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El Ultimo Adios Revisado
El Ultimo Adios Revisado
Adaptación de textos de las obras , Terror y miseria del tercer Reich y La ópera de los dos
centavos de Bertold Bretch.
Sinopsis
Horas antes del amanecer , dos mujeres en un campo de concentración debaten sobre que
escribirian si tuviesen la oportunidad de redactar una ultima carta. Entre si dan a conocer
parte de su terrible historia, Una madre que nunca ha podido compartir con su hijo y una
esposa que en un sacrificio fallido intentó escapar de su hogar para salvar su vida y la de su
marido, La última carta será un grito de redención ante la injusticia más grande en la
historia de humanidad.
Personajes:
Mujer 1
Mujer 2
Niño
luz tenue.
–Había reunido dos monedas pero se me ha acercado aquel chico que esta alla y
me quitó una –
–No –.
Es verdad que hay algunas cosas que estremecen al hombre —unas pocas cosas
—; pero lo malo es que, apenas aplicadas unas cuantas veces, ya no surten
efecto. Porque el hombre tiene esa tremenda capacidad de hacerse insensible en
cuanto lo desea.
Ocurre, por ejemplo, que un hombre que ve a otro hombre en una esquina,
exhibiendo el muñón de su brazo, la primera vez, por el susto, le da diez peniques;
la segunda, solamente cinco, y la tercera vez lo entrega sin contemplaciones a la
policía.
Ya pronto amanecerá y será nuestro último amanecer. Debí haber huido antes, sin
darle tantas vueltas en mi cabeza, ni si quiera tengo ahora la oportunidad de
despedirme como quisiera. ni si quiera tengo la oportunidad de dar un último
adiós, solo quedan cosas por decir , si pudiese escribirle una carta a Fritz le diría
todo aquello que no tuve tiempo, nos robaron hasta el tiempo. Lo quemaron , Lo
quemaron todo.
No puedo hablar cuando te miro, Fritz. Me parece entonces tan inútil hablar…
Todo está ya decidido. ¿Qué les ha pasado realmente? ¿Qué quieren realmente?
¿Qué les he hecho? Nunca me he metido en política… ¿Acaso estaba a favor de
Thälmann? Soy una de esas mujeres burguesas que tenian criados y, de pronto,
resulta que sólo pueden tenerlos las mujeres rubias. En los últimos tiempos he
pensado a menudo que hace años me dijiste que había personas que valían y
otras que valían menos, y unas tenían derecho a la insulina si padecían diabetes y
otras no. ¡Y yo estaba de acuerdo, estúpida! Ahora han hecho una clasificación de
esas, y resulta que pertenezco a las que no valen nada. Lo tengo bien merecido.
Está bien , yo lo acepto todo, salvo que en la última hora que nos queda no nos
miremos a la cara. No deben conseguir eso esos mentirosos que obligan a todos a
mentir. Hace diez años, cuando alguien dijo que no se notaba que yo fuera judía,
tú dijiste enseguida: claro que se ve. Y eso me alegró. Aquello era evidente.
No estoy enfadada. Bueno, sí, lo estoy. ¿Por qué tengo que comprenderlo todo?
¿Qué hay de malo en la forma de mi nariz o en el color de mi pelo? ¿Tenia que
marcharme de la ciudad donde nací?. ¿Qué clase de hombre eres ahora?
Tú Fritz Inventaste la teoría de los cuantos y la cirugía del pulmón y te dejas
mandar por
semisalvajes que ofrecen conquistar el mundo pero no te dejan tener la mujer que
quieres tener.
Son monstruos. Sí, por mi parte es poco razonable, pero ¿de qué sirve ser
razonable en un mundo así?
"Bueno, abuela, esto te lo manda el Führer, Para que no diga que no se ocupa de
usted. Y ahí dentro hay una carta del Führer . ¡Ábrala!
Tan solo eran unas patatas , Manzanas y un jersey de lana y en el sobre 5 Marcos
Mi abuela sonriente les dijo , tiene que coger una manzanita, joven, y usted
también. Por haber traído el paquete y haber subido las escaleras. Otra cosa no
tengo. Y yo también me voy a comer una.
Coge una, Erna me dijo , ¡no te quedes ahí parada! Ya ves que las cosas no
son como dice tu marido.
No dice nada. La vieja no hace más que parlotear. Fue lo unico que puede
contestar
Nada malo, saben, lo que dicen todos. Que los precios han subido un poquito en
los últimos tiempos. Y la verdad es que ella ha calculado, con la libreta de la casa,
que este año ha necesitado ciento veintitrés marcos más que el pasado. ¿Verdad,
Erna?
Me tomaron del brazo, obligaron a que los llevara a casa y alli esperamos a que
regresara mi marido. al llegar aquí nos separaron Afortunadamente el niño pudo
escapar a casa de unos parientes que lo ocultaron y luego lograron enviarlo en
el kindertransport, mas nunca lo volvere a ver .
Puedo sentirlo y eso me hace morir tranquila se acercan los últimos días de
Auschwitz.