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REINO NUEVO, XIX DINASTIA Bailarina Pintura sobre piedra caliza, 10,5 x 16,8 cm Twin, Museo Egizio, encontiada en Tebas Una muchacha shaciendo el puentes, pinteda por un artista lanénime sobre un ostrakon, como denominan los egiptélogos —segin €l términe griego que quiere decir srozo de terracota»— los fragmen- tos de arcilla y de caliza que encontraron en las zanjas con vertidos. Sobre dichos materiales, de formas muy inegulares, que servian camo soporte para escritiry pintar aparecen facturas, istas, precios, noticias ¥y pequetos textos lteraros; sobre ellos se ven tanto bocetos artisticos coma escenas de la vida claria,pintadas de modo aficionado © con rapide2: por ejemplo, una mujer desnuda y sin peinar que pone en marcha un fogén soplando, o un cantero que golpea un cincel con su martilo de madera. En un pozo, cerca del pueblo de ertesanos de Deir e-Meding, se encontraron ostraka que dacumentan el uso de tra- bajadores en las tumbas reales. Sabemos asf que se trabajaba en dos bloques diarios de cuatro horas cada uno 0 que uno de los trabalado- rs falté por tener que embalsamar a su hermano. Estas nolas, esbo- 208 y iquidaciones sobre un mater de usar y iar muestran algunas aspactas del mundo tras Jas bellas apariencias del arte estiizado de Egicto. No estén hechos, como las pinturas y las relieves de los tem- plos y tumbas, para la eterridad, sino para un uso effmera, La ballarina haciendo el puente no era ninguna novedad hacia 1300 a. sino que forma parte de los motivos del arte, aunque solo se realizara raramente o se haya conservado en muy pocas ocasiones. El artista se ha ejercitado, ha probado en este fragmento; ha hecho la rmelena més exuberante, ol cuerpo més atractivo o al menos mas bello ‘que en un relieve del carcano temple funerario de Hatshepsut en Deir ‘el-Bahar, que fue realizado unos 260 aflos antes. El grécil cuerpo en «1 astrakon, que exhibe su joven flexibidad y posee un pecho pleno, ‘con las partes sexuales apenas veladas, dejando tras de sf un cabello imponente, considerado coma seductor, se encuentra en el mite de las representaciones eréticas. 0, al menos, ast sera‘en ol caso del rte oficial, donda los egipcios eran discrolos: si bien en los muros de los tempios aparece el pene erecto del dios Min~el dios dela fertlidad~; la sexualidad humana no es visible; a ella alude tnicamente en forma hacia 1300 a.C. cifrada, La literatura era més franca; esté lena de canlos de amor en los que no solo sparecen el dolor y la nestalgia. En un cuento muy fa- oso, el faradn Snofru se lew sveinte mujeres que ain no hablan ado a luz, de cuerpo sin tacha, pecho joven y el cabello trenzado... y al corazén de su majestad le hacia bien verlas remar. También e7 las fiesias reigiosas mostraban sus artes las balla~ finas, si bien principalmente en aquellas que eran al mismo tiempo ‘iestas populares; por ejemplo, el viaje snual dela dinsa Hathor desde su templo en Dendera para reunitse con su esposo, el dios Horus en Euft, El viaje de la estatua gor el Nilo iba acompafado por una muchedumbre alegre, par tierra y por el ro: masicos, acrébatas y,na~ turalmente, también bailarinas. Una ver al aha, Hathor invitaba @ ce lebrar en su templo la sornada de la embriaguers; hoy en cla es aif saber en qué relacién se encontraban, en ocasiones como esta, la veneracién de los diases, el alcohol el sexo, la misica y a danza muchachas muy jovenes, casi desnudas, «de cuerpo perfecto, con largos rizos y pechos tersos», entretenian a los invitados durante el banquete. ‘Tumba del esrba Nakht,Tebas Nim. 62, XVI Dinastia REINO NUEVO, XIX DINASTIA Ramsés II ratua sedente labrada en roca, altura total aprox. 