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Rabí Yehudá Leib HaLevi Ashlag (Baal HaSulam)

La paz en el mundo
Análisis y crítica que cuestionan los factores que provocan la ausencia de paz, propuestas
de los reformadores del mundo y comprobación de las mismas, con respecto a la realidad.
Observación del «bien» que se fundamenta en «la benevolencia y la verdad, la justicia y la
paz», como se insinúa en el libro de los Salmos.

«La benevolencia y la verdad se encuentran, la justicia y la paz se besan. La verdad brotará de la


tierra y en los cielos se verá la justicia. También, el Señor dará el bien y nuestra tierra su cosecha
dará». (Salmos 85,11)

Cada elemento es evaluado, no por su apariencia en un momento dado, sino según su nivel
de desarrollo.
Todo lo que hay en la realidad, tanto lo bueno como lo malo y aún lo peor y lo más dañino en el
mundo, tiene derecho a existir. Está prohibido destruirlo y erradicarlo por completo del mundo.
Nuestra tarea es solamente corregirlo y llevarlo a su mejor estado.
Porque es suficiente con echar una mirada al proceso de la Creación para darse cuenta de la
grandeza y la perfección del acto de la creación y de Aquel que lo realiza. Por lo tanto, debemos
comprender y ser sumamente cuidadosos en despreciar cualquier parte de la Creación y decir que
es superflua e innecesaria. Porque es una calumnia respecto a su Operador.
Sin embargo, es de conocimiento común que el Creador no completó la creación cuando la creó.
Y podemos ver en cada rincón de la realidad ante nosotros, en lo general y en lo particular, que se
rige por las leyes del desarrollo gradual, desde la etapa de la ausencia hasta la culminación del
crecimiento. Por este motivo, cuando el fruto tiene un sabor amargo en el inicio de su maduración,
no lo consideramos un defecto en el fruto ya que todos conocemos el motivo: el fruto no ha
completado el proceso de su desarrollo.
Así es en cada elemento de la realidad: cuando un elemento nos parece malo y dañino, no es más
que una prueba que ese elemento todavía está en una fase de transición, en el proceso de su
desarrollo. Por lo tanto, no debemos decidir que es malo y descalificarlo, porque no es sabio
hacerlo.

La debilidad de los «reformadores del mundo»


Esta es la clave para comprender la debilidad de los reformadores del mundo, que surgieron a lo
largo de las generaciones. Ellos consideraron al hombre como una máquina que no funciona
correctamente y necesita ser reparada, es decir, quitar sus partes rotas y reemplazarlas por otras
que funcionen.
Porque toda la tendencia de todos estos que corrigen al mundo: erradicar cualquier daño y maldad
en la especie humana ... y es cierto que, si el Creador no se hubiera opuesto a ellos, ciertamente
hace mucho que ya habrían logrado limpiar al hombre por completo, dejando en él solo lo bueno
y útil.
Pero debido a que el Creador cuida meticulosamente a todos los elementos de Su creación, sin
permitir que nadie destruya una sola cosa en Su dominio, sino que solo reformarla y hacerla útil y
buena, por eso todos los reformadores de la clase mencionada anteriormente desaparecerán de la
Tierra, y las malas cualidades no desaparecerán de la Tierra. Ellas existen y cuentan los grados de
desarrollo que aún deben atravesar hasta completar su maduración.
En ese momento, los mismos atributos malos se convertirán en buenos y útiles, como el Creador
había pensado inicialmente para ellos. Es como una fruta que se sienta en las ramas del árbol y
espera y cuenta los días y meses que aún debe atravesar antes de completar su madurez, momento
en el cual su sabor y dulzura se harán evidentes para cualquier persona.

Si son recompensados, lo aceleraré (Ajishena), si no son recompensados, a su tiempo (Beitó)


