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53
SEVILLA 2022
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87
RESUMEN: En el presente artículo nos plantea- ABSTRACT: In this article, we will examine
mos someter a examen los criterios y las fuentes the criteria and sources used to justify the hy-
utilizados para justificar la hipotética mayor pro- pothetical higher probability of abandonment of
babilidad de abandono de las niñas romanas. De Roman girls. In addition, we consider it neces-
igual modo, consideramos necesario hacer una sary to review the phenomenon of infanticide,
revisión sobre el fenómeno del infanticidio, dete- focusing on the supposed prevalence of inten-
niéndonos en una supuesta prevalencia de muer- tional deaths of female minors. Thus, we pro-
tes de menores acontecidas intencionadamente. pose to investigate the sources available to us
Así, nos proponemos investigar las fuentes de las on this issue, their nature and the information
que disponemos sobre esta cuestión, su carácter y they offer.
la información que ofrecen.
PALABRAS CLAVE: Expositio; infanticidio; KEY WORDS: Expositio; infanticide; abandon-
abandono; infancia femenina. ment; girlhood
RECIBIDO: 07/03/2022 ACEPTADO: 09/05/2022
*
Estudio realizado en el marco del Proyecto de I+D+i “Conditito Feminae. Marginación y visibili-
dad de la mujer en el Imperio romano: estudio de contrastes en los ámbitos político, jurídico y religioso”
con referencia PGC2018-094169-B-I00, financiado por MCIN/ AEI /10.13039/501100011033/ FEDER
“Una manera de hacer Europa” y dentro del grupo de investigación “Campo y Ciudad. Estructuras so-
ciales, económicas e ideológicas en Andalucía y el Mundo Mediterráneo durante la Antigüedad” (HUM
441) de la Universidad de Sevilla.
6
Néraudau 1984: 197-198.
7
En la obra de Longo (4.35.4), el padre de Cloe relató cómo la niña fue abandonada en la gruta de
las ninfas para que así estuviera bajo la protección de las diosas.
8
Plaut. Cist. 549-550.
9
Fest. p. 105 (s.u. Lactaria), a partir de una cita de M. Verrio Flaco, que vivió en la segunda mitad
del siglo I a. C. Sobre el Foro Holitorio, donde se encontraba la Columna, consúltese Pavón 1997.
10
Corbier 1999: 1271; Evans Grubbs 2013: 93, 2001: 63; Cid López 2019: 150, 159.
11
Cid López 2019: 150; García Fernández 2018: 187.
12
Así lo describió Juvenal (6.602-603).
13
Boswell: 1984: 13-14; 1988: 62, 112-113; Néraudau 1984: 199; Parkin 1992: 95-97; Harris 1994: 5,
9-10, 18-19; Corbier 2001: 68; Evans Grubbs 2011: 25-26; 2010: 306; González Estrada 2018; Cid López
2019: 158. Otros autores se han mostrado más escépticos por el coste que suponía criar a un esclavo.
Véase posturas al respecto en Boswell 1988: 112, n. 69.
14
Sen. contr. 10.4.
15
Boswell 1984: 14; 1988: 114-116.
16
La mala consideración se desprende, por ejemplo, de las palabras de Juvenal (6.605-609).
17
Evans Grubbs 2013: 85. Corbier (2001: 58) y Cid López (2019:154) vincularon esta práctica al pe-
riodo antes de los ocho o nueve días de vida, es decir, de la nominis impositio. Sobre esta cuestión, véase
García Fernández 2018: 185.
18
Corbier 2001: 58-60; Evans Grubbs 2010: 303; Cid López 2019: 149. Evans Grubbs (2011: 22, 23;
2013: 85) también resaltó la labor de la comadrona a este respecto.
19
Evans Grubbs 2010: 294-297; 2013: 89; Cid López 2019: 154-155.
20
Néraudau 1984: 195; Coulon 1994: 39; Hänninen 2005: 59; Augenti 2016: 77.
21
Salmon 1974: 70-72; Brunt 1971: 153; Harris 1982: 114, 1994: 13; Garnsey 1991: 55; Dixon 1992:
122; Coulon 1994: 38; Evans Grubbs 2011: 24; 2013: 88; Augenti 2016: 77.
22
Longus 4.35.3.
23
Juv. 6.592-594.
24
Plu. 497e.
25
Boswell 1984: 19; 1988: 107-111; Garnsey 1991: 56; Coulon 1994: 38; Evans Grubbs 2011: 24;
2013: 86; Augenti 2016: 78; Cid López 2019: 150.
tiempo después de su nacimiento26. Podría deducirse, por tanto, que este testimo-
nio refleja que se trataba de un fenómeno extensible a todos los sectores sociales.
Aquellos niños nacidos con problemas de salud, como, por ejemplo, deformi-
dades apreciables a simple vista, corrían un mayor riesgo de ser expuestos e, in-
cluso, asesinados27. De forma habitual, se ha puesto el énfasis en el destino fatal
e inevitable de estos menores, aunque también podrían ser explotados con una fi-
nalidad económica28.
