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EL BASILISCO, número 13, noviembre 1981-junio 1982, www.fgbueno.

es

ARTÍCULOS

PULSIÓN
Y REPRESENTACIÓN
PSICOLÓGICA:
UN INTENTO
DE DELIMITACIÓN
JORGE L. TI2DN**
Barcelona

Es evidente que siguen siendo válidas las afirmacio-


1. Introducción nes de Sigmund Freud, para quien la pulsión no era sino
un concepto límite entre lo psíquico y lo somático, algo
que hacía referencia a la excitación corporal proveniente
videntemente, el concepto de pulsión es un de nxíz fuente orgánica, puesta en marcha por la relación o
concepto en crisis. Hace años, pensadores la búsqueda de relación con un objeto, orientada hacia un
tan concienzudos como Rapaport" concreto fin psicosomático y dotada de un empuje que
(1967) no dudaban en afirmarlo, y desde conduce la excitación a su realización (Freud-' 1905,
entonces acá no conozco una teorización Foich'-'^ 1978, Folch'" 1979, LapIancheyPontalis^' 1968).
que haya logrado delimitar y aclarar de Tal vez sea este último carácter de la pulsión el más a
forma enteramente satisfactoria la validez menudo y más claramente subrayado por Sigmund Freud:
y campo de aplicación exacto de tal concepto aunque, por el empuje, el carácter irrepensible de la pulsión (Pulsión =
el contrario (y paradójicamente), han sido numerosísimos Trieb; Treiben = empujar).
los trabajos dedicados a delimitar, describir, ilustrar o po-
lemizar con nociones tales como pulsión de Vida o pulsión Pocos psicólogos, sociólogos, biólogos, antropólogos,
psicosexual y pulsión de Muerte o pulsión agresiva. ...pocos especialistas de las ciencias biológicas y/o sociales
podrían negar la existencia en el individuo ihumano de
Ahora bien: cuando digo que, a mi entender, el con- fuerzas, tendencias, empujes o mecanismos profundamen-
cepto de pulsión está en crisis no quiero decir que el térmi- te anclados en lo biológico pero desencadenantes de con-
no pulsión sea obsoleto, inoperante, sin traducción empí- ductas (y representaciones mentales o significaciones) psi-
rica... N o quiero decir que tras ese término no existan T) cológicas y sociales. EIBL-EIBESFELDT'- (1970), desde
unas realidades a las que hace referencia, y 2) unas acep- una perspectiva no psicodinámica, sino etológica o antro-
ciones del mismo comunes a gran parte del psicoanálisis y pológica, ha realizado numerosísimas observaciones sobre
la psicodinamia actuales. Quiero decir más bien que, ade- la base biológica, genética, transcultural, de las dos pulsio-
más de las coincidencias (y casi con la misma importancia nes fundamentales (Amor y Odio) que perfectamente se
que éstas), existen grandes diferencias en cuanto a su uso, superponen y coinciden con los resultados de las investi-
traducción, campo de aplicación, ejemplificación, etc. gaciones neuro-psicofisiológicas sobre los comportamien-
tos sexuales y de cooperación por un lado y los comporta-
mientos agresivos y de control y dominio por otro.

^ T r a b a j o realizado en el Seminario sobre «Desarrollo del Pensamien- En resumen: el término pulsión tiene, evidentemente,
to de Sigmund Freud» dirigido por Pere Folch Mateu. unas referencias factuales. Y por supuesto, unas referen-
%^ Psiquiatra del INSALUD, Psicoterapeuta Coordinador del Colecti-
cias históricas desde Freud hasta nuestros días, referencias
vo de Investigaciones Psicopatelógicas y Psicosociológicas (CIPP) de la en las que no voy a detenerme aquí más de lo estricta-
Fundación Vidal Barraquer. Barcelona. mente necesario a los fines de este trabajo.

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Pero ni el que un término tenga unas referencias in- les poseen numerosos puntos de contacto con el término
concretas con una realidad empírica ni el que un término clave de este trabajo: pulsión (tñeb). Señalaré al menos
sea usado comúnmente por una comunidad científica aquéllos cuyo tratamiento, aunque sea esquemático, per-
(KUHN""'*, 1962) bastan para poderle conferir el estatus mite una aproximación mínimamente informada al tema.
teórico y epistemológico de concepto (la unidad elemental Tales términos serán al menos los siguientes: Pulsión
del discurso científico, a diferencia de las nociones —dis- (Tñeb), instinto (instinct, instinkt), comportamiento instinti-
curso ideológico— y de las categorías —discurso filosófi- vo, IRM, estímulos-señales específicos, pattern especifico de
co—: RANCIERE'% 1964). Para ello han de existir al comportamiento..., drive, urge, necesidad, motivación, actitud,
menos alguna definición teórica, una serie de concrecio- tendencia, fantasía inconsciente, objeto interno...
nes y delimitaciones —una intensión nuclear y una exten-
sión nuclear determinadas—, una inclusión dentro de un Como es fácil deducir observando la lista anterior, la
sistema científico determinado y, si es posible, una trasla- mayoría de tales términos no son estrictamente psicodiná-
ción operativa de tal término. Sólo entonces puede ser micos. Sin embargo, creo que situarlos, al menos esque-
considerado, en puridad, un concepto científico (cfr. al máticamente, puede favorecer un acercamiento mejor
respecto la interesante discusión de la «validez» de los fundado a nuestro término-problema (pulsión). Plantearé
conceptos realizada por BUNGE en «La investigación pues la idea que personalmente poseo sobre los concep-
científica»", 191 A). tos-nociones no estrictamente psicodinámicos de la lista
anterior:
En mi opinión, la tarea de delimitar —si ello es posi-
ble— el concepto de pulsión, no es, ni mucho menos, Parece que diversos autores coinciden en entender
baladí o inoportuna ya que diariamente podemos consta- por instinto el «comportamiento espontáneo, innato e in-
tar en círculos psicoanalíticos: variable, común a todos los individuos de una misma es-
pecie y que parece adaptado a un fin del que no tiene
1) El frecuente uso «teórico» del término pulsión en conciencia el sujeto» (SILLAMY'^'', 1969), aunque mo-
los escritos y reflexiones teóricos o descriptivos. dernamente sea criticada la «inmutabilidad» del instinto
gracias precisamente a los avances de la genética y la bio-
2) La inconcreción de las acepciones utilizadas. logía a partir de Waddington (PIAGET^", 1967). De es
ta forma, Timbergen (citado por DORSCH", 1978) defi-
3) Tal vez como consecuencia parcial de lo anterior, nirá «provisionalmente» el instinto como «un mecanismo
el cada día menor uso en la clínica, en la pragmáti- nervioso jerárquicamente organizado, que se dirige a de-
ca psicodinámica y en su teorización directa. terminados estímulos advertidores, desencadenantes y
orientadores, interiores y exteriores, y responde a ellos
De ahí la intención expresada en el título de este tra- con mecanismos plenamente coordinados conservadores
bajo, realizado dentro del Seminario dirigido por el Dr. del individuo y de la especie».
Folch sobre «Desarrollo del pensamiento de Sigmund
Freud». Por otra parte, así como etólogos y biólogos difieren
en el ámbito de las conductas a las que puede calificarse
de «instintivas», parecen coincidir progresivamente
( D O R S C H " , 1978; SILLAMY-'^ 1969; WOLMAN"',
2. Desbrozando nociones

Este tipo de problemas conceptuales (propios del


nivel conceptual: VlKGEl^-, 1969, TIZÓN"', 1978) y
epistemológico (propios de la epistemología interna y
derivada de las ciencias) no son exclusivos de la Psicolo-
gía Dinámica y el Psicoanálisis. Posiblemente toda ciencia,
en cualquier momento de su historia, está surcada por
ellos. En psicología tenemos numerosos ejemplos de si-
tuaciones en las que la diferenciación (epistemológica) en-
tre el estatuto de noción-categoría y el de concepto, para
determinadas unidades del discurso teórico de la psicolo-
gía contemporánea, dejan mucho que desear.

