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RIESGOS DE TRABAJO

El seguro más importante para la protección del trabajador, de la economía


familiar, de la empresa y del desarrollo económico es, sin duda, el de los riesgos
de trabajo. Esto justifica que las primeras normas, desde la época romana, le
dieran importancia; fue desarrollándose conforme se protegía la estabilidad al
empleo, la conformación de las fábricas y la especialización de los trabajadores.

En las leyes y los códigos del Derecho Civil se regula la relación laboral antes de
la expedición de los ordenamientos de trabajo, así como la responsabilidad
patronal de atender las consecuencias de los accidentes y las enfermedades que
podrían sufrir los obreros, derivados de la instalación de los centros fabriles.

Las asambleas de los trabajadores, los congresos, los programas socialistas, los
sindicatos y las encíclicas papales reclamaron su atención. Los ordenamientos
laborales, las recomendaciones y los convenios internacionales obligan a la
intervención de los gobiernos, por su trascendencia social.

Entre los romanos se habló de la culpa aquiliana con inversión del onus probandi,
fundada en la presunción de la responsabilidad del propietario o de la persona que
utiliza la cosa inanimada que hiere o mata, con prescindencia de toda idea de
culpa, con lo que se origina la responsabilidad subjetiva del riesgo. Con la
evolución de esta materia, la obligación del patrón implica tanto brindar atención
médica como la reparación del daño.

Al respecto, Rodolfo Nápoli escribió: “en los albores del derecho social no existe
ninguna legislación especial que reglamente los accidentes del trabajo, por loque
éstos tenían que regularse por los principios del Derecho civil o común, que sólo
admitían la responsabilidad patronal cuando se probaba la existencia de culpa por
parte del empresario, con la limitación propia de ese derecho común, de que ia
prueba sobre la existencia de la culpa correspondía al obrero. Resultando de todo
ello que, realmente el obrero carecía casi de todo derecho, quedando fuera de la
protección legal los accidentes debidos a causas fortuitas, así como los debidos a
imprudencia profesional del trabajador, y en los casos en que existiera esa
repetida culpabilidad patronal, el obrero, carente de medios materiales, se veía
imposibilitado de demostrarla.

En Inglaterra surge, por primera vez, en forma imperativa, la protección contra los
accidentes de trabajo.

Es en Inglaterra donde aparece la primera Sociedad que practica públicamente el


seguro de accidentes de trabajo: es la Railway Passengers Company que, como
su título indica, no se refiere exclusivamente a los trabajadores al servido de las
compañías ferroviarias, sino que también comprendía a los usuarios del ferrocarril,
limitándose el seguro a los casos de muerte. Esta Compañía nace en 1845, y un
año después aparece otra Compañía también inglesa, que ya cubre todas las
consecuencias de los accidentes. Rápidamente se extiende este seguro a Francia,
Alemania, Italia y finalmente al mundo entero, ya con el carácter amplio con que
hoy se le conoce. Legislativamente es también Inglaterra quien primeramente
regula el seguro de accidentes del trabajo, organizándolo por la Employer’s
Liability Act, de 1880 y regulándolo con carácter obligatorio a partir de la
Workman’s Compensation Act.

Teorías del riesgo

La necesaria atención a los accidentes de trabajo y a las enfermedades


profesionales provocó que los estudiosos del Derecho Civil, en atención a las
condiciones históricas de protección a los trabajadores, elaboraran teorías con el
fin de determinar, en primera instancia, la responsabilidad del patrón para hacer
frente a las consecuencias. Se estima que éste es responsable cuando, mediante
una conducta dolosa o culpable de su parte, se hubiera ocasionado accidente de
trabajo o la enfermedad profesional. Las doctrinas evolucionaron para considerar
primariamente la atención al riesgo creado.