22 m Templo de Abu Simbel hacia 1280 a.C. La cabeza y el cuerpo miden, juntos, unos 22 metros de altura, La estatua no se realiaé en el taller de un escuitor, sino que se tallé directamente en roca in situ al igual que las otras tres que aparecen junto 2 ella, de las cuales a lo lego del tiempo solo una ha perdido la cabeza, que se encuentra a sus ples. Esta impresionante escenif- ccacién constituye el frente de un femplo excavado en roca, que se introduce en esta 63 metros de profundidad. Al final de este largo ccorredor, en el interior Gel santuario y junto alos tres dioses de Exit, ‘aparecia el faraén divnizado. El camino hacia él estaba plantficado de {al forma que dos veces al ato —en los equinoccios~ los rayos del sol iluminaban las cuatro estatvas. Remsés Il tenia ~segin se ha caleulado— unos 18 afios cuan- do encargé el tompla de Abu Simbel, Esto sucedié al comienzo de su reinado, que $e inicié en el afo 1279 a.C. y duré 66 atfos. Fue uno de los titimos grandes faraones que pudo mantener unido Egipto y que Cantrols las regiones vecinas; continué las conquistas en el Proxirno Oriente, si bien fracasd en la llanura sia frente a los hititas. Famosa €5 a batalla de Kadesh (al sur de Beirut), hacia el afio 1264 a. C. Remsés cayé entre las tropas enemigas y a duras penas logré salvar- se tras las lineas de sus ejérctos Esios sufrieron une. derrata poco honrasai sin em- bargo, en los mu- fos inieriores de Abu Simbel esta caléstrofe se re presents en for ma de acto hero co, con colores muy vivos, que Templo de Abu Simbel hoy han desapa- % recido. En el muro de! templo de Luxor se dice: «Su Majestad acuchillé alas huestes del pais hitta, junto @ sus grendes principes y todos sus hermanos... Pero Su Majestad estaba solo; nadia le acompafabar, ‘Ademas de la propaganda real, estas palabras constitulan una repren- sidn para sus generales: quid, tras esia repcensiGn, estaba el objetivo de reducir a influencia de! ejército. Ramsés II no queria proseguir con las guerras sino reinar en paz De su estrategia de ejercicio pacifico de poder formaba parte un enorme programa de construccién, enorme en la cantidad y enor- me en sus dimensiones: en el delta del Nilo hizo levantar una nueva cluded residencial propia; empli6 los templos da Luxor y Karak; en el lado occidental de! Nilo, cerca de Tebas,alz6 su impanente Rameseo, al mismo tiempo templo funerario, escuela de escitura y (como prde- ticamente todos los templos) también almacén de alimentos. E! colo~ sal templo de Abu Simbel, junto con los templos secundarios para la ‘esposa de Ramsés, Nefertar, es solo una ce las seis fundaciones de ‘templos en Nubia, el pals vecino sometide al sur de la primera catara- ta del Nilo. Con esas consirucciones, Ramsés hacia ostentacién de su poder y su grandeza frente a los habtantes, que se sublevaban una y otra vez (Que adn hoy puedan verse at ternplo de Abu Simbel y el otro templo mais pequefo que se encuentra junto a 6), lo debe Egipto a la UNESCO. Esta organizacién financiée! traslado del templo en unas di- rmensiones desconocidas hasta entonces. El cambio de lugar vino exi~ {ldo por le construccién de una nueva presa al sur de Asuan; as dos ‘emplos habrfan quedados sumergidos sino hubieran sido trasladados, junto con partes de las masas de roca que los rodean, 64 metros més arriba y 180 metros hacia el interior I eccién terminé en 1980. Pero ro solo el temple, sina también la moma de Ramsés debe su conser- vaciin 2 los europeos: amenazaba su descomposicion, por lo que en 1976 fue llevada en aviéa a Pars, donde fue medida, radiografiada y analizada como ninguna otra momia antes de ella; después de siete ‘meses, lberada de unos hongos eiavinos, fue devuetia a El Cairo, a REINO NUEVO, XIX DINASTIA anubis inclinado sobre el difunto Pinrura mural, pintura al temple sobre adobe Deir el Medina, tumba de Sennedjem (Nim. 1) hacia 1250 2.0. ‘Sobre una camilla mortuotia can cabezas y gartas de len, dase ccansa, con el rostro velado por una mascara de lino estucado, una momia, «Ligera como un huevo vaciado y dura como una estatua, e producto de una preparacién de 70 dias de duracién asegurard al difunto la supervvencia durante «milones de afiose. Después de los fitos en el lecho de muerte vienen los famillares para llevar en proce sin la momia, dentro del sarcfago, sobre un