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GREGORY BAKER – CASO CLÍNICO

CASO CLÌNICO

Gregory Baker es un varón afroamericano de 20 años de edad que es llevado al servicio de urgencias por
la policía del campus de la universidad que lo había expulsado unos meses antes. A la policía la había llamado
un profesor que dijo que el Sr. Baker había entrado en su aula gritando “Soy el Joker y estoy buscando a
Batman”. El profesor llamó a seguridad al negarse el Sr. Baker a abandonar la clase.
Aunque el Sr. Baker había tenido muchos éxitos académicos cuando era adolescente, su comportamiento
se había vuelto cada vez más raro el año anterior. Dejó de ver a sus amigos y pasaba casi todo el tiempo
tumbado en la cama mirando al techo. Vivía con varios miembros de su familia, pero rara vez hablaba con
alguno de ellos. Lo habían expulsado de la facultad por falta de asistencia.
Su hermana dijo que lo había visto repetidamente hablando en voz baja consigo mismo y que a veces,
por la noche, lo había observado de pie en el tejado de la casa, moviendo los brazos como si estuviera
“dirigiendo una sinfonía”. Él negaba que tuviera intención de saltar desde el tejado o que pensara en hacerse
ningún daño; decía que, estando allí arriba, se sentía liberado y en armonía con la música. Aunque el padre y la
hermana habían tratado de convencerlo para que viera a alguien en el servicio de salud para estudiantes de la
universidad, el Sr. Baker no había acudido nunca a un psiquiatra y no había sido hospitalizado con anterioridad.
Durante los meses previos, al Sr. Baker le había inquietado cada vez más una amiga, Anne, que vivía
calle abajo. Aunque él insistía ante su familia diciendo que estaban comprometidos, Anne le contó a la hermana
del Sr. Baker que apenas habían hablado alguna vez y que, desde luego, no estaban saliendo juntos. La
hermana del Sr. Baker refirió también que este le había escrito a Anne muchas cartas, pero que nunca las había
echado al correo, sino que las apilaba en su escritorio.
La familia explicó que nunca habían observado que consumiera drogas o alcohol, y el análisis
toxicológico dio negativo. Al preguntar al Sr. Baker si consumía alguna sustancia, pareció enfadarse y no
contestó.
En la exploración realizada en el servicio de urgencias se describió al Sr. Baker como un joven bien
aseado que apenas cooperaba. Parecía constreñido, precavido, distraído y preocupado. Se puso furioso cuando
el personal del servicio de urgencias le llevó la cena. Gritó repetidamente que toda la comida del hospital
estaba envenenada y que solo bebería determinado tipo de agua embotellada. Se vio que presentaba delirios
paranoides, de grandiosidad y románticos. Parecía inquieto por dentro, aunque dijo no tener alucinaciones. El
Sr. Baker refirió que se sentía “mal”, pero afirmó que no estaba deprimido y que no tenía alteraciones ni del
sueño ni de apetito. Estaba bien orientado y hablaba con fluidez, pero se negó a que le hicieron pruebas
cognitivas. La introspección y el juicio se consideraron malos.
La abuela del Sr. Baker había muerto en un hospital psiquiátrico estatal en el que había vivido durante
30 años. El diagnóstico era desconocido. De la madre del Sr. Baker se decía que estaba “loca”. Había
abandonado a su familia cuando el Sr. Baker era muy joven, por lo que había sido criado por su padre y su
abuela paterna.
Al final, el Sr. Baker accedió a firmar su ingreso en la unidad de psiquiatría diciendo: “No me importa
quedarme aquí. Anne probablemente estará aquí, así que podré pasar el tiempo con ella.

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