Mencionaremos, en último lugar, la supuesta predisposición a ser expuesto
en función del sexo. Esta ha sido defendida por algunos autores que han pro-
puesto una tasa mayor de abandono en el caso de las féminas, si bien ha sido
ampliamente debatida29. Una de las razones que se ha postulado es la menor apor-
tación económica de la niña y los gastos derivados de la dote y del casamiento30.
Bajo nuestro punto de vista, este argumento otorgaría un peso económico a la
preparación del matrimonio que quizás no fue tan relevante para muchas fami-
lias y, aún siéndolo, no podemos confirmar que fuera tan categórico para el futuro
inmediato de la recién nacida. Del mismo modo, se ha propuesto como causa el
reparto de propiedades entre los hijos herederos, de manera que la élite social li-
mitaría el número de hijas a partir de instrumentos como la exposición31. Ahora
bien, ¿hasta qué punto es legítimo apoyarnos en esa tesis para generalizar y de-
fender una mayor exposición de las féminas como fenómeno característico de la
sociedad romana? Aunque la obra de Boswell ha sido muy criticada por autores
posteriores, acertadamente señaló que, de ser esa una razón, afectaría a un sector
muy concreto de la población, aquel con suficientes propiedades que legar32. Por
ello, creemos que tampoco podemos extraer máximas como la mayor exposición
de las niñas a partir de circunstancias que no serían las frecuentes para la mayor
parte de la sociedad del momento.
Es cierto que, leyendo algunas referencias literarias, se puede desprender
cierta predilección por el abandono de estas. En Heautontimorúmenos de Teren-
cio, un esposo amenazaba a su mujer con que se negaría a criar al hijo que saliera
26
Suet. Claud. 27.1.
27
Garnsey 1991: 55; Dixon 1992: 122.
28
Evans Grubbs 2013: 87.
29
Esta línea fue defendida por Bennett (1923), apoyándose en argumentos, a nuestro parecer, po-
bres, como el supuesto paralelismo entre las sociedades hindú y romana. No obstante, otros muchos des-
pués de él también se han mostrado partidarios. Véase Brunt 1971: 151; Néraudau 1984: 196-197; Boswell
1984: 18; Rawson 1986: 180; Wiedemann 1989: 36; Harris 1982: 116; Augenti 2016: 76. Algunos autores,
aunque lo han aceptado, han reconocido que son pocas las evidencias para apoyar esta hipótesis. Entre
ellos, Boswell 1988: 100-101; Harris 1994: 5-6; Laurence 2014 [2010]: 39; Cid López 2019: 152. Evans
Grubbs (2013: 90-92), Engels (1980) y Scott (2001) se manifestaron en contra de un mayor porcentaje de
infanticidio en niñas.
30
Néraudau 1984: 196; Rawson 1986: 180.
31
Evans Grubbs 2013: 89.
32
Boswell 1988: 103.
de su vientre si era una hembra, incitándola así a matarla. La madre, para evi-
tar tal final, decidió entregarla a una mujer para que la expusiera. Su marido, al
enterarse, se lamentó de las consecuencias, peores que la misma muerte, como
su venta como prostituta o esclava33. Este mismo tópico encontramos en Plauto,
recurriendo de nuevo a la figura de un esclavo o persona ajena a la familia en-
cargada de exponer a una recién nacida34. ¿Hasta qué punto podemos tomar la co-
media republicana como una fuente para defender una mayor exposición de las
hembras frente a los varones a lo largo de la Historia de Roma? Muchos de estos
relatos giran en torno a niñas que son raptadas, explotadas y prostituidas, cues-
tión que justifica la mayor incidencia del abandono infantil femenino en estas
obras. Así pues, no creemos apropiado extraer de estas citas la conclusión inequí-
voca de que, en el mundo romano, ellas eran más abandonadas por razón de su
sexo. Noticias como las de Ovidio o Apuleyo, ya en época imperial, apuntan en
esta dirección35. No obstante, y como indicara Corbier en su trabajo sobre expo-
sición infantil, estas reseñas no dejan de ser fruto de la ficción literaria. ¿Puede
el historiador tomarlas como un argumento sobre el que construir una supuesta
mayor tasa de exposición infantil femenina? Desde el punto de vista metodoló-
gico, lo vemos difícil de demostrar36.
Por otra parte, contamos con la información procedente de los censos egip-
cios. Bagnall y Frier asociaron una mayor presencia de niñas y mujeres esclavas
en áreas rurales que habrían sido recogidas y vendidas tras ser abandonadas en
las ciudades37. Además, procedente de Oxirrinco, se ha conservado una carta, da-
tada en el siglo I a. C., en la que un marido instaba a su mujer a que se deshiciera
de la criatura venidera si resultaba ser niña38.
