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Campus Huehuetenango
Estudiantes: Carnet:
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4. Juan David Castro Castro 0507-19-1275
5. Carlos Miguel Ramos Cardona 0507-17-2728
6. Fredy Orlando Morales Ramírez 0507-19-6575
Una carta fundamental debe, entre otras cosas, buscar y contemplar los postulados de la
justicia. Y la justicia no es propia únicamente de los particulares, sino de los grupos, de la
sociedad. Las personas no son entes totalmente autónomos e independientes, sino políticos
y sociales por naturaleza; es el pueblo el que posee y ejerce la soberanía, y no solo un
individuo. Por ello, y en busca de la plenitud y el bienestar de todos los ciudadanos, surgió un
movimiento, que primero se manifestó como desacuerdos y manifestaciones, principalmente
contra la injusticia y la desigualdad. La corriente jurídica que se propuso elevar la normativa
social al rango constitucional se denominó Constitucionalismo Social y aunque, a diferencia
de otros países en donde sus expresiones fueron muy marcadas, en Guatemala, este
fenómeno también nació a la vida jurídica (de forma silenciosa pero vigente). El estado del
arte acerca de este tema (investigación bibliográfica, internet, revistas, etc.), mostró que no
existe mucha información al respecto, por lo que se advierte que además de interesante,
original y apasionante, es totalmente novedoso; por lo que, elaborar un estudio del mismo se
constituiría como un buen aporte para el ámbito académico (en las áreas sociales, jurídicas e
históricas).
La Constitución de 1824.
El art. 5 de la Constitución de 1824 estableció que el territorio de la nueva Republica era "el
mismo que antes comprendía el antiguo reino de Guatemala, a excepción de la provincia de
Chiapas". La Constitución del Estado Federal aceptó como un hecho consumado la primera
gran desmembración del territorio de la república, ya que Chiapas y el Soconusco fueron
anexados a México cuando las tropas del general Vicente Filísola se retiraron de
Centroamérica, al producirse el derrumbe del proyecto imperialista de Agustín de Iturbide.
No obstante, el articulo 6 reconoció que “(…) La provincia de Chiapas se tendrá por Estado
de la Federación cuando libremente se una". Pero México siempre impidió por la fuerza de
las armas que esto ocurriera
Una forma particular de Federalismo al revés
El “federalismo” nunca fue un principio jurídico, sino una forma particular de Estado,
adoptada por primera vez, en la era moderna, en la Constitución de los Estados Unidos de
Norteamérica el 17 de septiembre de 1787, aunque ésta entro en vigencia hasta el 1 de
enero de 1789.
La adopción de la forma federal del Estado de las Provincias Unidas de Centroamérica fue,
probablemente, la única influencia directa de la revolución e independencia de los Estados
Unidos sobre países como México y Centroamérica en 1824, aunque hubo otros casos de
federalismo en Colombia -que también fracasó-, Argentina y Brasil, que todavía existen
como Estados Federales
La abolición de la esclavitud
Es importante señalar la diferencia sustancial que hubo entre el ciudadano de los Estados
Unidos y el de Centroamérica. El primero era un colono libre, pequeño o gran propietario,
que arrastraba consigo la larga tradición de lucha por la libertad, iniciada siglos atrás por el
parlamento inglés contra la monarquía absoluta. Los 13 Estados firmantes de la declaración
de Virginia constituían, en relación a la época, una sociedad bastante igualitaria en derechos,
probablemente por ello la Constitución de los Estados Unidos no contiene una definición de
ciudadano. Las únicas personas que no tenían derechos eran los indios y los negros. Al
momento de la promulgación de la Constitución en 1787, ya existía la esclavitud de los
negros en esos territorios. Existía, pues, igualdad solamente para las personas blancas de
origen europeo.
Ciudadanía centroamericana
En Estados Unidos ese equilibrio entre Estados grandes y pequeños se logró mediante los
"censos" que asignaba el número de habitantes que escogería a los representantes de cada
Estado ante el Congreso de Estados Unidos. No hubo, pues, en Estados Unidos un voto
igual, proporcional a la población, sino asignaciones o cuotas de representantes por cada
Estado.
