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Universidad Nacional

Curso:

Seminario de Historia de América Latina

Profesora:

M. Sc. Marcela Ramírez-Hernández

Estudiante:

 Luis Eduardo Delgado Hernández

Movimientos neoconservadores en América Latina los casos de Costa

Rica, Brasil y Cuba


El objetivo de este ensayo es visibilizar cuáles son las principales formas
organizativas de los movimientos neoconservadores en América Latina a partir de
la década de mediados del siglo XX, específicamente en Brasil, Costa Rica y
Cuba.

Además, mencionaré algunos rasgos identitarios, objetivos y metas trazadas,


encuentros y desencuentros con otros movimientos, capacidad de articulación y
modalidades de protesta, expresiones de contrapoder, tipo de movimiento,
construcción del sujeto político, contexto y motivos de surgimiento, líderes, tiempo
y espacio.

El primer término que es necesario problematizar es el de neoconservadores, para


esta problematización hago uso de un documento titulado Movimientos
conservadores en el siglo XX ¿Qué hay que conservar?, del historiador Joaquín
Fermandois; es necesario hablar de conservadurismo, para luego hablar de
neoconservadurismo, se podría escribir que el conservadurismo llegó hasta finales
de los 80’s, con la caída del muro de Berlín, se empieza a teorizar sobre
movimientos neoconservadores.

Al teorizar sobre conservadurismo, Fermandois escribe “existe una dificultad


típicamente conservadora, y es la definir en qué consiste el conservadurismo”
(1996, p. 2), además, apunta que

Los movimientos conservadores del mundo moderno han sostenido en la


mayoría de los casos una orientación hacia lo que cada uno de ellos
considera una suerte de “cumbre histórica”, una especie de “modelo” que se
considera como el mayor logro histórico de un orden social de acuerdo a lo
que éste puede y debe ser (1996, p. 3)

También se relaciona con la resistencia a los cambios históricos, con una


nostalgia del pasado y una visión algo fatalista sobre el presente o el futuro (cf.
Fermandois, 1996, p. 4), asimismo, nace “como una respuesta crítica a la
Ilustración y a la Revolución Francesa” (Fermandois, 1996, p. 6), después el
mismo autor trae a colación que “el único intento serio de desalojo del poder de los
nazis lo llevaron a cabo fuerzas fundamentalmente conservadoras, el fallido golpe
de Estado del 20 de julio de 1944” (1996, p. 13), después de la segunda guerra
mundial, va a tener que ofrecer una imagen de futuro, y “reemerge la síntesis
liberal-conservadora en el centro de la palestra de la sensibilidad conservadora”
(1996, p. 15)

Luego, Fermandois empieza a teorizar sobre El neo-conservadurismo de los años


de Reagan y Margaret Thatcher y escribe lo siguiente: “Se le ha llamado
indistintamente neo-conservadurismo y neoliberalismo, a veces también
“revolución conservadora”, a la oleada que desde 1980 puso a su vez más sobre
el tapete a políticas económicamente liberales, y en algunos sentidos social y
culturalmente conservadoras “(1996, p. 18) lo más crítico del neo-liberalismo, es
que tiene elementos revolucionarios y nihilistas, supone que la misión fundamental
de la vida es la autorrealización personal, está última

sin una idea de un “deber ser” del orden social, puede culminar en un
totalitarismo, la imposición de un orden exclusivo por el despotismo del
individuo o del grupo homogéneo, que pretende traspasar este carácter a la
sociedad toda (…) la crítica de este tipo de escritores neo-conservadores se
dirige a que la economía de mercado o “capitalismo” no puede existir sin
una referencia ética y de ideales que ésta no puede proporcionar
(Fermandois, 1996, p. 19)

Finalmente, tiene un apartado titulado Conservadurismo, religión y


fundamentalismo, y aquí destaca que el conservadurismo ha sido casi siempre
defensor de la religión tradicional, desde el S. XIX ya la iglesia católica y muchas
confesiones protestantes se identificaban con movimientos y partidos
conservadores, porque esto implicaba la prolongación del status quo, la lectura del
progreso amenazaba la existencia de las iglesias (cf. Fermandois, 1996, pp. 20-
21), el conservador tiene conciencia de las limitaciones del ser humano y
problematiza sobre la tradición, la familia, el suelo nutricio (cf. Fermandois, 1996,
p. 27) defiende credos y tradiciones, tiene claro que defender la economía de
mercado no es suficiente para proteger el orden social y menos para salvar al
hombre (cf. Fermandois, 1996, p. 30).