2.1. El problema en la Psicología


General contemporánea

N o es éste el lugar para citar ejemplos generales de


tal situación, tanto por falta de espacio como porque po-
dremos ver ejemplos concretos de la misma en la proble-
mática que nos ocupa. En efecto: una ojeada sumamente
superficial de cualquier diccionario, enciclopedia o trata-
do de Psicología contemporánea nos mostrará una serie
de términos no suficientemente claros y delimitados por
un lado, y con superposiciones mutuas por otro, los cua-

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1960; PIAGET"", 1967) en su reticencia a hablar en tér- ladores» (WADDINGTON, citado por PIAGET^'", 1967;
minos de «instintos» y en su doble reticencia a utilizar tal DOBZHANSKY'', 1957). Así pues, mientras que co-
término refiriéndose al ser humano. mienza a imponerse la idea de que el instinto puro, tal
como lo describió por ejemplo LORENZ"*" (1964) es sólo
La conceptualización de las motivaciones profundas un caso límite, una abstracción, el esquema teórico que va
de la conducta animal basada en los instintos parece que prevaleciendo hablará de patrones de comportamiento (con-
va dejando paso a un esquema mucho más complejo for- juntos de comportamientos simples estructurados en el
mado por estímulos internos y extemos al organismo, que espacio-tiempo y dotados de mayor o menor invarianza) y
actúan como causas desencadenantes innatas (innate relesing patrones específicos de comportamiento (más o menos inna-
mechanisms; IRMj, provocando una conducta apetitiva que tos), un tipo de los cuales serían los llamados comporta-
lleva (o intenta llevar) hacia un acto consumatorio. Este es mientos instintivos (los más innatos y específicos de los pa-
quema moderno guarda numerosos puntos de contacto, trones específicos de comportamiento). Estos comporta-
como ya señaló FOLCH'"' (1978), con el esquema freu- mientos instintivos son los que pueden estudiarse en bio-
diano de fuentes del instinto (causas más estímulos), logía y etología según el esquema anterior propuesto por
tensión instintiva (conducta apetitiva) y objeto y finalidad TIMBERGEN {releasing mechanism -^ conducta apetitiva-
del instinto (más próximas al acto consumatorio), lo cual -^ acto consumatorio) y en una psicología de la conducta
habla ya de los profundos conocimientos e intuiciones [significante) por un esquema similar al freudiano, que
biológicas y psicológicas de Sigmund Freud en este cam- más adelante intentaré encuadrar.
po.
¿Cuáles serían entonces las posiciones de conceptos
Parece que el acuerdo de etólogos, neurofisiólogos, más psicológicos como necesidad, motivación, tendencia,
geneticistas, etc., es bastante amplio como para afirmar actitud y los anglicismos drive y urgeí Parece fácil el
que el aspecto de los comportamientos instintivos más ge- acuerdo en cuanto al concepto de necesidad (SILLAMY"'',
néticamente determinado es, precisamente, el acto consu- 1969; D O R S C H " , 1978), sobre todo a partir de las pre-
matorio. Sin embargo, conforme avanzamos en el esquema cisiones de HULL'^, (1952). Necesidad sería el estado de
anterior hacia su punto de partida, más dudas y descono- carencia de alguna cosa que el individuo (psicofísico) pre-
cimientos persisten con respecto a tal «innateidad»: PIA- cisa para su correcto ajuste y adaptación, para su homeos-
GET'"", basándose en Waddington y Timbergen, llega a tasis (psicofísica), aunque existirían problemas si quisiéra-
escribir: «A decir verdad, no sabemos hasta qué punto mos determinar el correlato estrictamente psicodinámico
estos IRM (o RM, para abreviar) son innatos, mientras ig- de la necesidad. Sin embargo, el concepto ¿le necesidad es
noremos los detalles de su desarrollo ontogenético». Así de suma importancia porque el desarrollo de la pulsión
Lorenz (citado por D O R S C H " , 1978) tiene tendencia a (por ejemplo, la pulsión erótica) se organiza sobre la satis-
hablar de comportamiento instintivo refiriéndose al acto facción de la necesidad individualizada corporal.
consumatorio, no a conductas globales de un círculo de
funciones (por ejemplo, la reproducción).
N o es tan fácil ni claro el acuerdo en cuanto a con-
ceptos tales como motivación, tendencia y actitud ni en
Algunos biólogos (por ejemplo CRAIG, citado por cuanto a sus interrelaciones.
PIAGET''", 1967) hablan de un comportamiento apetitivo
general que sirve de marco al conjunto de conductas si- La motivación hace referencia a la causación de la con-
guientes y sensibiliza al animal para los IRM, lo cual nos ducta, al conjunto de factores dinámicos que determinan
haría pensar —y lo nombro tan sólo como asunto a medi- la conducta del individuo. Su estatuto teórico y epistemo-
tar— en una teoría monotemática de las pulsiones en el lógico ha sido muy controvertido: el conductismo inductivo
hombre, en una libido como fuente general del comporta- le negaba prácticamente todo valor; TOLMAN y otros
miento y las representaciones, tal como lo ha postulado teóricos del conductismo intencionado (WOLMAN"', 1970)
por ejemplo J U N G ' ' , 1913 o LAPLANCHE-^-, 1979. En podían acoger dicho concepto como «variable intermedia
un segundo nivel existirán conductas instintivas o interviniente» compuesta por apetitos y adversiones
estructuradas y especializadas ante esos indicios: comba- (WOLMAN, ob. cit.). Para la psicología dinámica y el
tes, nidifícación, apareamiento... En un tercer nivel, cada psicoanálisis, es un concepto clave ya que con él hacemos
una de estas subestructuras se diferencia en actos consu- referencia a la causa de las conductas y representaciones
matorios. Por ejemplo, para la nidifícación, la búsqueda y mentales en el hombre. Desde este punto de vista, el con-
elección de materiales, las formas de acumulación y perfo- cepto de motivación podría incluir tanto estímulos exter-
ración, etc. Por último, en un posible cuarto nivel de nos como internos (provenientes de la realidad externa o
«atomización analítica», esos actos consumatorios habría de la realidad interna) y, por ello, no creo que pueda de-
que diferenciarlos en movimientos elementales, con sus secharse la posibilidad de hablar de «motivaciones instin-
correlatos neurofisiológicos. tivas» o motivaciones para el comportamiento instindvo o
pulsional en un extremo y de motivaciones conscientes e
Lo que diferenciaría a los etólogos de la «vieja escue- «intelectuales» en el extremo opuesto del arco o abanico
la» (entre los cuales coloca Piaget a Lorenz), de los etó- motivacional. En suma: un tipo de motivaciones sería.n las
logos de la «generación joven», es que éstos últimos ha- «instintivas» o, con más exactitud, las causas intrapsíqui-
blan sólo con suma precaución de mecanismos innatos y cas de nuestras conductas y representaciones específica-
de esquemas o patrones innatos de comportamiento por- mente determinadas en mayor o menor grado {<\s& pulsio-
que saben que el «instinto» es una conducta fenotípica y nes'^).
que todo lo fenotípico es resultado de la interacción am-
biente-genotipo, máxime si tenemos en cuenta la Tendencia se suele definir como la «fuerza endógena
existencia en éste último de «genes de desarrollo y regu- que orienta a un organismo hacia un cierto fin u objeto...

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que sé que subyacen a su uso en la psicología escrita en


otras lenguas diferentes del inglés, no veo ventajas impor-
tantes para utilizarlos. Siguiendo también a HULL'"*,
(1952), el primero {drive), creo que puede ser substituido
en castellano por motivación y el segundo {urge) puede ser
traducido por impulso, estímulo interno, etc., aunque ambos
términos conlleven, tanto en inglés científico como popu-
lar, una semántica similar: «Impeler, empujar, arrojar, es-
timular... llevar, conducir, inducir, forzar a...» (VELAZ-
QUEZ'""', 1954): Parece claro pues que también drive y
urge son términos bastante superponibles y que no
aclaran la confusión de la que hasta ahora hablábamos.