Teoría de la culpa subjetiva


Esta teoría parte de la culpa o negligencia patronal e impone al patrón la
obligación de indemnizar al trabajador por el riesgo sufrido. Para obtener el
beneficio era necesario que el trabajador acreditara la responsabilidad expresa del
patrón y acudiera a los tribunales civiles. El patrón podía alegar en su favor el
principio de que a lo imposible nadie está obligado e incluso señalar que el
accidente se debía a una falta inexcusable del trabajador.

Como escribe M. García Corachan:

“no siempre el accidente es debido a culpa o negligencia patronales, incluso se


puede decir que hoy, las menos de las veces, el accidente laboral es debido a
esas causas. En ocasiones ocurre a consecuencia de fuerza mayor, no imputables
ni a la empresa ni al productor; otras veces es debido a la propia negligencia o
culpa del mismo trabajador accidentado, quien, familiarizado con su cotidiana
labor y llevado de la confianza que la misma le inspira, prescinde hasta de las más
elementales precauciones en el desarrollo de su trabajo, y en otras ocasiones, las
menos, el accidente reconoce como causa la falta de precaución del empresario.

Teoría del riesgo creado o contractual

Esta teoría se basa en la idea de que quien establece una empresa debe ser
responsable de las consecuencias de los riesgos que se generen; lo cual lleva al
absurdo de estimar que quien es causa de la causa es causa de lo causado. De
esta forma, la incorporación de los trabajadores a la empresa obliga a cubrir todas
las circunstancias que se originan de la relación laboral y, desde luego, los riesgos
a los cuales se encuentran expuestos. Si bien hace a un lado la responsabilidad
directa y acreditada del patrón, todavía deja abierta la posibilidad de que éste se
liberara de responsabilidad mediante la prueba “de que no hubo ni culpa ni
negligencia de su parte, o que el accidente se debió acaso fortuito del cual nadie
responde- o que se debió a culpa del obrero”.

Saleilles y Josserand parten de la observación de que existen accidentes


inevitables que constituyen peligros inherentes a la empresa y propios de
determinadas industrias, con prescindencia de la voluntad y la aplicación de un
principio de justicia, donde el titular de ella debe soportar los riesgos en cuyo
interés funciona el organismo que él ha creado y toda vez que su funcionamiento
no marcha sin inconvenientes y sin la posibilidad de ocasionar perjuicios. Atiende
las consecuencias del riesgo y elimina la noción de que la responsabilidad del
patrón deriva de culpa o dolo, para hacer recaer en la empresa la atención debida
al trabajador, derivada de un accidente o de una enfermedad. De la misma forma
en que se atiende a la reparación de los bienes necesarios para la producción o
los servicios, donde no se determina al sujeto culpable excepto en los casos de
negligencia acreditada-, debe reponerse al trabajador como el factor más
importante de la empresa.

Fusinato define al riesgo profesional como “el conjunto de causas de peligro


permanente, superiores a toda cautela de seguridad, que residen en las
condiciones mismas de la industria y en las necesidades impuestas a su
funcionamiento”.

Alejandro M. Unsain afirma al respecto: “la producción industrial expone al


trabajador a ciertos riesgos e incumbe al patrono la obligación de indemnizar a la
víctima, por ser él quien recoge el provecho de aquella producción”.

Nueva actitud

El derecho del seguro social tiene una intención más clara al determinar la
protección del trabajador, en su calidad de ser humano, preservando su valor
acorde con las estructuras del derecho del trabajo, para alejar la idea de que el
trabajo pueda considerarse una mercancía y se respete la dignidad de quien lo
realiza, en condiciones que pueda garantizar la subsistencia, la salud y con ellas el
bienestar del trabajador y de su familia.

Para Unsain, estamos ante una teoría abiertamente opuesta a los sistemas de
responsabilidad subjetiva, fundada en la culpa, sea delictual o contractual.

