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I Causalidad y libertad Cuando debo elegir un tema para el afio, un titulo en el cual apoyar- me a fin de dictar aqui un curso que les comunique el movimiento —no el estado- de un esfuerzo de reflexidn (ese esfuerzo ademas se lleva a cabo aqui mismo, en presente, dado que nunca aporto una construccién acabada, sino elementos, hojas que no estan ligadas en un orden invaria- ble), mi disciplina consiste en lo siguiente: me remito, no alo que sé, sino a lo que en verdad ignoro. No es sélo porque lo facil me aburrirfa, sino porque voy hacia lo que se me resiste. Es un hecho. Si alguna inclinacién tengo, es la que me dirige a lo diffcil; una inclinacién hacia lo que evito. Dicho de otro modo, me esfuerzo por poner en la mira lo que esquivo, lo que creo haber esquivado hasta el momento. En consecuencia, llego ante ustedes como aquel que no sabe. Por aceptar, por consentir estar aqui en este lugar de ensefiante —mas alla de las obligaciones universitarias, que por cierto no pesan mucho en que yo esté presente aqui, ya que podria prestar mis servicios en algo bien diferente-, soy intimado a tener un saber, los hago acreedores con respecto a mi. Notese que “intima” y “acreedor” son términos juridicos; concier- nen al sujeto en calidad de sujeto de derecho. Cuando se trata de la intimaci6n, intimar no apunta a nuestra intimidad, sino a quien estd en mora. En sentido estricto, antiguo y hoy cafdo en desuso ~aunque se Perpettia en algunas expresiones-, mora quien permanece en un lugar y estd en mora quien se retrasa en el pago de sus deudas. La palabra JACQUES-ALAIN MILLER sno de esa demora que hemos mencionado antes “morada” provie sm eat al aoe igenificar el lugar donde nos sentimos en casa, desde alli pase « Curso, entonces, NO € en deuda respecto de lo que tengo que también en deuda respecto de lo que sstoy en mi morada, sino en mora Ni En este No me siento en casa, Sino caso~ psentarles. Saber, y -digdmosto en este to I pre que preparar para f ; oc : Decir que toda mora es peligrosa No significa que haya fuegy en j, morada, sino que es peligroso retrasarse. Dicho esto, bien se compreng, por qué se desliz6 hacia ese otro sentido, ya que, cuando el fuego no, pisa los talones, no podemos demorarnos mer ‘ Y bien, el comienzo de un curso es para mf una intimacién que pro. viene de ustedes, quienes ya me hacen responsable del retraso en que me encuentro con respecto a mis obligaciones. Debido a ello, los hago acreedores. En efecto, por el solo hecho de ocupar este lugar ya estoy en deuda con ustedes, dado que hacer a alguien acreedor es, juridicamente hablando, darle derecho a que exija algo. En apariencia, las cosas han legado hasta el punto de que ustedes tienen derecho a exigirme que me oriente en el psicoandlisis, que me oriente en su practica y que me oriente en su teoria, tal como ésta es articulada para nosotros por Freud y por Lacan. Evidentemente, no me siento en absoluto a la altura de ese derecho que ustedes tienen. Ademas, dado que ustedes me dan crédito, debo considerar que me hacen un favor, ya que, por el hecho de que estén aqui, estoy obligado a pensar que piensan que soy solvente a este respecto. Crédito es lo mismo que confianza, creencia. Seguin parece, ustedes confian en mi veracidad. Por eso debo tomar en cuenta que dan créditoa lo que digo lo cual es un peso, les confieso. En otras palabras, no puedo imaginar que estoy solo en mi relacién con la ignorancia y con el saber En este curso debo considerar de entrada -y de manera estructural, 1 Seen estan aqui como terceros; y si me fe sen aae a lo que pienso y a escribir, lo hago para :; a tomaren cuenta gee on > Aue ustedes