2.2. El problema en la psicología de Sigmund Preud

Parecen claras pues las dificultades conceptuales de la


psicología en este campo. Y no son de extrañar, puesto
que el problema hace referencia precisamente a los límites,
de la psicología y ya se sabe que es en los límites, en los
extremos, cuando se muestran más claramente las incon-
secuencias y las confusiones de cualquier disciplina.

toda tendencia está ligada a una necesidad orgánica... o Precisamente Sigmund Freud Fué uno de los psi-
psicológica...» (SILLAMY'", 1969). Es difícil diferenciar cólogos que con más tenacidad "y preparación discutió e
claramente tendencia y motivación, salvo si adoptamos la investigó en este terreno. Desde su Proyecto de una psico-
convención de que tendencia hace referencia a la probabi- logía para neurólogos (1895) hasta su Más allá del principio
lidad de repetición de determinadas conductas y es por del placer {1920), desde su formación académica como mé-
tanto un concepto más comportamental, mientras que dico y anatomopatólogo especializado en Sistema Nervio-
motivación hace referencia directa a la realidad intrapsí- so hasta sus preocupaciones por la base biológica de las
quica (psicología dinámica) o, como mucho, a variables in- fases psicosexuales (las zonas erógenas-', 1905), toda su vi-
termedidas de difícil análisis (Psicología comportamental da, su obra y su teoría están marcadas por la(s) postura(s)
de TOLMAN y el conductismo intencionado). adoptada(s) en cuanto al tema de nuestro trabajo.

Por último, actitud hace referencia al hecho de que ni Por eso los inconvenientes, inoperatividad y
hipotéticos imtintos o menos hipotéticas tendencias o pul- superposiciones que hemos visto dominan la serie de con-
siones surgen al exterior sin ser mediatizados por aprendi- ceptos psicológicos referentes al campo de las bases bio-
zajes y sistemas o estructuras mentales del sujeto. Los sen- lógicas de las motivaciones fundamentales del individuo y
timientos se refieren a estados mentales conscientes del las relaciones humanas, pueden rastrearse ya en las nocio-
sujeto y para el sujeto. Según algunos autores (CASTI- nes, conceptos y categorías utilizadas por Sigmund Freud
LLA**, 1978), el término actitud tiene la ventaja de que en este campo. Una breve investigación bibliográfica me
hace hincapié en el hecho de que los sentimientos, ade- ha llevado a destacar al menos los siguientes términos
más de «estados intrapsíquicos», son modos de relación con (LAPLANCHE-PONTALIS-^', 1968; STRACHEV"'" "',
el objeto e implican pues conductas (que tendemos a reali- 1966; NAGERA-'", 1975; BENASSY-, 1952; FOLCH'-^'
zar en el exterior o que han sido interiorizadas). Como se- " , 1978 y 1979; FREUD, 1900, 1905, 1915, 1916, 1918,
ñala el mismo CASTILLA no es éste el concepto de acti- 1920, 1938...):
tud propio de gran parte de los psicólogos sociales, los
cuales se refieren a los resultados individuales y sociales Trieh, Instinkt = pulsión, instinto.
de las presiones del grupo con respecto a las relaciones Vorstellung-reprásentanz, vorstellungreprasentant =
con determinadas realidades externas (actitudes sociales). «representación» en el sentido filosófico; «representa-
Mi impresión es que el término actitud, sin calificativos ción», «delegación» (lenguaje político).
posteriores, no tiene un lugar demasiado definido en la
psicología contemporánea y puede contribuir a obscure- Zielvorstellung = «representación-fin».
cer, más que aclarar, la problemática psicodinámica que Triebreprásentanz, triebreprasentant ~ «representación
estamos tratando. En un afán de integración posiblemente o representante de la pulsión».
excesivo podríamos pensar que las necesidades crean mo-
tivaciones y que estas se manifiestan por tendencias y/o V orstellungreprásentanz, vorstellunreprasentant = «re-
actitudes. Entre todos los términos citados tal vez serían presentante-representativo», «representante en la repre-
estos dos últimos los más superponibles y menos útiles sentación» o «imagen (delegada) del representante de la
para la Psicología (Ni tendencia ni actitud son citados en el pulsión».
índice de materias por WOLMAN en su «Teorías y siste-
mas contemporáneos en psicología»''^, al contrario que necesi- Psychische Reprásentanz o Psychische Reprásentant =
dad y motivación). «representante psíquico».

En cuanto a los anglicismos drive y urge, resumiendo Y a un nivel diferente, pero conectados con la misma
rápidamente toda una serie de problemas'conceptuales problemática:

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Principio del Nirvana, Principio de acción mínima, sión del idioma germánico permitirán al psicólogo de Vie-
Principio de entropía. Pulsión de Muerte, Pulsiones de na utilizar sustantivos y derivados cuya pobre traducción
autoconservación y apoyo... al castellano puede ser la de representación.

Para empezar, es mi opinión que las traducciones de Así, por un lado Freud utilizará el término Vorste-
Trieb y de Instinkt deben diferenciarse porque si bien Sig- llung, término de gran raigambre filosófica (LAPLAN-
mund Freud no fue riguroso en todos los momentos al CHE y PONTALIS-*^ 1968) que hace referencia a «lo
utilizar tales voces, hay una amplia evidencia bibliográfica que uno representa, lo que forma el contenido concreto
que nos ilustra cómo él diferenciaba ambos términos de un acto del pensamiento» y «especialmente, la repro-
(FREUD-', 1905; -\ 1911; -% 1915; -\ 1915; -^ 1917; ducción de una percepción anterior» (LALANDE"\
-^", 1918; •'', 1920; '-, 1938). Su elección de los homóni- 1951). Freud diferenciará la representación del afecto
mos germanos no era fruto del azar o de necesidades esti- acompañante: cada uno de estos elementos podrá seguir
lísticas, sino de una concepción teórica profundamente distintos procesos en la realidad interna. A la hora de for-
meditada aunque conflictualizada: la acepción freudiana mar derivados, sin embargo, Sigmund Freud utilizará no
del Trieb como fuerza impulsora relativamente indetermi- sólo el término Vorstellung, sino los de Reprdsentanz y
nada en cuanto a su objeto y en cuanto a los comporta- Reprásentant: Vorstellungreprásentanz, vorstellungreprdsen-
mientos que la satisfacen es claramente diferente de las tant, zielvorstellung, Triebereprásentanz y triebereprásentan...
teorías del instinto (o, más modernamente, de los concep- Para colmo, Sigmund Freud tendrá una acepción original
tos de comportamiento instintivo, IRM, estímulo-serial de la Vorstellung, diferente de la que hace la filosofía clási-
específico, patrón específico de comportamiento, etc.) co- ca (LAPLANCHE y PONTALIS^*", 1968). En efecto: al
mo referentes a esquemas de comportamiento heredados, hilo de la dinámica disimétrica del quantum de afecto rela-
específicos, con pocas variaciones interindividuales y cro- cionado con un suceso intrapsíquico y la representación
nológicas (su secuencia temporal es poco susceptible de del mismo (diferenciación básica en sus primeros
perturbación) aunque parezcan responder a una finalidad modelos teóricos y de las psiconeurosis), la existencia pa-
de relación también propia de una especie. Con ello creo radójica de «representaciones inconscientes» obliga a que
que me inclino por la postura mantenida por la mayor en la Vorstellung freudiana pase a segundo plano un aspec-
parte de los autores franceses, que diferencian entre to dominante en la acepción filosófica clásica del término:
pulsión e instinto y en contra de la postura de numerosos representarse subjetivamente un objeto. En este sentido,
autores anglosajones, desde STRACHEY"','" (1966) la representación freudiana tendrá más que ver con
hasta hoy, que utilizan el término instinct indistintamente «aquello que, del objeto, tiende a inscribirse en los siste-
para los términos freudianos Trieb e Instinkt, apoyándose mas mnémicos» (LAPLANCHE y PONTALIS, ob. cit.), es
en diversas razones pragmáticas y en ciertas utilizaciones decir, la representación «mimética» del objeto modificada
confusas en los propios escritos freudianos. por la pulsión. Desde aquí Freud avanzará hacia la dife-
renciación entre la representación de palabra (preconscien-
te-conciencia) y la representación de cosa (propiamente
De esta forma, mientras el término instinto haría re-
inconsciente).
ferencia a ese concepto biológico concreto (hoy en amplia
crisis incluso en la biología, tal como hemos señalado en
2.1.), el término pulsión haría referencia a algo más psico- Por otro lado, Sigmund Freud utilizará diversos tér-
lógico, a una determinada vivencia psicológica de realida- minos germánticos que pueden traducirse y han sido tra-
des de base biológica que ante todo pueden identificarse, ducidos por el castellano «representación»: fundamental-
siguiendo la conceptualización freudiana, gracias a su mente, los vocablos reprdsentanz y reprásentant (STRA-
empuje o energía, somática e irrepresiblemente determi- CHEY''^, 1966). Ahora bien: Como ya señalaba este
nada, que nos impele en todas nuestras relaciones objeta- autor, ambos términos no son equivalentes. Representanz
Íes, bien sea con objetos internos o con objetos externos. es un término más abstracto, que equivale a representación
Así por ejemplo, cuando nos sentimos dominados por la (o, más exactamente, a representancia, si este término exis-
ira no es difícil vivenciar en nosotros o en los demás ese tiera en castellano), mientras que Reprdsentant es un tér-
empuje o energía que nos impulsa a la acción agresiva y a mino formal que se usaba fundamentalmente en lenguaje
la expresión agresiva (contracciones y rictus facciales y legal y político {representación como delegación).
corporales) o a la representación mental agresiva (fanta-
sías inconscientes paranoides, objetos internos persecuto- Todas estas variaciones en absoluto fueron utilizadas
rios y parcializados, fantasías conscientes, sentimientos, por Sigmund Freud (y por muchos de los estudiosos pos-
actitudes, pensamientos... agresivos, etc.). teriores) como diferencias meramente estilísticas, frutos
de un excesivo rigor literario del fundador del psicoanáli-
Ahora bien: ¿la pulsión necesita sus representantes sis; antes al contrario, esta riqueza discriminativa propor-
en la vivencia, sus representantes psicológicos o bien, es cionada por la lengua gerrnánica va a facilitar por un lado
ya, por sí misma, un representante psicológico de algo sutiles diferenciaciones conceptuales más o menos pasaje-
más profundo, difícil de vivenciar y estudiar en la obser- ras en la teoría freudiana y, por otro, no menos sutiles po-
vación psicológica (más no en la biológica)?. O incluso sibilidades de ambigüedad y confusión ante lecturas y
como plantean algunos autores '*', ¿es la pulsión la que es- traducciones poco cuidadosas.
tructura la fantasía o más bien es el fantasma el que es-
tructura la pulsión.-*. Aquí no puede decirse que la postura
y los escritos de Sigmund Freud no se encuentren marca- Por ejemplo, la diferenciación entre Vorstellung y re-
dos por una importante ambigüedad. Veámosla a varios prdsentanz (que no entre ésta y reprdsentant), clara en nu-
niveles: merosos pasajes freudianos ( F R E U D - " ' - ^ ' - ' , 1915).
permitió al psicoanalista de Freiberg utilizar conceptos-
En primer lugar, la riqueza y posibilidades de expre- categorías tales como Vorstellungreprásentanz y Vorste-

