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ISSN: 2007-6363
PÄDI BOLETÍN CIENTÍFICO DE CIENCIAS BÁSICAS E INGENIERÍAS DEL ICBI, año 2, No. 3, Julio 2014 - Enero
2015, es una Publicación semestral editada por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo/Torres de Rectoría, 6° piso,
carretera Pachuca-Actopan Km. 4.5, Col. Campo de Tiro, Pachuca de Soto, Hidalgo, C.P. 48900, Tel. (01) 771 71
72000 Ext. 2951, www.uaeh.edu.mx, sedein12@hotmail.com,. Editor responsable: Dra. Rosa Icela Beltrán Hernández.
Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2012-101716465800-203, ISSN: 2007-6363, ambos otorgados por el Instituto
Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este Número, Unidad de Informática Dirección
de Tecnologías Web y Webmetría, Torres de Rectoría, 6° piso, carretera Pachuca-Actopan Km. 4.5, Col. Campo de Tiro,
Pachuca de Soto, Hidalgo, C.P. 48900, fecha de última modificación, 5 de Julio de 2014.
Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.
Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de
la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
ÍNDICE DE CONTENIDO
Portada
Editorial
Ensayos
------------------------------------------------------
Cambios Químicos de los Aceites Comestibles Durante el Proceso de Fritura. Riesgos en la Salud.
Juan José Barajas Gómez, Araceli Castañeda Ovando, Juan Ramírez Godínez
Partenogénesis en Reptiles.
Norma L. Manríquez Morán
Artículos
------------------------------------------------------
Redes Semánticas en la Enseñanza de las Matemáticas.
Manuel González Hernández, Anna Tarasenko, Oleksandr Karelin
Revisión Teórica de los Elementos de Impacto del Síndrome de Burn-Out en el Clima Organizacional.
Freddy Asiaín Reyes García, Miriam Guerra Vargas, Antonio Oswaldo Ortega Reyes, Carlos Robles Acosta, Eva Selene
Hernández Gress
Reseñas
------------------------------------------------------
Visit to the Wastewater Treatment Plant of Atotonilco de Tula, Hidalgo
María del Refugio González Sandoval, Liliana Lizárraga Mendiola y Yamile Rangel Martínez
Resumen
El siglo XXI se caracterizará por la intensidad y la extensión de las alteraciones ambientales de origen antropogénico y por
los problemas que éstas ocasionarán. Aunque se trata de una disciplina relativamente reciente, las Ciencias Ambientales
tienen la enorme encomienda de investigar cómo la humanidad podría transitar hacia una relación más sostenible con la
naturaleza. En este ensayo se presentan y discuten los principios y descubrimientos que han ido construyendo esta ciencia
desde una perspectiva histórica, de la Antigüedad clásica hasta 1962.
Abstract
Twenty-first century will be characterized by the strength and the expansion of environmental changes and by their
consequences. Although Environmental Sciences are a relatively new discipline, it takes on the colossal task of finding the
path toward a sustainable relationship between man and nature. In this assay, we discuss the main principles and findings
that have contributed to this scientific field, from Classical period to 1962.
“Man's attitude toward nature is today critically important simply because we have now acquired a fateful power to alter
and destroy nature. But man is a part of nature, and his war against nature is inevitably a war against himself”.
Rachel Carson (Obra, 1963)
1. El siglo del medio ambiente
La Tierra está experimentando numerosos y profundos cambios que extienden sus efectos a todo el planeta y a los seres
vivos. Estos cambios se deben, esencialmente, a la magnitud y extensión de las actividades humanas. Conforme la población
mundial, el uso de recursos y el poder de la tecnología han aumentado, la dominación humana ha logrado modificar toda la
Tierra. De hecho, se considera que actualmente no hay ecosistema libre de influencia humana (Vitousek et al., 1997).
Ya sean producidos por la agricultura, las actividades ganaderas, forestales y pesqueras, la industria, la recreación o el
comercio internacional, estos cambios pueden ser de tres tipos (Lubchenco, 1998):
Transformación de los espacios terrestre y marino.
Alteración de los principales ciclos biogeoquímicos (e. g. carbono, nitrógeno, hídrico y sustancias xenobióticas).
Adición o pérdida de especies y poblaciones genéticamente distintas en áreas locales.
Estos cambios conllevan, a su vez, alteraciones tales como perturbaciones del clima global, agotamiento del ozono
estratosférico, pérdidas irreversibles de biodiversidad, así como cambios en la estructura y funcionamiento de los
ecosistemas (Lubchenco, 1998).
