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2016
INSTITUTO
DE ESTUDIOS
ZAMORANOS
FLORIAN
DE OCAMPO
H O M E N A J E A
D. MIGUEL DE UNAMUNO PÉREZ
ANUARIO 2016
I.S.S.N.: 0213-82-12
Vol. 31 - 2016
EDITA:
INSTITUTO DE ESTUDIOS ZAMORANOS “FLORIÁN DE OCAMPO”
I.S.S.N.: 0213-82-12
Vol. 31 - 2016
ÍNDICE
RESUMEN
El objetivo del artículo es completar la evolución diacrónica de cinco perífrasis verbales del
español ({ir a / venir a} + infinitivo, {ir / venir} + gerundio y volver a + infinitivo), utilizando como
texto fuente trece de los cuentos de Leopoldo Alas “Clarín”. Tras reflexionar sobre los problemas
del concepto de perífrasis, analizamos las que hay en los textos de Leopoldo Alas, tomando como
base un significado amplio y esencialmente diacrónico de perífrasis, que da como resultado su
clasificación en cuatro grupos (Zieliński, 2014). La principal conclusión apunta a que el proceso de
gramaticalización no es evolutivo en un sentido exclusivo, sino acumulativo, es decir, la conviven-
cia de distintos grados de fusión estructural forma parte de la naturaleza de las perífrasis verbales
con verbos de movimiento, ya que a lo largo de la historia están constantemente interrelacionán-
dose el nivel analítico (metalingüístico) de la lengua (sistema) con el nivel ontológico (lingüístico)
del habla (producto).
ABSTRACT
The aim of this paper is to analyze the diachronic evolution of five Spanish verbal periphrases
(ir (a) + infinitive, ir + gerund; venir a + infinitive, venir + gerund and volver + infinitive), using as
main text thirteen tales written by Leopoldo Alas “Clarín”. After reflecting on the main problems
about the concept of periphrase, we analyze their functions in Leopoldo Alas” texts, taking as a
basis a diachronic meaning, which leads to a four-grouped classification, according to the proposal
1
Este trabajo se enmarca dentro del Proyecto I+D del Ministerio de Economía y Competitividad (España)
titulado “Procesos de gramaticalización en la historia del español (V): gramaticalización, lexicalización y análisis
del discurso desde una perspectiva histórica” con referencia FFI2015-64080-P.
by Zieliński (2014). The main conclusion highlights the fact that the grammaticalization process
is not evolutionary from an exclusive point of view, but cumulative, what means that the co-ex-
istence of several degrees of structural fusion belongs to the nature of the verbal periphrases with
motion verbs, for the analytical (metalinguistic) level of the language (system) and the ontological
(linguistic) level of the speech (product) are often interacting along the history.
1. INTRODUCCIÓN
El principal objetivo de este trabajo es profundizar en el estudio diacrónico de
las perífrasis verbales con tres verbos de movimiento (ir, venir y volver), utilizan-
do como texto fuente trece cuentos del que consideramos uno de los maestros de
la prosa española del siglo XIX: el zamorano Leopoldo Alas “Clarín”. Creemos
que dichos textos son representativos del español novelesco del siglo XIX, por lo
que pueden ser utilizados para ejemplificar los valores que las perífrasis habían
adquirido en etapas anteriores de la lengua y los que, naturalmente, son propias de
dicha centuria.
Asimismo, el trabajo pretende servir como corpus lingüístico per se, dado que
recoge todos los ejemplos encontrados durante el análisis. De esta manera, además
de clasificar los fragmentos clarinianos asumiendo un concepto concreto de perí-
frasis verbal y de explicar cada caso relevante, entendemos que la acumulación de
extractos (más de 200) puede funcionar como recopilación lingüística, siempre útil
para intereses afines. Por este motivo, nos posicionamos en perspectiva eminen-
temente cualitativa, si bien ofreceremos a lo largo de la investigación y, con algún
mayor detalle en las conclusiones, algunos datos que sinteticen lo expuesto durante
el desarrollo general.
Concretamente, hemos localizado y registrado todos los ejemplos posibles en
los que aparecen las cinco perífrasis verbales seleccionadas (ir a + infinitivo, ir +
gerundio, venir a + infinitivo, venir + gerundio y volver a + infinitivo), dentro de
la antología recogida por Ángeles Ezama.
El corpus logrado ha sido analizado siguiendo las directrices teóricas marcadas
esencialmente por la perspectiva diacrónica de Alicia Yllera (1980), Chantal Melis
(2006), Mar Garachana (2010, 2011) y Andrzej Zieliński (2014), pero teniendo
presente que nos encontramos estudiando un estadio lingüístico, el decimonónico,
y a un autor, Leopoldo Alas “Clarín”, por lo que han sido también muy útiles las
obras, entre otros, de Leonardo Gómez Torrego (1988, 1999), Félix Fernández de
Castro (1999) y Hella Olbertz (1998), que adoptan una perspectiva sincrónica.
2. FUNDAMENTOS METODOLÓGICOS
Sabida es la complejidad que entraña definir el concepto de perífrasis verbal,
sea esta de infinitivo, de gerundio o de participio. Normalmente, se asume cierta
relación entre la tradición investigadora a la que pertenece el estudioso y la ten-
dencia a centrar la definición en factores más cercanos a la sintaxis (Roca Pons,
1958; Iglesias Bango, 1988; Gómez Torrego, 1988, 1999; Yllera, 1999; Fernández
de Castro, 1999), a la semántica (Morera, 1991) o a una interrelación entre ambas
(Dietrich, 1983; Veyrat Rigat, 1993; Pusch, 2003), si bien todas ellas intentarán
justificar las múltiples excepciones que existen a muchos de los aspectos que sue-
len proponerse como característicos de estas construcciones.
Si a esta complejidad inherente al mismo concepto de perífrasis desde una pers-
pectiva sincrónica se le añade la perspectiva diacrónica, aumenta sin duda la difi-
cultad de definirla o, por lo menos, de llegar a un acuerdo sobre dónde (o, por me-
jor decir, cuándo) deja de ser léxica una construcción (Las mesas estaban puestas.
Vinieron sirviendo manjares, Guzmán II, 83 apud Fernández Martín, 2015c) y pasa
a ser perifrástica (nuestras vidas son los rrios / que van a dar en la mar / que es el
morir, Cancionero, Jorge Manrique, vv. 1861-1863, apud Zieliński, 2014: 89). Así,
en el caso de las construcciones conjuntas que nos ocupan, la evolución diacrónica
se percibe en el cambio producido, en esencia, en los verbos de movimiento ir,
venir y volver, que durante el proceso de gramaticalización desde la Edad Me-
dia hasta el siglo XIX van adquiriendo valores temporales, aspectuales y modales
en constante conjunción con las formas no conjugadas (Melis, 2006; Garachana,
2010, 2011; Zieliński, 2014; Fernández Martín, 2015a, 2015b).
En efecto, la evolución diacrónica habría comenzado presumiblemente en la
Edad Media con el reanálisis de las construcciones modales (Garachana, 2011;
Yllera, 1980). El comienzo del proceso de la gramaticalización se encontraría en
el acercamiento que el hablante establece entre la forma no personal y el verbo
conjugado, para recalcar el modo en que tiene lugar el movimiento expresado por
este. Dicho acercamiento habría permitido que la fuerza ilocutiva recayera sobre la
forma no personal, lo que facilitaría, a su vez, su fusión con el verbo de movimien-
to (Zieliński 2014: 69-73).