Debemos saber que la ley de desarrollo mencionada, que se extiende por toda la realidad, que
garantiza transformar todo mal en bueno y útil, realiza todas sus acciones a través del poder del
gobierno del cielo de arriba, es decir, sin pedir permiso a las personas, habitantes de la tierra. Sin
embargo, el Creador puso el conocimiento y la autoridad en manos del hombre y le permitió
aceptar la ley del desarrollo antes mencionada bajo su propia autoridad y gobierno, y puede
acelerar el proceso de desarrollo como quisiera, libre y completamente independiente de las
ataduras del tiempo.
Resulta que aquí hay dos clases de gobierno actuando en los caminos del desarrollo:
El «Gobierno de los Cielos» que garantiza que todo lo malo y dañino se convierta en bueno y útil.
Sin embargo, esto ocurrirá «a su tiempo» (Beitó), de forma lenta y pesada.
Y existe el «Gobierno de la Tierra». Cuando el «objeto en desarrollo» es un ser vivo y sensible,
atraviesa terribles dolores y sufrimientos, cuando se encuentra bajo la aplanadora del desarrollo,
esta aplanadora allana su camino con mucha crueldad.
Por otro lado, el «Gobierno de la Tierra» que representa a las personas, que tomaron el control
sobre la mencionada ley de desarrollo, que pueden liberarse por completo de las ataduras del
tiempo. Estas aceleran en forma considerable el proceso para alcanzar la etapa final. En otras
palabras, completan la maduración y corrección, que es el fin de su desarrollo.
Tales son las palabras que nuestros sabios dijeron (Sanhedrín 98) acerca de la completa redención
y completa corrección de Israel, y así aclararon el versículo: «Yo, el Señor, lo aceleraré a su
tiempo»: Si son recompensados, lo aceleraré, si no son recompensados, a su tiempo.
Quieren decir que, si Israel es recompensado y adopta la ley del desarrollo por la que deben pasar
sus malos atributos para convertirlos en buenos, lo someterán a su propio gobierno. En otras
palabras, pondrán sus corazones y mentes para corregir todos los malos atributos en ellos y
convertirlos en buenos por sí mismos. Entonces, «Lo aceleraré», lo que significa que serán
completamente liberados de las ataduras del tiempo. Y de ahora en adelante, este final depende de
su propia voluntad, es decir, solo por la multiplicidad de acciones y la atención plena. Por lo tanto,
aceleran el final.
Pero, si no son recompensados con el desarrollo de sus malos atributos bajo su propia autoridad,
sino que lo dejan bajo la autoridad del cielo, ellos también tienen garantizado alcanzar el fin de su
redención y el fin de su corrección. Esto se debe a que hay total certeza en el gobierno del cielo,
que opera por la ley del desarrollo gradual, grado tras grado, hasta que convierte cualquier mal y
daño en bueno y beneficioso como el fruto sobre el árbol. El final está garantizado por completo,
pero a su tiempo, lo que significa que está completamente conectado y depende del tiempo.
Porque de acuerdo con la ley del desarrollo gradual antes mencionada, hasta que llegue el final,
uno debe pasar por muchos diferentes grados, que tienden a llegar de manera pesada, muy lenta y
prolongada, y se extienden por un tiempo muy largo. Debido a que los objetos de los que estamos
discutiendo son seres vivientes que evolucionan y sienten, ellos también deben sufrir gran agonía
y dolores en esos estados de desarrollo, ya que toda la fuerza que empuja que existe en esos grados,
para elevar al hombre de un grado inferior a otro superior, no es más que una fuerza de empuje, de
dolor y tormentos que se ha acumulado en el grado inferior y que ya no se puede tolerar. Debido
a esto, deben dejar ese grado y ascender a uno más alto. Es como dijeron nuestros sabios: «El
Creador coloca sobre ellos un rey cuyos decretos son tan duros como los de Hamán, Israel se
arrepiente y Él los reforma».
Por lo tanto, es seguro que el fin llegará a Israel por la ley de desarrollo gradual antes mencionada,
y se le llama «a su tiempo», es decir, atado a las cadenas del tiempo. Y el final garantizado de
Israel, al tomar el desarrollo de sus cualidades bajo su propia autoridad, se llama «lo aceleraré»,
es decir, completamente independiente del tiempo.

El bien y el mal son evaluados de acuerdo con las acciones del individuo con respecto a la
sociedad.
Antes de empezar a observar la corrección del mal en la raza humana, debemos determinar primero
el valor de aquellas nociones abstractas de «bien» y «mal». En otras palabras, mientras analizamos
las acciones o propiedades de bien o mal, debemos aclarar con respecto a quiénes pueden ser
considerados como bien o mal. Para entender esto, hay que saber bien el valor relativo que hay
entre lo particular y lo general, es decir, entre el individuo y su público, que el individuo vive y se
nutre de él, tanto en la materia como en el espíritu.
La realidad nos indica que el individuo no tiene derecho de existir en absoluto si se aislara, sin el
suficiente público, que lo sirvan y asistan en la provisión de sus necesidades. Por lo tanto, el
hombre fue creado desde un principio para vivir una vida social, y cada individuo de la sociedad
es como un engranaje, encajado entre muchos engranajes, formando una máquina, en la cual el
engranaje individual no tiene libertad de movimiento, en relación a su individualidad y por si
mismo, sino que sigue el movimiento general de todos los engranajes en una dirección conocida,
para que todo el mecanismo pueda completar su función general. Si uno de los engranajes se
rompe, no es considerado como el daño de un engranaje particular. Sino que es estimado desde el
punto de vista de su rol y servicio con respecto a la máquina en su conjunto.
De manera similar sucede con nuestro asunto, donde la medida del bien de cada individuo dentro
de su público, no se valora de acuerdo a su beneficio propio, sino de acuerdo a la medida de su
servicio al público en general. Y también al revés, no apreciamos el mal de cada individuo, sino
de acuerdo a la medida del perjuicio ocasionado al público en general, y no de acuerdo a su propio
valor particular.
Este asunto queda claro, como el sol al mediodía, tanto por parte de la verdad que hay en ello como
por el bien que contiene, porque no hay en el conjunto más de lo que hay en lo particular, y el bien
del conjunto es el bien de cada uno de los individuos. El que daña al conjunto, toma su parte del
daño. El que beneficia al conjunto, toma su parte del beneficio, dado que los individuos son partes
del conjunto y el conjunto no tiene valor o agregado alguno más que el total de sus individuos.
De esto se desprende que el público y el individuo son uno y lo mismo. No hay nada negativo en
el hecho de que un individuo esté subordinado a la sociedad, porque también la libertad del
individuo y la del público son una misma cosa. Así como se reparten el bien, también se reparten
entre ellos la libertad. Porque las cualidades y acciones buenas o malas únicamente son evaluadas
de acuerdo con su utilidad al público.
Por supuesto que, lo mencionado anteriormente solo se refiere si los individuos cumplen con todo
su deber al público, y no reciben más de lo que merecen y no se apropian de la parte de sus
compañeros. Sin embargo, si ciertos miembros de la sociedad no actúan de esa forma, de esto
resulta que no solo causan daño al público, sino también se dañan a sí mismos.
No hace falta extenderse en este asunto que es sabido y conocido, porque todo lo mencionado
anteriormente solo es para indicar el punto débil, es decir, el lugar que requiere corrección. El cual
es que, cada individuo comprenda que su beneficio personal y el beneficio del público son la
misma cosa, y así el mundo alcanzará su completa corrección.