Se elimina toda cuestión moral o de índole subjetiva; basta el elemento objetivo


(daño) y un vínculo de conexión cualquiera, entre el hecho y el agente, o entre una
cosa y el daño.
García Corachan reconoce:

“dentro de la vida laboral el seguro de accidentes del trabajo tiene una excepcional
importancia. En primer lugar, de toda la gama de seguros sociales, es el que está
más íntimamente relacionado con el trabajo y más estrechamente vinculado a él.
En los demás seguros laborales se trata de prevenir unas circunstancias adversas,
de más o menos importancia, que al privar al productor de sus normales medios
de subsistencia podrían conducirle a una situación de miseria, hambre y
desesperación, capaz de producir trastornos de tipo social, pero provenientes esas
circunstancias, generalmente de causas extrañas al trabajo realizado por el
obrero, y siendo el motivo existencial del seguro la debilidad económica del
productor que le impide recurrir a otros medios -ahorro o seguro privado- distintos
del seguro social para prevenir esas adversas coyunturas.

En el seguro de accidentes de trabajo, aún siendo las consecuencias del siniestro


iguales que en las demás, se trata, por el contrario, de unas circunstancias
adversas, que tienen su origen o causa en el propio trabajo que el obrero realiza, y
que se ocasionan, precisamente, por !a realización de ese mismo trabajo.

Regulación en el Derecho Mexicano

En nuestro Derecho, las normas reguladoras de protección al trabajador emanan


de los apartados A y B del art. 123 constitucional, sin que sus disposiciones
eliminen la posibilidad de atención al riesgo creado, reconocido por el Derecho
Civil.
Orígenes del riesgo de trabajo

Partimos, por razón de la materia, de las disposiciones contenidas en la Ley de


Seguridad Social, ordenamiento que remite para su estimación conceptual a los
preceptos de la Ley Federal del Trabajo.

El art. 42 de la Ley de Seguridad Social define el accidente de trabajo de la


manera siguiente:

Artículo 42. Se considera accidente de trabajo toda lesión orgánica o perturbación


funcional, inmediata o posterior, o la muerte, producida repentinamente en
ejercicio o con motivo del trabajo, cualquiera que sea el lugar y el tiempo en que
se preste.

También se considerará accidente de trabajo el que se produzca al trasladarse el


trabajador, directamente de su domicilio al lugar del trabajo, o de éste a aquél.
Sachet lo caracteriza como “un acontecimiento anormal, en general subitáneo, o
por lo menos de una duración corta y limitada que comporta una lesión a la
integridad o a la salud del cuerpo hum ano”.

Al eminente jurista italiano Carnelutti le debemos la clasificación de los accidentes


en genéricos y específicos: “El trabajo, comienza diciendo, no puede ser nunca
coeficiente del infortunio, porque jamás el trabajo es apto para producir en el curso
ordinario de la naturaleza el efecto que se concreta en el infortunio.

Se requiere siempre la intromisión de un elemento distinto, perturbador del


desarrollo normal del trabajo, para que el infortunio suceda. Con lo que se puede
decir que el infortunio sobreviene en ocasión del trabajo, toda vez que el trabajo
determina el riesgo del cual fue consecuencia el infortunio. Agrega que hay riesgos
que incumben en igual forma a todos los hombres, obreros o no, estén o no estén
en contacto con una determinada industria, se muevan o no en su órbita. Hay
otros riesgos, en cambio, a los cuales están expuestos solamente, o en medida
mayor que otros hombres, aquellos que se encuentran en contacto con una
industria determinada. Aquél es el riesgo genérico; éste, el riesgo específico.

Es riesgo genérico el riesgo que, independientemente de su existencia como en su


cantidad de las condiciones peculiares de la industria, grava al obrero como a todo
ciudadano de idéntico modo. Por el contrario, es riesgo específico el que,
derivando de su existencia o cantidad de las condiciones peculiares de la
industria, grava exclusivamente a aquellos que están en contacto con la industria
misma o por ésta, en medida mayor que los otros hombres.”

