembre de 2019, y de acuerdo a lo firmado en el Protocolo de
Ushuaia sobre Compromiso Democrático en el MERCOSUR, suscripto el 24 de julio de 1998, que
establece la plena vigencia de las instituciones democráticas es condición esencial para el desarrollo
del proceso de integración, Venezuela fue suspendida de su participación en el Mercosur.
Que, por lo menos, el 80 % del capital social y de los votos pertenezca a inversores
nacionales de Argentina y Brasil, asegurándoles el control real y efectivo de la empresa
binacional.
Que la participación del conjunto de los inversores nacionales de cada uno de los dos
países sea de, por lo menos, el 30 % del capital social de la empresa.
Que el conjunto de los inversores nacionales de cada uno de los dos países tenga derecho
a elegir por lo menos un miembro de cada uno de los órganos de la administración y un
miembro del órgano de fiscalización interna de la empresa.
Por otro lado, el Tratado de Asunción, a través de su Artículo 5, promueve las negociaciones
sectoriales a través de la eliminación de asimetrías, con el fin de optimizar la utilización y movilidad
de los factores de producción y de alcanzar escalas operativas eficientes.
También en 1991, se elaboró la Decisión 03/91, que establece los términos de referencia para los
acuerdos sectoriales. En ésta, se establece que los acuerdos deben orientarse a:
722
En los últimos años, además de la cooperación extra regional, los Estados Partes consideraron la
necesidad de avanzar en la generación de estrategias y políticas de desarrollo al interior del bloque,
que permitan reducir las asimetrías entre los socios, e intercambiar de manera horizontal
conocimientos y experiencias. En este contexto, los Estados Partes coincidieron en la importancia de
desarrollar distintas acciones vinculadas a la Cooperación sur-sur, de forma tal de revalorizar este
tipo de cooperación en el bloque regional.
Teniendo en cuenta la importancia que el MERCOSUR le asigna a la cooperación internacional, en
el año 2014 los Estados Partes aprobaron la “Política de Cooperación Internacional del Mercosur”,
por medio de la Decisión CMC N° 23/14. La nueva Política de Cooperación Internacional establece
los principios, objetivos y modalidades que deben orientar la cooperación técnica en el Mercosur.
Los objetivos generales de la Política de Cooperación Internacional del Mercosur son:
a) Fortalecer las capacidades de cada uno de los miembros del bloque.
b) Profundizar la integración regional.
c) Reducir las asimetrías entre los países del bloque.
d) Intercambiar de manera horizontal conocimientos y experiencias, buenas prácticas,
políticas públicas tanto al interior del bloque como con otras instancias de integración
regional y extrarregional existentes.
Mientras tanto, los principios generales, entre otros, son:
Un organismo auxiliar al GMC es el Grupo de Cooperación Internacional (GCI), único órgano del
bloque con competencia para entender en materia de cooperación internacional tanto intra como
extra bloque. Debe velar por el cumplimiento de las directrices de la Política de Cooperación
Internacional, asegurando que los programas y proyectos de cooperación sean elaborados y
ejecutados de conformidad con sus principios y objetivos.
Los primeros Estados Asociados al Mercosur, es decir, aquellos miembros de ALADI con los cuales
el Mercosur suscribe acuerdos de libre comercio, y que posteriormente solicitan ser considerados
como tales, fueron Chile y Bolivia. Como tales, están autorizados a participar en las reuniones de
órganos del Mercosur que traten temas de interés común.
La Decisión 28/05 reglamenta la adhesión al Tratado de Asunción de los países de la ALADI.
Establece que quienes quieran formar parte del Tratado deben presentar su solicitud al CMC, la cual
deberá ser aprobada por unanimidad de los Estados Parte. Los términos específicos de la adhesión
deben incluir, sí o sí:
28
No encontré el anexo del acuerdo (tampoco lo busqué tanto), así que ✨ usemos la imaginación ✨
726
Para lograr el máximo aprovechamiento de los recursos disponibles, las partes deben promover la
complementación y la integración tecnológica, comercial e industrial. Al mismo tiempo, se deben
estimular las inversiones conjuntas que permitan desarrollar actividades productivas de bienes y
servicios.
Categoría
Tratamiento:
:
Una Parte Signataria otorgará a la otra 100% de margen de preferencia en forma
A
inmediata a la entrada en vigencia del Acuerdo
Una parte Signataria otorgará a la otra 92% del margen de preferencia hasta el 31 de
B
diciembre de 2017, y 100% de margen de preferencia a partir del 1 de enero de 2018
Una Parte Signataria otorgará a la otra 93% de margen de preferencia hasta el 31 de
C
diciembre de 2017, y 100% de margen de preferencia a partir del 1 de enero de 2018
Una Parte Signataria otorgará a la otra 94% de margen de preferencia hasta el 31 de
D
diciembre de 2017, y 100% de margen de preferencia a partir del 1 de enero de 2018
Una Parte Signataria otorgará a la otra 95% de margen de preferencia hasta el 31 de
E
diciembre de 2017, y 100% de margen de preferencia a partir del 1 de enero de 2018
Algunos ejemplos de categoría A son pescados, plumas y arados. De categoría B, algunos quesos. De
categoría C, poliéteres, revestimientos para suelos y productos de lana. De categoría D, artículos de
728
En los casos de los productos comercializados entre Egipto y Uruguay y entre Egipto y Paraguay se
permitirá que hasta un 10% del valor de los materiales no originarios se clasifique en la misma
partida del producto final (Criterio de Minimis).
Las operaciones comerciales deberán ir acompañadas de un Certificado de Origen expedido por las
autoridades competentes del país del exportador.
El acuerdo prevé un período de 4 años, a contar desde la finalización del programa de reducción
arancelaria, en el cual es posible la aplicación de salvaguardias entre las partes. Luego de vencido
este plazo, corresponde al Comité Conjunto determinar si se continuará utilizando este mecanismo.
Es posible aplicar una salvaguardia cuando la importación de un determinado producto ha aumentado
en tal cantidad que produce o amenaza con producir un daño grave a la producción de una parte.
El Mercosur e Israel no tienen demasiado flujo de intercambio comercial entre sí: poco más de 2.000
millones de dólares, en 2020. La balanza comercial es deficitaria para el Mercosur: 57% de
importaciones, frente al 43% de exportaciones.
Los principales exportadores son Brasil y Argentina, y el principal importador, por lejos, es Brasil.
Los productos que más se exportan son carnes, cereales, semillas y oleaginosas. Mientras tanto, se
importan abonos, productos químicos, plásticos y reactores nucleares.
A más tardar el 1/1/2014 quedaría sin efecto el ACE N°59 entre el Mercosur, Colombia, Ecuador y
Venezuela. A partir de la suscripción del Protocolo y hasta la fecha de su entrada en vigor,
Venezuela integraría la Delegación del Mercosur en sus negociaciones con terceros. Una vez entrado
en vigencia, el país adquiriría los derechos y obligaciones del Mercosur.
Otros proyectos de integración:
Todos los proyectos que se enumerarán a continuación se identifican con el rol predominante de
Brasil en la región:
a) Área de Libre Comercio de Sudamérica (ALCSA): fue una iniciativa definida oficialmente
por el presidente brasilero Fernando Cardoso en 1994, con la idea de enfrentar el liderazgo
732
regional de Estados Unidos. Se buscaba presentar a Brasil como una suerte de primus inter
pares en la región.
b) Comunidad Sudamericana de Naciones: surge en 2004, con la Declaración de Cusco. Es
una declaración de principios y buenas intenciones, integrada por Argentina, Bolivia, Brasil,
Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Surinam, Uruguay, Venezuela y Perú. Para
algunos, fue un sueño hecho realidad. Para otros, una mera dialéctica sin futuro.
La idea era lograr la convergencia de los intereses políticos, económicos, sociales, culturales
y de seguridad, y el desarrollo de las capacidades internas de estos países, para lograr una
mejor inserción internacional. Estas estrategias, a su vez, debían asegurar una más justa y
equitativa distribución del ingreso, el acceso a la educación, la inclusión social, la promoción
del desarrollo sostenible, etcétera.
La idea era profundizar la convergencia entre el Mercosur, la Comunidad Andina y Chile, a
través del perfeccionamiento de una Zona de Libre Comercio, y estableciendo e
implementando progresivamente niveles y ámbitos de acción conjunta.
c) Unión de Naciones Sudamericanas: en 2008, se suscribió el Tratado Constitutivo de la
UNASUR. Entre sus objetivos específicos, se incluían:
► Reforzar la integración y participación sudamericanas.
► Desarrollo social y humano con equidad.
► Erradicación del analfabetismo y acceso a la educación.
► Integración energética para su aprovechamiento integral.
► Integración financiera.
► Mecanismos concretos para la eliminación de asimetrías.
► Construcción de una identidad sudamericana.
► Cooperación económica y comercial.
► Integración industrial y productiva.
Esta organización, dotada de personalidad jurídica internacional, tuvo una iniciativa de fuerte
perfil político, que incluye su proyección internacional, y no excluye su ampliación a
América Latina.
Conclusiones:
Después de la Segunda Guerra Mundial, la dirigencia brasileña asumió que Brasil estaba en la órbita
de Estados Unidos, pero no aceptaba su tutelaje: se hacía evidente el esfuerzo de eludir la sumisión y
procurar espacios de maniobra propios. Tanto Brasil como Argentina miraron el mundo con ópticas
diferentes, haciendo su propia lectura de la globalización. Se vieron:
El Mercosur tiene una gran inflación normativa, pero una falta de compromiso para ponerla en
vigencia: no pudo conciliar posiciones frente a la agenda externa regional, hemisférica y
multilateral.
Hay una tradición y una cultura política que influye sobre la manera en que los actores ven el mundo:
si se tiene una mirada distorsionada, el resultado de lo que se haga será distorsionado. Esto se puede
ver por la diferencia entre Argentina y Brasil, y genera trabas endógenas para el desarrollo de la
agenda interna regional y el avance en la firma de nuevos acuerdos.
Crecientemente, en Brasil y Uruguay los actores privados ven en el estancamiento del Mercosur un
lastre (angry Alberto noises), que impide negociar aperturas bilaterales y de negocios. Por otro lado, hay que
reconocer que Brasil nunca maduró como líder regional: si quiere hacerlo, debe asumir costos,
cediendo parte de su PNB al presupuesto comunitario. Mientras tanto, Argentina tiene que madurar y
aceptar la situación.
734
G90: países del Grupo Africano + países del Grupo ACP + países menos adelantados, que
negocian sobre cuestiones generales.
Grupo ACP: países de África, el Caribe y el Pacífico a los que la UE les otorga preferencias.
Negocian cuestiones de preferencias agrícolas.
Grupo de Cairns: coalición de países exportadores de productos agropecuarios que ejercen
presión para que se liberalice el comercio de dichos productos (incluye a Argentina).