constituyen. Es decir que de dacrédito log a = en cierto sector, en cierta superficie, hay Ben ‘ e pee ee a sobre el psicoandlisis, y por ello, mds all: = Seon ‘© me sienta ~me siento modesto-, en ese So ; No digo que sea e ee esto con la sorpresa que implica para a le quien se supone que sabe; digo que soy “ CAUSALIDAD Y LIBERTAD Puedo designar ese sector, No abarca a todo el priblico que se encuen- tra aqui, por mas que éste tenga estrechas relaciones con ese sector, enlaza con el sector de la Feole de la Cause Se freudienne. Por eso mismo me siento responsable no sélo de lo que hago y de lo que digo, sino también de lo que en el psicoanilisis hacen quienes dan crédito a lo que digo. Es abrumador, No me predispone al buen humor. En conclusion, se juega una partida. Tal vez ya se jugaba antes. Yo estaba en mora, no me daba cuenta porque crefa estar en mi morada; sélo estaba demorado. La partida que se juega va a calcularse para mi entre mi ignorancia abismal, insondable, y los acreedores, aquellos que me dan crédito. Debo permanecer mas aca de mi ignorancia y ubicarme un paso delante del saber de ellos, a fin de poder poner en movimiento ese saber e intentar aguijonear en el lugar correcto. Cada afio tomo el relevo, por cierto, pero esto nada tiene de automdatico. Cada vez debo rehacer los célculos, y también confiar en el encuentro. Es raro ensefiar en posicién de analizante cuando se supone que quien sabe Somos nosotros. Hay que admitir que es insoportable. Lo es porque no podemos apoyarnos en un Otro que tenga ese saber. Hay que hacer el trabajo. ipsobienn eae por estructura no podemos suponer el saber en nosotros mismos, y él hecho de que algunos sé vean levados ‘a suponerlo en mi =a veces, de manera extravagante- de ningin modo me lleva a eso. Lo que, sin embargo, hace que subsista ese sector que yo evocaba -e incluso, mas alld, un sector de mayor envergadura— es que yo, al igual que muchos otros, supongo ese saber en Lacan y, a través de él, en Freud. Est claro que, si desde hace tanto tiempo este curso se sitia bajo el titulo general de “La orientacién lacaniana”, se debe a que estd integramente tomado y animado por una orientacion transferencial hacia Lacan. Hay que reconocer que, por més inerme y carente que me sienta anté el deber al que me obliga esta deuda, en los mares de esta nada de lai; ‘anici 0 él Sostén de la transferencia con Lacan. A eso me aferro. Ahora una observaci6n. Sélo hago este prélogo, tan extenso y tor- tuoso, para borrarme, para poner a distancia lo que puede tener de excesivo y hasta de injurioso cierto elogio que escuché hace unos dias en referencia a lo que yo decia. Es cierto que si me tentard en! lo mas minimo dejarme deslizar por esa pendiente, mas valdria que dejara de enunciar de inmediato. Si pudiera pensarse minimamente que me ufano 11 JACQUES-ALAIN MILLER en confundirme con Lacan, a fin de cuentas ya nada podria hacer, Serta imitil venir a dar clase para hablar del ps Oandlisis, para saber qué eg cuando todos los dias recibo pacientes, al igual que los demas. N°” No les diigo “Vuelvan despues, cuando yo sepa de verdad”. No es quene na tiente darles licencia lunes y martes para intentar saber un POCO més e} miércoles. De lo familiar a lo extrario @Por qué seré que los analistas ponen tan en entredicho qué es el psi- coandlisis, mientras que para practicarlo se las arreglan muy bien con no saber? {Habré por ello algo vano en discutir qué es el psicoanilisis? Tal vez deberfamos resignarnos a no tener nunca otra cosa que un saber marginal y, como ya tenemos uno asf, con ello basta, podemos dete- nernos alli, ya que por el otro lado la cosa marcha. Reconozcamos que, una vez alcanzado cierto nivel de