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SOY DE PUEBLO.

Un día, en cierta ciudad me preguntaron, —¿de dónde sos?


—Soy de un pueblito, que tal vez ni lo conozcas, —contesté.
—¿Un pueblito? Ja,ja,ja,ja,ja.
—¿Sabes una cosa? —repliqué,
—¡CON ORGULLO!, ¡Soy de pueblo!
Soy de un pueblo dónde todo el mundo te saluda con cariño y te
pregunta o te dice:
—¿Cómo estás?, ¡tanto tiempo sin verte!, ¡con tu papá fuimos
compañeros en la escuela!, ¡yo conozco a tu familia!

—Soy de un pueblito donde tu apodo es más popular que tu nombre, si


llamas a alguien por su nombre, seguramente no se da por aludido, ¡ah!,
pero si le gritas por su alias, allí si te responde de inmediato.
—Soy de un pueblito dónde no hay nada, pero lo tiene todo.
Un pueblo dónde la gente habla hasta por los codos de los demás, y si no
tienes una vida, te la inventan.
—Soy de un pueblo, y es verdad que nos criticamos muchas veces entre
nosotros mismos, pero cuándo uno necesita del otro, siempre estamos
para ayudarnos.

—Soy de un pueblo donde aceptamos a los de afuera con un cálido


abrazo y los llevamos como invitados a nuestras casas, haciendo que se
sientan parte de nosotros.
—Soy de un pueblo dónde no sabemos los nombres de las calles, y
siempre que queremos indicar un lugar decimos: ¡eh!, "una esquina
abajo de la iglesia", o, "tres cuadras arriba del campo”, "una calle
después del cuartel", "aquí derechito váyase hasta topar con el
cementerio", o en algunos casos, hasta te acompañan para el lugar
donde te diriges.

—Soy de un pueblo donde respetamos y veneramos a nuestros ancianos,


creemos en los sueños de nuestros niños y jóvenes y admiramos la
belleza de nuestras mujeres. Un pueblito donde el triunfo de uno de los
nuestros, es celebrado por todos, sin envidia ni rivalidad alguna.

—Somos un pueblo laborioso, artesanal, productor de alimentos, puerta


cultural, capital del cacao, un pueblito donde tanto el trabajo del hombre
como el de la mujer, son valuados con equidad.

—Soy de un pueblo donde los desayunos te incluyen un rimero de


empanadas o un par de ticucos o unos tamalitos de chancho; un pueblito
donde hasta el coronavirus topa en laja, pues nos hartamos muchos
montes que nos ayudan con nuestro sistema inmunológico.

—Un pueblo donde su gente sale por las tardes a ejercitarse, luego de
fuliarse un rico café, media torta de leche, dos semitas, tres bollitos y
seis pastelitos de plátano.
—Soy de un pueblito donde te invitan al parque por las noches, con la
doble intención de que les invités unas canches o una carnita, un elote o
un atol en la esquina del viejo colegio.

—Soy de un pueblo donde puedes caminar por sus calles con el celular
más fino en tu mano y ten la seguridad que no te lo van a robar.
—Soy de un pueblo donde poseemos riqueza natural, donde cualquier
excusa es sinónimo de fiesta.

—Soy de un pueblo con encanto al occidente de mi patria; ¡ah!, por


cierto, allí se ubican las Ruinas de Copán, patrimonio cultural de la
humanidad y las guacamayas vuelan libres por el cielo abierto, porque
todo el valle les pertenece.

—Con mucho orgullo, soy de pueblo, soy de Copán Ruinas, tierra donde
el sol descansa y la luna hace nido, ¡¡orgullosamente 0404!!

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