Grupo AMNA (Amigos de la Ambición): pretenden maximizar las reducciones arancelarias
y lograr un acceso a los mercados efectivo para los productos no agrícolas (sus posiciones
presentan algunos matices diferentes). Algunos países del Grupo AMNA son Alemania,
Estados Unidos y Francia.
Grupo AMNA-11: coalición de países en desarrollo que pretenden obtener flexibilidad para
limitar la apertura de los mercados de productos industriales (incluye a Argentina).
Grupo Amigos de los Peces: coalición informal que pretende que se reduzcan
significativamente las subvenciones a la pesca (incluye a Argentina).
Las rondas multilaterales formales tienen fecha de inicio, y, aunque se acuerda una fecha de
finalización, no necesariamente se cumple. Los países determinan una agenda de temas, y,
posteriormente, se fija una fecha oficial para su lanzamiento, y una tentativa para su terminación.
736
El Acuerdo de Marrakech crea una institución de carácter multilateral integrada por Estados. Si
bien los miembros tanto del GATT como de la OMC son Estados, en ningún momento exige la
condición de soberanía para la accesión: la membresía puede ser alcanzada por todo territorio
aduanero que goce de plena autonomía para la conducción de su política comercial.
La OMC no es sucesora del GATT, ya que es un concepto jurídico-institucional mucho más
complejo, que lo engloba e incluye. La OMC incorpora un nuevo Acuerdo sobre Procedimientos de
Solución de Diferencias, aplicable a todo acuerdo, y hace suyo el acervo decisorio aplicado por el
GATT a lo largo de su historia.
La OMC es un organismo multilateral, con personería jurídica y una estructura formal, en cuyo
marco todos sus Miembros disponen de los mismos derechos y obligaciones, y mayor garantía
para la defensa de sus derechos.
Como vemos, hay una democratización del sistema de comercio mundial, con mecanismos
procesales tendientes a evitar la elusión de los principios de la OMC por parte de sus Miembros, y la
dilucidación de las controversias. Es la única institución del trípode originalmente concebido en
Bretton Woods que otorga a cada Miembro un voto.
Cuidado: el consenso no es unanimidad, ya que todos los miembros deben tener conocimiento pleno
de lo que se negocia. Cuando se adopta una decisión, ninguna parte la objeta formalmente.
La OMC introdujo el tema de una mayoría calificada de los Miembros por votación para la
interpretación de acuerdos y la introducción de un waiwer, es decir, la reasignación o eximición
de un derecho que una parte otorga a otra del cumplimiento de una obligación es exante, porque
exime a una Parte Contratante del cumplimiento de una obligación.
El nivel de aprobación requerido para la adopción de un waiwer en la OMC se ha vuelto más
restrictivo: en el GATT, era de 2/3, y en la OMC se eleva a ¾. Dependiendo del tema involucrado,
puede ser una cantidad difícil de alcanzar.
“consolidan” sus compromisos. Con relación a los bienes, las consolidaciones equivalen a
tipos arancelarios.
4) Competitividad: un sistema de normas para evitar distorsiones. Un mecanismo más preciso,
con plazos jurídicos para realizar investigaciones por competencia desleal.
5) Ventajas: según el desarrollo de los países, los cambios introducidos respetan diferentes
etapas.
Como herencia del GATT, el Anexo 4 del Acuerdo de Marrakech se refiere a los Acuerdos
Comerciales Plurilaterales, únicos acuerdos que administra la OMC que son aplicables a los
Miembros que los hayan suscripto.
Estructura de la OMC:
a) Conferencia Ministerial: se reúne por lo menos cada dos años. Es el órgano con mayor
capacidad de decisión, integrado por todos los Estados Miembros. Puede adoptar decisiones
sobre cualquier tema vinculado a los acuerdos. Inaugura el lanzamiento de rondas
multilaterales.
b) Consejo Ministerial: tiene existencia permanente, y asume dos funciones básicas:
i. Órgano de Examen de las Políticas Comerciales : los gobiernos deben informar a la
OMC y a los demás miembros, mediante “notificaciones”, de toda medida para que la
Organización pueda llevar a cabo exámenes periódicos. Esto permite una evaluación
conjunta de los efectos de las diferentes políticas en el sistema multilateral de
comercio.
Los exámenes entre iguales permiten que los Miembros sigan más de cerca las normas
y disciplinas comerciales, y cumplan sus compromisos. Si bien todos los Miembros
son objeto de examen, su frecuencia depende del tamaño del país (2, 4 y 6 años).
ii. Órgano de Solución de Diferencias: una de las principales contribuciones de la OMC
es crear un sistema más riguroso y creíble que el del GATT. Es una garantía de
equidad para los países menos importantes: sin un medio de solución de diferencias,
el sistema basado en normas no tendría valor alguno. La idea es dar mayor
credibilidad y previsibilidad al sistema multilateral.
El viejo sistema del GATT no preveía plazos fijos, ni permitía llegar a una solución
concluyente. El nuevo OSD puede establecer grupos especiales de expertos, para que
examinen las diferencias. Estas conclusiones pueden ser aceptadas o rechazadas por el
órgano.
Vigila la aplicación de las resoluciones y recomendaciones. Tiene potestad para
autorizar la aplicación de medidas de retorsión cuando un país no acepta una
resolución.
En lugar de adoptar medidas unilaterales, los países han convenido que, cuando
piensan que otros miembros violaron las normas, recurrirán al sistema multilateral de
solución de diferencias.
Etapas del proceso de solución de diferencias:
⚖ Primera etapa: consultas entre las partes. Puede intervenir el Director General,
si las partes así lo solicitan.
739
⚖ Segunda etapa: formación del Grupo Especial, una especie de tribunal con tres
expertos que examinan las pruebas y deciden.
⚖ Tercera etapa: sometimiento del informe del Grupo al OSD, que sólo puede
rechazarlo por consenso.
⚖ Cuarta etapa: apelación de las partes, que puede dar lugar a la confirmación,
modificación o revocación de las conclusiones del Grupo Especial.
Si el país objeto del reclamo pierde, debe seguir la recomendación formulada por el
Grupo Especial o el Órgano de Apelación. En caso de que no sea factible cumplir
inmediatamente con las recomendaciones, se dará al miembro afectado un plazo para
hacerlo. Si no lo hace, deberá iniciar negociaciones con el país reclamante, para
establecer una solución mutuamente aceptable.
Si, pasados veinte días, no hay una compensación satisfactoria, la OSD puede
autorizar al reclamante a aplicar retorsiones. En principio, las sanciones se aplican en
el mismo sector en que surgió la diferencia, para reducir la posibilidad de que se
adopten medidas que tengan efectos en sectores no relacionados con la diferencia.
c) Consejo del Comercio de Mercancías: comprende todo lo relacionado con el comercio de
bienes tangibles.
d) Consejo de los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el
Comercio.
e) Consejo del Comercio de Servicios.
Todos los Estados Miembros pueden participar en todos los consejos y comités, a excepción de:
Órgano de Apelación.
Grupo Especial de Solución de Diferencias.
Comités Plurilaterales.
GATT: OMC:
Base: GATT 47 GATT 94 (+ otros acuerdos)
Acuerdo intergubernamental, Continúa vigente el Acuerdo
Carácter:
de carácter provisorio General, pero actualizado
Base de las normas. No tiene base institucional Tiene base jurídica
Partes: Partes Contratantes Estados Miembros
Tipo de acuerdos: Plurilaterales no vinculantes Multilaterales vinculantes
Bienes, servicios, propiedad
¿Qué regula? Comercio de bienes
intelectual e inversión
Tipo de sistema: Pragmático Normativo
Absolutos, permanentes y
Tipo de compromisos: Voluntarios
universales
¿Es previsible? No Sí
Equilibrio
Tipo de obligaciones: Limitadas
derechos/obligaciones
Integrantes de la OMC:
740
1) Estados Miembros:
a. Países Desarrollados.
b. Países en Desarrollo.
c. Países Menos Adelantados.
2) Estados Observadores: Estados que están negociando su accesión.
Puede ser miembro todo país o territorio con plena autonomía en la aplicación de su política
comercial. Un país solicitante debe informar su política comercial, y todos los miembros participarán
de la evaluación de ésta a través de un grupo de trabajo.
Una vez finalizado el examen del grupo de trabajo y concluidas las negociaciones bilaterales con el
país solicitante, el grupo ultima las condiciones de adhesión en el Protocolo de Adhesión, así como
los compromisos del futuro miembro. La decisión final se somete al Consejo General o a la
Conferencia Ministerial, y, si una mayoría de 2/3 de los miembros vota a favor, el solicitante puede
adherir.
Funcionamiento de la OMC:
En toda decisión de la OMC, el objetivo deseable es el consenso, es decir que, al momento de
adoptar una decisión, ninguna parte la objete formalmente. Cuando el consenso no se alcanza, se
decide por votación:
a) Mayoría de tres cuartas partes de los miembros: interpretación de acuerdos y
otorgamiento de un waiver.
b) Mayoría de dos terceras partes de los miembros: incorporación de un nuevo miembro.
Acuerdos de la OMC:
Una vez negociados y puestos en vigencia, los Acuerdos pueden ser renegociados en una ronda
posterior de negociaciones, para ampliarse y profundizarse.
1. Acuerdo sobre los Textiles y el Vestido:
En la Ronda Tokio, se trató como Acuerdo Multifibras. No funcionó, pero fue el marco para negociar
la eliminación de acuerdos bilaterales y la aplicación de medidas unilaterales (comercio
administrado).
El Acuerdo de Textiles y Vestido buscó incorporar a estos
Países del Grupo Cairns:
productos a la normativa GATT. Prevé cuatro etapas para la
Argentina
eliminación de contingentes, y es el único Acuerdo de la
Australia
OMC que contempla su propia desaparición (1995-2005). Bolivia
2. Acuerdo Agrícola: Brasil
Es un sector importante y complejo en su negociación. En Canadá
Estados Unidos, la solidaridad hacia los agricultores tiene Colombia
sus orígenes en la Ley de Colonización de 1862, durante la Costa Rica
presidencia de Lincoln. Más tarde, durante el New Deal, Chile
Roosevelt impulsó programas para ayudar a los agricultores: Filipinas
Guatemala
se establecieron pagos a éstos cuando los precios eran bajos,
Hungría
y se desalentaba o prohibía la importación.
Indonesia
Malasia
Nueva Zelanda
Uruguay
Paraguay
Sudáfrica
741
En Europa, también ocupó un lugar históricamente destacado: el Tratado de Roma, de 1957, dedica
varios artículos a destacar la importancia de la agricultura y el comercio de los productos del sector.