la practica, a falta de un saber justo sobre lo que es un psicoandlisis cabe conformarse con un saber hacer, con una técnica, una prdctica. Y notemos que el control -no el control del psicoandlisis, sino el control de la practica analftica- a menudo se desliza hacia el registro del control técnico y puede reducirse a no ser sino el aprendizaje de una estrategia de comunicacién. Toda una parte del aprendizaje es de este orden: ;Cémo responder?, qué decir?, gcémo decirlo? Pero otra cosa es intentar medirse con [s’expliquer avec] el psicoand- lisis, incluso seguir intentando explicarse [s’expliquer] el psicoandlisis, ya que una practica, por mas que tenga resultados, no resulta por ello esclarecida. Para un practicante, su préctica bien puede seguir siendo un misterio para él en todos los érdenes. No tengo dudas de que cuando se la aprehende como técnica, como estrategia de comunicacién -tal es Ja versién renovada, actualizada, de la técnica analitica—, y cualquiera que sea la fuerza con que interroga al sujeto que a ella se entrega, no deja de ser un misterio para los practicantes, por mds que esa técnica esté articulada de una manera cada vez més 0} i peratoria. Cuando por el contrario nos apartamos de este registro de operatividad para apuntar a una dimensién que no lo es, ae que se presenta como opaca -aunque la ‘ica se presente como clara-, el misterio sobre el psicoandlisis tiene 12 amb FL CAUSALIDAD Y LIBERTAD chances de desentraftarse. De esta manera rebuscada introduzco lo que, en calidad de ¢tica, se opone a la tée Como vocablo, tal vez a. tica” se nos haya vuelto costumbre, dado que, desde que la publicacién del seminario de Lacan titulado La ética del psicoandlisis lo reconvirtié en actualidad, lo fatigamos tanto que quiz perdié un poco de su brillo para nosotros. No obstante, lo que este voca- blo implica va contra el habito y la tutina, Lacan destaca las dos escri- turas de eflios para oponer lo que es del orden de Ia ética a lo que es del orden del habito -antes lo evoqué bajo la forma del saber hacer del . psicoanalista. Por su parte, si la ética se vuelve para nosotros un tema de rutina, estamos fritos. Lo propio de la ética es desprendernos, apar- tarnos de lo que creemos familiar, para que asi dejemos de practicar por habito o por rutina siguiendo surcos que ya fueron abiertos. Lo propio. dela che SoecoTT iene Teo emily lo extrato, enschamos que, cada vez que creemos encontrarnos en nuestra morada, no hacemos mas que estar en mora con respecto a lo extrafio, y que incluso esto es una procrastinacion -no queremos alcanzarlo, nos defendemos de ello. Esta defensa respecto de lo unheimlich es un modo absolutamente primordial del sujeto. El esfuerzo de rigor realizado por Lacan en La ética del psi- coandlisis consiste en indicar cOmo se rompe con la rutina del placer con ‘vistas alo unheimlich del goce. En efecto, cuando se trata del analizante, el psicoandlisis opera sobre lo familiar [}eimlich] -jy qué més familiar que la familia!—, opera sobre su sentido de la familia. Esto de que “opera sobre su sentido de la familia” es revelador. La experiencia analitica misma ensefia cudn extrafio es lo que tiene lugar en la familia. Alli tenemos esos temas edfpicos que algunos consideran trillados. En un andlisis efectivo podemos acompafiar esa transforma- cién que va de la familiaridad con la familia al surgimiento de lo que en ella se revela extraiio ~allf no estabamos como en casa, sino que estaba- mos en relacién con lo més extrafio. La vieja acusacién de familiarismo dirigida contra la teorfa de Freud no resiste ni un segundo en el nivel de la experiencia tal como es, ya que la familia es el marco en el que se experimenta ese