10º Te lo suplico por tu gozo y tu gloria, cuando
1º Te lo pido por la bondad divina que obligó al
DEVOCIÓN DE LOS 30 DÍAS A SAN JOSÉ
Para obtener una gracia extraordinaria
¡Oh, amabilísimo San José! Desde el abismo
mi pequeñez y miseria, mi alma te contempla
con emoción y alegría en tu trono del Cielo,
como gloria y gozo de los bienaventurados,
pero también como Padre de los huérfanos
en la tierra, Consolador de los tristes, Amparo
de los desvalidos, Auxilio de los ángeles y
santos, ante el trono de Dios, de Jesús y de
tu Santa Esposa.
Por eso, yo, pobre, desvalido, triste y
necesitado, dirijo a Ti hoy y siempre mis
lágrimas y penas, mis ruegos y clamores del
alma, mis arrepentimientos y mis
esperanzas. Especialmente, traigo ante tu
altar e imagen una pena para que consueles,
un mal para que remedies, una desgracia
para que la impidas, una necesidad para que
la socorras, una gracia para que la obtengas
para mis seres queridos y para mí.
Para conmoverte y obligarte a oírme y
conseguírmela, te la pediré y demandaré
durante treinta días continuos, en reverencia
a los treinta años que viviste en la tierra con
Jesús y María. Te la pediré urgente y
confiadamente, invocando todos los títulos
que tienes, para que te compadezcas de mí,
por todos los motivos que tengo, para
esperar que no demores en oír mi petición y
remediar mi necesidad, siendo tan cierta mi
fe en tu bondad y poder que, al sentirla, te
sentirás también obligado a obtener y darme
más aún de lo que te pido y deseo.
contemplaste la Resurrección de Jesús, Su
Verbo Eterno encarnarse y nacer en la pobre
naturaleza humana, como Hijo de Dios, Dios
hombre y Dios del hombre.
2º Te lo suplico por tu ansiedad inmensa al
sentirte obligado a abandonar a tu Santa
Esposa.
3º Te lo ruego por tu dolorida resignación al
buscar un establo y un pesebre para palacio y
cuna de Dios, nacido entre los hombres.
4º Te lo imploro por la dolorosa y humillante
Circuncisión de tu Jesús, y por el Santo,
Glorioso y Dulcísimo Nombre que le impusiste
por orden del Eterno Padre.
5º Te lo demando por tu sobresalto al oír del
ángel la muerte decretada contra el Hijo de
Dios. Por tu obediente huida a Egipto, por las
penalidades y peligros del camino, por la
pobreza extrema del destierro y por tus
ansiedades al volver de Egipto a Nazareth.
6º Te lo pido por tu aflicción de tres días al
perder a tu Hijo y por tu consolación al
encontrarle en el templo; por compartir con una
felicidad inefable los treinta años que viviste
junto a María y Jesús en Nazareth, ambos
sujetos a tu autoridad y providencia.
7º Te lo ruego y espero por el heroico sacrificio
con que ofreciste al Dios Eterno a Jesús como
víctima para la cruz y la muerte por nuestros
pecados y para nuestra redención.
8º Te lo demando por la dolorosa previsión que
te hacía contemplar todos los días aquellas
manos infantiles, taladradas después en la cruz
por agudos clavos; aquella cabeza que se
reclinaba dulcísima sobre tu pecho, coronada
de espinas; aquel cuerpo divino que
estrechabas contra tu corazón, desnudo,
ensangrentado y extendido sobre los brazos de
la cruz, aquel último momento en que le veías
expirar y morir.
9º Te lo pido por tu dulce tránsito de esta vida
en los brazos de Jesús y María y por tu entrada
en la eternidad de los Justos y al fin en el cielo.
Ascensión y entrada en los Cielos y por su
trono de Rey inmortal de los siglos.
11º Te lo demando por tu dicha inefable cuando
viste a María, tu Santísima Esposa, ser llevada
por los ángeles en su Asunción al Cielo,
coronada por el Eterno y entronizada en un
trono junto al tuyo.
12º Te lo pido, ruego y espero confiadamente
por tus trabajos, penalidades y sacrificios en la
tierra; por tus triunfos, gloria y feliz
bienaventuranza en el Cielo, con tu Hijo Jesús
y tu Santa Esposa, la Virgen María.
¡Oh, mi buen patriarca San José! Inspirado en
las enseñanzas de la Iglesia Santa y de sus
doctores y teólogos, en el sentido universal del
Pueblo Cristiano, siento en mí una fuerza
misteriosa, que me alienta a pedirte, suplicarte
y esperar me obtengas de Dios la grande y
extraordinaria gracia que voy a poner ante tu
imagen y ante tu trono de bondad y poder en el
Cielo.
(Aquí, elevando el corazón, se le pedirá al
Santo Patriarca, con amorosa confianza, la
gracia que se necesita)
Te suplico, me obtengas también para los míos
y los que me han pedido ruegue por ellos, todo
cuanto desean y les es conveniente.
San José, ruega por nosotros para que seamos
dignos de alcanzar las promesas de Nuestro
Señor Jesucristo.
ORACIÓN: Oh Dios, que con inefable
providencia te dignaste escoger al
bienaventurado José por esposo de tu Madre
Santísima, concédenos que, dado que le
veneramos como Protector de la tierra,
merezcamos tenerle como intercesor en los
cielos. Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén.