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b) Enumere, ordenados de Norte a Sur, los sistemas de los ríos que fluyen en los
valles del gráfico.
En el mapa que a continuación se presenta, puedes observar tanto las distintas unidades
de relieve que configuran el territorio español, como los materiales que componen el
mismo.
Observa que las que áreas que están en color rosa muestran las zonas en la que
dominan los silicatos, es la denominada España silícea. También las que están
en naranja intenso son materiales de origen silíceo. Se encuentran en los puntos más
altos de las grandes cordilleras periféricas.
Las que están en color verde y azul corresponden a la España caliza. Si te fijas bien,
podrás apreciar cómo la forma a la que dan lugar se asemeja a la de la letra zeta
invertida, o escrita al revés, si quieres que lo digamos de otro modo.
Las que poseen un color amarillo o naranja están formadas por materiales arcillosos.
Estos materiales se localizan predominantemente en la cuenca de los grandes ríos, tanto
en los de la Meseta, como en los de las depresiones exteriores. Entre todos configuran
la denominada España arcillosa.
Finalmente, los que están en color marrón, son aquellos en los que predominan
los materiales de tipo volcánico. Observarás que son pocos, ya que la mayor parte de
ellos se concentran en las islas Canarias. Solo hay pequeños lugares puntuales como el
cabo de Gata en Almería, donde es posible apreciar la presencia de materiales de origen
volcánico.
PRÁCTICA 4: MAPA FÍSICO DE ESPAÑA
4. Los archipiélagos balear y canario, así como las otras unidades ajenas a la meseta,
bien sean las islas del mar de Alborán o bien las ciudades autónomas del norte de
África.
PRÁCTICA 5: CUENCAS HIDROGRÁFICAS DE LOS PRINCIPALES RÍOS ESPAÑOLES
El agua que cae sobre cualquier punto de la península ibérica va a parar en su mayor
parte a alguno de los dos grandes mares que la rodean, el océano Atlántico, y el mar
Mediterráneo. Existe una línea imaginaria que recorre las cumbres de los Pirineos, la
cordillera cantábrica, el sistema Ibérico y las Béticas, que se denomina la divisoria de
aguas, y a partir de la cual, el agua que cae sobre la península vierte hacia un mar u
otro.
Las dos vertientes tienen características muy distintas. La atlántica posee una mayor
superficie debido a la disimetría del relieve peninsular, que vimos en el tema anterior.
En ella se encuentran la mayor parte de los grandes ríos peninsulares, como el Miño,
Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir.
Esta vertiente se caracteriza porque el caudal absoluto de los ríos es muy elevado, al
tener una gran cuenca de recepción de aguas y poseer un largo recorrido en su curso.
Sin embargo, el caudal relativo es bajo, debido a que en general (salvo la cuenca del
Miño) son zonas no muy húmedas que reciben una escasa precipitación anual.
Los hidrólogos diferencian a la cuenca cantábrica de la atlántica, y hay un motivo
importante para hacerlo. Los ríos que vierten hacia el mar Cantábrico tienen unas
características bien distintas a los de la vertiente atlántica. Su recorrido es muy breve,
al nacer en la cordillera cantábrica, y por tanto muy cerca del mar, mientras que por el
contrario, la precipitación que reciben es muy elevada a causa de las abundantes lluvias.
La consecuencia de todo esto es que su caudal absoluto es bastante bajo, pero el
relativo es considerablemente alto. Es el caso del Nervión, el Bidasoa, el Sella, el Navia,
el Nalón, el Pas, etc.
Finalmente, la vertiente mediterránea se caracteriza por poseer también en general
unos ríos relativamente cortos (que nacen en el sistema Ibérico o en los Pirineos). Estos
poseen un caudal tanto absoluto como relativo bastante bajo, ya que atraviesan zonas
que en general son áridas, en las que la precipitación suele ser escasa. Es lo que sucede
con el Turia, Júcar, Segura, Andarax, Guadalfeo, Ter, Llobregat, Besós, etc.
La única excepción, pero muy notable, eso sí, es la del río Ebro, que aunque tiene un
caudal relativo bajo debido a la acusada aridez de la depresión del valle que atraviesa,
tiene, sin embargo, un caudal absoluto bastante elevado debido a que su largo recorrido
supera los 900 kilómetros de longitud.
PRÁCTICA 6: REGÍMENES FLUVIALES EN ESPAÑA
• El nival, que se nutre del agua procedente de la fusión de las nieves en las altas
montañas.
• El nivo pluvial, cuando predomina el aporte del agua procedente de las nieves, al
recibido por las precipitaciones en forma de lluvia.