En cambio, la Constitución de 1824 llevaba desde su inicio una fuerte dosis de centralización
de funciones por parte del Estado Federal. Una de ellas era la fiscalización del proceso
electoral de los diferentes Estados por parte del Congreso federal. Esta fiscalización operaba
en dos fases. En la primera, conforme el artículo 45 de la Constitución de 1824, correspondía
al órgano legislativo de cada Estado hacer el escrutinio y remitir "las mismas listas al
Congreso, reservándose las que contiene la elección de senadores".
El envío de las listas, exceptuando la de senadores, nos anuncia en la segunda fase una
supervisión del resultado electoral por parte del órgano legislativo federal, lo que contradice
el principio de igualdad y soberanía de los Estados consagrado en la Constitución de 1787.
Aunque esta contempla como medida excepcional la intervención del Congreso Federal, la
Constitución de 1787 en ningún momento ordena la intervención o supervisión del Congreso
federal en los procesos electorales de los diferentes Estados.
El mismo procedimiento de verificación era aplicado por las Asambleas de los Estados en la
elección de senadores, conforme al artículo 48 de la Constitución de 1824. En este caso se
trataba de una injerencia directa del órgano legislativo de cada Estado, contra la voluntad de
los ciudadanos.
A diferencia del Título 2, capítulo III, de la Constitución de Cádiz que relaciona, aunque no
muy claramente, la división y separación de poderes, los legisladores de 1824 no se
refirieron directamente a ellos como las bases sobre los cuales se organizaría el Estado
federal. Pues bien, nuestros legisladores tampoco establecieron el principio de división de
poderes en la Constitución de 1824, pero si montaron un extraño y poco funcional sistema de
cruce de funciones entre los poderes y órganos del Estado Federal
No fue una casualidad que las atribuciones del Congreso estaban colocadas en el Título IV, y
las atribuciones del Senado estaban colocadas en el Título VI. Aparece el Senado como un
organismo diferente y al lado del Congreso, no como una parte de la totalidad que debió
haber sido el órgano legislativo bicameral.
Fue hasta en el año 1868, recién finalizada la guerra de secesión con la derrota militar de los
Estados del Sur, que se aprobó la enmienda decimocuarta, sección 2, la cual estableció la
proporcionalidad en el pago de contribuciones y en el número de representantes ante el
Congreso. Lo anterior era apenas, en el plano de las atribuciones del Congreso, una
manifestación del excesivo centralismo del Estado Federal en Centroamérica.
En marzo de 1840, Morazán y unos cuantos oficiales escapan y huyen luego de la derrota.
Hay desórdenes públicos y el gobierno es inestable. Carrera es nombrado presidente por la
Asamblea, y toma posesión el 14 de diciembre de 1844.
El embajador británico Fréderick Chatfield temía la influencia expansionista de EE. UU. sobre
el Istmo, y por ello alentó a Carrera a declarar la independencia absoluta, con lo cual
esperaba que Guatemala fuera más dependiente de la protección británica. El 9 de marzo de
1847, el gobierno notifica a los otros Estados centroamericanos su decisión de declarar su
independencia absoluta.
De 1851 a 1869 la economía fue favorable, debido a la relativa paz del momento. El principal
producto de comercio era la cochinilla, producida por el animal del mismo nombre, en el
nopal. En 1858 esta producción entra en crisis, lo que da paso a la caficultura. Carrera
consideraba que el café sería el sustituto de la grana. A su muerte, en 1865, lo sucede el
gobierno de Vicente Cerna, poco funcional y caduco, por lo que genera descontento popular.
El cultivo del café contemplaba otros aspectos, como la tenencia de la tierra, los créditos
agrícolas, construcción de puertos para la exportación y otros que Cerna, por su posición
ideológica, no deseaba impulsar.
Esta constitución tenia una amplia influencia de la Iglesia Católica y de hecho iniciaba con las
siguientes palabras: “En el nombre de Dios Todopoderoso”
Aquellos que tengan profesión, oficio o propiedad que les proporcione medios para
subsistir con independencia.
Aquellos extranjeros que cumplan con los requisites anteriores y fueran nombrados para
cargos públicos y los aceptaran.