En el español clásico (siglos XVI-XVII) y el posterior (siglos XVIII-XIX), este
proceso se encuentra en distintas fases, dependiendo, en cierto modo como en el
español actual (Gómez Torrego, 1988, 1999; Veyrat Rigat, 1993; Olbertz, 1998;
Yllera, 1999; Fernández de Castro, 1999), del contexto lingüístico en que aparece
la construcción que nos ocupa en cada caso; del Aktionsart del verbo en forma
no conjugada; de la naturaleza semántica del sujeto del verbo en forma personal;
del valor de la preposición, de existir; de la capacidad del verbo en infinitivo o
en gerundio para seleccionar argumentos y, en general, de la relación establecida
entre las dos formas verbales, esto es, la conjugada y la no conjugada (Yllera,
1980; Zieliński, 2014), factores que serán extremadamente útiles para analizar las
perífrasis mencionadas en la prosa de Clarín (§ 3).
Esto viene a implicar que la evolución diacrónica sufrida por las perífrasis aquí
estudiadas es acumulativa en un doble sentido. Por un lado, van sumando valores a
los que ya poseen, de manera que en el español del siglo XIX, representado en este
trabajo por trece de los cuentos de Leopoldo Alas, lo esperable es que aparezca,
junto a los nuevos, la mayoría de los valores semánticos de las perífrasis que se
remontan en su origen al español medieval (Zieliński, 2014). Estos distintos valo-
res, por otro lado, se muestran en el diferente funcionamiento sintáctico de dichas
construcciones, que variará de forma gradual de lo más conjunto a lo más disjunto,
en términos de Fernández de Castro (1999).
Para comprender el concepto de perífrasis verbal, creemos conveniente enton-
ces acudir a la teoría cognitivista del prototipo (Croft y Cruse, 2008: 107)2, par-
tiendo de la base de que una perífrasis es, como sugiere Olbertz (1998: 32), una
combinación productiva e indisoluble de un verbo léxico con un predicado verbal
en forma no personal, donde el verbo conjugado concuerda con el argumento prin-
cipal (sujeto) del verbo no conjugado. De este modo, el prototipo de perífrasis, el
modelo ideal, abarcará todos aquellos usos de la lengua cuyos comportamientos
semántico y sintáctico se ajusten al propuesto; mientras que la periferia de dicho
concepto prototípico estará formada por los productos lingüísticos cuyas construc-
ciones se alejen, en mayor o menor grado, del comportamiento gramatical que se
ha entendido por prototípico (González Gutiérrez, 2008).
2
Remitimos a trabajos anteriores en los que definimos con detalle la complejidad del concepto de perífrasis
verbal y proponemos algunas posibles soluciones, siempre atendiendo a su carácter gradual entre la gramática y
el léxico, tanto desde la perspectiva sincrónica como desde la diacrónica (Fernández Martín 2012a, 2012b, 2013a,
2014a, 2014b, 2014c, 2014d, 2015a, 2015b, 2015c, 2016).
Si tomamos esto stricto sensu, cabrá entender que los tres verbos de movi-
miento seleccionados para su análisis no siempre conforman perífrasis, por lo que
debemos tomar nuestra propuesta de aplicación de la teoría del prototipo desde
una perspectiva gradual a un doble nivel: el nivel sincrónico, en el cual una misma
construcción puede funcionar como perífrasis en unos casos y como construcción
disjunta en otros; y el puramente diacrónico, según el cual una perífrasis se cons-
truye a lo largo de los siglos mediante un proceso de gramaticalización (Yllera,
1980; Melis, 2006; Garachana, 2010, 2011; Zieliński, 2014).
Esta distinción diacrónica surge, precisamente, al aplicar el mencionado con-
cepto de perífrasis (Olbertz, 1998: 32) en un sentido más laxo, ya que es fran-
camente complicado establecer con exactitud el límite entre las construcciones
perifrásticas y las no perifrásticas. Por un lado, desde una perspectiva analítica o
metalingüística, resulta siempre cuestionable indicar dónde termina el prototipo
de perífrasis y dónde empieza, por ejemplo, el de tiempo verbal, locución o in-
cluso marcador discursivo (Fernández Martín, 2013, 2014a). Por otro lado, desde
una perspectiva ontológica o lingüística, es muy difícil no caer en la tentación de
defender que una construcción no perifrástica que cumpla ciertos requisitos (esto
es, ofrecer la forma {verbo de movimiento [+ nexo] + forma no personal}) puede
convertirse en una perífrasis de facto e, incluso, andando el tiempo, perder esta ca-
tegoría y pasar a formar parte de otra como el morfema (Fernández Martín, 2009).
Esta visión dinámica de la categoría gramatical que nos ocupa queda perfecta-
mente plasmada en la clasificación en cuatro grupos propuesta por Zieliński (2014:
41-50) para el español medieval y clásico. Dicha agrupación se basa en el grado de
gramaticalización de cada estructura, la cual a su vez viene determinada por varios
factores como la selección del sujeto, la intercalación de elementos ajenos (en
especial, clíticos), la posibilidad de invertir el orden sintáctico de la construcción
y el valor semántico del conjunto de la estructura. Esta interrelación de elemen-
tos daría lugar a un grupo de construcciones en vías de evolución (grupo D, en la
terminología del autor); otras denominadas semiperífrasis superfluas (grupo C);
semiperífrasis fuertes (grupo B) y perífrasis altamente gramaticalizadas (grupo A).
El motivo para adoptar aquí esta clasificación se encuentra en que ofrece una
visión holística del proceso diacrónico de creación de las perífrasis verbales con
verbos de movimiento y, a la vez, permite comprender la convivencia de ejemplos
con mayor o menor grado de fusión en un estadio sincrónico de la lengua: en am-
bos casos el ajuste con la teoría del prototipo es perfecto, porque puede entenderse,
como de hecho hace el autor, que hay un núcleo conceptual de perífrasis verbal (el
que él denomina “grupo C”) por lo que el resto forma parte de la periferia (grupos
A, B y D).
¡Adiós, Cordera!, El Señor, Cambio de luz, La Ronca, El dúo de la tos, Viaje re-
dondo, El gallo de Sócrates y El oso mayor.
Conviene resaltar varios aspectos antes de continuar. Por un lado, como ya he-
mos indicado, partiremos del esquema gradual propuesto por Zieliński (2014),
comenzando por las menos gramaticalizadas (grupo D) y terminando por las más
gramaticalizadas (grupo A), si estas existen, lo que supone que iremos desbrozan-
do con detalle cada una de las construcciones seleccionadas. A este respecto, como
no concebimos el cambio lingüístico como una evolución estrictamente lineal sino
cíclica (Moreno Cabrera, 2004: 245-267), adoptamos la denominación “Semiperí-
frasis en potencia” para lo que Zieliński llama “Construcciones en vías de evolu-
ción” (su grupo D), entendiendo por ellas que son construcciones en vías de fusión
que, en tanto ejemplos concretos (perspectiva ontológica), no tienen por qué fusio-
narse nunca; en tanto sistema lingüístico (perspectiva analítica), pueden ayudarnos
a comprender lo que ha ocurrido durante el proceso de gramaticalización.
Por otro lado, los fenómenos, ya mencionados, que nos ayudarán a explicar lo
que ocurre en cada caso son esencialmente el contexto lingüístico en que aparece
la estructura en cuestión; el modo de acción del verbo en forma no conjugada, para
el que seguiremos en esencia la terminología de Moreno Cabrera (2003); la natu-
raleza semántica del sujeto del verbo en forma personal; la capacidad del verbo en
infinitivo o en gerundio para seleccionar argumentos y, en general, de la relación
establecida entre las dos formas verbales, esto es, la conjugada y la no conjugada
(Veyrat Rigat, 1993, 1997); y el valor de la preposición que une a auxiliar y auxi-
liado, de darse (Talbi-Boulhais, 2003; Melis, 2006: 899; Veyrat Rigat, 1993: 168;
Rojo, 1974: 71-72).
