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Solms Cerebro y Mundo Interior
Solms Cerebro y Mundo Interior
El cerebro
y el mundo
interior
Mark Solms Oliver Turnbull
Una introducción
a la neurociencia
de la experiencia
subjetiva
PRÓLOGO DE
OLIVER SACKS
<
13
O
ir\
a.
%
<
O
*
O
O
cr»
G-
m
El “mundo interior ” de la mente ( ser una mente
y vivir una vida ) era tradicionalmente el dominio
exclusivo del psicoan álisis y de las disciplinas
afines. Los neurocient í ficos no consideraban
que los estados mentales subjetivos, como la
en la enfermedad .
~ :
* -
M A R K S O L M S e s neuropsicólogo
y psicoanalista. Su interés principal en
el campo de la neuropsicología han sido
los mecanismos cerebrales de los sueños.
Sus hallazgos está n resumidos en el libro
The Neuropsychology of Dreams (1997) y en
un articulo central en Behavioral & Brain
Sciences ( 2000). Tambié n está dedicado
a la investigación acad é mica sobre los
orígenes de los conceptos psicoanalíticos
de Freud y es editor y traductor de The
Complete Neuroscientific Works of Sigmund
Freud . (También es editor general de la
Edición está ndar revisada de The Complete
Neuroscientific Works of Sigmund Freud ).
Mark Solms une sus dos intereses mediante
el desarrollo de m é todos de investigación
que hagan las teorías y los conceptos
psicoanalíticos accesibles a la investigación
neurocientifica . Su trabajo principal con
ese propósito, hasta la fecha , se recoge
en un libro escrito con su esposa y colega ,
Karen Kaplan Solms, Clinical Studies in
Neuro- Psychoanalisis (2000). Adem ás es
-
coeditor de Neuro Psychoanalysis , una
revista interdisciplinaria de psicoan álisis y
neurociencias.
O L I V E R T U R N B U L L es
neuropsicólogo de la Universidad de
Cambridge. Ha publicado en numerosas
revistas neurocientíficas , principalmente
art ículos sobre: desó rdenes visuoespaciales ,
lateralidad y desórdenes neuropsicológicos
que implican creencias falsas, como
la anosognosia y la confabulaci ón. En la
actualidad es Conferencista Senior en el
Centro de Neurociencia Cognoscitiva de la
Universidad de Gales, en Bangor. Tambié n
es Secretario de la Sociedad Internacional
de Neuropsicoan álisis y Editor del
Compendio de investigació n de la revista
-
interdisciplinaria Neuro Psychoanalisis.
SECCIÓN DE OBRAS DE PSICOLOGÍ A, PSIQUIATR Í A Y PSICOAN Á LISIS
El cerebro
y el mundo
interior
Una introducción a la neurociencia
de la experiencia subjetiva
PR ÓLOGO DE OLIVER SACKS
Solmv Mark
hi cerebro y el mundo inferior : una introducción a la Ncurocicncia
de la eipcriencii tubjema / Mark Solms y Oliver Turnbull ; iraduciora
-
l)ori Jaramillo ; prólogo Oliver Sacks. Bogota : Fondo de
Cultura Econ ómica , 2004.
352 p. ; 15 5 x 23 cm — ía y psicoaná lisis)
( Psicologí a , psiquiatr
Titulo original : The brain and the inner world .
1. Cerebro 2 . Neurocicncias 3. Mente y cuerpo 4. Sistema nervioso
I. Una introducción a la ncurocicncia de la experiencia subjetiva
.
II . Turnbull Oliver ill Sacks, Oliver, 1933- *
prol. IV. Jaramillo,
. .
Dora tr. V. Tit. VI Serie.
612.82 cd 19 cd .
AHZ5894
_
- #
Pró logo
OLIVER SACKS VII
Prefacio XIII
1
Introducción a conceptos básicos i
2
La mente y el cerebro: ¿Cómo se relacionan ? 45
3
La conciencia y el inconsciente 79
4
Las emociones y la motivación » 05
5
Memoria y fantasía » 39
6
Sueños y alucinaciones 181
7
Influencias gené ticas y ambientales en el
desarrollo mental 217
8
Palabras y cosas: los hemisferios izquierdo
y derecho del cerebro 241
9
El yo y la neurobiologí a de la “cura de
la conversació n ” 275
ÍO
El futuro y el neuropsicoan á lisis 293
Bibliograf
ía 317
í ndice 327
OLIVER SACKS
Prólogo
*
Este es el cuarto libro cuyo autor principal es Mark Solms. El cerebro y
el mundo interior , con Oliver Turnbull como coautor, complementa los
anteriores libros de Solms, expandiendo y clarificando consideracio-
nes all í expuestas, especialmente en Neuropsychology of Dreams { La
neuropsicología de los sueñ os ) y Clinical Studies in Neuro- Psychoanalysis
{ Estudios clínicos en neuropsicoanálisis ). Las ideas principales en estos li-
bros han inquietado al doctor Solms por lo menos durante quince a ñ os,
pues fue a principios de 1987 cuando me escribió por primera vez,
adjuntando un interesante trabajo en el que hablaba de su intenció n “de
examinar la relación entre el psicoan álisis y la neuropsicología... [y ] para
demostrar que el psicoan á lisis est á basado en sólidos principios
neurológicos ”, grandes ideales que no pude menos que admirar.
En todo su trabajo, Solms ha clarificado ese “ momento de transi-
ción ”, tan frecuentemente mal interpretado en la década de 1890, cuan -
do Freud parec í a abandonar una explicaci ó n neurol ógica del
psicoaná lisis [el primer libro de Solms, coeditado con Michael Saling,
lleva el t í tulo de A Moment of Transition { Un momento de transición ) ] .
La razón , explicó Solms, fue el muy deficiente estado de comprensió n
de la neurolog í a ( y la fisiología ) en esa é poca , no una oposici ó n a la ex-
plicació n neurol ógica en principio. Freud sabía que cualquier intento
de unir el psicoaná lisis y la neurologí a seria prematuro (aunque él mis-
mo hizo un ú ltimo intento en su “ Proyecto” de 1895, que permaneció
in édito mientras vivió).
La neurolog ía misma tuvo que evolucionar, de una ciencia mecá-
nica que pensaba en té rminos de “ funciones” y “centros” determina-
dos, una especie de sucesora de la frenologí a, por medio de enfoques
cl í nicos mucho m ás complejos c interpretaciones m ás profundas, a un
aná lisis m ás diná mico de las dificultades neurológicas en términos de
Vil
EL CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
VIII
PRÓLOGO
IX
BL CERBERO Y EL HUNDO INTERIOR
X
PRÓLOGO
XI
EL CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
XII
Prefacio
XIII
I L CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
XIV
PREFACIO
capí tulo 9 resume nuestros argumentos y trata de atar los cabos princi-
pales, y hace la pregunta integral: ¿ Cu á l es el yo en té rminos
neurobiol ógicos? ¿ Y qu é podr í an estar haciendo, en t érminos
ncurobiol ógicos, los psicoterapeutas cuando tratan un “yo” alterado? El
capí tulo io contin ú a en este inexplorado territorio y concluye nuestro
viaje preguntá ndose si en ú ltimas ser í a posible pasar el objeto de estudio
del psicoan á lisis al reino de la ciencia natural. ¿Qu é falta por hacer para
alcanzar esta meta de manera exitosa ? Se nos presenta la naciente
intcrdisciplina llamada nettropsicoanálists, la cual está tratando, en pala-
bras del ú ltimo Nobel laureado en medicina y fisiología, de forjar un
“ nuevo marco intelectual para la psiquiatría” en el siglo veintiuno.
* * *
Debemos agradecer, sobre todo, a Maxine Skudowitz y Judith Brooke, y a
Paula Barkay ( coordinadora de la serie de conferencias del Centro Anna
Freud , sobre la cual se basa este libro). Estamos muy agradecidos con aque-
llos colegas que leyeron partes de este libro con un ojo crí tico, en especial
con Jaak Panksepp y Dcrek Nikolinakos. También estamos muy agradeci-
dos con Erica Johanson , nuestra editora en Other Press, y con Klara y Eric
King, nuestros editores en Communication Crafts.
XV
Introducción
1 a conceptos básicos
FIGURA 1.1
Lesi ón de Phineas Gage
3
L CtHIBKO T BL MUNDO INTIRIOl
con sus deseos, etc. Estas son algunas de las principales caracter ísti-
cas de lo que se conoce como “ personalidad del l óbulo frontal ”*.
En nuestro trabajo cl í nico como neuropsicólogos hemos encon-
trado literalmente a centenares de Phineas Gage, todos con lesió n
en la misma parte del cerebro. Este es un hecho de importancia ob-
via para cualquiera que se interese en la personalidad , el cual sugie-
re que existe una relación predecible entre circunstancias específicas
del cerebro y aspectos específicos de qui énes somos. Si alguno de no-
sotros sufriese la misma lesió n en esa á rea especí fica, cambiar ía de
manera muy similar a la de Gage y tampoco volver í a a ser quien era .
En esto se basa nuestra opinió n de que cualquier persona con un
interés auté ntico en la vida interior de la mente tambié n debería estar
interesada en el cerebro, y viceversa.
4
INTRODUCCIÓ N A C O N C E P T O S EÁS I C O S
5
IL CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
6
| INTRODUCCIÓN A C O N C1 P T O S B Á S I C O S
7
L C B R B B R O Y 8L M U N D O I N T E R I O R
8
INTRODUCCIÓ N A C O N C I P T O S B ÁS I C O S
Dendrita
Cuerpo celular
,Axón
Sinapsis
Neuretransmisor
FIGURA 1.2
Célula nerviosa
FIGURA 1.3
Células nerviosas en serie
maclas glí a ) son las que componen el sistema nervioso: miles de mi-
llones de cé lulas, conectadas entre sí.
La interconexión ocurre así: el axó n de una neurona se une a
la dendrita de otra, cuyo axón a la vez se une a la dendrita de otra
neurona, y así sucesivamente ( figura i .3); pueden ocurrir m ú ltiples
interconexiones, ya que cada dendrita puede aceptar muchos termi-
nales axonalcs. En el lugar donde se unen dos células -entre el axón
de una célula y la dendrita de la otra- hay una separación diminuta,
llamada sinapsis. A lo largo de la separación sin á ptica , peque ñ as
moléculas qu í micas pasan de una neurona a la siguiente; estas mo-
l éculas se llaman neurotransmisores. Esta transmisió n de qu í micos
es el principal medio de comunicació n entre las células del cerebro.
Las distintas células ubicadas en diferentes partes del cerebro utili-
zan tipos distintos de neurotransmisores, algunos de los cuales se
presentará n m ás adelante en este cap í tulo.
9
L CIKIIKO Y EL MUNDO INTERIOR
10
INTRODUCCIÓN A C O N C E P T O S BÁ S I C O S
11
L CIRBBKO Y IL MUNDO INTIRIOR
» v
\
I
t* •i
1
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\ 1i
X 1' $
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Corteza cerebral
( materia gris)
Materia blanca
—
N úcleo
( materia gris)
\
•
*
S' -m ,
FIGURA 1.4
Materia gris y malaria blanca
12
I | INTRODUCCIÓN A C O N C E P T O S BÁS I C O S
Cerebro anterior
Tallo cerebral
(con cerebelo)
FIGURA 1.5
Tallo cerebral y cerebro anterior
13
IL CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
o- ^ Cerebro medio
T á lamo ^ Puente Tallo cerebral
Hipotalamo " / Médula oblongada
t r j
Dienc é falo j
/
Glándula
pituitaria \
V 4 A la médula
espinal
FIGURA 1 6
Tailo cerebral
14
I INTRODUCCIÓN A C O N C R E T O S BÁS I C O S
Lóbulo L óbulo
parietal Lóbulo parietal
frontal
L óbulo
occipital
i
ov. o,
Lóbulo
y Occipital
Lóbulo
temporal (no visible)
Cuerpo
calloso
FIGURA 1.7
Cerebro anterior
15
L d R U R O Y BL MUNDO INTERIOR
Ganglios
bá sales
\
s <
Cerebro anterior
basal
\
Amí gdala
FIGURA 1 . 8
Estructuras profundas del cerebro anterior
El sistema límbico
El ú ltimo término anatómico que los lectores deben conocer es el sis-
tema límbico ( figura i .9 ). El término se usa con frecuencia como si
se refiriera a una estructura anatómica, pero es en realidad un concepto
teórico acerca de un grupo de estructuras que, en el concepto de mu-
chos ncurocient í ficos, está n unidas de una manera significativa desde
el punto de vista funcional. Este grupo de estructuras aparece de
manera destacada más adelante en los capí tulos sobre las emociones
y la memoria ( capí tulos 4 y 5 ). Debido a que es un concepto teórico
m ás que algo concreto, distintos neurocientíficos incluyen diferentes
3
Algunas partes de estas estructuras no son en realidad ni totalmente n úcleos ni
totalmente corteza , es decir, son n úcleos con una estructura en capas (estas
estructuras transicionales se llaman “corticoidcs” ) .
16
I INTRODUCCIÓN A CONCBPTOS BÁSICOS
Tálamo Fórnix
Ciro
anterior
s <
cingulado
Septum
• ,
Cerebro anterior
basal
A
Hipot álamo Hipocampo
Cuerpo
Am í gdala mamilar
FIGURA 1 . 9
Sistema lí mbico
17
L CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
18
I | INTRODUCCIÓ N A CONCRETOS BÁS I C O S
19
IL CERBERO Y BL MUNDO INTERIOR
20
I | INTRODUCCIÓN A C O N C I P T O S BÁS I C O S
21
t CIRBBRO Y BL MUNDO INTERIOR
22
I INTRODUCCIÓN A CONCEPTOS BÁSICOS
Y Corteza
Corteza \ posterior
primaria de asociación
auditiva
FIGURA 1.10
Corteza primarla sensorial y de asociación
23
IL CimillO Y IL MUNDO INTSIIOR
24
INTRODUCCIÓN A CONCEPTOS BÁSICOS
25
L C 1 R B B R O Y 1L M U N D O I N T E R I O R
Corteza Corteza
frontal motora
de asociación
FIGURA 1.11
Áreas de asociación y proyección frontal
26
INTRODUCCIÓN A C O N C E P T O S BÁS I C O S
El mundo interno
Hemos dicho que el cerebro está interpuesto entre dos mundos, el
ambiente externo y el medio interno del cuerpo. El medio interno
27
BL CBRBBRO Y BL MUNDO INTERIOR
5
El termino “instinto” significa cosas diferentes para distintas personas. Para
Frcud era: “ la representación f í sica de los est ímulos que se originan dentro del
organismo y llegan a la mente, como medida de una demanda hecha a la mente
para que opere en consecuencia con su conexión con el cuerpo” ( Freud , 1915 c, p.
122 ) . Esta definici ón es consistente con la manera como utilizamos el t érmino en
este libro.
28
INTRODUCCIÓ N A C O N C E P T O S BÁS I C O S
29
I L C I U I I O Y BL MUNDO INTKRIOft
30
INTRODUCCIÓ N A C O N C E P T O S BÁS I C O S
N B U R O F I S I O L O G Í A BÁS I C A
El cerebro está constituido por neuronas, junto con una variedad
de cé lulas no nerviosas que act ú an en apoyo de las neuronas y ayu-
dan a su supervivencia . Dijimos antes que una de las propiedades
singulares de la neurona viva es su capacidad para transmitir in-
formaci ó n , lo cual hace “disparando”. Este té rmino denota el he-
cho de que cada cé lula peri ódicamente transmite peque ñ as
31
L CIREBRO Y IL MUNDO INTERIOR
32
I | INTRODUCCIÓN A CONCERTOS BÁS I C O S
33
BL CERBERO Y BL MUNDO INTERIOR
tulo 3)6. La distinci ó n que hace Mesulam entre funciones del canal
y del estado del cerebro podr ía equipararse a la que hacen los psi-
coanalistas entre representaciones mentales (“ rastros ideacionales” )
y energías mentales ( “cuotas de afecto” ).
Las funciones del cerebro (en especial las del cerebro anterior )
que dependen de la información proveniente del mundo externo son
primordialmcntc funciones que dependen del canal. Esto significa
que la informació n procesada por estos sistemas viene en fragmen-
tos sepa rajos y se transmite por rutas precisas y específicas. La infor-
mación transmitida desde una fuente particular dentro de un sistema
dependiente del canal no se distribuye por todo el cerebro, sino que
m ás bien es dirigida con gran precisió n a otras regiones distintas.
Por ejemplo, cuando llega información a un lugar en particular de
la retina ( digamos 30 grados debajo del meridiano horizontal y 20
grados a la izquierda del meridiano vertical ), se proyecta a un á rea
muy especí fica de la corteza visual primaria que representa esa ubi-
cación precisa en la retina ( y por lo tanto en el campo visual exter-
no ). Los aspectos del color de esta información se proyectan entonces
a las á reas especí ficas de color, lo mismo que los aspectos relaciona-
dos con el movimiento, y así sucesivamente. En cada caso, un n ú-
mero limitado de neuronas “ le habla” en forma directa a otro n ú mero
limitado de neuronas que se encuentran a alguna distancia, en tan-
to que ¡a mayor parte JeI cerebro no se ve afecta Ja por esta interacción.
Entonces, la regi ón A conecta con la regió n B , la cual conecta con la
regi ó n C. Las regiones L , M y N , que tambié n se conectan entre sí,
no intervienen en la interacci ó n entre las regiones A , B y C ( figura
1.12 ). Este tipo de interacci ó n circular ocurre no sólo en el sistema
visual, sino pr á cticamente en todos los sistemas cerebrales funcio-
nales dirigidos desde el exterior.
34
I I N T R O D U C C IÓ N A C O N C E R T O S BÁS I C O S
A B C
—
X>- X> — —>-
O Canal 1
L M N
Canal 2
FIGURA 1.12
Fundones de canal
Estado 1 Estado 2
FIGURA 1.13
Fundones del estado
35
*L CIMBRO T IL MUNDO INTIHIOR
NEUROQU ÍMICA Y
PSICOFARMACOLOG ÍA BÁSICAS
Hemos dicho que las funciones de canal operan de manera primor-
dial con los transmisores cl á sicos glutamato, aspartato y gaba . Las
funciones del estado operan con estos mismos neurotransmisores,
pero tambié n con varios otros, tales como la serotonina y la dopamina .
Los ú ltimos t é rminos pueden resultar familiares para los lectores
porque los psicofarmacólogos trabajan constantemente con estos
neurotransmisores, de donde se desprende una conexión interesante.
No es gratuito que los aspectos m ás conocidos de la psicofarma-
cologí a se relacionen con estos agentes qu í micos, que reflejan la in-
fluencia del cerebro sobre el medio interno, los “instintos”. ¿ Cu á les
son , entonces, los agentes qu í micos que gobiernan los sistemas di -
rigidos internamente?
El primero es la acetilcolina ( ACh ), un neurotransmisor utili-
zado por un buen n ú mero de neuronas en todo el cerebro. Las
neuronas que utilizan este neurotransmisor se llaman neuronas
co /inérgicasy y dos de estos sistemas son de interés especí fico ( figura
1.14 ). El primer sistema colinérgico surge en el tegmento meso-
pontino ( parte de la formación reticular en la mitad posterior del
puente ). Estas neuronas proyectan por el t á lamo c influyen en la
corteza de una forma bastante global . Sólo los cuerpos celulares de
36
INTRODUCCIÓN A CONCEPTO
* BÁS I C O S
Centro
anterior
basal Tegmento
mesopontmo
FIGURA 1.14
Puntos d « acetilcolina
37
L C1R B B R O T 1 L M U N D O I N T I R I O R
<
i:
'0
Área Un núcleo
I del rafe
ventral Núcleo
tegmental locus
coeruleus
FIGURA 1 15
.
Puntos do serotonina norepinefrina y dopamlna
38
INTRODUCCIÓN A CONCIPTOS BÁSICOS
39
BL CBRIBRO T 8L MUNDO INTBftlOR
40
INTRODUCCIÓN A C O N C I P T O S BÁS I C O S
COMENTARIO METODOLOGICO
Al finalizar esta discusió n introductoria acerca de la anatom ía , la
fisiología y la quimica del cerebro, es apropiado hacer un breve co-
mentario sobre el estado de la evidencia en la neurociencia. El ma-
terial investigativo en este cap í tulo, y por cierto en cap í tulos
posteriores, representa un conocimiento muy concreto y práctico.
Para alguien con formación en humanidades, puede ser interesante
considerar hasta qu é punto estos hechos son “conocidos” ( ¿Son per-
manentes estos hallazgos? ¿ Hasta qu é punto siguen abiertos a la in-
terpretaci ón ? ) En general, el cuerpo de conocimiento que se acaba
de resumir se basa en evidencia supremamente contundente. Esto
es lo bello de la neurociencia, y por esto tiene tanto que ofrecer al
psicoan á lisis y a las disciplinas afines. Como una generalización ra -
zonable ( y esperando que los psicoterapeutas no se ofendan ) el co-
nocimiento en el psicoan á lisis es muy teó rico, y existe gran
ambig ü edad entre hallazgos e hipó tesis, entre observación e inter-
pretación , y, de hecho, entre descubrimientos e invenciones. En las
neurociencias estas l í neas divisorias son mucho m ás claras. Esto se
debe en especial a que estamos tratando con cosas tangibles, f ísicas.
Uno ( por lo general ) puede literalmente “ ver” de qu é se habla: “Esto
es GABA , esto es glutamato, por lo tanto esto va a excitar, y esto va a
41
1L C E R E B R O Y I L M U N D O I N T E R I O R
inhibir esta célula; bueno, veamos si lo hace... sí, tal como se predi-
jo, la neurona fue excitada por el glutamato”.
Con instrumentos conceptuales y técnicos tan transparentes a
nuestra disposició n , podemos descubrir hechos con certeza. Esto no
quiere decir que la neurociencia no tenga aspectos controvertidos. Sin
duda los tiene. Sin embargo, en general se está de acuerdo con el fun-
damento sólido de sus conocimientos. Adem ás, en donde existe con-
troversia , los ncurocicnt í ficos pueden dise ñ ar y ejecutar experimentos
cr í ticos para probar quién tiene razón y quién no. Por lo general (¡des-
pu és de algú n debate acerca de si el experimento era el correcto o no!),
el lado perdedor reconoce que estaba equivocado. As í , el campo cre-
ce, construyéndose sobre á reas crecientes de hallazgos universalmente
aceptados ( y reaplicables ). Todo ello se debe al hecho de que, en tér-
minos relativos, la evidencia que sostiene a la teor ía en neurociencia
no es ambigua. La situación con el psicoan á lisis es diferente. Como
principio general, los psicoterapeutas tratan con historias subjetivas
en bruto -es decir, tratan con historias de la vida real , hechas de sen-
timientos, pensamientos y recuerdos- a medida que se despliegan en
las complejidades de una relación. La experiencia subjetiva es algo
ef í mero y huidizo, lo cual dificulta sobremanera la verificación expe-
rimental (aunque no la hace imposible, en principio). Debido a que
los experimentos clave son tan difíciles de dise ñ ar en el psicoan á lisis,
y a que la evidencia rara vez es clara, el campo ha tendido a fraccionarse
en grupos de acuerdo con posiciones teóricas tenazmente sostenidas.
En la mayoría de los casos, es imposible que más de un grupo tenga
razón sobre un punto en particular, pero ninguno parece ser capaz de
ofrecer una prueba tan fuerte como para convencer a los otros gru-
pos de que está n equivocados.
Entonces la neurociencia, en virtud del estatus objetivo de su evi-
dencia , aporta un conjunto ú til de puntos de partida desde los cuales
reevaluar los conceptos psicoanal í ticos. Y el psicoan á lisis, en virtud
de su rica tradición teórica , ofrece a los ncurocicnt í ficos un marco
conceptual completo para guiar su investigación en la neurociencia de
42
I N T R O D U C C IÓ N A CONCEPTOS BÁSICOS
43
La mente y el cerebro:
2 ¿cómo se relacionan?
45
BL CEREBRO Y BL MUNDO INTERIOR
46
a | L A M E N T E T E L C E R E B R O: ¿C ÓM O S B R E L A C I O N A N?
E L P R O B L E M A “F Á C I L” Y B L P R O B L E M A “ D I FÍC I L”
—
David Chalmers uno de los filósofos que participan en el campo
—
interdisciplinario de la “ciencia cognoscitiva ” sostiene que un as-
pecto del problema mente-cuerpo es “fácil ” y que el otro es “dif ícil”
( Chalmers, 1995 ). De este modo, él divide el tema en dos proble -
mas separados.
El problema f ácil es el que interesa a la mayor í a de los
neurocicnt í ficos y que Crick trata en su Búsqueda cient ífica del alma.
El autor intenta resolver el problema por medios neurocicnt í ficos.
Su estrategia de investigación es tratar de encontrar los procesos
neurales espec í ficos que son los correlatos de nuestro conocimiento
de la conciencia ( los llama “correlatos neurales de la conciencia ” o
CNC). Encontrar los correlatos neurales de la conciencia es un pro-
blema del mismo tipo general que encontrar los correlatos neurales
de cualquier cosa , por ejemplo, el lenguaje o la memoria . La
neurociencia ha hecho grandes avances en la resolució n de tales pro-
blemas. Encontrar las regiones y los procesos cerebrales que se
47
L CIMBRO Y I I MUNDO INTIRIOR
2
Un “experimento de pensamiento” es un experimento imaginario; el experimento
no se hace en realidad . Searle ( 1995 a , 1995 b) ofrece una visi ón muy comprensible
del problema general que se analiza en esta sección .
A8
a | L A M I N T! Y E L C H U R O : ¿C Ó M O S I RELACIONAN?
espacios siná pticos en los extremos de los axones, utilizando los siste -
mas neurotransmisores dependientes del canal descritos en el capí-
tulo i . Los axones en cuestión viajan a través de un nervio que cruza
el brazo hasta la m édula espinal, y luego hacia arriba por las distintas
partes de la m édula espinal y del tallo cerebral ( vista en corte en la
figura 2.1 ) a lo largo de la columna dorsal. Al cruzar la l í nea interme-
dia en el tallo cerebral, estos axones terminan en un segundo grupo
de neuronas en el t á lamo. Desde all í se retransmite el mensaje
fisiológico a una parte especí fica de la corteza sensorial primaria del
hemisferio derecho ( con el método de transmisión descrito en el ca-
pí tulo 1 ). Los receptores de dolor de la mano izquierda está n repre-
sentados en una región específica de la corteza somatosensorial en el
Corteza
somatosensorial
primaria
« :
i
:
O!
A
\
i ’O'
*
a?
FIGURA 2.1
y y, -
?^¡ '
49
8 L C8 R B B R O T 8 L M U N D O I N T I8I 0 8
lóbulo parietal, y all i es donde terminan las fibras nerviosas que he-
mos trazado ( los receptores de dolor de otras partes del cuerpo tra-
zan un mapa de las diferentes regiones en la corteza somatosensorial,
como sugieren las l í neas discontinuas ). La excitación de las células
corticales en esta á rea hace que sienta dolor. Esto resuelve (esta situa-
ción en particular ) el problema fá cil: éstos son los procesos fisiológicos
que causan que le duela la mano.
Pero podemos ver que el problema dif ícil no se ha resuelto. ¿Qué
convirti ó la fisiologí a , la anatom í a y la qu í mica que se acaban de
describir en una sensació n de dolor? ¿Cómo ocurri ó esa transforma -
ción? Hemos se ñ alado un proceso puramente fisiológico ( y trazado
las rutas anató micas que atravesó); no hemos explicado cómo un
proceso que se inició como algo í f sico de algú n modo termin ó sien-
do algo mental. Searle ( 1995a , p. 62 ) empleó una frase memorable
para describir el problema difícil que nos queda: “ ¿ Cómo hace el
cerebro para superar la fase m á s difícil pasando de la electroqu í mica
a la sensació n ? ”.
Este tipo de pregunta antes se consideraba un problema filosófico,
pero ahora se trata como uno cientí fico, que puede abordarse desde el
punto de vista experimental. Para aproximarnos a esta transformació n
del problema, y lo que revela, comencemos aqu í por una breve des-
cripción de los enfoques filosóficos cl ásicos del mismo, seguida por una
historia igualmente breve del enfoque empleado por la neuropsicologia,
la disciplina cient í fica dedicada a investigar las relaciones entre la
mente y el cerebro. Veremos que en tanto que los fil ósofos gustan del
problema difícil de Chalmers, la mayor í a de los neurocient í ficos no
lo han abordado en realidad .
MATERIALISMO E IDEALISMO
Quizá s la distinción m ás básica entre los enfoques filosóficos del pro-
blema mente-cuerpo es la que separa a los materialistas de los
idealistas. La posición materialista , representada en la figura 2.2,
es que en ú ltima instancia lodo se puede reducir a la materia. Desde
50
2 | L A M I N T1 Y B L C E R E B R O : ¿CÓ M O S E R E L A C I O N A N?
MONISMO Y DUALISMO
La dicotom í a entre el monismo y el dualismo es tal vez tan funda -
mental como la existente entre el materialismo y el idealismo, y fá-
cilmente se confunde con ésta . Segú n la posición monista, estamos
FIGURA 2.2
E l cerebro y la mente
51
BL C H U R O Y BL MONDO INTBRIOR
REDUCCIONISMO, I NTERACCIONISMO
Y O T R A S C U E S T I O N E S EXTRAÑA S
El monismo materialista define la relación entre dos tipos de subs-
tancia . Seg ú n esta posición, un tipo de substancia (el tejido cerebral)
es m á s fundamental, e incluso m ás real , que el otro ( el conocimien-
to consciente ). En la afirmaci ón de Crick -“ uno, sus alegr ías y sus
tristezas, sus recuerdos y sus ambiciones, su sentido de identidad
personal y libre albedr ío, en efecto, no son más que el comportamien-
to de una gran congregació n de células”-, “uno” queda reducido a
células nerviosas. La esencia del reduccionismo de Crick radica en
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2 | L A M I N T! T E L C E R E B R O : ¿ C Ó M O C I O N A N?
53
BL C H U R O Y IL MUNDO INTIRIOH
EMERGENCIA
Hemos dicho que no todos los materialistas son reduccionistas. Mu-
chos cient í ficos cognoscitivos hoy en d ía opinan que la mente es una
propiedad emergente del cerebro. Segú n esta opinión , la mente y el
cerebro son igualmente reales , pero existen a niveles diferentes de com-
plejidad . Así como el agua ( que moja y es l í quida , a temperatura am-
biente ) emerge de una combinaci ón particular de hidrógeno y
ox í geno y tiene sus propiedades distintivas ( que no caracterizan ni
al hidrógeno ni al ox í geno solos), así , tambié n, los fen ómenos men-
tales emergen cuando las neuronas del cerebro humano se conectan
o activan de una manera en particular. La mente puede así conside-
rarse como un nivel más alto de organización de las neuronas, así
como el agua es un nivel m ás alto de organización de los á tomos que
la componen . El problema con este argumento en apariencia sensa-
-
to es que en realidad no explica la relació n mente cucrpo\ tan só lo
iguala la relació n entre la mente y el cuerpo con otro tipo de rela-
ción en la cual este problema inminente no existe. No es un gran
logro explicar cómo la materia “supera la etapa dif í cil ” del hidróge-
no y el ox í geno y pasa al agua.