Todos estos testimonios serían, a grandes rasgos, los argumentos para de-
fender una diferenciación por sexo en el fenómeno relativo al abandono infantil,
siendo las evidencias procedentes de Egipto las más convincentes, aunque, por
otro lado, las más peculiares por su origen39. A nuestro parecer, como hemos ido
diciendo, estas referencias son escasas y estarían poco fundamentadas. Al anali-
zar la documentación jurídica sobre el fenómeno de la exposición infantil, no ob-
servamos un mayor tratamiento de este problema en relación con las niñas, o al
menos, no se desprende de las diferentes disposiciones legales al respecto. Esta
circunstancia no exime de que, como en el ejemplo procedente de Alejandría,
33
Ter. Haut. 626-641.
34
Plaut. Cist. 180-187.
35
Ov. met. 9.677-681; Apul. met. 10.23.13-17.
36
En esta línea, Corbier 2001: 66
37
Bagnall - Frier 1994: 151-153, 158-159.
38
P. Oxy 4.744. Manca Masciadri y Montevecchi (1984: 11-12) contabilizaron un total de treinta
y un contratos de nodrizas de los que se conocía la condición jurídica del infante. Veintitrés de ellos co-
rrespondían a esclavos, de los que doce eran expósitos, en su mayor parte niñas.
39
Pomeroy (1984: 161) se mostró reticente a dar una fiabilidad total a los datos aportados por los
censos egipcios para confirmar una mayor tasa de abandono infantil en las niñas.
hubiera niñas que fueron expuestas por razón de su sexo. Lo importante es evitar
caer en explicaciones simples a partir de los escasos datos que tenemos. No de-
bemos olvidar que la casuística sería múltiple y que las circunstancias familia-
res, el orden de nacimiento, entre otras razones determinarían cualquier decisión
al respecto40.
Dejando al margen la cuestión del género, se ha postulado que, por los índi-
ces de crecimiento demográfico, la exposición infantil no sería un hábito muy fre-
cuente, algo que, a nuestro parecer, es imposible conocer a partir de los datos con
los que contamos41. Con todo, la mayor parte de los investigadores que han estu-
diado la expositio reconocen que debió de ser un fenómeno socialmente aceptado
y amparado desde el punto de vista legal42. Es cierto que, en general, de las fuen-
tes no se desprende desaprobación o condena. Solo Aulo Gelio reconocía que, si
bien el infanticidio era condenado desde el punto de vista social, el abandono de
un hijo también debía serlo, puesto que eran prácticas equivalentes43. En este sen-
tido, según se estipuló en tiempos de Constantino, la venta de un hijo se entendía
como un acto legítimo en aquellos casos en los que la pobreza obligaba a tomar
tal decisión, lo que justificaría el que pudieran ser, posteriormente, reclamados
por sus padres44. De hecho, así se mantuvo hasta época justinianea, en la que se
entendía la expositio como consecuencia de una situación de pobreza extrema,
constituyendo un acto misericordioso en tanto en cuanto se prefería a otras solu-
ciones como el aborto o el infanticidio45.
Los expositi se encontraban bajo la patria postestas del pater o del domi-
nus, lo que le otorgaba el derecho de reclamación, como así se recoge jurídica-
mente en el siglo III46. Con todo, algunas referencias de la comedia republicana,
tomadas con cautela, pueden llevarnos a pensar que, posiblemente desde enton-
ces, principios como la inviolabilidad de la condición jurídica del expósito y su
vinculación al paterfamilias estaban reconocidos. Cabe citar al respecto el pasaje
de Terencio en el que un padre, habiendo recuperado a su hija abandonada, debía
pagar por la manutención disfrutada por la menor47. En la comedia plautiana tam-
bién aparece una alusión a la restitución económica por la compra de una niña
40
Evans Grubbs 2011: 23; 2013: 92.
41
Harris 1994: 3; Cid López 2019: 156. Evans Grubbs (2010: 293; 2013: 84) defendió que sería un
fenómeno con menos incidencia en áreas rurales.
42
Bennett 1923: 342-343, 345; Boswell 1984: 18, 24, 1988: 58, 62, 64; Néraudau 1984: 200; Har-
ris 1994: 1, 6; Coulon 1994: 39; Corbier 2001: 66; Hänninen 2005: 59; Evans Grubbs 2010: 297; Augenti
2016: 76-79; García Fernández 2018: 185-186.
43
Gell. 12.1.9.
44
Cod. Iust. 4.43.2, Imp. Constantinus A. prouincialibus suis [a. 329]. Esta disposición contrade-
cía otra anterior de época de Diocleciano (Cod. Iust. 4.43.1, Diocletianus et Maximianus AA. et CC. Au-
reliae Papinianae. [a. 294]) por la que no se permitía la venta ni la donación de niños.
45
García Fernández 2018: 191.