Los cuatro atributos, benevolencia, verdad, justicia y paz, en los asuntos del individuo y la
sociedad
Una vez que conocemos bien la medida de bondad esperada: «A Su imagen y semejanza»,
debemos examinar las cosas y los medios a nuestra disposición para acelerar el deleite y felicidad.
Se proporcionan cuatro atributos para ese propósito: benevolencia, verdad, justicia y paz. Hasta
ahora, todos los reformadores del mundo han utilizado estos atributos. Es más correcto decir que
con estos cuatro atributos, el desarrollo humano ha avanzado hasta ahora a través del gobierno del
cielo, de manera gradual, hasta llevar a la humanidad a su estado actual.
Ya he escrito que sería mejor para nosotros tomar la ley del desarrollo bajo nuestras propias manos
y gobierno, porque entonces nos libraremos de cualquier tormento que la historia del desarrollo
nos depare de aquí en adelante. Por lo tanto, examinaremos y debatiremos esos cuatro atributos
para comprender a fondo lo que nos han brindado hasta ahora y, mediante ellas, saber qué ayuda
debemos esperar obtener de ellas en el futuro.

Las dificultades prácticas para determinar la «verdad»


Cuando hablamos de buenos atributos en teoría, ciertamente no hay mejor atributo que el atributo
de la verdad. Esto se debe a que todo el bien que hemos definido anteriormente en la relación entre
individuo y el público es cuando el individuo da y cumple plenamente su función con respecto al
público, y también toma su parte del público con justicia y honestidad. Todo esto es verdad, pero
el defecto es que, de hecho, el público no acepta este atributo en absoluto. Así, la dificultad práctica
en la verdad mencionada se prueba por sí misma: hay una cierta falla y un factor que la hace
inaceptable para el público. Y debemos examinar cuál es esa falla.
Cuando examines de cerca la verdad mencionada desde la perspectiva de su viabilidad práctica, la
encontrarás necesariamente vaga y muy complicada, y es imposible que el ojo humano la examine,
ya que la verdad requiere que igualemos a todos los individuos en el público, por lo que reciban
su parte según la medida de su esfuerzo, ni más ni menos. Ésta es la única base verdadera que no
se puede poner en duda, porque es cierto que cualquiera que desee disfrutar del esfuerzo de su
amigo, sus actos van en contra de la razón y la clara verdad antes mencionada.
Pero, ¿cómo pensamos que podemos esclarecer esa verdad de una manera que sea aceptable por
el corazón del público? Por ejemplo, si evaluamos algo según el trabajo visible, es decir, según el
número de horas, y obligamos a cada uno a trabajar el mismo número de horas, todavía no se nos
revela en absoluto el atributo de la verdad. Por el contrario, aquí hay una mentira evidente por dos
razones: la primera es por la parte física y la segunda es por la parte mental del trabajador.
Eso se debe a que, por naturaleza, la fuerza para trabajar no es igual en todas y cada una de las
personas. Una persona en la sociedad se esfuerza en una hora de trabajo, debido a su debilidad,
mucho más que otra persona que trabaja dos horas o más.
Y aquí también hay un asunto psicológico, ya que el que es muy perezoso por naturaleza se
esfuerza también en una hora más que su amigo en dos horas o más. Según la perspectiva de la
verdad evidente, no debemos obligar a una parte de la sociedad a esforzarse más que a la otra para
la satisfacción de las necesidades de su vida. Pero en verdad, los que son naturalmente heroicos y
ágiles en la sociedad, se benefician del esfuerzo de otros y los explotan maliciosamente contra el
atributo de la verdad, porque se esfuerzan muy poco en comparación con los débiles y perezosos
de la sociedad.
Y si también tomamos en cuenta la ley natural de «seguir a la mayoría», entonces tal verdad que
toma como base el número de horas de trabajo visible, es completamente inviable, ya que los
débiles y los perezosos son siempre la gran mayoría en la sociedad, y no permitirán que la ágil y
heroica minoría explote su fuerza y esfuerzo. Así, se ve que la base antes mencionada, que es el
esfuerzo del individuo, con la condición de la clara verdad, y con ella la mayoría en la sociedad,
es completamente impracticable, ya que no puede ser examinada y evaluada de ninguna manera.
Por lo tanto, resulta que el atributo de la verdad no tiene capacidad práctica para organizar las
conductas del individuo y las conductas del público de una manera absoluta, es decir, que sea
absolutamente satisfactoria. Además, es completamente insuficiente para organizar la vida del
final de la corrección del mundo.
Además, aquí hay dificultades aún mayores que lo mencionado, porque no hay una verdad más
clara que los modos de la naturaleza misma. Y es natural que cada persona se sienta en el mundo
del Creador, como el único gobernante, y que todos los demás fueron creados solo para facilitar y
mejorar su vida, hasta el punto que no siente ninguna obligación de dar algo a cambio de su parte.
En palabras simples, diremos que la naturaleza de todas y cada una de las personas es explotar la
vida de todas las demás criaturas del mundo para su propio beneficio, y todo lo que le da a otro, lo
hace solo por necesidad. Incluso entonces, es por explotación de otros, pero se hace con gran
astucia, de modo que su amigo no lo notará y cederá con su consentimiento.
La razón de esto es que la naturaleza de cada rama está cerca de su raíz. Debido a que el alma del
hombre se extiende desde el Creador, que es uno y único, y todo es Suyo, igualmente, el hombre,
que se extiende desde Él, siente que todas las criaturas del mundo deben estar bajo su gobierno y
para su propio beneficio. Esta es una ley inquebrantable. La única diferencia está en la elección de
la gente: uno eligió explotar a la gente obteniendo pasiones bajas, y otro obteniendo gobierno,
mientras que el tercero por medio de la obtención de honor. Además, si pudiera hacerlo sin mucho
esfuerzo, estaría de acuerdo en explotar al mundo con los tres juntos: riqueza, gobierno y honor.
Sin embargo, se ve obligado a elegir según sus posibilidades y capacidades. Esta ley se puede
llamar «la ley de la singularidad que está en el corazón del hombre». Nadie escapa a ella (más bien
todos y cada uno toman su parte en esa ley), el grande según su tamaño y el pequeño según su
tamaño.
Por lo tanto, la ley de singularidad mencionada, que se encuentra en la naturaleza de cada persona
no será condenada ni alabada, ya que es una realidad natural y tiene derecho a existir como todos
los elementos de la realidad. Y no hay ninguna esperanza de erradicarla del mundo o incluso de
difuminar ligeramente su forma, así como tampoco hay esperanza de erradicar a toda la raza
humana de la Tierra. Por lo tanto, no mentiremos en absoluto si dijéramos sobre esta ley que es
«la verdad absoluta».
Dado que es indudable que es así, ¿cómo podemos siquiera intentar tranquilizar la razón del
individuo prometiéndole igualdad junto con todas las personas del público? Nada está más lejos
de la naturaleza humana que esto, mientras que la única tendencia del individuo es elevarse más
alto, por encima de todo el público.
Por lo tanto, hemos aclarado completamente que no existe una posibilidad real de traer conductas
buenas y alegres a la vida del individuo y a la vida del público siguiendo el atributo de la verdad,
de una manera que alivie la mente de todos y cada uno de los individuos, para que esté
completamente de acuerdo con ello, como debería ser al final de la corrección.