L O S LÍ M I T E S D E L C O N O C I M I E N T O
Es posible encontrar algú n m érito en todas estas posiciones filosóficas.
Tambi é n es posible, con un poco de esfuerzo, hacer que todas parez-
can ridiculas. Esta podrí a ser una buena razón para remplazar el en-
foque filosófico del problema “difícil ” por el científico. Como dijimos
al finalizar el cap í tulo i , en la ciencia las posiciones en conflicto son
enfrentadas y comprobadas experimentalmcnte para determinar cu á l
es la correcta. Pero tí o todas las proposiciones son verijicables. Por ejem-
plo, ¿có mo se puede comprobar la proposición “ Dios existe” ? Por
renuentes que seamos a admitirlo, las hipótesis vcrifieables con las
cuales trabajan los cient í ficos est á n inmersas en conjuntos de pro-
posiciones m ás amplias que no se pueden comprobar. Estas propo-
siciones definen la visió n del mundo (Weltanschauung ) dentro de la
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2 | L A M E N T E T E L C E R E B R O: ¿C Ó M O S E R E L A C I O N A N?
cual opera un cient ífico, y las visiones del mundo son verificables.
La ciencia se limita a responder las preguntas hechas desde una vi-
sión particular del mundo; no puede probar la visi ón del mundo en
sí misma.
Todav í a no se ha determinado si las diferentes posiciones
filosóficas del problema mente-cuerpo constituyen ‘‘visiones del
mundo” en este sentido, o si algú n d í a (quizás pronto) se transfor-
mar á n en hipó tesis verificables. Nosotros, los autores, creemos que
la naturaleza de la relació n entre cerebro y mente ( cuerpo y alma )
no puede someterse a prueba cient ífica. Afirmaciones como “el cuer-
po y el alma son uno” ( posici ón monista ) o “el alma en realidad no
existe” ( posició n materialista ) no pueden, en nuestra opini ó n , pro-
barse cient í ficamente. Son del mismo orden de la afirmaci ón “ Dios
existe”. Creemos que los cient íficos no pueden hacer m á s que ga-
rantizar que son conscientes de las visiones del mundo que ellos sos-
tienen, porque los supuestos que éstas conllevan determinará n las
preguntas experimentales que hacen y có mo las interpretan.
Ya hemos dicho que la mayor ía de los neurocient íficos que en
la actualidad se ocupan del problema mente-cuerpo ( es decir, del
problema de la “conciencia ” ) respaldan la posición materialista-
monista . En otras palabras, lo reconozcan o no, presumen que la vida
mental es el producto de un gran conjunto de neuronas; luego se
dedican a determinar cu á les procesos en ese conjunto “causan ” la
conciencia. N ó tese el carácter problem á tico de la palabra “causan”
en este contexto. Esto ilustra la importancia de que los cient í ficos
sean conscientes de las posiciones filosóficas que han adoptado. Es
apropiado describir ciertos procesos neuronales como causantes de
la conciencia sólo dentro de un marco filosófico en particular. Aun si se
prueba cxperimentalmente que un subconjunto de procesos
neuronales est á asociado de manera singular con la experiencia cons-
ciente, es posible (dentro de un marco dualista, por ejemplo) ver esta
asociación como correlativa en lugar de causal. Por esta razó n -por-
que el presumir que los procesos neuronales “causan ” la concien-
55
8L CIRBBRO Y I L MUNDO INTERIOR
M O N I S M O DE D O B L B A S P E C T O
El monismo de doble aspecto acepta que estamos hechos de un solo
tipo de substancia ( por eso es una posición monista ), pero tambié n
sugiere que esta substancia se percibe de dos maneras ( de ah í,
monismo de doble aspecto ). Lo importante de esta posición por lo
dem ás es que implica que en nuestra esencia no somos seres menta-
f sicos, al menos no en el sentido en que normalmente emplea-
les ni í
mos estos té rminos. Esto requiere alguna explicación . El monismo
de doble aspecto ( tal como lo entendemos) implica que el cerebro
est á hecho de una substancia que parece “í f sica ” cuando se observa
desde afuera (como un objeto) y “ mental ” cuando se observa desde
adentro (como un sujeto). Cuando me percibo externamente (en el
espejo, por ejemplo) c internamente ( por medio de la introspección ),
estoy percibiendo lo mismo de dos maneras diferentes ( como cuerpo
y como mente ). Esta distinció n entre cuerpo y mente es por lo tanto
un artefacto de percepción . Mi aparato perceptivo externo me ve (a
mi cuerpo) como una entidad í f sica, y mi aparato perceptivo inter-
no me siente ( a mi ser) como una entidad mental. Estas dos cosas
—
son una y la misma cosa en realidad hay sólo un “yo”- pero como
yo soy la misma cosa que estoy observando, me percibo desde dos
puntos de vista a la vez. Este problema no surge cuando observa-
mos otras cosas, ya que esas otras cosas no son nosotros mismos.
¿ Entonces, de qu é estamos hechos en realidad? Esta es la gran
pregunta que los monistas de doble aspecto hacen a la ciencia . Nunca
podemos literalmente percibir la substancia de la que estamos hechos
sin antes representarla a través de nuestras modalidades perceptivas,
lo cual significa que nunca podemos escapar de la dicotom í a artificial
56
a | L A M E N T E Y E L C 1R 1 1 R O : ¿CÓM O 8 1 R I L A C I O N A N?
-
mente cuerpo. Como no podemos trascender los l í mites de nuestros
sentidos, nunca podemos percibir la substancia subyacente mente-
cuerpo en forma directa. Sólo podemos sacar deducciones a partir de
la información perceptiva (de la observación cient í fica ) en cuanto a
la naturaleza de esa entidad fundamental -llamé mosla “el aparato
mental humanoy acerca de cómo está construida y cómo funcio-
na. Por lo tanto nuestra imagen del aparato mental en sí mismo será
siempre algo figurativo, un modelo3. Poseemos im á genes perceptivas
concretas de sus dos manifestaciones observables ( el cerebro y el
conocimiento subjetivo), pero la entidad que subyace a esas im á ge-
nes perceptivas nunca será observable directamente. La observación
cient í fica tiene sus limitaciones.
/
Esta no es una situación ú nica. Hay muchas cosas en las que los
cient í ficos está n interesados y que no se pueden percibir de manera
directa. Veamos, por ejemplo, los “quarks” de la í f sica contemporá-
nea, o inclusive la fuerza de “gravedad ”. Nadie duda de la existencia
de estos conceptos esenciales, no obstante sólo pueden ser observa-
dos a través de sus efectos percibidos. Lo que hace singular el proble-
ma mente-cuerpo es sólo el hecho mencionado hace un momento:
cuando se trata del aparato mental humano, el observador es el ins-
trumento empleado para observarlo. Si aceptamos que el problema
mente-cuerpo por lo tanto se reduce a un problema de punto de vista
de la observación, y que la distinción entre el yo y el cuerpo (entre la
mente y la materia ) no es más que un artefacto de percepción, el “ pro-
blema difícil ” se evapora. Entonces sólo nos queda el problema “ fá-
cil ”, a saber, cu á les procesos cerebrales se correlacionan con cu á les
procesos subjetivos. Tambié n podemos entonces preguntar: ¿Qué se
puede inferir de estos dos conjuntos (correlacionados) de datos acer -
3
Frcud describió este tipo de construcci ón de modelas como “mctapsicología”.
Este termino se refiere a nuestros intentos de ver m ás all á [ m e t a ] de la conciencia
í sica , que es una rama de la
Freud contrast ó la metapsicologia con la metaf
filosof í a interesada en problemas similares, pero que trata de resolverlos a trav és
de la razón pura, más que de la observación y experimentaci ón cient í ficas.
57
BL CEREBRO Y BL MUNDO INTERIOR
¿ P O R Q U É B L C E R E B R O?
En la antigü edad , se creí a que el alma resid í a en el corazón y otros
órganos, como el estó mago4. Esto puede deberse a que experimenta-
mos sensaciones viscerales, como un aumento del ritmo cardiaco o
“ mariposas” en el estómago, en relación con algunas emociones. No
tenemos un registro directo de cómo el é nfasis pasó al cerebro, pero
podemos aventurarnos a hacer una buena suposición . Los comenta -
rios de Hipócrates y de otros estudiosos clásicos sugieren que ellos
pueden haber escogido el cerebro debido a observaciones clínicas. Cuan -
do las personas sufrían lesiones internas en la cabeza -por ejemplo por
un golpe directo al crá neo en la guerra- sus mentes se alteraban , tal
como ocurrió en el caso de Phineas Gage (capí tulo i ). Esto ocurrió
con suficiente frecuencia, y fueron testigos suficientes observadores
m édicos en el mundo antiguo, para que se dieran cuenta de que hay
algo especial en el cerebro que lo relaciona con la mente de una ma-
nera que no sucede con ningú n otro órgano.
E L M ÉT O D O C LÍ N I C O- A N A TÓ M I C O
Y “ L A L O C A L I Z A C I Ó N E S T R E C H A”
Las observaciones del tipo que acabamos de referir se fueron for-
malizando poco a poco en un instrumento básico de la medicina
4
Estas creencias todav ía sobreviven en expresiones como “tengo la sensació n
visceral”, “ lo creo con todo mi corazó n ”, “ella me rompi ó el corazón ”, etc.
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a | L A M I N T I Y I I C I K I I K O: ¿C Ó M O S E R E L A C I O N A N ?
59
I L CEREBRO Y EL M U N D O I N T E R I O R
FIGURA 2.3
El área de Broca
OPOSICIÓN AL LOCALIZACIONISMO
La era localizacionista fue la edad dorada en la historia de la
neurociencia. No obstante, el movimiento ten ía sus contradictores, que
-
creí an que el ligar funciones psicol ógicas con á reas específicas del ce
rebro creaba una imagen distorsionada de las relaciones mente-cere-
bro, y ridiculizaron los mapas localizació nistas como “ mitología del
cerebro”. El enfoque alternativo extremo fue el equipotencialismo. La
escuela equipotencialista sosten í a que lo que cuenta no es dónde ocu-
rre el da ñ o cerebral, sino m ás bien, cuánto da ñ o cerebral ocurre. Ar-
gumentaban que a mayor da ño cerebral , mayor pé rdida en la mente.
Parte del desacuerdo entre estas dos escuelas parece haber pro-
venido del hecho de que ellas estudiaron diferentes poblaciones. La
60
L A M I N T S Y E L C B R I B R O: ¿C Ó M O S I R E L A C I O N A N ?
* De hecho, Broca sosten í a que el da ño en su caso fue más severo en lo que ahora se
llama el á rea de Broca, sugiriendo que se había iniciado all í un proceso degenerativo.
Quienes conocieron a Tan -Tan por a ñ os después del accidente dijeron que sus
primeros problemas habí an sido con el lenguaje. Con base en esto, Broca concluyó
que la parte m ás afectada de una lesi ó n mucho mayor era responsable de la
discapacidad de lenguaje de Tan -Tan. En retrospectiva, sabemos que básicamente
Broca ten í a razón . Sin embargo, su localización original , tan celebrada, parece
haber sido una conjetura ( inspirada).
61
L CEREBRO Y BL MUNDO INTIRIOR
A L G U N O S VÍ N C U L O S I N T E R E S A N T E S
CON EL PSICOANÁLISIS
Poco a poco, a medida que progresaba la disciplina de la neuro-
psicolog í a , se decidió por un tercer punto de vista . Este nuevo pun-
to de vista fue una amalgama de las posiciones originales. Una de
las primeras personas en promulgar los inicios de este tercer punto
de vista fue Sigmund Freud , un desconocido neurocient ífico vien és.
Freud era un ncuroanatomista convertido en neurólogo cl í nico que
se interesó en la afasia, la par á lisis cerebral y las propiedades
psicofarmacológicas de la coca í na . En 1891, Freud publicó el libro
intitulado Zur Aujfassuttg der Ap ha sien6 ( Conceptualization de las
afasias), en el cual expuso una cr í tica brillante de la teor ía localizacio-
nista del lenguaje en tanto que se mantuvo distante de la alternativa
extrema cquipotencialista . Sin embargo, la doctrina localizacionista
estaba en pleno furor en ese entonces, y pocos neurocient í ficos tu-
vieron en cuenta el libro de Freud (que hoy en d í a se considera un
cl ásico )7.
Los argumentos de Freud sólo adquirieron credibilidad cuando
fueron introducidos de nuevo setenta a ñ os después. Esto ocurrió en
6
Una nueva traducción de este libro aparecerá pronto en ingl és con un nuevo
titulo como parte del del cuarto volumen de las obras ncurocicntificas completas
de Sigmund Freud .
7
Seg ú n Ernest Jones ( 1956 , p. 237 ) se imprimieron 850 copias de este libro,
publicado en 1891 . Sólo 257 hab ían sido vendidas después de nueve años, por lo
cual los libros restantes fueron reducidos a pulpa.
62
a | L A M I N T S Y 8 L C E R E B R O: ¿C Ó M O S B R E L A C I O N A N ?
¿Q U É S O N L O S S I S T E M A S F U N C I O N A L E S?
Luria estaba de acuerdo con el punto de vista equipotencialista en
que es incorrecto afirmar que los centros como el á rea de Broca “ pro-
ducen ” funciones mentales como el lenguaje. Sin embargo, también
estaba de acuerdo con los localizacionistas en que las diversas regio-
nes del cerebro tienen funciones especiales ( a ú n m ás, ú nicas ). Con -
cluyó que el desacuerdo entre los dos puntos de vista tradicionales
surgió de una definici ón demasiado estrecha de “ función ” Para
clarificar, Luria se ñ al ó que muchas funciones orgá nicas son el pro-
ducto, no de un solo tejido en particular sino, m ás bien , de la
interacción entre una variedad de tejidos. Por ejemplo, la digestión no
es una funció n exclusiva del estó mago. Es enga ñ oso decir que la di-
gestió n es “ producida ” por el estó mago, al igual que ser í a enga ñ oso
decir que es producida por el h í gado, el pá ncreas y el intestino ( por
mencionar só lo unos pocos de los otros ó rganos que intervienen en
la digestión ). Todas estas estructuras juntas realizan la compleja fun -
ció n de la digestió n . Este es un sistema funcional . El mismo princi-
pio es aplicable a otras funciones complejas. La respiración, por
ejemplo, no es “ producida ” por el tejido pulmonar; surge de una
63
«L CSRSBRO Y BL MUNDO INTIRXOR
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a | L A M I N T S T I L C H I M O: ¿ C Ó M O S I I I L A C I O N A N ?
65
L C I R I B R O Y 1L M U N D O 1 N T B R I O R
D E U S E X M Á C H I N A*: L A I N T E L I G E N C I A A R T I F I C I A L
El interés por la inteligencia artificial ( IA ) ha crecido de manera consi-
derable desde la d écada de i 960. Esta subdisciplina de la ciencia
cognoscitiva comprende la fabricación (o el estudio ) de computadoras
que imitan las funciones del cerebro. Para algunos, el propósito es apren-
der m ás acerca de cómo funciona la mente humana; para otros, es lite-
ralmente construir una mente. La lógica de la propuesta de la 1A se aclara
cuando se la ve en el contexto de la “ hipótesis sorprendente” de Crick .
—
Si como con tanta elocuencia propone Crick- sólo se requiere una
compleja interacción de neuronas para producir la inteligencia huma-
na, y si la función de las neuronas no es otra que transmitir informa-
ción , entonces la mente humana es tan sólo una m áquina que procesa
información . Las computadoras también son má quinas que procesan
información ; por lo tanto, una computadora puede asimismo generar
una mente. Todo lo que se necesita para construir una mente es dise-
ñ ar correctamente el hardware y programarlo de manera adecuada.
El argumento de la IA es una propuesta fascinante y aterradora .
Tiene tambié n serias implicaciones para los problemas fáciles y dif íci-
les. En cuanto al problema fácil, sin duda hay mucho por aprender acerca
del diseño de los sistemas funcionales del cerebro cuando se trata de mol -
dearlos en programas computarizados. Si podemos construir “ redes
neurales” artificiales (como maliciosamente se denomina a estos pro-
gramas) para que realicen funciones intelectuales similares a las huma -
nas, entonces tenemos buenas razones para creer que comprendemos
bastante bien cómo operan las funciones intelectuales equivalentes reales.
( Dicho conocimiento, por supuesto, tiene muchas aplicaciones prácti-
cas ). E11 cuanto al problema difí cil, la pregunta es ésta: ¿ En realidad es
posible crear una mente? Si es posible, entonces queda resuelta la
important ísima pregunta de cómo se genera en realidad la conciencia .
66
L A M I N T! Y »L C I K 1 I R O: ¿CÓM O 5 8 R I L A C I O N A N?
LA PRUEBA TURING
La prueba Turing fue dise ñ ada por Albert Turing, matem á tico britá-
nico famoso que desarrolló un precursor de la computadora moder-
na. Esta prueba ofrece una manera controlada de determinar si una
máquina es inteligente o no, es decir, si en verdad tiene una mente
similar a la humana . Dijimos antes que nuestra experiencia mental
surge de la introspección; percibimos la mente (en oposición a la ma -
teria ) mirando hacia dentro. Es posible hacerlo sólo porque somos nues-
tro instrumento mental . Por esta razón , es imposible entrar en la
conciencia de otra persona ; ú nicamente podemos experimentar en
nuestras propias mentes. Cuando se trata de otras personas, tenemos
que inferir la calidad de su conciencia basados en observaciones ex
A
-
ternas. Esta es una expresió n de otro famoso problema filosófico, muy
relacionado con el problema mente-cuerpo. El problema de otras
mentes es que nunca podemos saber a ciencia cierta si las otras men-
tes en realidad existen ( no sólo las mentes de las computadoras, sino
cualquier mente, que no sea la propia ). Este problema surge por la ra-
zón ya mencionada : no podemos entrar en la conciencia de otro ser
para determinar en forma directa si es como la nuestra, y si en efecto
existe. Cada uno de nosotros sólo sabe con certeza que nosotros, no -
sotros mismos, tenemos conciencia. Para el resto, nos valemos de la in-
ferencia . Como otras personas se comportan más o menos de la misma
manera que nosotros, y como su cerebro está construido m ás o menos
de la misma manera que el nuestro, parece apenas razonable inferir que
ellos, también , poseen una conciencia como la nuestra.
La prueba Turing está basada en este principio. En la variante
m ás famosa de esta prueba, al examinador se le pide formular una serie
de preguntas a quien ocupa un cuarto cercano, y que puede ser una
67
L C i m i l l o y I I M U N D O I N T1 R I O R
—
-
¿Cómo le va? Por favor, cuénteme su problema .
¿ Por qu é no puedo ser feliz ?
-¿Cree que usted debería ser capaz de ser feliz?
-Creo que merezco m ás felicidad de la que tengo en este mo-
mento.
-¿Realmente piensa eso?
-Sí, la vida no tiene que ser tan cruel.
-Ustedparece bastante positivo.
-Supongo que lo soy, al menos parte del tiempo.
* Maravillosos ejemplos de la prueba Turing se describen en pel í culas de ciencia-
ficción como ¡Hade Runner.
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a | L A M I N T S Y E L C E R E B R O: ¿ C Ó M O 5 1 R E L A C I O N A N ?
——
¿Es por eso que usted vino a verme?
Vine porque necesito ayuda.
-¿Es esa la verdadera razón?
-En realidad vine porque oí que usted era una computadora y no
una terapeuta real .
—¿ Le preocupan las computadoras?
-¿Puedo hacerle una pregunta ?
-El que usted pueda hacer una pregunta depende más de usted que de mi.
-La pregunta es: ¿Có mo se relacionan la mente y el cerebro?
-No creo entenderle bien.
-Es el problema dif ícil: ¿Cómo surge vida mental a partir de
eventos fisiológicos?
69
EL CERBERO Y EL MUNDO INTERIOR
cien tes ( logran empatia con ellos)9. Por lo tanto, a menos que sea po-
sible dise ñar una computadora que tenga sentimientos,es probable que
nunca se pueda dise ñ ar un psicoterapeuta artificial que valga la pena.
—
Y los sentimientos como aprenderemos en el capí tulo 3- son sin óni-
mo de conciencia . Esto empieza a sugerir que quizás nunca se podrá
dise ñ ar una computadora con una mente. Aunque la mayor ía de no-
sotros probablemente lo presentía todo el tiempo, a ú n no es del todo
claro el porqu é. Entonces, sigamos.
¿L A I N T E L I G E N C I A H A C E L A M E N T E?
Nuestra interacción con Eliza nos ense ñ a algunas lecciones impor-
tantes acerca de la inteligencia artificial. En primer lugar, es relati-
vamente sencillo producir una computadora que muestre alg ú n
grado de comportamiento inteligente y pueda por lo tanto pasar la
prueba Turing bajo algunas circunstancias. Eliza no siempre pasa
esta prueba , pero le va muy bien considerando lo incre í blemente
sencillo que es su programa . Esto demuestra que, si la prueba para
determinar si algo tiene o no una mente se reduce a una prueba de
comportamiento inteligente, el problema difícil se hubiera resuelto
hace mucho tiempo.
Pero generar comportamiento inteligente es muy diferente a
generar una mente. Aunque es posible tener una interacci ó n inte-
resante con Eliza , pocos individuos razonables creer í an que su pro-
grama muestra evidencia de conciencia . Eliza no tiene mente, en
ese sentido de la palabra. Por lo tanto, es probable que el proble-
ma de la mente no sea un problema de inteligencia . Muchas
computadoras presentan un comportamiento inteligente (se com-
portan de modo apropiado, inclusive con adaptabilidad , en circuns-
tancias pertinentes, y por lo tanto resuelven muchos problemas
9
Muchos psicolcrapeutas actualmente utilizan el t é rmino “contratransferencia”
para esta funci ón ( de empatia ) . La empatia (o contratransferencia ) es una de las
maneras más importantes a través de las cuales llegamos a conocer “otras mentes”.
70
a | L A M I N T! Y E L C E R E B R O: ¿ C Ó M O S E R E L A C I O N A N ?
difíciles de una manera ú til ). Pero una computadora debe ser ca-
paz de producir “alegr ías y tristezas, recuerdos y ambiciones, y un
sentido de identidad personal y libre albedr í o’' ( para parafrasear
a Crick ) antes de que estemos convencidos de que posee una mente.
El hecho de que no estemos plenamente convencidos ilustra el
abismo que separa los problemas “ fácil ” y “difícil ” en la ciencia
cognoscitiva.
MENTE Y CONCIENCIA
Ya se ñalamos en este cap í tulo que el problema cl á sico mente-cuer-
po ha sido redefinido por cient í ficos cognoscitivos ( neuro-
cicnt í ficos, psicó logos y fil ósofos) como el problema de la
conciencia. En un libro reciente, Mental Reality ( Realidad mental )
el fil ósofo Galen Strawson ( 1996 ) consideró , desde todo á ngulo
concebible, la cuesti ón que estamos considerando aqu í: ¿ Qu é es la
mente ? Strawson concluye que mente es sin ó nimo de conciencia .
La esencia de la mente para Strawson no es el comportamiento
inteligente, sino, m ás bien , la conciencia subjetiva. En este punto,
estamos dispuestos a estar de acuerdo con é l .
Pero el argumento de que la mente y la conciencia son idé nticas es
precisamente el punto de vista al que Freud se opuso con tanta vehemen-
cia hace cien años, cuando introdujo por primera vez la idea de una men-
te inconsciente. Cuando Freud escribió sus primeras obras
psicoanal¡ticas, los filósofos ya estaban diciendo que lo que es esencial
en la mente es la conciencia, y no obstante Freud argumentaba que las
observaciones clínicas muestran que la conciencia es tan sólo una pro -
pialad ( variable y superficial ) de la mente. Sostiene que la mente se ex-
tiende mucho m ás allá de lo que somos conscientes, ya que todos
mostramos evidencia inconfundible de que poseemos recuerdos, inten-
ciones, etc., de los cuales no somos conscientes. Simplemente porque
no somos conscientes de esos recuerdos, intenciones, etc, ¿significa que
no son mentales? Además, aunque algunos de nuestros pensamientos
inconscientes pueden no alcanzar nunca la conciencia, todav ía ejercen
71
L CBRIRRO V RL MUNDO INTIRIOR
¿ H A Y U N A P E R S O N I T A V I V I E N D O E N L A C A B E Z A?
Frcud denominó “ego” a la parte de la mente que realiza la percep-
ció n . De hecho, como él hablaba alem á n , la llam ó Ich, que literalmente
traduce “ yo”; sin embargo, sus traductores al inglés prefirieron el tér -
mino latino “ego”. A los científicos cognoscitivos les encanta se ñ alar
que tales conceptos implican que la conciencia es lograda por una
personita -un hom únculo- que vive en la cabeza. Una explicación de
la conciencia que recurre a un concepto homuncular no es en reali-
dad una explicación; sólo ha cambiado el problema. La pregunta se
convierte en : ¿Cómo entonces el hom ú nculo se vuelve consciente ?
¿ Hay otra personita dentro de la cabeza del hom ú nculo? Esta situa-
ción lógicamente insatisfactoria se llama regresión infinita . El proble-
Ver Solms ( 1997 b ) para una discusión sobre este punto. l£ l monismo de doble
aspecto puede ser la ú nica posici ón filosó fica sensata para quienes aceptan que
existe más en la mente que la sola conciencia.
72
a | L A M I N T S T I L C B K I I K O: ¿ C Ó M O S I R I L A C I O N A N ?
ma del hom ú nculo está muy relacionado con otro problema que tam -
bién es com ú n en la ciencia cognoscitiva contemporánea : el proble-
ma de la interconexión.
PROBLBMA DE LA INTERCONEXIÓN
Conocemos mucho acerca de los procesos perceptivos en el cerebro,
especialmente de los visuales. Por ejemplo, sabemos que diferentes
regiones cerebrales se encargan de determinar qué es un objeto vi-
sual y dónde est á ( la corriente que procesa el “qué” se extiende hacia
abajo desde el lóbulo occipital hasta el temporal; la del “dónde” se
extiende hacia arriba desde el l óbulo occipital hasta el lóbulo parietal,
como se ve en la figura 2.4 ). Tambié n sabemos que existen sistemas
especializados en el cerebro visual para manejar el color, los rostros y
la información sobre movimiento. Todo lo que sabemos acerca del
procedimiento visual -que comprende hallazgos convergentes de la
neuroanatom í a y la neurofisiologí a, as í como de la neuropsicolog í a
—
humana y animal inequ í vocamente apoya el punto de vista de que
existe una gran cantidad de especialización de funciones en el pro-
ceso visual humano. La informació n que llega a la retina parece vol-
verse aun más fragmentada a medida que avanza a través del cerebro
para ser procesada por varios de estos “ m ódulos” especializados. Lo
mismo parece ser aplicable a otras modalidades perceptivas.
Corriente
-
occipito parietaJ
Corriente
occípito - temporal
FIGURA 2.4
D o s sistemas visuales
73
L CIMBRO T BL MUNDO INTBRIOR
74
2 | L A M I N T S T E L C E R E B R O: ¿C ÓM O S E R E L A C I O N A N ?
¿ P A R A Q U É S I R V E L A C O N C I E N C I A?
Aunque los neurocicnt í ficos han empezado a abordar la cuestió n de
cómo y dónde el cerebro genera la conciencia , queda la pregunta de
por qué existe la conciencia en primer lugar. Otra manera de plan-
tear esta cuestió n es preguntar: ¿ Qu é ventaja evolutiva nos otorga la
conciencia ?
75
BL CEREBRO Y BL MUNDO INTBBIOR
BNTONCES, ¿Q U É E S “ L A M E N T E ”?
Hemos llegado a las siguientes conclusiones provisionales: La mente
en sí misma es inconsciente, pero la percibimos de manera consciente
al mirar hacia dentro. Es esta capacidad de “ mirar hacia dentro”
( para introspección o autoconocimiento ) la propiedad m ás esencial
de la mente. El “ yo” que percibimos a través de la introspecció n
tambié n puede ser percibido a través de nuestros sentidos externos
como un cuerpo físico ( hecho de órganos o de procesos fisiol ógicos).
El cuerpo no es la mente. Los procesos del cuerpo no son sólo men -
tales; pueden inclusive ser realizados por m á quinas. Por eso decimos
que la mente en si misma es inconsciente. Sólo nuestras percepciones
76
a I LA MINTS r B L C I K I I R O: ¿CÓ M O S I R I L A C I O N A N?
11
I .a discusi ón ética de si estos experimentos deberí an o no realizarse en animales
no humanos es otro asunto, que trataremos brevemente en el capitulo 4 .
77
L CERBERO Y RL MUNDO INTERIOR
78
La conciencia
3 y el inconsciente
79
•L CEREBRO Y IL MUNDO INTERIOR
VISIÓN CIEGA
El termino visión ciega ( Weiskrantz, 1986 ) se aplica a los pacientes
con da ñ o en la corteza visual de los l ó bulos occipitales -la corteza
visual primaria- el punto donde la mayor í a de las fibras nerviosas
de la retina terminan (capí tulo 1 ). Estos pacientes sufren de “ceguera
cortical”: son ciegos porque la parte de la corteza que genera la con-
ciencia visual ya no funciona1. La ceguera, entonces, significa caren-
1
A lo largo de este libro, para mayor conveniencia , utilizaremos frases sueltas
como “ la parte de la corteza que genera la conciencia visual **. Lo que queremos
decir es que la activación de la parte del cerebro en cuesti ón genera actividad
neural que es el correlato ñsiológico del tipo de conciencia del cual se est á hablando
( capitulo 2 ).
80
LA CONCIINCIA T I L INCOHSCIINTI
MEMORIA IMPLÍCITA
Lo mismo ocurre con respecto a otras facultades cognoscitivas. No
es extraño que los pacientes neurológicos pierdan la habilidad de es-
tablecer nuevos recuerdos. Esta condició n se llama amnesia . Estos
pacientes no recuerdan ( recuerdo consciente) nada de lo que les
ocurre despu és del comienzo de su enfermedad o lesió n cerebral
( capí tulo 5 ). Si se les leyera una lista de palabras a estos pacientes,
despu és de algunos minutos no sólo olvidar í an las palabras, sino que
inclusive olvidar ían el hecho de que se las leyeron . Sin embargo,
como en los casos de la ceguera cortical, se les puede estimular a que
“adivinen ”, utilizando el paradigma de la selección forzada. Cuan-
do lo hacen, escogen o generan “al azar” palabras que estaban en la
lista original, en una tasa mucho mayor que si se tratara de una ca-
81
L Cismo Y I I M U N D O I N T B R I O K
82
3 L A C O N C I B N C1A Y 1L I N C O N S C I I N T I
periencia visual. Esto muestra que hay que distinguir entre dos ni-
veles o tipos de conciencia: la conciencia simple y la conciencia re-
flexiva. '1á mbién muestra que la funció n de la conciencia reflexiva está
í ntimamente conectada con el hemisferio cerebral izquierdo, por lo
tanto con las palabras ( o, más bien , “el lenguaje interior ” ). Volvere-
mos sobre estos complejos temas, en forma m ás detallada, m ás ade-
lante en este cap í tulo ( y tambié n, con mayor profundidad en el
capí tulo 8 ).
