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Consejería pastoral

Nombre: Yader Mardoni Castillo Rodríguez


Profesora: Madlyn West
Año: IV
Fecha: 09-10-20
Tema: El suicidio
EL SUICIDIO
Introducción
El problema del suicidio y los intentos suicidas suele presentarse al orientador profesional. La gravedad del
problema varía desde la amenaza de matarse para atraer la atención, hasta el intento suicida cuasi
consumado. Ya sea que la persona se limite a la amenaza o la ponga por obra, ello es indicio de trastorno
emocional.
Con frecuencia se dice que quien amenaza suicidarse no cumplirá su amenaza. Pero eso no es cierto. Se ha
observado que alrededor del 75% de quienes se suicidan dan advertencia definida de lo que se proponen.
Algunos de los que hablan de suicidarse no se proponen de veras acabar con su vida, pero no hay que
desentenderse de sus amenazas. La realidad del trastorno emocional no depende de que la persona en
verdad intente matarse. Diga lo que diga, necesita ayuda.
I. Definiciones básicas
Intento suicida: intención de quitarse la vida, de terminar con su propia vida, de morir.
Pensamientos o ideas suicidas: tener pensamientos de quitarse la vida. Estos pueden ser vagos y no
persistentes.
Plan suicida: alguien que ha hecho un plan concreto para quitarse la vida.
II. influencia del abuso sexual infantil en los casos de suicidio.
Abuso sexual en la infancia: una realidad silenciada.
En contra de lo que se cree, los abusos sexuales a menores más frecuentes son cometidos dentro del
núcleo familiar y por una persona con la que el niño o niña tiene una relación afectiva y de confianza.
Los estudios también nos revelan que en un porcentaje elevado de casos los abusos se realizan dentro de
un contexto de juego, del que el adulto se sirve para que los menores participen sin ser conscientes de las
implicaciones de dichas conductas y es por ello, que en muchos casos estas conductas pasan
desapercibidas para el resto de los familiares, que desconocen los hechos.
Si bien se considera que en torno a un 30% de las víctimas de abusos sexuales no presenta sintomatología
asociada, el resto de las víctimas suele presentar una serie de problemas tanto a corto como a largo plazo
entre los que se encuentran ansiedad, depresión, baja autoestima, sentimientos de culpa, estigmatización,
problemas de atención y concentración, problemas para relacionarse, trastornos del sueño, conducta
sexual desinhibida, ideas suicidas e intentos de suicidio, entre otros síntomas, que en el transcurso del
tiempo y si persisten pueden agravarse hasta la aparición de trastornos depresivos y bipolares, trastornos
por estrés postraumático, trastornos límite de la personalidad y conductas autodestructivas
Una de las consecuencias más graves dada la intencionalidad de acabar con la propia vida, es el suicidio. En
torno al 50% de los hombres abusados sexualmente y el 67% de las mujeres tienen o han tenido ideación
suicida y de ellos un porcentaje considerable ha intentado acabar con su vida (11% de las mujeres y 4% de
los hombres).
Otro estudio revela, que los malos tratos, sin distinción de categoría, en la infancia se asocian al suicidio en
adultos en una tasa del 5,53% y que la gravedad del maltrato podía incluso influir en el inicio y frecuencia
de estas tentativas, pareciendo existir una correlación entre las tentativas e intentos de suicidio y el tiempo
transcurrido desde que ocurrieron los abusos, ya que estas conductas aparecían en torno a los 2 años
después de haberlos sufrido.
III. Estadísticas nacionales
En el período 1997 al 2012 fallecieron 5,673 personas por Lesiones autoinflingidos intencionalmente;
siendo el 2010 el año con mayor número de decesos.
Proporcionalmente, de cada 100 defunciones totales registradas en el país, 2 son por lesiones auto
infligidas intencionalmente. Cabe señalar que de cada 10 defunciones por suicidios, 8 son del ámbito
urbano y 2 del rural. El 64% de los suicidios en el país, se concentran en cinco SILAIS, siendo estos:

 26% en Managua, 93.5% con residencia urbana, 77.1% masculino.