Por último, conviene igualmente recordar que el presente trabajo cabe enten-
derse no solo como un análisis, sin ánimo de exhaustividad, de las estructuras
perifrásticas de Clarín, sino también como una acumulación de ejemplos (más
de 200) que, a modo de corpus lingüístico con valor per se, pueden ser utilizados
para estudios posteriores, cuyos intereses puedan estar relacionados directamente
con los propuestos aquí, precisamente debido a la diferencia que creemos esencial
entre el nivel ontológico y el nivel analítico de la lengua.
3.1.1. Ir a + infinitivo
En los textos estudiados, la perífrasis verbal ir a + infinitivo se muestra en
su etapa previa a la gramaticalización (grupo D, en la terminología de Zieliński
[2014]) como una construcción formada por un verbo de movimiento pleno, un
nexo preposicional con valor de dirección y un infinitivo que constituye el núcleo
de la subordinada sustantiva con valor final:
1) Iba a oír a la Pistañina como Triboulet iba a ver a su hija; allí los cascabeles
callaban, perdían sus lenguas de metal […] (Pipá, 36)3.
2) […] una hermana de la madre de Serrano suplicaba a éste, en una carta llena
de cariño, que por Dios fuera a visitar a su Antoñito, que estaba arrestado
por meses […] (Superchería, 89).
3
El número de página remite a la edición de la fuente primaria señalada en la bibliografía final. El hecho de
indicar entre paréntesis el nombre del cuento en que se halla el fragmento ayuda, a nuestro juicio, a comprender
el co(n)texto en que se encuentra la perífrasis.
4
Nos referimos a ejemplos del tipo Vamos a calmarnos, señores, que no hemos encontrado en los textos
clarinianos con este valor, puesto que los ejemplos con vamos no los consideramos imperativos y, por tanto,
entendemos que han sufrido algún grado de gramaticalización (§§ 3.2.1, 3.3.1). Recordemos que este vamos,
aunque formalmente parezca un presente de indicativo, semántica, diacrónica y funcionalmente se trata de un
valor del presente de subjuntivo, ya que vamos proviene de VADAMUS, que era subjuntivo en latín, de donde
se desprende el significado imperativo (Keniston, 1937: 367 [agradezco el apunte al Dr. Francisco Javier Herrero
Ruiz de Loizaga]).
4) […] y con su paso de andadura se fue a abrir otra puerta (Mi entierro, 66).
5) […] y me fui a buscar adversario más noble al café (Mi entierro, 69).
6) ¡Cuántas veces […] se había ido a refrescar el alma en la lectura de antiguos
poemas […]! (Superchería, 92)
7) […] se habían ido a cazar […] (Doña Berta, 143).
10) […] porque sus padres iban a ganar dinero a los salones, a los teatros […]
(Superchería, 94).
11) Al día siguiente fui a despedirlos a la estación (Superchería, 128).
12) Entró en la iglesia, oyó dos misas; después fue a una tienda a comprar un
collar para el gato […] (Doña Berta, 187).
13) […] y fui yo sola a calmar al enemigo, a darle garantías de nuestra buena
fe, a pedir prórroga (Superchería, 128).
14) Así, se conformó por lo pronto con que la dejara, […], ir a contemplarlo
todos los días […] (Doña Berta, 185).
15) […] se la dejaba ir a despedirse para siempre de su capitán […] (Doña
Berta, 186).
16) La última mano al tocado de Petra siempre la daba Juana; y en cuanto no
se la necesitaba iba a sentarse, casi acurrucada, en un rincón de un diván, a
oír y callar, a observar, sobre todo […] (La Ronca, 238).
17) […] debían llegar a la estación anterior a la en que iba yo a tomar el tren
(Superchería, 125).
18) El amor único, muerto, siempre escondido, había plasmado en su fantasía
una imagen fija, indestructible, parecida a su modo a ese granito pulimen-
tado por los besos de muchas generaciones de creyentes que van a llorar y
esperar sobre los pies de una Virgen o de un santo de piedra (Doña Berta,
161).
Finalmente, puede ser el tiempo verbal el que indique que nos encontramos
ante una construcción disjunta (8, 9, 13), porque dificulta cualquier lectura modal,
aspectual o temporal:
19) Encendió el fuego, barrió un poco, fue a buscar agua fresca… (Doña
Berta, 167).
3.1.2. Ir + gerundio
Dentro del grupo de construcciones en vías de fusión o, dicho de otro modo, de
construcciones que no podrían considerarse perifrásticas stricto sensu, encontra-
mos un par de ejemplos en que el verbo ir tiene un complemento que impide cual-
quier tipo de fusión con el gerundio, pero que, a la vez, denota un sentido de despla-
zamiento sin rumbo fijo, que bien pudo estar en el origen de la gramaticalización:
20) Iba con ellos de pueblo en pueblo, enfermo, prefiriendo el traqueteo per-
petuo de los viajes a la pena de la soledad y al terror de la ausencia (Super-
chería, 94).
21) Iba por el mundo, de pueblo en pueblo, como bulto perdido, buscando aire
sano para un pecho enfermo; de posada en posada, peregrino del sepulcro,
cada albergue que el azar le ofrecía le presentaba aspecto de hospital (El dúo
de la tos, 249).
22) A Serrano se le figuraba que aquel perro iba así… como cantando (Super-
chería, 130).
Por último, no deja de ser ambiguo el siguiente caso que, sin embargo, leemos
como construcción plenamente léxica, porque entendemos que el hecho denotado
por el gerundio es una manera de ir, tal y como muestra el contexto del cuento en
que se encuentra:
23) Y cuando volvió a su paseo sobre los tablones de castaño, que crujían, iba
pensando: […] (Doña Berta, 158).
espacio que ocupa el hablante (24); bien de forma explícita (a los pies del Cristo
Negro [25]), como complemento del verbo conjugado, lo que elimina cualquier
posibilidad de fusionarse con la forma no personal:
24) -Toma, usted es el que viene a amortajarle, que dijo don Clemente que le
mandaría a estas horas por no dar que decir… (Mi entierro, 66).
25) Era una beata que venía a rezar una especie de última hora a los pies del
Cristo Negro (Pipá, 38).
26) […] un gorrión se asomaba de vez en cuando por aquella puerta lateral,
llegaba hasta el medio de la nave, como si viniera a convertirse, y al punto,
pensándolo mejor, salía como una flecha […] (Viaje redondo, 256).
Tal vez en (27) se pueda percibir al infinitivo como núcleo del valor de destino
denotado por la preposición a, sin que se deje de perder el espacio implícito, coin-
cidente con el de los personajes de referencia (ama y criada), al que se dirige la
acción del verbo en infinitivo:
27) Ama y criada […] en presencia de los que venían a buscarla sintieron una
infinita ternura y gran desfallecimiento […] (Doña Berta, 169).
De este modo, se puede concluir que en los ejemplos recogidos venir a + infi-
nitivo mantiene su significado de desplazamiento cuando hay un espacio explícito
que actúa de destino. Cuando ese espacio deja de ser explícito para pasar a ser
implícito, es probable que el infinitivo vaya paulatinamente ocupando su lugar
argumental (Melis, 2006; Garachana, 2011), lo que supone el comienzo de la me-
taforización que culmina con la semiperífrasis (§§ 3.2.3, 3.3.3).
28) Llamé al sereno, que venía abriendo puertas de acera en acera saliéndose
de sus casillas a cada paso (Mi entierro, 65).