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llunreprasentant ( F R E U D - " - " , 1915), de difícil traduc- a) Al concepto mismo de pulsión, tal como indica la
ción a otros idiomas: representant-représentation, ideational Standard Edition y numerosos psicoanalistas (RAPA-
representative, representante ideativo... En la versión de PORT^\ 1967).
CERVANTES y ÁNGULO del Diccionario de Psicoanáli-
sis de LAPLANCHE y PONTALIS vorstellungreprásen- b) A la noción freudiana de pulsión, que es utilizada
tanz se ha traducido como representante-representativo. con dos significados no estrictamente equivalentes.
Teniendo en cuenta que el término hace referencia a la
diferenciación antes explicada entre quantum de afecto de A mi entender, y de acuerdo con lo antes enunciado,
un suceso o situación y representación mental del mismo creo que hay que adoptar un esquema conceptual más
(diferenciación hoy en exceso «metafísica» si tenemos en simple (economizando hipótesis y conceptos no estricta-
cuenta paradigmas más psicológicos y menos filosóficos y, mente necesarios: BAYES', 1978; B U N G E \ 1969). En
por lo tanto, el paradigma cognitivo —CAPARROS", tal sentido podría tal vez hablarse de unas bases biológicas
1978) tal vez la traducción castellana más sugerente de sobre las que se asienta el empuje de la pulsión (y la pul-
«lo representado» sea «representante ideativo» (como en sión misma como concepto que hace referencia a la fron-
portugués), «representante en la representación» o «imagen tera somatopsíquica a través de su vivenciación psicológi-
{delegada) de la representación» (de la pulsión). ca) y unas representaciones psíquicas o mentales de la pulsión
(siempre dentro de una relación objetal).
De igual forma, los términos triebreprdsentanz y trie-
breprdsentant ( F R E U D - " - \ 1915; -^ 1911; '-, 1938), De esta forma, el término Zielvorstellung, que LA-
que si bien en mi opinión deberían dar lugar a conceptos PLANCHE y PONTALIS traducen como représentatioh-
como el de representación o representante (delegación o de- but y CERVANTES y ÁNGULO (•*', 1941) como repre-
legado) de la pulsión, son utilizados por Sigmund Freud de sentación-fin —^y que Sigmund Freud utiliza para designar
forma en absoluto unívoca: en ocasiones parecen sinóni- «lo que orienta el curso del pensamiento» y que no pue-
mos de la imagen de la representación (vorstellungreprdsen- de asimilarse con el puro asociacionismo propio del ato-
/ííwz.' FREUD--^, 1915); otras, tienen un sentido más mismo asociacionista contra el que Sigmund Freud lu-
amplio (y tal vez más actual), incluyendo también el quan- chó—, en la medida en que hace referencia a unas «repre-
tum de afecto (FREUD-\ 1915). De ahí que, en mi opi- sentaciones privilegiadas que ejercen una atracción sobre
nión, Triereprdsentanz (y triebreprasentant) sigan siendo las otras representaciones» (LAPLANCHE y PONTA-
términos útiles en la Psicología Dinámica actual (concep- LIS'"', 1968) habría que asimilarlo actualmente al término
tos-puente cruciales pon la biología y las diversas formas fantasía o fantasma inconsciente.
de psicobiología, si bien entendidos ai modo cognitivo:
como representantes —intelectuales y afectivos, ideativos Según 'todo lo anterior, creo que en un lenguaje es-
y emotivos— de la pulsión en la realidad psicológica). trictamente teórico —aunque tal vez en las descripciones
y teorizaciones de la praxis psicoanalítica y psicoterápica
Este concepto o, con más propiedad, los términos la norma pudiera ser más flexible— habría que adoptar un
germánicos que lo designan, guardan estrecha relación esquema conceptual por un lado más estricto, con menos
con las locuciones Psychische Reprdsentanz o psychischer Re- indefinición conceptual —con menos extensión y con más
prdsentant (representantes mentales o psíquicos: FREUD-"*, intensión conceptual: B U N G E \ 1969— y, por otro lado.
1911; -\ 1915; -\ 1915; " , 1938). Se trata aquí de un
punto importante en la teoría freudiana y en la utilización
actual de la misma, ya que Sigmund Freud usó la noción
de representante psíquico o mental en dos formas bien dife-
renciadas:

a) En unas ocasiones, es la pulsión la que aparece


como «el representante psíquico de las excitaciones pro-
venientes del interior del cuerpo y que afectan al alma»
(FREUD--, 1905; -\ 1909; -^ 1915). En este caso. Pul-
sión — Representante psíquico.
b) En otras, la pulsión es asimilada al proceso de ex-
citación somática (Reiz) y es ella la que se representa men-
talmente a través de los dos elementos consabidos: la
imagen del representación y el quantum del afecto de la
misma (FREUD-% 1915). En este caso: Pulsión -^ R. psí-
quico (imagen de la representación + afecto).