 13% en Matagalpa, 78.4% con residencia urbana, 74.2% masculino.
 11% en Chinandega, 8.4% con residencia urbana, 67.7% masculino.
 8% en León, 79.4% con residencia urbana, 72.2% masculino.
 6% en Jinotega, 74.2% con residencia urbana, 74.8% masculino
En lo que respecta a la tasa de mortalidad, esta es mayor en hombres.
La proporción de mortalidad de hombres con respecto a mujeres es de 3:1 en el 2012.
A nivel nacional, la edad mediana de los suicidios es de 26 años, mientras que por zona geográfica rural
es 27 y en la zona urbana 26.
En los suicidas del sexo masculino, la edad media es 32 años, la mediana 28 y la moda 22; mientras que
en los del sexo femenino la edad media es 25, la mediana 21 y la moda 17 años.
Los datos procesados, evidencian que de cada 100 defunciones registradas por suicidios, según el lugar
de fallecimiento: 54% fallecen en la unidad de salud, 33% fallecen en el domicilio, 12% fallecen en otros
lugares (fuera del entorno domiciliar) y 0.3% se desconoce.
De acuerdo a los registros de la vigilancia epidemiológica, del primero de marzo al 4 de abril del 2015, se
reportan 69 intentos de suicidios:
De los eventos notificados, 12% fueron suicidios consumados y 71% intentos de suicidios.
Cada día se realizan 2 intentos de suicidios que ingresan a los servicios de salud.

 El 51% de las personas que intentan suicidarse son del sexo Masculino. En los suicidios consumados
el comportamiento es igual en ambos sexos (50%).
 El 42% de las personas con intentos de suicidio son en edad adolescente.
 El 77% de los intentos de suicidios son en los SILAIS de Matagalpa (29%), Jinotega (20%),
Chinandega (7%) y Las Minas (7%).
 Los municipios de Mulukuku, Jinotega, Matagalpa, La Dalia y Matiguas, son los que presentan
mayor número de intento de suicidios.
 El 71% de las personas, procedían de comunidades rurales.
 Los plaguicidas empleados en el intento de suicidio son: 24% Gramoxone, 18% Fosfina, 14%
Cipermetrina, 10% Paraquat. Otros empleados son: Gastoxin, Randon.
 Según sexo de la persona, el plaguicida empleado en intentos de suicidios por Hombres es:
Gramoxone, Fosfina y Cipermetrina. En mujeres Gramoxone, Fosfina y medicamento como
Benzodiacepina, Cefalexina, Sulfato Ferroso.
 Los ahorcamientos e intoxicación alcohólica es empleado únicamente por los hombres en sus
intento suicidas.
Para prevenir el intento y el suicidio consumado, se requiere conocer los factores de riesgo, que
predisponen al comportamiento suicida.
A Nivel Mundial Según información dispuesta por la Organización Mundial Salud (OMS):
1. Se estima un aumento del 60% en la tasa de suicidio en los últimos 45 años y se espera que para el 2020
tenga una carga de morbilidad del 2.4%.
2. Cada 40 segundos se suicida una persona, para un total de un millón de suicidios anual (16 por 100,00
habitantes).
3. Una persona de cada 20 intentara suicidarse al menos una vez en su vida.
4. Se registran 20 millones de intentos de suicidios en un año.
5. El suicidio es la segunda causa de muerte en el mundo dentro de los adolescentes con edades
comprendidas entre los 15 y 19 años.
6. Hay 3 veces más de suicidios en hombres que en mujeres, pero hay tres veces más de intentos de
suicidio en las mujeres.
7. La tasa de suicidio más elevada se da en los países de Europa del Este (Lituana, Rusia).
8. La tasa de suicidio más baja se registra en América Central y Suramérica.

IV. factores determinantes


Los factores básicos ocultos en los pensamientos suicidas giran en torno a sentimientos depresivos y
descontento con la vida. Quien piensa matarse es un individuo desdichado que no ve propósito ni
significado en la vida. Cree que la única manera de huir de su continua sensación de angustia, desesperanza
y depresión está en acabar con su vida.