Nótese que esta definición dejaba como ciudadanos prácticamente solo a los varones criollos
y mestizos.
El presidente de la República era electo cada cuatro años, por una Asamblea General
copuesta de la Cámara de Representantes, del Arzobispo Metropolitano, de los individuos de
la Corte de Justicia y de los vocales del Consejo de Estado y podia ser reelecto.
En otras palabras: los amigos de Rafael Carrera lo iban a reelegir cada cuatro años; de
hecho, en 1854 lo nombraron presidente vitalicio. No había voto popular para el presidente,
solamente para los representantes y solamente los ciudadanos podían votar.
No había figura de vicepresidente, y en caso de falta absoluta del presidente se hacía cargo
de la presidencia uno de los Ministros de Estado; por esta razón, cuando murió Carrera el 14
de abril de 1865, fue Pedro de Aycinena quien se hizo cargo de la presidencia, pues fungía
como Ministro de Relaciones Exteriores.
El Consejo de Estado estaba formado por los Ministros de Estado y por ocho consejeros
nombrados por la Cámara de Representantes. Eran nombrados cada cuatro años y podían
ser reelectos; ahora bien, podían ser requeridos en el Consejo de Estado por las siguientes
autoridades:
El Presidente de la República
El Arzobispo Metropolitano
Los obispos que hubiera en la capital
Los gobernadores del arzobispado
el Regente de la Corte de Justicia
el Presidente del Cabildo Eclesiástico
el Rector de la Pontificia Universidad
el Prior del Consulado
el Presidente de la Sociedad Económica
el Comandante General de las Fuerzas Armadas
Se nota aquí el enorme control que tenía la Iglesia sobre los asuntos de Estado, en especial
el clero secular dirigido por el Arzobispo.
En cuanto al congreso, éste quedó denominado como “Cámara de Representantes” y estaba
compuesto por 55 miembros que podían ser reelectos. En caso de alguna acusación en suc
ontra, la Cámara misma decidía si procedía un juicio o no.
Restauración Conservadora.
Presidencia Vitalicia.
José Rafael Carrera y Turcios fue un caudillo militar guatemalteco. Fungió como jefe de
Estado entre 1844 y 1847 y como presidente vitalicio de la República de Guatemala entre
1847 a 1848 y de 1851 a 1865. De hecho, es el mayor representante de la tendencia
conservadora en Centroamérica del siglo XIX.
El presidente Carrera era mestizo y con rasgos indígenas, lo que junto al apoyo que recibió
del conservador Clan Aycinena ha sido la razón para que su figura haya sido polémica en
la historia guatemalteca.
En 1837 inició la lucha armada contra el régimen de Francisco Morazán, presidente de las
República Federal de Centroamérica. Carrera luchó contra quien gobernaba el Estado de
Guatemala, el doctor José Mariano Gálvez, liberal al igual que Francisco Morazán. Entre sus
fuerzas se encontraban numerosos indígenas. Esto se debe a que el 9 de junio de 1837 el
gobierno del Estado de Guatemala había vuelto a implantar el tributo indígena que había sido
suprimido desde tiempo colonial por las Cortes de Cádiz en 1820.
Primer gobierno
Rafael Carrera fue el último gobernador del Estado de Guatemala. Asumió el poder en 1844,
nombrado por el clero y el partido conservador dirigido por el Clan Aycinena. El 21 de marzo
de 1847 firmó un decreto proclamando a Guatemala como República soberana e
independiente. Con esto la separó definitivamente de la patria federada centroamericana. Por
esta razón se hizo llamar Fundador de la Nueva República.
Pero a pesar de los esfuerzos de Carrera, para agosto de 1848 la situación de Guatemala
era caótica. Serapio Cruz asaltaba Quiché promoviendo revueltas en contra del gobierno.
También había revueltas en el oriente del país, los liberales y conservadores se mantenían
en constante pugna. El presidente Carrera se dio cuenta que su prestigio se esfumaba y que
era conveniente renunciar. Se escogió al señor Juan Antonio Martínez para reemplazarlo.