En lo escrito hasta ahora se evidencia la problematización del termino


conservadores o neoconservadores en un sentido amplio, ahora bien, se
mencionan las iglesias, tanto católicas como las protestantes; la organización de
estos movimientos se articula gracias a estas iglesias, y van a tener un auge o
resurgimiento a partir de 1970. Se pueden leer entre líneas, rasgos identitarios,
objetivos y metas trazadas, en cuanto a los encuentros y desencuentros, no deja
de ser problemática la relación que asumen a favor o en contra de los gobiernos y
las políticas públicas, pues son en su mayoría un ejemplo claro de contrapoder.

Hasta aquí se nota una reflexión bastante abstracta pero necesaria para
comprender la profundidad e implicaciones que tienen estos movimientos
conservadores o neoconservadores, a continuación, voy a intentar aterrizar lo
teorizado en los contextos concretos de Costa Rica, Brasil y Cuba.

Fuentes Belgrave, realiza un análisis sociológico del contexto costarricense, para


el que se propone “utilizar una perspectiva histórica y comparativa que entrelaza
ejes de desintegración social, politización de lo religioso y comunicación política”
(2018, p. 85)

En Costa Rica, un año clave para la reconfiguración de los movimientos


neoconservadores, va a ser 1986, pues se caracteriza por la entrada del primer
partido evangélico costarricense (cf. Fuentes Belgrave, 2018, p. 86),
paradójicamente, “las tesis de la Teología de la Liberación causan divisiones
dentro del mundo protestante en la década de 1970, sin que paradójicamente la
opción preferencial por los pobres tuviera mayor efecto en la Iglesia católica
costarricense” (Fuentes Belgrave, 2018, p. 86). El neopentecostalismo entre en
escena en 1959 y se relaciona con las clases medias estadounidenses y el
teleevangelismo norteamericano, haciendo uso de la teología de la prosperidad
que supone las riquezas como sinónimo de bendiciones, en la región
Centroamericana, la llegada de Efraín Ríos Montt en 1982 va a marcar una ruptura
del “muro doctrinal entre lo religioso y lo mundano” (Fuentes Belgrave, 2018, p.
87). Ya en 1986, surge el partido costarricense Alianza Nacional Cristiana,
fundado por Justo Orozco, el mismo año, Jonás Gonzáles obtiene la autorización
para utilizar el canal 23, hoy llamado Enlace, “para crear una red de televisión
evangélica latinoamericana” (Fuentes Belgrave, 2018, p. 88). En 1998, se divide la
Alianza Nacional Cristiana, y se inscribe el partido Renovación Costarricense,
obteniendo un diputado por la provincia de San José; en el 2002 Renovación
Costarricense obtiene un puesto legislativo en San José para el Pastor Carlos Luis
Avendaño, relacionado con Enlace; en el 2005 se inscribió el partido Restauración
Nacional, para el 2006 obtienen una diputación y eligen al pastor “Guyón Massey,
quien negocia con el gobierno la creación de un Reglamento para el
Funcionamiento Sanitario de Templos y Locales de Culto” (Fuentes Belgrave,
2018, p. 88). En el 2010 cada partido obtuvo un diputado por San José:

Justo Orozco por Renovación Costarricense y Carlos Avendaño por


Restauración Nacional (…) En 2014, estos partidos aumentaron sus
escaños legislativos con la elección, en el caso de Renovación
Costarricense, de Gonzalo Ramírez, por la provincia de San José, y de
Abelino Esquivel por la de Limón, así como Fabricio Alvarado, diputado de
Restauración Nacional, por San José (…) La legitimación política dentro de
la comunidad imaginada costarricense de estos partidos confesionales se
establece a través de la alianza católica evangélica en contra de los
derechos sexuales y reproductivos (Fuentes Belgrave, 2018, p. 89).