viraje de lo familiar a lo extraiio. Lo mismo deberia ocurrir en las ensefianzas del Campo Freudiano, que por cierto nos llevan a desmenuzar a Freud y a Lacan. Acaso debe- mos asimilarlos? De ninguna manera! Asimilarlos es algo que comenz6 antes de llegar al Campo Freudiano. Estas ensefianzas pueden servir 13 JACQUE ALAIN MILLET ide bien para dlonaniinitarton y para dejar en clare que ninguna banalia viclad hay que fener con enor naberon Tal ver diirante un tempo me dieron erédite porque yo era de |e familia, Creo que a quilenen fie LOniaron por ene seg, el del yerna, exo no tos condujo a obra con que vornitarme, y neguirin haciéndole, iPery no soy de la familia man que por allanzal Uotoy en ella por mutuc consentimiento, como se dice, y jamdn pretend en lo inde mininie que ese lavo de tamilia me olorgue familiaridad, Tal vez ante todo me haya servid para pereatarme “aunque no fey ef dnieos de que Lacan extraio. Pues bien, igo pensdndolo, Por eno me encabrito, protesto estoy en desacuerdo cuando a alguien se le pana por la cabeza, debido al fendmeno de grupo, asimilarme a Lacan, mientras que mi alimento es no comprender a Lacan, no comprenderlo man que al pricoanstisis, 7) | Deseo decidido so que querria hacer este afio responde a un céleulo cuya com- plejidad he indicado, ya que se refiere a mi relacién con mi ignorancia sobre el saber, pero también al efecto que eso produce en quienes me dan crédito. En consecuencia, responde a un cdlculo complejo. Pero reduzcamos todo eso a la sensacién de una urgencia. Por otro lado, Ja urgencia es lo que manda, Hago el célculo después, para compren- der por qué tengo la sensacién de una urgencia. Puedo formular esta urgencia afirmando que la cuestién es que nuestro estructuralismo no caiga en el mecanicismo. Noto que estoy en la posicién de querer que esto cause efecto, Paul Valéry encontraba muy vulgar que alguien hable para causar efecto en un piiblico, (Me gustaria también querer hacerme el dificil, pero, por razones que he dado, ya no puedo.) Mi sensaci6n -lo diré de otro modo- es que en este coloquio de practicantes urge circunscribir mejor lo que hacemos en el andlisis y Jo que al respect decimos en la teoria. Seguimos orientandonos por la indicacién de Lacan de no res} a la demanda ~con las excepciones ocasionales que toda regla general puede consentir en nuestro dominio-, pero hay al menos una demanda que aceptamos, y hay por cierto un nimero suficiente de casos como Para que no quepa considerarla una desafortunada excepcidn, a saber, la ponder 1 CAUSALIDAD Y LIBERTAD demanda de anilisis. (Si penséramos que la indicacién de no responder ala demanda debe aplicarse a la demanda de andlisis, el psicoandlisis terminaria por falta de combatientes.) Por cierto, esta demanda de and- lisis es algo que enmarcamos, sopesamos y tomamos con pinzas, peque- fas pinzas denominadas “entrevistas preliminares”. Lo probamos sélo con el cucharén que se impone. Pero hay un elemento que exigimos de quien viene a vernos: que ponga de su parte. Si otro lo obliga a hacerlo, si lo leva de la mano hasta lo del analista, nos torna dificil hacer que el andlisis comience. Por lo tanto, hay un indispensable elemento de i ciativa, de autoafirmacién. En este registro, de nada sirve desacreditar la demanda, dado que ésta -sin importar bajo qué sesgo la tomemos, incluso si la desacreditamos- entrafia una intencién. Al comienzo de todo el gran grafo de Lacan con sus dos pisos una de nuestras referencias familiares- hay algo que por las mejores razones denominamos “intencién de significacién” . Pero gde quién? zY cémo no pasar de la demanda a la decisi6n, aun si la demanda (por motivos que veremos) no es concluyente en