• El pluvio nival, cuando el aporte hídrico se basa tanto en la fusión de las nieves
como en el agua de lluvia, pero predominan estas últimas sobre las primeras
• El pluvial, que es el más habitual en los cursos medios y bajos. Puede tener distintas
variantes como el atlántico u oceánico, mediterráneo o subtropical.
En el caso del régimen pluvial atlántico, el nivel de las aguas se mantiene bastante
constante a lo largo del año, ya que las lluvias son continuas, y en verano no cesan de
caer, aunque disminuya su cantidad.
En el régimen pluvial mediterráneo, las oscilaciones son sin embargo mucho más
fuertes, ya que se alternan dos épocas de lluvias, en primavera y otoño, con una época
seca veraniega, en la que se acusa un tremendo estiaje.
En el régimen pluvial subtropical, típico de los cauces esporádicos de las islas Canarias,
e incluso de algunos ríos del sudeste de la península, la subida de las aguas obedece a
los chubascos de carácter torrencial que en ocasiones azotan a estas zonas,
permaneciendo prácticamente secos los cauces el resto del año.
Una red hídrica es la forma en la que se dispone el cauce principal de un río junto a
todos los afluentes y los cursos de agua que lo configuran. Régimen fluvial es la
fluctuación estacional que experimenta el caudal de un río a lo largo de un año. En
función de la forma en la que recibe las aportaciones, se puede hablar de régimen nival,
nivo pluvial, pluvio nival o pluvial, que es el más frecuente en los cursos medios y bajos.
Este último se subdivide en Atlántico, Mediterráneo y Sub tropical.
PRÁCTICA 7: TEMPERATURA MEDIA ANUAL
Ese hecho provoca el que las zonas del interior tengan una gran oscilación térmica, es
decir, una diferencia acusada entre las temperaturas más frías del invierno y las
temperaturas más cálidas del verano. Esto es particularmente apreciable en el centro
de la misma, que corresponde a grandes rasgos con la gran meseta central de ambas
castillas, así también como con la penillanura extremeña.
PRÁCTICA 8: PRECIPITACIÓN MEDIA ANUAL
Los isotermas son las líneas empleadas en los mapas para unir los puntos donde existe
la misma temperatura.
PRÁCTICA 10: MEDIA ANUAL DE LA AMPLITUD TÉRMICA
La humedad ambiental no es más que la cantidad de vapor de agua que hay en el aire.
Se puede cuantificar bien indicando en el tanto por ciento que ocupa (humedad
relativa), o bien con el número de gramos que pesa (humedad absoluta). Varía
fundamentalmente dependiendo de la temperatura y de la cercanía del mar y tiene gran
influencia en el grado de comodidad que tiene una temperatura para los seres humanos,
ya que, por ejemplo, una misma temperatura alta es muchísimo más incómoda con un
grado de humedad elevado, que con uno bajo. La costa atlántica y cantábrica es la zona
más húmeda de la Península, con una humedad relativa anual cercana al 80 % de media,
mientras que el menor índice lo encontraríamos en la submeseta sur, con valores en
torno al 60 %. Las islas, al estar rodeadas de mar suelen andar por el 75 %, aunque
especial y curioso es el caso del interior de la isla de Tenerife, donde encontramos el
menor índice de humedad relativa del país (50 %), provocado por la presencia del Teide.
PRÁCTICA 12: EVAPORACIÓN DEL AGUA
El clima atlántico, como su nombre indica, es propio de las regiones del norte de
España que tienen contacto con este océano. Así, este tipo climático se restringe a lo
que son las regiones de la cornisa Cantábrica, en particular a Asturias, Cantabria, el
País Vasco e incluso llega a englobar a Navarra. También se encuentra bajo este
dominio climático la comunidad de Galicia.
El clima mediterráneo domina las zonas más próximas a este mar interior, pero su
influencia no solo se reduce a las zonas costeras, sino que se extiende también por las
regiones del interior de la meseta. Es, por tanto, el dominio climático que más superficie
ocupa en España y, por consiguiente, el que se suele considerar como el más
representativo del tipo de clima en nuestro país.
El clima mediterráneo es, al contrario que el oceánico, poco homogéneo. Esto se debe
a que al ocupar bajo su dominio amplios territorios, en ocasiones surgen variantes
específicas que se diferencian del clima típico al que conocemos como mediterráneo.
Estas variantes son tres principalmente: el dominio mediterráneo de interior o
continentalizado, que es el propio del interior de la península; el dominio mediterráneo
periférico, que es el que se da en el litoral mediterráneo propiamente dicho; y
la variante árida o semi árida de este clima, como es la que aparece en el litoral del
sudeste peninsular, básicamente en las provincias de Almería y de Murcia.