En ausencia de la capacidad para establecer el atributo de la verdad, intentaron implementar


los atributos virtuosos
Pasemos ahora a los tres atributos restantes: benevolencia, justicia y paz. Aparentemente, fueron
creados al principio, solo para ser utilizados como soporte del atributo de la verdad, que es muy
débil en nuestro mundo. A partir de aquí, la historia del desarrollo comenzó a escalar sus grados
paulatinos y muy retrasados en su progreso hacia la organización de la vida del público.
Porque en teoría, todos los miembros de la sociedad estuvieron de acuerdo y asumieron toda la
responsabilidad de no desviarse de la verdad de ninguna manera. Pero, de hecho, se comportaron
completamente en contra de la verdad, como fue acordado. Desde entonces, ha sido el destino de
la verdad de estar siempre en manos de los más mentirosos y nunca en manos de los débiles y
justos, por lo que no podrían ser ayudados de alguna manera por el atributo de la verdad, ni un
poco.
Cuando no pudieron establecer el atributo de la verdad en la vida del público, los explotados y los
rezagados aumentaron dentro de la sociedad, y de ahí surgieron y crecieron los atributos de
benevolencia y justicia para hacer sus acciones en la conducta de la sociedad, porque la
subsistencia de la sociedad obliga a los exitosos a apoyar a los rezagados. Esto es para no dañar a
la sociedad en general. Por lo tanto, se comportaron con ellos con indulgencia, es decir, con
benevolencia y caridad.
Pero es natural que en tales condiciones proliferen los rezagados y los explotados, hasta que son
capaces de protestar contra los exitosos y comenzar riñas y peleas. De aquí surgió y se reveló el
atributo de la «paz» en el mundo. Así, todos esos atributos —benevolencia, caridad y paz—
surgieron y nacieron de la debilidad de la verdad.
Ella es la que provocó que la sociedad se dividiera en varios grupos. Algunos adoptaron los
atributos de la benevolencia y la caridad, concediendo sus propias posesiones a los demás, y
algunos adoptaron el atributo de la verdad, que significa «Lo mío es mío y lo tuyo es tuyo».
En palabras más simples, podemos dividir los dos grupos en «constructores» y «destructores». Los
constructores son aquellos que quieren la construcción, el beneficio de todo el público, por lo que
a menudo están dispuestos a renunciar sus propias posesiones para otros. Pero aquellos que son
naturalmente propensos a la destrucción y la imprudencia se sentían más cómodos aferrándose al
atributo de la verdad, que significa «Lo mío es mío y lo tuyo es tuyo», para su propio beneficio, y
nunca querrían renunciar a nada suyo para otros, sin tomar en consideración el peligro de la
subsistencia del público, pues son destructores por naturaleza.