El individuo deprimido es una persona agobiada por la culpa, con la sensación de merecer castigo por sus
maldades. A veces intenta matarse, no sólo por huir de una situación desagradable, sino para infligirse y
sufrir el castigo que cree merecer.
Los factores espirituales y la filosofía de la vida que el individuo tenga son importantes en muchos intentos
suicidas. Quien no conoce a Cristo como su Salvador no posee una perspectiva correcta de la vida. Quien
no es salvo no comprende el significado de la vida y el propósito de la existencia humana. Como perdido, se
dice: «La vida es el proceso para producir cadáveres.» Con una actitud así no es maravilla que muchas
personas no vean que haya razón para seguir viviendo. Cuando la persona tiene problemas emocionales se
siente especialmente inclinada a fijarse en lo negativo y descubrir sólo futilidad y fracaso en la vida
humana. Hay muchos casos de personas desesperadas y abatidas que han pasado de una vida sin propósito
y de ideas suicidas a la realidad de vida descubierta al aceptar a Jesucristo como Salvador suyo. «Yo he
venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.» (Juan 10:10)
Pero los cristianos no están exentos de pensamientos suicidas. Las cicatrices emocionales que traen de la
niñez pueden ser profundas y no estar resueltas. Por consiguiente, puede que un cristiano dude si vale la
pena vivir. Naturalmente, ese individuo necesita terapia.
V. Principales víctimas
De acuerdo a nivel educativo: El 37% presentaban nivel educativo universitario, 11.80% presentaba nivel
educativo primaria y secundaria no culminada, 2.70% presentaba nivel educativo primaria y secundaria
culminada y 49% no presentaba información alguna. Llama la atención de que 37 de cada 100 suicidas
tienen un mayor nivel educativo lo que suele implicar mayores niveles de información, conocimiento
teórico y científico, comprensión del mundo y conciencia local; que por un lado puede y suele ser fuente
de satisfacción y realización personal, por otro lado es fuente de ansiedad y de conflicto.
En general, el 63.5% de las personas registradas como defunciones por suicidios presentaban estado civil
casado y 30% acompañado. En las mujeres se hallaron diferencias significativas en el riesgo de suicidio
según el estado civil, en el caso de las casadas fue del 56%, mientras que en las acompañadas del 38%. En
cambio, la soltería en mujeres fue un factor aparente de protección.
La interacción entre la edad, sexo y el estado civil de los individuos resultó significativa. Los hombres
jóvenes y solteros de 15 a 34 años presentaron el riesgo menos elevado de suicidio (1.6%) mientras que en
este mismo grupo de edad y con estado civil acompañado este riesgo sube a 68.3%; esto se debería a las
características de socialización de los hombres que generalmente presentan dificultades para expresar las
emociones.
VI. Efectos en la familia
Los estudios a fondo sobre el tema del duelo, nos dice que el más traumático, más doloroso y más
desequilibrante es el que sigue a un suicidio. “La persona que se suicida, deposita todos sus secretos en el
corazón del sobreviviente, le condena a afrontar multitud de sentimientos negativos y, aún peor, a
obsesionarse con pensamientos relacionados con su papel real o posible a la hora de haber precipitado el
acto suicida o de haber fracasado en evitarlo”. Es absolutamente cierto. No cabe ninguna duda de que las
muertes violentas, en particular el suicidio, son las más difíciles de aceptar. Todos los estudios al respecto
certifican que son las que tienen más riesgos de presentar complicaciones a largo plazo. En el periodo que
sigue a una pérdida traumática, y el suicidio lo es en grado máximo, no es infrecuente que los
componentes de la familia pierdan la perspectiva y acaben creyendo que sus reacciones son enfermizas.
Consecuencias del suicidio para la familia
Las consecuencias del suicidio para la familia son tan devastadoras que provocan serios destrozos en la vida
de los sobrevivientes, introduciéndoles en un duelo, por regla general, muy traumatizante y prolongado.
