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El mandato de Dios después del diluvio fue que los hombres se esparcieran por la tierra.

Nemrod fue el primer personaje prominente que después del diluvio quiso gobernar a la
humanidad, desafiando la gobernación de Dios. Los ángeles caídos ya no podían
materializarse, así que siguieron promoviendo su rebelión a través de seres humanos como
Nemrod.

Para ello, impuso la idea de congregarse, (le sería más fácil gobernarlos), para no ser abatidos
por un diluvio. Según ciertas obras, no solo desafió la orden de Dios de esparcirse, sino que
esperaba de alguna manera tomar venganza contra Dios por haber eliminado a sus
antepasados en el diluvio. Incitó a sus congéneres a rebelarse contra Dios y su voluntad, de
hecho, se desconoce su propio nombre personal. En hebreo Nemrod significa “rebelémonos”,
haciendo referencia no a su verdadero nombre, sino, a la actitud que lo definía. Es muy
probable que la construcción de la torre de Babel, comenzara bajo su dirección, justamente,
como un elemento material que simbolizara esa rebelión para no ser abatidos por un diluvio, y
por sobre todo, a través de esa estructura atribuirse orgullosamente un nombre para la
posteridad (costumbre que los humanos siguieron teniendo después de la dispersión). La
intención principal de Nemrod era, apartar de Dios a la humanidad y agruparlas en torno a su
persona, disponiendo una cobardía el someterse a Dios, persiguiendo a los que lo hacían,
sometiendo y esclavizando violentamente a muchas personas, obligándoles a trabajar en la
torre, transformando su liderazgo en una tiranía.

Es posible que se atribuyera el papel de la “descendencia prometida”, una promesa hecha en


Edén, y bien conocida por aquellas personas. No es de extrañar que Nemrod, ahora revestido
del carácter de una pseudo divinidad, y haya llegado más lejos todavía, proponiéndose como
una suerte de dios humano compitiendo con el Dios Creador y promoviendo su adoración. No
olvidemos que la humanidad ya había vivido la experiencia antediluviana de “dioses
convertidos en hombres”. ¿Tendría Nemrod o sus secuaces vínculos espirituales con éstos
ángeles rebeldes, que sin duda apoyarían su rebelión? De ser así, también se le puede
considerar al menos, un iniciador y promotor de obtener poderes especiales y protección a
través del espiritismo, la magia, la adivinación y la hechicería, lo cual reforzaría su imagen y
poder. Esto tampoco es de extrañar, dado los sucesos encontrados en posteriores culturas.

Se valió de su fama como cazador, hombre cruel, despiadado y violento, de gran fuerza física.
Desafió a Dios y su palabra profética, como descendiente de Cam, al desposeer por la fuerza
los territorios de las familias de Sem y Jafet, pretendiendo ir en contra de la profecía dada por
Noé. No nos cuesta imaginarnos a Nemrod encaramado en lo alto de su torre, haciendo
grandes alardes, falsas promesas, y demostraciones de poder y fuerza, que impactaron a la
gran mayoría de personas de su día. Un lamentable ejemplo que continuaron muchos reyes,
emperadores, así como dictadores y tiranos de nuestros días.

Era de esperar que Nemrod encontrara la muerte de manera violenta. Según algunas fuentes
seglares, la madre (y a su vez, esposa) de Nemrod, siguió con el legado de su hijo divinizándolo
y asumiendo (quizás desde antes de la muerte de Nemrod), el papel de reina y diosa madre,
progenitora de la “descendencia prometida” (a la cual se lastimaría en el talón pero no
moriría). Posiblemente tuvo otro hijo después de la muerte de Nemrod, al cual quiso parecer
como Nemrod “reencarnado” o vuelto a la vida. ¿Sería este hijo, fruto de una relación
incestuosa con Nemrod antes de morir? A juzgar por la baja moralidad de aquel día y por las
costumbres que después se perpetuaron en forma de tradiciones religiosas, no es descartable
esa opción, dándole fuerza a la creencia falsa. Según investigadores, este nuevo vástago
(Nemrod resucitado y deificado) no era otro que Tamuz, a quién más tarde también se deificó
y se le rindió adoración a través de objetos cruciformes, en referencia a la T, la inicial de su
nombre. La cruz ya se puede observar como parte de cultos antiquísimos.

Era de esperar que estos acontecimientos causaran una profunda impresión en las personas de
su día, así como la anterior destrucción por un diluvio. Téngase en cuenta que todo esto
sucedió inmediatamente ANTES de que la humanidad fuera esparcida. Josefo habla que Dios
frustró sus planes no solo confundiendo el lenguaje sino destruyendo con tormentas y rayos
esa estructura construida con fines siniestros. Cuando se esparcieron, se llevaron consigo los
recuerdos de tan impactantes sucesos, y también la actitud de rebelión y violencia de aquellos
tiempos. Babel significa “confusión”, el lugar desde donde se esparcieron fue Babilonia, desde
donde procedieron la multitud de creencias religiosas falsas de la humanidad.

En casi la totalidad de pueblos y culturas antiguas existen leyendas acerca de un diluvio. Y


también, leyendas, creencias y cultos, relacionados con deidades cazadoras, dioses
sometiendo a serpientes, dioses con el poder del rayo, diosas madres con sus correspondiente
dioses hijos y/o consortes, (Semíramis, Istar, Astarté, etc.), asociadas a la fertilidad, la lujuria, y
el incesto, creencias sobre vida después de la muerte, reencarnaciones, y deidades que
vuelven a la vida en determinados momentos del año. También, humanos con capacidades
especiales de obtener poderes mágicos y comunicación con el mundo espiritual, la
construcción de zigurats y pirámides, así como reyes, tiranos y conquistadores violentos. La
mayoría de historiadores coinciden que esta profunda religiosidad no es en absoluto casual, y
los hilos comunes en estas creencias tuvieron origen en la llanura de Sinar (Babel, Babilonia),
precisamente donde la Biblia dice que ocurrieron todos estos acontecimientos antes de la
dispersión de la humanidad.

La historia registra que aún en tiempos posteriores, estas creencias persistieron y devinieron
en cultos cada vez más sangrientos y degradados. El pueblo de Israel adopto estas formas de
adoración que ya eran comunes en los pueblos de Canaán, por ejemplo, la adoración
degradada de Baal y su consorte Astarté, un dios guerrero que muere, deja una descendencia,
pero vuelve a la vida para casarse nuevamente. También el profeta Ezequiel describe a
mujeres de Jerusalén, llorando por el dios Tamuz, (el Adonis griego), rey consorte de Istar,
diosa de la fertilidad, otro rito pagano común de las naciones cananeas. El cristianismo
paganizado tomó prestados todos estos cultos que persisten todavía con mucha fuerza en
nuestros días.

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