Esperanza de paz
Una vez que esas condiciones trajeron a la sociedad a grandes conflictos y pusieron en riesgo el
bienestar de la sociedad, los «pacificadores» aparecieron en la sociedad. Han asumido el control y
el poder y han renovado la vida social a partir de nuevas condiciones, que consideraban verdaderas
de acuerdo a su opinión, suficientes para la existencia pacífica de la sociedad.
Sin embargo, estos pacificadores, que surgen después de cada disputa, por la naturaleza de las
cosas, provienen en su mayoría, de entre los destructores, es decir, de los buscadores de la verdad,
por medio de «Lo mío es mío y lo tuyo es tuyo». Esto se debe a que son los poderosos y valientes
de la sociedad, llamados «héroes» y «de corazón valiente», porque siempre están dispuestos a
renunciar a sus propias vidas y a las vidas de todo el público, si el público no está de acuerdo con
sus puntos de vista.
Pero los constructores de la sociedad, que son hombres de benevolencia y caridad, que aprecian
su propia vida y también la vida del público, no están dispuestos a arriesgarse a sí mismos y al
público para imponer su opinión al público. Por lo tanto, son siempre el lado débil de la sociedad,
llamados «los pusilánimes» y «los cobardes».
Y es obvio que la mano de los temerarios, valientes de corazón, estará siempre arriba, y es natural
que todos los pacificadores provengan de los destructores y no de los constructores. Así, vemos
cómo la esperanza de paz, que tanto anhela nuestra generación, no tiene valor tanto desde la
perspectiva del “sujeto” como desde la perspectiva del “predicado”.
Porque los sujetos, que son los pacificadores de nuestro tiempo y en toda generación, es decir,
aquellos que tienen el poder de hacer la paz en el mundo, están hechos siempre de la misma
sustancia humana que llamamos «destructores», porque son los que exigen la verdad, es decir, para
establecer el mundo bajo el atributo de «Lo mío es mío y lo tuyo es tuyo».
Es natural que esas personas defiendan sus opiniones con firmeza, hasta el punto de arriesgar su
propia vida y la vida de todo el público. Y esto es lo que les da la fuerza de prevalecer siempre
sobre la sustancia humana llamada «constructores», los buscadores de la benevolencia y la caridad,
que están dispuestos a renunciar a lo suyo por el bien de los demás para salvar el mundo, ya que
son los pusilánimes y los cobardes de corazón.
Resulta que la búsqueda de la verdad y la destrucción del mundo son lo mismo, y la búsqueda de
la benevolencia y la construcción del mundo también son lo mismo. Por lo tanto, no debemos
esperar que los destructores establezcan la paz.
Y es inútil esperar la paz desde el predicado, es decir, desde las condiciones de la paz misma,
porque no se han establecido las condiciones adecuadas para el bienestar del individuo y el
bienestar del público, según el criterio de la verdad que estos pacificadores desean. Y
necesariamente siempre habrá una minoría importante en la sociedad que se sienta insatisfecha
con las condiciones que se les ofrecen, como hemos demostrado anteriormente respecto a la
debilidad de la verdad. Ellos están siempre listos y dispuestos como combustible para los nuevos
pendencieros y para los nuevos pacificadores que siempre les seguirán, sin fin.

Paz para una sociedad particular y paz para el mundo entero


No te sorprendas con el hecho de que yo mezclo las nociones de paz en una sociedad particular y
la paz en el mundo entero, ya que de verdad hemos llegado al nivel en el que todo el mundo puede
ser considerado como un solo público y una sola sociedad. En otras palabras, en tanto, cada persona
recibe su vitalidad y su sustento de todas las personas del mundo, en esto se vuelve esclavizada,
para servir y cuidar del bienestar del mundo entero.
Ya hemos demostrado la esclavización absoluta del individuo respecto de su sociedad
comparándolo con un pequeño engranaje en una inmensa máquina. Porque toma toda su vitalidad
y felicidad de ese público, por lo tanto, resulta que el bienestar público y el bienestar individual
son la misma cosa. Por eso lo opuesto también es verdad. En la medida que la persona está
esclavizada a sí misma, ciertamente está esclavizada por el bienestar del público, como hemos
explicado anteriormente.
¿Cuál es el alcance de este público? Esto está determinado por la distancia en la que un individuo
se nutre de ellos. Por ejemplo, en la historia antigua esta distancia estaba limitada a una sola
familia. En otras palabras, la persona no necesitaba ninguna otra ayuda más de la que era provista
por los miembros de su familia. Por consiguiente, no tenía que esclavizarse ante nadie más que a
los miembros de su propia familia.
En épocas posteriores, cuando las familias se juntaron en pequeños poblados y ciudades, la persona
se esclavizó a su ciudad. Más tarde, cuando los poblados y las ciudades se juntaron en países, la
persona comenzó a recibir asistencia para su bienestar, de todos los habitantes de su país, y con
esto empezó a esclavizarse a todos los habitantes del país.
Por eso en nuestra generación, que el bienestar de cada individuo es provisto por todos los países
del mundo, entonces, necesariamente en ese grado el individuo se esclaviza al mundo entero,
asemejándose a un pequeño engranaje dentro de una máquina.
De acuerdo con esto, es inimaginable la posibilidad de establecer pacíficamente un orden bueno y
feliz en un solo país. No hay forma de hacer esto antes de que sea obtenido en todos los países del
mundo, y viceversa. Debido a que, en nuestra época, los países ya están conectados para proveerse
las necesidades de la vida, así como los individuos en las familias de la antigüedad, por eso, no
tiene sentido hablar ni ocuparse de las formas justas de garantizar la paz dentro de un país o una
nación. Estas formas deben ser buscadas solo para la paz del mundo entero, porque el beneficio o
perjuicio de todos y cada uno de los individuos del mundo, depende y se mide por el beneficio de
todos los individuos del mundo.
Aunque, de hecho, esto es sabido y muy sentido, las personas del mundo no lo entienden
debidamente. ¿Por qué es así? Porque de acuerdo con el proceso del desarrollo en la naturaleza, la
acción siempre precede a la comprensión del fenómeno. Solo las acciones lo demostrarán y
empujarán a la humanidad hacia adelante.