El hecho de que todo un hemisferio (casi la mitad del cerebro
anterior ) pueda , en un sentido, funcionar inconscientemente da lu-
gar a una pregunta fascinante.
¿C U Á N T A V I D A M E N T A L E S C O N S C I E N T E?
Existen varias maneras de abordar este interrogante, cada una de las
cuales lleva a respuestas un poco diferentes. Lo que todas revelan , sin
embargo, es que la conciencia es una parte muy limitada de la mente. Por
ejemplo, si la extensión de la conciencia se iguala con la cantidad de in-
formación que podemos “guardar en la mente” en un determinado mo-
mento, entonces los lectores se sorprender ían al saber que la conciencia
se restringe a sólo siete unidades de información. jNo es coincidencia que
la mayor í a de los n ú meros telefónicos sean de siete d í gitos! El rango
digital ( la capacidad de repetir una serie de d í gitos seleccionados al
azar ) es una prueba cl í nica está ndar de un aspecto de la capacidad de
la memoria funcional. ( El té rmino “memoria funcional” es sinónimo
de la habilidad para “ retener cosas en la mente” en forma consciente;
ver el capí tulo 5). Si un paciente no puede retener unos siete d í gitos,
su memoria funcional audioverbal (conciencia audioverbal ) se consi-
dera anormal. Al parecer retenemos la información visuoespacial (o
información de “ ubicación ” ) en la mente de una manera similar, pero
este aspecto de la conciencia es aun m ás restringido: la mayor ía de las
personas sólo pueden retener cuatro unidades de información
visuoespacial en la mente en un determinado momento. ( Esta capa-
cidad por lo general se prueba dando golpccitos a una serie de blo-
83
IL CIMBRO Y EL MUNDO INTERIOR
84
LA C O N O1 1N C I A Y I L I N C O N S C I E N T E
1
Kn el cap í tulo hicimos referencia a que dichos mecanismos tambi é n
2,
desempe ñ an un papel en “ interconcctar” las diversas modalidades de la conciencia
simple para formar experiencias m ás complejas ( multimodales) . Pero esta solución
al problema de la interconexi ón todav ía nos deja con el problema homuncular.
85
L CEREBRO Y BL MUNDO INTERIOR
cil ” es tan sencillo. Las conclusiones que hemos resumido hasta aho-
ra provienen de una tradición investigativa que reduce el contenido
de la conciencia a las cualias provenientes de la percepció n externa
-colores, sonidos, etc.- o combinaciones de dichas cualias y, tal vez3,
abstracciones derivadas de éstas. Sin embargo, existe un segundo
enfoque en la neurolog í a de la conciencia . Las dos tradiciones,
sorpresivamente, se integraron apenas hace poco. En tanto que la
tradició n cortical se enfoca en el contenido (o cualidades perceptivas )
de la conciencia, la segunda tradició n se enfoca en los esfuerzos de
investigación sobre el nivel (o estado ) de conciencia ( estos té rminos
fueron introducidos en el capí tulo i ).
BL TALLO CEREBRAL: N I V B L B S
(O BSTADOS) DE CONCIENCIA
El aspecto del estado de conciencia es algo en lo que los
anestesi ó logos está n muy interesados. Lo mismo puede decirse de
las familias de, digamos, las v í ctimas de accidentes de trá nsito, cu-
yos seres queridos está n inconscientes en el sentido de que está n su-
mergidos en estados de coma . “ La conciencia ” en este contexto se
refiere al estado global de estar despierto, consciente y alerta. El esta-
do de conciencia es un nivel base del estado de alerta -un “espa-
cio de trabajo global ” ( Newman y Baars, 1993 ) dentro del cual se
lleva a cabo su contenido m á s especí fico-. Es como una pá gina en la
cual se puede escribir el contenido de la conciencia . Este aspecto de
conciencia normalmente se describe en t érminos m á s cuantitati-
vos que cualitativos. En situaciones cl í nicas, el nivel de conciencia
se clasifica en una escala de 15 puntos ( la Escala de Coma Glasgow ).
La pé rdida de este aspecto de la conciencia después de un accidente
de tr á nsito ( y similares) no está causada por un da ñ o cerebral ma-
3
Decimos “ tal vez” porque no est á claro si nuestro pensamiento abstracto ocurre
o no en un medio concreto audioverbal (cf. “ lenguaje interior ”). Ver Baars y
McGovern ( 1999 ) para una discusi ó n sobre este tema .
86
L A C O N C I I N C I A Y I L I N C O N 5C I I N T I
FIGURA 3.1
El SRATE
87
L CIMBRO T BL MUNDO INTBRIOR
88
3 LA CONCIENCIA Y SL INCONSCIENTE
Núcleos
parabraquiales
>7t
Substancia
gns
periacueductaJ
FIGURA 3.2
Algunos n úcleos que forman el SRATE
89
1L C E R B E R O Y U M U N D O I N T E R I O R
90
LA CONCIENCIA Y BL INCONSCIBNTI
cia por lo tanto no sólo “ representa ” nuestro ser, sino que tambié n
nos dice cómo nos va.
L A F U N C I Ó N D E L A C O N C I E N C I A:
INTEGRAR LOS DOS MUNDOS
De repente, la función de la conciencia -que parecía tan esquiva hace
algunas pá ginas- ya encaja. ¿Cómo, sin la conciencia, sabr í a usted
cómo se siente ? Esa es la funci ón de la conciencia. No es sólo
intr í nsicamcnte introspectiva ( como dijimos en el cap í tulo 2 ), sino
que tambi é n es intr í nsicamente evalnativa , asigna valor. Nos dice si
algo es “bueno” o “ malo”, haciendo que las cosas se sientan bien o
mal (o en alg ú n punto intermedio). Para eso es la conciencia , para
sentir . ( Y por eso los psiquiatras está n interesados en modificar la
producción qu í mica de estos n ú cleos centrales del tallo cerebral ).
La función evaluativa de nuestro “estado” consciente tiene sus
ra í ces en las estructuras de monitorización visceral del centro ce-
rebral . Esta función de la conciencia es por lo tanto intrí nsecamente
biológica . Su valor evolutivo de supervivencia es obvio: ¿ Cu á nto tiem-
po sobreviviríamos si no tuviéramos una manera de monitorizar la de-
licada econom í a del medio interno de nuestros cuerpos ? Como lo
mencionamos en el capí tulo 1 , los sistemas orgá nicos de nuestros cuer-
pos sólo pueden funcionar bien dentro de una franja muy estrecha de
puntos establecidos, con respecto a la temperatura , el nivel de az ú car
en la sangre, etc. La función más básica de la conciencia, entonces, es
monitorizar el estado de estos sistemas homeostá ticos y reportar si ellos
(es decir, nosotros ) está n “satisfechos” o no.
Pero la automonitorización es sólo la función más básica de la
conciencia. Todas nuestras necesidades vitales interiores sólo pue-
den ser satisfechas en el mundo externo. El estado interno de con-
ciencia (el que nos dice, por encima de todo, cu á les son nuestras
necesidades actuales) por lo tanto tiene que estar conectado con el
estado actual del mundo a nuestro alrededor. Aunque, como hemos
visto, no es necesario estar consciente del ambiente externo con el
91
R L C1R B R R O T B L M U N D O 1 K T B R X O R
92
L A C O M C I I N C1A Y B L I N C O N S C I I N T B
DAMASIO Y FREUD
El capí tulo anterior presentó un breve resumen de la versión de Freud
sobre las superficies perceptivas de la conciencia ( Freud, 1940a
[1938]). La similitud entre el modelo de Freud y el de Damasio, que
acabamos de describir, es muy llamativa. Cuando uno de nosotros
[MSI comentó esta profunda compatibilidad con Damasio, éste de-
claró en un comentario publicado: “Creo que podemos decir que los
discernimientos de Freud sobre la naturaleza de la conciencia con-
cuerdan con los puntos de vista m ás avanzados de la neurociencia
contemporá nea” ( Damasio, 1999a, p. 38; ver también Crick y Koch,
2000 ). Existen tambié n muchos puntos de contacto entre la teoría
neu rocíen t í fica de Damasio y la de otros teóricos psicoanalistas. He
aqu í, entonces, algunas estupendas oportunidades para futura inves-
tigación conjunta entre las dos disciplinas (capí tulo 10).
L A C O N C I E N C I A E N L A S M ÁQ U I N A S
Y EN LOS MAMÍFEROS NO HUMANOS
Cuando uno se pone a pensar en el problema de la conciencia en la
manera que sugiere Damasio, la pregunta de si una m áquina puede
93
I L C I R I I I I O Y 1L M U N D O I N T I R I O R
94
L A C O N C I I N C I A Y I L I N C O N S C1 B N T I
95
IL CEREBRO T EL MUNDO INTIRIOR
96
LA CONCIENCIA T EL INCONSCIENTE
97
L CIRIIRO T IL MUNDO INTERIOR
BL INCONSCIENTE
Si extirpá ramos todas las estructuras que son los correlatos neurales
de la conciencia , ¿ qu é nos quedar ía ? En un sentido puramente des-
criptivo ,, lo que nos quedar í a ser
ía “el inconsciente ”. Pero ese “in-
consciente” no se comportar ía para nada como el Inconsciente (con
I may úscula ) de la psicologí a freudiana . No nos quedar í amos con una
caldera desbordante de impulsos instintivos. En los casos reales en
los cuales la conciencia es completamente obliterada, lo que nos
queda es una persona en estado de coma, con ninguna evidencia de
vida mental consciente o inconsciente. Esto se debe en parte a que
en tales casos la pé rdida de conciencia en realidad se puede atribuir
a la destrucción de los n ú cleos fundamentales del tallo cerebral que
realizan las funciones que Freud hubiera atribuido al “ id ”. Su falta
de actividad mental por lo tanto es atribuible a la falta de “instinto”
(capí tulo i ) y explicable segú n la organización jer á rquica que aca-
bamos de describir.
Pero, ¿existe una parte del cerebro que encarne el sistema freu-
diano “ Consciente”, la cual al lesionarse libere las funciones que é l
atribuyó al sistema “ Inconsciente” ? Sin duda que existe, pero antes
de describirla , necesitamos recordar algunos aspectos básicos de la
teor í a freudiana .
98
LA CONC1INCIA T IL 1NCONSCISNTI
COMENTARIO HISTÓRICO
SOBRE EL INCONSCIENTE DINÁMICO
Es importante recordar que Freud abandonó su idea original de que
las funciones de la mente deben ser divididas entre los sistemas Cons-
ciente (o Consciente y Preconsciente: Cs- Pcsp.y el Inconsciente ( Ies ).
En 1923, é l reconoció que la parte racional , constre ñ ida por la reali-
dad y ejecutora, ni es necesariamente consciente, ni siquiera es capaz
de volverse consciente ( Frcud , 1923 b ) . El estado consciente, para
Frcud , no era por lo tanto un principio organizativo fundamental de
la arquitectura funcional de la mente. Por lo tanto, de 1923 en ade-
lante, Freud rediseñó su mapa de la mente ( figura 3.3) y atribuyó las
propiedades funcionales que antes atribuia al sistema “Cs- Pcs *\ al
“ego”, en donde sólo una pequeña porción de las actividades del ego
era consciente (o capaz de ser consciente). El ego era principalmente
inconsciente. Su propiedad funcional central era su capacidad , no de
ser consciente, sino m ás bien , de inhibición. Frcud consideró esta ca-
pacidad ( la capacidad de inhibir las energías de los instintos) como la
base de todas las funciones racionales, constreñ idas por la realidad y
ejecutoras del ego. Esta capacidad inhibitoria era la base de lo que
Freud llamó el pensamiento de “ proceso secundario”, el cual con-
trastó con la actividad mental no constre ñ ida que caracterizaba el
“ proceso primario”. Fue esta propiedad ( m ás que la conciencia ) lo
que le otorgó al ego de Frcud -el “ yo autobiográ fico” de Damasio-
el control ejecutor sobre las funciones de otro modo autom á ticas y
biológicamente determinadas de la mente.
Entonces, cuando buscamos una parte del cerebro que, cuan-
do sufra da ñ o, libere las funciones que Frcud atribuyó al “sistema
Inconsciente”, lo que en realidad buscamos es ( 1 ) una región cere-
bral que no participe necesaria ni centralmente en las funciones de
5
Prcconscicnte, en la terminologí a de Frcud, significa capaz de volverse consciente.
( En la figura 3.3 , “ Pepe ” significa “percepción").
99
L CimiBRO T BL MUNDO INTBBIOB
Pcpc - Cs
Pcs
s
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ID
pcpc - cs
O/ Preconsciente
<</,
or * o
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^
"
*.
L/
CL
Inconsciente
a
FIGURA 3.3
Modelo estructural de la mente segú n Freud
.
(arriba , de Freud , 1923 b, p. 24; abajo , de Freud , 1933a , p. 78)
NUEVAS CONSIDERACIONES
SOBRE BL CASO DE PHINBAS GAGE
El cuadrante ventromedial de los lóbulos frontales, m ás que cualquiera
otra regi ó n cerebral , re ú ne estos criterios (figura 3.4). El da ñ o bilate-
ral en esta parte del cerebro produce, en efecto, un estado de la mente
que muestra varias propiedades que recuerdan lo que Freud describe
( 1915c ) como “ las caracter ísticas especiales del sistema Ies" . Estas
caracter ísticas funcionales son las siguientes: “exenció n de contradic-
ción mutua, proceso primario (movilidad de catexis), atemporalidad
100
LA COMCISNCIA Y BL INCONSCIINTB
FIGURA 3.4
Cuadrante ventromedial de los lóbulos frontales
6
Un seudónimo.
101
L CERBERO Y IL MUNDO INTERIOR
102
LA CONCIINCIA Y HL INCONSCIENTE
CONCLUSIONES
Estos fen ó menos cl í nicos revelan varias cosas importantes acerca de
la mente y de cómo funciona. Pero, lo m á s importante de todo, de-
muestran el principio que sostiene que es posible encontrar los
correlatos ncurales de algunos conceptos psicoanal í ticos tradiciona-
les y por lo tanto establecerlos sobre unas bases firmes y orgá nicas.
Los casos que acabamos de describir muestran que la capacidad del
“ego” para inhibir impulsos instintivos -la base misma del compor-
tamiento racional, constre ñ ido por la realidad- de alguna manera
est á ligada a las funciones de los l ó bulos frontales ventromcdiales.
En los cap í tulos siguientes, repetidamente retomaremos los hilos de
los temas sugeridos por estos casos y clarificaremos m ás lo que re-
103
HL C I M B R O Y BL MUNDO INTIMO
*
104
Las emociones
y la motivación
105
BL CEREBRO Y BL MUNDO INTERIOR
¿ Q U E S O N L A S E M O C I O N E S?
Las emociones son afines a la modalidad sensorial , una modalidad
sensorial dirigida internamente que ofrece informació n acerca del
estado actual del yo corporal, en contraste con el estado del mundo.
Agregan un sexto sentido ( la sexta modalidad de “cualia” ) a nues-
tra existencia consciente. Las emociones son el aspecto de la con-
ciencia que queda si se eliminan todos los contenidos derivados del
exterior. Si nos privaran de todas las im á genes sensoriales ( tomadas
de la percepci ó n presente y pasada ) a ú n estar í amos conscientes.
Todav í a tendr í amos conocimiento de nuestro estado interior, de
nuestro yo central . Aristó teles sugiere que hay sólo cinco maneras
de conocer el mundo, correspondientes a los cinco sentidos clásicos,
pero el mundo es m á s que el mundo externo.
106
4 | LAS EMOCIONES T LA MOTIVACIóN
107
I L C I R I I K O T I L M U N D O I N T I1I O R
FIGURA 4.1
Localización de las estructuras centrales que generan las emociones
108
4 | L A S I M O C I O N 1S T L A M O T I V A C I Ó N
109
L CIMBRO Y BL MUNDO INTIRIOR
FIGURA 4.2
Tectum y tegmento dorsal
lio
LAS IMOCIONII T LA MOTIVACIÓN
B X P R E S IÓ N D E L A S E M O C I O N E S
El aspecto perceptivo de las emociones tiene un efecto compulsivo
en nosotros. No podemos simplemente recostarnos y sentir nues-
tras emociones. Nos hacen querer hacer algo. Este “ hacer algo” de
nuevo implica la distinción interior / exterior a la cual nos hemos
referido con tanta frecuencia . El aspecto motor de las emociones
involucra procesos de descarga dirigidos hacia dentro y hacia fuera .
En el primer caso, la experiencia de las emociones est á acompa ñ ada
de la liberación de hormonas, cambios en la frecuencia cardiaca y
respiratoria, vasodilataci ón y vasoconstricción , cambios en el flujo
sangu í neo regional, etc. Externamente, las emociones se manifiestan
de varias maneras: por medio de cambios en la expresión facial, en -
se ñ ar los dientes, llorar, sonrojarse y cosas parecidas, pero también
en comportamientos complejos como gritar, correr y golpear. Algu -
nas de las descargas de emociones dirigidas hacia dentro y hacia fuera
11a
BL CIRIBRO T BL MUNDO INTIRIOX
3
Esto no significa que estas tendencias innatas a acci ón emocional no sean
nwilijicables ( ver más adelante).
112
4 | LAS EMOCIONES T LA MOTIVACIÓN
113
L CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
E M O C I O N E S B ÁS I C A S
Los datos cient íficos sobre los cuales se basa este conocimiento pro-
vienen de la observación de estructuras anat ómicas que producen
efectos emocionales confiables cuando son modificadas de alguna
manera . Los datos han sido obtenidos de la neurociencia tanto ani-
mal como de la humana, y de la psiquiatr í a biológica.
En las investigaciones con animales, la “ modificación ” puede
consistir en un aumento de la actividad de la estructura mediante
est í mulo el éctrico, o en la administración de cantidades de un men-
sajero qu í mico que se emplea con frecuencia para excitar el siste-
ma. Los resultados neurobiológicos se registran y se vinculan con
observaciones del comportamiento del animal (es imposible
monitorizar el estado subjetivo de un animal ). La activación de una
estructura también puede reducirse administrando un qu í mico que
bloquee su actividad normal, o se puede eliminar la estructura re-
4
I .a creencia de Frcud en los recuerdos filogenéticos ( “la herencia de caracterí sticas
*
adquiridas ” ) con frecuencia ha sido ridiculizada . El parece haber cre í do
( incorrectamente ) que era la frecuencia de la ocurrencia a travé s de generaciones de
estos hechos primordiales , m ás que el valor de supervivencia de ciertas maneras
de responder a ellos, lo que llev ó a que se preservaran . El lenguaje figurado que
Frcud ( 1 o 12 - 13 ) utilizó para describir este aspecto de la vida mental también creó
la ( falsa ) impresión de que los recuerdos episódicos de los eventos en si mismos
eran literalmente “ transmitidos” . La influencia de tales sucesos primordiales en
nuestros sistemas de memoria procesal o instintiva es sin duda una realidad , pero
la forma indirecta de transmisión e influencia no permite el “recordar" literalmente
( capitulo 5 ).
114
4 | LAS IMOCIONIS Y LA MOTIVACIÓN
115
1L C E R E B R O Y E L M U N D O I N T E R I O R
Sistema de B Ú SQUEDA
Conocido por mucho tiempo como el sistema de “ recompensa ”, el
sistema de B ÚSQUEDA tambi é n se asocia con los té rminos “curiosi -
dad ” , “interés ” y “expectativa ”. Este sistema proporciona la exci-
tación y la energí a que activan nuestro interés en el mundo que nos
rodea. En el lado perceptivo, genera la sensación de que algo “ bue-
no” pasar á si exploramos el entorno o interactuamos con los obje-
tos. En el aspecto motor, promueve comportamientos exploratorios,
como la b ú squeda de comida .
El comportamiento exploratorio var ía algo de una especie a otra
y tambi én depende de la necesidad particular que está activando el
sistema en un momento dado, pero por lo general comprende olfa-
tear, tocar y la exploración oral. Este sistema se activa fuertemente
durante la excitación sexual y otros estados apetitivos ( por ejemplo,
hambre, sed , o inclusive el ansia por un cigarrillo)6. Tambié n está
asociado con el juego, en especial con los juegos desenfrenados, y al -
gunas formas de agresión (en particular de la variedad depredadora,
conocida como agresión “fr ía”).
6
En Freud empleó el término sexual “libido” para denotar la función
tanto que
mental activada por nuestras necesidades corporales de todo tipo, los ncurobi ó logos
modernos hablan de “apetitos”.
116
4 | LAS BMOCIONIS Y LA MOTIVACIÓN
FIGURA 4.3
El sistema de BúSQUEDA
117
L CIMBRO T >L MONDO INTIIIOR
118
4 | LAS EMOCIONES Y LA MOTIVACIÓN
119
L CIMBRO T BL MUNDO INTERIOR
120
4 | LAS EMOCIONES Y LA MOTIVACIÓN
FIGURA 4.4
El sistema de OBSESIÓ N
121
BL CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
quirir las habilidades que son necesarias para satisfacer nuestras ne-
cesidades en el mundo exterior. Los detectores de necesidades del
hipotá lamo activan el sistema de B ÚSQUEDA para que éste genere
los comportamientos adecuados que satisfagan nuestras necesidades
biológicas reales ( necesidades nutritivas, la necesidad de reproducir-
se, etc.). De igual manera , los centros de placer del cerebro anterior
basal transmiten sensaciones placenteras para avisar al yo del tallo ce-
rebral que se ha obtenido el objeto requerido para satisfacer sus ne-
cesidades corporales reales. La calidad de “gratificació n ” de estas
sensaciones tambié n motiva al animal a realizar el trabajo necesario para
lograr estos objetivos biol ógicos. La generación del placer por sí mis-
mo no tiene un objetivo biol ógico. Al igual que el comportamiento
de autoest í mulo en los experimentos con animales, el uso de drogas
recreativas -como la coca ína y las anfetaminas ( que estimulan el
sistema de B ÚSQUEDA y por lo tanto generan experiencias positivas
de modo artificial ) y la heroí na y otros opiáceos ( que estimulan los
centros de placer directamente )- constri ñ e, o frustra , estos mecanis-
mos de adaptaci ó n . Estas drogas generan comportamientos
seudoapetitivos ( y las ansias asociadas) y seudoconsumatorios ( y las
sensaciones placenteras asociadas) que no tienen ningún objetivo útil
desde el punto de vista biológico®.
Otras psicopato / ogias El sistema de B ÚSQUEDA de un bebé re-
ci én nacido se enciende cuando es activado por una necesidad , sin
8
Algunos de los peligros del uso de drogas recreativas surgen porque (como ocurre
con el comportamiento de autocstimulo en los animales ) la preocupaci ón por la
droga puede volverse casi devoradora , y excluir los otros comportamientos ( ú tiles
biol ógicamente ). Ademá s, asi como los animales de laboratorio est án dispuestos a
trabajar supremamente duro para activar el sistema de placer, los adictos harán
grandes esfuerzos para obtener otra invecci ón de narcótico, como lo demuestra el
hecho de que recurren al robo y a la prostitución . Surgen otros peligros asociados
a que los sistemas de B Ú SQUEDA y OBSESI Ó N pueden volverse tolerantes a estas
drogas; en consecuencia se requiere un mayor uso para producir los mismos efectos.
Las drogas en cuestión tambi én pueden tener otros efectos que da ñ an más
directamente el cerebro y otros tejidos corporales ( por ejemplo, efectos t óxicos).
122
4 | LAS EMOCIONES Y LA MOTIVACIÓN
123
1L C B R I B R O Y I L M U N D O I N T E R I O R
Sistema de IRA
Más que cualquier otro, el sistema de IRA (o “ rabia-ira” ) es activa-
do por estados de frustración -cuando las acciones dirigidas a un
objetivo fallan-. El té rmino “ rabia-ira ” se emplea para denotar el
estado sentimental asociado con la excitación de este sistema. Este
termino es necesario porque no todo el comportamiento agresivo es
activado por el sistema de IRA . Los neurobi ólogos distinguen entre
dos (o tres) tipos diferentes de agresi ón . El sistema de IRA está aso-
ciado sólo con uno de ellos: la agresión llamada “caliente”. El tipo
“fr ío” de agresió n, asociado principalmente con comportamiento
predatorio, tiene poco que ver con sentimientos de ira o rabia; m ás
bien, tiene que ver con una búsqueda apetitiva y por lo tanto es im-
pulsado por el sistema dopaminérgico ya descrito. ( Hay una tercera
variedad de agresió n , asociada con el comportamiento de dominio
masculino. Los neurobiólogos clasifican este tipo de agresió n con las
“emociones sociales”, algunas de las cuales se discutirá n m ás ade-
lante). El hecho de que la agresió n tenga por lo menos dos substratos
neurales diferentes debe tener algunas implicaciones importantes
para la psicopatolog í a ( para la psicolog ía y la psiquiatr í a forenses).
124
4 | L A S I M O C I O N 1S T L A M O T I V A C I Ó N
Aqu í, por lo tanto, tenemos un á rea fruct í fera para una futura cola-
boración investigativa ( cap í tulo io ).
Los sentimientos de ira-rabia (el aspecto perceptivo de este sis -
tema ) liberan programas motores estereotipados asociados con el tan
conocido comportamiento de “luchar” (en oposición a “ huir ” ). La
respuesta de lucha tambié n se conoce como comportamiento “de
ataque afectivo”. Externamente, implica una mueca facial enseñ an-
do los dientes, casi siempre acompa ñ ada de un sonido agresivo ( por
ejemplo, un gru ñ ido). El cuerpo adopta una postura estable, de pa-
tas (o piernas ) abiertas, con las garras ( jo pu ñ os!) extendidos. Inter-
namente, hay una serie de modificaciones en el sistema nervioso
autó nomo -como aumento en el ritmo cardiaco y la redistribució n
del flujo sangu í neo a la musculatura esquelé tica necesaria para las
situaciones de “acción ” violenta (a expensas del sistema digestivo
“no pertinente a la acción ” )- que permiten que el animal se enfrente
mejor al enemigo.
Estos cambios son orquestados por las proyecciones amigdalares
de la SGPA . Como ya se mencionó, la am í gdala ( en el lóbulo tempo-
ral ) es una de las proyecciones terminales del sistema de B ÚSQUEDA ,
y está formada por varios n ú cleos diferentes. La estructura clave com-
prometida en disparar la ira-rabia es el n ú cleo medial del complejo
amigdaloide. Este sistema recorre el n ú cleo del lecho de la estr ía
terminalis y del hipot á lamo (anterior, ventromedial y perifornical)
antes de que, como los otros sistemas de comando de emociones bá-
sicas, se proyecte hacia abajo en la SGPA ( dorsal ) ( figura 4.5).
A diferencia del sistema de B ÚSQUEDA , este sistema sólo es ac-
tivado en forma esporádica . Sin embargo, cuando es tónicamente ac-
tivado a un nivel bajo, empleamos la palabra “irritabilidad ” para
describir sus efectos. Al igual que la ira-rabia , la irritabilidad por lo
general es causada por la frustración de las actividades orientadas
hacia un objetivo. La persona experimenta molestia en el trasfondo,
v el residuo de la actividad motora del sistema se manifiesta en com-
portamientos como fruncir el ceño y / o tcnsionar los m úsculos, en
125
B L C I R1B R O Y I L M U N D O I N T E R I O R
<
K
yo
Am ígdala medial
FIGURA 4.5
E! sistema de IRA
Sistema de M I E D O
El segundo sistema de comando de emociones negativas quizá s sea
el m á s intensamente investigado de todos ( para un an á lisis, ver
LcDoux , 1996 ) . Genera (en la percepción ) sentimientos de miedo-
126
4 j L A S B M O C I O N 1S Y L A M O T I V A C I Ó N
<
° yo
,
; Y>
Am ígdala
lateral / central
FIGURA 4 6
El sistema de MIEDO
127
BL CBRBBRO Y I L MUNDO INTBRIOR
128
4 ( LAS IMOCIONIf Y LA MOTIVACIÓ N
129
L C H B I I O Y 8L MUNDO INTIRIOR
mas de IRA y MIEDO para una vida mental normal. Este tipo de evi-
dencia nos ayuda a establecer las correlaciones neurales de ciertos
aspectos de la personalidad ( Kaplan-Solms y Solms, 2000 ) y tam -
bié n pueden ayudarnos a comprender mejor las maneras como los
factores gen é ticos y ambientales modifican los sistemas biológicos
que controlan la personalidad .
Sistema de PÁ NICO
El sistema de P Á NICO (o separación-angustia ) está asociado no sólo
con pá nico-ansiedad , sino tambié n con sentimientos de pé rdida y
tristeza . Esto constituye evidencia neurocient í fica del v í nculo que
los psicoanalistas han reconocido desde hace tiempos entre los ata-
ques de pá nico, la ansiedad por la separació n , y el afecto depresivo.
La operación de este sistema parece estar í ntimamente conectada con
los lazos sociales y con el proceso de paternidad / maternidad , por ra-
zones asociadas con la neuroqu í mica del sistema y la manera como
est á dise ñ ado para funcionar.
El centro del sistema separació n-angustia es el giro cingulado
anterior, que tiene extensas conexiones con varios n ú cleos
tal á micos, hipotal á micos y otros (figura 4.7 ) , incluido el n ú cleo del
lecho de la estr í a tcrminalis, del hipot á lamo prcó ptico y del á rea
ventral tegmental . Estos sitios son conocidos por su importancia
en el comportamiento sexual y maternal en los mam í feros meno-
res. Al igual que los otros sistemas de comando de las emociones
bá sicas, existen conexiones que avanzan desde estas regiones has-
ta la SGPA ( ventral ). La neuroqu í mica de este sistema est á domi-
nada por los opioides end ógenos. Tambié n hay alguna evidencia
de que la oxitocina y la prolactina está n involucradas centralmente
en la operaci ó n del sistema, lo que, como veremos en la próxima
secci ón , resalta aun m ás el v í nculo entre el sistema de P Á NICO y
el comportamiento materno.
El est í mulo de alguna de estas estructuras ( en los seres huma-
nos ) ha sido asociada con el inicio de ataques de pá nico, c inclusive
130
4 | LAS EMOCIONES Y LA MOTIVACIÓN
FIGURA 4 . 7
El sistema de PÁNICO
—en un caso- una gran depresi ón cl í nica, que se ajustaba a todos los
criterios del DSM-IV. La depresió n se alivió por completo con la
eliminación del est í mulo. En los animales, el est í mulo de este siste-
ma produce “ vocalizaciones de angustia ”, o “llamados de separa-
ció n ”. Estos var ían de una especie a otra, pero implican acciones
como llorar, aullar o gorjear. Un est í mulo sostenido de este sistema
en animales que andan libres produce una secuencia interesante de
conductas. Cuando se estimula el sistema por primera vez, produce
comportamientos de B ÚSQUEDA , junto con vocalizaciones de an-
gustia . Se presume que esto aumenta la posibilidad de encontrar a
la madre, o de ser encontrado. Despu és de un periodo m ás o menos
determinado, se cambia a un alejamiento del ambiente, cuando el
animal se a ísla y muestra una especie de comportamiento de hiber-
nació n , que parece una depresión . Este cambio en el comportamien-
to del animal, de la b ú squeda al asilamiento, podr ía estar relacionado
con el hecho de que no es seguro buscar a su madre por demasiado
tiempo, debido al riesgo de atraer la atenció n de un predador. Si ella
no est á por ah í, lo mejor es no hacerse notar y esperar que ella lo
encuentre a uno .