Lo anterior describe el surgir de los movimientos (neo)pentecostales dentro de la


política, en relación a las políticas, Fuentes Belgrave destaca que

La alianza católico-evangélica contribuye a la resacralización del orden


natural al promover el archivado permanente del proyecto de ley para
regular los derechos sexuales y reproductivos, presentado y clasificado en
múltiples ocasiones entre 2005 y 2011 (Asamblea Legislativa de Costa Rica
2005 y 2007c). Esta alianza se fortalece mediáticamente a través de una
férrea oposición a la Ley de Unión Civil entre personas del mismo sexo
(2006), a la Ley de Sociedades de Convivencia (2010), y al proyecto de ley
de Matrimonio Igualitario (2015) (2018, p. 95)

Esta alianza se manifiesta por medio de marchas por la vida y la familia en Costa
Rica, en oposición al estado laico, al aborto, a la anticoncepción de emergencia y
a las uniones entre personas del mismo sexo, en agosto de 2008, noviembre de
2009, diciembre de 2017; asimismo esta politización implica la satanización que
abriría las condiciones para que se dé la laicización jurídica del Estado
costarricense. Asimismo, como en el caso brasileño, los medios de comunicación
masiva tienen una influencia primordial que muestran quiebres en los ejes de
desintegración social y de politización de lo religioso (cf. Fuentes Belgrave, 2018,
pp. 92-94), después de las elecciones presidenciales, se eligieron a catorce
diputados del partido Restauración Nacional, ligado a la teología de la
prosperidad, y a sus simplismos dicotómicos miseria/riqueza, pobreza/bendición,
destrucción/restauración, homosexualidad/heterosexualidad, demonio/Cristo.

Para visibilizar las consecuencias de estos movimientos en Costa Rica me valgo


de la relación histórica-social-política del libro que escribió Helio Gallardo titulado
Los Bárbaros ya estaban aquí para intentar describir la relación entre religión y
poder político desde el contexto costarricense y sus últimas elecciones del 2018,
la disputa final se realizó entre Carlos Alvarado (PAC) con un discurso con
tendencia progresista y Fabricio Alvarado (RN) con un discurso pentecostal
teocéntrico y fundamentalista que disimuladamente llamaba a la intolerancia de lo
no tradicional Fuentes Belgrave es socióloga, el aporte de Gallardo es desde la
filosofía y la teología.

Gallardo escribe citando a Cavafis “los hombres esos eran una cierta solución”
(2018, p. 1), además, escribirá entre otras cosas que:

nos posibilitan sentirnos mejor (…) nos permiten medir con simpatía o furia
nuestras estaturas (…) ´Bárbaro´ designa algo que intuitivamente no
deseamos para nosotros ni nuestros hijos y familias (…) resultan necesarios
con su despotismo, crueldad, incultura, grosería, tosquedad, encarnación,
para que podamos vernos-sentirnos democráticos, bondadosos, solidarios,
educado-ilustrados, cultos, individuos de la especia humana. Los bárbaros
resultan ser los Otros (…) La elección presidencial y parlamentaria
costarricense del 2018 nos mostró la oposición bárbara, en su alcance
excesiva, entre religiosos cristianos pentecostales, probablemente
acompañados por un número menor de católicos papistas y marianos, que
desean liberar a los ciudadanos (religiosos y no religiosos) de sus
aberraciones y pecados con la finalidad de acercarse y acercarlos al
trascendente Reino de los Cielos (Gallardo, 2018, pp. 1-2)

El país se polarizo en dos bandos, unos eran los barbaros de los otros y viceversa,
el eje central de la polarización radicó en tres aspectos fundamentales, primero la
CIDH postuló la urgencia de erradicar la discriminación contra las minorías
sexuales (la diversidad) de procedimientos identitarios civiles, además de
considerar la posibilidad del matrimonio entre iguales, y finalmente las guías de
educación sexual; cuando me refiera al caso cubano, va a ser interesante ver
cómo los discursos llevan las mismas líneas o los mismos ejes problematizadores
desde diferentes contextos.