El Acuerdo Agrícola busca instaurar una política agrícola común para los Estados Miembros. Entre
otras cosas, se habla de:
a) Consenso, a nivel político, de que la raíz de la crisis del comercio agrícola, se encuentra en la
vigencia de políticas nacionales de asistencia al sector.
b) Coincidencia sobre la necesidad de cambios en el comercio, y reformas de las políticas
domésticas.
c) Convencimiento de que los cambios se ampliarán si forman parte de un ejercicio multilateral
de reforma conjunta.
Los objetivos a lograr fueron los siguientes:
Una Licencia consiste en el trámite burocrático exigido por el país de destino de los bienes, como
condición necesaria para que éstos puedan ser autorizados a ingresar en el territorio aduanero.
743
5. Acuerdos Plurilaterales:
Independientemente de la suscripción que han hecho los Estados Miembros de los Acuerdos de la
OMC, hay cuatro Acuerdos, negociados originariamente durante la Ronda Tokio, cuyo número de
signatarios es reducido, a los que se denomina Acuerdos Plurilaterales. El resto ha pasado a ser
multilateral (vinculante).
Los Acuerdos Plurilaterales son los siguientes:
a) Comercio de Aeronaves Civiles.
b) Contratación Pública.
c) Productos Lácteos.
d) Carne de Bovino.
A fines de 1997, se dieron por terminados el Acuerdo sobre Productos Lácteos y el de Carne de
Bovino. Era más conveniente tratar ambos temas en el marco del Acuerdo Agrícola y el de Medidas
Sanitarias y Fitosanitarias. Atentaba, en contra de los mismos, el escaso número de signatarios.
6. Acuerdo sobre Inspección Previa a la Expedición:
Tiene que ver con los controles que realiza el país de destino de las mercancías. Es un instrumento
utilizado por PVD, para compensar la insuficiencia de las estructuras administrativas (aduaneras).
Los Estados pueden recurrir a organismos externos para duplicar el control de lo que ingresa a sus
respectivos territorios aduaneros: deben definir sobre qué productos se hará la inspección, y en qué
lugares físicos de origen. El Estado receptor no delega el control.
La inspección implica valor, cantidad, clasificación, certificación, etcétera. El certificado de
inspección es de presentación obligatoria, para liberar la mercadería a plaza.
7. Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias:
Los miembros pueden aplicar medidas necesarias para la protección de la salud y la vida de las
personas. Esta aplicación debe estar basada en principios científicos, no ser una restricción
encubierta.
Se aplica un principio de equivalencia: los miembros aceptan como equivalentes medidas aplicadas
por otro miembro, cuando se demuestre que éstas logran el nivel adecuado de protección. Todas las
medidas a ser aplicadas deben notificarse al Comité respectivo.
8. Acuerdo Relativo a la Aplicación del Artículo VII del GATT:
El valor en aduana de las mercaderías importadas se conoce como valor de transacción. Hay un
valor declarado y un valor de transacción. El objeto es establecer un sistema de valoración que
sea:
1) Equitativo. 2) Uniforme. 3) Neutro.
La autoridad aduanera puede sospechar que la relación vendedor-comprador ha influido en el precio.
Cuando, por diversas razones, no se puede utilizar el valor de transacción, hay que acudir a fuentes
secundarias:
744
Las normas no pueden tener efecto restrictivo, es decir, que no pueden exigirse condiciones no
relacionadas con la fabricación. Deben basarse en criterios positivos: una norma negativa sólo
puede aceptarse a modo de aclaración (aclarar qué se entiende como no originario).
10. Acuerdo a la Aplicación del Artículo XIX del GATT:
Refiere a la salvaguardia, es decir, las medidas de urgencia sobre la importación de productos en
casos particulares, como:
a) Defensa a los productores frente a perjuicios por “competencia leal”.
b) Cuando la autoridad de aplicación considere conveniente restringir temporalmente las
importaciones.
c) Creación de un horizonte de certidumbre, con el compromiso del sector afectado a hacer
inversiones, planes de ajuste, cuantificación de metas y cronograma de ejecución.
Algunas de las medidas de urgencia que pueden aplicarse son:
1) Reglamenta las medidas que las partes pueden adoptar para contrarrestar sus efectos.
2) Permite acudir al OSD para lograr su supresión.
3) Incorpora el concepto de subvención específica.
Hay tres tipos de subvenciones, según este Acuerdo:
a) Subvenciones Prohibidas: no pueden aplicarse.
b) Subvenciones Recurribles: pueden ser recurridas (objetadas) cuando causan daño.
c) Subvenciones No Recurribles: pueden aplicarse, pero deben estar debidamente justificadas,
como la defensa al medioambiente o los desastres naturales.
Cuando más explícita es una subvención, más fácil es su recurribilidad. Su investigación puede
resultar menos compleja, ya que se trata de medidas conocidas aplicadas por una norma.
Para neutralizar los perjuicios, se aplica el derecho compensatorio.
12. Acuerdo Antidumping:
La OMC no emite juicio sobre el dumping como medida distorsiva, ya que es una política de
precios que surge por decisión empresaria. Pero sí reconoce que puede haber daño, de ahí la
existencia de un Acuerdo que permite que los gobiernos apliquen medidas para atenuarlo.
El Acuerdo Antidumping fija un mecanismo procesal, para demostrar la existencia de daño y
atenuarlo. Debe existir una relación de causalidad, entre la medida y las consecuencias que genera.
Para que haya dumping, la legislación establece umbrales mínimos, por debajo de las cuales no es
posible aplicar derechos antidumping (Reglas de Mínimis):
1) El margen de dumping debe ser igual o superior al 2%.
2) Las importaciones investigadas deben ser iguales o superiores al 3% de las
importaciones totales del producto similar.
Margen de dumping= (
Valor normal−Precio de exportación
Precio de exportación
x 100 )
Si el valor normal es de $22, y el precio de exportación es de $20,5:
Otras alternativas para el cálculo del valor son el precio al que el exportador vende a un tercer país, o
la reconstrucción de los precios en base a los costos de producción y otros gastos que se asignen al
producto.
Lo ideal es que los Estados investiguen de oficio los casos de competencia desleal. En Estados más
deficientes, la autoridad investiga frente a denuncias concretas por perjuicios. Debe haber daño o
amenaza de daño, y la existencia de un retraso a la creación de una rama de actividad. Hay que
evaluar el grado de afectación:
A veces, las investigaciones pueden servir de instrumento disuasorio: cuando una parte es
investigada, y es consciente que aplica medidas desleales, al saber que está siendo investigada puede
levantar la medida.
13. Acuerdo sobre Comercio de Servicios:
El Acuerdo se inspiró en los mismos principios que el GATT 47 para los tangibles:
Un cambio en la condición de una persona o de un bien como unidad económica, que se produce
como resultado de la actividad o influencia del suministro de un bien intangible por parte de otra
unidad económica.
747
ilimitadas.
La economía enseña que la competencia mueve el precio de un bien hasta un punto cercano a su
costo marginal. El costo marginal de una copia de un software es cero. Por eso, cuando a un inventor
se le otorga protección mediante una patente, se le confiere el derecho a impedir que otras personas
hagan copias de su obra sin su consentimiento.
El Acuerdo de la OMC parte del reconocimiento de otros acuerdos previos en la materia:
1) Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial.
2) Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas.
Los derechos de propiedad intelectual revisten distintas formas:
a) Derechos de autor: protección a una creación intelectual, como los libros y las grabaciones.
El Acuerdo establece una protección no inferior a 50 años.
b) Marcas de fábrica o de comercio: el Acuerdo establece qué tipo de signos deben merecer
protección, y los derechos conferidos a sus titulares. Las marcas de servicios deben
protegerse como las marcas de fábrica o de comercio utilizadas para los productos.
c) Indicaciones geográficas: se refiere a la denominación geográfica de una región, país o
localidad apta para designar un producto cuya calidad comprende factores naturales y
humanos. Se llama Denominación de Origen: la utilización del nombre de un lugar para
identificar un producto identifica tanto su origen geográfico como sus características. Por eso,
la utilización de ese nombre cuando el producto ha sido fabricado de otro lugar, o no posee
ciertas características, puede inducir a error o llevar a una competencia desleal.
Todo país que desee hacer una excepción por estos motivos deberá entablar negociaciones.
d) Dibujos y modelos industriales: deben gozar de una protección de por lo menos diez años.
Impedir la fabricación, venta o importación de artículos que incorporen un dibujo o modelo
que sea una copia del dibujo o modelo protegido.
e) Patentes de invención: la protección de las inversiones mediante patentes debe durar un
mínimo de veinte años. Deben protegerse tanto productos como procedimientos, en
prácticamente todos los campos de la tecnología.
Abarca invenciones de productos o de procedimientos, siempre que sean nuevas, entrañen
una actividad inventiva, y sean susceptibles de aplicación industrial.
Los gobiernos pueden negarse a otorgar patentes cuando su explotación comercial esté
prohibida por razones de orden público o de moralidad, y puede haber excepciones: el titular
de una patente podría abusar de sus derechos, por ejemplo, no abasteciendo un mercado. Así,
el Acuerdo contempla que los gobiernos pueden expedir licencias obligatorias por las que se
autorice a un competidor a fabricar el producto.
f) Esquema de trazado de los circuitos integrados: protección de medios informáticos
(circuitos administrativos, software), por un plazo mínimo de diez años.
g) Protección de la información no divulgada: protege los secretos comerciales, es decir,
cualquier información que tenga valor comercial. También deben estar protegidos, contra
todo uso comercial desleal, los datos facilitados a los gobiernos para obtener autorización
para la comercialización de productos farmacéuticos.
h) Control de las prácticas anticompetitivas en las licencias contractuales: el titular de un
derecho de propiedad intelectual puede otorgar una licencia para que otra persona produzca o
750
copie la obra protegida. El Acuerdo reconoce que las condiciones de las licencias
contractuales podrían restringir la competencia o impedir la transferencia de tecnología.
Los gobiernos pueden tomar ciertas medidas para impedir prácticas anticompetitivas en
materia de licencias que constituyan un abuso de los derechos de propiedad intelectual.
La Ronda de Doha:
Fue lanzada en Qatar a fines de 2001, y es la novena ronda de negociaciones. Tuvo un origen
forzado, ya que fue consecuencia de la presión y la crítica de los países en desarrollo, que
cuestionaron los resultados de la Ronda Uruguay.
Se la conoció como Ronda del Desarrollo, por la necesidad de un mayor reconocimiento de los
países en desarrollo dentro de la OMC, y mejorar su participación efectiva en el sistema mundial de
comercio. Comenzó porque hubo presión en agricultura y servicios: se inició por inercia.
Actualmente, la negociación está suspendida:
Los países en desarrollo exigen reglas comerciales más equitativas en acceso a mercados, y
en los subsidios como instrumentos distorsivos.
Los países desarrollados responden de similar enfoque con relación al acceso a
manufacturas.
Doha encierra la promesa de mejorar, completar y ampliar los resultados de la Ronda Uruguay. Tiene
un nivel de ambición sin precedentes: contenido, número de participantes, y efecto multiplicador de
sus resultados.