En la vida práctica, los cuatro atributos se contradicen entre sí


Si no son suficientes las dificultades prácticas mencionadas, que nos perturban a nosotros, que
somos personas indefensas en nuestro camino, tenemos además una nueva confusión y una gran
batalla con respecto a las predisposiciones psicológicas. Es decir, los atributos mismos, dentro de
todos y cada uno de nosotros individualmente, son únicos y contradictorios entre cada persona,
por los cuatro atributos mencionados, benevolencia, verdad, justicia y paz, que se dividieron en la
naturaleza de las personas, ya sea por desarrollo o por educación, son en sí mismos contradictorios
entre sí.
Si tomamos, por ejemplo, el atributo de la benevolencia en su forma abstracta, encontramos que
el poder de su gobierno contradice todos los demás atributos, lo que significa que según las leyes
del gobierno de la benevolencia, no hay lugar para la aparición de los otros atributos en nuestro
mundo.
¿Cuál es el atributo de la benevolencia? Nuestros sabios lo definieron (Avot 5): «Lo que es mío es
tuyo y lo tuyo es tuyo» - Jasid (el que tiene la cualidad de Jésed - Benevolencia). Y si todas las
personas del mundo se comportaran de acuerdo con esta cualidad, se cancelaría y desaparecería
toda la gloria y preciosidad del atributo de la verdad y juicio, porque si todos y cada uno estuvieran
naturalmente dispuestos a dar todo lo que tienen a los demás y no tomar nada de ellos, entonces,
todo el interés en mentirse unos a otros desaparecería. Además, sería irrelevante hablar de la
cualidad de la verdad, ya que la verdad y la mentira son relativas entre sí. Si no hubiera falsedad
en el mundo, no habría un concepto de verdad. No hace falta decir que todos los demás atributos,
que vinieron solo para fortalecer el atributo de la verdad debido a su debilidad, serían cancelados.
La verdad se define con las palabras «Lo mío es mío y lo tuyo es tuyo». Esto contradice el atributo
de la benevolencia y no puede tolerarlo de ningún modo, ya que no es justo, desde el atributo de
la verdad, trabajar y esforzarse para su prójimo, ya que además de poner obstáculos a su amigo, lo
acostumbrará a aprovecharse de los demás, la verdad dicta que cada persona debe acumular su
patrimonio para el tiempo de necesidad, para que no tenga que ser una carga, para el esfuerzo de
sus semejantes.
Además, no hay persona sin parientes y herederos de su patrimonio que, según la verdad, tienen
prioridad ante los demás, porque así lo dicta la naturaleza, que quien cede su propiedad a otros
engaña a sus parientes y herederos al no dejarles nada.
Además, la paz contradice la justicia, porque para hacer la paz en el público, deben haber
condiciones que, por su contenido, garanticen a los ágiles y perspicaces, que invierten su energía
e intelecto, de enriquecerse, y a los negligentes e ingenuos, a ser pobres. Por lo tanto, el que es
más ágil toma su parte y la parte de su amigo negligente y disfruta de una vida muy buena, hasta
que no queda suficiente para que los negligentes e ingenuos tengan ni siquiera el sustento
necesario. Por lo tanto, permanecen despojados y desamparados de muchas maneras.
Ciertamente es injusto castigar a los negligentes e ingenuos con tanta dureza por no haber hecho
ningún mal, porque cuál es su pecado y cuál es el crimen de esos pobrecitos, si la Providencia no
les concedió agilidad y perspicacia, para que fueran castigados con tormentos más duros que la
muerte. Por lo tanto, no hay justicia alguna en las condiciones de la paz. Por lo tanto, la paz
contradice la justicia.
Y la justicia contradice a la paz, porque si ordenamos la división de la propiedad de acuerdo con
la justicia, es decir, dar a los negligentes e ingenuos una parte sustancial de la parte que tienen los
ágiles y enérgicos, entonces estas personas poderosas con iniciativas, ciertamente no descansarán
ni se callarán, hasta que derroquen a este gobierno que esclaviza a los grandes y enérgicos, y los
explota en favor de estos débiles. Por lo tanto, no hay ninguna esperanza para la paz del público.
Porque la justicia contradice la paz.