No obstante, también sería posible incluirlo entre los productos lingüísticos del
siguiente grupo de gramaticalización (§ 3.2.4), esto es, el de las perífrasis super-
fluas (Zieliński, 2014: 44-45), dada la exigencia de que el agente de la construc-
ción venga determinado por el verbo en gerundio y no por el auxiliar, así como
debido a la imposibilidad de cambiar el orden sintáctico (*abriendo venía puertas)
y a la posibilidad de colocar clíticos antes y después de la construcción, pero nunca
dentro (las venía abriendo, venía abriéndolas, *venía las abriendo).
A nuestro juicio, parece más acertado inclinarse por la lectura del grupo de
construcciones en vías de fusión, porque la escena que en ese momento se está
narrando presta mayor atención al desplazamiento visual del personaje del sereno,
que a cualquier otro tipo de significado modal que pueda entrañar tal construcción,
si bien, como decimos, la interpretación completamente conjunta puede estar alta-
mente justificada.
El ejemplo más claro por contener un complemento propio de volver que anula
cualquier tipo de fusión con el nexo y el infinitivo es el siguiente:
34) Vuelve de la guerra a cumplir a su amada una promesa (Doña Berta, 154).
35) Cuando dudaba, era cuando más deseaba tornar a su contemplación, para
fortalecer su creencia, abismándose como una extática en aquel rostro, en
aquellos ojos a quien quería arrancar la revelación de su secreto (Doña
Berta, 183).
Ocurre, entonces, con volver a + infinitivo lo mismo que con el resto de las
construcciones analizadas: la metaforización solo es posible cuando el verbo de
movimiento carece de un complemento propio con valor de meta y el infinitivo
puede pasar a ocupar ese lugar (Garachana, 2011).
para efectuar, en el siglo XIX, esa distinción, por cuestiones que afectan al resto
del sistema lingüístico (Zieliński, 2014; Fernández de Castro, 1999; Gómez Torre-
go, 1988, 1999).
Dicho elemento clave es el rol semántico del agente, es decir, el valor del sujeto
exigido siempre por el auxiliado (pues de otro modo el ejemplo en cuestión perte-
necería al grupo de las construcciones perifrásticas en potencia). Así, si tiene sig-
nificado [+ animado], la construcción será considerada semiperífrasis superflua,
porque se entiende que aún queda, siquiera metafóricamente, un resquicio de valor
de desplazamiento en el verbo conjugado (Veyrat Rigat, 1993, 1997; Garachana,
2011).
A este respecto, la construcción más frecuente vuelve a ser ir a + infinitivo (36
ejemplos), seguida de ir + gerundio (33 casos), venir a + infinitivo (8 ejemplos)
y volver a + infinitivo (9 casos). El único ejemplo de venir + gerundio ya fue ex-
puesto como construcción perifrástica en potencia, si bien podría ser considerada
semiperífrasis superflua, como allí se dijo (§ 3.1.4). En el anexo puede accederse a
la distribución de cada estructura por cuentos.
Queda indicar, simplemente, que los distintos matices aplicables a cada caso se
irán explicando en su lugar correspondiente, a la vez que se desbrozan los valores
de las respectivas semiperífrasis.
3.2.1. Ir a + infinitivo
Esta construcción, la más frecuente en nuestros textos, presenta en ellos cuatro
valores esenciales, relacionables en mayor o menor medida con otros estadios de la
lengua (Yllera, 1980; Pedrero, 1993; Talbi-Boulhais, 2003; Melis, 2006; Zieliński,
2012; Gómez Torrego, 1988: 75; 1999: 3365 ss; Gómez Manzano, 1992: 112-135;
García González, 1992: 77-84; RAE, 2009: § 28.8; 2010: 541-542; Garachana,
2011b; Fernández Martín, 2014a, 2015a): la incoación; la temporalidad futura; la
intención, frustrada o no; y la culminación de una acción, semejante a la expresa-
da por venir a + infinitivo (§§ 3.2.3, 3.3.3), {terminar por / llegar a} + infinitivo
o acabar + gerundio (Gómez Torrego, 1988; Fernández de Castro, 1999; García
Fernández, 2006; Morera, 1991).
En efecto, los ejemplos de la semiperífrasis superflua deben parte de su signi-
ficado temporal de futuro inmediato al tiempo en que aparezca el verbo ir. Así,
de manera magistral puede entenderse como un futuro cercano dentro del pasado
novelesco cuando aparece en pretérito imperfecto:
37) Además Pipá no tenía fuego a que calentarse; iba a quedarse como un
témpano si permanecía tieso y quieto por más tiempo (Pipá, 23).
38) […] se creyó feliz cuanto cabía, sin ver que iba a serlo mucho más al ena-
morarse de Juana (La Ronca, 237).
39) […] le tendió en busca de una enhorabuena que iba a estimar mucho más
que todos los regalos […] (La Ronca, 241).
40) Un compañero, un oficial, no ha mucho me libró de la muerte, que iba a
darme yo mismo, porque, por primera vez en mi vida, había jugado lo que
no tenía […] (Doña Berta, 155).
41) ¡Iba a ver a su hijo! (Doña Berta, 177)
42) Juan, confusamente, comprendía estas dificultades; que iba a ser injusto
consigo mismo, que iba a alarmar excesivamente al padre espiritual… (El
Señor, 214).
Naturalmente, este futuro no tiene siempre por qué ser cercano cronológica-
mente, sino tan solo en la concepción que el hablante tenga de la acción denotada
por el infinitivo:
43) […] en el niño despierto, todo alma, con vida de pájaro espiritual, que iba
a ser un sabio, un santo, un héroe, un poeta, todo junto […] (Superchería,
91).
44) -¡Que se quema la casa, que queman a Pipá, que va a arder Pipá, que las
chispas de las teas caen dentro de la pipa!… (Pipá, 60)
48) -Pero, doña Berta, ¡que vamos a perder el tren! –gritó allá abajo Pumarie-
ga; y a ella le sonó como si dijese: “Que va usted a perder la horca” (Doña
Berta, 170).
49) “Temen que me vuelva ciego, y lo que voy a volverme es loco” (Cambio
de luz, 229).
2014d) o, cuando menos, de anulación de las intenciones del sujeto de poder, esto
es, Pipá:
56) […] la bruja, que era de nuevos tiempos, no iba a celebrar los sortilegios
al monte Esquilino (Superchería, 99).
57) Lo menos que se figuraba era que entre él y el alcalde iban a regalarle al
doctor Foligno unas astas magnéticas que llegaran al techo (Superchería,
105).
58) […] viajaba también un sacerdote que iba a esperar a unas monjas […]
(Superchería, 125).
59) El número 32 acaso no lo olvidara; pero ¿qué iba a hacer? (El dúo de la
tos, 252)
60) ¿Cómo iba a pagar nunca aquel dineral que le entregaban? ¿Cómo había
de pagar siquiera, si vivía algunos años, los intereses? (Doña Berta, 165)
Resulta muy interesante cómo esa intención puede aparecer frustrada por lo ex-
presado en una coordinada adversativa (61) o dentro de una subordinada adverbial
temporal (62):
61) Iba a hablar doña Berta, cuyos ojillos brillaban con una especie de locura
mística; pero el pintor tendió una mano, y prosiguió diciendo […] (Doña
Berta, 154).
62) Cuando ya iba a echarle mano, el gallo batió las alas […] (El gallo de
Sócrates, 267).
64) […] y ya iba a saltar del profanado tabernáculo, cuando oyó pasos y ruidos
de faldas que se aproximaban (Pipá, 38).
65) Ya iba a dejar donde le había cogido el cuerpo del delito, defraudada mi
mala intención, cuando llegué, al pasar las hojas, a la última (Superchería,
126).
66) Iban a huir todos, cuando el jugador […] se arrojó a la muerte segura […]
(Doña Berta, 156).