46
Cod. Iust. 8.51.1, Imp. Alexander Seuerus [a. 224]. En esta línea, Ulpiano (dig. 40.12.3 pr.) reco-
noció que el padre podía reivindicar la libertad del hijo que había sido sometido a esclavitud.
47
Ter. Haut. 835-839.
que quizás nació libre48. Para época altoimperial no hemos atestiguado noticias
legales. Sin embargo, tendrían aquí cabida las referencias de Quintiliano sobre
la obligatoriedad de correr con los gastos de manutención que tendrían aque-
llos que reconocían al hijo abandonado. Del mismo modo, la noticia de Séneca,
que en una de sus controversias abordó la problemática derivada de la reclama-
ción de dos niños expósitos que fueron recuperados por su pater49. Así se man-
tuvo hasta finales de época altoimperial, cuando en tiempos de Diocleciano, se
discutió acerca de una expósita cuyo padre adoptivo quiso casarla con su hijo. Un
edicto del emperador ratificó que, si el padre natural era conocedor de este hecho
y quería mostrarse en desacuerdo, debía indemnizar a la persona que se encargó
de su hija por los gastos relativos a su crianza50.
Como hemos comentado, a partir del siglo IV, se observan cambios desde el
punto de vista legal en relación con estos niños expósitos. Bajo el gobierno de
Constantino, fueron varias las disposiciones que tenían como objetivo limitar
el parricidio, la venta o la exposición de los menores más desfavorecidos51. Así
pues, en el año 331 se le reconocía a aquellas personas que habían recogido a un
expósito el derecho a criarlos como esclavos o libres, según consideraran, sin que
el padre o el amo pudiera reclamarlo52. Es decir, el estatuto jurídico del menor
vendría determinado por la voluntad de la persona que lo amparaba. Este princi-
pio sería ratificado, posteriormente, bajo los gobiernos de Teodosio y Honorio53.
Así pues, aquel que recogiera o criara a un menor podía retenerlo como esclavo
o libre, según prefiriera, sin que los padres, a diferencia de disposiciones anterio-
res, pudieran establecer acciones para restituirles su condición original.
Cabe subrayar que las disposiciones tomadas bajo el gobierno de Constan-
tino no limitaban el derecho de los padres a abandonar a sus hijos. Sin embargo,
sí se establecieron ciertas diferencias con respecto a la jurisprudencia anterior,
en tanto en cuanto esta se había centrado, sobre todo, en salvaguardar el estatus
del niño libre en cuestiones relativas a los estipendios hereditarios y en la defensa
48
Plaut. Curc. 490-493.
49
Quint. inst. 7.1.14; Sen. contr. 9.3. Remitimos al trabajo de Bernstein (2009) donde se aborda la
cuestión de los intercambios entre familias de niños expuestos, tal y como se aprecia en diferentes decla-
maciones. Esta circunstancia llevó al autor a defender que estos vínculos eran temporales (2009: 345).
50
Cod Iust. 5.4.16, Impp. Diocletianus et Maximianus AA. et CC. Rhodoni.
51
Cod. Theod. 11.27.1 Imp. Constantinus A. ad ablauium [a. 315] sobre la manutención a cargo del
Estado para evitar el parricidio. Posteriormente, el Emperador promulgó que era el Estado quien asu-
mía la manutención de los más desamparados,con el propósito de que los padres no vendieran o expusie-
ran a sus hijos (Cod. Theod. 11.27.2, Imp. Constantinus A. Menandro [a. 322]). Sobre la influencia que
el cristianismo ejerció en la legislación relativa a la exposición de menores desde época de Constantino,
véase Tate 2008.
52
Cod. Theod. 5.9.1. Imp. Constantinus A. ad Ablauium pf. p. quicumque [a. 331]. Esta disposición
entraba en contradicción con la del 329, (Cod. Theod. 5.10.1. Imp. Constantinus A. Italis suis) por la que
se reconocía el derecho de los padres naturales a reclamar a los hijos vendidos siempre y cuando cum-
pliera con la indemnización estipulada en función de los gastos del nutritor.
53
Cod. Theod. 5.9.2, Impp. Honorius et Theodosius AA. Melit. pf. p.
del derecho de propiedad de los amos con respecto a los hijos de sus esclavos54.
Habría que esperar al año 374, bajo el gobierno de los emperadores Valentiniano,
Valente y Graciano, cuando se condenó con la pena capital la exposición infan-
til, pues se equiparaba al asesinato55. Ese mismo año se condenó con la muerte
el crimen perpetrado contra un infans56. Finalmente, con Justiniano, además de
considerar libres a todos los expósitos, se ratificarían las penas para aquellos que
cometían el delito de exponer a alguien, considerado un homicidio57.
Es cierto que, con la consolidación de la doctrina cristiana, se percibe una
mayor oposición y condena de este fenómeno. Autores como Tertuliano o Lac-
tancio mostraron un fuerte rechazo hacia esta práctica considerada, ante sus ojos,
característica de una sociedad degenerada como la pagana58.
