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El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo

Introducción:
En octubre de 1962, convocado por el Papa Juan XXIII, comenzó a sesionar el Concilio Vaticano II.
Además de la reflexión teológica y filosófica, en la asamblea ecuménica de la Iglesia Católica hubo
profundos debates acerca del “signo de los tiempos”, en particular, sobre las consecuencias de un
orden social y económico injusto para el conjunto de la humanidad.

El espíritu de renovación del Concilio influyó decisivamente en las iglesias latinoamericanas. La


Conferencia del Episcopado Latinoamericano reunida en 1968 en Medellín, Colombia, recogió esa
preocupación por una evangelización sensible a las necesidades de una época en la que muchos
pueblos del Tercer Mundo luchaban por su liberación.

En sintonía con este proceso de replanteos ideológicos y de renovación teológica cristiana –a la


que se denominó “Teología de la Liberación”–, se conformó el Movimiento de Sacerdotes para el
Tercer Mundo.

Estos sacerdotes priorizaron su trabajo pastoral con los sectores más humildes y anunciaron que
hacían la “opción por los pobres” entendiendo que así rescataban el mensaje original de Cristo.
Esta actitud provocó un fuerte debate dentro de las iglesias latinoamericanas, en particular en la
Argentina, entre los sectores renovadores que adhirieron a estos cambios y los más
conservadores, con mayor peso en las altas jerarquías eclesiásticas.

El sacerdote argentino Carlos Mugica fue uno de los integrantes del Movimiento de Sacerdotes
para el Tercer Mundo. Su prédica lo enfrentó con intereses muy poderosos. Fue asesinado por la
Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), una organización represiva, en 1974.

Actividad

Pablo VI fue el Papa que clausuró el Concilio Vaticano II, en 1965. El siguiente es un fragmento de
su Encíclica Populorum Progressio, promulgada en marzo de 1967, inspirada en los debates
conciliares. En ella se manifiesta la preocupación del sumo pontífice por la situación de los países
en vías de desarrollo.

Encíclica Populorum Progressio (selección)


“[…] La propiedad. 23.
‘Si alguno tiene bienes de este mundo, y viendo a su hermano en necesidad le cierra sus entrañas,
¿cómo es posible que resida en él el amor de Dios?’ (1Jn 3, 17). Sabido es con qué firmeza los
Padres de la Iglesia han precisado cuál debe ser la actitud de los que poseen respecto a los que se
encuentran en necesidad: ‘No es parte de tus bienes —así dice San Ambrosio— lo que tú das al
pobre; lo que le das le pertenece. Porque lo que ha sido dado para el uso de todos, tú te lo
apropias. La tierra ha sido dada para todo el mundo y no solamente para los ricos’. Es decir, que la
propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay ninguna
razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad, cuando a los demás
les falta lo necesario. En una palabra: ‘el derecho de la propiedad no debe jamás ejercitarse con
detrimento de la utilidad común, según la doctrina tradicional de los Padres de la Iglesia y de los
grandes teólogos’. […]”

1) Analicen el texto y elaboren una conclusión sobre esta cuestión: ¿Encuentran alguna
correspondencia entre los postulados de los sacerdotes tercermundistas y las ideas proclamadas
en esta encíclica de Pablo VI?

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