El ejemplo (65) vuelve a ser brillante para el caso que nos ocupa, porque el
sintagma defraudada mi mala intención de Leopoldo Alas nos confirma el signifi-
cado intencional del fragmento, al declarar explícitamente que la lectura del diario
de Serrano, al contrario tal vez que su cese, era una (mala) intención.
68) Colocó una gran piedra entre la nieve, anduvo hacia atrás y con los ojos
cerrados desde alguna distancia y fue a tropezar contra el canto; abriendo
los brazo cayó sobre la blanca sábana (Pipá, 24).
69) Un señorito tan señorito, tan de lejos, ¿cómo había ido a parar al bosque
de Susacasa? (Doña Berta, 150)
70) Rosa […] pudo ver un instante en un coche de tercera multitud de cabezas
de pobres quintos que gritaban […] saludando a […] toda la patria familiar,
a la pequeña, que dejaban para ir a morir en las luchas fratricidas de la patria
grande, al servicio de un rey y de unas ideas que no conocían (¡Adiós, Cor-
dera!, 201).
71) “Usted se va, nosotros nos quedamos; usted es loca, nosotros no; usted va
a buscar el retrato de su hijo… que no está usted segura de que sea su hijo.
Vaya con Dios” (Doña Berta, 169).
3.2.2. Ir + gerundio
Con respecto a esta estructura, puede decirse que en el español decimonónico
se mantienen en mayor o menor medida los valores medievales (Yllera, 1980: 59)
de la construcción, que puede ser cursiva, al presentar la acción en su desarrollo
e implicar duración o iteración dependiendo del significado del verbo auxiliado;
progresiva, al indicar la acción realizada gradualmente o con dificultad; o incep-
tivo-continuativa, al suponer el comienzo de una acción que se prolonga (Gómez
Torrego, 1988: 165-166; Yllera, 1980: § 1.1.4.1.2; 1999: 3414; García González,
1992: 55-57; RAE, 2009: § 28.13; Pusch, 2003: 183).
Así, con valor cursivo encontramos los siguientes ejemplos, que ofrecen ade-
más un matiz iterativo si el verbo denota una mutación (72, 73), o un matiz durati-
vo si implica un desplazamiento (74, 75) (Moreno Cabrera, 2003):
72) Oyeron que iba hablando solo […] (El diablo en Semana Santa, 19).
73) El tono, sencillo, afectaba naturalidad y modestia, como lo que iba dicien-
do con facilidad agradable (Superchería, 108).
74) El duelo se puso en orden, me metieron en el carro fúnebre y la gente fue
entrando en los coches (Mi entierro, 70).
75) Yo iba penetrando en el pensamiento de don Mateo desde mi carro fúne-
bre, merced a la doble vista de que ya he hablado (Mi entierro, 71).
Distinto caso pueden ser los siguientes, por supuesto, donde la construcción
aparece con sendos verbos del decir (en el primer ejemplo, el verbo dicendi por
excelencia), y se limita a continuación el complemento directo, esto es, un discurso
concreto que no es repetido, lo que da lugar a una acción télica (Ávila Figueroa,
2008: 41), con significado claramente delimitado, que permite la lectura durativa
de la semiperífrasis:
76) Con voz apagada y lentamente, la sonámbula fue diciendo: […] (Superche-
ría, 119).
77) […] y Sabelona inclina la cabeza […] con la misma credulidad ciega con
que poco después repite arrodillada los actos de fe que su ama va recitando
delante (Doña Berta, 137).
85) Cuando el canónigo, sin saber lo que hacía, se iba acercando a ella, un
caballero de elegante porte […] se acercó a la jueza […] (El diablo en Sema-
na Santa, 18).
86) Serrano se lo agradeció, y, como Pedro por su casa, se fue acercando,
entre codazos discretos, al grupo de hombres más próximo a la sonámbula
(Superchería, 107).
87) […] y mientras, inclinada y regadera en mano, iba refrescando plantas de
pimientos, y limpiando de caracoles árboles y arbustos […] (Doña Berta,
149).
88) Bien lo veía él; Rosario iba marchitándose (El Señor, 216).
89) […] se fue transformando en un pensador y en amador del arte […] (Cam-
bio de luz, 223).
90) […] fue sacando sin violencia ni simonía provecho para la hacienda […]
(Cambio de luz, 223).
91) Y parecía nada, y sin embargo, la tristeza, la soledad que iba encontrando
en el teatro […] no era causada exclusivamente por la edad que se le echaba
encima […] (El oso mayor, 275).
92) […] dijo entonces Irene, que se iba familiarizando con el terror y lo sobre-
natural (Pipá, 44).
93) -Se llama máscara –se atrevió a decir Irene, que iba tomando confianza
(Pipá, 46).
94) “Pero buena cosa es –iba pensando el gallo, mientras corría y se disponía
a volar, lo que pudiera, si el peligro arreciaba–” […] (El gallo de Sócrates,
267).
95) Poco a poco doña Berta había ido escogiendo, sin darse cuenta batas y
chales del color de las hojas muertas […] (Doña Berta, 152).
96) Poco a poco se fue acostumbrando al estrépito inofensivo (¡Adiós, Corde-
ra!, 193).
97) Poco a poco, entre dormido y despierto, con un sueño un poco teñido de
fiebre, el 36 fue transformando la tos del 32 en voz, en música, y le parecía
entender lo que decía, como se entiende vagamente o que la música dice (El
dúo de la tos, 251).
98) Pinín, después de pensarlo mucho, cuando a fuerza de ver días y días el
poste tranquilo, inofensivo, campechano, con ganas, sin duda, de aclimatarse
en la aldea y parecerse todo lo posible a un árbol seco, fue atreviéndose con
él, llevó la confianza al extremo de abrazarse al leño y trepar hasta cerca de
los alambres (¡Adiós, Cordera!, 191).
Y, por último, también la prosa clariniana ofrece ejemplos con matiz inceptivo-
continuativo, como los siguientes, en los que gracias al significado télico del verbo
en gerundio (Ávila Figueroa, 2008), parece clara la visión incoativa que alarga
la acción, tanto en pretérito perfecto simple (100-102) como en imperfecto (103,
104):
100) El canónigo viejo se fue quedando aletargado o dormido […] (El diablo
en Semana Santa, 15).
101) Como sus ratos de ocio iban siendo cada día mayores […] donde Jorge
[…] discurrió, o mejor, fue haciéndolo sin pensarlo, sin darse cuenta de ello,
tentar él mismo fortuna, dejando resbalar los dedos las teclas (Cambio de
luz, 229; en el ejemplo [165] se incluye la semiperífrasis iban siendo).
102) Ya nadie esperaba en que volviera la luz a los ojos de Arial, pero todos
fueron comprendiendo que podían seguir viviendo en aquel estado (Cambio
de luz, 233).
103) Era el volumen pequeño […] de un autor joven […] que iba cansándose
de su especialidad […] (El oso mayor, 271).
104) Y ella misma le iba haciendo la sepultura, arrojando nieve en derredor
del cuerpo inmóvil del anacoreta condenado; en vez de tierra, nieve (Viaje
redondo, 261).
El hacer se refiere, en (101), al tocar el piano, por lo que se puede asumir que
se está focalizando el principio de la acción, al entender que en lugar de llegar a
semejante decisión (discurrirlo), lo que hizo fue empezar a probar suerte llevando
directamente los dedos sobre el teclado.
En síntesis, pues, aunque en general los valores de la semiperífrasis superflua
pueden ser cursivos, bien durativos, bien iterativos; progresivos, ya sea para indicar
la acción realizada gradualmente, ya sea para añadir un matiz de dificultad en su
realización; o inceptivo-continuativos, cuando marcan como relevante el inicio del
evento denotado por el gerundio, el más frecuente es, sin duda, el segundo signifi-
cado, tal vez por ser compatible con una mayor cantidad de tiempos verbales.