si? Sabemos qué criterio formulaba Lacan en “Televisi6n” en términos de que el deseo “esté decidido”. Esta formula no dejé de suscitar inte- rrogantes, si mal no recuerdo, hace algiin tiempo en las conferencias de la IRMA, que se reinician esta noche, segiin creo. {Qué puede ser la derisicn del deseo? ¢Qué puede esta decisién tener de iniciativa, si el deseo llegé a ser formulado por el propio Lacan como un efecto dependiente de una causa, es decir, como algo inserto en la cadena de la causalidad? Lacan acentué masivamente la nocién de un determinismo del sujeto al formular que éste es efecto del significante e incluso que el objeto a es causa del deseo, pero que ya estaba en Freud bajo la forma de su creencia estrictamente cientificista. (No discutiremos en éleste determinismo, dado que su ambicién explicita era reabsorber el psicoandlisis en las ciencias de la naturaleza.) Pues bien, ,c6mo es siquiera posible que para nosotros linden, en la préctica del andlisis, la nocion de este determinismo del sujeto y la apelacién que hacemos (no s6lo al comienzo de un andlisis) al valor de la iniciativa, e incluso 1. Instance de Recherche sur les Mathémes Analytiques (Instancia de investigacién sobre los matemas analiticos). [N. de T] 15 JACQUES-ALAIN MILLER Doatad Ana’ AH nuestra exigencia de la decisién? Hablar de “de: riencia analitica constituye una apelacién a la voluntad libre, es decir, a la voluntad que puede acarrear un deber. Tal es la problematica desig- nada y a la vez silenciada en expresiones tales como Ia del “contrat” 9 al comienzo de un anilisis. Esta expresidn no estd destinada acernos. La que la remplaza, “deseo decidido”, pone a la vista la paradoja que el término “contrato” borra y suprime. Apelar a una instancia que puede acarrear un deber es lo que por si mismo implica el imperativo freudiano Wo Es war, soll Ich werden. Lacan lo traduce como Donde ello era, debo advenir como sujeto, en “Subversion del sujeto...”, y como Donde ello era, allt como sujeto debo advenir yo, en “La ciencia y la verdad”. (Esta es la traduccién que hizo en el primer capitulo de La ética..., reescrito en el ntimero 28 de Ornicar? nueva serie como “Resefia con interpolaciones del Seminario de La ética” ”) El soll del deber, con sus resonancias de imperativo, plantea la cuestién del lugar que en el psicoanilisis hay que dar (0 no) a Ja instancia de una voluntad libre, y el término aleman werden, bien situado por el devenir con que lo articulamos, no pertenece a otra cosa que a la teoria de la libertad. No crean que este elemento de decisién, que acenttio, esté destinado a quedar por siempre en los margenes del andlisis. La decision reper- ute alo largo de todo el curso del andlisis, ya que en éste se procura una transformaci6n, un cambio y hasta una mutacién cada vez que el analista introduce una interpretaci6n, ¢De qué orden es esa mutacin? Acaso basta plantear que, como el inconsciente es un conjunto de pen- samientos que subsisten desterrados de la conciencia, serfa una toma de conciencia? Reconozcamos que, pese a guardar distancia respecto de la nocién de una toma de conciencia, en mi seminario sobre “La direc- cidn de Ja cura...” pudimos localizar, si no una fluctuaci6n, al menos el uso repetido de expresiones que en este punto son imprecisas; por ejemplo, que a cierto paciente de Lacan -he aqui, pues, un testimonio de su practica— “se le hizo reconocer” algo. ,Qué estatus tiene ese “se le hizo reconocer”? :Cual es, en el-psicoanilisis, la instancia que est4 en condiciones de reconocer algo? Decimos que en el andlisis de cierto ‘0 decidido” en la expe- 2. Versién castellana publicada en Reserias de ensefianza, Buenos Aires, Manantial, CAUSALIDAD Y