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CONCLUSIÓN

Una nación es democrática en la medida en que sus ciudadanos participan,


especialmente a nivel comunitario. La confianza y la competencia para
participar deben adquirirse gradualmente con la práctica. Por esta razón debe
haber oportunidades crecientes para que los niños participen en cualquier
sistema que aspire a ser democrático y particularmente en aquellas naciones
que ya creen ser democráticas. Con el creciente reconocimiento de los
derechos de los niños estamos comenzando a ver también un mayor
reconocimiento de las habilidades de los niños. Las escuelas, como parte
integral de la comunidad, deben ser un lugar obvio para fomentar en los
jóvenes la comprensión y la experiencia de la participación democrática. Esto
ha sido argumentado enfáticamente por parte de algunos grandes filósofos de
la educación, pero es poco frecuente en la práctica. Aunque en todo el mundo
hay escuelas experimentales muy interesantes, la participación democrática en
las escuelas no se ha adoptado ampliamente en ninguna nación. La razón
fundamental parece ser que, como primer instrumento de socialización del
estado, las escuelas se preocupan por garantizar la estabilidad y generalmente
esto se entiende como la preservación de sistemas de autoridad muy
conservadores. Ya he señalado que en naciones democráticas, como los
Estados Unidos, generalmente se enseña la democracia de manera abstracta e
histórica.

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