Carrera formó una conciencia indígena en el occidente del país, la cual constituyó la base de
su poder militar en el área. Se nombró al mayor José Víctor Zavala como corregidor de
Suchitepéquez para detener a Carrera. Pero Zavala se puso a órdenes de Carrera. Por esta
razón, se revocó la pena de muerte sobre Carrera y se le nombró Comandante General de
las Armas.
Presidencia
El decreto por el cual fue nombrado presidente vitalicio estipulaba que se declarara
presidente perpetuo de la República al “Excelentísimo señor capitán general don Rafael
Carrera”. Además, Carrera tenía la facultad de nombrar sustituto interino. Así como convocar
y disolver, cuando lo estimara conveniente, a la Cámara de representantes.
Fallecimiento
Poco antes de morir, en abril de 1865, Carrera expresamente les dijo a sus colaboradores
cercanos: ¡A mis indios, me los cuidan! Pero esta recomendación no tuvo éxito. Al tomar el
poder los criollos liberales en 1871, derogaron el Código Indígena e implementaron
el reglamente de jornaleros.
Carrera murió el Viernes Santo 14 de abril de 1865 a las nueve y media de la mañana y fue
sepultado en la Catacumbas de la Catedral Metropolitana de la ciudad de Guatemala, luego
de numerosos homenajes. Al morir dejó muy pocos bienes, dejando constancia del celo con
que protegió los bienes de la Hacienda Pública, lo cual es reconocido incluso por escritores
liberales, como Federico Hernández de León.
A partir de entonces, Estado e Iglesia son poderes diferentes. Ese fue el primer paso para
construir la llamada “nueva nación”, idealizada por los liberales.
Democracia:
En lo económico, por ejemplo, fomentaron mayor actividad mediante la introducción del café
y otros cultivos. También posibilitaron la fundación de los establecimientos bancarios para
que financiaran las operaciones, e impulsaron una red de servicios que optimizaran la
producción y comercialización de productos —de esa cuenta, nació la red ferroviaria.
Dictadura:
Los liberales sacaron provecho de la libertad de prensa que promulgaron el 5 de julio. “De
esa manera echaron por tierra la censura civil y eclesiástica a la que estaban sometidas las
publicaciones. Se hacía la salvedad, eso sí, de que todos los artículos estuvieran firmados y
que no debían atacar la vida privada de los ciudadanos”, refiere Cal Montoya.
En ese entonces apareció el periódico El Malacate, dirigido por Andrés Téllez —amigo de
Barrios—, el cual se convirtió en el medio escrito abanderado de la propaganda anticlerical
del Gobierno, que tomó fuerza con otros medios como El Crepúsculo, La Guasa, Fray
Gerundio, El Guatemalteco y, por supuesto, el Boletín Oficial.
Aunque tal situación complacía al ala más radical de los liberales, no lo hacía con García
Granados —presidente provisorio—, quien deseaba implementar los cambios de forma
progresiva, con una política moderada hacia la Iglesia. De esa cuenta, García Granados
mantuvo la práctica de nombrar capellanes para el Ejército y le pidió al arzobispo Bernardo
Piñol y Aycinena que celebrara el oficio solemne por los soldados fallecidos en batalla.
Aún así, la actitud que se tomó hacia la Iglesia provocó disturbios que, constantemente,
terminaban en levantamientos en la provincia. “Más que destruir a la Iglesia, lo que se
perseguía era reducirla a un estado de subordinación más estricto”, indica Cal Montoya. “Lo
que se perseguía era aprovechar de mejor manera los bienes eclesiásticos”, añadió.
Una de las disposiciones liberales más fuertes fue la de transferir el sistema educativo a
manos del Estado, convirtiéndolo en aconfesional, y se procuró que fuera gratuito y
obligatorio.
Esto fue un choque porque, en ese momento, los jesuitas tenían una enorme influencia en la
educación nacional. Las rencillas entre el Estado y la Iglesia aceleraron el proceso de
“reforma religiosa”, el cual estaba contemplado dentro del programa del nuevo gobierno para
alcanzar sus objetivos políticos y económicos.
Resulta bastante ilustrativo los casos de Manuel Grajeda, párroco de Nebaj, Quiché, y del
presbítero Luis Guerra, quienes tuvieron que abandonar sus parroquias ante las amenazas
de los entonces “rebeldes” liberales.