De esa noción Carnelutti deriva la necesidad de distinguir aun la categoría de


riesgo específico, según se desprenda de las condiciones peculiares de la
industria en su existencia o sólo en su cantidad. Será así riesgo específico directo
o propio el que, generado por las condiciones peculiares de la industria incumbe
exclusivamente a las personas que entran en contacto con ella; riesgo específico
indirecto o impropio el que, independientemente de las condiciones peculiares de
la industria, en cuanto se relaciona con su existencia, depende sin embargo de
ellas en lo que respecta a su cantidad, es decir, que encuentra en aquellas
condiciones la razón de la agravación o empeoramiento, en forma tal que,
mientras que concernía a todos y no sólo a los que se encuentran en contacto con
la industria, afecte sin embargo a éstos en mayor medida que a aquéllos.

Por otra parte, en el art. 43 de la LSS se define enfermedad de trabajo:

Artículo 43. Enfermedad de trabajo es todo estado patológico derivado de la


acción continuada de una causa que tenga su origen o motivo en el trabajo, o en
el medio en que el trabajador se vea obligado a prestar sus servicios. En todo
caso, serán enfermedades de trabajo las consignadas en la Ley Federal del
Trabajo.

Esta disposición remite a lo dispuesto por el art. 513 de la LFT. Éste amplía la
protección al considerar el origen o motivo del riesgo en términos generales, hasta
comprender el medio ambiente como causa para calificar de riesgo de trabajo el
accidente o la enfermedad. El ambiente puede referirse al inmediato: estar en
contacto con sustancias químicas, inhalar polvos, mantenerse en lugares
húmedos; y a los aspectos ecológicos ajenos al asegurado, por ejemplo, el cambio
a un lugar tropical, aun cuando sea temporal. Esta amplitud justifica la inclusión de
los accidentes en tránsito, ocurridos en el traslado directo de la casa al centro de
trabajo y viceversa.

En su aplicación se presentan muchas limitaciones y dudas. El Consejo Técnico,


al contestar consulta de las delegaciones al respecto, dictó el acuerdo núm. 8498
del 2 de septiembre de 1981, válido en la actualidad, al mantener la disposición
del ordenamiento abrogado:

i. La regla general seguirá siendo la que establece el artículo 49 de la Ley del


Seguro Social... de manera que no será admisible aceptar como profesional en
tránsito, el accidente que ocurra dentro del domicilio.

II. Los casos de excepción a la regla general aludida en el punto I quedan


estrictamente restringidos a aquellos en que el trabajador no salga de su propio
domicilio hacia el centro de trabajo, en razón de que lo haga de un domicilio
transitorio en el que hubiera tenido necesidad urgente de pernoctar por razones o
circunstancias que deberán acreditarse plenamente, como sería el caso de quien
tuvo que velar a un ascendiente o a un hijo enfermo en el domicilio de éstos y de
ahí salió para su centro de trabajo; o en el caso de que un trabajador que acude
sucesivamente a distintos centros de trabajo en los que presta sus servicios, sufre
el accidente en el trayecto entre el primero de ellos y el segundo.

III. También constituirán casos de excepción aquellos en los que el traslado del
domicilio al trabajo o de éste a aquél no se efectúe directamente sino con una
alteración habitual consistente en llevar a los hijos a la guardería o pasar por ellos
de regreso. En todo caso, también estas circunstancias deberán probarse
plenamente.

IV. Cuando se trate de accidentes en tránsito, sobre los cuales no se realizaron


actuaciones de policía ni de ministerio público, para precisar las circunstancias en
que ocurrió el siniestro y en los que el Instituto tampoco tuvo oportunidad de
aclarar dichas circunstancias, de manera que ante la afirmación del trabajador o
de sus familiares de que el accidente acaeció en tránsito, el Instituto no puede
negar la calificación de profesionalidad, por falta de elementos de juicio; o cuando
exista duda deberá resolverse en el sentido que resulte más favorable al
trabajador, pues no es admisible negar las prestaciones inherentes, con base en
presunciones o en opiniones de carácter subjetivo.