2. ¿Infanticidio en Roma?
Se entiende por infanticidio toda práctica que tiene como fin acabar con la vida de
un recién nacido, de manera inmediata y efectiva, especialmente como reacción
ante el nacimiento de un neonato con algún tipo de discapacidad59. Este fenó-
meno estaba intrínsecamente relacionado con la potestas del pater que, en fun-
ción del ius uitae necisque, podía decidir sobre la vida o muerte de un hijo, según
se ha defendido tradicionalmente60.
Se han dado diferentes opiniones sobre en qué medida afectaban estas prác-
ticas al régimen demográfico. Según Hin, el infanticidio habría contribuido al
descenso de la población romana, pues las muertes a temprana edad tenían una
mayor repercusión demográfica. Por ello, este fenómeno y, concretamente, el que
54
Boswell 1988: 71-74.
55
Cod. Iust. 8.51.2, Imppp. Valentinianus, Valens et Gratianus AAA. ad Probum pf. p. [a. 374].
Sobre la consideración del abandono como homicidio se ha discutido a raíz de un pasaje de Paulo (dig.
25.3.4), según el cual, exponer a un niño en un lugar público era equivalente a matarlo. Este fragmento
ha sido muy discutido por los investigadores, puesto que algunos lo han interpretado como una interpo-
lación. Véase Harris 1994: 19, n. 171 para bibliografía a este respecto.
56
Cod. Iust. 9.16.8, Imppp. Valentinianus, Valens et Gratianus AAA. ad Probum pf. p. [a. 374].
57
Novell. 153 [a. 541]. Previamente, en el año 529, el Emperador ya había decretado que todos los
expositi, independientemente de su estatuto jurídico en el momento del nacimiento, eran personas libres
que no podían ser reclamadas como esclavos (Cod. Iust. 8.51.3, Imp. Iustinianus A. [a. 529]).
58
Tert. apol. 9.17; Lact. inst. 6.20.24. Para una visión general sobre cómo era concebida la crianza
de los niños bajo la óptica de los autores cristianos, véase Harrison 2000.
59
Carroll 2018: 170-171.
60
Thomas (1984: 546) expresó que esta prerrogativa del pater arrancaría de las Leyes de las XII
Tablas hasta el año 323. Daza Martínez (2006: 77) y Domingo (2018: 130) han remarcado que esta potes-
tad contó con fuertes restricciones bajo la legislación imperial. Remitimos para un estudio en detalle a
los trabajos de Thomas (1984), Harris (1986), Westbrook (1999) y Shaw (2001: 56-77). En un reciente ar-
tículo de Curran (2018) sobre esta cuestión, el autor llegó a proponer que los padres, en realidad, no te-
nían este derecho sobre la vida de sus hijos, de igual modo que, anteriormente, lo había defendido Shaw
(2001: 59-77).
afectaba a las féminas, era muy significativo61. Sin embargo, Parkin, anterior-
mente, no se mostró a favor de emplear modelos demográficos para estudiar las
consecuencias que, en la sociedad, provocaban este tipo de prácticas. Señaló el in-
vestigador que, desde el punto de vista demográfico, se había discutido si era po-
sible que el 10% de la población recién nacida fuera víctima de estos actos, tasas
de infanticidio que, en su opinión, eran difíciles de probar62. Aún con una década
de diferencia, nos parece más acertada la postura del segundo autor. A nuestro
modo de ver, no podemos contrastar que el infanticidio fuera un fenómeno ex-
tendido en el mundo romano, pues no tenemos suficientes fuentes que avalen esta
teoría, y cuando se practicaba, se hacía bajo unas circunstancias específicas, difi-
cultando el conocimiento de su incidencia sobre los datos demográficos63.
El principal obstáculo para conocer en qué medida los romanos realizaban
estos actos es la escasez de fuentes para su estudio, especialmente desde el punto
de vista arqueológico, lo que ha favorecido un intenso debate sobre las prácticas
ligadas a este fenómeno64. De esta manera, se han argumentado diferentes razo-
nes que explicarían que los padres tomaran tan drástica solución. Tradicional-
mente, se ha dado por hecho que los niños nacidos con algún tipo de discapacidad
o deformidad eran expuestos o asesinados65. Otro motivo sería el económico. En
una sociedad con tan míseras condiciones de vida para la población general, se
ha considerado factible que, en el seno de familias muy numerosas, muchos pa-
dres decidieran deshacerse de estos niños que, desde la más instrumentalista de
las interpretaciones, no reportarían ningún beneficio económico66. También se ha
argumentado que sería una forma de controlar el aumento de la población, evi-
tando los riesgos que conllevaban otras prácticas como el aborto67. Dudas sobre
la paternidad o problemas relacionados con las herencias se han propuesto como
posibles causas que llevaban a las familias a decidir tal fin para algunos recién
nacidos68.