La velocidad y extensión de tales alteraciones las hacen únicas en la historia de la Tierra, y sitúan a la humanidad como
una (si no, la más) potente fuerza de la naturaleza. Por lo anterior, Paul Crutzen (2002) acuñó el
término Antropoceno paraestablecer que la huella humana en la Tierra es tan grande, que incluso permite poner fin al periodo
geológico anterior (el Holoceno).
Así como la influencia humana en el planeta se vuelve más que evidente, ahora apreciamos también que hay un
sinnúmero de aspectos que dependen del medio ambiente. La salud humana, la economía, la justicia social y la seguridad
de las naciones tienen facetas ambientales que por lo general se ignoran (Lubchenco, 1998).
Debido a la importancia de los cambios globales anteriormente expuestos, y a la urgencia por resolver o mitigar los
problemas que implican, E. O. Wilson reconoció que éste sería el siglo del medio ambiente (Wilson, 1998). De forma
análoga, ésta es una época decisiva para las Ciencias Ambientales, porque en ellas recae la responsabilidad de investigar
cómo transitar desde la situación actual hasta una en la que exista una relación más sostenible con la naturaleza y sus
recursos.
En este ensayo pretendemos mostrar la vastedad del campo de estudio de las Ciencias Ambientales desde una
perspectiva histórica. En esta primera parte nos enfocamos en el período comprendido desde la Antigüedad clásica hasta lo
que nos parece el surgimiento de las Ciencias Ambientales modernas, a saber, la publicación de Primavera Silenciosa en
1962. Para ello, exponemos las que a nuestro juicio son algunas de las aportaciones teóricas más relevantes a esta disciplina,
así como los hallazgos científicos que la han marcado. Dado que se trata de una ciencia intrínsecamente ligada a factores
humanos y sociales, incluimos también las repercusiones de estos avances científicos en la legislación ambiental.
La segunda gran vertiente de la preocupación ambiental del siglo XIX fue la búsqueda por atenuar los impactos físicos
y sociales de la contaminación, ya que en este período surgieron las primeras legislaciones tendientes a regular el
saneamiento de las grandes ciudades. En el Reino Unido se promulgó la Alkali Act (1863), la primera legislación ambiental
de ese país, para restringir las emisiones ácidas de las fábricas productoras de jabones (Jacobson, 2002), mientras que
la Refuse Act (1899) se firmó para prohibir la descarga de cualquier material en corrientes superficiales y bahías de los
Estados Unidos y mantenerlas libres de obstáculos para la navegación. Aquí se podrían incluir también los esfuerzos por
modernizar los sistemas de drenaje en Londres y otras ciudades, que fueron paralelos al desarrollo de la teoría microbiana
de las enfermedades infecciosas de Louis Pasteur y otros microbiólogos.
En la década de 1950, Arie Jan Haagen-Smit descubrió un nuevo tipo de contaminación atmosférica, el smog
fotoquímico. Asimismo, identificó a los hidrocarburos parcialmente oxidados y a los óxidos de nitrógeno procedentes de
las emisiones vehiculares como sus precursores. Aunque inicialmente se pensó que el smog fotoquímico sólo se producía
en las condiciones particulares del área urbana de Los Ángeles, California, luego fue evidente que podía generarse
prácticamente en cualquier urbe (Brimblecombe, 2011). Por otra parte, fue en 1957 que se publicó el artículo pionero de
Roger Revelle y Hans Suess que inició la investigación acerca del llamado “efecto invernadero”. En este trabajo, los autores
advirtieron que, por la quema de combustibles fósiles y la consiguiente emisión de CO2 a la atmósfera, “los seres humanos
están llevando a cabo un experimento geofísico a gran escala” (Revelle y Suess, 1957). Poco después (en 1958), Charles
Keeling inició la medición sistemática del CO2 atmosférico en el observatorio de Mauna Loa (Hawai) y en el Polo Sur, que
continúa en marcha.
Después del lanzamiento de las dos bombas nucleares que dieron fin a la Segunda Guerra Mundial, el temor a los
efectos de la radiación creció entre la población. Hacia la década de 1950, la principal preocupación era la inducción de
cambios genéticos, lo que condujo al establecimiento de los primeros estándares de dosis límite para la población expuesta
(Inket et al., 1995). Diez años más tarde, la elevada mortalidad de los sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki hizo que los
temores de la población se enfocaran hacia la incidencia de cáncer, en particular de leucemia.
