Una evaluación en perspectiva de la anterior propuesta nos conduce a establecer, de
manera cualitativa, los aspectos formativos más relevantes que se evidenciaron a través de las distintas actividades realizadas por los estudiantes y que tuve la oportunidad de orientar como su maestra. Pues bien, se puede considerar la importancia de configurar una escuela dialógica a partir del tejido de las memorias de las víctimas de la violencia política del país, de los distintos actores que se movilizan para agenciar cambios y las vivencias de los estudiantes, lo cual permitió igualmente, el fortalecimiento de la escuela como un territorio de reivindicación de la paz y la convivencia armónica en medio de la diferencia. Se trató entonces de cimentar escenarios de formación dialógicos, donde las experiencias de los estudiantes fueron nombradas y reconocidas como constitutivas de subjetividades ético-políticas que expresaron formas de ver y nombrar el mundo y la realidad, como es el caso del contexto de violencia política que continuamente se vive en el país. De igual manera, es relevante estimar la capacidad de una pedagogía de la memoria como fundamento del acto educativo sustentado en la responsabilidad ético-política que asumen docentes y estudiantes para resignificar y reescribir nuestro pasado violento a través de la memoria y el recuerdo de las víctimas y, de esta manera, establecer la verdad, exigir justicia y permitir la reconciliación de los vínculos sociales en el país. Una pedagogía de la memoria entendida como un acontecimiento ético-político donde se llevan a cabo procesos de enseñanza/aprendizaje que fortalecen una formación de la compasión, es decir, donde el “yo” se constituye en respuesta al sufrimiento del “otro”. Se pudo ilustrar, de igual manera, cómo los estudiantes son conscientes del deseo de un cambio de rumbo que les permita vivir y habitar un territorio escolar de reconciliación, solidaridad y convivencia pacífica. En igual sentido, la propuesta se constituyó en un llamado artístico de la memoria permitiendo que el ámbito escolar, tanto virtual como presencial, adoptara formas de lenguaje que implicaron directamente las subjetividades de los estudiantes en una respuesta ético-política en favor de la vida y la dignidad humana. Sus sensibilidades, emociones, sentires fueron plasmados en lenguajes artísticos que dieron cabida a un estilo de performance de la memoria y de expresión por sus sueños y deseos de vivir en un mundo mejor, menos anguloso, más justo, más igualitario, en fin, más humano. La literatura, la fotografía, el teatro, el performance, la pintura, el grafiti, las cartas, entre otras manifestaciones artísticas, se constituyen en evidencia de una experiencia de formación sustentada sobre las bases de una pedagogía de la memoria que posibilita la puesta en escena de formas de expresión de las subjetividades de los estudiantes con respecto a la historia reciente del país y a la memoria de las víctimas del conflicto, como también, con relación a sus sueños, deseos y anhelos de vivir en un país en paz y con justicia social. ESTO FUE LO QUE AGREGUÉ POR FAVOR LEER Y CORREGIR LO QUE ESTÉ MAL En el escenario escolar las experiencias permiten que, tanto estudiantes como maestros, nos cuestionemos respecto a lo que vivimos y hacemos a diario, para que a partir de esto resignifiquemos nuestros procesos de formación. Lo sucedido en la pandemia, así como las problemáticas políticas y sociales ocurridas en Colombia entre los años 2020 y 2021 me llevaron muchas veces como maestra a situaciones límite, en las que me cuestionaba ¿qué sentido tenía trabajar virtualmente, como lo veníamos haciendo, cuando en la realidad cotidiana de los hogares mis estudiantes y sus familias estaban luchando por sobrevivir? y durante el paro del 2021 pensaba ¿de qué me sirve trabajar por un plan de estudios, una flexibilización curricular o una guía de estudio cuando en la calles diferentes sectores sociales y, especialmente los jóvenes, se movilizaban por tener las mismas oportunidades, una buena educación, un trabajo digno, una paz duradera, la posibilidad de tener sueños, de aprovechar todas sus potencialidades y ponerlas al servicio de su propio país? Muchas veces me cuestioné acerca de cómo se estarían sintiendo mis estudiantes, cómo vivían esos momentos de incertidumbre, lo difícil que fue no estar con ellos de manera presencial para acompañarnos, dialogar y darnos algo de apoyo. También por eso surgió la propuesta, como una manera de lograr acercarnos en la distancia y entender lo que estábamos viviendo, para que en la medida en que lo hablábamos, lo analizábamos y lo representábamos le diéramos un sentido. Mis estudiantes y yo sabíamos que las personas marchando en las calles pidiendo cambios, de una u otra forma, los representaban a ellos como jóvenes y que yo también había estado muchas veces en esa misma situación: buscando cambios, marchando por oportunidades, por una educación y trabajo dignos, por la esperanza de cambiar las realidades injustas de este país. Es así como en palabras de Currea Triana (2021) busqué, de una forma u otra, constituirme en
El docente como ejemplo, que enseña desde su práctica y reconoce a todos
aquellos con los que coexiste y cohabita el mundo. Docente que da la voz y comparte la suya, profesor que se expone a sus estudiantes y como hilo conductor de su práctica pedagógica tiene en cuenta su vida. Todos aquellos que le enseñaron muchas cosas que lo motivaron, vivencias que impactaron su ser; al fin de cuentas, todo aquello que lo formó y que, si se emplea de manera correcta y responsable, puede formar a otros. (p. 55).
En esta experiencia de formación traté de ponerme en la situación de mis estudiantes y
de los jóvenes que buscaron hacerse escuchar, posicionarse como sujetos políticos que no deben ser vistos como un problema para la sociedad, sino por el contrario, como agentes portadores de cambios, como aquellos que siempre nos recuerdan que debemos luchar por un país mejor, que la paz debe ser el compromiso de todos, que la igualdad, una mejor educación, un trabajo y una vida digna deben ser garantías a las cuales todos podamos acceder sin importar nuestro origen, opinión política, género, orientación sexual, raza o etnia. También que es en la vivencia de una pedagogía de la memoria y en una enseñanza distinta de la historia reciente de nuestro país como podemos formarnos ética y políticamente para transformar nuestra realidad, esperando de esta manera que algún día logremos convivir todos en paz.