Mención aparte merecen las noticias de prácticas infanticidas por motivos
religiosos. Tertuliano hizo alusión a la condena de los sacerdotes responsables
61
Hin 2013: 134-137.
62
Parkin 1992: 95-96. Harris (1982: 115) defendió previamente que este fenómeno no supondría
una caída abrupta de la población.
63
En esta línea, Carroll 2018: 171.
64
Scott 1999: 66-67; Carroll 2018: 170. En el caso de Baetica, esta cuestión fue estudiada por
Sevilla Conde (2012: 205), que vio en algunas evidencias arqueológicas pruebas que demostrarían tal
fenómeno.
65
Montanini (1991: 93-94) llegó incluso a afirmar que la muerte por ahogamiento en ríos era una
de las formas más comunes de infanticidio. Sin embargo, cada vez son más los autores críticos con esta
suposición, como Scott (2000: 149) y Evans Grubbs (2013: 87). Destacamos el trabajo de Laes (2013:
125-140) sobre niños con problemas al nacer y que, sin embargo, eran aceptados socialmente y llega-
ban a la adultez.
66
Parkin 1992: 96; Evans Grubbs 2013: 88; Lindsay 2021: 519.
67
Hin 2013: 136.
68
Montanini 1991: 93; Haentjens 2000: 262-263.
69
Tert. apol. 9.2. La cronología sobre los hechos que relata Tertuliano no parece del todo clara y ha
estado sujeta a discusión. Véase Rives 1994: 54, n. 2. De la misma manera, Macrobio (Sat. 1.7.31), en su
relato sobre el origen de las fiestas Saturnales, comentó que se realizaron sacrificios en honor a Saturno,
aunque no especificó si se trataba de niños.
70
Carroll (2018: 169-170) estudió el ritual de estas prácticas y las evidencias arqueológicas al res-
pecto. Sobre los enterramientos infantiles hallados en la villa de Yewden, en Hambleden (Inglaterra), y
su interpretación como posibles víctimas de infanticidio, véase Carroll (2018: 173). De la misma manera,
consúltese Scott (1999: 68) y Evans Grubbs (2013: 91-92) sobre los esqueletos de neonatos hallados en
Ashkelon, y cómo la mayor proporción de varones se ha interpretado como la preferencia de las madres,
posiblemente prostitutas, por criar a hijas de las que podrían obtener un beneficio económico.
71
Véase Cid López 2007: 15; Evans Grubbs 2013: 88; Augenti 2016: 72; 74-75; García Fernández
2018: 188-189. Parece que, al menos en el caso de los hermafroditas, no siempre se consideraron como
tal, pues gracias a un pasaje de Plinio (nat. 7. 34) sabemos que en su época eran muy apreciados desde
el punto de vista erótico.
72
Sen. dial. 3.15.2.
73
Sen. contr. 10.4.16.
74
Sor. 2.10. Sobre este pasaje, véase Wiewiorowski 2016: 1170-1172.
Al igual que se ha discutido sobre las causas que se encontraban detrás del
fenómeno del infanticidio, también se ha debatido acerca de la frecuencia con la
que se realizaban este tipo de prácticas y si eran aceptadas o no por la sociedad de
la época75. Nuevamente, el principal problema es la escasez de referencias en las
fuentes a esta cuestión, circunstancia que nos dificulta responder a los interrogan-
tes que venimos planteando. Son varias las noticias que, si bien no condenan este
tipo de prácticas, sí son favorables a la crianza de los hijos, visto como un deber y,
además, como un honor. Para Tertuliano, desde una óptica cristiana, la crianza de
los hijos era un acto ejemplar digno de ser seguido por todo ciudadano romano76.
Sin embargo, con anterioridad a él, un autor pagano como Diodoro Sículo, des-
tacó la costumbre de los egipcios de criar a todos los niños para hacer crecer la
población77. Tácito alabó la nefasta consideración que los germanos tenían ante el
asesinato de un agnado78. Ahora bien, otras noticias parecen apuntar al contrario,
dejando lejos de cualquier estima la vida de los recién nacidos. Por ejemplo, para
Sorano criar a un niño era el resultado de la elección entre el que merecía serlo y el
que no79. Tácito, en su alegato contra los judíos, comentaba su afán por hacer cre-
cer su número, de ahí que vieran como un crimen el asesinato de los neonatos80.
El historiador tomó aquí una postura distinta con respecto al comentario sobre
los germanos, posiblemente, por su enemistad hacia el pueblo judío. Lo que nos
interesa de este pasaje es, sobre todo, que el autor citara esta práctica como algo
extraordinario o digno de mención. Filón de Alejandría, en el cambio de era, criti-
caba duramente a los paganos por las prácticas infanticidas que estaban, según su
opinión, muy difundidas entre los romanos81. Estos reproches por parte de auto-
res cristianos continuaron hasta comienzos de época bajoimperial. Así, Lactancio
aludió a la frecuencia con la que los paganos asesinaban a los recién nacidos, con-
siderándolos piadosos si optaban, en su lugar, por abandonarlos82.
