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RESUMEN DEL LIBRO

EL LUGAR MÁS BONITO DEL MUNDO


AUTOR: ANN CAMERON

Me llamo Juan y vivo en las montañas de Guatemala. Hay enormes


volcanes cerca de mi pueblo, que se llama San Pablo y que está rodeado
de montes escarpados. En las empinadas laderas hay campos muy verdes:
son las plantaciones de maíz, ajos y cebollas.

En los valles, los frutos rojos de los cafetales maduran a la sombra de


grades árboles. Hay muchas flores en mi pueblo y muchas aves: águilas,
oropéndolas, búhos, picaflores y bandadas de loros que se lanzan desde
los árboles para robar
nuestro maíz, parloteando
en esa lengua suya que solo
ellos entienden.

San Pablo está al borde de


un gran lago y otros siete
pueblos en sus orillas… la
gente va de un pueblo a
otro en lanchas de motor o
en canoa.

Nunca he ido a otros pueblos, siempre he estado en San Pablo. En las


noches me gusta salir a la orilla del lago y ver las luces de las lanchas que
se reflejan en las aguas oscuras.
Como no hay muchos coches, si alguien quiere algo tiene que cargar con
ello por muy pesado que sea. Cuando llega la tarde la gente deja de
acarrear cosas. Todo el mundo anda por las calles en el centro de las calles
y si un coche llega cuando alguien está hablando de algo interesante o
contando una historia, el coche tiene que esperar… aquí las historias con
importantes los coches no…

Junto a la playa hay algo en verdad muy bonito es una casa de un solo
piso, pero muy grande. Allí nací yo. Bueno yo nací en la casita que hay
detrás de la casa grande, mi padre era el guardia de la casa. Después de
nacer yo mi papá quería salir en las noches con sus amigos, igual que
hacia cuando aún no estaba casado, y mi madre le decía que no tenía
suficiente dinero para eso, así que se pelearon y mi papá se fue y nunca
volvió; yo me acuerdo más de los pavo reales de la casa donde vivíamos
que de él.

Entonces mi mamá tuvo que irse de la casa grande.

El abuelo se murió hace ya mucho tiempo, por


suerte la abuela no es pobre, tiene una cas hecha
de bloques de cemento, las ventanas no tiene
cristales pero tiene puertecitas de madera. En la
casa viven muchos familiares. Bajo su cama la
abuela guarda unos documentos que dicen que la
casa es suya y que nadie puede quitársela, lo sabe
porque alguien de su confianza le leyó el papel.

Mi abuela vende arroz con leche en el mercado y


eso lo ha hecho casi todos los días de su vida desde
que tenía casi trece años. Así que mi madre y yo
vivimos junto con la abuela y en las tardes salíamos
a dar un paseo por el pueblo.

Una noche nos encontramos a un hombre que le


sonrió a mi madre y dijo: -¡qué guapo esta tu
muchacho! Se parece mucho a ti. Al poco tiempo,
cada vez que salíamos de paseo no los
encontrábamos, hasta que empezó a salir solo con
mi mamá. Y de repente un día me dijo que se iba a
casar con él y que no me podía llevar con él, porque él quería su propia
familia. Así que se llevaron mi cama cuando la abuela no estaba y mi
mamá me dijo: -tú quédate ahí Juan-

Cuando llegó la abuela me dijo muy seria: -así


que ya no tienes cama- y yo me eché a llorar, ya
es bastante malo no tener padre ni madre,
pero no tener siquiera un sitio donde dormir es
todavía peor. Cuando termine de llorar le dije a
la abuela que me dejara dormir con ella pero
me dijo: - no los niños dan patadas- así que
buscó uno costales de azúcar y me los tendió
junto a su cama, creo que ella se había dado
cuenta de lo triste que yo me sentía.

El portón de la casa de la abuela es muy alto y los únicos que tienen llave
son los tíos y ella y nadie puede entrar después de las ocho de la noche.
Un día salí a caminar y se me hizo tarde, no sabía qué hacer y solo se me
ocurrió ir a ver a mi mamá a la casa donde vivía con su nuevo esposo,
cuando toqué la puerta y me abrió me dijo: -¿qué haces aquí? Y
comprendió que me había quedado fuera de la casa de la abuela, así que
me sentó y me dijo: -no puedes estar aquí-

Yo esta temblando… a veces no solo se tiembla


de frio…Me tendió un tapete debajo del catre
en que ella dormía con su esposo y me quedé
sin moverme toda la noche ahí. Al otro día
entendí que tenía que no tenía que volver por
allí, pero la abuela regresó al otro día conmigo
y les dijo que me
consiguieran una cama
que era lo menos que
podían hacer por mí.