trineo hasta la tumba La figura que se inclina solcita sobre la momia es ol dios de la necr6polis, Anubis, Sobre el cuerpo de hombre descansa la cabeza de un cénido (es incieto si se trata de un perro.o de un chacal, En forma de animal vigia las tumbes talladas en roca, pues ~con la esperanza de domesticarlo— las egipcios elgieron para proteger sus necrépolis justo el animal que merodea por las noches por los cementerios, ame nezando con excavar a los muertos. Anubis actuaba como maestro de la nave de embalsemiento donde se preperaba a las momias, lejos de los lugares habitados y cerca de a orila del Nilo, porque para lavar al difunto se precisaba agua; tenia similtud con una tienda con mucho aire. El dibujo que aparece tras el lecho-ledn podria formar parte de una aifombra o de un baldaquino extendido entre pilares. Los sitos finales corian a cargo de un sacerdote que, por rezones de ceremo: nial religloso, © para pro= teger la respiracién, e= vaba una méscara de Anuiis mientras se encar- gabe de los trabajos de emealsamiento, Como resultado ¢2 luna evolucién de varios milenios, a técnica de momificacién habia alcan- zado su maxima cota justo fn el momento en que se “Anubis, estatua de madera pints esta representacién 2 fen el muro de una tuba Esta pertenecia a Sennedjem, quien vivia fen el pueblo de artesanos cercano a Tebas: tanto é| como sus com paferos ~maestras de obras, carpinteros, canteros, escultores, dibur Jantes de contomas y pintores— trabajaban a otro lado det Vale de los ayes, en las tumbas de los faraones. En su tiempo libre se ocupaban de su propia sepultura, Al constr y decorer su wcasa para la eter- rnidace, Sennedjem cont6 con seguridad con la ayuda de sus colagas. Muestra —naturalmente, sin la grandeza y la suntuosidad de las tum bas de faraones, pero con una ingenua gracia— aquello a lo que con- cedian importancia los egipcios seneillos. Para ellos revestia la mayor importancia, porque de esta ci cunstancia depencia la superivencia en ems all, conservar el cuer po incélume después de la muerte. Los egipcios no pusieron por es- Cte las técnicas de embalsamado y momificacién que requera, pero €l vier griego Herodato (484-431 a. C) habla extensamente al respecto: en primer lugar, se vaciaba el cuerpo: el cerebro se retiraba, pera el corazén —donde los egipcios localizaron el asiento de la perso- alidad~ se devolvia al cuerpo. Las visceras se limpiaban y se introdu~ cian en vasos canopes que se colocaban en la tumba. El cuerpo, relle~ no de mitra, se vohia a cerrar y se secaba durante 70 dias en sosa ‘lala © en carbonato sédico. Para conservar la forma del cuerpo, la ‘mamia &2 envolvia en vendas de lino y se impregniaba con una mezcla antibacterial y antifungicida de dleos y resinas. Numerosos rituales relgiosos acompahaban este proceso; el sacerdote declamaba frmulas mégicas y acompanaba al difunto con amuletos que le protegieran en elreino de los muertos, un lugar oscu- ro, humedo y lleno de peligros. Anubis le asista en el juiio, que con- siatia en pesar el corazén del muerto, Una vez aprobado el examen, ol difunto estaba considerado como sjustificado», como stransfigurado PPor ello ~con anticipacién magica-, la méscara de la momia que ape~ rece sobre la cemilla lleva ya una ebarba de los doses, trenzada y cur= vada hacia eriba, como signo de que el difunto podia entrar an los ide licos campos de juncales el paraiso egipcio. REINO NUEVO, XIX DINASTIA Juicio de los muertos Escena del Papiro de Ani, longitud total 23,75 m, altura 38 cm Londres, The British Museums hacia 1250 2.c. En 1880, | egiptdlogo inglés Sir E. A Wallis Budge compré a un saqueadar de tumbas de Luxor un allo de papiro de 23,79 metros de longitud y 88 centimetras de altura. Relataba que, cuando desen- roll6 este papiro de mas de 3000 afos de antigiedad, ol colar se cconservaba ain muy fresco; pero al contacto con el are se oscurecié inmediatamente. Segin su propietatio original, e! rao se denominé «

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