El papel de los opioides endógenos en este sistema nos ense ña
una interesante lección acerca de la naturaleza del apego. Esta se en-
tiende mejor describiendo las diversas maneras como puede operar
el refuerzo, temas investigados en profundidad por los conductistas
131
L CERBERO Y BL MUNDO INTERIOR
9
listo no es lo mismo que fustigo , en el cual una acción est á ligada a una mala
consecuencia . Como muchos padres saben , el castigo no es un mé todo efectivo de
promover el aprendizaje.
132
4 | LAS IMOCIONII Y LA MOTIVACIÓN
133
8L C I M B R O Y E L M U N D O I N T I R I O R
QUÉ APRENDEMOS
DE LA EXPERIENCIA
En las secciones anteriores hemos repetido las ventajas evolutivas de
estos estereotipos de comportamiento heredado y emocionalmente
impulsado. Debemos insistir, sin embargo, en que no es suficiente
tener sólo cuatro respuestas emocionales -B ÚSQUEDA , IRA , MIEDO
y P Á NICO- unidas a unos cuantos comportamientos autom á ticos
y estereotipados para desenvolvernos ante las enormes complejidades
de la vida cotidiana mam í fera. El mundo es casi infinitamente impre-
decible, y debemos modularnos y regularnos de acuerdo con eso.
Esto se refleja en el hecho de que todos los sistemas de coman-
do de las emociones básicas arriba tratados, en grados variables en
las diferentes especies, pero en un grado muy grande en los seres
humanos, está n expuestos a la influencia de mecanismos de apren-
dizaje. En otras palabras, aunque estos sistemas son innatos, por
ning ú n motivo est á n “instalados” en el sentido de ser hmtodificables.
Por el contrario, parecen estar especí ficamente dise ñ ados de mane -
ra que requiere llenar los “espacios en blanco” con la experiencia de
la vida ( y en particular la experiencia temprana ). Este tema general
se trata en detalle en los capí tulos 5 y 7, así que aqu í se ñ alaremos
sólo unos puntos espec í ficos.
Ya hemos ilustrado los puntos esenciales en los que debemos
insistir cuando describimos el papel de los mecanismos de aprendi-
zaje en relaci ón con los instintos “carentes de objeto” del sistema
de B Ú SQUEDA . El joven animal sabe que necesita algo pero no ¡o que
necesita , tiene que aprender de la experiencia cu á les objetos en el
mundo satisfacen sus necesidades y cu á les no. La ventaja evolutiva
es que este comportamiento le permite al animal adaptarse a cual-
quier ambiente en el que nazca , en donde los tipos de objetos satis-
factorios pueden variar de modo considerable. Los jó venes ( y en
especial aquellos con periodos prolongados de impotencia infantil
motriz, como los humanos ) no tienen probabilidades de sobrevivir
a este proceso temprano de aprendizaje sin la mediació n de
*34
4 | LAS IMOCIONBS Y LA MOTIVACIÓN
135
L CIMBRO T BL MUNDO INTERIOR
10
Para un aná lisis enciclopédico y multidisciplinario de la investigaci ón pertinente
a este tema , escrito especialmente para lectores psicoanal í ticos, ver Schorc ( 1994 ) .
136
4 | L A S I M O C I O N I! T L A M O T I V A C I Ó N
137
HL CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
FIGURA 4 8
Aréis frontales ventromedial y orbital
138
Memoria
y fantasía
139
L CIREBtO Y IL MUNDO INTERIOR
CODIFICACIÓN, A L M A C E N A M I E N T O,
RECUPERACIÓN Y CONSOLIDACIÓN
En la literatura especializada a menudo se hace referencia a tres eta-
pas en el procesamiento de la memoria ( figura 5 - i )a. La adquisició n
de nueva información se llama codificación, retener la información se
1
Hay varios libros que ofrecen visiones generales accesibles sobre esta literatura:
Memory and Brain ( IM memoria y el cerebro ) de Larry Squire ( 1987 ) hace énfasis
en los tenias de la ncurociencia , aunque este libro ya empieza a perder actualidad .
Searching for Memory ( En busca de la memoria ) , de Daniel Schactcr ( 1996 ) hace
é nfasis en los lemas cognoscitivos. Human Memory: Theory and Practice ( La
memoria humana : teor í a y práctica ) tambi é n ofrece una visión completa , pero más
bien t écnica , de la literatura cognoscitiva .
2
los diagramas de recuadros v flechas, como el de la figura 5.1 , nunca reflejan la
realidad de una función mental , ni intentan hacerlo. Los empleamos para simplificar
140
5 | MIMORIA Y FANTASÍA
Codificació n Recuperació n
Almacenamiento
FIGURA 5.1
Codificaci ón , almacenamiento y recuperaci ón
Codificación Recuperación
1
Consolidación
FIGURA 5.2
Codificación, almacenamiento, recuperación y consolidació n
141
SL C I H I B X O T EL M U N D O I K T I R I O R
142
5 | U I U O R 1A Y F A N T A S Í A
ALMACENAMIENTO
A CORTO Y A LARGO PLAZO
Nuestro diagrama de los procesos de la memoria se complica a ú n m ás
por el hecho de que el aspecto del almacenamiento debe dividirse en
dos componentes: uno a corto plazo y otro a largo plazo ( figura 5.3 )
La distinción entre memoria de corto y de largo plazo es probable-
mente la división más importante dentro de los sistemas de memoria
del cerebro. Tambié n es una fuente importante de confusión
terminológica. Para muchas personas, la expresión “ memoria a corto
plazo” denota recuerdos registrados durante las ú ltimas horas o d í as.
La gente dice: “¡Mi memoria a corto plazo es tan mala , que apenas
puedo recordar lo que ocurrió ayer!” En uso técnico, sin embargo,
dir í amos que estas personas está n describiendo una dificultad con su
memoria reciente. En el lenguaje t écnico, “ memoria a corto plazo”
(MCP ) se refiere a la información que está en su conciencia en este
momento, procedente de hechos ocurridos hace apenas unos segun-
dos. Tanto la memoria reciente como la memoria remota son aspec-
tos de la “memoria a largo plazo” ( MLP ). Si un paciente no puede
recordar lo sucedido ayer, por lo tanto, tiene alg ú n problema con su
memoria a largo plazo. Esta empieza apenas unos segundos antes. Es
en parte por esta ambigü edad que en la actualidad el término “memo-
ria a corto plazo” está dejando de ser usado en la ciencia cognoscitiva y
Codificación Recuperación
MCP
MLP
FIGURA 5.3
Memoria a corto plazo ( MCP) y memoria a largo plazo ( MLP)
143
L CBRBBRO T EL MUNDO INTERIOR
14A
5 | M I N O R I A T FANTASÍA
3
Brcuer y Freud anotaron desde i 895 que la conciencia y la memoria , en este
sentido, son mutuamente cxcluyentcs ( Freud , 1893d ).
145
IL CIMBRO Y IL MUNDO INTIRIOR
L A F I S I O L O G Í A D E L A C O N S O L I D A C I Ó N:
LAS C ÉLULAS QUE DISPARAN JUNTAS •
146
5 | MINORIA Y FANTASIA
147
L CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
contemporá nea ( cap í tulo 3 ). Nadie duda que una huella de la memo-
ria a largo plazo pueda ser activada sin que aparezca una experiencia
asistente como una reminiscencia consciente. En efecto, la mayorí a de
los procesos de la memoria se dan así . Estos procesos son descritos
como implícitos. Cuando una huella a largo plazo es activada y tra í da
al conocimiento consciente (es decir, cuando adem ás de ser activada,
queda disponible en el “amortiguador” temporal de la memoria de
trabajo funcional, ya mencionado) decimos que se ha vuelto explíci-
ta. ( Un buen ejemplo de esta distinció n se expuso en el capí tulo 4, en
148
s | MEMORIA T FANTASÍA
DIVERSIDAD MNEMÓNICA
Se supone que Freud dijo que una vez se establece un recuerdo,
*
nunca se puede olvidar. Esta no era su opinión en realidad, pero sin
duda él sí hizo énfasis en la notable persistencia de la memoria 4. Una
memoria a largo plazo es sin lugar a dudas algo muy duradero.
La razón por la cual los recuerdos a largo plazo son tan dura-
deros es que por lo general quedan codificados en varios lugares; en
cierto sentido, los recuerdos está n “ por todas partes” en el cerebro.
4
Lo que Frcud realmente dijo fue lo siguiente: “Quizás debemos contentarnos
con afirmar que lo que es el pasado en la vida mental puede ser preservado y no es
necesariamente destruido. Siempre es posible que aun en la mente algo de lo que es
viejo sea borrado o absorbido . . . hasta el punto de que no pueda ser restaurado o
revivido de ning ú n modo; o que la preservaci ó n en general dependa de ciertas
condiciones favorables. Es posible, pero no sabemos nada acerca de esto. Sólo
podemos aferramos al hecho de que es más bien la regla que la excepción el que el
pasado sea preservado en la vida mental" ( Freud , í qjo*, pp. 71 -72 ).
149
EL CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
MEMORIA SEMÁNTICA
La memoria semá ntica es “ una red de asociaciones y conceptos que
sostienen nuestro conocimiento básico del mundo , significados de pa-
labras, categor
ías, datos y proposiciones, y cosas similares” (Schactcr,
1996, p. 151, el é nfasis es nuestro). Este conocimiento se almacena
como informació n en tercera persona , como la que se encuentra en
una enciclopedia. Comprende fragmentos de información objetiva
acerca del mundo y sus operaciones, hechos como “los perros tie-
nen cuatro patas” y “ Londres es la capital de Gran Breta ñ a ”. No
150
5 | MINORIA T FANTASÍA
151
BL C I R I I R O Y BL M U N D O I N T E R I O R
152
MIMORIA Y FANTASÍA
^
texto- que sea codificada en la corteza ¿w rtf / estereoceptiva. La red
de asociaciones y conceptos que comprende la memoria sem á ntica
se presenta como un “directorio'' de conexiones entre las im á genes
concretas que est á n representadas en la corteza de modalidad
especí fica ( Melusam , 1998 ). Por lo tanto, estos directorios pueden ,
en gran medida , estar “ localizados” en las á reas de “asociaci ón ”
cortical que unen a las varias cortezas unimodales entre sí ( figura
5.4 ). Esto se aplica en particular a las regiones temporal posterior y
parietal inferior, que forman el eje de la unidad funcional del cere-
bro que Luria ( 1973 ) llamó la unidad que recibe, analiza y almacena
información ( capí tulo 1 ). Sin embargo, como va se dijo, el lector no
debe confundir estos puntos nodales en las redes asociativas con las
redes mismas. Las huellas mismas de la memoria está n distribuidas
%
El presente recordado
La ambigü edad en las fronteras entre la memoria sem á ntica y la per-
cepción se refleja en algunas anomal í as curiosas en nuestra
categorización de pacientes con da ño en estas regiones del cerebro.
Por ejemplo, aunque los pacientes que no son capaces de recordar
nombres nos dicen que algo no funciona en su “ memoria”, nosotros
FIGURA 5.4
Corteza “ da asociación ” posterior
153
IL CIRIIIIO Y IL MUNDO INTIRIOK
154
5 | MEMORIA V FANTASÍA
155
IL CIRIIRO Y L M U N D O INTIRIOft
156
5 | MEMORIA Y FANTASÍA
MBMORIA PROCESAL
La memoria procesal es un tipo de memoria “corporal ”. Es la me-
moria para las destrezas motoras habituales, o, m ás generalmente,
destrezas perceptomotoras o ideomotoras. “ Nos permite aprender des-
trezas y saber cómo hacer las cosas” (Schacter, 1996, p. 135 , el énfasis
es nuestro ): el conocimiento acerca de cómo caminar, cómo ordenar
bloques en torres, cómo escribir, cómo tocar el piano. Como dijimos
antes, muchas de estas destrezas se aprenden en exceso, tanto que a
menudo pensamos que son aspectos de la memoria . No obstante, como
destrezas aprendidas, recuperadas cuando es apropiado, eso es lo que
son. Dependen del tipo correcto de experiencia y de mucha prá cti-
ca. La repetició n constante en una fase de aprendizaje es de parti-
cular importancia para la memoria procesal, cuyas ra í ces evolutivas
son mucho m á s profundas que las de la memoria sem á ntica. Todos
los niveles de habilidad ideomotora , desde caminar hasta tocar el
piano, son destrezas que se aprenden poco a poco. Las destrezas
como aprender a montar en bicicleta también son muy resistentes a
deteriorarse con el tiempo. Por lo tanto un aforismo que a menudo se
relaciona con las destrezas procesales es que éstas son “difíciles de
aprender, difíciles de olvidar”.
Existe un grado de superposición entre la memoria procesal y la
sem á ntica , ya que muchas destrezas motoras est á n codificadas y
guardadas tanto en forma procesal como sem á ntica. Una manera ú til
de distinguirlas es pensar en la diferencia entre nuestra destreza
concreta al jugar un juego en particular y, digamos, nuestro conoci-
miento abstracto de las reglas de ese juego.
La distinción entre la memoria procesal y la memoria sem á ntica
es subrayada por el hecho de que, despu és del da ñ o cerebral , pue-
den analizarse independientemente la una de la otra . Es bastante
com ú n para los pacientes neurológicos perder sus habilidades habi-
tuales, pero conservar el conocimiento abstracto sobre las habilida-
des que han perdido. De acuerdo con esto, los estudios de imagenología
*57
BL CIMBRO Y U MUNDO INTERIOR
Corteza
premotora Corteza
parietal
inferior
S
\ / i CAY:.
A
X
VA y Ganges.
S' bá sales
/
I
/
Cérchelo
FIGURA 5.5
Reglones que intervienen en el aprendizaje procesal
7
La TEP pornografía de emisi ón de positrones ) y la RMF ( resonancia
magn é tica funcional ) son t écnicas que revelan la activación relativa de diferentes
parles del cerebro al registrar el nivel de actividad mctabó lica ( la cual refleja el
ritmo con el cual est á n disparando las cé lulas ) en diferentes regiones del tejido
cerebral . El empleo de estas t écnicas cuando alguien realiza una tarea en particular,
y la comparación de los resultados con los de otra tarea diferente, revelan las
diferencias en las partes del cerebro involucradas en las diferentes tareas.
158
5 | MIMORIA Y FANTASÍA
159
EL CERBERO T EL MUNDO INTBRIOft
160
s | M I M O R1A y F A N T A S Í A
l6 l
L CIMBRO Y IL MUNDO INTIRKOR
“estar all í ” ) lo que combina las huellas para formar una experiencia.
*
Esta es otra manera de decir lo que se dijo en el capí tulo 3 en relación
con la conciencia en general: es el YO lo que une nuestras representa-
ciones fragmentarias del mundo en experiencias unificadas y vividas.
El vinculo en la unión yo-mundo es por lo tanto el propio YO .
Parece entonces que hemos redescubierto, desde el punto de
vista neurocient í fico, el hecho obvio de que lo que sentimos acerca
de nuestras experiencias es lo que las hace susceptibles a “ represión ”.
Aunque podamos tener un registro sem á ntico, perceptivo, o proce-
sal perfectamente bueno de un suceso, las m ú ltiples huellas
cstcroccptivas de esc suceso tienen que ser llevadas a una conexión
concurrente con ( y por ) un YO que siente y es sensible, para que el
evento sea revivido en forma consciente (es decir, sea un recuerdo
episódico). Cualquier cosa que impida estas conexiones puede des-
terrar un recuerdo de la conciencia expandida .
Todo esto sugiere que cuando los psicoterapeutas hablan de re-
cuerdos inconscientes de eventos personales, a lo que se refieren es
a lo que serían los recuerdos guardados de tales acontecimientos si
pudieran vivirse de nuevo. Los recuerdos inconscientes de los suce-
sos ( recuerdos episódicos inconscientes) son recuerdos episódicos
“como-si ”. No existen como experiencias hasta que no sean reactivados
por el YO actual. Entretanto, sólo existen , como tales, en forma de
huellas procesales y sem á nticas ( h á bitos y creencias).
162
5 | MEMORIA Y FANTASÍA
^ ry’ í
>r
Hipocampo
FIGURA 5.6
El hipocampo
163
BL CERBERO T BL MUNDO INTERIOR
164
s | MEMORIA Y FANTASÍA
166
s | MEMORIA Y FANTASÍA
167
1L C I M B R O Y B L M U N D O I N T H R I O R
168
s | MEMORIA r FANTASÍA
169
I L CEREBRO Y I L MUNDO 1NTIRKOR
DESÓRDENES DE RECUPERACIÓN
Hasta ahora , nos hemos enfocado casi exclusivamente en las etapas
de codificación y almacenamiento de la memoria ( figura 5.1 ). Aun-
que la amnesia asociada con el da ñ o hipocampal se manifiesta como
una incapacidad para recuperar recuerdos episódicos pospatológicos,
esto no se debe a ninguna anormalidad en los mecanismos de recu-
peració n del cerebro perse. Estos recuerdos no se pueden recuperar
porque no fueron codificados en una forma episódica apropiada en
primer lugar. Los desó rdenes de la memoria asociados con anorma-
lidades de recuperación son totalmente diferentes.
La figura 5.7 nos recuerda que el hipocampo forma parte de
un complejo circuito de estructuras ( l í mbicas ). Anidado dentro del
l ó bulo temporal , que hace parte de la unidad funcional para la re-
cepción , el an á lisis y el almacenamiento de la información (cap í tulo
1 ), el hipocampo puede describirse como el extremo perceptivo del
sistema l í mbico. A trav és de un manojo grueso de axones ( el fórnix ),
que va alrededor del dicncé falo, el hipocampo se proyecta a un
grupo de estructuras anidadas dentro de la parte “ motora ” del ce -
170
S | MEMORIA T FANTASÍA
Talamo Fornix
Giro
angulado (
anterior s
( erebro anterior
basal
*
v
f
m
.
Hipot ilamo
Hipocampo
Cuerpo
Amí gdala mamilar
FIGURA 5.7
El hipocampo y sus conexiones
hemos conocido por a ñ os; ¡ayer nada m ás, usted estaba sentado aqu í
y tomamos una copa juntos!” Estos pacientes no olvidan: recuerdan
mal , esto es lo que se llama confabulación.
171
EL CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
La confabulación es la caracter
ística distintiva primordial entre
las formas de codificació n y recuperación del sí ndrome amn ésico.
Los pacientes de Korsakoff no olvidan , ni tienen lagunas en sus re-
miniscencias. M ás bien , estas reminiscencias contienen material que
no pertenece all í . Estudios cuidadosos de estos pacientes han reve-
lado que los recuerdos falsos no llegan de la nada . Más bien , son
fragmentos de recuerdos reales mezclados de manera inapropiada.
(M ás adelante, discutiremos algunas implicaciones importantes de
estos estudios para la psicología profunda ). El término acronogénesis,
que significa un desorden en la secuencia del tiempo, se emplea a
veces para describir estos errores de la memoria. Los pacientes que
sufren de acronogé nesis pueden contarle algo que sucedió hace diez
a ñ os como si hubiera ocurrido ayer. Resulta que el problema de la
secuencia temporal no es la ú nica caracter ística de los errores
confabulatorios. Otra caracter ística muy interesante de estos pacien-
tes es su incapacidad para distinguir entre recuerdos y no-recuerdos.
Con frecuencia los sue ñ os, los recuerdos de experiencias reales y los
pensamientos del d ía se confunden entre sí (Solms, 1997a ).
Un ejemplo de este fen ómeno refleja la naturaleza de la
dificultad con mayor claridad . En una evaluación cl í nica está ndar de
la memoria, a uno de estos pacientes se le leyó la siguiente historia:
172
s | MINORIA Y FANTASIA
¿U N S E G U N D O T I P O
D E O R G A N I Z A C I Ó N D E L A M E M O R I A?
Hemos dicho que el hipocampo tiene una participación importantísima
en la codificación de recuerdos episódicos, y que cuando se da ñ a, los
recuerdos episódicos literalmente desaparecen (como tales). Sin em-
bargo, cuando las estructuras diencefá licas y frontales vcntromediales
que soportan la recuperación de la memoria episódica se da ñan, los
recuerdos no desaparecen , sólo pierden su organizació n ver ídica y
racional. Esto se debe a que se da ñ an las estructuras que normalmente
sistematizan el proceso de recuperación seg ú n los requisitos de la rca-
173
8L C E R E B R O Y E L M O N D O I N T E R I O R
174
5 | MEMORIA Y FANTASÍA
175
BL CIRIBRO T BL MUNDO INTERIOR
LOS LÓ B U L O S F R O N T A L E S,
LAS EMOCIONES Y LA MEMORIA
En el capí tulo 4 repasamos la neurobiologí a de los diversos siste -
mas centrales de las emociones. Estos intervienen en el aprendi-
176
5 | MEMORIA Y FANTASÍA
177
L CIMBRO T IL MUNDO INTIRIOR
178
5 | MIMORIA Y FANTASÍA
179
BL CEREBRO Y BL MUNDO INTERIOR
180
Sueños
y alucinaciones
Los sue ñ os son el tema principal de este cap í tulo. Son aluci-
naciones que todos experimentamos, y que muchos han consi-
derado como una forma “ normal ” de psicosis. Freud se
interesó de manera especial en los sueñ os porque él creí a que,
si pod í a entender su mecanismo, podr í a comprender algo fun-
damental acerca de la enfermedad mental . En las ú ltimas sec-
1
181
BL CEREBRO Y BL MUNDO INTERIOR
DIFICULTADES EN LA
INVESTIGACIÓN DE LOS SUEÑOS
Los sue ñ os son notoriamente dif í ciles de investigar desde el pun-
to de vista cient í fico. Por lo tanto, este cap í tulo tambié n se refiere
a las preguntas metodol ógicas sobre cómo se han investigado los
mecanismos cerebrales del sueñ o. Se advierte sobre los peligros de
utilizar m é todos inadecuados para investigar estados psicol ógicos
complejos, y sobre las ventajas de utilizar m á s de un m é todo
cient í fico para estudiar un tema dif í cil y elusivo. En el pasado, una
de las fallas del psicoan á lisis era que, a pesar de la gran compleji-
dad de su tema, depend í a de un solo m é todo para sacar sus con-
clusiones, pero esto ha empezado a cambiar un poco en los ú ltimos
a ñ os. Revisar los hallazgos de un m é todo confrontá ndolos con otros
permite que se reduzca al m í nimo el sesgo asociado con el uso de
un solo m é todo. Nuestro an á lisis del cerebro que sue ñ a se apoya
en los hallazgos de trabajos neurofisiol ógicos en animales, estudios
de sue ñ o y estudios de imagenolog í a funcional en seres humanos
ncurol ógicamcnte intactos, así como en investigaciones cl í nicas y
experimentales de pacientes con lesiones cerebrales focales.
EL SUE ÑO REM
Una discusión sobre los mecanismos del sueñ o en el cerebro no pue-
de empezar sin haber antes introducido el fen ó meno de sue ñ o de m o-
vimientos oculares rápidos ( REM , por su sigla en ingl és ) porque el
sue ñ o REM ha llegado a conocerse como el “dormir soñ ante’1. Sin
embargo, como veremos, es un error equiparar los dos fen ómenos.
En efecto, la combinación del sue ñ o REM con los sueñ os es uno de
los errores sustanciales que han surgido de la impropiedad
metodológica en este campo.
182
6 | S U B Ñ O S T A L U C I N A C I O N!J
2
En efecto, !a erección del pene durante el sueño REM es tan confiable que
constituye la base para una de las investigaciones más ampliamente utilizadas sobre
impotencia masculina . Si se mide la tumescencia del pene durante el sueño y el
sujeto tiene erecciones durante el REM , es probable que su impotencia tenga un
origen psicológico.
183
L CIKIIRO Y IL MUNDO INTIRIOR
184
6 | SO *AOS T ALUCINACION
**
aunque pudiera haber elementos hom ólogos muy cercanos entre los
estados REM en humanos y en otros mam í feros, no tenemos mane-
ra de saber si lo mismo corresponde a sus sueños. Cuando los inves-
tigadores pasaron de estudiar seres humanos a otros animales, la
monitorización de los sue ñ os (como tales ) de sus sujetos tuvo que
ser abandonada .
FICURA 6.1
Sitio de lesión pira eliminar el sueAo REM
185
L CIRIIKO Y *L MUNDO INTBRIOlt
Tegmento /
mesopontino
N úcleo del
rafé dorsal
Núcleo
locus coeruleus
FIGURA 6.2
El generador del “ estado de los sueflos ”
res posteriores confirmaron que el sue ñ o REM sólo puede ser elimi-
nado por completo creando lesiones bastante grandes en el puente
( figura 6.1 ) (Joneís 1979 ) - En pocas palabras, estos estudios demos-
traron que, sin importar qu é sea el sueñ o REM , era causado por estruc-
turas en el tallo cerebral pontino. Las implicaciones de este hallazgo
fueron enormes. Ya que en el tallo cerebral residen todas nuestras fun-
ciones mentales má s elevadas (es decir, cognición representativa; ver
los capí tulos 1 y 2 ), las investigaciones iniciales concluyeron que el
sue ñ o REM ( l éase: soñar ) es una actividad enteramente “sin inteligen-
cia". De aqu í surgieron serios cuestionamientos a cualquier teor ía psi-
col ógica de la causa de los sue ñ os, no siendo la menos importante de
ellas la teoría freudiana de que los sue ñ os son causados por estados
deseosos de la mente. La siguiente cita es de uno de los trabajos m ás
influyentes en este campo:
186
6 | SUE ÑO S Y ALUCINACIONES
187
I L C1R B I R O Y B L M U N D O I N T B R I O R
188
6 J SUR ÑO f y ALUCINACION **
1977 ). Esta parecí a ser una extensió n leg í tima del primer modelo,
porque el sue ñ o REM y el so ñ ar eran considerados en esencia lo
mismo. Llamaron éste el modelo de síntesis de activación. Este aspec-
to de activación del modelo sostiene ( ya no nos sorprende ) que el
so ñ ar es activado por mecanismos colin é rgicos en el tallo pontino.
Como ya hemos anotado, se cree que esta activación -que en reali-
dad causa el so ñ ar- es “neutra en cuanto a motivación". El aspecto
de síntesis del modelo argumenta que el cerebro anterior, así activa-
do, d é bilmente trata de reunir (o sintetizar ) las representaciones
conscientes sin significado ( im á genes, pensamientos y sensaciones de
la memoria ) que son estimuladas al azar desde abajo. N ó tese una vez
3 Se
descubrió posteriormente que hay cambios periódicos interesantes en nuestro
estado mental cuando estamos dapicrios, en un ciclo de qo minutos, lo que bien
puede relacionarse con el ciclo RKM / N R E M durante el sue ño. Sin embargo, los
efectos son mucho más dramá ticos durante el sue ño, en parte porque cuando
estamos despiertos hay una enorme cantidad de material sensorial de la realidad
externa . Durante el sueño (cuando la otra informaci ón se elimina ) este mecanismo
oscilatorio parece dominar.
189
B L C I R I I R O Y B L M U N D O 1N T B B I O B
190
6 | SUlAOS Y ALUCINACION IS
191
8 L C I R I I R O Y E L M U N D O I N T 8 R I O*
este m étodo implica hacer una observación de que una función men-
tal se pierde despu és de una lesión localizada del cerebro. En el famo-
so caso de Broca, discutido en el capí tulo 2, se perdió el lenguaje. El
aspecto anat ómico del m é todo cl í nico-anatómico implica averiguar la
extensión y la localización precisas del da ñ o cerebral que causó la pér-
dida de dicha función mental. En los tiempos de Broca , los investiga-
dores ten ían que “esperar” a que sus pacientes murieran para realizar
este tipo de observaciones. Hoy en d í a , esta investigació n puede
realizarse en sujetos humanos vivos, utilizando la tecnolog í a de
imagenologí a cerebral4. La autopsia del paciente de Broca , Leborgne,
revel ó un á rea de da ño en el lado inferior izquierdo del l óbulo frontal.
Broca concluyó que éste es el substrato de la capacidad para hablar,
porque cuando se da ñ a , se pierde el habla.
Esta conclusión resultó ser un poco simplista. Sabemos que otras
partes del cerebro participan en un complejo sistema funcional que
contribuye al habla y al lenguaje (capí tulo 2 ); no obstante, inclusive
estos otros componentes del substrato neural para el lenguaje fueron
identificados empleando el m é todo cl í nico-anatómico. A partir de
1861, por lo tanto, el principio orientador en la neuropsicolog ía se -
gu í a siendo el mismo: para demostrar que la actividad en una de-
terminada parte del cerebro es el correlato neural de una funció n
mental especí fica, es necesario vincular el da ño a esa regió n con un
d éficit en dicha función5. Jones (1979 ) así lo demostró, para el sue ño
REM , en los gatos; investigadores posteriores del sue ñ o confirmaron
que esta correlació n cl í nico-anatómica tambi é n serv í a para las per-
sonas (en casos de lesiones que ocurrieran naturalmente). El v í nculo
entre el puente y el sueno REM por lo tanto está claro, en los seres
192
6 I SUE ÑOS Y ALUCINACIONES
SUEÑOS NREM
El descubrimiento de que el da ñ o al tallo cerebral pontino no produ-
ce una pérdida de la capacidad de soñar en los seres humanos llevó a
los investigadores a darse cuenta tard íamente de las observaciones
antes desatendidas que parec í an apuntar en la misma dirección ( de-
rivadas de otros métodos, m ás apropiados a la investigación del sueño
humano que a la investigació n en gatos y ratas). La principal v í cti-
ma de esta negligencia fue el trabajo de David Foulkes ( un psicólo-
go de Chicago ) y sus colaboradores. Foulkes ( 1962 ) se concentró en
los sueñ os NREM , que, de acuerdo con la ense ñ anza cl ásica , se su-
pon ía que eran muy escasos. Lo que él encontró fue que con sólo
parafrasear la pregunta que se les hacía a las personas cuando des-
—
pertaban en el laboratorio del sue ñ o decirles “¿Qué pasaba por su
mente ?” en lugar de “¿ Estaba so ñ ando? ”— las personas informaban
que estaban experimentando actividad mental compleja durante el
193
BL CEREBRO Y BL MUNDO INTERIOR
6
Una afirmación similar fue hecha recientemente por 'Pore Nielsen ( 2000 ). Nielsen
sugiere que aunque estus sueñ os ocurren durante el sue ño NRF.M , tal como lo
definen los criterios fisiológicos estándares aprobados en el ramo durante más de
30 a ños ( Rechtschal íen y Kales, I Q 6 8 ), probablemente son generados por
intrusiones de la fisiolog í a REM en el estado NREM . I ,os sueños NREM , seg ú n
Nielsen , son por lo tanto sue ños REM “encubiertos”. Hobson se aferró con tanto
entusiasmo a este salvavidas para su teor ía que en efecto fue tan lejos como para
afirmar ( en I lobson , Pace-Scholt y SticLgoId , 2000 ) que ¡“Todo el sueño es sueño
REM , más o menos"!