Los neopentecostales nos dejaron una enseñanza, pues en los estratos más
vulnerables de las costas los habitantes han sido abandonados por el estado, por
lo que son lugares en los que hay personas que necesitan ser “salvadas”, claro
está, hablando en primer lugar de la inmanencia, no necesitan que les hablen del
cielo y el infierno, necesitan primero llenarse los estómagos, “salvarse” del olvido,
la indiferencia, la pobreza, las faltas de posibilidades, y por tanto parece ser, se
sintieron identificados con los discursos que aparentemente bajaban a dios del
cielo para ponerlo a caminar con ellos.

Al preguntar ¿quiénes son los barbaros?, aparece otra respuesta: “cuando


determinamos a otros seres humanos como bárbaros, sólo les transferimos lo que
nosotros somos” (Gallardo, 2018, p. 5), asimismo, cabe preguntarse, ¿son
bárbaros los que han interpretado la biblia como han querido (en la mayoría de
ocasiones de forma fundamentalista y descontextualizada, al menos los
protestantes pentecostales, los católicos a veces solo descontextualizada o poco
relacionada a la realidad nacional) o más bien son bárbaros los que practican la
indiferencia a diario metidos en su burbuja vallecentrista, al estilo de La isla que
somos, de Azofeifa?, escribe Gallardo, “los bárbaros siempre han estado/residido
aquí. No corresponde esperarlos si no dejar de producirlos” (2018, p. 6) y surge la
otra pregunta angustiosa ¿cómo se dejan de producir bárbaros en una sociedad
norteamericanicentrista y eurocéntrica que no es capaz de verse a sí misma y
produce y reproduce la enfermedad del copianditis (para usar un término de
Galeano) y por si fuera poco, sumida en una burbuja que ignora qué está
sucediendo en los países vecinos (en el resto de Centroamérica) e inmersa en un
consumismo inmoderado, que apuesta a teologías de la prosperidad que dictan
que las riquezas son sinónimos de “bendiciones”?.

Y, por si fuera poco, la jerarquía de la iglesia católica, como es costumbre en


Costa Rica, se acomodó y practicó al estilo de A ras del suelo, de Luisa Gonzales
(en cuanto a la religiosidad descontextulizada) la indiferencia que impide la
projimidad que exige el nazareno de la cruz (cf. Gallardo, 2018, p. 14) de este
catolicismo descontextualizado y acomodado al poder, surgen las propuestas
pentecostales y neopentecostales con un alto grado de efervescencia emocional
que atrae fieles, ya sea porque el Espíritu Santo inspira a los pastores para que
prediquen, o porque el mismísimo Espíritu Santo les manda la comida del cielo, en
palabras de Gallardo: “Políticamente el país se enfrenta a un desafío inédito: la
instrumentalización directa de un tipo de fe religiosa como aliento del Estado. La
jerarquía católica siempre ha tenido influencia en y para los gobiernos. Pero nunca
gobernó directamente” (2018, p. 22), con lo descrito, queda en evidencia la
implicación de los movimientos (neo) conservadores en Costa y cómo las
prácticas religiosas están estrechamente vinculadas a las prácticas políticas.

Brasil es un contexto particular, en el que surge con bastante fuerza la teología de


la liberación, que apostaba por las poblaciones vulnerables, de aquí destacan
importantes teólogos como Leonardo Boff o Frei Betto, el primero tuvo algunos
conflictos con la iglesia católica oficial por su postura en antaño, sin embargo,
destaca Catherine Iffly

el desarrollo del pentecostalismo ha sido interpretado como una


consecuencia de la teología de la liberación, que haciendo incapié en una
concepción sociopolítica de la fe, no habría dado suficiente importancia a
las necesidades espirituales de los creyentes. Pero tal análisis es
contradecido(sic) por el hecho de que los pentecostales se han asentado
también en ciertas diócesis conservadoras, y se hablaba de “explosión de
las sectas” en el Brasil ya a comienzos de los años 70, cuando la teología
de la liberación acababa de nacer (Pierre Bastian et al, 1995, p. 74)