En Huehuetenango, a la vez, se informó de un incendio provocado por el comando dirigido
por Barrios, en el cual se quemaron 300 ranchos y seis casas de teja, el cual alcanzó la
iglesia local, y la aprehensión de Fernando González, párroco de Totonicapán.
Esos conflictos fueron los primeros que acabaron con la expulsión de los jesuitas, un paso
que los liberales consideraban “necesario” para consolidarse.
Meses después, en Quetzaltenango, el diario El Malacate empezó a escribir contra esa orden
religiosa. Los jesuitas apelaron a las autoridades locales para poner fin a tales atropellos,
pero el Concejo llegó a la conclusión de que su estadía en el país era ilegal, pues el decreto
de su restablecimiento no había sido aprobado por la Asamblea Nacional. Aquella decisión
quedó firmada en un acta del 2 de agosto de 1871 en el Palacio del Ayuntamiento, en la cual
se les acusaba de enriquecimiento ilícito a través de donaciones testamentarias y robo, de
importar productos para venta sin pagar los impuestos de aduana, de tener influencia en el
gabinete de Vicente Cerna y otros cargos más.
Según el historiador Hubert Miller, esa acción no fue refrendada en la ciudad quetzalteca. La
versión del sacerdote Rafael Pérez dice que en aquel suceso Barrios mandó a rodear el
Palacio del Ayuntamiento y bajo amenazas hizo firmar el Acta a ciudadanos honorables de
esa localidad, amigos de la Compañía de Jesús, quienes en un principio se resistieron pero
que fueron conminados a actuar por la fuerza. Cal Montoya, sin embargo, duda de tales
declaraciones, ya que el informe de Pérez también contiene serios ataques contra los
liberales.
Los jesuitas fueron notificados del acta de expulsión a las 9 de la noche del 12 de agosto, y
se ordenaba que abandonaran la ciudad a más tardar a las 3 de la madrugada del siguiente
día, rumbo a la capital.
El 3 de septiembre fue dada a los jesuitas la noticia sobre su expulsión, recibiendo la orden
de abandonar el Colegio Tridentino.
Sus esfuerzos por trasladarse a El Salvador u Honduras fueron infructuosos. Fueron llevados
al día siguiente a Puerto San José para abordar un buque estadounidense. Primero llegaron
a Nicaragua, pero se establecieron definitivamente en Costa Rica.
Un día después, García Granados dio una explicación pública acusando a los jesuitas de
tener puntos de vista contrarios a la libertad, de ser responsables de la insurrección de
Oriente y de propagar el rumor de que el nuevo gobierno atacaba a la religión y haciendo ver
que su readmisión en el país solo contribuiría al desorden público.
Barrios, en tanto, acusó a los jesuitas de ser hombres sin patria, tan solo leales al Papa.
¿Qué motivó la expulsión de esa orden? ¿Acaso el Gobierno tenía un sentimiento anti
jesuita? ¿Intereses económicos?
“Es difícil poder inferir en alguna de estas suposiciones con seguridad, ya que no hay
evidencia que lo demuestre fehacientemente”, expone Cal Montoya.
“Lo que sí es claro es que los jesuitas, desde sus inicios, han tenido muchísimos problemas
tanto con monarquías como con gobiernos representativos y el clero diocesano, ya sea por
su indefectible sujeción al papado o por su amplia visión acerca de la misión de la Iglesia
Universal, la cual ha sido, y aún es, un tropiezo para la salvaguarda de los intereses
particulares de sus estamentos más conservadores y para aquellos individuos o
agrupaciones cuyos intereses políticos y económicos ven amenazados”, cita el informe de
Cal Montoya.
Orden:
En mayo de 1872, cuando Barrios ocupó la presidencia de forma interina, promulgó nueve
decretos, la mayor parte encaminados a hacer efectiva la reforma religiosa. Entre tales
disposiciones estaban la prohibición perpetua para que volvieran los jesuitas y la
nacionalización de sus bienes; extinción de todas las comunidades religiosas masculinas y
confiscación de sus bienes, dándoles la opción de salir del país con una compensación o de
permanecer en él como clérigos seculares con el goce de todos sus derechos ciudadanos.