194
6 | SUlftOS Y ALUCINACIONES
195
L CIRBIKO T IL MUNDO INTIRIOIt
7
I .n contribuci ón de estos sobrantes de la vigilia a los sue ñ os puede ser una fuente
de lo que Freud ( 1900a ) llamó los “residuos del d í a" en los sue ñ os.
n
Esta impactante coexistencia de un aumento en la activación del cerebro durante
el sueño en progreso llevó a los primeros investigadores de lo que luego vino a
conocerse como el “sue ño REM ”, a llamarlo “sue ño paradó jico".
196
6 | SUBAOS Y A L U C I N A C I O N!
*
197
BL C l M I R O Y BL MUNDO INTIRIOX
¿C U Á L BS EL “IMPULSO PRIMARIO”
DEL PROCESO DE S O Ñ AR?
Si ya no se puede sostener que el tallo cerebral pontino contiene el
generador causal primario de los sue ños, entonces ¿cu á l es el impulso
primario de los sue ñ os? Dijimos antes que los estudios cl í nico-ana-
198
6 | *
S U B Ñ O S T A L U C I N A C I O N!
199
1L C I M B R O Y L MUNDO tNTBRtOR
9
Oí ros investigadores han realizado estudios similares, y todos han arrojado
hallazgos compatibles con los de Hraun . Debido a las restricciones tecnológicas,
hasta ahora no ha habido estudios de imagenología funcional del cerebro durante
la iniciaci ón del sueño, o del final de la ma ñana, cuando el soñar se disocia del
estado REM . Sin embargo, estas limitaciones pronto será n eliminadas cuando la
tecnologí a RMF se aplique al soñar cuando se duerme.
200
6 | SUE ÑOS Y ALUCINACIONES
rebral pontino que activan el estado REM estuvieran muy activos du-
rante el sueñ o REM . M ás interesante es qué más descubrió.
La teor í a de la sí ntesis de activación hubiera predicho que la
activación de tallo cerebral del REM deberí a activar globalmente el
cerebro anterior, generando así las im á genes aleatorias sensoriales,
motoras, emocionales, de recuerdos y de pensamientos que confor -
man la supuesta “espuma ” de los sue ñ os. Esto no es lo que Braun
encontró. En su lugar, observ ó que durante los sue ños REM sólo se
activaron partes muy especí ficas del cerebro anterior, en tanto que
*
otras partes estaban inactivas por completo. Esta es prueba de un
sorprendente patró n de disociación entre los niveles de activació n
de diversas partes del cerebro anterior durante el sue ñ o, lo que su-
giere que los sue ñ os son construidos por mecanismos del cerebro
anterior muy especí ficos. Adem ás, las partes del cerebro anterior que
Braun descubri ó que eran m ás activas durante los sue ñ os eran pre-
cisamente las partes que al ser da ñ adas por lesiones cerebrales eli -
minaban o alteraban de alguna manera los sue ñ os -y, viceversa, las
partes menos activas eran aquellas que cuando se da ñ aban no ten ían
ning ú n efecto sobre el soñ ar (Solms, 1997a )-. Por lo tanto Braun
FIGURA 6.3
Arriba: el cerebro que sueAa. Abajo: el cerebro emocional
201
L CERBERO Y IL MUNDO INTRtIOR
202
6 | SUE ÑOS Y ALUCINACIONES
203
L C H I M O y 1L M U N D O I N T I1I O R
FIGURA 6 4
Leucotomí a frontal modificada
204
6 | SUlAOS T ALUCINACIONES
205
L CIMBRO Y EL MONDO INTERIOR
11
I vos psiquiatras por lo general no describen éste como el sistema de B ÚSQUEDA .
Este t érmino lo emplean ú nicamente quienes trabajan en la neurobiologia de las
emociones. Sin embargo, ambas literaturas conocen este conjunto de rutas como
el sistema ascendente mesocórtico- mesol í mbico de la dopamina . Los psiquiatras
con frecuencia describen este conjunto de rutas como el sistema D2 ( o segundo
sistema de dopamina ) . As í que las diferentes disciplinas han desarrollado
terminologí as separadas para describir los mismos sistemas neuroanat ómicos y
ncuroquimicos.
? o6
6 | SUE ÑO S T ALUCINACIONES
12
Esta conclusión es controvertida y todav ía es cuestionada \ ehemcnlcmcnte por
Hobson y su escuela . Ver Pacc-Schott et ai ( obra en publicación ) para una visión
general de todos los argumentos a favor y en contra de este punto de vista.
207
L CIMBRO Y BL MUNDO INTIXZOR
te por lo tanto una serie obvia de ví nculos entre el soñ ar, la psicosis
y la operación del sistema de B ÚSQUEDA 13. Hobson, en su argumento
original contra la teor ía del sue ñ o de Freud , dijo: "‘estos hechos eli-
minan completamente cualquier posible contribució n de ideas (o su
substrato neural ) al impulso primario del proceso de los sue ñ os”, y
argument ó que el impulso real de los sue ñ os era “de motivació n
neutral ” ( Hobson y McCarley, 1977, p. 1338 ). A la luz de la actual
evidencia neurocient í fica, parece bastante inapropiado afirmar que
los sue ños no son causados por las “ideas” y que son instigados por
un proceso “de motivació n neutral ”. Por el contrario, parece que
existe una conexión inextricable entre el soñar y las ideas motiva-
das (afines, quizás, a los “deseos” freudianos).
13
En este contexto, es de algú n interés que Freud ( 1924b [ 1923 ], 1940 a ( 193 S ])
creyera que los estados psicólicos resultaban de que los instintos libidinosos
(apetitivos ) abrumaran el ego ( es decir, de la acción del sistema que motiva nuestro
interés en los objetos del mundo ) . I ^a posición de Ereud es por lo tanto bastante
consistente con el hecho de que algunos aspectos de la psicosis ( no menos que los
sue ñ os ) parecen provenir de una sobreactivación del sistema de H Ú SQUKDA . La
discusi ón completa de esta interesante posibilidad est á má s allá del alcance de este
libro.
208
6 I SUBÑOS Y ALUCINACIONES
FIGURA 6 5
LAS tres zonis visutles
209
B L C I R I1R O Y B L M U N D O I N T B B I O B
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6 | SUE ÑOS Y ALUCINACIONES
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IL CIMBRO T L MUNDO INTERIOR
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6 | S U B Ñ O S Y A L U C I N A C I O N!?
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L CERRERO T IL MUNDO INTERIOR
214
6 | SUEÑOS T ALUCINACIONES
por que los dos niveles del contenido del sue ñ o se diferenciaban de
forma tan marcada . Su respuesta, por supuesto, fue la censura. Aqu í
pudo haberse equivocado; la aparente falta de lógica y la extra ñ eza de
los sueños puede deberse a la naturaleza inherentemente “regresiva ”
del proceso de soñar. El simple hecho de que el sistema se vea forza -
do a funcionar de la manera como lo hace, en donde los sistemas
ejecutores de los lóbulos frontales no pueden programar, regular y
verificar el producto de la parte posterior del cerebro anterior, bien
puede producir la diferencia entre los contenidos latentes y
manifiestos, sin necesidad de introducir la función adicional de cen-
sura. Las transformaciones simbólicas sobre las cuales Freud llamó
la atención podrían , por lo tanto, ser simplemente el producto de los
mecanismos no restringidos del lóbulo parietal operando a la inversa,
como “descomponiendo el tejido del pensamiento en su materia pri-
ma” ( Freud , 1900a , p. 543).
No obstante, muchos observadores estar ían de acuerdo en que
la evidencia neurocient í fica a ú n no tiene un peso decisivo sobre es-
tos importantes temas. La evidencia disponible no nos puede decir
si las distorsiones que parecen ser introducidas entre los pensamien -
tos latentes y manifiestos de los sueñ os son motivadas de manera
tendenciosa o no. Por ahora , tendremos que valernos de las t écni-
cas puramente psicol ógicas para evaluar la validez de este aspecto
de la teor í a del sueñ o de Freud . Aunque en la ciencia son deseables
las l í neas m ú ltiples y convergentes de evidencia , ciertos tipos de pre-
guntas psicol ógicas no pueden ser respondidas por los m é todos
neurocicnt íficos.
En conclusión , la neurociencia moderna ha logrado entender
mucho acerca de las bases biol ógicas de los sue ñ os, en particular las
regiones del cerebro y los procesos psicol ógicos que parecen ser
importantes para el estado de so ñ ar. Este conocimiento es bastante
consistente con la teor í a psicoanal í tica de Frcud sobre los sue ñ os,
aunque ser í a inapropiado decir que esta teor í a ha sido comprobada
directamente. Los mecanismos neurales de los sue ñ os parecen su-
215
L C I K1I K O T B L M U N D O I N T B R I O B
216
Influencias genéticas y ambientales
en el desarrollo mental
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7 | INFLUENCIAS GEN ÉTICAS Y AMBIENTALES
EN EL DESARROLLO MENTAL
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BL CEREBRO Y BL MUNDO INTBRIOlt
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7 | I N F L U E N C I A S C I N ÉT I C A S T A M B I E N T A L E S
EN EL DESARROLLO MENTAL
¿Q U É E S E L “A M B I E N T E”?
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8L C I M B R O Y 8L M U N D O I N T I R I O R
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7 INFLUENCIAS G E N ÉT I C A S Y AMBIENTALES
BN EL DESARROLLO MENTAL
DIFERENCIAS SEXUALES
El tema de las diferencias sexuales es muy adecuado para nuestros
propósitos. Parecer í a que no hay nada que refleje mejor la “deter-
minació n gen é tica" que la diferencia entre los ni ñ os y las ni ñ as. Los
machos y las hembras son patentemente diferentes desde el comien-
zo en su anatom í a f ísica, y las diferencias está n establecidas con clari-
dad en sus cromosomas. Estas diferencias anató micas fundamentales
est á n ligadas en la forma m á s obvia con la reproducción sexual , y
por lo tanto parecen predecir ciertas diferencias necesarias en el
comportamiento instintivo. En efecto, se cree com ú nmente que los
ni ñ os y las ni ñ as son muy diferentes en muchos aspectos de sus dis-
posiciones de comportamiento, emocionales c intelectuales. ¿ Hasta
qu é punto estas diferencias psicológicas est á n determinadas por la
gen é tica ?1
Hay 23 pares de cromosomas que contienen nuestros genes. Los
hombres y las mujeres comparten 22 de ellos; sólo se diferencian de
manera sistem á tica un par: las mujeres ( normalmente ) tienen lo que
se llama un par “ xx" en el cromosoma 23, en tanto que los hombres
tienen un par “xy". Por lo tanto la diferencia está en un cromosoma
Y . ES interesante que la sociedad le d é tanta importancia a la di-
ferencia entre los hombres y las mujeres, cuando en realidad todo
se reduce (en té rminos gen éticos) a la diferencia en un cromosoma
entre 46. Es obvio que es mucho más lo que compartimos que lo que
nos diferencia.
223
1 1 C8RRRRO Y 8L MUNDO INTERIOR
fetales que producen las células del sexo se conocen como gónadas.
Estos órganos son los mismos tanto en los ni ñ os como en las ni ñ as,
hasta un momento específico en el proceso de maduración . En este
punto, el cromosoma Y ejerce su influencia decisiva. Una corta secuen-
cia de genes en el cromosoma Y produce una sustancia llamada fac-
tor de determinación de los testículos. Este factor act úa sobre las
gónadas e influye en la función de transcripción de los genes en sus
células de tal manera que un órgano que de otro modo se hubiera
desarrollado naturalmente como un ovario, se convierte en test í culo.
Con la omisión de algunos detalles menores que no afectan los
temas principales, ésta es la esencia de la distinción macho-hembra.
Al igual que ocurre con otros mecanismos biológicos que son com-
prendidos a cabalidad , es posible manipular este mecanismo de modo
experimental . Específicamente, el factor que determina los test ículos
puede ser introducido de manera artificial durante el periodo cr í tico
en la maduración de un feto XX (femenino)’. A pesar de la “ huella”
( genot í pica) femenina del cromosoma de cada célula en el cuerpo, el
resultado es que el animal de allí en adelante se desarrolla como un
macho anatómico ( fenot í pico). A la inversa, si la producción del fac-
tor determinante de los test í culos en un feto ( masculino ) XY se
inhibe, el animal seguir á desarrollá ndose dentro de las l í neas feme-
ninas ( predeterminado). Este es el primer y m ás decisivo paso en el
desarrollo de las diferencias sexuales. Y claramente, aun en esta etapa
básica , es posible que los factores ambientales alteren el proceso de
una manera radical.
Testosterona
Durante el segundo trimestre del embarazo, cuando los test ículos
comienzan a desarrollarse, sus células secretan la hormona llamada
testosterona . lodo lo dem ás que distingue a los machos de las hem-
2 Este experimento se llevó a cabo por primera vez en 1991 ( para detalles, ver
LcVay, 1994 , p. 20).
224
I N F L U E N C I A S G E N ÉT I C A S Y A M B I E N T A L E S
BN EL DESARROLLO MENTAL
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L CERBERO Y EL MUNDO INTERIOR
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EN EL DESARROLLO MENTAL
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L CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
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7 | I N F L U E N C I A S C I N ÉT I C A S Y A M B I E N T A L E S
IN IL DESARROLLO MENTAL
Cuerpo
calloso
\ \
<
lí
. Svo
>7
*
/
NIHA - 3
FIGURA 7 1
Cuerpo calloso y NIHA- 3
4
Para los más interesados en estad í sticas: El tamaño de la diferencia sexual en
estas funciones cognoscitivas es “ por lo com ú n del orden de una cuarta parte de la
desviaci ón est á ndar’' (Springer & Dcutsch , 199H , p. 156 ) . Como analogí a , las
pruebas de cuociente intelectual está n dise ñadas para tener una media de 100, y
una desviación está ndar de 15 . Las diferencias que mencionamos aqu í son tales
que si el puntaje promedio del grujió “superior” (digamos, las mujeres en una
prueba verbal ) fue de 106, entonces el grupo “inferior” tendr í a un promedio de
aproximadamente 102 ( es decir, cuatro puntos: aproximadamente una cuarta parte
de la desviación estándar de 15 ) . Obviamente, los efectos son muy reducidos.
229
L cmmo Y IL MUNDO INTIIIOR
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7 | INFLUENCIAS GEN ÉTICAS Y AMBIENTALES
EN EL DESARROLLO MENTAL
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L ClftllKO Y BL MUNDO INTBRIOR
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7 | INFLUENCIA) C I N ÉTICAS Y AMBIENTALES
IN IL DESARROLLO MENTAL
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L C E R I I X O T 1L M U N D O I N T E R I O R
5
LeVay ( 1994 , p 125 ) se ñala : ( 1 ) es dif í cil establecer confiablemente la incidencia
de la homosexualidad en diferentes grupos de edades; ( 2 ) pudo haber influencias
distintas al estrés ( por ejemplo, normalmente los padres pudieron haber estado
ausentes de la familia durante la guerra ) . ( Ver tambi én Bailey, Willerman y Parks,
99 Ü -
234
7 | I N F L U E N C I A S G E N ÉT I C A S Y A M B I E N T A L E S
EN BL DBSARROLLO MBNTAL
El efecto multiplicador
Hemos dicho ya que las diferencias gen éticas entre los hombres y
las mujeres son min ú sculas. Las diferencias anatómicas y fisiológicas
que surgen de esas diferencias gen éticas tambié n son bastante pe-
que ñas en comparaci ón con lo que tienen en com ú n . Los efectos
psicol ógicos de estas peque ñ as diferencias, no obstante, se multipli-
can durante el desarrollo. Los efectos simples de las expectativas de
los adultos ( las cuales en sí mismas tienen causas complejas) son bien
reconocidos. Por ejemplo, quienes cuidan a los bebés les hablan m ás
a los bebés vestidos de mamelucos color rosado que a los de azul, e
interact ú an m ás desde el punto de vista físico con los mismos bebés
vestidos de azul ( Rogers, 1999). En cambio, el “efecto multiplicador”
es menos conocido. Los ni ñ os que son , por ejemplo, naturalmente
m ás activos y agresivos, en contraposició n a protectores y sociables,
236
I N F L U E N C I A S C I N ÉT I C A S Y A M I I I N T A U S
IN IL DESARROLLO MENTAL
237
L C H U R O T BL MUNDO INTIRIOR
anotar que estos cambios son causados por el lamido, no por la hor -
mona subyacente que (en condiciones normales) lo estimula. Aqu í,
entonces, tenemos un ejemplo de cambios neuropsicológicos indu-
cidos por la testosterona que no son mediados en forma directa , sino
por las respuestas ambientales que provoca la hormona.
Una observación final se refiere a uno de los estudios que men-
cionamos con anterioridad , en el cual se indujo el comportamiento
sexual caracter ísticamente femenino en ratones machos X Y al
estresar a sus madres al final de su embarazo. Se hizo un seguimien-
to a estos hallazgos: la mitad de los ratones “ homosexuales” fueron
criados por hembras adultas que ten í an actividad sexual ( no necesa-
riamente sus madres biológicas, sino hembras adultas que ten í an ex-
periencia sexual ). La otra mitad fue criada por hembras adultas
inexpertas en el plano sexual. El resultado fue una diferencia enor-
me en el posterior desarrollo sexual de los dos grupos. La inciden-
cia de comportamientos sexuales “caracter ísticamente masculinos”
aumentó a 50% en el primer grupo, en tanto que sólo 2% de las ratas
del segundo grupo desarrollaron en alg ú n momento sexualidad
masculina caracter ística.
Aunque las madres humanas no tienden a lamer el á rea anogenital
de sus infantes, es muy posible que también interactú en con sus in-
fantes masculinos y femeninos de manera diferente. Como se sugirió
antes, los estudios indican que las madres muestran algunos tipos de
contacto íf sico con los cuerpos de sus bebés varones significativamente
con mayor frecuencia que con sus bebés ni ñ as. Esto bien puede pro-
mover cambios morfológicos diferenciales, quizás aná logos a los que
se observan en las ratas, en los cerebros de sus infantes.
CONCLUSIONES
Este capí tulo ha tratado de demostrar que las diferencias ambienta-
les y gen é ticas son absolutamente inextricables. El genotipo (el dise-
ñ o seg ú n el cual estamos construidos) est á expuesto a una amplia
gama de manipulaciones, ya que se expresa en un contexto ambien -
238
7 | INFLUENCIAS GENÉTICAS Y AMBIENTALES
BN IL DESARROLLO MENTAL
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Palabras y cosas: los hemisferios
izquierdo y derecho del cerebro
241
L CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
ORÍGENES
El interés en la contribución asimétrica que los dos hemisferios ha -
cen a nuestra vida mental se remonta al célebre informe del caso Bro-
ca en 1861 , el cual ya hemos mencionado más de una vez. Los lectores
recordará n que el paciente de Broca , “Tan-Tan ” -quien perdió el
habla después de un accidente cerebrovascular- sufrió da ñ o en el lado
izquierdo del cerebro, principalmente en la parte inferior y posterior
del lóbulo frontal (conocida ahora como el área de Broca ). Cuatro a ñ os
despu és, Broca describió un grupo más grande de casos con desórde-
nes similares, todos los cuales ten ían lesiones aproximadamente en la
misma á rea. En efecto, sólo entonces Broca se dio cuenta de que sí
importaba cu á l lado del cerebro sufrí a da ñ o. Surgió entonces la idea
de que el lenguaje estaba ligado a las funciones del hemisferio cere-
bral izquierdo. Broca tambié n sugirió que la lateralización del lengua-
je hacia la izquierda podría estar relacionada con el hecho de que la
mayoría de los seres humanos son diestros ( y por lo tanto que el he-
misferio derecho podr ía ser dominante para el lenguaje en los zurdos ).
La relación entre ser diestro o zurdo y el dominio hemisfé rico para el
lenguaje resultó ser un poco m ás complicada ( para un an á lisis, ver
Springer y Deutsch , 1998). Para fines de este capí tulo, sólo conside-
raremos el caso sencillo de asimetr í a hemisférica “com ú n ” (que se
encuentra en casi todas las personas diestras).
242
8 P A L A B R A S Y C O S A S : L O S H B M I S P1 R I O S
IZQUIERDO Y DERECHO DEL CEREBRO
s.
Corteza
auditiva
primaria
FIGURA 8 1 FIGURA 8 2
Corteza de proyecci ón Corteza de asociación
243
L CEREBRO V EL MUNDO INTERIOR
de que la mayor
—
obviamente basadas en el lenguaje1 y, sin duda , tambié n el hecho
ía de las personas son diestras- llevó a la conclusión de
que el hemisferio izquierdo de alguna manera dominaba sobre el de-
recho.
Este punto de vista fue cediendo a medida que nos dimos cuenta
de que ambos hemisferios eran “dominantes” (o, para ser m ás exac-
tos, “especializados” en funciones diferentes ). Por ejemplo, los pacien-
tes con da ñ o en el hemisferio derecho parec í an tener una dificultad
particular para copiar dibujos, y con tareas de construcci ó n en ge-
neral . Tambié n parecían estar particularmente discapacitados con
respecto a la orientació n topográ fica . Para mediados del siglo vein-
te, ya era muy aceptado que, si bien el lenguaje era la funció n pri-
mordial del hemisferio izquierdo, el derecho se especializaba en la
cognición espacial.
244
8 I P A L A B R A S Y C O S A S: L O S H E M I S F E R I O S
IZQUIERDO Y DERECHO DEL CEREBRO
í as sobre la asimetr
Principales teor í a lateral
Se han expuesto varias generalizaciones ( para un an á lisis, ver
Springer y Deutsch, 1998, pp. 292-301 ). Por ejemplo, se ha sugeri-
do que el hemisferio izquierdo se especializa no en el lenguaje per
se, sino en una función más fundamental de la cual depende el len-
guaje, como es el procesamiento de información analítica o secuencia!.
Se afirma , por analogí a , que el hemisferio derecho se especializa no
en la cognición espacial como tal sino, m ás bien , en el procesamien-
to bolístico y simult áneo. La tabla 8.1 presenta una lista representati-
va de dichas dicotom ías funcionales.
T A B L A 8 . 1 D I C O T O M Í AS IZQUIERDA-DERECHA
Hemisferio “dominante ” ( izquierdo ) Hemisferio "menor ” ( derecho )
Verbal No verbal o perceptivo
Simbólico Visuocspacial
Verbal Visuocspacial
Anal í tico o lógico Perceptivo o sinté tico
Preposicional Apositivo
Anal í tico Holistico
Propositivo Imagen visual
245
L CIRIIRO Y IL MUNDO INTIRIOR
246
P A L A B R A S Y C O S A S: L O S H H M I S P B R I O S
IZQUIERDO Y DBRBCHO DBL CBRBBRO
PSIQUIATRÍA, PSICOANÁLISIS
Y ASIMETRÍA HEMISFÉ RICA
Tristemente, los argumentos sencillos relacionados con la asimetr ía
hemisfé rica encontraron un p ú blico receptivo en la comunidad
psicoanalitica. Una afirmació n que ha sido repetida en la literatura
psicoanal í tica ( para un an á lisis, ver Kaplan-Solms y Solms, 2000)
puede rastrearse hasta un trabajo publicado por David Galin en 1974.
Galin afirmaba que en el hemisferio izquierdo -el lado verbal, ana-
l í tico y l ógico- se aloja el sistema de la conciencia de Freud , con su
modo de pensar de “ proceso secundario”. En contraste, en el he-
misferio derecho -el lado concreto, hol ístico, intuitivo- se ubica el
inconsciente y por lo tanto el pensamiento del proceso primario.
Los psicoanalistas que han repetido y propagado esta afirmación
casi invariablemente han empleado argumentos por analogía para pro-
bar su punto, basando éstos en generalizaciones acerca de las supues-
tas funciones hemisféricas subyacentes que acabamos de exponer. El
argumento com ú n , primero propuesto por Galin (1974), es que ya que
tanto el sistema Ies como el hemisferio derecho piensan en forma no
verbal e ilógica, deben ser uno y el mismo, y mutatis mutandis con res-
pecto al sistema Cs y al hemisferio izquierdo.
247
SL CBRBBRO Y BL MUNDO INTBRXOR
248
P A L A B R A S Y C O S A S: L O S H E M I S F E R I O S
IZQUIERDO Y DERECHO DEL CEREBRO
249
L CEREBRO Y IL MUNDO INTERIOR
M ÁS A C E R C A D E L A N B U R O A N A T O M ÍA
DEL LENGUAJE
Con base en los estudios de lesiones, y m ás recientemente por me-
dio de técnicas de imagcnologí a funcional, tenemos una compren-
sión completa de la organización anatómica que Freud ( 1891 b) llam ó
el “aparato del habla ”4. La información del habla llega a la corteza
auditiva primaria (a en la figura 8.3); ésta es la región que registra el
sonido. Directamente adyacente a esta regió n est á la corteza de aso-
ciación auditiva ( b en la figura 8.3). Esta región divide el sonido en
unidades reconocibles. Sólo algunos son sonidos del habla
reconocibles; éstos se llaman fonemas. Todas las lenguas se
estructuran a partir de fonemas, pero cada una reconoce diferentes
fonemas. Por ejemplo, los que hablan xhoi ( una lengua sudafricana )
emplean una variedad de sonidos clic que transmiten un significado
verbal, mientras que los clics nunca se usan en el inglés oral. De igual
manera , los angloparlantes distinguen entre los sonidos de la “1” y
la “ r ” , pero en japon és no se reconoce esta distinci ón. El da ño a esta
parte del cerebro en el hemisferio izquierdo deteriora la funció n de
reconocimiento de fonemas, lo que da lugar a un desorden de
comprensión del habla ya mencionado: la afasia de Wernicke. Es-
tos pacientes pueden producir lenguaje pero no comprenden lo que
oyen , y como su propia producción ling üística no est á modulada de
forma apropiada por rctroalimcntació n auditiva, su lenguaje oral
tambié n es anormal . Para descifrar la informació n audioverbal en-
4
Para aná lisis detallados de los conceptos ncuropsicol ógicos modernos, ver
Uradshaw y Maitingley ( 1995 ), Feinbcrg y Farah ( 1997 ), Heilman y Valenstein
( 1985 ), Kolb y Wishaw ( 1990 ), Luria ( 1973 ) , McCarthy y Warrington ( 1990 ), o
Walsh ( 1985 ).
250
P A L A B R A S Y C O S A S: L O S H B M I 5 F B R I O S
IZQUIERDO Y DERECHO DEL CBRBBRO
FIGURA 8 3
Áreas sensoriales del lenguaje
trante, no sólo los fonemas sino también las palabras y las oraciones
completas tienen que ser estabilizadas en la memoria a corto plazo5.
Las palabras son grupos de fonemas que, en parte por asociació n con
informaci ón visual (codificada en las estructuras occí pito-tempora-
les; c en la figura 8.3 ), provocan imá genes concretas en la mente de
quien escucha , haciendo que los sonidos adquieran significado, liste
es el nivel de an á lisis léxico (en oposici ón al fonológico). Las lesio-
nes que afectan este sistema causan anomia ( o, en casos m ás seve-
ros, afasia amnésica ), una forma extrema del fen ómeno “en la punta
de la lengua’", en el cual uno sabe el significado de la palabra que trata
de usar, pero no puede recuperar su fonologí a. Lo mismo puede
ocurrir a la inversa : los pacientes con da ñ o en esta á rea general
registran la estructura fonológica de las palabras, pero no pueden
recuperar el significado asociado (esto se llama alienación del significado
de las palabras).
La ulterior estabilizaci ón de oraciones completas re ú ne meca -
nismos de la MCP audiovcrbalcs en la región mediotemporal ( d en la
figura 8.3). Con frecuencia es necesario almacenar un buen n ú mero
de palabras en la memoria a corto plazo antes de que se pueda en-
tender el significado de la oració n pronunciada ( consideremos por
ejemplo el alem á n , en donde el verbo con frecuencia viene al final
5
Los sistemas tic MCP est án organizados segú n lineas de modalidad cspcc í lica,
como se describe en el capitulo 5 .
251
BL CEREBRO Y BL MUNDO INTERIOR
252
P A L A B R A S Y C O S A S : L O S H 1M I S P E R I O S
IZQUIERDO Y DERECHO DEL CEREBRO
FIGURA 8 4
Areas motoras del lenguaje
253
L CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
M ÁS A L LÁ D E L A C O M U N I C A C I ÓN
Freud afirma que unir las palabras a los pensamientos hace posible
que esos pensamientos sean llevados a la conciencia . En efecto, en
un trabajo llamado “ El Inconsciente” ( Freud , 1915c ), explicó que
ésta era la razó n fundamental de su “cura de conversación”. La re-
presió n implica que se retiran las asociaciones verbales de los pro-
gramas de motivación y la cura de conversación los reconecta. Por
254
P A L A B R A S Y C O S A S: L O S H B M I S P B R I O S
IZQUIERDO Y DERECHO DEL CEREBRO
255
V
T
FIGURA 6 5
Lesión en una paciente que perdió sus pensamientos
Esta figura está basada en imágenes por TC y muestra una serie de cortes horizontales desde la parte inferior
det cerebro ( parte superior izquierda de la figura) hasta el v é rtice ( parte inferior derecha de la figura)
256
P A L A B R A S Y C O S A S: L O S H E M I S F E R I O S
IZQUIERDO Y DERECHO DEL CEREBRO
miento, pero antes de que pudiera hacer algo con él, se le iba . Así
como no era capaz de retener lo que otras personas le decí an, tam-
poco era capaz de retener lo que ella “ se decía”. Era como si su con-
ciencia se hubiera convertido en un colador. Lo mismo ocurr í a
cuando trataba de conversar con otras personas. Formulaba las pa-
labras que quer í a decir, pero antes de expresarlas se le desaparecían,
dejá ndola sin habla y confundida.
La gravedad de esta afección fluctuaba. En ocasiones, la se ño-
ra K notaba que toda su mente estaba “en blanco”, todos sus pensa-
mientos estaban perdidos, no sólo aquellos relacionados con las cosas
que hab í a oído o quer í a decir. Como se comprenderá, este estado
mental, en el cual ella no pod ía pensar de manera consciente en nada,
era aterrador y embarazoso. Respond ía yé ndose a la cama y espe-
rando a que sus pensamientos “ volvieran ”, lo que sol ía ocurrir pa-
sado un tiempo. Cuando la se ñ ora K estaba en casa durante los fines
de semana, con frecuencia se apartaba de las interacciones sociales
y se sentaba en silencio en un lugar privado, como su alcoba, espe-
rando a que su “ mente volviera ”, como ella decía.