La comunidad científica especializada sabía desde 1943 que los productos de la fisión liberados a la atmósfera podían
incorporarse a las cadenas alimenticias y afectar así un gran número de personas (Gould et al., 1991). En 1957, Andrei
Dmitrievich Sakharov, cocreador de la bomba de hidrógeno soviética, estimó que los ensayos nucleares realizados hasta ese
momento afectarían o matarían a más de medio millón de personas (Sakharov, 1958). Tras la Crisis de los Misiles de 1962
y gracias al activismo de Sakharov y de otros científicos del más alto prestigio, como Linus Pauling, 105 países firmaron el
Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares (Test Ban Treaty) en 1963, que impide la realización de pruebas de armas
nucleares en la atmósfera, en el espacio exterior y bajo el agua.
Figura 4. Casas en Beersheba (Israel) rociadas con DDT antes de ser ocupadas por inmigrantes, 1949.
Imagen de dominio público tomada de: http://www.gpo.gov.il/
Las evidencias de la extrema toxicidad del DDT y de sus efectos a largo plazo empezaron a acumularse tempranamente.
De hecho, y aunque en su momento no fueron interpretadas como tales, las primeras evidencias provienen de su descubridor,
Paul Müller, quien notaba que las jaulas de experimentación eran tan tóxicas para las moscas que “sólo podía reusarlas
después de desmantelarlas, limpiarlas a conciencia y exponerlas a cielo abierto por un mes” (Jarman y Ballschmiter, 2012).
En dos estudios publicados en 1945 en Science, se reportó la elevada susceptibilidad de peces y otros animales marinos al
DDT, así como la afinidad de éste por las células adiposas (Marzec, 2009). En 1960, E. G. Hunt y A. I. Bischoff fueron los
primeros en demostrar la bioacumulación progresiva de un pesticida, el DDD[3], a través de una cadena trófica (Hunt y
Bischoff, 1960). Los investigadores demostraron que, tras algunas aplicaciones repetidas de este compuesto en Clear Lake
(California), el DDD se transfirió del plancton a los peces, luego a las ranas y posteriormente a aves [4] , aun cuando no se
encontrara traza alguna del pesticida en el agua. La población de un ave en particular, Aechmophorus occidentalis, decayó
de más de 2000 individuos en 1949, a cerca de 60 en 1960 (Haq, 2012).
Las acciones contra el DDT no se concretaron sino a partir de que un pequeño grupo de observadores de aves empezó
a alertar de la conexión que existía entre las campañas aéreas de fumigación y la muerte masiva de aves. Este grupo empezó
a contactar a los medios de comunicación e incluso entablaron demandas judiciales, sin mucho éxito (Marzec, 2009). Rachel
Carson (Figura 5), bióloga marina al servicio del Fish and Wildlife Service norteamericano, era también una escritora
conocida cuando empezó a reunir los resultados de las investigaciones relacionadas con el DDT y los reclamos de la gente
preocupada por las fumigaciones aéreas y sus efectos en aves. Luego de su publicación en 1962, su libro Primavera
silenciosa (Silent Spring) fue de inmediato un éxito editorial que conmocionó a la población y obligó a las autoridades a
revisar el uso del DDT por mandato del presidente Kennedy. Aunque la industria de los pesticidas gastó más de $250,000
en campañas de descrédito tanto del libro como de la autora en lo personal (Marzec, 2009), se atribuyen a Carson no sólo
la prohibición en 1972 del uso agrícola del DDT, sino también la creación de la EPA (Environmental Protection Agency)
de los E.U.A. y los movimientos ambientalistas ciudadanos (Haq, 2012).
Para Carson, la guerra química que estaba presenciando implicaba una interferencia en relaciones ecológicas que se
habían desarrollado durante millones de años, y sólo era una muestra más de la arrogancia humana pretendiendo controlar
la naturaleza. Esta arrogancia podría acarrear consecuencias inesperadas y además ser inútil, ya que al combatir a los insectos
con “elíxires de la muerte” y mediante los mecanismos enunciados por Darwin, los miembros más resistentes serían
seleccionados y sobrevivirían. Asimismo, Carson cuestionaba la ética subyacente al uso extensivo de químicos que acababan
de ser sintetizados y cuyos efectos eran aún desconocidos (Marzec, 2009). Primavera Silenciosa es una visionaria petición
de cordura que ahora conocemos como “principio precautorio” y que constituye la base de REACH, el actual sistema
europeo de control de sustancias químicas[5] .