La crisis financiera de 2008, entre otras cosas, retrajo los mercados, y paulatinamente alejó la
posibilidad de su reanudación. ¿Cuál es la situación actual?
1) En los últimos años, hubo reiterados intentos frustrados de reanudar la Ronda de Doha.
2) En diciembre de 2013, se acordó el Paquete de Bali, que surgió de la Reunión Ministerial
de la OMC en Bali, con la idea de dotar de dinamismo la Ronda de Doha. Es la apertura de
una nueva etapa, y una legitimación para la OMC como foro legítimo y mecanismo eficiente
para las negociaciones multilaterales.
3) Nueva estrategia: frente a la parálisis de la Ronda, se busca tratar de avanzar con acuerdos
adaptables a una nueva realidad.
4) No hay alineamientos automáticos entre desarrollados y emergentes, ni tampoco
liderazgos claros. Es necesario buscar alternativas en pos del multilateralismo.
5) La aparición de negociaciones tendientes a la formación de megabloques ha puesto
presión sobre el ámbito multilateral.
6) El Acuerdo de Indonesia sobre “Facilitación del Comercio” es el primero al que llega la
OMC en veinte años. Representa aproximadamente sólo el 10% del ambicioso programa de
reformas de Doha. Tiene tres ejes principales:
a. Agricultura: compromiso de reducción de subsidios.
b. Ayuda al desarrollo: exención creciente de aranceles de productos procedentes de
países en desarrollo.
c. Facilitación de intercambios, reduciendo la burocracia en frontera.
Sistema Generalizado de Preferencias (SGP):
751
Unilaterales.
No recíprocas.
No discriminatorias.
Temporales.
Cumplir con el criterio de originario.
Anualmente, los PVD elaboran una lista de productos y países elegidos. Un importador puede
solicitar su inclusión, y el Estado beneficiario es un simple intermediario, que no negocia. Las
peticiones pueden pasar por filtros (el sector público y el privado particularmente afectado).
Cualquier país beneficiado puede perder la concesión, de acuerdo a varios criterios:
1) Criterio de graduación: nivel de competitividad.
2) Cláusula de necesidad de mantenimiento de la competencia: incremento de las
exportaciones.
752
29
Depende del rubro del producto que quiero exportar. Si son alimentos, el SENASA.
754
Una secuencia de exportación siempre es una de importación vista al revés. Toda esta operación debe
hacerse conforme a derecho, por lo cual hay que observar su marco normativo en origen, en destino e
internacional. Dentro del marco internacional, hay que distinguir:
a) Normas de Derecho Internacional Público: el sujeto son los Estados. Yo, como exportador
que tiene domicilio en un Estado determinado, debo observar sí o sí estas normas.
b) Normas de Derecho Internacional Privado: el sujeto son los privados. En el contrato,
deben fijar cuál será el derecho aplicable (por ejemplo, el de Estados Unidos) y la
jurisdicción (el tribunal en el cual, en el caso de conflicto, acudirán).
Otra clasificación se da entre:
755
1) Normas vinculantes: son obligatorias para las partes. Yo, como argentina, no puedo
desconocer los compromisos internacionales asumidas por mi país, porque son obligatorias
para mí. Son obligatorias per se, desde su origen.
2) Normas no vinculantes: son condiciones de venta entre privados, que no son obligatorias
per se. Por ejemplo, ante el pedido de presupuesto del comprador, el vendedor puede decir
“no tengo, no te lo vendo”, o vendérselo, accediendo a cumplir con sus condiciones una
vez que se incluyen en el contrato, se vuelven obligatorias, por decisión voluntaria de los
privados.
Hay dos tipos de normas no vinculantes:
a. Estándares privados: condiciones o especificaciones técnicas, que exceden las
condiciones establecidas por el Estado para el acceso a mercados. Tiene que ver con
el deseo particular del comprador: por ejemplo, que los pistones estén pintados de
cierto color, o estén hechos de cierto material.
b. Normas privadas de facilitación: en la secuencia de exportación e importación, había
que pasar por varias etapas. Es una operación bastante compleja, y se debe tener en
consideración que, en comercio, el tiempo es dinero: todo lo que yo no haga eficiente
en esta secuencia tendrá costos, que yo debo pagar. Por eso, existen normas, que los
privados empiezan a regular, para facilitar la secuencia de exportación e importación,
haciéndola lo más rápida y eficiente posible.
Normas privadas de facilitación – INCOTERMS:
La idea es simplificar el contrato de compraventa internacional. Usualmente, las normas privadas de
facilitación surgen en la Cámara de Comercio Internacional (CCI), originada en 1919 por decisión de
la Conferencia de Comercio Internacional en Atlantic City, que establece una organización que versa
sobre privados en el comercio internacional, con sede en París. Es distinta de la OMC, porque ésta
versa sobre Estados, y se ubica en Ginebra.
La CCI intenta establecer una serie de normas para uniformizar los usos, prácticas y costumbres del
comercio internacional: todas las cosas que hacemos de manera generalmente igual alrededor del
mundo estén armonizadas en una especie de “cuaderno”, llamado brochure, que facilita el cierre de
operaciones comerciales. Veamos varios de ellos:
1) Brochure 522: cobranzas internacionales.
2) Brochure 500: créditos documentarios.
3) Brochure 560: versa sobre los INCOTERMS, International Comercial Terms. Su propósito
principal es determinar derechos y obligaciones de las partes que intervienen en la operación,
es decir, el grado de responsabilidad del comprador y vendedor.
Los INCOTERMS surgen en 1936, y sufren determinadas actualizaciones. Por eso, hay diversas
versiones conviviendo entre sí. Son normas de facilitación privada: no es que una prevalece sobre la
otra, sino que los privados escogen la que prefieren. La última actualización es la 2020, pero
tranquilamente nos podemos encontrar con la 2010, la 2000, etcétera, si a los privados les interesa.
Lo que van a representar esas siglas son dos cosas:
a) El punto de transmisión de riesgo: define cuándo la mercadería deja de ser responsabilidad
del exportador y pasa a ser responsabilidad del importador. Nada tiene que ver con el traspaso
756
de la propiedad de la mercancía.
b) Régimen de Contratación y Pago de los Servicios Logísticos de la Operación Comercial.
Lo que NO establece el INCOTERMS es la forma de pago, porque no me va a decir si esto se hace
de manera financiada, por pago anticipado, etcétera. Eso será una cláusula aparte en el contrato de
compraventa internacional.
Hay tres grupos según el INCOTERMS:
Punto de transmisión de
Sigla INCOTERMS Régimen de reparto
riesgo
Puesto en el playón de la
fábrica con embalaje y
verificación. Es el máximo de
obligaciones por parte del
Punto interno del territorio del comprador y el exportador de
país del vendedor, menor desarrollo relativo. El
E EXW: Ex Work en Fábrica
normalmente en el playón de la exportador embala y
fábrica del exportador empaqueta la mercadería para
exportación no debe hacer
mucho más a lo que debería
hacer para abastecer al
mercado doméstico
Punto interno en origen, puede
El exportador se hace cargo de
ser en la misma situación que
FCA: Free Carrier, o Franco cargar la mercadería en el
el Ex Work o en el local del
Transportista transporte interno + el trámite
transportista del transporte
de exportación en origen
interno en origen
FAS: Free Alongside the Ship, Cuando la mercadería es El exportador debe sumar, a la
o Franco al Costado del Buque colocada al lado del transporte condición de la FCA, la
sólo para modalidad internacional, en este caso un contratación + pago del
F buque transporte interno
marítima internacional
Cuando la mercadería toca el
FOB: Free on Board, Franco a transporte internacional. Antes, El exportador se hace a cargo
Bordo solo para modalidad en 2010, el límite era cuando de la carga de la mercadería en
marítima internacional cruzaba la línea que dividía un el transporte internacional
espacio aéreo de otro.
FOT: Free on Truck equivalente al FOB, pero con transporte carretero internacional. No está en
el INCOTERMS, pero sí se utiliza
C El exportador asume, además,
CFR: Cost and Freight, Costo y los costos del transporte
Flete sólo para transporte Idéntico al del FOB internacional por ejemplo,
marítimo internacional paga el flete de Buenos Aires a
Singapur
El exportador asume las
CIF: Cost, Insurance and
responsabilidades del CFR +
Freight. Costo, Seguro y Flete
Idéntico al del CFT contratación del seguro
sólo para transporte
internacional en una póliza
marítimo internacional
mínima
CPT: Carriage Paid-To. Transporte Pagado Equivalente al CFT para otros transportes
757
Hasta.
CIP: Cost and Insurance Paid To. Costo y
Equivalente al CIF, para otros transportes
Seguro Pagado Hasta.
El exportador también se hace
DPU: Delivered at Place Algún punto interno en
cargo de descargar la
Unloaded. Entregado a Plaza destino, descargado del
mercadería del transporte
Descargado transporte internacional
internacional
Algún punto interno en
El exportador debe contratar el
destino, sin descargar del
transporte interno en destino,
transporte interno en destino
pero sin hacer aduana en
DAP: Delivered At Place. algún punto interno en
30 destino ni tener que descargar
D Entregado a Plaza Singapur, sin bajar del camión la mercadería del transporte
en Singapur que trasladaba a
interno sólo contrata el
los pistones a la planta del
camión
importador
El exportador también se hace
cargo de aduana en destino, y
DDP: Delivered Duty Paid. Igual que un DAP, sobre
puede, inclusive, hacerse cargo
Entregado, Derechos Pagados transporte interno en destino
de descargar la mercadería del
transporte interno en destino
30
INCOTERMS de llegada.
758
muchas veces, los productores más avanzados operan con DDP, porque tienen menos costos y
resultan más atractivos.
Hay determinadas mercaderías que se comercian siempre mediante la misma sigla: por ejemplo, los
granos se comercian en FAS o FOB, porque esa es la práctica a nivel internacional. Por otra parte,
hay ciertos países que comercian siempre bajo las mismas cláusulas.
Todo esto es importante, además, por otra cosa: la importancia estadística. Los gastos de la operación
son parte de los flujos comerciales, porque están dentro de la cotización de ese bien. Un costo natural
de una operación comercial incluye los costos logísticos: volviendo al ejemplo de los pistones, puede
suceder que haya una diferencia entre Argentina y Singapur, pues, mientras Argentina publica sus
exportaciones bajo una cláusula FOB, Singapur puede hacerlo mediante una cláusula CIF,
produciéndose una diferencia entre ambos países que representa los costos de transporte y seguro.
Usualmente, en exportaciones, si no se aclara, la cifra es FOB; y, en importaciones, es CIF.
✨ Entendiendo la OMC.
Al momento que yo, como particular, resido en un país miembro de la OMC, no puedo desconocer
aquello que los países han firmado en este contexto. En ese caso, debo mirar tanto ambas puntas del
comercio internacional, como aquellos países que se toca desde el punto de vista logístico.