En té rminos cognoscitivos, es comprensible que sus pensamien-
tos desaparecieran de esta manera . Esta paciente sufrió da ño a la
región med í o temporal del hemisferio izquierdo, la que en condicio-
nes normales guarda las cadenas de palabras en la memoria a corto
plazo. El da ñ o a este sistema afecta no sólo la capacidad de retener
en la mente las palabras que uno oye, sino tambié n las que uno ge-
nera en su propia conciencia. Esto se explica porque se emplea el
mismo “amortiguador” tanto para las palabras que se generan en el
interior como para las que son percibidas desde el exterior 7. Como
el sistema audioverbal de la paciente no pod ía guardar sus pensa-
mientos generados internamente en la memoria a corto plazo, éstos
desaparecí an. Esto parece confirmar el planteamiento de Frcud ( y
m
Observamos una situaci ón an á loga referente al amortiguador visual MCP en los
sueñ os (cap í tulo 6).
257
BL CEREBRO Y BL MUNDO INTERIOR
* Nótese que en estos casos b conciencia central permanece intacta (cf. el capitulo 3).
9
Lo mismo se aplica al su /tere a ( kaplan-Solnis y Solms, 2000).
^
258
P A L A B R A S Y C O S A S: L O S H B M I S P B R I O S
IZQUIERDO Y DBRICHO DBL CEREBRO
FIGURA 8.6
Lesión en paciente con afasia de Broca
259
BL CIMBRO Y EL MUNDO INTERIOR
las palabras para hacerlo. Una de las muchas cosas que quer ía con-
tarle a su terapeuta era que ahora se sent ía “ medio hombre”. Para
comunicar esto dibujaba una figura de un hombre, trazaba un corte
vertical , y decí a: “ hombre... medio.. . medio”. Esta comunicación
ten í a mucho significado. Transmit í a la esencia de su situació n emo-
cional , incluidas sus ramificaciones reprimidas, y al mismo tiempo
las vinculaba de manera simbólica a su situación neurol ó gica
( hcmiparctica ). Habí a perdido su masculinidad y la autoestima que
la acompa ñ a. Sin embargo, trabajó muy duro en su psicoterapia para
aceptar estas pérdidas y al final fue capaz de construir una nueva vida
viable para sí mismo, basada en nuevas premisas y prioridades.
En resumen , éste era un paciente que prácticamente no pod ía
hablar, y no obstante era capaz de sacar beneficio productivo de su
terapia psicoanal í tica -la llamada cura de conversación- para negociar
el doloroso proceso de duelo y adquirir nuevas perspectivas acerca
de sí mismo que le permitieron soportar, con gran coraje, circuns-
tancias que derrotar í an a mucha gente con cerebros intactos.
Ni este caso, ni el de la señora K sustentan la hipótesis de Galin .
Nótese que aunque este paciente -como la se ñ ora K- sufrió da ño
en el hemisferio izquierdo ( donde se supone que se aloja el sistema
Cí), su conciencia y su ego ejecutores no fueron afectados de manera
perceptible. Es claro que las consecuencias mctapsicol ógicas hipo-
t é ticas de separar las “ presentaciones de palabras” de los “objetos”
o “cosas” inconscientes que representan (supuestamente en el he-
misferio derecho) sólo ocurren , si es que lo hacen, cuando se da ñ a
una peque ñ a parte del hemisferio derecho. La unión de la concien-
cia reflexiva al proceso del pensamiento por lo tanto es sólo un as -
pecto del funcionamiento del hemisferio izquierdo. Y las grandes
deficiencias del ego ( ejecutor) predichas por la hipó tesis de Galin
no parecen materializarse en lo absoluto cuando hay lesiones del
hemisferio izquierdo.
260
PALABRAS Y COSAS: LOS HBMISFBRIOS
IZQUIERDO Y DERECHO DBL CERBERO
FIGURA 8.7
Lesión en paciente con deficiencias de regulación del comportamiento
261
IL CERBERO Y EL MUNDO INTERIOR
M ÁS ACERCA D E LA NEUROPSICOLOG ÍA
DEL HEMISFERIO DERECHO
Se ha dicho convencionalmcnte que el hemisferio derecho se espe-
cializa en la cognición espacial ( ver “Asimetr ía de las funciones men-
tales", en este capí tulo). Cuando el da ñ o en la corteza de asociación
en el hemisferio izquierdo produce desó rdenes en varios aspectos del
lenguaje, el da ñ o a las partes equivalentes del hemisferio derecho
produce desórdenes de cognición espacial. Estos pacientes no pue-
den dibujar una bicicleta sin desalinear sus partes; no pueden co-
piar una construcci ó n sencilla hecha con bloques infantiles, ni
pueden aprender la ruta de su cama al ba ñ o ( para un an á lisis deta -
llado, ver DcRenzi , 1982 ). Sin embargo, algunas funciones del he-
misferio derecho no encajan bien bajo el t í tulo de “cognici ó n
espacial". Esto se evidencia en el sí ndrome m ás com ú n luego de un
262
P A L A B R A S Y C O S A S: L O S H E M I S F E R I O S
IZQUIERDO Y DERECHO DEL CEREBRO
Descuido
Los pacientes con este desorden descuidan (es decir, ignoran ) el lado
izquierdo del espacio ( para un aná lisis detallado, ver Robertson y
Marshall , 1993). Si , por ejemplo, usted se para a la derecha de un
paciente así y pregunta: “ ¿ Có mo está , se ñ ora Jones? ”, es probable
que ella responda: “Bien , gracias”. Si usted se hace a su izquierda y
le hace la misma pregunta , quizás no le haga caso. Esto no es por-
que ella no lo vea o no lo oiga. El descuido es un desorden de a ten-
ción más que de percepción . Este problema afecta no sólo a los objetos
en el espacio externo, sino inclusive al lado izquierdo del propio cuerpo
del paciente. Estos pacientes con frecuencia se afeitan sólo el lado
derecho de la cara, visten ú nicamente los miembros del lado dere-
cho, y comen sólo el alimento del lado derecho del plato.
Anosognosia
La anosognosia significa desconocimiento de la enfermedad. Cuando la
se ñ ora Jones dice que está “ Bien, gracias”, en realidad quiere decir eso ,
aunque (como paciente con una lesión considerable en el hemisferio
derecho) es probable que el lado izquierdo de su cuerpo este paraliza-
do. Aunque no pueden caminar y necesitan usar una silla de ruedas para
transportarse, estos pacientes afirman estar bien e insisten en que no
les pasa nada . Al no darse cuenta de sus incapacidades y sus
racionalizaciones acerca de sus problemas, llegan al punto del delirio
( para ejemplos detallados, ver Ramachandran , 1994; Ramachandran y
Blakslee, 1998; Turnbull , 1997). Si, por ejemplo, a una paciente que
263
BL CEREBRO T IL MUNDO INTB *I O R
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IZQUIERDO Y DERECHO DEL CEREBRO
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L CEREBRO Y EL MUNDO INTIRIOR
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P A L A B R A S Y C O S A S: L O S H E M I S F E R I O S
IZQUIERDO V DERECHO DEL CEREBRO
FIGURA 8 8
Región perisllviana derecha
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L C I M B R O Y BL MUNDO INTIRIOR
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P A L A B R A S V C O S A S: L O S H B M I S P B R I O S
IZQUIERDO Y DERECHO DEL CEREBRO
DUELO Y MBLANCOLÍA
Las fallas en el proceso de duelo se manifiestan de muchas formas.
En un famoso trabajo llamado “ El duelo y la melancol í a ”, Frcud
( igi 7e [1915 J ) contrastaba el proceso normal del duelo con la pato-
logí a de la melancol í a (es decir, la depresión cl í nica ). El afirmaba que,
en el duelo, la persona acepta poco a poco la pé rdida entregando
(separá ndose de ) el objeto de amor perdido, en tanto que en la de-
presión esto no puede ocurrir porque el paciente niega la pé rdida.
No se puede aceptar una pé rdida si no se reconoce que ésta ha ocu-
rrido. Frcud decí a que esto particularmente tend í a a ocurrir si el
apego original al objeto perdido habí a sido narcisista (en un apego
narcisista , no se reconoce el estado de separaci ó n del objeto amado
y se trata como si fuera parte del yo. El narcisismo se contrasta con
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E L C I R B I R O Y 1L M U N D O I N T E R I O R
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IZQUIERDO Y DERECHO DEL CEREBRO
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L C B R B B R O Y B L M U N D O I N T8 R I O R
CONCLUSIÓN
En este capí tulo, junto con un breve an á lisis de la neuropsicología de
la asimetría hemisférica cerebral, hemos tratado de presentar dos te-
mas adicionales que ocupan nuestro interés en los capí tulos finales de
*
274
El yo y la neurobiología
de la “cura de conversación”
CÓ M O F U N C I O N A L A M E N T E , E N P O C A S P A L A B R A S
En el capí tulo 2, sugerimos que el aparato mental se puede
conocer de dos maneras. Mirando hacia dentro, obtenemos
275
1L C I U B I R O Y I L M U N D O I N T B R I O R
276
9 | EL YO Y LA NEUROIIOLOGf A DI LA
"C U R A D E C O N V E R S A C I ó N"
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EL CERBERO Y EL MUNDO INTERIOR
278
9 | BL YO Y LA NBUROBIOLOGÍA DB LA
“CURA DB CONVERSACIÓ N*
RECUERDOS HEREDADOS:
LAS B M O C I O N E S BÁS I C A S
Edificado sobre las bases de la conciencia central, hablando tanto
conceptual como anatómicamente, se encuentra un conjunto de co-
nexiones que codifican las relaciones yo-objeto de trascendencia
/
279
L CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
1
For supucslo, esto no quiere decir que ninguno de los “contenidos” de los sistemas
de comando de las emociones básicos est é previamente conectado. Tampoco implica
que haya una peque ña superposición entre nuestras clasificaciones individualizadas
del mundo. 1 .a estructura bá sica de la clasificaci ón está determinada por nuestros
sistemas de valores compartidos y guiados biol ógicamente , y gran parte de lo que
experimentamos ( en particular en un momento dado de la historia , en una cultura
determinada ) no es exclusiva de un individuo.
280
9 | EL TO T LA NIUROIIOLOOIA DE LA
‘C U R A D E C O N V E R S A C I Ó N ”
LA CONCIENCIA EXPANDIDA
Como vimos en el capí tulo 5, gran parte de la memoria humana es
inconsciente, y nunca se hace consciente, aunque eso no significa que
no influya en la conciencia. La mayor parte de lo que hacemos de
manera consciente, en nuestra vida diaria, depende de los sistemas
impl ícitos ( inconscientes ) de memoria , los cuales influyen sobre
nosotros sin que nos demos cuenta. Cada uno de nuestros momen-
tos conscientes est á constituido por sucesos inconscientes, deriva-
dos de un pasado personal y biológico el cual por lo general ni
siquiera imaginamos. Los recuerdos “heredados" determinan la for-
ma de los sistemas de comando de las emociones básicas. Los obje-
tos “ buenos" y “ malos” arriba mencionados determinan el contenido
-
0
21 j otra variedad principal de la memoria expl í cita es, como se trata en el capitulo
5, la “memoria semá ntica” - memoria de hechos en oposición a sucesos .
2 S1
L CEREBRO Y EL MUNDO INTBRIOR
282
9 | HL YO Y LA NIUROBIOLOGiA DI LA
“C U R A D I C O N V E R S A C I Ó N*
FIGURA 9.1
Lóbulos prefrontales
283
BL CERBERO Y BL MUNDO INTERIOR
¿C Ó M O F U N C I O N A B L S I S T E M A E J E C U T O R?
Aunque a veces es mejor tomar decisiones rá pidas sobre la acció n
sin tener que pensar en ellas, los lóbulos frontales ofrecen la posibi-
lidad de demorar ( inhibir ) tales decisiones en beneficio de pensarlo .
El pensarlo puede ser considerado como actuación imaginaria, me-
diante la cual se evalúa el resultado de una acción potencial. Esto se
logra activando los programas de acción visualizados mientras se
evita ( inhibe ) la salida motora. Actuar sin actuar es pensar (actuar
de manera imaginaria ) . La inhibición es por lo tanto el prerrequisito
y el medio del pensamiento.
Los l ó bulos prefrontales maduran después del nacimiento,
principalmente en dos aumentos repentinos hacia los 2 y los 5 a ños
de edad , pero contin ú an desarrollá ndose a lo largo de las primeras
dos d écadas de vida . Por lo tanto, “dependen de la experiencia ” en
alto grado. Las experiencias que moldean la actividad de estos me-
canismos ejecutores en los primeros a ños de vida determinar á n su
estructura individual. En consecuencia, la aplicación de sus capaci-
dades inhibitorias ( neuroqu í micas) inherentes es esculpida por las
figuras paterna y materna ( y otras de autoridad ) que gu ían este as-
pecto del desarrollo del ni ño durante los cr í ticos primeros a ños3. Este
proceso de “escultura ” parece estar gobernado por al menos dos
cosas: lo que los padres hacen y lo que dicen.
Neuronas espejo
Las “neuronas espejo” está n localizadas en la superficie exterior de
los ló bulos frontales ( y parietales ) ( G állese et al., 1996; Rizzolatti y
Arbib, 1998; Rizzolatti et al., 1999). Su manera de operar ( descu-
bierta en los monos) se recoge muy bien en la frase, “ lo que el mono
ve, el mono lo hace” (Carey, 1996). Cuando un mono hace algo, las
3
Ver Schore ( 1994 ) para un aná lisis completo de muchos aspectos pertinentes de
este complejo proceso de desarrollo.
284
9 | BL TO Y LA NIUROIIOLOOÍA D I LA
“ C U R A D B C O N V E R S A C I Ó N **
El lenguaje interno
Los ni ños también interiorizan lo que los padres les dicen, usando
el mecanismo de “ lenguaje interno” descrito en el cap í tulo 8; así
transforman las prohibiciones en inhibiciones. El lenguaje es una he-
rramienta enormemente poderosa de autorregulació n . Quizás esto
se demuestra mejor en lo negativo, mediante el fen ómeno patológi -
co conocido como “disociación entre el saber y el hacer” , observa-
do en pacientes con lesiones en el l óbulo frontal . Al paciente se le
pide que haga algo, por ejemplo, ponerse de pie. El paciente respon-
de: “ Bueno”, pero no lo hace. El examinador le pregunta al pacien-
te: “ ¿ Qu é le ped í hacer ?”. El paciente responde: “ Ponerme de pie”
(demostrando as í que entendi ó la instrucció n ). ¿ “ Entonces qu é va a
hacer ?” pregunta el examinador. “ Ponerme de pie”, contesta el pa-
385
L CIMBRO T BL MUNDO INTIRIOR
¿ Q U É E S L A P S I C O P A T O L O G Í A?
Acabamos de analizar dos maneras en las que los l óbulos frontales
ejercen control sobre el aparato motor del cerebro, y hemos mos-
trado có mo estos mecanismos de control se desarrollan ( durante
periodos cr í ticos ) por medio de la interiorización de las palabras y las
*
acciones de nuestros padres. Estos son tipos de mecanismos que el
yo maduro utiliza para suprimir los estereotipos motores autom á ti -
cos analizados con anterioridad ( y en el cap í tulo 4 ). Es así como in -
terpone el pensamiento entre el impulso y la acción . A
?86
BL ro Y L A N B U R O l l O L O G i A OB L A
"C U R A D B C O N V E R S A C I Ó N"
LA METAPSICOLOG ÍA
D E L A “ C U R A D E C O N V E R S A C I Ó N"
Los lectores con conocimientos psicoanal í ticos reconocerá n, con otro
nombre, la entidad funcional que estamos discutiendo aqu í. Freud
atribuyó todas las funciones que hemos analizado en este capí tulo a
la entidad metapsicológica llamada el “ego”. No es de sorprender,
por lo tanto, que é l haya concebido la “cura de conversació n ” como
un medio para fortalecer a este ego -es decir, para extender su esfe-
287
IL CIRBBXO Y IL MUNDO XMTIRIOR
288
9 | BL YO Y LA NEUROBIOLOG ÍA DB LA
‘C O R A D B C O N V E R S A C I Ó N "
LA NBUROBIOLOGIA
DB LA “CURA DB CONVERSACIÓN”
Aprendimos en el capí tulo i que los l óbulos prefrontalcs forman una
superestructura sobre todas las otras partes del cerebro. Esto Ies da
la capacidad de integrar toda la informaci ón que fluye al cerebro
(desde su posició n visceral y ambiental actual ) con toda la que pro-
viene de la experiencia previa almacenada en otras partes del cere-
bro -y luego calcular la mejor ruta de acción antes de ejecutar una
respuesta motora .
Por lo tanto, “la represión ” puede definirse como algo que en -
torpece este proceso. Cualquier parte de la actividad del cerebro que
es excluida de un arco de control ejecutor ejercido por los ló bulos
frontales es, en un sentido, lo reprimido. Esto, a su vez, implica que
debe haber varias modalidades de represión . En efecto, ya hemos
llegado impl ícitamente a esta conclusión , en nuestras discusiones
( por ejemplo, en los cap í tulos 5 y 8) de diversos mecanismos, todos
los cuales parecen merecer el nombre de “ represión ”.
4
Nótese especialmente que otras formas ele debilidad del ego -como las atribuiblcs
al “rechazo” más que la “ represión ” ( resultante en enfermedad psicótica , no
neuró tica)- no se pueden tratar, seg ú n Freud , por medio de la “cura de
conversación”. F.sta ú ltima est á dise ñada sólo para deshacer represiones ( Freud ,
1924b 119231, 1940a 11938 ) ).
289
BL CIRIERO Y BL MUNDO INTERIOR
¿C Ó M O F U N C I O N A L A C U R A D E C O N V E R S A C I Ó N?
¿Cómo ocurren estos cambios? ¿Cómo “extiende la esfera de influencia
funcional a los ló bulos prcfrontalcs” la cura de conversación ? Lo que
ya hemos dicho implica que probablemente lo hace por lo menos de
dos maneras. Primero, como su nombre lo indica, utiliza el lenguaje ,
el cual (como aprendimos en los capí tulos 3 y 8) es una herramienta
muy poderosa para establecer conexiones supraordenadoras, reflexi-
vas y abstractas entre los elementos concretos de la percepción y la
memoria, y para subordinar de esta manera el comportamiento a los
s Sobra decir que este propósito debe quedar como un ideal . No parece muy
posible -o inclusive conveniente- poner todos los aspectos de las actividades
funcionales del cerebro bajo el control selectivo de los l óbulos frontales. Una gran
parte de lo que ocurre en nuestro interior permanecerá escondido para nosotros
por siempre. A este respecto, es importante recordar a los lectores una vez m ás
que el dominio funcional del ego no es sinónimo del dominio funcional del estado
consciente. Kl titaJo consntntt es una entidad sumamente limitada ( capitulo 3 ). El
inconsciente y el proceso primario est á n alli por una razón . La demora implicada
en pensar no siempre es conveniente, c inclusive puede ser definitivamente peligrosa
( capí tulo 4 ).
290
9 I II TO T LA NIUROBIOLOGf A DE LA
"C U R A D E C O N V E R S A C I Ó N *
291
El futuro
y el neuropsicoanálisis
293
8L C E R E B R O Y E L M U N D O I N T E R I O R
294
ÍO | EL FUTURO Y HL N B U ROPSICOANÁLISIS
mos por lo tanto dos puntos de vista sobre todos los diferentes sis-
temas que comprenden el aparato mental y, en efecto, sobre el apa -
rato mental en su totalidad .
Como ya lo hemos dicho, esto deber í a ser una ventaja para nues-
tra ciencia . Y en efecto lo es. Pero hist ó ricamente, al menos hasta
ahora , no hemos reconocido este hecho. Por el contrario, nos hemos
comportado como si nuestras dos perspectivas del aparato mental
estuvieran estudiando una parte diferente de la naturaleza , y por
consiguiente hemos dividido el aparato mental en dos tipos de “ele-
mentos” , uno de los cuales ( el cerebro) es estudiado “en forma ob-
jetiva ” por los neurocient í ficos, y el otro (el yo ) es estudiado por el
psicoan á lisis, la ciencia de la subjetividad (capí tulo 2).
Esta enga ñ osa dicotom í a es lo que este libro ha tratado de re-
1
les
Pepe Mnem Mnem ’ Pcs
F I G U R A I O. 1
Descripci ón funcional de la mente que sue ña ( tomado de Freud , 1900a , p . 541 )
295
*L C1M I R O T I L M U N D O I N T S X I O R
Despierto I /
-
NH alia, 5 Ht
.*
/
M
N REM *
y
Alta ACh
Entradas externas
y
/
y
REM
I
' Entradas Internas
Bajo Alto
A
FIGURA 10.2
Descripción funcional de la mente que sueña ( tomado de Hobson et at., 2000, p. 835)
entre sí.
296
ÍO | B L F U T U R O Y B L N I U R O F S I C O A N Á L!S I S
297
L CIMBRO Y BL MUNDO INTERIOR
1
Piénsese en ejemplos como el suicidio y el asesinato: los sentimientos tienen
efectos.
298
ÍO | H L F U T U R O Y I L N I U R O P S I C O A N A L!S I S
reales, existen , tienen efectos; por esa razón , ia ciencia los hace a un
lado, corriendo un riesgo.
Una ciencia que busca comprender al ser humano como parte
de la naturaleza que es, estar í a seriamente desorientada si no tuvie-
ra en cuenta los sentimientos ( y las fantasí as, los recuerdos y cosas
parecidas ) que forman nuestra vida interior: lo que escogemos, lo
que hacemos, la manera como nos comportamos, {¡itiéties somos El .
mundo interior de la experiencia subjetiva , como nosotros ¡a experi -
mentamos, es tan real como lo son las manzanas y las mesas.
El argumento del psicoan á lisis para el interés cient í fico es tan
sólo ese. A pesar de todas sus fallas, hace un intento serio por com-
prender este aspecto de la naturaleza. Enriquece la ciencia . Reco-
noce la realidad . Las complejidades y dificultades del mundo interior
de la experiencia subjetiva son parte y fracción de la mente y de cómo
trabaja . Por esta razón , tanto la neurocicncia moderna tiene mucho
que ganar del psicoan á lisis, como el psicoan á lisis moderno tiene
mucho que ganar de la neurocicncia.
ca: él sólo dijo que estaba pasando por alto ese hecho ( Freud , 1915c,
p. 174) a . Adem ás, sólo pidió un periodo de independencia disciplinaria,
para que la psicología pudiera, " por el momento... proceder segú n sus
propios requerimientos”. De inmediato agregó: “después de que ha-
yamos completado nuestro trabajo psicoanal í tico tendremos que encon-
trar un punto de contacto con la biología” ( p. 175). Fue a ún más allá:
2
Para una exegesis de la posición de Freud sobre este tema , ver Solms y Saling
( 1986, 1990 ) , Kaplan -Solms y Solms ( 2000 ) y Solms ( 2000b) .
300
to | BL F U T U R O Y BL N B U BO PSI C O A NÁ LI SI S
301
KL CERBERO T BL MUNDO INTERIOR
302
ÍO | BL FUTURO V I L N BUROPSICOANÁ LISIS
¿Q U É H A C A M B I A D O?
Los neurocientí ficos m ás destacados se habían vuelto m á s abiertos
hacia el psicoaná lisis de lo que esperá bamos, y los expertos en psicoa-
ná lisis igualmente eran menos cautelosos acerca de la neurociencia de
J
1 .os miembros actuales de estos consejos son los siguientes. Neurociem ia : Eduardo
Boncinelli , Joan Borod , Allen Braun , Jason Broun , Antonio I íamasio, John 1 )el .uca,
Wolf - Dieler Heiss, Nicholas ! lumphrey, Eric Kandel , Marcel Kinslmurne, Joseph
'
LeDoux , Benjamin l .ibet , Detlef Linke, Rodolfo I . linas, John O. Marshall , Jauk
Pnnksepp, Michael Posner, Karl Pribram , V. S . Ramachandran , Oliver Sacks, Todd
C. Sack tor, Michael Saling, Daniel Schacter, James Schwartz , Carlo Semen / j, Tim
Shallice, Wolf Singer, Max Vclmans. Piioutnuhsis : Jacob Arlow , Charles Brenner,
I .uis Chiozza, Peter Fonagy, Manuel Furer, Robert Cialat / cr -1 .cvy, André Green ,
ILscGrubrich-Simitis, Ernest Kafka , Otto Kcrnherg, Marianne I aru/ inger Uohleber,
Fred Levin , David Milrod , Arnold Model I , I Javiil Olds, Barry Opalou, Mortimer
Ostow, Morton Reiser, Allan Schore, Theoilore Shapiro, llouard Shevrin , Albert
Solnit , Ricardo Steiner, Arthur Valenstein , 1 Xinicl W iillocher, Clilliird Vorke.
303
C1 R I I R O Y I L M U N D O Í M T I R I O R
*L
304
ÍO | EL FUTURO Y EL N E U RO F SICOA N Á LISI S
4
Al momento de escribir, hay grupos como este en Ann Arbor, Bolonia, Boston ,
Buenos Aires, Chicago, Colonia , Estocolnio, Francfort , Game, Jerusalem , Londres,
Nueva Haven , Nueva York , Porto, San Pablo, Sur de Brasil , Toronto, Vicna y
Washington .
* Esta revista actualmente la editan Edward Nerscssian y Mari Solms. A partir de
2003 será publicada por Karnac, con el sello editorial de Other Press. Para mayores
detalles, ver la página web de la revista en www. neuro-psa . com .
305
BL CBREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
306
lO | E L F U T U R O Y E L N B U R O FS I C OA N Á L I S I S
307
BL CEREBRO T EL MUNDO INTERIOR
¿Q U E P O D E M O S A P R E N D E R D E L D I Á L O G O?
Los di á logos como el descrito tambié n tienen sus l í mites. Son ú ti-
les para educar a los participantes sobre los campos del otro, y para
corregir los conceptos erróneos. Pero los diá logos no son investiga-
ción , y la especulación no es ciencia. Los di á logos no pueden pro-
ducir nuevos descubrimientos.
El problema en esencia es metodológico. El di á logo empieza y
termina con dos puntos de vista diferentes, a pesar de los puntos de
contacto. Las descripciones de las entidades abstractas a partir de di-
ferentes perspectivas de observació n está n inevitablemente formula-
das en diferentes té rminos y conceptos, que no se acoplará n de una
manera sencilla. Existe una gran tentaci ón por evadir este tema. Cuan-
do los analistas hablan acerca de “instintos” o “excitación ” o “inhibi-
ció n ”, rara vez quieren decir lo mismo que los neurobiólogos cuando
usan las mismas palabras. El temprano intento de Freud de
neurologizar la mente en lo abstracto -y su célebre “ Proyecto para una
psicología cient ífica ” ( 1950 [1895])- estaba predestinado al fracaso
desde el principio: era una verdadera “aberración ”, como el mismo
Freud concluyó ( 1950a f 1887-1902], p. 134)8. Los modelos científicos
no pueden ser integrados en teor í a , se necesita determinar ( mediante
una detallada observación y experimentación científicas ) si se refieren a
lo mismo y cuándo lo hacen, para luego codificar los referentes duales
en un lenguaje nuevo e integrado.
Lo que se necesita es un método por medio del cual una misma
cosa pueda ser estudiada simult á neamente por las perspectivas
308
ÍO | BL FUTURO Y BL NBUROPSICOANÁLISIS
M ÉT O D O R E C O M E N D A D O
Tal mé todo existe. En efecto, ya hemos utilizado sus hallazgos en
este libro. En el cap í tulo 8, por ejemplo, consideramos si las funcio-
nes del sistema Ies y las del hemisferio cerebral derecho eran
sin ónimas, como algunos autores han especulado. Resolvimos esta
pregunta estudiando casos reales de da ño al hemisferio derecho y
observando psicoanal í ticamente si los efectos predichos se daban . No
fue así . Por lo tanto concluimos que las dos abstracciones ( las fun-
ciones del Ies y las funciones del hemisferio derecho) no son, en efec-
to, sin ó nimas. Es as í de sencillo.
Este es un método cl í nico-anatómico bien establecido, ahora ya
muy familiar para nuestros lectores. Las personas que sufren de tu-
mores cerebrales, accidentes cerebrovasculares, etc, son personas como
nosotros: han desarrollado personalidades, historias complejas y ri-
cos mundos interiores. Como estas cosas son la materia del psicoan á-
lisis, estas personas pueden ser estudiadas psicoanal í ticamente como
cualquier otra. De esta manera, se pueden establecer las correlacio-
nes básicas cl í nico-anatómicas, ligando en forma directa las variables
psicoanal í ticas con las neurológicas e integrá ndolas entre sí sobre una
base empí rica ( m ás que teórica ) vá lida .
Nuestro m étodo es sencillamente someter a estos pacientes ( cu -
yos cambios en comportamiento hasta ahora han sido estudiados por
los neurocient í ficos utilizando pruebas escritas) a tratamiento
psicoterapéutico. Esto nos permite definir operacionalmente, a la
manera psicoanal í tica com ú n , las variables psicológicas que nos in-
teresan , y a la vez hacer todo lo posible para ayudarlos a aceptar lo
que Ies ha ocurrido ( para ejemplos detallados de casos, ver Kaplan-
Solms y Solms, 2000 ) . Con esto, no estamos haciendo nada diferente
309
L C1R I B R O T L MUNDO INTIRIOR
310
lo | EL FUTURO Y IL N IU ROFSI COANÁ LISIS
OTROS M ÉT O D O S APROPIADOS
Ya que hemos recomendado un m é todo bá sico para el neuropsi-
coanálisis, nos apresuramos a agregar que ésta no es la única manera
de progresar en este campo. Muchos otros mé todos neurocient íficos,
bastante diferentes del mé todo cl í nico-anatómico, tambi én encarnan
los principios requeridos. El ejemplo m á s obvio ser í a estudiar los
efectos mentales de los agentes psicofarmacológicos ( drogas psiquiá-
tricas) que alteran la qu í mica del cerebro. El estudio de pacientes
que usan tales drogas permite, también , observaciones correlativas
entre las variables neurales ( en este caso, neuroqu í micas ) y psico-
anal í ticas. Con una variedad de pacientes sistem á ticamente investi-
gados, esto debe permitir establecer v í nculos empí ricos entre,
digamos, una agresió n interna disminuida y una disminución en la
recaptación de serotonina ( Zueler y Maas, 1994 ). La serotonina es
algo que los psiquiatras manipulan todo el tiempo, y sólo se requie-
re tener un buen dise ñ o experimental para investigar en forma sis-
tem á tica los efectos de esas manipulaciones en variables de interés
para los psicoanalistas9 .
Ha habido un afá n (especialmente en Estados Unidos, en donde
ha habido mayor progreso) por utilizar los m é todos más avanzados
desde el punto de vista tecnológico para tratar estos problemas. La
9
Mortimer Ostow ha dedicado toda su vida al trabajo ncurupsicoanalitico como
pionero, empleando este m é todo. Ver Ostow ( 1962 ) .