La LSS, en su art. 45, estima; “La existencia de estados anteriores como


discapacidad física, mental o sensorial, intoxicaciones o enfermedades crónicas,
no es causa para disminuir el grado de la incapacidad temporal o permanente, ni
las prestaciones que correspondan al trabajador.” Al sujeto propenso a una
enfermedad no evidente, debe protegérsele sin importar la causa inmediata sino
sólo la condición de asegurado.

Excepciones al riesgo de trabajo


El art. 46 de la LSS dispone que no se tratará como riesgo de trabajo sino como
enfermedad el accidente ocurrido en alguna de las siguientes situaciones,
similares a las del art. 488 de la Ley Federal del Trabajo:

I. Encontrándose el trabajador en estado de ebriedad.


II. Cuando esté bajo la influencia de psicotrópico, narcótico o droga enervante,
salvo que exista certificación médica y el trabajador la hubiera exhibido al
patrón.
III. Si el trabajador se ocasiona intencionalmente una incapacidad o lesión por
sí o de acuerdo con otra persona.
IV. Como resultado de riña o intento de suicidio.
V. En caso de existir delito intencional, donde sea agente activo el trabajador.

Por una parte, la ley amplía ámbitos de protección, atiende al efecto más que a la
causa y no busca sujetos responsables, superando las teorías relativas al riesgo
creado; con el art. 46 da un paso atrás: mantiene las excepciones de las leyes de
1943 y de 1973, así como del ordenamiento laboral, con aspectos subjetivos de
difícil concreción y valoración.

Veamos en detalle cada supuesto:

a) Es difícil acreditar la intencionalidad referida al aspecto subjetivo de buscar


y querer el daño en la propia persona (art. 46, fracc. III). Además de la
dificultad para acreditar este aspecto, se incurre con frecuencia en
confundirlo con la falta irresponsable o la imprudencia, en perjuicio del
asegurado. Es similar al intento de suicidio (art. 46, fracc. iv), por la
dificultad de acreditar los elementos subjetivos que concurren en el deseo
de privarse de la vida. La carga de la prueba corresponde al Instituto; en
caso de duda, se favorecerá al asegurado (trabajador), sin tener valor como
elemento en contra la declaración del patrón o el formulario del Instituto
donde se asienten las circunstancias en que ocurrió el accidente. Será
suficiente que el asegurado afirme su falta de intención, para poner en duda
hasta el dicho de testigos.
b) Los casos contenidos en las fracción I y II son similares; es fácil demostrar
el estado del asegurado y determinar hasta el grado de alcohol o los
efectos de una droga, psicotrópico o narcótico. Lo complicado es relacionar
el accidente con el hecho de haber ocurrido por encontrarse precisamente
bajo tales efectos. Además, podemos encontrarnos con que el asegurado
no busque el daño ni lo desee, sino que puede resultar de un trastorno
mental transitorio, fuera del control del asegurado. Con ello se contraría la
doctrina del seguro, al contemplar al propio sujeto como el responsable del
daño causado, con una tesis superada de aspecto subjetivo.
c) La riña es sancionable al facultarse al patrón, por la ley específica, a
rescindir la relación laboral. Esta disposición es más grave puesto que no
se condiciona a alterar la disciplina, ni permite analizar las circunstancias
que puedan haber concurrido.
d) El último aspecto, la existencia de un delito intencional donde sea el agente
activo el asegurado, debe verse con mucho cuidado; las circunstancias del
delito deben ocasionar el accidente y opera la relación de causa efecto, con
un sujeto responsable del daño.

La revisión de este precepto es importante para mantener aspectos conceptuales


y de protección.

El art. 47 atiende los efectos de estos casos al disponer que el asegurado recibirá
las prestaciones del ramo segundo, como enfermedad y, en su caso, si reúne las
condiciones del ramo tercero, por invalidez. Si fallece, sus beneficiarios recibirán
las pensiones asignadas a los riesgos de trabajo. Sin embargo, el art. 123 excluye
el otorgamiento de la pensión de invalidez para el asegurado que se hubiese
provocado el daño intencionalmente, por sí u otra persona, así como al
responsable de delito intencional y a quien padezca un estado de invalidez
anterior a su afiliación al régimen del Seguro.

