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Había una vez una joven llamada Sofía, que se había enamorado

completamente de su mejor amigo, Juan. Aunque Juan no sabía de los


sentimientos de Sofía, ella nunca perdía la esperanza de que un día él
también se enamorara de ella.

Sin embargo, Sofía tenía miedo de arruinar su amistad con Juan si le


confesaba sus sentimientos. Temía que él la rechazara y que todo lo que
habían construido juntos, se fuera a desmoronar. A pesar de sus miedos,
Sofía no podía evitar sentirse feliz cada vez que pasaba tiempo con Juan,
y disfrutaba cada momento que pasaban juntos.

Ella sentía que al menos teniendo su amistad, ya estaba bendecida con


algo maravilloso. Un día, Juan le confesó a Sofía que se había enamorado
de ella. En ese instante, Sofía sintió una mezcla de felicidad y miedo, ya
que estaba a punto de dar un paso importante en su relación. Sofía tomó
fuerzas y decidió darle una oportunidad al amor.

Se animó a tomar el riesgo y le confesó a Juan que también ella lo amaba.


A partir de ese momento, ambos empezaron a salir juntos y se dieron
cuenta de lo mucho que se complementaban el uno al otro. Aunque al
principio, tuvieron que superar muchos miedos y temores, Sofía y Juan se
amaban mucho y su felicidad era completa.

Comprendieron que al final, el amor era el sentimiento más fuerte que


existe y que superaba cualquier temor que pudieran tener.

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