311
L CBRBBRO T BL MUNDO INTERIOR
10
Quizás el ejemplo más conocido es cl del hipocampo. Hemos sabido por d écadas,
gracias a miles de estudios que empican una variedad de técnicas, que el hipocampo
es absolutamente fundamental en la formación de la memoria ( cap í tulo 5 ) . Es un
hallazgo indiscutible. Sin embargo, durante muchos a ñ os los estudios de
imagcnolog ía funcional sugirieron que el hipotá lamo estaba inactivo durante las
tareas de memoria ( comparados con condiciones básales y de no- memoria ). Si nos
hubi é ramos basado sólo en los hallazgos de imagcnologí a funcional , este hallazgo
312
ÍO | I L F U T U R O Y B L N B U R O PS I C OA N Á L I S I S
313
EL CEREBRO Y EL MUNDO INTERIOR
CÓ M O "C O M P R O B A R
LAS T E O R ÍA S P S I C OA N A LÍT I CA S
Un punto final. Existe el deseo natural de usar (o de usar demasia-
do r á pido) los m é todos neurocient í ficos para “comprobar” teor í as
psicoanal í ticas: “ ¿ Existe algo como la represión ?” “¿ En realidad , los
sue ñ os son motivados por los deseos?” Estas pruebas bien podr ían
ser posibles en el futuro, y una de las muchas perspectivas
promisorias del neuropsicoan á lisis es que debería permitirnos plan-
tear y responder estas preguntas metapsicoló gicas -preguntas que
no pueden ser resueltas de manera satisfactoria con el m é todo psi-
coanal í tico por sí solo.
Pero es necesario dar un paso intermedio antes de que estas pre-
guntas puedan ser formuladas. Aunque algunas personas pueden
considerar que esta fase es menos interesante, y quizás hasta reacciona-
3*4
to | E L F U T U R O Y E L MB U R O P S I C OA N A L ISI S
ra, es sin lugar a dudas un paso necesario. Primero tenemos que esta-
í
blecer los correlatos neurológicos de los conceptos metapsicológicos que
constituyen las teor ías psicoanal í ticas, antes de que podamos empezar
a comprobar las teor ías en sí mismas. Tenemos que ver d ónde se hallan
las piezas de la teor
ía en los tejidos y procesos del cerebro antes de que
podamos investigarlos sistem á ticamente y experimentar con ellos en las
formas controladas requeridas para la comprobación sistem á tica de hi-
pótesis. Por ejemplo, si queremos probar la teor ía de la realización de
los deseos en los sueños, primero tenemos que encontrar los correlatos
neurales de los diversos componentes de esa teor ía. Cualquier cosa que
parezca una lista completa de ellos tendrá que incluir, entre otros as-
pectos, el instinto de la libido, la censura, la regresión , la prueba de la
realidad y los sistemas de percepción. Una vez que tengamos alguna idea
general de cómo se correlacionan estos conceptos con la anatom ía y la
qu í mica del cerebro, podemos empezar a dar el segundo paso de pre-
guntar si se relacionan entre s í en la realidad f ísica, de la forma como la
teoría psicol ógica predice. Sin la fase inicial, correlativa, corremos el
riesgo de probar manzanas midiendo peras.
CONCLUSIÓN
Así concluye nuestra introducción a la neurociencia de la experien-
cia subjetiva . Estamos en el amanecer de una emocionante nueva era
en la ciencia mental. Se abren toda suerte de posibilidades. Parece
que, al fin , tenemos a nuestro alcance la posibilidad de estudiar en
unidades mensurables y f ísicas, la vida interior de la mente, el do-
minio tradicional del psicoan á lisis.
A pesar de un siglo de esfuerzos concertados, los psicoanalis-
tas no hab í an podido convencer a la comunidad cient í fica en su to-
talidad de que en verdad habían revelado las leyes que gobiernan esta
parte, la m ás maravillosa de la naturaleza : nosotros mismos. La parte
central de este libro (cap í tulos 3 a 9 ) se dise ñó para demostrar que
en la actualidad existe una cantidad considerable de conocimiento
ncurobiológico que es pertinente a muchos temas de interés tradi -
315
EL CERBERO T EL MUNDO INTERIOR
316
BIBLIOGRAFÍA
317
IL C m i R O Y EL MUNDO INTERIOR
318
BIBLIOGRAFIA
319
BL CBRBBRO T BL MUNDO INTBRIOR
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I L CIMBRO Y BL MUNDO INTERIOR
324
XO | B L F U T U R O Y I L N U R O F S I C OA N A L ISI B
326
í ndice am ígdala 16, 17, 39 II 7, . aritm é tica 62, 209, 244 cerebro anterior 12, 13,
A
l 25, 126, 127, 128, 129,
- -
« 35 71 * 97, *02, *31
amnesia 81, 97, 142 , 147,
iiomjuu 227,
.
Asennsky K 183, 317
aspa ruto 35, 36
231 . . .
. . .. - * .
14 » 5 > 6 > 7 26, 34*
35 37* 38 39 S3 9
.
9* 106, 109, 113, 120,
acalculia 210
148, 149, 154, 165, 166, asimetr í a hemisf é rica 122 , 163, 171 , 185, 186,
acetilcolina ( 401)36, 37,
89, 188, 189 295 . 167, 169, 170, 171 , 175, 228, 241 , 242, 243, 244, . . .
189, 190, * 93 * 97 * 98
201, 202 , 203, 208, an ,
á cido desoí ir ribonucleico 176 24 b, 247, 262.274
( AON ) 218 anterograda 165 atención : \ i , 7 , 24 , 30, 88, 212 , 215, 241
infantil 147 , 148, 149, .
124.145, 194 209, 264, basal , centros de placer
acronogé ncsis 172
actuació n imaginar í a 284 167, 169, 170, 175 176
retrograda 165
. 265 266.269
,
hipótesis de excitación
de 120, 122
da ñ o a 185, 190, 193, 197,
AON ( acido
dcvnirribonuclcico)46, amortiguador 144, 145, 264 , 266 198
148, 166.257 d éficit 7, 124 ysucñoKKM 185, 190, 193,
218, 219, 220
Adolphs, R 128, 317 an á lisis fonológico, 155, desorden 7 , 263 198, 201
y desórdenes estructuras de
afasia x , xiii, 59, 62, 154,
250, 251 , 252, 253, 254,
.
« 5b *59
*5i
^* S
aná lisis lé xico 251
aná lisis sint á ctico 252
hipcractmdad (DADH )
.
7 * 24
monitor ización
somá tica 14, 106, 198
-
acustico mncsnca 252,
.
Anderson, M C. 4, 145, sistema 24 función de 12, 26, 34, 35,
25b .
* 7# 3 * 7
.
autismo 133, 287 37, 38, 92, toó, IOQ,
amnestea 251 Anderson , S. W 4, 145 , autocstimuln 121, 122 113, 120, 122, 190
178, 3* 7 ax ón 8, 9, 10, 32, 38 inconsciente 83
aná rnica 154 limbico, y sue ñ o XRLM
de Broca 253, 254, 259 anestesia 22, 87 , 97
de conducción 252, 253 anfetaminas 122 , 206 B 39.183. 184, 185.186,
de Wernicke 250, 256 Anna Freud Centre XXIII Baaxs. B. J 86, 317, 323 188, 197, 198,
din á mica 253 a norm a 251 Raddcley, A . 317 neuronas 35
motor aferente 254 anorexia 118 Bailey, J. M . 234, 317 n ú cleos 16, 17, 37, 38,
anosodiaforia 264 Bakkcr, A . 290, 317 202
motor eferente 252
anosognosia 263, 265, liargh , J. A . 80, 84, 317 básales 16, 17, 37, 202
motor transcortical
sem á ntica 252 .
*70 *7 * * 326
ansiedad 127, 128, 130,
Bar Lay, P XVIII , 306
Base neural de la con -
posterior 26
uni ón occipito-tcmporo-
transcortical: 252, 253
motor 252 . . .
* 35 * 3 b, * 37 *79 *87
de separación 130, 132,
ciencia 88, 138
Baxter, L. R . , Jr. 290,
paricial 199, 203, 208,
210 , 243
sensorial 252
afecto 34, 128, 129, 130,
* . .
* 33 *3* *87 317, 318, 324 y aparato vensoriomotor
.
13 b* 177 212 , 301, 307
depresiva 127 Bechara , A . 177, 178,
. ‘. 7 J «8
109
y conciencia 186
cuotas de 34 paranoica 127
antipsicó ticos 205, 206,
' 7Q, SJ. 180
Bern y el so ñar 185, 186, 190,
domesticación de 136,
149 207
Antrobus .J. 195, 322286
benzodia/ epinas 127
Blakslcc, S. 163, 338
.
* 93 * 97.201, 202, 203,
208, 211
agentes
psicofarmacológicos 36, aparato motor 19, Bradshaw, J. L . 250, 318 y epilepsia 197, 198
205, 206 311
agnosia 129, 154
. aparato sensonorrvotor
tog
Braun , A. 200, 201, 214,
3 0 3 . 3*8
y emociones básicas 65,
120, 130, 202
apego 131, 269, 270 Broca, P. P. 59, fio, 61, 63, .
y scroionma 37, 38 89,
visual 129
agrafía 210 narcisista 269 .
191 , 192, 242 244, 253, 188, 189
ver también hemisferios
agramalismo, receptivo apraxia 154, 263 254, 25Q, 266
constructiva 210, 263 Brooke, J. xviii cerebrales
252 Bub, D. N . 312, j18 cerebro medio 14, 39
agresi ón 116, 124, 127, tdcacional 154
idcomul ü ra 154 cerebro visceral 29
3* * c
alcoholismo 171, 219 Arbí b, M.A . 284, 324 centro, estructuras de
á rea de Wernicke 60, 244 canales de opioidcs 133 moniton /ació n 91, 106,
alienación del significado
de las palabras 251 á rea primaria 23 Carey, D P 284, 318 107 , 266
ver también corteza de catexis, movilidad de loo, Chalmers, I ). 47, 50, 318
alucinaciones ) xiv, 124, Citartrand, T L. 80, 84,
proyecció n 22, 23, 24 , * 03, 173
180, 181, 204 , 207, 216
arquitectura funcional de .
25, 199 202 243
á rea sensoriomotora 23,
ceguera cortical 8o, 81,
85, 210
3 *8
ciencia mental , aproxima -
99, 138, 148, 293, 294 ciones a 5, 89, 293. 302,
célula(s ) nerv iosa( s ) 8, 9,
auditivas 207
ambiente, influencia en el
110
ver también á rea de pro - . .
10, 31 , 45.47 5 * ** * 3* 5
desarrollo mental 10, yecció n 24, 26 Centro de Ncuro Psicoa - - circuncisión 232
CJaparédc, K. 164 , 318
.
ll , 18 30, 91 , 131, 220, á rea tegmental ventral 38,
.
nálisis Arnold Pfcffer
222 , 236, 239 *80 . 39.88 107, 110, 117, 30*
censura 214, 215, J 15
coca í na 62, 122 , 206, 222
codificaci ón de informa -
American Psychiatric * 30.3 * 4
Association 190 Arist óteles 106 cerebelo 13, 21, 158 ción 140, 164, 173 176 .
327
cognición 27, 156, 177, en mam íferos no huma - t Ó2 , 164, 258, 281
y la memoria 7, 27, 31 ,
% .
3 > 33% 90 109, 278,
175, 176, 178, 186, 210, nos 93, 94, 95, 96 282
211.212, 244, 245, 262, estado de 86, 88, 90, 95, 76, 97, 136, 144, 149, reflexivo 249
263, 266, 272, 304 96, 97 , * 63 159% * 6o, 161, 174, 181, consolidació n de infor -
emocional , desó rdenes de basal 86 , 90, 107 255, 281, 294, 296, 297 mación 140, 141, 142,
264 global 86 a corto plazo 143, 144, 145, 146, 165, 167, 175
espada!, desórdenes de interno 91, 92 221 , 251, 257 fisiología de 146
244, 245, 262, 263, 266, estcroccptiva 109 conciencia expandida 95, contradicción mutua,
*7*
inconsciente 174, 175
expandida, ver cond é nela
expandida 83, 95, 96,
.
96, 97% 98 > 35 > 36,
%
%
.
93 94 95 96, 105, 106,
%
%
%
.
parietal *4 73.74, « 58,
.
* « 3 *53
auditiva 84 85 ,
y percepción xi , 29 , 56,
72, 88, 151, 154, 255,
264 , 266, 272, 304
conocimiento: xi, xvti , 1,
199, 243, *5*
prefrontal 25, 26, 29, 74,
canales de 35, 84, 90, 93 281 2, 5, 7 , 8, 22.31, 37, 4 « , . .
96, 97 203 204, 243,
canales de procesamiento conciencia central 93, 94,
. .
.. . .. . .
4* 47, 5 « 5* 53 54, .
253 283, 284, 287, 289,
de información de 35, 95.96 97.98, 105 161, 57 58 60 65, 66, 85, 290
92 , 106 2 i i , 249, 258, 278, 279,
.
. .
89.9* 93.94 95.97, primaria 23, 24 , 30, 34
somatosensorial 49
central , ver conciencia 281 282 105, 106, 109, 114 , 117,
central 93* 94.96, « 6 l , acoplamiento del yo y el . .
« 39, 140 44 « 48, 49
. ', . ' . visual 34, 80, 82, 84, 154,
. .
164 , 1 K6, 249, 278, 279, mundo objetivo 92, 93 « 50, « 5 « , 5* « 54, « S6 197, 209 230 *43
2S 1 , 282
contenido de 86, 88, 90,
conciencia simple o pri
maria 83, 85 Q5 . - . . .
. .
. '
« 57 « 59 l 6 « * 64, 67
169 179, 180 205, 215,
izquierda y derecha 197,
*43
104 de los animales 77, 94, . ..
265 269, 271.277 278, primar ía 34, 80, 82, 202,
correlatos ncuralcs de 113, 114.115, 117, 121 279 , 287, 2S9, *9 « 296, * 30
<CNC 47, 48 > .
función de 76 83, 91, 105 297 , 298, 301, 302 , 304, y conciencia 84, 95
de la conciencia 95
el problema mente-cuer-
y conciencia 93.95, 96,
97.98, 161, 249, 278,
. .'
307 3 « « « 3.3 « 5
de la conciencia 47, 51,
corteza de asociació n 24,
. .
25.74 95 « 53 *43 . .
.
po 46, 47 55, 57 f >7 . . 279 , 281 , 282 5* 250, 254 262 .
71.281. 298 y el soñar 211 centro de 60 corteza de proyección 22,
en las má quinas 66 . 76, y la conciencia expandida emocional 106, 264, 265 23, 24, 25, 199, 202 , 243
93 .
95.9* 97, 98 « 35 « 36, . . causas externas de 29, 30, posterior 25
328
rimaría 24 278, 288, 303, 306, 317 digestión IQ, 28, 63, 64, ••Seftora B" 268, 269
isuaí 23, 199 «2 . bases neutrales de la con - 277 ‘'Se ñ ora kM 255, 256,
. . .
xick, F. 46, 47 , 48, 52 ciencia 88 dihidrotextosterona 225 .
257 *58.260» ¿7*
66, 71, 93 * 45 J * 8 hipótesi* de moniiorco disociación entre saber y “Tan -Tan" 59, 61, 24a,
romosonus 218, 223, som á tico 265 hacer 28 s 254
tvr tambié n conciencia diversidad mnemónica ( patsim ): 2, 4,
226
ver consciente, siste
ma 98, 99, 174, 247 ,
- central , conciencia ex
.
- * 49
dolor: 20, 21 , 48, 49, 50,
... .
emociones
,
5 7 * 28 29, 3 * 4 *
6
46, 5 64, 65.89, 105,
. .
pandida Q3* 94 95*46, *
249, 258, 260.262, 273,
.
288, 289, 294 309, 311
*.
97 , 9 105, * 35 » > 36,
144, 161 , 162, 164, 186,
108, 109, 132 , 133, 135,
280
106, 107 , 108, 110, 111,
112, 113, 114, z 16, 120,
uadronte ventromedial, 211, 24Q, 258.278, 279 . emocional 108, 111, 120 123, 124, 125, 126, 128,
del lobulo frontal IOO
101, 199, 204 , 313, 314
. 281, 282
y Freud , superficies
somatosensorial 109
vi placer 108 , i l l , 120,
129.130, 133.135, 137,
138, 163, 176, 177. 178,
a ño a 100, 101, 199, 204 , perceptivas de la con
ciencia 93
- t 2 t , 1 2 2 , 202
dopamina ( DA ) 36, 38, 39,
181 , 182, 186, 198, 202,
206, 218, 255, 265, 266,
3 * 3.314
unción de 100, t o t , 199, “ yo autobiográ fico'* 97* .
89, 117 * 23» *05, 206, 268, 27Q , 280, 281, 283,
286, 288, 293, 294, 296,
313.3 * 4 99, 111 , 136, 161, 288 207, 3 * 4
ihibitoha 101, 137, 273 Damasio, H. 177, 178* agonistas 207 .
24> 7 » 304 3*>5
ecuperación de la me
moria episódica 173,
- 317, 318, 319
DAD » \ ( Desó rdenes de
sistema mesocortical
mesolimbico 206, 207,
- básicas 65, 112, 113, 114,
n 6 . 1 2 0, 1 2 4, 1 2 5 . 1 3 3,
* 75 d é ficit de atenci ó n c 3* 4 . . .
* 34 * 35 * 37 202, 218,
el lenguaje 177, 179, hiperactividad ) 124 transmisión 123, 205, 279, 280, 281, 286, 288
180,262 delirio 181 , 204, 207, 258, 207, sistema de comando, ver
el soñar 313 263, 264 Dorncr, G. 234, 319 sistema de comando de
'Srr tambi én Gage, ps icol ICO 258 drogas psiquiá tricas 115, emociones básicas 126
Phineas soma topara fré nico 264 122, 133, 206, 311 empatia 70, 285
ualia, y conciencia 86, .
Dement , \V 183, 319 drogas, y soñar 122, 123, contratransafcrencia 70
88, 106 dendrita 8, 9 , 10, 32 206 encefalitis de herpes
ucrpo: XII, xm,xiv, xvt, depresión 131, 265, 266, dualismo 51 , 52, 53 simplex 167
8, to, 11 , 12 , 15, 18, 20, 267 , 269, 270, 272, 287 duelo 260, 269, 271, 272 encefalopat ía , de
..
21, 23, 24 26, 27, 28, cl nica 131 , 269
í Wernicke 171
.
29, 32, 36 39, 40, 43 DcRenzi, E. 262, 319
desarrollo: ivi, 25, 30, 31,
E
F.delman, G. 155
endocarditis bacteriana
45, 46, 48, 50, 53, 54,
.....
55.56 57 58 67.71
75.76, 90, 91.94 106,
.. . .
67, 97 * 33» * 37 * 47
154 , 156 169, 176, 190,
efecto multiplicador 236
ego iii, 72 , 97, 09, ioo,
259
cndorfina( s ) 120
energ í as mentales 34
107, 109, 110, 111, 118,
120, 125, 159, t 68, 171,
205, 217 , 218, 220, 221,
.
222 , 224 238, 239, 283,
.
103, 111, 137 * 75.20®
214, 258, 260, 261, 273,
. Engel , A 74, 319 , 321
epilepsia 82 , 97, 135, 166,
196, 219, 220, 221, 223, 284, 286, 287, 291, 300, 287, 288, 289 290 . .
167, 197 204, 247
. .
.
224, 225, 226, 227 228,
229, 230 231 232, 233,
301
cerebral 31 , 147
déficits 99
.
ejecutor 99 214, 282,
y los sue ños 197
cquipotcncialismo 60
. . .
238, 243, 247 249 259, lóbulo frontal 137
mental 217, 221
288, 289
dé ficits 99, 282, 288, 289
Escala de Coma de
Glasgow 86
263, 265 , 276, 277, 278
280, 282 , 298 gen é tico y ambiental 237 función Q9, 214, 282, 288, escritura 209 , 244
ego XIII influencias en 221 , 222 289 especificidad material
napas de 23, 50, 107, 110 personalidad 169, 309 funciones 99 , 214, 282, .
* 5 « * 52
isccral 36, 40, 75, 109 ye) juego 133 288, 289 especificidad modal 15a
i l l , 112, esquizofrenia ) 124, 182,
ucrpos mamilares 17,
*7 *
ver también maduración
Descartes, R. 52, 318
mecanismos
1 3 7 , 1 3 8. a « j . ^
203, 204 205, 206, 213,
ura de conversación: xtv, descuido hcmiespacial reflexivo 174 , 249 219, 220, 287
. .
254 255 260, 275, 277, *63 y el hemisferio derecho estado consciente ver
287, 288, 289, 290, 291 desorden obscsivo com - - xvn , 247, 273, 309 Conciencia
unción de 254, 260, 288, pulsi \ o 7 ejemplos cl í nicos: estadios ) apcritivo(s) xn,
289, 290, 291 desórdenes del á nimo 39, Gage, Phineas xii, 2 , 3, 4, I |6,
1 1 7, 1 2 0
neta psicolog ía de 287 124 , 287 .
8, 27, 58, 100 101, 137, estados viscerales 89, 107,
icurobiologia de 275, 289 desorientación .
* 65.177 3 « M 110
topográ fica 263 “!IM “ 165, t 66, 171 modulación y regulación
D .
Dcutvch, G. 228 229, “Se ñ or C" 268, 269 de 89, 107
cMcroidc(s ) 40, 168
)A: ver dopamina 242, 245, 246, 325 “Se ñ or D” 270, 272
^00, 9 , 93.. 95.97. W,
amasia, A XIV, 2, 88, 89,
¿
di encela lo 14, 39 , 170
diferencias sexuales 223,
“Señor E" 270
“Se ñorJ “ 259, 272
estimulantes 207
estrogenn 40, 227, 231
no, 128, 177, 178, 265, . °. .
224 , 227 23 237 239 “Señora A" 270, 271 extres: 40, 233, 234
329
prenatal 233, 234 103, 173, 247, 273, 288, G .
24 * *73
reacciones a 40 289. 290 GAIÍ A ( ando izquierdo xvn, 61, 82, 83,
estr ía terminalis 125, 130 y los lóbulos frontales gam mami nobu tinco) 96, 228, 241, 242 , 243,
-
cstructuras occipito tem
porales 251
- too, 101, « 76, 273
y la memoria 114 , 255,
35, 36, 41 , 127
Gape, Phincas XII, 2, 3, 4,
244 , 245, 246, 247 , 248,
240.252
estudios de cerebro sec
cionado 82, 85
- .
*57 *95
movilidad de catexis too,
.. .
5 % 8 *7 % S# too, > 01,
> 77* 309
da ño a 2550, 260, 261 ,
262, 265, 272, 273
137
.
excitació n 28 35, 50 88, . . .
> 03 > 7.1 .
Galin , l ) 82 247, 258
260, 261, 273, 320
. cerebro femenino 228,
94.116, 123, 124, 183, y el hemisferio derecho *49
188, 196, 197, 198, 202,
203, 211, 308
. .
xiu xvu 247.249 273,
309
. G á llese, V 284, 320, 324
Gallwcv, W. T. 159* 3*0
funcionamiento 15, t 6,
24, 25 , 27, 30, 49 , 82,
-
atenció n 196 sobre el proceso secunda - ganglios básales 16, 21, 228, 241 , 242, 243, 244 ,
hipótesis 196 rio de pensamiento ,
^ 29* 39 » * 58 246 . 247, ,248 .249, 252,
,
colin é rgica 197 174.247, 258, 273, 288, palos, sue ñ os de 185» 191, *553.256 *57
sexual 116 289, 310
sobre la conciencia xvii,
.
192 > 93
gcn ( cs ): 219, 221, 23$,
262 , 265
derecho XVII , 49, 228,
y el soñar 183, 188, 186,
198, 202, 203, 211 . .
57, 71.72 79.80 100, 236 .
241 *42, *43* 244 * 245 .
. . . .
145 182.247 *54 *55 funciones de 219 *73
F
fantasia, arquitectura
.
257 288
sobre la cura de conversa -
iranscnpoón 221
gé nero: 232, 234, 239,
da ño a xii, 260, 262, 263,
264, 265, 266, 267, 268,
funcional de 139 « 140 . .
ción XIV, 254 , 255 2flO 306
desarrollo 224, 237, 238
270, 271, 272 , 273, 309
cerebro femenino 228,
Farah , M J . 250, 319 265, 277, 287, 288, 289,
Fein , G. 195, 322 290, 291 identidad 232, 234 *49
Fcinberg, T. K. 250, 319 función de XIV, 254, 275, genotipo 113, 220, 226, funciones de xiv, 15, 16,
fenómeno deja tur 166, .
277, 287, 2 K9 290 *3« 24, is, 27, 30, 49, 82,
mctapsicologia de 287 giro anterior cingulado 228, 241 , 242 , 243, 246,
282
fenotipo 220, 226, 239
Fcrng, H K. 290, 317,
neurubiologia de 289
sobre la introyccción 270
> 7 * 39* 1 > 7*
202 , 231
>7» . 247, 248, 249, 262, 264,
265
3>9 sobre la libido 116 glá ndula pituitaria 14, 40 ncurupsicologia de 262 ,
Fisher, S. 312, 319 sobre la regresión 73, 211 glia 9 *74
fubias 135 sobre las presentaciones glticocoriicosrcroidcs 168 s í ndrome 262, 263, 264,
fonemas 250, 251 de las cosas glutamato 35, 36, 41, 42 265, 267, 270, 271, 272
formaci ón reticular 36, |Din ionteUun%en o gónadas 224 y el sistema Inconsciente
87, 88, 107, 187 ^
S éUksi'orstf / / éiHjtrfi ) 255, Gordon , II. 205, 322 82, 249
fórnix 17, 170, 171 260 Gottesman , C. 181, 320 hero í na 122
Freud S , (
. . .
Foul les D 193 > 94 3 > 9
,
,
passim :
)
sobre
pulsi ón 283
- -
la repetición com gratificación 119, 120,
122
hiperactividad 124, 129,
220
Min í elo estructural de la sobre las presentaciones Gray, C 74 , 321 hiper metamorfosis 129
mente too, 57, 93, 214 de los objetos Green , C 145, 303, 317 hiperplasia adrenal con -
modelos de la mente 57, |Obj ( ki tonieUun en ) Greenberg, R P 312, 319 genita 227
,
93 too 214 , 255*
^ gusto, sentido de 2 t hipocampo 17 , 97, 163,
sistema Consciente ( O) sueños, teor ía de xni, 5, 164 , 165, 166, 167, 169,
.
99 100, 244, 249.258, 181, 182, 190, 196, 208,
.
H 170 , 171, 173, 175, 176,
,
262 273, 2 8 284) 295
K , , 211, 213, 214, 215 295 habilidades id comotoras 197 , 202, 282 , 312, 313
sistema Prcconscicntc
( /Vi) 99, 100, 2 H8, 295
censura de los sue ñ os 214
Fridja, N . 11 180, 320
.
> 57 Ij í
habilidades motoras 158
da ñ o a 97, 163, 164, 165,
171
sistema Inconsciente { ¡es ) funci ón dependiente del habilidades "IIM* 166
- ver función canal - y memoria episódica 136,
ver Inconsciente siste
.
ma 99 100 247 *49
,
258.262 273 289 295 ,
,
. . , ,
canal
dependiente 39, 106,
pcrccptomotoras 1557
Hamer, I ). II . 2355, 236,
3* 1
.
> 65 > 73 »
y amnesia infantil 169
,
*73
309 función dependiente del MarlowJ. 3, 137, 321 maduració n de 175, 176
sobre afasias X, xm , 62, estado ver función esta- I lartman , K. 207, 321 I lipotrates 58
250, 251 do- dependiente 35, 106 habilidad visuocspacia! hipo ü lamo 14, 17, 28, 30,
sobre el duelo 266 269 , , funciones del estado 33, 228
Hebb, I ). O. 146, 321
.
37 39.40, 65, 88, 107,
*7 « * *7* 35* 36 117, 118, 120, 122, 125,
sobre el lenguaje 6a , 114, mapa de 109, l to Heilman, K . 250, 265, 127 , 130, 171, 202 , 230,
250, 255, 258 308 . funciones viscerales 30, 3* > *34.3 > *
sobre el principio de rea - 58, 89, 90.94, 107, 110 bemiparesia 259, 260
hemisfcrio( s ) ccrcbral( cs )
anterior 125, 127
intersticial n úcleos de
modulation > regulación
lidad 174.258
sobre el proceso primario
de pensamiento 99,
de 89 .
> 55 * > 6* *3* *4 *5* *7
30, 49, 61, 82, 83, 228,
. ( SUIA ) 230, 234
dorsolateral 117
330
edui 127 82, 84, 85. 86 , 88, 98 ., interés apelativo 211
n 270« 286,
habilidad 50, 60« 62, g6 .
rcesidad , mecanismos 136 148
99.100, 104 , , 1 nicnori /ació 228
detectores de 1 iK, 119 . * 59. > 62. 63. 67,
149 > I 291 locali /aoonista , (corta de
ipcl en la diferencia en- ? - 173. > 74.247
i 0 intrepidez 128, 129 62
trelos se vis 2 30 din á mica 99 introspección 56, 67, 76, nc un anatom ía de 250
rnfor meal 125 función de 70, 80 91, 92, 113 pérdida de ( unción de
reoptico 130, 230 funciones inhibitorios de introycctivo 270 19¿ 258 .
rntromcdtal 125 . . .
99 273 288 289 intuición 17Q, 180 y regulación de b acción
el mundo interno 30 organización neural de Inven ta ño de la Depre - 262 , 286
leucotomb 203, 204* 205,
el sistema de IRA 125, 3* ¿ sión de Beck 267
126, 127 130 .
b orientación sexual en
y confabulaci ón 173
y el hemisferio derecho
irritabilidad 12$
tSJts ( inhibidores de
206
frontal 204, 203
los machos 230, 234 249 rccapiacion selectiva de ventromedial 204, 206
neurolransmisorcs 39 y b cura de conversación scrotonina ) 37, 38 .
LeVay, 5 ¿ ¿ J 224, 227,
ipótcsis de “cuarcnta - . .
¿ 54 ¿ 55 ¿8$
j
230, 234, 235, 322
ley de 1 lebh 146
hertz” 75 y b presentación de las
ipótesis de emociones palabras 255 Jcsscll, T. M. 306, 3« ley de R í bot 142, 149,
negativas 126, 128, 265, y memoria 76, 281 Jones, B. 321 165
266, 268 y proceso primario de Jones, £. 62, 186, 192. .
libido 116, 313 314, 315
¡pona 167 pensamiento 273 3¿¿ ío 47, 52, 71 ,
libre albedr
isle ñ a 5, 142 , 312 infancia 11 , iH, 136, 147, Jouvet , M 185, 322 283, 289
istamina 39 , 8y 148, 149, 168, 169, 170, juego ( jugar ) 116, 133, libre asociación XI
HM ” 165, 1 f >6> 171 222 . .
157’ > 59’ 178, 179 ¿¿5 Lickev, M . D. 205 322 .