Tristeza y rabia
En la primera fase de shock predomina un fuerte sentimiento de tristeza que coexiste con síntomas físicos,
dolores precordiales, hipersensibilidad, sentimientos de irrealidad, trastornos de apetito y sueño… Luego
aparecerá una fase de rabia que puede ir dirigida hacia uno mismo por no haber sabido o podido evitarlo,
hacia los médicos por no haber sido capaces de impedir la trágica decisión del ser querido, hacia el suicida
por haberse dado por vencido y haber rechazado la ayuda que se le prestó o se hubiera estado en
disposición de prestarle en sus momentos más depresivos o hacia el mismo Dios, cuya ausencia en
semejante trance no se comprende… No faltará la angustia y el desconcierto por no haber previsto el fatal
desenlace, la frustración por no haber tenido oportunidad para saldar las diferencias con el difunto, las
fantasías acerca de los motivos que le llevaron a su autodestrucción, la invasión de pensamientos obsesivos
y de recuerdos del fallecido.
Sentimiento de culpabilidad
La muerte por suicidio no implica sólo una dolorosa ausencia, sino que es vivenciada como una acusación
por lo que se hizo o se dejó de hacer, lo que se dijo o lo que se silenció. Es éste un sentimiento común a
toda pérdida, pero se acentúa en el caso del suicidio. La culpabilidad pesa como una auténtica losa en la
familia del suicida.
Fracaso de rol
Unido al sentimiento de culpa, el suicidio produce una frustrante vivencia de fracaso de rol, sobre todo en
las madres que, al tener más interiorizado su papel nutricio de cuidadoras encuentran muchas dificultades
para entender que sus desvelos, sus cuidados, sus intentos de protección y sus esfuerzos de contención
hayan sido ineficaces a la hora de evitar la tragedia.
Miedo
El miedo es también una emoción muy presente en casi todos los familiares del suicida y tiene que ver con
una especie de vivencia que les hace sentirse vulnerables y en riesgo de repetir la conducta suicida o de
padecer una enfermedad mental que les empuje a ello. Este sentimiento que afecta sobre todo a los más
jóvenes queda reforzado cuando cada uno entra en contacto con los propios sentimientos
autodestructivos. Aparece un vago temor al destino o a una cierta predestinación y, en algunos ambientes,
miedo también al futuro del ser querido, “más allá de la muerte” (infierno, condena eterna).
Sentimientos de traición y abandono
Otras de las consecuencias del suicidio en los miembros de la familia son los sentimientos haber sido
traicionados o abandonados. Preguntas como “¿por qué lo hizo?”, “¿cómo me pudo hacer tanto daño?”,
“¿acaso nos merecíamos esto?”, etc., son redundantes en casi todas las familias de suicidas. Por eso ese
tipo de muerte despierta un angustioso sentimiento de haber sido traicionado por el suicida que con su
conducta se mostró finalmente impermeable al cariño que se brindó y ajeno a las atenciones que se
prestaron.
Preguntas para las que no hay respuestas
Las familias se sienten perdidas en un laberinto de confusión al que no se le encuentra salida. Se
amontonan las preguntas para las que no se halla respuesta. Experimentan una urgencia irreprimible de
encontrar una justificación racional al suicidio, un motivo o una causa que lo explique de forma
mínimamente aceptable.
El estigma
Es otro aspecto nada irrelevante al que toda familia se enfrenta más o menos expresamente. Aunque las
cosas van cambiando y la sociedad ha evolucionado y madurado, la mayoría de las familias viven el suicidio
como un verdadero estigma que les llena de vergüenza y que no les es fácil sobrellevar. Y esto parece ser
así incluso aunque desde el entorno se evite todo señalamiento negativo, se haga el mayor esfuerzo de
comprensión y se les trasmita todo el apoyo posible.