El atributo de la singularidad dentro el egoísmo provoca la ruina y la destrucción


Puedes ver cómo nuestros atributos chocan y luchan entre sí. No solo entre grupos, sino dentro de
cada individuo, los cuatro atributos lo dominan a la vez o uno tras otro, y luchan dentro de él hasta
que le es imposible al sentido común organizarlos y llevarlos a un acuerdo único y absoluto.
Lo cierto es que la raíz de todo esta gran mezcla dentro de nosotros no es más que el atributo de la
singularidad antes mencionado, que se encuentra en cada uno de nosotros, sea menor o mayor.
Aunque hemos aclarado que proviene de una razón sublime, que este atributo se extiende a
nosotros directamente desde el Creador, que es singular en el mundo y la Raíz de todas las
creaciones, aún así, dado que la sensación de singularidad se ha asentado en nuestro estrecho
egoísmo, provoca la ruina y la destrucción hasta convertirse en la fuente de todas las ruinas que
hubieron y habrán en el mundo.
De hecho, no hay una sola persona en el mundo que esté libre de ella, y todas las diferencias están
solo en la forma en que se usa, ya sea para las pasiones del corazón, el gobierno o el honor, y esto
es lo que diferencia a las criaturas entre sí.
Pero, el lado que es equivalente en todas las criaturas del mundo es que cada uno de nosotros está
dispuesto a explotar a todas las criaturas para su propio beneficio, con todos los medios que tiene
a su disposición, sin tener en cuenta que se va a construir sobre la ruina de su amigo.
Es completamente intrascendente los permisos que cada uno de nosotros se inventa para sí mismo,
según la dirección que sea apta para él, ya que «el deseo es la raíz del intelecto» y no es «el intelecto
la raíz del deseo». En verdad, en la medida que el hombre sea más grande y más destacado, en esa
medida realmente, su atributo de singularidad es mayor y más destacado.

La forma de uso de la naturaleza de la singularidad como un asunto de evolución en el


individuo y en el público
Ahora penetraremos en la comprensión de las condiciones directas que finalmente serán aceptadas
por la humanidad en el momento de la aparición de la paz del mundo, y para saber cómo estas
condiciones son buenas para llevar una vida de felicidad al individuo y al público, y también la
predisposición de la humanidad de querer finalmente cargarse con estas condiciones especiales.
Volvamos al tema de la singularidad en el corazón de cada persona, que está a punto de tragarse
al mundo entero para su propio placer. Su raíz se extiende directamente desde el Único del mundo
hasta las personas, que son Sus ramas.
Aquí hay una pregunta que exige una respuesta: ¿Cómo puede ser que una forma tan corrupta
aparezca en nosotros para convertirse en padre de todos los destructores y saboteadores del mundo,
y cómo desde la fuente de toda construcción se extiende y sale la fuente de toda destrucción? No
podemos dejar esta pregunta sin respuesta.
De hecho, hay dos caras de la moneda de la singularidad antes mencionada. Si lo examinamos
desde el primer lado, es decir, su lado superior, desde la perspectiva de su equivalencia con el
Único del mundo, funciona solo en la forma de otorgamiento a los demás, porque el Creador solo
otorga y no tiene nada de la forma de recepción. Porque no le falta nada ni necesita recibir nada
de sus criaturas que ha creado. Por lo tanto, también la singularidad que se extiende a nosotros
desde Él, debe actuar solo en formas de otorgamiento a otros, y nada en absoluto, para recibir para
sí mismo.
En el otro lado de esa moneda, es decir, en términos de cómo funciona de forma práctica dentro
de nosotros, encontramos que opera en la dirección completamente opuesta, ya que opera solo en
formas de recepción para uno mismo, como el deseo de ser la única persona que es la más rica del
mundo. Por lo tanto, los dos lados mencionados, son dos extremos que están totalmente alejados
entre sí como el este del oeste.
Esto nos da la solución a nuestra pregunta: «¿Cómo es posible que la misma singularidad que surge
y nos llega de Aquel que es Único en el mundo, que es la fuente de toda construcción, sea utilizada
en nosotros como la fuente de toda destrucción?» Esto nos ha llegado porque usamos esa preciosa
herramienta en la dirección opuesta, que es la recepción para sí mismo.
No estoy diciendo que la singularidad en nosotros nunca actuará en nosotros en una forma de
otorgamiento al prójimo, porque no se puede negar que entre nosotros hay personas cuya
singularidad opera en ellos también en forma de otorgamiento a otros, como aquellos que gastan
su patrimonio para el bien común, o aquellos que dedican todos sus esfuerzos al bien común, etc.
Sin embargo, esas dos caras de la moneda que he descrito solo hablan de los dos puntos en el
desarrollo de la creación, que llevan cada elemento a su perfección, comenzando en la ausencia y
subiendo gradualmente los peldaños del desarrollo, lentamente desde un grado hasta el grado por
encima de él, y de allí hacia lo más alto, hasta que llega a su altura final, que es su medida de
completitud, que ya se encuentra predeterminada, donde permanecerá existiendo para siempre.
Porque el orden de desarrollo de los dos puntos es:
1) El punto de partida, que es el grado más bajo, el cual está cerca de la ausencia total. Se describe
como la segunda cara de la moneda.
2) El punto de la altura final, donde descansa y existe para siempre. Esto se describe en la primera
cara de la moneda.
Pero esta época en la que nos encontramos, ya se ha desarrollado en gran medida y ya ha subido
muchos grados. Y se ha elevado por encima de su peldaño más bajo, que es el segundo lado
mencionado anteriormente, y se ha acercado significativamente al primer lado.
Por esta razón, ya hay personas entre nosotros que usan su singularidad en formas de otorgamiento
a otros. Sin embargo, todavía son pocos, ya que todavía estamos a mitad del camino del desarrollo.
Cuando lleguemos al punto más alto de los grados, todos usaremos nuestra singularidad solo en
forma de otorgamiento a otros, y nunca habrá algún caso de que alguien lo use en una forma de
recepción para sí mismo.
De acuerdo con estas palabras, hemos encontrado una oportunidad para examinar las condiciones
de vida de la última generación, el tiempo de la paz del mundo, cuando toda la humanidad alcance
el nivel del primer lado y usará su singularidad solo en una forma de otorgamiento al prójimo, y
no como una forma de recepción para uno mismo, en absoluto. Y es conveniente copiar aquí la
forma de vida antes mencionada, para que nos sirva como lección y modelo a seguir, para asentar
nuestras mentes bajo el torrente de las olas de nuestras vidas, quizás también valga la pena y sea
posible en nuestra generación hacer un experimento para parecerse a esta forma de vida antedicha.