Mi madre tuvo un hijo y cuando lo vi me dieron


ganas de patearlo duro, pero entendí que no
podía que él no tenía la culpa de lo que yo sentía.
Bueno de todas maneras mi vida no era tan dura, jugaba al fut bol en la
calle con mis primos y los otros chicos de la vecindad, y aprendí a vender
arroz con leche en el mercado con mi abuela.

Un día la abuela me dijo que tenía que aprender a trabajar, así que me
compró un equipo de limpiabotas y un banquito para que se sentaran los
clientes y me enseñó a lustrar zapatos. Y me instalo frente a la oficina de
turismo. Los primeros días la abuela me vigilaba, a los dos primeros
clientes le lustre los zapatos muy bien pero el tercer cliente, me quedaron
poco menos bien.

-bueno no importa- dijo el cliente – está bien así.


Pero mi abuela dijo: - no, no está bien, tiene que hacer su trabajo bien
cada vez y todas las veces.

Así que lustre los zapatos hasta dejarlos perfectos. Lustre muchos zapatos
hasta que me ganaba un dólar diario, la mitad de lo que ganaba un
hombre, así que todo se lo daba a mi abuela y ella me daba a mí un
céntimo de lo que ganaba.

Cuando no tenía clientes, lo que hacía era ver a los


chicos que iban a la escuela, yo quería aprender a
leer y escribir, pero tenía miedo de decirle a mi
abuela que me gustaría ir a la escuela. Cuando los
clientes llegaban les pedía que me dijeran las letras
de los anuncio y pronto aprendí a leer: COCA COLA,
BANCO DE GUATEMALA, OFICINA DE TURISMO.
Hasta lo que estaba escrito debajo de la foto de San
Pablo. Y cuando se me acabaron los carteles de los
alrededores, alguien me dio un periódico y corté
una página que siempre llevaba en el bolsillo del
pantalón.

A veces pensaba que la abuela no me quería por eso no me mandaba a la


escuela, así que le pregunté por qué no iba a la escuela. Y me dijo: - ¿pues
cuántos años tiene? Le dije que seis. Al otro día me dijo: -levántate y
vamos a la escuela. Ese día no me puse mi ropa de trabajo, sino que me
puse otra más limpia.
La maestra de la escuela dijo que no me podía
aceptar por que el curso ya había empezado y yo
tendía tres meses de retraso. Pero la abuela de
quedo parada allí, como si pareciera que no
escuchaba a la maestra y le dijo: -mi nieto quiere
venir a la escuela- y me quedé. Pasaron unas
semanas y de la escuela le mandaron una carta a
mi abuela, la cual no me dejó leer por que según
ella no podemos leer algo que habla de nosotros,
así que se la leyó mi tía Tina.

La nota decía que los maestros querían si mi abuela estaba de acuerdo,


pasarme a segundo grado, que nunca habían tenido un alumno que
aprendiera a escribir y leer solo. Cuando mi tía dejó de leer me miro
como su antes no me hubiera visto bien en su vida. Entonces yo temí de
fallar a los maestro y a la abuela pensando que siempre esperarían mas de
mí y yo no podría dárselos.

Entonces la abuela me abrazo y su puso su


mejor rebozo y me dijo: - ven vamos a dar
un paseo. Ella caminaba como siempre,
más alta y más derecha que nadie. Y yo con
mi brazo alrededor su cintura. Fuimos a la
oficina de turismo y allí nos paramos frente a
la foto de San Pablo. Mi abuela miró lo que
estaba debajo de la fotografía, luego lo
tocó con su mano y me dijo: -¿Qué pone
aquí? Y se lo leí – el lugar más bonito del
mundo- la abuela pareció sorprenderse. Y yo empecé a pensar si el lugar
más bonito del mundo era San Pablo, no estaba seguro. Así que le
pregunté a la abuela:

-abuela, ¿lo es? ¿Es San Pablo el lugar más


bonito del mundo? La abuela me miró
pensativa y me dijo: - el lugar más bonito
puede ser cualquiera en que puedas llevar la cabeza en alto y en el que
te puedas mostrar orgulloso de ti mismo.

-si- dije.

Pero me quede pensando que allí, donde hay alguien a quien se quiere
muchísimo y donde hay alguien que nos quiere de veras, ése si es el
lugar más bonito del mundo.

FIN

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