Según Oro y Tadvald (2019), “la formación del campo evangélico en Brasil
presenta diversas olas, desde el protestantismo histórico hasta los
neopentecostales (...) en esta expansión tiene un rol importante la Iglesia
Universal del Reino de Dios” (2019, p. 56) me interesa destacar la “segunda ola”
que surge entre 1950 y 1970, y con esta entra en escena el fenómeno de la

práctica evangelizadora en los medios de comunicación de radio y


televisión, adoptando para ello un modelo creado en Estados Unidos por los
primeros teleevangelistas. Entre sus prácticas rituales se destaca la cura,
razón por la cual los templos de esta ola también se conocen como
“agencias de cura divina” (Oro y Tadvald, 2019, p. 57)

Silveira dice que sobre Brasil se pueden hacer dos lecturas, una desde lo
institucional formal, en la que destaca las tendencias de gobierno y señala que del
1989 al 2002, hubo un gobierno de centro derecha, del 2002 al 2016 gobernó la
izquierda y del 2016 a lo que va del 2019 la extrema derecha (cf. Observatorio de
lo religioso, 2019), la otra lectura parte de lo social y lo religioso, en esta destaca
un pluralismo religioso tardío y menciona que el 35% de los brasileños se resisten
a la ciencia; y según Solano Gallego, “los malos resultados económicos y la falta
de habilidad del gabinete de Dilma para gestionar la crisis fueron fundamentales
para aumentar el descontento con el gobierno” (2016, p. 148), sobra decir que
durante la investigación se va a ahondar más en cuanto a la caída del PT y las
posibles causas, y en consecuencia el resurgimiento del conservadurismo
brasileño.

Para tener un acercamiento histórico como en el caso de Costa Rica en cuanto a


la irrupción de los evangélicos en la política es primordial citar a Oro:

Aunque los evangélicos ya estaban presentes en el campo político


institucional desde la Asamblea Nacional Constituyente de 1933-34
(FRESTON, 1993), es solo en el Constituyente de 1986 que su presencia
es notable, debido a la elección de un número significativo de
representantes de las iglesias pentecostales. Juntos formarán el llamado
"bloque evangélico ", un bloque multipartidista compuesto por 33
parlamentarios, 22 de los cuales son Pentecostales. Este bloque se
mantiene hasta el día de hoy y su número ha fluctuado durante años. En
1990, había 22 diputados, 19 de ellos pentecostales; en 1998, 53 diputados;
en 2002, 69 diputados, la mayoría de ellos pentecostales, especialmente la
Asamblea de Dios (23 miembros) y Universal (22 miembros); en 2006, 42
miembros y en 2010, 63 diputados evangélicos. De esta manera estamos
lejos del momento en que prevaleció en este entorno, (el) dicho religioso
que "un creyente no se mete en la política" (FRESTON, 1994) (2011, pp.
389-390)

Las elecciones del 2018 las gana Bolsonaro con un discurso que dicta “Brasil
acima de tudo, Deus acima de todos” (2018, p. 1) además, cita a Juan 8 32 para
señalar que “conocerás la verdad y la verdad os hará libres”, en este punto se
podría cuestionar el reduccionismo de lo que implica verdad para Bolsonaro, hay
varios videos en los que ha mostrado su xenofobia, misoginia, racismo entre otros
(cf. 24horas.cl, 2018), algunas de sus “verdades”, con respecto a esto no deja de
ser necesario problematizar la situación de la verdad, como concluye Vattimo
citando a Popper, “la verdad misma es enemiga de la sociedad abierta y, en
particular, de toda política democrática” (2010, p. 22), y también cita a Arendt para
señalar que “quien, en una oposición de opiniones, afirma que posee la verdad,
expresa una pretensión de dominación” (2010, p. 31). Se puede apreciar como a
tal extremo llegan en muchas ocasiones los movimientos neoconservadores,
creyéndose los dueños únicos y auténticos de ciertas verdades.

Para tener un acercamiento a Cuba, hago uso de un artículo titulado Dios y el


´diseño original´. La cruzada contra el matrimonio igualitario en Cuba, de Abraham
Jiménez, para realizar una comparación entre los países expuestos, diferencias y
similitudes.