El tropical es el dominio característico de las islas Canarias. Se trata de una variante
árida de este dominio climático, y esto es debido a la proximidad del archipiélago
canario al desierto del Sahara.
El cuarto dominio que encontramos en nuestro país es el frío propio de la alta montaña,
pero su influencia se reduce exclusivamente a las altas cumbres peninsulares o canarias.
PRÁCTICA 15: GRADOS DE ARIDEZ
Según el mapa, se observa que la zona más húmeda de España es la que se corresponde
con la franja litoral cantábrica, que es precisamente donde se desarrolla el clima
atlántico u oceánico en nuestro país, un clima que se caracteriza por sus abundantes
precipitaciones a lo largo de todo el año.
En cuanto a la zona más árida, podemos ver que ésta se encuentra localizada en el
extremo sureste de la península, sobre las provincias de Almería y Murcia, territorio que
coincide con el subtipo árido o semiárido del clima mediterráneo y que está marcado
por la influencia del desierto norteafricano y por un estiaje muy prolongado.
El resto de la península correspondería a los dominios climáticos mediterráneos, tanto
marítimo como continentalizado. En ellos conviven tierras semi-húmedas o semiáridas
dependiendo de múltiples factores como son la latitud, el relieve, la altura o la distancia
al mar.
En el archipiélago canario vemos como las islas más orientales presentan mayor aridez
que las occidentales, ya que están situadas más cercanas al desierto del Sahara.
PRÁCTICA 16: CLIMA OCEÁNICO
La temperatura media de estas regiones suele rondar los 12 o 13 grados. Es raro que
los meses de verano superen los 20 grados, mientras que en invierno no suele ser
habitual que el termómetro marque menos de seis o siete grados, sobre todo en las
zonas costeras.
PRÁCTICA 17: CLIMA MEDITERRÁNEO COSTERO
Se caracteriza por tener unos inviernos suaves (ningún mes suele bajar de los 10ºC de
media), en los que la época fría es prácticamente inexistente. El verano, por el
contrario, es tremendamente caluroso (superan los 22ºC de media), quizás el más
caluroso de toda Europa. Además, goza de una característica que, aunque para nosotros
es habitual, es algo verdaderamente extraño en el resto del mundo, y es que ese verano
es además extremadamente seco, hasta el punto que puede pasar toda la época estival
sin que caiga ni una sola gota de agua. Este hecho se debe a que durante el verano las
altas presiones tropicales se desplazan hacia el norte y engloban dentro de su radio de
acción a la península Ibérica, por lo que impiden que las borrascas atlánticas puedan
penetrar en la misma.
Al ser zonas próximas al litoral, la oscilación térmica no suele ser muy fuerte.
Las lluvias no son elevadas, aunque tampoco tan bajas en cantidad como suelen opinar
los habitantes de estas mismas regiones. En realidad, cabe calificar la precipitación de
media-baja, ya que suele caer una media que oscila entre 400 y 600 litros al año por
metro cuadrado.
El problema es que estas lluvias se distribuyen de una forma muy irregular. Así, en las
estaciones equinocciales, sobre todo en otoño y debido en muchas ocasiones a la
presencia de la Gota Fría, pueden caer unos aguaceros de carácter torrencial que
causan terribles inundaciones. Pero, por el contrario, hay años en que la precipitación
es muy baja, y entonces aparece la temida sequía.
PRÁCTICA 18: CLIMA MEDITERRÁNEO CONTINENTALIZADO
Se caracteriza por unas temperaturas bastante frías en invierno, y por unos veranos
secos y soleados, y por tanto también muy calurosos. Consecuentemente, la amplitud
térmica anual es muy elevada (superior a los 16º C), y eso hace que, aunque la
temperatura media parezca suave, en realidad, lo característico de estas zonas es el
paso de un invierno muy frío a un verano muy cálido.
Las precipitaciones son, por el contrario, bastante similares a las del
dominio mediterráneo periférico. Con una larga sequía estival y dos máximos
pluviométricos que coinciden con las estaciones equinocciales. Los inviernos se
caracterizan porque en ellos se dan frecuentemente precipitaciones en forma de nieve.
Las precipitaciones suelen ser algo más bajas que en las zonas del litoral, pues oscilan
entre 400 y 500 mm.