Hay que entender que la OMC es la única organización internacional que se ocupa de las normas de
alcance mundial que regulan el comercio, y cuya principal función es darle previsibilidad al
comercio. NO busca liberalizar, en un 100%, al comercio internacional: busca darnos las reglas
de juego, y, cuando todos estamos notificados de ella, sabremos con quiénes y cómo jugamos,
dándole previsibilidad al comercio.
La OMC puede ser vista desde diversas formas:
a) Desde el punto de vista normativo, como un conjunto de normas multilaterales, dinámicas y
en constante negociación, intentando alcanzar estadios de mayor fluidez comercial.
b) Foro de negociación en el que se tratan estas normas multilaterales.
c) Si los Estados miembros de la OMC no actúan de acuerdo a la norma que se firma, hay
una jurisdicción, dentro de la Organización, donde demandar a quien no actúa de acuerdo a
derecho foro para solucionar diferencias, solamente entre Estados: los particulares NO
tienen jurisdicción.
Creación de la OMC:
La OMC es muy joven: nació el 1 de enero de 1995, luego del Acuerdo de Marrakech. Después de la
Segunda Guerra, en la Conferencia de La Habana, se buscó organizar una Organización Internacional
759
del Comercio, pero, como se establecía un trato diferenciado entre las economías en desarrollo de las
desarrolladas, Estados Unidos se retira de las negociaciones. De esta forma, carecía de sentido crear
este organismo.
En vez de crear una Organización, se optó por el mejor subóptimo: el GATT 47/48, un compendio de
normas que regularía el comercio. Cuando se crea la OMC, después de la Ronda Uruguay, ésta
hereda el GATT 47/48: históricamente, el GATT 47/48 y la OMC son dos cosas diferencias.
Además, con la creación de la OMC, se crean otros acuerdos jurídicos, que regulaban cosas que el
GATT 47/48 (exclusivamente sobre mercancías) no tenía en consideración: servicios y propiedad
intelectual.
Excepciones legales:
El marco normativo de la OMC trabaja a través de excepciones. Yo tengo Principios y Código de
Conducta, pero también un gran listado de excepciones, que me permite quebrantar estos grandes
principios y el Código de Conducta, porque, por ejemplo, quiero establecer una zona de integración
económica entre Estado A, B y C. Veamos cada excepción:
1) Excepciones por razones de política general: deben estar fundamentadas y basadas en
ciencia, y reconocerse una correlación entre la medida y el fin que se buscaba alcanzar.
a. Artículo XX – Salud/Medio Ambiente: hace algunos años, en Argentina se prohibió la
importación de algunas revistas que contenían plomo en su tinta. Se consideraba que,
por la tinta, podía haber una transmisión, afectando la salud de las personas.
Con la pandemia, también, hubo países que cerraron sus fronteras un momento,
porque no sabían la prevalencia del virus en la superficie de las mercancías. Las
medidas se imponían respecto a la base epidemiológica de cada uno de los países.
b. Artículo XXI – Seguridad Nacional: por ejemplo, el 11 de septiembre de 2001, lo
primero que hizo Estados Unidos fue cerrar las fronteras e impedir que ingresara
cualquier producto importado. Además, a los productos importados los sometió a un
proceso mucho más exhaustivo de revisión que a los producidos nacionalmente se
amparó en la necesidad de preservar la seguridad del país, mostrando, objetivamente,
que la medida que perseguía tenía un correlato con el fin buscado.
2) Excepciones ligadas a la arquitectura del sistema multilateral del comercio:
a. Artículo XXIV – Integración Regional (ZLC y UA ): permite que varios Estados
hagan una ZLC, extendiéndose entre sí preferencias arancelarias que no se aplican al
resto de los países. Se debe notificar, previamente, a todos los actores de la OMC, de
que entre los Estados habrá un área de integración comercial.
b. Cláusula de Habilitación – SGP (Tratamiento diferenciado hacia los países en
desarrollo o menos desarrollo relativo): se llama “cláusula”, pero es un acuerdo. Lo
que habilita es a que economías desarrolladas le den beneficios a economías en
desarrollo, de manera unilateral, como preferencias arancelarias, como lo que se
conoce como Sistema Generalizado de Preferencias acuerdo impulsado en los
sesenta, por las ideas de la CEPAL, impulsadas por Raúl Prebisch.
Cuando se empezaron a trastocar los indicadores en el Indec, y la Argentina pasó a ser
un país desarrollado, durante el gobierno kirchnerista, perdimos la categorización
como país en desarrollo (a pesar de que, en rigor, lo éramos).
A su vez, la Cláusula de Habilitación permite procesos de integración entre economías
en desarrollo.
3) Excepciones de política económica interna:
a. Política económica horizontal/balanza de pagos “sana”: frente a una situación de
crisis, en la que se deba sanear la balanza de pagos, se puede apelar a esta excepción y
cerrar la economía temporalmente, sin dejar entrar ningún producto, hasta que el
Estado se recupere a nadie le gusta estar puesto como un país en crisis, pues esto
puede hasta profundizar el proceso. Por eso, no es una excepción que se emplee
habitualmente.
761
debo lograr que 2/3 partes de los miembros me den el voto afirmativo.
Los acuerdos de la OMC:
Acuerdo de Agricultura:
Desde el punto de vista jurídico, tiene tres temas a tratar:
1) Acceso a mercados: el sector agrícola tiene una gran cantidad de cuotas y contingentes, que
hacen que el abastecimiento no sea tan previsible. Por eso, supone que hay que tender a pasar
del sistema de cuotas y contingentes a uno de arancelización, pasar de una restricción
cuantitativa a una cualitativa. Se busca que las cuotas sean lo más reducidas y específicas
posibles.
Al mismo tiempo, permite establecer salvaguardias especiales, si el mercado se está
inundando de determinado producto.
2) Subsidios a la producción: refiere a los subsidios internos, no a la exportación sino a la
producción y comercialización de esos bienes. Por ejemplo, yo soy un productor de papas y
cultivo 3 hectáreas. Por cada hectárea, recibo $10.000 del Estado. No me están subsidiando
por exportar, sino por producir.
Respecto a estos subsidios, la OMC los divide en tres compartimentos:
a. Compartimento ámbar: todos los subsidios que son directos a la producción. Como
nosotros sabemos que no es un subsidio directo a la exportación, sino a la producción,
763
✨ Jurisprudencia.
El proceso de solución lleva, aproximadamente, unos siete años. Es muy largo y requiere de una
multiplicidad de actores en juego, y entra una cuestión en juego: ¿el país demandante cuenta con los
recursos necesarios para entablar una demanda ante el Órgano de Solución de Diferencias durante
tanto tiempo?
Por eso es tan importante la primera instancia de consultas bilaterales: porque puede salir mucho más
económico. Tras la primera instancia, el panel puede darla la razón al demandante o al demandado,
ambos de los cuales tienen la posibilidad de apelar a segunda instancia. La OMC llama a un nuevo
panel de expertos, y la apelación dura aproximadamente otros cinco años. La resolución del Órgano
de Apelación es definitoria: no hay una tercera instancia. Pueden suceder dos cosas:
Entender la OMC:
¿Quiénes somos?
La OMC nació como consecuencia de las negociaciones mantenidas en el período 1986-1996, en la
llamada Ronda Uruguay, así como anteriores negociaciones en el marco del Acuerdo General
sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Actualmente, hay una nueva ronda de
negociaciones, en el marco del Programa de Doha para el Desarrollo, iniciado en 2001.
Es un error afirmar que las funciones de la OMC se circunscriben a la apertura de mercados: de
hecho, muchas veces sus normas permiten mantener obstáculos comerciales.
Un componente central son los Acuerdos de la OMC, negociados y firmados por la mayoría de los
países que participan en el comercio mundial. Establecen las normas jurídicas fundamentales del
comercio internacional, que obligan a los gobiernos a mantener sus políticas comerciales dentro de
los límites convenidos propósito fundamental: ayudar a los productores de bienes y servicios, a
los exportadores y a los importadores a desarrollar sus actividades.
El propósito primordial es que el comercio fluya con la mayor libertad posible, pero sin que se
produzcan efectos secundarios no deseables. Esto conlleva dos cosas:
a) En parte, una eliminación de obstáculos.
b) Por otro lado, asegurarse que todos los actores conozcan las normas de juego del
comercio en las distintas partes del mundo, para que las políticas experimenten
previsibilidad.
Hay veces que se producen conflictos por intereses contrapuestos. En ocasiones, los acuerdos deben
ser interpretados, muchas veces mediante un procedimiento imparcial, basado en un fundamento
jurídico convenido nos referimos al sistema de solución de diferencias.
desarrollo períodos de transición para adaptarse a sus disposiciones menos conocidas y más
difíciles.
6) Protección del medio ambiente: se debe proteger al medio ambiente, la salud pública y la de
los animales y plantas. Estas medidas deben aplicarse por igual a las empresas nacionales y a
las extranjeras: los Miembros no deben utilizar medidas de protección del medio ambiente
para encubrir políticas proteccionistas.
¿Qué hacemos?
Todas las decisiones importantes de la OMC son adoptadas por la totalidad de los Miembros, sea por
los Ministros (se reúnen aproximadamente cada dos años) o sus embajadores o delegados (se reúnen
regularmente en Ginebra). La Secretaría de la OMC tiene más de 600 funcionarios y expertos, que
ayudan en el día a día a los Miembros para asegurarse de que las negociaciones progresen y se
cumplan las reglas.
a) Negociaciones comerciales: los Acuerdos de la OMC incluyen mercancías, servicios y
propiedad intelectual. En ellos, se establecen los principios de la liberalización y las
excepciones permitidas, incluyendo los compromisos contraídos por los distintos países de
reducir obstáculos al comercio y los procedimientos para la solución de diferencias. No son
estáticos: a veces, son renegociadas, y pueden añadirse al conjunto nuevos acuerdos.
b) Aplicación y vigilancia: los Acuerdos obligan a los gobiernos a asegurar la transparencia de
sus políticas comerciales, notificando a la OMC las leyes en vigor y las medidas adoptadas.