Pensamiento distorsionado
Es otra de las variables que se hace presente en la vivencia de la experiencia de un familiar suicida. Hace su
aparición por la necesidad de intentar ver la conducta de la víctima no como un suicidio, sino como una
muerte accidental, lo que contribuye a crear pautas de comunicación distorsionadas que buscan
enmascarar una realidad extremadamente dolorosa. Se fabrica así un verdadero tabú respecto a lo que en
verdad le ocurrió a la víctima, ocultando la causa real de la muerte. No deja de ser una forma de protección
de algo que no se quiere aceptar porque resulta más amenazante de lo que uno está dispuesto o
capacitado para soportar.
VII. Acciones preventivas ante la situación
Tarjeta de Ayuda para la Prevención del Suicidio
Si alguna persona que usted conoce:
•Amenaza con suicidarse
•Habla o escribe acerca de que desea morirse
•Parece deprimida, triste, taciturna, ajena o desesperada
•Presenta significativos cambios en su comportamiento, aspecto, humor o disposición (ya sea que cambie
de "normal" a deprimida, o viceversa)
•Abusa de drogas o alcohol
•Se lastima a sí misma, deliberadamente
•Dice que si faltara nadie la extrañaría
•Regala sus más preciados efectos personales.
Esta es la manera de ayudar:
•Permanezca calmado y escuche con atención
•Tome en serio las amenazas de suicidio
•Deje que el suicida potencial hable acerca de sus sentimientos
•Acéptelo; no lo juzgue
•Pregúntele si ha tenido pensamientos de suicidio
•Pregúntele con cuánta intensidad y frecuencia ha pensado en ello
•Pregúntele si tiene algún plan para llevar a cabo el suicidio
•Averigüe si esa persona cuenta con los medios para llevar a cabo su plan
•No le jure guardar el secreto; más bien comuníqueselo a alguien
•Asegure a esa persona que está bien y que es necesario que reciba ayuda...

Obtenga ayuda: usted no puede hacerlo solo


Acompañe a esa persona a buscar ayuda en:
•La sala de urgencias de un hospital
•Algún servicio de salud mental
•La policía
•La familia, algún amigo o amiga, algún familiar
•Algún pastor, maestro o consejero
•El médico de la familia
•O llame por teléfono a alguna línea de servicios de emergencia.
VIII. Asesoramiento pastoral
Los pastores tienen oportunidades únicas para ejercer su ministerio con personas suicidas, en parte porque
muchas de estas personas están a menudo más dispuestas a acercarse a un pastor, que a otro tipo de
consejeros. Al recurrir a su sabiduría pastoral, los pastores pueden tratar de discernir cuáles áreas del
sufrimiento de la persona son de índole espiritual y cuáles provienen de otras fuentes. Los pastores
remitirán (y a menudo acompañarán) a las personas suicidas con proveedores del cuidado de la salud y de
la salud mental, para que puedan obtener otras formas de intervención y asistencia. La respuesta pastoral
traerá la Palabra de Dios para que puedan referirse a esa situación con compasión, eficacia y buena
disposición y puedan así colaborar con otros proveedores de la salud.
¿Qué deberíamos hacer después que evaluamos que estamos delante de una persona suicida y hemos
concluido que hay un alto riesgo?
1. Si se está tratando con una persona potencialmente suicida, hay que tomar acción inmediata. Por favor,
todas las insinuaciones o tretas hay que tomarlas muy en serio. Algunas personas se quitan la vida por
error; porque tan sólo intentaban con ello llamar la atención, por tratar de clamar por ayuda y nadie acudió
a su llamado hasta que ya había ocurrido lo indeseable. Hay que tomarlos muy en serio. Trate todos los
intentos suicidas como reales y dé una solución. Si la persona sólo está tratando de llamar la atención,
pronto aprenderá que esa no es la mejor forma de llamarla, e intentará hacer algo diferente la próxima vez.
No hay nada de divertido en ir a parar a un hospital para que les hagan un lavado de estómago y luego ser
llevados a un hospital psiquiátrico para una evaluación. Una persona que sólo trata de llamar la atención
no intentará atreverse por eso nuevamente; por otro lado, la persona que verdaderamente está
intentando suicidarse tendrá su vida salvada.