Como ambas formulaciones son propuestas en 1915


(FRJEUD-',-7, 1915) no parece claro creer en una evo-
lución del pensamiento de Sigmund Freud en dirección
de un predominio de esta segunda acepción (aún en Es-
quema del psicoanálisis, 1938, encontramos la primera). Y
ello en contra de lo afirmado por Strachey en el General
Preface de la Standard Edition (STRACHE^', 1966). Evi-
dentemente, aquí se revela una ambigüedad, ambigüedad
que puede corresponder:

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EL BASILISCO, número 13, noviembre 1981-junio 1982, www.fgbueno.es

excitaciones somáticas que son percibidas por el organismo


humano y se inscriben en el mundo de sus representaciones
(o significaciones) psicológicas (segundo nivel). Estas repre-
sentaciones psicológicas conllevarán siempre el rastro mné-
mico de una huella sensorial {imagen) y estarán siempre
«coloreadas» por una constelación afectiva {afecto) total-
mente inseparable de la huella sensorial y, por lo tanto,
de la imagen.

De esta forma, si bien el concepto de pulsión serían


un concepto psicológico, aunque limítrofe, su naturaleza
básica y limítrofe harían que la investigación sobre la pul-
sión pertenezca fundamentalmente a disciplinas biológicas
(neurología, neurofísiología, etología incluso humana,
etc.) mientras que la investigación sobre las representacio-
nes (y las conductas que las traducen) es la investigación bá-
sica de la psicología, psicodinámica o comportamental
(Análisis Funcional de la Conducta, DORNA y MÉN-
DEZ'", 1979).

3. Niveles de la problemática

uii esquema más simple, con mayor economía termino- Ahora bien: una vez aclarada mi postura, mi toma de
lógica ( B U N G E ^ 1974). partido, creo que ello no obsta para que nos preguntemos
de dónde puede venir tanta confusión, ambigüedad, en-
Retomando la discusión a propósito del término re- tremezclamiento de nociones, términos y conceptos.
presentante psíquico (Psychische Reprásentanz o psychischer Hasta el momento he descrito el problema y he intentado
Preprdsentant), creo que vale la pena tener en cuenta proponer posturas teóricas. Se trataría ahora de aclarar
que las aceptaciones del término que allí señalábamos por qué el problema se ha ido generando y desarrollando,
como ayb son, ciertamente, contradictorias. es decir, se trata de analizar la génesis y estructura de esta
problemática.
Parece que Sigmund Freud parte en estos escritos de
una relación somaipsique, mentécuerpo Q^ÜS no es de parale- Dada la complejidad de la situación, creo que coinci-
lismo, ni de causalidad, sino en cierta forma de subordina- diremos fácilmente en calificar como compleja a su es-
ción epistemológica de lo psicológico a lo biológico. Posiblemen- tructura causal. Por ello he querido destacar al menos tres
te se trate, en último extremo, de una postura epistemo- niveles en tal problemática: epistemológico, teórico y pragmá-
lógica correcta, como argumenta por ejemplo BUNGE tico.
(•\ 1969; **, 1971) pero, a mi entender, estos escritos de
Sigmund Freud no se hallan exentos de importantes de- Vz.r:2, delimitar y definir el térmipo pulsión, Sigmund
formaciones biologistas (TIZÓN y EL CIPP^-*, 1979) y/o Freud (y el psicoanálisis hasta hoy) tropezó con problemas
dualistas. a esos tres niveles:

De esta forma, Freud llamará a la modificación somá- 3.1. Nivel epistemológico


tica unas veces Trieb (Pulsión) y otras Reiz (excitación) y su
representante psíquico será en un caso el representante-re- ¿Cuál es el estatuto epistemológico del término pul-
presentativo (Vorstellungreprdsentanz o vorstellungreprdsen- sión}. ¿Se trata de un concepto —unidad del discurso cien-
tani) y en el segundo caso, hi pulsión (Trieb). tífico—, de una categoría —unidad del discurso filosófi-
co— o más bien de una noción —unidad del discurso ideo-
Ante esta contradicción teórica creo que la definición lógico.''. N o olvidemos que Freud habló de la teoría pul-
más rigurosa y operativa, el modelo psicodinámico para la sional como «mitología» (FREUD-", 1916). Admitiendo
determinación biológica de la conducta significativa hu- que existen aspectos conceptuales en la elección de este
mana puede ser: término, habría que determinar con más exactitud su
valor y posición en la teoría del psicoanálisis: ¿analogía,
noción aproximativa, concepto descriptivo o interpretati-
Pulsión (límite somático) -^ representantes psíquicos,
vo, observacional o no, concepto o axioma, variable inter-
precisamente porque no se limita a remarcar la expresión
media o construcción hipotética...?. También habría que
soma -^ psique, sino la inscripción de representaciones básicas
determinar su semántica y sintáctica (posición dentro del
para el concepto clave de lo inconsciente en Sigmund
sistema científico) y sus posibilidades de operacionalidad.
Freud.

De esta forma, el esquema conceptual que creo más Creo que ello no es posible si tenemos en cuenta
claro, hace referencia a que la pulsión (Primer nivel) es todos y cada uno de los términos que Sigmund Freud (y
representativa de fuerzas biológicas, las cuales producen muchos psicoanalistas posteriores a él) han ido introdu-