Dada la complejidad del asunto, creemos muy acertada la conclusión de
Haentjens, que defendió que, aunque pudieran ocurrir acontecimientos de este
tipo, se trataría de un fenómeno limitado y no de una práctica comunitaria. Ade-
más, la elevada tasa de mortalidad infantil tampoco hace pensar que los romanos
tuvieran que tomar esta medida como solución a problemas de carácter econó-
mico, al menos, como hábito corriente83.
75
Por ejemplo, Laubenheimer (2004: 296) opinó que estos hábitos sí eran usuales, sobre todo, en
el medio urbano. Para Sevilla Conde (2012: 204), esta era una práctica que, aunque no fuera condenada
hasta el siglo IV, sí pudo conllevar cierta desaprobación social.
76
Tert. nat. 1.15.2-3.
77
D.S. 1.80.30.
78
Tac. Germ. 19.5; Tac. hist. 5.5.12.
79
Sor. 2.9-10.
80
Tac. hist. 5.5.12.
81
Ph. 3.20.110.
82
Lact. inst. 5.9.15.
83
Parkin 1992: 97; Haentjens 2000: 264.
Ahora bien, ¿contamos con alguna disposición legal a este respecto? La no-
ticia más antigua en relación con esta cuestión la encontramos en Dionisio de
Halicarnaso sobre la llamada “Ley de Rómulo”, cuyo objetivo era acrecentar la
población de Roma84. Según esta, los habitantes de la Urbs tenían la obligación de
criar a todo hijo varón y a las hijas primogénitas. No estaba permitido asesinar a
ningún menor de tres años salvo a aquellos que fueran inválidos o de nacimiento
monstruoso. No estaba vetado, sin embargo, el derecho de los padres a exponer
a sus descendientes, siempre y cuando los progenitores contaran con el acuerdo
de cinco vecinos85. Por otra parte, según Cicerón, las Leyes de las XII Tablas es-
tipulaban que los niños deformes debían sacrificarse inmediatamente después de
su nacimiento86. Por tanto, vemos que cuando en las fuentes se menciona el asesi-
nato de neonatos y su tratamiento en la legislación, siempre es en alusión a niños
deformes o discapacitados en el marco de leyes lejanas y apenas conocidas que
rozan más lo ficticio que el tratamiento real del fenómeno.
En nuestra opinión, no tenemos datos para confirmar si esta regulación,
de existir, se mantuvo durante época republicana o imperial, como han defen-
dido algunos autores87. Livio mencionaba la necesidad de expiar los nacimientos
monstruosos. Ahora bien, el historiador nunca trasladó esta cuestión al plano le-
gislativo, sino al religioso y al de la superstición, matiz que debemos tener pre-
sente. Por otra parte, todas las referencias legales que conocemos, y que arrancan
desde finales de época republicana, tienen como finalidad limitar o prohibir este
tipo de actuaciones, especialmente a partir del siglo III88. Según Plinio el Viejo,
en el 97 a. C., el Senado abolió mediante un decreto los sacrificios humanos.
Aunque no lo especificó, sería lógico pensar que la prohibición también se exten-
día a los sacrificios infantiles89. Las fuentes legales callan acerca de este asunto
para los dos primeros siglos de nuestra era. No sería hasta el siglo III cuando se
aprecia una fuerte reticencia hacia el derecho del pater sobre la vida o la muerte
de un hijo, como leemos en la criminalización de Paulo acerca de aquellos que
negaban alimentos o exponían a sus hijos, pues también eran causas de muerte90.
84
D.H. 2.15.1-2.
85
Diferentes autores han discutido acerca de la veracidad de este pasaje. Por ejemplo, Boswell
(1988: 59) opinó que el autor confundió esta noticia con leyes espartanas y que no se podría aplicar a
Roma, puesto que no se apoya en ninguna fuente legal o literaria. Parkin (1992: 97) dudó sobre la exis-
tencia de esta ley en la Roma antigua y planteó que quizás fue un invento posterior de carácter moralista.
86
Sobre esta ley, véase Cic. leg. 3.19.12-15. Consúltese Wiewiorowski (2016) para un estudio en
profundidad de esta cuestión.
87
Augenti 2016: 73.
88
Wiewiorowski (2016: 1169) ha defendido que, a partir del Principado, se empezó a adoptar una
postura más racional hacia estos niños. Sobre esta cuestión, véase Laes 2008.
89
Plin. nat. 30.12.