106) […] y pues él sólo en rigor podía comprender lo que le pasaba, porque lo
sentía, él solo vino a ser juez y espía y director de sí mismo en tal aventura
(El Señor, 214).
Este es, precisamente, el valor más frecuente encontrado en los textos, como
en los siguientes casos en los que las acciones previas al resultado denotado por la
perífrasis no aparecen siempre de forma explícita (107) y hay cierta equivalencia
semántica con la construcción acabar + gerundio (Fernández de Castro, 1999:
329; Yllera, 1999: 3422):
107) […] siempre éste, en sus luchas frecuentes, había caído encima como don
Pedro, aunque a menudo algún Beltrán Duguescin, correligionario de Cele-
donio, venía a poner lo de arriba abajo ayudando a su señor (Pipá, 32).
108) Y al mismo tiempo que el cuadro desaparecía, llevado por los operarios,
la vista se le nublaba, a doña Berta, que perdía el sentido, se desplomaba y
venía a caer, deslizándose por la escalera, en los brazos del mozo compasivo
que la había ayudado en su ascensión penosa (Doña Berta, 181).
El hecho de que el mismo maestro añada una expresión como en definitiva pa-
rece confirmar este valor culminativo del que venimos hablando:
109) Al ver que la máscara tardaba tanto en comérsela, empezó a creer que las
máscaras no comían a la[s] niñas, y de una en otra vino a pensar, que en
definitiva la máscara era una muñeca muy grande […] (Pipá, 46).
110) […] y, en definitiva, romanos y moros vienen a representar para ambas,
como en símbolo, todo lo extraño, todo lo lejano, todo lo enemigo […]
(Doña Berta, 138).
111) Vino a decir, con voz algo ronca, que yo tenía derecho a que ella no guar-
dase el secreto de su arte por lo que se refería a nuestra aventura (Superche-
ría, 124).
112) De modo que lo que en efecto le quería decir la tos del 32 al 36 no estaba
muy lejos de ser lo mismo que el 36, delirando, venía como a adivinar […]
(El dúo de la tos, 252).
113) […] y en aquel momento volvió a cantar el colegial que subía a las nubes
con su voz de tiple (El diablo en Semana Santa, 15).
114) Cuando ya estuvo vestido de muerto volvió a acomodar sobre el rostro la
careta de papel de marquilla que él creía figuraba perfectamente las faccio-
nes de un esqueleto […] (Pipá, 38).
115) Ni el magistral volvió a pensar en la jueza, ni la jueza miró sino con agra-
decimiento de madre al caballero que se parecía al magistral, a quien había
mirado la espalda aquella noche antes de que entrase el caballero (El diablo
en Semana Santa, 19).
116) Irene, al ver tan cerca la aparición escondió la cabeza en el regazo de su
madre pero, enseguida, volvió a mirar sin acercarse a la reja, en la que ya
asomaba la máscara de Pipá su figura de calavera (Pipá, 44).
117) No se la volvió a ver en un teatro hasta que años después el hambre la echó
otra vez a los de provincias […] (La Ronca, 246).
Tal vez los ejemplos que exponemos a continuación sean más claros al expre-
sar este valor, porque en ellos la repetición de la acción denotada por el infinitivo
(palpar [124], dormir [125]) tiene lugar casi inmediatamente después a la primera
vez (tocar el cadáver [124]):
124) Tendió la mano y se atrevió a tocar el cadáver, sacó de la caja las cenizas
de un trapo con los dedos que parecían garfios, acercó el infame rostro al
muerto, volvió a palpar los restos carbonizados de la mortaja […] (Pipá, 63).
125) Despertó y vio el estrago que la cera iba haciendo en mi rostro; probó a
enderezar el gran cirio sin levantarse, pero no llegaba su brazo al candele-
ro… y bostezando, volvió a dormir pacíficamente (Mi entierro, 68).
También puede quedar muy claro el valor iterativo si el escritor zamorano aña-
de algún sintagma (ahora “esta vez” [porque ha habido otra]) que, junto con el
resto del contexto (repitió la pregunta), indica que se trata de una tercera vez de la
realización de la acción denotada por la forma no conjugada:
En los siguientes extractos, esta vez de Doña Berta, tiene lugar igualmente la
repetición de las respectivas acciones denotadas por los infinitivos:
127) […] pero pasaron semanas, hubo choques con el enemigo y él volvió a ser
temerario; mas yo no volví a decirle que me lo parecía (Doña Berta, 156).
128) Como este recuerdo le dolía mucho al pintor, por egoísmo volvió a olvi-
darse de sí mismo […] (Doña Berta, 153).
129) El hombre gordo y soez volvió a levantar los hombros […] (Doña Berta,
179).
133) […] y apenas había vuelto a pensar en ella […] (Superchería, 90).
134) […] ni a Papá-Dios ni al otro los había vuelto él a ver […] (Superchería,
94).
135) No habían vuelto a adivinarle nada (Superchería, 130).
137) No se sabe que jamás hubiera vuelto a acordarse de la tos del dúo (El dúo
de la tos, 253).
138) Abrió una ventanilla […]. Volvió a cerrar […] (Superchería, 86).
139) […] que no podía pasar allí más tiempo del necesario para volver a encon-
trar la salida (Superchería, 88).
140) Se puso de pie, pasó la mano por la frente de su hijo dormido, y volviendo
a sentarse, sonrió con dulcísima malicia […] (Superchería, 124).
Más dudoso aún puede ser el ejemplo (142), sobre el que se podría debatir
largamente desde una perspectiva filosófica y teológica, por la verdadera esencia
del concepto de resucitar, ya que se puede entender como una vuelta a la vida, una
segunda oportunidad (significado iterativo); como una manera de recuperar un
estado de cosas inicial (significado restaurativo) o, incluso, como una forma de
empezar un nuevo camino (significado incoativo):
142) Pero le decían que Papá-Dios había resucitado, vuelto a vivir, y del babbo
también podía creerse algo por el estilo […] (Superchería, 94).
Este sería, por tanto, el único ejemplo en el que cabría recoger los tres posibles
valores de la semiperífrasis superflua, iterativo, restaurativo e incoativo, teniendo
en cuenta que este último se remonta al tornar medieval y se pierde en el siglo XIV
(Yllera, 1980: 198-201; Melis, 2006: 909-912; Garachana, 2011), aunque puede
permanecer en el siglo XIX, como vemos, si se entiende así en el ejemplo, siempre
ambiguo, desde una perspectiva metafórica.
3.3.1. Ir a + infinitivo
Excepto por la ausencia de valores incoativos, la semiperífrasis fuerte ir a +
infinitivo ofrece los mismos que los ejemplos con semiperífrasis superfluas (§
3.2.1): la temporalidad futura; la intención, frustrada o no y la culminación de una
acción, semejante a la expresada por venir a + infinitivo (§§ 3.2.3, 3.3.3).
El valor de futuro inmediato parece justificar el alto grado de gramaticaliza-
ción de la estructura, cuando aparece con un verbo meteorológico (143) o en una
construcción que se puede interpretar como impersonal, por el significado uni-
versalizable que caracteriza al infinitivo evidentemente sustantivado mediante el
determinante artículo determinado masculino singular (144):
143) Ya era tarde, cerca de las cuatro, y como el tiempo era malo iba a obscu-
recerse todo muy pronto (Pipá, 23).
144) Lo que se llamaba románticamente la ingratitud, no era más que el que-
darse una cosa seca, sin pizca de jugo, y el ir a aplicar los labios a otra, sin
pensar más en la agotada (Superchería, 103).