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ciendo en este campo. Por eso he abogado por la simplifi- interparadigmática (KUHN•*^ 1962; MUSGRAVE•*^
cación conceptual que recogía en 2.2., aunque soy cons- 1971) que recorre toda la teoría psicológica del psicoana-
ciente de que con ella no se resuelven todos los proble- lista de Viena, toda su metapsicología así como gran par-
mas epistemológicos. te de la psicología de su época (y de la actualidad). Me
refiero a la controversia entre el paradigma biológico (a .
3.2. A nivel teórico menudo biologista) de la psicología y un paradigma psico-
lógico, interrelacional o, en última instancia, conductual
Hemos visto que Sigmund Freud hace jugar diversos (BLEGER-*, 1963; TIZON'^', 1978, en ocasiones psicolo-
papeles en su/s teoría/s a los términos relacionados con la gista TORT''-'', 1972, el paradigma de las relaciones objé-
pulsión. El problema se ha agravado con muchos psico- tales y de la dialéctica de la realidad externa y la realidad
analistas posteriores. Por eso sería importante adoptar un interna —la llamada Teoría de las Relaciones de Objeto—.
criterio o convención común que aunase acepciones, Mi impresión es que Sigmund Freud, médico neurólogo
aumentara la intensión, disminuyera la extensión del tér- e histopatólogo de formación, sólo muy progresivamente
mino, aclarara interrelaciones dentro del sistema y aumen- iba a a adoptar la segunda postura a costa de un largo y
tara la operatividad del concepto. personalmente defícil camino de distanciamiento y críti-
ca de la ideología biologista que en su época (y en la nues-
3.3. A nivel pragmático tra) tendía a llenar muchas de las lagunas del conoci-
miento científico en el campo sociocultural, en el campo
de las Ciencias del Hombre. La teoría de las <• zonas eró-
Hay un dato al menos que no podemos olvidar y que
genas» y su poder determinante de «fases psico-sexua-
creo que ha jugado un importante papel en el obscureci-
les» y cuadros psicopatológicos, al menos en su primera
miento de la problemática: me refiero al asunto de las
versión, creo que hoy puede considerarse un claro ejem-
traducciones. Es de todos sabido (y lo he comentado lí-
plo de biologización de la psicología naciente. ¿Cómo
neas más arriba), que los traductores de la Standard Edi-
no iba a afectar ese biologismo a un concepto (o noción)
tion quisieron unificar la riqueza terminológica de los es-
que ya de entrada se define como «puente» o «encruci-
critos freudianos bajo el sustantivo «instinct», rechazan-
jada» (FREUD-', 1905) entre lo psíquico y lo somático?.
do otras posibilidades idomáticas como drive o urge
Tal vez así podríamos entender al menos un poco los ti-
(STRACHEY*'', 1966): Ello suponía un cierto forzamien-
tubeos, polisemias y oscilaciones de la psicología freudia-
to de las acepciones freudianas y la posibilidad de acer-
na en el tema que nos ocupa.
carse peligrosamente al biologismo (SENENT'^'*, 1976;
T I Z Ó N y el CIPP""*, 1979) o, al menos, un peligro de fa-
vorecer tales aproximaciones. Igual sucedió con la prime- 3.1.2. Pero cuando he citado a Freud en su idea de la
ra edición castellana de las obras de Sigmund Freud: Luis «encrucijada somatopsíquica» creo que he hecho men-
López Ballesteros"*'* (1923) también utilizó el término ins- ción de otro problema de tipo epistemológico que subya-
tinto. Posiblemente el prestigio de la biología y medicina ce en el fondo de nuestra controversia: Se trata de la po-
modernas debieron jugar un importante papel en tales sición freudiana con respecto a las relaciones mente-cuer-
decisiones. Por el contrario, los autores franceses han de- po o psique-soma, problema que ha sufrido tantos replan-
fendido frecuentemente la especificidad del término trieb teamientos históricos como movimientos culturales
en sus traducciones, lo que posiblemente facilita una de- amplios hayan existido. Es éste un problema eminente-
limitación conceptual mucho más precisa que si unifica- mente filosófico que no deja de tener sus repercusiones
mos términos freudianos bajo los vocablos instinct e ins- epistemológicas (y en especial, en la psicología).
tinto. A mi entender, también en este campo Sigmund
Freud se movió en un terreno comprometedor, contro-
El problema, además^ se ha ido multiplicando cada vertido y resbaladizo. Y tuvo al menos la decisión de
vez que un autor o un grupo serio de estudiosos empren- exponer abiertamente sus puntos de vista y la variación
día una revisión conceptual sobre el tema o sobre cual- progresiva de los mismos: En resumen, creo que Sigmund
quier tema próximo. Si el trabajo era más o menos baladí Freud adoptó un postulado monista en el esquema psi-
o superficial, poco aclaraba la cuestión y, tal vez, pudiera que-soma y un postulado monista en el que coincidían su
aumentar la confusión. Si el trabajo era serio, concienzu- agnosticismo y su formación biológico-médica (JONES"',
do o renovador, podía incluso agravar la situación concep- 1937; TIZÓN*"', 1978): se trata de un monismo con predo-
tual si realizaba una interesante construcción montada so- minio biológico, como puede deducirse claramente, por
bre un problema de traducción no resuelto. ejemplo, a partir de la discusión de LAPLANCHE y
PONTALIS"*' (1968) acerca del representante psíquico
Ahora bien: cuando me refería a que la delimitación (Pyschischereprásentanz). Ahora bien: conforme avanzaba
conceptual de los términos ligados con los equivalentes o en sus descubrimientos, este postulado filosófico no podía
análogos freudianos sólo podía realizarse desde una pers- por menos que ser puesto en duda desde una perspectiva
pectiva epistemológica, tenía en cuenta un hecho que, que se ha abierto paso, no sólo en el psicoanálisis freudia-
probablemente, habrá aparecido claramente para el lector: no, sino en todo el psicoanálisis y la psicología posterio-
tanto los niveles teóricos, como los niveles pragmáticos res: la perspectiva del paralelismo psicofísico (PIAGET'''' ••"*
señalados nos han remitido de nuevo, en última instancia, 1970; TIZÓN"-', 1978), aunque se trate de un paralelis-
al nivel 1 de la problemática, es decir, al nivel epistemoló- mo matizado, como en el último Freud, por un reconoci-
gico. miento de la primacía genética y epistemológica de lo biológico
dentro de las mutuas implicaciones psicofisiológicas.
3-1.1- Yo no podía ser de otra forma porque la teo-
ría de las pulsiones freudiana o la «mitología pulsional» 3.1.3. Con ello rozaríamos también otro problema
está surcada de arriba abajo por la misma controversia epistemológico que creo guarda una importante relación

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con el tema (aunque no puedo aquí extenderme sobre ei vierte en un serio problema, ya que difícilmente pueden
mismo): el problema de la clasificación de las ciencias con montarse numerosos experimentos en dicho campo o
la que consciente o inconscientemente funciona todo in- experimentos en gran escala. Por ello, el teórico, el escri-
vestigador. Indudablemente, una postura monista con do- tor, ha de saber cuándo los conceptos que utiliza son con-
minancia biológica implica una cierta clasificación de las ceptos y cuándo son meras analogías o construcciones
ciencias en la que la psicología no es en última instancia hipotéticas para explicarse la práctica o la teorización de la
sino una rama de la biología, tendencia que puede hacerse práctica. En la medida en que Freud estaba inaugurando
extensiva a la sociología, como intentan poner de relieve un campo científico, era difícil que estuviese creando el
la reciente sociobiologt'a... o la neuropsicologt'a. campo y los conceptos y nociones para tratarlo al tiempo
que delimitaba éstos cuidadosamente. Por eso no creo
Por el contrario, una postura basada en el paralelismo que pueda dudarse que Freud confundió a menudo los
psicofísico tiene mucho más que ver con la clasificación campos y formas de estudio «de lo general» y «de lo indi-
circular de la ciencia propuesta por PIAGET"^' (1969) en vidual» y un ejemplo lo tenemos en el tema de las pulsio-
la que tanto genética como epistemológicamente lo bioló- nes, concepto (o noción) teórico donde ios haya, el cual,
gico ocupa un lugar previo con respecto a lo psicológico si se fuerza en su aplicación técnica, puede dar lugar a
aunque ambas disciplinas puedan influirse mutuamente, serias deformaciones, inconcreciones e inconsecuencias.
bien sea directamente o bien a través de la serie de disci-
plinas científicas y técnicas intermedias. Creo que hay que afirmar que Sigmund Freud nunca
llegó a adoptar una postura «definitiva» con respecto a
estos cuatro problemas, lo cual no tiene nada de particular
si los tomamos desde el punto de vista filosófico-ontoló-
Ciencias
gico. Pero ha tenido graves consecuencias en cuanto a su
lógico- planteamiento epistemológico. Por ejemplo: si bien a ni-
matemáticas vel ontológico todo científico que valore su trabajo y la
actitud vital que éste implica ha de ser monista {es decir,
afirmar que toda la realidad es material), a nivel episte-
mológico y teórico creo que son perfectamente válidas
otras opciones para las que esa realidad material (por
I ejemplo, la conducta espaciotemporal, con sus fundamen-
tos químico-físicos) es la base de una realidad informacio-
I nal (el mundo de la información, la comunicación, ios sig-
Ciencies Ciencias nificados y la conducta como significante: TIZÓN" \
psico-socio- ^ físico- 1978) con lo que, lo admito, parece revivirse el postulado
l6gicas,C. del paralelismo psicofísico (tal vez no a nivel ontológico
del Honijre I pero sí, al menos parcialmente, a nivel epistemológico).
.1
I Por ello, creo que hay que partir de un esclareci-
miento de las posturas epistemológicas si se pretende
aclarar la problemática que. nos: ocupa. De ahí que pro-
ponga, como puntos de partida, las siguientes considera-
I ciones acerca de la psicología (y la psico(pato)logía) como
V disciplinas científicas"':
Ciencia?
biológicas — La psicología como ciencia ha de ser materialista
(toda la realidad tiene un substrato último material y por
tanto, tendencialmente cognoscible).
Como se comprende, este dilema freudiano (3.1.2. y
3.1.3.) dista mucho de haber sido resuelto y creo que en — Ha de ser monista a nivel ontológico (nunca dua-
este terreno hay que reconocer a Sigmund Freud al me- lista) aceptando la existencia de realidades informaciona-
nos dos cosas: una, su capacidad para plantear tan clara y les o, lo que es casi lo mismo, paralelista psicofísica a nivel
documentadamente este «problema moderno»; otra, su epistemológico (o monista matizada).
valentía al lanzarse a teorizar (y practicar su tecnología, el
psicoanálisis) con un pie puesto en cada campo e incluso Ha de evitar el biologismo, pero sin caer en el idea-
oscilando frecuentemente del uno al otro, haciendo visi- lismo: la realidad material última a la que se refiere y ha de
ble en psicología lo de «hacer camino al andar». referirse es la conducta entendida no sólo en sus compo-
nentes energéticos, biofísicos, sino también en sus com-
3.1.4. Un problema epistemológico adicional viene ponentes informacionales, semánticos (TIZÓN"', 1978).
dado por la no clara delimitación entre lo que puede lla-
marse conocimiento científico de lo individual y lo que puede — Evitando el biologismo, la psicología habrá de
ser llamado, por contraposición, conocimiento científico de lo mantener que, salvo en las situaciones límite planteadas
general ÍT12.0N^'\ 1978) y lo que significan las prácticas por el teorema de Godel (QUINTANILLA'', 1976), su pa-
en cada campo. Las incomprensiones entre los científicos radigma básico (de la psicología) es el paradigma compor-
«aplicados» o «clínicos» y los científicos «puros», «abs- tamental, no reductible a lo biológico, ni a lo bioquímico
tractos» o «teóricos» han sido seculares. En el campo de ni a lo social. Por ello, cada uno de los conceptos y teorías
lá psicología y de las ciencias humanas en general, se con- psicológicas ha de intentar referirse a una posición dentro

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del conjunto teórico y a una definición operativa y un


apoyo empírico dentro de la propia psicología.