90
El jurista Paulo (dig. 25.3.4.1), de época severiana, condenaba a aquellos que mataban a sus hijos,
bien por no ofrecerle alimentos, por exponerlos o por arrojarlos. Para Sevilla Conde (2012: 205), es muy
probable que esta desaprobación arrancara ya desde época de los Severos a consecuencia de la despobla-
ción del Imperio, interpretación cuestionable a nuestro parecer, pues no valoró los cambios ideológicos
motivados por la mayor extensión del cristianismo.
91
Cod. Theod. 9.15.1, Imp. Constantinus A. ad Verinum Vic. Afric. [a. 319].
92
Cod. Theod. 9.14.1, Imppp. Gratianus, Valentinianus et Theodosius AAA. Ad Marinianum Vic.
Hisp.
93
Brunt 1971: 138.
94
Destacan los trabajos de Scott (1999: 80; 2000: 143-151; 2001: 3-20) sobre la preferencia de los
hijos varones frente a las mujeres. En opinión de esta autora, se trataría de una construcción historiográ-
fica. Esta hipótesis ha sido también rechazada por Engels (1980: 114, 120), Parkin (1992: 99), Laubenhei-
mer (2004: 296), Hin (2013: 135) y Evans Grubbs (2013: 90).
95
Destacamos el relato de Apuleyo (met. 10.23.3) sobre el padre que ordenó a su mujer matar al
fruto de sus entrañas si resultaba niña. Esto recuerda al mito griego rescatado por Ovidio (met. 9.675-
679) sobre Telethusa y su marido Ligdus. A pesar de las súplicas de ella, el esposo estaba dispuesto a ase-
sinar al hijo que venía en camino si era una niña.
96
Es llamativo que buena parte de los estudiosos que han investigado sobre esta cuestión no hayan
mencionado esta circunstancia, expuesta ya por Haentjens (2000: 261-262).
Conclusiones
La dificultad que entraña el estudio de la expositio infantil radica en que las
disposiciones jurídicas que intentaron regular este fenómeno se enmarcan en
el Bajo Imperio, coincidiendo con los primeros emperadores cristianos. Si bien
los censos procedentes de Egipto pueden servirnos de ayuda, las circunstancias
particulares de la provincia africana obligan al historiador a ser cauto en sus con-
clusiones, sumado al silencio de la epigrafía. Las que lograban sobrevivir podrían
acabar como esclavas, prostitutas o mendigas. En el menor de los casos, estas se-
rían adoptadas y criadas por familias desprovistas de hijos.
Nuestra atención se ha dirigido hacia la supuesta propensión al abandono en
función del sexo del expositus. Se ha remitido en numerosas ocasiones a las pe-
culiaridades de índole económica como justificación de una mayor tasa de aban-
dono infantil femenino. Nuestra posición ha sido más prudente a este respecto.
Pensamos que no podemos atribuir un peso económico a cuestiones relacionadas
con el matrimonio o la dote que, quizás, no eran tan evidentes en algunos círculos
sociales ni tan determinantes como para adoptar tal fatídica solución. De algunas
noticias literarias, como las procedentes de la comedia republicana, se desprende
la idea de que las niñas eran menos deseadas y, por consiguiente, que corrían un
mayor riesgo de ser expuestas. Ahora bien, por el marcado carácter ficticio de
estos relatos, debemos ser moderados a la hora de confirmar tal tendencia como
norma general para la sociedad de la época. Los censos egipcios y algunas car-
tas que se han conservado también apuntan a esta tendencia. Con todo, asumimos
que, si bien pueden resultar más atractivas para el historiador porque son fuentes
directas, no dejan de ser muy peculiares por su procedencia. No encontramos ar-
gumentos en las fuentes jurídicas que hagan intuir que este problema recayera,
principalmente, sobre las féminas. Muchas niñas serían expuestas por su sexo,
pero no podemos caer en conclusiones marcadas más por estereotipos que por la
información que ofrecen las fuentes.
Nuestra postura acerca del infanticidio en Roma es bastante escéptica, prin-
cipalmente, por la falta de fuentes que nos permitan llegar a conclusiones cer-
teras. La literatura científica ha tendido a poner el énfasis en estos actos que se
cometían para deshacerse de niños con deformidades o anomalías físicas. Esta
cuestión, sin embargo, hay que tomarla con mucha prudencia, pues las noticias
proceden, sobre todo, de críticas de algunos autores cristianos a la sociedad pa-
gana. Asuntos relacionados con la pobreza o problemas de legitimidad expli-
carían estas soluciones. Sin embargo, partiendo de las fuentes disponibles, no
podemos confirmar ni su asiduidad ni su aceptación social. Misma opinión nos
merece la suposición sobre un mayor índice de infanticidio en niñas. La “Ley de
Rómulo” citada por Dionisio de Halicarnaso, que regulaba la obligación de criar
solo a la hija primogénita, o la referencia de Cicerón sobre el derecho de sacrifi-
car a los niños inválidos recogido en las Leyes de las XII Tablas son los únicos
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