La razón que oficialmente se ofreció para disolver las congregaciones fue que los religiosos
rechazaron los principios democráticos y la carga económica que representaban. Barrios fue
claro en advertir que utilizaría la fuerza si alguien se oponía a tales medidas.
En esa época solo quedaban alrededor de 180 sacerdotes para atender a un país con una
población de millón y medio de habitantes. En los años posteriores, la Iglesia de Guatemala
dependería en gran manera del clero extranjero.
Aunque García Granados no estuvo de acuerdo con las disposiciones de Barrios, llevó a
cabo la transformación de conventos en escuelas públicas, para que el 14 de agosto de 1872
se decretara la creación del Ministerio de Educación, y de esa forma la educación quedara
completamente secularizada.
Esto causó fricciones, sobre todo en lo referente al cambio de currículo, donde la religión
ocupaba un lugar marginal. La lucha se intensificó cuando se dispuso destinar los bienes
recolectados en las parroquias para la beneficencia pública, medida que se justificaba
aduciendo que los bienes parroquiales eran “bienes del pueblo”.
La orden oficial de expulsión se hizo efectiva en febrero de 1873, retraso causado por la
salida de Barrios hacia Oriente para sofocar un levantamiento emprendido por los
conservadores.
Ese mismo año la presencia de la Iglesia en la vida cotidiana de los guatemaltecos se había
reducido drásticamente. El arzobispo Piñol y Aycinena, que entonces estaba en el exilio,
reaccionó al declarar que todo católico que participara en la compra o venta de las
propiedades de la Iglesia quedaba automáticamente excomulgado.
A finales de 1875 se convocó a una Asamblea Constituyente para redactar una nueva
constitución. Sobre las “reformas religiosas”, Barrios expresó que estaban llamadas a
“eliminar la influencia dominante del clero sobre el pueblo, y ofreció hacer todos los esfuerzos
posibles por conseguir el establecimiento de relaciones armoniosas con el gobierno
eclesiástico”. Añadió que aún se necesitaban otras reformas, especialmente en lo
relacionado con el matrimonio civil, para que Guatemala se tornara más atractiva para los
inmigrantes protestantes. Los delegados extendieron al presidente su voto de confianza,
prolongando así la “dictadura transitoria” de Barrios por cuatro años más.
El nuevo énfasis de la enseñanza, por tanto, sería en las ciencias empíricas de carácter
práctico, como un ingrediente esencial del desarrollo económico. Eso provocó la
desaparición de las Ciencias Eclesiásticas en el seno de la Universidad de San Carlos de
Guatemala después de 1877.
Desde entonces, Guatemala es un Estado laico, pero que permite practicar con libertad
cualquier religión.
La constitución fue modificada en 1887 por el presidente Manuel Lisandro Barillas y luego en
1897 por el presidente José María Reina Barrios, este último para extender su mandato
hasta 1902, pero que también quedó truncado cuando fue asesinado el 8 de febrero de 1898.
También garantizaba un trato digno y justo para los presos, lo que fue violentado una y otra
vez por todos los regímenes que gobernaron sobre la base de ella, especialmente los del
mismo Barrios, y los del licenciado Manuel Estrada Cabrera y del general Jorge Ubico.
Conclusiones.
1. https://www.elsoca.org/index.php/america-central/movimiento-obrero-y-socialismo-en-
centroamerica/4915-centroamerica-aprobacion-de-la-constitucion-de-la-republica-
federal-de-centroamerica
2. http://www.minex.gob.gt/ADMINPORTAL/Data/DOC/20100930181643120Consti1830-
1900reform.ydcretos.pdf
3. https://aprende.guatemala.com/historia/personajes/rafael-carrera-1844-1848-y-1851-
1865/
4. Prensa Libre Reforma Liberal, “Batalla de Poderes”, Por Hemeroteca PL. Publicado
el 30 de junio de 2016 a las 11:06h
5. https://es.wikipedia.org/wiki/Constituci%C3%B3n_de_Guatemala_de_1879