Se vela por el respeto de estas prescripciones, y la aplicación adecuada de los Acuerdos,
mediante los distintos consejos y comités de la OMC y el sometimiento periódico de los
Miembros a un examen de sus políticas y prácticas comerciales.
c) Solución de diferencias: el procedimiento establecido en el marco del Entendimiento sobre
Solución de Diferencias es fundamental para la observancia de las normas y la fluidez de los
intercambios comerciales. Cuando sienten que sus derechos son infringidos, los países
pueden someter sus diferencias a la OMC, y los dictámenes de los expertos, designados
especialmente para el caso, se basan en la interpretación de los Acuerdos y compromisos
contraídos por cada país.
d) Creación de capacidad comercial: los Acuerdos contienen disposiciones especiales para los
países en desarrollo, incluyendo plazos más largos para aplicar los Acuerdos y compromisos,
y medidas para aumentar sus oportunidades comerciales. Además, se realizan misiones de
cooperación técnica a países en desarrollo, así como cursos para funcionarios
gubernamentales Ayuda para el Comercio: busca crear la capacidad técnica e
infraestructura necesaria para que los países aumenten su comercio.
e) Proyección exterior: la OMC mantiene un diálogo regular con ONGs, legisladores, otras
organizaciones internacionales, medios de comunicación y el público sobre diversos aspectos
de la Organización, así como las negociaciones de Doha en curso, para aumentar la
cooperación y mejorar el conocimiento de sus actividades.
Hitos históricos:
Si bien la OMC nació el 1° de enero de 1995, su sistema de comercio ya es de larga data: desde
1948, éste se rigió por las normas del GATT, que se centraba, principalmente, en el comercio de
mercancías. Actualmente, la OMC y sus acuerdos abarcan dos cosas más:
Comercio de servicios.
Propiedad intelectual: creaciones, invenciones, dibujos y modelos que son objeto de
transacciones comerciales.
Algunos de los hechos históricos más importantes de la OMC (ni en pedo agrego todos porque muchos son una boludez)
Año: Suceso:
1994 Firma del Acuerdo de Marrakech, por el que se establece la OMC
1995 Nacimiento de la OMC
1996 Primera Conferencia Ministerial, en Singapur
1998 Segunda Conferencia Ministerial, en Ginebra
1999 Tercera Conferencia Ministerial, en Seattle
Comienzo de negociaciones sobre los servicios
2000
Comienzo de negociaciones sobre la agricultura
Cuarta Conferencia Ministerial, en Doha, donde se pone en
2001
marcha el Programa de Doha para el Desarrollo
2003 Quinta Conferencia Ministerial, en Cancún
2004 Debates a nivel ministerial en Ginebra, sobre la Ronda de Doha
Sexta Conferencia Ministerial, en Hong Kong
2005
Puesta en marcha de la iniciativa de Ayuda para el Comercio
Debates a nivel ministerial en Ginebra, sobre la Ronda de Doha
2006
Primer Foro Público de la OMC
2007 Primer Examen Global de la Ayuda para el Comercio
Segundo Examen Global de la Ayuda para el Comercio
2009 Séptima Conferencia Ministerial, en Ginebra
Primer Día de Puertas Abiertas de la OMC
2010 Segundo Día de Puertas Abiertas de la OMC
769
La adhesión a la OMC:
770
Pueden adherirse a la OMC los Estados o territorios aduaneros que disfruten de autonomía plena
sobre sus relaciones económicas exteriores. Son condiciones para adherirse a la OMC:
a) Que un gobierno ponga sus políticas económicas y comerciales en consonancia con las
normas y principios de la Organización.
b) Negociar, con los distintos interlocutores comerciales interesados, los niveles mínimos
garantizados de acceso a sus mercados nacionales de bienes y servicios.
Adherirse a la OMC puede llevar muchos años, pues se requiere el pleno apoyo y consenso de los
Miembros. Los nuevos Miembros pueden participar plenamente en el sistema multilateral de
comercio desde el día en que adquieren la condición de Miembro.
La OMC tiene actualmente 159 Miembros, que representan más del 97% del comercio mundial.
De esta forma, se otorga un marco estable y transparente para las actividades económicas, lo cual,
a su vez, mejora el bienestar de la población de los Miembros de la OMC.
Negociaciones comerciales:
Si bien la OMC nació en 1995, el sistema multilateral de comercio, establecido originalmente en el
marco del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), tiene más de 70
años. En estas siete décadas, el comercio mundial ha crecido excepcionalmente, lo que sirvió de un
motor fundamental para el desarrollo económico global. En 2019, las exportaciones totales eran 250
veces superiores a las registradas en 1948 el GATT y la OMC contribuyeron en la creación de un
sistema comercial sólido y próspero, que permitió un crecimiento sin precedentes.
¿Cómo se creó el sistema? Mediante una serie de rondas celebradas en el marco del GATT. Las
primeras se centraron principalmente en las reducciones arancelarias, si bien luego se abordaron
otras cuestiones, como las medidas antidumping. Entre 1986 y 1994 se desarrolló la Ronda
Uruguay, que dio lugar a la creación de la OMC.
Pero, con esto, no acabaron las negociaciones. Podemos señalar varias nuevas negociaciones, como:
a) La concreción de un acuerdo entre 70 Miembros sobre los servicios financieros, en el
año 1997, que abarcó más del 95% del comercio de servicios bancarios, seguros, operaciones
con valores e información financiera.
b) El inicio de nuevas conversaciones sobre agricultura y servicios, en el año 2000.
c) El Programa de Doha para el Desarrollo, que se puso en marcha en la Cuarta Conferencia
Ministerial de la OMC, celebrada en Doha en noviembre de 2001. En ella, se incluyen temas
772
de negociación como:
► Aranceles de productos no agrícolas.
► Medidas antidumping y subvenciones.
► Facilitación del comercio.
► Transparencia de la contratación pública.
Todas estas negociaciones dieron lugar a actualizaciones del conjunto de normas de la OMC en
los últimos años. Por ejemplo, en 2011 se adoptó el Acuerdo sobre Contratación Pública revisado,
que amplió el alcance del Acuerdo original en unos 100.000 millones de dólares al año. Otro ejemplo
es el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, cuya finalidad es reducir las demoras en frontera,
mediante la simplificación de los trámites burocráticos.
Acuerdos de la OMC:
Los Acuerdos de la OMC son fruto de negociaciones entre los Miembros. El cuerpo actual de las
normas está formado, en gran medida, por los resultados de las negociaciones de la Ronda Uruguay,
que incluyeron una importante revisión del GATT. Mediante esta Ronda, se permitió:
en los intercambios comerciales el derecho de autor, las patentes, las marcas de fábrica o de
comercio, los dibujos y modelos industriales, etcétera todos los aspectos conocidos como
propiedad intelectual.
4) Solución de diferencias: el procedimiento de la OMC para resolver conflictos comerciales
previsto por el Entendimiento sobre Solución de Diferencias es fundamental para la
observancia de las normas y la aseguración en la fluidez de los intercambios comerciales.
Cuando los gobiernos estiman que se han infringido los derechos que les corresponden en
virtud de los Acuerdos de la OMC, someten sus diferencias al organismo dictámenes
basados en la interpretación de los Acuerdos y los compromisos contraídos por cada
Miembro.
El sistema alienta a los Miembros a solucionar sus diferencias mediante la celebración de
consultas. Si los resultados no son satisfactorios, pueden iniciar un procedimiento con varias
fases, con la posibilidad de que un grupo de expertos adopte una resolución al respecto y se
pueda recurrir contra ella, alegando fundamentos jurídicos.
5) Vigilancia del comercio: el Mecanismo de Examen de las Políticas Comerciales de la
OMC tiene por objeto promover la transparencia, mejorar la comprensión de las políticas
comerciales adoptadas por los Miembros y evaluar su repercusión. Es un análisis constructivo
de las políticas de los Miembros, quienes deben someterse a este escrutinio periódico.
Paralelamente, la OMC vigila regularmente las medidas a escala mundial que afectan al
comercio.
Organización de la OMC:
Funciones:
El propósito primordial de la OMC es contribuir a que las corrientes comerciales circulen con
fluidez, libertad y previsibilidad. Para ello, se encarga de:
a) Administrar los acuerdos comerciales.
b) Servir de foro para negociaciones comerciales.
c) Resolver las diferencias comerciales.
d) Examinar las políticas comerciales nacionales.
e) Crear capacidad comercial en las economías en desarrollo.
f) Cooperar con otras organizaciones internacionales.
Estructura:
Para 2019, la OMC estaba integrada por 164 Miembros, representando más del 98% del comercio
mundial. Además, otros 25 países están negociando su adhesión.
Las decisiones son adoptadas por el conjunto de Ministros. Siempre se ha hecho por consenso, si
bien existe la posibilidad de recurrir a la votación por mayoría de los votos emitidos (sistema que
nunca se ha aplicado en la OMC). Los Acuerdos de la OMC han sido ratificados parlamentariamente
dentro de todos sus Miembros.
El órgano supremo para la adopción de decisiones de la OMC es la Conferencia Ministerial,
normalmente reunida cada dos años. Por debajo se encuentra el Consejo General, que se reúne
varias veces al año en Ginebra. En el tercer nivel, se encuentran el Consejo del Comercio de
Servicios y el Consejo de los ADPIC, que rinden informe al Consejo General. Además, hay un
número importante de comités y grupos de trabajo especializados, que se encarga de los distintos
Ámbitos y otras esferas.
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Secretaría de la OMC:
Con sede en Ginebra, tiene aproximadamente 620 funcionarios, y está encabezada por un Director
General. No hay oficinas auxiliares fuera de Ginebra. Como los Miembros son quienes adoptan las
decisiones, la Secretaría no tiene facultades decisorias. En cambio, sus principales cometidos son:
Comercio de servicios:
Se va a ver de acuerdo a las siguientes cuestiones:
1) Acuerdo General sobre Comercio de Servicios – OMC.
2) Protocolo de Montevideo de Servicios – MERCOSUR.
3) Iniciativas plurilaterales, como:
a. Trade in Services Agreement (TISA).
b. Canada-European Union Comprehensive Economic and Trade Agreement (CETA).
c. Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership (CPTTP).
4) Argentina y su agenda bilateral y como bloque MECROSUR:
a. Acuerdo Chile-Argentina.
b. Acuerdo Mercosur-UE.
Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (AGCS/GATS):
Es el primer y único conjunto de normas multilaterales que regulan el comercio de servicios. Este
acuerdo fue fruto de la Ronda Uruguay (1986-1994), y consta de tres elementos:
a) Texto principal: contiene cláusulas vinculantes. Veamos su estructura:
i. Parte 1: Alcance y Definición.
ii. Parte 2: Obligaciones y Disciplinas Generales.
iii. Parte 3: Compromisos Específicos.
iv. Parte 4: Liberalización Progresiva intención de que, mediante negociaciones, las
partes signatarias aumenten sus compromisos y la vinculación entre ellas.
v. Parte 5: Disposiciones Institucionales hay un Comité de Servicios, que se encarga
de la rendición de cuentas y de que se cumpla lo estipulado en el Acuerdo. Aquí
adentro, queda enmarcada la solución de controversias.
Hay un caso emblemático de problemas en la OMC en Argentina en materia de
servicios financieros. Fue el primero y único en servicios financieros en el momento
(es de 2012), y respondía a un problema en el que Panamá sintió que Argentina estaba
vulnerando las cláusulas vinculantes y sus derechos en servicios, porque habíamos
tenido un decreto que tenía que ver con tarifas y balanzas de pago (servicios
financieros) mediante el cual se sentían perjudicados, por la no aplicación de la
igualdad de trato y la cláusula de la nación más favorecida.