En definitiva, si nos oponemos al dualismo, biolo-


gismo, idealismo y mecanicismo en psicología creo que el
tema que estoy tratando podría resumirse en última ins-
tancia en una serie de conceptos clave como base para la dis-
cusión.

4. Una propuesta

En primer lugar habría que afirmar que el organismo


humano está sujeto a indudables condicionantes biológicos
específicos (propios de la especie) y por tanto, determi-
nados en buena medida por la transmisión genética actua-
lizada mediante los genes de desarrollo y las autorregulaciones
genotipo-fenotípicas. (DOBZHANSKY^ 1957; MO-
NOD-*", 1970; J A C O B ' \ 1970). Ejemplos de esos condi-
cionantes biológicos serán las necesidades, entendidas
como concepto biológico específico {Hambre y sed como
ejemplos más definidos), la constitución, entendida como
la estructura psicofísica (relativamente) invariable formada
por la interrelación entre lo aportado hereditariamente y comunicativas y representaciones mentales que nos llevan
los aprendizajes primigenios (en especial, los cuidados pa- a la agresión, la destrucción, la ruptura de lazos, la violen-
rentales y sociales de los primeros meses). Otro ejemplo cia (el Odio o la agresividad): EIBL-EIBESFELDT'-,
en el mismo sentido lo constituirían precisamente las pul- 1970; F R E U D " , 1920; LORENZ-*\ 1964; ERIKSON'^
siones- 1963.

N o creo que esté clara y diáfana la relación entre ne- A partir de estas motivaciones fundamentales que,
cesidad y pulsión —o impulso o instinto—, aunque tengo la moduladas por los primeros aprendizajes (las primeras
impresión de que la comunidad científica va confirién- relaciones de objeto), dan lugar a constituciones diferencia-
doles progresivamente una semántica diferenciada: de es- das, aparecen otras motivaciones secundarias de muy varia-
ta forma, necesidad haría referencia más bien a las aporta- do tipo, cuya determinación e influenciación mediante
ciones ambientales necesarias para la estricta fisiología in- procesos de aprendizaje (comunicacionales) es más
dividual mientras que conceptos tales como instinto o evidente cuanto más nos alejamos de las motivaciones
pulsión harían referencia a la vida relaciorial (incluso a ne- relaciónales de máximo rango jerárquico: las pulsiones.
cesidades relaciónales específicas) del organismo, tanto a ni-
vel humano como en otros escalones biológicos. En este A partir de aquí creo que hemos de realizar una
sentido, como dice P. FOLCH"' (1979), la necesidad va opción teórica, conceptual, en la que Sigmund FREUD
orientada hacia una finalidad; la pulsión, hacia un objeto. dudó a lo largo de sus últimas obras. El problema, tal
Como antes recordamos, el desarrollo de la pulsión se or- como ya lo plantean LAPLANCHE y PONTALIS-*" a
ganiza así sobre la satisfacción de la necesidad individuali- propósito del vocablo representante psíquico consiste en
zada corporal. adoptar una convención para la definición de la pulsión
como construcción hipotética (BUNGE'^, 1969).: ¿Esas mo-
En la medida en que el concepto de instinto, e inclu- tivaciones fundamentales, las pulsiones, se representan di-
so el de comportamiento instintivo, no son fácil ni clara- rectamente en nuestra realidad interna o no.' ¿Existe al-
mente aplicables a la especie humana, al menos en su vida guna representación mental de la pulsión o todo lo que
de relación, cobra particular relieve el término o concepto percibimos de ella son sus representantes psíquicos, el mo-
de pulsión, entendida como motivación individual funda- do cómo su acción se ha inscrito en nuestra experiencia?.
mental de las relaciones interindividuales para la que existen Es indudable que, en los momentos de excitación sexual
unos fundamentos y unos órganos de expresión semánticos, bio- o agresiva percibimos numerosos elementos somáticos
lógicos. de esa excitación. Ahora bien: ¿puede decirse que estas
percepciones están genéticamente determinadas, que nues-
Creo que existe un amplio acuerdo entre diversos tra vivencia de la erección o la crispación o hipertonía
autores y diversas disciplinas científicas (psicoanális, psi- muscular agresiva por ejemplo se hallan genéticamente
cología, etología, neurofísiología, etc.) en considerar que determinadas.'*. N o parece muy probable desde el punto
las motivaciones fundamentales son las dos que ya definió de vista teórico. Tratamos aquí en última instancia con el
Sigmund Freud a partir de «Más allá del principio del pla- problema de si se pueden heredar o no determinadas re-
cer»^^ (1920): una haría referencia a las conductas comu- presentaciones mentales, trátense éstas de arquetipos
nicativas y representaciones mentales que nos llevan a la ( J U N G " , 1913) o «protorrepresentaciones del pecho
unión, a la solidaridad, al apoyo (el Amor, la Sexualidad o materno, del objeto externo» (BION', 1970) o «precon-
la Psicosexualidad) y otra haría referencia a las conductas cepciones mentales» (BION-\ 1970; GRINBERG-^',