2. Si la persona que se quiere suicidar tiene un plan que realmente funciona, tomar las siguientes medidas:
No dejarla a solas ni por períodos cortos, no dude en llevarlos a una clínica especializada para estos casos y
hospitalizarla de ser necesario. Sabiendo que éstas clínicas para enfermos mentales no son nada divertidas,
pero que pueden prevenir que la persona se quite la vida mientras uno puede aprovechar para llevar a esta
persona a los pies de Cristo.
3. Lleve a la persona a Cristo. Explíqueles el evangelio y que todos somos pecadores separados de Dios,
pero que Dios les ama y quiere tener una íntima relación con ellos, por eso mandó a su Hijo para que
muriera en la cruz por ellos, llevando a cuestas el castigo que nosotros merecíamos, y que si creemos en Él,
nuestros pecados son perdonados y Dios nos dará vida eterna.
4. Ore porque ellos puedan ser lleno del Espíritu Santo. Esta persona necesita del Espíritu Santo para
resistir al enemigo y estar parado en Cristo, ore porque sea bautizado, sumergido en Él, lleno y ungido por
el Espíritu de Dios.
5. Discipúlelos. Haga que las personas se involucren es estudios de Biblia y que apliquen la Biblia en su vida
cotidiana. Por medio de la oración, comunión y estudio de la Biblia, motívelos a crecer cada día más en
Cristo.
6. Escuchar. Regularmente estas personas cargan con un dolor muy profundo. Escúchelos cuidadosa,
regular y cotidianamente. Luego, ore por ellos, lea lo que dice la Escritura y como se aplica a sus vidas en
esa situación particular. La Biblia está llena de promesas para las personas solitarias, los moribundos,
aquellos que se sienten desesperanzados y aquellos necesitados de amor y perdón.
7. Anímelos a dejar de escuchar la música secular, los juegos ocultistas, la lectura o películas de fantasía o
ciencia ficción, sus amigos mundanos y las ideas de la Nueva Era que alimentan la mentalidad suicida.
8. Hay que invertirles tiempo. Una persona suicida que lleva gran pena por dentro es un poco confusa, y
está necesitada de cariño, es vital que se relacione con alguien que los conozca y los ame y que camine
consistentemente con Dios a través de su Hijo Jesucristo.
9. Ayude al individuo a que caiga en la cuenta de qué Dios que lo ama y tiene todo para él, aun lo que esta
fuera de nuestro control. Ayúdelo a confiar y a descansar en su amor. Que la persona llegue a reconocer el
hecho del amor de Dios y de que Dios se preocupa por ella, Aunque la persona se sienta rechazada por sus
seres queridos, puede llegar a comprender la gracia y el amor divinos y descubrir el sentido de seguridad y
bienestar mediante su posición en Cristo. Pasajes bíblicos como Salmo 27:10, por ejemplo, demuestran
cómo cuida Dios de sus hijos: «Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.»
10. Muéstrele al individuo que no solo tiene derecho a vivir, sino que tiene la obligación de vivir para
Cristo.
11. Muéstrele que el suicidio es un pecado contra Dios, que se le hace un daño terrible a la familia y a los
amigos, que es una cobardía y que está basado en un concepto erróneo de que el suicidio resuelve algo. En
realidad es la mentira de Satanás que dice que con eso se acaban todos los problemas; y esto en realidad
no resuelve nada porque la vida que viene es mucho peor que la que se está viviendo sin Cristo.
12. Hágale saber a la persona que está bien que uno se enoje o este triste o confundido o con dolor, y que
está bien manifestar estos sentimientos apropiadamente a través de consejo y oración.
13. Anime a los familiares y amigos a involucrarse, apoyar, motivar y orar por la persona suicida.
14. Utilice la ayuda profesional de los médicos, consejeros, pastores y el apoyo de grupos cristianos en su
comunidad. Trabaje conjuntamente con otras personas para ayudar a la gente que está sufriendo.

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