Es posible que el accidente se deba a una actitud del patrón, quien, en forma
dolosa o culposa, puede dar lugar al accidente y a la enfermedad. Así como la Ley
sanciona al trabajador al desprotegerlo cuando el accidente se deba a su dolo o
culpa, estima el incremento de la responsabilidad del patrón. Esta responsabilidad
se consigna en la L.F.T Y L.S.S.

Efectos del riesgo de trabajo

Con el objeto de conformar la terminología adecuada para nuestra materia es


prudente seguir la terminología de la Ley y considerar como incapacidad la
imposibilidad temporal o definitiva de realizar el trabajo que motivó la afiliación,
para distinguirla de inhabilitación cuando sea ajena al trabajo.

El riesgo de trabajo puede producir (art, 55):

 Incapacidad temporal
 incapacidad permanente
Incapacidad permanente total
Incapacidad permanente parcial
 Muerte

La LSS, en el último párrafo del art, 55, remite a la LFT:

Se entenderá por incapacidad temporal, incapacidad permanente parcial e


incapacidad permanente total, lo que al respecto disponen los artículos relativos
dela Ley Federal del Trabajo.

El art, 478 de la LFT considera incapacidad temporal a “la pérdida de facultades o


aptitudes que imposibilita parcial o totalmente a una persona para desempeñar su
trabajo por algún tiempo”. La incapacidad permanente parcial, en los términos del
art. 479, “es la disminución de las facultades o aptitudes de una persona para
trabajar”. Como incapacidad permanente total, el art. 480 considera “la pérdida de
facultades o aptitudes de una persona que la imposibilite para desempeñar
cualquier trabajo por el resto de su vida”, precepto inadecuado para el Seguro
Social.

Al ser inscrito en el Seguro Social, el trabajador precisa la naturaleza de los


servicios y la empresa es calificada por la clase y el grado de riesgo conforme a la
peligrosidad de su objeto. Esto significa que el trabajador se asegura como
despachador, mecanógrafo, pintor, chofer, piloto, obrero en la multiplicidad de
funciones, armador, maestro de escuela, mecánico, etcétera.

La incapacidad está en relación directa con las aptitudes para desempeñar esa
actividad específica; ésta es causa de su incorporación y motivo de su accidente o
enfermedad. La medida de la incapacidad no puede atender, en el Seguro Social,
a la aptitud general para el desempeño de cualquier trabajo, sino la de continuar
con aquella que originó su incorporación.

En consecuencia, es necesario considerar como incapacidad la pérdida o


disminución de facultades o aptitudes del asegurado para continuar en el
desempeño de los servicios que motivan su condición de asegurado.

Así, la mecanógrafa que pierda la movilidad de sus dedos será clasificada con una
incapacidad permanente parcial, y su pensión se basará en los porcentajes
dispuestos en el art. 514 de la LFT.

La LFT en su art. 493 considera:

Si la incapacidad parcial consiste en ía pérdida absoluta de las facultades o


aptitudes del trabajador para desempeñar su profesión, las Juntas de Conciliación
y Arbitraje podrían aumentar la indemnización hasta el monto de la que
correspondería por incapacidad permanente total, tomando en consideración la
importancia de la profesión y la posibilidad de desempeñar una de categoría
similar, susceptible de producirle ingresos semejantes.

La facultad que se confiere a las Juntas de Conciliación y Arbitraje permite al


trabajador asegurado reclamar el incremento correspondiente. Debía poder
hacerlo en un procedimiento especial, conforme el art. 8 9 2 de la LFT, por la
similitud que tiene con ciertos preceptos, como el 503 acción para reclamar el
pago de la indemnización en los casos de muerte por riesgo de trabajo-; sin
embargo, a! no estar contemplado este supuesto, el trabajador deberá intentarlo
en el procedimiento ordinario del art. 870.
Por otra parte, debía atenderse a la actividad del trabajador asegurado, como lo
dispone el art. 119 de la LSS, en el seguro de invalidez:

“existe invalidez cuando el asegurado se halle imposibilitado para procurarse,


mediante un trabajo igual, una remuneración superior al cincuenta por ciento de la
remuneración habitual percibida durante el último año de trabajo y que esa
imposibilidad derive de una enfermedad o accidente no profesionales.”