.
lobson J A . 186 , 187 %
188, 189, 190, 1 Q 1 , 194,
influencias gené ticas en el
desarrollo mental 217,
23¿ Lima, P. A . 203
lobotomia frontal , y el so -
198, 207, 208, 214, 296, 222 K ñ ar 203
3a 1 información: 10, 11 , 20 Kandel, E . 6, 146, 303, lóbulo frontal xu , xiil , 2,
omosexualidad 234, 235, consolidación de 140, 306, 307, 322 4, 16, 23, 559, 101 , 137,
236
om ú nculo 72, 755 » 93, 167
. ^
141 , 142 , 145 > 4 > 65, Kaplan -Solms, K . Xll , 5,
63, 101, 130, 174, 247, .. . . .
176, 177, 192, 202 204,
243 253, 254 261, 262
111 fisiolog í a de 146 255, 258, 259, ¿67, 268, 285 291 , 3 >
“
roblcma de 72, 73 codificaci ón y almacena - 270, 300, 309, 310, 322 á rea motora suplementa -
ormona ( s ) 40, 89 , 111 * miento 140, 141, 142, Klcitman , N. 183, 319 ria ¿ S3
16H, 196, 211 , 224, 225,
227, 2 jo, 2 ja , 238
. . .
U3 > 7 ¿ « 73 > 75, > 76
canales de procesamiento
Kosslyn , S. 203, 211 cuadrante orbital de 137,
> 38
st oroides de la conciencia 35, 92, L cuadrante ventromedial
( glucorticostcroidcs) 106, 141 L-dopa 207 , 321 de: rrr cuadrante
168 recuperación de 141, 170 lectura Xll , 244 ventromedial 101 , 137,
lu, S. 321 desó rdenes de 141, 170 LeDoux , J 125, 126, 135, 204 , 310
transferencia entre cclu - 136, 281 , 287, 303, 3«
Leborgne, K . ( “ Tan -
da ño a 192, 242 , 253, 261 ,
262, 285
I las nerviosas 10, 11
.
J 97 Q8, 137 288 . inhibición 99, 127, 137, Tan ’) 59, 61, 19¿, ¿4a, dicnccfalu 14, 17, 39, 170
c impulsos motores 23
íccanismos 97 , 137 138, 188, 212, 283, 284, a 54
cree pe ion del estado de 2 K6, 287 , 288, 308, 3 to lenguaje interno 285 neuronas espejo 284
> 37 frontal 137, 212 lenguaje xi, 3, 7 , 29, 47, sí ndromes xiii , 252, 253,
iconsucntc 137 GABA 127 .
48 59, 60.61, 62, 63, 262 , 263, 264
y aprendizaje procesal
icalismo 50, 551, 52 proceso secundario 310 68, 82, 83 85, 86, 96,
Jentidad xt, xiv, xvi, 4, inhibidores de 114, 132, 143, 151.154, >5 ^
. .
47 5 ¿ 7 > , ¿ 3¿ ¿34 . recaptaci ó n selectiva de .
192, 194 «8, 242 , 244, y el soñar 187, 199, 202,
enero 232, 234 scroionina ( isrs) 37, 38 . . . .
¿45 ¿50 ¿ 5 > ¿5¿ ¿ 53 203, 205
.
%
.
xvii , 34, 71 , 7 ¿ ?6, 8 t í nteracooiusiTKi 52, 53 . .
62, 244, ¿45 ¿54 ¿55 y la conciencia visual 84
331
y la memoria 197
y la visi ón 80
factores genéticos y am
bientales 222, 231, 233
- 202, 281, 282
memoria funcional 166, 281
. . . .
« 57 * 58 « 59 « 62 « 64,
y los procesos perceptivos del hipocampo 176 audtovcrhal 89, 96, 144 y la conciencia expandida
.
73 * 56
y vista ciega 80, 81, 85
lóbulo prefrontal 30, 176
rrr tamblen desarrollo
memoria procesal 114,
. . .
« 5 * * 57 * 58, « 59 * 60,
*.
9 > 97
y la transcripción de
lóbulo parietal 15, 20, ai , Magnuson , V. L. 235, 321 164, 176 genes 219, 224
. .
13.14 50 73.1* 5.153 . Magoun, H. 87 memoria sem á ntica 150,
. . . . . mente { passim ): xi, xu ,
xiv , xv, xvi , i , a, 3, 4»
if >3 mal de Alzheimer 167 * 5 « * 51 * 53 « 57 * 59
enfermedad de Parkinson t 6a , 164, 166, 281 . .
5.6 7, 8 13, 27, 28, 33,
°..
neurona* espejo 284
y la afasia xiii , 251, 25a, 39.107 mcmona( < ) ( pamm ) 45, 46, 47.48, 5 5 « .
mam í feros, no humanos, a corto pla /o ( MU’) 143, 52, 53, 54, 55, 57 58 .
. . . ..
153.154
y la memoria 283, 291 conciencia en 93, 94, .
144, 146 221 , 251 , 257 62 , 65, 66, 67, 68, 69
70.71, 7^ 76.77 79
y los soc óos 187, IQQ,
202, 203, 205
y sensación som á tica 20,
95, 96, 120
Manstead, A .S. R. 180,
320
audiovcrhal 83, 86, 96,
256
consciente 149
.
83 84 , 99, 100 103,
104 , 117, 118, 140, 141 ,
n. i j consolidación 140, 141, 144, 146, 149, 186, 187 ,
lóbulo temporal 15, 16,
maquinas, conciencia en
66, 67, 76, 9J
Marshall J 263, 303, 324
142, 145, 146, 165, 167, . -
190, 193 « 95 2 * 4 * *39
251 , 256, 257, 258, 275,
.
17, 20, 21 , 84, 117, 125, 75
152, 163, 170, 202, 244 Martin, A. 313, 322 para los sacóos xiv, xvi, 276, 277, 281 , 282 , 288,
y el soñar 187, 199, 202, materia Manca 11 , 12, 15, 64, « 84
codificació n 140, 141,
.
289, 29 « , 294 *95 « *96,
198, 299, 300, 30 « 304 .- .
103.105
y la audición 21, 84
199, 203.204, 206, 313
frontal limbica 199, 203
materia gris xn , 11 , 12, 15
142 , 164, 167, 170, 172 ,
. . 306, 308, 311, 314.3* 5
3*6
.
* 73 « 75 * 76
y la recuperaci ón de
nombres 152, 153 substancia gris correlatos ncuralcs de 47, . . .
-cuerpo 46, 47 48 50
., . . . . .
lobo Ms ) prefrontal(cs) pcriacucductal ( SGP) 48, 64, 98, 103, 104, 54 55 57 58 67 70
15.16, 29 30 3 * 74 . . . . .
88, 107, 108, 1155 * 17 . .
3 *1 3 * 4 3* 5
y la conciencia 97, 136,
196 276, 298
problema 46, 47, 48, 50,
96, 97, 203, 204 , 243,
153.183 189.290 .
control ejecutivo en ac -
dorsal io8, 110, 111, 125,
127, 188
ventral 39, 88, 107, 108,
159, 160, 161, 163, 176,
281
.
55 57.58, 67, 70, 176
298
.
ció n por 30 110, 117 , 130 , 314
4
IHM” 1655, 166, 171 relación xiv , 27 , 53, 55
e inicial iva del lenguaje materialismo 50, 51 pospatologicos 170 y conciencia 70, 71 , 72,
96 Mattingley, J.1J . 250, 318 y la represión y la 83, 187, 288
función inhibitoria de 30, MeGarley R . 1 K6, 188, amnesia 147 , 167, 169, vs. inteligencia 65, 66, 70
.
183
organización asimétrica
de 243, 250
y Inboiomia fruntal 203
189, 190, 191, 198 208,
31*
McCarthy, R . A . 250, 323
mecanismo detectores de
* 75
inconsciente 76, 148, 149,
* 74 * 75. .
expl í cita 82 149, 281
.
Meredith , M . A . 74, 325
Mcsulam , M . M . 33, 34,
<>5, J 23
mctapsicologia 57 , 287,
y cura de conversació n necesidades del funcional , arquitectura 293, 294, 296
290
locali /ación diná mica 64,
hipot á ljmo 118, 119
medula espinal 13, 14, 28,
de 83, 96.144 , 148
heredada 283
mé todo clinico-anat ómi
.
co 192, 193, 199 ¿ 66,
-
65 49 icómca 144 309, 311, 313, 314
local 1 /ació n¡smo 60 medula oblungada 13, 14, inmediata 144, 166 Mthixi-ansiedad ( para -
-
1 oflus, E. 306
Luna , A . R . x, xi, xn,
87
melancol ía 269, 270
impl í cita 81, 82, 149, 176
mecanismos de 148, 151,
noico) 128, 135, 137,
179
.
XIII , 25 26, 28, 63, 64, memoria a corlo plazo 156, 176 Milner, ti. 121 , 166, 324
.
* 53 155.150 153 159 . - . ( MCF) 143, 144 , 146, mctapsicologia de 287, Milner, P. 121, 323
misoplcjia 264, 271
262, 286 221, 251 , 257, 256 293, 294, 296
sobre la afasia: x audioverbal 83, 86, 96, ncurobiul ngia de 176 Milchison, G. 145, 318
motora aferente 253 256 pantalla 169 MMP1 267
-
ultra 144 perceptiva 160 modelo estructural de la
. . . .
din á mica 64, 253
mol or a eferente 254 memoria a largo plazo procesal 97, * * 4 * 5 * mente 100
traumá tica x
..
. .
(Mlf ) 143 * 44 * 46
148, 149 * 50, « 66, 174,
* 57 * 58 * 59.160, 162,
164.166, 176
modelo de activación de
sí ntesis del suefto RKM
M 221 y el inconsciente 97, 159 189, 191, 196, 201
Maas, J. 311, 326 memoria autobiogr áfica reciente 145 modelo de interacción re -
Maularan, P. 163, 32a 28, 221 recuperada 157 195
ciproco
maduración 30, 155, 176, memoria episódica : ver recuperació n 140, 141, momentos de experiencia
222, 223, 224 , 227, 231, memoria(s), episódica 142.167, 170, 172, 173, 169
233.281 , 287 Q7 , 136, 159, 160.161, .
75 * 76 monismo 51, 52, 72 , 187
y determinación de gene - 162, 163, 164, 165, 167,
168, 169, 170, 173, 176,
remota 143
semá ntica 150, 151, 152,
de doble aspecto 56, 72,
187
ro 223, 224, 227, 231
332
dualismo 51 188, 189, 195 p de las emociones 106,
natcnalista 51 , 52 NREM , ver sue ñ o NREM -
Pace Schott, E. 194, 207, 107 , 279
cuerna 19, 29, 56, 72, 77,
lloniz , E. 203 183, 184, 185, 188, 189, 3* «
norlina 132 193, 194, 195* » 96, 197* -
pánico ansiedad (depresi - 86, 92, 102, 258, 261
Uoruzzi , G. 198, 212, 296, 3*3 vo ) 127, 130 y los contenidos de la
Moss, A D. 271, 323 n úcleo aceumbcns 39, Pankscpp, J . xiv, xvui, conciencia 84, 144, 278
íarcisismo 269,272 t á lamo 17 282, 287, 303, 306, 319 . ultracorto"' 144
Mammal Institutes of n úcleo locus cocruleus 323 interna 75, 113
Health 200 38, 88, 107, 186, 1 S8 sistemas de comando de mental 76, 77
-
ía tu raleza crianza xvii . n úcleos bá sales del cere
bro anterior 16, 17, 37
- emociones básicas: 116,
i 23 >
proposito de 282* 283
sistema 315
217 219
ícurocicncta cognitiva n úcleos del rafe 37, 88, rrr sisintíúi tspuijifos v la conciencia 282
•
2 Q 3, 295 . 297, 298 107, 186, 188 ( MIEDO; PAMCO; IRA; y )a memoria sem á ntica
icurolcpticos 205 dorsal 186, 1 K8 BÚSQUEDA ) 151, 153, 162
icttromoduUdor(es) 39, n ú cleos intersticiales del y las drogas antipsicóticas personalidad *1, 2, 3, 4, 5,
40.120 hipot á lamu anterior 206 129.130* 169, 204, 303
icurona(s) 8, 9, 10, 11, ( MilA ) ¿30 234 . Pap«zJ. 163 322 . cambio 2, 34
.. . ..
3 * 3* 33 34, 35* 3
37 39* 40 4* » 4S* 49
*. .
n úcleos parabraquiales
.
88.89 107
paralelismo psicológico
53
despu és de lesión cere
bral ( Phincas Gage ) 2
-
51* S3* 54 * 55 » 66» 75 « n úcleos talá micos .
Parks C. 234, 317 psKodin á rnica de 267
150, 165, 168, 188, 198, reticulares 92 paternidad y maternidad desarrollo 169, 309
221, 284, 285 130 correlaciones neurales de
. -
rolincrgicas ó, 188 O Pet ( Prcconscicme, siste 13o
espejo 284 ^ objeto: XVI, XVII , 2, 22, ma ) 99, too, 174 288, Pfefler, A . 302
y actividad cerebral anor- 24, 27, 29, 56, 60, 72, »95 Plat ó n 280
mal 198 . . . . .. .
73 74 » 7« 81.92 96 pensamiento xi, aa, 30, poda neurona) 147, 148,
y el problema mente - .
97 103 > <>5 « ó « 6,' ,
, °123, 128
42, 43, 48, 51, 53, 68,
. 169 , 222
cuerpo 54 l19.120 , 122 71, 86, 90, 99, 163 17a, prcconscicme, sistema
y la inteligencia artificial 129, 132, 134, 135, 136, 173, 189, 201 , ai 1, ata , ( Peí ) [ Freud ] 99, too .
66 148. 151, 152, 154. ' 55. 215, 246, 247, 253, 255, .
174 288
y la memoria 150 161. .
164 179, 190.205, 256.257, 258, 258.259 . presentación de cosas
neuropeptidos 40, 41, 120
Neuro- Psychoanalysis
206, 207, 208, 209, 210,
.
211 , 222 , 235, 248 255,
261, 273, »78 »84
de proceso primario 99,
. [ Otngvontellungen o
Satki oeste¡¡ungen ) 255
Society 306 . . .
2ÓO, 263 269, 270 27 I , 247, 261, 273 presentación de palabras
|l\‘orn <>riullttngen\ 255,
ncurotransmisor(cs ) 9, 272, 277.278, 279, 28o de proceso secundario 99,
. ..
10, 3 » 33 36, 37 39
40, 41, 49 88, 89 188
. .
.
28 l , 282 297
.
amor 269 270, 272
. 258, 288
movilidad de catexis 103,
260
Pribram . 303 306 .
. -
excitatorio 3a , 35 presentaciones 255, 260 173 problema de la interco
inhibitorio 3a 35 . 1 Objft ttvonleUungen J y el hemisferio derecho nexi ón 73, 74, 75 85,
tistema: 36, 37, 39, 49, Ogden , J . A . i 66 , 323 246, 257, 260 93* « > 0
.
88 89 oído 15, 19, 20, 22, 15a, y el hemisferio izquierdo proceso ncut oqu í mico 65
-
canal dependiente 39, 49
estado-dependiente 36,
.
» 57 »94
y el lóbulo temporal 15
256 , 257, 260, 273
y la memoria 173, 189
proceso visual 73, 85
progesten 227
37 * 39 olfato, 21 y los lóbulos frontales 30, prolactina ijo 132 .
New York Academy of
Medicine 306
Olds 121, 303 3»3 J . .-
olvidar 81 , tu , 149, 157
212 , 2 S6
pe pt idos 40, 41
propiedad emergente del
cerebro 54
New York Psychoanalytic
' ver t ü rnbien mcmoria(s ); perccpció n( cs ) ( pawm ): prosopagnosia 154
Institute 302 represió n xi, 25, 26, 27, 29 30, . Prueba de Turing 67, 68,
Newman, J . 86, 323 opiá ceos 122 56, 57, 72, 77* 86 92, . 70
Nielsen, T. A . 194, 323
NilIA ( n ú cleo*
opioides 130, 131, 13a, .
95 * 97* 90 106, 126,
» 5 * * > 53* * 54* > 55* S6*
psicoaná lisis ( pusstm ) ix ,
x , vi. \ ii, xi í, xiv, xv,
> 33 "
intersticiales del end ógenos 130, 131, 132 210, 212, 255, 261 263, ., .
xvii 4 , 5 6, 7, 22 , 41,
hiporilamo anterior ) orientación sexual 233, 276, 278, 279, 283 285 42, 62, 80, 117, 120,
-
MIIA 3 22Q, 230, 234, ¿ 34 ¿35 36
* * .
Oslow , M . 303, 311 , 323
basada en la memoria
154 , 155, 291
132, 149, 182, 184, 190
213, 218, 247, 276, 291,
.
*35# *237
Nielsen , T. A . 194 323
Nikolinakos, D. XVI11
. ovarios 223, 227
Owen , V. 268, 326
consciente 72 , 88
del pasado 95, Q 7 , 281
*
¿
¿95 ¿97 ¿ 8 ¿99 3<x>
* *
301 , 302, 303, 304, 305 ,
* *
norepinefrina ( NE) oxitoema 130, 132, 231 del presente 95, 153 306, 307, 308, 309, 315,
( noradrenalina|38, 89, del yo 72 316
333
y la ncurocicncia 203, 207, 2!1, 212, 296, ni , x 20, a8a y el sistema de PÁ NICO
cogrtosciriva 298, 299, 322.323, 325 sensació n somá tica JO, 130 , 202
202 neuroquimica de, ver 21, 23, 24, 108 y recuerdos heredados
psicología profunda ai, sue ño REM 188, 189 septum 17 281
172, 173, 180 reminiscencia 29, 140, scrotonina ( 51 IT ) 36, 37, sistema de dopamina
psicopatologia 7 , 122, 148, 172, 197, 281 .
38* 89* 188 189, 195, mesocortical-
123, 124, 137, 286, 287, ver tambi én mcmona ( s ) 3* * mesolimhicj
314
291, 3 * 2 -
repet ici ó n compu Isión inhibidor de rccaptación , sistema de IRA 124, 126,
psicosis 171, 181, 206, 283 selectivo (1SRS) 37, 38 127 , 128, 202
207, 208, 213, 216
de Korsakoff 171
represión XII, Xlli, 6, 138,
145, 147, 149, 162, 167,
scudospsicopatia , XII
sexualidad , influencias sistema de JUEGO 133
-
sistema de IR A rabia 124
esquizofré nica 213 168, 169, 175, 170, 250, maternas en , 137, 238 sistema de manipulación
estimulante 206, 207 254, 255, 268, 289, 290, SGPA: ver substancia gris visuocspacial 203, 213,
pubertad 40, 222, 232 3 * 2, 314 pcnacucductal to8, 228, 245
puente 5.6, 13, 14, 15, bases ncumlógicas de 6 113, 120, 125, 127, 130, sistema de MIEDO 126,
36, 38, 87.172, 1855
186 , 187, 188 , IQ 2, 193,
biológica 176
Freud sobre 254, 289
.
US » «7
.
sinapsis q 10, 3a, 40,
127, 135, 136, 137, 168
202, 287
.
199 primaria 176 117, 146, 147, Jai , 222 desórdenes de ansiedad
y la amnesia infantil 147, sí ndrome de Asperger 287
R 167, 169, 17 S 287 y memoria 136
racionalización 249 y los hemisferios izquier- sí ndrome de Kluvcr - sistema de PANICO 130,
Ramc, A . 4, 323 do y derecho 249 Buey 129 131, 132 , 202 , 287
Ramachandran , V. S. xii, y los mecanismos sí ndrome de Tourette xm sistema de placer 122
*63.303 324. inhibidores 138 sí ndromes parietales xm sistema de recompensa
rastros ideació n ales 34 reproducción 28, 40, 223 Singer, \V. 74, 303.319, 116
reacción catastrófica xiii, respiració n 13, 18, 28, 63, 3¿ *
sistema activante ascen -
sistema de sepa ració n an - -
265, 272 64 , 128, 136, 187, 277 gustia 130.132
realidad: 173, 174, 272, respuesta de lucha- huida dente 87.90 sistema ejecutivo 30
288, 291 , 298, 299, 309, * 25» * 27 sistema reticular activante sistema homcost á tico 911
.
3* 5 3* 6 Ribot , T 142 , 149, 165 V (atómico extendido 109.110, 119 , 133
externa, percepció n de Riz/ olatti , Ci 284, 285, (SRATE ) 87, 88 89 . sistema limbico 16, 17,
.
173 * &>* ¿61 , 272 320, 324 sistema colincrgico 36, t 8, 21, 29, 3o» * 63» * 7<>,
principio 174, 258 Robertson , I . II . 263, 324 .
37, 188 189 199, 202
psíquica 258, 288, 291, Rogers, C ftf ), 232, 237 sistema de BÚSQUEDA sistema mcvocortical -
299 Rogers, L 232, 237, 324 116, 117, 118, 119, t ío, vncsolimbico de
prueba 315 Royal College 123, 124, 125, 134, 202, dopamina 207
receptores of Surgeons 305 206, 208, 211, 212 , 222, sistema motor 22, 158,
glucocor t icost e roí d es 279. -* 87 282
168 S y el sistema de P Á NICO sistema muscular 22
recuerdos de pantalla 169 Sacks, O. 1 , 2, 5, 166, 202 sistema
recuperació n de informa - .
303* 305 324 y el soñ ar 202, 208, 211 , musculocsquclético 19,
.
ci ó n 97, 140, 141 143, Saling, M. x, 5, 300, 303, 212 20, 109
164, 167, 169, 170. 172, 3*5 y la esquizofrenia 206, sistema nervioso 9, 18,
* 73» * 74. * 75* * 7<> SRATK ( sistema reticular 287 .
23, jQ 40, 125 « 78, .
desórdenes de 170, 172 activante y tal á rmen ex - y las drogas 117, 123, 2 1 9, 2 2 2 . 2 3 0
reducción i smo 52 , 53 tendido ) 87, 88, 89 206, 222 .
aut ónomo 29 125, 178,
-
rcductasa 5 alfa 225 226,. Schactcr, 1 ) 140, 150, sistema de comando de *30
¿ ¿7 .
157.160 168, 303, 306, las emociones básicas vegetativo 18
refuerzo 119, 131, 132 3¿4 113, 120, 130, 134 , 135, sistema ncurotransmisor
sistema 119 Schindler, R . 205, 324 202 , 279 , 281, 283, 286, estado-dependiente 37,
región parietal inferior Schore, A . 136, 284, 303 . 288 39, 49, 88, 2oó
* 53. * 5#» ¿44 3¿4 > aprender de b expe - sistema opioidc 130, 131,
regi ón temporal posterior Schuartz, J. 11 146, 290, riencia 119 * 3¿. * 33
* 53 302, 303, 306, 322 y el sistema de BUSQUE - sistema somatosensorial
regresi ó n infinita 73
Rl.M ( Rapid K \ c .
..
Schuart / J M . 146, 290, . .
DA 137 ¿ 02 ¿ 7«>
y el sistema de IRA 137,
¿ t ¿53
*
sistema visual 34, 199,
302 303, 306, 317, 318,
Movement ) en el sue ño 3¿ 4 202.279 .
202, 209 ¿ 5 ¿
145, 182 , 183, 184 , 185, Seos ille , W. If 165, 166, y el sistema de MIEDO sistcma (s ) funcional (es )
.
186 187, 188, 189, 190 . 3¿ 4 135.202 279 . x , 63, 64 , 65, 66,82,
191 , 192 , 193, 194, 195, Scarlc, J 48, 50, 324 y el sistema de OBSESIÓ N 246, 312
196, 198, 200, 201, 202, SEI.F, primordial no, 119, 120 complejos 246, 312
334
stcma( s ) perceptivo 209, 212 , 296, 322, 323, 325 T parietal 199, 203, 208,
ncuroquimica de 188 lacio: 20, 21 , 22 ato, 243
* > 3.3 * 5
stemas de acción 22, sueño NREM 183, 184, sentido de 20 Valcnstcin, E. 250, 321
126, 212, 285 , 286 185, 188, 189, 193, 194, sistema 22 Van ttalkom, A . J. 290,
stemas de comando de 195.196, 197. 198, 212, t álamo 14, 17, 20, 36, 37 , 317
las emociones 113, 116, 49, 87, 171 van den A bell, T. 265, 321
*96 * 3*3 Van Dyck , R . 90, 317
120, 124. 125 , 130, 134, sueños / soñar IX, xm, núcleos anteriores de 17,
> 35 * 137 * ¿02, 218, 279, xiv xvi, xviii, 2, 5, 37, 17 * vasopresina 231
*
280, 281 , 283, 286, 288 38* 64, 67, 85, 124, 145, núcleos dorsomediales de visceras 21, 28, 40, 128
kudowitz, M XVlii .
146 , 172 , 180, 182 183, *7, 171 visión 76, 8o, 8 J , 85
ocicdad Iniernacional 184, 185, 186, 187 , 189, “Tan-Tan", (E. ver tambié n agnosia visual
de Ncuro- Psicoanálisis 190, 191, 193, 194, 195 * Leborgne) 59, 61.242, visión ciega 76, 80, 85
306 196.197, 198, 199, 200, Vygotsky, L 155
olms i.x, x xi, .xii, xm, 201, 202, 203, 205 , 207,
*54
tallo cerebral 12, 13, 14,
xiv, 63, 72, 101, 130, 208, 209, 210, 211, 212, 22, 35 , 37, 39, 49.86, W
172, 174, 201, 205, 214, 213, 214, 215, 216, 255 , 87, 88, 90, 91, 94, 98, .
Walsh, K . W. 204 250,
. .
* 47 * 55 258' 3550 . * .
* 57, 95 * 96, 314, 315
amortiguador de memo-
107, 108, t í o, 113, 122, 326
Warrington, E. K . 250,
z 68, 270, 300, 305 , 306, 127, 162, 185 , 186, 187,
. . '
309 3 > o 3 3 3 ** 323 . . . ria a corto plazo (MCP) 188 , 190, 197, 198, 201,
202 , 277, 282
323
Wciskrantz , L. 80, 81,
325 143, 145 , 146, 166, 251,
arto al hemisferio dere- 257 mapas corporales 111 326
cho xiv, 245 , 247 , 248, arquitectura funciona ) de niveles de conciencia 86 Wernicke, C. 6o, 171,
260, 262, 265 , 267, 270 99, 138, 148 , 288, 293 , núcleos 35 244, 250, 256
arto al hemisferio iz- poní i no, y el sueño REM Wilier man, L. 234, 317
*94 Wishaw, I . P. 250, 322
quierdo xiv, 247 , 248, censura 214, 215 , 315 37 , 185, 186, 187 , 190,
250, 2557.260, 261, cerebro 182, 183, 184 , KQX , IQ 3 , 198, 201, 202 Wyzinki, P. t 88 , 321
185 , 186, 188, 189, 190, primitivo 185, 198
*65
esórdenes de la memoria 191 , 19 » l93 * « 95 * * 96, y el sistema SELF 110, Y
* . 111, 120, 282, 324 yo xvii, 2 , 56, 57, 72 , 74,
5 * « 7* » > 74 197 , 198, 199 * oo, 201,
I soñar xiii, 193, 201, 202 , 203, 204, 208 , 209, Tarca de Juego de lowa 76, 77, 90.96t 97 99*i
205 , 2 x 4 , 313 211 , 212, 213 , 214 , 215 178 101 , 105, xo6, 111 , 119,
stado KEM 183, 184, c imá genes de visuales de tectum x 10 122, 127, 136, 160, 161,
185 , 188, 189, 190, 191, sueños 208, 209, 210, tegmento dorsal 110, 111 162 , 164, 165, 173 , 258,
193 , 195 , 196, 200, 201, * 55 tegmento mesopontino 269 , 271, 272, 275, 276,
203, 2 X 1, 2 1 2 interpretación de xui, xiv, 36 37
, , 186, 188 278 , 279, 281, 282.283,
lonismo de doble aspec- 5, 216, 295 tegmento pontino 37 286, 288, 289, 295
to 56, 72 , 187 metapsicologia de 296 test í culos 223, 224, 225 , yo autobiográ fico
ordera conical 85 ncurobiologia de 211, 215 26 [ Damasio ] 28, 97, 99,
¡ perry, R . 82
¡pringer, S. P. 228 , 229,
neuropsicologia de ¡x . - factor
226
determinante 224, tu , 136, 161 , 221, 288
Yu, C K. 199.214, 326
3>3
242 , 245, 246, 325 proceso de, fuerza 40, 224, 225,
testosterona Yudovich, K 286, 322
quire, L. R . 140, 325 impulsora de 186, 208 226 227 231, 233, 237,
, ,
item, B. 74 * 3 5 teor ía de satisfacción de 238 Z
*
tickgold , R . 194, 321 deseos 314 , 315 bioquí mica de 225 Zona conical 88, 90, 96,
trawson, ü. 71, 72, 325 ver tambi é n sueño NRE.M; conversión 225, 226, 227, * io, *43
ubsistema de cuidado sueño de movimientos primaria 210, 243
oculares rápidos
*3 *
receptores 225 secundaria 2 X 0, 243
>3
*
ubsistema de OtiSESIÓN visual 85 TraneL D. 128, 317 terciaria 210, 243
119, 120, 121, 122, 124 y drogas xiv, 124, 180, tranquilizantc( s) 127, 205 Zcki, S. 2, 211, 326
obstancia gris i8 t , 204 , 207, 212, 216 transferencia x¡, 10, 156, Zuclcr, M. 311, 326
pcriacucductal ( SGPA ) y epilepsia 197 , 198 160, 29 x
. .
88, 89 107 108, 113 , y excitación 196 Turing, A . 67
120, X 25 , 135 , 187 y lobotomía frontal 203 Turnbull, O. H. tx, xii,
lorsal 108 , 125, 127 sugestión posthipnótica xm, 46, 63, 268, 271,
entral 108, 130
*49 301, 323, 325, 326
ubstanexa negra 39 superego XII, 258, 326
ueño KEM 145, 182, 183 , funciones XII U
184 , 185, 186, 187, 188, superficies perceptivas de unidad (cs) de conciencia
189 . 190 *
igt , 19 * * > 93 * la conciencia 93 75 , 92.96, 161, 166
.
194 > 95» 196, 198, 200, *78.
unión occipito- tcmporo-
201 , 202, 203 , 207, 211,
335
El cerebro
y el mundo interior
SE IMPRIMIÓ
EN BOGOTÁ EN
NOVIEMBRE DEL 2004
CON UN TIRAJE DE I 5OO
EJEMPLARES EN PANAMERICANA
FORMAS E IMPRESOS S A . .
i 1934 2004
“ Este libro es erudito y fascinante. Los autores
nos muestran que la neurociencia
moderna nos permite encontrar correlatos
neurales de algunos conceptos psicoanaliticos
básicos , pero al hacerlo, y esto es lo importante,
no caen en las explicaciones reduccionistas que
tanto predominan en la neurociencia actual . Su
manera de abordar el tema es alentadora y sus
argumentos son bien razonados”.
Lesley Rogers , autora de
Scxing the Brain