LIBE! TAD paciente la cuestién fue “hacerle descubrir” algo, o incluso “hacer que capte” algo, o que hubo que “hacer que lea una verdad”, o que “se lo ~Nev6 a vishumbrar” algo. 2 aremos a decir que hay que despertarlo? No hacemos mas que destacar la apelacién a un componente que prima facie no sabriamos encontrar en el sujeto como efecto -en calidad de tal, éste no parece en situacién de formular una autoafirmaci6n cualquiera. Aeste respecto, considero que hay una distancia entre la apelacién que hacemos al estatus ético del sujeto, cuando exigimos que responda a un imperativo, y el estatus de efecto al que lo relegamos, no sélo con rela- cidn al significante, sino incluso -como sujeto de! deseo- con relacién al objeto causa. El loco es el hombre libre El domingo pasado di el puntapié inicial de lo que les aporto en estos circuitos que sigo. Pero, como dispuse de un tiempo estandar, intenté luego marcar el tanto mediante un atajo, con los efectos de sideracién y de ambigiiedad que pueden acompafiar el esfuerzo de lanzarse a decir la cosa, Aqui extiendo mis circuitos que dentro de esta problematica a la que apunto Jes muestran el tema de la libertad por el solo hecho de que exista el de la causalidad. En efecto, estos dos términos, “causalidad”_ y “libertad”, se corresponden. Sobre la base de una teorfa de la causa- lidad —Lacan no ces6 de insistir explicitamente en ello desde los inicios de su reflexiGn relativa al psicoandlisis (los remito aqui a su “Acerca de la causalidad psiquica” en los Escritos)-, se establecié en la era moderna la primera y decisiva teorfa de la libertad que sigue teniendo efectos, atin en ese escrito. Kant establecié Ja conexi6n decisiva entre libertad y causalidad, que dominé lo que se pens6 al respecto en los dos siglos siguientes. Si quieren hacerse una idea acerca de la base de esa conexién entre libertad y causalidad, les recomiendo leer el tiltimo libro de Martin Heidegger publicado péstumamente en francés, De I’essence de Ia liberté humaine -suponiendo que el refrito de calificaciones recientemente rea- lizadas sobre la posicién de este filésofo durante el movimiento popular que entusiasm6 a Alemania a comienzos de los afios ’30 no les haga per- der el gusto por leer este ensayo sobre la esencia de la libertad humana. JACQUES-ALAIN MIL itio esa posi (Hay que poner en st ién, conocida desde hace ya mucho tiempo; a mi entender, no corr Martin Heidegger. En otra ocasién explicaré por qué. tomé partido.) Para marcar el tanto, no pasé por la causalidad, ya que creemos sponde que ella les quite el gusto por in esto, Lacan Somos fervientes partidarios de la causalidad [causalit¢| tenerla clara. iy hasta de la causa postrada [cause alitée]! Por el contrario, tal vez no sepamos tan bien de qué modo la libertad mantiene con la causalidad s relaciones en las que quiza serfa mejor divisar la teorfa de la alguna causalidad a partir de la libertad. Para anonadar el debate, y dado que el tema eran las psicosis, recor- dé la libertad en la psicosis. A fin de no adelantar mi titulo, yo habia puesto “Sobre la leccién de las psicosis”, pero el verdadero titulo era “La libertad en la psicosis”. Asf no doy ni medio paso fuera de lo que Lacan formulé, ya que su texto “Acerca de la causalidad psiquica” -construido para debatir con Henri Ey, psiquiatra y compafiero, qué idea debemos hacernos de la causalidad psiquica a partir del estatus de las psicosis- no gira en torno a otra cosa que la funci6n de Ia liber- tad. Esta toma de posicién de Lacan mantenia su vigencia cuando en 1967 se dirigié a un grupo de psiquiatras de una manera menos armada -no tenfa ante él a Henri Ey, a quien reprochaba muchas cosas, pero estaba a su