En Costa Rica aparece como nula la necesidad de una teología de la liberación,


pues el país tenía fama de ser el más feliz del mundo, a mi parecer, después de
que Carlos Alvarado asumió el mandato y la representatividad del país, este ha
tenido una acelerada tendencia a la imposición de políticas neoliberales que se
venden, como el TLC, con la esperanza de que la situación país mejore, en cuanto
al empleo, la economía, que se reduzca la desigualdad, así se vende, hay
ejemplos en los que es evidente que la intervención del FMI o el BM no es la más
adecuada solución, ni apunta a la búsqueda del equilibrio que necesita cualquier
contexto para que la población goce de las condiciones mínimas para que se
pueda proclamar una vida digna.

Retomando el caso cubano, Jiménez Enoa, periodista cubano, inicia su artículo,


publicado este mismo año, de la siguiente manera:

Todos los martes, todos los jueves, todos los sábados, de todas las
semanas, alrededor de 700 feligreses esperan las 10 de la mañana con el
estómago vacío. “Es un culto de ayuno”, dice el diácono Omar Rivas en la
puerta de la Iglesia Metodista Universitaria del Vedado, y explica que “para
que el Espíritu Santo se apodere del cuerpo, no se pueden ingerir alimentos
porque se generan desechos en el organismo” (…) La pancarta reza: “estoy
a favor del diseño original” (…) “La familia como Dios la creó” (…)
“Matrimonio = hombre + mujer” (2019, pp. 116-117)

En este aspecto, tanto Cuba como Costa Rica en cuanto a su dimensión religiosa,
comparten esta posición conservadora que niega los derechos de las llamadas
minorías, como menciona Gallardo al referirse a la projimidad que debería
caracterizar a todo cristiano, aparece el quiebre, los discursos del odio, de la
intolerancia hacia el distinto, dígase de la parábola bíblica, la indiferencia con el
judío que es asaltado, la necesidad de cerrar los ojos y obviar el problema, dejar la
responsabilidad en manos de otro, o de otra. Sin embargo, lo positivo es que
siempre hay personas que se oponen a la negación de las posibilidades de los
otros, los y las distintos o distintas, en Cuba

Mariela Castro, con su padre en la silla presidencial, aprovechó la coyuntura


para fortalecer el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), una
institución que dirige desde 2000 y que es reconocida internacionalmente
por su labor en la defensa de los derechos de las personas LGTBI en Cuba
(Jiménez Enoa, 2019, p. 118)

La oposición, dicho sea, algunas iglesias evangélicas escriben una declaración


oficial, en la que se puede leer:

1. Que la familia es una institución divina creada por Dios y que el matrimonio
es exclusivamente la unión de un hombre y una mujer, según enseña la
Biblia, la palabra de Dios.
2. Que la ideología de género no tiene relación alguna con nuestra cultura,
nuestras luchas de independencia, ni con los líderes históricos de la
Revolución. De igual manera, tampoco guarda vínculo con los países
comunistas, dígase la antigua Unión Soviética, China, Vietnam y menos
aún Corea del Norte.
3. Que la gracia de Dios es para todos los seres humanos
independientemente de su orientación sexual e ideología política o
religiosa, para ser regenerados y transformados una vez que hayan
procedido al arrepentimiento, por medio de la fe en Jesús Cristo (Jiménez
Enoa, 2019, p. 119)

En la actualidad, en Cuba hay 57 denominaciones religiosas evangélicas, 32


pertenecen al Consejo de Iglesias Ecuménicas (cf. Jiménez Enoa, 2019, p.
124), desde mi perspectiva, el reverendo Raúl Suárez tiene una posición
bastante sabia y madura, pues en el artículo se aclara que
Es partidario de “respetar la libertad que tiene cada persona de decidir qué
hacer con su vida, siempre que contribuya al bien colectivo”. Pero opina que
“el pueblo no ha sido instruido todavía para esto, por eso hubo tanto debate,
el tema del matrimonio homosexual está verde en Cuba” (Jiménez Enoa,
2019, p. 124)

La cita anterior, apunta al error que lleva al reduccionismo de creer que todas las
particularidades del cristianismo se pueden meter en un mismo saco, y en cierto
sentido, aún hay ciertas personas que realmente deciden comprometerse con las
poblaciones más vulnerables, y en muchas ocasiones más estigmatizadas.
Siempre son importantes los esfuerzos por ir más allá del patriarcalismo, Jiménez
Enoa, cita a Idania del Río para destacar su reflexión, que vendría a reforzar lo
escrito anteriormente sobre los discursos del odio:

No estoy en contra de que cada cual tenga derecho a tener su propia fe y


adorar a su propio dios, pero de lo que sí estoy en contra es de la
propagación del odio y del proselitismo desvergonzado de la Iglesia, en sus
maquinaciones y manipulaciones (…) Estoy sorprendida del poder que ha
alcanzado la iglesia evangélica en Cuba. Ha crecido aprovechándose de las
carencias económicas de los barrios pobres, los lugares donde el Estado ya
no llega. Van ahí y le dan comida a la gente, le dan dinero y los hacen
suyos (2019, p. 129)

Otra mujer, Lidia Romero, escribe “No queremos agredir a la Iglesia, queremos
que nos respeten. Quisimos hacer presencia, porque el cuerpo es político. Una
manera de expresarnos desde lo pacífico” (Jiménez Enoa, 2019, p. 130).

Finalmente, utilizo un artículo titulado Viejas y nuevas derechas religiosas en


América Latina: los evangélicos como factor político, de Julio Córdoba para
concluir y sintetizar el impacto que han tenido los movimientos neoconservadores
en América Latina, a lo largo del escrito, se ha reflejado como el tipo de
movimiento apunta a la institucionalidad, además, la construcción del sujeto
político se concentra en los “líderes” religiosos que aparentemente quieren pasar
este liderazgo a la política, o al menos lo usan para hacer clientelismo y alianzas
políticas que beneficia a todas las partes y en cuanto al motivo de surgimiento, se
puede apuntar, a que surge para mantener el statu quo y cierto dominio sobre
poblaciones en condición de vulnerabilidad.

Con los casos expuestos, se visibiliza una tendencia en cuanto a la relación entre
poder político y religión, y el surgimiento de “nuevos” (aunque son muchos los
casos que se registran en la historia) movimientos neoconservadores, en palabras
de Córdoba Villazón, la presencia evangélica ha crecido en América Latina,
situación que ha aumentado la “capacidad de influencia en la agenda pública a
través de partidos evangélicos o más a menudo, mediante asociaciones próvida y
profamilia (…) sus posturas contra el avance de la agenda gay” y la ideología de
género acerca a estos grupos a los conservadores católicos en la lucha contra los
cambios liberalizadores en la familia y en la sociedad (2014, p. 112).

“El movimiento pentecostal es la expresión mayoritaria entre las comunidades


evangélicas en América latina. Se caracteriza por una espiritualidad
fundamentalmente emotiva, con experiencias extáticas en el culto” (2014, p. 114),
está realidad en muchas ocasiones exime a los cristianos de un compromiso
político e histórico que vaya más allá del puro asistencialismo, en palabras de
Gallardo, no hay un verdadero sentido de projimidad. Además, el desarrollo de la
posición más conservadora se articula en redes globales, desde las cuales,
“circulan discursos religiosos, legales y bioéticos que legitiman sus posturas”
(Córdoba Villazón, 2014, p. 120).

Al comienzo del siglo XXI, se multiplican en América Latina organizaciones


evangélicas próvida y profamilia, que tienen como objetivo fundamental
frenar el avance de la agenda gay (familia homoparental) y de la ideología
de género (despenalización del aborto) en las legislaciones de cada país.
Estas elites locales evangélicas mantienen una estrecha relación con
organizaciones y líderes de la derecha cristiana de EEUU (…) Por ejemplo,
en Nicaragua, estos grupos lograron que en 2006 se abrogara el aborto
terapéutico, de modo que el actual Código Penal sanciona todo tipo de
interrupción del embarazo. En 2000, se declaró inconstitucional la
fecundación in vitro en Costa Rica, lo que motivó que el Estado de este país
compareciera en 2012 ante la CIDH (Córdoba, Villazón, p. 122)

Asimismo, se puede concluir, que estos movimientos, vienen a hacer un “uso de


las masas” para posicionarse y ganar ventaja de todas las posibilidades que
podrían obtener al estar en posiciones de poder político, para, desde ahí mantener
el statu quo, prolongar su injerencia política y al mismo tiempo tener más
seguidores.

Bibliografía

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