Figura 5. Fotografía oficial de Rachel Carson como empleada del Fish and Wildlife Service de los E.U.A., c.
1940.
Imagen de dominio público tomada
de: http://digitalmedia.fws.gov/cdm/singleitem/collection/natdiglib/id/2810/rec/5
Para muchos, el legado más importante de Primavera Silenciosa fue que los ciudadanos comunes se percataron por
primera vez de que la naturaleza era vulnerable a la intervención humana (o, en términos friedrichianos, a la Raubwirtschaft).
Cuando Rachel Carson tendió el puente entre el conocimiento salido de los laboratorios y las personas, éstas entendieron la
necesidad de controlar a la industria para proteger a la naturaleza, y así nació el ambientalismo.
4. Conclusiones parciales
En el período que abarca este ensayo, se construyó una parte sustancial del corpus teórico de las Ciencias Ambientales.
Conceptos insoslayables como ecosistema, biosfera, smog, lluvia ácida o biomagnificación se acuñaron o describieron por
primera vez en este lapso, y contribuyeron a entender el funcionamiento de la Tierra como sistema o bien a alertar de
peligros para los ecosistemas y la especie humana. El desarrollo de las Ciencias Ambientales y su impacto social son el
resultado del trabajo de pensadores, científicos y recientemente de activistas anónimos. Gracias a su visión y tenacidad, hoy
entendemos más al medio ambiente y tenemos mayores capacidades para protegerlo. Obviamente esta misión no terminó
en 1962 ni está cerca de culminar al día de hoy, por lo que en la siguiente parte de este ensayo se expondrán y analizarán
los hallazgos recientes que han marcado a esta fascinante disciplina.
Agradecimientos
Los autores agradecen los comentarios constructivos de Ulises Iturbe, que indudablemente mejoraron este ensayo.
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[1]
La más reciente estimación del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) es que el incremento en la
temperatura correspondiente a la duplicación de la concentración de CO2 en la atmósfera es de 1.5 - 4.5°C. Ver Climate
Change 2013: The Physical Science Basis. Disponible en: https://www.ipcc.ch/report/ar5/wg1/ [consultado el 16 de febrero
de 2014].
[2]
Megan Marzec señala que la virulencia y la desproporción de estas campañas de erradicación de plagas tenían un
paralelismo con la cacería de brujas que por esos años emprendió el senador John McCarthy para combatir a los comunistas,
reales e imaginarios (Marzec, 2009).
[3]
Dicloro-difenil-dicloroetano, pesticida con una estructura química muy semejante a la del DDT.
[4]
A este proceso se le conoce hoy como biomagnificación.
[5]
REACH es el acrónimo de Registration, Evaluation and Authorization of Chemical substances, el sistema que la
Unión Europea (UE) puso en marcha en 2007 para analizar las propiedades ambientales (e.g., biodegradación, potencial de
bioacumulación, ecotoxicidad…) de las sustancias químicas que se producirán o importarán en el territorio de la UE. Se
basa en el “principio precautorio”, según el cual los compuestos químicos son inaceptablemente peligrosos hasta que el
fabricante demuestre lo contrario. En contraste, en los E.U.A., la demostración de los riesgos de un producto químico corre
a cuenta de las autoridades y, por supuesto, del erario público.
Profesora Investigadora del Área Académica de Química. Doctora en Microbiología-Biotecnología por el Institut National des
[a]
Sciences Appliquées de Toulouse, Francia. Su interés principal de investigación es el tratamiento biológico del agua.
[b]
Profesor Investigador del Área Académica de Química. Doctor en Ciencias con especialidad en Biotecnología Ambiental por el
CINVESTAV, México. Sus temas de investigación están relacionados con la Ingeniería y Biotecnología ambientales,
principalmente con los bioprocesos para la producción de biocombustibles y biofertilizantes.
Profesora Investigadora del Área Académica de Química. Doctora en Ordenación del Territorio y Medio Ambiente por la
[c]
Universidad Politécnica de Madrid, España. Su investigación se enfoca en la diversidad microbiana del agua y en la calidad
de aguas residuales de reúso.
[d]
Profesora Investigadora del Área Académica de Química. Doctora en Ciencias con especialidad en Biotecnología Ambiental por
el CINVESTAV, México. Sus temas de investigación son la dinámica de nutrientes y contaminantes en suelos, la
recuperación de suelos y el biomonitoreo atmosférico.