altura-, pues repitié ante ellos la misma tesis: el loco fi esl hombre libre. En esto capto el recordatorio de que, en relacién con las psicosis, nos ciega limitarnos a considerar la forclusin primordial como un mecanis- mo, como un hecho por encima del cual nunca nos elevamos, como algo incondicionado, es decir, como el atolladero, el punto de detencién de la causalidad. Cuando planteamos que la psicosis se deriva como efec- to de la forclusién, y que ésta es incondicionada, inscribimos nuestros interrogantes a este respecto dentro de un mecanicismo. Y este punto de vista, por supuesto, se ve mas acentuado atin porque lo que nos interesa es, a fin de cuentas, lo que Lacan denomina “la coyuntura” del desencadenamiento de la psicosis, para la cual da una férmula sensa- cional que nos gusta mucho porque parece automatica. Por otro lado, el término “desencadenamiento” es en sf muy apropiado para orien- tarnos en el sentido del mecanismo. Y no cabe duda de que hay un mecanismo automatico desencadenado por un encuentro intempestivo, un autématon desencadenado por cierta {yche psicdtica que merece ser identificada y que vale la pena calcular en la experiencia analitica. Pero del hecho de que el desencadenamiento de la psicosis sobre un fondo de forclusién sea de orden automatico no se deduce que la forclusién sea incondicionada. En el otro lugar donde tomé la palabra, lamé la atenci6n sobre el pie de la pagina 555 de los Escritos, donde Lacan remite la Verwerfung (térmi- no aleman freudiano que allf él tradujo. sobre todo como “forclusién” > al hecho de que el nifio “mande a paseo” Ja impostura paterna —con el proche final de una referencia a Jacques Prévert sobre la cual, llegado el caso, volveremos. Mas acd de la forclusién y de sus efectos automa- ticos, alli sefiala nada menos que una posicién subjetiva que no cabe eliminar de la psicosis. Es algo un poco breve, escaso, para contrapesar laconstruccién significante a la que este escrito se consagra, pero vemos enello la indicacién certera de que asi retoma el tema de la libertad en la psicosis, que es el tema de “Acerca de Ja causalidad psfquica”. Esta es una referencia que Lacan toma de Hegel, pues dice que en él puede hallarse la f6rmula de la locura. ¥ alli, ena pagina 175 de los Escritos, | est4 esa misteriosa observacién que inserta en la causalidad de la locura una “insondable decisién del ser” y que més adelante es retomada por otra expresiOn capaz do organicismo en la psicosis (orga~_ * nicismo que, en el fondo, no es sino un mecanicismo): la locura “exige el inasible consentimiento de la libertad”. tica analitica y_en su prosecucion VaTC® Es un punto de vista extremo_ hacia el cual turalismo —al que nos referimos cuando deci que el sujeto es efecto del significante— no con face por su propia inclina~ cién. Llamémoslo, no nuestro estructuralis : Sirferroriamo que Lacan formula en pleno auge estrcturs 3010S" tomo a la letra para devolverle su lugar en Ja clinica: “De nuestra posi pre responsables” entre el sujeto responsable y el sujeto ‘Ahora bien, 2qué relaciones nay i ole de la ciencia? zSon el mismo? ;Dé6nde se ubica en el andlisis lo que el 3. La version castellana lo traduce como “preclusion”. [N. de Ti) l JACQUES-ALAIN MILLER cardenal Newman denominaba “asentimiento”? EI asentimiento pa que en la causalidad de la locura parece no tener un jen Lac n impl ce lana taresponsabstit ae en el iltimo texto de los Escritos, “La cieng asignable en Ia estructura. CLarticula esta ape de la posicidn subjetiv. dad”, al mismo tiempo que reafirma un estatus estructuralis ae ralistad lave: sujeto como sujeto de la cienc con remitir “Acerca de la causalidad psiquica” a la época