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1976). Mi opinión es que m puede existir representación. pulsiones serían las sensaciones propioceptivas, organocep-
mental sin relación de objeto, sin aprendizaje e interiorización tivas y cenestésicas y las fantasías inconscientes. Acerca de
de la relación?. Es en las relaciones objétales (y sólo a través \z.% fantasías inconscientes, como concepto estrictamente
de ellas) como puede proporcionarse una estructura co- psicodinámico, me parece claro que las mismas deben, a
municaciónal intrapersonal mínima sobre la que se engar- su vez, ser jerarquizadas entre fantasías inconscientes que
zan lo que llamamos «representaciones mentales». Las podríamos llamar «primigenias» (las relacionadas con las
consecuencias de esta postura personal en el tema que experiencias más repetidas y conflictivas mantenidas en
nos ocupa son claras: ella implica, desde luego, que no las diversas fases del desarrollo psicosexual (FREUD',
hay percepción directa de la pulsión, percepción rio me- 1905) o con lo que ERIKSON'-* (196.3) llama «sentimien-
diada por la comunicación intra. e interpersonal. De aquí tos básicos» en las primeras y¿j«) y otras fantasías incons-
creo que debe deducirse, como hizo Sigmund FREUD en cientes de segundo, tercer o cuarto orden, cada vez más
numerosas obras: directamente ligadas a aprendizajes (experiencias relació-
nales) más individualizados y socializados. En este senti-
1) El carácter limítrofe biológico-psicoiógico de la do, h. fantasía inconsciente, el principal «precipitado de la
construcción hipotética (¿o concepto-noción?) de Impulsión pulsión» (FOLCH"\ 1979) habría de definirse aproxima-
(FREUD-', 1905). damente como la representación mental, estrechamente ligada
a lo fisiológico, de las significaciones individuales de determi-
nadas experiencias conflictivas primarias y reiteradas sobre las
y 2) , que la traducción psicológica de la pulsión es que se estructura en el futuro la realidad interna del individuo
el «representante psíquico» (FREUD-\ 1915), trátase éste con amplia autonomía con respecto a la concordancia o no entre
de una sensación, un «sentimiento», una actitud o una la realidad extema y dichas representaciones. En definitiva:
fantasía. desde este punto de vista, la fantasía inconsciente repre-
sentaría a la pulsión, al impulso, pero de forma más mati-
Tal es mi opción teórica, por supuesto discutible, ya zada por la experiencia con los objetos externos, más psi-
que se trata de adoptar una convención. Cómo es sabido, cológica y alejada de lo biológico, que las representacio-
toda convención es discutible (y debe ser discutida) para nes mentales que Uarríamos <<percepciones de la excitación» o
evitar la dogmatización de cualquier disciplina científica. «sensaciones».
Y cuando digo que debe ser discutida no estoy haciendo
un mero enunciado retórico: es importante por ejemplo Este concepto de fantasía inconsciente tendría varias
señalar que, si adoptamos esta convención, pierde senti- ventajas: por un lado, una operacionalidad evidente; por
do, en la moderna teoría de las relaciones objétales, nociones otro, una situación definida dentro de la estructura de la
tales como «protorrepresentaciones del pecho materno», teoría de las relaciones objétales; y, last but not least, una
«preconcepciones mentales» y sus equivalentes (a menos posibilidad de redefinición desde otras orientaciones
que hagamos referencia con ellas a los esquemas sensorio- científicas de la psicología. Desde este punto de vista la
motrices, genética y específicamente determinados, del fantasía inconsciente sería la traducción representativa
reflejo de succión); pierden también sentido las descrip- inconsciente, nuestro modo inconsciente de agrupar y
ciones y «explicaciones» de situaciones conductuales o jerarquizar (dotar de significación) los primeros y
representacionales y comunicacionales basadas en que fundamentales refuerzos y condicionantes.
«este niño —o adulto— tiene una importante pusión de
vida —o de muerte—» o «viene dotado de más —o me- Tal concepto dé fantasía inconsciente tiene, por otra
nos— pulsión erótica», etc., descripciones que, a mi en- parte, la ventaja dé que coincide de forma sustancial con
tender, no son sino «pseudoexp.licaciones» teóricamente una noción freudiana: la de representación-fin, zielvorste-
mal fundadas, tal como puede deducirse de la argumenta- ///z«g (LAPLANCHE y PONTALIS*', 1968). Su naturale-
ción anterior. za es, forzosamente, ideativo-afectiva, coincidiendo pues
en ella los aspectos ideativos (representante-representativo,
Vorstellungreprdsentanz y Vorstellungreprdsentant) con los
De igual forma, la indudable dialéctica entre pulsión conativos, con el cuantum de afecto (Affekbetrag). Considera-
erótica y pulsión agresiva no es un dato observable directa do el desarrollo psicológico del individuo como la pro-
ni casi indirectamente. Es una inducción teórica—casi un conativos, con el cuantum de afecto (Affekbetrag). Conside-
postulado— de índole representacional realizada a partir rando el desarrollo psicológico del individuo como la pro-
de datos observables y definiciones operativas: la contra- gresiva inclusión dentro uc sus estructuras mentales, me-
dictoria dialéctica entre las conductas (significantes) y las diante asimilaciones y aconodaciones (PIAGET^", 1967)
representaciones mentales eróticas (en un sentido amplio) de conductas y significaciones, la fantasía inconsciente
y agresivas. Por ello, la «controversia de gigantes» entre representaría lo que, con una imagen tomada de la tradi-
Eros y Tkanatos a la que Sigmund Freud llamó «su mitolo- ción popular catalana, denominaríamos el «pal de paller»
gía» creo que fue muy acertadamente designada por él, de tal desarrollo: es en estas fantasías inconscientes primi-
por cuanto es una analogía especulativa (sumamente suge- genias donde se va a apoyar la estructura de significacio-
rente, desde luego) de imposible verificación observacio- nes intrapersonales, comunicaciones (intra e interpersona-
nal directa. les) y conductas externas que llamamos «estructura de
personalidad» o, simplemente, personalidad {en último ex-
Ahora bien: si decimos que la pulsión sólo puede tremo, un conjunto de patrones conductuales y comunica-
observarse y experimentarse (vivenciarse) a través de sus cionales basados intrapsíquicamente en una determinada
representaciones, ¿a qué tipo de representaciones aludi- estructura de ansiedades y defensas).
mos?.
La fantasía inconsciente implica por ello experiencia
Creo que en cuanto a un orden jerárquico, las repre- de relación. La pulsión haría referencia a las bases bioló-
sentaciones mentales más directamente traductoras de las gicas de la necesidad de relación y a sus cualidades, mien-

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tras que la fantasía inconsciente es un concepto estricta- ceptos psicodinámicos clave: Pulsión agresiva, pulsión
mente psicológico en el cual lo biológico es simplemente sexual, «pulsión de dominio», «pulsión destructiva»,
presupuesto. «pulsión de autoconservación», dialéctica pulsión de vida-
pulsión de muerte, «pulsiones del yo»...
N o se me oculta que la posición de conceptos tales
como objeto interno y objeto externo debe ser redefinida Una buena parte de esta labor creo que ya ha sido
conforme a las coordenadas anteriores, aunque creo que realizada (BLEGER"*, 1963; RAPAPORT", 1967;
en este campo la mayoría de los psicoanalistas se mueven BION% 1970; MELTZER-*", 1974; LAPLANCHE y
precisamente en tal terreno. Así, un objeto interno seria la PONTALIS""', 1968), aunque se encuentre en buena
representación mental, la inscripción en el conjunto de nuestras medida dispersa y fragmentada por problemas de comu-
significaciones, del conjunto o extracto de las experiencias man- nicación científica entre psicoanalistas, por problemas de
tenidas con un objeto extemo (o una clase de ellos). Si inten- comunicación interescuelas dentro del psicoanálisis y por
táramos agrupar todo lo anterior en un diagrama, podría- el problema, ya apuntado en otras ocasiones (TIZÓN''',
mos tal vez hacerlo de la forma en que se muestra en la 1978), de las demasiado escasas relaciones entre psicoaná-
figura 2. lisis y psicología del aprendizaje. Creo que aún queda

NryEL BIOLÓGICO Nivel Socio-Psicológico NIVEL PSICO-OXN/V.(ICO

Otras represen-
taciones mentales
Aprendí ze.jes ; s entimientos,acti
Nsc93idsdes. —i> Rslecionss -JJ expsrisncie, re- tudss, fantasías
pulsiones.... «—TT I \ Motivaciones fuerzos, condiciO' conscientes, pen-
<• c o n '^ob.letoSfi-i'
nantüs... ^Objetes íhléryíc. ^ samientos.,.
"Tir

n.=IIGEN: La ausencia dsl'bbjeto'.* FIGURA 2

Claro que este esquema resulta ser, evidentemente, mucha labor por hacer en este campo, aunque tales inter-
un mero punto de partida para una investigación teórica relaciones hace tiempo que ya han comenzado.
mucho más amplia, ya que me parece que tanto su estruc-
tura como los problemas teóricos y epistemológicos que
nos han llevado a él exigirían una axiomatización y redefi-
nición (dentro del sistema teórico) de una serie de con-
Resumen

Tras analizar someramente la problemática teórica de


términos como pulsión, impulso e instinto en la psicología
y las ciencias del hombre contemporáneas, se realiza un
intento de delimitación de tales conceptos y de una serie
de conceptos limítrofes.

Tras ello, se resume una investigación bibliográfica


sobre el uso que Sigmund Freud dio al conjunto termino-
lógico hallado (y sus derivados). Ello permite descubrir
una serie de problemas que, hasta nuestros días, vienen
dificultando la comprensión de los conceptos de «pul-
sión» y «representación psicológica» y de sus interrelacio-
nes. El autor postula que tales problemas son al menos de
tres niveles: epistemológicos, teóricos y pragmáticos (de
traducción) y analiza brevemente esos niveles.

Finalmente, se propone una convención para la utili-


zación de los términos «pulsión», «representante psicoló-
gico», «fantasía inconsciente», y «objeto» dentro del sis-
tema científico proporcionado por la moderna «teoría de
las relaciones objétales».

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EL BASILISCO, número 13, noviembre 1981-junio 1982, www.fgbueno.es

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