PRÁCTICA 19: CLIMA ÁRIDO Y SUBÁRIDO
La sequía es una característica propia del verano mediterráneo. Pero hay ocasiones en
que la época en la que las precipitaciones disminuyen hasta prácticamente desaparecer,
no se limita solamente a la estación veraniega, sino que se prolonga durante bastantes
más meses del año. Ante esta particularidad, necesitamos una nueva denominación
para caracterizar a esta variante del clima mediterráneo, y de esta forma nos referimos
al mediterráneo árido, semiárido o subárido, según los autores que lo comenten.
Las costas de Almería distan unos 200 kilómetros de las del norte de África. Y a su vez,
el litoral norteafricano se encuentra muy cerca de la gran masa desértica del Sahara. De
ahí que la influencia del desierto supere el ámbito continental africano y afecte bajo su
radio de acción a las costas del sureste peninsular, en particular a las de Almería y
Murcia, aunque también en menor medida a las de Granada y Alicante.
Esta variante árida del clima mediterráneo tiene unas características muy similares a las
del dominio periférico o litoral, dentro del cual se inscribe. Pero hay una modificación
del mismo que nos obliga a analizarlo como una variedad distinta, y es la que ya
mencionábamos de la prolongada y acusada aridez.
PRÁCTICA 20: CLIMA DE MONTAÑA
Las características de este clima son básicamente las de un descenso generalizado de las
temperaturas en relación con las de las zonas que las rodean, pero que se encuentran a
más baja altitud. Esto hace que en invierno las temperaturas sean muy frías y que la
época fría se prolongue durante muchos meses. En verano puede hacer calor, pero no
demasiado, dado que por regla general y como ya vimos, cada 1.000 metros de altitud,
las temperaturas descienden seis grados por término medio.
Otra característica de este dominio climático es que las lluvias (o en muchos casos,
la nieve) suelen ser más elevadas que las de las zonas aledañas, y esto es debido al
efecto que las altas montañas producen sobre la nubosidad y que dan lugar al fenómeno
denominado lluvias de relieve.
PRÁCTICA 21: CLIMA CANARIO
La proximidad al trópico de Cáncer hace que las temperaturas en las islas sean elevadas.
El frío no existe salvo en las elevadas cumbres volcánicas, pero aún así, tampoco en ellas
se dan temperaturas particularmente bajas si las comparamos con las de latitudes más
septentrionales.
El hecho de que las islas estén ubicadas en pleno océano Atlántico, además hace que la
influencia de esta gran masa de agua suavice extraordinariamente las temperaturas e
impida que haya también un calor excesivo. A ello se une además el hecho de que en su
parte occidental se localiza una corriente marina de tipo frío a la que se conoce también
con el nombre de corriente de las islas Canarias.
a) Diga las Comunidades Autónomas sobre las que se localizan los robledales en
general, y el hayedo.
Los elementos del medio natural a los que se adaptan las formaciones vegetales
citadas son el clima, el relieve y la litología peninsular. Robles y hayas se
encuentran en las zonas montañosas de dominio climático oceánico formando
bosques de tipo caducifolio adaptadas ambas especies arbóreas a temperaturas
suaves y a la abundante humedad que provoca un régimen de precipitaciones
distribuidas regularmente durante todo el año. El haya tiene preferencia por los
suelos silíceos mientras el roble prefiere los silíceos y se dispone a menor altitud
al soportar peor la humedad que el haya.
Por otro lado, y dentro de la región florística mediterránea, encontramos
formaciones arbustivas de matorral. En el caso concreto del sureste peninsular,
la escasez de agua favorece el desarrollo de la estepa, con formaciones herbáceas
en las que predomina el esparto. En zonas del suroeste de Murcia es fácil
encontrar plantas como el peal espinoso y plantas de aloe.
PRÁCTICA 23: LOS GRANDES BOSQUES AGRUPADOS SEGÚN SIUS ESPECIES
Los bosques a su vez pueden ser de dos tipos principales: el caducifolio, es decir, el de
hoja caduca, o para ser más exactos, aquel que pierde todas sus hojas en un momento
determinado del año, que en general suele ser la estación invernal; y el perennifolio,
que es aquel que posee hojas durante todo el año. El primero es el típico de la España
Atlántica, como veremos en su momento, mientras que el segundo es el más
característico de la España Mediterránea. En Canarias existe un tipo de bosque
específico denominado laurisilva.