En el siguiente ejemplo, parece que no resulta relevante que esa acción deno-
tada por el verbo no personal se haga realidad dentro del relato; lo importante es
que el personaje en cuestión así la conciba. Es lo que ocurre con Juan de Dios,
que expresa con la semiperífrasis el valor de futuro de dos acciones unidas por
una disyunción, lo que viene a implicar que no es posible que tengan lugar ambas.
Y no cabe ningún significado intencional, a nuestro juicio, porque el contexto no
permite desprender la capacidad de intención de los agentes no animados (todo y
el mundo), como sí es posible en otros casos (154-156):
152) […] y como si allí no fuera a suceder nada extraordinario […]; como si lo
que iba a pasar dentro de una hora no fuese para ella una especie de fin del
mundo, se entregó a la rutinaria marcha de sus faenas domésticas […] (Doña
Berta, 168).
154) Sin sospechar que su rostro no se veía, dábale la más espantable expresión
que podía, como si la careta fuese a tomar los mismos gestos y muecas
(Pipá, 43).
155) Cuando mis labios iban a romper el silencio para abordar la materia más
importante y más difícil […], Catalina me miró a los ojos, me adivinó otra
vez, y tuvo miedo (Superchería, 124).
156) Ella sabía cuánto iba a dar por él, tiempo atrás, el Estado (Doña Berta,
184).
En el primero, son los labios los que tienen la intención frustrada de romper el
silencio; en el segundo aparece claramente el Estado como ente inanimado capaz
no solo de llevar a cabo la acción denotada por el infinitivo en un futuro próximo,
sino además de hacerlo por propia convicción y, por tanto, a propósito.
Parece que, finalmente, el valor culminativo también consta en algún caso de
las semiperífrasis fuertes:
3.3.2. Ir + gerundio
Como semiperífrasis fuerte, esta construcción va a aparecer en los ejemplos de
Clarín con los mismos valores que como semiperífrasis superflua (§ 3.2.2), esto es,
incoativos, progresivos e inceptivo-continuativos, con dos diferencias: la conocida
que afecta al significado del agente, que será [-animado]; y la posibilidad de apor-
tar un significado descriptivo, típico del lenguaje literario.
En efecto, aparece con valor cursivo en los siguientes ejemplos, tanto con matiz
durativo (158), como con matiz iterativo (159):
158) […] porque iba entrando ya Don Fernando, como llamaba la madre al
sueño […] (Pipá, 53).
159) Pero las obras del insigne crítico de estética pictórica, de historia artística,
fueron tomando otro rumbo […] (Cambio de luz, 233).
Así, consideramos este último ejemplo iterativo porque entendemos que cada
una de las obras toma otro rumbo, lo que viene a significar la repetición distributi-
va de la acción denotada por la forma no personal, mostrando así un valor cercano
al significado de andar + gerundio (Gómez Torrego, 1988: 151; RAE, 2009: §§
28.14a-28.14h) que impida, en cierto modo, que este aparezca con excesiva fre-
cuencia a lo largo de la historia del idioma. En nuestro ejemplo, en cualquier caso,
dicho posible significado distributivo no implica que ir + gerundio carezca por
completo del valor progresivo que focaliza la evolución de la acción, o del valor
inceptivo-continuativo que focaliza el inicio.
También puede darse, como dijimos, con significado progresivo. En ocasiones
aparece de forma explícita un sintagma como poco a poco que parece demostrar el
significado de progresión, tanto con el verbo ir en pretérito perfecto simple (160)
como en imperfecto (161):
160) Roto el silencio, la conversación fue animándose poco a poco […] (Pipá,
49).
161) El aguardiente le repugnaba al principio, pero era preciso hacerse a las
armas; poco a poco le iba gustando de veras y cuando le iba quemando las
entrañas, era en Pipá este vicio el único verdadero (Pipá, 58).
162) Despertó y vio el estrago que la cera iba haciendo en mi rostro […] (Mi
entierro, 68).
163) Miraba a veces hacia el suelo y veía a la llama de los carbones encendidos
que iba vomitando la locomotora, como huellas del diablo […] (Superche-
ría, 81).
164) […] el alma de su hijo, que […] iba creciendo lozana, sin mancha, purísi-
ma, lejos de todo mal contacto […] (El Señor, 203).
165) Como sus ratos de ocio iban siendo cada día mayores […] (Cambio de luz,
229; el resto del fragmento se encuentra en el ejemplo [101]).
166) Los trabajos iban teniendo menos color y más alma (Cambio de luz, 233).
167) […] y se figuraba que la hora, sonando con aquella solemnidad, era como
la firma de los pagarés que iba presentando a la vida su acreedor, la muerte
(El dúo de la tos, 249).
168) Para el hijo, el argumento poético de la fe se iba alejando como una música
guerrera que pasa […] (Viaje redondo, 259).
169) Pasaba la vida, y como en una miopía racional, el espíritu iba sintiéndose
separado por nieblas […] (Viaje redondo, 260).
170) Un doloroso poder de intuición demoledora y de análisis agudo, como una
fiebre nerviosa, iba minando los tejidos más íntimos de la conciencia unita-
ria […] (Viaje redondo, 260-261).
171) Todo se iba aclarando al confundirse (Viaje redondo, 261).
172) […] le placía ver de qué grotesca manera el telégrafo y la prensa van des-
haciendo el sentido de estas palabras […] (El oso mayor, 272).
173) “Parece que hay dos almas –se decía a veces–; una que se va secando con
el cuerpo, y es la que imagina […]” (Doña Berta, 163).
174) […] las demás estrellas se fueron borrando, todo se convirtió, cielo, tierra,
y hasta el coche de primera en que iba, en un círculo de negras tinieblas alre-
dedor del astro luminoso; la estrella voladera, ahora quieta, fue enrojecien-
do; después se turbó su luz, palideció y desapareció también (Superchería,
84).
175) La pasión mística del niño hermoso de alma y cuerpo fue convirtiéndose
en cosa seria […] (El Señor, 206).
176) Como fue agravándose el mal, el mismo don Jorge tomó en serio la enfer-
medad […] (Cambio de luz, 227).
177) La esperanza se fue desvaneciendo con el agudo padecer el infortunio
todavía nuevo (Cambio de luz, 233).
178) […] pudo en tal lenitivo la convicción que fueron adquiriendo aquellos
pedazos del alma del enfermo de que éste había descubierto […] mundos
interiores […] (Cambio de luz, 233).
179) Pero tanto siglos de siglos […] fueron pasando, que al fin […] Servando…
se puso a reparar en el mujerío que tenía enfrente (El oso mayor, 278).
182) […] hizo mil movimientos para entretener el ansia de no sabía qué, que le
iba entrando por el corazón y los sentidos […] (El diablo en Semana Santa,
15).
183) Era aquella voz de una pasta muy suave […] iba adquiriendo graciosas
curvas […] (El diablo en Semana Santa, 15).
184) Lo peor era que el miedo de un mal, tal vez remoto, tal vez incierto, pero
terrible si llegaba, también les iba invadiendo a ellos […] (Cambio de luz,
226).
185) Mira el diablo a los ángeles con desprecio, y volviendo enseguida los ojos
a la tierra, que a sus pies se iba deslizando como el agua de un arroyo, dejó
que pasara el Mediterráneo […] (El diablo en Semana Santa, 11).
186) Amanecía, y la nieve que caía a montones, con su silencio felino que tiene
el aire traidor del andar del gato, iba echando, capa sobre capa, por toda la
anchura de la Puerta del Sol, paletadas de armiño, que ya habían borrado
desde horas atrás las huellas de los transeúntes trasnochadores (Doña Berta,
171).