La controversia terminó siendo resuelta a favor de Argentina.
b) Anexos sectoriales: se les dio una importancia a ciertos sectores de la economía en materia
de servicios (financieros, transporte marítimo, movimiento de personas físicas,
telecomunicaciones). Respecto a esta última, se hizo el reference paper de
telecomunicaciones, que es una iniciativa plurilateral, porque no fue suscripta por todos los
miembros signatarios del AGCS.
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c) Compromisos específicos.
Antes de este Acuerdo, no había un compromiso general sobre el comercio de servicios. El GATT
solamente versaba sobre comercio de bienes. Por eso, la Ronda Uruguay fue muy importante en este
tópico.
En las Rondas de Doha, que aún no han prosperado y están estancadas desde 2001, la ampliación
del tema servicios se encuentra en agenda. Además, se ve, en la arena de la OMC, una iniciativa
plurilateral (recordemos que hablamos de “plurilateral” porque no todos sus miembros son
signatarios o están en la negociación) sobre la regulación doméstica: se busca profundizar y
clarificar ciertos conceptos en esta materia. ¿Por qué es importante? Porque, en los sectores de
servicios, si no hay claridad o transparencia, los temas de regulación doméstica pueden servir como
barreras para el ejercicio o ingreso al mercado.
¿Qué es el comercio de servicios?
Compromisos específicos:
Son resultados de las negociaciones. Se consignan en listas, y se enumeran los sectores en los cuales
el mercado fue abierto y se asumieron los compromisos, las llamadas listas positivas. En
contraposición, hay otro modo de listado: la lista negativa, que, en vez de consignar en qué sector se
está asumiendo compromisos, se lista en cuáles sectores no se asumieron tales compromisos, y a
causa de qué medida.
Los compromisos están consolidados: solamente se pueden modificar o retirar tras celebrar
negociaciones con los países afectados (compensación). La desconsolidación es muy difícil: los
compromisos constituyen condiciones garantizadas.
Cada país elabora una lista de compromisos específicos, que garantizan el acceso al mercado del
país del que se trate.
Iniciativas plurilaterales:
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El aspecto más beneficioso del Acuerdo Chile-Argentina versa sobre telecomunicaciones. Hay un
artículo de roaming, con la idea de que los prestadores de telefonía móvil no cobren si se va al otro
país. También, cabe destacar el artículo de servicios profesionales: en el caso de aquellas profesiones
que requieren de una matrícula para ejercer, la idea es que los colegios (o la autoridad competente
que rija el ejercicio de determinada profesión) entablen acuerdos de reconocimiento mutuo, para que
el profesional después pueda tener un título habilitante o matrícula provisional, para proveer sus
servicios en otro país.
Acuerdo Mercosur-Unión Europea:
En el Mercosur, hay un Grupo de Relacionamiento Externo, que está bajo la órbita del grupo de
Mercado Común. Éste tiene la potestad para llevar adelante las negociaciones, establecer los vínculos
con quién se ha de negociar, etcétera. Hay un Acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, que
aún se encuentra bajo revisión legal.
En materia de servicios, hay que notar que la UE negocia en forma diferente sus acuerdos: en el
capítulo dedicado al tema, se le da una gran importancia al Establecimiento, que le da importancia y
lugar a la inversión se busca darle mayor certidumbre al proveedor de servicios, que, muchas
veces, es un inversor (mucha importancia al Modo 3). Además, se negociaron cláusulas de
telecomunicaciones.
Hay un Artículo de Reconocimiento, que juega el papel de “marco legal” para el futuro
reconocimiento de cualificaciones profesionales de los proveedores de servicios, incitando a que los
Estados busquen a sus respectivos Ministerios de Educación para reconocer la validez de los títulos
universitarios, y otras medidas símiles.
Compras Gubernamentales:
En la OMC:
Las compras gubernamentales, de acuerdo al BM, representan alrededor de un 10% del PBI. Son un
mercado muy importante para darle entrada a los productores.
A nivel OMC, está el Acuerdo de Contrataciones Públicas, con el Código Tokio como antecesor. El
ACP es un acuerdo plurilateral, negociado en el marco de la OMC. ¿Por qué? Porque no todos sus
miembros son partes signatarias.
Se negoció en la Ronda Uruguay, entre 1986 y 1994, y entró en vigor dos años después. Antes de la
era OMC, había, en lo que fue la Ronda Tokio (década del setenta), un Código específico de
Contrataciones Públicas, de 1979 y que entró en vigor en 1981, pero la sustancia era la misma: el
ingreso al mercado de contrataciones públicas de las partes de ese código.
Actualmente, el Acuerdo tiene diecinueve partes, que incluyen a 47 Estados Miembros (la UE
cuenta como una sola parte).
Otros 35 Miembros participan en el Comité de Contratación Pública como observadores, mientras
que 11 están en proceso de adhesión al Acuerdo (incluyendo a Gran Bretaña, que, tras el Brexit,
dejó de formar parte de la UE, y, como tanto, debe atravesar todo el debido proceso previsto).
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Argentina es observador desde 1997. De los cuatro miembros del Mercosur, ninguno es parte
signataria, pero Brasil, desde el 2017, está en proceso de adhesión.
Respecto al texto del GPA, en virtud de los avances a nivel internacional, y los mayores
conocimientos y profundidad, se terminó renegociando el Acuerdo del GPA en el año 2012, y entró
en vigor en el año 2014. En sustancia, se aspira a la apertura mutua de los mercados de
contratación pública entre las partes signatarias. Consta, principalmente, de dos partes:
1) Texto del Acuerdo.
2) Listas de Compromisos oferta.
El ACP busca garantizar condiciones de competencia entre los proveedores: que sean abiertas,
equitativas y transparentes en la esfera de la contratación pública. De esta forma, se establece,
mediante el texto del Acuerdo, una serie de principios generales y prescripciones de procedimiento
detalladas que las Partes en el ACP están obligadas a aplicar en las actividades de contratación
abarcadas. La idea es dejar entrar a los proveedores internacionales al mercado de contrataciones
públicas, y tratarlos de la misma forma que a un proveedor nacional otorgamiento de trato
nacional y no discriminatorio para proveedores de:
Bienes.
Servicios. Tipos de adquisición que puede tener una entidad
Servicios de construcción. pública
En la oferta, el país establece en qué productos establecerá las cláusulas sustantivas de trato nacional
y no discriminación.
El acuerdo es plurilateral: no todos los Miembros son partes signatarias. Está abierto a que otras
partes se adhieran o sumen al acuerdo. Hay una parte específica en el ACP que otorga un trato
especial a países en desarrollo o menos adelantados, para incentivarlos a que formen parte. Son
medidas transitorias, con distintas tipologías: que no cubran todas las entidades de ese país, que
tengan más exclusiones en bienes o servicios, etcétera.
En contratación pública, si bien el Estado Nacional tiene un cierto margen para adoptar medidas, en
los hechos, la falta de conocimiento sobre la reglamentación aplicable puede ser una traba de acceso
al mercado: si yo le abro el mercado a determinado proveedor, pero éste desconoce qué requisito
necesita para preservarse a la licitación, yendo a ciegas, eso es una traba al acceso, una piedra en el
camino. La idea es que las reglas sean transparentes, objetivas, claras y no ambiguas, sin que
existan lagunas legales. En última instancia, lo que se busca es proteger al proveedor.
El ACP establece garantías, permitiéndole al proveedor recibir un trato nacional y de no
discriminación. El objetivo de ingreso es muy positivo para los proveedores, y también para las
mismas entidades: desde el lado del proveedor, ingresa a este mercado importante, pero, también,
desde el de la entidad pública, se le da una mayor oferta mayor competitividad de oferentes.
Ofertas:
Todos los compromisos que asumimos están especificados y determinados en el Acuerdo. Si bien
esto es un acuerdo plurilateral, en la comunidad internacional es un punto de referencia, incluso para
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países que no son partes signatarias. Entonces, en los acuerdos de libre comercio, un capítulo de
compras sigue estos lineamientos.
Lo que se establece es:
1) Lista positiva: entidades que quedan alcanzadas por la disciplina del Acuerdo. Hay tres
niveles:
a. Nivel nacional: APN totalidad de los tres poderes del Estado.
b. Nivel subnacional: provincias, estados, departamentos.
c. Otras entidades: empresas del Estado o sobre las que éste tiene participación
mayoritaria.
Otro anexo establece la lista positiva de servicios, en la que se detalla específicamente qué
servicios quedan abarcados por las cláusulas del acuerdo. Una tercera lista positiva es la de
servicios de construcción.
2) Lista negativa: hay una de bienes, una de servicios y otra de servicios de construcción.
Refiere a aquellos que no quedan abarcados por el Acuerdo.
Se prevén umbrales, es decir, montos específicos para bienes, servicios y obra pública, que marcan
cuándo empiezan a aplicarse, realmente, los beneficios del Acuerdo: dentro de todas las licitaciones,
hay un monto. La entidad tiene un presupuesto, que, cuando abre a licitación, tiene un monto.
Entonces, justamente ahí, se establecen los montos en relación a qué quiere adquirir la entidad, y que
sirve como una base.
Los umbrales, en la OMC, están regidos por el DEG: Derechos Especiales de Giro, que son una
canasta de monedas. Pero el DEG no cambia: cuando uno lo convierte a otra moneda, puede fluctuar.
Con respecto a lo que son los servicios y bienes a nivel nacional, estamos hablando de
130.000 DEG, que es alrededor de US$ 180.000.
Con respecto a los bienes y servicios a nivel subnacional, estamos hablando de 200.000
DEG, alrededor de US$ 300.000.
Con respecto a bienes y servicios para otras entidades, son 400.000 DEG, un poco más de
US$ 500.000.
Para la obra pública, estamos hablando de 5.000.000 DEG, es decir, aproximadamente,
US$ 7.000.000.
En las notas generales, se inscriben las excepciones generales, por ejemplo, destinadas a preservar
ciertas políticas públicas horizontales. Son un modo de evadirse de todo lo que tiene que ver con las
cláusulas.
Cuando analizamos una oferta hay que tener en cuenta, entonces:
a) Cuáles son los umbrales.
b) Cuáles son las notas generales.
Hay exclusiones específicas, en el anexo de entidades, que se llaman “notas específicas”: por
ejemplo, exclusiones a determinados ministerios, como la reducción de bienes destinados a Defensa.
La idea es proteger ciertos sectores, que ya no tiene que ver con la ayuda a sectores vulnerados de la
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solución, sino a cuestiones de interés público, como ciencia y tecnología, minería, ganadería,
etcétera.