Cuando se produce la degradación del bosque aparece el matorral, una formación
vegetal de porte más bajo y menos denso que el bosque. En el caso del bosque Atlántico
surge la landa cuando el anterior desaparece. En el del Mediterráneo destacan la
garriga y el maquis en función de los tipos de suelos sobre los que se dan. Cuando el
matorral se degrada aparece la pradera, compuesta por herbazales y gramíneas de
escaso porte. Finalmente, en aquellos casos en los que la pradera se degrada aún más,
es sustituida por la vegetación esteparia propia de zonas extremadamente áridas. Pero
toda esta cadena que acabamos de describir, no es frecuente que aparezca como
consecuencia de los cambios experimentados por las especies vegetales. Su existencia
está más relacionada con las condiciones climáticas en sí, que con la pérdida progresiva
de la diversidad que en un principio caracterizaba al medio natural de una zona, es decir,
lo que se conoce en biogeografía como vegetación clímax u original.
Por sus particulares características geográficas, en España es posible encontrar una gran
variedad de formaciones vegetales. A grandes rasgos, destacan tres regiones,
denominadas Eurosiberiana, Mediterránea y Macaronésica, correspondiendo esta
última a las islas Canarias, en las que existen un gran número de endemismos. Además
del bosque caducifolio y perennifolio, existen diferentes tipos de matorral, como
la landa en el paisaje Atlántico, y el maquis y la garriga en el Mediterráneo. También
existen otras formaciones como el sotobosque, los prados y la estepa, siendo estas dos
últimas una degradación del paisaje natural a consecuencia de la intervención
destructora de la mano del ser humano.
PRÁCTICA 24: ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA
Para conocer a grandes rasgos cómo es la estructura demográfica de un país por edades,
se emplea la división de la población en tres grandes grupos: jóvenes, adultos y
ancianos. En función del grupo predominante se dice que la población es joven, madura
o envejecida. España, como veremos, ha ido atravesando a lo largo del último siglo esas
tres etapas, y en la actualidad, comienza a acercarse al modelo de población
envejecida, aunque todavía no puede calificarse de esa forma.
Actualmente la estructura demográfica por edades muestra las huellas de estos
profundos cambios. Hoy día, pese a un ligero rejuvenecimiento gracias a la inmigración,
el número de jóvenes ha descendido hasta representar solo un 15 %, es decir, menos de
la mitad de lo que tenía este grupo hace un siglo. El de adultos ha ido creciendo
ligeramente, hasta ser cercano al 70 %, y el de ancianos ha experimentado un
espectacular aumento hasta situarse aproximadamente en un 17 %. España, sin duda,
está envejeciendo.
PRÁCTICA 25: PIRÁMIDE DE POBLACIÓN
Viendo esta imagen, no sería todavía justo decir que la pirámide de población española
presenta una forma claramente convexa, es decir, envejecida. Pero sí que es posible
afirmar que, si se sigue manteniendo esa misma evolución, en pocas décadas España se
habrá convertido en un país con una población con una edad media muy elevada.
Existe dos claves para interpretar esta evolución. Por un lado, la que probablemente es
la más importante, el radical descenso que ha experimentado la natalidad en las
últimas décadas. Observa como los grupos de edad comienzan a reducir sus efectivos a
partir de los 25 - 29 años. Es decir, a los nacidos entre 1980 y 1984. Hasta ese momento,
los grupos demuestran una gran regularidad, ya que van descendiendo paulatinamente
sin que apenas se experimenten sobresaltos. Pero desde el lustro anteriormente
mencionado, la reducción de los efectivos es verdaderamente espectacular.
Ese estrechamiento de la pirámide llega a su punto máximo entre aquellos niños que
tienen entre 10 y 14 años. Esto es, en los nacidos entre 1995 y 1999, momento en el que
la población española alcanzó las tasas más bajas de natalidad.
Curiosamente, se puede apreciar como en los dos grupos de la base la tendencia está
empezando a cambiar. La natalidad se ha recuperado y nacen más niños. La explicación
a este hecho radica, no tanto en un cambio de la mentalidad de los españoles y sobre
todo de las españolas, sino a la llegada de varios millones de inmigrantes entre los
cuales, las mujeres, poseen una mentalidad muy distinta de la de las españolas. Ello las
lleva a mantener una tasa de natalidad mucho más alta que la de estas.
PRÁCTICA 26: DENSIDAD DE POBLACIÓN (parte 1)
a) Di cuáles son las zonas en general, y las provincias en concreto, en las que se
concentran las densidades de población más elevadas de España
b) Cita, por el contrario, cuáles son las zonas con menor densidad de población y
a qué provincias corresponden.
Las zonas de menor población son las del interior de la Península, y en ellas
destacan las dos castillas, Aragón y Extremadura. Es decir: León, Salamanca,
Zamora, Palencia, Burgos, Segovia, Ávila, Soria, Huesca, Teruel, Cuenca,
Guadalajara, Toledo, Ciudad Real, Albacete, Cáceres y Badajoz entre otras.