187) Pipá recordaba también que estas creencias que había admitido en un prin-
cipio sin suficiente examen, se habían ido desvaneciendo con las contrarie-
dades del mundo […] (Pipá, 35).
188) […] en cuanto al babbo mismo, poco a poco su imagen se había ido
borrando de la memoria del niño […] (Superchería, 94).
189) Él nunca refería suceso alguno tal como había pasado, sino tal como se le
iba ocurriendo que a él le gustaría más que hubiera sido (Superchería, 105).
190) […] daba por maravilloso producto los contornos de una mujer, que no
acababan de modelarse con precisa forma, pero que, semejando todo lo cur-
vilíneo de Venus, no paraban en ser nada, sino que lo iban siendo todo por
momentos (El diablo en Semana Santa, 16).
191) Vivir es ir muriendo todos los días, dicen muchos poetas, sin recordar que
ya lo había dicho Séneca (El oso mayor, 278).
192) Para él, las dudas y los dolores de cabeza y estómago, y aun de vientre, ya
venían a ser una misma cosa […] (Superchería, 78).
193) También contó su historia, que venía a ser una serie de ensueños y otra
serie de cuadros (Doña Berta, 153).
194) El universo para Juan venía a ser como un gran nido que flotaba en infini-
tivos espacios […] (El Señor, 204).
195) En el teatro y ante el mundo entero, menos ante su marido, a solas, tenía
un defecto que venía a hacer de ella una lisiada del arte, una sacerdotisa
irregular de Talía (La Ronca, 239).
Con otros verbos auxiliados, cabe entender el conjunto al completo como cul-
men de una larga serie de acciones previas, a veces con un leve matiz de actividad
lograda no sin esfuerzo (196):
Como casos especiales del mismo valor, nos han resultado interesantes los
siguientes ejemplos, en los que, tal vez por el significado del verbo léxicamente
pleno, da la sensación de que nuestro autor pretende expresar el final de una acción
que ocurre de forma confusa, sin orden ni límites claros, dentro del contexto
literario, naturalmente, en que tiene lugar el producto lingüístico:
198) Cuando la luz del día vino a mezclarse, entrando por las rendijas, con la
luz amarillenta de las hachas, despertó Perico […] (Mi entierro, 68).
199) […] las ideas de muerte, de cielo y de infierno, de cementerio y de vida
subterránea en el ataúd, venían a mezclarse por relaciones extrañas y sutiles
que encontraba en su imaginación […] (Superchería, 95).
200) El capitán se dejó vencer […]; cayó, sin poder remediarlo, a los pies de
Berta, en cuanto la ocasión de verla sola vino a tentarle. Y ella, que no enten-
día palabra de aquellas cosas, se echó a llorar; y cuando un beso loco vino a
quemarle los labios y el alma, no pudo protestar sino llorando, llorando de
amor y miedo, todo mezclado y confuso (Doña Berta, 143).
201) […] es éste, señora, lo que yo vi aquel día en aquel hombre que desapare-
ció entre el humo, la sangre y el pánico, que después vino a oscurecerlo todo
(Doña Berta, 157).
Todo ello muestra, pues, que sin duda hay alguna relación entre los dos valores
de la semiperífrasis (§ 3.2.3). Probablemente, el hecho de que sea más frecuente
con sujetos inanimados el significado aproximativo que el culminativo indique que
aquel ha podido operar, directamente, cuando la construcción aparecía en ejemplos
con un alto grado de gramaticalización o, dicho en otras palabras, cuando el sig-
nificado culminativo ha quedado perfectamente plasmado en el uso lingüístico de
la construcción.
202) […] también sintió, al dormirse, que volvía a pararse el tren (Superchería,
87).
El significado iterativo consta en estos fragmentos, en los que hay tanto atribu-
ciones (203), como desplazamientos (204, 205) y modificaciones (206-208):
203) Cuando el monótono cántico de los clérigos cesaba, tras breve pausa, los
violines volvían a quejarse, acompañando a las niñas de coro, tiples y con-
traltos, que parecían llegar a las nubes con los ayes del Miserere (El diablo
en Semana Santa, 13-14).
204) Lo que aún no le habían dicho aquellos ojos que habían vuelto a cerrarse
sin reparar en él, se lo decía aquella voz […] (Superchería, 112).
205) El amor muerto, como un aparecido, volvió a pasar por aquel corazón
arrugado, yerto, como una brisa perfumada en los jardines, que besa después
los mármoles de los sepulcros (Doña Berta, 158).
206) El sueño volvió a invadirle como las sombras de la noche (Superchería,
87).
207) Pero a la segunda vez que por casualidad su mirada volvió a encontrarse
con la de Rosario […] Juan tuvo miedo a la intensidad de sus emociones […]
(El Señor, 213).
208) […] volvían, con más fuerza que en la edad de los estudios académicos,
las teorías idealistas a poner en duda, a desvanecer también con más fuerza
que nunca la peor de las angustias metafísicas, la inseguridad del criterio, la
desconfianza de la razón, dintel acaso de la locura (Viaje redondo, 260).
211) Sería por chiste; pero en fin, al grano. Vamos a ver, y si tu amo se ha muer-
to, ¿quién soy yo? (Mi entierro, 66)
212) Él llevaría a doña Berta hasta la misma estación, la más próxima a Zaornín,
facturaría el equipaje, la metería a ella en un coche de segunda (no había
querido doña Berta primera, por ahorrar) y vamos andando (Doña Berta,
168).
4. CONCLUSIONES
El objetivo principal del artículo consistía en conocer con mayor profundidad
cinco de las perífrasis verbales con verbos de movimiento ({ir a / venir a} + infi-
nitivo, {ir / venir} + gerundio y volver a + infinitivo), en el español de finales del
siglo XIX. El corpus seleccionado ha sido, como se sabe, trece de los cuentos es-
critos por el ilustre zamorano Leopoldo Alas “Clarín”, cuya cantidad de ejemplos
ha sido lo suficientemente abarcable como para que este texto sea, además de un
análisis lingüístico, un corpus textual per se.
En la siguiente tabla intentamos sintetizar la cantidad de perífrasis por grupo,
de donde se desprenden varios hechos. En primer lugar, el grupo más numeroso es
el de las semiperífrasis superfluas, lo que desde una perspectiva evolutiva signifi-
ca que el nivel de gramaticalización de las construcciones está aún comenzando,
mientras que desde la perspectiva adoptada aquí significa que esa es probablemen-
te la naturaleza de la esencia misma de la categoría de la perífrasis verbal.
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Pipá 1 - 1 - - 7 2 2 4 3 4 - - - - - - 25
Mi entierro 2 - 1 1 - 1 2 - 1 2 1 1 1 - - - - 13
Superchería 8 2 - - - 8 6 2 14 3 4 4 3 - - - - 54
Doña Berta 5 1 1 - 7 11 4 2 4 6 2 3 1 - - - - 47
¡Adiós, Cordera! - - - - - 1 2 - 1 - - - - - - - - 4
El Señor 1 - - - - 1 4 1 1 1 2 1 1 - - - - 13
Cambio de luz - - - - - 2 4 - - - 8 - - - - - - 14
La Ronca 1 - - - - 2 - - 1 - 1 1 - - - - - 6
DE MOVIMIENTO EN TRECE DE LOS CUENTOS DE LEOPOLDO ALAS
El dúo de la tos - 1 - - - 1 1 1 1 - 1 - 1 - - - - 7
IR, VENIR, VOLVER… CLARÍN: CINCO PERÍFRASIS VERBALES CON VERBOS
Viaje redondo - - 1 - - - 1 - 1 - 4 - 1 - - - - 8
El gallo de
- - - - - 2 1 - - - - - - - - - - 3
Sócrates
El oso mayor - - - - - - 2 - - - 3 - - - - - - 5