Las condiciones de vida de la última generación


Primero, cada uno debe comprender apropiadamente y explicárselo a su entorno, que la paz de la
sociedad, que es la paz del país, y la paz del mundo, dependen por completo el uno del otro. Porque
mientras las leyes sociales no satisfagan a cada uno de los individuos del país, y dejan a una
minoría insatisfecha con el gobierno del país, esta minoría socava la conducción del país y
demanda su derrocamiento.
En caso de que esta minoría no sea lo suficientemente fuerte como para luchar frente a frente contra
el régimen, lo intenta derrocar de forma indirecta. Por ejemplo, dos países pueden ser incitados e
inducidos a la guerra, ya que es muy natural que, durante la guerra, habrá muchas más personas
insatisfechas que se les sumarán. Porque junto con ellos, tendrán la esperanza de alcanzar una
mayoría decisiva y derrocar la conducción del país. Luego establecer un nuevo gobierno cómodo
para ellos. Por lo tanto, la paz del individuo se convierte en un factor que afecta directamente a la
paz del país.
Además, si tomamos en cuenta la parte siempre presente en el país, para la cual la guerra es su arte
y toda su esperanza para su éxito, es decir, los expertos de la guerra, y los que se ocupan en la
provisión de armamentos. Desde el punto de vista de su calidad social, son una minoría muy
importante, y si a ellos les agregamos otra minoría insatisfecha con las leyes existentes, tendremos
a cada momento una importante cantidad de personas que anhelan las guerras y derramamientos
de sangre. Por lo tanto, la paz en el mundo y la paz en un país dependen el uno del otro. Entonces
resulta que, necesariamente, incluso aquella parte del país que actualmente está satisfecha con la
situación actual, que son los ágiles y sagaces, tienen aún una gran preocupación por su propia
seguridad vital, debido a la tensión que mantienen aquellos que les quieren socavar su posición. Si
ellos pudieran comprender el valor de la paz antedicha, ciertamente estarían felices de adoptar el
modo de vida de la última generación. Porque «todo lo que tiene lo dará a cambio de su vida».

Los sufrimientos comparados con el placer en la recepción para uno mismo


He aquí, cuando observemos y captemos correctamente en nuestra mente, el plan mencionado,
veremos que toda la dificultad consiste en cambiar nuestra naturaleza, desde el deseo de recibir
para sí mismo hacia el deseo de otorgar al prójimo. Ya que son dos cosas que se contradicen entre
sí.
A primera vista, este plan parece imaginario, como algo que está por encima de la naturaleza
humana. Sin embargo, si profundizamos en esto, hallaremos que toda la contradicción entre la
recepción para uno mismo y el otorgamiento al prójimo, es solamente un factor psicológico,
porque en la práctica, otorgamos al prójimo sin recibir ningún beneficio para nosotros mismos.
Aunque nosotros describimos la recepción para uno mismo de diferentes formas, tales como
patrimonio, posesiones deseadas por el corazón, el ojo, el paladar etc., todos estos son definidos
con una sola palabra: «Placer». De forma que, lo principal de la recepción para sí mismo que el
hombre apetece, es porque quiere disfrutar.
Ahora imagina lo siguiente: si juntáramos todos los placeres que consigue el hombre durante sus
70 años por un lado, y juntáramos por el otro lado todos los sufrimientos y lamentos que padece,
a tal punto que si tuviera la cuenta ante sus ojos, preferiría no haber nacido.
Dado que esto es así, ¿qué recepción para sí mismo obtiene el hombre en nuestro mundo, si
suponemos que solo recibe el veinte por ciento de placer en su vida, comparado con el ochenta por
ciento de sufrimiento? Si comparamos uno con el otro, el resultado será un sesenta por ciento de
sufrimiento sin ninguna compensación.
Sin embargo, todo lo antedicho es un cálculo individual que hacemos cuando el hombre trabaja
para sí mismo. Pero en la cuenta a escala mundial, el individuo produce mucho más de lo que
recibe para su existencia y su placer. Por lo tanto, si la dirección cambiase, de recepción para sí
mismo a otorgamiento, entonces, el individuo podrá disfrutar de toda la producción que elabora,
sin tantos sufrimientos.

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