existencialisy, ‘an. ELconcepto de causa encuentra su lugar de medio dentro de a. Por lo tanto, no podemos contentarno, de Lac esta contradiccién, y volvemos a encontrar el eco de este tema en refe- roncia a esa forma especial de “causacién” del sujeto (t emplea al hablar de la alienacién y de la separaci6n) que es la sexuacién Aunque utilice funcidn y variable como mecanismos, Lacan insc sujeto en términos de decir i decir “sf” es el consent miento, mientras que decir “no” surge si bajo el término “forclusién” (que parece estatico) avivamos la dindmica del rechazo: decir “no” ala funcidn del padre. Esta formula no basta para caracterizar la psicosis, ya que una formula como la de la denuncia de la impostura paterna bien puede tener, con otra modalidad, un eco para Ja histeria (tal vez por eso gust6), pero lo cierto es que, en el seno de un mecanismo construido sobre la base de funciones y variables, un mecanismo determinista como el que Lacan reprueba en “Acerca de la causalidad psfquica”, él reserva un lugar para el decir “si” 0 decir “no”, ‘ & purr 40 Oa bnk mints 5 wa adrnire Teoria de la enunciacién rmino que Lacan Asi, la problemdatica que comienzo a desarrollar ante ustedes los conduce a la teorfa de la enunciaci6n. En efecto, ,qué es ese lugar que reservamos a la enunciacién con respecto al enunciado? Es el modo en que damos ropajes lingtifsticos al problema del consentimiento y del rechazo, el de la denuncia, la creencia y la duda. Recién evoqué al sujeto de derecho porque el sujeto que esta en juego en el psicoandlisis no es un sujeto de hecho. Sean cuales fueren los hechos, el analista no va a buscar ni a verificar en el exterior. Los hechos sdlo cuentan a partir de lo dicho, a partir de la posicién que el Sujeto toma con respecto a sus propios dichos, a partir de lo que cabe denominar “su decir”. ee CAUSALIDAD Y LIBERTAD Veg 2 ps tare be Yd rao Avery dad En lo que ciona en este Ib ane al dicho o al enunciado, hay o no hi Lo que fun- gistro pertencce al orden apofantico: se da o no se da. Pero, dado el dicho, aun falta la Posicién subjetiva, que no se agota en el dicho; la inseribimos mediante un casillero vacto a la de 4 ha del dicho (la linea representa un segmento de cadena significantey — Oo El dicho se modaliza a partir de todas las posiciones que el sujeto puede tomar respecto de lo que esta en el significante: “Tal vez”, “Creo que si”, “Creo que no”, “Sin duda”, “;Te parece?”, “Espera sentado”. No es seguro que un sujeto que dice algo crea lo que dice. Incluso puede decir algo para ver si ustedes le creen, mientras por otro lado se reserva su consentimiento. Ustedes saben hasta dénde Ileg6 Freud en su tema de la nega- cién. Analiza una frase que es una pura y simple negacién, “No es mi madre”, diciendo que primero aparecié el significante “es mi madre”, y luego, para poder admitirlo, se lo modaliz6 como una negacién. En este aspecto, la negaci6n es una modalidad subsiguiente al planteo del significante. Aun a partir de la insondable decision del ser, Lacan se ve llevado a una teorfa de la causalidad por identificacién, y en toda teoria de ese estilo es inevitable pasar, en el andlisis, por el tiempo de la posi- cién subjetiva. Inicialmente no hay aqui ningtin automatismo, ningtin mecanismo en juego. Ante todo, hay una posicién subjetiva respecto de] significante, de modo tal que quien lo rechaza —no bajo lamodalidad de lanegacién, sina la del rechazo Puro mee en relacién con él. El sentido negativo de la libertad en psicoanidlisis es Comenzaré a plantear estas cosas dentro de dos semanas. En esi momento les diré cudl es mi titulo de este afio. ae _ 4 de noviembre de 198 ~@ fn 4

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