En el Mercosur:
En 2006, hubo un protocolo que sólo entró en vigor para la Argentina. Nuestro país lo aprobó, pero
no terminó efectivizándose por problemas: en Brasil, el Congreso nunca lo aprobó, por desaprobar
que no se haya cubierto a una empresa de electricidad. Luego, se ordenó renegociar nuevamente el
protocolo, que terminó en 2017.
Si bien Brasil está intentando adherirse, el espíritu del Acuerdo de la OMC es un aspecto de
referencia en la comunidad internacional. Todo entendido, en la comunidad internacional, siempre se
remonta al ACP de la OMC, por más que no sea país signatario.
El Protocolo de Contrataciones Públicas sigue la sustancia de trato nacional y norma de no
discriminación. En la oferta, también se incluyen los servicios, bienes y servicios de construcción
que quedan abarcados y los que se excluyen, y se presentan notas generales. En sustancia, tenemos la
cláusula más importante, de Trato Nacional y No Discriminación, y después disciplinas: qué tipo de
procedimiento, qué requisito se puede pedir a un proveedor, cuándo se puede excluirlo, etcétera.
En espíritu, las cláusulas son similares a las que vimos en la OMC. Pero una cosa importante a
destacar es que, como nosotros aspiramos a ser un mercado común, una apuesta realmente a la
integración es asumir, en el texto, la cláusula de la nación más favorecida, también contemplada a
nivel del GATS en la OMC lo que le di a terceros, debo hacerlo extensivo a mi propio grupo y
proceso de integración.
A nivel subfederal, Brasil, Uruguay y Argentina asumieron un compromiso de realizar consultas,
para que las entidades a nivel subnacional asumieran, de manera voluntaria, el Acuerdo. Es un
compromiso vinculante. Paraguay, por su parte, no lo hizo.
En el tercer nivel de entidades, se asumió el compromiso que, dos años después de la entrada en
vigor del Acuerdo, se iban a anunciar consultas voluntarias para que las empresas del Estado se
sumen al Acuerdo no hubo modificaciones significativas.
Para ver las excepciones de los otros dos países, leer el Protocolo.
Cuando se puso en vigencia el NAFTA, aún no estaba en vigor el ACP, sino el Acuerdo de Tokio.
Pero, ya en el NAFTA, había un capítulo de contrataciones públicas, que se renegoció en el
USMCA.
México es sólo observador del Acuerdo de la OMC. Se llama la atención cómo es posible que haya
iniciado antes de siquiera estar en las negociaciones de la Ronda Uruguay un capítulo de este tema.
Otra cuestión importante tiene que ver con la lucha contra la corrupción y la integridad. En el
contexto de la comunidad internacional, hay una lucha contra la corrupción, y, justamente, como el
sector público tiene antecedentes de ella, se busca que haya este instrumento, al cual se adhieren las
partes, generando un entendido, una diferencia y un entendimiento en las partes para la lucha contra
la corrupción establecimiento de medidas penales y que inhabiliten el acceso de la parte que ha
caído en actos de corrupción, fraude o ilegalidad al mercado.
Muchas veces, dentro de la reglamentación o normativa aplicable de contrataciones públicas, para ser
proveedores del Estado se necesita ser parte de un Registro de Proveedores, donde se cumplen
determinados requisitos. La idea es que si, en el Registro, alguien registró una transacción
fraudulenta, directamente se lo inhabilitará del ejercicio.
A nivel subnacional, se asume el compromiso de iniciar consultas para que las provincias,
voluntariamente, se unan al Acuerdo; y lo mismo sucedió con las empresas del Estado.
Acuerdo Mercosur-UE:
Dentro de la estructura del Mercosur, el que tiene la competencia para las negociaciones externas es
el Grupo Mercado Común, bajo el cual hay un órgano auxiliar conocido como Grupo de
Relacionamiento Externo del Mercosur, que tiene las competencias específicas para ocuparse de las
negociaciones.
Se asumieron compromisos en la obra pública, si bien hay exclusiones en ciertas materias. Por
ejemplo, se buscan proteger las PyMEs y los rubros de ciencia, tecnología e innovación.
El Acuerdo está en revisión legal: aún hace falta que se firme. Se espera que, si un Estado Parte del
Mercosur lo ratifica y lo aprueba, puede beneficiarse de la aplicación previsional del tronco
comercial.
El mercado europeo es muy importante y beneficioso para nuestros proveedores, ante lo cual
concretar este Acuerdo nos resultaría muy favorable y positivo.
Aduanas:
Toda la materia aduanera está regulada por el Código Aduanero, sancionado en 1981. Tiene bases
inmutables a lo largo del tiempo, pero también otras más prácticas, que se han ido aggiornado a lo
largo del tiempo. En este Código, se encuentran ciertas definiciones, que sirven de guía para el día a
día del quehacer del comercio:
Territorio Aduanero:
La Ley 22.415, en su Artículo 2°, apartados 1, 2 y 3, establece que:
a) Territorio Aduanero: es la parte del ámbito en la que se aplica a un mismo sistema
arancelario, y de prohibiciones de carácter económico a las importaciones y exportaciones
territorio donde el Estado y el servicio aduanero pueden ejercer su poder de policía y de
control aduanero. Además, hay un único sistema arancelario: el elaborado por el propio país.
b) Territorio Aduanero General: es aquel en el cual es aplicable el sistema general arancelario
y de prohibiciones de carácter económico a las importaciones y exportaciones.
c) Territorio Aduanero Especial o Área Aduanera Especial: es aquel en el cual es aplicable
un sistema especial arancelario y de prohibiciones de carácter económico a las importaciones
y exportaciones.
Zonas Aduaneras:
El Código Aduanero distingue, dentro del territorio aduanero, tres zonas aduaneras:
1) Primaria: empiezan donde están las fronteras del país puertos, aeropuertos
internacionales.
2) Secundaria: es todo lo que no es la zona primaria. En forma complementaria, se establece
una Zona de Vigilancia Especial, establecida en forma complementaria.
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3) Zona Marítima: se encuentra de forma contigua al territorio aduanero y limitando con sus
fronteras marítimas y las de los ríos internacionales la Argentina ejerce su soberanía hacia
adentro de su zona marítima.
El Artículo 8 del Código Aduanero la define como:
La franja del Mar Territorial Argentino y de la parte de los ríos internacionales sometida a
la soberanía de la Nación Argentina, comprendidos sus espacios aéreos, que se encuentra
sujeta a disposiciones especiales de control y que se extiende entre la costa, medida desde
la línea de las más bajas mareas, y una línea externa paralela a ella, trazada a una
distancia que se determinará reglamentariamente. La distancia entre estas dos líneas, que
conforman la franja, no podrá exceder de los veinte kilómetros.
Origen y Procedencia:
El tema de origen es muy importante en comercio exterior: el origen de la mercadería dirá qué
excepciones o tributos podrá tener. Está regulado en el Artículo 14 del Código Aduanero, que dice
qué tributación, excepciones o beneficios podrá tener la mercadería según su origen.
El origen puede determinarse tanto para lo que sale del suelo como para los productos más
elaborados. Se demuestra con el Certificado de Origen.
El régimen especial del MERCOSUR exige que una mercadería sea originaria y procedente del
MERCOSUR, y ambas condiciones deben demostrarse:
a) Origen: con Certificado de Origen.
b) Procedencia: se demuestra con el Documento de Transporte.
NO es lo mismo origen que procedencia: la procedencia refiere al lugar donde la mercadería se
hubiera embarcado con destino final al lugar de importación, es decir, el país de fabricación (que no
necesariamente es el mismo en el que el bien se produjo). Su lugar surge del Documento o Contrato
de Transporte, que varía dependiendo de si viene por barco, avión o camión.
Mercadería:
El Código Aduanero define como mercadería a cualquier cosa que puede ser importada o exportada,
sean bienes o servicios. Se consideran como mercaderías:
1) Locaciones y prestaciones de servicios, realizadas en el exterior, cuya utilización o
explotación efectiva se lleve a cabo en el país, excluido todo servicio que no se suministre en
condiciones comerciales ni en competencia con uno o varios proveedores de servicios.
2) Los derechos de autor y derechos de propiedad intelectual.
También se exportan servicios. El transporte también es considerado como una mercancía.
Prohibiciones:
Las prohibiciones son una serie de medidas que puede aplicar el gobierno, para defender su industria
nacional de bienes importados o exportados. En el Código Aduanero (Artículos 608 a 634) se dan
reglas claras sobre su ámbito de aplicación.
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A los fines del Código, se distinguen las prohibiciones a la importación y exportación en:
1) Según la finalidad preponderante:
a. Económicas: son aquellas que no afectan la ejecución de políticas monetarias,
cambiarias, que no afecten un adecuado ingreso para el trabajo internacional, los
precios internos, el desarrollo industrial, etcétera.
b. No económicas: tienden a salvaguardar la política internacional, la seguridad pública,
la conservación de las especies animales o vegetales, la salud pública, la política
alimentaria, etcétera.
2) Según su alcance:
a. Absolutas: son las que impiden a toda persona la importación o exportación de
mercaderías.
b. Relativas: cuando la legislación vigente prevé excepciones a favor de una o varias
personas, que quedan condicionadas al cumplimiento de ciertas obligaciones.
Es el Poder Ejecutivo, generalmente el Ministerio de Economía, el que puede determinar el alcance
de las prohibiciones, como ya se ha dicho, para defender a un bien o industria determinados.
Zonas Francas:
Son zonas que gozan de ciertos beneficios impositivos. El Código Aduanero las define como:
Un ámbito dentro del cual la mercadería no está sometida a los controles habituales del servicio
aduanero y su introducción y extracción no están gravadas con el pago de los tributos, salvo las
tasas retributivas de servicios que pudieran establecer, ni alcanzadas por prohibiciones de
carácter económico.
Estas zonas SÓLO pueden ser creadas por leyes. La Ley 24.331 faculta al Poder Ejecutivo a la
creación dentro del territorio argentino de una Zona Franca por provincia, pudiendo crear cuatro
adicionales en todo el territorio, en aquellas regiones cuya situación económica o de vecindad con
otros países así lo justifiquen.
Los distintos tipos resultan de las actividades que en ellas se desarrollan, y que están permitidas por
la ley:
a) De depósito.
b) De comercialización o comerciales.
c) Industriales.
Según la ley, deben impulsar el comercio y la actividad industrial exportadora, aumentando la
eficiencia, disminuyendo los costos, favoreciendo la inversión y el empleo, impulsando la
competitividad y la integración regional. Además, deben servir como instrumentos para desarrollar
las regiones geográficas en la búsqueda de fuentes que generen empleo.
INCOTERMS:
Son términos, de tres letras cada uno, que reflejan las normas de aceptación voluntaria por la spartes
en un contrato de compraventa internacional de mercaderías, acerca de las condiciones de entrega de
las mismas. Sirven para aclarar los costos de las transacciones comerciales internacionales,
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