Indemnización en la Ley Federal del Trabajo

Las prestaciones que establece este ordenamiento son:

 Indemnización
 Prestaciones médicas

El pago de la indemnización se otorga conforme a las reglas siguientes:

1- Si el riesgo produce una incapacidad permanente total, la indemnización


consistirá en el pago de 730 días de salario íntegro (art. 502).

2. Se tomará como base el salario diario que perciba el trabajador al ocurrir el


riesgo y los aumentos posteriores que correspondan al empleo que desempeña
(art. 484).

3. Si el salario excede del doble del salario mínimo del área geográfica de
aplicación a que corresponda el lugar de la prestación del trabajo, se considerará
esa cantidad como salario máximo. Si el trabajo se presta en lugares de diferentes
áreas geográficas de aplicación, el salario máximo será el doble del promedio de
los salarios mínimos respectivos (art. 486).

4. La cantidad que se tome como base para el pago de las indemnizaciones no


podrá ser inferior al salario mínimo (art. 485).

Si un empleado que sufre un riesgo de trabajo no puede desempeñar su labor,


pero sí alguna otra, el patrón estará obligado a proporcionárselo, de conformidad
con las disposiciones del contrato colectivo de trabajo (art. 499), susceptible de
producirle ingresos semejantes (art. 493).

Las indemnizaciones por riesgos de trabajo que produzcan incapacidades se


pagarán directamente al trabajador. En los casos de incapacidad mental,
comprobados ante la Junta, la indemnización se pagará a la persona o las
personas señaladas en el art. 501, a cuyo cuidado quede el trabajador.

En caso de muerte del trabajador, se observará lo dispuesto en el art. 115, sin


necesidad de juicio sucesorio (art. 483), y se generan las pensiones por viudez,
orfandad o ascendientes (art. 501):

a) La cónyuge o el cónyuge que hubiese dependido económicamente de la


trabajadora y que tenga una incapacidad de 50% o más (fracc. I).
b) Los hijos menores de 16 años y mayores si tienen una incapacidad de 50%
o más (fracc. i).
c) Los ascendientes concurrirán con las personas mencionadas, a menos que
se pruebe que no dependían económicamente del trabajador (fracc. ii).
d) La persona con quien el trabajador vivió como si fuera su cónyuge durante
los cinco años que precedieron inmediatamente a su muerte, o con la que
tuvo hijos, siempre que ambos hubieran permanecido libres de matrimonio
durante el concubinato (fracc. III).
e) A falta de alguna de las personas anteriores, excepto la concubina, quienes
hubieran dependido económicamente del trabajador, concurrirán con la
concubina, en la proporción en que cada persona dependía de él (fracc. IV).
f) A falta de las personas mencionadas en las fracciones anteriores, el IMSS
(fracc. V).
g) Además, los deudos del trabajador tendrán derecho a recibir (art. 500) dos
meses de salario por concepto de gastos funerarios y el pago de la cantidad
que fija el art. 502, en 730 días de salario íntegro, sin deducir la
indemnización que recibió el trabajador, en su caso, por incapacidad
temporal.
El procedimiento para el pago de la indemnización se realiza ante la Juntade
Conciliación Permanente o la Junta de Conciliación y Arbitraje competente,
conforme al domicilio del trabajador o del lugar donde prestó sus servicios, de
acuerdo con los aspectos procesales contenidos en el art. 503 de la Ley Federal
del Trabajo.

Las prestaciones médicas que debe otorgar el patrón son las mismas que
establece la LSS, por lo que nos remitiremos a lo señalado en ellas.

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